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La ausencia de lo que el objeto trae: Contrasentido de los procesos de significación 1 Felipe Gálvez Sánchez 2 El estatuto de la interpretación No sólo la declaración de la filosofía del lenguaje en sí, sino además el giro lingüístico y sus derivados (algunos más rigurosos, otros no tanto), han permitido un aumento progresivo y hasta irreflexivo, de lo que podríamos llamar una sobre epistemologización, donde se toma atención excesiva a la posición del observador, a la dimensión del lenguaje que tiene particular adscripción (afecto) al significado. Esto se ha mostrado particularmente en las Ciencias Sociales, véase fenómenos asociados al constructivismo (von Foerster), construccionismo social (Gergen), socio construccionismo (Ibáñez), constructivismo social (Guidens) y varios otras perspectivas con especial atención a la construcción de la realidad, pero también en disciplinas afines, como la literatura, la teoría del arte, la estética y por cierto, la disciplina misma. Es ineludible el reconocimiento que este giro ha tenido fuertes implicancias en la consideración de que un fenómeno tenga otras dimensiones globales, pudiendo tener cabida las tensiones relacionadas con lo ético y político, que por cierto son siempre bienvenidas. Se trató entonces de un giro lingüístico, pero también un giro ético-político. La atención sobre el lenguaje en tanto proceso de significación generaron el caldo de cultivo para modelos comprensivos que figuran sobre todo desde los años ’90 y que de uno u otro modo adscribirán a una primacía de la narración. El 1 Ensayo a propósito del seminario Poema, materia y experiencia. A cargo del Profesor: Miguel Ruiz Stull. Doctorado en Filosofía con mención en estética y Teoría el Arte, Universidad de Chile, 2013. 2 Académico Departamento de Psicología, Universidad de Chile. Correo electrónico: [email protected]

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La ausencia de lo que el objeto trae: Contrasentido de los procesos de significacin

Felipe Glvez Snchez

El estatuto de la interpretacin

No slo la declaracin de la filosofa del lenguaje en s, sino adems el giro lingstico y sus derivados (algunos ms rigurosos, otros no tanto), han permitido un aumento progresivo y hasta irreflexivo, de lo que podramos llamar una sobre epistemologizacin, donde se toma atencin excesiva a la posicin del observador, a la dimensin del lenguaje que tiene particular adscripcin (afecto) al significado. Esto se ha mostrado particularmente en las Ciencias Sociales, vase fenmenos asociados al constructivismo (von Foerster), construccionismo social (Gergen), socio construccionismo (Ibez), constructivismo social (Guidens) y varios otras perspectivas con especial atencin a la construccin de la realidad, pero tambin en disciplinas afines, como la literatura, la teora del arte, la esttica y por cierto, la disciplina misma. Es ineludible el reconocimiento que este giro ha tenido fuertes implicancias en la consideracin de que un fenmeno tenga otras dimensiones globales, pudiendo tener cabida las tensiones relacionadas con lo tico y poltico, que por cierto son siempre bienvenidas. Se trat entonces de un giro lingstico, pero tambin un giro tico-poltico. La atencin sobre el lenguaje en tanto proceso de significacin generaron el caldo de cultivo para modelos comprensivos que figuran sobre todo desde los aos 90 y que de uno u otro modo adscribirn a una primaca de la narracin. El lenguaje adquiere un carcter textual y la misma metfora de la vida como un texto, hacen posible el reinado de la narrativa. El caso de psicoanlisis debiera ser considerado de manera apartada (y para efectos del argumento de este texto en particular), pues bien sabemos que su adoracin por la interpretacin obedece a otros registros an ms ortodoxos respecto del tratamiento al lenguaje. A este respecto Lacan, en su texto La direccin de la cura y los principios de su poder, mantiene el estatuto de la interpretacin pero a travs de lo que denomina como una precisin de la formalizacin conceptual, es decir, en estrecha ligazn con la razn, pero tambin con la tica (Lacan, 1980). La formalizacin conceptual slo ocurre a un nivel meta en el lenguaje, pero esta vez teniendo siempre presente la presencia del inconsciente entre los elementos a los cuales se puede atribuir poder de significacin. No slo se tena instalado desde mucho antes este inters y espacio destinado a la interpretacin (en tanto teora y prctica, ms aun entendiendo la interpretacin como herramienta de cura), sino que adems tendra, desde esta perspectiva, un poder constituyente, pues la interpretacin hace posible y construye un sujeto, el sujeto de la interpretacin y ese sujeto construye una subjetividad. La lectura de Freud que hace Lacan y luego la lectura que hacen los lacanianos contemporneos, contribuyen de manera importante hacia la narrativizacin de las prcticas, pero desde una nocin del lenguaje que ve el entrampe al individuo ms que su liberacin.La interpretacin analtica no tiene reparos (epistemolgicos, ni filosficos) en plantearse como una funcin del descifrar. Este desciframiento es similar al trabajo que se opera sobre un criptograma, el cual slo estara completo cuando se trata de lenguas muertas o que de alguna manera no sufrirn variaciones importantes en su estructura, de otra forma los cdigos no tendran la estabilidad suficiente. El inconsciente resulta clave al proporcionar el material en el que ms tarde residir el significante. Es la estructura del lenguaje la que hace posible la operacin de lectura, pero seran dos modalidades bien diferenciadas, en relacin al tratamiento de la relacin y las diferencias entre significado y significante, a saber: Por una parte la transposicin (deslizamiento del significado bajo el significante, la metonimia) y la condensacin (sobre imposicin de los significantes, en desmedro del significado, la metfora). El trabajo analtico estara no slo en la revisin de las eventuales diacronas de las repeticiones inconscientes, sino que adems en una revisin al pie de la letra, en todo lo que literalmente esto concierne (Lacan, 1957).

La tradicin ya instalada del psicoanlisis, pero ahora bien conjugado con una perspectiva relacional crtica, permiten que exista un encuentro en la base que ofrece la filosofa del lenguaje, as se instala la primaca de la narracin y el estatuto de la interpretacin. Esto no ocurre exento de crticas (Parker, 1999; Parker 2007; Gergen, K., 1998), se producen diferentes instalaciones de modalidades y dispositivos que ahora, en una suerte de desprecio al estructuralismo, se promueven como novedosas y transformadoras de prcticas que van desde la Educacin hasta los tratamientos psicopatolgicos en clnica, pasando por el teatro, la antropologa cultural y otras disciplinas que en sus prcticas operan con esta mayor atencin sobre los procesos de significacin. Asimismo comienzan a operar, particularmente en la metodologa de la investigacin y en la crtica literaria como percibiendo esta primaca del significado- algunas modalidades que intentan recuperar el valor del discurso y quitarle espacio al contenido, o dicho de otro modo, recuperar el trabajo en torno al sentido, en trminos de anlisis textual, apelando a nociones de orden materialista, pero no estructuralista. Estas prcticas crticas podran caber todas quizs dentro de la lgica del deconstruccionismo de Derrida (aunque tambin estn en la base de la crtica del poder de Foucault y el anlisis de la condicin posmoderna de Lyotard, asociados al carcter ms ampliamente poltico), pero es tambin necesario reconocer que ni la deconstruccin podra desmantelar la dimensin significativa que trae el lenguaje, es decir, entendiendo los mtodos deconstructivos como un esfuerzo por la des-sedimentacin, pues tampoco a travs de ellos se podra decir que se escapa a la importancia que suele darse al estatuto del significado y consecuentemente a ello, la posibilidad (necesidad) de interpretar. Se requerira para ello una modalidad de lectura a travs de la cual, cualquier atisbo de significacin debiera ser desbaratado, por ejemplo, atendiendo a lo que tcnicamente seran entendidos como Rasgos suprasegmentales. Sigue habiendo sustancia, pero se intenta cambiar la sustancia por otra cosa, que vendra a proporcionarla la interpretacin.

As como la narratividad, la significacin y la interpretacin, cada una en sus correspondientes niveles, contribuyen a oscurar el sentido, tambin lo hace, a favor, de la idea. Todo acto interpretativo renace pronto en una idea que puede llegar a ser ms importante, bajo ciertas condiciones polticas, que la materia misma. La propia actividad del genio procede por una idea, pero el problema estara situado en las condiciones mismas de una idea, sino en cmo esta se presenta. Una idea que se presenta a modo de lectura de la realidad va promoviendo un orden, una regulacin, en definitiva, se ofrece como el origen de una determinacin. Una idea racional, en esta lnea, est presentada como un concepto sin intuicin (si adems incorporara el conocimiento, entonces habra un inters por declarar a la cosa en s a la cual se refiere), se tratara de un movimiento de la subjetividad que apunta hacia lo objetivo. Una idea esttica en cambio sera ms bien una intuicin sin concepto, igualmente un movimiento de la subjetividad pero que tiene en s, el deseo de mantenerse erguido como tal. El afn de atribuir significado contrasta con la modalidad de establecer hiptesis o ideas que refieren al texto (o la cosa misma). El trabajo de hipotetizacin tiene ms sentido para quien lo realiza que para re-presentar el texto (lejos del uso tradicional del concepto hiptesis del mtodo cientfico). Si bien, en cualquier caso, se produce inevitablemente una idea, el punto estara en cmo sta se propone en tanto posibilidad, enunciado, discutible. Un poema puede dar cuenta de esta posibilidad y la posibilidad de aproximarse a la narracin en modo potico es tambin una puerta de salida. Hemos podido comprobar (el trabajo de Huidobro es una muestra de ello) que hay diferentes formas de conjugar tres dimensiones del campo de lo potico: Experimentacin lingstica - Materia potica - Materia lingstica. En el caso del poema, que tiene una cierta autoreferencia, en tanto se dirige a s mismo dicho de otro modo se tiene que el poema mismo est siendo interpelado por la poesa-, el poeta lleva a cabo un esbozo (llamado hypotiposis) y no slo, sino que el operar a travs de esbozos es la modalidad de creacin. El poema no es una representacin de la realidad, sino ms bien la excede. Al ser una hypotiposis es tambin una propuesta. Los smbolos que han sido cuidadosamente escogidos son tambin un bosquejo de lo que se quiere expresar y no la expresin definitiva. El hecho de que sea propuesta y que por tanto no est acabado, supone la presencia de la multiplicidad. Lo que permite completar el esbozo (hipotiposis) es el diferencial (que bien podra ser un formante). La conjugacin entre la hipotiposis y sus diferenciales permiten un grado de inteligibilidad del smbolo. Kant ha planteado antes en el pargrafo 59 un proceder respecto de nuestro inters por mostrar la realidad, donde estaran los conceptos empricos (ejemplos) y los conceptos puros del entendimiento (esquemas), si ms all de esto, en vez de proceder por hypotiposis se pide a la realidad objetiva que se muestre, entonces en palabras del autor, se cae en un imposible porque no existira modo de llegar a una intuicin que lo logre. A este respecto el operar a modo de hipotiposis, aparece como un nico posible, pero, a saber, muy diferente del hipotetizar o del interpretar.Toda hipotiposis (presentacin, subiectio sub abspectum), como sensibilizacin, es doble, o bien esquemtica, cuando a un concepto que el entendimiento aprehende le es dada a priori la intuicin correspondiente; o bien simblica, cuando bajo un concepto que slo la razn puede pensar, y al que ninguna intuicin sensible puede serle adecuada, se pone una tal a cuyo propsito el procedimiento de la facultad de juzgar coincide de modo meramente analgico con aquel que esta observa en la esquematizacin, es decir, coincide con l simplemente segn la regla del proceder, y no segn la intuicin misma y, por tanto, simplemente segn la forma de la reflexin y no segn el contenido. (Kant, 1992 trad. Oyarzn P59, pg. 302)El proceder de la hipotiposis es derechamente una construccin a modo de propuesta, mientras que la interpretacin sera un intento de relectura o proporcionamiento de significado a una fraccin de la realidad que ya lo dispone (y en grandes cantidades segn rige la multiplicidad que lo implica).

La primaca de la narracin, enfoque y narrativizacin de la clnicaParticularmente a fines de los aos 80 y sobre todo a principios de los 90 se empieza conformar entonces, en las Ciencias Sociales, una serie de procesos y procedimientos en variadas disciplinas que bien podran conjugarse en lo que se acostumbra a llamar como una revolucin narrativa. La ausencia de una perspectiva poltica, ausencia muy propia de la alecaida dcada de los 80 y la instalacin de una serie de procesos globales (vase grandes movimientos como la guerra fra, la instalacin de los bandos USA v/s URSS; el estructuralismo en las ciencias humanas, entre otros) da cabida a una posicin terico crtica que tiene presente el anlisis del poder. (Bertrando, Toffanetti, 2004). Varios de los planteamientos se transformarn de ser perspectivas narrativas a modelos narrativos y traern consigo una recuperacin del discurso que Michel Foucault haba llevado adelante dos decenios antes (Foucault, 1971, 1976, 1994). El pensamiento narrativo se liga a la crtica de la poltica y de las formas de poder, lo que representa un indudable, aunque tardo, enriquecimiento para las ciencias sociales. Sintoniza adems con todo el movimiento antipsiquitrico que traa la crtica europea liderada por Basaglia, desde 1967. De perspectiva a modelo; de crtica a teora; de pensamiento a mtodo; as se va instalando Lo narrativo, como una modalidad que abarca diferentes niveles jerrquicos conceptuales, de una forma epigentica, es decir conservado algunos asuntos implcitos, aunque no puedan ser dichos. Este favoritismo por la narratividad, en primer trmino, se traducir en una atencin por la narracin y su componente bsico: luego, correspondientemente al giro lingstico y la mencionada sobreepistemologizacin, en un favoritismo por la interpretacin y la atribucin de significados. Lo que antes tena toda la atencin y se intentaba modificar, era la estructura, el mtodo estaba representado por una estrategia definida. Lo que ahora tiene toda la atencin son los significados y el mtodo es claramente la interpretacin.La narrativa prospera tambin en los Estados Unidos y en Gran Bretaa, aunque con xitos bastante diferentes. En Estados Unidos es acogido como una nueva ideologa, sustituyndola sin lugar a dudas al concepto de ciberntica que antes operaba para varias disciplinas; los ingleses no hacen ms que introducirla en el contenedor eclctico, asimilndola a la prctica psicoanaltica y sistmica, segn determina la tradicin nacional (Pocock, 1995). En el resto de Europa, algunas disciplinas incorporan una cuota cada vez mayor de elementos narrativos, que se transforman en dominantes sobre todo en Escandinavia y Holanda. Francia comienza a superar el propio aislamiento nacionalista, marcado por una filosofa autnoma y dominante (Bertrando, Toffanetti, 2004).La idea bsica de lo narrativo (y que se vuelve tan invitante al ejercicio hermenutico) es el concebir que se puede objetivar las experiencias de las personas en formas de historias y que, como tales, pueden ser reescritas. Esta reescritura es fruto de una nueva interpretacin, pero es tambin un proceso de cura y/o teraputico. Probablemente para la teora literaria esto no representa gran novedad, pero para las Ciencias Sociales y en especial para la psicologa, se inicia una dcada en la cual reinar la consideracin de un funcionamiento psquico del individuo que ya no est basado en la estructura consciente/inconsciente, sino que se produce en trminos narrativos, estando inspiradas las narraciones por esa experiencia de amor y desamor cuyo resultado es la nutricin relacional. Es decir, el valor de lo relacional, permite sostener una ideologa que pone a la narracin como constitutiva y constituyente. Algunas narraciones, aquellas en las que el sujeto se reconoce a s mismo y apenas acepta transacciones, constituyen la identidad, que sera el ncleo duro de la personalidad individual. La experiencia humana por su parte es siempre ambigua y rica de significados, por lo cual no sera lcito definirla e interpretarla a priori y hermenuticamente sobre la base de una pauta terica y rgida, pero ese mismo fantasma es el que presentificar luego, cuando este mismo movimiento narrativo (como veremos ms adelante) tambin tiende hacia la tecnificacin como proceso para la re-significacin.Nudos crticos de lo narrativo: el tecnicismo y los problemas del significado

Una aproximacin narrativa contiene en s el supuesto de que se puede llegar a un imaginario global, pero textual (escribible y describible), a travs del cual se da tambin cuenta de la cultura, es decir, se asume la posibilidad de que una narracin de un sujeto por ejemplo- logra una especie de conjuncin entre aquello que el sujeto relata y lo que no es su relato, pero tambin configura su narracin. Incluso se podra llegar a pensar que la narracin incluira aquello que no est pudiendo ser dicho, aquello que est editado, aquello a lo cual los discursos culturales no le permiten ni siquiera arribar. No se trata del resto, en trminos derridianos, pero s podra ser lo forcluido (Lacan, 1980), lo no dicho (Bertrando, 1998) o derechamente aquello que est en la cultura en trminos freudianos. Esta pretensin convertira a la narracin en una suerte de articulacin integral, que escapa a la autora (individual) del sujeto y que se relaciona con el colectivo que forma parte del medio del sujeto. Lo narrativo no slo estara marcadamente en el lugar de la significacin, sino que adems tendra esta pretensin de globalidad para exceder al propio autor de la narracin. La nica forma de escapar a la crtica construccionista que se tiene frente a lo narrativo, sera entonces atribuirle a la narracin la posibilidad de contener lo relacional en todo sus trminos, gracias a esta incorporacin de la cultura en su complejidad. El punto, sin embargo, es que lo que constituye a la narracin, como materia prima, al menos en las consideraciones ms clsicas (cosa que plantean casi todos los defensores del enfoque narrativo), es el poder de la significacin, en tanto descripcin, relato, racconto, etc., ms que como resultante de un proceso cultural. Si todo sujeto es expresin de la cultura (cuestin que es difcil de cuestionar) no podemos a partir de ello pensar que toda narracin es representacin cultural, o mejor an, es tentativa de representacin y precisamente por ello, permanece en el territorio del significado, lejos del sentido.

La ausencia de lo que el objeto trae estara primero en la escasa consideracin de la cosa (el objeto) en el decir del sujeto, una suerte de desaparicin de la palabra misma, que tiene una cierta materialidad, ms all de su fontica inclusive. Esta pobre consideracin es reemplazada por la sobre valoracin de quien lleva a cabo la distincin: el sujeto. Si en primera instancia el objeto es poco visto, menos podramos decir entonces, en segunda instancia, que se le dar importancia a lo que dicho objeto trae, es decir, su propia materialidad. Son compatibles perspectivas que se adecuaron a un giro epistemolgico, perspectiva de segundo orden, filosofa del lenguaje y otras, con la mantencin del materialismo a la base? Pues bien, ah pudiera encontrarse un nodo conflictivo que indicara una cierta inconsistencia, que de todas formas no es tal, porque la necesidad de atender a una operacin de distincin, respecto de un aproximarse a un objeto, no desmiente la existencia de ese objeto mismo, ni menos an su materialidad, slo la pone en discusin para develar el aspecto tico poltico involucrado en dicha aproximacin.

La nefasta consecuencia de atender de manera exhaustiva y encarcelada en los significados, es que esta perspectiva trae consigo un intenso aprecio por la tcnica que haga posible el uso de los mismos. Es decir, no tendra lgica desarrollar teoras de la significacin, si no estuvieran asociados a un mtodo que recoge dicha significacin y, posteriormente, algn tipo de enfrentamiento a estas atribuciones. En cualquier caso, si se tiene una atencin a un producto, como sucede con la interpretacin, pues entonces es altamente comprensible que se genere un inters por los mecanismos que hacen posible esa produccin, tanto para comprenderlo de manera cabal como para mejorar inclusive los modos de produccin. Esto es lo que se traduce luego en una atencin sobre los dispositivos tcnicos y tcticos, que se han ido purificando en las diversas disciplinas, que estn muy lejanos hoy de la metdica de la interpretacin de los sueos por ejemplo, pero que de alguna manera exigen manualizacin y difusin. Particularmente los modelos que adscriben a una lgica narrativa, terminan por manualizar de uno u otro modo, procedimientos a travs de los cuales se trabajan significados, se sistematizan, se externalizan, se vinculan y varias otras prcticas que permiten hablar de modelos narrativos. Este modelamiento entra en tensin con la propia teorizacin que se tiene respecto de la narracin (siempre en proceso, siempre en conflicto, nunca definitiva), pero a la cual se puede acceder metodolgicamente (a travs de un cierto tipo de elicitacin del texto, preguntas, esquemas; e incluso a travs de programas de sistematizacin y anlisis textual, vase Atlas Ti y otros software pertenecientes al mundo interpretativo).Al deseo de tecnificar, lo que convierte a los modelos en replicadores de antiguas prcticas, de corte ms bien cognitivo, se suma tambin un intenso amor por la historia y por la historizacin, donde ambas estn al servicio de atribuir significado en base a estos datos que aportara la historia. La interpretacin es histrica, como la constitucin del sujeto mismo, pero las condiciones de posibilidad de ese sujeto no son (o no debieran ser consideradas) como justificadas en la historia a la cual pertenece, de la misma forma que su produccin textual es histrica pero no determinada por ella. La historia como suma de hechos y la historizacin como suma de hechos conjugada con condicionantes contextuales, distan muchsimo de un ejercicio genealgico, para lo cual se requiere tiempo, cuestin que la articulacin histrica facilista no necesitara si se dispone de algunos datos de base, que se asumen por otro lado como supuestos de la realidad.La visin narrativa adems podra llevarnos as hacia una perspectiva individualista ms que relacional, de corte constructivista y radical. En otras palabras, el individuo al ser el narrador principal y creador de sus propios relatos- es visto como punto de partida de las relaciones, ms que como inscrito en ellas e inescindible de ellas. De alguna manera se privilegia el aspecto personal, sobre el relacional, al contar con un autor de la propia historia. Es ms, el individuo es poseedor de la experiencia (monolgica) precedente, la cual estara en una especie de dilogo interior, siendo esto luego materia de las nuevas narraciones.

Criticar la significacin es abrir la posibilidad al sentido. Quitar relevancia a la actividad hermenutica es dar lugar al sentido. No se puede entrar hermenuticamente, porque no tenemos el cdigo. Lo que convierte a la hermenutica en un imposible, es la facticidad del lenguaje (que recupera la nocin de materialismo). La creacin de una idea que descifra llega siempre tarde respecto de aquella facticidad. No hay, por otro lado, estructura sintctica que tenga privilegio sobre la otra para llegar a un estatuto de verdad, por ende se trata siempre de un ejercicio de prueba y no de una re-presentacin. Mientras el significado se asume como aquello que pueden traer consigo las palabras, el sentido es el que recorre las palabras. Estas palabras, en el campo del lenguaje, tienen ya demasiada carga y por ende el ejercicio de significacin opera a favor del infinito que ya dispone. El sentido, como veremos, opera en cambio por sustraccin. Correspondera esto a un formato por medio del cual, se quita aquello que es el caso, lo particular a una generalidad que ya contiene lo singular en potencia. Es esta sustraccin, deconstruccin si se quiere, es la que est operando en contra de las determinaciones, est derechamente deshaciendo determinaciones instaladas (tal como la sustraccin es en el esculpir una modalidad de desencajar parte de la obra misma, a diferencia de la pintura que es sobreponer) -Para qu?- para dar paso a la singularidad como resultante. Gracias a ello, la singularidad estar y se ubicar en el por-venir.

El + (ms) del campo, que es extensivo, abierto, inabordable en cierto sentido, supone la operacin del (menos) como para poder precipitar, se deben deshacer los procesos de cristalizacin (Kant p 58). La sustancia entonces deviene proceso, un proceso que siendo material, produce sentido. El cristal se rompe y se puede entonces precipitar. El creacionismo, que aparece como un interesantsimo ejemplo (o muestra) de una fuga del significado, del interpretacionismo y de la narratividad, implicar determinar un mecanismo productivo que supone un proceso, el proceso a su vez supone la presencia de determinado material, siendo este material estrictamente lingstico. Este material lingstico opera como una emulacin, no es una imitacin, no es una replicacin, no es tampoco una simple expresin, sino que es una emulacin, un proceso productivo. El sentido para que tenga lugar de aparecer tiene que haber espacio que lo libera la anulacin del excesivo significado, esto tambin es una operacin de sustraccin. Gracias a que hay una retirada del significado, la sustancia deviene proceso y el proceso deviene sentido. El sentido no es el sentido de las cosas (pues ste ya ha sufrido cambios) es un sentido que ha sido producido. El nico sentido que tiene la materia, a priori, es su propia transformacin y la relacin que podemos establecer con ello es slo permitir esta modificacin. En esta lnea la significacin (y por ello se atiende de manera crtica en este texto) opera limitando dicha propiedad de modificacin que tiene el sentido de las cosas, limitando por cierto nuestra reflexin. El mismo lenguaje presenta una materia que es posible ser interrogada por la misma propiedad que el lenguaje tiene. Puedo poner en figura algo que el lenguaje tiene, transformo en un smbolo algo que no tiene concepto. Esto ocurre al momento de relacionarse con un poema, pero no, lamentablemente, cuando escucho el relato de un sujeto. Es una posibilidad de salvacin relacionarse con la narracin de la misma manera que me relaciono con un poema? Y por qu no? si ya hemos aceptado que la experiencia clnica es tambin una manifestacin, as como poltica, potica. La produccin de sentido no est en la invencin de un concepto asociado a la materia (pues eso sera nuevamente significacin) sino un sentido que lo da el propio sonido de la materia. Entran en juego nuevamente los rasgos suprasegmentales para el caso de Huidobro o los aspectos afectivos para el caso de Derrida (Mallarm) y as otros mtodos anti-significantes. En la lgica de Mallarm (Derrida, 1974), tambin habra de parte del autor y su propuesta, un intento de escapar del acoso de la significacin, puesto en la literatura y con intenciones de transformacin.Un texto est hecho para prescindir de referencias. De referencias a la cosa misma, como veremos; de referencias al autor, que slo consigna en l su desaparicin. Esta desaparicin est activamente inscrita en el texto, no constituye un accidente del mismo sino, ms bien, su naturaleza; marca la firma con una incesante omisin. El libro se describe a menudo como una tumba. (Derrida, 1974. Pg. 61) El paso del libro al texto constituye la clave para diferenciar realidad de posibilidad, donde por lo dems realidad no es atendible con total garanta. Este paso permite reestablecer el encuentro entre pensamiento y poesa. El cambio estara en el considerar el texto como un entrecruzamiento de sentidos, sin pretensin de totalidad (Prez, E., 2003). Esta no pretensin implica que no hay una justificacin para que la significacin acerque a la materialidad del texto hacia una totalidad. Sin interpretacin narrativa el texto permanece en sus cruces de sentido (y tambin en sus propios mrgenes) quizs tambin haciendo justamente un desprecio hacia la posibilidad de totalizar por medio de su operar.Si asumimos y defendemos la riqueza inagotable de una palabra, mal podramos interpretar (de nuevo) a Derrida como quien promueve la decisin a favor de una suspensin del sentido. Todo lo contrario promueve la idea de paralizarse frente a la exigencia del acto interpretativo, evitando el juego de la sintaxis en el que nos encontramos. De qu queremos escapar? De la decisin que va a favor de la significacin, pues si as ocurre, no hay ningn lugar para el sentido. Lo que permitira el sentido sera justamente su presencia, que garantiza lo indecibidble que es la atribucin, que est puesta como posibilidad. En el momento en que la interpretacin adquiere el carcter de decisin, entonces no hay lugar para el sentido y estamos en lo que el texto quiere decir (Derrida, 1974).

Por otra parte, no hay nada en la naturaleza que nosotros pudiramos atribuir como un fin esttico, es el propio sujeto el que se proyecta y lleva a cabo un como s existiera un fin a travs de su inevitable acercamiento interpretativo. Nuevamente el problema no estara (y esa es la crtica que se hace explcita) en el abordaje significante que lleva a cabo el sujeto, sino ms bien en el estatuto de lo real que se le atribuye a la interpretacin, incluso llegando a atribuir dicha condicin de finalidad a la naturaleza misma. Al respecto Kant sostiene

Por el contrario, a esta suposicin so slo se opone la razn por sus mximas de prevenir por doquier, en lo posible, la innecesaria multiplicacin de los principios, sino que la naturaleza muestra en sus formaciones libres, por todas partes, tanta proclividad mecnica a la generacin de formas que parecieran estar hechas para el uso esttico de nuestra facultad de juzgar, sin entregar el menor fundamento para la conjetura de que se requiera de algo ms que su mecanismo simplemente como naturaleza, de acuerdo con lo cual estas formas, aun sin idea alguna que estuviese en su fundamente puedan ser conformes a fin para nuestro enjuiciamiento. . (Kant, 1992 trad. Oyarzn P58, pg. 298)Esta proclividad mecnica, a la que hace referencia Kant, podra ayudar a comprender la infinitud y excesiva libertad en la cual se basa la interpretacin (la atencin sobre los significados y por consecuencia, a las narrativas), pues la naturaleza, en sus mltiples expresiones y contingencia, tiene formas que parecieran estar ah, dispuestas, para ser interpretadas. Olvidar que slo parecen estar ah y dar por sentado que es una muestra dis-puesta para la atribucin, provoca la irreflexiva distancia con el sentido mismo de la naturaleza, que en vez de dispuesta, est ah mostrndose, pero destinada para la infinita contemplacin. La crtica se hace an ms necesaria al momento de referir el argumento, ya no al anlisis de un solo texto, o de un poema, sino al particular decir de un sujeto. Como ha sido planteado anteriormente, al relato, que articulado, va constituyendo una narrativa que se asume tambin como cultural, contingente, circunscrita al medio en el que aquel sujeto se desenvuelve. Si lo que se quiere es dar una interpretacin a este relato, entonces habra que acercarse comprensivamente al sujeto, a su intencin tras el texto, al menos as viene descrito en los mtodos hermenuticos. Entraran en juego sus motivaciones emergentes, incluso todo aquello que rodea al sujeto (aun teniendo presente lo imposible de esta tarea). Es quizs esta misma limitante -acceder a toda la intencin detrs del texto- lo que abre la posibilidad de reconocer entonces al intrprete y su propio contexto, como condicionantes de su ejercicio de significacin. Un sujeto en el enfrentamiento de otro sujeto al cual no puede acceder. La hermenutica supuestamente incorpora a texto y lector en un proceso permanente de apertura y reconocimiento, se autodefine como un ejercicio dialctico entre ambos sujetos, dejando de lado (entonces) la materialidad del objeto. Esto es a lo menos problemtico, ya que la posibilidad de interpretar estara dada por la imposibilidad de llevar a cabo el ejercicio hermenutico. La tensin aparece precisamente cuando los dispositivos para llevar a cabo este ejercicio, dan total prioridad a las condicionantes del sistema observante, sus propias capacidades y, sobre todo, sus limitaciones. El texto discurre sin que pueda relacionarme realmente con l y por consecuencia termino atrapado en mis propias conclusiones de mis distinciones. La investigacin es siempre referida a m mismo y siempre da cuenta ms de m que de aquello que investigo. No es esto una lgica aceptable desde dnde se site alguna atencin por el sentido, porque si as fuese, la forma de acercamiento a un texto sera siempre una suerte de replicacin imprecisa, en el marco de una aproximacin que adscribe a un constructivismo antimaterialista y que deja al lector (intrprete) en una condicin de responsable, autor, como si se estuviera siempre relacionando con un objeto, un sujeto, una vida, sin materia. Si lo que se est criticando entonces es la replicacin o el intento irreflexivo de re-presentacin, entonces A qu atendemos cuando decimos que estamos operando una modalidad a favor del sentido? Pues aqu cabe recuperar la emulacin, cuestin que ya haba sido mencionada recientemente. Se ha establecido ya, que se trata de un proceso productivo, como tal es un proceso que requiere como condicin bsica- de tiempo. Esto no es casual pues la variable temporal implica adems que se trate precisamente de un procedimiento y no de un episodio. La emulacin (emulatio) junto con ser un proceso ms creativo que la sencilla imitacin, es tambin una manera de enfrentar la necesidad de generar nuevas condiciones para la produccin. Estas condiciones no son generalizables, sino que la emulatio, en la creacin de su nuevo mundo, se tiene que las reglas son las que le satisfacen a la obra en particular, es la regularidad de la propia obra, que se vuelve absoluta, toma el poder exteriorizador de la naturaleza y crea otra realidad. Esto nuevo, recientemente creado por el artista, es aquello que interesar a la esttica y la teora del arte, por ende es materia de la disciplina; el equilibro que se puede generar entre el sistema que produce y la tcnica con la cual produce constituye en cambio el estilo; por ltimo, el hecho de que predomine un factor (entre sistema y tcnica) da como resultado la manera. La obra deviene en cosa (algo objetivo) y su materialidad aparece como incuestionable. Teniendo entonces estas condiciones, sobre todo el asumir la materialidad de la obra, se puede recurrir a las formas a travs de las cuales se toma como prioridad el sentido. Este ser ahora considerado como un proceso de calor, que ms bien desarma en vez de descubrir estructuras basales que no estn a la vista. Emulatio y sentido van de la mano en reestablecer equilibrios nuevos. La idea de producir equilibrio est sostenido en la premisa de que hay siempre una inestabilidad operando.Experiencia y encuentroEl lenguaje que se habla (el de los vecinos de la ciudad) opera como un campo, potencial, extensible. En el caso de la poesa, las palabras adquieren un peso y, gracias a los procesos e actualizacin es posible lo especular de lo real, se produce lo que sera un alejamiento de la lengua materna, del lenguaje de los vecinos. Esto constituye a la poesa en una obra y no en una mera produccin, en tanto obra tiene vida y da vida. No todo lo que el sujeto describe acerca de sus propios estados es posible de ser considerado una poesa (cuestin que es relevante para el argumento de este escrito, cuando nos referimos a lo que el sujeto dice acerca de s mismo y cmo esto se transforma en material para la significacin de un otro, particularmente en la relacin de ayuda o procesos de cura, como lo es el trabajo clnico y psicoteraputico), pero s todo lo que el sujeto dice acerca de s mismo puede ser considerado una produccin y, en esta lnea, una obra. As puedo acercarme a esa narracin a travs de la voracidad de la interpretacin o, diversamente, a travs de la contemplacin que ofrece el sentido.Aproximarse a una obra, en trminos estticos, implica necesariamente atribuir importancia a la relacin (en el ejercicio clnico a esto suele llamrsele vnculo), pero adems parte del pre-supuesto que el juicio de gusto (lo bello) opera sin fundarse en un concepto, precisamente porque aquel juicio que tiene la intencin de basarse en los conceptos, deja lo bello para anclarse en lo bueno Por qu un juicio abandonara lo bello en beneficio de lo bueno? Pues bien, porque dicho anclaje le permite acercarse a un juicio a una verdad, esto es, la universalidad. La pretensin de generalizar est en el campo de lo relacional. La bsqueda de colectivizar lo propio es sintnico con la natural tendencia a la socializacin, donde est en juego mucho ms que la cualidad del objeto, la relacin y los costos que implica estar en relacin. Es precisamente el compartir un campo (un lenguaje) lo que nos enfrenta a lo inevitable de establecer -aunque a veces mnimas- diferencias respecto del juicio de gusto sobre la belleza. Kant (p 8) demarca lo que separa el gusto de los sentidos (donde se emite un juicio que tiene un carcter de privado) con el juicio de la reflexin (juicios pretendidamente universales o pblicos). El escenario de la relacin invita -obliga?- a disponerse de manera tal que un juicio sea contrastado, incluso ms, surge muchas veces por diferencia, es decir, nace en relacin a otro juicio frente al cual se ha observado. El propio autor comenta cmo es la propia experiencia la que pone lmites a la universalidad, insinuando que la pretensin no significa logro, sino slo confirma el inters, de la misma forma que la relacin (que todo el tiempo est implicando la tensin como parte de y como escenario en que ocurre) no siempre es resuelta con el consenso. El inters puesto en la relacin, en la generalizacin y no, insistimos, en la consulta sobre la eventual existencia de la cosa. Entra en juego entonces el juicio de validez comn, diferente del juicio de validez universal, donde el primero no estara necesariamente asociado a la factibilidad de la relacin de la representacin con el conocimiento, sino que con el sentimiento (placer/displacer), mientras que el segundo, se propone como vlido para todos los que representan un objeto a travs de un concepto. Esto es lo que, lamentablemente, suele derivar luego en un conflicto epistemolgico (y no ontolgico) entre dos sujetos que terminan por referirse mucho ms al concepto, a la palabra, a la aproximacin, que al objeto mismo, perdindose importantemente la materialidad de ste. Sin embargo, la pretendida validez universal es tambin subjetiva (una validez universal esttica plantea el propio Kant), es decir, si tiene validez para lo que est contenido en el concepto entonces tendra que tenerla tambin para todos los que juzgan. Es precisamente este punto el que servir de base para establecer que, no estando la validez en la objetividad, pero tampoco en la subjetividad como habitacin aislada (no se est nunca fuera del espacio relacional), slo se puede atribuir la condicin de singularidad a los juicios de gusto, aquellos que, como ya mencionado anteriormente, tienen un carcter privado no subjetivo-. En este sentido, la singularidad como resultante, es siempre una provocacin para el propio sujeto. Para que un sujeto pueda dar cuenta de su narracin y desde ah construir su propia experiencia, entonces deben darse dos mnimas condiciones, primero, que exista una distancia entre ese mismo sujeto y su relato (si no hay distancia, no hay relacin); en segundo lugar, debe haber un encuentro que es el que se produce de manera inevitable al estar en relacin. Con todos sus costos, este estar en relacin permite el encontrar diferencias, lo que tambin va conformando lo que entendemos por singularidad. El concepto de experiencia ser entonces posterior a la narracin, posterior a la atribucin de significado y tambin posterior a lo que se ha ido articulando como una apologa del sentido. Podramos llegar a decir que el sentido de hecho es fruto de la articulacin entre el encuentro (que ocurre en el espacio relacional) y la experiencia narrada. El encuentro es la alternativa al descubrimiento, es la evitacin definitiva de la interpretacin o al menos la posibilidad de hacerla ocupar un lugar de menor privilegio esta vez. La experiencia por su parte, considera el potencial narrativo en su constitucin. Al respecto Oyarzn declara: La experiencia suprimida, aun reconociendo su propiedad de irreductible: Aquello que llamamos de modo eminente una experiencia, y que cela en su acaecer inopinado el secreto de su condicin memorable, esto es, narrable, no es simple suceso de una cadena o de una serie, sino sbito ausentamiento, voladura del sujeto, vrtigo, sncopa: pasin de la totalidad. (Oyarzn P. 2000 pg. 3). En esta lnea encuentro y experiencia operan mayormente a favor del sentido y en menor medida como elementos que favorecen la significacin. Justamente dentro de esta concepcin de experiencia estara tambin lo incontenible o lo inconceptual, tomando prestadas algunas palabras de Oyarzn, podemos decir que la experiencia en tanto concepto filosfico se resiste a una historia acumulativa que indique a cabalidad lo que puede contener, menos an significar: hay historia para un concepto en tanto tiene una resistencia esencial. La experiencia se sita entonces en aquel resto, inconceptual, que da para ser pensado, pero que no se plena de aquello que da que pensar. Ni siquiera el lenguaje podr salvar a la experiencia de su condicin de intransferible, incomunicable, inconmensurable, pues se torna insuficiente para hacer partcipe al otro, por obra de mi relato, de la experiencia misma (Oyarzn P., 1997).

La diferencia de base est entre lo conceptual, lo que estrictamente son capaces los conceptos y lo original, lo que podra tambin llamarse materialidad de la experiencia. Si el mar de conceptos no inunda del todo el bloque de materialidad, entonces queda fuera algo, una punta, pero inasimilable del todo y complejamente utilizable para la formacin de un sujeto, su complejidad est en el hecho de que no es ni la verdad, ni la evidencia, ni tampoco lo inconsciente que se ha hecho consciente, es la dimensin de un ser diferido. La experiencia como remisin no totalizable a la totalidad, lo prefiere Oyarzn. A este respecto Ruiz, plantea que en trminos Bergsonianos esto ocurrira gracias a una aceptacin de la apertura y devenir constante de la experiencia, que no est ah en tanto incompleta sino que derechamente refundando al ser (Ruiz M., 2013), sostiene aquello en las propias palabras de Bergson que va a declarar en evolucin creadora del 1097, que se debe apelar a una experiencia, depurada, liberada, justo ah donde los marcos de nuestra inteligencia han construido a medida de los progresos de nuestra accin sobre las cosas. La experiencia entonces no conduce a generalidades altas, sino que pretende aclarar el detalle de lo real.

Si el sujeto tiene esta relacin aportica con su propia experiencia, su narracin entonces es limitada, como limitado est tambin el otro con el cual entra en contacto y realiza un ejercicio de interpretacin de su relato. El relato, que articuladamente constituye su particular narracin, es obra del sujeto, es su produccin. En tanto obra producida, el otro no puede atribuir significado (al menos no de manera rigurosa) dado que aquel relato est ya editado por la condicin incontenible e inconceptual de la experiencia. Es esta imposibilidad, la que abre puertas al aprecio por el sentido, el que no opera por descubrimiento, sino sencillamente como un encuentro.Referencias bibliogrficas Bertrando, P. (1998) Testo e contesto. Narrativa, postmoderno e cibernetica. Connessioni, 3: pp. 47-73

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Ensayo a propsito del seminario Poema, materia y experiencia. A cargo del Profesor: Miguel Ruiz Stull. Doctorado en Filosofa con mencin en esttica y Teora el Arte, Universidad de Chile, 2013.

Acadmico Departamento de Psicologa, Universidad de Chile. Correo electrnico: HYPERLINK "mailto:[email protected]" [email protected]

En aquello revisado en el seminario (que da origen a este escrito), queda en evidencia como el mismo Huidobro intenta separarse de esta primaca del significado, ligando a travs del sentido con un carcter vocal, tonal, acento, ritmo, entre otros, para desbaratar toda posibilidad de significar y romper as con el estatuto de la interpretacin.

Por ejemplo, en el trabajo clnico (psicoteraputico), en la aproximacin freudiana estara ms bien asociada a la cura; en la perspectiva del modelo narrativo australiano (White y Epston) estara asociado ms bien al agenciamiento.

Vase Huidobro . (1976). Obras completas. 2 vols. Ed. Hugo Montes. Santiago: Editorial Andrs Bello.

Duelo y alegora de la experiencia. propsito de Alegoras de la derrota, de Idelber Avelar. Texto ledo en la presentacin del libro de Idelber Avelar, Alegoras de la derrota: La ficcin postdictatorial y el trabajo del duelo (Santiago: Cuarto Propio, 2000, 336 pp.), en la Sala Domeyko de la Casa Central de la Universidad de Chile, el da 10 de agosto de 2000.

Indagaciones sobre el concepto de experiencia, del proyecto fndecyt Un estudio sobre el epicuresmo en el horizonte de una teora de la experiencia (1997) (Fondecyt N 1971139)

Para Oyarzn, tambin opera as el inacabamiento del proyecto moderno.