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    CONTENIDO / CONTENTS 

    Nueva España y el saber de la historia– De manera de prefacio –

     Juan Manuel Espinosa Sánchez

    3

    Comercio, contrabando y piratería en la franja caribeña de Yucatán yel Golfo de Honduras, siglos XVII y XVIII

    Gabriela Vázquez Barke

    9

    Cristóbal de Miranda y Canus – Primer Comisario Inquisitorial en la Provincia de Yucatán (1571 –1578) –  

     Herlinda Ruiz Martínez

    25

    Chichanhá, un misterio por descubrir Miriam Gallardo López

     Rosa Canul Gómez

     Juan Manuel Espinosa Sánchez

    43

    La creación de la identidad localen la Doctrina Franciscana de Erongarícuaro

     Mahler Hernández Téllez

    59

    Las Tamacuas – Notas sobre el uso de un antiguo sistema de riego al iniciar el siglo XX–

     Juan Manuel Mendoza Arroyo

     Isaías Gómez Sántiz

    77

    “La vocación por la historia”Entrevista a Alfredo López Austin

     Leticia Bobadilla González91

    Editorial / Impressum2

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    EDITORIAL / IMPRESSUM

    EDITORES /EDITORS 

    Barbara Blaha Pfeiler (Universidad Nacional Autónoma de México, Mérida / University ofHamburg, Hamburg), Andreas Koechert (Universidad de Quintana Roo, Chetumal / University of

    Hamburg, Hamburg), Alexander W. Voss (Universidad de Quintana Roo, Chetumal)

    COMITE EDITORIAL /EDITORIAL BOARD 

    Grace L. Bascopé (Maya Research Program, Fort Worth), M. Jill Brody (State University ofLouisiana, Baton Rouge), Alfredo Barrera Rubio (Instituto Nacional de Arqueología e Historia,

    Mérida), Karen Dakin (Universidad Nacional Autónoma de México, D.F.), Marie Gaida (Museum ofEthnography, Berlin), Galina Ershova (Universidad Nacional Estatal de Humanidades de Rusia,Moscú), Javier Omar España Novelo (Universidad de Quintana Roo, Chetumal), Juan Manuel

    Espinosa Sánchez (Universidad de Quintana Roo, Chetumal), Mercedes de la Garza (UniversidadNacional Autónoma de México, D.F.), Ingolf Goritz (University of Hamburg, Hamburg), Claudine

    Hartau (University of Hamburg, Hamburg), Alfredo López Austin (Universidad Nacional Autónoma deMéxico, D.F.), Enrique Martín Briceño (Instituto de Cultura del Estado de Yucatán, Mérida), Lorenzo

    Ochoa (Universidad Nacional Autónoma de México, D.F., †), Clifton Pye (University of Kansas,Lawrence), Edgar Santiago Pacheco (Bibliotecarios del Sureste A.C., México), Julio C. RobertosJimenez (Universidad de Quintana Roo, Chetumal), Peter Schmidt (Instituto Nacional de Arqueología

    e Historia, Mérida), Ortwin Smailus (University of Hamburg, Hamburg)

    INSTITUCIÓN /INSTITUTION Cuerpo Académico Estudios Culturales y Sociales de Mesoamérica y del Caribe – Universidad de

    Quintana Roo, México;Institute of Mesoamericanistics, University of Hamburg, Germany;

    Bibliotecarios del Sureste A.C., México.

    INDIZACIÓN /INDIZATION: LATININDEX y/and CLASE (www.latindex.unam.mx)

    DIRECCIÓN /A DDRESS: Dr. Alexander W. Voss, DCSEA, Universidad de Quintana Roo, BoulevardBahía s/n esq. Ignacio Comonfort, Col. del Bosque, Chetumal, Quintana Roo, México, C.P. 77019

    Tel. (+51) 983–8350300, Fax. (+51) 983–8329656

     WEB / CONTACTO /CONTACT. www.ketzalcalli.com; bpfeiler(at)prodigy.net.mx

     A ÑO DE IMPRESIÓN /Y EAR OF  PRINT: 5 Septiembre 2015 / 5 September 2015EDITORIAL /PUBLISHER: Kommission Verlag für Ethnologie, Hannover, Germany

    PRODUCCIÓN /PRODUCTION: México/GermanyPORTADA  /COVER: Alexander Voss

    CORRECCIÓN DE PRUEBAS /REVISION: Andreas Koechert, Alexander W. Voss WEB-Master: M.A. Alfredo Meza Artmann

    ISSN: 1860-5710(Alemania/Germany)

    © by A. Koechert, Hannover. Alle Rechte vorbehalten, insbesondere die des Nachdrucks, der tontechnischen Wiedergabe und der Übersetzung. Ohneschriftliche Zustimmung ist es – auch für den Eigengebrauch – nicht gestattet, dieses Werk oder Teile daraus in einem photomechanischen, digitalen

    oder sonstigen Reproduktionsverfahren oder unter Verwendung anderer Systeme zu verarbeiten, zu vervielfältigen und zu verbreiten.

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     NUEVA ESPAÑA YEL SABER DE LA HISTORIA

    – DE MANERA DE PREFACIO –

    Juan Manuel Espinosa Sánchez1 Universidad de Quintana Roo, México

    [Ketzalcalli 1|2014: 3–8]

    “El 11 Ahau Katun, primero que se cuenta, es el katúninicial. Ichcaansihó, Faz–del–nacimiento–del–cielo, fue

    el asiento del katún en que llegaron los extranjeros de

    barbas rubicundas, los hijos del sol, los hombres de

    color claro.” (Chilam Balam 2013: 76).

    NUEVA  ESPAÑA  Y  LA  HISTORIA  Entrando en la labor investigativa de la historia colonial, cabe aludir que, para el caso deMichoacán Colonial, los seráficos evangelizaron la región de Erongarícuaro, en los siglos XVI y XVII, donde además se estudiaron las tamacuas,  que son sistemas de riego pre-hispánico de los tarascos, principalmente del río Cupatitzio, así lo sostiene en entrevista

     Alfredo López Austin, especialista del mundo mesoamericano. Por lo que tenemos unahistoria colonial, el estudio de la tamacuas con base en documentos de archivos (González1999: 22) y una historia oral (Garay 2006: 3). De este modo vemos que estos estudioshistóricos con sus objetos de estudio, en la explicación de un pasado colonial, que noshace reflexionar sobre la investigación histórica con una nueva interpretación del pasadodel Virreinato que tiene que ser analizado en el proceso de conquista, evangelización ydominio español con sus instituciones, en aéreas geográficas de Michoacán y Yucatán, queson procesos históricos diferentes, por los actores del mundo indígena los tarascos y losmayas.

     Acerca del análisis de las tamacuas, cabe concentrarnos en el desarrollo de la civiliza-ción en la electrificación de Uruapan, utilizando al río Cupatitzio, da pauta de explicar eldesarrollo regional con una mirada social, el crecimiento poblacional del sitio en los siglos XIX y XX utilizando fotografías en su investigación histórica y acercarnos al pasado de

    esta parte geográfica michoacana, lo que nos lleva a variables históricas como la política yla económica, en un estudio de la comprensión histórica de México (Zavala 1999: 65–67).

    Gracias a la entrevista a López Austin podemos acercarnos al pasado del mundo indíge-na náhuatl, del estudio de su lengua, para la traducción de textos indígenas, códices pre-

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    hispánicos, acercarnos a la arqueología, que nos lleva a la reflexión de estudiosos de lahistoria y el desarrollo de sociedades lejanas en el tiempo (León–Portilla 1999: 59–61).

    De este modo, los presentes trabajos son una muestra de una historia regional diferen-tes Michoacán y Yucatán, en el contexto de la época novohispana, con una organizacióninstitucional como el Virreinato y la Iglesia católica, que nos lleva abrir el horizonte histó-rico de la investigación de la historia regional a un contexto de integrarlo al mundo de laNueva España (Martínez 1999: 138–142).

    Y UCACTÁN COLONIAL Gabriela Vázquez Barke nos invita hacer una reflexión acerca de la historia del comercio,contrabando y piratería en Centroamérica y Yucatán en los siglos XVII–XVIII, en el esce-nario histórico geográfico de Bacalar, Belice y Trujillo en Honduras, cuyos lugares funcio-naron como franjas donde abundan muchos recursos naturales, los cuales fueron explota-dos por los europeos.

    En economía, el mercantilismo era una política económica aplicada por Inglaterra,Holanda, Portugal, España y otros Estados europeos en los siglos XVI y XVII, que consistió

    en la ampliación de su comercio exterior y de una economía agrícola a una economía co-mercial externa. En la concentración de metales preciosos y materias primas a cambio demanufacturación de estos productos acabados y darles salida. En la búsqueda de coloniasde ultramar éstas fueron explotadas con sus materias primas y llevadas a Europa, y losproductos manufacturados de las materias primas se exportaron a otros lugares. Cabe se-ñalar, que la actividad que aun perduró en el siglo XVIII era la búsqueda de oro, plata,caoba, palo de tinte principalmente por los europeos.

    El contrabando era un delito de lesa majestad, muy delicado, en la cual el individuopodía perder la vida, debido a ello, los hispanos buscaron a toda costa evitar esto proble-mas. Con tal finalidad se firmó el Tratado de Utrecht  en 1713, que benefició a Inglaterra y rompió con el monopolio, por lo que este país obtuvo beneficios de la actividad mercan-til hispana y pude de este modo desarrollar una actividad comercial.

    Por su parte, la piratería floreció en estos confines del Mundo desde el siglo XVI.

     Además la riqueza de la región fue el palo de tinte que se explotó a lo largo de la coloniaespañola en esta parte geográfica. A mediados del siglo XVIII, los que realizaban el cortede esta materia prima y contaban con recursos suficientes eran los comerciantes, enco-menderos y hacendados. Se comerciaba la explotación del palo de tinte a Europa entrandopor el puerto de Cádiz, pero también se hacía en Tenerife, Santo Domingo, Maracaibo,Guayara, Portobelo, Habana, Veracruz y Campeche. Los ingleses iniciaron esta comerciali-zación en Yucatán aproximadamente en el siglo XVIII, los cuales lo exportaban a Inglate-rra. Tras su expulsión de la Laguna de Términos se establecieron en Wallis escudados porel Tratado de América de 1670 firmado entre España e Inglaterra, donde en la cláusulasiete se mencionó que los británicos en las Indias Occidentales y sus herederos tendrántierras, provincias, islas y colonias. Desde 1725 los ingleses en Wallis mandaban barcos aJamaica, Nueva Inglaterra y Londres y estaban tierra adentro de treinta a cuarenta leguaspara evitar a la Armada española, y desde 1751 ya se contaban con guardacostas hispanos

    que vigilaban las costas de Yucatán para evitar incursiones ingleses desde Wallis.El escrito de Herlinda Ruiz Martínez explica la llegada del inquisidor Cristóbal de Mi-

    randa y Canus primer Comisario Inquisitorial del Santo Oficio en la provincia de Yucatánentre los años de 1571 y 1578. Donde se expone que Miranda tuvo roces con fray Diego

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    de Landa por “conflictos jurisdiccionales” y por sus antecedentes de pertenecer a una fa-milia de judíos en España. En el siglo XVI, los ibéricos llegaron a Yucatán y los francisca-nos administraron el evangelio a los mayas. En la región yucateca hubo una fuerte búsque-da de la Inquisición por localizar idolatras y herejes para aplicarles tormento y llevarlos ala hoguera. Asimismo las instituciones españolas en estas regiones enfrentaron a los mayasconversos y los no conversos, ambos grupos seguían practicando sus creencias antiguas, loque llevó a pensar, por parte de los evangelizadores seráficos que adoraban a Satanás. Loque ocasionó que los hermano de San Francisco de Asís dieran valores cristianos a losmayas, con una carga de ética católica, en función de erradicar sus antiguas prácticas pa-ganas, que no funcionó, dado que en los tres siglos de colonia, los peninsulares combatie-ron la idolatría y sublevaciones indígenas. La Inquisición llego a Yucatán en el año de1571, con el Comisario Miranda y Canus.

    Mediante la Inquisición en esta región de la colonia española, los conquistadores esta-ban ubicados en una “zona de guerra”, en la península de Yucatán, en defensa de la fe cris-tiana en contra de la idolatría de los indígenas mayas y también en la búsqueda y elimina-ción de piratas y protestantismo en el Nuevo Mundo. Aunado que, los españoles enfrenta-ron a otro enemigo en América, los europeos quienes tuvieron ideas protestantes y fueron

     vistos por los hispanos como herejes, cuales surcaron el litoral yucateco en el siglo XVI.En la zona no hubo minas, pero contaba con otra riqueza explotada por los ibéricos ylos ingleses: el palo de tinte, que sería llevado a Europa, para manufacturación de ropa, yaque el palo de tinte es el colorante usado para dicho efecto, por lo que significó una rique-za natural en la península yucateca. Por lo tanto, en zonas de guerra, se dificultó el cultivode este producto, debido a la intensa movilidad de las poblaciones indígenas conversos yde aquellos no conversos, que atacaban a los poblados pacíficos. Un ejemplo de ello, lotenemos en la región más alejada de la Nueva España en su frontera sureste, en Yucatánen donde los hispánicos se enfrentaron en una zona de guerra, en defensa de la fe cristia-na en contra de la idolatría de los indígenas mayas y también en la búsqueda y elimina-ción de piratas y “luteranismo” en el Nuevo Mundo.

    En el artículo de Rosa Canul, Miriam Gallardo y Juan Manuel Espinosa relacionado conChichanhá explican la labor de los franciscanos quienes fundaron una iglesia y conjunta-

    mente con la corona española trataron de mantener un control espiritual, militar, político,económico y social, para destruir el mundo indígena maya, con su cosmovisión diferenteal mundo occidental proveniente del otro lado del Atlántico. Además, los misioneros reali-zaron la implementación de iglesias para celebrar la liturgia, así como la encomienda, elrepartimiento y la creación de la república de indios, para mantener o efectuar la econom-ía mundial “capitalista” y devastar el mundo social, económico, político y religioso de la América indígena.

    Con respecto a la parte de la Nueva España en la frontera sur, los franciscanos tuvieronun papel importante al fundar aproximadamente en 1687, el pueblo de indios de Chi-chanhá, dado que para éstas fechas Bacalar estuvo deshabitado a partir del año de 1642.Chichanhá se convirtió en el último reducto español en el sureste novohispano alejado dela costa en plena selva y además se convirtió en el bastión religiosos católico, contra laidolatría de los mayas y la herejía protestante de los ingleses. 

    Para dicha época es importante aludir, que los misioneros franciscanos tuvieron unaactitud de preservar la fe católica, la Santísima Trinidad, la vida, la muerte y su visión deentender al mundo, a fin de adoctrinar a los mayas en esta región fronteriza teniendo em-blema religioso, la santa patrona llamada Nuestra Señora del Rosario. Además por la lejan-

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    ía, la construcción de una iglesia fue de gran valor estratégico, dado que funcionó comohospital, posiblemente como almacén de granos y como campo santo.

    MICHOACÁN Mahler Hernández Téllez explicó la Doctrina de Erongarícuaro de los franciscanos, que enlos siglos XVI y XVII evangelizaron esta región. Y como bien señala nuestro autor es untema poco conocido en la historiografía michoacana. Son escasos los estudios históricosprincipalmente, en la construcción del convento de Nuestra Señora de la Asunción.

     A nivel mundial en los siglos XVI–XVIII, como sucedió en el lejano Oriente, el Tíbet,en el norte de África como en Marruecos incluyendo China asimismo en Grecia y en Jeru-salén. En América, la orden de San Francisco de Asís abrió el camino al catolicismo hastalas provincias lejanas del norte novohispano como Sinaloa, Sonora, las Californias y lasierra Tarahumara. Por su parte, España hizo lo mismo mediante las armas, conquistandolos lugares inhóspitos y en ello llevó a cabo la fundación de pueblos, haciendas y el otorga-miento de la merced real. Es decir, el repartimiento de tierras dio como resultado el au-mento de gran cantidad de “vasallos” a la corona española, y Michoacán no fue la excep-

    ción de la conquista evangélica, en la que se tenía la visión de atraer a los indígenas comonuevos feligreses de dicha región. Asimismo, los franciscanos tuvieron incursiones en 1525, una vez que había sido

    “visita” de Tzintzuntzan, para iniciar el proceso de evangelización, cumpliendo solamenteen tratar de eliminar la idolatría. Durante el proceso evangelizador, el problema al queenfrentaron los seráficos fue el idioma de los nativos de la religión; el tarasco para cumplircon la administración del evangelio.

    La encomienda otorgada por el rey de España a los conquistadores consistió en el otor-gamiento de un grupo de indios, que el rey confió al colonizador llamado encomendero,con ciertos deberes y privilegios, donde éste debía catequizar a los indios y percibir tribu-tos. De este modo, la encomienda novohispana del siglo XVI y XVII exhibió diferencias encuanto al régimen feudal de Europa occidental. Por lo que en la Nueva España, lo que pre-dominó fue la propiedad inmanente del Estado, es decir; la propiedad del encomendero se

    consideraba como propiedad privada.En la Nueva España, las comunidades indígenas estaban regidas por las Leyes de India- 

    s  y había estatutos para los diferentes grupos étnicos como negros, mulatos, mestizos,criollos y españoles. Las leyes particulares regían a las órdenes religiosas y a la Iglesia se-cular. A fines del siglo XVI, los virreyes impusieron un sistema de segregación cuya finali-dad era conservar las comunidades indígenas y su agricultura.

     Ante estas condiciones adversas, por las cuales tuvieron que sobreponerse los españo-les, el ideario evangelizador franciscano fue muy importante, en cuanto al desarrollo histó-rico, en el mundo novohispano del siglo XVI, ya que ellos derribaron las pirámides de di- versas civilizaciones mesoamericanas en 1525 y con sus piedras iniciaron la construcciónde templos religiosos, con la firme convicción de llevar el credo cristiano, no solo a losespañoles, sino también a los indígenas. En estas latitudes se edificaron capillas abiertas,para oficiar misas a los asistentes naturales y llevar el bautismo, que en sus primeros años

    de la conquista fue mediante la aspersión, es decir; arrojar agua bendita entre los nativos.En una parte de Nueva Galicia (hoy Michoacán) se le conoció como “república dePátzcuaro.” Donde se asentaron instituciones locales, una cofradia, un hospital asimismose produjo la relación fraile–natural.

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    El artículo de Juan Manuel Mendoza e Isaías Gómez Sántiz es el resultado de unestudio dedicado a las tamacuas, los cuales son sistemas de riego prehispánico de lostarascos, principalmente en el río Cupatitzio, parecido a las Chinampas del valle deMéxico, donde el lector se puede dar una idea de ejemplificación de dichos sistemas queactualmente subsisten en Xochimilco y que son empleadas en los cultivos.

     Ambos autores especifican a los lectores que “las tamacuas son una serie de canalesque se distribuyen en ondulaciones, que siguen las curvas de nivel, de manera que el aguaal correr lentamente por los mismos, penetra en el suelo y se extiende lateralmente a finde regar los espacios intermedios.”

    Pero también aclaran a nuestros lectores que hay una diferencia entre las chinampas ylas tamacuas, como lo señalan a continuación: “Las tamacuas, a diferencia de las chinam-pas, no se encuentran en un lago o laguna, sino en laderas de poca inclinación que, me-diante presas derivadoras, tomaban el agua de un río para bajar la corriente lentamente através de canales zigzagueantes, dejando los márgenes y los espacios de tierra entre cana-les como superficies cultivables: las llamadas ‘tamacuaretas’ (sementeras)”.

    El franciscano Antonio de Ciudad Real llegó a Uruapan en 1587 especificando que erauna tierra fértil, con una variedad de hortalizas y frutales y que destacaban los plantíos de

    platanales. Asimismo en el año de 1900, profesor de El Colegio de San Nicolás, CiriloGonzález Pérez, realizo una visita al Cupatitzio por orden del gobernador de Michoacán Aristeo Mercado, para hacer un estudio de las aguas del río.

    El río Cupatitzio a finales del siglo XIX fue muy importante debido que su caudal erautilizado para generar energía eléctrica en la ciudad de Uruapan, y esta riqueza del vitalliquido servía para los plantíos, principalmente el café. Además se tenía en esta región unariqueza agrícola, que se vio mejorada con la llegada del ferrocarril a finales del siglo XIX.El agua del Cupatitzio también se empleó para abastecer a la población de Uruapan en susnecesidades básica, y el abasto de agua llegó a la colonia Tamacua que era una propiedadcomunal. A su vez existió un “ojo de agua” conocido como la Tamacua al sur de Uruapan y “recorría trescientos metros para volverse afluente del río Cupatitzio por la margen dere-cha”. Hoy día la urbe de Uruapan creció y borró todo vestigio de la Tamacua, que eran lossistemas de riego para la siembra, solo quedan en la memoria mediante las fotografías que

    se observan en el respectivo artículo.

    EL SABER DE LA  HISTORIA  Leticia Bobadilla realizó una entrevista a López Austin en noviembre de 2014, en su casade Churubusco, en el D.F. y nos lleva de la mano al mundo fascinante de un especialistadel Mundo Antiguo en México: Alfredo López Austin, profesor emérito de la UniversidadNacional Autónoma de México, especialista del pasado mexica, y gran conocedor de diver-sas áreas del conocimiento. Para él, “el historiador es aquel científico que estudia a lassociedades en movimiento, en su transformación, llámese sociólogo, arqueólogo, etnólogoaun periodista, que estudia la sociedad en su movimiento más próximos a su presente”.

    NOTA   A su responsabilidad es la publicación de los contribuciones mencionados en el articulointroductorio.

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    REFERENCIAS Chilam Balam2013  El Libro de los Libros del Chilam Balam. México. Fondo de Cultura Económica.Garay, Graciela de2006  La Historia con Micrófono. México: Instituto Mora.González y González, Luis1999 La Historiografia que nos rodea. En: Ortega y Medina, Juan Antonio &, Horacio

    Gutiérrez Crespo (eds.),  El historiador frente a la historia. Corrientes histo- riográficas actuales. México: UNAM.

    León Portilla, Miguel1999 El Tiempo y la Historia. En: Ortega y Medina, Juan Antonio &, Horacio Gutié-

    rrez Crespo (eds.),  El historiador frente a la historia. Corrientes historiográfi- cas actuales. México: UNAM.

    Martínez, Assad Carlos1999 Historia Regional. Un Aporte a la Nueva Historiografía. En: Ortega y Medina,

    Juan Antonio &, Horacio Gutiérrez Crespo (eds.),  El historiador frente a la his- toria. Corrientes historiográficas actuales. México: UNAM.

    Zavala, Silvio1999 Apreciación del Historiador frente a la Historia. En: Ortega y Medina, Juan Anto-nio &, Horacio Gutiérrez Crespo (eds.),  El historiador frente a la historia. Co- rrientes historiográficas actuales. México: UNAM.

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    COMERCIO, CONTRABANDO Y PIRATERÍAEN LA FRANJA CARIBEÑA DE YUCATÁN Y

    EL GOLFO DE HONDURAS, SIGLOS XVII Y XVIII

    Gabriela Vázquez BarkeCentro de Investigaciones y Estudios Superiores

    en Antropología Social, México

    [Ketzalcalli 1|2014: 9–23]

     Resumen: Se analiza el proceso mediante el cual se integró la franja caribe- 

    ña de la Península de Yucatán y parte de Centroamérica al comercio inter- 

    nacional. También examina la relevancia de la piratería y el contrabando

    a lo largo de los siglos XVII y XVIII, cuando se intensificó el intercambio

    comercial ultramarino, se reactivaron las actividades mercantiles y el jue- 

     go de poderes entre potencias europeas convirtió al Caribe en el principal

    escenario de conflicto.

     Palabras clave: Contrabando, comercio, piratería, caribe, Golfo de Hondu- 

    ras 

    INTRODUCCIÓN Desde principios del siglo XVI, una vez que se desarrollaron las técnicas de navegación, seconocieron nuevas rutas marítimas y se incrementó la actividad comercial ultramarina, sedibujó al Nuevo Mundo como tierra de oportunidad, donde supuestamente los españolesque se desplazaran conseguirían mejorar sus condiciones de vida, forjar fortuna y ademástendrían la posibilidad de ascender la posición social. De ahí, que monarcas, funcionariosde gobierno, empresarios comerciales y todo tipo de aventureros vieran la manera de par-ticipar y formar parte del espacio americano, trasladando al Caribe el dinamismo que has-ta el momento se desarrollaba en Europa. Así, durante los siglos XVII y XVIII la franjacaribeña de la Península de Yucatán y parte de Centroamérica, se perfiló como escenariode profundas transformaciones y la zona se vio envuelta en un marco de inestabilidad ge-neralizada.

    La costa Caribe de Yucatán y el norte centroamericano –desde Bacalar, el actual Belice

     y hasta Trujillo en Honduras (mapa antepuesto)– era reconocida como un espaciogeográficamente privilegiado; no sólo por contar con una vasta cantidad de recursos natu-rales altamente demandados en Europa y por beneficiarse de varios ríos navegables quepermitían la comunicación al interior del continente, sino también por enlazar a la Nueva

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    España con el sur de América, con el mar Caribe y el Océano Atlántico, por encontrarseen el escenario central de intercambio y tránsito comercial y porque las características desu litoral permitían la articulación de redes comerciales y de intercambio clandestino, asícomo el abrigo y refugio de embarcaciones que requerían carenado, que se dedicaban alcontrabando y también a la piratería.

    En un principio, con la llegada de Colón al Nuevo Mundo, España se desplegó comopotencia mundial y rebasó económica y políticamente a las demás coronas europeas. Sinembargo, pronto las luchas de poder con Inglaterra, Francia y Holanda, más lasdeficiencias administrativas, burocráticas, militares, económicas, políticas y comercialesespañolas, tanto al interior, como con sus colonias americanas terminaron por desgastar eldominio de ese vastísimo territorio y poco a poco, el otrora imperio en el que nunca seponía el sol fue perdiendo el control de sus mares, de su comercio y hasta de su gente(Wallerstein 2003: 241, 254–256).

    Cabe señalar que en el siglo XVIIIse fortaleció la arquitectura de de-fensa, se reformaron las políticas nava-les y se reestructuró la milicia novo-

    hispana en contra del saqueo derecursos naturales y para frenar elexpansionismo inglés. Sin embargo,por su amplitud, en este estudio nose profundiza sobre el aspecto de lasfortificaciones, guardacostas y vigíasespañolas en la zona. Baste decir quelos principales enclaves defensivosnovohispanos del oriente yucateco yde las costas caribeñas centroameri-canas fueron el fuerte de San Felipede Bacalar, construido en 1727; elfuerte de San Fernando de Omoa, en

    1758 y la fortaleza de Santa Bárbaraen Trujillo edificado desde 1550,donde continuamente se enviaronexpediciones de desalojo.

     A NTECEDENTES  Antes de entrar de lleno al tema es importante decir que, el siglo XVII fue una época mar-cada por profundas transformaciones e intensas coyunturas. Y aunque a lo largo de esacenturia se sufrieron, tanto en Europa como en América, una serie de desajustes y diver-gencias, no todas las coronas sobrellevaron las dificultades de la misma manera 1. Así,mientras por un lado, España que se arrogaba pleno dominio de América2, atestiguaba eldesplome de su régimen monopolístico, perdía el control del comercio ultramarino, sopor-

    taba la crisis en la que se encontraba la Carrera de Indias y su aparato administrativo, de-safiaba el incesante asedio de piratas y corsarios3 y enfrentaba el endeudamiento, produc-to de constantes guerras, por el otro lado, Inglaterra fortalecía su monarquía4, se unificabapolíticamente y estabilizaba su economía gracias a la aplicación de tasas aduanales menos

    Mapa: Golfo de HondurasFuente: elaboración propia 

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    asfixiantes que las españolas y por la obtención de favorables concesiones diplomáticasque permitieron su expansión (Wallerstein 1999: 5–8, 49 y 251).

    En contraste con el decaimiento económico precedente, en el XVIII hubo una sensiblerecuperación. Así, los sucesos del siglo XVII dieron pie al apuntalamiento de los posterio-res cambios y permitieron la reorganización política y económica del siglo siguiente. Yaunque se incrementó la circulación transatlántica creció el número de pobladores –nosólo por el mestizaje, sino por la adaptación, por la inclusión de africanos y por la llegadade europeos, que se instalaron en las colonias americanas–, aumentó la demanda de bie-nes y con ello se estimuló la entrada y salida de mercancías, la inclusión del mercado ame-ricano al tránsito internacional intensificó los conflictos entre España y las monarquíasque habían quedado fuera del reparto del mundo.

    Una vez que Inglaterra, Francia y Holanda, principalmente adoptaron al Caribe comositio propicio para su expansión, el monopolio español comenzó su declive y ese mar seconvirtió en escenario de disputas, hervidero de piratas y paraíso para el contrabando. Sibien España alegaba entera potestad del continente, las distintas potencias europeas pre-sentaron distintas formas de conquistar, colonizar y administrar los territorios de ultramarque fueron tomando, ya mediante pactos y tratados, ya por la fuerza o gracias al principio

    conocido como utis possidetis5

    . Después de 1655, una vez que los ingleses se establecieron formalmente en Jamaica, laisla se convirtió en su base de operaciones, lo cual les facilitó la extracción de recursosnaturales, la instalación de rancherías clandestinas en las riberas de los ríos Hondo, Nue- vo, Valis, Tinto y Sibún, entre otros, donde existía mayor cantidad de palo de tinte, asícomo también entablar prácticas alianzas sociales con los nativos y conformar efectivasredes comerciales. Cabe recordar que, aunque la mayor parte del espacio americano eraaltamente ambicionado, la Península de Yucatán y el istmo centroamericano fueron unode los más grandes atrayentes para los extranjeros, dadas sus riquezas madereras, por suprivilegiada posición geográfica y por el exiguo dominio que la corona hispana ejercía enla zona.

    Si bien queda claro que la penetración inglesa a los dominios españoles de Américapuede verse como una respuesta a los conflictos anglo–hispanos desarrollados en Europa,

    fueron los privilegios obtenidos en el Tratado de Paz de Londres de 1604 los que dieron elimpulso a Inglaterra, puesto que en ese acuerdo se establecía que ninguna de las dos mo-narquías perjudicaría a la otra, se permitiría el libre comercio entre sí, siempre y cuandolas mercancías inglesas que saliesen hacia puertos españoles en América contaran con lossellos de registro y aduana correspondientes6. Así, la penetración inglesa en Hispanoaméri-ca se guió por una economía basada en la exportación de productos americanos, es decirque estuvo orientada hacia la “explotación fiscal del territorio” y en un principio se apoyóen la organización de las empresas mercantiles (Pérez T. 2011: 199).

    COMERCIO ILEGAL Y  CONTRABANDO En el marco del desarrollo histórico de los siglos XVII y XVIII, el contrabando fue piezafundamental para la articulación del sistema colonial americano y elemento imprescindi-

    ble en las relaciones comerciales entre el Viejo y el Nuevo Mundo. No era una actividadocasional, sino un fenómeno constante, con gran dinamismo e importantes repercusiones.Por ello, el contrabando debe reconocerse como un hecho estructural notable, para el de-sarrollo de la vida colonial y el progreso de la economía, del comercio internacional y el

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    desarrollo de la política. Tanto así que incluso es posible afirmar que, sobre todo en elsiglo XVII, el contrabando y el ejercicio del comercio ilegal de mercancías fueron activida-des mucho más rentables para las coronas europeas que la misma colonización de tierrasamericanas (Wallerstein 2003: 398).

    Según el alcalde de las Guardas de Castilla y juez de contrabando, Pedro González deSalcedo, el contra bando –ir en contra del bando o mandato del rey– era la desobedienciade un decreto dirigido al bien común7. Era además el ingreso de mercadería prohibida al“sistema de tráfico mercantil hispano–americano” que evadía el pago de impuestos y obs-taculizaba la expansión de las relaciones comerciales entre los estados europeos y las colo-nias americanas (Berneker 1994: 15).

    El contrabando era considerado un delito de lesa majestad, es decir, que involucrabala integridad del monarca, por ello, quien lo efectuara, como quien lo encubriera podíaperder desde sus bienes hasta la vida. También, dependiendo de la gravedad del delito, losinculpados podían ser encarcelados o azotados en la plaza pública8. En palabras de Tho-mas Ortíz de Landázurri, funcionario del Consejo de Indias, los contrabandistas eran“hombres desarreglados” que no tenían nada qué perder y que además miraban “con indi-ferencia la religión, al rey y a la patria”. Asimismo, se consideraba que esos sujetos turba-

    ban la “armonía del comercio” y desoían las leyes impuestas por el rey 9

    . En este sentido, alo largo del siglo XVIII, cuando el contrabando y el tráfico ilegal de mercancías se incre-mentaron, algunos de los más reconocidos pensadores de la época aseguraron que esaactividad era únicamente resultado forzoso e inevitable de la mala administración econó-mica y comercial de España. Según Pedro Rodríguez de Campomanes, en tiempos de losReyes Católicos y hasta el reinado de Felipe II, el contrabando no alcanzó las magnitudesconocidas en los años posteriores10.

    Para el siglo XVIII, el contrabando alcanzaba enormes dimensiones –más del 75% delcomercio ultramarino era clandestino– no sólo en cuanto al tráfico realizado en Hispano-américa, sino el que se llevaba a cabo también en España, África y en el resto de los puer-tos europeos con mayor circulación (Romano 1989: 284).

    No obstante a lo anterior es importante tener en cuenta, que no siempre todas las acti- vidades que involucraba el contrabando eran clandestinas. En ocasiones eran grandes y

    organizadas empresas en las que en participaba un gran número de sujetos –autoridades,funcionarios, empresarios, civiles, etc.– implicados en una enmarañada red de complicida-des y fraudes (Romano 1989: 23 y 24). Para evitar la proliferación de esta actividad, des-de muy temprano se dictaron leyes dirigidas a la mayor vigilancia de los puertos autoriza-dos, para llevar a cabo el comercio con España. Se designaron jueces o veedores y emplea-dos administrativos de probada reputación, quienes estaban obligados a “reconocer la cali-dad y fábrica” de los productos que se condujesen11.

    Con la firma del Tratado de Utrecht en 171312, los privilegios que Inglaterra obtuvo, lepermitieron romper la exclusividad mercantil hispana, ampliar y definir su presencia en la América española, desarrollar su actividad comercial y lo más importante, ocupar el terre-no que España perdió en cuanto a cuestiones marítimas, defensivas, diplomáticas, políti-cas, administrativas, económicas y comerciales, no sólo en América, sino también en Eu-ropa.

    Los ingleses estaban al tanto del provecho que podrían obtener de la venta de produc-tos a los naturales de las zonas más alejadas de los centros poblaciones españoles, por elloadecuaban los precios a las posibilidades de los pobladores, proveyéndolos con productosa precios más accesibles que los proporcionados por los galeones o flotas autorizadas. Asi-

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    mismo ofrecían un flujo mucho más continuo, mejor abastecimiento, mayor variedad eincluso diferentes formas de pago, lo cual colocó a los ingleses en una posición de ventajafrente al comercio tan esporádico que podían efectuar los nativos con España13.

    En el siglo XVIII las embarcaciones inglesas más utilizadas para el contrabando ya des-crito fueron las goletas, balandras, fragatas, goletas y guairos, preferiblemente de “bordaspoco elevadas”. Para adentrarse en los ríos, esteros y caletas, prefirieron utilizar pequeñaspiraguas, lanchas, goletillas, botes o canoas. Y para transportar carga pesada, como made-ra, utilizaban columpos o fragatas de más calado (Feliciano 1990: 77, 79 y 80).

    Según la Gazeta de Londres  [sic], un escrito publicado el 11 de mayo de 1768, porcorreo de Hilsborough se informaba que la flotilla anual que salía de Jamaica –compuestapor al menos 300 bajeles– y que transportaba a Europa la mayor parte de los productosamericanos, provenientes de las costas de Honduras y Yucatán que exportaban los inglesestenían como destino los depósitos de Londres y Ámsterdam. En ese correo se daba cuentadel cargamento transportado por el capitán Mac–Min en el navío mercante llamado  ElTraficante Indiano, el cual llevaba a la capital inglesa más de 200 libras esterlinas en dife-rentes géneros, entre los cuales se hallaban palo de tinte, oro y plata virgen, añil, grana ymás de 100 libras en pieles de venado sacadas ilícitamente de Yucatán, Roatán y las cos-

    tas centroamericanas14

    .En ocasiones, las embarcaciones extranjeras se valían de los permisos adquiridos paraarribar a puertos autorizados e introducir de manera clandestina determinados productos.Con el pretexto de acercarse en misiones oficiales y diplomáticas, por requerir carenaje,por necesitar alguna compostura o por ser presa de piratas en alta mar, aprovechando quenadie sospecharía ni le impediría la entrada, se llevaban a cabo intercambios fraudulentos y se introducían mercancías ilegales15. Todo ello era posible por las redes de complicidadque frecuentemente se entablaban entre contrabandistas y autoridades novohispanas(Feliciano 1990: 95), así como entre indios yucatecos, mosquitos y demás pobladores dela zona, quienes, al hallarse “abandonados (…) a la herejía”, por encontrarse en ese espa-cio con tan poca presencia española, se abastecían, intercambiaban géneros, dinamizandoel comercio de la zona16.

    En este sentido, hay que recordar que, a diferencia de lo sucedido en el centro de la

    Nueva España, a la llegada de los españoles a Yucatán y las costas centroamericanas, losconquistadores no hallaron una población agrupada y socialmente organizada17, puestoque tras la caída de Mayapán en 1441, los mayas se separaron y formaron varios asenta-mientos dispersos, gobernados por distintos caciques. Ello impidió que los conquistadoressometieran a todas las unidades político–territoriales al mismo tiempo y a excepción de la villa española de Salamanca de Bacalar, fundada en 154418, no consiguieron fundarningún otro poblado español en la zona, hasta 1687, cuando se formó Chichanhá(Espinosa 2008: 6). Tampoco encontraron yacimientos de oro y plata ni supuestas posibi-lidades de enriquecimiento. Asimismo, consideraron que todo ese territorio era pobre,infértil, con un clima malsano, poco higiénico y muy remoto. Como resultado de lo ante-rior, la conquista de Yucatán quedó inconclusa y la zona quedó inmersa en el abandonoadministrativo, económico y social19.

    Esa desatención permitió que los ingleses se asentaran en las rancherías escondidas en

    el interior y con bastante libertad fomentaran sus relaciones con los nativos, pudieran cre-ar alianzas comerciales y en contra de los españoles, y se les apoyara en la explotación delos recursos naturales de la zona20.

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     Ahora bien, regresando al contrabando. Tan reconocida era esta actividad que incluso,en 1643, Felipe IV integró al Consejo de Guerra una Tesorería del Contrabando, principalbeneficiaria de los productos confiscados a los navíos, ya fuera en alta mar o en los puer-tos. Para ello, existían jueces veedores, encargados de contabilizar los registros y recibirlos ingresos provenientes de las confiscaciones del comercio ilícito. Ese organismo ofrecíaatrayentes incentivos para las personas que denunciaran la ilegalidad en el comercio, puesademás de otorgar ayudas de costa a los denunciantes, las mercaderías o confiscaciones serepartían en cuatro partes. Una de ellas pertenecía al denunciante, otra al juez o veedor ylas dos últimas eran para la real hacienda. A partir de 1648, por cédula real se exigió a las justicias de los puertos y aduanas que dieran cuenta de cualquier actividad ilícita que sesuscitare en sus jurisdicciones. Cuando eran detectadas las mercancías ilegales, se deposi-taban en la tesorería, para más adelante ser subastadas en pública almoneda (Alloza 2009:115–121).

     Aunque con todo lo antes dicho puede suponerse, que el ejercicio del contrabando eramás común y frecuente de lo imaginado debido al fraude en las anotaciones de los funcio-narios aduanales es difícil comprobar con documentos y registros de ingresos de la teso-rería, la proporción de esa actividad en relación al comercio internacional y al tráfico ul-

    tramarino.Por tanto, el contrabando dotaba de enorme agilidad a la zona y gracias a su existen-cia, se consiguió dar impulso a la producción de consumo local, se activó una significativared de distribución, se consolidaron importantes vías de comunicación marítimas, de ca-botaje y terrestres, aumentó la densidad demográfica de los puertos, se impulsaron lasobras de defensa y favoreció el abastecimiento de las colonias americanas (Romano 1989:284). Para Yucatán y el norte de Centroamérica el contrabando fue el factor determinantepara que esa zona subsistiera.

     Así, a sabiendas de lo anterior, el contrabando y el comercio ilegal de mercancías sólotuvieron de clandestino el calificativo, pues como ya se describió, todas las acciones quegiran en torno a ello se llevaron a cabo abiertamente y con la participación de sujetos decasi todos los estratos de la sociedad. Por ello, es comprensible que por más castigos quese impusieran, leyes que se conformaran, regulaciones que se asignaran y acuerdos que se

    negociaran, de poco servirían si no se motivaba el comercio entre monarquías y se extir-paba definitivamente la corrupción.

    PIRATAS Y  CORSARIOS Si bien a lo largo de toda la época colonial la piratería fue una actividad recurrente, en lossiglos XVII y XVIII proliferó con mayor auge en el Caribe y fue cuando España sufrió másde sus estragos. En este proceso de lucha por el domino americano, su economía, gente yrecursos, la piratería fue considerada por las potencias europeas como una útil herramien-ta para contrarrestar el monopolio comercial español y como un efectivo instrumento deequilibrio económico. Por lo antes mencionado, en las siguientes líneas se dibuja el cursoque siguieron la piratería y el corso en el siglo XVIII, al tiempo en el que el contrabando,el comercio ilícito y las incursiones piratas perturbaron el desarrollo histórico del Caribe.

    Con el fin de perfilar lo anterior, en este apartado únicamente hago referencia a la pi-ratería y corsarismo efectuado por España e Inglaterra, pues si bien Francia y Holandatambién participaron, para abordarlos sería necesario llevar a cabo una investigación másamplia y es que, aunque desde principios del siglo XVI, el Caribe se convirtió en objeto de

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    codicia para comerciantes y gobiernos, fueron los conflictos entre Inglaterra y España losque más perturbaron la zona de nuestro interés, la cual, como ya se mencionó se encon-traba en los márgenes del poder colonial novohispano.

    Como ya se mencionó, tanto los recursos naturales, su ubicación geográfica, así comolas particulares condiciones sociales y políticas en las que se encontraba la franja caribeñade Yucatán y el Golfo de Honduras, durante el siglo XVIII se sentaron las bases para quefloreciera la piratería y se le diera empuje al corso. Hay que recordar que el istmo centroa-mericano constituía una plataforma natural, que permitía la conexión entre océanos y co-mo la zona se hallaba en el derrotero de las rutas de intercambio comercial más importan-tes de ultramar, debido a que ofrecía abrigo a piratas y corsarios, poniéndola en la mira delos ingleses, quienes desde 1655 se encontraban ya establecidos en Jamaica.

    Cuando en la primera década del siglo XVIII, los piratas madereros –también conoci-dos como baymen– dedicados a la explotación y comercio de la madera tintórea en laLaguna de Términos y Cabo Catoche, al norte de la Península yucateca fueron expulsadosdel lugar, no dudaron en trasladarse a las riberas de los ríos que se encontraban en lo quehoy conocemos como Belice y la costa del Golfo de Honduras, donde también abundabaese recurso21. Ante las constantes acciones de desalojo, el rey alertó al gobernador de la

    provincia para que estuviera vigilante a la reacción de Inglaterra y dio la orden de intensi-ficar el resguardo de toda la Península de Yucatán22.Pese al problema que ocasionaban los piratas en las costas de Yucatán desde muy tem-

    prano parece que el gobierno novohispano desatendió los llamamientos, pues a mediadosde 1600, cuando el gobernador Francisco de Bazán y su sucesor José Campero de Sorrevi-lla informaron a las autoridades virreinales sobre presencia pirata en Zacatán –en el actualBelice–, en su mayoría sólo se contaba con el apoyo de los pobladores dispuestos a enfren-tarse  al  enemigo (Rubio 1959: 100 y 101), siendo hasta después de la segunda mitad delsiglo XVII, cuando Sorrevilla fomentó la fortificación de las zonas con mayor incidencia depiratas, y haciendo un llamado a los vecinos de Campeche y Mérida solicitó el apoyo de laReal hacienda23. Asimismo promovió la expedición de patentes de corso para los poblado-res que lo solicitaren24.

    Por otro lado, pasada la mitad del siglo XVII comenzó el aumento poblacional inglés en

    Jamaica, los habitantes pronto se percataron de los beneficios que les traería aprovecharsu estratégica ubicación, convirtiéndose en una especie de estado protector para los ene-migos de España. De esta suerte, cuando Edward Doyle fue nombrado gobernador se de-dicó a conceder patentes de corso a todo aquel que se lo pidiera, siempre y cuando repar-tiera parte de su botín. Asimismo patrocinó varias empresas hostiles en contra de pobla-ciones y embarcaciones españolas. Sus sucesores, cuando no promovían directamente lapiratería, sí dejaban actuar con bastante libertad a quien se dedicara a esa actividad (Cun-dall 2013: 597).

    Sin embargo, aunque desde principios del siglo XVII, España estaba al tanto de los be-neficios que los ingleses obtenían con la explotación de palo de tinte fue hasta después de1672, cuando la corona hispana determinó que la compra venta de esa madera era ilegal.Ello tuvo como consecuencia que para el primer cuarto del siglo XVIII, los ingleses dedica-dos a cortar y comercia la tintórea ya se hubieran convertido en prósperos empresarios. Y

    para el último cuarto de 1700, los leñadores que desde Jamaica eran controlados, consti-tuían “verdaderas avanzadas británicas” (Gerhard 1991: 12). Así, por más de cincuentaaños, más de 250 mil ingleses se dedicaron a la explotación y extracción de maderas enlas riberas de los ríos de la Península de Yucatán, Belice y las costas del Golfo de Hondu-

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    ras (Toussaint 1993: 16) –algunos de ellos combinaron su labor extractiva, desempeñán-dose como espías–. Así, a partir de la toma de Jamaica, la presencia y el asedio de piratas y corsarios ingleses en el Caribe fue constante.

    Entre los piratas y corsarios más representativos hay que señalar a Thomas Cavendish,John Oxenham, John Hawkins, Francis Drake –estos dos últimos, primos y protegidos, pri-mero de Enrique VIII y después de la reina Isabel I de Inglaterra, a fines del siglo XVI–25, William Parker, William Dampier y más tarde a Christopher Myngs y Edward Mansfield –Mansvelt–, quienes en 1663 pusieron en serios aprietos al endeble gobierno de Yucatán, altenerse noticia del saqueo de varias toneladas de recursos de sus costas.   En este sentido,no se puede dejar de mencionar a  François L’Olonnais –El Olonés–, quien aunque era denacionalidad francesa se beneficiaba de los ingleses de Jamaica26.

     Aunque todos ellos jugaron un papel preponderante en la piratería, así como en el pro-ceso de desarrollo y reorganización del comercio internacional y las relaciones diplomáti-cas entre potencias, menciona Jarmy (1987: 84) que serían las expediciones de JohnHawkins y Francis Drake las que cambiarían para siempre el panorama comercial y modi-ficarían radicalmente las relaciones entre España e Inglaterra. Al principio, los piratas ycorsarios no estaban interesados en la guerra; únicamente querían intercambiar productos

    por medio del contrabando, dadas las prohibiciones impuestas por el monopolio español. A partir de las expediciones de Hawkins a Veracruz, se daría por terminada la paz en lasIndias Occidentales, dando inicio la era del contrabando.

    Por suerte para los españoles, Mansfield, junto con L’Olonnais y Henry Morgan –gobernador de Jamaica tras ser nombrado caballero por Carlos II de Inglaterra en 1672,en recompensa por el gran botín obtenido en el ataque a Portobelo en Panamá el 24 defebrero de 1671– intentaron infructuosamente fundar una base de operaciones indepen-diente de Jamaica, en la isla Providencia, hoy Santa Catalina, lo cual hubiese tenido efec-tos devastadores para Tierra Firme, el resto de las islas del Caribe y para la ya de por sídañada economía hispana.

    Hay que subrayar que el peligro para España acerca de piratas y corsarios ingleses ensus posesiones, no sólo radicaba en el hecho de la pérdida material y la evidente mermacomercial, puesto que la presencia de protestantes y luteranos en sus dominios representa-

    ba un gran retroceso y un riesgo latente para la conquista espiritual católica y para lahegemonía de la Iglesia en América. Es de resaltar que, en muchas ocasiones los ataquesde piratas tenían tintes religiosos, puesto que se profanaban templos, se destrozaban imá-genes de santos, quemaban iglesias y corrompían los recintos27.

    Desde la tercera década del siglo XVIII, una nueva reglamentación sobre el corso en elCaribe y el Golfo de México impulsó un sistema de seguridad para las costas novohispanas(Grafenstein, Muñoz y Nelken 2006: 126). En este sentido es interesante observar el do-cumento emitido por las autoridades inglesas a mediados de 1700, en el cual se dictanuna serie de  ordenanzas y leyes, para distinguir a los piratas y con base en ello aplicar laspenas correspondientes28.

    Sin embargo, la defensa de las costas novohispanas, sobre todo en esa parte del virrei-nato era insuficiente y aunque se ordenó la formación de la armada de Barlovento, para“limpiar las costas de las Indias de piratas” y otros enemigos fue imposible frenar el cre-

    ciente contrabando y el ejercicio del comercio ilícito llevado a cabo por los extranjeros,quienes solían merodear la zona o que incluso ya se hallaban bien establecidos29. Por ello,el 18 de junio de 1670, tomando cartas en el asunto, se firmó el Tratado de Madrid, entreInglaterra y España, en el cual los ingleses se comprometían a desalojar a todos los corsa-

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    rios de Jamaica, si los españoles reconocían todos los territorios ocupados por la ínsulaeuropea, además, con esa signatura, se aseguraba la paz entre ambas coronas, no obstan-te, Inglaterra rompió los acuerdos. 

     Ante la creciente cantidad de piratas en la zona, por cédulas generales del 31 de di-ciembre de 1672 y 7 de septiembre del año siguiente, se ordenó al gobernador de Yu-catán, Sancho Fernández de Angulo y Sandoval, que los extranjeros que se tomaran comoprisioneros en mar y tierra “de cualquier estado, calidad y condición” fuesen castigados enel lugar donde se aprehendieren30. Y para evitar invasiones se pidió demoler todas lasconstrucciones que pudiesen servir como refugio para aquellos sujetos31, desde la Lagunade Términos, Cabo Catoche, la Bahía de la Ascensión y en todo lo largo de la costa deHonduras, así como de Roatán32. Sin embargo, debido a la precaria guarnición militar conla que se contaba en la gubernatura de Yucatán y dado su deficiente entrenamiento, lospiratas madereros podían desembarcar con facilidad33. 

    No obstante la persistencia de los ingleses, los esfuerzos no cesaban y para principiosdel siglo XVIII, el gobernador de Yucatán, Martín de Urzúa envió a cargo de los capitanesFrancisco Fernández y Andrés de Acosta, 235 hombres en nueve embarcaciones, quienesdescubrieron que los ingleses se encontraban fuertemente armados, gracias a las posibili-

    dades económicas que les brindaba el gradual comercio de la tintórea. Por tal motivo, elrey ordenó que el virrey Albuquerque asistiese a las tropas con los pertrechos necesariospara hacer efectivo el completo exterminio de británicos34.

     Aunque se dio la orden de conformar un guardacostas de 42 codos que pudiese nave-gar en agua de poca profundidad y dos galeotas “bien armadas de artillería, pedreros, gen-te y pertrechos de guerra” para que se ocupara expresamente de la expulsión de los ingle-ses, dado que algunos de los lugares en los que se hallaban los establecimientos de loscortadores de palo de tinte eran “islas fluctuantes”, tipo chinampas, donde estaban cons-truidas “bohíos” en vez de casas, aunque se hicieran incursiones españolas para el exter-minio y se quemaran los asentamientos, de poco serviría pues debido a la precaria cons-trucción utilizada, con facilidad los ingleses volverían a poblar y construir otras rancheríasclandestinas35.

    En este sentido, es importante decir que los vecinos dispuestos a salir en corso contra

    los enemigos de su gobierno –aunque en su mayoría debían financiar con sus propios me-dios las empresas– obtenían reconocimiento de la corona que les posibilitaba liberarse dealgunas cargas fiscales36. Otra de las prebendas que podían alcanzarse era dar el título degobernador de los territorios que se lograran desalojar de ingleses y conquistar37.

    Para regular el corso español contra los extranjeros, en 1762 el rey emitió un regla-mento con 50 artículos entre los cuales se informaba del procedimiento a seguir si algún vecino tenía intenciones de armarse en corso, en cuyo caso debía dirigirse a las autorida-des de su localidad, con el fin de tramitar la patente formal que lo habilitase como corsa-rio. Tendría que demostrar la condición de las embarcaciones, el armamento y cuantonecesitare para tal efecto. Asimismo, se le instruía sobre el proceder de las presas y efec-tos que capturara, el alcance de su autoridad, responsabilidades y obligaciones para sucorona y las demás monarquías38. De esta suerte, en 1796 Carlos IV emitió “una únicaordenanza” de 56 artículos, orientada a la regulación corsaria39. Sin embargo, pese a la

    continua disposición de pactos y tratados dirigidos al fin de la piratería esa actividad conti-nuaría desgastando las relaciones anglo–hispanas hasta mucho más allá del siglo XIX, porlo que los corsarios y piratas que irrumpieron en el escenario americano, desde el siglo XVI deben verse como importantes elementos dentro del juego de intereses internacional,

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    puesto que ellos fueron quienes propiciaron un intercambio de mercancías en el Caribemucho más fluido y variado que el ofrecido por España y su monopolio.

    El siglo XVII es la época donde se registró la mayor actividad de piratas, filibusteros ybucaneros en el Caribe, la creciente decadencia del imperio español, las consecuencias delmonopolio impuesto, así como el posterior establecimiento de colonias europeas y su apa-bullante crecimiento siguió atrayendo a esos aventureros –ahora como corsarios–, y conti-nuó obligando a las monarquías más involucradas a una constante negociación con España y a la persistente modificación de pactos y tratados internacionales.

    REFLEXIONES FINALES Teniendo un panorama general sobre el comercio ilícito, el contrabando y la piratería enel oriente de la Península de Yucatán y el Golfo de Honduras durante los siglos XVII y XVIII es necesario considerar a estas actividades no sólo como transgresiones a la ley ymotivo de infinidad de conflictos y disputas internacionales, sino también como medio deabastecimiento y vía eficaz para la circulación de bienes.

    La imposibilidad de cualquier corona ajena a España para comerciar directamente en

    Hispanoamérica propició que franceses, holandeses e ingleses, principalmente encontra-ran la manera de aprovecharse de esta situación, sorteando las prohibiciones aduanales ymercantiles, a través de la configuración de una red cimentada en la ilegalidad. Tan signi-ficativo fue ese modo de intercambio de productos, que en un momento dado, todo el co-mercio de las costas del Golfo de Honduras dependió de los géneros introducidos por esemedio. Y de no haber sido por el desarrollo de esas actividades ilícitas, las zonas periféri-cas de la Nueva España, de Tierra Firme o las islas del Caribe, se hubieran mantenido enun estado de pobreza sempiterna.

     Así, el contrabando debe ser entendido como un fenómeno consustancial en el desarro-llo de la economía y la vida de las personas en los siglos XVII y XVIII, que respondió a lasmedidas económicas proteccionistas impuestas por la corona española, y para nuestrocaso, inherente a las transformaciones ocurridas en las costas del Golfo de Honduras y laparte sur de la Península de Yucatán. Esta actividad tuvo repercusiones locales y globales,

    envolvió una serie de intereses particulares, personales y colectivos y fomentó las relacio-nes en torno a un complejo grupo de sujetos históricos.

    La falta de pericia administrativa y la implementación de una política económica defi-ciente propició que Inglaterra, Francia y Holanda aprovecharan y se beneficiaran de los“frutos preciosos” que España desestimó, no sólo favoreciendo el desarrollo de la pirater-ía, el corso y el contrabando, sino colaborando a que las demás monarquías europeas for-maran colonias en el Caribe, se aliaran con los nativos y constriñeran al imperio español40.

    Considero que la corrupción y fraudes que moldearon el intercambio ultramarino espa-ñol, se relacionan con las excesivas ordenanzas y reglamentaciones en torno a este rubro,que propiciaron el contrabando y el comercio ilícito, puesto que mientras España de ma-nera defensiva, sólo soportaba y sobrellevaba los efectos que la pérdida de control del co-mercio atlántico provocaba, Inglaterra con una política completamente contraria, ya queabiertamente impulsó y estimuló las empresas que le permitirían no sólo participar en el

    comercio americano, sino estratégicamente establecerse en el corazón del Caribe.Por todo lo anterior, es posible afirmar que el contrabando, la piratería y todo el co-

    mercio ilegal de mercancías fueron viables por la incapacidad de España para lo que Ro-mano (1989: 30) llama, “la sed inmensa de todo un continente”.

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    NOTAS 1. En el siglo XVII también se incrementó la huida de los mayas de Yucatán hacia las zonas de

    refugio y emancipación. No sólo para desprenderse del yugo de los conquistadores, sino como

    medio de sobrevivencia. Para conocer las dificultades generalizadas del siglo XVII –epidemias,catástrofes naturales, carestía, hambruna, declive demográfico, huída, guerras, etc.–, consultar

    a Romano 1993; Peniche 2010 y Farriss 1992.2. La bula inter caetera, dictada por el papa Alejandro VI en 1493, establecía que todas las islas y

    tierra firme, descubiertas y por descubrir, halladas y por hallar hacia occidente y mediodía,

    constituyendo una línea desde el polo ártico, hasta el polo antártico, hacia la India o haciacualquier parte pertenecerían a los reyes católicos (comp. AGI, Patronato, 1, N.6, R.1, Tratado

    de Tordesillas, 1494 y AHN, Estado, 2848, “Extracto de consultas del Consejo de Indias sobrela navegación de ingleses y holandeses”, Madrid, 1769).

    3. La diferencia entre piratas y corsarios estriba que mientras los primeros actuaban con inde-

    pendencia y plena libertad, los corsarios llevaban a cabo una legítima acción de guerra, requer-ían de una licencia –patente de corso– que además de avalar sus acciones, les ofrecía el apoyo

    de su corona. Asimismo, los corsarios debían entregar una parte de sus ganancias a la monar-quía que los salvaguardaba, frecuentemente la quinta parte –el quinto real–.

    4. La derrota de la I nvencible armada española en 1588 marcó el principio del fin del poderíomarítimo español y mostró la ineficacia de España para enfrentarse de ahí en adelante a Ingla-terra, para ese momento, convertida ya en una potencia naval.

    5. Bajo este principio de derecho, las naciones extranjeras tenían la facultad para instalarse entodo el espacio no ocupado por España o Portugal.

    6. AHN, Estado 2798, exp. 6, “Copia de las capitulaciones de paz hechas entre el rey Felipe III yel archiduque de Borgoña, sus hermanos, y el Rey de Gran Bretaña, Escocia e Irlanda hecha

    en Londres el 18 de agosto de 1604”.7. BPR, X/917, Tratado Jurídico –Político del contra–bando, Escribiale D. Pedro González de

    Salcedo, Madrid, 1654, folios 1–183.

    8. AGI, México 1082, L. 51, Real cédula, “Orden al gobernador de Yucatán para que remita enprimera ocasión los autos hechos sobre los comisos que expresa haber ejecutado en el tiempo

    de su gobierno”, Sevilla a 23 de enero de 1733, ff. 43r–44v.

    9. BPR, DIG/II/2867, Tomo IV de Misceláneos, “Medios que debían ponerse en práctica paraexterminar el contrabando en Indias, especialmente el que se hacía en las costas de Cartagena,Tierra Firme y Buenos Aires”, Thomas Ortíz de Landázurri, s/f.

    10. BPR, DIG/II/2867, Tomo IV de Misceláneos, Apuntaciones relativas al comercio de las Indiaspara resolver la cuestión sobre él suscitada, Pedro Rodríguez de Campomanes, Madrid 25 de julio de 1788.

    11. BPR, X/917, Tratado Jurídico –Político del contra–bando, Escribiale D. Pedro González deSalcedo, Madrid, 1654, folios 1–183. Capítulo VI.

    12. El Tratado de Utrecht reconfiguró las relaciones comerciales en el mundo y ofreció a GranBretaña la posibilidad de asegurar su hegemonía como potencia comercial.

    13. AGI, Audiencia de Santa Fe, legajo 758 B, Expediente sobre los papeles encontrados a RobertoHodgson, Documento 1, Noticias sobre Buenos Aires y Proyecto para su ataque, Santa Fe a 31de julio de 1784.

    14. BPR, DIG/II/2831, Misceláneos, Tomo XVII, Medio fácil y practicable para adquirir el totalcomercio y lucro del palo de tinte en las costas de Yucatán, fundar una copiosa pesca en aque-

    llas zonas y alcanzar a ambos ramos con aniquilación del trato ilícito sin que sobrevenga gastoalguno al rey ni vasallo, sin que se pida privilegio alguno exclusivo para la ejecución; y sobre

    todo sin dar lugar, ni motivo visiblemente justo a los ingleses para quejarse de infracción. An-

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    tes bien extirpando a los objetos de querellas con aquella nación en asunto del propio palo, la

    pesca, comercio ilícito y su demás trato en aquellas costas. Propuestas por D. Thomas South- well el año de 1770.

    15. AGI, México, 1071, Real cédula dirigida al gobernador de Yucatán avisándole las noticias quese han tenido de que los ingleses de Jamaica procuran introducir comercio en los puertos de

    las Indias, L.23\1\288r–289v, Madrid a 3 de junio de 1672.16. BPR, DIG/II/2831, Misceláneos, Tomo XVII. Véase título completo en Nota 14.17. Actualmente existe una controversia en torno al número de provincias mayas que encontraron

    los españoles a su llegada. Sobre el particular, en su Relación de las cosas de Yucatán, Diegode Landa menciona 16; Ralph L. Roys (1957) lo secunda. Sin embargo, Rubio Mañé identifica

    18; Juan Francisco Molina Solís y Daniel G. Brinton 19; Eligio Ancona 12 y Crescencio Carri-llo y Ancona 20. Otra visión presenta Quezada 1993.

    18. Para abundar sobre el poblamiento de Bacalar y los sucesos de conquista en el oriente de Yu-

    catán, consultar a Vázquez 2012.19. Para abundar sobre la conquista inconclusa de Yucatán, consultar a Bracamonte 2001.

    20. AMN, Memoria sobre el establecimiento de guardacostas y demás medios para evitar el contra-bando de nuestras colonias, ms, 149, doc. 7, Madrid, s/f.

    21. Los ríos con mayor presencia inglesa fueron: el Hondo, Viejo, Nuevo, Valis, Tinto y Sibún.22. AGI, México, 1081, Real cédula, “Juan Joseph de Vértiz dándole gracias por las noticias queha participado y providencias que ha dado para el resguardo de la provincia de Yucatán y en-

    cargándole la puntual fábrica de las dos galeotas guarda costas de ella”, Madrid a 30 de di-ciembre de 1716, (L.48\1\102v–104r).

    23. AGI, México 1069, “Al gobernador de Yucatán que informe el estado que tienen los puertos deaquella provincia y encargándole esté con mucho cuidado en su defensa”, Madrid a 20 de julio

    de 1660, (L.18\2\338r–339v).24. Los corsarios españoles que contaran con patente de corso apoyarían a la Armada de Barlo-

     vento.

    25. En 1567 Hawkins y Francis Drake salieron hacia América, con más de mil hombres, del puer-to inglés de Plymouth en dos galeones proporcionados por la Royal Navy y cuatro navíos priva-

    dos. Después de saquear y contrabandear varias islas del Caribe, como Margarita, Borburata y

    Santa Martha, se dirigieron al Río Hacha, y Yucatán donde capturaron un barco mercante es-pañol. Véase Nelli 2013 y Gerhard 2012: 61.

    26. En 1668 el francés arribó a Jamaica y vendió a sus habitantes las armas que había conseguido

    tras el ataque a un bergantín español. Más tarde se estableció en la costa Mosquita y colaboróen con sir Henry Morgan en diversas tropelías. Véase Marley 2010: 149 y 285.

    27. Para mayores referencias a este tema, consultar Nelli 2013. También es posible conocer sobre el

    asalto de los piratas Diego El Mulato y Abraham a la villa de Bacalar, en Vázquez 2012, cap. 3.28. BPR, DIG/II/2838, Leyes y ordenanzas establecidas en Inglaterra sobre los piratas, 1767–

    1797, f.100r–f.103v.29. AGI, México, 1067, L.13\2\218r–219v, Real cédula dirigida al gobernador de Yucatán para

    que se corresponda con los de las islas de Barlovento para socorrerse los unos a los otros adonde lo pidiere la necesidad y que si el presidente de Santo Domingo le pidiere gente para sudefensa se la envíe, Madrid a 9 de junio de 1647.

    30. AGI, México, 1072, L.26\1\9v–10v, Real cédula dirigida al gobernador de Yucatán ordenán-dole castigar a los extranjeros que anduvieren pirateando en las partes donde delinquieren,

    Madrid a 14 de marzo de 1678.

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    31. AGI, México, 1072, L.26\1\249v–251r, Real cédula dirigida al gobernador de Yucatán or-

    denándole demoler todas las construcciones que circundan al castillo de Mérida, Madrid a 6 deseptiembre de 1679.

    32. AGI, México, 1074, L.31\1\115r–v, Real cédula dirigida al gobernador de Yucatán en la quese da cuenta de la segunda entrada de piratas en aquella provincia, Madrid a 4 de junio de

    1687.33. AGI, México, 1078, L.42\1\196r–199r, Real cédula dirigida al gobernador y oficiales de Yu-

    catán, Madrid a 5 de noviembre de 1703.

    34. AGI, México, 1078, L.42\1\154v–157r, Real cédula dirigida al gobernador de Yucatán sobreel desalojo de ingleses, Madrid a 10 de octubre de 1703.

    35. AGI, México, 1080, L.47\1\79r–81r, Real cédula dirigida al alcalde mayor de Tabasco sobreel reconocimiento de la Laguna de Términos, Madrid a 20 de noviembre de 1713.

    36. AGI, México, 1081, L.48\1\295v–297v, Real cédula dirigida al gobernador de Yucatán sobre

    el informe de méritos y servicios del indio Antonio Méndez, Madrid a 7 de febrero de 1719.37. AGI, México, 1081, L.50, ff. 226v–230r, Real cédula dirigida al virrey de Nueva España sobre

    Campeche y la isla de Tris, Madrid a 14 de abril de 1725.38. AMN, Ordenanza de primero de febrero de 1762. Prescribiendo las reglas con que se ha de

    hacer el corso de particulares contra los enemigos de la corona, Madrid, 1762, ms. 833, doc.10, ff. 68–76.39. AGCA, A.1.11 Asuntos generales. Legajo 19, expediente 519. Reales cédulas. Real ordenanza

    para armar en corso, con el fin de hostilizar a los enemigos de la corona española y proteger elcomercio entre las colonias y la metrópoli, Guatemala, 12 de octubre de 1796.

    40. BPR, DIG/II/2867, Tomo IV de Misceláneos, “Medios que debían ponerse en práctica paraexterminar el contrabando en Indias, especialmente el que se hacía en las costas de Cartagena,

    Tierra Firme y Buenos Aires”, Thomas Ortíz de Landázurri, s/f.

     A RCHIVOS CONSULTADOS 

     AGCA Archivo General de Centroamérica, Guatemala AGI Archivo General de Indias, Sevilla AHN Archivo Histórico Nacional, Madrid AMN Archivo del Museo Naval, MadridBPR Biblioteca del Palacio Real, Madrid

    REFERENCIAS  Alloza Aparicio, Ángel2009 La tesorería de las haciendas del contrabando, 1647–1697. En: Martínez Shaw,

    Carlos, & Marina Alfonso Mola (coords.),  España en el comercio marítimo in- ternacional (siglos XVII–XIX). Quince estudios. Madrid, España:  Universidad

    Nacional de Educación a Distancia, Closas–Orcoven.Bernecker, Walther L.1994 Contrabando: ilegalidad y corrupción en el México del siglo XIX . México: Uni-

     versidad Iberoamericana.

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    México: CIESAS – Porrúa.Cundall, Frank (ed.)2013 The Handbook of Jamaica for 1916: Comprising Historical, Statistical and Gen-

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    Espinosa Sánchez, Juan Manuel2008 “Chichanhá última población de los Itzáes conversos en la frontera sur novohis-

    pana en los siglos XVII y XVIII”. Ketzalcalli, 2008–2: 3–16.Farriss, Nancy1992  La sociedad maya bajo el dominio colonial. La empresa colectiva de la super- 

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    do en la historia: piratería en el Caribe, siglos XVI y XVII. México: Fontamara.Marley, David F.2010  Pirates of the Americas, vol. 1. Santa Barbara: ABC–Clío.Nelli Feroci, Gianandrea2013 “Piratas: herejes en las costas de América Central, Yucatán y Caribe. Siglos XVI

    –XVII”,  Boletín AFEHC número 58, publicado el 4 de septiembre de 2013,http://afehc–historia–entroamericana.org/index.php?action=fi_aff&id=3623(consultado VII / 2014).

    Peniche, Paola2010 Tiempos aciagos: las calamidades y el cambio social del siglo XVIII entre los

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    Quezada, Sergio1993  Pueblos y Caciques Yucatecos, 1550–1580. México: El Colegio de México.

    Romano, Ruggiero1989 “Algunas consideraciones sobre los problemas del comercio en Hispanoamérica

    durante la época colonial”. Boletín del Instituto de Historia Argentina y Ameri- cana Dr. E. Ravignani, 3° serie, 1: 23–49.

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    Rubio Mañé, José Ignacio1959 Introducción al estudio de los virreyes de Nueva España, 1535–1746 , Tomo II.

    Merída: UADY.Toussaint Ribot, Mónica1993  Belice: una historia olvidada. México: Instituto Mora – Centro de Estudios

    Mexicanos y Centroamericanos. Vázquez Barke, Gabriela2012 Bacalar en el siglo XVII. Colonización y resistencia. Tesis de maestría, Mérida:

    CIESAS. Wallerstein, Immanuel1999  El moderno sistema mundial. El mercantilismo y la consolidación de la eco- 

    nomía–mundo europea, 1600–1750, vol. II. México: Siglo XXI.2003   El moderno sistema mundial. La agricultura capitalista y los orígenes de la

    economía–mundo europea en el siglo XVI, vol. I. México: Siglo XXI.

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    CRISTÓBAL DE MIRANDA Y CANUS– PRIMER COMISARIO INQUISITORIAL

    EN LA PROVINCIA DE YUCATÁN (1571–1578) –

    Herlinda Ruiz MartínezUniversidad Nacional Autónoma de México, México

    [Ketzalcalli 1|2014: 25–41]

     Resumen. Poco después de la fundación del Tribunal del Santo Oficio en Nueva España, dicho organismo, con sede en la ciudad de México, se

    apoyó en comisarios o representantes inquisitoriales que desempeñaron su

    labor en villas, puertos, cabeceras de obispados y reales de minas pertene- 

    cientes a la jurisdicción inquisitorial. En el caso de Cristóbal de Miranda,

    primer comisario en la Provincia de Yucatán entre los años de 1571 y

    1578, su labor como representante del Santo Oficio, se vio empañada por

    dificultades presentadas durante su gestión, como la puesta en duda de su

    cristiandad. 

     Palabras clave: Cristóbal de Miranda, comisario de Provincia de Yucatán,

    Santo Oficio 

     A MANERA  DE INTRODUCCIÓN El 4 de noviembre de 1571 hizo su arribo a la capital del virreinato novohispano, el Tribu-nal del Santo Oficio de la Inquisición (dependiente, a su vez, de la Inquisición Española)con el objetivo de extirpar la herejía, así como atender delitos contra la fe católica procu-rando mantener entre la población la moral, las buenas costumbres y principalmente, laortodoxia católica.

    De esta manera, dicha institución comenzó a laborar desde su sede, localizada en laciudad de México. Sin embargo, y debido a la gran extensión y variedad geográfica de su jurisdicción debía auxiliarse de funcionarios que radicaran en ciudades, cabeceras de obis-pados, reales de minas, puertos y poblados importantes, donde pudieran vigilar y mante-ner el orden en torno a la ortodoxia de la población; para ello se valió de una especie depolicías en las provincias, mejor conocidos como comisarios, quienes fungieron como

    auxiliares en el Tribunal realizando actividades como recopilación de denuncias, testifica-ciones, indagatorias y en algunos casos, el envío de sospechosos que hubieran cometidoalguna falta contra la fe católica en su jurisdicción. Así fue como el comisario se convirtióen el alma de tal institución, al constituirse como el principal apoyo de la Inquisición debi-

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    do a que varios casos que correspondieron al Santo Oficio dieron inicio en las provinciasnovohispanas.

    Para el caso de la Provincia de Yucatán, si bien se encontraba bastante alejada del cen-tro del poder inquisitorial, también contó con representantes ante el Santo Oficio, desde1571 hasta su abolición en 1820 (Miranda 2007: 184–185).

    De esta manera, el primer comisario nombrado por los inquisidores en la provincia yucateca, fue el deán de la catedral de Mérida, Cristóbal de Miranda y Canus, cuya laborse desarrolló entre los años de 1571 y 1578, donde el cumplimiento de su deber se vioensombrecido por las dudas que surgieron en torno a su cristiandad y limpieza de sangre,ello con base a rumores vertidos tanto por vecinos de Mérida como algunos detractores,sobre cierta ascendencia judaizante en su familia.

    El objetivo de este texto es conocer la gestión de Miranda como comisario inquisitorialen la Provincia de Yucatán, así como las dificultades que se observaron durante su gestióndebido a fricciones con el obispo en turno, fray Diego de Landa, por conflictos jurisdiccio-nales y la polémica generada a raíz de sus antecedentes familiares en España, donde surg-ía la idea que contaba con parientes juzgados y ejecutados por orden de la Inquisición,debido a que habían cometido uno de los delitos considerados en ese entonces de los más

    graves: el judaísmo. Igualmente se mostrará un breve panorama en torno a la Inquisiciónen Nueva España en ese entonces, a las funciones que debía realizar un comisario, e igual-mente se hará un resumen histórico de la Provincia de Yucatán entre las décadas cuandoMiranda estuvo en suelo yucateco como deán de la catedral de Mérida.

    EL TRIBUNAL DEL S ANTO OFICIO EN NUEVA  ESPAÑA  El año de 1568 fue crucial para el virreinato novohispano, pues ocurrió un suceso queinquietó a las autoridades civiles. Este acontecimiento fue la batalla de San Juan de Ulúa,ocurrida en dicho puerto en septiembre del año en cuestión donde se enfrentaron las flo-tas británica, encabezada por John Hawkins, conocido contrabandista inglés y por el otrobando la flota española que escoltaba al nuevo virrey de la Nueva España, Martín Enríquezde Almansa. Como es bien sabido, el resultado final fue el abandono de más de cien mari-

    nos en Tampico por orden de Hawkins, quien había perdido en la batalla la mayoría de susnaves (Ita 2001: 158–159).

    Sin duda, la presencia de tal cantidad de extranjeros en Nueva España alarmó tanto alas autoridades civiles como a las religiosas, quienes informaron al monarca en turno, Feli-pe II, acerca de la importante población británica en territorios pertenecientes a España.Otro argumento vertido en la solicitud fue la serie de atropellos que cometían los obisposinvestidos con facultades inquisitoriales en los territorios pertenecientes a la Metrópoli,pues su labor ponía en duda la veracidad con la que se impartía la justicia.

    El rey, por su parte, atendió a las súplicas de sus vasallos y el 25 de enero de 1569,mediante una cédula real emitió la orden de fundar los Tribunales inquisitoriales, con se-des en Lima y México1; además dispuso que los obispos que fungían como jueces dejarande ejercer dichas actividades y cedieran esa tarea a los inquisidores decisión que conllevóa disputas con los cleros regular y secular e incluso, las autoridades civiles.

    De esta manera, el 4 de noviembre quedó formalmente instalado el Santo Oficio en el virreinato novohispano siendo abolido hasta 1820, un año antes de la Consumación de laIndependencia de México, constituyéndose como un tribunal burocrático y muy bien orga-

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    nizado, lo cual coadyuvó a su éxito durante casi todo el periodo virreinal, especialmentedurante sus primeras tres décadas de funcionamiento.

     A partir de su conformación, el Santo Oficio adquirió la forma de un tribunal de justi-cia extraordinaria, puesto que la ordinaria seguía siendo la civil. Así, la Inquisición ejercer-ía la aplicación de justicia persiguiendo delitos derivados de la herejía (Guerrero 2007:24) y los que iban contra la moral y buenas costumbres de la ortodoxia católica.

    Una de las características del nuevo organismo fue excluir a los indígenas de todo pro-ceso inquisitorial al ser considerados como gentiles y no lo suficientemente educados encosas de la Religión Católica, por lo que el resto de la población –españoles, algunos otrosextranjeros, negros, mulatos, mestizos y castas–, quedó expuesto a la voluntad del Tribu-nal, cuya jurisdicción era demasiado extensa geográficamente, lo cual dificultó la imparti-ción de justicia.

    Particularmente los moros, los judaizantes y los luteranos representaban para la Coro-na Española, enemigos a vencer, ello con el fin de resguardar la unidad política y espiri-tual de la fe católica en los territorios conquistados por la Metrópoli, aunque las autorida-des del Tribunal también se encargaron de juzgar otros delitos como bigamia, superstición y hechicería.

    El primer inquisidor designado para encabezar los juicios inquisitoriales fue el DoctorPedro Moya de Contreras2, quien trabajó con el apoyo administrativo de funcionarios im-portantes como el fiscal, el Licenciado Alonso Fernández de Bonilla y Pedro de los Ríos,notario de secreto3.

     Así, el Santo Oficio funcionó en Nueva España entre los años antes citados, juzgando apersonas de origen español, criollo, mestizo, negro, europeo, oriental y castas excluyendo,como se mencionó antes, a los nativos de la jurisdicción inquisitorial, misma que, geográfi-camente abarcaba el Norte, el arzobispado de México, así como los obispados de NuevaGalicia, Michoacán, Tlaxcala, Yucatán, Oaxaca, Chiapas, Verapaz, Guatemala, Honduras yNicaragua, lo que actualmente ocupa el sur de Estados Unidos, México, Guatemala, ElSalvador, Honduras, Nicaragua y Filipinas.

    Debido a la gran extensión del virreinato, y que resultaría difícil controlar a una pobla-ción joven, una de las primeras medidas implementadas por el Santo Oficio fue lograr su

    presencia en el interior, a través de la designación de religiosos regulares y seculares, querepresentaran al Tribunal, lo cual se logró gracias a los comisarios, cuyas funciones admi-nistrativas se exponen a continuación.

     A LGUNOS DATOS EN TORNO  A  LOS COMISARIOS  Autores como Juan Blázquez, señalan que los comisarios “eran la autoridad visible de laInquisición en los pueblos. Al principio no formaban parte de la red inquisitorial, perofueron necesarios al hacerse sedentarios los Tribunales, y se considera que aparecieronhacia 1573” (Blázquez 1994: 115). Sin duda, su presencia resultaría bastante importantepara los intereses que perseguía el Santo Oficio y de ellos dependería el buen funciona-miento de la Institución.

    Por su parte, Luis René Guerrero explica que los inquisidores en la ciudad de México

    “necesitaron de una red de funcionarios que ejecutaran por un lado las diligencias en elinterior de la Nueva España tales como recibir denuncias, ratificaciones, citar testigos ohasta prender un transgresor y por otro lado establecer un sistema de espionaje de lasactitudes de la sociedad novohispana” (Guerrero 2010: 77). Lo anterior justificó la necesi-

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    dad de contar con auxiliares que apoyaran al Santo Oficio en las provincias y para ello, loscomisarios fueron los indicados para desempeñar dichas funciones.

     Al ser conformadas como representaciones locales las comisarías inquisitoriales, elespacio geográfico se dividió en jurisdicciones que por lo regular se extendían más allá delos límites de ciudades, villas, puertos, reales de minas o pueblos, donde se buscó instituiruna protección a los no indígenas, que vivían en las jurisdicciones estableciendo un con-trol social y procurando evitar, en lo posible, la difusión de la heterodoxia.

    El procedimiento para aspirar y obtener una comisaría era el siguiente: el Santo Oficioprocedía seleccionar candidatos sugeridos por algún religioso de renombre, el comisarioanterior, los mismos inquisidores, el cabido secular y en ocasiones se recibían auto pro-puestas (Guerrero 2010: 81) del eclesiástico que pretendía ocupar una comisaría. Poste-riormente se realizaba la solicitud formal a los inquisidores de la ciudad de México paracalificar la petición, méritos académicos y personales, así como evidencias de limpieza desangre, si es que las tenía, de lo contrario se ordenaba hacer un levantamiento de las mis-mas.

    La información de la limpieza de sangre era una investigación muy rigurosa acerca delos antecedentes genealógicos, raíces familiares y legitimidad de nacimiento donde se in-

    cluían los nombres de padres, abuelos tanto paternos como maternos, lugares de naci-miento y de vecindad de todos ellos, así como opiniones relativas a la calidad moral de sulinaje. También se buscaba establecer la no ascendencia de raíces judaizantes, musulma-nas u otras no cristianas, que no hubieran parientes reconciliados (o readmitidos a la Igle-sia Católica), penitenciados, relajados (ejecutados) o procesados por el Santo Oficio. Elhecho de ser cristiano viejo y de sangre limpia era la garantía para que una persona pudie-ra ocupar un cargo (Miranda, 2007: 166).

    Con respecto a lo anterior, si bien desde la fundación de la Inquisición novohispana sedio seguimiento a las instrucciones para el nombramiento de comisarios, el órgano rectorde dicho Tribunal, es decir, El Consejo de la Suprema y General Inquisición de España,mejor conocido como La Suprema, hizo hincapié, en carta del 3 de mayo de 1602, que losinquisidores solamente nombraran por comisarios a personas de calidad y de limpieza“que es a lo que más se debe atender”, argumentando tener noticia de que se proveían

    con descuido las comisarías; además se ordenó que el candidato debía realizar su solicitud y que las informaciones de limpieza no cayeran en manos de los interesados durante suproceso de evaluación (Martínez 1983: 410).

    En caso de que el postulante aprobara satisfactoriamente los exámenes a los que erasometido, el Tribunal expedía el título correspondiente, mismo que era recibido por elnuevo comisario, quien a su vez juraba fidelidad y secreto ante el Tribunal si estaba enMéxico, y ante notario de la Inquis