la confesiÓn

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LA CONFESIÓN Carlos Borges La regia capilla silente y obscura… Susurro de sedas…olor femenil; La real penitente, de altiva hermosura; El confesor, blando, discreto y gentil. Con rostro apacible, sin una sorpresa Escucha en silencio el padre Araoz Los suaves arrullos con que la princesa, Llorando sus culpas, enmiela la voz. “Acúsome, padre, de un mal pensamiento que en las Ursulinas me inspiró Satán, al ver en el vasto jardín del convento pasearse una monja con el capellán. Padre, en el espejo miro con orgullo De virgen intacta mi piel de satín, El mórbido seno de erecto capullo, Los hombros torneados color de jazmín. Al lúbrico enano, con goce furtivo Ensueño mi cuerpo desnudo, por ver Del mísero tántalo grotesco y lascivo, Cual dos llamaradas los ojos arder. ¡Ay, padre!, leyendo la Santa Escritura suspiro en el cántico del Rey Salomón; David me enamora con tanta bravura Y a Dalila envidio su fuerte Sansón. Me agita un extraño impulso violento, Conjunto indecible de amor y crueldad: Cuando miro sangre, no sé lo que siento, Si horro o delicia, placer o piedad.

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Page 1: LA CONFESIÓN

LA CONFESIÓN

Carlos Borges

La regia capilla silente y obscura…Susurro de sedas…olor femenil;La real penitente, de altiva hermosura;El confesor, blando, discreto y gentil.

Con rostro apacible, sin una sorpresaEscucha en silencio el padre AraozLos suaves arrullos con que la princesa,Llorando sus culpas, enmiela la voz.

“Acúsome, padre, de un mal pensamientoque en las Ursulinas me inspiró Satán,al ver en el vasto jardín del conventopasearse una monja con el capellán.

Padre, en el espejo miro con orgulloDe virgen intacta mi piel de satín,El mórbido seno de erecto capullo,Los hombros torneados color de jazmín.

Al lúbrico enano, con goce furtivoEnsueño mi cuerpo desnudo, por verDel mísero tántalo grotesco y lascivo,Cual dos llamaradas los ojos arder.

¡Ay, padre!, leyendo la Santa Escriturasuspiro en el cántico del Rey Salomón;David me enamora con tanta bravuraY a Dalila envidio su fuerte Sansón.

Me agita un extraño impulso violento,Conjunto indecible de amor y crueldad:Cuando miro sangre, no sé lo que siento,Si horro o delicia, placer o piedad.

De mis palafrenes desgarro las ancasA golpes de fusta… cegué a un ruiseñor…Y con inocentes palomitas blancasDe puro capricho mantengo a mi azor.

Ardiendo en lujuria, con raros antojosLas frescas mejillas de un paje mordí

Page 2: LA CONFESIÓN

Y como sonriera, llorando, en los ojosPor cada mordisco cien besos le di.

Miré a una gitana morir en la hogueraPor obra y justicia de la Inquisición,Y me causó gracia la linda hechiceraDe carnes morenas tornarse en carbón.

A un bravo hugonote le daban tortura,Tendido en el potro no quiso abjurar;Y yo le miraba con honda ternura,¡tan joven, tan bello!.... me puse a llorar.

Acúsome, padre, que un príncipe rubioDe mí enamorado, al Rey me pidió;Lo herí con desdenes, y roto el connubio,Por mí en las batallas la muerte buscó.

Ya tengo un pecado muy grande, un delirioDe amor que al infierno me conducirá…Él es mi tortura, mi gloria y martirio…Acúsome… ¡Ay, padre; qué pena me da!”

…La erótica dama con melifluo acentoaguza, cual silbo de sierpe, su voz,y en cálido soplo, su vívido alientoabrasa la frente del padre Araoz.

“Acúsome, padre, que mi vida llenaun amor sacrílego, soberbio y fatal…Idolatro a un hombre que Roma encadenaY en mí ve la fruta del Bien y del Mal.

Por el despreciara mi origen augusto,Él sólo domina mi regia altivez,Y, si él lo quisiera, daríale con gustoMi sangre, mi vida… mi real doncellez.

Perdóneme, padre…” “¿Quién es ese hombre”,Murmura el levita con trémula voz.“Decidme, Princesa…decidme su nombre…”“¿Su nombre?...¡Dios mío!...¡El padre Araoz!