la actitud base de la liquidez profesional ok

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LA ACTITUD, BASE DE LA “LIQUIDEZ” PROFESIONAL Luis Huete y Javier Gª Arevalillo En un reciente artículo en la Harvard Business Review, Claudio Fernández-Aráoz explica dos momentos muy elocuentes de su carrera como cazatalentos. El primero es relativamente reciente, de hace pocos años: Egon Zehnder, la consultora para la que trabaja Fernández-Aráoz, es contratada por una empresa familiar del mercado de la electrónica porque buscan un nuevo CEO que les ayude en su proceso de expansión. Fernández-Aráoz encuentra a un candidato óptimo: tenía la experiencia adecuada para el puesto, así como todas las competencias requeridas tanto por la empresa como por el propio cazatalentos. Además, el candidato había cursado másters en las escuelas de negocio más prestigiosas. Sin embargo, tres años después de ser contratado salía de la empresa, incapaz de adaptarse a los cambios continuos en el mercado y a las nuevas exigencias que surgían en la industria. La segunda historia es en cierto sentido opuesta, y data de los inicios de su carrera. Quinsa, una de las más importantes empresas de bebidas de Sudamérica (principalmente cerveza), buscaba un Director de Proyectos para una destilería pequeña que acababan de abrir en el marco de su expansión. Por intuición, Fernández-Aráoz pensó en un directivo que conocía de sus años estudiando en Stanford: Pedro Algorta, uno de los pocos supervivientes del accidente de avión de los Andes que inspiró la película ¡Viven! El caso es que Algorta no tenía ningún tipo de experiencia previa en un puesto similar al que Quinsa quería cubrir, ni tampoco ningún tipo de experiencia en la industria de bebidas y destilerías. Pero Fernández-Aráoz tuvo el presentimiento de que era el candidato ideal. En poco tiempo Algorta pasó a formar parte del equipo directivo de Quinsa que llevaría a la empresa a ser una de las marcas más reconocidas y respetadas de Sudamérica. El caso de Algorta refuerza mucho la idea que resaltábamos en el artículo anterior: el punto de apoyo clave no lo encontramos en las competencias o habilidades (en el conocimiento), sino en la actitud. En la predisposición que tiene uno para adaptarse a las circunstancias cambiantes. De las ganas de abrazarse a una realidad que nos fuerza constantemente a salir de las zonas de confort. Es, además, la respuesta al entorno profesional que también comentábamos en el artículo anterior: la realidad del trabajo está cambiando a marchas forzadas, y los conocimientos o experiencias en muchos trabajos quedan obsoletos al cabo de pocos años. ¿Qué queda entonces? Una actitud abierta ante los desafíos, una capacidad de aprender, y una sana seguridad en la capacidad personal de adaptarse a los cambios. Peter Drucker, uno de los padres del Management, sugería a las empresas: “Contrata por actitud, y forma las habilidades”. Es muy probable que sea más fácil cambiar los conocimientos que no las actitudes; éstas tienen unas raíces más hondas en la personalidad y por ello son menos versátiles que los conocimientos. La paradoja a la que asistimos es a que el coeficiente intelectual y la experiencia profesional previa no son necesariamente buenos predictores del rendimiento. Ayudan, sí; y para muchos trabajos son necesarios; pero no son los principales condicionantes del rendimiento futuro. Solemos explicar en nuestras sesiones una herramienta sencilla y muy gráfica a la hora de exponer estas ideas. A grosso modo, podemos decir que en el mercado encontramos perfiles que se mueven en el espacio (alto – bajo) entre dos grandes variables: conocimientos y actitudes. Hay personas que han conseguido acumular un gran conocimiento en un área, pero están de vuelta de todo y sin predisposición a cambiar, a evolucionar, a aprender o afrontar nuevos retos. O, sencillamente, que carecen de habilidades sociales, comerciales, etc.

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  • LA ACTITUD, BASE DE LA LIQUIDEZ PROFESIONAL Luis Huete y Javier G Arevalillo En un reciente artculo en la Harvard Business Review, Claudio Fernndez-Aroz explica dos momentos muy elocuentes de su carrera como cazatalentos. El primero es relativamente reciente, de hace pocos aos: Egon Zehnder, la consultora para la que trabaja Fernndez-Aroz, es contratada por una empresa familiar del mercado de la electrnica porque buscan un nuevo CEO que les ayude en su proceso de expansin. Fernndez-Aroz encuentra a un candidato ptimo: tena la experiencia adecuada para el puesto, as como todas las competencias requeridas tanto por la empresa como por el propio cazatalentos. Adems, el candidato haba cursado msters en las escuelas de negocio ms prestigiosas. Sin embargo, tres aos despus de ser contratado sala de la empresa, incapaz de adaptarse a los cambios continuos en el mercado y a las nuevas exigencias que surgan en la industria. La segunda historia es en cierto sentido opuesta, y data de los inicios de su carrera. Quinsa, una de las ms importantes empresas de bebidas de Sudamrica (principalmente cerveza), buscaba un Director de Proyectos para una destilera pequea que acababan de abrir en el marco de su expansin. Por intuicin, Fernndez-Aroz pens en un directivo que conoca de sus aos estudiando en Stanford: Pedro Algorta, uno de los pocos supervivientes del accidente de avin de los Andes que inspir la pelcula Viven! El caso es que Algorta no tena ningn tipo de experiencia previa en un puesto similar al que Quinsa quera cubrir, ni tampoco ningn tipo de experiencia en la industria de bebidas y destileras. Pero Fernndez-Aroz tuvo el presentimiento de que era el candidato ideal. En poco tiempo Algorta pas a formar parte del equipo directivo de Quinsa que llevara a la empresa a ser una de las marcas ms reconocidas y respetadas de Sudamrica. El caso de Algorta refuerza mucho la idea que resaltbamos en el artculo anterior: el punto de apoyo clave no lo encontramos en las competencias o habilidades (en el conocimiento), sino en la actitud. En la predisposicin que tiene uno para adaptarse a las circunstancias cambiantes. De las ganas de abrazarse a una realidad que nos fuerza constantemente a salir de las zonas de confort. Es, adems, la respuesta al entorno profesional que tambin comentbamos en el artculo anterior: la realidad del trabajo est cambiando a marchas forzadas, y los conocimientos o experiencias en muchos trabajos quedan obsoletos al cabo de pocos aos. Qu queda entonces? Una actitud abierta ante los desafos, una capacidad de aprender, y una sana seguridad en la capacidad personal de adaptarse a los cambios. Peter Drucker, uno de los padres del Management, sugera a las empresas: Contrata por actitud, y forma las habilidades. Es muy probable que sea ms fcil cambiar los conocimientos que no las actitudes; stas tienen unas races ms hondas en la personalidad y por ello son menos verstiles que los conocimientos. La paradoja a la que asistimos es a que el coeficiente intelectual y la experiencia profesional previa no son necesariamente buenos predictores del rendimiento. Ayudan, s; y para muchos trabajos son necesarios; pero no son los principales condicionantes del rendimiento futuro. Solemos explicar en nuestras sesiones una herramienta sencilla y muy grfica a la hora de exponer estas ideas. A grosso modo, podemos decir que en el mercado encontramos perfiles que se mueven en el espacio (alto bajo) entre dos grandes variables: conocimientos y actitudes. Hay personas que han conseguido acumular un gran conocimiento en un rea, pero estn de vuelta de todo y sin predisposicin a cambiar, a evolucionar, a aprender o afrontar nuevos retos. O, sencillamente, que carecen de habilidades sociales, comerciales, etc.

  • En el extremo opuesto tendramos el clsico perfil del recin licenciado, vido por conseguir su primer trabajo y con ganas de aprender para afrontar cualquier reto. Podemos decir que muchos profesionales (la mayora) tienden a moverse en una diagonal en la que, a precios de mercado, se mueven la mayor parte de los profesionales:

    Se podra decir que las personas que se sitan en la diagonal tienen una liquidez media; entendiendo por liquidez el tiempo que tardan en recibir una propuesta de trabajo mejor de la que tienen. Cuantao ms se rebase la diagonal por arriba, mayor liquidez obtienen los profesionales. Y sa es la gran oportunidad a la que se enfrentan los profesionales: sentar unas bases muy slidas no slo en los conocimientos tcnicos, sino sobre todo en las actitudes de trabajo en equipo, de negociacin, comerciales, de apertura a lo nuevo, de gestin de la diversidad, etc. Aunque a veces coincidan en el tiempo, no hay que confundir la actitud con el entusiasmo. El entusiasmo por s solo no se sostiene en el tiempo, pero podemos trabajar para adquirir una mirada ms atenta, ms completa hacia las cosas. El entusiasmo es ms bien consecuencia de una forma de pensar en la que se interpreta la realidad en base a unas creencias que despiertan esos sentimientos positivos. Podemos imaginarnos en este punto al directivo que describa Fernndez-Aroz al principio, hper-preparado, afrontando cada decisin estratgica desde la atalaya del s cmo se hace esto, y tropezndose contra una realidad tozuda que no se amoldaba a lo que debera ser segn sus parmetros intelectuales y experienciales. Frente a esa postura, tenemos la opuesta: la de Algorta. Afrontando sus primeros das en una empresa nueva, en una industria que no conoca. Y con la serenidad y la profundidad que dan el haber pasado por lo que pas, no dando por supuesto desde entonces nada; empezando por el hecho de estar vivo. Desde esa perspectiva, desde luego, se interpreta la realidad de una forma ms plena, se desarrolla un sentimiento ms pleno y se acaban tomando decisiones ms inteligentes desde el punto de vista prctico.