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“En Mazatlán el tiempo se mide por Carnavales”
Historia del Carnaval de Mazatlán
Enrique Vega Ayala
Cronista Oficial de Mazatlán
Mazatlán y los carnavales.
Durante los cinco días previos al miércoles de ceniza de cada año los
mazatlecos celebramos nuestra máxima fiesta. En 1998 el carnaval de Mazatlán
cumplió un siglo de existencia en su fase moderna. Cada año, en las fechas de
carnestolendas, Mazatlán se transforma no sólo por los adornos que se instalan
en algunas de sus calles sino también por la evidente actitud de la población
predispuesta a la alegría.
Elementos distintivos del Carnaval de Mazatlán.
El Carnaval de Mazatlán se distingue de los otros carnavales del país y
del mundo, porque aquí la diversión se ofrece al ritmo de la “banda”; la música
de la Tambora regional que de Sinaloa ha trascendido al mundo a través de lo
que hoy se llama “la onda grupera”. Además, el programa de esta fiesta, como
caso excepcional, incluye actividades de carácter cultural (certámenes de
poesía, premio de literatura y espectáculos de enorme calidad artística), con los
que la fiesta se extiende a todos sectores de la población y abarca toda la gama
de gustos de los porteños y de los turistas.
La fiesta popular.
Las modificaciones que ha sufrido a lo largo de la historia no han
alterado el carácter original de esta fiesta popular. Sólo cambió el escenario de
su realización, por razones de espacio. Ahora el escenario principal de la fiesta
lo constituyen el Paseo de Olas Altas y el Claussen, justo al pie del mar. La
avenida costera, en esos tramos, se cierra al paso de vehículos para construir en
su interior un paréntesis a la vida cotidiana, una temporada de excepción en el
que algunas reglas sociales se vuelven laxas, en un ambiente de seguridad que
da como resultado fiestas en sana paz.
Todas las noches comprendidas entre el viernes y el martes de carnaval,
Olas Altas y el Paseo Claussen se convierten en un gigantesco centro de reunión
y baile junto al Océano Pacífico. Kilómetro y medio de avenida cerrada a la
circulación de vehículos, calles y bocacalles interrumpidas con vallas. Cerca de
60 mil personas ingresan al paseo en la mejor de sus noches.
Combate Naval y Mal Humor.
La noche del sábado el paseo de Olas Altas ofrece como atractivos
adicionales la ejecución del Mal Humor y el Combate Naval.
El Combate Naval es un festival pirotécnico. Se realiza en la bahía de
Olas Altas inmediatamente después de la destrucción del Mal Humor. Algunos
barcos anclados frente a la ensenada inician una ofensiva de fuegos artificiales
hacia el cielo, contra la avenida en fiesta. Desde las arenas de Olas Altas la
agresión es respondida con más fuegos artificiales. Este impresionante
espectáculo visual tiene mucho de reminiscencias históricas locales. Se supone
alude a la hazaña más resonante de Mazatlán, la afortunada defensa del puerto
ocurrida en 1864, durante la guerra de intervención francesa, cuando una
embarcación gala intentó apoderarse de la ciudad a punta de cañonazos.
Recientemente, el Combate Naval se ha enriquecido, ocasionalmente, con la
introducción de tecnología para el manejo de luces y rayos láser, así como con
música ambiental, provocando una mayor carga emocional en los espectadores.
El Mal Humor
Es un monigote de grandes dimensiones; caricaturiza al personaje o institución
a quien se le atribuye el origen de los males padecidos por la población en el
transcurso del año. Cargado de cohetones y pólvora, la figura es incinerada.
Nacimiento de la tradición moderna de carnavales en Mazatlán.
En 1898, el carnaval pasó de ser una celebración realizada
espontáneamente por los habitantes del puerto a ser una fiesta gobernada por
un comité civil, una “Junta”. Este rasgo lo convierte en el carnaval más antiguo
del país de los que se organizan de esta manera.
El martes 22 de febrero de 1898, se abrió paso, entre la multitud
arremolinada en las calles de la plazuela Machado, la primera procesión de
carros y bicicletas adornadas de esta historia. Para introducir un aire fársico al
festejo, Gerardo de la Vega fue ungido rey de la locura y se realizó un concurso
entre los vehículos decorados que desfilaron. Era este el primer carnaval
organizado por un Comité. El juego de la harina llegaba a su fin y se daba inicio
la tradición moderna del confeti y las serpentinas en las carnestolendas
mazatlecas.
Los primeros carnavales de confeti y serpentina
Al modo de los viejos carnavales italianos en cuya calle del Corso era
elegido un rey para hacer parodia de las añejas monarquías europeas, en el
Mazatlán de 1898 también se designó a un falso representante de la realeza
para presidir la novedosa manera de festejar el carnaval. Al frente del primer
desfile de carnaval en la historia del puerto, el primer Rey fue el blanco de la
atención general y de los proyectiles de cascarón de aquellos carnavaleros
locales que aun se resistían a abandonar la práctica del Juego de Harina.
El segundo rey, “Tito Ahuja”, corrió con mejor suerte pues gracias a sus dotes
en la oratoria y su picaresco sentido del humor, pudo ganarse la simpatía de los
mazatlecos, definiendo además las características que en lo adelante debían
cubrir los aspirantes al reinado del Rey Momo: ser un personaje de probada
popularidad, con dispendioso sentido del humor y con dotes para la oratoria.
La primera reina.
En 1900 hace aparición estelar la figura de la Reina en la persona de
Wilfrida Farmer, limitada al papel de consorte de un rey absolutamente
desquiciado –Teodoro Maldonado o Teodorico-- que se obstinaba en emitir
decretos y consignas poco racionales. En lo sucesivo, una pareja de paternales
monarcas –elegidos a voluntad del comité organizador-- adornarían y pondrían
“sabor al caldo” carnavalero.
Galería de Reinas
El estilo de la participación de la mujer en carnaval cambió cuando, a principios
del siglo XX, se estableció un concurso popular para elegir a la Reina mediante
cupones recortables, publicados en el diario El Correo de la Tarde, que debían
ser depositados en ánforas colocadas en puntos estratégicos de la ciudad.
La competencia popular para designar a la soberana trajo consecuencias
negativas para el futuro del “rey”, quien a partir de entonces fue seleccionado
a capricho por la reina, ganando en galanura lo que perdió en humor y
espontaneidad. Para evitar que se abandonara el tono fársico, el comité
organizador dispondría en lo sucesivo a un “canciller” que se encargaría de dar
lectura a los discursos satíricos, los cuales desaparecerían definitivamente del
ceremonial monárquico a mediados del siglo XX. La imagen del rey no pasó de
considerarse accesoria y en la temporada de 1929 se abolió su participación
bajo el argumento de que generaba demasiados gastos. Desde entonces las
mujeres mazatlecas tuvieron para sí el reinado absoluto de la máxima fiesta.
En 1942 y 1943 volvió la gallarda imagen del rey a acompañar a la
soberana, pero su reino resultó efímero y culminó definitivamente llevándose
consigo una historia de amor: al concluir el carnaval los monarcas de 1943
decidieron formar no ya un Real matrimonio sino un matrimonio en la vida real.
En las primeras décadas del siglo XX, hubo varias ocasiones en las que algunas
candidatas y hasta reinas electas se manifestaron renuentes a participar en la
fiesta, para evitar “crisis” por ausencia de soberanas, el comité organizador del
carnaval de 1925 decidió que la designación de las aspirantes al trono se hiciera
por medio de un registro oficial.
Ya sea por votación popular directa o designación del propio comité, por
medio de votos publicados en periódicos o por obra de la extraña y apasionante
modalidad del “corcholatazo”, por gracia del azar, los votos económicos o del
concurso de belleza, personalidad y cultura, el carnaval de Mazatlán siempre ha
tenido soberanas; cuya elección, en algunos años, ha fomentado el libre
esparcimiento de “mitotes” para destacar o desprestigiar, ha desatado la
temporal enemistad de las vecinas; de ese modo se propicia la “guerra
conmovedora” con la cual se crea el ambiente previo, necesario para que el
ánimo de fiesta no empiece desde cero la noche del primer baile en Olas Altas.
El origen del carnaval en Mazatlán.
En Mazatlán, el carnaval se celebra prácticamente desde la llegada de
los primeros pobladores a instalarse en este territorio. Todo el siglo XIX, los
mazatlecos hacían, de los días previos a la cuaresma, una isla para poner en
práctica los excesos prohibidos el resto del año; las conductas consideradas
pecaminosas, las señaladas con índice de fuego salían a relucir antes de
refugiarse en el marasmo de la culpa religiosa. No había autoridad que pudiera
detener la celebración, si acaso conseguía minimizar los desmanes por medio de
policías montados y obtenía recursos mediante el cobro de impuestos por uso de
disfraz.
El 12 de febrero de 1827 en Mazatlán se realizó un "convite, mascarada, y
comparsa" en el que participaron los soldados que vigilaban el puerto. Esta
celebración es la más antigua de que tenemos razón y da cuenta del antiguo
arraigo del carnaval en este puerto.
Según las crónicas antiguas, el martes de carnaval un tropel de cuarenta
o cincuenta mazatlecos enmascarados, vestidos con una larga túnica y ataviados
con un gorro de cono, a pie o montados a pelo de burro, recorrían las calles de
la ciudad en son de gresca, diciendo chistes, improvisando canciones irónicas,
introduciéndose en los domicilios y llevando a feliz término las más estupendas
y ruidosas payasadas a costilla de los vecinos. A su paso iban dejando una estela
de harina y colorantes, embadurnando por doquier el paisaje y al paisanaje que
se les atravesara en el camino. Así se daba fin y remate a la fiesta de la locura.
La práctica de los llamados Juegos de Harina adquirió mayor vigor en las últimas
décadas del siglo XIX. Los juegos se celebraban en sitios públicos o en "tertulias"
privadas. En las fiestas de disfraces salían a relucir "los agasajos", cascarones
rellenos lo mismo de oropel picado, que de harina y sustancias colorantes. Al
parecer ni las amenazas de epidemias detenían su realización, mucho menos las
prohibiciones de la autoridad.
Los desfiles de carnaval.
En 1898 una "Junta Patriótica" organizó el primer desfile de carnaval,
que fue anunciada como una "procesión de carruajes y bicicletas adornadas"
para erradicar el inmoral juego de la harina e imponer el casto y recatado
confetti. Así, como procesión -casi religiosa-, nació la tradición del desfile de
alegorías y comparsas, en oposición a la indecente turba de los "máscaras"
harineros del "muey y del abasto". El recorrido se inició desde la calle del
Camichín (hoy Dr. Carvajal), continúo por la de Constitución hasta la Plazuela
Machado, en cuyo quiosco se instaló la mesa directiva que entregaró los premios
del concurso.
Durante los primeros años del siglo XX las bicicletas, los carruajes, las
carretelas adornadas formaron las procesiones que acompañaron el arribo de los
monarcas carnavaleros. Los que pueden anunciarse cooperan con el desfile
patrocinando el arreglo de las alegorías, familias y barrios se organizan para
competir por los premios a los mejores carros adornados. La carroza real era
encargada directamente por el comité a un artista local; en muchas ocasiones
esta designación se consiguió mediante un concurso de diseños que junto con el
presupuesto debía entregarse al comité meses previos al carnaval.
La competencia forzó siempre a la imaginación y cada vez fue más compleja la
labor de la construcción de las alegorías. Con la introducción de los vehículos
motorizados que ocuparon el lugar de los de tracción animal o humana, se
renovó la imagen de los desfiles. A los autos adornados siguieron los camiones
ocultos por complicados armazones que servían de base para la realización de
obras artesanales de sobria belleza. Se modificaron los estilos, se introdujeron
técnicas que hicieron más compleja la obra y más espectacular el resultado,
como en los carros con figuras en movimiento. También fueron cambiando
paulatinamente las dimensiones de los carros hasta volver casi imposible su
tránsito por las angostas calles del centro de la ciudad.
En los años cincuenta el desfile carnavalero cobró nuevos aires. Una de
las bases para su renacimiento fue la creación de un "Taller de construcciones
alegóricas" que operó en la antigua casa Redo (hoy salón social del Club
Deportivo Muralla), donde se elaboraron alrededor de veinte carros alegóricos.
Montadas sobre plataformas de grandes camiones, las alegorías se van haciendo
cada vez más complejas y espectaculares. Se introducen nuevas técnicas y se
confeccionan carros con figuras en movimiento.
Una nueva ruta del desfile carnavalero se inauguró en 1956. El entonces
recién instalado pavimento de Olas Altas y el Paseo Claussen fue estrenado el
domingo de carnaval. En un alarde técnico impresionante, ya en el circuito del
Paseo Claussen y Olas Altas, la iluminación se agregó a los carros a partir de
1962, cuando se celebró el primero de los llamados desfiles nocturnos.
Los Juegos Florales
En las etapas iniciales de los Juegos Florales se premiaba poemas de
formas clásicas; a partir de los años setenta del siglo XX se otorga la llamada
flor natural a poemarios de formas y temáticas libres. Han sido ganadores de
este certamen poetas originarios de diversos estados de la república, entre los
que destacan Miguel N. Lira, Elías Nandino, Enriqueta Ochoa, Ernesto Moreno
Machuca, Abigael Bojórquez, Dolores Castro, entre otros. Quien más flores
naturales ha cosechado ha sido el poeta sinaloense, de origen campechano,
Carlos Mcgregor Giacinti. Desde 1973 el certamen poético lleva el nombre de
"Clemencia Isaura".
El Premio Mazatlán de Literatura.
El Premio Mazatlán de Literatura fue instituido a finales de 1964 por el
Gobernador del Estado, Sr. Leopoldo Sánchez Celis, ante la iniciativa del Lic.
Francisco Rodolfo Alvarez, Antonio Haas y Raúl Rico Mendiola, para galardonar
anualmente a la persona que hubiera producido, en los dominios de la
Literatura Mexicana, la obra más sobresaliente en el año precedente y que se
entregaría dentro de las festividades del carnaval de Mazatlán. En esa primera
edición, el reconocimiento correspondió a la obra del poeta José Gorostiza.
La entrega del premio literario fue interrumpida en 1972, cuando ni
Carlos Fuentes ni el Gobernador ni el Mantenedor, asistieron a la magna
ceremonia. La renuncia de Fuentes al premio, motivada por la actitud del
gobierno estatal contra el movimiento estudiantil que vivía la Universidad
Autónoma de Sinaloa, convirtió la entrega en un asunto político, cerrándose así
esta primera época. Durante esos ocho años de premiación, se contó con el
apoyo del INBA para la organización del evento. El galardón era, entonces, el
más importante estímulo -por difusión y su monto- al que los escritores
publicados en México podían obtener fuera de la capital del país.
Antonio Haas impulsó la reposición del Mazatlán de Literatura con el
apoyo de Raúl Rico González. Desde 1984 sólo se contó con el apoyo del
Gobierno del Estado para su entrega, y, desde 1996, la Universidad Autónoma
de Sinaloa se sumó al evento. Entre los ganadores de este prestigiado premio se
cuentan: Octavio Paz, Jaime Sabines, Jaime Torres Bodet, Fernando Benítez,
José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska, Sergio Pitol, Ángeles
Mastretta, Fernando del Paso, Héctor Aguilar Camín, Juan Villoro y Jorge Volpi.
Los carnavales infantiles.
En sus inicios el carnaval no estaba diseñado para un público infantil, pero fue
evidente el gozo que entre los niños mazatlecos despertaron el ambiente de
fiesta, los adultos disfrazados y los desfiles alegóricos. Debido a ello y, también,
por estar de acuerdo a la intención moralizadora de los organizadores que
pretendían hacer una fiesta familiar y para todos los gustos, fue que el lunes 26
de febrero de 1900 se verificó el primer desfile infantil de carnaval cuyos
menudos tripulantes iban vestidos de fantasía y disfraces variopintos.
La monarquía infantil se integró oficialmente al calendario de Carnaval
en 1968 y su elección se ha determinado mediante una competencia de votos
económicos. Al igual que en aquella primera manifestación de 1900,
actualmente el día señalado para los festejos infantiles es el lunes previo al
martes de carnaval. En esta fecha tiene lugar un baile para niños con concurso
de disfraces y es coronada una reinita ante la cual un artista de moda brinda su
actuación.