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Informe de la encuesta de la Asociación de Mujeres en el Sector Público sobre el impacto del teletrabajo para las mujeres.
Bárbara Couto, Mujeres en el Sector Público. 1
INFORME DE LA ENCUESTA DE LA ASOCIACIÓN DE MUJERES EN EL SECTOR PÚBLICO SOBRE EL
IMPACTO DEL TELETRABAJO PARA LAS MUJERES.
En plena crisis del Covid-19 las Administraciones Públicas se han visto obligadas a implantar el
tele trabajo para poder seguir siendo operativas. El teletrabajo se ha visto en muchas ocasiones
como una ayuda a la conciliación y a la carrera profesional de las mujeres, aunque también
surgen dudas al respecto porque supone apartar a las personas del puesto de trabajo, y por
tanto de la toma de decisiones. Esto ha motivado que desde la Asociación de Mujeres en el
Sector Público se haya querido aprovechar la oportunidad que brinda la situación actual para
analizar las consecuencias que está teniendo esta situación. Es cierto que se trata de una
situación excepcional en la que muchas condiciones individuales se ven afectadas, pero aun así
se considera que los resultados de la encuesta pueden dar claves para un momento posterior.
Marco metodológico y características sociodemográficas
La encuesta se ha realizado a través de internet, difundiéndose principalmente a través de redes
sociales, sin selección previa de la muestra. La recogida de respuestas ha tenido lugar entre el
23 de abril y el 1 de mayo de 2020. Se han recogido 1.134 respuestas válidas, existiendo una
mayor proporción de mujeres entre las personas que han contestado (89,8% de mujeres).
Gráfico 1. Distribución de las personas encuestadas por sexo
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El 74% de las personas encuestadas se sitúa en la franja de edad de 41 a 60 años, y más de la
mitad son del Grupo A1 o asimilado (llegando al 60% de A1 en el caso de los hombres).
Gráfico 2. Distribución de las personas encuestadas por edad
Gráfico 3. Distribución de las personas encuestadas por puesto de trabajo
La encuesta preguntaba por la estructura del hogar durante el confinamiento, existiendo tres
posibilidades de respuestas; personas que conviven con sus hijos y con pareja, personas que
conviven solo con sus hijos, y personas sin hijos, pudiendo en este tercer caso vivir solas o con
pareja. De esta manera se buscaba obtener datos que permitieran analizar si las posibles
diferencias, si las hubiera, que se encontraran en la encuesta, respondían a diferencias de
género, diferencias en las estructuras familiares, u otros.
Entre las personas que han respondido hay una mayoría de personas (casi el 60%) que conviven
con hijos y pareja.
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Gráfico 4. Estructura del hogar durante el confinamiento
A pesar de que la sobrerrepresentación de las respuestas de mujeres se da en las tres categorías,
en el caso de las personas que conviven solo con sus hijos/as llega al 96%, por lo que no se
pueden establecer diferencias por género dentro de la categoría y hablaremos solo de familias
monomarentales.
Teletrabajo
El 96,3% de las personas encuestadas estaban teletrabajando en el momento de la realización
de la encuesta.
Sobre la situación anterior, el 73% de las personas encuestadas no teletrabajaba nunca, el 22%
ocasionalmente, y solo el 5% lo hacía de manera regular. La mayor diferencia en este sentido se
observa por la adscripción al grupo profesional, siendo mayor la proporción de personas que
teletrabajaban de manera regular en el grupo A1 (7%). También se observa una ligera diferencia
con el grupo de familias monomarentales, donde el 7% teletrabajaban habitualmente antes y el
26,7% ocasionalmente. En el gráfico 5 se recogen las diferencias entre hombres y mujeres,
observándose mayor proporción de teletrabajo entre los hombres.
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Gráfico 5. Teletrabajo antes de la crisis del COVID-19 distribuido por sexo
El teletrabajo por tanto dista de ser una medida extendida en las diferentes administraciones
públicas, siendo más fácil acceder a él en función de la adscripción profesional a los cuerpos
superiores.
Circunstancias personales y familiares y posibles obstáculos al teletrabajo
El 90% de las personas encuestadas no cuenta con ayuda externa durante el confinamiento.
Respecto al reparto de las tareas domésticas, entre las personas que conviven en pareja el 46,7%
manifiesta que se están ocupando los dos miembros por igual, porcentaje que sube al 57%
cuando se le pregunta a las hombres. En cambio el 44,7% de las mujeres manifiesta que se están
ocupando sobre todo ellas1.
Analizando las horas dedicadas, el 75% del total de las personas encuestadas dedica entre una
y tres horas, aunque la proporción de horas es en general mayor entre las mujeres (Gráfico 6),
aunque en esta cuestión hay otro elemento que influye aún más, que es el hecho de no tener
hijos (Gráfico 7).
1 Las posibles respuestas a la pregunta “¿quién se está ocupando de las tareas domésticas?” son “sobre todo yo”, “sobre todo mi pareja”, “los dos por igual” u “otra persona”, pero no se ha preguntado en la encuesta el género de la pareja.
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Gráfico 6. Horas destinadas a las tareas domésticas por sexo
Gráfico 7. Horas destinadas por las personas sin hijos a las tareas domésticas
A las personas con hijos, se les ha preguntado también específicamente por el tiempo que deben
destinar en ayuda al teleaprendizaje, por ser una circunstancia nueva. De las personas que
conviven con pareja, el 31,8% del total, y 41% de los hombres, manifiesta que los hijos/as son
ayudados por igual por ambos progenitores. El 34,6% de las mujeres manifiesta que son ellas las
que se ocupan principalmente. En 31,6% de los casos los hijos/as ya son suficientemente
autónomos para no necesitar casi ayuda.
El gráfico 8 recoge la distribución de tiempo dedicado por los progenitores en esta tarea
distribuido por sexo.
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Gráfico 8. Horas diarias dedicadas a ayudar a los hijos/as por sexo
La proporción de tiempo que se destina a esta tarea es en general algo menor en las familias
monomarentales.
Gráfico 9. Horas dedicadas a ayudar a los hijos/as en familias monomarentales.
Se ve por tanto una percepción diferente entre mujeres y hombres sobre el reparto tanto de las
tareas del hogar como de la ayuda a los hijos. El 44,7% de las mujeres manifiesta que se ocupa
mayoritariamente de las tareas domésticas, y el 34,6% de las mujeres con hijos manifiestan que
se ocupan mayoritariamente de ayudarles con el teleaprendizaje. Estas manifestaciones se ven
confirmadas por el número de horas dedicadas, viéndose una proporción mayor de horas en el
caso de las mujeres. En el caso de las tareas domésticas, tiene aún más impacto el hecho de no
tener hijos, viéndose reducida la carga horaria. El hecho de que en las familias monomarentales
se destinen menos horas se explica porque es una sola persona la que debe ocuparse de todas
las tareas.
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Efectos del teletrabajo
En las siguientes preguntas se pedía a las personas encuestadas que valoren del 1 al 5 las
afirmaciones que se realizan, en una escala del 1 al 5 siendo 1 “nada de acuerdo” y 5 “muy de
acuerdo”, analizando los efectos del teletrabajo en diferentes ámbitos de la vida de las personas.
Efectos en el hogar
En primer lugar, se preguntaba si hay mayor disponibilidad de tiempo para realizar todas las
actividades desde que se está teletrabajando. El 48,5% de las personas que han respondido no
están nada de acuerdo con esta afirmación. El porcentaje es similar entre hombres y mujeres
(48,9% en las mujeres, 45,2% en los hombres), pero se observan diferencias en función de las
situaciones de convivencia (Gráfico 10).
Gráfico 10. Disponiblidad de tiempo por situaciones de convivencia.
A las personas con hijos se les preguntaba por el esfuerzo dedicado a ayudar en el
teleaprendizaje, manifestando la mayoría de encuestados que no supone un esfuerzo grande.
El 78% de las personas con hijos se sitúa en las posiciones del 1 al 3, porcentaje que llega al 86%
en el caso de las familias monomarentales.
También la mayoría de personas que han contestado (88%) manifiestan que las tareas del hogar
no suponen una distracción significativa, porcentaje que sube al 91% en el caso de las personas
sin hijos.
Por último se preguntaba por la carga mental, buscando saber si esta ha aumentado y cómo se
reparte entre los miembros de las parejas.
En el caso de las familias monomarentales, sí que se observa un incremento de la carga mental
en la nueva situación, pues aunque las opiniones están repartidas son algo mayores en los
valores más altos.
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Gráfico 11. Aumento de la carga mental en familias monomarentales
En el caso de las personas que conviven con pareja e hijos, los hombres consideran en un 23,8%
que comparten la carga mental con su pareja, mientras las mujeres no están nada de acuerdo
en un 31,12%. Más de la mitad de las mujeres (52,7%) no está nada de acuerdo con la afirmación
de que la carga mental haya recaído mayoritariamente en sus parejas, porcentaje que baja al
33,85% en el caso de los hombres. El 61% de las mujeres, y el 41,5% de los hombres encuestados,
considera que la carga mental ha recaído sobre todo en ellos (valores por encima de 3).
Gráfico 12. Reparto de la carga mental en personas que conviven con pareja e hijos/as, por sexo.
Así, la disponibilidad de tiempo se ve sobre todo afectada por el hecho de tener o no hijos.
Aunque mayoritariamente manifiesten que la carga adicional del teleaprendizaje no suponga
mucho esfuerzo, eso no implica que no tengan más cargas. Respecto a las tareas domésticas, el
porcentaje de personas para las que no supone distracción es mayor entre las personas sin hijos.
Hay además una diferencia de percepciones en el reparto de la carga mental, siendo mayor el
porcentaje de mujeres que considera que considera que ha recaído mayoritariamente en ellas.
En todo caso es importante reseñar que las tareas domésticas no suponen distracción para el
trabajo para una amplia mayoría.
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Renuncias realizadas
Horas de sueño
El 40,28% del total de personas encuestadas no está nada de acuerdo con haber renunciado a
horas de sueño, aunque el porcentaje de mujeres entre las mujeres que conviven con pareja e
hijos/as que está bastante o muy de acuerdo es significativo, llegando al 28,87% (Gráfico 13).
Gráfico 13. Renuncia a horas de sueño en personas que conviven con pareja e hijos/as, por sexo.
Este porcentaje es aún mayor en el caso de familias monomarentales, donde alcanza el 30,62%.
Horas de trabajo
El 52,11% no está nada de acuerdo con haber renunciado a horas de trabajo y el 20,15% poco
de acuerdo. Las mayores diferencias se observan en cuanto a las situaciones familiares (Gráfico
14).
Gráfico 14. Renuncia a horas de trabajo por situaciones familiares.
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Horas de dedicación a la familia
La mayoría de las personas encuestadas considera que no ha renunciado a horas de atención a
la familia, no estando nada de acuerdo el 36,64%, aunque nuevamente las respuestas no son
homogéneas y se observan diferencias por situaciones familiares (Gráfico 15).
Gráfico 15. Renuncia a horas de atención a la familia, por situaciones familiares.
Vemos que el teletrabajo no ha supuesto para la mayoría de las personas encuestadas trabajar
menos horas, sobre todo entre los que no tienen hijos. En general son mayoritarias las posiciones
que manifiestan no haber realizado renuncias en ninguno de los aspectos por los que se
preguntaba. Esto incluye las horas de sueño, pero a pesar de que la mayoría manifieste que no
ha renunciado, el porcentaje de las mujeres con hijos que sí que lo ha hecho es significativo,
llegando al 30,63% en las familias monomarentales.
Efectos en el trabajo
En esta parte lo que se buscaba saber era los efectos específicos, tanto positivos como negativos,
que esta situación podría tener en el trabajo en sí, siempre desde un punto de vista personal.
La mayoría de las personas encuestadas no considera que facilite que su opinión se escuche más,
no estando nada de acuerdo el 34,57%. Entre situaciones familiares apenas varían los
porcentajes, pero por género sí que hay 5 puntos de diferencia en “nada de acuerdo” y 6 puntos
en “de acuerdo”, invirtiéndose las posiciones de mujeres y hombres (Gráfico 16).
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Gráfico 16. Valoración sobre la capacidad de ser escuchado, por sexos.
Sobre la dificultad para cumplir los plazos de entrega/objetivos, una gran mayoría de personas
encuestadas (41,51%) manifiesta que no está nada de acuerdo. Pero mientras que en el caso de
los hombres las respuestas son homogéneas en las diferentes situaciones familiares, entre las
mujeres sí que hay diferencias (Gráfico 17).
Gráfico 17. Esfuerzo en cumplimiento de plazos de entrega/objetivos en mujeres por situaciones familiares.
Trabajar desde casa no supone una mejora para la organización, el 27% de las personas
encuestadas no está nada de acuerdo con que se organicen mejor que presencialmente
(porcentaje que llega al 50% si se suma nada y poco de acuerdo). Esta opinión se refuerza en las
mujeres (27,45% está nada de acuerdo frente a un 23,15% hombres) y especialmente en las
familias monomarentales (32%). En cambio el 28,31% de las personas sin hijos sí que consideran
que se organizan mejor que presencialmente, estando bastante o muy de acuerdo con la
afirmación.
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Gráfico 18. Mejoría en la capacidad de organización en el teletrabajo, por situaciones familiares.
Aunque no suponga una mejora, cuando se pregunta por si existen dificultades para la
organización del tiempo de trabajo, las opiniones son bastante categóricas y el 60% del total
manifiesta que no tiene problemas. Esta opinión llega al 70% para las personas sin hijos.
Tampoco hay en general problemas de concentración en el trabajo (el 56% del total está nada o
poco de acuerdo con que se concentren menos en el trabajo), aunque existen diferencias por
situaciones familiares (Gráfico 19).
Gráfico 19. Dificultades en la concentración en el trabajo, por situaciones familiares.
En cuanto a las diferencias por género, solo se observan en el caso de las personas que conviven
con pareja e hijos/as (Gráfico 20).
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Gráfico 20. Dificultades en la concentración en el trabajo en personas que conviven con pareja e hijos/as, por sexos.
En cuanto a las posibles dificultades de comunicación que se puedan generar, no se observa con
carácter general esta dificultad entre las personas encuestadas (Gráfico 21).
Gráfico 21. Dificultades para la comunicación sobre el total de personas encuestadas.
En todo caso la situación sí que tiene impacto para la mayoría de las personas encuestadas, ya
que el 73% del total está poco o nada de acuerdo con que no noten diferencia, existiendo
variaciones importantes por género (Gráfico 22).
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Gráfico 22. Valoración sobre la diferencia respecto a la situación anterior por sexo
La diferencia de género viene dada por las mujeres con hijos, ya que en familias monomarentales
el porcentaje que está nada de acuerdo llega al 54% y en las mujeres que conviven con pareja e
hijos al 59%.
En cuanto a las posibles dificultades por tener que compartir los recursos tecnológicos por otras
personas de la familia, no es una problemática que se esté produciendo en la mayoría de los
hogares con una notable excepción, que es el de las mujeres con hijos, tanto conviviendo con
pareja como en familias monomarentales. Mientras que la media que está muy de acuerdo con
que debe compartir los recursos se sitúa en un 17,45%, en el caso de las familias
monomarentales llega al 30,93%, y en las mujeres que conviven con sus hijos/as y pareja al
22,45%. En los siguiente gráficos se puede ver esta diferencia en todas las situaciones familiares
en mujeres (gráfico 23) y hombres (gráfico 24).
Gráfico 23. Porcentaje que comparte los recursos tecnológicos en mujeres por situaciones familiares.
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Gráfico 24. Porcentaje que comparte los recursos tecnológicos en hombres por situaciones familiares.
Se aprecia por tanto diferencias en cómo influye esta situación en diferentes aspectos del trabajo
en función, especialmente, de las diferentes situaciones familiares.
En general no cuesta cumplir con el trabajo, pero en el caso de las mujeres esto se ve más influido
por la situación familiar. En el caso de la capacidad de organización y las dificultades encontradas,
les resulta más fácil a las personas sin hijos. Lo mismo sucede con la capacidad de concentración,
es más fácil para las personas sin hijos. En el caso de las personas con hijos, cuando hay pareja,
les resulta más difícil a las mujeres que a los hombres. Sobre la necesidad de compartir los
recursos tecnológicos con otros miembros de la familia, también es más elevada para las mujeres
con hijos.
Opinión
Una amplia mayoría de las personas encuestadas considera que esta situación va a conducir a
cambios permanentes en las organizaciones.
Gráfico 25. Opinión sobre cambios a largo plazo sobre el total de las personas encuestadas.
Sobre los posibles efectos positivos en el trabajo, la opinión varía en función del género, siendo
los hombres más optimistas sobre este particular (Gráfico 26). El porcentaje de hombres que
está bastante o muy de acuerdo suma 38%, 4 puntos por encima de las mujeres.
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Gráfico 26. Valoración sobre efectos positivos en el trabajo de las personas encuestadas, por sexo.
Se preguntaba también en la encuesta si el teletrabajo favorece más a mujeres, o a hombres y
mujeres por igual.
La mayoría de las personas encuestadas niegan que sea una medida que favorezca en mayor
medida a las mujeres
Gráfico 27. Valoración sobre si el teletrabajo favorece más a las mujeres, por sexo.
Hay además un porcentaje alto de personas, sobre todo entre los hombres, que considera que
favorece a ambos sexos por igual.
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Gráfico 28. Valoración sobre si el teletrabajo favorece por igual a mujeres y hombres, por sexo.
Se produce una excepción en el caso de las familias monomarentales, donde el 50,59% no está
nada de acuerdo con que ambos sexos se beneficien por igual.
En general no se considera que el teletrabajo esté teniendo unas consecuencias negativas sobre
la conciliación o corresponsabilidad, aunque las opiniones difieren entre mujeres y hombres
(Gráfico 29).
Gráfico 29. Valoración sobre efectos negativos en la conciliación/corresponsabilidad, por sexo.
El mayor porcentaje de personas que consideran que sí lo está teniendo se da entre las mujeres
con hijos, siendo el porcentaje que está muy de acuerdo del 14,16% entre las mujeres que viven
en pareja y el 18,18% en las familias monomarentales.
Por último, a una mayoría de las personas encuestadas, y especialmente a los hombres, les
gustaría poder seguir teletrabajando cuando finalice la crisis del COVID-19.
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Gráfico 30. Valoración sobre posibilidad de seguir teletrabajando en el futuro, por sexo.
Se observan también diferencias en la valoración en función de las diferentes situaciones
familiares, siendo más partidarias las personas sin hijos, y las menos las familias
monomarentales (Gráfico 31).
Gráfico 31. Valoración sobre posibilidad de seguir teletrabajando en el futuro, por situaciones familiares.
Vemos por tanto que hombres y mujeres tienen diferente perspectiva sobre los efectos positivos
sobre su propio trabajo, siendo más optimistas los hombres, lo cual concuerda con que haya
también un mayor porcentaje de varones que quiera seguir teletrabajando cuando finalice esta
crisis, porcentaje que también es mayor entre las personas sin hijos.
En general, no se considera que tenga efectos negativos para la conciliación/corresponsabilidad,
aunque los porcentajes varían entre las mujeres con hijos. Es mayoritario también el porcentaje
total de las personas que consideran que un mayor teletrabajo beneficiaría a mujeres y hombres
por igual, con la excepción de las familias monomarentales.
En todo caso, son mayoría también los que quieren que perdure en el tiempo.
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Conclusiones
Se partía de una situación previa en la que el teletrabajo estaba poco extendido. El factor
que más influye para poder acceder al mismo es la pertenencia al grupo A1.
La mayoría de las personas encuestadas piensa que a partir de esta situación se van a
producir cambios a largo plazo.
A la mayoría de las personas encuestadas les gustaría seguir teletrabajando en el futuro.
Esto no implica que las personas encuestadas se encuentren en una situación de
igualdad para poder teletrabajar, ya que diferentes aspectos se ven influidos por las
diferentes situaciones familiares, y para las personas con hijos, a su vez, por género.
Sin embargo las diferencias por género en el caso de personas sin hijos son menores.
En cuanto a los efectos en el hogar, las mujeres tienen más carga tanto en las tareas
domésticas como, en caso de tener hijos, con el tiempo que dedican a ayudarles.
Tienen menos carga horaria en cuanto a las tareas domésticas las personas sin hijos, lo
cual se ve también a la hora de analizar cómo afecta como distracción.
Es mayor el porcentaje de mujeres que considera que la carga mental ha recaído
mayoritariamente en ellas.
En todo caso, para la mayoría las tareas domésticas no suponen una distracción a la hora
de realizar su trabajo.
En cuanto a las posibles renuncias realizadas para poder llegar a todo, las horas de
trabajo no se han visto afectadas, llegando al 52,11% el total de personas que no está
nada de acuerdo con haber renunciado a horas de trabajo. Esto es mayor entre las
personas sin hijos.
En el caso de la renuncia a horas de sueño, aunque la mayoría no lo haya hecho, es
significativo el porcentaje de mujeres con hijos que sí está bastante o muy de acuerdo:
28,87% de las mujeres que conviven con el otro progenitor, 30,63% las monomarentales.
Las diferencias por situaciones familiares también se ven en cómo afecta la situación al
trabajo, penalizando sobre todo a las mujeres.
Las personas sin hijos tienen más facilidad de organización con el teletrabajo y menos
problemas de concentración.
Para las personas con hijos, cuando conviven también con el otro progenitor, les resulta
más difícil a las mujeres.
Las mujeres con hijos comparten en mayor medida los recursos tecnológicos con otros
miembros de la familia.
Hay diferencia por género en la perspectiva sobre los efectos sobre el trabajo propio,
considerándolo positivo en mayor medida los hombres (38% bastante o muy de acuerdo,
frente a 34,3%).
No se considera que tenga efectos negativos para la conciliación/corresponsabilidad,
aunque en menor medida entre las mujeres.
La mayoría considera que hombres y mujeres se verán beneficiados por igual.
Los porcentajes de personas que quieren seguir teletrabajando en el futuro son mayores
entre los hombres, y por situaciones familiares, entre las personas sin hijos.