las andanzas del abuelo juan

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Historias contadas por Juan de Dios Molina Rivas

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Créditos:

Contador de Historias y dueño de sus Recuerdos:

Juan de Dios Molina Rívas (1925)

Aporte financiero para este proyecto: Jesús María Molina

Entrevista:

Eduardo Concepción, Jesús María Molina Lacruz y Jorge Alberto Molina Suescún

Redacción de Textos:

Eduardo Concepción

Corrección de textos:

Nora Lobo, Jorge Molina

Las Fotos fueron tomadas y/o cedidas gentilmente por:

Aida Molina, Otilia Molina y Jorge Molina

Depósito Legal:

ISBN:

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Las andanzasdel Abuelo Juan…

Eduardo Concepción

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LAS ANDANZAS DEL ABUELO JUAN…

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Prólogo

Los Recuerdos deJuan de Dios Molina Rivas

Tener un abuelo de 90 años tan lúcido y que recuerda con detalles sus vivencias es un privilegio que no todos pueden tener, es por eso que en conspiración con el Tío Chuy Molina hemos querido recoger en esta obra escrita para que todos los descendientes de Juan de Dios Molina Rivas, tanto los de hoy como los que aún están por nacer tengamos conciencia de lo que fue su paso por la vida, su historia, vivencias y cosas que marcaron su existencia…

Esta obra escrita, es el tamizado de una entrevista realizada a Juan de Dios Molina Rivas, por Eduardo Concepción apasionado por la cultura popular entre el 14 y el 16 de febrero de 2015 colaboraron también en la entrevista, el tío Jesús María Molina y Jorge Molina.

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El nombre de Juan para los antiguos habitantes de Mucuchíes1 podría estar relacionado con el uso de ese nombre en la tradición española ya que los fundadores de Mérida fueron Juan Rodríguez Suárez, conocido como el Capitán de la Capa Roja que fundó Mérida en la actual Lagunillas y Juan Maldonado, otro español, y la arrimó un poco más arriba y la mudo hasta donde hoy está; más frío y más cerca de las montañas nevadas. Pero también está relacionado con la tradición perdida en nuestros Andes de colocar el nombre del neonato al correspondiente de santoral católico el día del nacimiento.

Es por esta razón que al nacer un 24 de junio el niño fue bautizado como Juan de Dios Molina que en la cédula dice 23 de junio, tal vez el nacimiento se produjo entrada la noche ya amanecer del 24 de junio, día de San Juan Bautista.

Y de dónde vienen los Molina?, cómo llegaron al Pedregal?

Dice Juan de Dios Molina, que habiendo venido de lejos, la hija de Bárbara Molina, mujer de mucho carácter muy brava como Doña Bárbara, quien se caracterizaba por que lo que decía se cumplía. Su nombre fue María Antonia Molina, vino a trabajar a casa de Don Pedro María Sánchez, estando en sus labores, por un descuido quedó embarazada del patrón y dio a luz a José Agustín Molina (Su padre) quien fue el que regó el gen Molina a estas zonas altas del Pedregal, y es aquí que un 24 de junio, por la gracia de Dios comienza esta historia que seguirán contando los descendientes de Juan de Dios Molina Rivas.

¿Y qué es lo más bonito de su vida abuelo?

R. La vida misma.

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Y ¿Cuál es el secreto de la buena salud, como es que usted llegó a los 90 con tan buena salud?

R. 1. No trasnocharse,

2. No abusar mucho de las mujeres, solo tal cual vez, jeje,

3. No beber tanto Miche, porque el miche que hace mas mal el primero y el último, el primero porque le abre el apetito y el último es el que lo remata a uno.

Y que es lo más importante en la vida abuelo? Saber vivir, no se necesita que uno tenga plata ni nada si no saber vivir, y aceptar lo que va viniendo.

Jorge Molina.Mérida, 24 de mayo de 2015

1 Mucuchíes (Su nombre completo es Santa Lucía de Mucuchíes.Mucu, “lugar, sitio” y Chía, la diosa luna.)

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El Principio…

Mi nombre es Juan de Dios Molina Rivas. Nací el 24 de junio de 1925 en el Pedregal, San Rafael de Mucuchíes. El 24 de junio es el día de San juan.

Papá se llamaba José Agustín Molina agricultor y mamá María de los Ángeles Rivas.

Pedro María Sánchez se llamaba el papá de mi papá, hombre de platica, el era un Don, con muchas tierras por aquí, y la mamá de mi papá María Antonia Molina…Bárbara Molina la mamá de mi abuela María Antonia, no la conocí, sólo la oí nombrar…

Por otro lado están: Felipe Rivas y María Victoria Sánchez de Rivas que fueron mis abuelos maternos.

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Estando yo chiquito mi abuelo Felipe siempre iba a verme a la casa. Usaba un sombrero grande, de ala grande, de esos de antes y que hacían ellos mismos, de cogollo…Era un hombrote, grande él, más o menos, doblecito. Papá era un hombre muy recto, de manos grandes…

Antes había molinos de trigo, que ahora no hay, los demolieron

todos ya, el finao Nemecio Rivas tenía un Molino en el Pedregal, y Don Asunción Rivas era rico y le dejo tierras a mi mamá, donde está la casa grande.

El Pedregal...

Mi niñez transcurrió en El Pedregal jugando con carritos hechos de lata de sardina, “Cuando Gómez”, como dice la gente. El Pedregal eran casitas de cimientos de piedra y después de tapia, o sea de tierra…todavía se pueden ver los cimientos de piedra de la casita donde me crié. Muy poquitas casas había en esos años, antes de 1935 ¿La Casa Grande? La de Francisco Castillo. El agua llegaba por acequia, no había tuberías, no había cajas de agua, era semiplano, no era un cerrito. En la casa paterna conseguimos una “manita” como a una cuadra de distancia, entonces bajaba el agua por una

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zanjita y uno le ponía un “chorro” y aparaba el agua…Una “manita” es un naciente de agua. Se llenaba una vasija con agua la llevaba uno a su casa y volvía pa’ llenar de nuevo la vasija. Cuando uno hallaba una parte húmeda en la tierra, se le sembraba un coco y al tiempito brotaba el agua.

A eso lo llaman Pedregal porque es puras piedras, piedras grandes que algunas había que moverlas entre varios hombres y con palanca, pero entre las casas los caminitos eran de tierra. Las casas muy distantes unas de otras, muy poquitas casas…No había luz eléctrica y se alumbraba uno con resina o con velas, lamparitas de querosén… ¡Siempre el hollín presente! Se cocinaba a leña, en fogón. Se iba a buscar leña en bestia, llegaba uno y buscaba las matas, las que estaban secas, las tumbábanos, se trozaban y se hacían unos bultos de leña, amarrados, leña de “colorao” y de “huesito”. Se ponía un bulto por un lado y otro por el otro lado del burro. Yo iba muchas veces…Una vez se me vinieron los

A la casa paterna le decían el “Lomito del Pedregal”, porque eran

tierras planas.

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burros de allá del Hoyo, del “Hoyo del Caballo” y los alcancé corriendo. A mi me enseñaron a buscar leña desde chiquito, desde pequeñito.

Como de nueve años ya estaba uno buscando leña, que era una de las cosas más difíciles; si no había leña no había comida. Había que buscarla en el páramo del Caballo, que está como a hora y media y otra hora y media para volver. Unas cuatro veces a la semana había que ir por leña, dos veces al mes que son cuatro cargas, eso duraba bastante. ¿La bosta de vaca? No, no se utilizaba mucho la bosta de vaca para fogón porque curtía las casas, era mejor la leña de “colorao”, esa sí era una buena leña. “Colorao” es un árbol, grueso…el “romero” también, uno la quebraba y volvía a los 15 días cuando ya estaba seca y hacía sus bultos de leña rapidito…el “Huesito” también era un árbol que crece bastante. Había veces en que descargaba la leña y me iba al llano del hato, a traer papas. A veces había que quitarle una arroba a la carga porque pesaba mucho pa´la bestia…una arroba son 12 kilos. La leña era una tarea de los varones, las hembras no hacían eso.

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Antes el camino a Mérida era de tierra, no había asfaltado…Uno se tardaba todo el día para llegar de Mucuchíes a Mérida, en veces nos quedábamos donde Juan Antonio Lacruz en Tabay. Cuando tenía como nueve años fui dos veces con papá a Mérida… ¡En bestia, que era lo que había!... Yo era como el compañero de él, íbamos al mercado y había que quedarse en Mérida, para no echarse el viaje de regreso el mismo día. Lo que había que traer lo traíamos de Mérida…lo que se necesitara en la casa, panela…todo lo que se necesita en el hogar. Mérida era una ciudad, toda una ciudad, ¡Cómo lo fue la Mérida vieja y cómo lo es la actual!

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Mérida 2015fuentewww.mintur.gob.ve

Mérida 1900fuente: www.fpolar.org.ve

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El Fogón…

El fogón eran tres piedras que llamábamos “tuyuyuy”. A esas piedras las enterrábamos un poquito y se le ponían la olla encima…También a las piedras la llamaban “topias”…El fogón se ponía en un sitio específico de la casa que uno siempre rodeaba por el frío, como era calientico uno se sentaba alrededor del fogón para calentarse. Antes el frío era fuerte en el páramo, ahora menos porque hay más gente y más casas. El humo de la leña, del fogón, es malísimo…el humo se encerraba en las casas, se llenaba la cocina de humo y a veces el viento no dejaba que saliera de las casas porque las chimeneas no daban abasto. Eso provocó enfermedades sobre todo a las mujeres que eran las que más expuestas estaban al fogón. A la mujer mía el doctor le pregunto: “Ud. fumaba”…“No nunca doctor, ni tener siquiera un cigarro en la mano”…le dijo ella. “Pues usted tiene los pulmones como si fumara cigarrillo.”… le contestó el doctor.

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Lo más que se comía en esa época, de pasaje, era huevo, sardina y “pescao”. Don José Torres traía de Barinas un pescado amarillo muy bueno…La sardina se compraba por cajas, que eso era muy barato, a real la lata y por eso es que yo era muy “alentao”, porque yo comía mucha sardina… ”Alentao” es que no llegué a estar enfermo, una persona sana. Por eso es que a mí me preguntan ¿”Cómo fue la juventud suya, usted tan “alentao”? Yo contestaba: “Bueno hay que cuidarse, tener mujer, pero no mucho; no tomar, no trasnocharse, no abusar”.

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¿La arepa? De trigo, siempre de trigo, bueno algunas pocas veces de maíz pero casi siempre de trigo. ¿La carne? Si se mataba un cochino salían una o dos latas de manteca, se dejaba una, 18 kilos, pa’ la casa, la otra se vendía. El cochino se ponía a secar se salaba y cuando se iba a comer se dejaba en agua de un día para otro para que soltara la sal, no había nevera.. Cuando se rodaba una vaca por ahí y se mataba, se asoleaba la carne como al pescado seco, se le echaba sal y cuando estaba bien seca se guardaba en la casa, en un rincón o se colgaba en un saco donde le diera el viento…El “saní” es como granitos de mostaza, ese es un pasaje pero bien bueno…Saní sí hay, pero ahora no lo usan, eso es buenísimo, se le pone a la papa y es muy bueno, un sabroseador. Picante también comíamos mucho, para la carne, para la papa…Todavía como mucha sardina… ¿Pasaje? Pasaje es lo que se le pone a una arepa, si a una arepa se le pone perico o sardina o lo que le pongan adentro, ese es el “pasaje”.

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Mis padres eran agricultores, pero en esa época no había quien comprara la papa, tampoco había quien comprara el trigo porque todo el mundo sembraba trigo. Uno iba pa´ Barinas con una carga de papa y la gente decía eso es mucho, porque en las ciudades la gente compra la papa por kilo, como un aliño, por más nada; en el campo no, en el campo un obrero se come una platada de papa con sardina, con perico…La plaga vino cuando empezó la gente colombiana a sembrar papa y a echarle veneno. Aquí no se conocía el gusano, antes la plaga que había era la rosquillita y el iguá, más nada…El iguá no le hacía daño a la cosecha para nada, donde había iguá más bien se daba mucho la papa.

Se comía mucho trigo en Mucuchíes, yo mismo cosechaba trigo. Nosotros teníamos una “era” encima de la casa y ahí trillábamos el trigo…Una “era” es una cosa redonda como esta mesa, acercada por los lados y ahí trillan las bestias de uno…También está el cajón donde se mide el trigo, el “palito”, que carga como 12 kilos, o sea una arroba. Buenos molineros en el páramo, el finado Nemesio, por ejemplo…Juan Ventura y Antonio Pérez, alguien por ahí los llama los “últimos molineros”… Miguel Uzcátegui y Ramón Gutiérrez, molineros también…

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En algún momento dejamos de cocinar con leña y empezamos a usar el querosén con las cocinas esas que tenían un depósito para echarlo…Yo cargué mucho querosén de Mene Grande para acá…18 bolívares la pipa de 200 litros…En los años ’50 se usaba ya el querosén pero no en depósito sino una gotica que le echaban a la leña pa’ prenderla, después fue que se empezó a usar las cocinas a querosén y luego vino el gasplan…pero no había servicio de gas para el páramo.

Mis padres tenían telares y vendían las cobijas… mamá era la que tejía… yo aprendí a tejer mirando, uno aprende mirando. En el páramo había gente que hacía las herramientas, había herreros que hacían las rejas y las escardillas, los garabatos… El finado Juan Antonio, en Tabay, tenía un tejar, hacía tejas para vender…

Una vez le compré mil tejas…

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Frío…

El frío siempre duro…uno siempre andaba abrigado. Nevadas en julio y agosto. Uno se arropaba bien, se abrochaba hasta el cuello… ¿Para bañarse? En un chorro, con agua fría…Cuando íbamos pa’ la “Cañada de la Muchache” represábamos la quebrada y hacíamos una lagunita, un pozo y ahí nos bañábamos. Las mujeres se vestían con un vestidito más debajo de las rodillas y otras hasta debajo de los tobillos…Ahora no, ahora andan sin sostén por ahí…Mi mamá usaba vestido largo, los niños pantaloncito ponchito, así, por las rodillas…pantalón largo cuando uno era grande ya, de 15 años pa’arriba…antes de los 15 años pantalón corto todos los muchachos. La mayoría de la gente se hacía su propia ropa, mamá nos hacía la ropita…la tela era gruesa y se compraba donde Don Enrique… Había pana y caqui…los interiores eran

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de cotón, una tela muy gruesa, por costumbre le decíamos cotón, de seguro era importada…Y también se usaba mucho la “Carpeta” marca “Mucuchíes”. La “carpeta” era una ruana. La gente que no tenía posibilidades se ponía su cobijita hecha en su propia casa, con lana de ovejo. El que podía usaba su “carpeta”, siempre de dos colores, azul marino y rojo y la fabricaba la difunta Ana Julia. Se compraba la “Baeta”, que era una tela importada ella le hacía el hueco y le ponía el cuello. También muchos suéteres manga larga de lana de oveja…Se usaban alpargatas, zapatillas. Los hombres usaban sombrero, yo usé mucho sombrero “Borsalino”, costaba 60 bolívares un “Borsalino”. Las mujeres se peinaban en los años 30 y 40 con la carrera por el medio y con crinejas… ¡Y la carpeta con el color azul hacia afuera!

Yo iba mucho a la Mesa del Caballo, a veces lo agarraba a uno la noche por allí. Yo no creía mucho en espantos, cuando uno se muere está donde Dios lo pone. Si usted está en un sitio que no conoce y ve una vaina negra usted dice “un espanto”. Una vez vi un perro que echaba chispa y ni corto ni perezoso me metí pa’ mi casa…Muchas veces uno llegaba a ver un cocuyo, como una luz en una casa y decían que era un entierro…

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Pa’ Maracaibo…

A los 12 años me fui para Maracaibo con permiso de papá donde una tía que tenía allá de nombre Indalecia Molina…Rápido conseguí trabajo en la Jabonería Boulton pero no me gustaba porque se ganaba muy poco y había que caminar mucho. Entonces le dije a Antonieta, otra señora allá, “Mire Antonieta, yo no estoy amañado nadita allá en ese trabajo, yo quiero que me ayude a buscar otro trabajo. “No vaya a trabajar mañana”, me dijo, ”Mañana vamos donde Don Carlos en la plaza Bolívar, yo le voy a conseguir trabajo”… Y fue donde Don Carlos y él dijo “Sí, cómo no… ¿Y el muchacho? “Aquí está, viene de Los Andes” dijo ella…” ¿Y usted ha trabajado en negocio como de pulpería? “Negocio como el suyo aquí, no”, le dije. “No importa, ¿Sabe leer? “Sí”, le dije… “Mire, un muchacho así sano es que yo deseaba conseguir, le doy las gracias porque me lo trajiste Antonieta”, hablaba al mismo tiempo con Antonieta y conmigo. “Cómo no, yo le doy trabajo…y el trabajo suyo va a ser ayudarme aquí y traer la comida para los dos desde la casa que queda a dos cuadras de distancia”.

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Don Carlos era maracucho y decía que con él el trabajo era recio. El negocio era un hotel, con bodega, licorería, todo eso. Una vez don Carlos me dijo: “Suba al cuarto piso y lleve esto al alemán”, uno hospedado allí…Cuando llego a la habitación había un reguero debajo de la cama y el alemán me empieza a hablar en su idioma y yo entiendo es que quiere que arregle eso ahí, después viene y me ofrece dos “fuertes” por el trabajo y yo le digo “No, no puedo aceptarle esos dos “fuertes”, pero si usted llama a Don Carlos y le dice que me está dando ese dinero, así sí”. Entonces cuando vuelvo Don Carlos me dice “Oye, pero tú hablas alemán, que le dijiste al señor que no aceptabas el dinero”, tú sabes, por señas fue la cosa, porque yo no iba a tener tanta plata ahí que Don Carlos creyera que lo estaba robando…”Así es como a mí me gusta”, siguió Don Carlos, “¡Una persona honrada!” ¡Así eran las cosas en esos tiempos!

Yo estaba muy amañao en ese trabajo, ganaba bien y tenía la

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comida, pero sólo duré 8 meses. Un día llegó un telegrama que me viniera a Mérida porque papá estaba muy mal, que si quería verlo por última vez que me viniera…A las 4 de la tarde recibí el telegrama y a las seis salí de Maracaibo, me vine por tierra, cruzando el lago en ferry, el “Catatumbo” y el “Coquivacoa”, dos ferry de la línea “D Roja”. La primera planta del ferry era para los animales, caballos, ovejos, reses, de todo en esos barcos. La segunda para la gente.

(Foto de Panorama, 21 de enero de 1939. El Coquibacoa navegando en el río Sabin Texas, probando los motores y poniéndolos a punto)

Llegué a Valera, que hasta ahí era que llegaba el bus y agarré otro y llegué a la casa y estaba papá muy malo ya. El médico llegó en la tarde y se fue en la madrugada y me dice “Tú eres muy incrédulo, tú no crees en lo que yo estoy haciendo, pero me vas a acompañar, sino tienes miedo”…Le dije que estaba bien que lo acompañaba. “Lávese una copa, lávela bien y me la trae, vaya y ponga agua cristalina, vaya y ponga en una parte lejos y cuando yo le diga me la trae…Y se la traje y tenía como unos cigarrones…Y se mejoró…Se mejoró papá, mira…No murió, de eso no murió”…Y el compañero del médico, un muchacho como de 17 o 18 años, me dijo que me iba a

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regalar un puñal y para donde yo ande lleve ese puñal que no me iba a pasar nada. Entonces una vez estaba yo viendo un negocito ahí en la casa de la comadre Lucina y el señor Avelino, meto el puñal bajo la almohada y un día llega la Guardia y me resquició todo y me consiguió el puñal, yo les digo: “Si usted supiera quién me regaló ese puñal no me haría maldad, me lo dejaría quieto, ese es mi compañero”…”No”, me dijo el guardia, “Eso está prohibido, ahora si quiere vaya a buscarlo al comando, que ahí se lo entrego”…No fui, ahí se perdió el puñal.

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Familia…

En la casa éramos cuatro varones y dos hembra: Fernando, Juan de Dios, Felipe y Albertina y los finaos Abraham y Rosendita… Yo fui a la escuela en San Rafael de Mucuchíes con los maestros Don Rafael Quintero y con Emilio Cadenas…Tres años apenas, hasta el tercer grado. Mi hermano Felipe si estudió más, yo no porque quería trabajar, yo veía la necesidad que había por todas partes…Se veía mucha escasez, mucha pobreza, el páramo era muy pobre, uno sembraba la papita y eso no valía nada…

La escuela era una casa de paredes de tierra, un salón para todos los grados…los maestros antes echaban mucha palmeta, muchos castigos físicos…Don Ramón Quintero era muy respetuoso en cambio otros maestros les gustaba mucho castigar, abusadores, les dirían ahora… Mi hermana Albertina iba a la escuela en Pedregal, con una hija de Don Benito Parra…Yo me iba a pie para la escuela en San Rafael, jugando con una ruedita y un palito y le daba y le daba hasta que llegaba.

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La escuela era una casa de paredes de tierra, un salón para todos los grados… los maestros antes echaban mucha palmeta, muchos castigos físicos…

Don Ramón Quintero era muy respetuoso en cambio otros maestros les gustaba mucho castigar, abusadores, les dirían ahora… Mi hermana Albertina iba a la escuela en Pedregal, con una hija de Don Benito Parra… Yo me iba a pie para la escuela en San Rafael, jugando con una ruedita y un palito y le daba y le daba hasta que llegaba.

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Matrimonio…

Yo me casé muy joven, a los 20 años y la muchacha tenía 17…Concepción Aurora La Cruz de Molina…Concepción casi no le decían, la llamaban Aurora. Ahorita los matrimonios no duran…yo duré 60 años con mi señora…Yo sé cocinar, eso es muy importante para un hombre…Es que yo quedé huérfano de madre a los 12 años...habíamos cuatro hombres en la casa, papá, mis dos hermanos y yo, mi hermana Albertina estaba muy pequeña; ese fue el motivo para yo casarme…Es que no quería ir ninguna mujer a la casa porque éramos cuatro hombres.

Mi señora esposa era de San Rafael de Tabay. Yo andaba por ahí buscando madera para vender en Mucuchíes cuando llegué a la casa de un tío de ella y le pedí que me diera posada y me mandó a la casa de ella y cuando llego salieron seis

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muchachas, todas encantadoras…Entonces le dije al señor que yo quería posada, que me dieran comida. Al otro día hablé con ella (Aurora) y me dijo que apenas me conocía, que habláramos cuando volviera del otro viaje. ¡A los seis meses nos casamos yo de 20 y ella de 17! Bonitos los ojos, atractiva, como lo eran toditas las otras también. El noviazgo muy poco hablado, era muy poco lo que hablábamos, porque la mamá, las chaperonas…”No pudimos hablar mucho porque no se puede, pero confío en su palabra y usted confía en la mía”, dijo ella…”Está bien” le contesté.

Aurora Lacruz

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Nos casamos en el pueblito de Tabay y el matrimonio fue en la casa del finado Juan Antonio La Cruz. No hicimos fiesta porque ellos eran muy estrictos. ¿Sabes qué hicimos? El padrino del matrimonio era Encarnación La Cruz que era ¡Muy parrandero!...Él estaba casado con una muchacha de ahí mismo y me dijo “Vamos a pará una fiesta en la casa de los suegros”, y allí fuimos a parar pero… ¡A mi esposa no la dejaron ir conmigo! ¡Siendo mi esposa!...Los padres me dijeron “Ella no va a fiesta” “Bueno, está bien qué se va a hacer… ¡Pero yo sí voy! les contesté”… ¡Muy buena estuvo la fiesta, música de guitarra y cuatro! Fui a su casa al día siguiente, pero no a buscarla…Cómo a los ocho días fue que me llevé a mi esposa para Mucuchíes. Aurora era una belleza de muchacha, ¡Muy bonita ella! El abuelo era italiano. Él tenía cuño de hacer billetes y no sé cómo supo que lo iban a poner preso y se fue a Panamá…Más nunca supimos de él…

Yo le decía a los muchachos del Pedregal “Yo no me voy a casar con una mujer de por aquí, la mujer mía tiene que ser de por allá, de por aquella neblina, como en Tabay… ¡Y así fue, me casé con una muchacha de Tabay!...

Por cierto, estando yo de 17 años tuve otra novia en Tabay. Eso fue en las fiestas de San Rafael. Entro yo a la casa de la señora Dolores, que me apreciaba mucho, y miro pa’ la sala y veo a una muchacha muy simpática adentro, conversando con Onofre Sánchez, el que tenía un almacén de ropa. Me echo pa’ tras y salgo a la calle y le digo a un muchachito “Mire niño, tome esta moneda y vaya y dígale a Don Onofre que lo están buscando en el negocio”. Y yo oyendo por la ventana, “Ay señorita, disculpe”, le dice Onofre, “Voy a ver quién me

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busca”. Él saliendo por el portón y yo entrando de una vez para la sala no se me fuera a ir la muchacha para la cocina. Y comienzo a hablar con ella, “Hola, cómo está, mucho gusto…¡ Y a la media hora le pasé a Onofre por el frente con la muchacha!...Y la hice novia mía, pero ella quería que me casara y yo le decía que no tenía nada, que ella sí tenía plata y que cuando me viera pobre me iba a botar, ella me decía que no, que lo quería era que nos uniéramos, nos casáramos y lo que se hiciera sería entre los dos…Ella lo que quería era atraparme, le tuve miedo, fue mi primera novia, la primera novia que valía la pena, pues. No he olvidado su nombre pero prefiero no nombrarla aquí, una muy buena muchacha, muy bien parecida, blanca, catira, ojos claros. Una vez su hermano vino de Caracas y quería llevársela para allá. Me pidió permiso para irse unos meses con su hermano. “Sí vaya”, le dije yo, no me molestaba porque yo no quería casarme todavía, apenas con 17 años. Total que en Caracas alguien le propuso matrimonio y me lo dijo por carta, me decía que no me preocupara que ella no me sería infiel. Yo le dije que se casara, que yo no era el hombre para ella porque yo no tenía las posibilidades y los hermanos de ella tenían camiones y otras cosas. “Bueno”, me dijo, “Te voy a hacer caso, me voy a casar”… ¡Y se casó!

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Ejército y Policía…

Por 20 días estuve en el ejército, 10 días en Mucuchíes y 10 en Mérida…En Mérida me dijo el compadre: “No, usted no va al cuartel, ya usted está casado. Vamos a hacer una cosa, para que usted no tenga problema, ni yo tampoco, el día que vayamos a ir yo le doy esta tarjetica para que se la lleve a su papá y él se ocupe de sacarlo a usted pa’ fuera”…Y así fue, papá le llevó la tarjetica al general Martínez y este a Don Ovidio Rojas. Justo cuando me llamaron estaba yo peleando con un tractorista de esos de la carretera de Barinas, y me dice el teniente: ¿“Usted es Juan de Dios Molina”? “¿Usted se casó y no sabía que estaba sorteado para el cuartel?” “No yo no sabía” le dije “¿Cómo qué no sabía? “Ahora tiene que ir a servir dos años”. “Con mucho gusto voy”, le dije al teniente, “Sí usted está aquí y es teniente, esto es una profesión…y

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puede ser que allá hasta cocine bien las caraoticas y me amañe y me quede en el ejército… Eso sí al prefecto de Mucuchíes lo destituyen porque él no me dijo que no podía casarme estando ya sorteado para el ejército, lo destituyen y me dan unos 200 o 300 bolívares para “sustención” de mi señora y yo la dejo con los suegros y yo voy y les cocino la caraotica y me quedo en el ejército” Je je je…me echó un regaño el teniente: “Usted como que tiene pereza de trabajar”…jejeje…

Yo fui policía porque antes había trabajado un año en otra cosa y cuando fui a cobrar yo más bien debía 10 bolívares…Me dije que más de un año trabajando y salgo debiendo…Estaba el primo mío de prefecto ahí en San Rafael de Mucuchíes y le dije y rápido me metió a policía, pero antes había que llamar a Don Ramón Quintero, el alcalde, y este dijo ¿“Molina? Sí, me suena ese nombre”…”Sí” le dije yo, “Molina Juan de Dios, de Pedregal, de San Rafael de Mucuchíes”…”Ah sí, pero yo voy a hablar con él” dijo el alcalde, “A él me lo voy a traer pa’ca, porque tengo ahí a un policía que no me gusta mucho, ahí en

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Mucurubá, pero mi primo le dijo “Mire Don Ramón, no me vaya a echar esa broma con mi primo, déjemelo aquí conmigo, que así cuando yo viaje a Mérida el me cuida la casa”, “Bueno está bien”, le dijo el alcalde, “Se lo dejo pero por unos meses nada más”…

Siendo policía uno tiene muchos cuentos. Una noche estábamos dos sargentos, Rómulo La Cruz y yo, y nos llaman: “Hay un hombre ahí que nos es desconocido y quiere tumbarle la puerta a Don Iguará. Salió del hotel y quiere tumbarle la puerta pa’ que le vendan licor…El finado Rómulo La Cruz le dice “’Tas arrestao” “¡¿Arrestao yo?!”, le dice el hombre, y del hotel a la esquina de la plaza de abajo bajaron peleando. Rómulo cae y enseguida el hombre saca una navaja y ya iba a cortar a Rómulo cuando vengo yo y le tomo el filo de la navaja con la mano, le doy por la cara y se va hacia atrás, ahí se paró y se me fue encima, pero de repente el hombre resbala y le mete la cabeza a la placa del piso y quedó liso ahí…botaba mucha sangre. Nos lo llevamos al calabozo, llego el alcalde el jefe de la policía…todos. En fin, cuándo el hombre despertó me pregunta “Mira, tú sabes quién fue que me dio ese golpe por la cara, que nunca en mi vida me habían dado tan duro” “La verdad que no sé” le dije, “Yo acabo de llegar”. El hombre nunca supo que yo le había dado ese golpe y volvió con abogado y todo. Total que al hombre no lo volví a ver más, pero si me quedó la marca, la cicatriz ahí en la mano y si yo lo dejo el hombre mata a Rómulo, el otro policía, y me mata a mí también…De Valera era el hombre. Rómulo decía “Gracias a Dios que yo andaba bien acompañado, que si no me mata”. De eso hace ya 60 años, porque Aurora estaba

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en los días de parir a Coromoto, mi hija, que ya anda por los 61 años, o sea que andaba yo por los 29 años de edad…¡Ocho bolívares diarios ganaba un policía!

Un compadre me dijo: “Mire compadre, trate de no golpear a la gente, póngale una “llave y tráigalo así”. Entonces un día llegó un hombre machista, de a caballo, y se metió en un negocio, a caballo, y vengo yo y lo agarro y le digo:

“Bájese de ese caballo”

“No me bajo, este caballo es mío”

“Este caballo es suyo, pero usted es mío y por mi cuenta”…Lo bajé del caballo y le eché una llave, con la misma lo agarré por la correa y llegó desmayado al calabozo…Qué cosa…

Por supuesto que Aurora nunca quiso que yo fuera policía. “Qué cómo va a hacer eso”, decía ella, “Qué mi papá y mis hermanos dicen que cómo es posible”. Mira, la policía, esos son la honradez del pueblo, sin policías eso fuera un desastre.

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Camiones…

Antes todo era muy barato, la comida era muy barata, a pesar de que ya teníamos el petróleo pero no lo explotaban como ahora. Empecé a trabajar, ya con el apoyo de mi señora, que estaba muy jovencita, consentida porque en la casa de ella había varias muchachas, no la ocupaban, consentida pues, entonces yo le dije “Venga mija a aprender cómo es qué se hace una arepa”, la enseñe y cuando teníamos el restaurant, la casa ahí al pasar el puente en la Mucuchache esa casa de dos pisos, ella atendía. Con nosotros trabajaba esta muchacha Ana Rosa, la hija de Carmelita…Nosotros estábamos muy amañaos con Ana Rosa. Llegaba mucha gente a esa casa de dos pisos, en la Mucuchache, más arriba de la capilla de piedra; teníamos negocio y teníamos restaurant. Después compré un camión con mi cuñado Luis, pero él no quería trabajar, él decía “No,

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con eso que nos ganamos esta semana tenemos para pagar tres letras”…Y yo le decía “No chico yo lo que quiero es trabajar, que sigamos viajando”…Yo había conseguido con unos amigos en Caracas que me decían los ayudara a salir de su mercancía…que estaban aboyaos…”Arroz hay pa’ que lleves si quieres dos camionadas a la semana. Cada vez que vengas me traes un viaje de panela y te llevas un viaje de arroz y ahí nos arreglamos, si tú me quedas debiendo no importa, si yo te quedo debiendo, bueno ok, yo te pago para que con la plata tú hagas otra negociación y vas y compras la panela y regresas y te llevas otra carga de arroz”…Llegaba y vendía el viaje de arroz aquí en Mérida donde Ramón Figuero y no nos demorábamos nada y yo le decía “Compadre volvamos a Caracas” y me decía “Yo lo llamo”…Me llamaba por decir, un miércoles y pasaba jueves y viernes y decía “No compadre, yo tengo pereza de viajar” y que hacía yo, me iba para la casa a perder el tiempo. Así aguanté seis meses hasta que le dije que ya no podía aceptar más esa sociedad, “Yo lo que quiero es trabajar y tengo aspiraciones de hacer algo porque tengo a mi familia muy pequeña, tengo ocho hijos y yo quiero que echen pa´lante”…Y entonces el camioncito que teníamos en sociedad le quedó a él...Y me dijo “Bueno, el camión cómprelo usted que tiene plata” “Yo no tengo plata”, le dije, “Pero los amigos míos sí y esos no me la niegan”.

Me fui entonces donde Don Trino Paredes, allá en Mucuchíes y le dije “Don Trino, necesito que usted me saque de este apuro, que me busque 4mil bolívares para pagar la mitad de la sociedad y el camión con mi compadre”. “Conchale Juan de Dios”, me dijo él, “Yo no tengo plata ahorita, pero no

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se preocupe, vamos a almorzar que yo le voy a dar vuelta a la cabeza a ver a que llegamos”. Comimos, salimos y nos sentamos, enseguida nos trajeron un cafecito mientras Don Trino escribió en un papelito y me dijo “Ah ya sé, vaya donde Don Horacio y le entrega este papelito”. Me voy donde Don Horacio Quiñones, vio el papel y me dice “Usted no está de tanto apuro, espéreme ahí” y como no, yo lo espero, que iba a hacer…Al poquito se quitó los lentes y me dice “No, vamos a atenderlo, de seguro usted está de más apuro que yo y esta escritura puede esperar”. Nos fuimos caminando, llegamos a la casa de él, de Don Horacio, abrió un baúl, sacó la plata, la contó ahí, 4mil bolívares, que era un platero para la época y entonces dije yo: “Disculpe Don Horacio, pero haga un recibito pa´yo firmarle”, y me dijo: “Nooo, usted es muy conocido, yo sé quién es usted, además usted está muy bien recomendado. No se preocupe, váyase y ojalá le vaya bien con su negocio”. Me fui y era entonces mi cuñado y socio que se había echado para atrás y me dice…”No le vendo porque usted no sabe manejar y mi hermanita se me va a quedar viuda”, “Bueno, entonces búsqueme mi plata”, le dije. “No que la plata la tengo que hacer con el camión” le dije a mi cuñado: “Usted no me va a mover ese camión de ahí, yo le voy a poner un candado, le quito los bornes y en 15 días vengo para que me dé mi plata”.

Con el tiempo resulta que el camión estaba a nombre mío y yo no sabía y me negué a firmar o aceptar el camión como mío y al dueño de la concesionaria le dije que yo no tenía nada en ese camión, a no ser 6 meses de pérdida. Exigí se le hiciera un nuevo documento de propiedad a nombre de mi cuñado y le informé a los dueños de la concesionaria que

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no les compraría a ellos un camión nuevo puesto que no me inspiraban confianza, por toda la situación vivida. Usted sabe, la crianza que le dieron a uno, papá era una persona muy honesta, nada de estar haciendo trampa, así lo aprendí de mi papá y así lo enseñé a los hijos míos. Terminé sacando el camión en Valera.

Seguí trabajando pero yo no sabía manejar y me busqué entonces a Santiago, primo, hijo de una tía mía. Él tomaba mucho y le dije que antes de terminar yo enviciado con los tragos que lo mejor es que me enseñara a manejar. “Bueno”, me dijo, “dígale al compadre Nato que le dé lo de las señales, el libro”…”Claro compadre lléveselas y llévese el camión también, está a la orden, lléveselo pa’ que practique”, me dijo Nato, “Cuanto antes hubiera venido ya estuviera usted manejando su camión”. Salí con mi primo y a la cuadra agarré el camión y manejé un trecho largo. “Usted sabe manejar” me dijo, “lo que le falta es aprender a retroceder”. Me fui de Apartadero a Los Manantiales retrocediendo y me dijeron que ya yo sabía manejar y me entregaron mi camión, con la promesa de una próxima clase para el día siguiente. Como quería mandar a engrasar el camión, pero tenía temor de que se me cayera en la fosa del taller, donde suben los camiones para engrasarlos, ¿Qué hice? Me puse un pañuelo en la mano y le dije al empleado que estaba ahí: “Mira, yo estoy malo de la mano y no creo pueda subir el camión”…El muchacho lo subió y lo bajó también al rato. Al día siguiente me reúno con mi ayudante y a las 9am ya estábamos raspando para El Vigía a comprar plátano y en la noche misma nos fuimos para Caracas vendimos el viaje de plátano, en el puente “9 de

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diciembre” y otra vez de vuelta a Mérida. Ya en la tarde, mi acompañante me dice: “Váyase adelante usted y mañana me espera en tal parte que yo le llego allá”. Ya era muy tarde, como a la medianoche manejando yo por San Juan de Lagunillas y me salió una mujer, me salió un espanto, se me atravesó…yo maniobré así y le pasé por un ladito y no supe más de mí…Al final de San Juan había dos bombitas, allí volví en mí y desperté, ya me esperaba el compadre y le echo el cuento y no me cree, “Qué espanto ni que nada”, me dijo… ¡Y seguí manejando hasta La Palmita! Al día siguiente otro viaje de plátano para Caracas y fue cuando empecé con el negocio de llevarle un camión de panela y traerme un camión de arroz…

Yo trabajaba muy duro y pagaba las cuotas del camión hasta por adelantado y hasta recomendaba gente que necesitaba comprar un camión, los recomendaba allá en Valera. 14 horas se echaba uno cargado desde Mérida a Caracas, pura carreteras negras, que llaman…Con el tiempo me obstiné de estar viajando pa´ Caracas y me puse a hacer fletes de Maracaibo a Mérida, Tovar…todos esos pueblitos entraba yo. También me daba mercancía la casa Boulton de Maracaibo para transportar, hasta que decidí ponerme de “tanquero”, me puse a tanquear, a cargar gasolina y querosén desde Mene Grande hasta las bombas en Mérida que ya habían quedado en comprarme la gasolina. El combustible muy barato, una pipa de querosén por 16 bolívares y uno tenía sus estrategias, por ejemplo le decía a Raúl, otro tanquero, que vendiera a 18 bolívares la pipa, él venía en otro tanque detrás de mí, yo la ofrecía a 18 y nadie me compraba pero a él sí porque después de él no venía otro tanquero…En los próximos viajes ya nos

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compraban a todos a 18, cosas que tenía que hacer uno para más o menos redondear la ganancia. Cuando me cansé de lo de la gasolina, que era muy peligroso, ya tenía un tanque y un volteo y comencé a cargar arena, piedra, madera y cemento desde y hasta Barinas y tuve también mucho éxito en esta actividad. Todo ese material era para hacer los muros de la carretera de Mucuchíes a Mérida. Con mis volteos también trabajé en el asfaltado del aeropuerto de Mérida, cuando lo asfaltaron por primera vez, eso antes eran granzón y piedras. También cargaba a Maracaibo cueros de res, para la curtiembre allá. Empezaba a recoger cueros en todos los mataderos de aquí de Mérida. Todo esos trabajos al principio era dando uno su palabra de cumplir, porque pronunciar la palabra no cuesta nada, lo que cuesta es cumplirla y yo la cumplía y por eso me iba bien. Antes la palabra tenía valor y se cumplía cuando se empeñaba, ahora no, ahora es difícil creer en la palabra de alguien.

Un tiempo en que no tuve empleo, no tenía camiones ni nada todavía, entonces me iba para la obra de construcción de la carretera de Barinas a Mérida…Yo estuve ganando ¡Tres bolívares diarios en esa carretera!...Yo me decía: “No es posible, fulano de tal es caporal ¿Por qué no lo soy yo? ¡Voy a buscar!” Voy entonces y hablo con el padrino de mi matrimonio y le digo que me dé un puestecito de ayudante de albañilería y con eso aprendo algo…Seis bolívares diarios el sueldo. Igual me le fui al jefe de la carretera y le dije que era casado y que estaba en mala situación, que por qué no me daba una caporalía. “Traiga los hombres”, me dijo, “Traiga los hombres que con hombres es que vamos a sacar esta

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carretera a Barinas”. A pico y pala y otro adelante taladrando piedra era ese trabajo. Me vine entonces ni descansé ni nada y en la Mucumpate cuadré con 12 hombres para tempranito salir a la obra. Un lunes por cierto. Llegué entonces con mis 12 hombres y me le puse a la orden al jefe. ¿Tú sabes lo que es el peralte? “Claro”, le dije yo, “el peralte es pa’ que cuando llueva el agua corra así pa’ la cuneta y no se aglomere en la carretera”. ¿Y sabes hacer la cuneta? “Claro” le dije. ¡Y me dio el trabajo! Y estuve trabajando ahí, ocho bolívares que era lo que ganaba. De caporal fue que pude reunir y comprar entonces el camioncito.

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Religión…

Mis padres nos inculcaban la religión, el catolicismo. Me enviaban al catecismo con la señora Zoila, que por cierto en su casa había una mata de rosas, todavía está, y con una rama de rosa le quitaban las hojas y con la ramita con espina le pegaban a uno si se portaba mal o bochinchaba en el catecismo. La señora Zoila, esa era una santa, una santa ella, también sacaban muelas en esa casa. El Corazón de Jesús, la Virgen del Carmen, San Isidro, San Benito, fiestas patronales; yo creía y creo en todo eso. Quien no cree en Dios no cree en sí mismo. El Dios supremo, que con mover el dedo mueve el mundo, esas son las creencias de uno. De niño rezaba mucho, a nuestro Señor Jesucristo, el Yo Pecador, La Salve, el Credo y otras oraciones…

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Semana Santa era muy bonita en mi niñez. Ayunaba uno muchas veces…Lo de los 7 Potajes es: Arroz con leche, Arvejas, Sopa de habas… ¡Muy buena!, papa rellena, pan… ¡Comíamos bien en la Semana Santa!...Ah, pescado, un pescado amarillo que traían de Barinas, unas lonjas gruesas, pescao salao…Uno lo echaba en agua en la tarde y al día siguiente ya estaba listo para comer… ¡Carne no!, por supuesto.

Se decía que en Semana Santa no se podían hacer ciertas cosas, que no se podía pisar duro, no se podía barrer, que si no se podía bañar uno en Jueves ni Viernes Santo, eran creencias, pero la gente se baña en lo caliente y se baña en lo frío, en todo caso, Dios perdona al pecador, porque él murió para enseñarnos a morir y para salvarnos también.

Cuando llovía en el Páramo la gente acostumbraba a pedirle a Santa Clara con chimó para que se fuera la lluvia. Se pone en una piedra una pelota de chimó y “Santa Clara bendita, que aclare y que haga bueno”…Y a veces se iba la lluvia, a veces, supersticiones del páramo…Yo no masqué chimó, no me gustaba. Sólo una vez para ver a que sabía eso y no me gustó, me pareció muy feo, picante en la boca…Aunque dicen que conserva la dentadura. Mi hermano Fernando, mayorcito pa’ mí dos años y todavía tenía su dentadura natural, manchada, claro.

En el Páramo Bonifacia sacaba muela…Chico Hernández también sacaba muela. No usaban anestesia, si acaso le ponían yodo. Una vez a un hombre le partieron una muela y eso caminaba así… ¡Como loco del dolor! Yo siempre fui al dentista y tenía puntos de oro en la dentadura, por eso me

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decían ¡“Chispita”, Ahí viene “Chispita”!

Yo no me he operado de nada, aunque una doctora quería operarme de la próstata pero yo no me dejé…El secreto de la buena salud es no trasnocharse, no abusar de las mujeres y no beber aguardiente. Yo bebí poco, si acaso cuando una fiesta…

Una viejita, abuela de Víctor Balza, hacía ollas de arcilla en San Rafael de Mucuchíes… ¡Esas ollas sí que eran buenas, llevaban bastante candela!...Ella era buena también para tratar a la gente que tenía “Mal de Ojo”…las sobaba y les quitaba el “Mal de Ojo”. Hay gente que llegaba llorando del dolor y la viejita la sobaba y se le quitaba. Había otra sobadora…Rufina se llamaba, sobadora también. Médicos no había en San Rafael…Había gente aplicada, como el finado Lino Gil, el papá de Juan Sánchez, gente que leía mucho, muy hábil, que tenía buenos libros, la gente cuando tenía alguna emergencia primero iba dónde estas personas…En el Páramo usábamos también yerbas medicinales: la ruda, la yerbabuena, la mejorana, el romero…todos buenos para hacer té o tomar con leche…Para el sarampión, la gente tomaba leche con bosta…

Yo compré un guitarrón bien bonito, se lo compré a Domingo Rivas y lo guindé en un clavito allá en la casa, entonces Rodrigo que estaba chiquito pero ya se paraba empezó a darle con un palito hasta que lo partió. Yo aprendí a tocar, me gustaba tocar la sinfonía, la armónica. Me dije: “Yo no voy a practicar esto, porque si voy a una fiesta me van a poner a tocar, a puro tocar y los demás gozando, prefiero ir a bailar que a tocar”. Valses, pasodobles era lo que más tocaban los músicos en el páramo. Guitarra, cuatro, violín y mandolín

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los instrumentos. El finado Nemesio Rivas, Domingo Rivas, Fabián Cuevas, eran de los violinistas más afamados allá. Nemesio era sobrino de Ascensión Rivas, bisabuelo mío.

Yo fumaba dos cajas de cigarrillos diarias, Camel y Lucky Strike, de los más finos. De las 11pm a la medianoche que guardaba el carro ya no fumaba más hasta el día siguiente. Un día empezó a dolerme la cabeza y boté el chicote…Al rato me dan gana de fumar y prendo otro y me vuelve a doler la cabeza entonces yo dije “Ahhh, entonces son ustedes los que me están perjudicando, agarré la cajetilla nuevecita que estaba y la boté y listo, hasta el sol de hoy, más nunca volví a fumar…Y ahora me hostiga el olor del cigarrillo, veo a otro fumando y me retiro más bien…No quiero fumar el humo de otro, ni el olor lo quiero. Tenía yo 30 años cuando tomé esa decisión.

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Más Páramo…

Yo tuve caballos, claro. Una vez le compré un caballo muy fino a un señor de por allá por Barinas, un caballo muy fino, un caballo de paso. Tuve un macho y una mula que era de papá. Al caballo no hay que tenerle miedo, sino dominarlo. Tío Rosendo tenía un caballito blanco, llamado “Chiquino”, que si le sentía miedo a uno tenga la seguridad de que lo tumbaba; uno lo agarraba y se le montaba sin miedo, tranquilo, pero si te sentía el miedo, te corcoveaba y te tumbaba.

Si recuerdo lo que les contó Carmelita, lo de la pelea a machete. Esos fueron el finado Ceferino y el finado Polinario, vecinos de nosotros también, vivían como a cuatro cuadras de distancia…Eso no lo vi yo pero hay una constancia de que fue cierto. Ahí donde llaman la Toma, ya venía el finado Polinario con el tercio de leña en la espalda. Se metió Teresio, hijo de Ceferino y viendo que a su papá lo tenían dominado apuñaló

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a Polinario y le sacó las tripas…Y preso. Sí, conocí a Goyo Lobo, vivía como a cuatro cuadras de la casa. Un hombre muy fuerte de carácter como casi todos los hombres en esos tiempos, muy machistas. En el Páramo se acostaba uno bien temprano, “Con las gallinas”. Cuando más tarde se acostaba uno sería como a las ocho, pero eso ya era tarde…Nos levantábamos también muy temprano…lo más tarde, como a la 7…Fíjate que en el Páramo no había eso de candados, la gente amarraba las puertas con una cabuyita, había mucho respeto, la gente respetaba y nadie se iba a meter en tu casa, la cabuyita también era para que no se te metieran animales…

Tuve negocios de artesanías, también restaurante, en La Mucuchache fue eso. Una vez llegué de viaje y había un preso que habían mandado de Mérida para San Rafael, para que pagara la pena allí…Tú sabes que cuándo uno llega de un viaje no llega con la sangre asentadita, sino un poco violenta. “¿Por qué no atienden al señor ahí?”, pregunté yo “Ya lo atendimos, hace rato” “¿Y qué más desea usted señor? “Yo nada, ya estoy listo” “Ah bueno, para que desocupe, que tenemos que barrer”…No sé qué palabra me dijo el hombre que lo agarré fuertemente y lo senté en la acera. El hombre era confinado, había matado y en seguida me dijo “Le juro que yo a usted lo mato” “Mire amigo”, le dije, “los hombres deben ser de palabra…Si quiere hágalo de una vez”…Después le salió al finado Emilio y lo tenía abajo y salí yo y le di con la mano así y se fue pa’ tras y se paró y me vio…Llamé a la policía y de ahí se lo llevaron para Mérida otra vez. Cuando unos confinados lo mandan al pueblo de uno a pagar una condena y salen a molestar uno tiene que andarle adelante.

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…Y más Familia…

La familia fue creciendo. Primeramente vivimos en la casa paterna, porque no tenía yo sino un camioncito en esos tiempos. Luego nos fuimos pa’ La Mucuchache, una casita de dos pisos y después compré la casa en Mérida, en la calle 2 Lora, que me costó cara para la época pero la compré en dos partes y cuando firmé me dijo el doctor “Ya sabe, si en seis meses no paga lo que debe pierde lo que ha dado”, “Sí, sí, está bien, no se preocupe por eso”, le dije yo…Y a los 3 días antes que se venciera el tiempo fui a pagarle pero no me recibieron la plata por eso, porque faltaban tres días. Luego fui y me hicieron la escritura y ¡Listo!

Para que se vea como eran las cosas antes, con mucho respeto de unos para sus padres y de los hijos para uno. Mi hijo Pablo, muy estudioso él, ingeniero. Él se quería casar con una muchacha, muy buena muchacha y no hallaba como decirme porque se eximía…Me dice, “Vamos Para Valera Papá”, “Vamos Pues”, le digo yo. Más allá del Águila saca una carterita de Brandy

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y me invita a que nos tomáramos un palito…Y el muchacho nervioso, intranquilo…Un poquito más bajo se para y me dice “Papá, yo le quiero decir una cosa, yo me enamoré y quiero casarme con una buena muchacha. Usted no la conoce pero vamos pa’ que la conozca”. “¿Dónde?”, le pregunto. “En La Puerta”, (Trujillo)…Eso ahora como que no se ve, que un hijo le tenga a uno tanto respeto como para tener la amabilidad de preguntarle a uno de sus cosas, de sus planes. Esa es una cadena que no se revienta, yo me casé y mis hijos hacen lo mismo…Él tuvo dos varones y dos hembras.

A Maracaibo volví muchas veces, en carro. Llevaba a Pablito y lo dejaba con las secretarias de la Casa Boulton… ¡Y lo querían mucho, las secretarias siempre me pedían que lo llevara conmigo! Él era muy apegao conmigo, bueno ¡Todos mis hijos son muy apegaos conmigo! Pablo se graduó de Ingeniero, muy activo para leer, muy hábil…Todos mis hijos estudiaron pero sólo se graduó Pablo, los otros que si las novias, que si los novios…A mí me gusta mucho leer, en cualquier parte leo yo. Leo la Biblia y casi con 90 años no uso lentes. En Maracaibo leía toda la prensa. Mi estancia en Maracaibo fue muy placentera y me trae muy buenos recuerdos Ya llevo para 20 años de haberme operado, lagrimal tapado, carnosidad y cataratas.

Mi familia es grande, a veces nos reunimos en la casa y no se puede invitar a más nadie porque hay mucha gente ya. Tengo hijos, nietos, biznietos, tataranieto y me falta el “cochocho”…Tataranieto tengo del hijo de Jaime…”Cochocho” ya sería el hijo del tataranieto pero eso todavía no hay. El mayor de mis hijos, Rodrigo, luego vienen Adolfo, Acevedo, Pablo y Jesús…Las mujeres Coromoto, Aída y Otilia. Pablo fue el

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más tremendo de mis hijos. Chuy también, muy tremendo. Rodrigo muy tranquilo, siempre el mayor es tranquilo. Adolfo y Acevedo muy tranquilos también…de las muchachas Otilia fue la más tremenda.

Otilia vive en Francia y me fui a Europa a conocer. Estuve en España, Francia, Italia, El Vaticano, donde vive el Papa; Grecia, Turquía…Esa vez pasamos la Nochebuena en el mar, en un crucero, divino, desearía volver a eso… ¡Ocho restaurantes había en el barco y había de todo! Comida la que a uno le guste y mi yerno francés, muy entendido, muy experto, decía “Hoy vamos a comer tal cosa”…Y al cine…A veces mañaneaba y me iba a hacer ejercicio en la máquina caminadora…

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Política…

Cuando murió Juan Vicente Gómez, en 1935, tenía yo diez años. Decían que Gómez se había muerto y que lo habían “encalao”, como embalsamado…Cuando tumbaron a Medina Angarita en el ’45 yo estaba en el Páramo, pero en los campos no teníamos ni radio ni nada, las noticias llegaban tarde. Cuando Mataron a Carlos Delgado Chalbaud en 1950 eso si fue malo…De verdad siento bastante la caída de Marcos Pérez Jiménez, en su época todo era barato y había mucho respeto. Sí a Marcos Pérez Jiménez le hubieran permitido mandar siquiera unos diez años más esta Venezuela fuera una Venezuela linda y bella, pero cayó en los revoltosos, lo quitaron para nada, esos 40 años de AD y COPEI fue poco lo que hicieron.

Copeyano, se puede decir que fui. Un día me llama el prefecto de San Rafael, había mucha gente, una fiesta de San Rafael,

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me dice delante de todos para convencerme a mí para que convenciera a toda esa gente “Molina tu eres amigo mío, yo quiero que te afilies al partido tal”. “Señor prefecto somos muy amigos” le dije, “Yo soy de una sola cara, yo soy copeyano aquí y donde sea, sí así usted me tiene consideraciones, bien; sino pues ya conoce la ideología mía”. “Así es que son los hombres”, me dijo “Usted es mi amigo, usted es más amigo que cualquiera que sea compañero de partido mío y quien saben cuánto me estarán traicionando, el hombre tiene que tener una sola cara ¡Así es cómo es!...Él era de Acción Democrática. Cuando Carlos Andrés me cambié para Acción Democrática, porque para mí él fue muy buen presidente, fue él quien nos regaló tubería para hacer los riegos y para hacer los tanques de agua y todo eso…

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Cuentos antiguos…

Un arreo de mulas tiene seis mulas y las vías tienen el ancho de el arreo, asi quedaron y de ese mismo ancho hicieron después los carros .

Me conto una vez el abuelo Felipe de Los Villorros2, eran hombres muy malos de los tiempos antiguos, subían porai y le mochaban las orejas a la gente y le arrancaban los anillos. Una vez me conto mi abuelo Felipe que el le dijo a su mamá, la bisabuela Encarnación, mira mamá, yo me voy pa Mirubu, me voy a llevar las cobijas y todo lo de valor, porque porai vienen los Villorros y esos se llevan lo que haiya, entonces le dice ella, como cree, a mi se me respeta, a mi no me llevan nada, y entonces, y que llegaron y la amarraron y mataron un cochino y se lo comieron casi vivo. Esos Villorros eran gente que cuando no había gobierno acentao hacían lo que les daba la gana.

2 Estimamos que este suceso con los Villorros contado por el abuelo Juan Molinaocurrió entre 1885 y 1895, cuando la tiranía y el caudillismo de la época

aterrorizaba a los pobladores de Venezuela

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Epílogo…

Yo cumplo 90 años el próximo 24 de junio de 2015 y lo más bonito es que quiero a todos mis hijos por igual, ninguno se ha portado mal…Venezuela como país es linda y bella. Yo me siento orgulloso de ser venezolano y de vivir en el país que vivo. En lo que he salido, me he dado cuenta porque la gente dice que no hay como vivir en Venezuela. Para mí, como venezolano y como hombre es mejor no tener nada y ser una persona honesta. Lo aquí narrado es parte de mi vida, no está todo, por supuesto. Sólo espero que mi conducta sirva de ejemplo de rectitud y honradez, sobre todo a los más jóvenes de mis descendientes. Amo a mi familia.

Juan de Dios Molina Rivas. Junio 2015

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