Proyecto de orientación a padres

Fundamentación:

La discapacidad en cualquiera de sus expresiones demanda siempre, una asistencia orientada a brindar una mayor calidad de vida tanto a quien la padece como a su familia.

La función de educar a los hijos nunca resultó fácil, pues en todos los casos se hace dificultoso lidiar con los avatares de la subjetividad, como así también con las influencias del contexto en que esta tarea se desarrolla.

Es sabido que la llegada a la familia de un niño con un diagnóstico inesperado es susceptible de desatar una situación de crisis, una ruptura en relación a las expectativas y saberes culturales acerca de cómo ser padres, produciendo caos y desorganización, en algunos casos. Es en este momento en el que entramos en escena los profesionales de la salud, con el deber de informar, asistir y apoyar a las familias en el tránsito hacia un nuevo equilibrio que les permita circular por la vida de manera funcional.

Con el inicio de cada nueva etapa del desarrollo de un hijo con discapacidad, es posible volver a experimentar desorganización, lo cual podrá generar sucesivos procesos tendientes a lograr nuevas síntesis para la adaptación. Esto requiere de la adquisición continua de estrategias de acomodación y afrontamiento.

Consideramos desde este equipo interdisciplinario que resulta ineludible en nuestra tarea la misión de informar, apoyar, orientar y asistir a las familias con el objeto de promover un papel activo de las mismas a favor de la autodeterminación, el desarrollo íntegro y la calidad de vida de sus hijos.

Objetivo general:

Promover una buena calidad de vida en las familias, niños y adolescentes que concurren a la institución desde una visión integradora que contemple los aspectos sociales, emocionales, cognitivos, comunicacionales y conductuales; favoreciendo así la mayor funcionalidad posible.

Objetivos específicos:

Brindar un espacio adecuado para la circulación de la palabra. Promover un espacio de contención a través de la

identificación y encuentro con otros. Propiciar herramientas de afrontamiento ante situaciones

estresantes en el seno de la familia. Abordar emergentes emocionales que puedan resultar

disfuncionales. Orientar en relación a las inquietudes que puedan surgir en

relación al ejercicio de la función parental. Psicoeducar acerca de las particularidades de cada etapa

evolutiva por la que atraviesa el niño.

Metodología de trabajo

La modalidad de abordaje será de taller grupal con una frecuencia mensual y una duración de 1:30 hs por encuentro.

Las técnicas a implementarse tendrán un carácter teórico vivencial, siendo éstas seleccionadas en base a los temas a abordar en cada taller. Asimismo se procurará que los participantes puedan co construir las respuestas buscadas a través del intercambio y la producción grupal.

Primer encuentro

Fundamentación:

En relación al ser padres hoy existen innumerables interrogantes e inquietudes, en especial al momento de establecer normas y límites en la familia, ya que aquí se ponen en juego múltiples factores relacionados con el propio modelo de crianza en la infancia, como así también prejuicios y temores.

Actualmente, la imposición de límites a medida que los hijos crecen es un tema recurrente de consulta en nuestros gabinetes. El mismo reviste una gran importancia al ser un organizador fundamental del psiquismo de los niños, en tanto delimitan y señalizan el camino a seguir en el mundo en pos de su propio beneficio.

No existe una sola forma de poner límites y tampoco una sola causa por la cual estos puedan ser eficaces o no. Por ello consideramos pertinente el encuentro entre padres que permita el intercambio de experiencia y la formación de nuevos parámetros para concebir la cuestión de los límites promoviendo la reflexión y al cambio.

Objetivo general:

Brindar herramientas para un mejor funcionamiento familiar en cuanto al manejo de límites y normas.

Objetivos específicos:

Iniciar la auto-interrogación acerca del manejo de normas y reglas en el hogar

Llamar a la reflexión acerca de la importancia y función de los límites.

Explorar sobre las propias determinaciones de los padres al momento de pensar en los límites.

Promover la autoconciencia sobre ejercicio de roles, funciones y modelos de crianza.

Fortalecer la empatía como un mecanismo adecuado para el correcto manejo de la autoridad.

Marco teórico :

La importancia de establecer límites.

Frecuentemente se escucha por parte de padres, enunciados que revelan la dificultad en la tarea de inscribir leyes en los niños de manera tal que éstos no las transgredan.

Esto nos remite a una cuestión fundamental que interroga acerca de la importancia de instaurar límites.

La respuesta aparenta cierta claridad, pues sabemos que sin límites y señalamientos acerca de lo permitido, la preservación de la vida, la adaptación social, y la organización psíquica y conductual no serían posibles. De hecho, el establecimiento de normas que regulan el funcionamiento de un ser humano se establece desde el mismo momento en el que llega al mundo dentro de un contexto protocolizado para cuidar de su salud. Existe luego una programación en los horarios de sueño y alimentación, la delimitación de aquellos alimentos permitidos de los que no, un horario para el baño, para el esparcimiento, etc.. Los límites están con nosotros desde siempre, y a medida que el niño crece es necesario complejizarlos, pues en su proceso de humanización, no solo los hábitos relacionados con la supervivencia requieren ser reglados, sino la totalidad de la conducta a modo se señalizar el mejor camino a seguir.

Es preciso destacar que dicho proceso resulta ciertamente engorroso en tanto no existen recetas ni formas infalibles de llevarlo a cabo, ya que dentro de esta función se ven involucrados algunos determinantes tales como la forma en que los mismos padres fueron educados; la tolerancia a la frustración que reviste soportar el enojo de los hijos y la pérdida momentánea de su amor; los discursos sociales acerca de aquello que es correcto y de aquello que no; el acuerdo entre los miembros de la pareja parental; situaciones no resueltas de la niñez; capacidad de manejar las propias emociones, etc.

Existen distintos estilos parentales al momento de ejercer la autoridad. Los mismos constituyen patrones generales o tendencias en relación al manejo de la disciplina con los hijos, e influyen en la efectividad de las normas, como así también en el efecto emocional que se producirá en el psiquismo del niño. Estos estilos, pueden dividirse en tres categorías:

Estilo permisivo: Dentro de este estilo, los padres temen no resultar lo suficientemente amorosos para sus hijos, asumiendo una relación simétrica y horizontal con ellos, en la cual su rol de autoridad se ve desdibujado. En este sentido existen decisiones que no son tomadas por los adultos, generando confusión en el niño y adjudicándole la toma de las mismas a una edad en la cual no está preparado. Estos padres tienden a consentir los deseos de sus niños indiscriminadamente y como consecuencia existe una falta de claridad acerca de lo permitido y lo no permitido.

Estilo Autoritario: En este caso, los padres consideran tener absoluta razón en relación a lo que es bueno para sus hijos sin admitir la más minima discusión. Su manera de imponerse es el maltrato físico o psicológico, en cuyo caso las normas serán efectivamente acatadas pero con un coste emocional perjudicial para el niño.

Estilo democrático: Esta tendencia incluye la capacidad de establecer límites con amor y firmeza, considerando que ambos factores son necesarios. Contemplan la singularidad del niño y admite el debate e intercambio en determinadas situaciones. Esto promueve la capacidad de autonomía y flexibilidad en el niño dentro de sus relaciones sociales. Este estilo no impone reglas desde la amenaza e instaurando el miedo. El niño incorpora las normas de forma natural ya que puede dotarlas de sentido.

De cualquier manera, debe decirse que la descripción de los estilos mencionados no se corresponde con compartimentos estancos y rígidos, siendo que un padre puede combinar elementos de cada uno de ellos en diversos momentos.

Condiciones necesarias para aumentar la efectividad en la imposición de límites.

Muy a menudo tiende a confundirse disciplina con castigo, por lo cual resulta imprescindible hacer una salvedad: La disciplina se instala a partir del delineamiento previo de reglas que deben ser cumplidas; el castigo constituye una sanción posterior a la trasgresión de una norma. Desde el equipo adoptamos una perspectiva de índole preventiva al establecer que primeramente deben promoverse las conductas deseadas a través de un correcto establecimiento de las normas, como así también de los mecanismos correctos para lograr la motivación de cumplirlas.

Se proponen a continuación algunas herramientas o criterios orientadores, entendiendo que las pautas disciplinarias deben ser:

Claras: Tienen que especificar aquello que se espera y aquello que no se espera del niño, evitando generalidades. Es decir, no enunciar mandatos como “portate bien”, sino especificar la conducta esperada “no metas los dedos en el enchufe”.

Concreto: Debe ser factible, real de ser cumplido y que se sepa concretamente, cuál será la consecuencia si se transgrede.

Cumplir : Siempre que se impone una norma con su consecuencia respectiva, ésta debe ser cumplida todas las veces.

Consistente: Significa ser congruente y evitar que sea el propio estado anímico el que determine el establecimiento de la norma. De lo contrario se generará confusión en el niño, el cual sabrá que su conducta se asocia a los estados emocionales de sus padres, pero no logrará incorporar la pauta disciplinaria de manera que pueda reconocer lo correcto de lo incorrecto.

La inscripción de leyes y normas se asocia a un proceso de aprendizaje, lo cual nos lleva a interrogarnos a acerca de cómo uno mismo aprende. De esta forma podrá saberse que para lograr incorporar un saber no se requiere del maltrato o violencia. También, que los aspectos comunicacionales son importantes, éstos incluyen la firmeza, el afecto y la actitud corporal.

Asimismo, debe tenerse en cuenta que tanto la conducta que se exige como la sanción que se impone, deben ser acordes a las posibilidades evolutivas del niño. Por ejemplo, no sería apropiado castigar a un niño de 6 años aislándolo del funcionamiento familiar por no lavar sus zapatillas.

Consideramos que aunque es preferible reforzar las conductas apropiadas que sancionar las que no lo son, no siempre es posible evitar el castigo, pues ante la presencia de una falta a la norma, deben sucederse consecuencias lógicas, poniendo énfasis precisamente en la coherencia y consistencia de la misma. Por ejemplo, no existe una relación causal entre no hacer la tarea y ser castigado privando de la cena. Concurren importantes razones que justifican estas premisas ya que, como bien decíamos, un proceso de aprendizaje, para ser asimilado, debe estar dotado de sentido y

sólo podrá ser incorporado correctamente al comprender que toda norma debe cumplirse en razón de sus naturales consecuencias y no como una forma de prevenir un daño o ataque arbitrario por parte de un Otro, lo cual anularía la posibilidad de generar una propia conciencia moral.

Es necesario considerar que así como los adultos podemos condicionar la conducta de los niños, ellos pueden condicionar la nuestra, por lo que se requiere tener plena claridad acerca de las normas que se pretenden establecer y la forma de hacerlas cumplir.

En cuanto al aspecto comunicacional, es más apropiado explicitar las acciones deseadas más que enunciar las incorrectas. Por ejemplo: “ya es hora de dormir” resulta más efectivo que “ aún no te has ido a dormir, sabes que si no lo haces te voy a castigar”.

También se requiere de una regulación temporal para solicitarle una acción al niño. Por ejemplo, no es adecuado pedirle que vaya a ducharse inmediatamente cuando esta realizando una actividad placentera como mirar televisión. A estos efectos resulta muy útil recurrir a la anticipación: “Prepárate porque en 5 minutos más tendrás que ir a bañarte”.

Los niños deben saber que los límites están presentes en cada cosa que hacemos y que la actividad diaria debe estar organizada, por lo que es importante tener horarios para cada actividad del día como los ciclos de sueño, alimentación, higiene y ocio.

Los Refuerzos

Habíamos expresado la preferencia por promover las conductas deseadas, antes que castigar aquellas que no lo son. De hecho, es mucho más simple generar conductas positivas que corregir aquellas negativas que ya han sido consolidadas.

En este aspecto un recurso para lograrlo es la utilización de los refuerzos o reforzadores. Éstos son estímulos o acciones, que desplegados inmediatamente después de una conducta, en forma repetida, tienden a fijar la misma dentro del repertorio del comportamiento.

Por ejemplo, si cada vez que el niño ejecuta una acción positiva, se le señala lo bueno que esto es, posiblemente vuelva a repetirla. Es decir que la presencia de reforzadores incrementa la posibilidad de que una conducta ocurra.

Los reforzadores deben seleccionarse en relación con los intereses del niño, pues el deseo de obtener aquello con lo cual se los premiará debe ser superior al de realizar la conducta incorrecta.

Asimismo, el refuerzo debe ser inmediato, puesto que si se recompensa al niño o se lo castiga cuando no esta actuando en relación al límite pautado, se generará confusión y perderá eficacia.

Dimensión emocional de los padres.

Algunas de las dificultades registradas al momento de ejercer la autoridad, se relacionan con sentimientos no elaborados de culpa. La misma puede suceder como respuesta al enojo que, en ocasiones, genera la eventual rebeldía o berrinche de un hijo, o ante la negativa que priva al niño de algo muy anhelado frustrándolo.

Es relevante aclarar que cuando algo de esto se hace presente, se revela algo de la propia subjetividad que está interfiriendo y que por lo tanto debe ser resuelto.

Es necesario aceptar que no se puede ser condescendiente y amistoso con los hijos la mayor parte del tiempo, que por momentos la privación de algún deseo despertará en ellos enojo y tristeza. Aún más difícil es aceptar y tolerar estas posibilidades.

De cualquier manera cumplir con lo mencionado no será posible si no se tiene en cuenta que la forma en que se educa a los propios hijos se relaciona por asociación u oposición al modelo de crianza que nos aplicaron nuestros propios padres. Trabajar sobre estas determinaciones es clave en el ejercicio de ser portador y transmisor de legalidades.

ActividadTécnica de presentación.

Nombre de la actividad: Presentación en parejasConsigna: Se solicita a los participantes que se reúnan en parejas, en las cuales, cada miembro conversará con su compañero preguntando la siguiente información: Nombre, nombre de su hijo, edad de su hijo y un dato personal a elección. Posteriormente lo presentará ante el grupo, enunciando la información en primera persona.

Introducción al abordaje de la temática “límites”

Nombre de la actividad: “Lluvia de ideas”

Duración: 20 min. (aprox.)

Materiales: Afiches, marcadores, hojas a4, lápiz

Consigna: Se les pregunta a los participantes cómo se imaginan un mundo sin límites y reglas, tratando de enunciar las respuestas en 3 palabras. Las mismas serán anotadas en un afiche a la vista del grupo.

Actividad Nº 2:

Consigna: Se les solicita a los participantes que comenten en grupos una experiencia personal, en la cual la imposición de límites haya dado resultado y otra en la que no. Compartir con el grupo en general las situaciones relatadas.

Se requerirá al resto de los participantes que propongan, al que tenga dificultad en la puesta de límites a su hijo, alternativas de solución.

Se hará un cierre utilizando las elaboraciones de cada uno de los grupos resaltando los aspectos positivos de cada una de las producciones.

Duración: (aprox.) 30 min.

Materiales: hojas a 4, papel afiche, biromes, marcadorCierre del taller:

El cierre de la actividad se llevará a cabo a través de una síntesis que contemple las elaboraciones de los participantes, la cual se complementará con materia psicoeducativo expuesto a través de diapositivas y esquemas explicativos en relación a herramientas prácticas y lineamientos generales para el manejo de los límites en el hogar.