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historia del arte 1

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  • BIBLIOGRAFA

  • Espacio. Tiempo y Forma, Serie I, Prehist. y Arqueol., t. IV, 1991, pgs. 375-408

    ARMAND DE QUATREFAGES: Hommes fossiles et hommes sauvages. Eludes d'Anthropologie. Prefacio de Marike Moisseeff. Pars, Joan Michel Place, 1988. 644 pgs. y 209 figs. (22,5 X 16 cm)

    La toma de conciencia de que las bases tericas que se utilizaron en Preliistoria en el siglo xix marcaron la evolucin de esta ciencia, hace que cada vez se haga mayor nmero de reimpresiones de obras reali-zadas en la pasada centuria y que tratan de esta disciplina. Ante la dificultad que presenta el acceso a estas publicaciones, por lo ya lejanas en el tiempo, estas reediciones son un motivo de satisfaccin para todos los que nos dedicamos a este tipo de estudios.

    El presente libro, que hace el nmero 8 de Les Cahiers de Gradhiva, es una recopilacin de 11 artculos de Quatrefages (10-1-1810, Berthe-zenne - 13-1-1892, Pars) publicada por primera vez en 1884 bajo el ttulo de Hommes fossiles et hommes sauvages.

    Su autor, naturalista, dedic gran parte de su vida a los estudios de antropologa cultural y fsica, viajando por todo el mundo y adquiriendo con ello una amplia formacin. Maestro de los antroplogos franceses, irradi su personalidad a nuestro pas admitiendo a Manuel Antn y Fe-rrndiz en el Museo de Historia Natural de Pars cuando ste acudi a la capital francesa para formarse como antroplogo; adems, tuvo una sig-nificativa influencia en la creacin de la Sociedad Espaola de Antropo-loga en 1865, tras acceder a la presidencia de su homnima francesa en 1863. Presidente del Congreso de Americanistas de Pars de 1890, influy para que se celebrara el prximo en Espaa en 1892. Por ltimo, cabra sealar su labor como prologuista en la obra Les ages prhistori-ques de Espagne et du Portugal de Emile Cartailhac (1886).

    Quatrefages, situado a medio camino entre los evolucionistas y los fijistas, logra abstraerse de la polarizacin que al respecto exista en esos momentos. Tiene importancia como prehistoriador por utilizar la etnologa comparada relacionando los datos aportados por la arqueologa prehistrica con los proporcionados por los hombres primitivos actuales, pues entien-de que en ellos se han perpetuado los hbitos del hombre prehistrico hasta nuestros das. Para este cometido selecciona en la presente obra dos primeros artculos dedicados a la prehistoria (Primeros descubrimientos re-lativos al hombre fsil; El hombre de las pocas paleoltica y neoltica), para continuar con nueve estudios sobre pueblos prehistricos contempor-

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    neos (malasios, papuas, negritos, polinesios, melanesios, maors, todas, etc.), utilizando de esta manera el mtodo etnogrfico como complementario del arqueolgico. Esto le lleva a establecer la unidad de la especie humana a travs de los tiempos, que es lo que la obra quiere demostrar.

    El primero de los dos artculos dedicados a la Prehistoria consiste en un resumen de los trabajos prehistricos que se haban realizado en Francia hasta 1870, y tiene como base un trabajo de su discpulo Hamy titulado Prcis de Palontologie humaine y que se public como anexo de una versin francesa del libro de Lyell L'Anciennet de l'Homme prouve par la gologie. En consecuencia, la obra que comentamos, a pesar de estar pu-blicada en 1884, se queda en sus datos en 1870, y eso se manifiesta en la utilizacin de la clasificacin paleontolgica de Lartet relacionada con los perodos de Lubbock (arqueoltico y neoltico), y no la de estaciones-tipo de Mortillet que sali a la luz en 1873. Por otra parte se muestra partidario del hombre terciario segn los estudios de Desnoyers y del abate Bour-geois, lo cual era corriente en esos momentos por parte de los prehistoria-dores, de tal forma que, incluso en Espaa, personas que luego fueron claramente contrarios a la existencia del hombre terciario, como Vilanova, en esos momentos (aos setenta) apoyaban su existencia.

    Preocupado por la capacidad artstica de los hombres de la Edad del Reno muestra algunos de los grabados y pequeas esculturas que Lartet & Christy incluyeron en su Reliquae Aquitanicae, pues la represen-tacin de animales extinguidos implicaba la existencia del hombre en la prehistoria.

    La ltima parte del artculo hace un estudio de las razas prehistri-cas, entonces llamadas de Canstadt (hoy llamada de Neandertal), de Cro-Magnon (entre los que cuenta a los guanches, mostrando dos litogra-fas de un crneo prehistrico procedente de Barranco-Hondo), de Fur-fooz y de Granelle (actuales) y de la Truchero (raza determinada por un nico crneo y que en la actualidad no se admite), segn el libro que sobre Crania Ethnica se encontraba realizando conjuntamente con Hamy.

    En el segundo artculo realiza un estudio antropolgico de los hom-bres que vivieron en el paleoltico y en el neoltico. Este trabajo, realizado en una poca mucho ms prxima a la edicin del libro (hacia 1882) muestra una clara evolucin en muchos de los temas tratados con res-pecto al primero de los artculos.

    Contina siendo partidario de la existencia del hombre terciario, aun-que se observan claramente en el texto los problemas que haba para probar su realidad y la oposicin que se haba registrado en el reciente Congreso de arqueologa prehistrica de Lisboa en 1880, donde no se

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    pudo demostrar que los tiles de Otta fueran realmente terciarios y estu-vieran tallados.

    Realiza una sntesis de los conocimientos que existan sobre el neo-ltico, perodo al que atribuye la construccin de todos los dlmenes, ciu-dades lacustres y cuevas artificiales, tal y como se haca el siglo pasado; pero con la clarividencia de observar que estas construcciones siguieron utilizndose durante la Edad del Bronce y la Edad del Hierro.

    El libro, como suele ser corriente en las reimpresiones, viene iniciado por un prefacio actual que explica la obra y lo que tiene de vlido y de obsoleto, tanto en el mtodo como en las conclusiones, segn las pos-turas actuales de la ciencia. El de la presente obra se titula D'hommes homme: une question d'anthropologie y est escrito por Marika Mois-seeff y en l se expone el pensamiento, ideologa y aportaciones de Quatrefages, la valoracin actual del mtodo etnolgico comparativo por l utilizado, los problemas que este mtodo comporta y las crticas que ha recibido.

    MARIANO AYARZAGENA SANZ

    HENRI DELPORTE: L'image des animaux dans l'art prhisto-rique. Pars, Picard Editeur, 1990, 254 pgs. con ilustra-ciones, cuadros y grficos (29 x 24 cm).

    Magnficas ilustraciones vertebran el tema del arte paleoltico, anali-zado en distintos aspectos por Henri Delporte en esta obra que presen-tamos. En ella, junto a un ciertamente amplio estudio de obras de arte tanto mueble como parietal, encontramos una exposicin clara y accesi-ble ai lector no especializado.

    Conociendo la obra investigadora de Henri Delporte se puede ase-gurar que no nos encontramos ante una obra ms sobre el arte paleol-tico, sino que es el resultado del trabajo de un verdadero experto: polglo-ta, Conservador-Jefe del Museo de Antigedades Nacionales de Saint-German-en-Laye (Pars) y actualmente presidente de honor de la Socit Prhistorique Frangaise y presidente de la Commission de Prhstoire del Comit des Travaux Historiques et Scientifiques.

    A diferencia de La imagen de la mujer en el arte prehistrico, enten-dido ms bien como gran catlogo de piezas, en este caso se ha adop-

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    tado un criterio temtico dejando en un segundo plano los aspectos geo-grficos: en muchas ocasiones la misma pieza o el mismo yacimiento aparecen mencionados varias veces. Y, como el mismo Delporte explica, la intencin del catlogo no es la revisin exhaustiva de obras de arte paleoltico sino comunicar una serie de observaciones y experiencias del autor.

    El libro cuenta con una estructura bien delimitada en tres partes, que tratan respectivamente de la definicin e historia de la investigacin del arte paleoltico, el estilo y la tcnica de las representaciones y, finalmen-te, de la estructuracin y la motivacin de este arte (es decir, si el arte paleoltico est organizado y cul es su razn de ser). A modo de intro-duccin, el autor incluye algunas explicaciones sobre cronologa, paleoet-nologa y el tratamiento de la informacin obtenida en el registro arqueo-lgico desde el punto de vista terico, naturalista y antrpico, teniendo en cuenta aspectos como la geologa, la geografa, los anlisis qumicos y radiolgicos o la sedimentologa.

    En el primero de estos bloques, H. Delporte explica lo que l califica como reconnaisance, es decir los procesos de aceptacin del arte paleo-ltico en su autntica antigedad dentro del mbito cientfico y los distintos estudios que de ello han surgido. Finaliza esta primera parte con unos epgrafes dedicados a la cronologa, la localizacin geogrfica y los gru-pos del arte de temtica animal.

    En el segundo bloque, el ms extenso, tres captulos se ocupan de considerar el estilo de las representaciones en cuanto a elementos estructurales y descriptivos, la tcnica y la morfologa de las obras y de los diferentes tipos de representacin de los animales: grabado, es-cultura, modelado y pintura (incluyendo un interesante estudio de experi-mentacin con colorantes tanto en su aplicacin y tcnicas de elabora-cin como en cuanto a la composicin). Los dibujos y fotografas, propor-cionadas por distintos autores, muestran toda esta gran variedad de formas de expresin, desde Asturias hasta la Unin Sovitica. Se tiene en cuenta realizar el estudio de las tcnicas a travs de la cronologa, siendo particularmente amplio el tema del grabado parietal y mueble magdaleniense.

    En el ltimo bloque, otros dos captulos reflejan las interpretaciones ms significativas del arte paleoltico desde mediados del siglo xix (Piette, Reinach) junto a las hiptesis ms novedosas (Vialou, Sauvet, Nougier y Barhre). Se establecen dos fases: pre-estructural y estructural, segn sean anteriores o no a mediados del siglo xx (publicacin de la obra de Max RAPHAEL, Prehistoric Cave Paintings).

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    Tambin se ocupa de demostrar que la teora ms popularmente aceptada magia de caza entra en conflicto con el hecho de la no coincidencia evidente entre los animales representados en el arte y los animales cazados (los procedentes del registro arqueolgico).

    En el captulo de la bibliografa se pueden constatar ciertas ausen-cias significativas, como la del Coloquio de Foix sobre arte mueble y, en general, documentos ms actualizados. Expresamente el autor prescinde de una bibliografa ms completa remitindose a las principales obras generales en las que es posible ampliar ttulos. Cierra el libro un ndice de estaciones paleolticas con su localizacin en la geografa euroasiti-ca, en el libro y si son significativos por el arte mueble, parietal o ambos.

    Una pregunta que el autor establece en el texto es por qu los paleolticos retrataron los animales de su entorno con la maestra, realis-mo y el sentido de la esttica que se aprecia en cualquiera de sus obras; para concluir con la afirmacin rotunda que el arte paleoltico de tem-tica animal est organizado y estructurado, constituyendo en ocasiones autnticas 'construcciones arquitectnicas'. Por lo tanto, el arte viene a reflejar los complejos sistemas de pensamiento y mitologa de la cultura paleoltica.

    Esta obra se convierte en punto de referencia de obligada consulta para investigadores y alumnos interesados en el arte paleoltico, debido a la sntesis que en l se hace de los distintos aspectos de su estudio.

    MARTA GIMNEZ LA ROSA

    A. JiMENO MARTNEZ; J . J . FERNANDEZ MORENO; J . A. Go MEz BARRERA; y M. P., GALINDO ORTIZDE L: Arte paleoltico en la provincia de Soria: la placa de Villalba. Valladolid. Junta de Castilla y Len, 1990. 50 pgs., 12 figs. y VIII lms. (29,5 x 21) (= Numantia, III, 1990, pgs. 9-50).

    El mapa del arte paleoltico en el interior de la Pennsula Ibrica se va nutriendo de puntos en los ltimos aos. Ahora se incorpora a l una pieza singular: la placa de Villalba. Hay que agraceder a los autores de este trabajo una tan notable aportacin al conocimiento del arte de la Meseta correspondiente a la edad de los grandes cazadores.

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    La pieza fue encontrada casualmente en el lugar llamado Barranco Hondo del municipio de Villalba, al pie de la Sierra de Perdices (no lejos de Almazn, al S. de Soria). El paraje corresponde a una terraza des-mantelada del Duero y en l no se ha conseguido ubicar el yacimiento del que procede aunque se han realizado varias prospecciones. Desde aqu hacemos votos para la continuacin de las bsquedas, puesto que la localizacin ayudara a la datacin de la pieza y acaso al hallazgo de otras semejantes.

    En primer lugar se sita geogrficamente el hallazgo con respecto al arte paleoltico de la Pennsula Ibrica. Pero es necesario sealar que el mapa de la fig. 1 puede confundir al lector pues la enumeracin del pie (correcta) no se corresponde en algunos casos con las indicaciones di-bujadas en el mismo. Por ejemplo, la confusin entre los nmeros 12 y 13 (Los Casares, Maltravieso y el Nio), a no ser que el nmero 10 corresponda a otra pieza de arte mobilar: el glotn de Jarama II (Gua-dalajara), al que slo se alude muy brevemente al final del trabajo, pero que no se hace figurar en dicho mapa. En l tampoco figura, y en este caso es absolutamente lgico, el muy reciente hallazgo de las rocas con grabados zoomorfos paleolticos, al aire libre, de Siega Verde (Salaman-ca) (Rodrigo DE BALBIN BEHRMANN, Javier ALCOLEA GONZLEZ, Manuel SANTOJA y Rosario PREZ MARTN: Siega Verde (Salamanca). Yacimien-to artstico paleoltico al aire libre, en Manuel SANTOJA (ed.). Del Paleo-ltico a la Historia, Salamanca, Junta de Castilla y Len, 1991, pgs. 35-48, 12 figs, y II lminas). Lo indicamos aqu para hacer notar a los inves-tigadores lo mucho que seguramente nos queda por saber de las diver-sas manifestaciones artsticas paleolticas, muebles o parietales, del inte-rior de la Pennsula.

    La parte ms extensa del estudio que comentamos est dedicada a la descripcin y estudio de la placa. En su estado actual mide 36,5 cms de longitud por 7,6 de anchura mxima, aunque las dimensiones origi-nales deban ser mayores pues est rota por uno de los extremos, rotura con un lascado que afecta a una parte de la superficie de la denominada cara B. Se trata de una pizarra paleozoica extraa al terreno, cuyo origen, de momento, no ha sido determinado, y que fue preparada antes de recibir los grabados. Los autores piensan que algunos rehundidos podran corresponder a una posible sujecin o suspensin.

    En la cara A, por su grabado ms vigoroso, destacan tres anima-les dispuestos en los dos extremos y en el centro (dos caballos y un macho cabro). Les acompaa un enmaraado gribouillis de grabados finos que cubre toda la superficie y en el que los autores han identificado tres caballos y varias cabras, a veces en posicin invertida respecto a

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    las figuras primeramente citadas, con un total de trece representaciones con posibilidades de interpretacin.

    En la cara B, los animales realizados con tcnica de grabado pro-fundo son un caballo y dos machos cabros. Por el minucioso calco pre-sentado, tambin aqu el gribouillis es extremadamente denso. En total, el nmero de animales identificados en esta parte es asimismo de trece, que son igualmente quidos y cpridos, aunque aqu la inversin slo se da para un macho cabro.

    Una vez establecido el catlogo, se estudia la morfologa de las fi-guras y los detalles caractersticos que permiten diferenciar los machos cabros de las cabras, con tres interesantes cuadros clasificatorios (fgs. 6, 7 y 8). Tambin se estudian las tcnicas del grabado, que se han comprobado con la ayuda de una potente lente ptica. Esto permite di-ferenciar bien los grabados profundos de los finos, pero slo para las representaciones zoomorfas identificadas y no para el gribouillis (a este propsito encontramos a faltar un calco de detalle de este conjunto no figurativo prescindiendo de las representaciones de animales).

    Partiendo de la idea, que nos parece muy acertada, de la unidad de composicin, se pasa a continuacin al estudio de la distribucin y or-ganizacin de las figuras en el espacio (reflejadas en unos esquemas en la fig. 9) y al proceso y ejecucin de las figuras, hacindose alusin a esbozos o trazos de encuadre para las figuras en grabado profundo (particularmente notable en el cprdo de la cara A), lo que tambin aboga en favor de un trabajo previo de cuidadosa preparacin. Asimismo se estudian los ductus. Todo ello lleva a la conclusin de que la decora-cin fue realizada en un espacio de tiempo muy corto. Adems, los au-tores de este trabajo se inclinan a admitir ms de una mano en su ejecucin, lo que, a nuestro juicio, no est demostrado, sino ms bien que la unidad de estilo nos hace pensar en un solo artista, pues, como ellos mismos dicen, la utilizacin de un tipo de grabado fino permite una ejecucin ms gil y en mayor calidad de detalles que la rigidez que conlleva al grabado ancho y profundo.

    En lo que respecta a los paralelos y cronologa, ya de entrada hay una atribucin a un momento avanzado del estilo III de Leroi-Gourhan, o de su estilo IV antiguo habida cuenta, como se tiene, de las matizacio-nes de 1. Barandiarn. Ciertos paralelos se encuentran en la regin can-tbrica (El

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    cpridos de las cuevas del interior de la Pennsula Ibrica (cuadro de la fig. 12), en particular la Griega y Los Casares. Las diferencias y conver-gencias estilsticas, que ya fueron sealadas por J. Portea y G. Sauvet en el sentido de configurar unas caractersticas propias del arte de La Meseta, merecen la adhesin de los autores. En cuanto a la cronologa, sitan la placa de Villalba en el interestadial Wurm lll-IV, correspondien-do a su momento final, es decir al Solutrense avanzado, si bien ms adelante se dice momento avanzado del Solutrense y momentos inicia-les del Magdaleniense clsico. Personalmente, estaramos ms cerca de lo primero que de lo segundo, a causa del estilo. Hay que repetir aqu lo importante que sera la localizacin del yacimiento en este aspecto, al igual que en muchos otros.

    Por ltimo, se presentan algunas consideraciones sobre significa-cin e interpretacin que, en buena parte, podran ser denominados temas sin resolver y que seguramente nunca podrn ser explicados como, por ejemplo, si hay que continuidad de lectura entre las dos ca-ras o si esta es simultnea. Recordando un pequeo nmero de las explicaciones dadas para la explicacin del significado del arte paleoltico, los autores manifiestan su perplejidad y prefieren no aventurar ninguna interpretacin.

    Se trata de un estudio en cincuenta densas y apretadas pginas, difciles de sintetizar y con una excelente ilustracin. La placa de Villalba dar mucho que hablar y en el futuro debe figurar de pleno derecho en la literatura sobre el arte paleoltico en toda su extensin. Ahora, este estudio va ms all de una simple informacin descriptiva y nos ofrece una notable aproximacin al conocimiento de esta pieza singular que ha pasado a enriquecer las colecciones del Museo Numantino de Soria.

    EDUARDO RIPOLL PERELL

    ERIC HUYSECOM: Fanfannygn I. Un abri sous-roche occupation nolithique au Mali la fouille, le matriel ar-chologique, l'art rupestre. Sonderschriften des Frobe-nius-lnstituts, 8. Wiesbaden, Franz Steiner Verlag, 1990. 178 pgs., 84 figs. y 11 cuadros (24 x 17 cms).

    El sahel la enorme faja de sabana con escasa poblacin arbrea que se extiende entre los territorios saharianos y los ecuatoriales, cons-

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    tituye uno de los grandes vacos de la Prehistoria africana. Los trabajos all realizados son escasos y, en ocasiones, poco definidos. Por ello hay que saludar con gratitud la aparicin de la monografa referenciada en la cabecera.

    La Repblica de Mal tiene casi la mitad de su territorio todo el triangulo septentrional en el Sahara; su faja media corresponde al sa-hel, muy poco habitado; el extremo meridional, donde se concentra la poblacin, es geogrficamente ecuatorial. El yacimiento excavado por E. Huysecom y sus colaboradores se encuentra en el amplio terhtorio, par-que nacional, encerrado en la gran curva que forma el curso del ro Baoul, afluente del Senegal. La regin y su paisaje estn sintetizadas con exactitud en esta monografa (estepa, sabana y bosque en galera).

    La historia del conocimiento del Neoltico de Mali encuentra sus pri-meras noticias en Florentin (1986) y en un primer estudio en L. Desplag-nes (1907). Para tiempos posteriores puede concretarse en los sesenta y nueve ttulos de la bibliografa reunida por E. Huysecom, toda ella de-bida a investigadores franceses y anglosajones (pgs. 71-75). El descu-brimiento de ms resonancia de la Prehistoria maliana fue el del hombre de Asselar (W. Bernard y Th. f\/lonod en 1927), esqueleto negroide muy fosilizado, sin contexto arqueolgico y que durante mucho tiempo fue considerado paleoltico, pero que hoy se estima neoltico.

    Fanfannygn I es una enorme roca en cuya parte inferior se abren varias salas y abrigos. Como yacimiento prehistrico fue descubierto en 1980. E. Huysecom y su equipo han realizado all varios cortes estratigr-ficos, con recoleccin de todos los materiales y recogida de las muestras necesarias para los anlisis. Fueron individualizadas siete capas princi-pales. En la monografa se estudian separadamente el material ltico (geomtricos, microburiles Krukowsk, buriles, raspadores, perforadores, hojas, hojitas, ncleos, hachas pulimentadas, etc.), la cermica (tipologa de las formas y de las decoraciones) y los objetos diversos.

    Aunque no estudiado exhaustivamente, merece una mencin espe-cial el arte rupestre, con pinturas y grabados. Estos, poco visibles, reali-zados con tcnica de piqueteado, tienen un repertorio temtico bastante limitado (la representacin ms clara es la de algunos zoomorfos, pro-bablemente jirafas). El grupo de pinturas llamado de los saurios, ha sido denominado as por el hecho, segn el autor, de representar vrai-sembablement, varanos y cocodrilos (aunque, en nuestra opinin, algu-nos de ellos pueden ser antropomorfos del tipo que, en el arte europeo, de manera coincidente, llamamos lagartos; el paso del antropomorfo itiflico al lagarto constituye una interesante cuestin inconogrfca que

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    debera ser estudiada). Otro grupo de arte rupestre de Fanfannygn I ha sido llamado de los grandes personajes, con pinturas que en algn caso son bicromas a base de rojo-marrn oscuro y blanco. En el mismo, dos personajes de 40 y 60 cms de altura respectivamente, parecen re-vestir un carcter particular. Por ltimo, el grupo de los signos rojos es con toda probabilidad el ms moderno (pintura roja con detalles en blan-co), siendo una derivacin del de los grandes personajes. Comprende representaciones geomtricas ovaladas y rectangulares con compart-mentaciones internas. Para este conjunto de representaciones artsticas slo puede establecerse una cronologa relativa derivada de las super-posiciones.

    Culturalmente, los materiales encontrados, se caracterizan en todos los niveles por la utilizacin conjunta de la cermica y de la industria ltica, as como por la ausencia de material en hierro (pg. 56). Ello justifica que, con razn, se utilice la expresin Neoltico (equivalente en este caso a la Late Stone Age de los investigadores anglosajones, como dice el propio autor). Los diferentes estratos nos muestran una sucesin temporal continua de una misma cultura neoltica no agrcola y problablemente no ganadera, por tanto de cazadores-recolectores que vivi en la primera mitad del I milenio a. de J. C. (con una fecha C14 que parece adecuada: 2.680 120 BP), o sea, en los comienzos del rido actual.

    E. Huysecom plantea muy bien las relaciones de este Neoltico del Baoul con los de otras regiones del oeste africano. Los ms cercanos en el espacio son, hacia el sur, el Neoltico guineano (a 500 kms; relacionado con el antiguo Tumbiense) y, hacia el norte, la civilizacin de Dhar Tchitt-Oualata (520 km). Segn el autor, tanto el uno como el otro, son diferentes al estudiado en su monografa. Por ello, busca ms lejos unas eventuales afinidades. No las encuentra en el Neoltico de las sabanas y del bosque tropical, aunque existan para ellos fechas pareci-das. Tampoco hay semejanzas con las diversas facies del Neoltico de la zona desrtica; Tenereense y varias facies del valle de Tlemsi. En cambio, si las halla en los paleolagos saharanos situados a unos 1.000 kms de Baoul (regiones de Erg Jmeya, Hassi el Abiod y Erg Ine Saka-ne, estudiados en misiones dirigidas por N. Petit-Maire, con fechas es-calonadas entre 7.450 130 BP y 3.600 180 BP). Otra semejanzas las encuentra en el Neoltico de las dunas de la Pennsula de Cabo Verde, a 880 kms al oeste, aunque su tradicin cermica parece muy diferente (yacimientos de Patte-d'Oe, Diakit y Njenewat, estudiados en 1981 por M. Lame, con fechas entre 4.275 130 BP y 2.350 100 BP). Partiendo de su argumentacin, aqu muy resumida, el autor propo-

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    ne la denominacin facies neoltica del Baoul, atribuyendo, con todas las reservas convenientes, a esta facies un origen probable en ciertos grupos neolticos an instalados en las orillas de los paleolagos del Sa-hara de Mali un milenio antes.

    En apndice se presentan: el anlisis de los restos seos, poco ex-plcitos (Louis Chaix); el palinolgico, que corresponde a la sabana su-danesa (Ehrard Schuiz); y el referente a las dataciones por C14, de las que slo se puede retener una (la citada de 2.680 120 BP, o sea, calibrada, 828 a. C), siendo otras tres de los siglos xiii y xiv de la era, por tanto manifiestamente aberrantes.

    Un libro como este, resultado de un esfuerzo ejemplar, no nos aclara todo lo que quisiramos saber de las edades lticas en el sahel, inmedia-tamente al sur del Sahara. Pero el autor, y sus colaboradores autctonos y europeos, as como el Instituto Frobenius de Frankfurt, pueden sentirse orgullosos de esta notable contribucin cientfica. Como en tantas ocasio-nes, desde nuestra perspectiva debemos lamentar que la ciencia espa-ola no aporte nada a este africanismo militante que, con tanta eficacia, se est practicando en muchos centros de investigacin europeos y nor-teamericanos.

    EDUARDO RIPOLL PERELL

    MIGUEL SORIA LERMA y MANUEL G. LPEZ PAYER: El arte rupestre en el sureste de la Pennsula Ibrica. La Caroli-na (Jan), 1989, 427 pgs. 15 figs., XIV lms., y 26 mapas (30 X 22).

    El excelente trabajo que aqu presentamos ofrece un completsimo y documentado estudio del arte rupestre en las provincias de Almera, Gra-nada y el Subbtico Giennense con lo que se completa la investigacin y anlisis de este fenmeno artstico en las tres provincias ms orientales de Andaluca. Esta labor, iniciada por por los autores en la dcada de los setenta, se enriqueci con los trabajos de Lpez Payer sobre la pintura rupestre en Sierra Morena Oriental, lo que constituy su tesis doctoral, y con las investigaciones llevada a cabo, igualmente con motivo de la suya, por Soria Lerma en el sureste de la Pennsula Ibrica. Ambas tesis han sido la base de sendos libros sobre el arte rupestre en esta zona, reali-

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    zados en colaboracin por ambos autores: El arte rupestre en Sierra Morena Oriental (1988) y el que ahora nos ocupa. Podemos considerar, pues, esta obra como una continuacin de la primera, ofreciendo una actualizacin de toda la informacin parcial y dispersa existente hata aho-ra y una importante aportacin de nuevos yacimientos (hasta quince in-ditos) en la zona oriental andaluza.

    Destacar la importancia del trabajo de campo realizado por los au-tores resulta innecesario ante la evidencia de la gran labor documental que la obra ofrece, presentando nuevos calcos de los yacimientos ya conocidos, descubriendo otros inditos, y obteniendo planos de los abri-gos con la distribucin de los grupos de figuras y datos sobre su entorno geogrfico.

    A este trabajo de campo le sucede un ejemplar trabajo de laboratorio y estudio, analizando y sintetizando todos los datos obtenidos y la proble-mtica aportada por los conjuntos de pinturas, obteniendo unos resulta-dos que se reflejan a lo largo de los ocho captulos de que consta la obra.

    En el captulo primero se describe el entorno geogrfico en el que se emplazan las estaciones rupestres, intentando adems una recons-truccin de lo que debi ser el medio bioclimtico post-Pleistocnico.

    Tras unas lneas dedicadas a la historia de la investigacin, se inicia en el captulo tercero la descripcin de los yacimientos con manifestacio-nes artsticas rupestres. Hay que destacar la continuidad de la metodo-loga empleada ya por los autores en su anterior estudio, tanto para el trabajo de campo como para las actividades de laboratorio, puestas de nuevo en prctica con xito. Mantienen como unidad descriptiva de los yacimientos el concepto de ncleo de arte rupestre, determinando as la existencia de nueve ncleos en Almera, Granada y Subbtico Giennen-se, con un total de setenta yacimientos. Es en el Subbtico Giennense donde, en lo relativo a los descubrimientos, se han realizado las mejores aportaciones, pues veinte de los treinta y siete yacimientos descritos son inditos. En el aspecto documental se acompaan estas descripciones de planos y reproducciones de los paneles, siempre efectuadas por los pro-pios autores, lo que ha significado una importante labor de revisin y actualizacin.

    A continuacin se analiza estilstica, tipolgica y estadsticamente cada uno de los motivos descritos, para lo cual los autores aplican dos originales mecanismos: el ndice de naturalismo y la lectura de los con-vencionalismos formales de las figuras. Esto les permite establecer estilo zonales y supone una buena base para realizar comparaciones estilsti-cas entre motivos y obtener paralelismos con las diferentes reas geogr-

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    ficas. Estos anlisis van acompaados de tablas de aplicacin del ndice de naturalismo, figuras con los motivos que analizan, mapas de disper-sin y grficas de frecuencia.

    El cromatismo, la tcnica, el tamao y espesor de las figuras y otros aspectos tcnicos son estudiados en el captulo quinto.

    El sexto aborda el problema del significado de las representaciones rupestres tanto paleolticas como postpaleolticas. Trata de realizar apor-taciones a la cuestin de la interpretacin analizando las asociaciones de figuras postpaleolticas.

    El apartado sptimo de la obra est dedicado al abundante pobla-miento prehistrico de la zona, desde el Paleoltico Superior hasta la Cultura del Argar. La existencia en este rea de un poblamiento continuo desde el Neoltico Antiguo hasta la Edad del Hierro determina que los autores traten por igual todos los perodos culturales, estudiando su eco-noma y su iconografa, reflejada en los materiales muebles y en su cul-tura.

    No poda faltar un captulo final dedicado a las conclusiones crono-lgico-culturales. Se aborda, en primer lugar, la cronologa de las pinturas paleolticas, que sitan basndose en los paralelos estilsticos con las plaquetas grabadas de El Parpall en el Solutrense para las represen-taciones de Malalmuerzo, y en el t\/lagdaleniense para las de El Morrn. Sealan los inicios del arte esquemtico en un Neoltico Reciente y en los momentos finales del Arte Levantino, siendo factible la diferenciacin de tres grupos artsticos: un primer grupo relacionado con el Arte Levan-tino, con un mayor grado de naturalismo en sus figuras, uno segundo relacionado parcialmente con ste, y el ltimo de estilo totalmente esque-mtico. La Edad del Cobre seria para los autores, coincidiendo con la opinin de la mayora de los especialistas, el momento de auge y expan-sin del arte esquemtico, desarrollndose de norte a sur en Almera, zona central de Granada y Subbtico Giennense.

    Los anlisis estilstico, tipolgico, cromtico y tcnico han posibilitado esta valoracin cronolgica, que difiere en algunos puntos de las opinio-nes de otros investigadores, que han llegado a ver el origen de algunos elementos esquemticos en el Paleoltico Superior.

    Para terminar, no falta un estudio cronolgico de otro tipo de repre-sentaciones artsticas rupestres que aparecen en la zona; los grabados, que los autores creen posteriores a las pinturas. Tampoco quieren finali-zar este estudio sin avanzar el descubrimiento de seis nuevos yacimien-

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    tos con pinturas y tres con grabados, localizados una vez finalizado el presente trabajo, por lo que se aaden en un Apndice.

    Creemos que esta completa visin sobre el arte rupestre en la zona suroriental de la Pennsula Ibrica, al igual que la publicada sobre este arte en Sierra Morena oriental, constituir en adelante una base funda-mental de obligada consulta para todos aquellos interesados en las ma-nifestaciones artsticas rupestres, pues ofrece una completsima y actua-lizada documentacin, incluye numerosos yacimientos desconocidos has-ta ahora, y presenta unas conclusiones sumamente interesantes, basadas en el empleo de una original metodologa de trabajo, cuya efi-cacia resulta innegable. Felicitamos por ello a los autores y animamos a que contine la preocupacin por el arte rupestre, parte importante de nuestro Patrimonio Cultural desgraciadamente muy amenazada.

    M.'' ISABEL MARTNEZ PERELLO

    MONIQUE JANNET-VALLAT (ed.): // tait une fois la Cte-d'Or ... 20 ans de recherches archologiques. Pars, Editions Errance; y Dijon, Muse Archologique, 1990, 248 pgs., con ilustraciones (30 x 21 cm)

    CHRISTIAN GOUDINEAU y colaboradores: Archologie de Bourgogne, tomo I: La Cte-d'Or. Dijon, Muse Archo-logique y Editions du Bien Public; Pars, Editions Errance, 1990, 94 pgs., con ilustraciones (24 x 21,5 cm)

    Estas dos publicaciones se deben esencialmente a los activos equi-pos de prehistoriadores y arquelogos que trabajan en relacin con el Museo Arqueolgico de Dijon, y se suman, junto con la exposicin que tuvo lugar el pasado ao, a las manifestaciones del Anne Archologi-que, que con tantos actos y exposiciones ha sido celebrado en Francia en 1990.

    El departamento de la Cte-d'Or, se sita en el corazn de la Bor-goa, al oeste de la ciudad de Dijon, entre los valles de los ros Yonne y Marne. En l existen yacimientos con nombres prestigiosos como Genay, Alesia y Dracy, cercanos a otros lugares todava hoy poco conocidos como Mediolanum y el campamento romano de Mirebeau, la necrpolis

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    merovingia de Argilly, el habitat seorial de Saint-Romain entre Beaune y Nolay. Existen descubrimientos recientes como el del tesoro de Blanot, que es en realidad un depsito de finales de la Edad del Bronce y que fue ya presentado en la gran exposicin arqueolgica del Grand Palais en Pars.

    El catlogo de la exposicin, que, adems de cumplir con esta fina-lidad, es a partir de ahora una obra de referencia por la cantidad de informacin que contiene, est estructurado en cuatro partes que siguen un orden cronolgico. La primera de ellas trata la Prehistoria de la regin y lleva un prefacio de Jean Combier. Tanto los textos que componen esta seccin, como las fichas que contiene, demuestran que los trabajos en Paleoltico inferior son todava escasos frente a la gran cantidad de yacimientos que se conocen con Musterense. Entre ellos hay muchos conocidos desde el siglo xix, pero tambin otros nuevos, sobre todo los situados en cuevas. En lo que concierne al Paleoltico superior, los tra-bajos y conclusiones son todava fragmentarios. Al igual ocurre con el Neoltico, perodo en el que se ha trabajado mucho, pero en el que slo se han conseguido resultados en el Neoltico medio con los hbitats de altura, y en el Neoltico final con los dispositivos defensivos.

    La segunda seccin, la de Protohistoria, est precedida por un texto de Claude Rolley, en el que se establece el balance de la investigacin en la Cte-d'Or durante estos tiimos veinte aos, concluyendo que no se conocen todava en profundidad los hbitats, los lugares en altura fortificados o las tumbas, a excepcin de los tmulos. Sin embargo se han hecho enormies progresos en el conocimiento de los santuarios de influencia cltica, en el trfico entre la Mancha y el Mediterrneo, y bsi-camente en el desarrollo y fabricacin de los objetos en metal.

    Simone Deyts, abre el apartado concerniente a la Galia bajo el Im-perio romano, que quizs sea la seccin ms importante. El enfoque de la arqueologa en este sector ha cambiado completamente en los ltimos tiempos, y no slo en esta regin. Se ha profundizado bsicamente en el conocimiento de las villae y de las zonas rurales, en este territorio donde sabemos la poblacin siempre qued un poco alejada de la cultura oficial de Roma; tambin se ha trabajado en la importancia de Alesia y su defensor Vercingetorix frente a Csar; en los talleres broncistas y en las tcnicas del hierro. Por ltimo no podemos olvidar lo mucho que se ha avanzado en el conocimiento, clasificacin y datacin de las necrpolis, tanto de la antigedad tarda como posteriores, y los materiales que ellas proporcionan, recordemos que la arqueologa merovingia en Francia ha conseguido en estos ltimos aos muchos y buenos resultados.

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  • BIBLIOGRAFA

    El ltimo apartado est compuesto por el estudio de la arqueologa industrial, de manos de Serge Benot, inscribindose as en las nuevas tendencias de la investigacin. Esta seccin se ocupa principalmente de la excepcional porcelana de los siglos xvi al xix de la Borgoa, y de las forjas, puesto que la siderurgia fue y sigue siendo un recurso fundamen-tal en la Cte-d'Or.

    La obra se completa con un amplio apartado bibliogrfico, segn los diferentes temas tratados y segn los yacimientos, muy til para profun-dizar en los lugares reseados. Por ltimo debemos resear la amplsima documentacin grfica, desde mapas a dibujos, pasando por numerossi-mas fotografas, que permiten al lector conocer todas las novedades ar-queolgicas de esta rica regin.

    Este volumen, a pesar de ser el catlogo de una exposicin, est dirigido esencialmente a especialistas, arquelogos y prehistoriadores, que encontrarn en l, sin lugar a dudas, un gran utensilio de trabajo. Por ello se edit tambin una obra menos ambiciosa, destinada al gran pblico. No por estar dirigida a unos lectores no especializados, el segun-do volumen que reseamos tiene menor inters. Los autores que lo han realizado, son prcticamente los mismos que los de la obra precedente y efectan una sntesis muy asequible a la arqueologa de esta rica regin de la Borgoa. La segunda parte del volumen est constituida por una serie de fichas de yacimientos, donde se indica el modo de acceso, su historia, su cronologa, sus particularidades, etctera. Estas fichas son sumamente tiles para quien quiera tener un primer contacto con los lugares arqueolgicos de la zona; adems se completan muy bien con las referencias de la primera parte. Cabe destacar la abundante ilustra-cin de este volumen, prcticamente toda a color. Se trata en realidad del primer tomo de una serie que ir saliendo sobre toda la Borgoa.

    Los dos volmenes que hemos reseado, fueron realizados en oca-sin de la exposicin del Museo de Dijon, con mrito particular de Moni-que Jannet-Vallat y sus colaboradores, que tuvieron el valor y el empuje necesarios para llevar adelante un proyecto que poda haber cado en los regionalismos y que, al contrario, ha situado a la Cte-d'Or en el horizon-te de la Prehistoria y de la Arqueologa del occidente europeo.

    GISELA RIPOLL LPEZ

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    MHMED HASSINE FANTAR: Kerkouane, une cit punique au Cap-Bon. Tnez, Maison Tunisienne de l'Edition, 1987. 224 pgs., 151 figs. y 1 plano pl. (24 x 16 cms).

    Si Tnez es un pas arqueolgicamente muy rico, se puede decir que la Pennsula del Cap-Bon es una de sus regiones que puede ser presen-tada como un ejemplo. En ella los descubrimientos son continuos: forta-lezas de Klibia y Ras-ed-Drek, necrpolis pnicas de Menzel Tmine, Klibia y Arg el Ghazouani, y muy especialmente la ciudad pnica de Kerkun (topnimo actual, el antiguo es desconocido). En ella se viene trabajando desde hace un cuarto de siglo bajo la direccin del prof. Fan-tar, autor de la obra que figura en la cabecera de esta nota. En ella sintetiza un buen nmero de libros (incluidos los tres volmenes mono-grficos dedicados a la excavacin del yacimiento (1984-1986) y trabajos anteriores).

    Un primer captulo sirve de introduccin geogrfica e histrica, ha-ciendo cumplida referencia a la historiografa clsica (al parecer la ciudad antigua fue destruida por Agatocles a finales del siglo iv) y la relacin de los descubrimientos contemporneos. Luego se da cuenta del desarrollo de las excavaciones (de 1957 a 1977) y la consolidacin de las ruinas, hoy abiertas a la visita pblica.

    El captulo V est dedicado a la descripcin del urbanismo y de las tcnicas de construccin, desarrollndose ms en el VI, con particular atencin a la arquitectura domstica. Recurdese que antes de la exca-vacin de Kerkun, el urbanismo pnico era muy mal conocido. Los nue-vos descubrimientos de la colina de Byrsa y del sector martimo de Car-tago se efectuaron al mismo tiempo que los de la ciudad del Cap-Bon. Los hallazgos de sta demuestran que la vida urbana se desarroll a partir del siglo vi (entre otras importaciones: cermicas corintias y ticas y copas jnicas del tipo B2). Pero la organizacin urbanstica que ponen al descubierto las excavaciones se levant y estuvo en funcionamiento en un corto perodo que va desde finales del siglo iv hasta mediados del III, en que la ciudad fue incendiada, probablemente en ocasin de la expedicin de Manlius y Regulus de hacia el 256. Antes se crea que Kerkun haba pervivido hasta el trgico final de la ltima Guerra Pnica, pero, en lo excavado, faltan en absoluto las cermicas campanienses.

    Un captulo especial, el Vil, est dedicado a la arquitectura religiosa, en particular al denominado Santuario P, que el prof. Fantar califica as: ... reste le plus grand sanctuaire bat du monde punique dont le plan est tout fait conforme au prototype punique.... Se edific sobre un templo anterior no fechado y el encontrado es anterior a la primera mitad del

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    siglo III. El templo tuvo anexo un taller de coroplastia. Estuvo dedicado al mismo tiempo a Astart o Tanit y a un dios masculino (Baal Hammon, Eshmun o Melqart). Hay, adems, otro edificio religioso, el llamado b-timent aux piliers, con cimientos del siglo vi y perduracin hasta el iii. De dichas construcciones y de otros lugares de la ciudad proceden terra-cotas diversas en las que se pueden distinguir algunas importaciones (por ejemplo, un perfumario de Demeter como los que se encuentran en la costa oriental de Espaa), aunque tambin estn presentes las propia-mente pnicas que tanto hacen pensar en la estatuaria de la isla de Ibiza y de la cultura ibrica.

    La ltima parte de la obra lleva el ttulo de Sociedad y Economa, si bien de esta ltima no puede decirse mucho. Recordando que la ciu-dad tiene 7 hectreas de superficie y 300 casas, se propone una cifra de poblacin de 2.100 habitantes. Estos eran pnicos en el sentido de que pudo haber unos pobladores iniciales de origen fenicio y que lo car-tagins tuvo un notable peso especfico. Pero, a su lado, debi contar mucho la poblacin autctona, o sea lbica. En lo cultural hay que recor-dar, asimismo, la vecindad y los seguros contactos con la Sicilia griega. En realidad, como en todas las ciudades pnicas del Norte de frica, y como dice el profesor Fantar, ... i! y eut mlange de races et de culture et la punicit apparait como une synthse. Estas gentes se enterraban en la vecina necrpolis de Arg el Ghazouani.

    El barrio occidental de Kerkun y una parte de su zona oriental estn an por excavar. Esto hace pensar que esta ciudad, que sin duda fue habitada por mercaderes y artesanos (no hay ninguna muestra de activi-dad agrcola), todava aportar numerosos complementos al conocimiento de lo que era un centro urbano pnico de segundo orden, cuyas relacio-nes con la metrpoli desconocemos.

    GISELA RIPOLL LPEZ

    DOMNGUEZ MONEDERO, A. J.: La polis y la expansin colo-nial griega. (Siglos W//-1//J.Madrid, Ed. Sntesis, 1991, 287 pgs. y 15 figs. (21,5 x 15).

    El libro que aqu reseamos es el volumen sexto de la seccin de-dicada a Historia Antigua en la Historia Universal que publica la Editorial Sntesis y tiene como finalidad bsica el anlisis de la histoha del mundo

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    griego durante el perodo clave comprendido entre los siglos viii y vi a.C, en los que se produce la creacin de la ciudad-estado y el proceso colonizador griego.

    El libro se articula en diez captulos que analizaremos brevemente. En la Introduccin (captulo 1) se presenta una rpida panormica de los logros ms destacados de la civilizacin griega clsica y se seala cmo el precedente de todos ellos hay que buscarlo durante el Arcasmo; igua-mente alude el autor al planteamiento general de la obra e introduce un completo cuadro sinptico de los principales acontecimientos que tienen lugar en el perodo, una tabla de las fundaciones coloniales griegas y sus cronologas respectivas y otra que contiene la cronologa derivada de las cermicas griegas del momento, lo que se demuestra de gran utilidad.

    En el segundo captulo se analiza la situacin de Grecia durante el siglo VIII, plantendose de forma analtica el complejo cmulo de circuns-tancias que confluyeron en el Egeo en esos aos; de entre ellos, desta-can tanto la recuperacin de los contactos entre Grecia y los mbitos orientales (fenicios ante todo) cuanto las consecuencias de ello en la cultura griega; igualmente, aborda el problema de la situacin socio-eco-nmica en Grecia a partir sobre todo del testimonio de los Poemas Ho-mricos y de Hesodo.

    El tercer captulo es uno de los ms importantes del libro, puesto que en el mismo se aborda el complejsimo tema de la configuracin de la polis; el autor procede de forma rigurosamente analtica y empieza por identificar lo que l denomina tendencias centrfugas y tendencias centrpetas, examinando acto seguido una serie de ejes que sirven de puntos de anclaje para esta estructura poltica naciente, entre ellos los centros de reunin y decisin, los santuarios extraurbanos y el papel del hroe; igualmente, describe la sociedad aristocrtica y la tensin existen-te en el seno de la misma entre las dos tendencias enunciadas. A todo ello le aade algunos de los aspectos ya estudiados en el captulo previo (el despegue econmico) y anticipa otros que abordar despus (la inci-dencia de la colonizacin); del conjunto resulta una imagen sin lugar a dudas ampliamente clarificadora del proceso que al tiempo da cuenta de los precedentes e interrelaciones que se dan cita en el proceso. Para completar el captulo distingue entre las diversas manifestaciones ideol-gicas a que da lugar esta polis naciente.

    El captulo cuarto se dedica a la colonizacin griega, que es situada en el contexto que le corresponde, es decir, en relacin con la formacin de la polis. Tras dar cuenta de los mecanismos que determinan esta colonizacin, aborda los diferentes mbitos en los que la misma tiene

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    lugar as como sus consecuencias principales, tanto en el orden extremo (extensin de un esquema poltico a amplias regiones Mediterrneas) cuanto en el interno. Es de destacar la original formulacin de los proble-mas que plantea el autor y que abandona esquemas repetidos hasta la saciedad.

    El captulo quinto, dedicado a siglo vii, aborda gran cantidad de pro-blemas, desde el sentido de la poesa lrica griega hasta la cuestin de las tiranas, pasando por el desarrollo del sistema hopltico, los problemas econmicos y los legisladores griegos, y sin olvidar el reflejo material de ese momento en Grecia; ese siglo se configura, en la visin del autor, como una autntica fase de consoldidacin poltica, econmica, pero so-bre todo jurdica de la polis.

    A partir del captulo sexto, y tal y como el autor anuncia en su intro-duccin, se empieza a prestar atencin ms concreta a los diferentes territorios del mundo griego; as, este captulo se dedica a Atenas en el siglo VI, desde el ascenso y las reformas de Soln hasta la actividad de Clstenes, pasando por la tirana de los Pisistrtidas.

    El captulo sptimo est centrado en Esparta y su peculiar desarrollo poltico y en otras ciudades de la Grecia continental (Corinto, Mgara, Argos, Tebas), mientras que el octavo se dedica a la Grecia del Este y sus principales trasnformaciones polticas.

    En el captulo noveno es de agradecer el inters por los aconteci-mientos polticos en los mbitos coloniales, no siempre adecuadamente tratados en los estudios de conjunto al uso; as, se estudian algunos de los conflictos blicos entre las ciudades de la Magna Grecia, as como los rasgos propios de algunas de las tiranas surgidas en la misma; del mismo modo, se analizan algunos casos de tiranas de Sicilia, y no se olvidan tampoco otros mbitos como el Ponto Euxino, la Cirenaica y el Extremo Occidente, con Masalia y Emporion.

    As pues, en los captulos comprendidos entre el sexto y el noveno, se da una visin relativamente pormenorizada de cmo la idea de la polis es asumida y transformada dentro de cada uno de los estados griegos que acceden a esta forma de gobierno, al tiempo que se sigue observan-do una serie de rasgos comunes, dentro de la diversidad, que es una de las principales caractersticas del mundo griego.

    Por fin, el Eplogo (captulo 10) sintetiza en pocas pginas algunas de las peculiaridaes del modelo de desarrollo socio-poltico del mundo griego.

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  • BIBLIOGRAFA

    La impresin general que el libro nos merece no puede ser ms favora-ble, puesto que al profundo conocimiento del tema por parte del autor se aade la frecuente transcripcin de textos de autores antiguos que son objeto de anlisis y crtica, as como la colacin de los testimonios ar-queolgicos, especialmente importantes para este periodo histrico; en suma, una interesante sntesis sobre este importante perodo histrico de la Antigedad que, al tiempo, plantea algunas visiones de indudable ori-ginalidad.

    La obra se completa con una seleccin de seis textos, uno de ellos comentado, y los otros cinco dotados de una serie de ohentaciones que pueden contribuir a hacer de la misma un importante instrumento de trabajo para aqullos especialmente interesados por el tema; igualmente una seleccin de figuras, especialmente mapas, permiten al lector ubicar los lugares mencionados en el texto; por fin, una bibliografa selecta y, en su mayor parte, compuesta por ttulos recientes que permitir a cual-quier lector interesado ampliar su conocimiento sobre cualquier aspecto concreto de los tratados en la obra, gracias tambin a las referencias puntuales que el autor hace de obras concretas a lo largo de su exposi-cin.

    M.'' PILAR SAN NICOLS PEDRAZ

    SALVADOR ORDEZ AGULLA: Colonia Avgvsta Firma Asti-gi. Monografas del Departamento de Historia Antigua de la Universidad de Sevilla. cija, 1988, 216 pginas y 7 mapas.

    El estudio realizado por Salvador Ordez sobre la Colonia Avgvsta Firma Astigi es el primer trabajo de conjunto que se lleva a cabo sobre este importante centro econmico-administrativo de la antigedad. El he-cho de que no se haya abordado antes una investigacin de este tipo se debe, como apunta el profesor G. Chic en el prlogo, a la complejidad de los aspectos que se deben analizar. El autor ha tenido que afrontar diversos problemas, entre ellos, la escasez de fuentes escritas, la dise-minacin de los hallazgos arqueolgicos, as como la ausencia, hasta aquel momento, de excavaciones en el casco urbano. Recientes exca-vaciones han permitido establecer la hiptesis de la existencia de la As-tigi vetus mencionada por Plinio bajo la actual cija (cerro del Alczar),

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  • BIBLIOGRAFA

    es decir, en el mismo solar sobre el que luego se construira la colonia romana. Los resultados de estas excavaciones, as como de otros hallaz-gos de poca romana y de diversos aspectos de la colonia y de su entorno, fueron presentados en el / Congreso de Historia de Astigi (cija, 1988).

    Este trabajo se inscribe dentro de la lnea de investigacin que abri el profesor Presedo Velo en los aos setenta, que persegua el estudio de todas las colonias de la Btica. Trabajos precedentes con este enfo-que son, por ejemplo, el de J. M. Santero sobre la Colonia lulia Gemella Acci (Habis, 3, 1972, pgs. 203-222) y el de J. M. Serrano sobre la Colonia Augusta Gemella Tucci (Marios, 1987). En estos ltimos aos el profesor Rodrguez Neila ha ampliado esta lnea de investigacin al es-tudio de los municipios, siendo fruto de la misma el trabajo de L. Segura sobre Igabrum (Crdoba, 1988). As pues, una serie de trabajos prece-dentes han establecido poco a poco un mtodo que S. Ordez sigue en su estudio sobre Astigi.

    En el primer captulo, el autor establece que el ro Genil, llamado en la antigedad Singilis, fue el factor determinante del auge econmico de esta capital de conventus, ya que el ro en aquel entonces era navegable hasta cija. Navegabilidad que basa en Plinio (III, 3, 12) y en la posible existencia de un sistema de esclusas a lo largo del ro. Seala adems, el hecho de que en la antigedad el curso del Singilis era menos sinuoso y el hallazgo de unos restos arqueolgicos que podran corresponder a una esclusa. El autor al analizar este tipo de estructuras no apunta la posibilidad de que estas construcciones respondan a algn sistema para poner en movimiento molinos de agua.

    En el segundo captulo aborda el estudio de las pocas fuentes que hacen referencia a la ciudad. Considera excesivo identificar el Eiskadia de Apiano {Ib. 68) con Astigi pues, como es sabido, dicho escritor carece de rigor geogrfico. Respecto al texto de Plinio en el que se menciona Astigi vetus como oppidum liberum, Ordez avanza la hiptesis de que la poblacin hubiese obtenido este privilegio en reconocimiento de los servicios prestados durante la batalla de Munda. Situacin de privilegio que sera confirmada por Augusto al anexionarle una colonia civium Ro-manorum.

    El autor aporta una serie de nuevos datos en lo que respecta a la fundacin de la colonia. Establece que la fundacin tuvo lugar en el ao 14 a. C, durante el viaje que Augusto hizo a Hspanla entre los aos 16 y 13 a. C, en el que se ocup de diversas cuestiones administrativas. Establece as mismo que los veteranos deducidos en la colonia procedan

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    de las legiones // Augusta, VI Victrix y X Gemina. En relacin con esta deductio, Ordez apunta el problema de si las tierras asignadas a estos veteranos fueron o no compradas, debido a la existencia del oppidum liberum. El hallazgo de cuatro nuevas inscripciones confirma la adscrip-cin de Astigi a la tribu Papiria, hecho que ya haba sealado en 1985 R. Wiegels.

    En el captulo tercero, el autor, para intentar establecer los limites del terrtorium de Astigi, juega con la dispersin geogrfica de las inscrip-ciones que hacen referencia a la tribu. Segn Ordez el territorio de la colonia era mayor que el del actual municipio de cija, pues por el oeste inclua La Monclova (Obulcula) y terrenos cercanos a Fuentes de Anda-luca. Debido a las grandes dimensiones del territorio y a partir de dos inscripciones (CIL II, 1478 y 1477) que mencionan a dos praefectus, esta-blece la hiptesis de la existencia de praefecturae, al igual que en Emrita. Respecto a la centuriacin identificada por M. Ponsich en La Luisiana, Or-dez dice que es falsa y que habra que atribuirla a un importante asen-tamiento de colonos en el siglo xviii por Carlos III. Pero Ordez olvida que Campomanes se inspir en la colonizacin romana cuando redact el Fuero de Poblacin en 1767 y por lo tanto no se debe descartar la posibi-lidad de que fuesen aprovechados los ejes de una centuriacin.

    El estudio socio-econmico lo basa en los trabajos de G. Chic sobre las nforas olearias, confirmando que el auge econmico de la colonia tuvo inicio a principios del siglo i d. C, alcanzando un gran esplendor en el siglo III que continu manifestndose a lo largo del siglo ni. Los tituli picti han permitido establecer la existencia de un gran nmero de produc-tores de aceite en esta zona, lo cual podra indicar una tendencia a la pequea y mediana propiedad. Los nombres de los fund permiten apun-tar a un mantenimiento de la estructura socio-econmica prerromana.

    Respecto al corpus de inscripciones astigitanas al final del volumen, el autor advierte que est incompleto. La cartografa incluida no es lo suficientemente ilustrativa y visual, pero en conjunto podemos decir que la obra significa un magnfico paso adelante para el conocimiento de la antigua cija.

    SYLVIA RIPOLL LPEZ

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    MicHLE BLANCHARD-LEME: Recueil general des mosa-ques de la Gaule, II. Province de Lyonnaise, 4. Partie ac-cidntale, cites des Carnutes, Turons, Andcaves, Cno-mans, Diablintes, Namntes. X suplment Gallia, Edi-tions du Centre National de la Recherche Scientifique. Pars, 1991. 149 pgs., LXVI lms., 12 figs. (28 x 22 cm).

    Este volumen es el undcimo de la serie del Recueil general des mosaques de la Gaule, que siempre ha sido considerado como uno de los mejores corpora de mosaicos, sin olvidar los Mosaici antichi in Italia y el Corpus Tunisie. Con gran diferencia, en Espaa se publica el Corpus de mosaicos de Espaa realizado por un equipo dependiente del CSIC.

    El libro de IVl. Blanchard-Leme es el cuarto y penltimo sobre la antigua provincia Lugdunensis y se compone, al igual que el resto de la serie, del inventario de cada uno de los mosaicos realizados por medio de una ficha que integra un anlisis muy minucioso: la historiografa del mosaico, las fotografas, planos y dibujos, adems de una detallada des-cripcin, una bibliografa y la propuesta cronolgica. Componen el volu-men un total de casi 200 mosaicos estudiados por la autora con la cola-boracin de Jean Pierre Darmon, y seis mosaicos medievales estudiados por Xavier Barral i Altet. Estos investigadores son todos ellos sobrada-mente conocidos por sus trabajos realizados en el campo del mosaico antiguo.

    Como se ha dicho se recogen en el inventario todos los mosaicos de la antigua provincia Lugdunensis, concretamente los de su zona occi-dental, lo que fue en el Bajo Imperio la Lugdunensis III, que corresponde esencialmente a la desembocadura y al valle bajo del ro Liger, hoy Loira. Este valle era frontera natural entre la antes citada provincia y la Aquita-nia, y en l se integraban los municipios de Carnutes (Autricum, Char-tres), Turoni (Caesarodunum, Tours), Andecavi (Juliomagus, Angers), Namntes (Portus Namnetum, Nantes), Cenomani (Suindinum, Le Mans) y Diablintes (Noviodunum, Jublains).

    La mayora de mosaicos del Alto Imperio que se recensionan utilizan tramas geomtricas muy clsicas, discretamente polcromas o simple-mente bcromas. Entre ellos destacan los mosaicos hallados en la uilia de Mienne en Marbou, en la de Saint-Rmy-la-Varenne y en la de con-flictiva cronologa de Haute-Goulaine. Tambin los del conjunto termal de Verdes, donde parece que trabaj un taller local o itinerante, al igual que ocurre con los mosaicos tardos de Saint-Martn de Tours, lugar en el que se atestigua un taller mvil de mosastas en el siglo iv. Tambin son remarcables los mosaicos termales de Mans, donde la minuciosa exca-

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    vacin ha permitido obtener fechas arqueolgicas y arqueomtricas. En-tre estos mosaicos del Alto Imperio, cabe citar tambin los de Angers que tienen ciertos paralelismos con los talleres del Rdano pero con una tendencia italianizante.

    Gracias al estudio de conjunto que se ha llevado a cabo, en lo que concierne a la antigedad tarda, se ha podido constatar en esta zona de la Galia una continuidad, que hasta ahora no haba sido detectada. Aun-que no existe una gran homogeneidad en estos pavimentos musivos, lo que s es cierto es que todos provienen de las uillae fechadas entre los siglos IV y vi, momento que coincide con la instalacin de los francos entre el Sena y el Loira. Recordemos tambin que la ciudad de Tours fue visigoda entre el 469-473 y el 507, lo que indujo probablemente a la menor elaboracin de trabajos musivos. Todo ello debe ponerse en rela-cin con las uillae alto imperiales antes citadas, pero bsicamente con la de IVlienne en Marbou, fechada a finales del siglo v o principios del siglo VI, donde se atestigua la existencia de un propietario germnico Steleco gracias a una inscripcin: Ex ofi/cina Fer/roni Flix/ uti Stele/ co. Esta uilla es por tanto anterior a la de Saint-Rmy-la-Varenne, fecha-da a mediados o segunda mitad del siglo vi. Vemos pues efectivamente cmo el hallazgo de tantos mosaicos de la antigedad tarda, hace que tenga que replantearse de nuevo toda la implantacin, bsicamente rural, de esta zona de la Galia.

    Respecto a los mosaicos medievales, estudiados por el profesor Xa-vier Barral i Altet, contamos con los de Saint-fVlartn de Tours y los de Saint-Ours de Loches, fechados en el siglo xi y que son los primeros intentos de colocar mosaicos de pavimento en las grandes iglesias de peregrinaje. De difcil cronologa son los de la Catedral de Sainte-Croix de Orlans, al igual que el extraordinario opus sectile de Saint-BenoTt-sur-Loire. Acerca de este ltimo sabemos que es indudablemente una obra medieval, muy semejante a los pavimentos de Roma del siglo xii. Tambin son excepcionales por su rareza los mosaicos de Germiny-des-Prs, instalados en los muros del oratorio de Teodulfo. Este era obispo de Orlans y abate de Saint-Benot-sur-Loire entre los aos 799 y 818, conocido godo, hombre de letras en la corte de Carlomagno. El estudio llevado a cabo por X. Barral acerca de estos mosaicos murales pone en evidencia muchos de los problemas que existen en el momento de rela-cionar los textos con los restos arqueolgicos, pero llega a aportar solu-ciones tanto estilsticas, como de talleres y de cronologa.

    El volumen del Recueil que recensionamos, es un utensilio de tra-bajo imprescindible para aquellos especialistas que trabajen en el campo del mosaico antiguo en particular, y para aquellos que estudien la civili-

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    zacin romana en general. Tanto el texto como la amplsima documen-tacin de dibujos y fotografas, permiten al lector conocer en profundidad el material que se estudia y paralelizarlo con otros documentos ya publi-cados.

    GISELA RIPOLL LPEZ

    LUIS CABALLERO (ed.): Los bronces romanos en Espaa. Catlogo de la exposicin, mayo-julio de 1990. Madrid, Ministerio de Cultura, 1990, 358 pgs., con numerosas ilus-traciones en color (22,5 x 28 cm).

    Con motivo de la celebracin en Madrid del XI Coloquio Internacional sobre el Bronce Antiguo, entre los meses de mayo y julio de 1990 se exhibi la exposicin Los bronces romanos en Espaa en el Palacio de Velzquez, en el Parque del Retiro de Madrid.

    El volumen Los bronces romanos en Espaa, presenta el catlogo de la mayora de las piezas expuestas en dicha exhibicin y una serie de artculos generales y especficos sobre el tema. La primera parte del libro se compone pues de estos once escritos de especialistas sobre los bron-ces en Hispania. El catlogo, con un total de 348 piezas de las 500 reunidas en las salas de exposicin, es el segundo bloque (pgs. 163-356).

    En esta obra vemos reflejado y resumido el trabajo previo realizado para organizar la exposicin. Dos son las principales finalidades que se desprenden de l: la cultural y la cientfica. Por un lado, se desea mostrar el estado de la cuestin de los objetos en bronce de la Hispania romana, en la Espaa actual. Por otro lado, se pretende avanzar cientficamente en el estudio de estos materiales, sobre todo en las modernas tcnicas de conservacin y en la investigacin, analtica y metdica tanto en conjunto como por separado de las piezas, hechos que sumados con-tribuyen en lograr documentacin nueva en funcin del conocimiento, cada vez lo ms aproximado posible, de la realidad histrica del mundo romano hispnico.

    A partir del examen detallado de cada documento, con una breve explicacin y una fotografa en color, se transmite la importancia, como unicum, de los bronces del mundo romano. Las maravillosas piezas ex-

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    hibidas han sido catalogadas segn tres criterios: Actividades Pblicas, Actividades privadas y Actividad econnnica (desde los grandes pa-neles de las leyes municipales o las estatuas divinas al finsimo instru-mental mdico o los sellos en forma de caballo). Todo ello proporciona al lector, o al espectador, un mejor conocimiento y aprecio por los objetos antiguos y su mundo, muy posiblemente para algunos hasta enton-ces desconocido. Gracias a este amplio abanico de piezas, tanto por su tipologa como por su cronologa, se da una idea no falseada de la civili-zacin romana, dejando vislumbrar la estrecha relacin existente entre la antigedad y la actualidad, siempre salvando las distancias.

    Los estudios que preceden al catlogo, son introducidos por el arti-culo Los bronces romanos de Hispania de Javier Arce. En ellos se tratan aspectos puntuales, dando todos ellos, al estar reunidos en dicho volumen, una visin general y a la vez especializada del estudio cientfico de los bronces romanos en Hispania. Claude Domergue, Walter Trillmich y Julin Gonzlez analizan respectivamente la minera, los retratos y los bronces jurdicos. Otros artculos se refieren a problemas ms concretos y centran su discurso en determinadas zonas de la antigua Hispania: Isabel Roda sobre la Hispania Citerior; Pedro Rodrguez Oliva acerca de la Btica y la Lusitania; y Trinidad Nogales Basarate sobre Augusta Eme-rita. En ellos se muestra el estado de la cuestin con numerosa bibliogra-fa actualizada que complementa y ampla el listado bibliogrfico general del volumen (pgs. 345-356). Dos artculos tratan sobre los bronces en la antigedad tarda: el de ngel Fuentes y el de Pere de Palol. En ltimo lugar la Sociedad Civil de Restauracin Arqueolgica (SOCIRA) explica las dificultades y los avances efectuados en La conservacin y restau-racin del bronce, aspecto tambin expuesto con fotografas ilustrativas en las salas del Parque del Retiro.

    Pedro Rodrguez Oliva en la primera de sus aportaciones El "bron-ce perdido" de la Espaa Romana (pgs. 63-70), expone el espritu compartido un poco por todos los investigadores que contribuyen en este volumen, al dedicar sus pginas a la antigua y ms comn problemtica surgida para con los bronces: la continua prdida de estos objetos a causa de su reutilizacin. Ya en el mundo romano numerosos autores como Procopio de Cesrea, Dion Casio, Plinio o Juvenal, nos hablan de la reconversin del bronce para acuar moneda, convertirlo en proyecti-les, etctera. Isidoro de Sevilla (Etim. XVI, 20,4), por ejemplo, a propsito del apelativo de bronce de Corinto hace alusin a la costumbre vasta-mente extendida y que tambin era ejercida por los talleres visigodos en Hispania, al recordarnos la conquista de Corinto por Anbal: Nam dum hanc civitatem (Corinthum) Hannibal cepisset, omnes statuas aeneas et

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    ureas et argnteas in unum rogum congessit et eas incendit: ita ex hac commixtione fab sustulerunt et fecerunt parapsides.

    MARTA DARDER G-Z-LISSON

    JAVIER NIETO PRIETO; ANNA MARA PUIG GRIESSENBERGER; ANTONIA ALAMINOS EXPSITO; ALBERT MARTN MENNDEZ; MARCEL PUJOL HAMELINK; HUG PALOU MIGUEL; y SERGI CO-LOMER MART: Excavacions arqueolgiques subaqutiques a Cala Culip, I.Gerona, Generalitat de Catalunya i Diputa-do de Girona, 1989.Centre d'Investigacions Arqueolgi-ques de Girona, serie monogrfica, nm. 9.346 pgs. y 191 figs. (30x21 cms.).

    Desde 1984 hasta 1988, Cala Culip, en la fachada norte del Cabo de Creus, ha sido escenario de una de las ms importantes excavaciones arqueolgicas subacuticas realizadas hasta ahora en la Pennsula Ibri-ca. Los trabajos han estado dirigidos por Javier Nieto Prieto, arquelogo de nombre muy prestigioso en los ambientes nacionales e internacionales de esta especialidad. Adems de los autores que firman este primer es-tudio-memoria, y como se consigna en las pginas iniciales de la misma, con Javier Nieto han colaborado nueve especialistas para cuestiones concretas, junto con 73 submarinistas que durante dichos aos se han iniciado all en las tcnicas de la exploracin arqueolgica subacutica.

    Esta publicacin, la primera de una serie que estar dedicada a los pecios de Cala Culip, se presenta como preliminar pero es ya el estu-dio muy avanzado del magnifico conjunto romano del siglo i de la era de Culip IV y el de la nave mulsumana, o cristiana, con cargamento andalu-s, del siglo xiv de Culip VI. Con un importante aparato grfico, se pre-sentan pues los primeros resultados del estudio y algunas conclusiones. Hay que agradecer a Javier Nieto la rapidez con que se da a conocer esta amplia informacin.

    La abrupta geografa del Cabo de Creus y su difcil navegacin die-ron lugar a numerosos naufragios a lo largo del tiempo. Por ello son numerosos los pecios descubiertos en sus estrechas calas. La expolia-cin de los mismos desde el descubrimiento de la escafandra autnoma han sido constante, llegando al saqueo casi total de pecios como Culip I y Culip III, ambos con un cargamento de nforas de tipo Pascual I.

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    Culip IV es una nave de la poca de Vespasiano que llevaba un cargamento de aceite en nforas Dressel 20 y diversos materiales cer-micos. El pecio se halla a 7 m de profundidad. El estudio detallado ha permitido establecer una verosmil hiptesis de la forma en que se pro-dujo en naufragio (choque violento contra las rocas) y la formacin del yacimiento con la consiguiente dispersin de los materiales. La metodo-loga es la normal en estos casos, pero llevada con una gran exigencia y minuciosidad, o sea, bsicamente, la instalacin de una retcula con sectores y cuadros que fue instalada despus de ser retirada una gruesa capa de raices de posidonias. Tambin se exponen las tcnicas aplica-das a la estabilizacin y conservacin de los materiales arqueolgicos (cermicas, metales y materias orgnicas).

    Ms de 130 pginas ocupan el estudio del cargamento cermico de la nave: 76 nforas olearias del tipo Dressel 20; 1.974 vasos como mni-mo de trra sigillata sudglica de las formas Hermet 1 y Drag. 36, 35, 27, 15/17, 24/25 y 18; 729 vasos decorados como mnimo de las formas Drag. 29 y Drag. 37, y 24 vasos de la forma Dchelette 67; al menos 1.475 piezas de cermica de paredes finas, de las formas XXXV, XXXVII, XXXIX, XLII, XL y XXXVIII de Mayet; y unas 42 lucernas (160 fragmentos identificados). Algunos otros materiales cermicos, ms heterogneos, deban formar parte de los objetos usados por la tripulacin. Cada una de las especies cermicas sealadas es objeto de un cuidadoso anlisis tipolgico, sacndose sustanciales conclusiones; por ejemplo, para las nforas Dressel 20, el origen del cargamento de aceite (las piezas pro-bablemente fabricadas en los hornos de Arua, en el Guadalquivir), la distribucin geogrfica de esta forma y la difusin del aceite btico en poca flavia. Tambin se seala la densidad de cada especie en las cuadrculas del pecio, con indicacin del nmero de kilogramos de cada una halladas en los respectivos cuadros.

    Pero, donde la investigacin alcanza su cnit es en las pginas de-dicadas a las sigillatas lisas y decoradas. Las 1.974 piezas no decoradas pertenecen slo a siete de las formas corrientes, que, ahora, gracias a Culip IV, se pueden considerar coetneas. De los 753 vasos decorados, 361 pertenecen a la forma Drag. 29, 369 son de la Drag. 37, y 24 de la Dchelette 67. Este extraordinario conjunto, correspondiente a tres for-mas, de fabricacin en un mismo momento y de un nico centro de producccin que es La Graufesenque, es de una gran importancia y el da que esperamos cercano que se publique en detalle constituir un punto de referencia ineludible para los estudios arqueolgicos del siglo i de la era. En los 19 vasos publicados en la ilustracin se puede compro-bar la necesaria lentitud de su dibujo, que justifica su ulterior publicacin. De momento ya se avanza en el estudio de los vasos procedentes de un

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    mismo molde, los sigilla (con predominio, 192 piezas, de VIRTHV), la distribuccin de las piezas Drag. 29 y Drag. 37 en la nave, el volumen de la carga de sigillata decorada y una notable sntesis titulada Conjunto de produccin y conjunto de comercializacin. Como aplicacin concreta de este ltimo concepto, en el cap. V se vuelve a los 58 sigilla diferentes que permiten muchas precisiones sobre la mancomunidad (con razn J. Nieto se resiste a utilizar la voz cooperativa por su connotacin moderna) de alfareros de La Graufesenque.

    Los captulos VI y Vil estn dedicados a los objetos propios de la nave y de la tripulacin, as como a la descripcin de la embarcacin propiamente dicha. Por las dimensiones del pecio, de forma aproximada, se atribuye a la nave un tonelaje de 7.776 kilogramos, o sea 7,94 tone-ladas, cifra que coincide con las ocho como mnimo que se haba calcu-lado para la carga.

    Por ltimo, en los captulos VIII, IX y X, se examinan el volumen y la disposicin del cargamento y su reconstruccin hipottica, el puerto de origen (Narbona) y la fecha del naufragio (entre los aos 69 y 79; entre los ms de 100.000 fragmentos de este yacimiento, slo hay uno de sigillata marmorata), as como la ruta de la nave y el origen del car-gamento, estableciendo una interesante hiptesis de trabajo acerca de la organizacin del comercio naval durante el siglo i d. C. Cuatro anexos completan el texto que hasta aqu hemos intentado resumir: la pradera de Posidonia ocenica que cubra el pecio; la identificacin de las ma-deras del forro y de las cuadernas (pino) y las de las llaves y clavijas del forro (olivo); algunas muestras de fauna (cerdo, ovicprido y bvido); y los restos carpolgicos (melocotn y aceituna).

    La segunda parte del volumen (pgs. 259-339) est dedicada al es-tudio de Culip VI, que yace a slo 15 metros de Culip IV. Se trata de una memoria preliminar pues la exploracin total ha sido aplazada hasta que se acaba el estudio de los materiales de Culip IV. Despus de un choque similar al de esta ltima, la nave qued a una profundidad de 4,5/5 me-tros (probablemente con parte del palo mayor fuera de la superficie), lo que hizo que el precio se viera afectado por el movimiento martimo, aunque atemperado por la capa de posidonias.

    Las cermicas vidriadas de este pecio de Culip VI han sufrido los efectos de la prolongada inmersin en agua salada. Para su clasificacin, descripcin y catalogacin se ha partido de la sistematizacin de la ce-rmica rabe mallorquna establecida por G. Rosell-Bordoy y de la de A. Bazzana de 1979. Con dicha base se examina las diferentes series propiamente musulmanas (malagueas y granadinas), planteando el

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    problema de su nomenclatura. Tambin se presentan algunas cermicas del Languedoc y otras de procedencia indeterminada.

    A partir de dicho anlisis ceramolgico, se intenta, provisionalmente, situar a Culip VI en el espacio y en el tiempo. Para la cronologa, con el uso de los correspondientes paralelos, se establece una datacin dentro del siglo xiv. Se piensa en Mlaga como punto de origen del viaje de esta nave que demuestra el comercio entre el reino granadino y los puer-tos del golfo de Len.

    En estudios individualizados se estudian: un peine bilateral de ma-dera en buen estado de conservacin; los restos faunsticos (quidos, ovicpridos, cerdos y bvidos), con una novedosa nota sobre la dieta alimentaria de los marinos medievales; los restos carpolgicos (pinas, almendras, avellanas, nueces, etc.); y un primer anlisis de la arquitec-tura naval a partir de los conocimientos que tenemos sobre esta tcnica en el Mediterrneo medieval, no muy abundantes hasta el momento. Esta parte, muy detallada, se refiere a la parte del casco descubierta hasta la campaa de 1988, incluido el lastre, que ha podido ser analizado.

    Gracias a Javier Nieto y su equipo contamos ahora con la esplndida monografa de la primera excavacin completa de una nave romana (Culip IV) realizada en la costa catalana. Lo ser asimismo, para la poca medieval y para cuando termine su excavacin, la de Culip VI. La enorme masa de material recogido y estudiado, hace que este volumen y los que lo continuarn, constituyan un hito para la arqueologa de ambos pero-dos. El tratarse de conjuntos cerrados les da una importancia extraor-dinaria para la tipologa cermica y, por tanto, para la cronologa. No podemos ms que, felicitando calurosamente a los autores, hacer votos para que pronto aparezcan otros volmenes de esta serie.

    GISELA RIPOLL LPEZ

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    BRIGITTE BOISSAVIT-CAMUS; JEAN-CLAUDE PAPINOT; y JEAN-PiERRE PAUTREAU: Civaux, Des origines au Moyen Age. Prefacio de Marc Gauthier. Poitiers, Electricit de France, 1990. 120 pgs. con ilustr. en b.n. y color (31 x 23 cms).

    Esta es la historia de un tramo de ro Vienne (regin de Poitou-Charentes), el del pueblo de Civaux, desde una lejana Prehistoria de 350.000 aos hasta la construccin de una central nuclear promovida hogao por la empresa Electricit de France. Los muy extensos trabajos para la instalacin de esta, han dado lugar a una impresionante serie de hallazgos arqueolgicos con un amplio espectro cronolgico.

    Pero, Civaux ya contaba con una historia arqueolgica en la que destaca una sorprendente necrpolis de la alta Edad Media, con seis o siete mil tumbas. Tan singular conjunto dio incluso nacimiento a una le-yenda. El enorme cementerio habra nacido de una lluvia de sarcfa-gos, caldos del cielo despus de la batalla que enfrent a Clodoveo con el rey visigodo Alarico el ao 507, narrada por Gregorio de Tours. La ubicacin de dicho episodio blico en el viejo vicus romano de Civaux sera parte de la leyenda. La importancia de este imponente campo ci-miterial se debe en realidad a la probable existencia de una baslica ad sanctos. Esta y otras historias que en los comienzos del libro son evo-cadas hacen que se puedan hablar del valle del Vienne como de un pas de leyendas, por ejemplo las muy interesantes relacionadas con el culto a un San Silvano.

    El enigma de Civaux, o sea su cementerio merovingio, llam la atencin de numerosas eruditos de los siglos xviii y xix: la cantidad de sacrfagos, sus formas, su fecha, su decoracin, las escasas inscripcio-nes, su fabricacin, la identidad de los inhumados, etc. fueron discutidos y analizados. Rebasada la mitad del presente siglo, F. Eygun emprendi los primeros trabajos regulares. Ahora, en los ltimos aos, la construc-cin de la central nuclear ha dado lugar a una importante serie de exca-vaciones de salvamento de yacimientos que van desde la Edad del Bron-ce hasta la poca medieval.

    Lo sealado hasta aqu se refiere a la pimera parte de la obra. Esta continua con tres bloques cuyo contenido sealaremos. En ellos se parte del conocimiento general de la regin para luego referirse a los hallazgos concretos de la zona de Civaux. En la parte titulada el valle del Vienne, un lugar privilegiado en los tiempos prehistricos, se renen de forma divulgativa las informaciones proporcionadas por diversos yacimientos. Alguno de ellos muy famoso, como la cueva de La Marche, en Lussac-les-Chateaux, a poco ms de seis kilmetros en lnea recta de Civaux,

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    con SU millar y medio de piedras grabadas magdalenienses (varios milla-res de representaciones, entre ellas un centenar de figuas humanas), conjunto a cuyo estudio dedic muchos aos el difunto Dr. Len Pales. En la misma cueva se produjo el pasado ao 1990 ei hallazgo del r-seau G. Martn, con representaciones parietales de mamuts, caballos y signos. Subrayemos, entre las investigaciones de los ltimos aos, las que corresponden a una decena de misteriosas estructuras de combus-tin con piedras quemadas del lugar de Les Claireaux, probablemente de uso culinario y de edad neoltica. Y, entre muchos otros restos, los recin-tos funerarios de la Edad del Bronce detectados por la fotografa rea con infrarrojos, o las necrpolis de la Edad del Hierro, todo ello con las correspodientes excavaciones.

    Otro bloque se presenta con el epgrafe en tiempos de los galo-romanos, viviendas, templos y tumbas de piedra. Como toda la Galla, el Poitou fue una regin profundamente romanizada, recurdese, por ejemplo, el no lejado conjunto de Sanxay. El caso del vicus de Civaux es ms difcil de explicar por habrsele superpuesto la poblacin medieval y moderna. Con todo, se han descubierto restos de importantes edificios, zonas residenciales, hornos de ceramistas y necrpolis. Entre aquellos destacan el teatro de La Croch, an por excavar, y el santuario (un fanum de poca romana avanzada) de la plaza de la iglesia.

    La ltima parte lleva el ttulo: los tiempos medievales, cohabitacin de los hombres, los muertos y su dios. El cristianismo se implant en la regin durante el siglo iv, con sede episcopal en Poitiers. Este obispado dependa del metropolitano de Burdeos, capital de la Aquitania Segunda. Las parroquias constituan las clulas bsicas y una de ellas, con el importante cementerio ya aludido, en su fase antigua, era la de Civaux. Su templo, dedicado a los santos mrtines Gervasio y Protasio, en su estado actual es de poca merovingia y contaba con un baptisterio con su piscina. El bside merovingio, incluido en la construccin en uso, ha sido restaurado recientemente. En este bside se descubri en 1865 una estela funeraria en la que bajo un crismen con alfa o omega se lee Aeternalis et Servilla vivatis in Deo, que es del siglo iv y atestigua la antigedad de la cercana necrpolis. Con motivo de los trabajos en la regin, repetidamente citados, se ha descubierto otro cementerio mero-vingio de un centener de tumbas con interesantes objetos funerarios en el lugar de Cubord-les-Claireaux. A continuacin tambin se hace amplia referencia a la arqueologa carolingia y propiamente medieval de la zona: talleres de cermica, construcciones campesinas, la torre-castillo de Cog-nons, la refaccin romnica de la iglesia de Civaux con hermosos capi-teles, etc.

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    La obra se cierra con una extensa bibliografa en la que se incluyen los numerosos trabajos publicados por diversos investigadores que han trabajado en esta operacin de salvamento. Se anuncia que a esta pu-blicacin preliminar seguirn siete volmenes de carcter monogrfico para dar a conocer aspectos concretos de las excavaciones.

    Desgraciadamente, la arqueologa de salvamento se practica muchas veces de forma demasiado apresurada. Civaux no es el caso; ms bien todo lo contrario. Los arquelogos han podido contar con todos los me-dios y el tiempo necesario para realizar una labor eficaz. Por ello hay que felicitarles y especialmente a los coordinadores y autores de la pre-sente obra. Al propio tiempo hay que emplazarles a una pronta publica-cin de las monografas correspondientes que esperamos poder recensio-nar en estas pginas.

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