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Javier iturrioz abre las puertas de “la armonia”, su casa de campo en chascomus, y muestra como ambientar un picnic para el 25 de diciembre considerado uno de los arquite ctos más reconocidos de argentin a, su pasión por el arte y el diseño de interiores lo llevó a trabajar para las grandes marcas de lujo, los restaurantes más importantes y las fiestas que definen el calendario social Junto a Gaucho y Ramón –dos de sus siete jack russell–, Javier disfruta de un picnic en el parque de su campo, diseñado por Jules Charles Thays. Cada año, el decorador se refugia en “La Armonía” para celebrar la Navidad y definir sus proyectos del próximo año. Con un blazer de Polo Ralph Lauren, camisa floreada de Liberty of London y pantalón de Emporio Armani, toma un té en su vajilla de tucanes de Hermès.

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Javier iturrioz abre las puertas de “la armonia”, su casa de

campo en chascomus, y muestra como ambientar un picnic para el 25 de diciembre

considerado uno de los arquitectos más reconocidos de argentina, su pasión por el arte y el diseño de interiores lo llevó a trabajar

para las grandes marcas de lujo, los restaurantes más importantes y las fiestas que definen el calendario social

Junto a Gaucho y Ramón –dos de sus siete jack russell–, Javier disfruta de un picnic en el parque de su campo, diseñado por Jules Charles Thays. Cada año, el decorador se refugia en “La Armonía” para celebrar la Navidad y definir sus proyectos del próximo

año. Con un blazer de Polo Ralph Lauren, camisa floreada de Liberty of London y pantalón de Emporio Armani, toma un té en su vajilla de tucanes de Hermès.

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“el campo y la naturaleza son un privilegio, porque te permiten interrumpir el vértigo de la cotidianidad.

aquí me relajo y disfruto de la vida de otra manera”

Abajo: Javier, con un blazer de lino de Hermès y jeans de Etiqueta Negra, camina junto a Bautista, uno de sus tres caballos predilectos. Derecha: cada vez que puede, se escapa a visitar a sus ovejas

scottish blackface, que recibió como regalo de cumpleaños. “Adoro los animales, los árboles y la naturaleza por sobre todas las cosas. En algún momento pensé en ser veterinario: nada detesto

más que ver sufrir a los animales. Es por eso que en “La Armonía” está prohibido cazar”, confiesa.

d e chico soñaba con ser dueño de un zoológico y construir cas-tillos. Por eso, en cuanto empe-

zó a dibujar, los animales y los palacios eran los trazos de la mayor precisión. Su afinidad con el arte lo llevó tiempo después a tocar el piano, y nada disfru-taba más que agasajar a los invitados de casa con las melodías que aprendía con Elsa Scordamaglia en el Conserva-torio Williams de Buenos Aires. Todo lo hacía con el mayor cuidado, porque esa era su gran preocupación: que todo estuviera perfecto.

En la adolescencia notó que la es-tética sería su vida, y se convirtió en un gran coleccionista. Graduado en Arquitectura por la Universidad de Belgrano, sus primeras obras fueron la remodelación del casco de la es-tancia de sus padres y la construcción

de la casa de un tío en el Golf Club Ar-gentino. Poco tiempo después, comenzó a trabajar en Ralph Lauren.

Incursionó en el mundo de la moda, y hoy se destaca como vidrierista y am-bientador de las grandes marcas de lujo, como Givenchy o Veuve Clicquot. Como decorador, Javier se mueve con soltura tanto en la construcción de una discote-ca como en la remodelación de un pa-lacete en la avenida Alvear. “Tengo esa ambigüedad: puedo decorar una fiesta con la estética de Studio 54 o planear un baile estilo Versalles. Me llevo bien con Donna Summer y Luis XIV”, bromea.

Hoy, Javier Iturrioz (45) es una marca registrada. “Creo que uno va marcando su camino desde la infancia. Siempre me gustó la moda, visitar museos, comprar en anticuarios y casas de remates”, confiesa el hombre que amaba ir con su madre a ver

teatro a Broadway y que hoy se encarga de tareas diversas, como armar la vidriera de la casa francesa Hermès y decorar el hogar de un exitoso empresario.

Mientras camina por “La Armonía”, su refugio campestre en Chascomús, con-versó con ¡Hola!

–Contanos la historia de este campo...–Estas tierras formaban parte de una

gran estancia fundada a mediados del siglo XIX, que perteneció a la familia Etchart. El campo era tan extenso que sus dueños construyeron desde una es-cuela rural hasta una pulpería, ya que el poblado más cercano era el de San Juan Bautista de Chascomús, fundado en 1779, y era bastante lejos de aquí. En aquella época, el virrey del Río de la Plata repar-tió tierras a hacendados con la condición de poblarla e impulsar la cría de ganado. Con el paso del tiempo, las distintas pro-

piedades de la zona se fueron fraccionan-do y yo compré una parcela en 2005. La única construcción que quedó dentro fue un puesto para guardar carruajes, que fue reacondicionado para ser una casa.

–¿Por qué bautizaron esta propiedad “La Armonía”?

–El nombre se conserva desde 1900 y nació por toda la flora y fauna que exis-te en la propiedad. Debo confesar que la paz que se vive aquí es única: el silencio y la quietud de las noches hacen que pierda la noción del tiempo. Además, los más de 30 mil árboles que encierran la casa, y que fueron plantados por Jules Charles Thays, hacen que la parquización te remonte a los diseños del afamado paisajista de Ver-salles André Le Nôtre. Todo en este cam-po es armonioso, incluso las vistas que son extensas y maravillosas. Me sorprende que cuando llego, en muy poco tiempo,

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“al momento de decorar me gusta tener personalidad y jamás sigo la moda. adoro crear y lograr el equilibrio, ya sea con antigüedades, muebles clásicos

o piezas contemporáneas”

Izquierda: con pantalón verde de Carolina Herrera, cinturón

de cocodrilo de Hermès, camisa cuadrillé de Etro y moño de Ralph Lauren, Javier termina de poner la mesa para la Nochebuena. Detrás, se pueden apreciar algunos óleos antiguos de aves y dos ménsulas con forma de loro que trajo de la

India. La vajilla está pintada a mano y alude a Papá Noel. El decorador compró el centro de mesa en un

local de la Ile St. Louis; los faisanes de plata pertenecieron a su abuela.

Arriba: el living es un fiel reflejo de la mezcla de estilos que Iturrioz logró cuando decoró “La Armonía”

con muchas de las cosas que tenía guardadas. Derecha, abajo: amante de los caballos, colocó en

la mesa del living una escultura de un caballo de carreras del escultor

francés Isidore Jules Bonheur.

lo único que escucho en este silencio profundo es el sonido del viento, los pájaros, los grillos y los mugidos de las vacas… ¡Y eso me encanta! Además, en ningún otro lado descanso como aquí. Estoy convencido de que en el campo la vida no solo es distinta, sino también placentera. Paso horas tira-do a un lado de la pileta pensando en nuevas ideas para mis proyectos.

–Desde chico pasás mucho tiem-po en el campo. ¿Qué es lo que más disfrutás?

–Mis bisabuelos tenían campos en Entre Ríos, muy cerca de San José, la estancia de la familia Urquiza. Allí pa-saba un mes durante el verano y otro durante el invierno con mis tíos y mis primos, porque mi padre era emba-jador y, desde que era un bebé, viví recorriendo el mundo. Recuerdo que

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“me encanta que me regalen cosas viejas y

antiguas. yo, en cambio, solo regalo algo buscado y pensado para el que lo

va a recibir”

Izquierda, arriba: Javier juega con Mila mientras termina de envolver los regalos para su familia. A sus espaldas, se puede apreciar

una cómoda francesa sobre la cual luce su colección de platería criolla. Izquierda, abajo:

fanático de las figuras de porcelana, Iturrioz atesora una enorme colección de piezas que ha ido comprando en sus viajes por todo el mundo.

cuando llegaba al campo era feliz, adoraba la sensación de estar en me-dio de la nada. Hoy, a los 45 años, sigo sintiendo ese placer. En invierno, no veo la hora de llegar y sentarme junto a la chimenea con una buena copa de vino y ponerme a leer con los siete perros jack russell a mis pies. Adoro invitar amigos, poner la mesa en el porche, perderme entre los árboles, darles de comer zanahorias a mis ca-ballos, salir en pijama a medianoche con los perros… En verano disfruto prepararme un trago y tirarme en una reposera a leer.

–¿Cómo celebrás la Navidad? ¿Siempre te encargás de poner la mesa y organizar los preparativos?

–Para mí, la Navidad es una fecha maravillosa que disfruto como ningu-na otra. Cada año, me encanta ayudar a mi madre a poner la mesa y a deco-rar toda la casa. Es una tradición que adoro y me alegra el espíritu. Recuer-do que, como vivíamos en el exterior, cada Navidad papá nos tomaba una foto de familia y la transformaba en una postal que, orgulloso, enviaba a todos. Con el paso del tiempo, yo co-mencé a decorarles la casa a mis padres y todos los años los sorprendía con un árbol cada vez más grande. Además, siempre fui un fanático de Papá Noel, de los turrones, del pan dulce, los fru-tos secos, el pavo con ciruelas, el vitel toné, la ensalada waldorf, el jamón con ananá, los villancicos…

–¿Qué es lo que más te gusta que te regalen? ¿Y qué te gusta regalar? –Me encantan las cosas viejas y anti-guas: animales de bronce o porcelana,

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Momentos antes de recibir a sus invitados, al arquitecto le gusta relajarse en la pileta y ver la puesta del sol. En la

imagen, con jeans negros de Lacoste, camisa blanca de Hugo Boss y sleepers de Scalpers, posa junto a dos estatuas de

elefantes, talladas en mármol, que compró en Jaipur.

“me encanta agasajar a la gente y creo que es por eso que vivo de ello. mi padre fue diplomático y crecí en una casa donde se ofrecían grandes galas”

obras de arte, libros, revistas vintage, juegos de té, servilletas bordadas. Y yo solo regalo algo buscado y pensado para el que lo va a recibir. Y como tengo mu-chos amigos con un gusto muy parecido al mío, sé que si les llego con un cuadro de circo o un sapito de porcelana, van a estar felices. Soy muy detallista y me di-vierte muchísimo salir a buscar regalos.

–¿Cómo podríamos definir la decora-ción de “La Armonía”?

–Este campo tiene ese encanto del paso del tiempo, de una casa de 1870 que ja-más fue remodelada y que aún conserva sus cuartos con piso de ladrillo y sus pa-redes de adobe. Y como a esta casa la uso para descansar, relajarme, llenarme de energía e inspirarme, no me molesta que las maderas crujan y las paredes tengan humedad en época de lluvias. Para mí llegar a esta casa es como ver una pelícu-la, ya que es una mezcla entre un chalet suizo, un cottage de la campiña inglesa y

una chacra gauchesca. Desde que compré el lugar, decidí que no tendría televisión y que al llegar apagaría el celular. Y, aun-que al principio me costó un poco, me di cuenta de que esa es la única forma de desconectarme por completo. No podría definir un estilo, porque conviven mue-bles franceses del siglo XVIII con platería antigua, porcelanas Staffordshire, recuer-dos de mis viajes y del campo de mis pa-dres. Es un verdadero mix que revela mis gustos, mi amor por los animales, por el pasado, por lo acogedor y lo simétrico…

–¿La Navidad es un momento para des-conectarte del mundo?

–Totalmente. Porque aunque esté bien vestido y me encante poner una linda mesa en medio del parque, estar en el campo es un divertimento para mí, es la forma en que siempre viví. Todo me parece encantador en el campo, me libero del perfeccionismo y dejo volar mi imaginación. Un día puedo poner una mesa kitsch y al otro montar un

buffet elegantísimo en la galería.–En esta casa surge una faceta tuya

desconocida. Un hombre que, aunque siempre se volcó a lo clásico y monumen-tal, muestra su lado más shabby-chic...

–Totalmente, para lo impecable tengo la ciudad. La casa de campo es para vi-virla y decorarla de manera distinta. Acá nada es automático y los controles remo-tos no existen. Cuando compré este cam-po, me traje todo lo que tenía guardado y lo fui colocando aquí. Y así terminé durmiendo entre imágenes de patos y al-fombras persas, y decorando mis vitrinas con jarras de animales y porcelanas an-tiguas. Esta casa me dio la libertad para poner en un mismo ambiente un adorno carísimo de Jansen con una baratija del mercado de pulgas. “La Armonía” es de lo mejor que me pasó en la vida.•

Texto y producción: Rodolfo Vera Calderón Fotos: Tadeo Jones