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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ENSAYO Algun os oj os n os v 1eron sm piedad. pe ro adelantar on en sus juici os el pr o blema del co- lonialisr no que todav ía arras- tram os . Vargas Vi/a. el cues- tio nado p oe ta. de c ía : .. L os ar - ge nrin os ra no e.x:isten ... ". Ca- minaba por nu estras calles. cavi lando so bre nuestro drama . bus citndon os debaj o de las fa- chadas i mp ortadas. estrec hando su amis tad co n A !f redo L. Palacios. a quien admiraba. cas- tif? and o co n su pluma e l auf?e e ur o pe o y la pérdida de lo aut ócto no. alef?ránd ose am e el mant e nimi e nt o de la familia. del h of?ar. o pi nan do sin tapu - jos . po rqu e co mo dijera: "la \·erdad lo es dif?no de decirla aqu el que no tiene miedo de morir por ella (pá f? . 9]. En verdad. miedo no t enía. pues ya e staba situado más allá. E ra un so- breviviente del m ode rnism o, y den- tro de esa reno vación es de sde do nde hay que juzga rlo, tomando en cuen ta su irradiación conti nenta l. Esta sim- ple r eseña de un libro inconseguible s ólo busca apo rtar un dato más al problema : ¿cómo escribir una histo- ria li t era ria colo mbiana si se desc o- noce aún a uno de sus escritores más divulga do s? Aquí no c uenta tan to la c alidad literaria si no el fenómeno c ultur al , er. t oda Amé rica y Esp aña, que Va rga s Yila enc arn ó. Si su bio- g rafía de R ubén Darío le perm itió salir de su au tosufic iencia adm ira nd o a alguien más grande que él, este dia- rio de viaje, y de co mbat e, tiene, ademá s de la pátina adqu ir ida co n el 98 . . . . . . , ' . . . . . . . . tie mp o , u na a ut éntica e nt onación fú- ne bre : se su último viaje ameri- cano. Su pos trer batalla . C ombat ien- do a L ugo nes, reafi rmaba su fe. Eran los pequeños periódicos so - cialistas, no La Nación, donde habían cola borado Mart í y Darí o , U namuno y S anín Ca no , los que lo sec undaban en sus exa brupt os. Co ntinuaba siendo un fran coti rador , aquí y allá , per o las trem oli nas que ar maba alcanzaban a ex p oner de s nuda parte de la reto c ada verda d. En d efinitiva, un an ci ano furio so y malhablad o, al cual ya nadi e podrá impedirl e la revelació n de in mod os secre to s. La hoja rasca que se pult ó su o bra to da vía perm ite vislu mbrar , c om o en los so lares abandon ad os, algún vi dri o corta nte, alg ún filoso resto de me tal o xidado , un brillo eq uívoco. Como decía J osé Luis R omero : " ha y cie rto s . . per so na Jes no mu y sen os qu e uno t ie ne que to mar muy en s erio" ( I J. La cultura que tengo para vos Pr ote!>o d e la c ultura en A nt ioq uia Daría Ru iz Gó mez E dict o ne s aut o res anti o queños , M edellín, 1987. 237 págs ., ilus trad o. Ya es frecuente , en las prácticas edi- toriales co lombia nas, la r ecopil aci ón de t extos inde pend ie ntes escrit os por determinado autor y su difu sión en fo rma de libr o. Esto tiene la ve nt aja de ah orr ar al interesado una dis p en- diosa búsqueda y facilitar el co no ci- miento y ev alua ció n de una obra . En ciertos casos , puede más el afán de adicionar ot ro rengl ón a la bibl iog ra - fía de un autor, que la indispensable co nsid eració n so br e rigor, co her en- c ia , esclarecimiento y goce que todo buen libro debe a quien lo lea o lo co nsulte. En est os casos, tale s facto- res , bi en e ntendidos , llevarían a re- RESEÑAS elaborar los texto s que van a publi- c ar se, aun en aspectos tan elementales como redac ció n, verificación de da- tos , fechas y su cesos, así como uni- dad interna de las partes. Darío Rui z ha publi cado s de una docena de título s en diversos géneros, ha sido jurado en infinidad de concursos y es prof esor de larga trayectoria. Este volumen , sin que el le c tor sea claramente advertido de ello, recoge veintitrés t ex to s produ- c ido s entre 1968 y 1987, cuyo de sti no origi nal e ra la prensa , ca tál ogos de e xposiciones, revis tas y co nfere ncias. En la primera part e, los te mas gi ran en torn o a la arquitectura , el espacio, el urbani smo, la c ultura , la región, To s Carrasquilla , el fot ó- gr afo, el papel del artesano arti st a en la fo rma c ión de una c ultura , así co mo una breve alu s ión a los me s y a la agricultura , bajo el título de " Lo s rito s de la m esa". Pa sa lu ego a " La diás pora", dond e los arti s tas que en el pasado se fu eron de Ant ioq uia parecen adquirir el papel de héroe s bíblicos, vícti mas d el malhadad o pr o- gre so y de los bárbaros comerc iantes. La seg unda parte se inicia co n un texto s uperflu o llamado "La necesi- dad de la belleza", dond e pu e de leerse: "no se pi nta ni se escribe : se propone un modelo intangible de belleza. Y esto es lo que pienso , arro- bad o al ca mi nar , s acudid o por la tr é mula belleza de esas mujere s de Mar co Tobón Mejía .. ." (pág .' 190). Y sig uen seis textos s obre pintor es antio- queñ os, un o so bre Tartarín Mor ei ra y ot r os c uatr o so bre escri tores pai sas. Desde la primera lectura se advierte que el título de la o bra es inexac to respec to al co nt en ido qu e ofrece. No se estudia un proceso cu ltural en sus múltipl es y co mpl ejas facetas. Se ha cen vec inos un os text os r efer id os a aspec t os parciales de la cultura de Antioq uia . Pero la dific ultad f unda- mental no radica en el baut izo eq u i- v ocado de una colecci ón de ensayos. Véase Malcom Deas, w José Maria Vargas Vil a", en Sergio Bagú y otros, De historia e historiado- res. Home naj e a José Luis Romer o. México. Siglo XXI. 1982, págs. 157 - 166. También Malcom Deas, Vargas Vi/a, suf ragio, selección, epitafio, Bogotá, Biblioteca Banco P op ular, pág. 120, 198 4, y J. G. Cobo Borda. w¿Es posible leer a Vargas Vila?". en LA alegría de leer. Bogotá, Instituto Co l ombiano de Cultura, 1976, págs. 119-1 28.

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Page 1: La cultura que tengo para vos · en el mismo ensayo citas de Francois Truffaut (págs. 121-122), llevando a extremos la ideología de los vasos comunicantes. Otro ejemplo similar

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

ENSAYO

Algunos oj os nos v1eron sm piedad. pero adelantaron en sus juicios el problema del co ­lonialisrno que toda vía arras­tramos. Vargas Vi/a. el cues­tionado p oeta. decía: .. Los ar­genrinos ra no e.x:isten .. . ". Ca­minaba p or nuestras calles. cavilando sobre nuestro drama. buscitndonos debajo de las fa­chadas importadas. estrechando su amistad con A !fredo L. Palacios. a quien admiraba. cas­tif?ando con su pluma el auf?e europeo y la pérdida de lo autóctono. alef?rándose ame el mantenimiento de la familia. del hof?ar. opinando sin tapu­jos. porque com o dijera: "la \·erdad sólo es dif?no de decirla aquel que no tiene miedo de m orir por ella (páf?. 9].

En verdad. miedo no tenía. pues ya estaba situado más allá. Era un so­breviviente del modernismo, y den­tro de esa reno vación es desde donde hay que juzgar lo, tomando en cuenta su irradiación continent al. Esta sim­ple reseña de un libro inconseguible sólo busca apo rtar un dato más al problema: ¿cómo escribir una histo­ria li teraria colo mbiana si se desco­noce aún a uno de sus escrito res más divulgados? Aquí no cuenta tan to la calidad literaria sino el fenómeno cultural , er. toda América y España, que Vargas Yila encarnó. Si su bio­grafía de Rubén D a río le perm itió salir de su au tosuficiencia ad mirand o a alguien más grande q ue él , este dia­rio de viaje , y de combate, tiene, además de la pátina adquirida con el

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. ~ . . . . . , ' . . . . . . . .

tiempo, una auténtica entonación fú­nebre: será su último viaje ameri­cano. Su postrer batalla. Combatien­do a Lugones, reafirmaba su fe.

Eran los pequeños periódicos so­cialistas, no La Nación, donde habían colaborado Martí y Darío , U namuno y Sanín Cano, los que lo secundaban en sus exabruptos. Continuaba siendo un francotirador, aquí y allá, pero las tremolinas que armaba alcanzaban a exponer desnuda parte de la retocada verdad .

En definitiva, un anciano furioso y malhablad o, al cual ya nadie podrá impedirle la revelació n de incómodos secretos.

La hoja rasca que sepultó su obra todavía permite vislumbrar, como en los solares abandonad os, algún vidrio cortante, algún filoso resto de metal oxidado, un brillo equívoco. Como decía J osé Luis R omero: " hay ciertos

. . personaJes no muy sen os que uno tiene que tomar muy en serio" ( I J.

La cultura que

tengo para vos

Prote!>o d e la cultura en A ntioquia Daría Ruiz Gómez Edicto nes auto res anti o queños , Medellín, 1987. 23 7 págs., ilustrad o .

Ya es frecuente , en las prácticas ed i­toriales colombianas, la recopilación de textos independien tes escritos po r determinado autor y su difus ión e n fo rma de libro. Esto tiene la ventaja de ahorrar al interesado una dispen­diosa búsqueda y facilitar el conoci­mien to y evaluación de una obra. En ciertos casos, puede más el afán de adicionar ot ro re nglón a la bibl iogra­fía de un autor, que la indispensable consideració n sobre rigor, coheren­cia, esclarecimiento y goce q ue todo buen libro debe a quien lo lea o lo consulte . En es tos casos, tales facto­res , bien entendidos, llevarían a re-

RESEÑAS

elaborar los textos que van a publi­carse, aun en aspectos tan elementales como redacción, verificación de da­tos , fechas y sucesos, así como uni­dad interna de las partes.

Darío Ruiz ha publicado más de una docena de títulos en diversos géneros, ha sido jurado en infinidad de concursos y es profesor de larga trayectoria. Este volumen, sin que el lector sea claramente advertido de ello, recoge veintitrés textos produ­cidos entre 1968 y 1987, cuyo destino o riginal era la prensa, catálogos de exposiciones, revistas y conferencias.

En la primera parte, los temas gi ran en torno a la arquitectura, el espacio, el urbanismo, la cultura , la región, T omás Carrasquilla, el fo tó­grafo, el papel del artesano artista en la fo rmación de una cultura, así como una breve alusión a los menús y a la agricultura, bajo el título de " Los ritos de la mesa". Pasa luego a " La diáspora", donde los artistas que en el pasado se fueron de Antioquia parecen adquirir el papel de héroes bíblicos, víctimas del malhadado pro­greso y de los bárbaros comerciantes.

La segunda parte se in icia con un texto superfluo llamado "La necesi­dad de la belleza", donde puede leerse: " no se pinta ni se escribe: se propone un modelo intangible de belleza. Y esto es lo que pienso, arro­bado al caminar, sacudido por la trémula belleza de esas mujeres de Marco Tobón Mejía .. . " (pág. ' 190). Y siguen seis textos sobre pintores antio­queños, uno sobre Tartarín Moreira y ot ros cuatro sobre escritores paisas.

Desde la primera lectura se advierte que el título de la obra es inexacto respecto al conte nido que ofrece. No se estudia un proceso cultural en sus múltiples y complejas facetas. Se hacen vecinos unos textos referid os a aspectos parciales de la cultura de Antioquia. Pero la dificultad funda­mental no radica en el bautizo equi­vocado de una colección de ensayos.

Véase Malcom Deas, w José Maria Vargas Vil a", en Sergio Bagú y otros, De historia e historiado­res. Homenaje a José Luis Romero. México. Siglo XXI. 1982, págs. 157-166. También Malcom Deas, Vargas Vi/a, sufragio, selección, epitafio, Bogotá, Biblioteca Banco Popular, pág. 120, 1984, y J . G. Cobo Borda. w¿Es posible leer a Vargas Vila?". en LA alegría de leer. Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1976, págs. 119-1 28.

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RESEÑAS

El problema, a mi modo de ver, está en el método de trabajo utilizado invariablemente, trátese del ensayo más extenso - veinte páginas-, o del más corto - una página y media- .

El método es el de la "poética", popularizado por Gaston Bachelard . Aplicado a la arquitectura, Ruiz lo explica así: "Hablar en una arquitec­tura de una poética significa hablar de una imagen visual que sobrevive en el tiempo, hablándonos y haciendo que la memoria regrese a los instan­tes esenciales o que hemos vivido [sic] o se anuncian de algún modo en la sangre. Esto quiere decir que son espacios d onde la memoria y no só lo el tiempo inscriben el dato de una vida ; y esa vida sigue ahí perpetua­mente negándose a ser borrada por el o lvido" (pág. 8 1).

A lo largo de la obra es posible descubrir que no se trabaja con lo que llamaríamos la "memoria colec­tiva", pues las elaboraciones a partir de archivos, documentos, crónicas, testimonios y demás, son muy esca­sas . Aquí " memoria" parece equiva­lente a la imaginació n lite ra ria indi­vidual, tan arbitraria como toda ima­ginación. Es una particular poética, teñida de nostalgia, romántica, dolida po r la tragedia de la destrucción del tiempo y po r la incuria de los hom­bres, con graves preocupaciones mora­les, empeñada en el rescate de valores cultu rales despreciad os u o lvidados, solícita en elevar esos ejemplos de cultura regional a la categoría de los valores culturales considerados uni­versales. En fin , la tarea es también vencer un complejo de inferio ridad , buscando reconocer lo propio como valioso y hacerlo ascender en el tem­plo de la cultura.

Dos aspectos son los mayores lo­gros de este propósito. El primero es que consigue llamar la atención sobre ejemplos culturales d ignos de valo ra­ción. El segundo, como bien lo advier­te el prologuista, es la reivindicación del trabajo del artesano artista como agente de una cultura de fo rmación, que le abre paso al "artista-artista".

Lo curioso es que, si bien el diag­nóstico es válido, no se produce la satisfacción de la necesidad que se descubre: el rescate necesario se queda pendiente para cederle lugar a una gimnasia literaria subjetiva. No se reconstruyen, por ejemplo, la vida y la obra de un artesano artista, y ni siquiera se encuentran los datos bio­gráficos esenciales de ninguno de los personajes estud iados, lo cual sería de gran valo r en una obra como ésta.

En las 237 páginas más puede la fuerza especulativa y, dijéramos, el ejercicio de asociación libre nutr ido de algunos datos de la historia eco­nómica y social, que el rigor investi­gativo. Este sería el trabajo q ue de­biera emprenderse, como consecuen­cia del diagnóstico de olvido y menos­precio. En lugar de armarse de valor y paciencia para buscar en archivos, periódicos y revistas, inventariar obras, levantar cronologías, y es ta­blecer rupturas, continuidades, eta­pas y sentidos de un proceso cultural. el autor no logra refrenar su propia capacidad de divagación, su prosa siempre alusiva y a la vez elusiva. Clama por el recuerd o y el rescate, pero infortunadamente deriva hacia una especie de especulación ilustrada.

El estilo es a veces ent recortad o por sartas de preguntas que quedan para siempre s in respues ta, a manera de argumentos que, en lugar de demos­trar o convencer, acorralan y dejan perplejo: "¿A qué le debe algo un comedor de Tangarife? ¿Un arabesco del ñato Mira? ¿De dónde proviene n las magistrales soluciones decorati­vas de la escuela de Santa Rosa de Osos sino de la capacidad creativa del artesano que resolvió sobre el terreno el problema que la construc­ción le plan teaba?¿ Un tímpano rena­centista sobre el dintel de una casa pobre? ¿sobre el dinte l de una casa de pueblo?" (pág. 72).

ENSAYO

Y uno se queda sin saber quiénes eran y qué hacían y cómo lo hacían Tangarife y el ñato Mira. El lector tropieza también con pecul ia res fra­ses, del estilo de "el lampo de poesía que viene a red imirnos" (pág. 70) o "el surco seboso donde se agrían nuestran dudas" (pág. 165). O has ta con verbos mal conjugados ("han imprimido" por han impreso, pág. 209).

Como también se trata de elevar esos artesanos, pintores y escritores al plano de verdaderos pro tagonistas culturales, el autor no duda en codear­los con la crema de la inte ligencia universal. Veamos estad ísticas de esta estrategia. En el ensayo sobre Tomás Carrasquilla, se mencionan de pasada más de noventa (90) nombres de auto res y artistas, desde Cordovez Moure y Rodríguez Freyle, hasta Guimaraes Rosa , Rembrandt , Rabe­lais, Caravaggio, Si lvio Yillegas, Aris­tófanes , Yirgil io, Marx, Julio Ye rne, Poe, Flaubert ... Y no se crea que es un estud io de literatura comparada, ni un alarde de citas de pie de página. Son simples menciones , como de catálogo bibliográfico , que nada apor­tan, pero que parecen servir para ele­var a Carrasquilla hasta el emporio de los inmortales. O para que el " hipócrita lecto r" lo vea ascender como luminaria y se entere, de paso, de todo lo que ha leído el auto r y sepa de la libertad temporal y espacial co n que maneja el texto, en el cual tod o cabe, porque sí, po rque tod o fo rma parte de todo y viceversa, sin más razón que el h ilo invisible del recuer­do. Y ello explica po r qué se insertan en el mismo ensayo citas de Francois Truffaut (págs. 121- 122), llevand o a ext remos la ideología de los vasos comunicantes. Otro ejemplo similar se encuentra en el e nsayo sobre Débora Arango.

El so breentendido es ot ra de las fo rmas comunes de esta prosa, de nuevo, algo inaudito, en un autor que quiere rescatar, revalo rizar y dar a conocer. Un ejemplo - no el único. desafortunadamente- se encuent ra en "El juglar des tru id o", sobre Tarta­rín Moreira, a quien llama sólo Tar­tarín. Nos ente ramos de que es Morei ra por el pie de ilustración de una can catu ra. Alguien no iniciado

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CR ITI CA LITERARIA

'>e queda en la m1smas y apenas logra saber q ue T artarín escr ibió el pr imer tango en Colombia. y q ue el auto r busca \ agamente compararlo con E mil v D1c klnso n v co n Ho mero . -~ anll. 7'-i o .,e entera de que ese no era su ve rd adero no mbre y de que en V~ d a también perseguía maleantes y escrib ía ve rsos y cancio nes . El de T arta rín no es e l ún ico caso. El autor supo ne q ue tod os sabe n lo que él sabe: no d ocumenta ni cita ni res­palda sus afirmacio nes.

Esta cl ase de poé ticas co nduce a un lugar muy diferente de aquel al cual se quer ía llegar. La arbitrariedad , basada en ciertas evidencias ineludi­bles, co nvie rte los datos en material de los sueños personales . Y así. la comprensión d e un proceso cultural se pone al se rvicio de las inclinacio­nes si n rienda del autor.

Este libro. co mo algunos buenos libros, en Jugar de entregar solucio­nes a l pro blema que se plantea, aporta sm quererlo un conjunt o de datos so bre las limitaci o ne s para explicar la cultura d e una regi ó n . Entre tanto, la tarea continúa pendiente. La inves­t igac ión histó rica seria. que de paso rebata la " historia o ficial" , tan vapu­leada po r Ruiz Gó mez, y las "poéti ­cas" basadas en la libre asociación y

en la comprens1ó n confusa de lo que prete nden dar cuenta , es una verda­dera necesidad .

N o es ésta una obra que no se e ntiende de inmediato, como quiso anticipar el pro loguista. Es una obra que a la postre se enreda a sí misma, en sus propios artilugios. No entiende que, con el instrumental que utiliza. termina sepultando en la alusión, la divagación y la fa lta de investigación , la realidad que aspira a recuperar.

SANTIAGO LONDOÑO V

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Fidelidad con la poesía

Por~ia colom biana . 1880- 1980 J. G. Cobo Borda Un1 ve rsidad de Antioqu1a. Medellín. 1987.

Juan Gustavo Cobo Bo rda v1ene realizand o desde dos frentes d ist intos y felizmen te complementarios su la­bor creativa. Siguiendo un vuelo des­cendente, han aparecido en estos últimos años tres libros que marcan una parte de esa trayectoria: Antolo­gía de la poesía hispanoamericana ( 1986), Letras de esta América ( 1986) y ahora, en la colecció n Celes te de la Univers idad de Antioq uia , Poesía colombiana. Trayecto ria en la que se observa el paso de su evaluación del panorama literario latinoamericano, has ta dedicar este libro a una evalua­ció n particular de la poesía del país .

Se asiste en estos años a un momen­to en que la "Generación sin nombre" empieza a hacer el balance de e lla misma y de su labor personal; de esta manera nos encontramos con las primeras antologías de estos poetas nacidos en e l decenio del 40: Juan Manuel Roca, Darío J aramillo Agu­delo , el prop io Cobo, o con reco pila­c iones como la de María Mercedes Carranza, publicada en 1987.

Si Jos frutos trágicos que son los poemas de esta generación es una de sus caracterí sticas, también existirá una preocupación , igualmente soli ­taria, por crear un cuerpo crítico.

" Se trata de descubrir un país lla­mado Colombia". A lo largo de quin­ce capí tulos, que abarcan desde Silva hasta_el decenio del 70, Cobo Borda reunirá ensayos y artículos que per­manecían ampliamente desperdigados por una infinidad de revistas. Parece­ría que el t ít ulo , Poesía colombiana. es un intento de particularizar o de c rear una insalvable distinción con respecto a la poesía escrita en ot ros países. Pero no es así. Si en s u Anto­logía de la poesía hispanoamericana intentaba descubrir los ecos existen­tes entre los diversos autores , aquella galería d e espejos, Cobo seguirá por

RESEÑAS

esta misma vía de investigación. De forma paralela, el autor nos quiere dejar constancia de su apreciación acerca de aquello que más ha disfru­tado o que más ha aborrecido.

Un crite rio especialmente sano, aunque a veces bastante destructivo, es empezar por d escreer de todo lo q ue se ha escrito so bre poesía colo m­biana. En su largo ensayo, no incluido en este libro, "La tradición de la pobreza" (Eco, núm. 2 14), apuntaba q ue "la lectura d e la poesía colom­biana, aunque sólo sea la de un siglo, resulta incómoda. Es una poesía poco impo rtante". Cobo, en el volumen que aquí se reseña, ha abandonado cierta descalificación que muchas veces rozaba con la lige reza ; de esta manera se asi ste a las reflexiones de un valioso lector mucho más repo­sado. "U na re lectura de Barba J acob " nos indicará esta nueva apertura. El libro será, pues, la suma de las "suce­sivas lecturas" del autor, y también será " una propuesta de lectura". Qui­zás lo más valioso de él se encuentre en tres ensayos que de alguna manera vertebran todas sus páginas: " M ito", "El nadaísmo" y " La década del 70".

La aparició n de Mito marcará una ruptura inmed iata: " Ya no es posible abocar el estudio de nuestro pasado lite rario sin tomar en cuenta esta escisión. Contra la facilidad y e l des­greño, un cierto decoro. Un estiio , un instrumento d e análisis. Contra la habitual improvisación, datos, ele­mentos, cifras y opciones. Un apren­dizaje que era a la vez trabajo y acción" (pág. 140). Analizando cada una de las figuras que se reuniero n alrededor de Mito, Cobo Bo rda hará resaltar la singular importancia de sus logros:

l . Crítica y c reación . Intel igencia e imaginación . Invención y transmu-

. ' tac10n . 2. El ser al mismo tiempo corrosi­

vos y certeros. 3. Cosmopolitismo, intelectualis­

m o, erotismo. 4. Diálogo y po lémica. 5. Situar el trabajo intelectual

colombiano dentro de una órbita de validez internacional.

6. T ornar expresivo un lenguaje adulte rad o y reflexionar sobre él.

7. Crear una poesía que po r fin tocaba la realidad .