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DIRECCIÓN REDACCIÓN COORDINACIÓN COMITÉ EDITORIAL PORTADA FOTOGRAFÍA DE LA PORTADA FOTOGRAFÍA DEL RECUADRO DE LA PORTADA DISEÑO AGRADECIMIENTO SUPER ESPECIAL AGRADECIMIENTOS ADMINISTRACIÓN PRODUCCIÓN MARTA LAMAS HORTENSIA MORENO GABRIELA CANO GABRIELA CANO MARY GOLDSMITH LUCERO GONZÁLEZ MARTA LAMAS ANA LUISA LIGUORI ALICIA MARTÍNEZ MARÍA CONSUELO MEJÍA ARACELI MINGO HORTENSIA MORENO ESTELA SUÁREZ MARÍA LUISA TARRÉS JESUSA RODRÍGUEZ ISABEL V ERICAT CARLOS AGUIRRE GERARDO SUTER SILVANA AGOSTONI AZUL MORRIS GUILLERMO IBARRA R. DIEGO LAMAS CARLOS MONSIVÁIS ELVIRA BOLAÑOS ALINA BAROJAS ANA ENCABO LAURA MAGRIÑÁ ROSARIO T ARACENA

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DirecciónRedacción

CoordinaciónComité editorial

PortadaFotografía de la portada

Fotografía del recuadro de la portadaDiseño

Agradecimiento super especialAgradecimientos

AdministraciónProducción

Marta LamasHortensia MorenoGabriela CanoGabriela CanoMary GoldsmithLucero GonzálezMarta LamasAna Luisa LiguoriAlicia MartínezMaría Consuelo MejíaAraceli MingoHortensia MorenoEstela SuárezMaría luisa tarrésJesusa RodríguezIsabel VericatCarlos AguirreGerardo SuterSilvana AgostoniAzul MorrisGuillermo Ibarra R.Diego LamasCarlos MonsiváisElvira BolañosAlina BarojasAna EncaboLaura MagriñáRosario Taracena

Indice

editorial

...que veinte años no es nada ix

movimiento

a) hace 25 años

Lo volvería a elegirMarta Acevedo 3

b) PEKÍN/BEIJING

La historia previa a PekínOlga Pellicer 16

México y la iv Conferencia de la MujerClara Jusidman 22

Estancia en PekínAureliana B. 29

Imágenes de feministas en BeijingLucero González, María Consuelo Mejía y Patricia Mercado 32

Las lesbianas en BeijingPatria Jiménez y Gloria Careaga 51

Rehusar es elegirLi Xiaojiang 64

Resultados de PekínOlga Pellicer 70

Declaración de América Latina y el CaribeVirginia Vargas 73

Declaración de Pekín

pensamiento

¿Qué es la teoría feminista?Elizabeth Gross 85

El sujeto inaudito. Breve diálogo sobre la diferencia sexualAlessandra Bocchetti y Bia Sarasini 104

¿Es el feminismo una teoría política o una ética?Amelia Valcárcel 119

Debates feministas contemporáneosMichele Barrett y Anne Phillips 138

Para una teoría de la diferencia sexualAdriana Cavarero 149

El orden simbólico de la madreLuisa Muraro 180

desde otro lugar

UmbralesCarlos Pereda 199

desde la literatura

Un ligero resfriadoJoyce Carol Oates 213

desde el diván

Entre Heidegger y LacanAngel Xolocotzi Yáñez 217

desde la crítica

A mediados de los setenta en Mixcoac...Enid Álvarez 230

Pensar con MonsiváisSalvador Mendiola 239

desde la mirada

Cinco fotógrafas mexicanas en Huairou

“El principio”Lucero González 253

“La mujer y la colonia”Lourdes Almeida 255

“La mujer en la revolución”Lorena Alcaraz 257

“La mujer hoy”Sandra Pérez Nieto 259

“Principio y fin”Oweena Fogarty 261

desde el movimiento

El financiamiento: el ruido del dineromesa redonda 265

desde chiapas

Máscaras y posdatas: estrategias femeninas en la rebelión indígena de Chiapas

Marisa Belausteguigoitia Ruis 291

desde lo cotidiano

Auge y (relativa) caída de la intolerancia. Crónica del pan en el poder

Alejandro Brito 311

desde los hombres

Un encuentro con el feminismoRolando Cordera 329

memoria

La liberación de la mujer, aquíRosario Castellanos 341

Nuestro sueño está en escarpado lugarMarta Acevedo 345

lecturas

El caso de Virginia Farfán o la imposibilidad de hacerAmalia Rivera 363

Cuidado con el corazónConcepción Ruiz-Funes 368

Mujeres y participación políticaGladys Acosta Vargas 371

La segunda ventanaPatricia Arias 375

argüende

Sor Juana en Almoloya (Pastorela virtual)Jesusa Rodríguez 383

Los sexos de MillerLiliana Felipe 400

colaboradores 407

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editorial

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debate feminista, octubre 1995

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... que veinte años no es nada

Feminismo: movimiento y pensamiento. En octubre de 1995 se cum-plieron, en México, veinticinco años de la aparición del primerpequeño grupo del nuevo feminismo de los setenta. Una entrevis-

ta con Marta Acevedo da cuenta de su proceso personal y de lo que fue enesos momentos iniciar el primer grupo de autoconciencia, que posterior-mente se ampliaría y que en 1971 tomaría el nombre de Mujeres en Ac-ción Solidaria (MAS). Además, en memoria reproducimos la crónica queAcevedo hizo en septiembre de 1970 de un momento clave del movimien-to norteamericano, crónica que movilizó a las primeras mujeres mexica-nas, y el profético artículo de Rosario Castellanos sobre ese mismoacontecimiento, donde hace un lúcido pronóstico sobre las dificultadesque tendría el movimiento en México. El artículo de Castellanos sorpren-de por su vigencia e ilustra el contexto de la experiencia de Acevedo. Endesde los hombres entrevistamos a Rolando Cordera, testigo desde esostiempos de nuestras andanzas.

Dentro de la misma sección de movimiento, como contrapunto a loque fue el inicio del movimiento en México, hemos reunido distintostipos de miradas y experiencias para mostrar lo que significó la CuartaConferencia de la Mujer en Pekín. Para quienes nos opusimos a la cele-bración del Año Internacional de la Mujer, ocurrido en México hace vein-te años, resulta raro interpretar lo ocurrido en China como un triunfofeminista. En aquel entonces, la I Conferencia de la Mujer nos pareció elepítome de la cooptación, y rechazamos la iniciativa de la ONU porque laconsiderábamos una manipulación; hoy, cuando el avance de la dere-cha nos hace revalorar muchas cosas, las propuestas de la ONU cobranun sentido distinto. A partir del trabajo del movimiento feminista inter-nacional y especialmente en 1994, durante la Conferencia sobre Pobla-ción y Desarrollo en El Cairo, muchas feministas empezamos a tenermayor influencia con algunos gobiernos del mundo y a considerar a laONU nuestra aliada. Y las feministas que formaron parte de la delega-ción oficial en Pekín no sólo se saben no cooptadas, sino que reconocenel triunfo que significó esa participación para el movimiento feminista;en especial, las feministas valoran la fuerza que representaron las 35 000mujeres que estuvieron en el Foro de Huairou para presionar y consoli-dar sus posiciones.

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debate feminista, octubre 1995

Como introducción a la sección sobre Pekín hemos transcrito laspalabras que Olga Pellicer improvisó en el Centro Tepoztlán para expli-car los antecedentes previos a Pekín. Clara Jusidman, que jugó un papelclave y de gran compromiso en los trabajos previos del Comité prepara-torio nacional, nos habla sobre ese proceso. En México, más de 250 orga-nizaciones no gubernamentales llevaron a cabo durante dos años diversasreuniones locales, regionales y nacionales para hacer un diagnóstico yarmar una agenda que recogiera sus preocupaciones y propuestas. Elgrupo coordinador de este trabajo, que tomó por nombre “Mujeres rumboa Beijing”, logró que la delegación oficial del gobierno mexicano incluye-ra sus demandas en el documento oficial. El entusiasmo de quienes coor-dinaron ese duro y laborioso trabajo nacional se expresó de múltiplesformas en el Foro de ONG en Huairou: sesiones de discusión de corteacadémico, plenarias de debate político, y una fuerte presencia culturalde toda índole: música, bailes, etc. Las mexicanas estuvimos muy desta-cadas gracias a la exposición fotomural y al concierto de Eugenia León.En “desde la mirada” incluimos el trabajo de las cinco fotógrafas mexi-canas que expusieron en el Foro de Huairou.

Para transmitir lo que fue el ambiente en Pekín, qué mejor que unaimpresión poética. Después, fragmentos de una conversación post-Pe-kín, donde tres compañeras muy cercanas nos relataron sus experien-cias; la frescura y ciertas apreciaciones espontáneas permiten tener unfeeling de lo que fue la locura en Huairou y Beijing. Por cierto, algunaspersonas insisten en el uso castizo de Pekín, y otras defienden el derechode los chinos a reivindicar Beijing. Hemos tratado de respetar a las auto-ras esa diferencia, y usamos indistintamente ambos términos.

La presencia de las lesbianas en Beijing, y la interesante discusiónque se dio entre los gobiernos sobre si incluir o no el derecho a la nodiscriminación por orientación sexual, completan una parte no muy co-nocida de la Conferencia. Para comprender la ausencia de las chinasqué mejor que el testimonio de una feminista china, Li Xiaojiang; agrade-cemos a Flora Botton habernos enviado el texto y haberlo traducido.

A guisa de conclusión reproducimos otra intervención de OlgaPellicer, que de manera resumida y clara habla de los resultados positi-vos de la Conferencia. Cerramos con la Declaración que Gina Vargasleyó en el Foro, y que tiene el carácter de una postura regional latinoame-ricana y caribeña de las ONG feministas.

Con este material querernos mostrar lo que una talentosa políticamexicana, que prefiere no ser nombrada, señaló: si hubo algo interesante

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en esta IV Conferencia fue cómo se hizo evidente que hay una disputamundial por controlar la ideología de las mujeres. En la i Conferencia,hace veinte años, esto no existía. Ni la subordinación de las mujeresestaba en tela de juicio a nivel mundial, ni había una reflexión desde losgobiernos sobre cuál debería ser el papel de las mujeres. Hoy la disputamundial entre gobiernos y fuerzas políticas abre una etapa extraordina-riamente complicada porque representa una redefinición del poder y unenfrentamiento en los terrenos de la creación de ideologías. Todos losfactores reales de poder están interviniendo: la Unión Europea, el Vati-cano, Estados Unidos, el islam, etcétera. Un arma fundamental en estaguerra es la comunicación de masas; eso explica la ofensiva despiadadade los medios contra la Conferencia. ¿Por qué los medios se centraron enlas cuestiones escandalosas, por qué manipularon los temas serios, losque están en el eje de la disputa, los relativos al ejercicio libre de la sexua-lidad y los derechos reproductivos? A pesar de los grandes debates so-bre la pobreza y el desarrollo, el control de las mujeres sobre su propiocuerpo sigue siendo, a finales de este siglo y este milenio, el tema canden-te que movilizó iglesias y naciones.

Hace veinte años, ¿qué importaba que unas cuantas locas feminis-tas plantearan esto? Ahora tiene importancia porque hay una disputamundial. Esto es lo que caracteriza a la IV Conferencia en Pekín. Estadisputa, que en el fondo es una disputa sobre si las mujeres somos suje-tos u objetos, si somos personas en cuerpo de mujer o si sólo somoscuerpos, se expresa de varias formas según los bloques regionales. Estorefleja otra gran disputa mundial: la que se da entre quienes pretenden elcontrol “moral” de las conciencias y las colectividades, y quienes aspi-ran a un control racional de las mismas. Así, tenemos por un lado albloque fundamentalista —los países islámicos, el Vaticano y a sus paí-ses aliados— y por el otro, a un bloque que se podría denominar demo-crático o moderno, encabezado por la Unión Europea y Canadá. Laautodeterminación, como opción alternativa, todavía no aparece.

Por esa disputa sobre el cuerpo femenino, por su control o por ladefensa de la autonomía de decisión de las mujeres, los años por venirvan a ser muy difíciles para los movimientos feministas. La decisiónestratégica de varios centros de poder, entre ellos notablemente el Vatica-no, de devolver a las mujeres a su papel tradicional de amas de casa,cuenta con inmensos recursos. Una línea clave de esa estrategia es eldesprestigio de las posiciones feministas mediante la mentira, la mani-

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pulación y el ridículo, además de la estigmatización de ciertas mujerespolíticas progresistas. Esto lo vivimos muy claramente en México, cuan-do a varias integrantes de la delegación oficial se las insultó y atacó, y semintió sobre sus posturas y su vida personal para distorsionar y conde-nar los resultados de la conferencia.

Por eso, si bien muchas personas pensamos que se ganó esta bata-lla inmediata, al mismo tiempo sabemos con claridad que no se ganó laguerra. Quedan muchos y muy feroces enfrentamientos, ya que Latino-américa se ha convertido, para el Vaticano, en la última región dondetodavía tiene clientela. No es de extrañar, pues, que la jerarquía católicainvierta aquí sus recursos y energías para frenar el proceso de moderni-zación y secularización que está en curso. Ojalá y nos equivoquemos,pero no sería raro que el aumento de actitudes intransigentes y crimina-les al cobijo del catolicismo fundamentalista aliente un repunte fascistaen varios países de este continente los próximos años. En México yatuvimos nuestra probadita “post-Pekín” a cargo del Partido Acción Na-cional y la iglesia católica: denuncias llenas de falsedades, ataques per-sonales a figuras políticas, peregrinaciones a la Basílica para rezar porlos “valores nacionales”, o sea, los suyos. Esto muestra que, a pesar deJuárez, todavía tendremos que superar el mismo dilema del siglo XIX:¿será el racionalismo o será la teología quien nos gobierne?

Como una labor feminista es lograr que las mujeres se den cuentade lo que implica la visión teológica sobre el papel de la mujer, nos inte-resa documentar el avance de la derecha panista en nuestro país, consus nefastos moralismos. Alejandro Brito emprende esa necesaria tareaen “desde lo cotidiano”.

Para conmemorar este cuarto de siglo de nuevo feminismo mexica-no hemos elegido también materiales que dan cuenta de la evolución delpensamiento feminista en este lapso. El bloque de ensayos que reprodu-cimos en esa sección representa un buen atisbo de distintas posturasteóricas. Mientras las autoras anglosajonas hacen un recuento del reco-rrido teórico de cara al marxismo y al postmodernismo, las italianaselaboran sobre la idea de diferencia sexual, y una filósofa española,Amelia Valcárcel, desarrolla y defiende la idea de igualdad, una de lasmás difíciles que existen en el discurso político, pero motor y fundamen-to indudable de las sociedades democráticas actuales.

Si algo nos autocriticamos en debate feminista es que, preocupadaspor dar cuenta del debate teórico internacional, pocas veces establecer-nos debates internos que calen la dinámica del movimiento en México.

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Esta vez intentamos abordar uno de los problemas más candentes de losgrupos: el financiamiento. Aunque la ausencia de varias de las compa-ñeras invitadas no favoreció el nivel de intensidad y confrontación queesperábamos, el resultado es un primer paso muy valioso, y deseamosque sirva como detonador de muchas reflexiones y críticas. Prometemoscontinuar el debate en el número siguiente.

Un signo de avance del feminismo más allá de los cuerpos son losensayos de Carlos Pereda, en “desde otro lugar”, y de Angel XolocotziYáñez, en “desde el diván”, espléndidos ejemplos de cómo estos intelec-tuales incorporan la perspectiva feminista.

Chiapas sigue presente en nuestra revista con la interesante lecturaque hace Marisa Belausteguigoitia sobre las estrategias femeninas delEZLN: el uso de máscaras y de posdatas.

Last, but not least, está el placer de la escritura. Marina Fe nos ofrecesu traducción de un cuento feminista de Joyce Carol Oates, mientrasEnid Álvarez critica la novela de Paloma Villegas y Salvador Mendiolareflexiona sobre el pensamiento y la escritura de Carlos Monsiváis.

Cerramos con el incisivo y arriesgado humor de Jesusa Rodríguezque, recordando que este año se cumplen 500 de la muerte de Sor Juana,arma una pastorela virtual con nuestra décima musa; y como siemprecon la maravillosa canción de Liliana Felipe.

M.L.

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Marta Acevedo

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Marta Acevedo

Lo volvería a elegir

Marta Acevedo

A Marta la entrevisté en dos ocasiones, inquiriendo sobre todo tipo de cues-tiones, desde sus orígenes familiares hasta qué le pasó cuando descubrió unaestrella supernova. Me interesaba su proceso personal, cómo se volvió feminista,lo que la alejó del movimiento y los efectos que eso tuvo en su vida. Por pudor,muchas de las preguntas quedaron sin respuesta; por espacio, abarcamos losprimeros años de militancia. Se editaron las preguntas para hacer la lectura másfluida y ella hizo la redacción final. En un próximo número seguiremos lahistoria, ya que Acevedo ha continuado su lucha feminista en otros ámbitos ypor otros medios.

Mirando atrás

¿Cómo empecé a interesarme en el feminismo? No lo recuerdo como algogradual sino como algo que me sucedió de golpe. Fue una revelación queme llevó a una rebelión; es lo que te sucede cuando vislumbras algo de locual tenías sólo una intuición, y nada queda como antes para el resto detu vida. Para entonces había estado de una u otra manera en movimien-tos como el magisterial, el de los telefonistas, o el estudiantil del 68;mucho antes fui catequista con los niños de Romita y los nuevos pobla-dores de Santa Marta Acatitla, y siempre era trabajar y militar para losdemás; ellos tenían razones para organizarse, sus demandas eran clarasy aunque en esos movimientos habíamos mujeres, eso no hacía que nostomaran en cuenta para otra cosa que no fuera apoyo solidario, o sea,disponer de infraestructura para que lo importante ocurriera. Los demáscontaban con motivos para organizarse y tenían una causa; las mujeresno nos atrevíamos a articularlas, a decirlas. Y creo que pasamos de unmomento de no decir a uno de decir en voz muy alta cosas que no eranaceptadas, que afectaban en lo más profundo, pues lo que convertimosen político era en gran parte lo personal. Entonces sí había una diferen-

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cia con el resto de los movimientos, pues se ponía en juego tu vida coti-diana, toda tú por dentro y por fuera.

Me doy cuenta de dónde arrancan mis obsesiones y mis desacuer-dos. Mi padre fue médico del Hospital General por poco más de 50 años,estaba a cargo del pabellón de cirróticos e inventó un tipo de curaciónefectivo y baratísimo: les inyectaba por vía endovenosa el mismo líquidoque les sacaba de su enorme panza y eso además los alimentaba: cues-tión de importancia básica en un hospital donde robaban la comida delos enfermos. Él se preguntaba qué podía hacer con lo que tenía y hacíamuchas cosas con los pocos recursos que había en el General. Y mi ma-dre, a su vez, tenía que ingeniárselas para mantener a cinco hijos —comoDios manda, decía— con el salario de un médico que olvidaba cobrar yaceptaba el trueque como la mejor de las transacciones. Lo único que lescompraba a cinco niños eran calcetines y zapatos, el resto ella lo cosía olo tejía. Por un lado veías la entrega y el despiste de mi papá, que eraposible gracias al círculo de angustias emocionales y económicas demamá. Pero lo que ella hacía se veía tan natural... como que para esoestaban las mujeres y ella no sólo aceptaba y se imponía ese papel, sinoque había un orgullo en cocinar bien, en conseguir tal cosa a un preciomucho menor, en no dejar un minuto sin hacer algo, en estar ahí a pesarde la infidelidad del otro, constreñida por juicios y sentires. ¡Y con tanpoco reconocimiento por el trabajo que hacía! Creía en la rectitud de supropia opresión. Yo reaccioné mucho a estas maneras de ser y de vivir.

Craso error

Fueron muy diferentes los ambientes de las escuelas en las que estudié,pero siempre estuve solo con niñas y muchachas, hasta que entré a laFacultad de Ciencias. En la primaria fui a la escuela pública más cercanaa la casa, mis compañeras eran las hijas de los comerciantes del mercadoJuárez y era una muy buena escuela; a pesar de ello sólo tres compañerasllegamos a la secundaria 18.

A la secundaria venían niñas de la clase media de varias coloniascercanas, los muchachos de la 3 venían a asomarse, pero la que teníanovio tenía que hacer malabares con el uniforme pues la dirección nopermitía que nos “exhibiéramos” en uniforme con hombres; a mí medaba flojera, leer era más emocionante. Como mis padres se empeñaronen seguirme mandando a escuelas sólo de mujeres, me inscribieron en la

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Marta Acevedo

Universidad Femenina (UF) en lugar de la Prepa de San Ildefonso a don-de fueron una docena de mis compañeras. Craso error pensar que al notener contacto con hombres se dilataba la inocencia, o no sé bien a bienqué imaginaban, pero en la UF muchas de las alumnas —hijas de repu-blicanos españoles o de judíos— llevaban una vida sexual mucho másabierta que quienes iban a la Prepa 1.

Vivir tantos años entre mujeres y luego entrar a Ciencias en la UNAM

representó muchas cosas: quedar deslumbrada por inteligencias muydistintas a las que me eran familiares (o sea las de las mujeres), discutiracaloradamente, írsenos la vida defendiendo nuestros puntos de vista.Casi todos venían de hacer algo más que estudiar, la vida de fuera sereflejaba en la Facultad y se hacía política: fue la época de los movimien-tos de maestros, telefonistas y ferrocarrileros. Y eso se mezclaba con elreclamo sexual... fue una etapa intensa y fascinante. El ambiente estabamuy lejos de ser el de placidez y de confianza que tenía antes, aquí mesentía a la intemperie, la vida pues; en espacios arquitectónicos queenmarcaban ese sentimiento de libertad, pues fue además ésta la escueladonde encontré que me dejaban hacer cosas para cambiar.

Los biólogos teníamos un plan de estudios del siglo pasado dondela botánica y la zoología, que eran materias básicas, iban seriadas deprimero a cuarto año. Al parecer, lo que se valoraba era tu capacidad dememorizar características de bichos vivientes, en lugar de entender losmecanismos físicos y químicos o sus relaciones; en cambio las discipli-nas relacionadas con esos mecanismos ¡eran optativas! Tanto en físicacomo en matemáticas se valoraba mucho lo teórico y los aspectos aplica-dos se veían como poca cosa, a pesar de que esto sigue siendo una nece-sidad para el país... Muchos de los alumnos se dejaban seducir por esamoda, cuando para ser un teórico que produzca necesitas ser un genio,literalmente. Con algunos compañeros me inventé una cosa que se lla-maba Sociedad de Estadística y Encuestas; queríamos buscar consensossobre los planes de estudios a partir de cuestionarios dirigidos a estu-diantes y maestros. Al director, el Dr. Torres, le pareció bien y hasta ledestinó a la sociedad un local pequeño —donde jugábamos ajedrez comolocos. Se repartieron encuestas a alumnos y maestros sobre los planes deestudio de las carreras de matemáticas, física y biología. Los resultadosfueron sorprendentes y los dibujamos en pliegos de manila que pegamosen las paredes donde desembocaban las rampas de acceso, así que todos,alumnos y maestros, se enteraron. Los estudiantes de biología estába-

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movimiento

mos de acuerdo en que habría que reducir la parte taxonómica y hacerobligatorias las materias modernas (biología celular, ecología). Habíapocos alumnos y maestros de física que veían el problema. Así que paraque se dieran cambios pasó un buen tiempo. En biología algunas mate-rias dejaron de ser optativas, pero casi cuarenta años después, botánicay zoología siguen siendo la columna de la carrera, con un enfoque menostaxonómico. Esto te da una idea del tiempo que toman los cambios y dela pasiva aceptación de las cosas, aun por personas inteligentes ypolitizadas. Lo que yo saqué de tan bonito tinglado fueron exámenes atítulo de suficiencia en botánica y zoología extrañamente complicados.¡Claro que no los pasé! Aún hoy me cuesta muchísimo trabajo aprender-me nombres o datos. Y seguí otra carrera, la que escoge el 80% de lasmexicanas.

El matrimonio

Me gustaba un moreno de Tacubaya que estudió ingeniería química,física y astronomía. Claro, que mi madre le puso todas las trabas. Unhombre que era ateo no podía ser más que comunista y mi madre nopodía creer que no me gustara mejor un joven cristiano del CUM, de cochey ojo verde. Un día llegó a decir: Si estás embarazada, yo me quedo con elbebé, pero no te cases. Y yo: Pues no estoy embarazada, lo quiero y voy acasarme. A mi papá le dolía que no terminara la carrera; a mi madre, quetan inesperadamente decidiera no sólo casarme, sino irme a vivir a Esta-dos Unidos, pues Manuel se iba a hacer el doctorado a Caltech. Tuvimosun hijo “justo al año de casados”, no fue sirenito sino un niño muyblanco de ojos grandes y grises como de gato. Nadie apostó a ese color depiel y sin proponérmelo salvé las preocupaciones de mi madre. A lostrece meses nació el segundo hijo, un moreno lindísimo. Por ese entonceslos anticonceptivos que estaban al alcance eran los lavados o losespermaticidas en espuma, además del impredecible ritmo, cualquiermétodo era inseguro y el temor a quedar embarazada siempre estabapresente. Claro que eso influía en la relación sexual y en tu disfrute; yono dejaba de pensar en los millones de espermatozoides encarreradostratando de llegar al óvulo, si éste estaba ya listo en las trompas de Falopioo todavía no estaba maduro, si andaba arriba o venía ya cayendo; con unespermatozoide que le rompiera la membrana, ¡ya estabas embarazada!

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Marta Acevedo

Había que ganarles la carrera y no sabías si lo habías logrado sino cada28 días. El placer de los hombres no se teñía en esos momentos conpreocupaciones. No fue sino hasta que se inventaron los anticoncepti-vos orales que como mujer podías ejercer tu sexualidad con una libertadque no conocías. Libertad que no duró mas de 15 años, pues ahora sonlos hombres quienes tienen que usar durante el coito un aditamento, nopara prevenir el nacimiento de otra vida, sino para evitar la muerte. ¿Noes una paradoja muy cruel?

Aunque vivíamos con poquísimo dinero, realmente la etapa de Es-tados Unidos yo la gocé bastante. Nos tocó una época muy interesante,toda la cuestión de Nixon, Kennedy y el movimiento de los negros queempezaba, pero nosotros éramos espectadores. En Caltech las colegiatu-ras eran altísimas, la selección era muy dura, los grupos, muy peque-ños; no había más de 1 200 estudiantes; en cambio en Berkeley habíaunos 10 000. Caltech era un centro de excelencia y todo eso lo hacía unambiente muy ascético, de monjes que estudiaban mañana, tarde y noche.

Como teníamos problemas económicos, me puse a trabajar; entré deayudante al Departamento de Astrofísica donde Manuel estudiaba ytrabajaba. Manuel era muy duro consigo mismo y con los demás, nuncame reconoció en lo que hacía. Recuerdo, por ejemplo, lo de la supernova.Cuando descubrí esa estrella, subí contentísima a decírselo. Lo primero queme dijo en voz baja fue “cállate”; entonces le tuve que contar todo quedito.Fue como el primer balde de agua fría; y el segundo fue que los demáscompañeros me dijeron: “Vamos a hacer una fiesta para celebrar tu des-cubrimiento, llevamos pizza y cerveza en la noche”, y Manuel dijo: “No,yo tengo que estudiar; además, ¿qué no es ése tu trabajo?, ¿por qué se vaa festejar algo que es tu trabajo?” Esto del reconocimiento es una cues-tión muy conflictiva, y eso que las mujeres nos hemos conformado conpoco. Y aquí hay otro nudo que duele mucho: a los hombres les cuestamucho compartir tus logros profesionales, resienten tu desempeño y porsupuesto, escatiman el reconocimiento. El descubrimiento de lasupernova, no lo celebramos.

En Estados Unidos el trabajo de la casa era cosa tuya, no habíaotras mujeres que lo hicieran por ti a menos que les pagaras por hora loque a otro trabajador. Y es muy distinto saber que la responsabilidad estoda tuya, que la organización de la casa depende sólo de ti, a diferenciade lo que se conseguía en México en ese entonces: una muchacha deplanta por un salario equivalente al de unos tres días de la de allá. El

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movimiento

trabajo doméstico es algo donde notas un claro cambio en estos años: enEstados Unidos te encuentras ahora con muchas mujeres mexicanas ylatinas a quienes les pagan por hora. Aquí, en México ya no hay mucha-chas de planta sino colonas de ciudades periféricas que cuentan con unlugar propio, viven con su familia, trabajan en varias casas —a su rit-mo—, y no piden permiso a la patrona “para ir al pan”. Trabajo domés-tico-reproducción social sigue incumbiendo a las mujeres, no esconsiderado como trabajo real, sino como trabajo hecho “por amor”; estáfuera del intercambio del mercado aunque funciona como una formida-ble variable de ajuste en las épocas de crisis. La crisis está sobre todo enlos hombros de las mujeres pobres; sujetos que resisten pero que conti-nuamente se restructuran: mujeres cabezas de familia —responsables detodo el núcleo familiar, mientras que la presencia del hombre es cada vezmás inconstante y aleatoria— que se niegan a ser el último eslabón enuna propuesta de desarrollo cada vez más empobrecedora.

El que la sociedad no reconozca la enorme cantidad de producciónsocialmente necesaria que aportan las mujeres está repercutiendo en lacalidad de vida de todos, pero sobre todo de los niños.

Claro que el trabajo de nosotras las profesionistas dista mucho deser tan explotado. De cualquier modo compartimos un síndrome, el deama de casa. Por cinco años lo fui de tiempo completo.

Exponerse al ridículo

El artículo sale a fines de septiembre en la revista Siempre!, que en eseentonces circulaba ampliamente: estaba en todas las peluquerías —nin-guna de ellas unisex—, en los escritorios de burócratas, en mesas deintelectuales, en los puestos de periódico y llegaba hasta Los Ángeles.Con esto te quiero decir que era una revista política y cultural muy popu-lar y leída. Pues bien, dos lectoras se tomaron la molestia de preguntar enla revista los datos de la autora, me llamaron y se dio un encuentro muycálido entre mujeres desconocidas y muy dispares, pero que compartía-mos una nueva manera de vernos. Y esta cosa entrañable fue una cons-tante en el movimiento. Fue con ese par de mujeres —que antes no habíanestado en política, ni estaban casadas con militantes, dispuestas a arries-garse para abrir nuevos cauces— que decidimos salir a la calle el 10 demayo, pues sentíamos que habría otras mujeres dispuestas a reconoceraquello que nos era tan fácil de sentir y tan difícil de articular. Esto sería

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Marta Acevedo

octubre del 70.* Hice una reunión con gente cercana y también de laUnión de Mujeres para ver qué tantas adhesiones podría concitar unacto alrededor del día de la madre. El artículo les pareció interesante,pero de ahí a organizar lo que pretendíamos y a trabajar con el pequeñogrupo, había un gran trecho, les parecía que eso no era político. Que lagente, sobre todo la de izquierda, captara la sutileza y lo central delmovimiento —que lo personal es político— fue una de las cuestionesmás difíciles de vivir y muy compleja para desglosarla en consignas. Aquienes les despertó interés, pues por fin había otra óptica para ver lacuestión, tampoco se animaron: la opinión de sus maridos y conocidosles pesaba enormemente. Iniciar un movimiento con algo que no les pa-recía político, sino más bien ridículo, era algo que nadie quiso arriesgar,así que nosotras tres seguimos con los preparativos.

Casada con un astrónomo, la gente que frecuentábamos eran deGeofísica, de los institutos de Matemáticas, Física o Ingeniería; no podíadecir que eran cerrados o conservadores, pero se negaban a entendercuestiones elementales. Las esposas que podían estar de acuerdo con loque plantéabamos eran acalladas con alguna frase chusca, cruel, de al-guno de los maridos. Más que discusiones se armaban broncas, se desca-lificaba y agredía. Jamás los hombres descubrieron sus temores: su actitudera de burla, de innecesaria agresión. Un amigo le comentó a Manuel:“¡Cómo dejaste que tu mujer publicara esto!” Manuel en cambio, viéndo-lo a distancia, fue mucho más feminista, de verdad... vivió todas esascosas, sin que aún fuera moda intelectual. A él lo del día de la madre leparecía una puntada; a pesar de ser de izquierda, al Partido Comunistalo consideraba muy dogmático... no venía de esa estructura mental ni deesa manera de hacer política. Manuel me apoyaba de lejos y en silencio.

Ella te dedicó la vida, tú conságrale un día

El 10 de mayo era como una fiesta nacional y las cosas que se organiza-ban alrededor, impresionantes. Era la celebración que ponía de mani-fiesto lo que los mexicanos sentían: ¡ella te dedicó la vida, tú conságrale

* Botella al mar: ¡¡¡dónde andan!!! Hace más de veinte años que nos perdimosel rastro.

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un día! Entre las tres redactamos un folleto: SOMOS MADRES ¿Y QUÉ MÁS?,y un volante con una caricatura de Magú: PROTESTA CONTRA EL MITO

DE LA MADRE, Monumento de la Madre, Parque Sullivan, Domingo 9 demayo 12 a.m. Testimonios, teatro, canciones. Armamos de tal manera elfolleto que contestamos las dudas más elementales que habíamos encon-trado al platicar con mujeres de distintos ambientes. Alrededor de lamaternidad había una amplia gama de cuestiones que tenían mucho depersonal pero también de político y nos interesaba ver ahí, en el terreno,cómo lo tomaba la gente que salía de misa de doce, la que iba al jardín delArte, las y los que habíamos invitado y el público que hubiera leído lasnotas que salieron en tres periódicos.

Armamos cosas que les llamaran la atención a las mujeres y a losniños; me acuerdo que pintamos varias docenas de globos con frasecitaspunzantes, le inflabas a tu hijo uno de ellos y te aparecía una preguntaque no te esperabas y ahí tenías a la mamá y a algún papá, tratando decontestar. También habíamos preparado testimonios de mujeres con lasque habíamos hablado. Nancy Cárdenas y Amparo Ochoa estaban acargo de lo del teatro y las canciones, pero ni Amparo ni Nancy se pre-sentaron y te explico por qué. Desde el 68 no había habido manifestacio-nes públicas así que, muy precavidas, pedimos permiso al DepartamentoCentral. Un señor mayor tomó nota: —Quiénes son, qué harán... — Can-ciones, teatro. —¡Ah! un festival doméstico cultural—. ¡¡¡Sí!!!. —Como sellama su organización—, y Antonieta Zapiaín le puso nombre en esemomento: Mujeres en Acción Solidaria (MAS)... cuando todavía solidari-dad significaba muchas cosas. Días después de la petición le llegó aAntonieta un telegrama para que se presentara con el arquitecto no sécuantos; él ofreció teatros más cómodos que el Monumento a la Madredonde el “festival doméstico cultural” podía hacerse con más lucimien-to; pero claro que no queríamos eso. Aducía que tenían que limpiar ylavar el monumento para el día 10 y contestaba Antonieta Zapiaín queno nos importaba tener de fondo a los hombres trabajando. Fue un ir yvenir de propuestas y negativas, hasta que el arquitecto, muy cortante,dijo que de ninguna manera podíamos estar la mañana del 9 de mayo del71, domingo, en el susodicho lugar.

Esta negativa nos puso a pensar que habría broncas políticas yhablamos con varias personas. Rolando Cordera nos recomendó aso-marnos, ser cautas e invitar a algunos periodistas. Llegamos temprano;no se veía a ningún equipo de limpieza, había sólo un par de policías y

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Marta Acevedo

nos fuimos a desayunar. En una camioneta R8 traíamos las pancartas,los globos, la manta, los folletos amarillos, y para las 11:30 los policíasya se habían marchado. Hacia las doce empezó a llegar gente, bajamoslas cosas. Nancy y Amparo estaban avisadas de la bronca y decidierondejarlo para otra ocasión, así que sólo hubo testimonios y la gente estabainteresada. El acto era un tanto heterodoxo, pero salió bien. Desplega-mos las mantas, comenzamos a repartir los folletos. Habíamos hechocartas con testimonios de distintas mujeres sobre su maternidad; las leí-mos, y después empezaron a preguntar no sólo el público sino los perio-distas también. Recuerdo una mujer mayor que nos decía: —¡Claro, detrásde cada madrecita abnegada hay un macho mexicano! Es impresionantecómo si abres la posibilidad de pensar en otros términos las personasresponden —y eso que esta mujer tenía más de 60 años. No necesitassino darle cauce a lo detenido como por un dique por siglos. Una de lascaracterísticas de esa primera etapa del feminismo fue el inmenso cau-dal emotivo de las mujeres, cómo se desbordaron una cantidad tal decosas que no habíamos dejado que salieran.

Nos intrigaba que hubiera cámaras de TV. No sabíamos quién lashabía mandado y estaban a una distancia considerable; el acto prose-guía, y en eso que se estaciona un autobús turístico del lado de Sullivan,del que bajó una hilera de jovencitas en minifalda; nos parecía un con-tingente extrañísimo, pero no se acercaban; un señor nos avisó que deja-rían una ofrenda y se retirarían de inmediato. Eran ¡las concursantes aMiss México! Por eso teníamos cámaras del canal 2. Así que mezcladascon las misses en minifalda, salieron nuestras pancartas y globos, y loque ya no transmitieron fue la inesperada corretiza que muchas mujeresdel público les pusieron a las misses, quienes a pesar de sus taconespudieron dejar la ofrenda y llegar en safe al autobus. El acto se volcó allado de Sullivan. Después de este incidente, allí, en el Monumento, seformaron tres grupitos de discusión alrededor de la prensa y la TV quequerían saber más del asunto. Antonieta Zapiaín, Antonieta Rascón,quien se estrena en ese acto, y yo, coordinamos ese día esos grupos dediscusión. El Día, Novedades, El Universal, y Excélsior sacaron notas delas actividades, hasta Siempre en domingo, el programa televisivo, se ocu-pó del acto. Entonces nos dimos cuenta que la negativa del DDF a reali-zar el festival no tenía una cuestión política detrás, sino que ese día, a lamisma hora, las misses del concurso iban a lucirse frente al monumentoy querían tener el espacio despejado. No valió la pena la zozobra en la

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movimiento

que vivimos la última semana, pues movilizar simpatizantes para unacto con ciertos riesgos —y más siendo el primero, el primero después de68 y el primero de las mujeres— fue una responsabilidad grande. Un mesdespués, el jueves de Corpus, el gobierno lanza una agresión criminalcontra estudiantes. La investigación de este caso sigue pendiente. Asífue como se formó un primer grupo que sería el germen para el movi-miento de liberación de la mujer.

Callejón sin salida

Poco después me fui a Japón, precisamente el 10 de junio, y el grupo deAntonieta Zapiaín siguió. Cuando regresé, Susan Sontag dio una fasci-nante conferencia en los cursos de invierno de Ciencias Políticas, a Ma-ría Elena Sánchez se le ocurre pasar la libreta para que las mujeres quequisieran asistir a un grupo feminista se apuntaran; varias lo hicieron,tú entre otras.

Antonieta Zapiaín lo que había hecho en esos meses era consolidarel pequeño grupo de la plaza Washington. Ella vivía en la glorieta, y eraun grupo considerable. Con lo de Sontag se plantea hacer otro grupo,más al sur, y entonces se empezó a hablar de los dos grupos, el del nortey el del sur.

Para principios de 1972 —no recuerdo si febrero o marzo, porqueademás no poníamos fecha a los documentos— decidimos abrir a másmujeres el MAS y convocar a una conferencia en la escuela Cipactli. Yome sentía responsable de haber llevado a más mujeres al movimiento,sin saber por dónde seguir. Esa fue una de las partes más angustiantes:ver que no bastaba con sentir lo que sentíamos, sino que había que tradu-cirlo en términos políticos y que todavía no éramos capaces de dar elsalto y lo queríamos dar con el pequeño grupo. El cambio político a tra-vés de la táctica de los pequeños grupos se utilizó ampliamente en Chinacuando quisieron reorganizar a las mujeres para implantar la nueva Leydel Matrimonio. En los grupos se expresaban descontentos, se propo-nían soluciones y se justificaban cambios. Todo esto generó una energíacolectiva enorme. Esta energía la sentíamos con las mujeres aquí, perosólo entre las de clase media.

Nos dábamos de frentazos cuando íbamos con las obreras de Rivetex,las de Camisas Medalla, las de Hilos Cadena, con la gente del FrenteAuténtico del Trabajo, que nos decían sí, está muy bien la teoría, pero lo

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Marta Acevedo

que ustedes plantean son cuestiones personales. En esa primera etapanos planteamos llegar a las obreras y estuvimos haciendo trabajo conellas. Y en uno y otro y otro caso la respuesta era muy similar: la materni-dad era una cuestión personal, las obreras no se planteaban el cuidadode los hijos como problema, ni como trabajo extra, no pedían guarderías.Nos decían: “el cuidado de los hijos no es problema para nosotras, noso-tras dejamos a nuestros niños con las tías o con nuestras mamás. Noqueremos luchar por guarderías.”

El asunto de la sexualidad era aún peor. Nadie quería reconocer quela mujer estaba aplastada por el trabajo doméstico, por las responsabili-dades familiares, por el hostigamiento sexual. El movimiento obrero in-dependiente no admitía que los varones tenían prebendas, así fueransociales o culturales, y las mujeres no. No era posible que entendierancomo opresión la situación de las mujeres porque la veían como “natural”.

Y entonces fue cuando decidimos cambiar de estrategia y llegarle ala clase media. Claro, como la clase media tiene servicio y muchas otrascosas, tampoco pegó organizarnos a partir de lo que significa el trabajodoméstico para el capital. Y para mí fue muy dura esta situación queparecía no tener salida en ninguno de los dos frentes.

En 1975, como las mujeres éramos un tema importante, NacionesUnidas decide qué debe hacerse, el gobierno mexicano empieza a hacer-se “feminista” y a cooptar feministas. Algunas dejaron el movimientopara irse a trabajar al programa del Año Internacional de la Mujer. Des-pués de unos años entiendes que tiene que haber procesos de esa natura-leza, pero en ese tiempo era tan joven el movimiento, estaba tan recientetodo, que cualquier oferta siempre disolvía las cosas que había costadotanto trabajo construir.

En el año 76, que me cambio a vivir a Santa Úrsula, me salí delgrupo, decidí hacer mi militancia en mi trabajo y así me despido de estosencuentros que eran muy desgastantes y de un proceso que se volvíamuy repetitivo y frustante.

Creo que después de veinticinco años las cuestiones fundamenta-les siguen sin resolverse. No hay una salida política para el trabajo do-méstico y lo que ello implica: la servidumbre, la dependencia que te tienetoda a ti como mujer, desde tu sexualidad hasta cómo educas a los niños.Yo creo que aquí en México sólo en la Siderúrgica Lázaro Cárdenas sedio de una manera tangible y social la conciencia de lo que representaparte del trabajo doméstico y de la reproducción social. Las mujeres, sin

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movimiento

saber nada de feminismo, sin ninguna feminista al lado, cobraron por sísolas esa conciencia. Y es que fue muy obvio el que, durante los cuatro ocinco años que duró la construcción de la ciudad y la acerera, los obrerosrecibieran un subsidio de la empresa para satisfacer sus necesidadescotidianas, incluyendo las sexuales. La empresa les daba a los trabaja-dores un boleto para que alguien les lavara la ropa, un boleto para ir acomer, e incluso había jóvenes que prestaban servicios sexuales (esto sinboletitos). Todo el trabajo doméstico lo pagaba la empresa y el obrerodisponía de sus boletitos y los cambiaba aquí o allá. Cuando llegaronmuchas de las esposas o compañeras de esos trabajadores, a éstos lesdejaron de dar el dinero, no se lo sumaron al salario, sino que se esperóque la mujer se hiciera cargo, gratuitamente, de lo que antes la empresapagaba.

Las mujeres se negaron ¡Fue impresionante! Hubo una lucha queduró poco, por parte de las mujeres, incluyendo a las prostitutas. Y ahíno hubo nadie ni del movimiento obrero ni del feminista que articularaesa lucha. Realmente se dio, y para mí ese ejemplo ha sido la confirma-ción de lo que planteaba, allí se cayó esa mistificación de que el domésti-co es un trabajo que haces por amor. Y las mujeres pedían que la empresales pagara, y los obreros también; llegaron a incluirlas en su sindicato,tuvieron voz pero no voto.

Y ahora, el gran triunfo en Pekín es que ¡ya empiezan a contabilizarel trabajo doméstico en las cuentas satélites! ¡Uf!, después de veinticincoaños.

Me acuerdo que alguien nos dijo un día: “Ustedes tienen algo asícomo un año para plantear esto, y si no sale es que no la hacen”. Ynosotras nos lo pusimos como una meta a alcanzar. Y claro, es una ton-tería, ¿cómo pueden hacerse este tipo de comentarios con la mayor faci-lidad y cómo pudimos nosotras reaccionar como quien se pone a hacersu tarea? Las mujeres constituimos la mitad de la humanidad, no somosun grupo social, y esto tan obvio y elemental plantea cuestiones de orga-nización política muy complejas. Y me parece que mientras no se com-prenda que el trabajo doméstico está imbricado con tus cosas más íntimas,tu relación amorosa, tu sexualidad, tu familia, el amor a tus hijos, todo loque ha estado al cubierto de lo social y de lo político, no se avanzará; y asu vez lo político y lo social, en ti como individuo. El cambio requiere otrotipo de personas, y también requiere que el poder de decisión esté enmillones de manos; actualmente pocas personas deciden los destinos de

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millones de personas. Es muy curioso ver cómo lo que ahora se proponecomo la óptima organización del trabajo es muy feminista: son pequeñosgrupos, donde las personas se ponen de acuerdo, tú eres bueno para estoy el otro para eso otro. Ese tipo de organización y no los estímulos tradi-cionales están subiendo la productividad.

Ha habido un sinnúmero de ámbitos influidos por el feminismo, nolos menciono pues las y los amables lectores que han llegado hasta aquílos conocen, y esta revista da cuenta de ello.

Ahora bien, en un balance de estos veinticinco años, a pesar de todoel sufrimiento, la incertidumbre, de todo, si volviera a vivir, volvería aelegir este camino.

Octubre 1995

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Pekín/Beijing

La historia previa a Pekín*

Olga Pellicer

Voy a tratar de relatar brevemente la historia de la Plataforma deAcción para la Conferencia de la Mujer que se realizó en Pekín.Es una historia interesante, donde se pueden ir desglosando las

circunstancias que dan su sello definitivo a los documentos finales deuna conferencia mundial tan compleja como la IV Conferencia de la Mujer

El hecho de que la Conferencia Mundial se haya celebrado en Pekínno fue una tarea fácil. En 1990 había la impresión de que ya no se debíancelebrar grandes conferencias mundiales de la mujer. La de Nairobi eraconsiderada la última. La propuesta de algunos países era simplementetener una sesión ampliada de la Comisión para la condición jurídica ysocial de la mujer de Naciones Unidas, en Viena, en 1995.

Un grupo de países miembros del Grupo de los 77 dio una granbatalla en la Asamblea General, en 1990, para que ésta aprobara unaResolución en el sentido de convocar a otra conferencia mundial sobrela mujer. La Resolución fue aprobada. El segundo punto a resolverentonces era la sede de la Conferencia. Los europeos insistían en quefuera en Viena; allí se encuentran las instalaciones del Centro Interna-cional de Viena, lo cual permitía reducir gastos, en un momento en queel tema de los gastos dentro de Naciones Unidas era muy delicado. Sinembargo el G77 mantenía la importancia de la tradición que se habíaestablecido: cada una de las conferencias tenía lugar en una de las di-ferentes regiones del mundo. La primera había sido en América Latina(México), la segunda en Europa (Copenhague), la tercera en Africa (Nairo-bi); esta vez le tocaba a Asia.

* Esta es una transcripción de las palabras que la embajadora Pellicer pronun-ció en el Centro Tepoztlán el 21 de octubre de 1995.

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Olga Pellicer

Entonces se empezó a pensar cuál sería el país asiático que alojaríaesta conferencia. Yo recuerdo haber hablado con los embajadores deChina, Singapur y Japón. Finalmente, se recibió la oferta del gobiernochino y a todos nos pareció una buena idea que la conferencia tuvieselugar en ese país tan legendario, en que se hablaba de una situacióndifícil de las mujeres.

Se sabía que la situación no era muy buena en lo que se refiere a laigualdad de la mujer, pero la idea de Naciones Unidas también es quelas conferencias ocurran justamente ahí donde pueden tener un impactomayor, donde pueden atraer a la atención hacia lo que no se había plan-teado. Los europeos seguían insistiendo en que fuera en Viena, perofinalmente, sabiendo que teníamos la mayoría en el Grupo de los 77, fueposible pasar la resolución aceptando la oferta de Pekín.

Se pasó entonces el asunto al órgano preparatorio de la Conferen-cia. Se decidió que la conferencia la preparara la Comisión para la Con-dición Jurídica y Social de la Mujer (CJSM). Yo tenía el honor de ser larepresentante de México ante esa Comisión. En 1992 la Comisión creó elgrupo de trabajo para la Conferencia Mundial que, desde sus orígeneshasta 1995, estuvo presidido por México.

La primera parte de los preparativos se dedicó, casi exclusivamen-te, a negociar con el gobierno chino el tema de los participantes, en par-ticular las ONG. Fue una negociación difícil, pues la posición inicial deChina era muy conservadora; pretendía que sólo asistiesen a la confe-rencia oficial las ONG que tenían “status” consultivo otorgado por elECOSOC. Esto era muy vivamente cuestionado por muchas ONG que notenían ese reconocimiento y, por lo tanto, querían que hubiese un criteriomás amplio para decidir quiénes podían participar en la Conferenciaoficial. Finalmente, se logró que el gobierno chino flexibilizara su posi-ción y se establecieron criterios para la participación en la Conferenciaoficial y los compromisos del país sede respecto al foro de ONG que, entérminos generales, nos dejaron satisfechos.

El segundo año empezamos a entrar en cuestiones sustantivas, quetenían que ver con cuáles eran los documentos que se iban a aprobar. Yentonces nació la Plataforma de Acción. En aquel momento, algunasrepresentaciones ante la CJSM estábamos muy influidas por dos circuns-tancias. Por una parte, por el estilo que había tenido la Cumbre de laInfancia de 1990, que nos parecía una Cumbre exitosa por haber logradoaprobar un documento muy fresco dentro de la historia de las Naciones

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Pekín/Beijing

Unidas: no era uno de estos largos documentos de ciento setenta y sietepáginas, sino algo muy operativo, con un diagnóstico corto, cuantitati-vo, pero que al mismo tiempo lanzaba un mensaje de enorme calidad.Era algo así como: “se mueren 500 niños al día por motivos que puedenser fácilmente controlables”; no es que sea exactamente así la frase, perola idea de que podemos salvar 500 niños al día, sin mayor costo, simple-mente a través de un programa de vacunación masiva, era muy convin-cente. Esto hizo del documento de la Cumbre Mundial de la Infancia, undocumento de impacto, que al mismo tiempo mandaba un mensaje claroe invitaba a la acción: con costos no necesariamente altos, se puede me-jorar en mucho la condición de los niños.

Entonces pensábamos en algo similar para las mujeres: un docu-mento con diagnósticos cuantitativos, que impactasen mucho. Por ejem-plo: “hay tantas mujeres en estado de extrema pobreza”. A ese diagnósticocorto debían seguir objetivos estratégicos que tuviesen el encanto, el atrac-tivo, de formularse de tal manera que conquistasen la imaginación. Y,después, viniesen no más de diez medidas de acción para alcanzar losobjetivos estratégicos, que fuesen, como había sido en el caso del docu-mento de la Infancia, medidas no controvertidas. Por ejemplo, “los es-fuerzos para abatir el analfabetismo de la mujer”. Bueno, eso es algo a loque nadie se puede oponer y que quizás nos iba a permitir movilizar losrecursos adecuados para atacar ese problema concreto.

La segunda circunstancia que influía sobre nosotros era la evalua-ción que se había hecho, en 1990, de la aplicación de las estrategias enNairobi. Los resultados daban datos alarmantes sobre lo que estaba ocu-rriendo realmente con la situación de la mujer. En las cuestiones tradi-cionales como educación, salud, vivienda, etc., la crisis económica de losochenta dejaba una huella muy negativa. En cuestiones de acceso alpoder, no se veían avances en la participación de las mujeres en los altosmandos del gobierno o de las empresas. Estos datos nos sugerían que eraurgente identificar campos específicos en los que era indispensable ace-lerar la aplicación de las estrategias de Nairobi.

En la embajada de México en Viena nos juntamos un grupo dedelegadas a la Comisión y trabajamos un fin de semana elaborando laestructura de la Plataforma de Acción. Estábamos guiadas por tres pre-ocupaciones: definir áreas de preocupación prioritaria que debían serlimitadas en número; establecer un buen diagnóstico de los obstáculosexistentes en esas áreas para el adelanto de la mujer y formular objetivos

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Olga Pellicer

estratégicos y medidas de acción que fuesen viables, poco controvertidosy aptos para desencadenar medidas tan exitosas como las logradas apartir de la Cumbre de la Infancia. La experiencia demostró que cuandose trata de la mujer, la situación es mucho más complicada.

La Plataforma de Acción que propusimos inicialmente mantuvosus características iniciales. En efecto, el documento aprobado en Pekíngira en torno a 12 áreas o esferas de preocupación prioritaria. Estas, a suvez, se subdividen en diagnóstico, objetivos estratégicos y medidas deacción. Pero el documento no es conciso, por el contrario, acabó siendoun documento muy largo. Los objetivos y medidas de acción son menosoperativos e impactantes de lo que hubiésemos deseado y, alguno deellos, provocó fuertes polémicas. Por supuesto, serán más difíciles deponer en práctica que las medidas pragmáticas previstas en la Cumbrede la Infancia. ¿Qué ocurrió?

En primer lugar, debemos voltear los ojos hacia el Secretariado de laConferencia y, en general, al hecho de que en el caso de la mujer Nacio-nes Unidas no otorgó los recursos ni el profesionalismo que dio a otrasreuniones, como la del Medio Ambiente. Por ello, los documentos prepa-rados para las reuniones preparatorias de la Conferencia de Pekín, esdecir, las primeras versiones de la Plataforma, fueron muy deficientes.

Nosotros habíamos solicitado que el Secretariado preparase undocumento corto y conciso que, basándose principalmente en datos detipo cuantitativo, diese una visión accesible y convincente de la situa-ción de la mujer en las áreas de preocupación prioritaria que habíamosseleccionado. A continuación, habíamos establecido objetivos estratégi-cos que queríamos fuesen enunciados de tal forma que pudiesen serlemas de la Conferencia, popularizarse y convertirse en elementos demovilización para las organizaciones de mujeres.

Sin embargo, el documento que fue presentado por el Secretariado aconsideración de la CJSM en 1994 tenía características distintas. No selograba el diagnóstico corto y cuantitativo y se introducían, a cambio,muchos elementos que hacían el texto farragoso sin por ello enriquecer elmensaje que se deseaba dejar. Eso se debió a muchas circunstancias. Enparte al traslado de la División de la mujer de Viena a Nueva York, lo queprovocó confusión y pérdida de tiempo; en parte a la falta de coordina-ción dentro de las diversas agencias y divisiones en el Sistema de Nacio-nes Unidas. Lo cierto es que existían los estudios con datos del tipo quenosotros habíamos solicitado en documentos de Naciones Unidas, pero

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Pekín/Beijing

no se encontraban dentro de la División de la Mujer, la cual actuó comosi se partiera de cero para elaborar la Plataforma de Acción. Es un pro-blema general de falta de coordinación que existe en Naciones Unidas.Fue necesario insistir ante el Secretariado sobre el estilo de documento alque aspirábamos, lo cual nunca se logró totalmente. Como todos sabe-mos, quien tiene la última palabra en el formato, y en ocasiones inclusoen el contenido de los documentos que se aprueban en las conferenciasmundiales, es el Secretariado de la ONU.

Mientras tanto, ocurrieron otros eventos que influyeron en el conte-nido de la Plataforma de Acción y también en el ambiente que habríapara su discusión en Pekín. Esos eventos fueron la Conferencia mundialde Viena sobre los Derechos Humanos y, sobre todo, la Conferencia de ElCairo sobre Población y Desarrollo. En esas conferencias se logró unavance muy importante en la consagración de los derechos humanos dela mujer, y en los intentos (que por cierto no tuvieron éxito definitivo enPekín pero que sí constituyeron parte importante de su trabajo) por intro-ducir, como parte de los derechos humanos universalmente reconoci-dos, los derechos reproductivos y, un aspecto muy polémico, los derechossexuales.

La Conferencia de El Cairo constituyó un hito en la historia de losesfuerzos por abordar el tema de la salud reproductiva y sexual de lamujer de una manera que se vincula con Derechos Humanos. Esto inclu-ye, desde luego, los temas muy difíciles de los métodos de planificaciónfamiliar y el aborto que, por ser vistos en algunos grupos sociales comocuestiones esencialmente “privadas”, suscitan reacciones muy negati-vas.

La Conferencia de El Cairo condicionó inmensamente el ambienteen que se llevaría a cabo la última reunión preparatoria de la Conferen-cia de Pekín en Nueva York en marzo de 1995. A partir de allí las opinio-nes estaban muy divididas y exaltadas y una de las preocupacionescentrales era saber si en Pekín se iba a ir más adelante en materia desalud sexual y reproductiva que en El Cairo (los europeos lo deseaban) osi, por el contrario, como lo deseaban algunos países islámicos y el Vati-cano, se iban a revocar algunos de los acuerdos de El Cairo.

A partir de entonces, la Plataforma de Acción inicial estructuradacon datos cuantitativos y fijando objetivos estratégicos y acciones queconsiguieran un respaldo universal quedó en el pasado. El documentoque llegó a Pekín dividía las opiniones, no había logrado incorporar

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Olga Pellicer

aquellos lemas que podían conquistar la imaginación y propiciar accio-nes universales, pragmáticas y fáciles de poner en práctica.

Lo anterior no significa, de manera alguna, que la Plataforma deAcción no sea un documento muy valioso para la historia de las accio-nes de Naciones Unidas a favor de la mujer y, en general, para propor-cionar puntos de referencia para orientar la lucha de las mujeres. Enefecto, después de negociaciones largas se logró un documento que, enmi opinión, abre brecha en temas tan importantes como violencia contrala mujer, derechos reproductivos, salud sexual y reproductiva, derechoshumanos de la mujer, acceso al poder, reconocimiento del valor econó-mico del trabajo doméstico, acciones para la mujer en situación de extre-ma pobreza, etc.

No es ocioso, sin embargo, evocar rápidamente, como he podidohacerlo aquí, la historia de lo que se quiso inicialmente y de lo que resul-tó de la Conferencia de Pekín.

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México y la IV Conferencia Mundialde la Mujer

Clara Jusidman

Los trabajos previos

La IV Conferencia Mundial de la Mujer más que una reunión dedos semanas en la ciudad de Pekín debe verse como un procesoque se desata desde 1991, en el seno de la comisión sobre la con-

dición jurídica y social de la mujer del Consejo Económico y Social deNaciones Unidas.

A su vez, forma parte de una serie de conferencias, la primera de lascuales se realizó en México en 1975, la siguiente en Copenhague, en1980 y la tercera en Nairobi, en 1985. También se inscribe y cierra la seriede cumbres y conferencias organizadas por Naciones Unidas en el pri-mer lustro de los noventa referidas a la infancia, medio ambiente, dere-chos humanos, población y desarrollo social.

En términos de productos finales, el proceso debía concluir en dosdocumentos:

—Una declaración política—Una Plataforma para la acción hasta el año 2000.En el camino para llegar a estos productos se generaron casi 200

informes de países, varios programas regionales y una diversidad de mate-riales aportados por los organismos especializados del sistema de Na-ciones Unidas (Organización Internacional del Trabajo, Organizaciónpara la Agricultura y la Alimentación, Organización Mundial de la Sa-lud, Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Programade Naciones Unidas para el Desarrollo, Organización de Naciones Uni-das para la Industria, Fondo de Naciones Unidas para la Mujer, etc.). Asítambién, las organizaciones no gubernamentales nacionales, regionalese internacionales y los institutos de investigación aportaron elementosimportantes al proceso.

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Clara Jusidman

La movilización de recursos y de esfuerzos que desató la Conferen-cia nos deja un saldo riquísimo de materiales de reflexión y de diagnós-tico, de sistematización de experiencias políticas, programas y accionesen torno a la situación de la mujer y las relaciones de género en todo elmundo. Seguramente tomará muchos años aprovechar con efectividadese material y reproducir las experiencias valiosas.

El gran riesgo que se corre, sin embargo, es que mucha de esa docu-mentación se pierda por los escasos recursos de que disponen las ins-tancias de Naciones Unidas que tienen responsabilidad regional ymundial sobre el tema de la mujer, así como por el embate para su des-aparición que están sufriendo. Ese temor lo expresó la delegación mexi-cana a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)en relación con los informes nacionales y de las agencias especializadasde la región. El apoyo al fortalecimiento de los órganos y mecanismos delsistema de Naciones Unidas que contribuyen a la acción internacionalen favor de la mujer fue, en consecuencia, una de las posiciones queMéxico defendió en la Conferencia.

El otro aspecto a destacar es la enorme movilización e interacciónque se dio en el proceso entre los gobiernos, las ONG, los diversos sectoressociales, la academia y los especialistas del sistema de Naciones Uni-das. A pesar de las recientes experiencias negativas con la intromisiónde grupos católicos ultraconservadores, se abrieron cauces de comuni-cación, de trabajo conjunto y de reforzamiento mutuo que seguramenteharán más efectiva la colaboración entre los distintos actores que luchanpor el adelanto de la mujer en el mundo.

Los trabajos preparatorios nacionales

En México los trabajos de preparación de la Conferencia se iniciaron enseptiembre de 1993 con la instalación de un Comité Nacional preparato-rio integrado por representantes de catorce instancias de gobierno y pre-sidido por el Secretario de Gobernación. Dicho Comité contaba con unConsejo Consultivo formado por mujeres y varones destacados en lavida pública y con un secretariado: el ejecutivo, a cargo del secretariogeneral del Consejo Nacional de Población, y el técnico a cargo de GloriaBrasdefer.

En realidad lo que funcionó durante estos dos años fue el secreta-riado, pues la convocatoria al Comité o a su Consejo se dificultó porque

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Pekín/Beijing

en ese periodo hubo cuatro secretarios de gobernación, cuatro subsecre-tarios de población y dos secretarios generales del Consejo Nacional dePoblación.

El secretariado operó a través de dos mecanismos principales:—Diecinueve grupos temáticos integrados por cerca de 200 muje-

res y hombres de diversos sectores interesados en contribuir al desarro-llo de los trabajos.

—Consultas estatales a través de los consejos correspondientes depoblación.

Asimismo, se mantuvo una excelente comunicación con 250 ONG

que se habían organizado para participar en el proceso hacia Pekín.“Mujeres hacia Beijing” era el nombre que aglutinaba a estas 250 organi-zaciones distribuidas en todo el país.

Con los insumos aportados por los grupos temáticos, las consultasestatales y las contribuciones de las ONG, se integró el informe de México,mismo que se entregó a la CEPAL para su consideración en el ProgramaRegional de Integración de la Mujer al Desarrollo de América Latina y elCaribe 1995-2000.

Con todo y las dificultades por la situación política del país, lostrabajos preparatorios en México fueron ejemplares, comparados conexperiencias previas de otras conferencias y otras cumbres, por su serie-dad, su pluralidad, su duración y sus resultados. Posiblemente la fallamás seria fue el no haber podido integrar a otras instancias de la admi-nistración pública en el proceso y en la delegación. Los cambios y lainestabilidad política lo impidieron.

La delegación

La delegación oficial quedó integrada por 46 personas: 4 miembros de laEmbajada de México en Pekín, 5 funcionarios de la Secretaría de Relacio-nes Exteriores especializados en foros multilaterales, 3 representantesde la Secretaría de Gobernación, 2 representantes de la Secretaría deTurismo, 3 representantes del Secretariado Técnico, 9 especialistas y 4miembros del Consejo del Comité Nacional Preparatorio, 3 parlamenta-rias del PAN, 5 parlamentarias del PRI, 1 parlamentaria del PRD, 3 repre-sentantes de las ONG organizadas dentro del grupo de “Mujeres haciaBeijing” y 3 representantes de organizaciones conservadoras de dere-cha.

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Clara Jusidman

La jefatura de la delegación fue encomendada a Silvia Hernández,secretaria de Turismo, y la subjefatura a José Gómez de León, secretariogeneral del Consejo Nacional de Población.

La delegación incluía a mujeres muy destacadas en la vida pública:dos ex gobernadoras, una ex secretaria de estado y ex presidenta del PRI,varias ex subsecretarias u oficiales mayores, mujeres de carrera parla-mentaria y de la administración pública, una magistrada y varias acadé-micas de relevancia, entre ellas, la presidenta de la Sociedad deDemografía y la ex directora del Centro de Estudios Sociológicos de ElColegio de México. Respecto de la pluralidad y la representatividad, laexperiencia y el conocimiento, la delegación resultó muy completa.

Sin embargo, para el futuro, debería aceptarse, especialmente porparte de las mujeres que sienten que debido a su trayectoria sonmerecedoras de ser incorporadas en estas delegaciones, que por tratarsede una conferencia de gobiernos, sería mucho más positivo para el ade-lanto de las mujeres mexicanas garantizar que el núcleo central de ladelegación estuviese integrado por representantes de las distintas secre-tarías e instituciones que operan políticas y programas que inciden en lacondición de la mujer y en las relaciones de género. Este núcleo centralestaría asesorado por un grupo de especialistas, entre las que podríanincorporarse parlamentarias de los diversos partidos, representantes dela academia, de organizaciones sectoriales y de las ONG de corrientesideológicas distintas y con trabajo probado en favor de la mujer. La pre-sencia de buenos negociadores de la Secretaría de Relaciones Exterioresen foros multilaterales es un elemento central.

La intensidad del proceso facilita la sensibilización y el aprendiza-je rápido de los participantes en este tipo de eventos, sobre los asuntosque interesan a las mujeres, y resulta más efectivo que todo el cabildeoque pudiera hacerse ante las distintas instituciones públicas.

Desde mi óptica, la jefatura de la delegación oficial debería quedaren manos del funcionario o funcionaria de más alto nivel, del área con laresponsabilidad de la coordinación de las políticas y programas dirigi-dos a mejorar la situación de las mujeres.

Adicionalmente, la delegación debería definirse con la anticipa-ción suficiente como para poder contar con información oportuna sobrelos temas a ser revisados y los antecedentes y mecánica del proceso, asícomo para recibir capacitación sobre la operación de foros multilaterales.

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Los trabajos de la Conferencia

La Conferencia contó con dos instancias: la propia conferencia guberna-mental, realizada del 4 al 16 de septiembre en Pekín y el foro no guberna-mental realizado en Huairou a 45 minutos de Pekín, e iniciado unasemana antes.

La Conferencia gubernamental se vio acompañada por mesas re-dondas y foros organizados por los organismos especializados de Na-ciones Unidas y por reuniones de parlamentarias.

En la plenaria de la comisión principal se presentaron 189 docu-mentos de posición de países, más otros de organizaciones no guberna-mentales, organismos internacionales y de agencias especializadas deNaciones Unidas. Los trabajos de la Plenaria duraron 8 días, de las 10:00a.m. a las 11:00 p.m. El lugar de México siempre estuvo ocupado por treso cuatro representantes que tomaron nota de las principales posicionesde los países, así como de las posiciones compartidas en general oregionalmente. Un juego de los documentos presentados en la Plenarialo tiene el Consejo Nacional de Población y otro la Secretaría de Relacio-nes Exteriores. Existen dentro de ellos documentos de gran valor históri-co, así como otros de gran belleza y emotividad.

En paralelo funcionaron dos grupos de trabajo que se dividieron larevisión de los seis capítulos y de los apartados del capítulo IV de laPlataforma de Acción. A partir de éstos se formaron dos grupos de con-tacto, uno para desarrollar la Declaración Política y otro para revisar elapartado “C” del capítulo cuarto de la Plataforma relativo a las mujeresy la salud.

En el curso de los trabajos se iban creando grupos informales pararevisar aspectos particularmente controvertidos o que cruzaban todoslos capítulos de la Plataforma y que era indispensable discutir con ma-yor profundidad. Estas discusiones se daban en inglés, sin traducciónsimultánea. Fueron los casos de la definición de familias, la revisión delos títulos y enunciados de objetivos estratégicos de toda la Plataforma,los párrafos relativos al trabajo doméstico y comunitario no renumeradoque no se contabiliza en el Producto Nacional Bruto, la relación entre losderechos de los niños y los derechos y responsabilidades de los padres,el relativo a la propiedad intelectual de los recursos genéticos de lospueblos indígenas y así, varios más. La delegación, y particularmentelos representantes con voz, ocho en total, difícilmente se podían dar abas-to para cubrir todos los trabajos ya que en ocasiones, los temas de espe-

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Clara Jusidman

cialidad de uno de los representantes se trabajaban en forma simultáneaen los grupos. La presencia constante de las especialistas en las salas detrabajo contribuía a apoyar con la información de la posición de México,a los representantes que tenían que suplir a otros en el tratamiento de untema. Por ello la importancia de contar con las especialistas en los temasde interés particular para el país.

México presidió, a través de Olga Pellicer, los trabajos del grupo decontacto responsable de la elaboración de la Declaración Política. Asi-mismo tuvo una presencia importante a través de Aída González en ladefensa de los organismos especializados de Naciones Unidas, dedica-dos al tema de la Mujer. José Gómez de León, subjefe de la delegación, yRodolfo Tuirán, contribuyeron y estuvieron pendientes del grupo de con-tacto de salud; a la que escribe le tocó participar activamente en el grupoque definió los párrafos para medir y valorar el trabajo doméstico y co-munitario.

Cada uno de los representantes con voz tenía la responsabilidadsobre capítulos o apartados específicos de la Plataforma. El trabajo seorganizó de tal manera que antes de llevar la posición de México a lostrabajos formales de la Conferencia, ésta era revisada con los miembrosde la delegación que habían manifestado interés por el tema específico.Los responsables del tema llevaban la posición derivada de los trabajospreparatorios de consulta, de las opiniones de las secretarías responsa-bles de áreas de política específica y de los acuerdos de conferencias ycumbres previas, mismas que estaban vertidas en cuadros y ejemplaresde la Plataforma. Si en la revisión con los miembros de la delegacióninteresados se encontraban discrepancias respecto de la posición origi-nal, éstas eran discutidas y se alcanzaban consensos, respetando la plu-ralidad.

La delegación celebraba todos los días una conferencia de prensacon los pocos representantes de medios de comunicación mexicanos queestuvieron en Pekín. Lamentablemente no se previó el invitar a uno o dosperiodistas en la delegación, lo que hubiera sido de gran utilidad paragarantizar que lo que ocurría realmente en la Conferencia se transmitie-ra con veracidad a México. En cambio, los grupos ultraconservadoresmexicanos, en fuerte vinculación con los de otros países, contaban contodos los medios y recursos técnicos para enviar su información distor-sionada y falsa.

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Pekín/Beijing

La posición de México

Como en las negociaciones se trataba de poner o quitar corchetes y en sucaso, modificar algunas frases del texto preparado por la secretaría de laConferencia, la posición que se llevaba estaba, como ya se mencionó,vertida en cuadros o en ejemplares de la Plataforma donde se marcabanlos corchetes o las frases a eliminar o sustituir, por lo que hubo necesi-dad de traducir ese material en planteamientos comprensibles para elpúblico en general. Los veinte elementos centrales de la posición de Méxicoen el proceso de Pekín, específicamente relacionados con los asuntos degénero, están expresados en frases breves en el desplegado firmado porvarios miembros de la delegación. Los mismos quedaron incorporadosen el Programa Regional y en la Plataforma para la Acción de Pekín.

Adicionalmente, la Secretaría de Relaciones Exteriores llevaba ins-trucciones sobre la posición oficial respecto a los temas de corte generalque surgieron en el curso de las discusiones de la Conferencia: deudaexterna, ayuda para el desarrollo, asuntos de medio ambiente, progra-mas de ajuste estructural, derechos humanos, conflictos armados, entreotros.

El punto de partida de la posición de la delegación oficial tenía doselementos centrales: los acuerdos y consensos alcanzados en las cincoconferencias y cumbres previas de los noventa, así como la legislaciónmexicana, y no se aceptarían retrocesos respecto de esos dos elementos.

Con lo expuesto, se puede ver que se llevó a cabo un esfuerzo serio,profesional y plural para definir la posición de México ante la Conferen-cia de Pekín. Muchos hombres y mujeres responsables e interesados par-ticiparon, tal vez no tantos hombres como hubiera sido deseable. En lamedida en que se comprenda mejor el significado de la incorporación dela perspectiva de género en el estudio de la condición de la mujer y en ladefinición y operación de políticas y programas, será posible enfrentarlas situaciones asimétricas que aún prevalecen actualmente entre muje-res y varones.

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Aureliana B.

Estancia en Pekín

Aureliana B.

Fui a mirar.

A maravillarme con el mundo de color,a sorprenderme por el tamaño y por la fuerza,a imaginar las texturas de las telas,sedas,algodones,linos,mariposas hechas lienzos para envolverlos largos músculos,los generosos contornos,los espacios que se habitan.

Fui a mirar.

A ver.

El asombro sacudía mi mirada tímida,ojos timoratos apagados por las sombras eclesiásticas,a los que la cultura moralizadora evitó aprendera gozar la belleza de las otras,ojos,que como pájaros-golondrinasescapan,y se van a recorrer las negras cabellerasconvertidas en sofisticados tocadosde rizos infinitos,ojos,que aplicaban en el reconocimiento de la trenzaque enmarca el cráneo perfecto.

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Pekín/Beijing

Fui a mirar.

Sólo a eso.

La cadencia de los pasos al recorrer el salón,ese modo de gacelas,de cervatillos,

ese modo de marejada que cubre riscos... a mirar los rostros resueltos de las que

tienen más de medio siglo,y a fuerza de enfrentarse les ha cambiado el gesto;las canas escrupulosamente peinadas,en un tono plateado-azulosopara darle vetusta elegancia a la coquetería.

Empecé a imaginar los aromas,néctar de las especias de cada continente,aroma de axila oscura,

caoba,cetrina,jade,

resquicio de concha nácar,o de perlas ...

Aromas, coco, cacao, clavo, canela, sándalo, miel, ámbar, sal. Olor de mujer. De mujeres.

Fui a mirar.

Sólo a eso.Es más que suficiente.Requerí más de los sentidos que del talento.

El oído se conmovió por los tonos, por los timbres,espacios musicales de la voz y de las lenguas,¡ah¡ la palabra en la voz de las mujeres,

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Aureliana B.

¡ah¡ el lenguaje en la voz de las mujeres,¡ah¡ el concepto en la voz de las mujeres,

siglos para que la voz se levantara, eras, aún, para que las ideas se respeten.

Fui a mirar,a oír,a oler,a sentir,a saberme mujer,a disfrutarme mujer,a cantar, con la cabeza descubierta, por todas las mujeres.

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Pekín/Beijing

Imágenes de feministas en Beijing

Lucero GonzálezMaría Consuelo Mejía

Patricia Mercado

A China fueron varias compañeras. Lucero González, María Con-suelo Mejía y Patricia Mercado, integrantes de debate feminista,participaron desde tres posiciones totalmente distintas: Patricia

iba como parte de la delegación oficial de México, Lucero estuvo coordi-nando el trabajo de México en la carpa latinoamericana en el Foro de lasONG en Huairou y María Consuelo participó desde la red de Católicaspor el derecho a decidir en los trabajos de la Conferencia. Esta es unatranscripción de fragmentos del relato post-Beijing que nos hicieron yque ofrece un vistazo informal sobre algunos aspectos de la Cuarta Con-ferencia de la Mujer.

China y los chinos

María Consuelo: La primera sorpresa al llegar fue encontrar una ciudadmoderna, con unas avenidas impresionantes, llena de árboles, edificiosmodernísimos, sobre todo porque las referencias habían sido otras: queera un lugar donde todo iba a ser dificilísimo. Y resulta que nos encon-tramos con una ciudad con todas las comodidades, hoteles lujosísimos,transporte accesible, eso sí, mucho más caro de lo que nos imaginamosque iba a ser.

Lucero: No se ve gente miserable, por lo menos no como en México;tampoco se ve que estén muy bien. Nos dijeron que habían retirado atodos los mendigos de Beijing antes de la IV Conferencia, que limpiaronla ciudad.

Patricia: China es un país inmenso, y realmente hubo muy pocaparticipación de las mujeres chinas, sobre todo si pensamos en la canti-dad de chinas que hay allá. Hubo poquísima presencia china; mejor

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Lucero González, María Consuelo Mejía y Patricia Mercado

dicho, su presencia se sentía como de espectadoras. Unas pocas mujeres—y también poquísimos hombres— ya grandes, a nivel directivo y notuvimos acceso a ellos.

Lucero: La mayoría de los chinos y chinas que participaron esta-ban en la infraestructura, en los trámites, en los servicios, jamás en ladiscusión política o en las reflexiones, ni siquiera en el intercambio másinformal, el idioma fue un impedimento. Al espacio político del Foro deONG, la Carpa Latinoamericana, le asignaron cinco mujeres y cinco hom-bres como apoyo logístico a nivel operativo. Fue interesante ver que lascinco mujeres y los cinco hombres que compartieron el tiempo con noso-tras estaban muy sorprendidos de que fuéramos tan habladoras,discutidoras, la diversidad, el baile, la música, el relajo, pues. Sin embar-go, la sociedad china, en general, tuvo la versión del gobierno chino.

Patricia: Como siempre, la mala fama de las feministas cundió. Yoconocí a una mujer que nos dijo: “Oigan, ¿ustedes no se van a desvestiren la calle, verdad?, ¿no vinieron a eso?”. Nosotras dijimos: “No, paranada” y ella respondió: “¿No, verdad? Es que yo las veo muy bien. Nor-males”.

Lucero: En China la cosa estuvo en chino. Fue difícil, y complicado,pues la sociedad china es muy cerrada, muy autoritaria y sobre todo lasmujeres no tienen un espacio muy abierto. China aceptó la convocatoriade los gobiernos del mundo entero, pero tuvo también que aceptar a lasONG. Nos mandaron a un lugar muy apartado, a 70 km de Beijing, enHuairou, una especie de centro vacacional, o reserva o ghetto, donde senos dijo: “de aquí a acá es su territorio, y no pueden salirse”. Aunquehabía un gran control, dentro de ese espacio te podías disfrazar, gritar,tomar el micrófono, protestar, tirarte grandes discursos políticos o hacerserios planteamientos estratégicos, todo lo que quisieras, pero en eseespacio.

Patricia: Sí, pero los chinos hicieron un esfuerzo impresionante, ynos trataron muy bien. Fueron muy respetuosos. La carpa de lesbianasconvocó a una fiesta en una discoteca china enorme. Tú entrabas y habíapolicías chinos por toda la entrada, había hombres y mujeres juntos (hom-bres homosexuales y mujeres lesbianas), y no pasó absolutamente nada.Después de esa ida a la discoteca china se decía: “es que ni en NuevaYork se ha visto una cosa como la que vivimos ahí”. La discoteca eragrandísima, con la policía ahí y ningún problema. Regresando de esadiscoteca todo mundo estaba diciendo: “se acabó el rollo contra los chi-nos y bájenle”.

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Pekín/Beijing

María Consuelo: Creo que hubo de todo. A unas les fue re nal, y aotras nos fue muy bien. A muchas les chocó tener que compartir su cuar-to con desconocidas, a otras les pareció fascinante. A muchas les hizomal hasta la comida, decían que era grasosíma. Otras, en cambio, nos lasarreglábamos para comer delicioso, no sé de dónde sacábamos siempreun restaurant maravilloso baratísimo.

Lucero: Hubo muchas protestas en el Foro, por la incomodidad, porel lodo. No todas pudimos ser como Cristina Zepeda, que era la máspresentable del grupo. Todas estábamos enlodadas como patos salvajesy ella siempre andaba impecable, aparecía de seda, con sus collares, sutrenza, sus listones, sus aretes, su boquita pintada, era la más arreglada,y todas las demás como que salíamos del chiquero. Cristina, genial, llegóy se compró sus botitas chinas de hule verde, su impermeable chino dehule verde, y hasta un moño verde.

En el Foro estuvimos hartas del lodazal, pero, ¿quiénes son los res-ponsables del lodazal? ¿los chinos? ¡No! Son las Naciones Unidas queno preparan bien una conferencia de las mujeres; yo creo que la respon-sabilidad es de los gobiernos del mundo; a los chinos, les quieren colgarel milagrito de todo. Sí, son autoritarios y cuadrados ¿y qué gobierno noes así?

Patricia: Las norteamericanas, que se consideran el ejemplo máxi-mo de la democracia, se dedicaron a criticar a los chinos. Y todas lasdemás les pararon los tacos contra China. El papel que jugó HillaryClinton fue interesantísimo porque ella es una feminista importante,porque ha estado en una posición de avanzada, porque su voz pesacomo ninguna. Pero en ese momento fue a jugar como pieza de ajedrez dela política del Departamento de Estado en Estados Unidos: contra Chi-na. Es a lo que fue; fue como instrumento de la estrategia global de Esta-dos Unidos en relación con China.

Lucero: Insisto, resulta muy fácil echarle la culpa de la precariedaddel Foro de Huairou a los chinos, pero ¿dónde está el resto de gobiernosque exigieron al gobierno chino las buenas condiciones para realizar elForo? Ahí faltó la negociación de nuestros gobiernos, faltó el interés porverificar, como en los juegos olímpicos, que todo estuviera al tiro. ¿Quiéncomprobó que las instalaciones fueran correctas? Eso le tocaba a Nacio-nes Unidas e hicieron muy mal su trabajo.

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Lucero González, María Consuelo Mejía y Patricia Mercado

El Foro No Gubernamental en Huairou

María Consuelo: A mí me gustó mucho Huairou a pesar de las dificulta-des de espacio, y de que el barro era una locura. Metieron carpas en unpaís que no tenía modo de hacer otra cosa, y si no hubiera llovido, nohubiera habido tanto desastre. Pero llovió, llovió, llovió y las carpasestaban sobre tierra, y entonces se hizo el barro. Pero a mí eso me parecióparte del encanto.

Huairou era realmente el estar ahí con las mujeres de diferentescaras, colores, sus vestidos, el mercado. El shopping y el intercambiofueron parte integral del encuentro. Yo vi a dos de las delegadas oficialesque estaban vendiendo con su canastita y sus collares.

Me gustó lo poquito que pude disfutar de Huairou: estar en lostalleres y las actividades que había. La carpa latinoamericana fue el es-pacio que más conocí y me pareció muy rica. Estaban las actividades deun lado y del otro la locura. Era un sitio de encuentro intenso. No me tocóninguna agresividad ni nada por el estilo. Era la última reunión del finaldel milenio, y todas las cosas hacían muy especial el evento.

Las islámicas hicieron muchísimas manifestaciones y mucha dis-tribución de su propaganda en contra de los derechos de las mujeres, deacuerdo con su posición. Muchas tibetanas expresaban sus denuncias,con todo y que no se les entiende nada. En este tipo de situaciones esdonde siente una en verdad que es una maldición la torre de Babel, que situviéramos un idioma común sería todo maravilloso.

Lucero: En el Foro de las ONG estábamos en una carpa y decir carpaes un lujo; estábamos con unos tubos así de fierro y un plástico encima.Como en la Convención de Aguascalientes, en la Selva Lacandona esta-ban igual que nosotras en China. No había traducción. Tú te las arregla-bas con tus idiomas, con tus propios gestos.

El Foro de las ONG: estaba la carpa de las lesbianas, la carpa de lasindígenas, la carpa de las jóvenes, la carpa de las viejas, y todo eso ledaba una diversidad sensacional. Fue como un reto a la creatividad y ala capacidad de cada una para hacer lo que quisieras. Yo creo que fuemaravilloso dado que no teníamos nada; y se pudo hacer desde revento-nes hasta las discusiones políticas más serias y más profundas.

En la carpa de América Latina tuvimos muchas discusiones sobrederechos reproductivos, sobre la diversidad, el racismo, la cultura, setrató el tema del trabajo, el desarrollo; hablamos de la incorporación delas jóvenes, del cambio de valores, intercambiamos impresiones sobre

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Pekín/Beijing

cómo nos vemos a nosotras mismas repitiendo nuestros rollos, en fin,sobre cosas concretas y estratégicas.

En el Foro había como 1 500 latinoamericanas, y de esas había 300brasileñas y como 100 mexicanas. Era un verdadero desmadre. Pero elForo fue de una gran riqueza: había africanas, musulmanas, asiáticashaciendo propuestas valiosas y valientes, y venían de las otras carpas acompartir el gusto, el goce, el ambiente las norteamericanas y las euro-peas.

Patricia: Casi ni puse pie en el Foro porque en la delegación oficialestabamos enajenadas de trabajo. Sólo fui un día, cuando me invitaron adar una conferencia en la plernaria sobre las redes internacionales y lasestrategias de accountability. En la noche cantó Eugenia León, me des-lumbró el ambiente. La cantidad y variedad de las mujeres era impresio-nante. En la Conferencia oficial había algunos hombres, y las mujereseran mas formales; en el Foro veías “pueblo” de muchas partes del mun-do.

Lucero: Como estoy cansada de que las reuniones políticas sonmuy aburridas, quise jugar un poquito y decidí que me iba a disfrazar deFrida Kahlo: me pinté las cejas y los bigotes, me puse mi traje de tehuana,mis trenzas y todo. Fue muy emocionante, pues yo estaba actuando unpersonaje con el cual a veces me identifico, y a la gente le llamaba laatención, por el disfraz, por el color, y por el personaje; Frida era muyocurrente y aventada para decir cosas, a veces chistosas, a veces atrevi-das y a veces fuertes, o fuera de lo común.

De todas formas, me sorprendió el éxito que tuvimos. Fue chistosover cómo al ser Frida un símbolo conocido internacionalmente, muchasmujeres venían a la carpa a saludarla. Llevé una foto de Frida de tamañonatural y todas querían fotografiarse con las Fridas.

La exposición fotomural que llevamos a China de la historia deMéxico: imágenes de la etapa prehispánica, colonial, revolucionaria,actualidad y utopía realizadas por cinco fotógrafas les encantó.

Patricia: Yo no pude asistir a los talleres que se dieron. Estela Suárezy Elena Tapia, compañeras del MAS, sí fueron y me comentaron que estu-vieron muy interesantes. A pesar de la locura, cantidad de mujeres sereunían y trabajaban mañana y tarde. Hubo talleres muy organizados yestructurados, como el de globalización y el de trabajo sindical.

Estela y Elena cuentan que a ellas les sirvió Beijing para evaluar elestado de la discusión sobre ciertos temas y averiguar qué posición tie-

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Lucero González, María Consuelo Mejía y Patricia Mercado

nen las italianas, las escandinavas y otras mujeres con las que es difícilmantener comunicación. Asistir a la Cuarta Conferencia fue, para mu-chas, la posibilidad de ver qué está ocurriendo en el mundo, en los temasque les interesan.

Lucero: Nosotras teníamos una gran responsabilidad en el Foroalternativo de Huairou: presionar e impulsar nuestras demandas y pro-puestas para que los gobiernos hagan avanzar una agenda que las mu-jeres estamos construyendo. Por eso trabajamos tanto, y las delegacionesoficiales sabían que en Huairou estaban los movimientos de mujeres.

Realmente creo que las representantes de las ONG podemos estarsatisfechas del trabajo que llevamos a China. En México el proceso quedurante dos años se coordinó con las 250 organizaciones de mujeres delpaís hizo que muchas de nuestras propuestas quedaran integradas en eldocumento oficial.

Además de todo, asistir a Huairou fue mostrar lo que estamos ha-ciendo en México, reencontrar a las latinoamericanas, y fortalecer al“movimiento”.

La delegación oficial

Patricia: Todas las participantes de la delegación oficial llegamos endistintos días. El grueso de la delegación empezó a llegar entre sábado ydomingo antes del 4 de septiembre. Todas estábamos en un solo hotel yla mayoría en el mismo piso. Cuando bajabas de los elevadores decía:“Bienvenida delegación de México” y tenía hasta un chino que te hacíauna reverencia. Todas estábamos ahí, éramos vecinas, nos conocíamos.En el piso de abajo, que era el piso catorce, estaba la oficina de México.Silvia Hernández no estaba en ese edificio, sino en el de al lado, que eramucho más elegante, para los diplomáticos; aunque no había una dife-rencia extrema, se distinguía. José Gómez de León, que era el segundo enla delegación, y que se quedó a la cabeza cuando Silvia se regresó, estabacon nosotras en el mismo piso.

La delegación se dividió en varios grupos: uno, el de las parlamen-tarias que andaban en su rollo; otro, el grupo de las ONG feministas y elde las de derecha, que también tenían información aunque de otro tipo,porque estaban en la red de Pro-Vida y del Vaticano. Había otro grupo entorno de Gloria Brasdefer y Clara Jusidman —eran las que habían traba-jado en el comité nacional y formaban el grupo técnico de expertas. Esta-

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Pekín/Beijing

ba también el grupito de las figuras políticas mayores: Beatriz Paredes,María de los Angeles Moreno, Dulce María Sauri, María Elena Chapa yAmalia García del PRD.

El discurso de Silvia Hernández era el martes y tenía como el octavolugar, era de las primeras. El martes por la mañana, a dos horas de pro-nunciar su discurso, lo repartieron a la hora del desayuno para que loleyéramos y le dijéramos lo que nos parecía. El discurso de Silvia nosdecepcionó porque fue muy tradicional, pero como lo dijo muy bien,como política, marcando las cosas, exaltándose, le aplaudieron mucho.Yo iba saliendo de uno de los grupos de trabajo y lo vi en la televisión; leaplaudieron corno cuatro o cinco veces. Me extrañó que las latinoameri-canas que la estaban oyendo dijeran: “¡Qué bien!” El final lo dijo eninglés. Todo el mundo la criticó y ella dijo que lo hizo porque era unmensaje para los chinos, era el agradecimiento. Una cosa que sí se lecriticó mucho fue el párrafo en que decía que ojalá sus hijos entendieranpor qué fueron solos a la escuela. Algunas comentaron que por lo menoshubiera hecho alusión a los hijos de cualquier mujer que estaba ahí y nosólo a sus hijos. A pesar de que reivindicó su papel de madre abnegaday preocupada por sus hijos, la campaña de la derecha en su contra fueigual de furibunda.

El trabajo en la delegación fue duro, pues en la composición de ladelegación había posturas muy encontradas. Pero los funcionarios hom-bres y mujeres que encabezaron los trabajos en la delegación oficial seportaron muy bien, muy coherentes con lo que ya se ha logrado en México.

Los trabajos en la Conferencia

María Consuelo: Al otro día de la llegada, hubo tres reuniones diferentesde las ONG involucradas para enfrentar todo el proceso de la Conferen-cia. Las feministas nos preguntamos: ¿cómo íbamos a enfrentar la arre-metida del Vaticano y sus aliados, cómo íbamos a hacer para proteger loque se ganó en El Cairo en materia de derechos sexuales y reproducti-vos? El punto era si se trataba de ir más allá de El Cairo o si se tratabasólo de defender lo ya conseguido. La idea era reunir a las diferentesorganizaciones de mujeres que han lidereado el trabajo del cabildeo eneste terreno, para que tuviéramos, un no-grupo, así le llamamos, que sereuniera, un no-sitio, una instancia de trabajo más o menos cerrada endonde pudiéramos evaluar la situación y conocer otras opiniones.

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Lucero González, María Consuelo Mejía y Patricia Mercado

En la reunión preparatoria que se llevó a cabo en Nueva York me dicuenta de que el movimiento feminista estaba muy atomizado, al menosa nivel de los grupos internacionales. Yo estaba preocupada por lo queeso iba a significar en la conferencia, dado el estado del borrador que seiba a discutir en Beijing —con muchos párrafos puestos entre corchetespor el Vaticano— y la necesidad de trabajar unidas. El mecanismo de“encorchetar”, que sirve para poner a discusión las declaraciones conlas que no se está de acuerdo, había sido muy utilizado en El Cairo, ydada la postura intransigente del Vaticano, era previsible que se repitie-ra, entorpeciendo los trabajos de las naciones.

Pero lo que vivimos en Beijing fue sorprendente. Las feministasguardamos nuestras diferencias y se crearon instancias de coordinaciónque permitieron que las energías no se dispersaran. Eso fue muy intere-sante. Luego, hubo otra reunión por parte de la red de católicas paradiscutir nuestra participación en el Foro y en la Conferencia y empezar apensar cuál iba a ser nuestra reacción frente a las propuestas del Vatica-no. De la red de católicas había gente de Brasil, de Uruguay, de EstadosUnidos y de México; había dos teólogas norteamericanas que estuvieronparticipando en los talleres y una teóloga que vive en Perú, que tambiénestuvo apoyando las actividades. Nuestra labor fundamental ahí eraestar pendientes de la actitud del Vaticano, de responder en caso necesa-rio, denunciar lo que había que denunciar, especialmente las mentiras.Para el Foro, se acordó promover la discusión sobre los valores religiososy los derechos de las mujeres y la Iglesia, a través de cerca de diez pane-les organizados por nosotras.

Patricia: Yo llegué directamente a las reuniones de trabajo en ladelegación oficial. Había varios tipos de reuniones. Todos los días a lasseis y media de la mañana nos reuníamos Gloria Careaga y yo con muje-res de diversas redes internacionales para planear estrategias e inter-cambiar información, y cada dos días nos juntábamos todas las delegadasfeministas que formaban parte de las delegaciones oficiales de AméricaLatina; eso fue precioso. Era muy importante que se oyeran las voceslatinas en favor de posiciones progresistas; siempre mostrar que habíauna postura latina progresista en contra de la voz latina conservadora,que fue sistemáticamente la de Argentina. Las delegaciones de Colombiay Brasil fueron las más adelantadas y las que más frecuentemente expre-saban posturas progresistas. En general, América Latina llegó muy for-talecida después de la reunión que los gobiernos tuvieron en Chile ydonde participamos las ONG.

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Pekín/Beijing

En las reuniones de estrategia fluía la información que había, queera la de las redes internacionales de todo tipo (de derechos reproducti-vos, de justicia, de salud, etc). Seguramente tenían (y deben seguir te-niendo) broncas de poder entre ellas, pero eso en la Conferencia no sevio. Ahí formábamos un solo bloque. Aunque yo llevaba una perspectivacatastrofista, y me esperaba lo peor, la solidaridad y la fortaleza delmovimiento feminista fue muy fuerte y cambió el rumbo de la Conferen-cia a nuestro favor.

María Consuelo: Era impresionante la sensación de coincidencia.Nadie se ponía a pensar si ésta no es de aquí, si es del otro grupo. Sialguien llegaba y decía: “creo que hay que hacer esto, tengo esta pro-puesta”, enseguida se tomaba en cuenta. Para nosotras, la sorpresa fueque el Vaticano llegó con un perfil muy bajo. Realmente la pelea másfuerte en Beijing fue con el Corán, con los grupos islámicos más que conla iglesia católica, como había ocurrido en El Cairo. Yo creo que la razónde mayor peso que explica la actitud del Vaticano son los cambios queha habido en la iglesia católica. El trabajo de las feministas y de otrasmujeres católicas progresistas ha impulsado importantes posiciones al-ternativas entre teólogos y teólogas comprometidos con la justicia y losderechos de las mujeres. La jerarquía de la iglesia no puede seguir sordaa estas demandas. Además, supongo que el Vaticano se enteró que hayun fuerte movimiento que cuestiona su condición de estado observadoren la ONU. Tal vez por eso decidó bajarle a la confrontación y no obstacu-lizó tanto el proceso.

Patricia: En Nueva York, en la última de las conferencias prepara-torias, yo sentí un avance muy grande de las posiciones conservadoras.Pero en Beijing se vio que las feministas reaccionaron muy fuerte a nivelinternacional. Algo sucedió entre marzo y septiembre. Además, desde elprimer día en Beijing, a diferencia de lo que pasó en la última conferenciapreparatoria y en la Conferencia de El Cairo, se empezó a trabajar con eltema de salud y la negociación sobre salud se prolongó durante toda laConferencia. Esto fue muy bueno, porque en El Cairo los puntos máscomplicados, que fueron los mismos que se complicaron acá, fueron de-jados para el final.

Había muchos problemas en varios apartados de la Plataforma,sobre todo en salud y derechos humanos. Después se complicó el asuntocon la Declaración, porque todo lo que los grupos conservadores perdie-ron en la Plataforma, lo querían ganar en la redacción de la Declaración

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Lucero González, María Consuelo Mejía y Patricia Mercado

y empezaron a presionar para que lo que se le mostrara al mundo fuerala Declaración. Pero la Declaración sola no dice nada; lo importante es laPlataforma de Acción.

Como se empezó desde el primer día con lo de salud, obviamente elambiente se empezó a tensar entre las derechas y las izquierdas. Las ONG

conservadoras y las progresistas trabajamos mucho en todo el procesode discusión; las mujeres de Pro-Vida no dormían, nosotras tampoco.

No te podías descuidar un solo segundo, era imposible. Además,como las feministas en las delegaciones no éramos muchas y sí las úni-cas que podíamos entrar a los grupos informales, que sesionaban mu-chos a la vez, teníamos que estar muy atentas porque en estos gruposinformales de contacto era donde se daba la información más precisa, selograban negociaciones. Entonces, como éramos tan pocas, nos avisába-mos: “En tal salón van a hacer tal cosa”. A veces venían por ti para queasistieras. Se trataba de que por lo menos diéramos información, meter-nos a ver qué estaba pasando y ver cómo podíamos presionar desdefuera. Nosotras estábamos ahí todo el tiempo, sin podernos mover, y lasde derecha también entendieron esto desde un principio y tampoco semovieron hasta el final.

Yo estaba verdaderamente impresionada y conmovida, porque ahílas feministas formábamos un solo frente; no importaba la procedencia,el color, la ideología, la diferencia política. Tú recibías la orden que tellegaba y no preguntabas quién la mandó ni por qué; obedecías esa or-den al instante, viniera de quién viniera, te la dieran en el pasillo o enocasiones tú se la dabas a alguien, aunque fuera la delegada númerouno, por supuesto de otro país aliado abiertamente a las ONG feministas.

María Consuelo: Creo que un éxito en Beijing fue que se oyeronvoces latinas progresistas. En El Cairo y en la preparatoria de NuevaYork muchos países latinoamericanos estaban de incondicionales delVaticano. Pero ahora ya no hubo tantas voces latinas de derecha.Centroamérica estuvo más progresista; ahora la derecha estaba en mino-ría en esta región. Por ejemplo, Guatemala, que antes había sido un pun-tal del Vaticano, en ese momento era interesante ver su división interna.Por un lado contaba con una representante perteneciente a una organi-zación internacional de derecha; ella tenía voz, pero el embajador deGuatemala la desconoció en una reunión. A esta representante, una mujermuy simpática, que me cayó muy bien aunque era simpatizante de Pro-Vida, la seguía otro representante del gobierno diciéndole: “¿Por qué

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Pekín/Beijing

está usted acá? Quedamos en que iba a estar en otro lado”. Se veía clara-mente que una era la posición del representante del gobierno y otra la dela representante de la iglesia católica.

Patricia: Ese tipo de marcajes eran frecuentes. Entre Paz GutiérrezCortina y yo se dio; siempre “casualmente” coincidíamos en los mismoslugares de discusión. Era un marcaje personal, por posturas ideológicas.Siempre andábamos juntas, ella de un lado y yo del otro. Midiendo launa a la otra, ¿vigilándonos? Y presionando a los representantes oficia-les.

La gente de Relaciones Exteriores se portó muy profesional. OlgaPellicer es sensacional, me encanta. El primer día que nos encontramosme dijo: “Te voy a decir que va a pasar”, y tal como ella traía el análisis yla percepción de las cosas, así fue.

Pero de todo, lo que más me gustó fue la actitud de las delegadasfeministas, era muy impresionante esa fortaleza. El internacionalismofeminista me encantó.

Los puntos candentes:

a) El género

Patricia: El rechazo a la perspectiva de género fue irracional y, sobretodo, basado en la ignorancia. Cuando nos dieron a leer el discurso deSilvia Hernández, María Elena Chapa le dijo: “Oye, pon en algún lado laperspectiva de género”. Entonces, saltaron las del PAN y el Opus, y total,no lo puso.

Por desconocimiento, o tal vez por mala fe, lo que las mujeres dederecha han difundido es una descomposición del concepto. Sostienenque si se acepta el concepto género, va a haber cinco géneros: hombre,mujer, bisexual, homosexual y lesbiana. Es una ignorancia total, no sa-ben de qué están hablando. Pero la propaganda terrorista que han hechoquienes quisieron encorchetar el concepto de género, en especial el Vati-cano, fue argumentando que si se sacaba el término género era paraevitar que se aceptara la existencia de cinco géneros.

María Consuelo: La falta de formación, el desconocimiento del de-bate teórico y la paranoia hizo una mezcla entre divertida y terrorifica.Yo escuché a delegadas diciendo que “género” significa: homosexuali-dad, heterosexualidad, bisexualidad, paidofilia y zoofilia.

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Patricia: Sí, por eso, en Nueva York, en la conferencia preparatoria,al día siguiente de que salió el volante diciendo eso, las feministas enlugar de azotarse diciendo: “¡No!, género no significa eso”, ya habíansacado una pegatina y un button en inglés que decía: “Lleva tu mascotaa Beijing”. Más vale llevarse las cosas así, con sentido del humor.

b) La familia

Patricia: En la Plataforma constantemente se reconoce un lugar impor-tante a la familia. La cuestión es el concepto de familia: si es la formadapor papá, mamá e hijitos o si se trata de los nuevos hogares donde hayuna mamá, una tía, una abuelita, etcétera. Tenemos que hablar de losnuevos modelos de solidaridad entre los hogares, y no estamos diciendono a la familia, sino que es importante reconocer que hay muchos tiposde familia. Debemos fortalecer esas familias e incluso cambiar los códi-gos, para hacer valer los derechos de ancianos, mujeres y niños. Lastrabajadoras aquí en México le pagan a una mujer que se queda hacien-do la comida y cuidando a los hijos mientras ellas se van a trabajar.Incluso hay que reconocerlo, así como reconocer que están sucediendonuevas cosas, arreglos familiares distintos, que ameritan que ciertos de-rechos sean consagrados.

María Consuelo: Cuando se trató lo de las familias, el argumentodel Vaticano fue que si vamos a reconocer distintas formas de familia,vamos a tener que reconocer también que un grupo de mujeres que se vaa vivir juntas es una familia. El miedo a aceptar esto, que es el miedo aaceptar la homosexualidad, coloreó toda la discusión.

Yo creo que el papel de la familia en este momento es una cuestiónbásica. Debido a toda la situación relacionada con la familia en estasépocas de crisis total, en que la pobreza crece en proporciones enormesen todo el mundo, el tipo de análisis que hacemos de la familia tendríaque ser otro. Hay que poner a los niños en el centro del cuidado político,de las prioridades políticas, y eso quiere decir que tenemos que cambiara la sociedad para que haya una atención verdadera, real y dedicada alos niños. Plantear cómo vamos a vivir, cómo nos vamos a reproducir, esmás que pensar en control natal o no, o en homosexualidad.

c) La homosexualidad

Patricia: Repito, no sé qué pasó entre marzo y ahorita, pero algo cambióa nivel internacional. Ibamos preparadas para defender por lo menos loacordado en El Cairo y lo que logramos fue una sorpresa. Yo no podía

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creer cuando salió en la Conferencia la definición de los derechos sexua-les. No me lo esperaba.

María Consuelo: Imaginen a la delegada de Nigeria, una señoracomo de unos sesenta y pico de años diciendo: “nuestra delegación noapoya la discriminación basada en la raza, en el género o en la clasesocial, por lo tanto, nuestra delegación tampoco apoya la discrimina-ción en base a la orientación sexual. Nosotras hemos sufrido tal discri-minación que de ninguna manera podemos estar de acuerdo en que unasola persona en el mundo sea discriminada por ningún motivo. Votamospor que quede el término de ‘orientación sexual”’.

Patricia: Aunque se perdió reconocer que una de las causas de ladiscriminación es la orientación sexual, se perdió con un buen margen afavor, se perdió porque no había consenso de todos los países. Pero si laONU lo pone a votación, se gana, quizá cien contra ochenta, pero se gana.

El Vaticano

Patricia: Fue notable cómo el Vaticano dejó que el Islam se enfrentara ydefendiera las posturas conservadoras, mientras él se quedó un pocoatrás. En la última conferencia de prensa que dio, el Vaticano no quisoreconocer que sus aliados fundamentales fueron los países islámicos.Claro, no podía hacerlo, pues es vergonzoso. Pero era notable ver cómo,cuando el Vaticano ponía una posición, inmediatamente la secundabantodos los islámicos, especialmente Sudán y Yemen y después Argentina,Guatemala, Malta, Benin.

Lucero: Respecto al Islam, un discurso súper interesante fue el deBenazir Buttho, porque para defender la igualdad de la mujer y sostenersu posición en el mundo islámico, Benazir tuvo que apoyarse en el Co-rán. En su discurso se ve el debate del mundo racional con el mundomágico de las creencias; y después hace un juego de cómo ha cambiadola condición de la mujer en conquistas mínimas, que para su sociedadson importantísimas: por ejemplo, los hombres ya no tienen derecho atener concubinas. Benazir Buttho tiene una conciencia clasista, porquedice que ella puede ser así gracias a que su padre la educó. Es realmenteun discurso interesante.

Patricia: Pero regresando al Vaticano, la Comunidad Europea fuequien se le enfrentó abiertamente, y quien planteó que había que sacarlode Naciones Unidas, pues no es un estado como los demás, sino que es

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una iglesia. ¿Por qué va estar representada sólo esa iglesia, y no lasdemás? Y si entran las demás iglesias, Naciones Unidas se va a volverun lío.

María Consuelo: Sí, en el Foro diversas organizaciones de mujereshicieron una carta a firmar por todo el mundo, pidiendo que el Vaticanofuera considerado como un organismo no gubernamental más dentro dela Conferencia. En esta iniciativa participó Católicas por el derecho adecidir, ya que consideramos que es absolutamente improcedente elestatuto privilegiado que tiene la Santa Sede en Naciones Unidas. ElVaticano tiene posturas que muchos católicos no compartimos y siste-máticamente obstaculiza el proceso de llegar a acuerdos entre los esta-dos miembros. Los representantes del Vaticano intentan imponer laagenda conservadora de la iglesia católica romana en asuntos de po-blación, sexualidad y reproducción, al mundo entero. Por eso las muje-res, de distintas organizaciones y creencias, hemos planteado la necesidadde una revisión sobre el estatuto de la representación de la iglesia católi-ca romana en la ONU.

Patricia: No hay duda de que el Vaticano, que en la ONU toma elnombre de la Santa Sede, actúa para impulsar sus puntos de vista reli-giosos. Pero el reclamo a la ONU es que tiene la obligación de ser neutralen temas de religión. La supuesta imparcialidad y neutralidad de Nacio-nes Unidas se quiebra cuando sólo una iglesia posee privilegios que lasdemás no tienen. La llamada Santa Sede es el brazo gobernante de unainstitución religiosa y no de una nación. Mostrar esa contradicción hizoque esta vez el Vaticano estuviera mucho menos beligerante que en ElCairo. Supongo que ahora que se discute abiertamente su estatuto privi-legiado, ya que las demás iglesias no son consideradas “estados”, se vaa moderar. Las representantes europeas fueron las más radicales en estesentido, al insistir que la situación del Vaticano en la ONU viola la im-parcialidad que se requiere para que las naciones encuentren consensoscomo estados.

María Consuelo: Resulta que la delegación del Vaticano, compues-ta por 14 mujeres y 8 hombres, convocó a las mujeres católicas que esta-ban ahí a una reunión. Llegué a un salón angosto con sillas, como unaespecie de iglesia, dudaba si hablar o no y pensé: “aquí me van a atacarmuy duro”. Cuando vi que llegó el periodista de la Coalition con otrasdos personas conocidas dije: “bueno, por lo menos se va a saber que meatacaron”.

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La delegada del Vaticano hizo la presentación. Habló de la alegríaque guardaba en su corazón por haber recibido la carta del papa pidién-dole que fuera su representante. Después dio la palabra al público. Yopensé que iba a ser distinto, que iba a hacer una intervención más larga,pero simplemente fue una pequeña presentación y ofreció la palabra.Una mujer alzó la mano y dijo: “¿Cuál es la posición del Vaticano conrespecto a la participación de las mujeres en la toma de decisiones?”Luego otra: “¿Qué piensan ustedes sobre la familia? porque nosotrasquisiéramos saber dónde se ubican las madres solteras en su conceptode familia”; y luego otra: “¿Cuáles son los compromisos del Vaticanodespués de esta Conferencia?”. La representante contestó con muchasevasivas, dijo que los compromisos del Vaticano ya los había comuni-cado el papa en la carta que se dio a las mujeres en julio y son: que lasinstituciones católicas relacionadas con la salud le darán prioridad a laatención de las niñas. Ese es el compromiso del Vaticano con la Platafor-ma de Acción. Sobre la familia dijo que la sociología ya estableció que laúnica forma de familia está formada por papá, mamá e hijos.

Yo alcé la mano y dije que pertenecía a Católicas por el derecho adecidir y a la delegada le cambió el color de la cara, se puso roja y sevolvió hacia monseñor Martin que estaba a su lado, y le dijo algo. Dijeque me alegraba muchísimo que fuera una mujer la representante delVaticano, que era una muestra de los avances del Vaticano; pero, recor-dando que la doctrina cristiana nos enseña los principios de justicia ydefensa de los derechos humanos, yo no entendía cómo el Vaticano pro-hibía el uso del condón que evitaba la propagación de una enfermedadmortal, cómo no reconocía la mortalidad de mujeres por abortos malpracticados, sobre todo, teniendo en cuenta que el aborto es un problemade salud pública y justicia social, y, que no entendía cómo no se podíanreconocer los derechos de personas con una orientación sexual diferen-te, cuando ésta era una cuestión objetiva en muchos casos independien-te de la voluntad de esas personas.

Se quedó callada, contestó las otras dos preguntas y clausuró lasesión. No me contestó una sola palabra.

Cuando me levanté unas mujeres se me acercaron a felicitarme yotras a decirme: “Me da mucha tristeza, usted no es católica”. Otras memaldijeron con palabras y con gestos. Una monja española que habíaestado asistiendo a nuestros eventos en Huairou estaba muy contentacon nuestros planteamientos y muy de acuerdo, porque además había

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muchas religiosas en este grupo, todas uniformadas, con el mismo pei-nado, con blusa blanca y falda de cuadros. Cuando yo las vi dije: “todasson de Pro-Vida”, y no, ¡sorpresa!, por lo menos la mitad estaba en con-tra de las posiciones del Vaticano. Hubo, incluso un grupo que se quedódiciendo que cómo era posible que no me hubiera contestado a mí lapregunta, que nosotras éramos unas valientes que nos atrevíamos a cues-tionar, que ellas nos apoyaban; y después se nos acercaron y nos llama-ron a una reunión.

La otra cuestión que fue chistosísima fue la de una española quepreguntó cómo era posible que en la Plataforma de Acción solamente sele diera importancia a los problemas de salud reproductiva, que si nohabía enfermedades mucho más graves, enfermedades contagiosas, porejemplo. Y la respuesta de la delegada del Vaticano fue: “Lo que pasa esque a la Plataforma de Acción y a la prensa, lo único que les interesa es lazona pélvica”. Más tarde al comentarlo con las compañeras de la Coalitiondecíamos: “Vamos a hacer una nueva demanda: ‘Lo único que queremoses paz pélvica, dénnos desarrollo pélvico e igualdad pélvica”’.

El balance

Lucero: El sentir generalizado de las mujeres en el Foro fue de que gana-mos. A pesar de las dificultades, a pesar de todo lo que nos falta poravanzar, a pesar de horrores que están presentes, Beijing fue un logro delmovimiento internacional de las mujeres. Le ganamos al fundamentalis-mo. Dentro del marco en que se dio la Conferencia, con los intereses quemovió, es mucho más admirable que se hayan logrado estos avances.

Patricia: La ganancia fue que en esta Conferencia todo se apostó ala igualdad, y se dijo no al concepto de equidad, que implica un tratodiferencial para cada una de las partes. Con la equidad se quería conti-nuar sometiendo a las mujeres a las discriminaciones parciales,relativizadas culturalmente. El reconocimiento a los derechos humanosde las mujeres, absolutamente cuestionado por el Vaticano y los paísesislámicos, quedó registrado y firmado.

María Consuelo: A muchas personas católicas les cuesta trabajodistinguir entre la religión y la institución. Nosotras cuestionamos elfuncionamiento de la iglesia como institución formada por seres huma-nos, con errores, y con intereses terrenales. No nos cuesta trabajo vercómo la Santa Sede rebasa su condición de estado observador para obs-

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taculizar los consensos y acuerdos entre los estados. Por eso, aunque lareligión cumple una función espiritual de primer orden para importan-tes sectores de personas, cuestionamos los dictados autoritarios ymisóginos de los funcionarios del Vaticano.

Nosotras, las Católicas por el derecho a decidir, planteamos que lapresión del movimiento de mujeres y de los países modernos para defen-der los derechos individuales de las mujeres hizo que el Vaticano cam-biara. Sin embargo, hay que reconocer que, en términos políticos, elVaticano sufrió una derrota muy fuerte: perdió a muchos países latinoa-mericanos como aliados, vio cuestionado su estatuto en la ONU, y, ade-más sintió el peso de una fuerte corriente que, aunque reconoce lasvaliosas contribuciones que las iglesias de todo signo aportan, insiste enque no se deben confundir los ámbitos religiosos y los políticos.

Patricia: Sí, en Beijing se defendió la validez del principio de sepa-ración iglesia-estado. Por eso, las organizaciones de mujeres pidieronque se evalúe si es adecuado permitir que una entidad religiosa actúe ala par con los estados, en una organización que ha sido concebida parareunir a los gobiernos de los países.

Lucero: Y en el Foro se discutió que hay que cuestionar el que unainstitución religiosa reúna los criterios contemporáneos suficientes para,sensatamente, considerarla un estado como los demás. Además, no esnecesario hacer una investigación para comprobar que el funcionamien-to real de la Santa Sede es nefasto: sus presiones a otros países, a travésde sus funcionarios católicos, sus campañas en los medios para distor-sionar la información, etc.

Patricia: Hubo además, muchas otras ganancias. Una que tiene unpeso simbólico importante es la contabilización en cuentas nacionales deltrabajo no remunerado y el trabajo doméstico en cuentas satélites. Otra esque se trató la sexualidad separada de la reproducción, con las recomen-daciones correspondientes, especialmente la relativa a que se revisen lasleyes que castigan a las mujeres que se realizan abortos ilegales.

También fue una ganancia la forma en que quedó lo relativo a lasfamilias. Aunque se dice que la familia es la unidad básica, luego se diceque en los diferentes contextos socioculturales, económicos y políticoshay diferentes formas de familia. En el fondo se trata de reconocer cual-quier tipo de familia, para abatir las desigualdades y la discriminación,pero el Vaticano lo vivió como una amenaza a la familia tradicional ycomo la apertura a las familias homosexuales.

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Lucero: Hay que recordar que ésta es la Conferencia internacional deNaciones Unidas a que más gente ha concurrido. La causa de las mujereses tan grande que llegaron ahí 35 mil mujeres a pelear, con mucho esfuer-zo algunas. Y hubo muchas voces, muchas posiciones, muchas reivindi-caciones distintas. Hubo quienes dijeron “a mí el aborto no me importa,me importa que las mujeres no se mueran de hambre”. Las diferenciasregionales fueron evidentes. Para unas, el punto fue la pobreza, para otras,la salud reproductiva, para otras más la igualdad salarial.

Patricia: También es una realidad que, en este momento, a la mayo-ría de los movimientos de mujeres en el mundo les preocupa más que nose mueran las mujeres de aborto, y no reivindican el tema del trabajodoméstico, aunque es importante, porque nadie se muere por trabajodoméstico.

Lucero: Y porque, además, la mitad del mundo desarrollado ya estácompartiendo el trabajo doméstico con los hombres.

Patricia: También hubo muchas negociaciones que no salieron alaire. El Islam no deja que las mujeres hereden, entonces, la posición avan-zada de todo el mundo era poner que las mujeres tenían derecho igualita-rio, pero las islamitas presionaron para que ese párrafo saliera. Cerca delfinal los países islámicos dijeron: “Nosotros rompemos todos los acuer-dos si en Beijing se acepta que en el párrafo de la herencia quede que lasmujeres y los hombres son iguales”. Se tuvo que negociar, es decir, bajarlea la demanda de igualdad en la herencia para que no se perdiera todo lodemás. Los países islámicos dijeron “nosotros nos vamos a reservar, peroen este momento mismo abrimos aquí todas las discusión si ustedes insis-ten en meternos a la herencia como un derecho para las mujeres”. Lasfeministas islámicas nos decían: “por favor aliviánense, déjennos redac-tar una propuesta” y la negociación fue hablar de “equidad” en el derechoa la herencia. Para los islámicos esto significa menos derecho para lasmujeres, pero puede haber otra interpretación.

Lucero: La Plataforma de Acción es un avance, más en unos puntosque en otros, y más para ciertas sociedades que para otras. Sin embargo,no hay que olvidar que una cosa es la letra escrita y otra la realidad. Loimportante es que no perdamos de vista que a través de este trabajo he-mos logrado unos cuantos acuerdos para cambiar cuestiones concretasde nuestras vidas. Hacer cumplir a nuestros gobiernos la Plataforma deAcción, eso va a ser lo más difícil.

Patricia: A mí me sorprende muchísimo la manera en que se manejóla información, porque lo que se intentó fue dividir a las mujeres en

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función de qué es lo fundamental: si es el problema de los derechos sexua-les y reproductivos, el problema de la pobreza o el problema del trabajo.Todos son problemas importantes, esenciales, que están de cierta formavinculados. Pero como unas decían “primero queremos comer”, y las deEuropa Oriental “primero queremos paz” y otras, “queremos controlsobre nuestro cuerpo”, la prensa no pudo (o no quiso) reflejarlo comodiferencias regionales, sino como incapacidad de ponerse de acuerdo.Curiosamente, cuando se habló de los recursos y del desarrollo no se diola alianza de la misma manera con las delegadas del Norte, como cuan-do se trató de los derechos sexuales y reproductivos. Entonces el plan-teamiento fue: para nosotras es importante lo relativo a los derechossexuales y reproductivos, pero también nos interesa lo referente a losrecursos y el desarrollo.

Lucero: Yo vi una actitud consistente de los medios de comunica-ción mexicanos para desinformar a la sociedad sobre lo que verdadera-mente ocurría en la Conferencia y sobre lo que se votaba, en las cuestionesimportantes o candentes. Por eso, como balance, creo que hay que asegu-rar la presencia de medios objetivos para la próxima.

Patricia: Sí, no llevar prensa oficial fue un gran error. Los medios decomunicación mexicanos que fueron estaban al servicio de las posicio-nes conservadoras. No hubo prensa oficial que, mal que bien, al menoshubiera registrado lo que sí se dijo.

Lucero: Pero, a pesar de las manipulaciones, a pesar de que a Méxi-co no llegó toda la información, el balance de la mayoría de los gruposfeministas, o por lo menos de quienes participamos en el proceso de las250 ONG mexicanas, es que la Cuarta Conferencia fue un triunfo paralas mujeres. Ahora bien, si reflexionarnos sobre lo que le ha costado a lasmujeres tener un diálogo con los gobiernos y las agencias internaciona-les, el esfuerzo que nos ha costado hacernos escuchar, la pregunta es sivalió la pena. Aunque yo pienso que sí valió la pena, me gustaría pre-guntárselo a las mujeres en general.

Patricia: Y a las organizaciones feministas. Sin la organización delas feministas a nivel internacional, sin su cabildeo, sin su participa-ción, no se hubieran logrado los avances. No sólo fue un avance la Plata-forma de Acción sino también ganar la batalla contra el fundamentalismo.Tal vez los puntos se puedan ver como posiciones tibias. Pero lo quesignificó consagrar ciertos puntos en esa Plataforma es impresionante:fue enfrentar a los grupos más conservadores del planeta. Y ganamos.

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Patria Jiménez y Gloria Careaga

Las lesbianas en Beijing

Patria Jiménez y Gloria CareagaEl Clóset de Sor Juana

Del 4 al 15 de septiembre de 1995, se celebró en Beijing, China, laIV Conferencia Mundial de la Mujer. Es en esta Conferencia donde por primera vez en la historia de las Conferencias de la Mujer

organizadas por Naciones Unidas, las lesbianas adquieren un papelpreponderante en cuanto a presencia, visibilidad y propuestas tantopara el Foro de ONG, como para la Conferencia misma.

Antecedentes

En la I Conferencia Mundial de la Mujer, que se realizó en México en1975, quizás pasó inadvertida la presencia y participación de laslesbianas. Sin embargo, de acuerdo al testimonio de Nancy Cárdenas,algunas lesbianas de diferentes países, preocupadas por la situación desus derechos, tuvieron una reunión a puertas cerradas que marca el ini-cio de nuestra participación en este tipo de conferencias.

Para la Conferencia de 1985 en Nairobi, las lesbianas tuvieron másparticipación. Asistieron al foro de las ONG como grupos específicos delesbianas, buscaron la vinculación de los grupos por regiones, y se die-ron a la tarea de ampliar y crear redes de mujeres lesbianas. La comuni-dad de lesbianas europeas estaba más organizada y apoyó laorganización de las lesbianas latinoamericanas y caribeñas; este fue elprimer impulso para la creación de nuestra red regional.

Inicio del proceso hacia Beijing

Desde diferentes países y organizaciones, las lesbianas del mundo ini-ciamos un proceso de coordinación y de diseño de estrategias que nospermitiera llegar con propuestas claras y fuerza a la Conferencia. A nivel

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nacional, regional e internacional las lesbianas celebramos diferentesreuniones y establecimos contactos para garantizar nuestra participa-ción, tanto en el Foro, como en la Conferencia Oficial.

A nivel local, en México, nos incorporamos al proceso del ComitéNacional de ONG de Mujeres hacia Beijing, jugando un papel activo enlas discusiones, organización de actividades y redacción de documen-tos. Nuestra postura feminista y los ejes que el movimiento feministamexicano mantiene entre sus prioridades de lucha —contra la violenciahacia las mujeres, por una maternidad libre y voluntaria, por el respeto ala libre opción sexual— facilitaron el trabajo conjunto, llegando inclusoa ser delegadas del Comité Nacional que coordinó el trabajo de las ONG

del país, representando nuestras regiones. Esta participación garantizóademás nuestra inclusión en la delegación de ONG que asistieron a laConferencia Regional Latinoamericana y del Caribe en Mar del Plata,Argentina en septiembre de 1994, a la última Conferencia Preparatoriaen Nueva York y a la Conferencia misma en Beijing, lo que afianzó ade-más la vinculación a nivel regional e internacional.

A nivel de región Latinoamericana y del Caribe, a inicios de 1994nos planteamos la necesidad de hacer un diagnóstico de nuestra situa-ción desde nuestros países, y participamos en la Reunión Satélite deLesbianas Latinoamericanas y Caribeñas, en Lima, Perú, de donde sur-gió una Declaración con nuestras propuestas. Durante la ConferenciaRegional de Mar del Plata tuvimos un taller permanente donde pudimosampliar la perspectiva, ya que el grupo se había ampliado, y logramosque las ONG asumieran el compromiso de impulsar nuestras propues-tas.

En el plano internacional, desde junio de 1994, reunidas en NuevaYork con motivo de la celebración de los 25 años de lucha del movimien-to gay-Stonewall y de la Conferencia Anual de la Asociación Internacio-nal de Lesbianas y Gays (ILGA), iniciamos un trabajo de coordinacióncon grupos y redes que permitieran una comunicación fluida sobre lospreparativos y se establecieron compromisos para impulsar estrategiasglobales. Se celebraron reuniones con el comité organizador de el Foro deONG para garantizar nuestra participación abierta y clara en China. Asítambién cada una de las delegaciones que estábamos presentes, acudi-mos a las Misiones Diplomáticas de nuestros países con representaciónen Naciones Unidas, para dialogar sobre la situación de las lesbianas anivel nacional e instarles a que incorporaran nuestras demandas en ladefinición de su posición para la Conferencia.

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En esta etapa definimos nuestras prioridades, las tareas y las estra-tegias a desarrollar: la inclusión del tema de sexualidad en la agenda dela Conferencia y la integración de lesbianas en las delegaciones oficia-les; elaborar un reporte global sobre la situación de los derechos huma-nos de las lesbianas; participar en las Conferencias Regionales; conseguiruna carpa para nosotras en el Foro de ONG y garantizar la asistencia delesbianas a Beijing. Si bien se desarrollaron actividades desde diferentesregiones, la Comisión Internacional de Derechos Humanos de Gays yLesbianas (IGLHRC, por sus siglas en inglés), jugó un papel fundamen-tal.

Durante la Sesión 39 de la Comisión de Naciones Unidas sobre elEstatus de la Mujer y la Conferencia Preparatoria que tuvieron lugar enmarzo de 1995 en Nueva York, se evaluaron los avances en nuestra coor-dinación y de los vínculos establecidos con las delegaciones oficialespor países y con los organismos internacionales. Se entregó a la secreta-ria de la Conferencia, Gertrude Monguela, las más de seis mil firmasreunidas para apoyar nuestra presencia, y se estrecharon los lazos conel Comité Organizador del Foro a cargo de Masdid Supatra. Se organizóun Caucus de Lesbianas que se reunió todos los días para dar segui-miento a nuestra labor, de donde salió también una ponencia para serpresentada ante la Comisión Contra todo tipo de Discriminación Contrala Mujer, que celebraba su sesión 39 y le tocó darle lectura a El Clóset deSor Juana, por medio de Patria Jiménez. Se acordó ahí también que, des-de la iniciativa individual, garantizáramos la presencia en el Foro y en laConferencia con una gran variedad de actividades. El trabajo desarrolla-do tuvo indicadores claros del avance: algunas lesbianas estaban yadentro de las delegaciones oficiales; varias organizaciones de mujeresestaban impulsando la defensa de nuestros derechos; la articulacióncon el Comité Organizador del Foro era muy estrecha.

Además, contábamos con una buena definición de derechos sexua-les, en la que nos sentíamos incluidas (Salud, párrafo 97) y la palabraorientación sexual quedó en cuatro párrafos de la Plataforma de Acción(Introducción general del Capítulo IV, de Objetivos Estratégicos y Planesde Acción 48; en el Objetivo Estratégico F.5. Eliminar la segregación en eltrabajo y todas las formas de discriminación en el empleo 180b; en laIntroducción al tema de Derechos Humanos de las Mujeres 226 y en elObjetivo Estratégico 1.2. Garantizar la igualdad y la no discriminaciónante la ley 232h).

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De marzo a septiembre se impulsó ampliar la discusión sobre lasexualidad de las mujeres en general y sobre nuestros derechos, partici-pando en reuniones y mesas redondas sobre los temas específicos a abor-dar en la conferencia, así como en las reuniones de estrategia de redes yorganizaciones. La Mesa Interregional de Salud Reproductiva acordó enLondres, desde enero, incluir orientación sexual entre sus prioridades yen la reunión de redes mundiales que tuvo lugar en Santo Domingo enjunio de 1995, se asumió el compromiso de apoyar orientación sexual eincluirla en las discusiones sobre la sexualidad de las mujeres.

Arribo a Beijing

Cuando llegamos a Beijing, habíamos logrado tener nuestra propia car-pa, un buen grupo de lesbianas había logrado financiamiento para par-ticipar y más de diez organizaciones de lesbianas habían logrado suacreditación como observadoras en la Conferencia. El reporte global es-taba impreso y listo para su distribución, y junto con las redes interna-cionales de mujeres habíamos diseñado una estrategia para impulsarlos derechos sexuales de las mujeres. Además, varias delegaciones esta-ban dispuestas a impulsar el reconocimiento de la discriminación pororientación sexual en la Plataforma de Acción.

El foro de las ONG en Huairou

El Foro acogió abiertamente a las lesbianas que logramos llegar a China.La carpa lésbica mantuvo actividades permanentes que atraían la aten-ción de mujeres de diferentes regiones del mundo y de algunos hombres,sobre todo voluntarios y miembros de la seguridad de China. En la carpase presentaron una gran diversidad de actividades —discusiones, pro-gramas de radio, filmación de videos, expresiones culturales, manifesta-ciones públicas— y exposición de materiales (botones, impresos,fotografías, etc.). Estas actividades nos permitieron una gran visibilidad,avanzar en el diseño de estrategias, establecer contactos de los grupospor regiones y conocer el trabajo de las otras lesbianas.

Las lesbianas logramos estar presentes, todos los días, en el progra-ma de actividades del Foro (Anexo I), con eventos sobre una gran diver-sidad de temas. Durante los nueve días que duró el Foro se realizaron:

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un tribunal sobre las violaciones a nuestros derechos, 8 paneles conrepresentantes de diferentes países, 14 talleres, un sinnúmero de confe-rencias de prensa, entrevistas para los medios y una multiplicidad deexpresiones culturales. De las temáticas desarrolladas, algunas se cen-traron directamente en los temas de la Plataforma de Acción: derechoshumanos, violencia, salud, ámbito laboral. Otras tocaron aspectos másespecíficos: maternidad, identidad, religión, discriminación. Tambiénse aprovechó el espacio para analizar nuestra capacidad organizativa yde difusión y hasta para explorar nuestra cotidianidad —taller sobretécnicas de ligue—. Así, las actividades de las lesbianas, además de lasespontáneas que fueron surgiendo en la Carpa, estuvieron presentes to-dos los días en el Programa del Foro, incluso, a excepción de un día,siempre hubo la oportunidad para elegir a cuál ir o ir a más de un tallero panel. Y no sólo eso, las lesbianas estuvimos en un sin fín de activida-des temáticas: financiamiento, reproducción, hostigamiento, etc. que se-ría difícil enumerar.

En los últimos días de actividades organizamos una manifestaciónpor las calles para demandar el respeto de nuestros derechos, que resul-tó exitosa por el importante número de participantes y la cantidad demujeres que en el camino se nos unió, así como por la cobertura de pren-sa que alcanzó.

La presencia de lesbianas de América Latina y el Caribe, NorteAmérica, Canadá, Australia, Africa, Asia y Europa, nos permitió unaamplia vinculación para establecer una buena coordinación para la ins-trumentación de la estrategia e impactar efectivamente la discusión y elimpulso del reconocimiento de nuestra condición en la Plataforma deAcción.

El trabajo, la continuidad y los contenidos de las actividades quedesarrollaron las lesbianas hicieron posible que su visibilidad se revis-tiera de histórica importancia en este evento.

La Conferencia de Beijing

Desde los primeros días de trabajo de la Conferencia se estableció unestrecho vínculo con el Foro y con las Delegaciones oficiales de los go-biernos. El Caucus de Lesbianas continuó su trabajo reuniéndose todoslos días para ir evaluando los logros y para establecer una estrecha coor-dinación de actividades.

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Se acordó que IGLHRC solicitara turno para la presentación en laplenaria de nuestras demandas, mismo que después de algunos días deespera logramos. Nuestra representante en esta ocasión fue Palesa BeverlyDitsie, del grupo GLOW de Sudáfrica, quién logró una buena aceptaciónde los oyentes y tuvimos una amplia cobertura de prensa. Asimismo,decidimos ejercer mayor presión a través de una manifestación públicaen la plenaria, que mostrara abiertamente nuestra presencia y nuestrasdemandas y, aunque fue reprimida por la seguridad de Naciones Uni-das, tuvimos suficiente tiempo para lograr nuestro objetivo.

A pesar de que la discusión sobre orientación sexual fue evitándose,al final de la Conferencia, exactamente una noche antes de su conclu-sión, llegó el gran día en que los gobiernos del mundo tuvieron que ma-nifestarse sobre el tema. Este debate, además de largo, fue muy interesante,ya que al haberse desarrollado en la plenaria, permitió que todos lospaíses estuvieran presentes y pudieran escuchar y participar en la dis-cusión. El debate sobre orientación sexual lo inició Canadá con un seña-lamiento sobre el apoyo amplio que había recibido el concepto en el grupode contacto, para ser refutado inmediatamente por Benin, quien conside-ró que no era un tema de la Conferencia, expresó sus temores para queésta se considerara como la Conferencia de la Revolución Sexual y exigióla eliminación de orientación sexual para que la Plataforma pudiera serdignificada históricamente. El debate continuó con dos posiciones cla-ras: quienes se manifestaban contra la discriminación, a favor del respe-to y de la igualdad, como principios fundamentales y quienes expresaronsus temores, apoyados en sus valores, religión y tradiciones culturales.En el debate no hubo una diferenciación clara de las propuestas de lospárrafos a pesar de que dos se orientaban al reconocimiento de la discri-minación de que somos objeto y dos se manifestaban por el respeto deotras formas de vida.

Cuando se habían manifestado 43 países, 25 a favor y 18 en contra,la presidenta de la Mesa, ante posiciones tan antagónicas, decidió elimi-nar el concepto orientación sexual de la Plataforma de Acción. Sin em-bargo, el debate continuó, ya que 30 países consideraron necesarioaclarar su posición en contra de cualquier forma de discriminación y afavor de la inclusión de orientación sexual, y exigieron que esto quedaraasentado en las actas. Sólo dos países, Siria y los Emiratos Arabes Uni-dos, insistieron en contra, lo que nos deja en el Reporte de la Conferenciacon un pie dentro de las Conferencias Internacionales para continuar la

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lucha para el reconocimiento de nuestra condición y la exigencia delrespeto a nuestros derechos.

El amplio debate que se originó al abrirse el tema de orientaciónsexual en el seno de una Conferencia Mundial de la Mujer en NacionesUnidas es en sí un acontecimiento histórico en el que participaron 51países (Anexo II). El tema se discutió ampliamente, y seguirá discutién-dose en posteriores conferencias, y aunque sólo se logró mantener unaposición regional unida, la de la Unión Europea, ésta fue a favor. Esdecir, a pesar de que en otros temas se habían expresado posicionesregionales en bloque como la del Caribe, la de Africa o del Grupo de los77, en este tema no se pudo mantener la unión y países de todas lasregiones tomaron la palabra para manifestar su posición. Esto muestracómo la inquietud y el reconocimiento sobre la discriminación de quesomos objeto ha ido cobrando fuerza en el mundo y posibilita nuestraplena inclusión en el marco de los derechos humanos.

Durante el debate más de 30 países en donde destacan Sudáfrica, laComunidad Europea, Colombia, EEUU, Canadá, Barbados, Cuba, Israel,Eslovenia, entre otros, enfatizaban la necesidad de la permanencia delconcepto de orientación sexual como una necesidad para la erradicacionde toda forma de violencia y discriminación contra las mujeres. Los paí-ses que se opusieron (20) —con una gran mayoría de países islámicosjunto con Guatemala, Ecuador, el Vaticano y Belice, que luego rectificó—presentaron argumentos basados principalmente en prejuicios, ignoran-cia y homofobia. Es de señalar que precisamente estos países son algu-nos de los que tienen penalizadas las relaciones homosexuales y sonregímenes que tienen altos grados de discriminación y violencia institu-cionalizada contra las mujeres. Entre los países latinoamericanos notodos se opusieron, como Nicaragua o Chile.

Conclusiones

Consideramos que la presencia y el reconocimiento que las lesbianaslogramos en esta Conferencia fue muy importante. El haber contado conuna carpa nos dio una gran visibilidad que permitió que mujeres de todoel mundo despejaran algunas de sus dudas respecto de nosotras. Nues-tra presencia y trabajo organizado nos proporcionaron una visión másamplia y clara de la situación global de las lesbianas, así como de lafuerza que estamos construyendo.

58

Pekín/Beijing

En los resultados de la Conferencia, si bien no logramos un recono-cimiento mundial de nuestra condición de discriminación y de nuestraforma de vida, la argumentación de los países que defendieron nuestraposición fue muy clara y sólida, lo que podríamos considerar como unagarantía para la continuación del debate.

De esta manera, podemos afirmar que el balance del viaje a Chinafue muy satisfactorio. No sólo por los resultados obtenidos en el Foro yen la Conferencia, sino por el enriquecedor proceso que vivimos, con lasmujeres en nuestro país, con las redes regionales e internacionales quetrabajan para las mujeres y con las lesbianas de todo el mundo.

ANEXO I

FORO DE ONG EN HUAIROUActividades en el Programa Oficial

31 DE AGOSTONombre: Derechos humanos de las lesbianas.Descripción: Testimonio y enjuiciamiento de acciones en contra

de las lesbianas en el mundo.Actividad: TribunalOrganizado por: Comisión Internacional de Derechos Humanos de

Gays y Lesbianas (IGLHRC)Nombre: Violencia contra las mujeres y las niñas. Estrategias

internacionales para la seguridad y la protección.Descripción: Las estrategias se enfocarán en la situación particu-

lar de mujeres negras y de color, mujeres lesbianas,prostitutas, mujeres con discapacidades, mujeres yniñas pobres. Nos centraremos en la responsabili-dad de los hombres a nivel individual, nacional yregional.

Actividad: TallerOrganizado por: Mujeres contra la violación.

1 DE SEPTIEMBRENombre: La salud de las lesbianas: una investigación sobre

el conocimiento actual.Descripción: Compartir la experiencia y datos sobre los padeci-

mientos más frecuentes en mujeres lesbianas.

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Patria Jiménez y Gloria Careaga

Actividad: TallerOrganizado por: Departamento de Atención a la salud de Primer Ni-

vel de la Universidad de Goteborg.Nombre: Alcanzando la paridad en los espacios laborales para

gays y lesbianas.Descripción: Demandas y declaraciones de lesbianas que han ex-

perimentado discriminación en el área laboral y derepresentantes de empleadores que han adoptadopolíticas para eliminar la discriminación basada enla orientación sexual.

Actividad: PanelOrganizado por: Barra Asociada de San Francisco.Nombre: Espíritu y acción: El activismo lésbico desde una

perspectiva entre creencias (interfés).Descripción: Obstáculos para las lesbianas en las comunidades

de fe, los temas en debate en las comunidades religio-sas, sanciones violentas de la religión, exclusión delesbianas.

Actividad: PanelOrganizado por: Centro para las Mujeres y la Religión.

2 DE SEPTIEMBRENombre: Lesbianismo para curiosos.Descripción: Información general sobre la vida, intereses, lucha

de las lesbianas.Actividad: TallerOrganizado por: Grupo Lésbico Anjaree.Nombre: Organización de lesbianas del Sur.Descripción: Actividades realizadas por los países del Este y los

países en desarrollo para la organización alrededorde los temas lésbicos. Foro para discutir y planeartodas las colaboraciones futuras posibles.

Actividad: TallerOrganizado por: Grupo Lésbico Anjaree.

3 DE SEPTIEMBRENombre: Temas actuales sobre la salud de las lesbianas.Descripción: Padecimientos principales de las lesbianas en nues-

tros días: cáncer, violencia, VIH/sida, y otros.

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Pekín/Beijing

Actividad: PanelOrganizado por: El Proyecto Mautner para las lesbianas con cáncer.

4 DE SEPTIEMBRENombre: El derecho a amar: el movimiento lésbico en Asia.Descripción: Las organizaciones que luchan por el derecho de las

mujeres a amar a otra mujer y vivir como ellas quieran.Actividad: PanelOrganizado por: La Red de Lesbianas Asiáticas.Nombre: Lesbianas y maternidad: hablando de la donación

de esperma.Descripción: Paternidad y donantes dentro del marco de elección

de vida de las lesbianas.Actividad: TallerOrganizado por: Servicio Internacional de Información Lésbica.Nombre: Contando nuestras historias: mujeres que aman a

mujeres.Descripción: Empoderándonos a nosotras mismas a tráves de nues-

tras propias historias.Actividad: TallerOrganizado por: Mujeres Unidas.

5 DE SEPTIEMBRENombre: Organización de lesbianas: perspectivas regionales.Descripción: Presentación de experiencias de representantes de

las diferentes regiones del mundo.Actividad: PanelOrganizado por: Comisión Internacional de Derechos Humanos de

Gays y Lesbianas (IGLHRC).Nombre: Técnicas lésbicas de flirteo.Descripción: Exploración interactiva de las expresiones cotidia-

nas del deseo de las lesbianas, presentación de cuen-tos, video y diapositivas, discusiones, ejercicios parala observación y el contacto a través de la mirada.Temas serios acerca de la sexualidad, pensamientosinformales y jugueteos.

Actividad: TallerOrganizado por: Teatro Nocturno.

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Patria Jiménez y Gloria Careaga

Nombre: Compartiendo nuestras vidas como lesbianas ymadres.

Descripción: Historias de la lucha de las lesbianas madres paravivir con o sin hijos/as.

Actividad: TallerOrganizado por: Servicio Internacional de Información Lésbica.Nombre: Registro de las parejas para las lesbianas y gays.Descripción: Fortaleciendo los derechos legales para las lesbianas

y los gays en Dinamarca, Noruega y Suecia.Actividad: TallerOrganizado por: Organización Nacional para la Liberación de Les-

bianas y Gays en Noruega.

6 DE SEPTIEMBRENombre: Redes con poder internacional para las lesbianas y

mujeres bisexuales de Africa.Descripción: Discusión sobre los logros alcanzados y estableci-

miento de estrategias para establecer vínculos internacionales.

Actividad: TallerOrganizado por: Comisión Internacional de Derechos Humanos de

Gays y Lesbianas (IGLHRC)Nombre: Lesbianas excluidas: estrategias para la inclusión

de Europa del Este.Descripción: Marginación internacional de las lesbianas de Euro-

pa del Este y del Sur.Actividad: TallerOrganizado por: Grupo Lésbico-Gay Arkadia

7 DE SEPTIEMBRENombre: Servicios de apoyo para la comunidad lésbico-gay.Descripción: Cómo el Centro del Pacífico enfrenta algunas de las

necesidades de la comunidad lésbico-gayActividad: PanelOrganizado por: Centro del Pacífico para el Crecimiento Humano.Nombre: Una comparación entre la salud de las mujeres les-

bianas y las heterosexuales.Descripción: Resultados de una investigación sobre la salud de las

mujeres que examina los temas de salud y las preo-

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Pekín/Beijing

cupaciones de las lesbianas y las mujeres hetero-sexuales en tres de los principales centros urbanosde Estados Unidos: Nueva York, Chicago y las Ciu-dades Gemelas.

Actividad: PanelOrganizado por: Fuerza de la Universidad de Wisconsin

8 DE SEPTIEMBRENombre: Los derechos civiles y legales de las lesbianas.Descripción: Exploración de la situación actual y las demandas

de las lesbianas.Actividad: Taller.Organizado por: Campaña de Derechos Humanos FINO

Nombre: Las lesbianas en los Bálticos. Nuevo fenómeno delos 90

Descripción: La historia reciente de la lucha de las lesbianas enlos países bálticos.

Actividad: TallerOrganizado por: Unión de Lesbianas de EstoniaNombre: Las lesbianas y el sistema de salud mental: No esta-

mos locas.Descripción: La situación de las lesbianas en el sistema de “salud

mental”.Actividad: TallerOrganizado por: Servicio Internacional de Información Lésbica.Nombre: Las mujeres negras en Sudáfrica. Orientación sexual.Descripción: Orientación sexual, violencia contra las mujeres.Actividad: PanelOrganizado por: Napwasa

Box 27262

Total: 23 actividades.

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Patria Jiménez y Gloria Careaga

ANEXO IIPAÍSES PARTICIPANTES EN EL DEBATE DE ORIENTACIÓN SEXUAL

Países que se manifestaron a favor de la inclusión de orientación sexual en la Plataforma de Acción:

Canadá Israel Eslovenia Estados Unidos

Unión Europea (15 países)SuizaAustraliaBarbados

SudáfricaNueva ZelandaCuba

Países que se manifestaron en contra de la inclusión de orientación sexual en la Plataforma de Acción:

Benin Ecuador Jordania Kuwait Bangladesh Sudán

EgiptoLibiaUgandaSenegalCosta de MarfilNigeria

IránSiriaBeliceGhanaArgeliaGuatemala

Países que exigieron que su posición a favor de orientación sexualy contra cualquier forma de discriminación

quedara asentada en las actas:

Canadá Israel Brasil Unión Europea Belice Islas Cook

Nueva ZelandaEsloveniaColombiaBoliviaEstados UnidosLatvia

JamaicaSudáfricaNoruegaVenezuela

Países que insistieron en contra:

Siria Emiratos Arabes Unidos

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Pekín

Rehusar es elegir*

Li Xiaojiang

L a Conferencia Mundial de la Mujer 1995 acaba de terminar. Creoque es el momento de romper el silencio, de aclarar mi posturasobre el hecho de que ésta se haya realizado en China y de expli-

car por qué me negué a participar en el seminario organizado por laUniversidad de Harvard en el Foro de las ONG. Espero que esto sirva deexplicación para todos los compañeros que han estado involucrados uobservando el desarrollo de las mujeres en China. También deseo queesta ponencia ponga fin a la preocupación de los periodistas, quieneshan tratado de encontrarme y hablar sobre mí durante los últimos dosaños.

Durante más de dos años (especialmente desde la Conferencia deManila, celebrada en noviembre de 1993), preguntas tales como “¿debe ono realizarse la Conferencia Mundial en China?”, y “¿qué impacto ten-drá sobre las mujeres chinas si se realiza en Beijing?”, se volvieron cen-trales en la sociedad internacional y entre grupos de mujeres de variospaíses.

Mi respuesta a la primera pregunta fue siempre positiva. Creía querealizar la Conferencia en Beijing, por un lado, ofrecería a las mujeres deotras partes del mundo la oportunidad de ver y conocer China y, por elotro, permitiría a las mujeres chinas tener la posibilidad de aprenderalgo del mundo exterior a través de un contacto directo con mujeres deotros países. Este contacto permitiría que las mujeres chinas pudieran

* Este trabajo se leyó (en ausencia) en el taller organizado en la Universidad deHarvard sobre “Cuál fue el impacto que tuvo la Conferencia Mundial de la Mujer1995 sobre las mujeres chinas” con el título: “Por qué me rehusé a participar en elforo de las ONG en la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer en Beijing 95”, en lamesa Mujeres, Estado e Individuo.

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Li Xiaojiang

participar en mayor medida en asuntos internacionales y, además, lasharía más conscientes de la problemática de las mujeres. En la actuali-dad, con la ayuda de agentes internacionales, muchas mujeres chinas(sobre todo intelectuales) han viajado a países extranjeros. Se han perca-tado de los cambios en el mundo y han visto con sus propios ojos laevolución de los movimientos de mujeres. En cuanto a las mujeres deotros países, la amarga experiencia acumulada en los dos años de pre-paración las ha ayudado a comprender mejor el sistema social chino. Apesar de que durante la preparación de la Conferencia tuve grandespresiones, seguía deseando que tuviera lugar en Beijing. Deseaba quemis amigas extranjeras vinieran a Beijing y que muchas mujeres chinaspudieran asistir a la Conferencia.

En cuanto a la segunda pregunta, “¿cuál sería el impacto que tendríala Conferencia sobre las mujeres chinas si se realizara en Beijing?”, quisie-ra contestarla con otra pregunta: “¿cuál sería el impacto que hubiera teni-do la Conferencia sobre las mujeres chinas de no realizarse en Beijing?”He hecho esta pregunta a varias mujeres chinas y su respuesta ha sidosingular: al igual que con las tres Conferencias realizadas anteriormen-te, la gran mayoría de las mujeres ni siquiera se percatarían de que sehabía realizado. Cuando la gente no sabe cuál es la relación que tiene laConferencia con los problemas de las mujeres comunes y corrientes, niconoce el papel que juegan las ONG, ¿en qué medida pueden esperar queles afecte, sea de manera positiva o negativa?En realidad, las mujeres chi-nas nunca se han involucrado en movimientos internacionales de muje-res. En este sentido podemos decir que la realización de la Conferenciaen Beijing ha tenido un efecto importante sobre las mujeres y sobre elgobierno chino. El gobierno se preocupó por los asuntos de las mujeres;sin embargo, esta preocupación y esta omnipresencia tuvo resultadosinesperados. Esto demuestra la relación complicada que existe entre lasmujeres chinas y el estado. Esta relación ha dejado a las mujeres chinasen una posición tanto de ventaja como de desventaja y, al mismo tiempo,ha producido una serie de temas por investigar tanto en el marco de losestudios de la mujer china como en el de los estudios sobre China. Tam-bién el movimiento internacional de mujeres debería prestar atención aeste importante fenómeno. Es posible que los acontecimientos que se desa-rrollaron en China puedan ser vistos como “un caso especial chino”. Eneste momento estoy intentando describir y analizar este fenómeno en unlibro que llevará por título: Mujeres y estado: Memorándum 1995.

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Pekín/Beijing

Es justo reconocer que el gobierno chino ha hecho un gran esfuerzoal ser anfitrión de la Conferencia Mundial de la Mujer. Movilizó a todaslas fuerzas sociales y convirtió todo lo relacionado con la mujer en unapreocupación de todo el país. Ha demostrado que únicamente en el mar-co de un sistema social como el chino un gobierno puede movilizar demanera efectiva a todas las fuerzas sociales en un tiempo tan corto, y ser lasede de una Conferencia Internacional perfectamente bien organizada.

Desde mi punto de vista, la acción del gobierno chino de ofrecer supaís como sede de la Conferencia internacional ha sido positiva paratodas las mujeres.

Sin embargo, al acercarse la realización de la Conferencia, el enfo-que del trabajo preparatorio en China se desplazó y se alejó del tema delas mujeres. Nunca he pensado que los intereses de las mujeres seantotalmente opuestos a los del estado.

Por el contrario, siempre me complació constatar que en nuestrasociedad ha habido una tradición de apoyo a la liberación de las mujeresy que el estado ha hecho constantes esfuerzos para apoyar a las mujeres.Por otra parte, el vincular la imagen del gobierno chino con una confe-rencia internacional que atañe a todas las mujeres del mundo es muydecepcionante y ha puesto a las mujeres chinas en una situaciónembarazosa. Ni siquiera en el Foro de las ONG podía expresarse unapersona individualmente o como vocero de otras mujeres. Bajo una es-tricta vigilancia del estado, la discusión libre no es posible. En estascircunstancias, como mujer china, al tener que elegir entre el estado y lasmujeres, no tenía más alternativa que quedarme callada. Esto porque, apesar de que las mujeres perdieron su derecho a expresarse dentro de laConferencia, es también cierto que fuera de ella, China continúa reco-rriendo el arduo camino hacia la democracia. Lo único que puedo haceres esperar a que el gobierno chino avance y muestre una mayor toleran-cia, permitiendo a las mujeres hacer algo para sí mismas, a la vez que elestado también se esfuerce en ayudar a las mujeres. Así, las mujeres notendrán que ser únicamente voceros de su país, sino que tendrán el dere-cho de hablar por sí mismas, ni se les exigirá demostrar únicamentecuáles han sido sus logros, sino que podrán también señalar cuáles sonlos problemas a los que se enfrentan en su vida cotidiana. Como estudio-sa, no considero que sea mi obligación hablar por el gobierno en un Forode las ONG. Esta es la primera razón por la que me rehusé a participar enla Conferencia.

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Li Xiaojiang

Debido a las enormes diferencias basadas en la historia, la culturay los sistemas sociales, es natural y comprensible que exista una tenden-cia anticomunista en el mundo, y que algunas personas aún discriminena los chinos. En cuanto a China, el aislamiento político que sufrió comoresultado de los acontecimientos de 1989, su falta de experiencia en rea-lizar conferencias internacionales de tal magnitud, todo esto aunado alas experiencias de las humillaciones que China sufrió históricamente através de 150 años de injerencia extranjera, hicieron que el gobierno adop-tara una actitud hacia el Foro de las ONG, considerando a todos los “ex-tranjeros” o personas con ideas diferentes, como supuestos enemigos.Aun así, hubiéramos tolerado esta situación si se hubiera suscitado conmiras a calmar la situación política y evitar brotes de inconformidadsocial.

Sin embargo, por lo que he podido observar en mis viajes al extran-jero, tengo la impresión de que las mujeres de otras naciones están máspreocupadas por los problemas a los que se enfrentan en sus propiospaíses, que por los problemas políticos de China, y muy pocas intentancuestionar a China o a las mujeres chinas con intenciones malignas.Como intelectual china, he afirmado repetidamente que no soy naciona-lista, a menos que exista la opresión del imperialismo o del imperialismocultural. En este momento, China se encamina hacia el mundo. En suproceso de desarrollo y de fortalecimiento, es tan importante defendersedel nacionalismo como lo es mantenerse alerta ante el peligro de la gue-rra y del hegemonismo. Como mujeres, nos enfrentamos a un mundolleno de amenazas de guerra y de catástrofes; no creo que sea oportunosubrayar nuestras “nacionalidades” respectivas y yo misma no quiseparticipar en ninguna de las maniobras paramilitares dirigidas contra“cualquier extranjero”. Ésta fue la segunda razón por la cual me rehuséa participar en la Conferencia.

Al acercarse la celebración de la Conferencia, la imagen de la mujerchina fue gradualmente reemplazada por la imagen de la nación china.El estado mostraba su cara más severa. Ya, en ese momento, a ningúnindividuo en este país se le permitía expresarse con “una voz diferente”.En esas circunstancias, como estudiosa china sabía muy bien lo quesignificaba el “tomar en cuenta los intereses de la totalidad”. Sabía quedebía “desaparecer” y callarme cuando se tratara de problemas de lasmujeres. Solicité una beca de investigación en la Universidad de Harvardy durante dos años me encerré en una pequeña ciudad y me dediqué a

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Pekín/Beijing

escribir, negándome a dar entrevistas y asistir a encuentros relaciona-dos con la Conferencia.

Desgraciadamente, ni así pude escaparme del desastre. Algunosperiódicos locales recibieron órdenes de no publicar fotos ni artículosmíos. Los libros que escribí o que compilé no se incluyeron en la exposi-ción de libros de la Conferencia y el Comité Nacional de Educación delestado hizo que se investigara repetidamente mi “actuación política” yexigió que las bases del Comité del Partido Comunista expresaran suopinión, a pesar de que no soy miembro del partido. Lo más amargo fueque el señor Cao Cewen, recientemente nombrado presidente de la Uni-versidad de Zhengzhaou, cerró la Universidad Internacional de la Mujerque yo había iniciado, acusándonos de que seguíamos “movimientosfeministas burgueses”. Sin embargo, no fui la única que sufrió. Variasorganizaciones no gubernamentales de mujeres en diversas partes delpaís sufrieron presiones políticas similares. Es en verdad una lástimaque todo esto sucediera en un país que estaba a punto de ser el anfitriónde una Conferencia Mundial de la Mujer.

Dos años de arduo trabajo nos permitieron abrir el camino para mos-trar la problemática de las mujeres en la educación y en los estudios de lamujer y también para conseguir algunos espacios públicos para que lasmujeres pudieran desarrollarse ellas mismas. Todos estos esfuerzos fue-ron borrados en un par de meses. En febrero escribí formalmente al Comi-té Organizador Chino para las ONG pidiéndole que frenara la tendenciade deshacerse de todos los que tuvieran puntos de vista diferentes.

“Está usted cordialmente invitada a participar en el Foro de lasONG” fue la respuesta que recibí. Sin embargo, hasta la fecha no he reci-bido la invitación formal del Comité Organizador Chino (lo que sí recibí,por otra parte, fue la invitación de Naciones Unidas para participar en elForo Internacional de Estudios de la Mujer). En abril, suspendí mi becaen Harvard y regresé a China. Escribí al director del Comité Nacional deEducación en un último esfuerzo por impedir que la educación de lasmujeres se perdiera. La respuesta que recibí fue: “la Universidad deZhengzhou ha apoyado a la Universidad Internacional de la Mujer”.Pero, ¿dónde está ahora la Universidad de la Mujer? Las autoridades dela Universidad Zhengzhou no han dado hasta la fecha ninguna explica-ción y nadie ha investigado quien es el responsable de todos estos he-chos. Esto ocurría justo antes de la realización de la Conferencia Mundialde la Mujer.

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Li Xiaojiang

¿No es increíble? Bajo estas circunstancias me fue imposible consi-derar la posibilidad de asistir a la Conferencia, ni siquiera haciéndolosimplemente como mujer. En realidad, con mi “ausencia” sí participé enel Foro Internacional de Estudios de la Mujer. De esta manera, queríademostrar que muchas voces de mujeres chinas quedaron fuera del“Foro”.

Como ciudadana china, al darme cuenta de que el evento se habíaconvertido en un asunto del estado, sabía que debía callar a fin de permi-tir que la Conferencia se desarrollara sin incidentes. Es por esto que merehusé a participar en la Conferencia.

Sé que es un acto de impotencia; sin embargo, es necesario. En laChina de hoy todos aspiran a mantener su dignidad personal y quierenser tratados con justicia por la sociedad. Eso, según creo, no nos bajarádel cielo. Cada uno de nosotros debe elegir como hacerlo. Mi elección fue“rehusar”.

Traducción: Flora Botton Beja

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Pekín/Beijing

Resultados de Pekín*

Olga Pellicer

Tuve el honor de presidir el grupo de trabajo que elaboró la Decla-ración de Pekín, el documento que precede a la Plataforma deAcción y cuyos objetivos son: por una parte, hacer explícito el

compromiso de los gobiernos de aplicar la Plataforma de Acción y ga-rantizar que sus políticas y programas reflejen una perspectiva de géne-ro; por la otra, presentar de manera concisa y clara los principios queguiaron la Conferencia y el espíritu de las decisiones que ahí se adopta-ron.

Elaborar esa Declaración fue una de las tareas más difíciles de laConferencia. Las mismas posiciones antagónicas, que obligaron a nego-ciar cuidadosa e intensamente la redacción de la Plataforma de Acción,se manifestaron en el grupo de trabajo de la Declaración. Quizá aún conmayor fuerza, porque en ella sólo se destacaría lo esencial y, por lo tanto,existía el temor de que en la síntesis se desvirtuaran las posiciones de-fendidas en la Plataforma.

La labor de la presidencia fue siempre acercar posiciones, buscar eldenominador común, crear confianza, recordar que la aprobación porconsenso daría mayor protección y fuerza a los acuerdos de Pekín. Final-mente, cuidar que en la Declaración quedasen incorporados aquelloselementos aceptados en la Conferencia que representan un paso adelan-te en la toma de conciencia y en las acciones a favor de la mujer.

No es posible transmitir aquí todos esos elementos. Permítanme,sin embargo, señalar brevemente y de manera resumida algunos de ellos:

—el reconocimiento de que persisten las desigualdades entre muje-res y hombres, con graves consecuencias para el bienestar de los pue-

* Palabras de la embajadora Olga Pellicer, con motivo de la presentación de losresultados de la conferencia de Pekín en la residencia oficial de Los Pinos.

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Olga Pellicer

blos, y que esta situación se ha visto agravada por una pobreza cada vezmayor que afecta la vida de la mayor parte de la población del mundo;

—la reafirmación del compromiso de garantizar la plena aplica-ción de los derechos humanos de las mujeres y las niñas, como parteinalienable, integral e indivisible de todos los derechos humanos y laslibertades fundamentales;

—el convencimiento de que la plena participación de la mujer enlos procesos de toma de decisiones y su acceso al poder son fundamenta-les para el logro de la igualdad, el desarrollo y la paz;

—la reafirmación del derecho de todas las mujeres a controlar to-dos los aspectos de su salud, en particular su propia fecundidad, lo quees básico para el mejoramiento de su condición.

Con base en estas consideraciones, en la Declaración de Pekín losgobiernos se comprometen, entre otros puntos, a:

—promover la independencia económica de la mujer, incluido suempleo, y erradicar la carga persistente y cada vez mayor de la pobrezaque recae sobre las mujeres, combatiendo las causas estructurales de lamisma;

—garantizar el acceso de las mujeres, en condiciones de igualdad,a los recursos económicos, incluidos la tierra, el crédito, la ciencia y latecnología, la capacitación profesional, la información, las comunica-ciones y los mercados;

—garantizar a las mujeres y a las niñas todos los derechos huma-nos y libertades fundamentales y tomar medidas eficaces contra las vio-laciones a esos derechos y libertades;

—prevenir y eliminar toda forma de violencia contra las mujeres ylas niñas;

—garantizar la igualdad de acceso y la igualdad de trato de hom-bres y mujeres en la educación y la atención a la salud y promover lasalud sexual y reproductiva de la mujer y su educación;

—lograr la igualdad de derechos, la igualdad de responsabili-dades y la igualdad de oportunidades, así como la igualdad de par-ticipación de mujeres y hombres, en todos los órganos y procesos dedeterminación de políticas, a nivel nacional, regional e internacional;

—movilizar recursos apropiados para el éxito de la Plataforma deAcción;

—instar a todas las mujeres y todos los hombres, así como a lasorganizaciones no gubernamentales, con pleno respeto a su autonomía,

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Pekín/Beijing

y a todos los sectores de la sociedad civil, a que en cooperación con losgobiernos se comprometan plenamente y contribuyan a la aplicación dela Plataforma de Acción.

La Declaración de Pekín fue aprobada por consenso en las prime-ras horas de la madrugada del 15 de septiembre. Fue un éxito para todaslas delegaciones que participaron en la IV Conferencia Mundial de laMujer. Quienes formamos parte de la delegación de México confiarnosen la voluntad política del Dr. Ernesto Zedillo Ponce de León para crearlos mecanismos necesarios para el cumplimiento de los compromisosallí establecidos.

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Virginia Vargas

Declaración de América Latina y el Caribe

Virginia Vargas

Alas 3 de la tarde dio inicio la clausura del Foro de la carpa Latinoame- ricana. En la mesa estuvieron presentes las integrantes del Comité Organizador: Ana Falú, Lucero González, Virginia Vargas. Las acom-

pañaron Shuma Shumager, Lilian Celiberti, Ana Llao y Li Mong, integrante delComité Organizador, quien estuvo apoyando los trabajos de la carpa. A conti-nuación presentamos la Declaración leída por Gina Vargas:

En el I Ching, el milenario libro de la cultura china, existe unhexagrama que nos habla de la continuidad. Este Foro es parte de esacontinuidad, parte de un proceso que iniciamos en 1975, que ha recorri-do espacios íntimos y personales, académicos, públicos, e instituciona-les. En el camino hacia Beijing, con nuestras luchas hemos ampliado losdesafíos y las propuestas para responder a los procesos cada vez máscomplejos de nuestras sociedades.

Hemos podido construirnos como sujetos sociales, producimosnuevos conocimientos sobre la realidad, generamos liderazgos a distin-tos niveles e impulsamos fuerzas democráticas que han ampliadosustantivamente las fronteras de lo público, y hemos hecho algo másimportante aún: nos hemos hecho mejores y al hacerlo, hemos revolucio-nado las cabezas y los sentimientos de todos. En este proceso, hemoslogrado construir una agenda de género que cada vez más se está incor-porando en las agendas públicas, y que ha dado lugar al diseño de polí-ticas. Sus contenidos recogen la vasta experiencia del movimiento demujeres en las décadas pasadas. Nuestras demandas y nuestras pro-puestas son hoy de interés general y la equidad de género es un conteni-do insustituible de la democracia.

Pero nadie nos regaló nada, mujeres, detrás de cada negociación(eso que ahora se dice “lobby”) detrás de cada conquista están las re-uniones de autoconciencia, las marchas infinitas, las discusiones eter-nas, los análisis académicos y las instituciones brillantes; está la luchade Juana por su terreno, la de Julieta en la Universidad y la de Sonia en el

74

Pekín/Beijing

batey. La de María Elena asesinada por los que querían su paz, la deMargot parada en cualquier esquina de la gran avenida, la de Ana ena-morándose de Irene y la de Domitila en las minas que ojalá ya no haya enel siglo xxi. Está la confrontación y el paciente diálogo. Y están, claro queestán, las horas robadas al sueño POR LOS SUEÑOS, los amores perdidosy los conquistados, las rupturas y las complicidades. Fuimos miles ysomos miles las que participamos de esta continuidad.

Hemos conseguido que nuestra agenda trascienda los espaciosnacionales y que tenga un carácter regional y global que dé fuerza ypotencia al movimiento internacional de mujeres y a las acciones y de-mandas de las fuerzas progresistas.

Esta agenda está siendo atacada por las fuerzas conservadoras yfundamentalistas. Los acuerdos logrados en foros Internacionales estánsiendo cuestionados y existen fuertes presiones por retroceder en lo yaconquistado. A propósito, sobre este punto las mujeres tenemos una pro-puesta muy concreta para hacer: QUE SE ENCORCHETE AL VATICANO.

Como decía Antonio Machado “hemos andado muchos caminos yhemos hecho camino al andar” pero aún nos quedan muchos por reco-rrer. En ningún país del mundo hay igualdad entre hombres y mujeres.En nuestra región, la vigencia de los derechos humanos universales, porlos que siempre hemos peleado, continúa amenazada. Algunas de nues-tras instituciones democráticas son débiles y la misma democracia estáen riesgo permanente por el militarismo, el autoritarismo, la injusticia yla discriminación.

Las políticas de ajuste estructural adoptadas en los distintos paí-ses, si bien han controlado el flagelo de la inflación, tienen costos so-ciales, se sostienen en la concentración de la riqueza y propician lafragmentación y la exclusión de amplios sectores de la población, debili-tando el tejido social.

La profunda modificación de las estructuras productivas (conse-cuencia de estas políticas) la sofisticación tecnológica y la forma de acce-so a una información cada vez más homogénea, monopolizada y global,afecta a la subjetividad, a los valores, a las formas de vida y a la trayecto-ria personal y colectiva de nuestras sociedades. Por eso hoy más quenunca uno de los mayores desafíos es lograr que las mujeres de todos lossectores sociales y de todas las culturas podamos ejercer activamentenuestra ciudadanía.

A la exclusión de los sectores sociales con menor poder, debemosresponder con el establecimiento de amplias alianzas que aseguren su

75

Virginia Vargas

presencia en los distintos escenarios sociales, públicos y políticos, ase-gurándole voz a los que no la tienen para que esta voz sea escuchadabien alta en el concierto tan desafinado de los medios de comunicaciónque nos plantea la globalidad.

A la perplejidad, la incertidumbre, los sentimientos de frustración ydesconfianza que invaden a importantes sectores de nuestra sociedad,estamos respondiendo con nuevos valores y prácticas. Desde cualquierespacio que ocupemos estamos propiciando el desarrollo de un ordensocial democrático y justo y con una cultura con equidad de género.

No tenemos respuesta para todo, pero nuestra agenda está abierta alos nuevos temas y los problemas actuales, a las singularidades de cadapaís y al futuro. La diversidad convertida en pluralismo ha enriquecidola democracia y permitido el reconocimiento de los derechos civiles, po-líticos, sociales, culturales y económicos. Pero la diversidad conllevatambién el riesgo del corporativismo, de la disolución de un discursocolectivo en una sumatoria de distintos discursos y de acciones competi-tivas. La diversidad conlleva el riego de la desigualdad, de la concentra-ción de fuerzas y poder en algunos grupos en menoscabo de otros.

Contrarrestar estos riesgos exige pensar en nuevas formas y cana-les de articulación entre las distintas identidades y expresiones del mo-vimiento. Exige pensar la sociedad de otra manera. Exige asegurarespacios para que cada grupo se desarrolle y afirme en sus particulari-dades y generar normas que aseguren el respeto de las identidades, ladistribución de los recursos. En esta iv Conferencia vinimos a hacer lo-bby, es cierto, vinimos a cabildear, pero lo hacemos desde la continuidadde nuestras luchas y con la fuerza de las miles que aquí estamos y de lasmillones que desde nuestra región están esperando que exijamos a losgobiernos que aprueben en la Plataforma de Acción mecanismos concre-tos que aseguren nuestra contribución a la sociedad. En esta Plataformade Acción, los gobiernos deben garantizar nuestra participación en elmomento de la discusión de los lineamientos y del diseño de las políti-cas, así como en los procesos de implementación y evaluación de lasmismas. Y deben, por supuesto, comprometerse a posibilitar los recursosnecesarios; a invertir en democracia y futuro.

Necesitamos instituciones públicas que garanticen la igualdad so-cial, con normas y procedimientos que las doten de transparencia y ase-guren la participación ciudadana. Debemos constituirnos en agentesactivas de la reconstrucción del tejido social y de nuevas prácticas colec-tivas y solidarias. No hay futuro posible que no nos incluya, ni se puede

76

Pekín/Beijing

pensar el futuro sin nuestra participación. El camino a Beijing nos havinculado a cada una de nosotras con mujeres de toda la región, de unamanera desconocida hasta ahora. Cuando decimos “América Latina y elCaribe” no estamos hablando sólo de un mapa.

Somos más que una región geográfica. Somos movimiento, somospráctica y teoría caminando juntas y nuestra fuerza radicará siempre enmantener vivo este entramado de diversidades y coincidencias, AméricaLatina y el Caribe, productora del maíz, del cobre, del café, del azúcar ylas papas. América Latina y el Caribe, productora de los sueños y elrealismo mágico producirá nuevas utopías que transformen la insatis-facción en conformidad, en energías para la construcción de un mundomejor.

De Beijing volvemos a nuestras casas enriquecidas con los sueñosde las mujeres de todo el mundo y con el compromiso de que de esasutopías seremos gestoras únicamente, porque no hay duda, compañe-ras, de que las mujeres somos un arma cargada de futuro.

El próximo milenio es nuestro.

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DECLARACION DE LA IV CONFERENCIA MUNDIALSOBRE LA MUJER EN PEKIN

1. Nosotros, los Gobiernos que participamos en la Cuarta Conferencia Mundialsobre la Mujer,

2. Reunidos en Beijing, en Septiembre de 1995, año del cincuentenario de la fun-dación de las Naciones Unidas,

3. Decididos a promover los objetivos de igualdad, desarrollo y paz para todaslas mujeres del mundo, en interés de toda la humanidad,

4. Reconociendo las aspiraciones de las mujeres del mundo entero y tomandonota de la diversidad de las mujeres y de sus funciones y circunstancias, hacien-do honor a las mujeres que han allanado el camino, e inspirados por la esperanzaque reside en la juventud del mundo,

5. Reconocemos que la situación de la mujer ha experimentado avances en algu-nos aspectos importantes en el último decenio, aunque los progresos no han sidohomogéneos, persisten las desigualdades entre mujeres y hombres y sigue ha-biendo obstáculos importantes, que entrañan graves consecuencias para el bien-estar de todos los pueblos,

6. Reconocemos asimismo que esta situación se ha visto agravada por una pobre-za cada vez mayor, que afecta a la vida de la mayor parte de la población delmundo, y tiene sus orígenes en el ámbito nacional y en el ámbito internacional,

7. Nos comprometernos sin reservas a combatir estas limitaciones y obstáculos ya promover así el adelanto y la potenciación del papel de la mujer en todo elmundo, y convenimos en que esta tarea exige una acción urgente, con espíritudecidido, esperanza, cooperación y solidaridad, ahora y en los albores del nuevosiglo.

Reafirmamos nuestro compromiso a:

8. La igualdad de derechos y la dignidad humana intrínseca de mujeres y hom-bres, así como a los demás propósitos y principios consagrados en la Carta de lasNaciones Unidas, a la Declaración Universal de Derechos Humanos y otros ins-trumentos internacionales de derechos humanos, en particular, la Convenciónsobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer y laConvención sobre los Derechos del Niño, así como la Declaración sobre la Elimi-nación de la Violencia Contra la Mujer, y la Declaración sobre el Derecho alDesarrollo;

9. Garantizar la plena aplicación de los derechos humanos de las mujeres y lasniñas como parte inalienable, integral e indivisible de todos los derechos humanosy libertades fundamentales;

10. Impulsar el consenso y los progresos alcanzados en anteriores conferencias delas Naciones Unidas —sobre la Mujer, celebrada en Nairobi en 1985, sobre elNiño, celebrada en Nueva York en 1990, sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo,

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celebrada en Río de Janeiro en 1992, sobre los Derechos Humanos, celebrada enViena en 1993, sobre la Población y el Desarrollo, celebrada en El Cairo en 1994,y en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social, celebrada en Copenhague en1995, con el objetivo de lograr la igualdad, el desarrollo y la paz;

11. Conseguir la aplicación plena y efectiva de las Estrategias de Nairobi orienta-das hacia el futuro para el adelanto de la mujer;

12. La potenciación del papel de la mujer y el adelanto de la mujer, incluido elderecho a la libertad de pensamiento, de conciencia, de religión y de creencia, loque contribuye a las atisfacción de las necesidades morales, éticas, espirituales eintelectuales de las mujeres y los hombres, individualmente o en comunidad conotros, por lo que les garantiza la posibilidad de realizar su pleno potencial en lasociedad plasmando su vida de conformidad con sus propias aspiraciones.

Estamos convencidos de que:

13. La potenciación del papel de la mujer y la plena participación de la mujer encondiciones de igualdad en todas las esferas de la sociedad, incluidos la partici-pación en los procesos de adopción de decisiones y el acceso al poder, son funda-mentales para el logro de la igualdad, el desarrollo y la paz;

14. Los derechos de la mujer son derechos humanos;

15. La igualdad de derechos, de oportunidades y de acceso a los recursos, ladistribución equitativa entre hombres y mujeres de las responsabilidades respec-to de la familia y una asociación armoniosa entre ellos son indispensables para subienestar y el de su familia, así como para la consolidación de la democracia;

16. La erradicación de la pobreza basada en el crecimiento económico sostenido,el desarrollo social, la protección del medio ambiente y la justicia social exige laparticipación de la mujer en el desarrollo económico y social e igualdad de opor-tunidades, y la participación plena y en pie de igualdad de mujeres y hombres encalidad de agentes y beneficiarios de un desarrollo sostenible centrado en lapersona:

17. El reconocimiento explícito y la reafirmación del derecho de todas las mujeresa controlar todos los aspectos de su salud, en particular su propia fecundidad, esbásico para la potenciación de su papel;

18. La paz local, nacional, regional y mundial es alcanzable y está inextricablementevinculada al adelanto de la mujer, que constituye una fuerza fundamental parala dirección de la comunidad, la solución de conflictos y la promoción de una pazduradera a todos los niveles;

19. Es indispensable diseñar, aplicar y vigilar, a todos los niveles, con la plenaparticipación de la mujer, políticas y programas, entre ellos políticas y progra-mas de desarrollo efectivos, eficaces y sinérgicos, que tengan en cuenta el género,y contribuyan a promover la potenciación del papel y el adelanto de la mujer;

20. La participación y contribución de todos los actores de la sociedad civil, enparticular de los grupos y redes de mujeres y otras organizaciones no guberna-mentales y organizaciones de la comunidad, con el pleno respeto de su autono-

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mía y en cooperación con los gobiernos, son importantes para una aplicación yseguimiento efectivos de la Plataforma de Acción;

21. La aplicación de la Plataforma de Acción exige el compromiso de los gobier-nos y de la comunidad internacional. Al asumir compromisos de acción a nivelnacional e internacional, incluidos los asumidos en la Conferencia, los gobiernosy la comunidad internacional reconocen la necesidad de tomar medidas priorita-rias para la potenciación del papel y el adelanto de la mujer.

Estamos decididos a:

22. Intensificar los esfuerzos y acciones encaminados a alcanzar, antes de quetermine el siglo, las metas de las Estrategias de Nairobi orientadas hacia el futuropara el adelanto de la mujer para fines del presente siglo;

23. Garantizar a todas las mujeres y las niñas todos los derechos humanos ylibertades fundamentales, y tomar medidas eficaces contra las violaciones deesos derechos y libertades;

24. Adoptar las medidas que sean necesarias para eliminar todas las formas dediscriminación contra las mujeres y las niñas, y suprimir todos los obstáculos a laigualdad de género y al adelanto y potenciación del papel de la mujer;

25. Alentar a los hombres a que participen plenamente en todas las accionesencaminadas a garantizar la igualdad;

26. Promover la independencia económica de la mujer, incluido su empleo, yerradicar la carga persistente y cada vez mayor de la pobreza que recae sobre lasmujeres, combatiendo las causas estructurales de esta pobreza mediante cam-bios en las estructuras económicas, garantizando la igualdad de acceso a todaslas mujeres, incluidas las de las zonas rurales, como agentes vitales del desarro-llo, a los recursos productivos, oportunidades y servicios públicos;

27. Promover un desarrollo sostenible centrado en la persona, incluido el creci-miento económico sostenido, mediante la enseñanza básica, la educación durantetoda la vida, la alfabetización y capacitación, y la atención primaria de la saludpara niñas y mujeres;

28. Adoptar medidas positivas a fin de garantizar la paz para el adelanto de lamujer y, reconociendo la función rectora que han desempeñado las mujeres en elmovimiento en pro de la paz, trabajar activamente hacia el desarme general ycompleto bajo control internacional estricto y eficaz, y apoyar las negociacionespara la concertación, sin demora, de un tratado amplio de prohibición de losensayos nucleares, de alcance universal y verificable multilateral y efectivamente,que contribuya al desarme nuclear y a la prevención de la proliferación de lasarmas nucleares en todos sus aspectos;

29. Prevenir y eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas;

30. Garantizar la igualdad de acceso y la igualdad de trato de hombres y mujeresen la educación y la atención de la salud y promover la salud sexual y reproduc-tiva de la mujer y su educación;

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31. Promover y proteger todos los derechos humanos de las mujeres y las niñas;

32. Intensificar los esfuerzos para garantizar el disfrute en condiciones de igual-dad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales a todas lasmujeres y las niñas que se enfrenten con múltiples barreras para la potenciaciónde su papel y el adelanto por factores como la raza, la edad, el idioma, el origenétnico, la cultura, la religión o la discapacidad, o por pertenecer a la poblaciónindígena;

33. Garantizar el respeto del derecho internacional, incluido el derecho humanita-rio, a fin de proteger a las mujeres y a las niñas en particular;

34. Potenciar al máximo la capacidad de las mujeres y las niñas de todas lasedades, garantizar su plena participación, en condiciones de igualdad, en laconstrucción de un mundo mejor para todos y promover su papel en el procesode desarrollo.

Estamos decididos a:

35. Garantizar el acceso de las mujeres en condiciones de igualdad a los recursoseconómicos, incluidos la tierra, el crédito, la ciencia y la tecnología, la capacita-ción profesional, la información, las comunicaciones y los mercados, como mediode promover el adelanto de las mujeres y las niñas y la potenciación de su papel,incluso mediante el aumento de su capacidad para disfrutar de los beneficios dela igualdad de acceso a esos recursos para lo que se recurrirá a, entre otras cosas,la cooperación internacional;

36. Garantizar el éxito de la Plataforma de Acción exigirá un compromiso decidi-do de los gobiernos y de las organizaciones e instituciones internacionales a todoslos niveles. Estamos firmemente convencidos de que el desarrollo económico, eldesarrollo social y la protección del medio ambiente son elementosinterdependientes y sinérgicos del desarrollo sostenible, que es el marco de nues-tros esfuerzos para lograr una mejor calidad de vida para todos. Un desarrollosocial equitativo que reconozca que dar a los pobres, en particular a las mujeresque viven en la pobreza, la posibilidad de utilizar los recursos ambientales demanera sostenible es una base necesaria del desarrollo sostenible. Reconocemostambién que el crecimiento económico sostenido de base amplia en el contexto deldesarrollo sostenible es necesario para apoyar el desarrollo social y la justiciasocial. El éxito de la Plataforma de Acción también requerirá una movilizaciónapropiada de recursos a nivel nacional e internacional y recursos nuevos y adicio-nales para países en desarrollo los procedentes de todos los mecanismos definanciación disponibles, incluidas las fuentes multilaterales, bilaterales y priva-das para el adelanto de la mujer; recursos financieros para fortalecer la capaci-dad de las instituciones nacionales, subregionales, regionales e internacionales; elcompromiso de lograr la igualdad de derechos, la igualdad de responsabilidadesy la igualdad de oportunidades, así como la igualdad de participación de lasmujeres y los hombres en todos los órganos y procesos de determinación depolíticas a nivel nacional, regional e internacional; el establecimiento o fortaleci-miento de mecanismos en todos los niveles para rendir cuentas a las mujeres delmundo;

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37. Garantizar también el éxito de la Plataforma de Acción en los países coneconomías en transición, lo que exigirá cooperación y asistencia internacionalesconstantes;

38. Por la presente nos comprometemos en calidad de Gobiernos a aplicar lasiguiente Plataforma de Acción y a garantizar que todas nuestras políticas yprogramas reflejen una perspectiva de género. Instamos al sistema de las Na-ciones Unidas, a las instituciones financieras regionales e internacionales y a lasdemás instituciones regionales e internacionales pertinentes, a todas las mujeresy todos los hombres, así como a las organizaciones no gubernamentales, conpleno respeto de su autonomía, y a todos los sectores de la sociedad civil a que,en cooperación con los gobiernos, se comprometan plenamente y contribuyan ala aplicación de esta Plataforma de Acción.

El Consejo Nacional de Población ofrece a las personas que quieran conocer lostrabajos que el Comité Nacional realizó para la IV Conferencia sobre la Mujer sedirijan a su Centro de Documentación ubicado en las oficinas de Ángel Urrazanúm. 1137, ler piso, Col. del Valle C.P. 03100, México, D.F. Teléfono 559-61-10.

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¿Qué es la teoría feminista?*

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Si seguimos hablando lo mismo, si nos hablamos como los hombres han habla-do durante siglos, como nos han enseñado a hablar, nos fallaremos. Una vezmás... las palabras pasarán a través de nuestros cuerpos, por arriba de nues-tras cabezas, desaparecerán, nos harán desaparecer (Irigaray, 1980:69).

En la década de 1960, las feministas empezaron a cuestionar di-versas imágenes, representaciones, ideas y suposiciones desa-rrolladas por las teorías tradicionales respecto de las mujeres y

lo femenino. En primer lugar las feministas dirigieron su atención teóri-ca a los discursos patriarcales, tanto a los que eran abiertamente hostilesy agresivos contra las mujeres y lo femenino, como los que no teníannada que decir al respecto. Las feministas parecían muy interesadas enla inclusión de las mujeres en los campos de los que se les había exclui-do, es decir, en la creación de representaciones que permitirían conside-rar a las mujeres como iguales a los hombres. En lugar de ser ignoradasy excluidas por la teoría, las mujeres debían ser incluidas como posiblesobjetos de investigación. Los asuntos de relevancia directa en la vida delas mujeres —la familia, la sexualidad, la esfera “privada” o doméstica,las relaciones interpersonales— debían incluirse, en algunos casos porvez primera, como un objeto relevante y digno de interés intelectual. Engeneral, las feministas seguían dependiendo de los métodos, técnicas,conceptos y estructuras de las teorías patriarcales tradicionales, sobretodo en su forma izquierdista o radical, y los utilizaban para dar cuentade la opresión de las mujeres. Algunos de los nombres relevantes quecirculaban en los discursos feministas en esa época incluían a Marx,

* Éste es un capítulo de Feminist Challenges. Social and Political Theory. Eds.Carole Pateman y Elizabeth Gross, Northeastern University Press, Boston, 1986.

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Reich, Marcuse, McLuhan, Laing, Cooper, Sartre, Fanon, Masters yJohnson. Las mujeres usaban estos textos en sus intentos de incluir a lasmujeres como iguales a los hombres en el campo del análisis teórico, locual se derivaba de diversas teorías de la opresión (clasista o racial),modificando y ajustando sus detalles, para dar cuenta de la opresiónespecífica de las mujeres.

Entre los rasgos o características relevantes que describen esta faseen el desarrollo de la teoría feminista, podría señalarse lo siguiente:

1. Las mujeres y lo femenino se convierten en objetos dignos de lateoría y la investigación. Dado que fueron ignoradas o que se les negó suvalor en términos patriarcales, las mujeres se convierten en puntos focalesde la investigación empírica y teórica.

2. Las mujeres y lo femenino, en tanto que objetos excluidos o igno-rados en términos teóricos tradicionales, ahora se conceptualizan comoiguales a los hombres, como lo mismo que los hombres en términos so-cioeconómicos e intelectuales relevantes.

3. Si bien se critican algunos elementos o componentes de los dis-cursos patriarcales, no se cuestiona la estructura y las suposiciones fun-damentales, ya sean ontológicas, epistemológicas o políticas.

4. Si bien la teoría feminista es crítica respecto de la actitud de losdiscursos patriarcales ante la postura de las mujeres, se ocupa mucho delos “asuntos de mujeres”, los que afectan directamente la vida de lasmujeres, sin criticar otros asuntos “más amplios” o “más públicos”.

5. Los discursos patriarcales fueron sometidos a una decisión entreopciones mutuamente excluyentes: o bien se consideraban totalmenteinfiltrados con valores patriarcales y, por lo tanto, debían rechazarse, obien son susceptibles de “rectificación”, de modo que ahora puedan in-cluir a las mujeres. En otras palabras, los discursos patriarcales o bien serechazaban por completo o bien se aceptaban más o menos íntegros (con“ajustes menores”).

Sin embargo, en poco tiempo quedó claro que el objetivo de incluir alas mujeres como iguales a los hombres dentro de la teoría patriarcalcontenía varios problemas que no se habían previsto. Tal vez lo másnotable es que cada vez fue más claro que no era posible simplementeincluir a las mujeres en esas teorías de las que antes habían quedadoexcluidas, ya que esa exclusión es un principio estructurador funda-mental y una presuposición clave de los discursos patriarcales. Muchosdiscursos patriarcales no podían ampliarse o extenderse para incluir alas mujeres, sin sufrir trastornos y transformaciones muy importantes.

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No había espacio dentro de los límites de estos discursos para acomodarla inclusión y participación equitativa de las mujeres. Además, aun si seincorporara a las mujeres en los discursos patriarcales, en el mejor de loscasos sólo se les consideraría como variaciones de una humanidad bási-ca. El proyecto de la inclusión equitativa de las mujeres significaba quesólo podría analizarse la igualdad con los hombres de las mujeres, sólola humanidad de las mujeres y no su especificidad como mujeres. Porotra parte, mientras que ahora se podía incluir a las mujeres como obje-tos de especulación teórica, no se planteaba su posición como sujetos oproductoras de conocimiento. En otras palabras, al adoptar el papel desujetos (masculinos) de conocimiento, las mujeres empezaron a asumirel papel de hombres vicarios.

Como sujetos de conocimiento, las mujeres se enfrentaban a un di-lema. Podían permanecer desligadas de los “objetos” de sus investiga-ciones teóricas (en que estos objetos son las mujeres o la feminidad), encuyo caso podría considerarse que las mujeres mantienen su “objetivi-dad” y “neutralidad”; o bien las mujeres podían mantener una cercaníay una identificación con sus “objetos”. En el primer caso, tales mujeres,aunque conseguían la aprobación de sus colegas masculinos y posible-mente una posición respetable dentro de las comunidades académicas,debían desconocer su posición como mujeres. En el segundo caso, me-diante su autoinclusión dentro de la categoría de los objetos investiga-dos, muchas mujeres pierden la distancia necesaria para que se lesconsidere “científicas” u “objetivas”, lo cual tal vez resultara en el ridí-culo o alguna forma de posición académica secundaria. Pero estas muje-res, a través de los riesgos que toman al cuestionar las suposiciones másgenerales y los datos de la indagación intelectual, conservan algunaposibilidad de mantener su identidad en tanto que mujeres. A largo pla-zo, esto puede haber llevado a cuestionar el uso y el valor de la distinciónentre sujeto y objeto, transformando las bases mismas de las discusionesactuales.

Al abandonar tales intentos de incluir a las mujeres donde las ex-cluía la teoría, muchas feministas se dieron cuenta de que el proyecto dela inclusión de las mujeres como iguales a los hombres no tendría éxito.Esto se debía a que no era simplemente la gama y extensión de los objetoslo que requería una transformación; de manera más profunda, y másamenazadora, debían cuestionarse seriamente las preguntas que se plan-teaban y los métodos usados para contestarlas, las suposiciones básicasacerca de la metodología y los criterios de validez y méritos. Los compro-

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misos políticos, ontológicos y epistemológicos que subyacen en los dis-cursos patriarcales, así como sus contenidos teóricos, requerían unarevaloración desde perspectivas feministas, a medida que se aclarabaque las mujeres sólo podrían ser incluidas en los textos patriarcales comoduplicados o desviaciones de los hombres: las suposiciones a priori deigualdad e intercambiabilidad, neutralidad o indiferencia sexual, la ig-norancia total de las especificidades y diferencias de las mujeres, nopodían acomodarse en términos teóricos tradicionales. Era necesariosacudir todo el apuntalamiento social, político, científico y metafísico delos sistemas teóricos patriarcales.

Aunque es problemática y finalmente imposible, aspirar a una igual-dad entre hombres y mujeres, no obstante, fue política e históricamentenecesario. Sin esos intentos, las mujeres no podrían cuestionar la natu-ralidad o aparente inevitabilidad de la posición de segunda clase de lasmujeres como ciudadanas, sujetos, seres sexuales, etc. Este objetivo deigualdad sirvió como un requisito político y tal vez experimental paralas luchas más amplias dirigidas hacia la autonomía femenina, es decir,el derecho de las mujeres a la autodeterminación política, social, econó-mica e intelectual. Tal vez éste sea el cambio más notable en la políticafeminista desde su renacimiento en la década de 1960.

El cambio básico de una política de igualdad a una política deautonomía puede haber creado una tensión incómoda dentro de los cír-culos feministas, ya que estos dos compromisos no necesariamente soncompatibles. La autonomía implica el derecho de considerarse en lostérminos que uno quiera, lo cual puede o no implicar una integración oalianza con otros grupos e individuos. Por otra parte, la igualdad impli-ca una medida que esté de acuerdo con una norma determinada (cf.Thornton, Thompson, Gatens). La igualdad es la equivalencia de dos (omás) términos, uno de los cuales cumple la función de norma o modelode manera incuestionable. Al contrario, la autonomía implica el derechode aceptar o rechazar tales normas o modelos de acuerdo con su capaci-dad de adecuarse a la autodefinición que se elija. Las luchas por la igual-dad —tan convincentemente criticadas en muchos ensayos de este libro—implican una aceptación de normas determinadas y una conformidadrespecto de sus expectativas y requisitos. Las luchas por la autonomía,por su parte, implican el derecho de rechazar tales normas y crear otrasnuevas.

Aunque parezca irónico, las feministas interesadas en las cuestio-nes que tienen que ver con la autonomía y la autodeterminación de las

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mujeres no dejan de interesarse por el trabajo sobre la teoría masculina omasculinista de sus contrapartes orientadas hacia la igualdad, aunquelos nombres propios masculinos hayan cambiado significativamentedurante los veinte años de la existencia del feminismo como una inter-vención política consciente en la teoría. Los nombres de Freud, Lacan,Nietzsche, Derrida, Deleuze, Althusser, Foucault en Francia, y RichardRorty, Anthony Wilden, Fredric Jameson, Stephen Heath, Terry Eagleton,Paul de Man, etc. en Inglaterra y Estados Unidos constituyen sólo algu-nos de los “nombres” con los que se ha involucrado la teoría feministacontemporánea. Pero lo que ha cambiado radicalmente es la actitud fe-minista ante los discursos patriarcales y su uso. En lugar de que estosdiscursos y sus métodos y suposiciones proporcionen herramientas yestructuras no criticadas con los que las mujeres se analizaban comoobjetos, ahora estos discursos se convierten en objetos del escrutinio crí-tico feminista. Tales discursos y métodos ahora se utilizan de modo tác-tico sin mantener necesariamente el compromiso general con susestructuras y suposiciones. Las feministas no parecen tan dispuestas aencasillar a las mujeres en categorías y espacios teóricos patriarcalespreexistentes; más bien, la vida y experiencias de las mujeres proporcio-nan los criterios con los que se juzgan los textos patriarcales. Las supo-siciones básicas inexpresadas de las teorías patriarcales, las maneras enque desarrollan y adquieren importancia, su uso de criterios y métodosde inclusión y exclusión ahora empiezan a analizarse desde perspecti-vas feministas (por ejemplo, Harding y Hintikka; Finn y Miles). Las mu-jeres se reafirmaron no como objetos sino como sujetos del conocimiento,con perspectivas y puntos de vista específicos que con frecuencia difie-ren sistemáticamente de los de los hombres. Tales perspectivas o puntosde vista no son simplemente “subjetivos” en el sentido de posicionesindividuales, personales o idiosincráticas; la “subjetividad” suele con-siderarse como una interferencia en los procedimientos “objetivos” delconocimiento, de la misma manera en que las producciones teóricas delos hombres se dan en función de sus posiciones vividas en el mundo. Laproducción del discurso se está examinando, por primera vez, como unproceso de exclusión y división sexual. Las feministas de la autonomíapueden compararse con las feministas comprometidas en luchas por laigualdad por lo menos en los siguientes aspectos:

1. Las mujeres se convierten en sujetos así como en objetos del cono-cimiento; pero, al ocupar la posición de sujeto, las feministas no siguenproduciendo el conocimiento como si fuesen hombres, como si el conoci-

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miento fuese sexualmente indiferente. La feminidad de las mujeres sereafirma como una tarea teórica con varias consecuencias, entre ellas:

2. Al asumir la posición de persona conocedora o de sujeto, se cues-tionan los métodos, procedimientos, suposiciones y técnicas de la teoría.

3. Las feministas desarrollan perspectivas no sólo sobre o acerca delas mujeres y los “asuntos de mujeres”, sino acerca de cualquier objeto,incluidas otras teorías, sistemas de representación, etc., etc.

4. Las feministas no afirman simplemente las opciones mutuamen-te excluyentes, basadas en “expulsar” elementos patriarcales “erróneos”o en adoptar puntos de vista teóricos al mayoreo. Más bien, al intentar“introducirse en” los textos patriarcales, comprender cómo funcionan ycómo ejercen su dominación, las feministas intentan utilizar lo que pue-den de esas teorías... ¡con frecuencia contra ellas mismas! Ahora ya nocondenan o aceptan simplemente ciertos discursos, sino que los anali-zan, examinan y cuestionan: se les involucra y desafía activamente ensus operaciones.

5. La teoría feminista desafiaba tanto el contenido como las estruc-turas de los discursos, disciplinas e instituciones, intentando presentaralternativas o desarrollarlas donde aún no existían.

Estas intervenciones e interrogaciones pueden haber producido unode los desafíos más subversivos que la teoría patriarcal haya conocidoen este siglo o esta época: “Es un acontecimiento histórico fundamentalque contiene la promesa de permitir un desafío más completo a la domi-nación de lo que antes había sido posible” (Finn y Miles, 1982:10).

En las distintas disciplinas que constituyen las ciencias sociales ylas humanidades, en que la mayoría de las teóricas feministas han reci-bido su entrenamiento, muchas maduraron a partir de una posición pa-recida a la de aprendiz (en que las mujeres aprendían las técnicas de lasformas [masculinas] predominantes de estudio e investigación) hastauna posición de autodeterminación relativa (en que las mujeres puedenusar las técnicas y habilidades que han adquirido contra las mismasdisciplinas en que fueron entrenadas). Estas disciplinas, y los textos yprácticas específicos asociados con ellas, se han convertido en objetosdel análisis y la crítica feministas. La teoría, más que la “Mujer”, esahora el terreno de controversia entre feministas y no feministas o antife-ministas.

Las luchas feministas por la autonomía, la autodeterminación y unlugar viable que las mujeres puedan ocupar en tanto que mujeres en eluniverso teórico y sociopolítico —como puede verse en los distintos en-

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sayos que aquí se presentan— se han desarrollado en una forma con dospuntas o dos facetas. Por una parte, la teoría feminista ha cuestionadoradicalmente e intentado minar las suposiciones, los métodos y las es-tructuras de disciplinas y discursos falocéntricos o patriarcales. Por otraparte, la teoría feminista simultáneamente ha intentado explorar y desa-rrollar alternativas a estos sistemas falocéntricos, creando perspectivasfemeninas nuevas, hasta ahora inexpresadas, respecto del mundo. Enotras palabras, ahora la teoría feminista está involucrada en un proyectoantisexista que implica desafiar y desconstruir discursos falocéntricos,así como en un proyecto positivo de construir y desarrollar otros mode-los, métodos, procedimientos, discursos, etc.

El proyecto antisexista implica claramente un conocimiento minu-cioso y una familiaridad con los paradigmas teóricos predominantes ysus historias. Tal tarea significa trabajo, comprensión y reflexión respec-to de los sistemas teóricos que incluyen la historia de las mujeres y susituación actual, y que participan en la opresión de las mujeres. Pero elantisexismo es en gran parte negativo y reactivo, y tiene la meta de desa-fiar lo que existe en la actualidad, lo que ahora es dominante y responsa-ble de la posición falocéntrica de las mujeres en la representación teórica.Este proyecto crítico y reactivo es necesario si la teoría feminista preten-de evitar los peligros intelectuales de la abstracción, la idealización o lairrelevancia.

Corre el riesgo de proyectar un futuro ideal o utópico para las mu-jeres, que no está anclado ni relacionado con lo que existe aquí y ahora.Corre el riesgo de una serie de compromisos que, tras una reflexión, pre-feriría rechazar. Corre el riesgo de repetir problemas del pasado sin reco-nocer que son problemas o sin aprender de ellos. El proyecto críticoantisexista se dirige contra los métodos, suposiciones y procedimientosmediante los cuales los discursos patriarcales reducen a las mujeres auna dependencia necesaria de los hombres y también contra las expre-siones estructurales más insidiosas de la misoginia, que, en lugar dehacer pronunciamientos sexistas acerca de las mujeres, presentan pers-pectivas del mundo desde un punto de vista masculino como si tal posi-ción fuese sexualmente neutral.

Sin embargo, si la teoría feminista permanece como una simple re-acción, una mera crítica, entonces paradójicamente afirma los mismosparadigmas que procura combatir. Permanece sobre las mismas basesque pretende cuestionar y transformar. Criticar los sistemas teóricos pre-dominantes sin plantear alternativas viables es afirmar que esos siste-

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mas teóricos son necesarios. Aunque la teoría feminista debe manteneruna familiaridad con esos sistemas, también debe establecer una distan-cia teórica respecto de una adherencia demasiado estrecha a ellos. Si lateoría feminista no se extiende más allá de los términos del antisexismo,quedará ligada a una política de identidad o igualdad, aun cuando lacritique. La meta limitada, pero estratégicamente necesaria, de desesta-bilizar y desmantelar los discursos patriarcales sólo es la primera etapao requisito para un desafío más global y amenazador al dominio patriar-cal: la lucha por la autonomía, que implica la lucha por el derecho aparadigmas y herramientas teóricas diferentes y tal vez también unareconceptualización de todo el sistema de conocimientos y métodos teó-ricos aceptables.

Junto al proyecto antisexista, pues, el feminismo también debeinvolucrarse en la tarea positiva de experimentar y crear alternativas alas normas teóricas patriarcales. La teoría feminista ya no puede confor-marse con adaptar las teorías patriarcales de modo que sean capaces deanalizar a la mujer, lo cual en sí es una tarea falocéntrica, dado quereduce a las mujeres a teorías y categorías adecuadas a puntos de vistamasculinos y desarrolladas a partir de éstos. Los componentes positivoscuestionan y desplazan los fundamentos mismos en que se basan lasteorías tradicionales.

No puede especificarse por adelantado lo que incluiría una teoríafeminista autónoma, ya que esto contradice el concepto mismo de auto-nomía, el derecho a que una misma elija y defina el mundo. En su diver-sidad y multiplicidad, las mujeres exigen el derecho a definir sus propiosobjetivos y metas. Aunque no pueda especificarse con el uso de uno omuchos modelos, la teoría feminista puede, sin embargo, delimitarsenegativamente, ya que parece claro que hay muchas suposiciones teóri-cas que no querría reproducir. Por ejemplo, no puede considerarse comoel reverso o lo opuesto de los textos patriarcales, transformando sus ob-jetos y no sus suposiciones subyacentes. Al contrario, intenta ir más alláde éstos, de sus estructuras y de sus límites.

En otras palabras, la teoría feminista no puede considerarse correc-tamente como un discurso competidor o rival, que diverge de los textospatriarcales en lo que cuenta como verdadero. No es un discurso verda-dero, ni tampoco sólo un informe objetivo o científico. Sería adecuadoconsiderarla, más bien, como una estrategia, una intervención local, es-pecífica, concreta, con objetivos y metas políticas definidas, aunque seanprovisionales. En la década de 1980, la teoría feminista ya no parece

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buscar la categoría de verdad inalterable, transhistórica y transgeográficaen sus hipótesis y propuestas. Más bien busca formas efectivas de inter-venir en sistemas de poder con el fin de subvertirlos y sustituirlos conotros preferibles. La estrategia implica un reconocimiento de la situaciónactual, tanto en sus rasgos estructurales generales (alineacionesmacrolíticas de poder), como en sus formas regionales, detalladas, espe-cíficas (inversiones microlíticas de poder). Necesita conocer los espaciosy estrategias de sus adversarios para minar sus posiciones dentro de unsistema global. Así, debe estar consciente de los tipos de estrategia otácticas utilizadas y desplegadas por los discursos falocéntricos, parabuscar los puntos vulnerables. En suma, todas las formas de estrategiaimplican reconocer lo que es para seguir hacia lo que debe ser. La estra-tegia siempre implica metas a corto plazo, que se consideran necesariaspara lograr los ideales a más largo plazo que, a su vez, puedenmodificarse y transformarse durante los procesos de lucha. Como unaforma de estrategia, la teoría feminista necesita usar los medios que esténdisponibles, sean o no “patriarcales”. Los hallazgos, herramientas teóri-cas y conceptos falocéntricos se evalúan en términos de su utilidad, sufuncionamiento en contextos específicos, más que en términos de unapureza ideal pero imposible. En tanto que estrategia, necesariamenteestá implicada en los sistemas que pretende desafiar. Parece ingenuoaspirar a una pureza teórica, una posición “inmaculada” por las infrac-ciones patriarcales, es decir, formas de separatismo teórico en que serechacen los términos y las prácticas patriarcales. No son capaces deluchar contra los términos patriarcales que regresan y las acosan, paraasí avanzar. Para desafiar los modelos patriarcales y superarlos, las fe-ministas deben ser capaces de utilizar todos los medios que tengan a lamano, incluidos los de los sistemas mismos que desafían.

La teoría feminista, como una serie de intervenciones estratégicasen los textos patriarcales, no intenta simplemente revelar en qué son“incorrectas” o falsas las teorías patriarcales, ni remplazar una “ver-dad” con otra. Su objetivo es hacer que los sistemas, métodos y presupo-siciones patriarcales no puedan funcionar, no puedan retener su dominioy su poder. Su objetivo es aclarar cómo ha sido posible ese dominio, yhacer que ya no sea viable. Dado que la teoría feminista carece de losmedios para confrontar directamente un complejo régimen teórico pa-triarcal creando alternativas, las feministas han tenido que recurrir aformas de guerrilla intelectual, dando golpes en los puntos de mayordebilidad del patriarcado, en sus puntos ciegos (ver Irigaray, 1985a: par-

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te l). Las bases y el terreno en que el patriarcado desarrolla sus argumen-tos revelan su posición parcial y partidaria en lugar de una universal orepresentativa. No es probable que los sistemas intelectuales patriarca-les permitan que tales intentos de subversión política procedan sin sercuestionados. De hecho, queda claro que los discursos tradicionales ylas posiciones que apoyan han desarrollado una serie de estrategias yrespuestas tácticas a las incursiones del feminismo y, en particular, delas mujeres en sus campos de operación. Estas abarcan desde tácticasmás o menos personales y mezquinas hasta amenazas más serias y demayor alcance, desde el ridículo, la ignorancia y el estereotipo persona-les hasta formas de contraataque, que incluyen la tergiversación inten-cional, negar el acceso a una categoría y/o una subsistencia profesionalo provocar que se absorba o neutralice el trabajo. Estos contra-ataques deninguna manera son mutuamente excluyentes y se ejercen con mayor omenor fuerza, de acuerdo con el grado de amenaza que planteen lasteorías y objeciones feministas. Sin un mínimo de conciencia de la exten-sión y ferocidad de estos contraataques, el feminismo podría ser incapazde efectuar las subversiones diversas que intenta. No es necesario queesté comprometido con discursos patriarcales y sus valores, pero si nolos comprenden en detalle, las feministas serán incapaces de superarlos.

En resumen, la teoría feminista incluye, en primer lugar, un recono-cimiento de las formas abiertas y ocultas de la misoginia en que partici-pan los discursos. Esto significa desarrollar la capacidad para reconocerqué hace que estos discursos sean patriarcales, incluidos sus pronun-ciamientos explícitos acerca de los hombres y las mujeres, y sus valoresrespectivos, así como la capacidad de entender cómo estas teorías divi-den al mundo de acuerdo con intereses masculinos. En segundo lugar,implica una capacidad para reconocer los discursos patriarcales en tér-minos de sus ausencias, huecos, lagunas, en torno al asunto de la mujery lo femenino, y entender cómo funcionan estos silencios para estructu-rar y posibilitar los discursos patriarcales. En tercer lugar, la teoría femi-nista debe ser capaz de articular la función que cumplen estos silenciosy representaciones masculinistas en la supresión de la feminidad, y deafirmar la posibilidad de otras perspectivas distintas, para que los textospatriarcales no puedan reafirmar su hegemonía. Y en cuarto lugar, debedesarrollar métodos viables para remplazar sistemas falocéntricos derepresentación, aunque esto signifique apoyarse en métodos patriarca-les y usarlos como punto de partida para nuevas direcciones en la inves-tigación teórica. Con su sola existencia, tales formas de teoría feminista

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demuestran que los discursos patriarcales no son modelos neutrales,universales o incuestionables, sino que son el efecto de las posiciones(políticas) específicas ocupadas por los hombres.

Sobre la base de los ensayos recogidos en este libro y las obras demuchas otras feministas sobre teoría política y social (ver bibliografía),la teoría feminista puede ubicarse provisionalmente entre el proyectonegativo antisexista y un proyecto más positivo, especulativo. Es el re-chazo de muchos valores, conceptos y operaciones centrales necesariospara el funcionamiento de la teoría patriarcal, y una afirmación de lasalternativas a estas formas determinadas de discurso. Entre los concep-tos y valores centrales cuestionados por la teoría feminista hay un hazde suposiciones que comparte la mayoría de las ciencias sociales, si notodas. En especial, ha cuestionado seriamente la adherencia patriarcal alos siguientes compromisos teóricos:

1. Compromiso con un concepto de verdad singular o universal ymétodos para verificar (o falsificar) la verdad. Pocas teorías que aspirana la categoría de objetividad científica y verdad, entendida de maneraconvencional, aceptan su propia historicidad y los efectos que el contex-to, el ambiente y circunstancias particulares tienen en la producción yevaluación de la teoría. En especial, tales aspiraciones teóricas no reco-nocen los costos (silencios, exclusiones e invalidaciones) en los que sefundan: al buscar la categoría de verdad, buscan una posición más alláde la historia y fuera del poder.

2. Sus compromisos con la objetividad, la neutralidad del observa-dor y la independencia del contexto como valores teóricos no cuestiona-dos. Estos están estrechamente ligados con la sobrevaloración de la cienciay la verdad como modelos para el conocimiento. La objetividad se consi-dera como una manera de lograr que observadores o experimentadoressean intercambiables o sustituibles, como un freno contra el prejuicioindividual. Este ideal de lo intercambiable se basa en la suposición deuna semejanza de punto de vista y posición entre observadores, quienesdeben estar “adecuadamente entrenados”. Tal suposición es necesaria-mente ciega frente a las distintas posiciones estructurales que ocupanhombres y mujeres, sus distintos grados de acceso a un entrenamientoadecuado, y su relación (posiblemente) diferente con sus disciplinas. Lasupuesta neutralidad y universalidad de muchos discursos patriarcalesen las ciencias sociales, pues, es ciega al sexo, es decir, incapaz de reco-nocer las diferentes posiciones sociales de hombres y mujeres al suponerque hay un sujeto neutral, intercambiable.

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3. El compromiso con un sujeto universal de conocimiento, un suje-to que se supone tiene ciertas características y rasgos: la capacidad desepararse de sentimientos, emociones, pasiones, intereses y motivos per-sonales, factores socioeconómicos y políticos, el pasado, las aspiracio-nes para el futuro, etc. Este sujeto de conocimiento es capaz de lograr unadistancia respecto del objeto conocido, de modo que puede reflexionaracerca de él. Sin embargo, es un sujeto incapaz de aceptar sus propioslímites, su materialidad e historicidad, su inmersión en valores socioeco-nómicos y políticos. Se concibe al sujeto sin cuerpo, como un sujeto racio-nal sexualmente indiferente, una mente no ubicada en el espacio, eltiempo o interrelaciones constitutivas con otros (¡característica que nor-malmente sólo se atribuye a los ángeles!, cf. Irigaray, 1984).

4. El compromiso con una verdad fija y estática, una realidad dadae inmutable, un conocimiento garantizado del Ser y el acceso a la Razón.Una visión ahistórica como ésta no puede dar cuenta de la variabilidady la naturaleza histórica de lo que se considera como verdadero, salvo entérminos de un acceso cada vez mayor a la verdad y a su conocimiento,es decir, salvo en términos de que las visiones históricas sean visionesfalsas. Se niega a endosar la posibilidad de una “política de la verdad”,de invertir políticamente en la verdad (cf. Foucault, 1976; 1978). La ver-dad, como correspondencia o reflejo verídico de la realidad, es un cono-cimiento sin perspectiva, un conocimiento sin un punto de vista o, lo quees lo mismo, una verdad que se atribuye una perspectiva universal.

5. El compromiso con el carácter intertraducible de conceptos, tér-minos, verdades, proposiciones y discursos. Encarnado en forma de pro-posición, el conocimiento no se considera dependiente de sus modosparticulares de formulación, sino en los pensamientos subyacentes quesupuestamente expresa. La lengua se considera un vehículo para la co-municación de pensamientos o ideas preexistentes. Se le ve sólo como unmedio, una herramienta prescindible para la transmisión del pensamien-to, en lugar de verse como la condición necesaria del pensamiento. Alnegar la materialidad de la lengua, los discursos predominantes puedenevitar reconocer su dependencia y deuda con los tropos, las figuras retó-ricas, imágenes, metáforas, etc. que evocan lo femenino, las mujeres o lamaternidad. Los discursos patriarcales ignoran la complicidad de lossistemas discursivos con estructuras sociales opresoras, y la dependen-cia de discursos de posiciones específicas establecidas por modos espe-cíficos de la lengua.

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Desde luego hay muchos rasgos positivos —que pueden bosquejarsede manera general—, que no se excluyen de antemano de los distintosesfuerzos de las mujeres por la autodeterminación. Entre ellos están:

1. Compromisos intelectuales no con la verdad, la objetividad y laneutralidad sino con posiciones teóricas abiertamente reconocidas comoespecíficas de un observador o un contexto. En lugar de negar sus condi-ciones y límites espacio temporales, la teoría feminista los acepta y afir-ma, dado que son su razón de ser. Al igual que Nietzsche, esta teoríaparece dispuesta a aceptar su propio perspectivismo, su posición espe-cífica de enunciación, el estar escrita desde un punto de vista particular,con objetivos y metas específicos.

2. Al aceptar sus condiciones de producción, la teoría feministaparece dispuesta a cuestionar el valor de los criterios de objetividad ycientificidad aceptados de manera tan rígida e imperial por las ortodo-xias intelectuales. Sin embargo, esto no es una aceptación de un “prejui-cio subjetivo”. Se cuestiona la distinción misma entre lo objetivo(conocimiento) y lo subjetivo (opinión). Las feministas parecen dispues-tas a aceptar que el conocedor siempre ocupa una posición en lo espa-cial, lo temporal, lo sexual y lo político. Éste es un corolario de superspectivismo. No es ni subjetivo ni objetivo, ni absoluto ni relativo.Estas alternativas, ante todo, no pueden explicar las inversiones pro-ductivas de poder en la producción de conocimientos. No obstante, estono significa que la teoría feminista no utilice ningún criterio de evalua-ción o autorreflexión. Más bien, sus normas de juicio se desarrollan apartir de efectos y funciones compartidos, intersubjetivos; y en términosde las funciones intertextuales de un discurso, de su capacidad paraminar o afirmar diversos sistemas y estructuras dominantes.

3. En lugar de suponer un espacio o brecha entre el sujeto racionalconocedor y el objeto conocido, la teoría feminista reconoce la contigüi-dad entre ellos. Las visiones predominantes del sujeto racional postulanun sujeto separado artificial y arbitrariamente de su contexto. Esto creala distancia necesaria para su separación de las emociones, pasiones,interferencias corporales, relaciones con otros y el mundo sociopolítico.La teoría feminista parece abiertamente dispuesta a aceptar las interrela-ciones constitutivas del sujeto, su posición social y su relación con elobjeto. Para las feministas (en la medida en que sostienen esa idea) elsujeto racional no está libre de intereses personales, sociales y políticos,sino que necesariamente está implicado en ellos. Se considera que las

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teorías son sexualizadas, que ocupan una posición en relación con lascalidades y valores asociados con ambos sexos, o los atributos de mas-culinidad y feminidad. Pero decir que hay una sexualización de los dis-cursos y conocimientos no es igualar la posición del discurso con la desu autor o productor; no hay una correspondencia (directa) de lo femeni-no o los textos feministas con autoras mujeres, o de textos falocéntricoscon autores hombres. La “posición” sexual del texto sólo puedediscernirse contextualmente y en términos de la posición desde la quehabla el sujeto hablante (el “yo” implícito o explícito del texto); el tipo desujeto (implícitamente) supuesto como el sujeto (o público) a quien sehabla, y el tipo de sujeto (u objeto) de quien se habla. Al igual que la gamadiversa de sujetos situados en todo texto, la posición del texto tambiéndepende del tipo de relaciones afirmado entre estos distintos sujetos (cf.Benveniste, 1961: caps. 19-20). En el caso de la teoría feminista, el sujeto,el objeto y el público no están divididos de manera dicotómica en catego-rías mutuamente excluyentes y mutuamente exhaustivas (sujeto/objeto,conocedor/maestro, ignorante/discípulo, profesor/alumno, yo/otro,etc., cf. Jay), sino que pueden definirse más bien en términos de continui-dades y/o diferencias. El sujeto hablante, el sujeto a quien se habla y elsujeto de quien se habla pueden ser equivalentes; pero, en todo caso, hayuna calidad constitutiva de interrelación supuesta entre los tres térmi-nos. Esto significa, por ejemplo y tomando un caso concreto, que loshombres no hablan con mayor objetividad acerca de la opresión de lasmujeres, como afirmaron recientemente con gran sinceridad unos acadé-micos masculinos. También los hombres están necesariamente implica-dos en la opresión de las mujeres y forman parte de ella. Desde luego,queda claro que sus relaciones con tal opresión deben ser muy diferentesde las que tienen las mujeres. En suma, se sirve a intereses particularesen toda posición teórica y en todo sistema textual o discursivo. Sin em-bargo, la política o “poder” del texto (cf. Foucault, 1972) no puede leerseautomáticamente en lo que el texto dice abiertamente, sino con más fre-cuencia en cómo lo dice, qué se invoca y, así, qué se efectúa. Al contrariode los sistemas discursivos predominantes, la teoría feminista tiene elmérito de ser capaz no sólo de aceptar sino de afirmar activamente su(s)propia(s) posición(es) política(s) y sus aspiraciones, aceptar que, lejos deser objetiva en el sentido de “desinteresada” o “inmotivada”, está muymotivada por las metas y estrategias implicadas en crear una autonomíapara las mujeres. Tal motivación o intención, sin embargo, no invalida lateoría feminista, sino que es su función reconocida, su razón de ser;

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4. Dado que se niega a aceptar los valores de verdad predetermina-dos, la objetividad, la universalidad, la neutralidad y un razonamientoabstracto, la teoría feminista —junto con algunos teóricos hombres con-temporáneos— no está comprometida con estos valores ni motivada porellos. Se considera a sí misma en términos de una estrategia crítica yconstructiva. No es ni abstracción, ni programa ni manual de acción, nitampoco una forma distanciada de reflexión. Estas visiones, ante todo,implican una teoría fuera de la práctica o más allá de ella. Al cuestionarla conceptualización dicotómica de la relación entre teoría y práctica, lateoría feminista se considera como una “práctica teórica”: una prácticaen el mismo nivel de la teoría, una práctica ligada aunque crítica respec-to de las estructuras institucionales en las que suele ocurrir la produc-ción de discursos teóricos, una práctica que implica escribir, leer, enseñar,aprender, evaluar y muchos otros rituales y procedimientos; también seconsidera como una “teoría práctica”: una teoría abiertamente conside-rada como parte de la práctica, una herramienta o táctica que cumpleuna función muy importante en el asalto subversivo, y con frecuenciapeligroso, a un sitio particular del funcionamiento de las relaciones depoder patriarcales, a saber, la esfera del conocimiento, que proporcionaracionalizaciones y justificaciones al patriarcado para su control cadavez mayor. La teoría feminista es una urdimbre de hebras que simultá-neamente son teóricas y prácticas. Es un espacio donde es posible pene-trar los discursos dominantes, los discursos subyugados, las voces hastaentonces silenciadas o excluidas (cf. Allen, Thiele), las formas de coer-ción y control así como las formas concertadas de resistencia, en susrelaciones mutuas. Es un umbral para la intervención de las teorías enprácticas concretas, y la restructuración de la teoría por parte de losimperativos de la experiencia y la práctica, una especie de bisagra opuerta entre ambos campos. Al tener como objetivo la destrucción de lateoría misógina y sus suposiciones fundamentales y el establecimientode una influencia positiva en las interacciones cotidianas y estructura-les entre los sexos, no es ni un preludio para la práctica, ni una reflexiónacerca de la práctica, porque es en sí una forma de práctica dentro de unaregión específica de las operaciones del patriarcado.

5. De manera semejante, la teoría feminista no puede concebirse entérminos de las categorías de racionalidad o irracionalidad.

Por lo menos desde el siglo XVII, si no mucho antes, se ha entendidola razón en términos dicotómicos, o sea que se ha caracterizado por opo-sición y adquiere su coherencia interna sólo por la exclusión de los “otros”

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respecto de ella: las pasiones, el cuerpo, las emociones, la naturaleza, lafe, la materialidad, los sueños, la experiencia, la percepción, la locura omuchos otros términos (cf. Jay; Lloyd, 1984; Irigaray, 1984). Al cuestio-nar este modo binario de categorización, las feministas han demostradoque la razón es un concepto asociado con las normas y los valores de lamasculinidad, y sus opuestos, sus “otros”, con la feminidad. Hoy en día,la teoría feminista no se interesa simplemente en invertir el valor de loracional y lo irracional o en afirmar lo que se ha subordinado dentro dela jerarquía, sino más significativamente, en cuestionar la estructuramisma de las categorías binarias. En suma, la teoría feminista intentatransformar y extender el concepto de razón de modo que, en lugar deexcluir conceptos como experiencia, cuerpo, historia, etc., éstos quedenincluidos o reconocidos como necesarios para que funcione la razón. Altomar las experiencias y vidas de mujeres como punto de partida para eldesarrollo de la teoría, el feminismo intenta desarrollar alternativas alconcepto rígido, jerárquico y excluyente de razón. Busca una racionali-dad que no esté dividida de la experiencia, de la opresión, de la particu-laridad o especificidad; una razón, al contrario, que las incluya es unaracionalidad que no está más allá o encima de la experiencia sino que sebasa en ella.

6. Al desafiar el falocentrismo, la teoría feminista también debe de-safiar la evasión de la historia y la materialidad tan marcada en lastradiciones teóricas occidentales. Al concebirse a sí misma como unaactividad racional, privada, individual, y al luchar por la verdad y elconocimiento, o sea una actividad pura, intelectual, también debe negarsu posición como producto histórico y político. Las tradiciones teóricaspredominantes se niegan a aceptar su dependencia de la materialidadde la escritura, de las prácticas que tienen que ver con enseñar, producir,publicar y promover ciertos métodos, puntos de vista y representantes, yde las luchas por la autoridad y la dominación. En oposición a estosideales teóricos predominantes, la teoría feminista reconoce abiertamen-te su propia materialidad como la materialidad de la lengua (en que lalengua se considera corno un arma de lucha, dominación y resistenciapolítica), del deseo (el deseo como la voluntad para lograr ciertos arre-glos de “objetos” potencialmente satisfactorios: el deseo de una identi-dad, una sexualidad y un lugar reconocido en la cultura, que son losmás claros e incuestionables entre las feministas) y del poder (el poderno sólo corno una fuerza visible en los actos, sucesos y procesos dentrode la vida política y pública, sino también como una serie de alineaciones

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tácticas entre instituciones, conocimientos, prácticas que tienen que vercon el control y la supervisión de individuos y grupos) o, en términosmás específicos, las alineaciones de la dominación socioeconómica mas-culina con las formas de aprendizaje, entrenamiento, conocimiento yteoría.

7. Al rechazar los modelos principales de indagación intelectual(entre ellos, los requisitos de la lógica formal, la estructuración de con-ceptos según estructuras opositivas binarias, el uso de la gramática y lasintaxis para crear modos de articulación singulares, claros, no ambi-guos, precisos, y muchos otros valores textuales supuestos), y su acepta-ción de la idea de su materialidad como teoría, la teoría feminista se hainvolucrado en exploraciones y experimentación continuas de nuevasformas de escritura, nuevos métodos de análisis, nuevas posiciones deenunciación, nuevos tipos de discurso.

Ningún método, forma de escritura, posición del habla o modo deargumento puede fungir como representante, modelo o ideal de la teoríafeminista. En lugar de tratar de establecer una nueva norma teórica, lateoría feminista busca un nuevo espacio discursivo, un espacio en quelas mujeres puedan escribir, leer y pensar en tanto que mujeres. Esteespacio fomentará una proliferación de voces, en lugar de estructurarlasen una jerarquía, una pluralidad de perspectivas e intereses en lugar delmonopolio del uno: nuevos tipos de preguntas y distintos tipos de res-puesta. No se privilegiaría una sola forma como la verdad, la interpreta-ción correcta, el método correcto; más bien, los conocimientos, métodos einterpretaciones pueden juzgarse y utilizarse de acuerdo con su adecua-ción a un contexto dado, una estrategia específica y efectos determina-dos.

La teoría feminista es capaz de ubicarse en lo histórico, lo material,lo enunciativo y lo político en relación con las estructuras patriarcales.Durante su desarrollo en los últimos veinticinco años, esta teoría hasurgido como una capacidad para considerar a las mujeres de manerasnuevas, hasta ahora no exploradas, al negarse a reducir y explicar laespecificidad de las mujeres en términos inherentemente masculinos; hadesarrollado la capacidad para considerar cualquier objeto desde el puntode vista de las perspectivas y los intereses de las mujeres, de entender ysuperar el falocentrismo desarrollando distintos tipos de teoría y prácti-ca. Esta descripción puede sonar como una versión idealizada y utópicade lo que debería incluir una práctica teórica consciente y políticamentecomprometida, activa e informada. Tal vez. Todavía no está claro cuánto

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han recorrido los discursos feministas en este sendero utópico. Pero,como lo atestiguan los ensayos aquí publicados, la teoría feminista estáen el proceso de revalorar la herencia teórica que necesita remplazarpara proclamar un futuro propio. Este futuro puede iniciar una nuevaépoca teórica, capaz de aceptar todas las implicaciones de reconocer lasdiferencias sexuales. En el futuro, la teoría se consideraría como unaproducción sexual, textual, política e histórica. Aun cuando esto puedaamenazar a quienes se adhieren a los valores del falocentrismo, puedeabrir espacios, fuentes y herramientas hasta ahora no imaginados parala exploración teórica. Una feminidad autónoma puede introducir, porprimera vez en nuestra historia registrada, la posibilidad del diálogocon una “voz ajena”, la voz de la mujer.

La diferencia sexual constituiría el horizonte de los mundos deuna fecundidad aún desconocida ... La fecundidad del nacimiento y laregeneración para los compañeros en el amor, pero aun así la produc-ción de una nueva época de pensamiento, arte, poesía, lengua ... Lacreación de una nueva poiesis (Irigaray, 1984:1).

Traducción: Mónica Mansour

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El sujeto inauditoBreve diálogo sobre la diferencia sexual

Alessandra Bocchetti y Bia Sarasini

Bia: En estos años activos y fatigosos, nosotras las mujeres descu-brimos que éramos diferentes. Remoto y extravagante, diría, nosparece el deseo de igualdad, que sin embargo en el pasado ha

sido un estímulo poderoso para muchas de nosotras. Y es de esto que megustaría discutir contigo, Alessandra, del camino recorrido en la dife-rencia.

Alessandra: Creo que las mujeres siempre han hecho un recorridoen la diferencia, esto porque no se puede emprender ningún recorridofuera de la propia historia. La igualdad entre los sexos como objetivo,hoy diría como utopía, era fruto de una pobreza de espacio de sentido. Sipensamos que existe el hombre y existe la mujer así como el hombre laimagina y le pide que sea, una mujer que pide otra cosa sólo puede ten-der al deseo de convertirse en un hombre a los ojos del mundo, y a suspropios ojos. Porque si la diferencia es la establecida por el pensamientoy el deseo de los hombres, si la diferencia es en negativo y nosotras acep-tamos de alguna manera ser esta diferencia, no tenemos espacio parasalir de nuestra condición sino en un movimiento, imposible en la reali-dad pero fantaseado, de progresiva asimilación a la condición masculi-na. Pero si la mujer halla el modo de imaginarse a sí misma, de pensarsea sí misma, y de ser soberana de su diferencia, este régimen de escasez desentido se interrumpe. Si no se reconoce mujer, obediente al sentido delos hombres, no por esto se pensará ni se querrá hombre, y empezará asía construir su ser sujeto en su diferencia. Por eso te decía que las mujeressiempre han estado en la diferencia, sólo que le han cambiado de signo,de negativo a positivo, de límite a espacio para sentidos nuevos.

Bia: Estoy de acuerdo. El deseo de igualdad que, conviene recordar-lo, se manifestó como una instancia profunda de justicia, llevaba en rea-lidad a la imitación del hombre, al aplastamiento de lo femenino bajo lomasculino. Es esta la tragedia, creo, de la emancipación: de algún modo

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es la mujer la que se pierde en ese camino, y recuperar el espacio de lofemenino en la propia vida ha sido y es una operación dolorosa y nosiempre lograda, para las mujeres que de este modo hallaron la posibili-dad de expresarse. Y sin disminuir el valor profundo del proyecto deigualdad, el movimiento institutivo, diría, del sujeto-mujer, me pareceinútil repetir cuanto has dicho.

Una pregunta importante para mí es esta: ¿qué sucedió cuando seempezó a cambiar de signo, a hacer lo femenino, que parecía como ellugar de nuestra dependencia, el espacio, y aquí uso tu expresión, denuestra soberanía? ¿A qué proceso le hemos dado vida?Si no reconstru-yo mal, por cierto esquematizando mucho la riqueza de las prácticas delos años pasados, nos hemos vuelto a mirarnos a nosotras mismas, adop-tando al menos dos modalidades. Por un lado, atribuyéndole valor atoda la esfera de lo femenino, por el otro, llevando a la luz las diferenciasentre nosotras las mujeres. Se trata de un proceso complejo, donde seentrelazan estrechamente fuerza y debilidad a la vez. De este proceso,me parece, derivó un nuevo espesor al hablar y teorizar sobre la diferen-cia sexual.

Alessandra: Yo no diría que hemos atribuido valor a toda la esferade lo femenino, le estamos atribuyendo sentido, un sentido diferente, novalor. Lo que denominamos toma de conciencia nos pone, a lo sumo,frente a la pobreza de nuestra historia, al sentido de disvalor que ocupanuestra figura. Pero es esa toma de conciencia la que da valor porque noscoloca inmediatamente en una perspectiva de producción de pensamien-to, abre un espacio teórico, de conocimiento. En suma, es preciso descu-brirse carentes de valor, me refiero al valor social, para empezar a construirnosa nosotras mismas en valor; para llegar a la fuerza se debe pasar por laconciencia de la debilidad.

Luego, a propósito de lo “femenino”, a decir verdad, no sé bien quées. Trato de usar esa expresión lo menos posible. Tengo miedo de que sepueda entender en sentido absoluto, como sentido absoluto, fuera de lahistoria y por lo tanto inmutable, muy emparentada con el “eterno feme-nino” del que me siento a mil millas de distancia. Lo femenino ha pare-cido eterno porque ha estado investido del mismo sentido por siglos ysiglos, pero el sentido puede cambiar. Y es este el proceso al que hemosdado vida: un proceso de construcción de sentido, de atribución de sen-tidos nuevos a la figura de la mujer, a sus sentimientos, a sus infelicidades,a sus goces, a la historia de sus madres, a su ser en el mundo. Todo esto

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es la tarea que nos hemos asignado cuando las mujeres nos dirigimos anosotras mismas la pregunta “¿Qué es una mujer?”. Podría parecer unaparadoja, pero en cambio es una pregunta inaugural. Inaugura una eco-nomía de distancia de los sentidos que hasta ahora nos han definido, delo obvio que ha construido nuestra figura. De este modo, venimos a afir-mar que en lo que en nuestro estar en el mundo parece evidente, lo quesuele definirse como nuestra “dimensión natural”, hay sentidos ocultosque se deben descubrir si, y sólo si, somos nosotras las mujeres las queiniciamos esta investigación. ¿Cuáles discursos inconscientes están ocul-tos en el amor materno, en el exceso de sentimentalismo, en el silencio, enlos jaques? Hoy nos planteamos estas preguntas y de este modo nosalejamos, entramos en una dimensión de distanciamiento de esos sentidosque hasta hoy nos han explicado, nos han dado límites. Buscamos otroslímites, otros confines.

Hasta el día de hoy las mujeres nunca han producido una defini-ción de sí, y hace muy poco que comenzaron a producir conocimientosobre sí; por largo tiempo han sido objeto de conocimiento, nunca sujeto.Es la construcción de este sujeto lo que hemos emprendido, operaciónque podría parecer de un egoísmo grandísimo, una operación de sector,es decir, concerniente sólo a las mujeres, pero que en cambio tiene que vercon el mundo, con las relaciones humanas, los hombres, la filosofía, laciencia. Es ridículo pensar que la redefinición de la figura de la mujer noperturbe todo el resto. La mujer objeto de pensamiento permitió una re-presentación del mundo que produjo cierto tipo de realidad. La mujersujeto de pensamiento abre otro escenario que producirá una realidaddiferente. No me preguntes cuál, porque no lo sé. Sólo sé que este “des-plazamiento” no es una operación de mejoría civil, no es una operaciónpacífica, ni indolora, ni siquiera para las mujeres. La conciencia de serajenas es difícil de asumir. ¿No te parece? Y sin embargo, es la únicaposición de fuerza.

Bia: La condición de ajenas sin duda acarrea una difícil conciencia.Pero antes de proseguir con este argumento, desearía volver al tema deldisvalor, de la falta de sentido; adquisición a la que hemos llegado, meparece, mediante la “toma de conciencia” de nuestra opresión histórica.Considero indispensable tener claro este pasaje, del terreno de las rela-ciones sociales al mundo de los significados y de los valores; y no sólopor un escrúpulo de filología histórica, sino para poder analizar cumpli-damente el proceso de formación de la investigación teórica de las muje-

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res. La conciencia de la opresión llevó a la representación de sí comovíctimas, y ésta ha sido en realidad la primera identidad colectiva. Iden-tidad, innecesario destacarlo, absolutamente intolerable, y sin embargola única en inmediata disposición. Sólo si esto está claro se comprendenlas relaciones difíciles y a menudo borrascosas entre los grupos de muje-res, sobre todo en los primeros años del movimiento. Es casi insosteniblereflejarse en las semejantes, víctimas/subalternas. Nacieron así renco-res, envidias, celos, las divisiones típicas de las microáreas del poderdislocado. Ha sido como vivir a plena luz, bajo los reflectores, las vicisi-tudes de la familia patriarcal, las intrincadas relaciones entre suegras ynueras. Para hacer habitable “el mundo común de las mujeres” ha sidonecesario separarse completamente del mundo de los hombres; abolir, omejor, poner en suspenso las relaciones, los significados que proveníande aquella parte. Mirarnos a nosotras mismas, escucharnos: o asumiruno de los polos de la diferencia sexual, el nuestro, como único referente.Por esto, creo, conceptos como “opresión”, definiciones como “víctima”,a nuestros ojos han perdido contornos y significado. Pero hoy me parecenecesario volver a hablar del asunto. Considero que en el trabajo por laconstrucción de una identidad colectiva de las mujeres que seavalorizadora, fuerte, determinada, se deben retomar las cuestiones quevoluntariamente fueron dejadas en suspenso. Me parece una exigenciaque proviene ante todo de la vida cotidiana de las mujeres. Las tensionesanteriormente descritas se reproponen ahora no más en el aislamiento “metodológico” de los grupos, pequeños núcleos de experimentación aveces demasiado riesgosa, sino en la común vida social, en los lugaresde trabajo, por ejemplo.

En lo que concierne a masculino/femenino, desearía aclarar quepara mí se trata de estereotipos, y los uso deliberadamente, en tanto tales,dado que entiendo que actúan más allá de nuestras intenciones. El eter-no femenino, por ejemplo, se me presenta como una caja, en la que tengocuriosidad de mirar, con la sospecha de que encontraré no sólo granparte de los pensamientos que han descrito a las mujeres como objeto dediscurso, sino también algunos de esos discursos inconscientes que tú, ytodas nosotras, buscamos en la historia de las mujeres. Y aquí llego a ladifícil conciencia de la condición de ajenas. Desearía precisar.

La condición de ajenas de la que tomamos conciencia, para mí, noes la de lo “totalmente distinto”, esa otredad que el pensamiento mascu-lino atribuía a la mujer, para fundarse a sí mismo.

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Esta otredad nos priva de historia, nos coloca en una especie devacío neumático: verdaderas nonatas, inaferrables simulacros que atra-viesan la historia. La condición de ajenas que nos concierne me pareceque se puede describir con esta imagen: hay una tela, tejida hace tiempo,pero modelada según formas que nos resultan totalmente inaceptables,justamente ajenas. En suma, no veo otro camino que sumergirse en lo quehay, y remodelarlo, o mejor, formarlo de nuevo. Esto me parece un aspectoesencial del recorrido en la diferencia. ¿Y tú que piensas?

Alessandra: Cada vez que hablo de la condición de ajenas com-prendo que suscito una especie de espanto. Yo hablo de un sentirse/hacerse ajenas a los sentidos que nos han definido hasta ahora y esto, alescucharse, es recibido de inmediato como una invitación a salir delmundo, como si esto fuera posible y fácil. Esto se repite tan a menudo queme he preguntado si la exclusión que nosotras las mujeres hemos sufri-do por la producción de sentido y por el poder ha sido tan perfecta quefabricó en nuestra cabeza una imagen de nosotras en verdad fuera delmundo; y también me he preguntado, en consecuencia, qué grado desoledad ha sufrido quien tiene este temor. La condición de ajenas esrecibida de inmediato como un cerrarse, como un renunciamiento a laspalabras, a los hechos y a los efectos, en suma, como un gesto noble perosuicida.

Digo esto porque tú también has sentido un poco este temor, meparece. ¿Qué deseas salvar con tu imagen de la tela? ¿Con tu invitacióna “remodelar” lo que hay? ¿Qué es lo que hay? Tal vez pienses que no esverdad que las mujeres carecen de historia. En cambio, yo lo creo. Lahistoria nunca es contemporánea de los acontecimientos que narra, estácondenada a la actualidad. Existe historia sólo cuando el presente sereconoce en ella, en ella se siente indicado sólo cuando sirve a algunocon urgencia. Sólo hoy empezamos a construir la historia de las mujeres,porque nosotras las mujeres tenemos hoy necesidad de nuestra historia,porque la historia, la historia “neutra”, no logra narrarnos, y porque noshallamos en un proceso de construcción, y no se puede construir en elvacío.

¿Acaso no es cierto que hemos estado largamente en un vacío neu-mático? Quien se mueve en el deseo de otro, sin saber definir los propiosdeseos, se encuentra en un vacío neumático. Es la miseria más grande.Sólo hoy salimos de ese vacío al empezar a construir nuestros deseos yreconociendo la medida de la distancia del deseo de otro.

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Nuestro cuerpo también ha sido un simulacro hasta que empeza-mos a interrogarlo. ¿Y basta interrogarlo? ¡Cuántas veces he luchadocon el simulacro de la madre buena en la relación con mis hijos, con elsimulacro de la amante perfecta, de la esposa ideal, de la hija obediente!Cuántas veces dije un sí que hubiese deseado ser un no, en nombre no deuna necesidad real sino de un simulacro. Pero tal vez lo que más asusteen la afirmación de la condición de ajenas es la sospecha de repetir lahistoria de los hombres, como si esto fuera posible, es decir, fundar nues-tra presencia en el mundo mediante la exclusión del otro. Pero es unhecho que la condición de ajenos que los hombres declararon como fun-damento de su identidad fundó en consecuencia nuestra condición deajenas. Y dado que las ideas no están alejadas de los cuerpos, esta ideade la distancia entre lo masculino y lo femenino ha servido: separó a loshombres de las mujeres, definió las tareas de cada uno, los lugares posi-bles, los discursos, los sentimientos de competencia; determinó capaci-dades, especialidades e historias diferentes. La exclusión de las mujeresha sido perfecta. Si el ángel benjaminiano de la historia es impulsadosiempre hacia adelante por una tempestad de viento y no puede detener-se a remediar los deterioros de la historia y sólo puede mirar asustado, elángel de la historia de las mujeres está petrificado por el silencio, inmó-vil, suspendido, hasta que las mujeres desanuden las cuerdas invisiblesque lo retienen, dando sentido a lo que parece una no historia, haciendohablar finalmente a la condición de ajenas.

Nuestra condición de ajenas no es una elección, no estamos eligien-do ser ajenas, lo estamos descubriendo, es un descubrimiento. Para no-sotras es la caída de una ilusión de comunidad, de cercanía, de sabercomún, de historia común. Es el descubrimiento, si quieres, de una sole-dad, pero es también el descubrimiento de vacíos a colmar, que nos poneen producción de pensamiento, saber, historia...

En los debates en los que de tanto en tanto me toca participar, apropósito de estos discursos míos sobre la condición de ajenas, se reiterasiempre una pregunta ansiosa: si yo deseo renunciar a la denominada“confrontación con los hombres en el plano cultural”, lo que sería unverdadero pecado, un verdadero signo de debilidad. Esta pregunta tieneel poder de ponerme nerviosa como ninguna otra, porque parece que esaconfrontación siempre hubiera existido, que hubiese dado frutos magní-ficos y que ahora sería necesario decidirse a suspenderla, no se sabe bienpor qué. Yo respondo que la confrontación nunca existió, porque un

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pleno masculino no desea confrontarse con un vacío femenino; si el ple-no me piensa vacío no se entiende por qué debería tener interés en con-frontarse conmigo aunque yo me piense como pleno. Para no hablarluego de cuando el vacío se piensa como vacío, entonces tiene al plenoun gran miedo, mezclado con una gran sujeción y sabiamente rehuye laconfrontación.

Esto para decir que la confrontación sólo puede producirse entredos plenos que se reconocen como tales, los dos, en la recíproca diferencia,es decir que la “confrontación con los hombres en el plano cultural”puede verificarse sólo mediante el pleno de la producción de saber sexuadode las mujeres y por la seguridad que esta producción les da. Sólo hoyempieza verdaderamente a ser posible esta confrontación, y ella está enlas ideas, o sea que existe, aunque sea absurda, pero no tanto, a ningunole importa hacerla; existe más allá de las buenas voluntades o de lasresistencias individuales. Para mí la condición de ajenas, o mejor, laconciencia de la condición de ajenas, signa una entrada en el mundo, yno una salida.

Bia: Como tal vez sea inevitable, en un diálogo, me parece que hallegado el momento de hacer aclaraciones, de precisar los discursos, dedeterminar el contexto al que hacemos referencia. Digo esto a propósitode la condición de ajenas, porque pienso que los disensos deben estarabsolutamente desprovistos de equívocos. Tú me hablas de miedo: peroyo no entiendo cuál es la condición de ajena que debería asustarme. Nose trata de temores, para mí, sino de determinar “qué discurso se estáhaciendo”, dado que mi perplejidad nace de lo que me parece una confu-sión de niveles. Intentaré explicarme. Sostengo: la condición de ajenasque nos concierne no es la de lo totalmente otro. Sostengo esto porque meparece que esta modalidad del pensamiento masculino, en su desarrollo,prevé ya un espacio vacío, el de la otredad justamente, y en este espacioiría yo a colocarme. Me parece que esto tiene al menos dos consecuen-cias: en primer lugar el pensamiento de mí pensante, mujer-sujeto quierodecir, se situaría en el espacio del pensamiento pensado por el otro. Ensegundo lugar, confirmaría así la universalidad del pensamiento delotro, pensamiento que ha pensado el espacio desde el cual me es posiblepensar. Yo no deseo ocupar, ni siquiera como sujeto autónomo, el espa-cio que me ha sido atribuido, que me prevé desde siempre. Ese discurso,ese nombrarme “otro” no me concierne, no me nombra. Es justamenteesto lo que crea el simulacro, ese lugar es en realidad un vacío neumáti-

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co. Yo —yo mujer naturalmente—, no sé cuál es mi espacio. Y es esto loque funda, y de modo radical, nuestra condición de ajenas.

Pero hay otros temas que se deben rever. Uno de éstos es el vínculoque existe entre hombre y mujer; un vínculo tenaz, en el plano de lo real;tal vez opuesto, a nivel de lo imaginario, donde masculino y femeninopresentan la máxima división posible. Vínculo que ha asumido la formade la opresión del hombre sobre la mujer. Es curioso notar cómo la pro-gresiva construcción de un sujeto femenino fuerte puso en sombras ad-quisiciones importantes, como la explotación, el ocultamiento de lapresencia de la mujer en el tejido social. Y en verdad es esto lo que desea-ría entender, las relaciones que existen entre estos tres aspectos: opre-sión, condición de ajenas, sujeto fuerte. Dado que por cierto no deseo,creo que ninguna de nosotras lo desea, volver a reconocerme colmo vícti-ma; en cambio quiero comprender en qué medida estos aspectos sonpertinentes al tema central, la diferencia sexual.

Opresión es el primer descubrimiento después de la toma de con-ciencia, la definición de la condición femenina, y abarca al menos dosmovimientos: la angustia al descubrirse asimiladas a las víctimas de lahistoria, la nueva voluntad de lucha después de las decepciones tras lasprimeras acciones fundadas en un genérico, deseo de justicia. Condiciónde ajenas me parece el movimiento sucesivo, cuando se develaron al me-nos dos mecanismos: ante todo el constante y sistemático ocultamientode la presencia femenina real, diría material, del increíble aporte de lasmujeres para “mantener unido al mundo”, y aquí pienso por ejemplo enlos resultados de las numerosísimas investigaciones sobre trabajo y pro-ducción doméstica, en las diversas sociedades. Se reveló luego la falsaverdad del discurso construido sobre la mujer por parte del hombre, queocultando su presencia real le atribuye el puesto de la otredad. Me pare-ce que la conciencia de la condición de ajenas surge de estasconstataciones, que confieren espesor e impiden una visión unilateral.Yo soy ajena no sólo porque rechazo el espacio que me prevé, sino tam-bién porque tengo conocimiento de mi actividad ocultada, totalmentesin espacio, sin nombre. Pero no es posible sostener que el paso a lafundación del sujeto-mujer sea un movimiento sucesivo, del todo inevi-table. Se debe recurrir, en cambio, a la imagen de un desplazamiento o deun derribamiento. Se trata de un terreno nuevo, de un nuevo punto devista después de haber “cerrado” deliberadamente la línea del confíncon el mundo masculino.

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Pero es necesario aclarar cómo confluyen todos los aspectos consi-derados hasta ahora. Nos movemos en efecto sobre diversos niveles y noes sencillo examinar todo posible entrelazamiento. Acto de un sujetopensante, de la mujer consciente de la diferencia sexual, el desplaza-miento se ubica a un nivel de abstracción en la esfera de los significadosy de los símbolos. O, cuando con un acto imperioso de abstracción pura,se dice que sólo hoy se habla, como mujeres; que las palabras que hoydecimos, dichas por el sujeto mujer, son palabras que construyen unsentido nuevo, se realiza una operación necesaria. Pero es preciso pre-guntarse, al menos yo lo pregunto, en qué relación se ponen estas pala-bras “nuevas” con las palabras ya dichas por las mujeres, en suexperiencia de relación con el hombre, esa experiencia que por último seha iluminado por la conciencia de la opresión y de la condición de aje-nas.

Son dos planos diferentes, me parece. Por un lado un nivel abstrac-to, teórico, que es también, por coherencia interna, ajeno a los procesos,al sucederse de los acontecimientos. Por otro lado, un hacerse, un deve-nir que ha hecho posible esta abstracción de la que parecían hasta ahoraincapaces las mujeres. ¿Cuántas veces hemos lamentado la ausencia demujeres filósofas? Y este hacerse del sujeto-mujer recoge ese material, esedepósito de experiencia femenina que se ha acumulado en el curso deltiempo. Éste es el sentido de la imagen de la tela: se trata de darle formaa un material en parte ya existente.

En lo que concierne a lo vacío y a lo pleno, por cierto eso es lo queparece, en el discurso construido por los hombres sobre las mujeres. Exa-minado en su interior, resultan evidentes las numerosas contradiccio-nes, o el espacio de lo masculino se revela falso, cobertura de lagunas yde incertidumbres, al menos cuanto es de falso el espacio atribuido a lofemenino. No creo necesario reproponer esta relación, poner una nuevatotalidad junto a una ya consumada.

Pensar la diferencia sexual hoy, por parte de las mujeres, me pareceante todo recoger los pasajes sucesivos: opresión, condición de ajenas,sujeto. La fuerza, práctica y teórica diría, encerrada en esta experiencia,hace posible la elaboración de una diversidad real, que comprenda elreconocimiento de las diversas debilidades. Tal vez sea necesario pen-sar la diferencia sexual, justamente para construir un sujeto capaz demanejar esta relación. En la imagen de un pleno junto a otro pleno hayalgo terrible: ¿qué podrían decirse?

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Justamente por esto, como tú dices, la condición de ajenas me pare-ce un modo para entrar en el mundo. Pero, como ves, en un proceso queno se parece al que tú describes.

Alessandra: No sé qué se tienen que decir un pleno y otro pleno.Esa es la última de mis preocupaciones. Pero sé que un pleno y otropleno deben tener una capacidad de escucha recíproca, una espera mu-tua.

Cuando hablo de pleno, hablo de un sujeto que se da valor y al cualese valor le es reconocido y tiene un estatuto de existencia en su diferen-cia. Pero deseo aclarar este “darse valor”, porque la altisonancia de laexpresión podría generar equívocos.

Se da valor, para mí, aquel sujeto que no debe olvidar la propiaidentidad sexual para vivir. Me causa siempre cierto malestar oír queuna mujer dice ser primero una persona y luego una mujer, porque sé,como lo sabe ella si logra ser profundamente sincera, que se está negan-do, que está negando su historia. Luego, esa acrobacia es inútil. Cierta-mente, ella podrá afirmar que es una persona, pero sólo a los ojos de loshombres, porque es a ellos a quienes se dirige una frase de ese estiloaunque estén ausentes, y ella seguirá siendo siempre mujer. Esto porquelos hombres, al no tener ninguna necesidad de olvidar la propia identi-dad sexual, no imaginan que algún otro pueda hacerlo; este olvido noincrementaría la idea de valor que poseen de sí, por el contrario, la dismi-nuiría.

De aquí que la mujer se convertirá en un pleno —que fea esta expre-sión, pero ya es demasiado tarde para cambiarla— cuando se sientaempobrecida por la sustracción de su identidad sexual. Y de hecho hoyempieza a ser así.

Yo pienso este pleno como una totalidad. El sujeto mujer no puedeimaginarse total como por largo tiempo ha hecho el hombre con el sujetohombre.

La palabra de las mujeres, que nace de la asunción del pensamientode la diferencia sexual, de la conciencia del cuerpo sexuado, es demasia-do materialista para una ilusión del estilo. Deberemos abandonar variosconceptos que han hecho la historia del pensamiento occidental a causade esta materialidad que nos permite hablar; o mejor, pulverizar variosconceptos por medio de la radicalidad crítica del pensamiento de la dife-rencia sexual, o cambiarán de sentido y se producirán otros. Yo sé, porejemplo, que para hacer mi filosofía no podré alejarme demasiado de la

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vida. No me es posible ninguna metafísica. Por ejemplo, no podré plan-tearme nunca el problema de ser del sujeto, a lo sumo de su existencia. Elser del sujeto es una imagen tan abstracta, una imagen de soberana sole-dad, que alude a una totalidad, no por azar “ser” es una palabra quesignifica también Dios. La existencia del sujeto me parece en cambio unaimagen llena de materia; no hipotetiza un sujeto en soledad, alude a lastantas dependencias de las necesidades, de los deseos, no hace olvidarel hambre, la sed, la necesidad de amor que crea vínculos, ni el odio ni laenvidia. En la palabra existencia está más presente la vida material; a lasmujeres no puede sino faltarles la alucinación del ser. De este punto devista deberemos producir un nuevo concepto de libertad, de autonomía,de límite, de poder... Nos espera un trabajo inmenso.

No creo, como piensas tú, que sea “un acto imperioso de abstrac-ción pura” decir que sólo hoy hablan las mujeres. Sólo hoy hablan lasmujeres porque sólo hoy se buscan, se buscan a sí mismas; y las palabrasque produzca esa búsqueda nunca podrán ser abstractas porque no pro-ceden del olvido del cuerpo y de la historia que en él está inscrita. Porotra parte, la filosofía, creo, no es abstraerse de la vida sino sólo plantar-se de cierto modo respecto de ella. No hay filosofía sin vida, sin vida nohay pensamiento.

Si los hombres han producido pensamiento abstracto es porquedelegaron a las mujeres, esos cuerpos tan vecinos y lejanos a ellos, larepresentación y el manejo de su materialidad. Pero las mujeres, ¿a quiénpodían delegar todo eso? Y aun cuando fuese posible asignar a alguienesa tarea, ¿cómo olvidar la propia historia? ¿Cómo olvidar que por largotiempo las mujeres han mirado pasar la historia como se ven pasar lasestaciones, tratando de salvarse a sí mismas y a los seres amados de ladesventura de la violencia, del hambre, del frío, de la suciedad?

El pensamiento de las mujeres es tan poco abstracto que no lograhallar grandes ideales a perseguir, procede del egoísmo más estrecho: yosé que deseo cambiar mi vida y que mi vida no podrá cambiar si nocambia la vida de las otras mujeres. Deseo situarme en un universo desentido diferente: no quiero que a mi hijo se le llenen los ojos de lágrimasporque alguno le dice que tiene una camisa de mujer, con el cuello redon-do, porque su amor por mí (del que estoy segura, junto a sus lágrimas queno puedo dejar de ver) hacen perversa nuestra relación. Esto es lo quelogro responderle a quien me pregunta cuáles son los ideales que persi-go hoy como mujer.

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Tú dices que nos hemos lamentado de la ausencia de mujeresfilósofas, es cierto, y sin embargo, alguna ha habido, y nunca hablaronde las mujeres.1 Piensa en Simone Weil, en Hannah Arendt; ni una niotra hacen referencia a la existencia de las mujeres, a su trabajo “oscu-ro”, justamente ellas que habían hablado con pasión de la opresión, dela pérdida de sí, de la desventura, de la figura de paria, de la búsquedanecesaria de espacios de libertad. Hoy nos parece enorme este olvido porparte de ellas, ¡pero qué imbécil sonaría todo posible reproche! Sólo me-diante este olvido han podido salir de las reglas, de los juegos de lospequeños ámbitos a los que su cuerpo de mujer las hubiese obligado.Olvidar el propio cuerpo sexuado y su historia ha sido, por largo tiempo,la regla que hizo posible el pensamiento, la regla trágica para las muje-res, sólo las inteligencias más extraordinarias lograron dejar rastros desí. (Un exceso: Simone Weil se construyó un cuerpo repugnante, y esarepugnancia, tan tenazmente perseguida, representaba a sus ojos la ga-rantía para un diálogo verdadero, para poder creer inocentes las pala-bras que le eran dirigidas. Para comunicar pensamiento y para ser objetode esta comunicación no podía sino arruinar ese simulacro que la histo-ria había hecho de su cuerpo.) Yo lamento con rabia la inteligencia deellas. Si sólo hubiesen podido ver a las mujeres y reconocer en sí mismasla más profunda raíz de su pasión, estaríamos mucho más adelante nosólo en el conocimiento, que no puede ser nunca un fin, sino en el amorde sí, del cual el conocimiento es un efecto. Eran mujeres pero no habla-ron como mujeres, no asumieron su diferencia sexual, no podían hacerotra cosa, la olvidaron, aun cuando su ser de mujeres terminó por hablarindirectamente en su particular pasión por la injusticia, en la búsquedade sí, en las formas de escritura. ¿Te parece abstracto decir esto?

¿Pero tal vez ese hablar indirectamente sea esa acumulación de laque hablas tú con tu imagen de la tela? Pero, mira, pienso que no existeacumulación si no hay quien sea capaz de descubrirla. Hoy sé que SimoneWeil habló también para mí, mujer, sólo porque estoy buscándome a mí

1 Al releer estas líneas... justamente uso el pasado próximo. Hoy numerosasmujeres están ocupadas en la investigación filosófica relativa al tema de la diferen-cia sexual. Entre todas, fue Luce Irigaray quien abrió el discurso y la quiero nombraraquí como homenaje y por afecto.

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misma. Soy yo quien va a ella. Y esta búsqueda de mí misma me es permi-tida sólo por una ruptura profunda, no por una continuidad con el pasa-do. Esta ruptura es la asunción del pensamiento de la diferencia sexual.

Mira, me equivoco cuando hablo de la construcción del sujeto mu-jer, me dejo llevar por las palabras. Pienso que un sujeto no se construye,es el resultado imprevisto de un desplazamiento que se hizo posible porcircunstancias diversas, es el encuentro de un punto de vista nuevo quepermite nuevas perspectivas.

Este nuevo punto de vista no ha sido objeto de una búsqueda sim-plemente porque no se suponía su existencia, se lo encontró de improvi-so con un desplazamiento repentino. Sólo de este punto de vista nuevose pueden ver las acumulaciones, como las llamas tú, yo prefiero llamar-los rastros, que otras mujeres antes de nosotras han dejado en la historia.Esta visión no construye el sujeto, pero lo confirma, lo demuestra. Es esteel proceso en el cual hoy nos hallamos empeñadas.

El sujeto mujer ya existe en la medida en que estamos empeñadasen su confirmación, estamos en busca de sus rastros. Pero quiero arries-gar aún más y te digo que las mujeres inventan estos rastros porquedeben inventar los métodos para llevarlos a la luz. ¿Qué importanciatenía decir que estos rastros existían antes, si antes eran material inerte einvisible? Toman vida con nosotras, por otra parte, todo mundo nos hainventado sus verdades cuando ha sido posible y necesario hacerlo...¡no vamos a pensar que somos depositarias de verdades universales yeternas justamente nosotras!

¿Pero qué hizo posible la apertura de este punto de vista nuevo, quéha hecho posible la capacidad de inventar la verdad propia?

Las circunstancias que han permitido esto son diversas: cierta fasede la cultura occidental, la entrada de las mujeres en el denominadotrabajo productivo, con las contradicciones de sentido que eso ha aca-rreado, la aparente desaparición de la separación entre los sexos quellevó a la desaparición de los lugares de las mujeres —hoy la separaciónde los sexos se representa materialmente sólo en los baños públicos—, elacceso a la cultura por parte de las mujeres, el “descubrimiento” de lacondición femenina con el análisis de la opresión. Pero si tú me pregun-tas en qué relación está el pensamiento de la diferencia sexual, al cual leatribuyo la aparición del sujeto femenino, con el pensamiento preceden-te de las mujeres, que innegablemente ha existido y también ha determi-nado todas aquellas circunstancias que enumeré, te respondo que no esen relación de continuidad sino de profunda ruptura.

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El pensamiento de la diferencia sexual pulveriza el pensamiento dela igualdad entre los sexos que dio lugar a cierto tipo de análisis y conse-cuentemente a cierto tipo de luchas. Hoy estos análisis nos parecen insu-ficientes, ingenuos, paradójicamente demasiado optimistas; impulsadospor un abstracto ideal de justicia, no daban cuenta de la complejidad deun sujeto como las mujeres sobre las que se ejerció un poder de negacióntan fuerte que pasaron no sólo a través de la pena de soportarlo sinotambién por el placer de sufrirlo. Un ideal abstracto de justicia escondesiempre la nostalgia por un mundo de los sentidos límpidos, donde losbuenos están por un lado y sufren el poder ejercido por los malos queestán del otro. La relación entre los sexos no está regulada por la justiciao por la injusticia, sino por profundos flujos de sentidos recíprocos, porsecretas economías determinadas por la historia de cada sujeto, por tác-ticas y estrategias recíprocas. Si tú lo piensas, el concepto de complemen-tariedad entre los sexos, así como se ha formulado hasta hoy, es de unasuperficialidad absolutamente idiota; y sin embargo, aún hoy determinatodos los métodos de todas las ciencias humanas. Si hay complementa-riedad (pero creo que deberíamos encontrar otra palabra menos pacífica)debe buscarse en una economía de relación más profunda y oculta quesólo el pensamiento de la diferencia sexual en su complejidad puedellevar a la luz.

El pensamiento de la diferencia sexual, en su radicalidad crítica,cambia todo, plantea nuevas preguntas, pone en crisis categorías queparecían eternas, y consiguientemente pone en crisis metodologías deinvestigación, obliga a repensar la historia, la filosofía, las ciencias, em-pieza a formular estrategias diferentes, nuevas, inauditas en lo social,como sólo pueden serlo las estrategias de un sujeto inaudito en lo social.

Bia: Hablemos entonces de la diferencia sexual. ¿Qué entendemos,cuando la nombramos? Y, consiguientemente, ¿qué es el pensamiento dela diferencia sexual?

Me perdonarás si empiezo por lo obvio. En principio, si así se pue-de decir, están los dos sexos, la mujer y el varón y, como es evidente paratodos, no se trata de entidades aisladas, sino de elementos de una rela-ción, tanto en el plano material como en el lingüístico-lógico. Diferenciaes la denominación de esta relación; masculino y femenino son los polosde una relación de diferencia. Repito y subrayo estos conceptos elemen-tales por un lado, ricos en implicaciones por el otro, porque deseo quesea claro que, para mí, el pensamiento de la diferencia sexual es el pensa-

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miento en torno de una relación. Temo en cambio que acontezca que seconceptualice la diferencia como una sustancia, como si las modalida-des lógicas del operador “diferencia” fueran las de una operación arit-mética de sustracción: se quita a los sexos lo que tienen en común yqueda la sustancia, del varón y de la mujer.

No creo que éste sea justamente tu pensamiento, y aquí sobre todoexagero, por comodidad de razonamiento. Pero no entiendo bien quéquieres decir cuando dices “asumir la propia diferencia sexual”, salvocuando precisas que se trata de un sistema de referencias conceptuales yrelaciones sociales en construcción. Pero a veces pareces referirte a unelemento “en más”, algo de cuya presencia depende el surgimiento, talvez automático, de una nueva identidad.

No creo que te sorprenda esta observación mía sobre la diferenciasexual como relación: estaba implícita en las cosas ya dichas.

Del ámbito de lo femenino la atención se traslada a la línea delconfín, a la naturaleza de la relación que estructura la diferencia sexual.Como tú dices, se trata de una operación totalmente nueva, de vertigino-sas profundidades. Se trata de conjugar la debilidad y la integridad, laparcialidad y la fuerza, para inventar nuevas formas.

Alessandra: En la asunción de la propia diferencia no hay ningúnen más sino justamente esta asunción. Te digo esto porque por tanto tiem-po he tratado de hacer de mi diferencia sexual un de menos, en el sentidode que traté tenazmente de olvidarla. De hecho no es automático sermujer y asumir la propia diferencia sexual. Si las circunstancias de lavida nos han proporcionado un poco de inteligencia y carácter, el primerimpulso es negarla. Pero pronto nos damos cuenta de que mediante estanegación no se obtiene nada, como no se obtiene nada de la sencilllaaceptación.

Uso el verbo “asumir”, porque al contrario del verbo “aceptar”,expresa en mayor medida la voluntad activa del gesto. Ad-sumere, acer-car a sí. Yo asumo mi ser mujer y éste es el gesto que cambia la perspecti-va. No sé si alguna vez viste ese dibujo que primero parece representar elfin de una escalera sin salida, luego si lo miras largamente se invierte, serevoluciona y aparece la escalera que lleva arriba, que lleva al exterior. Anosotras las mujeres nos está sucediendo justamente eso.

Diciembre de 1985

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Amelia Valcárcel

¿Es el feminismo una teoría política o una ética?*

Amelia Valcárcel

Polémica feminista-teoría feminista

Las modernas teorías feministas se gestan con el mayo de 68, por locomún dentro de los grupos radicales de pensamiento y acciónpolítica en los países de habla anglosajona. Vinculadas a esas

peculiares izquierdas, las nacientes teorías utilizaron el aparato marxis-ta o el freudomarxismo. Esta gestación, que sus autoras consideran con-secuencia de una radical Verstehen —“nos dimos cuenta de que nohacíamos más que decir que sí a los hombres que decían que no”—, estáno sólo marcada por tal origen teórico, sino con la serie de compromisosprevios con los que hubo que hacer balance.

El primer feminismo norteamericano será conducido por una déca-da por obras de mujeres que, habiendo tomado parte en luchas políticasantirracistas, antibelicistas —Firestone, Millet, Mitchell, Steinem, etc.—,se aperciben de que en los respectivos movimientos de sus vanguardiaspolíticas cumplen un papel subsidiario —el tradicional— y que, aundesviviéndose por la causa, la causa no se desvive por ellas. Pero no poreso cortarán sus lazos teóricos y afectivos con tales movimientos sinoque intentarán, con desarrollos de la misma teoría, completarla y hallarel sino que la revolución femenina tiene en paralelo, hombro con hom-bro, con los demás movimientos emancipatorios. Nada de raro tiene quelas obras que se producen presenten un aspecto misceláneo: marxismo,freudismo, populismo, apoyados por datos provenientes de la antropo-logía, la psicología, la historia, la teoría de las ideologías, la teoría de las

* Este texto es parte del libro de la misma autora Sexo y filosofía; sobre “mujer ypoder”, publicado por la editorial Anthropos, Barcelona,1991. Agradecemos a laautora el permiso de su publicación.

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crisis, la economía política, la semiótica..., que se resuelven en el recono-cimiento de una común opresión, la crítica de la vida cotidiana y labusca de explicaciones del origen legítimo de la experiencia vivida cuyaauto-conciencia hay que provocar.

Porque el movimiento feminista debe tanto a estas obras escritascomo a una singular organización: los grupos de encuentro, en que sólomujeres desgranan, turbada y parsimoniosamente, semana a semana, laserie de sus humillaciones, que intentan comprender como parte de unaestructura teorizable. Pasar de las quejas a las explicaciones; he aquí unprograma. Sin embargo, estas explicaciones están predirigidas, sobrede-terminadas y, además, no siempre comprensión es liberación.

Lo peculiar de estas teorías es que no se limitan a ser vindicaciones,como lo fueron la mayor parte de las finiseculares, y —si el dato sirve—tampoco cuentan con uno o dos egregios varones que las patrocinen,como en aquella circunstancia. Igual que se deciden a reunirse solas,quieren pensar solas. Sólo que esta intención no se puede llevar a lapráctica; de hecho, estas reflexiones de mujeres se instrumentan con elutillaje teórico que más a mano tienen, lo que las fuerza a entrar en temasheredados de tales corrientes.

Ahora el trabajo teórico de los setenta nos parece varado en cuestio-nes que, si no se toma perspectiva, son bizantinas: la especificidad de lalucha, la contradicción principal, naturaleza-cultura, pero en su tiempofueron tópica de obligado contraste. Ningún texto, tampoco los textosfeministas, puede leerse sin la exigible distancia hermenéutica. Y lostextos de tipo fundacional la necesitan aún mayor. Sólo a base demilitancia cabe suponerlos cerrados, esto es, sacrales.

De los orígenes a las causas

Naturaleza-cultura diseñó el casi completo campo de las discusiones,que funcionaron sólo en la medida en que tal terrreno se aceptaba. O bienel origen de la opresión femenina estaba en la naturaleza, en cuyo casosu lucha era contra natura (lo que no es demasiado grave),1 o bien la

1 Esperanza Guisán revisó la falacia naturalista de los términos natural ynaturaleza en un trabajo que, valerosa e irruptivamente, tituló de este modo: “Con-tra natura”, Revista de filosofía, Madrid, julio de 1983.

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cultura imponía pautas interesadas sobre una desigualdad natural pocodramática. Se recorrieron además los restantes subconjuntos: naturale-za apoyada por la cultura,2 naturaleza violentada por la cultura, ausen-cia de naturaleza, etcétera. En la mayor parte de los textos, la igualdadjusnaturalista originaria —no precisamente de modo heurístico—servíapara demostrar lo aberrante del presente y del pasado. Pero, puesto queexistía sobre ella una desigualdad universal e ilegítima, debía ser expli-cada desde su origen. La opresión de las mujeres era un resultado. Suorigen, salvo las teorías que partían, como las de Firestone, de plantea-mientos biologistas, debía buscarse en una confabulación que se habríaproducido en tiempos remotos. Y, por este expediente, las más arcaicasteorías antropológicas del siglo XIX fueron resucitadas.

Se acudió a categorías engelsianas, pedidas por la formación mar-xista, en general extraídas por el mismo Engels de los balbuceos de laantropología cultural, mezcladas con Bachoffen, Bebel, Brifault, que expli-caran el mundo perdido, el mundo antes de toda dominación. Si se encon-traba, entonces había que explicar el cómo y el porqué de la pérdida delparaíso, el motivo, el tamaño conceptual de la manzana consumida en lanoche de los tiempos. Ir al origen llegó a significar el buceo en esos ma-croideologemas del pasado siglo —el matriarcado, las formas familiaresprimitivas, la filiación, el animismo—, implicados en el romanticismo yel decadentismo, semilleros de la identificación mujer-naturaleza. Se in-dagó en el telón que el romanticismo pintó y llamó protohistoria paradescubrir el momento del pecado, de la caída en la historia.

Engels lo conocía: la esclavitud de las mujeres se hace coincidir enEl origen de la familia con la instauración de la propiedad privada, y éstacon el conocimiento por parte del varón del hecho de la generación. Pa-triarcado, dominio del varón, coincidía con patrilinealidad, es decir, lapropiedad sobre las mujeres que garantizaba la legitimidad en la filia-ción, sine qua non, de la herencia. La herencia, quintaesencia de la admi-sión de la propiedad, era la entrada en la historia de los modos deproducción, modos también de dominación. Si como explicación no eragran cosa, como mito de los orígenes cumplía pasablemente, aunque susargumentos fueran circulares. De todos modos Engels no había hecho

2 Sobre todo en la defensa del patriarcado, naturalmente: p.e., S. Goldberg, Lainevitabilidad del patriarcado (1973), Madrid, Alianza, 1976.

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más que recoger, y aun ordenar, la gama de especulaciones que situabanun matriarcado primitivo en los límites de la protohistoria. No cabe du-dar de su veraz interés emancipatorio. Por si fuera poco, Engels hacíasurgir de esta primera opresión patriarcal todas las demás formas deexplotación del hombre por el hombre a las que se conocía como modosde producción. Anunciaba el horizonte utópico: identificados modos deproducción y periodos históricos, el alba del socialismo terminaría ladinámica de las explotaciones, la del hombre por el hombre de modoinmediato y, con un poco de ayuda, la de la mujer por el hombre, que, enfeliz frase de Engels, es el proletario del proletario.

Todo este conglomerado supuestamente explicativo resultó atracti-vo y útil a la teoría feminista, muchas de cuyas cultivadoras eran ya pre-viamente adictas a este tipo de explicación, pero introdujo un problema. Sise admite tal marco, no cabe dejar a un lado que, catecismalmente, unaparte no puede hacerse sin la otra: la revolución de las mujeres depende deuna revolución que termine con la liberación de todos los oprimidos. Elproblema para un movimiento que vive de acciones inmediatas es: ¿pordónde empezar? O mejor, ¿dónde deben luchar las mujeres?, ¿quiénes sonsus aliados estructurales?, ¿cuáles son sus pactos naturales? Sin contarcon el peor de los interrogantes: ¿por qué las mujeres no luchan?

En tal contexto surgió una de las dos polémicas que ocuparían a lateoría feminista de los setenta: se solía conocer por la contradicción prin-cipal. A la segunda, igualdad-diferencia, habrá que referirse más tarde.

En aquellos primeros intentos, el término alienación daba una expli-cación casi completa al por qué las mujeres no luchaban. Más difícil eraprobar que los aliados necesarios en la lucha por la emancipación eranvarones y mujeres de toda una larga serie de grupos oprimidos: proleta-rios, homosexuales, negros, hispanos, drogadictos, delincuentes, margi-nados y, apurando, subnormales. Lo sorprendente es que tales postuladasalianzas hacían de la mitad del género humano un grupo marginal,cualitativamente, es de suponer. Y, la verdad, identificarse con algo tanheterogéneo no era una necesidad que saltara pasionalmente a la vista.

Era preciso afinar y abstractizar el concepto de opresión para querealidades tan disímiles se apreciaran como combates contra un únicosistema de dominación de injusticia paranoide. Y había dos candidatos:el capitalismo y el patriarcado. La teoría feminista se convirtió en unapolémica sui generis. Ya no era vindicación contra la incomprensión, conel basso continuo de la literatura misógina. Curiosamente, aunque esa

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forma tradicional de la polémica fue intentada,3 nadie se dejó seducirpor la oportunidad. La polémica se daba ahora dentro del seno del movi-miento teórico, teoría contra teoría, feminismo contra feminismo, sínto-ma inmediato de vitalidad y afirmación.

Sexo contra sexo o clase contra clase, a decir verdad, las solucionesse situaban, con muchos matices, entre ambos. Es obvio que a una mujerle resulta fácil pensar que el causante genérico de su marginación es elhombre, de manera que, utilizando la doxa y la epistemé, había que encon-trar un determinante que fuera más allá de esta mera apriencia. El pa-triarcado era un sistema de dominación, el capitalismo de explotación yel patriarcado capitalista una improvisada síntesis.

Incluso siguiendo la línea ortodoxa de esperar la solución socialis-ta —en la hipótesis de que no debían ser tenidos en cuenta los socialis-mos existentes—, ¿dónde luchar primero? ¿Sería el capitalismo incapazde asumir sin reventar la liberación de las mujeres? La incomprensión seproducía dentro de las corrientes progresistas. Al principio, el feminis-mo y sus teorías fueron ignoradas, y el que sólo mujeres las elaboraranfue más resultado del desinterés de las cabezas pensantes que una con-secución de autonomía. Sólo a ellas —las mujeres— parecía inquietarlesla contradicción principal; los jefes de fila únicamente se aseguraban devez en cuando de que no se cayera en feminismo burgués, es decir, ensexo contra sexo y admisión del sistema. No había cuidado, incluso el sexocontra sexo era un sistema, el patriarcado en su forma capitalista o elpatriarcado en su forma socialista. El socialismo verdadero era la des-aparición del patriarcado. Cuando esto se complicaba con discusionesde táctica o estrategia se hacía simplemente interminable.

Si las luchas sociales que le eran contemporáneas imponían al fe-minismo su terminología, sus problemas, su tópica, era más grave que lecondicionaran sus soluciones, y peor aún —en algo dirigido inmediata-mente a la acción— que marcaran los límites del discurso, el nivel de laspolémicas posibles. Nadie ignora que la elección de enemigos es tanimportante como la de camaradas. Si las teorías feministas debían con-

3 Debe recordarse ahora el éxito relativo de la obras militantemente antifemi-nistas como las de Ester Vilar (que su marido reclamó tras el divorcio) o la ya citadade Goldberg, que tuvieron grandes tiradas y varias ediciones. Sus autores se convir-tieron de la noche a la mañana en figuras estelares de los media, en especial la Sra.Vilar, en el área castellanohablante.

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trastarse: 1) con la literatura misógina; 2) con los marxismos escolares; 3)con freudismos neoyorkinos, y, de paso, dar explicaciones que fueran derecibo en tales ámbitos sin olvidar las reivindicaciones concretas —con-tra el discurso estatal y teológico— ni la captación de militancia no par-ticularmente letrada, a nadie extrañará que la teoría feminista produjeraun género a caballo entre el periodismo, el agitprop y la confesión gene-ral. La incomprensión se cebaba ahí. El principal problema, se dice, porel que la teoría feminista no ha conseguido cierto estatus es ese aspectoperiodístico que, por una parte, resta vigor a los planteamientos concep-tuales y, por otra, la modela vindicativo-lacrimosa. ¿Es que la teoría fe-minista es algo más que resentimiento aliñado con terminologíasimportadas? Se olvida que es como se la recibe, como se la obliga a ser.

Hasta los ochenta sólo cierto tipo de explicaciones era de recibo enlos círculos progresistas. Cualquier teorización que no admitiera losmárgenes del discurso y su retórica, que no fuera justamente trivializa-dora, periodística, no fue admitida en el concurso de las opiniones. Y, apesar de la acusación de lacrimonía, la exposición de una teoría feminis-ta debía comportar mucho sentido del humor, sobre todo eso, nada decrispaciones o aparente solidez: contar la opresión femenina sin épica,sin palabras fuertes, con elegancia y gracia. Porque la opresión de lasmujeres tiene mucha gracia en sí. En caso contrario, era un resentimientoen primer grado.

Bien, de hecho las primeras teóricas surgieron de las filas del perio-dismo y eran quienes mejor podían adaptarse a estas silenciosas y po-tentes exigencias. Condicionadas por ello, cuando se dirigieron aespinosos temas filosóficos de obligado transitar, sin la formación que elcaso exigía, cayeron en la trivialidad o el dogmatismo. Hay excelentesagitadoras, no hechas para la vida de la ciencia, que se esfuerzan enproducir obras teóricas monumentales que caen en el perfecto vacío. Lateoría feminista tardó un poco en alcanzar la división del trabajo y, cuan-do lo hizo, algunas de sus primeras cultivadoras se sintieron decepcio-nadas, con el riesgo de confundir su ocaso con el ocaso y la diversificacióncon la desaparición. ¿No hay acaso una explicación clara y única parauna opresión vivenciada con igual nitidez? En un momento pareció queel movimiento ya no podía seguir a las teorías. Y este impasse era crisis decrecimiento aunque hubo quien lo vivió como un final.

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a) Burguesas y proletarias

Necesitada de legitimarse, esta primera teoría feminista, por mor de suscondiciones de génesis, ante todo de cara al marxismo, validador de suestatus progresista, asumió las consecuencias del tema de la contradic-ción principal. Y así fue de los orígenes a las causas.

Un sistema de explotación debía ser radicalmente atacado, denun-ciado. Toda mujer, con independencia de su pertenencia a una clasesocial concreta, era víctima de tal sistema. Pero, ¿cómo vincular un géne-ro que traspasaba las clases? Expresiones del tipo casta (Abbá, Ferri, etc.)legitimaban la unidad en la lucha, la convertían en específica y permi-tían una vinculación peculiar con los partidos políticos —paralelismo—a los que no se les veía demasiada intención de llevar la antorcha. Algu-nas mujeres ya introducidas en ellos, justificadas por la casta, podíanformar organizaciones sectoriales. Esta dinámica se agotó pronto. Lasorganizaciones de mujeres se escindieron en dos bloques que recibíansólo a sus propias predicadoras o predicadores: las que esperaban laliberación dentro de políticas globales, que se conocieron como feminis-mo reivindicativo, y las que globalizaban el mismo feminismo como teo-ría política, feminismo radical. Los enfrentamientos eran encarnizadosy las acusaciones de traición constantes. Se calentaron muchas sillas yse estropearon algunas laringes.

La aceptación de la tópica marxista no quedó ahí. Sucedió que,seducidas por el althusserianismo, algunas teóricas decidieron probarcon el concepto de clase social y encontrar ya no el origen, sino la causaeconómica del sexismo. Y encontraron ¡oh consternación!, que la nociónde clase social le iba como un guante a la situación de las mujeres: elmodo de producción doméstico, invariante histórica que confirmaba elpatriarcado como primer sistema, se asentaba sobre la apropiación deltrabajo gratuito de las mujeres y era la causa del conformismo de losvarones ante otras formas de explotación, incluidas las que éstos po-drían sufrir. Con el capitalismo y la entrada de las mujeres en la produc-ción extrafamiliar, la doble explotación se había convertido en norma.

Hubo entonces dos ortodoxias: la casta y la clase social, ambassurgidas de tener que encarar un problema impuesto, la contradicciónprincipal.

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b) Igualdad-diferencia

Admitido por todas que el feminismo suponía una transformación de lasociedad, aún enemistadas sobre la cuestión del enemigo, a este tópicollegado de fuera vino a superponerse otro fabricado en casa. Si existeuna línea política más o menos propia, hay una opción de poder, y lasrelaciones de las mujeres con la idea de poder no puede decirse que seanfáciles.La exigencia de concreción de la utopía, de su positivización, dioorigen a algo inesperado: la polémica feminismo de la igualdad-feminis-mo de la diferencia.

El discurso feminista ilustrado, vindicativo, no separa igualdad-diferencia, aunque suele interpretarse como discurso de la igualdad. Porsupuesto, pregona la igualdad de derechos y oportunidades, pero, hastaen Stuart Mill, se advierte la creencia de una naturaleza femenina dife-rente de la masculina, incluso mejor. La libertad de la mujer —mantuvoel feminismo clásico igualitarista— mejoraría el mundo, cambiaría elsistema de valores, aportaría cualidades esenciales para la convivencia.El vindicar la igualdad legal o social nunca conllevó la indistinción desujetos. Ahora, en la teoría feminista de los setenta, la pregunta era: en elnuevo mundo exigido y exigible, ¿acaso las mujeres repetirían las nefas-tas equivocaciones de los varones, se volverían viragos y les enmenda-rían la plana en lo que toca a errores y crueldad? ¿Las mujeres serían elpoder o el antipoder?

Aunque los varones no se sintieron tentados de militar en las filasdel feminismo radical, acogieron gozosos esta manera de entrar en liza.Mientras que casta o clase fueron polémicas desdeñadas (lo más asom-broso de la fidelidad del feminismo al marxismo es que no fue correspon-dida en absoluto), la igualdad-diferencia les tentó. Aprovechando unasupuesta alogia de la mujer que permite poner sobre ella aspiracionescontradictorias, los deseperados del fracaso de la-revolución-a-la-vuelta-de-la-esquina se apresuraron a buscar un lugar teórico a las mujeres en lacasa del señor y sus teorías. La mujer bien podría ser parte del sujetorevolucionario en cuya busca se desesperaban. Justificaba su pretensiónla cercanía de la mujer con la naturaleza, su falta de discurso, su carácterde antipoder. Territorio no corrompido, se moldeaba según sus gustoscontradictorios.

Se marcó, no al feminismo pero sí a las mujeres, un camino (Lardreau,Bahro, Harich) que exigía una declaración de principios: dueñas incons-cientes de un discurso diferente, esperanza de la humanidad, universa-

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lidad material de la especie, lo mujer, si el feminismo no lo extraviaba,salvaría al mundo. Ahora bien, para lograrlo tenía que seguir siendo loque era, no entrar en el poder o en la competencia, no entrar en lo hombre.Se exigía una declaración de intenciones a un genérico, no se dialogabacon las teorías feministas, presas del espejismo igualitario. Sin entrar encómo es posible tomar orgullosamente lo que son prendas acuñadas enla servidumbre, ni cómo se ejerce el antipoder, parece que los teóricosmarxistas no agradecen el esfuerzo de la teoría feminista que les recono-ce su deuda. O bien ocultan pudorosamente hablar de ella, o bien ofrecena un genérico la participación en el sujeto revolucionario casi a lo Fourier(1/29 para ser exactos).

El horizonte utópico, y lo decía Bloch, que sabía bien de qué habla-ba, si sirve para frenar la acción, es una trampa. La exigencia de utopíapara el feminismo lo fue a sabiendas. Pero, de los errores también seaprende.

Si las pacientes fuerzas de lo femenino debían construir, pasiva-mente, un mundo nuevo y mejor, una sociedad de Praxágora, donde lostemores acumulados por lo viril desaparecieran, se invalidaba el carác-ter ilustrado-igualitario de las teorías feministas. Bajo la idea de quereivindicar asuntos inmediatos era burgués o reformista, era ceder alpoder que corrompe, surgía de rebote no tener que apoyar aspectos so-ciales, que no serían del agrado de los varones —posible base aún noconvencida—, del imaginario proletario medio, en cuya caza se salía. Eldiscurso de la diferencia no espeluzna en principio a los varones, esmás, es su fuerte; lo que no suponen es que se le pueda dar la vueltacompaginándolo con una teoría del poder, pero este asunto queda paramás adelante. Recapitulando, igualdad o diferencia definiéndose por lautopía y la contradicción principal por el sistema, acapararon las polé-micas teóricas. En tal situación se llegó a los ochenta.

La segunda fase

Para perplejidad de quienes polemizaban, la teoría no podía dar cuentadel presente, bien porque éste caminara demasiado lento o demasiadorápido. En los sesenta y setenta se produjeron transformaciones socialesque cambiaron el estatus de las mujeres en las sociedades occidentales.El problema era qué parámetros elegir. Por un lado, la virulencia delmovimiento se apaciguó; por otro, su influencia llegó mucho más allá de

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donde hubieran soñado los restringidos círculos militantes. ¿Está para-do o se mueve?Es fácil sucumbir a la tentación de poner la palabra crisisen danza. Desde luego, la teoría como análisis global político, con solu-ciones políticas, no parece viable, pero, como movimiento macrosocial,antropológico, diríamos trasponiendo categorías, es un éxito. Movimientoademás difuso, inarticulado, acéfalo.

Si hay un movimiento del cual sus componentes anuncian que nohan alcanzado sus objetivos, éste es el feminista. Idem, se le reprocha quecada vez compromete a una parte menor de militancia. Por último, susteorías son consideradas endebles y emocionales, eso cuando son consi-deradas, que no es lo usual. Y, sin embargo, basta echar una mirada enderredor y ver que la posición de hombres y mujeres ha variado sustan-cialmente en los últimos veinte años.

Por lo demás, el feminismo está asumido; ni siquiera hay una aprecia-ble literatura misógina, refugiada en las series B, la subcultura y sobrevi-viendo en las cabezas de ciertos señores maduros. Betty Friedan, en vistade lo alcanzado, propone romper con la mística feminista. Hay que ir a latransformación de la naturaleza del poder, la liberación apenas iniciada.Hay que desear, abierta y sinceramente, el poder. Pero, ¿podemos cambiarlas reglas del juego? El feminismo militante no ha acogido con salvas laúltima obra de esta primera y potente teórica. Tampoco las críticas a lamística feminista-diferencial de Alzon. Este último es realmente explícito:el movimiento feminista es antifeminista: la diferencia es el nuevo nombredel sexismo. En una sociedad en que todo mundo piensa en adquirir dine-ro sin cansarse, hay que cambiar la vida de los hombres y las mujeres.¡Luchemos juntos! ¡Eso hacemos!, gritan los contendientes que mutua-mente se desgarran. Si la existencia de una filosofía política se prueba porla recurrencia a la misma tópica y similares fuentes de autoridad concep-tual dentro de los márgenes de una polémica en un lapso de tiempo largo,debe admitirse que si hay una filosofía política que no ha cesado de produ-cir en los últimos veinte años, ésa es el feminismo.

Temo que el desconcierto que lo aqueja es compartido por buenaparte de la teoría política contemporánea. Pero a las mujeres se les siguepreguntando admonitoriamente qué quieren: ¿la misma explotación,neurosis, dolor, poder corruptor de que el mundo —sin duda masculi-no— está lleno? Y se dice que para tal viaje no se les prestarán alforjas.De las mujeres se continúa exigiendo la puesta en marcha de nuevosvalores, que se justifiquen por la utopía. Antes de asentir a lo que de

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todos modos existe, hay que asegurarse de adónde se piensa llegar, quiéngana o quién pierde.

La incomprensión del feminismo tenía razones profundas. Ya StuartMill decía que los prejuicios contra las mujeres eran casi el modelo decualquier prejuicio, tanto que pasaban por convicciones inexpresables.¿Cómo es posible que alguien gane sin que otro pierda? La guerra entrelos sexos se ha concebido siempre como un juego de suma cero y, desúbito, los varones se han dado cuenta de que no es así.

Todos sabemos, por ejemplo, que el problema del paro desaparece-ría, con que sólo se lograra reconstruir la familia tradicional, con que lasmujeres volvieran a sus casas. Y si fuera por racionalidad económicamera, podría hacerse. Pero el caso es como el de “¿cuánto tardan 100obreros en hacer una zanja de un metro cúbico si cada uno de ellos saca10 centímetros cúbicos de tierra cada diez segundos?”. El problema notiene solución, la aritmética no falla, pero es inaplicable. Cien obreros nohacen tal zanja. No pueden, no caben. El sistema económico no puedepermitirse devolver a las mujeres a sus respectivos hogares. No cabe tallujo. Es demasiado complejo. Políticamente tampoco es posible, no pue-de argumentarse. Y por lo que toca a la división sexual, encarando elproblema abstractamente, es posible pensar que las mujeres quizá pro-testaran (lo que terminaría antes o después), pero los varones serían losmenos interesados. Han descubierto que la emancipación femenina, pa-sados los primeros temores, les da mucho que ganar.

Puede pensarse que sus rentas son éticas y, sin embargo, no escierto. Los varones de las sociedades occidentales no soportarían lasformas de familia ni sus cargas tal como se asentaron éstas a partir delsiglo XVII. Economía, natalidad e ideas ya no se pueden destejer. La rela-ción entre varones y mujeres, se afirma, es ahora problemática. Es verdadque libertad es igual a problemas, que igualdad es de nuevo problemas,que pareja, o mejor matrimonio, es problemas, y la mayoría de los varo-nes lo prefiere. El matrimonio no está ideado para ser una relación entreiguales, la tasa de divorcios se dispara, y, si no lleva más velocidad, esporque las precarias condiciones económicas no permiten a las mujeresdivorciarse. A mayor paro, conservadurismo normativo, pero sólo poralgún tiempo. Sin embargo, mientras dura ese enorme tránsito hacia lasnuevas formas, no hay que dramatizar en exceso.

El cambio producido en los mores ofrece a los varones bastantesposibilidades de expandir su ego y hasta sus fantasmas: compañeras

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económicamente independientes, matrimonios que pueden deshacerse,contracepción y aborto, disponibilidad sexual, servicios tolerables, y todosólo a costa de ser algo más amables. Porque la llamada redefinición delvarón se limita a eso. Instalados en cierta anomia, no precisamentecreativa, a estas alturas, sólo deploran el componente puritano de algu-nos feminismos. Por lo demás, dada la diversa rapidez de cambio de losdistintos sectores sociales, hay un amplio mercado de oferta femenina:toda la gama que va de la mujer tradicional, doméstica, a la varonil ensus conductas morales. Pueden incluso mantener a ambas a la vez. Va-riedad, cantidad y precios módicos: la argumentación sustituye a lamoneda, el encanto a la moneda; sin entrar en competencia verdadera, laideología diferencial provee de féminas-amantes-madres-cultas compa-ñeras a cualquiera que las necesite menos a las mujeres, claro está. Eincluso, para quien añore la apoteosis de la feminidad, ahí están lostrasvestidos, los únicos que dicen sentirse mujeres cuando las encausa-das ya no se atreverían a tanto: la hiperrepresentación. Y, para la legiti-mación, todavía los genéricos masculino-femenino funcionan a regularritmo.

De dónde encontrar una filosofía política feminista

Bien, se dijo ya que la teoría política de izquierda de los años sesenta ysetenta no se había desvivido por comprender o entrar en polémica conla teoría feminista. La búsqueda del sujeto revolucionario lleva hoy aafirmar que la revolución, tal como son las sociedades industriales avan-zadas, no es inevitable; sin embargo, el par socialismo-barbarie se man-tiene. Esa opción es la inevitable. El genérico mujeres, no las teoríasfeministas, forman parte del sujeto revolucionario. A las teorías se lessigue exigiendo, erigiéndose las filosofías de la emancipación en juecesque nadie pide, utopía. Utopía que cabalmente coincida con la que eljuez propugne.

Las teorías políticas no emancipatorias, sino legitimadoras del Es-tado de bienestar o el Estado mínimo, o no mencionan el tema o se limi-tan a tomar cuenta de sus resultados sociales más evidentes. Lafuncionalidad económica de la familia productora de bienes y serviciosha desaparecido. La competencia empresarial puede ofrecer en el merca-do cualquier producto que en el ámbito familiar se obtenga. La familia —si es que lo que hoy tenemos merece el nombre— es una unidad de

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consumo, justificada por un etéreo amor o ayuda mutua (como ya pusie-ron de relieve Hamilton y Firestone), y la competencia de mercado no laalienta de modo especial.4 Su función ideológica existe, pero no paraimbuir a sus criaturas de la ideología dominante —para eso están, sesupone, las instituciones educativas y los mass media—, sino que es unasociedad de ahorro e inversión que garantiza a los varones la pervivenciadel patriarcado. La sociedad patriarcal tiene graves disonancias econó-mico-institucionales: la industrialización amenaza la jerarquía a medi-da que la familia pierde funciones. Es más, si esa oferta de mercado no seagiliza, ello se debe a presiones ideológicas que son un freno a la dinámi-ca industrial. El patriarcado se sostiene por sus propios cabellos, engro-sando y reconvirtiendo el aspecto ideológico a medida que tiene menorentidad económica.

La teoría política socialdemócrata o la liberal consideran la emanci-pación de las mujeres un fenómeno colateral a la revolución industrial; noentran en sus raíces ilustradas ni en sus disputas internas. Existe por mordel proceso de masiva fabricación de bienes y oferta de servicios. La eman-cipación de las mujeres queda traducida a la salida al mercado de trabajopagado de un porcentaje relativamente alto de la población activa femeni-na. Y ello produce en la sociedad en su conjunto cambios y nuevas necesi-dades. No explican por qué se deshace la familia, simplemente lo constatan,y advierten que ello varía las condiciones del mercado y fuerza al Estado,o a la libre competencia, a ofrecer los servicios que antaño la familia —lasmujeres— ofreciera. Y salen caros, en eso están de acuerdo.

Unos abundan en el Estado proveedor que tiene que hacer de amade cría, de ama de casa, de asilo, de gerente familiar —aunque la actualcrisis está retardando este proceso—;5 otros, los partidarios del Estado

4 La confianza que el sistema industrial tiene en la familia puede rastrearsecon algún dato fabril curioso: la comida preparada no aparece hasta principios deeste siglo y la evolución de las raciones que llenan los envases da alguna pista. Hastala primera guerra las latas no desechables de seis y ocho raciones, en los años treintade cuatro a seis, en los sesenta de dos a cuatro y en la actualidad la mayoría de losfabricantes norteamericanos se lanzan a copar el mercado con latas de singles. Res-pecto a la funcionalidad familiar pocas obras tan exactas como la crítica a Weber deRoberta Hamilton, La liberación de la mujer. Patriarcado y capitalismo (1978), Barcelona,Península, 1980.

5 Diversas encuestas relacionan las altas tasas de desempleo con la perma-nencia de los ancianos en los hogares. Los pequeños retiros de las personas ancianas

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mínimo, no piensan en anular tales servicios —pese a las imputacionesque las feministas les hacen en tal sentido—, simplemente prefieren de-jarlos en manos de la libre competencia, incluso en la hipótesis de queasí serán mejores. Si los tradicionalistas suelen apoyar al Estado míni-mo, grandes defensores de la familia como son, es porque identificanfalsamente oferta libre con no oferta. Pero en la racionalidad industrialeconómica está que cualquiera que pueda obtener un beneficio, lo hará.El problema es que el Estado compite en dumping completo —casi tanbarato como las mujeres— a costa de impuestos. Y el sistema de impues-tos tiene topes.

La nueva posición de las mujeres es un dato con el que contar paracualquier diseño social, pero ello no significa entender las razones éticascon que tales cambios se validen. No es preciso. En cuanto a las teoríaslegitimadoras, en las nociones más o menos amplias de universalidadque construyen, ya las suponen asumidas. Lo que en los hechos sucede,las disfunciones que se puedan producir, los sufrimientos individuales,son problemas de encaje, quejas. Lo más que se puede hacer es indicar larelación de unos hechos con otros.

Marvin Harris, en un análisis de la sociedad norteamericana queprobablemente ningún sociólogo hubiera intentado,6 pone en relaciónalgunos de estos hechos, bastante disímiles entre sí a primera vista: ¿porqué las cosas que se compran no funcionan?, ¿por qué el orgullo gay?,¿por qué el incremento de la delincuencia?, ¿por qué el nuevo tradiciona-lismo religioso que en América se conoce como el tercer gran despertar?A través de algunos vericuetos nos lleva a una doble respuesta que tieneque ver con nuestro tema: por la salida de las mujeres del ámbito familiary la formación en los guetos de familias matriofocales. El cambio de po-sición de las mujeres produce transformaciones imprevisibles, relacionaentre sí cuestiones y ámbitos en apariencia sin conexiones e incluso des-encadena efectos emergentes indeseados. Previamente Harris había ela-

pueden convertirse en una fuente de dinero para economías domésticas precarias.En estos casos obviamente, alguien tiene que cuidar a esas personas ancianas y es laesposa quien lo hace. Asumir el rol tradicional, por lo tanto, puede ser funcionalmenteeconómico si el mercado de trabajo aprieta. Y también se sabe que el mercado detrabajo tiene una tasa de desempleo femenina siempre superior a la masculina.

6 M. Harris, La cultura americana contemporánea (1981), Madrid, Alianza, 1984.

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borado una relación entre guerra y sujeción de las mujeres en las socie-dades primitivas, dependiendo de la economía de la reproducción. Harrises el antropólogo que perdió el miedo a considerar el sexo como variantefuerte en la vida de las culturas y se atrevió también a introducir la repro-ducción al lado de la producción. Por lo demás, lo que él llama su puntode partida materialista no le conduce, como a los antropólogos y filóso-fos darwinistas del pasado, a la enfermedad intelectual de la asimbolia.Aun así, menosprecia los aspectos políticos o los mecanismos de legiti-mación. En su opinión cabe un análisis antropológico de los cambiossociales producidos por la emancipación de las mujeres, pero no creenecesaria una teoría política que los legitime: el feminismo no es un mo-vimiento político. La política es una actividad demasiado restringidaque se hace la ilusión de dirigir transformaciones que la sobrepasan.

Incluso importantes teóricas feministas comienzan a pensar de lamisma manera. Obviando los panfletos de partido y otras subliteraturasde agitación, frentes que sólo grupuscularmente se consideran, los femi-nismos que en su día se llamaron radical y reivindicativo ya no contien-den. Unidos para acciones concretas, ambos piensan que la emancipacióntransforma la sociedad, pero no saben ni se atreven a construir una teo-ría del poder. El feminismo sigue corriendo el riesgo de quedarse en unmovimiento monocausal si no es capaz de hacer todos sus ajustes conlas tradiciones políticas predecesoras. Para ello se debe encarar la discu-sión sobre el poder y el mismo poder. Sin embargo, se continúa bajo lapresión de que el poder corrompe, se abomina del tema y del objeto. Elbastante fuerte feminismo de la diferencia no deja de avisarlo: poderigual a corrupción igual a masculinidad. Es tema non sancto. Quizáolvida que no tener poder corrompe también y, en ocasiones, más depri-sa. Que lo que designa defectivamente el genérico la mujer, y que el femi-nismo de la diferencia quiere asumir en parte positivamente, es unresultado, el decantado de lo que Firestone llamó estrategias infantilesdel débil, las consecuencias, corruptas a su vez, del no poder.

En general, cabe afirmar que el esfuerzo teórico que encara el femi-nismo actual es mayor que el pasado. Falta cierto nominalismo y sobranneomitos. A análisis económicos e ideológicos muy acertados, se super-ponen datos que abonan el feminismo de la diferencia, lo que exige fabri-car más teorías antropológicas que sociales o económicas. Una teoríapolítica del patriarcado lo es de un sistema de dominio, de rangos, y suanálisis es aún balbuciente, disperso. Quizá tenga que ser así; quizá no

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coincida lo que los varones han postulado abstracto con lo que ahora senecesita. Si el feminismo es un macromovimiento cultural, ninguna cate-goría política servirá para definirlo. Si el análisis político se interrumpea favor de análisis más amplios, aparecerán en este caso frentes nuevos:las teorías que acercan biología y sociedad. De nuevo en danza naturale-za-cultura. De nuevo el peligro de falacia naturalista.

La etología o la sociobiología se presentan amparadas en la invul-nerabilidad científica, pero no impresiona demasiado este hecho —seestá acostumbrado a desconfiar aproximadamente desde Spengler—, esmás, las hace sospechosas de ser un frente culto de oposición visceral.Sin embargo, sería miope considerar que no tienen más entidad que ideo-logía social retardataria. Quizá lo sean en sus vulgarizadores y en losque las utilizan a modo de proyectil, por la clásica, que no faltan. Aunasí, acumulan datos que no pueden ser dejados de lado.

Sin duda la etología, que en los años cuarenta cumplió funcionesideológicas muy específicas, antropomorfizaba los comportamientosanimales —Lorenz llegó a decir que a los peces había pezas que lesparecían más atractivas y que él incluso era capaz de distinguirlas—,pero enseñó cosas sobre la dominancia: dominancia y aprendizaje, cons-titución de grupos, centros y periferias, agresividad y sexualidad, sexo yrango... Otro tanto ocurre con la sociobiología hoy. No nos podemospermitir ignorar las determinaciones biológico-genéticas de nuestra con-ducta, aunque sea para intentar alterarlas. De hecho la mayoría de lasculturas son canales de alteración —no en vano el retorno a la animali-dad es el terror más intensamente sentido por pedagogías de todos lostiempos— con eficacia probada de milenios. Pero el progreso técnico nosimpone ritmos que no permiten probar tan parsimoniosamente cadanueva conducta. La emancipación de las mujeres quizá sea, sociobioló-gicamente, la alteración de rango más fuerte que quepa concebir. Nosarroja sin remedio en brazos de la ética, es decir, de la invención, de ladifícil universalidad, de la razón en su sentido más ilustrado. Y enton-ces la teoría política reaparece.

El problema es si nuestro progreso técnico y esa razón han avanza-do igual de rápido, si las formas políticas lo han hecho de la mismamanera, si somos capaces de vivir la igualdad, experiencia que no formaparte de nuestro bagaje genético, por lo visto. Para no debilitarse dema-siado y acabar negando el presente y sus hechos, los sociobiólogos pre-fieren suponernos capaces de cooperación. Los dos sexos, nos dicen, no

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tienen la misma función biológica —ya lo sabíamos—, en la reproduc-ción tienen enfrentadas estrategias —la cópula simple el macho, el ase-gurar la cría la hembra—, tienen distinta disponibilidad y agresividaddiversa. Las conductas de uno y otro se complementan tras la estrategiade tanteo que es galantear (primordialmente los mamíferos). Deben co-operar, que es lo mismo que afirmar que su jerarquía es inevitable pese ala variedad de formas culturales que es capaz de adoptar. Pero he aquíque nosotros logramos separar sexo y reproducción; más lejos, la técnicapermitiría la reproducción de la especie sin varones (y no olvidemos quela reproducción in vitro es reivindicación de algunas feministas, lo queaseguraría la continuidad de la especie sin mujeres). ¿Qué puede seguir-se de tales posibilidades?

Pesimistamente, la catástrofe. Sin embargo, Wilson no olvida decirque la dinámica evolutiva lanzó a nuestra especie a la creación de nor-mas universales que canalizaran demandas y poder. Si somos un éxitocomo especie es gracias a lo mal que aparentemente nos portamos connuestros genes y nuestros hipotálamos; gracias a conductas inventadas,tentativas frágiles. Es claro que los más serios sociobiólogos no preten-den hacer teoría social humana y tienen esta segunda naturaleza éticaen cuenta. Pero nada impide a aquéllos, a los que la antropología —consu distinción sexo/género— prestó mal tercio, que mezclen las cuestio-nes para mantener, por prejuicios, roles sociales fundados en parcosmecanismos genéticos. Nada sería más fatal para la teoría feminista quedejarse atrapar en la falacia del nada más de que usan y abusan susadversarios. “La sociobiología no es nada más que ideología patriarcal”es una afirmación que no se puede hacer si previamente no se encuadrael propio feminismo entre las teorías políticas y abandona a su suertecualquier otra macroteoría. Si quiere dar explicaciones antropológicasglobales, y es un reto que tiene, debe saber combinar los niveles descrip-tivos con los normativos, debe entrar en el terreno resbaladizo de unateoría del poder. Y sus perplejidades no deben asombrarlo. Toda la teoríapolítica contemporánea, en lo que le toque de teoría de la democracia, esdecir, de igualdad, libertad y participación en la toma de decisiones y enel poder tiene similares contenciosos con las teorías generales de la natu-raleza humana.

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En manos de la ética

El movimiento feminista es probablemente el más novedoso movimientocultural que haya conocido el siglo, con una capacidad difusiva porencima de la media, que produce transformaciones sociales aún impre-decibles. Lo que más a mano tenemos son las reacciones especulares quese nos presentan en la filosofía. El feminismo obliga a redefinir la histo-ria de la cultura en primer término, el propio concepto de cultura, lasrelaciones con la naturaleza, los rangos y la comunicación.

Su consecuencia más aparente es las nuevas prácticas sociales quealteran casi todos los modelos de relación que se tenían por válidos, perosus consecuencias conceptuales están por venir. Vamos conociendo, sinembargo, las resistencias que se le oponen, los puntos de la cultura enque se localizan. No sólo puede asegurarse que el feminismo no es alia-do de las políticas conservadoras, sino también que sus frentes de oposi-ción son polimorfos y adquieren formas difusas en el mundo de la cultura.Da en ocasiones origen a un neomachismo nostálgico —el que se obser-va en las movidas, por ejemplo— sin demasiado porvenir, ya que aliarsecon el neoconservadurismo le es difícil. Forma parte también de la inse-guridad que resulta de la puesta en práctica de nuevas pautas: si no seestá seguro se suele intentar la pauta in vacuo y deificar el pasado comoexpediente más sencillo y perezoso.

En general, muchos pensamientos contemporáneos, y la crisis delsujeto entre ellos, parecen conectados con el miedo a la igualdad. Elmiedo a la igualdad es tan antiguo como la aspiración a la igualdad y seha refugiado en sesudas construcciones conceptuales que disfrazan teo-rías calicleas o trasimaquianas del poder. En cualquier caso, las inerciasculturales no ceden terreno con facilidad y no lo ceden porque hay quesaber que tienen autoconciencia, no son naturaleza. Cada centímetro deigualdad cuesta. Algunos pueden argumentar que ya existe para ne-garse a concederla, otros que el buen mundo ordenado desaparecerállevándose con él su peculiar belleza. Por último, desde los puestosaliados se avisará de los efectos nocivos de reclamar igualdad en unmundo injusto.

La tercera posición es la más aviesa porque las otras se socavan a símismas. Por lo mismo es un tema de la filosofía feminista el encararla. Ysi, en efecto, no puede asegurarse que la igualdad entre varones y muje-res nos haga mejores a todos, como fue la optimista presunción del sufra-gismo y el reformismo, debe resaltarse, kantianamente, que es mejor ella

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misma por la universalidad que comporta. El asunto es como se lo plan-teaba Russell: si conseguiremos hacer una igualdad por arriba o porabajo; y es otro tema, el derecho al mal, tratado en otra parte. Pero laverdad es que si la filosofía política progresista quiere que las mujeres latranquilicemos, hemos de reconocer con sencillez que no estamos engrado de hacerlo. El segundo sexo puede reclamar ahora un poder gené-rico, como genérico es el sexo mismo, y usarlo, como los varones, genéri-camente o no. No hay recetas. No hay esencias. Hay, sencillamente, másindividuos en liza y hay que saber argumentar qué es lo mejor paratodos.

¿Transforma esto al feminismo en una ética? Quizá, pero desdeluego no en una ética normativa fija. Porque el problema es el analogadode universalidad que se tome, o mejor, el que quepa tomar. Una éticafundamentada en la universalidad que la igualdad comporta puede lle-narse de contenidos muy poco satisfactorios en sí mismos. El ejemplo amano es la disputa sobre la incorporación de las mujeres a los ejércitos,pero sucede lo mismo si hablamos de intervención de las mujeres enpolíticas reaccionarias, en grupos terroristas, etc. La igualdad se alcan-za, pero ¿la ética se salva? ¿Hasta dónde pueden caminar juntos y dóndecolisionan ética y poder?

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Debates feministas contemporáneos*

Michèle Barrett y Anne Phillips

Muchos de los ensayos en esta antología llaman la atención so-bre la necesidad de “desestabilizar” los supuestos básicos dela teoría moderna. Hace mucho que las feministas han critica-

do las pretensiones de una teoría “grande”, “alta” y “general” y handemostrado las dificultades que acompañan a una empresa de este tipo.Las pretensiones universales han resultado ser con demasiada frecuen-cia muy particulares, las supuestas características comunes falsas, lasabstracciones decepcionantes. Las feministas han llegado a tener pro-fundas sospechas de los discursos teóricos que pretenden la neutrali-dad mientras hablan desde una perspectiva masculinista y a veces hastahan abandonado la esperanza en la posibilidad de un pensamiento “neu-tral respecto al género”.

Esta crítica inveterada ha sido llevada más lejos que nunca con laactual reconsideración de los grandes esquemas de la teoría social, po-lítica y cultural moderna occidental. En un ataque generalizado a losmodelos de liberalismo, humanismo y marxismo falsamente universa-lizadores, generalizadores en exceso y demasiado ambiciosos, muchasfeministas han optado por un análisis de lo local, específico y particular.Mucho de este trabajo es de carácter “desconstructivo” y busca desesta-bilizar —desafiar, subvertir, invertir, derrocar— algunas de las oposi-ciones jerárquicas binarias (incluidas las que implican sexo y género) dela cultura occidental. Por lo tanto, tenemos una teoría feminista del desa-rrollo cuya intención es desestabilizar.

* Esta es la introducción al libro Destabilizing Theory: Contemporary FeministDebates, compilado por Michele Barrett y Anne Phillips, Stanford University Press,California 1992.

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Hay una segunda construcción de la “teoría de la desestabiliza-ción” que recorre esta antología. No se trata tanto de la tradicional ambi-valencia del feminismo hacia la “teoría”, basada en una preferencia deprincipio por el activismo, la “política” o la experiencia, aunque estosuele estar presente de alguna forma. Se trata más bien de la naturalezafundamental de la crítica que se ha puesto de manifiesto sobre la funda-mentación teórica y las convenciones paradigmáticas del feminismo“modernista”. En los últimos veinte años, los principios fundantes delfeminismo contemporáneo occidental han sido desafiados dramática-mente con supuestos previamente compartidos y ortodoxias incuestio-nadas relegadas casi a la historia. Estos cambios han sido del orden deun “giro paradigmático” en el que son radicalmente trastornados lossupuestos más que las conclusiones. Así que además de explorar la cues-tión de la relación del feminismo con la teoría per se, con la teoría en suspeores momentos de abstracción atolondrada y generalización peligro-sa, los ensayos en Destabilizing Theory fueron escritos para poner de re-lieve y discutir el abismo entre la teoría feminista de los años 70 y la delos años 90. Si el diálogo a través de la brecha es posible, deseable oinevitable es una cuestión sobre la que las colaboradoras tienen puntosde vista diferentes, pero todas lo han abordado.

Estos dos temas están vinculados en la medida en que el feminismode los años 70 fue una instancia del impulso “modernista”, y las críticasfeministas de los 80 y 90 en realidad han acentuado este punto. Mirandohacia atrás, podemos ver este periodo de pensamiento feminista occi-dental como un periodo de sorprendente consenso sobre las cuestionespertinentes, si bien no siempre sobre las respuestas que pudieran surgir.Aunque ahora roto, este consenso no debería ser visto como un síntomade subdesarrollo —una “pre-historia” ahora ya muy trascendida en lasofisticación del pensamiento contemporáneo— porque muchos de lostemas planteados en ese periodo regresan a frecuentar el presente. Elacentuado contraste que trazamos entre lo que a modo de taquigrafíallamamos el feminismo occidental de los 70 y el de los 90 atrae la aten-ción sobre la naturaleza fundamental de los cambios que han ocurrido ynos ayuda a explorar la medida del diálogo a través de estas perspecti-vas teóricas muy diferentes. El contraste no tiene la intención de marcarun “progreso” feminista.

Nuestro punto de partida engañosamente simple es que el feminis-mo de los 70 supuso lo que se podría especificar como una causa de la

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opresión de las mujeres. Las feministas diferían sustancialmente (y fe-rozmente) respecto de lo que esta causa podría ser —control masculinode la fertilidad de las mujeres, un sistema patriarcal de herencia, la nece-sidad del capitalismo de una fuerza de trabajo dócil—, pero en realidadno pusieron en duda la noción de una causa. Tampoco había ningunadificultad con la idea de opresión, que parecía tener una aplicación evi-dente en sí misma. También fue importante el supuesto compartido porla mayoría de las feministas de que la causa que se contemplaba estabaen el nivel de la estructura social. La estructura podía ser postuladacomo patriarcado, como un sistema económico explotador o corno unarelación estructural entre hogar y lugar de trabajo, pero con un hincapiéque reflejaba el contexto político del primer movimiento de liberación delas mujeres, los ternas se configuraban típicamente en términos socio-estructurales. En los compromisos de apertura de fines de los 60 y prin-cipios de los 70, la oposición conservadora tendía a insistir en argumentosprocedentes de la naturaleza o la biología, confiando en ellos para sudefensa de los acuerdos sexuales existentes. Las feministas se unieronen su contra para acentuar en cambio lo social y ambiental. La distinciónentre sexo y género se volvió entonces casi talismánica: símbolo de unainterpretación social más que natural de las diferencias visibles entre lasvidas de las mujeres y las de los hombres. La diferencia sexual fue despo-jada hasta sus elementos esenciales más desnudos, con frecuencia sóloun reconocimiento de que las capacidades y los derechos reproductivosde las mujeres eran un factor político destacado. Y en una argumenta-ción que se remontaba por lo menos a Mary Wollstonecraft, las feminis-tas tendían a ver la “feminidad” como una tergiversación del potencialhumano de las mujeres, un importante aspecto de la opresión de lasmujeres y una candidata primordial para el cambio.

En las taxonomías tan queridas del periodo —como de muchoscomentaristas subsiguientes—, los feminismos se dividían en las varie-dades liberal, socialista y radical, cada una de ellas ofreciendo su propiopaquete de respuestas a las cuestiones centrales incontestables. De lostres, el feminismo liberal era quizás el menos enamorado de la explica-ción social estructural, tendiendo a enfatizar el poder del prejuicio, lairracionalidad y la discriminación. La opresión de las mujeres se conce-bía típicamente en términos de socialización de la mujer en una gamalimitada de papeles y supuestos, y en el modo en que estos papeles socia-les eran reforzados después por una tradición cultural que persistía en

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contemplar a las mujeres como muy diferentes de los hombres. El indivi-dualismo implícito o explícito fue impugnado por los feminismos socia-lista y radical por igual, que ponían en duda tanto el análisis de laopresión de las mujeres como la confianza que parecía depositar en lasoportunidades iguales como la salida fácil.

Las feministas socialistas sostenían que los problemas clave resi-dían en un sistema que se beneficiaba activamente de la opresión de lasmujeres. Su análisis acentuaba por lo tanto la explotación más que elprejuicio sexista, la estructura más que los individuos que operaban den-tro de ella, y más específicamente, los beneficios materiales que el capita-lismo derivaba de la posición y el papel de las mujeres. Contra esto, lasfeministas radicales acentuaban no el capital sino los hombres, y no loshombres como agentes semi-inocentes de la opresión capitalista, sinolos hombres como los que salían bien librados. El feminismo radicalsolía empezar por un análisis de la reproducción (un contraste delibera-do con el énfasis socialista en la producción), pero se desplazaba cadavez más hacia cuestiones de sexualidad y violencia masculina. En losargumentos consiguientes, tanto las feministas radicales como las socia-listas llegaron a percibir las estructuras de la opresión extendiéndosemuy hacia atrás en el pasado distante: el análisis de la causalidad impli-caba una búsqueda de la causa original y fundante.

En amplios debates entre estas perspectivas cambiantes y muchasveces coincidentes en parte, a las feministas de los 70 les importaba dón-de poner el peso explicativo: qué elementos considerar los más funda-mentales; qué identificar con precisión como la fuente crucial de opresión.¿Se ubicaba primordialmente la opresión de las mujeres en la esfera deltrabajo o en la esfera de la familia?, ¿en el terreno de la producción o en elde la reproducción?, ¿en estructuras económicas o en la representacióncultural?, ¿en la sexualidad, en la maternidad o en qué? Estos desacuer-dos operaban dentro del contexto más amplio de debates sobre el pesorelativo que había que atribuir a las estructuras del patriarcado (o a ve-ces al sistema sexo/género) versus el capitalismo; y a cualquiera de estasestimaciones estructurales versus los papeles sociales o psicologías delpoder. La diversidad de las respuestas contribuía a ocultar el consensoen las preguntas; pero más allá de todos los agudos desacuerdos sobre loque era primordial o secundario, las feministas estaban unidas en laimportancia que atribuían a establecer los puntos fundamentales de lacausalidad social.

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Este consenso desde entonces se ha roto y aquí ofrecemos simple-mente un esbozo de lo que consideramos los elementos clave que ayuda-ron a este proceso. El primero fue el enorme y continuo impacto políticode la crítica que hicieron las mujeres negras a los supuestos racistas yetnocéntricos de las feministas blancas, que contribuyeron a decidir eldestino del debate original sobre sexo y clase. Los modelos socio-estruc-turales de la sociedad que se habían organizado en torno a los dos siste-mas de sexo y clase encontraron un tercer eje de desigualdad difícil deacomodar; las ya agudas dificultades para desarrollar un análisis de“sistemas duales” forzaron el desenlace con el tardío reconocimiento deque la diferencia y la desventaja étnicas habían sido dejadas afuera. Unarespuesta a esto —especialmente entre feministas que trabajaban sobrela división sexual del trabajo— fue el giro a un nivel de análisis másmicro que se prestaba mejor a la compleja interacción de los diferentesaspectos de la desigualdad. Otra respuesta fue la tendencia cada vezmayor a teorizar las llamadas “triples opresiones” de género, raza yclase de un modo más cultural y simbólico.

Una segunda fuente importante de inquietud estaba en las distin-ciones seguras entre sexo y género que habían caracterizado tanto alconsenso previo. La diferencia sexual llegó a verse como más intransi-gente, pero también más positiva, de lo que había permitido la mayoríade las feministas en los 70: un giro que fue señalado de varias manerasen el creciente interés por los análisis psicoanalíticos de la diferenciasexual y la identidad; en el análisis de la experiencia de las mujeres de lamaternidad como formando la base para concepciones alternativas (ymás generosas) de moralidad y cuidado; y en sus momentos más “esen-cialistas”, la celebración de las Mujeres y de su papel Mujeril. Los argu-mentos eran en parte conceptuales, destacando los problemas teóricosen la distinción entre biología y construcción social, y poniendo en dudala tajante línea divisoria previa. También eran sustanciales, porque jun-to a las dificultades filosóficas de mantener una distinción sexo/génerohubo un giro en la dirección política. Muchas feministas llegaron a desa-fiar las visiones casi andróginas (quiero ser una persona, no una mujer oun hombre) de un futuro no perturbado por diferencias significativas desexo; el impulso hacia la negación de la diferencia sexual llegó a contem-plarse como la capitulación a un molde masculino.

El tercer elemento implica la apropiación y el desarrollo por femi-nistas de ideas postestructuralistas y postmodernistas cuyo impulso nose encontró por primera vez en el feminismo, pero cuyo impacto ha sido

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extraordinario. Esto no quiere decir que se plantee una clara distinciónentre el derrumbe “desde adentro” del consenso feminista de los 70 y losdesarrollos teóricos “fuera” del feminismo, porque (como el artículo deMichele Barrett lo indica) la interacción y el diálogo han sido mucho másprofundos que lo que esto indicaría. Pero sí apunta a importantes líneasparalelas así como a vínculos entre tendencias feministas y no feminis-tas de la teoría contemporánea social, política y cultural.

Los temas implicados aquí están bien representados en las diver-sas contribuciones a este volumen. Si consideramos la constelación deideas que moldea la figura del pensamiento de la “Ilustración”, pode-mos identificar una noción de un sujeto político poderoso y autocons-ciente, una creencia en la razón y la racionalidad, en el progreso social ypolítico, en la posibilidad de grandes esquemas de reforma social. Mu-chas de las colaboradoras a este volumen desarrollan una inflexión fe-minista a los argumentos generales que constituyen una importante críticade este modelo racionalista. Anne Phillips, por ejemplo, empieza su en-sayo recapitulando la literatura del pensamiento político que ha revela-do al “hombre” acechando dentro de la humanidad, y revisa los falsosuniversales que se movilizaron en el pensamiento liberal clásico. ChandraTalpade Mohanty explora, a través de una crítica de una variante femi-nista moderna del síndrome, los problemas de discursos humanistasque parten del supuesto de una comunalidad fundamental entre todaslas personas (en este caso todas las mujeres), y por lo tanto desarrolla lacrítica postestructuralista de las ideas sobre la experiencia y el sujeto.Biddy Martin considera la política de las identidades lesbianas “autén-ticas” y feministas, haciendo hincapié en la complejidad del erotismodel mismo género; ella sostiene que necesitamos desnaturalizar la hete-rosexualidad como parte de la desestabilización de la potente oposiciónhomo/heterosexualidad.

Rosemary Pringle y Sophie Watson, en su disección de los proble-mas que hay bajo la noción de “intereses de las mujeres”, ilustran bien lacrítica de una gran teoría marxista que ha hipostasiado supuestos inte-reses dentro de un sistema que ve la política como la simple representa-ción de, más que —como sostienen Pringle y Watson— la constituciónde, intereses. Griselda Pollock, en una discusión del caso icónico de lapintura, muestra en una nueva medida la “atribución de género” a lamodernidad. A la más central de las figuras modernas y humanistas, elartista expresivo, Pollock lo muestra como aquel cuya modernidad ymasculinidad están irreparablemente entretejidas. Gayatri Chakravorty

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Spivak, demostrando en un contexto feminista el punto general de que ellenguaje construye más que refleja el significado, muestra cómo la no-ción de “traductibilidad” debe ser criticada si queremos tener textos quemerezcan la designación de escritura feminista.

Estos puntos ilustran la poderosa crítica que se ha acumulado —tanto dentro del feminismo como en otras partes— a los discursosuniversalistas del racionalismo y la Ilustración. Atravesando una gamade temas significativos política y teóricamente, los ensayos de esta anto-logía continúan una tradición de crítica a la soi-disant gran teoría, y eneste sentido están muy en el estado de ánimo del pensamiento feministacontemporáneo. Pero al ponerlos en el contexto del giro casi paradigmá-tico del feminismo de los 70 al de los 90, Destabilizing Theory busca tam-bién emprender un debate sobre las implicaciones de estos argumentos.Si como hemos indicado, las diferencias entre los supuestos básicos delos dos periodos son profundas, esto plantea la pregunta de si o cómoestos desarrollos podrían pensarse como “progreso” intelectual. ¿Puedela evaluación crítica de la teoría modernista ser contemplada como eta-pas en route a una comprensión más estrecha de los problemas enfrenta-dos en una década anterior, una reteorización que desbloquea previasobstrucciones y limpia el camino hacia un mejor análisis? ¿O las femi-nistas simplemente han cambiado el tema, se han alejado de lo que ha-bíamos llegado a ver como un callejón sin salida teórico, abandonado undiscurso materialista de causalidad, y han abierto a nuestra atencióncampos más refrescantes?

El temor que hoy expresan muchas feministas es que el cambio delas modas teóricas nos conducirá a abdicar de la meta de un conocimien-to preciso y sistemático; y que en una crítica legítima a algunos de lossupuestos anteriores, podríamos descarriarnos demasiado del proyectooriginal del feminismo. Por ejemplo, Susan Bordo ha sostenido que “cen-trarse demasiado implacablemente en la heterogeneidad histórica [...]puede opacar los modelos jerárquicos transhistóricos de privilegio blan-co y masculino que han inspirado la creación de la tradición intelectualoccidental”;1 mientras que Christine di Stefano ha replanteado la pre-

1 Susan Bordo, “Feminism, Postmodernism, and Gender-Scepticism”, en Lin-da Nicholson (comp.), Feminism/Postmodernism, Routledge, Londres, 1990, pp. 133-156; p. 149.

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gunta que recorrió todos los debates de los 70: “¿Son algunas diferenciasmás básicas que otras?”2 Uno de los temas aquí es si el feminismo puedesobrevivir o no como política radical si renuncia a una jerarquía de lateoría. Las feministas se han desplazado de la gran teoría a los estudioslocales, de los análisis transculturales del patriarcado a la interaccióncompleja e histórica de sexo, raza y clase, de nociones de una identidadfemenina o de los intereses de las mujeres hacia la inestabilidad de laidentidad femenina y la creación y recreación activas de las necesidadeso preocupaciones de las mujeres. Parte de lo que cae fuera en estos movi-mientos es el supuesto de una jerarquía pre-dada de causalidad queespera sólo ser revelada. ¿Dejan esos desarrollos a las feministas sinnada general que decir?

Estas preguntas no son resueltas por los ensayos en esta antología.Pero todas las colaboraciones están inspiradas por un claro sentido delfeminismo como política además de como teoría, y juntas hacen muchopor desalojar acusaciones de que la política feminista ha perdido sucamino. A nivel teórico, continúan un diálogo a través de la línea diviso-ria de los 70 y los 90. Entre las colaboradoras, Sylvia Walby toma unaposición que habla muy claramente “en favor” de la ininterrumpidavalidez del vocabulario teórico del momento modernista (macrosocioló-gico). Pero muchas otras hablan a través de las posiciones definidorasdel periodo, argumentando, por ejemplo, que el feminismo debe conser-var el ímpetu político implicado en la aspiración hacia la universalidad;o haciendo notar las pérdidas potenciales vinculadas con cualquier aban-dono total de las áreas de estudio tradicionalmente asociadas con lasociología o la economía política. Una de las funciones de presentar undebate de este tipo es mostrar que en cierta medida hay temas que vanhacia delante y hacia atrás a lo largo del tiempo y que, por lo tanto, puedeser difícil determinar la novedad o la originalidad de los argumentos.

Al considerar la fuerza relativa del feminismo de los 70 y de los 90,no exponemos una perspectiva única compartida, pero advertiríamoscontra dos de las posibles respuestas. Deberíamos rechazar ciertamentela teleología simplista de partir del supuesto de que la teoría posterior espor lo tanto una teoría mejor, y de que la mejor teoría de todas es la

2 Christine di Stefano, “Dilemmas of Difference: Feminism, Modernity andPostmodernism”, en Nicholson, Feminisn/Postmodernism, pp. 63-82; p. 78.

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posición desde la que estamos en el momento en que hablamos. Estemodelo de progreso teórico, fuertemente influido por una concepciónmarxista de tesis, antítesis y síntesis es, por quinta esencia, del siglo XIX

y modernista y una concepción de la que hacemos bien en sospechar. Porotra parte, deberíamos también resistirnos al fuerte punto de vista delotro lado, que sostiene que nunca se dice nada nuevo y que lo que puedeparecer un giro de paradigma no es al final nada más que el reciclaje deviejos debates en términos nuevos. Ninguna de las dos posiciones essatisfactoria. Pretender trascendencia es ignorar nuestra propia posi-ción en la historia; reducir los debates a su contenido esencial es negar elpoder del contexto y del discurso. Como lo ha mostrado Foucault, lacuestión de lo que se puede decir, cuándo y por quién es de importanciacrucial.

La cuestión de la progresión teórica se ha vuelto particularmentepertinente para el feminismo contemporáneo debido al tan discutidodebate “igualdad/diferencia”. Es bastante fácil expresar la posición delos 70 como una versión del polo de “igualdad” y la de los 80 comorepresentando el polo de la “diferencia” en la dicotomía. Mucho delpensamiento feminista contemporáneo se ha desplazado a partir de estoa cuestionar las estructuras binarias en torno a las que giran estos argu-mentos. La crítica de las dicotomías, de los dualismos, de las alternati-vas falsamente o uno/o lo otro, se ha convertido en un importante temaen la escritura feminista. Moira Gatens sostiene aquí por ejemplo que laescuela de la écriture feminine no es (como se suele decir) una posiciónesencialista de la “diferencia”, sino que busca hacer el movimiento mu-cho más radical de desestabilizar la oposición binaria de igualdad/dife-rencia. Joan Scott, llevando más lejos la crítica de la oposición misma, haexplicado elocuentemente cómo la opción entre igualdad y diferencia esinhabilitante para las feministas: “la misma antítesis oculta la interde-pendencia de los dos términos, porque la igualdad no es la eliminaciónde la diferencia y la diferencia no excluye la igualdad”. Scott llega a laconclusión de que deberíamos rechazar la oposición en nombre de unaigualdad que descansa en las diferencias.3

3 Joan Scott, “Deconstructing Equality-Versus-Difference”, en Marianne Hirschy Evelyn Fox Keller (comps.), Conflicts in Feminism, Routledge, Nueva York y Lon-dres, 1990, pp. 138, 146.

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Michèle Barrett y Anne Phillips

La desestabilización de la oposición igualdad/diferencia podríatambién conducirnos a preguntarnos cuán diligentemente las feminis-tas han construido una falsa polaridad sobre la que dividirnos a noso-tras. Porque la diferencia no es un absoluto, sino que está construida dediversas maneras según qué es lo que se percibe como destacado en uncontexto particular. Pero más refractario ha sido el tema de si o cómo lasfeministas pueden o deben desestabilizar la oposición binaria entre hom-bres y mujeres que da a la categoría de mujer su significado. Como lo haseñalado Denise Riley, la “mujer” es en realidad una categoría inestablepero cuyas inestabilidades no son otra cosa que la materia de la políticafeminista.4 Borrar la oposición hombres/mujeres es por lo tanto un mo-vimiento que le quita el terreno a la lucha feminista en cuanto tal.

Este punto nos devuelve al estatuto ambiguo de la teoría. Los con-ceptos y categorías a través de los que nos apropiamos, analizamos yconstruimos el mundo tienen una historia dentro de la que estamos im-plicadas nosotras. Algo de la resistencia a las ideas y vocabularios delpensamiento “post”-estructuralista, “post”-modernista o “post”-Ilustra-ción provienen de esta percepción. Porque más allá de la más simpleresistencia de los que han encontrado todo lo que necesitaban en lasteorizaciones de un momento anterior, hay un reconocimiento más per-turbado de que estos discursos teóricos construyen y están inscritos den-tro del mundo que han ayudado a hacer. El feminismo —como GriseldaPollock concluye su ensayo— es “una intervención en la historia, inspi-rada por conocimientos históricos, lo cual significa no olvidar, en el actode la crítica necesaria, la historia del feminismo occidental”. Para elfeminismo no hay una huida total de una historia modernista de unmovimiento igualitario y emancipatorio.

Por último, la crítica del pensamiento modernista y universalistano reduce la importancia de formular una nueva base para la aspiraciónpolítica feminista. Las feministas se han alejado mucho del acto de negary han pasado a afirmar la especificidad y la diferencia, y en el transcursode estos cambios han encontrado las limitaciones así como el valor deuna política basada en las identidades. Forjar una comunalidad a travésde la diferencia ahora figura como una meta más que como algo dado: un

4 Denise Riley, “Am I That Name?”: Feminism and the Category of “Women”in History, Macmillan, Basingstoke, 1988, p. 5.

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proceso —como Chandra Talpade Mohanty lo dice— de compromisomás que de descubrimiento. Las cuestiones estratégicas que enfrenta elfeminismo contemporáneo están hoy inspiradas por una comprensiónmucho más rica de la heterogeneidad y la diversidad; pero siguen giran-do en torno a coaliciones, alianzas, y comunalidades que dan significa-do a la idea de feminismo.

Traducción: Isabel Vericat

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Adriana Cavarero

Para una teoría de la diferencia sexual

Adriana Cavarero

1. Sobre la monstruosidad del sujeto

A l “yo” del discurso, ese mismo discurso que ahora (yo) estoypensando y escribiendo en lengua italiana, le sucede que su serde sexo masculino o femenino no lo afecta. Cuando es sustanti-

vo es de género masculino pero, extraordinariamente, no le correspondeuna sexuación. “Yo soy mujer”, “yo soy varón”: he aquí que el “yo” so-porta y acoge indiferentemente la sexuación, siendo por sí mismo neutro.

El discurso filosófico puede afirmar así legítimamente el “yo pien-so” y hacer de este sujeto neutro un universal. Y puede también eliminarel “pienso” y decir simplemente el “yo”, porque es justamente en él quelo universal se hace presente. Y sin embargo, ese género gramatical mas-culino que el “yo” lleva en sí de algún modo irrita y resquebraja esarepresentación de universalidad.

Así, el “yo” acoge indiferentemente la sexuación en los enunciados“yo soy mujer”, “yo soy hombre”, pero en el segundo enunciado, lo quese predica del “yo” parece corresponder con mayor exactitud, a partirdel común género masculino que pertenece a los dos términos del enun-ciado. Parece, en suma, que al acoger la sexuación masculina el “yo”llegara a su plenitud íntima, precisando en la sexuación lo masculinoque su género ya anunciaba, manteniéndolo aún como neutralmentedisponible a las dos sexuaciones. Ese anuncio era entonces una adver-tencia, un signo de lo masculino llevado de lo neutro a lo universal.

También “hombre” es en mi lengua un término cargado de adver-tencias. En primera instancia hombre/mujer aparecen como tranquilasduplas bipolares. Pero en el discurso que dice, por ejemplo, el hombre esmortal, el hombre del que se habla es también mujer. En realidad no es nihombre ni mujer, sino el neutro-universal de ellos. (El enunciado “lamujer es mortal” suscitaría en cambio la lógica conclusión de que, enton-

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ces, el hombre es inmortal. Y en esta conclusión hay verdad.) Hombre valeentonces, ante todo, como sexuado masculino, pero vale también, y justa-mente por esto, como neutro-universal de sexo masculino y de femenino.

Estos anuncios y estas advertencias revelan así el signo del autén-tico sujeto del discurso, un sujeto de sexo masculino que se asume a símismo como universal. El hombre, como sexuado masculino, en efectolleva en sí la finitud, y sin embargo, con una extraordinaria parábolalógica, mediante una dinámica ascendente, absolutiza tal finitud ha-ciéndola surgir a la universalidad, de modo que tal universalidad, me-diante una dinámica descendente, pueda también comprender(especificarse) tanto aquel masculino finito que la generó como el otrosexo, el cual ahora aparece por primera vez, ausente del proceso lógico yno obstante recogido, englobado, asimilado por él. En este itinerario, elhombre recorre la parábola del mismo: se encuentra y se reconoce comoparticular de su universalización. A la mujer le sucede en cambio que seencuentra sólo como particular, como el otro finito comprendido entre elneutro-universal del hombre.

Así la mujer es lo otro del hombre y el hombre es lo otro de la mujer,pero es una otredad fundada de manera diferente: la otredad del hombrerespecto de la mujer se funda en efecto en el hombre mismo que, ponién-dose preliminarmente como universal, luego también se admite a sí mis-mo como uno de los dos sexos en los cuales lo universal se especifica. Laotredad de la mujer, en cambio, se funda en negativo: el universal-neutrohombre particularizándose como “hombre” sexuado en masculino sehalla frente al hombre sexuado en femenino, y le dice justamente otro apartir de sí.

Este estar de frente de la mujer al hombre, en esta lógica, es un meroe irreductibe estar de frente. En efecto, en el proceso lógico de universali-zación de lo masculino-finito, lo femenino-finito está ausente, y sólo alfin es hallado fuera del proceso y englobado en éste. Sobre el por-qué detal englobamiento de una otredad irreductible y originaria puede res-ponder la historia, pero la lógica calla. La lógica del discurso asume enefecto tal otredad como algo ausente y sin embargo precomprendido porlo universal y entonces controlado por él. La mujer es así algo previstopor la especificación de lo universal en hombre y mujer.

El discurso lleva entonces en sí el signo de su sujeto, el sujeto ha-blante que en él se dice y dice del mundo a partir de sí. Entonces, hayverdad en la inmortalidad del hombre antes anunciada en el paréntesis,como en broma: al universalizar la finitud de su sexuación, el hombre la

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supera y se pone como una esencia que pertenece necesariamente a la“objetividad” del discurso. La historia de la filosofía registra, en efecto, yde varias maneras, la finitud que la criatura pensante, justamente entanto tal, lleva en sí, pero es extraordinariamente ciega respecto de lafinitud de la diferencia sexual. Tal diferencia, para la filosofía, quedacomo algo impensado, un superfluo determinarse del hombre en hombrey mujer, como si el hallarse sexuado que cada uno de nosotros experi-menta, el ser otro así y no de otra manera, fuese un acaecimiento banalpara la fatiga del concepto, un acontecimiento a lo sumo bueno para lasdisciplinas biológicas.

Así, lo que el discurso testimonia y la filosofía obviamente repite, esla fundamental insignificancia de la diferencia sexual, la cual, como nopodría ser de otra manera, es registrada pero no pensada en su originali-dad. En efecto, ese finito sexuado en masculino que, al absolutizarse, seuniversaliza, en tal proceso de autoabsolutización celebra su sexo peroignora la diferencia que en éste radica, el diferir qué consiste esto. Ladiferencia sexual viene después, como la tranquila especificación de louniversal, pero en ese venir después, ya se ha perdido su originalidad.Se sugiere aquí la hipótesis de dos filosofías posibles: una que piensa alser hombre y al ser mujer como algo original que requiere una conceptua-lización dual, una dualidad absoluta, una especie de paradoja para lalógica de uno-muchos; la otra que piensa al hombre universal-neutro(¡¿el muñeco?!) y en esto acoge el ser hombre y el ser mujer como doscasos que no influyen en la capacidad del concepto neutro-universal. Lafilosofía occidental ha recurrido a la segunda hipótesis: transpira porlos poros del lenguaje y es la verdadera jaula de acero que debe destruirla diferencia sexual para pensarse.

Eso no significa que el lenguaje y la filosofía no atribuyan sentidoal ser hombre y al ser mujer;1 antes bien, este sentido, en sus evolucionesmilenarias, es bien conocido por las mujeres como historia de lágrimas yde sangre, pero es un sentido derivado y consiguiente a la asunción de louniversal-hombre como original. En esta asunción fundamental hay algo

1 Una investigación puntual sobre este tema, realizada mediante un análisiscrítico de los textos de los mayores filósofos (Platón, Aristóteles, Descartes, Hegel,Freud, etcétera) se halla en las obras de Luce Irigaray, pensadora a la cual estainvestigación mía, y toda investigación filosófica en torno del tema de la diferenciasexual, debe mucho.

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de monstruoso, porque la lógica de absolutización de lo finito paga conla monstruosidad su osadía: ya lo neutro (no sexuado aún) o el herma-frodita (ya sexuado así como así) son monstruos no irrelevantes. Pero elverdadero monstruo que se revela en el proceso lógico es el varón-neutro,un monstruo inimaginable, y sin embargo tan familiar a todo el que diga:el hombre es un animal racional, el hombre es hijo de Dios, etcétera.

Pero para la filosofía el ser hombre o ser mujer, el existir como nece-sariamente sexuado, es más bien un accidente, tan grávido de conse-cuencias cuan ignorado por la teoría.2 Ésta dice la esencia de lo universalhombre (es mortal, pesada, una frágil caña, etcétera), y luego tambiénconsidera los accidentes temporales (los denominados condicionamien-tos históricos); a estos últimos parece ser que pertenece el caso de nacerhombre o mujer, esto último sin duda un caso desafortunado.

El concreto reconocimiento del hombre y de la mujer en lo neutrouniversal hombre comportaría, en rigor de lógica, el agregado de la dife-rencia sexual a tal neutro-universal. Derivarían así de ello dos conceptoscompuestos: hombre + sexuación masculina = hombre, y hombre +sexuación femenina = mujer. Tal reconocimiento jugaría entonces todasu misma posibilidad al agregado. Entonces, en lo neutro universal hom-bre, el hombre y la mujer no están y por ende no podrían reconocerse; enel agregado de la diferencia sexual el reconocimiento es posible pero estátotalmente consignado al agregado mismo: en este segundo caso, sinembargo, el contenido de lo universal y el del agregado son mutuamentesuperfluos, ya que lo neutro universal es la esencia a la cual luego lesucede que se vehicula en individuos sexuados y la sexuación de talesindividuos es algo exterior que no concierne a la esencia.

Pero algo extraordinario le sucede al concepto neutro-universal dehombre, lo extraordinario es que la lógica aporética del reconocimientoantes descrita es verdadera sólo para la mujer. El hombre en cambio sereconoce plenamente en lo neutro-universal sin necesidad de agregadoalguno, justamente por virtud de esa monstruosidad que hace conviviren lo universal hombre un neutro y un varón. En efecto, en la dinámicade universalización de lo finito mediante la categoría del mismo, el reco-nocimiento del hombre sexuado en el hombre universal-neutro funda su

2 Una excepción a esta ignorancia de la teoría la podemos encontrar en Hegely Freud y, en ciertos sentidos, en La República de Platón (453 b y sigs.).

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posibilidad justamente en esa finitud de la sexuación masculina que esasumida como universal. Así, en este universal (en el sujeto, en el yo de lafilosofía) el hombre está con toda la concreción de su ser entero, un serviviente sexuado y no un hombre + sexuación masculina, y como está sereconoce, se dice, se piensa, se representa. La monstruosidad de ese uni-versal que es a la vez neutro y varón no lo perturba porque ella procedede la “generosidad” lógica que asume el peso de valer también para lafinitud de otro sexo. Diciéndose y pensándose, el hombre habla su len-guaje y piensa su pensamiento, los cuales deben por fuerza olvidar, acausa de la dinámica constitutiva de universalización de lo finito, ese suque los hace pertenecer a un sexuado finito: ellos son así el lenguaje y elpensamiento, simplemente.

Se sigue de ello para la filosofía que la diferencia sexual no es pen-sada, porque uno de los dos sexos es asumido como universal, sin que seconvierta nunca en tema de investigación en cuanto a la verdad el origi-nal diferir en el sexo que cada uno lleva en la carne como el vivir y elmorir.

De ello se sigue para la mujer que ella no puede reconocerse en elpensamiento y en el lenguaje de un sujeto universal que no la contiene yantes bien la excluye, sin responder por tal exclusión: tal universal, enefecto, pretendiendo valer también para el sexo excluido, cancela el es-pacio lógico del diferir originario transfiriéndolo debajo como diferirconsiguiente. Así, la mujer es el universal hombre “más” el sexo femeni-no. Sabemos bien cómo este agregado no potencia lo universal, sino an-tes bien lo despotencia: en efecto, el “más” es más bien, y coherentemente,un “menos”, o sea, lo neutro universal hombre menos el sexo masculinoque es justamente el contenido real y la verdadera génesis de tal univer-salización.

La tarea de pensar la diferencia sexual resulta así ardua porque ellayace en la cancelación sobre la cual se ha fundado y ha crecido el pensa-miento occidental. Pensar la diferencia sexual a partir del universal hom-bre significa pensarla como ya pensada, es decir, pensarla por medio delas categorías de un pensamiento que se rige sobre el no pensamiento dela diferencia misma.

Como un “más” la mujer es ya, a partir del plano lógico, un “me-nos”. La filosofía occidental recientemente ha coqueteado con el valorpositivo que este “menos” puede simbolizar en el momento en que louniversal neutro, justamente el sujeto, ha entrado en crisis. Para el hom-bre que se ha puesto y reconocido por milenios como sujeto fuerte, recu-

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perar aquella debilidad dejada en custodia al “más menos” de la mujeres justamente la coquetería de un sujeto que no sondea los fundamentosde la propia representación (¿y por qué debería hacerlo?), sino que ma-neja libremente las categorías de su lógica.

Por fascinantes que puedan llegar a ser a veces las coqueterías de lafilosofía, la vía del pensamiento débil no es aquella por la cual la mujerpueda llegar a decidirse, a pensarse y a representarse: sea por razonesestrictamente lógicas, sea porque es verdaderamente patético el deseardecirse como sujeto débil cuando le falta a la mujer un lenguaje que ladiga, al menos como sujeto.3

Un sujeto puede decirse tal a partir de sí y no a partir de un neutroque es la universalización que el otro hace de sí, pero proponiéndose nocomo el otro, sino como el todo.

Y aquí está el nudo de problema: yo misma, como todas, estoy ahoramismo escribiendo y pensando en el lenguaje de otro, que es simplemen-te un lenguaje, y no podría hacer otra cosa. Este lenguaje, porque resultaque soy mujer, me niega como sujeto, se rige según categorías que prejuz-gan mi autorreconocimiento. ¿Cómo puedo pues decirme mediante loque estructuralmente no me dice? ¿Cómo pensar la diferencia sexualmediante y en un pensamiento que se funda en el no pensarla?

2. La pregunta de la esencia

La mujer no es el sujeto de su lenguaje. Su lenguaje no es suyo. Porlo tanto, ella se dice y representa en un lenguaje ajeno, es decir, mediantelas categorías de lenguaje del otro. Se piensa en tanto pensada por elotro.

En efecto, el sujeto de este lenguaje se ha definido desde el comienzocomo idéntico al lenguaje mismo: “el hombre es un animal racional” nostransmite una tradición que erróneamente (pero en este error hay unaprofunda verdad) traduce el griego “el hombre es un ser viviente queposee el lenguaje”. Lenguaje como logos que es, a la vez, pensamiento ylenguaje. El hombre es entonces aquel que dice las cosas y el mundo, y se

3 Cf. Rosi Braidotti, “Modeli di dissonanza: done e/in filosofia”, en Le donne ei segni, a cargo de P. Magli, Il lavoro editoriale, Urbino, 1985, pp. 24-37.

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dice a sí mismo como el decidor. Piensa el todo y se piensa a sí mismocomo el pensante. El pensamiento idéntico al ser y, más allá del pensa-miento, nada. En realidad, la nada no es. En la afirmación de Parménidesse verbaliza un destino: la mutiplicidad, la otredad, la diferencia sondeclaradas inexistentes e impensables. Sólo la totalidad una y compactade lo idéntico que no admite lo otro, es. Una totalidad paralizante quearriesga bloquearse eternamente en esta autoafirmación.

Pero la filosofía pronto reconoce este riesgo y lo supera: la diferen-cia sigue siendo impensada corno originaria, pero halla espacio inferiorcomo diferencia determinada. Uno se diversifica a partir de sí, admite lomúltiple y controla sus diferenciaciones, clasificándolas y dominándo-las. Logos es entonces correctamente traducible como razón, si razón espensamiento que ordena la diferencia, haciéndola homogénea y contro-lable. El hombre es aquel que dice determinada y ordenadamente el mun-do. La diferencia sexual, que el ser pensante lleva en su carne, es asícomprendida y dicha en el ámbito del ordenado diferir, diferencia entreotras cosas, y mucho menos importante que las otras, para la teoría de loque máximamente es.

Según un primer enfoque lógico, parecería que aquí los dos sexosencontraran la misma dificultad: si el pensamiento de la identidad origi-naria pone como secundaria e inesencial la diferencia sexual, tanto lamujer como el hombre encuentran la propia sexuación como ya dicha ycontrolada en un ámbito secundario respecto de la definición de su esen-cia. Su esencia es ser seres vivientes racionales, y luego también se diceque tales seres vivientes se dividen en varones y mujeres. Sin embargo, esjustamente el hombre (que no por azar aparece corno sujeto en la defini-ción de la esencia) el concreto e histórico hablante que produce el oculta-miento de la diferencia originaria y su transposición a diferenciasecundaria. Así el hombre, sin aparentes dificultades, puede decirse comoser viviente racional sexuado en masculino, donde sexuado masculinoes un agregado superfluo, porque justamente el sujeto, en su monstruosavalencia neutra-masculina, contiene ya la indicación de su sexo. Y en-tonces le basta decirse ser viviente racional.

Es bien conocido cómo la historia, fuera de la lógica pura, se pre-ocupa por confirmar este mecanismo teórico: la mujer representa lo irra-cional, lo pasional, etcétera. La diferencia sexual, como diferenciasecundaria y controlada por la esencia, se convierte en efecto en un “me-nos” respecto de la esencia misma: si ésta corresponde a un neutro-mas-

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culino, lo femenino más que un agregado es una disminución. Una espe-cie de mengua respecto de la esencia universal.

Así la respuesta a la pregunta “¿qué es la mujer?” no puede sinoabrir trágicas aporías. La pregunta se refiere a la esencia de la mujer,pero la respuesta está ya prejuiciada por el avance de esa esencia univer-sal que el hombre se ha modelado para recubrirse. La respuesta másobvia sería “un ser viviente racional sexuado en femenino” pero, siendoel ser viviente racional un universal en el cual es el sexo masculino el quese autorrepresenta, el sentido de la respuesta está asignado por comple-to a ese agregado (sexuado en femenino) que, dicho así, no es más queuna constatación empírica, después de todo ya comprendida en la pre-gunta que inquiría justamente la esencia de la mujer. Evidentemente, elsentido crucial de la pregunta se revela cuando es una mujer la que laformula. En efecto, la filosofía y la cultura en general ya han respondido aesta pregunta (la madre, el abismo de la voluptuosidad, la mujer es volu-ble, etcétera) pero dentro de una lógica estructurada según las categoríasmasculinas, que es simplemente la lógica del lenguaje occidental.

En otros términos, el carácter central de la cuestión está en la posi-bilidad de la mujer de decirse, pensarse y autorrepresentarse como suje-to en sentido propio, o sea como sujeto que se piensa a partir de sí y porende se reconoce. Así, la cuestión de la pregunta sobre la esencia no setraduce en el recurso a un planteo metafísico ya obsoleto, sino que res-ponde a la necesidad de reconocimiento. La pregunta “¿qué es la mu-jer?” suena para cada una de nosotras en la experiencia cotidiana: “¿quésoy yo?”. Evidentemente no podemos responderla prescindiendo delhecho de que somos ante todo mujeres.

Es útil detenerse brevemente en este “ante todo”. Indica justamentelo esencial. En efecto, el lenguaje nos pone a disposición de muchascategorías neutras para responder al “¿qué soy yo?” prescindiendo de lasexuación femenina de este yo que se interroga. Por ejemplo: una estu-diosa de filosofía, una empleada estatal, o bien una extrovertida, unaterca, etcétera. Es fácil intuir cómo la neutralidad de estas categorías esmás lógica que histórica, lo que cualquiera de nosotras puede experi-mentar cotidianamente en el ambiente de trabajo, donde ser una emplea-da es del todo diferente de ser un empleado. Pero no es éste el punto. Elpunto es, en cambio, que la neutralidad de estas categorías cubre preci-samente lo esencial, de modo que lo indecible, lo no representable, esjustamente el ser mujer. Un vivido, desde el inicio hasta la última hora,

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no dicho, o mejor, dicho en su lenguaje por quien desde el inicio y hastala última hora, no es mujer sino hombre.

Este destino de indecibilidad es evidente justamente en la defini-ción más antigua, la griega, que define al hombre como ser viviente quetiene lenguaje. Si basándonos en ella quisiéramos responder la preguntacrucial, podríamos decir que la mujer es el ser viviente sexuado en feme-nino que tiene lenguaje. Pero esto sería una clamorosa mentira si el po-seer tiene un sentido de pertenencia profunda al sujeto que justamente“tiene”. La mujer no tiene un lenguaje suyo, sino que más bien utiliza ellenguaje del otro. Ella no se autorrepresenta en el lenguaje, sino queacoge con éste las representaciones de ella producidas por el hombre.Así la mujer habla y piensa, se habla y se piensa, pero no a partir de sí.

La lengua materna en la cual hemos aprendido a hablar y a pensares la lengua del padre. No hay una lengua materna porque no hay unalengua de la mujer. La nuestra es una lengua extranjera pero aprendidano por traducción de nuestra lengua. Y justamente no nuestra, extranje-ra, suspendida en una distancia que se apoya sobre la lengua faltante.Lo que percibimos en esta lengua extranjera, que también somos y nopodemos ser, es así la distancia que nos separa de ella, en la cual nosdecimos no diciéndonos, en la cual nos encontramos pero no nosreencontramos. En esta distancia se conserva como posibilidad la len-gua faltante, una necesidad de traducción que yace en la lengua extran-jera como deseo de retorno a la lengua traducida, y sin embargo faltante,presente sólo en la traducción como un original no perdido, sino másbien nunca concedido.

En esta experiencia de distancia de la lengua, hallan espacios víasde fuga que conocemos muy bien: el silencio, el residuo no dicho, elcuerpo antes que el pensamiento. ¡Y, sin embargo, la historia que nosconcierne es desde siempre historia de silencios, de reticencias, de cuer-pos mudos llevados al mercado! La única vía posible y a la vez real es encambio la que se radica con necesidad en la experiencia cotidiana: ser unpensamiento que no se es, y, sin embargo, ser imprescindiblemente eneste pensamiento, el hablarse y el decirse en una lengua extranjera.

En efecto, la fuga del lenguaje es imposible tanto como vivo símbolode una alienación considerada insoportable. Si yo soy el lenguaje deotro, decido negar esta alienación negándome a mí misma; antes quedecirme en un idioma extranjero, entonces el silencio. Símbolo impotenteporque en el silencio me hablo y me pienso aún mejor siempre dentro de

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esa red conceptual que tiene sonidos no proferidos por mí. En el silenciocalla el sonido, no la palabra.

Es cierto, la tragedia del saberse alienadas en la palabra pertenecesobre todo a la filosofía. El discurso poético o narrativo tiene instrumen-tos más dúctiles y refinados para evocar mediante la lengua extranjeralos sentidos posibles de la lengua faltante. Existe, en efecto, una literatu-ra de mujeres que habla a las mujeres; en ella el lenguaje extranjero setransfigura y logra significados nuevos e inusitados y, no obstante, paranosotras pronto familiares. Pero la filosofía tiene un camino más duro,debe asumir la fatiga del concepto, a partir de la red conceptual presentey de la historia lógica que ésta conserva y manifiesta. Esta historia tienesu baluarte más poderoso justamente en la pretendida neutralidad delpensamiento: un pensamiento objetivo, universal, que como tal no ex-cluiría a nadie, antes bien, incluiría a los unos y a las otras indiferente-mente en su verdad. Develar la falsa neutralidad de tal pensamiento y suvalencia de alienación de la mujer es entonces el primer paso necesariohacia un pensamiento que contemple a la mujer como sujeto, y precisa-mente como sujeto que se piensa.

Si entonces es imposible para la mujer, como para cualquier otrohablante, salir con un acto de voluntad del propio lenguaje, para ella esposible decir desde el mismo su condición de ajena a él. En ese decir supropia condición ajena al lenguaje, la mujer reproduce en acto la aliena-ción misma: el lenguaje con el cual ella se dice ajena al lenguaje es enefecto el mismo. Ella es así el lugar de tal alienación que, captándose, sereproduce como tal.

Parece un logro bien miserable reconocer como única posibilidadde autorrepresentación el decirse una ajena, que en ese decirse confirmay perpetúa justamente su propia condición de ajena. Se puede preguntarentonces si el pensamiento de la diferencia sexual está bloqueado desdeel comienzo por la intrascendible estructura del pensamiento, o sea deun pensamiento que la prevé impensada y la confirma impensable. Perose puede preguntar también, si ese pensamiento enajenador de la aliena-ción es sólo una figura lógica contemplada por la filosofía occidental (yseguramente lo es; si no, no podría decirla) o es también la expresiónconceptual de una experiencia radicada en el ser mujer.

A la pregunta “¿qué es la mujer?” se puede responder así, por aho-ra: la mujer es un ser viviente que tiene el lenguaje en la forma de laautoalienación.

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3. La esencia como experiencia de la separación

Pero tal respuesta es sólo provisoria. Debe verificarse en la realización yno acercarse a ésta sólo por analogía.

La cuestión, como se ha dicho, versa alrededor de la esencia de lamujer. En efecto, la filosofía ha respondido de modo esencial a la pregun-ta “¿qué es el hombre?”: dice “el hombre es el ser viviente que tiene ellenguaje”, y no en cambio “el hombre es un ser viviente bípedo, implumey sin cuernos”. Esta segunda definición enumera cualidades caracterís-ticas, pero no esenciales, características que pueden valer para una re-presentación externa y superficial. Con ellas el hombre diría cómo es,pero no qué es. Diciéndose en cambio como ser viviente que tiene sulenguaje, el hombre produce su esencia reconociéndose en esta produc-ción: él se piensa ser pensante. Así, para el hombre, tener el lenguaje esigualmente ser el lenguaje.

Dado que la mujer participa de esta esencia mediante su subsunciónen lo neutro universal hombre, también ella es el lenguaje. Es el lenguajedel otro. El ser de la mujer consiste entonces en una alienación. Ella nosólo se piensa pensada, sino justamente en su pensarse está ya pensadadesde siempre, encerrada y constreñida en conceptos ajenos.

En tal pensarse ella produce, sin embargo, una alienación en actoque la diferencia esencialmente del otro sexo. Si bien tal diferencia esen-cial puede parecer como una miseria, dado que el consistir en la aliena-ción es tradicionalmente un negativo, no obstante es singular el hechode que la filosofía no la mencione. Casi una consideración “piadosa”por la desventura de quien nace mujer. En lugar de reflexionar sobre estadiferencia esencial, que es esencial en su radicarse en la definición de laesencia del hombre, la filosofía calla, no tanto por piedad, como por unalógica que prevé impensable justamente la diferencia sexual. En la medi-da que participa de la esencia neutra-universal del hombre, la mujer esjustamente “humana”, y con eso le basta.

Aunque la filosofía teórica no tiene estas preocupaciones —tal vezmás que ninguna otra ciencia se lanza al puro espacio de lo neutro obje-tiva— la tradición cultural en cambio se ocupa a menudo de las repre-sentaciones de lo femenino. Éstas conciernen en general al cuerpo de lamujer y a las “funciones” a él conexas. Parece que aquí se asoma final-mente la diferencia sexual, y se asoma en efecto de modo prepotente. Laesencia de la mujer son sus órganos de reproducción: la mujer es la quegenera, la madre. Pero los mismos órganos son también fuente de placer:

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entonces la mujer es puta, el abismo de los sentidos, etcétera. Aquí seolvida la esencia universal neutra del ser-lenguaje. La representación dela madre admite amor, trepidación, dolor, consagración, muerte. No lees, en cambio, connatural el pensar, sino en la forma del recordar, delcontar, del recitar poesías. La madre tiene voz (dulce) pero no palabra.La representación del cuerpo erótico admite muchísimas variantes, peroes directamente lo opuesto del pensamiento (el reposo del pensamiento):la voz no es ya siquiera relato o poesía, sino gemido y grito. La diferenciasexual es entonces aquí algo original (se dice la “naturaleza” de la mu-jer), extraordinariamente incompatible con la esencia universal de racio-nalidad que define lo humano por excelencia. Antes bien, el cruce entrela “naturaleza” de la mujer y la esencia humana despotencia, como seha dicho, a la segunda.

Por dolorosamente insoportable que pueda ser ya para muchasmujeres pensarse a partir de la maternidad, después de siglos de exclu-sión del poder porque nuestra naturaleza nos liga a los niños, a la crian-za, a la comida, a la casa, y por sentimentalismos jugados sobre la sangrey la muerte que resulta indecente hasta mencionar, el pensamiento de ladiferencia sexual no puede eximirse de este tema, pero en el ámbito deuna conceptualización donde sea la mujer la que piense la maternidad yelabore en torno de ésta un simbolismo de autorreconocimiento.

En la economía del presente discurso es útil por ahora detenerse enesta contradicción entre “naturaleza” y esencia humana racional. Lacontradicción es una entre tantas. También la mujer madre y la mujerputa son incompatibles, así como lo es la mujer manager y la reina de lacasa. Los ejemplos son tantos como las representaciones de la mujer queel desarrollo cultural ha producido en los siglos. La aceleración recientede tal producción (en la superproducción general de modelos, en la cualtambién el sujeto se ha perdido entre tantas máscaras incompatibles)hace ahora más evidente esa alienación que la lógica ha decretado desdeel comienzo. La esencia de la mujer consiste para ella en hallar que lehan adjudicado muchas representaciones inesenciales: en efecto, no sonesenciales, sino incompatibles.

Por lo tanto, cuando la mujer se piensa, respondiendo a la pregunta“¿qué es la mujer?”, descubre que le han adjudicado múltiples representa-ciones de lo femenino entre las cuales se reparte en un juego de equilibris-mo a veces extraordinario; pero viéndose obligada a negar alguna o casitodas, por deseo de simplicidad, a menudo es víctima de un sentimiento

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de inferioridad. Tal sentimiento, lejos de ser un sentir superficial y pocoreflexionado, es en cambio el signo verdadero de una experiencia esencial.

En primer lugar, dado que cada una de las definiciones de sí que lamujer encuentra en el lenguaje le llegan justamente de un lenguaje nosuyo, la mujer se ve obligada a pensarse en un movimiento lógico deinteriorización de lo externo-ajeno. En otros términos, al responder a quées la mujer, ésta encuentra respuestas ya dichas (representaciones yadadas) por un lenguaje que no la contempla, antes bien, la niega comosujeto, lenguaje que es, sin embargo, su lenguaje aun siendo justamenteno suyo. Así, al pensarse, la mujer es una pensada. Al definirse aceptauna definición de sí dicha por otro. Y, sin embargo, es ella misma, nopodría hacer otra cosa, la que activa esta interiorización de lo externo-ajeno. Existe entonces un ser interior, que es un ser existente concreto, unser viviente sexuado hablante, que se piensa en el exterior y, pensándo-se, reproduce la separación entre pensante y pensado. Separación queconsiste enteramente en el acto de autopensarse de este sujeto. De modoque lo que constitutivamente le pertenece a la mujer, lo que ella comosujeto experimenta en el lenguaje externo que no la contempla como su-jeto, es la separación misma.

Nos estamos acercando tal vez a una definición más precisa: lamujer es el ser viviente que tiene el lenguaje en forma de separación. Y eltener tiene aquí un sentido cumplido.

No sorprende entonces que advierta cierta carencia en la elecciónde una, o de algunas, de las definiciones que le proporciona la tradición:lo que la mujer advierte no es la falta de alguna de ellas, sino ese espaciológico de escisión que le pertenece como su misma esencia.

Existe, en efecto, en la experiencia cotidiana de la mujer, un senti-miento de carencia acompañado de la apremiante necesidad de ‘llenar”vacíos para alcanzar un completamiento, una identidad que coincidiríacon el haber interpretado hasta el fondo todos los roles que había queinterpretar, hasta corresponder a la totalidad de las representaciones delo femenino presentes en el lenguaje. Obvio constatar que tales represen-taciones son a menudo incompatibles y casi siempre “de tiempo comple-to”, pero no es éste el punto. El punto es en cambio que esa plenitud queparece consistir en la suma de todos los roles, es decir, en lograr ser mujersegún todos los sentidos que le atribuye el lenguaje al ser mujer, lejos deser una plenitud es una forma de profundización de la esencial expe-riencia de la separación.

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Así, la escisión que la mujer lleva en sí y renueva en su pensarse,por un lado suscita un deseo de “suturación” que se dirige al interior ytrata de reunir en un compacto posible todas las representaciones recibi-das del lenguaje; por otro lado, en esta misma operación, no hace sinoconfirmarse profundizándose: en efecto, reuniéndose lo exterior, de to-dos modos no se colma el espacio de escisión que lo separa de lo interior.Es el íntimo consistir como separados del interior y del exterior lo quesiempre se muestra y pide ser colmado, un interior y un exterior que noestán cada uno por sí mismo en un ámbito autónomo para luego cruzar-se en determinadas circunstancias, sino que están uno en otro indisolu-blemente en el ser mujer. En la experiencia de pensarse pensada los dostérminos coinciden en una separación constitutiva.

Puede parecer que la búsqueda de la esencia de la mujer radicada enla categoría de la diferencia sexual deba dar resultados, por así decir, másaltos, respecto de lo que ahora hemos alcanzado, o sea una especie deconstatación de qué es la mujer en el presente. Y decir “en el presente” noes decir poco, ya que significa referirse a la larga historia de avasallamientoque ha producido tal presente femenino, historia justamente que surge entoda su valencia negativa en la definición de la esencia de la mujer comoexperiencia de una íntima y constitutiva separación del sí de sí.

Esta dificultad (o decepción) nace de un significado malentendidode lo que hemos llamado esencia. En efecto, si la esencia es un contenidoinmóvil y fuera del tiempo, una verdad custodiada por la mente de Dios,un ser de siempre y para siempre, entonces la verdad no es ésta quehemos encontrado porque no es la que estábamos buscando. El deseo deuna esencia de tal género anima a veces los itinerarios de algunas inves-tigaciones de tipo histórico o antropológico: es el deseo de descubrir losrastros de un femenino “originario” que la historia ha derrotado y ocul-tado, a fin de que la mujer pueda volver a apropiarse después del oculta-miento, y no obstante el ocultamiento, de aquello que le había justamentepertenecido en el origen. Estas investigaciones son obviamente legíti-mas, y tienen además la utilidad de las representaciones utópicas parala construcción de una nueva imagen, y no obstante arriesgan dilatarnuestra necesidad de una teoría de autorreconocimiento en la lejanía deuna nostalgia dolorosa. Si es así legítima una arqueología que evoque einterprete la irrupción en la historia de un destino ya cumplido, no obs-tante ella no puede olvidar que el ser mujer es ahora este mismo destinoy necesariamente en él se experimenta y se piensa. Pensarnos en esaesencia que ha sido cancelada, más que imposible en cuanto el pensa-

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miento mismo se estructura sobre las categorías de la cancelación, signi-fica también la cancelación voluntaria de nuestro ser, aquí y ahora, unadiferencia sexual que se piensa: en la representación de una esenciaperdida podemos lamentarnos, no reencontrarnos.

El pensamiento de la diferencia sexual no puede ser sino el pensar-se, aquí y ahora, de un ser viviente histórico sexuado en femenino. Ladefinición de la esencia de la mujer es real sólo si yo, mujer, reconozco enella mi expresarme como soy y no como habría podido ser en un impro-bable día ya pasado. Si tal autorreconocimiento no se produce, una vezmás se reproduce la separación entre interior y exterior y, al reproducir-se, una vez más la separación misma se muestra como el expresarmeesencial.

La esencia que estamos buscando es entonces la esencia históricade un sujeto real que desea comprenderse a partir de sí. Hay en tal esfuer-zo de autocomprensión un aspecto activo que está ligado a la decisiónde la mujer de producir justamente la representación del propio ser comosujeto, y hay también un aspecto por así decirlo pasivo, que consiste enla confianza de escucharse buscando el propio valor no entre las repre-sentaciones que “valen” en un lenguaje que le resulta extraño, sino en elacogerse como ella es, cargada de un destino y aún no feliz. Aunquepueda parecer recargada de miseria, la esencia que de este modo se en-cuentra mediante el autointerrogatorio de la mujer en torno de su “¿quésoy?”, es mil veces mejor que un remedo de aquellas luminosas suertesdel sujeto masculino, que por años la han relegado a la oscuridad, nu-triéndose de esa tiniebla.

La esencia hallada en el pensarse es entonces la experiencia de laseparación. Y entonces de inmediato se asoma el deseo: esta separacióndebe ser colmada. Y es un deseo prepotente, pero tal vez en esa prepoten-cia, ciego respeto por el logro ya obtenido: la experiencia de la separa-ción no más muda, sino llegada a la palabra, y por ende conceptualizada,representada, no está separada del sujeto que la piensa pensándose, quela conceptualiza y la representa. En este pensamiento la pensante sereconoce. Ella es en acto su pensamiento de sí.

4. La Otra/otra

¿Qué hay entonces de aquellas categorías masculinas que estructurabanel pensar e impedían a la diferencia sexual impensada que se pensara?

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¿Cómo ha podido una hablante decirse, a partir de lo específico de susexuación, en un lenguaje fundado sobre la neutralización del sentidode esta especificidad? Y bien, ha podido decirse, no por milagro, o porhaber descubierto una zona aún intacta del lenguaje, sino por haberreconocido como su específico la cancelación de su especificado.

El lenguaje ha universalizado la especificidad del hablante mascu-lino y, al hacerlo, se ha propuesto como un neutro comprensivo tambiéndel otro sexo. Pero el otro sexo, así como no ha entrado en el procesológico de esta universalización, igualmente en ella ha quedado y se haconservado como ajeno. En la dinámica del mismo por medio del mismo,el sexo masculino ha pensado a la otra como especificándose en femeni-no de ese neutro universal que él mismo es.

Pero la otra siguió siendo la Otra.El lenguaje conceptualmente puede cancelar la diferencia sexual,

pero no puede eliminar la presencia de su simple ser. De hecho, la dife-rencia sexual femenina no es la especificación de un monstruoso neutro-masculino. La teoría dice a menudo: ¡tanto peor para los hechos! Y, enefecto, así es como sucede. No deseamos remitirnos aquí a la biología,aun cuando justamente de la biología esperamos discursos sobre la dife-rencia sexual.

En cambio, aquí hemos venido a tocar un punto sensibilísimo parael pensamiento femenino, un punto que en general es denominado como“residuo”. En los discursos entre mujeres este término anuncia frecuen-temente la irrupción de una producción lingüística afanosa y feliz a lavez, el abrirse de un imaginario que urge y satisface momentáneamenteel deseo de autorrepresentación. Aquí deseamos intentar un análisis quedé razón de los extraordinarios efectos de la palabra “residuo” y al mis-mo tiempo llegue a su conceptualización en el ámbito de una teoría de ladiferencia sexual.

Decíamos entonces que la otra del discurso no puede impedir quela Otra esté, cada vez y en cada mujer, como una presencia si bien impen-sada. Esta Otra es entonces, por lo menos, un cuerpo sexuado así y no deotra manera, pero un cuerpo pensante: en efecto, el ser existente queocurre que está sexuado en femenino y es pensante es de hecho un serentero, un ser viviente individual. No hacen falta investigaciones ar-queológicas para hallar a esta Otra aquí nombrada: cada una de noso-tras es una viviente, pensante, sexuada en femenino; sólo que, cuandonos pensamos, el ser viviente entero que somos nosotras se quiebra: nues-

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tro pensamiento se estructura según categorías que hacen impensada ladiferencia sexual en su originalidad (en su ser desde el inicio, así y no deotra manera en el ser viviente entero mujer) y la reducen en cambio adiferencia secundaria (la otra) a partir y dentro de una representación denosotras como ser entero que, muy problemáticamente, debería corres-ponder más o menos a “Hombre neutro + (-) sexuación femenina”.

Por lo tanto, la mujer es portadora de una doble otredad: ella es laotra asimilada en el lenguaje (yo, sujeto universal hablante, que se espe-cifica en varón y mujer, cada uno de los cuales es el otro del otro, los doscomprendidos —¡previstos!— por el yo), ella es también la Otra, unaexistente a cuya entereza pertenenece constitutivamente la diferenciasexual, que el proceso de universalización del varón no ha contempladocomo tal, pero que no obstante ha “materialmente” sobrevividoreproponiéndose como presencia que se ofrece a una atribución de senti-do por parte del pensamiento. Aunque tal ofrecerse por siglos se ha reno-vado como testimonio de la perdurable ceguera de lenguaje respecto deella.

En efecto, en su proceso de universalización, el Otro (ese evidentevarón a cuya entereza es igualmente inherente el diferir) se encuentra enel otro como el mismo, coincide, connaturalizándose a tal punto en eseencuentro que no puede interrogarse más sobre su ser el Otro. Así, ladiferencia sexual masculina, en el acto de celebrarse como universal, sepierde: queda como un presupuesto no indagado que se satisface en losfastos de su absolutización.

En este mismo proceso de absolutización, la Otra, por el contrario,no puede reencontrarse porque nunca ha estado y se halla solamentecomo la otra. Se encuentra pero no se reencuentra. Ella es la Otra que sepiensa como la otra, y en ese pensarse experimenta esa separación de laotra de la Otra, que es precisamente la condición de ajeno del pensa-miento mismo de la Otra. Alienación que en una pensante, que es en síOtra-otra, se manifiesta como separación, en el Sí, del Sí por sí.

El milagro de obligar al lenguaje a decir a aquella que no dice, es asímás bien el nombrar la alienación que el lenguaje mismo produce obli-gando a la Otra a decirse corno la otra.

Irrepresentada e irrepresentable en el lenguaje extranjero, la Otra seha pensado como la otra conservándose como presencia que se ofrece aun pensamiento ciego, como presencia muda, muda no porque no tuvie-ra palabra, sino porque la palabra la transformaba en la otra separándo-

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la de sí misma y obligándola a consistir en esta separación. Entonces talvez sea aquí que se oculta la extraordinaria fascinación que la palabraresiduo provoca sobre nosotras: el residuo no es tanto un escondrijoincontaminado de nuestro ser que se sustrajo, tercamente o por divinasuerte, al lenguaje masculino, sino la ineliminable presencia de una en-tereza obligada a autorrepresentarse en su mutilación.

Al decirse en la experiencia de la separación ahora la Otra puedeasomarse en una representación que la comprende. En efecto, la separa-ción nombra a la Otra como uno de los dos términos que a la vez coexis-ten separados. No hay en la historia, porque no existe en la actualexperimentación de la diferencia sexual femenina, una representaciónque restituya, en un pensarse libre y puro, la Otra a sí misma sin que ellapase a través de la otra. Es la Otra que se experimenta como Otra-otra laque aquí se representa. Su representación, si verdaderamente desea sersuya, no puede sino restituirle lo que ella es. Pero en esta restitución, porla cual la mujer se representa como separada en sí, la mujer misma coin-cide en su representación.

La originalidad de la diferencia sexual viene a aclarar aquí su sig-nificado: no es una originalidad abstracta, captable fuera de la historia,como si aquí y ahora yo pudiese decidirme a pensarme como la Otraprescindiendo de mi intrascendible ser un aquí y un ahora. La Otra, quetambién soy yo, se me hace presente en mi actual experiencia de la sepa-ración. Al nombrar tal experiencia yo digo la originalidad de mi ser laOtra como lo que se ha conservado no obstante la cancelación y por endecomo lo que puede encontrar autorrepresentación sólo en la forma de suconservarse hasta acá.

5. Nuestro semejarnos

Ahora es necesario hacer una especificación metodológica. Se acaba dedecir que una representación pura y libre de la Otra que la restituya a símisma sin pasar por la otra, con la cual ella consiste en la separación, noes posible. Para retomar una figura explicitada un poco antes, ello equi-valdría a poder hablar, inmediata y felizmente, en la lengua faltante,prescindiendo de su existir, como desde siempre ya traducida, en la len-gua extranjera. O más simplemente: ignorando que una lengua es faltantejustamente porque falta.

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Hasta acá se ha privilegiado una vía “realista” de investigación, osea una vía sin duda fatigosa y desprovista de arcos triunfales, mediantela cual la mujer puede llegar a comprender qué es y por qué es así comoes, y no qué desearía ser. Una vía de conocimiento y no de puro proyecto.Y eso, por una parte, para evitar saltos hacia adelante, en el vacío, quearriesgan chocar contra un pleno de representaciones masculinas, sim-plemente imaginadas, pero no concretamente dejadas atrás, y por otrolado, para conocer mejor la clave de una lógica que prevé como impensa-da la diferencia sexual, lógica con la cual la diferencia misma debe en-tonces hacer las cuentas si desea pensarse y “salir”.

El problema está justamente en la salida: no se sale de un pensa-miento simplemente pensando en salir, al menos hasta que ese pensa-miento de la salida se estructura mediante las mismas categorías delpensamiento del cual desea salir. Entonces hay necesidad de un espaciode transición, justamente afrontar la fatiga de analizar, descomponer,recombinar esas categorías para hallar por medio de ellas y, necesaria-mente, a partir de ellas, más que una salida mágica, una claraboya estre-cha. Sólo un inicio todavía colmado de estrecheces mortificantes.

Pero justamente un inicio. Sobre éste es entonces menos riesgoso (yfrustrante) recoger acá y allá, con las cautelas lógicas del caso, las posi-bilidades de un proyecto, las posibilidades para construir un desear ser.Aquí pueden entrar, con toda su carga positiva, las investigaciones ar-queológicas que han sido mencionadas: desde el punto de vista ahoraalcanzado no se mide tanto según la precisión documental (¿hubo o no,históricamente, un matriarcado?) sino según su capacidad de funcionarcomo imágenes proyectuales, donde lo perdido es lo que aún se deseaencontrar. Y no sólo las investigaciones arqueológicas en sentido estric-to, sino también todas aquellas en grado de proporcionar a la mujer unsimbólico de fuerte valencia autorrepresentativa: imágenes en las cualesla diferencia sexual se haga visible a la Otra que en ellas se mira.

Entre todas estas disciplinas la filosofía tal vez sea la más lenta,justamente por su medirse con las categorías lógicas por las cuales lasparedes de la claraboya de salida se hacen más estrechas. A las discipli-nas en condiciones de crear imágenes, ella puede proporcionar útilmen-te una investigación en torno del estatuto de la imagen no separada de lafenomenología de su presentación en el ámbito del pensamiento occi-dental.

En esta perspectiva, la investigación que ahora nos interesa es aque-lla de la semejanza fundada en la imagen.

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El ser semejantes entre sí de todas las criaturas humanas, aquellasemejanza sobre la cual se basa la ética de la compasión, se funda en ellibro del Génesis en la semejanza de la criatura humana a Dios. Leemos:“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme anuestra semejanza... Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen deDios lo creó; varón y hembra los creó” (I, 26, 27). Pero es sabido cómo estepasaje, que sugiere la contemporánea creación del hombre y de la mujer,ambos semejantes en imagen a Dios, poco después es contradicho por laafirmación de que el hombre estaba solo: “No es bueno que el hombreesté solo; le haré ayuda idónea para él” (2, 18). Con tal fin crea, a decirverdad por segunda vez, los animales, “Mas para Adán no se halló ayu-da idónea para él. Entonces Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán,y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en sulugar. Y de la costilla que Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y latrajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesosy carne de mi carne; ésta será llamada mujer porque del varón fue toma-da” (2, 20-23).4

Esta contradicción es de suma importancia. En la primera hipótesistenemos en efecto la creación de dos sexos en la diferencia que funda laposibilidad de dos niveles de semejanza: tanto el hombre como la mujerson semejantes a Dios y su imagen, por lo tanto, en la remisión de laimagen a aquello de lo que es imagen, o sea, a Dios, también son semejan-tes uno a la otra aun siendo diferentes. Este es el primer nivel de semejan-za, fundada en un hecho trascendente que “contiene” ambos sexos, vistoque cada uno de los dos es su imagen. El segundo nivel de semejanza esaquel fundado sobre la diferencia originaria de dos criaturas sexuadas:por ella las mujeres son semejantes a Eva, y los hombres a Adán. Estenivel de semejanza es segundo porque depende del primero, pero estan-

4 En el texto griego de Génesis I, 26,27, encontramos por “semejanza” eltérmino homoiosis, repetido en el pasaje segundo (Gen. 2, 21) donde semejante eshomoios. En Gen. 2, 18, se tiene en griego la expresión kat’auton que indica más bien elconcepto de relación y de correspondencia. Ello es confirmado por el texto hebreo, enel cual hallamos en Gen. I, 26-27 el término ánzzot, y en Gen. 2, 18 el término neged,el cual indica en el uso más antiguo el concepto de contraparte y también de corres-pondencia. Parece así que se puede hallar una confirmación en el plano lexical deestos dos significados diferentes del semejar, donde el segundo es un semejar de lamujer al hombre por correspondencia derivada.

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do ya contenido en el primero: en efecto, la diferencia que permite unasemejanza en ella de las criaturas sexuadas diferentemente está ya pre-sente en Dios, donde corresponden en imagen. Según este pasaje delGénesis, en suma, la diferencia sexual se funda originalmente en lo tras-cendente, es un dual original donde cada uno de los dos sexos se aseme-ja a Dios y por lo tanto ninguno de los dos sexos se asimila al otro a partirde sí fundando la semejanza del otro a sí en esta asimilación.

El segundo pasaje del Génesis tiene en cambio un significado total-mente diferente, no sólo la mujer es semejante al hombre en tanto extraí-da de su carne y por ende derivada en segundo grado de aquel semejarsea Dios que el hombre conserva, sino que el hombre también le da el nom-bre, así como ya había nombrado a los animales, demostrando en talnominación la excelencia de su semejanza a Dios, o sea, la posesión de lapalabra dominante como imagen del verbo creador. También la mujer,tomada del hombre, tendrá la palabra, pero no nominante, palabrarepetitiva de aquellos nombres impuestos por el hombre: “Jehová Diosformó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, ylas trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo queAdán llamó a los animales vivientes, ése es su nombre” (2, 19).

En la tradición cristiana, la versión bíblica más frecuentemente ci-tada es la segunda: la primera aparece en Mateo (19, 4) mientras la se-gunda aparece en Pablo (I Corintios 11, 8-12), el que destaca que la mujerfue creada por el hombre y entonces para el hombre, y en Agustín (De Civ.Dei, XII, 21) para el cual es fundamental que el hombre haya sido creado“ununt ac singuluni” contrariamente a los animales.5

La mayor utilización del pasaje del Antiguo Testamento que prevéa la mujer sin imagen en lo trascendente se ve por otra parte confirmada

5 Utilizo una nota, y su material de citación, compilada por Hannah Arendt,Vita activa, Bompiani, Milán, 1964, p. 354, la cual agrega, en referencia a los dospasajes bíblicos, que su “diferencia indica mucho más que una diversa evaluaciónde la importancia de la mujer”: éste se refiere mucho más a la conexión fe-acción yfe-salvación. Esta anotación, por otra parte, está en armonía con el estilo neutro deinvestigación presente en el volumen: por ejemplo, el problema del poder despóticodel patrón de casa sobre mujeres y esclavos es considerado digno de profundizaciónen referencia a los esclavos pero no a las mujeres. La lógica del pensamiento neutroque se evidencia así en el volumen es tanto más significativa cuanto más se vehiculaen una pensadora cuya calidad es, por unánime reconocimiento de los dedicados alos trabajos, en verdad excelente.

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en la representación del Nuevo Testamento de la encarnación de lo divi-no: Jesucristo es hombre. Dios se encarna en el cuerpo masculino como elHijo. Que tal encarnación redima en la Cruz no sólo a los hombres sinotambién a las mujeres es la confirmación de un principio que ya se mani-festó en la lógica de la creación de la mujer como semejante al hombre. Sien efecto es el hombre el que transmite a la mujer su propia semejanza aDios, la encarnación de lo divino en el hombre estará en condiciones detransmitir su valor de salvación también a la mujer que ha sido creadacomo su semejante.

En otras palabras: tanto el segundo pasaje del Génesis como el mis-terio de la encarnación contemplan una correspondencia de imagen en-tre el hombre y Dios. Como es del todo absurdo pensar que Dios hayadeseado encarnarse en un cuerpo masculino antes que en un cuerpofemenino eligiendo al azar o por capricho, conviene en cambio interro-garse sobre el significado de tal elección. Y justamente tal elección tiene,para los humanos que decidan interrogarse sobre la misma, razonescoherentes rastreables en la lectura del segundo pasaje del Génesis. En élel hombre, “unum ac singulum” como observa Agustín, es la más alta delas criaturas hechas por Dios a su imagen y semejanza, y como Dios creaa la mujer semejante al hombre (y nombrada por el hombre) también a lamujer se extiende, como imagen de la imagen, esa semejanza fundada,para el hombre, en lo divino. El referente directo de la mujer, por su seruna semejante entre los miembros del género humano, es el hombre, noDios. El hombre como medio de Dios y hacia Dios. La encarnación deDios en el hombre redime por lo tanto al hombre inmediatamente y a lamujer mediatamente. Mujer que está diferentemente sexuada de aquelcuerpo que sangra en la Cruz, y sin embargo semejante a él a partir de él,porque así Dios quiso crearla.6

También aquí, como ya se ha notado para el pensamiento filosófico,la valencia universal de la figura masculina paga su escote. Mientras enel dual originario del primer pasaje del Génesis la diferencia sexual apa-rece en sus dos imágenes igualmente semejantes a Dios, siendo antesbien el núcleo lógico de ese dual, y por lo tanto es visible en tanto concep-tualmente significante, en el segundo pasaje en cambio la diferencia

6 Cf. Luisa Muraro, Guglielma e Maifreda, Storia de una eresia femminista, LaTartaruga, Milán, 1985, pp. 138 y ss.

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sexual no aparece al comienzo, es conceptualmente inexistente, y apare-ce sólo en un momento sucesivo, no remitida a Dios en su semejarlo, sinoremitida al hombre que tiene necesidad de una criatura semejante a él y,en esta apariencia secundaria, es hecha conceptualmente insignificanteen relación con lo trascendente, además de “tendencialmente” invisible.

En el segundo pasaje, cuando el hombre está solo, no hay ningúnotro sexo del cual el hombre pueda diferir. Al no haber, ella es por fuerzaimpensable, invisible. La diferencia sexual se hace visible cuando Diosplasma una criatura semejante pero diversamente sexuada; pero la dife-rencia sexual misma, en esta fase secundaria, es insignificante para laeconomía de la imagen de lo divino, o mejor significante por su revela-ción de que aquella imagen, o sea el hombre, que no aparecía sexuada, encambio estaba sexuada en masculino.

A la imagen originaria (masculina) de lo divino le sucede entoncesalgo extraordinario: ella es a la vez no portadora de la diferencia sexualy portadora de la diferencia sexual en masculino; pero lo extraordinariomismo puede explicarse lógicamente como la capacidad de la sexuaciónmasculina de ser invisible en la imagen de lo divino y visible en cambioen relación con la sexuación femenina: ello refuerza su capacidad devaler para lo universal. Aun cuando se trata, de nuevo y también aquí, deun universal ambiguo y sustancialmente monstruoso: un ser ya sexuado(pero aún invisible) que se muestra tan sólo en un segundo tiempo, en suconfrontabilidad por diferencia, con la otra criatura “derivada” de él.

Los efectos de tal invisibilidad se encuentran nuevamente en elmisterio de la encarnación: Jesucristo es hombre, y por ende está obvia-mente sexuado en masculino. El solo hecho de concentrar nuestro pen-samiento en el sexo de Cristo, sin embargo, es un acto obsceno paranuestra cultura: el sexo del Hijo de la Cruz es de hecho invisible paraesta cultura, el mismo se sustrae a la vista no tanto por un pudor “natu-ral” colmo por el hecho de que está conceptualmente no representado. Elcuerpo de Cristo es un cuerpo de hombre, pero sobre la Cruz es el símbo-lo de una encarnación conceptualmente neutra en tanto universal en suefecto de redención para hombres y mujeres.

La valencia de los fines de un autorreconocimiento de las criaturases naturalmente diferente para los hombres y para las mujeres: mientraspara el cristiano tal reconocimiento es inmediato, en cuanto es un seme-jante, semejante en Dios y Dios él mismo que es viviente imagen de estasemejanza, aquel que está sufriendo en la Cruz, para la cristiana en cam-

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bio el autorreconocimiento pasa por la mediación del sufrimiento. En lasexperiencias místicas femeninas hay una viva identificación de la mujercon el cuerpo sufriente de este hombre diferente de los otros hombres,hombre inerme, objeto de violencia física y, a causa de ello exaltado,elevado sobre la Cruz. Los sufrimientos físicos del crucificado están asípresentes en todas las místicas, pequeñas o grandes, hasta Virgina Ma-ría de Leyva, la monja de Monza, y hasta las pobres mujeres de puebloque el viernes Santo desfilan en la ceremonia del beso de la cruz. Por lotanto, si desde un punto de vista lógico el reconocerse de la mujer en elcuerpo del hombre que sufre en la cruz parece requerir por parte de ellauna denegación de la especificidad del propio cuerpo, por otra parte elsufrimiento de ese cuerpo atormentado establece una identificación en-tre ese sufrimento y el sufrimiento de ella, de modo que tal denegación dela especificidad de su cuerpo se realiza de verdad en la cristiana, pero entanto fuertemente sufrida y sólo sufrida esta pasión liga a la mujer a lapasión del crucifijo.

Obviamente esta identificación de la cristiana en la pasión es tantomás fácil cuanto más ella no se piensa en la diferencia sexual, consig-nándose a esa denegación de la especificidad del propio cuerpo a la cualha sido históricamente obligada por una cultura que prevé justamenteimpensable la diferencia sexual. Pero si la cristiana piensa la diferenciasexual, resulta que en lugar del autorreconocimiento aparece el proble-ma de una redención incompleta consiguiente a una encarnación de lodivino realizada en la parcialidad y la finitud del cuerpo sexuado mas-culino, problema central de la herejía guglielmita.7

7 Me remito nuevamente al excelente trabajo de Luisa Muraro, Guglielma eMaifreda, cit. En él se demuestra cómo la herejía guglielmita, en su principio oUrsache que es Guglielma, nace del pensamiento de que la encarnación de Dios en elhombre Jesucristo fue encarnación en la diferencia sexual, encarnación verdadera-mente humana en la parcialidad sexuada, que ordena entonces pensar la encarna-ción en el sexo femenino, según Guglielma (probablemente) realizada en cada mujer,según sus seguidores en ella personalmente. La monstruosidad de un hombre neu-tro (Jesucristo que encarna a la humanidad toda, siendo solamente hombre) salió dela mente masculina. En el pensamiento guglielmita, Dios sabe la diferencia sexual yno produce monstruos; su encarnación es de la diferencia sexual y sólo de esta formase salvará toda la humanidad. Los guglielmitas afirmaban que los no cristianosserán salvados gracias a Guglielma: la no reconocida parcialidad de la encarnacióndivina en Jesucristo era entonces para ellos la causa por la cual muchos quedabanfuera de la Iglesia.

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Por este breve análisis realizado en el campo de la teología pode-mos afirmar, o sea confirmar, que la imagen de la esencia de la mujer,aquella que representa para la mujer su ser ante todo así y no de otramanera, no halla fundamento en el discurso en torno de la trascenden-cia, o bien halla excelente fundamento en aquel concepto de originaldual del hombre y de la mujer igualmente semejantes a Dios en su dife-rencia sexual que, no por azar, la tradición ha descuidado.

Ahora es necesario, por un lado, y esta es tarea de las estudiosas dela teología, repensar ese pasaje bíblico en torno del dual original en susposibilidades inexpresadas, y por el otro, y en todo caso, pensar unaimagen donde nuestro decirnos semejantes halle fundamento en noso-tras, y no en el otro.

6. Nuestro diferir

Como ya se ha visto, nuestro decirnos semejantes halla una representa-ción sólo en negativo.

El semejar a las otras de toda criatura humana tiene un doble signi-ficado relativo a un distinto referente: otro es el ser semejante de la criatu-ra en referencia a la especie humana, otro es su ser semejante a las criaturassignadas por la misma diferencia sexual.

El primer tipo de semejanza, según la versión bíblica más utilizada,y en último análisis, según la cultura occidental en general, se funda enla semejanza a Dios del hombre transmitida a la mujer por la semejanzade ella al hombre. Hay en suma, un concepto de humanidad representa-do por la figura “hombre imagen de Dios” que se extiende a la mujer encuanto creada a semejanza de la figura misma. Si pasamos del ámbitoteológico al filosófico, el esquema se repite: es “el viviente que tiene ellenguaje”, o sea el hombre, el que diseña el concepto de lo humano, ycomo la mujer utiliza tal lenguaje, también ella es humana, una semejan-te dentro de la especie humana.

El segundo tipo de semejanza, aquel entre criaturas sexuadas en lamisma diferencia, plantea problemas mayores, al menos para las muje-res. Mientras para el hombre el decirse semejante de cualquier otro hom-bre se apoya en las mismas representaciones bíblicas o filosóficas antescitadas, la falta de una fundación “en positivo” de la diferencia sexualen femenino crea para las mujeres una dificultad para hallar el parámetrode su decirse semejantes. Hay, en efecto, un parámetro fundado “en ne-

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gativo”: las mujeres fundan el semejarse unas en otras en la semejanzade la primera mujer al primer hombre, pero es un parámetro sólo enapariencia utilizable, pues la semejanza de la primera mujer al primerhombre se apoya por completo en el primer hombre, o sea en la criaturaque está sexuada de modo opuesto respecto de aquellas que están obli-gadas a recurrir a ella para su semejanza.

El discurso parecería fácilmente solucionable con la simple deci-sión de introducir un hecho empírico: la sexuación es un hecho empíri-co, y por lo tanto pueden decirse semejantes todas las mujeressimplemente en cuanto están igualmente sexuadas. Pero los hechos, comomeros hechos, a la filosofía le dicen muy poco y, en general, no le dicennada si no se elevan a lo simbólico.

Yo puedo fácilmente decirme semejante a mi madre, a una amiga, atodas las mujeres, en tanto estoy sexuada como ellas, pero este decirmesemejante parece más regirse sobre la constatación que sobre contenidosde pensamiento. Puedo, es cierto, elevarme del mero plano de la consta-tación diciendo que comparto con ellas un destino común ligado a nues-tro sexo, pero los contenidos así hallados se convierten más bien en unproblema: ¿no se apoya tal vez este mismo destino en el frustrado pensa-miento de aquella diferencia sexual que se encuentra a él ligada? Enton-ces somos todas nosotras en verdad semejantes al llevar con nosotras(ser) como impensada aquella diferencia sexual que funda nuestra seme-janza. En otros términos, una vez más, la diferencia sexual que “lleva-mos con nosotras” es empíricamente una inmediatez no elevada a losimbólico, es una presencia que se ofrece sobre el umbral de la palabra.

La experiencia de la separación que hemos definido como esenciade la diferencia sexual femenina es entonces un primer paso hacia laconstrucción de un simbólico que pueda dar representación al funda-mento de nuestro ser semejantes. Un primer paso solamente, la indica-ción de un progreso que no sea un vagar. Una palabra inicial para undiscurso que contemple a la mujer como sujeto: el primer paso más alláde su palabra. Este discurso, la casa del lenguaje de la mujer, no tienedirecciones obligadas o, al menos, tiene direcciones aún no perfectamen-te rastreables a partir de aquí, de este pobre inicio, pero podemos preverdesde ahora que deberá, tarde o temprano, cimentarse con la cuestión dela maternidad, a pesar de nuestro frecuente deseo de reticencia.

No obstante, por ahora es útil sondear hasta el fondo las posibilida-des que viene a abrir el discurso conducido hasta acá. Entre éstas es fun-

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damental destacar que nuestro poder decirnos semejantes funda igual-mente la posibilidad de nombrar correctamente nuestro recíproco diferir.

El pensamiento de la diferencia sexual puede traducirse pernicio-samente en la teoría de una vertiente absoluta que confina la extensiónde la opaca laguna de la igualdad: en la diferencia sexual, que signanuestro ser como un diferir de los hombres, no más diferencia alguna yde ningún género, sino todas iguales. Así, la diferencia sexual haría denosotras no tanto semejantes, sino indiferentes. Ella precisa en cambio lalógica de un diferir diferente.

La falta del pensamiento de la diferencia sexual despliega en efectola posibilidad de un solo tipo de diferir: en tanto soy una semejantedentro del género humano es respecto de la totalidad de éste que debomedir mi diferir. Seré así más inteligente que Felipe y menos creativa queCatalina, sin que mi diferir de Felipe y de Catalina sea de tipo diferente.Con base en el pensamiento de la diferencia sexual, sin embargo, difierode Felipe esencialmente y tan esencialmente soy igual a Catalina. Igualpor esencia a Catalina, pero no igual por inteligencia, carácter, experien-cia personal, etcétera. Estas diferencias signan un diferir mío de Catali-na que es del todo diferente de mi diferir esencial de Felipe.

Por obra de tal diferir esencial, que es al mismo tiempo mi esencialser igual a toda otra mujer, también el diferir por características indivi-duales, que parecía antes indistinguible en su remitirse a uno o al otrosexo, puede ser ahora revisado: por definición es inesencial, pero asumeun significado diferente según el sexo respecto del cual se verifica. Entremujer y hombre es un diferir inesencial dentro de un diferir esencial demodo que significa bien poco, visto que el diferir esencial entre mujer yhombre torna superfluo el sentido de todo otro diferir. Entre mujer ymujer es un diferir inesencial dentro de una igualdad esencial, de modoque asume el significado de un despliegue de diferencias determinadasque se basan en una común esencia que hace de las dos mujeres, justa-mente, semejantes.

Entonces es necesario captar el significado conceptual que distin-gue el ser semejantes del ser iguales. El ser iguales se refiere por esenciaa nuestro común ser mujeres, es decir, responde a esa crucial pregunta“¿qué soy yo?”, la cual se mostraba necesariamente enraizada en el “antetodo en cuanto mujer”. En esta pregunta el yo no es neutro, ni siquiera unabstracto. El yo que aquí se interroga sobre la propia esencia es unaindividua, cargada de su insuprimible singularidad, que no puede sim-

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plemente coincidir con esta esencia, sino que desea comprender su sin-gularidad a partir de esta esencia que le sirve de fundamento. Tal funda-mento, definiendo el ser mujer de cada mujer, es igual para cada mujer,pero como cada mujer es esta mujer singular, el fundamento igual serevela siempre y necesariamente encarnado en infinitas existentes sin-gulares, las cuales por ello se asemejan, pero no por ello coinciden comola monótona replicación de una matriz que no admite variantes. El seme-jante signa una tensión entre un igual y un diferir, y si se resuelve total-mente en uno o en otro, se disuelve. El semejarse es así estructuralmenteel medio que mantiene juntos el igual y el diferir y da a cada uno de ellosun significado que es tan sólo en esta relación. Fuera de esta relaciónconcreta, el igual es un abstracto y el diferir es un indeterminado.

El “mito” de la igualdad entre las mujeres se revela así como unaabsolutización del fundamento de su semejarse y establece la posibili-dad de muchos riesgos. El riesgo mayor se torna evidente en el planopolítico, donde los términos igualdad y diferencia referidos al problemadel poder asumen un significado inmediatamente cargado de consecuen-cias: las dotes particulares de algunas son mortificadas o reprimidas, nosólo por una dinámica de grupo, sino también por autocensura. El otroriesgo es que la diferencia sexual, que nos haría a todas perfectamenteiguales, se convierta en un muro más allá del cual sobreviven las diferen-cias inesenciales; inesenciales justamente, pero las únicas que no es ne-cesario negar, de modo que el determinado diferir propio de cadaindividua termina por medirse, y por ende por significar algo, sólo res-pecto del otro sexo. El tercer riesgo, tal vez filosóficamente el más perni-cioso, es el que se enraiza en el mismo concepto de igualdad abstracta: eligual que no admite diferencias no deja espacio a la mediación. Sólo elsemejarse, como tensión entre el ser iguales y sin embargo diferentes,hace posible el autorreconocimiento de una que es un pasar a través dela otra para captarse como diferencia de la esencia común, a fin de quesean salvaguardados, pero no absolutizados, los dos lados del diferir ydel ser iguales en la categoría mediadora del semejarse.

El pensamiento de la diferencia sexual se revela entonces funda-mental no sólo para la representación de una esencia que funde lógica-mente nuestro semejarnos, sino también para indicarnos la dirección deuna teoría que no reemplace por una jaula nueva las viejas jaulas. Enotros términos, lo simbólico que estamos buscando no es una bella ima-gen con cuya fijeza cada una de nosotras deba coincidir perfectamenteen su reflejo individual, sino una imagen que restituya a cada una su

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esencia, pero devolviéndole la riqueza de su individualidad, de modoque cada mujer se conozca en la imagen, reconociéndose.

7. Casi una conclusión

Aquí, donde nuestro intento de pensar la diferencia sexual ha podidohallar un fácil inicio, no hay espacio teórico para una conclusión. Peroexiste tal vez la posibilidad de entrever las vías posibles de un futurodesarrollo de este pensamiento que ahora sólo está en su comienzo. Laconclusión temporal es así más bien un paciente recoger esos nudosteóricos que se han venido devanando en el discurso del inicio.

Entre estos, la necesidad de lo dual.La filosofía se interroga sobre el original pero, justamente porque se

interroga sobre él, no lo constituye sino que lo encuentra y trata de descu-brir su sentido. Tal original es por tanto un ser ya, una presencia que seofrece a una atribución de sentido por parte del pensamiento, a fin deque el pensamiento pueda decir qué es ser ya. Tarea secundaria, enton-ces, casi ancilaria la del pensamiento, y sin embargo tan poderosa en supoder decidir la esencia de lo que a él se ofrece en su simple presencia, yentrega todo su destino al acto indefenso de ese ofrecerse. Ya presenteestá así el mundo, en la infinita multiplicidad y variedad de su ofrecerse,y en el mundo, mundo ella misma, la criatura pensante, una presenciapresupuesta a su pensarse, que se ofrece a la potencia de su pensamien-to: ella es lo que el pensamiento decide que ella sea. Pero ella es ante todo,desde siempre y para siempre, este simple ser ya. Un original factual, ensu acepción mínima, un original ofrecerse al propio sentido, en su acep-ción máxima.

Ese original ser ya de la criatura humana tiene en sí precisas conno-taciones, y es en la totalidad de ellas que se ofrece al propio sentido: ellaes viviente, mortal, sexuada, pensante. El pensamiento decide, por ejem-plo, sobre la más dolorosa de estas connotaciones, la muerte; dice qué esy llega incluso a transfigurar su presencia en el concepto de inmortali-dad del alma, pero justamente a partir de esta presencia, del ser necesa-riamente ya desde siempre mortal de la criatura humana, así y no de otramanera. Una muerte impensada permanecería justamente como una sim-ple presencia, un morir repentino e inesperado, cada vez experimentan-do singularmente en asombrado silencio. ¡Pero eso no es posible! Cierto,es un absurdo.

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¿Por qué? Porque la muerte es visible. Es una presencia que conti-nuamente se ofrece a los ojos y por lo tanto se consigna a una interroga-ción sobre su propio sentido. Otro tanto la vida y el lenguaje. En efecto,los griegos dijeron: “el hombre es un ser viviente que tiene el lenguaje”, yen el término viviente estaba comprendido menos dolorosamente tam-bién el morir, ese morir que como protagonista resonaba en su más anti-gua denominación de los humanos, “los mortales”.

¿Por qué no la diferencia sexual entonces? ¿No pertenece a la pre-sencia que se ofrece de la criatura humana el ser ya desde siempre sexuadaen la diferencia así y no de otra manera?

Tal vez porque el pensamiento es verdaderamente potente, a talpunto de negar la visibilidad a esa presencia que se le ofrece constituti-vamente sin defensa y por lo tanto admite que entre los posibles sentidosatribuibles a ella esté también el de la propia cancelación.

Así ha sucedido que a la presencia que se ofrece de la diferenciasexual el pensamiento no le ha atribuido ningún sentido: la ceguera haproducido su invisibilidad. Las criaturas humanas estaban y están to-davía, allá: la presencia original, que se renueva en cada individuo queaparece, que se connota como viviente, mortal, sexuada, pensante, unapresencia que como entero se ofrece a la definición del “¿qué es?”, y cadavez resuena en esta definición como un entero mutilado, o mejor comoun monstruo neutro sexuado en masculino.

La presencia se ofrece en la diferencia sexual, ella repite incansa-blemente en su ser ya “yo somos dos: o uno u otra”, pero en el mejor delos casos, el pensamiento le responde “tú eres un género, y como géneroneutro te defino, luego también admito que te especifiques en uno o enotra”. Así la presencia original en el entero de su sexuación no tienesentido para el propio ser, en tanto entero, un sexuado de la diferencia, ouno u otra es uno por esencia, una esencia; una esencia que no contem-pla el dos, aunque admite (constata) vehicularse, por un astuto mecanis-mo reproductivo, en uno o en otra según la fortuna.

El dual original de la criatura humana no es por tanto un hallazgo,no del todo nuevo, surgido de la fantasía, una especie de juego (hemosprobado con el uno, ahora probemos con el dos) sino la tentativa de darsentido a una presencia que no se cansa nunca de ofrecerse al pensa-miento.

El pensamiento de la diferencia sexual, al reconocer el dual originalcomo un presupuesto intrascendible, excluye una lógica de asimilación

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del Otro. Para el pensamiento femenino de la diferencia, el Otro es teóri-camente un no aún investigado, y probablemente un investigable sólo enlos modos permitidos por una lógica dual por ahora sólo prevista comocorrecta y necesaria, pero aún no desarrollada. Tal lógica se nos presen-ta no obstante desde ahora como conflictiva respecto de esa lógica deuno que ha sofocado su posibilidad histórica. Es un conflicto que no sedesarrolla a garrotazos (tal vez, no sé) sino que requiere antes bien unasuspensión de fe, una desconfianza del pensamiento, respecto del ente-ro castillo conceptual de la lógica del uno.

Nosotras las mujeres estamos por ahora dentro y no fuera de estecastillo: es entonces necesario afirmar también el arma de la autodescon-fianza. Ello significa no paralizarnos en la autocensura, y ni siquiera,por favor, paralizar a las otras al grito de “masculinista” o epítetos afi-nes. Significa en cambio desconfiar de la pretendida neutralidad dellenguaje, de su objetividad científica, y también de su belleza. A fin deque esta belleza de ser mujer no sea más el encanto de una criatura mudafrente a las palabras.

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El orden simbólico de la madre*

Luisa Muraro

Prefacio

Este libro presenta una investigación personal inspirada por unconcepto: el orden simbólico de la madre, pensado junto a otrasmujeres con quienes hago política y filosofía desde hace muchos

años, mujeres de la Librería de mujeres de Milán y de la comunidadfilosófica Diótima de la Universidad de Verona.

He tardado doce meses en escribirlo, de los cuales he necesitadocuatro para encontrar el punto de partida. Hallado éste, he escrito pasoa paso los pensamientos según me iban brotando, trabajosamente prime-ro y luego con ímpetu, interrumpida de vez en cuando por nuevas difi-cultades.

En el transcurso del trabajo he contado con la asistencia y a veces laguía de Piera Bosotti. Sin su lectura inteligente no siempre habría sabidohacia dónde me dirigía. Se lo agradezco de todo corazón.

Las notas no reflejan el progreso de la investigación pues han sidoredactadas una vez finalizada la obra. Según tengo por costumbre, con-tienen información bibliográfica, comentarios y también ampliaciones yenmiendas al texto principal.

Espero no haber escrito un libro inútil; escribirlo no lo ha sidopara mí.

10 de marzo de 1991

* Tomado del libro El orden simbólico de la madre, colección Cuadernosinacabados, Editorial horas y HORAS, Madrid, 1994.

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La distancia abismal

Durante años y años, desde que dejé de ser niña, he oído hablar a mialrededor del problema de una oposición entre necesidad infantil deaprobación y la obligación adulta de independencia de pensamiento,problema sobre el cual debo decir que nunca había reflexionado espe-cialmente y casi ni siquiera había querido escucharlo, hasta que un día,recientemente, me insurreccioné contra el lugar común de la indepen-dencia adulta, habiendo llegado a la conclusión contraria, como si du-rante años y años no hubiese hecho más que debatir esta cuestión. Y enun cierto sentido así ha sido.

No me insurreccioné externamente, pero puedo afirmar que desdeuna profundidad interior verdaderamente resurgió el pensamiento deque, en primer lugar, no quiero la independencia adulta del pensamien-to ni de nada, porque más que ésta deseo la correspondencia entre el (mi)pensamiento y el (mi) ser, la única en la cual estoy bien y puedo decir,llegado el caso, yo y mío. En segundo lugar, que la correspondenciabuscada comienza para mí con el reconocimiento del sentimiento insu-perable de una dependencia que llevo dentro y con su aceptación a pesarde lo que suele enseñarse. Así, para acabar, me encuentro dando pruebade independencia de pensamiento y me encuentro inmersa en una com-binación nueva de dependencia e independencia, en la cual esta últimase refuerza con la aceptación de aquélla.

El fecundo entrelazamiento entre dependencia e independencia seha producido después de una búsqueda tan larga como mi vida, podríadecir, pero sin una maduración por mi parte. El sentimiento infantil dedependencia subsiste intacto en mí y, en general, no he tenido que hacerprogresos psicológicos o morales para llegar a esa conclusión. Ni siquieraintelectuales, debo decir: lo nuevo que he comprendido y que constituye elnúcleo de este librito, lo comprendí después de la nueva combinación.1

1 Cuando digo “después de la nueva combinación” no me refiero ya a lasecuencia temporal sino a la secuencia lógica. El proceso que aquí describo, de unsalto de un círculo vicioso a uno “virtuoso”, se desarrolla temporalmente pero, unavez concluido, deja de ser temporal. Esto puede sonar insensato: ¿acaso no estáinmersa toda nuestra vivencia en la temporalidad? Sin embargo, si aceptamos que eltiempo es un mediador para la pensabilidad de nuestra experiencia y no su teatro,debemos convenir que pueden darse procesos que, junto con su conclusión lógica,

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El cambio en cuestión es comparable al traspaso de poderes de unusurpador o regente al soberano legítimo. La nueva combinación de de-pendencia e independencia se ha establecido heredando en bloque ellugar, la sustancia y las energías que antes ocupaba en mi vida un círcu-lo vicioso, y dando vida a lo que podemos llamar un círculo virtuoso.Todo ya estaba presente antes, pero todo giraba torcidamente, por asídecirlo.

Conviene que me detenga a reflexionar sobre este punto, para en-tender cómo se efectúa el traspaso.

El rechazo de la oposición excluyente entre dependencia y autono-mía es una posición cuya validez han sostenido otras antes que yo y queha sido explorada con finura y equilibrio por el pensamiento feminista.Pienso, en particular, en el capítulo central de Sobre el género y la cienciade Evelyn Fox Keller, titulado “La autonomía dinámica: los objetos entanto que sujetos”. La autora demuestra cómo la oposición excluyenteentre dependencia y autonomía caracteriza una concepción estática dela autonomía y cómo esta última termina por determinar la definicióndel poder en términos de dominación cuya “legitimidad reside en ade-lante en el falo”.2

Desde el punto de vista teórico, el objetivo de Evelyn Fox Keller esdiseñar un ideal realista de desarrollo psicológico que armonice autono-mía y dependencia. En la práctica, ella quiere favorecer la formación deuna alternativa a los modelos corrientes de socialización de hombres ymujeres, de manera que el poder sea distinguido del dominio y puedadefinirse “en términos de intereses mutuos y bienestar en lugar de entérminos de conflicto fundamentalmente”.3

El ideal que describe parece verosímil y atractivo, y el objetivo per-seguido es noble, sin duda. Sin embargo, el discurso en conjunto no mesatisface porque no explica cómo podría realizarse la deseada modifica-

“salen” del tiempo. Además del ejemplo presentado en el texto, otro puede ser laafirmación “ahora siempre hemos sido libres”, con que concluyó en Diótima (cf.supra, nota 7, cap. 5) una discusión sobre la libertad femenina. La forma paradójicade estos enunciados nos advierte, sin embargo, que no estamos fuera de la necesidadde la mediación.

2 Evelyn Fox Keller, Reflexiones sobre género y ciencia, trad. cast. de Ana Sánchez,Edicions Alfons el Magnánim, Valencia, 1989, p. 119.

3 Op. cit., p. 123.

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ción. La respuesta a este problema no está en la inclinación humanahacia la verdad y el bien, que yo admito y que considero incluso muydifundida, pero no suficiente para hacernos salir de los círculos viciososa que nos expone la estructura misma de la mediación necesaria.

Keller no ignora esta estructura. Al reflexionar sobre el desarrollopsicológico, subraya muy oportunamente su “naturaleza inevitablementeautocatalítica y cíclica”, como resultado de la cual los mismos hechosactúan ora como causas, ora como efectos.4 No ignora tampoco que estacircularidad puede verse distorsionada y funcionar en el sentido de unasustracción de ser (que es lo que yo llamo círculo vicioso, y ella, dilema). Enefecto, describe muy bien un círculo vicioso en el que caen fácilmente lasmadres ante la atracción que ejerce el poder del padre sobre hijos e hijas,“al reaccionar ante esta devaluación [de ellas, madres] de diversas formasque a menudo exacerban su dilema”. “La madre intrusa —explica— es unrol que muchas madres asumen sin querer como reacción frente a su sen-sación de impotencia”, pero “cuánto más intrusa sea la madre, más atrac-tiva será la intervención de la autoridad paterna” y así sucesivamente.5

Precisamente este tipo de observaciones, multiplicables hasta elinfinito, muestra qué inútil es criticar lo existente con el propósito decambiarlo: lo existente se reproduce, no porque se considere bueno, sinoporque lo reproduce un mecanismo que puede resultar más potente quenuestras intenciones y nuestras críticas, aunque sean acertadas. El pro-blema está, por tanto, en romper el mecanismo de la repetición. Mientraséste siga actuando, se aprovecha de todo, incluida nuestra aspiración albien y a la verdad, incluido nuestro afán de estar fuera de él.

Y es un problema de orden simbólico, no moral ni psicológico. Elcomportamiento de las madres, si la autoridad materna no tiene un lu-gar en el orden simbólico al cual obedecemos, resultará regularmente

4 Op. cit., p. 116.5 Op. cit., p. 118. He terminado la nota 1 escenificando, para negarlo, un “estar

fuera de la necesidad de mediación”. Ahora añado que esta necesidad no es unaservidumbre. Corresponde al hecho de que vivimos, simbólicamente, una vida reci-bida y que el ser, siempre hablando simbólicamente, nos es dado. El círculo vicioso,que E. F. Keller llama dilema, la reproduce pero a la inversa. Las formas circularesdel Infierno, del Purgatorio y del Paraíso de Dante expresan este concepto de lamediación necesaria y de los dos sentidos según los cuales puede desarrollarse ésta.

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invasor o, viceversa, maleable o, más frecuentemente aún, ambas cosas ala vez, pues en ausencia de una necesidad reconocida, la autoridad notiene una medida para ejercerse ni para ser aceptada. Hasta que no serompan los círculos viciosos de un cierto orden simbólico, que para lasmujeres es más bien un desorden, la realidad continuará actuando en elsentido que denuncia Evelyn Fox Keller, en favor del poder fálico y deuna oposición rígida entre autonomía y dependencia.

El desorden más grande, que pone en duda la posibilidad mismade la libertad femenina, es la ignorancia de un orden simbólico de lamadre, también por parte de las mujeres. Muchas imaginan a la madreexactamente como la pintaron dos mil años atrás Aristóteles y Platón ensus cosmologías, a la manera de una potencia informe y/o una obtusaintérprete del poder constituido.

El tiempo en sí mismo no tiene el poder de cambiar el orden simbó-lico, como sí cambia la realidad material. He llegado a la conclusión deque tiempo y orden simbólico son instancias equiparables, en la medidaen que ambos son instancias mediadoras, instancias de la pensabilidadde lo real. No olvidemos que también el tiempo es un orden, el orden quedamos a la experiencia del devenir. Generalmente los cambios requierentiempo. No, sin embargo, los relativos al orden simbólico; éstos, por elcontrario, lo interrumpen, lo suspenden. Por esto, el gradualismo, cuan-do se trata de cambiar el orden simbólico, no es más que una evitación.En este nivel el cambio se produce, de hecho, en un instante. O no seproduce, pero entonces ni siquiera en dos mil años.

No es fácil explicarse lo simbólico. Es un positivo porque nos pre-senta lo positivo de nuestra experiencia, pero en este acto de presentarlo,se encubre. Es inevitable por ello explicarlo por vía de la substracción.Una manera es sustrayéndole el contenido psicológico; ésta es la que usopreferentemente. La encontré al exponer la tesis de que sólo la gratitudhacia la mujer que la ha traído al mundo puede darle a una mujer elsentido auténtico de sí misma. Me dirigía a un público femenino y añadí:cuando digo “gratitud hacia la madre” no me refiero a un sentimiento,que puede estar o no estar, sino al significado puro de las palabras, queestá presente en mi mente aunque no experimentase ningún reconoci-miento hacia mi madre o aunque tuviese sentimientos hostiles haciaella. Entonces me di cuenta de que al sustraer el contenido psicológico deuna palabra de significado aparentemente sólo psicológico como “grati-tud”, no estaba efectuando una operación metalingüística del tipo: con-

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sideremos qué significa en la lengua italiana “gratitud hacia la madre”.De hecho, quedaba de manifiesto que la palabra tenía también otra refe-rencia, a nivel del orden simbólico. Esta otra referencia se manifestó, enalgunas, bajo la forma de un sentimiento doloroso por la pérdida de todosentimiento de gratitud hacia la madre, pérdida que sufren, en efecto,muchas mujeres en las sociedades de tipo patriarcal corno la nuestra.6

Del mismo modo se puede caracterizar el orden simbólico sustra-yéndole todo carácter tanto ético como lógico. Lo que no significa que seainmoral o ilógico, tal como pensaron los europeos de las culturas distin-tas de la suya, con las que entraron en contacto sin tener el deseo deconocerlas. En general, el orden simbólico no se puede juzgar, ya queprecede y prepara el juicio, siendo el presentarse de lo real según unorden autónomo del presentarse mismo (y no de lo real).

El “traspaso de poderes” que he descrito antes y que dio lugar en mía una nueva combinación entre dependencia e independencia, corres-ponde a un cambio de orden simbólico. Cambio que, por sus característi-cas, merece ser llamado revolucionario. Tal vez todos los cambiosllamados revolucionarios por su radicalidad y aceleración, se producenen esta forma de sustitución de un círculo vicioso por otro “virtuoso”.

Nuevamente, sin embargo, se plantea el problema de distinguir entreacto y contenidos. Para comprender qué es una revolución, es necesarioconsiderar el orden simbólico sin limitarlo a los códigos reconstruibles(como el sistema económico, el político, el derecho, etc.) de los cualesresulta relativamente fácil, al menos para quien se dedica al trabajo inte-lectual, distanciarse y proyectar su modificación, sino considerándoloen su realidad, como el sistema de mediaciones del cual dependo tantopara decir lo que estoy diciendo, como para lo que no llego a decir y, engeneral, para todo lo decible por mí y lo deseable, etc.7

6 El texto grabado de aquel encuentro está publicado en: Associazione donneinsegnanti di Firenze, Inviolabilitá del corpo femminile, Atti del Corso di aggiornamen-to, Florencia, 2 de marzo-11 de mayo de 1990, pp. 15-32.

7 Lo decible y lo deseable no están al mismo nivel en cuanto a necesidad demediación: la de lo decible es máxima, la del deseo es mínima o, quizá, nula. Merefiero a la existencia de un deseo y no a nuestra conciencia de esta existencia ymucho menos a su formulación y satisfacción, cosas éstas que requieren un crescendode mediaciones. La existencia de un deseo no conocido consigue evidenciarse, de

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En este nivel de la mediación determinada-determinante, donde yosoy hablada-hablante, actuada-agente, etc., es donde se reproduce y pue-de cambiar el orden simbólico. Es el nivel de la necesidad de la media-ción donde el querer decir absoluto se enlaza con los medios para decir,lo inmediato con lo mediato. Y los efectos se transforman en causas, loshechos, en principios. En este nivel la experiencia deja de exponerse alas interpretaciones externas y produce su propia interpretación, y loreal deja de presentarse como mero efecto para convertirse en principio.En pocas palabras, es en este nivel donde hay libertad, si hay libertad.

Pero, ¿podemos proyectar cambiar el orden simbólico? Que éstepuede cambiar es cierto porque así lo demuestra la historia. Pero ¿essensato concebir una política de su modificación, como yo sugiero comocontinuación de la política de las mujeres?

Yo pienso que sí. El orden simbólico pertenece, indudablemente, alas estructuras profundas de la realidad humana, que nos hacen ser asío asá sin nosotros saberlo. Lo cual, sin embargo, afirmo que no excluyeque aquél pueda ser objeto de una intención modificadora.

El historiador francés Fernand Braudel8 ha expuesto la idea de unahistoria inconsciente. Además de la historia corriente —dice siguiendo aLévi-Strauss y, aún antes, a Marx—, existe otra historia más profunda ylenta, la de las formas inconscientes de lo social. Pero, agrega Braudel, ladistinción entre superficie clara, que para él corresponde más o menos ala historia política clásica, y las oscuras profundidades, o sea, las estruc-turas materiales y simbólicas que nos hacen ser y hablar como somos yhablamos, es una distinción difícil y aleatoria. Además, la historia máslenta y profunda “se percibe a menudo más nítidamente de lo que sequiere admitir”.9 Es una observación importante para la comprensión denuestro tiempo. En efecto, actualmente, como observa el historiador fran-

hecho, de maneras indirectas, que el psicoanálisis enseña a descifrar. Seguir los pro-pios deseos, si va unido a la conciencia de la necesidad de la mediación, hace a estaúltima más simple y eficaz. Escuchar los deseos es un modo de contrastar el domi-nio de los códigos culturales inadecuados porque estimula a buscar nuevas formasde mediación. Simone Weil llega a escribir: “Una sola cosa no está condicionada ennosotros: el deseo” (La counaissauce suruaturelle, Gallimard, París, 1950, p. 94).

8 F. Braudel, “Storia e scienze sociali. ‘La lunga durata”’, en Scritti sulla storia,trad. it., Mondadori, Milán, 1989, pp. 57-92 (cf. supra, nota 1, cap. 3).

9 Op. cit., p. 75.

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cés, la conciencia de la historia más lenta y profunda es cada vez másaguda, tanto que se puede hablar de una revolución —revolución espiri-tual, la llama Braudel— que consiste, según él, en afrontar abiertamentela semioscuridad para hacerle un lugar cada vez más grande al lado dela historia corriente y a expensas de ésta.

Braudel pensaba tal vez en una revolución en el modo de pensar,ante todo por parte de los historiadores, pero leyéndolo yo he pensadoen los movimientos políticos que obtienen su fuerza de la toma de con-ciencia. Es fácil armonizar ambas cosas: el nuevo modo de entender laescritura de la historia puede corresponder a una mutación en el modode hacer la historia. La modificación consiste en ambos casos en conce-der un lugar más amplio al conocimiento de la realidad que somos res-pecto a la representación de una realidad que hay que hacer así o asá. Loque también explica el protagonismo de los sin-poder-constituido.

En un primer momento, el hacer sitio al lado quiere decir, comoescribe Braudel, hacerlo a expensas de la representación, pero no de ma-nera definitiva, ya que entre las dos realidades, aquella de la que somosparte y la de nuestras representaciones, no existe necesariamente unarelación de oposición excluyente, y puede existir, en cambio, una corres-pondencia fecunda, como se comprueba, por ejemplo, en la producciónartística. O en mi nueva combinación entre dependencia e independen-cia. En las palabras de Braudel, en efecto, yo he leído también mi revolu-ción simbólica.

Pero, ¿por qué llamarla política? La respuesta es muy sencilla, sibien exige un comentario. Se llama política porque es política.10 Lo que

10 Sobre este punto estoy en desacuerdo con Adriana Cavarero, amiga y com-pañera de investigación filosófica. Después de haber propuesto, con palabras con-vincentes, “la focalización de la categoría de nacimiento”, Adriana escribe: “Elresultado no secundario de este giro de la perspectiva para dirigirla hacia el naci-miento es, por tanto, un confinamiento de la esfera social, o sea, la afirmación de unlímite, no sólo de la jurisdicción, sino sobre todo el orden simbólico de una políticaque, por consiguiente, se ve constreñida a despojarse de sus horizontes totalizadoresy salvíficos, y a dejar que el sentido de los humanos habite fuera de sus confines”(Adriana Cavarero, Nonostante Platone. Figure femminile nella filosofía anticas, EditoriRiuniti, Roma, 1990, p. 85), con una crítica que me parece no ajustada al concepto ya la práctica modernas de la política, por un lado, y demasiado conforme, por otraparte, con la separación entre esfera pública y esfera privada que la política de lasmujeres ha puesto en entredicho.

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concierne al orden simbólico no puede no interesar a la política puestoque el orden social depende en parte de aquél. Un poder material, porgrande que sea, sería poca cosa sin relevancia simbólica. Si esto no es deltodo evidente, se debe a la circunstancia de que la definición de políticano es neutra y puede esconder una parte de sus intereses. Lo cual confir-ma, por otro lado, que la política no es en absoluto indiferente a lascuestiones de orden simbólico, tanto es así que podríamos decir que laprimera cuestión política es la de su definición.

Con esto no intento plantear el problema de la definición de la polí-tica, sino precisamente lo contrario: pretendo decir que, si no nos enten-demos sobre el significado de la palabra, muy probablemente no nosentendemos sobre alguna cuestión sustancial. Recuerdo un curioso pro-blema que ocupó mi mente hace algunos años: ¿qué relación hay, mepreguntaba, entre la política que hago yo y la política corriente, la de lospolíticos de profesión?, ¿por qué usamos la misma palabra para cosastan distintas? Me parecía casi un caso de homonimia. Ahora, obviamen-te, ya no lo creo así. Alguien podría sugerir que se trata de dos modosdistintos de concebir la política. Tampoco esta visión más razonable es lamía. Ahora veo la gran distancia que hay entre mi política y la de lospolíticos de profesión: corresponde a un conflicto político relacionado conel poder simbólico, o sea, con el poder sobre el régimen de la mediación.

Hay una contradicción interna en cada régimen de la mediaciónque ahora debo tratar de formular.

En términos muy generales, se trata de la contradicción entre lapresencia que se dice por sí sola y la necesidad de la mediación. Lacontradicción afecta, por tanto, a la estructura originaria del saber con suenlace de experiencia y lógica. Prefiero, empero, exponerla en los térmi-nos particulares en los que la encontré.

Su formulación más simple me la sugirió una investigación históri-ca sobre la herejía guillermita (Milán, siglo XIII) que realicé hace unosdiez años.11 Guillerma de Bohemia significó para las mujeres y hom-bres en contacto con ella una novedad, que ellos interpretaron dicien-do de ella que era la encarnación femenina del Espíritu Santo y dando

11 Guglielma e Maifreda. Stcoria di un’ eresia femminista, La Tartaruga, Milán,1985.

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vida, después de muerta ella, a una iglesia dirigida por una mujer, sorMaifreda de Pirovano. Es de señalar que Guillerma no aceptó en vidaesa interpretación, aunque siguió amiga de quienes la propusieron. LaIglesia guillermita fue perseguida y destruida por la Inquisición roma-na, que además hizo quemar públicamente el cuerpo de Guillerma quereposaba en el cementerio de la abadía milanesa de Chiaravalle. De ellay de todo este episodio sólo queda, además de las actas del proceso, unrecuerdo grotescamente deformado.

¿Cuál fue el error de las/los guillermitas, me he preguntado, si acep-tamos que su primer deber era el de preservar la grandeza femenina deGuillerma? ¿O tal vez la novedad que ella representaba no era traducibleen términos socialmente aceptables, y debe reconocerse a sus seguidoresel mérito de haber intentado, aún así, su traducción?

He encontrado un problema parecido en una entrevista a la cientí-fica y filósofa Evelyn Fox Keller. Después de publicar un ensayo de críti-ca sobre el sexismo latente en la ciencia, el mismo que ya he citado antes,algunos le objetaron: tu crítica concierne al lenguaje, no a los contenidos.Entonces procedió a examinar algunas teorías científicas y consiguiódemostrar que determinados contenidos se derivan de presupuestossexistas. “He hecho este trabajo —explica en la entrevista— como biólo-ga molecular, en grado de demostrar y sostener mis posiciones con ins-trumentos adecuados.” Pero esto no la ayudó, las reacciones fueron, dehecho, de crispado rechazo. Cuenta ella misma: “Nunca había experi-mentado hasta entonces la cólera que advertí cuando intenté presentarmi trabajo. Lo que sucedió luego fue que todas las puertas se cerrarontotal y absolutamente para mí”.12

En ambos casos tenemos, por una parte, una tentativa de significa-ción de un punto de vista femenino y, por la otra, las reglas establecidassocialmente para la expresión de un querer decir. En ambos casos, elquerer decir encuentra las palabras pero resulta, en definitiva, inacepta-ble, no obstante los esfuerzos realizados para hacerlo aceptable. Los es-fuerzos de sor Maifreda y sus seguidores consistieron en promover elculto de la santidad de Guillerma aliándose con la poderosa comunidadde los monjes de Chiaravalle. Era sólo una cobertura, se podría objetar, y

12 “Interrogando amorosamente la scienzia. Conversazione con Evelyn FoxKeller” de Paola Melchiori y Luciana Percovich, en Lapis, septiembre, 1990, núm. 4.

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no una verdadera mediación, y así se desprende, en efecto, de las actasdel proceso. Pero probablemente los colegas de Keller dirían lo mismodel rigor científico aplicado por ella en la demostración de su tesis epis-temológica (¿o política?). En esta imposibilidad de decidir se transpa-renta la contradicción.

“Por su propia naturaleza el pensamiento científico, de la comu-nidad científica —explica Keller— tolera sólo ciertos grados de crítica.Si superas esos límites, eres expulsada.” La observación es importante;debe rectificarse en el sentido de que lo que ella dice de la comunidadcientífica vale para todo grupo o institución que tenga función media-dora, es decir, que haga cultura, y es tanto más válido cuanto mayor seael rol que desempeña socialmente el grupo en este sentido. La ciencia,en nuestros días, es una gran distribuidora de certezas, posiblementela más importante, y esto explica que la sociedad científica actúe haciauna Keller como la Iglesia medieval hacia los herejes.

Sale así a la luz una característica que tal vez sea propia de todorégimen de la mediación, y es que sus reglas están al servicio de lasignificación-comunicación, y a la vez también de otras exigencias so-ciales, de modo que la cuestión de la decibilidad siempre es tambiénuna cuestión de orden social. Ya he apuntado este problema al hablarde mediaciones lógicamente necesarias que se entremezclan, tal vezinevitablemente, con necesidades de otro género.

Si es así, debemos pensar que la estructura originaria del saber noestá formada por la pura circularidad de experiencia y lógica. Tambiéninterviene la decibilidad como problema de orden simbólico histórica-mente determinado. La decibilidad depende del conjunto de las media-ciones que garantiza una cultura dada. Es, por tanto, una instanciahistórica sin ser separable de la instancia lógica. La lengua que habla-mos nos ofrece la prueba: el pensamiento es lenguaje y la lengua estáhistóricamente determinada.

Cuando Saussure habló de arbitrariedad lingüística, creo que cap-tó este aspecto de la mediación. Esto es, que la mediación es lógicamentenecesaria, pero sus formas no lo son. El círculo de la mediación es imper-fecto, he escrito antes, porque no hace coincidir perfectamente inmediatoy mediato, y esta misma idea expongo ahora.

Lo que lleva a concluir, en primer lugar, que entre la experiencia y susignificación, por fiel que sea, subsiste una distancia abismal, lo cual nosignifica que ésta sea grande o grandísima ni tampoco pequeña, porqueno es mensurable; simplemente significa que esta distancia no puede col-

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marse, y que esto es así lo descubro justamente cuando la significación esfiel. En segundo lugar, plantea un problema relativo al poder simbólico,un problema político en el sentido más ordinario del término.

En efecto, ¿quién o qué decide sobre la decibilidad, si la experienciay la lógica no bastan? ¿Qué hace vivir, qué hace morir, de hecho, el círcu-lo de la mediación que la lengua en sí misma me garantiza? ¿Cómo sevinculan las formas históricamente determinadas de la mediación consu necesidad lógica?

No pocas pensadoras, ante el aislamiento sistemático de las tentati-vas de pensamiento femenino autónomo, responden intentando adaptar-se aún más a las reglas vigentes para la significación-comunicación. Yomisma me estaba orientando en este sentido cuando me tropecé con el casode Keller: su especial cuidado en significar su punto de vista respetandolas reglas vigentes no le valió una mayor consideración, como pareceríaobvio, sino por el contrario, verse rechazada con mayor dureza.

Así he llegado a pensar que la dirección a seguir quizá sea la con-traria: no en el sentido del distanciamiento, con el resultado de unaautomarginación, sino en el sentido de hacer necesario un nuevo ordensimbólico. Parto de esta simple tesis: el pensamiento es mediación y elorden social es un conjunto de mediaciones, más o menos coherente,pero que de hecho funciona. Si la experiencia de una mujer no es unpunto de vista verdadero, si la grandeza femenina es difícilmente soste-nible, si la libertad femenina es considerada un lujo comparable al se-gundo o tercer automóvil, la respuesta eficaz consistirá en aumentar lasexigencias de verdad, de grandeza, de libertad, a fin de hacer cada vezmayor la necesidad de mediación. Quizá es nuestra automoderación loque hace superflua para el orden social la existencia de libertad femeni-na, haciendo también superfluo el pensamiento femenino autónomo.Superfluos, es decir, nulos: pensamiento y libertad corresponden, en efec-to, al orden de la necesidad.

Elisabetta Rasy ofrece, en un breve libro que en parte contradice y enparte confirma lo que estoy diciendo, la siguiente definición de la auto-moderación: “funesto sentido de las proporciones, desde siempre el mástenaz enemigo de la experiencia —y de la política—femenina de la vida”.13

13 Elisabetta Rasy, La lingua della nutrice, Edizioni delle Donne, Roma, 1978,p. 115. Para la parte que confirma mi planteamiento, además del pasaje citado, cabe

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Sobre la base de mi historia personal y del razonamiento yo piensoque la automoderación femenina se debe a un conflicto no resuelto con lamadre, que hace impracticable, así, el punto de vista de la relación origi-naria. Hasta que no puse en claro la aversión que sentía hacia mi madrey hacia cualquier figura de madre, y no vi el gran amor que allí habíahacia ella junto con la necesidad de su aprobación y el temor de noobtenerla, y hasta que no hube deshecho este nudo mediante el principiomaterno de la mediación, la prepotencia de mi querer decir entraba encírculo con la sumisión a las reglas establecidas, tal como ya he explica-do, y yo acababa pudiendo decir sólo lo que sonaba verosímil, al margende que fuese verdad, inventado, probable, sincero, circunstancias todasellas que la férrea constricción del círculo de la automoderación hacíairrelevantes. Lo presente-para-mí caía así literalmente en la insignifican-cia, tanto para mí como para los demás, pero para mí seguía siemprepresente bajo la desdichada forma de una experiencia sin sentido.

Lo real en ausencia de lo simbólico es menos que nada. Parece para-dójico; de hecho, es otra versión de la necesidad de hacer ser el ser. Elmal, según algunos filósofos, sería un no ser. Yo pienso, por el contrario,que el mal es el menos que nada y que este menos que nada se tienecuando existe lo real pero no lo simbólico. Esta situación corresponde ala de la criatura que se encuentra separada de la madre y no consiguereencontrar el lugar común originario que tenía con ella. Es decir, nologra hablar, pudiendo considerarse el habla como el reencuentro delpunto de vista que la criatura compartía con ella. Y que nunca podría-mos reencontrar, a causa de la distancia abismal entre cualquier querer

añadir estos otros: “Las mujeres se ven marginadas, aisladas en el ‘centro’. A partirde su pretendida externalidad, el feminismo se descubre como movimiento ‘interno’a los demás movimientos o a las situaciones institucionalizadas de lo social [...] Esta‘internalidad’ respecto a lo social y a lo político es la que marca el paso del movi-miento feminista al movimiento de las mujeres” (p. 17); “El feminismo [...] reprodu-ce y exhibe la relación prohibida de las mujeres con lo social, con el orden simbólico”(p. 19); “en el temor de reconocer en lo femenino la condición de extrañamientointerna a la sociedad, las mujeres unidas y organizadas son consideradas el último,‘otro lugar’ disponible. País de la utopía [ ..] o bien territorio de conquista: todos lospartidos italianos intentan una nueva colonización, basada no ya en un desprecioimplícito, sino en una proclamada estima. De ‘invisibles’ las mujeres se transforma-ron en ‘mejores”’ (p. 19). Para la parte que lo contradice, cf. El orden simbólico de lamadre, p. 127.

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decir y los medios de la decibilidad, si no hubiese alguien que nos pideque hablemos, asegurándonos que comprende lo que queremos decir.

Una mujer descubre la necesidad simbólica de la madre, yo mismala descubrí, al poner fin a la automoderación, cuando presté oído a laenormidad de los deseos y de los miedos. La desproporción con los me-dios disponibles (otra distancia abismal, ¿o es la misma?) es tal que unase precipita en la indefensión de la infancia y en la necesidad de madre.

Pero, ¿es concebible que se deje irrumpir en la propia vida las exi-gencias enormes, los deseos disparatados, los sentimientos violentos, esdecir, el desequilibrio y la desproporción (La sproporzione es el título deuna colección de relatos sobre la libertad femenina cuya autora es BibiTomasi),14 si no se tiene la certeza de una fuerza superior que estableceráel equilibrio? ¿No estamos en un círculo vicioso? De hecho, es el círculomismo de la automoderación lo que puede romper, yo sostengo, el prin-cipio materno. Quiero decir que la superioridad de la madre y la necesi-dad de su traducción en autoridad simbólica, deben reconocerse porprincipio.

Antes me preguntaba: si lógica y experiencia no bastan, ¿quién oqué decide sobre la decibilidad? Debemos reconocer que, desde el puntode vista veritativo, no existen instancias equiparables con éstas. Sólo queéstas no bastan. Por una parte, la experiencia en estado puro no tienelugar y demanda en cada caso demostración, representación. Por otraparte, el modo de la mediación está históricamente determinado, haylenguajes, sociedades científicas, iglesias, hay radios, televisiones, pe-riódicos, y también directores de escuelas o de periódico, etc., toda unaserie de instancias que en muchos aspectos puedo considerar contingen-tes, pero que nunca lo son del todo porque también es necesaria la me-diación entre mí y mí, y la distancia abismal me atraviesa, dividiéndomeen dos. No pienso en la división alma/cuerpo, si bien esta dualidad fueen el pasado una manera de sistematizar el problema. Estoy dividida encada fibra y célula de mi organismo por el régimen mismo de la media-ción: por su necesidad e inadecuación, inseparables una de otra comolos dos brazos de una tenaza de la que no hay modo de escapar. Salvosaber que así es y dar cuenta de ello.

14 Bibi Tomasi, La sproporzione, La Tartaruga, Milán, 1980.

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La operación simbólica de este dar cuenta comenzó para mí al de-cir: no me he traído yo misma al mundo ni he aprendido a hablar por mímisma, y desembocó en el reencuentro de la relación originaria con lamadre.

Por esto, a la pregunta sobre quién o qué decide la decibilidad res-pondo que la decide, en primera instancia, la autoridad materna, y veo laprueba de que así es en la lengua madre, primera mediadora y primercódigo. Las comunidades científicas, los parlamentos, los tribunales, losmercados y otras formaciones sociales del mismo rango, incluida la es-cuela de filosofía a la que asistí y donde se enseñaba metafísica, soninstancias válidas pero secundarias. Vienen después de la madre.

Este discurso nos devuelve a la cláusula de la primacía de la madre,mostrando que basta respetarla para que se cree orden simbólico en larealidad históricamente dada, en cualquier realidad histórica en la que auna o a uno le toque vivir. El principio materno hace de puente porencima de la distancia abismal entre la necesidad lógica de mediación ysus formas históricas, siempre modificables y, en alguna medida (nomensurable), siempre arbitrarias. No sitúo el principio materno fuera dela historia: mi historia comienza con la relación con mi madre. Pero sí lositúo por encima de las autoridades y de los poderes, cuyos códigoshacen a la vez orden simbólico y orden social, el orden, cualquiera quesea, en el que a una, a uno le toca vivir por pura casualidad, deberíamosdecir, si no fuese por la historia de su nacimiento.15

Este razonamiento tiene dos niveles que deben diferenciarse aun-que no son separables. En un nivel más accesible, si bien todavía noevidente (pero la política de las mujeres lo está poniendo en evidencia),existe una alternativa y debe optarse entre identificar la autoridad-sim-bólica con el poder constituido, en la medida en que asegura (o prometeasegurar, si se trata de la oposición constituida) alguna síntesis social, oreconocer esta autoridad a la mujer que nos ha traído al mundo y que nosha enseñado a hablar. Autoridad que le corresponde en virtud de esta

15 Sobre este punto vuelvo a estar de acuerdo con Adriana Cavarero, quien,comentando un documento de algunas mujeres a favor de la despenalización delaborto, escribe que nuestra “arma más realista” está “en contraponer frontalmentea la invisibilidad jurídica el generar materno como lugar que de por sí se sustrae atoda normativa” (Nonosrante Platone, cit., p. 8).

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relación y que se retira a los poderes constituidos que la han usurpado,como puede constatarse en el caso de Keller, a quien la sociedad científi-ca prohíbe tender un puente entre su ser mujer y su ser científica.

El término que he adoptado, “usurpar”, señala mi opción en favorde la autoridad simbólica de la madre. Sin embargo, en este nivel el tér-mino quizá sea excesivo. En efecto, en este nivel hay elección y quienesoptan por atribuir autoridad simbólica al poder constituido que hace lasíntesis (bajo sus condiciones, se entiende) no hablarán de usurpación,sino de sustitución, y aducirán como argumento que, una vez finalizadala infancia, debe aprenderse a pasar sin la madre. En mi opinión, no sedebe, pero se puede. Innegablemente hay un orden simbólico que no esde la madre. Yo he optado por sustituir el apego infantil a la madre por elsaber-amarla y considerar la lengua aprendida de ella como la formaprimera (arquetípica) de este saber. Sé de otras y otros que han hecho estaelección. Otros y otras, en cambio, prefieren sustituir el apego a la madrepor un compromiso dentro del régimen de la mediación, dedicándoseenteramente al trabajo, al estado, a la familia, a la religión o a lo que seay prefieren a la lengua materna, otras lenguas aprendidas en una segun-da etapa o bien lenguajes artificiales, o bien el dinero. También ésta pue-de ser una opción.

En un nivel más profundo, pero muy común, no hay opción. Existeuna experiencia femenina, y no sólo femenina, cuya significación noencuentra en el orden simbólico dado, es decir, también social, ningunainteracción significativa, ni de acogida ni de rechazo, sino sólo reaccio-nes casuales. Que pueden dar lugar así al caos o, si preferís, al infierno.Una manifestación impresionante de esta falta de interacción significa-tiva entre experiencia femenina y cultura codificada, puede identificarseen la historia de la caza de brujas, todavía no explicada a pesar de lacantidad de investigaciones históricas.16

16 En el curso de la caza de brujas acabó estableciéndose cierta interacciónsignificativa, bien por obra de los hombres en el poder (como muestra, por ejemplo,el clásico R. Mandrou, Magistrats et sorciers en France au XVII siécle, Plon, París, 1968,publicado en italiano por Laterza, Bari, 1971), bien por obra de las víctimas, aunqueresulta más difícil de evidenciar esto último. Pero fue un proceso tan lento y parcialcomo larga y caótica fue la caza de brujas. De ésta conviene recordar siempre queacompañó paso a paso a la formación de la sociedad moderna: la tendencia esrelegarla más bien a la historia medieval. Uno de los primerísimos episodios de la

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Existe el cuerpo social, que encuentra algún tipo de síntesis, y exis-te el cuerpo salvaje. Doy este nombre a la parte de la experiencia humanaque desborda las capacidades de mediación de un orden simbólico-so-cial dado y que, en consecuencia, queda fuera de la síntesis social oincorporada como objeto de interpretaciones o intervenciones ajenas.Antes de la política de las mujeres, buena parte de la experiencia femeni-na era cuerpo salvaje.

Para esta experiencia, que está fuera del orden social o incorporadadentro pero desdichadamente, existe un sólo orden simbólico posible,afirmo yo: el que puede darle la referencia a la autoridad de la madre.Esta representa, de hecho, el principio que tiene en sí la mayor capaci-dad de mediación, puesto que consigue incorporar en el círculo de lamediación nuestro ser cuerpo junto con nuestro ser palabra. Y lo consi-gue en esta tierra, no en el cielo como lo hará Dios al final de los tiempossegún las promesas cristianas.

En este nivel, que es el determinante para la creación de lo simbóli-co, no hay opción, por lo que, inevitablemente, hay lucha. Por ejemplo,contra la posición de quienes creen, o quieren hacer creer, que hay op-ción también cuando no la hay: esto se llama pluralismo. Es necesarioluchar para que el principio materno no sea sustituido por la síntesissocial del poder constituido. Es necesario dar traducción social a la po-tencia materna para impedir que se cierre la síntesis social y mantenerla,en cambio, abierta a todo querer decir, por distante o anómalo que puedaparecer.

Para mí esta apertura es la condición de la libertad. Propiedad pri-vada y derechos son condiciones secundarias de la libertad, correspon-dientes a síntesis históricas que no me incluyen, como tampoco incluyena gran parte de la humanidad femenina y a parte de la masculina.

caza de brujas concluyó en Milán en 1390, las víctimas fueron dos mujeres, Sibila yPierina, adoradoras de una divinidad femenina que ellas llamaban Madonna Orien-te y Señora del juego (cf. mi libro La signora del gioco, Feltrinelli, Milán, 1976, pp. 147-155). Me gusta terminar mi trabajo recordando a estas dos mujeres y su misteriosareligión.

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Umbrales

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Para Jesusa

La palabra castellana “umbral” resuena en un párrafo, brilla, le darealce y hasta prestigio a la oración en que interviene; no alude auna simple demarcación entre dos ámbitos. Por ejemplo, la expre-

sión “estar en el umbral” suele despertar imágenes como la de una per-sona que se encuentra en la entrada de cierto lugar y se detiene unmomento, vacilante, pensativa, o tal vez dudando y expectante: no sehalla totalmente en el interior, tampoco ya más por completo fuera, casise decide a entrar, aunque todavía no lo ha hecho y sus creencias ydeseos fluctúan ¿no se atreve a traspasar la puerta?, ¿piensa en lo valio-so que deja, o acaso teme lo que la espera? En cualquier caso, la palabra“umbral” se dirige más hacia lo que vendrá que al pasado, refiere sobretodo al comienzo de nuevas actividades, admirables o atroces; por eso,no es casual que digamos “eso está en los umbrales de lo sublime”, ytambién “eso ya está en los umbrales de la bajeza”, queriendo decir “esoestá en el principio de”.

Con la expresión “estar en el umbral” se alude, entonces, a un tipode situaciones de cierta perplejidad, de indecisión, pero no a cualquiertipo. Por lo pronto, no nos referimos a situaciones de indecisión como lade elegir entre comprarse una camisa azul o una verde, o a la indecisiónentre pasar las vacaciones en Puerto Escondido o en Huatulco; en casoscomo éstos sería inútilmente pomposo hablar de situaciones tipo “estaren el umbral”. ¿Cómo es esto? Ya se indicó que la palabra “umbral”resuena; previsiblemente, la expresión “estar en el umbral” designa unempezar importante, en algún sentido, decisivo, y por eso, incluso so-lemne; pero cuidado, por ahí también se puede ir por el mal camino pueses posible malentender la expresión “estar en el umbral”, por lo menos,en dos direcciones opuestas.

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Por un lado, a partir del vértigo simplificador, acompañado no po-cas veces del vértigo de lo sublime, se tiende a reducir las posibilidadesde “estar en el umbral” a dos o tres rarísimas ocasiones en la vida, en lascuales se toman las decisiones fundamentales, y el resto se vive de laleche, o el veneno, que mana de esos manantiales originarios. La doctri-na a menudo llamada “decisionismo” (cara a los neo-positivistas y conla que tanto coquetearon pensadores tan diferentes como Max Weber yKarl Popper) tiende a pensar los valores, la intervención de la normativi-dad en la vida humana grosso modo de la siguiente manera: el valor denuestras normas comunes y corrientes se justifica en el valor de normasde mayor alcance y profundidad, y así sucesivamente hasta llegar a lasnormas fundamentales; sin embargo, ¿cómo se justifican estas últimas,si ya no es posible apelar a otras normas aún más fundamentales? Res-puesta simplísima: se las justifica en “decisiones últimas” sin justifica-ción alguna, “fines últimos”, “propósitos últimos” que se eligen enalgunos momentos privilegiados de nuestra vida (¿en ciertas tardes en-teramente gratas de primavera?) y que responden a emociones centralesde la persona o a sus deseos más básicos; seguramente con estos momen-tos privilegiados se construyen las situaciones tipo “estar en el umbral”.Sin embargo, toda esta manera de pensar el papel de los valores, de lanormatividad en una vida ¿es compartible? ¿Los fines últimos, los pro-pósitos más importantes se deciden así, y de una vez y para siempre, ypermanecen fijos, inmunes a las diferentes vicisitudes por las que atra-viesa la vida de cualquier persona?

Frente a esta reducción de las situaciones tipo “estar en el um-bral” a algo así como situaciones fundacionales del valor, de la norma-tividad, y por lo tanto, a situaciones rarísimas, dos o tres veces en lavida y nada más, nos topamos con el vértigo opuesto, con el vértigocomplicador que empuja a multiplicar esas situaciones, a convertirlasen situaciones cotidianas o casi cotidianas. En algún sentido, cadamañana nos despertaríamos estando en el umbral; como decimos aveces, para animarnos sobre todo en momentos de desesperación: cadadía puede ser un comienzo realmente drástico, radicalmente nuevo.Sin embargo, ello es también una ilusión. No cada día, pese a todas lascanciones que nos adulan al respecto, nos levantamos hechos un nue-vo Adán o una nueva Eva. La memoria está ahí, compañera ineludibley algunas veces, también, el incorruptible testigo que te arrincona y teacusa. Nadie desea, cree, actúa impunemente. Además, el uso inflacio-nario de los umbrales los desgasta.

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Nuevamente —sí, otra vez—, hay que tomar la vía intermedia. Haymomentos en la vida en los que realmente se está en algún umbral, clarasmañanas o turbias mañanas en las que se pueden repensar nuestrosplanes de vida y confirmarlos o redirigirlos o hasta cambiarlos; no cadadía, aunque sí algunas veces; ello depende de cada uno de nosotros, delas experiencias que se ha tenido, de la persona que se es. También de latradición en la que nos encontramos, de la sociedad a la que se pertenece.Sin embargo ¿qué quiero hacer con todas estas vaguedades?

Los poemas, por lo menos algunos poemas, nos hacen pensar. Porlo pronto, tales apresuradas reflexiones me vinieron a la cabeza al leer, omás bien, después de varias relecturas de dos poemas muy diferentesque, aunque ambos tratan de situaciones tipo “estar en el umbral”, en unrápido acercamiento, seguramente muchos lectores —¿lectores distraí-dos?— tenderán a pensar que no tienen nada que ver el uno con el otro.

El primero de estos poemas es un “militante” pronunciamiento deRosario Castellanos:

MEDITACIÓN EN EL UMBRAL

No, no es la solucióntirarse bajo un tren como la Ana de Tolstoini apurar el arsénico de Madame Bovaryni aguardar en los páramos de Ávila la visitadel ángel con venablo antes de liarse el manto a la cabezay comenzar a actuar.

No concluir las leyes geométricas, contandolas vigas de la celda de castigocomo lo hizo Sor Juana. No es la soluciónescribir, mientras llegan las visitas,en la sala de estar de la familia Austenni encerrarse en el ático

de alguna residencia de la Nueva Inglaterray soñar, con la Biblia de los Dickinsondebajo de una almohada de soltera.

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Debe haber otro modo que no se llame Safoni Mesalina ni María Egipciacani Magdalena ni Clemencia Isaura.

Otro modo de ser humano y libre.

Otro modo de ser.

Esta “meditación” es, en realidad, un manifiesto, o más bien, una enérgi-ca meditación que produce un anti-manifiesto, pues si en un manifiestose expresan de manera rotunda y, en varios aspectos, angostadas ciertasintenciones, en este poema se declara y se medita, sobre todo, acerca deaquello que no se quiere. Por eso, y recurriendo a los niveles de la retóricaclásica, es fácil descubrir la dispositio del poema, su nítida estructura: eltexto del poema es una enumeración puramente negativa (a diferenciade las enumeraciones a menudo positivas en poetas que tanto placertienen en enumerar como Whitman), un catálogo de sugestivos nombrespropios de mujer que conforman algo así como una épica de la mujer, oquizá habría que decir mejor, que indican huellas de la memoria guerre-ra de las mujeres, y de antemano, a todo ello se le dice “no”. A su vez, aeste texto se le opone un contratexto que es la pura expresión de undeseo. Como buen manifiesto, o anti-manifiesto, el poema es casi pura-mente provocador: se exhibe una lista de nombres femeninos y a ver quépasa con quien lee, qué pasa con nosotros cuando leemos esa lista, cómorespondemos a esa provocación, de ahí que valga la pena repasar concuidado este inventario de nombres propios que conforma el texto delpoema.

Al comienzo se introducen dos personajes de ficción escrita porhombres, Ana Karenina y Madame Bovary, prototipos del adulteriodecimonónico que previsiblemente acaba en la ruina y la muerte (comose sabe, incluyendo a veces la ruina económica): se empieza, pues, conuna memoria ficticia diseñada por hombres, tal vez sugiriéndose “hastala memoria ellos nos la han construido”. Luego desfilan los nombres decinco grandes escritoras, aunque cada una muy diferente de las otras;por un lado, dos deslumbrantes extremos, dos universos del discurso yde la pasión, Santa Teresa y Safo; por otro, en el medio, tres escritorasmás seculares, en algún sentido “profesionales”, o que querrían serlo,pero que, no obstante, las circunstancias las hacen escribir a contrapelo,como dejándose perdonar que tengan tal “ocurrencia de hombres”, a

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saber, dedicarse a escribir: Sor Juana, Jane Austen, Emily Dickinson.Curiosamente, la menos desgarrada de todas estas mujeres, la más tran-quilamente feliz, parece ser la más lejana, la más antigua, la infinita Safo,que con tanta frecuencia se detenía a contemplar el mar. La lista conclu-ye con cuatro nombres: incluye a una emperatriz prostituta y asesina,dos conversas y una santa, en algunos casos más personajes de la leyen-da que de la historia.

Se preguntará: ¿qué tienen en común todas estas mujeres a las quela voz del poema, su “autora implícita” les dice “no, no quiero ser comoustedes”? Si no me equivoco la respuesta es fácil: se trata en todos loscasos de decirle “no” a la mujer como autora de partes de guerra, a lamujer en tanto figura excepcional. Este “no”, pues, es un “no” a la heroí-na, un “no” a la memoria femenina como pura memoria de una épica dedesgarramientos y luchas sin pausa. Y el deseo, el “debe haber otro modo”se descubre como un deseo de normalidad, o si se prefiere, de ciertaposibilidad de calma, de no estar inevitablemente navegando en un marinfectado de piratas: se expresa el deseo de que para las mujeres hayaalguna manera de vivir que no sea la de estas protagonistas con frecuen-cia trágicas.

Sin embargo, para quien recorra la elocutio del poema, sus adornos yfiguras retóricas, quizá esta lectura se enturbie. Pues la negación que pare-ce conformar todo el texto de “Meditación en el umbral” puede tal vezinterpretarse como si se tratase de una preterición, figura retórica que, porejemplo, al decir no, afirma, o al menos, en parte afirma. En el poema sedice que no es la solución ese pasado de excepciones; no obstante, en elpoema no se olvida tal pasado; más todavía, al negarlo, se lo recoge. Quizáse quiera precisar: se lo recoge como tentación a desechar. ¿Por qué notambién como elaborada memoria, como una historia de arduos aprendi-zajes? Después de todo, sabemos que la “autora real” del poema —la vozque da voz a la voz del poema—, Rosario Castellanos, pertenece a esahistoria que la “autora implícita” del poema rechaza; para decirlo con eltítulo de uno de sus libros de ensayos, Castellanos era también, comoalgunas de las figuras de su inventario, mujer que sabe latín.

También es sintomática la ambigüedad del verbo “actuar” al finalde la primera estrofa y que hace que la acción “en la realidad” de estasmujeres se contamine del actuar teatral; de esta manera, insiste el poema:como la memoria de cualquier heroína, esta memoria es memoria de ges-tos grandilocuentes, de escenas melodramáticas, parte del espectáculoen que se desarrolla cualquier épica, y todo eso, repito, se quiere negar.

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Al final, la figura retórica de la autonomasia reitera lo ya dicho: esosnombres de mujeres, además de referir a ciertas individuos representantambién modos de vida: “debe haber otro modo que no se llame...”.

Por otra parte, como todo anti-manifiesto es también inevitablementeun manifiesto, no sorprenderá que la inventio del poema, la bandera decreencias y deseos que iza, sea claramente discernible: un repetido “no”al pasado heroico —o más bien heroicamente infeliz, trágico— para ur-gentemente integrarse en la universalidad de lo que es común a todo lohumano. El penúltimo verso de “Meditación en el umbral” no ruega, nodesea, no exige: “Otro modo de ser mujer y libre”, sino, ante todo y másabarcadoramente (¿y más ambiciosamente?): “Otro modo de ser humanoy libre”.

Pero anuncié que me preocupaban dos poemas en torno a las situa-ciones tipo “estar en el umbral”. El segundo poema acerca de los umbra-les que me importa leer, al menos aparentemente, ya lo indiqué, no tienenada que ver con el anterior, y la lectura más distraída parece mostrar yasu lejanía con cualquier acalorado manifiesto o anti-manifiesto. Es deAntonio Deltoro y su grave dicción nos retrotrae, fuera de la gesta, lejosdel combate, a la tradición latina del tranquilo proverbio y la severasentencia:

UMBRAL

Escucha en el umbralal pairo entre dos aires;uno ancho de mundo,otro doméstico.

No entres así, sin más,cambia de peso,baja la voz.

No pises con pasosuniformesla hierba fronteriza.

En el umbral habitandioses aduaneros

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que pesancon balanzas invisibles.

Saborea la variedadde densidades;no comas, no respires,agitado y de prisalos manjares del aire.

Por lo pronto, aparece de inmediato una asimetría radical entre estas dosmeditaciones sobre el umbral: en la primera, una voz de mujer niegacierta épica de la condición femenina y desea otro modo de ser “humanoy libre”, ante todo, para las mujeres. La segunda es, en cambio, una vozhumana que no hace hincapié en ningún sexo en particular y que, engeneral, habla a la condición humana de la condición humana. Dudas:¿no es éste precisamente el primer obstáculo a vencer, que los hombresolvidamos que somos sólo la mitad de la humanidad y cuando habla-mos lo hacemos en nombre de toda ella, y como si no existiese la otramitad? ¿Acaso a algún hombre se le ocurriría escribir un poema como elde Castellanos sustituyendo los nombres de mujer por brillosos nombresmasculinos? Estoy corriendo; antes de cualquier apresurada conclusiónleamos paso a paso el poema “Umbral”.

Si nos empeñamos otra vez en dejar guiar la lectura por ciertascategorías de la tradición de la retórica clásica, la dispositio del texto yaindica su diferencia: frente al terminante “no” y la expresión de un deseoexaltado de “Meditación en el umbral”, en “Umbral” priva lo que sepuede considerar como una tranquilísima dialéctica entre las exhorta-ciones positivas del primer y del último párrafos: “Escucha...”, “Sabo-rea...”, y las negativas de los dos párrafos centrales “No entres...”, “Nopises...”. Sin embargo, esta dialéctica es un despliegue, pero no de ruptu-ras, sino de cierta continuidad, y todo ello se formula en un llamado a laatención elaborada y serena aunque no fija; en este sentido, recorramosla elocutio para atender cómo el discurso crece paso a paso y se acumula.El poema comienza invitándonos a que en situaciones tipo “estar en elumbral” nos recojamos en la quietud alerta, y esta invitación se formulacon la expresión “al pairo”, una metáfora casi muerta en algunas regio-nes de la lengua castellana pero, por ejemplo en México, viva; en efecto,la expresión “al pairo” se aplica a las naves, a la vez, quietas y con lasvelas tendidas, esto es, se está detenido, sin obrar, aunque en disposi-

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desde otro lugar

ción de hacerlo. Además, en el interior de la metáfora encontramos unhipalage, palabras que no se adecuan semánticamente como hablar deun aire “ancho”, lo que subraya la movilidad que se requiere de nuestrorecogimiento: porque las circunstancias de la vida son tan cambiantescomo los aires, y ello tanto en la “ancha” vida pública como en la priva-da. En realidad, todo el poema se desarrolla como una metáfora que se vasosteniendo: hilando, deshilándose y volviéndose a hilar. Por ejemplo,la orden “cambia de peso”, que directamente se vincula con “cambia decuerpo”, resuena como un “cambia tus actitudes”, “cambia como te pien-sas”, “cambia tu forma de vida”, “cambia lo que eres”, y esa orden decambiar de “peso” se integra secretamente en aquello de que los “diosesaduaneros”, todo lo que nos evalúa en las esquinas peligrosas de lavida, nos “pesarán”, juzgarán no lo que llevamos, sino el cuerpo, o másbien, los cuerpos que somos.

Entonces, según esta lectura del poema, en las situaciones tipo “es-tar en el umbral”, no mis posesiones sino la persona que uno es, eso, es loque más cuenta a la hora de decidir si golpeo en esta puerta o la derriboa golpes o humildemente me siento a esperar ante ella.

Sin embargo, este tono severo no se prosigue en el último párrafodonde el alegre convite a “saborear” nos introduce en un clima hedonis-ta, casi lúdico, hedonismo que se enfatiza cuando el “no comas, no respi-res” se unen en la sinestesia (asociación de sensaciones que pertenecena diferentes sentidos) que arma la expresión “los manjares del aire”.

El poema se genera, pues, a partir de una inventio tópica: la vidacomo lo opuesto de la impunidad, e incluso de la inmunidad, como unelaborado viaje en el cual de vez en cuando cada uno se topa con suradical “modo de ser” vulnerable: con fronteras y aduanas y balanzasen las cuales, y con las cuales, se debe reflexionar acerca de lo que se espara juzgarse, pero hay que hacerlo sin ansiedad, pues frente a situacio-nes tipo “estar en el umbral”, si se elude la atención quieta aunque alertay el tono menor y móvil, la experiencia suele enseñarnos que el peligro esinminente. El poema “Umbral”, entonces, puede regalarnos un elogiodel ocuparse lentamente, del andar con calma pero de andar, y además,evitando lo uniforme, lo homogéneo, deteniéndose gozosamente en ladeslumbrante variedad de cada una de las personas, cosas y sucesosparticulares de este cambiante mundo.

Bien. Pero, entonces ¿era cierta la primera impresión? ¿La reflexiónque nos permiten estos dos poemas sobre las situaciones tipo “estar en elumbral” son por completo independientes? ¿No hay diálogo posible entre

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Carlos Pereda

estas dos meditaciones? ¿Ni siquiera algún vínculo? ¿Nada puede apren-der la una de la otra? Por lo pronto, acaso cada uno de estos poemas sepueda leer como oponiéndose al otro y así, formulándose advertenciasrecíprocas.

Advertir: avisar, prevenir, hacerle percibir a alguien cierta circuns-tancia que le conviene tener en cuenta, específicamente un peligro. Sinembargo, por ejemplo ¿en qué sentido le conviene tener en cuenta a lavoz de mujer que lleva a cabo una “Meditación en el umbral” lo queordena y se ordena la voz sin sexo (al menos, la voz que no quiere asumirningún sexo) de “Umbral”? ¿De qué importantes peligros le avisaría?

De varios peligros. Frente a la profunda negación y al pedir (¿turba-da?, ¿con doloroso desasosiego?, ¿anhelante?): “Otra forma de ser hu-mana y libre”, quien lee “Umbral” probablemente se atreverá a reiterar elten cautela, a aconsejar detenerse en la observación de las diferencias, enel ir despacio, con sigilo y reserva, recordando (¿con serena arrogancia?)que no basta con atacar y proponer una alternativa abierta y general,pues hay también que examinar los detalles particulares de esa alterna-tiva. En efecto, no por rechazar una memoria de males diseñamos ya unfuturo de bienes. El deseo, también, no pocas veces alucina, y todo um-bral trae a cuestas nuevas dificultades. Quiero decir, frente a la “Medita-ción en el umbral”, el poema “Umbral” nos aconseja a reiterar, a reiterarcon énfasis: “baja la voz./No pises con pasos uniformes/la hierba fron-teriza.”

Está bien, está bien, pero tampoco ignores tú, podrá replicar la vozde mujer que hace su desgarrada “Meditación en el umbral”, que esemanso elogio de la atención tranquila, variada y minuciosa, no se puedeoír fuera de un abarcador y categórico “modo de ser humano y libre”.Pues habitualmente hay ciertas condiciones generales que deben satis-facerse antes de que pueda comenzar cualquier exploración matizada,cualquier sopesar que no sea mera autodecepción: cualquier juicio queno se limite a refugiarse en una interioridad que se sabe cercada, y hastacondenada a un “modo de ser” no humano, no libre. Y cuando me refieroa “ciertas condiciones generales” pienso, claro está, en la igualdad dederechos sin cuya vigencia una mujer no es todavía una persona, o no loes plenamente. Sin embargo, esa igualdad de derechos sólo podrá resul-tar efectiva si de hecho se estabilizan, se institucionalizan formas devida que consagran tal igualdad y la honran. Quiero decir: en vano seesperarán percepciones cuidadosas y argumentaciones diferenciadasde quien se encuentra acorralado, incluso de quien se encuentra

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heroicamente acorralado (“Desgraciados los pueblos que necesitan dehéroes” solía repetir Brecht, un escritor no especialmente enredado ensutilezas ni especialmente desafecto a tomar partido, incluso a, atrope-lladamente, tomar mal partido).

Ah..., pero en este sentido, este doble meditar sobre las situacionestipo “estar en el umbral” no sólo oponiendo una perspectiva generaliza-dora y una perspectiva particularizante, se complementan y corrigen enun círculo virtuoso de advertencias recíprocas, sino... quizá también unmismo río profundo las recorra. ¿De qué hablo?

Tal vez ambas reflexiones en torno a quien se encuentra en una situa-ción tipo “estar en el umbral”, más que coincidir en un punto, acabenincluso armando un desafío muy similar, casi como configurándose entanto variaciones del mismo tema, a saber: seguramente la persona que sedeja impresionar demasiado, por las virtudes de la épica, por las virtudesdel guerrero, está perdida. Porque no, la heroína o el héroe no son la solu-ción, no, en medio del ruidoso espectáculo de una guerra no se puede dejarde apurar el arsénico y gritar, bajo los trenes en marcha, si se quiere seroído. Pero cuando se grita es raro que se pueda pensar. Se grita cegado porla urgencia y el terror y punto. Se grita, aturdido, y nada más.

Lamentablemente, a veces la guerra es necesaria. Sin embargo, enpocas ocasiones ha sido una prometedora situación tipo “estar en elumbral”: no se olvide que en casi todos los casos, la guerra es la mejorescuela para que las heroínas y los héroes, en cada bando, se forjen ilu-siones de impunidad y, corriendo con grandes pasos uniformes, des-equilibren esas balanzas que, aunque invisibles, “pesan” el juicio.

Por eso, la repetición es dura y seguramente antipática pero necesa-ria, la heroína o el héroe no son la solución. Entre otras razones, porquecuando la heroína o el héroe, agitados, de prisa, desatendiendo la varie-dad de densidades, se hundan en vastas y entusiastas negaciones o envastas y no menos entusiastas afirmaciones, prácticas, o lo que es toda-vía peor, teóricas, los dioses aduaneros del buen juicio, inapelablementetendrán que restringirlas, que matizarlas y, no pocas veces, que conde-narlas.

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El equipo de debate feminista felicita a la

Dra. Luz Elena Gutiérrez de Velasco

por su nombramiento cómo coordinadora delPrograma Interdisciplinario de Estudios de la Mujer

de El Colegio de Méxicoy le desea el mayor de los éxitos.

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Un ligero resfriado

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Durante años trató de concebir un hijo, y fracasó; y también fraca-só en el matrimonio —aunque “fracasó” probablemente es untérmino equivocado ya que, al desear un hijo tanto y, como algu-

nos observadores (incluyendo a su marido) dijeron, tan irracionalmente,simplemente decidió renunciar a ese hombre y cambiarlo por otro. Y asílo hizo; y concibió en unos cuantos meses; y tuvo su bebé, una niñita; yvivió con ella sola puesto que, para entonces, había llegado a compren-der que no había lugar en su vida para el bebé y para el papá del bebé.Aun si él hubiera querido casarse con ella, lo que no era tan evidente.

Y estaba feliz con su hijita, aunque no tan extasiada como se habíaimaginado; excepto claro en momentos de explosión de sentimientos;caprichosos, inesperados, deslumbrantes y breves. Estos son los momen-tos para los que vivimos, pensaba. No sabía si alguien había tenido esepensamiento antes que ella.

Ese verano llevó a su hija a Maine, a la casa de veraneo de suspadres, y ahí, cada mañana, la paseaba en su carriola por la playa. Lecantaba a su hijita, le hablaba casi continuamente, pues no había nadieen el mundo excepto ellas dos y, gracias a las dos, a su deliciosa unión,el mundo se renovaba, se creaba de nuevo. Sostenía a su hijita en susbrazos, la levantaba, triunfalmente, con el corazón rebosante de amor, deexaltación, de anhelo. Arena, mar, mariposa, nube, cielo ¿lo ves? Viento,sol, —¿lo sientes?

Pero un día se sintió invadida por una sensación de perturbación yabatimiento, y regresó a la casa después de sólo unos minutos en laplaya, y le entregó el bebé a su madre y se metió en la cama; y no selevantó en diez días, tiempo durante el cual no durmió ni estuvo comple-tamente despierta, simplemente acostada en la cama, en su vieja cama dela infancia, con los ojos cerrados o, si estaban abiertos, fijos en el techo,sin mirada y sin juicio. Su madre le traía a la bebita para que la amaman-tara, y ella la rechazaba, con repugnancia, y no podía explicarlo; pues

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era a ella misma a quien veía, en los brazos de su madre, como había sidoantes, tan repentinamente, se había visto a sí misma en su hijita, esamañana en la playa; y pensó, no lo puedo soportar. No de nuevo.

A pesar de todo, el maleficio se esfumó, como sucede con tales ma-leficios. Y se levantó, y volvió a ser ella misma, o casi; y amamantó a subebé de nuevo, con el mismo placer de antes; o casi. Su madre la miróduramente y dijo el, “tuviste un ligero resfriado”. Y ella sonrió, y miró asu madre con ojos muy grandes llenos de calma e inteligencia, y dijo, “Sí,creo que eso debe haber sido. Un ligero resfriado”. Y nunca volvieron ahablar de eso.

Traducción: Marina Fe

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Entre Heidegger y Lacan

Ángel Xolocotzi Yáñez

Entre el hombre y el amorEstá la mujer

Entre el hombre y la mujer Hay un mundo

Entre el hombre y el mundoHay un muro

ANTOINE TUDAL

I. Entre el hombre y el amor está la mujer

En el primer verso aparecen ya tres elementos: hombre, amor yun “entre” entre ambos: la mujer. “Entre” es precisamente lomedio. En latín “entre” se indica con inter. Es decir, el “medio”

de los dos, hombre y amor, su inter, el intermedio, lo que separa1 es lamujer. “Medio” proviene del latín medius que es lo que se presenta en-tre dos extremos, lo que está en el centro. En el latín tardío se constitu-yó el verbo mediare que pasó a ser “mediar” y entonces “medio” adquirióel sentido de “algo” para lograr algo, para alcanzar un fin. “Medio”entonces también es lo que se interpone con el fin, lo que nos lleva a él.Es decir, la mujer es lo medio, lo ínter entre el hombre y el amor, pero

1 Como cápsula cultural indicaré que en alemán “entre” es zwischen pero del latíninter proviene unter que significa entre, debajo de, etcétera, y por otro lado scheiden esseparar, a partir de esto se forma Unterschied: diferencia. Es decir, diferencia es lo entre-separado, el medio-separado. Cf. Martin Heidegger, De camino al habla, Ed. Serbal, Bar-celona, 1987, p. 22.

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también podría ser el medio, en el sentido de intermediario, entre elhombre y el amor, es decir lo inter-medio y el inter-medio. De cualquierforma lo que media, lo que está entre.

Ahora bien, a partir del psicoanálisis se sabe que la mujer consti-tuye la alteridad radical del hombre, es el síntoma del hombre. La mu-jer está castrada de entrada, su ser-mujer es caracterizado con el signode la falta fálica. Su ser-mujer se constituye como falta, como agujero.Se constituye a partir de la mirada del Otro (de la madre) que mira unvacío, un cuerpo sin sexo.2 Al reconocer la mujer que no tiene el falo nilo tendrá y si seguimos a Freud con su indicación de que la mujer esante todo narcisista, entonces la mujer puede hacer de su cuerpo unfalo y acceder a un plus de goce, a un goce residual. Es decir, al no tenerfalo pasa a serlo en lo imaginario.

Pero ¿en qué sentido la mujer está “entre” el hombre y el amor? Elhombre por su parte no es el falo, pero reconoce imaginariamente quelo tiene y que lo debe conservar y a partir de ello accede a un gocefálico, es decir, a un goce relativo que pone límites. Ya se ha habladoentonces de plus de goce y goce fálico, conviene aclarar por ello que elgoce es algo que se escapa a la conciencia (como también el amor), elgoce es la experiencia de la relación con el falo, es decir, con el signifi-cante que falta; el goce es, como indica Juranville,3 “verdad fuera delmundo”, y por ello entonces está del lado de lo real y lo real es la médu-la de lo inconsciente, es lo insignificable, lo que no se puede significar,lo que se escapa.

El hombre, al acceder a un goce fálico, accede a un goce limitado.Goce limitado por el placer, en donde se pierde lo que la pulsión inten-ta presentificar (y gozar), la pulsión busca un objeto y la búsqueda deobjeto se da a partir precisamente de la asusencia. En estos intentos depresentificar por parte de la pulsión es donde el placer trata de recubriresas carencias, limita el goce de la pulsión. Hay que recordar que deentrada hay un objeto perdido, un significante que falta, el cual se cons-tituye como objeto causa de deseo (cf. infra). Si se “encontrara” ese ob-jeto perdido entonces hipotéticamente ocurriría otro goce: el goce

2 Cf. Ma. Antonieta Torres Arias, “El derrumbe del cuerpo”, Tramas, núm. 2, UAM

Xochimilco, julio de 1991.3 Cf. Alain Juranville, Lacan y la filosofía, Ed. Nueva Visión, Buenos Aires, p. 10.

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absoluto, el goce del Otro, que es el goce prohibido: el incesto, la muer-te. Por ello se entiende entonces que el principio del placer se opone aesta pulsión de muerte, a este goce absoluto y por esto consiste en go-zar lo menos posible. Pero entonces puede plantearse que la mujer, altener un plus de goce presenta una diferencia marcada con respecto algoce fálico del hombre. ¿Goza más la mujer que el hombre? ¿Cómo estáestructurada esta diferencia?

Anteriormente se mencionó “el objeto causa de deseo”. Causaproviene del latín causa que tenía el sentido de litigio o pleito judicial,es decir, en el sentido actual de “llevar una causa”. A partir de esto“causa” entonces significó “tener una razón” y en relación al principiode razón suficiente: Nihil est sine ratione, se habló entonces de origen enel sentido de fundamento. Es decir, causa se relaciona con un efecto,pero lo que origina a este último es necesariamente lo primero: unacausa. En nuestro caso entonces el objeto perdido es la causa, lo queorigina un efecto: el deseo; pero conviene aclarar que el objeto causa dedeseo es imaginario, no es real, ya que como falo en sí nadie lo tiene.

Ya Freud había hablado de deseo como lo que mantenía en movi-miento al aparato psíquico. El deseo es entonces ese “móvil” que seconstituye a partir de una demanda que insiste; hay que recordar quetoda demanda es palabra: se entra en lo simbólico. La demanda parte dela necesidad, pero al estar inscrita en lo simbólico a partir del “molino delas palabras”, entonces ya no se dirige al objeto, sino que ocurre un corte,la palabra ha separado. Si hemos dicho que el deseo se constituye a partirde la demanda, entonces el deseo tampoco se dirige al objeto, el deseosiempre va a ser un deseo del otro. Pero para poder desear al otro se debeproyectar al falo, al significante que falta, en el otro.

De esta manera se entiende la situación de la angustia, que se pre-senta en donde falta la falta, y si no hay falta no hay deseo: “la angustiahace patente la nada”.4

Ahora bien, a partir de todo lo dicho hasta aquí se observa enton-ces que el hombre tiene un goce limitado en donde el deseo cumple lafunción de controlar el principio del placer, el cual a su vez limita algoce; entonces se comprende que el hombre permanezca a nivel del

4 Martin Heidegger, ¿Qué es metafísica?, Ed. Siglo XX, Buenos Aires, 1987, p. 92.

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deseo. Se comprende por qué hay un inter entre él y el amor. El hombreno puede acceder directamente al amor precisamente porqueimaginariamente cree tener el falo y debe conservarlo, por ello tieneque limitar el goce a partir del deseo. El deseo se constituye como lomás importante para él, como el conservador del supuesto falo. La mujeren cambio se halla castrada de entrada, se halla en la falta, no tienenada que perder, por ello puede moverse en el ámbito del amor. Porello la mujer está entre el hombre y el amor.

El “entre” del poema indiqué que podría tomarse en dos sentidos:la mujer como lo intermedio y como el intermedio, este último en elsentido de intermediar. Es decir, en el primero como lo que ya se indi-có: la mujer como alteridad radical y síntoma del hombre. Como aque-lla que no pierde nada o no puede perder nada en el goce. Aquella quese puede comprometer sin miedo. Por otro lado, la mujer también po-dría ser el intermedio en el sentido de intermediario, el medium, entreel hombre y el amor en el sentido de que es la que puede hacer que elhombre acceda al amor mediante el hacerle presente a éste su situaciónfálica, a través de ‘recordarle’ que acceder al amor implica asumir lacastración.

Pero ¿qué es el amor? ¿Qué es esto a lo que el hombre le cuestamás trabajo acceder? El amor es el medio para acceder al goce. El amores permitirse la castración y en ello se halla la facilidad o dificultad deacceder a él. El amor es lo imaginario específico de cada uno. Pero elpoeta nos ha ubicado al amor en el primer verso no como lo medio, elmedio, sino como un extremo, como fin. Pero el poema sigue y parecie-ra como si el amor fuera subsumido como en una relación dialéctica. Yano son los extremos el hombre y el amor, sino el hombre y la mujer ¿y elamor? Ejerce su papel de medio. Si el amor se ‘realiza’ se tapa el aguje-ro de lo real y se asume necesariamente la castración que es precisa-mente el punto en donde el hombre y la mujer se relacionan, seencuentran. Sólo aquí es que el poeta puede “equipararlos”, relacio-narlos, aunque sea nuevamente como extremos y aparezca otro inter.

El amor, al ubicarse en el registro de lo imaginario, se ubica en lastrampas, en los señuelos, en el tapar lo que no hay. Se constituye comoapariencia de éxito, de realización de deseo, y en esa medida se consti-tuye como un decir. Es el encuentro de dos saberes inconscientes, dedos decires ‘”a medias”. Es decir, el habla desencadena el amor. YaHeidegger había divisado la complejidad al respecto al indicar que no

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somos nosotros los que hablamos, sino que “el habla habla”. En psicoa-nálisis se sabe entonces que somos hablados desde un “más allá” quenos ubica; de hecho el lenguaje es la posibilidad del inconsciente en lamedida en que éste está estructurado como aquél.

Heidegger va a indicar al respecto que en su esencia el habla no esni expresión ni actividad del hombre, el habla simplemente habla. Elhabla propiamente se expresa en el poema y el habla del poema es undecir en más de un sentido.5 Este filósofo dirá que de hecho el hablacotidiana es “un poema olvidado y agotado por el desgaste y del cualapenas ya se deja oír invocación alguna”.6 El psicoanálisis plantea laimportancia del “sentido” y de lo “no-dicho” del habla misma. Tam-bién el habla en su decir está dirigida a otro, que se constituye comocompañero del lenguaje. Hablar es llamar al otro, del que dependemospara vernos, el que nos interpreta, es el que dice que yo digo. De hechoel sujeto será ubicado como un significante para otro significante. Elsujeto no es ya un ego-cogito-sum sino un ego-sum-ubi-non-cogito.

Ahora bien, mencioné que toda demanda parte de una necesidad,pero es mediada por las palabras. La demanda de esta manera siemprees demanda de amor, ésta no se satisface y al insistir se constituye endeseo. De esta forma se ve entonces la relación demanda-amor-deseo-habla: Toda demanda es demanda de amor. El amor como imaginarioes la apariencia de éxito de la realización de deseo (el cual encuentra unsubstituto solamente en el fantasma) y es el medium para acceder algoce, el cual implica asumir la castración que lleva al “encuentro” inter-sexual, al encuentro hombre-mujer. El habla desencadena al amor.

II. Entre el hombre y la mujer hay un mundo

El poeta ahora habla de otro inter en donde los “extremos” son ahora elhombre y la mujer. Lo que está entre ellos es un mundo. Ya mencionéque para que se dé el encuentro hombre-mujer se requiere la “realiza-ción” del amor. El amor como tal realizado logra la relación hombre-mujer. Pero ahora aparece un mundo entre ambos. Este “entre”

5 Martin Heidegger, De camino al habla, op. cit., p. 18.6 Ibid. p. 28.

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considero que puede verse, como a lo largo de todo el poema, en lasdos vertientes ya mencionadas. El mundo es entonces lo intermedio yel intermediario.

“Mundo” tradicionalmente es considerado como conjunto de loque es (entes) de determinada forma de ser, de esta manera es que ha-blamos de “mundo existente” o “mundos posibles”, pero de cualquierforma ‘mundo’ siempre remite a “ser”. Heidegger ya había caracteri-zado al ser-humano como ser-en-el mundo, es decir, si somos, somossiempre en un mundo. Ahora bien, “mundo” remite a un sitio, a unaubicación, a un acaecimiento y por ello también puede confundirse conniveles o matices, de ahí que nos expresemos también con las frases:“estás en otro mundo” o “hay un mundo de diferencia”. Ya Heideggernos indicó antes que la riqueza de la poesía se halla precisamente enhablar en más de un sentido, por lo cual la interpretación de “mundo”en una sola dirección podría limitar su ser-poema, pero para los finesde esta reflexión me limitaré a tomar “mundo” en el sentido tradicio-nal.

Parecería entonces que visto así nada escaparía al mundo. Pero yadesde hace algunos siglos en la reflexión filosófica algo se escapaba,algo que no era captable en el mundo. Baste mencionar el noumeno deKant o lo no-hablable de Wittgenstein. Lacan habla de esto no-signifi-cable como de lo real. Es decir, de lo que se escapa al “mundo” y a larepresentación. Esto real es precisamente la base del inconsciente. Estoreal es lo inmundo.

Entonces cuando hay un mundo “entre” no significa precisamen-te “la totalidad”, ya que siempre hay algo que no se deja representar.Lo que está como intermedio en ambos sentidos es lo captable, lo queaparece, lo que se muestra.

¿Cómo es que el mundo puede estar entre el hombre y la mujer oser el intermediario? Ya mencioné que hombre y mujer asumen la faltade forma diferente. Este ser-asumido-en-forma-diferente se da precisa-mente porque somos seres-en-el-mundo. No hace cada quien un mun-do a la manera de Descartes, sino que nacemos “sujetados” al ordensignificante. Lo simbólico es lo dado por el lenguaje y nos precede. Ya

7 Ma. Antonieta Torres Arias, op. cit., p. 2.

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Antonieta Torres lo ha indicado como hipótesis: “la inscripción psíqui-ca del cuerpo traza una diferencia substancial entre el hombre y la mujer;la mirada, el tacto y la voz materna dirigida al infans, lleva la improntade la diferencia radical de los sexos”.7 Es decir, el mundo en el queocurre tal inscripción es el mundo también del gran Otro, es el mundodonde está la madre, es el mundo de la metáfora paterna, es el mundodel Edipo, etcétera; es el mundo del orden simbólico, ya que en lo hu-mano nada escapa de la significación, aunque no hay significación com-pleta. Lo único fuera del mundo es lo real, a lo cual no hay acceso. Porello entonces el mundo puede ser un inter como lo intermedio.

Ahora bien, ¿puede el mundo intermediar entre el hombre y lamujer? Como ya vimos el mundo por un lado impide la “relación” hom-bre-mujer al ser inscritos en lo simbólico de manera radicalmente dife-rente, pero de igual manera gracias a la intermediación del mundo esque puede darse el encuentro hombre-mujer (en la castración, claro).Ambos solamente se pueden encontrar, dentro del mundo, como seres-en-el-mundo.

Pero aún permanece la pregunta de cómo es que hay algo inmun-do: lo real. En términos bastante simplistas podríamos decir que lo queno está en el mundo, no es, o paradójicamente es la nada.

Aquí entra nuevamente Heidegger al escenario discursivo hablan-do de la nada como el “otro lado” del ser. Al relacionar ambos plantea-mientos, los de Lacan y los de Heidegger más de un filósofo se rasgarálas vestiduras, pero conviene recordar que Lacan retoma muchos ele-mentos de la filosofía, en especial de Hegel y de Heidegger.

Heidegger se pregunta acerca del ser de lo que es (entes) y se ad-mira de que hablemos del ser sin saber precisamente lo que hablamos.Si decimos, por ejemplo, que “esta mesa es” y comenzamos a quitarlecaracterísticas nos encontramos que al final nos queda “algo” que nosabemos qué es y esto es el “es”. Es decir, nos queda nada. A partir delanálisis acerca de la nada que este autor lleva a cabo en ¿Qué es metafí-sica? y en Introducción a la metafísica es que puede llegar a plantear laimportancia de la nada, de hecho en algún momento dirá que “existirsignifica estar sosteniéndose dentro de la nada””.8 “Existi” siempre serefiere al ser-humano. Se observa entonces la importancia de la nega-

8 Martin Heidegger, ¿Qué es metafísica?, op. cit., p. 97.

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ción y de la ausencia. Por su parte, Lacan confiere también a estos ele-mentos una importancia básica, principalmente a esto que “no es” en elmundo, a lo real, lo cual, sobra decirlo, es la médula del inconsciente yesto a su vez es la base de su doctrina psicoanalítica.

III. Entre el hombre y el mundo hay un muro

Ahora llegamos al tercer inter, el cual es expresado como “muro”.9 Unmuro es una pared, es una estructura vertical que limita algo. Es decir,un muro pone límites. Poner límites es separar, es precisamente “deli-mitar”. Pero ¿qué delimita este muro? Separa al hombre y al mundo.Pero ¿cómo es que se da tal separación si antes indicamos que el ser-humano es siempre ser en el mundo? ¿Es acaso en el mundo pero sepa-rado de éste?

Ya desde los griegos había surgido la admiración de la relacióndel ser-humano con el cosmos. Para un griego las cosas en el mundoaparecen, para mí, a partir de Descartes me aparecen. La palabra grie-ga , traducida como “razón”, “palabra”, etcétera, habla ya de otromodo de ver el mundo. La verdad misma era la presencia de algo des-cubierto, de lo desoculto. Posteriormente verdad pasó a ser adaequatiointellectus et rei. Es decir, deja de ser manifestación y pasa a ser certeza.Aquí comienza entonces el alejamiento del mundo, comienza la cons-trucción del muro, comienza a delimitarse el ámbito del ser-humanocomo sujeto que llegará a su clímax con Descartes y Kant, y a su vez selimita al mundo como objeto.

A partir de esta separación el muro se va “agrandando” y el sujetose va enorgulleciendo más y más de su ser-racional, de su ser-sujeto.No es sino hasta el siglo pasado cuando comienza a cuestionarse estaconcepción y es así que aparecen las críticas de Marx, Nietzsche y Freud.Este último rompe ya con la idea de individuo y posteriormente Lacan

9 Se podría pensar que en este verso la mujer queda excluida, como lo ha sido a lolargo de la filosofía, pero ya indiqué antes que considero que el poema puede versedialécticamente: tesis, antítesis, síntesis. En donde hay contrarios que se oponen, perotambién se subsumen. De hecho puede verse también como la huella dejada, como lapresencia de una ausencia, gracias a la cual el hombre puede enfrentarse al mundo.

λογος

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hablará de un “sujeto tachado”.El muro aún permanece y hoy podemos ver los resultados, baste

mencionar el desastre en la ecología, el desconocer nuestra casa. Mu-chos de los ladrillos del muro han sido establecidos a partir de la ilu-sión de un saber absoluto, de un creer conocerse. Ya el mismo Sócratescuestionaba esto. El psicoanálisis, creo yo, ha dado fuertes golpes a al-gunos ladrillos y el muro ahora ya tiene agujeros. Es, como diría unatesis reciente,10 una vuelta a la sabiduría. Es decir, lo que la filosofíamisma busca es la sabiduría, baste recordar la clásica definición. Y lasabiduría no puede ser sólo lo dicho, tendría que ser lo no-dicho y estoes precisamente, a partir del psicoanálisis, lo que nos lleva a enfrentar-nos a lo desconocido, a lo oculto. Nos lleva precisamente al goce, aldeseo, al placer, a la castración... al amor.

Entre el hombre y el amorEstá la mujer

Entre el hombre y la mujerHay un mundo

Entre el hombre y el mundoHay un muro

10 Cf. Luis Tamayo, “El psicoanálisis: vuelta a la sabiduría”, tesis de doctorado enfilosofía, UNAM, 1993.

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desde el diván

debate feminista

lamenta profundamente el fallecimiento de

Guadalupe Musalem

nuestra amiga y compañera feminista

acaecido en Oaxaca el 4 de agosto de 1995.

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Enid Álvarez

desde la crítica

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Enid Álvarez

A mediados de los setenta en Mixcoac...

Enid Álvarez

Habrán sido mejores los tiempos pasados? ¿Habrán sido muchopeores? ¿Será cierto que veinte años no es nada? Estas y otrasinterrogantes me fueron suscitadas por la lectura de la novela

de Paloma Villegas, La luz oblicua, que acaba de publicar la editorial Era.La década del sesenta está construida de modo implícito como el

tiempo de la utopía. Aunque a mediados de los setenta se habían produ-cido algunas derrotas importantes en términos de algunos de los proyec-tos de llevar adelante “otro modo de ser humano y libre”, puede decirseque las utopías aún estaban vigentes tanto en México como en otrospaíses. A través de la trama de la novela este tiempo, que he llamado dela utopía, se entrelaza a un espacio: el de la casa de Mixcoac, para confi-gurar un cronotopo.1

Lo que da lugar a la intersección tiempo/espacio, es un ideologema:lo personal es político. Puesto que lo personal es político es lógico que elespacio de la vida íntima: la casa, sea justamente el lugar donde se des-pliegue el gesto transgresor que caracteriza a la utopía. A mediados delos setenta en Mixcoac la revolución comienza por la vida cotidiana.Decir que lo personal es político implica además un cuestionamiento dela división público/privado. En Mixcoac todo es público, nada privado.Se trata de un lugar abierto tanto a la circulación de la gente como a la delas ideas, de los sentimientos, etc. El regreso de Julio con su familia,después de seis años de exilio voluntario, es el acontecimiento que dalugar a la apertura de este espacio como posibilidad de vida colectiva.

¿

1 Tomo el concepto de Bakhtin. Me interesa destacar con el uso de este concep-to la imposibilidad de separar tiempo y espacio puesto que son, en este caso, unaunidad indisoluble. Ver “Forms of time and the chronotope in the novel” que apareceen: The Dialogic Imagination, M. Bakhtin, Austin, University of Texas Press, 1981.

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desde la crítica

Anna es en realidad el “alma” de este proyecto. Es ella quien propone eltraslado del conjunto habitacional de signo “moderno” a la casona anti-gua de Mixcoac. Es ella además la que propone compartirla con otrafamilia. Es significativo el hecho de que el pasaje de la exclusión a laincorporación de Julio a la pandilla, se dé como consecuencia de unaprueba superada: éste acepta ser invadido. El grupo lo visita sin previoaviso con la finalidad de ponerlo a prueba. Esta visita del grupo inte-rrumpe la intimidad de la pareja: “...lo comentamos a la salida— de quehabíamos interrumpido cuando la pareja estaba haciendo el amor...” (p.15). Hay aquí una anticipación del papel “devastador” que el grupohabrá de jugar en la vida de la pareja como consecuencia de la perver-sión de los ideologemas ya mencionados. La función del grupo en rela-ción a la pareja será, desde el principio hasta el fin de la novela, la deinterrumpir la intimidad hasta el punto de hacerla imposible. Tanto Ju-lio como la propia Anna están implicados en su fracaso porque ellosaceptan estas intromisiones, las fomentan y participan de ellas en formaactiva convencidos de que hay que cambiar las formas de relacionarse yde que para transformar la vida hay que hablar sobre ella. Hay unadimensión terapéutica y otra transformadora del habla.

Desde el punto de vista de la narradora, Julio y Anna son víctimasdel “callejón sin salida” al cual los conduce su militancia en la izquier-da, el movimiento estudiantil, el feminismo, etc. La izquierda está repre-sentada de modo monolítico, no hay diferencias, matices, ni conflictoentre distintas posiciones. El feminismo aparece allí como parte de esatotalidad indiferenciada. En todo caso lo que queda claro es que para lanarradora y también para la autora implícita, estos esfuerzos por cam-biar el mundo son fallidos a nivel colectivo; a nivel individual sondevastadores. Para Adela como para la propia Paloma Villegas, “el femi-nismo no es en absoluto un pasado renunciable, aunque sea ciertamenteun presente incompartible”.2

Adela, una de las personas que se encargó de interrumpir a la pare-ja cuando estaba haciendo el amor, es quien narra la historia. Se trata deuna versión interesada puesto que ella es jueza y parte de lo narrado.

2 Ver Paloma Villegas, “El feminismo devastador”, debate feminista, vol. 4,septiembre 1991, pp. 295-320.

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Desde un presente actual, ella recupera a Julio y a Anna y les atribuye unpapel relevante en su historia personal: “Ellos dos irrumpieron en mimundo entonces y me cambiaron la vida” (p. 9) dice ella. La narradoraintradiegética asume el discurso desde un yo desde el cual parecierarendir un homenaje a estas dos personas a quienes dice seguir querien-do “a pesar de todo” y a quienes coloca bajo la luz directa de los reflecto-res con distintos resultados: Julio, bajo la mirada amorosa de Adelaaparece como un ídolo en su plenitud, que se precipita hacia su caída;Anna es la feminista devastadora y devastada.3 Representa la otredadmas radical: es la “extraña” porque viene del extranjero y quizás porestar del lado de la locura. Los reflectores que apuntan a su persona noson los que iluminan a las celebridades, sino a los que han cometidofaltas. Está colocada en el banquillo de las acusadas, sobre este temavolveré más adelante.

El relato se centra en Julio y Anna, pero los protagonistas en reali-dad son el grupo que se nuclea alrededor de ellos. Se trata de “el grupoque habla, voz colectiva y estratificada; es peligroso y acogedor porque eljuego que en él se desarrolla es fuertemente libidinal y sus juiciosangustiosamente inapelables (sobre todo por implícitos); porque otorgala bendición a lo más violento, a lo más colérico, a lo más patético yguerrrero, rara vez a lo más autocrítico (del grupo mismo), y rara vezconoce dialécticas” (Villegas p. 297). El grupo habla a través de la voz deAdela. Sus juegos y ritos son el trasfondo en el cual se van enredando lasvidas de Julio, Anna, y la de la propia Adela. Los juicios del grupo y losde Adela son difíciles de separar. El aspecto devastador del grupo sehace mas evidente en su voluntad normativa y moralizante de la cualella logra distanciarse a ratos pero que en el fondo comparte.

La voz narrativa oscila entre un yo que se afirma por momentos y unnosotros en el cual ese yo se diluye. El grupo tiene un papel protagónico anivel de la trama y logra imponer su punto de vista a nivel del discurso en

3 Helga, la amiga alemana es mucho más devastadora que Anna. Es ella laprotagonista junto con Julio de una de las escenas más crueles de la novela. Según laperspectiva de Adela se trata de un juego, una escenificación de una Corte de Amor.Helga convierte la infidelidad en un tema de debate. Lo teórico se mezcla con laexperiencia y la relación entre Helga-Julio-Anna se ventila en público. A la radiaciónde Helga y Julio se opone la opacidad del cuerpo y el alma de Anna.

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la rememoración que hace Adela de la vida en la casa de Mixcoac en losaños setenta. Es importante destacar el hecho de que el paso de ese “noso-tros” indiferenciado al “nosotras” genérico, lo posibilita Anna.

En Anna “no había nada oscuro” (p. 65); en cambio en Adela, haymucho de penumbra. Adela aparece siempre bajo una luz oblicua. Es unpersonaje oscilante. La mejor caracterización de Adela la hace Julio demanera involuntaria, cuando le dice que “sigue bien”. Lo anterior debeentenderse como un cumplido que le hace Julio después de haber bailadocon ella un tango. Esto da lugar a un malentendido al cual se refiereAdela como “un incidente entre Julio y yo”. Lo importante aquí es quesu talento como bailarina será siempre ese: el de dejarse conducir. Esadocilidad de ella será su rasgo más definido. Hacia el final parecieradispuesta a dejar de seguir a Julio y a su esposo Carlos. Para estas fechaseste último está muy metido en la danza del poder, ahora baila al ritmode la corrupción, Adela que lo ha seguido bien hasta aquí, pareciera deci-dida a hacer mutis. Julio ha dejado de bailar tangos para empezar a vivirtanguedias. Adela traslada siempre lo singular a lo plural así, el “tú”sigues bien de Julio lo convierte en “nosotros” nos seguíamos bien: “Nosconocíamos íntimamente y nos seguíamos de cerca unos a otros, unidos porcomplicidades y confidencias, aspiraciones e intereses comunes” (p. 12).

Adela se sustrae, se borra, vive a través de las vidas de los otrosreducida al papel de espectadora y cronista de las vidas de los demás.No pone el cuerpo, no arriesga nada: “A veces pienso que me salvé demilagro, tal vez por haberme jugado menos...” (p. 9). Más adelante insis-te de manera consciente en reprimir su propia historia, en mantenerse enesa zona de penumbra en la que se ha colocado:

A veces quisiera hablar de esta historia con las personas que la vivieron más decerca. Otras veces preferiría no imaginar nunca la versión de las cosas que ellospodrían ofrecer, quedarme con la mía propia, aunque me resulte sospechosaen determinados puntos.

También quisiera olvidar esos meses, pasarlos por alto y borrarlos de mivida. Limitarme a lo que sé de Julio y Anna, o de otras personas, y dejarfuera todo lo que tiene que ver con Carlos y conmigo, con mi propiafamilia (p. 187).

Este silencio de Adela en relación a su intimidad viola uno de losacuerdos tácitos del grupo. Es su manera de protegerse de los juicios queel grupo gusta realizar en un ritual que tiene mucho de sádico y de loscuales ella ha participado junto con los demás amigos.

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¿Hasta dónde la mirada crítica del grupo?, se pregunta Villegas en“El feminismo devastador”. Lejos del “cuerpo transido de sociabilidad”,cuando ese cuerpo es el propio, pareciera responder Adela en La luzoblicua. La estrategia de Adela para mantenerse dentro de un espacioseguro es el silencio. No entra en el ritual de las confesiones públicas apropósito de sus culpas privadas. No lo hace a mediados de los setentacuando vive en Mixcoac ni quince años después cuando decide narrar laexperiencia de aquellos años. Lo censurado en el discurso de Adela es eldolor, el fracaso, los temores, las debilidades y los deseos. Del lado de laescucha su punto sordo es el mismo, ella no quiere saber nada de lavulnerabilidad, ni de la suya ni la de los demás.4 Es por esto que mien-tras Anna se encuentra en la plenitud, Adela la admira, pero cuandoentra en crisis a partir de su ruptura con Julio no puede soportarla: “Op-timistas como éramos, la presencia en casa de la desesperación, con suhondura incesante y sus preguntas ilimitadas, no podía sino mortificar-nos hasta la impaciencia” (p. 114). ¿Hasta dónde la mirada crítica delgrupo? Hasta ver el cuerpo desarticulado del otro.

“La escucha, constituida a partir de la audición, es para el antropó-logo el sentido propio del espacio y el tiempo...”5 Más aún, para Barthes,la noción de territorio es la que mejor nos permite captar la función de laescucha. El territorio puede definirse como el espacio de la seguridad yla escucha como “la atención previa que permite captar todo lo quepuede aparecer para trastornar el sistema territorial” (Barthes p. 245).La escucha funciona, dentro de esta concepción, como una manera dedefensa contra la sorpresa. Su objeto (siguiendo a Barthes) es la amenazao la necesidad. Esto se aprecia claramente en la primera escena dondeaparece Anna, ella se limita a escuchar lo que hablan todos como unamanera de ubicar a los demás y a sí misma en relación a los otros dentrode un espacio al que es ajena. Se mantiene distante y silenciosa ante un

4 Cuando Julio le confiesa que sabe que Clara lo engaña con un hombre joven,Adela se siente asqueada: “Sentí enojo porque había interrumpido la conversación,y una sorpresiva repugnancia física” (p. 248). Es significativo que cada cambio en lavida de Julio se inscriba en su cuerpo como escritura a ser descifrada. En esta escenael cambio de imagen que se opera aparece textualizado en el cuerpo: “Julio tenía losojos hinchados, había perdido pelo [...] tenía panza y papada y mofletes”.

5 Ver: Roland Barthes, “El cuerpo de la música” en Lo obvio y lo obtuso, Barce-lona, Paidós, 2da. ed.,1992, pp. 241-304.

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grupo que no muestra interés alguno en conocerla. Su primera participa-ción toma la forma del interrogatorio. Ella pregunta y escucha en el ám-bito en que se siente más cómoda, la intimidad entre mujeres.

A partir de ese momento su rasgo más característico, según la pers-pectiva de Adela, será su capacidad de escuchar. Es sobre todas las co-sas “una oyente atenta” (p. 22) y “una gran comprendedora” (p. 22). Alatribuirle a Anna la cualidad de comprender en relación y como conse-cuencia de su capacidad de escuchar se abre la concepción de escucha ala hermenéutica. Desde esta perspectiva “escuchar es ponerse en dispo-sición de decodificar lo que es oscuro, confuso o mudo, con el fin de queaparezca ante la conciencia el revés del sentido” (Barthes p. 247). Barthesrelaciona este tipo de escucha con la religión en la medida en que es éstaquien provee el modelo básico aún cuando sirva a fines laicos por com-pleto. Cuando dos individuos se ponen en relación reproducen el esce-nario confesional. Bajo la consigna de que lo personal es político y deque la revolución comienza por la cotidianeidad, las confesiones abun-dan en la novela y la más disponible para recibir estas confesiones escuriosamente Anna, quien:

Parecía perderse en el lenguaje y las maneras de ver de quien le hablaba, demodo que sus dictámenes y tomas de posición no venían dadas por su idea delas cosas, sino por la lógica particular de lo que se explicaba, de quién loexplicaba, aunque al final llegara a sus propios diagnósticos tajantes (p. 22).

Anna está dispuesta a perderse en el lenguaje de Cecilia, Laura, Irene yde cualquiera que la interpele. Su escucha la compromete; en este sentidoel caso de Laura es el más ilustrativo: la acompaña a hacerse un aborto,le consigue asistencia médica para varios problemas de salud, la ayudaa salir de sus adicciones y de sus roles subordinados, la aloja en la casade Mixcoac, “pero sobre todo se dedicó a escucharla contar, intermina-blemente, su breve pero tupida historia su raudo transcurso del colegiode monjas a la marginalidad. Con rarísima paciencia Anna soportabaaquella voz monótona” (p. 31). Mediante su respuesta a la demanda delas otras de ser escuchadas, Anna les da un lugar, las reconoce en sualteridad.6

6 Cuando Adela hace de Anna un emblema de la mujer de su tiempo ellaqueda despojada de individualidad. No hay nada que la particularice. Queda dilui-da en un “ellas” (las mujeres de su tiempo) homogeneizador.

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Según Barthes, la voz se sitúa en la articulación entre el cuerpo y eldiscurso, en este intersticio se juega el vaivén de la escucha. Siguiendoesta lógica, “escuchar a alguien exige una atención abierta al intervalodel cuerpo y del discurso, que no se crispe sobre la impresión de la voz nisobre la expresión del discurso. Sólo así se podrá escuchar el deseo in-consciente. Sólo así, se podrá reconstruir la historia a través de la pala-bra”. En este sentido es que Barthes afirma que el deseo del otro no puedeser reconocido en la neutralidad: “reconocer este deseo implica meterseen él, perder el equilibrio en él, acabar por instalarse en él” (p. 253). Es loque sucede finalmente con Anna. Sus relatos autobiográficos resultabanun placer para los demás (p. 63) por varias razones: porque sus descrip-ciones eran tan sugestivas que les permitían a los oyentes trasladarseimaginariamente a las situaciones descritas, porque describía con fuer-za y sobre todo porque en su relato “no había nada oscuro[ ...] nada quenos alarmara como perverso o nos anunciara un peligro, una derrota”(p. 65). El anuncio del peligro y la derrota final es lo que el grupo nopuede tolerar. Ya no es un placer escucharla: “De pronto todos estába-mos hartos de Anna. La veíamos como una persona demasiado extraña,demasiado extranjera, demasiado obsesionada con sus broncas de pare-ja” (p. 114).

Anna es “disponible y trasladable”. Ella acepta venir a México conJulio creyendo que ese traslado supondrá el inicio de algo importante ensu vida.7 Imagina a México como espacio utópico. Reniega de lo privadopor lo que convierte su casa en un espacio abierto lo mismo que su cuer-po (a través de la escucha). Sin embargo y a pesar de sus esfuerzos ellanunca logra integrarse al grupo. Adela le reclama de manera abierta elhecho de que México no figure como parte de su historia. Según Adela“en el relato de Anna no estaba registrado el hecho de que ella vivíaahora en México, no estaba la distancia respecto al país de origen quetiene cualquiera que se encuentra fuera de él” (p. 62). Adela exige que seregistre la estancia en el país extraño en el caso de Anna al mismo tiempoque le exige a Julio que renuncie a su experiencia en el extranjero. Hay

7 México es el principio del final de la relación. “Ese particular estado terminóel día en que Julio dijo que quería volver a México. Entonces empezó una lucha” (p.63). “Ha cambiado tanto que ya no sé quien es” (p. 23). “En Alemania eras biendistinto...” (p. 47).

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aquí una doble moral. La transculturación de Anna es un requisito, la deJulio un impedimento.

La llegada de Julio a México no fue nada fácil (p. 11) por la reticen-cia de sus amigos quienes interpretaron su viaje a Alemania como unatraición. Su culpa es haberse “desentendido del desgano que se apoderóde casi todos por esas fechas” (p. 10). Encima y para acabarla de comple-tar “se fue en el momento más duro” (p. 11). El castigo no se hace esperar:le aplican la ley del hielo, finalmente el grupo decide darle una oportuni-dad. Se disipa la animadversión una vez que el grupo constata que Juliosigue siendo mexicano. Este seguir siendo mexicano pasa por la nega-ción de lo alemán: “Julio nos trasmitía que algo de aquellas costumbres,algo del modo de ser alemán, algo que nosotros no conocíamos, a él no legustaba” (p. 39). Sus críticas a Alemania se acentúan conforme avanzael relato. Su distanciamiento de Alemania se exterioriza en el cambio deestilo que adopta. Deja sus camisas berlinesas, las cuales sustituye porotras más sobrias y de calidad. En México Julio cambia, junto con suscamisas berlinesas y la vida que llevó allá renuncia a la propia Anna tan“típicamente europea”. Anna es sustituida por una mujer “más joven ymás bonita”.

Si como dice Adela, en Anna no había nada oscuro, paradójica-mente Clara, a pesar de lo que indica su nombre, es un personaje bastan-te nebuloso. Es la antítesis de Anna en todos los sentidos. Clara no militaen ningún partido u organización. Es escéptica y cínica. Es ajena a todaidea de colectivización. Desde el principio ella delimita su espacio y nopermite la intromisión de nadie. En su primera aparición en una fiestadel grupo todos comentan su “incorporeidad” que contrasta fuertemen-te con la corporeidad rotunda de Anna.

Clara es “femenina”, Anna no lo es. Una puede preguntarse quéentiende la narradora por “femineidad”. Femineidad en La luz oblicua esser suave, silenciosa, delicada. ¿Una mujer que sepa adecuarse a losmovimientos del hombre, que “siga bien”? ¿Que sepa conservar ciertomisterio, o sea, que permanezca bajo una luz oblicua? En efecto la mujerfemenina posee todas estas cualidades que apuntan hacia la docilidad yla subordinación. Clara sabe cómo comportarse “correctamente” al mis-mo tiempo que hace lo que le da la gana. Se burla del feminismo y detodas las actitudes izquierdosas que para ella son sólo poses que estánfuera de la moda. Por el contrario, Anna falla todo el tiempo porque noacata los códigos de conducta aceptados. Anna es hombruna:

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...con sus rasgos bruscos y su cara irreprimiblemente expresiva, su voz clara ysu mirada partidaria, aunque sus convicciones hubieran sido otras no habríanpodido hacer de ella una mujer silenciosa, bonita, delicada, es decir, paraentendernos, femenina. Hablaba mucho, juzgaba sin cesar, se reía fuerte,gesticulaba, desplazaba ampliamente los miembros como un muchacho (p.34).

Según señala Barbara Beck, “La lucha del movimiento feminista alemán(occidental) desde los años setenta por la igualdad de las mujeres haviolentado la relación tradicional entre los sexos —cuya expresión mate-rial es la familia nuclear burguesa— y ha cambiado la conciencia socialde mujeres y hombres. Con la ruptura de los papeles tradicionales y de ladivisión sexual del trabajo en la familia nuclear, las mujeres han con-quistado el derecho al trabajo fuera del hogar y la independencia econó-mica, se han liberado de relaciones de dependencia sexual y hanalcanzado así un grado de posible autodeterminación desconocido has-ta el momento.8 Estos cambios a los que alude Beck son tematizados enLa luz oblicua. La familia que conforman Anna y Julio no se adecua almodelo tradicional. Hay una división de tareas y una dinámica familiara la luz de la cual se deja sentir que en Alemania, Julio “cursó entero elcuestionamiento de la masculinidad”. Además, también en Alemania“hizo suficientes experimentos” en casas compartidas. Su relato de cómoasumió la paternidad entra dentro del tópico del hombre nuevo y en unprimer momento todo esto le confiere prestigio ante los ojos de los demás.Anna no sólo trabaja sino que en el primer tiempo es de hecho el sosténeconómico de la familia. Hasta aquí coinciden Beck y Villegas. En cuan-to a la liberación de la mujer alemana de la “dependencia sexual”, ésteparece ser el punto débil por donde se invalida todo este discurso delfeminismo. Todos estos cambios que Anna vive además de manera con-secuente, no la conducen a una mayor autonomía desde el momento queno logra hacer el duelo y recomponer su vida cuando pierde a Julio.Nadie quiere escuchar su desesperación y su derrota. Se va de la casa deMixcoac para no volver a encontrar un lugar donde ubicarse. Se convier-te en una mujer silenciosa, una mujer que se pliega a los movimientos desu actual pareja: “Emilio decidía en qué fila del cine se iban a sentar, qué

8 Ver: Barbara Beck, “Yo es otro” en debate feminista, vol. 4, septiembre, 1991,pp. 237-241.

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debía pedir Anna en el restaurante y a qué hora debía teñer sueño” (p.201). Esto pareciera ser una asimilación del modelo de femeneidad pro-puesto por Adela, una renuncia total a sus ideales de juventud, unaderrota generacional y una negación de su experiencia como mujer ale-mana. Anna penetra en otra cultura y paga el precio de perderse comosujeta. “El ser que atraviesa fronteras —según Beck— es un ser desgarra-do. El cruce amenaza con un desgarramiento aún mayor” (p. 241).

El papel que el grupo juega en este proceso destructivo que viveAnna se marca textualmente como interrogante: “Tampoco es fácil deter-minar si ella cambió [...] o entre todos la cambiamos” (p. 94).

Clara es ajena a la generación del sesenta. No comparte sus idealesy mantiene con respecto de ella una actitud crítica. Es una mujer conven-cional que sin embargo está libre de las limitaciones de Anna porque esindependiente: “Era tan dueña de su goce que el amor no lo favorecía nilo obstaculizaba; su placer era tan suyo que resultaba anónimo, carentede autor, y no la comprometía a hacer concesiones” (p.116).

Como dice la canción de Lennon, “the dream is over”. A mediadosde los noventa, Anna se regresa a su país devastada. Julio recorre elcamino inverso, ahora quiere desaprender todas las normas que se im-puso. Reconoce que “es verdadera la diferencia entre hombre y mujer” yque cada cual tiene que estar en su lugar, su papel que le ha asignado latradición. La mujer nueva de la década del noventa es la que “sabe con-servar su misterio”, la que habita el continente obscuro.

Sin utopía la vida sería un ensayo para la muerte, palabras de JoanManuel Serrat que ilustran lo que les sucede a estos personajes que sevan “afantasmando” con la pérdida de la energía libidinal que poníanen sus proyectos de cambio. Hacia el final de la novela Julio apareceasexuado, es “pura voz sin cuerpo”, lo mismo que Adela que se siente“deslavada e informe”. Sin utopías que “alumbren los candiles del nue-vo día” estamos condenados a las penumbras de las luces oblicuas.

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Salvador Mendiola

Pensar con Monsiváis

Salvador Mendiola

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No hay duda, en estos tiempos la “provocación” como revueltacontra el orden simbólico ya no provoca más que “fama” y “éxi-to” dentro del mismo orden, nadie escapa de ese modo, sino

todo lo contrario. Ya no hay burgués que se espante con nada, ya sólo seespantan los profesionales de eso, la gente que cobra dinero por espan-tarse. Ni Gloria Trevi ni Madonna ni Luis Mi Rey ni Pink Floyd ni GretaGarbo ni ninguna de esas cosas del meritito mundo del espectáculo pue-den escandalizar a nadie real, y mucho menos podrán hacernos escapardel encierro en el mercado tardocapitalista de la seducción bioprogra-mada por el mismo mercado. Las estrellas del espectáculo no puedendeshacer los enredos del mercado; pero también es igual de cierto quehasta ahora nada ni nadie lo ha conseguido deshacer de verdad, nada ninadie consigue acabar ya de una vez por todas con la ilusión mercantil,con el individualismo posesivo. Con tanto caos y desmadre.

Desde hará cosa de tres siglos cuando mucho, sólo existe el merca-do, nada más el mercado. Todo es mercado, de eso se trata la globaliza-ción financiera. Y nosotros los seres humanos, por eso mismo, ahorasólo somos mercancías, nada más que eso, cosas sin sujeto, fantasmas,reflejos de reflejos de reflejos. Invenciones alocadas como El Santo, elenmascarado de plata, o como Godzilla. Chismes o “mugres” del merca-do y sólo eso, tal es la dosis globalizadora. Afantasmar la existencia,desaparecer lo concreto. Un problemón.

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La reflexión monsivaíta en Los rituales del caos articula con detalle y pene-tración la densidad y extensión de este problema inmenso. El mercadocrece. ¡Ay de aquél que dentro de sí cobije al mercado!

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Y ni se espanten, la esencia del mercado es el caos, la crisis, eldesmadre. Sólo hay plusvalía, si antes y después hay crisis y caos portodas partes; porque eso es el mercado capitalista: crisis y caos de modopermanente. Estabilización en el caos y envilecimiento creciente por cul-pa de eso mismo. Incluidas las guerrillitas milenaristas y ecologistas.

Nos hemos vuelto fantasmas sin darnos cuenta, nomás por la me-cánica circulación del dinero. Vivimos ahora sí de veras en el mundo delmito y la ilusión, el triunfo de la servidumbre voluntaria.

De ahí la conveniencia de pensar juntos al Niño Fidencio y SigmundFreud, para reflexionar sobre las presencias fantasmales, y desde allítratar de ver cuáles son los efectos reales de personalidades como las deGloria Trevi e Isela Vega. La conveniencia de revolver el desmadre conmuchas interpretaciones salvajes, para ver qué sale del caos. Para ver sitodavía queda algo cierto.

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Porque la primera asociación de ideas que me provoca la lectura de Losrituales del caos me lleva a considerar, ya por mi cuenta, las vidas parale-las del Niño Fidencio y Sigmund Freud. Dos extraños santones mediocontraculturales.

Ambos pueden ser entendidos como “terapeutas” de la primeramitad del siglo XX, porque su principal preocupación fue curar el dolorhumano; y más en concreto: los dos trataron de curar el cuerpo a travésde la catarsis mental. Cada uno aplicó a su modo aquello de mente sanaen cuerpo sano, y así, creyeron otra vez en el sofista que hace más de dosmil años afirmó que era suficiente con nombrar la enfermedad para cu-rarse de ella. Además, cada uno llegó por su cuenta y medios a creerseinmortal (Freud dejó pruebas escritas de que consideraba que gracias alpsicoanálisis podía ser el primer ser humano vencedor efectivo de lamuerte; el Niño Fidencio nada más aseguró que resucitaría al tercer díadespués de muerto). Y la fe que cada uno tuvo en sí mismo como “tera-peuta” y “vencedor de la muerte” consiguió generar una secta de fanáti-cos a su alrededor.

Dos rostros de un mismo fundamentalismo: la secta de Freud secreía y todavía se cree “científica” y hasta “postmoderna”, la del NiñoFidencio, “cristiana” y “sin historia”. Sin embargo, las dos fundan supoder en el contacto que creen tener con el fundamento “oscuro” del ser,

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Salvador Mendiola

al que sólo pueden entender y explicar como enigma, inconsciente, se-creto, naturaleza y ya. Una, la secta del diván, actúa mediante gestosilustrados (cura según los modelos y paradigmas de la medicina institu-cional, publica textos, da conferencias, entrega diplomas y reconocimien-tos, establece polémicas); y la otra, la secta del naco sagrado, actúa segúnel modelo tradicional clásico (sin gran reflexión, de modo espontáneo yprácticamente analfabeta y antilibros). Pero las dos son en esencia sectasreligiosas de culto a la personalidad, dos comunidades al fin y al cabobien cerradas y despóticas, llenas de secretos, chismes y jerarquías, dosasociaciones “extrañas” a la economía y a la política normales. Dos su-persticiones con éxito. Gurús que esconden la verdad dentro de su puñocerrado. Dos escándalos públicos que sirven para normalizar y seguirdomesticando el alma humana.

Los puntos extremos donde terminan por identificarse justamentecon y en el caos los polos de la lucha de clases, el hecho de que ahoratodo sea mercancía. Freud opera como terapeuta del lado cochino de lamente burguesa ilustrada internacional, el Niño Fidencio en el ladobuenito del alma del proletariado agrícola mexicano. Sólo en la superfi-cie ambos “terapeutas” caminan en sentido contrario, al final coincidenen proponer eterno el malestar de la lucha de clases.

Cada quien cobró muy a su manera eso de curar haciendo que nosconformemos con aguantar la enfermedad, uno lo hizo con tarifa fija yreloj despertador, el otro según la voluntad de sus seguidores y con grancarnavalote naco. Pero los unifica, de principio, eso de pedir algo a cam-bio de sus favores terapéuticos, volverse mercancía, ponerse precio se-gún la división social del trabajo, y ponerse ese precio nada más porrazones que sólo podemos entender definiéndolas como de carácter egoís-ta chamánico, esto es, por puro capricho personal, sin ninguna razónrealmente colectiva. Vueltos purito fetiche del mercado. Sin embargo, escierto, las comunidades que los siguen les pagaron al fin y al cabo lo quepidieron, les valieron ese trato, aceptaron tal cual este tipo de mercaníasdel espíritu.

En promedio, ambos brujos de la primera mitad del siglo xx tuvie-ron la misma eficacia terapéutica. Cada quien a su modo, pero amboscuentan con la misma cantidad de curaciones reales demostrables (unpromedio de todas formas muy inferior al de las terapias “normales”), ycon también iguales efectos de masa, o sea, con sus quince minutos defama mundial; aunque ni se inquieten, doctores del juego del diván, siem-pre habrá que guardar las debidas proporciones y distancias. Ya en los

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hechos, no tuvieron el mismo efecto de mercado. La fama de Freud esanáloga a la de Chaplin, Valentino, Presley y los Beatles, es una mercan-cía del espíritu postmoderno, tiene demanda mundial; mientras que lafama del Niño Fidencio equivale a Negrete, Infante, Solís y los Caifanes,es una mercancía para normalizar mercados subdesarrollados, dondepredomina la ignorancia. Uno todavía tiene efectos muy vivos por todoel planeta, es la religión del porvenir, la idolatría del inconsciente; el otroapenas sobrevive como fenómeno muy localizado y en camino de plenaextinción, termina con las religiones agrícolas. El doctor vienés ambicio-naba el reconocimiento científico universal, quería ser un santón de laidolatría de moda, donde predomina la superstición físico-matemática;y al buenote del Niño Fidencio nomás le bastaba con el reconocimientodirecto de quien fuera; pero, ojo doctores, nunca hubo un presidente dela república que consultara al doctorcito vienés, mientras que el NiñoFidencio metió en su redil y fiesta sagrada al monstruito de PlutarcoElías Calles.

Pero insisto, vistos con calma se parecen en más cosas de las queson diferentes. Y así es como el discurso de Monsiváis ya me puso arealizar asociación libre de ideas por escrito. Para comenzar a recibir susefectos comunicativos, su crónica del caos. La filosofía de Carlos Monsi-váis.

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Después se me ha ocurrido que también hay un interesante paralelismoentre las figuras públicas de Isela Vega y Gloria Trevi. Análogo al exis-tente entre los dos santones; pero ahora más cerca de nuestra realidadcotidiana, el mundito pop a la mexicanita. Cosa que nos pone ya máscerca del pensar en sí de Carlos Monsiváis, que es a donde voy con esteensayo.

Si hiciéramos un análisis estructuralista de los textos que Monsi-váis les dedica a cada una de estas dos mujeres, encontraríamos, ni loduden, el mismo dispositivo semiótico-retórico y las mismas propuestaséticas: el feminismo a la Monsiváis, el más grande feminista mexicanosegún han declarado feministas diplomadas. Un feminismo radical enserio, bien broncudo y desinhibido, como el de estas dos heroínas popu-lares mexicanas. Nada de que me espero hasta que me reconozcan comovíctima del caos instituido; actúo ya, directamente, chocando contra esa

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indiferencia, contra esa falta de respeto general que se niega a reconocerlas diferencias reales del sexo femenino y la personalidad de las mujeres.

El feminismo de la acción directa en el mundo del espectáculo, elanarquismo romántico vuelto: “¿Qué me ves, güey!” Y si vas a ver, vas apagar, no sólo con dinero, sino con libido... con bilis y placer.

Monsiváis escribe de chavas buena onda capaces de ponerle susbuenos sustos al Macho Ideal, o sea, a La Boba Moral Boba. Chavas quedesbordan los cánones sobre la mujer objeto y esas cosas. Dos señorasnocturnas, rudas y vampirescas pero con sonrisitas seductoras a laBaudrillard, es decir: ambiguas, muy ambiguas, por sus excesos femeni-les... y por tanto “siniestras”. Tan oscuras como Freud y el Niño Fidencio;pero con una ventaja rebelde, la catarsis que provocan deshace injusti-cias espirituales, cuando menos. Dejan volver a desear lo imposible. Cosaque congela al Macho, pues le recuerda que el poderío viril sólo significarenuncia a pensar, fuerza bruta. Y que pensar significa ir avanzando,poco a poco, día a día, en la dominación real de la fuerza bruta, en elascenso crítico a la sociedad razonable.

Por eso Isela Vega y Gloria Trevi pueden ser sintetizadas medianteuna estructura argumental. Desconstruyen la simbólica fetichista, pro-vocan angustia dentro de la conciencia neurótica patriarcal, angustiaque se resuelve en risa y/o desfogue libidinal, o sea, en la liberación de laconciencia. Hacen visible y nombrable el problema esencial del Macho.Miedo a la castración, envidia del útero que no pare hijos para el patriar-ca ni para nadie. Eso causan estas dos mujeres simbólicas. Y de allí suéxito popular, su efecto inmediato; el escándalo que les produce dinero,que es la única fama que vale en este pinche mundito. Logran espantartanto al respetable, al que consiguen atraer en vez de hacerlo huir. Sonimágenes activas, imponen su ley, hacen que todo mundo las tenga quetomar en cuenta, para bien o para mal, cosa, ésta del mal, que nadaimporta para el éxito en el espectáculo. Que ya andando en ésas, no haymercancía buena.

Porque Isela Vega y Gloria Trevi transgreden los límites domésticosde lo femenino, lo vuelven problema, hasta cuando parecen muy docilitasy dulces, hechas mero objeto del deseo masturbatorio general, espantanal macho y lo ponen a pensar. Pero de ese modo, asustándolo antes quenada. Y en eso se unifican, y por eso, creo, Monsiváis les dedica ideasclaras y distintas, como, lógico, no puede dedicarles a Rosa GloriaChagoyán y a María Rojo, por ejemplo.

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Ahora, en Los rituales del caos, la filosofía de Carlos Monsiváis apareceautocriticada, es cierto, depurada. Especialmente en esto de Gloria Treviy las imágenes públicas de la mujer. Después de todo, si la sexualidad escosa infantil, la rebelión libertaria es cosa de Peter Pan y las ninfetasinagotables e ingobernables, de los símbolos que vuelven de veras infan-til lo del sexo que da risa y maduro lo de la autoconciencia que causagozo. Lo siniestro femenil que emancipa el goce reprimido. Esas risitas.

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Y así de libres son las demás cuestiones puestas en juego con Los ritualesdel caos. ¿Pero por qué todo eso? ¿Por qué así, específicamente vueltoMéxico? Porque es cierto que el libro de Monsiváis sólo se entiende biendesde adentro de la Gran Ilusión que somos los mexicanos en concreto.¿Por qué más al estilo de Isela Vega y Gloria Trevi que al de Madonna,también incluida en la narración?

Muy en concreto: sólo se entiende bien el mensaje de Monsiváiscuando se lee desde adentro de la llena de esmog que es esta Ciudad deMéxico. Aunque el “adentro” sólo sea espiritual.

Por eso tampoco este nuevo libro de Carlos Monsiváis podrá fun-cionar como El laberinto de la soledad.

Otra vez un libro de Monsiváis sólo sirve para espantar turistas, nopara domesticarlos. Y una vez allí, no sé qué sea bueno y qué sea malo,sólo sé que pasa.

Si Octavio Paz inventa un México, lo inventa con explicación, com-prensible, luego entonces contemporáneo y muy vendible, y lo describeen lo esencial, “soledad postmoderna”; y si Monsiváis describe un Méxi-co, lo vuelve caos, incomprensible, luego entonces como era siempre,como la realidad misma, un país encerrado en el pasado que ya no volve-rá a existir, un fantasma, puro caos, luego entonces... un país borrado,tachado, deshecho, invendible... “inventado”. Y la cosa es que por másque le busco sólo encuentro que las dos cosas o visiones son, juntas,nuestra verdad, y que por eso estamos como estamos. Y que esto no esprecisamente algo malo para nadie.

Los rituales del caos son la forma de echar relajo dentro del laberin-to de la soledad; hay un mono gramático en cada dócil cuerpo transpor-tado por el Metro. Y así sucesivamente.

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Pero una vez explicada la filosofía de Monsiváis, nos queda lo más ex-celso, su escritura. La fiesta Carlos Monsiváis.

Leer a Octavio Paz es igual que leer una traducción del alemán o delruso, cuesta trabajo encontrarle nuestro modo de hablar, es un poetainternacional. En cambio, con Monsiváis sucede justo lo contrario.

Su primer efecto auténticamente filosófico está en ese estilo tan suyode poner a pensar por escrito esta nuestra lengua chilanga, más ese sumodo propio de construir el dispositivo libro en y para sí. Otro modo deargumentar la liberación humana. Con fotos de postal y todo eso. Elmodo Monsiváis de inventar esta gran ilusión de El Libro, la cosa que selee y que al leerse desarticula la presencia del mercado. La mercancíaque destruye las mercancías, porque hace pensar, convoca pensamien-tos... sobre La Realidad que nos rodea.

Su forma de nombrar tal cual nuestro cotidiano caos tequilero yrelajiento, nuestro nihilismo agrario, hasta dentro de “la tele” o “el Esta-dio Azteca” (que, entonces, tal vez no sean exactamente lo mismo, nipura nada).

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Cuando la libido nos alcance... en la cosa del texto; esta ilusión que noscomunica la realidad. La escritura. Que esta vez se presenta como laescritura de un apocalipsis bien chilango, la gran parodia monsivaíta delos muchos textos que anuncian el fin del mundo, la crítica del “ordenwaffle” de la moral burguesa judeocristiana. Y por eso la escritura de untexto que exorciza ese fin del mundo, que anuncia crónica tras crónica, yde ahí en adelante quien lee decide.

Pero, eso sí, Monsiváis establece bien claro que así ya no vivimos elretorno sino el triunfo demócrata de los brujos, cuando ya todo mundo esgurú, nomás por ver la tele, y ya sólo nos queda acatar la verdad defini-tiva: no hay afuera del mercado tardocapitalista, vivimos en el mundodonde los objetos producen a los sujetos, la realidad donde el espejo estáen la unidad de la conciencia y ya nunca más en el marco de las cosas...Donde lo sagrado ya no tiene chiste. Ya sólo hay gente con su religiónpropia, por todas partes, de todas formas. Cientos de gurús con el puñocerrado en cada manzana de la ciudad, gurús de todo tipo y color, con o

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sin su(s) propio(s) gurú(s). Sociedad que encuentra energías por todoslados, sociedad de dalais lama baile y baile en cada pirámide, tíbiri,capital del danzón y discoteca del mundo. Pero eso sí, todos los gurús,así sean yuppies, darkies, gruesos, zapatistas, marlon brandos,valemadres o lo que quieran, todos los gurús baile y baile al son de lamercancía, y ya.

¡Impuestos y rebajas para todos! ¡Más y mejor gobierno para todos!¡Y ya!

Proliferan las ilusiones, las necedades bien explicaditas sobre laverdad de las fuentes de energía y las buenas vibras. Estamos girando enla espiral engatusante de lo sagrado por aquí y lo sagrado por allá, lamedianoche de los fundamentalismos, la pesadilla del egoísmo genera-lizado, y ya. Y si ya todo es político, ya todo es la religión de la política.

¡Ciencia y circo para todos! ¡Pan y votos!Prolifera la cuaresma tardocapitalista, con o sin disfraces. La moda

de las religiones nuevas y viejas que ahora sí nos dizque tiran la líneaneta, porque ahora hasta pueden olvidar la religión y estudiar el incons-ciente personal y colectivo de la especie, el biorritmo y esas cosas, parapoder liberar oprimidos y jodidos, dándoles buen gobierno por todaspartes, panóptico buenaonda y ciencia ecologista.

Si todo este opio popular está volviéndose cada vez más popular,ello se debe a que eso del opio popular está por terminar. Cuando elapocalipsis se puso de moda en forma tan variada, se vive ya el triunfode los brujos tecnodemócratas postmodernos, y ello significará, a la lar-ga, el mismito fin de las religiones. O sea, la Mujer Dormida ya parió, ycomo era de esperar: fue otra vez el parto de los montes, y párenle decontar. Ratones entre cerros, ratones entre autos, microbuses, camiones yhumo negro. Ratones en las cuevas, ratones en los condominios.

Si ya el Dalai Lama se retrata con sus lentes Ray Ban, igualitos a losde Michael Jackson. Y Julio Iglesias afirma en entrevistas al ¡Hola! quetiene un satori después de cada comida y que le habla la Virgen cuandocamina silencioso por el Xanadú donde ande. Hay energías cósmicas enlos corn fléiks, más en las zucaritas que en los chococrispis. Bailar enHuipulco saca menos callos y ampollas que hacerlo en Coyoacán, aflojatus huaraches con aceite de oliva. Yea yea.

Todo lo absorbe el mercado... y las religiones y los brujos y las fuen-tes de energía y hasta el chamuco mismo, sean lo que sean, ya nadapueden hacer en contra de ello, son signos-mercancía, tienen su precio,

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su público y su oferta. Hasta se puede decir que todas las religiones loprovocaron, porque todas las religiones únicamente son, al igual que lafamilia, los medios de comunicación colectiva y la escuela, aparatos ideo-lógicos del Capital-Estado; pero sobre todo, las monoteístas y puritanas,las represivas disfrazadas de alivianadas y liberadas. Se derrumba elmundo de las religiones y por eso ahora cada quien inventa la suyapropia, comenzando, si quieren, por Wojtyla. Aunque quizá quien mejorlo haya hecho hasta ahora siga siendo Walt Disney.

El fin del mundo es el hecho de que el consumo individualista pose-sivo sea la única verdad cierta para vivos y muertos, empleados ydesempleados, desarrollados y bárbaros, civilizados y sobreexplotados,activos y pasivos, inquietos y calmados, premiados y castigados, concable y sin cable, graves y sin prisa ni meta, y todo eso. El consumo, luegoentonces: la pulsión de olvido... la ley del mercado... negar las libertadespersonales, desde adentro y desde afuera de la persona, no querer volvera saber que ya sólo hay consumo capitalista de todo, sólo mercancías, yano querer recordar ni entender que sólo hay auténtico consumo si anteshay, tiene que haber, todo el tiempo, producción y circulación de mer-cancías, o sea, contrato asalariado y dinero para volverlo real, muy real,un dispositivo energético material para deshacer al sujeto, para reprodu-cir mercancías, sólo mercancías. Luego entonces: El Caos.

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El consumo tardocapitalista (simbólico —real— imaginario) configura ysobredetermina el dispositivo del encierro: el espectáculo, el bioprogramadel caos y sus metáforas siempre sangrientas... el contradeseo. Porque lapulsión consumista genera, nadie lo ignora, la destrucción sistemática,la destrucción hipercompulsiva (aunque inconsciente) del planeta, laobsolescencia planificada y hecha sobre-deseo, algo más grave que todolo que deja pensar la ecología, porque resulta ser, otra vez, ¡ay horror!, lacrítica radical de la economía política. Porque entonces se trata de que elmercado es un encarcelamiento planetario dentro del dinero y el contra-to asalariado; sólo así hay plusvalía en el presente, explotándolo todo,comenzando ya por el espíritu humano. De ahí que se vendan enciclope-dias de puerta en puerta, igual que ollas exprés y biblias.

Hay crisis y caos todo el tiempo por culpa de este círculo vicioso:dinero y contrato asalariado, capital y servidumbre voluntaria. Encar-

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celando al sujeto imposible dentro de los muy posibles y objetivos y muyconcretos lineamientos del mercado capitalista universal, conclusiónlógica del proceso de crecimiento desigual y combinado: con la pulsiónlibidinal del dinero, el mercado subsume al individuo, lo convierte enrobot del consumo, esté en el lugar que esté de la lucha de clases; cosa,esta de la lucha de clases, que, entonces, parece haber desaparecido,porque entonces ya está en todas partes, hasta donde Dios no puede nipodrá estar nunca... en la libertad, obvio, enajenándola, volviéndola cri-sis y caos.

Porque, después de todo, el único “derecho del hombre” que serespeta oficialmente en toda la tierra es el de la dichosa “propiedad pri-vada” de los medios de producción de la riqueza social.

Condensación. ¿Voy demasiado rápido? ¿Conviene regresar sobrelo andado? ¿Hacer más clara mi recepción crítica de la filosofíamonsivaíta?

Es una ventaja de la escritura, poder revisarse. Hagámoslo enton-ces. Arranquemos de nuevo, desde lejos, más lejos. Para integrar comple-to el discurso que se amerita pensar en y con la filosofía de Monsiváis.Entonces...

Recuérdese bien: junto con José Emilio Pacheco y Gabriel Zaid, Car-los Monsiváis es una de las actuales fuentes de escritura más lúcidapara comprender la realidad como es, desde aquí, desde esta Ciudad deMéxico. La Realidad.

El trabajo escrito de ellos tres constituye uno de los fundamentosbásicos de la actual conciencia mexicana. Tanto por la amplitud de suspropuestas éticas como por la profundidad de sus razonamientos y lacontemporaneidad de sus procesos de escritura, esto es, por su formaespecífica de comunicar sus razonamientos y propuestas sobre México.Los tres tienen en común dedicarse a narrar la historia como reportaje. Yninguno de los tres es, ni se considera a sí mismo, La Verdad con patas,ni cosa que se le parezca; ninguno de los tres pretende ni quiere ser eso.Trabajan en serio contra el culto a la personalidad, contra ese fundamen-talismo. Esto es, trabajan pensando y piensan el sentido de trabajar. Sonnuestros intelectuales, los de la contracultura. Por eso son muyimportanes sus escritos. Dejan pensar por cuenta propia.

Liberan la discusión y aclaran la construcción del concepto y laexperiencia de ser y estar en México. Vuelven evidente que no se necesi-tan líderes ni caudillos ni führers, que esos ídolos individualistas (que

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nunca sujetos) sólo estorban la liberación humana, aquí y en China y endonde quieran. Lo necesario todavía conviene pensarlo y desearlo, sobretodo desearlo, desearlo mucho, para así saber hacer realidad tal deseo:Democracia, el gobierno del pueblo.

Y en este sentido, Monsiváis es el meritito cronista de la Ciudad deMéxico, y tal oficio lo ejerce desde la situación contracultural, desde laoperación de la revolución libertaria en y por la cultura. La situación quemás nos conviene, la de pensar por cuenta propia. Nos muestra, tropopor tropo de su escritura, el significado positivo de pensar por cuentapropia en medio de este caos muy concreto que es la Ciudad de México,un territorio multigeográfico, multigeneracional y más que nada “men-tal”, la Ciudad, que nunca cabe en sólo este terrenote que es la cuenca delLago de Texcoco y su país conurbado, no únicamente este ex-espejo mon-tañoso que alguna noche se creyera el ombligo de la Luna. Sino la Ciu-dad de México como efecto tequila inconsciente del planeta Tierra, algoque, entonces, tiene que ver con todo mundo, con los vivos y los muertos,con Comala enterito, y cuantimás para quienes sí habitamos este exlagoentre volcanes, ahora rete repleto de gente pobre y triste, y casi a punto dereventar de tanto esmog y ruido.

De allí que ya sea hora de pensar con mayor cuidado sus libros, losde nuestro sabio contracultural Carlos Monsiváis, porque de un modoaún más rotundo que los libros del gurhuapanguero José Agustín o losdel acamédico Bellinghausen o los del ocultista José Joaquín Blanco, ytantas plumas y personalidades más que dialogan de cerca o de lejos conél, las crónicas monsivaítas son los puntos donde el periodismo radical“Made in México” más se concentra y marca huellas básicas, auténticosfundamentos diferenciales para pensar, ahora sí, la libertad integral en ypara y desde México. La liberación internacionalista, la autoconciencia.Pensar cada quien por cuenta propia. Y desde Días de guardar hasta Losrituales del caos, cada uno de los libros que Carlos Monsiváis propone adebate, implica un ascenso colectivo en la construcción de un pensarradical en lo realista, una auténtica filosofía nuestra, tanto por su nove-dad expresiva como por sus recursos de reflexión, una escritura-pensa-miento heredera ya de Nietzsche y McLuhan, por un lado, y Martín LuisGuzmán y Carlos Fuentes, por otro. La estética de la liberación del nacoy más que eso. Una sistemática y bien librada desconstrucción del Ma-cho Tiránico. Cada nuevo libro de Carlos Monsiváis implica un ascensomás comunitario, más consensual, más risueño y contento, en la cons-

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desde la crítica

trucción del espíritu absoluto libertario de la tribu, trabajo en que sinduda alguna Carlos Monsiváis está ocupado desde siempre. Por ello hayque recibir Los rituales del caos con muchos trabajos dispuestos a ampliarla reflexión y el debate, con el fin de corresponder al impulso de estepensamiento nuestro que es el de Carlos Monsiváis.

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Como me dijo alguna vez Luis Guillermo Piazza: “Ya bien emplazadosen el reconocimiento de que esta culturita nacional determina la civiliza-ción nacional, y que todo esto sólo significa que culturita y civilizaciónconectan con culturita y civilización mundiales, entonces, ni se dude,Carlos Monsiváis viene a ser el primer escritor filosófico en castellanoque de verdad parece superar a Séneca, primero, y a Gracián en definiti-va. Y da la casualidad de que es americano y vive en Portales. Tal cual.Para gloria y coraje del mismito Alfonso Reyes. Monsiváis ha puesto enacción un modo de pensar nuevo y propio, en esta culturita, que es la delmundo entero.”

¿Por dónde seguir ahora? ¿Vale la pena seguir? ¿Será necesario?Por la importancia de este libro neoapocalíptico mexicano, bien

vale la pena escribir no sólo reseñas y ensayos, sino libros y libros, mu-chos libros, ríos de escritura, para tratar de comprenderlo y llevarlo a lapraxis crítica. También por amor a la verdad, al ser interminable la re-cepción de Los rituales del caos, todo texto que lo intente comentar y expli-car será y permanecerá incompleto, es el signo de los tiempos.

Y entonces con lo hasta aquí dicho creo haber planteado con creceslo necesario para transmitir aquello esencial que me ha hecho comenzara pensar. Y por eso mismo lo que esta crónica de Monsiváis puede dejarpensar a toda persona que la lea. Aquí yo he cargado mi anillo de podercon su filosofía. Vale.

desde la mirada

Lucero González, “El principio”

Lourdes Almeida, “La mujer y la colonia”

Lorena Alcaraz, “La mujer en la revolución”

Sandra Pérez Nieto, “La mujer hoy”

Oweena Fogarty, “Principio y fin”

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mesa redonda

desde el movimiento

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mesa redonda

El financiamiento: el ruido del dinero

Para debatir sobre el impacto del financiamiento de los grupos enel conjunto del movimiento feminista, debate feminista invitó a va-rias compañeras, tratando de que estuvieran representadas dis-

tintas posturas y experiencias, y a una académica que ha estudiado a lasONG en México. Las invitadas fueron:

Ximena Bedregal del Centro de Investigación y Capacitaciónde la Mujer (CICAM)

Rosa Cedillo de Brujas

Francesca Gargallo, independiente

Lucero González de Sociedad Mexicana Pro-derechos de la Mujer

Ana María Hernández de Salud Integral para la Mujer (SIPAM)

Patria Jiménez de El clóset de Sor Juana

Patricia Mercado de Mujeres en Acción Sindical (MAS) y delGrupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE)

Cecilia Talamante del Grupo de Educación Popular con Mujeres (GEM)

María Luisa Tarrés de El Colegio de México

La invitación solicitaba que se trajera una reflexión escrita, de no más dedos cuartillas, que sería leída en voz alta por cada una, para posterior-mente entrar a discutir a fondo. Del modelo ideal que nos planteamos alo que se dio hay un trecho. De un grupo de nueve invitadas faltaroncinco: Francesca, que sí envió su texto, Ximena, Rosa, Cecilia y Ana Ma-ría. De las tres restantes sólo Patria trajo su escrito.

El texto de Francesca inició el debate, pero quedamos cortadas porsu ausencia. Marta Lamas intervino, cuando originalmente pensaba sólocoordinar la mesa. En fin, más allá de lamentaciones o suspicacias, estaprimera ronda mostró que en efecto hay mucho que hablar entre noso-tras. Ojalá y tengamos mejor suerte con la asistencia para una segundaocasión.

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A continuación reproducimos los escritos de Francesca y Patria, ydespués aparece la transcripción del debate.

Financiamiento sí. Financiamiento no

Francesca GargalloIndependiente

El financiamiento de un trabajo o del espacio, el tiempo y el personalpara desarrollarlo, no es en sí ni bueno ni malo. Sería un hecho neutro deno mediar entre el dinero y su uso por lo menos dos niveles de controlque lo vuelven peligroso para un movimiento de transformación de laspautas de relación interpersonales como el feminista. Estos son el con-trol que ejerce el dador del financiamiento (uso el masculino aunquepueda tratarse de una fundación de mujeres del primer mundo, porque—menos en casos muy contados— se manejan como financiadoras nofeministas) y que se manifiesta en directrices de carácter político y políti-co-económico, impositivas o persuasivas, implícitas o explícitas, sobreel tipo de trabajo, las formas de desarrollo, el número de personas invo-lucradas. Y en un segundo momento, el control que sobre el financia-miento ya recibido ejercen las directrices del grupo que ha recibido elapoyo.

El primer nivel de control ha llevado a que muchas colectivas queen un inicio fueron feministas se convirtieran en organizaciones de mu-jeres especializadas en resolver aspectos específicos de la explotación,subordinación y vulnerabilidad femenina. Organizaciones de especia-listas que, paradójicamente, se autoflagelan ofreciendo a sus miembrasun reconocimiento ghetizado y salarios por debajo de aquellos percibidospor profesionales en instituciones mayores.

Asimismo, para no perder la posibilidad de obtener financiamientos,las organizaciones que se dedican a atender las necesidades de gruposde mujeres de forma familiar se convierten en competidoras, acabandocon la ya escasa solidaridad y el poco diálogo que ha caracterizado alfeminismo latinoamericano.

La posibilidad de que algunas organizaciones de mujeres se con-viertan en grupos organizados de la sociedad civil para presionar en lasaltas esferas del poder político, es dudosa. Por lo general, este nivel decontrol se ejerce con tanto tino que no se financian proyectos feministasparticularmente radicales.

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mesa redonda

El segundo nivel de control, el interno, es todavía más dificil deresistirse por un movimiento que no tiene resuelto el problema de laslealtades personales, ni el del liderazgo, ni el de la representatividad. Ala supuesta horizontalidad de las relaciones feministas, tantas vecesvislumbrada durante el proceso del pequeño grupo en la autoconcien-cia, se sobrepone la dominancia por el poder que otorga el dinero.

A estos dos niveles de control que dan un calificativo negativo alfinanciamiento, se agrega otro elemento en su contra. Eso es, que en elpropio proceso de elaboración del trabajo y en la consecución de lasmetas impuestas por los agentes financiadores, se pierde de vista que laprimera responsabilidad para una feminista es la generación de un co-nocimiento y una sabiduría acerca del ser mujer y las necesidades de lasmujeres que desconstruyan la ignorancia sobre nuestras vidas impues-tas por el patriarcado. Esta construcción de un conocimiento feministaes un trabajo de afirmación colectivo y es tan poco acreedor de financia-miento como la investigación individual.

El financiamiento en el movimiento feminista

Patria JiménezEl clóset de Sor Juana

Desde hace ya casi dos décadas, las activistas del movimiento feministase instituyeron en asociaciones civiles, hoy llamadas organizaciones nogubernamentales (ONG), en las que a partir de líneas de trabajo específi-cas buscaron favorecer la condición de las mujeres. Para el desarrollo desus trabajos elaboraron proyectos de acción para los que en su mayoríahan recurrido al financiamiento.

Sin embargo, a pesar del tiempo transcurrido, el movimiento no hagenerado un espacio de discusión y evaluación de los obstáculos, fraca-sos y logros alcanzados. Uno de los temas que frecuentemente sale adebate en los encuentros o en los ataques entre los grupos, es el del finan-ciamiento. Aun sin contar con una discusión profunda en lo relacionadoa esto, podemos enumerar desde nuestras ONG, algunas dudas en cuan-to a los criterios de aplicación, rubros más favorecidos, compromisosadquiridos con las agencias financiadoras, necesidades organizativas,efectos negativos y positivos, para así poder administrar y distribuir losfinanciamientos.

Entre los requisitos fundamentales para el logro de los mismos estáque las ONG solicitantes deben estar formalmente registradas, tener un

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desde el movimiento

mínimo de antigüedad, haber alcanzado resultados positivos en su traba-jo y poseer un aval de un financiamiento previo. Esto significa un enormeesfuerzo para las nuevas organizaciones ya que deben mantener activida-des por un tiempo prolongado sin recursos ni local, lo que además reper-cute en el cumplimiento de los objetivos que se plantea realizar.

Las agencias financiadoras cuentan con sus propios temas y activi-dades de interés, por lo cual las ONG, frecuentemente para subsistir, orien-tan su actividad de acuerdo a las líneas definidas por la agencia. En losaños recientes ha sido clara la atención que han recibido temas como:salud reproductiva, sida, educación, derechos humanos, género, etc., loque ha dejado de lado otros que difícilmente consiguen financiamiento.Además, las agencias también definen políticas en cuanto a la organiza-ción y a los integrantes de los proyectos. Es clara la actual intención deapoyar prioritariamente a redes y a grupos que incluyan hombres y mu-jeres, lo que exige una articulación ficticia que deja pocas posibilidadesa proyectos de grupos nuevos.

El ejercicio mismo del financiamiento supone un gran esfuerzo ytener una infraestructura tanto para el desarrollo de proyectos a largoplazo, como para su administración. Muchas de estas organizacionesno lo tienen y algunas se aventuran a improvisar con resultados no tanbuenos, graves consecuencias para el grupo y en ocasiones hasta paraotros grupos que se inician.

Por otro lado, desde una perspectiva global, las diferencias en losmontos de financiamiento han generado una competencia, que podríaconsiderarse desleal para el movimiento, ya que el ocultamiento de in-formación y la no existencia de reglas y perspectivas sobre el financia-miento ha devenido en ataques, divisionismos y envidias que repercutenen la confianza, en las posibilidades reales de trabajo colectivo, en elcompromiso solidario para facilitar el acceso al financiamiento y sobretodo para un avance articulado hacia el fortalecimiento del movimiento.

Ventajas

Las fuentes de financiamiento han favorecido el trabajo sobre algunosde los temas que son importantes para el movimiento, así como para eldesarrollo de las feministas que participan en esas líneas, profesionali-zándolas cada vez más.

El acceso al financiamiento de manera recurrente permite la conso-lidación de grupos y la posibilidad de adquirir un prestigio que les se-guirá redundando en más y mejores financiamientos. De esta manera, al

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ver resuelto el aspecto económico, estas organizaciones pueden conver-tirse en líderes en su trabajo y conseguir oportunidades para vínculosmás amplios al contar con los recursos necesarios para asistir a confe-rencias, foros, convenciones, etc., elementos necesarios para las relacio-nes con redes internacionales y con las mismas financiadoras.

El financiamiento seguro permite que el grupo acreciente su capaci-dad y eficiencia en cuanto al trabajo que desarrolla, y tenga la posibili-dad de ampliar sus perspectivas, así como de elevar el nivel de calidaden cuanto a los servicios que proporciona.

Conclusiones y propuestas

No es posible en este momento hacer una evaluación positiva o negativade la repercusión que el financiamiento ha tenido en el movimiento, yaque es difícil identificar estas situaciones. Sin embargo, considero que esnecesario llevar a cabo discusiones y análisis amplios que nos permitandefinir las prioridades del movimiento, sus reglas y mecanismos paraimpulsar nuestros objetivos de manera articulada con un fuerte compro-miso para las feministas que estamos desarrollando trabajo en favor delas mujeres.

El impacto del financiamiento de los grupos en el conjuntodel movimiento feminista

Participaron:Francesca Gargallo (independiente) No asistió, pero envió textoLucero González (Sociedad Mexicana Pro Derechos de la Mujer)Patria Jiménez (El clóset de Sor Juana)Marta Lamas (debate feminista y GIRE)Patricia Mercado (MAS y GIRE)María Luisa Tarrés (COLMEX)

María Luisa: Cualquier movimiento social necesita recursos, ningúnmovimiento puede hacer algo o mantenerse sin ellos. Se requieren recur-sos para poder lograr propósitos específicos, que logran generalizarseen la sociedad. Pero, además, creo que si un movimiento no es lo sufi-cientemente fuerte como para aguantar el hecho de que alguien lo pongaen duda, si no puede manejar eso, entonces, el problema no está en el

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financiamiento sino en la fortaleza del grupo que está movilizándose. Sipensamos que el financiamiento es el problema, estamos definiendo malel problema. Esa es mi impresión. Lo que hay que hacer es dejar de ladoel tema del financiamiento —cada quien puede elegir el financiamientoque quiera, como quiera, en las condiciones del mercado, etcétera— yenfrentar el verdadero problema: la debilidad del movimiento. Lo quehay que hacer es fortalecer al movimiento por otros medios. La cuestióndel financiamiento no es lo central, es sólo un recurso más para ciertosgrupos e indirectamente para el movimiento donde ellos participan.

Lucero: Dentro del mundo del financiamiento hay diferentes agen-cias internacionales que pertenecen a gobiernos, instituciones privadas,fundaciones; hay también otras fuentes de recursos, como el que unaartista te regale un trabajo. Por ejemplo, en los Estados Unidos una escri-tora dice: “Voy a publicar este libro y todas las ganancias son para estacausa o para este proyecto”.

El financiamiento puede ser redefinido como un medio para poderhacer proyectos con recursos. Necesitamos revisar cómo utilizamos esosrecursos para lograr objetivos a corto y largo plazo. El problema no es eldinero, sino las condiciones en que te lo dan. Falta una crítica más es-tructurada y compartida con las propias agencias y fundaciones.

Patricia: Algunas financiadoras nos están metiendo en una broncaque influye en la democracia interna del movimiento. Una cosa que meparece que hay que discutir con las financiadoras, que plantean: “Ha-gan redes, pero yo le doy el dinero sólo a una organización a la que elijoporque con ésa hay confianza, es la que más conozco...” Nosotras tene-mos que decir que no, porque si hacemos una red debe quedar muy claroque es un trabajo colectivo. Cuando es un trabajo colectivo y lasfinanciadoras dicen que presente el proyecto una ONG, debemos decirque no, porque como al final solamente le dan el dinero a una ONG, eltrabajo de todas se cae, porque el poder de negociación ante lasfinanciadoras solamente lo logra una organización.

Además, las financiadoras no son cuidadosas políticamente y novan a decir: “Fíjense que el foro fulano donde participan todas estas ONG

que hicieron el trabajo...” sino que van a decir: “Esa organización hizotal y tal y tal, y le dimos recursos”, y las demás no existen. Nos estánmetiendo en una bronca de democracia interna muy fuerte y ante ellasdebemos poner nuestras propias reglas. En eso tenemos que parar a lasfinanciadoras, porque se está convirtiendo en un problema que puedeacarrear mucha basura al movimiento.

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María Luisa: Justamente, si el movimiento fuera capaz de discutirun tema así y tomar una actitud o generar una estrategia frente a lasfinanciadoras, me parece perfecto. Si no es capaz de articularse, de aliar-se, de generar sus propias redes y plantear una posición similar frente alinterlocutor, entonces, va a seguir esa actitud de las financiadoras y vana haber ciertos grupos que van a controlar más recursos que otros sin quese conozcan las reglas del juego, porque cada agencia impone sus crite-rios. Sólo un debate abierto en el interior del movimiento da la posibili-dad de ir creando reglas o quizás criterios generales con los cuales cadagrupo puede guiar su acción.

Marta: A mí me parece que en el texto de Francesca hay una ideali-zación del movimiento feminista. Cuando dice: “mujeres que en un ini-cio fueron feministas y se convirtieron en organizaciones de mujeresespecializadas”, yo pregunto: ¿cuál es el problema?, ¿se deja de ser femi-nista por la especialización?, ¿cuál es la objeción a tener organizacionesespecializadas? En su texto percibo esta idea de que si hay poder o dine-ro se va a acabar la (supuesta) horizontalidad de las relaciones. Suspalabras abarcan toda la discusión sobre la eficacia política, sobre lanecesidad de estructura, sobre la solidaridad y las lealtades diversas,sobre la competencia. Francesca cuestiona el hecho de que “no se finan-cian proyectos feministas particularmente radicales”. En efecto, no haydinero para muchas cuestiones que subvertirían el orden, no hay finan-ciamiento para hacer la revolución, pero el financiamiento que sí dan lasfinanciadoras está siendo usado para construir otra instancia del movi-miento: las instituciones feministas. Habría que discutir qué tan legíti-mas o no son, si en verdad son una instancia que ha ayudado a avanzar,pero hay que ampliar la concepción de radicalidad. ¿Acaso no se vuelveradical, en el contexto que estamos viviendo, solicitar dinero para haceruna comunicación diferente, feminista, para dar una atención integralen salud, para luchar por la despenalización del aborto, para capacitara mujeres con perspectiva feminista?

María Luisa: Yo diría que en el texto abundan conceptualizacionessimples. Hay que considerar que un movimiento es heterogéneo, estáformado por mucha gente que piensa distinto y que está ahí por motivosmuy distintos. Puede haber organizaciones, gente sola, gente de un tipoy de otro, y la articulación de todo eso se llama movimiento. La condiciónde un movimiento se ve en algunos momentos, pero en la vida diariasomos grupos, personas, estamos aisladas, solitas, trabajando en nues-tras cosas y, de repente, hay algo que nos une. Considerar al movimiento

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como lo fue en una etapa muy originaria es muy simple, y es falso. Elmovimiento es algo muy heterogéneo y qué bueno.

Patria: En relación con lo que fue el movimiento de lesbianas, porejemplo, son 17 años de resistencia y de estar trabajando. Efectivamente,la falta de recursos hizo pobre nuestro trabajo. Pero hubo un error alenfrentar este asunto en forma mitificada: de que para las lesbianas noiba a haber dinero, cuestión que pensábamos porque no había informa-ción. Una de las cosas graves es que no circula la información y cuandometes tus proyectos te los rebotan; después de que pasaron 17 años de unmovimiento que es pobre en recursos materiales, de pronto algo cambia.Fue necesario decir: “Vamos a conseguir dinero, vamos a poner unacasa, vamos a ir tras del financiamiento y, mientras, vamos a sostener unespacio”. Nosotras hicimos una contabilidad de 2300 horas anuales detrabajo voluntario que nos permiten sostener un espacio durante un añoy medio o dos para poder acceder al financiamiento. Es una cuestión deresistencia. Sabíamos que eso tenía que continuar, que había que darleseguimiento. Ahora, yo no veo cómo otras organizaciones que trabajantemas nuevos puedan acceder a los recursos porque para poder accedera ellos sí se requiere una capacidad de resistencia importante, una expe-riencia, un trabajo acumulado. En cuanto encuentras los canales y em-piezas a trabajar sobre ellos y haces proyectos, empieza a venir elfinanciamiento y consecuentemente se eleva la calidad de los servicios.

Y no sólo aumentas la calidad de tus servicios, también vas afian-zando una serie de situaciones. Creo que como movimiento, con lo po-quísimo que hemos avanzado, las lesbianas tenemos muchísima másfuerza política por los contactos, por el trabajo, por la visibilidad, etcéte-ra. Aunque pensé que el acceder a recursos económicos era difícil parasectores específicos de lesbianas, y de hecho lo sigo pensando, creo quetambién hay organizaciones y ONG que van sobre un camino, sobre unproyecto y cuando hay una vertiente de financiamiento para otro tipo deproyecto, ellas pueden girar, captar ese financiamiento y no dan oportu-nidad a las otras ONG, porque están en eso todo el tiempo. La situación seconvierte como en un embudo, además de que no hay información clara.A nosotras como gays, los chavos gays jamás nos dijeron: “Sí hay finan-ciamiento”. Nosotras tuvimos que pagar nuestros boletos desde la pri-mera vez, fuimos y vimos que sí había; pero tuvimos que ir a investigar yvimos cómo todo el mundo gay estaba tan bien organizado; especial-mente en los países europeos y en Canadá.

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Lucero: Aquí podríamos introducir otro elemento: el que en Améri-ca Latina, y en México en particular, no ha habido una tradición defilantropía social. Por eso, las pocas organizaciones que descubrieron elfinanciamiento se apoderaron de ese conocimiento, de esa información yno la socializaron durante años. Es hasta ahora que muchas ONG deaquí y del resto de América Latina han estado participando en los forosinternacionales donde descubrimos que el mundo del financiamientoestá en todas partes, menos en nuestra casa. Así empezó a socializarseesta información y empezaron los talleres de capacitación; pero es muyreciente, ni siquiera podemos hablar de diez años.

Patricia: Creo que ha habido muchos cambios. Hace diez años noconocíamos las reglas del juego. En Mujeres en Acción Sindical (MAS)teníamos el problema de que ninguna financiadora da dinero para muje-res trabajadoras porque les da miedo; es como meterse en política interna,en los sindicatos. Esta era una bronca muy seria, pero como necesitába-mos financiamiento aceptábamos el compromiso con la financiadora yparalelamente seguíamos con nuestro trabajo de intervención sindical.

De diez años para acá, el financiamiento ha cambiado. Cada vez secierra más la brecha entre lo que quieres y lo que te da la financiadora,cada vez los dos sectores están más cerca. Este punto lo tendríamos queanalizar. Ahora realmente puedes encontrar financiamiento para lo quequieres hacer. Por ejemplo, el aborto era un tema intocable, verdadera-mente todos le huían. GIRE fue la primera ONG que retomó específicamen-te el tema del aborto. Ayer fuimos a la embajada de los Países Bajos y enmenos de cinco minutos nos dijeron: “Sí, nos parece muy bien”. Noso-tras queríamos justificar el proyecto con argumentos sobre la cuestiónsocial, y ellos respondieron: “Ya no nos digan nada, está bien, conoce-mos el problema”.

Para mí, el problema ahora es la cuestión de la competencia, que esreal. ¿Cómo la vamos a resolver? Si yo le digo a diez organizaciones queacabo de descubrir una financiadora chingona corro el riesgo de que meniegue recursos argumentando que ya le da dinero a tres organizacionesen México. Eso sucede. A veces tú llegas y te dicen: “Ya le doy a fulana,ya son mis contrapartes, ya no puedo darle a otra”. Aunque no nos lodigamos claro, esto genera un conflicto. “¿Les digo a las demás o no lesdigo? Porque si a mí me dan los diez pesos me va a ir mejor, pero sireparten diez pesos entre cinco, pues no nos conviene”. Este problemacreo que sí tendríamos que discutirlo entre todas.

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Lucero: Para ti es un problema, pero en realidad es un prejuicio. Enla medida en que las financiadoras tienen más demandas, tienen quereplantearse el ampliar sus recursos para una región; eso lo han dicholas propias agencias financiadoras.

Patricia: Las europeas no.Lucero: En Estados Unidos hay una experiencia diferente.Patricia: Yo me acuerdo que muchas veces nos negaron financia-

miento diciendo: “Ya tengo contrapartes en México que son fulana yzutana, ya no puedo agrandarme, ya cubrí mi cuota en México”. Este esun problema real. Por otro lado, está la cuestión de ¿por qué lasfinanciadoras se están acercando cada vez más a las propuestas femi-nistas que tienen que ver con el cuerpo, con la sexualidad? Creo que esoestá muy ligado a la nueva concepción de políticas de población. A mírealmente me sorprende ir a una reunión de personas que estaban total-mente fuera de este tema —funcionarios del gobierno, académicos, etcé-tera—, y que ahora están hablando de la libertad sexual y demás. ¿Porqué sucede esto? Yo creo que algunas agencias internacionales, preocu-padas por la demografía y las políticas de población han llegado al nivelde decir: “Denle a las mujeres el derecho a su cuerpo, que cojan sin tenerhijos. Hablemos ya de otra manera para que dejen de tener hijos”. Obvia-mente éste no es el caso de fundaciones como la Ford o la MacArthur, queson conscientes y respetuosas y con las que las feministas estamos traba-jando por tener coincidencias. La política que dice: “De alguna maneratenemos que evitar que el mundo crezca”, va de la mano con la libertadsexual. Esto tiene su lado positivo y su lado negativo.

María Luisa: Creo que es un punto que merece la pena ser discuti-do. A mí me llama la atención que en El Colegio de México gente que eracuadrada, nada liberal, rígida en su vida y en todo, de repente aparecetrabajando en temas feministas. Ahora necesitan tener contrapartes fe-ministas. Las necesitan, pues las financiadoras de sus proyectos les exi-gen trabajar con ONG feministas. Estos académicos controlan cualquiercantidad de recursos, pero no se mueven por posiciones ideológicas, semueven por la plata. Se trata de demógrafos o sociólogos que han estadotrabajando desde hace tiempo en planificación familiar o temas relacio-nados, y ahora se transforman y plantean cuestiones sobre la sexuali-dad de las mujeres. Este es un tema que merece ser estudiado quizá enotro ocasión; la pregunta es: ¿quién controla nuestra sexualidad?

Marta: Habría que ampliarlo a ¿quién financia nuestra sexuali-dad?

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Lucero: Estamos analizando el asunto del financiamiento a travésde población y las agencias norteamericanas, pero en realidad el mundodel financiamiento es amplísimo, hay para todo. Podemos hablar de po-blación, pero si tomas otro sector también va a haber financiamiento.Hay miles de fundaciones y agrupaciones privadas y públicas que danapoyo filantrópico en un sinnúmero de temas. La experienca de las ONG

que primero recibieron dinero en México fue en relación con Europa ycon criterios que no tienen que ver con el asunto demográfico. Esa filan-tropía ejercida desde la caridad, por instituciones religiosas o desde elporcentaje que tienen los gobiernos europeos para darle al tercer mundo,se daba prioritariamente en relación con la pobreza, con las mujeres desectores populares, con la educación y capacitación popular. Ese es otrotipo de filantropía; en Estados Unidos el financiamiento se da con otraargumentación, es una visión diferente.

Patria: Creo que lo que se ha hecho con las ONG ha sido una inver-sión. Nuestra oficina ha alcanzado grados de especialización a lo largode estos años, y curiosamente quienes recurren ahora a este tipo de infor-mación son los funcionarios, porque no la tienen, porque no la manejan,porque no hicieron nuestra trayectoria. Por eso yo interpreto el financia-miento como una inversión, una especie de intercambio. Despues de 20años de trabajo feminista veo que los financiamientos también sirvieronpara eso y que las que se especializaron están ubicándose en lugaresestratégicos.

Me llamó mucho la atención la intervención que hizo una mujer dederecha en la carpa de lesbianas en Beijing cuando estábamos reunidas,que dijo: “Es que yo quiero entender por qué ustedes, siendo tan pocas,tienen tanto poder”. En la conferencia yo me puse a ver qué era lo quehacían las lesbianas que yo reconocía y, efectivamente, tenemos muchopoder; las veías corriendo para un lado y para el otro, amarrando compro-misos en el pasillo. Eso lo pude ver ahora en la conferencia a nivel interna-cional. Claro, las tenemos espantadas, pues hay una situación nueva quees el habernos ubicado como especialistas sobre el tema de la mujer.

Marta: Además, como suelen no tener marido e hijos, tienen mástiempo para dedicarle a la causa, y nos comen el mandado.

Lucero: Alguien decía: “¡Ay sí! Fulana sí puede ir con su novia atodas las reuniones y nosotras no”.

Marta: Yo lo decía. El movimiento establece una situación de des-ventaja contra las bugas, que no podemos llevar a nuestro galán a lasreuniones. Si hay reuniones el domingo, entonces las gays pueden llevar

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a sus tortitas y las bugas nos tenemos que chingar. Esto, que se dicebromeando, también plantea cuestiones reales de competencia que po-cas veces se asumen. El tiempo que le puedes dedicar a un trabajo políti-co es distinto si excluye o incluye a tu pareja.

Patria: Deberíamos equilibrar la situación de la competencia des-leal, que es muy nociva y causa mucho conflicto dentro de movimiento,porque lo de las deslealtades después ya no se perdona.

Marta: Es que hay una concepción de lealtad que se confunde conincondicionalidad. Creo que una cosa es la lealtad política y otra el ami-guismo. Competencia hay buena y mala. Lo que no tenemos son reglaspara competir.

Lucero: Es imprescindible establecer reglas. Me gustaría trabajarmás por ahí. Nos hemos fortalecido: ahora hay un conocimiento que noteníamos hace veinte años y eso está presente en nuestros trabajos, en losproyectos, en nuestras negociaciones con las agencias de financiamien-to. Somos la razón de ser de esas fuentes de financiamiento, porque si notuvieran toda esta aportación de las ONG en trabajo, en ideas, en creativi-dad, ¿cómo iban a justificar y a distribuir sus recursos? Los análisis quepresentan las agencias financiadoras están hablando de eso, porque nopueden existir solitas, sin nosotras.

Marta: No, pero igual estarían financiando a otros grupos distintos.Lucero: Por supuesto, pero hay que hablar de nuestra fuerza y habi-

lidad en la negociación. Creo que las estamos ejercitando.Marta: Yo quiero volver al punto que planteaba Patria, el de las

lealtades y la competencia, porque en el texto de Francesca parecería quees el financiamiento lo que genera la mala competencia. Ahí hay unproblema de cultura política, porque al movimiento feminista mexicanole ha costado mucho trabajo estructurarse, aceptar niveles diferentes,cosas que en otras partes de América Latina sí ha podido hacer, porejemplo, en Perú, Brasil o Chile, para no irnos a Estados Unidos y aEuropa porque dicen que siempre pongo ejemplos de allá.

Cuando se dice que por el financiamiento las mujeres se conviertenen competidoras, yo digo: habría que discutir si en buenas o malas com-petidoras, porque también la competencia tiene una parte buena. Lo quepasa es que no sabemos competir, no se ha estructurado una coordina-ción mínima del movimiento en México. En otros países sí se ha podidotener, y eso no pasa sólo por el impacto del financiamiento. El financia-miento incide en esa situación, o hace que aparezca de una manera espe-cial, pero éste es un problema que venimos arrastrando desde hace tiempo.

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Hay que deslindar qué cosas le tocan al financiamiento y qué cosas tie-nen que ver con la inmadurez o el desarrollo peculiar de nuestro movi-miento.

Lucero: Sí, ahí están mezcladas cuestiones políticas con el dinero yla relación que las mujeres tenemos con él. No se trata de un problemaque existe a partir del financiamiento solamente, sino que siempre lohemos tenido, y pasa también por el reconocimiento y la valoración denosotras mismas. Esa es otra área que tampoco hemos trabajado profun-damente: la relación que como personas y como movimiento tenemoscon el dinero.

María Luisa: Desde el principio estoy diciendo que el financia-miento no es el problema central, sino que es la articulación política delmovimiento. Creo que pese a eso, como hay financiamiento y es un he-cho, habría que insistir en la cuestión de los principios para competir.Ahora, yo estudié a las ONG en México, y no son muchas; creo que lacompetencia se da entre muy pocas realmente. Son muy pocas las perso-nas y hay pocos casos de ONG que van cambiando de temas. Eso se dasobre todo en los estados, donde hay ONG que trabajan lo que viene. Ahíhay un problema porque sí se han perdido, en algunos casos, reivindica-ciones centrales del movimiento, como por ejemplo el aborto. Como esono se trabaja en provincia porque el aborto es mal visto, entonces privile-gian otros temas, como salud reproductiva o violencia. Creo que habríaque ver cuántas ONG compiten realmente para entonces sentarse y con-versar sobre lo que realmente está en juego.

Marta: ¿Quién compite con CICAM, con CIMAC o con SIPAM?María Luisa: En términos de los temas que trabajan esos grupos

hay muy poca competencia.Marta: Nosotras, en GIRE, compartimos un poco la cuestión de sa-

lud reproductiva con sipam. Pero somos proyectos complementarios.Patricia: Sí, somos diferentes. GIRE y SIPAM son proyectos muy dis-

tintos. En SIPAM se meten mucho más en el tema de salud, por ejemplo,su coloquio reciente sobre calidad de atención. En GIRE jamás se noshubiera ocurrido porque trabajamos la defensa de los derechos repro-ductivos, más desde el lado de la información y la participación demo-crática, y especialmente tratamos el aborto.

María Luisa: Además, cada quien ha vendido bien su mercadería.Lo que hay que hacer es cuestionar las ideologías que ven como negativala competencia. Yo creo que hay mucha ideología, que son muy pocos losgrupos que compiten realmente y, cuando compiten, lo hacen en buenos

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términos y por cuestiones muy especializadas. Es bueno que haya espe-cialización. Lo peligroso sería que hubiera muchas ONG que estuvieranbuscando cualquier tema para sobrevivir, porque ahí sí se pierde el obje-tivo del movimiento. Se trata primero de que el debate se desideologice enel buen sentido. Es decir, ver realmente quién es quién, y quién compitecontra quién; lo segundo es establecer reglas mínimas para relacionarsecon las agencias.

Marta: Hay un estilo de las agencias que va contra el estilo del “ahíse va” nacional. Las agencias, al menos las norteamericanas, piden re-portes, controlan, nos obligan a ponernos en orden. Eso se ve como buro-cratismo, pero a la larga tiene sus buenas consecuencias.

Lucero: Pero no es justificación.Marta: Es una explicación. Creo que hay un problema de estilos

culturales de trabajo, el mexicano y el norteamericano, de una concep-ción del tiempo distinta, en fin, toda una serie de cosas.

María Luisa: Una aprende las reglas del juego de la agencia y eso esimportante también. Una hace su trabajo y no lo deja ahí, sino que setienen que hacer artículos, libros y todo. En eso estoy de acuerdo. Peroalgunas ONG lo pueden hacer y otras no. Aquí nos enfrentamos al hechode que muchas ONG no tienen ni quien sepa redactar ni quien sepa hacerlo que se proponen. En este sentido se hace necesario no sólo el empode-ramiento por medio de la información sobre fuentes de financiamiento,sino también, y sobre todo, capacitarse y conocer los propios límites parasuperarlos. Los buenos propósitos no aseguran la eficacia.

Lucero: Muchos grupos no tienen los insumos necesarios para ha-cer bien su trabajo.

María Luisa: Sin computadora puedes hacer un reporte a mano, yluego vas con alguien a que te lo pase. Lo grave es que ni a mano lo puedenhacer, no tienen la formación, y algunas ni la materia gris. Así, no pode-mos poner a competir a grupos u organizaciones. Por eso creo que esindispensable despejar de ideologías el asunto y luego distinguir el pro-blema que, en mi opinión, está en la relación de las ONG con las mujeresen general del movimiento feminista; relación que no sé si existe conotras mujeres más allá del movimiento urbano, algunas sindicalistas oalgunas indígenas.

Patricia: Lucero mencionaba el manejo del dinero porque, en efecto,ha habido mucha resistencia a hablar del financiamiento. Esto es algoque hoy nos queda claro aquí entre nosotras: no podemos hablar a fondode ello pues faltaron la mitad de las invitadas.

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Hay un conflicto no hablado entre las mujeres que se da en todoslos niveles: en las grandes democracias internacionales, en las instan-cias de poder, entre las mujeres del Norte y las del Sur. Se dice que lasmujeres del Norte tienen todo el dinero de las redes internacionales, yque se rodean de “sureñas” para justificarse como democráticas. Delfinanciamiento tampoco se habla de manera muy clara porque es unabronca decir: “¡Cómo! Si fulanita es tan feminista, tan chingona y taninternacionalista ¿cómo es posible que tenga ese tipo de mezquindades?”Pero no se trata de bondades o de maldades, sino de que hay una malarelación con el dinero; no somos capaces de ponerlo sobre la mesa dediscusión. El dinero siempre va a generar poderes y tensiones. Y si sesabe que es así, que no nos asuste y enfrentémoslo.

María Luisa: Yo prefiero enfrentar el poder del mercado donde secompite, pero necesitamos, por lo menos, reglas claras entre nosotras. Yreglas claras de nosotras hacia las agencias, porque si éstas piden algo,hay que discutirlo, no se trata, como ya señaló Patricia, de aceptar todopor dinero. Creo que el tema de la salud reproductiva es ejemplificador.A mí me persigue hace años, desde que mis colegas machos, cuadradosy rígidos empezaron con que: “Estamos trabajando sobre sexualidad ysomos feministas” y yo digo: “¿Éste de donde salió?” Pero ellos tienenun poder que yo no tengo: tienen los recursos.

Lucero: Creo que también hay que ver cuánto gana la gente de lasONG que va a nutrir al Colegio de México, a la cual le dan una miseria. ElColegio se lleva con toda tu experiencia y contactos el crédito y tú estásahí sólo como mano de obra barata.

María Luisa: Estás legitimando algo, punto; estás dando a esaspersonas la legitimidad frente a las agencias. Ellos pueden hacer mu-chas cosas, tú les das un marco de legitimidad, les das el discurso, lamayoría de ellos no manejan el discurso. Hace poco, un investigador queteóricamente es experto me dice: “Entendí hace poco que las mujeres soncomo los esclavos”. Y es una de las personas que se encarga del proyectosobre salud reproductiva ¡imagínate!

Patricia: También hay que definir hasta dónde todo el planteamientoque están poniendo las mujeres en la mesa es una megatendencia. En esesentido, yo sí creo que el feminismo es una megatendencia que ya no sepuede parar y por lo tanto el punto sería comó aprovechar el hecho deque muchas personas se interesan por nuestros temas.

María Luisa: No creo que haya que ir analizando y comparando siun académico es más feminista que otro. Está muy bien que se generalice

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el feminismo en la cultura, porque la gente se hace menos rígida. El pro-blema es que nosotras no somos conscientes del poder que tenemos parapoder exigirle al demógrafo equis: “Si usted quiere mi trabajo, es tantodinero”. El punto es: negociemos. Pero no debemos legitimar sus pers-pectivas gratis, porque él cobra y a ti te toma las ideas.

Marta: Lo más grave es que nosotras agradecemos cuando nos invi-tan a hablar por poder difundir “la causa”. Realmente tenemos un con-flicto con el dinero. ¿Cómo cobrar por ir a hablar de feminismo? Hay queaprender de Marcela Lagarde. Yo me quiero volver como ella: cobra bienpor lo que hace.

Patricia: Oigan, si yo voy a ir a una comida y voy a pagar 300 pesospor ver a un político ¿por qué otras personas no van a pagar 300 pesospor un curso o una conferencia?

Patria: Lo que veo en un momento dado es que hay ONG que se vancon la ilusión del poder y realmente no lo adquieren a través de financia-mientos particulares para su organización. Este manejo ha sido un blo-queo para darnos cuenta de que sí se tiene la posibilidad de adquirirpoder como movimiento. Yo soy de formación política de masas...

Lucero: Se dice “rosaluxemburguista”.Patria: ...y en la situación de dar respuestas sociales y políticas veo

menos dinamismo, por los niveles que tiene el movimiento feminista.Hay niveles; está el trabajo de base, la especialización, el trabajo de lasrelaciones políticas de cúpula y otras cosas, es decir; ya nos entreveramosen toda la sociedad. Pero lo que está faltando es una coordinación paratener una influencia mucho más seria. Pero creo que sí se está dando,aunque no se quiera, veo que ya hay un nivel de coordinación, que irámejorando.

María Luisa: ¿Saben para qué cuestión es muy importante la coor-dinación? Para definir nuevos temas. Las financiadoras no tienen porqué definirnos a nosotras la agenda, o que nosotras sólo presentemosnuestros temas si son válidos para las agencias. Habría que hacer estasreuniones para discutir y proponer temas a discusión en el ámbito públi-co, de modo que las agencias financiadoras se interesen.

Lucero: No hay que ser tan ingenuas. Las agencias también estánviendo cuáles son las necesidades y los nuevos espacios, incluso tienenespecialistas en el interior de sus agencias para ir detectando las necesi-dades de las mujeres. Muchas veces te ganan la partida, pero tú puedesempezar ahora a negociar esos nuevos espacios como una necesidad delas mujeres. Este puede ser uno de los nuevos retos.

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María Luisa: Mientras el movimiento esté segmentado, la agenciava a decidir los temas. Pero si tú organizas, una vez al mes, discusionessobre el asunto, las agencias te van a pedir que las invites para ver qué seestá discutiendo.

Marta: Pero también hay que aceptar que hay temas que les intere-san y temas que no les interesan. La revista debate feminista no ha con-seguido nunca financiamiento. El trabajo intelectual, como tal, no tieneéxito; en cambio GIRE sí. En tres años GIRE ha conseguido crecer y conso-lidarse por todo el financiamiento que hemos solicitado y debate no; si-gue en una precariedad total. Con este ejemplo nos damos cuenta de queno solamente cuentan las relaciones, sino cierto tipo de políticas sobrelos servicios que das. En realidad no sé cómo interpretar el desinteréspor el trabajo cultural.

Lucero: Marta: ¿has hecho las mismas solicitudes de financiamien-to para debate que para GIRE?

Marta: No.Patricia: Pero, en general, lo que dice Marta es cierto; debate no va

tener, ni soñando, el dinero que puede tener GIRE o cualquier otra ONG.Eso es real.

Lucero: Sí, es cierto, hay menos interés en las revistas literarias opolíticas. Hay menos interés y menos recursos para eso que para otrostemas, pero también es cierto que debate —por lo poco que yo sé— no hahecho una búsqueda de fondos que le permita decir que no hay financia-miento.

Marta: En la búsqueda de fondos que hicimos para GIRE también seexploró la posibilidad de debate, pero este tipo de financiadoras no danpara proyectos intelectuales.

Lucero: Tienes que ir a buscar otras financiadoras que sí dan paracuestiones literarias, políticas; seguramente serán menos pero existen.

Patricia: Quiero regresar al documento de Francesca. Cuando no-sotras discutimos con ella sobre estas cosas, cuando se discutió lo de laida a Beijing, estaban en cuestión dos cosas: una, que la AID daba eldinero para las ONG y, otra, que Gina Vargas iba a ser nuestra represen-tante por América Latina. Francesca y otras compañeras cuestionaban lode la AID y nosotras decíamos: “Si la AID da dinero y le damos la repre-sentación a Gina Vargas, no va a haber problema pues ella tiene nuestraabsoluta confianza como feminista; nosotras sabemos que si la AID ponecondiciones para bajarle al tono, Gina no va aceptar el dinero”. Creo que

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no se vale plantear que no hay que recibir dinero porque te imponencondiciones. No siempre es así, la mayoría de las veces las feministasson íntegras y no aceptan condicionamientos políticos que desvirtúensus objetivos. No ha habido más que transparencia, y el discurso dequienes critican sugiere que hay la posibilidad de corrupción. Ellas plan-tean el dilema como si lo negativo fuera lo que siempre sucede.

Me acuerdo cuando empezamos con GIRE, con lo del aborto. Yodecía: “Marta, es que no nos van a dar el financiamiento”. Estaba muypreocupada diciendo: “No nos van a dar dinero para aborto, mejor ha-blamos de salud reproductiva”. Marta me dijo: “A estas alturas de mivida, de lo que he hecho, yo no voy a dejar de decir lo que pienso pordinero”. Entonces me dije: “Sí, la que está mal soy yo”. Lo que ocurriócon Beijing fue similar. Hubo dinero para que nos organizáramos libre-mente, para generar un proceso real de discusión y representación, parair a plantear lo que queremos, lo que creemos, y lo que defendimos enBeijing. Y ahora algunas tratan de cuestionar todo porque se recibió fi-nanciamiento: “¡Pinches feministas!, ya se vendieron”. Nosotras les di-jimos: “No vamos a discutir con ustedes si siguen con ese tono dedesconfianza, podemos discutir diferencias, pero no aceptamos que sedude de nuestra integridad y se discuta con adjetivos por delante”.

Marta: Es una verdadera lástima que ni Francesca ni Ximena ha-yan venido. Yo hablé personalmente con las dos, para garantizar quevinieran. Se cambió tres veces la fecha para ajustarse a la agenda deXimena y ahora que podíamos discutir esto, no llegaron.

María Luisa: Pero ya lo dijimos, el financiamiento no es lo que estáen juego. Lo que puede estar en juego cuando el movimiento se organiza,es la institucionalización de las líderes. Desde el momento en que teespecializas y empiezas a trabajar en función de algo, es probable quetengas mucha más influencia que la que tenías antes, yendo en bola adistintos lugares. Tal vez en ese sentido te conviertes en un recurso parael movimiento. Tampoco hay que olvidarse de que, desde el momento enque el trabajo en una ONG se transforma en tu trabajo de sobrevivencia, ydependes de ese salario, te haces frágil frente a tu profesión en el merca-do de trabajo formal. Primera cosa: estás en otro mundo. Segunda cosa: eltiempo que te toma la ONG es muy grande y, probablemente, ya no eres lamilitante típica en el sentido de ir con las bases. Quizá lo que hay quedejar bien claro es que tú te institucionalizas y te formalizas, pero, pese aeso, haces gestiones políticas.

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Marta: Yo creo que sigues siendo activista. Mientras trabajes por lacausa, por el feminismo, sigues siendo militante, aunque ya no trabajescon mujeres de la base.

María Luisa: Exacto, y quizá es ser activista en un nivel más eficaz.Lo que hay que asegurarle al movimiento, lo que hay que mostrarle a lagente que no sabe, es que la militancia se sigue haciendo de cara a lasociedad, y no sólo para las cuatro o cinco compañeras que participanen un pequeño grupo.

Lucero: Sí, hay que mostrar que no es un movimiento deautoconsumo.

Patria: Cuando una se institucionaliza como ONG, eso no significaque tu perfil político se va a desdibujar, sino simple y sencillamente queel ejercicio que haces es en otro ámbito. Lo que cuestiona el movimientofeminista es que no pierdas la identificación con el movimiento. Aunquemuchas tenían esa desconfianza ahora se ve que hay buenos resultados.

Patricia: Pero para muchas de las que hacen las críticas a las ONG,pareciera haber como una regla: al institucionalizarnos todas perdemosel perfil de militantes.

Patria: Pero todas nos institucionalizamos de alguna manera.Patricia: Institucionalizarse no implica perder tus objetivos, tu uto-

pía. Eso es otra cosa.Patria: Pero también es cierto que la cuestión de la institucionaliza-

ción de algunas ONG marca una diferencia con aquellas ONG cuyo perfiles sólo político. Esto dificulta la comunicación. Entonces hay casi unaconfrontación. Se da una discusión —probablemente falsa— entre lagente que de alguna manera ya está institucionalizada y la gente quequiere seguir provocando y promoviendo activismo. Creo que es impor-tante no perder de vista que hay que tender puentes necesarios hacia lagente que todavía viene generando movimiento. Hay un reclamo hacialos que ya se han institucionalizado. Reconozco a aquella que está ga-nando espacios en una campaña, pero ¿hasta dónde tienes derecho deinstitucionalizarte cuanto se te dé la gana?

Marta: Cuando hace años se hablaba del problema de “institucio-nalizarse”, se refería a que entraras en las instituciones gubernamenta-les, en los partidos; jamás pensamos que se trataba de no hacerinstituciones feministas. Es de risa loca, ahora resulta que ser de GIRE, deSIPAM, de GEM, de grupos de no más de 20 mujeres, con apenas recursospara hacer el trabajo es “institucionalizarse”. O sea, la concepción de

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seguir “en el movimiento” es “no institucionalizarse”, y esto es no hacerinstituciones feministas. Platíquenselo a las Floras de Perú o a las de LaMorada de Chile, a ver qué piensan.

De nuevo, es entender al movimiento como algo homogéneo y nodarse cuenta de que en el movimiento va a haber ricas, pobres, jóvenes,viejas, reaccionarias, conservadoras, y todavía más, priístas, zapatistasy —lo dudo— panistas, y que tener feministas en todos los lugares y enlos distintos niveles es lo que le va a dar mucha riqueza y fuerza.

Patria: Me parece que lo que ha pasado es como una brecha; y pare-ce que no hay comunicación entre las institucionalizadas y las que estánen el movimiento político.

María Luisa: Hay un peligro real del que tenemos que hablar. Ima-gina que yo, María Luisa Tarrés, formo mi ONG y, de repente, me gano lavida con eso y me va súper bien.

Lucero: Súper bien te aseguro que no te va.María Luisa: Bueno, me va bien; quizá me va mejor que en una

universidad, supón este caso. El punto de discusión está en que yo ase-gure el activismo, la difusión, la propaganda, la relación con la socie-dad, con las otras mujeres. Esa creo que es una condición para que laONG no pierda su carácter de movimiento, su inserción en el movimiento.El otro punto sería el laboral. Si yo digo: “Ya perdí mi capacidad devenderme en el mercado de trabajo. Llevo diez años en una ONG, notengo maestría y me fregué. Ya no puedo concursar, pues tendría unsalario mínimo”. Entonces, lo que ocurre es que en lugar de invertir en elmovimiento, invierto en mí; es decir, yo consigo financiamiento paraconseguirme un ingreso y punto. Ahí se pierde también la idea de perte-necer al movimiento, porque esa ONG, en términos reales, ya no es delmovimiento, es mía pues se limita a satisfacer mis necesidades. Ahorabien, no hay por qué ser tan críticas, si esa compañera invirtió diez añosde su vida en la militancia y no invirtió en sí misma, pues es legítimo quese gane la vida en la ONG. Hay que ser flexibles, no hay que ser tanpuristas porque, si el movimiento no tiene otra mujer de reemplazo quequiera formarse, creer y tener una utopía, entonces, quiere decir que no esmovimiento.

Patricia: Se idealiza mucho esa cuestión de que las ONG vivimosmuy bien. También es muy angustioso estar todos los días pensando enque se te acabó el proyecto, en que si vas a encontrar el financiamientoporque, efectivamente, estás viviendo de eso. Y de repente te entra lacrisis personal. Yo tengo un año en psicoanálisis intentando bajarle a mi

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militancia para ponerme a estudiar, terminar la carrera y ser algo comofuerza de trabajo porque, si no, me puedo quedar sin nada y decir: “¿Ahoraqué hago?”. Yo no soy nada como fuerza de trabajo. También las ONG tecuestan, te chupan y puede suceder que digas: “Ya estoy aquí y ni modo,me voy a tirar a matar por conseguir dinero”. Pero si tienes inquietudesdistintas dices: “Tengo que parar, tengo que prepararme en algo para nodepender de esto”. Esa no es sólo una fortaleza del movimiento sino unafortaleza individual, el decir: “Yo no dependo del financiamiento. Cuan-do me digan propongan algo que no me guste digo no, pues de todasmaneras, puedo diversificar mi quehacer”.

Por eso pienso que no hay que mistificar a las ONG porque te cues-tan en otro sentido. ¿Qué voy a decir yo? A mí lo único que me queda,como supuestamente soy muy política, es entrar a la política profesionaly también así se puede llegar a la mezquindad en la política. Decir: “Mevoy a acomodar aquí porque no me queda otra cosa más que ser diputa-da”. Yo a eso digo que no. Pero también desde el lado de las ONG lasituación está difícil. Tienes que decir: “Espérenme, me voy a prepararporque si mañana esto se acaba yo tengo una profesión, puedo encontraruna chamba fuera de la política o de las ONG, algo que también me gustey desarrolle. Así, ni las financiadoras ni el movimiento ni nadie me po-nen condiciones porque ya estudié, porque ya me recibí de algo, porquea lo mejor me fui y puse una compañía, por ejemplo de organización deeventos, para eso soy muy buena”. No hay que idealizar a las ONG por-que también de este lado es una angustia muy fuerte.

Lucero: Creo que hay múltiples experiencias. Cuando yo estuve enla universidad decidí que no quería hacer una carrera académica, por-que me parecía aburridísimo estar ahí. Fue una opción estar de loca en elmovimiento, como lo he estado. Creo que me siento muy realizada dehaber hecho esa elección. Claro, de repente te haces miles de preguntas,pero tampoco puedes decir que con un título ya la hiciste.

Marta: También depende de quién gane las elecciones, porque si elgobierno es panista, pues, yo estaré muy capacitada, pero a mí no me vana dar chamba. Además, ninguna empresa de la iniciativa privada va aquerer aventarse el boleto de contratarnos a mujeres como Patricia o comoyo, tan identificadas con el aborto.

Lucero: Pero si tú te recibes y quieres ser maestra de tiempo completode antropología o de ciencias sociales en la universidad, lo puedes hacer.

María Luisa: En la academia se pueden pasar las mismas angus-tias existenciales. Yo decía que limitarse a ganarse la vida era un peligro

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de la institucionalización. Ahora, puede haber una persona con docto-rado trabajando en una ONG y puede tener tu mismo problema.

Lucero: Hay personas con doctorado que tampoco tienen éxito en elmercado de trabajo, el futuro es incierto, lo único es la pasión por lo quehaces, todo tiene sus riesgos.

Marta: Yo quería regresar al punto de que el financiamiento sirvepara institucionalizar y que, a la hora en que te vas institucionalizando,te vas alejando del activismo feminista. Creo que hay el mito de quesiempre puedes ser la misma militante feminista. Yo fui una militantefeminista que llegaba a barrer a las reuniones, eso durante 20 años. Des-de hace cinco me dije: “Yo quiero hacer otras cosas. Me estoysubutilizando, estoy pagando no sé qué culpa por querer ser siempremilitante de base. Basta. Que eso lo hagan las jóvenes, las que vienendetrás de mí”. Pero aunque ahora ya no voy a una serie de reuniones, micompromiso sigue con el movimiento.

Hay críticas que tienen que ver con la necesidad de cuestionesidentificatorias, de señas de identidad, con el hecho de decidir que lasfeministas somos de tal manera y las que se salen de este marco (en el quelas “políticamente correctas” han decidido qué es ser feminista), ya noson feministas. Así, si estás en el PRI ya no eres feminista, si eres empre-saria, tampoco. Para algunas parece que si trabajas en ONG no lo eres.

Francesca dice una cosa que me sorprendió mucho: “Un movimien-to que no tiene resuelto el problema de las lealtades personales”. Ningúnmovimiento puede tener resuelto eso; lo que tiene que tener resuelto es elproblema de la lealtad política. Eso significa, para las feministas, com-prometer tu energía, tu talento y demás, con el fin de conseguir un objeti-vo que beneficie al conjunto de las mujeres, y no sólo a ti. Ahora bien, enese proceso no todas vamos a poder andar agarraditas de la mano, conlos mismos sentimientos, vestidas igual, y cantando las mismas cancio-nes. Creo que a estas alturas del partido ya me cansé de tal exigencia,creo que eso también tiene que ver con la edad, con una valoración dis-tinta del uso del tiempo.

María Luisa: Ya nos cansamos varias.Patria: La situación no es que yo critique desde la no institucionali-

zación —yo ya me estoy institucionalizando más o menos. La cosa esque parece que hay una disputa, en el sentido de que todas somos femi-nistas, pero hay clases sociales que nos atraviesan, incluso pertenece-mos a partidos políticos diferentes y tenemos intereses personales

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distintos. Pero el cuestionamiento es: ¿como feministas seguimos sien-do, aunque diversas, un movimiento? o ¿hay de veras una diferencia,una división, en donde no se pueden entablar puentes porque unas sesienten ofendidas y las otras también?

Marta: La pregunta de Patria está en el aire, pero es tema para otramesa. Por el momento habrá que transcribir esta mesa, publicarla yvolver a convocar a una segunda mesa que parta de lo que hemos dichohoy, que nos critique y cuestione y que profundice y amplíe una discu-sión que apenas empezamos a dar abiertamente. A nombre del equipode debate feminista les agradezco mucho su asistencia y a Francesca elhaber enviado su texto.

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Máscaras y posdatas: estrategias femeninasen la rebelión indígena de Chiapas

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Desde el Norte, tal vez Aztlán, en la cresta de la tecnológica: Uni-versidad de Berkeley, trato de entender el caleidoscopio de dis-cursos producidos durante la rebelión en Chiapas. Más que

palabras me encuentro con imágenes. Embozados, descarados, negocia-ciones con retablos de fondo, mujeres heroínas: comandantes, la bande-ra nacional, cuerpos rodeados de aureolas de sangre, un subcomandanteeslabón perdido que subraya los oídos sordos a palabras nuevas. ¿Cuáles el mito, cuál es la historia, cuál es la carne y el verbo que sostiene yposibilita estas imágenes? Resalta la diversidad, no hay sobreentendi-dos, no hay palabras, sólo imágenes.

Este ensayo es un fragmento de una investigación que intenta estu-diar a México en sus límites, a México colgando entre sus dos fronteras.El Norte y el Sur. Al Norte las chicanas y su rebeldía, su rechazo a perderla tierra, su rechazo a convertir la carne en verbo, y perder materialidady piel. Quieren la carne, Aztlán, la tierra, la robada por los gringos ytambién el verbo: el español. Al Sur las mujeres indígenas con carne y sinverbo, invisibles, inaudibles. Las mujeres en el límite, en la frontera gra-vitan en el espacio del irás pero no volverás, la tierra del nunca jamás.

Las mujeres del Norte, las chicanas después de mucho batallar,habiéndoles no sólo movido sino robado el piso, la mitad de nuestroterritorio, se han hecho oír. A través de la literatura y de una lúcida yoriginal teoría feminista, centrada en las mujeres de color (Women of Co-lor) han logrado ser oídas y lo más importante, han logrado ser vistas.

Este ensayo surge gracias al estudio y convivencia con las mujeresque se han hecho visibles en la frontera Norte, a las chicanas quereencarnaron el espíritu de La Malinche, le han lamido las heridas y haninventado historias nuevas, se las han contado a ella al oído y suavecito,y a quien no ha querido oírlas se las han gritado con todo el poder de susgargantas. Las chicanas han recreado historias que presentan a la mujer

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avergonzada, traidora, más allá de ser la eterna abierta, la siemprechingada. Las chicanas, nuestras mujeres de la frontera Norte, reescri-bieron los mitos de La Malinche, La Llorona, La Virgen de Guadalupe.

¿Dónde están las mujeres de nuestra frontera Sur?, ¿quién es sutraductora, su mediadora?, ¿a través de qué voces hablan?, ¿es Marcoscapaz de traducirlas?, ¿es el EZLN capaz de oírlas? ¿Quién las ve? ¿Quiénpuede oírlas?

Varios problemas se nos presentan cuando enfocamos el sistemachiapaneco. El de las voces en diferencia y el de la diversidad es uno deellos. ¿Han podido hablar los indígenas, pueden los otros, los restos, losdescarados, los desposeídos y desbordados hablar? Y más allá, ¿puedenser oídos? ¿Qué es necesario para que las voces de y en los márgenes, delos diferentes en pobreza, de los todos iguales, sean oídas?

Durante el conflicto nos ha sido difícil entender el problema indíge-na incluyendo la variable de la diversidad (de género, de raza, de clase,de religión). Es necesaria una forma de violencia nueva para poder dife-renciarlos, es necesario violentar nuevamente al lenguaje y a los senti-dos para interrumpir el discurso con la impertinente diferencia.

De entre la diversidad, la diferencia más ausente, la otredad mássilente han sido las mujeres indígenas. Para verlas hay que ir a Chiapas,cosa que contradice todas las posibilidades de la tecnología moderna, lacual garantiza que el cuerpo y la mirada pueden estar en lugares distin-tos. Con las mujeres chiapanecas la tecnología no hace maravillas, labiología reina y el cuerpo debe acompañar la mirada. La que quiera ver-las y saber algo de lo que pasa tiene que ir a sentarse al lado de ellas.

Quisiera dar un ejemplo relacionado con la incapacidad de ver, deoír y de articular palabras que reproduzcan una realidad o un eventosignado por la diferencia. Recordarán ustedes la rebelión ocurrida enLos Ángeles en 1992, cuyo detonador fue la absolución de cuatro poli-cías juzgados por golpear brutalmente a un hombre negro. Lo importan-te del asunto, y por lo que lo traigo a colación, es que en el testimonio queimplicaba a los policías había un video, una secuencia de imágenes,toma suficientemente nítida para identificar quiénes y qué era lo quepasaba durante el “encuentro” de policías y hombre negro. Una de laspruebas que valió para absolver a los cuatro policías fue un movimientoque Rotney King hizo con el brazo cuando estaba siendo golpeado: ungesto para protegerse la cara. Este movimiento fue visto y leído como unaamenaza, una actitud violenta en contra de uno de los policías. Inevita-blemente me pregunto, ¿y dónde tenían los ojos los jueces? El ver no es

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solamente un asunto fisiológico, nuestros sentidos pueden ser expropia-dos, desviados, de manera tal que no vean lo que está allí para ser visto.

La pregunta obligada sería, ¿y dónde los tenemos nosotros, dóndetenemos los ojos que miran a lo indígena?

Lo que puede equipararse en ambos casos: las rebeliones de LosÁngeles y Chiapas (además del uso central de la tecnología y de la ima-gen), es el no ver a la primera lo que está allí para ser visto: un cuerponegro salvajemente golpeado, y un gesto de defensa, cuerpos indígenasdespojados, descarados, en múltiples gestos de resistencia. ¿Qué tipo demirada, qué tipo de códigos, qué lugar deben ocupar estos cuerpos enuna sociedad, en un sistema jurídico, para, donde hay defensa, ver ata-que, donde hay opresión y abuso, ver violencia?

¿Qué tipo de precio hemos tenido que pagar para poder finalmenteempezar a ver los gestos, movimientos, demandas de nuestros indígenasy qué es lo que hemos podido detectar de lo exhibido?

Y digo exhibido porque el EZLN ha hecho uso de la más modernatecnología de las estrategias más sofisticadas del performance.1

La rebelión chiapaneca ha sido una puesta en acto, una escenifica-ción del límite. Pareciera como si el puro lenguaje no se diera abasto o nolograra aludir adecuadamente a la situación de los indígenas. Para po-der ser oídos no solamente hizo falta iniciar una guerra, sino montar unaescenificación, elaborar un complejo performance que denunciara todaslas formas posibles de evasión de la mirada, distorsión de la palabra yanulación de la diferencia.

Carlos Monsiváis ha dado en uno de los clavos. Una de las facetasmás impresionantes de la rebelión en Chiapas ha sido su carácter deespectáculo, o más bien su carácter espectacular, algo parecido a esosperformances que idearon aquellas mujeres de los sesenta-setenta que sequedaron sin palabras, no porque no las encontraron, sino porque no lashabía. Ellas iniciaron el performance de lo femenino atrapado en códi-gos que hacen de lo obvio algo invisible e inaudible. Ellas apuntalaronsus imágenes con recursos tecnológicos y artísticos. Fueron las que in-virtieron la lógica y convirtieron a los oídos necios en palabras sordas,

1 Para profundizar en la rebelión zapatista como una forma de resistenciapostmoderna ver “Roots of the Postmodern Rebellion in Chiapas”, de Roger Burbachen la bibliografía final.

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en silencios acordonados por imágenes, que tienen que ser vistas y quehablan por sí mismas.

“Nadie resucitará a los muertos, pero nadie tampoco, desplazará elconflicto de la zona del símbolo y de los actos que resumen o inauguranmitos de otros actos. Por supuesto el forcejeo de símbolos no resuelve elproblema de la tenencia de la tierra, ni elimina las guardias blancas, ni leda la razón absoluta a nadie, pero el gran psicodrama nacional del 94 loconstituyen también las secuencias de imágenes. El sentido escénicodesplaza momentáneamente a la crítica.”2

No creo que durante el conflicto chiapaneco la crítica haya sidodesplazada por la imagen, creo que se inauguró un tipo de crítica nuevaque tiene más que ver con un pleito con el lenguaje y su capacidad denombrar lo otro (con minúscula) y lo diferente (en desigualdad).

Cuando las mujeres se quedaron sin palabras, cuando era extraor-dinariamente difícil explicar y definir la diferencia, la textura interna denuestros vacíos, la dimensión de nuestro silencio, el performance dioposibilidades de representación, de exhibición de lo que difícilmentepodía, por un lado, ser articulado, y por otro ser verdaderamente oído. Elespectáculo se convierte así en una estrategia donde la palabra está ex-propiada o no da el ancho.

Bajo la lógica del espectáculo, lo escénico podría vincularse con lofemenino en el sentido de lo que es difícilmente nombrable, por habersido expropiado. Voy a tratar de exhibir cómo lo escénico tiene, en estecaso, que ver con lo femenino y cómo esto también resulta en una activi-dad crítica, no sólo contemplativa o deslumbradora, sino tambiéndesconstructora de una realidad. Dentro de este panorama, de este es-pectáculo, la mujer indígena es únicamente un reflejo, una sombra.

Esta relación de lo escénico con lo femenino tiene varios orígenes.Tal vez todos ellos inventados, excéntricos, fuera del centro o postmo-dernos, ya que justamente lo escénico ocupa el lugar de la palabra.

El EZLN tuvo que recurrir a diversas formas del performance, puesaunque Marcos es un excelente traductor no puede decirlo todo, y tal vezlo que verdaderamente lo deja sin palabras es lo que se relaciona con lamujer indígena, con las mujeres indígenas en su diversidad y su comple-jidad.

2 Carlos Monsiváis, Proceso, núm. 904, 28 de febrero de 1994, pp. 16-17.

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Para hablar de las mujeres indígenas en Chiapas hay que diseñarestrategias excéntricas o ir a sentarse al lado de ellas.

El hecho es que a la mujer indígena no se la ve prácticamente enningún lado. Es de nuevo, y con mayor insistencia que los demás espec-tros, invisible. No son visibles, ni audibles, a partir del sentido común, esnecesaria la excentridad para poderlas distinguir, más allá de las repre-sentaciones patriarcales, maternales, clasistas, neoliberales, marxistas otiernas que despierta lo indígena y en especial, la mujer indígena.

Primero, es necesario analizar y desbaratar el concepto de las muje-res, como hemos empezado a diferenciar el concepto de los indígenas ysus lenguas, etnias, religiones, prácticas, oficios. Esta diferenciación nosayudará a entender el papel que este concepto monolítico de mujeres hatenido en la formación de una idea homogénea de nación. Usado sindiferenciar demuestra la autoridad y control total de la interpretación yvisualización de las mujeres.

A nuestra idea de patria ha contribuido el olvido de la diferenciaentre mujeres, lo indígena ha sido apropiado como símbolo de orgullonacional estatizando las imágenes de Cuauhtémoc, Netzahualcóyotl yrepudiando la imagen de La Malinche.3 Esta es una vieja historia. LaMalinche se colocó en el lugar de la traductora, traidora, como diríaNorma Alarcón. Malintzin, amante de otro sueños, consejera táctica, y alfinal traidora. Marcos: amante de nuestros sueños, traductor-salvador yestratega militar.

Malintzin como mediadora-traductora de Cortés en la Conquistadel Nuevo Mundo, “...encarna las debilidades sexuales de la mujer, suintercambiabilidad, siempre abierta a la explotación sexual. Claro estáque en cuanto se nos perciba así estamos marcadas para ser materia deabuso, no sólo por los hombres de otra cultura, sino por todas las cultu-ras inclusive la que nos produce. ¿Por qué no hay perdón?”4

La Malinche dramatiza la Conquista. La Malinche acaba siendo lamadre-puta y Marcos muchas cosas, entre ellas, símbolo sexual. Ambosson sinónimo del nacimiento de un México nuevo. El de La Malinche, elMéxico de la vergüenza, y el de Marcos, el México de la conciencia.

3 Norma Alarcón, “Traddutora-traditora: una figura paradigmática del femi-nismo de las chicanas”, debate feminista, núm. 8, septiembre 1993.

4 Norma Alarcón, Esta puente mi espalda, p. 234.

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Malinche es la chingada, la traductora-traidora y Marcos el chingón. Elser hombre le garantiza a Marcos un tipo de representación que puedehacer alianzas, aunque mínimas, con imágenes masculinas, de poder,en el lenguaje y en la táctica militar, además de lo que de suyo posee:humor, pluma y dotes de traductor. Esto es un ejemplo de roles que pue-den ser visibles en una cultura patriarcal y de lo que esta misma culturano puede permitir que se vislumbre. Marcos como subcomandante, comoportavoz, como traductor es perfectamente visible y puede ser oído.

¿Dónde debemos buscar las voces de las mujeres tzotziles, choles,tojolabales, mames y zoques, qué posibilidades tienen de articular suvoz y de hacerla circular?

Las mujeres feministas o las mujeres concientes, o las mujeres asecas, no hemos podido colocar entre las voces inaudibles de las indíge-nas mexicanas una mujer blanca con humor, pluma y poder que lastraduzca. La traductora mujer es mucho más difícil de gestar que el tra-ductor, por los matices de traductora-traidora ancestrales, sin embargo,la pluma, el humor y la evidencia espectacular de nuestro no-poder ha-ría audibles las voces de las indígenas que para ser oídas necesitan a latraductora blanca y políglota.

No pudimos mediar. No supimos construir un camino para susvoces. Sara Lovera, en uno de estos coloquios de nuestra denuncia delno-poder, me comentó que Ofelia Medina hubiera sido una excelentetraductora, pero que se quedó comprometida con los niños indígenas.Tal vez podamos convencerla de que se convierta en la traductora delno-poder centrándose en las mujeres indígenas que de suyo integran loshijos e hijas. Y si no, tal vez encontremos a alguien que además de pre-ocuparse por encontrar financiamiento internacional para sus ONG, pordenunciar políticas opresoras-globales-machistas-patriarcales, se con-centre en oírlas y funcionar como la “eslabón perdido”, la significadorade silencios y la evidenciadora de nuevos lenguajes.

Al no tener mediadora-traductora las voces de las indígenas se pier-den. Sus voces están, luchan, pero no llegan, como no llegaron las de losindígenas durante siglos, hasta la creación del espectáculo. Un ejemplode la pérdida de sus voces fue la decisión de elevar a categoría constitu-cional los usos y costumbres indígenas (artículo cuarto constitucional).Uno de estos usos es cortarles el pelo a las mujeres indígenas cuando lasautoridades, hombres, padres, hermanos o esposos, consideren que ellashan cometido algún agravio. Uno de los usos y costumbres de las indíge-nas es el largo de sus cabellos que refleja, además de feminidad, un par-

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ticular tipo de orgullo. ¿Cuál es el uso y costumbre que se eleva comoartículo cuarto constitucional: el largo del pelo o la dimensión masculi-na de lo que ofende el acto de una mujer? ¿Cómo se gestan y promuevena derechos las leyes de los indígenas que sancionan a las mujeres, silen-cian sus voces y definen como costumbre lo que es un abuso de poder?Desde luego las mediadoras-traductoras no están para dictar lo que es ono es abuso, pero sí para potenciar las voces de las mujeres que, rapadasy humilladas, recuerdan filogenéticamente, aun cuando no lo conocen,el mito de Sansón.

Para poder hablar de los indígenas chiapanecos y de sus problemashemos tenido que violentar muchas de nuestras estructuras, costumbres ysentidos. Mucho se ha hablado de la violencia relacionada con la rebeliónchiapaneca. Creo que no había otra forma de poder mirar y aceptar a losindígenas si no había violencia de por medio, pero no estoy hablando de laviolencia militar, sino de la violencia simbólica, de la imagen para empu-jar su potencia al límite, a la frontera, a los márgenes.

¿Qué tipo de violencia debemos ejercer para hablar de las mujeres,para oírlas, para hacerlas visibles?5

Las voces de las mujeres requieren el portavoz masculino para seroídas y consideradas. Leímos, recién iniciada la rebelión, acerca de laLey de las Mujeres.6 Si analizamos las necesidades especificadas en estaLey, parece que las mujeres son las únicas responsables de la educaciónde los hijos y su manutención. Los derechos las igualan a los hombres ylas necesidades las aíslan como nutridoras y cuidadoras por excelencia.Además, las necesidades y demandas señaladas podrían pertenecer acualquier grupo de mujeres pobres del planeta. No estoy en contra deque se hagan guarderías y que se construyan cocinas, me estoy pregun-tando dónde están las voces de las mujeres, en su diferencia, en su parti-cularidad, y más allá, dónde están nuestros oídos y los del EZLN.

Podemos preguntarnos si el EZLN además de usar estrategias mar-ginales, espectaculares, excéntricas, femeninas, ha escuchado a sus mu-jeres, o mejor, si éstas han podido hablar, si el sacrificio que obliga a la

5 Una de las posibilidades de la visibilidad de las mujeres es el análisis de lascategorías de espacio, lugar y género. Doris Messey trabaja la articulación de estostres conceptos, desde una óptica feminista, en su libro Space, Place and Gender.

6 Publicada en debate feminista, núm. 9, año 5, marzo, 1994.

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negociación como unidad no ha presentado como primeras víctimas delsilencio o de la concesión a las mujeres. Lo que vemos en escenificaciónes también el reflejo de una resistencia femenina, la expropiación de esaotra lógica que se opone a lo institucional, a lo central, a un lenguaje ygesticulación política enraizada en lenguajes y símbolos viriles.

Creo que por el momento lo femenino en la rebelión no puede servisto, percibido y aceptado. Lo femenino es, en Chiapas, un juego desombras y reflejos, que pueden ser percibidos de dos formas distintas:como inversión de una función (máscaras), y como conciencia de lo mar-ginal, conciencia del suplemento, lugar subordinado, lugar anexo (pos-datas). Estoy hablando del uso de las máscaras y de las posdatas durantela rebelión zapatista como puesta en acto de estrategias del no-poder,estrategias de los márgenes, de lo excéntrico.

A partir del recurso escénico y centrándome en esta resistencia ex-céntrica haré un breve análisis de las posdatas y las máscaras comoejemplo del uso de las estrategias del débil, del que gravita en los márge-nes. Posdatas y máscaras representan un tipo de resistencia que evoca lofemenino, lo marginal. Vamos a ver cómo lo femenino sólo puede servisto a partir de su reflejo.

Voy a presentar el uso de máscaras y de posdatas como funcionesdel performance, de la escenificación de voces, las cuales son visiblespara nuestros sentidos comunes. Estas realidades no pueden ser vistas,oídas, olidas, tocadas tal cual; requieren del arte, la más moderna tecno-logía y los más audaces mediadores para ser aprehendidas o percibidas.

Sombras y reflejos. La estrategia femenina como inversión:el uso de la máscara y su re-lectura7

Epílogo.— “De pasamontañas y otras máscaras.”8

¿A qué tanto escándalo por el pasamontañas? ¿No es la cultura política mexi-cana una “cultura de tapados”?

7 Naila Kabber en su libro Reserved Realities. Gender Hierarchies in DevelopmentThought, elabora acerca de las estrategias de diversos grupos de mujeres, centrándo-se en la inversión como elemento central de ajuste y replanteamiento de las políticastransnacionales enfocadas al desarrollo de la mujer.

8 Ver EZLN, La palabra de los armados de verdad y fuego, Ed. Fuenteovejuna, p. 116.

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Pero, en bien de frenar la creciente angustia de algunos que temen (o desean)que algún “kamarrada” o “boggie el aceitoso” sea el que termine por aparecertras el pasamontañas y la “nariz pronunciada” (como dicen en La Jornada) del“sup” (como dicen los compañeros) propongo lo siguiente: yo estoy dispuestoa quitarme el pasamontañas si la sociedad mexicana se quita la máscara queansias con vocación extranjera le ha colocado años ha. ¿Qué pasará? Lo previ-sible: la sociedad civil mexicana (excluyendo a los zapatistas porque ellos loconocen perfectamente en imagen, pensamiento, palabra y obra) se dará cuen-ta, no sin desilusión, que el “sub-Marcos” no es extranjero y que no es tanguapo como lo promovía la “media filiación” de la PGR. Pero no sólo eso, alquitarse su propia máscara, la sociedad civil mexicana se dará cuenta, con unimpacto mayor, que la imagen que le habían vendido de sí misma es falsa y larealidad es bastante más aterradora de lo que suponía. Uno y otro mostraría-mos la cara, pero la gran diferencia estará en que el “sub-Marcos” siempresupo cómo era su cara realmente, y la sociedad civil apenas despertará dellargo y perezoso sueño que la “modernidad” le impuso a costa de todo y detodos. El “sub Marcos” está listo a quitarse el pasamontañas, ¿está la socie-dad civil mexicana lista a quitarse su máscara? No se pierda el próximoepisodio de esta historia de máscaras y rostros que se afirman y niegan (si losaviones, helicópteros y máscaras verde olivo lo permiten).

Es todo... pero falta mucho, bueno, este puede ser el final de un muy cortointercambio epistolar entre un pasamontañas de nariz pronunciada y algo delo mejor de la prensa honesta de México.

Salud y ya no un abrazo para no despertar celos ni suspicacias.

Subcomandante insurgente Marcos

Las máscaras han estado presentes desde los orígenes de la culturaprehispánica y han continuado acompañando a la vida cultural y polí-tica mexicana. En los registros históricos aparecen como uno de los pri-meros y más antiguos objetos diseñados y utilizados por los hombres.

Las máscaras usadas como formas de resistencia o performance serefieren a usos completamente distintos a los señalados por historiado-res o antropólogos. Los usos no son sólo diferentes sino literalmenteopuestos a los tradicionales, a los enmascarados por un tipo peculiar deritual, de simbología y de orden (el del sí poder). A continuación enlistoalgunos de los usos más comunes y tradicionales de las máscaras.9

9 Ver “Changing Faces: Mexican Masks in Transition” de Lori Jocobson yDonald E. Fritz. Esta publicación fue creada especialmente para conmemorar laexhibición llevada a cabo en 1985 en Texas en el Mac Allen International Museum.Esta exhibición ha sido una de las más completas e importantes llevadas a cabo.

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1. Control a partir del terror provocado por la representación de losiniestro, lo perverso, lo maldito.

2. Mediación. Como vínculo, como objeto con poderes especialesque relaciona al portador con fuerzas sobrenaturales y cósmicas. Lamáscara permite el conocimiento de lo sobrenatural y de lo invisible.Algunas máscaras reproducen partes de animales que eran sagrados. Lareproducción de fragmentos de estos animales se pensaba producía efec-tos mágicos relacionados con la develación de los misterios y los secre-tos del universo.

Las máscaras evidentemente puestas y como objetos se relacionancon lo masculino; la mujer la lleva de por sí, la máscara es su propia cara.Las máscaras son objetos que reflejan el intento del hombre por represen-tar, encarnar, explicar y controlar las fuerzas poderosas desconocidas oinvisibles.

3. Travesía. Las máscaras acompañaban a los muertos en su trave-sía al inframundo.

4. Camuflaje. Permiten el ocultamiento, al hacerse pasar por unanimal más para aprender sus secretos y sus tácticas de resguardo.

A pesar del uso tan diverso, creativo y antiguo de las máscaras, loszapatistas inauguraron una concepción y un uso distinto. Este cambioproviene del particular uso dado por el reflejo, la sombra, lo femeninocomo estrategia opuesta a las funciones de control, privilegio, travesía ycamuflaje, que posibilita los símbolos masculinos de nuestro orden so-cial (dominio, manejo, mirada panóptica, maestría).

Las máscaras usadas por los zapatistas en este escenario estánsignadas por la oposición, la resistencia, la ironía a modelos y símbolosrelacionados con poderes rituales, patriarcales, nacionales, transnacio-nales, globales. Su uso estratégico inaugura órdenes distintos.

1. Del control al performance (exhibición, representación)

Los zapatistas no usan máscaras para controlar. Son y han sido los másimportantes, los desposeídos. Usan las máscaras para interrumpir uncontrol, un ejercicio de poder de más de 500 años. No interrumpen esteejercicio a partir del terror que producen las máscaras, sino a partir delmanejo de la ironía de la repetición, la representación de una mirada,una práctica, una costumbre de los mexicanos: todos los indígenas soniguales. (La ironía requiere de la repetición de argumentos pero con esce-narios que representan, en todo su esplendor, a la contradicción, el ab-surdo de la reflexión o argumento.)

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La variedad ha sido una de las características esenciales de lasmáscaras mexicanas. Aun cuando son hechas por el mismo artesano,éste es capaz de imprimir a todas ellas un sello distinto. Las máscarasgarantizan individualidad.

Los zapatistas logran exhibir, hacer un performance, de la miradadel centro a la periferia, a los márgenes. Llevan el juicio de esta mirada asu grado extremo, a la actuación de lo que es visto: que todos los indíge-nas son iguales. Actúan a su vez el prejuicio: más allá de símbolos pa-trios e imágenes en los libros de texto los indígenas no son.

2. Mediación: del control a la encarnación de lo invisible

Los zapatistas de nueva cuenta interrumpen la función tradicional de lamáscara al invertir uno de sus propósitos fundamentales: el contacto ydevelación, por mediación de los poderes invisibles del universo. Loszapatistas mismos, los sujetos detrás de las máscaras, son lo invisible, lonecesario de develar, de atrapar, de hacer visible, lo sobrenatural a sercontactado. Lo invisible es lo humano, no lo sobrehumano, lo invisiblees lo nativo, no lo cósmico. La estrategia femenina se despliega en estecaso al ser las mujeres indígenas el colmo de la invisibilidad. Se actúa, serepresenta a la invisibilidad en su límite.

3. De la travesía de los vivos que mueren a la travesía de los muertos en vida,de los muertos siempre, pero ahora para vivir.10

Nuevamente los zapatistas alteran la función de la máscara al trastocar elsentido de la travesía. No son los vivos que mueren y así descansan, repo-san en paz. Son los muertos en vida, sin reposo, sin paz que viajan paravivir. Son los muertos de siempre en su recorrido a la vida, con dignidad.

4. La función de camuflaje tradicional posibilita el acto de poder máximo:ver sin ser vistos.

Los indígenas son observados por el ojo central, panóptico, hasta quelogran ocultarse y pueden “taparle el ojo al macho”. Como restos, comosímbolos como cuerpos prescindibles para esa mirada, invierten este actoal potenciar la mirada de los márgenes al centro. Evidencian así las formasde control ejercidas con la mirada sobre los cuerpos prescindibles.

10 Cf. La palabra de los armados de voz y de fuego, p. 67, epígrafe al comunicadodel 16 de enero.

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Las máscaras esconden los rostros de los zapatistas pero no paraprotegerlos. Cualquier indígena, por el sólo hecho de serlo, puede seracusado de zapatista. Ninguna máscara puede ocultar su ser indio. Lasmáscaras subrayan el hecho de que los zapatistas son los sin rostro, losdescarados, los que han perdido la vergüenza original, tal vez la de LaMalinche, tal vez la de la desobediencia de Eva, tal vez la de ser los máspobres. Los descarados interrumpen, hablan, se niegan, no aceptan, re-claman, demandan. Dejaron de pedir perdón.

Los zapatistas son los derelictos, los restos de un naufragio que sellama México, que se llama Nación.11 La Nación Mexicana ha tenido quesacrificar su historia, su diversidad, para ocupar seis páginas en loslibros de texto y narrar las historias de tres héroes indígenas con los quehemos perdido el contacto emocional. Los zapatistas refrescan nuestramemoria y nos recuerdan que los símbolos que hemos asimilado en nues-tro suelo, orgullo nacional, están vivos y viven en la miseria. Como sím-bolos los usamos, como realidad los rechazamos, son invisibles.

Los rebeldes bautizan nuestra entrada al primer mundo aquel yacasi legendario primero de enero. Todos iguales, los sin rostro, los desca-rados interrumpen un ritmo atropellado, cargado de silencios hacia lamodernidad.

El uso de las posdatas en los comunicados del subcomandante Marcos

La escritura femenina empezó a ser considerada como importante a par-tir del rescate de las cartas y diarios que se inició durante los años sesen-ta. Para las mujeres, las cartas representaban un espacio íntimo y segurode recreación de su imaginación, de sus historias y de sus vidas.

Las cartas no necesitan pasaporte para circular, tampoco hacenevidente, a primera vista, el género. Ambas características permitieronque la correspondencia, el género epistolar, floreciera entre mujeres comoun medio de expresión, como una forma de travesía y de ejercicio litera-rio, de experiencia y conocimiento, de generación y construcción de fan-tasías. Las cartas han representado para las mujeres la posibilidad denarrar sus historias sin el peligro de que sean expropiadas o silenciadas.

11 Para profundizar en el concepto de nación como el predominio de un tipo denarración y una forma estratégica de manejar el lenguaje, el tiempo y las periferias,ver “Dissemination. Time, narrative and the margins of the modern nation,” deHomi Bhabha.

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Las cartas pueden dividirse como texto en dos; cuerpo central yposdatas. La posdata es un performance, en una exhibición de lo quecabe, no puede ser acomodado, más que abajo en el cajón de los restos, delos desperdicios. Las posdatas, son eso: post-data, post-facto, lo ocurri-do después del dato, de lo concreto. Exhiben nuestra incapacidad deacomodar todo coherente y ordenadamente. Son traicioneras, exhibidoras,escenificadoras del límite de la razón. Estéticamente resaltan: arriba losólido, lo integrado, la narración; abajo, lo fragmentado, lo recordado enel último momento, lo imprescindible, expresado como prescindible.

Las posdatas en las cartas son adiciones de último momento, repre-sentan lo que queda en la punta de la lengua, el ¡ah!, se me olvidabaque... Pueden ser los inicios de una historia que comienza desde abajo, alpie de la letra, al pie de la página. Son espontáneas, frescas, a veces hastadesfachatadas y siempre imprudentes.

P.D. imprudente: Nos han aconsejado ser prudentes y firmar los acuerdos. Noshan dicho que el gobierno puede terminar con nosotros en cuestión de horas odías, a lo más, si no firmamos la paz. Nos han recomendado consentir a laspromesas ofrecidas y esperar. Nos pidieron una prudente rendición y la vida.¿Quién podría vivir con esa vergüenza? ¿Quién negocia vida por dignidad?Tan sensibles consejos han sido inútiles. Aquí la imprudencia ha regido pormuchos años... y la dignidad.12

No es necesario que guarden relación directa o específica con el cuerpofundamental de la carta. Son adiciones, pegostes, derelictos, restos.

Las posdatas cuentan la historia al revés: empiezan por abajo conlo olvidado, las ruinas, los restos y a partir de allí generan otro texto, unsubtexto dentro del texto. Pareciera como si la fuerza centrípeta que esrequerida para concentrar una idea o un cuerpo congruente, coherente,expulsara fragmentos de pensamiento, de relato que sólo pueden seracomodados al pie, abajo, en un espacio aparte. Son restos centrifugados,fugados del centro, como los textos y la escritura de mujeres, son frag-mentos marginales.13

Literalmente la posdata significa una nota añadida debajo de lafirma en una carta, ¿quién es el autor de las posdatas? ¿Quién las recla-ma? ¿Cuál es su voz?

12 Comunicado 10 de junio de 1994, en Voices of Fire.13 ¿Podríamos pensar a la escritura femenina toda como una posdata?

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P.D. MAYORITARIA QUE SE DISFRAZA DE MINORITARIA INTOLERADA. A todo estode que si Marcos es homosexual: Marcos es gay en San Francisco, negro enSudáfrica, asiático en Europa, chicano en San Isidro, anarquista en España,palestino en Israel...”.14

¿Quién las firma? Las posdatas son evidencia suficiente para afirmarque hay diferentes voces dentro de los comunicados. Veamos:

El cuerpo principal de los comunicados en su origen se refería ainformación que el Obviamente este contrato es para protegernos en casode demanda. organizaba y Marcos en un tono no tan formal transmitía.Si leemos los primeros comunicados, hay diferencia entre el cuerpo prin-cipal y las posdatas. Aunque Marcos nunca pierde el tono humorístico,irónico, sarcástico, en las posdatas, donde literalmente se da vuelo. Estonos lleva a considerar su papel como mediador.

Sergio Zermeño habla de una de las voces de los comunicados comoun gesto, un guiño a los cuates del CEU. En el comunicado del seis defebrero de 1994, en la P.D., Marcos critica las divisiones en el interior delCEU.

P.D. a la P.D. anterior: Ya que en posdatas estamos, ¿cuál de todos los CEU’s esel que nos escribe? Porque cuando yo era un apuesto joven de 25 años (¡órales!¡Avísale a la computadora de la PGR para que saque cuentas!) había cuandomenos, 3 CEU’s ¿Por fin se unieron?15

Mucho se ha hablado del hecho de que un hombre blanco, educado,políglota, represente a diversos grupos indígenas; sabemos que la es-tructura del Obviamente este contrato es para protegernos en caso dedemanda. no lo coloca a la cabeza del movimiento, sin embargo, sí es elmediador. Esto nos remite nuevamente a nuestra pregunta fundamental.¿Dónde tenemos los ojos? Y más allá de los ojos, ¡dónde tenemos losoídos, que sólo podemos escuchar la voz del hombre y blanco!

Las posdatas son recordatorios de los problemas de representa-ción. La carta tiene un cuerpo principal con firma y un texto adicionalcon voz y sin propietario, con verbo y sin carne. Podemos decir entoncesque hay diferentes voces en los comunicados. En cuanto al papel derepresentante y de mediador que ha jugado Marcos, podemos regresar alo mencionado al principio de este ensayo. Somos ciegos y sordos para

14 La Jornada, martes 31 de mayo de 1994, p. 8.15 Ver La Palabra de los armados de verdad y fuego, p. 173.

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cierto tipo de discursos, provenientes de grupos raciales distintos, so-mos sordos y ciegos a lo indio. Marcos ha jugado el papel de mediador,como lo hizo en Cuba durante mediados del siglo pasado el grupo de LosDelmontinos quienes lograron contribuir a la abolición de la esclavitud,al recopilar narraciones, poemas, diarios escritos por esclavos negros.Dichos textos eran enmendados, tachados, despersonalizados y arregla-dos con el fin de “hacer legible” la letra del esclavo. La mediación de lasvoces y autoridad de los delmontinos, fincada en la raza (blanca), el sexo(masculino) y la clase (alta) logró liberar a varios esclavos y contribuir aprobar que los esclavos eran también hombres. El texto del esclavo era yes inevitablemente un texto mediado.16 Invariablemente los textos de losesclavos son textos en colaboración, por sí mismos carecen de la autori-dad para defender su posición. Sin mediación los ojos nos engañan, losoídos se distorsionan: una blanca golpiza a un negro cuerpo, no puedeser vista más que como defensa, un performance como resistencia esvisto como intolerancia, incapacidad de diálogo y engaño.

Es en relación a esta característica de ser siempre texto en colabora-ción, texto mediado, que relaciono las posdatas con lo femenino, puestambién representan lo centrifugado, lo que no es coherente, no es cen-tral, lo que es marginal.

Las posdatas en particular, pueden ser leídas como la voz de Mar-cos y como una estrategia femenina, marginal: de resto, no de centro, deruina no de documento, de abajo no de arriba, de espontaneidad no derigidez. Y digo femenina en oposición a masculina, y marginal en oposi-ción a central, pensando en la transformación de las funciones tradicio-nales de las máscaras que citamos anteriormente (control, maestría,dominio y autoridad). La inversión como estrategia marginal (tambiénfemenina) propiciaría la interrupción de una función aludiendo a lofragmentado, lo que está abajo, en los márgenes, lo excéntrico.

La posdata es también una forma del permiso, lo suficientementeligera como para permitir cualquier expresión del autor. Con frecuencia,aunque es necesario un análisis más detallado de los últimos comunica-dos, Marcos usa un tono un poco más formal en el cuerpo principal de la

16 Para profundizar en esta idea del texto del esclavo como un texto inevitable-mente mediado, ver At Face value, autobiographical wuriting in Spanish America, deSilvia Molloy.

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carta. Normalmente consta de una narración completa y tiene un sentidopolítico de negociación y un mensaje directo al gobierno. Refleja el cui-dado de transmitir la voz del CCRI.

Las posdatas rompen a veces con el tono de traductor, algo ecuáni-me, que Marcos adopta en el cuerpo central del comunicado. En la cartaa un niño de La Paz, escrita en febrero de 1994, Marcos habla de lamisión del CCRI de búsqueda de libertad, habla de lo que el CCRI deman-da. En la P.D., altera completamente el tono y escribe:

P.D. Aquí somos peor que perros. Tenemos que escoger: vivir como animales omorir como hombres y mujeres dignos. La dignidad, Manuel, es la única cosaque no debemos perder nunca, nunca...

Marcos en los últimos comunicados parece haber relegado su funciónde traductor y mediador, escribe posdatas extensas, o comunicados comple-tos que son en sí mismos una posdata. En el comunicado del 22 de marzode 1995, el cuerpo principal de la carta tiene 6 renglones; la P.D., cuatropáginas. En esta posdata es particularmente importante la presencia delpersonaje de Durito, el cual es necesario estudiar, con el fin de entender unode los lugares de esta voz del traductor, del mediador y del escritor.

Conclusiones

Los zapatistas nos recuerdan que los problemas locales no son abortosni despojos, tampoco residuos, expulsados de un cuerpo sano, a susextremos con asombro e incredulidad, que requiere deshacerse de la car-ga menos relevante para no naufragar. Los zapatistas recuerdan que lolocal es un reflejo, un síntoma de formas de gobierno que privilegian loglobal sobre lo local, lo transnacional sobre lo regional. La rebeliónzapatista ha logrado criticar la complicidad y sentido integral dado a lospares opuestos que se complementan: masculino-femenino y local-glo-bal.17 Lo masculino no es un complemento de lo femenino, es una expro-piación, una usurpación. Lo local no es un complemento de lo global, esun pretexto, lo extendido como un desperdicio es un síntoma.

17 Para profundizar en este binomio desde el enfoque de los estudios cultura-les (Cultural Studies) ver “The Local and the Global. Globalization and Ethnicity” deStuart Hall.

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La rebelión indígena subraya hasta dónde es permeable lo local,permeable a políticas municipales, estatales, globales. Denuncia cómose clavan en los cuerpos de las familias indígenas las decisiones trans-nacionales de nuestras políticas públicas, cómo los enferman, cómo loshace invisibles.

La rebelión ha hecho visible que el símbolo de lo indígena en Méxi-co, su expropiación como emblema de identidad es un síntoma, un sínto-ma que requiere de una historia, de una narración para desaparecer. Unsíntoma local, que nos recuerda que la enfermedad es global, no sólonacional, pero que debe ser atendida en su especifidad.

La exhibición, la escenificación, el psicodrama (como le llama Mon-siváis) no reavivará a los muertos durante los enfrentamientos, tampocoterminará con los guardias blancos, ni con las expulsiones y migracio-nes de indígenas, sin embargo, ha posibilitado que los mexicanos tenga-mos un sentido distinto de lo que significa un problema local, unaeconomía global, un indígena descarado, sinvergüenza y sin temor. Losniveles en los cuales el conflicto, la rebelión ha operado son infinitos.Hablé aquí de lo que la escenificación, el performance posibilita comorepresentación, como manejo irónico de la mirada de la clase media, dela manipulación de la clase dominante en relación a la invisibilidad delo indígena.

Pero más allá de la dinámica de lo local y lo global y de los usos delperformance, lo que resalta con más fuerza, justamente por ausencia, esla mujer indígena, la voz que aún no ha podido ser oída, el lugar sinmediación ni traducción. ¿Cuál fue el traductor de Sor Juana, de LaMalinche?, ¿quién se ocupó de mitigar el miedo que provocaban paraque su lenguaje, sus mensajes pudieran circular libremente?, ¿quién seocupó de mitigarles el miedo a ellas?

La mujeres indígenas son uno más de los espectros del Pedro Pára-mo, nada, nadie. No se las ve por ningún lado, acaso fragmentos, posda-tas, inversiones que recuerdan estrategias que recurren a otras lógicas.El Obviamente este contrato es para protegernos en caso de demanda. haexpropiado y hecho uso de estas formas de resistencia. ¿Están ellos oyendoa sus mujeres?, ¿están ellos pudiéndolas ver?, o lo que observamos, lasmáscaras y las posdatas son únicamente formas de resistencia que sóloemulan, recuerdan, reproducen, expropian lo femenino.

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Bibliografía

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Auge y (relativa) caída de la intolerancia.Crónica del PAN en el poder*

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Pensad en aquella hora:cuando se rebelaron contra

un rey en tinieblaslos ojos invisibles de las

alcobas.

RAFAEL ALBERTI

1. Crónica del PAN en el poder

El pasado 24 de mayo, el Ayuntamiento panista de Veracruz, através del síndico tercero, Mario Riojas Almanza, intentó cance-lar la Segunda Semana Cultural Lésbica-Gay que el grupo Nue-

vo Lenguaje Siglo XXI organizó en la Casa de la Cultura Salvador DíazMirón. Según expresó el síndico, “no puede ser que volvamos a la épocade Sodoma y Gomorra” (Sur, 25 de mayo). Riojas Almanza se presentó el22 de Mayo, día de la inauguración, y con el ánimo y “el tesón de losprimeros evangelizadores” (Ana Rosa Payán dixit), les reclamó: “todogay es un mal nacido y no es bien visto por la sociedad” (Política, 15 dejunio). Acto seguido el funcionario, encargado de Educación, Cultura yRecreación (¡!) del municipio, desató una campaña contra el evento en laestación de radio XEU (propiedad de Luis Pazos y sus hermanos, promo-tores de la extinta Guardia Unificadora Iberoamericana, GULA; organi-zación a la derecha de la derecha), que calificó de pornográficas a las

* Estos textos aparecieron en La Jornada el 21 y 30 de julio, 20 de agosto y 1° deseptiembre de 1995.

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películas exhibidas en la semana gay: Juego de lágrimas (The CryingGame), juntos para siempre (Longtime Companions) y Trilogía del amor(Torch Song Trilogy), de gran éxito comercial y de crítica en todas partes.Según Riojas Almanza, las lecturas de poemas de Xavier Villaurrutia,los debates en torno de la lucha contra el sida o las conferencias sobrepolítica y homosexualidad, que formaron parte del programa, “son actosno culturales y en contra de la moral” (Sur, 25 de mayo).

No obstante su pintoresquismo involuntario, la actitud de este fun-cionario panista no es la excepción. Allí donde gobierna, el PAN ha dadosobradas muestras de intolerancia y atraso. Al nivel de la vida social ycultural al PAN le sucede lo mismo que al PRI a nivel político. Por sucerrazón, los panistas se empeñan en negar los cambios que en materiade sexualidad, moral social, uso del lenguaje, lazos familiares, género,rol de la mujer, educación sexual, alcances de la tolerancia, seculariza-ción, control natal, etcétera, se han dado en las tres últimas décadas en elpaís. Por su diversidad, la mexicana es hoy una sociedad más complejay rica en expresiones culturales. Sin embargo, la política cultural delPAN sigue aferrada a la defensa de “valores tradicionales” (que ya sóloproclaman quienes añoran el porfirismo), y en el profundo desprecio portodo proyecto de modernización y apertura. Los ejemplos abundan.

Entre ellos:—En San Luis Potosí, las autoridades panistas de la ciudad prohí-

ben, en 1992, la obra de teatro La tarea, de Jaime Humberto Hermosillo,por considerarla contraria a la moral.

—En Chihuahua, la mayoría panista del Congreso local aprueba,en 1993, la reforma al artículo 219 del Código Penal estatal, que derogatodas las causas por las que se permite al aborto: por imprudencia, porviolación y cuando la vida de la madre está en peligro; para establecer,en su lugar, el derecho a la vida “desde el momento de la concepción”.

—En Ciudad Juárez (entre otras partes) decomisan los calendariosde Gloria Trevi ya que, según su criterio, son publicaciones “abiertamen-te pornográficas”.

—En la ciudad de Chihuahua persiguen a los travestis.—En Mérida, el secretario del Ayuntamiento declara, en 1991, que

la danza contemporánea es “degenerada” y que en ningún teatro de laciudad se permitirán eventos artísticos con desnudos o escenas eróticas.

—En esa misma ciudad, la alcaldesa Ana Rosa Payán manda des-colgar de una exhibición fotografías de desnudos artísticos. Y en la ciudadde México, en 1993, se declara contra los anuncios oficiales sobre el sida.

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—En Guadalajara, en 1991, encabezados por el entonces coordina-dor de la fracción panista del Congreso local, Gabriel Jiménez Remus, yen alianza con organizaciones de ultraderecha, impiden la celebraciónde la Conferencia Internacional de Gays y Lesbianas organizada por ungrupo tapatío.

—En esa misma ciudad, en 1993, César Coll, actual presidentemunicipal de Guadalajara, dirige, junto a una decena de organizacionesautoproclamadas resguardadoras de la moral, la destrucción de apara-tos de televisión frente al canal local de Televisa para protestar por losprogramas Cristina, Los Simpsons, Siempre en Domingo, Nino Canún, lasrevistas Eres y Somos y en contra del Conasida, por “inmorales y proca-ces”, porque “hacen la apología del sexo, la homosexualidad, el vicio, ladepravación y demás aberraciones humanas”. Dos años después, el mis-mo personaje, en su cierre de campaña, se lanza contra los homosexua-les, calificándolos de “enfermos, como los minusválidos”.

—En Monterrey, dos legisladores panistas exigen, en sesión ex-traordinaria del Congreso local, la renuncia del secretario de DesarrolloSocial del gobierno del estado por permitir la transmisión de películas“pornográficas” por televisión. Los panistas se referían a La tarea, pelí-cula de Jaime Humberto Hermosillo.

—En León, por petición del obispo, el presidente municipal panista,Eliseo Martínez Pérez, le cierra las puertas de la Casa de la Cultura a losgrupos “Católicas por el Derecho a Decidir” y GIRE que en 1992 habíansido invitados a impartir una conferencia sobre el derecho de la mujer adecidir sobre su propio cuerpo. El evento se cambió al salón privado deun boliche, pero aun allí un grupo de mujeres panistas, junto con Pro-Vida y el secretario particular del obispo, impidieron con violencia yamenazas su realización. En tono triunfal y emulando al célebre párrocode Canoa, el obispo de Guanajuato, Rafael García González, justificó lapersecución porque: “El sentir de los leoneses es totalmente contrario ala práctica del aborto y por lo tanto no se debe permitir el arribo de perso-nas que estén en contra de nuestra moral, costumbres, tradiciones y la fede nuestro pueblo”.

—En Tijuana, presionado por la Diócesis, el Ayuntamiento panistaniega, en diciembre pasado, el permiso para celebrar un inofensivo concur-so travesti, “por atentar contra la moral y las buenas costumbres de la pobla-ción”, amenazando con clausurar la discoteca en donde se llevaría a cabo.

La lista, desde luego, no es completa (para mayor documentación,recomendamos el contundente libro de Edgar González Ruiz, Conserva-

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durismo y sexualidad, Rayuela, 1994), pero sí ilustrativa de los alcancesde la “tradición democrática del PAN”, tan elogiada hoy por algunos exsalinistas. Los atropellos a las garantías constitucionales de libertad deexpresión y de reunión, y a los derechos humanos de las minorías nodejan lugar a dudas: la idea panista de sociedad es autoritaria, alejadade todo pluralismo. Se pronuncian indignados contra las imposicionespriístas, pero ellos, a su vez, quieren imponer un proyecto cultural ymoral basado en principios tan arcaicos y elusivos como “las buenascostumbres”, “los valores familiares” y la “moral tradicional”, que noadmiten disidencias. Poco importa hoy que ese proyecto se quiera vestirdel populismo cultural de Vicente Fox, que pretende “bajar” el arte y lacultura para “hacerlos más populares” (Proceso, 19 de junio de 1995), laesencia excluyente y represora es la misma. Mientras de ellos dependa,no promoverán y sí intentarán prohibir toda expresión cultural y artísti-ca que se considere un atentado a la imagen rígida e idealizada de lafamilia o que les parezca demasiado “sofisticada” (Fox dixit) para elentendimiento popular.

El síndico del Ayuntamiento panista de Veracruz, Mario RiojasAlmanza, distinguido caballero de Colón, en su furia contra quienesorganizaron la Semana Cultural Gay, afirma proceder de buena fe y deacuerdo a su convicción, pero ¿qué se puede esperar de un funcionarioque confunde las creencias personales con el interés de la sociedad?,¿quién podría ponerlo al tanto de que pertenecer a un Ayuntamiento noes lo mismo que ser socio de un club exclusivo, sólo para hombres, dondees obligatorio observar y hacer valer las reglas de “buena conducta” desus miembros?

Reynaldo Carballido, director de la Casa de la Cultura SalvadorDíaz Mirón, y reconocido promotor cultural por más de veinte años, hadenunciado con inteligencia y valentía las presiones y el hostigamientode las autoridades panistas para que renuncie. Su falta fue permitir ac-tos culturales en donde, precisamente, se ponderaba el derecho de lasminorías a la libre expresión. Las semanas culturales de gays y lesbianasson ya acontecimientos institucionales en varias ciudades del país y delmundo, y son la expresión de comunidades marginadas en busca de unaidentidad propia, de la misma manera que las semanas de cultura chica-na o indígena. Sin embargo, para el gobierno municipal panista, el even-to gay fue “una falta de respeto al ilustre poeta”. La que fue casa de DíazMirón pertenece al municipio, pero por un comodato su manejo y admi-nistración está a cargo del Instituto Veracruzano de Cultura (Ivec), pro-

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piedad del gobierno del estado. Con su hostigamiento, los panistas in-tentan quedarse con la Casa para “adecentarla”. La comunidad culturaly artística no debe permitir un atropello más a las libertades sin atenersea las consecuencias. Así lo han entendido entre otros Elena Poniatows-ka, Sergio Pitol, Emilio Carballido, Carlos Monsiváis, José Luis Cuevas yJuan Vicente Melo, que apoyan a Reynaldo Carballido y a los profesoresque imparten los talleres literarios y cursos de redacción en la casa de lacultura en demanda de la destitución del síndico Riojas, a cargo de Edu-cación, Cultura y Recreación en el municipio. Alguien que, sin preten-siones paródicas, declara: “yo tengo la obligación de velar porque no serelaje la disciplina [sic] y que se conserven lo mejor posible nuestrastradiciones, mientras yo ocupe y esté en el encargo que me encomendó laciudadanía no serán exhibidas películas inmorales... cuando el hombreempieza a animalizarse significa que estamos cerca de la perdición”(Notiver, 27 de junio), no puede aparecer como el responsable de Educa-ción de ningún sitio.

En las postrimerías del siglo XX, no podrán arraigar los intentosdecimonónicos de imponerle un “orden moral” a una sociedad que yaintegra a la tolerancia, la diversidad y el pluralismo en su idea de valoresesenciales de la convivencia.

2. El PAN: el “derecho natural” contra las libertades

Sigue la cruzada “moralizadora” del Ayuntamiento panista de Veracruzahora con el apoyo de la “Comunidad Veracruzana”. En desplegado demedia plana titulado ALTO A LA INMORALIDAD, la Asociación NacionalCívica Femenina (escuela de formación de las principales dirigentes delPAN), los Caballeros de Colón, la Unión Social de Empresarios Mexica-nos, Mujeres y Punto, la Unión de Padres de Familia, Coparmex yCanacintra “apoyan y aplauden” al síndico Mario Riojas Almanza, acargo de Educación, Cultura y Recreación del municipio, por “haberaplicado la ley”. (Como se recordará, el 24 de mayo pasado este funcio-nario municipal quiso cancelar la semana cultural lésbica gay que elgrupo Nuevo Lenguaje Siglo XXI organizó en la Casa de la Cultura Salva-dor Díaz Mirón, y se propuso destituir a su director, Reynaldo Carballido.)En el desplegado, las organizaciones firmantes “razonan” su apoyo:“Los derechos individuales que son patrimonio inalienable de cada in-dividuo [sic], sin importar posición social, cultural y económica, no pue-

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den estar nunca por encima de los DERECHOS NATURALES de la Socie-dad a la cual pertenecen. Por este motivo la Comunidad veracruzanareprueba el hecho de que, con ‘bombo y platillo’, se haya celebrado en laCasa de la Cultura Salvador Díaz Mirón, una reunión de homosexualesy lesbianas, que se manifiestan a favor de conductas anormales, exhi-biendo públicamente sus preferencias y presentándolas, a las nuevasgeneraciones en formación, como algo ‘normal’ y ‘cultural’. Es por esto,que todas las familias que ponemos nuestro mejor empeño en educar anuestros hijos, en el marco de las BUENAS COSTUMBRES no podemosaceptar que esto vuelva a suceder” (El Dictamen, 9 de julio. Las mayúscu-las son del original).

La “Guerra Santa” en defensa de la moral y las buenas costumbres,y los “derechos naturales” por encima de los derechos individuales (elprejuicio por encima de la Constitución) son las razones esgrimidas porlos panistas para justificar la intolerancia, los atropellos a las libertadesy la gazmoñería cultural en la mayoría de los lugares en donde gobier-nan. Estos actos le han valido al PAN duras críticas en los principalesmedios de comunicación (ver, por ejemplo, los artículos de HumbertoMussachio, Chistopher Domínguez Michael y Jesús Silva HerzogMárquez en Reforma) y, sin embargo, la dirigencia nacional panista le harestado importancia al asunto y cuando se le cuestiona a un dirigente alrespecto, prefiere siempre eludir o negar los hechos. O, como en el casodel presidente nacional del PAN, Carlos Castillo Peraza, banalizar lascríticas. En entrevista para Notimex el 18 de julio, Castillo Peraza, en unintento de justificar las acciones represivas de los funcionarios panistas,señala: “Mi opinión es que las manifestaciones artísticas deben de serrespetadas, pero también la cultura de la propia gente. Hay que imagi-narse que en una sociedad mexicana, cultural-liberal, se pretenda pre-sentar un espectáculo poniendo al desnudo un Benito Juárez, eso no lesva a gustar a los liberales, o bien un municipio en donde prevalezca lacultura marxista se ponga una obra, en la que se coloca en posición fetala Marx y desnudo a Lenin, no les va a gustar [...] no sólo se puede tener encuenta la creatividad de un autor o de un grupo, sino también respetarlos valores en los que cree una comunidad”. En su argumentación, eldirigente del PAN quiere ser ambiguo y termina exhibiendo su verdaderopunto de vista: “es muy cómodo decir que tal o cual autoridad no permi-te tal o cual manifestación, pero igual valen diez mil firmas liberales queno quieren que se profane la imagen de Don Benito Juárez, que 10 milfirmas de católicos que no quieren que se profane la imagen de la Virgen

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de Guadalupe”. ¿Esto significa que deberá prohibirse la exhibición, porejemplo, de las obras “profanadoras” de Francisco Toledo sobre BenitoJuárez si así lo pide un grupo de firmantes; o censurar el arte chicano porrepresentar de manera novedosa la imagen de la Virgen de Guadalupesólo porque otro grupo de católicos lo exige? La argumentación de Casti-llo Peraza es, por lo menos, ingenua. La imagen de Juárez nunca ha sido“sagrada”, por lo tanto para los liberales no es “profanable”, así lasautoridades en época de Echeverría hayan castigado al Loco Valdés porsu chiste de Bomberito Juárez. Y también, como lo mostró la exposicióndel Centro de Arte Contemporáneo, apoyada por autoridades eclesiásti-cas, representar de manera contemporánea a la Guadalupana no es “pro-fanarla”. Castillo no está argumentando en verdad, sino lanzandosofismas muy mal construidos que, según él, ocultan la estrategia: con-vertir a minorías ultras en la “mayoría”. Es decir, imponer el criterio deuna minoría agraviada que dice encarnar el interés colectivo: “en unacomunidad, donde hay sentimientos, valores, que son compartidos porun número grande, no sólo hay que oír a los señores creadores, sinotambién al público y a la sociedad misma”. Una vez más, los “derechosnaturales” de la sociedad por encima de los derechos individuales.

Para desgracia de Castillo Peraza, a los ediles panistas no les gustala ambigüedad y, además, creen ser “la sociedad misma”. En su prédica,ellos son directos y no están dispuestos a transigir. El responsable deEspectáculos del Ayuntamiento de Monterrey y líder municipal del PAN,Francisco Cantú Torres, por ejemplo, al justificar la clausura de seis cen-tros nocturnos por presentar desnudos femeninos señala: “en esta ad-ministración estamos empeñados en que se mejore la dignidad de lapersona humana [sic] y vamos a estar reglamentando para que se permi-ta lo que convenga para la mayoría de la población, nada más” (La Jorna-da, 22 de julio). En su convencimiento de que el suyo es el único caminosin torceduras confunden sus funciones de servidores públicos con lasresponsabilidades de un jefe de familia: “¿Qué es lo que yo permito en micasa?” se pregunta Cantú Torres, “¿En mi casa yo permito los desnudosde cualquier persona? Noooo, mi casa es un recinto que yo tengo quecuidar y nosotros, como cabildo, tenemos la responsabilidad de este re-cinto que es la casa de todos, la ciudad de Monterrey”.

Por su parte, el síndico veracruzano Riojas Almanza advierte tam-bién sin ambigüedades: “mientras yo ocupe y esté en el encargo que meencomendó la ciudadanía no serán exhibidas películas inmorales... nopermitiré inmoralidades de ningún tipo y digan lo que digan” (Notiver,

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27 de junio). ¿Y cuáles son las cintas consideradas inmorales? El respon-sable de Educación, Cultura y Recreación del municipio pone como ejem-plo la premiada película Fresa y chocolate, cuyo tema es precisamente elaprendizaje de la tolerancia: “el hecho de que la película haya sido pre-miada dos veces por la Academia de los óscares [sic, además de intole-rante, mal informado] no es garantía de moralidad; es garantía de que esun producto comercial, vendible y que reditúa ganancias solamente sinque sea moral; el hecho de que se vea a dos hombres haciendo el‘elefantito’ como dicen no tiene nada de moral” (Notiver, 10 de julio).

Castillo Peraza se defiende mal, entre otras cosas porque la posturade los ediles panistas es indefendible. Al cuestionársele, el dirigentepanista, quizás sintiéndose acorralado, minimiza la importancia de esoshechos arbitrarios o de plano los niega. En entrevista publicada en “En-foque”, suplemento de Reforma (núm. 64, 12 de marzo), corta al periodis-ta y malhumorado responde: “La intolerancia se refiere a dos cosas: lo deMérida (una exposición clausurada) y un concierto de rock suspendidoen León [...] si me dices diez casos en 55 años no creo que eso sea muestrade nada”. Y al preguntársele si compartía los calificativos de César Coll,alcalde de Guadalajara, sobre los homosexuales como una minoría en-ferma, negó categórico que Coll afirmara tal cosa: “no dijo eso. Se le acha-có eso y otras cosas, pero es una práctica que siempre sucede encampaña”. Sin embargo, el 29 de enero La Jornada reprodujo la declara-ción de Coll en campaña: “Los homosexuales son como los minusváli-dos que ahora les llaman discapacitados, como los sordos y los ciegos,no son gente normal”.

En su afán por conquistar el poder, el PAN elude toda discusiónsobre un proyecto cultural viable y civilizado para la sociedad mexicanade fines del siglo XX. Este olvido deliberado, cuyo origen es no perderapoyos y caer en una discusión sobre algo “no prioritario”, se explica,según Castillo, por el peligro del totalitarismo: “El error de los partidospolíticos, desde antes de tomar el poder, es plantear cómo debe ser lamúsica, la pintura, la escultura, el cine, y sobre esta idea rectora ya esta-mos hartos en el mundo y en México [...] El pretender que un partidopolítico tenga un proyecto para todo, además de ser una estupidez escaer en lo totalitario”.

¿Qué se dice a una afirmación tan endeble? ¿Que una cosa es unprograma estalinista y otra, muy distinta, el proyecto cultural, en el sen-tido amplio, del que ningún partido puede abstenerse?

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Por lo demás, y en los hechos, que algo cuentan, el PAN, como hademostrado en Mérida, Guanajuato, Veracruz y Jalisco, entre otros si-tios, sí tiene un proyecto, y una idea de cultura. Para ellos, como afirmaCastillo, el mundo vive una “crisis cultural”, “crisis de valores” le lla-man otros. Según Riojas Almanza la cultura implica valores, “promo-ción hacia la virtud”. Lo malo es que su “promoción hacia la virtud” estádecidida a imponerse atropellando los derechos individuales y colecti-vos. Fracasaron espectacularmente en su prohibición del uso de minifal-das en Guadalajara; le toca a la sociedad civil conseguir que en sus otrosproyectos medievalistas fracasen también.

3. El PAN: Microclimnas de la macrogazmoñería

En su respuesta a las múltiples críticas recibidas, algunos dirigentesnacionales del PAN han querido minimizar la importancia de las campa-ñas “moralizadoras” emprendidas en municipios panistas de gran im-portancia. El senador Mauricio Fernández Garza, presidente de laComisión de Cultura de la Cámara de Senadores, en intento fallido pordeslindar a su partido de esas acciones, las define como “posturas per-sonales”, cosas de “ediles mochos” (La Jornada, 17 de agosto). Por suparte, Federico Ling Altamirano, secretario general del PAN, las reduceal estado de “microclimas de intolerancia” y, sin ruborizarse, afirma que“en el PAN haremos lo nuestro para reducir esos microclimas” (progra-ma Nexos, 17 de agosto, Canal 13).

En medio de esos “microclimas de intolerancia”, que el PAN dice nole atañen, se aprobó el pasado 26 de julio un reglamento “modelo”. ElAyuntamiento panista de Mérida puso en vigor el Reglamento de Espec-táculos Públicos, donde nos da su versión de lo que entienden por liber-tad de expresión artística: “Toda persona física o moral es libre de poderorganizar y presentar el espectáculo que desee, siempre y cuando respe-te los tradicionales valores culturales, intelectuales, éticos, religiosos yartísticos característicos del pueblo yucateco, así como el respeto a laintimidad de las personas, a la genitalidad [sic], la sexualidad y el debi-do decoro que le corresponde a la reproducción del género humano [sic],evitando su comercialización, mofa, disminución axiológica [sic] o ladenigración de las preferencias sexuales respetadas por la mayoría so-cial organizada [¡!] de nuestro municipio, así como el orden público esta-blecido por la sana convivencia social y la solidaridad humanas, evitando

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en todo caso, actos, posturas o gestos, reales o simulados (¡!), que intro-duzcan al espectador al desorden social o a la promiscuidad [¡! ¡!]” (ar-tículo 20). Repuesto de la perplejidad, uno se pregunta, ¿cuáles son losespectáculos capaces de cumplir condiciones tan prodigiosas? La res-puesta está en el artículo 3: “Aquellos que tienen por objeto el esparci-miento y el solaz entre los asistentes como pueden ser los espectáculoscircenses, taurinos, charrerías, rodeos, charlotadas [sic], de forcados, deprestidigitación e ilusionismo en sus diversas formas [¡!], faquirismo ode equilibrio y dominio de las alturas, como el paracaidismo y suertessimilares”.

Las imitaciones de Charlot (mejor conocido como Chaplin por lasactuales generaciones) y demás actividades recreativas aquí descritas(realmente ignorábamos muchas de las aficiones tradicionales del pue-blo yucateco), junto con las actividades culturales artísticas (“las formastradicionales de la música, el canto, la danza, el baile, la pintura, elteatro...”) y deportivas son los espectáculos permitidos por el reglamen-to. Los prohibidos son, desde luego, los que tienen que ver con el sexo:“Los desnudos totales femeninos o masculinos”: “Los que de algunamanera sugieran faltas de respeto a la intimidad, a la genitalidad, a lasexualidad y a la reproducción humana, propiciando la mofa o degrada-ción de estos atributos de su personalidad” (¿y los que propician la ad-miración?); “Los espectáculos que realicen o representen en público elacto sexual”. Además, no se autorizarán “películas con escenas de sexoexplícito en virtud de que la intimidad de la persona humana y de larelación conyugal son algo tan natural y privado, que no debe ser exhibi-do por una clasificación simplista de ‘películas para adultos mayores de18 años”’.

¿Y quiénes serán los seres de intachable moralidad que decidiránlos espectáculos que se podrán presenciar en Mérida, así como las mane-ras de reírse y comportarse en salas, teatros, auditorios y demás estable-cimientos? (Hay todo un capítulo dedicado a los espectadores.) Desdeluego, las autoridades allí señaladas, quienes actuarán “por causas deinterés público, demanda o necesidad social, cuando así lo soliciten or-ganizaciones de reconocida seriedad, solvencia moral y acendrados va-lores cívicos debidamente constituidas de acuerdo con las leyes vigentesen Yucatán y domiciliadas en este municipio”. Estaríamos dispuestos acelebrar con regocijo —de admiradores de Joaquín Pardavé— este tipode reglamentos (a manera de sketch de teatro frívolo por su humorismoinvoluntario), si no fuera porque su aplicación agredirá las libertades de

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expresión, individuales y colectivas, de miles de personas, y nos sumaránormativamente en el retroceso.

Según el senador y coleccionista de arte Fernández Garza, no sevale “calificar a un partido por ese tipo de actitudes”, porque “no sonposturas generales, son posturas personales... Casi te podría asegurarque una autoridad nacional no te va a dar ese tipo de sorpresas”. Eloptimismo del senador panista no resiste la primera prueba. En su res-puesta a la pregunta sobre su fe en la identidad nacional, Diego Fernándezde Cevallos, entonces candidato a la presidencia de la república, respon-de que el PAN mantiene “una celosa conservación de la peculiar perso-nalidad que nuestra nación tiene como pueblo iberoamericano. De ahíque propongamos rescatar la promoción y difusión de las costumbres ytradiciones mexicanas...” (50 preguntas a los candidatos, Federico ReyesHeroles, FCE). El reglamento de espectáculos del Ayuntamiento de Méridaestá orientado a obedecer este mandato (lo cual nos hace sospechar de suautoría). La mochería edilicia no es cosa de unos cuantos; es, en reali-dad, la ideología plenamente asumida del PAN.

En medio de otro de los “ microclimas de intolerancia”, en la ciu-dad de Monterrey, una de las principales del país, se ha declarado unacruzada contra el desnudo. Las autoridades panistas del municipioregiomontano clausuraron varios establecimientos por presentar espec-táculos de strip-tease “que atacan a la moral y son contrarios a las bue-nas costumbres”, y amenazaron con hacer lo mismo con aquellas obrasde teatro consideradas por ellos como inmorales, obscenas o pornográfi-cas. Gerardo Garza Sada, secretario de Desarrollo Social de Monterrey,justificó el cierre de esos lugares por “la presentación de desnudos,semidesnudos, table dance y otros que conllevan a la realización de unaconducta íntimamente relacionada con el aspecto sexual y tienden aprovocar la libido de quienes lo contemplan, máxime que en algunosllega a haber hasta acercamiento o contacto corporal, que pueden llegara la provocación pública para cometer un delito” (El Norte, 6 de agosto).La declaración de este funcionario panista revela uno de los fundamen-tos de la censura: el desprecio al espectador, a quien se le considera ya nocomo menor de edad, sino como un ser de naturaleza “intrínsecamenteperversa”, susceptible de convertirse, a la menor incitación, en un crimi-nal. Es la misma base teórica que sostiene al reglamento de Mérida, sóloque aquí se induciría al espectador “al desorden social y a la promiscui-dad”. Los panistas regiomontanos, inconformes con el actual reglamen-to municipal de espectáculos, pretenden aprobar, al igual que sus

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compatriotas en Mérida, uno a su medida. Para ello han llamado a larealización de un foro de consulta con el fin de “actualizarlo”. Allí espe-ran encontrar el apoyo a su proyecto moralizador y de rescate de las“tradiciones mexicanas”, en donde, entre otras cosas, se piensa proscri-bir de una vez y para siempre el desnudo: “Queda totalmente prohibidala exposición humana en su modalidad de desnudo completo, en cual-quier establecimiento, así como los actos sexuales que atenten contra lamoral y las buenas costumbres, así como cualquier acto que vaya ‘contranatura”’. En espera de que se nos aclare cuales serían los actos sexualesque no atentan contra la moral y las buenas costumbres, nos conforma-ríamos por ahora con que se dijeran qué significan, en la actualidad,estos dos últimos términos. En esta materia, debemos reconocerle unaventaja al reglamento de Mérida, porque ya no los menciona. Y al nohacerlo los panistas se obligan a definir directamente lo que les disgusta.(Que se sepa, en las leyes mexicanas los únicos actos contra natura sonlos delitos ecológicos.)

“Moral y buenas costumbres” son términos que, en el siglo pasado,se pensó que el conjunto de la población adoptaría como guía de sucomportamiento público, pero que, lejos de conducir a un destino virtuo-so, han terminado por justificar, irónicamente, las más vergonzosas delas corrupciones: las que ejercen las autoridades policiacas, encargadasde aplicar los reglamentos, contra los sectores más indefensos y necesi-tados. ¿Cuántas parejas proletarias han sido extorsionadas en parquesy jardines públicos por un faje?, ¿cuántos adolescentes se han visto hu-millados por haber sido descubiertos en sus escarceos eróticos en el au-tomóvil paterno?, ¿y las extorsiones millonarias a gays y lesbianas?

Si se hiciera necesario llegar a un consenso sobre la moral pública,está claro que en su definición no tendrían cabida los prejuicios, las fobias,las repugnancias y las aversiones personales, así como tampoco términostan clasistas como el de “buenas costumbres” que, en un país donde lademografía es el perfil más marcado, dejan fuera a la mayoría de sus habi-tantes o, pensándolo bien, a su totalidad, salvo el puñado de censores.

4. Un retroceso de esa “moral” y esas “buenas costumbres”

Después del ridículo antecedente de la retractación del municipio panistade Guadalajara en su intento de prohibir la minifalda entre las emplea-das municipales, otro municipio panista, el de Monterrey, se ha visto

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obligado, de manera vergonzosa, a dar marcha atrás en su campaña“moralizadora”. El pasado 25 de agosto, el Ayuntamiento de esa ciudad,a raíz de las numerosas críticas recibidas, de las múltiples condenas a lacensura, y sobre todo, de la inconcebible torpeza de sus funcionarios, sedesiste, finalmente, de su Proyecto de Reglamento de espectáculos.

En rueda de prensa, el regidor Francisco Javier Cantú Torres, unode sus principales impulsores, se disculpa penosamente: “Se desechóporque adolece de fallas jurídicas y de reglamentación... Hicimos unanálisis del anteproyecto que presentamos, y como todo, ustedes se die-ron cuenta, tenía fallas de redacción, precisamente esa fue la intención,presentarlo de esa manera para que la gente pudiera opinar” (El Norte,26 de agosto). La censura, previo reconocimiento de mala prosa, se pre-senta como lección de civismo. Por su parte, Gerardo Garza Sada, secre-tario de Desarrollo Social del municipio, defensor a ultranza del nuevoreglamento, confiesa sin inmutarse que sólo lo leyó “muy por arriba,muy someramente”, y descubre, ¡oh sorpresa!, “aspectos con los que noestaba de acuerdo” y que “debían ser eliminados”.

El reglamento hubiese sido aprobado el 28 de agosto, pero, debido ala polémica que suscitó el cierre de varios lugares con espectáculos dedesnudo y table dance, y las amenazas de censurar las obras de teatro“obscenas” e “inmorales”, las autoridades panistas de este municipiose ven obligadas el 22 de agosto a realizar un foro de consulta paradiscutir su proyecto de reglamento. Allí, entre abucheos, rechiflas y pro-testas contra el alcalde, la comunidad artística y cultural de Monterreyrechaza unánimemente los intentos de censura y exhibe la ignoranciajurídica de los redactores del documento.

En respuesta, el alcalde Jesús Hinojosa Tijerina los tacha de“reventadores” y acusa al gobierno priísta de Nuevo León de haberlespagado. Además, afirma, sin nombrar y sin probar, que hay quienespagan plumas para que lo ataquen.

A pesar de su contundencia, no es este rechazo el que decide a lasautoridades municipales a retroceder en sus intentos “moralizadores” yde censura. Es lo rídiculo de sus acciones lo que finalmente los lleva adar marcha atrás. Así, por ejemplo, el nuevo reglamento en uno de susartículos hubiese prohibido, como en algunas iglesias, la asistencia enpantalón corto y bermudas a los espectáculos que se presentan en luga-res cerrados. “Lo incluimos porque muchos empresarios de cines [sic]nos pidieron que lo dejáramos”, se excusa, suponemos que ruborizado,el síndico Cantú Torres.

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En otro de sus artículos, con mucho sentido del humor involunta-rio, se prohibía “la exposición humana en su modalidad de desnudocompleto”, así como “cualquier acto que vaya contra natura [sic]”. Supo-niendo vigente ya el reglamento, inspectores de sanidad del municipioarrestan a una diseñadora de 19 años la noche del 20 de agosto en unvideo bar por “¡frecuentar lugares prohibidos!” La joven permanece 24horas encerrada en una cárcel municipal, sin derecho a fianza (El Norte,21 de agosto). El director de Sanidad del municipio justifica la acciónporque para esa institucuión, las mujeres sorprendidas en el interior deun bar se presume que se dedican a la prostitución.

Esta arbitrariedad, junto con otras (La Jornada del 24 de agosto dacuenta de la absurda clausura de un negocio de trucos y magias queincurría en “faltas a la moral y las buenas costumbres”, porque su due-ño, el Mago Alex, vendía bromas sexuales: artículos de plástico que con-tienen en su interior penes erectos y que son usados en fiestas ydespedidas de soltera), provoca protestas que llegan al Congreso local einvolucran incluso a los diputados de Acción Nacional. Allí se le exige aGerardo Garza Sada, secretario de Desarrollo Social, que dé a conocer la“lista negra”, que anunció días antes, de los lugares prohibidos para lasmujeres.

Por su parte, la Comisión Estatal de Derechos Humanos anunciaque está investigando el arresto de la joven y señala: “Todo indica que setrata de una violación a los derechos humanos”.

Estas “charlotadas”, como las llamó el cómico Víctor Trujilllo, de lamojigatería panista, recuerdan otra acción antológica. En Guadalajara,el domingo 13 de agosto, diez patrullas de la policía municipal rodean ellocal del grupo Ser Humano, AC, de lucha contra el sida para realizaruna “redada de homosexuales en plena orgía”. Dos oficiales entran vio-lentamente al lugar y se desconciertan al encontrar sólo a enfermos ypersonal médico. Su desconcierto cede cuando descubren el motivo desu operativo: “Taller de sexo protegido, domingo 20 de agosto”, anunciaun cartel desde la pared. ¡Los oficiales equivocaron la fecha de su opera-tivo! (Información proporcionada por Alfredo Hernández, director deSer Humano, en el programa Intimo de Patricia Kelly, Radio Red.)

Los miembros de esa organización aún esperan la disculpa y lasgarantías del alcalde de Guadalajara César Coll. Todavía, después detodo esto, los panistas se dicen calumniados.

Con el rechazo al nuevo reglamento de espectáculos del Ayunta-miento de Monterrey, la ciudadanía ha ganado la primera batalla. Pero,

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al parecer, se trata sólo de una tregua; los “ediles mochos” (como loscalificó el senador panista Mauricio Fernández Garza) de Monterreypretenden elaborar otro reglamento en tres meses, en donde, prometen,“no se mencionen las palabras moral, decencia, buenas costumbres ydecoro, pues son polémicas y es difícil llegar a un acuerdo en el significa-do de éstas para cada quien” (Javier Cantú Torres, El Norte, 26 de agosto).

Los defensores de estos términos serán, irónicamente, sus enterra-dores. Dependerá de la participación ciudadana que esta vez se dejedescansar a tal gazmoñería en paz y para siempre.

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Un encuentro con el feminismo

Entrevista con Rolando Cordera

d.f.: ¿Cuál fue tu primer encuentro con el feminismo?R.C.: No recuerdo cuál fue mi primer encuentro con el feminismo.

El que recuerdo en este momento fue en Londres, vía la revistaNew Left Review, en 66 o 67, con un artículo, creo que en dos partes paraser precisos, de una mujer que me parecía genial: Juliet Mitchell. A partirde ahí me comencé a plantear de otra manera temas que sí se discutíanmarginalmente en las izquierdas estudiantiles de aquel entonces y meempecé a dar cuenta de la densidad del tema. Luego vino el 68 y susmúltiples secuelas, una de las cuales fue el intento —por parte de muje-res que habían estado vinculadas al movimiento y que además estabanconectadas a la información internacional— de incorporarse a lo que yaen ese entonces comenzaba a ser un gran movimiento internacional, yparticularmente norteamericano.

De una manera más directa conocí los primeros esfuerzos por orga-nizar grupos, particularmente el MAS, por quien era entonces mi mujer,Antonieta Rascón, y luego por muchas de ustedes; y aunque traté deseguirles la pista, era muy difícil desde afuera porque muchos de los quetuvimos contacto con ese tipo de iniciativa pionera del feminismo mo-derno en México estábamos en ese entonces viviendo las primeras expe-riencias del post 68, tratando de definir qué hacer y por dónde hacerlo,tratando de formar una izquierda política que no fuera estrictamenteestudiantil, y que al mismo tiempo le diera continuidad al movimientocomo gran movimiento democrático y de masas. Pienso en las experien-cias en las que yo participé, por ejemplo, Punto Crítico, que fue ese primergran esfuerzo por ofrecerle a quienes de hecho habían dejado de serestudiantes o estaban dejando de serlo, pues se estaban volviendo profe-sionistas, una perspectiva que fuera coherente con lo que nosotros en-tendíamos que había sido el movimiento y, más que nada, con lo queentendíamos que podía ser en su desenvolvimiento.

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Para entonces no había duda de que el movimiento de democratiza-ción que pensábamos era desde una perspectiva de izquierda, con laambición de que pudiera convertirse luego en una movilización socialis-ta y revolucionaria; que derivara o no en partido, era algo que nadie teníamuy claro en ese momento. Algunos nos precipitábamos en torno a lanecesidad de tener ya partidos políticos, otros eran más cautos e insis-tían mucho en que lo valioso de aquella experiencia era más bien la gentedel movimiento, la movilización, o lo que Antonio Gershenson llamaba“el movimiento”, casi con mayúsculas, casi como dimensión universal omítica, según se le viera.

En esos momentos surge también la experiencia del nuevo feminis-mo y no había tiempos de reposo, ni siquiera un tiempo intelectual pro-piamente dicho que tuviera la capacidad de permitirnos abordar el temacon serenidad y con madurez; además ni éramos serenos, ni éramosmaduros, y creo que ustedes tampoco eran serenas ni maduras. Eso ha-cía muy conflictivo el tema, en la medida en que tenía como antecedente,o traía aparejada, una conflictividad en la pareja, como sucedió en micaso. Sin embargo, creo que a mí nunca se me ocurrió culpar al feminis-mo de mis problemas de pareja, pero era la tónica de muchos en aquellaépoca. Claro que a eso ayudaba también el esfuerzo de aquel entoncespor introducir el feminismo como un tema pertinente al pensamientosocial, progresista y, particularmente, al pensamiento de la izquierda.¿Qué quiero decir con esto? Pues que había una necesidad de afirmaciónque se volvía imposición, que no detectaba —aunque en el discurso sí—niveles, ni instancias, ni esperas. A fin de cuentas, “lo personal es políti-co” llegó a implicar “todo es político, todo es feminismo”.

A mí me parece muy importante lo que se hizo y yo no tendríareproches; tampoco soy un experto, ni podría hacer una evaluación de sidebería haberse hecho otra cosa, no lo sé. Se combinaba todo: el empezara vivir un México distinto y no nos dábamos bien a bien cuenta de quésignificaba eso; el empezar a vivir también claramente como adultos.

Quizás el movimiento del 68, y su inmediata secuela negra de per-secución y represión, nos permitió no darnos cuenta de lo adultos que yaéramos. Éramos, de alguna manera, todavía universitarios del movimien-to. Se acabó eso y se comenzó a vivir la apertura política, con la afirma-ción de un estado que buscó rearticular sus bases de apoyo, su propialegitimidad, sus consensos.

Vivimos —fíjate en cuán poco tiempo— lucha armada, ilusiones entorno a lucha armada, la guerra sucia y, simultáneamente, las grandes

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movilizaciones que a algunos de nosotros nos hicieron generar grandesexpectativas: las movilizaciones obreras y populares articuladas porGalván, por un lado, y los movimientos campesinos de todo tipo querecorrieron el país a lo largo de toda la década de los años setenta. Entodo eso que se dio, ahí también estaba inscrito el esfuerzo feminista.

Quizás eso fue lo que le impidió a ese esfuerzo, que estaba promovi-do por mujeres de clase media intelectuales, desplegar una convocatoriamucho más amplia, que fuera más allá del discurso estrictamente inte-lectual, internacionalizado, inscribirse en esa experiencia mayor de lasociedad mexicana, que yo he descrito como de movilizaciones, dereplanteamientos, de comenzar a vislumbrar (aunque fuera inconscien-temente) lo que vivimos hoy con toda claridad como el fin de un sistemapolítico.

d.f.: Para ti, después de los años setenta ¿cuáles han sido los mo-mentos en los que cobras conciencia del feminismo, o de un movimientofeminista, o de las feministas, y qué te han dicho estos momentos?

R.C.: Aquí mi comentario es injusto, porque no lo he seguido decerca. Yo lo que veo es que, sociológica y políticamente, hay una mayorpresencia de la mujer en la vida pública de México; sociológicamente,porque en estos últimos años comienza a incorporarse con una dinámi-ca espectacular al mercado de trabajo y eso, como todos sabernos, tieneimplicaciones en las relaciones interpersonales; políticamente, porquesobre todo en el movimiento social, que cada vez se vuelve un movimien-to con implicaciones políticas muy directas e inmediatas por lo que haocurrido en términos de democratización del país, la mujer comienza atener un papel muy destacado de sujeto movilizador, e incluso deliderazgo, en buena parte de lo que se llama el movimiento popular,sobre todo del movimiento popular urbano.

Por otro lado, la idea feminista, es decir, la elaboración intelectual,teórica y discursiva del feminismo la siento alejada de esa experiencia.Quizás fue muy fuerte el confinamiento que tuvo el feminismo en lossetenta en esta primera oleada de movilización o quizás hay algo másque tiene que ver con el hecho de que el origen del feminismo en Méxicofue sobre todo muy intelectual y de clase media, y ahora la mujer queaparece como actor social es principalmente la mujer de sectores popula-res, pero por lo menos para mí, aparentemente no hay un encuentrofuncional.

Hay, desde luego, el reconocimiento y el aprovechamiento de estefenómeno por parte del feminismo, y me parece muy bien. Insisto en que

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su discurso no solamente tiene sentido sino que es cada día más pertinen-te para una sociedad como la mexicana; pero el feminismo, vuelto movi-miento de masas, no lo veo en México como se dio en Europa y EstadosUnidos, donde de hecho para algunos significó la gran revolución de ladécada de los setenta. Después de la gran revolución de los derechos civi-les viene la afirmación de la mujer en todos los ámbitos de la vida públicay con implicaciones muy importantes en la organización familiar y co-munitaria. Temo ser injusto y puedo ser superficial, porque no he segui-do sistemáticamente esta relación entre el feminismo como iniciativaintelectual, como gran apuesta de un grupo de mujeres, y lo que pasa conmasas de mujeres que se están movilizando en México, desde el punto devista, repito, tanto estrictamente sociológico, porque entran al mercado detrabajo y eso tiene grandes implicaciones hacia atrás y hacia adelante,como político: las mujeres que se movilizan y que incluso encabezan mu-chos movimientos importantes de carácter colectivo.

d.f.: Como hombre político, ¿dónde crees que ha fallado el movi-miento feminista?, ¿qué le reclamarías?

R.C.: Yo creo que no ha podido nacionalizarse, como decíamos losantiguos marxistas; así como se decía “hay que nacionalizar al marxis-mo”, “Mariátegui es el gran nacionalizador en el Perú de las ideas socia-listas y marxistas”. El feminismo tiene una tradición en México; lapresencia de las mujeres en la lucha política, por afirmación de sus dere-chos y de su identidad, y con la etiqueta de feministas, es histórica. Yocreo que después del 68 hay un corte con esa tradición que, por cierto, eramuy poco conocida, había pocos estudios —aunque ahora debe habermuchísimos más sobre esas cosas, pero todavía se queda a nivel de estu-dios. De hecho el discurso feminista se internacionaliza muy rápida-mente y quizás eso le impida recoger la experiencia concreta de México,que es una experiencia muy desafiante no sólo porque se trata de unasociedad diversa y plural, sino de una sociedad terriblemente desigual yterriblemente heterogénea.

El feminismo tendría que demostrar que su discurso es asimilable ydesarrollable a lo largo, no de esta diversidad y esta pluralidad, sino a lolargo de esta desigualdad y esta heterogeneidad; y ahí creo que chocacon las características de los grupos de acción feminista.

d.f.: Pero en plan de hacer una evaluación autocrítica, es buenosaber hasta dónde hemos sido capaces de “nacionalizar” al feminismo.Las circunstancias concretas que hicieron posible que fuera un fenóme-no masivo en Estados Unidos y en Europa no se han dado aquí. Esa

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confrontación hombre-mujer de clase media en la casa por el trabajodoméstico, en México tiene el gran amortiguador de las empleadas do-mésticas. Por eso quizás dentro de veinte años surja ese movimientofeminista amplio.

R.C.: Eso es lo que te iba a decir. Quizás su tiempo no ha llegado, entérminos estrictos de estructura social; entiendo por ésta las relacioneslaborales, la forma de reproducción. Ahora que hay esta incorporacióntan masiva de la mujer al trabajo quizás está emergiendo.

d.f.: Se cumplirá lo que dijo Rosario Castellanos en 1971 de quecuando se acabe la última sirvienta, se levantará la primera rebelde.Nosotras pensamos que eso sí tuvo mucho que ver, porque el movimien-to fue de clase media en todas partes, y aquí ser clase media era diferente:no es lo mismo ser una profesora o profesor universitario norteamerica-nos sin empleada doméstica, que un profesor universitario mexicanoque siempre tiene quién se ocupe del trabajo doméstico.

R.C.: Sí, lo que también pasa es que allá la clase media es una claseen serio y aquí la clase media es pequeña y ahora se reduce más. Yo creoque cuando Betty Friedan dice: “esto es una revolución”, lo está diciendono porque sean sus colegas o sus pares, sino porque son cientos de milesde mujeres, a las que ella no ha visto jamás, las que se plantean la cues-tión. Yo creo que en México no ha habido un momento como ése.

Si la heterogeneidad y la desigualdad de nuestro país pesan paracualquier proyecto político de reivindicación o transformación social oprogresista —y la izquierda sigue sin asumir eso—, si estas desigualda-des abismales pesan sobre la izquierda en general, yo creo que definiti-vamente tienen que pesar mucho más sobre algo que es, en efecto, comodice Betty Friedan retóricamente, “la gran revolución”. El feminismo símodifica los aspectos esenciales de las relaciones sociales como las co-nocemos.

d.f.: Además de como político, quisiéramos también una respuestacomo hombre intelectual, ¿por qué el feminismo no ha logrado entrar a ladiscusión intelectual?

R.C.: Creo que en México la intelectualidad tampoco ha sido nuncani muy amplia ni muy ambiciosa en sus intereses. De la crisis para acá,alrededor del 88, la intelectualidad se volvió muy reductiva y se ha dedi-cado básicamente a hacer oposición, a ser enemigos del gobierno o adivulgar ideas. Pero no hay un mundo de ideas en México. Así como Pazle reclama a la izquierda, y pienso yo que con razón, y es para lamentarlodesde la izquierda el que no se le haya tomado la palabra para discutir

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con él. A lo mejor no hubiera sido posible por el estilo que él tiene, perotiene todo el derecho a decir que él planteó una discusión y la izquierdano le hizo caso.

La izquierda nunca abordó el tema de la URSS, y ahora tampoco elde la caída del socialismo, salvo algunos intentos, por cierto no sistemá-ticos, esporádicos como los que ha hecho Roger Bartra desde la perspec-tiva primero comunista y ahora la que sea. Pero muy poca gente másrecogió ese desafío, el de Paz nadie y el de la realidad casi nadie. Laizquierda ha estado empeñada en sobrevivir, en no perder el tren. Derepente le salió un tren que no esperaba, que era otra vez el del naciona-lismo revolucionario y se metió al tren, y últimamente descubre a losindios. En eso está ahora. No hay un mundo intelectual que esté sobrelos debates de más fondo; no sé si alguna vez lo tuvimos, pero ahora estáentre paréntesis según mi opinión. El hecho mismo de que lo fundamen-tal de la situación intelectual se dé en la prensa ya te da una idea de loque significa.

Por otro lado, los estudios de género pues son eso, estudios de géne-ro, proyectos académicos que derivan en ponencias que se intercambiandentro de un círculo, y por otro lado está el círculo de historiadores, elcírculo de politólogos y más ampliamente la clase electoral que llama-mos algunos, la gente especializada en la reforma, pero esto que era laintelectualidad pública —lo que los norteamericanos llaman the publicintelectuals o the public philosophers— no existe. No hay el contexto paradiscutir este tipo de temáticas, es muy reducido, no hay un continuumsino que se va de un punto a otro. De repente sí se antoja, casi diría yopeyorativamente, hablar del problema “mujer”. ¿Por qué? Pues porquehay unas mujeres que dicen que son comandantes o subcomandantes,que están armadas y unas mujeres que encabezan tomas de tierras o depalacios municipales, entonces dices “¡Ah, caray!, las mujeres”. Ahípuedes convocar a un debate y lo habrá, pero eso no tiene continuidad;tiene otro punto en el espacio y en el tiempo, pero te podría asegurar queel segundo debate al que convoques no va a tener diferencias con elprimero, casi estoy seguro, pues así ocurre en otros temas importantes.

Creo que como intelectuales nos hemos desperdigado, desordena-do, desarticulado y eso hace mucho mal a la creación de un verdaderocontexto intelectual que exija a los demás y que se exija a sí mismo. Laficción en la que vivimos es parte de la crisis cultural de México, de lacrisis ideológica formidable que vive el país, porque la ideología que

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articulaba al Estado y al país, que era la de la Revolución mexicana,también periclitó.

d.f.: ¿Tú ves en tus hijos, en los amigos de tus hijos y en esa genera-ción más cambios con respecto a las pautas hombre-mujer que lo quenosotros vivimos generacionalmente, o sientes que hay ciertas constan-tes?

R.C.: Yo veo más cambios, por lo menos en mis hijos y sí, sobre todoen mis hijas. Por lo menos veo que está más o menos esclarecido lo ele-mental de su afirmación, de su identidad, de su autonomía y de su capa-cidad de ser iguales a los otros. ¿Lo van a lograr o no? No lo sé; pero síque está esclarecido. Desde chicas, una adolescente y otra ya en la prime-ra adultez, me da la impresión de que no tienen mayores problemas enese sentido.

d.f.: ¿Tú crees que eso se da básicamente en cierta clase social otiene que ver con que en su casa hubo una influencia feminista?

R. C.: Yo creo que tiene que ver con la visión feminista de las madresy tal vez de la familia toda. Quizás es muy ambicioso decirlo así, perocreo que sí hay una visión feminista de la vida, no sé si totalmente desa-rrollada o no, pero hay una visión feminista. Creo que en nuestra familiaha permeado eso hasta llegar a una percepción, por lo menos a unasensibilidad al respecto, de que esto no es una puntada, no es una ocu-rrencia, no es un exceso, sino que es algo importante.

d. f.: ¿Cómo ves la situación actual del feminismo?R.C.: Veo que hay una distancia entre el discurso feminista que se

mantiene y desarrolla a lo largo del tiempo, y las nuevas realidades so-ciológicas y políticas que se relacionan con las mujeres en general. Yocreo que en este segundo aspecto hay cambios muy importantes, quetienen que ver con el papel de la mujer en el mercado de trabajo, lo quetrae implicaciones para atrás, o sea, la familia y hacia adelante, las rela-ciones entre ellas y con los demás. En materia de política y de moviliza-ción social hay un gran futuro, porque la mujer destaca como activista,no sólo como soporte del activismo, sino como activista ella misma, comodirigente, como convocante, como estimuladora de muchos tipos de mo-vilización.

Creo que para el movimiento feminista resultó muy atractiva estaaparición de la mujer de los sectores populares, de la mujer trabajadoracomo sujeto de la acción política y social, sobre todo del temblor de 1985para acá. Y claro, el feminismo lo buscó; lo más conocido fue el estableci-

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miento de relaciones con las costureras, y con su dirigente la señoraEvangelina Corona. No sé qué tanto esta movilización de mujeres conti-nuó. Quizás ha ido descubriendo, en cada caso, los elementos que for-man el discurso feminista. Pero, básicamente, lo que uno encuentra esuna movilización de la mujer como ciudadana o como subordinada en eltrabajo y no tanto en el sentido planteado por el feminismo.

Es probable que esta diferencia de tiempos y continuidades entre eldiscurso del movimiento feminista y el movimiento social propiamentedicho permita que, en un nivel masivo, el feminismo mexicano del futurono pase necesariamente por lo que las feministas mexicanas ya pasaron,que fue una especie de guerra civil entre los sexos, en la familia, y tam-bién una guerra civil con el resto de los grupos políticos e intelectualescon los que debía haberse articulado de otra manera. La visión del femi-nismo mexicano en los años setenta, como lo sugería al principio, eratodavía una visión de guerra civil; al menos la retórica era de guerracivil.

El feminismo más avanzado ha descubierto que esa visión de gue-rra civil tiene limitaciones, e incluso puede producir reversiones en algu-nos casos, puede aislar movimientos, puede aislar interpelaciones. Y deahí que por ejemplo Betty Friedan se plantee recientemente, como mu-chos otros hombres y mujeres en Estados Unidos, lo que parece muyimportante, al menos como búsqueda en este mundo desastroso del neo-liberalismo y del posmodernismo: el posible significado moderno de laidea de comunidad. Friedan dice: ahora a la mujer le interesa la idea decomunidad, el proyecto de comunidad, participar activamente en unaposible reconstrucción de la comunidad, que le dio tanta fuerza a lasociedad americana.

¿Cuál sería el equivalente mexicano? No lo sé. Yo creo que el redes-cubrimiento del pobre y el indio lleva a una mitificación de la comuni-dad como la conocemos en México; como reacción lleva a muchosdespropósitos, pero ése es otro tema. El hecho es que sí tenemos quebuscar algún equivalente. Uno de los temas a plantearnos sería: ¿cuálpuede ser un feminismo activo, transformador, que al mismo tiempo notenga que pasar por la experiencia de guerra civil? Hay, sin duda, unaexperiencia comunitaria que podríamos llamar “moderna” en México,que es la de las ciudades; ahí hay una vida real de comunidad o unabúsqueda de creación de comunidad. Los barrios, donde se vive la deso-lación, la agresión del resto de la sociedad urbana, la soledad, la caren-cia y la precariedad, pasan a ser elementos increíblemente activos de

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todo lo que significa el paquete social de la vida mexicana. Quizás ésasea una veta que habría que explorar, pensar y repensar, sobre todo aho-ra, que de una manera o de otra, los temas propios de la política socialson los del feminismo.

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La liberación de la mujer, aquí*

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La marcha, organizada por las mujeres norteamericanas, para con-memorar el quincuagésimo aniversario de la proclamación de suderecho al voto y para exigir que esta igualdad cívica se comple-

mente con la igualdad de trato en todos los niveles de la convivenciahumana, se llevó al cabo en la fecha y en los sitios programados y con laparticipación de un número de personas que sobrepasó en mucho losmás optimistas cálculos de sus promotoras.

La marcha, ya ustedes están enterados, no constituyó su expresiónúnica de descontento sino que estuvo acompañada de una huelga de tra-bajos domésticos (esos trabajos tan sui generis, tan peculiares que sólo senotan cuando no se hacen, esos trabajos tan fuera de todas las leyes econó-micas, que no se retribuyen con una tarifa determinada o que se retribuyencon el simple alojamiento, alimentación y vestido de quien los cumple;esos trabajos que, como ciertas torturas refinadísimas que se aplican encárceles infames, se destruyen apenas han concluido de realizarse), deuna serie de actos simbólicos como el arrojar prendas de ropa a los botesde basura lo mismo que productos que se anuncian como embellecedoresy que, si lo son, es asunto que puede ponerse en tela de juicio; pero de loque no puede dudarse es que su adquisición nos despoja de nuestro dine-ro y su aplicacion de nuestro tiempo; de una serie de actos violentos comoel apedrear expendios de revistas que han convertido a la mujer en unmero objeto sexual o el irrumpir, por la fuerza, en recintos exclusivamentereservados para los hombres, como algunos bares que ostentaban en suspuertas esa misma advertencia que se ostenta en el club de Toby y susamigos, los amigos de La Pequeña Lulú: “No se admiten mujeres”.

* Tomado de Rosario Castellanos, El uso de la palabra, edición de José EmilioPacheco, México, Excélsior, 1974 (crónicas) pp. 56-60.

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A mí, naturalmente, ajonjolí de todos los moles pero especialmentede este tipo de moles, me ha interesado seguir el proceso que está desa-rrollándose y me he divertido muchísimo con la reacción de las anti-feministas que no han encontrado argumento mejor que esgrimir paraencontrar satisfactoria su situación en el mundo actual que recordar unhecho que, si aconteció, aconteció hace miles de años: el hecho de que elhombre, según estas peregrinas pensadoras, tuvo la generosidad de ce-der una de sus costillas para que las mujeres fuéramos creadas.

En primer lugar, nadie le estaba pidiendo su consentimiento parallevar al cabo tal operación. En segundo, cuando esta operación tuvoefecto el hombre se encontraba en estado de inconsciencia completa a talpunto que, cuando despertó, se llevó la sorpresa del siglo y de los siglosal encontrar junto a sí a esa criatura seductora que, con el tiempo, leincitaría a salir del paraíso.

Esa criatura que no cesa de golpearse el pecho en actitud de arre-pentimiento por tal error pero que guarda, en ese mismo pecho laceradopor el mea culpa, la llama inextinguible de la gratitud a quien le dio elser. Y el ser como es, además, que, por lo visto no podía nunca ser mejor.

Pero esta discusión es bizantina, como ustedes ya se habrán dadocuenta, así que tenemos que abandonarla porque Bizancio no está demoda. Y pasemos a otro punto que a mí me parece más significativo quelos que se han mencionado: la repercusión que estos hechos ha tenido enquienes actúan como portavoces de la opinión pública en México.

Desde luego ha habido comentarios. Y, desde luego también, lagama de estos comentarios ha sido la previsible. Desde el choteo burdo yaun los juegos de palabras procaces hasta el desgarramiento de las ves-tiduras ante este nuevo signo apocalíptico que anuncia la decadencia yquizá la muerte de nuestra cultura y de nuestra civilización.

Desde el ¡bravo, bravo! ¡viva, viva! de alguna congénere entusias-mada hasta la simpatía de algún miembro del sexo hoy más que nuncaopuesto, simpatía que yo aplaudo como heroica porque sé la cantidad ycalidad de resistencias interiores que tiene que superar para manifestar-se reconociendo un hecho objetivo. Desde el repudio irracional hasta esacondescendiente benevolencia con que se observan los vanos esfuerzosque hacen los cuadrúpedos para mantenerse el mayor tiempo posible ensólo dos pies.

Los comentarios han sido de dulce, de chile y de manteca. Perotodos (excepto uno en el que nos detendremos después) tienen una ca-racterística común: todos se refieren a este Movimiento de liberación de la

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mujer en los Estados Unidos como si estuviera ocurriendo en el más remo-to de los países o entre los más exóticos e incomprensibles de los habitan-tes del menos explorado de los planetas. Esto es, como si lo que estáaconteciendo del otro lado del Bravo no nos concerniera en absoluto.

Es normal que tomemos esta actitud cuando nos referimos a losnegros, a los chicanos, a la guerra en Vietnam. Nuestras condiciones sonabsolutamente distintas y ese tipo de problemas no se presenta entrenosotros. Pero el de las mujeres...

No falta quien, cuando echa una mirada hacia aquel lado y enume-ra la lucha por la emancipación que cada minoría está emprendiendo ysosteniendo añade, al repertorio, este nuevo núcleo de combatientes. Y silo relaciona con México es sólo para aconsejar a nuestros políticos que seaprovechen del embrollo generalizado más allá de nuestras fronteraspara sacar algunas ventajas. Ya que el coloso está mostrando sus pies debarro pues a ver si somos tan listos y vendemos a mejor precio nuestrojitomate. Lo cual está muy bien. Pero no es suficiente.

Porque ocurre que, como dice Samuel Ramos, somos seres miméticospor excelencia. Y si hemos imitado todo lo demás ¿por qué no hemos deimitar este movimiento? ¿Es que no hay mujeres entre nosotros? ¿Es queel sahumerio de la abnegación las ha atarantado de tal manera que no sedan cuenta de cuáles son sus condiciones de vida?

¿Es que así como con la aparición de la Virgen de Guadalupe no sehizo nada semejante con otras naciones, aquí la naturaleza femenina esde tal índole que ha logrado encontrar la satisfacción de todas sus nece-sidades y la plenitud de todas sus potencialidades en la sociedad talcomo está organizada actualmente? ¿Es que la dosis de su paciencia estágarantizada para no agotarse jamás? ¿Es que son tan sensibles al ridícu-lo que prefieren la abyección?

A mí no me gusta hacerla de profetisa pero ésta es una ocasión enque se antoja fungir como tal. (Aparte de que la profecía es uno de lospocos oficios que se consideran propios para señoras histéricas como susegura servidora.) Y yo les advierto que las mujeres mexicanas estamosechando vidrio acerca de lo que hacen nuestras primas y estamos llevan-do un apunte para cuando sea necesario. Quizá no ahora ni mañana.

Porque el ser un parásito (que es eso lo que somos, más que lasvíctimas) no deja de tener sus encantos. Pero cuando el desarrollo indus-trial del país nos obligue a emplearnos en fábricas y oficinas, y a atenderla casa y los niños y la apariencia y la vida social y, etc., etc., etc., enton-ces nos llegará la lumbre a los aparejos. Cuando desaparezca la última

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criada, el colchoncito en que ahora reposa nuestra conformidad, apare-cerá la primera rebelde furibunda.

5 de septiembre, 1970

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Nuestro sueño está en escarpado lugar*

Marta Acevedo

El miércoles 26 de agosto de 1970 en San Francisco, California tuvo lugar unextraordinario mitin en Union’s Square, plaza principal de San Francisco, paracelebrar el cincuentenario de la emancipación de la mujer que en 1920 obtuvoderecho al voto en los Estados Unidos. Marta Acevedo que vivió y trabajócuatro años en Pasadena, California, hizo el viaje especialmente para partici-par en la manifestación y lograr este ensayo. Convivió con un grupo de jóve-nes mujeres norteamericanas y obtuvo una información que sólo puede dárselea una amiga ya que la gran prensa suele desvirtuar o pasar por alto las noticiasdadas, y en este caso, con mayor razón porque los movimientos de la mujersuelen provocar la hilaridad masculina.

Aquí en México nos enteramos de esta manifestación por las crónicas enla prensa en que se nos advertía que las mujeres habían tirado a los basureroscallejeros brasieres, fajas, tubos de labios, lápiz de cejas, pestañas postizas,maquillajes y demás afeites esclavizantes. Pero nada se nos dijo de los propó-sitos y los logros de este movimiento.

Los hombres suelen preguntarse: “¿Qué quieren las mujeres? ¿De qué sequejan?” Los más condescendientes abren los brazos para soltar a la presa y sefrotan las manos: “A ver... Ya están solas... A ver, hagan lo que quieran... Estánustedes libres”. Marta Acevedo nos dice que este movimiento de mujeres pideuna sola cosa; que desaparezcan los papeles “masculino y femenino” y nosplantea en este ensayo uno de los problemas que mayores comentarios susci-tan junto a los otros movimientos de liberación.

E. P.

* Publicado en La Cultura en México, suplemento de Siempre!, septiembre 30 de1970, núm. 901. A esta versión la autora le ha corregido las erratas que aparecieronoriginalmente. Asimismo la pequeña introducción lleva las iniciales de Elena Ponia-towska, que fueron omitidas la primera vez que se publicó.

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San Francisco, Union Square, 26 de agosto

Quiero una esposa. Quiero una esposa que trabaje mientras yo estudio, cuide alos niños y esté pendiente de las citas con el dentista. Quiero una esposa quealimente bien a mis hijos y los mantenga limpios. Quiero una esposa que seencargue de la casa, vigile las tareas escolares, lleve a los niños al parque y...quiero una esposa que atienda a los niños cuando están enfermos, yo estoy estu-diando. Quiero una esposa que tenga la ropa planchada y limpia, zurcida yguardada y mis objetos personales ordenados de tal modo que los pueda encon-trar cuando los necesite... Quiero una esposa que planee dietas balanceadas,económicas y por supuesto que cocine bien, haga las compras, limpie el piso ylave los trastes —mientras estudio—... Quiero una esposa que no se queje y sepaescucharme cuando algo no va bien, que atienda los detalles de mi vida social yla lleve bien con mis amigos... Quiero una esposa que entienda mis necesidadessexuales y no demande atenciones cuando no estoy de humor... Quiero unaesposa que asunta la responsabilidad del control de la natalidad pues no deseomás niños; una esposa que permanezca fiel pues no quiero que los celos perturbenmi trabajo intelectual... Quiero una esposa que entienda que, después de todo, nodebo adherirme estrictamente a la monogamia; y si por casualidad encuentrouna persona más apta para desarrollar este papel, deseo tener la libertad dereponerla. Naturalmente espero que ella se haga responsable de los niños. Cuan-do termine la escuela y tenga un trabajo, quiero que mi esposa deje el suyo paradedicarse de lleno a los quehaceres de la casa.

¡Dios mío, quién no quiere una esposa!

El que este texto (abreviado aquí) fuera escrito y dicho por una mu-jer —Judith Brady—, el ritmo que le impusiera a la lectura y la respuestadel público, hizo de él uno de los más frescos, ligeros y llenos de humorde los que se pronunciaron en el mitin de San Francisco el 26 de agostopasado, cuando celebraban el cincuentenario de la obtención del sufra-gio femenino.

Sin embargo, el texto señala los elementos opresivos de cada día,pequeñas gotas de agua que van minando la personalidad de la mujercomo ser humano, rutinaria función que jamás termina. El trabajo de lamujer nunca se acaba.

Uno de los propósitos de la celebración del 26 de agosto fue el deprotestar en contra del papel que la sociedad ha impuesto a la mujer, deesclava de las apariencias, de responsable de los quehaceres caseros; de

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fiel observadora de las necesidades del hombre. Ese día se declaraban enhuelga y se arrojarían a basureros los objetos representativos de su opre-sión.

En el mitin estuvieron representantes de varios grupos: CarmenAlegría habló por las chicanas. Comentó que las responsabilidades queJudith mencionaba no deberían recaer en una persona y que el Estadodebía absorber muchas de ellas. Subrayó después la necesidad de unaapertura en la educación y los medios que faciliten la comunicación yalternativas de trabajo de las mujeres chicanas. Aileen Hernández deNOW (Organizacion Nacional de Mujeres) trató de problemas generalesdel movimiento: guarderías, salarios y oportunidades laborales, opre-sión psicológica, etc. La representante del primer sindicato de mujeres seextendió sobre temas laborales: igual paga para trabajos iguales, leyesextensivas que protejan a todas las trabajadoras. La triple opresión de lasmujeres negras tuvo su vocera en Julia Hare. Una representante de GayWomen expuso con suficiente ironía la situación de sus compañeras.

Dos representaciones teatrales dijeron mucho. Una con sólo la mí-mica dio perfecta cuenta de “una velada familiar”; la segunda que relatóla historia de la mujer valiéndose de una narradora, un coro y metros demanta ilustrada por Dianne Echeverría, obtuvo tal ovación del auditorioque se repitió al final.

La reunión duró casi tres horas con un público cada vez más nume-roso. Mujeres de todas edades, unas con niños (del otro lado de la plazase organizó una función de guiñol especialmente para ellos); hombresjóvenes, empleados que salían a comer —casi la mitad de la concurren-cia estaba formada por hombres— se quedaron a escuchar, ya que laprensa y en general los medios de difusión, han sido parciales; éstos handistorsionado situaciones o han tomado declaraciones particulares, he-chas al calor de la indignación moral o política, para hacerlas extensivasa todo el movimiento feminista. Yo esperaba una reacción hostil o deindiferencia y resultó que realmente escuchaban con interés.

Al empezar el mitin un joven homosexual exhibicionista cargabauna pancarta cuyo significado no era claro para un niño de nueve añosy su madre no encontraba qué decirle; se leía: ABAJO LAS LESBIANAS

RADICALES. Realmente era sorprendente, dada su opción sexual. Su pro-testa fue respetada hasta el momento en que sus gritos interrumpieron auna de las representaciones; el público exigió que se le sacara y entrecinco muchachas lo hicieron. Aplauso general. Dos hombres no muyviejos comentaban:

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—Mi mujer en la vida se metería en esto.—Pues la mía que ni lo intente...Una pareja de japoneses intercambiaban frases frecuentemente; por

su expresión creo que la mujer aprobaba muchas cosas. Al final ellahablaba y su pareja escuchaba. Había abuelas deseándonos suerte eneste movimiento, aunque les escandalizaba un tanto la posición de de-bate abierto sobre la cuestión sexual. El mitin, organizado y estructuradopor mujeres, tuvo un sabor especial. Las oradoras exigieron y expusie-ron con firmeza situaciones, pero las subrayaba cierta ironía y desenvol-tura. Se tuvo muy en cuenta qué se iba a decir, cómo se iba a proceder ycuánto tiempo iba a tomar, lo que produjo un equilibrio armonioso apesar de las múltiples tendencias de los grupos representados.

Los sesentas: década de liberación

Mientras el colectivismo no sea más que la generalización del individualismo,el problema queda en pie: ... algo se mueve en lo más recóndito de la vidahumana y trata de lograr acceso al lenguaje y a la acción. La perspectiva

de la liberación económica y política, racial y nacional se articulacon la perspectiva de la liberación de la mujer y de la liberación erótica,

de la liberación de las fuerzas humanas en general.

KOSTAS AXELOS

Junto con el movimiento de los negros, el latino, el de los indios america-nos, el de los anglosajones pobres, el de las mujeres viene a completar lacristalización pública de los grupos oprimidos en los Estados Unidos.Cada uno de ellos ha descubierto la naturaleza de su opresión y losmedios para combatirla. Para la mujer ese descubrimiento ha redundadoen la pérdida del miedo a la rebelión, en una toma de conciencia y enintentar soluciones que la lleven a la formación de una mujer integral.

En cuatro años las mujeres han creado grupos diferentes: la Orga-nización Nacional de Mujeres (NOW), principalmente de clase media; lasque luchan por igualdad de derechos académicos y profesionales; lasque sostienen que pueden lograr sus fines aun dentro del sistema capita-lista, los grupos que se identifican con la izquierda y las mujeres quemilitan en organizaciones como Black Panthers o Red Power. Básicamentelas une el Movimiento de Liberación de la Mujer. Éste se ha idoestructurando sin rigideces, gracias a su carácter heterogéneo y comple-jo, en él tienen cabida grupos de varias tendencias y grados de radicali-

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zación. De cualquier forma sus puntos de vista y propósitos vienen acuestionar las bases de una estructura milenaria que concierne al cin-cuenta por ciento de la población mundial.

La liberación de la mujer es un movimiento para el cambio, para latransformación de la sociedad y para la transformación de cada una desus integrantes. Una lucha de la mujer por dejar atrás el papel que lasociedad le ha impuesto: objeto de burla y consumo, objeto de explota-ción.

La liberación de la mujer encierra posibilidades de cambio que ata-ñen muy de cerca la estructura del sistema. Tanto en lo político y sexualcomo en lo económico y social, la sociedad tendrá que ser fundamental-mente reorganizada y esto se obtendrá por la oposición colectiva y latransformación de las relaciones de producción y de las instituciones. Setrata de modificar actitudes y papeles que definen y refuerzan la opre-sión de la mujer.

La liberación de la mujer es básica, porque para lograrlo necesaria-mente tiene que incluir al hombre, a la familia y al trabajo. La mujerencierra un potencial enorme ya que su opresión proviene de su sexo,posición social y raza. En el caso de la blanca de clase media la opresiónes sólo manifestación de su sexo; en el de la obrera negra la opresión estriple. La liberación de la mujer representa la innovación más amplia,personal, y genérica, con repercusiones en todos los niveles: desde laestructura económica hasta los hábitos caseros, desde una auténticabúsqueda de identidad para los dos sexos, hasta el trabajo visto comogratificación placentera de una necesidad; desde un enfoque diferentede la educación de los niños hasta la abolición del día de la madre y todala falsa imagen de la mujer.

Ronronea gatita, ronronea

No es extraño por tanto, que el movimiento de las mujeres con sus exi-gencias y puntos de vista, sus planteamientos y acciones, haya levanta-do protestas, rechazos, burlas y hasta bostezos, o contramovimientoscomo el de Santa Bárbara que invita a celebrar el “Día de la femeneidad”el 30 de septiembre cuando la “esposa cantará vestida con el más coquetoatuendo y le servirá el desayuno a su marido en la cama...”; o la creacióndel grupo de Nueva York cuyo lema es “Purr baby, purrr”; y aún el delMOM (Men Our Masters), ampliamente publicitado.

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Los factores sociales para el nacimiento de una lucha de la mujerestán dados. Marlene Dixon apunta tres principales: Primero, “el núme-ro creciente de mujeres que trabajan —poco más de la tercera parte de lafuerza de trabajo— y su desplazamiento de puestos de trabajo de mayorprestigio: en 1940 las mujeres ocupaban el 45% de posiciones profesio-nales y técnicas, en 1967 sólo el 37%. En 1968 el salario medio anual portrabajar tiempo completo era para el hombre blanco 7,870 dólares; 5,314para los no blancos; 4,580 para la anglosajona y 3,487 para los otrosgrupos étnicos. Una mujer necesita un título universitario para ganar loque un anglosajón gana teniendo una educación secundaria. Hasta enlas profesiones tradicionales como el magisterio, de cada 10 maestros deescuela primaria, 2 son hombres; de cada 10 directores de escuelas pri-marias, 2 son mujeres”. Por desarrollar trabajos iguales la paga es dife-rente y se ha formado una mística alrededor de actividades donde lamujer “es más eficiente” o “está hecha para ellas”, perforar millones detarjetas, lubricar la burocracia con mil oficios, como recepcionista o en-fermera; trabajos fácilmente reemplazables por lo mecánico del proceso,pero que dadas las demandas del mercado son las posiciones más solici-tadas. Esto ha llegado a formar un concepto general de predestinación.La mujer sirve para esto y para esto otro.

La opresión de la obrera no es sólo económica sino psicológica: laignominia de ser pobre, ignorante, débil, enajenada por el trabajo, más losquehaceres de la casa, el cuidado de los niños y el trato brutal que elmarido generalmente le da —sin contar las condiciones del ghetto, si per-tenece a grupos de color. Estos factores no son sólo formas de opresión ensí mismas sino que doblegan toda energía o posibilidad de lucha. Y comosi esto no fuera suficiente, la obrera tiene además la negativa de sus paressindicalistas a considerarla como igual. Ellos la ven ante todo como mujery sus problemas específicos no los integran dentro de su lucha.

El vino del matrimonio se avinagra

Otro de los factores que apunta Dixon gira alrededor del matrimonio y lavida en los suburbios: se estaba avinagrando; una generación despertópara ver a sus hijos crecidos y un desierto por delante, interrumpido porsesiones de bridge; y para el ama de casa joven, la rutina era una contra-dicción entre sus sueños adolescentes de amor romántico y el papel tota-lizador de madre y esposa.

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Mucho se ha manoseado la idea de que el Movimiento de Liberaciónde la Mujer es de la blanca de clase media o del ama de casa. ¿De qué quiereliberarse si vive en un matriarcado, si su situación económica es envidia-ble? El que no estén súper explotadas como las obreras no quiere decir queno compartan con ellas las formas psicológicas de opresión: de ser objetossexuales, de trabajo pasivo y mecánico, de objetos de consumo, etc. No sepuede tener una visión sólo de clase de la opresión de la mujer; hay rela-ciones y puntos de apoyo sobre los que se tiene que investigar y profundi-zar. Hay muchas cuestiones en común para que luchen unas y otras.

El último factor tiene que ver con los derechos civiles: “El movi-miento de derechos civiles que luego se convirtiera en la nueva izquier-da, vino a desintegrarse por disidencias políticas y también por actitudesfrente al papel de los sexos en el movimiento; a la mujer se le encomenda-ban tareas caseras —el café, la limpieza, el mimeógrafo y su participa-ción en la planeación o toma de decisiones era limitada”.

El problema de la “separación” de las mujeres en un movimientoindependiente al de la izquierda demanda reflexiones más extensas.Apuntemos sólo dos preguntas: ¿Cuándo los grupos de izquierda, desdelas Panteras Negras hasta los de trabajadores y estudiantes han inclui-do en sus protestas y programas de acción, problemas que conciernen alas mujeres que militan en ellos? ¿Es necesario un movimiento donde lamujer se desarrolle independiente del hombre cuando la lucha principalestá “en la batalla contra el racismo y el imperialismo”?

Como todo movimiento joven, el de la mujer comenzó a organizarselentamente, venciendo miedos y obstáculos. Hoy, se encuentran gruposde liberación de la mujer más o menos radicales en muchas ciudadesimportantes.

Hay que transformar el trabajo doméstico privadoen una industria pública

El tan poco reconocido movimiento sufragista y feminista que lucharadurante un siglo consiguió hace cincuenta años el voto, la plena ciuda-danía, pero las trabas económicas, sociales y culturales permanecen.Hasta hace unos años se comenzó a discutir la posición desventajosa dela mujer; la educación diferenciada; el papel desarrollado en la familia;la explotación sexual y psicológica; pero ¿son esos los problemas princi-pales o derivan de uno más general?

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A pesar de la diversidad y combinaciones posibles de las inte-grantes del Movimiento de Liberación: amas de casa, trabajadoras, cla-se media blanca, chicanas, negras, estudiantes, o indias americanas, atodas ellas las une un factor. A través de la familia la mujer proporcio-na al sistema gran cantidad de trabajo no remunerado, derivándose deésta muy especial relación con la producción sus problemas persona-les y sociológicos. Analicemos un tanto el problema. La economía polí-tica no tiene una definición estructurada para el grupo “mujer” a pesarde que sobre ella —en un 51%— descansa la superestructura que cono-cemos. Ernest Mandel apunta un camino cuando expone que en nues-tra sociedad sólo hay dos productos que tienen valor de uso pero novalor de cambio. Es decir, tienen utilidad, sirven, pero no se paga porellos. Dichos productos son los que el campesino utiliza para consumopropio y el trabajo que la mujer realiza en la casa. Cada comida que seprepara, el lavado de trastos o el cuidado de niños, es trabajo, constitu-ye producción pero no producción para el mercado. Margaret Benston,de la Facultad de Química de Simon Frasser, define a la mujer como “lapersona responsable de la producción de valores simples asociados ala casa y la familia”. El énfasis que se ha puesto en calificar el trabajodoméstico como marginal, es una manera de eludir el problema básico.El trabajo que hace la mujer es diferente del que hacen los hombres, no esmarginal, simplemente no se paga. De esto se desprende el estatus infe-rior de la mujer que vive en una sociedad donde el dinero determina losvalores y no recibe, por desarrollar el papel que ésta le impone, remune-ración alguna, al contrario del hombre que trabaja por dinero. Estodefinitivamente ha influido en la organización de la sociedad; Engels,en El origen de la familia, la propiedad privada y el estado dice... “con elnacimiento de la propiedad privada, la producción pertenecía al hom-bre; la mujer participaba en su consumo pero no en su propiedad. Ladivisión de trabajo en la familia había sido la base para distribuir lapropiedad entre el hombre y la mujer; aquella continuaba siendo lamisma pero ahora trastornaba por completo las relaciones domésticasexistentes por la sola razón de que la división del trabajo fuera de lafamilia había cambiado. El trabajo doméstico perdía su importanciacomparado con el trabajo productivo del hombre; éste lo era todo, aquélun accesorio. Esto demuestra ya que la emancipación de la mujer y suigualdad con el hombre son y seguirán siendo imposibles mientraspermanezca excluida del trabajo productivo social y confinada dentrodel doméstico que es privado. La emancipación de la mujer no se hace

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posible sino cuando ésta puede participar en gran escala, en escalasocial en la producción y el trabajo doméstico no le ocupe más que untiempo insignificante. Esta condición sólo puede realizarse con la granindustria moderna, que no solamente permite el trabajo de la mujer envasta escala, sino que hasta lo exige y tiende más y más a transformar eltrabajo doméstico privado en una industria pública” (Cursivas de M. A.).

E irónicamente, para la mujer que se ha incorporado al trabajo en lasociedad, para la que produce bienes y valores de cambio, el hacerlo lecuesta doblemente, extendiéndose la situación a las sociedades socialis-tas donde no existe la industrialización del trabajo doméstico.

“La mujer perfecta”

Con poca imaginación, el advenimiento de esta forma de industrializa-ción nos hace temer la pesadilla de “grandes orfanatos y cuarteles”. Laproducción de bienes en gran escala elimina la duplicación de laboresque existía en la sociedad preindustrial; y en varios aspectos podríamosreferirnos a la familia actual como a un estado preindustrial: muchasmujeres desarrollan la misma labor para unos cuantos —producciónprivada— duplicándose por miles el esfuerzo y atención, que resulta deuna eficiencia discutible. También la mujer cumple múltiples funciones:educadora, lavandera, cocinera, administradora, relaciones públicas,sexuales, etc.; y por último el hecho de que entre los atributos de la mujerno se subraye el éxito económico, hace comparable su actividad y carac-terísticas a las de las unidades preindustriales donde “la producción enpequeña escala la desarrollaban grupos muy parecidos unos entre otros;organizados a manera de comuna. Perseguían propósitos religiosos,educativos, recreativos, sexuales, así como económicos; en tales casoslos atributos deseables en un individuo, los que le daban prestigio, eranjuzgados más que por criterio económico, por su conducta apropiadapara con la comunidad o su diligencia para cumplir sus obligaciones”.

La industrialización en sí misma es un bien; la explotación y des-humanización en las relaciones de producción que se dan en la sociedadcapitalista no son características inherentes a ella de tal manera que latransformación del trabajo doméstico en una industria pública se tieneque comprender teóricamente y en la experiencia, para encontrar losfragmentos que remitan a una totalidad, en sí misma abierta y fragmen-taria a su vez. En una sociedad donde el trabajo se realice en función del

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ser humano y no de intereses de una minoría, la industrialización deltrabajo puede resultar una apertura enriquecedora: convivencia en múl-tiples niveles, cocina en tanto que arte, educación inteligente y cuidadode los niños por personas adecuadas, arquitectura ambiental y planea-ción urbana congruente; en fin, nuevas formas de relación que la familiapresente no alcanza a cubrir.

Relación entre los sexos

Si alcanzamos a deslindar los hechos básicos que determinan la historiade la humanidad nos encontramos fundamentalmente con tres que seentrelazan y conforman las relaciones naturales y sociales. Por un ladoestá la producción de bienes que satisfacen las necesidades primarias:comida, alojamiento, vestido, etc.; ésta a su vez conduce a implantarinstrumentos que satisfagan las primeras necesidades y otras nuevas; aellas se liga un tercer tipo de relación: la del hombre con la mujer, la delos padres e hijos, la familia. Nos unen tanto lazos naturales como socia-les y por esta razón la relación que guardemos con la producción debienes, determinará intensamente las relaciones entre seres humanos engeneral y las relaciones sexuales en particular.

Lo mismo en el trabajo productivo que en el reproductivo, cuandosurge la división de trabajo enajenado, el oprimido se resiste al opresor;pero a nivel de juego reproductivo, los contrarios se atraen y por la con-jugación extrema de sus diferencias, nace el ser humano.

La relación sexual viene a ser la primera división del trabajo, yquizá la única época en que no estuvo alienada fue cuando el cazador,ese guerrero salvaje, compartía con la mujer las tareas para sobrevivir,cuando cada uno poseía sus instrumentos de trabajo, cuando las tareasdentro y fuera del hogar gozaban de la misma importancia. En una etapamás avanzada, el hombre se dedica a la cría de ganado, pastor engreídopor su riqueza, va a necesitar de personas que vigilen y lo cuiden: lafamilia no es suficiente ya que el ganado se multiplica más aprisa. Ahoralos prisioneros de guerra a los que en el pasado se les liquidaba o pasa-ban a formar parte del clan vencedor, desarrollarán este trabajo. La nue-va riqueza adquirida —esclavos y ganado— viene a darle al hombre unaposición de fuerza que utilizará para cambiar la costumbre de herenciapor línea materna en el clan. Según ésta, a la muerte del propietario, losrebaños pasaban a sus hermanos, hermanas e hijos de ellos; sus propioshijos quedan desheredados pues los incluye el clan de la madre. Así en

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tanto no se invalidara la filiación según el derecho materno, los hijos noheredaban los bienes del padre.

Como escribió Bebel: “el derrocamiento del derecho materno fue lagran derrota de la mujer en todo el mundo, el hombre empuñó las rien-das de la casa, la mujer se vio relegada; convertida en la servidora, laesclava de la lujuria del hombre, en un simple instrumento de repro-ducción. A través del tiempo esta situación ha sido revestida de formasmás suaves, pero no, ni mucho menos, abolida”.

¿No fue Eva la culpable?

Monogamia por parte de la mujer y esclavitud, discriminación sexual yracial, dos clases de opresión que aún sobreviven, nacieron de la concen-tración de riquezas en un hombre que no podía manejarlas por sí mismoy de su deseo de transmitirlas a sus hijos y sólo a ellos.

La monogamia representó un progreso en la historia del hombre, almismo tiempo inaugura, juntamente con la esclavitud y la riqueza con-centrada, la época que dura hasta nuestros días y en la cual cada progre-so es al mismo tiempo un regreso relativo, puesto que el bienestar y eldesarrollo de unos se basa en el dolor y la opresión de otros.

La monogamia entraña dos contradicciones: por un lado mantieney aprueba en provecho sólo de los hombres, el comercio extraconyugal,de éstos con las mujeres no casadas (heterismo) y luego su forma másextrema, la prostitución. Frente a esta actitud se encuentra la mujer aban-donada y el adulterio como escape, éste sí altamente castigado, legal ysocialmente.

Y la evolución del matrimonio: desde el romano donde el hombreaseguraba la fidelidad por el derecho de vida y muerte sobre su mujer; almatrimonio para perpetuar linajes; al impuesto por los padres; o al ma-trimonio por incompetencia y el matrimonio por dependencia donde lamujer no alquila su cuerpo por un tiempo, sino para siempre. No llega-mos todavía al matrimonio por lazos auténticos de amor, ya que la pro-pia naturaleza de la monogamia se basa en la supremacía del hombre. Ysi la legislación moderna va igualando los derechos y deberes de ambaspartes, esto queda sólo en el papel, ya que se desentiende de como sellegó a ese acuerdo y de cómo se va a expresar ese consentimiento. ¿Esque puede haber igualdad en un núcleo donde la división del trabajoproduce el predominio de uno?

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Cuando el matrimonio no se funda en la posición social, en la con-servación y transmisión de fortuna, como sucede entre el proletariado,desaparecen los fundamentos básicos de la monogamia clásica. En estecaso lo que se toma en cuenta son las relaciones personales y sociales; lasupremacía del hombre no proviene de lo económico ya que la mujer es,muchas veces, el sostén parcial (o total, otros) de la familia; la suprema-cía del hombre se caracteriza aquí por el trato brutal que le da a su mujer.

Y hasta hoy en día, propiedad privada, matrimonio, familia, sonlos fundamentos prácticos sobre los que se basa la dominación de laburguesía; siguen existiendo y permanecen relativamente intactos yaque la sociedad civil los presupone y el desarrollo progresivo de la pro-piedad privada los necesita y configura.

Lamentablemente no es la validez de la autonomía del núcleo fami-liar y de cada uno de sus integrantes lo que establece los lazos de unión,sino los intereses de dinero, el aburrimiento, el vacío de la vida enajenada.

Reflejar lo universal en lo concreto

Por el contrario, si como plantea Marx “el hombre se considera comohombre y su relación con el mundo como relación humana, entoncespuede cambiar el amor únicamente contra amor, la confianza contra laconfianza”. “Cada una de tus relaciones con el hombre y con la natura-leza debe ser una manifestación determinada, correspondiendo al objetode tu voluntad, de tu vida individual real. Si quieres, sin provocar, unamor recíproco, es decir si tu amor como amor no produce amor a cam-bio, si manifestando tu vida, no enajenándola por su exteriorización,como hombre amante, no haces de ti un hombre amado, entonces tu amores impotente, una fuente de desdicha”.

Esto supone hombres y mujeres no enajenados por la posesión deobjetos, personas que reconozcan sus necesidades verdaderamente hu-manas, o sea las que enriquecen su cambiante existencia. Pero dentro dela propiedad privada sucede a la inversa: las necesidades se crean arbi-traria y artificialmente sobre otro, creando una dependencia en cadena.La masa de objetos extraños despoja al ser humano de su autoconcien-cia, dejándole tan sólo su envoltura. Y cabe preguntarse hasta qué puntola multiplicación de las necesidades crea debilidad, hasta qué puntoengendran carencia de satisfacción, hasta dónde empobrecen su vidainterior y menos se pertenece a sí mismo. Y no nos referimos a un ascetis-

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mo o carencia de bienes, sino a la falta de medida, al despojo del esfuerzoajeno que la propiedad privada conlleva. El cambio en la forma y elcontenido de las relaciones humanas, la superación de la enajenación —entre otras la erótica— conducirá al hombre a reconciliarse con su exis-tencia humana, es decir social.

Si bien Marx escribe que “la más alta función del cuerpo es la acti-vidad sexual”, no la limita de ninguna manera a lo simplemente animal.Lo siente como un camino de liberación de lo verdaderamente humano;un intento de reflejar lo universal en lo concreto.

Sexualidad verdadera y amor, fuerza absoluta, rica en propósitos ysignificados. No está escrita, es la cosa misma, apresada viva y en sutodo; está hecha y de ningún modo hecha, está dicha y de ningún mododicha. No puede existir construcción teórica acerca del amor, a propósi-to del amor; se trata ante todo de desalienar lo que impide que brote larelación amorosa. Lograr una apropiación real de la naturaleza, entre elhombre y la mujer, resolver el antagonismo entre el hombre y la naturale-za, entre el hombre y la mujer, entre la existencia y la autoconciencia,entre la libertad y la necesidad.

Conclusión

La liberación de la mujer —que en América Latina tendrá que plantear-se— nos lleva a realizar un análisis exhaustivo de nuestra índole; llegar aun lenguaje y acción nuestros, profundamente revolucionarios pues hasido la estructura que padecemos la que ha propiciado y conservado los“valores” que hoy por hoy nos conforman. La decisión de modificar estálatente, falta que cada mujer tome conciencia de sus potencialidades, estédispuesta a resolver colectivamente sus problemas y demuestre su capacidadcreadora no sólo en la maternidad sino en todos los actos de su vida.

* * * * * * * * * *

TESTIMONIOS

Durante dos semanas, conviví y hablé con varias mujeres y se estableció unarelación fácil y directa. Algunas están obsesionadas con la idea de que el hom-bre es el responsable, el enemigo, son las man-haters, una etapa necesaria ytransitoria creo, para muchas de ellas. Están también las que participaron en

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organizaciones políticas mixtas (SDS y NCCR) y extrañan el rigor de una estruc-tura, la mayoría son estudiantes blancas, las negras que con una fuerza pococomún luchan en dos frentes; las que con imaginación quieren redescubrir laspotencialidades de la mujer por otras vías y las que sienten el movimientoprofundamente, amas de casa por ejemplo. He aquí algunos de sus puntos devista:

Acerca del aborto

¿Por qué no podemos tener control sobre nuestros cuerpos? ¿Por qué debehaber una ley que designe si te puedes hacer una operación o no? ¿Por quédebe haber una regulación legal de tu vida intrauterina? ¿Por qué no legislanmejor la operación del apéndice? Es absurdo. Además esto es un problemapersonal que tiene que ser tratado exclusivamente entre tú y tu médico. La leydebe desaparecer, no modificarse. Somos mujeres, no seres inconscientes quevan a seguir siendo manipulados. Mira que durante años hemos sido conejillosde Indias de un sinnúmero de laboratorios. Basta ya. Y con todo ello no hay unmétodo cien por ciento efectivo; si no dime ¿cuántos niños de píldora o diafragmaconoces?... Las medidas de este tipo pueden tener muchas intenciones (nocreas que la modificación a la ley del aborto en Nueva York, la ganamos con elmovimiento) sobre todo en contra de la gente poco privilegiada. En lo quedebería pensarse es en tener, por ejemplo, clínicas gratuitas en las comunida-des que, de acuerdo con las mujeres, planifiquen la población.

Sobre el pequeño grupo: oír resonancias y tejer solidaridad, ayuda

...En las sesiones de orientación, donde concurren de 40 a 70 mujeres, se leshabla del movimiento en general, luego nos dividimos en pequeños grupos.Los grupos tienen algo en común: la ocupación, el rumbo donde se vive osimpatía a primera vista. En la primera sesión se crea un ambiente tal quepuedes contar lo que has venido a decir: la opresión que sufres. Para nadaforzamos este tema, compartido además por todas. Esperas a que te pregun-ten, que alguien comience, ya que la reserva es parte del “pudor femenino”.De repente alguna habla, no es fácil, te lo aseguro, es una experiencia altamen-te emocional; cuando una lo ha hecho, otra comienza y hay un intercambio deafecto, y para extrañas que nunca antes se han visto —y no pocas veces surgenpuntos de vista conflictivos—esta experiencia es sorprendente, totalmentenueva pues el clima que se crea se lo ha negado la sociedad, los hombres y ellamisma.

Del movimiento de liberación de la mujer

Tú puedes hacer algo afuera, actuar, y eso es político. Mira, yo no puedohablarte del Movimiento. El Movimiento lo eres, lo vives. Es reconocer tusituación, es reconocer que tu opresión no es personal, es de todas. Y cuando

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entiendes esto has dado un gran paso. Dejas de pensar que eras rara, porquesentías que algo quería emerger y ha aflorado, no sólo en ti, sino en las muje-res que conoces en el movimiento. Y creo que entonces puedes hacer algoafuera; hacer, entiendes y eso es político. Sólo un movimiento que está encontacto con lo más vital de ti, podrá construir algo que te lleve a dondequieres. Para mí es un proceso de disciplina, un cambio de conciencia y sensibi-lidad: mirar el mundo de otra manera.

De las mujeres

...¡Basta ya! Quién cocina más rico, quién se viste mejor, quién impresiona mása los hombres, quién tal, quién cuál —pequeños juegos competitivos— quecrean barreras muy estúpidas entre las mujeres. Ahora trato de identificarmecon la mujer que está en la peor situación, la más oprimida, la más fea, ¿entien-des?, empiezo a actuar de manera diferente y esto repercute en el cambio deactitud ante la lucha con tus hermanas.

¿Cuál identidad?

...Quiero ser yo misma, pero no sé cómo. He perdido hasta mi nombre. En casatodos tienen un rincón propio, yo tengo toda la casa, o sea no tengo nada. Laúnica forma de cambiar la situación era casándome: pasé de un dueño a otro yhe sido hija —estudiante, esposa y madre—. Me falta el último paso, la muertey aún no sé quién soy. Todas las niñas juegan con muñecas, a mí nunca megustaron, recuerdo las mías y las comparo con las más recientes y cada vez sonmás monstruosas... La Barbie de hoy es perversa ¿la has visto? Me angustia veren las jugueterías los implementos caseros para enanos y los instrumentospara fomentar la creatividad, estos últimos fueron sólo para mis hermanos. Yocrecí en Liliput y vivo en un invernadero, pero ya no más. Quiero estar sola, sinmis “buenos principios”, sin mi seguridad artificial, sin mis múltiples objetosque no necesito; quiero arrancar desde cero para llegar a constituirme...

De la reacción de algunos compañeros radicales

...Mira, tolero la reacción negativa de muchas gentes ante el Movimiento, en-tiendo la burla del hombre de la calle que teme perder el objeto de referenciade su virilidad; el interés de los medios de difusión por desvirtuar lo quequeremos alcanzar; el rechazo y el miedo de muchas mujeres, pues no es nadafácil reconocer tu situación y dejar las muletas a un lado; lo que no acepto es laposición de muchos militantes de izquierda, “revolucionarios” sabes, que creenestar enterados de lo que queremos hacer, pero luego procuran por los me-dios más sofisticados destruirte, degradarte. ¿Cómo pueden valorar la opre-sión de las gentes del tercer mundo si no son sensibles a la de la persona conquien viven? Y en sus manos debe estar la revolución ¡ah no! La revolución lavamos a hacer los que hemos sido más oprimidos: los negros, morenos, los

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rojos y amarillos y las mujeres, negras, morenas, amarillas, rojas y blancas.Una izquierda genuina no considera el sufrimiento del otro como irrelevante omerecido, ni se aprovecha de él para llegar otra vez al mismo lugar. Olvídalos,todavía no se dan cuenta de que la discriminación racial y sexual es tan viejacomo los límites de la historia, que todavía vivimos con ella; y que la revolu-ción la hacemos todos juntos o nadie.

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El caso de VirginiaFarfán o laimposibilidadde hacer

Hoy, cuando el gobierno sigueafirmando que “no pasa nada”,

pese a que los hechos manifiestosdemuestran lo contrario, no seríaimprobable que de igual modo ne-gara una de las grandes tragediasde los espectáculos públicos acae-cidas en nuestro país: la ocurridaen el Circo Imagen. Es seguro quesi Pedro Miguel no se hubiese abo-cado a consignar los hechos en suprimera novela: El caso de VirginiaFarfán, la mujer diurético nunca co-noceríamos la versión fidedigna, yuna vez más seríamos blanco de esainfamia que consiste en el oculta-miento de la verdad.

En este contexto El caso Farfán,como producto de la visión sarcásti-ca de Pedro Miguel, quien caricatu-riza en su novela la realidad de unmundo que llegó agotado, exhaustoal fin de siglo, a un espacio y un tiem-po sin héroes ni heroínas, con unaizquierda paralizada, con sereserrantes, sin utopías ni ideales...

En este “desmadre cósmico quenos rodea, en donde las ideas pare-cen bailar una desenfrenada lam-bada” (p. 56) —utilizo palabras dePedro Miguel— no podían surgirhéroes ni heroínas. El estruendosofracaso de los símbolos sexualesdesechables (light) fabricados enHollywood, o las plastisex, tras lapérdida irreparable de MarilynMonroe, hacían improbable la apa-rición de una mujer aturdidora.

Ya antes José Agustín en “La rei-na del metro” (1992), que “era unachava de rostro horrible, picoteadopor años de barros, orejas de duen-de y pelos parados como dobles sig-nos de interrogación”,1 llamó laatención acerca de este nuevo tipode personaje femenino al que “si lacara la tiraba la buenez la levanta-ba”.2

Pedro Miguel requería una he-roína de nuevo tipo, y no podía serotra que una anti-heroína, a la queotorga el don de encender las pa-siones masculinas para que susola presencia cause los estragosdescritos en la obra corno “trestentativas de suicidio (de las cua-les una culminó en éxito rotundo),seis depresiones nerviosas y 14 pa-

1 José Agustín. “La reina del metro (y otros cuentos)” en La miel derramada,Planeta, México, 1992, p. 100.

2 Ibid.

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decimientos sicosomáticos”, inclui-das las más bajas pasiones, comoda cuenta prolijamente el testigo delos hechos que, jura, fueron verdad.

Virginia Farfán, como el prota-gonista (testigo-narrador), se erigencomo símbolos de la década de losnoventa, condenados a cadenaperpetua en la prisión de los Co-razones Solitarios, y por ende, im-posibilitados para alcanzar lacompletud; ella posee un extrañopoder castrante y castrador; en tan-to él se aferra a ella ante el vacíoexistencial que dejó la resaca de finde siglo:

“Y como, según la informaciónde que dispongo, Virginia no cono-ció a ningún faquir ni a ningúnyogui que tuviera descompuesta laválvula que conmuta el modo deerección del modo pipí, todo indi-ca que se quedó virgen” (p. 85-6).

Escrita en pocas páginas, en cua-tro partes —al estilo de la novelafolletinesca del siglo xix—, presen-tada con “monitos” y sobre todocon humor, los mil ejemplares quese tiraron han sido agotados. Esademás una novela que dejará con-tentas a las feministas, las que nopodrán parar de sonreír al versecaricaturizadas “por un macho”que lo hace con tan buen humor,ello sin contar que son incluso rei-vindicadas:

“Dos científicas, Pily y Mily [...]encontraron ‘que la capacidad diu-

rética de la Farfán constituía el em-brión de un atributo de defensapara todas las mujeres ante la em-bestida de los machos’”(p. 84).

Quizá el tema pueda resultarmolesto y ser motivo de otro ataquede Pro-Vida que, no debe descar-tarse, intente lavar la boca de Pe-dro Miguel con agua y jabón, puestodos estos temas y palabras agru-padas por la Real Academia en elconcepto “escatológico” incomo-dan a las buenas conciencias aúnen vísperas del siglo XXI. En plenaera de Internet y de las antenasparabólicas estos temas, hay quereconocerlo, siguen incomodando,siguen siendo objeto de cierto re-chazo, igual que cuando a finesdel siglo XV, François Rabelais, unbenedictino, clerigo errabundo,exitoso médico, y uno de los gran-des representantes del humanismo,escribiera con gran éxito de públi-co su Gargantúa y Pantagruel, saganovelística de cinco libros que na-rra, con grandes efectos cómicos,pormenores de la vida real de aque-lla época con todo y el hedor deorines calientes.

Tal vez la idea de la novela quenos ocupa haya surgido de la re-creación de aquel famoso pasaje deGargantúa... que dice:

“Poco tiempo después Panta-gruel cayó enfermo y le dolía tantoel estómago que no podía comer nibeber, y, como sea que una desgra-

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cia nunca viene sola, tuvo unosorines ardientes que le atormenta-ron más de lo que podáis suponer;sin embargo sus médicos le alivia-ron, y muy bien, con muchas dro-gas suavizantes y diuréticos, y lehicieron orinar una desgracia”.3

Asimismo existen otras similitu-des, como la concepción misma delcaso Farfán, que denota la asimila-ción de la obra rabeliana con todasu carga sarcástica y humorística,así como de otros clásicos de la lite-ratura que, necesariamente, pasanpor la picaresca:

“He permanecido aquí desdeentonces. Cuando a uno le quedaclaro que su papel en la vida no esnada importante, entonces másvale quedarse en su país. Con mu-cha vergüenza debo confesar quela muerte de Drusila me sirvió comopretexto para escapar de Joanna yde los niños, a los que no he vueltoa ver” (p. 99).

A diferencia de otras novelas, endonde los autores parecen empeña-dos en confundir al lector con gran-des superproducciones en las queaparecen decenas de personajes, enésta el autor sabía qué quería hacercon cada uno de sus personajes yprivilegió la calidad antes que la

cantidad. Así, con unas cuantaspinceladas y siguiendo las ense-ñanzas valleinclanescas, traza suspersonajes, que en realidad sonesperpentos que caricaturizan larealidad como en un teatro guiñolimpregnado de una atmósfera dehumor negro.

“Era alto y enfundaba su cuerpohuesudo, casi aerodinámico, enunos pantalones de mezclilla quese hacían llegar hasta unos cuatrodedos por encima del ombligo ycuyas puntas inferiores le queda-ban —lógicamente— de brinca-charcos. Pero, para mayor efectoesperpéntico, al Gnomo le sobra-ban en las patas los pelos que lefaltaban en la cara, y como no usa-ba calcetines sus flacuchas extre-midades inferiores parecían las deun mandril con bermudas.

“Con esa traza, el Gnomo no te-nía más opción en la vida que serde izquierda” (p. 71).

En el mundo esperpéntico dePedro Miguel, la realidad y el ab-surdo se confunden como en lavida misma. Si bien no hay un es-pacio y un tiempo determinados—salvo las fechas y sitios inclui-dos que ponen punto final a la no-vela— las situaciones ubican al

3 François Rabelais, Gargautúa y Pantagruel, Libro I, Biblioteca General Salvat,España, 1972.

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lector en el México de los noventa.¿Dónde sino en México un elefantesería cortado en cachitos dada laincompetencia de los rescatistas?¿Dónde sino en México un hechoridículo podría generar la suspica-cia de las autoridades que, por otraparte, tienen mucho que escondery temer? También está presente ladenuncia a la censura, al silencioautoritario, a la tortura, a la “ra-zón de Estado” ante los cuales lanecesidad de no callar, no olvidar,oponerse de alguna manera a la ope-ración amnesia de la que alertaCarlos Monsiváis, contrarrestan laembestida autoritaria.

“Quiero que te calles, ¿entien-des? Vine a pedirte encarecidamen-te —agregó, con un teatral hilo devoz— que no abras el resumidero,ni ahorita ni nunca. Tú nunca es-tuviste en el Circo Imagen, ¿sale?Te rompiste la madre en tu coche, oa ver qué inventas. Pero si cuentaslo del Circo, alguien te va a volver aromper la pata, sólo que a martilla-zos. ¿Juega?” (p. 70).

Y qué mejor manera de hacerlo(no de romperle la pata, sino decronicar los hechos) que rescatan-do el viejo oficio del cronista, decontar la historia verdadera a tra-vés del narrador, que a su vez seconvierte en el personaje principal,actor-narrador, lleno de ingenio,sarcasmo y un fino humor negro:

“Un buen día, sin causa aparen-te, se desató una epidemia en aquel

mínimo zoológico. Los bichos, cadacual a su modo, empezaron a emi-tir ruidos lastimeros, luego cayeronen una depresión profundísima ymurieron al cabo de unas semanas.Los veterinarios convocados por laIntendencia de San Carlos nuncaexplicaron cómo una misma enfer-medad había podido afectar a ani-males tan distintos, y el asuntoquedó en el misterio para casi to-dos los que se enteraron. Unoscuantos amigos del Gnomo sabía-mos perfectamente, sin embargo,que la dolencia de los especímenesera vil hambre, que su muerte fueun homicidio y que el culpable erael Gnomo, el cual, ante su absolutapobreza, dio en robarles sus alimen-tos a aquellos humildes modelos”(p. 72).

¿Y el lenguaje? “Es como es, y yani modo”, dice el autor; sin embar-go, a lo largo de toda la novela hayuna marcada preocupación porhacer literatura, lo que consigue através de una sintaxis pulcra conuna cuidadosísima selección deadjetivos. Hay partes narrativa-mente muy bien logradas, comoaquella que congela en una fotogra-fía el momento que preludia la tra-gedia del Circo Imagen, y que dealguna manera trae a la memoriaEl grito de Edvard Munch.

El caso de Virginia Farfán es undivertimento que logra algo cadavez más difícil: atrapar al lectormediante la sola expectativa de

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hallar en la literatura entreteni-miento y diversión. Y así, parafra-seando a Rabelais, a quien algunavez dijeron sus discípulos

“Maestro: parece que no seáismuy sensato al escribir estas cu-chufletas y divertidas chanzas”, yPedro Miguel, al igual que el bene-dictino, parece responder: “Y voso-

tros no los sois mucho más si el leer-las os divierte”.4

Amalia Rivera

Pedro Miguel, El caso de VirginiaFarfán, la mujer diurético. Ed. Praxis,México, 1995.

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Cuidado con elcorazón

E l amor, a lo largo de la historiade la humanidad, ha sido vis-

to y experimentado de muy diver-sas maneras.

El amor como causa de todo mo-vimiento y de toda separación yunión. Como abundancia de lavida interior y potencialización delsentido y valor de la vida, comoilusión y transfiguración, recipro-cidad y fusión. Como una serie deexperiencias que se manifiestan enla vida cotidiana: generosidad, es-pontaneidad, vitalidad, plenitud,necesidad y fusión. Como un sen-timiento individual y colectivo.Como una sublimación de la sexua-lidad o un capricho de la imagina-ción. Como un sentimiento divinoy etéreo o diabólico y terreno. Se-ría inagotable seguir mencionan-do interpretaciones, prácticas ycreencias sobre el amor.

El amor lo encontramos repre-sentado en la filosofía, la psicolo-gía, la sociología, la literatura, lahistoria, la antropología, en las ma-nifestaciones populares, en la pin-tura, en la música, en los refranes,en las canciones. El tema, el con-cepto, el sentimiento del amor y susprácticas son eternos.

Sin embargo, Cuidado con el cora-zón. Los usos amorosos en el México

moderno, es un libro novedoso. No-vedoso por los diversos tratamien-tos que se le dan al tema. Novedosoporque no se había escrito nada pa-recido sobre este periodo de lahistoria de México. Y novedosotambién, hay que decirlo, porquedentro de las publicaciones delINAH representa un avance en cuan-to a su temática y cuidado edito-rial.

El libro contiene una serie deensayos, producto de un coloquioque, con el mismo título, se realizóen la Dirección de Estudios Histó-ricos de este Instituto en junio de1991. Si bien los usos amorosos esel hilo conductor de todos los tra-bajos, los diferentes personajes,enfoques, aspectos, espacios ytiempos que se tocan hacen del li-bro una obra original y amena, ricade leer.

Un libro en el que hay trabajosde quince autores siempre es difícilde comentar, porque involuntaria-mente hay omisiones. Para nocaer en ellas, organizo y comentoel material de acuerdo a una muyparticular lectura y no como se en-cuentra organizado en la publica-ción.

El trabajo de Marcela Lagardesostiene que el amor, como prácti-ca de la vida cotidiana, es realiza-ble por todos, sin embargo, estaexperiencia es genérica, es diferen-te para mujeres y hombres, por loque sus significados son distintos

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Concepción Ruiz-Funes

y sus manifestaciones también.Tendrá, además, otros matices si sevive en la adolescencia o en la ve-jez. Pero además, el mundo pa-triarcal y sus normas jurídicasdeterminan los usos que las muje-res hacen del amor. La autoraplantea para un futuro mundo de-mocrático una serie de cambios enlas vivencias amorosas de las mu-jeres que todos y todas deben leer,pues son interesantes y sugerentes.

Con esta perspectiva, el trabajode Lagarde nos ofrece elementosque, planteados desde los estudiosde género, hacen que la lectura dela mayoría de los ensayos que con-tiene el libro sea muy redonda.

Gabriela Cano, Cuahtémoc Ve-lasco, Ana Lidia García Peña,Martha Rocha, Alicia Olivera, LiliaVenegas, Mónica Palma y Ana Lui-sa Liguori incursionan en las prác-ticas amorosas de muy diferentesmujeres en distintos tiempos y es-pacios del México moderno.

La soltería como un lazo indiso-luble de las mujeres profesionistasde los primeros años del siglo XX.La concepción de las relacionesamorosas en el diario de una ma-dre-esposa escrito entre 1881 y1934. El divorcio entre Laura Man-tecón y Manuel González en 1885.Los consultorios sentimentales deperiódicos y revistas del México delos años cuarenta a sesenta comoorientadores de las prácticas amo-rosas de las mujeres. Las relacio-

nes amorosas como pacto y truequede las mujeres del libro Los hijos deSánchez. Los problemas que en susrelaciones amorosas enfrentan lasmujeres maquiladoras de CiudadJuárez. La marginación social deque son objeto las esposas mexica-nas de veteranos de guerra gringosasentados en Guadalajara. Loscomportamientos femeninos ante elsida.

Encontramos aquí muy diversasmujeres. Desde una primera dama,como Laura Mantecón, hasta lasmaquiladoras de Ciudad Juárez,pasando por mujeres de las clasesmedias, insertas en muy diversosmomentos del México moderno. Sinembargo, el panorama que se nosofrece de cómo viven el amor, decómo lo practican, de los problemasque enfrentan y de las posibles so-luciones que intentan dar es unaconstante desde 1900 hasta 1980.La lectura de estos ocho ensayosnos lleva a la misma conclusión: elfuncionamiento del sistema de po-der social y sexual del México mo-derno subsume a las mujeres decualquier clase social y por tantosus prácticas amorosas se dan enuna relación de dominación, rela-ción que ha sido construida histó-rica y culturalmente.

Marcela Dávalos y Julia Tuñóntratan dos temas producto del amor.La interpretación que dan al matri-monio los novelistas mexicanosdecimonónicos, como un acto basa-

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do en el espíritu y por tanto en elamor. Y el tratamiento que se le da alos besos, como una práctica amo-rosa, en el cine nacional de los años40, su sentido y la polémica que cau-san. Ambos trabajos referidos a pe-riodos distintos, muestran que lamoral social es una de las grandespermanencias en nuestra historia.

Los trabajos de Sergio Gonzálezy Antonio Saborit nos introducen,como diría la canción, en un mun-do nuevo. González nos habla delos usos amorosos del joven Salva-dor Novo, en una excelente evoca-ción que nos lleva a conocer yentender la homosexualidad delescritor. Y Saborit nos reseña unMéxico moderno y paradisiaco, enel que describe las vivencias amo-rosas de escritores y artistas nacio-nales y extranjeros, durante losaños veinte y treinta, con famosasy atractivas mujeres: Tina Modotti,Nahui Olin, María Dolores Asún-solo. El tratamiento biográfico delos dos autores abre un campo ex-celente en la historia de este perio-do que nos permite conocer alintelectual como individuo, comoser humano, creador y transgresor.

Carlos Monsiváis presenta unacrónica incisiva, graciosa y biendocumentada de las prácticas amo-rosas de los mexicanos de los años40 a los 70. Nos habla de cambios ypersistencias, de actitudes nuevasy disidentes. Cambios, permanen-cias y actitudes producto de políti-

cas presidenciales, la radio, la tele-visión, el cine, el psicoanálisis. Dela ruptura incompleta que trajo el68, de la asimilación de la moralsocial norteamericana, de los logrosdel feminismo, de la nueva toleran-cia urbana, del movimiento gay y delsida. Al terminar de leerlo podemosdecirnos que algo hemos avanzadoa lo largo de estos cuarenta años.

La presentación del libro la haceJosé Joaquín Blanco, que, al reflexio-nar sobre la importancia de histo-riar el amor mexicano e incursionaren las esferas de lo privado y loemotivo, nos completa la visión queel libro en su conjunto da sobre untema raramente encontrado ennuestra historiografía.

Se conjugan en todos estos ensa-yos la historia de las mentalidades,la historia cultural, la historia delos sentimientos, los estudios de lasmujeres, los estudios de género, endefinitiva, la historia social.

En suma, Cuidado con el corazónes un libro que nos habla de la ma-nera en que los individuos del Méxi-co moderno construyen el mundosocial a través de sus prácticas yusos amorosos y, así, su lectura noslleva a ver otro orden de la historiade este periodo.

Concepción Ruiz-Funes

Cuidado con el corazón. Los usosamorosos del México moderno, INAH,México, 1995.

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Gladys Acosta Vargas

Mujeres yparticipación política

La publicación de Mujeres y par-ticipación política es un consi-

derable esfuerzo por rescatar lahistoria contemporánea del movi-miento de mujeres latinoamericano.Lo que algunos han denominado“la década perdida” no parece co-rroborarse con la experiencia de estemovimiento que logró enfrentarse,con las formas más variadas, a lasdictaduras, a la gran debacle eco-nómica de nuestros tiempos, y quehoy sigue reclamando la profundi-zación de la vida democrática entodos los espacios sociales.

Recorriendo las hojas de este li-bro podemos transportarnos a loque han sido las más impor-tantesluchas por la ciudadanía, por unavida digna y sin violencia, por laautonomía personal y colectiva delas mujeres. Este recorrido tiene sig-nificado no sólo para quienes he-mos vivido personalmente parte delos episodios, cariñosa y cuidado-samente analizados, sino tambiénpara todos aquellos hombres ymujeres que nos acompañaron yaún nos acompañan, de cerca o delejos, siguiendo con simpatía, sor-presa y hasta con preocupación,este resurgimiento del feminismo enel continente.

Hubo generaciones que nos pre-cedieron en estas luchas y graciasa ellas estamos aquí. Las valientesmujeres sufragistas, las que lucha-ron por las ocho horas, las queparticiparon en las grandes movi-lizaciones por la tierra, las quedefendieron su derecho a vivir sinamarras, las que fueron capaces deenfrentarse a las diversas censu-ras escribiendo lo que sentían ypensaban, las que se atrevieron aestudiar en los espacios destina-dos solamente a los varones. A to-das ellas tenemos que agradecerlesel haber abierto el camino de lasluchas que nos ocupan hoy.

A lo largo del texto se va a en-contrar una diferenciación entre laidentidad del movimiento de muje-res y el accionar del movimientofeminista. Y creo que es correctohacer la diferenciación. AméricaLatina ha visto nacer y crecer unmovimiento de mujeres de mil ca-ras y colores. Y el acercamiento deeste sinnúmero de identidades demujeres tan distintas nos predispo-ne a buscar el diálogo y el entendi-miento porque, a pesar de todasnuestras diferencias, necesitamosconstruir entre nosotras factores deunidad importantes.

Los núcleos del movimiento fe-minista con presencia en las ONG,las mujeres que discutieron en laacademia los enfoques fragmenta-rios que hacían invisible la prácti-

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ca social de las mujeres, los gruposde activistas de lucha contra la vio-lencia, los colectivos lésbicos, los deautoconciencia, los de salud sexualy reproductiva, entre otros; y lasmasivas organizaciones popularesde mujeres forman parte de esta his-toria contemporánea y, como biennos recuerda Marta Lamas a pro-pósito de México, todos son impor-tantes para el progresivo avancedemocrático.

El movimiento feminista, en elinterior del amplio movimiento demujeres, ha planteado problemasálgidos: la sexualidad como espa-cio de expresión de conflictos y, almismo tiempo como realizaciónpersonal; el derecho sobre nuestroscuerpos, los derechos reproducti-vos; la existencia de una violenciacontra las mujeres de cualquieredad, más perniciosa que cualquierguerra bélica; una profunda críticaa las estructuras de poder en el Es-tado y en la sociedad y una irreve-rente búsqueda cultural que nospermita superar la percepción “na-turalista” de los sexos.

Pero el desarrollo de los feminis-mos contemporáneos en AméricaLatina está lejos de ser homogéneo.Hay discusiones muy serias y esta-mos frente a encarnizados debates.No hay temor a mostrar las contra-dicciones internas porque este mo-vimiento nunca ha pretendido unacentralización de luchas y reivin-dicaciones.

Nuestra afinidad la construimosen la práctica concreta y nos vamosencontrando en el camino. Todavíaseguimos discutiendo nuestra in-serción política. Mientras unas hanconsolidado márgenes de influen-cia en espacios políticos tradicio-nales (el Estado, los sindicatos, lospartidos, los organismos interna-cionales), otras hemos preferidomantenernos en diversos espaciosde la sociedad civil. Y los perfilesson diferentes, muchas veces com-plementarios aunque no exentos detensiones. Las discusiones sobre laestrategia tienen una serie de im-plicaciones, pero lo que nos mues-tra la experiencia de Brasil, deChile, de Argentina y de Perú, pornombrar algunos de los ejemploscitados, es que los avances se pro-ducen en la conjugación de esfuer-zos y en la adecuada selección dealiados.

Sin embargo, es necesario mirarla otra dinámica; esta presenciaarticulada de mujeres del movi-miento en el Estado, vinculadas alas mujeres del movimiento autó-nomo, también ha transformadoparcialmente la práctica de estasinstituciones políticas y ha permi-tido logros fundamentales, comolos obtenidos en las Constitucionesde Brasil y Colombia. Se van perfi-lando mejores posibilidades de ac-ción para más mujeres, a condiciónde saber seleccionar los aliados. Ylos más confiables parecen ser los

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Gladys Acosta Vargas

otros movimientos sociales que tam-bién sufren discriminación, explo-tación y opresión, en mayor omenor grado. Y estamos hablado delos movimientos indígenas, de losmovimientos negros, de los movi-mientos homosexuales, entre otros.Con ellos podemos revisar nuestrasrespectivas experiencias políticas,en nuestra salida de la marginali-dad, en nuestra afirmación de de-rechos.

Los estudios de caso presenta-dos muestran cuán profunda es laterca búsqueda feminista. No esuna simple crítica social a la pos-tergación femenina, es un real cues-tionamiento del funcionamiento denuestras sociedades que no hanpodido todavía encontrar la dimen-sión humana donde primen la jus-ticia y la equidad para todos losseres humanos.

En algunas experiencias, lasmujeres se desarrollan a partir deintereses inmediatos, de suma ur-gencia, pero en este desarrollo nohay linealidad, como tampoco lahay en las experiencias feministasmás radicales y, tal como señalaVirginia Vargas, el respeto a la di-versidad pasa a convertirse en unvértice de etapas y tareas inconclu-sas y de propuestas futuras, influ-yendo sobre la forma en que elmovimiento se piensa a sí mismo yse despliega hacia las mujeres yhacia la sociedad.

Este movimiento tiene aspiracio-nes políticas de largo alcance y pre-tende pasar, a través de nuestrasexperiencias personales, de los sa-lones donde se toman decisionestrascendentes a los espacios priva-dos donde quisiéramos encontraresa felicidad que todos, hombres ymujeres de todas las edades, nece-sitamos.

Lo grave está en la coyunturaactual, tan poco propicia para pro-fundizar la democracia porque noha sido capaz de construir la basesocial y económica que sustente lasreivindicaciones y la exigencia enel cumplimiento de los derechosadquiridos.

Nunca hemos estado más aleja-das de la mínima coherencia entredemocracia política y democraciasocial. Como bien dice MagdalenaLeón en la presentación del libro,“en América Latina está ocurrien-do un proceso doble, en el cual elcambio democrático se da dentro deuna situación de aumento de po-breza” y eso es intolerable para elmovimiento de mujeres porque pormás que logremos abordajes de gé-nero en las instituciones estatales,estos no son suficientes mientras nologremos mejorar la calidad de vidade las mujeres y ese objetivo nosparece cada vez más lejano.

En este libro están señalados losgrandes logros, con una mirada crí-tica, reconociendo los errores y laslimitaciones. Tuvimos muchas sa-

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tisfacciones, pero también ha cos-tado enormes sacrificios. Hoy es-tamos enfrentadas a problemassociales agravados por la tenden-cia al empobrecimiento, que nosafecta, en primera instancia a lasmujeres, por las mil razones tantasveces expuestas. Aún no sabemoscuán elevado es este costo social.Lo que sí sabemos es que necesita-mos que haya esfuerzos sistemáti-cos de estudio como el presente quenos muestren los caminos recorri-dos, que no permitan que los pasoshacia adelante sean silenciadoscomo sucedió con tantos aportes delas mujeres.

Permítanme hablar en nombre delas mujeres latinoamericanas yagradecerle a Magdalena León, acada una de las mujeres que nosaportan sus estudios, y por supues-to a Tercer Mundo Editores el en-tregarnos este libro tan actual y tanhistórico al mismo tiempo.

Gladys Acosta Vargas

Magdalena León, compiladora,Mujeres y participación política.Avances y desafíos en América Latina,Tercer Mundo Editores, Bogotá,1994.

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Patricia Arias

La segunda ventana

E n Jalisco, ha constatado Cristi-na Palomar, han surgido

cuando menos cuatro centros o pro-gramas dedicados a descubrir,analizar, dar a conocer los queha-ceres y vicisitudes de las mujeresde aquí y de otras tierras, de antes yde ahora. Esto tiene que ver, desdeluego, con la importancia casi uni-versal que ha cobrado el estudio dela mujer y de las relaciones de gé-nero. Tanto que, como sabemos, hoypor hoy, constituye uno de los ám-bitos de mayor avance del conoci-miento científico, de intenso debateen las ciencias sociales.

Pero tiene que ver quizá con lapeculiaridad de esta tierra tan pró-diga en hombres de desplantes le-gendarios que acuñaron ideas,divulgaron actitudes y populariza-ron dichos deplorables para la con-dición femenina. De este modo, elCentro de Estudios de Género de laUniversidad de Guadalajara hasurgido no sólo en un momentoadecuado sino además en un con-texto, un laboratorio social si sequiere, particularmente apto paraconocer a Eva en un mundo deAdanes muy cinematográficos,pero todavía bastante convencidosde que el mejor lugar de la mujer se

ubica detrás de la puerta y, de pre-ferencia, con la pata rota.

De ahí que la tarea de investiga-ción del Centro resulte aquí tan pro-metedora como urgente la difusiónde sus resultados. Aunque segura-mente todos los Centros y Progra-mas tienen en mente la difusión delos estudios que realizan, el Centrode Estudios de Género de la Uni-versidad de Guadalajara parece serel primero que se propuso contardesde el principio con un órganoespecializado y estable que dieracuenta del avance de las discusio-nes académicas, de los hallazgosde investigación, de reseñas, noti-cias y entrevistas en torno a la mu-jer y lo femenino, pero tambiénacerca de los hombres y lo masculi-no. La apuesta era arriesgada. Setrataba de iniciar un centro de in-vestigación y, al mismo tiempo, decomenzar y sostener una publica-ción periódica.

El éxito que convirtió en agota-do al número 1 de La ventana es unbuen testimonio de que la apuestavalió la pena. Creo que los que es-tamos aquí para apadrinar la lle-gada al mundo de esta La ventana 2,queremos desearle a este número dela revista un destino por lo menossimilar a la primera, es decir, quesea leída, comentada, utilizada,otra vez hasta agotar existencias.

El éxito de La ventana 1 es revela-dor del interés que existe por avan-

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zar en la propuesta en la que Cris-tina Palomar ha insistido en loseditoriales de los dos números: lanecesidad de desconstruir, es de-cir, de mirar al mundo y sus obras,de ayer y de hoy, desde el punto devista de la mujer y lo femenino conel objetivo de conocer de veras enserio lo que nos hace diferentes, loque marca la diversidad entrehombres y mujeres sin que esto sig-nifique ni acarree necesariamentejerarquía, desigualdad, subordina-ción de la mujer. La tarea ademásde ardua está llena de esas tram-pas, infinitas y sutiles, que hanacuñado, queriéndolo o no, la his-toria, la cultura y, desde luego, lasdiversas ciencias sociales. En estesentido dar cabida a discusionesprovenientes de diferentes áreasdel conocimiento es otro acierto deLa ventana.

La sección de artículos teóricosde este número se inicia con el tra-bajo de una psicoanalista, MaríaAntonieta Torres Arias, sobre lamujer en esa etapa de la vida en queel paso del tiempo la excluye deldeseo masculino y la manera en queese proceso afecta la relación ma-dre-hija-hijo. El argumento, mane-jado dentro de límites sumamentepsicoanalíticos dificulta la miradadesde disciplinas distintas, perodesde un punto de vista más gene-ral, simplemente femenino si sequiere, parece sin salida, enmarca-

do en un pesimismo insuperable.Para la autora de El derrumbe delcuerpo la ausencia de falo hace queel cuerpo femenino sea concebidocomo ausencia, como un no sexo,situación a partir de la cual se deri-van las nociones y acciones clavesde la mujer durante toda su vida,en especial en aquella etapa en que,como decía Rosario Castellanos, lastentaciones pasan de largo.

La verdad es que resulta pocopersuasivo definir las posibilida-des —más bien imposibilidades—de la mitad de la humanidad poruna diferencia irremediable que,para María Antonieta, define yjerarquiza para siempre la relaciónentre hombres y mujeres. Para serjusta se puede decir que el trabajo,publicado originalmente en 1991,acusa el paso del tiempo en unámbito de agudo debate y rápidoavance conceptual. Hoy por hoysabemos que hay que relativizar launiversalidad de los fenómenos,incluso inconscientes; estamoscada día más convencidas de quela diferencia no supone necesaria-mente jerarquía; entendemos anuestros héroes intelectuales comoactores sociales, es decir, como crea-dores activos de la cultura más quecomo ángeles académicos inmunesa las formulaciones genéricas de sutiempo.

El artículo que sigue es un ejerci-cio concreto de desconstrucción en

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Patricia Arias

el campo de la antropología, en estecaso, a partir de la relectura genéri-ca de un texto de Maurice Godeliersobre los baruya de Nueva Guinea.Con toda la dificultad que signifi-ca trabajar materiales etnográficosajenos —mayor desde luego en elcaso del texto literario— los au-tores avanzan en una línea quepuede resultar fecunda aunqueespinosa: la revisión de los tra-bajos clásicos de la disciplina an-tropológica reconociendo, eso sí,una limitación metodológica casiinsalvable: que muchas veces fuemás lo que se omitió, lo que no sevio, que lo que se observó y dijo acer-ca de las mujeres en las sociedadestradicionales, resultado inevitable,si se quiere, de la mirada androcén-trica de los pioneros de la antropo-logía.

Afortunadamente esto ha empe-zado a cambiar. En “Prisiones paramujeres: un enfoque de género” laantropóloga Elena Azaola trata pre-cisamente de observar, de sacar ala luz, de ventilar la condición dela mujer en esa franja lúgubre denuestra sociedad que es la cárcel,donde el argumento de que menosde un cinco por ciento de la pobla-ción penitenciaria es femenina haservido para obscurecer su existen-cia y desestimar sus demandas es-pecíficas. Con base en un estudiodel universo casi total de las muje-res que se encuentran encarceladas

en poco más de doscientos estable-cimientos penitenciarios del país,se traza el perfil sociodemográficode la mujer recluida que, constatala autora, ha variado poco a lo lar-go del siglo: joven, soltera, con hi-jos, con bajo nivel de escolaridad,ocupada en actividades de escasaremuneración, es decir, pobre. Po-breza que antes la empujó al robo yque ahora la ha convertido enburrera de droga, el escalón másbajo y por supuesto más delgadodel narcotráfico, allí donde resultabarato ofrecer capturas fáciles quepavoneen la eficacia de la luchacontra la droga.

Elena muestra cómo en cadaámbito del quehacer carcelario y, engeneral de la vida de la mujer re-cluida, se expresa la profunda des-igualdad que la hace incluso, y estoes lo más estremecedor del artícu-lo, incapaz de entender y enfrentarla violencia, la injusticia de que esobjeto porque desconoce que existaotra forma posible de existencia.¿Cómo hacer que la mujer de la cár-cel se defienda de los infinitos abu-sos cotidianos cuando la vida seencargó de negarle la noción mis-ma de que tiene algún derecho hu-mano?

Por esto, y aunque no sólo desdeeste ángulo, hay que ponderar lapertinencia de revisar la relaciónentre pedagogía, humanismo yeducación desde una perspectiva

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de género. En su artículo GracielaHierro da cuenta de los cambiosque se han sucedido a lo largo delsiglo en la familia, la educación, losmercados de trabajo, transforma-ciones que en su contradictoriacomplejidad apuntan hacia la po-sibilidad de construir una diversi-dad que tenga que ver más con lasdiferencias individuales que conlas jerarquías de género. En unambiente, a veces demasiado per-meado por posiciones antropofóbi-cas, Graciela Hierro tiene el méritode insistir en la diversidad comoatributo de la complementariedadentre hombres y mujeres.

En esta misma línea de analizarla situación de género sin omitir aese complemento irremediable, aveces irritante pero también recom-pensante de nuestra vida femeni-na que son los hombres, La ventanaha escogido para iniciar la secciónde avances de investigación un tra-bajo de Alfonso Hernández Rodrí-guez donde se plantea el tema de lamasculinidad desde la interrogan-te trastornadora del poder o el do-lor. Alfonso ofrece sus primerosavances en torno a la reflexión deun asunto que, como sabemos, hacobrado vigencia y vigor en el

mundo académico sobre todoeuropeo y norteamericano, al me-nos por ahora: la revisión de lamasculinidad, tarea de desmante-lamiento ideológico que debe ser

sumamente complicada y sensiblepara quienes han detentado el po-der con singular eficacia desdehace bastante rato. Dificultad quedesde luego no tuvieron que enfren-tar ni las pioneras ni las actualesestudiosas de la condición femeni-na.

Otro avance novedoso es el queofrece Beatriz Gómez Barrenechea.En “Nuevos retos para el análisisde la politización de lo cotidiano”la autora comienza a explorar lasposibilidades de analizar los fenó-menos nuevos y fugaces de la so-ciedad urbana desde el punto devista sociológico también novedo-so que va más allá de la noción tra-dicional de la demanda femeninapor servicios. En la protesta ampliaante deficiencias colectivas, comolas que caracterizan a Guadalajaraen los últimos años, se expresandesde luego rencores y afrentasacumulados, pero puede ser vista,dice Beatriz, como la evidencia dela emergencia de necesidades, an-gustias, demandas, exigencias, va-lores que se manifiestan en espaciosurbanos, como Guadalajara, cadadía más complejos, heterogéneos,desencantados. Antes, decía unagudo observador de la vida, lasciudades fueron el territorio de laseguridad personal y la promesade mejoramiento económico y so-cial; ideas y símbolos que contribu-yeron a poblar hasta la exageración

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Patricia Arias

a unas cuantas ciudades que, comoGuadalajara, concentraron los pri-vilegios de la modernidad. Hoy, encambio, la ciudad aparece como elterritorio de los mil peligros, de lasincalculables tribus, como un cam-po minado por la angustia cotidia-na del sobrevivir. Paradojas de lapostmodernidad: la emergencia dedemandas y luchas cotidianas porformas de convivencia que fueronde los mayores impulsos paraabandonar y olvidar la vida ruralagobiante, para irse a las ciudades.

La sección de avances se cierracon una lectura crítica, un diálogoprefiere decir Cristina Martín, conel artículo “Usos, dificultades yposibilidades de la categoría degénero” que apareció en el número1 de La ventana. “Apuntes de lectu-ra sobre el concepto ‘género’” deCristina discute dos argumentosbásicos del trabajo de Marta Lamas:el peso de los modelos culturalesen la conformación de los compor-tamientos genéricos y la existenciade cinco sexos biológicos. Cristinareivindica e insiste en el carácterprofundamente contradictorio delos “modelos culturales” como elfactor que hace posible el cambio,la disidencia, la subversión en cues-tiones de género. Cristina discuteademás el asunto de los sexoscomo cuestión biológica o social ysugiere hablar más bien de usosmúltiples de la sexualidad, donde,

ahí sí, los únicos límites pueden serla imaginación propia y la libertaddel otro.

A la vista de este número de Laventana, se puede decir que el hin-capié en autores foráneos, que seadvierte en el número 1, fue una eta-pa, fruto de la noble tarea de hacer-se centro y crear una publicación,más que una posición rotunda dela revista. Los avances de trabajoincluyen ahora lo que siempre sebusca desde una perspectiva regio-nal: los estudios que dan cuenta delo que se hace, o comienza a haceraquí y ahora, en este caso, en dosinvestigaciones que se llevan acabo en el Centro de Estudios deGénero.

La revista concluye con tres sec-ciones estables. El apartado de re-señas que incluye comentariosamplios y acuciosos a libros de re-ciente publicación, a eventos aca-démicos y artísticos que se hancelebrado en últimas fechas en di-ferentes lugares del mundo inclui-da esta urbe tapatía. El apartado denoticias se detiene en un aconteci-miento insoslayable: los resultadosde la Cuarta Conferencia Mundialsobre la Mujer que se realizó en elmes de septiembre. Teresa Gonzá-lez Luna reconstruye el diagnósticode la situación femenina mundial yel papel central, aunque no oficial,de las ONG en el evento. Pero no sóloeso. Resulta imprescindible leer la

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entrevista, informativa y analítica,hecha por Teresa a dos investiga-dores del Centro que asistieron a lareunión y participaron en ese espe-cial ambiente que se generó enBeijing.

El número concluye con otra en-trevista, hecha por Manuel Verduz-co a Jesusa Rodríguez, persona ypersonaje que, con la exitosa pre-sentación de su obra, que hubo querepetir tres veces en la ciudad, pusoen evidencia lo mucho que hancambiado los tapatíos.

Desde luego que ese garbanzo dea libra no es para cantar victoria opara dormirse en los laureles por-que todavía hay mucho, muchísi-mo por hacer y deshacer en estaciudad como en tantos otros ámbi-tos y espacios. De lo que no cabeduda es de que institutos como el

Centro de Estudios de Género de laUniversidad de Guadalajara for-man parte de esa corriente infinita,hecha de múltiples cauces que pro-cura, con prisa y sin pausa, que lamujer se aventure en el mundo através, entre otras cosas, de las dis-tintas ventanas que este Centro haayudado a abrir en beneficio de lamujer y también de ese Adán que,aunque escaso aún, ha comenzadoa aprender a disfrutar que la mujerhaya abandonado para siempre elobscuro, ignominioso espacio de-trás de la puerta.

Patricia Arias

La ventana. Revista de estudios degénero, núm. 2, Universidad deGuadalajara, Guadalajara, 1995.

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Sor Juana en Almoloya(Pastorela Virtual)*

Jesusa Rodríguez

Con la colaboración de Tito Vasconcelos, Manuel Poncelis y Liliana Felipe.

E l espectáculo que verán a continuación es el resultado de años deexperimentación con altas tecnologías.Corre el año de gracia del Señor, bienaventurado año 2000, comien-

za el nuevo milenio y gracias a Dios el (PAN) Partido reAcción Nacionalha llegado al poder en México y reestablecido la moral, y las buenascostumbres en la vida social y política de nuestro país.

Cualquier semejanza con la vida real es virtual.(La escena se desarrolla en la celda de Sor Juana en el penal de Almoloya.

A la izquierda el escritorio de la monja con libros, instrumentos antiguos degeometría, pluma, tintero y una mini computadora Apple de las primeras quesalieron al mercado. Al centro abajo un catre individual y arriba una macropantalla de video. A la derecha un piano de cola negro.)

(Sor Juana revisa muy divertida la carta que enviara Salinas a los mediosde comunicación en noviembre de 1995. En la pantalla grande se proyecta eltexto y una foto del ex presidente vestido de Sor Filotea.)

Juana: Juar, juar, juar, ¡qué bárbaro!, qué hábil era este sujeto, unasola carta escrita desde su exilio virtual movilizaba a políticos e intelec-tuales. ¡Un complot de Echeverría! Juar, juar, qué bárbaro, qué listo, y coneso logró que no lo culparan de nada, ni lo trajeron a declarar sobre losasesinatos y el derrumbe del país, ni devolvió un quinto de todo lo que serobó, vaya, ni siquiera lo expulsaron del PRI. No cabe duda: o este tipoera un genio, o sus contemporáneos unos pendejos. Pero bueno, lo im-

* La autora agradece a Alejandro Brito y a Carlos Monsiváis su apoyo para larealización de esta pastorela.

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portante es que se renueva el género epistolar en México; ésta puede sermi oportunidad para salir de aquí; tengo que enviar un mensaje a losmedios, aunque sólo sea como arrojar una botella al mar o mejor dichocomo lanzar un bit al ciberespacio. Claro que a estas alturas de la vidasólo las cartas que llegan del extranjero son tomadas en cuenta. ¡Ya sé!,voy a contestar la carta de aquel ex presidente. A nadie se le ocurrióresponderla en su época, y una noticia de hace cinco años puede ser degrán interés para el Uno más Uno.

La titularé:“La Respuesta Zopilotea”.Excelentísimo, Ex-señor, Ex-presidente CSG. Carlos Sinvergüenza y

Góngora, Salinas de Gortari, Familia de la Cerda, Portorratero de Cárde-nas, Conde de Sanborn’s, Marqués de Agualeguas, Virrey de Liconsa yGobernador actual del yate “Eco” en las felices costas de La Habana,Cuba:

No mi voluntad, ni mi justo temor sino mi indigación han suspen-dido tantos años mi respuesta. ¿Qué mucho, si a primer paso encontrabapara digitalizar mi torpe pluma dos imposibles? El primero (y para mí elmás riguroso) es hallarme presa en la cárcel de Almoloya a donde mehan traído engañada unos autodenominados panistas, que usted apoyópara llegar al poder, y que mezclando perversamente con tecnología vir-tual el siglo XVII con el siglo XXI han impuesto en México un imperio dehorror y persecución, refritando reglamentos muy antiguos en perjuiciode quienes, como yo, sólo pecamos de pensar libremente.

Si veo que preguntando al ángel de las revistas, Santo Aguilar Camín,respondió que callaba porque nada sabía que decir, ¿con cuánta mayorrazón callaría?, no como el santo de humildad Camín, sino que en larealidad impedida como estoy de salir al exterior pues noche y día mevigilan, y me han impuesto un licenciado que más que abogar por mí sémuy bien que está comprado e intentará condenarme.

El segundo imposible es que han colocado en la celda (cual si fueraSan Jerónimo) una falsa biblioteca-bidimensional-cortesía del FCE, losmuebles en hologramas y un sistema de Internet a todas luces caduco,pues yo hubiese preferido la Quadra 605 y no esta Apple dos conejo.Pues bien, con todo pretenden obligarme a escribirles sus discursos, ahacer espléndidas loas a sus fundamentalismos, arcos triunfales a Fox ya Fernández de Cevallos, lo cual como usted comprende no se halla enmi natural.

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Cuando la felizmente inculta para ser milagrosamente fecundaConsuelo Castañón Ríos Zertuche vio en su casa tan desproporcionadavisita de autoridades de Suiza, se le entorpeció el habla y se le suspendióel discurso y sólo alcanzó a decir “¿Ea urde hic mihi? ¿De dónde a mítodo esto?” y concluyó: A cualquier mexicano le podría pasar esto enSuiza. Como dijo Quintilano “Minorem Spei, Maiorem Benefacti Gloria-ra Pariunt” o sea: “El menos tonto se beneficia de los alias de sus parien-tes” o como también dijo Quintilano: “Mientras el que se pudra sea tuhermano...”

Por cierto, sé que Raúl está por salir libre bajo fianza pues ya termi-nó el sexenio y aunque hizo cosas buenas que parecieron malas no hizocosas malas que parecieron peores. En cambio a mí pretenden castigar-me y humillarme severamente sólo por ser mujer e inclinarme a la cogita-ción.

Escribo desesperada porque hoy la procuradora (aunque no lo creáisel PAN ha puesto una monja al frente de la PGR habrá de dictar sentenciasobre mi caso y temo con fundamento no me dé oportunidad siquiera dedefenderme.

En fin sé que a usted (para hablar en términos panistas) todo esto leimporta una chingada, pero en sabiendo que no hubo ni habrá hombrecon más influencia que vos en el gobierno del PAN, acudo a vuestromisericordioso Internet solicitándoos que intercedáis por mí desde lomás profundo de vuestro disco duro, no involucrándome en algún com-plot desestabilizador o en la muerte de Colosio que hoy día veintitantosdel mes de diciembre del año 2000 está por esclarecerse.

Desde este convento de Nuestro Padre San Ignacio de Almoloyavuestra menos favorecida. Juana Inés de la Cruz.

Juana: Perfecto, ahora lo formateo y listo. (Aprieta un botón equivoca-do.) Ay, Dios mío, ¡qué error!, acabo de mandar 12 palomas mensajeras aSarajevo. ¡Oh!, qué cruel es la biónica. (Aprieta otro botón equivocado.)¡Chin!, otra vez me equivoqué. Bueno pero es que yo no nací con unmouse en la mano. ¡Ay Dios!, acabo de materializar al horrendo de miabogado, ni modo, habrán de soplarse ustedes una escena de Los empe-ños de una casa, una obrilla que escribí para El Barzón. Yo quedaré distan-ciada por un efecto brechtiano que hoy llaman telepresencia y esperarécon paciencia que termine este fulano.

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Entre tanto escribiré el Soneto 165.(Del otro lado de la escena se materializa el licenciado.)Texto del licenciado Creel

¿Qué les parece señoras?,la virreina me ha pagadoochenta mil nuevos pesospor cambiar con ella prendasropa, zapatos y joyasy burlar a los guardianesde la cárcel de Almoloya.Por suerte que hoy no me puse el jogging color marrónme imagino a la virreina con ropa de Benettonla verdad soy un chingónporque yo a nada le sacovayan estos trapos fueraempezando por el saco.

Soy un licenciado honesto,pero ante tal cañonazotuve que torcer el brazo.Me tendré que poner esto y dulcificar el gestoporque va en juego mi puesto.

Lo primero me conviene aprisionar la melenaporque quitará mil vidas si le doy tantica suelta.Con este pelo pretendo abrigarme la molleray si me queda bien puesta me van a decir ¡Mi güera!

Ahora entran las crinolinas¡Jesús que rica tela!, no hay duda que me esté bienporque como soy morena así me verán bien buena.

Qué les parece señoras el vestido de ballenani puesto con sacristanespudiera estar más bien puesto.

¿Cabráme esta pechuguera?no hace falta, que a pechugas,

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como siendo licenciadoyo he vivido apechugando.

Es cierto que estoy hermosa.¡Dios me guarde que estoy bella!cualquier cosa me está bienporque el molde es rara pieza.

Quiero acabar de aliñarmeque aún no estoy dama perfecta.Zapatos, aquesto síporque las patas no veanque aunque aprieten los juanetespuedo hacer tres molinetes.

Maquillarme no hace faltamas si quiero ser espejode la insípida virreinapondreme mano tras manocomo la Carmen Romano.

¡Válgame Dios! cuánto encubre el traje de la virreinapuedo meterme a Los Pinos sin nadie que me detengay guardarme en la entrepierna chorizos y buenos vinosen campaña alimenticia repartirles desayunos a los niñosy ningunear a las criadas como hace Nilda Patricia.

No hay ladrón que tanto encubrani paje que tanto mientani gitano que así engañe soy licenciado panistay nunca fui salinista.

Vaya pues damería:Menudo el paso derechala estaturaairoso el bríoinclinada la cabezala mano en el vestido puesta

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argüende

y vamos ya que encerrada se malogra la belleza.Temor llevo de que algún otro partido me enamore. (Mutis.)

Juana: ¡Vaya!, por fin puedo inicializarlo. Creo que no quedó tan mal, opinad amigos míos, os suplico intervengáis

pues un público pasivo no cumple con el reclamo de un soneto interactivo.

Soneto 165

Detente sombra de Virrey esquivoimagen del petizo que más quieropronto apañón por quien alegre mueromugre pelón por quien penosa vivo.

Si el IMAN forma parte de tu activo.Sirve Altos Hornos de obediente acero¿Para qué pronasolas lisonjero?si has de burlarme luego fugitivo.

Mas blasonar no puedes satisfechode que triunfe en mí tu tiraníaque aunque quede librado el lazo estrechoque la agencia de drogas te tendíapoco importa burlar balas al pechosi te labra prisión Echeverría (no, mejor) mi fantasía...

(La Condesa de Paredes vestida de Licenciado entra sigilosamente a lacelda caminando de espaldas.)

Juana: ¡Licenciado!, salga de aquí inmediatamente, le he dicho milveces que no entre sin avisar, estoy en un arrebato de inspiración y mechoca que me interrumpan. ¡Fuera!

Lysi: (Sonríe y se voltea.) Juana...Juana: Voz de quien se teme el sol, que cuando su luz envía o la

encubráis con las alas o la agotéis con la vista... ¡Licen, Lili, Lysi-Filis!Eres tú. (Se dan una vuelta en silencio.)

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Jesusa Rodríguez

Lysi: ¿Cómo me veo?Juana: ¡Divina!, te ves como corregida en Page Maker. ¿Pero a qué

viene ese disfraz?, ¿por qué te has entarquinado?Lysi: Ni te explico, fue un ardid para entrar hasta tu celda. Lo fragüé

con tu abogado, que por cierto es un zoquete. Pues ¿de dónde lo hassacado?

Juana: Sé muy bien que es un ojete, mas no me dan a escoger, sabesque en la PGR no hay voluntad que respete. Pero dime al fin Lysita, ya queestás cerca de mí, ya que cerca estoy de ti: ¿Me trajiste los disketes deDouble High Density?

Lysi: ¡Basta ya de hipertextos mi bien, baste! no te atormenten más tecno tiranos

ni en vil pantalla tu quietud contraste, pues ya en líquido humor viste y tecleaste, mi ordenador deshecho entre tus manos.Lo que tú necesitas es desprenderte de esa maldita computadora y

comer algo, te traje unos sushis.Juana: ¡Achis! ¿Y eso qué es?Lysi: Son como haikus de sabores. (Le da un portaviandas, Juana saca

los palillos de su bolsita desechable.)Juana: ¡Pero qué interesante, estos haikus se comen con compás!Lysi: Juana, no hay tiempo que perder, el tribunal del Santo Orificio

está a punto de condenarte. (Se arrodilla.) Te lo suplico, abdica, por nues-tro amor, por Dios, por la Inmaculada Corrección, te lo pido: abdica Jua-na que tengo ganas.

Juana: No, así no, me puede acusar de plagio Carballido.Lysi: Por favor, amada dueña mía, reniega de todos tus libros, deja

que los quemen, total, cuando salgas de aquí los vuelves a escribir.Juana: Es demasiado tarde, ya aceptó publicarlos Neus Espresate,

además se los di a Tierra adentro y creo que hasta en ViceVersa van asalir algunos sonetos. Por otro lado Edivisión me ha estado pirateando ysupe que Denise de Kalaffe ya sacó mi video libro con la voz de MaríaLuisa Alcalá. ¡Estoy perdida!

Lysi: Ven, tranquilízate, la situación es muy grave, reflexionemoscon calma. (Se sientan en el catre y mientras una voz en off expone las opinionesde Octavio Paz sobre la relación de ambas mujeres.)

Voz en off: La mayoría de los biógrafos de Sor Juana darían el montototal de la becas y premios que han ganado por tener la oportunidad de

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argüende

atisbar desde lejos lo que vosotros tenéis ante vuestras narices. OctavioPaz, para no ir más cerca, en su obra Las trampas de la fe despeja todas lasdudas que pudieran caber respecto de la relación decente, casta y puraque existió entre la Excelentísima Sra. Doña María Luisa Manrique deLara, Condesa de Paredes, Marquesa de la Laguna, y Sor Juana Inés de laCruz, religiosa profesa en el convento de San Jerónimo de esta muy nobley leal Ciudad de México. A continuación tendremos la oportunidad deentender con toda claridad el verdadero significado de los términos queutiliza el prístino erudito para explicar esta amistad. (Las dos mujeres seacercan peligrosamente.) Nótese el safismo sublimado. (Ahora se besan apa-sionadamente.) Vedlas entregadas a las silenciosas orgías de la medita-ción. Una monja, la otra casada. ¿Qué podrían hacer juntas? (Sor Juanasalta encima de la virreina y ambas se repantigan a sus anchas.)

Lysi: ¡Abdica, abdica!Juana: Tú relájate.Off: La de Sor Juana, una libido poderosa sin empleo, su medallón,

un símbolo de virilidad sublimada. La Marquesa es finalmente para SorJuana su pitonisa, encinta no de hijos, sino de metáforas y tropos. (Ambasse recomponen.)

Lysi: Explícame el mamema.Juana: Que yo no sé de estas cosas, solo sé que aquí me vine, pues si

acaso soy mujer, ninguno lo verifique. ¡Oh! Filis ¡Lysi!, estuviste esdrúju-la, me acabas de inspirar un romance decasílabo, a ver que te parece:

Lámina sirva el cielo al retrato, Lísida, de su angélica forma,Cálamos forme el sol de sus luces, sílabas las estrellas componga.Cúmulo de primores tu talle, dóricas esculturas asombra,Jónicos lineamientos desprecia, émula su labor de sí propia.Lysi: Cálamos sí lo entendí, pero émula como que no me late.Juana: Ni modo que ponga fámula o pólipos. O qué te parece ínclita

¿no está mal, verdad? Pero suena parecido a clítoris y luego Octavio va adecir que sí sexuábamos. Mejor le voy a poner súcuba....

Lysi: Mientras reflexionábamos a mí también se me vino una can-ción. (Canta al piano Los sexos de Miller.)

Juana: Fíjate que con tu canción me pusiste a pensar en el posiblehermafroditismo de Octavio Paz que plantea Paco Ignacio Taibo III. Ensu biografía del poeta dice: “Lo único que se sabe es que en su relacióncon Marie Jo lo que importaba era el collage. Ese ir mezclando los ele-mentos de la vida cotidiana con las recepciones formales. Por ello po-

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Jesusa Rodríguez

dríamos inferir rasgos de androginia espiritual, pues la profesión deintelectual de Televisa ha neutralizado la libídine del poeta e inclusohay quienes al verlo en pantalla lo confunden con Ofelia Guilmáin, aun-que sólo espiritualmente, claro”.

Lo que no entiendo es por qué se tienen que meter los biógrafos conla vida íntima de las personas, la vida íntima es sagrada. Yo como res-puesta a Las trampas de la fe escribí una sátira filosófica:

Hombres necios que acusáis a la mujer sin razónsin ver que también las hay, que sí tenemos razón.Si con ansia sin igual solicitáis el Nobel¿Por qué queréis que hablen bien si seleccionáis a Paz?Asistís a su ponencia y luego con gravedaddecís que fue liviandad lo que hizo toda la prensa.Merecer quiere de nuevo aunque les parezca loco.Que le otorguen otro premio pues le pareció muy poco.Queréis con presunción necia, escribir mi biografíay hablar de mi intimidad como si fuera Thalía.¿Qué humor puede ser más raro que el que falto de consejo,él mismo se ve al espejo y piensa que es el más claro?Con el favor y el desdén tenéis condición igualquedándoos si os tratan mal con tal de tener poder.Opinión ninguna gana pues la que más se recatasi no os admira es ingrata, y si os rechaza es lesbiana.Siempre tan necios andáis, que con desigual nivelaplaudís a Luis Miguel, y juzgáis a Monsiváis.

¿Pues cómo ha de estar templada la que el televisor prendesi el sabio no dice nada y sólo fama pretende?Mas entre el sabio y la fama, La Fama preferiríapues es una mercería muy cerca del Superama.Dan vuestras revistas Vueltas a sus libertades alas,y después de hacerlas malas, las queréis hallar muy buenas.¿Cuál mayor culpa ha tenido en una pasión errada:la que premia ser rogada o el que ruega ser premiado?¿O cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga:el que la beca le caga o el que la caga al becar?Pues ¿para qué os espantáis de la culpa que tenéis?Queredlas cual las hacéis, o dadlas como las dáis.

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argüende

Dejad de solicitar, y después, con más razónpara toda la afición os debiérais jubilar.Bien con muchas armas fundo que lidia vuestra arroganciapues ninguna inteligencia trata de explicar el mundo.

(Entra el licenciado vestido de la virreina.)Licenciado: ¡La Procu...!, ¿señoras qué hacemos? La procuradora me

confundió con la virreina y viene para acá, detrás de mí...Juana: Es natural que los hayan confundido, la virreina y usted son

muy parecidos, son como los dos Mario Aburtos.Licenciado: Miren, señoras, uno trata de que las cosas salgan lo más

honestamente posible, pero la verdá yo estoy haciendo cosas que ya noson propias de un licenciado. Yo también tengo familia, imagínese quévan a decir mis chamacos si me ven vestido así. (Llora.) ¡Ay, Dios, no séqué voy a hacer, estoy desesperadísima!

(Entra la procuradora y canta el himno papista con la música de la 7a

sinfonía de Shostacovich.)

Mueran los jotos, los invidentes,las prostitutas, las gentes indecentesque quede limpio el mundo de seres inmundos.

Dios nos lo dijo nada más a unos cuantosfervientes panistascomo a las ratas y a los conejos.

Todos los sexos son asquerososson agujeros peludos y olorosospor si esto fuera poco son libidinosos.

Dios nos los puso para hacernos fecundosfecundos, fecundoscomo a las ratas y a los conejos.

Procuradora, ¡oh! gran Señora,con tu pureza mi alma se enderezael sexo y sus gusanos no me interesan.

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Jesusa Rodríguez

Dios nos lo puso para hacernos humanosfecundos fecundoscomo a las ratas y a los conejos.

Sólo queremos un cuerpo limpioque no conozca ningún placer anexoy todos comulguemos tomados del dedoDios nos lo puso para hacernos fecundosfervientes panistascomo a las ratas y a los conejos.

(Suena el celular de la Procuradora.)

Procuradora: ¿Sí, bueno? ¡Señor inquisidor! ¿Cómo le va? ¡No mediga, están quemando el Archivo General de la Nación!, qué conmove-dor. ¡Oh! y monseñor Prigione va a transmitir la interneta, ahora mismome conecto. ¡Bye! (Se acerca al escritorio de Sor Juana.) ¡Hágase a un lado!(Observa la computadora.) ¿Qué es esta chingadera? ¿Dónde se prende?¿Cuál es el código de acceso?

Juana: No sé madre, yo sólo la uso como procesador de palabras.Licenciado: Dele enter.Procuradora: ¡Por el santo prepucio!, ¿pero cuántos megas tiene esta

madre?Juana: No se de qué madre me está usted hablando.Licenciado: Backupéalo y luego lo inicializas.Procuradora: Me refiero a la memoria, los rams hermana, ¿su escáner

es de cama o manual?Juana: No sé madre, creo que es de catre.Licenciado: No le meta el undo. ¡Ya la cagó! Procuradora: ¡Señora

Marquesa!Lysi: Por cierto, permítanme presentarlas, Sor Juana Inés de la Cruz,

la procuradora Sor Margarita Lozano Gracia.Juana: Mucho gusto, madre.Procuradora: No le va a dar tanto gusto cuando sepa a lo que vine,

hermana. Quiero que sepa que su pastorela virtual no califica y quedaprohibida por faltarle al respeto a la intimidad, a la genitalidad y a lareproducción humana según el reglamento de espectáculos del munici-pio de Mérida.

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argüende

Juana: Pero, madre, esta pastorela se va a presentar en el DistritoFederal.

Procuradora: Pero lleva usted en el reparto a Ofelia Medina que esyucateca, y el licenciado Castillo Leperaza dice que son chingaderas.

Lysi: Diríjase en mejores términos hacia mi defendida.Procuradora: Licenciado, usted alíniese y hágase para allá que ya

perdió su canasta navideña.Licenciado: Como virreina exijo que se le restituya su canasta al li-

cenciado y que además se le agreguen dos quesos y un rompope.Procuradora: Lo siento, marquesa, pero ese licenciado es un ojete.

Por cierto, esta pastorela tampoco se podrá representar en Monterrey.Juana: Disculpe, procuradora, pero ya le quité el table dance de María

Magdalena.Procuradora: Según el capítulo noveno de la ley de espectáculos

públicos, artículo ciento cuarenta, queda prohibida totalmente la expo-sición humana en su modalidad de desnudo completo en cualquier esta-blecimiento, así como los actos sexuales que atenten contra la moral y lasbuenas costumbres, así como cualquier acto que vaya contra natura.

Juana: Pero, madre, que yo sepa lo que va contra natura es por ejem-plo el Club de Golf de Tepoztlán.

Procuradora: Ese asunto ya lo resolvimos ¿Qué no lee los periódi-cos? Esos terrenos han sido donados a Chirac para sus ensayos nuclea-res. Como usted ve, el PAN, como Telenvisia, también es Cultura.

Juana: Hablando de cultura, ahora que cambió el gobierno, ¿seguiráal frente del Conaculta Santa Teresita del Niño Tovar?

Procuradora: Por supuesto, hermana, estamos por canonizarlo. Perono me cambie el tema, hemos descubierto que su pastorela esdesestabilizadora. ¿Por qué tienen que hablar los pobres? Qué no entien-de usted que eso provoca la subversión. La gente es la que provoca laviolencia, a ver ¿para qué salen a la calle con coche si saben que se losvan a robar? Además es usted una emisaria del pasado, ¿me puede decirpor qué menciona en su pastorela noticias del año 1995?

Juana: Sólo lo hice para fundamentar el argumento históricamente.Procuradora: Ya lo ve, para fundamentar, usted lo ha dicho, y luego

dicen que nosotros somos los fundamentalistas. (Aparece Zedillo en lapantalla grande con la declaración que haya dado a los periódicos ese día y “Larecuperación económica no sólo es un buen deseo, también es un sueño guajiro:Zedillo”.)

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Jesusa Rodríguez

Juana: Por cierto, madre, quién es este señor Zedillo, que ya nadie seacuerda de él.

Procuradora: Fue un funcionario del régimen pasado, pero murióasesinado por su esposa y como su nombre empieza con zeta, pues losarchivos computarizados ya no lo registran actualmente.

Juana: ¿Y qué fue del subcomandante Marcos?Procuradora: Su causa perdió sentido, pues afortunadamente logra-

mos exterminar a todos los indios del país y el movimiento zapatista sevolvió obsoleto. Pero ultimadamente aquí el interrogatorio lo hago yohermana.

Lysi: Exijo que se respeten los derechos humanos de mi defendida.Procuradora: La Comisión de Derechos Humanos ya no existe licen-

ciado, ése fue uno más de los excesos del régimen salinista. Y para que sele quite, acaba usted de perder su bono vacacional, su aguinaldo, y sucobijita de fin de año. (El licenciado vestido de virreina se desespera y llora.)Lo ve, ya hizo llorar a la virreina, está usted despedido licenciado.

Lysi: (Ríe con la confusión.)Juana: Está bien, madre, quisiera saber de qué se me acusa concreta-

mente.Procuradora: Usted pone el nacimiento del Mesías en vivo y en di-

recto y eso pertenece a la intimidad de las personas humanas según elartículo 30 del reglamento y además incluye en esta escena un desnudointegral con el objeto de atraer público morboso y obtener mejores divi-dendos.

Juana: Pero, madre de ninguna manera, yo nunca puse un desnudointegral.

Procuradora: ¿Cómo de que no? Veamos la escena del pesebre. (Seescenifica el portal navideño y el cuadro clásico de la Virgen y el Niño) ¡Ya love, el Niño está totalmente encuerado!

Virreina: Bueno, pero es un bebé.Procuradora: Bebé o lo que sea de todos modos le cuelgan sus por-

querías.Juana: Madre, pero es que la ciencia médica aún no avanza lo sufi-

ciente, le juro que aún no se visten Niños Dios intrauterinos.Procuradora: Pues no ha de ser tan difícil, es como armar barquitos

dentro de una botella.Juana: Ortiz Monasterio ya lo intentó y parece que van tres pacientes

que se le pelan, ya ninguna virgen quiere someterse a la operación.

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argüende

Procuradora: Pues yo lo siento mucho, pero esto es una obscenidad.(Arrebata al Niño de los brazos de la Virgen y lo apuñala en el escritorio de SorJuana.) ¡Oh! el cadáver de un niño en su escritorio, hermana, y atravesadocon su plegadera; hermana, es usted una asesina confesa.

Juana: No, yo no lo maté. (Al licenciado.) Usted es testigo licenciadoy tú también Lysi, tu viste que yo no fui.

Procuradora: ¿Cómo que licenciado, qué pasa aquí?Licenciado: Yo le voy a explicar, estas pinches lesbianas me obliga-

ron a vestirme así.Juana: Retire inmediatamente lo de pinches.Licenciado: Ya ve como son los homosexuales, me dijeron que si no

me vestía de virreina me obligaban a ir al programa de Hoy con Daniela.Juana: Mentira, él aceptó por dinero.Licenciado: ¡Cállese pinche monja!Lysi: ¡Oigame, es la Décima Musa, el Fénix de América!Procuradora: Ésa no llega ni a guajolote de Amecameca. Así que

podemos añadir complicidad y encubrimiento además de estar empu-jando funcionarios públicos al camino de la prostitución y el travestismo.No, señoras, pos ora sí ya se las cargó la Inquisición. Como dijo el licen-ciado Garay: “Por mi razzia hablará el espíritu”.

Juana: Lysi, Filis, yo ya estoy perdida, pero tú aún puedes salvarte.Virreina: ¡Ah, no!, a mí el Tribunal del Santo Orificio me va a oír.(Canta.)

PLANCARTE

Letra: recopilación de Jesusa Rodríguez y Liliana Felipe.Música: Liliana Felipe.

Hoy es domingo se casa Piringocon una señora que no tiene tetas,que fuma dormida que sueña al revés,que cuando se baña se ensucia los pies.

Estaba con su sobrino el arzobispoy estaba su sobrino un poco chispopero además de chispo estaba acedoy soltó una cosa que decir no puedo.

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Y díjole a su sobrino el arzobispo:Plancarte, vete con tu música a otra parteporque en el regio reino arzobispal,la música de viento suena mal.

Estaba el cardenal más bien absortopensando en los horrores del aborto,pero además de absorto estaba pedoy soltó una cosa que decir no puedo.

Y díjole a su amante el cardenal:Plancarte, vete con tus fetos a otra parteporque en el coto del cardenaliciosalvar a las mujeres es un vicio.

Estaba el Papa haciendo una tortillay pelaba la papa de maravilla,pero los huevos los echaba enterosy soltó una cosa que decir no puedo.

Y díjole el tubérculo a ese Papa:Plancarte, vete con tu encíclica a otra parteporque en el regio reino vegetal,la mística barata suena mal.

Pélame la papa le dije al Papay el Papa me la pela, me pela la papa.Me pela la papa, el Papa me la pela¿Quién pela la papa? El Papa me la pela.

Procuradora: (Arremete contra la virreina y le asesta un fuerte golpe en lacabeza con el enorme volumen de Athanasius Kircher.) Licenciado, encierre aesta mujer en el pabellón psiquiátrico Porfirio Muñóz Ledo. (Sacan a ras-tras a la virreina.)

Juana: (Llorando.) Filis, Lysi, adiós amada mía y recuerda: ser mujer,ni estar ausente, no es de amarte impedimento; pues sabes tú que lasalmas distancia ignoran y sexo.

Procuradora: Y usted, enemiga de México, dése de santos que la va-mos a dejar pudrirse en Almoloya. He aquí la sentencia que dicta elSagrado Tribunal:

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Edicto

Nos, los inquisidores panistas contra la herética pravedad y apostasíadeclaramos:

Queda prohibida In Totum la comedia denominada “Pastorela vir-tual” de la monja jerónima Sor Juana Inés de la Cruz. O mejor se prohíbela obra In Tototototum Piarum Aurium de la mencionada monja. Y quedanprohibidas por el Santo Orificio en cualquier idioma, aun para los queno saben leer, o séase en audiolibro; y no se pueden traducir ni imprimirni pirograbar so pena de Excomunio Ipsofacto Incurrenda. Y quedará lasusodicha monja bajo custodia dedicando todo su tiempo a escribir lashagiografías de los santos: San Enrique Krause, San Raúl Velasco y SanJorge Serrano Limón.

Asimismo, se condena para que se prueben en ella para saber siaún funcionan todos los instrumentos de tortura de la exposición queaún se encuentra en la escuela de medicina y que ha sido expropiada pornuestro partido en beneficio de la moral y las buenas costumbres denuestro país. Nos por la gracia de Dios.

México siempre fiel. Partido reAcción Nacional.(Sale.).

Juana: (Desesperada.) ¡Dioses!, ¿y éste es el cambio democrático queesperábamos? Hemos pasado de los dinosaurios priístas a los trilobitesfundamentalistas. Pobre de México en manos del PAN y no el pan en lasmanos de México. La peor tortura es haber perdido la esperanza. Escribi-ré mi epitafio:

“Yo Juana Inés de la Cruz ratifico mi versión y firmo con mi sangre,ojalá toda se derramara en beneficio de la verdad. Suplico a mis amadashermanas se apiaden de este país y no voten por el PAN ni por el PRI. Yo,la peor del mundo: Juana Inés de la Cruz”.

Condenada a perpetuidad, Sor Juana terminó sus días en la cárcelde Almoloya, mientras que Raúl Salinas y Mario Aburto fueron libera-dos al demostrar su inocencia. Para finalizar escucharemos la opiniónque algunas autoridades morales de nuestro país expusieron a propósi-to de la monja jerónima.

Raúl Salinas: Se conoce que Sor Juana era el alias de Arturo Navarro“El Aguacate”.

Carlos Salinas: Ya se los había dicho, esa monja es una corrupta.Zedillo: La tenemos plenamente identificada.

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Mario Aburto: La monja es ojéis.Profesor Hank: Ora sí agarraron a un pez gordo.López Portillo: ¡Ya vistes [sic] Margarita!Azcárraga: Todas son iguales, pinches viejas.Fidel Velazquez: ¡Jija!

FIN

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Los sexos de Miller

Letra: Henry MillerAdaptación de Liliana Felipe

Música: tercer preludio de Bach adap. L. F.

Hay sexos que se ríen y sexos que no hablanhay sexos hitéricos en forma de ocarinashay sexos que comienzan casi siempre en la cocina.

Hay sexos lujuriantes y sexos navegantespreparados como yates pa’que gocen desde enanteshay sexos masoquistas que se cierran como ostrasy tienen conchas duras y quizá una perla o dos adentro.

Hay sexos puercoespines que sueltan púasy agitan banderitas de navidad.Hay sexos caníbales, hay hay sexos ditirámbicoshay sexos que estornudan y nomás siembran la duda.

Hay sexos religiosos que huelencomo los adventistas del séptimo díay están llenos de abalorios y migas de pan.

Hay sexos telegráficos que dejan la mente comocódigo morse: punto y raya.

Hay sexos políticos saturados de ideología.

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Colaboraron en este número

Marta Acevedo. Periodista, editora y abuela. Creó el proyecto “Rinconesde lectura” de la SEP pensado para promover la lectura como una activi-dad placentera.

Gladys Acosta. Socióloga y feminista peruana radicada en Colombia.

Carlos Aguirre. 1948. Artista visual.

Lorena Alcaraz Minor. 1964. Mexicana. En 1988 decidió dedicarseprofesionalmente a la fotografía y desde entonces ha realizadofotorreportajes y retratos para diversas personas e instituciones. Actual-mente imparte clases en la Universidad Intercontinental y realiza traba-jos de retrato y de fotografía construida en estudio.

Lourdes Almeida. 1952. Estudió fotografía en Florencia, Italia. Desde1981 ha presentado 41 exposiciones individuales en México y desde1978 ha participado en más de cien exposiciones colectivas en México,Estados Unidos, Europa, Asia y Africa.

Enid Álvarez. Puertorriqueña, egresada de la Universidad de Puerto Rico,estudió la maestría en la Universidad de Massachusetts, Amherst. Escandidata a doctora en la UNAM con una tesis sobre Augusto Roa Bas-tos.

Patricia Arias. Chilena, naturalizada mexicana. Maestría en nntropologíasocial en la Universidad Iberoamericana. Doctorado en geografía y urba-nismo en la Universidad de Toulousse, Francia.

Michèle Barret. Feminista inglesa. Enseña sociología en la Universidadde la Ciudad de Londres. Editora asociada de New Socialist y miembrodel colectivo que produce Feminist Review.

Marisa Belausteguigoitia. 1958. Maestra en letras. Está realizando un

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colaboradores

posgrado en estudios culturales en Berkeley.Alessandra Bocchetti. Feminista italiana, fundadora e integrante delcentro Virginia Woolf en Roma.

Flora Botton Beja. Directora del Centro de Estudios de Asia y Africa deEl Colegio de México. Especialista en estudios de China. Mucho de loque ha publicado tanto en libros como en artículos se refiere al tema de lamujer y la familia china.

Alejandro Brito. 1957. Historiador. Director de Letra S, suplemento men-sual de El Nacional.

Gloria Careaga Pérez. 1947. Psicóloga social, coordinadora del Area delPrograma Universitario de Estudios de Género, UNAM. Fundadora e in-tegrante de El clóset de Sor Juana.

Rosario Castellanos. 1925-1974. Escritora mexicana. Autora de novelasque tratan la situación de los indígenas en Chiapas y de ensayos sobre lacondición de la mujer (Mujer que sabe latín). Su tesis de maestría en Filoso-fía fue sobre “Cultura femenina”. Su obra poética está reunida en Poesíano eres tú.

Adriana Cavarero. Feminista italiana, estudió filosfía en Padua. Trabajaen el Instituto de Filosofía de la Universidad de Verona.

Rolando Cordera. 1942. Economista. Es autor de varios libros sobre mo-vimientos sociales en México y actualmente es conductor del programade televisión Nexos.

Marina Fe. Maestra en letras modernas, traductora y profesora de laFacultad de Filosofía y Letras.

Liliana Felipe. 1954. Argentina, música, cabaretera y agricultora.

Oweena Fogarty. 1952. Aunque es norteamericana de origen, dice habernacido espiritualmente en México. Debido a que tiene 20 años radicandoen este país es considerada como fotógrafa mexicana.

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Francesca Gargallo. Escritora italiana radicada en México. Feministamilitante. Estudió filosofía y estudios latinoamericanos. Ha publicadolibros de relatos y poemas.

Lucero González. 1947. Oaxacolandia, doble aries, socióloga, feministay fotógrafa.

Elizabeth Gross. Doctora en filosofía. Da clases en la Universidad deSidney.

Patria Jiménez. 1957. Nació en Venado, San Luis Potosí. Activista delMovimiento Lésbico Feminista desde 1979 y actualmente es la coordina-dora del El clóset de Sor Juana y coordinadora de la Región de AméricaLatina y el Caribe de la Asociación de Lesbianas y Homosexuales (ILGA).

Clara Jusidman. Mexicana. Es coordinadora del Grupo Interdisciplina-rio sobre Mujer, Trabajo y Pobreza, y fue miembro del Secretariado Técni-co del Comité Nacional Coordinador para la IV Conferencia Mundial dela Mujer, directora general de Asesores Jusidman y Asociados.

Marta Lamas. Antropóloga y periodista. Directora de GIRE.

Mónica Mansour. Escritora mexicana; maestra en Letras por la UNAM,se dedica a la crítica literaria, la investigación y la traducción. Autora devarios libros de poesía. Su primera novela es En cuerpo y alma, Planeta,México, 1991.

María Consuelo Mejía. 1950. Antropóloga con maestría en estudios lati-noamericanos. Es investigadora del Centro de InvestigacionesInterdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM y directorade Católicas por el Derecho a Decidir. Además, es feminista, está casaday es madre de un niño y una niña.

Salvador Mendiola. 1952. Escritor, su último libro: con Ma. AdelaHernández Reyes, Manual de apreciación cinematográfica. Es profesor en laFacultad de Ciencias Políticas y Sociales, y en la ENEP-Aragón, UNAM.

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colaboradores

Patricia Mercado. 1957. Estudió economía, es integrante de Mujeres enAcción Sindical (MAS) y fundadora de el Grupo de Información en Re-producción Elegida (GIRE).

Luisa Muraro. Se graduó en filosofía en la Universidad Católica de Milány trabaja en el Instituto de Filosofía de la Universidad de Verona. Hapublicado, entre otras cosas, La signora del gioco, Feltrinelli, 1976 yGuglielma e Maifreda, La Tartaruga, 1985. Vive en Milán.

Joyce Carol Oates. Escritora norteamericana.

Olga Pellicer. Realizó un posgrado en ciencia política con especializa-ción en relaciones internacionales. Tiene el rango de Embajadora y ac-tualmente es la directora general del Instituto “Matías Romero” deEstudios Diplomáticos.

Carlos Pereda. Investigador en el Instituto de Investigaciones Filosófi-cas de la UNAM. Ha publicado Debates, Conversar es humano, Razón e incer-tidumbre, Vértigos argumentales: una ética de la disputa.

Sandra Pérez Nieto. 1967. Mexicana. Actualmente se dedica a la foto-grafía de arquitectura y desarrolla proyectos personales.

Anne Phillips. 1950. Doctora en ciencias políticas. Da clases en el Poli-técnico de la Ciudad de Londres. Autora de Divided Loyalties: Dilemmasof Sex and Class.

Amalia Rivera. Licenciada en letras hispánicas. Editora en La Jornada ycolaboradora de la Doble jornada.

Jesusa Rodríguez. 1955. Actriz y directora de teatro. Fundadora de lacompañía Divas, A.C. Su verdadera profesión es conductora de eventosde solidaridad y su verdadera vocación es jugadora de póker.

Concepción Ruiz-Funes. Estudió filosofía y letras. Maestra en literatura.Investigadora de la Dirección de Estudios Históricos del INAH.

Bia Sarasini. No tenemos datos.

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María Luisa Tarrés. Socióloga chilena radicada en México.

Amelia Valcárcel. Doctora en filosofía y profesora de filosofía moral enla Universidad de Oviedo.

Isabel Vericat. 1943. Licenciada en derecho; psicoanalista.

Li Xioajiang. Profesora en la Universidad Normal de Zhengzhou en la pro-vincia de Henan. En 1985 inició el primer Centro de Estudios de la Mujeren China y desde entonces ha sido promotora de esos estudios. Haescrito numerosos artículos y ha supervisado la publicación de al me-nos veinte volúmenes sobre el tema de la mujer. Ha recibido variosreconocimientos y becas.

Ángel Xolocotzi Yáñez. 1969. Estudió filosofía en la UNAM, actualmentetraduce textos de Heidegger.