isidro bango - la vieja liturgia hispana y la interpretación funcional del templo prerrománico.pdf

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  • LA VIEJA LITURGIA HISPANA Y LA INTERPRETACINFUNCIONAL DEL TEMPLO PRERROMNIC01

    Isidro G. Bango Torviso(Universidad Autnoma de Madrid)

    En los ltimos arios se han sucedido estudios que intentan explicar desde el punto de vistafuncional las diversas partes de los templos prerromnicos hispanos'. La historiografa sobreel tema tiene un importante hito de referencia, la publicacin de la obra de Puertas Tricas enla que se recoge una amplia seleccin de testimonios literarios de los siglos IV al VIII queda una interpretacin de la arquitectura religiosa, sus muebles y los diversos instrumentoscultuales'. A partir de esta obra se han venido realizando otros trabajos que, tenindola en

    1. No pretendo abordar una interpretacin de la totalidad del espacio templario hispano, ni creo que puedaresolver definitivamente la interpretacin funcional de los restos de edificios conservados. Se trata de una aproxi-macin a las formas a partir de unos referentes documentales.

    En la medida de lo posible y salvo que se trate de textos perfectamente conocidos, cada uno de los conceptosaqu estudiados se ilustrar con textos y formas que jalonen cronlogicamente su uso ms antiguo y ms reciente.

    Las citas despus de una primera referencia se harn mediante el apellido del autor el ao y una barra que indi-ca la nota en que aparece por primera vez y donde est la ficha bibliogrfica completa.

    2. Se utiliza aqu el referente prerromnico no en sentido estilstico, sino el simplemente etimolgico.3. Rafael Puertas Tricas, Iglesias hispnicas (siglos Val VIII)Testimonios literarios, Madrid, 1975.Hasta entonces se haban realizado meritorios esfuerzos de interpretacin. Entre otros merecen especial men-

    cin los de M. Gmez Moreno (Iglesias mozrabes, Madrid, 1919), F. Iiguez Almech ("Algunos problemas de lasviejas iglesias espaolas" en Cuadernos de Trabajos de la Escuela Espaola de Historia y Arqueologa en Roma,Madrid, 1955, pp. 7 - 180; "La liturgia en las miniaturas mozrabes", en Archivos leoneses, XV, n29 y 30, 1961,pp. 49 - 76) y H. Schlunk (de los diversos trabajos de este investigador alemn el ms especfico sobres el tema esel de "La iglesia de San Giao, cerca de Nazar. Contribucin al estudio de la influencia de la liturgia en la arqui-tectura de las iglesias prerromnicas de la pennsula Ibrica", en Actas do II Congresso Nacional de Arqueologa,Coimbra, 1971, pp. 509 - 528) . Incluso breves intentos de interpretacin general en el contexto de los manuales

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    cuenta, han profundizado en sus propuestas e incluso las han ampliado considerablemente'.Aunque algunos autores han utilizado la obra de Puertas Tricas para realizar una historialineal de los espacios y objetos de una poca, no era lo que este investigador pretenda, puestan slo ha querido reunir alfabticamente unas voces tal como se podan deducir en el con-texto literario en el que aparecan'.

    Abordar un trabajo como ste presenta serias dificultades, muy difciles de superar y que,en cierto modo al no haber sido tenidas en cuenta por la mayora de los especialistas, ha con-ducido a resultados ciertamente errticos en muchos de sus planteamientos6.

    clsicos de liturgia como los trabajos de A. Gutirrez y Rodrguez de Ceballos ("El reflejo de la liturgia visigtico-mozrabe en el arte espaol de los siglos VII al X", en Pontificia Universitas Comillensis, 1965, pp. 3 - 35) o sim-plemente como comentario arqueolgico funcional a la edicin de una obra litrgica como son las aportaciones delmismo M. Ferotin (Le "Liber Ordinum" en usage dans l'Eglise wisigothique et mozarabe d'Espagne du cinqui-me au onzime sicle, Pars, 1904; Le "Liber Mozarabicus Sacramentorum" et les manuscrits mozarabes, Pars,1912). En alguna ocasin referiremos el texto del Liber Ordinum por las dos variantes especficas del monasteriode Silos: Jos Janini, Liber Ordinum episcopal, Abada de Silos, 1991 y Liber Ordinum sacerdotal, Abada de Silos,1981. Para una aplicacin de la liturgia hispana en la dicesis de Elna es interesante el estudio de R. Amiet, "Laliturgie dans le diocse d'Elne du VIP au XVI' sicles, en Cahiers de Saint-Michel de Cuxa, 1978, pp. 73 - 100.

    4. Sin pretender reproducir a continuacin una bibliografa completa a este respecto, slo reproduciremos unascuantas citas de obras que sern empleadas a lo largo del texto y de esta manera, adems de servir de referente, sim-plificarn sus citas posteriores.

    Luis Caballero Zoreda ha estudiado en funcin de sus trabajos arqueolgicos en distintas ocasiones el tema dela liturgia y la arquitectura hispanovisigoda. Entre sus diversas obras cabra sealar: "Hacia una propuesta tipol-gica de los elementos de culto cristiano de poca visigoda", en Arqueologa Medieval Espaola, II Congreso, t, 1,Madrid, 1987, pp. 62- 98; L'Architecture sacr, en Dossiers d'Histoire et Archeologie, n 108, 1988, pp. 41 - 55.Lauro Olmo Enciso es el autor de una interpretacin de la basflica de Recpolis desde el punto de vista de la fun-cin de sus espacios, lo que le permite realizar una problmatica visin del templo hispanogodo ("Arquitectura reli-giosa y organizacin litrgica en poca visigoda. La Baslica de Recpolis", en Archivo Espaol de Arqueologa,n61, 1988, pp. 157 - 178). L. A. Monreal Jimeno ha aplicado el anlisis de los espacios a los eremitorios rupes-tres (Eremitorios rupestres altomedievales (El Alto Valle del Ebro), Universidad de Deusto, 1989). Artemio M. Mar-tnez Tejera: "De nuevo sobre reas ceremoniales y espacios arquitectnicos intermedios en los edificios hispanos(ss. IV-X)", en Bol. Arg. Medieval, n 7, 1933, pp. 163-215. Yo mismo me he referido en numerosos trabajos a lafuncin de los espacios en la Alta Edad Media Hispana, entre estos los ms significativos son: Isidro G. Bango Tor-viso, "El espacio para enterramientos privilegiados en la arquitectura medieval espaola" en Anuario del Depar-tamento de Historia y Teora del Arte, vol IV, 1992, pp. 93 - 132; "Los reyes y el arte durante la Alta Edad Media:Leovigildo y Alfonso II y el arte oficial", en Lecturas de Historia del Arte, 1992 bis, pp. 19 - 32; Edificios e im-genes medievales. Historia y significado de las formas, Madrid, 1995. De carcter genrico, pero con interesantessugerencias sobre lo hispano son los dos tomos de J. A. Iiguez Herrero: El altar cristiano. De los orgenes a Car-lomagno, Pamplona, 1978; El altar cristiano. De Carlomagno al siglo XIII, Pamplona, 1991.

    La lista de trabajos especficos de diferentes elementos arquitectnicos o interpretaciones de yacimientosarqueolgicos son numerossimos, la mayora de ellos dedicados a los periodos paleocristiano e hispanogodo.

    5. Por esta razn resulta injusto acusar a esta obra de errores en la interpretacin arqueolgica, pues sta no essu verdadera funcin, tan slo se hace una somera aproximacin a algunos aspectos arqueolgicos.

    6. Se podra agrupar en tres grandes bloques la problemtica que ha conducido, en diversos trabajos, a una revi-sin sesgada de lo estudiado:

    * No se tiene en cuenta que el perodo a analizar es el que se corresponde al menos desde los siglos VNI hastael siglo XI, siendo ms problemticos los siglos iniciales que los finales en cuanto al mejor conocimientodocumental y formal.

    * Se especula muchsimo sobre planimetras arqueolgicas, de las que resultan ms que problemticas la identifi-cacin no ya las caractersticas de los vanos, sino la definicin de los espacios. Frente a estas discutibles inter-pretaciones, no se recogen edificios, de los siglos IX al XI, cuya espacialidad nos es mejor conocida y que, comoes notorio, han sido realizados con una manifiesta intencin de restauracin y continuidad del pasado.

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    Adems de la problemtica desarrollada en la nota anterior, existen dos aspectos ms queno suelen ser tenidos en cuenta al enfrentarse con el estudio de los edificios conservados a laluz de los testimonios literarios conocidos: el tipo de templo, y la supuesta evolucin o trans-formacin de las prcticas rituales a lo largo de la existencia de la llamada liturgia hispana.

    La mayora de los textos ms explcitos se refieren a templos catedralicios o grandes edi-ficios de iglesias principales, o simplemente monsticas. Incluso estas ltimas podan sermuy distintas en funcin del tipo de comunidad al que perteneciesen. No digamos nada delo que consideraramos iglesias parroquiales, funerarias, martiriales, ulicas, privadas o nadams que simples oratorios. Toda esta variedad tipolgica nos es desconocida en'el noventapor ciento de los edificios exhumados por la arqueologa o estudiados por la historia de laarquitectura.

    La liturgia hispana que recibi su codificacin ms importante durante los siglos VI y VIIse prolong en una prctica continuada y generalizada durante las centurias siguientes hastala implantacin de liturgia romana en los ltimos aos del siglo XI. Durante la monarquaastur y los siglos X y XI en los que se produjo la restauracin y repoblacin de nuevos terri-torios, hay testimonios claros no slo de su simple pervivencia inercial, sino el deseo yvoluntad poltica de su continuidad y de su independencia con respecto a la Europa carolin-gia'. Por otro lado la importante riqueza de esta liturgia hispana hace que en la renovacincarolingia tuviese un papel relevante como fuente de inspiracin, creando a veces la confu-sin al encontrarnos al otro lado de los Pirineos frmulas similares a las nuestras y creer quelas hispanas se inspiran en las carolingias, cuando en realidad es al revs', , al menos enparte, ambas herederas de un pasado comn.

    Algunos especialistas, entre los arquelogos es el caso de Godoy, niegan determinadasprcticas hispanas durante los siglos VI y VII porque aparecen tan slo en cdices de los

    * Recientemente algunos estudiosos han planteado una crtica muy poco fundada sobre las fuentes del siglo Xy XI, sealando que los trminos que en ellas aparecen corresponden a modificaciones sustanciales de estossiglos y que por lo tanto no son vlidas para los anteriores. Posiblemente sea cierto, pero no por los argu-mentos empleados. A este respecto se dice que aparecen determinados espacios que no se conocen en lasfuentes de poca hispanovisigoda y que por lo tanto son innovaciones recientes. Sin embargo la realidad esque en los siglos que se citan, salvo en estos textos, tampoco aparecen referenciados en otro tipo de docu-mento. Pero, si esta incongruencia no fuese suficiente en s misma, adems los libros de los siglos X y XI quecitan los referidos espacios pretenden recoger la tradicin antigua, pues del perodo cronolgico propiamen-te hispanogodo no se conserva este tipo de de obra. A este respecto, es la crtica que debo hacer, entre otrasque iran saliendo a lo largo de este trabajo, al estudio amplio e interesante de Cristina Godoy Fernndez,Arqueologa >'

    Liturgia. Iglesias Hispnicas (Siglos Val VIII), Barcelona, 1995.7. Janini piensa en la continuidad de la liturgia hispana durante el periodo astur, aunque detecta posibles con-

    taminaciones del Ordo romanus que no es capaz de precisar (Janini -1991/3- pp. 45 -46). Sobre el arte asturianocomo continuidad de lo hispanogodo vid. Isidro G. Bango Torviso "L'Ordo Gotorum et sa survivance dans 1?Espag-ne du Haut Moyen Age", en Revue de l'Art, 1985, pp. 9 - 20;-1992 bis/4-.

    8. Janini se ha referido en diversas ocasiones a esta influencia de la liturgia hispana en la galicana primero y enla renovacin litrgica carolingia despus (Janini -1981/3-, pp. 31 y SS; Janini -1991/3-, pp. 51 y ss). Ismael Fer-nndez de la Cuesta, "El canto viejo hispano y el canto galicano", en Actas del XV Congreso de la Sociedad Inter-nacional de musicologa, Madrid, 1992, pp. 438 - 456. Sobre una posible expansin de las formas artsticas yculturales en general sobre la Europa carolingia vanse los siguientes trabajos mos: "El arte asturiano y el Imperiocarolingio", en Arte prerromnico y romnico en Asturias, Villaviciosa, 1988, pp. 31 - 88; "De la arquitectura visi-goda a la arquitectura asturiana: los edificios ovetenses en la tradicin de Toledo y frente a Aquisgrn" en L'Euro-pe hritire de l'Espagne Wisigothique, Madrid, 1992, pp. 303 - 313.

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    siglos X y XI. El razonamiento parece lgico si conservsemos el mismo tipo de texto en lasdos cronologas referidas. La realidad es que, como veremos, la existencia del preparato-rium, por ejemplo, solo est confirmada por este tipo de referente documental y no apareceen otro'. Si tenemos en cuenta que el texto ha sido compuesto recogiendo voluntariamentela tradicin litrgica carecemos de argumentos slidos para negar su existencia anterior'.Sobre las contaminaciones de la liturgia romana, ya sea directamente o atravs del mundofranco, hay que tener en cuenta en qu momento se han producido, pues en la mayora de lasocasiones proceden de una clarsima koin litrgica de los siglos V y VI, sin olvidar tampo-co el importante impacto de lo hispano en lo carolingio durante los siglos VIII y IX ya cita-do. En todo caso ste es un aspecto en el que los liturgistas no han avanzado casi nada y susplanteamientos no pasan de la simple hiptesis especulativa. La nica realidad es que lasprcticas de la iglesia hispana respondan a una larga tradicin nacional, que tena en comncon la romana muchos aspectos de la referida koin de los tiempos pasados y del desarrollode su origen. Pero, mientras que la nuestra permaneci apegada a sus origenes, la romanapor los propios impulsos que supuso la formacin de un nuevo concepto poltico de la Igle-sia gener unos usos y prcticas eclesiales que necesitaban generalizarse para ayudar a lanecesaria unidad eclesistica. De esta manera, en el siglo XI, la liturgia romana y la hispanapodan tener en comn algunas frmulas de su viejo pasado, sin embargo al otro lado de losPirineos ni siquiera los hombres de iglesia comprendan bien nuestro ritual, de esta incom-prensin son bien conocidas las ancdotas histricas que conocemos.

    En las pginas siguientes desarrollar algunas ideas documentadas en las fuentes que per-miten una mejor comprensin de las formas arquitectnicas en una lectura amplia de la sig-nificacin del templo prerromnico hispano. No obstante, seguimos estando muy lejos detener una clave general que interprete la variedad circunstancial, habr que esperar a nuevoshallazgos arqueolgicos y mejor conocimiento de la liturgia y su exgesis.

    1. EL ESPACIO DEL ENTORNO DEL TEMPLO. DE LA TIERRA AD CIBARIUMAL ATRIO.

    Era del mayor inters de las autoridades eclesisticas que las fundaciones de temploscomportasen la correspondiente dotacin de los mismos con un importante patrimonio entierras que permitiesen su sustento. As aparecen las tierras patrimoniales destinadas a usuvel stipendia sacerdotum o, en muchas ocasiones, simplemente ad cibarium. En este docu-mento astur podemos ver cual es la funcin y tamao de esta tierra patrimonial en torno alatrio:

    conferimus ibi ex glevam nostram in omni ambitu ecclessie duodenis passibuspost usu vel stipendia sacerdotum vel clericorum et adolentis adori bus sacris et sacri-ficis Deo placabilis in circuitu atrii alios LXX11 passibus, sicut ex docet..".

    9. Godoy, op. cit. n. 6, pp. 99 y ss.10. Como explicaremos ms adelante las citas de estos elementos en los textos del X son nicas, si no fuera por

    ellos no los conoceramos. Al no conservarse el mismo tipo de libro de poca anterior, no debemos trascender msde lo que significa cronolgicamente la referencia.

    11. A. Floriano Cumbreo, Diplomtica Astur, vol II, Oviedo, 1949, p. 380.

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    Fijando el tamao del atrio, generalmente doce pasos'', se desarrollarn los setenta y dospasos que corresponden a la tierra patrimonial, aunque no faltan las referencias a los dos uni-dos (Fig. 1). As, si en el siglo IX ambos constituan, tal como podemos ver por este docu-mento, ochenta y cuatro pasos segn ordenaba la ley, todava a comienzos del siglo XII enalgunos lugares se segua manteniendo conservadoramente esta superficie. Sirva de ilustra-cin de esta pervivencia, aunque ya no muy practicada, la recomendacin del ttulo II delConcilio palentino del ao 1129:

    Mandamos que ninguno posea en iglesia alguna por derecho hereditario lo queest dentro de los ochenta y cuatro pasos".

    Fig. 1. Atrio y tierra ad cibarium.

    12. Este variar de doce a treinta pasos, tal como veremos ms adelante. Para un anlisis de la evolucin deltamao del atrio desde el mundo prerromnico al romnico vase Bango Torviso -1992/4-, pp. 95 - 96 y 107.

    13. Coleccin de cnones de la Iglesia de Espaa, traduccin de Juan Tejada Ramiro, 1859- 1862. A veces senos fija la extensin de los setenta y dos pasos y se nos informa que cada paso se compone de doce palmos, tal comopodemos ver en este documento de la catedral de Len, del ao 906: ...monasterium Sancti Cipriani in giro ipsiusmonasterii per spacium septuaginta duorum passum in unoquoque passu duodecim palmos (Gregorio del Ser Qui-jano, Documentacin de la Catedral de len (siglos IX y X), Salamanca, 1981, p. 47).

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    Las tierras patrimoniales, ubicadas alrededor del templo, adquirieron pronto un conside-rable valor dada su privilegiada situacin en el contexto del habitat. Esta circunstancia lleva que fuesen especuladas por sus rectores: vendidas stas y compradas otras en lugares msbaratos, terminarn por convertirse en lo que se ha llamado, ya en unas circunstancias cro-nolgicas y culturales diferentes, la huerta del cura o, simplemente, el iglesiario.

    De la preocupacin que los rectores de la iglesia tenan por el mantenimiento de la inte-gridad de esta tierra patrimonial nos da una idea el contenido de este cuarto canon del II con-cilio de Toledo:

    Si algn clrigo se comprueba que se ha hecho algn huerto o alguna via en lastierras de la Iglesia para su propia sustentacin, posalo hasta el da de su muerte, perodespus de la partida de esta vida, conforme a lo prescrito en los cnones antiguos, res-tituir a la Iglesia lo que le pertenece y no lo dejar a ninguno de sus herederos".

    1. 1. Atrio

    Si Isidoro da una definicin clsica de la palabra atrio'', a lo largo del perodo aqu estu-diado dejar de ser el espacio porticado ante la fachada occidental de las baslicas para con-vertirse en el entorno que circunda los templos. El mismo trmino atrio tambin servir paradesignar, por un efecto metonmico, tanto a un templo como a un monasterio'6.

    El atrio era un espacio restringido y perfectamente acotado alrededor del templo, talcomo podemos ver en el dibujo adjunto que representa una reconstruccin hipottica. Susuperficie ha variado ligeramente segn pocas, generalmente entre doce y treinta pasos alre-dedor del templo. Trece cruces servan para amojonarlo (Fig. 2). Su misin era polifuncio-nal, en muchas ocasiones constitua la expansin natural para los fieles que acudan a losoficios, pero fundamentalmente su funcin consista, tal como indican los cnones concilia-res, en un espacio para enterramientos (ad tumulandum). Por esta circunstancia el atrio ter-minar por llamarse tambin cementerio. Desde el segundo concilio bracarense lainhumacin en el interior del templo, salvo que fuesen espacios autnomos y aislados, esta-ba prohibida y, como alternativa se sealaba el exterior junto a las paredes de los templos''.

    14. Concilios Visigticos e Hispano-Romanos, edic. de J. Vives, Barcelona/Madrid, 1963, p. 44.15. El atrio es una edificacin grande, bastante amplia y espaciosa. Se denomina atrio porque tiene adosados

    por el exterior tres prticos ( Etimologias, XV, 3,4 -II, p. 235-. Esta obra isidoriana ser citada siempre por la edi-cin dei. Oroz Reta, Etimologas, 2 vols. Madrid, 1982)t.II, p. 235).

    16. Las citas documentales a los monasterios con el referente atrio o en plural es tan generalizada que no mere-ce concretarse en citas.

    17. Sobre el enterramiento en el atrio vase mi estudio -1992/4-, pp. 95 -96.Durante un tiempo la aplicacin del precepto tendra problemas de adaptacin, no ya por dejar de enterrar, sino

    que se haca con las naves de los templos convertidas en verdaderos cementerios que impedan la celebracin delos oficios. Seguramente, lo que indicaban las normas de Teodulfo de Orleans (poco antes del ao 835) fue lo mismoque se plantearon los rectores de los templos espaoles, aunque carezcamos de testimonios hispanos en estos tr-minos: (despus de aludir a la prohibicin de enterrar en los templos, salvo, a personas determinadas)... Pero loscuerpos que desde antiguo estn sepultados en la iglesia no deben ser arrojados fuera, sino que se ha de sumergirprofundamente su tmulo en tierra, y se ha de cubrir despus por el pavimento, sin que aparezca el tmulo ni nin-gn vestigio del mismo, para conservar la reverencia de la iglesia. Pero donde sea tal la multitud de cadveres (demodo) que esto sea difcil de hacer se ha de destinar aquel lugar a cementerio, quitando el altar... (traduccin

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    Fig. 2. Iglesia y atrio.

    Este lugar gozaba de absoluta inmunidad, el que se acogiese a l poda sentirse seguro,tal como nos recuerda este canon conciliar que haba dispuesto el rey Ervigio:

    ...que ninguno se atreva a sacar de all a los que se refugiaron en la iglesia o estnen ella, ni a causar ningn dao, mal o despojo a los que se encuentran en lugar sagra-do, sino que se permitir a aquellos que se refugian en la iglesia moverse librementedentro de una distancia de treinta pasos, desde las puertas de la iglesia, dentro de loscuales treinta pasos, alrededor de cualquier iglesia, se guardar la debida reverencian.

    Por lo sealado antes veamos cmo un tamao generalizado de los atrios era de docepasos in circuitti ecclesiae, y a este respecto las referencias a la ley cannica son muy clarasy precisas en los documentos:

    Sicut kanonica setentia docet: duodecin passales pro corpora tumulatum19.

    Sin embargo a lo largo de su historia podemos ver cmo el espacio sagrado protegido,identificado ambiguamente con el cementerio o atrio, poda tener una superficie de treinta

    dei. Antonio Iiguez, 199114, p. 372). No ser esta la explicacin de tantas ncropolis con sepulturas rotas y uncierto desorden generalizado con algunos amontonamientos?.

    Las normativas del concilio bracarense prohibiendo enterrarse en el interior de los templos se extendi por todoel continente y as aparece referido en las colecciones cannicas europeas. Hildigrino, obispo de Chalons, al pre-parar el sepulcro para su hermano san Ludgero, afirma que no haba de consentir nunca que en una iglesia consa-grada se enterrara un cuerpo humano (Acta Vitae Sansti Ludgeri, segn la traduccin de J. Antonio Iiguez,1991/4, p. 15).

    18. Vives, 1963/14, p. 398.19. A. Floriano Cumbreo -1949/11-, p.139.

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    pasos como indicaba el citado concilio toledano. Todava en el siglo XI los concilios segu-an fijando su tamao en treinta pasos. As el Concilio de Coyanza, adems de informarnosde la extensin, nos indicaba el carcter de acogida y proteccin que tena el atrio:

    ...nec persequi infra dext ros Ecclesiae, qui sunt triginta passus".

    En los mismos trminos se expresaba el ttulo I del concilio de Tjulas, del ario 1065:Ningn hombre acometa a otro dentro de la iglesia, ni en los cementerios o luga-

    res sagrados en treinta pasos de distancia en la circunferencia de cada iglesia'''.

    Durante las pocas romnica y gtica, los cementerios tendrn determinadas dimensio-nes segn el tipo de templo y su ubicacin en el campo o en el entramado urbano". Las edi-ficaciones en este rea, salvo en los grandes conjuntos catedralicios, se restringiran a losmeramente necesarios para la funcionalidad del templo: almacn o cilla y residencia delclero". La parca descripcin de un documento de Alfonso II, al referirse a la catedral ove-tense, nos da idea de la infraestructura de muro de cierre y conducciones de agua que tuvoque realizar para el atrio que rodeaba el templo y los edificios erigidos en el mismo:

    Id est atrium quod in cir / cuitu domas tue muro / septum te auxiliante / peregimussive omnia / intrinsecus cum aque / ductu domos vel cunc / ta hedificia que ibidem /instrussimus'.

    Una de estas casas que se construan en el atrio de las catedrales podra correspondersecon lo que hoy denominaramos seminario. Las viejas normas conciliares fijaban la obliga-cin de que los clrigos jovenes, debido al peligro que supona su inmadurez y la posibili-dad de la inclinacin al pecado, viviesen todos juntos en una casa en el atrio bajo el cuidadode un anciano que les adoctrinase:

    ut si qui in clero puberes aut adulescentes existunt, omnes in uno conclavi atriiconmorentur, ut lubricae aetatis annos non in luxuria sed in disciplinis eclesiasticisagant deputari probatissimo seniori".

    20. A. Garca Gallo, "El concilio de Coyanza. Contribucin al estudio del Derecho cannico espaol en la AltaEdad Media", en Anuario de Historia del derecho Espaol, 1950, pp. 275 - 633, espec. p. 300.

    21. Coleccin de cnones de la Iglesia de Espaa, traduccin de Juan Tejada Ramiro, 1859 - 1862. Esta normaque en nuestro pas arranca de la Espaa hispanovisigoda tal como acabamos de ver aparece tambin en la Europacarolingia como herederas ambas de una tradicin comn ( A este respecto obsrvese en estos captulos que han deincluirse en la Ley Slica, del ao 803: Si alguno se refugiara en la iglesia, ha de tener paz en el atrio de la mismaiglesia - Monumenta Germaniae Historica, Legum, sectio I, edic. de G. H. Pertz, Hannover, 1835, 1, I13-).

    22. Bango -1992/4-, p. 107.23. A lo largo de la historia y hasta nuestros das en los atrios de los templos siempre ha existido una cilla o

    almacen que serva para guardar todo aquello que era necesario para el mantenimiento de la iglesia (material dedeterminadas pocas de culto, ceremonial, limpieza en resumidas cuentas un lgico almacen/trastero). Y a este res-pecto la palabra ms usada ha sido siempre durante la Edad Media la de cilla, sin embargo es posible que, en algu-na expresin muy excepcional, con pretensiones cultistas, se le ha podido llamar donarium, ahora bin, a mientender, no se puede confundir con el donariumisecretarium del que nos ocuparemos ms adelante (para Godoy eldonarium sera este almacen y no una de las sacristas (Godoy, pp. 93 - 94).

    24. A. Floriano Cumbreo -1949/11, p. 123.25. Canon XXIII del IV concilio de Toledo (Vives, 1963/14, p. 201).

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    El espacio cerrado del atrio era la expasin natural del templo en el desarrollo del ceremo-nial litrgico. Determinadas prcticas de rituales procesionales exigan su celebracin en estazona. Recepciones solemnsimas como la de los reyes evidentemente ceremonia muy excep-cional y restringida a templos muy determinados del protocolo real, o los habituales recibi-mientos de los cdaveres para su entierro que requeran, segn su condicin, un mayor o menordesarrollo del ceremonial, tenan aqu el escenario idneo. El acceso de los fieles y el clero altemplo el domingo de ramos constitua todo un ritual de aproximacin que se "nucleaba" en elatrio". Seran tantas las actuaciones litrgicas a sealar que excedera la extensin de nuestrotrabajo; tan slo resear una ceremonia que explica muy claramente un aspecto curioso delritual hispano en su concepcin de los dos ambitos del templo, el interior y el exterior.

    En la ceremonia de jueves santo el obispo y el resto del clero cerraban la iglesia, expul-sando a todos de su interior, dejndola absolutamente solitaria, y se sentaban en el atrio deltemplo:

    Peracta hec omnia, vadit episcopus cum presbiteris ac diaconibus vel omni cleroad atrium, el sedilia iuxta consuetudinem posita, clausis ostiis et laycis omnibus foraseiectis, succingit se episcopus linteo".

    Junto a este ceremonial de clara significacin litrgica, en los atrios tenan lugar otrasmuchas actividades, algunas de las cuales tan slo las podramos considerar "paralitrgicas",tales como la entrega de la novia en las ceremonias nupciales, pero en la mayora de las oca-siones estan dentro de lo meramente social. Este tipo de ceremonias que iban desde la cele-bracin de fiestas a actos jurdicos no eran bien vistos por las autoridades eclesisticas quereiteradamente manifestaban la prohibicin de las msmas".

    2. DEL PRTICO Y LAS CMARAS, FUNCIN FUNERARIA Y PENITENCIAL.Dejando a un lado el escenario principal para el ceremonial eclesistico (santuario, coros,

    nave bautisterio y sacristas) el conjunto de la edificacin templaria contaba con diversasdependencias -prticos y cmaras- cuyo uso ms generalizado estaba en relacin con prcti-cas funerarias y penitenciales.

    2. 1. PrticosLgicamente, las iglesias, como cualquier tipo de edificacin, solan cubrir sus puertas

    con un prtico que preservase el interior del templo de los efectos de los agentes meteorol-

    26. La ceremonia es descrita as en el Antifonario de Len: Ambulat omnis populus ad ecclesiam unde palmelebantur... Accedens primum episcopus benedicit ramos palmarum... Et dum adpropinquaberit ad ostium ecclesiesic imponunt hans antifonam (L. Brou y J. Vives. Antifonario visigtico mozrabe de la Catedral de Len, Barce-lona/Madrid, 1959, pp. 246 y 247).

    27. Ferotin -1904/3, col. 192.28. Reiteracin que tambin demuestra que, pese a la oposicin eclesial. las prcticas se continuaban realizan-

    do (1. G. Bango Torviso, "Atrio y prtico en el romnico espaol: concepto y finalidad civico-litrgica", en Bole-tn del Seminario de Estudios de Arte y Arqueologa, Valladolid, 1975, pp. 175 - 188).

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    gicos y los del terreno de su entorno, adems de permitir un mayor aislamiento de las per-turbaciones externas. Estas construcciones, en muchas ocasiones realizadas con materialespobres y ligeros, han sido objeto de grandes transformaciones a lo largo de la historia y tam-bin poco respetadas en las restauraciones con pretensiones historicistas. Hoy da slo lasconocemos por un nmero muy reducido de ejemplos conservados y algunos indicios arque-olgicos.

    Como mera referencia, hagamos una pequea sistematizacin de las principales caracte-rsticas de estos prticos.

    Los ms simples estn formados por un pequeo espacio cerrado, de forma cuadrangu-lar. Uno de los ms antiguos correspondera al de San Juan de Baos, que Palol puso en rela-cin con el conocido tipo prothyron. Situados generalmente en la fachada occidental sucontinuidad est bien documentada en la arquitectura asturiana en edificios como el de SanJulin de los Prados y Santa Cristina de Lena (Fig. 3). Su utilizacin en las puertas lateralesparece excepcional, aunque la iglesia de San Pedro de la Nave los adopta tanto en la facha-da septentrional como la meridional (Fig. 4).

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    Fig. 3. A) San Juan de Baos. B) San Julin de los Prados. C) Santa Cristina de Lena.

    Fig. 4. San Pedro de la Nave.

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  • LA VIEJA LITURGIA HISPANA Y LA INTERPRETACIN FUNCIONAL DEL TEMPLO PRERROMNICO

    De estas cmaras y su funcin nos ocuparemos en el apartado siguiente. La catedral com-postelana erigida por los monarcas astures tena un prtico occidental con una profundidadde dos tramos, del que no conozco precedentes, pero s obras posteriores que lo empleancomo es el occidental de la catedral romnica de Jaca.

    En algunos casos, estos prticos de las fachadas occidentales adoptan, al adjuntarse unacmara a cada lado, una curiosa disposicin tripartita que aparece ya en edificios de pocahispanovisigoda como Santa Mara en Quintanilla de las Vias"' y de una forma generaliza-da y sistematizada en la mayora de los edificios asturianos" (Fig. 5).

    A 13Fig. 5. A) Quintanilla de las Vias. B) San Salvador de Valdedis. C) San Miguel de Lillo.

    De formas ms amplias, adoptando una disposicin rectangular que generalmente seadapta a lo largo de una de las fachadas laterales, o incluso en las dos, suelen ser la mayorade los prticos. La forma tradicional de la arquitectura romana, de portico columnado en lafachada occidental, bien documentada en las viejas baslicas, no tiene xito en la arquitectu-ra hispana, o al menos no se ha conservado, pues tan slo conocemos el caso de la baslicade Aljezares" (Fig. 6). Sin embargo los prticos laterales son muy numerosos y bien docu-

    29. Tal como nos han dado a conocer las excavaciones de Manuel Chamoso Lamas (Jos Guerra Campos, Explo-raciones arqueolgicas en tomo al sepulcro del Apstol Santiago, Santiago de Compostela, 1982, pp. 363 y ss).

    30. As aparece en la planta de este monumento publicada por Pere de Palol y divulgada por todos los que hantratado del monumento despus.

    31. Esta solucin es habitual en la mayora de los edificios asturianos, aunque en algunos hay ligeras variacio-nes (en el templo de Lillo las cmars irn en la tribuna, mientras que los espacios a los lados del prtico sirvenpara las escaleras; en Lena las cmaras irn bajo la tribuna, en el primer tramo de la nave). He tratado de la analo-ga de esta solucin de prticos tripartitos hispanos con frmulas carolingias como la de la iglesia de Inden (-Bango1985/7-).

    32. Y en este monumento slo se conserva in situ la basa de una columna (vid. nota 254).

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    Fig. 6. Baslica de Aljezares.

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    mentados en todas las pocas en las que se desarroll la liturgia hispana. La materializacinde estos prticos era tan sencilla, una simple cubierta sobre unos pies de madera, que enmuchas ocasiones no han dejado rastro de su existencia. En este sentido ya Schlunk llam laatencin sobre la abundancia de pilastras de poca hispanovigoda que bien hubieran podidoservir para este tipo de prticos". La iglesia asturiana de San Salvador de Valdedis nosinforma de una variante bien conocida, consiste en un muro corrido tan solo abierto por lapuerta y ventanas, es decir un espacio cerrado cubierto con bveda de can. Otra varianteconsiste en un espacio abierto, pues el cierre se realiza con una arcada soportada por unahilera de columnas, tal como podemos contemplar en el templo leons de San Miguel deEscalada, de poca de repoblacin (Fig. 7). Las formas son tan sencillas y de realizacin tanespontnea que multitud de galeras porticadas ya de poca romnica seguirn utilizando elmismo sistema. Pero si Valdedis y Escalada documentan la frmula en los siglos IX al XI,tenemos ejemplos suficientes que tambin la atestiguan en los siglos anteriores. Las plani-metras arqueolgicas sealan claramente la existencia de prticos laterales en diversos edi-ficios de los siglos VI al VIII, aunque slo al nivel de cimientos, lo que impide unaindiscutible interpretacin de su materializacin en altura: suelen ser, como en San Pedro deAlcntara o en la baslica de Casa Herrera un muro corrido que bien pudiera corresponder auna solucin cerrada o abierta (Fig. 8).

    Para qu servan estos prticos? Evidentemente, como hemos sealado antes, tienen unaprimera y elemental funcin de proteccin y aislante, despus una diversificada y codifica-da utilidad. Con el tiempo el prtico termin por denominarse tambin atrio y, de alguna

    33. H. Schlunlc: "Relaciones entre la pennsula Ibrica y Bizancio durante la poca visigoda", en Archivo Espa-ol de Arqueologa, 1945, pp. 305-319; "Arte visigodo" en Ars Hispaniae, II, Madrid, 1947, pp. 225 - 323.

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    LA VIEJA LITURGIA HISPANA Y LA INTERPRETACIN FUNCIONAL DEL TEMPLO PRERROMNICO

    manera, se trataba del atrio cubierto y por consiguiente todas las funciones que serialabamospara ste podan celebrarse aqu. No obstante el prtico, adems de las ceremonias a las queya hemos aludido, serva para enterramientos privilegiados y penitencias pblicas.

    Cuando en el Albeldense se refiere el lugar de inhumacin de Sancho Garcs, rey dePamplona (906 / 926), nos indica que fu el prtico de la iglesia de San Esteban:

    XX regni sui anno migrauit e seculo. Sepultus sancti Stefani portico3".

    Fig. 7. A) San Salvador de Valdedis. B) San Salvador de Valdedis. Aspecto del interiordel prtico lateral. C) San Miguel de Escalada.

    34. J. G. Fernndez, J. L. Moralejo y J. 1. Ruiz de la Pea, Crnicas Asturianas, Universidad de Oviedo, 1985p. 188.

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    Fig. 8. A) San Pedro de Alcntara. B) Casa Herrera.

    El sepultar en el prtico era una forma de diferenciar la calidad de las personas que seenterraban aqu con respecto a las del comn que tenan su sepultura en el atrio". En el VIconcilio nanetense de ao 648, al referirse a los lugares de enterramiento de las gentes, dife-renciaba entre las personas de calidad, los fieles en general y los excomulgados y paganos:

    Ut in ecclesia nullatemus sepelliantur, sed in atrio, aut in portico, aut extraecclesia".

    Noticias como la de Sancho Garcs u otras de poderosos enterrndose en prticos con-firman en Espaa este sentido e, incluso, la arqueologa con enterramientos como el Gatillo

    35. Sobre el prtico como lugar de enterramiento vase Bango -1992/4-, p. 97.36. Idem, p. 97. Como ya hemos sealado, la prohibicin de enterramiento del concilio bracarense era tenida

    en cuenta en Europa. Sin embargo, a diferencia de Espaa, las excepciones perfectamente documentadas sonmuchas, lo que viene a confirmar la relatividad de la prohibicin sobre todo para los poderosos. Teodoro de Or-leans, poco antes del ao 835, entre las normas que dictaba para los presbteros responsables de sus parroquias serefera en estos trminos sobre las excepciones de los privilegiados que podan enterrarse en el interior de un tem-plo: Fue uso antiguo en estas regiones el sepelio de los hombres en la iglesia... De donde queremos que, desdeahora, se abstengan de esto, a no ser que sea la persona del sacerdote, o de algn hombre justo que por el mritode su vida alcanzara este lugar para su cuerpo difunto (traduccin dei. A. Iiguez -1991/4, p. 372).

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  • Fig. 9. El Gatillo.

    Fig. 10. Baslica compostelana.

    37. Bango -1992/4-, pp. 96 y 98.

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    (Fig. 9) o los personajes que buscan ubicar sus sepulcros ante las puertas de entrada de labaslica de Santiago de Compostela inciden en lo mismo (Fig. 10).

    La iglesia hispana era muy rigurosa con el castigo de las culpas, exigiendo la estancia delos penitentes ante las puertas del templo para que sirviesen de ejemplo al resto de los fieles.La expiacin pblica era tan importante que, como nos dicen algunos concilios, incluso siuno reciba el perdn en los ltimos momentos de su vida, si se recuperaba deba realizar lapenitencia pblica. Los penitentes formaban un colectivo importante que no podan asistir ala celebracin completa de la misa; en un momento determinado deban abandonar el inte-rior del templo. Adems de estas acciones sealadas, que los diferenciaban del resto de losfieles, participaban de la ceremonia de imposicin de manos, que se haca para ellos tal como

  • ISIDRO G. BANGO TORVISO

    se dice en uno de los cnones del III Concilio de Toledo: "...que aquel que se arrepiente desus pecados, primeramente sea apartado de la comunin y acuda con frecuencia con losdems penitentes a recibir la imposicin de manos"".

    Se reciba el castigo penitencial por toda una serie de pecados, algunos de los cuales hoynos resultan difciles de comprender. La mujer, despus del parto, deba permanecer en elprtico entre los penitentes durante la cuarentena, pues durante ese tiempo era consideradaimpura. Los catecmenos, que hasta el perodo hispanovisigodo eran generalmente adultos,son considerados en parte como penitentes, pues antes del bautismo todava se encontrabanen pecado (el original). Como nos ensea un Concilio de Lrida, del ao 546, los penitentesy los catecmenos participaban de la misma parte de la misa:

    Tenemos por bien que aquellos que se manchan con el crimen del incesto.., seanadmitidos en la iglesia solamente durante la misa de catecmenos".

    Lgicamente la duracin de las expiaciones penitenciales eran muy diferentes; incluso,en algunos casos, terriblemente duras, tal como podemos ver en estas, impuestas por elII Concilio de Braga:

    Si alguno cometiere homicidio voluntariamente, quedar toda la vida a la puertade la iglesia, recibir la comunin al fin de su vida. Pero si cometi el homicidio novoluntariamente, sino casualmente, un primer canon mand que haga siete aos depenitencia. Y un segundo canon orden cinco aos.

    ...Si alguna mujer fornicare y diere muerte al nio que hubiera podido tener.. yaquella que tratare de cometer aborto y tambin se esfuerza por evitar la concepcinsea consecuencia del adulterio o del matrimonio legtimo, acerca de estas tales muje-res decretaron los cnones antiguos que reciban la comunin a la hora de la muerte.Nosotros, sin embargo, usando de misericordia, creemos que las tales mujeres, o losque han sido cmplices de las mismas, deben hacer diez aos de penitencia.

    ...Si la esposa de otro cometiere adulterio o un esposo se uniere a la mujer ajena,harn siete aos de penitencia.

    ...Si alguno antes de cumplir veinte aos pecare unindose con algn animal,durante quince arios permanecer humildemente a la puerta de la igglesia. Ysi algu-no cumplidos los veinte arios y estando casado incurriere en este pecado durante vei-ticinco aos sufrir la humillacin..'

    Continuamente vemos referida la palabra humillacin en relacin con los penitentes,incluso se aconseja el no tener ningn tipo de trato con ellos. Se deca que estaban posedospor el demonio. Despus de la ceremonia de la reconciliacin, pasaba a ser uno ms de losfieles, sin embargo este acto exiga una mxima humillacin y contriccin tal como pode-mos ver en esta ceremonia, donde un monje, una vez cumplida la penitencia, puede volver aocupar un puesto en el espacio dedicado a los escogidos:

    38. Vives -1963/14-, p. 128.39. Idem, p. 56.40. Idem, pp. 104 - 105.

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  • LA VIEJA LITURGIA HISPANA Y LA INTERPRETACIN FUNCIONAL DEL TEMPLO PRERROMNICO

    ...reunidos los monjes en el coro, una vez cumplido el plazo de la sancin y llama-do el excomulgado, dejar en tierra el ceidor fuera del coro; postrado en el suelo,cumplir la mortificacin hasta que se termine el oficio.'

    2. 2. Cmaras funerarias y penitenciales42

    Al contemplar los conjuntos planimtricos de nuestros templos observamos que se arti-culan numerosas cmaras o edculos en su entorno. Entre estas dependencias no incluyo lassacristas que se estudiarn ms adelante. Muchas de estas cmaras parecen responder a cre-aciones dispuestas espontneamente, tan slo las ubicadas a manera de contrabside y lasestructuras tripartitas de los prticos forman lo que podramos considerar serie tipolgica.

    A veces resulta difcil la precisin de la funcin original de estas dependencias, ya fune-raria, ya penitencial, e incluso en ocasiones ambas. Las mismas sacristas, con una funcinespecfica bien definida tal como veremos, a veces tambin pudieron ser utilizadas con finesfunerarios o penitenciales.

    2. 2. 1. Panteones

    San Ildefonso de Toledo, al referirse al obispo Eugenio de Toledo, muerto el ao 657, nosinforma de una curiosa forma de enterramiento, una habitacin de la baslica de Santa Leo-cadi a:

    sic que post lucis mundialis ocassum in Basilica S. Leocadiae tenet habitationesepulcrum".

    El mismo Ildefonso terminara siendo enterrado en el mismo espacio, a los de su pre-

    decesor, cuando muri en el ao 667:

    In ecclesia beatae Leocadiae tumulatur, ad pedes sui conditus decessoris".

    Los cuerpos de los obispos de Mrida descansaban en una cellula situada no lejos delaltar de la iglesia de Santa Eulalia:

    Horum igitur supradictorum sanctorum corpora in sua eadem que cellula haudprocul ab altario sanctissimae virginis Eulaliae honorifice tumulata quiescunr".

    41. Cito las reglas monsticas de la Espaa visigoda por la edicin de Julio Campos e Ismael Roca, SantosPadres Espaoles II, Madrid, Madrid, 1971, p. 116.

    42. Parece evidente que las diferentes cmaras, unas veces en una disposicin regularizada y otras no, podanservir "coyunturalmente" para diversidad de funciones. A este respecto Luis Caballero ha hablado de posibles reu-niones monsticas en edificios como los del Trampal y Melque (-1987/4-, pp. 85 y ss.).

    43. De Viris Ilustribus, en SS. PP. TOLETANORUM QUOTQUOT EXTAIVT OPERA, Matriti, MDCCLXXXII,p. 290

    44. P. L. t. XCVI, col. 206.45. (Vitae Patrum Emeritensium Citado por Puertas -1975/3 p. 238). No me ha sido posible en estos momen-

    tos referenciar por la obra directamente.

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    Desconocemos cmo era la habitatio sepulcri que los obispos toledanos tenan en la bas-lica de Santa Leocadia, sin embargo la arqueologa nos permite hacernos una idea de la solu-cin empleada por obispos y presbteros compostelanos en la baslica prerromnica deSantiago" (Fig. 10). Sobre la cellula de los obispos emeritenses vase lo que se ha publica-do de su ubicacin en las recientes excavaciones de Santa Eulalia".

    Sobre panteones regios y de personas de calidad dispuestos a eje con el santuario princi-pal del templo, a modo de contrabside, he tratado ampliamente para volver a tratarlo aqu".Baste tan slo recordar que del enterramiento de los reyes visigodos es muy poco lo quesabemos, sin embargo nos es muy bien conocido el panten real de la monarqua asturiana.Alfonso II, que pretenda crear en Oviedo toda una serie de construcciones que legitimaseny representasen su ideal poltico de restaurar en Oviedo el orden de los godos, entre otrasobras dispuso un panten regio en Santa Mara de Oviedo" (Fig. 11). Se trataba de una cma-

    Fig. 11. A) Santa Mara de Oviedo. B) Baslica de Huerta de Nicomedes.

    46. Bango -1992/4, pp. 96-97.47. Extremadura Arqueolgica. JI!. Jornadas Sobre Santa Eulalia de Mrida, Badajoz, 1992.48. He venido tratando desde hace ms de veinte aos sobre el panten de los reyes asturianos como una con-

    tinuidad de las formas de enterramiento de los hombres importantes de la poca hispanovisigoda (Una sntesis deltema Bango -1992/4-, pp. 100- 105).

    49. Idem y adems Bango - I992bis/4-, pp. 19 y ss.

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    ra cerrada dispuesta en la parte occidental de la nave, para la que existen claros precedentesen la arquitectura de poca hispanovisigoda. Todava los reyes leoneses siguieron mante-niendo durante los siglos X y XI esta forma de enterramiento s' (Fig. 12). Iglesias contraab-sidadas como las de Santiago de Pealba (Fig. 13) testimonian como esta solucinarquitectnica segua teniendo en el siglo X un claro sentido funerario destinado a personasde calidad, adems de la indicada para los reyes51.

    Ms difciles de analizar y seriar son frmulas ms o menos espontneas que nos tras-miten las excavaciones arqueolgicas, donde encontramos cmaras con sepulturas en anejosde distintas partes del templo, tal como podemos ver en Santa Luca del Trampal.

    2. 2. 2. Cmaras penitenciales

    En ciertos templos, tal como hemos indicado, observamos que el nrtex occidental estflanqueado por dos cmaras. Se trata de una curiosa organizacin tripartita que podemos obser-var en la planta de la iglesia de Santa Mara en Quintanilla de las Vias o, mejor, pues se con-servan ntegramente, en algunas iglesias asturianas como en San Salvador de Valdedios.

    Fig. 12. Panten real de San Isidoro de Len.

    50. El clebre panten regio de San Isidoro de Len ha sido considerado por la historiografa como la repro-duccin de una torre/prtico de tradicin carolingia y, ms exactamente, la de Saint-Benoit-sur-Loire. En realidad,tal como he demostrado, se trata de una forma de tradicin hispana con una interpretacin romnica condicionadapor las formas preexistentes.

    51. Bango -1992/4-, pp. 100 - 101.

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    Fig. 13. Santiago de Perialba.

    Son lugares destinados a estancias prolongadas de penitentes". El ingreso a algunas deestas dependencias se hace por unos vanos bajos" (Fig. 14), que obligan a entrar de unamanera muy inclinada, en una actitud que podramos considerar penitencial. La estancia aquparece ms apropiada con la situacin de los penitentes'''. Posiblemente el carcter de tem-plo ulico de San Miguel de Lillo (Fig. 15), con el condicionamiento de la ubicacin de lasescaleras de acceso a la tribuna, oblig a colocar las cmaras penitenciales a los lados desta". En todo caso parece muy claro que la ubicacin de las habitaciones penitenciales estnpensadas en funcin de las personas que ocupaban la tribuna y, en este sentido, no debemos

    52. Gmez Moreno haba atribuido a estas dependencias una finalidad de acogida a monjes peregrinos(-1919/3-p. 72)). Para Iiguez Almech seran sacristas desde donde partira el oficiante en una solemne ceremo-nia (-1955/3-, pp. 85 -89). El que algunas iglesias no dispongan de un fcil acceso a estas dependencias hacen pro-blemtica la interpretacin de Gmez Moreno. La propuesta de Iiguez tampoco parece aceptable, pues no escreible que una ceremonia tan solemne obligase a los celebrantes a salir de su interior de manera tan poco elegantey digna.

    53. Son muy pocos los ejemplos conservados pero en Valdedis y en Santa Cristina de Lena podemos apreciarcmo el ingreso a estas cmaras es muy bajo. Para traspasarlo es necesario encorvarse mucho e incluso entrar agatas.

    54. El duro trato que los penitenciales dan a los que estn castigados parece acorde con la actitud que las per-sonas deben adoptar para entrar en estos recintos.

    55. En San Salvador de Valdedis, como las cmaras estn a los lados del nrtex, el acceso a la tribuna sehaca desde el interior de las naves colaterales.

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  • LA VIEJA LITURGIA HISPANA Y LA INTERPRETACIN FUNCIONAL DEL TEMPLO PRERROMNICO

    olvidar que a la tribuna se poda acceder por un paso elevado56. La interpretacin que la tra-dicin local daba a estas cmaras en el siglo XVI, pese a las evidentes fantasas legendarias,puede albergar algn aspecto real:

    AFig. 14. A) Prtico occidental de San Salvador de Valdedis. B) Santa Cristina de Lena

    (seg. Arias).

    Fig. 15. San Miguel de Lillo. Planta de la tribuna.

    56. Esta entrada por alto se podra corresponder con un corredor de madera que comunicase con el palacio.

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    En la Tribuna hay en ambos lados dos apartamientos, mas verdaderamente coba-chitas de boveda, en que el vulgo dice dormian el Rey Casto y su muger, despues quese apartaron".

    Aunque, como ha indicado Ambrosio de Morales, esta tradicin erraba en la identifica-cin de la pareja real, pienso que bien pudiera tener como realidad el que indicase en ellasuna estancia de vigilia penitencial y, a su vez, la dualidad de las habitaciones sirviese paraseparar hombres y mujeres".

    3. ORIENTACIN DEL TEMPLO Y SU ORGANIZADA COMPARTIMENTACININTERNA.

    Jungmann nos resume as la tesis tradicional de la iglesia sobre la orientacin del tem-plo: "La comunidad cristiana, segn antigua costumbre, diriga su mirada hacia Oriente,hacia el resucitado, cada vez que se dispona a orar, por eso la iglesia tiene tanto de nave quenavega rumbo a oriente".

    Valafrido Estrabn, escritor carolingio, en su tratado De Eclesiasticarum rerumn datadoen el ao 830, explica que en su tiempo podan dirigirse los santuarios (plagae) con sus alta-res hacia el Oeste, siguiendo la disposicin del Santo Sepulcro de Jerusaln, o tambin haciael mismo Occidente adoptando la solucin de la Ecclesia Beati Petri en Roma. Sin embar-go la forma ms usual (usus frecuentior), segn Valafrido, era hacia el Este'. En el imperiocarolingio, por el afn de la clase rectora de imitar los modelos de la Roma constantiniana,algunas iglesias adoptaron la occidentalizacin de los templos tal como haban sido cons-truidas las grandes baslicas romanas del siglo IV.

    Si en la Europa carolina detectamos esta variedad de disposiciones en la orientacin tem-plaa, en Espaa el criterio parece que fue constante. Tanto los edificios conservados que yoconozco, como las fuentes documentales nos demuestran que nuestros templos fueron orienta-dos, es decir el santuario ubicado en la parte Este del conjunto. En los actos litrgicos diariosy fundamentales, los diferentes ceremoniales se refieren a la ubicacin del celebrante situn-dola en el Oriente y dirigindose a los fieles que estn en el Occidente". Se invoca a la divini-dad hacia el sol naciente y se dirigen las actuaciones hacia el ocaso, donde estn los fieles.

    57. Morales, despus de recoger esta interpretacin que daba el pueblo, la rechaza con argumentos historicis-tas muy evidentes para l: Es fbula: porque esta Iglesia se edific despus de ellos muertos, y sin esto tiene laintervencin harta indignidad, y indecencia. Labraronse para tener libros y otras cosas del servicio del Coro(VIAGE DE AMBROSIO DE MORALES por orden del Rey D. Phelipe II. a los reynos de Lean, y Galicia, y prin-cipado de Asturias, edic. de Fr. Henrique Florez, Madrid, 1765, p. 103).

    58. El que, al codificarse en una frmula arquitectnica constante, se muestren las habitaciones de forma sim-trica podra indicar la necesidad del mismo tipo para cada uno de los sexos.

    59. J. A. Jungmann, El sacrificio de la misa, Madrid, 1963, p. 291.60. WALAFRIDI STRABI Fuldensis monachi, Ecclesiasticarum rerum exordiis et incrementis liber unus ad

    Reginbertum episcopum (P. L., t. 114, col. 922 y ss).61. Carol Heitz, "More romano. Problmes d'archicture et liturgie carolingiennes", en Roma e l'eta carolingia.

    Atti delle giornate di studio 3 - 8 maggio 1976, Roma 1976, pp. 27 - 37, espec. 33 y 34.62. Esta orientacin de los templos por motivos tradicionales de la Iglesia facilitaba la colocacin de los relo-

    jes de sol que tanta importancia tuvieron en la liturgia hispana.

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  • LA VIEJA LITURGIA HISPANA Y LA INTERPRETACIN FUNCIONAL DEL TEMPLO PRERROMNICO

    El interior del templo apareca claramente zonificado. En los apartados siguientes vere-mos cmo los diferentes mbitos de la iglesia estn destinados a determinados grupos de per-sonas que, por su condicin, podan tener, o no, acceso a ellos. En algunos casos se prohibael paso a aqullos que no podan conocer el secreto de las ceremonias que all se practica-ban, pues era un lugar reservado slo a los iniciados. En otros, incluso entre los de la mayo-ra del comn, por su condicin impura, estaban obligados a ocupar un lugar sealado; y endeterminados momentos, eran expulsados del interior del templo. Una rgida organizacinclasista, tanto entre los iniciados como entre los fieles en general (populus), obligaba a cadagrupo a ocupar el sitio exacto que le corresponda en la puesta en escena del complejo cere-monial litrgico.

    Un canon del IV Concilio de Toledo (ao 633), al tratar de como deben comulgar los fie-les en el templo, indirectamente nos suministra una interesante informacin sobre las tresgrandes reas en que se divide la topografa templaria:

    ... y entonces finalmente se sumir el sacramento del cuerpo y sangre del SeorObservando este orden: que el obispo y el levita comulguen delante del altar, el cleroen el coro, y el pueblo fuera del coro".

    Es decir, estas tres grandes zonas: la nave o las naves correspondan a los fieles; el coroera el mbito del clero en general; y el santuario del altar reservado a los oficiante?. Estostres espacios aparecen limitados claramente por barreras, son los famosos canceles que citanlas noticias documentales de la poca. Nuestros museos poseen una rica coleccin de can-celes ptreos, pero, aunque no los conservamos, tambin debieron existir de diferentes mate-riales, madera, cermica, diferentes metales etc.

    3. 1. El santuario y los altares secundarios.

    Las crnicas asturianas, al referirse a las fundaciones regias en la capital ovetense, sue-len describirlas como templos de tres altares. Mientras que se designa el central como altar

    63. Vives -1963/14, p. 198.64. Las lttimas posturas historiogrficas sobre este tema, todas ellas, salvo la de Schlunk y la de Ulbert, toman-

    do como referencia tan slo el periodo hispanovisigodo, podran resumirse en las siguientes:*Abside, coro y espacio destinado a los fieles (Schlunk -1971/3-, pp. 514 - 519).*T. Ulbert denomina al coro presbiterium, expresin muy conocida en la historia del arte y la arqueologa de

    tema sagrado de tradicin europea, pero slo entendible en otro contexto. Sigue el mismo esquema genrico de Sch-lunk, e insiste en la carencia del syntronoi en el bside por lo que l considerara presbiterio no podra estar aqu,sino entre el santuario y el espacio de los fieles ("Frhchistliche Basiliken mit Doppelapssiden auf der IberischenHalbinsel", en Archaologische Forschungen, 5, 1978, p. 128).

    *E. Cerrillo sigue la frmula de Schlunk en lneas generales, salvo en la ubicacin del chorus que lo sita enel sanctuarium ("Aproximacin al estudio de las cabeceras rectangulares del siglo VII", en Zephyrus, 32/33, 1981,p. 259).

    *Si para Schlunk en las iglesias con crucero, segn l monsticas, ste era la expansin natural de un coro msamplio, L. Caballero ve en los cruceros un elemento de articulacin espacial (Caballero -1987/4-, pp. 82 y 83).

    *Para Cristina Godoy, que no tiene en cuenta que el coro es un espacio en el que son inseparables su funcinlitrgica y coral segn otros momentos del desarrollo de la liturgia medieval, afirma que en las iglesias hispanovi-sigodas es impropio el trmino chorus. No tiene una ubicacin precisa y slo con este vocablo se puede referir ellugar donde se sitan los cantores (Godoy, 1995/6, pp. 55 - 65, espec. la 65).

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  • ISIDRO G. BANGO TORVISO

    principal (altare principale") los dos colaterales se les denomina ttulos (tituli). A este res-pecto, resultan muy esclarecedoras estas palabras de la Crnica de Alfonso III (Ad Sebastia-num) referidas a los templos que Alfonso II erigi en Oviedo:

    unde et specialiter ecclesia sancti Salvatoris nuncupatur, adiciens principalialtari ex utro que latere bis senum numerum titulorum reconditis reliquiis omniumapostolorum; edificabit etiam ecclesiam in honorem sancte Marie semper virginis aseptentrionali parte aderentem ecclesie supra dicte; in qua extra principale altarea dextro latere titulum in memoriam sancti Stephani, a sinistro titulo in memoriamsancti luliani erexit...".

    Es evidente que el trmino titulus que aqu se emplea para designar los altares est enrelacin con el viejo precepto cannico de santificar las imgenes con la identificacin de unletrero que designe su nombre, de igual forma con su ttulo correspondiente quedaba santi-ficado el altar.

    Los edificios conservados de la monarqua astur confirman esta organizacin tripartita delas cabeceras. De los no conservados como San Salvador y Santa Mara tenemos un buenconocimiento planimtrico, y de los que todava perviven no hay duda". Adems es posibleque algunos edificios de una sola nave tuviesen una cabecera organizada en tres altares".

    Los textos litrgicos de los siglos IX y X siguen manteniendo las referencias al altar prin-cipal y a otros secundarios que reciben el nombre, en algunos casos, de ttulos o simplementealtares69, o, por un lgico recurso metonmico, thecae.

    Igual disposicin de cabeceras tripartitas albergando tres altares se sigue manteniendo enalgunos templos de los siglos X y XI. San Miguel de Escalada conserva los altares origina-les suministrndonos un buen conocimiento de sus advocaciones".

    3. 1. 1. Santuario (Santuarium altaris), altar principal (altare principale) y ara.Es evidente que la expresin santuarium altaris que se refiere numerosas veces en las

    fuentes literarias altomedibvales alude a un lugar de la iglesia de clara inspiracin en el tem-plo veterotestamentario, el espacio ante el tabernculo''. Ser el lugar donde se encuentra el

    65. El uso de un altar principal en algunas iglesias hispanovisigodas est atestiguado por el ceremonial funera-rio de los obispos donde se seala el oficio in principali altario (Ferotin -1904/3, col. 142) y, como veremos msadelante, la arqueologa y otras fuentes as parecen tambin testimoniarlo.

    66. Crnicas asturianas -1985/34-, p. 139.67. Incluso en templos como el de San Salvador de Valdedis los letreros todava nos lo confirman expresan-

    do las advocaciones de estos altares.68. He tratado este tema refirindome a Bendones y Lena e, incluso, sealando su continuidad en edificios pos-

    teriores a los asturianos (I. G. Sango -1988/8, pp.71 y ss).69. Esto sucede, al menos, en las iglesias en las que oficia el obispo, aunque, como veremos por lo conserva-

    do, deba ocurrir en los templos grandes o que simplemente tuviesen ciertas pretensiones monumentales.Sirva de ejemplo el Antifonario leons, al referir ciertas ceremonias, en las que los oficiantes redeunt ad alta-

    ere principale anc antiphonam decantando... (Brou/Vives -1959/26, p. 290).70. Gmez Moreno -1919/3-, pp. 159 y ss.71. La palabra sanctuarium puede referir sanctuarium altaris o un templo generalmente con reliquias impor-

    tantes (Para el santuario o templo como lugar de enterramiento vid. Puertas -1975/3, p. 136).

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  • LA VIEJA LITURGIA HISPANA Y LA INTERPRETACIN FUNCIONAL DEL TEMPLO PRERROMNICO

    altar sobre el que se celebra la ceremonia fundamental del ritual cristiano, aunque tambinse desarrollen aqu muchas otras ceremonias".

    El santuario se corresponde con el mbito del bside, tal como podemos ver en el III Con-cilio cartagins, pues, al referirse a la reconciliacin del penitente, dice que ha de hacerseante absida manus ei imponatur". Ya el I Concilio de Braga, aludiendo a cnones antiguos,se prohiba la entrada en el santuario (santuarium altaris) a los laicos, tanto varones comomujeres".

    Las distintas oraciones y cantos de la liturgia hispana insisten en cmo el santuario es ellugar donde se encuentra la estancia de Dios:

    Ingrediar in locum sanctuarii usque ad domum dei alleluia".

    El interior de la ventana del bside central de San Salvador de Valdedios (Fig. 16) toda-va conserva el viejo letrero que alude al espacio del mismo en este sentido:

    + DNI ET SALVATORIS NSI CVIVS EST DOMUS ISTA".

    Fig. 16. San Salvador de Valdedis. bside central.

    72. El Liber Ordinis tambin tambin sita en el santuario entre otras ceremonias el Exorcismus de his que insanctuario dei offeruntur (Ferotin -1904/3-, col. 156).

    73. G. Martnez Diez y F. Rodrguez, L.11 coleccin cannica hispana III. Concilios griegos y africanos, Madrid,1982, p. 328.

    74. ut intra sanctuarium altaris ingredi ad comunicandum non liceat laicis, viris vel mulieribus, nisi tantumclericis, sicut el in antiquis canonibus statutum es! (Vives -1963/14-, pp. 73-74).

    75. Brou - Vives -1959/26, p. 289.76. En el testero del bside central se encuentra la ventana en cuyo tmpano se reproducen pintadas las tres cru-

    ces del Glgota y bajo ellas el letrero que aqu recogemos en clara alusin al ambito del santuario (Helmut Schlunky Magin Berenguer, La pintura mural asturiana de los siglos IX y X, Madrid, 1957, lam. 34).

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  • ISIDRO G. BANGO TORVISO

    La restriccin de entrada a determinadas personas y el sentido carismtico del lugar obli-gaba a delimitarlo con barreras tal como nos refiere la arqueologa", la miniatura" y las pro-pias fuentes documentales que aluden a los canceles del santuario". Sobre estos canceles secolocaba una cortina que adornaba el arco de ingreso a la vez que velaba la visin oportu-namente.

    Las citas litrgicas aludiendo al santuario como locus lucidus presentan indudables refe-rencias a la prxima venida del Mesas en el primer rayo de la maana, de aqu uno de losaspectos de la orientacin del templo, as como el lugar iluminado por el sol y la luna".Cuando en el antifonario leons o en el testero del bside de San Salvador de Valdedios secita el santuario como el lugar en el que est la divinidad, permite que en muchos casos elsantuario se convierta en la representacin terrena de la Jerusaln Celeste, la morada en laque habita la divinidad. En este sentido podemos ver que la interpretacin icnica del san-tuario responde en muchas ocasiones a una imagen tpica de esta Jerusaln. En la iglesiaasturiana de San Adriano de Turin (Fig. 17) todo el interior del bside es recorrido por larepresentacin pintada de una muralla coronada por merlones, se trata de concebir el san-tuario como la Jerusaln fortaleza tan propia de la visin apocalptica'.

    Adems de esta idea del santuario como fortaleza, tambin poda adoptar la frmula deJerusaln/palacio. De esta forma el santuario aparece como una dependencia palatina, pro-pia del palacio real en el que habita la divinidad". A este criterio responde el santuario deSan Julin de los Prados decorado con un lenguaje icnico arquitectnico, lxico de tradi-cin antigua que simboliza la idea de palacio" (Fig. 18). Y en el mismo sentido debemosentender la decoracin con tapices simulados que decoraba el bside central de la iglesia deSanta Mara de Bamba". Tambin se ha recurrido a la idea de santuario/paraiso segn lainterpretacin que algunos especialistas han dado al bside de San Pedro de la Nave.

    Al contemplar los conjuntos ornamentales que decoran los tres bsides que acabamos decitar observamos que en el testero del bside hay una serie de indicios que sealan un punto

    77. Los indicios de la existencia de canceles cerrando la embocadura del bside son muy abundantes en los edi-ficios conservados.

    78. La ilustracin miniada nos permite ver cmo, tras el arco -luego veremos la importancia del arco en la cere-monia de bendicin del santuario- estaba el altar dispuesto para la ceremonia y del arco mismo se suspende la cor-tina (Obsrvese a este respecto slo como ilustracin rpida las imgenes reproducidas en el trabajo de F. Iiguez-1961/3-), 79. En el Ordo quinta feria in cena domini ad nonam nos habla de los canceles del altar: ...ponuntur in ordineloco competenti quoram cancellos (BrouNives -1959/26, p. 265).

    80. Dos relieves representando el sol y la luna se encuentran en el arco triunfal de la iglesia de Santa Mara enQuintanilla de las Vias. Dos figuras astrales se reproducen en el fondo del templo asturiano de San Adriano deTun (vid. n. 86).

    81. Sobre esta visin de la Jerusaln celeste como fortaleza real o simblica vase mi trabajo "La iglesia encas-tillada", Aguilar de Campo (en prensa).

    82. Es sta una manera de concebir el cielo siguiendo la descripcin que del mismo nos hace Eusebio de Cesarea.83. Una de las iconografas tradicionales del mundo antiguo que significan los espacios palatinos o ulicos son

    las columnas y arcadas. Es as como debemos interpretar la decoracin pintada del presbiterio de Santullano, o laya propiamente de fbrica que pdemos ver en la cabecera de Santo Toms de las 011as.

    84. Podemos ver en este templo una decoracin pictrica de las conocidas telas orientales (pannos grecisos enla documentacin de la poca) que representaban animales fabulosos o reales en el interior de cenefas enfilando cr-culos generalmente.

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    Fig. 17. San Adriano de Tun. bside central.

    B

    Fig. 18. A) San Julin de los Prados. bside central. B) Santo Toms de las 011as.Perspectiva de la cabecera.

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  • ISIDRO G. SANGO TORVISO

    focal perfectamente enmarcado por unos smbolos que lo enfatizan. En San Pedro de la Navese trata de una placa nicho, en la actualidad transformada en una saetera, que deba servir demarco a una caja/relicario o caja/tabernculo". En San Adriano de Tun dos representacio-nes astrales, con un claro sentido emblemtico, enmarcan un vano". La citada decoracinpictrica del testero del bside central de Santa Mara de Bamba presenta tambin un trata-miento especial en su centro.

    Mientras que la mayora de los indicios sealan slo el marco para colocar un arca oarqueta, en las iglesias asturianas es bastante habitual encontrarnos en un pequeo tabern-culo de fbrica integrado en el testero como el que hemos indicado ms arriba en San Julinde los Prados (Fig. 19). Arquetas como las de Astorga o de las Agatas de Oviedo, ofrendasde reyes asturianos, podran estar destinadas a la reserva eucarstica" y pienso que su mejorubicacin podra ser este lugar. De la necesidad de estos recipientes para la reserva eucars-tica hay diversas referencias litrgicas:

    Que no se presente en el altar del Seor el pan que debe ser santificado por la ben-dicin del sacerdote si no es ntegro y limpio que haya sido preparado de intento, y node gran tamao, sino de una ofrenda mdica, segn el uso de la costumbre eclesisti-ca, cuyas sobras puedan ser guardadas fcilmente y sin detrimento alguno, en un lugarpequeo ("modico loculo") destinado para la reserva".

    Fig. 19. San Julin de los Prados. Interior del testero del bside central.

    85. Rafael Barroso Cabrera y Jorge Morin de Pablos, La iglesia visigoda de San Perdo de la Nave, Madrid,1997. Los autores consideran que la placa de nicho fue transformada en saetera (vid espec. fig. 48.

    86. Schlunk -1957/76, pp. 118 y ss.87. M. Gmez Moreno -1919/3-, pp. 379 y ss.88. Canon VI del XVI Concilio de Toledo (693) (Vives -1963/14-, p. 504).

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  • LA VIEJA LITURGIA HISPANA Y LA INTERPRETACIN FUNCIONAL DEL TEMPLO PRERROMNICO

    Incluso, a este respecto, la presencia del tabernculo, ya sea bajo la frmula de fbricadetectado en algunas iglesias asturianas, el que se puede suponer en una arqueta para laque se dispone un marco pintado o esculpido como los sealados, nos permitiran entendermejor este marco. As la misma expresin del testero del bside central de Valdedis y la yacitada interpretacin de esta parte de la iglesia como una transposicin del templo vetero-testamentario cobrara mayor sentido. Del cuidado del tabernculo se encargaba el sacristntal como nos indica san Isidoro".

    En muchas iglesias prerromnicas encontramos que los muros laterales del presbiteriotienen pequeos huecos que se suelen interpretar como destinados a la reserva eucarstica.El hecho de que generalmente suelen aparecer varios y que su lateralidad relativizan suimportancia me hacen creer que la verdadera finalidad de estos huecos estn destinados fun-damentalmente a ubicar pequeas cajas de reliquias". En San Salvador de Valdedis estoshuecos son dos en cada pared lateral de cada uno de los tres bsides, dado lo que pensamosde la funcin de los altares secundarios9 ' (Fig. 20), es ms que evidente que no pueden des-tinarse a reserva eucarstica y s posiblemente a credencias para relicarios.

    Centrando este espacio se dispona, generalmente, el altar". La conveniente preparacindel altar requera el vestirlo y suspender las coronas votivas sobre l:

    Sic que in hac lectione altare vestitur et corone desuper appenduntur".

    De las vestiduras del altar la mejor recreacin de las calidades materiales y formas de losmanteles sagrados sigue siendo la que nos ofrece Gmez Moreno", mientras que para elaspecto de las coronas votivas, cruces, luces y arquetas la mejor aproximacin son las minia-turas altomedievales y la contemplacin en nuestros museos de estas piezas de orfebrera96.Que era tan importante para la ornamentacin general del conjunto la decoracin del arco deentrada al bside lo demuestra que en el Antifonario de Len, al desarrollar el oficio de laconsagracin de la baslica, se refiere la ceremonia de vesticin del altar y del arco:

    Quando alta re induunt et arcum".

    89. Vid ms adelante, en el apartado dedicado a las sacristas cules son las funciones de los sacristanes.90. Eran las thecas de plata donde se guardaban las reliquias mencionadas por Cixila (Puertas -1975/3, p. 143).91. Ms adelante explicaremos que estos altares secundarios no deben ser interpretados para la celebracin

    eucarstica habitualmente.92. Es una pena que las letras de una de estas credencias del bside central no hayan podido ser ledas ("La fun-

    dacin de S. Salvador de Valdedios. Fuentes epigrficas", en La poca de de Alfonso M y San Salvador de Valde-dios, Oviedo, 1994, pp. 213 -231, espec. 229).

    93. Dada la extensin de este trabajo y las limitaciones lgicas del medio, no me extender aqu sobre la tipo-loga y bibliografa de altares durante la Alta Edad Media hispana prerromnica, baste simplemente recordar lasprincipales variantes: en forma cbica y de mesa sobre uno o varios soportes de diversas formas.

    94. Ferotin -1904/3-, col. 216.95. Gmez Moreno -1919/3-, p. 335.96. Una buena serie de representaciones pintadas de estas puede verse en Iiguez -1961/3-.97. Brou - Vives -1959/26, p. 443. En contra de la interpretacin que hago aqu de este arco como el triunfal

    de acceso al santuario, tradicionalmente se ha venido interpretando como bside, del que se cuelgan las coronas(Germn Prado, Textos inditos de la Liturgia mozrabe, Madrid, 1928, pp. 171 - 172). Adems del arco, como arcotriunfal del bside tal como se cita aqu, en los templos romanos tambin existan arcos muebles (tanto de tipo bal-daquino o simplificados) que se reralizaban en distintos materiales ms o menos preciosos, en la documentacinhispana no conozco referencias, aunque es posible que pudieran existir.

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    Fig. 20. San Salvador de Valdedis. A) Planta de la cabecera. B) Seccin longitudinal delbside central. C) San Adriano de Tun. Planta de la cabecera.

    No parece que se pueda dudar que la vestidura del arco al que se refiere el texto litrgi-co sea otra que las bonitas cortinas que lo decoran.

    En el Liber Ordinis se diferencia el ara del altar", sobre el que se colocan los vasos sagra-dos y las cruces". De la colocacin de los ministeria altaris sobre el altar son muy expresi-vas las imgenes de la miniatura.

    Si hasta aqu hemos referido cmo se adorna el altar y se disponen los objetos de culto,baste la ceremonia del antifonario leons que citamos a continuacin para que veamos, como

    sanctae crucis in patera ponitur super altaris aram (Brou/Vives -1959/26-, p. 271).99. En el Ordo de VI feria in parasceve: Hora huius diei tertia, lignum sancte Crucis in ecclesia principali in

    patena ponitur super altaris aram (Ferotin -1904/3-, col. 194).

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  • LA VIEJA LITURGIA HISPANA Y LA INTERPRETACIN FUNCIONAL DEL TEMPLO PRERROMNICO

    en ella se inicia el proceso de desmontarlo. Lgicamente segn el ritual de cada da se pro-cedera de una manera ms rpida y sencilla que en otras. Se recogen los ornamentos, se des-nudan los altares y se termina por apagar las luces y hacerse el silencio:

    Completa missa nicil ex ornamenta altaris tollitur sed ornatum eum relinquen-tes

    Despues de recitar la antifona se dirigen al altar...

    aliare sanctum sin gulis vestibus denudentur el tota paulatim luminaria extingui-tur et sub silentio...''.

    Multitud de referencias documentales nos informan dediversas ceremonias que exigan un espacio entre el altar y el muro del fondo del bside.

    El espacio requerido, evidentemente, variar segn se trate de iglesias episcopales, princi-pales o modestos templos parroquiales. En las iglesias catedrales, para cierta solemnidades,el obispo se sentaba en su catedra situada detrs del altar:

    ...Post hec vadit episcopus post alta re el sedet in sella, presbiteri yero iuxta eumstantes".

    Esta ubicacin del obispo sedente rodeado de sus presbteros, todos ellos detrs del altar,recuerda frente a lo que se ha dicho por algunos investigadores", el syntrhronon que, comoherencia de la iglesia paleocristiana, tenan las iglesias bizantinas. Aunque no hemos con-servado ninguna ctedra episcopal las conocemos bien por las miniaturas y algunas descrip-ciones del siglo X: la de los obispos de Toledo era de marfil', mientras que la de loscompostelanos, de la que sabemos que tambin tena escabel, era de madera y hueso, conclavos y bolas de plata de admirable trabajo".

    En la iglesia episcopal, adems de este espacio esttico, donde se sientan el obispo y suspresbteros, era necesario detrs del altar ms espacio, pues en algunas ocasiones el obispoaparece rodeado de presbteros y diconos en el desarrollo de determinadas ceremonias'".Son muy pocas las iglesias conservadas que presentan un bside amplio". En las iglesiasparroquiales el espacio no requera amplitud, pero s el necesario para que el oficiante estu-

    100. BrouNives -1959/26-, p. 267.101. Ferotin -190413-, col. 212.102. Ha sido Gmez Moreno el difusor en la historiografa espaola de que "en las iglesias espaolas no debi

    estar la ctedra en el fondo del santuario, segn costumbre romana, sino en el coro o aprisco formado en medio delas naves" (-1919/3-, p. 332).

    103. Por lo menos as se refiere la catedra de san Ildefonso cuando se le apareci la Virgen (Puertas -1975/3-,p. 98).

    104. Por un documento del alo 911 conocemos estos detalles: Cathedram episcopalem ligneam atque oseamcum clavis el malis argenteis cum suo scabello miro opere conpositos (Gmez Moreno -1919/3-, p. 332).

    105. Son numerosas las ceremonias que exigen rodear el altar por parte de los celebrantes:En la Cena Domini: ...egrediuntur omnes -todo el clero- precedentes episcopum usque ad altare. Quum yero

    circumdatum fuerit a clero ex omni parte aliare, inponit episcopus hanc anufona subtili vocedecantando(BrouNives -1959/26-, p. 267).

    106. A este respecto, tal como ya hemos indicado ms arriba, resulta muy interesante la cabecera del templo deSanto Toms de las 011as, caracterstico templo del perodo de repoblacin, del que slo hemos conservado su bside.

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    viese en algunos momentos detrs del altar frente a los fieles. En algunos edificios conser-vados podemos apreciar como la situacin del altar en un bside tan angosto no permite queel oficiante pueda situarse en ningn momento de la ceremonia detrs de l, seguramentecuando esto sucede es que las caractersticas funcionales del templo son de carcter muy res-tringido, seguramente oratorios particulares'".

    3. 1. 2. Altares secundarios (tituli y preparatorium).

    Cuando surgi en la arquitectura templaria hispana la presencia de altares secundarios?La respuesta no es fcil, pues como ya hemos indicado la informacin arqueolgico/artsti-ca y la simplemente documental no es simtrica y regular en los distintos momentos del per-odo en los que se desarrolla la vieja liturgia hispana.

    Las noticias que hemos visto referidas antes para testimoniar la existencia de tres altaresen algunos templos, uno principal y dos secundarios, uno a cada lado, pueden ser confirma-dos tambin por otras fuentes y documentos.

    Prez de Urbel nos suministra varios testimonios que confirman la existencia de tres oms altares en algunas de las fundaciones monsticas de poca hispanovisigoda".

    Ciertas miniaturas nos muestran cmo los bsides laterales, aunque tienen altares, stosno aparecen con los ornamentos litrgicos, y sus arcos triunfales, ms pequeos correspon-dindose con el tamao de los bsides colaterales que nos ensea la arqueologa, tampocoestn dotados con cortinas como s lo est el principal.

    Los restos arqueolgicos nos demuestran cmo algunos bsides laterales de poca his-panovisigoda tenan altares" (Fig. 21), o aunque estos no se conserven s podemos observarque estos bsides colaterales eran tratados de igual forma que el central o principal por lapresencia de canceles bajos".

    De estos altares secundarios conocemos muy mal su origen, pero en principio todo pare-ce indicar que surgieron como apoyo al ceremonial del altar. El preparatorio, uno de estosaltares secundarios en el que se bendeca el cordero, tiene su origen en una mesa comn talcomo se describe en el viejo ritual romano:

    huta Romanam auctoritatem, agnus in Pasca bendicitur, non ad alta re, sed adcommunem mensam"'

    107. Este es el caso de San Miguel de Celanova, donde el altar aparece totalmente constreido en el interiordel bside. Evidentemente se trata de un minsculo oratorio, posiblemente con un cierto carcter funerario.

    108. "El monasterio de Compludo estaba dedicado a los santos Justo y Pastor, a Santa Mara y a San Martn,por lo que es de creer que su iglesia tena tres bsides, como la ltima que san Fructuoso levant en Montelios, yen cada bside un altar. De San Flix de Totanes nos dice San Eugenio que tena cuatro ttulos, es decir, cuatro alta-res" ( Fr. Justo Prez de Urbe!, Los monjes espaoles de la Edad Media, t. II, Madrid, 1934, p. 20).

    109. En el bside colateral septentrional de la iglesia del Trampal (Caballero - I987/4-).110. As lo podemos ver en los canceles que las excavaciones arqueolgicas han constatado en los bsides cola-

    terales de templos como los del Trampal y Melque entre otros.111. P. L. t. CLI. col. 1016.

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  • LA VIEJA LITURGIA HISPANA Y LA INTERPRETACIN FUNCIONAL DEL TEMPLO PRERROMNICO

    Fig. 21. A) Santa Luca del Trampal. B) Santa Mara de Me/que.

    3. 1. 2. 1. Preparatorio. Desde Ferotin se ha interpretado el preparatorio como la sacris-t 112.a Puertas mantiene igual opinin: "Esta dependencia sera una sacrista, donde se guar-daran los ornamentos y objetos para el culto. No podemos precisar a base de estas fuentescul sera su situacin topogrfica" 3 . Luis Caballero tambin considera que se trata de unasacrista con un altar o, mejor, mesa, que ha identificado con el bside norte de la iglesia delTrampal"4. Frente a esta postura que podramos considerar tradicional he propuesto la ideade que el preparatotium era uno de los altares secundarios a los lados del principal" 5 . Msrecientemente Godoy vuelve a insistir en esta tesis tradicional considerando que es un lugar"donde se guardaban los objetos y ornamentos litrgicos", aunque piensa que su aparicinen la topografa templaria es tarda por "el hecho de que este trmino sea desconocido de lasfuentes patrsticas y conciliares de poca visigtica demuestra que se trata de una innovacinms tarda, adoptada por la liturgia hispana, en poca astur-leonesa o posteriormente'''.

    Frente a todas estas conjeturas, lgicas pues los textos y los restos arqueolgicos no sonnada explcitos, creo que preparatorium designa a un altar que acta como secundario yapoyo en el desarrollo del altar principal'''. Dadas estas circunstancias para clarificar el sen-

    112. Consideraba que el preparatorio era la sacrista, mientras que sacrarium debe ser el lugar mejor guardadode la sacrista (Ferotin-1904/3-, col. 43, nota 1).

    113. Puertas -1975/3, p. 134.114. "El preparatorio sera el que sustituira a la prtesis, al norte, lugar donde se reciban las rdenes menores

    y se celebraban ciertas funciones de Semana Santa, algunas relacionadas con el bautismo.., all se preparaban lasofrendas, en una mesa auxiliar probablemente, y de all se llevaran al altar" (Lus Caballero Zoreda -1987/4-,pp. 90 y ss).

    115. Bango -1995/4-, p. 23.116. Siguiendo las indicaciones de M. deis Sants Gros considera que podra corresponder incluso a despus del

    ao 1085 (C. Godoy -1995/6-, p. 101 y nota 57).117. Indicio claro de antigedad es el hecho de que este altar siga manteniendo en la poca que ya es propia-

    mente un altar, aunque secundario, el nombre -preparatorium- de lo que significaba en origen, mesa secundaria yde apoyo de la liturgia ms antigua.

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  • ISIDRO G. BANGO TORVISO

    tido del preparatorio permtaseme realizar una exposicin de los textos en el que aparecereferenciado el trmino y las diferentes ceremonias que se realizan en l:

    1) Ordenacin del sacristn.

    Quum ordinatur sacrista, adstantibus cunctis, episcopus residens in preparatoriotradit ei anulum de sacrario, non tamen ante altarium, sed in preparatorio...

    Et sic ille qui ordinatur, osculato pede episcopi stat in loco ordinis sui"8.

    2) Ordenacin del que cuida de los libros y de los escribas.Quum ordinatur qui librorum et scribarum curam habere possit, simili eodem que

    modo adstantibus fratribus, in preparatorio res idens episcopus tradit ei anulum descriniis...

    Sic que ille, osculato pede episcopi, stat in ordine suo"9.

    3) Ordenacin del arcipreste.Dum uenerit is qui ordinandus est archipresbiter, primum coram omnubus fratri-

    bus in preparatorio ab episcopo eligitur, et ab eo instigatur qualiter humiliate prepo-lleat, et acceptum ordinem cum summa et bona mentis intentione adimpleat.

    Deinde coram altario principali, adstantibus cunctis in ordine clericis, fixo genudextro ante altare, ipse qui ordinandus est archipresbiter benedicitur ab episcopobenedictione ista subexarata1".

    4) Oficio quod dicendum est per titulos in cena Domini.Explicita missa, nicil de ornamento altaris ante tollitur; sed ornatum relinquentes

    alta re, vadunt omnes in unum precedentes episcopum, usque ad preparatorium. Etacceptis cereis duodecim diacones, moram quoque modicam facientes, progrediunturomnes, precedentes episcopum usque

    5) En la VI feria in Parasceve del Liber Ordinum Episcopal:Et discinctis religiosis omnibus, lignum sancte crucis lebatur a diacono in patena

    ad preparatorium, precedendo episcopum ante Euangelium sine cooperturio.

    Mox autem ut ipsud lignum positum fuerit super altare, episcopus cum presbiteriset diaconibus ascendunt in pulpitum... 122.

    118. Ferotin -1904/3-, col. 42 y 43.119. Idem, col. 43.120. Idem, col. 56.121. Idem, col. 191.122. Idem, col. 200.

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  • LA VIEJA LITURGIA HISPANA Y LA INTERPRETACIN FUNCIONAL DEL TEMPLO PRERROMNICO

    6) Es muy interesante comparar esta ceremonia con la que describe el Antifonario deLen:

    ...distinctis omnibus religiosis lignum sancte crucis levatur a diacono in pateraprecedendo episcopum; et ante eum crux aurea cum reliquiis et evangelio sine operi-mento. Mox autem et ipsut lignum sanctum positum fuerit super aliare, episcopus cumpresbiteris et diaconibus nudis vestigiis ascendunt in pulpitumw.

    7) En la bendicin del cordero.Antequam complet diachonus, uadant ad preparatorio, sanctificentur agni, et sic

    complet diaconust".

    8) En el oficio de mediante die festo.Et dum ventum fuerit ad corum crux illa aurea cum evangelium sedit ad prepa-

    ratorium. El alia crux argentea precedet ante episcopum et precedentes ea descenduntad sedes ubi ipsi infantes postea effetabuntur".

    9) En el crisma de los nios, el sabado en la vigilia de Pascua.Mox ut baptisterium accesserint dispositis masculis infantibus ad dexteram et femi-

    ne levam, inponitur ab episcopo in preparatorio, unde munera levantur, hanc anufo-nam, et progrediunt ad corum simulque ad alta re decantando".

    De todos estos textos se pueden desprender algunas deduciones que nos permiten asegu-rar que no se trata de una sacrista y s de un altar secundario prximo al principal y biencomunicado con el coro'".

    En el texto n 1 se aprecia claramente la diferencia entre sacrista y preparatorio, pues elanillo hay que traerlo desde la sacrista. En el n 5 se ve que el altar conocido como prepa-ratorio por un claro efecto metonmico ha terminado por denominar el espacio que lo alber-ga'". Por la similitud de las formas tanto del espacio como la idea de altar, el texto n 3 esmuy importante pues nos indica cmo los autores se vieron precisados a especificar entre elaltar/preparatorio y el altar principalm.

    Sobre la antigedad de la existencia del preparatorio resulta difcil aceptar afirmacionescategricas. La primera que no es evidente es la de Godoy, pues es cierto que el trmino sloaparece referenciado en los textos de los siglos X y XI, pero, como ya hemos comentado, enesta poca slo aparece en los aludidos y en ninguna otra fuente documental. De tal manera

    123. Brou/Vives -1959/26, p. 272.124. Ferotin -1904/3-, col. 224, nota 1.125. Brou/Vives -1959/26-, p. 208.126. Idem, p. 285.127. Como veremos ms adelante el altar secundario que haba en algunos baptisterios poda ser considerado

    tambin un preparatorio.128. Es lo mismo que el santuario para el altar principal.129. En este mismo sentido debe entenderse el texto n 1 cuando refiere que se trata del altar del preparatorio,

    no del altar por excelencia que es el principal.

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  • ISIDRO G. BANGO TORVISO

    que si se hubiesen perdido estos dos tipos de libros ignoraramos totalmente la existencia delpreparatorio durante estas dos centurias. Al no conservar estos libros litrgicos de los siglosanteriores no hay posibilidad de documentar la existencia del preparatorio. Por otro lado hayalgn pequeo indicio que puede atestiguar la existencia del preparatorio en poca anteriorincluso a la etapa asturiana. La ceremonia de bendecir el cordero (texto n 7) fue reproduci-da por Ferotin de un texto toledano que remontaba al siglo IX o X'", lo que evidencia clara-mente una fuente litrgica forjada en la ms pura tradicin hispana que bien pudo inspirar ala iglesia asturiana! " o desde luego es absolutamente ajena a las contaminaciones carolingiasque pudiera introducirse en Asturias. Sin duda la mejor prueba de su existencia