la araucana el cid

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    Rivera, Silvia Tomasa.Duelo de espadas. Mxico, FCE, 1987. 103 pp. (Letras mexicanas)Rosas Galicia, Rolando. Herida cerrada en falso. Mxico, UACh, 1994. 93 pp.Ruvinskis, Miriam. El cuerpo del disfraz. Mxico, Hiprbaton Editora, 1983. 90 pp.Ruvalcaba, Eusebio. El argumento de la espada. Mxico, IPN, 1998. 93 pp.Trejo Villafuerte, Arturo. Nuevo mester de hotelera. Mxico, UNAM, 1992. 111 pp. (E1 ala

    del tigre)

    La Araucanauna comparacincon El poema de Mio Cid encuanto a los binarios sociales,genricos y tnico/religiosos

    Gabriele Eckart*

    Como menciona Hugo Montes, a Ercilla, el autor de La Araucana,le ocurri lo que al autor del Poema de Mio Cid: el control de laverdad de los hechos por su probable pblico (66). Ambos poemaspicos son historia verdadera, por lo tanto tienen un carcter verista. Elpoeta annimo que escribi elPoema de Mio Cid lo hizo ms de cien aosdespus de los eventos que narra el poema. Sin embargo, vivi cerca deBurgos y dirigi el poema al pblico de esta ciudad que todava recordababien los eventos, acontecimientos que eran parte de la cultura oral can-tados por los juglares. Ercilla particip personalmente en la guerra entrearaucanos y espaoles y describe los hechos como testigo ocular. Comodice en el prlogo de la obra, el libro se hizo en la misma guerra, y en losmismos pasos y sitios, escribiendo muchas veces en cuero por falta depapel, y en pedazos de cartas, algunos tan pequeos que apenas caban

    seis versos, que no me cost despus poco trabajo juntarlos (11). Lo queocurri antes de su llegada a Chile, Ercilla lo sabe por testimonios dignosde confianza de espaoles que haban llegado antes con el grupo deValdivia o de indios que haban luchado al lado de l.

    Cuando public la obra, unos compaeros que haban luchado conErcilla en Chile, todava vivan y podan confirmar la verdad de la ma-

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    * Southeast Missouri State University.

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    yora de los hechos o rechazarla. Esto le obligaba a la objetividad que fuela causa que La Araucana sirvi de fuente de informacin a los histori-adores de Chile (Chevalier 219). No obstante, tanto El poema de Mio Cidcomo La Araucana contienen partes ficticias y puntos de vista muy per-

    sonales de los autores que no coinciden con los datos histricos. Parte delo ltimo es el tratamiento de los binarios sociales, genricos ytnicos/religiosos por los autores.

    Antes de investigar estas diferencias ideolgicas, quiero esbozar unasdiferencias entre ambas obras, las que ms saltan a la vista y que senecesitan saber como base de la investigacin de las primeras.

    El Poema de Mio Cid es una pica medieval que se escribi hacia finesdel siglo XII. Tiene un hroe personal, Rodrigo Daz de Vivar con el apodoEl Cid Campeador. La Araucana, una pica renacentista publicada entre1569 y 1589, se aparta de la pica tradicional por la falta de este hroe per-sonal. Tenemos un hroe colectivo, el pueblo espaol y el araucano. Comodestaca Raimundo Lazo: En la obra de Ercilla se dan as las condicionesde una pica moderna: personajes destacados que protagonizan la luchaentre los pueblos, y accin compartida por ellos, dentro del plan general, ypor ninguna monopolizado (233). La Araucana tambin se aparta de lapica tradicional como El Cid por el hecho de que el autor est presentedirectamente como personaje de la obra. l describe las hazaas de ambosbandos usando la primera persona y se incluye en la accin, por ejemplocuando trata de salvar a algunos araucanos de las crueldades de sus com-

    paeros. Sobre la muerte cruel de Caupolicn, el jefe del ejrcito araucano,dice: que si yo a la sazn all estuviera,/la cruda ejecucin se suspendiera(Ercilla 385). La mayora de los comentarios de este tipo son una forma decensura de los sucesos. Adems, aade hechos contemporneos y auto-biogrficos al poema. Tambin se agregan referencias de la pica grecolatina.Por ejemplo, como muestra Montes, la creacin del prudente Colo Colo esuna imitacin del Nestor homrico. Segn la mayora de estas referencias,el modelo ms importante de Ercilla parece ser Virgilio. Sin embargo, adiferencia de los poetas renacentistas que se orientaban en los mismos

    modelos, falta en La Araucana la descripcin potica de la naturaleza. Elpaisaje chileno no existe sino en funcin de los hechos, como elementosconcretamente ligados al discurrir de la vida, y as es como aparecen en LaAraucana, en fugaces alusiones o referencias (Lazo 236). De manerainteresante, como en La Iliada de Homero, se describen en la obra deErcilla las batallas pgina por pgina, pero estas descripciones extensas delas batallas faltan en El Poema de Mio donde el poeta nos da ms unresumen destacando unos puntos culminantes de cada batalla.

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    A diferencia de Homero y del autor annimo del Poema de Mio Cid,Ercilla no solamente describe las batallas desde un punto de vistaherico, sino tambin nos da detalles realistas sobre los duros sinsaboresde la guerra: escasa alimentacin, falta de sueo, encuentros extraos

    (Montes 29). Adems, la grandeza de unas batallas est contrastada condetalles repulsivos, casi naturalistas como la descripcin de la prdidadel ojo del soldado Morn. Otros ejemplos son la descripcin en que losespaoles le cortan las manos a Galvarino y la horrible ejecucin de trececaciques prisioneros que fueron atados a la boca de un can y destroza-dos de un tiro. En las epopeyas tradicionales como El Poema de Mio Cidtales detalles realistas y naturalistas son inimaginables.

    No obstante, en cuanto a las descripciones de las batallas, El Cid y LaAraucana tienen un punto importante en comn: los autores justificanlos ataques por sorpresa como tcnica legtima que segn la epopeyatradicional son detestables. Como muestra Dolores Oliver, el CidCampeador gana sus increbles victorias mayormente debido a su mane-ra de pelear a lo moro, lo que significa que prefiere atacar por sorpresacomo los bandos beduinos: Entre las prcticas que se apuntan comopropias del guerrero rabe y bereber y no del cristiano, estn el atacar ycontraatacar repentinamente; el provocar la desbandada del contrincantey lanzarse a galope tras l, y la maniobra del tornafuye que consistaen fingir la huida para arrastrar al adversario tras de s y desbaratarlems tarde, parando en seco y abalanzndose sobre el perseguidor. De

    este modo, la victoria se alcanza gracias al valor y a la astucia y no alnmero de combatientes (123). Segn las epopeyas, esto no es noble, sinembargo, el autor del Poema de Mio Cid justifica esta tcnica del Cidporque, en la poca en que vivi, no se poda concebir a un hroe que nodominara todas las arteras y habilidades de las que los moros se decanmaestros y que no fuera capaz de superar y vencer en su propio terreno aesos hombres tan sabidores de guerra (125). En La Araucana veo lomismo en cuanto a la tcnica blica de los indios. Ercilla, en vez demenospreciarlos, alaba a los guerreros araucanos por su astucia en la

    guerra, por ejemplo cuando entran en el Canto II de manera disfrazadaen el castillo de los enemigos:

    Era en aquella plaza y edificiola entrada a los de Arauco defendida,salvo los necesarios al serviciode la gente espaola estatudaa la defensa della y ejerciciode la fiera Belona embravecida;y as los cautos brbaros soldadosde heno, yerba y lea iban cargados (53).

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    Para investigar la actitud de un autor en cuanto a los binarios sociales,genricos y tnico/religiosos, tenemos que mirar su manera de hablarsobre los grupos diferentes. En El Poema de Mio Cid destaca el binarioentre dos estados sociales diferentes, la nobleza de sangre y la baja

    nobleza, la cual, segn el punto de vista del autor, puede conseguir ver-dadera nobleza por sus acciones. El Cid, miembro de la baja nobleza,desterrado injustamente, empieza con casi nada, pero poco a poco con susolo poder militar, su capacidad de mando, y la devocin de sus vasallos,alcanza una alta posicin de poder y es recibido en favor del rey como sifuera miembro de la nobleza de sangre. Con este argumento el autorrechaza el binario entre la nobleza de sangre y la nobleza de accin.Adems, l inventa la historia de los Infantes de Carrin que no existe enningn lugar en las Crnicas. Aunque miembros de la nobleza de sangre,los infantes son malos, tacaos, quieren quitarle toda la riqueza al Cid.Con esta ambicin se casan con sus hijas. Despus de haberse enrique-cido, las abandonan en el bosque de Corpes una venganza porque el Cidhaba descubierto su cobarda ante el len en el palacio de Valencia. ElCid acusa a los infantes ante la corte del rey y obtiene no slo una resti-tucin de dinero y posesiones, sino tambin la restitucin legal de suhonor y el honor de sus hijas que contraen un nuevo matrimonio conmiembros de las familias reales de otros estados. El Cid, aunque miem-bro de la baja nobleza, muere al final con su riqueza, honor y poderintacto y su sucesin asegurada dentro del linaje ms distinguido. Muere

    como verdadero noble.Ercilla, por el contrario, muestra estereotipos negativos en cuanto a la

    nobleza baja. Estos estereotipos se enfocan mayormente en la personali-dad con que aparece en la obra Pedro de Valdivia, uno de los primerosconquistadores y primer gobernador de Chile. Por una parte, el autor noniega su gran valor en las batallas, por ejemplo cuando dice: entrValdivia conquistando / con esfuerza y espada rigurosa (31), por otraparte y esto sucede en la mayora de los versos que se refieren aValdivia lo vilipendia: Valdivia, perezoso y negligente, incrdulo,

    remiso y descuidado (59). Parece ser todo la culpa de l que:

    As el ingrato pueblo castellanoen mal y estimacin iba creciendo,y siguiendo el soberbio intento vano,tras su fortuna prspero corriendo;

    En estas circunstancias, la derrota de Valdivia parece como un acto dejusticia divina:

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    pero el Padre del cielo soberanoataj este camino, permitiendoque aquel a quien l mismo puso el yugo,fuese el cuchillo y spero verdugo (33).

    Como muestra Montes, esta descripcin sumamente negativa de Valdiviano ha sido verificada por los documentos histricos: Desde los viejos cro-nistas del siglo XVI hasta los historiadores contemporneos, la mayora delos autores estn de acuerdo en sealar a Pedro de Valdivia como a uncapitn distinguido que luch con inteligencia y valor, que fue leal consus superiores y subordinados, prudente y justiciero, de singular espritude empresa, esforzado, idealista, de nobles sentimentos (42). En cuantoa la acusacin de codicioso, Montes muestra que Valdivia invirti todo sudinero en la conquista de Chile y se endeud con grandes cantidades. Era

    generoso con todos, y al tiempo de su fallecimiento dej cien mil pesos dedeudas.Para explicar la falta de veracidad en Ercilla en cuanto a Valdivia a

    quien Ercilla nunca conoci ya que falleci unos aos antes de que steviniera a Chile; por lo tanto podemos excluir rencores personales comoexplicacin para la falta de veracidad, Montes se refiere a los prejuciossociales del autor que se muestran en el texto:

    A Valdivia mirad, de pobre infantesi era poco el estado que tena,cincuenta mil vasallos que delantele ofrecen doce marcos de oro al da:esto y an mucho ms no era bastante,y as la hambre all lo detena:codicia fue ocasin de tanta guerray perdicin total de aquestra tierra (61).

    Ercilla y Valdivia y sus respectivos compaeros pertenecan a cate-goras sociales muy diferentes. Garca Hurtado de Mendoza, sucesor deValdivia, con quien Ercilla vino a Chile, perteneca a la ms altanobleza de Espaa. El mismo Alonso de Ercilla y Ziga era de altasituacin nobiliaria, recibi formacin cortesana como paje del futurorey Felipe II y gozaba de holgada situacin econmica que le permitihacer el viaje [a Chile] con cuatro criados para su servicio personal, yen Lima se aloj en el palacio del virrey marqus de Caete (Lazo 232).Es verificado por la crtica histrica que la gente de Hurtado deMendoza miraba con desprecio a Valdivia que era simple hidalgo, hom-bre de mediana categora, de una familia sin gran lustre (Montes 46).De este modo, vilipendiando a Valdivia injustamente, Ercilla afirma el

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    binario entre la nobleza de sangre y la baja nobleza. En cuanto al bina-rio tnico / religioso tenemos una actitud opuesta. Aunque en el mundodel Cid, los cristianos, judos y moros viven en convivencia bastantearmnica (el rey moro de Sevilla, por ejemplo, era un vasallo del rey

    Alfonso), encontramos estereotipos negativos en cuanto a las minorastnicas. Un ejemplo es el estereotipo de los judos como usureros codi-ciosos. Raquel y Vidas compran dos cajas llenas de arena que ningncristiano comprara, ya que hay rumores que contienen los bienesrobados del Cid, dinero ilegal. Otro ejemplo es el uso de hiprboles aldescribir el xito del Cid en las batallas. El nmero de los moros muer-tos casi siempre est tan exagerado (por ejemplo, trescientos soldadosdel Cid vencen a tres mil soldados moros) que el lector tiene la impre-sin que los moros no eran tan buenos guerreros como los cristianos. EnLa Araucana, al contrario, el autor parece favorecer a los otros encuanto a raza y religin, presentando a los indios como superiores a losespaoles. El soldado araucano acta como caballero medieval defen-diendo patria, honor, Estado. Con esto el autor rechaza el binario tnico/ religioso. Como pone de relieve Montes, esta idealizacin del indio lavemos en la descripcin de Lautaro, capitn y lugarteniente de Caupo-licn, jefe militar de los araucanos:

    Fue Lautaro industrioso, sabio, presto,de gran consejo, trmino y cordura,

    manso de condicin y hermoso gesto,ni grande ni pequeo de estatura;el nimo en las cosas grandes puesto,de fuerte trabazn y compostura;duros los miembros, recios y nervosos,anchas espaldas, pechos espaciosos (84).

    Como acta en las batallas, mostrando tanto valor como inteligencia,se lleva a un campo mtico: Ninguno de los suyos ni de sus enemigospoda comparrsele; ninguna imperfeccin limitaba su valor o su

    astucia; desconoca el fracaso, ignoraba la debilidad. Por l y en l losaraucanos suban al pedestal en que slo hay lugar para los hroes.Obedece a Caupolicn, es cierto, pero ello no sirve sino para realizarsus buenas cualidades, as como la f idel idad de Rolando aCarlomagno y del Cid Campeador al Emperador Alfonso (Montes53). Adems de la posicin sobrehumana del personaje del indioLautaro, la vida diaria, las reuniones de carcter democrtico y lasfiestas de los araucanos expresan cierta superioridad comparadascon aquellas de los grandes poemas picos:

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    haba precios y joyas sealadas,que nunca los troyanos ni los griegos,cuando los juegos ms continuaron,tan ricas y estimadas las sacaron (84).

    Segn Jean Franco, el desenlance de la obra, la conversin de Caupolicnal cristianismo antes de su muerte, demostrara que Ercilla se proponacelebrar los triunfos de Espaa ms que justificar a los indios (20). Lodudo ya que en el prlogo de la obra, Ercilla no esconde que estaba incli-nado a la parte de los araucanos(11). La conversin al cristianismo deljefe araucano fue un hecho histrico, y Ercilla no poda ignorarlo.Adems, en cada parte de su obra, mantiene una posicin irreductible desimpata, cario, afecto, por las tribus de Arauco (Iglesias 64) y censuraa los espaoles como gente desalmada (Ercilla 26,7) por los actos inhu-

    manos de su manera de conquistar. Augusto Iglesias muestra que estaactitud en favor de los indios viene de la ntima amistad y del diario con-tacto del autor con el padre Gil Gonzles de San Nicols, que en sus ser-mones a los soldados predicaba abiertamente la rebelin ya que, a su ver,la conducta de los conquistadores era indebida, ilcita, contraria a losmandamientos de Dios. Cuantos obedeciesen y prosiguiesen aquella jor-nada cometeran pecado mortal y sera in solidum cada uno obligado aldao que se hiciese (68). Estas ideas del padre Gil Gonzles eran reflejode las de Francisco de Vitoria en Espaa, que confirm que el papa no

    tena ninguna potestad sobre los indios que no eran herejes, sino infieles.Puesto que no haban cometido ninguna injuria contra los espaoles, laguerra contra los indios no era justa.

    En cuanto al binario entre hombre y mujer tenemos una actitud muysimilar a la del tratamiento del binario tnico / religioso. En el personajede Fresia, esposa de Caupolicn, Ercilla cuestiona la imagen tradicionalde la mujer cuyas virtudes son la lealdad, la religiosidad y la obediencia.Como muestra Consuelo Arias, en El Poema de Mio Cid el autor afirmael binario genrico. Jimena, esposa de Cid, es un esbozo de la mujer cris-tiana ejemplar: se limita a las funciones de madre, esposa e hija, lo quesignifica que su movimiento espacial es siempre hacia el interior, haciael lugar cerrado y protegido (369). Cuando el Cid sale de Burgos para eldestierro, su esposa Jimena y sus hijas se mudan al monasterio, lugarsagrado donde reinan la paz y la seguridad. No pueden vivir solas, nece-sitan la proteccin de un hombre, en este caso de un clrigo. Adems delmonasterio, hay solamente un espacio seguro para la mujer: el hogar,representado por el castillo en Valencia. Si Jimena habla, es solamenteen el espacio privado de la capilla. Tiene voz slo para glorificar a Dios ya su esposo o para expresar su deseo de la reconstruccin del hogar.

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    Como pone de relieve Arias, en estos espacios, la funcin de los person-ajes femeninos es la espera, actividad pasiva por excelencia. Otro ejemploque afirma el binario genrico en El Poema de Mio Cid es que las hijas deCid, golpeadas y abandonadas por los Infantes de Carrion, no pueden

    presentarse en la corte (ya que segn el binario las mujeres son irra-cionales y apasionadas). Su padre, el Cid, tiene que presentarlas.En La Araucana, como muestra Montes, no slo el guerrero arau-

    cano, sino tambin la mujer indgena se compara constantemente conlos hroes antiguos. La mujer puede ser colocada junto a las msgrandes heronas de la historia y de la mitologa. As, la hermosaTegualda, segn parecer de Ercilla, merece un lugar entre Jusit,Camila, Dido, Penlope, Lucrecia, Hipo, Tucio, Virginia, Clelia, Porcia,Sulpicia, Alcestes y Cornelia (61). Sin embargo, adems de estas figu-ras femeninas idealizadas que se parecen ms a Jimena, esposa delCid, hay otra mujer indgena que rompe esta imagen de la mujer suma-mente leal y pasiva. Es Fresia, esposa de Caupolicn, jefe militar delejrcito araucano.

    Caupolicn haba conseguido su puesto alto gracias a la fuerza fsica yno a su destreza, por lo tanto trata de vencer slo por su fuerza:

    Conviene, oh, gran Senado religioso!,que vencer o morir determinemosy en slo nuestro brazo valeroso

    como ltimo remedio confiemos (276).

    Esta actitud causa errores estratgicos; como consecuencia los araucanossufren terribles derrotas.

    En vano el sabio Colo Colo trata de convencerle de la necesidad degobernar con ms inteligencia:

    Oh, hijo de Leocn!, quiero avisarte,si quieres como sabio gobernarnos,que temples esta furia, y con maduro

    seso pongas remedio en lo futuro (172).

    Los ltimos das de Caupolicn son lamentables. A sus rdenes, declin-aba la prspera suerte del ejrcito araucano y el cacique mismo ibaperdiendo la gran figura en que primero estaba, hasta el punto que elpueblo murmuraba contra l diciendo que la guerra iba a lo largo porconservar la dignidad del cargo. Sus tropas, desbaratadas sucesiva-mente, son licenciadas y el antiguo dominador de Arauco da en unguerillero que capitanea apenas a diez indgenas (50). Cuando los

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    espaoles lo capturan por traicin y lo llevan detenido con las manosatadas, Fresia, su esposa, en vez de resignarse pasivamente o reventarcon llanto la gran pena (Ercilla 373), le ataca por su deplorable fra-caso, diciendo:

    La robusta mano ajenaque as lig tu afeminada diestrams clemencia y piedad contigo usarasi ese cobarde pecho atravesara.

    Eres t aquel varn que en pocos dashinch la redondez de sus hazaas,que con slo la voz temblar hacaslas remotas naciones ms extraas?Eres t el capitn que prometas

    de conquistar en breve las Espaas,y someter el rtico hemisferioal yugo y ley del araucano imperio?

    Ms tarde ella va a reprocharle por no haberse suicidado antes de la cap-tura por los espaoles:

    Dime: faltte esfuerzo, falt espadapara triunfar de la mudable diosa?No sabes que una breve muerte honrada

    hace inmortal la vida y gloriosa? (374)

    Como muestra Wilfredo Casanova, conforme la visin categorial deFresia, la captura de Caupolicn sin presentar combate y el inmovilismodel principio de la accin que sus manos atadas suponen, implica unadeshonra total (110). Como consecuencia, Fresia rompe los lazos mater-nales ya que su maternidad le parece afectada por el deshonor de suesposo. Un hijo tal, engendrado por un tal padre, no puede llegar a serun futuro guerrero araucano (Casanova 111):

    Toma, toma tu hijo, que era el udocon que el lcito amor me haba ligado;que el sensible dolor y golpe agudoestos frtiles pechos han secado:cra, crale t que ese membrudocuerpo en sexo de hembra se ha trocado;que yo quiero no ttulo de madredel hijo infame del infame padre (375).

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    Como menciona Arias, un rasgo fundamental de la pica es la construc-cin de un mundo predominantemente masculino: un mundo de guerra,de lucha poltica, de antagonismos y de lazos masculinos (369); por lotanto tenemos muy poca informacin sobre las circunstancias de la vida

    de las mujeres. En El Poema de Mio Cid, como ya hemos visto, la mujervive recluida en los espacios sagrados y el hogar, su movimiento espaciales hacia el interior como es tpico del antiguo orden feudal europeo,donde cada persona ocupa en el mundo un lugar previsto por Dios queno debe abandonar (Arias 366). En la sociedad colectivista de los arau-canos la mujer, aunque sus funciones tambin se limitan a la de sermadre, esposa e hija, parece salirse del espacio privado. Su movimientoespacial es ms hacia el exterior como muestra el papel de Fresia queevala las acciones blicas de su esposo crticamente y hasta aniquila sudescendencia. La mujer aqu tiene voz pblica la que asume poco a pocoen la mayora de las obras literarias renacentistas desde La Celestina.

    Para resumir el tratamiento de los binarios ideolgicos, podemos decirque Ercilla, a diferencia del autor delPoema de Mio Cid, afirma el binarioentre la nobleza de sangre y de accin; sin embargo l socava el binariotnico/religioso y cuestiona tambin el binario genrico, dos binarios que sehaban afirmado en El Poema de Mio Cid. Para lograr este resultado,Ercilla, intercala elementos en la obra que no son aspectos histricos o noestn de acuerdo con el inters de los lectores espaoles de su tiempo.Como muestra Carmen Alverio, el autor indica a los lectores desde el prin-

    cipio del poema que el motivo de la narracin ser la memoria del valorespaol, sin embargo el lector pronto se da cuenta de lo que se estnarrando son las hazaas y proezas de los indios araucanos. Esto estableceuna distancia entre el lector y el narrador, ya que el primero no ve comoconfiable a ste ltimo (12). Debido a tales contradicciones entre textualespicos y antipicos de la obra, como ya ha mencionado Carmen Alverio, LaAraucana contiene en s misma una metacrtica a la pica (13).

    Bibliografa

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