hojas del foro 7

40

Upload: firs-traore

Post on 06-Apr-2016

236 views

Category:

Documents


7 download

DESCRIPTION

Colaboraciones literarias, de ensayo, ilustración y lírica-

TRANSCRIPT

Page 1: Hojas del foro 7
Page 2: Hojas del foro 7
Page 3: Hojas del foro 7

Todo el mundo sabe que escribir es haber muerto.

Sólo la muene pasa Ia vida a limpio y a esa distancia

es capaz de rescribirla. Por eso sólo el escritor es

qüen narra el mundo de los vivos desde el mundo

de los muertos.

Agustin Fernández M allo

Y cuando una persorla es Io bastante afortunada

para vivir dentro de una historia, para habitar un

mundo imaginario, las penas de este mundo des-

aparecen.

Mienkas la historia sigue su curso, la realidad deja

de existi¡.

PauI Auster

Toda verdad susurra / Todo Io

misterio.

que está vivo es

Tomás Segovia

Nuestras mentiras revelan tanto de nosotros como

nuestras verdades.

J. M. Coetzee

L ABRE ADERO

de Fernando Menéndez

Porque, al finy al cabo, aunque parezca poca cosa,

un nombre es lo que somos.

Ric ardo Me néndez Salmón

Todo está a merced de la energía ocasional.

Sam Shepard

Suerte es una palabra que debería quedar reservada

para los que aún están esperando.

Ray Loriga

La única gente que me interesa es la que está loca,

la gente que está loca por vivi¡, loca por hablar, Ioca

por salvarse, con ganas de todo aI mismo tiempo,

la gente que nunca bosteza ni habla de lugares

comunes, sino que arde, arde, arde como fabulosos

cohetes amarillos explotando igual que arañas entre

las estrellas y entonces se ve estallar una luz azul

y todo el mundo suelta un:" ¡$1ffit'

Jack Kerouac

vrn I 2008 LAS HGJA§ sEt- FsR* 0I

Page 4: Hojas del foro 7

i..i.:!::¡::i:!;.iL:-i,,:¡,::.1

Há3.¡Ag ]]Ei ¿r"JA.0 *E C;{EAli*i'l '?' l-!,,*lT,.1i ¿r

l:::.'iL,ie,-',t 0 -,..'f. i ,

ljir¡r:eir 7. 'r'ri¡.iri li¡.: ;iti-¡:-l

ÉdttB-: r*F.C li a1=ii{-ii:li a L:,:iri-1i: ii i.!.Ef gl1fiÍ-a,g'--f aF:.13i.;;:¿;c!á¡. :,,' :,.,:..1.. 1. -.r'1.-...:1{+ r: *e-j'* d e ñe¿¡ aec ¡e :: : i:c¡l¡¡ic }r I +i:,:::t Fe:-:-':"¡---

de z -!ilia:*aii z ¡, .'ic¡s á i-, l.riis F,r d-:í gu-e ¡ § ; r;' i 1.

C¿s 1¡l',,o .\¡-'ii;iic ii:rn á nd e ¡ Fer ná::cie ¡.'rr.::¡ir' é s

A1r: ;:r s c i iou la s,,ic s é L::;."r 1i-i; iiií-a'': e =

Taiaargc.Ad n: i * i sr**í*:"1 5,

ptr6ur¡n*, .j o¡á l-*il }i.+d:Ip;er

I.r,f 'l;-iSÍs*ñc y H*fr,reqa{é*¡:: Caii-lsa 5t1.4e 5.í..#iseñ* de L*§r3i;po dei i:c:r'*: Jose I.:-:is H+ili-g:-:tz'laiairg-.

::i I3{* j"{ ¿ :',- a'1.{ ^ ¡;.-;r'.,: '. ,',: . .'j,,1',

ti,iab*¡¿:*:i .,' ,.,-;..: 1ii:' .'-j .l .- .i.. " . - .j:'ri.1i eiil7".f,,'Ctr;c d:;'r ¡i¡:rali¡ s/i1 jil-i.t. ,

ili: 9l;; -<:8f -i. ::r11::.:-rr:..!:,

.,1,s+c:.acró¡-l l-ulir-l¡:ai',i.!"''aic:li]]l a-air-s ar .. a,l-

r;1-:,',-'..{."f iiiai1 ili1i:,: i¡i-... i

Airla i e l;1.': ir ic i i-,ir--,.';-, :,

aLi ia JitIF:.;r-r.i:: i¡-,,-:: -.i :

5* hrrc::üi* i:¿r,.r;

-::,'.,-t.,':.1,-' . ...1.. .i

1r¡ v l i¡.¡¿'!i i-: aa-gt .l ila). a r,,,

';: T¡ ::, :::..i.. ,,: .i ,':,1;

P:;b1ir arió: : e s iaiir;r ¡.1 i t,:li iusri¡n qia i'i:ila.

5C* e;.'*:¡.rla.itr

I'..,.:.lfl-.¡,-.-jJ;;,;

nl¡i-e¡"¡-* #e Ea 1d:;ral?a s¡'r.3 3 -l?ü, ü¡au, Astx r!a-s.

u,l¿',,:tl- ¿S-'-"-;;Cl-.; .¡

f 'I : iC 1 j::.-¡'i

6d : ir .1-. iji).-\:441'J,i, .'

iii.i

"a.

:.:

Page 5: Hojas del foro 7

1,,.,

-. i,-. ".," .-:;:. i-! i :

ir 1; :Jr u,- ,

Page 6: Hojas del foro 7
Page 7: Hojas del foro 7
Page 8: Hojas del foro 7
Page 9: Hojas del foro 7

ENSAYO

el hippie-texto Antonio Rico

El moümiento hippie fue originalmente un movi-

miento vinculado a la juventud que se inició en ia

Costa Oeste de los EEtiIJ durante los comienzos de

los años 60 y posteriormente se extendió por toda

Norteamérica y por Europa. La paternidad de los

hippies, como luego veremos, es multiple, pero una

primera línea de filiación muy destacada los entron-

caría con Ia llamada "beat generation", una serie de

escritores amantes del jazz, del vagabundeo por los

EEUU y de la experimentación con el alcohol y demás

sustancias de efectos psicoactivos, entre los que

sería obligado citar a William Burroughs, a Allen

Ginsberg -quien posteriormente sería un hippie más

perdido por los océanos del LSD- y, por supuesto,

a Jack Kerouac, cuya obra "On the road" (nada que

ver con "Camino" de San Josemari Escrivá de Bala-

guer) se convirtió en ia referencia bíbiica para cientos

¿s miles de bea¡rjks del universo mundo-. La propla

palabra "hippie" fue empezada a usar por tales

beauriks en referencia a los chavaletes felices, ávidos

de música, sexo y armonía con el universo, que se

instalaban en eI Haigh-Ashbury de San Francisco, y

que veÍan a tales autores como auténticos gprús. El

término deriva de "hipster", que a su vez proüene

de otra voz muy inespecÍfica norteamericana, -"hip"-

, que üene a significar algo así como "molón", -en

la TPA dirÍan "prestosu"-. El movimiento hippie

recibió diversos nombres a Io largo del mundo. En

Méjico fueron llamados ' jipitecas". En el Reino Unido

se les llarnó los "peace convoys". En España, jugando

con una peculiar sinécdoque, los hippies cañís fueron

llamados "ye-yés", en honor al "she loves you yeah

yeah yeah" de los Beatles. En efecto, podrÍa conside-

rarse que en nuestro país Concha Velasco y su "chica

ye-yé" cumplió el papel que en los USA desempeña-

ron Janis Joptin y "Piece of my heart" o Grace Slick

al frente de Jefferson Airplane y "Somebody to love",

con la defensa apasionada que hizo junto con Tony

Leblanc de los valores conúaculturales de la beat

generation, Ia creación de comunas y comutidades

de libre conüvencia, la obsesión por el rock psico-

délico, la revolución sexual y el uso de drogas como

eI cannabis o eI LSD para explorar estados alterna-

tivos de conciencia. Compartió así un importante

número de las caracterÍsticas del movimiento hippie,

a las que, si acaso, faltaría añadir Ia oposición a las

armas nucleares y la guerra de Vietnam, el vegeta-

rianismo y el interés por las filosofÍas y religiones

orientales y en general por cualquier tipo de elemen-

tos culturales no occidentales, que eran siempre

vistos como "naturales", "puros", no contaminados

con Ia corrupción que, por oposición, definiría

Occidente, el "establishment", el "sistema!', lo que

en ocasiones llamaron "the man", el hermano mayor,

-que ésa, y no "gran hermano", es Ia correcta traduc-

ción del orwelliano "big brother"-.

Y es que si los escritores beat son uno de los prin-

cipales padres del movimiento hippie, eI mito de la

naturaleza es la principal de las madres que Io

parieron. Convencidos de que todos los males de

su sociedad son debidos a que el ser humano civili-

zado del Primer Mundo "ha dejado de ser él mismo",

se encuentra alienado debido a que ha dejado de

"ser natural", el hippie busca eI contacto con la

naturaleza, tanto con la naturaleza salvaje (árboles,

hierba, bosques) como con otras civilizaciones que,

por su lejanía, se considerarán "naturales" y cuali-

tativamente diferentes de su propia civilización

(culturas remotas, antiguas, monasterios, sabiduría

india, músicas étnicas, turismo rural, mercados

medievales, restaurantes exóticos; se extiende Ia

práctica de jugar a ser otro). La solución está en

volver al jardÍn, y este contacto con Ia "naturaleza"

es vivido bajo la figura emocional del "regreso",

como una "vuelta a las raíces", como un recuperar

vrnl2OO8 L.&S ¡j*JÁ5 *rL í*&* o7

Page 10: Hojas del foro 7

ENSAYO

como una "vuelta a las raíces", como un recuperar

una autenticidad que un día se fue (del verbo "ser")

y se fue (del verbo "ir"). Es este mito de la naturaleza,

esta identificación con todo Io exótico lo que con-

vierte, -con una pequeña ayuda de rnis amigos y del

LSD-, el blanco y negro de la beat generation, ator-

mentado y austero, en la explosión de color hippie,

sencillamente feliz y barroca. EI jardín acoge lo

micro y Io macroscópico, ya que en una flor se puede

encontrar tanto un átomo como un cosmos. Y jus-

tamente el vÍnculo con el cosmos se convertirá en

la nueva religión articulada alrededor de esa nueva

forma de gracia divina que es "la energía". En abril

de 1969, la construcción del Parque de la Gente en

Berkeley, California, recibió atención internacional.

La Universidad de California habÍa demolido todos

los edificios en una parcela de 3 acres cerca del

campus, con Ia idea de usar el terreno para construir

campos deportivos y aparcamientos. Tras muchos

retrasos, que habían convertido esa zona en un área

marginal, miles de ciudadanos sencillos de Berkeley,

comerciantes, estudiantes y hippies tomaron cartas

en el asulto y comenz¿fon a plantar arboles, arbus-

tos, flores y hierba para convertir esa zona en un

parque. El 15 de mayo de 1969 el gobernador Ronald

Reagan ordenó a la Guardia Nacional de los EE.UU.

que ocupara durante dos semanas la ciudad de

Berkeley. En ese momento, los hippies iniciaron una

serie de acciones de desobediencia ciül plantando

flores en todas las esquinas de Ia ciudad bajo el

Iema "Que florezcan mil parques". Aunque no se

pueda llegar directamente al cosmos, siempre se

podrá escapar de la oscuridad de Nueva York y vivir

el sueño de California.

Y como todo movimiento cultural que se precie,

religioso o no, Ios hippies rápidamente crearon una

serie de ceremonias y ritos que, en lo musical, -que

es de lo que se trata aquí-, tomaron la forma de

festivales y conciertos. La música Io invadió todo,

Ios pequeños cafés, los clubs nocturnos, las plazas

públicas, y fue cuestión de poquísimos meses que

una sencilla evolución darwiniana diera lugar a la

aparición de los dinosaurios, los macrofesüvaIes de

música hippies llamados a convocar en forma de

peregrinación a Ios hipsters del mundo entero

alrededor de los mejores músicos del mundo. EI

primero que citaremos aquí fue eI Monterey Inter-

national Pop Music Festival, que tuvo lugar del 16

al 18 de junio de L967,y al que asistieron más de

200.000 personas. Con tal motivo se produjo un

LSD especial para la ocasión que recibió eI nombre

de "Monterey Purple". El festival contó entre sus

organizadores con miembros de Mamas & The Papas,

The Beatles o The Beach Boys, y se considera eI

inicio del inolvidable "verano del amor" de 1967.

Las anécdotas asociadas al festival son interminables:

todos los artistas tocaron gratis, con la excepción

de Ravi Shankar; fue Ia primera aparición importante

en los EEUU de Jimi Hendrix, los Who y Janis Joplin,

y una de las últimas apariciones de Otis Redding

antes de su accidente mortal de avión; Donovan no

pudo actuar al no conseguir un permiso de entrada

en los EE.UU. por un asuntillo de drogas; el manager

de Cream, -Ia banda de Eric Clapton-, no consideró

que el festival estuviese a la altura de sus represen-

tados.

Pero el epítome, el paroxismo, eI hipérbaton, el

oxímoron de Ia música hippie ruvo lugar del 15 al

18 de agosto de 1968 en un pequeño pueblo del

Estado de Nueva York llamado Bethel, por más que

el festival pasara a la historia de la humanidad bajo

el nombre de "Woodstock Music and Art Fair", y el

eslogan "3 días de paz y música". La lista de artistas

participantes es estratosférica: entre muchísimos

otros, Richie Havens, Country Joe McDonald, John

Sebastian, Melanie, Arlo Guthrie, Joan Baez, Santana,

Canned Heat, Janis Joplin, SIy & The Family Stone,

Grateful Dead, Creedence Clearwater Revival, The

\{ho, Jefferson Airplane, Joe Cocker, Ten Years After,

The Band, Blood, Sweat and Tears, Johnny Winter,

r,A5 f] {iJ.4: *fr if9.*08

Page 11: Hojas del foro 7

ENSAYO

Paul Butterfly Blues Band, Jimi Hendrix, Sha-Na-Na.

El macroconcierto se enclavó en medio de un paÍs

que padecÍa conflictos militares en eI exterior y

graves problemas raciales en el intedor. Durante

cuatro dÍas, Woodstock se convirtió en una mini-

nación independiente y contracultural dentro de los

EE.W. bajo las consignas de mantener las mentes

abiertas, las drogas disponibles y el amor libre.

400.000 personas iniciaron a Ia cita y 400.000 per-

sonas la terminaron, pero no fueron las mismas:

durante este lluüoso fin de semana dos personas

murieron en el recinto del concierto, -una por una

sobredosis de heroína, otra atropellada por un

camión-, pero otras dos nacieron a Ia vida escuchando

las armonías de Crosby, Stills and Nash .

Pero todo se acaba en esta vida. El movimiento

hippie aguantó lo que aguantó la industria musical

el tiempo y oninterDretaciónde uha obra de arle conceptual

en devorarlo, y, de hecho, enseñó a Ia industria

musical a devorar las innovaciones musicales nada

más aparecer. The Doors fue el primer grupo de

rock de la historia en anunciar la salida de un disco

mediante una gigante valla publicitaria instalada en

Sunset Strip. Todo estaba perdido. Nunca más,

después de la aventura de la paz cósmica, volvió a

haber un movimiento literario, musical, con preten-

siones de globalidad y que pudiera mantenerse,

aunque solo fuera en parte, no completamente

agotado en su dimensión comercial. Los 70 marcaron

el final de la música ye-yé y Ia llegada de otras

muchas músicas que cadauno jtngatácomo mejores

o peores. Lo dijo David Crosby: "Estábamos los

hippies tranquilamente üsfrutando de Ia música y

de pronto llegaron The Carpenters". El problema es

que no fueron sóIo The Carpenters. También llegaron

Ios Sex Pistols y Tony Manero.

kawaraI **u, Alonso Moutas

¿CuáIes son las características intrínsecas del tiempo?

En primer lugar tenemos que tener en cuenta que

la unidad de medida del tiempo es numérica pero

intangible, es decir, no corresponde a nada material

ni acumulable. Para entender esta idea, sólo hay

que mirar un reloj y nos daremos cuenta que 1o

único que podemos decir a ciencia cierta es que

"pasa",

Otra característica fundamental y obvia del tiempo

es Ia repetición. La repetición que tanto dio que

pensar a los griegos. En si existía o era solo pura

apariencia. Saliéndonos de esos temas filosóficos,

1o que sí podemos decir es que darnos cuenta de

una cierta simütud entre distintos momentos vitales

nos a¡lda a organizar nuestra existencia.

Si 1o pensamos fríamente, es imposible que los

primeros humanos que pensaron en medir el tiempo

lo hicieran en unidades tan pequeñas como las horas

o los minutos. Es mucho más lógico haberse dado

cuenta en su experiencia üvida que las cosas se van

repitiendo paulatinamente: los días y las noches,

primariamente, y los grandes cambios climáticos,

es decir, las estaciones, secundatiamente. Todo esto

nos lleva a Ia confección de calendarios, por una

necesidad material.

Retornando a la parte numérica del tiempo, hay que

decir que, como todo Io relacionado con números,

vrn I 2008 LA3 HAJAS T}EL FG8.* 09

Page 12: Hojas del foro 7

ENSAYO

.aa

=

*

está sujeto a las matemáticas. Y como todo principio

matemático antiguo, éste pretendía ser una ciencia

exacta. Por eso no es de extrañar que uno de los

esfuerzos mayores de Ia humanidad haya sido

conseguir descomponer ese ente abstracto en upi-

dades todas iguales y exactas, en números redondos,

intentando hacer a la realidad "cuadrar" para ver si

asÍ encontrábamos el orden en Ia vida.

La existencia forma otra pafie fundamental en Ia

concepción humana del üempo, como lo demuestra

su diüsión en relación al individuo: presente, pasado

y futuo. La mejor prueba de ello es la importancia

de los tiempos verbales en iüomas como eI nuestro.

Por oúa parte, en Ia civilización occidental, el Imperio

Romano marcó un hito al ser la primera sociedad

que consiguió imponer su calendario en un número

muy alto de regiones, Ilegando su legado hasta

nuesúos días. Los Romanos fueron de los primeros

en poner número a los años, con el objeüvo de datar

todas las cosas que pasaban en su vasto territorio,

dando lugar a otro concepto fundamental relacio-

nado con el tiempo: La Historia.

Llegado a este punto, cabe diferenciar dos tipos de

tiempo muy importantes: uno existencial que atañe

al individuo y otro colectivo que es aceptado por

toda la sociedad.

Muchas veces nuestro problema es olüdar que eI

tiempo, Ia historia y las matemáücas son convencio-

:.::.:

muestra de una expoción de On Kawara en la galería de David Zwirner

IO LA5 ¡r0JA§ DEL FORO

Page 13: Hojas del foro 7

ENSAYO

nes, es decir, lengua.jes, es decir construcciones

humanas verosÍmiles, ficticias y eficaces.

Desde unpunto de üsta filosófico podríamos incluso

decir que la concepción de tiempo, tal y como Ia

conocemos, solo se sostiene en interpretaciones del

universo cuantitativas (matemáticas) mientras que

en interpretaciones cualitativas (mecanicistas) es

solo una sensación y por lo tanto no existe realmente.

Otra manera mucho más sencilla de evidenciar esto,

sería tener en cuenta que un reloj o un calendario

dependen de un conocimiento preüo, y por Io tanto,

no le dirán nada sobre tiempo a alguien que no haya

sido instruido preüamente en la concepción occi-

dentai.

Cada disciplina interpreta eI tiempo internamente

a su manera, eligiendo fechas y periodos que cuadren

dentro de su propio desarrollo, de tal manera que

dé coherencia y legitime la evolución de su discurso.

Llegados a este punto vamos a decir que, si esto es

asÍ, entonces la concepción numérica, colectiva y

disciplinar concibe eI tiempo como un espacio de

representación. Un espacio "ficticio" de representa-

ción para los relatos.

Es aquí donde podemos empezar a hablar sobre On

Kawara, cuya obra es principalmente pictórica.

A pesar de pertenecer a un periodo completamente

anti-pictórico, Ios trabajos de Kawara nos ofrecen,

por una parte, la revisión de un antiguo uso de la

pintura. Recordemos que antes del advenimiento

de la fotografÍa, y principalmente a partir del rena-

cimiento, se empezó a usar la pintura para registrar

a personajes poderosos, como papas, reyes, nobles,

burgueses, etc. y también para acompañar a los

escritos en grandes acontecimientos como batallas,

bodas, gremios e instituciones. En esos momentos,

además de tener una función estética, Ia pintura

cumplía parte de las funciones que hoy en dÍa

cumple la fotografía: Era un medio de transmislón

en el üempo para conseguir hacer constar y constatar

los momentos.

Es también muy importante en la tradición pictórica

la costumbre de fechar todos los cuadros, de tal

manera que queden registrados en el tiempo (estra-

tegia usada conscientemente por muchos artistas

modernos para situar sus obras en el momento

adecuado). También cabe decir que era un medio

eliüsta desde el pr.rnto de vista de que sóIo Ios ricos

y poderosos tenían acceso a é1.

Esta reflexión nos lleva a dos puntos en los cuales

Ia pintura se relaciona con las dos clases de tiempo

de las que he escrito antes, con la social, y con la

existencial.

Teniendo en cuenta Io ücho hasta ahora, no deben

interpretarse los cuadros de Kawara como lo arbi-

Úarios y simples que su condición material nos

muestra. Tampoco es casual que haya elegido un

sistema de representación, la pintura (que por aquel

entonces estaba condenado precisamente por su

representatiüdad, por su falta de objetividad), para

a su vez representar fechas, que son Ia representa-

ción del üempo y que, si nos atenemos a la función

que deducimos de su concepción histórica, matemá-

tica y colectiva, sería un "espacio representacional".

Cuando vemos una de las fechas de On Kawara

colgada en la pared, la primera concepción de tiempo

que se nos viene a la cabeza es la colectiva, porque

es la que compartimos con los demás, e intentamos

averiguar que pudo haber pasado ese dÍa o ese año

de importancia para que esa fecha sea destacable,

y no sólo un día más, pero la mayoría de veces esas

obras son fechas arbitrarias. En el momento en que

nos damos cuenta de que no se nos ocuffe nada de

importancia para la sociedad, el siguiente paso es

el pensar en primera persona, sobre nuestros propios

actos ese día o en esa fecha, o sobre nuestra famüa.

A falta de un conocimiento social asociado a esa

vrn 20O8 L,&g !-iülAs tlri r{}É0 II

Page 14: Hojas del foro 7

ENSAYO

fecha, se echa mano de la experiencia propia, pro-

duciéndose asÍ una tensión entre el concepto de

tiempo colectivo y el subjetivo. De este modo pode-

mos decir que las obras de Kawara sí consiguen

destruir eI elitismo de la pintura tradicional, y

consiguen de verdad inscribir a todo el mundo en

el marco de la obra de arte. Con su sistema, sigue

despertándose el imaginario de los espectadores,

pero a cada uno eI suyo propio. PodrÍa decirse

incluso que sus obras son un hito de la igualdad y

de la revolución moderna, donde realmente se

consiguió acabar con los privilegios representativos

del arte en occidente.

Por otra parte, el dispositivo de la obra nos permite

ver al tiempo fuera de su conto<to natural. El formato

pictórico consigue que, Ia fecha pase a ser percibida

como signos que por contexto, son realmente arbi-

trarios. Así, se abre una brecha donde el concepto

de tiempo se eüdencia a si mismo y se separa de

su representación para volver a ser repensado. De

este modo, las obras operan también como un

sistema de deconstrucción del lenguaje del tiempo

en tanto que matemática, separando de este modo

Ios signos, de esa continuidad a la que representan.

PDTA:

Por una parte, quisiera aclarar que estas son solo

unas de las posibles interpretaciones de la obra de

On Kawara. Estimo que la diversidad de interpreta-

ciones es lo que hace a la obra conceptual ser

realmente fructÍfera.

Por otra p¿üte, quiero aclarar que las obras más

impofiantes del autor, fueron realizadas entre los

60 y los 70. Por lo tanto espero que los posibles

lectores tengan en cuenta que no estoy hablando

de nada que esté pasando ahora, sino que esto ya

pertenece a la historia del arte, y que mi única

intención con este ensayo es Ia de dar herramientas

para interpretar este tipo de obras.

12 LA§ r.¡oJA5 NEL FÜRO

Page 15: Hojas del foro 7
Page 16: Hojas del foro 7
Page 17: Hojas del foro 7

NARRATIVA

turismo ico Óscar L. Nogal

(

Con la cabeza más clara, y con un alejamiento que

no formaba parte de su comportamiento, decidió

pagar con la misma moneda. ¿Qué mejor que un

üaje para una venganza iimpia?

U

¿Qué pretendÍa echando por la borda su esfuerzo

de tres años? ¿De qué servía cumplir el sueño que

una vez comenzó por un error en un buscador?

Nadie mejor podía ver que todo Io que se estaba

perdiendo en su viaje era culpa de su ceguera. La

culpa no la tenÍan ni las montañas ni la lluüa. Sonrió

a la televisión apagada.

tr

La costumbre de mirar la llarrura había adaptado su

mirada a un formato apaisado que no casaba con

la altura de la cordillera que se incrementaba al

üajar hacia eI Este. Camarada del viaje, que se

dormía a su lado. Les hicÍeron bajar al pie de una

escalinata. Juntos se maravillaron ante la seo recor-

tada contra el cielo, digna de la instantánea que

tomaron.

X

Parece que la pasión con su ligue duró lo que dura

una cuenta corriente de un tipo de clase media.

Disculpas, salvar Io que tenían. Algún viandante

podía tasar en millones la calma al dar la maleta y

las cuatro bolsas de souvenirs que habían comprado

juntos. Sin duda, asÍ firmaron la separación definitiva.

Z

Quedaba poco tiempo y Ie agradecía a aquella tierra

extraña que lo mosú¿ra territorios que nunca había

recorrido.

aDespués de despertar, en un arranque descontrolado,

fue llenando las maletas para irse sin más. Exigiría

a la agencia un üaje rápido. Huír sin esperar más.

Nadie puede soportar ser abandonado en vacaciones

y encima, por ser sustituido por alguien vernáculo.

El paraíso verde era sóIo una fachada.

É,

Sus hermanos de viaje concertado se mostraron de

lo más amables. Le convencieron, después de todo,

de que nunca le iban a devolver el dinero invertido.

AsÍ que la vistieron y la acercaron al garito tÍpico

de plaza mayor. Fotos y más fotos. La sidra traicionó

su visión ya que surgieron, de repente, los amantes.

Como si en esa foto que tenían en un cumpleaños,

hubieran hecho corte y pega con su cabeza. Tomó

otro trago a su salud.

Hecatombe. La verdad explotó con todo su veneno.

Cortante, seco, sin importar cualquier efecto que

pudiera provocar. No hubo réplicas porque la sor-

presa era mayor que la indignación o el padecimiento.

Y

Podría haber ido a la última cena en el hotel. Podría

haber r.uelto a la playa, en soledad, escapándose de

la tropa. Prefirió establecer un lazo invisible con la

ciudad, perdiéndose. Perderse significaba algo

distinto dentro del viaje, perderse significaba des-

montarse para descubrir en uno mismo algo nuevo.

w

Como si en un estudio sociológico fuera, Ie llevaron

a una fiesta popular con un escenario, un grupo de

gente jaranera en un bar de campaña que tomaba

vino y cerveza, mordía unos bollos grasientos. La

alfabét

vrn 2OO8'-,q5

HGJAS DEL F0ñ0 I5

Page 18: Hojas del foro 7

NARRATIVA

mayoría de los visitantes extranjeros vomitaron ante

tal espectáculo.

K

La salida pasaba por eI lado de una playa minúscula.

Se miraron y sonrieron. Fueron quedándose rezaga-

dos hasta que huyeron sin mirar atrás. Nunca po-

seerían mejor tecuerdo de ese viaje, ajenos a cual-

quier cosa kitsch.

J

Un tipo cualquiera de barba rala paseaba por el

vestÍbulo. A nadie se Ie apetecÍa salir con una repen-

tina tormenta de verano. En su país hacÍa mucho

calor, Ias temperaturas del siglo. Imaginó el suelo

con una lumbre en que agonizaba de calor su vecina

odiosa.

El hombre se paró al oír una risa estridente. Se tapó

la boca y la risa se aplacó.

T

Nunca había suficientes iglesias durante las excur-

siones. Cada día un templo, del siglo trece, del siglo

quince, del siglo diecisiete. Como si la visita se

centrara en el parque temático de las iglesias con

solera. Decidió quedarse en la semioscuridad, mien-

tras dejaba aI tropel embocarse hacia la siguiente

actividad.

N

No había querido una cama de matrimonio. Sabía

porqué. A nadie Ie entusiasma comprobar que el

otro lado no ha sido utilizado.

G

Necesitaba comprar algo para que no pensaran en

1o tacaña que en realidad era. Unos muñecos de

madera algo ñoños no le convencÍan como regalo

de su cuñado alcohólico. Y mucho menos, eI oso

vestido con chaleco para su sobrina amante de los

zoo. Tras media hora con el encantamiento del

escaparate, acabó con una docena de camisetas

mulücolores que rezaba: "Has encontrado el Paraíso".

I

Bebieron, otra vez, más de Ia cuenta. Esta vez solos

en la esquina de un establecimiento hostelero-turista.

Ambos tuvieron su primer día de aburrimlento y lo

pagaron con la bebida alcohólica local. La ovación

en pleno de los camareros llegó poco después.

C

Saltando sobre la cama. Cada salto más alto, rom-

piendo el techo con Ia cabeza, uno, dos, tres, uno,

dos, tres... La imagen de su habitación Ie consiguió

serenar durante unos segundos el terrible dolor de

cabeza que comenzaba a nacer. Una montaña redon-

deada enmarcaba el cielo y eso le tranquüzó mucho.

Alguien dormía ahora sobre eI edredón. EI pulso

volvió a su ritrno habirual

ñTras eI silencio, quizás provocado por un malenten-

dido cultural, se subieron al autobús para asistir a

un evento en una ciudad que vivía de su historia,

como tantas. Fue un momento absurdo donde se

sintió más turi.sta que nunca y donde se entretuvo

con cada souvenir barato de los tenderetes. Un sueño

leve, ligero, sin intriga.

A

Había permanecido demasiado tiempo encerrada

en la oficina de reclamaciones. EI momento de

saberse en camino explotó una agorafobia descono-

cida e irrefrenable. Se sentó aplastando su maleta

que se fue moldeando en una canoa en la que terminó

acostándose. Los pasajeros se diluyeron en un

borroso aguafuerte, aunque móvil. Ni siquiera unos

gritos conocidos que le preguntaban si estaba bien

le despertaban.

t6 L᧠tiiljAS l}rt fi;&(i

Page 19: Hojas del foro 7

NARRATIVA

H

EI despertador del hotel avisó a la hora en punto en

que su familia estaría desayunando. No despertó a

quien cabeceaba a su lado, con un cerrado oído a

todo lo que no fuera sueño. La conversación siguió

todos los tópicos uno a uno. Todos bien, todo

perfecto, ningún problema, todos deseando que se

diviertan, todos deseando que vuelvan bien.

V

No quería que nadie se enterase pero buscaba un

IÍo. No sabía muy bien con quién. Sopesaba a sus

compañeros de tránsito, o quizás a alguien del

servicio de habitaciones. Se había divertido hasta

las tarrtas en la piscina del hotel con un grupo de

franceses e italianos con los que no podía hablar y

por tanto bebía. Debía haberse lanzado, sin duda.

F

Los productos cárnicos nunca fueron santo de su

devoción. Sin embargo, esa noche, quizás por eI

calor en la urbe o por tantos dÍas de bocadillos, no

quedó ni una bandeja de los quesos. Algo les habían

explicado en Ia excursión de que en este territorio

se topaba uno con cerdos, vacas y cabras sin necesitar

buscar demasiado. El brindis final de los asistentes

celebró un día perfecto.

D

Leche, café, galletas, fruta. Las caras sin maquillar

Ilenas de granos y los primeros quemados por el

sol de justicia presagiaban unos días agitados. Todos

comían sin ganas, prefiriendo quizás quedarse en

la cama tomando vodka y vermú. A pesar de todos

los problemas que se acumulaban, el día iba a ser

extraordinario.

B

El vestíbulo parecía mucho más pequeño que su

recreación mental. El espacio se había replegado,

oponiéndose a los datos que había recibido. Eran

otros dos más perdidos entre los folletos que no

comprendÍan del todo. SóIo entendían perfectamente

eI cartel de W.C.

L

Con la excusa de un dolor de cabeza, se quedó

viendo la tele en Ia habitación. Sin embargo, la üsita

aI museo de arte moderno no iba a ser pospuesta.

Sabía que era toda una rabieta porque odiaba

"deambular por pasillos yertos". Se podía argumen-

tar a su favor que la pintura no tiene tanto alma

como una c¿rrrera de coches. Pero la tarde no terminó

de manera tan calamitosa.

M

Un imparable hastío les había hecho pasar un día

solos, vagueando cada uno por la ciudad. Habían

quedado para la noche, espectáculo nocturno

botánico, incluido todo en el paquete turístico.

Aunque la ilusión de que llegara a üempo Ie mantuvo

unos minutos, disfrutaron de la representación y

los juegos de luces de xenón. Todo trocó al romper

los fuegos artificiales en el cielo.

P

La necesidad le obligó a disfrutar del frescor de la

noche. OÍr a seres humanos, con un Ienguaje desco-

nocido, lazozobra además de la oscuridad. Se apartó

del camino del parque cercano al hotel, para escon-

derse detrás de un arbol, para esconderse de cual-

quier otro ser que no fuera su dolor.

vrn 2008 LA5 i.ISJA§ DEL f§Rs 17

Page 20: Hojas del foro 7

NARRATIVA

la de la

Abuela, pienso a menudo en el colegio si estás triste

desde que os trajimos con nosotros.

- No, no 1o estoy, Luisa

- Ya ves Io lejos que se han marchado mis hermanas,

una a Finlandia y la otra a Grecia. Yo, con mis

deberes; y el abuelo al parque. No quiero dejarte

sola.

- Te voy a contar un secreto, dice Ia abuela, para no

aburrirme.

¿Ves que tú madre, me sienta en este balcón?

-Si. - Contesta Luisa expectante.

-Pues en cuanto me coloca esta mullida y blanca

almohada, bajo mi cabeza, me quedo profundamente

dormida, y aquella gargola, que siempre nos mira,

tiene la rara habilidad de meterse en mis sueños

todas las tardes.

-¿De verdad, abuela?, pues mira que a mí me da un

poco de miedo. ¿Es buena?

- Sí, mi niña muy bueno, es un hombre.

- ¡Dime, abuela! ¡Dime que te cuenta!

- Pues es una antigua historia, del año l7l3 6 14-

comenzó a narrar Ia abuela, con voz tranquila y

mirada sonriente, adornada con su pelo blanquísimo

recogido en un trenzado moño.

- iQué antigua y qué memoria tiene!, dice Luisa

admirada.

¡Si!, Yago tiene memoria y corazón de piedra.

Paula López G. Virumbrales

- ¿YAGO?, pregunta la joven.

- Sí. Santiago le puso Juan, el cantero que la tallaba.

Era gallego, no tenía muy buen humor.

- ¿Por qué dices eso?

- EI maestro de obra habÍa llegado el año anterior.

Después de un largo viaje, oriundo de tierras

castellanas. Lo acompañaba su hija Claudia muy

tristes aún por Ia súbita muerte de su madre y

esposa.

No quiso dejar a su hija al cargo de parientes lejanos;

ya sabes tu que los üajes en aquellas fechas eran

Ientos, difÍciles y peligrosos.

Tampoco sabía si eI encargo de constrrir esta capilla

de Nuestra Sra. de los Dolores le llevaría más de los

cuatro años concertados en la capital, con el SR.

Miranda, marqués de Valdecarzana.

Ya en Grado üvÍan en una casita haciendo esquina

al cruzar la calle, donde se construirÍa la capilla.

Claudia, además de seguir con sus estudios, pues

era el deseo de sus padres que fuese una persona

con conocimientos, también ayudaba a la Sra. dueña

de la casa donde üvían. Buena mujer y cariñosa en

el trato.

Antes no había agua en las casas, sobre todo en las

pobres. Por eso Claudia se hizo cargo de ir a buscarla

diariamente..

DebÍa ir a ula fuente bastante abajo de la muralla.

Como las demás jóvenes.

Cuando acababa con sus tareas, corría a esperar a

su padre por los alrededores de la Iglesia parroqúal.

- ¿.Tan lejos, abuela?

gárgola lfu e nte

l8 LAS !,leJÁ5 *€L FüRO

Page 21: Hojas del foro 7

NARRAT¡VA

- No, aquí mismo. La iglesia era vieja y destartalada,

ya de época de los romanos. Pero era aquí enfrente. - É1, Luisa, no tientes al destino, que a las piedras

Lo que ahora es el Centro parroquial. La de S. Pedro las han oído hablar.

fue posterior.

- Sigue abuela, ¿que más te dijo Yago?

- Ah!, no lo sabía, abuela. Dime por qué tenía mal

humor Juan el cantero. - Que Claudia seguía yendo a verlos diariamente,

cuando marchaba el cantero, y seguía con sus manos

Pues vetás, a Claudia le fascinaba ver el cincel y la las estrellas y los dibujos geométricos y variados,

maza sacando esquirlas de piedra, en manos del que otras manos esculpían en la piedra rosa de las

gallego, dando forma a las plumas, ojos y demás paredes y el interior.

rasgos de Ias gárgolas. Ese color sanguino rosa la fascinaba, ese rubor en

Pero é1, a los pocos días de verla mirando tan atenta piedra.

y callada, Ia voceó con malas pulgas diciendo:

- ¿Rubor, abuela?

- ¡Fora!, ¡fora!, rapaciña, ¡vádevos yal

- ¡Si!, hija, fíjate en los hilillos rojos sobre ellas, ¿no

Claudia se sonrojó mucho, tenía tu misma edad; te parecen venas?.

para los hombres sólo eres una niña espigada, pero

a nosotras nos avergüenza que nos traten mal, sin - Pensándolo así, abuela: Quizá hubo un gigante que

tener en cuenta nuestra calidad de mujer. las cortó en la cantera y aún Ia sangre se ve arrollar

Con la cabeza bien alta se dirigió hacia su padre, por ellas.

que diariamente disponía y supervisaba las tareas

realizadas y las que se deberían hacer al dÍa siguiente, - ¡No!, Luisa , no lo pienses así, es cosa de poetas,

al final de la jornada allí se le podía encontrar, que siempre están con la oreja puesta, intentando

sentado en su banco de madera con respaldo, con oír el latido de alguna de ellas. El interior resulta

una mesa delante donde descansaba planos y otras cálido por su color.

muchas cosas concernientes a su c¿rgo. Cuando colocaron las gárgolas en el tejado, se

quedó muy triste. Ansiaba poder ser una Sra, hija

Se despiüó de él y volüó, mirando de reojo a Yago. de los marqueses, y pasear por la galería de cristal

que unía el palacio con Ia Capilla de los Dolores,

¿Le había guiñado un ojo y sonreído? Bah, tonterías, para estar más cerca de Yago.

pensó, si es de piedra....

- ¡Qué pena!, se lamentaba la joven

- ¡Ay, abuela!, pues yo también pienso que a veces

me mira. Pero él oía sus lamentaciones, además fue un año

de muchas lluvias y ella lienaba sus cántaros con el

- Pues ten cúdado con éI, que hace muchos años se agua de Yago, era feliz.

vio libre de su coraza de pieüa.

Pero cuando tenía que bajar a la fuente, miraba- ¿Él sOto o las ocho gárgolas del tejado? hacia él y le decía un poco desairada:

vrn 2008 L A s H o J A s B E L F e R o 19

Page 22: Hojas del foro 7

NARRAT¡VA

- "Gárgola que estás anclada en ese eterno sillar,

por tus entrañas de piedra agua tu me podrías dar."

- ¿Ét te contestaba, abuela?

- Sí,le decía:

"Ojalá lloviese siempre, para poderte llenar el cántaro día a día,

lentos son mis pensamientos, de piedra mi alma será,

inmóvil el cuerpo mío y eterno.siempre el mirar.

SoIo esperar cuando llueve poder tu sed apagar.

Envidia me da la fuente, que diviso desde aquí.

Los pájaros me acompañan, pero se bañan aIIí.

Las mocitas refunfuñan, pero también van allí.

- ¡Cómo me gusta, abuela!, ¿Qué más te contó?

- Pues verás, una mañana las voces de su padre la

despertaron y la asustaron:

- iDespierta! ¡Claudia!, ¡Despierta!. La Gargola se ha

caído, está tirada en el suelo. Fue demasiado fuerte

el vendaval de anoche.

Apenas se vistió, fue con su padre a recoger los

pedazos y la trajeron a casa.

Claudia, abrazada a las piedras, lloraba desconsolada.

- Tranquila, hija, la podremos arreglar. La uniremos

con argamasa.

La restauraron con precisión y paciencia encajando

cada parte en su todo. EIla pintó sus plumas de

üvos colores, sus ojos y su rostro en general tomó

vida con Ia restauración..

La tenÍan en un pequeño patio interior que tenÍa la

casa, con un banco entre las flores.

- Se acercaba la noche de S. Juan, ya sabes, Luisa,

que es costumbre adornar todas las fuentes de los

pueblos.

-No, abuela, no lo sabía.

- Pues se llenan de flores y ramos de follaje verde

y a la noche se hace una gran hoguera con cosas

üejas y troncos que los mozos cortan en eI monte;

se baila alrededor del fuego, se eligen parejas. Y en

el claro del bosque hay una gran fiesta, las jóvenes

se ponen flores en el pelo y su mejor vestido.

Así que las amigas de Claudia decidieron que la

Fuente de Abajo serÍa la mejor engalanada, si ponÍan

encima del caño Ia Gárgola bellamente restaurada.

EIla con mucha pena las acompañó a colocar a Yago

en la fuente. Realmente quedó asentado y muy bien

encajado, de nuevo echando agua.

Todas tenían pareja, para el baile de la noche y se

fueron con ellos al bosque; ya se oían flautas y

gaitas, comenza.ron a bailar.

Se quedó pensaüva con sus brazos apoyados sobre

Yago.

- ¿Y qué pasó, abuela?

- Sabes que a las doce salen las Xanas del bosque,

del río y de las fuentes.

Pero Claudia estaba dormida cuando salió la de su

fuente.

Entonces Yago suplicó a su Xana, que le dejase bailar

esta noche con ella, rogó y la convenció de que con

su disfraz de plumas de colores nadie lo reconocería.

Al ver tanto amor, la Xana tuvo compasión...y tocó

a Claudia para despertarla:

- ¡Claudia!Despierta.

Ella, sobresaltada, vio a una joven de bondadosa

mirada y belleza extraordinaria, que le hablaba:

20 LA§ I!GJAS ÜEL FORO

Page 23: Hojas del foro 7

NARRATIVA

- Hay alguien que quiere bailar contigo.

No acertaba a discernir si soñaba o era real, pues

ella también se veía con un deslumbrante vestido

de sutil gasa con varias telas superpuestas. Su pelo

se reflejaba en las cristalinas aguas de la fuente,

adornado con extrañas y bellas flores, por allí no

había üsto nunca tal delicadeza.

El joven que le tendía Ia mano era realmente un

buen mozo y muy apuesto, con su capa de noble

armiño y el rostro cubierto de una extraña y a la

vez familiar capucha de plumas de brillantes y

exóticos colores. Pero sus ojos le miraban con tanta

añoranza y cariño, que no le resultaba extraño,

podría ser su amigo del alma.

A la xana, ensimismada soñando aI verlos al finfelices bailar, se le pasó la noche sin sentir.

Apurada, intentó aI alba desaparecer por el caño de

la fuente; pero ya no le dio tiempo de deshacer el

hechizo, ni recoger su rebaño, ni todo su ajuar

extendido por el prado.

- ZQué rebaño, abuela?

- Luisa las Xanas son dueñas de fantásticas riquezas:

rebaños de vacas, ovejas, gallinas con sus pollitos

de oro y todos los pájaros que puedas imaginar.

Además de un riquísimo ajuar bordado en oro y

plata, sobre tela de finÍsimo lino, que ponen a secar

la noche de S. Juan.

- Y ¿todo sale por el agua?

- ¡Sí todo! Además, si alguien logra verlas al alba

cuando recogen, son dueños de todo.

- ¡Por favor abuela! Dime ya qué pasó.

- Pues ya te dije que a nuestra Xana no le dio tiempo

y compartió con Claudia y Yago toda su riqueza

durante el año. Por supuesto, ellos la a1'udaron y

quisieron como a una madre.

- ¿Y no volvió a su casa?

- Desapareció del pueblo. Su padre estaba muy triste,

Pero ella siempre estaba pendiente de é1. Dejaba en

la mesa cosas que a él Ie gustaban: frutas, flores,

pan de semillas, una moneda de oro, una liebre

recién cazada por Yago, etc. Un jersey de merino

para eI inüerno.

En su fuero interno, é1 tenía Ia certeza de que Claudia

seguía en el bosque, algo inexplicable la retenía,

pero sus mensajes no le dejaban perder las ilusiones.

Las amigas ya no se aüeúan a buscar agua en la

fuente de la Gárgola, pues decían que había

desaparecido.

"Claudia vivió su amor intensamente".

De nuevo llegó la noche de S. Juan. SóIo eI maestro

de obra se acercó aquella vez a la fuente. HacÍa un

año yo sabía de hechizos y de xanas, aunque

hace ya tanto que no se si fue real o un sueño.- pen-

saba recordando a su esposa.

A media noche, la claridad iluminó Ia fuente y eI

claro del bosque, Ia misma música de antaño. Amor

mío pensó, que poco tiempo te tuvimos.

- ¡Papá! ¡Papá!

- ¡Claudia; hija míal,- su voz sonó ronca de Ia espera

y la emoción.

AIIí estaba con yago y su recién nacido nieto.

vrn I 2008 LA5 HOJA§ ürL r0Ro 21

Page 24: Hojas del foro 7

NARRATIVA

En aquella noche hubo boda y bautizo y ricos regalos temprano y con sus mejores ropas y un atado bajo

de las xanas para éI. el brazo, allí se iba.

Volvía al día siguiente, feliz y con fuerzas para todo

- ¡Qué bien, abuela! ¿Y volvió? el año.

- ¡Si!, pero hubo una promesa que cumplir, hija. - ZQUé llevaba en el paquete? ¿ Lo sabes?.

Yago debió de volver a recoger las aguas que eI cielo

le echara siglo tras siglo en eI tejado de Ia Capilla Pues en eI bosque ella habÍa aprendido a bordar

de los Dolores. como las xanas y de sus manos salieron los mejores

y más caros ajuares. De eso üüó siempre. Bordando

- Pero parece que es feliz, ¿verdad? en su ventana o en su patio, mirando de vez en

cuando a su amado.

- Sí, desde allí vigiló día y noche a su famiJia, pues

Claudia nunca abandonó Grado, ni su paüe. - ¿Pero que llevaba, abuela?

- ¿Y no volvió a estar con éI? - Creen que el mantel y las sábanas en esa mágica

noche siempre las ponía eIIa.

Cuentan que aquí cerca, en Ia Mata, hay una cueva Y colorín, colorado...

que llaman de la Xana y dicen que cada año por San

Juan, hasta el fin de sus días, Claudia, desde muy - ¡Ay, abuela te quiero!

22 LAs HsJAs DEL FoR0

Page 25: Hojas del foro 7

NARRATIVA

perlas ensang rentadas I

Maira estaba en las bambalinas, con su bata de

plumas, esperando aI cortejo de polis que miraban

una y otra vez el cuerpo sin vida de René, tirado

enüe las cuerdas del atrezzo...

- Señorita Maira, ¿qué sabe de unas perlas ensiür-

grentadas?

-¡Son mías! ¿A1go más?

- ¿Y las flores?

- ¡No tengo ni idea! Serían el regalo para alguna de

la chicas - farfulló entre dientes. Uülicé a Rene iggal

que eI Io hacia con los demás?

- Muy bien, gracias.

Maira se levantó, y cogiendo su bolso, se marchó

luciendo se vestido de terciopelo violeta en dirección

a Ia puerta. A la salida del cabaret, pidió ul taxi a

base de pitidos y chillidos, en la oscuridad, apareció

la silueta de un hombre...

María José Fernández

- Tengo que hablar contigo.

- No tengo nada que hablar contigo.

- Cuidado con 1o que dices.

-No he dicho nada porque no sé nada. Tú sabes

algo, ¿no serias tú el que Io hizo? Y corriendo calle

abajo, su tacón se rompió y cayó cerca de un

basurero...

- No te hagas la digna, tu también te aprovechaste

de el por cabrón así que no te hagas la tonta.

Y sacando Ia pistola le pego 3 tiros a Maira sin

piedad.

AI dÍa siguiente, encontraron el cuerpo sin üda de

Maira tirada en eI suelo con varias bolsas alrededor.

El policÍa suspirando, le quitó los mechones del pelo

comentando: - Ahora, ya mrnca sabremos qúen hizo

esto, solo sabemos que üenen perlas ensangrentadas

y flores pisoteadas.

vrn 2OO8 LA5 HOJAS DTL FeRc 23

Page 26: Hojas del foro 7

NARRATIVA

d istinta y s ¡nce ra Alba Lafuente Ramos

- MÍrame. Quizás no sea una muy cómoda situación,

tenerme hablándote evitando tus ojos, me refiero,

y probablemente no deje de manosear mi pelo, girar

el tobillo, rascarme los brazos o cualquiera de los

molestos gestos que hago cuando estoy nerviosa.

He de decirte que es posible que sea difÍcil, no seré

como todas aquellas a las que has dejado atrás, no

tengo intención alguna de pasar cada día contigo,

ni me gustan las cenas a la luz de unas velas, no

tengo reparos en decir que seguramente preferiré

una guerra de almohadas a salir de fiesta. SÍ, soy

peculiar, llámalo extravagante si lo prefieres, y sé

que te será difícil aceptarlo, comprenderme, a veces

te reirás de mÍ por no llorar. No soy fácil, no me

gusta comer con unos cubiertos que no sean los

mÍos ni paso jamás por debajo de los andamios,

prefiero un té a una coca-cola, ver una película de

Disney a una de Tarantino, me como el queso phi-

Iadelphia con cuchara y las tostadas del revés, sea

verano o invierno llevo un paraguas en el bolso,

estudio veterinaria pero le tengo alergia a los ani-

males, no creo en Dios, el zodiaco ni en el amor

verdadero, sin embargo creo en Ia suerte y en que

cierto número me persigue, jamás he probado eI

tabaco y toso a propósito cuando alguien fuma

delante de mí, me dan miedo las alturas pero hice

puenting, tardo una hora en comerme un helado,

soy adicta a "Chicas Gilmore", al café y al singstar,

no puedo dormir sin música puesta, odio las sardinas

y el atoz con leche, me sé todas las canciones que

conozco pero arrastro el mayor despiste del universo,

siempre uso camisetas holgadas, me encanta eI olor

de la humedad y las noches de verano, me pone de

buen humor el sol con viento, Ios chicles me dan

dolor de barriga, digo "obüo" demasiado a menudo,

pronuncio Ia "s" más de lo normal y estornudo como

un caniche, duermo siempre con calcetines, tengo

la insoportable manía de beber las burbujas de la

leche, nunca dejo el volumen de la tele en número

impar, me rasco Ia cara si estoy nerviosa, se me

pegan todos los acentos que escucho, de pequeña

me aprendí el abecedario al revés, mi risa suena

como Ia de una bruja y soy tan tonta de perdonar

siempre a todo eI mundo, llego casi siempre tarde,

la colonia me hace estornudar, colecciono entradas

de cine y arena de distintas playas, aunque las odie,

me encanta cocinar pero 1o hago fatal, y c¿rnto en

la ducha cuando sé que nadíe me escucha, no Ie

cojo cariño a los sitios y difícilmente a las personas,

pero daría la vida por mi perro. No soporto tu

manera de caminar, que hayas engordado ni ese

corte de pelo, sin embargo, te qulero. Estarás pen-

sando que esto no funcionará, que soy absurda y

que no tengo nada que ofrecerte, no seré quizás la

chica más guapa pero te prometo que cada momento

que pasemos juntos será algo nuevo e inesperado

y que nadie te querrá de la manera en que yo lo

haré. Y puede que algún día no recuerde eI color de

tus ojos, pero sí sabré que son los ojos más hermosos

que nunca he ústo. ¿Y bien, qué üces?

Su üejo perro bostezó.

24 LA§ Fi{}JA5 *gl- r0ñ.fi

Page 27: Hojas del foro 7

NARRATIVA

romance del salmón Fernando Florez Fernández-Villaranzo

A ella, la Galatea de nuestros sueños. Ese

deseo insatisfecho que revolotea por Ia

imaginación

Hay feas a las que el azar les reserva una última

bala en la recámara. Cipriana Gertrudis atesoraba

esa bala que además era de plata: aquella simpatía

a prueba del hormigón más inquebrantable. A todos

-guapos y feos-, Ios espirituales encantos de C.G.,

Ia fea más atractiva y deseable, nos entusiasmaban.

¿Qué importaban eI ingenioso alabeo de sus piernas

o la sutil contorsión de su espinazo, su graciosa

nariz de alimoche o la discreción de su labio lepo-

rino? ¿No eran pecadillos veniales, intrascendentes

distracciones de Ia genética, al lado de aquella

mirada soñadora que ruborosamente cubría sus

vergüenzas detrás de una delicada caída de párpa-

dos? Al fin y al cabo, se trataba de despreciables

minucias comparadas con aquella voz aterciopelada

tan llena de sugerencias; aquella voz tan..., cómo

lo diría, tan, tan... a lo Concha García Campoy. Por

supuesto que serÍa una imperdonable pérdida de

tiempo por mi parte detenerme a n¿rrrar la aplastante

eüdencia: ef e ctivamente, las kimb asing er s oficiale s

del barrio Io llevaban mal, pero que muy mal, ustedes

ya me entienden.

Las tardes de domingo, nuestra cuadrilla se reunía

en eI ambigú de 'EI Almacén Danzante' a tomar

compuestas y disfrutar del espectáculo: media

docena de cariátides enfurruñadas lanzando litros

de lava por sus ojillos maliciosos. Desde su acrópolis

encaramada sobre la pista aguardaban a qtlie ella

(al escribir ella en cursiva me refiero a Ia inevitable

Cipriana Gertrudis) no estuviese disponible, o a que,

exhausta, desisüese de mover las caderas al compás

de las cumbias, merengues

y guarachas que, febrilmente, atacaba la orquesta.

¿Es preciso que me extienda en eI porqué de Ia

ruptwa con PilarÍn, mi novia desde los tiempos del

instituto? Si C. G. ya me había sorbido el seso con

esa sal que la naturaleza derrocha en algunas de

sus criaturas -recitaba con un elegante toque de

tristeza los versos de Gamoneda y el violÍn, en sus

brazos, ganaba los atributos de un ser vivo-, el

coup de grácelo provocó la receta de salmón curado

en salsa de rábano silvestre, un plato que preparaba

primorosamente. Aquel manjar afrodisíaco acabó

por sorberme el sexo.

Quizá por cuestiones de simetría, ante mi repudio,

Pilarín acabó ligando con Macario Tancredo, un

tritón con el que pasaba las tardes en el río armada

con una sacadera. Y el salmón algo tuvo que ver,

también, en aquel romance, pues no creo que fuese

solamente por la mirada estrábica de Macario nipor su espinazo de gibón ni tampoco por la verruga

con forma de berenjena de la punta de su nariz.

Además, M.T. era cojitranco y no me llegaba al

hombro.

La noche que las dos parejas nos reunimos para

cenar (quise limar asperezas con Pilarín y tranquüzar

mi conciencia: la había dejado vestida y con noüo

minusváIido), C.G. cocinó su plato especial, recitó

algunos versos del Adonais y arrancó del üolín las

delicadas notas de la Meditación de Massenet.

A la semana recibí una carta de mi futura esposa.

Me lirnitaré a reproducir el último párrafo: "Estoy

locamente enamorada de Macario Tancredo. Me

suministra salmones frescos y además su mirada

se enciende cuando le recito a Shelley. Lo siento".

vrn 2OO8 LA5 ri§JA§ DEL FS&0 25

Page 28: Hojas del foro 7

NARRATIVA

Llevo veinte años casado y nunca he r,uelto a disfrutar

del salmón curado en salsa de rábano silvestre. Sé

que Pilarín lo iitenta, p.ro ttó ét lo iirismo que con

ella. EI salmón sabe insÍpido, el violÍn es un úozo

de madera con cuerdas y las lecturas poéticas, bueno

Ias lecturas poéticas me recuerdan aquellos recitados

del catecismo. Entonces me ahoga la melancolÍa y

siento Iástima de mi mismo.

en la estación de oxford EstefanÍa Suárez Redondo

Desde aquella, odiaba las estaclones de tren. El

ajetreo de la gente, los silbatos sonando a uno y

otro lado, el 1ío de vagones y los fallos en las pantallas

de información de salidas y llegadas. Lo detestaba.

Todo. Mirara a donde mirara, veía su cara reflejada.

La de ella y la de Isabel, porque todo le recordaba

a ella.

Nunca olüdaría aquellas largas charlas acompañadas

de cafés ahumando entre sus manos en las frÍas

tardes de inüerno, cuando, sentadas en una de las

cafeterías de la estación de Oxford, dejaban escapar

sus escandalosas risas por cualqúer tonta ingenui-

dad o comentario. El romá,ntico aspecto de la estación

inglesa le prohibía olvidarse de todo aquello, y eso

mismo era lo que más le gustaba de Inglaterra, el

paÍs que le había robado lo que más apreciaba en

su vida.

Nunca se perdonaría lo que permitió que sucediera

con Isabel. Aquella morena de carácter alegre, tan

dispuesta siempre a ayudar los demás aunque se

tratara de desconocidos, con su sonrisa que encan-

dilaba a todos los ingleses por ser tan diferente a

Ias chicas de allí; a las de allí y a las demás morenas

Ayer, una gran nube algodonosa flotó como un

velero sobre mi casa y la lágrima de casi todas las

tardes resbaló en mi mejiJla. Esa nube... Siempre se

ha cruzado una nube en mi vida. Maldije a gritos a

Macario Tancredo y a mi mala suefie. Definiüvamente

mi rubia oxigenada no dispone de una bala de plata

en Ia recámara. Y es que nadie es perfecto, ¿no les

parece?

españolas, italianas, francesas y latinoamericanas.

La morena que dejaba a su paso un rastro de olor

a coco. EIla era diferente a todas y en todo; por eso,

quizás, eI destino también se encaprichó con ella y

se Ia llevó.

Se fue sin despedirse, sin decir nada a nadie y ahora,

casi tres años después, nadie sabÍa nada de su

paradero. Sin embargo, habÍa dejado su huella en

cada uno de los rincones de aquella estación que

tantas confidencias había albergado. El gran reloj

que sonaba a las horas en punto, el mismo que ella

miraba cuando tenía que esperar por Isabel porque

siempre le pasaba algo para llegar tarde a las citas.

El pitido de un tren entrando en eI andén. Parece

mentira, pero aquel sonido aún Ia obligaba a mirar

con atención a todas las personas que entraban en

la estación desde el andén buscando una ca.ra cono-

cida, pero la de Isabel nunca más Ia vio. El tren, el

que siempre cogÍa, eI de las 7 y cuarto, con sus rayas

azules y amarillas y su interventor de bigote, del

que Isabel se reÍa e imitaba.

Siempre cogía el mismo, para no llegar tarde a cen¿Lr

en la casa de la familia que la acogía aquel curso.

26 t-,45 HCJ,4S DEL FOAO

Page 29: Hojas del foro 7

NARRATIVA

Tampoco ellos sabían nada de su paradero, pero la

recordaban cada tarde cuando en vez de té tomaban

un chocolate bien caliente, como los que tanto le

gustaban a eIIa.

El calor del café que sujetaba en su mano la despertó

entre tantos recuerdos, y entre los anuncios de las

llegadas y parüdas de los trenes veía caras conocidas,

caras a las que ambas les habían puesto nombre,

un puesto de úabajo y un carácter según sus rasgos,

según sus gestos; pero aI fin y al cabo todas personas

desconocidas. Y entre todas ellas.....Allí, camino a

los andenes, el rostro más parecido a una careta

que habÍa visto en su üda. Era é1, sin duda alguna.

Cualquiera diría que bajo ese aspecto de niño inglés

adinerado y con cara 'angelicaf iba a ser tan absor-

bente, tan envidioso y tan dañjno.

Todavía se acordaba del día en el que notó el cambio

en el rostro de Isabel. Aquella tarde en la estación

de Oxford, su morena cara no lucía el brillo de

siempre, algo había cambiado y desde entonces algo

cambiaría mucho más. Problemas con gente desco-

nocida por llevar emblemas diferentes, secretos

demasiado oscuros como p¿ra contar en la cafetería

de una estación de tren, marcas de algún que otro

golpe oculto bajo una capa de maquillaje y conver-

saciones que giraban en torno a otros temas ya no

tan entretenidos como los de antaño. No le gustaba

echarle la culpa a nadie sin tener motivos, pero

cuando Isabel comenzó con aquel chico estalló el

alejamiento entre ambas amigas.

Sabía que él no se la había robado porque éI seguía

allí, en su Oxford natal, pero algo tenía que ver con

la desaparición de Isabel. No tenÍa que haberla

dejado enamorarse de é1, no tenía que haber iniciado

aquel juego que comenzó como un reto para después

acabar guardándole sus secretos, los de éI y los de

sus amigos, y acabar ella teniendo muchos más que

ocultar. Jugó con fuego y se quemó, y las chispas

alcanzaron a todos los que estaban a su alrededor.

Pero aquella no era la Isabel que había quedado en

el recuerdo, aquella ya no gustaba tanto como Ia de

comienzo de curso con Ia que compartía charlas en

las cafeterías y viaies en los trenes.

Aquella tarde tomó su café habitual en la misma

mesa de siempre, la de delante del gran reloj que

cantaba las horas en punto, miró a todos los que

pasaban poniéndoles etiquetas de identidad como

de costumbre y a las 7 y cuafio tomó eI tren. A su

Iado ya no había ninguna morena de carácter jovial

y bella sonrisa; no había nadie con olor a coco ninadie que liberara las carcajadas de su risa. A su

lado ahora siempre üajaba una nueva amiga fría y

distante que cada vez aborrecía más. Aquella nueva

amiga se llamaba Soledad.

controlar su mirada para no quedarse petrificado

mirando a aquella mujer cuando se encontrada

fuente a ella mientras esperaba el bus del colegio.

Helada. Así era Ia mirada de la mujer de la parada.

en la del bUS I EsteraniasuárezRedondo

Helaba. El duro frío del invierno dominaba la calle

y amenazaba con congelar a todo valiente que se

atreüera a pasear por las aceras. A todo individuo

menos a ella. Sentada en aquella parada con su largo

abrigo gris y su gorro de lana. Como cada día desde

hacía años, en el mismo sitio. A James le costaba

parada

Yrn 2008 §-45 ¡-rsJA3 OEL FORO 27

Page 30: Hojas del foro 7

NARRATIVA

Siempre fría, como ida, sin fondo en sus ojos. Su

aspecto chocaba con la alegría que cada mañana

acogía aquella parada con el autobús escolar, el

mismo que James esperaba. El rostro de aquel niño

le recordaba al de su pequeño. Y entonces el corazón

se le estremecía aún más. Se había prometido cui-

darlo sin cansancio, acompañarlo a cada destino y

una mañana fría de invierno se había dejado tentar

por el mal temporal para no salir de la casa. El

sonido de Ia ambulancia había sido aún más amargo

que el estridente pitido de su despertador. Era la

voz de alarma, la de su alma. Fue la primera vez

que sentía como su corazón se encogía y apretaba

fuerte en el pecho una fuerza que transmitÍa un

solo mensaje de peligro. Su pequeño, a lo que más

quería en este mundo, perecía sobre una sábana

blanca, pura como su infancia. El bus del colegio lo

había llevado, pero no a un destino del que volvería

con su soruisa, siempre impresa en su iluminado

rostro.

La mujer del abrigo gris y el gorro de lana nunca se

lo había perdonado. Por eso, años después de aquel

suceso, la cara del pequeño vecino inglés Ie traía

dulces recuerdos y se prometió de nuevo proteger

a aquel desconocido que le recordaba a su hijo. La

mujer de Ia parada esperaba por James, le protegería,

no se dejaría disuadir una vez más por el frío ni

por el calor, nunca ya fallaría.

Doce años después, cuando el bus para James partía

hacia la universidad, el frío sacudió el ya fuerte

cuerpo del que había sido niño. Miró a la parada,

vacía y frÍa, por cuyos laterales arrollaban las gotas

de lluüa que caían, como lágrimas. Aquella parada

era la partida de un bus con un final desconocido.

Un bus que paró para la mujer del abrigo gris y el

gorro de lana. Entonces, James lo entendió todo. La

etapa del colegio había terminado para é1, la promesa

de Ia mujer por fin se había cumplido y su bus había

pasado a recogerla, quizás el mismo bus que se

Ilevó a su pequeño. Y todo en aquella parada de

bus.

28 LA5 ¡-roJAs DEL FORO

Page 31: Hojas del foro 7

'*] E.t? z

Page 32: Hojas del foro 7
Page 33: Hojas del foro 7

POESíA

Atejü nd ro Fe{na ndez-üs0 ri*

Hay veces que me veo tentado

a

rendirme.Pienso,

será imposible conseguirlo;v

lloro

sin emitir ruido alguno,por verguenza.

Luego voy frente al espejo

v

encuentro ridÍcula

la depresión del ojo y el eccemaque invade el pómulo

Iento y tenaz.

Los dejo ahí construyéndome

v

me voy a la ventana

a ver si escucho a algún niño contarlas transcendentales historias del colegio

a una madre igual de consumida que yo

a punto de rendirse.

Si hay suerte SOIIIIO,

vengo a regar las plantassi no,para que

al menos ellas

no se cansen a destiempo.

vrn | 2OO8 L A s H 0 J A s D E L F o R CI 3I

Page 34: Hojas del foro 7

POESíA

trry*u

basuras

La cálida y vaporosa impronta sumergida

En el fragor de los deseos, ilusiones...;

El ancho y torruoso camino a la locura

Más contumaz, anida en tu nido de objetos

Inserübles, desparramados por el yerto y

Yermo verde desesperanzado.

Alabanzas rotas por la soledad vomitan

En insalubres mercados de Io ajeno.

Estercolero inmundo donde se palpa

El ambiente a pestilencia. ¡Deténte!

No emerjas ni un solo palmo más.

Espera a los deseos

Reciclados de una noche de acampada.

Todo es basura; un ticket de ida y r,rrelta

Que subyace en el eterno abanico de colores

Con sabor a muerte.

Basuras eternas, recicladas y aniquiladas, recaen

En ese ferüente deseo de extensión

Para volver a morir.

Tan sóIo escucha

Su lamento lánguido y ahogado que persiste

deseo

Desnúdame con un beso en los labios.

Abrázame y estréchame en tu cerco.

Revienta mi deseo latente y dormido.

Aumenta el fervor contenido.

Quiéreme sin remedio.

Si ves que me echo atrás, ¡Deténme!

Átame a tu yugo salvaje y cegador.

Desata otros lazos más puros.

Pronuncia esas palabras indiscretas,

Que yo sólo quiero oír.

32 LAs HoJAs alEL F0R0

Page 35: Hojas del foro 7

POESíA

Juli* Can*

algunas chicasme preparan com ida

Desde que saben que estoy solito

algunas chicas me preparan comida.

Me hacen bizcochos

de chocolate,

lentejas como en su pueblo,

pastas con las que ganaron premios en su país de origen.

Ellas toman la iniciaüva,

sin que yo les haya pedido nada

salvo mostrarme,

supongo,

involuntariamente

no hambriento pero desvalido,

risueño, abandonado.

Yo me siento extraño

subiendo por Ia calle con las bolsas que me dan,

metiéndolas en el frigorífico,

y en agradecimiento

les hago el amor

lo mejor que sé,

-bien sabéis que desde siempre

me entrego al sexo

con vocación de servicio-,

atento a cada fibra de piel,

a cada pulso de los sabores de la ceremonia.

Desde que saben que estoy solito

- algunas chicas me prepar¿Ln comida.

vrn l2OO8 LAs HolAs DEL FoRo 33

Page 36: Hojas del foro 7

POESíA

Ios tomates

Y cuando me acordé y fui a mirar

ya estaban todo podridos los tomates

blandos

cubiertos de moho

asquerosos

como se puüe el deseo

cuando no Io consumes a tiempo.

en las grietas

Es en las grietas de las piedras

donde crece Ia üda.

No en sus pafies sólidas,

en las macizas incontestables

extensiones pétreas,

sino en las roturas.

Ahí es donde

cuando llega el agua

y el viento

vel sol

aparece primero eI musgo,

luego la hierba,

y con suerte algún helecho

horizontal o vertical

según sea Ia orientación de Ia hendidura.

34 LAS r{*JAs üEL ñoRo

Page 37: Hojas del foro 7

PoEsín

robinson

Ay de ti, Robinsón,

¿qué harás

cuando veas

que alguien

se acerca por la playa?

¿Qué harás cuando veas

que deja huellas en Ia arena,

que no es tu alucinación diaria,

la masa de tu deseo vuelta colores?

Correrás a esconderte.

Te aplastarás contra el árbol

más robusto,

acurrucado entre la espesura de su base.

Y pedirás al cielo,

-por tantos años de naufragio,

por la justicia de la piel,

por el escorzo del sol sobre el océano,

por la enfermedad y la lluvia,

por los pequeños ruidos infinitos-,

ser visto.

inv 2008 LAsHoJAstrELFoRo35

Page 38: Hojas del foro 7

POESIA

carlos I

Carlos I-rey de España y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico-

otorgó a Juan Sebastián Elcano

-por aquello de dar la r,rrelta al mundo-

una pensión de 500 ducados

y un escudo de armas en el que se leÍa

"Primus circumdedisti me".

Vaya mierda de premio,

vaya trofeo vano

en comparación

con el suspiro de rayo verde

que ayer me regalaste

cuando terminé de circunvalar tu cuello a besos.

Vaya dote miserable

puesta al lado de tu risa arbórea

cuando ayer partí de tu ombligo hacia Occidente

y siempre en esa dirección

-sin temor a motines, dragones o escorbutos-

mantuve mi juramento

hasta que aüsté de nuevo mi punto de partida.

Grité "tierra" llegando desde el itmanecer de tu Oriente

y demostré que también tu cintüa

es circunnavegable por completo.

36 LAs HoJAS DEL FoRo

Page 39: Hojas del foro 7
Page 40: Hojas del foro 7