la concepción filosófica de aristóteles a través de su visión de la tragedia

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- 1 - LA CONCEPCIÓN FILOSÓFICA DE ARISTÓTELES A TRAVÉS DE SU VISIÓN DE LA TRAGEDIA POR NICOLE SCHUSTER Introducción La poética griega es el punto de partida de toda la literatura de Europa Occidental, donde en el siglo VIII antes de Cristo, Homero representa un cambio de paradigma. Con sus dos obras, Ilíada y Odisea, que narran, la primera la guerra de Troya, y la segunda el regreso de Ulises a su país natal Ítaca, Homero nos hace pasar de la tradición oral a la Historia escrita. Sin él, la guerra de Troya, que se desarrolló aproximadamente en el siglo XII antes de nuestra era, hubiera quedado en el olvido. Posteriormente, Hesodo nos dejo un testimonio de la cosmogonía griega consignada en sus obras “Teogonía” y “Los Trabajos y los Días”. Gracias a esos autores, se han transmitido los valores de la Grecia antigua, mientras que Aristóteles nos trajo un testimonio de los valores de la Grecia helenista, dado que su alumno, Alejandro III el Magno, se empeñó en helenizar Grecia. Es además impregnado de los valores guerreros de la epopeya Ilíada y Odisea que le inculcó su preceptor, que Alejandro, persuadido de ser un descendiente de Aquiles por su madre y de Heracles por su padre, cumplirá su gran destino. Indudablemente, el designio de su pupilo debe haber tenido un gran impacto en el pensamiento de Aristóteles, reforzando la convicción del filósofo en cuanto a la fuerza del destino así como su concepción teleológica de los seres humanos. La visión de la poética que tiene Aristóteles y que sintetizó en su obra “La Poética”, es por ello de gran interés. El filósofo expone toda una metodología de la tragedia, a la

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A la luz de la obra "la Poética" de Aritóteles, la autora analiza los tres pilares que sustentan la estructura de la tragedia y que son: la Imitación (mimesis), la unidad de la acción, y el objetivo de la tragedia que consiste en producir un efecto de Catarsis. Asimismo se examina el paralelismo que existe entre la concepción de la tragedia y los principios metafísicos, éticos y políticos de Aristóteles.

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LA CONCEPCIÓN FILOSÓFICA DE ARISTÓTELES

A TRAVÉS DE SU VISIÓN DE LA TRAGEDIA

POR NICOLE SCHUSTER

Introducción

La poética griega es el punto de partida de toda la literatura de Europa Occidental, donde en el siglo VIII antes de Cristo, Homero representa un cambio de paradigma. Con sus dos obras, Ilíada y Odisea, que narran, la primera la guerra de Troya, y la segunda el regreso de Ulises a su país natal Ítaca, Homero nos hace pasar de la tradición oral a la Historia escrita. Sin él, la guerra de Troya, que se desarrolló aproximadamente en el siglo XII antes de nuestra era, hubiera quedado en el olvido. Posteriormente, Hesodo nos dejo un testimonio de la cosmogonía griega consignada en sus obras “Teogonía” y “Los Trabajos y los Días”. Gracias a esos autores, se han transmitido los valores de la Grecia antigua, mientras que Aristóteles nos trajo un testimonio de los valores de la Grecia helenista, dado que su alumno, Alejandro III el Magno, se empeñó en helenizar Grecia. Es además impregnado de los valores guerreros de la epopeya Ilíada y Odisea que le inculcó su preceptor, que Alejandro, persuadido de ser un descendiente de Aquiles por su madre y de Heracles por su padre, cumplirá su gran destino. Indudablemente, el designio de su pupilo debe haber tenido un gran impacto en el pensamiento de Aristóteles, reforzando la convicción del filósofo en cuanto a la fuerza del destino así como su concepción teleológica de los seres humanos.La visión de la poética que tiene Aristóteles y que sintetizó en su obra “La Poética”, es por ello de gran interés. El filósofo expone toda una metodología de la tragedia, a la cual otorga la supremacía al arte poético, y explora la esencia y finalidad de este último. Es a la luz de su obra la Poética que se analizarán los tres pilares que sustentan la estructura de la tragedia y que son: la Imitación (mimesis), la unidad de la acción, y el objetivo de la tragedia que consiste en producir un efecto de Catarsis. Asimismo se examinará el paralelismo que existe entre la concepción de la tragedia y los principios metafísicos, éticos y políticos de Aristóteles.

El arte y los aspectos de la poesía

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Para Aristóteles, las diferentes categorías poéticas asimiladas al Arte, son las que enumera en el capítulo I de su obra “la Poética”, es decir “la epopeya, la tragedia, la comedia, el ditirambo, la mayoría de los aires de flauta y de citara, (las cuales) son, en general, imitaciones”. Analizando brevemente el desarrollo de la comedia y la tragedia, Aristóteles argumenta (en los capítulos IV, V, VI y XXVI) a favor de la supremacía de la tragedia en el género poético. Después de esbozar la evolución de la comedia, el ditirambo y la sátira, la cual, según él, ha logrado su nivel de forma más completo, Aristóteles revela que todavía no se sabe si la tragedia ha llegado a su estado de perfección. No esconde su desprecio por la comedia, que considera la “imitación de lo malo”. Lo malo tiene que ser entendido no en términos cualitativos sino como referente a la representación de los valores malos que causan vergüenza y ridículo. Además, en el capítulo V, alude de manera desdeñosa a este género cuando plantea que, después de haber sido ignorada, la comedia fue “oferta en diversión al pueblo” y “sus actores eran voluntarios”. Al contrario, los fines de la tragedia son mucho más nobles. La poesía lírica monódica(1) de la cual Píndaro fue el más conocido exponente, no es calificada de poesía por Aristóteles, por el simple hecho que refleja los sentimientos propios de un individuo singular, mientras que el poeta “debe lo menos posible hablar en su nombre personal, porque haciendo eso, no representa”.

La Mimesis

La noción de re-presentación, o re-creación hace emerger el primer aspecto esencial en cuanto al arte poético. Para Aristóteles, “La poesía parece deber su nacimiento a dos cosas que la naturaleza ha puesto en nosotros. Todos tenemos por la imitación una inclinación que se manifiesta en nosotros desde nuestra infancia. …Todo lo que es imitado nos gusta, si consideramos las artes”(2). La Poesía responde entonces a una tendencia a la imitación que sería inherente al ser humano, y es incluida en la categoría del Arte porque imita. Sin embargo, la imitación ideada por Aristóteles se distingue sustancialmente de la noción peyorativa que le atribuimos hoy a la imitación porque vemos en ella una falta de creatividad y de inteligencia. En griego, imitación se traduce con el término “mimesis”. El acto mimético de re-creación en la concepción aristoteliana de la poesía, significa poder reproducir la realidad, o lo verosímil de ésta. Es decir, se trata de una “copia” pero no integral, ya que la tarea de reproducir integralmente es la de un historiador o de una persona que hace la crónica de eventos, pero no la de un poeta. En otros términos, el rol del poeta es el de re-presentar la realidad, pero con formas que se desmarcan de ésta, dado que son una “re-composición”. Esta re-composición introduce entre ella y el objeto imitado una distancia por el hecho que lo que es re-producido no es la

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realidad misma tal como ha sido, sino como hubiera podido ser o podría ser. El arte reside entonces en la capacidad de poder simular esta realidad que el poeta se ha empeñado en re-producir. La simulación es exitosa si el público reconoce en ella una forma de la realidad que en la vida cotidiana le repulsa ver o “vería con pena”. Si no se lograría el efecto de simulación, habría una “falta en la poesía”, es decir no sería poesía o sería poesía de mala calidad. Ello indica igualmente que toda creación que llama a la pura imaginación del poeta y no se concentra exclusivamente en la reproducción de la realidad no contiene mucho arte(3).

El contenido de la ficción

Para Aristóteles, las formas de realidad que se mimetizan en la tragedia son las acciones del hombre, que expresan el pensamiento y los hábitos de este último. Los personajes representados son necesariamente marcados por sus costumbres y pensamiento, los cuales, a su vez, definen las acciones humanas. Es imperativo que la re-presentación de la acción que sustenta la tragedia tenga como objeto no a los hombres, sino las acciones que los caracterizan y cuyo rumbo es determinado, como lo hemos mencionado, por sus hábitos y pensamientos. En vista de lo anterior, los caracteres aparecen como categóricamente subordinados a la acción, lo cual implica que los actores también son secundarios, en la medida que es la acción la que define el carácter de esos últimos. Consecuentemente, el carácter de un actor no puede ser centro de la ficción.

La Unidad

El segundo pilar de la tragedia se encuentra en el principio de unidad de la acción. Este principio es primordial, dado que la acción del drama debe poder ser percibida en su conjunto. Por lo tanto, la duración de la representación de la tragedia será limitada a un día, lo cual la distingue de la epopeya. Todo se desarrolla no solamente en el mismo tiempo, sino en el mismo lugar. Asimismo, la acción debe centrarse en un aspecto preciso de la vida, y no puede evocar varias escenas de la vida a la vez, sino surge el riesgo de confusión para el público. La unidad de la acción está además reforzada por la conformación de la representación, dado que cada tramo del drama es dependiente del otro.

La Catarsis

El objetivo de la mimesis es de producir un efecto de Catarsis o purificación en el público, efecto que representa el tercer pilar de la tragedia y que tiene como epicentro una sensación de placer estimulada

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por la intensidad de la acción de la tragedia. La Catarsis se produce porque la acción que sustenta la tragedia lleva a la audiencia a reflexionar sobre los caracteres presentados y suscita en ella emociones como el sentimiento de lástima y de susto. “La compasión se dirige hacia un hombre que no ha merecido su desgracia, y el susto se hace sentir frente a la desdicha de un semejante”. Es, por ende, a través del final trágico, donde uno que fue feliz se hunde en el infortunio, que se hace sentir en el público la conmoción y el pavor. Esas sensaciones son engendradas por un proceso de reconocimiento de una forma de lo real reproducida en la acción, y provocan en los espectadores la catarsis. Lo poético sería entonces determinado por la capacidad que tendría la acción de la tragedia de desencadenar el fenómeno de purificación. La representación manifestada a través de la mimesis, habiendo causado un fenómeno de catarsis en los oyentes, permite igualmente ver una forma de la realidad purificada, es decir, presentada en su verdadera esencia o su “generalidad”.

Formas estilísticas

La prioridad que otorga Aristóteles a las nociones de mimesis, unidad y catarsis lo lleva a relegar en segundo plano las reglas métricas que regían entonces en la poesía. Sin embargo, para él, un verdadero poeta debe reunir los criterios del metro y de la ficción en su obra. Aristóteles ofrece en este sentido algunos procedimientos estilísticos. Por ejemplo hace mención a la metáfora, que considera recomendable siempre y cuando se respete el espíritu de “justa medida”, dado que no se puede obstaculizar a través de una exageración de su uso la comprensión que se debe tener de la acción. Asimismo, las palabras extranjeras pueden ser introducidas en el texto para realzar la calidad de éste, siempre cuando se evita un exceso que inevitablemente haría caer la tragedia en el barbarismo. Todo ello puede ser incorporado con moderación en el poema a fin de reforzar la calidad del texto, guardando constantemente en mente los criterios de coherencia, claridad y simplicidad de la representación de la tragedia.

La concepción filosófica de Aristóteles aplicada en la tragedia

Método

Ante todo, es menester mencionar que el método propuesto por Aristóteles en la Poética para lograr un cierto nivel cualitativo de la tragedia es el resultado de una síntesis de audiciones a las cuales ha asistido y de sus lecturas de representaciones artísticas. La forma como ha elaborado esta síntesis es la pura aplicación de su método inductivo, que le permite partir de los hechos hacia la teoría, y deductivo, donde, sustentándose en la teoría, analiza los hechos. Gracias a ello, pudo

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edificar su obra y exponer un método que se nutre de los hechos, los cuales se alimentan de la teoría, y proponernos preceptos de creación artística(4).

Principios metafísicos

Se puede afirmar que Aristóteles incorpora a la Poética su percepción metafísica de las cosas. Para él, cada entidad en potencia, como sustancia en devenir, está esperando una forma que la llevará a la realización de su esencia la cual responde al desarrollo de cuatro causas(5), que son:

- una causa formal: en nuestro caso es la tragedia; - una causa material: la constitución de la tragedia (versos, cantos,

etc.);- una cause eficiente: ésta se asimila a la actuación de los actores, la

cual representa el motor que sirve al buen desarrollo del drama;- una causa final, determinada por el principio teleológico de la

tragedia, que consiste en el efecto de catarsis y de la sensación de placer en la cual desemboca este último.

La noción de devenir

En la concepción metafísica de Aristóteles, como acabamos de mencionar, toda materia tiene una esencia que existe en “potencia”, y que espera que se le de forma para realizarse. Cada desarrollo presupone un objetivo hacia el cual la sustancia tiende, y que la hace progresar de lo posible hacia lo real. El hombre en consecuencia se realiza dialécticamente a través de sus acciones que reflejan valores que, a su vez, lo caracterizan. Cuando Aristóteles redacta la Poética, el poeta es un ente todavía en un proceso de desarrollo y, con él, la poesía, porque uno no puede evolucionar sin el otro. El principio metafísico de “devenir” se encuentra en la tragedia de Aristóteles en tres niveles: a nivel del poeta, de la poesía y de los personajes de la ficción. Aristóteles tiene de la materia una visión donde la pura materia, como límite inferior, se desarrolla hacia la pura forma, que es el límite superior. Ello corresponde de hecho al principio que Hegel retomará siglos después, cuando pretende que el mundo tienda hacia el espíritu puro, que es Dios. A nivel del poeta, Aristóteles afirma que “al origen, los que tenían más vocación para ello progresaron poco a poco y la poesía nació de sus improvisaciones”. Sin embargo, expresa dudas en cuanto a la perfección de la tragedia, lo cual significa que la poesía todavía no ha alcanzado su grado de realización supremo. A nivel de la acción reproducida en la tragedia, los personajes de la ficción se enmarcan en la concepción de transformación constante determinada por un ideal de valores éticos hacia lo cual los actores, en

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su acción, tienden para realizarse. En otras palabras, la acción de la tragedia responde a la concepción teleológica de Aristóteles, donde el hombre se define por sus acciones, las cuales tienen como finalidad la virtud ética que se manifiesta a través de la acción, la cual es por lo tanto, finalidad del hombre. La tragedia mimetiza una acción que representa un hombre siempre en devenir cuyo destino es condicionado por los hábitos, pensamientos, debilidades y fortalezas y que representan su práctica. En otros términos, este axioma teleológico que lleva en sí-mismo cada hombre, y que representa un proceso siempre activo de realización de su esencia, se logra gracias a sus acciones. Como la esencia del hombre se realiza a través de la acción, el hombre es acción.

Principios éticos

El principio teleológico aristoteliano que lleva al hombre a actuar, lo conduce al bien y a las virtudes éticas que propone este fin. Y dialécticamente, la actitud ética se adquiere gracias a la práctica, al ejercicio, la costumbre y el aprendizaje. En la tragedia de Aristóteles, se propugna una acción donde se destacan los valores como el coraje, pero no la temeridad, la moderación, la generosidad, pero no la prodigalidad, etc. El principio de mimesis consiste en la reproducción de valores, pero también genera en el público el deseo de mimetizar los valores éticos expuestos en la reproducción trágica y de proyectarlos en su vida cotidiana. La tragedia les enseña que es a través de la imitación de lo bueno que se hace el aprendizaje de los valores que lo llevan a realizar su esencia. Es decir, tenemos en la Poética dos niveles de mimesis. En el primer nivel, el proceso de mimesis que encontramos es el que forma la esencia de la tragedia, es decir concierne la acción de la tragedia “copiada” de una cierta forma de realidad. El otro nivel es el proceso de mimesis que se enseña al público, que consiste en inculcar la imitación de los valores buenos de los héroes y evitar sus errores para llegar a un ideal ético que sirva a los propósitos de la polis.

La tragedia expresa de igual manera un ideal de felicidad y del bien que se debe directamente a las acciones del hombre y al hecho que “el bien hacia el cual el hombre tiende y en el cual encontrará su realización es la actividad del alma conforme a la razón”. Por lo tanto, los valores éticos siendo la finalidad de cada hombre, y de la polis, el acercamiento o el distanciamiento de ellos es lo que hace que un hombre sea noble o innoble. Precisamente la catarsis está provocada directamente por este distanciamiento o acercamiento del hombre representado en la tragedia, y despierta en el público un ideal de ética que corresponde al de Aristóteles. Este ideal lleva al hombre a sentir placer, como el que lo llena después del fenómeno de la catarsis provocado por la tragedia.

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A parte de los preceptos que atañen a las formas estilísticas, se percibe a través de la acción, de los caracteres de los actores, un ideal de la “justa medida” propio a los filósofos griegos. Aristóteles estipula que, en la tragedia, los personajes deben tener un carácter constante, que no fluctúe entre extremos. En el capítulo XIII de la Poética, precisa que el actor actuando “tampoco podrá caer en la desgracia por un crimen horroroso o una maldad negra, al menos que se trate de un error cualquiera (que se debe a factores exteriores) o un error humano, que lo precipitase de la cumbre de las grandezas y de la prosperidad, como Edipo, o Thyeste o otros personajes célebres de familias similares”. La tragedia, teniendo como su nombre lo indica un fin trágico, pondrá en el escenario actores cuya acción reflejará un grado de virtud adecuado, no demasiado virtuoso.

Principio de Totalidad

Los preceptos dictados por Aristóteles, en cuanto al método empleado en la acción de la tragedia para que ésta procure una impresión de unidad y conjunto, resaltan su visión de totalidad. Aristóteles plantea que no solamente la acción representada en la tragedia debe ser percibida como un todo, pero también que cada parte disociada de ello no puede formar una unidad en sí. Al afirmar eso, aplica otro principio que se encuentra, entre otros, en el pensamiento que expone en la Política y que consiste en la preeminencia del todo sobre las partes. La unidad de la representación en la tragedia refleja bien su concepción de las diferentes partes que tienen que ser ligadas entre sí y no pueden ser disociadas sin impactar negativamente en la inteligibilidad global de la cosa.

Concepción política

A parte del aspecto existencialista sobre el cual se sustenta la filosofía de la acción en el destino del hombre de Aristóteles, ésta nos descubre otra faceta de la concepción global que tiene Aristóteles del hombre y que introduce en la tragedia. Plantea que “la tragedia imita y se ejecuta por personajes actuantes, que necesariamente son caracterizados por sus hábitos y por su pensamiento actual, lo cual implica que sus acciones que hacen la felicidad o la infelicidad de todos tienen dos causas, los hábitos y el pensamiento”(6). Ello significa que, para Aristóteles, el hombre es visto dentro de un marco de relaciones sociales cuyo tejido se sustenta en tradiciones, hábitos y modos de pensar que determinan el destino de cada hombre. “Los hábitos son los que hacen sentir cual es el designio del que actúa”. Si extrapolamos, podemos decir que su concepción del hombre, y la que tenía Hegel de los grandes destinos – como el de Napoleón –, es la de un ser humano producto de

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un momento específico de la Historia. Como lo hemos indicado en la introducción de este artículo, el destino de su alumno, Alejandro el Magno, debe haber sumamente influido en su visión del mundo, de la historia, del contexto social, y del individuo en este marco así como en sus relaciones con Dios como espíritu, “éter”, o forma pura(7).

Con la concepción de lo poético y de la tragedia de Aristóteles, estamos lejos de una representación de poesía de orden divino donde el poeta está inspirado y se encuentra en un estado de casi demencia, o de una poesía de compromiso, o una poesía que tendría como propósito el estallido de las palabras y de todas las instituciones como se proponía el surrealismo.

Concluiremos con la afirmación que los valores preconizados en la tragedia aristoteliana tienen como objetivo el mantenimiento del tejido social y los criterios aristocráticos que animaban la Polis. Para el filósofo, esos valores que se difunden a través de la acción de los hombres “son virtudes éticas que se encuentran listas. Se transmiten a través del orden establecido en la sociedad y en la polis. Su validez ha sido consagrada por la tradición y el consentimiento universal”. La tarea del Estado es, para Aristóteles, la realización ética de los ciudadanos. Y el papel pedagógico de la tragedia y de Aristóteles ha sido entonces incentivar la imitación y la reproducción de esos valores en esta clase de ciudadanos, es decir de los hombres libres, mientras que el resto, el pópulo, debía acomodarse con la comedia.

Notas de pie

Conocida como lírica coral.2 Traducción del autor a partir del libro de Aristóteles La Poétique. 3 Aristote. La Poétique. Chapitre XVI.4 Citado en L’analyse de la poésie. Jean-Michel Gouvard. Collections PUF. 5 Atlas de la philosophie. La Pochothèque.6 La Poética. Capitulo VI. De la Tragédie; sa définition… 7 Es interesante notar que el “Dios” de Aristóteles no era una entidad trascendental muy definida.