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Trabajo de Roberto Segre sobre la obra de José Antonio Choy, escrito para la revista “Revolución y Cultura”, No. 4 del 2010. Roberto Segre | Un repaso de parte de la significativa obra de este arquitecto, nos demuestra que él es uno de los líderes del movimiento cultural que aspira a colocar de nuevo la arquitectura cubana en el más alto escalón de la producción caribeña, latinoamericana e internacional.

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A pesar de la pequeñez de la isla, hace cincuenta años que Cuba aparece constantemente

en los titulares de los periódicos. Primero, por laeterna y carismática presencia de Fidel Castro, aúnactivo. Segundo, por las tirantes relaciones de laRevolución con los Estados Unidos, país que a lolargo de medio siglo ha mantenido un embargo eco-nómico, desde el presidente Eisenhower que lo im-puso, hasta Obama que no se ha decidido a levan-tarlo. En comparación con la música, el ballet, lapintura y la literatura, la arquitectura tuvo siem-pre una menor difusión y trascendencia en Brasil.Pero, además del libro Arquitetura da Revolução Cuba-na de la Editora Nobel (1987), AU difundió A CentralFerroviária de Santiago de Cuba de Choy (AU 80/1998) yun documento con la obra del reconocido arquitec-to Fernando Salinas (AU118/2004).José Antonio Choy nació en Santiago de Cuba, lasegunda ciudad de la isla, y estudió en la Facultadde Arquitectura de La Habana (1968-1974), en esosmomentos la única en el país. Aquellos años, entreel final de los sesenta y los setenta, fueron convul-sos tanto internacional como nacionalmente. Co-menzó el gobierno de Richard Nixon, que finalizóabruptamente con el caso Watergate (1974); termi-nó la guerra de Viet-Nam, y las tropas rusas invadie-ron Checoslovaquia para reprimir la «Primavera dePraga» (1968), en coincidencia con la revuelta estu-diantil de Mayo en París. En Cuba, la aspiración delograr una zafra de azúcar de diez millones de tone-ladas en 1970 –la normal era de cinco– exigió de lasociedad un esfuerzo sobrehumano para alcanzarese objetivo que finalmente no se concretó. En con-secuencia, esa década se caracterizó por la organi-zación rígida y centralizada de la estructura econó-mica, un cierre burocrático e ideológico que incluíatambién la cultura –este período ha sido llamado el«decenio gris»–, en que se aplicó al pie de la letra elmodelo político y administrativo soviético.

Como eran necesarias nuevas comunidades agrí-colas e infraestructuras productivas, en el curso deChoy entraron en la facultad excepcionalmentecuatrocientos estudiantes, con el objetivo de incre-mentar el número de profesionales dedicados a laconstrucción, urbanismo y planeamiento. El énfa-sis educativo del proyecto estuvo dedicado a la pre-fabricación de los elementos constructivos, la nor-malización y tipificación de los diseños para serelaborados por los profesionales del Ministerio dela Construcción, repetidos en la isla sin variacio-nes y caracterizados por el principio de la «funciónsin forma». Constituyen un ejemplo significativolas setecientas escuelas secundarias en el campoprefabricadas; esa monotonía fue superada en al-gunos proyectos especiales de los arquitectos An-drés Garrudo, Reynaldo Togores y Heriberto Duverger,que consiguieron hacer conjuntos educacionalescon soluciones originales más allá de las normas.En ese período fue minimizada la significación cul-tural y estética de la arquitectura, valores conside-rados superficiales y prescindibles, lo que condujoa la eliminación de la Sociedad de Arquitectos Cu-banos que había sido fundada a comienzos del si-glo XX; y la Facultad de Arquitectura se transformóen Facultad de Construcciones. La proliferación deedificios de apartamentos por el sistema de lasmicrobrigadas llenó los suburbios urbanos de anóni-mos e inexpresivos bloques tipificados.Finalizados los estudios en La Habana, Choy volvióa Santiago de Cuba y comenzó a trabajar en la sedeprovincial del Ministerio de la Construcción. Edu-cado en la tradición cultural y caligráfica china, enla sensibilidad hacia la integración entre arte y vida,y discípulo de Fernando Salinas, en la búsqueda deideas innovadoras y de valores culturales en losproyectos, tuvo que mantener en esos años difíci-les un low profile. Diseñó casas típicas para campe-sinos y concretó la sede del Instituto de Proyectosde Santiago de Cuba, y con Julia León el Centro deEnergía Solar, construidos en 1984. Con los alum-nos de la recién creada Escuela de Arquitectura, ela-boraron una propuesta para cambiar la dureza ur-banística del conjunto habitacional construido conlos elementos prefabricados soviéticos, inspiradosen las experiencias del arquitecto belga Lucien Kroll;además, Choy participó en el conjunto escultóricoen homenaje al General Antonio Maceo, insertan-do elementos abstractos en la imagen realista so-cialista del monumento.

La generación de los años ochenta

Con el fin de la Guerra Fría, el mundo entró en unaetapa de relativa distensión política. Los años ochen-ta estuvieron marcados por los cambios en la URSS,promovidos por Mijaíl Gorbachov, que llevaron a ladesintegración del sistema socialista europeo, asícomo a la caída del Muro de Berlín (1989). En Cuba,la década se caracterizó por la descentralizaciónadministrativa que facilitó la elaboración de pro-yectos arquitectónicos en las provincias y en losmunicipios fuera de la normativa del Ministerio dela Construcción, favoreciendo la creatividad de los

Instituto de

Proyectos.Ministerio de la

Construcción,

Santiago de

Cuba, 1984.

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jóvenes contestatarios cuyas obras fueron identifi-cadas como de la «Generación de los Ochenta», re-unidas en una famosa exposición en La Habanasobre «Arquitectura Joven Cubana» (1990). Y huboun resurgimiento del interés por la arquitectura ypor el legado histórico urbano cuando La Habanafue declarada Patrimonio Cultural de la Humani-dad por la UNESCO en 1982. Así, en la ciudad deSantiago de Cuba, el gobierno provincial promoviómúltiples iniciativas constructivas con la inten-ción de identificar la ciudad con las expresiones dela vanguardia cultural y arquitectónica, en rivali-dad con la tradicional hegemonía de la capital. Yaquí fueron aprovechados el talento y la creativi-dad de Choy.El edificio del pequeño aeropuerto de vuelos ejecu-tivos (1987), es simplemente una mínima cobertu-ra para contener las funciones básicas de controlde los visitantes que llegan a la ciudad. Allí se privi-legió su significación simbólica de pórtico urbano,resumiendo en su ligereza y transparencia las ca-racterísticas del ambiente colonial que identifica aSantiago de Cuba, sin ninguna referencia histori-cista o nostálgica. Una estructura de acero sostieneuna plancha de concreto inclinada a dos aguas, co-mo referencia a las casas tradicionales y al paisajede las montañas de la Sierra Maestra, y la vegetaciónque crece en los espacios internos libres, hace re-cordar la exuberancia tropical del paisaje del orien-te cubano. Por su grafismo casi chino y su origina-lidad, la obra mereció premios nacionales e inter-nacionales, y fue el descubrimiento de Choy comorepresentante de la nueva generación de arquitec-tos. A continuación diseñó la Terminal Ferroviaria(1989) de la ciudad, punto final del recorrido de lalínea a lo largo de la isla, que se inicia en La Haba-na. Localizada en un área portuaria de almacenescarentes de calidad estética –en las cercanías esta-ría situado el proyecto de la empresa Bacardí de Miesvan der Rohe (1958)–, creó una alta cubierta metá-lica a nueve metros de altura, sostenida por grue-sas columnas de concreto distribuidas con unamodulación de 36m por 36m. Al carácter genéricode la cubierta cartesiana, que sale en balance tantopara la ciudad cuanto para el espacio abierto de lasvías férreas, se contrapone la composición en dia-gonal del juego cromático de volúmenes fragmen-tados sólidos y transparentes que identifican lasdiferentes funciones y los flujos circulatorios de laTerminal. Como los horarios de los trenes cubanosson contradictorios, se intentó crear un salón ur-bano, una plaza cubierta para las actividades so-ciales de los pasajeros en los largos períodos de es-pera. El conjunto arquitectónico fue finalista en elPrimer Premio Mies van der Rohe para América La-tina (1999), conjuntamente con el MAC de OscarNiemeyer y el MUBE de Paulo Mendes da Rocha.Mas sin duda la mayor obra realizada por Choy ensu ciudad natal fue el hotel Santiago de Cuba (1991).Este asumió un fuerte carácter simbólico, transfor-mándose en el principal ícono –visible en el contex-to urbano horizontal por su altura de 19 pisos– dela capital de la mayor provincia oriental de la isla.Constituía la reafirmación de su importancia –fue

el principal foco revolucionario en la lucha contrala dictadura de Batista–, en contraposición a LaHabana. Con el desarrollo del turismo, era necesa-rio modernizar la vieja estructura hotelera de laciudad, predominantemente de inicios del siglo XX.En ese momento, la obra se transformó en una pro-clama arquitectónica de Choy –y de su esposa, laarquitecta Julia León, que trabajó siempre en con-junto con él–, en contraposición a las tendenciasfalsamente regionalistas basadas en la adopciónde las formas vernáculas de las primitivas cons-trucciones de indios y campesinos; o en el furor pos-moderno de las obras de los jóvenes profesionalesen La Habana. El lenguaje de la modernidad identi-ficado con la solución en altura, la estructura deacero y la pared cortina de vidrio –solución critica-da por la semejanza con las obras del grupo Arqui-tectónica de Miami–, asume las referencias históri-cas, no del tradicional legado colonial, sino de lapresencia de los centrales azucareros y de las lige-ras construcciones de madera del sistema balloonframe, predominantes en el paisaje de las áreas ru-rales de esta región. De ahí el tratamiento volumé-trico complejo, los techos metálicos y la fuerte uti-lización del color, como elemento representativo dela cultura ambiental caribeña. La propuesta esen-cial fue invertir las concepciones tradicionales delas motivaciones turísticas: en vez de imaginar quelos extranjeros llegan a Cuba para procurar el LostParadise y el primitivismo antillano, se puede supo-ner que se promueva el interés en conocer la mo-dernidad y la creatividad de la nueva sociedad y dela cultura artística cubana. Esta se manifiesta en elhotel con la presencia de obras de los más significa-tivos designers y artistas plásticos de la joven van-guardia diseminadas en todos los espacios públi-cos del centro turístico.

A la vuelta del siglo: un presentecontradictorio

En 1991 Choy se establece definitivamente en LaHabana, al inicio de una década de profundas para-dojas en la historia de Cuba. En ese año, la extin-ción de la URSS por Boris Yeltsin corta radicalmen-te el favorable intercambio entre los dos países –eltrueque de petróleo barato por azúcar– y abre en la

Choy y su esposa y

pareja de proyectos

Julia León.

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isla una etapa de crisis económica que aún perdurahasta el inicio del siglo XXI. Para superarla se abrenlas puertas a las inversiones extranjeras y a la cir-culación del dólar, pero al mismo tiempo tiene lu-gar un cierre ideológico y de la estructura adminis-trativa del estado que vuelve a una rígida centrali-zación. En general, se paralizan las construccioneslocales, y son privilegiadas aquellas obras relacio-nadas con el turismo, el comercio y la preservaciónde los centros históricos. Los arquitectos recién for-mados participan en estas temáticas en una pri-mera etapa, cuando se da una tímida apertura queles permite ser contratados por empresas locales yextranjeras; pero luego, al final de la década, el Mi-nisterio de la Construcción suspende esa posibili-dad y autoriza solamente a sus funcionarios a rea-lizar los diseños, con la consiguiente pérdida de ca-lidad estética de las obras. Gran parte de los jóve-nes que quedaron fuera del sistema «oficial», se venimposibilitados para concretar sus proyectos yemigran, creándose así una nueva diáspora de ta-lentos, como sucedió en los años sesenta. Y contra-dictoriamente se incrementa el interés internacio-nal por Cuba: visitan La Habana Frank Gehry y JeanNouvel; el estudio del desarrollo urbano es apoya-do desde Miami por Andrés Duany y el grupo NewUrbanism; en 1995 se desarrolla un workshop con lapresencia de Tom Mayne, Carme Pinos, Wolf Prix,Eric Owen Moss y Lebbeus Wood; y al comienzo delsiglo XXI, Rafael Moneo es invitado por el historia-dor de la ciudad de La Habana, Eusebio Leal –entu-siasta protector de Choy– para proyectar un nuevohotel en el centro histórico. Y al mismo tiempo laobra de este último es difundida en Europa por larevista L´architecture d´aujourd´hui (350/2004).En este contexto contradictorio no fue fácil paraChoy mantener la dinámica de proyectos que ha-bía desarrollado en Santiago de Cuba. Perseguidopor unos y apoyado por otros, consiguió desenvol-ver con dificultad su actividad profesional. Y el in-terés por la arquitectura moderna de la capital lollevó a alternar las obras con las investigacionesteóricas. Presidente del Docomomo-Cuba desde 1997,dirigió un equipo para la elaboración de un detalla-do libro sobre el Art Déco en La Habana, con la au-toría de Roberto Segre y Carlos Sambricio, publica-do en España. Realizó innumerables proyectos dehoteles en Varadero y en las islas menores –se con-creta el Taíno V (1996)–, y un sistema de centroscomerciales en las diferentes capitales provincia-

les, cuyo mejor ejemplo se construyó en La Haba-na: La Puntilla (1998), cuya expresión formal dialogacon dos importantes bloques de apartamentos re-presentativos de la modernidad de los años cincuen-ta. Pero las dos obras principales de este períodoson el Banco Financiero Internacional (2000) y elCentro de Estudios Che Guevara (2004). Ambos re-presentan la búsqueda de una interacción con elcontexto arquitectónico y urbanístico. En el prime-ro, al ampliar el edificio modernista de los años cin-cuenta –casi neoclásico– del prestigioso maestroEugenio Batista, respetó el volumen original y ela-boró una solución ligera y transparente que se in-serta elegantemente con la sólida columnata de lafachada. En el segundo, ubicado en un barrio resi-dencial, minimizó la presencia del edificio, con unacomposición horizontal baja de volúmenes intro-vertidos, identificada por una entrada metafóricade hongos de madera, que simbolizan la presenciade la juventud en la vida de Che Guevara.A lo largo de esta primera década del siglo XXI, Choyalternó su producción pictórica con diversos pro-yectos de rehabilitación de edificios históricos enLa Habana Vieja, entre los que se destaca el anexodel hotel Parque Central (2006). Insertado en unamanzana tradicional del centro antiguo, mantuvola volumetría compacta en el basamento de piedra,semejante a los palacios cercanos, y luego desarro-lló las fachadas ligeras y semitransparentes contoldos protectores de aluminio. Los continuos via-jes internacionales le permitieron conocer a los pro-tagonistas de la vanguardia internacional, tantoen Europa como en las islas del Caribe. En 2008 par-ticipó en la ciudad de Rosario, Argentina, con Clau-dio Veckstein y Roberto Segre, en el diseño de la pla-za Che Guevara para conmemorar los ochenta añosde su nacimiento. Integrado en el grupo de artistasde la vanguardia cubana –José Villa, Zaida del Río,Flora Fong, Roberto Fabelo, Carlos René Aguilera,Pepe Franco, Eduardo Rubén, entre otros–, y desdeel fórum de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba(UNEAC), Choy es uno de los líderes del movimien-to cultural que aspira a colocar de nuevo la arqui-tectura cubana en el más alto escalón de la produc-ción caribeña, latinoamericana e internacional, yasí derrotar definitivamente a las fuerzas negati-vas burocráticas y conservadoras que frenan sudesarrollo. Rio de Janeiro, agosto 2010

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Santiago de

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