Un rey tenía noticias de que en un lugar apartado del reino vivía un sabio

que siempre interpretaba la realidad desde una

perspectiva optimista. Todos los acontecimientos

pasan por él por un filtro de análisis que se

resume en una sentencia: “todo es para

bien”

El Rey desea conocer al sabio y lo convoca a palacio. El sabio acude presuroso. Después de una larga

entrevista, el Rey entusiasmado con su filosofía, decide contratar sus

servicios. El nuevo asesor se convierte en el preferido del Rey.

Un buen día el Rey sufre una caída por las escaleras

reales y se fractura un brazo, que

inmediatamente los doctores colocan en

cabestrillo. Los asesores del Rey piensan que

cuando se encuentre con su sabio favorito y le cuente lo ocurrido, montará en cólera,

indignado por el inevitable diagnostico de que todo es

para bien.

Así sucede. Cuando el sabio se encuentra con el Rey y lo ve con

el vendaje, le pregunta:- ¿Qué ha pasado majestad?- Me he caído, me he fracturado el

brazo y tengo unos dolores insoportables.

Como era de esperar, el sabio le responde:

- Majestad, tranquilo, todo es para bien.

El Rey irritado por los dolores y por una contestación que le parece estúpida, monta en cólera y ordena inmediatamente que el sabio sea encerrado en las mazmorras del palacio.

El Rey desesperado por el dolor, incapaz de

concentrarse en nada, sale del palacio a

cabalgar sin rumbo fijo. De pronto se da cuenta

que se ha perdido. De pronto, es capturado

por una tribu de antropófagos que decide matarlo y

comerlo.

Se dispone la ceremonia. En pleno ritual, le

hechicero de la tribu llama la atención del jefe y de todos los asistentes.

- Alto. No podemos seguir. El rehén tiene un brazo

malo. Mirad los vendajes. Si lo comemos podemos enfermar y morir. Hay

que liberarlo inmediatamente y rogarle

que se aleje de forma rápida.

El Rey mientras cabalga de regreso a palacio piensa en su asesor y que este tenía razón. Gracias a que tenía el brazo roto, ha podido salvar su vida.

Cuando llega a palacio, lo primero que hace es acudir a las mazmorras y ordenar la liberación del sabio. Cuando lo tiene en su presencia, le cuenta

lo sucedido. Y concluye:- Tenías razón, una vez más. Ha sido para bien. Si no hubiera tenido el brazo

roto me habrían matado y comido. Tienes que perdonarme, porque tu has estado encarcelado. Para ti no ha sido para bien.

- No majestad, dice el sabio, también para mi ha sido para bien. Porque si no hubiera estado en la cárcel, hubiera salido de paseo con ud., nos

hubiéramos perdido, nos habrían capturado los antropófagos y, como yo estoy sano, me hubieran comido, aunque su majestad se hubiera liberado.

Ante las desgracias se puede reaccionar de forma diferente. Se puede uno hundir o puede fortalecerse.

Ante el dolor una persona puede aniquilarse o puede crecer.

Es inevitable sufrir desgracias, fracasos, errores y calamidades, pero ante ellas, puedo elegir venirme abajo o tratar de reaccionar de manera positiva.