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— 193 — INFANCIA Y TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN ASISTIDA. UNA APROXIMACIÓN BIOÉTICA Renzo Paccini Vega Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima [email protected] RESUMEN: Las discusiones sobre la licitud ética de las Técnicas de Reproducción Asistida (T ERA) suelen enfatizar los intereses de los adultos, muchas veces teñidos de sentimientos de compasión. El presente trabajo pretende dar una nueva luz al debate presentando un análisis bioético de las T ERA, principalmente de la Fertilización in vitro con transferencia de embriones, desde los intereses de los niños generados por ellas. Primero se describen aspectos técnicos y científicos, que revelan a las T ERA como procedimientos no terapéuticos de muy baja eficacia y con efectos futuros aún desconocidos, lo que las califica de «experimentales». Luego, asumiendo a la persona humana como la medida fundamental de la valoración ética, se resaltan los valores del niño inevitablemente vulnerados en el procedimiento, como son su vida física y dignidad humanas, así como su salud, su filiación e identidad y su libertad. Se concluye que las T ERA son actos intrínsecamente malos. * Renzo Paccini Vega se graduó de médico general en la Universidad Peruana Cayetano Heredia. En el 2000 obtuvo la maestría en Bioética en el Ateneo Regina Apostolorum (Roma), y el doctorado en la Universidad Católica del Sagrado Corazón (Roma) en el 2004. Actualmente, es profesor de Bioética en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima. REVISTA STUDIUM VERITATIS, AÑO 11, N. 17, 2013 (pp.193-226)

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— 193 —

INFANCIA Y TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN ASISTIDA.

una aProximación bioética

Renzo Paccini Vega Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima

[email protected]

resumen: Las discusiones sobre la licitud ética de las Técnicas de

Reproducción Asistida (tera) suelen enfatizar los intereses de los adultos,

muchas veces teñidos de sentimientos de compasión. El presente trabajo

pretende dar una nueva luz al debate presentando un análisis bioético de

las tera, principalmente de la Fertilización in vitro con transferencia de

embriones, desde los intereses de los niños generados por ellas. Primero

se describen aspectos técnicos y científicos, que revelan a las tera como

procedimientos no terapéuticos de muy baja eficacia y con efectos futuros

aún desconocidos, lo que las califica de «experimentales». Luego, asumiendo

a la persona humana como la medida fundamental de la valoración ética, se

resaltan los valores del niño inevitablemente vulnerados en el procedimiento,

como son su vida física y dignidad humanas, así como su salud, su filiación

e identidad y su libertad. Se concluye que las tera son actos intrínsecamente

malos.

* Renzo Paccini Vega se graduó de médico general en la Universidad Peruana Cayetano Heredia. En el 2000 obtuvo la maestría en Bioética en el Ateneo Regina Apostolorum (Roma), y el doctorado en la Universidad Católica del Sagrado Corazón (Roma) en el 2004. Actualmente, es profesor de Bioética en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima.

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Palabras clave: técnicas de reproducción asistida, fertilización in vitro,

bioética, embrión, niño, persona.

INFANCY AND REPRODUCTION ASSISTED TECHNICS.

A BIOETHICS APPROXIMATION

abstract: The arguments for the ethical admission of Assisted Reproductive

Technologies (ART) usually emphasize the interests of adults and are many

times full of feelings of compassion. The present work intends to set up a

debate with a new light by presenting an ART bioethical analysis, especially

on that of vitro fertilization by transfer of embryos, and looking at it from

the perspective of the interests of children generated by it. First, technical

and scientific aspects are described. These reveal ART as consisting of

nontherapeutic procedures with very poor efficacy and with yet unknown

future effects, which in turn classify them as «experimental». Afterwards,

assuming that the human person is the fundamental reference of ethical

value, the values of the child, who is inevitably vulnerable in this procedure,

are highlighted, such as his human physical life and dignity, his health,

filiation and identity and freedom. It is concluded that ART methods imply

intrinsically evil acts.

Keywords: assisted reproductive technologies, in vitro fertilization,

bioethics, embryo, child, person.

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1. INTRODUCCIÓN

Se puede decir que es algo novedoso abordar la realidad de las

Técnicas de Reproducción Asistida (tera) desde la perspectiva del

niño, «poniéndonos en sus zapatos». Lo común es hacerlo desde la

perspectiva de los llamados «padres» o «los que desean ser padres», o —de

modo más general— «los que quieren tener un hijo»; que, en suma, son los

adultos. Es decir, usualmente el abordaje de las tera en las discusiones éticas

y legales es desde la perspectiva de los adultos y sus intereses de adultos; no

desde la perspectiva de los niños. Además, desde la perspectiva del adulto,

un elemento que va por delante en las discusiones médicas, sociales, éticas

y legales suele ser el sentimiento de compasión, que cierra —o al menos

distorsiona fuertemente— la posibilidad de reflexionar de manera objetiva,

descalificando en los hechos a quien se insinúa con una apreciación diferente

acerca de las tera, porque ¿quién estaría en contra de aliviar el sufrimiento de

una pareja de esposos que luego de uno o más años de matrimonio, ve que

todo en sus vidas se derrumba porque no llega el ansiado hijo?, ¿quién osaría

oponerse a aliviar el sufrimiento de esta pareja?, ¿quién se atrevería a cerrarles

el acceso a las tera? De esa manera la compasión, como sentimiento, puede

obnubilar nuestra razón y hacernos perder de vista la verdad de los hechos.

Creo que el ejercicio de mirar las tera desde la perspectiva del

niño permitirá distinguir elementos objetivos a tener en cuenta al momento

de tomar decisiones éticamente correctas. Asimismo, se podrán asumir las

consecuentes medidas legales a favor de todos y cada uno de los integrantes

de la familia humana, especialmente los más débiles de nuestra sociedad.

Hoy se atribuye a las tera el 1% de los nacimientos en EEUU,

mientras que en algunos países europeos el cálculo llega hasta el 2 ó 3%

de los nacidos vivos (cf. Centers for Disease Control and Prevention

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2007; Andersen 2005). Sin embargo, existe mucha confusión respecto a

si es éticamente correcto o no recurrir a las tera —y específicamente la

Fertilización in vitro con transferencia de embriones, fiv— para tener un

hijo. Y existe más desconocimiento todavía de lo que en dichas técnicas

ocurre realmente, sobre todo, de las implicancias para los niños. Por ello,

voy a articular mi exposición en dos pasos: en el primero serán expuestos

los datos biomédicos; y en el segundo, se desarrollará una reflexión ética

que permita entrever los valores en juego y dar una apreciación de licitud o

ilicitud ética de las tera; para llegar finalmente a las conclusiones.

2. LOS DATOS BIOMÉDICOS

2.1 asPectos técnicos Generales

Según la definición aceptada, por tera se comprende «todos los tratamientos

o procedimientos que incluyen manipulación in vitro de ovocitos o esperma

humanos, o embriones, con el propósito de establecer un embarazo;

incluye —aunque no solo— la fertilización in vitro con transferencia de

embriones, la transferencia intra-tubaria de gametos, de cigoto, de embrión,

la criopreservación y la donación de gametos y embriones y la maternidad

sustituta o subrogada; y no incluyen la inseminación asistida o artificial»

(Zegers-Hochschild et al 2009: 2685). Nos referiremos aquí a las tera en

conjunto, acentuando más en la fiv, de la que todo el resto de ellas deriva.

Las tera no constituyen propiamente un tratamiento médico

contra la infertilidad; de hecho, no la curan. No son un procedimiento

terapéutico; son más bien un procedimiento alternativo con el que se trata

de lograr un embarazo que llegue a término, es decir, que finalice con el

nacimiento de, al menos, un bebé. El registro estadístico y la evaluación de

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las tera desde el punto de vista propiamente técnico es difícil, porque no

existe uniformidad de protocolos ni de criterios entre los diferentes Centros

que las realizan, ni todos ellos registran sus actividades regularmente, ni con

los mismos parámetros. A continuación señalaremos los siguientes aspectos

en torno a los procedimientos de la fiv

a) El procedimiento estándar de la fiv hoy es ampliamente conocido.

Participan un gineco-obstetra y un biólogo, que son el equipo

básico para poder realizar el procedimiento, al que suele sumarse

una obstetriz como auxiliar. De manera resumida, la secuencia de

pasos es la siguiente:

– Se extraen y tratan los gametos masculinos y femeninos;

estos últimos se obtienen sometiendo previamente a la mujer

a una hiperestimulación hormonal, que comentaremos más

adelante.

– Luego de preparar los gametos, se procede a la fertilización in

vitro y al cultivo durante 3 a 5 días de los embriones obtenidos.

Aquí se debe hacer notar algo importante: la fertilización

que ocurre en el laboratorio es lo que usualmente ocurre en

el tracto genital femenino —normalmente en las trompas—

cuando la concepción del ser humano es natural. Esta fusión

de gametos llamada concepción, fecundación, o fertilización,

es el «tiempo cero» de la existencia de cada ser humano, el

instante en el que inicia «su» vida (cf. Moore 1998; O’Rahilly

2001). La fusión —unión de las membranas celulares— de

estas dos células altamente especializadas, como son los

gametos, genera una nueva unidad biológica individual viva,

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perteneciente a la especia humana, que comanda su desarrollo

(cf. Serra 2003; Sgreccia 2008) de forma continua —sin

interrupciones ni eventos saltatorios—, coordinada —no de

manera aleatoria o al azar— y gradual —con una lógica en la

construcción de estructuras biológicas, de menos complejas

a más complejas—. Estamos pues, ante un ser humano

como nosotros en el primer momento de su existencia, cuya

cuerpo lo constituye una sola célula. La biología nos enseña

que esta primera morfología unicelular de todo ser humano

dura menos de 24 horas, y que sorprendentemente en el

momento en que se divide para existir como un organismo

vivo compuesto de dos células, el eje de su cuerpo queda ya

constituido, lo que ha llevado a la ciencia a afirmar que hay

cosas de nuestro destino que quedan fijadas en el «día uno»

de nuestra existencia (cf. Pearson 2002).

– Se continúa en el procedimiento con la transferencia de

embriones, habitualmente a la cavidad uterina.1 En este

tercer paso, se realiza in vitro una selección previa de los

1 En la fiv —aunque se sigue verificando que la concepción, es decir, la fusión de los gametos marcan el inicio de la existencia de un nuevo ser humano— ocurre una doble dicotomía en relación al proceso natural de la concepción: a) el inicio de la maternidad ya no coincide con el inicio del embarazo: en la fiv la mujer ya es madre de los embriones obtenidos in vitro sin tenerlos ella en su cuerpo, por lo tanto, sin estar embarazada; y b) el inicio de la vida del hijo ya no coincide con el inicio del embarazo en la madre: el embarazo se inicia en la mujer recién 3 a 5 días después de la generación de los hijos en el laboratorio, cuando estos —en estadío embrionario— le son transferidos y prosiguen su desarrollo, si logran implantarse en el endometrio uterino. Esto dio pie a que a inicio de los años setenta se decida, de manera arbitraria, que todo embarazo se inicia con la implantación del embrión, extendiendo a los embarazos naturales lo que solo se verifica en la fiv. Siguen esa postura la Organización Mundial de la Salud y todos los organismos interesados en promover el aborto y la experimentación con embriones humanos.

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embriones a transferir al cuerpo de la madre; esto no suele ser

mencionado explícitamente como un paso de la técnica. Dicha

selección embrionaria consiste en descartar los embriones

que son considerados, por sus características morfológicas

o cromosómicas o genética como «inaptos» o «menos aptos»

para lograr implantarse y proseguir su desarrollo en el seno

materno. Es una primera criba en el proceso, que elimina

embriones humanos mediante una acción directa a manos

del operador de la técnica. Prácticamente nunca se transfiere

un solo embrión, lo usual es transferir tres.

– Una vez logrado el embarazo —si es que más de uno de los

embriones transferidos logran implantarse en el endometrio

uterino para proseguir con su desarrollo dentro de la matriz

de la mujer madre— se procede a la reducción del embarazo

multifetal o reducción embrionaria. Ello consiste en eliminar,

mediante la inyección de una solución salina con potasio,

uno o más de los sacos gestacionales donde están contenidos

los embriones, según diferentes criterios de selección. La

finalidad de esta medida es aumentar la posibilidad de que al

menos uno de los hermanos que se están gestando en el seno

materno complete su desarrollo y pueda nacer, o disminuir

los riesgos para la salud de la mujer madre portadora del

embarazo múltiple, o simplemente terminar con un

embarazo múltiple no deseado por quienes solicitaron la

tera con el deseo de tener solo «un hijo». Esta es la segunda

instancia en el proceso en la que el operador de la técnica

elimina embriones deliberadamente.

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– Finalmente, se procede al parto, por lo general mediante

cesárea.

b) Vale la pena mencionar la variante técnica conocida como iCsi, siglas

en inglés de la Inyección Intra Citoplasmática de Espermatozoide,

empleada para el caso de esterilidad masculina, por ejemplo a

causa de defectos de motilidad en los espermatozoides. Con esta

variante no se espera —como en la fiv— que la fertilización

ocurra espontáneamente in vitro, sino que literalmente se inyecta

un espermatozoide en el citoplasma del ovocito. Se ha visto un

marcado incremento del recurso a la iCsi a nivel mundial, sobre

todo en América latina y Medio Oriente.2 Es difícil encontrar una

explicación razonable para ello, porque no hay motivo para pensar

que la infertilidad masculina se haya incrementado y tampoco se

ha demostrado que la iCsi mejore los resultados en los casos de

infertilidad de origen no masculino. Es posible que se esté optando

más prontamente por esta variante cuando falla la fiv convencional.

El incremento en última instancia «inexplicable» de la iCsi ha de

ser tenido en cuenta, dado que recientemente se ha reportado un

riesgo significativamente mayor de defectos de nacimiento en los

niños concebidos con el uso de iCsi en comparación con la fiv

convencional (cf. Davies et al 2012).

c) Variables en juego para ampliar la oferta de las tera. Es también

conocido que el abanico de posibilidades ofrecido por las tera se

han multiplicado con el concurso de dos variables cuya implicancia

ética es más compleja:

2 Desde el año 2000 al 2002, la técnica de iCsi se ha incrementado de 54% a 61% en Norteamérica, de 46% a 54% en Europa; en América latina, ha alcanzado el 76% y en el Medio Oriente, más del 92% (cf. Mouzon et al 2009).

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– la «donación» de gametos: cuando se emplean en el

procedimiento gametos de la pareja solicitante de la tera,

la fecundación se llama «homóloga»; pero si uno o ambos

gametos provienen de «donantes» externos a la pareja,

entonces la fecundación es llamada «heteróloga»;

– la maternidad subrogada: permite que la gestación se

desarrolle, de manera sustituta, en el cuerpo de una mujer

distinta de la que solicitó la tera y/o de la que aportó el

óvulo. Ambas variables cada una por sí sola o sumadas, al

multiplicar la participación de personas en el proceso de lograr el hijo deseado, causan la disrupción de las relaciones parentales y filiales, más allá de la natural relación «un padre-una madre-hijo». Si bien donar los gametos o recurrir a la maternidad subrogada, en sentido estricto, podrían no ser incluidas en el procedimiento técnico de la reproducción, hoy por hoy el recurso a ambos se ha incrementado muchísimo3 y la oferta del mercado para acceder a estas variantes —en particular la maternidad subrogada— se ha globalizado, dando lugar al fenómeno del «turismo reproductivo», cuyo ejemplo más saltante lo constituye actualmente la India, que atrae a parejas de Estados Unidos, Australia, Europa y otros continentes (Universidad de Stanford, 2009). De hecho, el recurso a estas dos variables ha

abierto las puertas a formas parentales y de filiación trastocadas.

3 En Estados Unidos aproximadamente el 12% de las tera realizadas son con gameto de donante (cf. Centers for Disease Control and Prevention 2011). En cuanto a la maternidad subrogada, prácticamente no se cuenta con estadísticas. En Estados Unidos, informes del Centers for Disease Control and Prevention (CdC) y de la Society for Assisted Reproductive Technology (sart) muestran que el número de niños nacidos de madres subrogadas se duplicaron del 2004 al 2008, de 738 a 1400 bebés (cf. Gugucheva 2010).

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d) Junto con la donación de gametos y la maternidad subrogada, la

congelación de embriones constituye una variable más de las tera.

La congelación abre la posibilidad de que los embriones que se

emplean en una tera puedan ser no solamente los «frescos», es

decir, los apenas obtenidos mediante la fiv, sino los «sobrantes» de

un procedimiento anterior, y que se conservaron «congelados». Así,

los embriones «congelados» pueden ser destinados para varios fines

que mencionaremos a continuación:

– para un segundo intento, cuando el primero fracasa;

– para «intentar» un segundo hijo nacido, en el futuro, cuando

en el primer intento se obtuvo finalmente un bebé nacido

vivo;

– para donarlos a otra pareja que recurre a las tera;

– para ser usados en investigaciones científicas, lo que al final

significa su destrucción; o finalmente,

– para ser descartados, es decir, eliminados.4

2.2 alGunos asPectos técnicos esPecíFicos

Las tera como procedimiento desarrollan determinados pasos, de los cuales

es preciso comentar algunos aspectos técnicos y científicos. Esto debido

a la importancia que tienen no solo para entender la valoración ética

posterior, sino porque generan repercusiones para el niño. A continuación

mencionaremos dichas consecuencias:

4 En los países donde las tera son reguladas mediante ley, como es el caso del Reino Unido y España, se contemplan plazos de tiempo para eliminar los embriones que se tienen congelados.

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a) La hiperestimulación ovárica tiene un rol fundamental en el

procedimiento ya que permite obtener varios óvulos en un solo ciclo

que son aspirados con una única punción con guía ecográfica. Hoy

se considera que la hiperestimulación con gonadotropinas podría

tener efectos negativos en la ovogénesis, en la salud del embrión

obtenido, en la receptividad endometrial y en los resultados

perinatales, menguando de esta manera la tasa de embarazos y la

salud de los bebés que llegan a nacer; en la actualidad es necesario

tener más conocimientos para poder incrementar la seguridad de

la estimulación ovárica y reducir así los posibles efectos sobre el

desarrollo e implantación del embrión (cf. Avo Santos et ál 2010).

b) Epigénesis y enfermedades asociadas: desde inicios de esta década

varios reportes, confirmados por estudios recientes (cf. Katari

2009; Owen 2009), han sugerido que pueden haber desordenes en

el fenómeno epigenético5 conocido como imprinting en los niños

concebidos por tera, específicamente los síndromes de Beckwith-

Wiedemann y de Angelman.6 La baja ocurrencia de estas patologías

y lo variable de los protocolos seguidos en las diferentes clínicas

donde se realizan las tera no permiten tener hoy conclusiones

definitivas. Sin embargo, los modelos animales muestran que el

5 Epigénesis implica el control de genes por factores diferentes a una secuencia de DNA de un individuo. Los Cambios epigenéticos pueden «activar» o «desactivar» (o «silenciar») los genes, determinando así cuál proteína se transcribe y cuál no. La metilación del DNA es un modo de «silenciar» genes.

6 El síndrome de Angelman se caracteriza por discapacidades del desarrollo, convulsiones, déficit del habla, y torpeza motora. Ocurre aproximadamente en 1/15-20 mil habitantes y lo causan alteraciones epigenéticas en el cromosoma 15. El síndrome de Beckwith-Wiedemann se caracteriza por macrosomía al nacer y predisposición a los tumores; su causa son alteraciones epigenéticas en el cromosoma 11.

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procedimiento de las tera sí pueden alterar el imprinting normal,

específicamente la metilación del DNA, que es responsable de

establecer los patrones de expresión y, en definitiva, la función de

numerosos genes. Otros autores (cf. Grace 2009), han señalado

la asociación con otras alteraciones epigenéticas quizá menos

conocidas, cuyas consecuencias para la salud que no se manifiestan

hasta la edad adulta, según la evidencia acumulada a partir de

estudios con animales; y postulan que este —y no tanto los cambios

tempranos luego del nacimiento— sería el verdadero legado de las

tera en el desarrollo del individuo humano, lo que describen como

«una bomba de tiempo aún activa». Últimamente un estudio ha

encontrado un riesgo incrementado de retinoblastoma en niños

concebidos por fiv en los países bajos, patología que también

estaría asociada a alteraciones en la epigénesis (Marees 2009). Son

necesarios estudios prospectivos para valorar mejor la alteración

de la epigénesis por los procedimientos llevados a cabo en la

reproducción asistida.

c) Número de embriones transferidos y embarazos múltiples: una de

las causas del bajo rendimiento de las tera es el fracaso de la buena

implantación del embrión transferido en el endometrio materno; lo

cierto es que a pesar de todos los avances en las investigaciones, aún

se desconoce mucho de los aspectos del proceso de implantación y

su natural regulación. A pesar de que los técnicos de la reproducción

asistida han establecido criterios de selección para quedarse con los

embriones «más aptos» y eliminar al resto, no es posible predecir

con certeza cuál y cuántos de los embriones trasplantados llegarán a

anidar en el endometrio uterino. De allí que sea necesario transferir

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dos o más embriones en el tracto genital femenino para incrementar

las posibilidades de éxito.

En EEUU donde rutinariamente se trasfieren 2 ó más

embriones, en el año 2003 el 35% de los nacimientos vivos alcanzados

mediante tera fueron de embarazos múltiples con dos o más bebés

(cf. Centers for Disease Control and Prevention 2007); mientras que

la incidencia es de menos del 2% cuando la concepción es natural (cf.

ESHRE Capri Workshop Group 2000). En Europa en promedio se

trasfieren menos embriones que en EEUU, sin embargo la incidencia

de embarazos múltiples alcanzan el 25,5% (cf. Andersen 2005).

Es sabido que los embarazos múltiples se asocian con riesgos

importantes y resultados adversos para la salud de la madre y la vida

y la salud de los fetos. Para estos últimos —si alguno no muere a

causa de un aborto— existe un riesgo importante de bajo peso al

nacer, parto pre-término, mortalidad perinatal y discapacidad entre

los bebés que sobreviven (cf. Vayena 2002). Algunos han propuesto

que los esfuerzos de los investigadores de tera deben orientarse

a lograr el nacimiento de un único bebé (Vayena 2002; ESHRE

Capri Workshop Group 2002). La estrategia más efectiva para

reducir los nacimientos múltiples es transferir un único embrión,

pero ello es minoritariamente aceptado entre los que se dedican a la

reproducción asistida, y de hecho es poco llevado a la práctica, dada

la pobre posibilidad de que así se logre el nacimiento de un bebé

vivo (cf. Schiave 2006). Por eso, sigue siendo práctica corriente en

la actualidad la transferencia de 3 ó más embriones; y la alternativa

que se ofrece, largamente con más frecuencia, a la mujer que tiene

un embarazo múltiple de alto orden es la «reducción de embarazo

multifetal» o «reducción embrionaria».

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d) El «fenómeno del embrión desaparecido»: alude al hecho no

infrecuente en gestaciones naturales que comienzan con dos o más

bebés, pero que terminan con un número menor de nacidos vivos

por «desaparición» de uno o más embriones; dichos embriones

literalmente desaparecen, siendo su restos supuestamente absorbidos

por los tejidos de la madre o de los embriones que le sobreviven. El

hecho ha sido descrito, pero se desconocen las causas por las que

ocurre y sobre todo cuál es el impacto real de esto sobre el embrión

que sobrevive. Por ejemplo, una de las hipótesis planteadas para el

caso de mellizos, es que el «fenómeno del embrión desaparecido»

sería la causa de la parálisis cerebral espástica en el bebé que

sobrevive. El incremento de las tera ha llamado la atención sobre

el «fenómeno del embrión desaparecido», ya que teniendo una

mayor incidencia de embarazos con 2 ó más bebés, constituyen

el escenario para que la «desaparición» de un embrión se dé con

frecuencia, ya sea por imperfecciones de la misma técnica, ya sea

por la llama «reducción embrionaria» a manos del operador. Así,

se ha encontrado, por ejemplo, que es más probable que los bebés

nacidos por fiv sean de bajo peso si en el embarazo hubo «embriones

desaparecidos»; o que el tiempo de gestación es inversamente

proporcional al número de sacos gestacionales que hubo al inicio del

embarazo. Una investigación ha encontrado indicios de un riesgo

incrementado de parálisis cerebral entre niños generados mediante

fiv/iCsi (cf. Hvidtjørn 2005), nacidos de embarazos en los que el

número de embriones transferidos fue mayor que el número de

niños que finalmente nacieron, concluyendo los autores que la

asociación entre la «desaparición» del embrión y la incidencia de

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parálisis cerebral en fiv requiere ser investigado más ampliamente

y con mejores estudios.

e) La eficacia de la técnica: según los últimos reportes, las tasas de

éxito para las tera se han incrementado a nivel mundial, pero en

pequeño porcentaje. Para EEUU, en las estadísticas del año 2009

(cf. Centers for Disease Control and Prevention 2011), solo el

30% de los ciclos iniciados —es decir, las mujeres que iniciaron

un procedimiento de tera— culminaron en un niño nacido vivo.

Este el porcentaje de éxito que las personas están más interesadas

en saber porque representa la posibilidad de tener uno o más niños

nacidos vivos recurriendo a tera. De las mujeres de las que se

lograron obtener óvulos y consecuentemente embriones in vitro,

aproximadamente el 34% logró el ansiado bebé en brazos; del total

de embriones transferidos el 55% se perdió sin poder implantarse

y lograr el embarazo; y solo poco más de la tercera parte (37%)

llegaron a nacer vivos. Estos porcentajes se hacen menores con el

aumento de edad de la mujer, porque se ha demostrado que la fiv

puede remontar la infertilidad en mujeres jóvenes, pero no revierte

la declinación de la fertilidad femenina ligada a la edad, que tiene

como principal punto de corte los 35 años de vida. Estas cifras

no han variado sustancialmente respecto a reportes anteriores.

Tasas similares a las de EEUU se encuentran en los países europeos

(Andersen 2005). Para hacer más clara la idea de lo experimental del

proceso, jamás sería aceptado un tratamiento médico —entiéndase:

una medicina— para ser usada en humanos con un porcentaje tan

bajo de eficacia. En otras palabras, sigue siendo una realidad que la

mayoría de mujeres que inicia un ciclo se retira sin el ansiado hijo;

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y en el camino, entre selección embrionaria, reducción embrionaria

(o reducción fetal de embarazo múltiple) y aquellos embriones que

no llegan a implantarse, y los que una vez implantados no logran

completar su desarrollo y llegar al parto, las pérdidas de embriones

y fetos es abrumadoramente alta. Las muertes ocurren no solo en

las primeras semanas o en el laboratorio, sino cuando —por la

morfología externa del ser en desarrollo— no queda duda de que

nos encontramos ante un individuo de la especie humana, ante un

niño en espera de nacer.

Lo revisado en este primer paso nos permite concluir que las

tera, y particularmente la fiv, tienen una tasa de éxito muy baja, con

varios elementos aún no conocidos científicamente, que requieren mayor

investigación, y que por lo mismo escapan al control técnico durante el

procedimiento; y que deja abiertas muchas incógnitas acerca de los efectos

sobre los niños que finalmente lograrán nacer. Estamos pues, ante un

procedimiento que en sentido estricto es un experimento.

3. VALORES EN JUEGO Y LICITUD ÉTICA

El problema expuesto en el punto anterior implica una reflexión ética. Esta

nos permitirá entrever cuáles son los valores puestos en juego por las tera,

en particular desde la perspectiva de los niños. Dicha reflexión será, además,

revisada a través de la perspectiva y los valores concernientes.

3.1 un asunto antroPolóGico

Una primera idea que se ha de señalar es que en la raíz de aquellas situaciones

problema que constituyen atentados a la dignidad y a la vida de seres

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humanos, y que entran en el campo de estudio de la bioética, encontramos

que la respuesta a la pregunta «¿quién soy?» o «¿quién es el hombre?», o

está ausente porque el hombre no se la ha planteado, o está oscurecida o

equivocada en su respuesta. Es que la «ética de la vida» es en realidad un

asunto antropológico; y la pregunta antropológica tiene connotaciones

sociales evidentes, porque la pregunta «¿quién soy?» es análoga a la pregunta

«¿quién es este ante quién estoy?» (cf. Benedicto XVI 2009); es decir, el

descubrimiento de mis semejantes está en el fundamento de mis decisiones

éticas respecto a la vida. Entonces, para hacer el análisis correcto y encontrar

respuestas sobre lo que es lícito o no hacer desde el punto de vista ético, es

necesario basarnos en una concepción del hombre que se ajuste a lo que

él es real y objetivamente y que contribuya a valorarlo. Ella no puede ser

sino una concepción integral del ser humano, que lo entienda como lo que

es, un todo cuerpo-mente-espíritu, integrado como unidad y abierto a la

trascendencia, que no se queda en lo inmanente, que no solo es materia

biológica, sino que posee además una mente y un espíritu. Y entendido

así, el ser humano deberá ser puesto al centro de la valoración ética de las

tera y de las otras realidades que son materia de estudio de la bioética,

como el valor primordial que ha de ser respetado en su vida y dignidad. Este

planteamiento garantizará soluciones a los dilemas que sean respetuosos de

la vida y dignidad de todos y cada uno de los seres humanos.

3.2 los valores en JueGo

Sobre esta premisa antropológica, ¿cuáles son los valores en juego que

se distinguen de los datos biomédicos en relación a las tera? Desde esta

interrogante mencionaremos los siguientes aspectos:

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a) El modo como el ser humano viene a la existencia: los niños que

nacen mediante este procedimiento vienen fabricados como objetos

o productos de mercado. Hemos recalcado que tras todo problema

que amenaza la vida existe un problema antropológico no resuelto,

una falla en el modo como se conceptúa al ser humano. El ser

humano es un fin en sí mismo y no puede ser medio para otro fin.

A él solo le corresponde ser querido en sí mismo y por sí mismo.

Al traer a aquellos seres humanos a la existencia del modo

como se hace en un procedimiento de reproducción técnicamente

asistida se atenta contra su dignidad inherente, porque se les produce

y se les trata como objetos. Además, se atenta contra su dignidad

porque se les priva del modo de venir a la vida que les es propio, el

que les corresponde por ser quienes son; nos referimos al único lugar

digno para la procreación humana: el acto de amor conyugal, sin

intervención de extraños.

Lo que debería ser «procreación» de un ser humano se

convierte por estas técnicas en «reproducción», con una evidente

impronta comercial: producir seres humanos según criterios de

mercado y —podemos agregar— con un indesligable interés

lucrativo.

El rasgo mercantil de las tera —donde el hijo es el producto a

comercializar— salta a la vista al observar los pasos del procedimiento,

ordenado como un proceso de producción donde hay materias

primas, controles de calidad, tasa de pérdidas, tasas de rendimiento,

etc., orientadas todas a la producción de un bien de consumo que se

oferta según la demanda, y por el cual se paga un precio de mercado.

También se evidencia cuando se observa que, si bien se dice que

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surgieron como una compasionada ayuda a la pareja de cónyuges

estéril, hoy se ofrecen —también por «compasión»— a un mercado

bastante más amplio y diversificado de interesados en «tener un hijo»,

y que pueden «pagarlo», como son hombres y mujeres, solteros por

opción o en parejas, heterosexuales u homosexuales.

Debemos preguntarnos ¿el deseo de tener un hijo y tener la

capacidad económica para intentarlo recurriendo a las tera me da

derecho a atentar de esa manera contra la dignidad del ser humano?

Podemos recordar aquí el caso peruano de la niña Marianita que al ser

considerada por su padre como «un producto fallado» por presentar

síndrome de Down, fue motivo de un reclamo a la clínica Concebir.7

¿Debe permitirse el atropello de la dignidad de un ser humano débil

porque otros se creen con derecho a tener un hijo?, ¿existe el derecho

al hijo?, ¿es que acaso un ser humano puede tener derecho de «tener»

un ser humano?, ¿no es ese más bien el trato que se le da a una cosa?

Asimismo, preguntémonos ¿existe el derecho a comercializar

tejidos humanos, como son los gametos?; o más aún, ¿existe el

derecho a comercializar seres humanos sacando ventaja del hecho de

encontrarse en la etapa embrionaria de su vida?, ¿puedo «donar» un

ser humano sobrante de una fertilización in vitro? ¿Es que se trata solo

de regularlo mediante leyes civiles, para que el proceso tenga orden,

para que no se llegue a demasiados excesos?, ¿es que no es un exceso

el hecho mismo de comercializar con un ser humano? No existe

7 El año 2010, una pareja de esposos presentó una demanda contra una clínica de fertilidad en la ciudad de Lima porque una de las dos hijas nacidas recurriendo a las Tera, llamada Mariana, presentaba Síndrome de Down. Aducían sentirse estafados por haber recibido «un producto fallado» (cf. Meier 2010, Paccini 2010).

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diferencia sustancial en el ser humano según el estadío de desarrollo

que se encuentre: vale tanto si ya es adulto, como si es niño, nacido o

por nacer. Hoy parece que la compasión por los adultos que quieren

tener hijos —lo que algunos llaman «razones humanitarias»— prima

más que los intereses de los niños por nacer.

b) Filiación e identidad: las tera presentan, entre sus diferentes

escenarios, al médico y biólogo como participantes de la paternidad,

al donante (o donantes) de gametos como reales padre y madre

genéticos, y a la portadora del embarazo como «madre» biológica,

que no necesariamente coincide con aquella que aporta el gameto.

La intervención de otras personas extrañas a los padres en la

concepción del hijo, la no coincidencia entre los padres genéticos,

los biológicos y los sociales que se da en las tera es una disrupción

que atenta contra la dignidad del niño que nacerá, al atentar contra

su filiación —es decir, el derecho que tiene a ser hijo de un único

padre y una única madre reconocidos— y en última instancia

contra su identidad.

Ya hemos mencionado que las tera han abierto las puertas

a las formas de filiación más bizarras que hoy son realidad, por

mencionar solo algunas: madres de más de 65 años; mujer madre

y a la vez tía o abuela de su hijo; dos padres sociales que pueden

ser del mismo sexo, una madre biológica y otros dos genéticos; tres

madres, una genética, otra biológica y la social (quien encargó el

procedimiento); o tener decenas o cientos de hermanos de padre, o

de madre, sin conocerlos.

Aún no se han valorado suficientemente el impacto de estos

entuertos en la psicología del hijo, del padre y de la madre, y en las

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relaciones padre-hijo o madre-hijo, que también sufre alteraciones.

Sin embargo, las tera siguen en marcha.

El asunto de la filiación y consecuentemente la identidad

atropelladas, aunque atañe a todas las tera se ve más claramente

en el caso de la concepción con donación de gametos. Un reciente

estudio titulado «Mi papá se llama donante» (cf. Marquardt 2010,

la traducción del título es mía), encuentra que los individuos

concebidos con semen donado están más heridos, están más

confundidos, y se sienten más aislado de sus familias, comparados

con sus pares criados por padres biológicos; les va peor en rubros

como depresión, delincuencia y abuso de sustancias; sienten que el

donante es «la mitad» de lo que ellos son, y se sienten afectados por

el hecho de que en su concepción haya habido dinero de por medio.

Y en su gran mayoría les preocupa o tienen serias objeciones a la

práctica de concebir con gameto donado (es decir, el modo como

ellos fueron concebidos), aunque se aduzca como atenuante que los

padres pretendan decirle la verdad al niño cuando nazca.

El título del estudio fue tomado de unas camisetas que se

venden a los padres de niños que fueron concebidos con gameto

donado, diseñado con la intención de ser gracioso. Los autores

comentan: «nos preguntamos si les parecerá gracioso a esos niños

cuando crezcan» (Marquardt 2010: 6). ¿No sería bueno que

escuchemos el reclamo de esos niños a tener un padre y de una

madre, a no proceder de fecundaciones o gestaciones aberrantes?,

¿por qué no inclinar la balanza a favor de los intereses del niño en vez

de inclinarla a favor de los intereses de los adultos y lo que quieren

hacer?

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c) La vida de los hijos generados en el procedimiento: es evidente

que las tera atentan contra el principio bioético fundamental

de promoción y defensa de la vida física (cf. Sgreccia 2009: 218).

La baja tasa de eficacia de las tera hacen de ellas un atentado

flagrante contra la vida de los seres humanos reproducidos en el

procedimiento; una moneda en el aire le daría más probabilidades

de vida a un ser humano que las que tiene en un laboratorio de

tera.

¿Por qué siendo este un punto tan claro y evidente desde

el punto de vista científico no es respetado? Las explicaciones son

complejas y escapan a lo estrictamente científico e incluso al plano

únicamente racional. Sin embargo, vale la pena mencionar las falacias

con las que se busca confundir la razón y así justificar éticamente esta

grave ilicitud:

– Principalmente, la compasión por la mujer o la pareja de

cónyuges que sufre por no tener un hijo;

– además, el lenguaje confuso usado para ocultar lo que en

realidad son actos con los que se elimina embriones, como

«selección embrionaria» o «reducción fetal de gestación

múltiple»;

– por otro lado, la poca honestidad científica, con la que

pretenden poner en duda o relativizar el momento del

inicio de la existencia de un ser humano, ignorando por

completo que la embriología demuestra que la fecundación

o concepción es el «tiempo cero» de la existencia de todo ser

humano;

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– a su vez otros planteamientos, con más argucia, pretenden

equiparar las pérdidas espontáneas de embriones que

ocurren naturalmente a las pérdidas que tienen como causa

primera a las tera; cuando la premisa es dirimente desde el

punto de vista ético: no es lo mismo que un daño ocurra

espontáneamente a que este ocurra como consecuencia de

una acción libre y responsable hecha por una persona.

La vida humana, como se aprecia en todo ser humano vivo,

es ante todo un valor natural, racionalmente reconocido por quienes

hacen uso de la razón. Estamos ante un valor intangible: es un valor

primario y absoluto, y no relativo. Nada puede subordinarla, en

cuanto que la vida física es el primer valor que hemos de proteger en

todos y cada uno de los individuos pertenecientes a la familia humana,

en quienes además la reflexión metafísica que es insoslayable y que

no puede ser marginada por la bioética en cada uno de los problemas

críticos que trata, descubre el valor de persona.8

d) La salud: además de la vida, como hemos visto, se atenta también

contra la salud de los seres humanos concebidos por fiv. El Principio

de responsabilidad categorizado por el pensador alemán Hans Jonas

(Jonas 1995), es considerado una de las más grandes contribuciones

para la bioética ya en sus orígenes. Jonas, observaba hace más de

treinta años, coincidiendo con los primeros nacimientos de «bebés

probeta», que cada vez era más posible que la técnica constituya una

amenaza para la supervivencia de la humanidad, llamada justamente

8 Al respecto un referente de esta escuela bioética que pone como medida de la valoración de los dilemas éticos al ser humano en cuanto persona integrada en su cuerpo, mente y espíritu, con apertura a la trascendencia (cf. Sgreccia 2009).

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a sobrevivir. Por ello propuso una ética fundada sobre el examen

de las consecuencias de las intervenciones del ser humano en la

biosfera, teniendo como criterio guía la exclusión de la catástrofe.

En otras palabras, ningún ser humano tiene derecho a arriesgar la

vida o la salud de nadie a causa de los efectos a largo plazo de sus

acciones hoy. Un ejemplo de la vigencia rectora de este principio

de la bioética lo constituye la moratoria internacional respecto a la

clonación reproductiva, que la UNESCO ha liderado sin encontrar

resistencias en los estados del globo, dado que es un procedimiento

que encierra muchos riesgos desconocidos para la humanidad, no

solo en los aspectos biológicos sino también en los éticos y sociales.

Aquí frente a las tera no solo nos encontramos en una situación

análoga en cuanto a desconocimiento y poca valoración ética de

las consecuencias de salud, sociales y culturales que recaerán sobre

los seres humanos directamente vulnerados por ellas, como son los

niños que finalmente llegarán a nacer.

Si el cuidado por las generaciones futuras que nos señala el principio

de responsabilidad se nos presenta sensato y de necesaria aplicación

cuando se trata de proteger el medio ambiente, las diferentes

especies vivas que constituyen la biodiversidad y el equilibrio

ecológico, ¿no debería ser aplicado a una realidad como las tera

donde los que están en riesgo son los niños que nacerán y sobre

todo los que no nacerán? ¿Por qué las tera siguen su curso como si

fuera lícito exponer la vida y poner en riesgo la salud de todos los

seres humanos que mueren o pueden salir afectados en el proceso

en el futuro? ¿En qué se sustenta su derecho de disponer y exponer

la vida y la salud de esos seres humanos?, ¿en que la ciencia está

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en la capacidad de hacerlo y nadie puede detenerla?,9 ¿en que un

interesado paga para que se proceda a la tera?

e) Consentimiento informado: pareciera que hablar de

consentimiento informado se refiere solo a los adultos. Ciertamente

en el contexto de las tera es de capital importancia que los

adultos sean adecuadamente informados sobre lo que ocurre en

un procedimiento así. En torno a las tera existe una generalizada

falta de transparencia y claridad en la información dada a los

solicitantes. Gran parte de quienes se acercan a indagar sobre las

tera están desinformados o ignoran la realidad encubierta tras el

manto rosa de una tierna fotografía que hace propaganda a una

clínica que ofrece el procedimiento. Informar que «nadie sabe en

qué momento comienza a existir un ser humano», o que «antes

de la implantación en la cavidad uterina no es un ser humano»;

encubrir con un lenguaje engañador («selección embrionaria»,

«reducción embrionaria») aquellos pasos del procedimiento técnico

que consiste en quitar la vida a seres humanos de pocos días de

existencia, y que son también hijos de la pareja solicitante, es

atentar contra la libertad o autonomía de la persona para elegir libre

y responsablemente, y de modo correctamente informado. Pero las

técnicas reproductivas in vitro manipulan a seres humanos en estadío

embrionario y fetal en procedimientos que son experimentales y

que los expone a los riesgos ya citados. ¿Aquellos seres humanos no

deberían tener derecho a objetar o no debería alguien objetar por

ellos? La experimentación no terapéutica —como es el caso de las

9 Es muy sugerente la reflexión de Benedicto XVI sobre el «rostro ambiguo» que presenta la técnica, al ser una expresión del espíritu del hombre, y por ello ligada a su autonomía y libertad. (cf. Benedicto XVI 2009: 109-112).

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tera— en sujetos incapaces de dar su consentimiento —como es

el caso de los embriones— no es éticamente lícita.

4. COMENTARIOS FINALES A MODO DE CONCLUSIÓN

El ejercicio bioético de aproximarse a las Técnicas de Reproducción Asistida

desde la perspectiva del niño, permite descubrir elementos objetivos que

desde la perspectiva de los adultos y sus intereses —usualmente envuelta en

sentimientos de compasión— no son tomados en cuenta en la reflexión ética

sobre las tera, y las consecuencias que de esta reflexión se han de derivar,

como son las que se refieren al Derecho y las leyes.

Por sus elementos técnicos y biológicos aún ignorados en gran

parte, por los aspectos de los procedimientos técnicos aún no validados

científicamente, y por su tan baja eficacia para lograr el ansiado bebé en

brazos, las tera constituyen un procedimiento experimental con graves

repercusiones sobre los infantes. Estos se ven afectados en la dignidad de su

procreación, en sus relaciones de filiación; en su autonomía, al ser usados

como sujetos de experimentación sin ser capaces de dar su consentimiento

para ello, lo cual dará como inevitable resultado la pérdida de sus vidas o el

daño a su salud.

Por lo tanto, podemos afirmar que las tera, así como las conocemos

hoy, por las repercusiones negativas insalvables que tiene sobre los niños

que nacerán y que no nacerán a causa de ellas, no pueden ser consideradas

éticamente lícitas desde ningún punto de vista.

Es necesario atreverse a ver las tera desde la perspectiva de los niños

y ponerse del lado de ellos. Las disyuntivas que enfrentamos no admiten

términos medios: o se favorece el desarrollo de la ciencia y de la técnica, o se

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está de la parte de los niños; o se favorece el interés de los adultos, o se está

de parte de los niños. ¿A quién se debe proteger?, ¿a favor de quien se debe

inclinar la balanza? Para llegar a la respuesta justa no se puede prescindir

de la verdad de los hechos científicos documentados sobre las tera, ni de

las realidades socioculturales que observamos como consecuencia de su

aplicación, de las que los niños son las primeras víctimas y de la misma

forma todos nosotros. En consecuencia, le tocará al Derecho garantizar la

protección de los más débiles e indefensos de la familia humana, en beneficio

de toda la sociedad.

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