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La Biblioteca Mágica

Instrucciones:

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Chicos/as vamos a hacer un nuevo proyecto con motivo del Día del Libro.

Para ello, hemos pensado hacer un Cuento Cooperativo o Cuento Viajero entre todos.

La elaboración de éste será muy sencilla.

Os dejamos a continuación una breve presentación nuestros personajes, el primer capítulo de

nuestra aventura donde planteamos la situación, es decir el inicio del cuento.

Vuestra tarea será realizar un capítulo auto conclusivo del cuento, es decir, vuestro capítulo

comenzará con uno de los protagonistas cogiendo un libro, sumergiendo a todos en aquella aventura que

narre su libro y tenéis que contar todo lo que ocurre hasta que vuelvan a la Biblioteca. Pensad que cada

alumno debe escribir un capítulo y que no puede ser muy largo tampoco.

El capítulo que escribáis debéis mandárnoslo al correo de vuestro tutor/al como fecha límite el día

20 de abril a las 17:00 para que podamos recopilar todos capítulos y poder leerlos en clase el día 23.

Esperemos que lo hagáis con toda la ilusión del mundo porque será un recuerdo maravilloso.

Mucho ánimo que veréis lo bonito que nos queda.

Marina, Elena, Samu y David

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Personajes:

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Rosa Pedro Azu

Rosa es una artista, muy creativa y Pedro es el guaperas del grupo, es muy Azu está un poco “loca”, es muy nerviosa

aporta un poco de color a todo. buena persona y siempre ayuda a sus amigos. y continuamente está riéndose.

Andrés Violeta Izan

Andrés es el lumbreras del grupo, es muy Violeta es la deportista del grupo, le Izan es el friky del grupo, flipa con los.

inteligente y le encanta leer. apasiona jugar en equipo. superhéroes, cómics y videojuego

Jimena Ramón

Jimena es la dueña de la biblioteca mágica, es muy Ramón es el marido de Jimena, es un poco gruñón,

cariñosa, pero sin la dentadura…no se la entiende cuando habla. pero cuenta las historias como nadie.

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Índice

1. El comienzo. David Cea. pág. 6

2. Astérix el galo. Samuel Mora. pág. 12

3. Los seis en acción. Elena Manrique. pág. 16

4. Un día Oceánico. Mara Arias. pág. 18

5. Un dragón Marino. Sandra Balaguera. pág. 20

6. Escamas y peces. Claudia Blasco. pág. 21

7. Tierra Zombie. Pablo Calatayud. pág. 23

8. Las máscaras escondidas. Diego Castaño. pág. 24

9. Nunca me gustó perder. Carolina de la Peña, David y Choco. pág. 26

10. La pirámide secreta. Enrique Fernández Massa. pág. 27

11. El fénix legendario y el amuleto mágico. Sergio Gómez. pág. 28

12. La apariencia engaña. Lucía Herráez. pág. 30

13. El atraco al banco fantasma. Diego Marín. pág. 31

14. La montaña del abismo. David Martín. pág. 33

15. El laberinto de las tres cuevas. Eva Mena. pág. 34

16. Aventuras en el Everest. Cristina Mínguez. pág. 36

17. La desaparición de los niños dentro del cuadro. María Muñiz. pág. 38

18. El mejor Vengador. Elías Orellana. pág. 40

19. Los amigos y los animales. Lucía Orta. pág. 41

20. El lago piraña. Nicolás Pareja. pág. 43

21. El bosque fantástico. Inés Pérez. pág. 45

22. Las aventuras submarinas. Paula Rivas. pág. 46

23. Izan, el loco de los cómics. Adrián Sánchez. pág. 49

24. Capítulo Final. Todo llega a su fin. Marina del Barrio pág. 50

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Capítulo 1

EL comienzo…

Chicos os vamos a contar una historia…

Un día como otro cualquiera sonó el despertador de Izan a las ocho de la

mañana, le costó mucho no, muchísimo levantarse, normal, la noche anterior había

estado leyendo sus cómics de superhéroes y como le gustan tanto no miró el reloj y

se durmió muy tarde. Se levantó a oscuras y cogió su ropa para ir al baño a asearse y vestirse. Cuando

terminó, bajó a la cocina para desayunar. Izan ya tiene 10 años y suele prepararse el desayuno solo. El caso

es que como estaba tan dormido no se dio cuenta que allí no estaba ni su padre ni madre para desayunar

con él… Terminó de desayunar y volvió a su habitación para coger sus cosas para irse al cole. De camino a

su habitación, se cruzó con su madre, quien le preguntó:

- Izan, cariño ¿qué haces levantado tan pronto?

- Voy al cole, mamá- contestó Izan mientras bostezaba.

- Izan cielo, ya no hay cole, estamos de vacaciones.

Izan no se lo podía creer, como ayer estuvo hasta tan tarde leyendo se le olvidó quitar el

despertador, ¿qué iba a hacer a esas horas? Se cambió de ropa, se puso su camiseta favorita de Zelda cogió

su bicicleta y se fue a buscar a Violeta. A esas horas seguro que ya estaba despierta.

Cuando Izan llegó a casa de Violeta, estaba entrenando. Violeta no se salta nunca un

entrenamiento ni siquiera en vacaciones. Cuando sea mayor quiere ser como Cristiano Ronaldo aunque ella

es muy del Atleti, porque nunca se rinde y porque cuando era un bebé su padre le dormía con el himno.

Violeta dijo Atleti antes que papá.

- ¿Qué haces por aquí Izan?- pregunta casi sin aliento Violeta.

- Vengo a ver si te apetece que busquemos a los demás y hacer algo divertido con ellos.

- La verdad es que yo acabo de terminar de entrenar y no tenía nada pensado. ¡Me parece una

idea estupenda!

Cogieron sus bicicletas y se fueron a buscar a Azu. Azu estaba en su casa colgada boca debajo de un

árbol, con los ojos cerrados y en absoluto silencio.

- ¡¿Qué haces?!- gritaron a la vez Izan y Violeta.

Azu se asustó y cayó al suelo, menudo trompazo se pegó.

- ¡Qué susto me habéis dado! Vaya golpe me he dado, me va a salir un chichón de los buenos. - dijo

Azu mientras se frotaba la cabeza.

- Es que no sabíamos que estabas haciendo… a ver ¿qué nueva locura se te ha ocurrido ahora amiga?

– preguntó Violeta entre risas.

- Nada es que he visto un tutorial en internet que dice que si meditas boca abajo durante diez

minutos puedes ver en la oscuridad como los murciélagos.

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- A mí eso me parece una locura, si fuese así Batman ya lo habría hecho- dijo Izan lleno de razón.

- Si tú lo dices… nos vale. Azu ¿te vienes con nosotros a buscar a Andrés y Rosa? – preguntó Violeta.

- ¡Vale! ¿Y qué vamos a hacer? - preguntó con curiosidad Azu

- El otro día Andrés me contó por teléfono que quería ver algo a las afueras del pueblo… no le hice

mucho caso porque jugaba el Atleti la final de Champions y es que no se le ocurre a nadie interrumpir en

una ocasión así- dijo Violeta.

- Bueno chicas, nos vamos- dijo Izan.

Cuando llegaron a casa de Andrés, él estaba con Pedro, ¿qué hacía Pedro allí? Pedro es el chico más

guapo de Primaria, de Primaria y de la E.S.O., bueno no, de Primaria, la E.S.O. y Bachillerato, pero tenía un

problema, se le daban fatal las matemáticas. Por eso la madre de Pedro le pidió a la madre Andrés que por

favor su hijo ayudase al suyo con las mates. La verdad es que a Andrés esto no le hizo mucha gracia porque

Pedro a veces es un poco chulito y él no lo soporta a los chulitos.

- ¡Hola Andrés! ¿Qué haces? - Pregunta Azu.

- Nada, le estoy explicando las Mates a Pedro, es que como ha suspendido… de premio mi madre ha

tenido una idea maravillosa, ¡me ha hecho madrugar para explicárselas durante todo el verano! - Contesta

Andrés con sarcasmo.

- Anda no te quejes, ¿Qué ibas a hacer sino? Pasar el día, con el friky y la rara y…

- ¡A ver qué vas a decir que te hago un Uraken, que te enteras! - le interrumpe bruscamente Violeta.

- Que haya paz. - dice sosegada Azu.

- Andrés le estaba comentado a éstos que podíamos ir a ver lo que me comentaste de las afueras del

pueblo. - comentó Violeta.

- ¡Ah, sí! ¡Qué gran idea! A ver os comento hace tiempo, una noche, pasé con mi bici por una casa

que estaba medio abandonada, daba un poco de cague porque la casa tenía un aspecto un tanto tétrico y

no había mucha luz y me pareció oír unos ruidos muy raros, el caso es que me iba a disponer a entrar

cuando de pronto… ¡Miaaaaa! Salió un gato de entre los cubos de basura y me asustó, el caso es que se me

quitaron las ganas de entrar solo, jajajajaja.

- ¡Eres un cagueta! - dijo Pedro entre risas.

- Sí, bueno, un poco- Pero yo por lo menos dejé de contar con los dedos hace tiempo. -replicó

Andrés.

- ¡Pues a mí me parece un planazo! Podemos ir a investigar- dijo emocionado Izan.

- Venga ya tenemos plan – dijo Pedro.

- ¿Tú? – exclamaron el resto.

- ¡Pedro, tú no vienes! - dijo muy serio Andrés.

- A ver si yo no voy, ¿quién os sacará del apuro? necesitaréis a alguien con experiencia – dijo

petulantemente Pedro.

- Pues lo llevamos claro, no sé si cabremos todos allí porque su ego no entrará por la puerta. -dijo

Izan entre dientes.

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- No te quejes friky que veras que bien lo pasamos- contesta Pedro mientras le abraza por el cuello y

frota su cabeza.

Es lo que tiene Pedro que es tan canalla que al final convence al todo mundo, en el fondo no es mal

chico, un poco picajoso nada más.

Los chicos iban a coger a sus bicicletas cuando Izan levantó la mirada y vio a Rosa, la vecina de

Andrés. Y automáticamente dejo de escuchar a los demás. Izan cada vez que iba a casa de Andrés se

asomaba a ver si estaba su vecina Rosa, la verdad es que no es nada guapa, pero tiene algo que a nuestro

amigo le encanta. Entonces, Pedro se percató de la situación.

- ¡Friky, que te has quedado embobado! – le dice con media sonrisa. ¿Por qué no le dices que se

venga?

- Que va- contesto Izan intentando evitar su aparente vergüenza.

- Ya se lo digo yo, no te preocupes- dijo Pedro mientras le guiñaba un ojo.

Pedro fue a casa de Rosa y toco el cristal de la ventana de su salón. Rosa estaba pintando un bonito

cuadro, le encanta pintar cuadros y regalárselos a los abuelos de la Residencia del pueblo. Rosa abrió la

ventana con una sonrisa.

- ¡Hola Pedro! - saludó Rosa.

- ¡Hola Rosa! Mira que estoy aquí con mis amigos y hemos pensado que porqué no te apuntas con

nosotros a dar una vuelta en bici hasta el final del pueblo.

- Eso suena genial- contestó Rosa. ¿Me esperáis que pida permiso a mi madre y coja la bici?

- Claro- Contestó Pedro con una sonrisa mientras le guiñaba un ojo a Izan sin que Rosa se diese

cuenta.

Una vez que Rosa tuvo el sí de su madre el grupo de amigos cogieron sus bicis le explicaron a Rosa

el plan y se fueron a la misteriosa casa.

La casa ciertamente no estaba muy cuidada, la verdad, la madera del porche se veía un poco vieja,

las ventanas tenían unas cortinas poco modernas, el jardín estaba asilvestrado… daba un poco de respeto

entrar y eso que era de día.

Pedro dejó su bici a un lado y observó la casa

- ¿Entramos? - dijo éste desafiante.

- Pues claro que entramos- dijo Violeta.

Entraron por una ventana que estaba medio abierta y aunque era de día no pasaba mucha luz,

debido a las cortinas antiguas que cubrían las ventanas, empezaron a inspeccionar la parte debajo de la

casa, cuando de pronto Pedro dijo:

- ¿Esto es todo? - Preguntó con su chulería habitual.

- Que pesado eres. - le dijo contestó Andrés.

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- ¡Pesado tú! - replicó Pedro mientras le empujaba.

Al hacerlo Andrés golpeó con su espalda una puerta y cayó escaleras abajo.

- ¡Oh, Dios mío! ¿Qué has hecho animal? -

Los amigos fueron a socorrerle, pero Andrés estaba bien. Cuando se dieron cuenta estaban es un

sótano enorme a oscuras.

- ¿Dónde hay una luz? - Pregunto nerviosa Azu.

Izan encontró un interruptor y vieron una Biblioteca enorme.

- ¡Hala que de libros! - dijo Rosa.

- Es verdad, hay un montón y hay de todos los géneros- dijo Violeta.

- Mira este parece de aventuras, pero solo por el título “La Montaña del abismo”, pero no tiene

letras- dijo con entusiasmo Izan.

- Y este de misterio “El secreto tras la puerta” tampoco tiene…

- ¿Quiénes sois? ¿Qué hacéis aquí? - dijo una voz grave y ronca.

Los chicos se giraron y vieron dos siluetas una enorme y otra más pequeña. Eran dos personas

mayores.

- ¿Qué hacéis en nuestra casa?

Nuestros amigos no supieron reaccionar. Solo Pedro fue el único que intentó salir del paso.

- Es que estábamos jugando en la calle y se nos ha colado la pelota y como nadie contestaba,

pensamos que la casa estaba abandonada.

La mujer miraba a Pedro con ternura, porque no se lo creía ni él lo que había dicho.

- Cálmate Ramón, no ves que son niños…- dijo la mujer misteriosa con una vez graciosa, graciosa

porque casi no se le entendía lo que decía. Ya veo que habéis encontrado nuestra biblioteca. La verdad es

que hace mucho que no bajaba aquí, creo que tendré que poner un poco de orden. Estos libros llevan

conmigo casi una vida entera, y es el tesoro más grande que tenemos. Uy, ya veo que habéis echado un

vistazo al alguno.

- Sí señora, lo sentimos mucho- Contesta avergonzado Andrés.

- No pasa nada hace mucho que mi gruñón marido y yo no tenemos visita, mi nombre es Jimena y

vosotros, ¿cómo os llamáis?

Izan, Violeta, Azu, Rosa, Andrés y Pedro dijeron uno a uno.

- Encanta de conoceros chicos. Esta es nuestra biblioteca, aquí Ramón y yo hemos pasado los

mejores años de nuestra vida gracias a estos libros….

- Pero, si los libros no tienen letras, ¿cómo los leéis? - Pregunta con curiosidad Azu.

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- Muy sencillo, ves la cubierta del libro tiene una hendidura, ¿verdad? - preguntó con una sonrisa

Jimena

- Sí -contestó intrigada Azu

- ¿Cómo se llama el libro que has cogido? - preguntó Jimena.

- El tesoro de la selva- Contestó Azu

De pronto Jimena se desabrochó el botón de su camisa y saco un colgante. Cogió el libro que Azu

sujetaba en sus manos, colocó en la hendidura de la cubierta del libro lo abrió y comenzaron a aparecer

letras. Jimena comenzó a leer el libro y de pronto la habitación se iba cambiando el ambiente se volvía más

húmedo y las paredes se humedecían cuando se quisieron dar cuenta estaban en el corazón de la selva.

- ¿Dónde estamos? - Preguntaron los chicos.

- Estáis en el Amazonas- Con una sonrisa contestó Jimena.

Los chicos dieron una vuelta por allí, vieron los enormes árboles, los animales, encontraron una

canoa y dieron un paso por el río. Mientras Jimena iba leyendo y según iba leyendo las cosas iban

apareciendo en su camino. Que si una catarata, que si un oso hormiguero, que si una familia de flamencos…

nuestros amigos estaban encantados. Pero de pronto llegaron a una cueva muy oscura, según el libro

dentro de la cueva estaba el tesoro más valioso jamás encontrado. Se adentraron en la cueva y estaba muy

oscura, menos mal que Jimena llevaba cerillas, ya que cocina con gas. Llegaron hasta el final de la cueva y

allí les aguardaba un cofre al abrirlo vieron que estaba lleno de monedas de oro. Los niños se pusieron muy

contentos.

- ¡Madre mía es el día más feliz de mi vida!,- dijo a gritos Pedro loco de la emoción.

Los niños se estaban llenando los bolsillos y cuando de pronto Jimena lee: “Una enorme serpiente

custodiaba el más valioso de los tesoros”. Los niños alzaron la mirada y una enorme serpiente apareció.

- ¡Mamá! - Gritaron despavoridos.

Salieron de la cueva, casi sin aire incluso Jimena y Ramón que para la edad que aparentaban tenían

una gran agilidad. Los chicos salieron un poco asustados.

- Por favor, Jimena sácanos de aquí-dijo Violeta.

Jimena cerró el libro y volvieron a aparecer en la biblioteca. Los niños más tranquilos empezaron a

reírse.

- Rosa e Izan vaya cara habéis puesto con la serpiente, os habéis cogido y todo de la mano

tortolitos. - Dice Pedro mientras lanza besitos.

- Ya, pero nosotros no nos hemos hecho caca encima. - Contesta Rosa mientras le señala los

pantalones a Pedro.

- ¿Cómo? Las monedas… son de chocolate.

Los amigos se empezaron a reír.

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- Tendré que irme a mi casa a cambiarme- dice apenado Pedro.

- Nos vamos todos yo creo. ¿Jimena podemos volver mañana? - Pegunta Violeta.

- Vale, pero venid después del café que Ramón se echa la siesta.

Así los seis amigos se fueron a casa deseando que llegase el día siguiente para vivir más aventuras

con Ramón y Jimena.

David Cea

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Capitulo 2

Astérix el galo

Cuando Andrés llegó a su casa no pudo parar de darle vueltas a la cabeza,

tenía los ojos como platos, le encantaba la lectura y no paraba de imaginarse que

libro quería elegir al día siguiente. No sabía si escoger uno de aventuras, uno de

detectives, de historia… Había tantas posibilidades y a cuál mejor… que no podía

pegar ojo.

A la mañana siguiente, se despertó con unas ojeras de tanto pensar y soñar toda la noche, no se

durmió hasta que contó 100.000 ovejas. Desayunó muy deprisa, se aseo y justo antes de terminar sonó la

puerta.

- ¿Quién será? - pensó Andrés

- ¡Son tus amigos! - le dijo su madre.

- ¡Te hemos estado esperando mucho tiempo! - dijo Rosa.

- ¡Tronco! Habíamos quedado allí… ¿Se te ha olvidado? - le dijo Pedro.

- Me ha costado tanto dormirme, que al final me he levantado tarde. - dijo Andrés.

Sus amigos habían estado esperando a Andrés más de una hora, en casa de Azu, estaban todos tan

nerviosos que decidieron ir a su casa a buscarle.

Cogieron sus bicis y se fuero dirección a la casa de Jimena y Ramón, pero por el camino vieron una

tienda de juguetes y decidieron hacer una pequeña pausa en su camino. Había una colección completa de

figuras antiguas, a cual más bonita… Pero a Andrés le llamo la atención unas muy bonitas sobre el Imperio

Romano.

- ¡Buahhh, que pasada! – Dijo Pedro.

- ¡Hay un montón de súper héroes! – Dijo Izan.

- ¿Cómo las habrán pintado siendo tan pequeñas? – Dijo Rosa.

- Jajajajaja, ¡me encantan todas! – Dijo riéndose Azu.

Tras este alto en el camino, decidieron seguir su camino, pero Andrés no paraba de imaginarse

cómo sería el Imperio Romano.

Cuando llegaron a casa de Jimena y Ramón, tiraron sus bicis en el jardín y empezaron a llamar

insistentemente a la puerta.

- ¡Pfrsjndoe juhbuion jjis, tan pronto! – Dijo Jimena.

- ¿Perdona, qué has dicho? – Dijo Violeta, con cara de asombro.

Entonces Jimena metió la mano en un bata y sacó una caja morada. La abrió y allí estaba su

dentadura. Abrió la boca de par en par y se la colocó.

- ¡Creo que tengo ganas de vomitar! – Dijo Izan llevándose las manos a la boca.

- ¿Qué hacéis aquí, tan pronto? – Repitió Jimena.

- ¡Hemos venido en busca de nuevas aventuras! – Dijo Pedro emocionado.

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- Pasar… pasar, pero cuidado con Ramón que está haciendo Yoga en el salón y no le gusta que le

molesten – Dijo Jimena.

Todos entraron de puntillas y cuando pasaron por el salón nadie se atrevió a mirar lo que estaba

haciendo Ramón, pero Violeta se quedó como una estatua y la boca le llegaba hasta el suelo, al ver que

Ramón estaba boca abajo y haciendo el pino con dos dedos.

- ¡Flipa, con el abuelo! Jijijijiji – Dijo con su risa contagiosa.

Entonces Ramón se desconcentró y se pegó tal costalazo, que empezó a gritar:

- ¡Violetaaaaaaaaaa… como te pilleeee!

Violeta salió corriendo sin poder parar de reírse, juntándose de nuevo con el grupo. Llegaron a la

biblioteca y todos se pusieron a buscar entre los polvorientos libros. Andrés se puso como un loco a buscar

un libro de romanos, miró en una estantería, salió corriendo a la de enfrente, subió una escalera, miró

entre los libros de la mesa… y nada, no encontraba ninguno sobre Roma.

De repente miró en la sección de los cómics y allí encontró uno que ponía: “ASTÉRIX EL GALO”. Lo

cogió muy nervioso y dijo:

- ¡Este, este, este… Jimena…esteee!

Jimena le miró con una sonrisa y sacó su colgante y lo introdujo en el libro.

Aparecieron en medio de un bosque, sus ropas habían cambiado, lucían unas mayas muy sexis, una

camiseta de tirantes y un casco de hierro con unas alas.

- Vaya tipín que lucís todos – Dijo Pedro.

- ¡Pues tú no te has visto majo! – Contestó Azu.

Pedro se puso colorado como un tomate y empezaron a andar. A lo lejos vieron un pequeño

pueblo, así que decidieron acercarse a él. Cuando llegaron a las puertas del poblado había un cartel que

ponía:

BIENVENIDOS A LA GALIA.

Azu se sentía en su salsa, porque todo el mundo, estaba más para allá que para acá. Olía fatal y

parecía todos muy brutos.

De pronto un perro blanco diminuto que correteaba por allí saltó a los brazos de Rosa y empezó a

lamerle la cara muy contento.

- ¡Ideáfix! – Dijo una voz grave y lenta.

Cuando levantaron la cabeza del suelo…siguieron subiendo… siguieron subiendo…

- ¡Madre mía que tío más grande! – Dijo Andrés.

- ¡Y tan gordo! – dijo Violeta.

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Era un hombre enorme, en todos los sentidos, pelirrojo y con bigote. Tenía dos largas trenzas, con

un lazo negro. Y unas mayas XXXXL de rayas azules y blancas. De repente los miró y les dijo:

- Hola, chicos…me llamo Obélix y este es mi perro Ideáfix – Dijo con un ritmo muy lento.

Entonces apareció otro tipo más pequeño, mucho más pequeño, rubio y también con bigote.

Llevaba unas mayas rojas y una camiseta negra. Las alas de su casco eran enormes.

- Hola, me llamo Astérix… ¿no seréis romanos disfrazados, verdad?- Dijo chascándose los nudillos.

- No, no, no…tranquilo- Dijo Pedro tembloroso.

- Bien, pues acompañarme que les voy a presentar al Jefe del pueblo.

Madre mía, en qué momento…según iban caminando, había un alboroto… que brutos eran todos.

Cuando llegaron a ver al Jefe del pueblo todos se pusieron a cantar en círculo, a brindar y muy contentos,

ya que habían cazado un montón de jabalíes y los estaban cocinado para comérselos. Entre la multitud

apareció un hombre gordo y bajito montado encima de un escudo, se paró delante de ellos y les dijo:

- Forasteros, si no sois romanos…os recibimos con los brazos abiertos, comer cuanto podáis que

mañana nos esperan los romanos…

Se sentaron en el círculo y se pusieron a comer como los demás, pasándoselo pipa junto a los galos.

De repente, se hizo el silencio y apareció un hombre cantando.

- La, la laaaaaa- Cantaba el hombrecillo.

- ¡Asurancetúrix, cállate, que les vas a asustar! - Dijo Obélix.

Cogió un pedrusco enorme, que llamaban Dolmen, y le subió a lo alto de ella, con una mordaza en

la boca.

- Así no molestará más – Dijo Astérix riéndose.

A la mañana siguiente, cuando se despertaron vieron que todos los galos formaban una fila, y al

fondo de ella había un anciano, con las barbas muy largas repartiendo una pócima.

- Astérix, ¿qué está repartiendo ese anciano? - Le preguntó Andrés.

- Ese señor, es nuestro druida y se llama Panorámix- dijo Astérix.

- ¿Pero qué les reparte? - dijo Rosa.

- Es nuestro mayor secreto, nuestra pócima mágica, que nos da una fuerza descomunal para poder

vencer a los romanos. - Dijo Astérix.

- Pero Obélix, se cayó de pequeño en la marmita y por eso es tan grande y tan fuerte- Dijo Astérix.

- ¡Caramba, seguro que eso me haría tan fuerte y rápido como Cristiano! - Dijo Violeta.

Todos salieron a cazar jabalíes al bosque. Cuando estaban allí, un grupo de romanos les rodeó con

sus escudos, eran cientos… Pero Astérix y Obélix se pusieron súper contentos, empezaron a repartir

mamporros por todos los sitios. Los chicos y chicas se quedaron asombrados de ver como luchaban…. PIM…

PUMMM…PAMMM!!

Aprovecharon ese alboroto para pedirle a Jimena que les sacará de allí. Así que Jimena sacó su

colgante del libro y por arte de magia aparecieron de nuevo todos en la biblioteca.

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Cuando cogieron sus bicis para volver a casa, iban recordando lo bien que se lo habían pasado:

- ¡Ha sido increíble! - Dijo Izan.

- Lo tenemos que repetir- Dijo Andrés.

- Siii… pero la próxima vez sin mayas… por favor- Dijo Pedro.

- Jajajajajajajajajaja- Empezaron todos a reírse.

Samuel Mora

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CAPÍTULO 3

LOS SEIS EN ACCIÓN

Érase una vez una adorable y cariñosa anciana que cogió un cuento para

contárselo a su nieta. Jimena era la dueña de la biblioteca del pueblo y todas las

tardes cuidaba allí de su nieta pequeña, que era muy aficionada a las novelas de

aventuras. Antes de que su madre viniera a recogerla, siempre le pedía a su

abuela que le contara alguna historia trepidante. Y así lo hizo, escogió una que

se llamaba “Los seis en acción”. Solo con el nombre, la niña se quedó entusiasmada e impaciente le pidió

que empezara.

Una calurosa tarde de verano Rosa y Azu habían ido al antiguo lavadero para planear su siguiente aventura.

Mientras se remojaban en el agua de aquella improvisada piscina empezaron a imaginar una cabaña en

medio del bosque. Allí se resguardarían del calor y tendrían un lugar donde reunirse.

– ¿De dónde vamos a sacar los materiales? – Dudó Azu.

– ¿Por qué no hacemos una batida por todo el pueblo y cogemos cosas para construir nuestra cabaña? –

Preguntó emocionada Rosa.

– Claro, seguro que algún mueble nos encontramos: una silla vieja, algún tablero…– Respondió la primera.

– Y palos del bosque, alguna rueda que hayan abandonado... Mis tíos seguro que en el trastero tienen algo

que nos pueda servir. Pero solas no vamos a poder con todo… – Comentó Rosa.

– ¡Tenemos que convencer al resto para que nos ayuden! – Exclamó Azu.

Se fueron las dos corriendo a coger sus bicis para ir a buscar a sus amigos y contarles la increíble idea que

habían tenido. Ya sabían donde querían construir su pequeña guarida, aprovecharían unos recovecos que

hacen los árboles a la orilla del riachuelo, así podrían refrescarse y chapotear en cualquier momento.

En menos de dos minutos llegaron a casa de Andrés, llamaron a su puerta y les recibió su padre. Les dijo que

estaba en la planta de arriba leyendo, para no variar y les invitó a entrar. Raudas subieron los peldaños de

dos en dos y, efectivamente, tumbado en el suelo con el libro en la mano se lo encontraron.

– ¡Andrés! ¡Andrés! ¡Tenemos una ideaza y necesitamos tu ayuda, corre, ven! – Gritó emocionada Rosa.

– ¿Pero qué habéis comido? ¿Lengua? – Preguntó sin quitar la mirada del libro.

– ¿Quieres escucharnos? Para un momento de leer, jolín. – Le respondió Azu, que consiguió llamar su

atención. – Vamos a… ¡Construir una cabaña! – Y aplaudió emocionada.

– ¡Uala! ¿En serio? ¡Cómo mola, me apunto! – Exclamó.

Cogió su bocata y salieron los tres pitando a casa de Izan. Sabían que iba a ser el más difícil de convencer, ya

que no es muy aventurero y los bichos del campo le dan asco. Tenían que vendérselo como si se tratara de la

guarida del mismísimo Batman. Pedalearon tan rápido como pudieron y allí se presentaron.

Al principio se hizo el interesante, haciendo ver que eso era cosa de críos y él tenía temas de superhéroes

más importantes que resolver. Sin embargo, en cuanto Azu mencionó que podría poner de decoración sus

figuritas, se le iluminaron los ojos y accedió con una gran sonrisa.

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Ya solo faltaban dos. El siguiente que irían a buscar es a Pedro, pero de camino se lo encontraron echando

unos toques con la pelota junto a Violeta en la plaza.

– 97, 98, 99 y … – Contaba Pedro.

– ¡Cabaña! ¡Cabaña! ¡Cabaña! ¡Cabaña! ¡Cabaña! – Gritaron los cuatro al unísono cuando se le cayó el

balón al suelo.

– ¿Pero qué hacéis? ¡Nos quedaba uno para llegar a 100! Siempre igual… – Se quejó él.

– ¿Por qué decís todo el rato cabaña? – Los miró desconcertada Violeta.

– No sé qué mosca les habrá picado – Bufó Pedro.

– ¡Cuando lo oigas quitarás ese ceño fruncido, te lo aseguro! – Exclamó sonriente y segura Azu. – Queremos

construir una cabaña en el bosque. Cerca del arroyo para poder bañarnos. Pondremos las figuritas de

Andrés de decoración y también queremos…–.

– ¿Estás diciendo de hacer una cabaña en el bosque al lado del río y con los muñecos de superhéroes?

¡Haber empezado por ahí! – Se llevó las manos a la cabeza Pedro. – ¡Claro que me apunto, contad con mis

musculitos para construir la cabaña! –.

– Sí, porque como tenga que ser con tu cerebro… – Contestó Izan vacilándole.

– ¡Pues manos a la obra! ¡Vamos! – Añadió Violeta efusivamente.

Los seis se pusieron en acción y en menos de dos horas habían conseguido dos ruedas de coche desgastadas,

una de tractor abandonada, varios listones de madera, un sillón medio roído y una mesilla de noche coja.

Guardaron todo en el patio de Rosa, cogieron varias herramientas de su padre y se fueron al bosque.

Una vez allí, limpiaron el suelo de ramas caídas y podaron algún que otro arbusto con espinas. Con las

tijeras de podar casi se accidentan, ya que Pedro quiso presumir de fuerza y casi se corta un dedo. Azu fue

corriendo a quitárselas y en el vaivén Pedro resbaló y se cayó al riachuelo, mojándose todo el culo. Es resto

no podían parar de reír de verle allí metido.

– ¡Pero ayudadme, chicos! – Exclamó Pedro. – Venga, dejad de reíros y echadme una mano, parecéis bobos

todos mirándome –.

– Agárrate anda. Vosotros, haced una cadena y tiramos de él – Resolvió con rapidez y agilidad Violeta.

– Me voy a casa, tengo el culo empapado y casi me corto un dedo ¿cuándo he dicho yo que sí a esta locura?

– Se preguntó a sí mismo Pedro.

– Vámonos todos y mañana a primera hora traemos todo lo que hemos cogido por el pueblo y empezamos a

montarla. ¡Me muero de ganas! – Gritó alocadamente Azu mientras daba saltos de alegría.

A la mañana siguiente, de pronto sonó “ring, ring” “ring, ring”. Izan apagó el despertador y de un brinco se

puso en pie, cogió algo para desayunar y en un abrir y cerrar de ojos estaba encima de su bici preparado

para construir su inigualable cabaña, donde vivirían las aventuras más apasionantes del verano. De camino

a casa de Rosa, donde habían guardado todos los trastos iba imaginándose lo genial que sería…

El chirrió de la puerta sacó a Jimena y su nieta de la historia, que se levantaron del susto. Cuando esta se

abrió apareció su madre que venía a buscarla después de estar toda la tarde trabajando. La niña no quería

irse a casa, pues necesitaba saber qué pasaría con la cabaña. Le pidió a su abuela que al día siguiente

continuaran la historia.

De camino a casa se imaginó dentro de aquella aventura y deseó con todas sus fuerzas que llegara pronto

el verano para ir a su pueblo y hacer con su grupo una cabaña tan chula y especial como la que harían los

seis del cuento. Aunque solo quedaban dos meses, no podía esperar más.

Elena Manrique

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Capitulo 4

Un día oceánico

Era un fantástico día de verano y hacía un calor infernal…

El día anterior la pandilla de amigos había decidido ir al club San Marcos. El club era un sitio enorme a las

afueras del pueblo con grandes piscinas, pistas de patinaje y futbol, cafetería, … allí lo pasaban todos genial

porque podían estar a su aire.

Habían madrugado para ser de los primeros en llegar, pero como siempre, Izan llegaba tarde…

- ¡Seguro que se quedó hasta tarde jugando a la play! - dijo Azu.

- ¡Eso seguro! ¡Y además vendrá lentísimo con la bicicleta! - dijo Pedro.

- ¡O viene o nos vamos sin él! - gritó Violeta que estaba un poco impaciente.

- ¡No seáis criticones! - dijo Rosa- ¡Mirad, ya viene!

Cuando Izan llegó, se disculpó y todos se pusieron en marcha rápidamente… ¡Al final iban a llegar tarde!

Al llegar a la piscina, vieron en la entrada un montón de gente agolpada y muy ruidosa…

- ¿Y ahora qué? – dijo Andrés.

- ¡Vamos, corre, no te quedes parado … vamos a enterarnos! – dijo Azu.

- Jooo…Seguro que se están acabando las entradas - dijo Pedro.

Azu, que estaba un poco loca, se fue abriendo paso entre la multitud hasta llegar a la taquilla.

- ¿Cómooooo? - grito Azu - ¡Esto no puede ser! ¡No es justo!

Salió de allí y fue hacia sus amigos con la cara roja como un tomate.

- ¡La piscina está cerrada! ¡Por lo visto, se ha estropeado la depuradora y tardarán un día en

arreglarla! ¡Adiós a nuestros planes de hoy!

- ¡Joooooo! – gritaron todos.

- Y ahora… ¿qué hacemos? ¡Hace un calor de muerte y estamos aquí pasmados! - dijo Rosa.

Izan, qué había estado callado hasta entonces por si le echaban las culpas, dijo: ¡vamos a ver a la señora

Jimena y leemos un poco!

- ¡Genial! –gritaron todos.

- ¡Tenemos que elegir un cuento fresquito, por favor! - dijo Violeta- ¡Algún libro donde podamos

nadar y hacer deporte!

- Estaría genial poder elegir un cuento sobre el mar, las olas y los peces de colores. -dijo Rosa.

- ¡La Sirenita! - dijo Azu- ¡Me encantaba ese cuento de pequeña! ¿Creéis que lo tendrán en su

biblioteca la señora Jimena y Ramón?

- ¡Seguro!¡Es un clásico! - dijo Andrés.

Esto había hecho que la pandilla se animara de nuevo y pedalearon con fuerza hasta llegar a casa de la

señora Jimena.

Dejaron las bicis amontonadas en la entrada, cogieron sus mochilas y llamaron al timbre.

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- ¡Madre mía! ¡Que temprano, chicos! - dijo la señora Jimena.

- ¡Pero bueno… qué pesaditos estáis! –grito el señor Ramón. - Al menos habréis traído el desayuno,

¿no?

- ¡Claro! - dijo Rosa sacando de su mochila dos pastelitos de chocolate que le había hecho su madre

para la piscina!

- No ves Ramón ¡Son adorables y muy educados! – le dijo la señora Jimena haciendo un hueco para

que entrasen.

Los chicos llegaron a la biblioteca y le preguntaron al señor Ramón por el libro de La Sirenita.

¡Ah! Queréis un bañito en la playa, ¿no? – dijo el señor Ramón, sacando un libro azul brillante de la

estantería- ¡Este libro es especial, porque además podréis respirar bajo el agua!

Los chicos abrieron los ojos como platos y antes de que pudieran decir una palabra, la señora Jimena había

metido el colgante en el libro y lo había abierto.

Los chicos aparecieron bajo el océano, rodeados de peces y algas. No sabían cómo, pero… ¡podían hablar-

hacían ruiditos raros- pero se entendían todos!

Pasaron un buen rato buceando, nadando y haciendo un poco el tonto: imitando delfines, hablando con los

peces, y viendo los corales de colores, hasta que llegaron a un barco hundido. Entraron a investigar y de

repente, en uno de los compartimentos del barco, allí estaba la prota del libro: Ariel, la Sirenita.

La Sirenita estaba asombrada… ¡nunca había visto esos peces con unas aletas tan raras y maravillosas! Los

niños por su parte estaban asombrados por sus maravillosos colores: tenía un largo pelo rojo y una cola

verde brillante como sus ojos. ¡Era preciosa!

- ¿Quiénes sois? - dijo Ariel.

- ¡Somos niños! -dijo Pedro embobado aún.

- ¡Humanos!!-dijo Andrés.

- ¿Humanos?? Me encantan vuestras aletas…- dijo Ariel.

- ¡No son aletas, son pies y sirven para andar, correr y bailar en la tierra! -dijo Violeta.

- ¡Me encantan! Pero… ¿qué es andar y correr? -dijo Ariel.

Los niños empezaron a contarle a Ariel cómo era su mundo fuera del agua y todas las cosas que se podían

hacer: correr, bailar, patinar… También le contaron que era el fuego, las acampadas, el colegio, los

sándwiches de nocilla y mil cosas más.

Tan concentrados estaban que no se dieron cuenta que un tiburón les había visto y venía a por ellos. De

repente… todo fue un caos. El tiburón los perseguía, pero Ariel siempre conseguía esquivarlo. La Sirenita,

les escondió detrás de un baúl, y les dijo que ella despistaría al tiburón pero que tenían que estar quietos

porque eran un poco lentos con esas pequeñas y preciosas aletas.

Se despidieron con un gran abrazo y mientras que Ariel despistaba al tiburón lejos de allí, los niños

aprovecharon para pedirle a la señora Jimena que los sacara del cuento.

Cuando volvieron al mundo real, estaban empapados y arrugados, pero sin duda… ¡Había sido de los

mejores días del verano!

Mara Arias

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Capitulo 5

Un dragón Marino

A la mañana siguiente, Violeta se levantó pronto, se puso su ropa y bajo a desayunar,

después se lavó los dientes y se puso los zapatos.

Cuando se disponía a ir a buscar a los demás, oyó que le llamaban por la ventana, eran sus amigos que

venían a buscarla. Violeta salió de la casa y se fue con ellos

- Izan me ha inspirado y he hecho un dibujo de un dragón – dijo Rosa.

- ¡Me has dado una gran idea para una aventura emocionante!, ¡vamos a la biblioteca! - dijo Violeta.

Cogieron sus bicis y fueron en dirección a la biblioteca, que estaba en la casa de Jimena y Ramón, cuando

llegaron Jimena estaba limpiando la entrada.

- ¡Aaaaaaaaah!, ¡me habéis asustado! – dijo Jimena.

- Hemos venido a leer un libro – dijo Violeta.

- ¡Me parece bien!, pero no molestéis a Ramón, que está durmiendo la siesta. - susurró Jimena.

Pasaron por el salón y Azu empezó a saltar y a gritar. Ramón estaba durmiendo en el sofá.

- ¡Correr!, ¡se va a despertar! – gritó Izan.

Cuando llegaron a la biblioteca, Violeta empezó a buscar libros de dragones, miró en la sección de fantasías

y dibujos, pero no encontró nada, entonces buscó en la sección del mar y encontró un libro llamado “El

dragón marino”. Violeta se lo llevó a Jimena, que usó su colgante y lo insertó en el libro. Entonces se

transportaron y aparecieron en un submarino enorme en medio del mar, no se lo podían creer.

Jimena siguió leyendo, mientras los chicos entraron en pánico.

- ¡Bienvenidos al submarino contra dragones marinos!, ¡subid a bordo! ¡Vamos en busca de un

dragón marino! – dijo el submarino.

Los chicos se quedaron sin palabras. El submarino se empezó a mover y se dirigió a una cueva oscura, de

repente se paró y se encendió una luz. Pedro se escondió detrás de Rosa.

- ¡Un dragón! – dijo Pedro.

Todos empezaron a gritar, Azu pulsó repetidamente dos botones del submarino, entonces salieron siete

trajes de buceo. Cada uno se puso uno y salieron del submarino. El dragón despertó y cundió el pánico.

Violeta volvió al submarino y le dio a un botón azul, de repente salió una figura de un pez espada hecha de

metal. Entonces Violeta la cogió y salió del submarino dispuesta a enfrentarse al dragón.

- ¿Cuál es el punto débil de un dragón? – preguntó Violeta a Izan.

- ¡Es la cara! – gritó Izan.

Cuando el dragón se disponía a atacar a Violeta, Jimena cerró el libro y volvieron a la biblioteca.

- ¡Ha sido muy emocionante! - gritaron todos.

Sandra Balaguera

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Capítulo 6

Escamas y peces

Violeta estaba nerviosa por elegir un nuevo cuento, se pasaba las horas soñando

despierta, siempre que podía imaginaba historias con sus amigos, sobre todo

cuando tenían colegio, de camino en el coche, se quedaba mirando por la ventanilla mientras veía pasar los

árboles y su sueño siempre se quedaba a medias cuando su madre aparcaba y le decía:

- ¡¡¡Violeta, Violeta!!! Que te has ido a otro planeta, venga coge la mochila y a clase que llegas tarde.

Violeta cogía su mochila y entraba despidiendo a su madre, así cada mañana.

Por eso estaba ansiosa porque era su turno, se subió sobre una de las sillas de la Biblioteca para poder

alcanzar uno de aquellos mágicos libros y en un rinconcito había uno de los más bonitos que había visto

jamás, era de un color que ni existía, dependiendo de cómo entraba la luz en la habitación su tono

cambiaba de ámbar a azul, de azul a verde, y mientras lo cogía podía notar como hasta al tacto era suave y

cortante al mismo tiempo, al posarlo sobre sus rodillas se dio cuenta de que las tapas del libro estaba

hechas de escamas. ¡Escamas! ¡Pensó Violeta, que rabia! los peces no le gustaban mucho, pero bueno,

asumió su elección, eso y que Izan y Azu no paraban de gritar de fondo.

- Vamos Violeta abre el cuento!!! -decía Izan.

- ¿A qué esperas? Susurraba Azu mientras cogía la mano de Violeta para abrirlo con ojos de entusiasmo.

Violeta les sonrió y abrió con energía por la primera hoja. El viento empezó a entrar con rabia en la

habitación, batían las cortinas, los niños comenzaron a asustarse, la lámpara giraba y giraba con todos esos

cristalitos que se reflejaban por todas las paredes, de repente, los reflejos se tornaron ramas, esas ramas en

tremendos árboles, con pestañear se vieron sobre una piedra gigante a veinte kilómetros de altura con una

caída de agua, al borde de unas cataratas.

-Izaaaaaaaaaaaaaaan- gritó Violeta - cógete a mi manooooooo!!!! - Izan no tuvo la misma suerte que

Violeta y Azu, él estaba sujeto por una pequeña rama que estaba empezando a romperse. Violeta le agarró

con fuerza y consiguió ponerlo a salvo.

- ¿Pero ¿dónde estamos? - preguntó Azu.

- No tengo ni idea - respondió Violeta un poco decepcionada.

¿Elijo un cuento y me trae a un campo? Menuda suerte tengo- pensaba- ella quería guerreros con espadas,

alienígenas y mutantes,

¿y con qué me he encontrado? ¿Con un campo y una catarata?

- Vamos a salir de aquí no sea que suba el agua y acabemos todos ahí abajo- dijo Izan mirando al vacío.

Mientras andaban hacia la orilla, una sombra les hizo mirar al cielo, el sol apenas se veía y parecía que

había llegado la noche, al mirar Violeta soltó un pequeño grito, Izan se calló de culo sobre unas zarzas y Azu

dejó caer una pajita que masticaba….

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Un dragón tan grande como diez casas juntas, miraba curioso, les estaba protegiendo de algo. ¿Pero de

qué? Los tres niños no sabían muy bien si debían confiar en él o salir corriendo, Violeta lo tenía muy claro,

siguió al dragón sin pensar, se subió sobre su lomo, y Azu e Izan siguieron sus pasos. Los tres valientes niños

se agarraron con fuerza al pelaje del dragón.

Flechas de fuego empezaron a sobrevolar sus cabezas, se oían gritos cada vez más cerca, y el maravilloso

monstruo se lanzó al vacío.

Cuando el dragón ascendió pudieron ver que todo un pueblo trataba de matar a aquel dragón y que ellos

aparecieron simplemente en el momento inadecuado.

Ya estaba fuera de aquella guerra, el dragón volaba tan alto que podían ver todo el valle, Violeta disfrutaba

de cada momento, respiraba el cielo, tocaba las nubes con sus finos dedos, disfrutaba del calor del sol en su

cara y el pelo hondeaba, era libre.

Izan y Azu se sujetaban con fuerza, creo que no abrieron los ojos en todo el viaje.

El dragón empezó a descender aterrizando sobre un claro del bosque, los tres niños bajaron del dragón, los

miró con curiosidad, y los tres niños agradecieron lo que había hecho por ellos, Violeta se acurrucó entre

sus plumas y se despidió acariciando su verde hocico, se sonrieron, el dragón emprendió de nuevo el vuelo.

Vieron cómo se desvanecía al llegar a la línea del horizonte.

En uno de los árboles vislumbraron una pequeña puerta, sabían que era el momento de volver a la

biblioteca. Los tres amigos se dieron la mano y entraron uno tras otro sonriendo.

Claudia Blasco

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Capítulo 7

Tierra Zombie

A la mañana siguiente, todos habían quedado en casa de Izan. Pero se había quedado

dormido porque estuvo leyendo hasta muy tarde. Cuando despertó, se acordó de que

había quedado con sus amigos para ir a casa de Jimena y Ramón. Así que se puso una

camiseta rápidamente y se hizo un sándwich. Lo metió en una mochila, abrió la puerta y allí estaban sus

amigos esperándole.

- ¡Anda que ya era hora! – le dijo Pedro. - ¡Llevamos un buen rato esperando, con el calor que hace!

- Me he quedado frito - respondió Izan.

- No hace falta que lo jures – le dijo Rosa.

Cogieron las bicis y se dirigieron a la Biblioteca Mágica. La verdad que el calor apretaba.

Cuando llegaron, Jimena y Ramón ya les estaban esperando. El día anterior habían acordado que Izan

elegiría libro. Entraron a la biblioteca, e Izan cogió un libro de zombis, porque nunca había leído ninguno.

“Tierra Zombi” era el título. Le pidió a Jimena que pusiera el colgante y en cuanto lo puso, aparecieron en

una ciudad en ruinas.

De repente, un ruido de pasos arrastrándose les hizo girarse: una multitud de zombis se les acercaba.

Ninguno sabía qué hacer. A Rosa se le ocurrió una idea.

- ¡Al edificio! – gritó.

Subieron a lo alto del edificio, y, detrás, miles de zombis. A lo lejos, se acercaba un helicóptero de rescate.

- ¡Un helicóptero! – gritaron, mientras Andrés y Violeta conseguían atrancar la puerta de la azotea

Cuando el helicóptero estuvo encima de ellos, lanzaron una escalerilla y empezaron a subir a toda prisa.

Justo cuando Izan, el último que faltaba empezó a subir, la puerta de la azotea cedió y un montón de

zombis comenzaron a correr hacia él.

La cara de susto de Izan, (y de alguno más de sus amigos), debió ser terrible, ya que, en ese momento,

Jimena dejó de leer y cerró el libro. Y se encontraron sanos y salvos en la biblioteca.

- Tranquilos, chicos, - dijo Ramón sonriendo, pero con cara de susto. - Solo es un libro.

Y todos rieron, aliviados. Despidiéndose de Jimena y Ramón, quedaron en regresar al día siguiente, para

leer otro libro.

Pablo Calatayud

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Capítulo 8

Las máscaras

A la mañana siguiente, todos los amigos se reunieron en el parque que había junto a la

biblioteca. De repente, se desató una gran tormenta, con unos truenos ensordecedores.

- Pedro gritó: ¡Oyeeee, que se me está rizando el pelo con la lluvia, vamos a ponernos a cubierto!

- Violeta respondió: ¡Mirad, hay una ventana abierta en la biblioteca! ¡Vamos a meternos allí, que

nos estamos empapando!

Se fueron todos corriendo y, de un salto, se metieron dentro. Todo se colaron sin problemas, menos Azu,

que, al saltar, se puso nerviosa y tropezó con una caja abierta, esparciendo por el suelo todo lo que había

en su interior.

- Andrés preguntó: Azu, ¿te encuentras bien? ¡Vaya golpetazo te has dado!

- Pues estoy un poco dolorida, dijo Azu. Pensé que no era capaz de saltar…

Asombrados, vieron que lo que contenía la caja eran seis máscaras de distintos colores y un libro. Andrés,

fascinado con los dibujos de la portada del libro, lo cogió con sus manos empapadas y sintió un escalofrío…

El libro se le cayó, dejando al descubierto todas sus páginas en blanco.

- ¡Jope, vaya fastidio! Dijo Andrés. Este libro está en blanco. Vamos a dejarlo en la caja de nuevo.

Mientras Andrés lo guardaba, vio que cada uno de sus amigos, llenos de curiosidad, se habían puesto las

máscaras.

- ¡Wow! ¡Esta máscara mola más que la de Batman!, dijo Izan.

- ¡Pues la mía la voy a usar para el próximo Carnaval! añadió Rosa.

Andrés observó que el libro comenzaba a llenarse de oraciones, así que se puso la máscara que

sobraba. De repente, la habitación donde se encontraban comenzó a girar, transportando a los seis amigos

a un poblado en medio de la selva africana. Un enorme letrero les daba la bienvenida al poblado AGEVAL.

Se escuchaba música a lo lejos y Violeta no tardó en decir:

- Chicos, ¿oís esa música? ¡Corramos a ver de dónde viene!

- ¡Madre mía, sólo falta que sea una fiesta y yo sin echarme gomina!, dijo Pedro.

¿Adivináis a quién se encontraron? ¡A Jimena y a Ramón, bailando como locos, y vestidos como los

de una tribu, celebrando el cumpleaños de Jimena!

- Pero… ¿qué hacéis aquí? Les preguntó Ramón, un poco enfurecido.

- Ramón, ¡ya no tienes edad para vestirte así…! le dijo Azu, provocando la risa de todos.

- Jimena no podía parar de reírse, y entre risa y risa, todos vieron cómo brillaban los dientes de su

nueva dentadura, regalo que le había hecho la tribu, con los dientes de los animales que habían cazado.

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- ¡Madre mía, os estarán buscando vuestros padres! ¡Os dejo bailar 5 minutos la conga y todos a

vuestras casas! dijo Ramón.

Los seis amigos bailaron como si no hubiera un mañana, disfrutando de la amabilidad de toda la tribu.

Pasados los 5 minutos, Jimena les agradeció la visita y Ramón les dijo que, para regresar a la biblioteca,

tenían que quitarse las máscaras todos a la vez y dársela al jefe de la tribu AGEVAL.

Contaron hasta tres y de repente aparecieron de nuevo en la biblioteca; cruzaron la ventana por la que

habían entrado y vieron que un sol espléndido reinaba en el parque.

Se despidieron y cada uno regresó a su casa pensando qué aventura vivirían al día siguiente.

Diego Castaño

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Capítulo 9

Nunca me gustó perder

A la mañana siguiente Violeta se despertó con todas las ganas del mundo de poder echar

un partido, con todos sus amigos. Hoy le tocaba a Violeta elegir el libro que iban a leer.

Cuando nuestra joven deportista favorita llegó a casa de Ramón y Jimena ya estaban allí

todos sus amigos la estaban esperando. Tocaron el timbre y Ramón abrió puerta.

- ¿Otra vez aquí chicos? - dijo Ramón con su media sonrisa que no se sabe muy bien si sonreír o

temblar…

- Si venimos con ganas de echar un partidito - dijo emocionada Violeta.

- Es una idea estupenda- dijo Pedro.

Los niños bajaron corriendo al desván y allí buscaron en la biblioteca un libro con algún título futbolero…

- Mirad, este puede ser…- dijo Izan un poco confundido- Se titula “Los años van pasando y todo sigue

igual…” y tiene un balón de fútbol dibujado en la portada.

- ¡Anda friki trae! – dijo mientras le quitaba a Pedro el libro de las manos.

Pedro le dio el libro a Jimena y puso su colgante encima de la cubierta. De pronto aparecieron en la

final de la Champions de Lisboa, al mirarse todos iban vestidos con los colores del Madrid y del

Atleti. En un lado iban vestidos del Madrid: Izan, Rosa, Pedro y Azu junto con Cristiano Ronaldo,

Marcelo y Bale y el otro equipo, el Atleti Andrés, Violeta, Jimena y Ramón, junto con Godin, Felipe

Luis y Koke.

El partido estuvo muy igualado, los dos equipos usaban sus mejores armas para desestabilizar al

rival. Hubo muchas ocasiones para los equipos hasta que Violeta hizo un penalti sobre Pedro.

Pedro era el mejor lanzador de penaltis del cole. Miró a los ojos a Courtois tomó carrerilla y en el momento

de lanzar justo antes de golpear el balón… Violeta cerró el libro y todos aparecieron en aquel viejo desván.

- ¿Qué has hecho? Iba a meter un golazo- dijo muy enfadado Pedro.

- ¡No puedo soportar que el Madrid gane como hace siempre! - dijo muy enfada Violeta.

- No te piques Violeta- dijo Andrés intentando apaciguar los ánimos.

- ¡Niños haya paz! - dijo Jimena

- Venga chicos, es hora de recogeros que mirad que hora es, al final me pierdo la última película de

Antena 3 de los sábados después de comer por vuestra culpa.

- Vale Ramón no te pongas así – dijo Rosa abrazándole.

Los niños cogieron sus bicis y volvieron a sus casas, desando volver al día siguiente.

Carolina de la Peña, David y Choco

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Capítulo 10

La pirámide secreta

Al día siguiente, Azu se despertó y fue a buscar a sus amigos a casa de Izan. Allí le

esperaban todos. Desde allí fueron a la casa de Jimena, donde se encontraba la biblioteca mágica. Nada

más llamar a la puerta, Jimena les abrió, esta vez con la dentadura puesta. Entraron en la casa, bajaron al

sótano y cogieron un libro llamado “La pirámide secreta”. Siempre les había entusiasmado la vida en el

antiguo Egipto. Jimena metió el colgante en el libro y de repente el suelo empezó a temblar y la habitación

comenzó a girar. Las baldosas se convirtieron en arena y todo se llenó de palmeras, ¡hacía mucho calor!

Pedro gritó al ver que tenían puesta una túnica muy fea, de color blanco y con el cuello bordado en oro.

Azu cogió el libro y empezó a leer.

- “En el río Nilo hay un montón de cocodrilos en esta época…”

Azu no pudo terminar la frase, de repente Pedro empezó a gritar

- ¡Izan, Izan ayúdame! ¡Tengo una serpiente enroscada en la pierna! ¡Violeta, Azu, quien sea!

¡Quitadme la serpiente!

Azu que era muy valiente se acercó y le quitó la serpiente con un palo.

Con el susto el libro había caído al suelo, Izan lo recogió y continuó leyendo:

- Hay que ir al Nilo y coger la barca que está en la orilla- dijo tras leer unos minutos en voz baja.

Rápidamente se dirigieron al río con una mezcla de entusiasmo y miedo, ya que todos recordaban

las palabras de Azu, avisándoles de la presencia de cocodrilos en el Nilo en aquella época. No fue

un viaje fácil. Los hambrientos reptiles golpeaban la barca para comerse a sus tripulantes hasta que

por algún extraño motivo desaparecieron de golpe. ¡Vaya suerte!, pensaron, mientras la corriente

del río comenzaba a ir cada vez más rápido. Aunque Jimena había ido a clases de navegación en

Benidorm, la barca cada vez era más difícil de controlar y se desplazaba a mayor velocidad. Violeta,

que llevaba unos prismáticos, pudo ver que a apenas unas decenas de metros, había una gran

catarata. Todos los amigos comenzaron a remar con todas sus fuerzas hasta que lograron mover la

barca a una orilla del río y se bajaron. Cuando recuperaron el aliento vieron que estaban enfrente

de una gran pirámide. Habían visto pirámides en libros, pero ésta era enorme y estaba muy

cuidada. Entraron por la puerta y aunque había antorchas en su interior, estaba muy oscuro.

Atravesaron un pasillo muy largo hasta que llegaron a una habitación con varios sarcófagos

decorados de diferentes maneras. Izan con un hilo de voz leyó “momias” y las tumbas se abrieron y

empezaron a salir momias, miles y miles de momias. Al fondo, tapado por las momias, algo que

parecía una tarántula enorme rodeada de tarántulas pequeñitas, parecía la madre tarántula y sus

hijitos.

Todos estaban muertos de miedo, lloraban y gritaban hasta que Azu tuvo una genial idea y dijo:

- ¡Izan, cierra el libro, cierra el libro!

Izan lo cerró y como por arte de magia volvían a estar en la biblioteca mágica.

Se abrazaron y saltaron de alegría al ver que todo había pasado y regresaron a sus casas.

Enrique Fernández Massa

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Capítulo 11

El fénix legendario y el amuleto mágico

Izan estaba súper nervioso, se durmió bien entrada la noche, su cabeza no paraba de dar vueltas pensando en la próxima aventura. Cuando en sueños, escuchó un ruido lejano, se despertó sobresaltado, el despertador llevaba 30m sonando sin parar y no había escuchado nada de nada. Se vistió a toda prisa, cogió una de sus figuras preferidas, la metió en su mochila, bajo a la cocina, de un trago se tomó la leche. Adiós mama, adiós papá, dijo ya saliendo por la puerta, cogió su bici y se fue corriendo a la biblioteca, allí le esperaban sus amigos. -¡ Hola a todos, hoy me toca a mí elegir!- dijo entusiasmado Izan. - ¿Y qué es lo que vas a elegir? - dijo Violeta. - ¡Seguro que una “frikada” de las tuyas! - dijo Pedro. - Me encantaría ir a ver las pirámides de Egipto -dijo Izan. - Pues no se hable más, Rosa coge el último libro de la segunda estantería - dijo Jimena. Jimena sacó de nuevo su colgante y lo introdujo en el libro. Todos alrededor estaban emocionados, sabían que en unos minutos les esperaba otra aventura, y no sabían muy bien lo que el destino les tenía preparado. De repente… ¡aparecieron delante de las pirámides de Egipto! Estaban alucinando, no paraban de mirarse, los vaqueros y zapatillas de deporte se habían convertido en faldas y sandalias para todos. - Pedro, te ves guapo con esa falda, ahora ninguna chica se te va a resistir - dijo Andrés con mucha sorna. - Yo siempre estoy irresistible, dejad de miraros tanto y vamos a entrar en las pirámides, quiero ver lo que hay dentro. - dijo Pedro. - Id vosotros, chicos, Ramón y yo nos quedamos aquí fuera vigilando, nosotros ya las conocemos - dijo Jimena. De un salto, subieron todos por una escalera y se metieron por un pequeño ventanal. Ese ventanal les llevo por un largo y estrecho pasillo, solamente podían ir de uno en uno, por fin llegaron a una gran sala. -Madre mía, cuantas monedas de Oro, cuantos balones de futbol me podría comprar con todas ellas - dijo Violeta. De allí pasaron a otra gran sala, esta estaba llena de vasijas preciosas. De nuevo pasaron por pasillos estrechos, escaleras empinadas y puentes colgantes. - Esto es mejor que el parque de atracciones - dijo Pedro. Otra sala con sarcófagos, ésta la pasaron muy deprisa estaban un poco asustados, por si las momias que había dentro salían del sarcófago.

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- Corre, corre, esto no me gusta nada Dijo Izan a Azu. Azu se movía de un lado a otro sin parar, estaba emocionada, se sentó en una piedra para descansar, y de repente empezó todo a moverse, se abrían puertas, se cerraban otras, se abrían huecos en el techo, se abría el suelo. - ¡Que pasa! - dijo asustada Azu, todos estaban petrificados. - Me temo que has activado alguna trampa para intrusos - dijo Andrés. De repente apareció un Ave Fénix, Izan rápidamente reconoció que era igual que su figura favorita, la que había guardado en su mochila por la mañana, un precioso Ave Fénix, este era rojo y naranja, tenía unos colores muy vivos. Abrió sus alas, voló por encima de sus cabezas, posándose al lado de Izan y le dio un amuleto mágico. En el amuleto tenía escrito un mensaje. SI DE AQUÍ QUIERES SALIR Y AL FÉNIX DERROTAR ESTE AMULETO MÁGICO EN SU SITIO DEBÉIS DE COLOCAR. - ¡Mira en esa pared encaja perfectamente el amuleto! - dijo Pedro nervioso. Izan de un salto fue a colocarlo, y efectivamente encajaba perfectamente. El fénix de repente empezó a desintegrarse y se abrió detrás de ellos una puerta enorme, salieron todos corriendo, estaban a salvo, fuera de la Pirámide, habían regresado a la biblioteca de nuevo. Allí estaban Jimena y Ramón, esperándoles con un helado de chocolate para cada uno. - ¡Que bien sienta un helado, después de un buen susto! dijo Azu. - Y si es de chocolate, mucho más – dijo Izan. Sergio Gómez

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Capítulo 12

La apariencia engaña

A la mañana siguiente, Andrés fue a buscar a sus amigos, ¡Vamos chicos entremos en esta casa! dijo Pedro.

Jimena les estaba esperando. Vamos niños entremos en la biblioteca. Allí estábamos todos, alrededor de

aquella gran librería. Esto es alucinante dijo Rosa Había libros de todos las formas y colores. Pero a Azu le

llamó la atención ese libro oscuro y “triste “que estaba en aquel rincón ¡ Buff ¡ yo no elegiría ese Azu , dijo

Izan ¡si lo elegiré! Dijo Azu convencida. Jimena con curiosidad, cogió el colgante y lo introdujo en ese

misterioso libro. Nunca habían elegido este libro dijo Jimena. Al cogerlo vieron que no tenía título. De

repente ¡ plaff! Todo se llenó de color, los niños ya estaban dentro del libro, Azu dijo: ¡venga, abrir los ojos

mirar! Era un mundo llenó de chuches, chocolate, algodones gigantes, montañas rusas. Esto es…. ¡LO

MEJOR DEL MUNDO MUNDIAL! Exclamaron todos…

Jimena pensó: Estaba equivocada con ese viejo libro…. Los niños están encantados…

Todos volvieron a la biblioteca con una sonrisa en sus caras ¡Que buena elección Azu ¡dijo Izan Al mirar la

estantería vieron que el libro una sonrisa en su portada. Jimena dijo: nos habíamos dejado llevar por la

apariencia…

Hasta mañana chicos.

Lucía Herráez

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Capítulo 13

El atraco al banco fantasma.

A la mañana siguiente, Pedro se despertó, se duchó y desayunó. Luego se lavó los

dientes, se vistió y, tras decir adiós a sus padres, se fue en bicicleta a casa de Jimena y

Ramón. De camino encontró un kiosco abierto y, ya que llevaba algo de dinero, se

compró una careta de fantasma para asustar a sus amigos.

- Jejeje - se rió Pedro pensando maliciosamente.

Cuando pilló a Violeta desprevenida, que estaba hablando con Rosa, la asustó.

- ¡OOGAA BOOGAA! -exclamó Pedro.

- ¡¡¡AHHHHH!!! - gritó Violeta asustada.

- Me parto, jajaja - dijo Pedro.

- Pues yo no me río tanto – dijo Violeta que se había caído de culo al suelo - ¡Cuando te pille te

voy a matar! - exclamó enfadada.

Mientras Violeta perseguía a Pedro, aparecieron Izan y Andrés preguntando qué pasaba.

- Que Pedro ha asustado a Violeta y se ha caído de la bici, y ahora Violeta quiere matarle - dijo

Rosa que había visto todo de cerca.

- ¡¡Cómo te pille!! - seguía diciendo Violeta.

- No me pillarás, jajá -se rió Pedro.

Al momento vino Azu y dijo: - Dejad lo que estéis haciendo y vamos a la biblioteca, que no tenemos todo el

día.

Pedro y Violeta acabaron haciendo las paces para no hacer esperar a los demás.

- Me toca a mí leer, ¿eh? - dijo Pedro.

- Vaaaale – dijeron todos.

Cuando ya estaban en la biblioteca, Pedro dijo - este este, quiero este - tomando un libro entre las manos -

se llama, “El atraco al banco fantasma”.

- Está bien - dijo Jimena.

Entonces, Pedro empezó a leer por una página cualquiera y de repente, sin saber como, aparecieron en el

interior de un extraño edificio azul transparente, similar a un banco. Detrás de ellos, surgieron dos

misteriosas personas, equipadas con armas y detonadores.

- No seréis fantasmas ¿Verdad? – dijo uno de ellos que llevaba una camiseta en la que se podía

leer WASTER.

- ¿Fantasmas?¡¡nooo!! hemos aparecido aquí no se cómo - dijo Rosa.

- Hola, me presento, yo me llamo Diego, pero me llaman Waster -dijo él.

- Hola, yo soy Connor, podéis llamarme Impostor - dijo Connor.

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- Hemos venido desde muy lejos, porque queremos robar este banco fantasma que está en

medio del desierto, solo los fantasmas guardan aquí sus tesoros- dijo Diego.

- Quitaros de en medio, voy a poner una bomba para abrir la caja fuerte – dijo Connor.

- 3…2…1, ¡ya!... ¡¡¡BOOM!!!

- Perfecto Connor, lo hemos conseguido - dijo Diego - tomad un lingote de oro, compartiremos

con vosotros el botín.

- ¡¡Gracias!! – gritaron todos a coro.

- Debemos huir rápido ¡Adiós! – dijeron los dos atracadores de bancos fantasmas.

- ¡Adiós! – dijeron los demás.

- Jimena sácanos de aquí, por favor – dijo Andrés.

Y en un abrir y cerrar de ojos aparecieron en sus casas, donde contaron la historia a sus padres y les

mostraron el lingote de oro, como prueba de su aventura.

Diego Marín

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Capítulo 14

La montaña del abismo.

Izan se levanta muy temprano para quedar con sus amigos y volver a la casa encantada de Jimena y Ramón.

Habían quedado en casa de Pedro con sus bicis a las 9:00 de la mañana. Era muy pronto, pero estaban muy

ansiosos y decidieron ir al parque para hacer carreras de bicis y hacer tiempo y no despertar tan pronto a

Jimena y Ramón… estarían haciendo sus ejercicios de yoga.

Izan se puso una alarma en el móvil a las 10:50 para que les diera tiempo a llegar a las 11.00 en punto y no

perderse la aventura del libro que elegiría.

Nada más llegar, van a la biblioteca. Jimena les estaba esperando con la llave preparada e Izan tenía claro el

libro que iba a escoger y que ya había tenido en sus manos el primer día que encontraron la Biblioteca; La

montaña del abismo.

Al poner la llave en la cerradura aparecieron Izan y sus amigos en la cima de una montaña gigante. Parecían

todos unos escalodares profesionales, con sus botas de montaña, sus abrigos calentitos, gorras, guantes,

bastones, Iban tan forrados que no se les reconocía.

- ¿Tú quién eres?- dijo Izan a Azu.

- ¡Soy Azu… ! Qué sitio más bonito- dijo Azu

- Mirad, chicos, desde aquí se puede ver la ciudad en miniatura. -dijo Andrés.

- ¡Cuidado! - dijo Rosa- Hay un precipicio, no os acerquéis a éste lado que os podéis caer.

De repente, aparecen del abismo Spiderman escalando con sus telas de araña, Thor con su martillo,

Superman volando, Iron man con su traje volador y el Capitán América con su escudo.

Todos se quedaron boquiabiertos.

- ¿Quiénes sois? - dice Rosa.

- Hemos venido a rescataros. Es un sitio peligroso, aunque muy bonito. -dijo Spiderman.

- ¡Con nuestros poderes podremos salvaros! Confiar en nosotros.

Como por arte de magia Izan y sus amigos aparecieron de nuevo en la biblioteca con Jimena y su llave

mágica colgada de su cuello. Volvieron con sus bicis a sus casas pensando que nueva aventura les

pasaría al día siguiente.

David Martín

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Capítulo 15

El laberinto de las tres cuevas.

Al día siguiente, Rosa estaba pintando un cuadro, cuando aparecieron sus amigos.

- ¿Qué estas pintando? – pregunto Pedro.

- Es un mono que he visto en sueños – contestó Rosa.

- ¿En sueños? – dijo Pedro.

- Era la portada de un libro de la biblioteca – explico Rosa.

- ¡Vamos a la biblioteca! – exclamaron todos a la vez.

Cuando llegaron a la biblioteca, no tardaron mucho en encontrar el libro con un mono dibujado en la

portada, igual al que Rosa había pintado. Rosa le pidió a Jimena el colgante y empezó a leer “El Laberinto de

las Tres Cuevas”.

Con las primeras palabras que leyó Rosa, empezó a levantarse un aire huracanado, tan fuerte que se

llevaba los libros volando e incluso las estanterías de la biblioteca, tres hojas del libro que Rosa estaba

leyendo también salieron volando, Rosa se asustó y cerro el libro rápidamente, pero no ocurrió nada, el

viento no paro, los amigos no entendían nada, al cerrar el libro todo debería haberse detenido, entonces

Andrés grito: “¡Claro!, faltan tres hojas, ¡el libro no está completo!”.

Al poco tiempo el viento ceso y Rosa continúo leyendo: “Los tres caminos deberéis ordenar para poder salir

en paz” y de repente aparecieron tres puertas en la sala, cada una con un mono dibujado, uno tenía los

ojos tapados con las manos, otro con las manos en los oídos, y el último se tapaba la boca.

Tras hablar entre ellos, llegan a la conclusión de que las hojas perdidas del libro están tras las puertas.

Entonces deciden entrar en la puerta del mono con los oídos tapados, al entrar no podían oír nada, pero se

podían ver varios caminos a elegir, - ¡Estamos dentro de un laberinto! – exclamo Violeta, pero ninguno la

podía oír.

Cada camino estaba iluminado de un color. Los amigos no se ponían de acuerdo, cada uno señalaba un

camino con un color distinto, entonces Rosa se dio cuenta de que el libro había cambiado de color, ¡ahora

es azul!, y enseño el libro a los demás, por lo cual decidieron tomar el camino azul, que los llevo a una sala

donde encontraron una de las hojas del libro, al introducirla en el libro este recupero su color y desapareció

el laberinto, ahora solo quedaban dos puertas.

La siguiente puerta decidieron que sería la del mono con los ojos tapados, allí no se podía ver nada, pero

aun así, entraron dentro, se movían tocando las paredes, entonces Izan les recordó a todos que tenía que

haber alguna indicación o alguna pista, al igual que los colores de la puerta anterior, los amigos

comenzaron a palpar por todas partes, hasta que Rosa dijo: “Hay flechas en el suelo”, y siguiendo las

flechas llegaron hasta una sala iluminada donde había otra de las tres hojas.

Ya solo quedaba una puerta, la del mono con la boca tapada, cuando entraron, no podían hablar entre

ellos, mediante gestos Rosa les indicó que pusieran la mano en el suelo, todos sentían unas vibraciones,

que en algunos caminos eran más fuertes, y empezaron a seguir estas vibraciones hasta que hallaron la

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última hoja. Entonces Rosa puso la última hoja dentro del libro y este empezó a brillar con una luz

cegadora, y todos exclamaros - ¡lo hemos conseguido!, el libro está completo-.

Al cerrar el libro, estaban de nuevo en la biblioteca, como si nada hubiese ocurrido.

Después de la emocionante aventura, cada uno volvió a su casa.

Eva Mena

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Capitulo 16

Aventuras en el Everest

A Andrés siempre le gustó leer antes de irse a dormir. Esa noche estuvo

leyendo un libro sobre el Everest.

— ¡Que pasada! Me encantaría conocer esa montaña. Mañana llamaré a los chicos, y les diré que

busquemos en la biblioteca mágica un libro sobre el Everest.

A todos los amigos les encantó la idea. Pedro, que era un poco chulito, decía que sería capaz de

subir hasta la cima. ¡Que poco sabía sobre esa montaña!

Cuando llegaron a la casa, Jimena les recibió con un abrazo, pero Ramón…andaba enfurruñado

como siempre. Azu, nerviosa y con su risita loca, gritó:

— ¡Queremos un libro del Everest!

— ¡Sí, siiiiii... queremos ir al Everest! —corearon todos.

Cuando Ramón lo escuchó se le pusieron los ojos como platos y una sonrisa emocionada en la cara.

Saltó como un niño, y dijo ante el asombro de todos:

— ¡Esa aventura no me la pierdo! Cuando era joven, estuve de expedición y me faltó muy poquito

para llegar a la cima. Aunque ahora no lo parezca, fui un alpinista muy reconocido…y el Everest sin duda fue

la aventura de mi vida.

Pedro y Violeta cuchicheaban por lo bajo:

—El abuelete no lo consiguió porque era más flojo que nosotros. Seguro que los dos juntos en

equipo llegaríamos a la cima sin problema.

Andrés que les escuchaba, se reía por lo bajo y pensaba:

—Estos dos no tienen ni idea de que es la montaña más alta del planeta, ¡van a flipar!

Cuando Jimena colocó el colgante en el libro, todo cambio de repente…un viento helador les

recorrió todo el cuerpo, y respirar ya no era tan sencillo. Dar diez pasos costaba tanto como doscientos en

el patio del colegio. El paisaje era precioso, pero también daba un poco de miedo.

Detrás de ellos vieron a un grupo de hombres que se acercaban. Llevaban grandes mochilas a sus

espaldas, y aún así caminaban sin mucha dificultad.

— ¡No me lo puedo creer! —dijo Izan—. A mí me cuesta muchísimo caminar, y ellos con lo cargados

que van caminan como si nada…estos sí que son superhéroes.

Ramón les explicó que eran Sherpas del Himalaya. Están acostumbrados a la altitud y son fuertes

como robles. Ayudan a los alpinistas a avanzar hacia la cima, sin ellos resultaría imposible.

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Sólo habían caminado unos 500 metros, y los niños ya estaban agotados y muertos de frío, sin

embargo Ramón emocionado les animaba a avanzar.

— ¡Vamos, chicos, siempre se puede un poco más!

Rosa, que nunca había estado en un paisaje como ese, pidió parar un poquito a ver una gran grieta

alucinante que había en el suelo. A la vuelta quería hacer un bonito cuadro. Cuando se acercó, de repente

resbaló y gracias a que Violeta se tiró al suelo, igual que cuando jugaba al fútbol, logró agarrarse a su pie.

Rápidamente Ramón se acercó, la agarró muy fuerte de la cazadora, y con una sola mano la levantó por los

aires como si no pesara nada, y la puso a salvo. ¡No nos lo podíamos creer!

— ¡Está claro que Ramón no es un abuelo normal, es un auténtico crack! —dijo Izan.

Ramón, aún temblando después de salvar a Rosa, dijo:

— Chicos, creo que después de este susto, será mejor que Jimena nos lleve de vuelta a la

biblioteca…ahora ya sabéis lo duro y peligroso que puede ser escalar esta montaña y entenderéis porqué

en todos estos años, muy poquitos alpinistas han logrado llegar a la cima.

Todos gritaron un “siiiiiii” enorme.

— Esta montaña no tiene nada que ver con lo que yo me imaginaba, y además estoy congelado y

agotado—dijo Pedro. —Ahora sé que no lograría llegar a la cima ni en mis mejores sueños.

De vuelta en la biblioteca, Jimena les recibió con un buen chocolate con churros muy calentito, y

mientras merendaban, Ramón les contó miles de cosas sobre el Everest y la gran aventura que vivió

durante su expedición cuando estuvo a punto de lograr llegar a la cima.

Cristina Mínguez Rubio.

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Capítulo 17

La desaparición de los niños dentro

del cuadro

A la mañana siguiente sonó el despertador de Rosa. Cuando se levantó, se vistió y su

madre le dijo: - tus amigos te esperan en la biblioteca.

Una vez en la biblioteca Pedro le preguntó: - Oye Rosa, ¿por qué no leemos este libro?

Rosa - No, Mejor “La desaparición de los niños dentro del cuadro”.

Jimena introdujo su colgante dentro de la hendidura. Aparecieron en una galería de arte, frente a ellos

tenían el cuadro de “Las Meninas”, vieron que algo se movía en la pintura, Rosa lo tocó y todos entraron en

el cuadro.

Llevaban una ropa como la de las Meninas, menos los chicos que iban como Velázquez vestidos, parecía

que todos estaban pintados y formaban parte del cuadro, los únicos que se podían mover eran ellos,

aunque todos podían hablar.

- ¡Valla ropa! Exclamaron Izan y Azu a la vez.

- Pues sí. Dijo Andrés.

Violeta - ¿Dónde estamos?

Pedro - Creo que dentro del cuadro.

Se acercaron una niña con un vestido gigante, - ¿Quiénes sois? Les pegunto.

- Somos un grupo de amigos que no sabemos como hemos llegado aquí, respondieron.

- Yo soy Margarita de Austria, hija de Felipe IV de España.

Los niños alucinaron, estaban ante una infanta. Ella les contó su historia y al final les puso un acertijo:

-Mis padres no están aquí, pero su reflejo sí.

Los niños se quedaron pensativos, al rato Rosa dijo - ¡El espejo! ¡Mirar ¡ahí están.

Pedro - Sí, es verdad son sus padres.

Los niños se acercaron al espejo y al hacerlo Felipe IV les dijo – Si queréis salir, al pintor debéis seguir,

¿quién pintó “las Meninas”?

Rosa – ¡Velázquez! Mirar en las escaleras.

Los niños se acercaron a Velázquez y él les dijo – para salir un retrato de mi debéis pintar.

Rosa – yo lo pintaré.

Rosa fue a por las pinturas y pinceles que Velázquez tenía en el cuadro y comenzó a pintar.

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Cuando Rosa terminó el retrato todos los niños tocaron el cuadro y por arte de magia aparecieron de nuevo

en la biblioteca. Ramón estaba buscando desesperadamente a Jimena y al aparecer todos de golpe delante

de él le dieron un susto que casi se cae de culo.

Ramón - ¡Pero que susto me habéis dado! ¿Dónde estabais?

Todos le contaron su aventura.

Mientras volvían a sus casas todos iban pensando en que había sido una experiencia inolvidable.

María Muñiz

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Capítulo 18

El mejor Vengador

Era un día aburrido así que Izan decidió ir a la biblioteca. Pensaba en elegir un libro de

superhéroes Sus padres le habían dicho que estudiara más pero no podía dejar de leer

esas aventuras que tanto le gustaría vivir.

Iba distraído porque no podía aguantar más para leer esos libros tan chulos fue a recoger a sus amigos.

Llegaron a la biblioteca y saludaron a Jimena y Ramón, los dueños, Jimena les preguntó qué libro elegirían

hoy,

Izan contestó:

-¡Uno de súper héroes!

Cogió Jimena uno muy entretenido y al abrirlo de repente aparecieron en la ciudad de Nueva York y vieron

a Spider-Man subiendo la fachada de un rascacielos. Izan gritó: - Mirar es Spiderman el mejor de los súper

héroes!

A lo que Pedro contestó: - Mentira el mejor es Capitán América. Vivieron experiencias chulísimas y de

regreso a casa seguían discutiendo sobre cuál tenía los mejores poderes.

Había sido un día increíble y estaban agotados al llegar a casa.

Elías Orellana

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Capítulo 19

Los amigos y los animales

A la mañana siguiente Rosa se despertó y desayuno como todos los días.

Pero hoy le tocaba elegir libro a ella, dudaba entre elegir un libro de animales que había visto en

alguna tienda un día o uno de flores los dos le gustaban mucho.

Pero reflexiono y finalmente eligió el de los animales.

Después yendo caminando a la casa de Jimena y Ramón se encontró por el camino a Violeta y a

Azu y empezaron a hablar.

Todos estaban ya donde habían quedado, pero faltaban Rosa, Violeta y Azu.

Después de esperar 10 minutos llegaron juntas.

-Hola chicos y chicas perdón por el retraso nos hemos quedado hablando de muchas cosas en el

camino y hemos llegado un poquito tarde-dice Azu feliz.

Hemos estado esperándoos exactamente 10 minutos podéis hablar mientras andáis rápido jolines

- Dijo Pedro.

Oye Pedro no seas borde- Dijo Violeta.

Bueno en fin podemos entrar ya o queréis estar aquí hablando de nuestras cosas- Dijo Izan

Pues entramos está claro, entramos - dijeron todos a la vez

Dentro Jimena les dio la bienvenida.

Hola, chicos a quien le toca elegir libro hoy- Dijo Jimena

Me toca a mi -Dijo Rosa

Seguro que lo va a hacer super bien como todo lo que hace ella- Dijo Izan susurrando mientras

miraba a Rosa con mirada enamorada.

Rosa cogió el libro y se lo dio a Jimena, Jimena les metió dentro de él.

Wow!!! cuantos animales hay caballos, perros de todas las razas, gatos de todas las razas, también

un rio lleno de peces, un tigre, un león un guepardo aquí dentro están todos los animales.- Dijo

Andrés .

Es verdad – Dijo Violeta que maravilla

¡¡¡Ala!!! mirar me voy a acercar al león- Dijo Pedro acercándose al León.

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Acaricio al león y no le mordió descubrieron que en ese mundo los animales eran inofensivos.

Jugaron mucho con el león con el tigre y con un perro y después salieron del libro.

Que guay ha sido, gracias, Irene -Dijeron todos.

Lucía Orta

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Capítulo 20

El lago piraña

A la mañana siguiente, los seis volvieron a la biblioteca para leer otro libro.

Esta vez eligieron uno titulado “El lago piraña” porque ese día hacía mucho calor y querían darse

un bañito, así que Jimena puso el colgante y empezó a leer.

Había una vez…

De repente aparecieron en un desierto.

- ¡Pero si esto se supone que iba sobre un lago! - dijo Pedro.

Todos se extrañaron mucho.

- Chicos, tengo un mapa - dijo Andrés asustado.

Lo miraron y vieron un dibujo de una piraña grande.

- Vamos a ir allí - dijo Azu ilusionada.

Todos asintieron con la cabeza y se pusieron en marcha.

Llegaron y vieron un lago llenísimo de pirañas con un cofre en el medio y un botón raro a su derecha. Vieron tres

lanchas hinchables al lado de ellos y Andrés tuvo una idea: coger las tres lanchas, hinchar la primera, montarse y

cuando las pirañas empiecen a morderla y se esté hundiendo hinchar rápidamente la siguiente e igual con la otra

hasta llegar al cofre.

Se lo contó a sus amigos y no todos lo entendieron, pero aun así dijeron que sí.

Había un problema, las lanchas eran para una persona y esa persona tenía que pesar poco para que no se hundiera

muy rápido, así que todos miraron a Pedro porque sabían que era el que menos pesaba.

- ¿Por qué me miráis así? - dijo Pedro extrañado.

- Tú serás el que lo hará – dijo Izan.

- ¿POR QUÉ?

- ¿No se supone que eres el mejor? Además, eres el que menos pesa así que vayamos a coger las lanchas.

- Vale…

Rosa y Valentina cogieron las lanchas y le dieron las tres a Pedro, hinchó la primera y la puso velozmente en el agua.

Las pirañas fueron a por él y remó como pudo con un palo que le habían dado.

La lancha se desinfló, así que puso la siguiente, pero cuando la puso también se desinfló al instante.

- ¡AAAAAAAH, QUE ME MATAN! - dijo Pedro gritando.

Puso la siguiente y como una lagartija saltó a por el cofre.

Tocó el botón grande y rojo que estaba a su derecha y de repente empezó a sumergirse debajo del lago y…

Jimena paró de leer, se había terminado.

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-Pues vaya…-dijo Pedro desilusionado.

- ¡¿¡Hago todo eso y así se acaba!?! – dijo Pedro.

- Sí, pero al menos hemos vivido una aventura - dijo Andrés para consolarles.

- Bueno, pues adiós - dijo Jimena.

Todos también le dijeron adiós y se fueron a sus casas a dormir pensando que el día siguiente iba a ser más

emocionante.

Nicolás Pareja

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Capítulo 21

El bosque fantástico.

Esa noche Rosa soñó con unicornios, sirenas, pegasos …

Cuando se despertó, se preparó a toda prisa, cogió su bici y fue donde habían quedado el día anterior para

ir a la biblioteca de Jimena. Allí la esperaban Azu, Violeta y Andrés.

Cuando llegaron Izan y Pedro cada uno se montó en su bici y se pusieron en camino a casa de Jimena.

Al llegar llamaron a la puerta

- ¡Cvt rfcg dhj jisjep aquí! - dijo Jimena

- Por favor, ¿nos lo puedes repetir? - preguntó Violeta

Jimena se puso la dentadura y repitió: ¡Qué bien que estéis aquí! Luego añadió: pasar, pasar.

Todos salieron corriendo hasta la biblioteca donde les esperaba Ramón.

- Hola Ramón – dijo Andrés

- Buenos días – contestó Ramón

Rosa se puso a buscar en una estantería, encontró un libro llamado “El bosque fantástico” y corriendo se lo

entregó a Jimena.

Jimena, como hacía siembre, se desabrocho el botón, pero ese día no tenía el collar. Se fue corriendo a

buscarlo y en menos de un minuto estaba de vuelta con el collar en la mano. Nada más llegar se lo paso a

Ramon y él lo puso en el libro.

Esta vez aparecieron en un bosque con un montón de plantas preciosas.

- Mirar lo que hay ahí en el cielo – gritó Azu

- Caballos que vuelan como Superman – dijo Izan.

- No tenéis ni idea, son unicornios – añadió Pedro con tono de burla.

- Chicos son pegasos, lo vi en un cuento de fantasía -dijo Andrés

Los pegasos se acercaron a los niños y les invitaron a subirse a sus lomos.

Los pegasos los llevaron a una cueva llena de colores. Al bajarse vieron que eran chuches.

Después de llenarse de chuches hasta las orejas, salieron de la cueva y se encontraron a un dragón echando

fuego por la boca. Les faltó tiempo para salir corriendo.

Ramón cerró el libro y todos volvieron a la biblioteca.

Camino a casa Rosa comentó: Yo esta noche he soñado algo parecido, ¡pero mucho menos emocionante!

Se despidieron con su cita acordada para el día siguiente.

Inés Pérez

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Capítulo 22

Las aventuras submarinas.

- ¡Vamos, cariño! ¡Despierta! - Violeta estaba tan cansada que cogió de nuevo su peluche, se dio

media vuelta y siguió durmiendo sin hacer caso de las palabras de su madre.

- ¡Arriba, perezosa!! - repitió su madre -. Tus amigos te están esperando.

A Violeta le costaba mucho madrugar y más en vacaciones. Pero hoy iba a ser un día especial. Hoy le tocaba

a ella elegir. Desde que la pandilla descubrió la biblioteca de Jimena y Ramón, no quieren hacer otra cosa

que seguir leyendo aquellos mágicos libros.

- Ya voy mamá -. Violeta saltó de la cama, se vistió en un minuto y bajó las escaleras corriendo.

Sin apenas darle tiempo a su madre a darla un beso, Violeta cogió una tostada y salió al jardín de su casa.

Allí les esperaban sus amigos

- Vamos, Violeta – dijo Pedro.

- Siempre la última - gritó Izan.

- Tampoco es para tanto, chicos – les dijo Violeta.

Todos se subieron a las bicis y sin dejar de pedalear llegaron enseguida a la casa de Jimena y Ramón. Allí,

Jimena les esperaba con un gran desayuno

- Antes de ir a la biblioteca tenéis que coger fuerzas – les indicó Ramón.

- ¡Qué ricas están las magdalenas! - Azu no podía dejar de comerlas.

- Vamos, chicos, ¡daros prisa! - Violeta estaba tan nerviosa que apenas podía tomar bocado y no

quería perder ni un minuto más.

Cuando todos acabaron de desayunar se dirigieron a la Biblioteca. La primera en entrar fue Violeta. No

sabía dónde ir, había tantos libros donde elegir. Pero uno llamó su atención. Era un libro grande, azul y en

la portada se veía el fondo del mar.

- Este me gusta: Aventuras submarinas – Violeta cogió el libro y se lo dio a Jimena.

Los niños se sentaron alrededor de ella. Como siempre, cogió su medallón y lo puso en la hendidura del

libro. De repente, el libro se abrió por la mitad y una gran luz iluminó toda la Biblioteca.

- ¿Qué está pasando? - pregunto Rosa.

- Calla, calla – le contestó Andrés.

- Pero, ¿dónde estamos? - volvió a preguntar Rosa.

Sin saber cómo había pasado, de repente todos aparecieron en la cubierta de un barco

- ¡¡¡Mirar!!! Estamos en el Calypso - gritó Violeta.

- ¿En dónde? - preguntaron todos a la vez.

- ¡Tripulación! ¡Todos a cubierta! - Ramón llamó a la pandilla y enseguida todos acudieron donde

estaba junto a Jimena -. Nos encontramos en el Calypso, el buque de investigación de Jacques

Cousteau, uno de los oceanógrafos más importes. Vamos a ayudar al capitán Cousteau en una de

sus inmersiones marinas.

- ¡¡Biennnn!!! - gritaron todos los niños.

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Mientras navegaban por el Mar Mediterráneo, la pandilla se puso a investigar lo que guardaba ese gran

barco. Rosa, cogió su estuche de pinturas y empezó a pintar en su cuaderno todo lo que hacían sus amigos.

Andrés bajó a los camarotes, donde se encontró una pequeña biblioteca de libros muy antiguos. Por su

parte, Pedro se puso a ayudar a Jimena a preparar una buena comida. Azu amenizaba el viaje contando

historias muy divertidas. E Izan acompañaba a Ramón y a Jacques Cousteau en el timón mientras les

contaba el último cómic que le habían regalado.

Al rato, Jacques Cousteau llamó a todos a cubierta.

- ¡Chicos! Venir, que os quiero enseñar una cosa.

Todos acudieron rápido a la cubierta y se quedaron con la boca abierta cuando vieron lo que el capitán les

enseñaba.

- ¿En serio que esto es para nosotros? - preguntó Violeta.

Delante suyo había preparados todos unos equipos de buceo: traje de neopreno, aletas, esnórquel, botella,

chaleco y una radio para que puedan comunicarse todos debajo del agua.

- Vamos a sumergirnos que quiero enseñaros el mundo submarino - indicó Cousteau.

Poco tiempo después ya estaban todos preparados. Cousteau les enseñó como tirarse al mar y al rato ya

estaban todos en el agua preparados para la gran aventura submarina. El capitán francés fue el primer en

sumergirse y uno tras otro le siguieron por debajo del mar.

Jacques Cousteau, empezó a explicarles por la radio, qué eran los bancos de corales. La pandilla estaba con

la boca abierta viendo el colorido de aquel paisaje submarino cuando de repente...

- Chiiii, chiiiicosss. To, to, todos quietos. Algo me ha tocado la pierna- balbuceó Izan.

Todos se quedaron quietos sin mover un solo músculo. Nadie se atrevía a volver la cabeza para ver qué o

quién había tocado a Izan. Pedro, quién siempre está dispuesto a ayudar a sus amigos, dio media vuelta y

se acercó sigilosamente a Izan.

- Ja, ja, ja, ja - empezó a reírse Pedro. Todos se volvieron para ver lo que pasaba.

- Sodsd adasd dadoyb – dijo Jimena, que del susto no se dio cuenta que se le había movido la

dentadura.

- ¿Quéeeeeeeee? - dijeron todos a la vez.

- Sólo se trata de un alga que se le ha quedado enganchada en el tobillo de Izan – les indicó Pedro.

Con más tranquilidad, siguieron buceando Al poco tiempo Pedro paró de repente. Unos tras otros se fueron

chocando ya que iban distraídos con sus cosas.

- ¿Qué pasa? ¿Por qué paramos de repente? - preguntó Violeta.

Sin decir ni una palabra, Cousteau les indicó que se pusieran a su lado. Todos se quedaron con la boca bien

abierta cuando, delante suya, vieron la entrada a una cueva submarina.

- En esta cueva se encuentra un gran tesoro - murmuró Cousteau.

Con un poco de miedo, la pandilla se dirigió a la entrada de la cueva. Poco a poco fueron adentrándose en

ella y a los pocos minutos llegaron a una gran sala donde se encontraba el gran tesoro del que les había

hablado el capitán.

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- ¡¡¡Guau!!! - dijeron todos a la vez - ¡Esto es increíble!

Miles de corales de muchos colores por todas partes, pequeños peces nadando tranquilamente, bancos de

peces siguiendo el compás, verdes algas que parecían estar bailando un rock & roll...

- ¡¡Chicos!! Venir aquí - gritó Azu.

Todos acudieron a la llamada de Azu. Delante de ellos había una gran concha blanca con una hendidura en

la parte de arriba...

- !!Jimena!! - llamaron todos –. ¡Ven aquí!

Jimena se acercó donde estaba la concha. Como hacía con los libros, cogió su medallón y lo puso en la

hendidura. De repente, la concha se abrió y una gran luz iluminó toda la cueva.

- ¿Qué está pasando? - pregunto Rosa

- Calla, calla – le contestó Andrés

- Pero ¿dónde estamos? - volvió a preguntar Rosa

Sin saber cómo había pasado, todos se encontraron de nuevo en la Biblioteca de Ramón y Jimena. Los niños

se quedaron sentados sin moverse. Aún estaban alucinados de todo lo que habían visto en el fondo del

mar. Sin duda alguna, una experiencia que nunca olvidarán.

Paula Rivas

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Capítulo 23

Izan, el loco de los cómics

Izan se había levantado como todos los días, pero cuando miro la hora, vio que se había

levantado más temprano que cuando iba a clase, tenía tantos nervios de ir a la biblioteca con sus amigos.

Bajo a desayunar como un loco, y en cuanto a cabo pidió permiso a sus padres y salió pitando. Cuando se

reunió con todos sus amigos, montando en las bicicletas tomaron rumbo hacia la biblioteca. Al llegar a la

casa donde estaba la biblioteca, llamaron al timbre como locos, y Jimena les abrió la puerta y bajaron

directamente a la biblioteca, empezaron a rebuscar como locos por todas las estanterías, Izan vio una

estantería llena de comic y cogió uno y se lo dio a Jimena, y Jimena lo abrió. Cuando se abrió el comic toda

la biblioteca había cambiado y estaba llena de fuego y de superhéroes y por supuesto muchos villanos, el

superhéroe Trueno le pidió ayuda a Izan, el encantado de ayudar a un superhéroe se puso unos guantes

que le dio Trueno, y derrotaron a los villanos, Izan cerró el libro y los niños se fueron cada uno a su casa.

Izan cuando llego a su casa, su madre le pregunto ¿Por qué has venido tan tarde?, Izan ni se había dado

cuenta la hora que era, se le pasó las horas volando, se cambió, ceno y se fue a la cama deseando que fuese

mañana para vivir otra aventura con sus amigos.

Adrián Sánchez

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Capítulo final

“Todo llega a su fin”

Y así pasaron los días, cada tarde una nueva aventura, todas y cada una

de ellas fueron especiales, algunas les hicieron reír, en otras tuvieron que poner a

prueba su valentía, pero les ayudaron a formar un gran equipo, cada uno había

aportado sus cualidades y mejorado sus miedos.

Pero sin darse cuenta, el 7 de septiembre llegó, las vacaciones de verano acabaron y al día siguiente

empezaría el cole.

Rosa estaba muy triste de tener que dejar sus viajes diarios por el mundo de la fantasía, pero no

quería despedirse sin tener un detalle con Ramón y Jimena, se pasó toda la mañana dándole vueltas, y

cuando ya tenía la idea en su cabeza, se fue corriendo a buscar a sus amigos para llevarla a cabo.

Se juntaron todos en el jardín de Pedro y Rosa les contó su plan.

- Chicos se me ha ocurrido que Jimena y Ramón se merecen un detalle por nuestra parte para que

ellos no olviden nunca este verano. He estado pensando y se me ha ocurrido hacerles un libro entre

todos para que lo puedan incluir en su biblioteca, ¿qué os parece?

- Es una idea alucinante dijo Azu, creo que será algo inolvidable.

- ¡Estupendo! – dijo Andrés. Mi familia, para la fiesta de cumple de mi primo, hicimos un libro de

felicitación entre todos y nos sobró algo de material, ¿queréis que lo traiga?

- ¡Claro! Exclamaron todos al unísono. Por lo que Andrés salió pitando a su casa.

Cuando llegó con todo el material cada uno plasmó en la historia lo que mejor sabían hacer. Rosa había

aportado su creatividad para solucionar los problemas, Pedro ayudando a todos y cada uno de ellos cuando

lo necesitaron, Azu su constante alegría, Andrés sus inteligentes ideas para resolver los enigmas de cada

historia, Violeta con su gran agilidad había ayudado a la hora de realizar esfuerzos físicos, Izán había

aportado sus conocimientos en videojuegos e historias interactivas, y como no podía ser de otra manera, al

final del libro añadieron una dedicatoria para Jimena y Ramón, esos adorables abuelitos que aunque a ella

no se le entendiese sin su dentadura y él fuese un poco gruñón, acompañaron todas y cada una de las

tardes a los niños, enseñándoles miles de secretos y haciendo que la lectura empezase a ser una de sus

pasiones.

En la dedicatoria ponía:

Gracias por llevarnos junto a vosotros a maravillosos mundos. Nunca os olvidaremos. Esperadnos

el verano que viene.

Os quiere Vuestra pandilla

Cuando el libro estaba terminado cogieron sus bicis y se fueron a la casa de Ramón y Jimena. Los

dos abuelitos estaban sentados en la biblioteca tomando un café.

- ¡Vaya! Qué tarde venís hoy.

- Es que hoy es nuestra última tarde, mañana ya empieza el cole, y queríamos daros un regalo – dijo

Azu.

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- ¡Qué sorpresa! Dijeron Ramón y Jimena a la vez.

Abrieron el libro y desde la primera página no pudieron reprimir el llanto, ¡era un regalo precioso!

Los niños, durante ese verano, les habían devuelto la alegría, habían sido tremendamente felices.

- Chicos, no os preocupéis, estaremos aquí contando los días para veros el verano que viene y seguir

con nuestras aventuras – dijo Ramón sollozando.

- ¡Démonos un fuerte abrazo todos juntos! – exclamó Jimena.

Y todos juntos se fundieron en un fuerte abrazo, compartieron unos refrescos, recordaron sus

historias, y se rieron mucho.

Cuando empezó a atardecer, cada niño cogió su bici y con lágrimas en los ojos, pero a la vez una gran

sonrisa, se despidieron hasta el próximo verano.

Marina del Barrio

FIN

Pero esta historia no puede terminar sin haceros a vosotros una dedicatoria, esos niños y niñas de 4º

de Primaria del Cole Ntra. Sra. De la Vega, que con vuestra ayuda, trabajo e ilusión habéis hecho posible

esta historia. No olvidéis que sois únicos, que vosotros tenéis todos, unas maravillosas cualidades, como los

niños del cuento, y que día a día nos hacéis aprender y disfrutar con vosotros. ¡Gracias por todo chicos!

Os quieren vuestros profes, Samuel, David y Marina