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Gente Común, es decir Rebelde1 

Mucho Más que una Respuesta a Atilio Borón 

John Holloway

Somos mujeres y hombres, niños y ancianos bastante comunes, es decir,

rebeldes, inconformes, incómodos, soñadores. Subcomandante Marcos, La 

Jornada (México), 4 de agosto de 1999

Esta afirmación simple es una bomba teórica.

Ve a gente común alrededor de ti. ¿Son rebeldes? Ve a la señora ahí en elsupermercado. ¿Es una rebelde? Ve al hombre ahí en su coche. ¿Es un rebelde? Ve a la

señora grande caminando por la calle, o esos niños regresando de la escuela. ¿Son

rebeldes?

Parece absurdo. Toda esa gente se ve pacífica, haciendo sus quehaceres cotidianos.

¿Cómo podemos decir, entonces, que son rebeldes?

Para decir que son rebeldes, los tenemos que ver con ojos infrarrojos, viendo algo en

ellos que no está visible desde afuera. Parecen tan calmados. Decir que son rebeldes es

verlos como volcanes sofocados.

Entramos a un mundo extraño, a otra dimensión de pensamiento, en el cual todo es

inestable. Las personas que son volcanes sofocados no son lo que parecen ser. Pero más

que eso: no son lo que son. Están al borde de hacer erupción, de estallar. Esa mujer que

va caminando tranquilamente por la calle, en realidad está en el aire, va a volar, o a caer.

La afirmación rara de que la gente común es rebelde es el núcleo de la política zapatista.

Tantas veces Marcos ha contado la historia de cómo el grupo original de revolucionarios

quería hablar a la gente de la Selva Lacandona del capitalismo, de la opresión y larevolución, y de cómo entonces, en lugar de hablar, aprendieron a escuchar, y

descubrieron que la gente ya era rebelde. El tema se enfatiza otra vez en la imagen de los

caracoles y la política de hablar-escuchar que esta imagen implica. Claro podríamos decir 

que con la afirmación de que la gente común es rebelde están hablando solamente de los

indígenas, que los quinientos años de opresión los convirtieron en rebeldes naturales.

Pero eso sería reducir el zapatismo a un movimiento indígena, implicaría pensar en los

zapatistas como un “ellos” con los cuales expresamos solidaridad, pero sin sentirnos

1

Publicado en Chiapas (México), núm. 16, 2004, Instituto de Investigaciones Económicas, Universidad NacionalAutónoma de México-Era. También publicado en Holloway, John (2006) Contra y más allá del capital. Reflexiones a

 partir del debate sobre el libro «Cambiar el mundo sin tomar el poder». Buenos Aires: Herramienta; México:

Universidad Autónoma de Puebla, 2006.  

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directamente interpelados. Pienso que el desafío zapatista es mucho más directo y

profundo, que ellos nos están retando a mirar a la gente en la calle o en el supermercado

y entender que ellos también son rebeldes, como nosotros.

La afirmación de que la gente común es rebelde, la podemos rechazar como absurda

(romántica pero irreal), o bien la podemos aceptar y seguirla al mundo extraño al cual nos

lleva. En este mundo, las personas son volcanes sofocados, inquietas, proyectando más

allá de ellas mismas, desbordándose. En la superficie tienen una identidad, pero debajo

del aspecto de la identidad está la fuerza de la no identidad. Este es el mundo del arte y

de la literatura, el mundo del psicoanálisis, de la poesía y no de la prosa, del subjuntivo.

Este es el mundo del pensamiento dialéctico, en el cuál, según Adorno, la presencia de “lo

no-idéntico bajo el aspecto de la identidad” (1986, 13) es central, el mundo de la

esperanza en el cuál el Todavía No anhelado está ya presente como fuerza motriz (Bloch,

1979).

Decir que las personas que vemos en la calle son rebeldes, aunque no se esténrebelando visiblemente en este momento, es verlas como contradictorias y divididas en

contra de ellas mismas. Son rebeldes y no rebeldes al mismo tiempo. Su rebeldía es una

rebeldía reprimida. Su subjetividad está contenida en este momento pero no

inherentemente limitada. Al contrario: si son rebeldes, su subjetividad se está

desbordando, rompiendo los límites que la contienen, es potencialmente infinita.

Implícito en la afirmación zapatista de que ellos son gente común, es decir rebeldes, está

un contraste con la opinión expresada por Lenin en el ¿Qué hacer? En esta obra, Lenin

mantuvo que los obreros solos podían llegar solamente a lo que él llamaba una

conciencia tradeunionista, es decir que podían concebir la lucha solamente como lucha

dentro del sistema capitalista. “La historia de todos los países atestigua que la clase

obrera, exclusivamente con sus propias fuerzas, sólo está en condiciones de elaborar una

conciencia tradeunionista, es decir, la convicción de que es necesario agruparse en

sindicatos, luchas contra los patrones, reclamar del gobierno la promulgación de tales o

cuales leyes necesarias para los obreros, etcétera.” (Lenin, sin fecha, 142). La conciencia

revolucionaria de la necesidad de ir más allá del capitalismo tenía que ser introducida

desde afuera, por los revolucionarios profesionales del partido.

Los obreros de Lenin son muy diferentes de la gente común de los zapatistas. Losobreros de Lenin son limitados, contenidos dentro de ellos mismos. Están contenidos

dentro de su papel en la sociedad, están definidos. Pueden ir más allá de sus límites

solamente si son llevados de la mano por gente de afuera, por revolucionarios

profesionales. Hay una brecha entre las capacidades de la clase obrera y la revolución

social. Esta brecha se puede llenar sólo construyendo una serie de pasos intermedios, de

los cuales los dos más importantes son la construcción del partido y la toma del control

del estado. Así, la revolución se concibe en términos de un número de pasos esenciales:

clase obrera limitada – construcción del partido – toma del poder estatal – implementación

de la revolución social.

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¡Hic Rhodus, hic salta! La revolución se nos presenta como un reto aparentemente

imposible. Tenemos que dar un salto gigante a otra sociedad, una sociedad que se

dislumbra en la distancia, al otro lado del mar. ¿Cómo podemos realizar el salto? Para

Lenin, y para el pensamiento ortodoxo en general, la respuesta es poner pasaderas. La

clase obrera está limitada, pero, con la dirección de los revolucionarios, puede brincar de

la playa en donde está parada (A) a la construcción del Partido (B), de ahí a la formaciónde alianzas con otros sujetos limitados (C), a la toma del poder estatal (D) y finalmente a

la implementación de la revolución social (E). Brinca de A a B a C a D para aterrizar en E.

Llega a la tierra prometida en cuatro pasos grandes. El problema está resuelto. Nada más

que no lo está. Porque no funcionó así. Porque la sociedad anhelada es una isla en el

cielo y no en el mar, y la única forma de llegar es volando – las pasaderas no sirven para

nada.

En otras palabras, si partimos de un sujeto limitado e identificado, el camino hacia

adelante se puede concebir solamente en términos de pasos limitados e identificados,

pero estos pasos limitados e identificados sólo pueden conducir a una sociedad limitada eidentificada (como la Unión Soviética), que no es a dónde queremos llegar. Los rebeldes

no son gente limitada e identificada, son gente que desborda, que traspasa los límites,

gente que niega cualquier definición o identificación. Si queremos pensar en la gente

común como rebeldes, como proponen los zapatistas, tenemos que romper con la forma

positivista e identitaria de pensar que conduce solamente a resultados positivistas e

identitarios.

Estamos en presencia de dos lógicas bien distintas. La posición ortodoxa parte de un

sujeto definido y limitado y concibe la revolución como una serie de pasos. Un temacentral es él de la conciencia. El sujeto limitado no tiene una conciencia revolucionaria,

por eso es necesario llevar la conciencia a los obreros. Esto implica una política de

explicar, de hablar. La revolución se entiende en términos de prosa. Esto tiende a

conducir a cierto estilo de escribir, en el cual el objetivo es ganar puntos en contra de

aquellos que tengan otra perspectiva en lugar de discutir y expresar dudas; en lugar de

escuchar, el objetivo es callar. Ya que los revolucionarios tienen que explicar, nunca

pueden decir “no sé, no sabemos”. Dentro del concepto mismo de revolución está una

idea de autoridad, de liderazgo, de jerarquía que encaja fácilmente con el estado y con el

poder.

En la segunda lógica, el sujeto no es inherentemente limitado, sino explosivo-pero-

contenido. La revolución no es cuestión de dar una serie de pasos sino de expresar la

rebeldía contenida. No hay pasos intermedios. El problema no es llevar la conciencia

desde afuera, sino de sacar el conocimiento que ya está presente, aunque en forma

embriónica, reprimida y contradictoria. La tarea es como la del psicoanalista que intenta

hacer consciente lo que es inconsciente y reprimido. Nada más que no hay ningún

psicoanalista fuera del sujeto: el psicoanálisis sólo puede ser un auto-análisis colectivo.

Esto implica una política no de hablar sino de escuchar, o mejor, de hablar-escuchar. El

proceso revolucionario es un proceso colectivo de llegar-a-hacer-erupción por parte de losvolcanes sofocados. El lenguaje y el pensamiento de la revolución no puede ser una

prosa que ve los volcanes como montañas; es necesariamente una poesía, una

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imaginación que busca llegar a las pasiones invisibles. No es un proceso irracional, pero

implica una racionalidad distinta, una racionalidad negativa que parte no de la superficie

sino de la fuerza explosiva del NO reprimido. Este enfoque no implica asumir de forma

romántica que la gente es “buena”, sino parte de la consideración que en una sociedad

basada en el antagonismo clasista, todos estamos calados por este antagonismo, tomos

somos auto-contradictorios: no hay nadie que se pueda elevar por encima de estascontradicciones para mostrarnos el camino. La única forma de avanzar es a través de la

auto-articulación colectiva de nuestras psicosis.

Por un lado, la lógica del partido, por el otro la lógica es menos definida. No estoy

hablando de la combustión espontanea individual, sino de una forma de organización que

toma como base la rebeldía y dignidad de la gente, que pone la auto-determinación

colectiva en el centro. Esta es la tradición de los consejos (o soviets). Las dos tradiciones

organizativas existen en el movimiento comunista, pero la forma consejista, por su

naturaleza, es menos definida, más fluida, más abierta.

El partido, como forma de organización, sigue del entendimiento inicial del sujeto como

limitado, definido. El partido es una forma de organización que implica jerarquía,

autoridad, orientación hacia la conquista del poder estatal.

El consejo como forma de organización es la forma que mejor expresa la percepción de

que somos gente común, es decir rebeldes. El consejo es el proceso colectivo que hace

posible la destilación de un Nosotros revolucionario. La diferencia entre el enfoque

partidista y el enfoque consejista no es simplemente una cuestión de organización, sino

de toda una construcción teórica. En el enfoque consejista no hay ningún modelo que se

pueda aplicar. Inevitablemente, es cuestión de hacer el camino al andar. El enfoque es

necesariamente abierto, simplemente porque el movimiento es un movimiento de auto-

determinación. El comunismo es el movimiento de auto-determinación en contra del

mando del capital. Esto significa que no hay certezas, no hay un camino claro para seguir,

ni un modelo para aplicar. Para algunos, esta incertidumbre inevitable es desquiciante:

prefieren un camino claro alumbrado por la autoridad.

Para muchos, lo que nos emociona del levantamiento zapatista es que ha sido claro

desde el inicio que no siguen la lógica del partido. Lo emocionante de los zapatistas no

viene solamente del hecho de que se levantaron en un momento en que parecía que larevuelta estaba muerta o profundamente dormida, sino también de cómo lo hicieron, de la

inventiva, el lenguaje, la apertura. Desde el principio su lógica ha sido la de “somos gente

común, es decir rebeldes” y su caminar hacia adelante ha sido un experimentar constante,

un caminar preguntando.

En otras palabras, el levantamiento zapatista ha sido la expresión más clara de lo que

Sergio Tischler (2003) llama la crisis del canon leninista. El canon leninista, es decir la

idea de que la revolución significaba pasar por los pasos de construir el partido y tomar el

poder estatal, dominó el pensamiento revolucionario del siglo XX. El colapso de la UniónSoviética dejó claro para todos que esta forma de concebir la revolución había fracasado

en su intento de transformar la sociedad conforme a los sueños de los revolucionarios.

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Un resultado de la crisis del canon leninista ha sido el auge de un enfoque revolucionario

alternativo, consejista. La crítica al modelo partidista de la revolución siempre ha sido un

filamento importante del pensamiento revolucionario, desde la Comuna de París a los

soviets de 1905 y 1917, a los consejos desarrollados en tantos procesos revolucionarios,

un filamento teorizado explícitamente por Pannekoek y el movimiento consejista de la

primera mitad del siglo pasado. Sin embargo, los últimos años han visto un augeimportante del pensamiento consejista. Por eso, no quiero decir que se han organizado

consejos obreros para asumir el control de las fábrica (aunque en algunos casos sí), sino

que se han desarrollado muchas formas de organización enfocadas no en llevar 

conciencia a las masas sino en hacer explícita una rebeldía que ya está presente. Estas

formas de organización enfatizan la horizontalidad en lugar de la verticalidad, la apertura

en lugar de la autoridad. La dignidad, es decir, la rebeldía de la gente común en contra de

todo lo que humilla y deshumaniza, es una idea central (ver Zibechi 2003).

Los dos maneras de concebir cómo cambiar el mundo, el enfoque partidista y el enfoque

del consejismo, coexisten dentro del movimiento anticapitalista de hoy. Me parece bienque coexisten en un mismo movimiento, porque todos estamos luchando en contra del

capitalismo, pero no por eso deberíamos dejar de reconocer y discutir las diferencias.

Sería un error grave pensar que porque este movimiento es plural, las diferencias de

enfoque dentro de ellos no debería ser tema de discusión. Los movimientos en los cuales

no hay discusión mueren de aburrimiento. Para que un movimiento sea saludable, tiene

que haber discusión para que entendamos cuales son nuestras diferencias y por qué sin

embargo somos parte del mismo movimiento.

Los dos enfoques coexisten, pero está claro que hay una tensión enorme entre ellos, en lateoría y en la práctica. Esta tensión se expresó de la manera más dramática y famosa en

la supresión del levantamiento de Kronstad en 1921, pero está presente en las luchas

cotidianas en una forma mucho menos dramática. Se puede ver, por ejemplo, en las

quejas de miembros de las asambleas barriales argentinas de que algunas de estas

asambleas fueron destruidas por la intervención de los grupos de izquierda que trataron

de imponer una política más tradicional y estadocéntrica dominada por las líneas de los

partidos; o bien en la queja por parte de los miembros de los grupos de que el movimiento

actual es inmaduro porque no tiene un programa de transición.

Desde el punto de vista de los partidos, la existencia de los consejos u otras formas

experimentales de organización y lucha es contradictoria. Por un lado estas formas son la

manifestación de la lucha de clases, pero por otro lado, para que hagan una aportación al

movimiento revolucionario, es importante integrarlos a la tarea principal de construir el

partido para después conquistar el control del estado y transformar la sociedad. Si los

consejos y otras formas de lucha no se dejan canalizar de esta forma, es porque son

políticamente inmaduros, calados por ideas posmodernas y reaccionarias. Desde esta

perspectiva, los consejos y otras organizaciones son una etapa inmadura del movimiento

revolucionario y la tarea del partido es de ayudarlos a madurar, de subordinarlos a la meta

superior de ganar el poder. No se reconoce que estos consejos tienen una lógica distinta,una meta distinta, un concepto distinto de cómo cambiar el mundo.

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Referencias 

 Adorno, Theodor. W. (1986): Dialéctica Negativa , Taurus, Madrid

Bloch, Ernst (1979): El Principio Esperanza, Aguilar, Madrid

Lenin, V.I. (sin fecha): ¿Qué Hacer? Obras Ecogidas, Tomo 1, Editorial Progresu. Moscú

Tischler, Sergio (2004): “La crisis del canon clásico de la forma clase y los movimientos

sociales en América Latina”, en J. Holloway (coord), Clase=Lucha , Herramienta, Buenos

 Aires

Zibechi, Raúl (2003): Genealogía de la Revuelta , Letra Libre y Nordan-Comunidad, La

Plata y Montevideo