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81 IDENTIDADES, ACTITUDES Y ESTEREOTIPOS NACIONALES Y SUPRANACIONALES EN UNA MUESTRA URUGUAYA IDENTITY, ATTITUDE AND STEREOTYPES IN A URUGUAYAN NATIONAL AND SUPRANATIONAL SAMPLE Pablo Pérez de León Universidad Católica del Uruguay Resumen: El objetivo de este trabajo es estudiar las identificaciones con los ámbitos regio- nales, nacional y supranacionales; las actitudes y los estereotipos respecto a grupos nacio- nales y supranacionales en una muestra uruguaya. Se comprueba la capacidad explicativa sobre identificaciones, simpatías y estereotipos de: favoritismo endogrupal, contacto y fami- liaridad, similitud, prototipicidad y asimetría actitudinal. Se discuten los resultados así como el instrumento utilizado. Palabras Clave: Psicología Trans-cultural, Identidad Social, Identidad Nacional, Actitudes Internacionales, Estereotipos Nacionales. Abstract: This work aims to study the way people in a Uruguayan sample identify with regions, nations and supranations; attitudes and stereotypes were measured with respect to national groups and supranational groups. This brings proof about people identifications, likes and stereotypes of: ingroup favoritism, contact and familiarity, similarity, prototipicity and attitude asymmetry. Both the results and instruments are discussed. Keywords: Cross-cultural Psychology, Social Identity, National Identity, International Atti- tudes, National Stereotypes. INTRODUCCIÓN El proceso de integración regional en el sur de América Desde hace ya varias décadas, muchos paí- ses latinoamericanos se han embarcado en pro- cesos de integración más o menos ambiciosos. Aunque con facilidad pueden identificarse inten- tos de conformar unidades políticas más amplias ya en los años de la independencia de la mayor parte de los países, y, en los objetivos de muchos de los “libertadores” de la América Española. Un proyecto que fracasó en ese momento. Tal como señala el filósofo e historiador uruguayo Methol Ferré: “Los unionistas, con Bolívar, San Martín y Artigas fueron los que lucharon por la unificación, dificilísima por una cantidad de cosas. Y los otros eran los fragmentaristas, que repre- sentaban el procesos de fragmentación del impe- rio español...Ganaron estos últimos y levantan el monumento a los unionistas para que no los mo- lesten más.” (Methol Ferré, 2004, 4). El resultado fue la atomización de la América Latina parte del Imperio Español en una veintena de repúblicas: “En la descomposición del Imperio Hispánico en los albores del siglo XIX se formaron nuestras polis oligárquicas, cada una controlando su comarca, mayor o menor, y ligadas íntimamente con el Im- perio Británico” (Methol Ferré, 1984, 6) Muchos historiadores subrayan que no solo carencias intrínsecas impidieron alcanzar tales objetivos en ese momento sino también la rele- vante acción de algunas potencias mundiales, en particular Inglaterra y Estados Unidos. Al punto que la historiografía suele coincidir en la influencia determinante de estos intereses ex- ternos en la “creación” de algunos Estados lati- noamericanos (Reyes Abadie, 1988). Sin ir más lejos, la del propio Uruguay (cuya primera cons- titución es jurada, en 1830, bajo la bandera bri- tánica junto a la nacional, la argentina y la brasilera), o el tan evidente caso de la separa- ción de Panamá desde Colombia. Ciencias Psicológicas 2007; I (1): 81-102 © Prensa Médica Latinoamericana 2007 - ISSN 1688-4094 Corrrespondencia: Prof. Pablo Pérez, Facultad de Psicología, Universidad Católica del Uruguay: [email protected]

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IDENTIDADES, ACTITUDES Y ESTEREOTIPOS

NACIONALES Y SUPRANACIONALES

EN UNA MUESTRA URUGUAYAIDENTITY, ATTITUDE AND STEREOTYPES IN A URUGUAYAN

NATIONAL AND SUPRANATIONAL SAMPLE

Pablo Pérez de LeónUniversidad Católica del Uruguay

Resumen: El objetivo de este trabajo es estudiar las identificaciones con los ámbitos regio-nales, nacional y supranacionales; las actitudes y los estereotipos respecto a grupos nacio-nales y supranacionales en una muestra uruguaya. Se comprueba la capacidad explicativasobre identificaciones, simpatías y estereotipos de: favoritismo endogrupal, contacto y fami-liaridad, similitud, prototipicidad y asimetría actitudinal. Se discuten los resultados así como elinstrumento utilizado.

Palabras Clave: Psicología Trans-cultural, Identidad Social, Identidad Nacional, ActitudesInternacionales, Estereotipos Nacionales.

Abstract: This work aims to study the way people in a Uruguayan sample identify withregions, nations and supranations; attitudes and stereotypes were measured with respect tonational groups and supranational groups. This brings proof about people identifications, likesand stereotypes of: ingroup favoritism, contact and familiarity, similarity, prototipicity and attitudeasymmetry. Both the results and instruments are discussed.

Keywords: Cross-cultural Psychology, Social Identity, National Identity, International Atti-tudes, National Stereotypes.

INTRODUCCIÓN

El proceso de integración regionalen el sur de América

Desde hace ya varias décadas, muchos paí-ses latinoamericanos se han embarcado en pro-cesos de integración más o menos ambiciosos.Aunque con facilidad pueden identificarse inten-tos de conformar unidades políticas más ampliasya en los años de la independencia de la mayorparte de los países, y, en los objetivos de muchosde los “libertadores” de la América Española.

Un proyecto que fracasó en ese momento. Talcomo señala el filósofo e historiador uruguayoMethol Ferré: “Los unionistas, con Bolívar, SanMartín y Artigas fueron los que lucharon por launificación, dificilísima por una cantidad de cosas.Y los otros eran los fragmentaristas, que repre-sentaban el procesos de fragmentación del impe-rio español...Ganaron estos últimos y levantan elmonumento a los unionistas para que no los mo-

lesten más.” (Methol Ferré, 2004, 4). El resultadofue la atomización de la América Latina parte delImperio Español en una veintena de repúblicas:“En la descomposición del Imperio Hispánico enlos albores del siglo XIX se formaron nuestras polisoligárquicas, cada una controlando su comarca,mayor o menor, y ligadas íntimamente con el Im-perio Británico” (Methol Ferré, 1984, 6)

Muchos historiadores subrayan que no solocarencias intrínsecas impidieron alcanzar talesobjetivos en ese momento sino también la rele-vante acción de algunas potencias mundiales,en particular Inglaterra y Estados Unidos. Alpunto que la historiografía suele coincidir en lainfluencia determinante de estos intereses ex-ternos en la “creación” de algunos Estados lati-noamericanos (Reyes Abadie, 1988). Sin ir máslejos, la del propio Uruguay (cuya primera cons-titución es jurada, en 1830, bajo la bandera bri-tánica junto a la nacional, la argentina y labrasilera), o el tan evidente caso de la separa-ción de Panamá desde Colombia.

Ciencias Psicológicas 2007; I (1): 81-102 © Prensa Médica Latinoamericana 2007 - ISSN 1688-4094

Corrrespondencia: Prof. Pablo Pérez, Facultad de Psicología, Universidad Católica del Uruguay: [email protected]

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“El apogeo de las nacioncitas, imitadoras de laTercera República, se da en la primera mitad delsiglo veinte” (Methol Ferré, 2004, p. 4). Época que,en el Uruguay, coincide con el momento de mayorprosperidad económica y, según se asume habi-tualmente, de la mayor autosatisfacción nacional.Posteriormente, tal estructura entra en crisis, apre-ciándose como una necesidad, por una porcióncreciente de la intelectualidad latinoamericana, lasuperación de los espacios de las viejas “polis”.Más no sea por razones meramente comercia-les. Al decir del brasileño Helio Jaguaribe: “en elmundo actual no hay más posibilidades para eldesarrollo aislado de países sudamericanos”(Jaguaribe, 2004,14)

Incluso en pleno apogeo de la disgregaciónsurgieron intelectuales que comenzaron a ge-nerar un pensamiento latinoamericano sobreeste tema. José Enrique Rodó, uno de los másdestacados intelectuales uruguayos y latinoa-mericanos de principios del siglo XX planteabala relación entre el origen y el futuro en estostérminos: “Con más o menos dilación, en una uotra forma, un lazo político unirá un día a lospueblos de la América nuestra” (en ReyesAbadie, 1988, 72)

Pero, para que efectivamente, se iniciara elproceso de integración económica latinoameri-cana de tipo multilateral habría que esperar has-ta la década del ’50, a partir de propuestas de laCEPAL (Comisión Económica para América La-tina de Naciones Unidas). Concretándose enacuerdos de integración en los años 60’. a par-tir del Tratado de Montevideo que en 1960 creala Asociación Latinoamericana de Libre Comer-cio (ALALC). Los escasos resultados obtenidospor la ALALC llevaron a que en 1980 se firmaraun segundo Tratado de Montevideo, donde seinstaura la Asociación Latinoamericana de Inte-gración (ALADI), optándose por un proceso deintegración gradual, “más lento pero más rea-lista, previéndose la posibilidad de acuerdos par-ciales entre los países miembros, aceptandoademás las distintas formas de integración” (Sil-va, 1988).

En los años siguientes crece la constituciónde acuerdos bilaterales entre Brasil, Argentina,Uruguay y Paraguay. Decía Silva en 1988 queuna condición necesaria para lo multilateral erala bilateralidad argentino-brasileña. Suponía queposteriormente seguiría la incorporación de losestados “amortiguadores” o “tapones”: Uruguay,Paraguay y Bolivia. Tras lo cual sería el momentode la incorporación de Chile (Silva, 1988,41).

Desde hace algo más de una década Brasil,Argentina, Paraguay y Uruguay, dieron un pasomás y se embarcaron en el proceso de integra-ción más ambicioso de su historia con la con-formación, a partir del Tratado de Asunción, delMercado Común del Sur (Mercosur).

Desde su creación, el Mercosur ha genera-do variados niveles de satisfacción sobre susresultados entre las elites y la opinión públicaen general. En particular en referencia a lasambiciosas expectativas originales, probable-mente más intensas en los socios más peque-ños. Sin embargo, incluso en los momentos deactitud más crítica ante el proyecto, con fre-cuencia se aprecia como una suerte de desti-no ineludible para la propia “viabilidad” de es-tos países. En una perspectiva como la expre-sada por Jaguaribe: “Disponen los países lati-noamericanos (...) de una alternativapreservadora de sus respectivas identidadesnacionales y de un satisfactorio margen deautodeterminación. Esa alternativa se expre-sa por el binomio integración – desarrollo”(Jaguaribe, 2004, 14).

En julio de 2006 ingresó al Mercosur comosocio pleno Venezuela, manteniéndose Boliviay Chile como estados “asociados”.

Desde fines de 2005 Uruguay y Argentinase ven enfrentados por la construcción de dosfábricas productoras de celulosa en el territoriouruguayo pero en la ribera del río Uruguay, lími-te entre Uruguay y Argentina. El conflicto llegóa tal nivel que durante varios meses“ambientalistas” argentinos, han impedido elpaso en los principales puentes que unen aambos territorios, sin que su gobierno lo impi-diera. Argentina presentó una demanda en elTribunal Internacional de La Haya por la cons-trucción de las plantas, y Uruguay ante el mis-mo tribunal y ante el organismo competente delMercosur por los cortes de puentes.

También durante 2006 el gobierno urugua-yo, a cargo de una coalición de izquierdas, ma-nejó públicamente la posibilidad de firmar unacuerdo de libre comercio con Estados Unidos.Contra lo que había sido la posición histórica delos partidos políticos que la integran, pero conel mayoritario apoyo de la población: en marzode ese año un 57% de los uruguayos manifes-taban su acuerdo para que Uruguay concretaraun acuerdo de tal tipo con EEUU (El País, 2006).Finalmente, el gobierno optó por proseguir lanegociación con EEUU pero sin procurar, a cor-to plazo, un acuerdo de libre comercio.

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Estos son, probablemente, los elementosmás significativos para explicar una crecientedisconformidad, en particular en Uruguay, res-pecto a la integración regional iniciada hace másde una década. Al decir de uno de los más im-portantes comentaristas políticos argentinos: “lasombra del fracaso sobrevuela el Mercosur”(Morales Solá, 2006, 27).

La pertinencia de la miradadesde la Psicología

Hasta aquí una breve descripción del proce-so de integración regional en el sur de América.Llegado a este punto cabe preguntarnos si tie-ne algo que decir la Psicología y, en particularla Psicología Social, en este tema.

Parecería evidente que sí, para empezarporque se trata de un proceso histórico que,como tal, necesariamente involucra a sereshumanos. Algo que, en definitiva, dice mejorIndro Montanelli: “Lo que hace grande la histo-ria de Roma no es que haya sido hecha porhombres diferentes a nosotros, sino que hayasido hecha por hombres como nosotros”(Montanelli, 1994, 8). Y por tanto involucra pro-cesos psicológicos. Como señala Jaguaribe:“superados los conflictos coloniales y sus se-cuelas, la rivalidad antagónica que marcó dis-tintos momentos de la relación argentino-brasi-leña (...) era el resultado de posiciones mera-mente psicológicas 1, sin ningún fundamentoen los intereses reales de ambos países” (1988,18). Indudablemente, lo “meramente” psicoló-gico resulta lo suficientemente relevante comopara dedicarle una cuidadosa atención.

En definitiva, en una época en que en la pro-pia historiografía subraya lo insuficientementeexplicativo de un enfoque que se limite a líderesde estados y movimientos sociales, parece ne-cesario incorporar herramientas de análisis quepermitan entender mejor, al decir de Hobsbawm:“los supuestos, las esperanzas, las necesidades,los anhelos y los intereses de las personas nor-males y corrientes”. Más aún si el objeto de aná-lisis es uno tan complejo como la construcciónde lo nacional: ..”(las naciones son) fenómenosduales, construidos esencialmente desde arriba,pero que no pueden entenderse a menos que seanalicen también desde abajo, esto es, en térmi-nos de los supuestos, las esperanzas, las nece-sidades, los anhelos y los intereses de las per-

sonas normales y corrientes” (Hobsbawm, 1992,en Cosse y Markarián, 1994, 7)

En el campo, tan próximo al de lo nacional,de las relaciones internacionales se aprecia lacreciente referencia a la importancia de los “fac-tores subjetivos” (Ramírez y Torregrosa, 1996,204). Complementando así el énfasis tradicio-nal en los aspectos políticos-estructurales, con“el interés por el estudio de sus aspectos subje-tivo-simbólicos hasta el punto de que, en los úl-timos años, podríamos hablar de una progresi-va “psicologización” de la disciplina” (Ramírez yTorregrosa, 1996, 200). A partir, en particular,de la atención brindada a las identidades nacio-nales y a los procesos cognitivos y actitudinalesrelacionados, “como motivaciones subyacentesen las conductas de política exterior” (Ramírezy Torregrosa, 1996, 200). Concluyendo Ramírezy Torregrosa en que la participación de la psico-logía social en este tema no solo es justificadasino necesaria: “La Psicología Social debe for-mar parte de las relaciones internacionalescomo área de estudios interdisciplinar, del mis-mo modo que procesos psicológicos como lasactitudes y las percepciones intervienen en lasrelaciones internacionales como hecho”(Ramírez y Torregrosa, 1996, 213).

En estos terrenos, una de las figuras de laPsicología Social más destacadas, es la delpsicólogo Herbert Kelman. Tanto por sus apor-tes teóricos, como su relevante rol en la bús-queda de soluciones a conflictos. Kelman sos-tiene que en los conflictos internacionales, enparticular cuando están marcados por elemen-tos étnicos, no son solo entre estados sino tam-bién entre sociedades: “el conflicto internacio-nal debe ser visto no solo como un fenómenointerestatal o intergubernamental sino ademáscomo un fenómeno intersocietal” (Kelman, 1996,en Errandonea, 1996, 43).

Desde una perspectiva más general HenriTajfel (1981) señala que:

la psicología social puede y debe incluir, en-tre sus preocupaciones teóricas y en la in-vestigación, un interés directo por las rela-ciones entre el funcionamiento psicológicohumano y los procesos y acontecimientossociales a gran escala que moldean este fun-cionamiento y son moldeados por él (Tajfel,1981, 23).

1 Negrita propia

Identidades, actitudes y estereotipos nacionales y supranacionales en una muestra uruguaya

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Para Tajfel, este interés por los procesossociales ha sido relativamente marginal en laprincipal corriente de la psicología social en lasegunda mitad del siglo XX.

En este punto cabe sumar el aporte de Da-niel Bar-Tal, quien subraya la necesidad de es-tudiar el comportamiento social en los contex-tos reales, no solo para volver con la psicologíasocial a lo “social”, sino para asegurarse de quesus contribuciones son teóricamente relevan-tes y que resultan de valor para la sociedad (Bar-Tal, 2004).

Ignacio Martín-Baró impulsa a utilizar el co-nocimiento acumulado por la psicología socialpero cuestiona “la falta de atención del psicólo-go a su realidad inmediata” (de la Corte, 2001,192). El mismo Martín-Baró que destaca elsubstrato común de los latinoamericanos y atis-ba un proyecto común para sus pueblos:

Esta comunalidad latinoamericana se asien-ta en raíces étnicas, sociales y culturalesmuy profundas, pero constituye, sobre todo,un horizonte y, quizá mejor dicho, una tareahistórica para los pueblos de estos países”(Martín-Baró, 1988, en Pacheco y Jiménez,1990, 62)

Por otra parte, mirar desde la psicología so-cial a un proceso que se está dando en paísessudamericanos, no deja de ser un, modesto,aporte en la construcción de una psicología so-cial latinoamericana y para la disciplina en gene-ral. Ya que como dice el propio Tajfel. “Debemoscrear una psicología social que se desarrolle si-multáneamente en muchos lugares” (1981, 23).

Existen múltiples ensayos sobre asuntoscomo la identidad nacional y la inserción inter-nacional del Uruguay, desde perspectivasdisciplinares más o menos definidas explícita-mente. Tal vez del mismo modo que en otrospaíses de América Latina: “en América Latinaexiste una larga tradición de interés en la cues-tión de la identidad nacional de mano de histo-riadores, filósofos, politólogos y todo tipo depensadores y escritores” (Salazar y Salazar,1998, 75). Pero no se encuentran estudios em-píricos, sobre asuntos como la identidad uru-guaya y actitudes hacia la integración interna-cional del país, que trasciendan de los datospuramente sociológicos, y que asuman unaperspectiva psicosocial.

El objetivo de este trabajo es dar un primerpaso en tal sentido, que permita la aplicación

de algunos modelos teóricos y la comparacióncon datos provenientes de otras realidades. Y,sobre todo, habilite futuros avances en el cono-cimiento de la realidad uruguaya desde un abor-daje propio de la psicología social.

A partir de ese objetivo se abrieron múltiplesposibilidades de áreas temáticas, propias de lapsicología social, que podrían haber orientadoeficazmente la investigación. Así, por ejemplo,hubiera sido de interés estudiar la identidad na-cional uruguaya desde una psicología social delos valores humanos, eventualmente con unenfoque similar al de Grad (2001) relativo alestudio de la identidad nacional como valor per-sonal. O, también, desde la relación entre valo-res y dimensiones socioeconómicas (Gouveia.yRos, 2000). También hubiera resultado pertinen-te y útil tomar como piedra angular al estudio deestos temas desde la memoria colectiva de lahistoria, al modo que, por ejemplo se ha segui-do recientemente en España (Herranz y Basabe,1999; Rosa, Bellelli, y Bakjurst, 2000; Rosa;Blanco, Travieso, y Huertas, 2000) o desde pers-pectivas más generales (Pennebaker yBasanick, 1998)

Sobre todo se repasó la investigación reali-zada sobre identidades y estereotipos regiona-les, nacionales y supranacionales en España yen América Latina. Así, pueden encontrarse tra-bajos como el de Zaiter (1992) sobre la identi-dad nacional dominicana, que toma elementosde la psicología social e incorpora aportes so-ciológicos, históricos y políticos, o el propósitode caracterizar una “psicología del latinoameri-cano” que esbozan Gissi, Zubieta y Páez (2002).Así como los estudios sobre mexicanos, puer-torriqueños, ecuatorianos, brasileños y chilenos,compilados por José Miguel Salazar (2001).

En su detallada revisión de estudios en Amé-rica Latina sobre identidad nacional desde 1985,Salazar y Salazar (1998) los agrupan en trescategorías: aquellos que abordan la - identidadcomo características objetivas; los que se ba-san en imágenes subjetivas o estereotipos; ylos que trabajan a la identidad como la identifi-cación intersubjetiva con una categoría nacio-nal. Las investigaciones de Diaz-Guerrero enMéxico sería ejemplo de la primera línea. Másnumerosos son los casos de investigación cen-trada en auto y heteroestereotipos: Salazar,Montero, Quintero, Banchs y Domínguez enVenezuela, Saiz et al. en Chile, Rivera en Puer-to Rico, Martín-Baró en El Salvador, y Sorin enCuba. Y también el de D’Adamo y García (1995)en Argentina, que incorpora además el estudio

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de las “simpatías” hacia y desde los argentinos.Finalmente, en la tercera línea, apoyada en laTeoría de la Identidad Social, y que es paraSalazar y Salazar la que promete mayor fecun-didad, señalan como ejemplos los estudios deSalazar con venezolanos, colombianos y chile-nos, Saiz et al. con chilenos, y Oboler con “his-panos” en EEUU (Salazar y Salazar, 1998). Alque hay que añadir, por lo menos el de Villegasy Salazar (2002) con chilenos y venezolanos.

Matera, Giannini, Blanco & Smith (2005) con-sideran que España, dada su realidadplurinacional, es un objeto de estudio particu-larmente interesante para analizar el conceptode identidad nacional, en su caso a través delestudio de los estereotipos nacionales. Refirien-do estos autores estudios como los de Pinillosy Rodríguez Sanabra en los años ’60 y, a partirde los 80’: varios estudios de Sangrador;Javaloy, Cornejo y Bechini; Rodríguez,Sabucedo y Arce; Huici, Ros y cols., a los queresulta pertinente añadir la propia investigaciónde Matera, Giannini, Blanco y Smith (2005).

A partir de estos antecedentes, el presentetrabajo se limitará a investigar sobre identidadregional, nacional y supranacional, estereotiposy actitudes de los uruguayos, en un contexto deinserción internacional especialmente dinámico.Pudiendo enmarcarse en la segunda y en la ter-cera líneas caracterizadas por Salazar y Salazar(1998).

Identidades regionales,nacionales y supranacionales

¿Cuáles son las principales causas de la rea-lidad social y, en particular, del conflicto entre gru-pos? Para Tajfel (1983) los determinantes “obje-tivos” del conflicto social (estructuras sociales,económicas, políticas e históricas) son priorita-rios causalmente respecto al conflicto psicológi-co o “subjetivo”. Pero, señala también Tajfel, sibien los efectos de las variables psicosocialesen tal espiral causal están determinados por losprevios procesos sociales, económicos y políti-cos, también pueden adquirir a su vez una fun-ción autónoma que les permita desviar en unadirección u otra, el funcionamiento subsecuentede estos procesos (Tajfel, 1983, 208)

Los seres humanos se encuentran dividi-dos en una serie de colectivos, conjuntos o ca-tegorías que comparten cierta homogeneidad(territorio, lengua, cultura etc.) y un sentimien-to de pertenencia común a los que puede de-

nominarse “pueblos” o “grupos étnicos” (San-grador, 1996). Desde una perspectivapsicosocial se hará hincapié en el elementomás subjetivo: la autoidentificación comparti-da como miembro del grupo. “Es la concienciade pertenencia lo realmente importante, laautoidentidad como miembro de dicho ‘grupoétnico’” (Sangrador, 1996, 24).

Si bien puede coincidirse respecto a que talvez sea la identidad nacional la forma de identi-dad social que ha mostrado una influencia másdramática en la historia (Salazar, 1996 a), el fe-nómeno de la globalización puede generar du-das respecto a la actual y futura relevancia delas identidades nacionales. Pero, tal proceso,al tiempo que refuerza la tendencia a losupranacional, también parece impulsar a lasidentidades locales y subrayar las característi-cas étnicas (Zúñiga y Asún, 2004). No resultan-do necesario argumentar respecto a la notoriaincidencia histórica, en las últimas décadas, delas identidades nacionales y regionales. Demodo tal que puede afirmarse que las identida-des de origen siguen siendo importantes, inclu-so en un momento histórico de globalización,como estructuras esencialmente dinámicas su-jetas a la evolución y al cambio individual y so-cial (Villegas y Salazar, 2002). Por tal dinamis-mo, las identidades nacionales asumen perfilesdiferentes de acuerdo a la cultura y época. Así,puede asumirse que si las sociedades tradicio-nales favorecían la identidad social sobre lapersonal, con relativamente pocos grupos y unapertenencia a los mismos muchas veces novoluntaria, en las contemporáneas la identidadsocial sería relativamente más “frágil”, dada lamayor cantidad de grupos y que muchos gru-pos sean de adscripción y abandono volunta-rios (Morales, 2002). Pese a lo cual: “Ningunade las evidencias que tenemos en el presente,sugieren que la identidad nacional haya dejadode jugar un papel importante en definir el desa-rrollo político-social en el mundo moderno y post-moderno” (Salazar y Salazar, 1998,.90)

Alcanzar una identidad nacional supone ad-quirir, por lo menos, creencias, actitudes y valo-res. Qué son evaluadas a través de la compa-ración social (Tajfel, 1984) que opera en distin-tos niveles: con otras naciones, con el pasado yfuturo de la propia nación, o con estándaresabstractos (Matera et al., 2005). Puede plantear-se que tal proceso implica identificarse con dostipos de elementos: objetivos y subjetivos. Así,Salazar identifica cinco elementos en la base

Identidades, actitudes y estereotipos nacionales y supranacionales en una muestra uruguaya

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del “sentimiento nacional”: lo biológico, lo terri-torial, la cultura compartida, la memoria históri-ca de comunalidad genealógica (“etniticidadtrascendente”) y existencia de un estado-nación(Salazar, 1996 a, 1996 b)

Muchos estudios sobre el tema de las iden-tidades nacionales se han valido de la Teoríade la Identidad Social (TIS). Teoría que se ubi-caría, dentro de la tipología que elabora Salazar(1996,b) con las concepciones teóricas sobrela identidad nacional, en el cuadrante más pro-ductivo para el estudio del tema: el Subjetivo-Grupal (con ejes: objetivo vs. subjetivo, e indivi-dual vs. grupal). Permitiendo comprender demejor forma situaciones de conflicto entre gru-pos pero también, en otras, hacerlo respecto aeventos de destacada e incluso inesperada co-operación entre grupos (Reicher, Cassidy,Wolpert, Hopkins y Levine, 2006). Dado que,justamente, la TIS se orienta a explicar la rela-ción entre el psiquismo del individuo humano ylos procesos sociales: el vínculo entre lo colec-tivo y lo individual, entre los procesos a granescala y el funcionamiento psicológico del indi-viduo, entre las funciones grupales y las indivi-duales (Blanco, Caballero y de la Corte, 2005).Más específicamente, Javaloy (1993) identificatres motivos para preferir el paradigma de la TISpara estudiar el comportamiento colectivo: porcorregir el individualismo de algunos enfoquespsicologistas; por inscribir a este campo en elde la conducta grupal, y porque resulta idóneopara explicar los fenómenos colectivos, desdeque es en los contextos colectivos donde la iden-tidad social adquiere particular saliencia.

En continuidad con la TIS, desde la Teoríade Categorización del Yo se diferencian tres ni-veles de abstracción de las categorías del yo: elinterpersonal, el intergrupal y el interespecie.Como otras identidades grupales la nacional, lasupranacional o la regional pertenecerían al ni-vel intermedio y el pasaje desde la identidadpersonal a la social se daría junto a ladespersonalización que hace posible el compor-tamiento grupal (Oakes, Haslam y Turner,1996).Lo que habilitaría a que pudiera definirse,parafraseando a Tajfel, por ejemplo a la identi-dad regional como:

aquella parte del autoconcepto de un indivi-duo que deriva del conocimiento de su perte-nencia a un grupo regional, junto con el signi-ficado valorativo y emocional asociado a di-cha pertenencia (Zúñiga y Asún, 2004, 38)

Una peculiaridad de las identidades regio-nales, y más aún en las nacionales, es que lasfronteras entre los grupos son relativamente rígi-das por lo que las opciones, en caso de insatis-facción y consecuente amenaza a la autoestima,dependerán para la TIS (Blanco, Caballero y dela Corte, 2005) del grado de legitimidad que seadjudique a la condición de desigualdad social,la estabilidad atribuida a esas condiciones y lapermeabilidad de las fronteras que separan losgrupos. Cuando la situación de inferioridad delendogrupo se interpreta como justa, duradera yperdurable, sus miembros tenderán a interiorizardicha “inferioridad”, pero algunos individuos in-tentarán preservar la propia autoestima median-te: el abandono del grupo, que en el caso de lonacional podría significar la emigración, aunquepuede incluir el abandono exclusivamente psi-cológico (como se daría, por ejemplo, en el “cos-mopolitismo burgués” de Salazar); o medianteel énfasis en la comparación interpersonal y nointergrupal. Cuando la situación de inferioridadse entiende como ilegítima e inestable o conposibilidades de cambio, y se perciben comono traspasables las fronteras grupales, se op-tará por estrategias colectivas, en las que esta-rá implicada una parte importante de los miem-bros del grupo. Generalmente, en tres formasdiferentes, no necesariamente alternativas(Blanco, Caballero y de la Corte, 2005):

- Creatividad social: incorporando o desta-cando nuevos criterios de comparación quesirvan para evaluar más positivamente alendogrupo respecto a exogrupos.

- Redefiniendo los atributos del endogrupo .- Competición social: forzando un cambio en

las condiciones sociales.Dado que, las identidades nacionales,

subnacionales y supranacionales se presentancomo mutuamente inclusivas resulta especial-mente útil recurrir al concepto de “Identidad Com-parativa”, desarrollado por Ros, Huici y cols. apartir de estudios iniciados en los años ’80, par-tiendo del marco teórico de la TIS y de la Teoríade Categorización del Yo (Ros y Huici, 1993; Rosy Huici, 1998; Ros, Azurmendi, Bourhis y García,1999). Básicamente, refiere a la consideraciónsimultánea con dos categorías que varían encuanto a su nivel de abstracción y de inclusividad.Partiendo del hecho de que si bien el conceptode identidad social tradicionalmente seconceptualiza en términos relacionales se ha ten-dido a medirlo en términos absolutos, es decircomo identificación con el endogrupo, sin tener

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en cuenta a otros grupos que constituyen el con-texto social más amplio. Mediante el conceptode “identidad comparativa”: “se trata precisamen-te de ampliar ese contexto de comparación ydestacar la importancia de dicha ampliación paraentender el proceso de diferenciación intergrupal”(Ros y Huici, 1998, 192). Supone que uno de losdeterminantes de la saliencia relativa de una ca-tegoría a un determinado nivel es el grado deidentificación con otra categoría a nivel superioro inferior. Por lo que la consideración simultáneade la identificación con dos niveles decategorización mejoraría la predicción de la dife-renciación intergrupal, con respecto a la consi-deración de la identificación a un solo nivel (Rosy Huici, 1998).

Otro aspecto importante refiere al sesgoendogrupal en este contexto: si bien se ha de-fendido la universalidad del etnocentrismo, exis-te evidencia empírica de que no opera siemprede tal modo, en particular cuando se trata degrupos en situaciones de ausencia de poderobjetivo, negativamente percibidos y valorados,y con una percepción de la situación intergrupalcomo legítima y/o estable (Ramírez, 1992; Voci,2006). Constatándose que en condiciones debajo poder, bajo estatus y bajo peso numéricose produce una tendencia a discriminar a losindividuos del endogrupo, lo cual contradice lospostulados genéricos de la TIS pero explica si-tuaciones de subordinación (Blanco, Caballeroy de la Corte, 2005). A través de una caracteri-zación negativa del endogrupo, sea acompaña-da de preferencia por exogrupos, o mantenien-do la preferencia por el propio grupo.

En una línea similar, Montero afirma que laTIS no es capaz de explicar satisfactoriamentela existencia de algunas identidades naciona-les, en particular en el Tercer Mundo, cuya eva-luación resulta negativa pero que siguen siendomantenidas por las personas: “encontramosidentidades (...) minusvalorantes del endogrupo.Identidades negativas. ¿Qué ocurre en talescasos?. ¿Se aplica también esa orientaciónhedónica? (de la TIS)” (1996, 401). ParaD’Adamo y García (1995) la TIS enfrentaría ladificultad de estar marcada por el lugar geográ-fico donde sus autores la desarrollaron: “desdela postura históricamente etnocéntrica europeael saldo de las comparaciones con los gruposextra continentales era siempre positivo” (52).Para ganar en capacidad explicativa Montero(1996) propone incorporar, en mayor medida,al contexto histórico, cultural y político, y al rol

de la ideología en la aceptación de una defini-ción descalificante para el propio grupo. Deno-minando “altercentrismo” a la referencia a unotro social externo, por ejemplo un país, con-trapuesto al Nos social, al cual se instituye comomodelo o parangón positivo, contrastante conla desvalorización del propio grupo. E intentaexplicar este fenómeno, a partir de la TIS, mo-dificando aspectos vinculados a los procesosde comparación y categorización grupal: elendogrupo se asumiría a la vez como un Noso-tros, al cual se pertenece y se siente apego, ycomo resultado de un proceso de comparaciónsocial desfavorable en el cual se adopta unaperspectiva externa, proveniente de gruposhipervalorados, es asumido también como otro,como un grupo excluido de ciertas cualidades.Respecto a ciertos grupos percibidos como si-milares se producirían categorizaciones positi-vas para el endogrupo y negativas para elexogrupo (como predeciría la TIS). Pero cuan-do se trata de exogrupos con los que se hamantenido una relación de sumisión-domina-ción, no se produce un verdadero conflictointergrupal, ya que si bien existen sentimientosde rechazo hacia ellos, se les reconocería a lavez cierta superioridad (Montero, 1996).

También a partir de la constatación de quela identidad nacional en algunos países sudame-ricanos resulta comparativamente negativa (eva-luada, por lo común, a través de los rasgos atri-buidos a cada grupo nacional), Salazar (1996a)entiende que la identificación con Latinoaméricaresulta eficaz en cuanto a obtener o manteneruna identidad social más satisfactoria: “llamapoderosamente la atención que la tendencia asubvalorar el propio país no fue tan marcadacuando el referente fue Latinoamérica en gene-ral” (Villegas y Salazar, 2002, 360). Supone queun probable motivo para ello está dado por lamayor capacidad de otorgar “trascendencia”respecto a la brindada por los países en formasolitaria. Lo que puede vincularse al planteo deKelman, respecto a las fuerzas motivacionalesque movilizan la conciencia nacional, creandolealtades. Para Kelman la “conciencia nacional”se constituye no solo a los efectos de satisfacerlos intereses inmediatos de un grupo, sino tam-bién de una necesidad de autotrascendencia:“esta unidad genera lealtades e identificacionestan poderosas porque reúne dos eficaces dis-posiciones psicológicas: la necesidad deautoprotección y la de autotrascendencia”(Kelman, 1977, 146). Resultando en dos tipos

Identidades, actitudes y estereotipos nacionales y supranacionales en una muestra uruguaya

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de lazos entre personas y nación: “sentimenta-les”, vinculados a lo identitario, e instrumentales(Kelman, 1983). Un enfoque que puede com-plementar adecuadamente a los que, desde unaperspectiva cognitiva, hacen un mayor énfasisen los aspectos instrumentales (Javaloy, 1993).

Aplicando la Teoría de la Categorización So-cial de Tajfel, Salazar encuentra que enLatinoamérica se habría cumplido, mediante lacategorización la primera etapa en la construc-ción de un identidad común (Salazar, 1994). Con-cluyendo que están dadas las condiciones psi-cológicas para consolidar la identidad latinoame-ricana: “¿Acaso no indica todo esto la existenciade las precondiciones sociopsicológicas de unsupranacionalismo latinoamericano?” (Salazar,1994, 59). Lo cual resulta especialmente relevan-te en un marco de procesos de integraciónsupranacional entre estados ya que: “las deci-siones políticas se adoptan en instancias de go-bierno supranacional, pero no resulta sencillo quelos ciudadanos desarrollen identidades socialesmás inclusivas” (Sabucedo, Klandermans,Rodríguez y Fernández, 2000, 278).

Actitudes ante grupos

Resulta evidente que las actitudes cumplenun rol fundamental en las relaciones entre per-sonas y también entre grupos, al tiempo que setrata de unos de los conceptos de más extensay nutrida historia dentro de la psicología social.Con un desarrollo del concepto que, segúnRamírez (1992) habría visto el desplazamientoprogresivo del enfoque irracional por el racionalprimero, los intentos de síntesis entre ambasorientaciones después, y la introducción de laperspectiva conativa más tarde.

Dada tal complejidad, indudablemente no sepodría en el presente trabajo, profundizar en si-quiera algunos de los aspectos propios delconstructo actitudinal. Pero sí conviene indicarque, siguiendo a la mayoría de los autores seconsiderará a la actitud sobre todo como ten-dencia evaluativa hacia un objeto socialmenterelevante. Al decir de Sangrador (1996): comodimensión básicamente afectiva o evaluativa.

En las actitudes compartidas por un grupohacia colectivos regionales, nacionales osupranacionales, puede identificarse como fun-ción colaborar en:

construir una imagen ‘coherente’ del entor-no social (intergrupal, multinacional) en que

viven (...), ofreciendo determinadas recom-pensas “sociales” al compartir las actitudesdominantes en el endogrupo hacia otros co-lectivos, ayudando en la construcción de lapropia identidad social en ese entornointergrupal y, al tiempo, garantizando comoresultado una autocategorización positiva yla consiguiente autoestima más favorable(Sangrador, 1996, 61).

Parece claro que, en este campo, el conceptode actitud se entrecruza con varios de los otrosconceptos centrales en este trabajo, y, en parti-cular, con el de estereotipo. Pero, dada la no-ción de actitud adoptada, se optará porindependizarla del concepto de estereotipo, quese asumirá básicamente como conjunto decreencias sobre un grupo.

También se entremezcla con el concepto deidentidad, por ejemplo, supranacional. Así, porejemplo, Luna-Arocas, Guzmán, Quintanilla yFarhangmehr (2001) trabajan sobre la relaciónentre las actitudes pro europeas de españolesy portugueses, y sus identidades europeas ynacionales respectivas.

Desde la TIS cabría esperar en primera ins-tancia que la autocategorización de los indivi-duos en un grupo (regional, nacional etc.) lleva-ra a cierto grado de favoritismo endogrupal, yrechazo relativo hacia el o los exogrupos. Si bienBlanco, Caballero y de la Corte (2005), prefie-ren señalar que la categorización puede favo-recer la aparición de prejuicios hacia losexogrupos, pero no la asegura.

Pero en este tipo de contextos (relacionesentre colectivos nacionales, regionales, etc.) losexogrupos son múltiples, y difícilmente son igua-les las actitudes hacia los diversos exogrupos.¿Cómo podría explicarse tal diversidad? Tal vezla explicación más sencilla, en particular cuan-do las actitudes entre los grupos son recípro-cas, sería llevar a este terreno la tradicional hi-pótesis de la relación entre semejanza y atrac-ción (Baron y Byrne, 1998). Sin embargo, noparece explicar satisfactoriamente las situacio-nes en las cuales no existe reciprocidad en lasactitudes entre los grupos.

Otra posibilidad sería aplicar a la relaciónentre grupos la noción de “familiaridad” (Peiró,Morales y Fernández-Dols, 2000). En forma vin-culada, podría esperarse un aporte significativode otra hipótesis tradicional: la de contacto. Detal modo, cabría esperar que la experiencia decontacto, en forma personal o mediatizada, con

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otra región o país incrementaría la simpatía poréstos. Pero es sabido que tal contacto debecumplir con ciertas condiciones específicas paratornar más positivas las actitudes y, por ejem-plo, ser eficaz en la reducción del prejuicio antecierto colectivo (Baron y Byrne, 1998).

La TIS puede complementar los enfoquespresentados precedentemente, al tiempo queexplicar de mejor forma algunos fenómenos, enparticular cuando las simpatías entre paísesresultan notoriamente no recíprocas. VanOudenhoven, Askevis-Leherpeux, Hannover,Jaarsma y Dardenne (2002) definen a las “Acti-tudes internacionales asimétricas”, a partir dela existencia de asimetrías actitudinalespredecibles en ciertos casos, en particular en-tre países que difieren significativamente en tér-minos territoriales, poblacionales, etc. Encon-trado apoyo empírico en su estudio con partici-pantes belgas flamencos, belgas valones, ho-landeses, alemanes y franceses.

Tales actitudes asimétricas podrían ser ex-plicadas desde la TIS, ya que los habitantes depaíses “pequeños” encontrarían mayores difi-cultades para lograr una identidad social positi-va, dado que, comparativamente, su país con-taría con menos poder, menor notoriedad, etc.Por lo cual, a los efectos de mantener o incre-mentar su identidad social positiva necesitaríanverse a sí mismos en forma más favorable, altiempo que mirar críticamente a los países “gran-des” (Van Oudenhoven et al., 2002).

Van Oudenhoven et al. (2002) encuentran ensu investigación respaldo para varias de sushipótesis: entre ellas, algunas que podrían seraplicadas a Uruguay en el contexto de esta in-vestigación:

- los miembros de pequeños países juzgana su propio país como más simpático quelo que ellos evalúan a otros países chicos;mientras, en contraste, los países grandesno muestran esta clase de favoritismo.

- los países chicos perciben a los más gran-des y linguísticamente similares como me-nos simpáticos y más arrogantes que comoellos son vistos por los países grandes (yaque la similitud lingüística destaca las dife-rencias negativas).

- los miembros de países chicos perciben alos países grandes, linguísticamente simi-lares, como económicamente más compe-tentes que como ellos son vistos por esospaíses más grandes, y los miembros depaíses chicos perciben a los más grandes,

linguísticamente similares, como menossociables que como ellos son vistos poresos países.

También desde la tradición de la TIS y en par-ticular con origen en la Teoría de Categorizacióndel Yo (Turner, 1990), una noción importante esla de self-prototypicality. Ya que la categorizaciónsocial estimula el uso de prototipos para evaluara los miembros de un grupo, el percibirse o nocomo prototípico de determinado grupo podríaincrementar o disminuir el compromiso hacia elmismo (Cassidy. y Trew, 1998)

Estereotipos nacionalesy supranacionales

También el de los estereotipos es un temaenlazado estrechamente con los desarrolladosprecedentemente, además de asemejárselespor compartir una larga historia del concepto enla psicología social. Con frecuencia ligado alconcepto de prejuicio. Ya Allport definía al pre-juicio como actitud y al estereotipo como creen-cia. Mientras que Vinacke coincidía en que losprejuicios eran actitudes pero consideraba a losestereotipos como “conceptos sociales”(Ramírez, 1992).

Frente a la hegemonía de las teorías de pre-juicio de base motivacional y a la tendencia aentender el estereotipo como modo de raciona-lizar, justificar, la conducta frente a una catego-ría, Tajfel (1984) se propone demostrar que elprejuicio reside en la mente y no en las “vísce-ras” de las personas, centrándose en los as-pectos cognitivos del mismo. Entendiendo quese trata de atribuciones que deben cumplir confacilitar al individuo un mejor enfrentamiento connuevas situaciones, y que deben hacerlo de unmodo que preserve, en la medida de lo posible,su autoimagen o integridad: “Esta necesidad depreservar la integridad o la autoimagen es elúnico supuesto motivacional que necesitamoshacer con el fin de comprender la dirección quetomará la búsqueda de la coherencia” (Tajfel,1984, 65).

El propio Tajfel (1981) subraya la importan-cia, para comprender adecuadamente a los es-tereotipos sociales, de no olvidar de que se tra-ta de clasificaciones dotadas de valor. Asimis-mo, Tajfel jerarquiza su carácter compartido,social. En una línea similar Sangrador (1996)señala que los estereotipos son sociales no soloen cuanto resultado de influencias sociales so-bre el individuo, sino especialmente al configu-

Identidades, actitudes y estereotipos nacionales y supranacionales en una muestra uruguaya

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rar una suerte de realidad social construida.Convirtiéndose en una suerte de norma social(Rodríguez y Moya, 1998). Además de las fun-ciones psicológicas, los estereotipos tendríanotras más de tipo social. Entre ellas: facilitar laintegración del individuo al grupo y justificar ac-titudes y conductas hacia grupos estereotipados(Rutland y Brown, 2001).

Manifestándose, por lo visto, coincidencia res-pecto a que los estereotipos no son fenómenosmeramente cognitivos, Sangrador (1996) subra-ya que sí se trata de creencias, pero “teñidas”afectivamente. El propio, esperable, sesgoetnocéntrico en los estereotipos demostraría queno se trata de contenidos solo cognitivos, sinoque están condicionados por las necesidades delos grupos para construir imágenes de los gru-pos que “protejan sus valores, glorifiquen alendogrupo y justifiquen las actitudes hacia losexogrupos” (Sangrador, 1996,100). Desde la TISpodrían suponerse como recíprocos y mutua-mente necesarios el favoritismo endogrupal conla aparición de prejuicios hacia los otros grupos,pero hay evidencia de que si bien la meracategorización social favorece el favoritismo yfacilita la aparición de prejuicios no resulta unacausa siempre suficiente. De tal modo, por ejem-plo, una persona puede identificarse con su gru-po nacional sin necesidad de desarrollar este-reotipos negativos y rechazo ante otras naciona-lidades (Blanco, Caballero y de la Corte, 2005).Cabe suponer, de cualquier modo que los con-flictos entre grupos favorecerán la atribución alexogrupo de rasgos negativos, mientras que seatribuirán positivos a si mismos, “a modo de es-trategia reivindicativa de una identidad ‘diferen-cial’” (Sangrador, 1996, 100). Al mismo tiempoque aumenta la cohesión e identificación grupaly se incrementa el rechazo hacia el exogrupo conel que está establecido el conflicto (Techio y Cal-derón-Prada, 2005).

Respecto al origen del contenido de estereo-tipos nacionales podrían plantearse hipótesis:centradas en factores estructurales, en varia-bles culturales y en determinantes no sociales(como clima y geografía) (Matera et al., 2005).En particular los estereotipos etnonacionales onacionales expresan las relaciones entre gru-pos etnonacionales en varios sentidos, en par-ticular informando sobre relaciones de poder: sihan o no logrado constituirse como estados, y,habiendo configurado un estado, ocupan unaposición ventajosa o desventajosa en la com-paración social (Ramírez, 1992).

Un aspecto de especial interés es que losautoestereotipos nacionales pueden tomarse (ylo han sido con relativa frecuencia) como unavía de acceso a la identidad nacional de un gru-po (D’Adamo y García, 1995; Chryssochoou,2000; Matera et al., 2005). Así, por ejemplo,Sangrador encuentra necesario, complementarel estudio cuantitativo de simpatías entre gru-pos, con las creencias sobre esos colectivos,indagando en los estereotipos;.de modo de com-prender de mejor forma actitudes, preferenciasy rechazos (1996). En tal sentido, Matera et al.(2005) encontraron, entre universitarios madri-leños, correlación significativa entre el grado deidentificación nacional y los autoestereotipos desu grupo nacional, comparativamente más po-sitivos. Asimismo, identifican cambios respectoal estereotipo encontrado por Sangrador en los’90. Explicables por cambios en el contexto his-tórico, y por las características de los partici-pantes en la investigación. También Koomen yBahler (1996) en el análisis de estereotipos devarios países europeos encontraron, además deconvergencia de los distintos grupos en laestereotipización, y de identificar efectos delcontacto entre los dos grupos, la presencia defavoritismo endogrupal. En forma similarRodríguez y Moya (1998) encontraron entreandaluces evidencia de favoritismo endogrupalen el establecimiento de su autoestereotipo.Además de una fuerte homogeneidad en el mis-mo, que podría explicarse, desde la TIS, comouna reacción ante la percepción del carácter“minoritario” del grupo. Por otro lado, la coinci-dencia con los estereotipos hallados en otrasinvestigaciones sobre los andaluces podríaninterpretarse en el sentido de reflejar, el “fondode verdad” de los estereotipos. Pero no es laúnica interpretación posible, por ejemplo la cau-sa podría ser más del tipo de profecíaautocumplida (Rodríguez y Moya, 1998).

Presentación de la investigacióne hipótesis

Se pretende realizar un primer estudio, conuna muestra uruguaya, sobre identidades na-cionales, subnacionales y supranacionales, ac-titudes hacia el propio grupo y otros grupos na-cionales y supranacionales, y auto yheteroestereotipos nacionales. Aspirándose aque el instrumento y los resultados constituyanuna base para investigación posterior, por ejem-plo brindando elementos para futuros diseños e

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instrumentos. Pese a que prioritariamente seprocurará obtener algunas medidas descripti-vas, estructuras y modos de pronosticar ciertasidentificaciones, también se plantean algunashipótesis para ser contrastadas:

Hipótesis1: los participantes manifestaránfavoritismo endogrupal, expresando mayor sim-patía hacia los uruguayos.

Hipótesis 2: se presentará una relación po-sitiva entre simpatía por los diferentes gruposnacionales, y similitud percibida, grado de con-tacto y familiaridad con los mismos.

Hipótesis 3: se manifestará una relación po-sitiva entre la autopercepción de prototipicidady la simpatía por los endogrupos respectivos.

Hipótesis 4: a partir del modelo de “actitu-des asimétricas”, y del contexto de conflicto uru-guayo-argentino: se espera un comparativamen-te bajo nivel de simpatía hacia los argentinos, yun estereotipo de tipo negativo.

Hipótesis 5: en la conformación de los este-reotipos sobre latinoamericanos y uruguayospredominarán comparativamente elementos detipo relacional y afectivo, mientras que en loscorrespondientes a los países desarrolladospredominarán, comparativamente, elementosde tipo instrumental.

PRIMERA FASE

Metodología

ParticipantesParticiparon en este estudio, en forma vo-

luntaria, 53 estudiantes de la Licenciatura enPsicología de la Universidad Católica del Uru-guay 2

InstrumentoSe utilizó un cuestionario con la siguiente

consigna: “Le agradecemos por su participaciónen esta investigación. Para que los resultadossean de buena calidad es importante que ustedresponda a las preguntas con sinceridad, sa-biendo que no existen respuestas correctas oincorrectas. A continuación encontrará variasdenominaciones de grupos: le solicitamos queescriba, para cada una de ellas, cinco caracte-rísticas que entiende son propias de ese gru-po”. A continuación se incluía una lista degentilicios correspondientes a países, y

supranacionales. Tal lista se conformó incluyen-do, en orden alfabético, a los gentilicios corres-pondientes a:

- los países miembros plenos (al momentode la administración) del Mercosur: Argen-tina, Brasil, Paraguay y Uruguay

- los países “asociados” al Mercosur: Boli-via, Chile y Venezuela

- México: con quien Uruguay tiene un trata-do de libre comercio

- EEUU: con el cual Uruguay negociaba enese momento un tratado de libre comercio

- España: como el país europeo que se en-tendió como más conocido por parte de losparticipantes

- Japón: a los efectos de aumentar la diver-sidad de la propuesta, y de poder compa-rar los resultados con estudios previos (enparticular de Salazar)

- Europa y Latinoamérica: como entidadessupranacionales que se asumieron comomás relevantes para los participantes. Altiempo que habilitaban comparaciones coninvestigaciones previas.

ProcedimientoLa administración del cuestionario se reali-

zó en forma colectiva, en un salón de clase,durante el mes de mayo de 2006.

Resultados

Se acumularon todas los atributos plantea-dos, alcanzando un total de 619 características,calculándose la frecuencia de aparición de cadauna de ellas. No sumándose las repeticionesen el uso del atributo que pudiera haber realiza-do cada participante. Los diez atributos más fre-cuentes fueron los siguientes: Alegres (41 men-ciones), Trabajadores (32), Fríos (28), Diverti-dos (26), Simpáticos (22), Amables (21), Cáli-dos (19), Fiesteros (19), Agrandados (16) eIndividualistas (16).

SEGUNDA FASE

Metodología

ParticipantesParticiparon en este estudio 271 estudian-

tes de la Universidad Católica del Uruguay y de

2 El autor agradece la colaboración, en la recolección de los datos, del Profesor Juan Bogliaccini

Identidades, actitudes y estereotipos nacionales y supranacionales en una muestra uruguaya

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la Escuela Católica de Enfermería, eliminándo-se posteriormente de la muestra, por su origennacional, a seis participantes 3 . De los 265 res-tantes (55.1% mujeres): 33.6% eran estudian-tes de Psicología, 22.7% de Ciencias Empre-sariales, 22.6% de Ingenierías, 15.5% de En-fermería y 6% de Abogacía. La edad media fuede 21.5 años, con un mínimo de 18 y un máxi-mo de 44 años.

InstrumentoSe elaboró un cuestionario ad hoc a los efec-

tos de indagar en las variables de interés de laforma más exhaustiva posible, que al mismotiempo resultara de fácil comprensión para losparticipantes y pudiera responderse en alrede-dor de 30 minutos (el tiempo disponible en elcontexto institucional en el cual se aplicó) sinfavorecer ausencia de respuestas en algunaspreguntas.

Una versión preliminar se probó con 24estudiantes. Como resultado de la misma semodificó la formulación de algunas pregun-tas abreviándose la duración total de la apli-cación.

Consigna. “Le agradecemos por su participa-ción en esta investigación. Para que los resulta-dos de ésta sean fiables y válidos es importanteque usted responda a las preguntas con sinceri-dad, sabiendo que no existen respuestas correc-tas o incorrectas. Los resultados serán analiza-dos en conjunto, y no por individuo. Le garantiza-mos el total anonimato de sus respuestas. A lolargo de todo el cuestionario se utiliza el mascu-lino para representar a los dos sexos, con el úni-co objetivo de simplificar el texto.”

Autoidentificación territorial y con los colec-tivos. Adaptando las preguntas utilizadas porSangrador (1996), y Zúñiga y Asún (2004) serealizaron medidas separadas para cinco ám-bitos territoriales, en un orden de amplitud cre-ciente: Departamento (que es la forma en quese divide internamente Uruguay), Uruguay,Mercosur, Latinoamérica y América; y los cincocolectivos correspondientes: Habitantes de sudepartamento, uruguayos, habitantes delMercosur, latinoamericanos y americanos. Entodos estos casos se utilizaron escalas tipoLikert de 10 puntos con extremos donde 1 co-rresponde a: “Nada” y 10 a “Totalmente”.

Autopercepción de protopicidad. Se pregun-tó, a partir de la reelaboración de las preguntasutilizadas por Cassidy y Trew (1998), y Villegasy Salazar (2002) sobre el grado en el que elparticipante se consideraba un uruguayo y unlatinoamericano típicos. Mediante una escalatipo Likert de cinco puntos, donde 1 correspon-de a “Nada” y 5 a “Totalmente”.

Satisfacción con la autoidentificación terri-torial. Este punto se abordó por dos vías. Porun lado se seleccionó de los cuatro tipos depreguntas utilizados por Azurmendi et al. (1998)el que correspondía explícitamente a la “satis-facción”, por considerarse que apunta a un ni-vel más global, y se aplicó a los cuatro ámbi-tos territoriales más próximos. Respondiéndo-se mediante una escala tipo Likert de cincopuntos donde 1 corresponde a “Nada” y 5 a“Totalmente”. Por otro lado, se adaptaron laspreguntas de Sangrador (1996) respecto a lapredisposición a emigrar, en este caso, a otropaís dentro o fuera del Mercosur. Siendo lasopciones de respuesta: “si” y “no”, y pregun-tándose, en caso de responder afirmativamen-te, por el país que seleccionaría. Finalmente,se preguntó sobre si el participante querríahaber nacido en otro país.

Actitudes hacia otros colectivos nacionalesy supranacionales. Se investigó mediante unaescala tipo Likert de diez puntos con extremos:“Ninguna simpatía” y “Mucha simpatía” (Sangra-dor, 1996; Van Oudenhoven et al., 2002). Paraminimizar eventuales sesgos en razón del or-den de presentación de los estímulos, se ela-boraron ocho versiones del orden de presenta-ción, obtenidos aleatoriamente.

La medida anterior se complementó con pre-guntas (Sangrador, 1996) respecto a las prefe-rencias y rechazos, en cuanto a orígenes nacio-nales entre los presentados en la pregunta ante-rior, como compañeros de trabajo. Solicitándoseun máximo de tres respuestas en cada caso. Ycon la pregunta, a aquellos que expresaron quehabrían querido nacer en otro país distinto a Uru-guay, sobre que país elegirían.

Hipótesis de relación entre semejanza y sim-patía. Se adaptó del cuestionario utilizado porVan Oudenhoven et al. (2002) una pregunta

3 El autor agradece la colaboración, en la recolección de los datos, de los Profesores Delfina Miller, Eduardo Lacués,Mariella Saettone, Lucía Alarcón y Gabriela Pascale

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sobre el grado de similitud percibida entre loshabitantes de los diez países mencionados conanterioridad y los uruguayos. Mediante una es-cala tipo Likert de diez puntos, con extremos:“Nada” y “Totalmente”. Para minimizar eventua-les sesgos en razón del orden de presentaciónde los estímulos, se elaboraron ocho versionesdel orden de presentación, obtenidosaleatoriamente.

Hipótesis de relación entre familiaridad/con-tacto y simpatía. Se investigó a partir de la adap-tación de dos preguntas de la investigación deVan Oudeheven et al. (2002) sobre viajes reali-zados e interés, y añadiendo una sobre familia-res o amigos originarios de esos diez países, oactualmente viviendo en los mismos. Lo cualaparecía como especialmente relevante en ra-zón de la alta tasa de emigración que ha pre-sentado Uruguay en las últimas décadas. En elprimer caso se solicitó se indicara el número deviajes realizados a cada país (en cuatro nive-les: entre ninguno y seis o más veces) y si laduración de la estadía fue de “días”, “meses” o“años”. El grado de interés se preguntó en basea cuatro niveles, con extremos en “Mucho” y“Nada”. En el tercer caso las opciones de res-puesta, respecto a cada uno de los países, fue-ron simplemente “si” y “no”.

Por otra parte, se indagó respecto a percep-ciones respecto a los países en los que “se vivemejor” (Sangrador, 1996) entre los diez presen-tados previamente, en Latinoamérica, y en elMercosur

Estereotipos hacia colectivos nacionales ysupranacionales. De las distintas opciones parainvestigar sobre estereotipos, que incluyencheck lists, escalas tipo Likert para manifestarel grado de acuerdo en una atribución, diferen-ciales semánticos, y estimación de porcentajes(Krueger, 1996), se optó por presentar una listade atributos y solicitar que los participantes se-leccionaran aquellos que entendían más carac-terísticos de cada grupo. Se tomó esta decisiónen particular por la inexistencia de estudios pre-vios que permitieran presuponer las caracterís-ticas más típicamente atribuidas por los urugua-yos, y a los efectos de, disponer, de tal modo,de dicho insumo para la construcción de futu-ros instrumentos.

A partir de la lista obtenida en la PrimeraFase, se procedió a eliminar términos que noeran pertinentes (por aludir, por ejemplo, a me-

ros rasgos físicos). La lista resultante fue or-denada por parte de dos jueces en catego-rías que agruparon atributos por similitud se-mántica. En base a tales categorías y a lasfrecuencias de aparición en la Primera Fase,se llegó a un listado, que fue comparado so-bre todo con el utilizado por Sangrador (1996),además de con otros (como D’Adamo yGarcía, 1995), incorporándose aquellos tér-minos utilizados en otros estudios y que nopresentaban, según el criterio de los jueces,sinónimos adecuados en la lista resultado dela Primera Fase. Así, por ejemplo, se consi-deró que “fiesteros”, sustituía satisfactoria-mente a “juerguistas”, término utilizado, entreotros, por Sangrador (1996) y Matera et al.(2005). Como resultado, se obtuvo un listadode 96 características.

Se aplicó a una muestra de 24 estudiantesel cuestionario global con la lista de 96 atribu-tos, solicitando que adjudicaran cinco de ellosa cada uno de 13 grupos nacionales ysupranacionales. Para minimizar eventualessesgos en razón del orden de presentación delos estímulos, se elaboraron cuatro versionesdel orden de presentación de los colectivos yde los atributos, obtenidos aleatoriamente. Solocuatro participantes respondieron respecto atodos los grupos. Todos los participantes res-pondieron sobre los argentinos. Uno no lo hizorespecto a los estadounidenses. Dos no lo hi-cieron sobre brasileros y uruguayos. Ocho norespondieron sobre japoneses y europeos. 11sobre los latinoamericanos, 13 acerca de loschilenos, 14 sobre los españoles, 18 respectoa los bolivianos, 19 acerca de paraguayos yvenezolanos, y 20 sobre los mexicanos. Enconsideración de lo anterior, con el propósitode hacer más viable la aplicación del cuestio-nario, aumentando la tasa de respuesta a estapregunta, se procedió a eliminar del cuestio-nario, en razón de la dificultad que ocasiona-ron, a tres grupos: bolivianos, mexicanos yvenezolanos. Optándose por mantener en lapregunta a los “paraguayos”, en razón de tra-tarse de los habitantes de un país miembrooriginal y pleno del Mercosur, ygeográficamente próximo a Uruguay. Asimis-mo, se eliminaron tres atributos de la lista utili-zada: “agresivos, “irresponsables” y “testaru-dos” en razón de su muy baja tasa de utiliza-ción. Para minimizar eventuales sesgos enrazón del orden de presentación de los atribu-tos y de los grupos nacionales y

Identidades, actitudes y estereotipos nacionales y supranacionales en una muestra uruguaya

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Ciencias Psicológicas 2007; I (1)94

supranacionales, se elaboraron ocho versionesde orden obtenidas aleatoriamente.

Autodescripción. Pareció de interés solicitara los participantes, una vez adjudicados los atri-butos a los colectivos, que seleccionaran de lamisma lista, también cinco atributos que enten-dían los caracterizaban personalmente. Espe-cialmente a los efectos de comparar el resulta-do con el autoestereotipo uruguayo.

Autoidentificación ideológica. A los efectosde evaluar la eventual incidencia de la identifi-cación político-ideológica en aspectos talescomo la satisfacción con la identificación, sim-patías por otros colectivos, etc. se solicitó a losparticipantes indicaran su posición en una es-cala tipo Likert de 10 puntos, con extremos: “Iz-quierda” y “Derecha”. Como hubo varios casosen los cuales que se registró la autoidentificaciónen el centro, la escala terminó considerándosede 11 puntos.

Datos sociodemográficos. Se preguntó poredad, sexo, carrera, curso (grado), departamen-to o país de nacimiento, y departamento o paísen donde el participante vivió la mayor parte desu vida.

Dadas las características poblacionales deUruguay, donde poco menos de la mitad desus habitantes viven en el área metropolitanade su capital (Montevideo), y el resto en el“Interior”, sin grandes concentraciones (noexisten, sin considerar a Montevideo, ciuda-des de más de 100.000 habitantes) al momen-to de analizar los datos se consideraron solodos categorías. Por otra parte, siendo la am-plia mayoría de los participantes residentesen Montevideo (de hecho eran estudiantes deuna universidad allí localizada), se decidió to-mar como criterio de clasificación (en Monte-video o Interior) al lugar que se indicara comodonde se había vivido la mayor parte del tiem-po. Resultando: 179 participantes en Monte-video y 79 en Interior (sin dato: 7). Eliminán-dose del análisis los casos (seis) en que elparticipante había pasado la mayor parte desu vida fuera del país.

ProcedimientoLa aplicación del cuestionario se realizó

en forma colectiva, en un total de 11 grupos,en sus salones de clase, durante junio de2006.

RESULTADOS

Autoidentificación territorial y con los colec-tivos

La media de identificación con el departa-mento de origen fue de 7.9, con Uruguay 8.0,con el Mercosur 4.5, con Latinoamérica 6.1 ycon América 6.2.

La identificación con Uruguay resultasignificativamente mayor (p<.05) entre los ori-ginarios del Interior, y con Latinoamérica entrelas mujeres.

La media de identificación con los habitan-tes del departamento de origen del participantefue de 7.5, con los uruguayos 7.5, con los habi-tantes del Mercosur 4.8, con los latinoamerica-nos 5.5 y con los americanos 5.3. También aquíresulta significativamente mayor (p<.05) la iden-tificación con los uruguayos de los originariosdel Interior, y con los latinoamericanos entre lasmujeres. El valor del coeficiente alfa deCronbach para los diez ítems es 0.84.

Para los dos tipos de preguntas, el grado deidentificación con lo regional y con lo nacionales muy similar, para caer en las referidas a lasinstancias supranacionales, en particular en elámbito intermedio (Mercosur). Disminuyendo enlos colectivos en comparación a los ámbitos te-rritoriales, salvo para el caso de Mercosur.

Como puede apreciarse en la Tabla I lasidentificaciones con los distintos niveles seasocian positivamente. Especialmente altasson las correlaciones entre las identificacionescon los ámbitos territoriales y los colectivoscorrespondientes.

Se efectuó análisis factorial, obteniéndosetres factores que explican el 71.1% de lavarianza. El primer factor explica el 26% y lasvariables con mayor peso factorial son las querefieren a la identificación con los ámbitosterritoriales y colectivos correspondientes aldepartamento de origen y a Uruguay. Elsegundo factor explica un 25% de la varianzay las variables con más peso en el mismo sonlas que refieren a la identificación con losámbitos territoriales y los colectivoscorrespondientes a Mercosur y Latinoamérica.Finalmente, el tercer factor explica el 20% dela varianza, y las variables con mayor peso sonla identificación con América y con losamericanos.

La media de la diferencia entre identificacióncomparativa: con departamento de origenmenos con el país es de –0.08 (dt = 1.97).

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Tabla ICorrelaciones bivariadas significativas entre variables de identificación

Tabla IIPromedio de satisfacción con ser ciudadano de departamento de origen, Uruguay,

Mercosur y Latinoamérica según origen.

Identidades, actitudes y estereotipos nacionales y supranacionales en una muestra uruguaya

Autopercepción de protopicidadLas medias correspondientes a la

autopercepción como uruguayo y latinoameri-cano “típicos” son de 3.5 y 2.7 (en este caso“Totalmente” está representado por el número5) respectivamente. Los valores de ambasautopercepciones son significativamente supe-riores (p<.05) en los originarios del Interior.

En relación con los factores hallados previa-mente, la autopercepción como típicamente uru-guayo se relaciona positivamente con el factorreferido a la identificación con Mercosur yLatinoamérica, pero bastante más con el corres-pondiente a la identificación con departamentode origen y Uruguay.

Respecto a la autoidentificación como lati-noamericano típico, la relación es positiva conel factor correspondiente a la identificación conAmérica, y aún mayor con el que responde a laidentificación con Mercosur y Latinoamérica.

Satisfacción con la autoidentificación territorialLos participantes expresan una alta satisfac-

ción con su condición de uruguayos y origina-rios de sus departamentos (Tabla II). Y más

próxima a valores medios en referencia aLatinoamérica y Mercosur (donde la satisfacciónes la menor de todas). En todos los casos elpromedio de satisfacción de los originarios delInterior es significativamente superior a los deMontevideo. El valor del coeficiente alfa deCronbach para los cuatro ítems es 0.73.

Sin embargo, tal expresión de satisfacción conla identificación como uruguayos se ve acompa-ñada por altos niveles de predisposición a la emi-gración. Un 27.7% señala que le gustaría emigrara otro país del Mercosur, y un 55.4% que querríahacerlo a un país fuera del Mercosur. Este por-centaje llega a 75% entre los estudiantes de En-fermería. Un 28% señala que, de haber podidohacerlo, habría elegido otro país de nacimiento.

La predisposición a la emigración a un paísfuera del Mercosur muestra una asociación sig-nificativa con la preferencia por haber nacidoen otro país.

Actitudes hacia colectivos nacionales ysupranacionales

Respecto al grado de simpatía las mediasse ordenan, de mayor a menor, de la siguiente

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Ciencias Psicológicas 2007; I (1)96

forma: Uruguayos: 8.3 (dt = 1.8), Brasileros: 7.4(dt = 2.1), Españoles: 7.3 (dt = 1.9), Europeos:7.1 (dt = 1.9), Chilenos: 5.8 (dt = 2.3), Argenti-nos: 5.6 (dt = 2.6), Mexicanos: 5.6 (dt = 2.4),Venezolanos: 5.3 (dt = 2.3), Estadounidenses:5.2 (dt = 2.5), Paraguayos: 4.6 (dt = 2.2), Japo-neses: 4.5 (dt = 2.3), y Bolivianos: 4.1 (dt = 2.2).

El valor del coeficiente alfa de Cronbach paralos 12 ítems es 0.78. Todas las asignaciones desimpatías tienen entre sí una relación positiva ysignificativa.

Procurando identificar la estructura subya-cente a la asignación de grados de simpatíase efectuó un análisis factorial por el métodode componentes principales. Obteniéndosetres factores que explican el 54% de lavarianza. En el tercer factor, que explica el 12%,los mayores pesos factoriales corresponden ala simpatía hacia uruguayos y españoles. Enel segundo, explicando el 15%, los mayorespesos responden a estadounidenses, europeosy argentinos. Y en el tercero, que explica el27%, se ubican las simpatías para con el restode los colectivos.

La asignación cuantitativa de simpatías secomplementó con las preferencias y rechazoscomo compañeros de estudio o trabajo, cuyosresultados se presentan en la Tabla III. Espa-ña y Brasil (en ese orden en este caso) vuel-ven a ser los orígenes preferidos, y menos re-chazados. Los argentinos ocupan el tercerpuesto en preferencias, pero también acumu-lan un importante nivel de rechazo. Bolivianos

y japoneses se muestran como los más recha-zados.

También es un indicador interesante el paísque se eligió cuando se habría preferido nacerfuera de Uruguay. España fue mencionada porel 15.7% de los participantes, Italia por el 10.4%,EEUU por el 10% y Brasil por el 9.3%.

Dentro de quienes expresaron predisposiciónpara emigrar a otro país del Mercosur predomi-nó claramente la preferencia por Brasil (13.3%del total de la muestra) y Argentina (10.7%).Fuera del Mercosur las preferencias están cla-ramente encabezadas por España (19.8% deltotal), EEUU (8.7%) e Italia (6.3).

Se encontró una correlación significativaentre la identidad comparativa de los participan-tes (identidad con departamento de origen me-nos identidad con Uruguay) con la simpatía conUruguay. (r(260) = -0 .25, p<.01).

Simpatías y similitud. A los argentinos se lesadjudica el mayor puntaje promedio en similitudcon los uruguayos: 7.2 (con 10 como máximo).A continuación, y en orden descendente: espa-ñoles: 5.5, brasileros: 5, chilenos: 4.9,paraguayos: 4.7, mexicanos: 4.1, venezolanos:4.1, bolivianos: 3.5, estadounidenses: 2.8 y ja-poneses: 1.7. Solo en relación a los argentinosaparece una diferencia significativa según ellugar de origen de los participantes.

El valor del coeficiente alfa de Cronbachpara los diez ítems es de 0.83. Todas las co-rrelaciones entre las estimaciones de similitud

Tabla IIIPaíses de los cuales “prefiere” y “no prefiere” tener compañeros de estudio o trabajo

(suma % de tres menciones), según origen

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con los uruguayos resultan positivas y signifi-cativas.

Del análisis factorial realizado emergen tresfactores que explican el 64% de la varianza. Enel primero, explicando el 34%, tienen los mayo-res pesos factoriales las respuestas respecto abolivianos, paraguayos, venezolanos, chilenos,mexicanos y brasileros. En el segundo, con el17% de varianza explicada, las opiniones sobrejaponeses y estadounidenses. Y en el tercero,explicando el 13%, los dos grupos destacadoscomo más similares a los uruguayos: argenti-nos y españoles.

Con el propósito de estudiar la eventual re-lación entre similitud percibida y simpatía paracada colectivo se obtuvieron las correlacionesque se presentan a continuación, todas positi-vas y significativas: Argentinos (r(260) = .42,p<.01), Brasileros (r(260) = .42, p<.01),Paraguayos (r(256) = .36, p<.01), Chilenos(r(257) = .35, p<.01), Bolivianos (r(254) = .34,p<.01), Estadounidenses (r(256) = .34, p<.01),Venezolanos (r(251) = .29, p<.01), Mexicanos(r(253) = .28, p<.01), Españoles (r(258) = .25,p<.01) y Japoneses (r(254) = .14, p<.05).

Simpatía y familiaridad/contacto. Solo el10.7% de los participantes nunca viajó a Ar-gentina y solo el 16.6% nunca lo hizo a Brasil.En el otro extremo, solo un 0.4% viajó en algu-na oportunidad a Japón. Lo siguen, como des-tinos menos frecuentes, Bolivia (lo visitó el2.2%) y Venezuela (3%). Sin embargo, si solo

se consideran las estadías que, eventualmen-te acumuladas, superaron a un mes, EstadosUnidos aparece como el destino más relevan-te: 7.5% de los participantes lo visitaron porespacio de, por lo menos un mes. A poca dis-tancia se ubica Argentina (6.8%) y despuésBrasil (4.9%).

El 69% de los participantes cuenta con fami-liares o amigos viviendo en Argentina u origina-rios de ese país. El 62% en o de España, y el53% en o de Estados Unidos. El menor gradode contacto interpersonal de este tipo se pre-senta con Japón: 2.6% y Bolivia: 7.4%.

En la Tabla IV se presenta la relación entresimpatías, viajes realizados a esos países y con-tar con familiares o amigos viviendo u originariosde los mismos. En todos los casos crece el pro-medio (en varios casos significativamente) de sim-patías en el caso de contar con personas cerca-nas en tales países. También se incrementan lospromedios de simpatía cuando los participanteshan estado más de un mes en los distintos paí-ses, pero solo en el caso de las simpatías hacialos argentinos la diferencia es significativa.

España y Brasil son los dos países por lo cua-les los participantes manifiestan mayor interés(en ambos casos suman 82% las opciones “mu-cho” y “bastante” interés). Posteriormente: EEUUcon 73% y Argentina con 63%. En el otro extre-mo: solo 10% y 14% manifiestan “mucho” o “bas-tante” interés por Bolivia y Paraguay respectiva-mente. El valor del coeficiente alfa de Cronbachpara los diez ítems referidos a interés es 0.67.

Tabla IVSimpatía promedio por los habitantes de distintos países, según familiares o amigos

viviendo u originarios de allí, y según “duración de la visita”

Identidades, actitudes y estereotipos nacionales y supranacionales en una muestra uruguaya

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Ciencias Psicológicas 2007; I (1)98

De acuerdo a los participantes es en España(40%), EEUU (34%) y Japón (12%) donde “sevive mejor” entre todos los países presentadosen el cuestionario. En Latinoamérica se desta-can Chile (44%), Brasil (14%) y Uruguay (14%).

Simpatía e interés. En la mayor parte de loscasos las diferencias, para cada uno de los paí-ses, de acuerdo al grado de interés, son signifi-cativas. En particular, respecto a argentinos,españoles, estadounidenses y paraguayos lospromedios son significativamente diferentespara los cuatro niveles de interés (p<.05).

Identificación, simpatía, y prototipicidad. Enla medida que los participantes se manifiestancomo uruguayos “típicos” aumentasignificativamente la identificación con los uru-guayos y también la simpatía que se asigna alos uruguayos. Se realizó prueba F medianteanálisis de varianza (ANOVA).

Estereotipos sobre los colectivos nacionalesy supranacionales

Para definir el estereotipo de cada uno delos grupos, en primer lugar para cada uno deellos se calculó el número de mencionesesperables al azar de acuerdo al total de men-ciones de cada grupo; luego según la cantidadde menciones que recibió cada atributo, a cadauno de ellos se le asignaron puntajes z de acuer-do al promedio y desviación típica del total demenciones de cada grupo. Se consideró que elestereotipo de un grupo se componía por aque-llos atributos que se encontraban a más de 1.5desviaciones típicas de la media de menciones.

Como resultado de este procedimiento, elestereotipo correspondiente a los argentinos seintegra con los atributos: “agrandados” (z = 5.4),“chantas” (3.8), “chismosos” (2.9), “envidiosos”(2.4), “exagerados”(1.7), “avivados” (1.7) y “so-berbios” (1.6).

El estereotipo referido a los brasileros estáconformado por: “fiesteros” (5.3), “divertidos”(4.4), “alegres” (4.0), “simpáticos” (1.9), “ami-gables” (1.9) y “extrovertidos” (1.8).

El de los chilenos se integra con: “tranqui-los” (3.2), “amables” (2.7), “amigables” (2.3),“sencillos” (2.3), “simpáticos” (1.9), “buena gen-te” (1.7), “machistas” (1.7), “antipáticos” (1.6) y“luchadores” (1.6).

El estereotipo de los españoles se conformacon: “abiertos” (2.6), “trabajadores” (2.5), “tradi-cionalistas” (2.5), “religiosos” (2.3), “cálidos”

(2.0), “amantes de su tierra” (1.8), “amigables”(1.7), “amables” (1.5), “buena gente” (1.5), “cul-tos” (1.5), “respetuosos” (1.5) y “sociables” (1.5).

El de los estadounidenses se integra con:“consumistas” (6.1), “materialistas” (4.0), “pa-triotas” (2.4), “discriminadores” (2.1), “indepen-dientes” (1.8) e “individualistas” (1.8).

El de los japoneses con: “inteligentes” (4.6),“trabajadores” (4.6), “organizados” (2.9), “em-prendedores”(2.2), “responsables” (1.6) y “de-tallistas” (1.6).

El estereotipo sobre los paraguayos se confor-ma con: “incultos” (3.8), “sufridos” (3.4), “humildes”(3.0), “aburridos” (2.2), “lentos” (2.2), “sencillos” (2.1),“sumisos” (1.9), “tímidos” (1.9), “tranquilos” (1.9),“sin aspiraciones” (1.7) y “chantas” (1.5).

El correspondiente a los uruguayos está in-tegrado por: “familieros” (4.8), “quejosos” (2.7),“nostálgicos” (2.7), “inconformistas” (2.0), “des-confiados” (1.8), “perezosos” (1.7), “solidarios”(1.7), “tradicionalistas” (1.7), “buena gente” (1.6)y “pesimistas” (1.6).

El de los europeos se conforma con: “fríos”(4.9), “cultos” (4.2), “consumistas” (1.9), “orga-nizados” (1.7) e “inteligentes” (1.6).

Finalmente, el estereotipo sobre los latinoa-mericanos se integra con: “luchadores” (3.7).“sufridos” (2.9), “afectuosos” (2.4), “cálidos”(2.1), “buena gente” (1.8), “incultos” (1.6),“amantes de su tierra” (1.5), “simpáticos” (1.5)y “solidarios” (1.5).

AutodescripciónEn la autodescripción, utilizando los mismos

adjetivos, los rasgos más mencionados son:“familieros” (2.9), “amigables” (2.7), “responsa-bles” (2.5), “alegres” (2.2), “divertidos” (1.7),“tranquilos” (1.6), “detallistas” (1.5), “luchadores”(1.5) y “sociables” (1.5).

Comparando el estereotipo sobre los uru-guayos con la autodescripción solo se encuen-tra coincidencia en un 2.6% del total de men-ciones. Por más que cabe destacar que“familieros” fue la opción más frecuente enambos casos.

Pronóstico de identificación con los ámbitossupranacionales

Para explicar la varianza de la identificacióncon Latinoamérica y con el Mercosur, se reali-zaron dos modelos de regresión lineal múltiple.Las variables que contribuyen significativamentea explicar la varianza del grado de identifica-ción con Latinoamérica son la identificación con

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Uruguay, la satisfacción con ser ciudadano deLatinoamérica y el factor de similitud de los paí-ses latinoamericanos con Uruguay.

Los antecedentes más potentes de lavarianza de la identificación con el Mercosur son:la identificación con Uruguay y el nivel de satis-facción con ser ciudadano del Mercosur.

DISCUSIÓN GENERAL

El grado de identificación con el país es elque se manifiesta como más elevado. Los re-sultados muestran una clara asociación entrela identificación regional y nacional. Resultandolevemente inferior la identificación con el de-partamento de origen. El promedio de IdentidadComparativa es –0.08 (dt = 1.97) lo que habla-ría de ausencia de percepción de conflicto en-tre las dos identidades. Si bien los valores paralo regional y lo nacional pueden impresionarcomo altos, cabe consignar que en todos losniveles son inferiores a los obtenidos por San-grador para España (1996).

Así como la identificación nacional tiende aasociarse con la regional, la identificación conel Mercosur se asocia sobre todo a la identifica-ción con Latinoamérica.

En ambas medidas (territorial y colectivo) elMercosur obtiene puntajes de identificación re-lativamente bajos, inferiores a las categorías quelo engloban.

Resultan escasas las diferencias entre iden-tificación con territorios e identificación con co-lectivos, en general a favor de los territorios.Pese a los cuestionamientos que pueden reali-zarse a medir constructos complejos con conti-nuos unidimensionales (Zúñiga y Asún, 2004)los resultados aparecen como consistentes.

La autopercepción como uruguayos típicos,no resultando especialmente alta, supera conclaridad a la de ser latinoamericano típico. Su-brayando cierta distancia entre lo que se perci-be como “uruguayo” y lo supranacional.

Se expresa un nivel de satisfacción con lasidentificaciones regionales y nacionales quepuede calificarse como de medio a alto. Losoriginarios del Interior no solo se identifican másque los montevideanos con Uruguay sino quese manifiestan más satisfechos. Latinoamérica,y, sobre todo, el Mercosur, y en especial entrelos montevideanos, despiertan un nivel de sa-tisfacción próximo al valor de indiferencia.

Tales indicios de satisfacción deben ser ne-cesariamente complementados con otros: más

de la mitad de los participantes expresan la as-piración de emigrar, y más de la cuarta partehabría elegido otro país de nacimiento. ¿Sonresultados representativos de la población uru-guaya? En junio de 2005 un 13% de uruguayospensaban en la posibilidad de emigrar. Un añoantes la cifra llegaba al 22% (con un máximo delos últimos años en 2003). En junio de 2005 lafranja etárea más proclive a la emigración erala de 18 a 29 años, con un 22%. España era eldestino preferido (37%) y EEUU el segundo(18%) (El País, 2005). ¿Qué puede explicar unadiferencia tan amplia con el resultado de estaspreguntas?. Una primera posibilidad es que al-gunos participantes no hayan entendido al tér-mino “emigrar” en su auténtico significado, talvez interpretándolo como “viajar”. Pero puedeser más verosímil atribuirlo a la condición deestudiantes universitarios, con perspectivas di-ferenciadas de la población en general (Koomeny Bahler, 1996) y características específicas encuanto a recursos y responsabilidades socia-les. Una tercera hipótesis atendería a un even-tual sesgo generado por el orden de las pre-guntas sobre emigración en el cuestionario, quepodría haber impulsado una suerte de elecciónde destino de emigración, para el caso en quese quisiera hacerlo.

Pero más allá de tales eventuales sesgosno resulta difícil interpretar estos resultados,además del 28% que manifiesta haber preferi-do nacer en otro país, como manifestación deinsatisfacción con la identificación nacional. Pro-bablemente también acrecentada por el carác-ter universitario de los participantes (Sangradorencontró, entre los españoles con estudios su-periores, un 22% de preferencias de este tipo).Cabe un último comentario: probablemente nose pueda valorar del mismo modo la voluntadde emigrar en la España de las últimas déca-das que en Uruguay, país que presente periódi-cas oleadas emigratorias y donde una parte muyimportante de la población cuenta con familia-res y/o amigos en el exterior.

Los resultados respaldan la Hipótesis 1: losuruguayos son quienes despiertan actitudes demayor simpatía. Pero solo parcialmente, ya queel estereotipo generado sobre este grupo, daindicios de una evaluación más bien negativa.De cualquier modo, parece pertinente dudar dela generalizabilidad de este resultado: en variosestudios (por ejemplo: Salazar; Koomen yBahler) se ha comprobado que los universita-rios, que también cuentan con ventajas como

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Ciencias Psicológicas 2007; I (1)100

sujetos de investigación (Ros et al., 1999), sue-len plantear autoestereotipos nacionalessignificativamente más negativos que los quemanifiesta el resto de la población.

Pese a no disponer de una evaluación delos estereotipos por parte de los participantes,algunos de ellos impresionan como claramenteconsistentes con las simpatías expresadas. Enparticular, los correspondientes a brasileros yespañoles, que además son los orígenes pre-feridos como compañeros de trabajo o estudio.Sobrepasa las posibilidades de espacio de estetrabajo analizar cada caso en particular.

Estudios recientes (Matera et al., 2005;Rodríguez, Betancor, Rodríguez, Quiles, Delga-do, y Coello, 2005; van Rijswijk, Haslam, &Ellemers, 2006) subrayan la conocida importan-cia del contexto comparativo en el cual los jui-cios tienen lugar en la investigación sobre este-reotipos. De tal forma, cabe suponer que podríanhaber surgido otros estereotipos de modificarselos colectivos utilizados como estímulos. Lo cualpuede abrir, a partir de los resultados, una líneade investigación en ese sentido.

Encuentra apoyo la Hipótesis 2: se muestrauna relación positiva y significativa entre sim-patías y similitud percibida. También muestra lasimpatía una relación positiva, a diferencia delestudio de Van Oudenhoven et al. (2002), aun-que no siempre estadísticamente significativa,con el grado de contacto y familiaridad.

También se ve respaldada la Hipótesis 3: la sim-patía hacia uruguayos y latinoamericanos, y tam-bién la autoidentificación como tales, seincrementan significativamente cuando los partici-pantes se perciben como típicos de tales orígenes.

Si se toma en cuenta que los argentinos sonclaramente identificados como los más simila-res a los uruguayos, y son el colectivo con quie-nes los participantes manifiestan tener mayorcontacto, podría llamar la atención que su este-reotipo resulte tan uniformemente negativo. Másallá del actual conflicto entre los países, y pese ala falta de las medidas correspondientes en ar-gentinos, el resultado sugiere como factible laexplicación a través del concepto de las “actitu-des asimétricas” (Van Oudenhoven et al., 2002).

Tal como predecía la Hipótesis 5 en los es-tereotipos de latinoamericanos y uruguayos pre-dominan atributos de tipo relacional y afectivo.Mientras que entre los países y bloques identifi-cados como más ricos: Europa y Japón, surgenestereotipos más de tipo instrumental. Menosclaro es el caso de EEUU, incidiendo tal vez en

este caso, el mayor contacto con este país res-pecto a Europa y Japón.

En forma similar a la investigación de San-grador (1996) también en este caso es bajo elgrado de coincidencia entre autoestereotiposnacionales y autodescripciones.

Ya culminando este trabajo, se entiende queel mismo ha realizado una, modesta, contribu-ción, en dos de los sentidos planteados porPettigrew (1998): la aplicación a campos socia-les problemáticos, y la prueba de las teorías ennuevas (para la disciplina) realidades sociales.

A partir de este trabajo surgen varias posi-bles vías de investigación futura. Entre ellas:evaluación de los estereotipos que surgieron;aplicación de una adaptación de este cuestio-nario a una muestra representativa nacional;contrastación de la hipótesis de las actitudesasimétricas con estudios en otros países de laregión; y estudios experimentales sobre identi-ficación, simpatías y estereotipos con manipu-lación de variables contextuales.

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