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INSTITuTO NACIONAL DE ANTrOPOLOgÍA E HISTOrIA

Investigaciones recientes sobrela lítica arqueológica en México

Lorena MirambellLeticia González Arratia

Coordinadoras

Primera edición: 2009

D.R. © Instituto Nacional de Antropología e Historia Córdoba 45, col. Roma, C.P. 06700, México, D.F. [email protected]

ISBN: 978-607-484-573-0

Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, la fotocopia o la grabación, sin la previa autorización por escrito de los titulares de los derechos de esta edición.

Impreso y hecho en México.

Investigaciones recientes sobre la lítica arqueológica en México / coordinadoras, Lorena Mirambell, Leticia González Arratia. – México: Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2010.

160 p.: il.; 23 cm. – (Colección Científica; 561. Serie Arqueología). ISBN: 978-607-484-573-0

1. Lítica – Tipología. 2. Raspadores de maguey (Lítica) – Metztitlán, Hidalgo. 3. Obsidiana, objetos de. I. Mirambell, Lorena, coord. II. González Arratia, Leticia, coord. III. ser.

LC: CC79.5 S7 I58

Índice

IntroducciónLorena Mirambell y Leticia González Arratia 9

La industria lítica Clovis sonorense del Pleistoceno tardío/Holoceno temprano: una mirada desde el sitio Clovis de El BajíoGuadalupe Sánchez y John P. Carpenter 19

La lítica chalchihuiteña del norte de DurangoFernando Berrojalbiz Cenigaonaindia 37

La cadena operativa en la fabricación de máscaras en los talleres de lapidaria de La Ventilla, TeotihuacanJulie Gazzola 61

Obsidian Lapidary without PolishingJohn E. Clark and Phil C. Weigand 79

Los raspadores de maguey de la región de Metztitlán. un enfoque tecnológicoGianfranco Cassiano y Ana María Álvarez Palma 95

La comunidad de producción y el intercambio de instrumentos de obsidiana en Huapalcalco, HidalgoMargarita Gaxiola González 111

Aproximación a una clasificación del material de moliendaMaría Elena Ruiz Aguilar 133

Aprovechamiento de la sílice en las culturas mesoamericanasAdolphus Langenscheidt 147

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IntroducciónEn el valle de Tulancingo existió desde el periodo Arcaico una tradición local de ma-nufactura de instrumentos de obsidiana de talla bifacial (Irwing Williams, 1963) y a partir del Preclásico medio instrumentos producidos con la obsidiana de Tulancingo fueron objeto de intercambio a larga distancia.1 Durante el Epiclásico, esta obsidiana fue explotada y trabajada con intensidad en torno a una co-munidad de producción que abarcó diversos ámbitos urbanos de Huapalcalco, asentamiento dominante de la región durante esta época.

En este trabajo presento una visión de conjunto sobre las características que tuvo la organización de la producción de instrumen-tos de obsidiana de Huapalcalco a partir de

* Dirección de Estudios Arqueológicos, Subdirec-ción de Investigación y Conservación del Patrimonio Arqueológico, inah.

1 La obsidiana de Tulancingo fue intercambiada a larga distancia desde el Preclásico medio con aldeas de la cuenca de México, la Mixteca Alta y los valles centra-les de Oaxaca (Pires-Ferreira, 1975; Boksenbaum et al., 1987). En Teotihuacan fue la tercera obsidiana en im-portancia utilizada (Spence, 1987). En el ámbito del intercambio de larga distancia, en el área maya con el Petén guatemalteco (Moholy Nagy y Nelson, 1990; rice et al., 1985). Durante el Epiclásico, Xochicalco fue una de las ciudades que se abastecía de obsidiana de Tulan-cingo para la obtención de puntas de proyectil (Hirth, 2006). Al parecer hasta el Posclásico tardío se seguía consumiendo (Cruz, 2000; Neff et al., 2000).

las categorías de comunidad de producción y de plaza de mercado. En el enfoque que utilizo para esbozar esta interpretación, la producción, la circulación y el consumo de instrumentos de obsidiana son procesos interrela cionados en el espacio y en el tiempo. La interrelación entre manufactura e inter-cambio se establece en la medida en que este último nace de la división social del trabajo y es un fenómeno intermediario entre la pro-ducción y la distribución. Su intensidad, ex-tensión y forma están determinados por las relaciones de producción.

Lo que crea las relaciones de intercambio no son las propiedades físicas de las mercancías sino las relaciones sociales, históricamente específicas que suscriben esta forma particular de circula-ción (Patterson, 2005: 317-318).

Esta interpretación general se basa en el análisis de datos empíricos procedentes de una diversidad de contextos arqueológicos investi-gados y obtenidos a partir del estudio de: a) la materia prima, que estuvo orientado a la loca-lización y caracterización química de las fuentes de abastecimiento de obsidiana en el sur de Hidalgo, que se sitúan en el entorno geográfi-co regional de Huapalcalco, y b) los contextos ar queológicos con evidencia de manufactura de instrumentos, tanto aquellos de tipo inten-sivo –los talleres– como los de tipo doméstico,

La comunidad de producción y el intercambiode instrumentos de obsidiana en Huapalcalco, Hidalgo

Margarita Gaxiola González*

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todos ellos situados en el espacio urbano de Huapalcalco.

Huapalcalco: una próspera zona productiva y una zona de extracción de materia primaLa zona arqueológica de Huapalcalco se loca-liza en el valle de Tulancingo, cuenca lacustre del Eje Neovolcánico que se sitúa en el extremo nororiental del Altiplano Central. La ciudad fue el sitio dominante de la región de Tulan-cingo durante el Epiclásico y su ocupación ha sido fechada por radiocarbono entre 650 y 900 años d.C. (gaxiola, 1999).2 El asentamiento, con una superficie aproximada de 5 km2, se sitúa sobre la ladera surponiente del cerro del Tecolote, macizo que cierra el valle en su extre-mo suroeste, por donde cruza el camino prin-cipal que comunica el centro de México con el centro-norte de la costa del golfo. La planicie, conformada por sedimentos aluviales cuater-narios, fue muy propicia para su explotación agrícola, y el emplazamiento de Huapalcalco fue especialmente favorable para la agricultura intensiva, por su asociación geográfica con dos de los distritos de riego más ricos y fértiles del valle: el de Zupitlán y el del río grande de Tulancingo. Su práctica está documentada ar-queológicamente, ya que entre los restos botá-nicos recuperados de excavaciones de unidades habitacionales destaca una variedad de plantas de hábitat herbáceo que crecen dentro de áreas de cultivo, sobre todo en las que tienen riego,

2 El espacio geográfico de esta zona arqueológica no fue ocupado exclusivamente en esta época. En los abri-gos rocosos que se encuentran en los acantilados de riolita y que flanquean su centro ceremonial se ha estu-diado una ocupación antigua del Arcaico, fechada alre-dedor de 5 000 años a.C. A la ocupación del Epiclásico le precede una del Preclásico tardío (ca. 150 d.C.), cuya extensión y características aún no han sido estudiadas. En épocas posteriores, una vez abandonada la ciudad epiclásica, entre los años 1250 y 1521 d.C., el antiguo espacio urbano fue reocupado, en forma dispersa, por población de carácter rural de los calpolli pertenecientes a Tollantzinco, asentamiento central del altépetl, situa-do a 2 km al poniente de Huapalcalco.

o bien en zonas húmedas o con suelos saturados de agua (gaxiola, 2001). Además del maíz y del nopal de grana, el cultivo del maguey sobresale por la intensidad con que se practicó esta ac-tividad agrícola, la cual estuvo en estrecha relación con la industria de obsidiana debido a que la manufactura de raspadores de maguey fue una industria especializada en la antigua ciudad (gaxiola, 2005a).

Otro recurso natural importante en la re-gión fue la obsidiana, explotada intensivamen-te como materia prima para la fabricación de herramientas de trabajo. Las elevaciones que limitan el valle hacia el sur, oriente y poniente, con alturas que oscilan entre 2 250 y 3 000 msnm, corresponden en su mayoría a depósi-tos volcánicos de varias edades. Especialmente en las montañas al sureste del valle se han re-gistrado varias localidades con obsidiana, entre ellas destacan El Pizarrín, situada a 2 km al sureste del centro ceremonial de Huapalcalco, así como Tepalzingo, rancho Tenango y El Encinal (gaxiola, 1981; Cobean, 2002). Estas cuatro localidades forman dos grupos quími-cos e integran el sistema de yacimientos de Tulancingo (gaxiola y Nelson, 2005). De todas ellas, El Pizarrín es la localidad con evidencia de explotación más intensiva y, bajo la jurisdic-ción de Huapalcalco, fue la fuente principal de abastecimiento de obsidiana durante el Epiclásico en el valle de Tulancingo.

El sistema de yacimientos de Tulancingo forma parte, a su vez, de una zona más amplia de extracción de obsidiana en el centro de México, caracterizada por Berdan y Smith (2004: 54-55) como una zona clave en el in-tercambio mesoamericano de larga distancia (zocm). Huapalcalco se sitúa en una posición geográfica nodal que favoreció e impulsó el intercambio interregional de obsidiana.

Estas características del medio natural de Huapalcalco, a saber, la cercanía entre la pla-nicie aluvial del valle de Tulancingo y los depó-sitos de obsidiana, propició que en su territorio convergieran dos tipos de áreas de importancia en la interacción económica macrorregional:

Margarita Gaxiola González

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la próspera zona productiva y la zona de extrac-ción de materia prima. Esta circunstancia favo-reció el desarrollo de un sector manufacturero incorporado al espacio urbano y de una plaza de mercado donde confluía una red de caminos que articularon tres medios naturales diversos: el altiplano, la sierra y la costa.

Huapalcalco, una ciudad artesanalHuapalcalco fue un centro artesanal especia-lizado en el trabajo de talla de obsidiana para la manufactura de instrumentos. Su produc-ción, especializada en puntas de proyectil y raspadores de maguey, se centraba en la explo-tación intensiva del yacimiento de obsidiana de El Pizarrín y en el control completo de su proceso productivo. El trabajo manufacturero, cuya evidencia arqueológica está atestiguada por la abundancia de desecho de talla disper-so en toda la extensión de la zona arqueológi-ca, fue una actividad que se realizó en forma intensiva y en una diversidad de contextos dentro de la ciudad. Los resultados del análisis tecnológico de las industrias líticas y su repre-sentación en los contextos en que operaban sus cadenas de trabajo nos han permitido proponer que la producción artesanal en Huapalcalco fue un factor dinámico de su economía, que representó una importante fuente de riqueza. La estrategia de producción que se desarrolló en esta ciudad-Estado tuvo como finalidad la intensificación productiva ligada al intercambio mercantil.

La utilización de la categoría de comunidad de producción tiene como objetivo recons-truir la organización laboral en el ámbito co-munitario, tratando de reconocer formas de articula ción y cooperación más allá de la or-ganización del trabajo individual en cada uno de los talleres o de otras unidades de manu-factura. La actividad manufacturera estuvo organizada en torno a una comunidad de producción centrada en la explotación inten-siva del yacimiento de obsidiana de El Pizarrín, cuyos talleres tuvieron el control completo del proceso productivo. En esta comunidad par-

ticiparon tres tipos de unidades de producción, articuladas por cadenas de cooperación del trabajo de talla: los talleres que representan la producción especializada y las unidades domésticas de consumo productivo. Estos tipos de actividades manufactureras se desarrollaron en el entorno doméstico, pero las unidades productivas especializadas tienen la particula-ridad de estar asentadas sobre la fuente de abastecimiento de materia prima y de incor-porarse espacialmente al ámbito urbano de Huapalcalco como un sector productivo orga-nizado. Por otro lado, las unidades domésticas participaron activamente en la producción, conformando un sector de la comunidad de producción que participaba como consumo productivo.

La división técnica del trabajo: industrias y cadenas operativasAbordo la división técnica del trabajo utilizan-do dos categorías principales: las industrias, que nos permiten clasificar los sistemas técnicos globales, y las cadenas operativas, que facilitan la ubicación de cada contexto arqueológico en un marco general de organización de la ma-nufactura y del uso de los instrumentos (Dobres, 2000:164-182). La reconstrucción de las se-cuencias de reducción en cada unidad manu-facturera, mediante el análisis tecnológico del desecho de talla, permitió enfocar el estudio de la organización laboral en términos de operaciones secuenciales-técnicas de la trans-formación de la materia prima. Los resultados obtenidos son la base para la reconstrucción de la división técnica de la manufactura repre-sentada en las unidades de producción de Huapalcalco.

En el trabajo de análisis lítico considero que las industrias representan una actividad pro-ductiva organizada en torno a un conjunto de operaciones técnicas representativas de una forma común de procesar o transformar un determinado tipo de materia prima en instru-mento de trabajo. Son dos los elementos que tomé en consideración para definir una indus-

La comunidad de producción y el intercambio de instrumentos de obsidiana

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tria de obsidiana tallada: el tipo de materia prima y los instrumentos y conjunto de téc nicas utilizados para su fabricación.

La obsidiana fue la única materia prima usada en la fabricación de instrumentos tallados en Huapalcalco. Este tipo de material permite que el estudio de su explotación y aprovecha-miento como materia prima pueda llevarse a cabo con cierta precisión, ya que mediante análisis químicos de caracterización es posible identificar los yacimientos de obsidiana que fueron fuentes de suministro de materia prima (glascock, Braswell y Cobean, 1998). En el caso de Huapalcalco, este factor es de importancia, dada la diversidad de yacimientos de los que se abasteció su población, por lo que, en relación al origen de la obsidiana, las industrias se agruparon en locales y alóctonas. El estudio de las industrias de obsidiana locales permitió re-conocer la existencia de un sector productivo interno que alcanzó niveles de espe cialización artesanal, mientras que las industrias alóctonas hicieron posible investigar las estrategias de abastecimiento de la materia prima y el inter-cambio de obsidiana.

Identifiqué cinco industrias de obsidiana tallada, cada una de ellas está representada por un tipo de instrumento, por su propia secuencia de reducción y conjunto de técnicas de talla, en la que en forma combinada se utilizaron técnicas de percusión y de presión. Las cinco categorías de industrias son: bifacial (puntas de proyectil y cuchillos), monofacial (raspador de maguey), laminar chico, indus-tria de lascas (raspadores terminales chicos) y navajas prismáticas.

Las industrias de obsidiana local. De estas cinco industrias líticas identificadas, cuatro se utili-zaban en la transformación de la materia prima local: dos de ellas especializadas –bifacial y monofacial– y las otras dos de tipo doméstico –laminar y de lascas–. Las industrias especiali-zadas están tecnológicamente diferenciadas en dos ramas: la industria monofacial destinada a la fabricación de raspadores de maguey y la

bifacial para la manufactura de puntas de proyectil. Se distinguen por tener procesos de trabajo estandarizados, representados por instrumentos con una gran homogeneidad tanto en sus características tecnológicas como formales. La distribución espacial del desecho de talla de estas industrias presenta en super-ficie una distribución diferenciada en altas concentraciones, asociadas a conjuntos habi-tacionales localizados sobre la localidad de obsidiana de El Pizarrín.

La industria de bifaciales presenta una se-cuencia de manufactura que se inicia con el desbaste de nódulos para obtener un artefac-to-base. Se han distinguido tres tipos: la lasca obtenida de nódulos o bloques, que es la más frecuente, la macronavajas de percusión de núcleos cónicos o cilíndricos, o bien, en oca-siones, un bloque o nódulo en bruto. A partir de la reducción del artefacto-base se inicia la segunda etapa de reducción en la que se ob-tiene, mediante el desbaste por percusión directa en ambas caras, una preforma bifacial. Hemos definido tres tipos de preforma de acuerdo con el avance en su reducción. En la última etapa, representada por la preforma 3, se trabaja mediante retoques por presión para dar la forma definitiva a la punta de proyectil; se forma el filo y el área de enmangue median-te la elaboración del pedúnculo y las muescas (figura 1) (gaxiola et al., 1987).

Los instrumentos monofaciales fabricados en los talleres de obsidiana de Huapalcalco presentan gran homogeneidad en sus caracte-rísticas morfológicas y tecnológicas. Se trata de raspadores terminales de forma ojival y tamaño que varía entre 7.5 y 10 cm de longitud, entre 5 y 3 cm de ancho en la extremidad distal, y 2 cm en promedio de espesor. El proceso de manufactura que caracteriza a la industria monofacial de raspadores de maguey está tecnológicamente diferenciado del proceso utilizado para la fabricación de herramientas bifaciales. La secuencia de reducción se carac-teriza por la preparación, por percusión direc-ta, de un núcleo en general de forma cónica

Margarita Gaxiola González

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con plataforma lisa, amplios planos de des-prendimiento y aristas rectas. De este tipo de núcleos se obtenían macronavajas, con la porción distal curva y abultada. una vez obte-nida la macronavaja, se procedía a darle forma al instrumento monofacial mediante un traba-jo inicial de desbaste marginal de la cara dorsal; posteriormente, en la última fase de la secuen-cia, la talla se continuaba con el trabajo sobre la cara dorsal, eliminando el talón liso original para obtener una forma algo puntiaguda en el extremo proximal, porción del instrumento que se enmangaba o por donde se sujetaba. La extremidad distal de la preforma, que es la parte activa del instrumento, se trabajaba hasta obtener una curvatura pronunciada y forma redondeada (figura 2). Estas herramientas de talla monofacial son productos especializados fabricados en las diversas unidades de produc-ción de Huapalcalco y utilizados muy proba-blemente para raspar maguey, uno de los cul-tivos más importantes del valle de Tulancingo en la época prehispánica (gaxiola et al., 1987; gaxiola, 2005b).

He documentado las industrias que considero como domésticas en unidades habitacionales, y los procesos de trabajo que las caracterizan son menos estandarizados. Los materiales es-tudiados permitieron identificar una industria

laminar de núcleos cónicos medianos y una industria de lascas. A partir de nódulos media-nos y pequeños, que por su tamaño no eran utilizados en los talleres, se elaboraron dife-rentes tipos de raspadores más pequeños, así como herramientas informales sobre navajas y lascas (figura 3) (gaxiola y del razo, 2006).

Las unidades de producciónComo resultado del trabajo arqueológico, he definido tres tipos de unidades de producción: a) talleres de manufactura completa especiali-zados (gaxiola et al., 1987; gaxiola y guevara, 1989), b) talleres de manufactura secundaria especializados (gaxiola, 2005b), y c) unidades domésticas manufactureras (gaxiola y del razo, 2006). En este trabajo propongo que estas unidades funcionaron organizadas en dos grandes sectores: el sector productivo especia-lizado y el sector de consumo productivo.

El sector productivo especializado. Los talleres, que se localizan sobre una superficie 1.5 km2 en el extremo sur de la antigua ciudad de Huapal-calco conforman un distrito manufacturero, pues están organizados espacialmente en torno al yacimiento de obsidiana de El Pizarrín. En este sector del sito, el desecho de talla en su-perficie se intensifica y deja de presentarse en

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Figura 1. Preformas.

La comunidad de producción y el intercambio de instrumentos de obsidiana

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Figura 2. raspadores de maguey procedentes de diversos contextos arqueológicos de Huapalcalco.

Figura 3. Secuencia de reducción de las industrias laminar y de lascas de la unidad habitacional B de Huapalcalco. Dibujo de Carlo del razo.

Margarita Gaxiola González

Nódulo

Núcleo cónico

Navaja base

Preforma de raspador terminal

Raspador circular Raspadores espigados

Nódulos vírgenes

Prenúcleos completos con plataforma

Módulos partidosen dos partes

Núcleos multidireccionales

Preformas de raspadoresespigado y circular

Preforma de raspador espigado

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forma generalizada; su dispersión muestra un patrón particular, representado por concen-traciones discretas, asociadas a conjuntos ha-bitacionales. Se registraron seis conjuntos habitacionales-talleres y en dos de ellos se realizaron investigaciones arqueológicas más detalladas (figura 4). Estos conjuntos habita-cionales-talleres eran viviendas domésticas de estructura múltiple con una configuración interna distintiva. Las características arquitec-tónicas, arreglo espacial, forma, cantidad y tamaño de las unidades habitacionales que las integran son diferentes entre sí; también se observa variabilidad en su ubicación y en la densidad de sus concentraciones de desecho de talla (gaxiola, 2006).

El conjunto habitacional-taller de El Piza-rrín presentaba en superficie la mayor cantidad de unidades habitacionales, así como las con-

centraciones más densas de desecho de talla, por lo que se asumió que ahí podía estar repre-sentada la forma más compleja de la organi-zación del trabajo. Por esta razón, se excavó en forma extensiva una unidad habitacional en la esquina sur del conjunto arquitectónico. El conjunto se compone de ocho unidades habitacionales construidas sobre plataformas. Hacia el sur se encuentran dos montículos grandes formados por desecho de talla bifacial, los que a principios del siglo xx ocupaban, cada uno, una superficie de 8 m y una altura de 3 m (Breton, 1978:4) (figura 5). La explo-ración de la unidad habitacional permitió identificar tres tipos de espacios diferenciados: el espacio propiamente habitacional integrado por cuar tos con pisos de estuco y cimientos de piedra, construidos sobre una plataforma. Adyacente a la plataforma y a todo su largo,

Figura 4. Localización de las unidades de producción de obsidiana de Huapalcalco.

Sector OesteSector Este

Cerro del Tecolote

Gran Río de Tulancingo

Zona Arqueológica de Huapalcalco1. Área cívico-ceremonial y habitacional

nucleada. e • Unidad doméstica del Área B2. Área habitacional con alta concentración

de desecho de talla d • Rancho La Cañada3. Yacimiento de obsidiana de El Pizarrín a • El Pizarrín b • La Escondida c • Rancho El Pizarrín

0 500 1000 m

N

La comunidad de producción y el intercambio de instrumentos de obsidiana

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Figura 5. Basureros comunales del conjunto habitacional-taller de El Pizarrín.

se registró un espacio abierto con restos de un piso enlajado y con evidencias de explotación intensiva de vetas de obsidiana. Las huellas de su extracción dejaron ahuecamientos en la roca madre, que fueron rellenados con dese-cho de talla y depósitos de basura especiales.3 En el extremo opuesto al patio se encontró un temazcal, integrado arquitectónicamente al acceso de la unidad habitacional, el que probablemente constituyó una instalación colectiva para la práctica terapeútica (gaxiola, 2001) (figura 6).

En los talleres de El Pizarrín se llevaba a cabo en forma completa el proceso de manu-factura de las industrias especializadas, desde la extracción de la materia prima hasta la ela bo-ración final de los instrumentos. Por las carac-

3 El desecho de talla también fue utilizado intensi-vamente como material de relleno arquitectónico, pero asimismo fue depositado en lugares especiales en la plataforma habitacional.

terísticas de su desecho de talla se ha conside-rado como el taller más productivo de este sector. De la porción excavada se recuperaron de los basureros de desecho de talla 80 838 nódulos. De obsidiana en bruto equivalentes a 1 872 kg de desecho de materia prima.

La Escondida es otra zona de habitación y de trabajo situada sobre la ladera alta de la loma, hacia el noreste del yacimiento y del conjunto de El Pizarrín. Esta unidad está integrada por dos montículos y una vasta zona de dispersión de desecho de talla. una característica distinti-va es su estructura arquitectónica principal que mide 45 por 30 m de lado y tiene una altura de 4 m; está compuesta por una plataforma o ba-samento en cuya parte superior se encuentran dos cuartos construidos en la esquina suroeste y una construcción ubicada en la parte baja de la plataforma. Por su localización, características arquitectónicas y dimensiones, puede conside-rarse un montículo único en su clase, en relación a los de los otros conjuntos habitacionales en

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la zona de talladores; es muy probable que no haya tenido funciones de habitación sino más bien de índole administrativa o ritual. El segun-do montículo es pequeño, de un metro de al-tura, se encuentra en asociación directa con la zona de dispersión de desecho de talla y en su aspecto formal es muy parecido a los montícu-los habitacionales que conforman el conjunto de rancho La Cañada. El área de dispersión de desecho de talla abarca una amplia superfi-cie desde la barranca, la ladera y un extremo de la cima de la loma, con dos concentraciones discretas de acumulación que forman montícu-los con alturas mayores a 1 m. Los desechos de talla indican que ahí se realizaban las dos se-cuencias de reducción de las industrias espe-cializadas, ya que entre los productos desecha-

dos se identificaron tanto preformas bifaciales como raspadores fracturados durante las dis-tintas etapas de su reducción.

El conjunto rancho La Cañada está integra-do por cinco estructuras arquitectónicas, muy probablemente de carácter residencial, y por cuatro concentraciones discretas de desecho de talla de obsidiana. El análisis tecnológico del desecho de talla recolectado sistemáticamente en superficie ha permitido establecer que esta unidad productiva la fabricación de instrumen-tos se especializaba en las dos últimas etapas de manufactura. La producción dominante era la de los cuchillos y puntas de proyectil y la secun-daria era la de raspadores de maguey (gaxiola, 2005b). El hecho de que la manufactura se iniciara a partir de la segunda etapa de las se-

Figura 6. Conjunto habitacional-taller de El Pizarrín.

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cuencias de reducción indica que su funciona-miento dependía de otras unidades productivas del sitio donde se iniciaba el trabajo. Es muy probable que los talleres establecidos sobre el yacimiento de El Pizarrín hayan proveído de núcleos y preformas bifaciales a los artesanos que habitaban en rancho La Cañada, pues se ha determinado que en esos talleres se llevaba a cabo en forma intensiva tanto la extracción de la materia prima como la fabricación de preformas bifaciales y núcleos.

En los talleres, la división técnica por indus-trias especializadas es extensiva a todas las unidades de producción; es decir, en una misma unidad manufacturera se producían tres tipos de productos mediante dos tecnologías diferentes. Se observa, sin embargo, una dife-renciación en relación a la segmentación de la secuencia de reducción, por lo que los talleres asentados sobre el yacimiento en donde la se-cuencia se realizaba en forma completa se han caracterizado como talleres cabecera, que ejercieron el control completo del proceso productivo, mientras que los talleres como el de rancho La Cañada se ubicaron en la cate-goría de talleres secundarios. La producción conjunta de estos dos tipos de unidades era excedentaria, y estaba destinada a satisfacer las necesidades de consumo de la población me-diante el intercambio mercantil.

El sector de consumo productivo: la manufactura en unidades habitacionales. El tercer tipo de uni-dad de producción se estudió en dos viviendas domésticas de estructura simple, localizadas en la periferia del sector urbano nucleado de Huapalcalco, muy cerca de la planicie aluvial, espacialmente fuera del distrito manufactu rero. En superficie no había evidencia de concentra-ciones densas y discretas de desecho de talla, como en el caso de los talleres. Sin embargo, de su excavación se recuperó una gran cantidad de material de este tipo (figura 7). Su estudio ha permitido conocer que un amplio sector de la población campesina que residía en el centro urbano también formaba parte de la comunidad

Figura 7. Desecho de talla característico del sector habitacional de Huapalcalco. a) Nódulo virgen de obsidiana. b) Nódulo con retoque monofacial. c) Preforma bifacial pequeña. d) Lascas de adelgazamiento. e) Fragmento de punta de proyectil. f) Navaja prismática de obsidiana de la Sierra de las Navajas.

de producción y tenía los conocimientos tecno-lógicos y las habilidades indispensables para fa-bricar, usar y reparar sus propios instrumentos.

En este tipo de viviendas tenían lugar procesos de manufactura primaria en indus-trias que denominamos domésticas, como la laminar y la de lascas; se abastecían de nódulos medianos y pequeños, que no eran útiles para la manufactura de los instrumentos especiali-zados, y que eran aprovechados para la fabri-cación de instrumentos más pequeños, de uso doméstico, como pequeños raspadores, nava-jas de percusión y lascas (gaxiola y del razo, 2006). En la unidad habitacional del Área B se encontraron 25 nódulos de obsidiana vír-genes desechados, lo que contrasta notable-mente con la cantidad de 80 838 encontrada en una unidad habitacional de artesanos es-pecialistas en los talleres de El Pizarrín. Otra característica interesante es la presencia de procesos de manufactura secundaria relativos a las industrias especializadas, pues se deter-minó que se abastecían de productos primarios producidos en los talleres como preformas de raspadores de maguey y de puntas de proyec-til. Estos productos primaros eran transforma-

Margarita Gaxiola González

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dos en instrumentos y reparados en las unida-des habitacionales. A esta forma de suministro la llamo consumo productivo.

La comunidad de producciónEn los contextos arqueológicos estudiados detectamos dos tipos de secuencias de reduc-ción: los procesos de trabajo completos y los segmentados, que se dividen en manufactura primaria y manufactura secundaria.4 Esto in-dica que los centros de manufactura no fueron autónomos, sino que estaban articulados mediante cadenas de cooperación del trabajo. Estas formas de articulación constituyen la segunda forma de la división técnica del tra-bajo. Las formas de cooperación del trabajo en que se organizaba han permitido delinear los sectores productivos que integran la comu-nidad artesanal de Huapalcalco.

Creo que es posible reconocer dos niveles de cooperación, el primero de ellos se basaría en el parentesco ya que cada unidad de produc-ción está asociada a un determinado tipo de vivienda, ya sea del tipo múltiple o simple, por lo que el trabajo productivo era proporcionado por las unidades habitacionales donde residían los artesanos, como es común en Mesoamérica. una característica particular de Huapalcalco es que una gran mayoría de las unidades domés-ticas de la ciudad tenían los conocimientos y habilidades para la manufactura de la diversidad de herramientas de obsidiana que se utilizaron en el sitio. Es esta característica la que nos permite en primer término considerar a Huapalcalco como una ciudad artesanal.

El segundo nivel de cooperación operaría sólo como una forma particular de articulación entre los talleres, representados por los con-juntos habitacionales del distrito manufactu-rero. Los talleres como El Pizarrín, que tenían el control sobre la fuente de abastecimiento

4 La primera incluye las actividades que abarcan desde la extracción de la materia prima hasta la reducción de los nódulos a núcleos o preformas, y la segunda corres-ponde a la reducción a partir de núcleos, artefactos-base o preformas para la fabricación de instrumentos finales.

de materia prima y el proceso productivo completo, eran las unidades de producción cabecera, que permitían el funcionamiento de otras unidades de producción donde se realizaba la manufactura secundaria de las industrias bifaciales y monofaciales. El hecho de que cada conjunto habitacional-taller tenga una configuración interna distintiva, es decir, que no compartan patrones residencia-les, sugiere que cada uno de ellos tuvo una identidad particular, e indicaría la presencia de una organización de la fuerza de trabajo en unidades mayores y distinta a la de la familia. Esta organización más amplia de la fuerza de trabajo podría ser similar a la que en la época colonial se conocía como cuadrillas, y que en el Posclásico tardío solía integrarse en grupos de uno a cinco veintenas de trabajadores. Esta forma de organización tenía funcionarios llamados tepixque, “vigilantes de la gente”, que siendo los más conocedores tenían a su cargo el reclutamiento y la distribución de las car-gas de trabajo, bajo el principio de rotación (rojas, 1977:9-18).

Lo que le da un carácter distintivo a la co-munidad de producción de Huapalcalco es, por una parte, la presencia de talleres con procesos de trabajo completos, característica poco usual en la organización laboral de las industrias líticas mesoamericanas; por otra, que el sector consumidor fuera productivo e incluyera a un amplio sector de la población campesina. Características que indicarían además que la producción era una actividad especializada, pero no un monopolio.

En su ensayo sobre la economía prehispá-nica, Carrasco señala que hubo campos de la producción en los que la actividad mercantil pudo desarrollarse y en los que la distribución de la riqueza habría sido el resultado de la ac-tividad mercantil, por lo que:

…la aplicabilidad de distintos conceptos de mercado se tiene que discutir sólo en el caso de algunas materias escasas, como obsidiana y cobre, [y] pensar en la importancia de ahondar en lo

La comunidad de producción y el intercambio de instrumentos de obsidiana

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poco que se sabe de su adquisición y uso, para poder establecer su peso como factor determinan-te para el dominio de la producción y de la eco-nomía en su totalidad (Carrasco 1978:44-45).

En el caso de la comunidad de producción especializada de Huapalcalco, hay varios ele-mentos que permiten caracterizarla como una organización artesanal independiente del sector político de la economía. El primero es la localización de los talleres dentro del espa-cio urbano. Se ha señalado que una de las características de la manifestación arqueoló-gica de una organización artesanal indepen-diente es justamente su disociación espacial con la arquitectura de la elite (Costin, 1991:4-25). Su ubicación, no sólo no guarda ninguna asociación espacial con el sector de la elite, sino que tiene una organización espacial propia e independiente que denota un control directo de la fuente local de abastecimiento de materia prima. El segundo elemento es el relativo al control que los talleres de obsidiana ejercieron sobre el proceso de trabajo com-pleto, como lo indica el estudio de la división técnica del trabajo y de la organización de la producción. El tercer factor sería la presencia de una comunidad de consumo productivo representada por la pro ducción doméstica, cuya amplia y generalizada dispersión espacial indica la participación en el proceso produc-tivo de un importante sector de la población campesina que residía en el centro urbano.

En las formas de propiedad de los bienes producidos por trabajadores manuales especia-lizados organizados como productores inde-pendientes, los artesanos retienen los derechos de transferencia de su producción (Clark y Parry, 1990:297-303). Cuando se trata de pro-ducción de bienes utilitarios destinada para un consumo amplio de la población, su distribu-ción se realizaba a través el mercado; de hecho, su presencia ha sido considerada a menudo como evidencia indirecta del surgimiento de las instituciones de mercado (Costin, 1991). De modo que es muy probable que el mecanismo mediante el cual se distribuía la producción

tanto de productos primarios consumidos por las unidades domésticas como la de los instru-mentos terminados que se fabricaban en los talleres, es decir la producción de esta comu-nidad artesanal independiente, haya sido el intercambio mercantil. La producción espe-cializada de Huapalcalco circulaba probable-mente en tres ámbitos mercantiles: para el consumo interno del área bajo su dominio territorial, para el intercambio interregional y también para el intercambio a larga distancia. una hipótesis es que la principal demanda del consumo interno haya sido la de raspadores de maguey, mientras que las puntas de proyectil fueron los productos principales de expor-tación, cuya presencia ha sido documentada en Xochicalco y Tula (Hirth, 2006; Mastache y Cobean, 1990).

Como hipótesis propongo que el sector de producción especializada de la comunidad artesanal constituía, a su vez, una corporación artesanal, mercantil y tributaria. Se sabe que en épocas más tardías los artesanos especialis-tas agrupados por cadenas de cooperación del trabajo también eran organizaciones tributa-rias, pues se les tasaba colectivamente conforme a su oficio, por lo que en algunos casos estaban organizados en cuadrillas de especialistas para la aportación de tributos en especie y servicios personales (Carrasco, op. cit.: 34). También en el Posclásico tardío los artesanos especialistas vendían ellos mismos sus productos en los mercados y como corporación artesanal-mer-cantil pagaban anualmente tributo al tlatoani (Lockhart, 1999: 265).

Se puede concluir que la reproducción de esta comunidad artesanal no dependía del sector político de la economía debido a que ella era poseedora de sus medios de produc-ción y su producción era distribuida median-te el intercambio mercantil. La intensificación de la producción artesanal, que se manifiesta en formas de cooperación de trabajo articula-das en un sistema productivo, sería evidencia también de una intensificación mercantil y de la producción de riqueza.

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El mercado de obsidiana en HuapalcalcoDesde la época tolteca, de acuerdo con Ixtlil-xóchitl, hubo en Tulancingo un tianguis perió-dico que se celebraba cada 20 días, al que acudían mercaderes de diversas provincias. Menciona que fue una de las inmensas plazas de intercambio, “contada entre las cinco o seis más grandes” del centro de México, entre las que menciona a Tula, Teotihuacan, Cuauh-nauac, Tultitlán y Cholula (Ixtlilxóchitl, 1975: 56-57). El mercado de Huapalcalco tuvo una función relevante en el intercambio de obsidia-na, fue un punto nodal como plaza exportado-ra e importadora dentro de un sistema regional de mercados periódicos interconectados en el centro de México; su carácter de centro artesa-nal sentó las bases para el desarrollo de un mercado especializado en el intercambio de obsidiana. Propongo que este sistema regional comienza a conformarse en el Epiclásico en el marco de un sistema político descentralizado.

El estudio del intercambio de obsidiana en Huapalcalco se basa en la reconstrucción de las industrias de origen foráneo presentes en los diversos contextos arqueológicos estudia-dos. He mencionado ya que además de explo-tar intensivamente el yacimiento local de El Pizarrín, lo que favoreció el desarrollo de un sector de mercado interno, los habitantes de Huapalcalco se proveyeron de obsidiana pro cedente de una gran diversidad de yaci-mientos geológicos, en especial de aquellos que integran la zona de obsidiana del centro de México. Se distinguen tres ámbitos territo-riales de suministro: local-regional, interregio-nal y de larga distancia. En los ámbitos local-regional e interregional, Huapalcalco ocupa una posición geográfica estratégica, lo que favoreció la creación de una red de caminos e impulsó el intercambio mercantil. El merca-do de Huapalcalco articulaba las esferas de intercambio que operaban en el sector central y oriental del centro de México durante el Epi clásico, representadas por tres industrias líticas –navajas prismáticas, puntas de proyec-til y raspadores de maguey– procedentes de

ocho fuentes de abastecimiento diferentes (gaxiola y Nelson, 2005).

Industrias y cadenas operativas de obsidiana alóctonaLa población de Huapalcalco tuvo la necesidad de abastecerse de navajas prismáticas fabrica-das con obsidiana de calidad, ya que la obsi-diana local carecía de las cualidades físicas necesarias para su manufactura. Para cubrir esta necesidad, Huapalcalco se abasteció en seis sistemas de yacimientos, y la obsidiana fue utilizada como materia prima de dos indus-trias: navajas prismáticas y puntas de proyectil. Esta obsidiana llega a Huapalcalco de dos maneras: como ma teria prima procesada o bien como instrumentos terminados. De los sistemas de yacimientos más cercanos, la Sierra de las Navajas y El Paredón, la recibe en forma de productos primarios, mientras que de los más lejanos, como Zacualtipan, Otumba y Zaragoza-Oyameles los recibe como productos terminados (gaxiola y Nelson, 2005). Estas dos modalidades de abasto se presentan en las dos industrias utilizadas: navajas prismáticas y puntas de proyectil, de lo que puede deducir-se que las estrategias de abastecimiento de obsidiana en Huapalcalco están organizadas en torno a una racionalidad bien adaptada a su medio natu ral, en la que se combina la si-tuación geográfica –posición central en la zocm y cercanía de los yacimientos– con la calidad de la materia prima.

En el caso de las navajas prismáticas sólo se observan procesos de manufactura secun-daria con la obsidiana de la Sierra de las Na-vajas y están representados por desechos de talla y nú cleos abandonados en diferentes momentos de la secuencia de reducción (fi-gura 8). Los núcleos prismáticos fueron utili-zados hasta agotarse y posteriormente fueron renovados para la obtención de micronavajas con las que se fabricaron tres tipos de punzo-nes utilizados para sangrías terapéuticas y ri-tuales (gaxiola, 2001). Navajas prismáticas como instrumentos terminados llegaban

La comunidad de producción y el intercambio de instrumentos de obsidiana

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principalmente de Za cualtipan, y en menor cantidad de El Paredón, Otumba y Zaragoza-Oyameles (figura 9).

En cuanto a las industrias de puntas de proyectil, la manufactura secundaria está re-presentada por los nódulos y preformas bifa-ciales de El Paredón y por las preformas bifa-ciales de la Sierra de las Navajas. En cambio, las puntas de proyectil de Otumba, Malpaís y Zaragoza-Oyameles, que corresponden a ámbitos territoriales de suministro más aleja-dos de Huapalcalco, llegaron como instrumen-tos terminados (figura 10).

Esta diversidad de obsidianas foráneas está presente en los distintos contextos habitacio-nales estudiados en Huapalcalco; su inciden-cia, tanto en términos de industrias como de cadenas operativas, tiene un patrón similar. Esto significa que el sector dedicado a la producción especializada no intervino unila-teralmente en estas cadenas productivas, y que el comportamiento de su abasto es similar al del resto de la población. La distribución homogénea de productos foráneos en unida-des habitacionales ha sido considerada como indicador de una circulación que se efectua-ba en el ámbito del intercambio mercantil (Hirth, 1998: 458, 461). Bajo este supuesto podría concluirse entonces que toda la comu-nidad de consumo productivo de Huapalcalco se abastecía de obsidiana en el mercado; es decir, el intercambio mercantil fue el meca-

Figura 8. Núcleos de obsidiana de la Sierra de las Navajas en diferentes etapas de reducción, procedentes de diversos contextos habitacionales de Huapalcalco.

nismo responsable de su distribución tanto de los productos primarios como de los instru-mentos terminados.5 El intercambio mercan-til articula en Huapalcalco la producción es-pecializada y el consumo ya sea del tipo productivo o utilitario, tanto en el sector in-terno como en el externo.

En términos de una racionalidad formalis-ta de la economía, sorprende la gran diversidad de materias primas utilizadas en Huapalcalco para la manufactura y utilización de puntas de proyectil, en vista de la existencia de un sector productivo especializado en esta indus-tria. Esta circunstancia apunta a una ausencia de actividad monopólica de este sector de la producción en el campo mercantil. Este tipo de instrumentos formaba parte importante del armamento ofensivo utilizado en el Epiclásico, como puede apreciarse en los murales de La Batalla en Cacaxtla (figura 11); los dos tipos de puntas ahí representados, tanto las de lanza de átlatl como las de lanza, pueden identificarse arqueológicamente. De hecho, en Huapalcalco se producían ambos tipos. La diversidad de materias primas presente en Huapalcalco indica una vocación mercantil: en este mercado podía satisfacerse cualquier

5 Este mismo patrón de distribución homogénea de obsidiana ha sido documentado en Xochicalco (Hirth, 1998), así como en Chichén Itzá (Braswell y glascock, 2002:41) y ha servido de base para interpretar la moda-lidad del intercambio como mercantil.

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Figura 9. Navajas prismáticas procedentes de la unidad habitacional B de Huapalcalco. a) Navajas. b) Punzones de obsidiana de la Sierra de las Navajas. c) Navajas procedentes de Zacualtipan.

Figura 10. Puntas de proyectil de obsidiana alóctona procedentes de las unidades habitacionales A y B. a) Preforma bifacial. b) Puntas de proyectil de la Sierra de las Navajas. c) Preforma bifaciales. d) Puntas de proyectil de El Paredón. e) y f) Punta de proyectil de Otumba.

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necesidad de armamento, cubriendo una diver-sidad de pre ferencias tanto simbólicas como materiales de las corporaciones militares.

El sistema interregional y las zonas de mercado de obsidianauna de las características de los sistemas de mercado organizados a partir de plazas cen-trales y de instituciones comerciales como la moneda y los mercaderes profesionales es la presencia de zonas de traslape entre las esfe-ras de intercambio, lo que indica que la escala espacial del intercambio excede al de la unidad política (Minc, 2006: 83-86; Smith, 2004: 78-80). En el intercambio de obsidiana, Huapalcalco destaca como un nodo que articula cuatro zonas de mercado de las cinco más importan-tes en esta época, por lo que propongo que durante el Epiclásico y en el marco del sistema político descentralizado que caracteriza a este periodo se inicia el desarrollo de un sistema interregional de mercados (figura 12).

En este trabajo considero que las esferas de intercambio de obsidiana (cf. Braswell, 2003) representan zonas de mercado. En un sentido básico, en torno a cada yacimiento de obsidiana es posible definir una esfera de distribución que le es particular; sin embargo, para demarcar zonas de mercado es necesario considerar adi-cionalmente los factores de la producción me-diante el estudio de sus cadenas operativas.

Con la información que se tiene en la ac-tualidad se puede decir que Huapalcalco es el sitio epiclásico del centro de México que tiene la mayor diversificación en su abastecimiento de obsidiana; sólo Xochicalco rivaliza con él, pues en esta ciudad se utilizaban herramientas hechas con cinco materias primas de obsidia-na diferentes para el consumo interno de la ciudad (Hirth, 1998: 292-294). Aun cuando estos dos sitios tengan en común ser plazas de mercado con diversidad de materias primas, hay que destacar que tanto sus patrones de abasto como la organización de su producción son muy diferentes. La estrategia de abasteci-miento de Huapalcalco se basa en la explota-

Figura 11. Armas ofensivas representadas en los murales de La Batalla en Cacaxtla (tomado de Foncerrada de Molina, 1993: figura 25).

ción directa de su medio natural, ya que se sustenta en un sistema de suministro local-regional cuya producción se destinaba al in-tercambio; proveía para el consumo produc tivo, dado que la obsidiana circulaba como materia prima, como productos primarios y como ins-tru mentos terminados para el consumo utili-tario. En cambio, el abasto de Xochicalco –al igual que el de los sitios de la esfera Coyotla-tleco– tiene un carácter de larga distancia, pues no procede de los yacimientos más cercanos, sino que se utilizaron fuentes de abastecimien-to lejanas, siendo la obsidiana de ucareo en Mi choacán la dominante. La manufactura en sus talleres es secundaria y su producción estaba destinada sólo al consumo interno utilitario.

Algunas investigaciones sobre el intercam-bio de obsidiana durante el Epiclásico con una perspectiva internacional han desatendido el factor de la manufactura, lo que ha conducido a interpretaciones imprecisas sobre las estrate-gias de abastecimiento de puntas de proyectil y raspadores de sitios del centro de México.

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Por ejemplo, Braswell (2003: 139), al analizar el intercambio de obsidiana en Azcapotzalco, interpreta que 30 por ciento de obsidiana de Otumba presente en el sitio significa un des-plome drástico de su utilización en relación al periodo anterior. Sin embargo, si este dato se ana liza considerando las industrias bifa cia les y monofaciales, concluiríamos que en realidad la obsidiana de Otumba se utilizó con inten-sidad en Azcapotzalco, pues consti tuye 60.7 por ciento de la industria bifacial y 85.1 por ciento de la industria monofacial (garcía et al., 1990). Es decir, no se puede hablar de un desplome en su utilización; todo lo contrario, Azcapotzalco se abasteció predominantemen-te de las obsidianas de Otumba-Sierra de las Navajas para las puntas de proyectil y raspado-res. Los datos procedentes de Teotihuacan indican una continuidad del trabajo artesanal especializado en la manufactura de puntas de proyectil; talleres como el de Hacienda Mete-pec (rattray, 1989) fueron los que se encarga-ron de su circulación en las plazas de mercado del centro de México. El patrón de suministro descrito para Azcapotzalco es similar al del valle de Teotihuacan, representado en el sitio de Xometla (Santley et al., 1995), al de las

regiones de Tula (Jackson, 2000a, 2000b) y de Toluca (Benítez, 2002), Xochicalco (Hirth, 2006), Huapalcalco y probablemente en Xo-chitecatl-Cacaxtla (Blanco, 1998). Conocemos su límite noroccidental, que se localiza en la región de Tula, ya que en Chapantongo, al norte de Tula Chico, los instrumentos bifaciales de Otumba-Sierra de las Navajas están ausentes (Fournier y Martínez, en prensa). En los talle-res epiclásicos de bifaciales de Hacienda Me-tepec en Teotihuacan se manufacturaban puntas de proyectil con dos tipos de obsidiana: Otumba, que era la predominante, con 70 por ciento, mientras que para el 30 por ciento restante de la producción se utilizaba obsidia-na de la Sierra de las Navajas (Nelson, 2000). El hecho de que las cadenas operativas de estas industrias confluyan en estos talleres indica que su distribución se realizaba en forma conjunta, por lo que es probable que circula-ran en una misma zona de mercado.

La segunda zona de mercado está integra-da por las industrias bifaciales y monofaciales de obsidiana de Tulancingo y El Paredón. Puntas de proyectil fabricadas en Huapalcalco han sido encontradas en Xochicalco y Tula; aun cuando su distribución espacial coincide

Figura 12. Sistema interregional de intercambio de obsidiana durante el Epiclásico.

La comunidad de producción y el intercambio de instrumentos de obsidiana

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con la zona de mercado de Otumba-Sierra de las Navajas, se considera que forma parte de otra zona de mercado puesto que Huapalcalco es el punto nodal de su manufactura y distri-bución.6 Estas dos zonas de mercado articulan casi en su totalidad la región simbiótica del centro de México.

Las otras zonas de mercado que funciona-ban en el centro de México corresponden a las industrias de navajas prismáticas. La zona de mercado de navajas prismáticas de la Sie-rra de las Navajas, que durante el Clásico fue la dominante en el centro de México, se rees-tructura, presentando patrones heterogéneos de distribución espacial. En el sector occiden-tal del centro de México su consumo se redu-ce sustancialmente al caer de 85-65 a 6-10 por ciento, y es reemplazada por la obsidiana de ucareo procedente de Michoacán. En el sector oriental –en los valles de Teotihuacan y Tulan-cingo–, en cambio, se observa un patrón dife-rente, pues las navajas prismáticas de la Sierra de las Navajas son la industria que predomina en Xometla (53 por ciento) (Santley et al., 1995) y en Huapalcalco representa 30 por ciento (gaxiola y Nelson, 2005).

Otra zona de mercado que cobra impulso durante este periodo es la de Zacualtipan en la sierra al norte, situada en una posición estraté-gica dentro de una amplia zona del nororiente de Mesoamérica, debida a “su doble exposición tanto a la vertiente oceánica como continental” (Fernández Christlieb et al., 2006:479).7 Su

6 La obsidiana de Tulancingo no ha sido todavía identificada en Cerro Portezuelo ni en Azcapotzalco; sin embargo, su ausencia no puede descartarse debido a que el análisis de caracterización química de instru-mentos ha sido aplicado casi exclusivamente a la indus-tria de navajas prismáticas. Desde que se iniciaron estos estudios en Mesoamérica (cf. Pires Ferreira, 1975), se introdujo un sesgo en el muestreo de los artefactos, ya que las muestras examinadas consistían casi sólo en navajas prismáticas, por lo que las otras industrias que-daron excluidas del análisis. Además, todavía se cuenta con pocos estudios sobre las industrias de obsidiana en el centro de México.

7 Braswell (2003: 139) considera que el sistema de yacimientos de Zacualtipán se sitúa en la región Huas-

distribución muestra un patrón oeste-este ar-ticulando justamente el altiplano, la sierra y la costa; abarca desde Toluquilla en la Sierra gorda (Herrera y Mejía, 2006) hasta El Tajín en el centro norte de la costa del golfo (Cruz, 2002). En el centro de México es una obsidiana abundante en Huapalcalco, y en Xochicalco es de segunda importancia (Hirth, op. cit.); su presencia se ha documentado mediante identificación visual en Tula Chico (Mastache et al., 2002:71-72).

un rasgo distintivo del intercambio de ob-sidiana del Epiclásico en el centro de México es la penetración de dos nuevas zonas de mercado, externas a la zocm, las que progresi-vamente van adquiriendo una escala interna-cional en Mesoamérica. ucareo en Michoacán (Healan, 1997) y Zaragoza-Oyameles en el oriente de Puebla (Braswell, 2003) son los ya-cimientos que dan forma a estas zonas de mercado internacionales. Después de la deses-tabilización de Teotihuacan, la obsidiana de ucareo fluyó nuevamente hacia el centro de México y fue la fuente primaria de obsidiana en Tula, Xochicalco y Azcapotzalco en el centro de México; también continuó siendo comercia-da en el occidente de Oaxaca, las tierras bajas mayas y el Soconusco (Healan, 1997). En el centro de México se sitúan los límites de su expansión nororiental y forman un eje norte-sur que corre desde la Sierra gorda, pasa por Tula y llega hasta Xochicalco, incorporando el occidente de la cuenca de México.

La zona de mercado de Zaragoza-Oyameles se sitúa hacia el oriente, fuera de la cuenca. Contaba con una impresionante comunidad de producción integrada por una diversidad de

teca; sin embargo, de acuerdo con la demarcación es-pacial para esta región, propuesta por Zaragoza (2007), esta zona serrana, aunque colindante con el sur, queda-ría fuera ella. Durante el siglo xvi, en esta región fun-cionó una confederación de altepeme de carácter pluriétnico en donde el componente metzca (nahua con elementos otomíes) era el dominante, pero también había población otomí, pame, tepehua y huasteca (Fer-nández Christlieb et al., 2006: 506).

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talleres localizados en torno a los 10 km que separan el yacimiento de obsidiana de la ciu-dad de Cantona, en donde finalizaba el pro-ceso de manufactura (garcía Cook, 2003; gazzola, 2005). La producción de Cantona suministraba navajas prismáticas a la población de la costa del golfo de México, era el princi-pal abastecedor de El Tajín, del oriente del Altiplano central y de la región oaxaqueña (Braswell, 2003; Stark et al., 1992), por lo que esta ciudad puede considerarse como el prin-cipal centro manufacturero de obsidiana del Epiclásico. En el centro de México su demar-cación forma un eje norte-sur desde Huapal-calco hasta Cacaxtla-Xochitécatl y Cholula, su extensión más occidental.

Como se desprende de la distribución espa-cial descrita, las zonas de mercado de ucareo y Zaragoza-Oyameles no se traslapan en el centro de México; el hecho de que ninguna de ellas esté presente en el valle de Teotihuacan indica que esta región forma una frontera entre ellas. La clara demarcación espacial y ausencia de contacto directo que exhiben estas dos zonas internacionales de mercado en el centro de México no significa, sin embargo, que estuvieran desarticuladas del todo. En la región simbiótica del centro de México están articuladas por las zonas de mercado de Otumba-Sierra de las Navajas y de Tulancingo-El Paredón. El traslape con ucareo puede tra-zarse desde el valle de Tula en el norte hasta Xochicalco en el sur; mientras que la articula-ción con Zaragoza-Oyameles se observa desde Huapalcalco en el norte hasta Cacaxtla en el sur. Los dos puntos nodales son Xochicalco en el sur-occidente y Huapalcalco en el nororiente.

Otra dinámica mercantil de importancia se observa en el norte de la región simbiótica, y corresponde a la zona de mercado de Za cual-tipan; conforma un ámbito mercantil inde-pendiente donde se articulan las zonas inter-nacionales de ucareo y Zaragoza-Oyameles. El traslape con ucareo en el occidente se presen-ta en la Sierra gorda y probablemente incluya a Tula, mientras que el traslape entre Zacualti-

pan y Zaragoza-Oyameles se sitúa entre la región de Tulancingo y la de El Tajín, en el centro norte de la costa del golfo.

En el marco internacional y hacia finales del periodo Epiclásico, alrededor del 800 d.C., el intercambio internacional de obsidiana adquiere una escala espacial sin precedentes. El centro más diversificado fue Chichén Itzá, ciudad que en el ámbito mesoamericano ocupa el primer rango como centro de inter-cambio de navajas prismáticas de obsidiana. De las navajas prismáticas que llegaban a Chichén Itzá, 75 por ciento procedía de yaci-mientos geológicos localizados en el centro y occidente de México; en contraste, las tres fuentes más cercanas, en los altos de gua-temala, constituyen la otra cuarta parte del material. Chichén Itzá se abastece de obsidia-na que circula en todas las zonas de mercado del centro de México. La obsidiana mexicana empezó a llegar vía importantes puertos de intercambio localizados en las costas oeste y norte de Yucatán. Por su presencia en Comal-calco (17 por ciento), la obsidiana de Zarago-za aparentemente fue la primera en circular; sin embargo, en el periodo entre 800 y 1 050 d.C., la que predomina es la de ucareo y la de Sierra de las Navajas; pero también hay de Zaragoza, del Pico de Orizaba, El Paredón y Zacualtipan (Braswell, 2003: 140-141; Braswell, y glascock, 2002).

Chichén Itzá reproduce, a una escala geo-gráfica impresionante, la estrategia de abaste-cimiento de larga distancia que se instrumentó en el sector occidental del centro de México, ya que ucareo, la fuente representada con más frecuencia en su colección, es también la más distante, localizada a más de 1 200 km al oeste de Chichén Itzá. Aunque Braswell observa que ninguna entidad política del Epiclásico en el centro u occidente de México pudo ser res-ponsable única del abasto de esta gran diver-sidad de fuentes, todas ellas circulaban, como ya hemos descrito, dentro del sistema interre-gional de mercado del centro de México. La conformación de esta red de intercambio in-

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terregional de obsidiana durante el Epiclásico sentó las bases, sin duda, para el desarrollo de un fenómeno mercantil distintivo en el inter-cambio internacional de obsidiana que crista-liza en el Posclásico temprano y en el que Huapalcalco tuvo un papel destacado.

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Margarita Gaxiola González