jean - unc

123
1

Upload: others

Post on 16-Oct-2021

12 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: JEAN - UNC

1

Page 2: JEAN - UNC

2

Page 3: JEAN - UNC

3

JEAN-JACQUES ROUSSEAU

ENSAYO SOBRE EL ORIGEN DE LAS LENGUAS

Page 4: JEAN - UNC

4

Page 5: JEAN - UNC

JEAN-JACQUES ROUSSEAU

ENSAYO SOBRE EL ORIGEN DE LAS LENGUAS

Introducción de Daniel VeraTraducción de María Teresa Poyrazian

fe

Page 6: JEAN - UNC

Diseño: Agustín Massanet

Editorial Universidad Nacional de CórdobaEncuentro Grupo Editor2008

6

Page 7: JEAN - UNC

l Ensayo sobre el origen de las lenguas (escritoentre 1754 y 1761 y publicado póstumamente en1781),, es una obra de Jean Jacques Rousseau teni-da por menor y casi ignorada hasta la aparición en1967 de De la gramatología, en la que JacquesDerrida lo eligió como contendiente privilegiadode su propuesta. Las relaciones con la decons-trucción, sin embargo, no van ser el centro de misnotas, sino una lectura que resalta sus líneas derazonada utopía contra la civilización, y me atre-vo a precisar, contra la civilización occidental.La tonalidad. Ilustración y romanticismo pue-

den ser vistos como anverso y reverso de unamisma moneda: la ilustración es romántica y apa-sionada por la razón y sus sueños promisorios, entanto que el romanticismo es ilustrado, razona laspasiones y argumenta a favor de su arcaica forta-leza y con imaginación goyesca encuentra mons-truosos los sueños de la razón. Según esta figura,la Ilustración tiene un tono cartesiano: encuentraen el pasado un caos, que es necesario poner ensuspenso, para aplicar la inteligencia a partir de unpunto cero siquiera hipotético y desde ahí generarorden y conducir la historia hacia un venturosoporvenir, y el revés de su trama, el Romanticismotiene un tono roussoniano, en el cual el progresode la racionalidad entraña la decadencia y aliena-

7

La razón de las pasiones

E

Page 8: JEAN - UNC

ción de una naturaleza originaria dispuesta eninsuperable armonía.Los cuernos del dilema. Ante el dilema pasca-

liano entre l’esprit de géométrie y l’esprit de finesse,Rousseau se pone decididamente de parte delsegundo término y lo deja ver desde el título com-pleto de su opúsculo: Essai sur l’origine des langues,,ou il est parlé de la mélodie et de l’imitation musicale, yque según una nota del autor en el libro IV delEmilio, fue emprendido con la denominación deEssai sur le principe de la mélodie. “Junto a las fuentesde agua…los primeros discursos fueron las pri-meras canciones”, razonará en el capítulo XII:“las repeticiones periódicas y medidas del ritmo,las inflexiones melodiosas de los acentos hicieronsurgir la poesía y la música junto con la lengua”.En la misma y virtual encrucijada Wilhem vonLeibniz se había apasionado en la otra dirección yhabía escrito que la música se le había dado a loshombres para que pudieran disfrutar de las mate-máticas aquéllos que tenían dificultad con el cál-culo.Una paradoja. Hay una íntima contradicción en

la que solemos caer obnubilados por nuestroshábitos lingüísticos y de la que resulta difícil esca-par con una simple vuelta o con una revuelta, porantilógica que se argumente, y tiene que ver con loque Derrida llama ‘logocentrismo’, esto es, la cos-tumbre de hacer girar todo –el mundo, el conoci-miento, la acción y con ello los modos y mediosde comunicación–, en torno al lenguaje y de talmanera, mediante una sinécdoque no deliberada,llamar ‘lenguaje’ a cualquier colección de signos,formen o no un sistema y tenga o no ese eventualsistema un léxico, una sintaxis y una semántica

8

Page 9: JEAN - UNC

análogas a la lingüística, sustentando la denomina-ción en una grosera similitud pragmática: se usano pueden usarse para lo mismo o, por lo menos,para algo parecido. No falta esta paradoja en elEnsayo, y la hace más notoria el esfuerzo deRousseau por desprender el ‘lenguaje de los ges-tos’ del ‘lenguaje de la voz’, afirmando la ‘natura-lidad de ambos’, aunque el primero tenga priori-dad y sea un poco más natural que el segundo, sincaer en la cuenta de que un uso semejante suponeque la ‘lengua’ es el motor, el acto, de los móvilesy las potencias latentes en los gestos. Pero él quie-re decir, y dirá, lo contrario en el primer capítulo:“la lengua del gesto depende menos de las con-venciones que la de la voz…las figuras poseenmás variedad que los sonidos; son más expresivasy dicen más en menos tiempo. Se dice que el amorfue el que inventó el dibujo. Pudo también inven-tar el habla, pero con menos acierto.”Pasión versus necesidad. No podía Rousseau

atribuir el origen de las lenguas a las necesidadesfísicas y a los instrumentos desarrollados parasatisfacerlas, ya que estas y estos apartan a loshombres y los mantienen aislados, libres y felicesen lugar de reunirlos bajo diversos grados deesclavitud y penuria, y mucho menos atribuir eseorigen a características anatómicas. El lenguaje, elhabla, en lo que tiene de bueno y por tanto vincu-lado a su surgimiento, si bien inferior al gesto,coincide con la música y es expresión de las pasio-nes: “se nos enseñó que el lenguaje de los prime-ros hombres eran lenguas de geómetras y vemosque fueron lenguas de poetas…Se afirma que loshombres inventaron el habla para expresar susnecesidades pero esta opinión me parece insoste-

9

Page 10: JEAN - UNC

nible…¿Dónde puede entonces tener su origen?En las necesidades morales, en las pasiones.” Estosería lo que distinguiría a los hombres de los ani-males y sus respectivos medios de comunicación,que Rousseau siguiendo el uso consuetudinarioinsiste en agrupar bajo el título de ‘lenguas’ o ‘len-guajes’, aunque “sólo hablen a los ojos” y nopuede atribuirse, según lo afirma en el final delprimer capítulo a una diferencia en los órganos.Naturaleza edénica. Sabido es, y algo se ha

adelantado, que para Rousseau los hombres sonnaturalmente (nacen) libres e iguales, pero que lasociedad los hace dependientes y desiguales, teo-ría con la cual se aparta con energía tanto del opti-mismo ilustrado acerca de un progresivo mejora-miento de la condición humana como de la con-cepción materialista de Thomas Hobbes según lacual el estado de naturaleza es la guerra de todoscontra todos, superable solo por el artificio delestado. El mismo esquema se aplica a las lenguas,cuyo progreso puede ser para bien o para mal,pero que es sin excepción para mal, ya que lasganancias obtenidas nunca alcanzan a compensarlas pérdidas: “El que quiso que el hombre fuesesociable tocó con el dedo el eje del globo y loinclinó sobre el eje del universo. Con ese ligeromovimiento…veo decidir la vocación del génerohumano. Escucho a lo lejos los gritos de alegríade una multitud insensata, veo cómo edifican lospalacios y las ciudades, cómo nacen las artes, lasleyes, el comercio, veo cómo los pueblos se for-man…disuelven y suceden…Veo a los hombres,reunidos en algunos puntos de su morada paradevorarse allí mutuamente y convertir al resto delmundo en un espantoso desierto, digno monu-

10

Page 11: JEAN - UNC

mento de la unión social y de la utilidad de lasartes.” Es en esta reunión, atendiendo a necesida-des no naturales, que surge el habla, ya que las pri-meras necesidades dispersan a los hombres y latierra generosa, en un supuesta primavera eterna,los nutre sin que tengan que pronunciar palabrasni quien las escuche en caso de pronunciarlas.Advierte la lucidez del autor que el lenguaje supo-ne la sociedad, pero concibe al hombre primitivo,al salvaje, como un agraciado cazador solitario ysin lenguaje. Uno de los capítulos más extensos dela obra, el noveno, está dedicado a razonar las cir-cunstancias, causas y motivos de la formación ydisolución de las sociedades, sin duda uno de lospuntos más polémicos en su momento (y en laactualidad) pero cuya cosmovisión tiene un ante-cedente en el mito griego de la decadencia delhombre a partir de una edad de oro y otro, muchomás próximo, en el relato bíblico de la pérdida deun Paraíso Terrenal, regida aquella por la incle-mencia del destino y esta por la libre elección decomer el fruto del árbol del conocimiento.Tropismo. La tendencia pasional y la toma de

partido por el origen poético del lenguaje lleva aRousseau a postular la prioridad del sentido figu-rado sobre el literal, aunque tal vez hubiera sidomejor decir del sentido oblicuo o desviado sobreel recto, ya que hablar de literalidad encierra unaalusión anacrónica a la escritura, síntoma tambiénde corrupción lingüística pero más tardío: en todocaso la literalidad dependería del sentido recto, enla medida en que concebirlo allana el caminohacia la escritura. La formulación roussoniana esconvincente, porque hace justicia a la intuición deque utilizamos una palabra inadecuada hasta que

11

Page 12: JEAN - UNC

encontramos una más justa; dicho de otro modo:usamos palabras antes que términos, disponemosde un vocabulario antes que de una terminología.Así leemos: “Un hombre salvaje, al encontrarsecon otros…se asustará; les dará el nombre degigantes,…luego habrá reconocido que no son nimás grandes ni más fuertes que él…Inventará asíotro nombre, común a ellos y a él…hombre yreservará el de gigante para el objeto falso”. Segúnesto, la voz sin referencia o con una referenciaimpropia es la más antigua.Escritura. Cuando considera la escritura, aun-

que por razones distintas, el Ensayo coincide conla crítica platónica en no estimarla demasiado (elaprendizaje de la lectura y la escritura no preocu-pa demasiado al educador del Emilio). Además deello utiliza la comparación de los distintos mediosutilizados en su representación gráfica para calcu-lar la edad de las lenguas, ya que de acuerdo consu concepción “a medida que las necesidadesaumentan, que las relaciones se complican, que elsaber se expande, el lenguaje cambia de carácter;se torna más ajustado y menos apasionado, susti-tuye los sentimientos por las ideas, ya no se dirigeal corazón, sino a la razón”, de modo que la pic-tografía, representación de los objetos y no de lossonidos, es propia de una sociedad más apasiona-da y, por lo tanto, más antigua, a la que siguen for-mas ejemplificadas por la escritura china, “en laque realmente se trata de representar los sonidosy hablar a los ojos”. En esa breve descripciónRousseau sintetiza las peculiaridades de los carac-teres chinos, entre los que se encuentran pictogra-mas supervivientes junto con ideogramas, perocon predominio de fonogramas, por lo general

12

Page 13: JEAN - UNC

bisilábicos, en los que concurren rasgos de repre-sentación semántica con rasgos de representaciónfonética. Finalmente, la escritura alfabética, cuyasletras son meros signos de unidades sonoras, ya“no trata de representar la palabra, sino de anali-zarla”. En este esquema del nacimiento y desarro-llo de lenguas y escrituras no hay una añoranza dela escucha o del habla, una apología del oído fren-te a la visión, aunque más adelante se detalle laincapacidad de la escritura para marcar directa-mente determinados tonos de la expresión oral:ironía, pena, alegría, etcétera, sino más bien unadialéctica degenerativa en la que cada avancesupone un retroceso y conduce a una situaciónmenos satisfactoria que la anterior. Primero, elhabla es una adquisición valiosa por la generalidady libertad de contexto que ofrece a la comunica-ción humana, pero por eso mismo es inferior algesto, ya que el oído es menos minucioso en susdistinciones que la visión y porque al permitir elintercambio con independencia de las circunstan-cias, es más fría y más ambigua que el gesto.Mientras más cerca está del gesto, más apasiona-da es el habla, por eso la escritura más antigua nohace un rodeo por el sonido sino que presenta (ore-presenta) antes lo visto que lo oído, es más ges-tual que la escritura moderna, donde las letras consu apariencia uniforme solo hacen patentes algu-nas diferencias de sonido y no otras desarrolladasen el ínterin por la expresión oral. De la exposi-ción de Rousseau cabe inferir que había advertidola familiaridad de los distintos alfabetos (dehecho, el alfabeto se inventó una sola vez y luegosufrió diversas transformaciones y adaptaciones)y también que el parentesco entre las formas de

13

Page 14: JEAN - UNC

escritura no era índice de parentesco entre las len-guas. El último punto en el camino descendentede la escritura, su alejamiento de la poesía y suaproximación a la geometría, el breve capítulo VI,es la cuestión de si Homero supo o no escribir; larespuesta es previsible y, de acuerdo con los másrecientes métodos de datación y análisis, correcta:no supo. Las epopeyas homéricas, posteriormen-te dictadas, son huellas de una tradición oral.Aparte, el énfasis: “cuando Grecia comenzó aabundar en libros y poesía escrita todo el encantode la de Homero se hizo sentir por comparación.Los otros poetas escribían, Homero sólo habíacantado, y esos cantos divinos sólo dejaron de serescuchados con deleite cuando Europa se llenó debárbaros que se dedicaron a juzgar lo que nopodían sentir”.Contra el eurocentrismo. En su tratamiento de

las diferencias locales entre las lenguas, Rousseaullama la atención sobre el gran defecto de loseuropeos que “consiste en filosofar siempre sobrelos orígenes de las cosas según lo que sucede a sualrededor”. El error consiste, asevera anticipandoa Taine, en no apreciar debidamente la influenciadel clima y el terreno en la formación de las socie-dades humanas, falta que resta evidencia a la situa-ción paradisíaca de la humanidad primitiva y dapábulo a las hipótesis rivales. Con todo, no deja deser una muestra del carácter europeo, que por otraparte no es exclusiva, esta capacidad pretendidapor el autor de elevarse sobre las limitacionesdenunciadas y tener una medida universal de lohumano, y muestra también la ambición de todacultura, ilustrada o no, de extender su estilo devida y su pensamiento más allá de su localización.

14

Page 15: JEAN - UNC

La prosodia, la música y el gobierno. De losveinte capítulos del Ensayo, siete están dedicados ala música, y el dedicado a la prosodia también lavincula a consideraciones musicales: “toda lenguaen la que es posible aplicar varios aires musicalesa las mismas palabras no tiene acento musicaldeterminado…las lenguas modernas de Europaestán todas en la misma situación…la lengua ita-liana en la misma medida que la francesa…la dife-rencia reside en que una se presta a la música y laotra no”. De los criterios roussonianos se infierecon claridad su argumento: mientras más se alejande la música las lenguas se alejan de su origen yperfección; pero en la medida en que se produceeste proceso la música misma degenera: la natura-lidad de la melodía cede espacio a la artificialidadde la armonía. Y la pérdida de claridad y musica-lidad de las lenguas acompaña la declinación delas sociedades: “En los tiempos antiguos, dondela persuasión reemplazaba a la fuerza pública, laelocuencia era necesaria”. La idealización utópicadel pasado acaso no sea en Rousseau mera nostal-gia, sino parte de una estrategia deliberada para lacrítica de la sociedad contemporánea que habríasido menos efectiva desde el programa de unafutura organización social igualitaria, pero haymotivos que llevan a moderar esa expectativa,algunos de los cuales ya han sido mencionados.Uno, sin embargo, merece un párrafo aparte y lohallamos cuando afirma: “Los antiguos se hacíanentender fácilmente por el pueblo en la plazapública; hablaban sin problemas todo el día. Losgenerales arengaban a sus tropas; se los escucha-ba y no se agotaban”. Aquí sólo la convicción deque todo tiempo pasado fue mejor pudo impedir

15

Page 16: JEAN - UNC

que Rousseau notara que esta forma de comuni-cación favorece la monarquía (el gobierno de unosolo) y carcome la igualdad, ya que es parte insti-tucionalizada de la asimetría entre el que manda(el general) y los que obedecen (la tropa) y la ver-borrea de los jefes dificulta o imposibilita la parti-cipación de los subordinados. Esto es así, porquecuando uno habla, los demás callan y, si no sonprincipales, tienen la obligación de callar. Sirvaesta discrepancia para resaltar la perspicacia deRousseau, que finaliza su ensayo con el pasaje deDuclos que se lo sugirió: “Sería materia de un exa-men más filosófico el observar en los hechos ydemostrar con ejemplos de qué manera el carác-ter, las costumbres y los intereses de un puebloinfluyen sobre su lengua”. Esta influencia ha sidoexagerada muchas veces, tanto porque se ha olvi-dado que la lengua no es algo aparte del carácter,las costumbres y los intereses de una comunidad,como por no advertir el hecho, destacado porAdam Schaff, de que se trata de una de las insti-tuciones humanas más recalcitrantes, pero nopuede negarse que el párrafo citado aprecia laproximidad de la filosofía del lenguaje con la filo-sofía política y las ciencias sociales.

Daniel Vera

16

Page 17: JEAN - UNC

ENSAYO SOBRE EL ORIGEN DE LAS LENGUAS

La presente traducción delEnsayo sobre el origen de las lenguasha sido realizada de acuerdo altexto establecido y anotado porCharles Porset (ed. Guy Ducros,Bordeaux, 1968), según elmanuscrito autógrafo conserva-do actualmente en la BibliotecaPública de Neuchatel bajo elnúmero 7835.

17

^

Page 18: JEAN - UNC

Capítulo IDE LOS DIVERSOS MEDIOS

DE COMUNICAR NUESTROS PENSAMIENTOS

El habla distingue al hombre de los animales.El lenguaje diferencia a las naciones entre sí. Sólose conoce la procedencia de un hombre despuésque ha hablado. El uso y la necesidad obligan acada persona aprender la lengua de su país. ¿Peroqué es lo que hace que esta lengua sea la de su paísy no la de otro? Para explicarlo hay que remontar-se a alguna razón que haga a lo local y que seaanterior a las costumbres mismas: siendo la pri-mera institución social, el habla sólo debe suforma a causas naturales.

Tan pronto como un hombre es reconocidopor otro como un ser que siente, que piensa,semejante a él, el deseo o la necesidad de comuni-carle sus sentimientos y sus pensamientos lo lle-van a buscar los medios para lograrlo. Esosmedios sólo pueden provenir de los sentidos, losúnicos instrumentos con los cuales un hombrepuede actuar sobre otro. Así se instituyen los sig-nos sensibles para expresar el pensamiento. Losinventores del lenguaje no hicieron este razona-miento, pero el instinto les sugirió su consecuen-cia.

Los medios generales por los cuales podemosactuar sobre los sentidos del otro son dos: el

19

Page 19: JEAN - UNC

movimiento y la voz. La acción del movimientoes inmediata, a través del tacto, o mediata, a travésdel gesto. La primera, que tiene como límite lalongitud del brazo, no puede transmitirse a distan-cia. Pero el gesto llega tan lejos como la visual. Deeste modo, restan solamente la vista y el oídocomo órganos pasivos del lenguaje entre hombresalejados entre sí.

Aunque la lengua del gesto y la de la voz seanigualmente naturales, la primera, sin embargo, esmás fácil y depende menos de las convenciones:nuestros ojos son afectados por una cantidadmayor de objetos que nuestros oídos y las figurasposeen más variedad que los sonidos; son tam-bién más expresivas y dicen más en menos tiem-po. Se dice que el amor fue el que inventó el dibu-jo. Pudo también inventar el habla, pero conmenos acierto. No muy conforme con ella la des-precia, ya que tiene formas más vivaces de expre-sarse. Aquella que trazó con tanto placer la som-bra de su amante ¡le dijo tantas cosas!I ¿Qué soni-dos tendría que haber empleado para producir esemovimiento de cálamo?

Nuestros gestos sólo evidencian nuestrainquietud natural, pero no es de ellos de quienesquiero hablar. Solamente los europeos gesticulancuando hablan; se diría que toda la fuerza de sulengua está en sus brazos. También agregan la desus pulmones, y todo esto no les sirve para nada.Mientras un francés se debate y agita su cuerpopara decir muchas palabras, un turco retira unmomento la pipa de su boca, dice dos palabras amedia voz y lo apabulla con una sentencia.

20

Page 20: JEAN - UNC

Desde que aprendimos a gesticular, hemosolvidado el arte de las pantomimas, por la mismarazón que al tener una cantidad de buenas gramá-ticas ya no entendemos los símbolos de los egip-cios. Lo que los antiguos decían más vivamenteno lo expresaban con palabras sino con signos; nolo decían, lo mostraban.

Abrid la historia antigua, la hallaréis llena deesas maneras de hablar a los ojos que siempreprodujeron un efecto más seguro que todos losdiscursos que se podrían haber dicho en su lugar.El objeto mostrado antes de hablar aviva la ima-ginación, excita la curiosidad, mantiene el espírituen suspenso y a la expectativa de lo que va a decir-se. He observado que los italianos y los provenza-les, en quienes por lo común el gesto precede aldiscurso, encuentran así el medio de hacerse escu-char mejor y hasta con más placer. Pero el lengua-je más enérgico es aquel en que el signo ha dichotodo antes de que se hable. TarquinoII y Trasíbulosegando las adormideras más altasIII, Alejandroaplicando su sello sobre la boca de su favoritoIV,Diógenes paseando ante ZenónV, ¿no hablaronacaso mejor que con palabras? ¿Qué circuito depalabras hubiera expresado mejor las mismasideas? Darío, instalado en Escitia con su ejército,recibe de parte del rey de los escitas una rana, unpájaro, un ratón y cinco flechas; el heraldo entre-ga su presente en silencio y se retira. Esta terribleamenaza es escuchada y Darío se apresura a vol-ver a su país como puedeVI. Sustituid esos signospor un mensaje: cuanto más amenazante sea,menos impresionará. Habría sido una fanfarrona-

21

Page 21: JEAN - UNC

da que sólo hubiese conseguido hacer reír aDarío.

Cuando el Levita de EfraínVII quiso vengar lamuerte de su mujer, no escribió a las tribus deIsrael sino que dividió el cuerpo en doce pedazosy se los envió. Ante ese espectáculo tan horrible,los destinatarios corrieron a las armas gritando alunísono: No, nunca nada semejante ocurrió en Israeldesde el día en que nuestros padres salieron de Egipto. Yla tribu de Benjamín fue exterminada1. En nues-tros días, ese hecho, traducido en alegatos, discu-siones, quizá en bromas, se hubiese diluido y elmás horrible de los crímenes habría quedadofinalmente impune. El rey Saúl, al volver delcampo de labranza, descuartizó los bueyes queuncían su arado y utilizó un signo semejante parahacer marchar a Israel en socorro de la ciudad deJabesVIII. Los profetas de los judíos, los legislado-res de los griegos, al ofrecer con frecuencia alpueblo objetos sensibles, le hablaron mejor pormedio de esos objetos que si hubiesen pronuncia-do largos discursos; y el relato que hace Atenea decómo el orador Hipérides consiguió la absoluciónde la cortesana Friné sin alegar una sola palabraen su defensaIX, es también un ejemplo de elo-cuencia muda, la que en todos los tiempos produ-jo gran efecto.

Como hemos visto, se habla mejor a los ojosque a los oídos. Al respecto, no hay persona queno sienta la verdad del juicio de HoracioX. Seobserva también que los discursos más elocuentesson aquellos en los que se incluyen más imágenes;y los sonidos nunca poseen tanta energía comocuando producen el efecto de los colores.

22

1 Sólo quedaron seiscientos hombres, sin mujeres ni niños.

Page 22: JEAN - UNC

Pero no ocurre lo mismo cuando se trata deemocionar al corazón y encender las pasiones. Laimpresión sucesiva del discurso, que conmueveviolentamente, provoca una emoción distinta a lapresencia del objeto mismo, del que, con un rápi-do vistazo, se ha percibido todo. Suponed unasituación dolorosa perfectamente conocida: vien-do a una persona afligida, difícilmente os emocio-naréis hasta llorar, pero si le dais oportunidad dedecir todo lo que siente, pronto terminaréis baña-do en lágrimas. Por eso las escenas trágicas consi-guen conmover2. La pantomima sin discurso deja-rá casi impasible, el discurso sin gesto arrancarálágrimas. Las pasiones tienen sus gestos, pero tie-nen también sus acentos que nos estremecen y alos cuales uno no puede sustraer su órgano, pene-tran por medio de él hasta el fondo del corazón,producen allí, a pesar nuestro, los movimientosque los generan, y nos hacen sentir lo que escu-chamos. Para concluir, digamos que los signosvisibles hacen más exacta la limitación, pero elinterés se excita mejor con los sonidos.

Esto me hace pensar que si sólo hubiésemostenido siempre necesidades físicas podríamos nohaber hablado nunca y entendernos perfectamen-te con el lenguaje del gesto. Habríamos podidoestablecer sociedades casi semejantes a las actua-les o que hubiesen marchado mejor aún.Habríamos podido instituir leyes, elegir gober-nantes, inventar artes, establecer el comercio y, enuna palabra, hacer casi tantas cosas como hace-

23

2 Ya dije en otra parte por qué las desgracias fingidas nos con-mueven más que las verdaderas. Es posible que solloce ante unatragedia alguien que en su vida sintió piedad por ningún desgra-ciado. La invención del teatro es admirable para enorgullecernuestro amor propio con todas las virtudes que no poseemos.

Page 23: JEAN - UNC

mos con el auxilio del habla. El lenguaje epistolarde los salams3 transmite, sin temor a los celosos,los secretos de la galantería oriental a través de losharenes más vigilados. Los mudos del Gran Señorse entienden entre sí y entienden todo lo que seles dice por medio de signos tan bien como si seles dijera con un discurso. El señor Pereyre, ytodos los que como él enseñan a los mudos nosólo a hablar sino a comprender lo que dicen,están obligados a enseñarles antes otra lenguaigualmente complicada con ayuda de la cual pue-den hacerles entender la otra.

Chardin dice que en las Indias, los comercian-tes, con el acto de darse la mano, y modificandola forma de hacerlo, tratan públicamente pero ensecreto todos sus negocios sin haber pronunciadouna sola palabra. Si esos comerciantes quedaranciegos, sordos y mudos, se entenderían lo mismoentre sí, lo que demuestra que de los dos sentidospor medio de los cuales actuamos, uno sólo bastapara formarnos un lenguaje.

Según estas observaciones, parecería tambiénque la invención del arte de comunicar nuestrasideas depende no tanto de los órganos que nossirven para esta comunicación sino de una facul-tad inherente al hombre que le hace emplear susórganos para ese uso, y que si careciera de ellos leharía emplear otros con el mismo fin. Dad alhombre una organización tan burda como que-ráis. Sin duda adquirirá menos ideas, pero con talque tenga entre él y sus semejantes algún medio

24

3 Los salams son multitud de cosas muy comunes, tales comouna naranja, una cinta, carbón, etc., cuyo envío posee un sentidoconocido por todos los amantes en el país en que se usa esta len-gua.

Page 24: JEAN - UNC

de comunicación por el cual uno pueda actuar y elotro sentir, llegarán a comunicarse la cantidad deideas que posean.

Los animales tienen, para esta comunicación,una organización más que suficiente pero nuncahacen uso de ella, lo que me parece una diferen-cia muy característica. No me cabe la menor dudade que los animales que trabajan y viven en comu-nidad, los castores, las hormigas, las abejas, tienenuna lengua natural para comunicarse entre sí.También hay motivo para creer que la lengua delos castores y la de las hormigas consisten en elgesto y hablan solamente a los ojos. Sea comofuere, dado que todas estas lenguas son naturales,no pueden ser adquiridas. Los animales que lashablan las poseen al nacer, todos las poseen y entodas partes es la misma; no la cambian ni hacenel más mínimo progreso. La lengua convencionalsólo pertenece al hombre y por eso éste hace pro-gresos, ya sea para bien o para mal, al contrario delos animales. Esta única distinción parece llevar-nos lejos: algunos pretenden explicarla por la dife-rencia de los órganos. Siento curiosidad por cono-cer esta explicación.

25

Page 25: JEAN - UNC

26

Page 26: JEAN - UNC

Capítulo IIDE CÓMO LA PRIMERA INVENCIÓN

DEL HABLA NO PROVIENE DE LAS NECESIDADES SINO DE LAS PASIONES

Podríamos decir que las necesidades dictaronlos primeros gestos y las pasiones arrancaron lasprimeras voces. Considerando a través de estasdistinciones el curso de los hechos, quizá habríaque razonar sobre el origen de las lenguas demodo muy distinto de lo que se hizo hasta ahora.El espíritu de las lenguas orientales, las más anti-guas que conocemos, desmiente en forma absolu-ta el desarrollo didáctico que uno imagina en sucomposición. Esas lenguas no tienen nada demetódico y de razonado sino que son vivas y figu-radas. Se nos enseñó que el lenguaje de los prime-ros hombres eran lenguas de geómetras y vemosque, en cambio, fueron lenguas de poetas.

Así debió ser, ya que no se comienza por razo-nar sino por sentir. Se afirma que los hombresinventaron el habla para expresar sus necesidadespero esta opinión me parece insostenible. El efec-to natural de las primeras necesidades fue alejar alos hombres y no aproximarlos. Esto fue necesa-rio para que la especie se extendiera y la tierra sepoblara rápidamente, sin lo cual el género huma-no se habría amontonado en un rincón delmundo y todo el resto habría quedado deshabita-do.

De aquí se desprende evidentemente que laslenguas no tienen origen en las primeras necesida-

27

Page 27: JEAN - UNC

des de los hombres. Sería absurdo creer que de lacausa que los distancia proviene el medio que losune. ¿Dónde pueden entonces tener su origen?En las necesidades morales, en las pasiones.Todas las pasiones acercan a los hombres, a losque la necesidad de vivir obliga a alejarse. No esel hambre ni la sed sino el amor, el odio, la piedad,la cólera, las que les arrancaron las primerasvoces. Los frutos no se escapan de nuestrasmanos, se puede comer sin hablar, se persigue ensilencio la presa que se quiere devorar. Pero paraconmover un joven corazón, para replicar a unagresor injusto, la naturaleza dicta acentos, gritos,ruegos. Estas son las más antiguas palabras inven-tadas, y he aquí por qué las primeras lenguas fue-ron melodiosas y apasionadas antes de ser simplesy metódicas. Pero en este punto hay que estable-cer distinciones, sobre las que volveremos másadelante.

28

Page 28: JEAN - UNC

Capítulo IIIDE CÓMO EL PRIMER LENGUAJE

DEBIÓ SER FIGURADO

Como los primeros motivos que hicieronhablar al hombre fueron las pasiones, sus prime-ras expresiones fueron los tropos. El lenguajefigurado fue el primero en nacer y el sentido pro-pio fue hallado posteriormente. Se llamó a lascosas por su verdadera forma. Primero se hablópoéticamente y sólo mucho tiempo después setrató de razonar.

Al llegar a este punto, el lector se preguntarácómo una expresión puede ser figurada antes detener un sentido propio puesto que la figura con-siste en la traslación del sentido. Estoy de acuer-do, pero para comprender lo que digo, es precisosustituir la idea que la pasión nos presenta con lapalabra que trasponemos, pues las palabras setrasponen porque también se trasponen las ideas.De otro modo, el lenguaje figurado no significaríanada. Responderé con un ejemplo.

Un hombre salvaje, al encontrarse con otros,en un primer momento se asustará. El medio lehará ver a esos hombres más grandes y fuertesque él; le dará el nombre de gigantes. Luego dealgunas experiencias, habrá reconocido que esospretendidos gigantes no son ni más grandes nimás fuertes que él y su estatura no concuerda con

29

Page 29: JEAN - UNC

la idea que primeramente había asignado a la pala-bra gigante. Inventará así otro nombre, común aellos y a él, como por ejemplo el nombre de hom-bre, y reservará el de gigante para el objeto falso quelo había asustado mientras duró su ilusión. Es asícómo la palabra figurada nace antes que la palabrapropia, cuando la pasión nos cautiva los ojos, ycómo la primera idea que nos ofrece no es la de laverdad. Lo que yo dije de las palabras y de losnombres es válido también para los giros de fra-ses. Al aparecer primero la imagen ilusoria ofreci-da por la pasión, el lenguaje que le correspondiófue también el primero en ser inventado.

Luego se transformó en metafórico cuando,iluminada la mente y reconociendo su primererror, sólo empleó las expresiones para las mis-mas pasiones que las habían producido.

30

Page 30: JEAN - UNC

Capítulo IVDE LOS CARACTERES DISTINTIVOS

DE LA PRIMERA LENGUA Y DE LOS CAMBIOS

QUE DEBIÓ EXPERIMENTAR

Los simples sonidos salen naturalmente de lagarganta, estando la boca más o menos natural-mente abierta. Pero las modificaciones exigenatención, ejercicio. No se las emite sin voluntadde hacerlo. Todos los niños tienen necesidad deaprenderlas y muchos no lo consiguen fácilmente.En todas las lenguas, las exclamaciones más vivasson inarticuladas. Los gritos, los gemidos, sonsimples voces. Los mudos, es decir los sordos,sólo emiten sonidos inarticulados. El padre Lamyno concibe que los hombres hubiesen podidoinventar otros, si Dios no les hubiese enseñadoexpresamente a hablar. Las articulaciones sonpocas, los sonidos son infinitos, los acentos quelos marcan pueden también multiplicarse. Todaslas notas musicales son otros tantos acentos. Escierto que tenemos sólo tres o cuatro acentos enel habla, pero los chinos tienen muchos más, aun-que en cambio tienen menos consonantes. A estafuente de combinaciones hay que agregar la de lostiempos o de la cantidad y se tendrá no sólo máspalabras sino más sílabas diversificadas que lasque pueda necesitar la más rica de las lenguas.

No dudo de que independientemente delvocabulario y de la sintaxis, si existiese aún, la pri-mera lengua habría conservado los caracteres ori-

31

Page 31: JEAN - UNC

ginales que la distinguirían de todas las otras. Nosolamente todos los giros de esta lengua deberíanestar expresados en imágenes, en sentimientos, enfiguras, sino que en su parte mecánica debería res-ponder a su primer objeto, y presentar, tanto a lossentidos como al entendimiento, las impresionescasi inevitables de la pasión que trata de comuni-car. Como las voces naturales son inarticuladas,las palabras tendrían pocas articulaciones.Algunas consonantes interpuestas, suprimiendo elhiato de las vocales, bastarían para hacerlas fluidasy fáciles de pronunciar. En cambio, los sonidosserían muy variados y la diversidad de los acentosmultiplicaría las mismas voces. La cantidad, elritmo, serían nuevas fuentes de combinaciones.De esa manera, las voces, los sonidos, el acento, elnúmero, que pertenecen a la naturaleza, al dejarpoco lugar a las articulaciones que son convencio-nes, serían cantadas en lugar de habladas. Lamayoría de las palabras radicales serían sonidosimitativos del acento de las pasiones o del efectode los objetos sensibles; y la onomatopeya apare-cería allí continuamente.

Esta lengua tendría muchos sinónimos paraexpresar al mismo ser en sus diferentes relacio-nes4, pero tendría pocos adverbios y palabras abs-tractas para expresar esas relaciones. Poseeríamuchos superlativos, diminutivos, palabras com-puestas, partículas expletivas, para dar cadencia alos períodos y redondez a la frase, pero tendríamuchas irregularidades y anomalías. Descuidaríala analogía gramatical para dedicarse a la eufonía,al número, a la armonía y a la belleza de los soni-

32

4 Se dice que el árabe tiene más de mil palabras diferentes paradecir camello y más de cien para decir espada.

Page 32: JEAN - UNC

dos. En lugar de argumentos, contendría enuncia-dos, persuadiría sin convencer y evocaría sin razo-nar. Se asemejaría en ciertos aspectos a la lenguachina, en otros a la griega, en otros a la árabe.Ampliad esas ideas en todas sus direcciones yencontraréis que el Crátilo de Platón no es tan ridí-culo como parecía serlo.

33

Page 33: JEAN - UNC

34

Page 34: JEAN - UNC

Capítulo VDE LA ESCRITURA

Quien estudie la historia y el progreso de laslenguas observará que cuanto más monótonas setornan las voces más se multiplican las consonan-tes, y que los acentos que desaparecen, las canti-dades que se igualan, son reemplazadas por com-binaciones gramaticales y por nuevas articulacio-nes. Pero esos cambios se producen con el tiem-po. A medida que las necesidades aumentan, quelas relaciones se complican, que el saber se expan-de, el lenguaje cambia de carácter; se torna másajustado y menos apasionado, sustituye los senti-mientos por las ideas, ya no se dirige al corazónsino a la razón. Debido a ello, el acento se extin-gue, la articulación se multiplica, la lengua se vuel-ve más exacta, más clara, pero también másmonótona, más insensible y fría, progreso que meparece muy natural.

Una forma de comparar las lenguas y de calcu-lar su antigüedad se logra a través de la escritura,en relación inversa a su perfección. Cuanto másrústica es la escritura, más antigua es la lengua. Laprimera forma de escribir no es representar lossonidos sino los objetos mismos, ya sea directa-mente, como hacían los mexicanos, o por mediode figuras alegóricas, como los egipcios. Esta

35

Page 35: JEAN - UNC

forma corresponde a la lengua apasionada y supo-ne ya una cierta sociedad y necesidades nacidas delas pasiones.

La segunda forma es representar las palabras ylas oraciones por medio de caracteres convencio-nales, lo que sólo puede hacerse cuando la lenguaestá totalmente formada y cuando todo un puebloestá unido por leyes comunes, pues aquí ya existeuna doble convención. Así ocurre, por ejemplo,con la escritura de los chinos, en la que realmentese trata de representar los sonidos y hablar a losojos.

La tercera forma consiste en descomponer lavoz hablante en un cierto número de partes ele-mentales, ya sean vocales, ya sean articuladas, conlas cuales se pueden formar todas las palabras ytodas las sílabas imaginables. Esta manera deescribir, que es la nuestra, debió ser concebida porpueblos comerciantes que, al viajar por varios paí-ses y hablar muchas lenguas, se vieron obligadosa inventar caracteres que pudiesen ser comunes atodas. Aquí ya no se trata precisamente de repre-sentar la palabra sino de analizarla.

Estas tres maneras de escribir responden conbastante exactitud a los tres estados en que sepuede considerar a los hombres agrupados ennaciones. La representación de los objetos corres-ponden a los pueblos salvajes, los signos de laspalabras y de las oraciones a los pueblos bárbarosy el alfabeto a los pueblos civilizados.

Pero no hay que pensar que esta última inven-ción es una prueba de la gran antigüedad del pue-blo inventor. Por el contrario, es probable que el

36

Page 36: JEAN - UNC

pueblo que la creó tuviese mayor comunicacióncon otros pueblos que hablaban otras lenguas, loscuales eran por lo menos sus contemporáneos yhasta podían ser más antiguos que él. No se puededecir lo mismo de los otros dos métodos.Reconozco, sin embargo, que si uno se atiene a lahistoria y a los hechos conocidos, la escritura alfa-bética parece ser mucho más antigua que cual-quier otra. Pero no sería raro que nos faltasendocumentos de los tiempos en que no se escribía.

Es poco probable que los primeros que trata-ron de descomponer el habla en signos elementa-les hayan hecho desde un comienzo divisionesbien exactas. Cuando luego percibieron la insufi-ciencia de su análisis, algunos, como los griegos,multiplicaron los caracteres de su alfabeto; otrosse limitaron a variar su sentido o su sonido pormedio de posiciones o combinaciones diferentes.Así aparecen escritas las inscripciones de las rui-nas de Chehel MinareI de las cuales Chardin nostrazó los ectipos. Allí sólo se distinguen dos figu-ras o caracteres5 pero de diversos tamaños y colo-cadas en diferentes sentidos. Esta lengua desco-nocida y de una antigüedad casi increíble debía,sin embargo, estar por ese entonces bien forma-da, a juzgar por la perfección artística que se des-prende de la belleza de los caracteres6 y los monu-mentos admirables donde se encuentran esas ins-

37

5 “La gente se extraña, dice Chardin, de que dos figuras puedanformar tantas letras, pero yo no veo nada de asombroso puestoque las letras de nuestro alfabeto, que son veintitrés, sólo estáncompuestas por dos líneas, la recta y la circular, es decir que conuna C y una I se forman todas las letras que componen nuestraspalabras”.6 “Ese carácter parece muy bello y no tiene nada de confuso nide bárbaro. Se diría que las letras eran doradas, pues en varias deellas, y sobre todo en algunas mayúsculas, aun ahora se distingueel oro. Por cierto es algo admirable e inconcebible que el aire

Page 37: JEAN - UNC

cripciones. Yo no sé por qué razón se habla tanpoco de esas ruinas asombrosas: cuando leo ladescripción que hace Chardin, me siento trans-portado a otro mundo. Creo que todo esto damucho que pensar.

El arte de escribir no está basado en el dehablar sino en necesidades de otra naturaleza, quenacen más temprano o más tarde, según circuns-tancias totalmente independientes de la antigüe-dad de los pueblos y que podrían no haberse dadonunca en naciones muy antiguas. Se ignora duran-te cuantos siglos el arte de los jeroglíficos fuequizá la única escritura de los egipcios; y estácomprobado que ese tipo de escritura puede bas-tar a un pueblo civilizado, por ejemplo a los mexi-canos, que tenían una escritura aún mucho máscomplicada.

Comparado el alfabeto copto con el sirio ofenicio, se observa inmediatamente que uno pro-viene del otro y no sería raro que este últimofuese el original, ni que el pueblo más moderno

38

no haya eliminado ese dorado a lo largo de tantos siglos. Porotra parte, no es raro que ninguno de todos los sabios del mundonunca haya comprendido esta escritura ya que ella no se aseme-ja en nada a las escrituras conocidas por nosotros, mientras queestas escrituras, a excepción de la china, tienen muchas afinida-des entre sí y parecen provenir de la misma fuente. Lo más mara-villoso de todo esto es que los gabros, que son los restos de losantiguos persas, y que conservan y perpetúan su religión, no sola-mente no conocen más que nosotros esos caracteres sino que suspropios caracteres se asemejan a aquéllos tanto como los nues-tros. De donde se deriva, o que se trata de un carácter cabalísti-co, lo que no es verosímil puesto que ese carácter aparece comocomún y natural en todas partes del edificio y porque no hay otroallí grabado por el mismo cincel; o que es de una antigüedad tangrande que casi no nos atreveríamos a decirlo”. En efecto,Chardin haría presumir, en este pasaje, que desde el tiempo deCiro y de los Magos, ese carácter estaba ya olvidado y era tanpoco conocido como en la actualidad.

Page 38: JEAN - UNC

hubiese instruido al más antiguo en este sentido.Es evidente también que el alfabeto griego pro-viene del alfabeto fenicio. No se sabe si Cadmoso algún otro lo trajo de Fenicia. Lo que parececierto es que los griegos no lo fueron a buscar yque los propios fenicios lo trajeron, pues de todoslos pueblos de Asia y África fueron los primerosy casi los únicos7 que comerciaron en Europa yvinieron a Grecia mucho antes de que los griegosfueran a Fenicia, lo que no prueba de ningúnmodo que el pueblo griego no sea tan antiguocomo el pueblo de Fenicia.

En un primer momento, los griegos no sóloadoptaron los caracteres de los fenicios sino tam-bién la dirección de sus líneas de derecha aizquierda. Luego descubrieron que podían escri-bir en renglones, es decir volviendo de izquierda aderecha, luego de derecha a izquierda y así alter-nativamente8. Finalmente escribieron como lohacemos en la actualidad, comenzando todas laslíneas de izquierda a derecha. Este progreso notiene nada de natural, dado que la escritura en ren-glones es indiscutiblemente la más cómoda paraleer. Lo extraño es que esta forma no se estable-ciera con la impresión, pero siendo difícil paraescribir a mano, debió haberse suprimido cuandolos manuscritos comenzaron a multiplicarse.

Pero aunque el alfabeto griego provenga delalfabeto fenicio eso no quiere decir que la lenguagriega provenga de la fenicia. Una de esas propo-

39

7 Considero a los cartagineses como fenicios puesto que consti-tuían una colonia de Tiro.8 V. Pausanias, Arcad. Los latinos en los comienzos escribierondel mismo modo; y de allí, según Marius Victorinus, proviene lapalabra versus.

Page 39: JEAN - UNC

siciones no está fundada en la otra y parece que lalengua griega era ya muy antigua cuando el arte deescribir recién aparecía y era aún muy imperfectoentre los griegos. Hasta el sitio de Troya sólohubo dieciséis letras, si es que las hubo. Se diceque Palamedes agregó cuatro y Simonides lasotras cuatro. Todo esto está considerado a gran-des rasgos. Por el contrario, el latín, lengua másmoderna, tuvo prácticamente desde su origen unalfabeto completo que, sin embargo, los primerosromanos casi no utilizaron puesto que comenza-ron muy tarde a escribir su historia y que sólo seseñalaban los hechos más sobresalientes de cadaépoca.

Además, no hay una cantidad perfectamentedeterminada de letras o elementos del habla.Algunos tienen más, otros menos, según las len-guas y según las diversas modificaciones quesufren las voces y las consonantes. Los que sólocuentan cinco vocales se equivocan: los griegosescribían siete, los primeros romanos seis9. Losseñores de Port-Royal cuentan diez, Duclos dieci-siete; y no dudo que se hubieran encontradomuchas más si el hábito hubiese sensibilizado másel oído y ejercitado más la boca para las diversasmodificaciones a las que son susceptibles. Segúnla mayor o menor delicadeza del órgano, seencontrarán más o menos modificaciones entre laa aguda y la o grave, entre la i y la e abierta, etc.Cualquiera puede comprobar lo que digo pasandode una vocal a otra con voz continua y matizada.

40

9 “Vocales quas Graece septem, Romulus sex, usus posterior quinque com-memorat y velut Graeca rejecta”. Martianus Capella: De NuptisPhilogiae et Mercuri, I, 111II.

Page 40: JEAN - UNC

Se pueden establecer más o menos estos maticesy marcarlos por medio de caracteres particularesen la medida en que, a fuerza de costumbre, losindividuos se vuelvan más o menos sensibles; estacostumbre depende de las clases de voces usadasen el lenguaje, a las cuales el órgano se formainsensiblemente. Casi puede decirse lo mismo delas letras articuladas o consonantes. Pero la mayo-ría de las naciones no procedieron así. Unastomaron el alfabeto de otras y representaron conlos mismos caracteres voces y articulaciones muydiferentes, lo cual hace que, por más exacta quesea la ortografía, se lea siempre ridículamente otralengua que no sea la propia, a menos que se lahaya ejercitado mucho.

La escritura, que debería fijar la lengua, es pre-cisamente lo que la altera. No cambia las palabrassino el espíritu, sustituye la exactitud por la expre-sión. Se expresa los sentimientos cuando se hablay las ideas cuando se escribe. Al escribir, uno estáobligado a tomar todas las palabras en su acep-ción común. Pero el que habla varía las acepcio-nes por medio de los tonos, las determina comogusta. Menos preocupado por ser claro, da másimportancia a la fuerza, y es imposible que unalengua que se escribe conserve durante largotiempo la vivacidad de aquella que sólo es habla-da. Se escriben las voces y no los sonidos. Ahorabien, en una lengua acentuada, los sonidos, losacentos, las inflexiones de toda clase son los queproducen la mayor energía del lenguaje, y hacen auna frase, por otra parte común, propia solamen-te al lugar donde está ubicada. Los medios a quese recurre para reemplazar a aquél, extienden,

41

Page 41: JEAN - UNC

alargan la lengua escrita y, al pasar de los libros aldiscurso, debilitan la palabra misma10. Diciendotodo tal como se lo escribiría, no se hace más queleer hablando.

42

10 El mejor de esos medios, y que además no tendría ese defec-to, sería la puntuación, si se la hubiese dejado más perfecta. ¿Porqué no tenemos por ejemplo signo vocativo? El signo de interro-gación que poseemos era mucho menos necesario; pues por lasola construcción se sabe si se interroga o no, al menos en nues-tra lengua. Venez-vous y vous venez no es lo mismo. ¿Pero cómo dis-tinguir en la escritura a un hombre que se denomina de un hom-bre que se llama? Ese es un equívoco que al menos hubiese evi-tado el signo vocativo. El mismo equívoco aparece con la ironía,cuando el acento no la hace sentir.

Page 42: JEAN - UNC

Capítulo VISOBRE SI HOMERO

SUPO O NO ESCRIBIR

Creo que la invención del alfabeto griego esmucho más moderna de lo que se supone, y fun-damento principalmente esta opinión en el carác-ter de su lengua. Con frecuencia he dudado nosólo que Homero supiese escribir sino que seescribiese en su época. Lamento que esta duda seatan formalmente desmentida por la historia deBellerofón en la IlíadaI. Como tengo la desgracia,al igual que el padre HardouinII, de ser un pocoobstinado en mis paradojas, si fuera menos igno-rante me inclinaría a dudar hasta de esta historia yde acusar a los compiladores de Homero dehaberla interpolado sin un examen profundo.

No sólo se observan pocos rastros de este arteen el resto de la Ilíada sino que me aventuro adecir que toda la Odisea es sólo una urdimbre deestupideces e inepcias que una o dos letras hubie-sen reducido a nada mientras que el poema sevuelve razonable y hasta bastante bien llevado,suponiendo que sus héroes hayan ignorado laescritura. Si la Ilíada hubiese sido escrita, hubiesesido menos cantada, los rapsodas no hubiesensido tan solicitados y no se habrían multiplicadotanto. Ningún otro poeta ha sido cantado así, a noser el Tasso en Venecia, aunque sólo por los gon-doleros, que no son grandes lectores. La diversi-

43

Page 43: JEAN - UNC

dad de los dialectos empleados por Homero esotra prueba de lo que digo. Los dialectos distin-guidos en el habla se aproximan y se confundenen la escritura, todo se conforma insensiblementea un modelo común. Cuanto más lee y se instru-ye una nación, más desaparecen sus dialectos ysólo subsisten en forma de jergas en el pueblo,que lee poco y no escribe.

Ahora bien, esos dos poemas fueron posterio-res al asedio de Troya y pareciera que los griegosque participaron de ese asedio no conocieron laescritura y que el poeta que lo cantó tampoco.Esos poemas permanecieron largo tiempo graba-dos solamente en la memoria de los hombres yfueron recogidos por escrito bastante más tarde ycon mucho esfuerzo. Recién cuando Greciacomenzó a abundar en libros y poesía escrita todoel encanto de la de Homero se hizo sentir porcomparación. Los otros poetas escribían,Homero sólo había cantado, y esos cantos divinossólo dejaron de ser escuchados con deleite cuan-do Europa se llenó de bárbaros que se dedicarona juzgar lo que no podían sentir.

44

Page 44: JEAN - UNC

Capítulo VIIDE LA PROSODIA MODERNA

No conocemos ninguna lengua sonora yarmoniosa que hable tanto por medio de los soni-dos como de las voces. Uno se engaña si creesuplir el acento por los acentos. Sólo se inventanlos acentos cuando el acento ya se perdió11.También creemos tener acentos en nuestra lengua

45

11 Algunos sabios pretenden, contra la opinión común y la prue-ba surgida de todos los antiguos manuscritos, que los griegosconocieron y practicaron en la escritura los signos denominadosacentos, y fundamentan esta opinión en dos pasajes que voy atranscribir a fin de que el lector pueda juzgar por sí mismo. Heaquí el primero, tomado de Cicerón, de su tratado sobre el ora-dor, L. III, n. 44:Hanc diligentiam subsequitur modus etiam et forma verborum, quod iamvereor ne huic Catulo vidatur esse puerile. Versus enim veteres illi in hacsoluta oratione propemodum, hoc est numeros quosdam nobis esseadhibendos putaverunt; interspirationis enim, non defatigationis nostraeneque librariorum notis, sed verborum et sententiarum modo interpunctasclausulas in orationibus esse voluerunt; idque princeps Isocrates instituissefertur, ut inconditam antiquorum dicendi consuetudinem delectationis atqueaurium causa, quem ad modum scribit discipulus eius Naucrates, numerisadstringeret. Namque haec duo musici, qui erant quondam idem poëtae,machinati ad voluptatem sunt, versum atque cantum, ut et verborum nemroet vocum modo delectatione vincerent aurium satietatem. Haec igitu duo, vocidico moderationem et verborum conclusionem, quoad orationis severitas patiposset, a poëtica ad eloquentiam traducenda duxerunt I.Este es el segundo, tomado de Isidoro en sus Orígenes, lib. I, Cap.XX:Praeterea quaedam sententiarum notae apud celeberrimos auctores fuerunt,quasque antiqui ad distinctionem scripturarum carminibus et historiisapposuerent. Nota est figura propria in litterae modum posita addemonstrandum unam quamque verbis sententiarumque ac versuumrationem. Notae autem versibus, apponuntur numero XXVI quae suntnominibus infra scriptis, etc. II.

Page 45: JEAN - UNC

y no los tenemos. Nuestros supuestos acentos sonsólo vocales o signos de cantidad, no marcan nin-guna variedad de sonido. La prueba es que todosesos acentos se hacen evidentes por tiempos des-iguales o por modificaciones de los labios, de lalengua o del paladar, que producen la diversidadde las voces; pero ninguno por modificaciones dela glotis que son las que producen la diversidad delos sonidos. Así, cuando nuestro acento circunfle-jo no es una simple voz, es una voz larga o no esnada. Veamos ahora lo que ocurría entre los grie-gos.

Denys de Halicarnaso dice que la elevación del tono enel acento agudo y el descenso en el grave eran de una quin-ta. De ese modo, el acento prosódico era también musical,sobre todo el circunflejo, donde la voz, después de habersubido una quinta, descendía otra en la misma sílaba12.

A través de este pasaje y de lo relacionado conél, se ve que Duclos no reconoce un acento musi-cal en nuestra lengua sino solamente el acentoprosódico y el acento vocal. A estos se agrega unacento ortográfico que no modifica nada en lavoz, ni en el sonido ni en la cantidad sino queindica una letra suprimida, como en el caso delcircunflejo, o fija el sentido equívoco de unmonosílabo, tal como por ejemplo el acerto pre-tendidamente grave que distingue oú, adverbio delugar, de ou, partícula disyuntiva, y à, artículo, dea, verbo. Este acento distingue sólo gráficamenteesos monosílabos pero nada los distingue en lapronunciación13. Observamos así cómo la defini-

46

12 Duclos, Commentaire sur la Grammaire de Port Royal, 1754,annexé a Arnaud-Lancelot: Grammaire générale et raisonnée, París,1809, p. 30.13 Podría creerse que con ese mismo acento los italianos distin-guen, por ejemplo, é verbo de e conjunción; pero el primero se

Page 46: JEAN - UNC

ción del acento que en general adoptaron los fran-ceses no concuerda con ninguno de los acentosde su lengua.

Estoy seguro que muchos de sus gramáticos,conocedores de que los acentos marcan elevacióno descenso de voz, protestarán también aquí con-tra esta paradoja; y, por no poner suficiente aten-ción en la experiencia, creerán producir pormedio de las modificaciones de la glotis esos mis-mos acentos de la lengua. Pero quiero decirlesalgo que confirma la experiencia y hace irrefuta-ble mi réplica.

Tomad exactamente con la voz el unísono dealgún instrumento musical; y en este unísono,pronunciad seguidamente todas las palabras fran-cesas más diversamente acentuadas que podáisrecordar. Como aquí no se trata del acento orato-rio sino solamente del acento gramatical, no espreciso que esas palabras tengan ilación. Al hablarasí, observad si no marcáis en ese mismo sonidotodos los acentos tan sensible, tan netamentecomo si pronunciárais descuidadamente variandovuestro tono de voz. Una vez supuesto estehecho, que es incuestionable, afirmo que ya quetodos nuestros acentos se expresan en el mismotono, no marcan por lo tanto sonidos diferentes.No imagino qué objeción puede hacérsele a esterazonamiento.

Toda lengua en la que es posible aplicar variosaires musicales a las mismas palabras no tieneacento musical determinado. Si el acento fuese

47

distingue al oído por un sonido fuerte y más apoyado, lo queconvierte en vocal al acento con que está marcado, observaciónque Buonmattei cometió el error de no hacer.

Page 47: JEAN - UNC

determinado, el aire también lo sería. Desde elmomento en que el canto es arbitrario, el acentono cuenta.

Las lenguas modernas de Europa están todasmás o menos en la misma situación, aun hasta laitaliana. La lengua italiana, en la misma medidaque la francesa, no es por sí misma una lenguamusical. La diferencia reside en que una se prestaa la música y la otra no.

Todo esto confirma el principio que, por unprogreso natural, todas las lenguas escritas debencambiar de carácter y perder fuerza para ganarclaridad; que cuanto más empeño se pone en per-feccionar la gramática y la lógica, más se aceleraese progreso y que para obtener pronto una len-gua fría y monótona sólo es preciso estableceracademias en el pueblo que la habla.

Se reconoce a las lenguas derivadas por la dife-rencia entre la ortografía y la pronunciación.Cuanto más antiguas y originales son las lenguas,son menos arbitrarias en la manera de pronun-ciarlas, y en consecuencia hay menos complica-ción de caracteres para determinar esta pronun-ciación. Todos los signos prosódicos de los antiguos, diceDuclos, suponiendo que su empleo estuviese bien determi-nado, no eran válidos en el uso. Yo diría más: fueronsustituidos. Los antiguos hebreos no poseían pun-tos ni acentos, como así tampoco vocales.Cuando las otras naciones quisieron hablarhebreo y los judíos hablaron otras lenguas, la suyaperdió su acento. Fueron necesarios puntos y sig-nos para determinarlo, lo que restableció más elsentido de las palabras que la pronunciación de la

48

Page 48: JEAN - UNC

lengua. Hablando hebreo, los judíos de nuestrosdías ya no serían entendidos por sus antepasados.

Para saber inglés, hay que aprenderlo dosveces: una a leerlo y otra a hablarlo. Si un ingléslee en voz alta mientras un extranjero mira ellibro, éste no percibe ninguna relación entre loque ve y lo que oye. Esto ocurre porque enInglaterra, que fue sucesivamente conquistadapor diversos pueblos, las palabras han sido escri-tas de la misma forma mientras que la manera depronunciarlas cambió. Hay mucha diferenciaentre los signos que determinan el sentido de laescritura y los que rigen la pronunciación. Seríafácil de hacer con las consonantes una lengua muyclara por escrito pero que no se podría hablar. Elálgebra tiene algo de esa lengua. Cuando una len-gua es más clara por su ortografía que su pronun-ciación, es señal de que es más escrita que habla-da. Ese puede ser el caso de la lengua culta de losegipcios o de las lenguas muertas para nosotros.En aquellas lenguas que se cargan de consonantesinútiles, la escritura parece haber precedido alhabla, y ¿quién podría negar que éste es el caso dela polaca? Si así fuera, el polaco debería ser la másfría de todas las lenguas.

49

Page 49: JEAN - UNC

50

Page 50: JEAN - UNC

Capítulo VIIIDIFERENCIA GENERAL Y LOCAL EN EL ORIGEN DE LAS LENGUAS

Todo lo que dije hasta aquí corresponde a laslenguas primitivas en general y a los progresosque resultan de su duración, pero no explica ni suorigen ni sus diferencias. La principal causa quelas distingue es local, proviene de los climas enque nacen y de la manera en que se forman. Aesta causa hay que remontarse para concebir ladiferencia general y característica que se observaentre las lenguas del mediodía y las del norte. Elgran defecto de los europeos consiste en filosofarsiempre sobre los orígenes de las cosas según loque sucede a su alrededor. No cesan de mostrar-nos a los primeros hombres habitando una tierraingrata y ruda, muriendo de frío y hambre, obliga-dos a construirse un refugio y hacerse ropas. Sóloven por todas partes la nieve y los fríos de Europasin pensar que la especie humana, así como todaslas otras, se originó en los países cálidos y que enlos dos tercios del globo el invierno apenas esconocido. Cuando se quiere estudiar a los hom-bres es preciso observar lo que nos rodea, peropara estudiar al hombre hay que aprender a mirarmás lejos. Primeramente hay que observar lasdiferencias para poder descubrir las propiedades.

El género humano, nacido en los países cáli-dos, se extiende de allí a los países fríos. En éstos

51

Page 51: JEAN - UNC

se multiplica y vuelve luego a los países cálidos.De esta acción y reacción provienen las revolucio-nes sobre la tierra y la agitación continua de sushabitantes. Tratemos de seguir en nuestras inves-tigaciones el orden mismo de la naturaleza. Inicioasí una larga digresión sobre un tema que de tanrebatido ya es trivial, pero al que es preciso volver,a pesar de todo, para encontrar el origen de lasinstituciones humanas.

52

Page 52: JEAN - UNC

Capítulo IXFORMACIÓN DE LAS

LENGUAS MERIDIONALES

En los primeros tiempos14, los hombres dise-minados sobre la superficie de la tierra no teníanotra sociedad que la de la familia, otras leyes quelas de la naturaleza, otra lengua que el gesto yalgunos sonidos inarticulados15. No estaban uni-dos por ninguna idea de fraternidad común y, alno tener otro árbitro que la fuerza, se creían ene-migos. Esta opinión se debía a su debilidad eignorancia. No conociendo nada temían de todo,atacaban para defenderse. Un hombre solo, aban-donado sobre la superficie de la tierra, a merceddel género humano, debía ser un animal feroz.Estaba listo para hacer a los otros todo el mal queesperaba de ellos. El temor y la debilidad son lasfuentes de la crueldad.

Las afecciones sociales sólo se desarrollan ennosotros por medio de la inteligencia. La piedad,aunque natural al corazón humano, permanecería

53

14 Llamo primeros tiempos a la época de la dispersión de loshombres, en cualquier edad del género humano que se quierafijar.15 Las verdaderas lenguas no tienen un origen doméstico, sólo laspuede establecer una convención más general y durable. Los sal-vajes de América casi nunca hablan a sus semejantes. Cada unoguarda silencio en su cabaña, habla por medio de signos a sufamilia; y esos signos son poco frecuentes, porque un salvaje noes tan inquieto, tan impaciente como un europeo, porque notiene tantas necesidades y porque trata de satisfacerlas por símismo.

Page 53: JEAN - UNC

eternamente inactiva si la imaginación no la pusie-ra en movimiento. ¿Cómo nos dejamos conmoverpor la piedad? Trasladándonos fuera de nosotrosmismos, identificándonos con el ser sufriente.Sufrimos en la medida en que juzgamos que elotro sufre; no es en nosotros sino en él que sufri-mos. ¡Imaginad cuántos conocimientos adquiri-dos supone esta transferencia! ¿Cómo imaginarmales que desconozco? ¿Cómo sufriría viendosufrir a otro si no sé que sufre, si ignoro lo quehay de común entre él y yo? El que jamás ha refle-xionado no puede ser ni clemente, ni justo, ni pia-doso, como tampoco puede ser malo y vengativo.El que nada imagina sólo se siente a sí mismo,está solo en medio del género humano.

La reflexión nace de las ideas comparadas y esla pluralidad de las ideas lo que lleva a comparar-las. El que sólo ve un objeto no puede compararnada. El que ve un pequeño número de objetos, ysiempre los mismos desde su infancia, tampocolos compara porque la costumbre de verlos lopriva de la atención necesaria para examinarlos.Pero a medida que un objeto nuevo nos sorpren-de, queremos conocerlo e intentamos relacionar-lo con aquellos que nos son conocidos. Es asícomo aprendemos a considerar lo que está bajonuestros ojos; lo que nos es extraño nos incita alexamen de lo que está próximo.

Aplicad esas ideas a los primeros hombres yveréis la razón de su barbarie. Habiendo vistosiempre sólo lo que estaba a su alrededor, tampo-co lo conocían ni se conocían a sí mismos. Teníanla idea de un padre, de un hijo, de un hermano

54

Page 54: JEAN - UNC

pero no la de un hombre. Su cabaña contenía atodos sus semejantes. Un extraño, una bestia, unmonstruo eran para ellos la misma cosa. Fuera deellos y su familia, el universo entero no existía.

De allí las contradicciones aparentes que seobserva entre nuestros antepasados: tanta natura-lidad y tanta inhumanidad, costumbres tan fero-ces y corazones tan tiernos, tanto amor por sufamilia y aversión por su especie. Todos sus senti-mientos, concentrados en sus prójimos, eran muypoderosos. Todo lo que conocían les era muyquerido. Enemigos del resto del mundo, al que noveían e ignoraban, odiaban todo aquello que nopodían conocer.

Esos tiempos de barbarie eran el siglo de oro,no porque los hombres estuviesen unidos sinoporque estaban separados. Se dice que cada unose creía el amo de todo, lo cual puede ser cierto;pero sólo conocían o deseaban aquello que estabaa su alcance. Sus necesidades, lejos de acercarlo asus semejantes lo apartaban. En cada encuentro,los hombres se atacaban, pero se encontrabanraramente. Por todas partes reinaba el estado deguerra, y toda la tierra estaba en paz.

Los primeros hombres fueron cazadores opastores y no labradores. Los primeros bienesfueron rebaños y no campos. Antes de que la pro-piedad de la tierra fuese repartida, nadie pensabaen cultivarla. La agricultura es un arte que exigeinstrumentos, sembrar para cosechar es una pre-caución que exige previsión. El hombre en socie-dad trata de expandirse, el hombre aislado serecluye. Más allá de la distancia donde su ojo

55

Page 55: JEAN - UNC

puede ver y su brazo llegar, ya no existe para él niderecho ni propiedad. Cuando el cíclope ha arras-trado la piedra hasta la entrada de su caverna, susrebaños y su persona están asegurados. ¿Peroquién cuidará los sembrados de aquel que no tieneleyes que lo protejan?

Se me dirá que Caín fue labrador y que Noésembró vides. ¿Por qué no lo iban a hacer? Si esta-ban solos, ¿a quién habían de temer? Además,esto no contradice lo que yo digo, ya que hace unmomento aclaré lo que entendía por los primerostiempos. Al convertirse en fugitivo, Caín se vioobligado a abandonar la agricultura. La vidaerrante de los descendientes de Noé tambiéndebió hacérselas olvidar. Fue preciso poblar la tie-rra antes de cultivarla. Esas dos cosas no puedenhacerse juntas. Durante la primera dispersión delgénero humano hasta que la familia se asentó y elhombre tuvo una morada fija no hubo agricultu-ra. Los pueblos que no se asientan no saben cul-tivar la tierra, como ocurrió con los nómades, losárabes que vivían en tiendas, los escitas en suscarros y todavía en la actualidad con los tártaroserrantes y los salvajes de América.

Generalmente, en todos los pueblos cuyo ori-gen nos es conocido se encuentran bárbaros vora-ces y carnívoros antes que agricultores y granívo-ros. Los griegos mencionan al primero que lesenseñó a trabajar la tierra y parece que conocieroneste arte muy tardíamente. Pero cuando agreganque antes de Triptólemo sólo vivían de bellotasno dicen la verdad, y su propia historia los des-miente: comían carne antes de la aparición de

56

Page 56: JEAN - UNC

Triptólemo puesto que éste les prohibió hacerlo.Por otra parte, es evidente que no tuvieron muyen cuenta esta prohibición.

En los festines de Homero se mata un bueypara homenajear a sus invitados de la mismaforma como hoy se mataría un lechón. Al leer queAbraham sirvió un ternero a tres personas, queEumeo hizo asar dos cabritos para la cena deUlises y que otro tanto hizo Rebeca para la de sumarido, es posible observar qué terribles devora-dores de carne eran los hombres de esos tiempos.Para concebir las comidas de los antiguos no haymás que ver hoy la de los salvajes, es decir la delos ingleses.

El primer pan comido significó la comunióndel género humano. Cuando los hombres comen-zaron a instalarse, roturaron un poco de tierraalrededor de su cabaña haciendo un jardín másque un labradío. El escaso grano que recogieronfue triturado entre dos piedras; con eso se hicie-ron algunos panes que se cocieron en la ceniza,sobre las brasas o sobre una piedra caliente y quese comían sólo en los festines. Esta antigua cos-tumbre, que fue consagrada entre los judíos porlas pascuas, se conserva aún en la actualidad enPersia y en las Indias. Allí se comen panes sinlevadura, los cuales, en forma de hojas finas, secuecen y se consumen en cada comida. Sólo se lesocurrió fermentar el pan cuando se lo necesitó enmayor cantidad, pues la fermentación no sale biencuando se hace en pequeña cantidad.

Yo sé que ya se da la agricultura en mayor esca-la en los tiempos de los patriarcas. La vecindad de

57

Page 57: JEAN - UNC

Egipto debió llevarla pronto a Palestina. El librode Job, el más antiguo quizás de todos los librosexistentes, habla del cultivo de los campos.Cuenta quinientos pares de bueyes entre las rique-zas de Job. La palabra pares indica el acoplamien-to de los bueyes para el trabajo. Dice positivamen-te que esos bueyes labraban cuando los sabeos selos llevaron. Y es de imaginar qué extensión detierra debían labrar quinientos pares de bueyes.

Todo esto es cierto, pero no confundamos lasépocas. La edad patriarcal que conocemos estámuy lejos de ser la primera edad. La Escrituraseñala diez generaciones de la una a la otra enesos siglos en que los hombres vivían largo tiem-po. ¿Qué hicieron durante esas diez generaciones?En realidad, no lo sabemos. Viviendo esparcidosy casi sin sociedad, hablando poco, ¿cómo podrí-an haber escrito? Y en la uniformidad de su vidaaislada, ¿qué acontecimientos nos habrían trans-mitido?

Adán hablaba, Noé hablaba; lo acepto. Adánhabía sido instruido por el propio Dios. Al divi-dirse, los hijos de Noé abandonaron la agricultu-ra y la lengua común desapareció junto con la pri-mera sociedad. Esto hubiera ocurrido aunquejamás hubiese habido torre de Babel. Ya se havisto cómo en las islas desiertas los solitarios olvi-dan su propia lengua. Muy raramente, después demuchas generaciones, los hombres que vivenfuera de sus países conservan su primer lenguaje,aun teniendo trabajos comunes y viviendo ensociedad.

Esparcidos en ese vasto desierto del mundo,los hombres volvieron a la estúpida barbarie en

58

Page 58: JEAN - UNC

que se habrían encontrado si hubiesen nacido dela tierra. Siguiendo esas ideas tan naturales es fácilconciliar la autoridad de la Escritura con losmonumentos antiguos y no tenemos que conside-rar como fábulas a tradiciones tan antiguas comolos pueblos que nos las transmitieron.

En medio de ese estado de embrutecimiento,había que vivir. Los más activos, los más robustos,los que iban siempre adelante, sólo podían vivirde frutos y de la caza. Se hicieron así cazadores,violentos, sanguinarios. Luego, con el tiempo fue-ron guerreros, conquistadores, usurpadores. Lahistoria mancilló sus monumentos con los críme-nes de esos primeros reyes. La guerra y las con-quistas no son otra cosa que cacerías de hombres.Luego de haberlos conquistado, sólo les faltabadevorarlos, cosa que aprendieron a hacer sussucesores.

La mayoría, menos activa y más pacífica, seasentó apenas pudo hacerlo, reunió ganado, lodomesticó, lo volvió dócil a la voz humana. Paraalimentarse aprendió a cuidarlo, a facilitar sureproducción, y de este modo comenzó la vidapastoril.

La industria humana crece simultáneamentecon las necesidades que la originan. De las tresmaneras de vivir posibles para el hombre, es decir,la caza, el cuidado del ganado y la agricultura, laprimera ejercita el cuerpo para la fuerza, para ladestreza, la competición; el alma para el coraje,para la astucia; endurece al hombre y lo vuelveferoz. El país de los cazadores no es durantemucho tiempo el de la caza. Es preciso perseguir

59

Page 59: JEAN - UNC

muy lejos a la presa; así surge la equitación16. Espreciso alcanzar a la presa que huye; de allí lasarmas ligeras, la honda, la flecha, la jabalina. Elarte pastoril, padre del reposo y de las pasionesociosas, es el que más se basta a sí mismo.Proporciona al hombre, sin mayores esfuerzos, lasubsistencia y el abrigo así como también sumorada. Las tiendas de los primeros pastoresestaban hechas con piel de animales, al igual queel techo del arca y del tabernáculo de Moisés. Laagricultura, más lenta en nacer, está relacionadacon todas las artes; introduce la propiedad, elgobierno, las leyes, y progresivamente la miseria ylos crímenes, inseparables para nuestra especie dela ciencia del bien y del mal. También los griegosno sólo consideraron a Triptólemo como elinventor de un arte útil sino como un maestro yun sabio del cual conservaron su primera discipli-na y sus primeras leyes. Por el contrario, Moisésparece emitir un juicio de reprobación sobre laagricultura, atribuyéndole maldad a su inventor yhaciendo que Dios rechace sus ofrendas. Se diríaque el primer labrador anunciaba en su carácterlos malos efectos de su arte. El autor del Génesishabía visto más lejos que Herodoto.

Los tres estados del hombre considerado enrelación con la sociedad están referidos a la divi-sión precedente. El salvaje es cazador, el bárbaroes pastor, el hombre civilizado es labrador.

60

16 El oficio de cazador no favorece el aumento de población.Esta observación, que se hizo cuando las islas de SantoDomingo y de la Tortuga estaban habitadas por bucaneros, seconfirma por el estado de la América Septentrional. No se sabede ninguna nación numerosa cuyos antepasados hayan sido caza-dores; todos fueron agricultores o pastores. La caza debe puesser considerada aquí no tanto como un recurso de subsistenciasino como una actividad accesoria del estado pastoral.

Page 60: JEAN - UNC

Ya se busque el origen de las artes o se obser-ven las primeras costumbres, es evidente que todose relaciona en su principio con los medios desubvenir a las necesidades. Y en cuanto a aquellosmedios que agrupan a los hombres, están deter-minados por el clima y por la naturaleza del suelo.También por las mismas causas hay que explicarla diversidad de las lenguas y la oposición de suscaracteres.

Los climas templados, las regiones ricas y fér-tiles, fueron las primeras en poblarse y las últimasen donde se formaron las naciones porque loshombres podían allí prescindir más fácilmente desus semejantes y porque las necesidades que danorigen a la sociedad se hicieron sentir posterior-mente.

Suponed una primavera eterna sobre la tierra,suponed por todas partes el agua, el ganado, lospastos en abundancia, suponed a los hombressaliendo de las manos de la naturaleza una vez dis-persados entre todo esto. No imagino cómopudieron renunciar a su libertad primitiva y aban-donar la vida solitaria y pastoril, tan conveniente asu indolencia natural17, para imponerse innecesa-riamente la esclavitud, los trabajos, las miseriasinherentes al estado social.

61

17 Es inconcebible hasta qué punto el hombre es perezoso pornaturaleza. Se diría que sólo vive para dormir, vegetar, permane-cer quieto; apenas puede resolverse a efectuar los movimientosnecesarios para no morir de hambre. Nada mantiene tanto a lossalvajes en el amor a su estado como esta deliciosa indolencia.Las pasiones que vuelven al hombre inquieto, previsor, activo,sólo nacen en la sociedad. No hacer nada es la primera y la másfuerte pasión del hombre después de la de conservarse. Si seobservara con detenimiento, se vería que, aun entre nosotros, setrabaja para poder descansar; es también la pereza lo que noshace laboriosos.

Page 61: JEAN - UNC

El que quiso que el hombre fuese sociabletocó con el dedo el eje del globo y lo inclinó sobreel eje del universo. Con ese ligero movimiento,veo cambiar la faz de la tierra y decidir la vocacióndel género humano. Escucho a lo lejos los gritosde alegría de una multitud insensata, veo cómoedifican los palacios y las ciudades, cómo nacenlas artes, las leyes, el comercio, veo cómo los pue-blos se forman, y cómo se extienden, disuelven ysuceden como las olas del mar. Veo a los hom-bres, reunidos en algunos puntos de su moradapara devorarse allí mutuamente y convertir alresto del mundo en un espantoso desierto, dignomonumento de la unión social y de la utilidad delas artes.

La tierra nutre a los hombres, pero cuando lasprimeras necesidades lo han dispersado, otrasnecesidades los reúnen y recién entonces es cuan-do hablan y hacen hablar de ellos. Para no contra-decirme debo explicar lo que acabo de decir.

Si se investiga en qué lugares nacieron losantepasados del género humano, de dónde surgie-ron las primeras colonias, de dónde provinieronlas primeras emigraciones, no nombraréis los deli-ciosos climas del Asia Menor, de Sicilia, de Áfricani tampoco de Egipto. Nombraréis las arenas deCaldea, las rocosidades de Fenicia. Encontraréisque lo mismo ocurrió en todos los tiempos. Pormás que la China se pueble de chinos, se pueblatambién de tártaros; los escitas inundaron Europay Asia; las montañas de Suiza vierten actualmenteen nuestras regiones fértiles una colonia perpetuaque promete no agotarse.

62

Page 62: JEAN - UNC

Se dice que es natural que los habitantes deuna región hostil la abandonen para ocupar unamejor. Muy bien, ¿pero por qué esa región mejor,en lugar de estar colmada con sus propios habi-tantes, deja sitio a otros? Para salir de una regiónhostil es preciso estar en ella. ¿Por qué pues tan-tos hombres nacen allí preferentemente? Sería desuponer que las regiones hostiles sólo deberíanpoblarse con el excedente de las regiones fértiles,pero observamos que ocurre lo contrario. Lamayor parte de los pueblos latinos se decían abo-rígenes18 mientras que la gran Grecia, mucho másfértil, sólo estaba poblada por extranjeros. Todoslos pueblos griegos confesaban que provenían dediversas colonias, a excepción de aquel cuyo sueloera el peor, es decir el pueblo ático, el cual se decíaautóctono o nacido de sí mismo. En fin, sin hora-dar la noche de los tiempos, los siglos modernosofrecen una observación decisiva, ¿pues qué climaen el mundo es más triste que aquel que se llamóla fábrica del género humano?

Las asociaciones humanas son en gran parteobra de los accidentes de la naturaleza. Los dilu-vios regionales, los mares desbordados, las erup-ciones de los volcanes, los grandes terremotos, losincendios provocados por el rayo y que destruíanlos bosques, todo lo que debió espantar y disper-sar a los salvajes habitantes de una región, debióluego reunirlos para reparar entre todos las pérdi-das comunes. Las tradiciones sobre las catástrofesde la tierra, tan frecuentes en la antigüedad, mues-

63

18 Esas denominaciones de “autóctonos” y “aborígenes” signifi-can solamente que los primeros habitantes de la región eran sal-vajes que no poseían ni sociedad, ni leyes, ni tradiciones y quepoblaron antes de hablar.

Page 63: JEAN - UNC

tran de qué instrumentos se sirvió la Providenciapara lograr que los humanos se uniesen. Luegoque se establecieron las sociedades, esos grandesaccidentes cesaron y se volvieron más raros, loque aún parece suceder. Las mismas desgraciasque reunieron a los hombres esparcidos dispersa-rían a los que estaban reunidos.

La sucesión de las estaciones es otra causa másgeneral y permanente que debió producir elmismo efecto en los climas expuestos a esa varia-ción. Impelidos a aprovisionarse para el invierno,los habitantes se vieron obligados a ayudarseentre sí, a establecer cierta forma de convención.Cuando los desplazamientos se tornan imposiblesy el rigor del frío los detiene, el hastío los unetanto como la necesidad: los lapones, enterradosen sus hielos, los esquimales, el más salvaje detodos los pueblos, se reúnen durante el inviernoen sus cavernas y en el verano no se miran más.Aumentad un grado su desarrollo y sus conoci-mientos y los tendréis reunidos para siempre.

Ni el estómago ni los intestinos del hombreestán hechos para digerir la carne cruda. En gene-ral su gusto no la soporta. Quizás sólo a excep-ción de los esquimales, a los que acabo de referir-me, hasta los mismos salvajes asan sus carnes. Aluso del fuego, necesario para cocerlas, se une elplacer que ofrece a la vista y el calor agradable queproporciona al cuerpo. El aspecto de la llama, queprovoca la huida de los animales, atrae al hom-bre19. Éste se reúne alrededor de un hogar común,

64

19 El fuego proporciona gran placer a los animales, así comotambién al hombre, cuando se han acostumbrado a verlo y hansentido su dulce calor. También les sería con frecuencia tan útilcomo a nosotros, al menos para calentar a sus crías. Sin embar-

Page 64: JEAN - UNC

allí hace festines, allí danza. Las dulces atadurasdel hábito acercan allí insensiblemente al hombrey a sus semejantes, y sobre ese hogar rústico ardeel fuego sagrado que lleva al fondo de los corazo-nes el primer sentimiento de la humanidad.

En las regiones cálidas, las fuentes y los ríos,distribuidos desproporcionadamente, son otrospuntos de reunión mucho más necesarios, ya quelos hombres pueden prescindir del fuego enmayor medida que del agua. Sobre todo los bárba-ros, que viven de su ganado, tienen necesidad deabrevaderos comunes, y la historia de los másantiguos tiempos nos enseña que en efecto es allídonde comenzaron sus acuerdos y sus disputas20.La abundancia de agua puede retardar la asocia-ción de los habitantes en los lugares bien regados.Por el contrario, en los lugares áridos había queparticipar en la excavación de pozos, abrir canalespara abrevar el ganado. Allí los hombres se aso-cian desde tiempos casi inmemoriales pues o laregión permanecía desierta o el trabajo humano lahacía habitable. Pero la tendencia que tenemos arelacionar todo con nuestras costumbres hacenecesarias algunas reflexiones.

El primer estado de la tierra difería mucho delactual, que está mejorado o desfigurado por la

65

go, nunca se escuchó decir que ninguna bestia, ni salvaje nidoméstica, haya adquirido suficiente destreza como para hacerfuego, ni siquiera por imitación. ¡He aquí pues a esos seres razo-nadores que forman, según se dice, una sociedad fugitiva ante elhombre, cuya inteligencia, sin embargo, no pudo llegar a extraerchispas de una piedra o conservar al menos algún fuego abando-nado! A mi parecer, los filósofos se burlan de nosotros muyabiertamente. En sus escritos se evidencia que en efecto nostoman por bestias.20 Véase el ejemplo de uno y otro en el capítulo XXI del Génesis,entre Abraham y Abimelec con respecto al pozo del juramento.

Page 65: JEAN - UNC

mano de los hombres. El caos, que los poetasrepresentaron en los elementos, reinaba en susproducciones. En esos tiempos remotos dondelas revoluciones eran frecuentes, donde mil acci-dentes modificaban la naturaleza del suelo y losaspectos del terreno, todo crecía confusamente:árboles, verduras, arbustos, hierbas. Ningunaespecie tenía tiempo de apoderarse del terrenoque más le convenía y de ahogar a las otras. Seseparaban lentamente, poco a poco, y luegosobrevenía una conmoción que confundía todo.

Hay tal relación entre las necesidades del hom-bre y las producciones de la tierra que es suficien-te con que ésta esté poblada para que todo subsis-ta. Pero antes de que los hombres reunidos esta-bleciesen por medio de sus trabajos comunes unequilibrio entre sus producciones, era preciso paraque todas subsistiesen que la naturaleza se encar-gase por sí misma de establecer el equilibrio quela mano de los hombres mantiene en la actuali-dad. Ella conservaba o restablecía esa armoníapor medio de revoluciones así como ellos lo man-tienen o restablecen con su inconstancia. La gue-rra, que aún no existía entre ellos, parecía reinaren los elementos. Los hombres no quemaban ciu-dades, no cavaban minas, no derribaban árboles,pero la naturaleza encendía volcanes, provocabaterremotos y el fuego del cielo consumía los bos-ques. Un rayo, un diluvio, una emanación hacíanen pocas horas lo que cien mil brazos humanoshacen actualmente en un siglo. Sin esto no veocómo hubiese podido subsistir el sistema y man-tenerse el equilibrio. En los dos reinos organiza-dos las grandes especies, con el tiempo, habrían

66

Page 66: JEAN - UNC

absorbido a las pequeñas21. Pronto toda la tierrase hubiese cubierto de árboles y de bestias ferocesy finalmente todo habría perecido.

Poco a poco las aguas habrían dejado de circu-lar y de vivificar la tierra. Las montañas se desgas-tan y su altura disminuye, los ríos crecen, el marse desborda y se agranda, todo tiende insensible-mente a nivelarse. La mano de los hombres detie-ne esa propensión y retrasa ese proceso. Sin ellostodo sucedería más rápido y la tierra ya estaríaquizás bajo las aguas. Antes del trabajo humano,las fuentes, mal distribuidas, se esparcían más des-igualmente, fertilizaban menos la tierra, apagabanmás difícilmente la sed de los habitantes. Los ríoscon frecuencia eran inaccesibles, sus bordes escar-pados y pantanosos. Al no retenerlos el artehumano en sus lechos se desbordaban muy segui-do, se extravasaban a derecha e izquierda, modifi-caban sus direcciones y sus cursos, se dividían endiversas ramas. Tan pronto se encontraban secos,o las arenas movedizas impedían el acceso. Eraigual que si no existiesen, y era posible morirse desed en medio de las aguas.

¡Cuántas regiones áridas sólo son habitablesgracias a las acequias y los canales que los hom-

67

21 Se pretende que, por una especie de acción y de reacción natu-ral, las diversas especies del reino animal se mantendrían por símismas en un balanceo perpetuo que les serviría de equilibrio.Cuando la especie devoradora esté demasiado multiplicada aexpensas de la especie devorada, entonces, al no encontrar mássubsistencia, será preciso que la primera disminuya y deje a lasegunda tiempo para reproducirse. Hasta que, al proporcionarnuevamente una subsistencia abundante a la otra, ésta disminuyetambién mientras la especie devoradora se multiplica nuevamen-te. Pero tal oscilación no me parece verosímil, pues en ese siste-ma es preciso que haya una época donde la especie que sirve depresa aumente y la que se nutre con ella disminuya, lo que meparece totalmente irracional.

Page 67: JEAN - UNC

bres sacaron de los ríos! Toda Persia subsistedebido a este artificio. La China mantiene unaabundante población con la ayuda de sus numero-sos canales. Sin los canales existentes en los PaísesBajos, éstos serían inundados por los ríos como loserían por el mar si no fuese por sus diques.Egipto, el más fértil país de la tierra, sólo es habi-table gracias al trabajo humano. En las grandesplanicies desprovistas de ríos y cuyo suelo notiene suficiente pendiente, el único recurso sonlos pozos. Por lo tanto, si los primeros pueblosque se mencionan en la historia no habitan enregiones fértiles o sobre los ríos accesibles no esporque esas regiones de climas propicios estuvie-sen desiertas sino porque sus numerosos habitan-tes, al poder subsistir sin ayuda de sus semejantes,vivieron más largo tiempo aislados en medio desus familias e incomunicados. Pero en los sitiosáridos donde sólo podía conseguirse agua pormedio de pozos había que reunirse para cavarloso al menos establecer acuerdos para su uso. Taldebió ser el origen de las sociedades y de las len-guas en las regiones cálidas.

Allí se formaron los primeros lazos familiares,allí se produjeron los primeros encuentros entrelos dos sexos. Las muchachas venían a buscaragua para las tareas domésticas, los jóvenes lleva-ban a abrevar el ganado. Allí los ojos acostumbra-dos a los mismos objetos desde la infanciacomenzaron a ver otros más dulces. El corazón seconmovió ante esos nuevos objetos, una atrac-ción desconocida lo volvió menos salvaje, sintió elplacer de no estar solo. El agua se tornó insensi-blemente más necesaria, el ganado tuvo sed con

68

Page 68: JEAN - UNC

mayor frecuencia: se llegaba con prisa y se partíacon pena. En esta edad feliz donde nada marcabalas horas tampoco nada obligaba a contarlas. Eltiempo no tenía otra medida que la diversión y eltedio. Bajo viejos robles, vencedores de los años,una ardiente juventud olvidaba progresivamentesu ferocidad, se familiarizaban poco a poco losunos con los otros. Esforzándose por hacerseentender, aprendieron a explicarse. Allí se hicie-ron los primeros festines: los pies saltaban degozo, el gesto afanoso ya no bastaba, la voz loacompañaba con acentos apasionados. El placer yel deseo, confundidos ambos, se hacían sentir a lavez. Esa fue, en resumen, la verdadera cuna de lospueblos, y del puro cristal de las fuentes salieronlos primeros fuegos del amor.

Pero ¡cómo! ¿Antes de ese tiempo los hombresnacían de la tierra? ¿Las generaciones se sucedíansin que los dos sexos estuviesen unidos y sin quenadie se entendiera? No, había familias pero nonaciones; había lenguas domésticas pero no len-guas populares; había matrimonios pero no amor.Cada familia se bastaba a sí misma y se perpetua-ba con su sola sangre: los hijos nacidos de losmismos padres crecían juntos y encontraban pocoa poco formas de explicarse entre sí. Los sexos sedistinguían con la edad, la inclinación natural bas-taba para unirlos, el instinto reemplazaba a lapasión, el hábito a la preferencia. Se convertían enmarido y mujer sin haber dejado de ser hermanoy hermana22. No había allí nada que fuese lo sufi-

69

22 Fue preciso que los primeros hombres desposasen a sus her-manas. En la simplicidad de las primeras costumbres esta tradi-ción se perpetuó sin inconveniente mientras las familias perma-

Page 69: JEAN - UNC

cientemente animado como para de-satar la len-gua, nada que pudiese arrancar los acentos de laspasiones ardientes con suficiente frecuencia comopara institucionalizarlos. Y lo mismo puede decir-se de las necesidades escasas y poco apremiantesque podían llevar a algunos hombres a cooperaren trabajos comunes: uno comenzaba a construirla fuente y luego otro la acababa, frecuentementesin haber tenido necesidad del menor acuerdo yalgunas veces sin haberse visto. En una palabra,en los climas propicios, en los terrenos fértiles,fue necesaria toda la vivacidad de las pasiones gra-tas para comenzar a hacer hablar a los habitantes.Las primeras lenguas, hijas del placer y no de lanecesidad, llevaron durante largo tiempo el signode su paternidad; su acento seductor sólo desapa-reció con los sentimientos que lo habían hechonacer, cuando nuevas necesidades introducidasentre los hombres obligaron a cada uno a pensarsólo para sí y guardar sus sentimientos.

70

necieron aisladas y también hasta después de la reunión de lospueblos más antiguos. Pero la ley que la suprime no es menossagrada por haber sido instituida por los hombres. Aquellos quesólo ven en ella la relación que establece entre las familias noconsideran el aspecto más importante. En la familiaridad que elcomercio doméstico establece necesariamente entre los dossexos, desde el momento en que una ley tan sagrada dejara dehablar al corazón y de imponerse a los sentidos, no habría máshonestidad entre los hombres y las más espantosas costumbrescausarían bien pronto la destrucción del género humano.

Page 70: JEAN - UNC

Capítulo XFORMACIÓN DE LAS

LENGUAS DEL NORTE

Con el tiempo todos los hombres se vuelvensemejantes, pero el orden de su progreso es dife-rente. En los climas meridionales, donde la natu-raleza es pródiga, las necesidades nacen de laspasiones. En los países fríos, donde es avara, laspasiones nacen de las necesidades, y las lenguas,tristes hijas de la necesidad, se resienten de suduro origen.

Aunque el hombre se acostumbre a las incle-mencias del tiempo, al frío, a las enfermedades,aun al hambre, hay sin embargo un punto dondela naturaleza sucumbe. Víctima de esas cruelespruebas, todo lo que es débil perece, todo el restose refuerza y no hay término medio entre el vigory la muerte. Esa es la causa de que los pueblosseptentrionales sean tan robustos. No es en prin-cipio el clima el que los ha hecho así sino que porser así pudieron soportarlo, y no es raro que loshijos conserven la buena constitución de suspadres.

Está comprobado que los hombres másrobustos deben tener órganos menos delicados,sus voces deben ser más ásperas y fuertes. Porotra parte, ¿qué diferencia hay entre las inflexio-nes conmovedoras que provienen de los movi-

71

Page 71: JEAN - UNC

mientos del alma y los gritos que arrancan lasnecesidades físicas? En esos climas espantososdonde todo permanece inerte durante nuevemeses del año, donde el sol sólo calienta el airedurante algunas semanas como para mostrar a loshabitantes de qué bienes están privados y aumen-tar su miseria, en esos lugares donde la tierra sóloda algo a fuerza de trabajo y donde la fuente de lavida parece estar más en los brazos que en el cora-zón, los hombres, incesantemente ocupados enatender a su subsistencia, apenas soñaban conlazos más dulces, todo se limitaba al impulso físi-co, la ocasión reemplazaba a la elección, la facili-dad a la preferencia. La ociosidad, que nutre a laspasiones, cede el lugar al trabajo que las reprime.Antes que pensar en vivir feliz había que pensaren vivir. La necesidad mutua unía a los hombresmucho mejor de lo que lo habría hecho el pensa-miento; la sociedad se formó sólo gracias a laindustria. El continuo peligro de perecer no lespermitía limitarse a la lengua del gesto y la prime-ra palabra que pronunciaron no fue ámame sinoayúdame.

Esos dos términos, aunque bastante similares,se pronuncian con un tono muy diferente. Nohabía nada que hacer sentir, pero muchas cosasque hacer oír. No se trataba, pues, de expresarsecon energía sino con claridad. El acento que elcorazón no proporcionaba fue sustituido por arti-culaciones fuertes y sensibles y si hubo en laforma del lenguaje alguna impresión natural, estaimpresión contribuyó también a su dureza.

En efecto, los hombres septentrionales no

72

Page 72: JEAN - UNC

carecen de pasiones pero son de otra clase. Las delos países cálidos son pasiones voluptuosas quetienden al amor y a la molicie. La naturaleza hacetanto por los habitantes que a éstos no les quedacasi nada que hacer. Mientras un asiático tengamujeres y descanso está contento. Pero en elnorte, donde los habitantes consumen mucho enun suelo ingrato, los hombres sometidos a tantasnecesidades son fácilmente irritables. Todo lo quesucede a su alrededor les inquieta: como subsistencon sacrificio, cuanto más pobres son, más se afe-rran a lo poco que tienen; acercárseles es atentarcontra su vida. De allí proviene ese temperamen-to irascible tan pronto a convertirse en furor con-tra todo lo que los hiere. Así sus voces más natu-rales son las de la cólera y las amenazas; y esasvoces van acompañadas siempre de articulacionesfuertes que las hacen duras y ruidosas.

73

Page 73: JEAN - UNC

74

Page 74: JEAN - UNC

Capítulo XIREFLEXIONES SOBRE

ESAS DIFERENCIAS

He aquí según mi opinión las causas físicasmás generales de la diferencia característica de laslenguas primitivas. Las del mediodía debieron servivaces, sonoras, acentuadas, elocuentes y con fre-cuencia oscuras a fuerza de energía. Las del Nortedebieron ser sordas, rudas, articuladas, chillonas,monótonas, claras a fuerza de palabras antes quedebido a una buena construcción. Las lenguasmodernas, cien veces mezcladas y refundidas,conservan aún algo de esas diferencias. El francés,el inglés, el alemán constituyen el lenguaje priva-do de los hombres que se ayudan entre sí, querazonan entre ellos con sangre fría o de gentesviolentas que discuten; pero los ministros de losDioses que anuncian los misterios sagrados, lossabios que dictan las leyes a los pueblos, los jefesque conducen a la multitud, deben hablar el árabeo el persa23. Nuestras lenguas valen más escritasque habladas y el placer con que se nos lee esmayor que el placer con que se nos escucha. Porel contrario, las lenguas orientales escritas pierdensu vida y su calor. El sentido sólo está dado amedias en las palabras, toda su fuerza reside en losacentos. Juzgar el genio de los orientales por suslibros es como querer pintar a un hombre segúnsu cadáver.

75

23 El turco es una lengua septentrional.

Page 75: JEAN - UNC

Para apreciar bien las acciones de los hombres,es preciso considerarlas en todas sus relaciones yeso es lo que no se nos enseña a hacer. Cuandonos colocamos en el lugar de los otros los vemostal como los hemos modificado y no tal comodeben ser, y cuando pensamos juzgarlos racional-mente, no hacemos sino comparar sus prejuicioscon los nuestros. Aquel que al saber leer un pocode árabe sonríe al hojear el Corán, si hubiese escu-chado a Mahoma anunciarlo en persona en esalengua elocuente y cadenciosa, con esa voz sono-ra y persuasiva que seducía el oído antes que elcorazón, y animando incesantemente sus senten-cias con el acento del entusiasmo, se hubieseprosternado en tierra gritando: Gran Profeta envia-do de Dios, condúcenos a la gloria, al martirio; queremosvencer o morir por vos. El fanatismo nos parece siem-pre risible porque no hay entre nosotros una vozpara hacerlo entender. Nuestros fanáticos no sonverdaderos fanáticos, son bribones o locos.Nuestras lenguas, en lugar de inflexiones para ins-pirados, sólo tienen gritos para poseídos.

76

Page 76: JEAN - UNC

Capítulo XIIORIGEN DE LA MÚSICA

Junto con las primeras voces se formaron lasprimeras articulaciones o los primeros sonidos,según el género de la pasión que dictaba las unaso las otras. La cólera arranca gritos amenazadoresque la lengua y el paladar articulan; pero la voz dela ternura es más dulce, la glotis es quien la modi-fica, y esa voz se convierte en sonido. Solamentelos acentos son más frecuentes o más raros, lasinflexiones más o menos agudas, según el senti-miento que allí se inserte. Así es como la cadenciay los sonidos nacen con las sílabas, la pasión hacehablar a todos los órganos y engalana a la voz contodo su esplendor; así es como los versos, los can-tos, la palabra, tienen un origen común. Junto alas fuentes de agua de las que ya hablé, los prime-ros discursos fueron las primeras canciones: lasrepeticiones periódicas y medidas del ritmo, lasinflexiones melodiosas de los acentos hicieronsurgir la poesía y la música junto con la lengua; omás bien, todo esto no constituía sino la lenguamisma para esos climas propicios y esos felicestiempos donde las únicas necesidades acuciantesque exigían la participación de los otros eran lasdel corazón.

Las primeras historias, las primeras arengas, lasprimeras leyes fueron hechas en verso. La poesía

77

Page 77: JEAN - UNC

fue usada antes que la prosa, lo cual es lógico yaque las pasiones hablaron antes que la razón. Lomismo ocurrió con la música: no hubo en un pri-mer momento otra música que la melodía, ni otramelodía que el sonido variado del habla. Losacentos formaban el canto, las cantidades forma-ban la medida y se hablaba tanto con los sonidosy el ritmo como con las articulaciones y las voces.Decir y cantar era antes la misma cosa, diceEstrabón. Lo que demuestra, agrega, que la poe-sía es la fuente de la elocuencia24. Tanto la unacomo la otra tuvieron la misma fuente y fueron,en un primer momento, la misma cosa. En cuan-to a la forma en que se vincularon las primerassociedades, ¿era acaso extraño que se hicieran enverso las primeras historias y que se cantaran lasprimeras leyes? ¿Era extraño que los primerosgramáticos sometiesen su arte al de la música yfuesen profesores de ambas?25

Una lengua que sólo tiene articulaciones yvoces, tiene por lo tanto la mitad de su riqueza;expresa ideas, es cierto, pero para expresar senti-mientos, imágenes, le hace falta un ritmo y soni-dos, es decir una melodía. Eso es lo que tenía lalengua griega y lo que le falta a la nuestra.

Vivimos asombrados por los efectos prodigio-sos de la elocuencia, de la poesía y de la músicaentre los griegos. Esos efectos no caben en nues-tra mente porque nosotros no experimentamos

78

24 Geograf. Libro I.25 Architas atque Aristoxenes etiam subjectam grammaticem musicaeputaverunt, et eosdem utriusque rei praeceptores fuisse... Tum Eupolis, apudquem Prodamus et musicem et litteras docet. Et Maricas, qui estHyperbolus, nihil se ex musicis scire nisi litteras confitetur. Quintiliano,Lib. I, cap. 10 I.

Page 78: JEAN - UNC

nada semejante; y todo lo que podemos hacer,viéndolos tan bien corroborados, es fingir quecreemos en ellos para complacer a nuestrossabios 26. Burette tradujo como pudo a nuestrosistema musical algunos trozos de música griega,cometió la ingenuidad de hacer ejecutar esos tro-zos en la Academia de Bellas Artes, y los académi-cos tuvieron la paciencia de escucharlos. Admiroesta experiencia en un país cuya música es indes-cifrable para cualquier otra nación. Dad unmonólogo de ópera francesa a ejecutar a cualquiermúsico extranjero que elijáis y os desafío a reco-nocerlo. Sin embargo, ¡son esos mismos franceseslos que pretendían juzgar la melodía de una Odade Píndaro musicalizada hace dos mil años!

He leído que en América, en otros tiempos, losindios, al ver el efecto asombroso de las armas defuego, recogían del suelo balas de mosquete.Luego las arrojaban con la mano haciendo ungran ruido con la boca y se sorprendían de nohaber matado a nadie. Nuestros oradores, nues-

79

26 Sin duda es preciso deducir un porcentaje a cuenta de la exa-geración propia de los griegos pero también significa dar dema-siado crédito al prejuicio moderno el llevar tales deduccioneshasta hacer desaparecer todas las diferencias. “Cuando la músicade los griegos, dice el abate Terrasson, desde los tiempos deAnfión o de Orfeo, llegó al punto en que se encuentra actual-mente en las ciudades más alejadas de la capital, fue entoncescuando suspendió el curso de los ríos, arrancó los robles e hizomover las rocas. En la actualidad, en que ha llegado a un altogrado de perfección, se gusta mucho de ella, se percibe su belle-za, pero deja todo en su lugar. Eso ha ocurrido con versos deHomero, poeta nacido en los tiempos en que aún estaba latentela infancia del espíritu humano, en comparación con aquellos quelo siguieron. Se han extasiado con sus versos y hoy se conformancon gustar y estimar los de los buenos poetas”. No se puedenegar que el abate Terrasson hiciese en algunas oportunidadesfilosofía, pero no es seguramente en este pasaje donde lo mues-tra.

Page 79: JEAN - UNC

tros músicos, nuestros sabios se asemejan a esosindios. El prodigio no consiste en que con nues-tra música ya no hagamos lo que hacían los grie-gos con la suya sino que, por el contrario, con ins-trumentos tan diferentes se pudiesen producir losmismos efectos.

80

Page 80: JEAN - UNC

Capítulo XIIIDE LA MELODÍA

Nadie duda que el hombre es modificado porsus sentidos. Pero al no poder distinguir las modi-ficaciones confundimos las causas. Asignamosdemasiado o demasiado poca importancia a lassensaciones. No vemos que con frecuencia nonos afectan sólo como sensaciones sino comosignos o imágenes, y que sus efectos morales tie-nen también causas morales. Así como los senti-mientos que excita en nosotros la pintura no pro-vienen de los colores, el poder que la música tienesobre nuestras almas no es obra de los sonidos.Bellos colores bien matizados gustan a la vista,pero ese placer es puramente sensación. Es eldibujo, la imitación, lo que da a esos colores almay vida, son las pasiones que expresan las que con-mueven a las nuestras, son los objetos que repre-sentan los que nos afectan. El interés y el senti-miento no dependen de los colores. Los rasgos deun cuadro conmovedor nos emocionan aun enuna estampa. Quitad esos rasgos en el cuadro, ylos colores ya no causarán efecto.

La melodía cumple precisamente en la músicael mismo papel que el dibujo en la pintura. Es laque marca los rasgos y las figuras, y los acordes ylos sonidos no son sino los colores. Pero, se dirá,

81

Page 81: JEAN - UNC

la melodía es sólo una sucesión de sonidos. Sinduda, pero el dibujo también es sólo una combi-nación de colores. Un orador se sirve de tinta paratrazar sus escritos; ¿se podría decir que la tinta esun licor muy elocuente?

Suponed un país donde no se tenga ningunaidea del dibujo pero donde gran cantidad de gentese pase la vida combinando, mezclando, matizan-do colores, y creyeran pintar muy bien. Esa genterazonaría sobre nuestra pintura precisamentecomo nosotros razonamos sobre la música de losgriegos. Cuando se les hablara de la emoción quenos causan los bellos cuadros y del encanto deconmoverse ante un tema patético, sus labios pro-fundizarían al punto en la materia, compararíansus colores con los nuestros, examinarían si nues-tro verde es más suave o nuestro rojo más brillan-te. Investigarían qué combinaciones de colorespueden hacer llorar, cuáles pueden encolerizar.Los Burettes de ese país reunirían algunos jironesdespedazados de nuestros cuadros y luego se pre-guntarían con sorpresa qué hay de tan maravillo-so en ese colorido.

Si en alguna nación vecina se comenzara a for-mar algún trazo, algún esbozo de dibujo, algunafigura aún imperfecta, todo eso pasaría por unmamarracho, por una pintura caprichosa y barro-ca, y habría que atenerse, para conservar el gusto,a esa belleza simple que verdaderamente noexpresa nada pero que hace brillar hermososmatices, grandes placas bien coloreadas, intermi-nables degradaciones de tonos sin ningún trazo.

Finalmente, quizá a fuerza de progreso se lle-garía a la experiencia del prisma. Luego, algún

82

Page 82: JEAN - UNC

célebre artista establecería un hermoso sistema.Señores, les diría, para filosofar bien es precisoremontarse a las causas físicas. He aquí sus rela-ciones, sus proporciones, he aquí todos los colo-res primitivos, he aquí sus relaciones, sus propor-ciones, he aquí los verdaderos principios del pla-cer que os da la pintura. Todas esas palabras mis-teriosas tales como dibujo, representación, figura,son pura charlatanería de los pintores francesesque, por medio de sus imitaciones, piensan impri-mir no sé qué movimiento al alma, mientras quees sabido que sólo hay sensaciones. Se hablanmaravillas de sus cuadros, pero mirad mis colores.

Los pintores franceses, continuaría, quizásobservaron el arco iris. Pudieron recibir de lanaturaleza algún gusto por el matiz y algún instin-to de colorido. Pero yo les he demostrado a uste-des los grandes, los verdaderos principios del arte.¡Qué digo del arte! De todos las artes, señores, detodas las ciencias. El análisis de los colores, el cál-culo de las refracciones del prisma os dan las úni-cas relaciones exactas que existen en la naturaleza,la regla de todas las relaciones. Pues todo en eluniverso es sólo relación. Por lo tanto, se sabetodo cuando se sabe pintar, se sabe todo cuandose sabe combinar los colores.

¿Qué diríamos del pintor lo suficientementedesprovisto de sentimiento y de gusto como pararazonar de esa manera y limitar estúpidamente alaspecto físico de su arte el placer que nos propor-ciona la pintura? ¿Qué diríamos del músico que,lleno de prejuicios semejantes, creería ver sólo enla armonía la fuente de los grandes efectos de lamúsica? Enviaríamos al primero a pintar paredesy condenaríamos al otro a hacer óperas francesas.

83

Page 83: JEAN - UNC

Así como la pintura no es el arte de combinarcolores de una manera agradable a la vista, tam-poco la música es el arte de combinar sonidos deuna manera agradable al oído. Si se redujeran aeso, tanto una como la otra formarían parte de lasciencias naturales y no de las bellas artes. Es sólola imaginación la que los eleva a ese rango. Ahorabien, ¿qué es lo que hace de la pintura un arte deimitación? El dibujo. ¿Qué es lo que hace de lamúsica otro tanto? La melodía.

84

Page 84: JEAN - UNC

Capítulo XIVDE LA ARMONÍA

La belleza de los sonidos es obra de la natura-leza. Su efecto es puramente físico; resulta de lareunión de las diversas partículas de aire puestasen movimiento por el cuerpo sonoro, y por todassus alícuotas, quizás al infinito: el conjunto da unasensación agradable. Todos los hombres del uni-verso sentirán placer al escuchar bellos sonidos;pero si ese placer no está animado por inflexionesmelodiosas que les son familiares no será delicio-so, no se convertirá en voluptuosidad. Los másbellos cantos, según nuestro gusto, impresionaránsiempre mediocremente a un oído que no estéacostumbrado a oírlos; es una lengua para la quehace falta diccionario.

La armonía propiamente dicha está en situa-ción mucho menos favorable aún. Al poseer sólobellezas convencionales, no deleita bajo ningúnaspecto a los oídos que no están acostumbrados aoírla; es preciso tener un largo hábito para sentir-la y gustarla. Los oídos sin cultivar sólo oyen rui-dos en nuestras consonancias. Cuando las pro-porciones naturales son alteradas, no es raro queel placer natural ya no exista.

Un sonido lleva en sí todos sus sonidos armó-nicos concomitantes, en las relaciones de fuerza y

85

Page 85: JEAN - UNC

de intervalos que deben tener entre sí para produ-cir la más perfecta armonía de ese mismo sonido.Si le agregáis la tercera o la quinta, o cualquier otraconsonancia, no la agregáis, la reforzáis. Dejáis larelación de intervalo pero alteráis la de fuerza. Alreforzar una consonancia y no las otras, rompéisla proporción. Queriendo proceder mejor que lanaturaleza, lo hacéis mucho peor. Vuestros oídosy vuestro gusto están estropeados por un arte malentendido. Naturalmente no hay otra armoníaque el unísono.

Rameau pretende que los altos de una ciertasimplicidad sugieren naturalmente sus bajos, yque un hombre que posea un oído afinado y noejercitado entonará naturalmente ese bajo. Este esun prejuicio de músico, desmentido por la expe-riencia. No sólo aquel que nunca escuchó ni bajoni armonía no encontrará por sí mismo ni esaarmonía ni ese bajo, sino que hasta le desagrada-rán si se les hace escuchar y le gustará mucho másel simple unísono.

Si se calcula en mil años de antigüedad las rela-ciones de los sonidos y las leyes de la armonía,¿cómo se hará alguna vez de este arte un arte imi-tativo? ¿Dónde está el principio de esta pretendi-da imitación? ¿De qué es signo la armonía? ¿Yqué hay de común entre los acordes y nuestraspasiones?

Si se formula la misma pregunta referida a lamelodía, la respuesta procede de sí misma: está deantemano en el espíritu de los lectores. La melo-día, al imitar las inflexiones de la voz, expresa lasquejas, los gritos de dolor o de alegría, las amena-

86

Page 86: JEAN - UNC

zas, los gemidos. Todos los signos vocales de laspasiones son de su incumbencia. Ella imita losacentos de las lenguas, y los giros afectados encada idioma con ciertos movimientos del alma: noimita solamente, habla. Y su lenguaje inarticuladopero vivo, ardiente, apasionado, posee cien vecesmás energía que la palabra misma. De allí nace lafuerza de las imitaciones musicales; de allí nace elpoder del canto sobre los corazones sensibles. Laarmonía puede participar en ciertos sistemasligando la sucesión de los sonidos con algunasleyes de modulación, haciendo más precisas lasentonaciones, llevando al oído un testimoniofirme de esa precisión, acercando y fijando, conintervalos consonantes y ligados, inflexionesinapreciables. Pero al poner también trabas a lamelodía, le quita la energía y la expresión, borra elacento apasionado para sustituirlo por el interva-lo armónico, somete a dos únicos modos a cantosque deberían tener tantos como tonos oratoriosexisten, borra y destruye multitudes de sonidos ode intervalos que no entran en su sistema; en unapalabra, separa de tal modo el canto del habla queesos dos lenguajes se combaten, se oponen, sequitan mutuamente todo carácter de verdad y nose pueden reunir, sin caer en el absurdo, en untema patético. De allí proviene que el puebloencuentre siempre ridículo que se exprese encanto las pasiones fuertes y serias, pues sabe queen nuestras lenguas esas pasiones carecen deinflexiones musicales y que los hombres delnorte, al igual que los cisnes, no mueren cantan-do.

La sola armonía es también insuficiente paralas expresiones que parecen depender únicamen-

87

Page 87: JEAN - UNC

te de ella. El trueno, el murmullo de las aguas, losvientos, las tormentas, son mal representadas consimples acordes.

Por más que se haga, el ruido solo no dicenada al espíritu; es preciso que los objetos hablenpara hacerse escuchar; es preciso siempre, en todaimitación, que una especie de discurso suplante ala voz de la naturaleza. El músico que quiererepresentar el ruido con ruido se engaña; noconoce ni los puntos débiles ni los fuertes de suarte, lo juzga sin gusto, sin conocimiento.

Enseñádle que debe representar el ruido concanto; que si hubiese que hacer croar a las ranastendría que hacerlas cantar, pues no basta queimite, es preciso que conmueva y que guste, sin locual su desabrida imitación no sería nada; y, al nointeresar a nadie, no causa ninguna impresión.

88

Page 88: JEAN - UNC

Capítulo XVDE CÓMO NUESTRAS MÁS VIVAS

SENSACIONES ACTÚAN CON FRECUENCIA MOVIDAS POR IMPRESIONES MORALES

Mientras sólo se considere a los sonidos por laconmoción que provocan en nuestros nervios, nohabrá verdaderos principios de la música y de supoder sobre los corazones. Los sonidos, en lamelodía, no actúan sobre nosotros solamentecomo sonidos sino como signos de nuestros afec-tos, de nuestros sentimientos. Es así como provo-can en nosotros los movimientos que expresan yen los cuales reconocemos su imagen. Se percibealgo de este efecto moral hasta en los animales. Elladrido de un perro atrae a otro. Si mi gato me oyeimitar un maullido, al instante lo veo atento,inquieto, agitado. Si se da cuenta que soy yo quienimita la voz de su semejante, se vuelve a echar ypermanece tranquilo. ¿Por qué esta diferencia deimpresión puesto que no la hay en la conmociónde las fibras y que él mismo ha sido engañado enun primer momento?

Si el mayor poder que tienen sobre nosotrosnuestras sensaciones no es debido a causas mora-les, ¿por qué, pues, somos tan sensibles a impre-siones que no existen para los bárbaros? ¿Por quénuestra música más emotiva es sólo un ruidoinsensato para los oídos de un caribe? ¿Sus ner-vios son distintos de los nuestros? ¿Por qué no seconmueven del mismo modo? ¿Por qué esa

89

Page 89: JEAN - UNC

misma conmoción afecta tanto a unos y tan pocoa otros?

Se cita, en prueba del poder físico de los soni-dos, la curación de las picaduras de tarántulas.Este ejemplo prueba todo lo contrario. No sonimprescindibles ni sonidos determinados ni losmismos aires para curar a todos aquellos que sonpicados por ese insecto. Cada uno de ellos necesi-ta aires de una melodía que les sea conocida y fra-ses que comprendan. El italiano necesita aires ita-lianos; el turco, aires turcos. Cada uno es afectadosólo por acentos que le son familiares, sus nerviossólo responden en la medida en que su espíritu lospredispone. Es preciso que entienda la lengua quese le habla para que lo que se le diga pueda ani-marlo. Se dice que las cantatas de Bernier curaronde la fiebre a un músico francés, pero hubieranafiebrado a un músico de otra nación.

En los otros sentidos, y hasta en el más torpede todos, se puede observar las mismas diferen-cias. Si un hombre, teniendo la mano posada y elojo fijo en el mismo objeto, lo cree sucesivamen-te animado e inanimado, aunque los sentidos seanafectados del mismo modo, ¡qué diferencia deimpresión! La redondez, la blancura, la firmeza, latibieza, la resistencia elástica, la dilatación sucesi-va, sólo le proporcionaría un tacto dulce peroinsípido si no creyese sentir, bajo todo eso, uncorazón pletórico de vida que palpita y late.

Sólo conozco un sentido en cuyas afeccionesno se mezcla nada de moral: el gusto. Por eso lagula es siempre el vicio dominante de las personasque no sienten nada. Aquel que quiera pues filo-

90

Page 90: JEAN - UNC

sofar sobre la fuerza de las sensaciones debecomenzar por separar de las impresiones pura-mente sensuales, las impresiones intelectuales ymorales que recibimos por vía de los sentidos,pero de los que sólo son sus causas ocasionales;debe evitar el error de otorgar a los objetos sensi-bles un poder que no tienen o que hagan a lasimpresiones del alma que nos representan. Loscolores y los sonidos pueden mucho como repre-sentaciones y signos pero poco como simplesobjetos de los sentidos. Algunas sucesiones desonidos o de acordes quizás me divertirán unmomento, pero para fascinarme y enternecerme,es preciso que esas sucesiones me ofrezcan algoque no sea ni sonido ni acorde y que me emocio-ne a pesar mío. Los mismos cantos que sólo sonagradables y no dicen nada también cansan, puesno es tanto el oído el que lleva el placer al cora-zón, sino el corazón quien lo lleva al oído. Yo creoque si se desarrollaran mejor estas ideas se ahorra-rían muchos razonamientos ridículos sobre lamúsica antigua. Pero en un siglo que se esfuerzapor materializar todas las operaciones del alma ypor despojar de toda moralidad a los sentimientoshumanos, creo no engañarme al afirmar que lanueva filosofía se vuelve tan funesta al buen gustocomo a la virtud.

91

Page 91: JEAN - UNC

92

Page 92: JEAN - UNC

Capítulo XVIFALSA ANALOGÍA ENTRE

LOS COLORES Y LOS SONIDOS

Las observaciones físicas dieron lugar a todaclase de absurdos en la consideración de las bellasartes. En el análisis del sonido se hallaron las mis-mas relaciones que en el de la luz. De inmediatose adoptó entusiastamente esta analogía sin preo-cuparse por los dictados de la experiencia y de larazón. El espíritu de sistema confundió todo; y, alno saber pintar para los oídos se le ocurrió cantara los ojos. Yo vi ese famoso clavecín I con el cualse pretende hacer música con colores. Significabaconocer muy mal las operaciones de la naturalezael no advertir que el efecto de los colores resideen su permanencia y el de los sonidos en su suce-sión.

Todas las riquezas del colorido se despliegansimultáneamente sobre la superficie de la tierra.Desde la primera mirada todo está visto, perocuanto más se mira, más impresionado se está.Sólo hay que admirar y contemplar incesantemen-te.

No ocurre así con el sonido. La naturaleza nolo analiza y no separa las armónicas; por el con-trario, las oculta bajo la apariencia del unísono, osi alguna vez las separa en el canto modulado delhombre y en el canto de algunos pájaros, lo hace

93

Page 93: JEAN - UNC

sucesivamente y una después de la otra. Inspiracantos y no acordes, dicta la melodía y no laarmonía. Los colores son la apariencia de losseres inanimados; toda materia está coloreada.Pero los sonidos revelan el movimiento, la vozrevela al ser sensible; sólo cantan los cuerpos ani-mados. No es el flautista autómata quien interpre-ta la flauta, es el mecánico que calcula el viento yhace mover los dedos.

Así, cada sentido tiene un campo que le es pro-pio. El campo de la música es el tiempo, el de lapintura es el espacio. Multiplicar los sonidos escu-chados a la vez o desarrollar los colores uno des-pués del otro es cambiar su economía, es poner elojo en lugar del oído y el oído en lugar del ojo.

Vosotros decís: como cada color está determi-nado por el ángulo de refracción del rayo que loproduce, así también cada sonido está determina-do por el número de las vibraciones del cuerposonoro en un tiempo dado. Y siendo las relacio-nes de esos ángulos y de esos números las mis-mas, la analogía es evidente. Es cierto, pero estaanalogía es de razón, no de sensación, y aquí nose trata de la razón. Primeramente, el ángulo derefracción es sensible y medible, lo que no ocurrecon el número de vibraciones. Los cuerpos sono-ros sometidos a la acción del aire cambian ince-santemente de dimensiones y de sonidos.

Los colores son duraderos, los sonidos se des-vanecen, y nunca se está seguro de que aquellosque reaparecen sean los mismos que se apagaron.Además, cada color es absoluto, independiente,mientras que cada sonido es para nosotros relati-

94

Page 94: JEAN - UNC

vo y sólo se distingue por comparación. Un soni-do no tiene por sí mismo ningún carácter absolu-to que lo haga reconocible; es grave o agudo, fuer-te o suave con relación a otro, pero en sí mismono es nada de esto. En el sistema armónico, unsonido cualquiera tampoco es nada por naturale-za; no es ni tónico ni dominante, ni armónico nifundamental, porque todas esas propiedades sonsólo relaciones y al poder variar todo el sistema delo grave a lo agudo, cada sonido cambia de ordeny de ubicación en el sistema, según el sistemacambie de grado. Pero las propiedades de loscolores no consisten en relaciones. El amarillo esamarillo independiente del rojo y del azul, entodas partes es sensible y reconocible; y tan pron-to se haya fijado el ángulo de refracción que loproduce, se tendrá la seguridad de obtener elmismo amarillo en todos los tiempos.

Los colores no están en los cuerpos colorea-dos sino en la luz. Para que se vea un objeto espreciso que esté iluminado. Los sonidos tienentambién necesidad de un móvil, y para que existanel cuerpo sonoro tiene que ser puesto en movi-miento. Es otra ventaja a favor de la vista, pues laperpetua emanación de los astros es el instrumen-to natural que actúa sobre ella, mientras que lanaturaleza sólo engendra pocos sonidos, y amenos que se admita la armonía de las esferascelestes, son necesarios seres vivos para producir-la.

Se observa así que la pintura está más cerca dela naturaleza y que la música está más relacionadacon el arte humano. También se observa que una

95

Page 95: JEAN - UNC

interesa más que la otra precisamente porqueacerca más a los hombres entre sí y nos da siem-pre alguna idea sobre nuestros semejantes.

La pintura es con frecuencia muerta e inanima-da, os puede transportar al fondo de un desierto.Pero tan pronto como algunos signos vocales lle-gan a vuestro oído, os anuncian a un ser semejan-te a vosotros; son, por así decir, los órganos delalma. Y si os pintan también la soledad, os dicenque no estáis solo. Los pájaros gorjean, sólo elhombre canta y uno no puede escuchar ni cantoni sinfonía sin decirse al instante: aquí hay otro sersensible.

Una de las grandes ventajas del músico es la depoder pintar las cosas que no se podrían escucharmientras que al pintor le es imposible representarlas que no se podrían ver; y el mayor prodigio deun arte que sólo actúa por medio del movimientoes el de poder formar hasta la imagen del reposo.El sueño, la calma de la noche, la soledad y elsilencio mismo entran en los cuadros de la músi-ca. Es sabido que el ruido puede producir el efec-to del silencio y el silencio el efecto del ruido,como cuando uno se adormece ante una lecturatediosa y monótona y se despierta en el instanteen que cesa. Pero la música actúa más íntimamen-te sobre nosotros excitando, por medio de un sen-tido, impresiones semejantes a las que se puedeexcitar por medio de otro. Y como la relación nopuede ser sensible si la impresión no es fuerte, lapintura, desprovista de esta fuerza, no puede ofre-cer a la música las imitaciones que ésta extrae deella. Aunque toda la naturaleza esté adormecida,

96

Page 96: JEAN - UNC

el que la contempla no duerme, y el arte del músi-co consiste en substituir la imagen insensible delobjeto por la de los movimientos que su presen-cia excita en el corazón del contemplador. Nosólo agitará el mar, animará las llamas de unincendio, hará correr los arroyos, caer la lluvia yengrosar los torrentes, sino que pintará el horrorde un desierto espantoso, oscurecerá los muros deuna prisión subterránea, calmará la tempestad,volverá el aire tranquilo y sereno y esparcirá unanueva frescura sobre los campos. No representa-rá directamente esas cosas, pero excitará en elalma los mismos sentimientos que se experimen-ta al verlas.

97

Page 97: JEAN - UNC

98

Page 98: JEAN - UNC

Capítulo XVIIERROR DE LOS MÚSICOS

QUE ES PERJUDICIAL PARA SU ARTE

Véase cómo todo nos conduce incesantemen-te a los efectos morales de los que ya hablé, ycómo los músicos que sólo consideran el poderde los sonidos por la acción del aire y el movi-miento de las fibras, están lejos de saber en quéreside la fuerza de este arte. Cuanto más le asig-nan impresiones puramente físicas más lo alejande su origen y lo privan también de su primitivaenergía. Quitando el acento oral y ateniéndosesólo a las instituciones armónicas, la música setorna más ruidosa al oído y menos dulce al cora-zón. Ya ha dejado de hablar, pronto no cantarámás y entonces, con todos sus acordes y toda suarmonía, no causará ya ningún efecto sobre nos-otros.

99

Page 99: JEAN - UNC

100

Page 100: JEAN - UNC

Capítulo XVIIIDE CÓMO EL SISTEMA MUSICAL

DE LOS GRIEGOS NO TIENE NINGUNA RELACIÓN CON EL NUESTRO

¿Cómo sucedieron esos cambios? Por unatransformación natural del carácter de las lenguas.Es sabido que nuestra armonía es una invencióngótica. Los que pretenden hallar el sistema de losgriegos en el nuestro se burlan de nosotros. El sis-tema de los griegos sólo tenía de armónico, talcomo nosotros entendemos este término, lonecesario para fijar la concordancia de los instru-mentos sobre consonancias perfectas. Todos lospueblos que tienen instrumentos de cuerdas estánobligados a acordarlos por medio de consonan-cias; pero aquellos pueblos que no los tienen,poseen en sus cantos inflexiones que denomina-mos falsas porque no entran en nuestro sistema yno podemos anotarlas. Es lo que se observó enlos cantos de los salvajes de América, y lo quetambién debería haberse observado en diversosperíodos de la música griega si se hubiese estudia-do esta música con menos prevenciones.

Los griegos dividían su diagrama en tetracor-dios así como nosotros dividimos nuestro tecladoen octavas; y las mismas divisiones se repetíanexactamente en ellos luego de cada tetracordio delmismo modo como ellas se repiten entre nos-otros luego de cada octava, similitud que no sehubiese podido conservar en la unidad del modo

101

Page 101: JEAN - UNC

armónico y que ni se habría imaginado. Perocomo se pasa por intervalos menos grandes cuan-do se habla que cuando se canta, fue natural queobservasen la repetición de los tetracordios en sumelodía oral así como observamos la repeticiónde las octavas en nuestra melodía armónica.

Ellos sólo reconocieron por consonancias aaquellas que denominamos consonancias perfec-tas, rechazando como tales a las terceras y las sex-tas. Hicieron esto porque, al ignorar o por lomenos haber prescripto de la práctica el intervalode tono menor y no estar templadas sus conso-nancias, todas sus terceras eran mucho más fuer-tes que una coma, sus terceras menores muchomás débiles y, en consecuencia, sus sextas mayo-res y menores también estaban recíprocamentealteradas. ¡Imagínense ahora qué nociones dearmonía se puede tener y qué modos armónicosse pueden establecer desterrando las terceras y lassextas del número de las consonancias! Si a lasmismas consonancias que admitían las hubiesenconocido por un verdadero sentimiento de laarmonía, las habrían al menos sobrentendido ensus cantos y la consonancia tácita de las progre-siones fundamentales hubiese prestado su nom-bre a las progresiones diatónicas que ellas lessugerían. Lejos de tener menos consonancias quenosotros, habrían tenido más, y preocupados, porejemplo, de la baja ut sol, hubiesen dado el nom-bre de consonancia a la segunda ut re.

Pero ustedes se preguntarán: ¿por qué las pro-gresiones diatónicas? Por un instinto que en unalengua acentuada y melodiosa nos lleva a elegir las

102

Page 102: JEAN - UNC

inflexiones más cómodas. Pues las modificacio-nes demasiado grandes que es preciso dar a la glo-tis para entonar continuamente los grandes inter-valos de las consonancias y la dificultad de regu-lar la entonación en las relaciones muy compues-tas de los intervalos menores, el órgano toma untérmino medio y opta naturalmente por interva-los más pequeños que las consonancias y mássimples que las comas; lo que no impidió quealgunos intervalos menores fuesen tambiénempleados en géneros más patéticos.

103

Page 103: JEAN - UNC

104

Page 104: JEAN - UNC

Capítulo XIXDE CÓMO DEGENERÓ LA MÚSICA

A medida que la lengua se perfeccionaba, lamelodía, al imponerse nuevas reglas, perdía insen-siblemente su antigua energía, y la fineza de lasinflexiones era sustituida por el cálculo de losintervalos. Así es, por ejemplo, cómo la prácticadel género enarmónico desapareció paulatina-mente. Cuando los teatros adquirieron una formaregular sólo se cantó en ellos según modos pres-criptos, y a medida que se multiplicaban las reglasde la imitación, la lengua imitativa se debilitaba.

El estudio de la filosofía y el progreso del razo-namiento, al perfeccionar la gramática, privaron ala lengua de ese tono vivo y apasionado que alcomienzo la había hecho tan melodiosa. Desde laépoca de Melanípides y de Filoxenes, los sinfonis-tas, que en un primer momento estuvieron a suel-do de los poetas y sólo ejecutaban para ellos y, porasí decir, según su voluntad, se independizaron.De esta licencia se lamenta tan amargamente lamúsica en una comedia de Ferécrates, de la quePlutarco conservó un pasaje. La melodía, que yano está tan adherida al discurso, adquiere insensi-blemente una existencia aparte y la música sevuelve más independiente de las palabras.Entonces cesaron también poco a poco esos pro-

105

Page 105: JEAN - UNC

digios que había producido cuando sólo constitu-ía el acento y la armonía de la poesía, y que le dabasobre las pasiones ese poder que el habla sóloejerció en adelante sobre la razón. También desdeque Grecia se llenó de sofistas y de filósofos ya nose vio ni poetas ni músicos célebres. Al cultivar elarte de convencer se perdió el de conmover. Elmismo Platón, celoso de Homero y de Eurípides,criticó a uno y no pudo imitar al otro.

Pronto la esclavitud agregó su influencia a lade la filosofía. La Grecia encadenada perdió esefuego que sólo alienta a las almas libres y ya noencontró para alabar a sus tiranos el tono con elque había cantado a sus héroes. La promiscuidadcon los romanos debilitó aún más lo que quedabade armonía y de acento en el lenguaje. El latín,lengua más insensible y menos musical, perjudicóa la música al adoptarla. El canto usado en la capi-tal alteró poco a poco el de las provincias; los tea-tros de Roma perjudicaron a los de Atenas.Cuando Nerón obtuvo premios Grecia habíadejado de merecerlos, y la misma melodía, com-partida por dos lenguas se adaptó cada vezmenos, tanto a una como a otra.

Finalmente sobrevino la catástrofe que destru-yó los progresos del espíritu humano sin eliminarlos vicios que había engendrado. Europa, inunda-da de bárbaros y sometida por ignorantes, perdióa la vez sus ciencias, sus artes y el instrumentouniversal de unas y otras, es decir la lengua armo-niosa perfeccionada. Esos hombres groseros queel norte había engendrado adaptaron insensible-mente todos los oídos a la rudeza de su órgano;su voz dura y desprovista de acento era ruidosa

106

Page 106: JEAN - UNC

sin ser sonora. El emperador Juliano comparabael modo de hablar de los galos con el croar de lasranas. Todas sus articulaciones, al ser tan ásperascomo sus voces eran nasales y sordas, sólo podí-an dar una especie de estrépito a su canto, queconsistía en reforzar el sonido de las vocales paracubrir la abundancia y la dureza de las consonan-tes.

Ese canto ruidoso, unido a la inflexibilidad delórgano, obligó a esos recién llegados y a los pue-blos sometidos que los imitaron a moderar todoslos sonidos para que se los entendiese. La articu-lación penosa y los sonidos reforzados contribu-yeron igualmente a eliminar de la melodía todosentimiento de mesura y de ritmo. Como lo másduro para pronunciar era siempre el pasaje de unsonido a otro, no se podía hacer otra cosa quedetenerse en cada uno el mayor tiempo posible,dilatarlo, destacarlo lo más posible. Pronto elcanto no fue sino una sucesión aburrida y lenta desonidos monótonos y gritados, desprovistos demedida y de gracia; y si algunos sabios decían quehabía que observar los largos y los breves en elcanto latino, es seguro al menos que se cantó losversos como la prosa y que ya no fue cuestión depies, de ritmo ni de ningún tipo de canto medido.

El canto, así despojado de toda melodía y con-sistente únicamente en la fuerza y la duración delos sonidos, debió sugerir finalmente los mediosde hacerlo más sonoro aún, con ayuda de las con-sonancias. Muchas voces, arrastrando ininterrum-pidamente al unísono sonidos de una duración ili-mitada, encontraron por azar algunos acordesque, reforzando el ruido, lo hicieron parecer agra-

107

Page 107: JEAN - UNC

dable; y así comenzó la práctica del discanto y delcontrapunto.

Ignoro durante cuantos siglos los músicosgiraron alrededor de problemas banales plantea-dos por el efecto conocido de un principio igno-rado. El más infatigable de los lectores no sopor-taría la verborragia de ocho o diez largos capítu-los de Jean de Muris para saber si en el intervalode la octava cordada en dos consonantes es laquinta o la cuarta la que debe ser grave; y cuatro-cientos años después se encuentra también enBontempi enumeraciones no menos fatigosas detodos los bajos que debe llevar la sexta en lugar dela quinta. Sin embargo, la armonía toma insensi-blemente el camino que le prescribe el análisis,hasta que finalmente la invención del modomenor y de las disonancias introduzca las arbitra-riedades de la que está llena y que sólo el prejui-cio nos impide distinguir27.

108

27 Relacionando toda la armonía con ese principio tan simple dela resonancia de las cuerdas en sus alícuotas, Rameau basa elmodo menor y la disonancia en su pretendida experiencia de queuna cuerda sonora en movimiento hace vibrar otras cuerdas máslargas en su decimosegunda y decimoséptima mayor grave. Lascuerdas, según él, vibran en toda su longitud pero no resuenan.Esta me parece una física muy singular. Es como si se dijese queel sol ilumina y que no se ve nada.Esas cuerdas más largas sólo producen el sonido de la más agudaporque ellas se dividen, vibran, resuenan al unísono, confundensu sonido con el de aquélla y parecen no producir ninguno. Elerror consiste en haber creído verlas vibrar en toda su longitud yhaber observado mal los nudos. Las cuerdas sonoras que formancierto intervalo armónico pueden hacer oír su sonido fundamen-tal en grave, aun sin una tercera cuerda, según la experienciaconocida y confirmada por Tartini. Pero una cuerda sola no tieneotro sonido fundamental que el suyo, no hace resonar ni vibrarsus múltiplos sino solamente su unísono y sus alícuotas. Como elsonido no tiene otra causa que las vibraciones del cuerpo sono-ro, y como donde la causa actúa libremente el efecto sigue siem-pre, pretender separar las vibraciones de la resonancia es unabsurdo.

Page 108: JEAN - UNC

Al ser olvidada la melodía y habiéndose vueltola atención de la música totalmente hacia la armo-nía, todo comenzó a girar paulatinamente alrede-dor de ese nuevo objeto: los géneros, los modos,la gama, todo adquirió nuevas formas; las sucesio-nes armónicas fueron las que reglaron la progre-sión de las partes.

Al usurpar esta progresión el nombre de melo-día, no se pudo desconocer en esta nueva melodíalos rasgos de su antecesora; y habiéndose tornadoasí nuestro sistema musical poco a poco pura-mente armónico, no es raro que el acento oralhaya sufrido con ello y que la música haya perdi-do para nosotros casi toda su energía.

He aquí cómo el canto se convirtió progresiva-mente en un arte totalmente escindido del hablade la cual proviene; cómo las armónicas de lossonidos hicieron olvidar las inflexiones de la vozy cómo, finalmente, limitada al efecto puramentefísico del concurso de las vibraciones, la música seencontró privada de los efectos morales que habíaproducido cuando era doblemente la voz de lanaturaleza.

109

Page 109: JEAN - UNC

110

Page 110: JEAN - UNC

Capítulo XXRELACIÓN DE LAS LENGUAS

CON LOS GOBIERNOS

Esos progresos no son ni fortuitos ni arbitra-rios, están relacionados con las vicisitudes de lascosas. Las lenguas se forman naturalmente segúnlas necesidades de los hombres, cambian y se alte-ran según las modificaciones de esas necesidades.En los tiempos antiguos, donde la persuasiónreemplazaba a la fuerza pública, la elocuencia eranecesaria. ¿Para qué serviría en la actualidad,cuando la fuerza pública ha suplido a la persua-sión? No hay necesidad de arte ni de figura paradecir, ese es mi deseo. ¿Qué discursos quedan pordirigir al pueblo reunido? Sermones. ¿Y qué lesimporta a aquellos que los hacen persuadir al pue-blo puesto que no es él quien otorga beneficios?Las lenguas populares se nos han tornado tan per-fectamente inútiles como la elocuencia. Las socie-dades han adquirido su forma definitiva; los cam-bios sólo se producen con el cañón y los escudos,y como lo único que hay que decirle al pueblo es:dad dinero, se le dice con carteles en las esquinas delas calles o con soldados dentro de las casas. Noes necesario reunir a nadie para esto. Por el con-trario, la primera máxima de la política modernaes tener a los sujetos bien alejados.

Hay lenguas favorables a la libertad; son laslenguas sonoras, prosódicas, armoniosas, en las

111

Page 111: JEAN - UNC

que se distingue perfectamente el discurso. Lasnuestras están hechas para el murmullo de losdivanes. Nuestros predicadores se atormentan ytranspiran en los templos sin que se entienda nadade lo que han dicho. Luego de haberse agotadogritando durante una hora, salen del púlpito semi-muertos. Seguramente, no valía la pena de tomar-se tanto trabajo.

Los antiguos se hacían entender fácilmentepor el pueblo en la plaza pública; hablaban sinproblema todo un día. Los generales arengaban asus tropas; se los escuchaba y ellos no se agota-ban. Los historiadores modernos que han queridoinsertar arengas en sus historias han sido objetode burlas. Supóngase un hombre arengando enfrancés al pueblo de París reunido en la Place deVendome. Gritará a voz en cuello, se escucharáque grita pero no se distinguirá ni una palabra.Herodoto leía su historia a los pueblos de Greciareunidos al aire libre y por todas partes resonabanlos aplausos. En la actualidad, el académico quelee una memoria en una asamblea pública apenases escuchado al final de la sala. Si los charlatanesde feria no abundan tanto en Francia como enItalia no es porque en Francia sean menos escu-chados, sino porque no se los escucha tan bien.D’Alembert cree que se podría decir el recitativofrancés a la italiana; habría pues que decirlo aloído, ya que de otro modo no se entendería nada.Ahora bien, yo afirmo que toda lengua con la cualno es posible hacerse entender por el pueblo reu-nido es una lengua servil; es imposible que unpueblo siga siendo libre y hable esa lengua.

Concluiré estas reflexiones superficiales, peroque pueden dar origen a otras más profundas, conel pasaje que me las sugirió:

112

Page 112: JEAN - UNC

Sería materia de un examen más filosófico el observaren los hechos y demostrar con ejemplos de qué manera elcarácter, las costumbres y los intereses de un pueblo influ-yen sobre su lengua28.

fe

113

28 Observaciones de Duclos a la Grammaire générale et raisonnée deArnaud-Lamelot, p. 11.

Page 113: JEAN - UNC

114

Page 114: JEAN - UNC

NOTAS DEL TRADUCTOR

CAPÍTULO I

I “La fabricación de muñecos fue inventada poruna jovencita, la que, enamorada de un hombre,dibujó sobre un muro la sombra de ese hombredormido. Luego su padre, maravillado por laextraordinaria semejanza, trabajó la arcilla y escul-pió la imagen, llenando los contornos de tierra”.Atenágoras, Libellus pro christianis, 17, ed. Dechair,p. 59.II “Dice la tradición que hallándose la ciudad delos gabios sitiada por Tarquino el Soberbio, el hijode éste, fingiéndose enemigo de su padre, logrópenetrar entre los sitiados y ganarse su confianza.Conseguido esto, envió un emisario a Tarquinopidiendo instrucciones, y él, sin contestar palabraalguna, se paseó con el enviado por entre unasmatas de adormideras y se entretuvo en troncharcon el bastón las plantas que se alzaban por enci-ma de las demás. El hijo, comprendiendo la inten-ción de su padre, decapitó a los notables de la ciu-dad y entregó ésta a los sitiadores”. EnciclopediaUniversal Ilustrada Espasa Calpe, Tomo 59, pág. 682.III “En un comienzo, Periandro era más benignoque su padre, pero luego de haber trabado relacio-nes por intermedio de mensajeros con Trasíbulo,

115

Page 115: JEAN - UNC

tirano de Mileto, se volvió aún más cruel queKipselos. Había enviado un heraldo a Trasíbulopara preguntarle cuál era la política que debíaseguir para tener mayor seguridad y dominarmejor la ciudad con sus leyes. Trasíbulo condujofuera de la ciudad al emisario de Periandro y entróa un campo cultivado; mientras recorrían los tri-gales, interrogaba una y otra vez al heraldo sobreel motivo de su venida a Corinto; y simultánea-mente cortaba todas las espigas que sobresalían, yuna vez cortadas las arrojaba por tierra hasta quehubo destruido todo lo más bello y elevado quehabía sembrado. Una vez recorrido el campo, sindar una palabra de consejo, despachó al heraldo.Cuando éste retornó a Corinto, Periandro recla-mó con impaciencia el consejo esperado. El heral-do respondió que no le había dado ninguno y queagradecía a Periandro por haberlo enviado junto aun hombre como ése que segaba tan bien. Ycontó lo que había visto hacer a Trasíbulo.Periandro comprendió el sentido de esa acción, sedio cuenta que el consejo de Trasíbulo era matara los ciudadanos que superasen a los otros; ydesde ese momento no hubo maldad que no ejer-ciera contra los corintos”. Herodoto, Histoires,Livre V, 92. París, Les Belles Lettres, 1946.IV “Escribíale frecuentemente Olimpíada por estemismo término, y estas cartas tenía cuidado dereservarlas; sólo una vez, leyendo juntamente conél Hefestión, pues solía tener esta confianza, unade estas cartas, que acababa de abrir, no se lo pro-hibió, sino que se quitó el anillo y le puso a aquélel sello en la boca”. Plutarco, Vidas paralelas,Alejandro-Julio César, XXXIX, pág. 57. Buenos

116

Page 116: JEAN - UNC

Aires, Espasa Calpe, 1941.V Se refiere a las paradojas de Zenón de Eleasobre el movimiento.VI Herodoto, Histoires, IV, 131. París, Les BellesLettres, 1946.VII Jueces, 19 y sig.VIII Samuel I, II: “Pasó cosa de un mes y subióNajas, amonita, y sitió a Jabes Galad. Los habitan-tes de Jabes dijeron a Najas: “Pacta con nosotrosy te serviremos”. Pero Najas, amonita, les respon-dió: “Pactaré, a condición de sacaros a cada unode vosotros el ojo derecho y hacer de esto opro-bio para todo Israel”. Dijéronle los ancianos deJabes: “Danos tregua de siete días para mandarmensajeros por todo Israel; si no viene nadie asocorrernos nos rendiremos a ti”. Vinieron men-sajeros a Gueba, de Saúl, y contaron al puebloesto, y el pueblo todo lloró a voz en grito. Veníaentonces Saúl del campo tras de sus bueyes y pre-guntó: “¿Qué tiene el pueblo para llorar así?”..Contáronle lo que decían los de Jabes. En cuantolo oyó, le arrebató el espíritu de Yahvé y se encen-dió en cólera. Cogió un par de bueyes, los cortóen pedazos y mandó éstos por todo el reino deIsrael por medio de mensajeros que dijeran: “Asíserán tratados los bueyes de cuantos no se pon-gan en marcha tras Saúl y Samuel”. El terror deYahvé cayó sobre el pueblo que se puso en mar-cha como un solo hombre. Samuel, I, 11.IX“Friné perdía su proceso, que estaba en manosde un abogado excelente, si abriendo su túnica nohubiera corrompido a sus jueces con el resplan-dor de su hermosura”. Montaigne, Ensayos, Libro

117

Page 117: JEAN - UNC

III, cap. VII, París, Garnier, s/f., tomo 2, pág. 419.X “Es como la pintura la poesía: la hay que si estu-vieres cerca más te cautivará; y otra, en cambio,más te agradará si estuvieres lejos; ésta quiere lapenumbra; ama la plena luz aquella otra que noteme la aguda perspicacia de ningún juez; cuálagrada una vez; y cuál agradará diez veces que sela mire”. Horacio, Arte poética, pág. 1194, en ObrasCompletas. Madrid, Aguilar, 1941.

CAPÍTULO V

I Chehel Minare es el nombre antiguo dePersépolis. Chardin fue el primer viajero queobservó con detenimiento las inscripciones delpalacio de Darío.II “Las vocales en griego eran siete, Romuluscuenta seis; pero más tarde el uso sólo revela 5,una vez rechazada la y como griega”. MartianusCapella, De Nuptis Philologieae et Mercuri, I 111.

CAPÍTULO VI

I Sobre el episodio de Bellerofón, cf. La Ilíada,canto VI, v. 167 y siguientes.II El padre Hardonin era conocido en su épocapor sus paradojas. Había sostenido, entre otrascosas, que todos los clásicos griegos y latinos noeran sino alegorías cristianas compuestas pormonjes del siglo XVIII y que Pascal, Nicole,Arnaud y Malebranche eran ateos.

CAPÍTULO VII

I “A esta diligencia síguese el modo de dar armo-nía a la expresión, lo cual temo que a Catulo le

118

Page 118: JEAN - UNC

parezca sutil. Los antiguos sin embargo, creyeronque cabía en la prosa número y hasta versos.Querían que las cláusulas estuviesen separadas, nopor los intervalos de nuestra respiración, ni porlas notas del manuscrito sino por la armonía delas palabras y sentencias, lo cual dicen que inven-tó Isócrates para sujetar a números la ruda mane-ra de decir de los antiguos y deleitar así los oídos,según escribe su discípulo Naucrates. Los músi-cos, que en otros tiempos eran también poetas,inventaron el verso y el canto, para que con elnúmero de las palabras y la modulación de lasvoces no llegara a hastiarse el oído, de un solodeleite. Creyeron, pues, que todo esto podía apli-carse a la oratoria, en cuanto la severidad de éstalo consiente”. Marco Tulio Cicerón, Diálogos delorador, en Obras Completas, tomo I, pág. 403 sg.,Buenos Aires, Anaconda, 1946.II “Además, hay signos que se encuentran en losmás célebres escritores y los antiguos los introdu-jeron en los versos y los relatos en prosa parapuntuar sus escritos. El signo es una marca parti-cular colocada a la manera de una letra para indi-car en cada oportunidad la disposición lógica delas frases y de los versos. El número de los signosintroducidos en los versos es de 26 y se encuen-tran por debajo de las palabras escritas”. SanIsidoro de Sevilla, Orígenes, Lib. I, cap. XX.Observo en estos textos que desde la época deCicerón, los buenos copistas practicaban la sepa-ración de las palabras y ciertos signos equivalen-tes a nuestra puntuación. Observo también lainvención del número y de la declamación de la

119

Page 119: JEAN - UNC

prosa atribuida a Isócrates. Lo que no veo conclaridad son los signos escritos, los acentos, y aun-que los viese, sólo se podría sacar como conclu-sión una cosa que no discuto y que coincide total-mente con mis principios, es decir que cuando losromanos comenzaron a estudiar el griego loscopistas, para indicarles la pronunciación, inven-taron los signos de los acentos, de los espíritusIII yde la prosodia; pero eso no significa de ningúnmodo que esos signos fuesen usados entre losgriegos, que no los necesitaban.IIIEsprit: Modo de articulación de la inicial vocáli-ca en griego antiguo; signo colocado debajo de lavocal que lo señala (Robert).

CAPÍTULO XII

I “Architas y Aristóxenes pensaron que la gramáti-ca dependía de la música y que las mismas perso-nas enseñaron una y otra... O también Eupolis, enla obra en la cual Prodamo enseña la música y lasletras, y Maricas que es Hyperbolus, desea que losmúsicos sólo le enseñen las bellas letras”.Quintiliano, Institution oratoire, liv. XI.

CAPÍTULO XVI

I “Un filósofo ingenioso quiso llevar la relación delos sentidos y de la luz quizá más lejos de lo queles está permitido llegar a los hombres. Imaginóun clavecín ocular que debe hacer aparecer suce-sivamente colores armónicos así como nuestrosclavecines nos hacen oír los sonidos. Trabajó en élcon sus manos y pretende, en definitiva, interpre-

120

Page 120: JEAN - UNC

tar melodías para los ojos. No se puede dejar deagradecer a un hombre que trata de dar a los otrosnuevas artes y nuevos placeres”. En Voltaire:Eléments de la philosophie de Newton.

121

Page 121: JEAN - UNC

122

Page 122: JEAN - UNC

Prólogo

CAPÍTULO IDe los diversos medios de comunicar nuestros pensamientos

CAPÍTULO IIDe cómo la primera invención del habla noproviene de las necesidades sino de laspasiones

CAPÍTULO IIIDe cómo el primer lenguaje debió ser figurado

CAPÍTULO IVDe los caracteres distintivos de la primeralengua y de los cambios que debió experi-mentar

CAPÍTULO VDe la escritura

CAPÍTULO VISobre si Homero supo o no escribir

CAPÍTULO VIIDe la prosodia moderna

CAPÍTULO VIIIDiferencia general y local en el origen de laslenguas

CAPÍTULO IXFormación de las lenguas meridionales

7

19

27

29

31

35

43

45

51

53

123

Índice

Page 123: JEAN - UNC

CAPÍTULO XFormación de las lenguas del norte

CAPÍTULO XIReflexiones sobre esas diferencias

CAPÍTULO XIIOrigen de la música

CAPÍTULO XIIIDe la melodía

CAPÍTULO XIVDe la armonía

CAPÍTULO XVDe cómo nuestras más vivas sensacionesactúan con frecuencia movidas por impresio-nes morales

CAPÍTULO XVIFalsa analogía entre los colores y los sonidos

CAPÍTULO XVIIError de los músicos que es perjudicial parasu arte

CAPÍTULO XVIIIDe cómo el sistema musical de los griegos notiene ninguna relación con el nuestro

CAPÍTULO XIXDe cómo degeneró la música

CAPÍTULO XXRelación de las lenguas con los gobiernos

Notas del traductor

124

71

75

77

81

85

89

93

99

101

105

111

115