la buena crisis

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Introducción Superar una crisis, incluida la que atravesamos, no es volver a tener, sino conseguir ser, es decir, apren- der a afrontar cada instante con dignidad, esperanza y sentido de la realidad. En este libro, Álex Rovira nos dice que “la crisis será lo que hagamos de ella”. El autor asume la dificultad como signo de vida, pero nos enseña a incorporar lo bueno del pasado, a entregarnos al cam- bio, a desafiar la rutina, a crear y a pensar de manera diferente, a encontrar un sentido al dolor y a disfrutar de la Buena Crisis. Los momentos de crisis son propicios para aprender a combatir las difi- cultades, los cambios inesperados, la inmovilidad… y utilizar la inteli- gencia, confiar y seguir remando. La Buena Crisis nos presenta las claves para la transformación de la existencia a partir del aprendizaje que genera una dificultad, sea de la naturaleza que sea, con ejemplos de superación y palabras que revi- talizan. Se trata de una obra imprescindible para convertir las crisis en nuevas oportunidades. Gracias, Crisis En este período de oscuridad eco- Título del Libro: La buena crisis Autor: Álex Rovira Fecha de Publicación: 7 de Octubre 2009 Editorial: Aguilar Nº Páginas: 208 ISBN: 9788403100763 Contenido Introducción. Pag 1 Gracias, Crisis. Pag 1 Crisis, cambio y transformación. Pag 2 Del “a ver qué día tengo” al “a ver qué día creo”. Pag 3 ¿Queremos ser causas o efectos?. Pag 3 Cambio por convicción o por com- pulsión. Pag 4 La longanimidad y la resiliencia. Pag 4 La importancia del sobreesfuerzo. Pag 5 El pensamiento lleva a la conclu- sión, pero solo la emoción lleva a la acción. Pag 5 Crisis y catarsis. Pag 6 La necesidad de una visión compartida o la pregunta del millón: ¿qué nos une?. Pag 6 Crear es no copiar. Pag 7 ¿Crisis? ¡Oxitocina, por favor!. Pag 7 Conclusión: las diez claves de la “(r)evolución”. Pag 8 EL AUTOR : Álex Rovira es coautor del best-seller La buena suerte y autor de La brújula interior y Los siete poderes, con los que ha obteni- do un gran éxito internacional. Actualmente dirige una de las coleccio- nes de la editorial Aguilar y es coautor de El laberinto de la felicidad, primer título de dicha colección, publicado en 2007. Además de cola- borar semanalmente en la Cadena SER y dar conferencias por todo el mundo, escribe artículos de opinión para El País Semanal. Su página web es www.alexrovira.com. La Buena Crisis Leader Summaries © 2010. Resumen autorizado de: La buena crisis por Álex Rovira, Aguilar 2010.

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Introducción

Superar una crisis, incluida la queatravesamos, no es volver a tener,sino conseguir ser, es decir, apren-der a afrontar cada instante condignidad, esperanza y sentido de larealidad. En este libro, Álex Roviranos dice que “la crisis será lo quehagamos de ella”. El autor asume ladificultad como signo de vida, peronos enseña a incorporar lo buenodel pasado, a entregarnos al cam-bio, a desafiar la rutina, a crear y apensar de manera diferente, aencontrar un sentido al dolor y adisfrutar de la Buena Crisis. Losmomentos de crisis son propicios

para aprender a combatir las difi-cultades, los cambios inesperados,la inmovilidad… y utilizar la inteli-gencia, confiar y seguir remando. La Buena Crisis nos presenta lasclaves para la transformación de laexistencia a partir del aprendizajeque genera una dificultad, sea de lanaturaleza que sea, con ejemplosde superación y palabras que revi-talizan. Se trata de una obraimprescindible para convertir lascrisis en nuevas oportunidades.

Gracias, Crisis

En este período de oscuridad eco-

Título del Libro: La buena crisis

Autor: Álex Rovira

Fecha de Publicación: 7 de Octubre 2009

Editorial: Aguilar

Nº Páginas: 208

ISBN: 9788403100763

ContenidoIntroducción.

Pag 1

Gracias, Crisis.Pag 1

Crisis, cambio y transformación.Pag 2

Del “a ver qué día tengo” al “a verqué día creo”.

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¿Queremos ser causas o efectos?.Pag 3

Cambio por convicción o por com-pulsión.

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La longanimidad y la resiliencia.Pag 4

La importancia del sobreesfuerzo.Pag 5

El pensamiento lleva a la conclu-sión, pero solo la emoción lleva a laacción.

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Crisis y catarsis.Pag 6

La necesidad de una visión compartida ola pregunta del millón: ¿qué nos une?.

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Crear es no copiar.Pag 7

¿Crisis? ¡Oxitocina, por favor!.

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Conclusión: las diez claves de la“(r)evolución”.

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EL AUTOR: Álex Rovira es coautor del best-seller La buena suerte yautor de La brújula interior y Los siete poderes, con los que ha obteni-do un gran éxito internacional. Actualmente dirige una de las coleccio-nes de la editorial Aguilar y es coautor de El laberinto de la felicidad,primer título de dicha colección, publicado en 2007. Además de cola-borar semanalmente en la Cadena SER y dar conferencias por todo elmundo, escribe artículos de opinión para El País Semanal. Su páginaweb es www.alexrovira.com.

La Buena Crisis

Leader Summaries © 2010. Resumen autorizado de: La buena crisis por Álex Rovira, Aguilar 2010.

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nómica y de posibilidades vitalesguillotinadas, mantener la confian-za y agradecer las vicisitudes, preo-cupaciones, desplomes, cancelacio-nes de planes y sustos no es unabroma de mal gusto, sino toda unainvitación a la esperanza.La crisis no es únicamente un mare-mágnum de miedos, decepciones yexpectativas sombrías, sino que…

puede proponernos entrar ennuevos escenarios que aparecende manera inesperada;

nos fuerza a adaptarnos a lasemergencias y nos zarandea paraque nos demos cuenta de lo quesomos capaces de conseguir;

es la oportunidad para tomarconciencia, abrir los ojos y veraquello que no podíamos o noqueríamos ver.

Gracias a la crisis, propiciamos elcambio. El no-cambio y la resisten-cia a aceptar que las cosas hanvariado de forma significativa sonmucho peores, ya que puedenarrastrarnos hacia una situación crí-tica: cruzarse de brazos cuando hayun incendio es síntoma inequívocode que un pirómano habita en nos-otros. La rutina deriva en crisis,porque el inmovilismo es insosteni-ble y, en última instancia, conducea la muerte.Del mismo modo, y porque el vene-no siempre está en la dosis, nodebemos pasarnos por exceso. Auncuando hablamos de crecimientoeconómico, no se puede mantenerun aumento interanual de dos cifrasy asumir que es lo normal; es comonuestros huesos: si crecieran sinmedida, terminarían por romperse. Estar en el pozo, a merced de lasdeudas, las críticas o la tristeza, noes una señal para que nos abando-nemos a ser enterrados por ellas,

sino un acicate para que las aparte-mos y las usemos para llegar hastaarriba caminando sobre ellas. Loque nos hiere y lo que tanto teme-mos pueden ayudarnos a salir delagujero. Es como la parábola delcaballo en el pozo:Cuenta la historia que un campesinoque se enfrentaba a grandes dificul-tades para salir adelante tenía algu-nos caballos para los trabajos de supequeña granja. Un día, muy a supesar, su capataz descubrió uno delos animales en un pozo muy pro-fundo del que sería casi imposiblesacarlo. Aunque el caballo no esta-ba herido, el campesino evaluó lasituación y concluyó que la opera-ción de rescate suponía una inver-sión demasiado alta. Decidió enton-ces que era preferible ordenar alcapataz que sacrificase el caballolanzando tierra en el pozo hastaenterrarlo. Comenzaron a rellenarel pozo con tierra, pero a medidaque caía sobre el animal, este se lasacudía, la pisoteaba y quedabaacumulada en el fondo del pozo, loque le servía al caballo para subir ysubir hacia la superficie.

Crisis, cambio ytransformación

La crisis es algo inherente a la vida;el crecimiento es imposible sin cri-sis. La vida misma, en su sentidomás llano, supone una serie de eta-pas críticas que se inauguran con elnacimiento, prosiguen con la infan-cia, la adolescencia, la madurez yla vejez, todas ellas con sus respec-tivos traumas. En cada uno de losmomentos clave de la vida, tene-mos que renunciar a una parte de loque somos para llegar a ser lo queen verdad podemos ser. El cambionunca es gratuito y únicamente nosalimenta si nos dirige a la transfor-mación.

Quienes han logrado modificar unadeterminada manera de entender elmundo o un paradigma, los grandescientíficos y artistas, fueron tam-bién los grandes sufridores de la his-toria. Todos ellos han sido creadoresde buena suerte y buena vida paranuestra especie por una razón fun-damental: pasaron por grandes cri-sis y mantuvieron una actitud fun-damentada en el coraje, la espe-ranza, el sentido, el esfuerzo, elrigor y la voluntad. Para sacar provecho de la adversi-dad no está de más acudir a losplanteamientos del filósofo esta-dounidense Thomas Kuhn, que esta-blece un claro paralelismo de lasuperación de la crisis con un cam-bio de paradigma. Así, el caminohacia un nuevo paradigma tendríalas siguientes estaciones:

Establecimiento de paradigma(vivimos de cierta forma y esta-mos más o menos a gusto, sincuestionarlo).

Ciencia normal. Los científicosse basan en el paradigma esta-blecido para describir la natura-leza. A medida que avanzan seencuentran con paradojas, expe-rimentan y dan con resultadosque pueden contradecir el para-digma (sufrimos y divisamos indi-cios de lo que nos duele).

Crisis. Se acumulan suficientesparadojas como para poner enduda el paradigma inicial, demodo que los científicos empie-zan a desconfiar de él (nos inva-de el malestar).

Revolución científica. Se plante-an nuevas teorías, se discuten yse sugieren cambios fundamenta-les (en caso de escucharnos, tra-bajaremos en el cambio perso-nal).

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Cambio de paradigma (vivimossegún otras motivaciones que nonos causan el mismo conflicto).

En la actualidad estamos estanca-dos, tanto social como individual-mente, en el tercer punto. Al con-trario que en la ciencia, otras áreascomo la banca, la política, laempresa y todos los participantesdel sistema económico-social actualestán protegiendo el sistema tal ycomo es: están resistiéndose alcambio y manteniéndose en el esta-do de crisis. Lo que hacen es tratarde esconder las paradojas o anoma-lías en lugar de aceptarlas. La fasede crisis es necesaria si queremosentrar en la de revolución y conse-guir un cambio de paradigma, peropara ello hace falta, ante todo,cambiar de actitud.

Del “a ver qué día tengo” al“a ver qué día creo”

Durante muchos años, en el ámbitoempresarial ha existido la creenciade que lo que importaba era la ges-tión del talento, entendido como lasuma de conocimiento y habilidad(el know-how). No obstante, lamoda de los temibles test psicotéc-nicos evidencia que una variablemás importante ha entrado en esaesfera: la actitud o talante. Estanoción respondería a paradojascomo que un individuo con doscarreras y que domina cuatro idio-mas no encuentra trabajo, porquequizá es un gran técnico, muy hábilen su disciplina, pero totalmenteincompetente a la hora de relacio-narse amablemente con los demás.Esto también explica por qué amuchos se les contrata por su talen-to y se les despide por su talante. Los conocimientos académicos quehan acumulado algunas personasdurante años no les sirven de mucho

si ni siquiera saben cómo vivir, nitienen metas personales, ni sabentratar al otro como el ser humanoque es. Muchos se limitan a guiarsepor las expectativas ajenas porquesu sabiduría es “postiza”, e inclusoles sirve de parapeto para noenfrentarse a su realidad. Son per-sonas que, en definitiva, carecen deinteligencia emocional.La actitud no es como los libros o lapráctica, que se puedan aprender,sino que solo nace cuando buscamosy revolvemos dentro de nosotrosmismos. Está bien tener referentesa los que queramos emular, pero laactitud únicamente se elabora encontacto con el alma mediante laperseverancia y la observación con-tinua, con humildad y gratitud,buceando en la conciencia.Perseverar y visualizar son los ingre-dientes de la transformación. La pre-disposición a cambiar por decisiónpropia, a creernos y crearnos, nos daun lugar; en cambio, la actitud delconformismo, que solo se erosionapor pura necesidad, nos ancla en lapostura de eternos pasatiempos. La historia de Sarah, una niña sud-africana que, a causa de una lesiónde infancia, padece una ligera coje-ra, es la de cómo una misma perso-na triunfa en condiciones diferentesporque cree en ella misma. Ellapersonifica las palabras de MarcelProust: “Aunque nada cambie, si yocambio, todo cambia”.Sarah Gadalla Gubara, por encimade su discapacidad, amaba la nata-ción. Pese a vencer en todas lascompeticiones escolares no conse-guía reconocimiento de nadie, salvode sus padres. Pero un buen díaconoció a Ciro, un chico que se viocontagiado por su entusiasmo y queconvenció a un viejo entrenador denatación retirado para que trabaja-ra con ella y la ayudara a hacer rea-lidad su sueño: poder participar enla travesía Capri-Nápoles (unos 35

kilómetros). Con solo 14 años, Sarahconsiguió ser la primera mujer quesuperaba esta travesía a nado y suhazaña quedó inmortalizada en lapelícula de Renzo MartinelliSarahsará.

¿Queremos ser causas oefectos?

En una crisis podemos decidir serespectadores, víctimas o perdernosen la queja y culpabilizar al sistema(bancos y otros agentes políticos ysociales). Podemos esperar a que elmesías Barack Obama lo arregle todoo aceptar nuestra corresponsabilidaden todo lo que está ocurriendo. Nodebemos olvidar que este es unmundo de interrelaciones, de efectomariposa, de elecciones con impac-tos determinados (económicos, eco-lógicos, emocionales y tantos otros).Todos podemos ser causas, motores,empujes y energías si asumimos laresponsabilidad propia y los efectosde la responsabilidad ajena. Esodepende de nosotros, como lo ilustraesta inspiradora fábula:Una hija se quejaba a su padre delas dificultades que envolvían suvida. Estaba cansada de luchar.Parecía que, cuando solucionaba unproblema, aparecía otro. Su padre,un chef de cocina, la llevó a sulugar de trabajo. Allí llenó tres ollascon agua y las colocó sobre un fuegofuerte. En una de las ollas colocózanahorias, en otra sumergió hue-vos y en la última, granos de café. Alos veinte minutos el padre apagó elfuego, sacó las zanahorias y lascolocó en un tazón, hizo otro tantocon los huevos y coló el café en untercer recipiente. Dirigiéndose a su hija, el padre lepidió que se acercara y tocara laszanahorias. Ella lo hizo y notó queestaban blandas. Luego le pidió quetomara un huevo y lo rompiera. Era

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un huevo duro. También le pidió queprobara el café y ella lo hizo gusto-samente.Cuando la hija le preguntó qué sig-nificaba todo esto, el padre le ofre-ció la siguiente explicación. Los treselementos habían sufrido la mismaadversidad: el agua hirviendo, perohabían reaccionado de forma distin-ta. La zanahoria estaba dura antesde llegar a la olla, pero tras hervir,se había vuelto débil y fácil de des-hacer. El huevo había llegado alagua frágil, pero tras someterse alas altas temperaturas su interior sehabía endurecido. Los granos decafé, sin embargo, eran únicos: des-pués de cocerse habían hecho suyoel líquido. Cuando la adversidad llama a nues-tra puerta podemos responder comouna zanahoria, que parece fuerte,pero cuando le toca el dolor sevuelve débil y pierde su fortaleza.Podemos ser como un huevo:teniendo un espíritu fluido, perodespués de una muerte, una separa-ción o un despido volvernos duros yrígidos. O podemos ser como ungrano de café, que cambia el agua yalcanza su mejor sabor cuando llegaal punto de ebullición. Cuando lascosas se ponen difíciles, debemosser como el grano de café: ser elque mejor reacciona y hacer que lascosas a nuestro alrededor mejoren.

Cambio por convicción opor compulsión

En la vida hay personas que se jac-tan de poder hacerlo todo y otrasque afirman sentirse nulas antecualquier circunstancia. Por fortunasiempre existe el intermedio: entreel no puedo y el puedo todo haymuchos matices válidos e inteligen-tes. No obstante, cuando nosenfrentamos a una crisis, todasestas tonalidades se resumen en dos

posibles posturas existenciales: ladel cambio y la de la transforma-ción. En una fase vital crítica pode-mos cambiar bien por convicción obien por compulsión. La inmensa mayoría de la gentecambia por compulsión, porque notiene más remedio o porque seahoga entre la espada y la pared.Para ellos el cambio es un hechoineludible y consumado. Por suparte, las personas convencidasgozan de una capacidad de conse-cución más fuerte y eficaz, consi-guen transformar y transformarse.Las primeras siempre piensan que sino obtienen lo que desean es que elobjetivo no existe, y que las hanengañado; se alimentan de senti-mientos negativos y tóxicos. Lassegundas se nutren de cierta inge-nuidad, de optimismo y de genero-sidad para creer que siempre hayuna pequeña oportunidad para lle-gar a la meta. Esta es la actitud fun-damental contra la inmovilidad.Un caso real de alguien que se atre-vió a partir de cero guiado por unconvencimiento positivo y auténticofue el de Adam Shepard, estudianteestadounidense de 23 años. Shepardse planteó como reto trasladarse aotra ciudad del este de su país conapenas veinte dólares y unas cuan-tas cosas en una bolsa de deportecomo equipaje. Su objetivo era sub-sistir sin recurrir a contactos y sincontar con su titulación universita-ria. En un año tendría que estarestablecido: con vivienda, coche ydinero en el banco. Nada más llegar a la ciudad deCharleston, Adam se alojó en unlugar para indigentes, en el quepermaneció hasta el final de su reto(dos meses en total). Aprendió mucho de sus compañerosde casa. La primera semana trabajópor sueldos irrisorios y dignos deesclavitud para empresas que reco-gen voluntarios entre los indigen-

tes. Sus tareas eran sencillas, perofísicamente extenuantes.Con el poco dinero que logró reunirde esta manera, el estudiante pasósu siguiente semana buscando traba-jo: acabó encontrando un empleoestable en una empresa de mudan-zas. Su jornada laboral rozaba lasocho horas diarias y cobraba entreocho y diez dólares por hora.Partiendo de esa base y echandomano del sacrificio, de la austeridad,de compartir casa y de vestir ropausada, Adam logró realizar su meta.

La longanimidad y laresiliencia, o por qué lamariposa no necesita ayudapara nacer

Según el Diccionario de la RealAcademia, longanimidad es “gran-deza y constancia de ánimo en lasadversidades”. Se trata de un con-cepto que conviene aplicar en situa-ciones de crisis y que equivale acoraje. Según el filósofo AntonioMarina: “La valentía es una decisióny, cuando se prolonga, un hábito yuna virtud. No podemos dejar desentir miedo. Tan solo podemos noescuchar sus indicaciones si hayrazones para ello”. El valor supone,por tanto, no abandonar una buenay provechosa acción solamente por-que nos parezca complicada. En elánimo, el valor, la moral, el corajeo la longanimidad es donde reside laverdadera riqueza del ser humano.Una comparación con el mundo ani-mal sirve para ilustrar estas ideas.Como es sabido, el gusano de sedaconstruye un capullo para luego libe-rarse y renacer como mariposa trasla metamorfosis. El proceso de libe-ración es de lo más difícil, porque lacrisálida tiene que esforzarse sobre-manera con sus alas recién formadaspara romper la cáscara de seda quela ha protegido durante su transfor-

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mación. Cuando los científicos inten-taron abrir artificialmente el capullodesde el exterior para ver qué pasa-ba, las mariposas liberadas fueronincapaces de emprender el vuelo; nose pudieron alimentar y murieron,porque no podían ni sabían volar. Deesta prueba científica se desprendeque ese sobreesfuerzo y esa grancantidad de energía desplegada porlas mariposas para agrietar el capu-llo son necesarios para que estasconfíen luego en la fuerza de susalas. Sin embargo, si no pasan por laexperiencia de hacerlo de formaautónoma, no tienen ningún recuer-do ni sentido de seguridad.Este fenómeno recuerda mucho alas personas que tampoco se atre-ven a vivir su propia experiencia.Así, completar el periodo de duelodesencadenado por una grave crisiso una gran pérdida podría ser vistocomo la metamorfosis tras la cualnos liberaremos de la coraza dedolor que nos contenía, pero quelentamente ha ido cayendo en elejercicio del reconocimiento de lanueva realidad, de asumir el dolor,de encontrarle sentido y de consta-tar que, a pesar de todo, la vidamerece la pena ser vivida conentrega y gratitud. Si utilizamos lasalas de nuestro espíritu podremosvencer la cáscara de la angustia, latristeza y la desazón. En el mundo del cine, encontramosbuenos ejemplos de longanimidad ytransformación en las figuras deForrest Gump o de BenjaminButton, el niño que nace viejo ycomprende que lo más importantepara pasar por la vida es su estu-pendo fondo personal, más allá dela apariencia. Ambos personajesdan muestra, asimismo, de unaextraordinaria resiliencia (o capaci-dad para sobreponerse a adversida-des, pérdidas o a periodos de inten-so dolor emocional). Cuando unsujeto es capaz de hacerlo, se dice

que tiene resiliencia adecuada, ypuede sobreponerse a contratiem-pos o, incluso, resultar fortalecidopor ellos. En definitiva, en la pérdi-da hay ganancia. Perder puede serpositivo y deberíamos dedicar tiem-po a la crítica y a la autocrítica paradefinir lo que ganamos cuando apa-rentemente perdemos.

La importancia delsobreesfuerzo

Junto a la valentía, el esfuerzo esuna excelente virtud a condición deser un valor personal instrumental yno final. El esfuerzo como valorfinal supone una vida de trabajo sinfruto o satisfacción alguna, comonos recuerda el mito griego deSísifo. Sísifo hizo enfadar a los dio-ses con su astucia; como castigo,estos le condenaron a perder lavista y a empujar para siempre unpeñasco gigante montaña arribahasta la cima una y otra vez, quecaía siempre rodando hasta el valle.Por el contrario, el esfuerzo comovalor instrumental nos debe llevaral logro personal y colectivo. Sin élno puede haber crecimiento físico,mental, emocional o espiritual. Lamasa muscular, la empatía, la com-prensión y la inteligencia nacen porsobreesfuerzo: haciendo ejercicio,ascendiendo en nuestra exigencia,trabajando más y mejor, etc. Asícreamos nuevos escenarios, avanza-mos hacia una nueva cultura y nostransformamos.Además, en este sobreesfuerzotenemos que evitar cualquier gestode mal humor. El mal humor escomo la piedra más inservible. Eneste sentido, conviene tener enmente este dato: si gritáramos contodas nuestras fuerzas durante diezaños, produciríamos energía sonorapara calentar apenas una taza decafé. No vale la pena esforzarse en

gritar. Es mejor actuar y acompañarla acción con el tono necesario ocon un plácido silencio.

El pensamiento lleva a laconclusión, pero solo laemoción lleva a la acción

Muchas veces nos quedamos aparca-dos en el pensamiento. Discurrimos,contrastamos, reflexionamos, perono hacemos ni realizamos. Haygente que deja pasar la vida y agotasu tiempo:

Carguen, carguen, carguen… Sonlos que se escudan en un prepa-rativo continuo, en un planificarpermanente que acaba siendoestéril, sin hacer y sin siquieraplantearse que deben avanzarhacia una conclusión.

Apunten, apunten, apunten… Sonaquellos que aparentemente vana hacer algo, pero nunca se danpor satisfechos con los resultadosde su permanente análisis, queparece eterno y que cada vez lesconfunde más.

Fuego, fuego, fuego… Son los queactúan sin pensar. Estas personasse precipitan sin entender susacciones, por lo que se suelenarrepentir de ellas. Son quieneshacen sin prever las consecuen-cias de sus actos.

Una actuación completa y concretaexige todas nuestras capacidadeshumanas. Necesitamos las tres fasespara poder crear: pensar, analizar yhacer. La acción es nuestro granremedio contra la angustia: nos per-mite ser más libres y detener lacorrosión que produce el permanen-te dar vueltas a las preocupaciones.Existe una falsa idea de que unainformación exhaustiva nos ayuda a

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prevenir y a evitar un problema,cuando es la acción la que nosayuda a resolverlo. Hablar y anali-zar continuamente las malas noti-cias que genera la crisis solo contri-buye a elevar los niveles de adrena-lina y ofuscación. La acción puede ser un gran remediocontra la desesperación. Esto lomuestra el caso de Hugh Rienhoff,un padre desesperado ante la dolen-cia de su hija Beatrice, que sufreuna enfermedad genética sin diag-nosticar pese a haber pasado por losmejores médicos del mundo. Sindiagnóstico ni cura, su muerte erasegura. El padre desafió duranteaños los mecanismos burocráticosde la investigación genética paraidentificar, en el ático de su casa,tras miles de horas de estudio, unode los genes responsables del mal desu hija. Dedicó todo su tiempo ytoda su experiencia a indagar en elcódigo genético de Beatrice y aencontrar él solo la respuesta. Elático de su casa se convirtió en unimprovisado laboratorio de genéticadotado de equipos usados y descata-logados que había ido adquiriendo,bases de datos públicas que encon-tró en Internet y algún que otrodocumento y contacto de su etapade estudiante. Hugh no se rinde niha bajado la cabeza ante las opinio-nes de reputados médicos de todo elmundo. Tampoco ha cedido a laangustiosa idea general de que nohay salida para Beatrice. Hasta elmomento ha recopilado más deveinte mil pares de bases del ADN desu hija en papel, unos mil millonesde pares en su ordenador y no pier-de la esperanza.

Crisis y catarsis. Elrenacimiento inevitable o lamuerte por resignación

La crisis nos abre una maravillosa

oportunidad: protagonizar unacatarsis o purificación y despren-derse de lastres gracias a la adver-sidad. La crisis nos empuja a mirarcara a cara lo que nunca nos había-mos planteado, nos invita a aden-trarnos en las “zonas de sombra”que apartamos de nuestro plan devida. Es el momento idóneo parapreguntarnos cómo queremos vivir,cómo podemos vivir, si queremostener hijos, cuánto gastamos, cómonos transportamos, qué tipo de ocionos gusta, etc. Sin la crisis, quizá, no nos veríamosforzados a decidir. Es el aconteci-miento que nos obliga a replantear-nos estrategias de compromiso connosotros mismos y con los demás.La autosuficiencia, que tanto nosvende un modelo como el del sueñoamericano, ya no nos sirve.Necesitamos adoptar en nuestroimaginario social el concepto decooperación.En este sentido, la penuria nosremite a los valores esenciales.Volver a la esencia, básicamente,consiste en predicar con el ejemploy cumplir lo que prometemos. Endefinitiva, la crisis nos conduce auna catarsis que nos dota de algomuy necesario: la integridad. Podemos aprovechar la crisis parainvertir en aprendizaje social yemocional. Las personas serán másconscientes de sus emociones y lasociedad podrá evolucionar porquehabrá sufrido: todos padecemos ynecesitamos apoyarnos los unos enlos otros.

La necesidad de una visióncompartida o la preguntadel millón: ¿qué nos une?

Enfrentarnos a una situación críticao un conjunto de ellas es posibleúnicamente si formamos una piña,un todo potente, y si hablamos y

nos relacionamos para lograr enten-dernos.En este sentido, si los parches y lasmedidas políticas y económicas queestán llevando a cabo ciertos agen-tes sociales no nos conducen a esta-blecer una ética empresarial yfinanciera de aceptación global, enun futuro no tan lejano podemosesperar una crisis aún más arrasado-ra y vernos abocados al cambio porcompulsión. El momento presente es el tiempode trabajar en uno mismo siempremirando a los demás, teniéndolospresentes, negociando e interac-tuando con ellos. Cuantas másinteracciones con los demás, másriqueza material y espiritual obten-dremos. Ese es el principio de lasinergia. El mundo en el que vivimos necesi-tará cada vez más gente que sepaconvivir. Toda ruptura, física omental, de cosas o de personas,tiene su coste social y económico,que muchas veces es innecesario.De ahí la importancia y el granvalor estratégico de las personasque sepan escuchar, entender alotro y ayudar a que las posturas seacerquen. Para contrarrestar la frustración enlas relaciones y los sentimientos dedevaluación, rabia o culpabilidad,es preciso que nos concentremos enel desarrollo personal de un com-portamiento “nutritivo” basado enel aprecio, la capacidad y el respe-to. Ser nutritivo hace que quienesnos rodean se sientan valorados,capaces y queridos. Según Karl Albrecht, el autor dellibro Inteligencia social, las cincocaracterísticas que definen a unapersona nutritiva para los demásson las siguientes:

Ser capaz de captar y entenderlos comportamientos ajenos:tener conciencia de la situación.

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La buena crisis

Disponer de recursos verbales yno verbales que permiten unaóptima comunicación con el otro.

Ser honesto, abierto y auténtico.

Ser claro a la hora de expresar ytransmitir ideas y acciones.

Ser capaz de mostrar empatía, loque motiva la cooperación.

Crear es no copiar

La creatividad es el gran combusti-ble del cambio provechoso.Partiendo de lo mucho que nosbeneficia el efecto Pigmalión (elproceso por el que las creencias ylas expectativas que tenemos paracon nosotros mismos y los que nosrodean nos afecta de tal manera,que se acaban cumpliendo), pode-mos revertir esa sensación generalde miseria que percibimos a nuestroalrededor. Si sabemos que en la cri-sis de 1929 influyó el hecho de queuna multitud de personas estuvieraconvencida del hundimiento del sis-tema económico, no podemos per-mitir que nuestra angustia nos impi-da escalar peldaños. Seremos natu-ralmente creativos si nuestra con-fianza registra buenos índices y sinuestras expectativas son lo sufi-cientemente estimulantes y realis-tas para no hundirnos en el agobiode la imposibilidad. Es fundamentalque creamos y nos convenzamosque caminamos hacia el sol. Somoslos máximos responsables de cons-truir nuestra realidad.Esa construcción no puede existirsin la innovación; a su vez, la inno-vación en lo material no es posiblesin la innovación en nuestra almaindividual y colectiva. La psicologíainfluye enormemente en la econo-mía, y de ahora en adelante la inno-vación dependerá no solo del talen-

to, sino especialmente del talante ola actitud. Es necesario, por tanto,que seamos rebeldes, provocado-res, inconformistas, iconoclastas;que dejemos de lado el miedo,sacudamos la inercia y nos atreva-mos a ser lo que podemos llegar aser.

¿Crisis? ¡Oxitocina, porfavor!

En la década de los setenta se des-cubrió de manera casual que nues-tro complejo sistema de hormonases responsable de nuestro ánimo.Desde entonces el conocimiento delas endorfinas o las “hormonas de lafelicidad” ha supuesto una verdade-ra revolución en el tratamiento delas patologías mentales y otros tiposdel malestar emocional. El principal causante del malestaremocional es el estrés. El estrésemocional continuado daña el cere-bro, afecta al tamaño de sus estruc-turas, causa muerte celular ymerma las conexiones cerebrales.Al sentirnos presionados emocional-mente, el cerebro recibe cortisol,la hormona del estrés por excelen-cia, en dosis demasiado altas. Uncierto nivel de esta hormona puedeser bueno, porque nos prepara parala defensa, pero en grandes dosisnos angustia, cansa, despista ydeprime. En nuestro cerebro se da una dia-léctica entre las hormonas positivasy las negativas si se segregan enexceso. Las primeras, como la oxi-tocina o las endorfinas, nos hacensentir bien, mientras que las segun-das (adrenalina, noradrenalina, cor-tisol) nos producen malestar. El cor-tisol debilita el sistema inmunitarioy deteriora nuestras capacidadescognitivas, además de impedir queel cerebro se regenere con nuevasneuronas. Sentirse fatal produce,

además, adicción, porque nuestrocuerpo se acostumbra al ritmo quele impone el cortisol. Así, acabamosen una dinámica que nos complicala vida y nos crea sobrecarga. El doctor Juan Hitzig, profesor debiogerontología en la UniversidadMaimónides de Buenos Aires, ha ela-borado con estas evidencias cientí-ficas el llamado Alfabeto EmocionalSARD. Sus estudios de las personaslongevas y saludables demostraronque existe una conexión entre lamente y el cuerpo.Según Hitzig, cada pensamientogenera una emoción y cada emociónmoviliza un circuito hormonal quetendrá impacto en los cinco trillo-nes de células que forman el orga-nismo. Las conductas S (serenidad,silencio, sabiduría, sabor, sexo,sueño, sonrisa) promueven secre-ción de Serotonina, mientras quelas conductas R (resentimiento,rabia, rencor, reproche, resistencia,represión) facilitan la secreción decortisol, una hormona CoRRosivapara las células, que acelera elenvejecimiento.Las conductas S generan actitudesA: ánimo, amor, aprecio, amistad,acercamiento. Las R, por el contra-rio, originan actitudes D: depresión,desanimo, desesperación, desola-ción.Con solo aprender este simple alfa-beto emocional de cuatro letras(SARD) desde edades tempranas,podemos lograr que más gente vivamás tiempo y mejor. En consecuencia, debemos conver-tir la secreción de endorfinas ennuestra tarea para lograr el equili-brio y no sentirnos vencidos por elestrés, que nos limita. Las hormo-nas positivas son la única fuentesana de placer, lejos de sustanciasadictivas que nos conducen al peorde los pozos. La felicidad la lleva-mos incorporada: solo tenemos quedescubrir qué actividades disparan

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La buena crisis

el proceso oxitocínico, observandosimplemente lo que nos hace sentirbien y cuyos efectos secundariosnos hacen sentir aún mejor.

Conclusión: las diez clavesde la “(r)evolución”

Una síntesis de las principales ideaspresentadas en este libro, que nospuede ayudar a sacar jugo a la cri-sis, la tenemos en el siguiente decá-logo:

Crisis es vida. Si no vivimossituaciones críticas, es que esta-mos muertos. Debemos celebrarque podemos contarlo y seguirremando.

Aprendamos a relativizar. Loque ahora nos parece terrible,quizá sea una bendición mañana.Conviene que tomemos distanciay veamos qué lecciones y oportu-nidades nos ofrece la crisis parapoder aprovecharlas.

Debemos entregarnos al cambioy transformarnos. El cambioviene de fuera hacia dentro, latransformación va de dentrohacia fuera. El primero es efíme-ro; la segunda, estable.

Aprendamos a progresar con la

crisis, a cuestionar y a cuestio-narnos por el bien común.Hemos de desarrollar nuestracapacidad crítica y nuestro crite-rio. No debemos conformarnoscon la resignación y el miedo,sino luchar, sobreesforzarnos,entregarnos y cooperar para cre-cer haciendo crecer a los demás.

Aprendamos a crear y pensar demanera diferente. Hemos deaprovechar el nuevo escenariopara reinventar nuestros hábitosy patrones de conducta.Conviene que desafiemos la ruti-na, rompamos la inercia, demosla vuelta a nuestro mundo y sea-mos rebeldes constructivos.

Si queremos superar la crisis,hemos de superarnos a nosotrosmismos en cada instante.Debemos convertirla en el des-afío que nos lleva a extraer lomejor de nosotros mismos encada momento.

Cultivemos el optimismo y laconfianza basada en la realidad.Es mejor dejar de hablar de fan-tasmas o amenazas y actuar en larealidad, dando siempre lo mejorde nosotros mismos. El destino esaquello que nos sucederá segurosi no hacemos nada para evitarlo.

Cooperemos y seamos íntegros.Solo si cumplimos lo que prome-temos y predicamos con el ejem-plo seremos de confianza, y úni-camente siendo de confianzaseremos capaces de generar elcompromiso en los demás.

Hemos de encontrar un sentidoa nuestro dolor. Tenemos quevivir el duelo por lo que hayamosperdido, no es bueno negarlo.Pero podemos quedarnos con lobueno del pasado, agradecerlo yhacer que esa gratitud crezca ennosotros y se convierta en un donque podremos entregar a losdemás para que sus duelos seanmás soportables y sus vidas,mejores y más bellas.

Amemos y hagamos. Si la vidatiene sentido es por el amor y porlo que este genera: belleza, ver-dad, calidad, bienestar, plenitud,alegría, felicidad y todo lo mejorque podemos vivir. Hemos deconvertirnos, en lo personal y enlo colectivo, en una fuente deli-beradamente consciente y activade todo ello. La crisis es muchamenos crisis si amamos y nossabemos amados.

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