joegermann_el estatus irregular

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Inmigrante

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  • ITINERARIOS VOL. 13 / 2011

    Zuzanna Jaegermann

    EL ESTATUS IRREGULAR DE LOS/AS INMIGRANTES COMO UNA CONSTRUCCIN SOCIO-POLTICA

    Resumen: El presente artculo tiene como objetivo analizar los mecanismos de la construccin conceptual del estatus del inmigrante irregular. Es una categora social que se confi gura mediante procesos jurdicos, polticos y sociales que le atribuyen signifi cado y efi cacia social a este trmino. Sin embargo, en los discursos ste queda fcilmente esencializado y se maneja como si fuera portador de un contenido natural y absoluto. Estas categoras, an siendo construidas socialmente, estructuran la realidad y tienen efectos reales sobre ella. Tal carcter performativo de la realidad se va a considerar un elemento central a la hora de tratar el tema de la inmigracin irregular. Primero, vamos a analizar la construccin del concepto del inmigrante para pasar, a continuacin, a la confi guracin de su estatus irregular. Ms adelante, veremos con ms detalle tanto el carcter poltico-jurdico como socio-cultural del proceso e indicaremos las consecuencias que tiene en la integracin de las personas portadoras de tales categoras. El estudio se basa principalmente en los materiales referentes al contexto migratorio en Espaa, en cuanto representante del modelo migratorio de la Europa del Sur, en los ltimos aos.

    Palabras clave: Inmigracin, irregular, construccin social, polticas migratorias, mass media

    Title: Th e Irregular/Illegal Immigrants as a Sociopolitical Construction

    Abstract: Concepts that represent social reality decide upon the way we perceive it. Th e following text aims at the analysis of construction of the concept of an illegal/irregular immigrant. Th at social category is formed through judiciary, political and social processes that give particular meaning and social effi cacy to the concept itself. It is worth mentioning that being socially constructed the concepts still structure reality and have real eff ects on it. However such concepts as illegal immigration or irregular migrant are oft en treated in an essential way and understood as denominating natural and absolute contents. Th e performative character of reality will be considered here as a central element within the issue of irregular immigration. First, the construction of the concept of immigrant will be discussed, followed by the confi guration of the irregular status. Political, judiciary and socio-cultural character of the process will be presented as well as consequences it exercise upon the persons described with such categories. Th e study is based on materials referring to migration issues of Spain during the last ten years.

    Key words: Migration, illegal immigration, social construction, inmigration politics, mass media

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    INTRODUCCIN

    Los fl ujos migratorios internacionales son uno de los temas fundamentales hoy en da: por un lado, se han acelerado y diversifi cado en las ltimas dcadas y, por el otro, su gestin y control se sitan entre las prioridades de las agendas polticas de muchos es-tados. Los migrantes representan una de las paradojas ms visibles de la globalizacin, donde la libre circulacin de capitales, mercancas o informaciones convive con la limi-tada libertad de movimiento de las personas. La direccin de estos fl ujos y sus restriccio-nes no son casuales: Yo llegu a Europa siguindoles las pista a la riquezas de mi pas dice un africano en una de las vietas de El Roto1. La movilidad internacional tiene que considerarse una respuesta estructural a las profundas desigualdades e injusticias a ni-vel mundial, mantenidas y constantemente profundizadas por el Primer Mundo. Las polticas restrictivas que se emplean en Europa no slo no frenan los fl ujos, que segui-rn producindose en el actual contexto econmico global, sino que crean bolsas cada vez mayores de inmigrantes no autorizados.

    Fijmonos en que la propia existencia de situaciones de irregularidad va contra la l-gica del sistema desde el punto de vista del estado-nacin, ya que ste genera personas cuyo estatus jurdico les sita en el margen de derecho por el mero hecho de existir. La gestin necesaria de la permanencia en el territorio estatal de amplios grupos a los que se les niega tal derecho, constituye el foco de una tensin continua presente en las nor-mativas. Por otra parte, su razn de ser (y estar) a pesar de las barreras legislativas no es casual; otra contradiccin de fondo consiste en la sorprendente facilidad del acceso de los/as inmigrantes a la economa sumergida. Por lo tanto, el negar legalmente el acce-so al mercado de trabajo formal no constituye, de hecho, ningn obstculo prctico los pases occidentales industrializados necesitan estructuralmente su trabajo y, en conse-cuencia, no impide la integracin econmica de los/as inmigrantes. Las contradicciones anteriores desembocan en una nueva paradoja: se lleva a cabo un proceso de interpe-netracin de estructuras econmicas y socio-culturales (aunque se encauce por medios informales) por parte de los/as migrantes irregulares, los que, sin embargo, institucio-nalmente no vienen reconocidos. Ahora bien, el discurso formal restrictivo y la retrica anti-inmigratoria contradicen a las posibilidades reales de eliminacin de la inmigra-cin formalmente defi nida como no deseada, como lo demuestra la cantidad de rdenes. As, vemos otra incoherencia poltico-jurdica que resulta en unos estatus reales para-djicos, como la de ser inmigrante irregular, empadronado, residiendo y trabajando en Espaa, y dejado en libertad con una orden de expulsin nunca ejecutada.

    La situacin de ilegalidad de permanencia en el territorio estatal muestra las incohe-rencias del sistema, cuyas pruebas tienen que ser niveladas para que est no quede cues-tionado y deslegitimado. Como vamos a ver ms adelante, el estatus de irregularidad se confi gura mediante procesos jurdicos y el desarrollo de un discurso poltico concreto, y se reproduce a nivel social. Si bien, la discriminacin se extiende a relaciones cotidia-

    1 El Pas, 23.09.2006.

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    nas, su origen se encuentra en una exclusin formal e institucional directa de los/as irre-gulares, a los que se niega el desarrollo de una vida digna de una persona.

    ALGUNAS ACLARACIONES CONCEPTUALES

    Hablando de la irregularidad de los fl ujos, me voy a referir tanto a las entradas clan-destinas (cruce fraudulento de las fronteras nacionales), como a la irregularidad sobre-venida que incluye a todas estas personas que, habiendo entrado legalmente, permanecen en el territorio estatal sin permiso tras haber caducado el documento que les haba hecho posible el ingreso y la posterior estancia/residencia regular. La distincin entre los clan-destinos e irregulares tiene relevancia jurdica, sin embargo, la situacin social y vul-nerabilidad de ambos colectivos resulta similar con lo que, para fi nes operativos, se los va a abarcar a ambos con el trmino de inmigrantes en situacin administrativa irregu-lar. Tambin las expresiones como sin papeles [del francs sans papiers] o indocumen-tados, se podrn utilizar aqu en trminos de personas que carecen de documentos que consientan el permiso de estancia o residencia en el pas de destino aunque, hay que su-brayarlo, la irregularidad administrativa no tiene que signifi car una falta total de docu-mentacin. Ahora bien, la denominacin del/la inmigrante extra-comunitario/a contiene una connotacin negativa fuerte, al ser considerado como sinnimo de inmigrante laboral sin papeles; sin embargo, su signifi cado se debera restringir a lo que denota el concepto: un extranjero procedente de un pas no miembro de la Unin Europea, sea un senega-ls trabajando ilegalmente en la obra o un ingls jubilado en su chalet en la costa del Sol2. Finalmente, llegamos al ms controvertido, criminalizante y estigmatizante entre todos los trminos posibles, el del inmigrante ilegal, que implcitamente iguala la irregulari-dad a la delincuencia y es ampliamente utilizado, tanto desde los poderes pblicos como por los medios de comunicacin. Considero extremamente necesario insistir en la lucha contra su uso a todos los niveles, con un especial nfasis en el mbito acadmico.

    INMIGRANTE IRREGULAR: UNA CATEGORA SOCIO-JURDICA

    El concepto de inmigrante no es una nocin jurdica en s pero deriva del binomio extranjero-nacional, siendo stos as defi nidos desde la legislacin en trminos de nacio-nalidad y ciudadana3. Segn Balibar y Wallerstein, la categora del inmigrante permite

    2 Para una posicin contraria que defiende la conceptualizacin del inmigrante como extracomunitario, vase: Santamara (2002).3 Sin embargo, tampoco esta diferenciacin se debera tomar como rgidamente definida desde el punto de vista tan slo jurdico vase el concepto de los extranjeros internos a los que pertenece, entre otros, el pueblo gitano (formalmente ciudadano, pero extranjero social y culturalmente) (Santamara 2002). De este modo, la figura jurdica del extranjero abarca toda una serie de discursos que giran en torno de la construccin de la diferencia, del Otro (Garca Borrego 2001).

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    realizar una precisa jerarquizacin dentro del conjunto aparentemente neutro de ex-tranjeros (Balibar y Wallerstein 1988). Conforme a esto, la extranjera no tiene por qu signifi car la inmigracin y viceversa, como ya hemos visto en el ejemplo anterior. Sue-le asociarse la inmigracin al rgimen general de extranjera (extra-comunitario) fren-te al comunitario, siendo la ciudadana (o no) europea el criterio de diferenciacin. Sin embargo, el estar situado jurdicamente bajo el rgimen comunitario, tampoco asegura escapar del clich inmigrante4 ni, por otra parte, todos los extracomunitarios cum-plen las caractersticas del inmigrante (vase el ingls del ejemplo anterior). As, en las sociedades occidentales actuales, la inmigracin se refi ere fundamentalmente a una po-blacin que ocupa posiciones subordinadas del espacio y est observada en torno a su condicin de extranjeros pobres (Garca Borrego 2001), siendo entonces el concepto so-cio-polticamente determinado. De este modo, segn el Colectivo IO (indito, en: Gar-ca Borrego 2001), la inmigracin llega a ser un objeto ilusorio del racismo al incluir ciertos sectores de la poblacin autctona (como minoras tnicas o las segundas gene-raciones) y excluyendo, al mismo tiempo, una parte de poblacin de nacionalidad ex-tranjera (procedente de pases desarrollados).

    A diferencia de la nocin del inmigrante, el estatus irregular del extranjero sujeto al rgimen general s tiene una plasmacin jurdica clara: recoge estas situaciones admi-nistrativas que no cumplen los requisitos de estancia, residencia o trabajo en el territorio receptor. Por lo tanto, el atributo de irregularidad introduce una precisin jurdica a una categora difusa del inmigrante, restringiendo de hecho el alcance del trmino. Sin em-bargo, esto no signifi ca que se pueda hablar de una categora estable y rgida: la fronte-ra entre los llamados regulares e irregulares resulta ser bastante fl uida e intangible, ya que los lmites de tales status jurdicos cambian fcilmente al depender de factores ines-tables, no siempre sufi cientemente defi nidos y expuestos a la arbitrariedad administrati-va. La misma inmigracin irregular no es un dato objetivo sino un efecto de encuentro entre los desplazamientos de las personas a travs de las fronteras y las normas y proce-dimientos establecidos por los pases de recepcin, destinados a circunscribir y contin-gentar las posibilidades de ingreso legal (Ambrosini 2005). La situacin de irregularidad depender y podr variar a partir de la inestabilidad de elementos tan dispares como el mapa geopoltico (como en caso de las ampliaciones de la Unin Europea5), las regula-ciones concretas de los diferentes pases, las modifi caciones o revisiones de estas legis-laciones, la situacin del mercado laboral o, incluso, ciertos aspectos de la vida personal del extranjero como el estado civil (como matrimonio con ciudadano/a europeo/a). En consecuencia, la irregularidad, siendo una construccin administrativa, tiene un carc-ter cambiante en el tiempo y en el espacio, lo que la convierte en una condicin jurdi-ca de extrema volatilidad. El estatus legal o ilegal delimita ms momentos en el tiempo que caractersticas distintivas de las poblaciones (Calavita 2006).

    4 Vase la percepcin social de los polacos en Gran Bretaa o los rumanos en Italia.5 El acceso a la UE de Bulgaria y Rumania en 2007 influy de una forma importante en el cambio auto-mtico de estatus de muchos extranjeros tanto en Espaa como en Italia, donde, sobre todo, el volumen de la inmigracin rumana es considerable. Segn los datos del Ministerio del Interior (Anuario Estadsti-ca de Extranjera 2007), el nmero de extranjeros comunitarios en Espaa aumenta en el 2007 en un 65% (dentro de lo que, el numero de ciudadanos rumanos se eleva en un 185% respecto a 2006).

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    A partir de los binomios implcitos6 en la conceptualizacin del llamado inmi-grante irregular, el extranjero-inmigrante se ve minuciosamente jerarquizado segn los derechos que se le adscriben en funcin de su situacin administrativa. La Ley de Extranjera7 distingue entre diferentes clases de derechos que les corresponden a los extranjeros segn su estatus legal8. Tanto los derechos sociales (educacin, sanidad, prestaciones sociales o vivienda), como los derechos laborales (trabajo, sindicacin, huelga, y tambin reunin, asociacin o manifestacin), se consideran como derechos fundamentales y su acceso depende de la confi guracin legal de regularidad e irre-gularidad del Estado.

    1) El derecho al trabajo, a la seguridad social y a los servicios sociales se recogen como exclusivos de los/as extranjeros/as regularizados. El acceso al mercado de trabajo est ligado estrictamente al permiso de residencia, y viceversa, lo que llega a ser la causa principal de la vulnerabilidad laboral de los/as irregulares (salarios ms bajos, jornadas largas y atpicas, pocas perspectivas de promocin, falta de seguridades) y, en conse-cuencia, vulnerabilidad social que se perpetua en el tiempo a la hora de un escaso po-der de negociacin social.

    2) Una amplia gama de derechos fundamentales a la vivienda, a la vida en familia, a la educacin (no obligatoria), a la asistencia jurdica gratuita y los derechos de partici-pacin social (reunin, manifestacin, asociacin, sindicacin y huelga), de las que en principio (L.O. 4/2000) pueden gozar tanto los/as extranjeros/as irregulares como los legalmente residentes, se convierten con la primera reforma (L.O. 8/2000) en un privi-legio tan solo de los segundos. La negacin de los derechos de educacin, asistencia ju-rdica y participacin, es declarada inconstitucional por el Tribunal Constitucional el 20079, por lo que se acaban reconociendo en la ltima reforma (L.O. 2/2009). En cam-bio, los primeros dos derechos de este bloque se ven ms restringidos por esta modifi -cacin de la ley.

    3) La asistencia sanitaria est garantizada de forma completa a las personas en situa-cin administrativa no regularizada aunque tampoco de manera incondicional, como demostraremos a continuacin.

    A su vez, entre los/as extranjeros/as que no disponen del permiso de estancia o resi-dencia se especifi can dos situaciones diferentes, segn la inscripcin al padrn municipal

    6 En Espaa estos binomios seran: nativo-extranjero, extranjero comunitario-extracomunitario, extran-jero extracomunitario regular-irregular, extranjero extracomunitario irregular empadronado-no empa-dronado.7 La Ley de Extranjera es el marco legislativo bsico que regula el estatus de los extranjeros en el terri-torio espaol y se refiere a la Ley Orgnica sobre derechos y libertades de los extranjeros en Espaa y su integracin social L.O. 4/2000, modificada por la L.O. 8/2000, la L.O. 14/2003 y, con la reforma ms re-ciente, por la L.O. 2/2009 (diciembre 2009). 8 Aparte de los derechos humanos que se reconocen a toda persona por el hecho de serlo (derecho a la vida, a su integridad fsica, el derecho al honor y la intimidad, etc.).9 Fijmonos en cunto se ha tardado en llevar a cabo la resolucin del recurso de inconstitucionalidad de la Ley de Extranjera en este caso, de sus modificaciones del ao 2000 (8/2000) lo que, sin duda, in-centiva a los respectivos gobiernos a aprobar leyes que interesan aunque estn en contradiccin eviden-te con la Constitucin.

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    (que se impide en caso de inmigrantes indocumentados sin pasaporte y que est con-trolada por la polica10):

    1. al/la inmigrante irregular absoluto se le reconocen slo derechos que afectan a situa-ciones lmite: derecho a la tutela judicial, a la atencin mdica en situaciones de urgencia y, en el caso de las mujeres, a ser asistidas durante el embarazo, el parto y el posparto.

    2. el/la inmigrante irregular empadronado puede acceder a ms derechos: derecho a recibir prestaciones sociales bsicas, a la asistencia sanitaria ambulatoria, la educacin bsica obligatoria hasta los dieciocho aos.

    El ltimo eslabn dentro de esta estratifi cacin la ocupan las personas sin permiso de estancia o residencia, sin documentacin reconocida, sufriendo la exclusin ms pro-funda de derechos. Teniendo presente la construccin del estatus inmigrante expresado en trminos de alteridad y subalternidad, los/as irregulares se pueden considerar inmi-grantes por excelencia, en su condicin de extranjeros ms marcadamente diferenciados: tanto en el sentido institucional-jurdico como en el sentido de pertenencia de clase.

    Los procesos polticos, sociales y culturales de produccin de la fi gura del irregular se traducen directamente en la produccin de la vulnerabilidad del mismo. Jorge Bus-tamante (2005) indica que la vulnerabilidad de los/as inmigrantes irregulares es caren-cia extrema del poder que se impone como una construccin social. Tal proceso parte de la vulnerabilidad estructural de carcter objetivo, que consiste en la diferenciacin legal entre los nacionales y extranjeros/as como expresin legtima de la soberana esta-tal. Esta construccin terica adquiere importancia a lo largo de la prctica de las rela-ciones sociales, en las que el extranjero/inmigrante no tiene poder sufi ciente para retar exitosamente la imposicin de esta asimetra de poder como condicin de su relacin social con un nacional. De este modo, se coloca al inmigrante (ya no slo extranjero) en una posicin subordinada, inherente a la totalidad de relaciones sociales (respecto a los/as extranjeros/as no inmigrantes y a los nacionales), llegando a construir una vul-nerabilidad cultural subjetiva. As, toda una serie de elementos culturales (estereotipos, racismo, discriminacin institucional, etc.) justifi ca tal diferencia de poder, lo que des-emboca, a su vez, en una impunidad extendida en la violacin de los derechos humanos (la ausencia de costos econmicos, sociales o polticos del que viola los derechos). En el caso de los/as inmigrantes irregulares, el elemento estructural desempea un papel crucial en la construccin de la vulnerabilidad, al establecer una jerarqua de derechos que va ms all de la legitimada por el ejercicio de soberana (extranjero-nacional), y, en consecuencia, antecede y promueve con ms fuerza el proceso subjetivo-cultural.

    Aunque la esfera jurdica sea un punto de partida crucial de la discriminacin, el complejo entramado de procesos que intervienen en la construccin socio-poltica del inmigrante no se limita a ella, sino que abarca una multiplicidad de procesos que se ex-tienden a todo el mbito poltico, a los medios de comunicacin y la opinin pblica, as como a las relaciones interpersonales. En estas pginas vamos a analizarlos principal-

    10 Con la tercera reforma (LO 14/2004) se establece que la Direccin General de Polica puede acceder a los datos de inscripcin padronal de los extranjeros (algo que no pueden hacer en el caso de los nacionales), as como al intercambio de stos entre las distintas administraciones, lo que convierte al padrn en una forma de evidenciar la irregularidad de los extranjeros.

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    mente bajo las categoras separadas de construccin poltica y social, pero hay que re-cordar que las diferentes dimensiones que los componen estn fuertemente relacionadas y, como veremos, se retroalimentan unas a otras. La separacin es, por tanto, a efectos analticos pero no reales.

    PROCESOS POLTICO-SOCIALES

    La gestin de los fl ujos migratorios en Espaa se inscribe dentro del modelo aplicado en los pases del sur de Europa11, donde los fl ujos inmigratorios y las polticas que los re-gulan son relativamente recientes y la intensidad de los cambios relevante. Se caracteriza por la falta de mecanismos institucionales e inexperiencia administrativa en la gestin del fenmeno. Las respuestas suelen tener ms bien un carcter reactivo y coyuntural, sobre todo en el mbito de integracin, mientras que el control de los fl ujos llega a ser cada vez ms activo. Ambos campos siguen la lnea restrictiva de las regulaciones de cualquier tipo de la UE, que a partir de la crisis de los aos setenta ha bloqueado con mano dura el acceso a la Europa fortaleza12. Para algunos autores (Giddens, 2001), este modelo se conceptualiza como modelo ilegales, que se distingue por la centralidad de la fi gura del inmigrante que carece de permisos de estancia, residencia o trabajo en regla.

    El aspecto poltico-estatal resulta crucial en este anlisis, ya que es el responsable de las legislaciones que determinan las oportunidades de los grupos sociales. Ante todo, son las polticas migratorias inadecuadas (con la ley de extranjera como su principal exponente) las que generan la irregularidad. Adems, stas contribuyen a la inestabi-lidad del estatuto jurdico del extranjero inmigrante y a su relacin con la administra-cin en condiciones de desigualdad. Por lo tanto, se puede afi rmar, siguiendo a Solanes (2003), que el proceso de vulnerabilidad no podra alcanzarse sin la voluntad, impl-cita o explcita, del Estado que produce la exclusin institucional de los/as inmigran-tes irregulares.

    Como ya hemos explicado, la discriminacin del inmigrante empieza con el mar-co legal en el que est inscrito, defi nido por el rgimen de extranjera. Sin embargo, el mbito poltico que reguarda las migraciones ha de entenderse de una manera ms am-plia y fl exible, e ir ms all de la expresin jurdica del Estado. Se trata de analizar todo el conjunto heterogneo de elementos que forman el discurso acerca de la inmigracin irregular, entendido ste tanto como lenguaje, como prcticas sociales (incluyendo las prcticas silenciosas que no contribuyen explcitamente al discurso, pero s dan signifi -cado social a las representaciones, como omisiones, prohibiciones, smbolos, imgenes). Foucault (1991) defi ne como dispositivo a la red que se establece entre estos elementos,

    11 La clasificacin de los modelos de polticas migratorias (Lpez Sala, 2005a): 1) Los pases tradicionales de inmigracin (Canad, Estados Unidos), 2) Los pases del centro y norte de Europa, destino de fuerte inmigracin, sobre todo, despus de la segunda guerra mundial (Alemania, Francia o Suecia), 3) Los nue-vos pases de inmigracin del sur de Europa (Espaa, Italia, Portugal y Grecia)12 Trmino acuado por Saskia Sassen.

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    y que tiene una naturaleza estratgica al estar siempre inscrito en un juego de poder con lo cual, segn l, se debera hablar de unas estrategias de relaciones de fuerzas sopor-tando unos tipos de saber, y soportadas por ellos. En relacin a la cuestin migratoria, la construccin determinada de la fi gura del inmigrante formara entonces parte de una estrategia poltica ms amplia. Hay que subrayar que un papel importante juega aqu la politizacin del tema y el papel crucial de la opinin pblica, con la que los gobiernos tienen que contar en sus estrategias en cuanto electorado. A continuacin, vamos a ex-poner dos aspectos fundamentales en torno a los cuales se va creando el dispositivo in-migracin desde la poltica del estado: la seguridad nacional y el mercado de trabajo.

    EL/LA INMIGRANTE COMO AMENAZA

    Actualmente, la inmigracin en Europa, en vez de ser identifi cada como un hecho social, se ha elaborado como un problema que afecta a la seguridad interna de los Es-tados y amenaza los mercados de trabajo. En las agendas polticas actuales fi gura, por lo tanto, como una emergencia. Como apunta Perrone (2005) hoy en da se empieza a ha-blar sobre migraciones y se termina hablando sobre la seguridad y el orden pblico. El discurso de control y de la lucha contra la inmigracin ilegal como objetivo principal conlleva la necesidad de una determinada construccin de la inmigracin irregular que legitime dichas lneas polticas.

    En primer lugar, la inmigracin se nos presenta como amenaza a la comunidad na-cional en numerosos aspectos (a la seguridad nacional, al mercado de trabajo nacional, al bienestar social nacional o a la cultura nacional). Tal enfoque se sustenta en el fondo en los procesos ms amplios de construccin del Otro, frente a un Nosotros nacional: el es-tado-nacin, entendido como una comunidad imaginada (segn la concepcin de An-derson), se mantiene y reproduce al ser continuamente narrado, replanteado y recreado. Los/as inmigrantes son un objeto idneo para reafi rmar la propia identidad frente a una alteridad externa, a base de unas diferencias selectivas que vienen ampliadas, fi rmemente establecidas como naturales y dotadas de un signifi cado social especfi co (amenaza). Se-gn Baudrillard, con la modernidad se entra en la era de la produccin del Otro. No se trata ms de matarlo, devorarlo o seducirlo, de afrontarlo, de rivalizar con l, de amarlo o de odiarlo, se trata, ante todo, de producirlo. No es ya un objeto de pasin sino de pro-duccin (Colombo, 1999: 183). Dal Lago (1999) analiza las repercusiones particulares que tiene el hecho de establecer una relacin directa entre la seguridad e inmigracin, las que, una vez asumidas como preocupaciones dominantes por parte de los ciudadanos, resultan ser ideales para el mercado poltico. Se trata de cuestiones cclicas y pueden ser afrontadas con cierta planifi cacin, son esencialmente simblicas y pueden ser satisfechas con respuestas simblicas y, fi nalmente, son voluminosas, pues ocupan la escena polti-co-meditica, marginando otras cuestiones difciles y controvertidas. La confi guracin de la inmigracin como amenaza se manifi esta especialmente en momentos de inseguri-dad social, econmica o poltica. A travs del miedo se obtiene una produccin colectiva de sentido que legitima la construccin social de la desviacin (Scalia, 2005).

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    Efectivamente, la fcil criminalizacin de la inmigracin irregular la convierte en un caso paradigmtico de la construccin del Otro. Ser uno de los instrumentos ms efi caces de construccin del inmigrante, no reconocido institucionalmente, en trminos de extrema diferencia para convertirlo en un sospechoso permanente y una amenaza continua. Se lleva a cabo el proceso de ilegalizacin de los inmigrantes no autoriza-dos que contribuye a su estigmatizacin social. Se les trata como delincuentes, aplican-do medidas cuasi-penales (como internamiento dentro de los CIEs o la expulsin como sancin preferencial frente a la multa), a personas que cometen infracciones de las leyes y normas de extranjera que no suponen una causa penal sino una irregularidad admi-nistrativa. Ahora bien, la utilizacin perversa del lenguaje, y en particular del concepto ilegal, acaba asocindolos a delincuentes. Por otro lado, la delincuencia entre los in-migrantes irregulares, tanto frente a los regulares como a los nacionales, efectivamen-te, tiene tasas ms altas, sin embargo, hay que leer tales datos con atencin teniendo en cuenta una serie de aspectos fundamentales13. Primero, la mayor parte de estas infrac-ciones y delitos pertenecen al campo de la violacin de leyes de extranjera, con lo que pueden ser cometidos slo por los extranjeros. Segundo, se trata, sobre todo, de formas criminales de menor calibre, pero de alta visibilidad, las que, sin embargo, se resaltan de forma desproporcionada provocando un enorme alarmismo social. Scalia (2005) su-braya la accin selectiva de las fuerzas del orden, para las cuales no parece ser la cualidad del crimen la que cuenta sino las personas que los cometen. Finalmente, cabe recordar que el proceso penal de los extranjeros, a parte de cuestionar la legitimidad de la inter-vencin penal en muchos casos14, presenta importantes desventajas frente a los procedi-mientos aplicados a los ciudadanos nacionales, lo que tambin introduce distorsiones. La construccin del inmigrante como delincuente, basndose en una imagen parcial, y estigmatizndolo como desviado, legitima las medidas policiales aplicadas y resul-ta ms operativo para llegar a la opinin pblica y socializar un fi el electorado. Tales fa-lacias son generadoras de racismo y xenofobia lo que provoca, por un lado, el rechazo a los/as inmigrantes por parte de la sociedad y, por el otro, sus exigencias de adoptar po-lticas cada vez ms restrictivas. De este modo, llega a ser un proceso cclico que se re-troalimenta siendo, por tanto, peligroso.

    EL/LA INMIGRANTE COMO TRABAJADOR/A

    Otro aspecto fundamental que confi gura el discurso y las prcticas polticas es su vinculacin a las polticas econmicas. ste es el punto de encuentro en el que se en-cierra la contradiccin esencial de la gestin de fl ujos inmigratorios. La realidad so-cial demuestra, como lo hemos argumentado ms de una vez en este trabajo, que las

    13 Vase: Fondazione ISMU (2009).14 Vase: Martnez Escamilla, Margarita (2008): Puede utilizarse el derecho penal en la lucha contra la inmigracin irregular?. Revista Electrnica de Ciencia Penal y Criminologa. 10-06: 06:1-06:20. [En l-nea:] http://criminet.ugr.es/recpc.

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    medidas restrictivas de acceso a la residencia y trabajo en Espaa diverge signifi cati-vamente de la facilidad en el acceso a la economa informal (que constituye el verda-dero efecto llamada). De hecho, es muy llamativo el desequilibrio en el diferente peso que le atribuye el estado al control fronterizo y las expulsiones de los trabajadores no autorizados, respecto a las inspecciones en lugares de trabajo y las sanciones a los em-presarios que los emplean. El control basado en la exteriorizacin y criminalizacin de los inmigrantes como trabajadores ilegales es un instrumento clave del Estado en el proceso estructural de expansin y transformacin del sistema capitalista mundial (Zamora 2003). La funcionalidad econmica de la mano de obra irregular inmigrante consiste en mayores posibilidades de su explotacin frente a los trabajadores autoriza-dos. Como hemos visto, la interdependencia estrecha entre los permisos de residencia y los de trabajo enfatiza esta dimensin econmica de la inmigracin. En consecuencia, la difi cultad de conseguir las autorizaciones desplaza a los/as irregulares al margen del mercado de trabajo, donde su esfuerzo productivo est remunerado pero se considera ilegal por desenvolverse fuera de los mecanismos econmicos formales. De este modo, se llega a invisibilizar una parte importante de las relaciones sociales15, en este caso, el valor del trabajo inmigrante no autorizado que, en realidad, est en el centro de los procesos econmicos y sociales que defi nen el crecimiento de las sociedades contem-porneas y su posicin perifrica en la estructura social revela que se trata de un nue-vo proletariado (Pedreo 2005).

    Ahora bien, entre las necesidades e intereses econmicos y las medidas que elabo-ran los Estados para restringir la inmigracin, se produce un desajuste populista16 que desemboca en el surgimiento de programas ocultos: Los polticos estn satisfechos de ofrecer retrica anti-inmigracin cuando en realidad siguen elaborando polticas que provocan ms inmigracin, ya que consiguen importantes objetivos para la economa o el mercado de trabajo (Castles 2004). Por otro lado, la produccin de trabajadores no autorizados que aceptan condiciones de empleo por debajo de las normas establecidas, tiene repercusiones no slo en su vulnerabilidad laboral sino tambin en la degradacin de todo el mercado laboral local (Tezanos 2006). Se crea cada vez ms competencia con los autnomos en los sectores secundarios17 ms precarizados los que, a la vez, implican ms a los segmentos de la poblacin ms receptiva a las retricas populistas y el discur-so explcitamente anti-inmigratorio. De este modo, se alimenta an ms el rechazo ha-cia los trabajadores extranjeros por parte de la poblacin autctona.

    Recapitulando, el relacionar la inmigracin irregular con el mercado de trabajo tiene unas consecuencias importantes en la construccin de la fi gura del inmigrante trabaja-dor. Primero, su irregularidad en cuanto trabajador se ve como un estatus discrimina-torio altamente funcional. Segundo, la competencia creada en el sector secundario se convierte en otro instrumento ms que permite problematizar el fenmeno inmigrato-

    15 Mecanismo llamado por Bourdieu funcin de denegacin, por Sassen narrativa de negacin (Pe-dreo 2005).16 Segn la expresin de Lpez Sala (2005a).17 Para la teora del mercado dual (segmentado), vase: Piore, Michael J. (1979) Birds of Passage: Migrant Labor and Industrial Societies. Cambridge, UK: Cambridge University Press.

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    rio. Finalmente, la construccin de la fi gura del inmigrante irregular, que responde ni-camente a las necesidades temporales del mercado laboral, reduce los fl ujos al aspecto econmico y, con lo mismo, convierte en objeto la movilidad humana y, en efecto, des-humaniza el proceso migratorio (Rostecka 2005).

    Por otra parte, es relevante resaltar que la construccin del inmigrante irregular se inscribe en un proceso ms amplio de produccin de la alteridad del Otro. La extrae-za se crea en relacin con el Nosotros, de manera que se resaltan rasgos diferenciadores seleccionados y se vuelven irrelevantes las semejanzas existentes. Dentro de una misma sociedad existe una multitud de lneas diferenciadoras y grupos de identifi cacin, sean basadas en la composicin nacional heterognea de los estados-nacin o en las perte-nencias de clase, gnero, grupos de edad etc. Sin embargo, el Nosotros nacional, inten-ta representar un conjunto unifi cado y cohesionado, presuponiendo una homogeneidad fi cticia. El estado percibe al extranjero que vive dentro de sus fronteras por el simple hecho de estar fuera de su lugar como diverso e inferior y, por lo tanto, naturalmen-te sujeto a restricciones y discriminaciones respecto a los nacionales (Colombo 1999). Los/as inmigrantes irregulares, los Otros por excelencia, padecen los procesos de estig-matizacin de una forma especialmente marcada al encontrarse en una situacin de ex-clusin institucionalmente establecida.

    Podramos hablar de la construccin de la alteridad, no slo como establecimiento de una diferenciacin, sino como un instrumento para acabar legitimando la desigual-dad estructural de nuestras sociedades. A partir de la etnifi cacin de la inmigracin y su construccin como problema, la totalidad de confl ictos sociales se acaba sujetando a ta-les procesos de etnifi cacin (Zamora, 2003; Colombo, 1999) de manera que se estigma-tiza la diferencia cultural como amenaza del orden democrtico, y no se profundiza en el papel que desempea sta en la estratifi cacin socioeconmica y en la perpetuacin de la desigualdad. Mientras que el problema no son las diferencias culturales () sino la ausencia de un espacio de igualdad y libertad (Zamora, 2003). Asimismo, el concep-to del inmigrante, y en particular el de inmigrante ilegal, tiene fuerza de defi nir una nueva discontinuidad social que consigue desplazar al segundo plano las tensiones so-ciales internas y la fractura fundamental de clases que permanece en el sistema de pro-duccin capitalista.

    LOS MASS MEDIA Y LA INTERACCIN COTIDIANA

    La construccin jurdica del estatus irregular, que forma parte de toda una estrategia poltica que tiene en el fondo la estigmatizacin de la diferencia de los extranjeros, y una concepcin econmica instrumentalizada de los mismos, est en la base de los condi-cionamientos socio-econmicos de la marginalidad y exclusin social de este colectivo. A su vez, esta imagen de los/as inmigrantes irregulares producida en el mbito poltico se interrelaciona e interacta constantemente con el mbito social, siendo reproducida por los medios de informacin y a nivel cotidiano de interaccin interpersonal. De tal manera, determinadas formas de construccin socio-poltica del inmigrante irregular,

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    no solo no se cuestionan por la poblacin en su conjunto sino que, adems, se asumen como naturales reforzando la imagen construida.

    Los mass media llegan a ser los principales cauces de transmisin de la informacin (ms que medios de comunicacin) sobre las agendas polticas hacia la opinin pbli-ca la que, recordemos, constituye un elemento importante a tomar en consideracin en la gestin social de las cuestiones ms politizadas. La manifestacin ms evidente de la politizacin de la cuestin migratoria es precisamente el rol de los mass media que, sien-do intermediario, tienden a reproducir la ideologa de lite dominante contribuyendo a legitimar su posicin de privilegio (Colombo 1999). Los medios de informacin ela-boran unos cuadros interpretativos, que categorizan la realidad social inmigratoria en trminos de: diversidad entre nosotros y ellos, competencia por los recursos, amenaza econmica, cultural y de seguridad, problema y tambin ayuda paternalista (desde una posicin superior) (Colombo 1999). La produccin de esquemas alternativos para abor-dar la inmigracin irregular como fenmeno podra darse desde el mbito acadmico. Sin embargo, la presencia constante de la irregularidad en los medios de informacin, contrasta con la escasez de monografas o discusiones cientfi cas en Espaa acerca del tema (Lpez Sala 2005b).

    El fenmeno de los fl ujos no autorizados se dota de signifi cados determinados me-diante la seleccin de noticias e imgenes, su tratamiento, nfasis en aspectos determi-nados, as como su transmisin a travs de un lenguaje especfi co. Como caractersticas generales del tratamiento del tema de inmigracin se indica la simplifi cacin de los men-sajes, la falta de contextualizacin de las noticias y la generalizacin de casos particulares (Muiz 2007). De este modo, una realidad heterognea y compleja, difcil de transmi-tir en su totalidad, se estructura en trminos de una narrativa concreta. En este sentido, entre las transmisiones (en la prensa) ms frecuentes destacan las noticias relacionadas con: la entrada clandestina de migrantes norteafricanos que llegan a las costas espao-las en pateras, la vinculacin de los extranjeros con las mafi as y organizaciones delictivas y la gestin de las fronteras a nivel comunitario (Igartua et all 2005). El medio televisivo sigue la misma lnea informativa, pero acompaada y reforzada an ms con una abun-dante cantidad de imgenes dramticas y sensacionalistas (Muiz 2007).

    La realidad que emerge de las transmisiones periodsticas y televisivas se aleja de los datos acerca de la inmigracin irregular que conocemos. En primer lugar, las entradas clandestinas constituyen un porcentaje mnimo de las llegadas, cuya mayor parte se pro-duce de forma legal y la irregularidad es efecto de la permanencia y no del propio cruce de fronteras. Incluso en Tenerife, particularmente expuesta al cruce ilegal por parte de los/as inmigrantes africanos, solo el 6% de inmigrantes llega clandestinamente (Godenau y Za-pata 2007). En segundo lugar, el/la inmigrante irregular se ve representado por un joven magreb, ocultando las tendencias a la latinoamericanizacin y europeizacin de los fl u-jos, por un lado, y su feminizacin, por el otro. Finalmente, la presentacin de situaciones extremas sugiere que todos los migrantes llegan en situacin de pobreza extrema, mien-tras que en realidad los proyectos de movilidad no tienen por qu implicar una migracin de supervivencia y, de hecho, la mayor parte no lo es: existe mayor tasa de migracin desde los pases en crecimiento econmico que desde aquellos ms pobres. Adems, se presenta a los propios protagonistas como objetos pasivos a los que, adems, no se suele dar la voz.

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    De tal forma, la visin parcial de la realidad trasmitida por los medios, no refl eja las din-micas y caractersticas reales de los fl ujos. Las noticias mantienen, predominantemente, un carcter negativo, lo que refuerza la imagen de la inmigracin como un problema y, como hemos visto, determinados elementos en los que se suele poner nfasis vinculan el fenmeno a la seguridad y delincuencia. Por otra parte, el lenguaje utilizado defi ne al/la migrante irregular con etiquetas como ilegal, indocumentado, extracomunitario, sin papeles y, a menudo, enfatiza su condicin de acusado, detenido o culpable (Igartua et all 2005), con lo cual participa en la criminalizacin del mismo.

    Los estudiosos del tema mantienen con fi rmeza que el nfasis meditico en determi-nados atributos de los objetos sociales, puede condicionar su percepcin y canalizar la forma de refl exionar acerca de los mismos. En consecuencia, los mass media tienen un fuerte potencial para reproducir socialmente una visin sesgada de la inmigracin irre-gular y, al mismo tiempo, para los prejuicios negativos.

    Efectivamente, en la sociedad ha tenido xito la idea de la invasin inmigrante. Tie-ne lugar una visibilizacin cada vez ms amplia de la inmigracin en nuestro entorno, sea en los discursos polticos, noticias en los medios de comunicacin o su presencia f-sica (frecuentemente concentrada y identifi cable a base de las diferencias fenotpicas) en los espacios pblicos, lo que lleva al fenmeno de sobreestimacin del nmero de extran-jeros/as por encima de datos reales18. Adems, se puede hablar de una relacin directa entre la visibilizacin de la inmigracin en los mass media y el aumento de percepcin del fenmeno como problema (Igartua, Muiz y Otero 2006).

    La visin, ampliamente interiorizada, de la oleada inmigrante est en sintona con el discurso de la amenaza. Los mecanismos de victimizacin del agresor y la culpabili-zacin de las vctimas (dal Lago, 2000), extendidos a todos los niveles tanto poltico19, meditico20 como cotidiano, legitiman la discriminacin y hostilidad. Asimismo la des-valorizacin de los/as irregulares, sugerida ya desde su posicin en el mercado de tra-bajo y en la estructura social en general, incide en la extensin del racismo. De hecho, varios estudios afi rman que el racismo y la xenofobia en Espaa, en la mayora de los ca-sos, se basa en la clase social, ms que en la raza o cultura (Cea DAncona y Valles Mar-tnez 2008). El convertir a las personas que ocupan el eslabn ms bajo de la sociedad en chivos expiatorios, aumenta las condiciones de inseguridad y fragmentacin, vin-culadas a la progresiva descomposicin y transformacin de las estructuras modernas, y se va fortaleciendo a la hora que los/as inmigrantes, irregulares en particular, no tie-nen poder sufi ciente para oponerse a las asimetras y luchar contra su etiquetamiento como desviados. Colectivo IO apunta al entrelazamiento del racismo ordinario con el

    18 Fenmeno descrito desde la psicologa social como efecto de representacin. Lo confirma, entre otros, el Observatorio Vasco de Inmigracin Ikuspegi (www.ikuspegi.org): segn la encuesta de 2004 la per-cepcin de la gente situaba la tasa de extranjeros/as en Euskadi en el 11% mientras el ndice superaba li-geramente el 2%.19 Los inmigrantes como causa de la crisis social, la que en realidad se debe a las transformaciones del sis-tema productivo que preceden a la inmigracin. 20 Los medios de informacin a menudo se centran en casos episdicos (con alta carga emotiva y fuera del contexto), lo que sugiere al pblico explicaciones de los problemas sociales centradas en el individuo al que se culpabiliza (Igartua, Muiz y Cheng 2005).

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    racismo clasista: el inmigrante es excluido a la vez porque es extranjero, porque procede de un pas pobre y menospreciado y porque forma parte, en general, de las capas ms ba-jas de las clases populares (Cea DAncona y Valles Martnez 2008).

    En resumen, siguiendo a Santamara (2002), estaramos de acuerdo que:

    estos procesos de construccin del miedo al extranjero, la desconfi anza y el desprecio no surgen ni espontnea ni nicamente de lo mrgenes sociales y/o polticos, sino que en gran medida son preformuladas y difundidas en y a travs de las reglamen-taciones jurdicas, los medios de comunicacin, las industrias culturales, el sistema educativo, las instituciones religiosas, el sistema educativo.

    Entre estos procesos de ndole tanto poltica como social, interrelacionados, se des-taca el elemento poltico-jurdico como el motor principal de la reproduccin de la con-dicin de subalternidad poltica y social, que se manifi esta mediante las prcticas de las instituciones y viene catalizada por los mass-media a nivel del sentido comn (Scalia 2005). Como admite Antonio Izquierdo Escribano (2006), es probable que crezca el me-nosprecio racista y se mutilen las libertades hasta que no haya una censura explcita por parte de la opinin pblica y no se castigue electoralmente tales conductas.

    El proceso de construccin que estamos describiendo est estrechamente ligado con la cuestin de la integracin. Las polticas refuerzan las reproducciones negativas del/la inmigrante irregular y, con ello, contribuyen a su defi nicin como outsider que me-rece ser constantemente vigilado y excluido (Garcs 2006). Esto, a su vez, alimenta los prejuicios de la opinin pblica y forma un terreno favorable para los discursos relacio-nados con la seguridad nacional y, en consecuencia, de carcter restrictivo en el mbito de inmigracin. El crculo vicioso se cierra y lo hace de una manera altamente preocu-pante: los rditos electorales se sitan por encima del inters general.

    ENTRE LA INTEGRACIN Y LA MARGINACIN

    Al contrario de lo que podran sugerir las polticas y los medios de comunicacin de masas, el problema no es ya cmo controlar o eliminar a los extranjeros sino como vivir constantemente cerca de ellos (Colombo 1999). Fijmonos entonces en el concep-to de integracin, el cual resulta crucial en el anlisis de la inmigracin en general y ad-quiere, adems, un matiz importante en el estudio de los fl ujos irregulares en particular. La forma de entender este trmino, vasto y sujeto a numerosas interpretaciones, se en-cuentra al fondo de varias dinmicas concernientes al fenmeno, desde las legislaciones hasta la percepcin social de los inmigrantes.

    Para empezar, es imprescindible precisar que el concepto de la integracin sociocul-tural que se manejar aqu (CEDIME 2002) parte del paradigma terico del confl icto21

    21 El conflicto se considera como inherente de todas las relaciones sociales y cohesionador a largo plazo (ya que obliga a la interaccin entre las partes).

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    y, por lo tanto, se considera un proceso de negociacin entre los grupos (dentro de la so-ciedad receptora que no es homognea y su estructura se constituye en base a desigual-dades sociales) ms que una asimilacin. Se diferencian dos niveles de integracin que le dotan de carcter sociocultural. Por un lado, estamos ante una interpenetracin de la estructura social, compuesta tanto por interaccin en diferentes mbitos de la vida coti-diana (relaciones sociales, participacin en asociaciones) como por la insercin de clase, es decir, la incorporacin a la estructura productiva, siempre llevada a cabo en condicio-nes de desigualdad social. Por otro lado, se habla de la integracin cultural, que no tie-ne por qu signifi car la adquisicin de una identidad de la sociedad receptora, sino que se trata de una identidad social compartida por varios grupos que tienen derecho a di-ferenciacin. La idea fundamental de esta concepcin de integracin es la siguiente: el componente socio-econmico es el que adquiere el papel central en el conjunto del pro-ceso, ya que constituye una condicin imprescindible para que se pueda llevar a cabo la integracin cultural (aunque sta no sea siempre su resultado).

    Este esquema sociocultural se ve necesariamente complementado con la dimensin jurdico-poltica, relevante tanto en el caso de los extranjeros legalmente residentes como de los que se encuentran bajo el estatus irregular. Los/as inmigrantes regula-res estn dotados de derechos sociales y civiles, sin embargo, los derechos polticos (como derecho al voto o participacin al nivel municipal) no estn previstos por las polticas de integracin. De este modo, el referente al que estos inmigrantes pueden aspirar no es el estatus de ciudadano sino del no ciudadano, llamado por Ham-mar con el nombre de denizen (Ruiz Lpez 2001), al que se le niega una integracin plena. Por otra parte, el elemento jurdico-poltico resulta crucial para los/as extran-jeros en situacin irregular, puesto que determina en gran medida las posibilidades de su integracin socio-econmica, de facto negada desde el punto de vista legal. Su estatus jurdico no permite la insercin en el mercado de trabajo formal e impide la participacin y expresin social institucionalizada y, en consecuencia, la integracin de los/as irregulares resulta contradictorio. Sin embargo, el nmero creciente de los/as inmigrantes irregulares y su evidente asentamiento en nuestra sociedad demuestra una realidad social diferente. Su integracin s se est llevando a cabo y constituye un hecho social, a pesar de que no se reconozca el proceso desde la legislacin (Godenau y Zapata 2007). La consecuencia de tal contradiccin es la creacin de un espacio so-ciocultural marginado, que comporta cauces no ofi ciales a travs de los cuales se pe-netra la estructura social y se forman las identidades colectivas. Este mundo paralelo se basa en la economa sumergida y se sostiene socialmente mediante redes informa-les y voluntarias, lo que desemboca en un proceso de integracin institucionalmente no reconocido pero realmente existente. El que no est contemplado jurdicamente, a pesar de su evidente presencia como hecho social, constituye una paradoja ms den-tro de la realidad migratoria y su gestin.

    La formulacin de las polticas de integracin (dirigidas a los regulares) que diverge de la realidad social (creciente presencia y asentamiento de los/as irregulares) se funda-menta, por lo tanto, en una falacia que oculta una realidad objetiva. En consecuencia, la legislacin migratoria tiene de fondo una tensin estructural y permanente entre la in-tegracin y marginalizacin (asociada con el estatus temporal y contingente) (Calavita

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    2006) de los inmigrantes que se convierten en extranjeros en el sentido simmeliano22 por excelencia, defi nidos en trminos de no pertenencia. Otros autores como Bourdieu o Balibar tambin apuntan en la misma direccin, subrayando que un inmigrante no vive ni totalmente en el interior ni totalmente en el exterior ocupando un no lugar.

    En las sociedades occidentales contemporneas, la integracin y el confl icto relaciona-dos con los grupos inmigrantes se conciben principalmente en trminos culturales y t-nicos. Sin embargo, como vamos viendo, es la institucionalizacin de la exclusin social de los extranjeros la que impide la interpenetracin de elementos culturales y, por lo tanto, su integracin formal efectiva23. Para llevar a cabo una integracin basada en la igualdad ante la justicia y derecho a la diferenciacin, resulta necesario revisar y replantear el con-cepto de ciudadana, basada en la pertenencia a una nacin en vez de estar formulada en trminos de persona, con independencia de su situacin administrativa regular o no. Dal Lago (1999) considera que hoy los/as inmigrantes irregulares, los ms no-ciudadanos, estn restringidos a salir de la condicin de personas, entendidas como seres sociales (lo que, en un estado moderno, se traduce en serlo en el sentido jurdico-poltico). Los meca-nismos sociales, jurdicos y polticos que los excluyen del reconocimiento de la ciudada-na, convierten a los/as inmigrantes no autorizados en no-personas. Nosotros somos libres a vivir como ms nos apetece en nuestro pas gracias al estatus de ciudadanos; l, an viviendo a todos los efectos como nosotros desde el punto de vista material y social, no tiene futuro estable en nuestra sociedad (del Lago 1996, cf. Colombo 1999: 143).

    Adems, paradjicamente la negacin institucional de una integracin y la creacin de unas realidades marginalizadas puede provocar, a su vez, una integracin efectiva ms profunda. La inseguridad y la precariedad de la existencia que derivan de la ausencia del estatus de residente, implican la no realizacin del proyecto inicial y suelen reforzar la de-cisin a quedarse24. Tendra que ser precisamente la sociedad receptora, privilegiada en la relacin desigual entre las partes, la que, mediante sus instituciones, asumiera la res-ponsabilidad de fomentar la integracin, tanto econmica como sociocultural efectiva, aunque sin negar el protagonismo de las mismas minoras y su papel activo en el proceso.

    CONCLUSIONES

    La centralidad del proceso de la construccin de la inmigracin y de la irregularidad en sus diferentes mbitos resulta fundamental en el anlisis del fenmeno en cuestin. A la construccin de carcter jurdico-poltico de la irregularidad, se adjunta la cons-

    22 The stranger is thus being discussed here, not in the sense often touched upon in the past, as the wan-derer who comes today and goes tomorrow, but rather as the person who comes today and stays tomo-rrow (Wolff 1950).23 Las identidades colectivas, continuamente redefinidas en el proceso de la negociacin entre los grupos, no son la base del contraste sino su fruto, por lo tanto, el conflicto no deriva de las diferencias culturales sino de los intereses de clase (CEDIME 2002). 24 Marco Martiniello y Andrea Rea: Les san-papiers en Belgique, Hommes & Migrations n1238, julio/agos-to de 2002. En: Unzurrunzaga (2002).

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    truccin socio-poltica que se une con la socio-cultural. El discurso de la inmigracin como amenaza forma parte de todo un conjunto de mecanismos que invierten las rela-ciones existentes, victimizando a los culpables al mismo tiempo que se culpabilizan las vctimas. La retrica de seguridad nacional y la construccin de alteridad basada en la estigmatizacin de la diferencia desde un enfoque culturalista tienen el objetivo de legi-timar, por un lado, las polticas migratorias restrictivas y, por el otro, las desigualdades sociales. En la construccin de una imagen determinada de la inmigracin no autorizada participan no slo los actores polticos, sino tambin los medios de informacin que in-termedian las noticias, refuerzan ciertas categoras y visibilizan aspectos especfi cos del tema. La interrelacin de los mass media con la opinin pblica hace encauzar y modelar la percepcin de la inmigracin por parte de la sociedad, reproducida y reforzada a nivel cotidiano. Este proceso contribuye a situar a los/as inmigrantes irregulares en un limbo entre la integracin informal no reconocida y el crculo vicioso de la marginacin.

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