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COMISION PERMANENTE HOAC: Acción Católica para la Pastoral Obrera 1 HOAC: ACCIÓN CATÓLICA PARA LA PASTORAL OBRERA (DOCUMENTO PRESENTADO EN LA REUNIÓN GENERAL SOBRE ACCIÓN CATÓLICA Y PASTORAL OBRERA DE 23 Y 24 DE ENERO DE 2016 Y REVISADO CON LAS APORTACIONES ALLÍ REALIZADAS) 30 de marzo de 2016 Contenido PRIMERA PARTE.- 1 PRESENTACIÓN DEL MATERIAL ............................................................................................................................. 2 1.1 ACUERDOS DE LA XIII ASAMBLEA GENERAL ........................................................................................ 2 1.2 SOMOS ACCIÓN CATÓLICA PARA LA PASTORAL OBRERA .............................................................. 2 1.3 LOS PROCESOS ABIERTOS POR NUESTROS OBISPOS ........................................................................ 2 2 ITINERARIO DE ESTA REFLEXIÓN.......................................................................................................................... 3 3 LO QUE SOMOS Y QUEREMOS SER. LECTURA ACTUALIZADA DE LAS “CUATRO NOTAS”.............. 5 3.1 CONSIDERACIONES PREVIAS ....................................................................................................................... 5 3.2 PRIMERA NOTA: ECLESIALIDAD DE LA ACCIÓN CATÓLICA. .......................................................... 8 3.3 SEGUNDA NOTA: PROTAGONISMO DE LOS LAICOS O SECULARIDAD DE LA ACCIÓN CATÓLICA............................................................................................................................................. 9 3.4 TERCERA NOTA: UNIDOS A MODO DE CUERPO ORGÁNICO ........................................................ 10 3.5 CUARTA NOTA: EN COMUNIÓN ORGÁNICA CON EL MINISTERIO PASTORAL..................... 12 4 UNA ACCIÓN CATÓLICA PARA EVANGELIZAR. NECESIDADES A LAS QUE DEBEMOS RESPONDER ................................................................................................................................................................... 14 4.1 UNA ACCIÓN CATÓLICA FIEL A SU IDENTIDAD Y A SU MISIÓN EN EL CONTEXTO ACTUAL ............................................................................................................................................................... 14 4.2 RETOS ESPECÍFICOS Y PROYECTO EVANGELIZADOR DE LA HOAC ......................................... 15 4.3 HOAC, ACCIÓN CATÓLICA PARA LA PASTORAL OBRERA ............................................................. 17 4.4 RELACIÓN DE LA ACCIÓN CATÓLICA CON EL CONJUNTO DE LA IGLESIA ............................ 19 5 LAS DIFICULTADES PARA SER Y VIVIR LO QUE HEMOS DE SER ............................................................ 20 5.1 URGENCIA DE REVISIÓN Y DE TRANSFORMACIÓN MISIONERA ............................................... 20 5.2 DIFICULTADES QUE VEMOS EN NUESTRA IGLESIA PARA ELLO ............................................... 22 5.3 DIFICULTADES QUE VEMOS EN LA PROPIA HOAC .......................................................................... 24 6 LA SUPERACIÓN DE LAS DIFICULTADES. CAUCES PARA AVANZAR EN VIVIR Y REALIZAR NUESTRA IDENTIDAD DE ACCIÓN CATÓLICA PARA LA PASTORAL OBRERA.................................. 25 7 CONCLUSIÓN ................................................................................................................................................................. 29

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COMISION PERMANENTE HOAC: Acción Católica para la Pastoral Obrera

1

HOAC: ACCIÓN CATÓLICA PARA LA PASTORAL OBRERA (DOCUMENTO PRESENTADO EN LA REUNIÓN GENERAL SOBRE ACCIÓN CATÓLICA Y

PASTORAL OBRERA DE 23 Y 24 DE ENERO DE 2016 Y REVISADO CON LAS APORTACIONES ALLÍ REALIZADAS)

30 de marzo de 2016

Contenido PRIMERA PARTE.-

1 PRESENTACIÓN DEL MATERIAL ............................................................................................................................. 2

1.1 ACUERDOS DE LA XIII ASAMBLEA GENERAL ........................................................................................ 2

1.2 SOMOS ACCIÓN CATÓLICA PARA LA PASTORAL OBRERA .............................................................. 2

1.3 LOS PROCESOS ABIERTOS POR NUESTROS OBISPOS ........................................................................ 2

2 ITINERARIO DE ESTA REFLEXIÓN .......................................................................................................................... 3

3 LO QUE SOMOS Y QUEREMOS SER. LECTURA ACTUALIZADA DE LAS “CUATRO NOTAS”.............. 5

3.1 CONSIDERACIONES PREVIAS ....................................................................................................................... 5

3.2 PRIMERA NOTA: ECLESIALIDAD DE LA ACCIÓN CATÓLICA. .......................................................... 8

3.3 SEGUNDA NOTA: PROTAGONISMO DE LOS LAICOS O SECULARIDAD DE LA ACCIÓN CATÓLICA............................................................................................................................................. 9

3.4 TERCERA NOTA: UNIDOS A MODO DE CUERPO ORGÁNICO ........................................................ 10

3.5 CUARTA NOTA: EN COMUNIÓN ORGÁNICA CON EL MINISTERIO PASTORAL..................... 12

4 UNA ACCIÓN CATÓLICA PARA EVANGELIZAR. NECESIDADES A LAS QUE DEBEMOS RESPONDER ................................................................................................................................................................... 14

4.1 UNA ACCIÓN CATÓLICA FIEL A SU IDENTIDAD Y A SU MISIÓN EN EL CONTEXTO ACTUAL ............................................................................................................................................................... 14

4.2 RETOS ESPECÍFICOS Y PROYECTO EVANGELIZADOR DE LA HOAC ......................................... 15

4.3 HOAC, ACCIÓN CATÓLICA PARA LA PASTORAL OBRERA ............................................................. 17

4.4 RELACIÓN DE LA ACCIÓN CATÓLICA CON EL CONJUNTO DE LA IGLESIA ............................ 19

5 LAS DIFICULTADES PARA SER Y VIVIR LO QUE HEMOS DE SER ............................................................ 20

5.1 URGENCIA DE REVISIÓN Y DE TRANSFORMACIÓN MISIONERA ............................................... 20

5.2 DIFICULTADES QUE VEMOS EN NUESTRA IGLESIA PARA ELLO ............................................... 22

5.3 DIFICULTADES QUE VEMOS EN LA PROPIA HOAC .......................................................................... 24

6 LA SUPERACIÓN DE LAS DIFICULTADES. CAUCES PARA AVANZAR EN VIVIR Y REALIZAR NUESTRA IDENTIDAD DE ACCIÓN CATÓLICA PARA LA PASTORAL OBRERA.................................. 25

7 CONCLUSIÓN ................................................................................................................................................................. 29

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PRIMERA PARTE.-

1 PRESENTACIÓN DEL MATERIAL

1.1 ACUERDOS DE LA XIII ASAMBLEA GENERAL

Las líneas de vida y acción de nuestra XIII Asamblea General, y las insistencias que nos posibilitan desarrollarlas, son fundamentales para orientar las dinámicas de vida de comunión entre nosotros y nosotras y con el mundo del trabajo; vida de testimonio y encarnación en los sectores más empobrecidos del mundo obrero; y vida de propuesta de Jesucristo como liberación y salvación para el mundo del trabajo.

Para vivir esta comunión nos planteamos vivir y construir la Acción Católica y la Pastoral Obrera como formas de ser y de actuar en la Iglesia diocesana y la parroquia1, reconociendo que debemos avanzar en la interiorización y vivencia de las notas de la Acción Católica y en el modelo de organización de la AC que hoy necesita la Iglesia. En este sentido es clave que profundicemos en la necesidad de una Acción Católica especializada en la evangelización en el mundo obrero2.

Hemos señalado en nuestra Asamblea la necesidad de reflexionar especialmente sobre la cuarta nota y, desde ella la comunión y especial vinculación con el Ministerio pastoral, que implicará también reflexionar sobre el papel de los consiliarios en la HOAC.

Hemos dicho que necesitamos una mayor profundización sobre la Pastoral Obrera, en un doble sentido: hemos de tomar conciencia de que la mayor y mejor contribución que podemos hacer a la pastoral obrera de toda la Iglesia es ser HOAC y desarrollar nuestro Quehacer Apostólico Comunitario; y, por otro lado, hemos de intensificar nuestra contribución a extender en nuestra Iglesia la reflexión teológica y las consecuentes concreciones pastorales sobre el trabajo humano.

Nos hemos dicho también en la Asamblea que, en estos años, habíamos de reflexionar y crecer en conciencia sobre la participación de los y las militantes en la vida de nuestras parroquias desde nuestra identidad de Acción Católica especializada y desde nuestro trabajo evangelizador en el mundo obrero, lo cual pasa, necesariamente, por la formación de la dimensión sociopolítica de la fe enraizada en la Doctrina Social de la Iglesia. Y señalábamos, además, que diocesanamente es importante tener en cuenta nuestras parroquias como ámbito privilegiado de la vivencia de nuestra comunión eclesial, haciéndolas también presentes en nuestro Quehacer Apostólico Comunitario y respondiendo a las demandas que pudieran plantearnos.

En la misma dirección hemos acordado seguir ofreciendo nuestra formación y acompañamiento a las distintas realidades eclesiales; dar a conocer la HOAC, potenciar contactos con distintas realidades eclesiales, con equipos parroquiales de pastoral obrera, incluso ayudar a su creación donde no existan, y –esto es importante- dialogar, profundizar y sacar conclusiones operativas de lo que significa ser un movimiento de Acción Católica para la Pastoral Obrera.

Para llevar a cabo todo esto hemos concretado un plan de trabajo y unos medios, el primero de los cuales fue la reunión general que celebramos los días 23 y 24 del pasado mes de enero, con asistencia de algunos obispos. Allí presentamos una ponencia, que es la base de este texto que hoy ofrecemos y que se ha visto enriquecido con las aportaciones que se hicieron en los diálogos que mantuvimos durante la reunión.

A partir de ahora, y durante el curso 2016-2017 vamos a participar en la reflexión todos los y las militantes.

1 XIII AG, Material 4, pág. 8-9

2 Guillermo Rovirosa, El compromiso temporal, en OC, T.II, pág. 167ss.

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1.2 SOMOS ACCIÓN CATÓLICA PARA LA PASTORAL OBRERA

Otra referencia, sustancial, de nuestra reflexión se sitúa en eso que parece que, algunas veces, quizá no le demos la importancia que tiene: ser Acción Católica para la Pastoral Obrera. De hecho el núcleo de nuestra reflexión y de todo el proceso que ahora se pone en marcha gira en torno a este objetivo: dialogar, profundizar y abordar en nuestra vida militante lo que significa ser un movimiento de Acción Católica para la Pastoral Obrera.

Sobre ello nos detendremos suficientemente a lo largo de esta exposición, pero es importante que todos tomemos conciencia desde el principio de que, cuando hablamos de Acción Católica y de Pastoral Obrera, no estamos hablando de cosas distintas y separadas. Por nuestra identidad no podemos hacerlo.

Al contrario, nosotros, la HOAC, en la Iglesia no somos -no podemos ser- otra cosa que Acción Católica para la Pastoral Obrera. Nuestra identidad, nuestro ser y misión, hace que, para nosotros, sean los dos pilares sobre los que se asienta todo lo que la Iglesia nos pide ser, vivir y hacer: realizar nuestro ministerio eclesial –el que se nos encomienda- como Acción Católica para vivir e impulsar la presencia evangelizadora de la Iglesia en el mundo obrero y del trabajo.

Somos un movimiento al servicio de la Pastoral Obrera de toda la Iglesia. La HOAC somos y hacemos pastoral obrera, pero no somos toda la pastoral obrera; no agotamos en nosotros todo lo que la Iglesia debe y puede ofrecer con su presencia encarnada a los hombres y mujeres del mundo obrero y del trabajo. La Pastoral Obrera no es propiedad nuestra aunque, por eso mismo, por ser de la Iglesia, hemos de dinamizarla, potenciarla y realizarla como nuestra que es. Para eso hemos nacido, para eso nos encomendó una tarea la Iglesia española hace ya setenta años que se cumplen, precisamente, en este año 2016.

1.3 LOS PROCESOS ABIERTOS POR NUESTROS OBISPOS

Un tercer elemento de referencia en el que se enmarca nuestra reflexión son los procesos que los obispos de la CEAS y toda la Asamblea Plenaria de la CEE han pedido que realicemos para revisar nuestra identidad como movimiento de Acción Católica, de una parte, y nuestro ser Pastoral Obrera, de otra.

No son exactamente procesos iguales por su génesis, por su contenido y por su finalidad, pero ambos se encuentran en una reflexión común dentro de nuestro movimiento, porque nos ponen, una vez más, en la clave de reflexión sobre lo que queremos dialogar: ser Acción Católica para la Pastoral Obrera.

Los obispos de la CEAS, con ocasión del XX aniversario de publicación del documento “La Pastoral Obrera de toda la Iglesia” dirigieron un mensaje3 en el que nos decían, entre otras cosas:

Queremos invitaros de nuevo a recorrer un camino de mirada y misericordia entrañable, que nos lleve a transitar senderos de justicia, en los que sembrar el Evangelio en la vida de los hombres y mujeres del mundo obrero y del trabajo. Queremos invitar a nuestras comunidades diocesanas, a las delegaciones y secretariados de pastoral obrera y del trabajo, a los movimientos apostólicos especializados en el mundo obrero, a las parroquias, comunidades, congregaciones religiosas presentes en estos ámbitos de evangelización, a mostrar, desde su cercanía encarnada, el rostro sufriente de Cristo que nos sigue preguntando ¿Dónde está tu hermano?... El proceso de mirada a la realidad que os invitamos a iniciar es la mejor manera de celebrar este aniversario del documento “La Pastoral Obrera de toda la Iglesia”. Desde vuestra experiencia y reflexión podremos proponer mejor nuevas orientaciones que nos ayuden a realizar la misión evangelizadora de la Iglesia en medio del mundo obrero.

3 25 de enero de 2015. Mensaje con ocasión del XX aniversario de publicación de la POTI, 11-13.

http://www.conferenciaepiscopal.es/mensaje-de-los-obispos-de-la-comision-episcopal-de-apostolado-seglar/

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Este proceso responde a una pregunta que tiene mucho que ver con lo que en la HOAC hemos acordado reflexionar estos próximos años en torno a nuestro Quehacer Apostólico, al repensar las situaciones del mundo obrero en las que fijarnos, y revisar el funcionamiento de los sectores: ¿ante la situación cambiante del mundo obrero y la nueva configuración del trabajo humano, dónde hemos de estar y qué hemos de hacer para seguir anunciando a Jesucristo a los empobrecidos del mundo obrero?

El proceso abierto en torno a la Acción Católica por los mismos obispos de la CEAS, con el refrendo de la Asamblea Plenaria, nos sitúa a los Movimientos especializados -y también a la Acción Católica General, aunque a ella de modo distinto- en una reflexión sobre nuestra identidad y misión, para adecuarla a lo que es y debe ser la Acción Católica.

Una cuestión ha ido configurándose en los diálogos y encuentros mantenidos, sobre todo con el Obispo Consiliario de la Acción Católica, como la cuestión nuclear que hemos de afrontar: en el aquí y ahora de nuestra sociedad, ¿qué presencia evangelizadora se reclama hoy de la Iglesia católica, y qué debe y puede aportar a esa presencia y a esa misión evangelizadora la Acción Católica, y dentro de ella una Acción Católica especializada?

Es verdad que, aunque no todos los procesos empiezan como nos hubiera gustado, y se podían haber planteado de otra forma, e incluso llegamos a este momento desde una historia precedente de desencuentros y ausencia de diálogo en bastantes ocasiones, este momento es una oportunidad y un momento de Gracia, y así hemos de vivirlo. Se abre la posibilidad de realizar una reflexión que siempre es necesaria entre nosotros; se ofrece la posibilidad de dialogarla y compartirla con nuestros obispos, de crecer en comunión eclesial, de vivir en primera instancia nuestra identidad de ser Acción Católica para la Pastoral Obrera, y de caminar por una senda que nos ayuda a avanzar en su realización práctica y a vivirla más plenamente, en sintonía con lo que hemos compartido en la XIII Asamblea.

Demos gracias a Dios por ello. Por el kairós de este tiempo, y por la historia que nos ha conducido hasta este momento de la mano de Dios, empujados por su Espíritu, y que nos invita a aceptar la historia de nuestra Iglesia, la historia de la HOAC, de la Acción Católica Española, que es gloriosa porque es una historia de sacrificios, de esperanza, de lucha cotidiana, de vida deshilachada en el servicio, de constancia en el trabajo que cansa, porque todo trabajo es “sudor de nuestra frente” en contacto con la realidad sufrida del pueblo fiel.4

2 ITINERARIO DE ESTA REFLEXIÓN

En esta reflexión queremos dar varios pasos después de haber enmarcado el proceso. Un primer paso será detenernos en lo que somos y lo que queremos ser: Acción Católica para la Pastoral Obrera. Ya hemos señalado que esta expresión recoge algo nuclear para nuestra identidad y misión. Y hemos de hacer vida lo que significa, como movimiento, y en nuestras vidas personales y familiares.

Tenemos que respondernos a diversas preguntas: ¿Qué significa esto realmente? ¿Qué implicaciones tiene? ¿Qué identidad dibuja? ¿Quiénes somos? ¿Quiénes estamos llamados a ser?

Nada mejor que releer, de manera actualizada, nuestras señas de identidad, las famosas cuatro Notas definitorias de la Acción Católica que señalara el Concilio Vaticano II en el famoso nº 20 del decreto conciliar sobre el apostolado de los laicos “Apostolicam Actuositatem”. Es imprescindible partir de estas Notas, y hacernos conscientes de lo que hoy nos plantean y exigen, y de cómo hoy hemos de actualizar y refrescar, con fidelidad, su vivencia.

4 Cf. EG 96

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Al realizar esta reflexión no podemos ceñirnos solo a lo que deba ser la HOAC como Acción Católica. Necesariamente estamos pensando en cómo debe ser la Acción Católica para la evangelización; nos preguntamos a qué necesidades debe responder hoy, tanto de la Iglesia en su misión, como del mundo en el que –sin ser de él- hemos de anticipar el Reino. También nuestro mundo ha cambiado, mucho, desde hace setenta años. Y nuestra Iglesia, sustancialmente la misma e indefectible Iglesia de Cristo, peregrina entre otras esperanzas y otros dolores distintos y, a la vez, similares, de aquellos que el mundo vivía al concluirse el Concilio Vaticano II. Tendremos pues, y ese será otro paso de nuestra reflexión, que hacernos esta pregunta.

Por honradez con nosotros mismos somos conscientes de las dificultades y resistencias que pueden existir para vivir lo que supone este ser Iglesia, este ser laicado adulto, este ser Acción Católica para la Pastoral Obrera.

Unas veces, es verdad, las dificultades para nuestro ser y nuestra misión, vienen de nuestros obispos, de nuestras diócesis, de las mismas estructuras eclesiales, de las dificultades de participación eclesial. Hay, aún en bastantes, oposición; hay desconocimiento, hay prejuicios, hay sospechas, hay desconsideración… Otras veces, sin embargo, las dificultades proceden de nosotros: de las y los militantes, de nuestra defectuosa vivencia eclesial, de nuestro escaso sentir con la Iglesia, de nuestro cansancio, de nuestras rutinas, de nuestras añoranzas y prejuicios, de nuestra “mundanidad espiritual”, como la denomina el papa Francisco.

Tendremos que detenernos a dialogar sobre ellas, no por encontrar culpables, sino para identificar aquello que hemos de sanar, curar, restañar, para que nuestro testimonio ante nuestros hermanos del mundo obrero, pueda ser realmente un testimonio de comunión. En ello nos jugamos, unos y otros, nuestro ser. A todos – pueblo y pastores - nos alcanza la necesidad de la conversión pastoral que el papa Francisco reclama en EG5, aunque, antes, la pidió especialmente a sus hermanos obispos, en el discurso a los obispos de Brasil, y en el Encuentro con el Comité Coordinador del CELAM.6

5 Cf. EG 26: La conversión eclesial es “la apertura a una permanente reforma de sí por fidelidad a Jesucristo: Toda la

renovación de la Iglesia consiste esencialmente en el aumento de la fidelidad a su vocación”, porque “sin vida nueva y auténtico espíritu evangélico, sin fidelidad de la Iglesia a la propia vocación cualquier estructura nueva se corrompe en poco tiempo”

6http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2013/july/documents/papa-francesco_20130727_gmg-episcopato-brasile.html

Cf. Documento de Aparecida 365-372. A él corresponde la referencia en el Discurso de Francisco al episcopado brasileño. 27 julio 2013: “Sobre la conversión pastoral, quisiera recordar que «pastoral» no es otra cosa que el ejercicio de la maternidad de la Iglesia. La Iglesia da a luz, amamanta, hace crecer, corrige, alimenta, lleva de la mano... Se requiere, pues, una Iglesia capaz de redescubrir las entrañas maternas de la misericordia. Sin la misericordia, poco se puede hacer hoy para insertarse en un mundo de «heridos», que necesitan comprensión, perdón y amor.”

En el encuentro con el Comité coordinador del CELAM el 28 de julio de 2013, http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2013/july/documents/papa-francesco_20130728_gmg-celam-rio.html el papa Francisco vuelve a insistir en el tema de la conversión pastoral, para señalar, entre otras cosas que: “Esta conversión implica creer en la Buena Nueva, creer en Jesucristo portador del Reino de Dios, en su irrupción en el mundo, en su presencia victoriosa sobre el mal; creer en la asistencia y conducción del Espíritu Santo; creer en la Iglesia, Cuerpo de Cristo y prolongadora del dinamismo de la Encarnación.

En este sentido, es necesario que, como Pastores, nos planteemos interrogantes que hacen a la marcha de las Iglesias

que presidimos. Estas preguntas sirven de guía para examinar el estado de las diócesis en la asunción del espíritu de Aparecida y son preguntas que conviene nos hagamos frecuentemente como examen de conciencia…

2. ¿Somos conscientes de la responsabilidad de replantear las actitudes pastorales y el funcionamiento de las estructuras eclesiales, buscando el bien de los fieles y de la sociedad?

3. En la práctica, ¿hacemos partícipes de la Misión a los fieles laicos? ¿Ofrecemos la Palabra de Dios y los Sacramentos con la clara conciencia y convicción de que el Espíritu se manifiesta en ellos?

4. ¿Es un criterio habitual el discernimiento pastoral, sirviéndonos de los Consejos Diocesanos? Estos Consejos y los Parroquiales de Pastoral y de Asuntos Económicos ¿son espacios reales para la participación laical en la consulta, organización y planificación pastoral?

5. Los Pastores, Obispos y Presbíteros, ¿tenemos conciencia y convicción de la misión de los fieles y les damos la libertad para que vayan discerniendo, conforme a su proceso de discípulos, la misión que el Señor les confía? ¿Los apoyamos y

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Las dificultades no se identifican para girar a su alrededor, o para arrojárnoslas a la cara, sino para que el ser conscientes de ellas nos sitúe en la necesaria clave de conversión, que nos impulse a buscar y encontrar juntos cauces y medios para avanzar en la vivencia y en la realización de nuestra identidad como Acción Católica para el mundo obrero, en el aquí y ahora que nuestra Iglesia necesita y el mundo obrero reclama. Este será el último paso que daremos en nuestra exposición.

3 LO QUE SOMOS Y QUEREMOS SER. LECTURA ACTUALIZADA DE LAS “CUATRO NOTAS”

3.1 CONSIDERACIONES PREVIAS

Siguiendo la invitación del papa Francisco a la que hemos hecho referencia, y situándonos en clave de conversión pastoral, es decir, en actitud de apertura a la renovación siempre necesaria que como Iglesia tenemos, por fidelidad a nuestra vocación en la Iglesia, por fidelidad a Jesucristo, hemos de volver la vista a lo que nos definió, a nuestra partida de bautismo, que diría Rovirosa, para recordar (volver a pasar por nuestro corazón) aquello para lo que se nos dio a luz.

Lo mejor para eso es volver a leer con esa actitud las Notas definitorias de la Acción Católica que marcan nuestra identidad, tal como las planteó el Concilio Vaticano II. Es esencial avivar y actualizar lo que nos plantean esas cuatro Notas y la identidad que perfilan. Y nada mejor que hacerlo de la mano de los textos del Magisterio y de las interpretaciones autorizadas que de ellas han ido haciendo los obispos, en tanto que pastores.

Para ello, además de acudir al Decreto Conciliar sobre el Apostolado de los Laicos, Apostolicam Actuositatem en su número 20, son documentos de referencia para nosotros la Exhortación Postsinodal de 1998, de Juan Pablo II, Christifideles Laici; el documento “Cristianos Laicos, Iglesia en el Mundo” de la 55 Asamblea Plenaria de la CEE, de 1991; y los publicados en 1996 por la Federación de Movimientos de la Acción Católica Española, en “La Acción Católica Española. Documentos7”, que contiene, entre otros, una “Lectura actualizada de las Notas de la AC” dentro del documento que presentaba la Nueva Configuración de la Acción Católica, junto con una ponencia de Mons. Victorio Oliver, pronunciada en su calidad de Obispo Consiliario de la Acción Católica en el año 1989.

Los documentos citados (especialmente los de la Federación de Movimientos de Acción Católica) nos ofrecen lecturas autorizadas. Éstos especialmente recogen lecturas compartidas entre el episcopado y las Comisiones Generales de los Movimientos a través de la entonces Coordinadora de Movimientos de Acción Católica, en un proceso de reflexión y diálogo compartido a lo largo de cuatro años; son fruto de la comunión y del diálogo. No hay otros documentos posteriores que hayan sido compartidos y vengan a sustituirlos, por lo que no han perdido ni su autoridad pastoral ni su hondura teológica. Son documentos que fueron presentados también en su día a la Asamblea Plenaria, de la que se recogieron las sugerencias expresadas por los obispos.

acompañamos, superando cualquier tentación de manipulación o sometimiento indebido? ¿Estamos siempre abiertos para dejarnos interpelar en la búsqueda del bien de la Iglesia y su Misión en el mundo?

Como se puede apreciar aquí están en juego actitudes. La Conversión Pastoral atañe principalmente a las actitudes y a una reforma de vida. Un cambio de actitudes necesariamente es dinámico: “entra en proceso” y sólo se lo puede contener acompañándolo y discerniendo. Es importante tener siempre presente que la brújula, para no perderse en este camino, es la de la identidad católica concebida como pertenencia eclesial.”

7 La Acción Católica Española. Documentos” Federación de Movimientos de Acción Católica Española. Madrid, 1996

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Su lectura, pese a los años transcurridos o, quizá por ello, sigue estando completamente vigente en las coordenadas histórico-eclesiales actuales, porque también ahora, como entonces, la intencionalidad de fondo de la reflexión vuelve a suscitarse en las mismas claves8:

responder a los retos y desafíos actuales y previsibles que proceden de la sociedad española, en orden a una nueva evangelización.

ser coherentes con la trayectoria histórica, pero sin añoranzas del pasado.

ser fieles a nuestra pertenencia eclesial, y abiertos a las demandas de la Iglesia universal.

ser fieles a las orientaciones y demandas de la CEE y a las de las diversas Iglesias diocesanas en sus necesidades evangelizadoras.

contribuir a articular una respuesta evangelizadora del Apostolado Seglar asociado en la Acción Católica.

Además, estos documentos y la reflexión que ofrecen son un buen punto de partida para la que ahora estamos realizando, en la HOAC y en el resto de Movimientos de la ACE9, porque en ellos se orienta y propone un camino que movimientos y obispos estamos llamados a realizar juntos, ya que la identidad que estamos llamados a realizar es un camino de vida eclesial. Queremos reflexionar, en el hoy de nuestra sociedad y nuestra Iglesia, cómo situarnos en la vivencia de esa identidad eclesial (y por tanto misionera) de la AC, qué dificultades encontramos para vivirla y cómo podemos avanzar juntos en ese camino de vida eclesial al servicio de nuestros hermanos y hermanas en el mundo, en particular de los pobres y excluidos.

Además, las Notas definitorias de la Acción Católica definen nuestro ser y misión; definen nuestra identidad, no de una manera estática, sino como un camino a recorrer y vivir siempre con mayor plenitud, acogiendo la acción del Espíritu en su Iglesia. Por eso, nos señalan el camino por el que necesitamos avanzar para acortar lo más posible la distancia entre lo que realmente logramos ser en cada momento y lo que queremos y estamos llamados a ser; guían nuestro caminar. Nuestra identidad como HOAC, al igual que la de la ACE en su conjunto y la de cada movimiento en particular, vienen señaladas por esas cuatro Notas y, junto a ellas, por el ámbito concreto en el que se nos ha encargado por la Iglesia vivir y animar la tarea evangelizadora; en nuestro caso, el mundo obrero y del trabajo.

Por eso comenzábamos diciendo que ambas cosas, nuestra forma de ser Iglesia y nuestra misión, son inseparables. Nuestra reflexión es sobre lo que nos pide hoy la identidad de ser Acción Católica para la Pastoral Obrera. En realidad a esto hemos intentado responder en nuestra XIII Asamblea General.

Tres documentos más hemos querido que sean referencia en esta reflexión: el aprobado por la Plenaria de la CEE en su 62 Asamblea (1994) “La Pastoral Obrera de toda la Iglesia”, la propuesta actualizadora que nos ha hecho el papa Francisco en Evangelii Gaudium (2013) Y la Instrucción Pastoral de la CV Asamblea Plenaria de la CEE, “Iglesia, servidora de los pobres” (2015)

Dicho esto, bien está que comencemos por recordar, enunciando simplemente, las cuatro Notas a las que venimos haciendo referencia. Después entraremos a decir algo de ellas y comentar algunas cuestiones que es necesario tener en cuenta en nuestra reflexión.

No obstante, es conveniente hacer unas consideraciones previas para leerlas adecuadamente que, mejor que nosotros, expresan las palabras de don Victorio Oliver y don Elías Yanes:

“Si hoy se releen las Notas con toda su riqueza y posibilidades, no habría más remedio que relanzar la AC”10

8 La Acción Católica Española. Documentos. pág. 18

9 Acción Católica Española 10 La ACE. Documentos. pág. 108

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“Las Notas hay que releerlas relacionadas entre sí porque las cuatro Notas están mutuamente relacionadas… Ninguna de ellas, por separado, define plenamente la AC. El rostro y la vida de la AC requieren la presencia simultánea y mutuamente relacionada de las cuatro Notas. En esto consiste la singularidad de la AC” Como también hay que leerlas en el orden en que han sido redactadas por el Concilio, porque cada Nota se entiende mejor si se acepta la anterior a ella”11. Las Notas hay que leerlas conjuntamente, pues “la nota que da sentido a las demás es la primera: el fin apostólico de la AC dentro del fin apostólico de la Iglesia12. Todas ellas se deben interpretar y aplicar con un estilo de sincera y cordial comunión eclesial. Así lo requiere la eclesiología de comunión que caracteriza la doctrina y la orientación práctica del Concilio Vaticano II. Esta espiritualidad de comunión con una metodología que tienda a promover comunión, plantea exigencias tanto a los Pastores como a los fieles.” Y, en este sentido es esencial “el diálogo en un clima de confianza mutua”

Y hemos de hacer esta lectura “con fidelidad… nosotros no hemos inventado la AC

Pero sobre todo hemos de hacer esta lectura con eclesialidad… Las Notas rezuman, por así decirlo, Iglesia. Es preciso leerlas en esta clave y es preciso exprimir esa vena enriquecedora de la eclesialidad. Y, por tanto, evangelizadora: “La AC es para la evangelización. Es para el servicio generoso a los hombres, con el Evangelio; a los hombres más pobres, porque la implantación del Reino, la impregnación de la sociedad con los valores del Evangelio y la transformación del mundo debe hacerse a favor del hombre, pero sobre todo del hombre marginado y pobre, sujeto de las desigualdades e injusticias. Porque la Ac, toda ella, es para el Reino, como lo es la Iglesia. La AC se define (…) desde la Iglesia. Ella misma, la AC, refleja la Iglesia entera: pastores y seglares unidos más estrechamente al servicio del fin general de la Iglesia.”13

Así las cuatro Notas vividas, son una expresión actual y única del ser y de la misión de la Iglesia. La AC acoge de la Iglesia su misión y, al mismo tiempo, devuelve a la Iglesia su misión y su ser.14

No quiere decir que sea fácil vivir esta eclesialidad. Todo lo valioso es costoso. Sin Jesús no se entiende la Iglesia. Sin Iglesia, sin esta Iglesia, no se entiende la AC. Pero la Iglesia se empobrece mucho (…) sin la verdadera AC”15

Las Notas dicen lo que dicen y, sin duda lo que dicen no siempre es fácil de realizar. Y lo que cada Nota dice no es nada superficial.16

Por eso, estamos convencidos de que la AC representa una manera muy destacada de vivir la comunidad eclesial, la mejor forma de vivir lo que la Iglesia está llamada a ser, un signo de ello al servicio de toda la comunidad eclesial.

Una última consideración antes de abordar cada Nota: vamos a mostrar lo sustantivo de cada una, prescindiendo de las formas concretas en las que la Acción Católica se ha encarnado a lo largo de su historia.

11 ídem, 112

12 Cf. Elías Yanes, “La AC, un don del Espíritu” Federación de Movimientos de ACE, 2000, pág. 102-106

13 La ACE. Documentos. 113

14 ídem, pág. 113

15 ibídem

16 ídem, pág. 111

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3.2 PRIMERA NOTA: ECLESIALIDAD DE LA ACCIÓN CATÓLICA.

El fin inmediato de estas organizaciones es el fin apostólico de la Iglesia, es decir, la evangelización y santificación de los hombres y la formación cristiana de sus conciencias de tal manera que puedan imbuir del espíritu del Evangelio las diversas comunidades y los diversos ambientes (AA 20, a)

En la fisonomía genuina de la AC se destaca su eclesialidad. Sin esta referencia a la Iglesia, manifestada y vivida, no existe la AC. La relación radical es, ante todo, con la misma Iglesia.

Tres aspectos eclesiológicos definen a la Acción Católica17:

su fin general es el fin apostólico de la Iglesia, especificado en los tres objetivos esenciales de la Iglesia: evangelizar, santificar y formar cristianos adultos para llevar el Evangelio a todos los ambientes... La Acción Católica no tiene un fin propio, sino que hace suyo el triple objetivo de la Iglesia, en cualquier campo y ambiente, y también en el ámbito de la comunidad cristiana.

La Acción Católica nace y vive para la evangelización. Esta es su pasión. Impulsa su vocación a la santidad en el empeño permanente de la formación de laicos adultos capaces de evangelizar, para impregnar todas las realidades del Espíritu del Evangelio.

por eso la AC está inserta en la Iglesia particular y en la comunión de las diversas Iglesias particulares. La Acción Católica –general o especializada- no se entiende sin su diocesaneidad, sin su servicio concreto en y a la Iglesia particular. En ambos niveles ha de asumir los objetivos pastorales, pensarlos con quienes los proyectan, realizarlos, experimentarlos y evaluarlos La AC consolida la misma comunidad parroquial, diocesana, interdiocesana y general. Es un miembro de esas comunidades; a ellas les aporta su experiencia de asociación, su estilo de formación, su modo eclesial de vivir y celebrar la fe en Cristo, su compromiso y, tantas veces, el impulso misionero”18.

La Acción Católica es para plantar la Iglesia en expresión del decreto “Ad Gentes” del Concilio Vaticano II19: plantar la Iglesia significa consolidarla en terrenos abonados, plantarla más allá de las parcelas cultivadas… La AC quiere plantar el Evangelio y quiere plantar la Iglesia. El Concilio da a la Acción Católica, por ello, un título singular; le da un carácter de “ministerio eclesial”, junto al ministerio ordenado20; ministerio al servicio del fin apostólico global de la Iglesia. En esa misma dirección el CLIM en su número 9521 habla de la AC como una singular forma de ministerialidad eclesial22. Esto, que es sustancial, no es algo novedoso. Ya antes de acabar el Concilio Vaticano II, Pablo VI decía que la AC “pertenece al diseño constitucional de la Iglesia”23. Por eso la AC es una

17 AA 19, 20

18 La ACE, hoy (nueva configuración de la ACE). En “La ACE. Documentos” citado. pág. 24

19 Ad Gentes, 15

20 Ad Gentes 15: para la implantación de la Iglesia y el desarrollo de la comunidad cristiana son necesarios varios ministerios que todos deben favorecer y cultivar diligentemente, con la vocación divina suscitada de entre la misma congregación de los fieles, entre los que se cuentan las funciones de los sacerdotes, de los diáconos y de los catequistas y la Acción Católica. Prestan, asimismo, un servicio indispensable los religiosos y religiosas con su oración y trabajo diligente, para enraizar y asegurar en las almas el Reino de Cristo y ensancharlo más y más.

21 Cristianos Laicos, Iglesia en el Mundo

22 CLIM 95: Dentro de este contexto, la Christifideles Laici sólo cita de forma explícita la «Acción Católica». Esta particular referencia concreta no debe extrañar, ya que la Acción Católica, de acuerdo con la doctrina de las cuatro notas, no es una asociación más, sino que en sus diversas realizaciones —aunque pueda ser sin estas siglas concretas— tiene la vocación de manifestar la forma habitual apostólica de «los laicos de la diócesis», como organismo que articula a los laicos de forma estable y asociada en el dinamismo de la pastoral diocesana. Con razón, Pablo VI inicialmente y últimamente y con frecuencia Juan Pablo II han calificado la Acción Católica como «una singular forma de ministerialidad eclesial».

23 Pablo VI (25-7-1963)

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asociación pública de la Iglesia, en consonancia con la singularidad de ese ministerio eclesial.

Esa “singular forma de ministerialidad” no es ningún privilegio o preeminencia. Es algo mucho más radical, que se ha de vivir como don y vocación, como deben vivirse los carismas en la Iglesia; es una forma de darse para construir la comunión. Es un camino para amar, para entregar nuestra vida a favor de los hermanos.

En consecuencia la HOAC, en tanto que AC, no tiene otro fin propio más que el de la Iglesia: la evangelización del mundo obrero y del trabajo, a donde nos envía la Iglesia para aportar el don de nuestra ministerialidad plantando a Cristo, su Evangelio y su Iglesia en el complejo mundo del trabajo. Somos Iglesia, para la Iglesia y con la Iglesia para el mundo obrero.

3.3 SEGUNDA NOTA: PROTAGONISMO DE LOS LAICOS O SECULARIDAD DE LA ACCIÓN CATÓLICA.

Los laicos, cooperando, según el modo que les es propio, con la jerarquía, aportan su experiencia y asumen su responsabilidad en la dirección de estas organizaciones, en el examen diligente de las condiciones en que ha de ejercerse la acción pastoral de la Iglesia y en la elaboración y desarrollo del método de acción (AA 20, b)

Si la primera nota subraya la eclesialidad, esta segunda nota subraya la manera de vivirla; la manera de realizar la eclesialidad de la Acción Católica, su singular ministerialidad, es mediante el protagonismo de los laicos, o la secularidad de la AC. La AC que asume el fin general apostólico de la Iglesia es obra de laicos.

El capítulo IV de Lumen Gentium, junto con los números 1 a 3 de Apostolicam Actuositatem ponen las bases teológicas de este derecho y deber de los laicos en la misión de la Iglesia, que nacen del bautismo. No es el Ministerio Pastoral el que da ese derecho o asigna ese deber; sólo lo reconoce.

A ello hay que añadir un nuevo aspecto que nos viene de la tradición eclesial: “Nihil sine Episcopo” Nada hagáis sin el obispo. Este aforismo sería traducción correcta de la eclesiología de esta segunda nota, y nunca puede ser interpretada como un sometimiento ciego al dictado voluntarista del obispo de turno, porque lo que se dice en esta Nota es que el protagonista, el sujeto agente, son los laicos, necesariamente en cooperación con el Ministerio pastoral según la condición específica de los laicos. Esta nota es expresión del principio paulino de comunión y diversidad: participación y corresponsabilidad en la misión única de toda la Iglesia. Lo importante es no caminar solos, contar siempre con los hermanos y especialmente con la guía de los obispos, en un sabio y realista discernimiento pastoral.24

Somos los laicos quienes realizamos el fin apostólico general de la Iglesia, y el único modo correcto de realizarlo es en comunión y cooperación con el Ministerio apostólico de los obispos, pues como nos recuerda el papa Francisco: Si bien puede decirse en general que la vocación y la misión propia de los fieles laicos es la transformación de las distintas realidades terrenas para que toda actividad humana sea transformada por el Evangelio, nadie puede sentirse exceptuado de la preocupación por los pobres y por la justicia social: «La conversión espiritual, la intensidad del amor a Dios y al prójimo, el celo por la justicia y la paz, el sentido evangélico de los pobres y de la pobreza, son requeridos a todos».25

Además, esta Nota debemos leerla a la luz de lo que dice Gaudium et Spes acerca de la vivencia de encarnación en el gozo y la esperanza, las tristezas y las angustias del hombre de nuestros días, que corresponde a toda la Iglesia, y de las que hemos de ser los laicos testigos irreemplazables, desde aquellos campos concretos de actuación que el papa Juan Pablo II propuso26 al Apostolado Seglar y, 24 EG 33

25 EG 201. Cf CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Instrucción Libertatis nuntius (6 agosto 1984), XI, 18: AAS 76 (1984),

26 Juan Pablo II, Discurso en Toledo. 4-noviembre-1982

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en concreto, a la Acción Católica: la familia, el mundo del trabajo, el campo de la política y el mundo de la cultura. Junto a ellos habrá que tener presente el ámbito de nuestras propias comunidades cristianas.

En la Acción Católica, los laicos vivimos –al igual que en otras asociaciones de bautizados, y en nuestra propia vida personal– la triple función que deriva de nuestro bautismo: sacerdotes, profetas, y reyes. Por eso, nuestro testimonio –gesto y palabra– es absolutamente imprescindible en lugares y ámbitos donde solo nosotros podemos ser testigos del Resucitado y hacer presentes a la Iglesia. Hoy, en estos campos de misión, se sitúa cerca del 90 por ciento de la población española, en la práctica concreta y real.

Esto comporta a su vez, en los obispos y en los sacerdotes, el deber de escucharnos fraternalmente, de promover la responsabilidad que corresponde al laicado en la misión de la Iglesia, de encomendarle con confianza organismos en servicio de la propia Iglesia, dejándoles libertad y campo de acción, hasta invitarles también a que emprendan obras por su cuenta.27 Esta nota recoge la clave de la responsabilidad y la experiencia que el laicado aporta en la misión evangelizadora, y que le es propia.

El protagonismo de los laicos, referido a la Acción Católica, se concreta en ofrecer esa experiencia y responsabilidad en tres órdenes:

Los laicos son los responsables inmediatos y directos de la dirección de la Acción Católica en cada uno de sus ámbitos. El nombramiento de un laico para una responsabilidad en la AC se hace con esta clara afirmación. El consiliario hace presente al obispo dentro de la Acción Católica, para que la Acción Católica sea y ofrezca la visión y la vida completa de la Iglesia, pero solo los laicos son los responsables, experimentados y reconocidos, de dirigir la Acción Católica.

Por ello mismo, tenemos los laicos de la AC una responsabilidad especial en el examen cuidadoso de las condiciones en que ha de ejercerse la acción pastoral de la Iglesia. No solo de la AC, sino de la Iglesia. Esto es consecuencia lógica de la primera Nota. La Acción Católica no nace para sí misma. Nace y vive para la Iglesia; nace y vive en Iglesia

Y, en tercer lugar, los laicos tienen una especial experiencia y responsabilidad en la elaboración, seguimiento y evaluación de los programas de trabajo, tanto de los propios Movimientos, como de la comunidad eclesial local y diocesana.

Esta singular forma de responsabilidad de los laicos que se da en la AC, y no se pide a otros movimientos, hace que se subraye con precisión –en palabras de Mons. Victorio Oliver- la tarea de los pastores. El día de los laicos –si podemos hablar así- será el día de los pastores28…Asumir el carisma de los otros, respetarlo y agradecerlo al Señor, faculta para la evangelización… La ruptura de distancias, con el reconocimiento expreso de las responsabilidades y carismas, es condición para la evangelización… Le toca al obispo salvaguardar esta específica forma de vivir la responsabilidad laical, pues de él recibe garantía y confirmación.

Es importante subrayar lo que significa, en este sentido, el protagonismo de los laicos en la Acción Católica, como expresión del protagonismo y la responsabilidad laical en la misión evangelizadora de la Iglesia, en particular en la transformación del mundo y de las relaciones sociales desde el Evangelio.

3.4 TERCERA NOTA: UNIDOS A MODO DE CUERPO ORGÁNICO

Los laicos trabajan unidos a la manera de un cuerpo orgánico de forma que se manifieste mejor la comunidad de la Iglesia y resulte más eficaz el apostolado (AA 20, c)

27 Cf. Presbiterorum Ordinis 9; Lumen Gentium 37

28 Victorio Oliver. Notas definitorias de la AC, en “La ACE. Documentos”, pág. 121

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Después de afirmar la responsabilidad de los laicos en la dirección y el método de la AC, para que sirva al fin que le es propio, la tercera Nota expresa el modo “eclesial” de su trabajo: unidos a modo de cuerpo orgánico. No solo es eclesial porque asume el fin apostólico de la Iglesia, sino porque es característica distintiva suya el realizarlo con un marcado talante eclesial, como comunidad. De ahí el continuo empeño formativo de la AC, el cual se inserta en el compromiso de formar para lo asociativo, para lo eclesial, para lo comunitario

La Iglesia estamos llamados permanentemente a construirnos como comunidad y a vivir la comunión., signo visible de unidad, e instrumento y matriz para la misión. Veamos lo que esto comporta para los militantes de los movimientos de la AC.

Unidos:

Hay Acción Católica, si hay unidad en los distintos niveles. Unidad cualificada y plasmada en todas las articulaciones de cada movimiento. Unidad nacida y mantenida entre todos los Movimientos, respetándose y valorándose. Unidad que asume lo específico de cada movimiento, su experiencia asociativa, sus carismas. Unidad realizada conforme a la identidad de cada Movimiento de la AC

Unidad abierta al campo más ancho de la comunidad eclesial, en el plano general, interdiocesano, diocesano, y parroquial. Esta apertura a la comunidad eclesial es algo específico de la AC, tanto por su ser orgánico como por la peculiar relación con el Ministerio Apostólico. La Acción Católica está llamada a ser fuerza de comunión intraeclesial, como decía san Juan Pablo II, y así potencia el funcionamiento de las estructuras de participación y corresponsabilidad por las que se expresa también la comunión en la Iglesia.

Unidad abierta a la misión entera de la Iglesia, porque es desde la unidad de los distintos Movimientos de la AC desde donde se asume la misión general de la Iglesia en los distintos ambientes y situaciones en que vivimos las personas.

Unidad fundada en la fuerza unitiva del amor cristiano. En consecuencia, ningún Movimiento de AC es, él solo, por separado, la Acción Católica. La Acción Católica es el conjunto de los Movimientos que la integramos.

A modo de cuerpo orgánico:

La tercera Nota quiere reafirmar que la AC obra no solo a través de cada uno de sus miembros, sino como asociación en cuanto tal. Y esa es su forma peculiar. Expresa, ante todo una realidad de comunión; como cuerpo orgánico, dentro de cada Movimiento, y en el conjunto de todos ellos, teniendo en cuenta la variedad de situaciones del ser humano, teniendo en cuenta los campos diversos en que ha de prestar su servicio evangelizador en el ambiente de la comunidad eclesial, y en el espacio propio de la sociedad civil.

Este carácter comunitario y orgánico de la AC hace visible y presente a la Iglesia como comunidad y consigue una mayor eficacia en el apostolado y la misión.

Es precisamente, al servicio de esta unidad, desde la pluralidad de carismas, funciones y servicios, que adquiere especial relevancia la presencia y el papel de los Consiliarios, quienes presiden en nombre de Jesucristo la celebración de la Eucaristía, acompañan con los sacramentos, alimentan con la Palabra y sirven con la entrega de su vida. Sirven a todos, en nombre del obispo, para que todos sean uno en Jesucristo; alientan la pluralidad de carismas, funciones y servicios con que el Espíritu construye la comunión eclesial, y anima la corresponsabilidad de los militantes en la misión evangelizadora de la Iglesia, al tiempo que acompaña el proceso formativo y el compromiso en la vida pública en coherencia con la fe de la Iglesia.

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3.5 CUARTA NOTA: EN COMUNIÓN ORGÁNICA CON EL MINISTERIO PASTORAL

Los laicos, o bien ofreciéndose, o bien invitados a la acción y directa cooperación con el apostolado jerárquico, actúan bajo la dirección superior de la misma jerarquía, que puede sancionar esta cooperación incluso por un mandato explícito (AA 20, d)

En el planteamiento de nuestra reflexión acordado en la XIII Asamblea General hemos manifestado que necesitamos profundizar particularmente en el sentido de esta cuarta Nota. Pero ésta sólo cobra sentido cuando la leemos después de las otras tres y en relación con ellas, porque las completa y enriquece, e indica la plena identidad de lo que estamos llamados a realizar. Es importante caer en la cuenta de que lo que indica esta Nota tiene mucho que ver, y en primer lugar, con el servicio de animación que el Ministerio Pastoral debe realizar para la mejor vivencia de las tres Notas anteriores: que la AC acoja el fin apostólico de la Iglesia, desde el protagonismo de los laicos, y viviendo y actuando a manera de cuerpo orgánico. Para entender correctamente “la superior dirección” hay que interpretarla desde la clave de la cooperación de la que se habla en esta y en la segunda Nota, porque en la Iglesia siempre se coopera: entre hermanos, con los pastores –que son también hermanos- y también cooperamos –muchas veces pobremente- con el Señor. Cooperar indica un trayecto, una trayectoria, un camino que se recorre juntos. No es algo puntual. Es algo que crea hábito, que crea estilo; supone un trayecto común asumido. Es roce y cercanía; es ir en la misma dirección. Cooperar es espíritu de humildad, que asume que los otros también son necesarios. Es la expresión y verificación de la Comunión. Vivir esta Nota –junto con las anteriores- nos pide una actitud fundamental. Hay que agradecerla y verla, no como una carga o una restricción, sino como un don. Tanto para los pastores que ven grupos de seglares así unidos a su misión, como por los laicos, que cuentan con un especial compromiso, por parte de los obispos, en relación con ellos, los seglares… A más comunión, más Iglesia, y, por consiguiente, más libertad, en palabras de don Victorio Oliver29. Por eso, el mismo don Victorio comentando esta Nota señala que “agradecemos la cooperación y nos gusta cooperar. Pero la cooperación tiene también sus exigencias… es una actividad recíproca. Con quien yo coopero, él coopera conmigo. Lo otro sería instrumentalización o subordinación”30. Las Notas –sigue diciendo don Victorio- nos hablan de un trabajo en común con los pastores y de forma estable, no solo transitoriamente. Somos cooperadores de modo estable, y cuando se conviven en el tajo de la misión y de la evangelización, lo que se agradece y desea es una mayor cercanía.31 Pero, además, en el caso de la AC se habla de una cooperación “más directa” que no pertenece a la naturaleza del apostolado de “todos” los laicos, y que, sin embargo, se pide para la AC y es constitutiva de su naturaleza y actividad, de lo que se deriva que el Ministerio pastoral asume, respecto de la AC, una responsabilidad especial, vinculada al “mandato” y que en síntesis significa un compromiso del Ministerio Pastoral para con la Acción Católica. El mandato es una iniciativa jerárquica; es una vocación, mediante el que el seglar se sabe más estrechamente unido –no confundido- con el servicio que a la Iglesia y a la evangelización ha de ofrecer el Ministerio Apostólico.

29 Victorio Oliver, loc. cit. pág. 115

30 Victorio Oliver, lo. cit. pág. 115

31 ídem, pág. 114

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Desde aquí se ha de entender la “superior dirección” de la Jerarquía, que no es la dirección necesaria del obispo que ejerce en todas las asociaciones… ni es, por tanto, una dirección permanente en la marcha habitual de los Movimientos de AC; no responde al esquema de mandante y mandado, ni el Ministerio Pastoral puede limitarse a funciones de vigilancia, de guía, o de coordinación. La superior dirección nace como consecuencia del peculiar trabajo en común que es propio de la AC. Hay una palabra clave: “asocia”32. Es un trabajo evangelizador y misionero en común. Y nace también de la especial ministerialidad de la AC en cuanto ministerio ordenado a plantar la Iglesia más allá de los solares habituales, y como ministerio ordenado al crecimiento de la comunidad. Nace del contenido de la primera Nota, por el hecho de asumir el mismo fin apostólico de la Iglesia. Se expresa por el trabajo en común, ya que la AC hace suyos los proyectos de la Iglesia particular. Por eso, como dijimos antes, la AC es una asociación pública de la Iglesia. Conviene subrayar que en el marco de todo cuanto venimos diciendo sobre esta Nota se entiende bien el valor y la importancia del papel de los Consiliarios, como presencia concreta del Ministerio Pastoral, en los Movimientos de Acción Católica. Esta superior dirección requiere diálogo, acogida, estima cordial, trabajo común, profunda comunión y unidad y, en este clima, la AC acepta gozosamente la última palabra33 de quien tiene este servicio en la Iglesia y con quien está trabajando de forma cercana, corresponsable y asociada. Una última palabra que hay que entender y decir siempre, y solo, en la clave de cooperación, nunca de imposición. Por eso, como comenta don Victorio Oliver34, la AC en todo momento visibiliza a la Iglesia, y en ella con pleno derecho conviven el servicio de los seglares y el servicio pastoral. Es una gracia para la AC, y también el obispo debe mirar como una gracia a la AC. Esto no quiere decir que no haya tensiones, que sea fácil realizarlo, y la historia lejana y cercana nos muestra esto, pero en todo caso es una llamada permanente al diálogo ininterrumpido, al diálogo fraterno y, a veces, al diálogo paciente. Como ocurre en la familia. En conclusión de esta primera parte, podemos decir que las cuatro Notas son una suma conjunta del SER y del ROSTRO de la AC. Nos muestran su rostro y su ESPÍRITU. Hemos de releer estas Notas en el contexto de todo el Vaticano II y en el calor de la misma vida de la AC. Nos sitúan en lo esencial, en lo vitalizador, más allá de lo accidental y pasajero. Hemos de leer estas Notas y entenderlas también en la historia viva de los Movimientos; en sus esfuerzos, esperanzas, tensiones, frutos y vida. “Caminar a la luz de la vida” dice el salmo 5635, porque la vida da luz, la vida es luminosa aun en las oscuridades.36

32 AA 24: Así, la Jerarquía, ordenando el apostolado de diversas maneras, según las circunstancias, asocia más

estrechamente alguna de sus formas a su propia misión apostólica, conservando, no obstante, la propia naturaleza y peculiaridad de cada una, sin privar por eso a los laicos de su necesaria facultad de obrar espontáneamente. Este acto de la Jerarquía en varios documentos eclesiásticos se llama mandato.

33 Esa última palabra solo cabe entenderla en la clave hermenéutica de la cooperación de la que se hablaba antes, en una eclesiología de comunión, aceptando la diversidad de carismas y funciones. Lo contrario sería una dictadura que no puede casar con la corresponsabilidad.

34 ídem, pág. 118

35 Salmo 56, 14

36 ídem. pág. 110

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SEGUNDA PARTE.-

4 UNA ACCIÓN CATÓLICA PARA EVANGELIZAR. NECESIDADES A LAS QUE DEBEMOS RESPONDER

4.1 UNA ACCIÓN CATÓLICA FIEL A SU IDENTIDAD Y A SU MISIÓN EN EL CONTEXTO ACTUAL

Si nos hemos detenido extensamente en la consideración de las Notas de la Acción Católica (además de por ser éste el núcleo fundamental de la reflexión que necesitamos hacer en la HOAC, tal como compartimos en la XIII Asamblea General) es porque consideramos que la respuesta a lo que debe ser hoy la Acción Católica Española –y en ella la HOAC- es la realización de la identidad que configuran las cuatro Notas. Nuestro reto es vivir y realizar esa identidad al servicio de la Iglesia y de su misión evangelizadora; en nuestro caso al servicio de la evangelización del mundo obrero y del trabajo, de la pastoral Obrera. Esa nos parece que es la respuesta a la pregunta sobre las necesidades que tenemos hoy, o cómo debe ser la AC para la evangelización. Nuestro reto, y lo que necesitamos hoy, es hacer realidad lo que plantea el CLIM37 en sus números 125 (lo que debe ser la ACE) y 126-127 (la necesidad para ello de la AC General y de la AC Especializada trabajando unidas cada una en su encargo específico) Así lo plantea el nº 125:

“La Acción Católica colaborará estrechamente vinculada al ministerio pastoral en cada Iglesia particular y en la Iglesia en España con la Conferencia a través de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar38, a fin de: impulsar una nueva evangelización, fin global de la Iglesia; animar la vocación y la misión de los laicos en general; estimular y acompañar la inserción y el compromiso de los laicos en la sociedad civil en

coherencia con la fe; ofrecer medios de formación que desarrollen las implicaciones sociopolíticas de la fe,

siguiendo las orientaciones de las enseñanzas sociales del magisterio; alentar el dinamismo misionero de nuestras parroquias”.

En otras palabras, “si la Acción Católica se define por el fin global de la Iglesia, la Iglesia se define por su misión.” La evangelización es la misión esencial de la Iglesia y su identidad más profunda.39 Evangelización significa anuncio del Evangelio a todos los “ambientes” de la humanidad y, “desde dentro”, con su influjo, transformación y renovación de la misma humanidad40.

Hoy la Iglesia universal, la Iglesia en España y nuestras iglesias particulares se enfrentan nuevamente -como hace veinte años, cuando se lanza el proyecto de futuro de la ACE, una con dos modalidades: general y especializada- ante la necesidad y urgencia de una “nueva evangelización”41. La Acción Católica se siente igualmente urgida a dar respuesta a este gran reto, que lo es de toda la Iglesia, en estrecha cooperación con el Ministerio Pastoral.

37 Cristianos Laicos, Iglesia en el Mundo.

38 El CLIM fue un documento de la CEE, la cual en cualquier momento podría establecer otra cosa en cuanto se refiere a esa intermediación de la CEAS. En la Iglesia particular está claro que es con cada obispo

39 EN 14

40 EN 18

41 ChL 34

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Consideramos que es necesario recuperar y actualizar en todo su vigor el proyecto originario de la Acción Católica Española, y el consiguiente impulso de sus dos modalidades: general y especializada, porque estas responden a las actuales necesidades pastorales de la Iglesia.

Realizar esto es una necesidad de la Iglesia en razón de su servicio a la humanidad desde el Evangelio de Jesucristo. Hoy más aún que cuando se escribieron esas palabras, porque la razón que las justifica no ha hecho sino ser más consistente.

El papa Francisco expresa esta urgencia al decir42 que “el gran riesgo del mundo actual con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios… Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y permanente…Esa no es la opción de una vida digna y plena, ese no es el deseo de Dios para nosotros, esa no es la vida en el Espíritu que brota del corazón de Cristo Resucitado.

En esto sigue insistiendo el Magisterio más reciente del papa Francisco, en Evangelii Gaudium, particularmente en los números 19 a 49, al referirse a la necesidad de la transformación misionera de la Iglesia; o el magisterio de la CEE, en “Iglesia, servidora de los pobres” que en sus números 15 a 22 muestran la gravedad de la situación generada por el desplazamiento de la primacía de la persona y la necesidad de recuperar el sentido de nuestra humanidad.43 Para esto es siempre fundamental y central vivir y actuar desde la cercanía al sufrimiento de los empobrecidos, poner la vida al servicio de que todos y todas puedan vivir de acuerdo a su dignidad.

4.2 RETOS ESPECÍFICOS Y PROYECTO EVANGELIZADOR DE LA HOAC

En la convicción de que esa es la urgencia y el reto al que hacer frente hoy, la HOAC quiere vivir un proyecto de evangelización ofrecido y puesto al servicio de la Iglesia, de cada Iglesia diocesana y de la Iglesia en el conjunto de las diócesis de España, para colaborar a impulsar como AC la Pastoral Obrera de toda la Iglesia.

Un Proyecto, pues, eclesial, que tiene como destinatarios al conjunto de trabajadores y trabajadoras, al mundo obrero y del trabajo en su conjunto, para dar testimonio y anunciar en su seno el Evangelio de Jesucristo, proponiendo la forma de ser y vivir profundamente humana que nos ofrece Dios en Jesucristo, para colaborar a construir una realidad personal y social más acorde con el Plan de Dios. Pero, por tener esa pretensión, es particularmente un Proyecto de encarnación en la situación de los trabajadores y trabajadoras más vulnerables y empobrecidas, para caminar con ellos, para buscar construir con ellos y desde ellos una realidad más acorde con nuestra común vocación de ser la familia de los hijos e hijas de Dios.

En ese sentido, este Proyecto se sitúa en la perspectiva de la llamada evangelizadora de la Iglesia, que recientemente el Papa Francisco ha concretado en la invitación hecha a todos los cristianos y comunidades eclesiales en Evangelii Gaudium:

Por una parte, la convicción vivida de que “el Evangelio responde a las necesidades más profundas de las personas, porque todos hemos sido creados para lo que el Evangelio nos propone: la amistad con Jesús y el amor fraterno”44. “Cuando la Iglesia convoca a la tarea evangelizadora, no hace más que indicar a los cristianos el verdadero dinamismo de la realización personal: (…) la vida se alcanza y madura a medida que se la entrega para dar vida a los otros. Eso es en definitiva la misión”45.

Por otra, asumir la constante llamada de Dios a su Iglesia: “Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los

42 EG 2 43 En Laudato Si 203 a 205 y 208,especialmente, se plantea lo que supone apostar por este estilo de vida 44 EG 265 45 EG 10

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pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos a escuchar el calor del pobre y socorrerlo”46. “La Iglesia ha reconocido que la exigencia de escuchar este clamor brota de la misma obra liberadora de la gracia en cada uno de nosotros (…): La Iglesia, guiada por el Evangelio de la misericordia y por el amor al hombre, escucha el clamor por la justicia y quiere responder a él con todas sus fuerzas”47.

Y todo fundamentado en la experiencia del Amor misericordioso de Dios que genera una dinámica de vida: “Un deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita misericordia del Padre (…) como consecuencia, la Iglesia sabe “involucrarse”. Jesús lavó los pies a sus discípulos. El Señor se involucra e involucra a los suyos, poniéndose de rodillas ante los demás para lavarlos. Pero luego dice a sus discípulos: “seréis felices si hacéis esto”48. La comunidad evangelizadora se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo (…) Luego, la comunidad evangelizadora se dispone a acompañar (…) La comunidad evangelizadora siempre está atenta a los frutos, porque el Señor la quiere fecunda (…) Por último, la comunidad evangelizadora gozosa siempre sabe “festejar”. Celebra y festeja cada pequeño éxito, cada paso adelante en la evangelización”49.

Hemos reproducido extensamente estas palabras del Papa Francisco porque expresan muy bien la pretensión del ser y el hacer del Proyecto de la HOAC en el seno del mundo obrero y del trabajo: involucrarse para servir, acompañar, dar fruto, festejar… ¡Ojalá seamos capaces de caminar un poquito cada día en esa dirección!

Las concreciones del Proyecto de la HOAC tienen cuatro ejes fundamentales, estrechamente vinculados entre sí:

a) El cultivo de la espiritualidad cristiana y de la mística implicada en ella, vivida en la realidad cotidiana del mundo obrero y del trabajo.

b) La formación al servicio de la construcción de una vida militante, presidida por esa espiritualidad y mística, y de la misión evangelizadora en el mundo obrero y del trabajo.

c) La vida de comunión: vivir la eclesialidad en la familia, en el equipo de vida, en la HOAC, en la Iglesia particular, en el mundo obrero y del trabajo.

d) La misión y el compromiso en el mundo obrero y del trabajo: compartir la experiencia de comunión en la vida cotidiana de los trabajadores y trabajadoras.

En esta situación, consideramos que hemos de combatir el empobrecimiento proponiendo el proyecto de realización humana de Jesucristo, lo que supone:

1. El reto fundamental que se plantea a la evangelización es combatir el empobrecimiento y la deshumanización que genera el sistema social de matriz economicista que domina nuestra sociedad y colaborar a construir un orden social más justo que ponga en el centro de la preocupación social a los empobrecidos.

2. Combatir este empobrecimiento y deshumanización plantea el reto fundamental de afrontar la disolución de lo humano que genera la cultura dominante en nuestra sociedad, tanto en lo que supone de deformación en la concepción de nuestra humanidad como en las formas de vida que genera.

3. Por ello, entendemos que la clave evangelizadora está en que la Iglesia seamos capaces de, involucrándonos en la vida cotidiana de nuestra sociedad, proponer un proyecto de

46 EG 187 47 EG 188 48 Jn 13, 17

49 EG 24

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realización humana, Jesucristo, que responda al hombre y la mujer de hoy, y que seamos capaces de acompañarlo en su construcción y desarrollo.

4. Para colaborar a construir esta respuesta evangelizadora, entendemos que la HOAC hemos de responder al reto de hacer visibles realizaciones prácticas de esa nueva manera de ser y vivir en el seno del mundo obrero y del trabajo. Esto nos pide crecer en vida y prácticas de comunión, nos pide conversión, personal y comunitaria, a Jesucristo.

4.3 HOAC, ACCIÓN CATÓLICA PARA LA PASTORAL OBRERA

Desde la voluntad de responder a estos retos, colaborando así a impulsar la Pastoral Obrera de toda la Iglesia, ejerciendo de esta manera nuestra responsabilidad como AC, está construido el proyecto evangelizador de la HOAC que, de forma sintética, hemos expresado en sus concreciones más importantes. En definitiva, de lo que hablamos es de vivir y ofrecer otro estilo de vida personal y social que nos humaniza, porque como dice el papa Francisco, cuando somos capaces de superar el individualismo, realmente se puede desarrollar un estilo de vida alternativo y se vuelve posible un cambio importante en la sociedad.50

A esto debe servir la Acción Católica, y en ella la HOAC, como ministerio eclesial. Nosotros desde la especificidad de nuestra aportación, desde el ser una Acción Católica para la Pastoral Obrera.

Preguntarnos sobre la necesidad de una Acción Católica para la Pastoral Obrera, es preguntarnos sobre la necesidad misma de la Pastoral Obrera en la vida de la Iglesia, puesto que solo desde la respuesta a esta necesidad tiene sentido una AC para la Pastoral Obrera.

La respuesta la propone también el papa Francisco en su magisterio, porque la evangelización del trabajo, la recuperación del sentido humano y humanizador del trabajo, es decisiva para la vida digna del ser humano según el plan de Dios. La razón de la Pastoral Obrera es traducir en un planteamiento pastoral concreto y central en la vida de la Iglesia el anuncio del “Evangelio del Trabajo”, en expresión de Juan Pablo II.

De forma particular, dada la especialización de la HOAC, son esenciales para nosotros las orientaciones planteadas en “La Pastoral Obrera de toda la Iglesia” (POTI), de la LXII Asamblea Plenaria de la CEE (1994), que subraya:

La evangelización del mundo obrero como objetivo central de la Pastoral Obrera;

como obra de toda la Iglesia;

como una pastoral “especialmente necesaria” en la actividad pastoral de la Iglesia en razón del anuncio del “Evangelio del Trabajo”, que en las actuales circunstancias se ha vuelto especialmente necesario (Juan Pablo II);

como una pastoral específica que necesita tener en cuenta:

50 Cf. LS 208. También el documento Iglesia Servidora de los Pobres (n. 35), nos plantea la necesidad de que nuestra

Iglesia viva este proyecto de humanización que estamos llamados a ofrecer desde la centralidad de Jesucristo en nuestra vida personal y comunitaria, orientado desde los pobres: Cada cristiano y cada comunidad estamos llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad. Esto nos obliga a cambiar, a salir a las periferias para acompañar a los excluidos, y a desarrollar iniciativas innovadoras que pongan de manifiesto que es posible organizar la actividad económica de acuerdo con modelos alternativos a los egoístas e individualistas.

“Sin la opción preferencial por los más pobres, «el anuncio del Evangelio, aun siendo la primera caridad, corre el riesgo de ser incomprendido o de ahogarse en el mar de palabras al que la actual sociedad de la comunicación nos somete cada día». Si el Evangelio que anunciamos no se traduce en buena noticia para los pobres, pierde autenticidad y credibilidad. El servicio privilegiado a los pobres está en el corazón del Evangelio.

Pero, si realmente los pobres ocupan ese lugar privilegiado en la misión de la Iglesia, nuestra programación pastoral no podrá hacerse nunca al margen de ellos; han de ser, no sólo destinatarios de nuestro servicio, sino motivo de nuestro compromiso, configuradores de nuestro ser y nuestro hacer. Deseamos una sociedad que se preocupe de todas las personas, y que muestre especial interés por los más débiles. Una sociedad que se esfuerce por acabar con las pobrezas, antiguas y nuevas. “El Hijo de Dios, en su encarnación, nos invitó a la revolución de la ternura” nos dice el papa Francisco.

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la dimensión misionera en la evangelización del mundo obrero y el anuncio gozoso de la Buena Nueva del Señor en este mundo.

la encarnación en el mundo obrero: su cultura, problemas, aspiraciones, luchas…

la formación de militantes obreros cristianos, para que estos descubran a Cristo en la Iglesia, su propia dignidad de trabajadores y la necesidad de la transformación de la sociedad.

la mayor cercanía entre la Iglesia y el mundo obrero, para que Ella nazca y crezca en ese mundo, y para que este se haga presente en la Iglesia.

la respuesta desde la fe y los criterios evangélicos a los problemas y la denuncia de las situaciones por las que pasan los trabajadores.

Y que, para todo ello, necesita de Movimientos Apostólicos.

Recientemente, como ya hemos aludido51, la CEAS52, con ocasión del 20 aniversario del documento de la POTI53, ha publicado un Mensaje en que nos invita a cuantos trabajamos en la Pastoral Obrera a: “recorrer un camino de mirada y misericordia entrañable, que nos lleve a transitar senderos de justicia, en los que sembrar el Evangelio en la vida de los hombres y mujeres del mundo obrero y del trabajo (…) a mostrar desde su cercanía encarnada el rostro sufriente de Cristo que nos sigue preguntando: ¿dónde está tu hermano?”… a seguir transmitiendo con vuestra vida el Amor misericordioso de Dios a todos los que sufren, y a seguir ofreciendo la salvación de Jesucristo a todos nuestros hermanos del trabajo”.

El proyecto evangelizador de la HOAC, que venimos concretando y viviendo en los últimos años, es y quiere seguir siendo respuesta a esta invitación.

Precisamente, en este Mensaje de la CEAS se pone de relieve algo que ha subrayado insistentemente la Doctrina Social de la Iglesia y que está en la base del sentido del Proyecto de la HOAC: la estrecha relación que existe entre trabajo, afirmación de la dignidad de la persona y situación de los empobrecidos.

El trabajo es un elemento esencial en la vida humana y el maltrato del trabajo (que es capacidad humana para continuar la obra de la creación) como si fuera un mero instrumento de la economía, una mercancía, una cosa…, es una de las raíces más importantes de negación de la dignidad de la persona que genera empobrecimiento y deshumanización y, por ello, es negación del Plan de Dios.

Es constante la insistencia de la DSI en este sentido, desde Rerum Novarum hasta hoy. En particular, es una realidad que ha subrayado Juan Pablo II en Laborem Exercens, mostrando su importancia en el Plan de Dios para la persona y la sociedad y, consecuentemente, para la misión evangelizadora de la Iglesia. También lo han hecho Benedicto XVI en Caritas in Veritate (en particular en los nn. 25 y 63) y Francisco en Evangelii Gaudium, en el contexto de su reflexión sobre los problemas de nuestro mundo y sobre la situación de los pobres, problemas entre los que el Papa da una gran importancia a la negación de la dignidad del trabajo y en el trabajo54.

En sintonía con esta insistencia pontificia, el reciente documento Iglesia Servidora de los Pobres, de la CEE, destaca en el número 32 que, para que el trabajo sirva para realizar a la persona, además de satisfacer sus necesidades básicas, ha de ser un trabajo digno y estable… La apuesta por esta clase de trabajo es el empeño social por que todos puedan poner sus capacidades al servicio de los demás. Un empleo digno nos permite desarrollar los propios talentos, nos facilita su encuentro con otros y nos aporta autoestima y reconocimiento social.

51 pág. 3 52 Comisión Episcopal de Apostolado Seglar de la CEE 53 La Pastoral Obrera de toda la Iglesia (1994)

54 cfr. nn. 53-57 y 187-192

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La política económica debe estar al servicio del trabajo digno. Es imprescindible la colaboración de todos, especialmente de empresarios, sindicatos y políticos, para generar ese empleo digno y estable, y contribuir con él al desarrollo de las personas y de la sociedad. Es una destacada forma de caridad y justicia social.

De esta manera estamos llamados a sembrar la semilla de un trabajo humano que sea principio de vida, y no un obstáculo para ella, negando la sagrada dignidad de la persona, y estamos llamados a concretar esta tarea evangelizadora en el empeño social –y eclesial en razón de la fidelidad al Evangelio- por el trabajo decente.

4.4 RELACIÓN DE LA ACCIÓN CATÓLICA CON EL CONJUNTO DE LA IGLESIA

Para todo esto es esencial e imprescindible la relación de la Acción Católica (por tanto, de la HOAC) con el conjunto de la comunidad eclesial, la relación entre los diversos Movimientos de Acción Católica, y la relación de la Acción Católica y cada uno de los Movimientos que la forman con el Ministerio Pastoral; en los tres niveles siempre en cada Iglesia particular, y en la Iglesia que peregrina en España.

Cómo deba ser esta relación se desprende claramente de lo que, en la relectura actualizada de las Notas constitutivas de la Acción Católica, hemos planteado en la primera parte de la ponencia, pues ellas definen la identidad, el ser y la vocación de la Acción Católica. Baste insistir en:

1. Dado el carácter ministerial de la AC al servicio del fin apostólico global de la Iglesia, es imprescindible una relación estrecha con el Ministerio Pastoral, un diálogo permanente, una confianza mutua. La AC, y en ella la HOAC, no podemos realizar nuestra razón de ser sin esa relación estrecha con el Ministerio Pastoral. No es la HOAC lo que debe preocuparnos en primera instancia, sino, más bien, es la misión evangelizadora en el mundo obrero y del trabajo, en el seno de la misión evangelizadora de la Iglesia, vivida en comunión con nuestros obispos, y la HOAC al servicio de esa misión, con la mayor fidelidad posible. Esto es lo que debe preocuparnos: la situación, tantas veces inhumana, de nuestros hermanos y hermanas del mundo obrero y del trabajo, y que todos podamos vivir y vivir en plenitud. Porque eso es lo que preocupa al Señor, que entrega su vida por ello.

2. Dada la eclesialidad de la AC, además de lo anterior, ésta (y la HOAC en ella) no puede realizar su razón de ser si no es en relación al conjunto de la comunidad eclesial, a la que estamos llamados a servir. Por eso, todo lo que somos y hacemos debe estar puesto al servicio de la comunidad eclesial toda, de cada Iglesia particular, de cada parroquia, de cada movimiento eclesial, de toda la Iglesia en España. De ahí que sea necesaria nuestra relación con las demás realidades eclesiales y, particularmente, nuestra relación con las diversas pastorales de la Iglesia, en nuestro caso con todas aquellas que tienen relación con la vida y la evangelización del mundo obrero y del trabajo. Nuestra razón de ser nos demanda ser instrumento para crecer en comunión al servicio de la misión en nuestra Iglesia, en estrecha relación con el Ministerio Pastoral. Porque estamos llamados a colaborar activamente a que nuestra Iglesia sea más plenamente signo e instrumento de comunión al servicio de la comunión de toda la familia humana. Porque eso es lo que preocupa al Señor, que entrega su vida por ello.

3. Lo anterior es una llamada muy especial a la manera de funcionar de la AC en el conjunto de

sus movimientos. Difícilmente serviremos al conjunto de la Iglesia si no vivimos la comunión entre nosotros. Dado que la AC estamos vocacionados a trabajar a modo de cuerpo orgánico y que así es como realizamos nuestra eclesialidad y nuestro ministerio al servicio de la misión de la Iglesia, es necesaria e imprescindible una estrecha relación entre todos los movimientos de AC, tanto en cada Diócesis como en la Iglesia en España: para compartir proyectos, para ayudarnos mutuamente, para examinar más en profundidad la realidad de nuestra sociedad y las necesidades de la evangelización, para interpelarnos

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mutuamente, para caminar juntos realizando cada cual su propia identidad de AC en el cometido específico en el que cada movimiento está llamado a realizar su servicio.

En este sentido, es esencial la conciencia de que formamos parte de un proyecto común, que dialogamos juntos con nuestros obispos, al que lo mejor que podemos aportar cada uno es la realización cada vez más plena de nuestra misión específica, pero no de forma aislada, sino colaborando y ayudándonos mutuamente a ello. Sin esa relación estrecha, que también necesita diálogo permanente y confianza mutua, no podemos realizar nuestro ser AC.

4. A este respecto, conviene que tengamos clara conciencia de que todo lo que la HOAC nos hemos planteado en nuestra XIII Asamblea General, en continuidad con lo que intentamos vivir y hacer, (en particular lo planteado en la Tercera Parte de los materiales que hemos utilizado para el diálogo, referido a los caminos y medios para crecer en comunión de bienes, vida y acción con el mundo obrero empobrecido) tiene dos claves fundamentales:

a. El trabajo con las personas en su vida cotidiana, pues en el corazón de la evangelización está nuestra conversión y la conversión de las personas a Jesucristo, hacia una vida más plenamente humana.

b. El trabajo con el conjunto de la comunidad eclesial para crecer en la necesaria transformación misionera de la Iglesia a la que nos convoca el Papa Francisco, al servicio de las personas, en particular de los empobrecidos y excluidos. Y este trabajo con otras realidades eclesiales y con toda la comunidad eclesial no nos lo planteamos como algo “táctico” (para que aparezca que “somos más numerosos”), sino como algo propio de nuestro ser e identidad como AC. Conviene que tengamos muy presente la importancia de esa manera de trabajar, que debe ser la propia de la HOAC.

5 LAS DIFICULTADES PARA SER Y VIVIR LO QUE HEMOS DE SER

Profundizar en las dificultades que nos encontramos para realizar nuestra identidad, ser y misión, es muy importante, porque en gran medida nos ayudan a ser más humildemente realistas y nos indican los retos y desafíos que tenemos para ser más fieles a nuestro ser y vocación. Vamos a referirnos a las dificultades que encontramos en nuestra Iglesia y en nosotros dentro de ella.

5.1 URGENCIA DE REVISIÓN Y DE TRANSFORMACIÓN MISIONERA

Tomamos como referencia fundamentalmente dos documentos, a los que remitimos para profundizar en lo que aquí planteamos: por una parte, la Exhortación Apostólica del Papa Francisco, Evangelii Gaudium, en particular el Apartado II, “Tentaciones de los agentes pastorales” (nn. 76-109), del Capítulo Segundo de la Exhortación (“En la crisis del compromiso comunitario”). Por otra parte, el Apartado II, “La realidad y el papel de la Acción Católica y la Pastoral Obrera, y de toda la Iglesia”, de la Primera Parte de los Materiales de la XIII AG de la HOAC.

Vamos a fijarnos primero en lo que nos propone el Papa Francisco, porque entendemos que va a la raíz de nuestras dificultades. Consideramos que lo más importante es que escuchemos lo que nos dice el Papa y nos dejemos interpelar, porque necesitamos revisar nuestra vida, personal y comunitaria, desde esa perspectiva. El Papa lo plantea de la siguiente manera:

“Tengo que decir, en primer lugar y como deber de justicia, que el aporte de la Iglesia en el mundo actual es enorme. Nuestro dolor y nuestra vergüenza por los pecados de algunos

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miembros de la Iglesia, y por los propios, no deben hacer olvidar cuántos cristianos dan la vida por amor” (n. 76).

“No obstante, como hijos de esta época, todos nos vemos afectados de algún modo por la cultura globalizada actual que, sin dejar de mostrarnos valores y nuevas posibilidades, también puede limitarnos, condicionarnos e incluso enfermarnos. Reconozco que necesitamos crear espacios motivadores y sanadores para los agentes pastorales, lugares donde regenerar la propia fe en Jesús crucificado y resucitado, donde compartir las propias preguntas más profundas y las preocupaciones cotidianas, donde discernir en profundidad con criterios evangélicos sobre la propia existencia y experiencia, con la finalidad de orientar al bien y a la belleza las propias decisiones individuales y sociales” (n. 77).

“Puede advertirse en muchos agentes evangelizadores, aunque oren, una acentuación del individualismo, una crisis de identidad y una caída del fervor. Son tres males que se alimentan entre sí” (n. 78).

“Se desarrolla en los agentes pastorales, más allá del estilo espiritual o la línea de pensamiento que puedan tener, un relativismo todavía más peligroso que el doctrinal. Tiene que ver con las opciones más profundas y sinceras que determinan una forma de vida. Este relativismo práctico es actuar como si Dios no existiera, decidir como si los pobres no existieran, soñar como si los demás no existieran, trabajar como si quienes no reciben el anuncio no existieran. Llama la atención que, aún quienes aparentemente poseen sólidas convicciones doctrinales y espirituales, suelen caer en un estilo de vida que los lleva a aferrarse a seguridades económicas, o a espacios de poder y de gloria humana que se procuran por cualquier medio, en lugar de dar la vida por los demás en la misión” (n. 80).

Por eso, el Papa exclama, en lo que son también llamadas a afrontar nuestras dificultades y debilidades:

“¡No nos dejemos robar el entusiasmo misionero!” (n. 80). “¡No nos dejemos robar la alegría evangelizadora!” (n. 83). “¡No nos dejemos robar la esperanza!” (n. 86). “¡No nos dejemos robar la comunidad!” (n. 92). “¡No nos dejemos robar el Evangelio!” (n. 97). “¡No nos dejemos robar el ideal del amor fraterno!” (n. 101) “¡No nos dejemos robar la fuerza misionera!” (n. 109).

Y, más allá de este apartado sobre las “Tentaciones de los agentes pastorales”, en diversos lugares de la Exhortación, el Papa insiste en las claves de la transformación misionera de la Iglesia, que apuntan igualmente a las dificultades que necesitamos superar y que nos interpelan:

“Solo gracias a ese encuentro -o reencuentro- con el amor de Dios, que se convierte en feliz amistad, somos rescatados de nuestra conciencia aislada y de la autorreferencialidad. Llegamos a ser plenamente humanos cuando somos más que humanos, cuando le permitimos a Dios que nos lleve más allá de nosotros mismos para alcanzar nuestro ser más verdadero. Allí está el manantial de la acción evangelizadora. Porque, si alguien ha acogido ese amor que le devuelve el sentido de la vida, ¿cómo puede contener el deseo de comunicarlo a otros?” (n. 8).

“Cuando la Iglesia convoca a la tarea evangelizadora, no hace más que indicar a los cristianos el verdadero dinamismo de la realización personal (…) la vida se alcanza y madura a medida que se la entrega para dar vida a los otros. Eso es en definitiva la misión” (n. 10).

“La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan” (n. 24).

“No deben quedar dudas ni caben explicaciones que debiliten este mensaje tan claro. Hoy y siempre, “los pobres son los destinatarios privilegiados del Evangelio”, y la evangelización dirigida gratuitamente a ellos es signo del Reino que Jesús vino a traer. Hay que decir sin vueltas que existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres. Nunca los dejemos solos” (n. 48).

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“Salgamos, salgamos a ofrecer a todos la vida en Jesucristo (…) Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades (…) Más que el temor a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite sin cansarse: “¡Dadles vosotros de comer!” (Mc 6, 37)” (n. 49).

“Cualquier comunidad de la Iglesia, en la medida en que pretenda subsistir tranquila sin ocuparse creativamente y cooperar con eficiencia para que los pobres vivan con dignidad y por incluir a todos, también correrá el riesgo de la disolución, aunque hable de temas sociales o critique a los gobiernos. Fácilmente terminará sumida en la mundanidad espiritual, disimulada con prácticas religiosas, con reuniones infecundas o con discursos vacíos” (n. 207).

5.2 DIFICULTADES QUE VEMOS EN NUESTRA IGLESIA PARA ELLO

En esa perspectiva que nos plantea el Papa Francisco, hemos de fijarnos en algunas dificultades que están presentes en nuestra Iglesia (pueden verse más desarrolladas en la Primera Parte del material de la XIII AG). Hay que decir, en primer lugar, como el Papa, que es necesario reconocer la generosidad, entrega y fidelidad al Evangelio que hay en nuestra Iglesia, pero también que tenemos serias dificultades que necesitamos superar. Entendemos que las fundamentales son las siguientes:

1. Nos cuesta mucho dar una respuesta evangelizadora a la actual situación de nuestra sociedad, en particular a la de las personas empobrecidas, entre otras razones porque:

a) No hemos asumido con suficiente conciencia lo que supone la influencia en nosotros de la cultura dominante en nuestra sociedad y en cómo afrontar el grave problema cultural que tenemos. Con frecuencia desvinculamos la deshumanización que genera la cultura dominante en nuestra sociedad del problema de la injusticia y el empobrecimiento, cuando son dos caras del mismo problema. El del modo de vida práctico que impone un modelo social centrado en la idolatría del dinero. Por eso, no acabamos de tomar conciencia real y concreta de la necesidad de avanzar en encarnar nuestra existencia en la de los empobrecidos, en la forma de vida que esto implica y en la necesaria lucha por la justicia que remueva las causas estructurales de la pobreza. Esto debilita profundamente la vida eclesial, porque esta se empobrece desde la falta de fidelidad a Jesucristo que esto supone.

b) Muy en relación con lo anterior, está la muy débil conciencia eclesial de lo que es e implica la dimensión social y política de la fe cristiana, que emana del Evangelio, y la permanente desconfianza o extrañeza que esto genera en muchas realidades eclesiales ante quienes subrayan en su vida y acción la lucha por la justicia y por la inclusión social de los pobres. De hecho la trasformación de la sociedad hacia una mayor justicia apenas se contempla en las prácticas pastorales de nuestras diócesis.

c) Por eso, es también tan débil o prácticamente inexistente la aplicación pastoral concreta de los planteamientos de la Doctrina Social de la Iglesia, que es tristemente desconocida en la mayoría de miembros de nuestras comunidades eclesiales y en la vida de muchas comunidades eclesiales. Apenas existe un discernimiento de la realidad concreta de nuestra sociedad desde los principios y criterios que nos ofrece la Doctrina Social de la Iglesia, de la que, por otra parte, se hacen lecturas encontradas, a veces más ideológicas que fieles a sus contenidos, que no facilitan en nada su aplicación en prácticas pastorales concretas.

d) En todo lo anterior es muy importante la falta generalizada en nuestra Iglesia de un conocimiento y conciencia eclesial real y concreta de la situación del mundo obrero y del trabajo, de la profunda deformación del sentido del trabajo que se produce en nuestra sociedad y del daño que esto hace a las personas y a la vida social, y de la

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relación de todo ello con la situación de los empobrecidos y la misión de la Iglesia. Por lo que no se descubre la importancia de la Pastoral Obrera, en clara contradicción con las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia.

Las dificultades que existen en nuestra Iglesia para comprender la estrecha relación que existe entre misión evangelizadora, situación de los empobrecidos y deformación del trabajo humano, hacen que, en lugar de colaborar a transformar en un sentido humanizador la mentalidad que predomina en nuestros ambientes sociales, nos cueste mucho aportar lo que deberíamos en orden a descubrir el valor decisivo del trabajo humano para la realización de nuestra humanidad y la construcción de una sociedad más justa y humana.

2. Junto a lo anterior, persisten en nuestra Iglesia, y avanzamos muy poco en resolverlas, un conjunto de problemas en relación al papel y protagonismo de los laicos en la vida y misión de la Iglesia:

a) Nuestras parroquias y, en general, todas las estructuras eclesiales tienen un muy escaso dinamismo misionero.

b) Tenemos un laicado en general poco formado (cuidamos muy poco ofrecer cauces de formación permanente en la fe y la vida cristiana) y poco organizado, con lo cual existe un escaso testimonio, sobre todo comunitario, de formas distintas de vida.

c) Hay una notable falta de participación y protagonismo de los laicos en la vida de la Iglesia, en particular en la toma de decisiones pastorales, y los cauces de diálogo y corresponsabilidad son muy débiles o inexistentes.

d) Adolecemos de una gran falta de diálogo en nuestra Iglesia sobre los planteamientos pastorales concretos que necesitamos llevar a la práctica.

3. En el contexto planteado en los dos apartados anteriores es realmente complicado que exista una conciencia clara sobre la Acción Católica y la Pastoral Obrera, por eso es muy débil la percepción del valor, la importancia y la necesidad de la Acción Católica, más aún de la Acción Católica para la Pastoral Obrera. A ello se añade el profundo desconocimiento -y el poco interés en conocerla- que existe de la Acción Católica, cuando es un instrumento propio de la Iglesia

4. Y nos preocupan particularmente las dificultades que vemos en este mismo sentido en el propio Ministerio Pastoral:

a) No vemos que exista una apuesta decidida y clara por impulsar la Acción Católica, General y Especializada, como ministerio al servicio de la misión global de la Iglesia y camino para superar las dificultades anteriores, que si ponen algo de manifiesto es la propia necesidad de la AC, General y Especializada. Es más, creemos que en no pocos casos hay en nuestros obispos un conocimiento muy escaso de lo que es y supone la AC. Muchas veces tenemos la percepción de que los movimientos de AC tenemos que estar permanentemente justificando nuestra misma existencia, cuando la existencia, extensión y trabajo en común con los movimientos de AC debería ser preocupación directa del Ministerio Pastoral en todas las diócesis, una tarea propia del Ministerio Pastoral.

b) No vemos que exista la debida confianza en el protagonismo y responsabilidad laical que representa la AC.

c) No vemos que exista el debido clima de confianza y cercanía para el necesario diálogo sobre qué respuestas pastorales son hoy necesarias y cómo construirlas. Y este aspecto nos preocupa especialmente, porque es clave para lo que supone la propia identidad de la AC. El mismo proceso de diálogo que actualmente estamos realizando con el Obispo Consiliario de la AC, que como hemos dicho vivimos como una

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gracia, creemos que debería haberse producido de otra manera, pues ha partido de decisiones tomadas por nuestros obispos sin haberlas dialogado con los movimientos de AC y esto creemos que no debe ser así. Seguramente, si se hubiera dado ese diálogo, este proceso podría haberse planteado de otra manera, más rica a nuestro entender. No decimos esto como queja, sino con dolor, porque consideramos que necesitamos dialogar con claridad, sinceridad y voluntad de comunión, con nuestros obispos, para que sea posible una real cooperación en el impulso de la misión apostólica de la Iglesia.

5. A todo lo anterior hay que añadir las propias dificultades internas del conjunto de la Acción Católica. Por una parte, durante algunos años se han producido desencuentros y problemas muy importantes para caminar juntos, particularmente, aunque no solo, en la Federación de Movimientos, que aún no hemos acabado de superar suficientemente. Por otra, hemos de reconocer igualmente, que en el conjunto de los movimientos no hemos sabido afrontar adecuadamente las dificultades para la extensión de la Acción Católica y de cada uno de los movimientos.

Aunque se van dando unos tímidos pasos positivos en este sentido, todavía es bastante débil el debido diálogo entre el conjunto de movimientos de AC, ni a nivel general ni, en algunos casos (en otros sí), en las Diócesis. Esto nos parece especialmente grave en el caso de la AC, que por su razón de ser necesita crecer siempre en ser una en la diversidad de sus movimientos. Y nos duele particularmente que esta falta de diálogo se deba en algunos casos a decisiones expresamente tomadas en ese sentido. Nos parece muy preocupante que esto haya ocurrido y que siga ocurriendo.

5.3 DIFICULTADES QUE VEMOS EN LA PROPIA HOAC

Estas dificultades que vemos en nuestra Iglesia también tienen su traducción en dificultades en nosotros, en las y los militantes, en el seno de la Iglesia. De nuevo, hemos de decir en primer lugar, con humildad, que vemos en nosotros mucha entrega y generosidad por amor a la Iglesia y al mundo obrero y del trabajo. Pero tenemos dificultades que nos limitan en la vivencia de nuestro ser y misión. Las planteamos como las necesidades de conversión y maduración que son para nosotros:

1. Necesitamos reconocer con humildad y sinceridad que nuestra dificultad más radical está en encarnar, personal y comunitariamente, nuestra vida cristiana en la situación de los empobrecidos del mundo obrero y del trabajo, por las propias dificultades que en nuestra vida personal y comunitaria nos plantea la atmósfera cultural en la que vivimos y, probablemente, por la propia debilidad de nuestra fe.

2. Algunas veces, a algunos militantes nos resulta más cómodo situarnos de forma acrítica, pero sobre todo de forma no eclesial, en el ataque fácil a algunas posturas de la Iglesia. Necesitamos crecer en comunión eclesial, y en sentir con la Iglesia. También esto pone de manifiesto debilidades en la manera en que realizamos nuestros planes de formación.

3. Necesitamos reconocer igualmente que, pese a todos nuestros esfuerzos, nosotros también tenemos responsabilidad en las dificultades que vemos en nuestra Iglesia en cuanto a la importancia y necesidad de la Pastoral Obrera y de la Acción Católica que hemos señalado: no acabamos de encontrar la manera de transmitir vitalmente en nuestros ambientes y comunidades eclesiales lo que somos y hacemos al servicio de la Iglesia y la necesidad que la Iglesia tenemos de la AC y de la AC para la Pastoral Obrera. Y hay diócesis en las que no estamos prestando con la debida generosidad nuestro servicio de dinamización de la Pastoral Obrera que nuestra Iglesia reclama.

4. Necesitamos madurar en el estilo de trabajo de la AC y en la vivencia de lo que suponen las cuatro Notas porque no acabamos de vivir conscientemente esa perspectiva en la práctica de todo lo que nos proponemos hacer. Muchos militantes no sabríamos razonar siquiera esta identidad de ser Acción Católica para la Pastoral Obrera, cuando resulta que son nuestra razón de ser. Necesitamos madurar en nuestra relación con el

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Ministerio Pastoral, pues en no pocas ocasiones nos falta más cercanía a nuestros obispos y a sus preocupaciones, porque nos vence el cansancio y el desánimo ante las dificultades que vemos en ellos; porque nos cuesta, a veces, acoger con gozo su ministerio y lo que significa para nuestro ser AC para la Pastoral Obrera; porque no siempre hacemos el esfuerzo suficiente para encarnarnos en la vida propia de cada Iglesia particular…

5. Necesitamos perseverar en este sentido en las actitudes de cercanía que posibilitan el diálogo, sin cansarnos nunca y pidiendo al Señor que nos ayude a superar el cansancio cuando se produzca, porque en ese diálogo y cooperación nos va nuestra razón de ser y el servicio a los empobrecidos del mundo obrero y del trabajo en comunión con la Iglesia.

6 LA SUPERACIÓN DE LAS DIFICULTADES. CAUCES PARA AVANZAR EN VIVIR Y REALIZAR NUESTRA IDENTIDAD DE ACCIÓN CATÓLICA PARA LA PASTORAL OBRERA

1. Un camino privilegiado para avanzar en afrontar las dificultades que hemos señalado en el apartado anterior es llevar a la práctica y vivir los acuerdos de nuestra XIII AG, muy especialmente los referidos, por una parte, al cultivo de nuestro encuentro con Jesucristo, la vivencia de nuestro PPVM desde ese encuentro con Jesucristo en el mundo obrero y del trabajo, la formación como espacio privilegiado para ello; y, por otra, lo referido a la vida de comunión, en particular los medios para crecer en comunión de vida, bienes y acción con el mundo obrero empobrecido y lo que suponen para nuestra vida personal y comunitaria. En este sentido, es central crecer en la asunción vital y la vivencia de todo lo que nos hemos planteado desde las cuatro claves que se nos proponen en la Tercera Parte del material de nuestra XIII A.G. muy especialmente en todo lo que implica el acompañar la vida de las personas en nuestros ambientes, en una situación nueva que reclama respuestas nuevas.

2. Reflexionar y concretar qué implica para cada uno de nosotros, para nuestros equipos, para nuestra HOAC diocesana, ser Acción Católica para la Pastoral Obrera, en el hoy del mundo obrero y del trabajo desde la perspectiva de las cuatro Notas de la AC. En sí misma, la reflexión de lo planteado en el primer apartado de esta ponencia es un camino para avanzar en vivir con mayor intensidad y conciencia nuestro ser y vocación. Por eso, es importante que esa reflexión la concretemos en lo que descubramos que implica para nuestros PPVM, nuestros Planes de Equipo y nuestras Planificaciones Diocesanas. Y que lo hagamos como caminos para avanzar en vivir en lo concreto nuestro ser Acción Católica para la Pastoral Obrera, como una sola realidad en la que se expresa nuestro ser y misión: somos Acción Católica para la Pastoral Obrera, no Acción Católica y Pastoral Obrera.

3. Otro camino para avanzar en vivir y realizar nuestro ser y vocación es crecer en conciencia de que ser más HOAC, vivir con mayor plenitud nuestra misión es lo mejor que podemos aportar a la AC y a la PO, para ser AC al servicio de la PO de toda la Iglesia. Para ello, en la puesta en práctica y vivencia de lo compartido en nuestra XIII AG, es muy importante lo siguiente:

a. Hacerlo todo en relación y al servicio de la comunidad eclesial, creciendo en implicación en la vida de la Iglesia diocesana.

b. Compartirlo y dialogarlo con nuestros obispos diocesanos.

c. Compartirlo y dialogarlo con los demás movimientos de AC en nuestras diócesis.

d. Compartirlo, dialogarlo y ofrecerlo para el trabajo de las estructuras diocesanas de la Pastoral Obrera.

e. Hacer más visible en nuestra Iglesia diocesana desde lo concreto, en particular desde la vida de los empobrecidos, lo que hacemos en el mundo obrero y del trabajo.

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Al menos, que nosotros pongamos todo el esfuerzo posible en crecer en vivirlo desde esa perspectiva e intentado avanzar en hacerla realidad.

4. Igualmente, es importante concretar y llevar a la práctica lo que hemos acordado en la XIII AG sobre ofrecer y acompañar procesos de formación en nuestros ambientes sociales y eclesiales, porque es un camino importante para nuestro servicio al mundo obrero y del trabajo en nuestra Iglesia, y para colaborar a construir otros estilos de vida en los que está una clave fundamental de la respuesta evangelizadora que necesita hoy nuestra sociedad y, en ella, nuestro mundo obrero y del trabajo.

5. Otro camino importante es llevar a la práctica lo compartido en la XIII AG sobre la extensión de la HOAC, desde la convicción de que extender la HOAC es extender la Pastoral Obrera. En este sentido:

a. Es importante la conciencia y la vivencia de los medios que hemos compartido en la XIII AG para la extensión de la HOAC, para crecer en ser una HOAC más abierta, de militantes y simpatizantes, que acoge más y mejor la vida de muchos trabajadores y trabajadoras y les acompaña.

b. Es igualmente importante no confundir la Pastoral Obrera con las estructuras diocesanas de Pastoral Obrera (Delegaciones o Secretariados, EPPOs…). Pastoral Obrera somos también los movimientos de AC, la JOC y la HOAC, especializados en el mundo obrero y del trabajo. Por eso, extender la HOAC (y la JOC) es extender la PO, pues nuestra razón de ser es el servicio a la Pastoral Obrera de toda la Iglesia. Dentro de la extensión de la HOAC es también importante el impulso de la iniciación a la HOAC con la conciencia clara de que es iniciación a la AC.

Es importante en este sentido el diálogo con nuestros obispos sobre la extensión de la HOAC y de la JOC (lo cual implica también un trabajo de colaboración entre ambos movimientos en esa dirección), tanto en las Diócesis en las que estamos presentes como en aquellas en que no lo estamos.

6. Pero, a la vez, es también muy importante nuestra implicación en el trabajo de las estructuras diocesanas de Pastoral Obrera: impulsar su labor, implicarnos en sus actividades, ofrecer lo que somos, hacemos y tenemos, pues nuestro ser y misión es, igualmente, extender la Pastoral Obrera de toda la Iglesia. En el sentido de la extensión de la Pastoral Obrera y de la concreción de la respuesta evangelizadora que necesita de nuestra Iglesia el mundo obrero y del trabajo, es fundamental dedicar esfuerzos, en colaboración y al servicio de las estructuras diocesanas y general de Pastoral Obrera, a propiciar y extender la reflexión en nuestras comunidades eclesiales y con nuestros obispos diocesanos sobre la situación del trabajo, lo que significa la evangelización del mundo obrero y del trabajo, y las concreciones pastorales de los planteamientos de la DSI sobre el sentido y el valor del trabajo, aprovechando en esta dirección la gran riqueza de la reflexión que tenemos sobre todo ello en la Pastoral Obrera y en la HOAC.

En este aspecto, es muy importante realizar y vivir con intensidad todas las tareas que nos hemos planteado sobre el trabajo digno en y con otras realidades eclesiales, porque ese es un buen camino para vivir nuestra eclesialidad y para extender esa necesaria reflexión en el seno de nuestra Iglesia, cuidando muy especialmente llevar esa reflexión al seno de las comunidades parroquiales.

Específicamente, nos parece que es fundamental el diálogo con los obispos, a nivel general, sobre la necesidad, importancia y contenidos de la Pastoral Obrera.

7. También es importante impulsar nuestro trabajo como Acción Católica para la Pastoral Obrera en las parroquias. Junto a nuestra inserción como cristianos en la vida de las parroquias como ámbito básico de inserción en la comunidad eclesial, es importante avanzar en plantearnos, junto a los demás movimientos de AC, qué tareas podemos realizar para impulsar el dinamismo misionero de nuestras parroquias, tanto desde la Acción

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Católica General como Especializada, en nuestro caso en el mundo obrero y del trabajo, es decir, del impulso de la Pastoral Obrera en la vida de las parroquias.

La especificidad de la AC, General y Especializada, no está tanto en el “territorio” en el que realizamos nuestra misión al servicio de la misión evangelizadora de la Iglesia, sino en las tareas y dinamismos que estamos llamados a impulsar desde nuestra especificidad como movimientos al servicio de la pastoral general de la Iglesia y de la pastoral especializada. El impulso del dinamismo misionero de las parroquias, elemento esencial de la tarea de la AC General, necesita también de la contribución de los movimientos especializados de la AC para impulsar la misión de la Iglesia en los diversos ambientes de nuestra sociedad. Esto requiere avanzar en un trabajo común y coordinado entre los diversos movimientos para servir mejor a la animación de la vida de las comunidades parroquiales, teniendo en cuenta que una clave fundamental de este trabajo es la cercanía a los empobrecidos y promover que puedan ser protagonistas de sus vidas y del empeño por la justicia.

No se trata tanto de establecer y hacer viable una mera coordinación entre organizaciones, cuanto de la articulación de una común presencia evangelizadora que se comprende tanto desde la pastoral general, -que se realiza en el ámbito parroquial, fundamentalmente, y que busca consolidar la fe y acompañar el camino de los creyentes en comunidad-, cuanto desde la pastoral especializada, que busca plantar la Iglesia más allá de los terrenos cultivados. Hoy no es posible entender una pastoral especializada sin una pastoral general y, viceversa, no tiene sentido una pastoral general que no vaya de la mano de la pastoral especializada en los ambientes. La comunión no se entiende sino para la misión, y la misión resulta imposible si no se realiza desde la comunión.

“La comunión eclesial, aun conservando siempre su dimensión universal, encuentra su expresión más visible e inmediata en la parroquia. Ella es la última localización de la Iglesia; es, en cierto sentido, la misma Iglesia que vive entre las casas de sus hijos y de sus hijas.”55 Pero nuestra experiencia cotidiana deja de manifiesto la insuficiencia de la parroquia para la evangelización y la necesidad, por tanto, de hacer posible y operativa la cooperación entre parroquia y movimientos, entre pastoral general y especializada, desarrollando una pastoral misionera, evangelizadora y apostólica, orientada a hacer presente en la sociedad la fuerza salvadora y humanizadora de Jesucristo.56

Los Movimientos estamos llamados a descubrir la parroquia, en cuanto concreción eclesial más próxima, como lugar privilegiado de la vivencia de la comunión eclesial, y las parroquias están llamadas a acoger en su seno la presencia evangelizadora eclesial que la acción de los movimientos comporta, y la riqueza de vida que, necesariamente, aportan a la comunidad eclesial.

8. Camino esencial para avanzar en vivir y realizar nuestra identidad como Acción Católica para la Pastoral Obrera es crecer y madurar en el diálogo con el Ministerio Pastoral para avanzar en la cooperación estable que plantean las notas de la AC. Esto requiere la convicción y voluntad tanto de los movimientos de AC, incluida la nuestra, como la de nuestros obispos, así como encontrar juntos caminos para avanzar en esa dirección, tanto en el plano diocesano como en el general de nuestra Iglesia. En ambos casos es fundamental la cercanía y la confianza mutua, según el espíritu y las características de esa cooperación estable que plantean las notas de la AC. Hemos de pedir, humildemente pero sin renunciar nunca a ello, esa actitud a nuestros obispos, y hemos de vivirla y practicarla nosotros. Lo cual, entre otras cosas, implica:

55 ChL 26 56 Cfr. “La Acción Católica al servicio de la misión evangelizadora de la Parroquia”, Jesús Rodríguez Vega, en “La Pastoral y la AC en la Iglesia diocesana” V Encuentro General de Apostolado Seglar. CEAS, 1999, pág. 46-47

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a. Para avanzar en el diálogo con nuestros obispos diocesanos: crecer en escuchar y acoger sus preocupaciones, su visión de las necesidades de la Diócesis, lo que nos pide a la Acción Católica y a la HOAC en concreto. Compartir con los obispos de nuestras diócesis la situación concreta de los empobrecidos del mundo obrero y del trabajo, lo que intentamos vivir y hacer en esa realidad, la vida concreta de los militantes y de la misma HOAC, nuestra visión de las respuestas pastorales que necesitamos, para que nuestros obispos nos expresen igualmente lo que consideren necesitamos reforzar, mejorar, cambiar en nosotros y en nuestra forma de vivir y hacer…Esto implica también crecer en nuestra participación e inserción en los planes pastorales diocesanos y en un diálogo permanente sobre lo que somos y hacemos, sobre lo que la Diócesis necesita de nosotros y sobre lo que nosotros necesitamos para poder hacerlo…No podemos situarnos de otra manera.

Es importante tener en cuenta en este sentido que necesitamos avanzar en ese diálogo no solo como HOAC sino como Acción Católica en la Diócesis: en el diálogo con el obispo del conjunto de los movimientos de AC de la Diócesis para ir compartiendo una visión de las necesidades pastorales y de las respuestas que estamos llamados a construir. En este sentido es muy importante el diálogo con el obispo sobre la necesidad y el acompañamiento de Consiliarios en los distintos movimientos de AC y sobre la formación en los Seminarios en este aspecto; así como sobre la extensión de la AC General y Especializada (incluyendo la iniciación de aquellos movimientos que no están presentes en la Diócesis) para poder responder mejor a lo que la Diócesis necesita de la Acción Católica.

b. Junto al diálogo con los obispos es fundamental avanzar en cercanía y diálogo con el Ministerio Pastoral en las parroquias, con los párrocos, tanto por parte de la HOAC como del conjunto de la AC, para hacer posible el servicio al impulso misionero de las parroquias y, en nuestro caso, en particular de la Pastoral Obrera.

c. Para el diálogo con nuestros obispos a nivel general: igualmente, es importante avanzar en el mismo sentido en el diálogo con la Conferencia Episcopal Española, con las mismas actitudes y objetivos. En particular, es especialmente importante recomponer un diálogo permanente y fluido con la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar tanto del conjunto de la AC como de cada uno de los movimientos. Necesitamos avanzar en compartir una visión común de las necesidades pastorales de nuestra Iglesia, de la situación de nuestra sociedad, de las respuestas que consideramos necesarias, y del papel y servicio que la AC, General y Especializada, debemos jugar en esas respuestas pastorales.

Lógicamente, tanto en el ámbito diocesano como en el general, una preocupación especial por nuestra parte debe ser la extensión de la Pastoral Obrera y el diálogo sobre todo lo que implica la misión evangelizadora de la Iglesia en el hoy del mundo obrero y del trabajo.

9. Otro camino para avanzar en vivir y realizar nuestra identidad es el diálogo y el trabajo en común de los movimientos de Acción Católica en cada Diócesis y a nivel general, también con el espíritu que plantean las notas de la AC: ningún movimiento somos por nosotros mismos la AC, pero esta se realiza en cada movimiento; somos todos los movimientos de AC trabajando en común, cada uno desde su especificidad, al servicio de la misión de la Iglesia, lo que somos la AC. Avanzar en esta dirección comporta recuperar un diálogo fluido y constante allí donde éste no se da y fortalecerlo allí donde se da, para colaborar, apoyarnos mutuamente, compartir experiencias, trabajar juntos por la extensión de la AC General y Especializada y, así, poder trabajar conjuntamente con nuestros obispos al servicio de la Iglesia diocesana. Este diálogo y encuentro entre los movimientos de AC donde mejor se puede producir y dar frutos es en el trabajo cotidiano y concreto en las realidades de nuestras diócesis y parroquias.

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También en este sentido es importante la actitud de nuestros obispos para propiciar y animar este diálogo entre y con todos los movimientos en cada Iglesia diocesana. Y, a nivel general, recomponer y animar el papel de la Federación de Movimientos de Acción Católica, recuperando e impulsando su funcionamiento.

10. Es clave, además, potenciar la dimensión internacional de la HOAC como Acción Católica para la Pastoral Obrera. Tanto la Acción Católica como la Pastoral Obrera son dos realidades que se construyen y se extienden en el ámbito internacional. Por tanto no podemos olvidar esta realidad ya que los pasos que se vayan dando en la Iglesia universal tanto en la manera de entender y organizarse la Acción Católica como la Pastoral Obrera afectan a la vida y misión de la HOAC. Pero es más, la HOAC, por responsabilidad y comunión con toda la Iglesia, debe también compartir su experiencia e historia en estas dos realidades.

En nuestras relaciones internacionales hay dos ámbitos que hoy son claves: El MMTC, donde nos une la especialización en la evangelización del mundo obrero, y el Foro Internacional de Acción Católica (FIAC), donde nos vincula nuestro ser Acción Católica. En estas dos realidades es muy importante que la HOAC establezcamos puentes para potenciar lazos con los movimientos de Acción Católica para la Pastoral Obrera en el MMTC y que animemos y acompañemos las realidades de Pastoral Obrera en los Movimientos de Acción Católica que participan en el FIAC. En este sentido, son claves los contactos bilaterales con movimientos concretos y con los distintos órganos de representación del MMTC y del FIAC. También puede ser importante el papel del Fondo de Solidaridad Internacional en la potenciación de movimientos de Acción Católica para la Pastoral Obrera en los países del Sur.

7 CONCLUSIÓN

La Acción Católica nació para evangelizar a hombros de laicos, en palabras de don Victorio Oliver. Si somos fieles a la novedad inagotable del Evangelio, a la novedad inagotable de la extraordinaria misión de la evangelización a la que somos convocados por la Iglesia, descubriremos el verdadero dinamismo de la realización personal57, descubriremos que la vida se alcanza y madura a medida que se la entrega para dar vida a los otros. Eso es, en definitiva, la misión.

Es Cristo, con su novedad, quien siempre puede renovar nuestra vida y nuestra comunidad, porque aunque atraviese épocas oscuras y debilidades eclesiales, la propuesta cristiana nunca envejece58.

A hombros de laicos quiere plantarse la Iglesia en el corazón del mundo, con mujeres y hombres militantes, que conciben la vida siempre en camino, como campamento; que encaran la vida porque quieren vivir como discípulos de Jesús, siguiéndolo; que quieren testimoniar su fe en Jesucristo, muerto y resucitado, personal y comunitariamente. Testigos del Dios vivo a los que les importa el Reino de Dios, y por él trabajan en solidaridad entre ellos y con todas las personas de buena voluntad, con quienes sienten preocupación por un hombre nuevo, y una sociedad nueva; que con sus palabras y, sobre todo, con el testimonio de su vida, anuncian el mensaje de Jesucristo, e invitan a adherirse a Cristo y a la comunidad de los creyentes, y plantan así la Iglesia en solares nuevos; que viven preocupados de transformar el mundo, la sociedad en la que viven; hombres y mujeres que se llaman Iglesia, porque se saben Iglesia, cristianos diocesanos, sin más.

Concluimos tomando prestadas, nuevamente, palabras de don Victorio Oliver: No digo que sea fácil. Afirmo que es apasionante y necesario. Y que merece cualquier esfuerzo. Ha de ser verdad. Por la fuerza del Espíritu.59

57 EG 10

58 EG 11

59 Victorio Oliver, La Acción Católica. Obispado de Orihuela-Alicante, 2002.