“influencia del tratamiento con implantes de …

205
I FACULTAD DE MEDICINA Y ODONTOLOGÍA Departamento de Cirugía y Radiología y Medicina Física TESIS DOCTORAL “INFLUENCIA DEL TRATAMIENTO CON IMPLANTES DE CARMUSTINA EN LA TERAPÉUTICA DE PACIENTES CON GLIOMAS DE ALTO GRADO” Gregorio Catalán Uribarrena 2010 Directores: Prof. D. J. M. Garibi Undabarrena Dr. D. I. Pomposo Gaztelu

Upload: others

Post on 27-Mar-2022

3 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

I

FACULTAD DE MEDICINA Y ODONTOLOGÍA

Departamento de Cirugía y Radiología y Medicina Física

TESIS DOCTORAL

“INFLUENCIA DEL TRATAMIENTO CON IMPLANTES DE CARMUSTINA EN LA TERAPÉUTICA DE PACIENTES CON

GLIOMAS DE ALTO GRADO”

Gregorio Catalán Uribarrena 2010

Directores: Prof. D. J. M. Garibi Undabarrena Dr. D. I. Pomposo Gaztelu

II

A BEATRIZ, ESTÍBALIZ Y JAVIER,A BEATRIZ, ESTÍBALIZ Y JAVIER,A BEATRIZ, ESTÍBALIZ Y JAVIER,A BEATRIZ, ESTÍBALIZ Y JAVIER,

POR EL TIEMPO ADEUDADO,POR EL TIEMPO ADEUDADO,POR EL TIEMPO ADEUDADO,POR EL TIEMPO ADEUDADO,

POR LOS MOMENTOS DIFÍCILES SUPERADOS,POR LOS MOMENTOS DIFÍCILES SUPERADOS,POR LOS MOMENTOS DIFÍCILES SUPERADOS,POR LOS MOMENTOS DIFÍCILES SUPERADOS,

POR VUESTRA COMPRENSIÓN.POR VUESTRA COMPRENSIÓN.POR VUESTRA COMPRENSIÓN.POR VUESTRA COMPRENSIÓN.

A MIS PADRES,A MIS PADRES,A MIS PADRES,A MIS PADRES,

GREGORIO Y CELIAGREGORIO Y CELIAGREGORIO Y CELIAGREGORIO Y CELIA

Y A MI HERMANA SUY A MI HERMANA SUY A MI HERMANA SUY A MI HERMANA SUSANA.SANA.SANA.SANA.

III

“Si consideramos la cura del glioblastoma equivalente a escalar el monte

Everest, entonces, en el momento actual, y tras 40 años de esfuerzo, nosotros

estamos probablemente luchando cuesta arriba en el campo base”

E. Anderson (Anderson, 2008)

Agradecimientos

IV

AGRADECIMIENTOS

El capítulo de agradecimientos ha de comenzar, con los directores de la tesis:

El Profesor Dr. D. Jesús Garibi Undabarrena, que con su actitud vehemente y

perseverante, me animó a llevar a buen término, éste y otros proyectos.

El Dr. D. Iñigo Pomposo Gaztelu quien, con su tesis doctoral demostró la utilidad

de las bases de datos clínico-patológicas y nos acercó a la investigación de los

tumores cerebrales. Este camino abierto, ha sido inspiración en muchos momentos.

No puedo olvidar a todos los miembros del Servicio de Neurocirugía del Hospital de

Cruces, que han tratado tanto quirúrgicamente como médicamente a todos los

pacientes de esta serie y, sin cuya ayuda, esta tesis doctoral hubiese sido imposible.

Además, han realizado aportaciones de incalculable valor, planteándome preguntas

que este trabajo pretende responder y apreciaciones que me han sugerido ideas que

lo enriquecen. Es por ello de ley citar a mis compañeros: Dr. Jon Aurrecoechea,

Dr. Gaizka Bilbao, Dr. Manuel Canales, Dr. Michel Urigüen (ya jubilado), Dr.

Alfonso Igartua, Dra. Soraya González y Dr. Guillermo Carbayo en este

apartado de agradecimientos. Hago extensible también este agradecimiento a los

residentes: José Undabeitia, Lara Galbarriatu, Edurne Ruiz de Gopegui y

Ianire Hernández, cuyo trabajo a pie de cama del enfermo, aunque nunca

agradecido, me ha permitido arañar horas al día para poder concluir este esforzado

proyecto.

Agradecimientos

V

Por otro lado, el Dr. Alex Carrasco, aunque ahora trabaja en el Hospital “hermano”

de Basurto, colaboró durante sus años de residente en esta serie y me ha dado

consejos inteligentes para llevar a buen puerto el presente trabajo.

Así mismo, debo agradecer a la Dra. Elsira Bóveda del Servicio de Oncología

Radioterápica por su ayuda y asesoramiento en los temas oncológicos; a la Dra.

Olivia Rodríguez del Servicio de Radiología por su paciencia y colaboración en

cuanto a la neuroimagen; a Maria Pilar Saracho del Registro de Tumores del

Hospital de Cruces sin cuya aportación, el cálculo de la supervivencia de los

enfermos hubiese sido imposible y a las secretarias del Servicio de Neurocirugía

Ana Llamas, María Jesús Iglesias y Natividad Ahedo, que han rescatado historias

clínicas perdidas en el maremagno del hospital.

No puedo olvidar al Dr. Juan Bilbao del Departamento de Medicina Preventiva y

Salud Pública (Bioestadística) de la UPV, quien me guió en el tortuoso discurrir

matemático y me aportó ideas de una genial originalidad. En esta parte estadística,

debo recordar al Dr. José Ignacio Pijoan, que me enseño el manejo del programa

SPSS y la realización de las curvas de supervivencia. Agradezco a Amaya Galarza,

la secretaria del Comité Ético de Investigación Clinica del Hospital de Cruces, su

ayuda y paciencia en cuanto a los trámites y requisitos para que esta investigación se

adapte a los estrictos criterios de dicho comité.

Por último, agradecer a los pacientes y a sus familiares, puesto que sin su

colaboración ninguna de estas palabras se habría escrito.

Índice

VI

1. INTRODUCCIÓN ...................................................................................................... 1 1.1. Tumor del Sistema Nervioso Central (SNC) ......................................................... 2 1.2. Clasificación de los tumores del SNC .................................................................... 3 1.3. Astrocitomas: definición y etiología....................................................................... 5 1.4. Otros gliomas de alto grado .................................................................................. 11 1.5. Factores pronósticos .............................................................................................. 12 1.6. Grado de resección ................................................................................................ 15 1.7. Tratamientos habituales para los gliomas de alto grado ................................... 15 1.7.1. Tratamiento quirúrgico ......................................................................................... 15 1.7.2. Radioterapia.......................................................................................................... 17 1.7.3. Quimioterapia sistémica ....................................................................................... 21 1.7.4. Quimioterapia intersticial: implantes de carmustina ............................................ 28 1.8. Estado actual del tratamiento: Guías de práctica clínica. ................................. 32 1.9. Implantes de carmustina frente a otros esquemas terapéuticos. Ausencia de

evidencia científica.................................................................................................... 33 2. HIPÓTESIS............................................................................................................... 36 3. OBJETIVOS ............................................................................................................. 38 4. MATERIAL Y MÉTODOS..................................................................................... 40 4.1. Bases de datos y esquemas de tratamiento .......................................................... 41 4.2. Selección de pacientes y asignación a los grupos ................................................ 44 4.3. Grado de resección ................................................................................................ 50 4.4. Complicaciones quirúrgicas.................................................................................. 52 4.5. Tratamiento con Radioterapia ............................................................................. 59 4.6. Tratamiento con quimioterapia de primera línea .............................................. 62 4.7. Tratamiento en segunda línea .............................................................................. 65 4.8. Seguimiento ............................................................................................................ 65 4.9. Métodos estadísticos .............................................................................................. 69 5.- RESULTADOS........................................................................................................ 71 5.1.- Estadística descriptiva ......................................................................................... 73 5.1.1. Factores pronósticos ............................................................................................. 73 5.1.2. Grado de resección quirúrgico.............................................................................. 75 5.1.3. Días de ingreso ..................................................................................................... 76 5.1.4. Complicaciones postquirúrgicas........................................................................... 77 5.1.5. Número de wafers................................................................................................. 81 5.1.6. Fase de tratamiento radioterápico......................................................................... 82 5.1.7. Fase de tratamiento quimioterápico de primera línea........................................... 87 5.1.8. Fase de tratamiento en progresión (segunda línea y sucesivas) ........................... 91 5.1.9. Control evolutivo y exitus .................................................................................... 93 5.2. Análisis de la comparabilidad de las dos series en cuanto a factores

pronósticos. Detección de sesgos de selección. ....................................................... 96 5.3. Análisis de las diferencias entre los grupos. ........................................................ 97 5.3.1. Complicaciones postquirúrgicas........................................................................... 97 5.3.2. Fase de tratamiento radioterápico......................................................................... 98 5.3.3. Fase de tratamiento en segunda línea ................................................................... 99 5.3.4. Otras variables .................................................................................................... 100

Índice

VII

5.4. Análisis de supervivencia. Método Kaplan-Meier............................................ 101 5.4.1. Influencia de la modalidad de tratamiento ......................................................... 101 5.4.2. Influencia de los factores pronósticos ................................................................ 102 5.4.3. Grado de resección quirúrgico............................................................................ 107 5.4.4. Influencia de las complicaciones quirúrgicas..................................................... 109 5.4.5. Influencia de la radioterapia ............................................................................... 114 5.4.6. Influencia del tratamiento oncológico y la cirugía de rescate ............................ 119 5.5. Análisis de riesgos proporcionales de Cox ........................................................ 123 6. DISCUSIÓN ............................................................................................................ 126 6.1. Factores pronósticos ............................................................................................ 127 6.1.1. Edad .................................................................................................................... 127 6.1.2. Karnofsky preoperatorio..................................................................................... 129 6.1.3. Anatomía patológica. Grado de malignidad de la OMS..................................... 130 6.1.4. Clases RPA......................................................................................................... 131 6.2. Grado de resección .............................................................................................. 133 6.3. Fase de tratamiento quirúrgico y complicaciones postquirúrgicas ................ 137 6.3.1 Deterioro neurológico.......................................................................................... 137 6.3.2. Edema cerebral ................................................................................................... 138 6.3.3. Hemorragia intracerebral (lecho quirúrgico y a distancia) ................................. 141 6.3.4. Hemorragias extraaxiales (epidurales y subdurales) .......................................... 142 6.3.5. Infecciones postquirúrgicas ................................................................................ 142 6.3.6. Fístulas y colecciones subcutáneas de LCR ....................................................... 145 6.3.7. Reintervenciones quirúrgicas para la solución de complicaciones .................... 146 6.3.8. Mortalidad postoperatoria................................................................................... 147 6.4. Fase de tratamiento con radioterapia ................................................................ 148 6.5. Fase de tratamiento quimioterápico de primera línea ..................................... 150 6.6. Fase de tratamiento ante la progresión de la enfermedad............................... 155 6.7. Supervivencia ....................................................................................................... 161 6.8. Patrones de tratamiento ...................................................................................... 163 6.9. Estudios observacionales y ensayos clínicos...................................................... 163 7. CONCLUSIONES .................................................................................................. 167 8. BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................... 170 9. ANEXOS ................................................................................................................. 189

Introducción

1

1. INTRODUCCIÓN

Introducción

2

1.1. Tumor del Sistema Nervioso Central (SNC)

Se define como tumor o neoplasia al tejido formado “de novo” debido al

crecimiento sin control de células derivadas generalmente de una célula o grupo de

células que han sufrido una modificación genética o mutación.

En la actualidad, se considera que las neoplasias (incluidos los tumores cerebrales)

son el resultado de la activación de protooncogenes (oncogenes) o la inactivación de

genes supresores tumorales. Los primeros son genes cuya misión es regular el

crecimiento celular, de tal manera que una alteración que favoreciese un crecimiento

excesivo de las células tendría la capacidad de dar lugar a un tumor. Los segundos,

es decir los genes supresores, tendrían la función de reprimir la duplicación excesiva

de las células normales, de tal manera que si fallan, también se daría origen a una

neoplasia.

Cuando estos tumores asientan en las estructuras que se encuentran en el interior de

la cavidad craneana (parénquima encefálico, meninges, vasos sanguíneos, nervios o

pares craneales, glándulas, huesos y restos embrionarios), se les considera tumores

del SNC.

El tumor cerebral puede causar daño al cerebro de dos maneras: invadiendo tejidos

vecinos (generalmente tumores malignos) o comprimiendo áreas del cerebro

adyacente contenido en el seno de una estructura ósea inextensible. Finalmente, se

llega al cuadro de hipertensión intracraneal (HTIC), con una sintomatología

específica y que si no se soluciona, acaba con la vida del enfermo.

Una característica peculiar de estos tumores es que rara vez metastatizan fuera del

SNC y aunque sí pueden dar metástasis a distancia, lo hacen por diseminación a

través del líquido cefalorraquídeo (LCR), o a través de los tractos de la sustancia

Introducción

3

blanca. Dentro de estos tumores del SNC, las lesiones más frecuentes son las

metástasis, siendo el tumor primario más frecuente el astrocitoma.

1.2. Clasificación de los tumores del SNC

Desde el primer intento de clasificar los tumores cerebrales realizado por Bailey y

Cushing en 1926 (Bailey, 1926), varias han sido las clasificaciones que han tenido

cierta aceptación como las de Kernohan (Kernohan, 1949), Burger (Burger 1986) y

Daumas-Duport (Daumas-Duport, 1988). Aunque ningún sistema de clasificación es

perfecto (Kleihues, 2002), utilizaremos la clasificación realizada por la

Organización Mundial de la Salud (OMS) de 2000 (3ª Edición) (Kleihues 2000) y

actualizada en 2007 (Louis, 2007), que son básicamente morfológicas y que añaden

a la de Bailey y Cushing el término anaplásico para las formas más agresivas.

Según las citadas clasificaciones de la OMS, en el epígrafe de las neoplasias

cerebrales primarias originadas a partir de las células neuroepiteliales, encontramos

los tipos de tumores que se incluyen en la Tabla 1:

Introducción

4

Tabla 1. Clasificación de los tumores cerebrales (Louis 2007) (1.1)

Como se ha indicado, la clasificación actual es básicamente morfológica, pero

Kleihues (Kleihues, 2002) considera que el perfil genético y molecular es un criterio

definitivo para la clasificación de los tumores del SNC. Por lo tanto, parece probable

que dichas alteraciones genéticas y funcionales de los tumores del SNC puedan

utilizarse en un futuro como criterios para una nueva clasificación. Además, es

CLASIFICACIÓN DE LOS TUMORES DEL SNC CON ORIGEN EN

TEJIDO NEUROEPITELIAL - TUMORES ASTROCITARIOS GRADO OMS

o Astrocitoma pilocítico I � Astrocitoma pilomixoide II

o Astrocitoma de células gigantes subependimario I o Xantoastrocitoma pleomórfico II o Astrocitoma difuso II

� Astrocitoma fibrilar � Astrocitoma gemistocítico � Astrocitoma protoplásmico

o Astrocitoma anaplásico III o Glioblastoma IV

� Glioblastoma de células gigantes � Gliosarcoma

o Gliomatosis cerebrii

- TUMORES OLIGODENDROGLIALES o Oligodendroglioma II o Oligodendroglioma anaplásico III

- TUMORES OLIGOASTROCITARIOS

o Oligoastrocitoma II o Oligoastrocitoma anaplásico III

- TUMORES EPENDIMARIOS - TUMORES DEL PLEXO COROIDEO - TUMORES NEURONALES Y MIXTOS NEURONALES-GLIALES - TUMORES DE LA REGIÓN PINEAL - TUMORES EMBRIONARIOS. - OTROS TUMORES NEUROEPITELIALES

Introducción

5

posible que tengan utilidad pronóstica, como lo tienen en la actualidad los grados de

la OMS, y que incluso puedan servir para anticipar la respuesta a los diferentes

tratamientos.

Con el término gliomas se considerarán los siguientes tumores de origen

neuroepitelial: astrocitomas (incluidos glioblastoma y gliosarcoma),

oligodendrogliomas, gliomas mixtos y ependimomas.

1.3. Astrocitomas: definición, etiología

Los astrocitomas son tumores del SNC derivados de los astrocitos (del griego astros

que significa estrella y cytos que significa célula). Los astrocitos son células

normales del cerebro cuya función es la de sostén de las células funcionales (que son

las neuronas).

Los tumores gliales, sólo en contadas ocasiones, tienen su origen en factores

genéticos o ambientales identificables. Así, los pacientes con enfermedades

transmitidas genéticamente, como la esclerosis tuberosa, suelen desarrollar

astrocitomas subependimarios de células gigantes, y los pacientes con

Neurofibromatosis tipo I y II, gliomas del nervio óptico (Schwartzbaum, 2006;

Idoate, 2007; Louis 2007). En cuanto a los factores ambientales, se ha demostrado

una relación directa entre la exposición a radiaciones ionizantes (tratamiento

radioterápico habitual) y la aparición tanto de meningiomas como de gliomas (Ron,

1988; Relling, 1999; Wrensch, 2002; Neglia, 2006; Schwartzbaum, 2006). Bondy

(Bondy, 1996; Bondy, 2001) mostró que la sensitividad mutagénica de los linfocitos

a la radiación gamma, se asocia significativamente con el riesgo a padecer glioma.

Por lo tanto, el resto de los astrocitomas, y al igual que la mayoría de los tumores,

tienen su origen en mutaciones genéticas “de novo” acaecidas en la célula madre

Introducción

6

de tumor cerebral (Louis 2007), con inactivación de genes supresores como TP53,

CDKN2 (ciclina y quinasa dependiente de ciclina tipo 2), y con delecciones de

genes supresores que se encuentran en el cromosoma 10 (LOH10), entre los que

cabe destacar PTEN (Franco-Hernández, 2007). También los tumores se originan

por la sobreexpresión de oncogenes como EGFR, que se encuentra en 7p12 (Franco-

Hernández, 2007).

Las alteraciones cromosómicas más frecuentes en estos tumores son la ganancia

del cromosoma 7 y las pérdidas de los cromosomas 10 y 19. Estás pérdidas

definirían más a los astrocitomas de alto grado, pues se encontrarían en el 30% de

los astrocitomas anaplásicos (AA) y en el 100% de los glioblastomas multiformes

(GBM) (Karlbom, 1993).

Por otro lado, la angiogénesis desempeña un papel muy importante en el desarrollo

de los tumores cerebrales (Rosenfeld, 1997), pues se considera un requisito esencial

para el crecimiento tumoral, ya que asegura el abastecimiento de nutrientes y

oxígeno a todas las células tumorales (Preusser, 2006). Sin embargo, en los tumores

cerebrales, este evento puede no resultar tan crucial, debido a que el propio tumor se

desarrolla en un tejido previamente vascularizado, por lo que su relevancia se

pospone en el tiempo a etapas más desarrolladas del proceso tumoral (Preusser,

2006). Los astrocitomas son un importante estimulador de la angiogénesis,

habiéndose demostrado que las células de glioblastoma presentan, tanto en cultivos

celulares, como al ser transplantadas, una producción aumentada de los factores de

crecimiento endotelial, acúmulo de capilares y vasos de pared fina (Rosenfeld,

1997). A su vez, estos vasos formados en el interior del tumor son un componente

importante en la progresión de los tumores gliales. Entre las moléculas implicadas

en la regulación de la angiogénesis se encuentran:

Introducción

7

- FGF (factor crecimiento fibroblástico)

- TNFα (factor α de necrosis tumoral)

- Angiogeninas

- IL-8 (Interleukina 8)

- Angiopoietina

- VEGF (factor de crecimiento vascular endotelial) descrito por Senger en 1983

(Senger, 1983; Dvorak 2006) como factor de permeabilidad vascular.

Como hemos podido comprobar, la clasificación de la OMS (Tabla 1) asigna un

grado de malignidad a cada uno de los subtipos de los tumores astrocitarios.

Aquellos con grado II son considerados de bajo grado y tienen mejor pronóstico,

mientras que los grados III y IV son considerados astrocitomas de alto grado y

tienen un comportamiento más agresivo.

1.3.1. Astrocitoma grado III: Astrocitoma anaplásico

Es un astrocitoma maligno infiltrante difuso, que afecta primariamente a adultos y

se localiza preferentemente en los hemisferios cerebrales. Se caracteriza

histológicamente por la atipia nuclear, aumento de la celularidad y actividad

proliferativa significativa. El tumor puede aparecer a partir de astrocitomas grado II

(por malignización) o iniciarse “de novo” (es decir, sin la evidencia de una lesión

maligna precursora) y tiene tendencia a progresar a glioblastoma. Las características

anatomo-patológicas más comunes son: un aumento de celularidad si lo

comparamos con los astrocitomas grado II, una mayor atipia nuclear y un aumento

de la actividad mitótica. Por definición, la proliferación microvascular y la necrosis

están ausentes, ya que serían características del glioblastoma multiforme (Louis

2007).

Introducción

8

Desde el punto de vista genético, el astrocitoma anaplásico representa un estadío

intermedio en la ruta de progresión hacia glioblastoma. Tiene una frecuencia alta de

mutaciones TP53 y pérdidas de heterocigosidad 17p en torno al 50-60% (similares

al astrocitoma grado II (Louis 2007).

1.3.2. Astrocitomas grado IV: Glioblastoma multiforme, glioblastoma de

células gigantes y gliosarcoma.

Es el tumor cerebral primario más frecuente y la neoplasia más maligna con

diferenciación astrocitaria. Histológicamente se caracteriza por atipia nuclear,

pleomorfismo celular, actividad mitótica, trombosis vascular, proliferación

microvascular y necrosis que son características esenciales para el diagnóstico. En

cuanto al pleomorfismo celular, las células tumorales pueden tener morfología desde

células pequeñas, hasta células gigantes multinucleadas, pasando por células

gemistocíticas. La proliferación microvascular, antes conocida como proliferación

de células endoteliales, es una característica importante.

Los glioblastomas se encuentran entre los tumores más vascularizados de los

humanos, siendo el VEGF (factor de crecimiento del endotelio vascular) el

mediador más importante de las disfunciones vasculares asociadas al glioblastoma.

La necrosis es una característica fundamental de los glioblastomas y su presencia es

uno de los predictores más potentes de comportamiento agresivo en los astrocitomas

difusos. Al parecer, dicha necrosis se produciría por un insuficiente aporte de sangre

y son por lo tanto de naturaleza isquémica. Adoptan forma desde pequeños grupos

de células apoptóticas, pasando por necrosis en empalizada o pseudoempalizada,

hasta llegar las grandes áreas de necrosis isquémica.

Introducción

9

Figura 1.1. Muestras anatomo-patológicas de un glioblastoma multiforme

La célula de origen del glioblastoma sigue siendo motivo de controversia en la

actualidad, admitiéndose que se origina por la transformación maligna de bien, una

célula precursora bipotencial, o bien, de una célula más primordial como una célula

madre neural (Brain tumour stem cells) (Reynolds, 1992; Sanai, 2005; Dietrich,

2008; Lin, 2008; Wen, 2008).

Afecta típicamente a adultos y a los hemisferios cerebrales. Tiene carácter

infiltrante, y corresponde al grado IV de la OMS. Frecuentemente, existen además

células tumorales viables fuera de la lesión captante de contraste de la neuroimagen,

por lo que escapan a la resección quirúrgica y constituyen el foco para la recurrencia

local.

Desde el punto de vista clínico-biológico y, aunque ambos comparten una gran

frecuencia de pérdida de heterocigosidad del cromosoma 10q, se distinguen dos

tipos de glioblastoma, que claramente evolucionan según vías genéticas diferentes:

- Glioblastoma primario: más frecuente (> 90%), de aparición rápida y sin

evidencia de una lesión preexistente de menor grado de malignidad. Se

desarrolla en pacientes más mayores y suele tener peor pronóstico. Según

Kleihues en (Kleihues, 2002), se caracterizan por pérdida de heterocigosidad del

cromosoma 10 entero, amplificación o sobreexpresión del EGFR (factor de

Introducción

10

crecimiento epidérmico), mutaciones PTEN, delecciones de p16INK4a y

amplificación o sobreexpresión de MDM2.

- Glioblastoma secundario: que se desarrolla como malignización de otros

tumores gliales de menor grado (astrocitomas grados II y III) en un intervalo de

mediana 4-5 años. Constituyen menos del 10% de los glioblastomas y aparecen

típicamente en pacientes de menor edad. Genéticamente, se caracterizan por

pérdida alélica de los cromosomas 19q y 10q, por contener mutaciones TP53

(Kleihues, 2002) o por la mutación del gen TP53/pérdida heterocigosidad 17p y

la delección del gen DCC (Idoate, 2007). Los glioblastomas pediátricos y los

inducidos por radiación, presentan alteraciones moleculares similares a las

propias de los glioblastomas secundarios.

Las características genéticas, en ocasiones, se relacionan con el pronóstico. La

presencia de mutaciones TP53 es predictora de mayor supervivencia, pero su

significación desaparece cuando se ajusta por edad (Louis, 2007). La pérdida de la

heterocigosidad del cromosoma 10 es la alteración genética más frecuente en el

glioblastoma y se asocia a menor supervivencia (Louis, 2007). La presencia de

mutaciones PTEN no se asocia al pronóstico de los pacientes con glioblastoma

(Louis, 2007). El grado de estabilidad o inestabilidad genómica condiciona el grado

de malignización potencial, siendo éste a su vez un factor pronóstico (Idoate, 2007).

Un aspecto fundamental a tener en cuenta de los astrocitomas es la heterogeneidad

fenotípica y molecular, más marcada cuanto más maligno es el tumor, de tal manera

que pueden presentar distintas propiedades biológicas en diferentes áreas del tumor,

en función de los clones tumorales que lo componen (Idoate, 2007).

Introducción

11

Variantes de glioblastomas son el gliosarcoma y el glioblastoma de células

gigantes. Esta última variante parece tener características epidemiológicas y

pronósticas algo diferentes (Kozak, 2009).

1.4. Otros gliomas de alto grado

1.4.1. Oligodendroglioma anaplásico

Se trata de un glioma infiltrante difuso, bien diferenciado, que afecta principalmente

a hemisferios cerebrales, con células de aspecto oligodendroglial y que presenta

características de malignidad. Pertenece al grado III de la OMS. Afecta

principalmente a adultos entre 45-50 años. Las células típicas tienen núcleos

redondos hipercromáticos y un halo perinuclear y han recibido el nombre clásico de

células de aspecto de “huevo frito”. Son frecuentes las microcalcificaciones focales.

A diferencia del oligodendroglioma grado II puede presentar áreas de necrosis. Las

características de malignidad que más definen al oligodendroglioma son la

proliferación microvascular y la actividad mitótica. Desde el punto de vista

molecular, son frecuentes las pérdidas completas 1p/19q, que se asocian con

oligodendroglioma puro y son, además, indicativas de buen pronóstico (Cairncross,

1998; Stupp, 2006). La supervivencia mediana es de unos 3,5 años. El tratamiento

consiste en radioterapia seguido de quimioterapia, bien con PCV o temozolomida.

1.4.2. Oligoastrocitoma anaplásico

Definido como un glioma infiltrante que muestra en el mismo tumor células

oligodendrogliales y astrocitarias y además tiene características de malignidad

(aumento de celularidad, atipia nuclear, pleomorfismo, y aumento de actividad

mitótica). Pertenece al grado III de la OMS. Aparece principalmente en personas en

Introducción

12

la quinta década de la vida. Molecularmente, son también frecuentes las pérdidas

1p19q. La supervivencia es de unos 3 años aproximadamente (Louis 2007), es decir,

algo menor que la de los oligodendrogliomas anaplásicos y algo mayor que la de los

astrocitomas anaplásicos. La pérdida 1p y la aparición de necrosis son los

marcadores pronósticos más importantes. El tratamiento es similar al del

astrocitoma y oligodendroglioma anaplásicos.

1.5. Factores pronósticos:

Desde hace tiempo, se ha comprobado que el pronóstico de los pacientes con

gliomas de alto grado no es homogéneo y depende de una serie de factores.

Entendemos como factor pronóstico a aquél cuya presencia o no determina una

mayor o menor supervivencia, independientemente del tratamiento aplicado.

Conviene distinguirlo de factor predictivo que definimos como aquél cuya

presencia determina una buena respuesta al tratamiento.

Estas variables pronósticas comienzan a vislumbrarse por la experiencia clínica.

Uno de los primeros intentos de sistematizarlos lo realiza el Medical Research

Council Brain Tumour Working Party (MRC 1990) utilizando edad (< 45 años; 45-

59 años ; y ≥60 años), WHO performance status (0-1; 2 y 3-4), extensión de la

cirugía (biopsia, resección parcial y resección completa) e historia de síntomas (≥3

meses, <3 meses y ninguna), asignando una puntuación a cada una de ellas, de tal

manera, que puntuaciones mayores a 25 son de mal pronóstico y menores a 15

tienen mejor pronóstico. Posteriormente, estos factores pronósticos se han

confirmado estadísticamente mediante análisis de riesgos proporcionales de Cox

(Cox 1972) y mediante análisis de particionamiento recursivo (Breiman 1984). Esta

última herramienta estadística ha sido utilizada por Curran (Curran, 1993) para

Introducción

13

definir las clases RPA en gliomas de alto grado y Lamborn (Lamborn, 2004) sólo en

glioblastoma multiforme. Además, combinando varios de estos factores de manera

gráfica, pueden construirse nomogramas que sirvan para predecir la supervivencia

de una manera más rápida, un ejemplo puede ser el de Gorlia (Gorlia, 2008).

1.5.1. Edad.

Pacientes con edades avanzadas tienen en general peor pronóstico, mientras que la

supervivencia es mayor en personas más jóvenes. Numerosos estudios citan que la

edad es un factor importante en el pronóstico (Fine, 1993; Lacroix, 2001; Stewart

2002; Gil-Salú, 2004; Wen, 2008) y en algunos casos el factor pronóstico aislado

más frecuente (Wurschmidt, 1995; Czernicki, 2007; Sanai, 2008).

En cambio, no hay acuerdo en cuál es la edad que marca el pronóstico. En algunos

casos la edad de corte son 50 años (Curran, 1993; Louis, 2007), en otros 45 y 60

años (MRC 1990; Lacroix, 2001), para otros 40 y 60 años (Stewart 2002), mayor o

menor a 40 años (Idoate, 2007), ó 40 y 50 (Brandes, 2006) y también se cita 45 y 65

años (Lamborn, 2004).

1.5.2. Grado histológico y anatomía patológica

Inicialmente, los ensayos clínicos se hacían incluyendo como gliomas de alto grado

tanto los astrocitomas anaplásicos como los glioblastomas multiformes. A medida

que la evidencia en cuanto a factores pronósticos se va consolidando, se observa

cómo el grado histológico condiciona una diferencia en cuanto al pronóstico, por lo

que la tendencia actual es separar en los trabajos estos dos grados histológicos, o por

lo menos, hacer un análisis por subgrupos histológicos. Esta tendencia se ve

refrendada por la propia OMS (Kleihues 2000; Louis 2007), que claramente asigna

Introducción

14

diferentes grados histológicos a AA (III) y GBM (IV). Esta diferencia en cuanto al

pronóstico queda reflejada en la literatura médica (Curran, 1993; Scott, 1998; Hart,

2008; Hart, 2008).

No sólo el tipo histológico, sino también la presencia y extensión de la necrosis en

la histología es un factor que condiciona menor supervivencia (Louis 2007).

1.5.3. Estado clínico en el momento del diagnóstico: Escala de Karnofsky, o

WHO performance status

De la misma manera que hemos comentado para la edad, también el estado general

del paciente, medido bien por la escala de Karnofsky como por la WHO

performance status (PS), es un factor pronóstico importante y varios estudios citan

este aspecto (Lacroix, 2001; Idoate, 2007; Sanai, 2008; Wen, 2008).

A diferencia de lo que ocurría con la edad, la cifra de corte que marca mejor

pronóstico es más coincidente entre los diferentes estudios. Así, algunos autores

consideran la cifra de 70 (Lacroix, 2001; Westphal, 2003) y otros consideran la de

80 (Lamborn, 2004; Athanassiou, 2005; Brandes, 2006; Stummer, 2008). Los más

puristas sostienen que, sólo la cifra de 100 puntos postoperatorios es un indicador de

muy buen pronóstico (Czernicki, 2007).

Otra escala útil para la valoración de la situación funcional de los pacientes es la

WHO performance status (WHO PS) o ECOG, desarrollada por Gordon Zubrod,

por lo que también se conoce como escala de Zubrod (Oken, 1982). Se utiliza

ampliamente en oncología y tiene una correspondencia con la escala de Karnofsky

desarrollada por Buccheri (Buccheri, 1996)

Introducción

15

1.6. Grado de resección

Las evidencias en cuanto a la extensión de la resección tumoral no son del todo

claras, con autores que plantean dudas (Kowalczuk, 1997; Hart, 2000; Gil-Salú,

2004; Athanassiou, 2005) y trabajos que la consideran como factor pronóstico claro

(M.R.C.B.T.P. 2001; Stewart 2002; Vuorinen, 2003; Idoate, 2007; Hart, 2008; Hart,

2008; Sanai, 2008; Wen, 2008)

Clásicamente, la medida de este parámetro se ha basado en métodos no objetivos de

cuantificación como la “impresión del neurocirujano”, lo que ha podido contribuir a

que la evidencia en cuanto a la extensión de la resección quirúrgica no sea

concluyente.

Más recientemente, se cuantifica el grado de resección utilizando una medida más

objetiva, como son los controles mediante neuroimagen postquirúrgica (Brada,

2000; Pesudo Martínez, 2001; Westphal, 2003; Stummer, 2006; Jenkinson, 2007).

Por otra parte, la realización de ensayos clínicos prospectivos randomizados, que

analizasen el grado de resección tumoral, plantearía múltiples dificultades (Lacroix,

2001), incluidas las de tipo ético (Gupta, 2002; Sanai, 2008)

1.7. Tratamientos habituales para los gliomas de alto grado

1.7.1. Tratamiento quirúrgico

De la misma forma que los tumores situados en otros lugares del cuerpo, el primer

abordaje con intención de curar, en este caso los tumores cerebrales malignos, es el

tratamiento quirúrgico. Las opciones quirúrgicas que se utilizan en la práctica

clínica actual son:

- la biopsia, bien realizada por técnicas de estereotaxia, guiadas o asistidas por

neuronavegación, o por cirugía abierta

Introducción

16

- la cirugía resectiva o exerética (total, subtotal o parcial).

Las técnicas quirúrgicas citadas permiten la obtención de muestras de tejido

tumoral, lo que deriva en un diagnóstico histológico y una graduación según la

OMS, siendo estos básicos para los posteriores tratamientos oncológicos. La

diferencia entre ellas estriba en que las biopsias no reducen el tamaño de la

neoplasia, ni la compresión que ésta ejerce sobre el cerebro sano adyacente, por lo

que no suelen mejorar los síntomas de compresión ni de hipertensión intracraneal.

En cambio, la cirugía resectiva disminuye los síntomas de hipertensión intracraneal.

Además, al reducir el volumen neoplásico puede hacer más efectivos los

tratamientos oncológicos, por lo menos desde el punto de vista teórico. En

consecuencia, se retrasaría la progresión del tumor (Kowalczuk, 1997; Gil-Salú,

2004).

La elección entre la biopsia y la resección tumoral depende de ciertos criterios,

como la edad del paciente, el grado de deterioro neurológico en el momento del

diagnóstico, la localización y el tamaño de la lesión, la posibilidad de resección o no

de la misma, la afectación de áreas elocuentes, y las preferencias del paciente y su

familia, así como las del neurocirujano. En nuestro medio, pacientes mayores con

lesiones difíciles de resecar y con importante deterioro neurológico son biopsiados,

utilizándose la cirugía de resección en aquellos pacientes más jóvenes, con lesiones

resecables y en buena condición neurológica.

La literatura médica parece indicar que la resección tumoral produce una cierta

ventaja frente a la biopsia, en cuanto a la supervivencia de los pacientes con gliomas

de alto grado. Por ejemplo, Vuorinen (Vuorinen, 2003) sugiere que la resección

quirúrgica es ventajosa respecto a la biopsia en pacientes ancianos, que por otra

parte es bien conocido, tienen peor pronóstico que los pacientes más jóvenes. La

Introducción

17

biopsia, tiene la ventaja de ser un procedimiento de bajo riesgo quirúrgico, con una

morbilidad en series retrospectivas en torno al 3,5% y una mortalidad menor al 1%

(Hall 1998), con otra ventaja añadida y es que puede realizarse incluso como

procedimiento de hospital de día. En cambio, la resección quirúrgica puede aliviar

los síntomas en un 32%, mientras que no mejoran en un 58-76% (Fadul, 1988;

Sawaya, 1998), aunque en ocasiones pueda crear también síntomas que previamente

no existían.

Todavía existe controversia respecto a la extensión de la resección tumoral que se

debe realizar. Resecciones excesivas pueden desembocar en déficits focales

postoperatorios, mientras que resecciones insuficientes pueden tener una influencia

negativa en la supervivencia. A pesar de que muchos neurocirujanos recomiendan

que los gliomas deben ser resecados lo más extensamente posible, las revisiones de

la literatura han revelado que existe escasa evidencia científica a favor de que un

manejo quirúrgico agresivo prolongue la supervivencia de manera significativa

(Lacroix, 2001).

1.7.2. Radioterapia

A finales de los años 70 y principios de los 80, se iniciaron ensayos clínicos que,

comparando radioterapia frente al mejor tratamiento de soporte, demostraron los

beneficios de la radiación en el tratamiento de los gliomas de alto grado (Shapiro,

1976; Andersen 1978; Walker, 1978; Walker, 1980; Kristiansen, 1981; Sandberg-

Wollheim, 1991). Haciendo un meta-análisis de los mismos (Laperriere, 2002) se

obtiene que recibir radioterapia es ventajoso respecto a no añadir dicho tratamiento,

resultando un riesgo relativo de 0,81 (I.C.: 0,74 - 0,88 y p < 0,00001).

Introducción

18

La radioterapia es útil para el tratamiento de los tumores debido a la habilidad de la

radiación ionizante para producir muerte celular. El daño biológico se da por síntesis

de radicales libres reactivos, aunque el daño celular más importante son las

alteraciones sobre el ADN. El fracaso de la inducción de la apoptosis es una de las

causas principales del fracaso de la radioterapia en el tratamiento de los tumores

malignos (Renz, 2001; Daub, 2004). La molécula clave que favorece la aparición de

resistencias a la lesión por las radiaciones ionizantes es la p53.

La radioterapia se administraba inicialmente en forma holocraneal, pero los

trabajos de Kita y Saphiro (Kita, 1989; Shapiro, 1989) demostraron que la eficacia

en cuanto a supervivencia era similar si se trataba sólo la zona que ocupaba

previamente el tumor y 2 ó 3 cm. de margen alrededor. Esto era posible gracias a la

mejoría en cuanto a las técnicas de imagen (TC y RM) y a la disponibilidad de

planes de radioterapia conformada y 3D. A su vez, se basa en la evidencia que la

recidiva de los gliomas de alto grado tiene lugar en los 2 cm. próximos al tumor

inicial en más de un 80% de los pacientes (Hochberg, 1980; Wallner, 1989) y ofrece

la ventaja que, al reducir el campo de irradiación, disminuyen también los efectos

secundarios, que la radiación pudiese generar en el cerebro sano circundante.

Figura 1.2. Acelerador lineal

Introducción

19

En cuanto a la dosis a administrar, Bleehen (Bleehen, 1991) comparó esquemas de

radioterapia convencional (dosis de 45 Gy en 20 sesiones) frente a 60 Gy en 30

sesiones, demostrándose diferencias estadísticamente significativas a favor de la

dosis de 60 Gy, consiguiendo una mejoría de la supervivencia mediana de 3 meses

(p= 0,007). Por otra parte, un ensayo clínico cooperativo (Nelson, 1988) que

analizaba una escalada de dosis de hasta 70 Gy, no demostró diferencias

estadísticamente significativas respecto a la dosis habitual de 60 Gy. Brandes

(Brandes, 2001) obtuvo la misma conclusión.

Se han realizado ensayos clínicos con esquemas de hiperfraccionamiento, es decir,

usar mayor número de fracciones de menor dosis para alcanzar una dosis total

mayor, pero no han demostrado que este abordaje terapéutico ofrezca ventajas

respecto al esquema de fraccionamiento estándar (Payne, 1982; Shin, 1983; Shin,

1985; Ludgate, 1988; Deutsch, 1989).

De igual manera, la radioterapia acelerada, consistente en reducir el tiempo total de

tratamiento en vistas a reducir la posibilidad de que el tumor se reproduzca durante

la administración del tratamiento, por ejemplo administrando 2 o 3 fracciones

diarias, tampoco ha demostrado diferencias estadísticamente significativas en cuanto

a supervivencia respecto al tratamiento habitual (Simpson, 1976; Keim, 1987;

Horiot, 1988; Werner-Wasik, 1996; Brada, 1999).

Los esquemas hipofraccionados (Glinski 1993; Bauman, 1994; Thomas, 1994;

Slotman, 1996; Ford, 1997; Hoegler, 1997; Kleinberg, 1997), que administran

mayores dosis en menor número de fracciones con la intención de reducir el tiempo

total de tratamiento y normalmente reduciendo la dosis total, han demostrado

resultados similares a la terapia estándar. Por ello, se les considera adecuados para el

manejo de personas con corta esperanza de vida a pesar del tratamiento, es decir,

Introducción

20

estarían indicados en pacientes ancianos o con una situación funcional deteriorada

(índice de Karnofsky bajo) (Bauman, 1994; Thomas, 1994; Ford, 1997; Hoegler,

1997).

Hay que tener en cuenta que la radioterapia puede producir efectos secundarios

agudos, como pueden ser la alopecia, eritema de cuero cabelludo, otitis media

serosa, náuseas y fatiga. Los efectos a largo plazo suelen ser del tipo de

radionecrosis, demencia y efectos sobre las funciones cognitivas superiores. Estos

cambios parecen estar relacionados con cambios en la sustancia blanca que pueden

observarse con la RM. Corn (Corn, 1994) demostró que la severidad y la frecuencia

de los cambios en la sustancia blanca estaban relacionados estadísticamente con

dosis mayores de radiación. A veces, estos efectos secundarios pueden ser difíciles

de demostrar en pacientes con glioblastoma por dos razones: la escasa supervivencia

mediana de estos pacientes, que no da tiempo a que desarrollen los efectos

secundarios, y que los glioblastomas típicamente desarrollan áreas de necrosis

indistinguibles de las necrosis producidas por la radioterapia tanto en

neuroimágenes como en las autopsias. En AA, protocolos ensayados por Laramore

(Laramore, 1988) demostraron que esquemas más intensivos de tratamiento con

radioterapia obtuvieron menores supervivencias que los esquemas normales.

En resumen, la radioterapia es un tratamiento estándar para los gliomas de alto

grado y debe administrarse a la zona de tumor que capta contraste más un margen de

2 o 3 cm. aplicando una dosis de 50 - 60 Gy repartidos en sesiones de 1,8 – 2 Gy

(normalmente 30 sesiones de 2 Gy) (Gupta, 2002; Laperriere, 2002; Mirimanoff,

2006; Hart, 2008). Se sugiere que para los enfermos con índice de Karnofsky bajo

y/o mayores de 70 años se utilicen esquemas más cortos (hipofraccionados) (Gupta,

2002; Laperriere, 2002).

Introducción

21

1.7.3. Quimioterapia sistémica

Al igual que sucede con la radioterapia, a finales de los años 70 e inicios de los 80,

se comienza a utilizar quimioterapia con la intención de mejorar el pronóstico de los

pacientes con gliomas malignos. El trabajo inicial de Weir (Weir, 1976), utilizando

nitrosureas (CCNU), no demuestra diferencias significativas, siendo el siguiente de

Walker (Walker, 1978) el primer artículo que demuestra el beneficio del tratamiento

con radioterapia además de la quimioterapia, en este caso BCNU, tras la resección

quirúrgica de los astrocitomas malignos. A raíz de este trabajo, se realizaron otros

ensayos clínicos (Solero, 1979; Walker, 1980; EORTC 1981; Afra, 1983; Chang,

1983; Green, 1983; Trojanowski, 1988; Hildebrand, 1994; M.R.C.B.T.P. 2001), que

utilizaban diferentes quimioterápicos (sobre todo las nitrosureas por su

liposolubilidad y en teoría facilidad para atravesar la barrera hematoencefálica) y

que demostraban incrementos modestos en cuanto a la supervivencia con dichos

tratamientos.

Estos resultados poco concluyentes, añadidos a que la quimioterapia adyuvante no

se había impuesto como tratamiento estándar para los gliomas cerebrales, motivaron

que Fine (Fine, 1993) realizara un meta-análisis, donde se analizaba la evidencia de

dieciséis ensayos clínicos (más de 3000 pacientes en total), comparando un grupo de

pacientes tratados sólo con radioterapia frente a otro grupo tratado con radioterapia

y quimioterapia adyuvante, demostrando que existía un aumento de supervivencia a

un año del grupo con quimioterapia asociada de 10,1% (incremento relativo del

23,4%) y a dos años de 8,6% (incremento relativo del 52,4%), llegando a la

conclusión que la asociación de quimioterapia adyuvante es beneficiosa en el

Introducción

22

tratamiento de pacientes con gliomas y que debería considerarse como parte del

tratamiento estándar.

Años más tarde, otro grupo encabezado por Stewart (Stewart 2002) realizó un nuevo

meta-análisis incluyendo doce ensayos clínicos, de tal manera que, analizando

conjuntamente los datos de los pacientes de los ensayos clínicos disponibles hasta

esa fecha concluyó que, con quimioterapia adyuvante se consigue un descenso en el

riesgo relativo de fallecimiento del 15%, es decir, un 6% de mejoría en la

supervivencia a 1 año, o un aumento de 2 meses en la mediana de supervivencia.

Más recientemente, se ha llevado a cabo un tercer meta-análisis (Spiegel, 2007), en

el que se incluyen dieciséis ensayos clínicos, que estudian pacientes sólo con

glioblastoma, obteniendo que el tratamiento quimioterápico, bien sea mediante

esquemas basados en nitrosureas, bien quimioterapias locales, o bien temozolomida,

incrementa la supervivencia de pacientes con glioblastoma de nuevo diagnóstico. El

efecto se extiende a los 24 meses tanto con las terapias locales como con la

temozolomida. No obstante, este estudio demuestra la existencia de un sesgo de

publicación respecto al tratamiento de los glioblastomas, pues no hay prácticamente

ensayos clínicos con resultados negativos.

La respuesta a la quimioterapia está condicionada por diversos factores: el paso de

la barrera hemato-encefálica, la presencia de genes de multi-resistencia a drogas

(MRP-proteína asociada a multi-resistencia, glicoproteína-p y topoisomerasa II-

alfa), multicentricidad del tumor y/o presencia de clones distintos con genéticas

diferenciadas. En cuanto a la presencia de genes ligados a fenómenos de resistencia

a drogas, es posible que una vez conocidos, nos permita aplicar tratamientos

individualizados que superen dichas resistencias. La inhibición de las proteínas de

Introducción

23

resistencia a drogas en la BHE, junto a la quimioterapia indicada parecen ser un

mecanismo de actuación terapéutica con un futuro prometedor (Gil-Salú, 2004).

1.7.3.1. Temozolomida

En el contexto de utilización de las nitrosureas como tratamiento quimioterápico

para los gliomas de alto grado, surge a finales del siglo XX, un nuevo

quimioterápico. Se trata de un agente alquilante de segunda generación, de la

familia de las imidazotetrazinonas, que penetra en el cerebro, que tiene una baja

incidencia de efectos adversos y con la ventaja añadida que puede administrarse

por vía oral. El nombre de este fármaco es temozolomida (TMZ). Desde el punto de

vista farmacológico, tiene farmacocinética lineal y presenta una biodisponibilidad

cercana al 100%. Las concentraciones plasmáticas máximas se obtienen 30-90

minutos tras la ingesta, siendo la vida media de unas 1,8 horas y la eliminación por

vía renal. El equilibrio se alcanza unas 4 horas tras la ingesta con una concentración

plasmática del 40%. Atraviesa la barrera hematoencefálica (BHE), obteniéndose

concentraciones en el SNC aproximadamente del 40% de las observadas en plasma

(Stupp, 2001; Stupp, 2002) y, además, tiene un perfil de seguridad mejor que las

nitrosureas (Athanassiou, 2005; de la Fuente, 2007).

Su mecanismo de acción consiste en la alquilación del ADN en las posiciones N7 de

guanina, O3 de adenina y O6 de guanina. La resistencia a esta acción alquilante se

debe a dos mecanismos de reparación independientes: el realizado por la enzima

AGT (O6 alquilguanina ADN alquiltransferasa también conocida como O6

metilguanina ADN metiltransferasa o también MGMT) (Esteller, 2000; Hegi, 2005)

y el sistema de proteínas reparadoras de errores del ADN (MLH1, MSH2 y poli-

ADP-ribosa polimerasa).

Introducción

24

Para determinar su posología, se testaron en fase I y II varios esquemas terapéuticos,

que iban desde la administración continua, hasta los esquemas de utilización de 5

días en ciclos de 28 días (Stupp, 2002) y que acabaron imponiéndose finalmente.

Paralelamente, se consideró la posibilidad de administración tanto neoadyuvante

(previo a radioterapia), concomitante y adyuvante, imponiéndose estas dos últimas

modalidades (Stupp, 2001), debido a que los estudios preclínicos sugieren que esta

combinación tiene unos efectos aditivos (Wedge, 1997), o quizá actividad sinérgica

(Stupp, 2002). Presenta las siguientes ventajas:

− TMZ puede eliminar la enfermedad microscópica que se encuentra fuera del

campo de irradiación (cooperación espacial).

− TMZ aumenta los efectos de la radiación (radiosensibilizante).

− TMZ y radioterapia tienen perfiles de toxicidad diferentes (independencia de

toxicidades).

− TMZ puede ser activa selectivamente en aquellos pacientes con niveles bajos de

MGMT (ó AGT).

La eficacia clínica empezó a vislumbrarse en trabajos preliminares (Newlands,

1996; Bower, 1997; Yung, 1999; Osoba, 2000; Osoba, 2000; Stupp, 2001; Stupp,

2002; Lanzetta, 2003), y fue confirmada en varios ensayos clínicos fase III. Así,

Yung (Yung, 2000) realizó un ensayo que incluía a 225 pacientes con diagnóstico

de glioblastoma en primera recidiva, obteniendo mayor tiempo hasta la siguiente

recaída (RR 0,68; IC: 0,51-0,90 p=0,008), si bien sin mejoría de la supervivencia

global, siendo los efectos adversos bajos (efectos severos hematológicos menores al

7%). Posteriormente se realizaron otros dos ensayos clínicos randomizados, aunque

no ciegos, en primera cirugía (Athanassiou, 2005; Stupp, 2005) que incluían 703

Introducción

25

pacientes con glioblastoma, que analizados conjuntamente (Hart, 2008), conseguían

aumentar la supervivencia con un RR de 0,84 (IC: 0,5-0,68 y p<0,001). Todo ello

sin tener un efecto negativo estadísticamente significativo sobre la calidad de vida, y

con una baja incidencia de efectos adversos precoces. Ello supone una mediana de

supervivencia estimada de 14 meses, con un incremento de 2 meses sobre los

pacientes que no reciben quimioterapia.

Figura 1.3. Curvas de supervivencia del ensayo clínico de Stupp (Stupp, 2005). Obtenida deStupp (Stupp, 2006). Puede observarse cómo la administración concomitante de temozolomida y

radioterapia aporta un beneficio en términos de supervivencia.

Los efectos adversos que se pueden derivar del tratamiento con temozolomida son

en general leves, del tipo fatiga, estreñimiento, insomnio, cefalea, pérdida de apetito,

reacciones alérgicas cutáneas, náuseas y vómitos. Los efectos más graves son las

toxicidades hematológicas grado III/IV (sobre todo trombocitopenia, pero también

neutropenia y en algunos casos anemia) que se encontraron entre el 5 – 14%. Por

ejemplo en el ensayo de Stupp (Stupp, 2005) 7% en la fase de temozolomida

concomitante y 14% en la fase de temozolomida adyuvante.

La mediana de supervivencia es similar a la que se ha expresado en los ensayos

clínicos con implantes de carmustina (Hart, 2008) y en el metaánalisis de la

quimioterapia con PCV (Glioma Meta-Analysis Trialists Group (GMT) 2002). La

Introducción

26

utilización de temozolomida en glioblastoma (Hart, 2008) se ha convertido en

práctica estándar y ha sido aprobada por el NICE (Instituto Nacional de

Excelencia Clínica del Reino Unido). No obstante, esta práctica se basa

exclusivamente en un único ensayo clínico randomizado (Stupp, 2005). Es preciso

recalcar que, no existe ninguna revisión sistemática completa ni meta-análisis en el

tema que evalúe completamente la base de evidencia para esta tendencia en la

práctica clínica.

Figura 1.4. Gráfica que muestra la diferencia en la supervivencia dependiendo si el promotor de MGMT se encuentra o no metilado. Obtenida de Stupp (Stupp, 2006)

Hegi (Hegi, 2005) completa los datos de Stupp (Stupp, 2005) haciendo referencia a

la susceptibilidad de algunos glioblastomas multiformes al tratamiento con

temozolomida dependiendo si el promotor de la MGMT se encontraba o no

metilado. Dicha enzima, también conocida como O6-metil guanin- metil transferasa

(o AGT), es una de las encargadas de reparar las uniones alquilo que producen la

temozolomida y otros agentes alquilantes. Por ello, si su promotor se encuentra

metilado, es decir, poco activo, es mucho menor el número de enzimas reparadoras

y mayor el efecto de los quimioterápicos. En ese trabajo demuestran que la

Introducción

27

presencia del promotor metilado se traduce, además, en mayor supervivencia. Otros

autores (Friedman, 1998; Silber, 1999; Esteller, 2000) demuestran que la

inactivación del gen reparador del ADN, O6-MGMT, por hipermetilación del

promotor, se asocia también a mejor respuesta al tratamiento con agentes alquilantes

(BCNU). Incluso, es posible que el estado de metilación del promotor del gen

tumoral pueda evaluarse mediante el ADN sérico. Spiegl-Kreinecker (Spiegl-

Kreinecker, 2010) considera que la determinación del estado de MGMT debería

realizarse mediante el análisis de la expresión de la proteína (Western blot), en vez

del análisis de la metilación del promotor (PCR-metilación específica), pues el

primero se correlaciona mejor tanto con la respuesta a la temozolomida como con la

supervivencia.

1.7.3.2. Esquema PCV

Consiste en la combinación de tres quimioterápicos descrita siguiendo la siguiente

pauta (M.R.C.B.T.P. 2001; Brandes, 2006):

- lomustina (CCNU) por vía oral administrándose 110 mg/m² el día 1

- procarbacina por vía oral administrándose 60 mg/m² los días 8 a 21

- vincristina por vía i.v. a dosis de 1,4 mg/m² los días 8 y 29 (máximo de 2 mg/m²)

El ciclo se repite cada 6 semanas.

La utilización de esta pauta se suele limitar a los astrocitomas,

oligodendrogliomas y oligoastrocitomas anaplásicos, basándose en los resultados

de varios trabajos (Levin, 1990; Prados, Scott, Curran, 1999; Prados, Scott, Sandler,

1999). No obstante, el mayor ensayo clínico randomizado (M.R.C.B.T.P. 2001), que

incluye 674 pacientes, no demostró la existencia de diferencias significativas entre

Introducción

28

el grupo de pacientes tratados con radioterapia solamente frente a otro grupo que

recibió radioterapia + PCV, poniendo en duda el beneficio del tratamiento

adyuvante con PCV para los astrocitomas de alto grado.

Con la generalización de la temozolomida, varios autores (Brandes, 2006; Stupp,

2007), si bien no demuestran mejoría en la supervivencia de pacientes con

astrocitoma anaplásico con este quimioterápico frente a PCV, prefieren

temozolomida por administrarse por vía oral y tener una mejor tolerancia (sólo 4-5%

de toxicidad hematológica frente a 37% en el grupo de PCV).

1.7.4. Quimioterapia intersticial. Implantes de carmustina

Teniendo en cuenta los siguientes factores:

- La eficacia de la quimioterapia sistémica como tratamiento de los astrocitomas

malignos es poco evidente como han demostrado los diferentes ensayos clínicos

realizados recogidos en forma de meta-análisis (Fine, 1993; Stewart 2002).

- La dificultad de los quimioterápicos administrados por vía sistémica en

atravesar la barrera hematoencefálica (BHE). De entre ellos los más

utilizados eran las nitrosureas y entre ellas la carmustina por su gran actividad

“in vitro” frente a los tumores gliales, pero su escasa vida media (unos 20

minutos) en sangre periférica hace difícil que lleguen a alcanzarse

concentraciones suficientes en el tumor para ser efectivas (Brem, 1991; Wang,

1999; Engelhard 2000; Westphal, 2003)

- La mayor parte de las recidivas de estos tumores cerebrales se producen

localmente, normalmente en los 2-3 cm. adyacentes a la resección del tumor

primario (Hochberg, 1980).

Introducción

29

Entonces, citando palabras textuales de Subach (Subach, 1999) “¿Por qué inyectar

sistémicamente una sustancia tóxica (quimioterápico) si puede colocarse

directamente en contacto con la lesión diana?”

Por ello, desde el punto de vista teórico, la vehiculización de estos quimioterápicos

(carmustina) en forma de implantes locales conseguiría:

- altas concentraciones en el lugar a actuar (Attenello, 2008)

- bajos o nulos efectos secundarios sistémicos, ya que la difusión del

quimioterápico a sangre periférica y a otros órganos es mínima (Attenello, 2008)

- iniciar la quimioterapia inmediatamente tras la resección quirúrgica, que es el

momento en el que la cantidad de células tumorales es menor y por lo tanto,

teóricamente, más efectiva.

Siguiendo este razonamiento, se han desarrollado los implantes de carmustina,

también llamados wafers (traducción directa del inglés sería “oblea” o “galleta”). Se

trata de una matriz reabsorbible de polifeprosan 20 (galleta poli anhidrida de

carboxifenoxi-propano/ácido sebácico ó PCPP-SA) que contiene carmustina

(BCNU) como quimioterápico activo (Westphal, 2003). El polifeprosan 20, en

contacto con el medio acuoso del cerebro, está diseñado para degradarse según una

cinética lineal liberando progresivamente las moléculas del quimioterápico, en este

caso carmustina (BCNU), aproximadamente en unas 3 semanas. La degradación de

la matriz es completa, sin dejar ningún tipo de residuo. Durante su degradación no

resulta tóxica para el cerebro donde va alojada (Leong, 1986), si bien se demostró

que los wafers producían una reacción inflamatoria celular y edema cerebral.

Más tarde, se evaluaron la difusión del quimioterápico en el cerebro (Fung, 1996;

Wang, 1999), la eficacia en animales de experimentación (Brem, 1994; Buahin,

Introducción

30

1995) y que la administración concomitante de radioterapia no añadía efectos

secundarios (Brem, 1994). Estudios posteriores fase I y II determinaron la eficacia

de estos implantes frente a placebo y que la concentración de carmustina al 3,85%

en los implantes era la más adecuada (Brem, 1991; Brem, Ewend, 1995).

Figura 1.5. Fotografía de los implantes de carmustina.

Brem publica en 1995 (Brem, Piantadosi, 1995) un ensayo clínico fase III

randomizado doble ciego en el que se incluyen 220 pacientes con glioblastoma

multiforme recidivado distribuyéndolos en dos grupos: uno con tratamiento con

implantes de carmustina y el otro con implantes de placebo, demostrándose un

aumento significativo en la mediana de supervivencia (7,2 meses frente a 5,4

meses).

Subach (Subach, 1999) en cambio, publica resultados menos positivos. En su

trabajo, se analizan 62 pacientes con gliomas de alto grado en recurrencia, de los

cuales 17 fueron tratados con wafers de carmustina y otros 45 pacientes provienen

de un control histórico. La supervivencia mediana de los pacientes tratados con

implantes de carmustina fue de 14 semanas tras la colocación de los implantes,

frente a las 50 semanas de los pacientes del grupo control. Además, los autores

encontraron que las complicaciones, entre las que destacaban infecciones de herida,

Introducción

31

fístulas de LCR, sepsis y edema cerebral maligno, eran desproporcionadamente altas

en el grupo de pacientes tratados con implantes de carmustina.

En 1997 Valtonen (Valtonen, 1997), utilizando los mismos implantes de carmustina

en pacientes con gliomas de nuevo diagnóstico, obtiene una mayor mediana de

supervivencia en el grupo de tratamiento (13,4 meses) respecto a placebo (9,2

meses).

Westphal en 2003 (Westphal, 2003) publica los resultados de un ensayo clínico

randomizado aleatorizado frente a placebo en el que se incluyen 240 pacientes. La

supervivencia es significativamente mayor en el grupo tratado con implantes de

carmustina (13,9 meses), frente al grupo placebo (11,6 meses). Los porcentajes de

supervivientes al año fueron del 59,2% (grupo implantes de carmustina) y 49,6% en

el grupo placebo. Así mismo, el tiempo hasta el deterioro (Karnofsky) también era

significativamente mayor en el grupo con wafer de carmustina frente al grupo

placebo. En la figura 1.6. se muestran las curvas de supervivencia.

Figura 1.6. Curvas de supervivencia del ensayo clínico de Westphal (Westphal, 2003). Se muestra la diferencia en cuanto a la supervivencia del grupo con implantes de carmustina frente al grupo

placebo.

Introducción

32

Las complicaciones en ambos grupos eran similares, si bien apreciaron mayor

número de fístulas de LCR en el grupo de pacientes con implantes de carmustina

frente al grupo con implantes de placebo. En un posterior trabajo, el mismo autor

publicó los resultados a largo plazo de dicho ensayo clínico confirmando las

conclusiones del trabajo inicial (Westphal, 2006).

Los efectos adversos descritos con la utilización de implantes de carmustina son

crisis epilépticas, edema cerebral, dificultad en la cicatrización de las heridas con

aparición de dehiscencias y necrosis, fístulas de LCR e infecciones (meningitis y

abscesos cerebrales).

1.8. Estado actual del tratamiento: Guías de práctica clínica

En el período de realización de este trabajo, tanto las principales guías de práctica

clínica: NICE (NHS) http://www.nice.org.uk/nicemedia/pdf/TA121guidance.pdf y

National Comprehensive Cancer Network (Clinical Practice Guidelines in

Oncology) http://www.nccn.org/professionals/physician_gls/f_guidelines.asp. como

la revisión realizada por Olson (Olson, 2009), recomiendan para los gliomas de alto

grado: máxima resección quirúrgica con/sin colocación de implantes de

carmustina, seguido de radioterapia. En caso de no haber colocado implantes de

carmustina, se administrará temozolomida concomitante a dicha radioterapia y

posteriormente de manera adyuvante. En caso de haber colocado implantes de

carmustina, el tratamiento con temozolomida es optativo, si bien el añadir ambos

tratamientos de quimioterapia puede llevar a un aumento de la toxicidad o a

cambios radiológicos. En la figura 1.7. se muestra el esquema de tratamiento de

NCCN.

Introducción

33

Figura 1.7. Algoritmo de tratamiento recomendado por NCCN. Obtenido de http://www.nccn.org/professionals/physician_gls/f_guidelines.asp.

1.9. Implantes de carmustina frente a otros esquemas terapéuticos. Ausencia de

evidencia científica

En la bibliografía medica, sólo se han encontrado dos trabajos que tímidamente

intentan comparar el tratamiento con implantes de carmustina frente a otros

quimioterápicos. Por un lado, el ya citado trabajo de Subach (Subach, 1999) con

una validez escasa, debido a que el número de pacientes es limitado (62) y a que no

se trata de un ensayo randomizado. Por otro lado, Attenello (Attenello, 2008) que

realiza un estudio retrospectivo, comparando los pacientes intervenidos de gliomas

malignos con implantes de carmustina frente a los pacientes sin implantes. En este

trabajo se comparan entre ambos grupos, tanto las complicaciones postoperatorias,

como los factores pronósticos. Al no especificarse los tratamientos de quimioterapia

sistémica que reciben los pacientes en cada uno de los grupos, ni los datos de

Introducción

34

supervivencia de los pacientes sin implantes de carmustina, ni tampoco las

diferencias en cuanto a supervivencia entre los dos grupos, la comparación queda

incompleta.

Sin embargo, son varios los trabajos que se hacen eco de esta falta de evidencia

científica, como Engelhard (Engelhard 2000) que llama la atención sobre la

ausencia de estudios clínicos que comparen directamente la eficacia del uso de la

quimioterapia con BCNU en lecho quirúrgico, con otros quimioterápicos

administrados por vía sistémica. En cambio, sí que hay estudios en marcha que

valoran la eficacia de wafers de BCNU combinados con quimioterapia sistémica

(La Rocca 2006; Asher 2007; Affronti, 2009; La Rocca, 2009).

De igual manera, tampoco existen ensayos clínicos randomizados que comparen

temozolomida frente a otros quimioterápicos, como cita Stupp (Stupp, 2001): “La

temozolomida ha demostrado su actividad frente a gliomas de alto grado si bien no

se han realizado ensayos que los comparen frente a nitrosureas”.

Por el contrario, sí existen comparaciones entre los ensayos clínicos de Westphal

(Westphal, 2003) y Stupp (Stupp, 2005). Una de ellas la realiza Brandes (Brandes,

2007) que opina que el tratamiento con implantes de carmustina no tiene

demostrada su eficacia y es un paso en falso, mientras que preconiza el tratamiento

con temozolomida. Sin embargo, estas opiniones no se corroboran con la realización

de ningún tipo de estudio, ensayo con pacientes o meta-análisis. Otra de estas

comparaciones la publica Perry (Perry, 2007), llegando a la conclusión de que la

evidencia en relación a los implantes de carmustina es escasa, de que sólo hay

estudios que los comparan con placebo y que debería realizarse estudios

comparándolo con otros tratamientos sistémicos. Finalmente, dos revisiones

Cochrane realizadas por Hart inciden en este tema. Así, en la primera, se analiza la

Introducción

35

evidencia a favor de temozolomida y se pone de manifiesto la necesidad de una

comparación entre Gliadel y TMZ para valorar las diferencias entre los dos

fármacos, ya que los dos han demostrado supervivencias parecidas en pacientes con

características similares (Hart, 2008). En la segunda, se indica que son necesarios

estudios de Gliadel frente a Gliadel + TMZ (Hart, 2008).

Revisados los ensayos clínicos en marcha, tampoco se tiene constancia de que

existan comparaciones de tratamientos con quimioterapia frente a tratamiento con

implantes de carmustina.

Resumiendo, no se han encontrado ningún otro trabajo que compare la efectividad

de los implantes intersticiales de carmustina con ningún otro grupo de tratamiento

que no sea placebo. Se echa de menos la existencia de ensayos clínicos que lo

comparen con otros esquemas de tratamiento como el de Stupp (Stupp, 2005), que

ha demostrado ser efectivo y cuyo uso se encuentra bastante generalizado, o con el

tratamiento con carmustina por vía intravenosa, o con otros quimioterápicos

administrados de forma local (en el lecho tumoral) durante la resección quirúrgica.

Hipótesis

36

2. HIPÓTESIS

Hipótesis

37

La utilización de los implantes de carmustina en el tratamiento de los gliomas de

alto grado supone un cambio en el concepto de administrar quimioterapia. Esta

modalidad de tratamiento ha demostrado su validez en ensayos clínicos frente a

placebo, pero no ha sido comparada frente a otras modalidades de tratamiento

quimioterápico. Por otra parte, la evidencia respecto al comportamiento de esta

modalidad de tratamiento fuera de situaciones controladas, como son los ensayos

clínicos randomizados, es escasa.

Paralelamente, se ha demostrado la utilidad de otro agente quimioterápico, la

temozolomida administrada por vía oral, de forma concomitante a radioterapia y

adyuvante en 6 ciclos. Este segundo tratamiento se ha estandarizado como

tratamiento habitual para este tipo de tumor tanto a nivel mundial como en el

Hospital de Cruces.

Ante un nuevo tratamiento el médico se plantea algunos interrogantes: ¿se tolera

mejor? ¿es más eficaz?

Por ello la hipótesis nula pretende responder a estas dos preguntas, y se enuncia de

la siguiente manera:

- No existen diferencias en cuanto a tolerancia entre el tratamiento con implantes

de carmustina y el tratamiento sin implantes.

- No existen diferencias en cuanto a eficacia entre el tratamiento con implantes de

carmustina y el tratamiento sin implantes.

Objetivos

38

3. OBJETIVOS

Objetivos

39

Para confirmar o rechazar la hipótesis nula se plantean los siguientes objetivos:

I. Determinar la homogeneidad y comparabilidad de los grupos

seleccionados en cuanto a los principales factores pronósticos.

II. Valorar la tolerancia a los dos tipos de tratamiento considerados. Para ello

se analiza las diferencias entre los grupos en cuanto a las complicaciones

postquirúrgicas y la toxicidad en las fases de radioterapia y quimioterapia de

primera línea.

III. Examinar las diferencias en el grado de resección entre los grupos

analizados y su influencia en el pronóstico.

IV. Analizar si existen diferencias entre los grupos durante las fases de

tratamiento con radioterapia y tratamiento en el momento de progresión

que pudieran sesgar los resultados.

V. Comparar la eficacia de los dos tratamientos considerados.

VI. Analizar la influencia en la supervivencia tanto de los factores pronósticos,

como de las complicaciones postquirúrgicas, de los procedimientos en la

fase de radioterapia, de los tratamientos quimioterapicos de primera y

segunda línea, así como de la resección quirúrgica en el momento de la

recidiva.

Material y métodos

40

4. MATERIAL Y MÉTODOS

Material y métodos

41

Este estudio ha recibido la aprobación del Comité Ético de Investigación Clínica

del Hospital de Cruces, y se adapta a los requerimientos exigidos por dicho comité

(códigos CEIC E09/14 y E09/32).

4.1. Bases de datos y esquemas de tratamiento

En el Hospital de Cruces y tras el trabajo del Dr. Pomposo (Pomposo 2000), se

incluyen en una base de datos (Microsoft Access para Windows XP), de manera

prospectiva, todos aquellos pacientes con diagnóstico de tumor glial (astrocitomas,

ependimomas, oligodendrogliomas, oligoastrocitomas, gliosarcomas y

xantoastrocitomas). En todos los casos el diagnóstico se realiza mediante

confirmación anatomo-patológica de muestras obtenidas mediante craneotomía,

biopsias realizadas por métodos estereotácticos o de neuronavegación, y en unos

pocos casos postmortem (autopsia). Los datos del seguimiento clínico se van

incorporando a dicha base de datos. Dicha herramienta informática contiene datos

de pacientes desde el 01/01/00, siendo en la actualidad 428 los pacientes registrados.

En una segunda base de datos, que incluye muchas más variables que en la base de

datos general, se registran sólo los pacientes con gliomas de alto grado intervenidos

mediante craneotomía a partir del 4/11/2003 (fecha de colocación del primer

implante de carmustina en el Hospital de Cruces).

En estos últimos 10 años, en el citado hospital, han coexistido tres tipos de

tratamiento quimioterápico para los gliomas de alto grado. En los primeros años,

tras la resección tumoral, se administraban 3 ciclos de BCNU y posteriormente

radioterapia. Más tarde, se introdujo el tratamiento con temozolomida siguiendo el

protocolo descrito por Stupp (Stupp, 2005), primero como uso compasivo (antes

Material y métodos

42

del año 2005) y posteriormente siguiendo ficha técnica (a partir del año 2005).

Finalmente, desde noviembre de 2003, en pacientes con gliomas de alto grado

recidivado y, desde marzo de 2005 en primera cirugía, se dispone de los implantes

de carmustina para colocación en el lecho tumoral.

En el período preoperatorio, mientras se realizan los estudios analíticos y de

neuroimagen, los pacientes reciben dexametasona a dosis de 4 mg/8 horas, a no ser

que por enfermedades concomitantes (diabetes, alergia o intolerancia, miopatía

esteroidea) o por criterios de neuroimagen, no fuese conveniente administrar dichas

dosis. Posteriormente son intervenidos quirúrgicamente en el Hospital de Cruces

por el mismo equipo de neurocirujanos, con la idea de colocar implantes de

carmustina a todos los enfermos en los que se confirme la existencia de glioma de

alto grado en la anatomía patológica intraoperatoria. Las principales razones para

que no se coloquen son:

- la no evidencia de glioma de alto grado en la biopsia intraoperatoria,

- la no disponibilidad de los implantes de carmustina por no sospechar

preoperatoriamente glioma de alto grado,

- la apertura del sistema ventricular.

Tras el tratamiento quirúrgico, el protocolo intención de tratar de este trabajo

continúa con el tratamiento de radioterapia. Se administra una dosis total de 60 Gy

a un volumen planificado (PTV), consistente en el volumen clínico de tratamiento

(CTV) más 1 cm. alrededor, para conseguir con ello un buen recubrimiento del

CTV. El volumen clínico de tratamiento (CTV) se define como el volumen de la

lesión captante de contraste en la RM previa a la cirugía (también denominado GTV

o volumen de tratamiento bruto) más un margen de 2-3 cm. alrededor (Laperriere,

2002). La dosis total se reparte en dos fases. En la primera, se administran 40-50 Gy

Material y métodos

43

sobre el PTV, y en la segunda se sobreimpresiona con 20-10 Gy el resto tumoral (si

lo hay), o el lecho quirúrgico si la resección ha sido completa. El fraccionamiento

diario es de 2 Gy y, por lo tanto, se administran un total de 30 sesiones, de manera

similar a como se realiza en la mayoría de los protocolos (Walker, 1979; Westphal,

2003; Stupp, 2005; Stummer, 2006).

Tras la radioterapia se puede administrar cualquier tipo de quimioterapia, si bien

desde el año 2004 el fármaco más utilizado es la TMZ y la manera de prescribirlo es

siguiendo el protocolo de Stupp (Stupp, 2005) como se muestra en la figura 4.1.

Figura 4.1. Esquema de tratamiento del protocolo de Stupp (Stupp, 2005). Obtenido de Stupp (Stupp, 2006)

En alguna ocasión, los pacientes con tumores grado III son tratados siguiendo el

esquema PCV (M.R.C.B.T.P. 2001; Brandes, 2006) y que ya se ha descrito en el

apartado 1.7.3.2.

En el momento de la recurrencia tumoral, puede aplicarse cualquier modalidad de

tratamiento: reintervención quirúrgica con o sin colocación de implantes de

carmustina, quimioterapia con temozolomida, BCNU, irinotecan u otros.

Material y métodos

44

En fase de progresión de la enfermedad y, considerados en situación paliativa, los

enfermos son atendidos en su domicilio, bien con apoyo del médico de familia, o

bien del Servicio de Hospitalización a Domicilio o ingresan en centros de cuidados

paliativos.

4.2. Selección de pacientes y asignación a los grupos

4.2.1. Criterios de selección.

Del total de los pacientes de las citadas bases de datos se seleccionan aquellos

pacientes que cumplen los siguientes criterios:

• Temporal: intervenidos entre el 01/01/2004 y el 31/12/2008.

• Anatomo-patológico: sólo pacientes con confirmación anatomo-patológica

de tumor de alto grado de la OMS, es decir grado III (engloba los

astrocitomas anaplásicos, oligodendrogliomas anaplásicos y

oligoastrocitomas anaplásicos) y grado IV (incluye glioblastoma multiforme

y gliosarcoma).

• Modalidad de tratamiento quirúrgico: incluyéndose sólo aquellos

pacientes tratados mediante craneotomía y resección tumoral. Descartándose,

por lo tanto, todos aquellos cuyo diagnóstico ha sido obtenido mediante

biopsia estereotáctica/neuronavegación o mediante autopsia.

• Características de la lesión: lesiones supratentoriales únicas, unilaterales,

captantes de contraste y que en los estudios radiológicos son consideradas

susceptibles de resección por lo menos subtotal.

• Edad: entre 18 y 80 años

• Situación funcional: buen estado general previo a la cirugía (Karnofsky ≥

70).

Material y métodos

45

• Antecedentes personales: sin patologías concomitantes graves que

contraindiquen el tratamiento quirúrgico.

• Seguimiento: El seguimiento mínimo es de 12 meses desde la selección del

último paciente.

Se excluye a todos aquellos pacientes con:

- Cirugía citorreductiva previa.

- Enfermedad multifocal (más de una lesión captante de contraste).

- Radioterapia cerebral previa.

- Hipersensibilidad conocida a las nitrosureas.

- Anomalías analíticas clínicamente significativas.

- Tumores en la línea media, ganglios basales, cerebelo o tronco del encéfalo.

- Lesiones que no captan contraste y que sugieren gliomas de bajo grado.

4.2.2. Asignación a cada uno de los grupos

Si durante la intervención quirúrgica los pacientes reciben implantes de carmustina,

se asignan al grupo implantes de carmustina (o grupo Gliadel), mientras que todos

aquellos a los que no se les coloca intraoperatoriamente dicho quimioterápico en

lecho tumoral constituyen el grupo sin implantes de carmustina (o No Gliadel).

4.2.3. Comparabilidad de los grupos. Factores pronósticos

Tal y como se ha indicado previamente, múltiples estudios publicados han

demostrado el valor pronóstico de diferentes factores. Por ello, dado que en este

estudio los grupos no se obtienen de una randomización sino de una selección, debe

determinarse previamente si los grupos de estudio están balanceados en cuanto a

Material y métodos

46

estos factores pronósticos, y descartar que no se haya incurrido en sesgos de

selección. A continuación, se describe cada uno de ellos enumerando sus

características.

4.2.3.1. Edad

Definida como la edad del paciente (en años) el día de la intervención quirúrgica.

Se obtienen de esta variable estadísticos descriptivos como la media y la mediana.

Se comparan las medias de edad de cada uno de los grupos utilizando el test de t-

student. Para determinar la influencia en la supervivencia se utiliza esta variable

estratificada en tres puntos diferentes de corte 50, 55 y 60 años y se analiza

mediante las curvas de Kaplan-Meier (Log-Rank). Finalmente se utiliza la variable

“edad” con todos sus valores para el análisis de riesgos proporcionales de Cox.

4.2.3.2. Karnofsky

El índice de Karnofsky (Karnofsky DA 1948; Karnofsky DA 1949) es una

puntuación que se asigna a cada paciente para categorizar su situación funcional.

Tiene una puntuación entre 0 y 100, siendo 0 puntos cuando el paciente se encuentra

fallecido y 100 puntos cuando no tiene ninguna evidencia de enfermedad. En la

tabla 2 se detallan el resto de las puntuaciones.

Material y métodos

47

Características Puntuación Estrato

Normal, sin quejas, faltan indicios de enfermedad

100

Llevar a cabo una actividad normal con signos o síntomas leves

90

Actividad normal con esfuerzo. Algunos signos o síntomas morbosos

80

Capaz de trabajo y actividad normales, sin necesidad de cuidados especiales

Capaz de cuidarse, incapaz de actividad normal o trabajo activo

70

Requiere atención ocasional, pero es capaz de satisfacer la mayoría de sus necesidades

60

Necesita ayuda importante y asistencia médica frecuente

50

No apto para el trabajo. Capaz de vivir en casa, satisfacer la mayoría de sus necesidades. Necesita una ayuda de importancia variable

Incapaz, necesita ayuda y asistencia especiales

40

Totalmente incapaz, necesita hospitalización y tratamiento de soporte activo

30

Gravemente enfermo. Tratamiento activo necesario

20

Moribundo, irreversible 10

Incapaz de satisfacer sus necesidades, necesita asistencia equivalente a la de un hospital. La enfermedad puede agravarse rápidamente.

Muerto 0 Muerto

Tabla 2. Escala de Karnofsky (4.1)

En este caso, se ha considerado el Karnofsky del paciente el día previo a la cirugía.

Es preciso mencionar que todos los pacientes tienen un Karnofsky ≥70 pues se trata

de un criterio de selección de los pacientes en este estudio. Los índices de

Karnofsky de todos los pacientes han sido asignados por la misma persona para

evitar subjetividades y variabilidad interobservador. Se ha utilizado la U-Mann-

Whitney para descartar diferencias entre los dos grupos de tratamiento. Se ha

utilizado como variable categórica tanto para los análisis de supervivencia como

para el análisis de riesgos proporcionales de Cox.

Material y métodos

48

4.2.3.3. Anatomía patológica. Grado histológico

En esta variable se describen los diferentes tipos de diagnóstico anatomo-patológico

(glioblastoma multiforme, gliosarcoma, astrocitoma anaplásico, oligodendroglioma

anaplásico y oligoastrocitoma anaplásico). Para los posteriores análisis estadísticos,

esta variable ha sido recodificada considerando el grado de la OMS de cada una de

las anatomías patológicas, siendo “grado IV” los glioblastomas multiformes y

gliosarcomas; y “grado III” los astrocitomas anaplásicos, oligodendrogliomas

anaplásicos y oligoastrocitomas anaplásicos.

Los grados histológicos así definidos se han comparado mediante Chi-cuadrado,

como factor en las curvas de Kaplan-Meier (Log-Rank) y en el análisis de riesgos

proporcionales de Cox.

4.2.3.4. Clases RPA

El análisis de particionamiento recursivo (RPA) es una técnica de clasificación, que

puede aplicarse al análisis de grandes bases de datos, para descubrir relaciones

ocultas entre las variables y para definir subgrupos con diferencias estadísticamente

significativas entre ellos. Está especialmente indicado en escenarios donde las

técnicas estadísticas clásicas (Ej.: regresión) no pueden establecer predicciones

adecuadas, si existen datos ausentes, o si la relación entre las variables es compleja o

difícil de interpretar. Se viene utilizando en oncología en los últimos años, siendo el

estudio del RTOG para la clasificación del glioma maligno una de sus primeros

ejemplos (Curran, 1993). El resultado del RPA es un diagrama en árbol (árbol de

decisión), en el cual los datos se organizan mediante particiones (splits) en nodos a

lo largo de las ramas. Los datos similares se localizan en el mismo nodo, mientras

Material y métodos

49

que los datos sin relación ocupan nodos diferentes. Para calcularlo, en cada paso se

determina para cada variable independiente “x” un valor de corte, que divide de

forma óptima el grupo en dos subgrupos y selecciona la variable que mejor ajuste el

valor del criterio de partición. Se evalúan todas las variables independientes

analizando cada valor de corte posible. En el paso sucesivo se toman los subgrupos

y se repite la operación para cada uno de ellos, hasta que no se puede realizar una

partición sucesiva, bien porque el subgrupo contiene una sola clase de individuos, o

bien porque es demasiado pequeña para ofrecer una subdivisión con valor

estadístico. Posteriormente, es necesario calcular la bondad de ajuste y realizar una

validación externa (Polo-Rubio 2007).

En este caso, se han considerado las clases RPA según la definición original de

Curran (Curran, 1993) que se resume en la tabla 3. Estas clases así definidas han

demostrado su validez y utilidad en varios trabajos (Sarkaria, 1995; Scott, 1998;

Videtic, 1999; Videtic, 2001; Lamborn, 2004). No se han elegido definiciones más

actuales (Mirimanoff, 2006; Pichlmeier, 2008) dado que no consideran las clases I y

II pues, a diferencia del presente estudio, sólo tienen pacientes con glioblastoma

multiforme. En el anexo se incluye el diagrama en árbol de los gliomas de alto

grado.

Para valorar si existen diferencias entre los dos grupos se utiliza Chi cuadrado y U-

Mann-Whitney. Se analiza la influencia de las clases RPA en la supervivencia

mediante las curvas de Kaplan-Meier (Log-Rank) y el análisis de riesgos

proporcionales de Cox.

Material y métodos

50

Clase Características Mediana superv. (meses)

Superv. 1-año

Superv. 2-años

I Edad <50 a, AA; estado mental normal 59 76%

II Edad ≥50 a, KPS 70-100, AA, síntomas> 3 m.

37 68%

III Edad <50 a, AA, estado mental anormal ó Edad <50 a, GBM, KPS 90-100

18 70% 35%

IV

Edad <50 a, GBM, KPS <90 ó Edad ≥50 a, KPS 70-100, AA, síntomas≤ 3 m. ó Edad ≥50 a, KPS 70-100, GBM, resección quirúrgica, capaz de trabajar

11 45% 15%

V

Edad ≥50 a, KPS 70-100, GBM, resección quirúrgica, incapaz de trabajar ó Edad ≥50 a, KPS 70-100, GBM, sólo biopsia, dosis RxT > 54.4 Gy ó Edad ≥50 a, KPS <70, estado mental normal

9 30% 6%

VI

Edad ≥50 a, KPS 70-100, GBM, sólo biopsia, dosis RxT ≤ 54.4 Gy ó Edad ≥50 a, KPS <70, estado mental anormal

5 20% 4%

Tabla 3. Descripción de las clases RPA (4.2).

4.3. Grado de resección

Se determina la extensión de la resección quirúrgica del tumor realizando un TAC

craneal con contraste antes de las 72 horas postoperatorias. En unos pocos

pacientes éste se realizó sin contraste y en algún caso no se realizó, por lo que se

hizo una estimación del grado de resección, basándonos en la impresión del

neurocirujano reflejada en el protocolo quirúrgico. Los volúmenes tumorales, tanto

preoperatorio como postoperatorio, fueron calculados mediante la fórmula axbxc / 2

descrita para determinar el volumen de los hematomas intraparenquimatosos

(Kothari, 1996). En la figura 4.2. se aprecian dos ejemplos del método utilizado para

calcular el volumen tumoral.

Material y métodos

51

Figura 4.2. Ejemplos que muestran el método utilizado para la medición del volumen tumoral

En los pocos pacientes a los que no se había realizado TAC craneal preoperatorio, el

volumen tumoral inicial se calculó en las secuencias con gadolinio de la RM

preoperatoria. Esta variable se distribuye en las siguientes categorías:

- “Resección total”: cuando no existen captaciones patológicas de contraste ni otras

evidencias que sugieran resto tumoral en el TAC postoperatorio.

- “Resección subtotal”: cuando el volumen tumoral residual en el TAC de control

es inferior al 10% del volumen tumoral calculado en el TAC preoperatorio.

- “Resección parcial o biopsia”: si el volumen tumoral residual en el TAC

postoperatorio es superior al 10% del volumen tumoral calculado en el TAC

preoperatorio.

Grado de resección Volumen tumoral residual

TAC postop. Impresión del neurocirujano

en protocolo quirúrgico

Total 0% Extirpación total

Subtotal < 10% Extirpación subtotal

Parcial o biopsia > 10% Extirpación parcial o biopsia

Tabla 4. Determinación del grado de resección (4.3)

Material y métodos

52

4.4. Complicaciones quirúrgicas.

En este epígrafe pasamos a describir las definiciones utilizadas para considerar cada

una de las complicaciones quirúrgicas.

4.4.1. Deterioro Neurológico

Consideramos que hay deterioro neurológico cuando aparece un déficit neurológico

que no se apreciaba en la exploración preoperatoria (hemiparesia, alteración pares

craneales, afasia, hemianopsia…), siempre y cuando pueda objetivarse en una

exploración neurológica habitual, o cuando se produce un descenso de 20 puntos en

la escala de Karnofsky, siempre que cualquiera de ellos permanezca durante más de

24 horas y que no se deban a un estado postcrítico o crisis convulsiva.

La variable recibe los valores “Sí / No”. Se ha utilizado para determinar diferencias

en cuanto a seguridad entre los dos grupos de tratamiento haciendo el contraste

mediante Chi cuadrado. También se han utilizado las curvas de Kaplan-Meier (Log-

Rank) para determinar el impacto de esta variable en cuanto a la supervivencia.

4.4.2. Edema cerebral

Para medir el edema cerebral se han utilizado dos parámetros:

- Aumento del edema cerebral respecto a TAC (o RM) preoperatorio, definido éste

como el área hipodensa (hipointensa / hiperintensa) alrededor de la lesión. Esta

variable se categoriza en: “Sí aumenta / No aumenta”.

- Desplazamiento de línea media: Para medir este desplazamiento, se traza una

línea recta sobre el TAC (o RM) craneal cuyo origen es la inserción de la hoz en el

hueso frontal y el final el mismo punto del hueso occipital. Perpendicular a ella y a

la altura de los agujeros de Monro, se traza otra línea que llega hasta el septum

Material y métodos

53

pellucidum, midiéndose la longitud (en mm.) de esta línea en la imagen del TAC

preoperatorio y en la imagen correspondiente del TAC postoperatorio. En la figura

4.3. se observa un ejemplo de cómo se calcula el desplazamiento de línea media.

Las variaciones se tratan como variables cuantitativas siendo positivas cuando el

desplazamiento es mayor en el postoperatorio respecto a preoperatorio y negativas

cuando es menor que en el preoperatorio.

Figura 4.3. Ejemplos que muestran el método utilizado para la medición del desplazamiento de línea

media

La variable resultante de los dos conceptos anteriores recibe el valor “Sí aumenta”

cuando, o bien aumenta el área de edema cerebral, o bien aumenta el

desplazamiento de línea media, u ocurren ambas posibilidades a la vez. Por

contraposición, recibe el valor “No aumenta” en el resto de situaciones. Se

contrasta la diferencia entre las frecuencias de los dos grupos analizados utilizando

la prueba de Chi cuadrado. También se analiza la influencia de este parámetro en

cuanto a la supervivencia en las curvas de Kaplan-Meier (Log-Rank) y en el análisis

de riesgos proporcionales de Cox.

Material y métodos

54

4.4.3. Hemorragia intracraneales y/o lecho quirúrgico

Se ha considerado como tal la presencia de sangre (hiperdensidad) en el TAC

postoperatorio, bien localizada en el lecho tumoral, o bien intraparenquimatosa a

distancia del lugar de la intervención quirúrgica. En ocasiones, esta hemorragia

condiciona deterioro neurológico añadido (correspondiendo al grado 4 en los

National Cancer Institute Common Toxicity Criteria version 2.0

http://ctep.cancer.gov/reporting/ctc.html y

http://www.eortc.be/Services/Doc/ctc/default.htm, siendo hallazgo casual en algunas

circunstancias (correspondiendo al grado 3 de los mismos criterios).

La variable toma los valores “Sí / No” y se ha utilizado la prueba exacta de Fisher

para determinar diferencias entre los grupos y las curvas de Kaplan-Meier (Log-

Rank) para analizar su influencia en la supervivencia.

4.4.4. Hemorragia extraaxiales (epidurales y subdurales).

Se ha definido esta variable como la presencia de sangre (hiperdensidad) en el

TAC postoperatorio, localizada bien en el espacio epidural o bien en el espacio

subdural. Al igual que las variables precedentes, en ocasiones, esta hemorragia

extraaxial condiciona deterioro neurológico añadido (correspondiendo al grado 4 en

los National Cancer Institute Common Toxicity Criteria version 2.0), o siendo

hallazgo casual (correspondiendo al grado 3 de los mismos criterios) en el resto de

los pacientes.

La variable toma los valores “Sí / No” y se ha utilizado la prueba de Chi-cuadrado

para determinar diferencias entre los grupos y las curvas de Kaplan-Meier (Log-

Rank) para analizar su influencia en la supervivencia.

Material y métodos

55

4.4.5. Infecciones

Para su definición se han utilizado los criterios del CDC/NHSN (Centers for Disease

Control and Prevention / National Healthcare Safety Network (Horan, 2008)

http://www.cdc.gov/ncidod/dhqp/hai.html). Según estos criterios, el período

postoperatorio se extiende hasta los 30 días tras la intervención quirúrgica. En el

presente trabajo, este período ha sido ampliado a todo el tiempo de seguimiento

tras la intervención quirúrgica. Por ello, si en todo ese tiempo tras la cirugía se

considera:

- Meningitis o ventriculitis cuando cumple los siguientes criterios:

- cultivo positivo de LCR

- por lo menos uno de los siguientes signos o síntomas sin otra causa

reconocida: fiebre (>38º C), cefalea, rigidez de nuca, signos meníngeos,

afectación de pares craneales o irritabilidad y

- por lo menos uno de los siguientes:

o aumento de células de la serie blanca, proteínas elevadas y/o

disminución de la glucosa en LCR

o evidencia de microorganismos en la tinción de Gram del LCR

o hemocultivo positivo

o test de antígenos positivos en LCR, sangre u orina

o títulos diagnósticos de anticuerpos específicos (IgM) o aumento en 4

veces de anticuerpos (IgG) para el patógeno.

- Infección intracraneal (Absceso e infecciones epidural o subdural)

- El paciente presenta cultivo positivo de tejido cerebral o duramadre.

Material y métodos

56

- Tiene un absceso o evidencia de infección intracraneal durante un examen

histológico o intervención quirúrgica.

- El paciente tiene 2 de los siguientes signos o síntomas sin ninguna otra causa

reconocida: fiebre (>38º C), signos de focalidad neurológica, nivel de

conciencia fluctuante o confusión y al menos uno de los siguientes:

o Evidencia de microorganismos, observados mediante examen

microscópico de cerebro o tejido proveniente de absceso obtenidos

mediante aspiración con aguja o biopsia durante una intervención

quirúrgica o autopsia.

o Determinación positiva para antígenos en sangre u orina.

o Evidencia radiológica de infección.

o Títulos diagnósticos de anticuerpos específicos (IgM) o aumento en 4

veces de anticuerpos (IgG) para el patógeno.

- Infecciones de herida quirúrgica:

SUPERFICIAL: la que afecta sólo a la piel y al tejido celular subcutáneo de la

incisión, y además aparece alguno de los siguientes:

- drenaje purulento por la herida

- cultivo positivo del tejido o fluido que sale por la herida superficial

- alguno de los siguientes síntomas: dolor o tensión, edema localizado, calor o

rubor, y si se abre la herida deliberadamente, el cultivo es positivo o no se

cultiva

- diagnóstico de infección de herida quirúrgica superficial realizado por el

cirujano o el médico responsable.

PROFUNDA: la que afecta a los tejidos profundos (fascia y capas musculares) de la

incisión, y además aparece alguno de los siguientes:

Material y métodos

57

- drenaje purulento desde tejidos profundos (pero no del órgano)

- herida profunda que se abre espontáneamente o se abre deliberadamente por

el cirujano y el cultivo es positivo o no se cultiva, cuando el paciente

presenta al menos uno de los siguientes síntomas: fiebre (>38º C), dolor

localizado o tensión.

- Se encuentra un absceso u otra evidencia de infección que afecta a la herida

profunda, durante la inspección directa, la reintervención, o mediante

examen histológico o radiológico.

- diagnóstico de herida quirúrgica profunda infectada realizado por el cirujano

o el médico responsable.

La variable infección está categorizada en dos valores “Sí / No” y se ha utilizado la

prueba exacta de Fisher para determinar diferencias entre los grupos y las curvas de

Kaplan-Meier (Log-Rank) para analizar su influencia en la supervivencia.

4.4.6. Fístulas y/o colecciones subcutáneas de LCR

Definida la primera como salida de sustancia compatible con líquido

cefalorraquídeo a través de la herida quirúrgica, o a través de la nariz o del oído.

En cuanto a la segunda, se considera como tal, al acúmulo de contenido compatible

con líquido cefalorraquídeo que se almacena en el tejido subcutáneo. En la literatura

consultada, algunos autores definen este último concepto como alteraciones en la

cicatrización.

La variable toma los valores “Sí / No” y se ha utilizado la prueba exacta de Fisher

para determinar diferencias entre los grupos y las curvas de Kaplan-Meier (Log-

Rank) para analizar su influencia en la supervivencia.

Material y métodos

58

4.4.7. Reintervención para la solución de complicaciones

En un sentido amplio, hemos considerado en esta variable a todas aquellas

reintervenciones practicadas a los pacientes previamente intervenidos para la

extirpación de un glioma de alto grado, exceptuando aquellas en las que se ha

planteado una nueva resección quirúrgica, como parte del tratamiento para mejorar

su calidad de vida o su supervivencia. Están incluidas las colocaciones de drenajes

ventriculares externos por HTIC, limpiezas de herida quirúrgica tanto superficial

como profunda, implantes de derivaciones V-P por hidrocefalia o fístulas de LCR y

evacuaciones de hemorragias intracraneales. La variable fue recogida con las

siguientes categorías predefinidas: “Ninguna / Una / Varias” y analizada para

determinar diferencias entre los dos grupos mediante Chi-cuadrado. Tanto para las

curvas de Kaplan-Meier (Log-Rank), como para el análisis de riesgos

proporcionales de Cox, se recodificó en “No reintervención / Sí reintervención”.

4.4.8. Mortalidad postquirúrgica.

La que acontece en los 30 días siguientes a la intervención quirúrgica, normalmente

relacionada con eventos que suceden en relación a dicho procedimiento, pero que

incluyen otros eventos graves sin relación con la cirugía como causa de mortalidad.

Se obtuvo como combinación de dos variables: primero se determinaron los

pacientes fallecidos y, de entre ellos, aquellos cuya supervivencia era inferior a 30

días. Toma los valores “Sí / No” y se ha utilizado la prueba exacta de Fisher para

determinar diferencias entre los grupos.

Material y métodos

59

4.4.9. Tiempo de ingreso

Esta variable se ha utilizado como indicador indirecto de las complicaciones y/o

mayor dificultad del manejo terapéutico de los pacientes entre los dos grupos sujetos

a comparación. Si el tratamiento con implantes de carmustina supone una mayor

complejidad en cuanto al manejo, o tras el mismo surgen más complicaciones, eso

se debe reflejar en un aumento de la estancia media de los pacientes. Dicha variable

se ha considerado en días, desglosándose en:

Días de ingreso en unidad de críticos: suele traducir complicaciones graves.

Días de ingreso en planta de hospitalización: refleja complicaciones más leves.

Días de ingreso totales: refleja la estancia total.

4.5. Tratamiento con radioterapia

4.5.1. Recibir radioterapia (o iniciar el tratamiento con radioterapia)

Esta variable codificada como “Sí / No”, considera a todos los pacientes que han

recibido cualquier dosis de radioterapia (aunque sean sólo 2 Gy). Se utiliza la

prueba de Chi-cuadrado para determinar la existencia de diferencias entre los

grupos. Se ha utilizado además las curvas de Kaplan-Meier (Log-Rank) y el análisis

de riesgos proporcionales de Cox para valorar su influencia en la supervivencia.

4.5.2. Descripción de las dosis de radioterapia

Se realiza una tabla con las dosis de radioterapia medidas en Gy estratificadas en los

siguientes intervalos: “No RxT (0 Gy) / 2-49 Gy / ≥ 50 Gy”. Con la variable así

estratificada, se han analizado si existen diferencias entre los grupos (Chi-cuadrado).

Para determinar su influencia en cuanto a la supervivencia mediante curvas de

Kaplan-Meier (Log-Rank) se ha estratificado en “2-49 Gy / ≥ 50 Gy”.

Material y métodos

60

4.5.3. Tiempo (días) hasta inicio de radioterapia

Considerado desde el día de la intervención quirúrgica hasta el día de la primera

sesión de radioterapia y se cuantifica en días. Se obtiene este parámetro para

descartar la existencia de factores de confusión entre ambos grupos, es decir, que el

retraso en el inicio de la radioterapia, condicione diferencias en cuanto al pronóstico,

como ya ha sido demostrado por Do (Do, 2000). La comparación entre los grupos se

ha realizado mediante t-student (comparación de medias). Para la realización de las

curvas de Kaplan-Meier (Log-Rank), la variable se ha recodificado en los siguientes

intervalos: “<1 mes; 1 – 1,5 meses; 1,5 – 2 meses; > 2 meses”.

4.5.4. Pacientes que completan el tratamiento con radioterapia

Se considera completo cuando el paciente ha recibido más de 50 Gy. De la misma

manera que la variable anterior, toma los valores “Sí / No”, y se ha calculado con

ella el porcentaje de cada grupo. Posteriormente, se ha utilizado el test exacto de

Fisher para determinar si existen diferencias entre los dos grupos.

4.5.5. Duración (días) tratamiento con radioterapia

Para valorar si existen diferencias entre los grupos en cuanto a la duración del

tratamiento con radioterapia, se calculan los días de tratamiento, restando la fecha

de fin de tratamiento menos la de inicio del tratamiento y se aplica el test de t-

student para comparación de medias. Para valorar la influencia de esta variable en la

supervivencia, se estratifica en los siguientes valores: “<42 días / 43 -50 días /

> 50 días” y se analiza mediante las curvas de Kaplan-Meier (Log-Rank).

Material y métodos

61

4.5.6. Toxicidad del tratamiento radioterápico

Para determinar la toxicidad del tratamiento con radioterapia se ha empleado la

clasificación realizada por el RTOG/EORTC para las toxicidades agudas (Cox,

1995). Estas toxicidades se han dividido en cutáneas y neurológicas y se describen

en la tabla 5:

Toxicidad Cutánea Neurológica

Grado 0 No toxicidad No toxicidad

Grado I

Eritema folicular débil. Depilación. Descamación seca. Disminución de la sudoración.

Buen estado funcional, con alteraciones neurológicas poco importantes, que no precisan tratamiento médico. Capaz de trabajar.

Grado II

Eritema tenso y brillante. Descamación parcheada y húmeda. Edema moderado.

Hallazgos neurológicos que pueden requerir cuidados asistenciales ambulatorios. Precisan tratamiento con corticoides. Puede requerir fármacos anticonvulsivantes

Grado III

Descamación húmeda cofluyente, excluyendo la de los pliegues cutáneos. Edema con fóvea.

Clínica neurológica que requiere hospitalización para un tratamiento inicial.

Grado IV Ulceración. Necrosis. Hemorragia.

Trastornos neurológicos severos como parálisis, coma, > 3 convulsiones semanales a pesar de la medicación. Requiere hospitalización

Tabla 5. Clasificación de las toxicidades Cutánea y Neurológica a radioterapia (4.4)

Las comparaciones entre los dos grupos se han realizado mediante el test de Chi-

cuadrado.

4.5.7. Interrupciones del tratamiento con radioterapia

Se consideran interrupción cuando el tratamiento con radioterapia dura más de 50

días. Se han evaluado las diferencias entre los dos grupos utilizando la prueba

exacta de Fisher.

Material y métodos

62

4.5.8. Suspensiones del tratamiento con radioterapia

Con este nombre de variable se ha denominado a aquellos pacientes que, habiendo

iniciado las sesiones de radioterapia, no han alcanzado la dosis de 50 Gy.

También, en este caso, se ha utilizado la prueba exacta de Fisher para analizar si

existen diferencias entre los dos grupos.

4.5.9. Tratamiento con temozolomida concomitante a radioterapia

Considerados como tales aquellos enfermos que, durante el tratamiento con

radioterapia, reciben alguna dosis de temozolomida. Se incluyen también aquellos

pacientes que, bien por toxicidad o por alguna otra razón, no reciben la dosis total.

A la variable se le asignan como posibles valores “Sí / No”. Dado que en el grupo

de pacientes a los que se coloca intraoperatoriamente implantes de carmustina no se

les administra temozolomida, no ha lugar realizar comparaciones entre los grupos,

pero sí se valora la influencia de este tratamiento en la supervivencia, mediante las

curvas de Kaplan-Meier (Log-Rank) y el análisis de riesgos proporcionales de Cox.

4.6. Tratamiento con quimioterapia de primera línea

4.6.1. Descripción de los tratamientos quimioterápicos administrados

Consideramos bajo este epígrafe a todos los pacientes que reciben tratamiento con

quimioterapia de primera línea. Todos ellos pertenecen al grupo sin implantes de

carmustina. Se describen tanto el quimioterápico utilizado, como el número de

ciclos recibidos. Como se ha indicado previamente, no se realizan comparaciones

con el grupo con implantes de carmustina. Tomando la variable los valores “Sí /

No”, se valora la influencia de este tratamiento quimioterápico de primera línea en

Material y métodos

63

la supervivencia mediante las curvas de Kaplan-Meier (Log-Rank) y el análisis de

riesgos proporcionales de Cox.

4.6.2. Toxicidad del tratamiento quimioterápico

Esta toxicidad se ha clasificado en grados de 0 a 5 siguiendo los criterios del

National Cancer Institute Common Toxicity Criteria version 2.0

http://ctep.cancer.gov/reporting/ctc.html y

http://www.eortc.be/Services/Doc/ctc/default.htm. El grado 0 se asigna cuando no

hay toxicidad, grado 1 corresponde a toxicidad leve, y de ahí en progresión, siendo

el grado 5 fallecimiento a causa de esta toxicidad. Para simplificar el análisis y

comparación con estudios previos, se ha clasificado la toxicidad en hematológica y

no hematológica. Ambas se describen en las tablas 6 y 7:

Grado 1 Grado 2 Grado 3 Grado 4 Grado 5 Leucocitos (total serie blanca)

cifra normal – 3.000/mm3

2.999–2.000 /mm3

1.999–1.000 /mm3

<1.000 /mm3

Exitus

Linfocitos cifra normal –

800/mm3 799–500 /mm3

499–200 /mm3

<200 /mm3

Exitus

Neutrófilos/ granulocitos

cifra normal – 1.500/mm3

1.499–1.000 /mm3

999–500 /mm3

<500 /mm3

Exitus

Plaquetas cifra normal–75.000/mm3

74.999–50.000/mm3

49.999–25.000/mm3

<25.000 /mm3

Exitus

Tabla 6. Clasificación de la toxicidad hematológica debida a tratamiento con quimioterapia de primera línea (4.5)

Material y métodos

64

Grado 0 Grado 1 Grado 2 Grado 3 Grado 4

Astenia / Fatiga

Ninguna

Mayor fatiga de la habitual, pero sin afectar las actividades normales

Moderada (causa dificultad para la realización de algunas actividades)

Severa (pérdida de la capacidad para realizar algunas actividades)

Encamado o incapacitado

Anorexia Ninguna Pérdida de apetito

Disminución significativa de la ingesta oral

Precisa sueroterapia i.v.

Precisa alimentación parenteral o por SNG.

Estreñimiento Ninguno

Precisa modificaciones dietéticas o medicación para ablandar heces

Precisa laxantes

Precisa enema o evacuación manual

Obstrucción intestinal o megacolon tóxico.

Náuseas Ninguna Capaz de comer

Disminución significativa de la ingesta oral

Ingesta oral no significativa. Precisa sueroterapia i.v.

-

Vómitos Ninguno

1 episodio más que en las 24 h. previas al tto.

2-5 episodios más que en las 24 h. previas al tto.

≥6 episodios más que en las 24 h. previas al tto. o precisar sueroterapia i.v.

Precisa alimentación parenteral o consecuencias fisiológicas que requieren cuidados intensivos o colapso hemodinámico

Estomatitis / faringitis (mucositis orofaríngea)

Ninguna

Úlceras indoloras, eritema o leve dolor, en ausencia de lesiones

Eritema doloroso o úlceras, pero es capaz de comer o tragar

Eritema doloroso o úlceras, y precisa hidratación i.v.

Úlceras severas, o se requiere nutrición enteral o parenteral o intubación profiláctica.

Alteraciones del gusto (disgeusia)

Normal Levemente alterado

Marcadamente alterado

- -

Tabla 7. Clasificación de la toxicidad no hematológica debida a tratamiento con quimioterapia de primera línea (4.6)

Material y métodos

65

4.7. Tratamiento en segunda línea

4.7.1. Quimioterapia de segunda línea

El objetivo de este apartado es la descripción de la quimioterapia de segunda línea

en cada uno de los grupos, indicando los quimioterápicos utilizados, su combinación

si se trata de terapia multiagente, y los ciclos administrados. Posteriormente, se

realiza la comparación de frecuencias entre los dos grupos mediante Chi-cuadrado,

para determinar si existen diferencias entre ellos que puedan confundir las terapias

de primera línea. Además, esta variable codificada en los valores: “Sí /No” se ha

utilizado tanto en las curvas de Kaplan-Meier (Log-Rank), como en el análisis de

riesgos proporcionales de Cox, para valorar su impacto en la supervivencia.

4.7.2. Reintervención (rescate quirúrgico) ante progresión

De la misma manera que la quimioterapia de segunda línea, también la resección

tumoral en progresión, considerada como reintervención con el objetivo de

resección tumoral por lo menos subtotal, puede sesgar los resultados de primera

línea. En este caso, también se ha comparado mediante Chi-cuadrado si existen

diferencias entre los dos grupos, y se ha utilizado la misma codificación “Sí / No”

tanto para las curvas de Kaplan-Meier (Log-Rank) como para el análisis de riesgos

proporcionales de Cox.

Por otra parte, se ha recogido si en esta segunda cirugía se han colocado o no

implantes de carmustina y el resultado de la anatomía patológica.

4.8. Seguimiento

Material y métodos

66

4.8.1. Evaluación del estado neurológico. Escala de Zubrod

En un intento de valorar el estado del paciente durante el curso evolutivo de la

enfermedad, se ha determinado mediante la escala de ECOG, también conocida

como WHO Performance Status o escala de Zubrod (Oken, 1982). Esta escala

tiene 6 categorías, siendo ECOG 0 cuando el paciente se encuentra asintomático y

ECOG 5 cuando el paciente se encuentra moribundo. En la tabla 8 vienen definidas

cada una de las categorías.

Categoría Descripción

ECOG 0 El paciente se encuentra totalmente asintomático y es capaz de realizar un trabajo y actividades normales de la vida diaria.

ECOG 1 El paciente presenta síntomas que le impiden realizar trabajos arduos, aunque se desempeña normalmente en sus actividades cotidianas y en trabajos ligeros. El paciente sólo permanece en la cama durante las horas de sueño nocturno.

ECOG 2 El paciente no es capaz de desempeñar ningún trabajo, se encuentra con síntomas que le obligan a permanecer en la cama durante varias horas al día, además de las de la noche, pero que no superan el 50% del día. El individuo satisface la mayoría de sus necesidades personales solo.

ECOG 3 El paciente necesita estar encamado más de la mitad del día por la presencia de síntomas. Necesita ayuda para la mayoría de las actividades de la vida diaria como, por ejemplo, el vestirse.

ECOG 4 El paciente permanece encamado el 100% del día y necesita ayuda para todas las actividades de la vida diaria, como por ejemplo, la higiene corporal, la movilización en la cama e incluso la alimentación.

ECOG 5 El paciente está moribundo o morirá en horas.

Tabla 8. Descripción de los grados ECOG o PS. (4.7)

Como puede observarse, la variable no describe el estado de “fallecido” en ninguna

de sus categorías y, por ello, los pacientes fallecidos en este estudio se han

considerado como ECOG 5. Esta puntuación se ha recogido, para todos los

pacientes en diferentes momentos evolutivos de su enfermedad, pero se han

considerado más importantes los momentos “alta” “3 meses” y “6 meses”. Estos

datos se han analizado para realizar comparaciones entre los dos grupos mediante U-

Mann-Whitney.

Material y métodos

67

4.8.2. Supervivencia

Se trata de la variable principal, pues de ella dependen el análisis de riesgos

proporcionales de Cox y las curvas de Kaplan-Meier (Log-Rank). Se ha definido

como el tiempo transcurrido desde el día de la intervención quirúrgica hasta el día

del fallecimiento. En el caso de los pacientes que no han fallecido, esta fecha de

fallecimiento ha sido sustituida por la fecha del último contacto con el paciente (sea

en consultas, servicio de urgencias, centro de salud, centro de paliativos, o bien

realizada telefónicamente). Para evitar sesgos entre los grupos, el último contacto

con todos los pacientes no fallecidos de ambos grupos, fue obtenido en los mismos

días. El valor de la variable se ha calculado mediante SPSS versiones 15.0 y 16.0,

realizando una resta entre ambas fechas en días y luego dividiendo entre 30,416 para

transformarlo en meses. Como parámetros que describen la variable se obtienen la

media, mediana y moda. Se calculan también el porcentaje de pacientes que están

vivos al año y a los dos años de dos maneras: acumulativa y no acumulativa.

4.8.3. Mortalidad. Causas de mortalidad

En este aparatado se describen los pacientes fallecidos, así como las causas de

exitus.

4.8.4. Ficha de recogida de datos

En la figura 4.4. se incluye la ficha de recogida de datos que se ha utilizado para la

realización de este trabajo.

Material y métodos

68

Figura 4.4. Ficha de recogida de datos

Material y métodos

69

4.9. Métodos estadísticos

En todos las pruebas estadísticas realizadas en este trabajo los resultados se han

considerado estadísticamente significativos si el valor de p<0,05 (α=0,05).

4.9.1. t- student

Este test se aplica para la comparación de las medias entre los dos grupos (de la

intervención y control). Se aplica cuando las poblaciones consideradas siguen una

distribución normal.

4.9.2. Chi cuadrado (χ2)

Se utiliza para la comparación de variables cualitativas (categóricas). Calcula el

riesgo relativo (RR), que es el cociente entre los valores de los grupos comparados y

además aporta el intervalo de confianza (I.C.). Dado que no es válida cuando la

frecuencia esperada en al menos una casilla es menor a 1, o cuando al menos el 20%

de las frecuencias esperadas son menores a 5, en estos casos se utiliza el test exacto

de Fisher.

4.9.3. Test exacto de Fisher

Esta prueba permite desarrollar contrastes entre variables cualitativas. El valor de p

correspondiente al test se puede calcular en un planteamiento unilateral (una cola) o

duplicando este valor se obtendría el p-valor correspondiente a un test bilateral (dos

colas) (Fisher 1922).

Material y métodos

70

4.9.4. Prueba de U-Mann-Whitney

Se trata de una prueba no paramétrica para valorar diferencias entre dos muestras

independientes, cuyos datos han sido medidos al menos en una escala de nivel

ordinal (Mann, 1947).

4.9.5. Análisis de supervivencia. Método Kaplan-Meier

Descrito en 1958 (Kaplan 1958) se basa en una tabla de vida/mortalidad y es el

método más utilizado para calcular la supervivencia en las series de pacientes. Para

valorar diferencias estadísticamente significativas entre los grupos se ha utilizado el

estadístico Log-Rank.

4.9.6. Análisis de supervivencia. Análisis de riesgos proporcionales de Cox.

Permite el análisis de tiempos de espera hasta un evento (en este caso el

fallecimiento del enfermo) y a la vez de casos censurados (es decir, los pacientes

que no han fallecido hasta el momento en que se conoce siguen vivos). La principal

ventaja de este método es que permite incluir en el modelo varias variables

predictoras (covariables) de forma simultánea, y además proporciona las

estimaciones de los coeficientes para cada una de las covariables, permitiendo

evaluar el impacto de las variables utilizadas.

En este trabajo se ha utilizado la modalidad de pasos sucesivos condicional hacia

atrás.

Resultados

71

5. RESULTADOS

Resultados

72

En el Hospital de Cruces, entre el 01/01/2004 y el 31/12/2008, se han intervenido

113 pacientes mediante craniotomía supratentorial con intención de resección

tumoral y diagnóstico anatomo-patológico de glioma de alto grado. La edad de los

pacientes varía entre 18 y 80 años (se han excluido los pacientes en edad pediátrica).

En todos ellos el Karnofsky preoperatorio es superior a 60.

Estos pacientes se han dividido en tres grupos atendiendo a dos criterios: recibir o

no implantes de carmustina en la primera cirugía, y ser o no tratados con

quimioterapia sistémica de primera línea. La distribución es la siguiente:

- 55 pacientes reciben implantes de carmustina pero no quimioterapia sistémica de

primera línea y constituyen el grupo denominado implantes de carmustina (o

grupo Gliadel).

- 55 pacientes no reciben implantes y son considerados para recibir quimioterapia

sistémica de primera línea en intención de tratar. Constituyen el grupo denominado

sin implantes de carmustina (o grupo No Gliadel).

- 3 pacientes reciben implantes de carmustina en la primera cirugía y son,

posteriormente, tratados en servicios de oncología de otros hospitales, recibiendo

además tratamiento quimioterápico sistémico de primera línea. Dada la escasa

entidad de este grupo queda excluido del análisis posterior.

En este mismo período de tiempo, se han colocado implantes de carmustina a un

total de 88 pacientes, de los cuales 60 han sido en primera cirugía (dos de ellos no

fueron gliomas de alto grado) y 28 en segunda y tercera intervención.

En los siguientes epígrafes se describen los resultados obtenidos:

Resultados

73

5.1. Estadística descriptiva

5.1.1. Factores pronósticos

5.1.1.1. Edad

En la tabla 9 se pueden observar los estadísticos que definen las principales

características de la variable “edad” distribuidas por grupos y en su conjunto. En la

figura 5.1. (diagrama de barras) se visualiza gráficamente la distribución de esta

variable

Edad

>6555-6550 - 55<50

Fre

cu

en

cia

25

20

15

10

5

0

No Gliadel

Gliadel

Grupo

Figura 5.1. y Tabla 9. Descripción de la variable Edad (5.1)

5.1.1.2. Karnofsky preoperatorio

La situación funcional preoperatoria de los pacientes, cuantificada mediante las

puntuaciones utilizando la escala de Karnofsky, sigue la distribución que resumen

tanto la tabla 10 como los diagramas de barras de la figura 5.2.

Edad

(Gliadel) Edad

(No Gliadel) Edad

(Todos) Media 59,04 60,32 59,68

Mediana 60,71 63,69 61,69

Moda 36,42 34,89 34,89

Mínimo 36,42 34,89 34,89

Máximo 77,85 78,74 78,74

Resultados

74

Grupo

No GliadelGliadel

Fre

cu

en

cia

30

20

10

0

100

90

80

70

Karnofsky preIQ

Figura 5.2. y Tabla 10. Descripción de la variable Karnofsky prequirúrgico (5.2)

La media en el grupo con implantes de carmustina es de 85,09 (82,71 – 87,47), y en

el grupo sin implantes de 82,91 (79,94 – 85,88). Las medianas fueron 90 y 80

respectivamente.

5.1.1.3. Anatomía patológica. Grado histológico

Otra variable importante, como es la “anatomía patológica” del tumor extirpado,

queda resumida en la figura 5.3. y en la tabla 11.

Anatomía Patológica

OA3O3GSC4GBM4AA3

Po

rce

nta

je

100%

80%

60%

40%

20%

0%

No Gliadel

Gliadel

Grupo

Figura 5.3. y Tabla 11. Descripción de la variable Anatomía patológica (5.3)

Grupo Karnofsky pre IQ Gliadel No Gliadel

Total

70 9 (16,4%) 17 (30,9%) 26 (23,6%)

80 14 (25,5%) 15 (27,3%) 29 (26,4%)

90 27 (49,1%) 13 (23,6%) 40 (36,4%)

100 5 (9,1%) 10 (18,2%) 15 (13,6%)

Total 55 (100%) 55 (100%) 110 (100%)

Grupo Anatomía Patológica Gliadel No Gliadel

Total

AA3 6 (10,9%) 9 (16,4%) 15 (13,6%)

GBM4 47 (85,5%) 44 (80,0%) 91 (82,7%)

GSC4 0 1 (1,8%) 1 (0,9%)

O3 1 (1,8%) 0 1 (0,9%)

OA3 1 (1,8%) 1 (1,8%) 2 (1,8%)

Total 55 (100%) 55 (100%) 110 (100%)

Resultados

75

5.1.1.4. Clases RPA

Definidas por Curran, las clases RPA que tienen influencia en el pronóstico están

distribuidas como muestran la figura 5.4. y la tabla 12.

Clases RPA

Clase VClase IVClase IIIClase IIClase I

Re

cu

en

to

30

20

10

0

No GliadelGliadel

Grupo

Figura 5.4. y Tabla 12. Descripción de la variable Clases RPA (5.4)

5.1.2. Grado de resección quirúrgico

Grado resección

TotalSubtotalParcial

Re

cu

en

to

40

30

20

10

0

No Gliadel

Gliadel

Grupo

Figura 5.5. y Tabla 13. Descripción de la variable Grado de resección (5.5)

La figura 5.5. y tabla 13 muestran la variable “grado de resección” que indica la

cantidad de tumor extirpada.

Grupo Clase RPA Gliadel No Gliadel

Total

Clase I 4 (7,3%) 4 (7,3%) 8 (7,3%)

Clase II 1 (1,8%) 1 (1,8%) 2 (1,8%)

Clase III 7 (12,7%) 2 (3,6%) 9 (8,2%)

Clase IV 23 (41,8%) 22 (40,0%) 45 (40,9%)

Clase V 20 (36,4%) 26 (47,3%) 46 (41,8%)

Total 55 (100%) 55 (100%) 110 (100%)

Grupo Grado resección

Gliadel No Gliadel Total

Parcial 6 (10,9%) 8 (14,5%) 14 (12,7%)

Subtotal 18 (32,7%) 22 (40,0%) 40 (36,4%)

Total 31 (56,4%) 25 (45,5%) 56 (50,9%)

Total 55 (100%) 55 (100%) 110 (100%)

Resultados

76

5.1.3. Días de ingreso

En las tablas 14-16 y las figuras 5.6.-5.8. se pueden observar los resultados en

cuanto a los “días de ingreso” que pasan los pacientes de esta serie, tanto en

unidades de cuidados críticos, como en planta de hospitalización y los totales.

También pueden apreciarse las distribuciones entre los dos grupos.

- En UCI:

Grupo

No GliadelGliadel

Día

s i

ng

res

o e

n U

CI

30

25

20

15

10

5

0

11

58

10

94

37

56

95

111

13

39

1

45

Figura 5.6. y Tabla 14. Descripción de la variable Días de ingreso en UCI (5.6)

- En Planta de hospitalización:

Grupo

No GliadelGliadel

Día

s in

gre

so

en

Pla

nta

20

15

10

5

0

37

1489

56

95

49

105

112

Figura 5.7. y Tabla 15. Descripción de la variable Días de ingreso en planta hospitalización (5.7)

Días ingreso UCI

Gliadel No Gliadel Todos

Media 5,35 5,07 5,21

Mediana 3 3 3

Moda 2 2 2

Mínimo 1 2 1

Máximo 28 29 29

Días ingreso planta

Gliadel No Gliadel Todos

Media 5,55 5,22 5,38

Mediana 4 5 4,5

Moda 3 4 4

Mínimo 0 0 0

Máximo 16 15 16

Resultados

77

- Días ingreso totales:

Grupo

No GliadelGliadel

Día

s i

ng

reso

To

tale

s50

40

30

20

10

0

1158

37

9410

56

95

39

41

111

13

Figura 5.8. y Tabla 16. Descripción de la variable Días de ingreso totales (5.8)

5.1.4. Complicaciones postquirúrgicas

5.1.4.1. Deterioro Neurológico

Como se observa en la tabla 17, el 45,5% de los pacientes del grupo con implantes

de carmustina experimenta deterioro neurológico en el postoperatorio, frente a sólo

el 23,6% del grupo sin implantes.

Deterioro Neurológico

SíNo

Re

cu

en

to

50

40

30

20

10

0

No GliadelGliadel

Grupo

Figura 5.9. y Tabla 17. Descripción de la variable Deterioro neurológico (5.9)

Días ingreso Totales

Gliadel No Gliadel Todos

Media 10,89 10,29 10,59

Mediana 7 7 7

Moda 7 6 6

Mínimo 2 4 2

Máximo 42 39 42

Grupo Deterioro Neurológico Gliadel No Gliadel

Total

No 30 (54,5%) 42 (76,4%) 72 (65,5%)

Sí 25 (45,5%) 13 (23,6%) 38 (34,5%)

Total 55(100%) 55 (100%) 110 (100%)

Resultados

78

5.1.4.2. Edema cerebral

En gran parte de los enfermos, la causa de deterioro neurológico es el edema

cerebral postoperatorio. En la tabla 18 y la figura 5.10. se pueden observar los

resultados de la variable “edema cerebral”.

Edema postop.

DesconocidoSíNo

Recu

en

to

40

30

20

10

0

No Gliadel

Gliadel

Grupo

Figura 5.10. y Tabla 18. Descripción de la variable Edema cerebral postoperatorio (5.10)

5.1.4.3. Hematomas intraparenquimatosos (lecho quirúrgico y a distancia)

Otra complicación, como es la hemorragia intracerebral, tiene la distribución

mostrada en la tabla 19 y la figura 5.11.

Hemorragia intracerebral

DesconocidoSíNo

Re

cu

en

to

60

50

40

30

20

10

0

No Gliadel

Gliadel

Grupo

Figura 5.11. y Tabla 19. Descripción de la variable Hemorragia intraparenquimatosa (5.11)

Grupo Edema postoperatorio Gliadel No Gliadel

Total

No 28 (50,9%) 40 (72,7%) 68 (61,8%)

Sí 27 (49,1%) 14 (25,5%) 41 (37,3%)

Desconocido 0 1 (1,8%) 1 (0,9%)

Total 55 (100%) 55 (100%) 110 (100%)

Grupo Hemorragia intracerebral

Gliadel No Gliadel Total

No 53 (96,4%) 46 (83,6%) 99 (90,0%)

Sí 2 (3,6%) 8 (14,5%) 10 (9,1%)

Desconocido 0 1 (1,8%) 1 (0,9%)

Total 55 (100%) 55 (100%) 110 (100%)

Resultados

79

5.1.4.4. Hematomas extraaxiales (epidurales y subdurales)

Los resultados de esta variable se resumen en la figura 5.12. y la tabla 20:

Hemorragia extra-axial

DesconocidoSíNo

Re

cu

en

to

50

40

30

20

10

0

No GliadelGliadel

Grupo

Figura 5.12. y Tabla 20. Descripción de la variable Hemorragia extra-axial (5.12)

5.1.4.5. Infección postquirúrgica

Los resultados de esta variable se resumen en la figura 5.13. y la tabla 21:

Infección postop.

DesconocidoSíNo

Re

cu

en

to

60

50

40

30

20

10

0

No Gliadel

Gliadel

Grupo

Figura 5.13. y Tabla 21. Descripción de la variable Infección postoperatoria (5.13)

Grupo Hemorragia extraaxial postop. Gliadel No Gliadel

Total

No 46 (83,6%) 48 (87,3%) 94 (85,5%)

Sí 9 (16,4%) 6 (10,9%) 15 (13,6%)

Desconocido 0 1 (1,8%) 1 (0,9%)

Total 55 (100%) 55 (100%) 110 (100%)

Grupo Infección postop. Gliadel No Gliadel

Total

No 50 (90,9%) 53 (96,4%) 103 (93,6%)

Sí 5 (9,1%) 1 (1,8%) 6 (5,5%)

Desconocido 0 1 (1,8%) 1 (0,9%)

Total 55 (100%) 55 (100%) 110 (100%)

Resultados

80

5.1.4.6. Fístulas / colecciones subcutáneas de LCR

Los resultados de esta variable se resumen en la figura 5.14. y la tabla 22:

Fístula / acúmulo l.c.r. postop.

DesconocidoSíNo

Recu

en

to

60

50

40

30

20

10

0

No Gliadel

Gliadel

Grupo

Figura 5.14. y Tabla 22. Descripción de la variable Fístula / colección subcutánea de LCR (5.14)

5.1.4.7. Intervenciones quirúrgicas para la solución de complicaciones

Los resultados de esta variable se resumen en la figura 5.15. y la tabla 23:

Reintervención complicación

VariasUnaNo

Recu

en

to

60

50

40

30

20

10

0

No Gliadel

Gliadel

Grupo

Figura 5.15. y Tabla 23. Descripción de la variable Intervenciones quirúrgicas para solución de

complicaciones (5.15)

Agrupando las categorías “una” y “varias” en una sola, obtenemos que 9 pacientes

(16,3%) en el grupo con implantes de carmustina y 2 pacientes (3,6%) en el grupo

sin implantes precisan reintervención quirúrgica para la solución de complicaciones.

Grupo Fístula / acúmulo LCR Gliadel No Gliadel

Total

No 51 (92,7%) 52 (94,5%) 103 (93,6%)

Sí 4 (7,3%) 2 (3,6%) 6 (5,5%)

Desconocido 0 1 (1,8%) 1 (0,9%)

Total 55 (100%) 55 (100%) 110 (100%)

Grupo Reintervención complicación

postop. Gliadel No Gliadel Total

No 46 (83,6%) 53 (96,4%) 99 (90,0%)

Una 7 (12,7%) 2 (3,6%) 9 (8,2%)

Varias 2 (3,6%) 0 2 (1,8%)

Total 55 (100%) 55 (100%) 110 (100%)

Resultados

81

5.1.4.8. Mortalidad postoperatoria

Los resultados de esta variable se resumen en la figura 5.16. y la tabla 24:

Mortalidad postop.

SíNo

Recu

en

to

60

50

40

30

20

10

0

No Gliadel

Gliadel

Grupo

Figura 5.16. y Tabla 24. Descripción de la variable Mortalidad postoperatoria (5.16)

5.1.5. Número de wafers

En el siguiente diagrama de sectores podemos apreciar la distribución de los

implantes de carmustina colocados en los pacientes del grupo Gliadel. La media de

implantes colocados en los pacientes de este grupo es de 7,76, con una mediana,

moda y máximo de 8 implantes y un mínimo de 4.

7%

87%

2%2%

2%

4

5

6

7

8

Figura 5.17. Gráfico de sectores que muestra la distribución de los Wafer

Grupo Mortalidad postop. Gliadel No Gliadel

Total

No 52 (94,5%) 53 (96,4%) 105 (95,5%)

Sí 3 (5,5%) 2 (3,6%) 5 (4,5%)

Total 55 (100%) 55 (100%) 110 (100%)

Resultados

82

5.1.6. Fase de tratamiento radioterápico

5.1.6.1. Recibir radioterapia y dosis

Los resultados de esta variable se resumen en la figura 5.18. y la tabla 25:

Dosis radioterapia

>50Gy2 - 49 GyNo RxT

Rec

uen

to

50

40

30

20

10

0

No Gliadel

Gliadel

Grupo

Figura 5.18. y Tabla 25. Descripción de la variable Recibir o no radioterapia y dosis (5.17)

Agrupando las categorías “2-49 Gy” y “>50 Gy”, obtenemos que el 81,8% de los

pacientes del grupo con implantes de carmustina y el 85,45% en el grupo sin

implantes recibieron alguna dosis de radioterapia. Globalmente, el 83,7% de los

pacientes inician tratamiento con radioterapia.

Grupo Radioterapia

Gliadel No Gliadel Total

No RxT 10 (18,2%) 8 (14,5%) 18 (16,4%)

2 - 49 Gy 4 (7,3%) 2 (3,6%) 6 (5,5%)

>50Gy 41 (74,5%) 45 (81,8%) 86 (78,2%)

Total 55 (100%) 55 (100%) 110 (100%)

Resultados

83

5.1.6.2. Días hasta inicio tratamiento de radioterapia

Los resultados de esta variable se resumen en las figuras 5.19-20. y las tablas 26-27:

Dias hasta inicio radiot.desconocido> 2 meses1,5-2 meses1-1,5 meses<1 mes

Rec

ue

nto

25

20

15

10

5

0

No Gliadel

Gliadel

Grupo

Grupo

No GliadelGliadel

Dia

s h

asta

in

icio

rad

iot.

10

8

6

4

2

0

85

87

Figuras 5.19. y 5.20. junto con Tablas 26 y 27. Descripción de la variable Días hasta inicio de radioterapia (5.18) y (5.19)

Grupo Días hasta inicio RxT Gliadel No Gliadel

Total

<1 mes 6 (13,3%) 1 (2,1%) 7 (7,6%)

1-1,5 meses 22 (48,9%) 20 (42,6%) 42 (45,7%)

1,5-2 meses 10 (22,2%) 9 (19,1%) 19 (20,7%)

> 2 meses 7 (15,6%) 15 (31,9%) 22 (23,9%)

desconocido 0 2 (4,3%) 2 (2,2%)

Total 45 (100%) 47 (100%) 92 (100%)

Días hasta inicio RxT

Gliadel No Gliadel Todos

Media 46,22 51,80 49,01

Mediana 41 48 44

Moda 35 34 35

Mínimo 21 29 21

Máximo 125 111 125

Resultados

84

5.1.6.3. Duración (días) tratamiento con radioterapia

Los resultados de esta variable se resumen en las figuras 5.21-22. y las tablas 28-29:

Dias duracion radiot.desconociodo> 50 días42 - 50 días< 42 días

Rec

uen

to

40

30

20

10

0

No Gliadel

Gliadel

Grupo

Grupo

No GliadelGliadel

Dia

s d

ura

cio

n r

ad

iot.

120

100

80

60

40

20

0

108

7279

45

15

2 19

46

1

Figuras 5.21. y 5.22. junto con Tablas 28 y 29. Descripción de la variable Días duración tratamiento con radioterapia (5.20) y (5.21)

Grupo Duración trat. radioterapia Gliadel No Gliadel

Total

< 42 días 8 (17,8%) 10 (21,3%) 18 (19,6%)

42 - 50 días 35 (77,8%) 34 (72,3%) 69 (75,0%)

> 50 días 2 (4,4%) 1 (2,1%) 3 (3,3%)

desconocido 0 2 (4,3%) 2 (2,2%)

Total 45 (100%) 47 (100%) 92 (100%)

Duración trat. radioterapia

Gliadel No Gliadel Todos

Media 44,40 43,58 43,99

Mediana 43 43 43

Moda 43 42 43

Mínimo 8 29 8

Máximo 121 67 121

Resultados

85

5.1.6.4. Toxicidad cutánea debida al tratamiento con radioterapia

Los resultados de esta variable se resumen en la figura 5.23. y la tabla 30:

Tox. cutánea a RxTDesconocidoGrado IIGrado INo toxicidad

Re

cu

en

to

25

20

15

10

5

0

No Gliadel

Gliadel

Grupo

Figura 5.23. y Tabla 30. Descripción de la variable Toxicidad cutánea por radioterapia (5.22)

Agrupando las toxicidades cutáneas grado I y grado II de los pacientes que han

iniciado la fase de radioterapia, obtenemos que en el grupo de enfermos con

implantes de carmustina han presentado toxicidad cutánea el 57,8%, frente al

40,4% en el grupo sin implantes, si bien en este grupo hay un 6,4% de pacientes en

los que se desconoce si tuvieron o no toxicidad.

Grupo Toxicidad cutánea por RxT Gliadel No Gliadel

Total

No toxicidad 19 (42,2%) 25 (53,2%) 44 (47,8%)

Grado I 25 (55,6%) 19 (40,4%) 44 (47,8%)

Grado II 1 (2,2%) 0 1 (1,1%)

Desconocido 0 3 (6,4%) 3 (3,3%)

Total 45 (100%) 47 (100%) 92 (100%)

Resultados

86

5.1.6.5. Toxicidad neurológica debida al tratamiento con radioterapia

Los resultados de esta variable se resumen en la figura 5.24. y la tabla 31:

Tox. Neurológica a RxTDesconocidoGrado IIIGrado IIGrado INo toxicidad

Rec

ue

nto

40

30

20

10

0

No Gliadel

Gliadel

Grupo

Figura 5.24. y Tabla 31. Descripción de la variable Toxicidad neurológica por radioterapia (5.23)

Agrupando las toxicidades neurológicas grado I, grado II y grado III de los pacientes

que han iniciado la fase de radioterapia, obtenemos que en el grupo de enfermos con

implantes de carmustina han presentado toxicidad neurológica el 84,4%, frente al

53,2% en el grupo sin implantes, si bien en este grupo hay un 6,4% de pacientes en

los que se desconoce si tuvieron o no toxicidad.

Grupo Toxicidad neurológica

por RxT Gliadel No Gliadel Total

No toxicidad 7 (15,6%) 19 (40,4%) 26 (28,3%)

Grado I 34 (75,6%) 24 (51,1%) 58 (63,0%)

Grado II 2 (4,4%) 0 2 (2,2%)

Grado III 2 (4,4%) 1 (2,1%) 3 (3,3%)

Desconocido 0 3 (6,4%) 3 (3,3%)

Total 45 (100%) 47 (100%) 92 (100%)

Resultados

87

5.1.6.6. Temozolomida concomitante a radioterapia

Los resultados de esta variable se resumen en la figura 5.25. y la tabla 32:

TMZ concomitante

SíNo

Re

cu

en

to

60

50

40

30

20

10

0

No Gliadel

Gliadel

Grupo

Figura 5.25. y Tabla 32. Descripción de la variable Recibir temozolomida concomitante a radioterapia (5.24)

5.1.7. Fase de tratamiento quimioterápico de primera línea

5.1.7.1. Recibir o no quimioterapia de primera línea

Los resultados de esta variable se describen en la figura 5.26. y la tabla 33:

Quimioterapia 1ªlínea

DesconocidoSíNo

Re

cu

en

to

60

50

40

30

20

10

0

No Gliadel

Gliadel

Grupo

Figura 5.26. y Tabla 33. Descripción de la variable Recibir o no quimioterapia de primera línea

(5.25)

Grupo TMZ concomitante Gliadel No Gliadel

Total

No 55 (100%) 16 (29,1%) 71 (64,5%)

Sí 0 39 (70,9%) 39 (35,5%)

Total 55 (100%) 55 (100%) 110 (100%)

Grupo Quimioterapia 1ª línea Gliadel No Gliadel

Total

No 55 (100%) 18 (32,7%) 73 (66,4%)

Sí 0 36 (65,5%) 36 (32,7%)

Desconocido 0 1 (1,8%) 1 (0,9%)

Total 55 (100%) 55 (100%) 110 (100%)

Resultados

88

5.1.7.2. Esquemas de quimioterapia de primera línea:

Esquemas QxT 1ªlineaDesconocidoPCVTMZNo

Rec

ue

nto

60

50

40

30

20

10

0

No Gliadel

Gliadel

Grupo

Figura 5.27. y Tabla 34. Descripción de los Esquemas de quimioterapia administrados en primera línea (5.26)

- Ciclos quimioterapia de primera línea:

a) Pacientes que reciben temozolomida (TMZ)

Ciclos TMZ ady. 1ªlíneaDesconocido8654321

Re

cu

en

to

14

12

10

8

6

4

2

0

Figura 5.28. y Tabla 35. Descripción de los ciclos de TMZ administrados en primera línea (5.27)

b) Pacientes que reciben combinación PCV (Procarbacina, CCNU y Vincristina)

Dos son los pacientes que reciben este esquema de tratamiento, de tal manera que a

uno de ellos se le administran 4 ciclos y 6 ciclos al otro.

Grupo Esquema quimioterapia

1ª línea Gliadel No Gliadel Total

No 55 (100%) 18 (32,7%) 73 (66,4%)

TMZ 0 34 (61,8%) 39 (30,9%)

PCV 0 2 (3,6%) 2 (1,8%)

Desconocido 0 1 (1,8%) 1 (0,9%)

Total 55 (100%) 55 (100%) 110 (100%)

Ciclos de TMZ 1ª línea

Grupo No Gliadel

1 3 (8,8%) 2 3 (8,8%) 3 5 (14,7%) 4 4 (11,8%) 5 3 (8,8%) 6 13 (38,2%) 8 1 (2,9%)

Desconocido 2 (5,9%) Total 34 (100%)

Resultados

89

5.1.7.3. Toxicidad global a quimioterapia sistémica de primera línea

El 80,6% de los pacientes tratados con quimioterapia de primera línea, todos ellos

en el grupo sin implantes de carmustina, presentó algún tipo de toxicidad a dicho

tratamiento. En el 8,3% de los pacientes no se pudo determinar si presentaron o no

toxicidad. Esta toxicidad se agrupó en hematológica y no hematológica como se

describe a continuación.

5.1.7.3.1. Toxicidad hematológica a quimioterapia sistémica de primera línea

Si bien se han incluido los grados I y II (toxicidad leve), el 41,7% de los pacientes

que reciben quimioterapia de primera línea han presentado toxicidad hematológica.

Experimentan toxicidad hematológica grave (grados III y IV) el 27,8% de los

pacientes. Los resultados se resumen en la figura 5.29. y la tabla 36:

Tox. Hematológica QxT 1ª líneaDesconocidoGrado IVGrado IIIGrado IIGrado INo toxicidad

Re

cu

en

to

20

15

10

5

0

Figura 5.29. y Tabla 36. Descripción de la variable Toxicidad hematológica por quimioterapia primera línea (5.28)

Grupo Toxicidad Hematológica QxT 1ª línea No Gliadel

No toxicidad 18 (50,0%)

Grado I 3 (8,3%)

Grado II 2 (5,6%)

Grado III 5 (13,9%)

Grado IV 5 (13,9%)

Desconocido 3 (8,3%)

Total 36 (100%)

Resultados

90

5.1.7.3.2. Toxicidad no hematológica a quimioterapia sistémica de primera

línea

Incluyendo todos los grados de toxicidad, el 66,7% de los enfermos que ha recibido

tratamiento quimioterápico de primera línea ha presentado algún tipo de toxicidad

no hematológica. Los resultados de esta variable se resumen en la figura 5.30. y la

tabla 37:

Otras Toxicidades QxT 1ª líneaDesconocidoGrado IVGrado IIIGrado IIGrado INo toxicidad

Re

cu

en

to

14

12

10

8

6

4

2

0

Figura 5.30. y Tabla 37. Descripción de la variable Toxicidad no hematológica por quimioterapia en primera línea (5.29)

Grupo Toxicidad NO Hematológica QxT 1ª línea No Gliadel

No toxicidad 9 (25,0%)

Grado I 14 (38,9%)

Grado II 8 (22,2%)

Grado III 1 (2,8%)

Grado IV 1 (2,8%)

Desconocido 3 (8,3%)

Total 36 (100%)

Resultados

91

5.1.8. Fase de tratamiento en progresión (segunda línea y sucesivas)

5.1.8.1. Quimioterapia sistémica en progresión (2ª línea y sucesivas)

El 17,3% de los pacientes de este estudio han recibido tratamiento quimioterápico

de 2ª línea obteniéndose la distribución que muestran la figura 5.31. y la tabla 38:

Quimioterapia 2ªlínea

DesconocidoSíNo

Re

cu

en

to

50

40

30

20

10

0

No GliadelGliadel

Grupo

Figura 5.31. y Tabla 38. Descripción de la variable Recibir o no quimioterapia en segunda línea

(5.30)

Los esquemas y quimioterápicos administrados en 2ª línea se describen en la tabla

39:

Grupo Esquemas QxT 2ª línea Gliadel No Gliadel

Total

TMZ 11 (20%) 2 (3,63%) 13 (11,8%)

PCV 1 (1,81%) 0 1 (0,9%)

BCNU 0 4 (7,27%) 4 (3,63%)

Bevacizumab + CPT-11 0 1 (1,81%) 1 (0,9%)

Desconocidos 0 2 (3,63%) 2 (1,81%)

Total 12 (21,81%) 9 (16,36%) 21 (19,09%)

Tabla 39. Descripción de Esquemas de quimioterapia en segunda línea (5.31)

Grupo Quimioterapia 2ª línea Gliadel No Gliadel

Total

No 43 (78,2%) 46 (83,6%) 89 (80,9%)

Sí 12 (21,8%) 7 (12,7%) 19 (17,3%)

Desconocido 0 2 (3,6%) 2 (1,8%)

Total 55 (100%) 55 (100%) 110 (100%)

Resultados

92

5.1.8.2. Reintervención quirúrgica en segunda línea

Los resultados de esta variable se resumen en la figura 5.32. y la tabla 40:

Reintervención en progresión

Rescate+GliadelRescateNo Rescate

Re

cu

en

to

50

40

30

20

10

0

No GliadelGliadel

Grupo

Figura 5.32. y Tabla 40. Descripción de la variable Reintervención quirúrgica en segunda línea

(5.32)

Agrupando las categorías “Rescate” y “Rescate + Gliadel”, obtenemos que el 23,6%

de los pacientes del grupo con implantes fueron reoperados al ser diagnosticada la

progresión tumoral frente al 21,8% del grupo sin implantes.

En cuanto al diagnóstico anatomo-patológico obtenido en esta resección quirúrgica

de segunda línea, llama la atención que en el grupo con implantes de carmustina

hasta el 38,46% de los enfermos presentan necrosis por tratamiento, frente al 0% en

el grupo sin implantes. El resto de los resultados se resumen en la tabla 41:

Grupo Anatomía Patológica en 2ª línea Gliadel No Gliadel

Total

Igual que 1ª cirugía 8 (61,54%) 10 (83,33%) 18 (72%)

Disminución de grado 0 2 (16,66%) 2 (8%)

Necrosis tras tratamiento 5 (38,46%) 0 5 (20%)

Total 13 (100%) 12 (100%) 25 (100%)

Tabla 41. Descripción de la Anatomía patológica en la reintervención en segunda línea (5.33)

Grupo Resección quirúrgica en 2ª línea Gliadel No Gliadel

Total

No Rescate 42 (76,4%) 43 (78,2%) 85 (77,3%)

Rescate 5 (9,1%) 1 (1,8%) 6 (5,5%)

Rescate+Gliadel 8 (14,5%) 11 (20,0%) 19 (17,3%)

Total 55 (100%) 55 (100%) 110 (100%)

Resultados

93

5.1.9. Control evolutivo y exitus

ECOG alta / 3 meses / 6 meses

Dado que la escala ECOG no tiene una puntuación para determinar si el paciente ha

fallecido, y como se ha especificado en el apartado de material y métodos, se

considera ECOG 5 a los pacientes fallecidos. En los siguientes epígrafes se describe

la situación funcional de los enfermos, medida por la escala de ECOG, en tres

momentos de la evolución:

- ECOG al alta

ECOG al Alta

5 + exitus

3210

Re

cu

en

to

25

20

15

10

5

0

No GliadelGliadel

Grupo

Figura 5.33. y Tabla 42. Descripción de la variable ECOG al alta (5.34)

- ECOG a los 3 meses

ECOG a los 3 meses

5 + exitus

43210

Re

cu

en

to

30

20

10

0

No Gliadel

Gliadel

Grupo

Figura 5.34 y Tabla 43. Descripción de la variable ECOG a los 3 meses (5.35)

Grupo ECOG alta Gliadel No Gliadel

Total

0 3 (5,5%) 0 3 (2,7%)

1 23 (41,8%) 24 (43,6%) 47 (42,7%)

2 19 (34,5%) 18 (32,7%) 37 (33,6%)

3 6 (10,9%) 11 (20,0%) 17 (15,5%)

5 + exitus 4 (7,3%) 2 (3,6%) 6 (5,5%)

Total 55 (100%) 55 (100%) 110 (100%)

Grupo ECOG 3 meses Gliadel No Gliadel

Total

0 3 (5,5%) 0 3 (2,7%)

1 21 (38,2%) 29 (52,7%) 50 (45,5%)

2 14 (25,5%) 14 (25,5%) 28 (25,5%)

3 7 (12,7%) 7 (12,7%) 14 (12,7%)

4 1 (1,8%) 1 (1,8%) 2 (1,8%)

5 + exitus 9 (16,4%) 4 (7,3%) 13 (11,8%)

Total 55 (100%) 55 (100%) 110 (100%)

Resultados

94

- ECOG a los 6 meses

ECOG a los 6 meses

5 + exitus

3210

Re

cu

en

to

25

20

15

10

5

0

No Gliadel

Gliadel

Grupo

Figura 5.35. y Tabla 44. Descripción de la variable ECOG a los 6 meses (5.36)

Seguimiento:

Los resultados de esta variable se resumen en la figura 5.36. y la tabla 45:

Grupo

No GliadelGliadel

Se

gu

imie

nto

(m

es

es

)

70

60

50

40

30

20

10

Figura 5.36. y Tabla 45. Descripción de la variable Seguimiento (en meses) (5.37)

Grupo ECOG 6 meses Gliadel No Gliadel

Total

0 2 (3,6%) 0 2 (1,8%)

1 16 (29,1%) 23 (41,8%) 39 (35,5%)

2 14 (25,5%) 14 (25,5%) 28 (25,5%)

3 8 (14,5%) 6 (10,9%) 14 (12,7%)

5 + exitus 15 (27,3%) 12 (21,8%) 27 (24,5%)

Total 55 (100%) 55 (100%) 110 (100%)

Seguimiento (meses)

Gliadel No Gliadel Todos

Media 34,77 46,21 40,49

Mediana 35,93 52,21 43,13

Mínimo 12,13 13,25 12,13

Máximo 56,88 67,66 67,66

Resultados

95

Supervivencia

- Acumulativa:

Tabla 46. Descripción de la Supervivencia acumulativa (5.38)

- No Acumulativa

Meses desde 1ª cirugía

>24 meses18 - 24 meses

12 - 18 meses

<12 meses

Recu

en

to

40

30

20

10

0

No Gliadel

Gliadel

Grupo

Figura 5.37. y Tabla 47. Descripción de la Supervivencia no acumulativa (5.39)

Exitus

En el momento de realizar el análisis de la supervivencia de esta serie, habían

fallecido los pacientes que figuran en la tabla 48, siendo la causa más frecuente de

fallecimiento la progresión del tumor cerebral (74,54%).

Exitus

ExitusVivo

Re

cu

en

to

50

40

30

20

10

0

No GliadelGliadel

Grupo

Figura 5.38. y Tabla 48. Descripción de la variable Exitus (5.40)

Grupo Supervivencia acumulativa Gliadel No Gliadel

Total

> 12 meses 28 (50,9%) 23 (41,8%) 51 (46,36%)

> 18 meses 11 (20,0%) 14 (25,45%) 25 (22,72%)

> 24 meses 5 (9,09%) 9 (16,36%) 14 (12,72%)

Grupo Supervivencia No acumulativa Gliadel No Gliadel

Total

<12 meses 27 (49,1%) 32 (58,2%) 59 (53,6%)

12 - 18 meses 17 (30,9%) 9 (16,4%) 26 (23,6%)

18 - 24 meses 6 (10,9%) 5 (9,1%) 11 (10,0%)

>24 meses 5 (9,1%) 9 (16,4%) 14 (12,7%)

Total 55 (100%) 55 (100%) 110 (100%)

Grupo Exitus

Gliadel No Gliadel Total

Vivo 13 (23,6%) 6 (10,9%) 19 (17,3%)

Exitus 42 (76,4%) 49 (89,1%) 91 (82,7%)

Total 55 (100%) 55 (100%) 110 (100%)

Resultados

96

5.2. Análisis de la comparabilidad de las dos series en cuanto a factores

pronósticos. Detección de sesgos de selección

Una vez realizada la selección de los pacientes y su clasificación en dos grupos, se

considera oportuno analizar el comportamiento de las variables pronósticas más

importantes (Edad, Karnofsky, Grado histológico y clase RPA) entre los dos grupos,

con el fin de determinar si los grupos están o no balanceados, y por lo tanto, si

pueden ser comparados. También se incluye en esta comparación la variable “grado

de resección”. En la tabla 49 se describen las variables analizadas con los

estadísticos utilizados, el grado de significación y la interpretación del resultado.

Variable Prueba

Estadística Significación Interpretación

Edad t-student (medias) t- student (valores)

p =0,519 p =0,571

NO significativo

Karnofsky U-Mann-Whitney p =0,220 NO significativo

Grado histológico Chi cuadrado p =0,606 NO significativo

Clases RPA Chi cuadrado

U- Mann-Whitney p =0,465 p =0,188

NO significativo

Grado resección Chi cuadrado

U- Mann-Whitney p =0,515 p =0,258

NO significativo

Tabla 49. Resumen de la comparación estadística entre los grupos respecto a factores pronósticos (5.41)

Observando los datos del análisis, se puede indicar que no se han encontrado

diferencias estadísticamente significativas entre los dos grupos que van a ser

comparados y, por lo tanto, que en la selección de los grupos no se ha incurrido en

sesgos.

Resultados

97

5.3. Análisis de las diferencias entre los grupos

5.3.1. Complicaciones postquirúrgicas

Para analizar la influencia de los implantes de carmustina en cuanto a la aparición de

complicaciones, se han comparado entre los dos grupos las variables que figuran en

la tabla 50, obteniéndose los siguientes resultados:

Variable Prueba

estadística Significación

Riesgo rel. / I. confianza

Interpretación

Deterioro Neurológico

Chi cuadrado p = 0,016 1,92

(1,10-3,35) SIGNIFICATIVO

Edema cerebral Chi cuadrado p = 0,013 1,89

(1,12-3,20) SIGNIFICATIVO

Hematoma intracerebral

Chi cuadrado Fisher (1 cola) Fisher (2 colas)

p = 0,0432 p = 0,0436 p= 0,052

0,25 (0,05-1,10)

SIGNIFICATIVO

Hematoma extra-axial

Chi cuadrado p = 0,404 1,50

0,57 -3,93 NO significativo

Infección postoperatoria

Chi cuadrado Fisher (1 cola) Fisher (2 colas)

p = 0,097 p = 0,107 p = 0,205

4,91 (0,59–40,6)

NO significativo

Fístula/Acúmulo LCR

Chi cuadrado Fisher (1 cola) Fisher (2 colas)

p = 0,414 p = 0,348 p = 0,678

1,96 (0,38-10,28)

NO significativo

Re-intervención complicaciones

Chi cuadrado p = 0,026 4,5

(1,02-19,89) SIGNIFICATIVO

Mortalidad postoperatoria

Chi cuadrado Fisher (1 cola) Fisher (2 colas)

p = 0,647 p = 0,500 p = 1,000

1,50 (0,26-8,63)

NO significativo

Tabla 50. Resumen de la comparación estadística entre los grupos respecto a las complicaciones postquirúrgicas (5.42)

En la tabla anterior puede observarse que, en esta serie, la aparición de deterioro

neurológico es 1,92 veces más frecuente en el postoperatorio de los pacientes a los

que se les colocan implantes de carmustina, respecto a los pacientes que no reciben

dicho tratamiento. De manera análoga, la aparición de edema cerebral

postoperatorio en esta serie de pacientes también es significativa, siendo 1,89 veces

más frecuente en el grupo con implantes de carmustina. En el aspecto opuesto, la

Resultados

98

aparición de hematomas intracerebrales (lecho quirúrgico y a distancia) es 4 veces

menos frecuente (RR= 0,25) que en el grupo que no recibe implantes de carmustina.

También se obtienen diferencias estadísticamente significativas en cuanto a las

reintervenciones para la solución de complicaciones postquirúrgicas, siendo 4,5

veces más frecuente en el grupo de pacientes con implantes de carmustina. Como se

puede apreciar, con el resto de complicaciones no se han obtenido diferencias.

5.3.2. Fase de tratamiento radioterápico

Las variables que se muestran en la tabla 51 se han considerado representativas de

la fase de tratamiento con radioterapia y las comparaciones estadísticas entre los dos

grupos estudiados obtienen estos resultados:

Variable Prueba

estadística Significación

Riesgo rel. / I. confianza

Interpretación

Inicio RxT Chi cuadrado p = 0,606 1,25

(0,53-2,93) NO significativo

Fin RxT Chi cuadrado Fisher (1 cola) Fisher (2 colas)

p = 0,355 0,91

(0,75 -1,11) NO significativo

Días hasta inicio RxT

t –student (media)

p = 0,181 (-13,8-2,65) NO significativo

Duración RxT t –student (media)

p = 0,390 (-3,0-7,6) NO significativo

Interrupciones RxT

Chi cuadrado Fisher (1 cola) Fisher (2 colas)

p = 0,531 p = 0,483 p = 0,612

2,09 (0,2-22,24)

NO significativo

Suspensiones RxT

Chi cuadrado Fisher (1 cola) Fisher (2 colas)

p = 0,368 p = 0,370 p = 0,633

2,09 (0,40-10,85)

NO significativo

Dosis RxT estratificada

Chi cuadrado p = 0,584 NO significativo

Toxicidad cutánea a RxT

Chi cuadrado p = 0,168 1,34

(0,88–2,04) NO significativo

Toxicidad neurológica a RxT

Chi cuadrado p = 0,0041 1,49

(1,12-1,98) SIGNIFICATIVO

Tabla 51. Resumen de la comparación estadística entre los grupos respecto la fase de radioterapia (5.43)

Resultados

99

En cuanto a la fase de radioterapia, no se han hallado diferencias estadísticamente

significativas, salvo en la toxicidad neurológica, que es 1,49 veces más frecuente

en el grupo de pacientes que reciben implantes de carmustina.

5.3.3. Fase de tratamiento en segunda línea

Tras las fases de tratamiento quirúrgico, radioterapia y quimioterapia de primera

línea, los pacientes con gliomas de alto grado normalmente presentan progresión de

su enfermedad. En este momento evolutivo, la mayoría de los pacientes no se

consideran candidatos a tratamiento activo, pero otros reciben tratamiento de

segunda línea, bien con esquemas de quimioterapia, o bien son reintervenidos para

resección del tumor presente. Analizados los dos grupos en este aspecto se obtienen

los resultados de la tabla 52:

Variable Prueba

estadística Significación

Riesgo rel. / I. confianza

Interpretación

QxT 2ª línea Chi cuadrado p = 0,240 1,65

(0,70-3,87) NO

significativo Cirugía de rescate

Chi cuadrado p = 0,820 1,08

(0,54-2,16) NO

significativo Tabla 52. Resumen de la comparación estadística entre los grupos respecto la fase de tratamiento en

segunda línea (5.44)

Como se puede ver, no se han obtenido diferencias significativas entre los dos

grupos, respecto a los tratamientos realizados en segunda línea.

Resultados

100

5.3.4. Otras variables

En un intento de valorar si existen diferencias entre ambos grupos, teniendo en

cuenta la situación funcional de los pacientes durante la evolución de su

enfermedad, se comparan los ECOG de los pacientes en el momento del alta

hospitalaria, a los 3 meses y a los 6 meses de la intervención quirúrgica. Los datos

obtenidos se resumen en la tabla 53:

Variable Prueba estadística

Significación Interpretación

ECOG alta

U Mann-Whitney

p = 0,489 NO

significativo ECOG 3 meses

U Mann-Whitney

p = 0,344 NO

significativo ECOG 6 meses

U Mann-Whitney

p = 0,362 NO

significativo Tabla 53. Resumen de la comparación estadística entre los grupos respecto al ECOG (5.45)

No se han encontrado diferencias estadísticamente significativas entre los

enfermos de los dos grupos de esta serie, en cuanto a las variables de situación

funcional en los momentos evolutivos estudiados (alta, 3 meses y 6 meses).

Resultados

101

5.4. Análisis de supervivencia. Método Kaplan-Meier

5.4.1. Influencia de la modalidad de tratamiento

Se ha obtenido una estimación de mediana de supervivencia de 13,414 meses en el

grupo de pacientes con implantes de carmustina frente a 11,047 en el grupo sin

implantes. Los resultados se expresan en la tabla 54 y gráficamente en la figura

5.39.

Medias y medianas del tiempo de supervivencia

15,510 2,076 11,441 19,579 13,414 2,486 8,542 18,28616,130 2,065 12,083 20,177 11,047 ,681 9,712 12,38116,241 1,596 13,112 19,369 11,474 1,302 8,923 14,026

GrupoGliadelNo GliadelGlobal

Estimación Error típico Límite inferiorLímite

superior

Intervalo de confianza al95%

Estimación Error típico Límite inferiorLímite

superior

Intervalo de confianza al95%

Mediaa Mediana

La estimación se limita al mayor tiempo de supervivencia si se ha censurado.a.

Tabla 54. Estimación de las medias y medianas de supervivencia de los dos grupos estudiados (5.46)

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

No Gliadel-censurado

Gliadel-censurado

No Gliadel

Gliadel

Grupo

Supervivencia Gliadel/No Gliadel

Figura 5.39. Comparación de la supervivencia entre los dos grupos estudiados (curva de Kaplan-Meier)

Como se puede comprobar, las diferencias no son estadísticamente significativas y

por lo tanto, no se puede probar la existencia de diferencias en el efecto entre las dos

modalidades de tratamiento, contestando con ello la hipótesis nula planteada.

Log Rank = 0,033

p = 0,856

Resultados

102

5.4.2. Influencia de los factores pronósticos:

5.4.2.1. Edad (estratificada en 55 años)

Estratificando la edad de los pacientes en mayores y menores de 55 años se obtienen

los siguientes resultados:

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

> 55 años-censurado

< 55 años-censurado

> 55 años

< 55 años

Edad

Funciones de supervivencia

Meses desde 1ª cirugía

50403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

> 55 años-censurado

< 55 años-censurado

> 55 años

< 55 años

Edad

Grupo = Gliadel

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

> 55 años-censurado

< 55 años-censurado

> 55 años

< 55 años

Edad

Grupo = No Gliadel

Figura 5.40. Influencia de la edad en la supervivencia (Curvas Kaplan-Meier global y por grupos).

Se observa que la edad, considerando el punto de corte en 55 años, es

estadísticamente significativa con una p<0,000 y en esta serie tiene una clara

influencia en el pronóstico.

Log Rank = 12,140

p < 0,000

Resultados

103

5.4.2.2. Karnofsky preoperatorio

Analizando la influencia del Karnofsky en la supervivencia, se obtienen las

siguientes gráficas y comparación global (Log-Rank):

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

100-censurado

90-censurado

80-censurado

70-censurado

100

90

80

70

Karnofsky preIQ

Funciones de supervivencia

Meses desde 1ª cirugía

50403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

100-censurado

90-censurado

80-censurado

70-censurado

100

90

80

70

Karnofsky preIQ

Grupo = Gliadel

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

100-censurado

90-censurado

80-censurado

70-censurado

100

90

80

70

Karnofsky preIQ

Grupo = No Gliadel

Figura 5.41. Influencia del Karnofsky preoperatorio en la supervivencia (Curvas Kaplan-Meier global y por grupos)

Se observa que el Karnofsky preoperatorio es estadísticamente significativo con una

p=0,001 y en esta serie tiene una clara influencia en el pronóstico.

Log Rank = 16,758

p = 0,001

Resultados

104

Realizado el análisis de supervivencia (Log-Rank en curvas Kaplan-Meier) en cada

uno de los subgrupos de Karnofsky preoperatorios (70, 80, 90 y 100), las dos

modalidades de tratamiento Gliadel y No Gliadel no mostraron en ninguno de los

subgrupos diferencias estadísticamente significativas. En la tabla 55 se muestran los

valores de p para cada uno de los subgrupos.

Karnofsky Valor de p 70 0,231 80 0,071 90 0,689 100 0,467

Tabla 55. Comparación de supervivencia entre grupos en cada uno de los niveles de Karnofsky (5.47)

5.4.2.3. Grado histológico

Considerando el grado histológico de los tumores (III y IV), se obtienen las

siguientes gráficas y realizando la comparación global (Log-Rank test) se obtiene el

resultado que se muestra:

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Grado IV-censurado

Grado III-censurado

Grado IV

Grado III

GradoAP

Funciones de supervivencia

Log Rank = 8,193

p = 0,004

Resultados

105

Meses desde 1ª cirugía

50403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Grado IV-censurado

Grado III-censurado

Grado IV

Grado III

GradoAP

Grupo = Gliadel

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Grado IV-censurado

Grado III-censurado

Grado IV

Grado III

GradoAP

Grupo = No Gliadel

Figura 5.42. Influencia del grado histológico en la supervivencia (Curvas Kaplan-Meier global y por grupos)

Se observa que el grado histológico es estadísticamente significativo con una

p=0,004 y en esta serie tiene una clara influencia en el pronóstico.

De manera inversa, considerando sólo el subgrupo de pacientes con grado III, no

existen diferencias entre las dos formas de tratamiento con / sin implantes de

carmustina (p=0,191). Tampoco se encuentran diferencias en el subgrupo de

pacientes grado IV (p=0,716).

5.4.2.4. Clases RPA

Considerando las 6 clases pronósticas, no se puede obtener la estimación de la

mediana en la clase I, pues no se llega al 50% de pacientes que han fallecido.

Realizada la comparación global (Log-Rank ) el resultado es el siguiente:

Medias y medianas del tiempo de supervivencia

31,227 6,069 19,331 43,123 . . . .17,326 ,604 16,142 18,511 16,472 . . .22,653 5,717 11,447 33,858 17,294 2,313 12,759 21,82817,777 2,565 12,749 22,806 14,565 1,835 10,968 18,16210,064 1,452 7,217 12,910 7,628 1,375 4,932 10,32316,241 1,596 13,112 19,369 11,474 1,302 8,923 14,026

Clase_RPAClase IClase IIClase IIIClase IVClase VGlobal

Estimación Error típico Límite inferiorLímite

superior

Intervalo de confianza al95%

Estimación Error típico Límite inferiorLímite

superior

Intervalo de confianza al95%

Mediaa Mediana

La estimación se limita al mayor tiempo de supervivencia si se ha censurado.a.

Tabla 56. Estimación de la media y mediana de las diferentes clases RPA (5.48)

Resultados

106

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Clase V-censurado

Clase IV-censurado

Clase III-censurado

Clase II-censurado

Clase I-censurado

Clase V

Clase IV

Clase III

Clase II

Clase I

Clases RPA

Funciones de supervivencia

Meses desde 1ª cirugía

50403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0 Clase V-censurado

Clase IV-censurado

Clase III-censurado

Clase II-censurado

Clase I-censurado

Clase V

Clase IV

Clase III

Clase II

Clase I

Clases RPA

Grupo = Gliadel

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Clase IV-censurado

Clase I-censurado

Clase V

Clase IV

Clase III

Clase II

Clase I

Clases RPA

Grupo = No Gliadel

Figura 5.43. Influencia de las clases RPA en la supervivencia (Curvas Kaplan-Meier global y por grupos)

Se observa que la clasificación de los pacientes en las clases RPA es

estadísticamente significativo con una p=0,001 y en esta serie tiene una clara

influencia en el pronóstico

Log Rank = 19,514

p = 0,001

Resultados

107

5.4.3. Grado de resección quirúrgico

Clasificando la resección tumoral en 3 categorías (Total, subtotal y parcial) se

obtienen las siguientes medias y medianas, y realizando la comparación global

(Log-Rank) se obtiene la siguiente gráfica:

Medias y medianas del tiempo de supervivencia

8,121 2,813 2,607 13,634 4,997 5,154 ,000 15,0998,736 1,737 5,331 12,141 7,496 2,720 2,165 12,827

21,457 3,260 15,067 27,847 17,294 ,468 16,376 18,21115,510 2,076 11,441 19,579 13,414 2,486 8,542 18,2868,293 3,219 1,983 14,603 3,255 2,674 ,000 8,495

16,264 2,838 10,702 21,826 11,310 1,851 7,683 14,93718,705 3,581 11,685 25,724 11,441 ,673 10,122 12,76116,130 2,065 12,083 20,177 11,047 ,681 9,712 12,38116,241 1,596 13,112 19,369 11,474 1,302 8,923 14,026

Grado_resección_IQ_GliadelParcialSubtotalTotalGlobalParcialSubtotalTotalGlobalGlobal

GrupoGliadel

No Gliadel

Global

Estimación Error típico Límite inferiorLímite

superior

Intervalo de confianza al95%

Estimación Error típico Límite inferiorLímite

superior

Intervalo de confianza al95%

Mediaa Mediana

La estimación se limita al mayor tiempo de supervivencia si se ha censurado.a.

Tabla 57. Estimación de la media y mediana de los diferentes grados de resección (5.49)

Resultados

108

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Total-censurado

Subtotal-censurado

Total

Subtotal

Parcial

Grado resección

Funciones de supervivencia

Meses desde 1ª cirugía

50403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Total-censurado

Subtotal-censurado

Total

Subtotal

Parcial

Grado resección

Grupo = Gliadel

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Total-censurado

Subtotal-censurado

Total

Subtotal

Parcial

Grado resección

Grupo = No Gliadel

Figura 5.44. Influencia del grado de resección en la supervivencia (Curvas Kaplan-Meier global y por grupos)

Se observa que el grado de resección es estadísticamente significativo con una

p=0,002 y en esta serie tiene una clara influencia en el pronóstico.

Log Rank = 12,919

p = 0,002

Resultados

109

5.4.4. Influencia de las complicaciones quirúrgicas:

5.4.4.1. Deterioro neurológico

De esta manera se analiza si el deterioro neurológico que sufren los pacientes en el

periodo postoperatorio condiciona la supervivencia de los mismos. Las curvas de

supervivencia son las siguientes:

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Sí-censurado

No-censurado

No

Deterioro Neurológico

Funciones de supervivencia

Meses desde 1ª cirugía

50403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Sí-censurado

No-censurado

No

Deterioro Neurológico

Grupo = Gliadel

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Sí-censurado

No-censurado

No

Deterioro Neurológico

Grupo = No Gliadel

Figura 5.45. Influencia del deterioro neurológico en la supervivencia (Curvas Kaplan-Meier global y por grupos)

Las diferencias no son estadísticamente significativas.

Log Rank = 3,168

p = 0,075

Resultados

110

5.4.4.2. Edema cerebral

Es interesante analizar si el edema cerebral que experimentan algunos pacientes en

el postoperatorio condiciona la supervivencia de los mismos. Los resultados

obtenidos son los siguientes:

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Sí-censurado

No-censurado

No

Edema

Funciones de supervivencia

Meses desde 1ª cirugía

50403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Sí-censurado

No-censurado

No

Edema

Grupo = Gliadel

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Sí-censurado

No-censurado

No

Edema

Grupo = No Gliadel

Figura 5.46. Influencia del edema postoperatorio en la supervivencia (Curvas Kaplan-Meier global y por grupos)

En esta serie las diferencias no son estadísticamente significativas.

Log Rank = 1,074

p = 0,300

Resultados

111

5.4.4.3. Hemorragias intracerebrales (lecho quirúrgico y/o a distancia)

Previamente se ha visto que existen diferencias entre los grupos en cuanto al número

de hematomas intracerebrales, por lo tanto analizamos si este factor tiene influencia

en el pronóstico. Las curvas de supervivencia son las siguientes:

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Sí-censurado

No-censurado

No

Hem. intrap.

Funciones de supervivencia

Meses desde 1ª cirugía

50403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Sí-censurado

No-censurado

No

Hem. intrap.

Grupo = Gliadel

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Sí-censurado

No-censurado

No

Hem. intrap.

Grupo = No Gliadel

Figura 5.47. Influencia de los hematomas intraparenquimatosos postoperatorios en la supervivencia (Curvas Kaplan-Meier global y por grupos)

Al no ser las diferencias estadísticamente significativas se puede indicar que

tener una hemorragia intracerebral en el postoperatorio no condiciona la

supervivencia en esta serie.

Log Rank = 0,695

p = 0,404

Resultados

112

5.4.4.4. Hemorragias extraparenquimatosas (epidurales y subdurales)

Algunos pacientes presentaron hematomas subdurales o epidurales y el análisis

realizado para detectar su impacto en la supervivencia es el siguiente:

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Sí-censurado

No-censurado

No

Hem. extra-axial

Funciones de supervivencia

Meses desde 1ª cirgía

50403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Sí-censurado

No-censurado

No

Hem, extra-axial

Grupo = Gliadel

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

No-censurado

No

Hem. extra-axial

Grupo = No Gliadel

Figura 5.48. Influencia de los hematomas extra-axiales en la supervivencia (Curvas Kaplan-Meier global y por grupos)

Al no ser las diferencias estadísticamente significativas se puede indicar que,

tener una hemorragia extraparenquimatosa en el postoperatorio no condiciona la

supervivencia en esta serie.

Log Rank = 0,328

p = 0,567

Resultados

113

5.4.4.5. Infecciones postoperatorias

Aunque existen pocos pacientes con infecciones postoperatorias, se ha considerado

conveniente analizar la influencia de esta variable en la supervivencia de la serie.

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Sí-censurado

No-censurado

No

Infección

Funciones de supervivencia

Meses desde 1ª cirugía

50403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Sí-censurado

No-censurado

No

Infección

Grupo = Gliadel

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Sí-censurado

No-censurado

3

No

Infección

Grupo = No Gliadel

Figura 5.49. Influencia de la infección en la supervivencia (Curvas Kaplan-Meier global y por

grupos)

Las diferencias no son estadísticamente significativas, pero prácticamente lo son.

Paradójicamente, el tener una infección en el postoperatorio tiene una influencia

beneficiosa en la supervivencia de los pacientes de esta serie.

Log Rank = 3,691

p = 0,055

Resultados

114

5.4.4.6. Reintervenciones por complicaciones

En las siguientes gráficas aparecen resumidos los resultados de esta variable.

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Sí-censurado

No-censurado

No

Reintervención comp.

Funciones de supervivencia

Meses desde 1ªIQ

50403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Sí-censurado

No-censurado

No

Reintervención comp.

Grupo = Gliadel

Meses desde 1ªIQ

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Sí-censurado

No-censurado

No

Reintervención comp.

Grupo = No Gliadel

Figura 5.50. Influencia de la reintervención por complicaciones en la supervivencia (Curvas Kaplan-Meier global y por grupos)

Las diferencias son estadísticamente significativas. De la misma manera que en el

caso de las infecciones postoperatorias, la realización de una reintervención para

solucionar complicaciones en el postoperatorio confiere mejor pronóstico.

5.4.5. Influencia de la radioterapia :

Log Rank = 4,303

p = 0,038

Resultados

115

5.4.5.1. Recibir radioterapia

En la tabla 58 se resumen las estimaciones de mediana y media de supervivencia.

Medias y medianas del tiempo de supervivencia

1,565 ,381 ,818 2,312 1,184 ,754 ,000 2,66118,609 2,293 14,115 23,103 16,439 1,892 12,730 20,14815,510 2,076 11,441 19,579 13,414 2,486 8,542 18,286

4,023 1,316 1,444 6,603 3,189 1,209 ,820 5,55918,191 2,274 13,733 22,648 13,348 2,148 9,138 17,55816,130 2,065 12,083 20,177 11,047 ,681 9,712 12,38116,241 1,596 13,112 19,369 11,474 1,302 8,923 14,026

RxT_postGliadelNoSíGlobalNoSíGlobalGlobal

GrupoGliadel

No Gliadel

Global

Estimación Error típico Límite inferiorLímite

superior

Intervalo de confianza al95%

Estimación Error típico Límite inferiorLímite

superior

Intervalo de confianza al95%

Mediaa Mediana

La estimación se limita al mayor tiempo de supervivencia si se ha censurado.a.

Tabla 58. Estimación de la media y mediana de los pacientes que reciben o no radioterapia (5.50)

Las curvas de supervivencia son las siguientes:

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Sí-censurado

No

Radioterapia

Funciones de supervivencia

Meses desde 1ª cirugía

50403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Sí-censurado

No

Radioterapia

Grupo = Gliadel

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Sí-censurado

No

Radioterapia

Grupo = No Gliadel

Figura 5.51. Influencia de recibir o no radioterapia en la supervivencia (Curvas Kaplan-Meier global y por grupos) Las diferencias son estadísticamente significativas.

Log Rank = 105,353

p < 0,000

Resultados

116

5.4.5.2. Dosis de radioterapia estratificada

Considerando sólo a los 92 pacientes que inician el tratamiento con radioterapia, se

analiza la influencia de recibir una dosis inferior a 50 Gy frente a una dosis superior

a 50 Gy. Los resultados son los siguientes:

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

>50Gy-censurado

2 - 49 Gy-censurado

>50Gy

2 - 49 Gy

Dosis RxT(Gy)

Funciones de supervivencia

Meses desde 1ª cirugía

50403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

>50Gy-censurado

2 - 49 Gy-censurado

>50Gy

2 - 49 Gy

Dosis RxT (Gy)

Grupo = Gliadel

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

>50Gy-censurado

>50Gy

2 - 49 Gy

Dosis RxT(Gy)

Grupo = No Gliadel

Figura 5.52. Influencia de la dosis de radioterapia en la supervivencia (Curvas Kaplan-Meier global y por grupos)

Las diferencias son estadísticamente significativas con una p=0,025.

Log Rank = 4,996

p = 0,025

Resultados

117

5.4.5.3. Días hasta el inicio del tratamiento con radioterapia

De esta manera se analiza si el retraso en el inicio en la radioterapia influye en el

resultado en cuanto a la supervivencia. Las curvas de supervivencia son las

siguientes:

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

> 2 meses-censurado

1,5-2 meses-censurado

1-1,5 meses-censurado

<1 mes-censurado

> 2 meses

1,5-2 meses

1-1,5 meses

<1 mes

Dias hasta inicio RxT

Funciones de supervivencia

Meses desde 1ª cirugía

50403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

> 2 meses-censurado

1,5-2 meses-censurado

1-1,5 meses-censurado

<1 mes-censurado

> 2 meses

1,5-2 meses

1-1,5 meses

<1 mes

Dias inicio RxT

Grupo = Gliadel

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

> 2 meses-censurado

1-1,5 meses-censurado

> 2 meses

1,5-2 meses

1-1,5 meses

<1 mes

Dias inicio RxT

Grupo = No Gliadel

Figura 5.53. Influencia del retraso en el inicio de la radioterapia en la supervivencia (Curvas Kaplan-Meier global y por grupos)

Las diferencias no son estadísticamente significativas.

Log Rank = 6,436

p = 0,092

Resultados

118

5.4.5.4. Duración del tratamiento con radioterapia

Se intenta observar si las diferencias en cuanto a los días de duración del tratamiento

con radioterapia influyen en la supervivencia. Las curvas de supervivencia son las

siguientes:

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

> 50 días-censurado

42 - 50 días-censurado

< 42 días-censurado

> 50 días

42 - 50 días

< 42 días

Dias duracion RxT

Funciones de supervivencia

Meses desde 1ª cirugía

50403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

> 50 días-censurado

42 - 50 días-censurado

< 42 días-censurado

> 50 días

42 - 50 días

< 42 días

Dias duracion RxT

Grupo = Gliadel

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

42 - 50 días-censurado

< 42 días-censurado

> 50 días

42 - 50 días

< 42 días

Dias duracion RxT

Grupo = No Gliadel

Figura 5.54. Influencia de la duración del tratamiento radioterápico en la supervivencia (Curvas Kaplan-Meier global y por grupos)

Las diferencias no son estadísticamente significativas.

Log Rank = 2,178

p = 0,337

Resultados

119

5.4.6. Influencia del tratamiento oncológico y la cirugía de rescate:

5.4.6.1. Temozolomida concomitante a radioterapia

Al analizar la influencia de la administración de temozolomida concomitante a

radioterapia en el conjunto de los enfermos se obtienen los siguientes resultados:

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Sí-censurado

No-censurado

No

TMZ concomitante

Funciones de supervivencia

Meses desde 1ª cirugía

50403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

3

No

No-censurado

TMZ concomitante

Grupo = Gliadel

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Sí-censurado

No-censurado

No

TMZ concomitante

Grupo = No Gliadel

Figura 5.55. Influencia de la administración de TMZ concomitante en la supervivencia (Curvas Kaplan-Meier global y por grupos)

Las diferencias no son estadísticamente significativas, es decir en esta serie no se

ha observado que la utilización de temozolomida concomitante a radioterapia tenga

influencia en la supervivencia de los enfermos.

Log Rank = 0,506

p = 0,477

Log Rank = 1,947

p = 0,163

Resultados

120

5.4.6.2. Quimioterapia de primera línea

Al analizar la influencia de la administración de quimioterapia de primera línea en el

conjunto de los enfermos se obtienen los siguientes resultados:

Medias y medianas del tiempo de supervivencia

15,510 2,076 11,441 19,579 13,414 2,486 8,542 18,28615,510 2,076 11,441 19,579 13,414 2,486 8,542 18,2868,457 2,590 3,380 13,534 3,880 2,720 ,000 9,211

15,883 2,042 11,881 19,886 10,817 ,649 9,544 12,08919,690 2,615 14,564 24,815 14,893 3,488 8,057 21,73016,126 1,588 13,014 19,238 11,474 1,269 8,987 13,962

QxT_1ªlineaNoGlobalNoGlobalSíGlobal

GrupoGliadel

No Gliadel

Global

Estimación Error típico Límite inferiorLímite

superior

Intervalo de confianza al95%

Estimación Error típico Límite inferiorLímite

superior

Intervalo de confianza al95%

Mediaa Mediana

La estimación se limita al mayor tiempo de supervivencia si se ha censurado.a.

Tabla 59. Estimación de la media y mediana de los pacientes que reciben o no quimioterapia de primera línea (5.51)

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Sí-censurado

No-censurado

No

Quimioterapia 1ªlínea

Funciones de supervivencia

Meses desde 1ª cirugía

50403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

No-censurado

3

No

Quimioterapia 1ªlinea

Grupo = Gliadel

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Sí-censurado

No

Quimioterapia 1ªlinea

Grupo = No Gliadel

Figura 5.56. Influencia de la administración de quimioterapia de primera línea en la supervivencia (Curvas Kaplan-Meier global y por grupos)

Log Rank = 3,349

p = 0,067

Log Rank = 14,453

p < 0,000

Resultados

121

Las diferencias no son estadísticamente significativas en el conjunto, pero sí lo

son en el grupo No Gliadel. Por ello, la administración de quimioterapia de primera

línea mejora la supervivencia de los enfermos de esta serie.

5.4.6.3. Quimioterapia de segunda línea

Otro factor que puede influir en el pronóstico es la utilización de quimioterapia de

segunda línea. Los resultados obtenidos son los siguientes:

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Sí-censurado

No-censurado

No

Quimioterapia 2ªlinea

Funciones de supervivencia

Meses desde 1ª cirugía

50403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Sí-censurado

No-censurado

No

Quimioterapia 2ªlínea

Grupo = Gliadel

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

No-censurado

No

Quimioterapia 2ªlínea

Grupo = No Gliadel

Figura 5.57. Influencia de quimioterapia de segunda línea en la supervivencia (Curvas Kaplan-Meier global y por grupos)

Las diferencias no son estadísticamente significativas. Por lo tanto el recibir

tratamiento de quimioterapia de segunda línea en esta serie no influye en el

pronóstico.

Log Rank = 0,725

p = 0,394

Resultados

122

5.4.6.4. Cirugía de rescate en progresión tumoral

Reintervenir con resección tumoral cuando el tumor reaparece puede influir en la

supervivencia. Los resultados obtenidos son los siguientes:

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Rescate+Gliadel-censurado

Rescate-censurado

No Rescate-censurado

Rescate+Gliadel

Rescate

No Rescate

Rescate 2ºlínea

Funciones de supervivencia

Meses desde 1ª cirugía

50403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Rescate+Gliadel-censurado

Rescate-censurado

No Rescate-censurado

Rescate+Gliadel

Rescate

No Rescate

Rescate 2º línea

Grupo = Gliadel

Meses desde 1ª cirugía

6050403020100

1,0

0,8

0,6

0,4

0,2

0,0

Rescate-censurado

No Rescate-censurado

Rescate+Gliadel

Rescate

No Rescate

Rescate 2º línea

Grupo = No Gliadel

Figura 5.58. Influencia de la reintervención en segunda línea en la supervivencia (Curvas Kaplan-Meier global y por grupos)

Las diferencias son estadísticamente significativas.

Log Rank = 7,187

p = 0,028

Resultados

123

5.5. Análisis de riesgos proporcionales de Cox

Por lo analizado previamente y por la experiencia en la clínica se consideran

relevantes y por lo tanto susceptibles de incorporar en el modelo de análisis de

riesgos proporcionales de Cox las siguientes 11 variables:

1.-Edad

2.-Grado AP

3.-Karnofsky previo a la IQ

4.-Clases RPA

5.-Grado de resección

6.-Reintervención complicaciones

7.-Recibir radioterapia

8.-Recibir temozolomida concomitante a radioterapia

9.-Recibir quimioterapia de 1ª línea

10.-Recibir quimioterapia de 2ª línea

11.-Reintervención en progresión tumoral

Pruebas omnibus sobre los coeficientes del modelo

714,145

-2 log de laverosimilitud

Pruebas omnibus sobre los coeficientes del modelo h,i

636,870 133,579 11 ,000 77,274 11 ,000 77,274 11 ,000636,870 133,427 10 ,000 ,000 1 ,998 77,274 10 ,000636,944 133,348 9 ,000 ,074 1 ,786 77,201 9 ,000637,166 133,347 8 ,000 ,222 1 ,637 76,978 8 ,000637,622 131,597 7 ,000 ,456 1 ,500 76,523 7 ,000638,115 130,896 6 ,000 ,493 1 ,483 76,030 6 ,000640,677 129,642 5 ,000 2,562 1 ,109 73,468 5 ,000

Paso1a

2b

3c

4d

5e

6f

7g

-2 log de laverosimilitud Chi-cuadrado gl Sig.

Global (puntuación)Chi-cuadrado gl Sig.

Cambio desde el paso anteriorChi-cuadrado gl Sig.

Cambio desde el bloque anterior

Variables introducidas en el paso número 1: Edad GradoAP_Cox Karnofsky_pre_Gliadel Clase_RPA Grado_resección_IQ_Gli_Cox2 ReIQ_Recodificada RxT_postGliadel TMZcon QxT_1ªlinea QxT_2ªlinea Rescate_2ºcirugía2

a.

Variable eliminada en el paso número 2: GradoAP_Coxb.

Variable eliminada en el paso número 3: Karnofsky_pre_Gliadelc.

Variable eliminada en el paso número 4: TMZcond.

Variable eliminada en el paso número 5: Edade.

Variable eliminada en el paso número 6: QxT_2ªlineaf.

Variable eliminada en el paso número 7: ReIQ_Recodificadag.

Bloque inicial número 0, función log de la verosimilitud inicial: -2 log de la verosimilitud: 714,145h.

Bloque inicial número 1. Método = Por pasos hacia atrás (RV condicional)i.

Tabla 60. Pruebas ómnibus y eliminación de las variables en cada uno de los pasos (5.52)

Resultados

124

B ET Wald gl. Sig. Exp(B) Paso 1 Edad ,010 ,016 ,449 1 ,503 1,011 Grado AP -,001 ,496 ,000 1 ,998 ,999 Karnofsky preIQ ,005 ,017 ,073 1 ,787 1,005 Clases RPA ,250 ,230 1,185 1 ,276 1,284 Grado de resección ,529 ,242 4,789 1 ,029 1,696 Reintervención complicaciones -,598 ,497 1,445 1 ,229 ,550 Radioterapia -2,100 ,379 30,650 1 ,000 ,122 TMZ concomitante ,202 ,395 ,262 1 ,609 1,224 Quimioterapia 1ª línea -,620 ,369 2,826 1 ,093 ,538 Quimioterapia 2ª línea ,077 ,123 ,388 1 ,533 1,080 Reintervención en progresión -,642 ,286 5,050 1 ,025 ,526 Paso 2 Edad ,010 ,015 ,497 1 ,481 1,011 Karnofsky preIQ ,005 ,017 ,074 1 ,785 1,005 Clases RPA ,250 ,188 1,758 1 ,185 1,283 Grado de resección ,529 ,241 4,793 1 ,029 1,696 Reintervención complicaciones -,597 ,467 1,637 1 ,201 ,550 Radioterapia -2,100 ,379 30,651 1 ,000 ,122 TMZ concomitante ,202 ,387 ,273 1 ,601 1,224 Quimioterapia 1ª línea -,619 ,356 3,025 1 ,082 ,538 Quimioterapia 2ª línea ,077 ,123 ,391 1 ,532 1,080 Reintervención en progresión -,642 ,285 5,050 1 ,025 ,526 Paso 3 Edad ,011 ,015 ,523 1 ,469 1,011 Clases RPA ,228 ,169 1,811 1 ,178 1,256 Grado de resección ,517 ,238 4,727 1 ,030 1,678 Reintervención complicaciones -,598 ,466 1,648 1 ,199 ,550 Radioterapia -2,084 ,375 30,844 1 ,000 ,124 TMZ concomitante ,176 ,373 ,223 1 ,637 1,193 Quimioterapia 1ª línea -,609 ,352 2,998 1 ,083 ,544 Quimioterapia 2ª línea ,086 ,117 ,538 1 ,463 1,090 Reintervención en progresión -,628 ,282 4,982 1 ,026 ,533 Paso 4 Edad ,010 ,015 ,458 1 ,498 1,010 Clases RPA ,252 ,164 2,363 1 ,124 1,286 Grado de resección ,535 ,235 5,211 1 ,022 1,708 Reintervención complicaciones -,622 ,462 1,811 1 ,178 ,537 Radioterapia -2,034 ,359 32,098 1 ,000 ,131 Quimioterapia 1ª línea -,501 ,264 3,604 1 ,058 ,606 Quimioterapia 2ª línea ,088 ,119 ,544 1 ,461 1,092 Reintervención en progresión -,621 ,281 4,879 1 ,027 ,537 Paso 5 Clases RPA ,326 ,125 6,782 1 ,009 1,385 Grado de resección ,511 ,232 4,847 1 ,028 1,666 Reintervención complicaciones -,664 ,458 2,109 1 ,146 ,515 Radioterapia -2,048 ,359 32,487 1 ,000 ,129 Quimioterapia 1ª línea -,537 ,262 4,215 1 ,040 ,584 Quimioterapia 2ª línea ,095 ,124 ,589 1 ,443 1,100 Reintervención en progresión -,595 ,278 4,582 1 ,032 ,552 Paso 6 Clases RPA ,316 ,124 6,467 1 ,011 1,371 Grado de resección ,501 ,231 4,699 1 ,030 1,651 Reintervención complicaciones -,684 ,457 2,241 1 ,134 ,505 Radioterapia -2,023 ,357 32,049 1 ,000 ,132 Quimioterapia 1ª línea -,517 ,261 3,926 1 ,048 ,596 Reintervención en progresión -,609 ,277 4,836 1 ,028 ,544 Paso 7 Clases RPA ,325 ,120 7,360 1 ,007 1,385 Grado de resección ,580 ,230 6,372 1 ,012 1,787 Radioterapia -2,130 ,352 36,599 1 ,000 ,119 Quimioterapia 1ª línea -,422 ,254 2,764 1 ,096 ,656 Reintervención en progresión -,500 ,270 3,425 1 ,064 ,607

Tabla 61. Estadísticos y riesgos relativos de los pasos 1-7 del análisis de riesgos proporcionales de Cox (5.53)

Resultados

125

Tras 7 pasos realizados en el modelo, las variables finales con más influencia y su

interpretación, teniendo en cuenta que el análisis de riesgos proporcionales de Cox

explica el cociente h(t)/h(0) = e (∑βx), lo que indica que este exponencial explica el

riesgo relativo, es decir el cociente entre la tasa de mortalidad en las condiciones de

exposición con respecto a las condiciones basales es:

- en cuanto a las clases RPA el paso de una a otra clase (por ejemplo de la clase I a

la clase II) aumenta la tasa de mortalidad en 1,385 (es decir un 38,5% más)

(p=0,007)

- el grado de resección influye de tal manera que, los pacientes con resección no

total tienen una tasa de mortalidad 1,787 mayor que los pacientes con resección

total (es decir un 78,7% más) (p=0,012)

- recibir tratamiento con radioterapia aumenta la supervivencia en 8,403

(1/0,119) veces respecto a no recibir radioterapia (p<0,000), o lo que es lo mismo

reduce la tasa de mortalidad en 8,403 veces.

- recibir tratamiento con quimioterapia de primera línea aumenta la

supervivencia en 1,524 (1/0,656) veces respecto a no recibir quimioterapia de

primera línea (p=0,096), o lo que es lo mismo reduce la tasa de mortalidad en 1,524

veces.

- la cirugía de resección tumoral en segunda línea (en progresión tumoral)

aumenta la supervivencia en 1,647 (1/0,607) veces respecto a no realizarse dicha

cirugía (p=0,064), o lo que es lo mismo reduce la tasa de mortalidad en 1,647 veces.

Discusión

126

6. DISCUSIÓN

Discusión

127

6.1. Factores pronósticos

La experiencia de los neurocirujanos y la realización tanto de estudios clínicos,

como ensayos clínicos randomizados, donde se utilizan técnicas estadísticas, ha

demostrado, tal y como se ha indicado en la introducción, que existen una serie de

factores cuya presencia influye en el pronóstico. En los siguientes puntos se discuten

los resultados de este trabajo y su correlación con la evidencia científica actual.

6.1.1. Edad

En los resultados hemos descrito que las edades medias son similares en ambos

grupos y, aunque la mediana de edad es algo mayor en el grupo No Gliadel, no se

han obtenido diferencias estadísticamente significativas (p=0,519 y p=0,571) entre

los dos grupos. La edad media global de 59,68 años y mediana de 61,69 años hablan

de una serie de pacientes intervenidos con edad avanzada, de características algo

diferentes a las incluidas en los ensayos clínicos. Esta es una realidad en

poblaciones como la de esta serie, puesto que la esperanza de vida en nuestro

entorno es de las mayores del mundo. Además, la tendencia, no sólo en oncología

sino en todos los ámbitos de la neurocirugía (vascular, columna) es, cada vez, a

intervenir a pacientes de mayor edad, ya que la sociedad así lo va demandando.

Dada la importancia que la edad tiene en el pronóstico, son varios los autores

(Kelly, 1994; Hoegler, 1997; Whittle, 2002; Chinot, 2004; Chamberlain and

Chalmers 2007; Idbaih, 2008; Brandes, 2009; Iwamoto, 2009) que analizan el

impacto de diferentes factores y tratamientos en personas de edad avanzada

(mayores de 65 - 70 años), con el objetivo de desarrollar esquemas de tratamiento

específicos para este grupo concreto de pacientes.

Discusión

128

Por otra parte, en la comparación de grupos de pacientes con edades más avanzadas

con otras de pacientes más jóvenes, debe tenerse en cuenta que la edad avanzada

disminuye la supervivencia. Además, tal y como indica Sawaya (Sawaya, 1998), el

número de complicaciones es mayor en pacientes mayores a 60 años. En la tabla 62

se reflejan las edades (media o mediana) de los trabajos más importantes sobre

pacientes con gliomas de alto grado y se comparan con la edad mediana del presente

trabajo. En la citada tabla se añade la edad de incidencia real de los gliomas de alto

grado obtenida por CBTRUS.

Autor Edad media Edad mediana

Westphal (Westphal, 2003) 53

Glioma Outcome Project 54

Valtonen (Valtonen, 1997) 54

Stupp (Stupp, 2005) 55

Stummer (Stummer, 2000) 53,8 57

Stummer (Stummer, 2006) 59,5

Stummer (Stummer, 2008) 60

Presente estudio 62

CBTRUS(CBTRUS 2007) 62 Tabla 62. Comparación de las edades medias y medianas del presente estudio con otros (6.1)

Las curvas de supervivencia realizadas en los puntos de corte (50, 55 y 60 años),

demuestran que la edad es un factor pronóstico importante, siendo el punto de

corte en los 55 años el que con más fuerza estadística distingue a los pacientes

mayores y menores a esa edad (las curvas en los puntos de corte de 50 y 60 años no

se muestran en los resultados). También, en el análisis de riesgos proporcionales de

Cox, la edad tiene influencia y se descarta en el paso 5.

Discusión

129

6.1.2. Karnofsky preoperatorio

De manera análoga a la variable previa, el Karnofsky es también factor pronóstico

tal y como se obtiene en las curvas de Kaplan-Meier (Log-Rank, p=0,001), si bien

en el análisis de riesgos proporcionales de Cox queda eliminado en el paso 3,

indicando que existen variables con más importancia en el modelo propuesto.

En contraposición, en ninguno de los niveles de Karnofsky preoperatorios (70, 80,

90 y 100) se han obtenido diferencias estadísticamente significativas entre las dos

modalidades de tratamiento (implantes de Carmustina vs. sin implantes).

La media y mediana de Karnofsky en el presente estudio fueron de 85,09 y 90 para

el grupo que recibió implantes de carmustina y de 82,90 y 80 para el grupo sin

implantes. Estos resultados son similares a lo publicado por Attenello (Attenello,

2008) en su serie retrospectiva, que obtiene Karnofsky de 80 para ambos grupos.

En cambio, Valtonen (Valtonen, 1997) obtiene una mediana de 75 en el grupo

Gliadel y de 90 en el grupo placebo, indicando una serie de pacientes menos

balanceada en este factor pronóstico. Las comparaciones con los trabajos de

Westphal (Westphal, 2003; Westphal, 2006) y Quinn (Quinn, 2009) no son posibles,

pues estratifican esta variable, y citan bien las frecuencias o bien los porcentajes de

cada uno de los estratos, sin calcular las medias ni medianas. Tampoco es posible

realizar comparaciones directas con los estudios de Stupp (Stupp, 2005) y Affronti

(Affronti, 2007), pues utilizan el WHO Perfomance Status (PS) en vez de la escala

de Karnofsky.

Westphal (Westphal, 2006), a diferencia de este trabajo, obtiene, en el modelo de

riesgos proporcionales de Cox, que el Karnofsky (≤ 70 vs. > 70) resulta significativo

tanto en el conjunto de los pacientes con intención de tratar, como en el subgrupo de

pacientes con glioblastoma. Probablemente, en el modelo realizado en el presente

Discusión

130

trabajo, el introducir la variable con todas las categorías (70, 80, 90 y 100) en vez de

la variable estratificada (≤ 70 vs. > 70), como realiza Westphal (Westphal, 2006), e

introducir mayor número de variables en el modelo (11 vs. 4), expliquen que la

variable Karnofsky haya perdido potencia estadística y no resulte significativa. A

diferencia de Westphal (Westphal, 2006), Stummer (Stummer, 2006), definiendo al

Karnofsky como ≤80 y >80, no obtiene que el Karnofsky sea significativo en el

mismo modelo de riesgos proporcionales.

6.1.3. Anatomía patológica. Grado de malignidad de la OMS

En esta serie, el grado de malignidad tiene carácter de factor pronóstico en las

curvas de Kaplan-Meier (Log-Rank, p= 0,004), si bien en el análisis de riesgos

proporcionales de Cox pierde fuerza (desaparece en el paso 2), probablemente por

que se incluyen pocos pacientes con tumores grado III. En cambio, Westphal

(Westphal, 2006) demuestra que, en el modelo de riesgos proporcionales de Cox, el

grado histológico condiciona el pronóstico de los pacientes de su serie.

Los últimos ensayos clínicos randomizados tienden a incluir pacientes sólo con

tumores grado III, o sólo grado IV. En este estudio se han incluido ambos (III y IV)

pues, cuando se inició el trabajo en el año 2004, los ensayos clínicos randomizados

que analizan la eficacia de los implantes de carmustina (Brem, Piantadosi, 1995;

Valtonen, 1997; Westphal, 2003) los incluían sin distinción, y en este estudio se

pretendía reproducir este modo de tratamiento. No sólo en los estudios que analizan

el efecto de los implantes de carmustina, sino también en el estudio Stupp (Stupp,

2005), se incluyen pacientes con tumores de ambos grados histológicos. En este

último estudio, aunque se intentó reclutar sólo pacientes con tumores grado IV, la

revisión de la anatomía patológica, demostró la existencia de un 4% de pacientes

Discusión

131

con tumores de grado III. Además, en un 15% de los pacientes la muestra

histológica no fue estudiada en el centro de referencia de anatomía patológica.

Para evitar el posible efecto de confusión de esta mezcla de pacientes (grado III y

IV), primero, se descarta mediante Chi-cuadrado (p=0,606) la existencia de

diferencias significativas en cuanto a las frecuencias de pacientes grado III y IV

entre los dos grupos considerados. Posteriormente, se analizan (Kaplan-Meier Log-

Rank) los efectos de las modalidades de tratamiento con / sin implantes de

carmustina en el subgrupo de pacientes con tumores grado III (p=0,191) y grado IV

(p=0,716), siendo las diferencias en ambos subgrupos estadísticamente no

significativas.

6.1.4. Clases RPA

La utilidad de las clases RPA radica en la predicción de la supervivencia en base a

unos parámetros pre y perioperatorios, permitir comparaciones de pacientes en

ensayos clínicos randomizados fase I y II para tomar decisiones si continuar con los

fase III y comparar grupos de tratamiento cuando existen disbalances entre los

grupos.

En este trabajo, la mayoría de los pacientes (90%) pertenecen a las clases III, IV y

V, tal como sucede en otros trabajos similares (ver tabla 63). Realizadas las

comparaciones mediante U-Mann-Whitney, las diferencias no son estadísticamente

significativas, indicando que no existen sesgos de selección entre los dos grupos. En

cuanto a la supervivencia, las diferencias son estadísticamente significativas

(mediante Log-Rank p= 0,001), de tal manera que las clases RPA son distintas entre

ellas y definen grupos de enfermos con distinto pronóstico. En el modelo de riesgos

proporcionales de Cox, las clases RPA son variables de mucho peso pues

Discusión

132

permanecen en el modelo final (p=0,007). Así, el paso de una a otra clase aumenta

la tasa de mortalidad en 1,385 (es decir un 38,5% más).

De manera análoga a este trabajo, otros autores (Mirimanoff, 2006; Pichlmeier,

2008; Affronti, 2009) encuentran que las clases RPA son factor pronóstico.

Clase

RPA

Curran (RTOG)

(Curran, 1993)

Mirimanof (TMZ)

(Mirimanoff, 2006)

Affronti

(multiagente)

(Affronti, 2009)

Pichlmeier (5-ALA)

(Pichlmeier, 2008) Presente estudio

Mediana

Superv.

2 años Mediana

Superv.

2 años Mediana

Superv.

2 años Mediana

Superv.

2 años Mediana

Superv.

2 años

III 11,08 m 35% 13,24 m 43% 16,75 m 50% 17,8 m 26% 17,29 m 33%

IV 6,87 m 15 % 10,08 m 28% 12,77 m 46% 14,7 m 12% 14,56 m 13%

V 5,51 m 6 % 6,37 m 17% 16,18 m 53% 10,7 m 7% 7,62 m 9%

Tabla 63 . Comparación de la supervivencia de las diferentes clases RPA del presente estudio con otros

(6.2)

En la tabla 63 se muestran las comparaciones en cuanto a la mediana de

supervivencia y el porcentaje de pacientes que superan los dos años en cada una de

las clases RPA. Las estimaciones de las medianas de supervivencia globales de este

estudio (incluidos todos los pacientes) son muy similares a los obtenidos en el

ensayo clínico de Stummer (Stummer, 2006) y descritas por Pichlmeier (Pichlmeier,

2008). Los porcentajes de supervivencia a dos años son también similares a los

descritos por este autor (Pichlmeier, 2008) y al artículo inicial de Curran (Curran,

1993). Las diferencias halladas con los otros dos trabajos (Mirimanoff, 2006;

Affronti, 2009), pueden deberse a que estos últimos tienen pacientes más

seleccionados.

Discusión

133

6.2. Grado de resección

Históricamente, no se concedió mucha importancia a la extensión de la resección

tumoral en el tratamiento de los gliomas de alto grado. Probablemente, el mal

pronóstico de este tumor y la falta de medios para determinar la resección realizada

en la era previa a la utilización del TAC cerebral contribuyeron a ello. El hecho de

que la mayoría de los estudios que examinan el papel de la cirugía (grado de

resección) en el manejo de los gliomas de alto grado carecen de una medida objetiva

del volumen de tumor resecado (Albert, 1994; Stummer, 2000; Lacroix, 2001), y se

basan sólo en la impresión del neurocirujano, lo cual se ha demostrado que no se

correlaciona con el grado de resección en los estudios de neuroimagen

postoperatorios (Albert, 1994; Kowalczuk, 1997), ha contribuido enormemente a

que la evidencia en este sentido no sea concluyente. También influye el que,

incluso en trabajos recientes, donde se han utilizado los estudios de neuroimagen

para determinar la extensión de la resección tumoral, la interpretación de los

resultados es complicada, por el uso de diferentes modalidades de imagen, métodos

diferentes de cuantificación del volumen tumoral y que los estudios de neuroimagen

han sido realizados a diferentes días tras la intervención quirúrgica (Lacroix, 2001).

Figura 6.1. Imagen intraoperatoria de resección quirúrgica amplia

Sanai (Sanai, 2008) revisa la evidencia científica respecto a la influencia de la

extensión de la resección quirúrgica en cuanto a las supervivencia de los tumores

gliales, obteniendo un total de 28 artículos que se refieren a gliomas de alto grado,

Discusión

134

siendo dieciséis de ellos a favor, es decir que afirman que la mayor resección

quirúrgica aumenta la supervivencia del enfermo, frente a doce de ellos en contra.

Entre ellos existen trabajos que utilizan estudios volumétricos preoperatorios

(considerados en la actualidad como el patrón oro) y postoperatorios mediante

neuroimagen, obteniendo dos de ellos resultados favorables, mientras que los otros

dos obtienen resultados en contra. En conclusión, aunque no existe evidencia grado

I, el citado autor concluye que: “la evidencia que existe sugiere que una mayor

resección quirúrgica se asocia a una mayor expectativa de vida para ambos,

gliomas de alto y de bajo grado”.

Proescholdt (Proescholdt, 2005) informa que el 72,5% de los artículos que analizan

el grado de resección en gliomas obtienen que la resección tumoral total es

beneficiosa. No obstante, no existen estudios con alto grado de evidencia en este

aspecto, ya que la mayoría de los artículos revisados por este autor contienen

importantes limitaciones metodológicas.

Por otra parte, la realización de un estudio randomizado que analizase el grado de

resección tumoral plantearía múltiples dificultades (Lacroix, 2001), incluidas las de

tipo ético (Gupta, 2002; Sanai, 2008), siendo por ello muy difícil conseguir

evidencia grado I.

Con la llegada de los controles de neuroimagen postquirúrgicos, el grado de

resección debe determinarse mediante RM con gadolinio realizada antes de las 72

horas tras la intervención quirúrgica (Brada, 2000; Pesudo Martínez, 2001; Ohki,

2003; Jenkinson, 2007; Cha 2009). Sin embargo la manera precisa y objetiva de

medir el volumen tumoral residual no ha sido definida todavía (Iliadis, 2009). Otros

autores (Keles, 1999; Keles, 2006; Vidiri, 2006) hablan del impacto que tiene el

tumor residual (extensión de la resección) en la supervivencia.

Discusión

135

Aunque en este estudio no se ha utilizado este control de RM, sí se han realizado los

controles mediante TAC craneal con contraste realizado en las 72 horas siguientes a

la resección tumoral. Este control mediante TAC craneal no volumétrico, si bien no

es el patrón oro (gold standard), supone una mejor estimación del grado de resección

tumoral que la mayoría de los artículos que se basan en la impresión del

neurocirujano como por ejemplo, el ensayo de Stupp (Stupp, 2005; Stupp, 2009).

Proescholdt (Proescholdt, 2005) encuentra que hasta en el 75% de los trabajos o no

se estima el grado de resección o se basa sólo en la impresión del neurocirujano,

mientras que se utiliza el TAC postoperatorio en el 19,2%, la RM sólo en el 1,6% y

sólo el 3,4% de los trabajos realizaron estudios volumétricos de neuroimagen (TAC

o RM).

A pesar de estas limitaciones, el grado de resección se ha mostrado como factor

pronóstico tanto en las curvas de Kaplan-Meier (Log-Rank p= 0,002), como en el

análisis de riesgos proporcionales de Cox (p=0,012), donde ha sido una de las

variables del modelo final, indicando que una resección total disminuye la tasa de

mortalidad en 1,787 veces respecto a la resección tumoral no total.

En este sentido, y coincidiendo con los datos de este estudio, también los dos

ensayos clínicos más importantes sobre tratamiento de gliomas de alto grado

(Westphal, 2003; Stupp, 2005), han demostrado que los subgrupos de pacientes con

resecciones más amplias tenían mejor pronóstico (Van den Bent 2005; Westphal,

2006; Gorlia, 2008).

Otro de los problemas que plantea la resección quirúrgica de los gliomas de alto

grado es su carácter infiltrante, lo que los hace difícilmente distinguibles del cerebro

sano circundante (Albert, 1994), y si se analiza el grado de resecciones completas

practicadas, éstas se mantienen menores al 20% (Vecht, 1990; Albert, 1994; Barker,

Discusión

136

1996; Kowalczuk, 1997; Shrieve, 1999). A dichas dificultades, se añade el hecho de

que el cerebro tiene áreas elocuentes que no pueden ser extirpadas, puesto que el

hacerlo supondría un importante déficit neurológico para el enfermo y una merma

en su calidad de vida. Probablemente, tanto las técnicas de mapeo cortical y

subcortical como la tractografía puedan aportar seguridad en este aspecto en los

próximos años.

En el presente trabajo se ha conseguido llegar hasta un 51% de pacientes con

resección completa, si bien se debe reconocer que el método de control utilizado

para determinar el grado de resección, y como ya se ha indicado, no es el patrón oro

(gold standard). Estas cifras son intermedias respecto a las publicadas por Stummer

(Stummer, 2006) que consigue 65% de resecciones completas en el grupo de

pacientes en los que se utiliza 5 ALA (ácido 5 aminolevulínico), frente a 36% en el

grupo con luz normal. El mismo autor en otro estudio (Stummer, 2008) informa de

resecciones completas en el 50,2% de los pacientes.

El grado de resección no sólo influye en la supervivencia, sino que además se ha

demostrado que puede condicionar la morbilidad postoperatoria. Así, Ciric (Ciric,

1987) obtuvo que los pacientes con resección parcial presentan un riesgo añadido

del 40% de tener morbilidad, con un empeoramiento del estado neurológico

respecto al preoperatorio en el 50% de los enfermos. En cambio, las resecciones

totales iban aparejadas a estados postoperatorios iguales o mejores. Corroborando

este concepto, otros autores (Behin, 2003; Pang, 2007; Sanai, 2008) indican que la

resección subtotal expone al riesgo de sangrado postoperatorio y edema. Por ello,

este dato constituye otro argumento a favor de la resección total.

Todos estos datos nos convencen para utilizar todos los medios tecnológicos a

nuestro alcance (neuronavegación, resección guiada con fluoresceína o neuroimagen

Discusión

137

intraoperatoria) que, añadidos a la imprescindible autocrítica del neurocirujano, nos

lleven a conseguir, siempre que sea posible, resecciones lo más amplias posibles,

por supuesto, garantizando una buena funcionalidad de nuestros enfermos.

6.3. Fase de tratamiento quirúrgico y complicaciones postquirúrgicas

Kowalczuk (Kowalczuk, 1997) sugiere que las complicaciones postquirúrgicas

pueden influir en el pronóstico y por ello, este aspecto se ha analizado en este

estudio con los siguientes apartados.

6.3.1. Deterioro neurológico

Esta variable engloba todos los efectos adversos que, en el postoperatorio, empeoran

neurológicamente a los enfermos intervenidos. Las frecuencias de esta variable

(45,45% en grupo Gliadel y 23,63% en grupo No Gliadel) puede sorprender

inicialmente, pero si se revisa la literatura concerniente, se observa que Valtonen

(Valtonen, 1997) comunica un 38% de hemiparesia, añadido a 13% de afasia y 13%

de alteraciones del campo visual en el grupo de implantes de carmustina y 25% de

hemiparesia en el grupo sin implantes. Westphal (Westphal, 2003) hace el

comentario de que en su estudio “aparecen gran cantidad de efectos adversos como

es lo esperable en este grupo de pacientes”. En pacientes que no recibieron

implantes de carmustina, Brell (Brell, 2000) obtiene que el 20,5% de los pacientes

intervenidos de gliomas y metástasis tuvieron morbilidad neurológica en el

postoperatorio. Estas cifras deben considerarse con cautela, pues la definición de

morbilidad neurológica no es la misma en todos los trabajos (Brell, 2000).

Si bien se han obtenido diferencias estadísticamente significativas (p = 0,016) entre

los grupos respecto al deterioro neurológico (R.R. = 1,92), se considera que este

Discusión

138

deterioro es transitorio y tiene un origen multifactorial (manipulación quirúrgica,

complicaciones hemorrágicas, edema cerebral). No obstante, dado que todos los

pacientes han sido tratados de la misma manera y por el mismo equipo de

neurocirujanos, es lógico pensar, que las diferencias obtenidas puedan deberse a la

reacción inflamatoria causada por la liberación de la carmustina y la degradación del

implante, que acontecen en las tres semanas siguientes a la colocación de los

mismos. A pesar de ello, este deterioro neurológico no influye en el pronóstico

como demuestran las curvas de Kaplan-Meier (p= 0,075). Por otra parte, el que los

días de ingreso postoperatorios (unidad de críticos, planta de hospitalización y

totales), no muestren diferencias estadísticamente significativas entre los dos

grupos, orienta indirectamente a que este deterioro neurológico, aunque

significativo, no influye en el manejo postoperatorio. Finalmente, el que tampoco

existan diferencias en cuanto a mortalidad postoperatoria es otro dato que apoya la

ausencia de influencia de este deterioro inmediato en el pronóstico final.

En contraposición a estos resultados, otros autores (Brem, Piantadosi, 1995;

Westphal, 2003; Attenello, 2008) no han hallado diferencias entre los grupos que

reciben implantes de carmustina y los grupos placebo en sus estudios.

6.3.2. Edema cerebral

El edema cerebral se comporta de manera similar al deterioro neurológico, pues se

trata de la principal causa de deterioro neurológico en los pacientes de este estudio.

Así, los pacientes en el grupo con implantes de carmustina, tienen un riesgo relativo

de 1,89 veces más de padecer edema cerebral en el postoperatorio (p = 0,013) que

los pacientes sin implantes. Se debe añadir que, al igual que el deterioro

neurológico, este edema es casi siempre transitorio y que no condiciona el

Discusión

139

pronóstico (Kaplan-Meier Log-Rank, p= 0,300). A pesar de ello, sí conviene

anticiparse a él realizando una prueba de imagen postoperatoria y, si existe mayor

desplazamiento de línea media, o mayor edema cerebral que en los estudios de

neuroimagen previos, elevar la dosis de esteroides. La mayor parte de las veces esta

medida es suficiente y no suelen ser necesarios otros tratamientos (Sabel, 2008).

En cuanto al tratamiento del edema cerebral en el postoperatorio, Sampath y

Lawson (Sampath, 1998; Lawson, 2007) recomiendan, en condiciones normales,

utilizar dosis de 4 mg. de dexametasona cada 6 horas y mantenerlas durante 2-3

semanas, pues es el período máximo de edema coincidiendo con la degradación del

polímero y la liberación de la carmustina. En caso de déficits postoperatorios, o con

una descompresión no suficiente, recomiendan la utilización de dosis altas de

esteroides (20 mg cada 4 horas). No sólo durante el tratamiento con esteroides, sino

también cuando se disminuyen sus dosis en el postoperatorio, es preciso ser

cautelosos y vigilar estrechamente a los pacientes que reciben implantes de

carmustina (Kleinberg, 2004).

También se ha sugerido que el efecto antiangiogénico descrito con bevacizumab

(anticuerpo monoclonal frente a VEGF) puede ser útil en la disminución del edema

cerebral vasogénico tumoral (Wen, 2006; Batchelor, 2007). Posteriores

investigaciones deben determinar el papel de éste y otros inhibidores de VEGFR

(agentes antiangiogénicos) en el tratamiento del edema cerebral postoperatorio.

Los resultados respecto al edema cerebral son muy variables en la literatura

consultada, ya que el concepto de edema es diferente entre los estudios y, además

no es reproducible, pues salvo en el trabajo de Attenello (Attenello, 2008), en

ninguno de los demás existe ninguna definición de este concepto. Muestras de esta

disparidad son, tanto lo indicado por Brem (Brem, Piantadosi, 1995), que cita que

Discusión

140

“todos los pacientes experimentaron edema cerebral durante el estudio, como es lo

típico en los pacientes tras la realización de una craneotomía, y fueron tratados con

esteroides”, como lo expresado por Westphal en la tabla de efectos adversos con un

22,5% de pacientes con edema cerebral en el grupo Gliadel frente al 19,2% en el

grupo placebo. Es preciso resaltar que, no sólo la colocación de implantes de

carmustina contribuye a la aparición de edema cerebral, sino y como demuestra

Rasmussen (Rasmussen, 2004) la propia cirugía del glioblastoma multiforme, el

desplazamiento de línea media y el registro de PIC subdural previo a la apertura de

la duramadre son factores independientes para la aparición de edema cerebral. Sabel

(Sabel, 2008) afirma que los estudios que valoran los efectos de los implantes de

carmustina indican, que el edema cerebral es mayor en los pacientes que reciben

implantes, por lo que recomienda que se inicie tratamiento intensivo con esteroides

para evitar hipertensión intracraneal.

Refiriéndose al edema maligno sintomático, Attenello (Attenello, 2008) obtiene

que el 2,1% (grupo Gliadel) vs. 2,3% (grupo No Gliadel) de los pacientes presentan

esta condición, no existiendo diferencias entre los grupos. Westphal (Westphal,

2003) publica 2,5% y 4,2% en los grupos Gliadel y placebo respectivamente, sin

detectar diferencias entre ambos grupos.

Figura 6.2. Edema cerebral maligno postoperatorio (TAC craneal)

En este trabajo se ha utilizado una definición más amplia que la de edema cerebral

sintomático maligno, considerando edema, a la combinación entre el aumento del

Discusión

141

área hipodensa peritumoral, y el aumento del desplazamiento de línea media, ambos

respecto a los estudios preoperatorios. Es, probablemente, esta distinta concepción

del edema cerebral, más radiológica que clínica, la que explica los diferentes

resultados obtenidos en esta serie (49,09% en el grupo con implantes de carmustina

y 26,47%) respecto a los porcentajes anteriormente citados. Es necesario aclarar que

ese edema cerebral no está causado exclusivamente por la colocación de los

implantes de carmustina, sino que también es consecuencia, entre otras, de la

manipulación quirúrgica, la persistencia de resto tumoral tras la cirugía, del material

de hemostasia utilizado, el edema cerebral previo, y la existencia de restos

hemáticos en el lecho quirúrgico, comunes, excepto la primera, a los enfermos de

los dos grupos.

6.3.3. Hemorragia intracerebral (lecho quirúrgico y a distancia)

Si bien la aparición de este tipo de hemorragia no condiciona la supervivencia

global (Log-Rank p=0,404), la comparación de esta variable entre los dos grupos

analizados indica que los pacientes sin implantes de carmustina tienen un riesgo

relativo de 4 (1/0,25) veces más de presentar hemorragia intracerebral (Fisher 2

colas p= 0,052). Este hecho puede tener dos explicaciones. En primer lugar, dado

que para la utilización de los implantes de carmustina se aconseja realizar una

hemostasia cuidadosa, pues no debe colocarse ningún hemostático que se

interponga entre las obleas y el lecho tumoral, con el objeto de que difunda el

quimioterápico y llegue fácilmente a las células tumorales no extirpadas y que es

donde precisamente debe actuar. En segundo lugar, probablemente la propia matriz

del implante en contacto con la superficie cruenta pueda tener un cierto “efecto

hemostático”.

Discusión

142

Affronti (Affronti, 2009) que comunica un 8% de hemorragias en el grupo de

pacientes sin implantes de carmustina frente a un 0% del grupo con implantes,

presenta resultados similares a los del presente estudio (14,5% en el grupo sin

implantes de carmustina y 3,6% en grupo con implantes). Kleinberg (Kleinberg,

2004) informa la existencia de un hematoma con efecto masa (2,2% de incidencia),

que requiere su evacuación, así como la retirada de los implantes de carmustina y

Quinn (Quinn, 2009) tiene una incidencia de 1,9% de hemorragias del SNC.

6.3.4. Hemorragias extraaxiales (epidurales y subdurales)

Utilizando una definición estricta de colección extra-axial, que ya ha sido definida

en el apartado de material y métodos, se obtiene una frecuencia relativamente alta de

hematomas. No obstante, no han sido hematomas de entidad, pues en escasas

ocasiones han precisado tratamiento quirúrgico. En este aspecto, las diferencias no

son estadísticamente significativas entre los dos grupos (Chi-cuadrado, p=0,404), ni

condicionan efecto alguno en la supervivencia obtenida mediante el método de

Kaplan-Meier (Log-Rank, p=0,567).

La única referencia hallada respecto a este tipo de complicación hemorrágica en los

estudios que utilizan implantes de carmustina es la de Quinn (Quinn, 2009), que

obtiene 1,9% de hematomas epidurales grado 3 en su ensayo fase II. En el presente

estudio se han obtenido 9,1% de hematomas epidurales siendo 5,45% de ellos

grado 3.

6.3.5. Infecciones postquirúrgicas

Es de destacar el número elevado de pacientes con infección neuroquirúrgica

postoperatoria, sobre todo focalizado en el grupo en el que se colocaron implantes

Discusión

143

de carmustina (9,1%), si bien en la comparación con el grupo sin implantes (1,8%)

no se obtuvieron diferencias estadísticamente significativas (Fisher de 2 colas

p=0,205).

Si se tiene en cuenta a los pacientes intervenidos en primera cirugía, Attenello

(Attenello, 2008) habla de 2,8% de pacientes con infecciones en el grupo con

implantes frente a 1,8% en los enfermos sin implantes; Valtonen (Valtonen, 1997)

comunica un 12,5% de infecciones en ambos grupos, aunque explica que se trataba

de un error en la comprensión de las instrucciones en relación a la esterilidad y a la

manera correcta de colocar los implantes; McGovern (McGovern, 2003) obtiene

28% en su estudio retrospectivo; Affronti (Affronti, 2009) obtiene 11% de pacientes

con infecciones grado 2-4 en el grupo que recibe implantes de carmustina seguido

de terapia multimodal rotacional; Quinn (Quinn, 2009) llega hasta el 17,2% y

Westphal (Westphal, 2003) aunque no indica el porcentaje de infecciones en su

artículo, aclara que no existen diferencias estadísticas entre los grupos con implantes

de carmustina y placebo.

Las series que consideran infecciones en craniotomías, pero no específicamente de

gliomas, obtienen porcentajes de infecciones globales (profundas y superficiales) de

herida quirúrgica desde el 1,4% (Lietard, 2008), pasando por el 2,4% (Sabel, 2008),

el 4,2% (Martínez-Checa 2000), y llegando hasta el 5,5% (Brell, 2005).

En cuanto a los pacientes intervenidos en cirugía de progresión con implantes de

carmustina, Subach (Subach, 1999) informa de 23,2% de infecciones en el grupo de

implantes de carmustina y sólo 2,2% en el grupo sin implantes, mientras que Brem

(Brem, Piantadosi, 1995) obtiene 3,6% de infecciones en el grupo con implantes y

0,89% en el grupo placebo y Quinn (Quinn, 2009) informa de un 13,4% de

infecciones en el caso de glioblastoma recidivado.

Discusión

144

Cabe destacar que en los pacientes del presente estudio, estas infecciones tienen

efecto en la supervivencia (Kaplan-Meier Log-Rank, p=0,05). Lo que llama la

atención es, que aquellos pacientes con infecciones viven más que los que no tienen

infección. La razón probable es que la mayoría de los pacientes con infecciones

precisan limpieza de herida quirúrgica y exéresis ósea por osteomielitis, lo que en el

momento de la progresión tumoral es una ventaja, pues retrasa el síndrome de

hipertensión intracraneal, que es la causa más frecuente de fallecimiento en este tipo

de enfermos.

Bohman (Bohman, 2009) analiza el impacto de la infección postoperatoria en una

serie de pacientes con glioblastoma multiforme y no detecta diferencias en la

supervivencia entre los pacientes con infección respecto a los que no se infectan. No

obstante algunos autores (Naganuma, 1997; Bowles, 1999; Walker, 1999) publican

casos aislados con supervivencias prolongadas en pacientes con gliomas de alto

grado y que han sufrido una infección postoperatoria.

Además del acto quirúrgico y la colocación de cuerpos extraños (implantes de

carmustina) existen otros factores que influyen en la aparición de infecciones.

Hughes (Hughes, 2005) indica que los pacientes sometidos a tratamiento esteroideo

y radioterapia se encuentran inmunosuprimidos y, por lo tanto, expuestos a riesgo de

infecciones. Recomiendan por ello la utilización de antibióticos profilácticos en

estos pacientes. Aghi (Aghi, 2009) encuentra que los glioblastomas que mantienen

el brazo largo del cromosoma 10 tienen mayor frecuencia de infecciones respecto a

los que no lo mantienen.

Discusión

145

6.3.6. Fístulas y colecciones subcutáneas de LCR

Dado que la carmustina en implantes, colocada en lecho quirúrgico en contacto con

el líquido cefalorraquídeo, puede, en teoría, difundir y su efecto anti-ciclo celular

alterar la cicatrización de la duramadre y la herida, tiene sentido estudiar si existen

diferencias entre los grupos. En el presente estudio, no se han obtenido diferencias

estadísticamente significativas (p= 0,678) en este aspecto.

El porcentaje de fístulas de líquido cefalorraquídeo (LCR) para el grupo de

pacientes con implantes oscila en la literatura desde 19,2% en el caso de

glioblastoma recidivado (Quinn, 2009), pasando por 11,8% de Subach (Subach,

1999) también en gliomas recidivados, 5% de Westphal (Westphal, 2003) y 3% de

Affronti (Affronti, 2009) hasta llegar a 2,8% de Attenello (Attenello, 2008). Sólo en

el estudio de Subach se obtuvieron diferencias significativas entre los grupos.

Figura 6.3. Colección subcutánea de LCR (Fotografía y TAC craneal)

Algunos autores ofrecen también el dato de anomalías de cicatrización, en el que

incluyen no sólo las fístulas de LCR sino también los acúmulos subcutáneos de

LCR. En este caso, y también considerando sólo el grupo con implantes de

carmustina, oscila entre 16% de Westphal (Westphal, 2003) pasando por el 14% de

Brem (Brem, Piantadosi, 1995), 4% de Attenello (Attenello, 2008) y 3% de Affronti

(Affronti, 2009). Sólo en el estudio de Brem se obtuvieron diferencias

Discusión

146

estadísticamente significativas entre el grupo de pacientes que recibieron implantes

y el grupo sin implantes. En la revisión realizada por Sabel (Sabel, 2008) la

incidencia informada para la media de 26 estudios que incluyen pacientes que

reciben implantes de carmustina es del 9,6% (4,3% en primera cirugía y 15,5% en

cirugía de progresión tumoral) siendo superior a 2,5% de los estudios de

craniotomías (gliomas y metástasis). Por lo tanto, las cifras obtenidas en el presente

trabajo, es decir 7,27% de pacientes con alteraciones de la cicatrización en el grupo

con implantes y de 3,63% en el grupo sin implantes son acordes a lo publicado en la

literatura.

6.3.7. Reintervenciones quirúrgicas para la solución de complicaciones

Algunas de las complicaciones anteriormente mencionadas precisan tratamiento

quirúrgico, por lo que su estudio da una idea de su complejidad. En su análisis se

han obtenido diferencias estadísticamente significativas (Chi-cuadrado, p=0,026),

siendo 4,5 veces mayor el riesgo de reintervención quirúrgica para la solución de

complicaciones en el grupo con implantes de carmustina.

En las curvas de Kaplan-Meier estas reintervenciones influyen en el pronóstico

(Log-Rank, p= 0,038), pero, paradójicamente, los enfermos intervenidos tienen

mayor supervivencia. Se considera se debe a que las reintervenciones realizadas

fueron en su mayoría para limpieza de infecciones (exéresis ósea con craniectomía)

y solución de fístulas de LCR (colocación de derivación ventrículo-peritoneal), y

como ya se ha indicado, en estos pacientes se retrasa el síndrome de hipertensión

intracraneal en el momento de la progresión tumoral.

Kleinberg (Kleinberg, 2004) reinterviene por complicaciones en los 30 días

siguientes a la cirugía al 4,34% de los pacientes, mientras que en el presente trabajo

Discusión

147

la media es del 10% (16,36% para el grupo de pacientes con implantes de

carmustina frente al 3,63% en el grupo sin implantes). Esta diferencia puede ser

debida a que en nuestro estudio se han considerado las reintervenciones en todo el

período de seguimiento y no en los 30 días tras la intervención, como considera el

citado autor.

6.3.8. Mortalidad postoperatoria

En esta serie, la mortalidad postoperatoria no difirió entre ambos grupos de

tratamiento (Fisher 2 colas p=1,0). Comparando la mortalidad del presente estudio

(4,54%) con otros estudios que incluyen mortalidad postoperatoria entre sus

resultados tras intervenir pacientes sin colocación de implantes de carmustina, las

cifras son similares al 4,1% de Stark (Stark, 2005), 3,3% de Fadul (Fadul, 1988),

2,5% de Brell (Brell, 2000); 2,4% de Cabantog (Cabantog, 1994) y 1,7% de Sawaya

(Sawaya, 1998), analizando estos tres últimos artículos tanto pacientes con gliomas

malignos como metástasis.

En cuanto a la mortalidad postoperatoria de los pacientes que reciben implantes de

carmustina, este dato sólo se ve reflejado en el trabajo de Quinn (Quinn, 2009)

siendo en este caso del 0%.

Comparando los resultados con controles históricos del Hospital de Cruces

(Pomposo 2000), donde se obtuvo una mortalidad postoperatoria del 10% en

astrocitoma anaplásico y 12,69% en glioblastoma multiforme, la mejoría

experimentada resulta evidente. Posiblemente, el diagnóstico en estadíos más

precoces de la enfermedad, la mejoría tecnológica en el tratamiento quirúrgico

(neuronavegación, microcirugía), y el avance de las terapias de cuidados críticos son

factores que han propiciado este cambio.

Discusión

148

6.4. Fase de tratamiento con radioterapia

Desde los estudios de Walker (Walker, 1978), donde se demostró el beneficio de la

radioterapia en la supervivencia, ésta se ha convertido en tratamiento habitual en los

pacientes con gliomas de alto grado. El presente estudio corrobora esta realidad, ya

que tanto en las curvas de Kaplan-Meier (Log-Rank, p< 0,000) donde, el recibir o

no radioterapia es la variable con mayor significación estadística, como en el

análisis de riesgos proporcionales de Cox (p< 0,000), donde dicha variable es la que

más influye dentro del modelo propuesto. Este dato concuerda plenamente con lo

obtenido por Anderson (Anderson, 2008), quien tras el análisis de 44 ensayos

clínicos randomizados desde el año 1966 a 2004, afirma que el mayor avance en la

supervivencia de pacientes con gliomas de alto grado ocurre entre los años 1966 a

1984, que es cuando se establece el tratamiento postoperatorio con radioterapia.

Analizado este factor, se ha constatado que los dos grupos de tratamiento han

seguido una fase de radioterapia sin diferencias significativas en cuanto al

porcentaje de pacientes que inician (χ2, p=0,606) y finalizan (Fisher 2 colas,

p=0,355) la radioterapia; los días transcurridos hasta la primera dosis (t –student,

p=0,181) y los días de duración del tratamiento (t –student, p=0,390); las

interrupciones (Fisher 2 colas, p=0,612) y suspensiones del mismo (Fisher 2 colas,

p=0,633) y las dosis recibidas (χ2, p=0,584). No obstante parece prudente iniciar los

tratamientos adyuvantes (radioterapia y quimioterapia) lo antes posible para evitar

recidivas precoces (Pirzkall, 2009).

En esta fase de tratamiento con radioterapia, sólo se han obtenido diferencias en

cuanto a la toxicidad neurológica (χ2, p=0,0041), siendo el riesgo 1,49 veces mayor

en el grupo con implantes de carmustina. Se puede aventurar que la aparición de

Discusión

149

edema cerebral por acción del quimioterápico y la degradación de la matriz del

implante de carmustina, que acontece durante las primeras tres o cuatro semanas,

coincide con el inicio de la radioterapia, que también favorece la aparición de edema

cerebral, produciéndose un efecto aditivo que aumente el edema y justifique esta

mayor toxicidad neurológica.

Estos datos de toxicidad son diferentes a los obtenidos por otros autores (Brem,

1994; Kleinberg, 2004), cuyos estudios afirman que la administración concomitante

de radioterapia a pacientes con implantes de carmustina no añade efectos adversos.

En contraposición, indicar que la combinación entre radioterapia y temozolomida

concomitante no ha generado tanta toxicidad neurológica. Similares resultados

publican Athanassiou (Athanassiou, 2005) y Stupp (Stupp, 2002; Stupp, 2005)

afirmando que la combinación de radioterapia y temozolomida es bien tolerada.

Por otra parte, no se han demostrado diferencias en cuanto a la toxicidad cutánea

(χ2, p=0,168), no encontrándose referencias respecto a esta toxicidad en la literatura

médica consultada para poder realizar comparaciones.

En esta serie, el análisis de supervivencia mediante curvas de Kaplan-Meier (Log-

Rank, p=0,404) muestra que el añadir temozolomida concomitante a radioterapia

no tiene influencia en el pronóstico. De igual manera, en el análisis de riesgos

proporcionales de Cox, tampoco llega al modelo final desapareciendo en el paso 4.

Probablemente, estos resultados se deban a que menos de la mitad de los pacientes

del presente trabajo han recibido temozolomida concomitante. De todas maneras, en

la utilización de temozolomida siguiendo el esquema de Stupp (Stupp, 2005),

todavía no se ha determinado si la eficacia terapéutica del mismo se basa en la fase

de temozolomida concomitante a radioterapia o a la fase adyuvante (Stupp, 2002;

Kocher, 2008; Sher, 2008; Sridhar, 2009).

Discusión

150

6.5. Fase de tratamiento quimioterápico de primera línea

Este aspecto es el que realmente marca las diferencias entre las dos modalidades de

tratamiento analizadas en este trabajo, puesto que además constituye el criterio

utilizado para la asignación de los pacientes a cada uno de los grupos. Ninguno de

los pacientes con implantes de carmustina (grupo Gliadel) ha recibido quimioterapia

de primera línea, mientras que en el otro grupo (grupo No Gliadel), ninguno de los

pacientes recibe implantes de carmustina en la resección quirúrgica inicial, aunque

pueden recibir dicho tratamiento en la reintervención por progresión tumoral.

Analizadas las curvas de Kaplan-Meier no se han detectado diferencias

estadísticamente significativas (Log-Rank, p= 0,856) entre las dos modalidades de

tratamiento (con / sin implantes de carmustina).

Si bien este estudio no es aleatorizado, randomizado, ni doble ciego, puede orientar

en la respuesta a una pregunta que se hacen muchos especialistas que tratan

enfermos con gliomas de alto grado: ¿Qué es mejor, utilizar implantes de carmustina

o temozolomida siguiendo el esquema de Stupp? Tras la revisión sistemática no se

ha encontrado respuesta en la literatura científica. Los ensayos clínicos de Valtonen

(Valtonen, 1997) y Westphal (Westphal, 2003) comparan los implantes de

carmustina frente a implantes sin quimioterápico (implantes placebo) y Stupp

(Stupp, 2005) compara el esquema de temozolomida concomitante a radioterapia y

posteriormente 6 ciclos de quimioterapia, frente a sólo radioterapia. Varios autores

(Hart, 2008; Hart, 2008; Affronti, 2009) recalcan la necesidad de realizar ensayos

clínicos randomizados que comparen ambos tratamientos. Es posible que un estudio

diseñado para analizar diferencias entre los dos tratamientos no se pueda realizar por

cuestiones técnicas (no podría ser doble ciego), ni por cuestiones éticas (Lin, 2008).

Discusión

151

Brandes (Brandes, 2007) compara los ensayos clínicos de Westphal (Westphal,

2003) y Stupp (Stupp, 2005) indicando en su opinión, que el tratamiento con

implantes de carmustina no tiene demostrada su eficacia y es un paso en falso,

mientras que se preconiza el tratamiento con TMZ, pero de ninguna manera realiza

ningún tipo de estudio, ensayo con pacientes o meta-análisis que corrobore sus

afirmaciones. Esta comparación así realizada no es de ley, puesto que en la historia

natural de los enfermos con gliomas de alto grado, tras la cirugía de resección

inicial, como se ha visto, algunos tienen complicaciones y sufren deterioro, de tal

manera, que al llegar a la fase de radioterapia y quimioterapia de primera línea no

cumplirían los criterios de selección que marca tanto el ensayo de Stupp (Stupp,

2005), como la mayoría de los ensayos clínicos de quimioterápicos de primera línea

y no serían incluidos en estos estudios (Hart, 2008).

Figura 6.4. Esquema que muestra las diferencias entre los ensayos de Stupp (Stupp, 2005) y Westphal (Westphal, 2003)

Radioterapia

Tiempo (meses)

Resección Quirúrgica

Implante Carmustina

Randomización Stupp. Exclusión de pacientes con complicaciones quirúrgicas, MEG tras cirugía y exitus postoperatorios Biopsiados (16 - 17%) GBM (92%) + AA

Randomización Westphal / Valtonen 100% resección quirúrgica GBM (86%) + AA

Discusión

152

Este hecho lastra la supervivencia de los enfermos seleccionados en los ensayos con

implantes de carmustina y los compara desfavorablemente con los ensayos de

quimioterápicos de primera línea (Nazzaro, 1990). Brada (Brada, 2000) resalta esta

idea, indicando que en los estudios de terapias primarias deben incluirse pacientes

con intención de tratar y no con terapias administradas. Por otra parte, se debe

destacar que en el trabajo de Stupp (Stupp, 2005), se incluyen pacientes sólo

sometidos a biopsia (16,5%), que como se indica en la literatura tienen de por sí

peor pronóstico que los sometidos a resección quirúrgica (Lin, 2008). En cuanto a la

anatomía patológica, en el trabajo de Stupp (Stupp, 2005), el 92% de las muestras

revisadas por el laboratorio central fueron glioblastoma multiforme (no fueron

revisadas el 15%). Por otra parte en el de Westphal (Westphal, 2003) el 86% fueron

tumores de grado IV. Si bien existe una diferencia, no se puede determinar si es

estadísticamente significativa, o si condiciona las diferencias observadas entre las

medianas de supervivencia.

Este trabajo tiene la característica de incluir a los pacientes con intención de tratar

en el momento de la intervención quirúrgica y sólo a pacientes con resección

quirúrgica, de tal manera, que se salvan estas dos objeciones realizadas. Siguiendo

esta premisa es lógico que, a diferencia del estudio de Stupp (Stupp, 2005), los

porcentajes de pacientes que inician y finalizan el tratamiento con radioterapia, que

reciben temozolomida adyuvante, e inician la fase de quimioterapia adyuvante sean

menores, tal y como se muestra en la tabla 64:

Discusión

153

Stupp Presente estudio Westphal

RxT sola Rxt+TMZ Gliadel No Gliadel

Inician RxT 98% 99% 81,81% 85,45% No especif.

Finalizan RxT 92% 95% 74,54% 81,81% No especif.

Reciben TMZ con. 0% 98% 0% 70,90% No especif.

Inician TMZ ady. 0% 78% 0% 65,5% No especif.

Reciben 6 ciclos TMZ 0% 47% 0% 25,45% No especif. Tabla 64. Comparación de los porcentajes de pacientes que completan las diferentes fases de

tratamiento entre el presente estudio con otros (6.3)

Por otra parte, el recibir quimioterapia de primera línea, si bien en las curvas de

Kaplan-Meier (Log-Rank, p= 0,067) no es estadísticamente significativo, se

aproxima a la significación. Ello, unido a que en el análisis de riesgos

proporcionales de Cox, la citada variable demuestra su importancia, pues llega

hasta el modelo final (p= 0,096), hace pensar que esta quimioterapia de primera

línea tiene influencia en la supervivencia. De este último análisis se ha obtenido que,

recibir tratamiento con quimioterapia de primera línea aumenta la supervivencia en

1,524 veces respecto a no recibir quimioterapia de primera línea. Ello da pie a

considerar que, en beneficio de la supervivencia de nuestros enfermos, sería

recomendable añadir quimioterapia de primera línea según el esquema de

Stupp (Stupp, 2005) a los pacientes que reciben implantes de carmustina, como

sugieren y han probado los siguientes autores (Gururangan, 2001; Heery, 2006;

Asher 2007; Ryken, 2008).

La Rocca (La Rocca 2006) realiza un ensayo clínico fase II, donde demuestra que la

asociación de implantes de carmustina seguido de quimioterapia concomitante a

radioterapia y adyuvante con temozolomida siguiendo el esquema de Stupp (Stupp,

2005) no añade toxicidad a ninguna de las dos modalidades de tratamiento por

separado y aumenta la supervivencia de los enfermos (mediana 18,6 meses). El

Discusión

154

mecanismo de esta sinergia radicaría en que la temozolomida disminuye la cantidad

de enzimas reparadoras del ADN, que son las responsables de la resistencia a las

nitrosureas (carmustina) (Lin, 2008; La Rocca, 2009). Esta combinación tendría el

interés añadido de que estas dos modalidades de tratamiento tienen el pico de efecto

en períodos diferentes. Así, los implantes de carmustina comienzan a actuar en el

momento de la intervención quirúrgica y tienen su pico de efecto a los 12 meses,

mientras que la temozolomida comienza a los 30-40 días de la cirugía (inicio de

radioterapia) teniendo el pico de efecto a los 18 meses (Spiegel, 2007). Por otra

parte, considerando que el tratamiento de los gliomas de alto grado no puede curarse

con una única terapia y que en otras neoplasias sistémicas la terapia multimodal

(múltiples quimioterápicos) se ha mostrado más efectiva (Affronti, 2009; La Rocca,

2009; McGirt, Than, 2009), nos lleva a pensar que, la combinación de implantes de

carmustina con temozolomida o incluso terapias rotacionales multiagente puedan ser

beneficiosas para nuestros pacientes (Sabel, 2008; Garibi, 2009). Recientemente, se

ha descrito en roedores que la combinación de carmustina y temozolomida,

administradas intracranealmente como terapias locales, puede ser también una vía

de tratamiento a explorar (Recinos, 2010). Probablemente, no sólo una

quimioterapia multiagente sea la solución, sino que se debe enfocar el tratamiento

de una manera multimodal y pluri-disciplinario (Lefranc 2009).

Por otro lado, los implantes de carmustina se han ensayado con otras modalidades

de tratamiento distintas de los quimioterápicos, como la infusión de O6-bencil

guanina (inhibidor de MGMT / AGT) en terapia multimodal, para el tratamiento de

pacientes con glioblastoma en progresión, con resultados esperanzadores (Weingart,

2007; Quinn, 2009).

Discusión

155

En cuanto a la toxicidad, Brandes (Brandes, 2008) obtiene en global una toxicidad

hematológica (todos los grados) del 14,6%, Stupp (Stupp, 2005) considerando

anemia (grados II-IV), trombopenia (grados III-IV), y leucopenia (grados III-IV),

comunica una toxicidad del 20% en el grupo con quimioterapia y Affronti (Affronti,

2009), considerando los mismos criterios, informa de 39% de toxicidad. En los

enfermos del presente estudio se llega al 41,7%, siendo la diferencia debido a la

selección de pacientes con toxicidades hematológicas grados I y II en las tres series.

Jeon (Jeon, 2009) indica una toxicidad hematológica grado III y IV en el 7,5% de

los enfermos y no hematológica grado III o superior en el 4,9% de los pacientes. Por

su parte Pan (Pan, 2008) afirma que la combinación de implantes de carmustina y

temozolomida es segura y no añade más complicaciones a su utilización por

separado.

6.6. Fase de tratamiento ante la progresión de la enfermedad

La historia natural de los gliomas de alto grado, como se ha visto en los resultados,

lleva a la progresión tumoral y al fallecimiento en la mayor parte de los casos. El

óbito suele ser debido a la citada progresión del tumor cerebral primario, o a las

recidivas multifocales. En ocasiones, cuando el paciente en el momento de la

progresión de la enfermedad se encuentra en buenas condiciones, se pueden realizar

terapias en segunda línea. Normalmente, se utilizan esquemas de quimioterapia de

segunda línea distintos al utilizado en primera línea, o se opta por resección

quirúrgica de rescate. En esta segunda cirugía pueden o no colocarse también

implantes de carmustina. En este sentido, Krzeminski (Krzeminski, 2008) informa

que la recolocación de dichos implantes en la resección quirúrgica tras la progresión

tumoral es segura. McGirt (McGirt, Chaichana, 2009) demuestra que, también en

Discusión

156

esta segunda cirugía, la realización de resección completa mejora la supervivencia

de los enfermos.

Autores como Brada (Brada, 2000) indican que, si se analiza sólo la supervivencia,

los tratamientos de segunda línea pueden alterar la efectividad de las terapias de

primera línea objeto del estudio. Por ello, muchos estudios están diseñados para

analizar el tiempo hasta la progresión, pues es más indicativo del efecto de la terapia

analizada que la supervivencia. No obstante, el tiempo hasta la progresión

presenta varios problemas:

- En primer lugar, la definición de progresión varía mucho entre los estudios.

Algunos basan la definición en criterios radiológicos, lo cual tiene también posibles

confusiones: imágenes de pseudoprogresión-radionecrosis, dificultad de determinar

sobre qué imagen hay que controlar un aumento del 25% del volumen tumoral, la

manera de medir el volumen tumoral (TAC, RM, técnicas volumétricas) y el

intervalo regular y predefinido de hacer los estudios de imagen.

- En segundo lugar, el tiempo hasta la progresión está claramente influido por los

métodos de seguimiento de cada uno de los centros. Así, en los hospitales que

hacen imágenes de control cada poco tiempo, se encontrará la progresión antes y el

tiempo hasta la progresión será menor. En cambio, en los hospitales que consideran

la progresión como el inicio del deterioro neurológico, tendrán tiempos hasta la

progresión más prolongados y por ello mejores resultados aparentes.

- Además, el deterioro neurológico puede estar influido por otros factores como

episodios isquémicos no relacionados con la progresión tumoral, deterioro

neurológico asociado a epilepsia mal controlada, o a radionecrosis.

A pesar de que el tiempo libre de enfermedad no es la medida más directa de la

eficacia del tratamiento experimental, evaluado en términos de efecto antitumoral

Discusión

157

directo, es un objetivo enteramente apropiado en el contexto paliativo, cuando la

intención de la nueva terapia es la de prolongar la supervivencia funcionalmente

independiente, como puede ser el caso de evaluar tratamientos para gliomas de alto

grado.

Las razones previas muestran la dificultad de definir el tiempo hasta la progresión.

Por ello, en el presente trabajo, no se ha considerado el tiempo hasta la progresión.

Como se ha indicado previamente, diferencias en las terapias en el momento de la

progresión influyen en el análisis de las terapias primarias cuando sólo se analiza la

supervivencia, tal y como se ha realizado en este estudio. No obstante, los

estadísticos utilizados no demuestran diferencias entre los dos grupos en cuanto a

estas terapias de segunda línea (recibir quimioterapia, p=0,240 / cirugía de rescate,

p=0,820), siendo similares los tratamientos de segunda línea aplicados y, por lo

tanto, no introduciéndose sesgos en el análisis de las terapias de primera línea.

Respecto a la cirugía de rescate, Barbagallo (Barbagallo, 2008) afirma que la

reintervención añade una mediana de 3-5 meses de supervivencia sin aumentos

significativos, ni en la morbilidad, ni en la mortalidad y además no sólo mejora los

síntomas, sino que además mantiene la calidad de vida y puede retrasar la

progresión de los síntomas y reducir la dosis de esteroides. Considera que la edad y

el Karnofsky son los factores más importantes. De manera similar, en este estudio la

cirugía de rescate (Log-Rank, p=0,028) (Cox, p=0,064, RR=1,647) ha demostrado

su influencia en la supervivencia. En cambio, la quimioterapia de segunda línea

no parece influir en el pronóstico (Log-Rank, p=0,369).

En el análisis de subgrupos, el rescate sin implantes de carmustina tiene mejor

pronóstico que el rescate con implantes. Se piensa se debe a que muchos de los

enfermos en el momento de la cirugía de rescate presentaron necrosis (sin evidencia

Discusión

158

de tumor) como diagnóstico anatomo-patológico (tanto en la muestra intraoperatoria

como en la definitiva), lo que contraindica la colocación de implantes de carmustina.

Como es lógico, los pacientes con necrosis debida a tratamiento en la anatomía

patológica de esta segunda intervención, al no tener tumor activo, tienen mayor

supervivencia que aquellos con glioma de alto grado y que reciben implantes de

carmustina.

Lacroix (Lacroix, 2001) aunque refiriéndose a la necrosis de los estudios

preoperatorios obtiene mediante análisis de riesgos proporcionales (Cox), que los

pacientes con evidencia de necrosis tienen mejor pronóstico, confirmando lo

descrito por Hammoud (Hammoud, 1996). Más recientemente, Brandes (Brandes,

2008) obtiene los mismos resultados en una cohorte de pacientes tratados con

temozolomida concomitante a radioterapia y posteriormente adyuvante hasta 12

ciclos.

Figura 6.5. Necrosis por tratamiento (preparaciones histológicas)

Esta elevada frecuencia de pacientes con necrosis en la anatomía patología en

segunda cirugía merece un comentario aparte, pues todos los pacientes con este

resultado se encuentran en el grupo de implantes de carmustina (5 de 13 rescates,

es decir en el 38,46%), por ninguno (0%) en el grupo sin implantes. De manera

análoga, Kleinberg (Kleinberg, 2004) observa este mismo fenómeno en 5 de 15

Discusión

159

rescates (33%) y Attenello (Attenello, 2008), siguiendo criterios radiológicos, en el

26% de los pacientes que reciben implantes de carmustina. Este hecho demuestra un

buen control tumoral local; pero añade un problema: distinguir las necrosis de las

progresiones tumorales, de tal manera que se evite intervenir pacientes que con

tratamiento esteroideo podrían haber evolucionado correctamente, o dejar de tratar

pacientes con progresión tumoral pensando se trataba de necrosis tras tratamiento.

A este fenómeno, descrito inicialmente por Hoffman (Hoffman, 1979) y rescatado

por de Wit (de Wit, 2004), se le ha dado en llamar también “pseudoprogresión”,

“necrosis inducida por tratamiento”, o “radionecrosis” (Brandsma, 2008). Se

trata de imágenes captantes de contraste en las RM realizadas aproximadamente a

los 3 meses (fase subaguda) de finalizar la radioterapia (de Wit, 2004) y que son

indistinguibles de la progresión o recidiva tumoral. Normalmente, suelen ser

asintomáticas y se mantienen estables en los siguientes estudios de imagen,

pudiendo desaparecer en aproximadamente 7 meses (Brandes, 2008). Esta

pseudoprogresión parece traducir una alteración de la permeabilidad vascular con

edema y, por lo tanto, alteración de la barrera hemato-encefálica y captación de

contraste en la imagen de RM (Wen, 2008). Pueden considerarse también respuestas

exageradas a terapias efectivas (Chamberlain 2008). Depende de la dosis de

radiación total, del número de fracciones, del tamaño de campo de cada fracción y

de la coexistencia con quimioterapia. Brandes (Brandes, 2008) ha demostrado que

es mucho más frecuente en aquellos pacientes con el promotor de MGMT metilado.

Su incidencia está en estudio y oscila entre 46,7% (Chamberlain, Glantz, 2007) y

21% (Taal, 2008).

Se ha descrito tanto en pacientes que han recibido BCNU como quimioterapia

sistémica (Ruben, 2006), implantes de carmustina como quimioterapia local

Discusión

160

(Kleinberg, 2004) y tratamiento con temozolomida concomitante a radioterapia

(Chamberlain, Glantz, 2007; Brandes, 2008; Brandsma, 2008; Taal, 2008). Algunos

estudios (Engelhard 2000; McGirt, 2002) describieron también la aparición de

quistes en el lecho quirúrgico tras la resección y colocación de implantes de

carmustina y, dado que la mayoría de ellos mejoraron con tratamiento médico

(corticoides), y no se obtuvo anatomía patológica de ellos, determinar si se trata

también de pseudoprogresión es difícil.

Respecto al manejo de esta pseudoprogresión, Brandsma (Brandsma, 2008)

recomienda que, si el paciente se encuentra asintomático, se continúe con el

tratamiento con temozolomida. En caso de que sea sintomático, parece correcto

iniciar tratamiento con esteroides. Se ha descrito que el tratamiento con

bevacizumab (anticuerpo monoclonal anti VEGF) puede ser también efectivo en

esta circunstancia (González, 2007; Wen, 2008; Torcuator, 2009), si bien no existen

estudios que afirmen que este último tratamiento es superior a los esteroides (Kaal,

2004; Brandsma, 2008). Finalmente, si el paciente presenta síntomas y en los

estudios de neuroimagen aparecen lesiones con efecto masa, se recomienda resecar

quirúrgicamente dicha lesión y realizar estudio anatomo-patológico (Chamberlain,

Glantz, 2007; Brandsma, 2008).

Muchos de estos trabajos (Chamberlain, Glantz, 2007; Brandsma, 2008;

Chamberlain 2008; Peca, 2009) coinciden en la dificultad de distinguir entre

pseudoprogresión y verdadera progresión y sugieren que, la combinación de

secuencias especiales de RM como las de difusión y perfusión, combinadas con las

curvas de espectroscopia por resonancia magnética y con los datos de la tomografía

de emisión de positrones (PET) con metionina, pueden ser útiles para distinguir

entre ambas.

Discusión

161

6.7. Supervivencia

Si se comparan las estimaciones de supervivencia del presente estudio (13,414

meses para el grupo de pacientes con implantes de carmustina, frente a 11,047

meses en el grupo sin implantes) con las de otros trabajos que incluyen pacientes

tratados con implantes de carmustina en primera cirugía, se observa que son muy

parecidas. Por ejemplo, Kleinberg (Kleinberg, 2004) obtiene 12,8 meses; Valtonen

(Valtonen, 1997) 13,37 meses; Attenello (Attenello, 2008) 13,5 meses (aunque en

este caso son todos glioblastomas multiformes) y Westphal (Westphal, 2003) 13,8

meses para todos los pacientes en el grupo de implantes y 13,1 meses en el subgrupo

de glioblastoma e implantes. Affronti (Affronti, 2009) consigue 12,78 meses en una

cohorte de pacientes con sólo glioblastoma, añadiendo quimioterapia rotacional

multiagente a los implantes de carmustina.

Si se comparan los resultados de los pacientes que en este trabajo reciben

quimioterapia según el esquema de Stupp (Stupp, 2005) en intención de tratar

(grupo No Gliadel), con los datos obtenidos por este autor (mediana estimada de

14,6 meses) se comprueba que la mediana de supervivencia (11,047 meses) es algo

menor. Como ya se ha indicado, la explicación más plausible es que tanto los

porcentajes de pacientes que han completado el tratamiento con radioterapia, como

los que han recibido temozolomida concomitante y adyuvante son sensiblemente

inferiores a los de la serie de Stupp (Stupp, 2005). Brandes (Brandes, 2008) en

pacientes tratados con temozolomida siguiendo el esquema de Stupp, prolongando

la quimioterapia hasta 12 ciclos, obtiene supervivencias de 20,7 meses de mediana,

si bien se trata de enfermos seleccionados, como en el caso del estudio precedente y

con una mediana de edad 53 años, sensiblemente inferior a la de los enfermos de

Discusión

162

este trabajo. En cambio, Affronti (Affronti, 2007) informa de 10,38 meses de

supervivencia en el grupo de pacientes sin implantes y quimioterapia rotacional

multiagente, cifras más parecidas a las obtenidas en este trabajo. Athanassiou

(Athanassiou, 2005) en una serie de tamaño muestral igual que la serie aquí

presentada, y siguiendo el protocolo de Stupp, obtiene una supervivencia mediana

de 13,4 meses en el grupo con radio-quimioterapia, frente a 7,7 meses en el grupo

que recibe sólo radioterapia.

Por otra parte, ha existido una mejoría de la supervivencia en los pacientes del

Hospital de Cruces comparándola con controles históricos de este mismo centro

(período 1991-1998) (Pomposo 2000), que obtuvo que los pacientes con GBM, una

vez excluidos los pacientes con mortalidad postoperatoria, vivieron durante 244,4

días (8,035 meses) de media (no mediana). Probablemente, la aplicación de los

nuevos tratamientos oncológicos (implantes de carmustina y temozolomida según

esquema de Stupp), asociados a otros avances tecnológicos (neuronavegación,

mejoría de las técnicas de radioterapia), hayan contribuido a esta sensible mejoría.

Anderson (Anderson, 2008) coincide con esta apreciación y demuestra, analizando

44 ensayos clínicos randomizados iniciados desde el año 1966 al año 2004

(incluidos los de Stummer, Stupp y Westphal), que la supervivencia mediana de los

pacientes en los grupos de tratamiento aumenta en este periodo de tiempo de 8 a 15

meses y en el grupo control de 7 a 14 meses, siendo en ambos casos

estadísticamente significativos. La mejoría sería de 0,2 meses por cada año

transcurrido. En cambio, Oertel (Oertel, 2005) no encuentra diferencias en cuanto a

la supervivencia de los enfermos operados en los años 60, frente a los intervenidos

en los años 90, si bien sí existe una disminución de la morbilidad entre esos dos

periodos estudiados.

Discusión

163

6.8. Patrones de tratamiento

De la observación de los enfermos de este estudio se han hallado dos patrones de

comportamiento.

Por una parte, los enfermos que reciben implantes de carmustina presentan un

postoperatorio con más complicaciones (deterioro neurológico, edema cerebral y

reintervenciones), y una fase de radioterapia en la que tienen mayor toxicidad

neurológica. Probablemente, estos fenómenos están en relación con el efecto

quimioterápico de la carmustina al liberarse del implante, o a la degradación del

polifeprosan 20.

Por otra parte, los enfermos del grupo sin implantes tienen menos efectos en esta

fase, pero comienzan a experimentar toxicidad hematológica y no hematológica

durante la radioterapia y fase de quimioterapia de primera línea. Además, estos

pacientes son más dependientes del hospital en esta fase, pues precisan acudir a éste

para los controles analíticos previos a cada ciclo, a recoger la medicación y a los

controles tras los ciclos, lo que puede incidir en la merma de la calidad de vida

(Valtonen, 1997). Como se puede apreciar, estos dos patrones están en relación al

momento en que el tratamiento quimioterápico está realizando su cometido.

6.9. Estudios observacionales y ensayos clínicos

El estudio aquí analizado, si bien no es randomizado ni ciego, es retrospectivo

homogéneo y muestra dos cohortes prospectivas consecutivas de pacientes tratados

en el mismo centro, durante el mismo período de tiempo y, como se ha demostrado,

siendo dos cohortes homogéneas para las características pronósticas más

importantes, como son edad, Karnofsky preoperatorio, grado histológico, clase

Discusión

164

RPA. Tampoco existen diferencias en cuanto al grado de resección y al porcentaje

de pacientes que reciben tratamiento con radioterapia (ver tablas 49 y 51). Por lo

tanto, tiene la validez de un estudio observacional similar a otros estudios de

similares características (Prados 2001; Brandes, 2006).

En este trabajo se cumplen también las características de los estudios

observacionales bien realizados que indican Concato (Concato, 2000), Hartz

(Hartz, 2005) y Silverman (Silverman 2009) como son:

- la base de datos generada contiene la información necesaria para responder la

pregunta objeto de la investigación.

- salvo la característica diferencial que es recibir o no implantes de carmustina, se

han utilizado los mismos criterios de selección para los dos grupos, de manera

similar a como se realiza en los ensayos clínicos randomizados.

- se han elegido grupos de comparación apropiados, es decir lo más similares

posibles (factores pronósticos balanceados), utilizando comparaciones entre

cohortes que se complementan entre ellas, lo que permite comparaciones relevantes

y maximiza la validez.

- se han utilizado métodos estadísticos similares (t-student, Chi cuadrado, curvas

de Kaplan-Meier y análisis de riesgos proporcionales de Cox) a los utilizados en los

ensayos clínicos.

- las variables de confusión (tratamiento de segunda línea) se han considerado de

manera adecuada y han sido controladas de manera estadística.

- las conclusiones están basadas en conexiones relevantes desde el punto de vista

clínico y lógico

- la consistencia con estudios previos sugiere la validez de los resultados.

Discusión

165

- se aporta la suficiente información para que sus resultados sean correctamente

interpretados y pueda utilizarse en revisiones sistemáticas y meta-análisis.

Varios autores coinciden en afirmar la validez de los resultados de los estudios

observacionales (Concato, 2000; Hartz, 2005; Silverman 2009), indicando que en

general los estudios observacionales y los ensayos clínicos coinciden en cuanto a

sus resultados. Concato (Concato, 2000) analizando cinco temas médicos en los que

había meta-análisis que combinaban tanto estudios observacionales (cuyos grupos

de control no son series históricas), como ensayos clínicos randomizados, obtiene

que las medias de ambos son similares. Considera, frente a la creencia previa, que

los estudios observacionales bien diseñados no sobre-estiman sistemáticamente la

magnitud de la asociación entre el tratamiento y el resultado comparándolos con los

resultados de los ensayos clínicos randomizados. Lo que es más, los estudios

observacionales tienen una menor variabilidad en cuanto a las estimaciones del

punto medio. Incluso McKee (McKee, 1999) llega a afirmar que “ningún método da

consistentemente mejor evidencia que el otro” (refiriéndose a estudios

observacionales y a ensayos clínicos randomizados).

Los ensayos clínicos randomizados son los estudios que generan mayor nivel de

evidencia. Pero en ocasiones, puede demostrarse posteriormente con la realización

de otros ensayos clínicos randomizados y de estudios observacionales bien

diseñados, que ese ensayo clínico había dado respuestas incorrectas. Además, en

varios meta-análisis se ha observado que, ensayos clínicos randomizados pueden

tener resultados contradictorios entre ellos, independientemente de cuál es la causa

de esta discrepancia. Esto lleva a considerar que en un determinado tema, un único

ensayo clínico randomizado no sería suficiente para constituir el patrón oro

Discusión

166

(gold standard) de tratamiento que se pueda aplicar a todas las situaciones clínicas.

Este concepto lo explica muy bien Concato (Concato, 2000) al afirmar: “los

resultados de un único ensayos clínico randomizado, o de un único estudio

observacional deberían interpretarse con cautela”. Por lo tanto, la evidencia

científica debe generarse a partir de la realización de diversos tipos de estudios. Otro

error común es la creencia de que sólo los ensayos clínicos randomizados producen

resultados “de confianza”, y que todos los estudios observacionales son

“engañosos”. Dicha creencia no hace un buen servicio al cuidado de los pacientes, a

la investigación clínica, ni a la educación de los profesionales de la salud.

Conclusiones

167

7. CONCLUSIONES:

Conclusiones

168

I. En cuanto a tolerancia, en el grupo tratado con implantes de carmustina

como quimioterapia local de primera línea es más frecuente la aparición de

edema cerebral y deterioro neurológico postoperatorios, si bien éstos no

influyen en la supervivencia. La radioterapia en este grupo genera mayor

toxicidad neurológica.

II. En cuanto a la eficacia, no se han demostrado diferencias entre el

tratamiento con implantes de carmustina y sin quimioterapia posterior frente

al tratamiento sin implantes y con quimioterapia de primera línea. Como dato

indirecto de eficacia, son más frecuentes las necrosis debidas a tratamiento en

el grupo de pacientes que recibieron implantes de carmustina en primera

cirugía.

III. El grado de resección tumoral es un factor que influye en el pronóstico. Se

deben aplicar todos los medios para conseguir mayores porcentajes de

resección total, manteniendo la funcionalidad. Se debe aplicar la resonancia

magnética de control postoperatoria antes de las 72 horas tras la cirugía para

valorar de manera más correcta este grado de resección.

IV. El recibir tratamiento con radioterapia es la intervención que más influye

en el pronóstico de los enfermos. No parece tener influencia el retraso en el

inicio de ese tratamiento ni que su duración sea algo mayor.

Conclusiones

169

V. La quimioterapia sistémica de primera línea aumenta la supervivencia de

los enfermos, por lo que, su utilización junto a los implantes de carmustina

puede tener un efecto aditivo y mejorar el pronóstico de los pacientes. En esta

fase de tratamiento pueden aparecer tanto toxicidad hematológica como no

hematológica, que pueden influir en la calidad de vida de los pacientes.

VI. El rescate quirúrgico en el momento de la progresión tumoral, cuando

pueda realizarse, es más efectivo que la quimioterapia de segunda línea.

VII. Se aporta un estudio observacional para complementar los datos

obtenidos por los pocos ensayos clínicos randomizados que tratan sobre este

mismo tema, pretendiendo con ello incrementar la evidencia científica en este

aspecto del saber.

VIII. A pesar de los nuevos avances en cuanto al tratamiento de los

gliomas de alto grado, no se consigue la curación de esta enfermedad y los

pacientes siguen falleciendo de la progresión tumoral. Este hecho debe ser un

estímulo para que todos los agentes implicados (neurocirujanos, oncólogos,

radioterapeutas, anatomo-patólogos, farmacólogos e investigadores básicos)

continuemos con la labor investigadora en beneficio de estos enfermos.

Bibliografía

170

8. BIBLIOGRAFÍA

Bibliografía

171

Affronti M L, Day J M, Herndon J E, II, Rich J N, Quinn J A, Reardon D A, Vredenburgh J J, Desjardins A, McLendon R E and Friedman H S (2007). Radiation and concurrent temozolomide followed by rotational multi-agent chemotherapy for glioblastoma (GBM) patients. J Clin Oncol (Meeting Abstracts) 25(18_suppl): 2068-.

Affronti M L, Heery C R, Herndon J E, 2nd, Rich J N, Reardon D A, Desjardins A, Vredenburgh J J, Friedman A H, Bigner D D and Friedman H S (2009). Overall survival of newly diagnosed glioblastoma patients receiving carmustine wafers followed by radiation and concurrent temozolomide plus rotational multiagent chemotherapy. Cancer 115(15): 3501-11.

Afra D, Kocsis B, Dobay J and Eckhardt S (1983). Combined radiotherapy and chemotherapy with dibromodulcitol and CCNU in the postoperative treatment of malignant gliomas. J Neurosurg 59(1): 106-10.

Aghi M K, Batchelor T T, Louis D N, Barker F G, 2nd and Curry W T, Jr. (2009). Decreased rate of infection in glioblastoma patients with allelic loss of chromosome 10q. J Neurooncol 93(1): 115-20.

Albert F K, Forsting M, Sartor K, Adams H P and Kunze S (1994). Early postoperative magnetic resonance imaging after resection of malignant glioma: objective evaluation of residual tumor and its influence on regrowth and prognosis. Neurosurgery 34(1): 45-60; discussion 60-1.

Andersen A P (1978). Postoperative irradiation of glioblastomas. Results in a randomized series. Acta Radiol Oncol Radiat Phys Biol 17(6): 475-84.

Anderson E, Grant R, Lewis S C and Whittle I R (2008). Randomized Phase III controlled trials of therapy in malignant glioma: where are we after 40 years? Br J Neurosurg 22(3): 339-49.

Asher A (2007). Prospective Analysis of Temozolomide as Adjuvant to Gliadel and Radiation in Newly Diagnosed Malignant Glioma. American Association of Neurological Surgeons Annual Meeting; April 14-19, 2007; Washington, DC. Abstract 42860. Washington, DC., American Association of Neurological Surgeons Annual Meeting; April 14-19, 2007; Washington, DC. Abstract 42860.: Oral communication.

Athanassiou H, Synodinou M, Maragoudakis E, Paraskevaidis M, Verigos C, Misailidou D, Antonadou D, Saris G, Beroukas K and Karageorgis P (2005). Randomized phase II study of temozolomide and radiotherapy compared with radiotherapy alone in newly diagnosed glioblastoma multiforme. J Clin Oncol 23(10): 2372-7.

Attenello F J, Mukherjee D, Datoo G, McGirt M J, Bohan E, Weingart J D, Olivi A, Quinones-Hinojosa A and Brem H (2008). Use of Gliadel (BCNU) wafer in the surgical treatment of malignant glioma: a 10-year institutional experience. Ann Surg Oncol 15(10): 2887-93.

Bailey P and Cushing H (1926). A Classification of the Tumors of the Glioma Group on a Histogenetic Basis With a Correlated Study of Prognosis. Philadelphia, Lippincott.

Barbagallo G M, Jenkinson M D and Brodbelt A R (2008). 'Recurrent' glioblastoma multiforme, when should we reoperate? Br J Neurosurg 22(3): 452-5.

Bibliografía

172

Barker F G, 2nd, Prados M D, Chang S M, Gutin P H, Lamborn K R, Larson D A, Malec M K, McDermott M W, Sneed P K, Wara W M and Wilson C B (1996). Radiation response and survival time in patients with glioblastoma multiforme. J Neurosurg 84(3): 442-8.

Batchelor T T, Sorensen A G, di Tomaso E, Zhang W T, Duda D G, Cohen K S, Kozak K R, Cahill D P, Chen P J, Zhu M, Ancukiewicz M, Mrugala M M, Plotkin S, Drappatz J, Louis D N, Ivy P, Scadden D T, Benner T, Loeffler J S, Wen P Y and Jain R K (2007). AZD2171, a pan-VEGF receptor tyrosine kinase inhibitor, normalizes tumor vasculature and alleviates edema in glioblastoma patients. Cancer Cell 11(1): 83-95.

Bauman G S, Gaspar L E, Fisher B J, Halperin E C, Macdonald D R and Cairncross J G (1994). A prospective study of short-course radiotherapy in poor prognosis glioblastoma multiforme. Int J Radiat Oncol Biol Phys 29(4): 835-9.

Behin A, Hoang-Xuan K, Carpentier A F and Delattre J Y (2003). Primary brain tumours in adults. Lancet 361(9354): 323-31.

Bleehen N M and Stenning S P (1991). A Medical Research Council trial of two radiotherapy doses in the treatment of grades 3 and 4 astrocytoma. The Medical Research Council Brain Tumour Working Party. Br J Cancer 64(4): 769-74.

Bohman L E, Gallardo J, Hankinson T C, Waziri A E, Mandigo C E, McKhann G M, 2nd, Sisti M B, Canoll P and Bruce J N (2009). The survival impact of postoperative infection in patients with glioblastoma multiforme. Neurosurgery 64(5): 828-34; discussion 834-5.

Bondy M L, Kyritsis A P, Gu J, de Andrade M, Cunningham J, Levin V A, Bruner J M and Wei Q (1996). Mutagen sensitivity and risk of gliomas: a case-control analysis. Cancer Res 56(7): 1484-6.

Bondy M L, Wang L E, El-Zein R, de Andrade M, Selvan M S, Bruner J M, Levin V A, Alfred Yung W K, Adatto P and Wei Q (2001). Gamma-radiation sensitivity and risk of glioma. J Natl Cancer Inst 93(20): 1553-7.

Bower M, Newlands E S, Bleehen N M, Brada M, Begent R J, Calvert H, Colquhoun I, Lewis P and Brampton M H (1997). Multicentre CRC phase II trial of temozolomide in recurrent or progressive high-grade glioma. Cancer Chemother Pharmacol 40(6): 484-8.

Bowles A P, Jr. and Perkins E (1999). Long-term remission of malignant brain tumors after intracranial infection: a report of four cases. Neurosurgery 44(3): 636-42; discussion 642-3.

Brada M, Sharpe G, Rajan B, Britton J, Wilkins P R, Guerrero D, Hines F, Traish D and Ashley S (1999). Modifying radical radiotherapy in high grade gliomas; shortening the treatment time through acceleration. Int J Radiat Oncol Biol Phys 43(2): 287-92.

Brada M and Yung W K (2000). Clinical trial end points in malignant glioma: need for effective trial design strategy. Semin Oncol 27(3 Suppl 6): 11-9.

Brandes A A, Franceschi E, Tosoni A, Benevento F, Scopece L, Mazzocchi V, Bacci A, Agati R, Calbucci F and Ermani M (2009). Temozolomide concomitant and adjuvant to radiotherapy in elderly patients with glioblastoma: correlation with MGMT promoter methylation status. Cancer 115(15): 3512-8.

Brandes A A, Franceschi E, Tosoni A, Blatt V, Pession A, Tallini G, Bertorelle R, Bartolini S, Calbucci F, Andreoli A, Frezza G, Leonardi M, Spagnolli F and Ermani M (2008). MGMT promoter methylation status can predict the incidence and outcome of pseudoprogression after concomitant radiochemotherapy in newly diagnosed glioblastoma patients. J Clin Oncol 26(13): 2192-7.

Bibliografía

173

Brandes A A, Lacombe D and Vecht C (2001). Future trends in the treatment of brain tumours. Eur J Cancer 37(18): 2297-301.

Brandes A A, Nicolardi L, Tosoni A, Gardiman M, Iuzzolino P, Ghimenton C, Reni M, Rotilio A, Sotti G and Ermani M (2006). Survival following adjuvant PCV or temozolomide for anaplastic astrocytoma. Neuro Oncol 8(3): 253-60.

Brandes A A, Tosoni A and Franceschi E (2007). Adjuvant therapy in glioblastomas: false steps and real advances. Expert Rev Anticancer Ther 7(5): 607-8.

Brandsma D, Stalpers L, Taal W, Sminia P and van den Bent M J (2008). Clinical features, mechanisms, and management of pseudoprogression in malignant gliomas. Lancet Oncol 9(5): 453-61.

Breiman L, Friedman, J.H., Olshen, R.A., Stone, C.J. (1984). Classification and Regression Trees. Belmont Calif., Wadsworth International Group.

Brell M, Ibáñez J, Caral L and Ferrer E (2000). Factors influencing surgical complications of intra-axial brain tumours. Acta Neurochir (Wien) 142(7): 739-50.

Brell M, Tortosa A, Verger E, Gil J M, Vinolas N, Villa S, Acebes J J, Caral L, Pujol T, Ferrer I, Ribalta T and Graus F (2005). Prognostic significance of O6-methylguanine-DNA methyltransferase determined by promoter hypermethylation and immunohistochemical expression in anaplastic gliomas. Clin Cancer Res 11(14): 5167-74.

Brem H, Ewend M G, Piantadosi S, Greenhoot J, Burger P C and Sisti M (1995). The safety of interstitial chemotherapy with BCNU-loaded polymer followed by radiation therapy in the treatment of newly diagnosed malignant gliomas: phase I trial. J Neurooncol 26(2): 111-23.

Brem H, Mahaley M S, Jr., Vick N A, Black K L, Schold S C, Jr., Burger P C, Friedman A H, Ciric I S, Eller T W, Cozzens J W and et al. (1991). Interstitial chemotherapy with drug polymer implants for the treatment of recurrent gliomas. J Neurosurg 74(3): 441-6.

Brem H, Piantadosi S, Burger P C, Walker M, Selker R, Vick N A, Black K, Sisti M, Brem S, Mohr G and et al. (1995). Placebo-controlled trial of safety and efficacy of intraoperative controlled delivery by biodegradable polymers of chemotherapy for recurrent gliomas. The Polymer-brain Tumor Treatment Group. Lancet 345(8956): 1008-12.

Brem H, Tamargo R J, Olivi A, Pinn M, Weingart J D, Wharam M and Epstein J I (1994). Biodegradable polymers for controlled delivery of chemotherapy with and without radiation therapy in the monkey brain. J Neurosurg 80(2): 283-90.

Buahin K G and Brem H (1995). Interstitial chemotherapy of experimental brain tumors: comparison of intratumoral injection versus polymeric controlled release. J Neurooncol 26(2): 103-10.

Buccheri G, Ferrigno D and Tamburini M (1996). Karnofsky and ECOG performance status scoring in lung cancer: a prospective, longitudinal study of 536 patients from a single institution. Eur J Cancer 32A(7): 1135-41.

Burger P C (1986). Malignant astrocytic neoplasms: classification, pathologic anatomy, and response to treatment. Semin Oncol 13(1): 16-26.

Cabantog A M and Bernstein M (1994). Complications of first craniotomy for intra-axial brain tumour. Can J Neurol Sci 21(3): 213-8.

Cairncross J G, Ueki K, Zlatescu M C, Lisle D K, Finkelstein D M, Hammond R R, Silver J S, Stark P C, Macdonald D R, Ino Y, Ramsay D A and Louis D N (1998). Specific genetic predictors of chemotherapeutic response and survival in patients with anaplastic oligodendrogliomas. J Natl Cancer Inst 90(19): 1473-9.

Bibliografía

174

CBTRUS (2007). Annual Report. Published by the Central Brain Tumor Registry of the United States, 2007.

Ciric I, Ammirati M, Vick N and Mikhael M (1987). Supratentorial gliomas: surgical considerations and immediate postoperative results. Gross total resection versus partial resection. Neurosurgery 21(1): 21-6.

Concato J, Shah N and Horwitz R I (2000). Randomized, controlled trials, observational studies, and the hierarchy of research designs. N Engl J Med 342(25): 1887-92.

Corn B W, Yousem D M, Scott C B, Rotman M, Asbell S O, Nelson D F, Martin L and Curran W J, Jr. (1994). White matter changes are correlated significantly with radiation dose. Observations from a randomized dose-escalation trial for malignant glioma (Radiation Therapy Oncology Group 83-02). Cancer 74(10): 2828-35.

Cox D R (1972). Regression models and life tables. Journal of the Royal Statistical Society Series B, 34: 187-220.

Cox J D, Stetz J and Pajak T F (1995). Toxicity criteria of the Radiation Therapy Oncology Group (RTOG) and the European Organization for Research and Treatment of Cancer (EORTC). Int J Radiat Oncol Biol Phys 31(5): 1341-6.

Curran W J, Jr., Scott C B, Horton J, Nelson J S, Weinstein A S, Fischbach A J, Chang C H, Rotman M, Asbell S O, Krisch R E and et al. (1993). Recursive partitioning analysis of prognostic factors in three Radiation Therapy Oncology Group malignant glioma trials. J Natl Cancer Inst 85(9): 704-10.

Czernicki T, Zegarska J, Paczek L, Cukrowska B, Grajkowska W, Zajaczkowska A, Brudzewski K, Ulaczyk J and Marchel A (2007). Gene expression profile as a prognostic factor in high-grade gliomas. Int J Oncol 30(1): 55-64.

Cha S (2009). Neuroimaging in neuro-oncology. Neurotherapeutics 6(3): 465-77. Chamberlain M C (2008). Pseudoprogression in glioblastoma. J Clin Oncol 26(26):

4359; author reply 4359-60. Chamberlain M C and Chalmers L (2007). A pilot study of primary temozolomide

chemotherapy and deferred radiotherapy in elderly patients with glioblastoma. J Neurooncol 82(2): 207-9.

Chamberlain M C, Glantz M J, Chalmers L, Van Horn A and Sloan A E (2007). Early necrosis following concurrent Temodar and radiotherapy in patients with glioblastoma. J Neurooncol 82(1): 81-3.

Chang C H, Horton J, Schoenfeld D, Salazer O, Perez-Tamayo R, Kramer S, Weinstein A, Nelson J S and Tsukada Y (1983). Comparison of postoperative radiotherapy and combined postoperative radiotherapy and chemotherapy in the multidisciplinary management of malignant gliomas. A joint Radiation Therapy Oncology Group and Eastern Cooperative Oncology Group study. Cancer 52(6): 997-1007.

Chinot O L, Barrie M, Frauger E, Dufour H, Figarella-Branger D, Palmari J, Braguer D, Hoang-Xuan K, Moktari K, Peragut J C, Martin P M and Grisoli F (2004). Phase II study of temozolomide without radiotherapy in newly diagnosed glioblastoma multiforme in an elderly populations. Cancer 100(10): 2208-14.

Daub H, Specht K and Ullrich A (2004). Strategies to overcome resistance to targeted protein kinase inhibitors. Nat Rev Drug Discov 3(12): 1001-10.

Daumas-Duport C, Scheithauer B, O'Fallon J and Kelly P (1988). Grading of astrocytomas. A simple and reproducible method. Cancer 62(10): 2152-65.

de la Fuente B P, Dalmau J and Rosenfeld M (2007). [Glioma therapy up-date]. Neurología 22(3): 159-69.

Bibliografía

175

de Wit M C, de Bruin H G, Eijkenboom W, Sillevis Smitt P A and van den Bent M J (2004). Immediate post-radiotherapy changes in malignant glioma can mimic tumor progression. Neurology 63(3): 535-7.

Deutsch M, Green S B, Strike T A, Burger P C, Robertson J T, Selker R G, Shapiro W R, Mealey J, Jr., Ransohoff J, 2nd, Paoletti P and et al. (1989). Results of a randomized trial comparing BCNU plus radiotherapy, streptozotocin plus radiotherapy, BCNU plus hyperfractionated radiotherapy, and BCNU following misonidazole plus radiotherapy in the postoperative treatment of malignant glioma. Int J Radiat Oncol Biol Phys 16(6): 1389-96.

Dietrich J, Norden A D and Wen P Y (2008). Emerging antiangiogenic treatments for gliomas - efficacy and safety issues. Curr Opin Neurol 21(6): 736-44.

Do V, Gebski V and Barton M B (2000). The effect of waiting for radiotherapy for grade III/IV gliomas. Radiother Oncol 57(2): 131-6.

Dvorak H F (2006). Discovery of vascular permeability factor (VPF). Exp Cell Res 312(5): 522-6.

Engelhard H H (2000). The role of interstitial BCNU chemotherapy in the treatment of malignant glioma. Surg Neurol 53(5): 458-64.

Engelhard H H (2000). Tumor bed cyst formation after BCNU wafer implantation: report of two cases. Surg Neurol 53(3): 220-4.

EORTC (1981). Evaluation of CCNU, VM-26 plus CCNU, and procarbazine in supratentorial brain gliomas. Final evaluation of a randomized study. European Organization for Research on Treatment of Cancer (EORTC) Brain Tumor Group. J Neurosurg 55(1): 27-31.

Esteller M, Garcia-Foncillas J, Andion E, Goodman S N, Hidalgo O F, Vanaclocha V, Baylin S B and Herman J G (2000). Inactivation of the DNA-repair gene MGMT and the clinical response of gliomas to alkylating agents. N Engl J Med 343(19): 1350-4.

Fadul C, Wood J, Thaler H, Galicich J, Patterson R H, Jr. and Posner J B (1988). Morbidity and mortality of craniotomy for excision of supratentorial gliomas. Neurology 38(9): 1374-9.

Fine H A, Dear K B, Loeffler J S, Black P M and Canellos G P (1993). Meta-analysis of radiation therapy with and without adjuvant chemotherapy for malignant gliomas in adults. Cancer 71(8): 2585-97.

Fisher R A (1922). On the Interpretation of χ2 from Contingency Tables, and the Calculation of P. Journal of the Royal Statistical Society 85(1): 87-94.

Ford J M, Stenning S P, Boote D J, Counsell R, Falk S J, Flavin A, Laurence V M and Bleehen N M (1997). A short fractionation radiotherapy treatment for poor prognosis patients with high grade glioma. Clin Oncol (R Coll Radiol) 9(1): 20-4.

Franco-Hernández C, Martínez-González V and Rey J A (2007). [Biology molecular of glioblastomas]. Neurocirugía (Astur) 18(5): 373-82.

Friedman H S, McLendon R E, Kerby T, Dugan M, Bigner S H, Henry A J, Ashley D M, Krischer J, Lovell S, Rasheed K, Marchev F, Seman A J, Cokgor I, Rich J, Stewart E, Colvin O M, Provenzale J M, Bigner D D, Haglund M M, Friedman A H and Modrich P L (1998). DNA mismatch repair and O6-alkylguanine-DNA alkyltransferase analysis and response to Temodal in newly diagnosed malignant glioma. J Clin Oncol 16(12): 3851-7.

Fung L K, Shin M, Tyler B, Brem H and Saltzman W M (1996). Chemotherapeutic drugs released from polymers: distribution of 1,3-bis(2-chloroethyl)-1-nitrosourea in the rat brain. Pharm Res 13(5): 671-82.

Bibliografía

176

Garibi J M and Catalán G (2009). Gliadel en el mundo. Carmustina. Clinical Facts 2008. Barcelona, Publicaciones Permanyer: 37-51.

Gil-Salú J L, Roman P, Benítez E, Maestro E, Pérez-Requena J and López-Escobar M (2004). [Survival analysis following the addition of temozolomide to surgery and radiotherapy in patients with glioblastoma multiforme]. Neurocirugía (Astur) 15(2): 144-50.

Glinski B (1993). Postoperative hypofractionated radiotherapy versus conventionally fractionated radiotherapy in malignant gliomas. A preliminary report on a randomized trial. J Neurooncol 16(2): 167-72.

Glioma Meta-Analysis Trialists Group (GMT) (2002). Chemotherapy for high-grade glioma. Cochrane Database Syst Rev(4): CD003913.

González J, Kumar A J, Conrad C A and Levin V A (2007). Effect of bevacizumab on radiation necrosis of the brain. Int J Radiat Oncol Biol Phys 67(2): 323-6.

Gorlia T, van den Bent M J, Hegi M E, Mirimanoff R O, Weller M, Cairncross J G, Eisenhauer E, Belanger K, Brandes A A, Allgeier A, Lacombe D and Stupp R (2008). Nomograms for predicting survival of patients with newly diagnosed glioblastoma: prognostic factor analysis of EORTC and NCIC trial 26981-22981/CE.3. Lancet Oncol 9(1): 29-38.

Green S B, Byar D P, Walker M D, Pistenmaa D A, Alexander E, Jr., Batzdorf U, Brooks W H, Hunt W E, Mealey J, Jr., Odom G L, Paoletti P, Ransohoff J, 2nd, Robertson J T, Selker R G, Shapiro W R, Smith K R, Jr., Wilson C B and Strike T A (1983). Comparisons of carmustine, procarbazine, and high-dose methylprednisolone as additions to surgery and radiotherapy for the treatment of malignant glioma. Cancer Treat Rep 67(2): 121-32.

Gupta T and Sarin R (2002). Poor-prognosis high-grade gliomas: evolving an evidence-based standard of care. Lancet Oncol 3(9): 557-64.

Gururangan S, Cokgor L, Rich J N, Edwards S, Affronti M L, Quinn J A, Herndon J E, 2nd, Provenzale J M, McLendon R E, Tourt-Uhlig S, Sampson J H, Stafford-Fox V, Zaknoen S, Early M, Friedman A H and Friedman H S (2001). Phase I study of Gliadel wafers plus temozolomide in adults with recurrent supratentorial high-grade gliomas. Neuro Oncol 3(4): 246-50.

Hall W A (1998). The safety and efficacy of stereotactic biopsy for intracranial lesions. Cancer 82(9): 1749-55.

Hammoud M A, Sawaya R, Shi W, Thall P F and Leeds N E (1996). Prognostic significance of preoperative MRI scans in glioblastoma multiforme. J Neurooncol 27(1): 65-73.

Hart M G, Grant R, Garside R, Rogers G, Somerville M and Stein K (2008). Chemotherapeutic wafers for High Grade Glioma. Cochrane Database Syst Rev(3): CD007294.

Hart M G, Grant R, Garside R, Rogers G, Somerville M and Stein K (2008). Temozolomide for high grade glioma. Cochrane Database Syst Rev(4): CD007415.

Hart M G, Grant R and SE. M (2000). Biopsy versus resection for High grade glioma. Cochrane Database Syst Rev(2): CD002034.

Hartz A, Bentler S, Charlton M, Lanska D, Butani Y, Soomro G M and Benson K (2005). Assessing observational studies of medical treatments. Emerg Themes Epidemiol 2: 8.

Bibliografía

177

Heery C R, Desjardins A, Quinn J A, Rich J N, Gururangan S, Vredenburgh J J, Friedman A H, Reardon D A and Friedman H S (2006). Acute toxicity analysis of patients receiving surgery, Gliadel wafer implantation, and postoperative daily temozolomide with radiation therapy for primary high-grade glioma. J Clin Oncol (Meeting Abstracts) 24(18_suppl): 11504-.

Hegi M E, Diserens A C, Gorlia T, Hamou M F, de Tribolet N, Weller M, Kros J M, Hainfellner J A, Mason W, Mariani L, Bromberg J E, Hau P, Mirimanoff R O, Cairncross J G, Janzer R C and Stupp R (2005). MGMT gene silencing and benefit from temozolomide in glioblastoma. N Engl J Med 352(10): 997-1003.

Hildebrand J, Sahmoud T, Mignolet F, Brucher J M and Afra D (1994). Adjuvant therapy with dibromodulcitol and BCNU increases survival of adults with malignant gliomas. EORTC Brain Tumor Group. Neurology 44(8): 1479-83.

Hochberg F H and Pruitt A (1980). Assumptions in the radiotherapy of glioblastoma. Neurology 30(9): 907-11.

Hoegler D B and Davey P (1997). A prospective study of short course radiotherapy in elderly patients with malignant glioma. J Neurooncol 33(3): 201-4.

Hoffman W F, Levin V A and Wilson C B (1979). Evaluation of malignant glioma patients during the postirradiation period. J Neurosurg 50(5): 624-8.

Horan T C, Andrus M and Dudeck M A (2008). CDC/NHSN surveillance definition of health care-associated infection and criteria for specific types of infections in the acute care setting. Am J Infect Control 36(5): 309-32.

Horiot J C, van den Bogaert W, Ang K K, Van der Schueren E, Bartelink H, Gonzalez D, de Pauw M and van Glabbeke M (1988). European Organization for Research on Treatment of Cancer trials using radiotherapy with multiple fractions per day. A 1978-1987 survey. Front Radiat Ther Oncol 22: 149-61.

Hughes M A, Parisi M, Grossman S and Kleinberg L (2005). Primary brain tumors treated with steroids and radiotherapy: low CD4 counts and risk of infection. Int J Radiat Oncol Biol Phys 62(5): 1423-6.

Idbaih A, Taillibert S, Simon J M, Psimaras D, Schneble H M, Lopez S, Lang P, Toubiana T, Feuvret L, Delattre J Y and Mazeron J J (2008). Short course of radiation therapy in elderly patients with glioblastoma multiforme. Cancer Radiother 12(8): 788-92.

Idoate M A and Echeveste J (2007). [Update on the molecular biology of gliomas: towards a pathomolecular classification of gliomas]. Rev Neurol 44(4): 217-24.

Iliadis G, Selviaridis P, Kalogera-Fountzila A, Fragkoulidi A, Baltas D, Tselis N, Chatzisotiriou A, Misailidou D, Zamboglou N and Fountzilas G (2009). The Importance of Tumor Volume in the Prognosis of Patients with Glioblastoma. Strahlentherapie und Onkologie 185(11): 743-750.

Iwamoto F M, Cooper A R, Reiner A S, Nayak L and Abrey L E (2009). Glioblastoma in the elderly: the Memorial Sloan-Kettering Cancer Center Experience (1997-2007). Cancer 115(16): 3758-66.

Jenkinson M D, Du Plessis D G, Walker C and Smith T S (2007). Advanced MRI in the management of adult gliomas. Br J Neurosurg 21(6): 550-61.

Jeon H J, Kong D S, Park K B, Lee J I, Park K, Kim J H, Kim S T, Lim do H, Kim W S and Nam D H (2009). Clinical outcome of concomitant chemoradiotherapy followed by adjuvant temozolomide therapy for glioblastaomas: single-center experience. Clin Neurol Neurosurg 111(8): 679-82.

Kaal E C and Vecht C J (2004). The management of brain edema in brain tumors. Curr Opin Oncol 16(6): 593-600.

Bibliografía

178

Kaplan E L, Meier, P. (1958). Nonparametric estimation from incomplete observations. Journal of the American Statistical Association 53: 457-481.

Karlbom A E, James C D, Boethius J, Cavenee W K, Collins V P, Nordenskjold M and Larsson C (1993). Loss of heterozygosity in malignant gliomas involves at least three distinct regions on chromosome 10. Hum Genet 92(2): 169-74.

Karnofsky DA A W, Graver LF, et al. (1948). The use of nitrogen mustards in the palliative treatment of carcinom. Cancer 1: 634-56.

Karnofsky DA B J (1949). The Clinical Evaluation of Chemotherapeutic Agents in Cancer., Columbia Univ Press.

Keim H, Potthoff P C, Schmidt K, Schiebusch M, Neiss A and Trott K R (1987). Survival and quality of life after continuous accelerated radiotherapy of glioblastomas. Radiother Oncol 9(1): 21-6.

Keles G E, Anderson B and Berger M S (1999). The effect of extent of resection on time to tumor progression and survival in patients with glioblastoma multiforme of the cerebral hemisphere. Surg Neurol 52(4): 371-9.

Keles G E, Chang E F, Lamborn K R, Tihan T, Chang C J, Chang S M and Berger M S (2006). Volumetric extent of resection and residual contrast enhancement on initial surgery as predictors of outcome in adult patients with hemispheric anaplastic astrocytoma. J Neurosurg 105(1): 34-40.

Kelly P J and Hunt C (1994). The limited value of cytoreductive surgery in elderly patients with malignant gliomas. Neurosurgery 34(1): 62-6; discussion 66-7.

Kernohan J W, Mabon R F and et al. (1949). A simplified classification of the gliomas. Mayo Clin Proc 24(3): 71-5.

Kita M, Okawa T, Tanaka M and Ikeda M (1989). [Radiotherapy of malignant glioma--prospective randomized clinical study of whole brain vs local irradiation]. Gan No Rinsho 35(11): 1289-94.

Kleihues P, Cavenee, WK (eds) (2000). World Health Organization Classification of Tumours. Pathology and genetics of tumours of the nervous system. Lyon, IARC Press.

Kleihues P, Louis D N, Scheithauer B W, Rorke L B, Reifenberger G, Burger P C and Cavenee W K (2002). The WHO classification of tumors of the nervous system. J Neuropathol Exp Neurol 61(3): 215-25; discussion 226-9.

Kleinberg L, Slick T, Enger C, Grossman S, Brem H and Wharam M D, Jr. (1997). Short course radiotherapy is an appropriate option for most malignant glioma patients. Int J Radiat Oncol Biol Phys 38(1): 31-6.

Kleinberg L R, Weingart J, Burger P, Carson K, Grossman S A, Li K, Olivi A, Wharam M D and Brem H (2004). Clinical course and pathologic findings after Gliadel and radiotherapy for newly diagnosed malignant glioma: implications for patient management. Cancer Invest 22(1): 1-9.

Kocher M, Frommolt P, Borberg S K, Ruhl U, Steingraber M, Niewald M, Staar S, Stuschke M, Becker G, Fischedick A R, Herfarth K, Grauthoff H and Muller R P (2008). Randomized study of postoperative radiotherapy and simultaneous temozolomide without adjuvant chemotherapy for glioblastoma. Strahlenther Onkol 184(11): 572-9.

Kothari R U, Brott T, Broderick J P, Barsan W G, Sauerbeck L R, Zuccarello M and Khoury J (1996). The ABCs of measuring intracerebral hemorrhage volumes. Stroke 27(8): 1304-5.

Bibliografía

179

Kowalczuk A, Macdonald R L, Amidei C, Dohrmann G, 3rd, Erickson R K, Hekmatpanah J, Krauss S, Krishnasamy S, Masters G, Mullan S F, Mundt A J, Sweeney P, Vokes E E, Weir B K and Wollman R L (1997). Quantitative imaging study of extent of surgical resection and prognosis of malignant astrocytomas. Neurosurgery 41(5): 1028-36; discussion 1036-8.

Kozak K R and Moody J S (2009). Giant cell glioblastoma: a glioblastoma subtype with distinct epidemiology and superior prognosis. Neuro Oncol 11(6): 833-41.

Kristiansen K, Hagen S, Kollevold T, Torvik A, Holme I, Nesbakken R, Hatlevoll R, Lindgren M, Brun A, Lindgren S, Notter G, Andersen A P and Elgen K (1981). Combined modality therapy of operated astrocytomas grade III and IV. Confirmation of the value of postoperative irradiation and lack of potentiation of bleomycin on survival time: a prospective multicenter trial of the Scandinavian Glioblastoma Study Group. Cancer 47(4): 649-52.

Krzeminski J P, Piquer J and Riesgo P (2008). Repeated Implantation of Interstitial Chemotherapy to Treat Malignant Gliomas. Neurosurgery Quarterly 18(4): 286-289 10.1097/WNQ.0b013e3181823144.

La Rocca R V, Hodes,J., Villanueva, W.G., Vitaz, T.W., Morassutti, D.J., Doyle, M.J., Glisson, S., Cervera, A., Stribinskiene, L., New, P., Litofsky, N.S. (2006). A phase II study of radiation with concomitant and then sequential temozolamide (TMZ) in patients with newly diagnosed supratentorial high-grade malignant glioma who have undergone surgey with carmustine (BCNU) wafer insertion (Abstract TA-28). Neuro Oncol 8: 445.

La Rocca R V and Mehdorn H M (2009). Localized BCNU chemotherapy and the multimodal management of malignant glioma. Curr Med Res Opin 25(1): 149-60.

Lacroix M, Abi-Said D, Fourney D R, Gokaslan Z L, Shi W, DeMonte F, Lang F F, McCutcheon I E, Hassenbusch S J, Holland E, Hess K, Michael C, Miller D and Sawaya R (2001). A multivariate analysis of 416 patients with glioblastoma multiforme: prognosis, extent of resection, and survival. J Neurosurg 95(2): 190-8.

Lamborn K R, Chang S M and Prados M D (2004). Prognostic factors for survival of patients with glioblastoma: recursive partitioning analysis. Neuro Oncol 6(3): 227-35.

Lanzetta G, Campanella C, Rozzi A, Nappa M, Costa A, Fedele F, Innocenzi G, Gagliardi F M, Salvati M, Minniti G, Frati A, Frati L and Vecchione A (2003). Temozolomide in radio-chemotherapy combined treatment for newly-diagnosed glioblastoma multiforme: phase II clinical trial. Anticancer Res 23(6D): 5159-64.

Laperriere N, Zuraw L and Cairncross G (2002). Radiotherapy for newly diagnosed malignant glioma in adults: a systematic review. Radiother Oncol 64(3): 259-73.

Laramore G E, Diener-West M, Griffin T W, Nelson J S, Griem M L, Thomas F J, Hendrickson F R, Griffin B R, Myrianthopoulos L C and Saxton J (1988). Randomized neutron dose searching study for malignant gliomas of the brain: results of an RTOG study. Radiation Therapy Oncology Group. Int J Radiat Oncol Biol Phys 14(6): 1093-102.

Lawson H C, Sampath P, Bohan E, Park M C, Hussain N, Olivi A, Weingart J, Kleinberg L and Brem H (2007). Interstitial chemotherapy for malignant gliomas: the Johns Hopkins experience. J Neurooncol 83(1): 61-70.

Lefranc F (2009). Editorial: on the road to multi-modal and pluri-disciplinary treatment of glioblastomas. Acta Neurochir (Wien) 151(2): 109-12.

Bibliografía

180

Leong K W, D'Amore P D, Marletta M and Langer R (1986). Bioerodible polyanhydrides as drug-carrier matrices. II. Biocompatibility and chemical reactivity. J Biomed Mater Res 20(1): 51-64.

Levin V A, Silver P, Hannigan J, Wara W M, Gutin P H, Davis R L and Wilson C B (1990). Superiority of post-radiotherapy adjuvant chemotherapy with CCNU, procarbazine, and vincristine (PCV) over BCNU for anaplastic gliomas: NCOG 6G61 final report. Int J Radiat Oncol Biol Phys 18(2): 321-4.

Lietard C, Thebaud V, Besson G and Lejeune B (2008). Surveillance for surgical site infection (SSI) after neurosurgery: influence of the US or Brest (France) National Nosocomial Infection Surveillance risk index on SSI rates. Infect Control Hosp Epidemiol 29(11): 1084-7.

Lin S H and Kleinberg L R (2008). Carmustine wafers: localized delivery of chemotherapeutic agents in CNS malignancies. Expert Rev Anticancer Ther 8(3): 343-59.

Louis D N, Ohgaki H, Wiestler O D, Cavenee W K, Burger P C, Jouvet A, Scheithauer B W and Kleihues P (2007). The 2007 WHO classification of tumours of the central nervous system. Acta Neuropathol 114(2): 97-109.

Louis D N, Ohgaki, H., Wiestler, O.D., Cavenee, W.K. (2007). WHO Classification of Tumours of the Central Nervous System, WHO Press.

Ludgate C M, Douglas B G, Dixon P F, Steinbok P, Jackson S M and Goodman G B (1988). Superfractionated radiotherapy in grade III, IV intracranial gliomas. Int J Radiat Oncol Biol Phys 15(5): 1091-5.

M.R.C.B.T.P. (2001). Randomized trial of procarbazine, lomustine, and vincristine in the adjuvant treatment of high-grade astrocytoma: a Medical Research Council trial. J Clin Oncol 19(2): 509-18.

Mann H B and Whitney D R (1947). On a test of whether one of two random variables is stochastically larger than the other. Annals of Mathematical Statistics 18: 50-60.

Martínez-Checa J, Planes Martínez,J.,González de la Flor, P., Fernández Sierra, M.A.,Jiménez Romano, E., Cordero Moreno, A. (2000). Incidence and risk factors of surgical site infections in Neurosurgery. Neurocirugia (Astur) 11(2): 103-109.

McGirt M J, Chaichana K L, Gathinji M, Attenello F J, Than K, Olivi A, Weingart J D, Brem H and Quinones-Hinojosa A R (2009). Independent association of extent of resection with survival in patients with malignant brain astrocytoma. J Neurosurg 110(1): 156-62.

McGirt M J, Than K D, Weingart J D, Chaichana K L, Attenello F J, Olivi A, Laterra J, Kleinberg L R, Grossman S A, Brem H and Quinones-Hinojosa A (2009). Gliadel (BCNU) wafer plus concomitant temozolomide therapy after primary resection of glioblastoma multiforme. J Neurosurg 110(3): 583-8.

McGirt M J, Villavicencio A T, Bulsara K R, Friedman H S and Friedman A H (2002). Management of tumor bed cysts after chemotherapeutic wafer implantation. Report of four cases. J Neurosurg 96(5): 941-5.

McGovern P C, Lautenbach E, Brennan P J, Lustig R A and Fishman N O (2003). Risk factors for postcraniotomy surgical site infection after 1,3-bis (2-chloroethyl)-1-nitrosourea (Gliadel) wafer placement. Clin Infect Dis 36(6): 759-65.

McKee M, Britton A, Black N, McPherson K, Sanderson C and Bain C (1999). Methods in health services research. Interpreting the evidence: choosing between randomised and non-randomised studies. BMJ 319(7205): 312-5.

Bibliografía

181

Mirimanoff R O, Gorlia T, Mason W, Van den Bent M J, Kortmann R D, Fisher B, Reni M, Brandes A A, Curschmann J, Villa S, Cairncross G, Allgeier A, Lacombe D and Stupp R (2006). Radiotherapy and temozolomide for newly diagnosed glioblastoma: recursive partitioning analysis of the EORTC 26981/22981-NCIC CE3 phase III randomized trial. J Clin Oncol 24(16): 2563-9.

MRC (1990). Prognostic factors for high-grade malignant glioma: development of a prognostic index. A Report of the Medical Research Council Brain Tumour Working Party. J Neurooncol 9(1): 47-55.

Naganuma H, Sasaki A, Satoh E, Nagasaka M, Isoe S, Nakano S and Nukui H (1997). Long-term survival in a young patient with anaplastic glioma. Brain Tumor Pathol 14(1): 71-4.

Nazzaro J M and Neuwelt E A (1990). The role of surgery in the management of supratentorial intermediate and high-grade astrocytomas in adults. J Neurosurg 73(3): 331-44.

Neglia J P, Robison L L, Stovall M, Liu Y, Packer R J, Hammond S, Yasui Y, Kasper C E, Mertens A C, Donaldson S S, Meadows A T and Inskip P D (2006). New primary neoplasms of the central nervous system in survivors of childhood cancer: a report from the Childhood Cancer Survivor Study. J Natl Cancer Inst 98(21): 1528-37.

Nelson D F, Diener-West M, Horton J, Chang C H, Schoenfeld D and Nelson J S (1988). Combined modality approach to treatment of malignant gliomas--re-evaluation of RTOG 7401/ECOG 1374 with long-term follow-up: a joint study of the Radiation Therapy Oncology Group and the Eastern Cooperative Oncology Group. NCI Monogr(6): 279-84.

Newlands E S, O'Reilly S M, Glaser M G, Bower M, Evans H, Brock C, Brampton M H, Colquhoun I, Lewis P, Rice-Edwards J M, Illingworth R D and Richards P G (1996). The Charing Cross Hospital experience with temozolomide in patients with gliomas. Eur J Cancer 32A(13): 2236-41.

Oertel J, von Buttlar E, Schroeder H W and Gaab M R (2005). Prognosis of gliomas in the 1970s and today. Neurosurg Focus 18(4): e12.

Ohki M, Sakurada K, Sonoda Y, Sato S, Saito S and Kayama T (2003). Analysis of the extent of astrocytic tumour resection evaluated by magnetic resonance images. Neurosurg Rev 26(4): 262-5.

Oken M M, Creech R H, Tormey D C, Horton J, Davis T E, McFadden E T and Carbone P P (1982). Toxicity and response criteria of the Eastern Cooperative Oncology Group. Am J Clin Oncol 5(6): 649-55.

Olson J J, Fadul C E, Brat D J, Mukundan S and Ryken T C (2009). Management of newly diagnosed glioblastoma: guidelines development, value and application. J Neurooncol 93(1): 1-23.

Osoba D, Brada M, Yung W K and Prados M (2000). Health-related quality of life in patients treated with temozolomide versus procarbazine for recurrent glioblastoma multiforme. J Clin Oncol 18(7): 1481-91.

Osoba D, Brada M, Yung W K and Prados M D (2000). Health-related quality of life in patients with anaplastic astrocytoma during treatment with temozolomide. Eur J Cancer 36(14): 1788-95.

Pan E, Mitchell S B and Tsai J S (2008). A retrospective study of the safety of BCNU wafers with concurrent temozolomide and radiotherapy and adjuvant temozolomide for newly diagnosed glioblastoma patients. J Neurooncol 88(3): 353-7.

Bibliografía

182

Pang B C, Wan W H, Lee C K, Khu K J and Ng W H (2007). The role of surgery in high-grade glioma--is surgical resection justified? A review of the current knowledge. Ann Acad Med Singapore 36(5): 358-63.

Payne D G, Simpson W J, Keen C and Platts M E (1982). Malignant astrocytoma: hyperfractionated and standard radiotherapy with chemotherapy in a randomized prospective clinical trial. Cancer 50(11): 2301-6.

Peca C, Pacelli R, Elefante A, Del Basso De Caro M L, Vergara P, Mariniello G, Giamundo A and Maiuri F (2009). Early clinical and neuroradiological worsening after radiotherapy and concomitant temozolomide in patients with glioblastoma: tumour progression or radionecrosis? Clin Neurol Neurosurg 111(4): 331-4.

Perry J, Chambers A, Spithoff K and Laperriere N (2007). Gliadel wafers in the treatment of malignant glioma: a systematic review. Curr Oncol 14(5): 189-94.

Pesudo Martínez J V, González-Darder J M, Feliú Tatay R, Belloch Ugarte V, Vera Roman J and Gil Salú J L (2001). [Assessment of the degree of resection of high grade supratentorial gliomas with early postoperative magnetic resonance]. Neurocirugía (Astur) 12(1): 43-50.

Pichlmeier U, Bink A, Schackert G and Stummer W (2008). Resection and survival in glioblastoma multiforme: an RTOG recursive partitioning analysis of ALA study patients. Neuro Oncol 10(6): 1025-34.

Pirzkall A, McGue C, Saraswathy S, Cha S, Liu R, Vandenberg S, Lamborn K R, Berger M S, Chang S M and Nelson S J (2009). Tumor regrowth between surgery and initiation of adjuvant therapy in patients with newly diagnosed glioblastoma. Neuro Oncol 11(6): 842-52.

Polo-Rubio A (2007). Módelos clínico-dosimétricos predictivos del control bioquímico del cáncer de próstata organo-confinado tratado mediante implantes radiactivos permanentes. Departamento de Ciencias Clínicas. Barcelona, Universidad de Barcelona.

Pomposo I (2000). Valor pronóstico de indicadores clínicos y biológicos en tumores cerebrales. Utilidad de la recogida prospectiva de material tumoral. Departamento de Neurociencias. Bilbao, Universidad del País Vasco UPV-EHU:.

Prados M (2001). Temozolomide in combination with other cytotoxic agents. Semin Oncol 28(4 Suppl 13): 24-33.

Prados M D, Scott C, Curran W J, Jr., Nelson D F, Leibel S and Kramer S (1999). Procarbazine, lomustine, and vincristine (PCV) chemotherapy for anaplastic astrocytoma: A retrospective review of radiation therapy oncology group protocols comparing survival with carmustine or PCV adjuvant chemotherapy. J Clin Oncol 17(11): 3389-95.

Prados M D, Scott C, Sandler H, Buckner J C, Phillips T, Schultz C, Urtasun R, Davis R, Gutin P, Cascino T L, Greenberg H S and Curran W J, Jr. (1999). A phase 3 randomized study of radiotherapy plus procarbazine, CCNU, and vincristine (PCV) with or without BUdR for the treatment of anaplastic astrocytoma: a preliminary report of RTOG 9404. Int J Radiat Oncol Biol Phys 45(5): 1109-15.

Preusser M, Haberler C and Hainfellner J A (2006). Malignant glioma: neuropathology and neurobiology. Wien Med Wochenschr 156(11-12): 332-7.

Proescholdt M A, Macher C, Woertgen C and Brawanski A (2005). Level of evidence in the literature concerning brain tumor resection. Clin Neurol Neurosurg 107(2): 95-8.

Bibliografía

183

Quinn J A, Jiang S X, Carter J, Reardon D A, Desjardins A, Vredenburgh J J, Rich J N, Gururangan S, Friedman A H, Bigner D D, Sampson J H, McLendon R E, Herndon J E, 2nd, Threatt S and Friedman H S (2009). Phase II trial of Gliadel plus O6-benzylguanine in adults with recurrent glioblastoma multiforme. Clin Cancer Res 15(3): 1064-8.

Rasmussen M, Bundgaard H and Cold G E (2004). Craniotomy for supratentorial brain tumors: risk factors for brain swelling after opening the dura mater. J Neurosurg 101(4): 621-6.

Recinos V R, Tyler B M B, Bekelis K, Sunshine S B B, Vellimana A, Li K W and Brem H (2010). Combination of Intracranial Temozolomide With Intracranial Carmustine Improves Survival When Compared With Either Treatment Alone in a Rodent Glioma Model. Neurosurgery 66(3): 530-537.

Relling M V, Rubnitz J E, Rivera G K, Boyett J M, Hancock M L, Felix C A, Kun L E, Walter A W, Evans W E and Pui C H (1999). High incidence of secondary brain tumours after radiotherapy and antimetabolites. Lancet 354(9172): 34-9.

Renz A, Berdel W E, Kreuter M, Belka C, Schulze-Osthoff K and Los M (2001). Rapid extracellular release of cytochrome c is specific for apoptosis and marks cell death in vivo. Blood 98(5): 1542-8.

Reynolds B A and Weiss S (1992). Generation of neurons and astrocytes from isolated cells of the adult mammalian central nervous system. Science 255(5052): 1707-10.

Ron E, Modan B, Boice J D, Jr., Alfandary E, Stovall M, Chetrit A and Katz L (1988). Tumors of the brain and nervous system after radiotherapy in childhood. N Engl J Med 319(16): 1033-9.

Rosenfeld M R and Dalmau J (1997). [Primary cerebral tumors: the reality and the molecular basis of future treatment]. Neurologia 12(5): 185-96.

Ruben J D, Dally M, Bailey M, Smith R, McLean C A and Fedele P (2006). Cerebral radiation necrosis: incidence, outcomes, and risk factors with emphasis on radiation parameters and chemotherapy. Int J Radiat Oncol Biol Phys 65(2): 499-508.

Ryken T, Carlisle T, Buatti J, Kirby P, Maley J, Hohl R, Smith B J, Greenlee J, Frees M and Rogers M (2008). Treatment of adults with newly diagnosed glioblastoma multiforme or anaplastic astrocytoma with surgery, gliadel wafers and limited field radiation plus concomitant temozolomide followed by adjuvant temozolomide. J Clin Oncol (Meeting Abstracts) 26(15_suppl): 13003-.

Sabel M and Giese A (2008). Safety profile of carmustine wafers in malignant glioma: a review of controlled trials and a decade of clinical experience. Curr Med Res Opin.

Sampath P and Brem H (1998). Implantable Slow-Release Chemotherapeutic Polymers for the Treatment of Malignant Brain Tumors. Cancer Control 5(2): 130-137.

Sanai N, Alvarez-Buylla A and Berger M S (2005). Neural stem cells and the origin of gliomas. N Engl J Med 353(8): 811-22.

Sanai N and Berger M S (2008). Glioma extent of resection and its impact on patient outcome. Neurosurgery 62(4): 753-64; discussion 264-6.

Sandberg-Wollheim M, Malmstrom P, Stromblad L G, Anderson H, Borgstrom S, Brun A, Cronqvist S, Hougaard K and Salford L G (1991). A randomized study of chemotherapy with procarbazine, vincristine, and lomustine with and without radiation therapy for astrocytoma grades 3 and/or 4. Cancer 68(1): 22-9.

Bibliografía

184

Sarkaria J N, Mehta M P, Loeffler J S, Buatti J M, Chappell R J, Levin A B, Alexander E, 3rd, Friedman W A and Kinsella T J (1995). Radiosurgery in the initial management of malignant gliomas: survival comparison with the RTOG recursive partitioning analysis. Radiation Therapy Oncology Group. Int J Radiat Oncol Biol Phys 32(4): 931-41.

Sawaya R, Hammoud M, Schoppa D, Hess K R, Wu S Z, Shi W M and Wildrick D M (1998). Neurosurgical outcomes in a modern series of 400 craniotomies for treatment of parenchymal tumors. Neurosurgery 42(5): 1044-55; discussion 1055-6.

Scott C B, Scarantino C, Urtasun R, Movsas B, Jones C U, Simpson J R, Fischbach A J and Curran W J, Jr. (1998). Validation and predictive power of Radiation Therapy Oncology Group (RTOG) recursive partitioning analysis classes for malignant glioma patients: a report using RTOG 90-06. Int J Radiat Oncol Biol Phys 40(1): 51-5.

Schwartzbaum J A, Fisher J L, Aldape K D and Wrensch M (2006). Epidemiology and molecular pathology of glioma. Nat Clin Pract Neurol 2(9): 494-503; quiz 1 p following 516.

Senger D R, Galli S J, Dvorak A M, Perruzzi C A, Harvey V S and Dvorak H F (1983). Tumor cells secrete a vascular permeability factor that promotes accumulation of ascites fluid. Science 219(4587): 983-5.

Shapiro W R, Green S B, Burger P C, Mahaley M S, Jr., Selker R G, VanGilder J C, Robertson J T, Ransohoff J, Mealey J, Jr., Strike T A and et al. (1989). Randomized trial of three chemotherapy regimens and two radiotherapy regimens and two radiotherapy regimens in postoperative treatment of malignant glioma. Brain Tumor Cooperative Group Trial 8001. J Neurosurg 71(1): 1-9.

Shapiro W R and Young D F (1976). Treatment of malignant glioma. A controlled study of chemotherapy and irradiation. Arch Neurol 33(7): 494-50.

Sher D, Henson J, Avutu B, Hochberg F, Batchelor T, Martuza R, Barker F, Loeffler J and Chakravarti A (2008). The added value of concurrently administered temozolomide versus adjuvant temozolomide alone in newly diagnosed glioblastoma. Journal of Neuro-Oncology 88(1): 43-50.

Shin K H, Muller P J and Geggie P H (1983). Superfractionation radiation therapy in the treatment of malignant astrocytoma. Cancer 52(11): 2040-3.

Shin K H, Urtasun R C, Fulton D, Geggie P H, Tanasichuk H, Thomas H, Muller P J, Curry B, Mielke B, Johnson E and et al. (1985). Multiple daily fractionated radiation therapy and misonidazole in the management of malignant astrocytoma. A preliminary report. Cancer 56(4): 758-60.

Shrieve D C, Alexander E, 3rd, Black P M, Wen P Y, Fine H A, Kooy H M and Loeffler J S (1999). Treatment of patients with primary glioblastoma multiforme with standard postoperative radiotherapy and radiosurgical boost: prognostic factors and long-term outcome. J Neurosurg 90(1): 72-7.

Silber J R, Blank A, Bobola M S, Ghatan S, Kolstoe D D and Berger M S (1999). O6-methylguanine-DNA methyltransferase-deficient phenotype in human gliomas: frequency and time to tumor progression after alkylating agent-based chemotherapy. Clin Cancer Res 5(4): 807-14.

Silverman S L (2009). From randomized controlled trials to observational studies. Am J Med 122(2): 114-20.

Simpson W J and Platts M E (1976). Fractionation study in the treatment of glioblastoma multiforme. Int J Radiat Oncol Biol Phys 1(7-8): 639-44.

Bibliografía

185

Slotman B J, Kralendonk J H, van Alphen H A, Kamphorst W and Karim A B (1996).

Hypofractionated radiation therapy in patients with glioblastoma multiforme: results of treatment and impact of prognostic factors. Int J Radiat Oncol Biol Phys 34(4): 895-8.

Solero C L, Monfardini S, Brambilla C, Vaghi A, Valagussa P, Morello G and Bonadonna G (1979). Controlled study with BCNU vs. CCNU as adjuvant chemotherapy following surgery plus radiotherapy for glioblastoma multiforme. Cancer Clin Trials 2(1): 43-8.

Spiegel B M, Esrailian E, Laine L and Chamberlain M C (2007). Clinical impact of adjuvant chemotherapy in glioblastoma multiforme : a meta-analysis. CNS Drugs 21(9): 775-87.

Spiegl-Kreinecker S, Pirker C, Filipits M, Lotsch D, Buchroithner J, Pichler J, Silye R, Weis S, Micksche M, Fischer J and Berger W (2010). O6-Methylguanine DNA methyltransferase protein expression in tumor cells predicts outcome of temozolomide therapy in glioblastoma patients. Neuro Oncol 12(1): 28-36.

Sridhar T, Gore A, Boiangiu I, Machin D and Symonds R P (2009). Concomitant (without adjuvant) temozolomide and radiation to treat glioblastoma: a retrospective study. Clin Oncol (R Coll Radiol) 21(1): 19-22.

Stark A M, Nabavi A, Mehdorn H M and Blomer U (2005). Glioblastoma multiforme-report of 267 cases treated at a single institution. Surg Neurol 63(2): 162-9; discussion 169.

Stewart L A (2002). Chemotherapy in adult high-grade glioma: a systematic review and meta-analysis of individual patient data from 12 randomised trials. Lancet 359(9311): 1011-8.

Stummer W, Novotny A, Stepp H, Goetz C, Bise K and Reulen H J (2000). Fluorescence-guided resection of glioblastoma multiforme by using 5-aminolevulinic acid-induced porphyrins: a prospective study in 52 consecutive patients. J Neurosurg 93(6): 1003-13.

Stummer W, Pichlmeier U, Meinel T, Wiestler O D, Zanella F and Reulen H J (2006). Fluorescence-guided surgery with 5-aminolevulinic acid for resection of malignant glioma: a randomised controlled multicentre phase III trial. Lancet Oncol 7(5): 392-401.

Stummer W, Reulen H J, Meinel T, Pichlmeier U, Schumacher W, Tonn J C, Rohde V, Oppel F, Turowski B, Woiciechowsky C, Franz K and Pietsch T (2008). Extent of resection and survival in glioblastoma multiforme: identification of and adjustment for bias. Neurosurgery 62(3): 564-76; discussion 564-76.

Stupp R, Dietrich P Y, Ostermann Kraljevic S, Pica A, Maillard I, Maeder P, Meuli R, Janzer R, Pizzolato G, Miralbell R, Porchet F, Regli L, de Tribolet N, Mirimanoff R O and Leyvraz S (2002). Promising survival for patients with newly diagnosed glioblastoma multiforme treated with concomitant radiation plus temozolomide followed by adjuvant temozolomide. J Clin Oncol 20(5): 1375-82.

Stupp R, Gander M, Leyvraz S and Newlands E (2001). Current and future developments in the use of temozolomide for the treatment of brain tumours. Lancet Oncol 2(9): 552-60.

Bibliografía

186

Stupp R, Hegi M E, Mason W P, van den Bent M J, Taphoorn M J, Janzer R C, Ludwin

S K, Allgeier A, Fisher B, Belanger K, Hau P, Brandes A A, Gijtenbeek J, Marosi C, Vecht C J, Mokhtari K, Wesseling P, Villa S, Eisenhauer E, Gorlia T, Weller M, Lacombe D, Cairncross J G and Mirimanoff R O (2009). Effects of radiotherapy with concomitant and adjuvant temozolomide versus radiotherapy alone on survival in glioblastoma in a randomised phase III study: 5-year analysis of the EORTC-NCIC trial. Lancet Oncol 10(5): 459-66.

Stupp R, Hegi M E, van den Bent M J, Mason W P, Weller M, Mirimanoff R O and Cairncross J G (2006). Changing paradigms--an update on the multidisciplinary management of malignant glioma. Oncologist 11(2): 165-80.

Stupp R, Mason W P, van den Bent M J, Weller M, Fisher B, Taphoorn M J, Belanger K, Brandes A A, Marosi C, Bogdahn U, Curschmann J, Janzer R C, Ludwin S K, Gorlia T, Allgeier A, Lacombe D, Cairncross J G, Eisenhauer E and Mirimanoff R O (2005). Radiotherapy plus concomitant and adjuvant temozolomide for glioblastoma. N Engl J Med 352(10): 987-96.

Stupp R, Reni M, Gatta G, Mazza E and Vecht C (2007). Anaplastic astrocytoma in adults. Crit Rev Oncol Hematol 63(1): 72-80.

Subach B R, Witham T F, Kondziolka D, Lunsford L D, Bozik M and Schiff D (1999). Morbidity and survival after 1,3-bis(2-chloroethyl)-1-nitrosourea wafer implantation for recurrent glioblastoma: a retrospective case-matched cohort series. Neurosurgery 45(1): 17-22; discussion 22-3.

Taal W, Brandsma D, de Bruin H G, Bromberg J E, Swaak-Kragten A T, Smitt P A, van Es C A and van den Bent M J (2008). Incidence of early pseudo-progression in a cohort of malignant glioma patients treated with chemoirradiation with temozolomide. Cancer 113(2): 405-10.

Thomas R, James N, Guerrero D, Ashley S, Gregor A and Brada M (1994). Hypofractionated radiotherapy as palliative treatment in poor prognosis patients with high grade glioma. Radiother Oncol 33(2): 113-6.

Torcuator R, Zuniga R, Mohan Y S, Rock J, Doyle T, Anderson J, Gutierrez J, Ryu S, Jain R, Rosenblum M and Mikkelsen T (2009). Initial experience with bevacizumab treatment for biopsy confirmed cerebral radiation necrosis. J Neurooncol 94(1): 63-8.

Trojanowski T, Peszynski J, Turowski K, Kaminski S, Goscinski I, Reinfus M, Krzyszkowski T, Pyrich M, Bielawski A, Leszczyk C and et al. (1988). Postoperative radiotherapy and radiotherapy combined with CCNU chemotherapy for treatment of brain gliomas. J Neurooncol 6(3): 285-91.

Valtonen S, Timonen U, Toivanen P, Kalimo H, Kivipelto L, Heiskanen O, Unsgaard G and Kuurne T (1997). Interstitial chemotherapy with carmustine-loaded polymers for high-grade gliomas: a randomized double-blind study. Neurosurgery 41(1): 44-8; discussion 48-9.

Van den Bent M J, Stupp, R., Mason, W. (2005). Impact of the extent of resection on overall survival in newly diagnosed glioblastoma after chemo-irradiation with temozolamide: further analysis of EORTC study 26981. Eur J Cancer Suppl 3: 134 (abstr).

Vecht C J, Avezaat C J, van Putten W L, Eijkenboom W M and Stefanko S Z (1990). The influence of the extent of surgery on the neurological function and survival in malignant glioma. A retrospective analysis in 243 patients. J Neurol Neurosurg Psychiatry 53(6): 466-71.

Bibliografía

187

Videtic G M, Gaspar L E, Zamorano L, Fontanesi J, Levin K J, Kupsky W J and Tekyi-Mensah S (1999). Use of the RTOG recursive partitioning analysis to validate the benefit of iodine-125 implants in the primary treatment of malignant gliomas. Int J Radiat Oncol Biol Phys 45(3): 687-92.

Videtic G M, Gaspar L E, Zamorano L, Stitt L W, Fontanesi J and Levin K J (2001). Implant volume as a prognostic variable in brachytherapy decision-making for malignant gliomas stratified by the RTOG recursive partitioning analysis. Int J Radiat Oncol Biol Phys 51(4): 963-8.

Vidiri A, Carapella C M, Pace A, Mirri A, Fabis A, Carosi M, Giannarelli D, Pompili A, Jandolo B, Occhipinti E, Di Giovanni S and Crecco M (2006). Early post-operative MRI: correlation with progression-free survival and overall survival time in malignant gliomas. J Exp Clin Cancer Res 25(2): 177-82.

Vuorinen V, Hinkka S, Farkkila M and Jaaskelainen J (2003). Debulking or biopsy of malignant glioma in elderly people - a randomised study. Acta Neurochir (Wien) 145(1): 5-10.

Walker D G and Pamphlett R (1999). Prolonged survival and pulmonary metastasis after local cure of glioblastoma multiforme. J Clin Neurosci 6(1): 67-8.

Walker M D, Alexander E, Jr., Hunt W E, MacCarty C S, Mahaley M S, Jr., Mealey J, Jr., Norrell H A, Owens G, Ransohoff J, Wilson C B, Gehan E A and Strike T A (1978). Evaluation of BCNU and/or radiotherapy in the treatment of anaplastic gliomas. A cooperative clinical trial. J Neurosurg 49(3): 333-43.

Walker M D, Green S B, Byar D P, Alexander E, Jr., Batzdorf U, Brooks W H, Hunt W E, MacCarty C S, Mahaley M S, Jr., Mealey J, Jr., Owens G, Ransohoff J, 2nd, Robertson J T, Shapiro W R, Smith K R, Jr., Wilson C B and Strike T A (1980). Randomized comparisons of radiotherapy and nitrosoureas for the treatment of malignant glioma after surgery. N Engl J Med 303(23): 1323-9.

Walker M D, Strike T A and Sheline G E (1979). An analysis of dose-effect relationship in the radiotherapy of malignant gliomas. Int J Radiat Oncol Biol Phys 5(10): 1725-31.

Wallner K E, Galicich J H, Krol G, Arbit E and Malkin M G (1989). Patterns of failure following treatment for glioblastoma multiforme and anaplastic astrocytoma. Int J Radiat Oncol Biol Phys 16(6): 1405-9.

Wang C C, Li J, Teo C S and Lee T (1999). The delivery of BCNU to brain tumors. J Control Release 61(1-2): 21-41.

Wedge S R, Porteous J K, Glaser M G, Marcus K and Newlands E S (1997). In vitro evaluation of temozolomide combined with X-irradiation. Anticancer Drugs 8(1): 92-7.

Weingart J, Grossman S A, Carson K A, Fisher J D, Delaney S M, Rosenblum M L, Olivi A, Judy K, Tatter S B and Dolan M E (2007). Phase I trial of polifeprosan 20 with carmustine implant plus continuous infusion of intravenous O6-benzylguanine in adults with recurrent malignant glioma: new approaches to brain tumor therapy CNS consortium trial. J Clin Oncol 25(4): 399-404.

Weir B, Band P, Urtasun R, Blain G, McLean D, Wilson F, Mielke B and Grace M (1976). Radiotherapy and CCNU in the treatment of high-grade supratentorial astrocytomas. J Neurosurg 45(2): 129-34.

Wen P Y and Kesari S (2008). Malignant gliomas in adults. N Engl J Med 359(5): 492-507.

Wen P Y, Schiff D, Kesari S, Drappatz J, Gigas D C and Doherty L (2006). Medical management of patients with brain tumors. J Neurooncol 80(3): 313-32.

Bibliografía

188

Werner-Wasik M, Scott C B, Nelson D F, Gaspar L E, Murray K J, Fischbach J A, Nelson J S, Weinstein A S and Curran W J, Jr. (1996). Final report of a phase I/II trial of hyperfractionated and accelerated hyperfractionated radiation therapy with carmustine for adults with supratentorial malignant gliomas. Radiation Therapy Oncology Group Study 83-02. Cancer 77(8): 1535-43.

Westphal M, Hilt D C, Bortey E, Delavault P, Olivares R, Warnke P C, Whittle I R, Jaaskelainen J and Ram Z (2003). A phase 3 trial of local chemotherapy with biodegradable carmustine (BCNU) wafers (Gliadel wafers) in patients with primary malignant glioma. Neuro Oncol 5(2): 79-88.

Westphal M, Ram Z, Riddle V, Hilt D and Bortey E (2006). Gliadel wafer in initial surgery for malignant glioma: long-term follow-up of a multicenter controlled trial. Acta Neurochir (Wien) 148(3): 269-75; discussion 275.

Whittle I R, Basu N, Grant R, Walker M and Gregor A (2002). Management of patients aged >60 years with malignant glioma: good clinical status and radiotherapy determine outcome. Br J Neurosurg 16(4): 343-7.

Wrensch M, Minn Y, Chew T, Bondy M and Berger M S (2002). Epidemiology of primary brain tumors: current concepts and review of the literature. Neuro Oncol 4(4): 278-99.

Wurschmidt F, Bunemann H and Heilmann H P (1995). Prognostic factors in high-grade malignant glioma. A multivariate analysis of 76 cases with postoperative radiotherapy. Strahlenther Onkol 171(6): 315-21.

Yung W K, Albright R E, Olson J, Fredericks R, Fink K, Prados M D, Brada M, Spence A, Hohl R J, Shapiro W, Glantz M, Greenberg H, Selker R G, Vick N A, Rampling R, Friedman H, Phillips P, Bruner J, Yue N, Osoba D, Zaknoen S and Levin V A (2000). A phase II study of temozolomide vs. procarbazine in patients with glioblastoma multiforme at first relapse. Br J Cancer 83(5): 588-93.

Yung W K, Prados M D, Yaya-Tur R, Rosenfeld S S, Brada M, Friedman H S, Albright R, Olson J, Chang S M, O'Neill A M, Friedman A H, Bruner J, Yue N, Dugan M, Zaknoen S and Levin V A (1999). Multicenter phase II trial of temozolomide in patients with anaplastic astrocytoma or anaplastic oligoastrocytoma at first relapse. Temodal Brain Tumor Group. J Clin Oncol 17(9): 2762-71.

Anexos

189

9. ANEXOS

Anexos

190

ABREVIATURAS

3D: tres dimensiones

5 ALA: ácido 5 aminolevulínico

AA: Astrocitoma anaplásico

ADN: Acido Desoxirribonucleico

AGT / MGMT: O6 alquilguanina ADN alquiltransferasa también conocida como O6

metilguanina ADN metiltransferasa ó también MGMT

BCNU: carmustina

BHE: barrera hematoencefálica

CBTRUS: Registro Central de Tumores Cerebrales de Estados Unidos. En ingles

“Central Brain Tumor Registry of the United States”

CCNU: lomustina

CDC/NHSN: Centers for Disease Control and Prevention / National Healthcare Safety

Network

CDKN2: ciclina y quinasa dependiente de ciclina tipo 2

CTV: Volumen clínico de tratamiento radioterápico

DCC: gen y proteína del mismo nombre “eliminada en carcinoma colorrectal”. En

ingles: “Deleted in Colorectal Carcinoma”

ECOG: Escala de la OMS que valora el estado funcional desarrollada por el Grupo

cooperativo de oncología del este. Ver PS / WHO PS. En ingles: Eastern Cooperative

Oncology Group

EGFR: Receptor del factor de crecimiento epidérmico. En inglés: “Epidermal Growth

factor receptor”

Anexos

191

EORTC: Organización Europea para la Investigación y Tratamiento del Cáncer. En

ingles: “European Organisation for Research and Treatment of Cancer”

FGF: factor crecimiento fibroblástico

GBM: Glioblastoma multiforme

GTV: Volumen grosero de tratamiento radioterápico. Se corresponde con el área

tumoral captante de contraste

Gy: gray (unidad de radiación absorbida por un determinado material)

HTIC: Hipertensión intracraneal

IC /I.C.: intervalo de confianza

Ig G: inmunoglobulina G

Ig M: inmunoglobulina M.

IL-8: Interleukina 8

i.v.: por vía intravenosa

LCR : líquido cefalorraquídeo

LOH10: pérdida de heterocigosidad del cromosoma 10. En ingles “Loss of

heterozygosity of 10 cromosome”

MDM2: gen y proteína del mismo nombre que regulan negativamente p53

MLH1: gen homólogo mutL humanos 1

MGMT / AGT: O6 alquilguanina ADN alquiltransferasa también conocida como O6

metilguanina ADN metiltransferasa o también MGMT

MSH2: gen homólogo mutS humanos 2

Nº: número

NCCN: National Comprehensive Cancer Network

NCI- CTC: National Cancer Institute Common Toxicity Criteria

NICE: Instituto Nacional de Excelencia Clínica del Reino Unido

Anexos

192

OMS / WHO: Organización Mundial de la Salud. En ingles: “World Health

Organization”

QxT: quimioterapia

p16INK4a: fosfoproteína producto del gen supresor tumoral CDKN2, inhibidora de

kinasas dependientes de ciclinas

P53 / p53: Proteína 53. Proteína supresora tumoral

PCV: esquema terapéutico que combina procarbacina, lomustina (CCNU) y vincristina

PET: tomografía de emisión de positrones.

PIC: presión intracraneal

PS / WHO PS: Escala de la OMS que valora el estado funcional. Ver ECOG. En

ingles: “World Health Organization Performance Status”

PTEN: gen homólogo de fosfatasa y tensina. En ingles: “phosphatase and tensin

homolog gene”

PTV: Volumen planificado de tratamiento radioterápico

RM: Resonancia Magnética

RPA: análisis de particionamiento recursivo. En ingles: “recursive partitioning análisis”

RR: riesgo relativo

RTOG: grupo tratamiento mediante oncología radioterapica. En ingles; “Radiation

therapy oncology group”

RxT: radioterapia

SNC: Sistema Nervioso Central

SNG: sonda nasogástrica

SPSS: programa informático de estadística.

TAC: tomografía axial computerizada

TNFα: factor α de necrosis tumoral

Anexos

193

TMZ: temozolomida

TP53: gen que codifica p53

TTO O TRAT.: tratamiento

VEGF: factor de crecimiento vascular endotelial

VEGFR: receptor para el factor de crecimiento vascular endotelial

V-P: ventrículo-peritoneal

vs.: versus

χ2: prueba estadística de chi-cuadrado

Anexos

194

INDICE DE TABLAS

Tabla 1. Clasificación de los tumores cerebrales (Louis 2007) (1.1) ........................... 4 Tabla 2. Escala de Karnofsky (4.1) .............................................................................. 47 Tabla 3. Descripción de las clases RPA (4.2). ............................................................... 50 Tabla 4. Determinación del grado de resección (4.3) ................................................... 51 Tabla 5. Clasificación de las toxicidades Cutánea y Neurológica a radioterapia (4.4)61 Tabla 6. Clasificación de la toxicidad hematológica debida a tratamiento con quimioterapia de primera línea (4.5) .............................................................................. 63 Tabla 7. Clasificación de la toxicidad no hematológica debida a tratamiento con quimioterapia de primera línea (4.6) .............................................................................. 64 Tabla 8. Descripción de los grados ECOG o PS. (4.7).................................................. 66 Tabla 9. Descripción de la variable Edad (5.1) ............................................................. 73 Tabla 10. Descripción de la variable Karnofsky prequirúrgico (5.2) ......................... 74 Tabla 11. Descripción de la variable Anatomía patológica (5.3) ................................. 74 Tabla 12. Descripción de la variable Clases RPA (5.4) ................................................ 75 Tabla 13. Descripción de la variable Grado de resección (5.5).................................... 75 Tabla 14. Descripción de la variable Días de ingreso en UCI (5.6) ............................. 76 Tabla 15. Descripción de la variable Días de ingreso en planta hospitalización (5.7) 76 Tabla 16. Descripción de la variable Días de ingreso totales (5.8) .............................. 77 Tabla 17. Descripción de la variable Deterioro neurológico (5.9) ............................... 77 Tabla 18. Descripción de la variable Edema cerebral postoperatorio (5.10) ............. 78 Tabla 19. Descripción de la variable Hemorragia intraparenquimatosa (5.11) ........ 78 Tabla 20. Descripción de la variable Hemorragia extra-axial (5.12) .......................... 79 Tabla 21. Descripción de la variable Infección postoperatoria (5.13)......................... 79 Tabla 22. Descripción de la variable Fístula / colección subcutánea de LCR (5.14) . 80 Tabla 23. Descripción de la variable Intervenciones quirúrgicas para solución de complicaciones (5.15)..................................................................................................... 80 Tabla 24. Descripción de la variable Mortalidad postoperatoria (5.16) ..................... 81 Tabla 25. Descripción de la variable Recibir o no radioterapia y dosis (5.17)........... 82 Tablas 26 y 27. Descripción de la variable Días hasta inicio de radioterapia (5.18) y (5.19) .............................................................................................................................. 83 Tablas 28 y 29. Descripción de la variable Días duración tratamiento con radioterapia (5.20) y (5.21)........................................................................................... 84 Tabla 30. Descripción de la variable Toxicidad cutánea por radioterapia (5.22)......... 85 Tabla 31. Descripción de la variable Toxicidad neurológica por radioterapia (5.23) .. 86 Tabla 32. Descripción de la variable Recibir temozolomida concomitante a radioterapia (5.24) .......................................................................................................... 87 Tabla 33. Descripción de la variable Recibir o no quimioterapia de primera línea (5.25) .............................................................................................................................. 87 Tabla 34. Descripción de los Esquemas de quimioterapia administrados en primera línea (5.26)...................................................................................................................... 88 Tabla 35. Descripción de los ciclos de TMZ administrados en primera línea (5.27).... 88 Tabla 36. Descripción de la variable Toxicidad hematológica por quimioterapia primera línea (5.28) ........................................................................................................ 89 Tabla 37. Descripción de la variable Toxicidad no hematológica por quimioterapia en primera línea (5.29) ........................................................................................................ 90

Anexos

195

Tabla 38. Descripción de la variable Recibir o no quimioterapia en segunda línea (5.30) .............................................................................................................................. 91 Tabla 39. Descripción de Esquemas de quimioterapia en segunda línea (5.31)........ 91 Tabla 40. Descripción de la variable Reintervención quirúrgica en segunda línea (5.32) .............................................................................................................................. 92 Tabla 41. Descripción de la Anatomía patológica en la reintervención en segunda línea (5.33)...................................................................................................................... 92 Tabla 42. Descripción de la variable ECOG al alta (5.34) ........................................... 93 Tabla 43. Descripción de la variable ECOG a los 3 meses (5.35) ................................ 93 Tabla 44. Descripción de la variable ECOG a los 6 meses (5.36) ................................ 94 Tabla 45. Descripción de la variable Seguimiento (en meses) (5.37) ........................... 94 Tabla 46. Descripción de la Supervivencia acumulativa (5.38) .................................. 95 Tabla 47. Descripción de la Supervivencia no acumulativa (5.39)............................. 95 Tabla 48. Descripción de la variable Exitus (5.40)........................................................ 95 Tabla 49. Resumen de la comparación estadística entre los grupos respecto a factores pronósticos (5.41) .......................................................................................................... 96 Tabla 50. Resumen de la comparación estadística entre los grupos respecto a las complicaciones postquirúrgicas (5.42)........................................................................ 97 Tabla 51. Resumen de la comparación estadística entre los grupos respecto la fase de radioterapia (5.43) ........................................................................................................ 98 Tabla 52. Resumen de la comparación estadística entre los grupos respecto la fase de tratamiento en segunda línea (5.44) ............................................................................ 99 Tabla 53. Resumen de la comparación estadística entre los grupos respecto al ECOG (5.45) ............................................................................................................................ 100 Tabla 54. Estimación de las medias y medianas de supervivencia de los dos grupos estudiados (5.46)........................................................................................................... 101 Tabla 55. Comparación de supervivencia entre grupos en cada uno de los niveles de Karnofsky (5.47) ......................................................................................................... 104 Tabla 56. Estimación de la media y mediana de las diferentes clases RPA (5.48) ..... 105 Tabla 57. Estimación de la media y mediana de los diferentes grados de resección (5.49) ............................................................................................................................ 107 Tabla 58. Estimación de la media y mediana de los pacientes que reciben o no radioterapia (5.50) ...................................................................................................... 115 Tabla 59. Estimación de la media y mediana de los pacientes que reciben o no quimioterapia de primera línea (5.51) ...................................................................... 120 Tabla 60. Pruebas ómnibus y eliminación de las variables en cada uno de los pasos (5.52) ............................................................................................................................ 123 Tabla 61. Estadísticos y riesgos relativos de los pasos 1-7 del análisis de riesgos proporcionales de Cox (5.53) ..................................................................................... 124 Tabla 62. Comparación de las edades medias y medianas del presente estudio con otros (6.1) ..................................................................................................................... 128 Tabla 63 . Comparación de la supervivencia de las diferentes clases RPA del presente estudio con otros (6.2) .................................................................................................. 132 Tabla 64. Comparación de los porcentajes de pacientes que completan las diferentes fases de tratamiento entre el presente estudio con otros (6.3).................................... 153

Anexos

196

INDICE DE FIGURAS

Fig. 1.1. Muestras anatomo-patológicas de un glioblastoma multiforme ................ 9 Fig. 1.2. Acelerador lineal ...................................................................................... 18 Fig. 1.3. Curvas de supervivencia del ensayo clínico de Stupp ............................ 25 Fig. 1.4. Supervivencia según estado MGMT ....................................................... 26 Fig. 1.5. Fotografía de los implantes de carmustina.............................................. 30 Fig. 1.6. Curvas de supervivencia del ensayo clínico de Westphal ....................... 31 Fig. 1.7. Algoritmo de tratamiento recomendado por NCCN ................................. 33

Fig. 4.1. Esquema de tratamiento del protocolo de Stupp...................................... 43 Fig. 4.2. Medición del volumen tumoral ............................................................... 51 Fig. 4.3. Medición del desplazamiento de línea media ......................................... 53 Fig. 4.4. Ficha de recogida de datos ........................................................................ 68

Fig. 5.1. Descripción Edad ...................................................................................... 73 Fig. 5.2. Descripción Karnofsky prequirúrgico....................................................... 74 Fig. 5.3. Descripción Anatomía patológica ............................................................ 74 Fig. 5.4. Descripción Clases RPA ........................................................................... 75 Fig. 5.5. Descripción Grado de resección............................................................... 75 Fig. 5.6. Descripción Días de ingreso en UCI ........................................................ 76 Fig. 5.7. Descripción Días de ingreso en planta hospitalización .......................... 76 Fig. 5.8. Descripción Días de ingreso totales ......................................................... 77 Fig. 5.9. Descripción Deterioro neurológico .......................................................... 77 Fig. 5.10. Descripción Edema cerebral postoperatorio .......................................... 78 Fig. 5.11. Descripción Hemorragia intraparenquimatosa ................................... 78 Fig. 5.12. Descripción Hemorragia extra-axial ..................................................... 79 Fig. 5.13. Descripción Infección postoperatoria...................................................... 79 Fig. 5.14. Descripción Fístula / colección subcutánea de LCR ............................ 80 Fig. 5.15. Descripción Intervenciones quirúrgicas para solución de complicaciones ........................................................................................................ 80 Fig. 5.16. Descripción Mortalidad postoperatoria ................................................ 81 Fig. 5.17. Distribución de los Wafer ...................................................................... 81 Fig. 5.18. Descripción Recibir o no radioterapia y dosis...................................... 82 Fig. 5.19. Descripción Días hasta inicio de radioterapia (I) ................................. 83 Fig. 5.20. Descripción Días hasta inicio de radioterapia (II) ............................... 83 Fig. 5.21. Descripción Días duración tratamiento con radioterapia (I) ................ 84 Fig. 5.22. Descripción Días duración tratamiento con radioterapia (II) .............. 84 Fig. 5.23. Descripción Toxicidad cutánea por radioterapia ................................. 85 Fig. 5.24. Descripción Toxicidad neurológica por radioterapia........................... 86 Fig. 5.25. Descripción Recibir temozolomida concomitante a radioterapia .......... 87 Fig. 5.26. Descripción Recibir o no quimioterapia de primera línea .................. 87 Fig. 5.27. Descripción Esquemas de quimioterapia en primera línea ................... 88 Fig. 5.28. Descripción de los ciclos de TMZ administrados en primera línea ........ 88 Fig. 5.29. Descripción Toxicidad hematológica por quimioterapia primera línea . 89 Fig. 5.30. Descripción Toxicidad no hematológica por quimioterapia primera línea.................................................................................................................................. 90 Fig. 5.31. Descripción Recibir o no quimioterapia en segunda línea .................. 91 Fig. 5.32. Descripción Reintervención quirúrgica en segunda línea ................... 92 Fig. 5.33. Descripción ECOG al alta ...................................................................... 93

Anexos

197

Fig. 5.34. Descripción ECOG a los 3 meses ........................................................... 93 Fig. 5.35. Descripción ECOG a los 6 meses ........................................................... 94 Fig. 5.36. Descripción Seguimiento ........................................................................ 94 Fig. 5.37. Descripción Supervivencia no acumulativa .......................................... 95 Fig. 5.38. Descripción Exitus................................................................................... 95 Fig. 5.39. Supervivencia entre los dos grupos estudiados ................................... 101 Fig. 5.40. Influencia de la edad en la supervivencia............................................. 102 Fig. 5.41. Influencia del Karnofsky preoperatorio en la supervivencia............... 103 Fig. 5.42. Influencia del grado histológico en la supervivencia .......................... 105 Fig. 5.43. Influencia de las Clases RPA en la supervivencia ............................... 106 Fig. 5.44. Influencia del grado de resección en la supervivencia........................ 108 Fig. 5.45.. Influencia del deterioro neurológico en la supervivencia.................. 109 Fig. 5.46. Influencia del edema postoperatorio en la supervivencia .................. 110 Fig. 5.47. Influencia de hematomas intraparenquimatosos en la supervivencia................................................................................................................................ 111 Fig. 5.48. Influencia de los hematomas extraaxiales en la supervivencia .......... 112 Fig. 5.49. Influencia de la infección en la supervivencia ..................................... 113 Fig. 5.50. Influencia de reintervención por complicaciones en la supervivencia114 Fig. 5.51. Influencia de recibir o no radioterapia en la supervivencia............... 115 Fig. 5.52. Influencia de la dosis de radioterapia en la supervivencia ................. 116 Fig. 5.53. Influencia del retraso en el inicio de radioterapia en la supervivencia 117 Fig. 5.54. Influencia de duración del tratamiento radioterápico en la supervivencia......................................................................................................... 118 Fig. 5.55. Influencia de la TMZ concomitante en la supervivencia.................... 119 Fig. 5.56. Influencia de quimioterapia de primera línea en la supervivencia ... 120 Fig. 5.57. Influencia de quimioterapia de segunda línea en la supervivencia ... 121 Fig. 5.58. Influencia de la reintervención en segunda línea en la supervivencia122

Fig. 6.1. Imagen intraoperatoria.......................................................................... 133 Fig. 6.2. Edema cerebral maligno postoperatorio (TAC craneal)........................ 140 Fig. 6.3. Colección subcutánea de LCR............................................................... 145 Fig. 6.4. Diferencias entre ensayos Stupp-Westphal ........................................... 151 Fig. 6.5. Necrosis por tratamiento ....................................................................... 158

ARBOL DE CLASIFICACIÓN DE LAS CLASES RPA

En la siguiente página se reproduce el árbol de clasificación de las clases RPA

obtenido por Curran (Curran, 1993).

Anexos

198

EDAD

< 50 a. ≥≥≥≥ 50 a. HISTOLOGÍA KARNOFSKY A.A. GBM 70-100 < 70

Estado Mental Karnofsky Histología Estado Mental A.A. GBM Normal Anormal 90-100 <90 Normal Anormal Tiempo Sintomas Cirugía >3 m. ≤≤≤≤3 m Parcial/Total Biopsia Función Dosis Neurológica RxT Trabaja Otros >54,4 Gy ≤≤≤≤54,4 Gy I II III IV V VI 58,6 m. 37,4 m. 17,9 m. 11,1 m. 8,9 m. 4,6 m. 76 % 68 % 35 % 15 % 6 % 4 %