la ciudad de ayer y de mañana

APT curso 2014-15/2ºS

Arquitectura, Paisaje y Territorio grupo 05 Profesores: Thilo Gumbsch y Antonio Barrionuevo Antonio Gómez y Mª Teresa Perna

Departamento de Proyectos Arquitectónicos ET01: Análisis y síntesis crítica sobre ensayos de autor Escuela Técnica Superior de Arquitectura La ciudad de ayer y de mañana [Lewis Mumford] Universidad de Sevilla 24.03.2015




La ciudad de ayer y de mañana [Lewis Mumford] “En una época de progreso técnico, la ciudad, como unidad social y política, quedó fuera del círculo de las invenciones”. (1*) Introducción Entendemos que la ciudad actual no se puede concebir sin tener presentes los cambios que se produjeron en la primera mitad del siglo XX, una vez iniciado el proceso de revolución industrial: crecimiento urbano, aglomeración de la mano de obra y multiplicación de los sectores de actividad económica. En este siglo la arquitectura va a depender en gran medida del progreso técnico logrado, de los movimientos políticos y de las nuevas formas políticas, todos ellos aspectos que influyen tanto en la creación como en la remodelación de la ciudad. El sistema económico capitalista y la industrialización dan a la ciudad un papel de relevancia. Los cambios necesarios para el buen funcionamiento de las grandes urbes y el desarrollo del sector terciario le otorgan al urbanismo un papel cada vez más importante, que tiene que partir de criterios totalmente nuevos. En este contexto de transformación y crecimiento masivo juega un papel muy importante el arquitecto-urbanista Le corbusier quien afirma, en Principios fundamentales de urbanismo, que la ciudad está terminada. “La ciudad se disgrega, la ciudad no puede durar más, la ciudad está terminada”. (2*) En este texto escrito en el año 1925, le corbusier expone la necesidad de pensar una ciudad distinta, teniendo como base la geometría, aquello que representa la perfección, lo divino, tomando esta característica como nueva formulación del urbanismo moderno, cuyos criterios deben atender a múltiples aspectos: la ciudad debe contribuir y facilitar el desarrollo tecnológico y, por tanto, el económico; debe albergar a una población en continuo aumento y en condiciones dignas, tanto en los aspectos higiénicos como en los fisiológicos; conseguir una ciudad habitable, confortable y funcional. “Procediendo como el técnico en su laboratorio, dejo de lado los casos específicos; aparto todos los accidentes; me preparo un terreno ideal. El objetivo no consistía en vencer situaciones preexistentes, sino llegar con la construcción de un edificio teórico riguroso a formular principios fundamentales del urbanismo moderno.” (3*) En la propuesta de ciudad que Le corbusier hace en “Una ciudad contemporánea de tres millones de habitantes” especifica que no se basa en nada existente, comienza de cero a diseñar una ciudad en base a los problemas que se demandan, estructurándose la ciudad en función de las necesidades de la vida moderna: circulación, trabajo, esparcimiento y habitación.

(1*) La ciudad en la historia. Sus orígenes, transformaciones y perspectivas. [Lewis Mumford] (2*) Principios fundamentales de urbanismo (1925) [Le Corbusier] (3*) Una ciudad contemporánea de tres millones de habitantes (1925) [Le Corbusier]




Entendemos esta forma de proceder demasiado radical debido a su poca relación con la ciudad de la época en un sentido físico, social y cultural; proponer una “ciudad para todos”, un sistema capaz de colocarse en cualquier sitio, un modelo único basado en problemas específicos de un momento de la historia quizá sea uno de los grandes errores en los que cayó Le Corbusier y que Lewis Mumford no tarda en criticar. Según Mumford, la ciudad de ayer se había diluido en una masa urbanoide supermecanizada y amorfa, carente de identidad estética y de carácter social. En su libro Perspectivas urbanas, nos centraremos en releer un conjunto de artículos publicados en Architectural Record entre los años 1962 y 1968, en donde Mumford nos habla de este proceso en el cual una ciudad para sus habitantes se convierte en una ciudad mecanizada, carente de vida urbana y sin relación alguna con la historia y el territorio. La ciudad de ayer El origen de una ciudad siempre ha estado asociado con la relación de ésta y su territorio. Ya desde los primeros asentamientos humanos ha existido una cierta asociación de necesidad frente a otra de supervivencia. Y este carácter diferencial era debido en gran medida a las personas que conformaban o, al menos, comenzaban a formar una ciudad. Los romanos se asentaban en los valles, cerca de los ríos. De esta forma tenían una fuente hidrográfica y, al mismo tiempo, podían visualizar y controlar todo el territorio. Los musulmanes, por el contrario, solían posicionarse en zonas elevadas del territorio para poder defenderse mejor, por lo que tenían que utilizar métodos distintos a los romanos para conseguir agua y poder subsistir. Ambas formas de captación de agua transformaban el territorio y conformaban un paisaje distinto. Al mismo tiempo, la cultura, la historia y la sociedad generaban una forma de ciudad diferente y una lectura distinta del territorio. Este proceso de posicionarse en lo natural se conoce como dominio, lo natural y el dominio siempre han estado en constante lucha en la formulación de un paisaje. Sí que es cierto que tanto la ciudad romana como la ciudad árabe mantenían una misma estructura interna de ciudad, apreciable en cada una de ellas, lo que diferenciaba, por ejemplo, a Corduba (Córdoba) de Caesaraugusta (Zaragoza) era el territorio donde se asentaban.




Aunque las dos ciudades eran romanas y mantenían una estructura similar (dominio), el río Ebro no es el mismo que el río Guadalquivir, el clima del norte de España tampoco es igual que el clima del sur y lo mismo pasa con la tierra, la flora y la fauna. Sin embargo, además del territorio existe una componente de vital importancia a la hora de entender el paisaje que genera una ciudad, la historia. Toda ciudad tiene un pasado, se sufren transformaciones y cambios a medida que pasa el tiempo y estos cambios dejan una marca en la ciudad y en el paisaje. Según Lewis Mumford en La ciudad de ayer y de mañana, la principal función de la ciudad es enriquecer el futuro a la vez que mantiene, en medio de tanto cambio estructural, vínculos con el pasado en toda su riqueza y variedad cultural. Como podemos ver en las dos imágenes de la derecha, en ambas ciudades se pueden intuir estructuras pertenecientes a un tiempo anterior que sólo son apreciables por la configuración de la ciudad formada hasta el momento. Una parte de la historia no puede ser entendida sin la otra y el paisaje forma parte de este proceso, de la posición que toma el individuo frente al territorio. No obstante, entendemos que lo que hace que una ciudad sea distinta a otra, además del territorio, es la forma en que los ciudadanos responden y entienden los distintos acontecimientos que suceden en las ciudades. “ La ciudad del pasado, sean cuales fueren sus características, manifestaban visible unidad, que hacía aparecer como conjunta la vida toda de la comunidad, pues el aspecto y forma de aquellas ciudades reflejaban lo que entonces se apetecía y admiraba” (4*) Entendemos que la ciudad de ayer era una ciudad que utilizaba herramientas capaces de crear un equilibrio entre la naturaleza salvaje y las necesidades sociales del hombre. Sin embargo, este sentido de ciudad, la relación de ésta con el territorio y los individuos, la importancia de la historia en el proceso de construir ciudad y con ello mejorar una sociedad y una cultura, parece diluirse con la modernidad. Más concretamente con los procesos acontecidos en la primera mitad del siglo XX, donde las nuevas tecnologías y los procesos de crecimiento de ciudad ligados a un carácter más cuantitativo que cualitativo, hacen desaparecer la visión histórica y sociológica de lo que es la naturaleza de la ciudad.

Corduba (Córdoba)

Caesaraugusta (Zaragoza)




La ciudad de mañana Mumford nos explica en La ciudad en la historia. Sus orígenes transformaciones y perspectivas, que la agricultura crea un equilibrio entre la naturaleza salvaje y las necesidades sociales del hombre. Repone deliberadamente lo que el hombre sustrae de la tierra; siendo el campo arado, el huerto bien cuidado, el viñedo apretado, los vegetales, los cereales y las flores ejemplos de propósito disciplinado, de crecimiento ordenado y de belleza de forma. Por su parte, el proceso de la minería es destructivo: el producto inmediato de la mina es desorganizado e inorgánico; y lo que se saca una vez de la cantera o el pozo no puede ser reemplazado. A esto debemos sumarle que, en agricultura, la ocupación continua introduce mejoras acumulativas en el paisaje y una adaptación más delicada de éste a las necesidades humanas; en tanto que las minas, como norma, pasan de la abundancia al agotamiento y del agotamiento a su abandono, a menudo en unas pocas generaciones. Podemos decir que de éstas dos maneras de relacionarse con el territorio, la primera corresponde con la ciudad de ayer y la segunda con la ciudad de mañana. Mumford al hablar en Perspectivas urbanas de la “ciudad de mañana” nos está hablando de un nuevo tipo de ciudad – “la ciudad dentro del parque”-, una ciudad más abierta que las pobladísimas ciudades del pasado. Este nuevo tipo de ciudad es concebido y expresado por tres arquitectos y planificadores: Raymond Unwin, Frank Lloyd Wright y Le Corbusier. Aunque diferentes en su entendimiento de ciudad, tenían un común denominador, las incesantes demandas de más espacio. Mumford en La ciudad de ayer y de mañana se centra en explicarnos la obra de Le Corbusier y sus efectos en las ciudades actuales. Como comentamos al principio del ensayo, con el proceso de Industrialización y los procesos técnicos logrados en el siglo XX (época Paleotécnica según Mumford), surge un enorme aumento en la provisión de alimentos y con ello un aumento de la población, en el que la ciudad histórica juega un papel muy importante. En este proceso, las aldeas llegaron a ser ciudades; las ciudades se convirtieron en metrópolis. El número de centros urbanos se multiplicó; el número de ciudades con poblaciones de más de quinientos mil habitantes también aumentó. Extraordinarios cambios de escala tuvieron lugar en las masas de los edificios y las superficies que cubrían. Aparecen nuevas necesidades que hacen que la ciudad necesite partir de criterios totalmente nuevos y es en este momento donde Le Corbusier propone su modelo de ciudad. Este modelo de “ciudad ideal” se ve reflejado en los arquitectos y en las escuelas de planificación de la época y se ha ido contemplando hasta la actualidad. Según Mumford, la principal razón del inmediato impacto del modelo de ciudad propuesto por Le Corbusier consiste en el hecho de que supo aunar un ambiente artificial con uno natural. Sin embargo, entendemos que este modelo ideal no puede funcionar desde el momento en que se concibe como una propuesta que puede funcionar en cualquier territorio, independientemente de la historia y de la cultura. Este modelo responde únicamente a problemas cuantitativos y funcionales y rechaza el carácter




sociológico de lo urbano, quedando las funciones ciudadanas reducidas al alojamiento, el trabajo, el recreo y las industrias. No nos sorprende ahora el plan Voisin de París en 1925, en donde podemos comprender mejor la estructura de ciudad que Le Corbusier propone para tres millones de habitantes (5*) Dicha ciudad diseñada de forma racional, dando respuestas funcionales a los problemas existentes: anchura de calles y posición de las mismas, forma de los edificios, densidades y situación dependiendo de sus funciones, un terreno llano... Esta forma de proceder hace que en los planteamientos aplicables a las ciudades con los problemas comentados anteriormente se genere esta ausencia de lo existente que no compartimos. Como podemos observar en la imagen anterior, con el plan Voisin se obvia la ciudad existente, pretenden derruir el centro de París y colocar allí su ciudad ideal. En palabras de Lewis Mumford – Le corbusier se sobreimpuso al viejo París, para eliminar lo que tenía de insano, confuso y pestilente. (La ciudad de ayer y de mañana, pag 175).

Según Lefebvre en “Tesis sobre la ciudad, lo urbano y el urbanismo” (1968), “el doble proceso de industrialización y urbanización pierde todo sentido si no se concibe a la sociedad urbana como meta y finalidad de la industrialización, si se subordina la vida urbana al crecimiento industrial”. Es esta vida urbana la que Mumford echa en falta en el modelo propuesto por Le corbusier; el comprender la función de la ciudad como lugar focal de reunión, correspondiente a uno de los arquetipos que existe en el paisaje, aquel que responde a un dominio inclusivo ligado a lo colectivo, más cercano a esas características de la “ciudad de ayer”. Por tanto, entendemos que existen dos cuestiones que enmascaran los problemas de la ciudad y de la sociedad urbana: el alojamiento y el hábitat y la organización industrial y la planificación global. Dichas cuestiones producen un estallido de la morfología tradicional de la ciudad, planteado por el crecimiento económico y la producción industrial.

Por este motivo se asiste a una total urbanización de la sociedad que es cuantitativa y cualitativamente diferente de las evoluciones urbanas del pasado. En este caso la urbanización conquista el campo, extendiéndose por todas partes y actuando de un modo dual: por un lado, ampliándose hacia los límites donde se estaban conformando las áreas residenciales suburbanas en forma de grandes conjuntos de vivienda colectiva, y por otro lado, reforzando la centralización. La industrialización conduce al colapso de la ciudad tradicional, imponiéndole una lógica del beneficio y la productividad que ataca a la propia cotidianidad, desintegrando la vida social.

La ciudad, que era `una obra ́ que unificaba lenguajes, códigos y tejidos sociales comunes, se convierte en `un producto ́: «la comunidad se desvanece, el vecindario se desmorona» (Lefebvre, 1972:85).

Observamos que Lefebvre nos dice exactamente lo mismo que Mumford en “La ciudad de ayer y de mañana”, insistiendo que el principal error había

(5*) Planta plan Voisin. París, 1925

[Le Corbusier]




sido sobreestimar la mecanización y estandarización como fines en sí, independientemente del propósito humano al que debían servir. La ciudad se concebía para la máquina y no para los ciudadanos y la sociedad.

Perspectiva Plan Voisin. París, 1925 [Le Corbusier]

Mumford nos dice que cuando estudiamos todo este proceso, descubrimos que la libertad de movimientos, el cambio de paso, la elección de destinos alternativos, los encuentros espontáneos […] es decir, la vida polifacética de la ciudad – ha sido vendida a favor de las supercarreteras, los aparcamientos y la circulación vertical. Como podemos observar en la imagen anterior, la escala humana desaparece en las ciudades modernas y la relación del individuo con la ciudad y el territorio también. Los espacios de encuentros y desencuentros no se visualizan en esta megalópolis propuesta por la modernidad. Estos espacios se utilizan para fines visuales y no para que la gente se encuentre y converse. Muchos de estos problemas podemos encontrarlos en las ciudades actuales, afectadas por la forma de planeamiento moderno, en donde los espacios públicos se encuentran degradados y la traza urbana obedece más al coche que al ciudadano. Muchos de estos efectos podemos encontrarlos en el documental “The human scale” (2012) dirigido por Andreas Dalsgaard, donde la ciudad máquina está afectando al carácter sociológico y fenomenológico de la ciudad actual, donde parece visualizarse que lo colectivo importa. El documental “Baraka” (1992) dirigido por Ron Fricke nos muestra el otro carácter importante de la ciudad; la relación de ésta con el territorio y el paisaje que genera. Así como también la relación de distintas culturas con el territorio y la formulación de paisajes diferentes.




Conclusiones Si leemos la “Carta de Atenas”, el texto más conocido del CIAM, el manifiesto de la urbanística moderna encargado de representar los principios corbusianos, se propone un sistema de clasificación racional que divide a la ciudad en cuatro funciones exclusivas: vivir, trabajar, desarrollar el cuerpo y la mente, y la circulación que los une. Sin embargo, por más argumentado que parezca, entendemos que el éxito de cualquier plan de ciudad no es permanente, se da dentro de un espacio de tiempo y bajo unas circunstancias particulares que permiten su funcionamiento. Hoy en día vemos como muchos proyectos llevados a cabo con los principios del urbanismo moderno han quedado abandonados, obsoletos o están derruidos. Tenemos el ejemplo de cumbernauld (6*), en Glasgow, una “ciudad” que solucionó unos problemas puntuales y que en la actualidad no es considerada como uno de los mejores sitios donde vivir, o la operación de Pruitt Igoe (7*), actualmente demolida, en la cual se arrasó un barrio obrero para construir un complejo de edificios residenciales de alta densidad. Entendemos que el problema de ciudad, adentrarse en “lo urbano”, diagnosticar los fallos de un organismo que no se puede apreciar sino en fragmentos, es un ejercicio cuanto menos titánico. No obstante no compartimos el tono de exigencia que se percibe en La carta de Atenas, en la cual no se permiten dudas ni alternativas. Aunque la forma de pensar ciudades sea una tarea compleja no podemos olvidarnos nunca de que en las ciudades viven personas y son éstas las que las construyen con una historia, una cultura y unos rasgos específicos, distintos e imposibles de repetir, como el paisaje que generan; las personas al igual que las ciudades, al igual que el territorio, son impredecibles y en ese sentido, la ciudad ideal no existe.

(6*) Cumbernauld, Glasgow. Vista aérea.

(7*) Pruitt Igoe, Chicago. Vista aérea.




Referencias Bibliografía - Del “derecho a la ciudad” de Henri Lefebvre a la

universalidad de la urbanización moderna [Laurence Costes]

- El derecho a la ciudad, 1968 [Henri Lefebvre] - Principios fundamentales de urbanismo, 1925 [Le Corbusier]

- Una ciudad contemporánea para tres millones de

habitantes, 1925 [Le Corbusier] - La ciudad en la historia. Sus orígenes, transformaciones y

perspectivas [Lewis Mumford] - La ciudad que desaparece, 1962 [Lewis Mumford]

- C.I.A.M, carta de Atenas: Puntos doctrinales, 1933

Referencias cinematográficas - Baraka, 1992 [Ron Fricke]

- The human scale, 2012 [Andreas Dalsgaard]

- Berlín, sinfonía de una ciudad, 1927 [Walter Ruttman]

- Metrópolis, 1927 [Fritz Lang]

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