la casa del diamantista 2
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LUCÍA MARTÍN PIÑEIRO
LA CASA DEL DIAMANTISTA
on José Navarro era un orfebre de Toledo que había realizado fastuosas joyas
para la nobleza y tenía una gran fama; tanta que llegó a oídos de María
Cristina de Nápoles que un buen día envió a su lacayo a solicitar el trabajo del
orfebre ante la próxima coronación de su hija la Infanta Isabel.
El orfebre declinó la petición por tener muchos encargos y por miedo a no realizar un
trabajo lo suficientemente bueno para la Infanta. Pero María Cristina fue a Toledo y
le encargó en persona el trabajo de la corona por lo que el orfebre acepto.
Asustado, aquella misma noche se
dispuso a trabajar pero no tenía ninguna
idea y día tras día pasaba horas
intentando crear una imagen de la
corona pero sin resultado. El plazo se agotaba poco a poco y
decidió no descansar hasta obtener
algún resultado.
Pero una noche, el orfebre no pudo más
y se durmió. Al despertar vio en su
cuaderno de dibujo dibujada la más bella corona que jamás había visto aunque no recordaba haber dibujado algo así.
Necesitaba conseguir las piedras preciosas y materiales pero no era capaz de dar con
ellos y solo tenía tres días de plazo. Cayó de nuevo la noche, y agotado por el trabajo
realizado sin resultado alguno, el orfebre de nuevo quedó dormido ante su trabajo.
Despertó de nuevo sobresaltado y sobre la mesa de trabajo vio las más bellas piedras
preciosas, del tamaño adecuado para la corona que estaba elaborando. Esa misma noche, extrañado por los últimos acontecimientos, decidió fingir que
estaba dormido en su taller y observar qué sucedía, pues el plazo expiraba en breve y
aún quedaba mucho por hacer en la corona. Pasada la media noche observó a unos pequeños seres de extraños rasgos que
entraron a la habitación y se pusieron a terminar el trabajo que en los días anteriores
habían comenzado. En pocas horas habían terminado y dejaron una maravillosa corona sobre la
mesa, miraron con curiosidad al orfebre que fingía dormir y salieron de la
habitación. Él se levantó y observó
cómo los duendecillos se metían en
las oscuras aguas del Tajo,
desapareciendo. Navarro viajó a Madrid y entregó la
más maravillosa corona realizada
jamás y que pocos días después
sería utilizada por la Reina Isabel II
en su coronación.
D
Ubicación de la leyenda.
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