jaramillo vélez, rubén - postergación de la modernidad en colombia

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Rubén Jaramillo Vélez: La postergación de la experiencia de la modernidad en Colombia No es desde luego una casualidad que en el artículo de la Enciclopedia de las ciencias sociales sobre "Modernización" se recuerde una célebre afirmación de Marx: "El país que está más desarrollado industrialmente, solo muestra al menos desarrollado la imagen de su propio futuro". En efecto, con la gestación del mercado mundial y con la revolución industrial, la interdependencia de todos los países de la tierra va a constituirse en un elemento determinante de su historia. Queremos acentuar con ello ese carácter ineludible que trae consigo la revolución industrial, que dividió al mundo bien pronto, de acuerdo con lo que pensaba Adam Smith, en países industriales y países productores de materias primas, minerales y agropecuarias. Pero la revolución industrial, cuya primera etapa se despliega aproximadamente entre 1760 y 1810, no puede ser pensada sino en relación con la revolución burguesa: en Inglaterra, porque esta la había precedido (en sus dos etapas, de 1643 y 1688), y en Francia porque la gran revolución de 1789 se convertiría en el acontecimiento histórico-universal por antonomasia de los tiempos modernos, la "aurora" de la época moderna como la llamara Hegel en sus Lecciones sobre la filosofía de la historia universal. Ahora bien, si el proceso de la independencia de los países hispanoamericanos se relacionó desde un principio con estas "revoluciones burguesas" -para recordar el título de Hobsbawm-, resulta por lo demás bien característico el constatar de qué modo desde el comienzo mismo de su historia como naciones independientes estos países tuvieron que enfrentar la tarea de "actualizarse" o de hacerse propiamente contemporáneos sin contar con los recursos para ello, por la precariedad de su actividad económica, por la ausencia de una genuina burguesía y de un pensamiento que estuviese a la altura de las tareas que deberían enfrentar. Debemos recordar que en sus orígenes las que luego serían las naciones hispanoamericanas surgieron de la coyuntura inaugurada por la Revolución Francesa -y más concretamente por el ciclo napoleónico, bajo la influencia determinante de las ideas de la ilustración y las doctrinas jurídico-políticas que acompañaron el proceso de nuevas instituciones que articulaban la sociedad burguesa que se había gestado durante los últimos decenios en el interior del ancien régime. Pero en estos países no se habían producido los mismos desarrollos, no se habían gestado las mismas clases sociales ni las correspondientes relaciones de producción, que pudieran servir de agentes concretos a las ideologías llegadas del otro lado del Atlántico y también de la naciente y pujante república del norte cuyo proceso emancipador tanto había llegado a influir en la eclosión del proceso revolucionario en la misma Francia. El entusiasmo de las élites criollas por los ideales de la asamblea constituyente y legislativa o por el texto de Filadelfia respondía desde luego al "espíritu de los tiempos", aunque distaba mucho de estar respaldado por hechos concretos: por procesos efectivos y desarrollos socio-económicos, culturales e idiosincráticos que se correspondiesen con este espíritu. Se trataba más bien de una abstracta identificación por parte de sectores minoritarios ilustrados, que tal vez no resultaría exagerado calificar de ingenua. Se ha dicho que en Colombia la colonia persistió hasta mediados del siglo XIX (hasta las reformas de José Hilario López), con lo cual se quiere significar que las estructuras fundamentales de la sociedad no fueron alteradas, a pesar de que los grupos más desarrollados espiritualmente, que constituían una ínfima minoría en un

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Modernidad en Colombia

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Rubn Jaramillo Vlez: La postergacin de la experiencia de la modernidad en Colombia

No es desde luego una casualidad que en el artculo de la Enciclopedia de las ciencias sociales sobre "Modernizacin" se recuerde una clebre afirmacin de Marx: "El pas que est ms desarrollado industrialmente, solo muestra al menos desarrollado la imagen de su propio futuro". En efecto, con la gestacin del mercado mundial y con la revolucin industrial, la interdependencia de todos los pases de la tierra va a constituirse en un elemento determinante de su historia. Queremos acentuar con ello ese carcter ineludible que trae consigo la revolucin industrial, que dividi al mundo bien pronto, de acuerdo con lo que pensaba Adam Smith, en pases industriales y pases productores de materias primas, minerales y agropecuarias.Pero la revolucin industrial, cuya primera etapa se despliega aproximadamente entre 1760 y 1810, no puede ser pensada sino en relacin con la revolucin burguesa: en Inglaterra, porque esta la haba precedido (en sus dos etapas, de 1643 y 1688), y en Francia porque la gran revolucin de 1789 se convertira en el acontecimiento histrico-universal por antonomasia de los tiempos modernos, la "aurora" de la poca moderna como la llamara Hegel en sus Lecciones sobre la filosofa de la historia universal.Ahora bien, si el proceso de la independencia de los pases hispanoamericanos se relacion desde un principio con estas "revoluciones burguesas" -para recordar el ttulo de Hobsbawm-, resulta por lo dems bien caracterstico el constatar de qu modo desde el comienzo mismo de su historia como naciones independientes estos pases tuvieron que enfrentar la tarea de "actualizarse" o de hacerse propiamente contemporneos sin contar con los recursos para ello, por la precariedad de su actividad econmica, por la ausencia de una genuina burguesa y de un pensamiento que estuviese a la altura de las tareas que deberan enfrentar.Debemos recordar que en sus orgenes las que luego seran las naciones hispanoamericanas surgieron de la coyuntura inaugurada por la Revolucin Francesa -y ms concretamente por el ciclo napolenico, bajo la influencia determinante de las ideas de la ilustracin y las doctrinas jurdico-polticas que acompaaron el proceso de nuevas instituciones que articulaban la sociedad burguesa que se haba gestado durante los ltimos decenios en el interior del ancien rgime.Pero en estos pases no se haban producido los mismos desarrollos, no se haban gestado las mismas clases sociales ni las correspondientes relaciones de produccin, que pudieran servir de agentes concretos a las ideologas llegadas del otro lado del Atlntico y tambin de la naciente y pujante repblica del norte cuyo proceso emancipador tanto haba llegado a influir en la eclosin del proceso revolucionario en la misma Francia. El entusiasmo de las lites criollas por los ideales de la asamblea constituyente y legislativa o por el texto de Filadelfia responda desde luego al "espritu de los tiempos", aunque distaba mucho de estar respaldado por hechos concretos: por procesos efectivos y desarrollos socio-econmicos, culturales e idiosincrticos que se correspondiesen con este espritu. Se trataba ms bien de una abstracta identificacin por parte de sectores minoritarios ilustrados, que tal vez no resultara exagerado calificar de ingenua.Se ha dicho que en Colombia la colonia persisti hasta mediados del siglo XIX (hasta las reformas de Jos Hilario Lpez), con lo cual se quiere significar que las estructuras fundamentales de la sociedad no fueron alteradas, a pesar de que los grupos ms desarrollados espiritualmente, que constituan una nfima minora en un pas de grandes masas analfabetas, desde un principio quisieron adoptar modelos provenientes de los pases ms avanzados, los que por entonces podan considerarse "modernos". As, por ejemplo, la primera mencin del filsofo pragmatista Jeremas Bentham se encuentra en los orgenes mismos de la nacionalidad, en un ejemplar de "La Bagatela", el peridico de don Antonio Nario, hacia 1811. Y alrededor de Bentham se desplegar una de las primeras polmicas de importancia, relacionada con la orientacin de la educacin pblica, con los valores que deberan regir la conducta civil, con la ideologa, la idiosincracia y la tica social, las motivaciones y el comportamiento de los ciudadanos.As, por ejemplo, encontramos en la Manual de Historia de Colombia una observacin sobre la forma como Mariano Ospina Rodrguez -a quien con razn se considera como el fundador, con Jos Eusebio Caro, del partido conservador y que efectivamente redactara con este su primer programa - inspirara una reforma educativa durante el gobierno del presidente Herrn que implicaba abandonar la inspiracin pragmatista anglosajona y de algn modo volver al modelo hispano-catlico premoderno: "En 1844 retorn al pas la Compaa de Jess y se expidi un plan de estudios que reemplaz a Tracy por Balmes y a Bentham por Juan Heinecke, teolgo y jurista alemn, lo cual indicaba la forma en que se pretenda entronizar de nuevo el providencialismo.Bien sintomtico resulta esto, y an ms si se recuerda que ya unos 16 aos antes, tras la conspiracin septembrina, el propio Bolvar haba prohibido la enseanza de Bentham en el Colegio del Rosario de Santa Fe de Bogot. Para entonces, tanto DESTUT DE TRACY como BENTHAM representaban la cultura burguesa, el sensualismo y el utilitarismo, una doctrina secular que intentaba fundamentar la accin de los hombres en sociedad sin acudir a una instancia trascendente o "metafsica", la que obviamente ocupa el centro en las muchas obras que en su breve vida elabor el sacerdote cataln.En realidad, en sus orgenes, tanto el partido "liberal" como el "conservador" haban sido liberales en el sentido de las ideas de la Ilustracin y de 1789. No debe olvidarse que la generacin de la gesta emancipadora se haba formado en el espritu de las luces, que lleg al virreinato de la Nueva Granada durante los ltimos lustros del siglo XVIII con algunos de los virreyes ilustrados de Carlos III (que expuls a los jesuitas en 1769 de Espaa y de sus dominios y cuyo ministro, el Conde de Aranda, se carteaba con VOLTAIRE); con las reformas de Moreno y Escandn y la Expedicin Botnica. No debemos olvidar el impacto de la gran revolucin de Francia, la traduccin de la Declaracin de los Derechos del Hombre por parte de Antonio Nario, la influencia de Rousseau en la formacin del mismo Simn Bolvar.Los criollos, que haban sufrido las limitaciones y anacronismos de la cultura hispnica (que desde el fracaso de la insurreccin comunera en la pennsula a comienzos del tercer decenio del siglo XVI se haba cerrado al espritu de la modernidad en ascenso) acudieron desde el primer momento a buscar en las ideas francesas y anglosajonas orientacin para la conformacin de las nuevas repblicas: "...ya a partir de 1820 el torrente de nuevos elementos espirituales, ajenos a la tradicin espaola, es de tal magnitud, que la crtica a la herencia hispnica se convierte casi en afn de ruptura completa y de transformacin del tipo nacional hasta en sus elementos originarios".JAIME JARAMILLO URIBE, a quien acabamos de citar, resume magistralmente la funcin que debera llenar el utilitarismo benthamista en los primeros lustros de nuestra vida independiente, en el intento de abandonar el influjo del pasado colonial espaol que pesaba en nuestras costumbres, en la falta de una organizacin que siquiera en germen significase un remedo de sociedad civil, en la carencia de un ethos de la regularidad del ahorro y la acumulacin, de la disciplina benthamista, llegada hasta nosotros a travs del liberalismo espaol. El utilitarismo significa un divorcio del espritu espaol, no solo porque implicaba un nuevo patrn en las ideas ticas y en la concepcin metafsica, sino tambin porque como teora del derecho, del Estado y de la administracin representaba la anttesis de la tradicin hispnica. No solamente por elevar el placer o la felicidad al rango de principios ticos fundamentales, sino por representar los ideales de una clase media comerciante e industrial, pragmtica y racionalista, la moral utilitaria chocaba con los sentimientos nobiliarios de honor e hidalgua, en lo profano, y con los religiosos de caridad y salvacin ultraterrena que constituan el ncleo de la concepcin espaola del mundo, en la cual se haba modelado tambin el espritu del criollo americano. Por otra parte, la pretensin del racionalismo jurdico utilitarista de derivar toda la legislacin de unos pocos principios simples, del principio del mayor placer o de la mayor felicidad para el mayor nmero, era la anttesis del espritu del derecho espaol inclinado a lo concreto, casuista, desordenado si se quiere, por no ser una construccin deducida de un principio racional bsico, pero ms adecuado para resolver los casos particulares, ms personalista y ms fundado en las realidades histricas y sociales".De los intelectuales e idelogos de la generacin de medio siglo tal vez haya sido don JOSE MARIA SAMPER, en su Ensayo sobre las Revoluciones Polticas y la Condicin Social de las Repblicas Colombianas, publicado en Pars en 1861, quien ms consecuente y crticamente reflexion sobre el peso de la tradicin y la cultura colonial espaolas en el estancamiento, en la no consolidacin de un cuerpo civil, en los conflictos que afectaban a la incipiente repblica, de manera que en algo se asemeja a lo que por entonces pensaba y escriba un DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO en el mismo respecto, SAMPER ejemplificaba esto en "la clausura o reclusin de las colonias respecto del mundo exterior, en cuanto las relaciones no se limitasen a Espaa o a las mismas colonias entre s"; en las trabas al comercio, en el aislamiento, en el monopolio en todos los campos de la actividad econmica, en el comercio exterior y la industria, la agricultura y las actividades extractivas, en "el abandono total de las ms seguras fuentes de riqueza en beneficio de la minera" que perpetuaba y acrecentaba el sistema esclavista , y con ello detena el ensanche de la agricultura y la industria "y limitando la riqueza a los metales preciosos suprima en muchas partes la necesidad de buenas vas de comunicacin, concentraba las fortunas en pocas manos y facilitaba su salida de las colonias, sin retorno de valores equivalentes y fecundantes"; en "el sistema de ventas y privilegios en la concesin y el ejercicio de los empleos, unos vitalicios, otros de duracin limitada, pero en todo caso accesibles solo a un nmero muy reducido de personas, poco interesadas, por otra parte, en las comarcas donde servan"; en la instruccin pblica, "descuidada y reducida a proporciones muy mezquinas y entrabada por la inquisicin, la censura, el fanatismo y la supersticin". Vale la pena transcribir un extenso pasaje que manifiesta, como en el caso de SARMIENTO, la profunda admiracin por el estilo de la colonizacin anglosajona en el norte del continente."Los puritanos que fundaron esas colonias no fueron los instrumentos de un gobierno codicioso, destructor y armado contra las hordas americanas. Ellos llevaban consigo el sentimiento de libertad y personalidad excitado en lo ms vivo y caro para el hombre _la creencia religiosa-, y al emprender la colonizacin no iban al Nuevo Mundo en solicitud de otro y como aventureros militares sino en busca de una patria, resueltos a fundar una sociedad fija y permanente y animados por las virtudes de la vida civil. Adems, la colonizacin que ellos emprendieron, verificndose de 1606 (colonia de Virginia) hasta 1732 (colonia de Georgia), en cuanto a los 13 estados primitivos, pudo contar con los muy notables progresos que la civilizacin haba hecho despus de la poca de las conquistas espaolas; y de ese modo la obra de la colonizacin en esa Amrica, esencialmente civil o social, se encontr libre de los vicios profundamente engendrados en las colonias espaolas desde principios del siglo XVI. La naturaleza y forma de la colonizacin en el Norte, conducida por los ciudadanos mismos, hizo que la intervencin del gobierno britnico se limitase a la concesin de cartas o patentes, y ms tarde a la proteccin de las colonias conforme a reglas que respetaban la autonoma de cada establecimiento. De ese modo cada seccin tuvo su vida propia y su libre desarrollo y la emulacin comenz desde temprano a producir sus benficos efectos. La libertad religiosa, la libertad de explotacin y la autonoma fueron las bases fundamentales de la organizacin social. Cada individuo se habitu desde temprano a cuidar de sus propios intereses y a intervenir en cierta medida en los colectivos. El acceso a todas las profesiones fue fcil para todo el mundo y el inters por los negocios pblicos hizo parte de la vida del colono. Cada colonia tuvo su legislatura, sus instituciones locales, sus condiciones propias; el clero no fue una institucin dominante ni oficial; la religin qued fuera del resorte que el de la defensa respecto de las tribus indgenas y el monopolio no vici las fuentes de la riqueza y los resortes de la actividad".JARAMILLO URIBE comentas a rengln seguido: "La herencia que el imperio espaol dej a los nuevos pases fue la turbulencia e inestabilidad de una sociedad compuesta de los ms heterogneos grupos raciales, sin clases dirigentes capaces de afrontar las nuevas tareas administrativas y polticas, donde la intolerancia y el recelo hacia el extranjero, el vicio de la empleomana y el desdn por el trabajo, la falta de confianza en la accin individual propia y el hbito de esperarlo todos del Estado cerraban el paso a la creacin de una sociedad civilizada, que, naturalmente, para ser civilizada debera tomar como modelo a las naciones anglosajonas" Mas sin embargo, debemos pensar que lo que precisamente olvidaron considerar estos idelogos del liberalismo o utilitarismo neogranadino fue hasta qu punto pesaba en la "facticidad" del pas el carcter de la colonizacin espaola, tan esencialmente diferente de la que se haba llevado a cabo en el hemisferio norte del continente. "La colonizacin de los Estados Unidos, como la formacin de la riqueza privada en Inglaterra, fue el producto de la iniciativa individual, la resultante del esfuerzo tesonero y anrquico de la burguesa puritana, bajo la gida del liberalismo poltico. Entre nosotros, en cambio, el nico creador de la riqueza y el nico colonizador fue el Estado. La herencia econmica, oscial y cultural que recibieron los libertadores, al desprendernos del trono espaol, no fue obra del esfuerzo ni de la iniciativa individuales. Fue un propsito poltico, realizado por un Estado Intervencionista, lo que hizo el Virreinato de Nueva Granada la nacin que era en los albores del siglo XIX...Los sistemas ingleses fueron exactamente lo contrario de los espaoles . La colonizacin de Norteamrica se hizo por medio de "charters" o concesiones por medio de las cuales determinados individuos o compaas, mediante el lleno de unas pocas formalidades externas, adquirieron el derecho de explotar pedazos de territorio, sin otro propsito que el de hacer fortuna. El Estado poco o nada tena que ver en el desarrollo de estas empresas y la Iglesia Anglicana an menos" .Fue con base en esta experiencia hasta cierto punto "autogestionaria" de las trece colonias, sobre la que tanto han insistido los estudiosos de la historia y la sociedad norteamericanas que se lleg naturalmente a la concepcin y a la configuracin federalista: "Las trece colonias inglesas de Norteamrica haban sido entidades autnomas durante la Colonia y la Confederacin, y era lgico que entraran a formar un solo Estado bajo un rgimen federal. Pero, cmo pretender, por ejemplo, formar nueve Estados que nunca haban existido en el Nuevo Reino de Granada, solo para poder crear los Estados Unidos de Colombia?".La imitacin abstracta -e ingenua- del modelo anglosajn norteamericano, que desconoca las premisas reales de nuestro proceso histrico e idiosincrtico, va a caracterizar en gran medida el comportamiento y la ideologa de los radicales colombianos: "En sntesis, el llamado progreso se reduce a sustituir al anlisis objetivo de los fenmenos americanos, que gui al Concejo de Indias en la Expedicin del Derecho Indiano, por la aplicacin discriminada de principios abstractos, propios del concepto individualista de la civilizacin inglesa" .Mientras los Estados Unidos de Norteamrica adoptaron el federalismo "no por copiar instituciones extraas sino porque all la federacin era el mejor camino hacia la unidad nacional", en Colombia aquel fue "el fruto de ambiciones parroquiales, de intereses encontrados de gamonales y caudillos, de sueos de intelectuales sin originalidad, que alcanzaron cierto xito por haber estallado en pueblos jvenes y sin las nociones necesarias para el ejercicio del gobierno propio" LIEVANO AGUIRRE llega a hablar del "incalificable infantilismo" de los convencionalistas de Rionegro: "Nada de lo que pretendieron hacer lo realizaron y nada de lo que intentaron evitar se dej de cumplir. Quisieron evitar la dictadura de Mosquera y lo que lograron fue obligarlo a declararse dictador, despus de lo cual no les qued ms camino que "amarrarlo", pero desgraciadamente cuando haban dictado, con el pretexto del temor a este hombre, la ms absurda de las Castas Constitucionales. Desearon terminar la supremaca de los grandes caudillos y lo que obtuvieron fue fomentar la de los pequeos strapas y gamonales de los Estados, ms crueles, ms brbaros y menos inteligentes que los otros. Quisieron imponer en el pas un rgimen civilista y republicano, y lo lanzaron en medio del ms oscuro y atrasado de los feudalismos, como fue la poca federal colombiana; quisieron consagrar el rgimen de los derechos individuales y no lograron otra cosa que construir el procedimiento capaz de anularlos todos. Desearon la paz y fomentaron las guerras religiosas; desearon el orden y precipitaron al pas en la anarqua" Contrasta el juicio del bigrafo de NUEZ con una opinin ms reciente de otro historiador a quien ya hemos citado, JAIME JARAMILLO URIBE, quien de todos modos reconoce que durante el perodo del as llamado "Olimpo radical" el pas avanz en algunos aspectos hacia el progreso intelectual y material y que con los radicales, por ejemplo, "se inici en Colombia la era de los ferrocarriles" (que desde un principio se orientaron a sacar los productos de exportacin a los puertos). "Se estableci el telgrafo elctrico, se fund el primer banco comercial; se organiz la Universidad Nacional que haba desaparecido en la dcada anterior al 60, se impulsaron las profesiones tcnicas y las ciencias...No obstante las visicitudes de la poltica y la economa, el pas tuvo en las dcadas del 60 a 80 una de sus ms brillantes pocas intelectuales" .En ningn caso debe olvidarse algo que mucho tiene que ver con nuestro propsito de indagar por las visicitudes del proceso de la modernizacin y los cambios en la mentalidad que el conlleva: la poltica educativa, y la fundacin de escuelas normales para la formacin de maestros, y las de artes y oficios; la notable extensin de la escolaridad, la contratacin de la primera misin de pedagogos alemanes que introdujeron en el pas el pensamiento pedaggico de PESTALOZZI y de FROEBEL, tan vinculado a los desarrollos de la Ilustracin en Europa.Sin embargo, y aunque no estamos en condiciones de hacer afirmaciones demasiado categricas, nos atrevemos a pensar, de acuerdo con las conclusiones a que han llegado muchos estudiosos e historiadores de los dos partidos, que la derrota del radicalismo en la guerra del 85 y el proyecto de RAFAEL NUEZ de reorganizar sobre nuevas bases el pas (que formulara en su clebre consigna de "Regeneracin o catstrofe") seguramente estaban histricamente justificados.De otra parte una consideracin menos partidista y ms objetiva sobre el fenmeno del radicalismo y el federalismo permite comprender que su funcin no fue otra que la de permitirle a las oligarquas regionales repartirse las tierras de los indgenas tras la disolucin de los resguardos, as como las de la iglesia tras la desamortizacin decretada por Mosquera a finales del 61. Segn ALVARO TIRADO MEJIA, el federalismo fue la forma de "descentralizar" las guerras" e impedir una confrontacin global a escala nacional, y la manera ms efectiva para que, en ausencia de una clase dominante consolidada en todo el territorio, "las oligarquas regionales pudieran resolver a su favor el problema agrario y apropiarse de los bienes nacionales segn las peculiaridades de cada regin". Y en efecto, durante la vigencia de la constitucin de Rionegro solo se produjo una guerra general -la de 1876-, mientras que las frecuentes rebeliones regionales no fueron ms que "la lucha de las oligarquas, en el mbito de los Estados, para controlar en su favor el aparato estatal con su secuela burocrtica y con la posibilidad de obtener monopolios y contratos de obras pblicas, as como la apropiacin de la tierra" . En realidad, tambin los conservadores fueron federalistas cuando les convino, de la misma manera que en su momento y haciendo caso omiso de sus escrpulos religiosos haban adquirido los bienes de lso conventos y las rdenes religiosas. Como lo ha descrito FERNANDO GUILLEN MARTINEZ, "dentro del partido liberal, los intereses de la lite agroexportadora haban sido reflejados claramente en la organizacin administrativa del radicalismo federalista"; aunque federalistas "fueron igualmente los grupos dirigentes conservadores desde 1853 y su combate antiliberal se redujo a la utilizacin de las "racionalizaciones" seudoreligiosas"Pero adems, tampoco puede ignorarse que durante el perodo del radicalismo el pas experiment un notable avance de su capacidad exportadora. Hasta mediados del siglo y continuando con la tradicin colonial haba exportado principalmente oro; ahora ya colocaba en el mercado mundial algunos productos agrcolas tabaco y quina, ail y algodn, caf (que comenzaba a ser cultivado, inicialmente en las grandes haciendas semiseoriales del oriente). Simultneamente avanzaba la colonizacin, sobretodo en el occidente del pas, as como en las tierras de vertiente de Cundinamarca hacia el ro Magdalena en donde los comerciantes montaron grandes haciendas cafeteras.Probablemente sea acertado considerar que tanto el federalismo como el centralismo, que se impone a partir del 86, representan dos momentos, ambos necesarios, en la historia de las lites colombiana: dos intentos de asegurarse el predominio. Durante la federacin se fortalecen las oligarquas regionales; pero cuando este modelo se agota, particularmente por la crisis del tabaco -que a partir de un determinado momento no puede competir en el puerto de Bremen, con el que se producen los holandeses utilizando mano de obra servil en el Asia suroriental- se hizo necesario un poder central unificador: basta pensar que el monto de las exportaciones, que en 1875 haba alcanzado casi los treinta millones de dlares, descendi a siete millones trescientos mil en 1885, y que el precio de la quina de exportacin descendi en un 80% entre el 79 y el 81.Esto explica el movimiento hacia una reagrupacin de los grupos dominantes. Doa Soledad Acosta de Samper revel que desde antes de 1857 su esposo (Jos Mara Samper) haba pensado en la posibilidad de una candidatura de NUEZ y le haba escrito a Liverpool en ese sentido: "la inclinacin de las clases dirigentes provincianas hacia alguna forma de entendimiento interpartidista es coincidente con el progresivo deterioro de los precios del tabaco y luego de la quina...particularmente en aquellas zonas cuya vida econmica dependa ms directamente del comercio agroexportador y de las importaciones suntuarias" La lucidez de NUEZ, a quien una historiografa partidaria ha acusado, tal vez ingenuamente, de "traidor" a la causa del liberalismo, lo convirti ms bien en realidad en "la encarnacin de las nuevas necesidades de los sectores dominantes" (TIRADO MEJIA):El trnsito de la federacin al centralismo se impuso como una necesidad, pues el pas "iba hacia la desmembracin al impulso de fuerzas centrfugas expresadas en intereses internacionales y locales" . Por entonces el futuro regenerador repeta en sus artculos periodsticos: "A otro ministro americano le hemos odo recientemente estas palabras: en Colombia solo hay dos cosas organizadas, el ejrcito y el clero". Y es apoyndose en buena parte en estos dos sectores, a los cuales adems fortaleci notablemente, que el poltico cartagenero llev a cabo su empresa. TIRADO resume la coyuntura en los siguientes trminos: "El crecimiento de las importaciones que tena que ser suplido con numerario de oro contribuy a la falta de moneda circulante y de las altas tasas de inters propiciadas por esta. Cuando al fin del perodo las exportaciones bajan aceleradamente y crece la penuria fiscal, est ya en proceso de consolidacin una clase dominante de mbito nacional cuyos multiformes intereses se expresan en la tierra, el comercio y la banca, y a cuyos antecedentes doctrinales, liberales o conservadores, se impone la necesidad de consolidar un poder autoritario central, que en lo poltico cumpla la funcin de crear un mercado y una entidad nacional. En estas circunstancias surge la regeneracin" Al establecer el balance del proceso poltico de la segunda mitad del siglo XIX considera LIEVANO AGUIRRE que NUEZ es "el verdadero organizador de la Repblica, y ante todo el constructor del Estado colombiano". Cuyo idearium el mismo historiador resume en los siguientes trminos: "Intervencin del Estado en la economa, tolerancia religiosa, centralizacin poltica y autonoma municipal, prolimitados por el inters social y moneda dirigida", planteamientos que adems -agrega-son hoy "las doctrinas bsicas del moderno liberalismo colombiano.NUEZ, que vivi durante varios aos en Liverpool desempeando las funciones de cnsul de la Repblica -por entonces el puesto ms importante en la representacin comercial del pas y que permita, al estar remunerado por un porcentaje relativo el monto de los negocios, hacer alguna fortuna - tuvo, por contraste con la mayora de los dirigientes polticos colombianos de su tiempo, una experiencia cosmopolita, universal. Conoci in situ la realidad de la era industrial capitalista, el nacimiento del proletariado, la as llamada "cuestin social". Por lo cual al regresar al pas traa el convencimiento de la necesidad de impulsar la industrializacin. Era verdaderamente contemporneo y acaso hubiera sido el nico entre nuestros dirigentes que hubiese entendido en su momento la afirmacin de MARX que mencionbamos al principio de este ensayo.De ah su obsesin por los ferrocarriles a los que consideraba "la verdadera medida del progreso", justificando su opinin en lo que se refiere a Colombia -cuya topografa constitua uno de los ms grandes obstculos para hacer efectiva la unidad nacional -en la necesidad de vincular las distantes regiones aisladas del inmenso territorio. Y en efecto, para finales del siglo se han duplicado los kilmetros de vas frreas (aunque la cifra es bien modesta: 650 kilmetros que en realidad simplemente buscaban "comunicar cada regin con el ro Magdalena para encontrar una rpida salida a los mercados exteriores...reflejando de manera indudable la dependencia "neocolonial" heredada de la era del tabaco, pese a toda la literatura "nuista") .Pero la industrializacin no se poda llevar a cabo sin establecer un banco nacional, en el cual obligatoriamente se depositaran los dineros oficiales -y no en los bancos privados, como aconteca en la poca radical durante la cual un Estado dbil contribua a financiar y enriquecer a los particulares -de tal manera que el Estado pudiese concentrar recursos para atender al crnico dficit fiscal, y que tuviera igualmente el monopolio de emisin de una moneda estatal de circulacin obligatoria en todo el mbito nacional: "el papel moneda, cuando hasta ese momento los bancos privados tenan el derecho de emisin, llevaba como propsito conjurar la escasez de dinero motivada por la fuga de numerario metlico y contribuy a rebajar el tipo de inters y a dinamizar la actividad econmica en el sector agrario y en la construccin" .Tambin exiga una poltica encaminada a favorecer la industrializacin la proteccin del trabajo nacional por medio de tarifas aduaneras y aranceles que gravaran los productos extranjeros ue pudiesen competir con los que se producan en el pas. La poltica librecambista, que haba introducido el liberalismo glgota de mediados de siglo a travs de Florentino Gonzlez, haba fortalecido considerablemente al sector agroexportador ( y a los comerciantes, que adems se hicieron en buena prte terratenientes tras la desamortizacin de los bienes de la iglesia decretada por Mosquera en el 61) y haba trado igualmente la ruina a las incipientes manufacturas del oriente y de Samac. Nez se haba enfrentado a las doctrinas del libre-cambio, l comprenda que incluso en el viejo continente este solo se haba impuesto como una etapa posterior al "despegue" del proceso industrial. Como Friedrich List, el economista alemn del sistema de la "economa nacional", saba que esa doctrina, aplicada indiscriminadamente -en concreto a Inglaterra - en detrimento de las menos desarrolladas. "Al monopolio se le encuentra sistemticamente en el origen del desarrollo industrial de todas las grandes naciones modernas. La poca mercantilista, tan trascendental en la historia econmica del mundo, por ser ella el crisol donde se crearon las bases de la gran industria moderna, puede definirse sin exageracin, como la poca de los monopolios". LIEVANO AGUIRRE cita, sin dar su nombre, a un "ilustre economista francs" que afirma: "Sin los monopolios de fabricacin y la creacin de manufacturas reales, la industria en grande escala no habr nacido,. Por otra parte, las industrias importadas a Francia necesitaban por algn tiempo verse libres del rgimen de la concurrencia. Cuando en trminos absolutos se condenan los monopolios y privilegios, se hace caso omiso de estas necesidades histricas".Y es precisamente esto lo que sucedi en general en la Amrica hispana: "El gran problema de hispano-amrica ha sido siempre, que en su admiracin de pueblo joven por los pueblos ya maduros del continente europeo, se ha sentido tentado por el deseo dominante de imitar los sistemas econmicos y polticos de aquellos, pero no siguindolos en su evolucin y desarrollo lgicos, sino saltndose etapas, tomando partes de ellos, partes que casi siempre correspondan a una etapa final o a una ya muy evolucionada, para injertarlas artificialmente en el primitivo medio americano...La "libertad industrial" de que hablaban nuestros cndidos economistas y polticos para combatir los monopolios, supone una industria ya formada y en desarrollo; en cambio, el rgimen intervencionista, los privilegios y los monopolios, son antecedentes necesarios de la iniciacin de tal industria. Lo que no entendan bien los "economistas" colombianos enemigos de la Regeneracin, y que de buena o mala fe para hacer oposicin a este rgimen, trasladaban al pas los argumentos que en Europa en esos momentos se esgriman contra los monopolios, era simplemente que esa reaccin contra ellos en aquel continente obedeca, all s, a una realidad, pues en Europa los monopolios haban cumplido ya su misin histrica; pero que esto no justificaba que se afirmara lo mismo con relacin al medio americano que presentaba por entonces todas las caractersticas del feudalismo econmico y que se hallaba por lo tanto preparado para la iniciacin de una poltica de fomento manufacturero en la cual el monopolio deba jugar un papel principal" .Pero no solo protegi el gobierno de la regeneracin las manufacturas nacionales por una poltica arancelaria, sino inclusive al garantizarles a las fbricas que estaban comenzando a producir la venta de por lo menos una parte de su produccin, que el gobierno adquira a buenos precios durante un perodo. "Con este nuevo rumbo, la poltica proteccionista iniciada de una manera incompleta en 1881, alcanz su perfecto desarrollo a partir de 1886, ao en que se estableci una nueva tarifa que ya consultaba cientficamente todas las necesidades de esta nueva orientacin econmica...Y a pesar de los funestos augurios que contra la poltica econmica de la regeneracin haban acumulado los defensores del librecambio, sus efectos benficos no tardaron mucho en presentarse . Las fbricas de hilados y tejidos tomaron un incremento inesperado y no pocos establecimientos fabriles de diversos rdenes surgieron no solo en la capital sino en los departamentos, para sombro de quienes negaban a Colombia toda posibilidad de industrializacin". Como fue el caso, "significativo tambin como ndice de progreso industrial", del auge de las ferreras de Samac y La Pradera, aunque en opinin de ALBERTO MAYOR estas "nunca lograron resolver el problema fundamental: una produccin continua" "Empeado el seor NUEZ en implantar en el pas la industria del hierro -su ms constante preocupacin desde que fue presidente de la repblica en 1881- no economiz a partir de esta poca ninguna clase de esfuerzos para obtener su pleno desarrollo; continuas exenciones y fuertes subvenciones en papel moneda fueron valiosos aportes del gobierno a esas empresas, que no tardaron en estar en condiciones de fabricar numerosos instrumentos de hierro para el abastecimiento del consumo interno del pas" Tambin en las concepciones del derecho pblico se produjo una transformacin radical en relacin con la situacin que haba imperado durante la vigencia de la carta de Rionegro. En la media en que ahora se consideraba que la soberana resida nica y unitariamente en la nacin, "representante ya de las clases con mbito nacional y no de oligarquas regionales" (TIRADO MEJIA), se fortaleci el Estado centralizado, se unific la legislacin y se establecieron los mecanismos que permitan la intervencin del Estado en el manejo de la economa. "Claro est que lo que se manifestaba como asunto tcnico, de "descentralizacin administrativa", tena un hondo contenido poltico pues era el asentamiento de un poder central, expresin del "inters general", encarnado en la clase dominante para mejor regular las condiciones de explotacin de las masas populares e imponerse, en aras de ese inters general, sobre los intereses parciales de las oligarquas regionales o de las fracciones de clase" . Para lo cual, adems, se impona una reorganizacin en el terreno militar, la centralizacin del poder armado y el establecimiento de un ejrcito y una polica nacionales.Pero tal vez el fenmeno ms significativo que acompaa a este perodo de la vida nacional haya sido el auge y la consolidacin de la produccin cafetera. Basta pensar que durante los dos lustros que siguieron a la puesta en vivencia de la nueva Carta constitucional se sembraron treinta millones de cfetos, particularmente en el occidente del pas en donde, como una consecuencia del proceso de la colonizacin -que se orienta hacia el sur del departamento de Antioquia y llegar hasta lo que hoy constituye el norte de los departamentos de Tolima y Valle-surge una nueva modalidad de cultivo diferente al caracterstico de la gran hacienda semiseorital que predomina en el oriente, en Cundinamarca y el Tolima en una fase anterior y en la cual todava rigen relaciones de dependencia semifeudales y el sistema de aparcera (aunque cada vez se hace ms necesario emplear trabajadores asalariados en dos perodos de cosecha), haciendo posible el surgimiento de una franja en expansin de pequeos y medianos propietarios que establecen ncleos de economa campesina en las tierras de vertiente.La comercializacin del caf, que se cultivaba en las estribaciones de las cordilleras, bastante lejos de los puertos, incidi en el desarrollo de un sistema de transporte orientado a las necesidades de la exportacin, principalmente de los ferrocarriles, en direccin a la costa o al ro Magdalena, en donde embarcaciones de vapor retomaban la carga. Si en 1885 la red ferroviaria solo llegaba a los 203 kilmetros, hacia 1914 ya era 1.116 . A comienzos del siglo el 3%; en 1915 ya ser el 5.2% y en 1925 el 9%.Aunque la exportacin del caf estuvo en buena parte en manos de grandes sociedades mercantiles, los pequeos y medianos propietarios que lo cultivaban, as como todos los involucrados en el proceso de comercializacin (actividades de empaque y transporte del grano) reciban un ingreso regular que aument sus posibilidades de consumo. Este elemento "democratizador" incidir en la formacin de la primera clase media rural en Amrica Latina, como sostiene ORLANDO FALS BORDA, una rbita de circulacin para bienes de consumo masivo en una densa zona de consumidores, tanto de las zonas cafeteras propiamente dichas, como de algunos centros urbanos que tomaron impulso y prosperaron gracias al comercio y transporte del caf. La existencia de este mercado interno favorecer los inicios de la industrializacin. Las trilladoras del grano constituyen en probablemente las primeras grandes empresas que emplean trabajo asalariado, y no es causal que en 1905 comenzar a producir la primera fbrica textil en Bello, una idea suburbana de Medelln, con 150 trabajadores, la mayora de ellos mujeres. El proceso de consolidacin de la unidad nacional, para el cual la poltica de NUEZ haba sentado las premisas, se acelera con el auge del caf, lo que sin embargo no acontecer sin conflictos . Debemos mencionar otro factor material que desempe un papel de primer orden en el proceso econmico de Antioquia: la minera, el oro. No podemos olvidar que en 1885 se determin la fundacin de la "Escuela de Minas" en Medelln, una institucin acadmica que va a ejercer un importantsimo influjo en el proceso modernizador y tecnolgico del pas, que comenzara sus actividades en 1888.Pero debemos regresar otra vez al 86, para retomar el hilo de nuestro asunto. Hemos considerado necesario hacer una justa evaluacin de lo que signific para el destino de la nacin el "viraje" del antiguo radical y ministro de Mosquera que pusiera en marcha el proceso de desamortizacin. Creemos que, ms all de cualquier consideracin partidista, la obra de RAFAEL NUEZ result determinante de nuestro desarrollo histrico. Y tambin de nuestra personalidad, de la idiosincracia que predominar en Colombia hasta bien entrado el siglo XX. En ese sentido, no deberamos olvidar considerar expressamente de qu manera y hasta qu punto la alianza con los conservadores independientes -quienes de hecho terminaron por ser los beneficiarios del proceso tras la disolucin del "partido nacional" y el retiro de NUEZ a su refugio de "El Cabrero" -ira a tener consecuencias bien caractersticas en relacin a lo que nos interesa aqu. Porque MIGUEL ANTONIO CARO, el jefe de los independientes y a quien se ha considerado el verdadero "cerebro" de la carta del 86, representaba enfticamente el regreso a la tradicin hispnica. Dice al respecto JAIME JARAMILLO URIBE:"Miguel Antonio Caro representa la fidelidad completa y sin reservas a la tradicin espaola, en cuanto esta significa una concepcin tpica de la vida personal y de la organizacin del Estado, y en cuanto simboliza una gestin histrica. En ningn momento de su vida lleg a pensar que los ideales del mundo anglosajn pudiesen ser superiores a los hispnicos y por lo tanto pudiesen o debiesen reemplazar a los que constituyen la esencia de la tradicin latinoespaola...Ni el progreso industrial, ni las ciencias, ni el liberalismo econmico, ni la sociedad individualista, ni el positivismo, ni el mtodo de las ciencias naturales en el campo de las ciencias del espritu, fueron considerados por Caro como valores absolutos y mximos, y menos an, como llegaron a considerarlos la mayor parte de sus con temporneos de Colombia y de Amrica, como objetos de veneracin y culto. Por esta misma circunstancia nunca crey que pudiera ser una grave acusacin contra la obra de Espaa en Amrica, el hecho de no haber organizado y trado a sus colonias lo que la mayor parte de sus crticos consideraban el pice y la esencia de la civilizacin, es decir, la gran industria y la tcnica, la economa de mercado libre, el estado neutral en materias religiosas, las libertades polticas individuales, sobre todo las libertades econmicas; la libertad de prensa y el sufragio universal. Caro posea una idea metafsica de la sociedad y del hombre muy diferente de las entonces en boga...No acoge la concepcin optimista de la sociedad que considera a esta compuesta de individuos libres, que al perseguir y buscar su propio inters logran automticamente el equilibrio social y el beneficio de todos; ni acepta el moderno hedonismo que declara ser misin de la sociedad y del Estado buscar el confort del ciudadano (o el mayor placer para el mayor nmero, como lo expresaba la escuela de BENTHAM); ni la idea de que la expresin ms alta de los derechos de la persona es la participacin en la eleccin de los gobernantes, es decir, el sufragio universal. Todos estos elementos de una concepcin del mundo le parecan contrarios al estilo espaol de vida. El espaol era personalista, pero no individualista a la manera del moderno liberalismo, y gustaba de la riqueza ms como elemento de pompa y fuente de prestigio que como instrumento de bienestar. En fin, la honra y el honor de la persona eran para el peninsular los ms alto valores, ante los cuales carecan de importancia derechos polticos como el de participar en la eleccin de gobernantes...CARO captaba tambin en el hispanoamericano este mismo fondo de actitudes tpicas. Para Amrica, por lo tanto, ser fiel a su propia esencia, ser autntica, ser independiente espiritualmente, era ser fiel a la tradicin espaola de vida, fidelidad que en ningn caso consider incompatible con la independencia poltica". Esta haba sido necesaria, "pero la ruptura por la tradicin era una catstrofe y un imposible" .El mismo CARO se expresaba en forma bien clara al respecto, en un artculo sobre la fundacin de Bogot: "El ao de 1810 no establece una lnea divisoria entre nuestros abuelos y nosotros; porque la emancipacin poltica no supone que se improvisase una nueva civilizacin; las civilizaciones no se improvisan. Religin, lengua, costumbres y tradiciones, nada de esto lo hemos creado; todo lo hemos recibido habindonos venido de generacin en generacin y de mano en mano, por decirlo as, desde la poca de la conquista y del propio modo pasar a nuestros hijos y nietos como precioso depsito y rico patrimonio de razas civilizadas...Nuestra independencia viene de 1810, pero nuestra patria viene de siglos atrs. Nuestra historia desde la conquista hasta nuestros das es la historia de un mismo pueblo y de un misma civilizacin. Cultura religiosa y civilizacin material, eso fue lo que establecieron los conquistadores, lo que nos legaron nuestros padres, lo que constituye nuestra herencia nacional, que pudo ser conmovida, pero no destruida, por revoluciones polticas que no fueron una transformacin social". Finalmente, en una nota a la Oda a la Estatua del Libertador y como para no dar lugar a equvocos en relacin con su ortodoxia de catlico ultramontano, deca: "Yo creo, como aquel gran poeta, que vale ms el evangelio que cuantos libros antes y despus de l se han escrito; y que el declogo, que solo consta de diez renglones, ha hecho ms bien a la humanidad que todos los ferrocarriles y telgrafos, y velas y vapores y mquinas, cuyas resurrecciones, si no invenciones, aprecio como es injusto y disfruto agradecido".Como ilustracin bien caracterstica de lo que signific la "Regeneracin" en el terreno indiosincrtico valga la pena transcribir unos prrafos de la presentacin a las "Lecciones de Filosofa segn el espritu del doctor Anglico SANTO TOMAS DE AQUINO por P.VALLET, P.S.S., profesor de filosofa en el seminario de Issia, traducidas de la segunda edicin latina y anotadas por GABRIEL ROSAS, PROFESOR DE FILOSOFA EN LA Universidad Catlica", quien entre otras cosas sostiene (en un prlogo fechado en Bogot,, febrero de 1886 y despus de una "protesta" que dice: "Sometemos nuestra traduccin al juicio de la autoridad eclesistica, y declaramos que estamos prontos a corregir cualquier pasaje que pueda parecer contrario a las doctrinas de la iglesia, que ntegramente y de corazn profesamos") lo siguiente:"Nuestro pas, llamado a grandes destinos por la naturaleza de su suelo y por la vigorosa inteligencia de sus hijos, no puede permanecer indiferente al movimiento filosfico, sin menoscabo de su preeminencia intelectual sobre los dems pases de Hispanoamrica. No nos faltan, es verdad, distinguidos matemticos, naturalistas, jurisconsultos y publicistas; contamos con fillogos que, siguiendo con perseverancia las lecciones de los grandes maestros europeos, compiten con LITTRE y con DIETZ; y figuran en nuestro Parnaso poetas de primer orden; pero en el vasto campo de la filosofa cristiana hemos explorado muy poco, cuando los progresos del sensualismo y la audaz impiedad deban empearnos en su cultivo.Acaso el haberse adueado los sectarios de TRACY y de DARWIN de la enseanza pblica, ha sido obstculo, ms bien que estmulo, a nuestros adelantos en aquel estudio. Hoy ese obstculo ha desaparecido. Colombia reaparece, despus de largos aos de agona, a nueva vida, en la cual todos hemos de trabajar en la medida de nuestras fuerzas, y para hacernos dignos de la proteccin que Dios nos ha dispensado, en devolver a la verdad los dominios usurpados por el error, y en consagrar al bien la fecunda labor que promete una sociedad regenerada.Nuestra juventud, ansiosa de luz, crey hallarla en el materialismo, pero no encontr all ms que tinieblas y ruina, y fue tal la tirana con que aquel sistema se enseore de su espritu, que no dio acogida a otras doctrinas, falsas ciertamente, pero menos innobles, que en Europa cuentan con libros, ctedras y peridicos. Ni KRAUSE ni HEGEL, el ms grande de los sofistas modernos, tienen discpulos en Colombia.Beban en las impuras fuentes del sensualismo los jvenes abyectos, que no tienen alas para elevarse al cielo de la verdad catlica, pero aquellos en cuya inteligencia se alimenta la fe recibida al calor del hogar, y en cuyo corazn arde el amor a Cristo, que es el camino, la verdad y la vida", ocurran a las fuentes vivas de la filosofa espiritualista. All vern convertida en amplia y luminosa regin, el caos espantoso que de Dios y de las obras de sus manos han maquinado los hijos del error..:"Vale la pena recordar la consideracin de TIRADO MEJIA segn la cual la poltica de la regeneracin se plasm en un proyecto econmico y administrativo "que a nombre del orden consolid la represin", y en "la utilizacin de la ideologa y la reorganizacin de los aparatos ideolgicos del Estado, que fueron entregados a la Iglesia Catlica para su manipulacin".En primer lugar la escuela, la educacin pblica, colocada en manos del clero de acuerdo con lo estipulado por el concordato firmado con la Santa Sede en 1887 y adicionado en 1891, cuyo artculo 12 dice que "en las universidades y en los colegios, en las escuelas y en los dems centros de enseanza, la educacin e instruccin pblica se organizar y dirigir en conformidad con los dogmas y la moral de la Religin Catlica", agregando luego que la enseanza religiosa "ser obligatoria en tales centros y se observarn en ellos las prcticas piadosas de la religin catlica". Pero no contentos con ello, el artculo 13 estableci que el gobierno debera impedir que "en el desempeo de asignaturas literarias, cientficas y, en general, en todos los ramos de la instruccin, se propaguen ideas contrarias al dogma catlico y al respecto y veneracin debidos a la iglesia".Pero esas "ideas contrarias al dogma catlico" no eran otras que los "errores" de los tiempos modernos que el syllabus del Papa Po IX haba minuciosa y prolijamente enumerado y condenado, y del cual deca CARO que era "el declogo aplicado a la nueva y gigantesca forma que ha tomado la libertad del mal en las sociedades modernas", libertad del mal que sera "la esencia del liberalismo". Para el socio de NUEZ -el agnstico, el escptico pragmtico y realista-, lo que Po IX formulara con aquel documento no era otra cosa que el programa del "partido catlico" que l quera impulsar para "ennoblecer la poltica conservadora y elevar al rango de "escuela tradicionalista, depositario de verdades inmortales", partido catlico que es "la iglesia militante en el orden social y poltico", cuyo jefe es el Papa mismo, "el inmortal Po IX", que "desde su ctedra infalible" ha condenado el liberalismo, "el estado anormal de las sociedades producto del liberalismo y que el liberalismo apellida civilizacin moderna" Para GUILLEN MARTINEZ -que considera a la Hacienda hasta bien entrado el siglo XX como el "modelo social integrador (expandido rpidamente por toda la nacin), condicionante de todas las articulaciones de poder, cuyos valores se proyectan sobre las instituciones de la sociedad global mucho ms all (en tiempo y espacio) de los lmites objetivos de las circunstancias histricas que les dieron origen" a las relaciones de trabajo, propiedad y autoridad en las zonas andinas del centro del pas- el concordato, "al garantizar a los clrigos privilegios individuales y fueron de excepcin, as como asistencia financiera permanente por parte del Estado " hizo posible la existencia de un "cuerpo sumiso y disciplinado al cual se encomend la socializacin cultural del pas, entregndole la inspeccin general de la enseanza y haciendo obligatoria la instruccin catlica en colegios, escuelas y universidades, lo cual garantiz, por generaciones, la reproduccin del modelo hacendario de lealtades y de dominacin social que la iglesia haba adoptado en los siglos coloniales, al servicio de los grandes terratenientes" . Y ALFREDO VASQUEZ CARRIZOSA, quien como canciller y a travs de DARIO ECHANDIA como embajador ante la Santa Sede adelant las negociaciones encaminadas a la reforma del concordato en 1973, sostiene que "el arreglo concordatario fue ms amplio que el intentado en 1880 por el general Sergio Camargo con el secretario de su Santidad"...Pero agrega que el Concordato de 1887 "se situ en la poca del "Syllabus", por el cual la iglesia condenaba el modernismo. Recibi ese convenio el sello de su tiempo y estuvo ligado a los artculos de una carta fundamental que establecan la tolerancia religiosa y la preeminencia de la Religin Catlica en el Estado colombiano. Constitucin y concordato formaron as un solo bloque...Colombia adopt el esquema de una Repblica donde imperaba la teora del Estado confesional, acompaado de un principio de no tolerancia religiosa, sin que ese molde poltico e intelectual se modificara con las reformas constitucionales de 1910".Esta vinculacin entre la carta fundamental y el concordato firmado con la Santa Sede un ao despus de aprobada aquella, del cual deca NUEZ que haba sido "el complemento obligado de la Constitucin, por no decir su alma", ser lo que permita asignar a la ideologa religiosa "el papel de amalgama para solidificar el proyecto econmico y administrativo de la represin" (TIRADO MEJIA).GUILLEM MARTINEZ va ms lejos, al considerar la funcin subalterna del clero dentro del esquema seorial "hacendario": "Independientemente del contenido dogmtico y doctrinal, de las concepciones ticas, de las formas jurdicas del catolicismo ecumnico, el clero colombiano transmite las experiencias y los intereses sociales determinados por su propia historia subalterna y por las condiciones de su insercin en el modelo del poder dominante, tradicional. Aun sin proponrselo intencionalmente, como agente socializador reproduce y propaga las racionalizaciones que legitiman y hacen viable ese modelo de poder, condicionado cada uno de los actos individuales y colectivos y dando un perfil caracterstico al grupo cultural entero. Lo que aparece claro es el hecho de que el Concordato asegura al Estado colombiano el servicio obsecuente, constante, ubcuo, eficaz e incansable del clero colombiano, como, agente socializador, portador de los viejos valores "hacendario", en un medio social que cambia y amenaza con la desintegracin de su modelo...Esto es lo que haqa permitido, ms que otro factor cualquiera, que la estructura socioeconmica de la nacin cambie de manera dramtica y acelerada a lo largo de un siglo, sin que simultneamente cambien sus estructuras de poder de las imgenes mticas del consenso colectivo, creando un caso excepcional en la historia de la Amrica Latina" Por ello resulta tan caracterstico y sui generis este sincretsmo colombiano, esta modernizacin en contra de la modernidad, que permitira en los primeros decenios del siglo avanzar en el terreno infraestructural -de la industrializacin, de las vas de comunicacin y tambin, relativamente, de la educacin pblica (en la medida en que ello era imprescindible para adecuar a las mayoras a los procesos de cambio que se estaban viviendo); de la urbanizacin y el desarrollo econmico, aunque en menor grado que otros pases del subcontinente ms estrechamente vinculados ya por entonces al mercado mundial- sin variar substancialmente la concepcin tradicionalista o la " visin del mundo" y la ideologa, que desde la firma del concordato de 1887 estuvo sometida al control, por el de la educacin pblica, de la iglesia catlica romana. Para expresarlo en palabras de JOSE LUIS VILLAVECES "en Colombia se han implantado las formas de racionalidad propias de la ciencia moderna, occidental, burguesa, sin que se haya asumido del todo su profanidad" porque, "ms que por un esfuerzo de racionalizacin del mundo y de confrontacin experimental, de organizacin del saber integrndolo a una concepcin naturalista, la ciencia ha llegado a Colombia por revelacin". Despus de una extensa cita de JOSE LUIS ROMERO sobre la forma como, contra la experiencia primaria y emprica de los hombres, se produce "la impostacin autoritaria de un esquema de pensamiento que ensea a pensar contra lo que dicen los sentidos "afirma que "la larga y paciente labor pedaggica llevada a cabo en Colombia, en buena medida, por el catolicismo, ha introducido una ciencia impuesta por revelacin, en la cual las cosas se aprenden por autoridad. A pesar de que vemos que la tierra, es plana, sabemos que es redonda, porque nos lo han enseado as, a pesar de que vemos que los objetos se detienen al moverse y que el estado natural de ellos es el reposo, sabemos que no se detienen nunca, porque nos lo han enseado; la "fuerza de la gravedad" es una explicacin tan mtica como la gracia santificante y para la mayora de los colombianos el arcngel San Gabriel o Jos Gregorio Hernndez estn tan cerca o tan lejos de la cotidianidad como ISAAC Newton o Galileo Galilei, para no hablar de ROBERT BOYLE o de ANTOINE LAVOISIER" .LIEVANO AGUIRRE afirma que el criterio que llev a NUEZ a las negociaciones concordatarias "fue el de dar por un lado una decisiva influencia a la religin y a la moral en la educacin de los nios colombianos, y por el otro, el de dejar a la ciencia libre para que adelantara sus trascedentales investigaciones", y que "no hay tal, pues, como continuamente se ha afirmado" que aquella "tuviera facultad de impedir la enseanza de los nuevos descubrimientos de la ciencia". El mismo NUEZ en una respuesta a un peridico mexicano afirmaba que en Colombia la enseanza era libre: "tiene, pues, la ciencia ilimitado campo para revelarnos, si puede, lo que hay arriba de las nebulosas, y lo que hay debajo de los microbios".Pero este sincretismo del que se jactara luego monseor RAFAEL MARIA CARRAQUILLA -el "filsofo" oficial de la hegemona conservadora hasta su muerte en 1931-, es el que garantizar una concepcin fundamentalmente utilitarista del quehacer cientfico, que en realidad no fue tal entre nosotros. Como lo dice, de nuevo, el profesor VILLAVECES, "durante casi toda la historia del pas la qumica, las matemticas, la fsica han sido enseadas, presentadas y utilizadas ms como herramientas para otros fines que con inters en ellas mismas. No se ha esperado, en general, que la actividad cientfica genere conocimientos especializados e, incluso, poco o ningn reconocimiento social han tenido por su valor intrnseco. Se ha tendido a usarlas como constructos ajenos, tiles para resolver algn problema y por ello mismo no se han apropiado. As, la enseanza de las ciencias ha sido y es fundamentalmente enseanza de recetas aplicables a solucin de problemas tpicos, sin buscar la versatilidad, la adaptabilidad y la capacidad de aprendizaje continuo que caracterizan al cientfico del hemisferio norte. Dentro de este esquema utilitarista, muy pocos en Colombia han recorrido el todo infinito con su mente y su nimo" y por ello para la mayora el aprendizaje de las ciencias no ha conducido a la independencia del sujeto, a su liberacin de sistemas trascendentales y ajenos a s mismo, se han aprendido pero no se han aprehendido, han servido para resolver problemas tpicos -como el saber de las abejas les sirve para construir panales tpicos-, pero sin realizar lo que MARX llama la diferencia fundamental entre la abeja y el arquitecto: que este construye la celda en su cabeza antes de construirla en el panal. No vacilamos en afirmarlo: la concepcin utilitarista, al impedir o desestimular la apropiacin real del saber cientfico, no ha permitido, o al menos ha dificultado, que las ciencias contribuyan a la modernidad" .Para terminar, nos parece oportuno adelantar una breve reflexin sobre las consecuencias tico-prcticas del proceso que hemos venido analizando: el de una secularizacin a medias, la postergacin de la experiencia de la modernidad en Colombia. Nos limitaremos a citar las palabras de una sacerdote jesuita en un artculo motivado por los dramticos acontecimientos que nuestra sociedad ha estado viviendo y padeciendo en los ltimos aos y que no por casualidad se intitula El precio de la paz en el vaco tico y social:"...la secularizacin acelerada de la sociedad colombiana de los ltimos veinte aos es el cambio ms importante del pas en un problema grave: durante este perodo se desvanece la moral religiosa y las gentes no han sido preparadas con una tica cvica que sustituya lo que antes se cumpli como mandamiento divino. De hecho, lo que se ha dado es el secularismo. Es una sociedad que salta del institucionalismo catlico a la anoma social sin haber conocido la secularizacin. Este problema parece estar en el ncleo de comportamientos anormales peligrosamente diseminados en Colombia. Y ante esta realidad puede ser absolutamente irrelevante llamar de nuevo al pueblo desde las pastorales y los plpitos a un comportamiento religioso.Una hiptesis para explicar esta situacin es que la iglesia catlica, tan asidua en una predicacin ordenadora del comportamiento social desde los templos, y encargada, no sin disputas ni forcejeos, de la tutela de la educacin nacional hasta hace dos dcadas, no se preocup o no encontr una metodologa para contribuir a desarrollar una civilizacin estatal o una comunidad civil. Lo que parece haber centrado la preocupacin de la iglesia fue el desarrollo de la civilizacin catlica y de la comunidad religiosa. Lo importante para la iglesia era hacer buenos catlicos y eso no coincida necesariamente con hacer buenos ciudadanos. Por eso, normas importantsimas de la vida ciudadana como disposiciones sobre el contrabando y la tributacin o el manejo de los dineros pblicos por los funcionarios de turno, podan pasarse por alto, sin incurrir en pecados, siempre y cuando se cumplieran los dictmenes de Dios y de su iglesia" La carencia de un Ethos secular, de una tica ciudadana -como escriba ALEJANDRO LOPEZ en 1927 y lo repite en nuetros das FRANCISCO DE ROUX -constituye nuestro mayor problema. Como lo afirma este ltimo, nuestra sociedad ha saltado "del institucionalismo catlico a la anomia social" sin haber pasado por un proceso de secularizacin.Naturalmente, esta deficiencia nos remite a todo nuestro pasado colonial espaol. La misma Espaa, nuestra "madre patria", se cerro desde el siglo XVI y tras la derrota del levantamiento comunero -que en opinin del historiador JOSE ANTONIO MARAVALL hubiera sido la "primera revolucin moderna" -al proceso secularizador de la modernidad.Debemos recordar en este contexto lo que estaba aconteciendo por entonces en el norte de Europa y que tambin enfrent al emperador Carlos V con otra revolucin: la Reforma se constituira a partir de entonces en el hemisferio norte en el vehculo de la secularizacin, que permiti la maduracin de la religin cristiana hacia una eticidad que en ltimas fundamentara el proceso moderno de la individuacin y la experiencia de la autonoma. De la Ilustracin, que definiera KANT como "la salida de la minora de edad de la que uno mismo es culpable".Pero cuando se trata de naciones enteras no se pueden considerar culpables de ella a sus pueblos sino a sus grupos privilegiados, dominantes mas no dirigentes. Lo que se ha dicho de la aristocracia espaola, vencedora sobre el Tercer Estado en la batalla de Villalar: que no tuvo necesidad de convertirse en una verdadera lite en el sentido moderno de la palabra, vale en buen grado de las clases privilegiadas tradicionales del subcontinente americano. Al no haberse esforzado por amoldar sus actitudes y sus valores a la realidad del mundo moderno que indefectiblemente se fue gestando a nivel planetario durante los ltimos doscientos aos de la historia devenida universal -que coinciden aproximadamente con la de nuestras propias naciones -han terminado por adoptar en forma apresurada y sincrtica patrones de comportamiento que imponen la vinculacin al mercado mundial, la industrializacin, el desarrollo econmico y la acelerada urbanizacin, sin que setos sean consciente y sistemticamente asimilados por las grandes masas populares, mantenidas hasta el da de ayer en un estado de somnolencia tradicional y que han despertado abruptamente a las impostergables tareas que impone el mundo contemporneo. El sonambulismo que caracteriza en buena medida las actitudes del ciudadano, la persistencia de vicios tradicionales que impiden una autntica solidaridad y cohesin social -particularismos, fulanismos, clientelismos, dependencia y falta de autonoma en los procesos de decisin poltica- prueban ese peculiar sincretismo de lo moderno y lo premoderno, tan caracterstico de la vida pblica en nuestro pas.De donde la precariedad de nuestro proceso democrtico. La misma Espaa sucumbi hace cincuenta aos -tras seis aos de ensayo republicano y de modernizacin de las estructuras del Estado y la sociedad, de la educacin y la cultura en general- al embate del totalitarismo. Ello fue una consecuencia del atraso, del carcter rezagado de su desarrollo histrico anacrnico en la poca moderna. Casi cuarenta aos tuvo que soportar el pueblo espaol una dictadura que quiso ser imitada en Colombia a comienzos de los aos cincuenta. Hoy en da, el rechazo de la cultura de la modernidad continua vinculado a actitudes antidemocrticas. Pero esta constituye un reto ineludible, aunque el nivel del conflicto y la magnitud de las tareas a enfrentar cada da es ms grande.