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E l C anto I nsurgente Vocero de aquellos que no tienen voz Mérida, Venezuela. 30 de marzo de 2014. Año 1, Nº 2 LA CANCIÓN COMO PROTESTA

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El Canto Insurgente Vocero de aquellos que no tienen voz

Mérida, Venezuela. 30 de marzo de 2014. Año 1, Nº 2

LA CANCIÓN COMO PROTESTA

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2

Sean bienvenidos de nuevo a este espa-

cio de encuentro.

Cuando supimos hace días que la Guar-

dia Nacional Bolivariana de Venezuela usó can-

ciones de Alí Primera para reprimir manifestan-

tes, no nos quedó más que tratar de responder-

nos a nosotros mismos cómo es que sucedió

algo así, cómo un grupo de personas puede

apropiarse de un patrimonio que se supone nos

pertenece a todos los hombres de buena volun-

tad que vemos en Alí y en muchos otros canto-

res la voz de quienes nunca tuvimos una propia.

Algunos parecieran olvidar que la canción de

protesta es eso precisamente: música y letra

que trata de arrancarle al poder, aunque sea

por unos breves instantes, esa mirada que de

otro modo nunca lograría hacia los débiles, ha-

cia los que no pueden sentarse a dialogar por-

que no son líderes políticos; obligarlo a oír con

cuatros, zambombas y gargantas esos proble-

mas que algunos consideran simple y llana criti-

conería. Mal podría entonces un gobierno apro-

piarse de temas musicales que denuncian graví-

simos problemas que ellos suponen ya resuel-

tos.

La canción es una de esas manifestacio-

nes culturales que alcanza un grado extraordi-

nario de universalidad que otras expresiones

artísticas no tienen: no hace falta saber leer y

escribir para aprenderse una canción, para tara-

rearla, para silbarla, y para que se quede indele-

blemente marcada en nuestras mentes y nues-

tros corazones para siempre, convertida así en

una de las más puras y hermosas revelaciones

del espíritu humano y vehículo fundamental

para la transmisión de ideas. La canción protes-

ta es casi la única arma con que cuenta una mul-

titud de personas deseosas de un cambio pro-

fundo en sus vidas, en sus sociedades; cambios

que van desde elementales peticiones materia-

les, hasta la transformación total del sistema

político, económico, social y cultural, pasando

por las luchas por igualdad, justicia e indepen-

dencia.

Agradecemos la recepción que ha teni-

do este medio y reiteramos nuestra invitación a

participar en nuestras páginas. Esperamos que

sea este el punto de encuentro para el diálogo y

la discusión fecundos y necesarios

EDITORIAL

sIMONCITO Vale la pena

ser multado

LUDOVICO

Pulida está la roca

donde trastabilló

cien veces el

cien pies

Reparo

en que hay

formas de que ella

pueda vencer la gravedad

Y se abra paso

entre cristales

que ya estaban rotos

pero aún sostenidos

por la ceguera

que nos deja el hambre

Sólo basta el estrepito

El ruido sorpresivo

La palabra corrosiva

Para saber

que hay cosas

por las que vale la pena

ser multado

Lo que sigue al poema

Es simple burocracia

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El Canto Insurgente. Del pueblo para el pueblo | Nº2, 30 de marzo de 2014

No es

verdad,

Simón Bolívar

que al hacer tu

juramento histórico

en Monte Sacro

no pensaste que tu brazo

hoy se sintiera cansado

de tantos que

se han colgado

para escudarse

en tu nombre?"

?

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3

¡Ah mundo! qué lindo el cuatro

cuando suena por el pueblo

dan ganas de echarle mano

a la risa y a los sueños

de ver mi gente feliz

es decir que ya no manden

los que ya han mandado aquí…

Alí Primera

Pocas cosas son tan perturbadoras

como saber a la Guardia Nacional Boli-

variana (GNB) reprimiendo ciudadanos

al son del canto de Alí Primera. Lo des-

concertante de este hecho, ha generado

revuelo en la opinión pública nacional,

comenzando por la del mismo Servan-

do Primera, hijo del cantor. Cómo ex-

plicar el secuestro del Cantor del Pue-

blo por parte de un organismo repre-

sor. Alí no dudaba en afirmar que su

canto era del pueblo: pero quién

es el pueblo, cómo pode-

mos definir esa construc-

ción arquetípica a

partir del chavismo

como pensamien-

to hegemónico y

configurador de

un orden político

en la actualidad.

Habría que

comenzar por definir

al chavismo como

eso, como el rostro

de un orden esta-

blecido en el

país desde

hace quince

años. Sa-

b e m o s

que la

p r o c e -

d e n c i a

del cha-

vismo no

se remon-

ta a la

izquierda

radical venezo-

lana de los años poste-

riores a la caída de la dictadura de Pérez

Jiménez, sino más bien de una facción

conspirativa del ejército venezolano que

venía desde los años 80 cabalgando sobre

la posibilidad de la restauración de un

militarismo nacionalista en Venezuela.

Por tanto, bien poco tendría que buscar

el chavismo en la épica de la Lucha Arma-

da o de la Canción Militante, sino por

burda apropiación o expropiación. Pasa-

ría también por aclarar que, de forma

descarada, las Fuerzas Armadas de Vene-

zuela se autodenominan chavistas, en

franco desacato e incumplimiento del tex-

to constitucional. Así que, hablar de la

GNB, es hablar del chavismo en uniforme

verde.

El orden se fundamenta a partir de

dos ejes: el poder y la verdad. La posibili-

dad real, fáctica, de que el chavismo se

hiciera con el poder a partir de 1998, po-

nía sobre la mesa la construcción de una

verdad justificadora que sustentara su per-

manencia en el poder, no solo por la vía

electoral. No hay en esencia, por parte

del chavismo, la construcción de un ima-

ginario político, sino –como decíamos– la

apropiación de un discurso menos áspero

y más romántico que el del militarismo: a

falta de una épica decorosa, el chavismo

ha optado por la expropiación de las que

se forjaron al calor de las luchas civiles; se

afincaron entonces en la reedición de la

épica de la izquierda subversiva de los

años 60 y 70. La verdad, en este caso,

nos habla de la fundamentación o el ins-

trumento que el poder utiliza para legiti-

marse, y para ello se erige sobre un dis-

curso de sacralidad divina y el estableci-

miento de una moral en la que se ha to-

mado partido por el bien vs. el mal.

Una de las sacralidades legitimado-

ras del imaginario político del populismo

en la modernidad es precisamente el pue-

blo; no es casualidad que el chavismo

afianzara su discurso en el supuesto de

que “la voz del pueblo es la voz de

Dios”, y por tanto, si la soberanía reside

en el pueblo, quien tenga de su lado la

soberanía popular es prácticamente un

enviado divino –aunque el pensamiento

hegemónico, como censor y juez, deter-

mina quién es y quién no es “pueblo”, a

pesar de esta–. A todas luces, la GNB, co-

mo parte del poder ostentado por el cha-

vismo, se ampara en esa verdad, en un

discurso legitimador según el cual ellos

son “el pueblo en armas”, actúa por tan-

to en función de la apropiación de un

discurso maniqueo en el que representan

la vanguardia del bien contra el mal, y

evidentemente el mal es representado

por toda aquella alteridad que amenace

el pensamiento hegemónico. Eso conlleva

a situar a la oposición venezolana –más

allá de representar una buena parte de la

soberanía popular– como un sector de la

vida social que no es digno de llamarse

pueblo. Vaya usted a saber si esta lógica

esgrimida por el chavismo no es una lógi-

ca fascista.

Enarbolar el canto de Alí Primera es,

ante todo, levantar las banderas de una

lucha en la que se toma partido por el

pueblo, y es allí donde radica el mensaje

incongruente de la GNB. Entre otras co-

sas, no solo se trata del secuestro del can-

to de Alí, sino del la expropiación de la

palabra pueblo por parte de una institu-

ción donde puertas adentro de sus cuarte-

les el término civil es utilizado como un

insulto sumamente denigrante. No obs-

tante, el canto de Alí Primera de a poco

ha venido abandonando al pensamiento

oficial, ha dejado de asistir a una lucha

que ya no tiene careta revolucionaria por

ponerse, la palabra de Alí Primera se po-

ne pesada, se viene tornando incómoda

frente a un gobierno cada vez más reac-

cionario

Lugar común desinfectado Ludovico

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El Canto expropiado

El Canto Insurgente. Del pueblo para el pueblo | Nº2, 30 de marzo de 2014

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El Canto Insurgente. Del pueblo para el pueblo | Nº2, 30 de marzo de 2014

Las expresiones artísticas han forjado

un repertorio de ideas revolucionarias en la

historia mundial, estas son producto del

acervo cultural de las sociedades y son úti-

les para manifestar un descontento. Dentro

de este sistema artístico la música fue, es y

será protagonista en las protestas contra

los sistemas políticos despóticos, contra las

guerras y contra las injusticias sociales. De

este modo, la música es una revelación del

hombre que busca la libertad del alma, pen-

sando en un bienestar común con el entorno

que lo rodea.

Uno de los principios fundamentales del

taoísmo —doctrina filosófica china— es el

equilibrio del hombre con la naturaleza, por

ello la música es utilizada dentro de esta

corriente para elevar el estado material de

la condición humana a una forma metafísica

armonizada con el universo, con el propósito

alcanzar la inmortalidad a través de una

realización plena. El Tao orienta el rumbo de

la sociedad hacia un orden perfecto, en es-

te caso, la mú- sica es un ente

estable- cedor del

equili- brio

perfecto entre el individuo y su ecosistema.

La música es una expresión del alma,

es intangible e inefable, solo nuestros senti-

mientos logran una conexión entre el arte

de los sonidos y la vida diaria. No hay que

olvidar la historia ni a su legado, en ella hay

numerosos ejemplos reivindicativos de cau-

sas justas, son tan abundantes como las lá-

grimas y como el sufrimiento de los oprimi-

dos; son tantas las melodías, los cánticos

que piden libertad, igualdad y justicia, que

nos deben inspirar a unir nuestras voces pa-

ra cantarle con el alma a nuestro país y a su

situación actual.

Tomemos diversas referencias como

“los cantos patriotas” que sirvieron para

alentar a nuestros próceres independentis-

tas en sus batallas contra el imperio español,

asimismo analicemos “el canto de trabajo”

improvisado por los negros esclavos del sur

de Estados Unidos durante el siglo XIX co-

mo forma de protesta a favor de la aboli-

ción de la esclavitud, de igual manera identi-

fiquémonos con la samba y su origen vincu-

lado con la critica política; sin dejar de men-

cionar a grandes exponentes del canto

protesta buscando la liberación del hombre

y su equidad dentro de la sociedad, entre

ellos Víctor Jara, Alí Primera, Bob Marley y John

Lennon. Estos ejemplos se hicieron escuchar

y se hicieron sentir dentro de sus socieda-

des, así lograron cambiar su historia, proyec-

tando la causa justa como la verdad triun-

fante.

Mohandas Gandhi describe al

arte como una manifestación espiritual,

por ello la mejor obra artística del ser

humano es aquella que demuestre la

pureza de su alma, acoplada con la

fuerza del amor y de la verdad

(Satyagraha). Mahatma propone que la

música sea una herramienta útil para

armonizar al ser humano, el ritmo y la

melodía son elementos que ordenan

una obra; de igual manera, estas herra-

mientas son útiles para coordinar los

movimientos de la sociedad y de sus

protestas reivindicativas. Citando a

Gandhij:

“En la instrucción hay un ritmo y una

música que hacen que la acción resulte fácil

y eliminan la fatiga. Si pudiéramos conseguir

que los trescientos millones de habitantes de

nuestra nación pudieran ser instruidos de

modo que se movieran juntos y actuaran

juntos y, si fuera necesario, murieran juntos

como una sola persona, conseguiríamos la

independencia sin descargar un solo golpe, y

daríamos un ejemplo de revolución pacifica

para que todo el mundo la imitara.”

El contexto de la India y su lucha por

la independencia en la primera mitad del

siglo XX difiere de la realidad venezolana

“socialista del siglo XXI”, pero los métodos

de protestas culturales y pacificas son con-

tundentes si actuamos como el arte de la

música, unidos bajo el mismo movimiento, con

la misma tónica, entonando el amor más pu-

ro que se pueda profesar hacia esta tierra,

luchando por lo que todos queremos, ¡UN

PAÍS MEJOR !

Por eso hacemos un llamado a nues-

tros amigos lectores y amigos protestantes

para que produzcamos cultura, conocimien-

tos, arte, música, que cuestionen el aparato

político y corrupto que hoy nos gobierna.

Que nos mueva el amor hacia Venezuela

para que nuestras almas se expresen libre-

mente y logren crear conciencia en aquellos

que no la tienen, o en aquellos que la tienen

comprada por un sueldo. A todos nos ago-

bian los mismos problemas ¿por qué no ca-

minamos juntos para resolver la crisis? Como

la música debemos estar unidos bajo un mis-

mo estandarte, como una sola alma para

establecer la armonía entre compatriotas y

la nación

Mi canto doy, es lo único que tengo,

para decirte hoy que mi patria es mí apego.

No la quiero dejar como la aguja en el pajar,

lo que quiero es luchar

y por mi patria cantar.

Adiós al corrupto,

adiós delincuente,

mi alma doy a Dios y a la música

por un país diferente.

La Rapsodia del Frontino El Frontino Rapsoda

La música: Insurgencia del alma

Símbolo de la Áhimsa o No violencia

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5 El Canto Insurgente. Del pueblo para el pueblo | Nº2, 30 de marzo de 2014

Canción protesta

después de los sesenta

canción de próstata.

Mario Benedetti

Haiku 137.

Viva fue la voz de Mercedes Sosa y vi-vo el sentimiento con que cantó. Su mú-sica fue una ofrenda al pueblo, no solo argentino ni latinoamericano, sino al pue-blo oprimido. En medio de las funestas dictaduras que azotaron a la socie-

dad latinoamericana de los años ’70, las letras de la Negra se al-zaron y volaron –en compañía de otros cantores– entre las multitudes que exigían reivindicaciones y justi-cia sociales. Para Sosa la música no tenía color, credo o geografía: mani-festó el llanto del pueblo en distintas partes del mundo y al lado de va-rios artistas de diversos géneros musicales, y aunque fue censurada muchas veces por la dictadura, la Negra siguió luchando con su me-jor arma: la música

Las letras de la Negra

Graffita

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6 El Canto Insurgente. Del pueblo para el pueblo | Nº2, 30 de marzo de 2014

En ocasiones, cuando la

muerte trágica y llena de odio

ahoga la vida de los antepasa-

dos, su herencia queda como

la hojarasca dejada por los ár-

boles caídos, que aunque no

sean apercibidas a priori, ha-

cen sentir su eco en el silencio

de un verano polvoriento, mien-

tras el viento las emociona y

levanta haciendo con su músi-

ca el preludio de un antiguo

juego, de una nueva vida, el

renacer de un espíritu olvidado.

Es cuestión del pueblo

permitir que se vuelva a hacer

sentir la esencia de lo perdido

a cuenta de sangre y destruc-

ción: la sombra de un Taita

vengador. Esperemos que sa-

biamente el mismo, en su con-

junto, se niegue.

En el año 2010 el cineasta

Luis Alberto Lamata presenta la

versión cinematográfica de la

obra literaria Boves el Urogallo

(1972), de Francisco Herrera

Luque. Un reto creador no de

poca envergadura. La trama

de la película se desenvuelve

en torno a la vida de un ser hu-

mano que sobrevive a cuenta

de la venta de caballos, luego

como pulpero, pero que los

avatares de una sociedad con-

vulsionada –rayando en la mi-

seria de su humanidad, no por

falta de recursos, sino por con-

flictos mentales internos–, su-

cumbe ante la depravación

tenaz de un alma enajenada:

José Tomas Boves. Uno de los

símbolos del pasado venezo-

lano, quien acabó con la pri-

mera República, jamás borrado

por la Historia oficial, aquel

quien decidió tomar la justicia

con sus manos y usarla para

imprimir su inclemente signo de

venganza en aquellos mantua-

nos que por conveniencia se

unían a la causa patriótica de

la Independencia de Venezue-

la.

Con una sensación de re-

vancha, engendrada por los

rencores sembrados por la aris-

tocracia colonial, sobre negros

e indios, entre blancos y mestizos,

sin distinción alguna, cada esta-

mento social padeciendo de al-

gún escupitajo en la cara o una

que otra bofetada de quien so-

cialmente estaba más arriba, se

perfilaba una fuerza imposible de

parar. Es Boves, y no los revolu-

cionarios republicanos, quien ha-

ce explotar junto con su partida

de llaneros, la bomba que el me-

chero del 19 Abril prendió. Fueron

ellos el combustible que espera-

ba la chispa para desatar su in-

calculable tragedia.

El Boves proyectado por

Lamata –encarnado por Juvel

Vielma–, muestra su doble face-

ta: heroica por una parte, visce-

ral y oscura por la otra, reivindica

y venga con crueldad, causando

un shock en el espectador que

no puede más que reflexionar

sobre el contradictorio personaje.

Sin duda, el cineasta tiene un fin

ulterior, como lo logra percibir

Pablo Abraham en su Viaje históri-

co hacia la maldad, escrito críti-

co acerca de la película:

Más allá de la glorifica-

ción de la gesta independentista,

centrada en los próceres, enca-

bezada por la figura de Simón

Bolívar, que la historia oficial de

nuevo cuño se empeña en man-

tener, Lamata nos muestra otro

lado mucho más oscuro y quizás

más verídico: la tragedia que re-

presenta el uso del fuego y la

sangre como casi únicos recur-

sos para construir una nación.

Es quizás su advertencia dirigi-

da a unos venezolanos de hoy,

condenados por el propio Boves,

a seguir buscando el tan desea-

do Taita que nos redima de nues-

tros males.

Esta advertencia, puede

coincidir con nuestra actual situa-

ción, cuando el malestar social

ha dejado entrever la tragedia

del odio y la soberbia, y las inten-

ciones de armar al pueblo, como

si a punta de balas se pudiera

construir la nación o un salvaje

caudillo su redentor.

Más de 30 muertos, pro-

ducto de la última ola de protes-

ta y descontento civil ha dejado

este delirio de violencia. La voz

de un caudillo muerto en las cor-

netas de una tanqueta que escu-

pe fuego, canta un himno de

“Patria querida” a la vez que de-

rriba puertas de residencias civi-

les, extendiendo la alfombra roja

para el paso amenazante de gru-

pos armados expertos en robar e

incendiar, cuales piromaníacos,

rojos también, y no por casuali-

dad.

Como suerte de augurio,

allí, en el monologo imaginario

del Boves asesinado, queda el

mensaje y la condena de Lama-

ta, para un país al que las aga-

llas se le inflan cuando de caudi-

llo se trata:

Pazguatos traidores todos.

Yo los condeno a perderse en los

siglos buscando un taita. ¡Y que

viva la patria, coño! ¡Que viva la

patria, carajo!

La historia no se repite,

pues el siglo XIX no es igual al XX

o al XXI, pero por aquí asomó su

cara otro caudillo, dejando su

rastro de humo y misterio. No

queremos un vengador, nosotros

como pueblo, hoy

más que nunca

necesitamos con-

ciliación, generar

el ambiente pro-

picio para los

grandes

a p o r t e s

que enri-

quecen nues-

tra cultura, inspi-

rado en los valores

democráticos, plura-

listas y de concordia,

como nuestras únicas

armas de paz

A la

so

mb

ra d

e u

n s

em

pit

ern

o

Ta

ita

po

r v

en

ir

Bachaco R

ebelde

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7

Se levantó temprano ese día.

Esa noche soñó cuando tuvo el

accidente en la Valle-Coche. Tenía

tiempo sin acordarse de la vaina, me-

nos mal que no pasó de un buen susto.

Puso a hacer café para no des-

pertar a Sol. Casi terminando de beber

el último sorbo, Servando lo llama y le

cuenta que la Guardia anda poniendo

sus canciones para reprimir a los mu-

chachos.

Semerenda arrechera…

Ve el video que le manda y es

verdad. Por ahí le dijeron los del go-

bierno –tratando de excusarse– que lo

hicieron para moralizar a la tropa, pero

qué va… él no es un carajito. Después

de viejo no se va a poner a creer en

bolserías.

Cuando cae la tarde, echado

en la hamaca que la brisa paraguane-

ra no deja de bambolear, se acuerda

de repente de Chávez, su amigo. De

cuando tuvo el honor de ser su Ministro

de Cultura. De cuando tuvo que renun-

ciarle porque aquella vaina no había

cómo componerla: la corrupción devo-

ró el ministerio y no había nada que

hacer, más que tratar de pagar la nó-

mina. Estar dentro del monstruo de la

burocracia venezolana lo hizo meditar

sobre si realmente algo había cambia-

do. Esa fue la única forma en que pudo

ver a un hombre olvidar la arrogancia

que lo caracterizaba y por poco no se

le arrodilló para pedirle que reconside-

rara la medida. Claro que quería apo-

yar la revolución, pero la decisión era

firme, él no era hombre de oficina,

además, en un ministerio no podía se-

guir recorriendo Venezuela para can-

tar sus canciones.

Entonces Chávez le pidió que

se quedara un rato con él. Alí

agarró un cuatro que siem-

pre estaba disponible en el

despacho, se fueron al

jardín de Pa-

lacio y

empezó el pequeño concierto. Mien-

tras el comandante cantaba “La gue-

rra del petróleo”, no pudo evitar sentir

sobre sí los ojos enceguecidos de odio

y miseria de Diosdado; él también lo vio

y no dejó de preguntarse como siem-

pre hacía. Coño, ¿de dónde sacó Chá-

vez que estos carajos militares son so-

cialistas, si allá en la Academia les en-

señan que lo importante es el orden y

la disciplina?, ¿cómo se hace una revo-

lución en donde unos mandan y muchos

obedecen?, ¿dónde estuvieron todos

en el Caracazo, por ejemplo?, ¿cómo

andan tipos así todavía con él si se la

pasan robando a manos llenas?

Se fue para no volver jamás. De

a poco se fue separando de Chávez y

de la gente del gobierno: de aquel

porque su círculo íntimo lo apartó cada

vez más de las personas a las que

realmente quería, de estos porque

nunca soportaron la rigurosa franque-

za que tenía para cantarle sus cuatro

vainas a la gente en la cara.

Aun así siguieron usando sus

canciones en todos los eventos que

había, y él gustoso las ofreció porque

confiaba en que el camino era largo y,

por ende, el correcto; que todavía fal-

taba mucho por recorrer para llegar a

la sociedad justa con la que siempre

soñó y que su música quizás ayudaba

a al pueblo a sentirse parte de la re-

volución.

Pero Chávez ,murió y con él sus

esperanzas. Trató de visitarlo en su

enfermedad pero no se lo permitieron.

Sólo le quedó darle su último canto jun-

to al gentirurio que esperaba verlo en

la Academia Militar.

Casi como

por justi-

cia poética ve a los mismos muchachos

que llevaron plomo en la cuarta por

reclamar sus derechos, dirigir la repre-

sión en la quinta. Seguro ya no oyen

sus discos porque sería como mentar

la cuerda en la casa del ahorcado.

Quieren cerrarte a tu pueblo

con llaves de oscuridad

quieren que construyas

máquinas

para matar mariposas

y evitar que vuelen

llevando la luz

tantas veces han cambiado

tu boína azul

por los absurdos cascos

de un orden feudal

Y ahora, qué buena vaina… Por

exigir respeto a sus canciones, por

decir que sus letras no son para repri-

mir estudiantes, porque él también lo

fue (nunca se deja de serlo) y bastante

plana y lacrimógena llevó por defender

sus ideales, porque por eso mismo pa-

rió sus canciones, para que ahora ven-

gan los represores envalentonados a

tratar de silenciar gritos y consignas

con su voz y su cuatro; por todo eso

ahora el presidente lo tachó de apátri-

da, de vendido a la derecha, pregun-

tándole en cadena nacional cuánto le

paga el imperial ismo

p a r a traicionar al

pueblo.

Lloró un ra-

to, aga- rró papel y

lápiz y

se puso

a com-

poner pa-

ra seguir

s iendo

Alí

Alí, 2014 EL MALPENSANTE

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El Canto Insurgente. Del pueblo para el pueblo | Nº2, 30 de marzo de 2014

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La Ultima

A ti

Lengua cortada

No los odio, no los desprecio, no los maldigo, ni aborrezco. No viví, no sentí, no corrí, ni nací. La guarimba, tupamaros, delincuencia, gobernantes, imprudencia me mataron a mí. Sin país, sin derechos, sin hogar, sin amigos, sin familia sin sueños sin ti mami… sin ti papi… porque Venezuela, no te conocí.

En memoria del bebé de Adriana

Urquiola, quien jamás nació.

fascismo es...

...el secuestro de los poderes del Estado por un

partido político único.

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El Canto Insurgente. Del pueblo para el pueblo | Nº2, 30 de marzo de 2014