impresiones de un viaje a rumanía. miradas a occidente desde la gran llanura.1

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Impresiones de un viaje a Rumanía. Miradas a Occidente desde la gran llanura. Impresiones de un viaje a Rumanía. Una semana viviendo en el profundo mundo rural de la gran llanura rumana; bellos paisajes en un entorno marcado por las reminiscencias del pasado, la corrupción endémica, los efectos sociales de la emigración, el contraste de generaciones y las miradas globales de esperanza en una Europa de futuro incierto. ©Bibiano Montes Pérez Mayo 2011 En la Europa centro-oriental, entre los estados eslavos de Ucrania, Bulgaria, Serbia y Hungría se sitúa Rumanía, "tierra de romanos" . Un país de unos 22 millones de habitantes de idioma latino proveniente del antiguo eje comunista, recientemente incorporado a la Unión Europea, y que todavía mantiene un 45% de su población en el medio rural. En su parte sur, de oeste a este desde la frontera con Serbia hasta la de Ucrania, entre la orilla norte del Danubio y el sur de los montes Cárpatos se localiza la gran llanura rumana y región histórica de Valaquia. Una vasta extensión de tierras bajas con clima continental de inviernos bajo cero; suelos aluviales oscuros extraordinariamente fértiles donde se desarrolla una agricultura de cereales desde tiempos inmemoriales. La región es atravesada por caudalosos ríos de mansas aguas que descienden desde los montes Cárpatos buscando hermanarse con el gran Danubio; cortejados por franjas de bosque caducifolio que llegado el mes de abril todavía muestran su máxima desnudez. En la parte central de la gran llanura se sitúa la capital Bucarest, desde donde partimos en tren rumbo oeste hacia la ciudad de Caracal. Rumanía cuenta con unas líneas férreas mejor conservadas y extensas de

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Impresiones de un viaje a Rumanía. Una semana viviendo en el más profundo mundo rural de la gran llanura rumana; bellos paisajes en un entorno marcado por las reminiscencias del pasado, la corrupción endémica, los efectos sociales de la emigración, el contraste de generaciones y las miradas globales de esperanza en una Europa de futuro incierto.

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Impresiones de un viaje a Rumanía. Miradas a Occidente desde la gran llanura. Impresiones de un viaje a Rumanía. Una semana viviendo en el profundo

mundo rural de la gran llanura rumana; bellos paisajes en un entorno marcado

por las reminiscencias del pasado, la corrupción endémica, los efectos sociales

de la emigración, el contraste de generaciones y las miradas globales de

esperanza en una Europa de futuro incierto.

©Bibiano Montes Pérez

Mayo 2011

En la Europa centro-oriental, entre los estados eslavos de Ucrania, Bulgaria,

Serbia y Hungría se sitúa Rumanía, "tierra de romanos" . Un país de unos 22

millones de habitantes de idioma latino proveniente del antiguo eje comunista,

recientemente incorporado a la Unión Europea, y que todavía mantiene un 45%

de su población en el medio rural.

En su parte sur, de oeste a este desde la frontera con Serbia hasta la de

Ucrania, entre la orilla norte del Danubio y el sur de los montes Cárpatos se

localiza la gran llanura rumana y región histórica de Valaquia. Una vasta

extensión de tierras bajas con clima continental de inviernos bajo cero; suelos

aluviales oscuros extraordinariamente fértiles donde se desarrolla una

agricultura de cereales desde tiempos inmemoriales. La región es atravesada

por caudalosos ríos de mansas aguas que descienden desde los montes

Cárpatos buscando hermanarse con el gran Danubio; cortejados por franjas de

bosque caducifolio que llegado el mes de abril todavía muestran su máxima

desnudez. En la parte central de la gran llanura se sitúa la capital Bucarest,

desde donde partimos en tren rumbo oeste hacia la ciudad de Caracal.

Rumanía cuenta con unas líneas férreas mejor conservadas y extensas de

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Europa y el viajar en ese medio resulta una de las experiencias más

maravillosas y baratas que podamos experimentar en el país.

Salimos de madrugada desde la capital, atravesando los suburbios y

basureros de las afueras donde deambulan harapientos hombres, alguna que

otra mujer con su niño a las espaldas y manadas de perros asilvestrados.

Lentamente nos vamos adentrando en la fría y brumosa llanura dominada por

desnudos campos de cereales de tierra oscura y barbechos aplastados por el

peso de la nieve que hasta hace unos días cubría la solitaria llanura. Una

extraña, sensación de tristeza, soledad y melancolía nos invade. Allí, todavía

permanecen reminiscencias de la época industrial del comunismo: vías de tren

invadidas por la maleza, exhaustos pozos petrolíferos con herrumbrosas

bombas que parecen languidecer extrayendo los últimos barriles de oscuro

elemento del subsuelo; antiguas fábricas y comunas abandonadas con

decrépitos edificios de hierro oxidado y hormigón que se erigen en la fría y

brumosa llanura como vestigio de épocas mejores (o peores).

En la parte occidental de esta llanura, coincidiendo con la antigua región de

Oltenia, se sitúa el actual distrito de Dolj cuya capital es la ciudad media de

Craiova. A unos 70km al SE de esta urbe se encuentra el pueblo de Celaru, de

unos 5000 almas subsistiendo con una economía de autoabastecimiento.

Conformado por anchas calles rectilíneas sin asfaltar entorno a las que se

distribuyen parcelas con una tradicional casa de campo en su interior:

estancias para las personas, cobertizos anexos para animales, graneros y

pajares, pozo, huerta, frutales y vid. En torno al pueblo, cada familia posee al

menos una parcelita de una hectárea de terreno para cereales donde se cultiva

el trigo, la pipa y el maíz. Un ordenamiento rural que tiene su origen en las

directrices de la antigua época comunista.

Aunque la especulación urbanística y agraria todavía no ha extendido todos

sus tentáculos la corrupción está instaurada, la despoblación está siendo

brutal, los jóvenes se marchan a las ciudades y al extranjero dejando los niños

a cargo de sus abuelos. Lo que debiese ser el auténtico granero de Europa, lo

es más en la exportación de inmigrantes temporeros y mano de obra barata

para la Europa occidental y, de jóvenes e ingenuas mujeres para los tentáculos

de las mafias internacionales de trata de blancas.

Una sociedad rural donde conviven dos generaciones muy diferentes: nietos y

abuelos. El contraste de una generación campesina cerrada, y felizmente

adaptada a la economía de subsistencia pero que en ocasiones añora épocas

mejores del antiguo régimen socialista; y otra la de niños y adolescentes que

van al colegio e instituto, chapurrean tres idiomas, teclean el móvil (también de

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compañías españolas) visten ropa de marca ("made in China") tienen

televisión de plasma con 30 canales y ordenador con ADSL en su habitación y

se manejan en las redes sociales como cualquier chaval europeo. Aunque

atrapados ya en la cultura global y del consumismo, y en un sistema sujeto a

los vaivenes de los mercados internacionales estos jóvenes representan la

única esperanza de un futuro mejor para su país.

© Bibiano Montes Pérez

Mayo 2011