hegel georg - ciencia de la logica- libro i

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  • 8/14/2019 Hegel Georg - Ciencia de La Logica- Libro I

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    La presente edicin fue digitalizada en las bellastierras del muy distante y espacioso reino deKollasuyu; durante los primeros, calurosos y febrilesdas del mes de diciembre del ao 568 del quinto sol,del nuevo imperio de Tawantinsuyu.

    L i b e r a l o s L i b r o s

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    INTRODUCCIN

    CONCEPTO GENERAL DE LA LGICA

    EN LA lgica ms que en ninguna otra ciencia se siente lanecesidad de comenzar por el objeto mismo, sin reflexionespreliminares. En cualquier otra ciencia el objeto de la mismay el mtodo cientfico se diferencian uno del otro; a la vezque el contenido no constituye un comienzo absoluto, sinoque depende de otros conceptos y mantiene conexin a sualrededor con otras materias. Por eso a dichas ciencias les

    est permitido hablar tanto de su fundamento y de sus cone-xiones como tambin del mtodo slo por lemas; puedenadoptar directamente las formas de las definiciones presupues-tas como conocidas y aceptadas, y servirse de la manera or-dinaria de razonar para establecer sus conceptos generales ysus determinaciones fundamentales.

    La lgica, al contrario, no puede presuponer ninguna deestas formas de la reflexin, o reglas y leyes del pensamiento,pues ellas constituyen una parte de su contenido propio y

    tienen que ser primeramente fundamentadas en la lgicamisma.Pero no slo la exposicin del mtodo cientfico pertenece

    al contenido de la lgica, sino tambin el concepto mismo dela ciencia en general, y ste constituye exactamente su resul-tado ltimo. Por eso ella no puede decir previamente lo quees; slo su completa exposicin proporciona este conoci-miento de ella misma, como su fin y conclusin. De la mis-ma manera su objeto, el pensamiento, o con ms determina-

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    58 CIENCIA DE LA LGICA

    cin, el pensamiento que concibe, es tratado esencialmentecomo parte intrnseca de ella; el concepto de este pensamien-to se engendra en el curso de la lgica y no puede por eso

    proporcionrselo previamente. En consecuencia, lo que enesta introduccin se expresa preliminarmente no tiene elpropsito de fundamentar el concepto de la lgica o de jus-tificar de antemano cientficamente su contenido y mtodo,sino que quiere, por medio de algunas aclaraciones y refle-xiones, entendidas en el sentido del razonamiento y de laexposicin histrica, acercar a nuestra representacin el puntode vista desde el cual esta ciencia tiene que ser considerada.

    Al aceptar que la lgica sea la ciencia del pensamiento engeneral, se entiende con ello que este pensamiento constituyela pura forma de un conocimiento, que la lgica hace abs-traccin de cualquier contenido y que el llamado segundoelemento, que pertenecera a un conocimiento, es decir lamateria, debe ser ofrecido trayndolo de otra parte. De estemodo la lgica, como si esta materia fuera del todo indepen-diente de ella, debera presentar slo las condiciones forma-les del conocimiento verdadero, sin contener por s mismala verdad real; y tampoco podra ser el camino para alcanzarla verdad real, justamente porque el elemento esencial dela verdad, esto es el contenido, se encontrara fuera de ella.

    Pero, en primer lugar, es inapropiado decir que la lgicahace abstraccin de cualquier contenido, que ensea slolas reglas del pensar, sin penetrar en lo que ha sido pensado,y sin poder considerar su naturaleza. Puesto que son el pen-samiento y las reglas del pensar los que deben constituirsu objeto, en stos tiene la lgica su contenido caracters-tico inmediato, y en ellos tiene tambin aquel segundo ele-mento del conocimiento, a saber, una materia, de cuya na-turaleza debe preocuparse.

    En segundo lugar, las representaciones, sobre las que has-ta ahora en general se asentaba el concepto de la lgica, sehan extinguido en parte; ya es tiempo que desaparezcan deltodo, y que el punto de vista de esta ciencia sea concebidode modo ms elevado, y adquiera una forma totalmentemodificada.

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    INTRODUCCIN 9Hasta ahora el concepto de la lgica se fundaba sobre la

    separacin dada de una vez para siempre en la concienciaordinaria, del contenido del conocimiento y de la formade ste, es decir, en la separacin de la verdad y la cer-teza. Se presupone ante todo que la materia del conocimien-to existe como un mundo acabado, en s y por s, fuera delpensamiento; que el pensamiento por s es vaco y que se aa-de como una forma extrnseca a aquella materia, se llena deella, y solamente entonces adquiere un contenido y se con-vierte as en conocimiento real.

    Luego, estos dos elementos p u e s segn este modo de vertienen que presentarse en la relacin de elementos, y el cono-cimiento se compondra de ellos de un modo mecnico, oa lo sumo qumico estn colocados en el siguiente ordenjerrquico: el objeto es algo por s completo, acabado, ypara su realidad puede prescindir (en absoluto) del pensa-miento; el pensamiento, por lo contrario, es algo imperfecto,que necesita completarse primero con una materia y amol-darse a ella como una forma blanda, indeterminada. La ver-dad consiste en la concordancia del pensamiento con el ob-

    jeto; y, a fin de producir esta concordancia ( p ue s ella noexiste en s y por s) el pensamiento debe ajustarse y aco-modarse al objeto.

    En tercer lugar, dado que la diversidad entre la materiay la forma, entre el objeto y el pensamiento no es dejadaen aquella nebulosa indeterminacin, sino que es concebidade manera ms determinada, deben los dos constituir esfe-ras distintas. Por consiguiente el pensamiento, cuando apre-

    hende y forma la materia, no sale fuera de s mismo; su actode aprehender [la materia] y amoldarse a ella no es sinouna modificacin de l mismo, sin que por esto l se vuelvaotro diferente de s mismo; y la determinacin autocons-ciente pertenece, no obstante, solo a l [al pensamiento]. Demodo que, an en su relacin con el objeto, el pensamientono sale fuera de s mismo hacia el objeto: ste sigue siendo,como una cosa en s, absolutamente un ms all del pensa-miento.

    Estas opiniones sobre la relacin entre sujeto y objeto ex-

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    INTRODUCCIN 61real idad, y que la razn, al permanecer en s y por s, creaslo quimeras. Era este renunciamiento de la razn a s mis-ma el concepto de la verdad se pierde, y ella se ve restrin-

    gida a reconocer slo la verdad subjetiva, la apariencia, estoes slo algo a lo que no corresponde la naturaleza del obje-to. As el saber vuelve a reducirse a opinin.

    Sin embargo, esta direccin tomada por el conocimiento,que aparece como una prdida y un retroceso, tiene funda-mentos profundos, sobre ios que reposa en genera! la ele-vacin de la razn en el espritu superior de la modernafilosofa. Vale decir que el motivo de esta representacin,que se ha generalizado, tiene que ser buscado en la obser-vacin de la necesaria contradiccin de las determinacionesdel intelecto para consigo mismas. La mencionada refle-xin consiste en lo siguiente: superar lo concreto inmedia-to, determinarlo y dividirlo. Pero tal reflexin debe tam-bin superar sus determinaciones divisorias, y ante todo, tie-ne que relacionarlas mutuamente. Pero desde el punto devista de establecer esta relacin surge su contradiccin. Estarelacin de la reflexin pertenece en s a la razn; elevarsesobre aquellas determinaciones, hasta alcanzar a conocer elcontraste contenido en ellas, es el gran paso negativo haciael verdadero concepto de la razn.

    Pero esta investigacin, si no se realiza de manera acaba-da, cae en el error de presentar las cosas como si la raznestuviera en contradiccin consigo misma; no se da cuentade que la contradiccin es j us tamente la elevacin de larazn sobre las limitaciones del intelecto y la solucin de lasmismas. En vez de dar el lt imo paso desde aqu hacia loalto, e! reconocimiento de que las determinaciones del in-telecto no son satisfactorias ha vuelto a refugiarse en la exis-tencia sensorial, creyendo hallar en ella un objeto slido yacorde. Como, por otro lado, este conocimiento sabe queslo es el conocimiento de las apariencias, admite sin dudasu carcter insatisfactorio, pero al mismo tiempo presuponeque si no. es posible conocer correctamente las cosas en s,por lo menos puede conocrselas en la esfera de los fenme-nos, como si justamente slo la especie de los objetos fuera

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    62 CIENCIA DE LA LGICA

    diferente, y slo una especie formara parte del conocimien-to, es decir, no las cosas en s, sino la otra especie, la de losfenmenos. Igual que si a un hombre se le reconociera la

    capacidad de tener un criterio correcto, pero con el agre-gado de que es incapaz de comprender nada que sea verda-dero, sino slo lo que es no verdadero. Si es absurdo eso,igualmente absurdo es un verdadero conocimiento, que noconoce el objeto tal cual es en s.

    La crtica de las formas del intelecto tuvo el resultadomencionado, es decir, que dichas formas no tienen aplica-cin alguna a las cosas en s. Esto puede tener slo un sen-tido, que estas formas en s mismas son algo no verdadero.

    Pero en cuanto se contina considerndolas de valor parala razn subjetiva y para la experiencia, la crtica no efectuninguna modificacin en ellas mismas, y las deja valederaspara el sujeto con la misma configuracin con que antes va-lan para el objeto. Pero, si son insuficientes para la cosa ens, el intelecto a quien deberan pertenecer, tendra que con-siderarlas menos satisfactorias todava y negarse a acomo-darse a ellas. Si no pueden ser determinaciones de la cosa e r >s, mucho menos pueden ser determinaciones del intelecto,

    al que habra que reconocer por lo menos la dignidad de unacosa en s. Las determinaciones de lo finito y de lo infinitoestn en el mismo contraste, ya se apliquen al tiempo y alespacio o al mundo, ya se las consideren como determina-ciones dentro del espritu, tal como el negro y el blancodan un color gris, tanto cuando se unen sobre una paredcomo cuando se los mezcla en la paleta. Si nuestra represen-tacin del mundo se disuelve cuando se le atribuyen las de-terminaciones de lo finito y del infinito, con ms razn elpropio espritu que contiene a ambas resulta algo contradic-torio en s mismo, que se disuelve en s. No es la naturalezade la materia o del objeto a la que se aplican aquellas deter-minaciones o en que estn contenidas, la que puede consti-tuir una diferencia; en efecto, el objeto contiene en s lacontradiccin slo por medio de esas determinaciones y se-gn ellas.

    De manera que dicha crtica ha alejado las formas del

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    INTRODUCCIN 63

    pensamiento objetivo slo del objeto, pero dejndolas enel sujeto tal como las encontr. Es decir, que no ha consi-derado estas formas en s y por s, conforme a su peculiar

    contenido, sino que las ha aceptado como un lema, direc-tamente de la lgica subjetiva; por lo tanto no puede ha-blarse de una deduccin de las formas en s mismas, o deuna deduccin de ellas como formas lgicas subjetivas; nimucho menos se puede hablar de su consideracin dia-lctica.

    El idealismo trascendental, desarrollado consecuentemen-te, reconoci la nulidad de este espectro de la cosa en s,que la filosofa crtica dej subsistir; reconoci la incon-sistencia de esta sombra abstracta, separada de todo conte-nido, y se propuso su destruccin completa. Esta filosofacomenz tambin por permitir a la razn que expusiera susdeterminaciones deducindolas de s misma. Pero la posi-cin subjetiva de dicha tentativa no le permiti cumplir supropsito. Luego esta posicin, y con ella tambin todocomienzo y elaboracin de la ciencia pura fueron aban-donados.

    Pero tal como se la comprende ordinariamente, la lgicaest tratada sin atencin alguna para su significado metaf-sico. Sin duda que, en las condiciones en que todava se en-cuentra, no tiene esta ciencia un contenido de tal especie,que pueda ser vlido como realidad y como cosa verdaderaen la conciencia comn, lo que no significa que sea unaciencia formal, desprovista de una verdad sustancial. Sinembargo, no debe buscarse el dominio de la verdad en aque-lla materia que falta en dicha ciencia, y a cuyo defecto suele

    atribuirse su carcter insatisfactorio. La carencia de conteni-do de las formas lgicas se encuentra ms bien slo en la ma-nera de considerarlas y tratarlas. Cuando son consideradascomo determinaciones firmes, y por ende desligadas, en lu-gar de ser reunidas en una unidad orgnica, son formasmuertas, donde ya no reside el espritu, que constituye suconcreta unidad viviente. Por eso carecen de contenidoslido, esto es de una materia, la que sera en s misma uncontenido valedero. El contenido de que carecen las formas

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    64 CIENCIA DE LA LGICA

    lgicas, no es ms que una base firme y una concrecin deaquellas determinaciones abstractas; y esta esencia sustan-cial suele buscarse para ellas en su exterior. Pero la misma

    razn lgica es lo sustancial o real, que contiene en s todaslas determinaciones abstractas, y constituye su unidad slida,absolutamente concreta. En consecuencia, no se necesitababuscar muy lejos lo que se acostumbra a llamar materia.Si la lgica parece carente de contenido, no es cu lpa de suobjeto, sino slo de la manera cmo ese objeto est concebido.

    lista reflexin nos aproxima a la exposicin del punto devista desde el cual hay que considerar la lgica, a mostrarhasta donde ste se distingue de las maneras de tratar esta

    ciencia empleadas hasta ahora y es el nico punto de vistaverdadero desde el cual la lgica tiene que ser consideradaen el futuro.

    En la Fenomenologa del Espritu (Bamb. y Wrzb.,1807) he representado a la conciencia en su movimientoprogresivo, desde su primera oposicin inmediata respectoal objeto, hasta el saber absoluto. Este camino pasa a tra-vs de todas las formas de las relaciones de la concienciacon el objeto, y tiene como su resultado el concepto dela ciencia. Este concepto pues, no precisa aqu justificacinalguna (si prescindimos del hecho que surge dentro de lalgica misma) porque ya la obtuvo en la misma Fenomeno-loga; ni tampoco es susceptible de ninguna justificacin queno sea su produccin por medio de la conciencia, cuyaspropias formas se resuelven todas en aquel concepto, comoen su verdad. A lo sumo una fundamentacin razonadao una explicacin del concepto de ciencia puede lograr quedicho concepto sea llevado ante la representacin y que se

    alcance de l un conocimiento histrico. Pero una defini-cin de la ciencia, o ms exactamente de la lgica, tiene suprueba slo en aquella necesidad de su nacimiento. La defi-nicin, con la cual una ciencia cualquiera inicia su comien-zo absoluto, no puede contener ms que la expresin deter-minada y metdica de lo que uno se representa, de modoconvenido y notorio, como el objeto y fin de la cienciamisma. Que justamente uno se lo represente de esta mane-

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    INTRODUCCIN 65

    ra, es una aseveracin histrica por la cual puede uno re-ferirse nicamente a tal o cual hecho reconocido, o precisa-mente expresarla slo como un deseo de que tal o cual

    hecho tenga valor de hecho reconocido. Pero ocurre sincesar que ora aqu ora all se alegan casos y ejemplos deacuerdo con los cuales en tal o cual expresin debe enten-derse algo ms y distinto, y por lo tanto incorporarse en sudefinicin una determinacin ms particular o ms general,y segn ellas orientar la ciencia. Depende entonces del razo-namiento el determinar cules han de ser incorporadas oexcluidas; y con qu lmites y amplitud; pero al razonamien-

    to mismo se le abre la ms variada y mltiple forma de dis-currir, a la que, en definitiva, slo el arbitrio puede darconclusin mediante una determinacin firme. Con esteprocedimiento de empezar una ciencia por su ;^fnicin,no es preciso que se exponga la necesidad de su objeto, ypor lo tanto la de la ciencia misma.

    El concepto de la ciencia pura y su deduccin son presu-puestos en el presente tratado, por cuanto la Fenomenologadel espritu no es ms que la deduccin de este concepto.

    El saber absoluto es la verdad de todas las formas d e la con-ciencia, porque, como result de aquel desarrollo suyo, sloen el saber absoluto se ha resuelto totalmente la separacinentre el objeto y la certeza de s mismo, y la verdad seigual con esta certeza, como sta se igual con la verdad.

    La ciencia pura presupone en consecuencia la liberacincon respecto a la oposicin de la conciencia. Ella contieneel pensamiento, en cuanto ste es tambin la cosa en s

    misma, o bien contiene la cosa en s, en cuanto sta es tam-bin el pensamiento puro. Como ciencia, la verdad es lapura conciencia de s mismo que se desarrolla, y tiene laforma de s mismo, es decir que lo existente en s y por ses concepto consciente, pero que el concepto como tal eslo existente & n s y para s.

    Este pensamiento objetivo constituye pues el contenidode la ciencia pura. En consecuencia est tan lejos de serformal y de estar desprovista de la materia necesaria paraun conocimiento real y verdadero, que ms bien slo su

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    68 C I E N C I A DE LA LGICAtodas las apariencias, parece acabada y completa. Pero sidesde Aristteles en la lgica no se han efectuado modifi-

    caciones en efecto, las modificaciones, como se ve si seobservan los modernos compendios de lgica, consisten amenudo slo en eliminaciones , esto lleva ms bien a laconclusin de que esta ciencia necesita con mayor raznuna reelaboracin total; pues una labor del espritu conti-nuada, durante 2000 aos, debe haberle proporcionado unaconciencia ms elevada en torno a su pensamiento y a supura esencia en s misma. La comparacin entre las formasa que se han elevado el espritu del mundo prctico y re-

    ligioso y el espritu de la ciencia en cualquier clase de con-ciencia, real o ideal, y la forma en que se encuentra lalgica, que es la conciencia de la esencia pura del espritu,demuestra diferencias demasiado grandes para que no resultecon evidencia inmediata, aun a la observacin ms superficial,que esta ltima conciencia es en absoluto desproporcionadarespecto a dichas elevaciones e indigna de ellas.

    En realidad, hace mucho tiempo que viene experimen-tndose la necesidad de una transformacin de la lgica. Por

    la forma y el contenido con que se presenta la lgica en loslibros de enseanza, puede decirse que sta ha cado en eldesprecio. Uno la lleva consigo todava, ms por el sen-timiento de que no se puede prescindir de una lgica engeneral y por habitual apego a la tradicin de su importan-cia, todava persistente, que por conviccin de que su con-tenido ordinario y su quehacer con aquellas formas vacastengan valor o utilidad alguna.

    Las ampliaciones que le proporcion por un largo lapsoel agregado de material psicolgico, pedaggico y aunfisiolgico, fueron luego reconocidas casi umversalmentecomo deformaciones. Una gran parte de estas observaciones,leyes y reglas psicolgicas, pedaggicas y fisiolgicas en sy por s, ya se hallen en la lgica, o se encuentren en otrolugar cualquiera, deben parecer muy desabridas y triviales.Adems, reglas tales, como, por ejemplo, la que afirma quelo que se lee en los libros o se oye de viva voz debe sermeditado y sometido a investigacin; o la de que, cuando

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    INTRODUCCIN 69

    no se vea bien, hay que ponerse gafas para ayudar a los ojos reglas que exponen los libros de enseanza en la llamadalgica aplicada, y que se dividen seriamente en pargrafos,como si con ellas se lograra la verdad deben parecer su-perfluas a todos, con excepcin a lo sumo del autor o delmaestro, que se encuentran en dificultad por no saber cmoextender el contenido de la lgica, que de otro modo estan breve y muerto 2.

    Por lo que se refiere a este contenido, ya se expuso antesel motivo por el cual est tan desprovisto de espritu. Susdeterminaciones valen como inamovibles en su solidez y slo

    se relacionan entre s en forma extrnseca. Puesto que, enel juicio y la deduccin, las operaciones estn reducidasprincipalmente al lado cuantitativo de las determinacionesfundadas en l, todo se basa sobre una diferencia exterior,sobre una pura comparacin; y se convierte en un proce-dimiento totalmente analtico y en un clculo carente deconcepto. La derivacin de las llamadas reglas y leyes, so-bre todo las del silogizar, no vale mucho ms que los ensayoshechos con palitos de desigual longitud a fin de clasificarlosy unirlos segn su tamao o que el juego de los nios, enel que se intenta la recomposicin de cuadros previamenterecortados, juntando los recortes apropiadamente. Por esoy no sin razn se equipar esta manera de pensar con elclculo matemtico, y este clculo se igual a semejantemanera de pensar. En la aritmtica los nmeros se consi-deran como algo carente de concepto, algo que excepto suigualdad o desigualdad, es decir excepto sus relaciones en-teramente extrnsecas, no tiene significacin alguna; esto esque ni en s mismo, ni en sus relaciones constituye unpensamiento. Cuando de modo mecnico se calcula quetres cuartos, multiplicados por dos tercios, dan como resul-tado un medio, esta operacin contiene tanto o tan poco

    2 Nota de la 1* edicin. Una nueva elaboracin, recientemente apa-recida, de esta ciencia: Sistema de la lgica de FRES, retrocede alfundamento antropolgico. La superficialidad en s y por s de las re-presentaciones y opiniones en que se fundamenta y la manera como

    ha sido realizada me dispensan del trabajo de tomar en cuenta estapublicacin sin significado.

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    72 CIENCIA DE L A LGICAscaca esta obra y las explicaciones que a ellos se refierenslo tienen el propsito d e permitir una ojeada previa y quesu valor real es solamente hiprico. No pertenecen al con-tenido y cuerpo de la ciencia, no son ms que un ordena-miento de la reflexin extrnseca, que ya ha recorrido todoe' c o n j u n t o de la elaboracin, y que por consiguiente conocede antemano la sucesin de sus momentos y los expone, an-*cs qu e se presenten por medio de la cosa misma.Fn las dems ciencias igualmente dichas determinacionesy divisiones previas no son en s ms que taies declaracionesextrnsecas, pero tampoco dentro de la ciencia se elevan portncimn de este carcter. En l misma lgica, por ejemplo,:; e dice: ''la lgica tiene d ^s partes principales, la doctrinaelemental y la metodologa". Luego, en la doctrina elemen-tal se encuentra sin ms ni ms el ttulo: "Leyes del pensa-miento"; en seguida: Primer captulo: "De los conceptos".Luego: Primera seccin: "De la claridad de los concep-tos", etc.

    Estas determinaciones y divisiones, establecidas sin deduc-cin ni justificacin alguna, forman el armazn sistemticoy el nexo completo de estas ciencias. Una lgica por el es-tilo considera su deber el decir que los conceptos y las ver-dades tienen que ser deducidos de los principios; pero enlo que llama mtodo, ni por asomo piensa en una deduccin.El ordenamiento consiste en algo as como agrupar lo an-logo, anteponer lo ms simple a lo compuesto, y otras con-sideraciones extrnsecas. Pero, en lo tocante al necesario nexointerior se limita al ndice de las determinaciones de loscaptulos, y el paso de un punto a otro se efecta slo por-

    que ahora se dice: Segundo captulo; o bien: nos correspon-de ahora tratar los juicios, y otras expresiones similares.As tambin los ttulos y las divisiones, que se presentan

    en este sistema, no deben tener por s mismos ms signifi-cacin que la de constituir un ndice del contenido. Ademsla necesidad de un nexo y la inmanente generacin de lasdiferencias deben hallarse en el tratamiento del argumentomismo, pues todo eso pertenece a la propia determinacin,progresiva del concepto.

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    I N T R O D U C C I N ' 7 jAquello por cuyo medio el concepto se impele adelante

    por s mismo, es lo negativo, ya mencionado, que contiene

    en s; ste es el verdadero elemento dialctico. La dialctica,que ha sido considerada como una parte separada de lalgica y que, respecto de su fin y de su punto de vista, pue-de decirse que ha sido desconocida en absoluto, obtiene deesta manera una posicin por completo diferente. Igualmentela dialctica platnica, en el mismo Parmnides y todava,si prescindimos de l, ms directamente en otros lugares,tiene solamente, por una parte, la intencin de resolver yrefutar por s misma las afirmaciones limitadas pero, por

    otra, obtiene en general, como resultado, la nada. De ordi-nario se concepta la dialctica como un procedimientoextrnseco y negativo, que no pertenece a la cosa misma,sino que tiene su fundamento en la simple vanagloria, co-mo una mana subjetiva de hacer tambalear y disgregarlo permanente y verdadero, o por lo menos que no con-duce sino a la vanagloria del objeto tratado dialctica-mente.

    Kant elev mucho ms la dialctica y esto constituyeuno de sus mritos ms grandes al quitarle toda la apa-riencia de acto arbitrario, que tena segn la representa-cin ordinaria, y la present como una operacin necesariade la razn. Mientras se entenda la dialctica slo como unarte de crear espejismos y suscitar ilusiones, se haba su-puesto sencillamente que ella jugaba un juego falso y quetoda su fuerza se fundaba slo en el ocultamiento del fraude;que sus resultados eran subrepticios y de apariencia subje-

    tiva. Evidentemente las exposiciones dialcticas de Kant, enlas antinomias de la razn pura, no merecen muchas alaban-zas, cuando se las examina cuidadosamente, como lo hare-mos con ms amplitud en la continuacin de este trabajo;pero la idea general, que l puso como fundamento y valo-riz, es la objetividad de la apariencia, y la necesidad de lacontradiccin, que pertenece a la naturaleza de las determi-naciones del pensamiento. Primeramente esto acontece, esverdad, en cuanto estas determinaciones son aplicadas por

    la razn a las cosas en s; pero justamente lo que ellas son en

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    gramtica, se muestra desde dos puntos de vista o valoresdistintos. Es distinta la lgica para quien da los primeros pa-sos hacia ella y hacia las ciencias en general, y para quien

    regresa a ella a partir de las ciencias. Quien empieza aconocer la gramtica, encuentra en sus formas y leyes abs-tracciones ridas, reglas accidentales y en general una can-tidad de determinaciones aisladas, cuyo valor e importanciaaparentes slo estn en lo que encierra su sentido inmediato;el conocimiento no reconoce en ellas al principio ms quea ellas mismas. Quien al contrario domina un idioma, y almismo tiempo sabe compararlo con otros, puede entoncesllegar a sentir, en la gramtica de su idioma, el espritu y lacultura de un pueblo; las mismas reglas y formas adquie-ren ahora un valor completo y viviente. A travs de lagramtica puede conocer en general la expresin del esp-ritu, esto es, la lgica. Del mismo modo quien da los prime-ros pasos hacia la ciencia, encuentra en la lgica, al prin-cipio, un sistema aislado de abstracciones, que, limitado as mismo, no pasa a los dems conocimientos y ciencias. Alcontrario, mantenida contra la riqueza de la representacindel universo, contra el contenido aparentemente real de las

    dems ciencias, y frente a las promesas de la ciencia abso-luta, de descubrir la esencia de esta riqueza, o sea la natu-raleza ntima del espritu y del mundo, es decir, la verdad,la lgica en su forma abstracta, en !a incolora y fra simpli-cidad de sus determinaciones pu ras , tiene ms bien la apa-riencia de mantener cualquier otra cosa antes que esta pro-mesa, y de permanecer sin contenido frente a aquella ri-queza. El primer conocimiento que se adqirere de la lgicalimita su importancia a ella misma; su contenido tiene valorslo como posibilidad de una investigacin aislada acercade las determinaciones del pensamiento, frente a la cual lasotras investigaciones cientficas son por s mismas una ma-teria y contenido propios, sobre quienes el elemento lgicoquiz tenga una influencia formal, una influencia tal queprecisamente acta ms bien por s misma, y por la cual laforma cientfica y su estudio pueden tambin, en caso denecesidad, ser omitidos. Las dems ciencias han rechazado,

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    76 CIENCIA DE LA LGICAen su conjunto, el mtodo formal que las llevaba a consistiren una sucesin de definiciones, axiomas, teoremas y sus de-mostraciones, etc.; la llamada lgica natural, en cambio, sehace valer por s sola en ellas, y no utiliza ningn conoci-miento particular dirigido hacia el pensamiento mismo. Perola materia y el contenido de estas ciencias se mantienen pors mismos totalmente independientes del elemento lgico, yse interesan ms an por el sentido, el sentimiento, y larepresentacin y el inters prctico de cualquier especie.

    De este modo, pues, la lgica debe estudiarse en un pri-mer momento como algo que se comprende y se penetra,sin duda, pero cuya extensin, profundidad y mayor im-

    portancia ulterior no se sabe medir al comienzo. Slo a par-tir del conocimiento ms profundo de las otras ciencias, elelemento lgico se eleva para el espritu subjetivo, no slocomo lo universal abstracto, sino como lo universal quecomprende en s la riqueza de los particulares; tal comoocurre con una misma sentencia moral, que en la boca deun jvenc i to , aunque la comprenda perfectamente, no tieneel significado y alcance que suele tener en el espritu deun hombre con experiencia de la vida, para quien expresa

    toda la fuerza de la sustancia que contiene. Del mismo mo-do el aspecto lgico logra la apreciacin de su valor slocuando es el resultado de la experiencia de las ciencias; sepresenta entonces al espritu como la verdad universal, nocomo un conocimiento particular al lado de otras materiasy realidades, sino como la esencia de todos estos otroscontenidos.A u n q u e al comienzo d el estudio el elemento lgico no sepresenta al espritu con tal fuerza consciente, sin embargo

    el espritu no recibe por eso en menor grado en s mismola fuerza procedente de l, que le gua en cada verdad. Elsistema de la lgica es el reino de las sombras, el mundode las simples esencias, liberadas de todas las concrecionessensibles. El estudio de esta ciencia, la permanencia y eltrabajo en este reino de las sombras es la educacin y dis-

    . ciplina absolutas de la conciencia. l introduce en la con-ciencia una preocupacin lejana respecto a las intuiciones

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    INTRODUCCIN 77

    y los fines sensoriales, a los sentimientos, al inundo de larepresentacin objeto de puras opiniones.

    Examinada por su lado negativo, esta preocupacin con-

    siste en mantener alejado del pensamiento razonante y delalbedro lo accidental que consiste en dejar penetrar y va-ler tales o cuales razones opuestas.

    Pero, de esta manera el pensamiento gana pr incipa lmenteen autosubsistencia e independencia. Se familiariza con loabstracto y al avanzar por medio de conceptos, sin substratosensible, se convierte en la potencia inconsciente de recibirla multiplicidad restante de los conocimientos y las cienciasen la forma racional, de comprenderlos y retenerlos en su

    parte esencial, de despojarlos de lo extrnseco y de esta ma-nera extraer de ellos el elemento lgico, o, lo que es lo mis-mo, de llenar con el contenido de toda verdad los funda-mentos abstractos de lo lgico, que haba adquirido ante-riormente por medio del estudio, y darle el valor de ununiversal, que ya no se halla como un particular al lado deotro particular, sino que se extiende sobre todos estos par-ticulares y es su esencia, esto es, lo verdadero absoluto.

    DIVISIN GENERAL DE LA LGICA

    Lo QUE se dijo acerca del concepto de esta ciencia y dela direccin en que hay que buscar su justificacin, implicaque la divisin general es aqu solamente provisoria y slopuede ser dada por cuanto el autor ya conoce la ciencia

    y, por ende, est en condiciones de exponer con anticipa-cin, desde el punto de vista histrico, hacia cules dife-rencias principales se determinar el concepto en su des-arrollo.

    Sin embargo puede intentarse hacer inteligible en gene-ral, previamente, lo que se requiere para una divisin, auncuando para ello haya que recurrir a un procedimiento me-tdico, cuya completa comprensin y justificacin slo pue-de lograrse en la ciencia misma. Ante todo, pues, hay que

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    78 CIENCIA DE LA LGICArecordar que aqu se presupone que la divisin debe ligarseal concepto, o mejor dicho, debe estar situada en l. Elconcepto no es indeterminado, sino determinado en l

    mismo; pero la divisin expresa de manera desarrollada es-ta su determinacin. Ella es su juicio, pero no un juiciosobre un objeto cua lqu ie ra , tomado del exterior, sino elacto de juzgar, es decir, de determinar el concepto en lmismo.

    El carcter de rectngulo, acutngulo, etc., as como elde equiltero, etc., que son las determinaciones segn lascuales se dividen los tringulos, no estn en la determina-cin del tringulo mismo, es decir, no estn en lo que suelellamarse concepto del tringulo; tal como no estn com-prendidas en el concepto de animal en general o en el demamfero, ave, etc., aquellas determinaciones segn las cua-les el gnero animal se divide en las especies de mamfero,ave, etc., y aqullas por las cuales a su vez estas clases sondivididas en especies sucesivas. Tales determinaciones fue-ron tomadas de otra parte, es decir de la intuicin emprica;ellas se aaden del exterior a estos llamados conceptos. Enla manera filosfica de tratar la divisin, en cambio, elconcepto mismo tiene que mostrarse como el origen de susdeterminaciones.

    Pero el mismo concepto de la lgica fu e presentado enla introduccin como el resultado de una ciencia que estms all, y por eso est presentado tambin aqu como una

    presuposicin. En consecuencia la lgica se determin co-mo la ciencia del pensamiento puro, cuyo principio est enel puro saber, esto es, en la unidad no abstracta, sino con-creta y vital, en cuanto que en ella se conoce como supe-rada la oposicin, propia de la conciencia, entre un ser sub-

    jetivo, que existe por s, y un segundo ser semejante, peroobjetivo; adems se conoce el ser como puro concepto ens mismo, y el puro concepto como el verdadero ser. Enconsecuencia stos son los dos momentos contenidos en elelemento lgico. Pero ahora son tambin conocidos comoinseparables y no como si cada uno existiera tambin por smismo, como acontece en la conciencia; sin embargo, de-

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    INTRODUCCIN 79bido a que son conocidos al mismo tiempo como diferentes(pero no existentes por s mismos), su unidad no es abs-tracta, muerta, inmvil, sino concreta.

    Al mismo tiempo dicha unidad convierte al principio l-gico en un elemento, de modo que el desarrollo de aquelladiferencia, que igualmente est en l, se realiza slo en elinterior de este elemento. Puesto que, como se ha dicho,la divisin es el juicio del concepto, o sea la afirmacin dela determinacin que le es inmanente y por ello de su dife-rencia, no debe este acto de afirmar ser concebido comouna nueva disolucin de aquella unidad concreta en sus de-terminaciones, como si stas debieran valer en su existir pors mismas; pues esto no sera ms que un retorno intil alpunto de vista anterior, es decir, al antagonismo propio dela conciencia, el que ms bien ha desaparecido. Aquella uni-dad queda como el elemento y ya no sale fuera de ella ladiferenciacin de la divisin y en general del desarrollo. Aslas determinaciones, que existan, anteriormente por s mis-mas (en el camino hacia la verdad) como lo subjetivo y loobjetivo, o bien como el pensamiento y el ser, o el concepto

    y la realidad d e acuerdo con la consideracin con la quepudiesen ser determinadas se encuentran ahora en su ver-dad, es decir, en su unidad, degradadas a la situacin de

    formas. Por lo tanto, pese a su diferencia, quedan siendo ens mismas el concepto total, que es colocado en la divisinslo bajo sus propias determinaciones.

    Tal es el concepto total, que una vez ha de ser conside-rado como concepto existente, y otra como concepto; enel primer caso, slo es concepto en s, concepto de la rea-

    lidad o del ser; en el segundo, es concepto como tal, con-cepto que existe por s (como existe en general, para men-cionar formas concretas, en el hombre que piensa; y engeneral tambin en el animal sensible y en la individualidadorgnica, aunque, sin duda, no como concepto consciente

    y menos todava como concepto conocido; pero slo en lanaturaleza inorgnica es concepto en s).

    En consecuencia la lgica se dividira primeramente enlgica del concepto como ser y del concepto como con-

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    80 CIENCIA DE LA LGICA

    cepto, o bien p a ra servirnos de las expresiones habituales,aunque son las ms indeterminadas, y las que por eso seprestan a mltiples interpretaciones en lgica objetiva ysubjetiva.

    Sin embargo, debido a la existencia del elemento funda-mental constituido por la unidad del concepto en s mismo,y a la consiguiente inseparabilidad de sus determinaciones,stas en cuanto son diferentes, o sea en cuanto el conceptoest fundado en su diferencia deben tambin estar por lomenos en relacin entre ellas. Resulta as una esfera de lamediacin, el concepto como sistema de las determinacio-nes de la reflexin, es decir, d el ser que se convierte en elestar dentro de s mismo del concepto, y que de esta ma-nera no est todava afirmado por s mismo como tal, sinoque se halla al mismo tiempo vinculado con el ser inme-diato, como con algo que le es tambin extrnseco. sta esla doctrina de la esencia, que se encuentra en un punto me-dio entre la doctrina del ser y la del concepto. En la divi-sin general de esta obra de lgica, esta doctrina fu e colo-cada todava bajo el rubro de la lgica objetiva, porque, sibien la esencia representa ya lo interior, el carcter de sitjetodebe reservarse expresamente al concepto.

    En los ltimos tiempos, Kant4 opuso a la habitualmente4 Quiero recordar que en este trabajo menciono a menudo la filo-

    sofa de Kant cosa que a muchos podra parecer superfluaporque sta (aun cuando su determinacin particular, as como lasdistintas partes de su elaboracin pueden ser consideradas como sequiera, en esta obra, o en otro lugar) constituye el fundamento y elpunto de partida de la ms moderna filosofa alemana; por ello lasobjeciones que se le pueden hacer no disminuyen el mrito que tie-ne. Hay otra razn para tomarla en cuenta en la lgica objetiva,y es que ella profundiza algunos aspectos importantes y ms deter-minados del elemento lgico, mientras las exposiciones posteriores dela filosofa se ocupan poco de eso, y en parte han manifestado paracon ello solamente un grosero pe r o no impune menosprecio. Elfilosofar tan difundido entre nosotros, no logra salir de los resultadoskantianos, es decir que la razn no puede reconocer ningn verda-dero va]or, y que con respecto a la verdad absoluta hay que remitirsea la fe. Pero, lo que en Kant es un resultado, sirve como comienzoinmediato a este filosofar, y con eso se corta a s mismo anticipada-

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    INTRODUCCIN 81llamada lgica, otra, es decir una lgica trascendental. Loque aqu ha sido llamado lgica objetiva, corresponderaen parte a lo que en l es la lgica trascendental. Kant ladistingue de lo que llama lgica general asignndole la fun-cin: a) de considerar los conceptos que se refieren a prioria los objetos, y por consiguiente de no hacer abstraccinde todo contenido del conocimiento objetivo, o sea de con-tener las reglas del pensamiento puro de un objeto; y b) almismo tiempo de remontarse al origen de nuestro conoci-miento, en cuanto que ste no pueda ser atribuido a losobjetos. El inters filosfico de Kant se orienta exclusiva-

    mente hacia este segundo lado. Su pensamiento fundamen-tal consiste en reivindicar las categoras para la autocon-ciencia, entendida como el yo subjetivo. Por medio de estadeterminacin, su concepcin permanece dentro de la con-ciencia y de su oposicin, y, adems de lo emprico propiodel sentimiento y de la intuicin, deja subsistir algo ms,que no est fundado y determinado por la autoconcienciapensante, sino que es una cosa en s, algo extrao y extrn-

    seco al pensamiento. Sin embargo es fcil observar que se-mejante abstraccin, cual es la cosa en s, no es ella mismams que un producto del pensamiento, y precisamente slodel pensamiento que abstrae. Cuando otros kantianos, refi-rindose a la determinacin del objeto por medio del yo,declararon que la actividad objetivadora del yo tiene queser considerada como una actividad originaria y necesariade la conciencia, de modo que en esta actividad originaria

    no existe todava la representacin del yo mismo (la cualsera solamente una conciencia de aquella conciencia o unaobjetivacin de aquella misma conciencia), entonces esta ac-tividad objetivadora, liberada de la oposicin de la con-

    mente el camino que lleva a la elaboracin previa, de la que derivaaquel resultado, y que es un conocimiento filosfico. La filosofakantiana sirve as como almohada para la pereza del pensamiento,que se tranquiliza, afirmando que ya todo ha sido demostrado y arre-glado. Para el conocimiento y para un determinado contenido del

    pensamiento, que no se halla en este estril y rido apaciguamiento,hay que dirigirse, por consiguiente, a aquella precedente elaboracin.

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    ciencia, representa ms precisamente lo que puede ser con-siderado en general pensamiento como tal5.

    Pero dicha actividad no debera ser llamada ms concien-

    cia; la conciencia encierra en s la oposicin entre el yo ysu objeto, que no se encuentra en aquella actividad origi-naria. La denominacin "conciencia" da a esta actividad laapariencia de subjetividad aun ms que la expresin "pen-samiento", que aqu, sin embargo, tiene que ser entendidaesencialmente en el sentido absoluto de pensamiento infi-nito, no afectado por la limitacin de la conciencia, es decir,en el sentido de pensamiento como tal.

    Como el inters de la filosofa kantiana estaba orientado

    hacia lo l lamado trascendental de las determinaciones delpensamiento, la elaboracin de stas qued estril en s mis-ma; no ha sido objeto de consideracin ni lo que ellas sonen s mismas, sin la relacin abstracta con el yo igual paratodas, ni la determinacin de una frente a la otra y las rela-ciones entre ellas; de aqu que el reconocimiento de su na-turaleza no ha sido estimulado en lo ms mnimo por estafilosofa. Respecto a esto, el nico elemento interesante sepresenta en la crtica de las ideas. Sin embargo, para el ver-

    dadero progreso de la filosofa era necesario que el intersdel pensamiento fuera orientado hacia la consideracin dellado formal, o sea del yo, de la conciencia como tal, esdecir hacia la consideracin de la relacin abstracta entreun saber subjetivo y un objeto; era necesario que fueraintroducido as el conocimiento de la forma infinita, es de-cir del concepto. Pero, para poder lograr este conocimiento,haba que abandonar aquella determinacin finita, en que laforma est como yo, como conciencia. La forma, as pre-

    sentada en el pensamiento en toda su pureza, contiene en5 Si bien la expresin "actividad objetivado del yo" puede evocar

    otras producciones del espritu, como por ejemplo, las de la fantasa,hay que observar, que se habla de la determinacin de un objetoslo en cuanto que los momentos de su contenido no pertenecen alsentimiento ni a la intuicin. Tal objeto es un pensamiento y deter-minarlo significa primero producirlo y luego, en cuanto es un su-puesto, tener sobre l nuevos pensamientos, y pensndolo desarro-llarlo ulteriormente.

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    INTRODUCCIN 83

    s misma su capacidad de determinarse, es decir de darsea s misma un contenido, y de drselo en su necesidad, co-mo sistema de las determinaciones del pensamiento.

    De este modo la lgica objetiva toma ms bien el lugarde la antigua metafsica, en cuanto que sta representabael edificio cientfico acerca del universo, que deba ser cons-truido slo mediante pensamientos. Si tomamos en consi-deracin la forma ltima alcanzada por esta ciencia en superfeccionamiento, veremos en primer lugar que la lgicaobjetiva sustituy directamente a la ontologa. La ontologaera la parte de esa metafsica que deba investigar sobre I nnaturaleza del ente en general; y el ente comprende en stanto el ser como la esencia, para cuya diferencia nuestroidioma [alemn] afortunadamente ha conservado las distin-tas expresiones (Sein y Wesen).

    Pero en segundo lugar la lgica objetiva comprende ens tambin el resto de la 'metafsica, en cuanto que sta in-tentaba comprender, junto con las formas puras del pensa-miento, los substratos particulares, tomados, al comienzo, d ela representacin; es decir el alma, el universo, Dios; y las

    determinaciones del pensamiento constituan lo esencial delmodo de considerar las cosas. Pero la lgica considera estasformas libres de aquellos substratos, es decir de los sujetosde la representacin, y considera su naturaleza y su valoren s y para s mismos.

    Esto fu e omitido por la antigua metafsica y se atrajo porconsiguiente el bien merecido reproche de haber utilizadoaquellas formas sin crtica, sin indagar previamente, si erancapaces de constituir las determinaciones de la cosa-en-s,(segn la expresin kantiana), o mejor dicho de lo racional,ni cmo tenan tal capacidad.

    Por consiguiente la lgica objetiva es la verdadera crticade aquellas formas, crtica que no las considera segn lasformas abstractas de lo a priori en oposicin a lo a poste-riori, sino que las considera en ellas mismas, en su conte-nido particular.

    La lgica subjetiva es la lgica del concepto, esto es, dela esencia, que se ha liberado de su relacin con un ser o

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    de su apariencia, y que en sus determinaciones ya no esexterior, sino que es lo subjetivo, libre e independiente, quese determina en s mismo, o ms bien que es el sujeto mismo.

    Puesto que lo subjetivo lleva consigo la equivocada in-terpretacin de ser accidental y arbitrario, as como, en ge-neral, de ser las determinaciones que per tenecen a la formade la conciencia, no conviene dar aqu particular importan-cia a la diferencia entre lo subjetivo y lo objetivo, la queser desarrollada ms tarde de manera ms detenida, en lalgica misma.

    As se divide la lgica esencialmente en lgica ob'r.tiva ysubjetiva; pero, con ms exacritud, se compone Je rre^ par-tes: I. La lgica del Ser; II. La lgica de la Esencia; y IH.

    La lgica del Concepto.

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    LIBRO PRIMERO

    LA DOCTRINA DEL SER

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    CUL DEBE SER EL COMIENZO DE LA CIENCIA?

    SLO en los tiempos modernos surgi la conciencia de quees difcil hallar un comenz a la filosofa, y se ha discutidoampliamente la razn de esta dificultad, as como la posi-bilidad de resolverla.

    El comienzo de la filosofa debe ser mediato o inmediato,y es fcil demostrar que no puede ser ni lo uno ni lo otro;de modo que ambas maneras de comenzar se encuentransujetas a refutacin.

    El principio de una filosofa expresa, sin duda, tambinun comienzo, pero no tanto subjetivo cuanto objetivo, estoes, el comienzo de todas las cosas. El principio es un con-tenido determinado de un cierto modo: el agua, el uno, elus, la idea, la sustancia, la mnada, etc.; o, si se refierea la naturaleza del conocimiento y por eso debera serms bien un criterio que una determinacin objetiva pen-sar, intuir, sentir, yo, la subjetividad misma; de modo que enambos casos es la determinacin d el contenido lo que atraeel inters. Por el contrario el comienzo como tal, en cuantoque es algo subjetivo, en el sentido de que inicia la marchade la exposicin de una manera accidental, queda inobser-vado e indiferente; y por consiguiente la necesidad de plan-tearse el problema de con qu se debe comenzar, resultatambin insignificante frente a la necesidad del principio,donde parece residir todo el inters de la cosa, es decir, elinters de conocer qu es lo verdadero, el fundamento ab~soluto de todo.

    Pero la dificultad moderna tocante al comienzo proviene

    de una necesidad ms profunda, desconocida todava porlos que se ocupan de manera dogmtica en dar la demostra-cin del principio, o de manera escptica en buscar un cri-

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    88 CIENCIA DE LA LGICA

    tciio subjetivo contra el filosofar dogmtico; necesidad ne-gada d el todo por los que querran empezar como con untiro de pistola, por sus revelaciones interiores, por la fe,

    la intuicin intelectual, etc., y querran prescindir del m-todo y de la lgica. Si el pensamiento abstracto antiguo seinteresa primero tan slo por el principio considerado comocontenido, luego, con el progreso de la cultura, se ve obli-gado a prestar atencin a la otra parte, es decir al compor-tamiento del conocer; entonces tambin la actividad subje-tiva es concebida como un momento esencial de la verdadobjetiva, y surge por lo tanto la necesidad de que se unanel mtodo con el contenido, la forma con el principio. As,pues, el principio tiene que ser tambin comienzo y lo quees anterior (prius) para el pensamiento, tiene que ser tam-bin primero en el curso del pensamiento.

    Hay que considerar aqu slo cmo aparece el comienzolgico. Ya se han mencionado los dos aspectos en que pue-de ser considerado, bien de modo mediato como resultado,o bien de modo inmediato como verdadero comienzo.

    No es ste el lugar de analizar la cuestin, que parece tan

    importante para la cultura moderna, de saber si el conoci-miento de la verdad es un conocimiento inmediato, absolu-tamente inicial, una fe, o si es un conocimiento mediato. Encuanto semejante consideracin poda ser planteada previa-mente, ya lo fu e en otra parte (en mi Enciclopedia delas ciencias filosficas, 3 * ed., en los prolegmenos 61 ysigts. * ). Acerca del asunto, slo expondremos aqu lo si-guiente, que: nada hay en el cielo, en la naturaleza, en elespritu o donde sea, que no contenga al mismo tiempo lainmediacin y la mediacin, as que estas dos determinacio-nes se presentan como unidas e inseparables, y aquella opo-sicin aparece sin valor. Pero, en lo que concierne a la dis-cusin cientfica, las determinaciones de la inmediacin y dela mediacin y por ende la discusin acerca de su oposiciny su verdad se encuentran en cada proposicin lgica. Encuanto esta oposicin, en relacin con el pensamiento, el

    1 Philos. Biblioth., tomo 33, pg. 87 y sigts.

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    LIBRO I: LA DOCTRINA DEL SEP 89saber y el conocimiento, asume la forma ms concreta delsaber inmediato o mediato, la naturaleza del conocer es tra-tada en general igualmente dentro de la ciencia de la lgica,

    y el mismo conocer en su ulterior forma concreta perte-nece a la ciencia del espritu y a su fenomenologa.

    Pero querer ya antes de la ciencia poner en claro lo refe-rente al conocimiento, significa pretender que el conoci-miento sea examinado juera de a ciencia; pero juera deella menos an puede efectuarse de modo cientfico, y aquslo se trata del modo cientfico.

    El comienzo es lgico, en cuanto debe efectuarse en el

    elemento del pensamiento libre, que existe para s, es decir,en el puro saber.Por eso es mediato, en cuanto el puro saber es la ltima,

    absoluta verdad de la conciencia. En la Introduccin seobserv ya que la fenomenologa del espritu es la cienciade la conciencia, que ella tiene por fin exponer que la con,-ciencia tiene como resultado final el concepto de la ciencia,es decir el puro saber.

    En este sentido la lgica presupone la ciencia del espritu

    fenomenolgico, ciencia que contiene y demuestra la nece-sidad y en consecuencia la prueba de la verdad, propia delpunto de vista del saber puro, y tambin contiene su media-cin en general. En esta ciencia del espritu en sus mani-festaciones, se parte de la conciencia emprica, sensible; ysta es el verdadero saber inmediato. En aquella misma cien-cia se examina qu contiene dicho saber inmediato. Conrespecto a otras formas de conciencia, como por ejemplo,la fe en las verdades divinas, la experiencia interna, el saberpor revelacin interior, etc., stas se muestran, despus debreve reflexin, muy inadecuadas para ser presentadascomo saber inmediato. En aquella exposicin, la concien-cia inmediata constituye an lo primero y lo inmediato enla ciencia, y por tanto la presuposicin; pero en la lgicala presuposicin consiste en lo que en aquella considera-cin se mostr como el resultado, esto es la idea comopuro saber. La lgica es la ciencia pura, es decir, el saber

    puro en la amplitud total de su desarrollo. Pero esta idea

    &

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    90 CIENCIA DE LA LGICA.se ha determinado en tal resultado como aquella que esla certeza convertida en verdad, la certeza que por un lado

    ya no est frente al objeto, sino que lo ha convertido eninterior y lo conoce como a s misma; y que por otrolado ha renunciado al conocimiento de s misma como dealgo situado frente a la objetividad y que es su negacin;se ha desprendido de esta subjetividad y constituye unaunidad con ste su desprendimiento. A fin de lograr ahoraque partiendo de esta determinacin del puro saber el co-mienzo quede inmanente a la ciencia del mismo, nada hayque hacer sino considerar atentamente, o ms bien, dejara un lado todas las reflexiones y todas las opiniones quese pueda tener, y slo aceptar lo que est en nuestra pre-sencia.

    El saber puro, en cuanto que se ha fundido en esta uni-dad, ha eliminado toda relacin con algn otro y con todamediacin; es lo indistinto; por consiguiente este indistin-to cesa de ser l mismo saber; slo queda presente la sim-

    ple inmediacin.La simple inmediacin es ella misma una expresin de la

    reflexin y se refiere a la diferencia con respecto a lo me-diato. En su verdadera expresin esta simple inmediacin esen consecuencia el puro ser. Y como el puro saber no debesignificar ms que el saber como tal, totalmente abstracto,as tambin el puro ser no debe significar ms que el seren general: ser nada ms, sin otras determinaciones ni com-plementos.

    Aqu el ser, es lo que comienza, presentado como sur-gido de la mediacin y justamente de una mediacin que

    es al mismo tiempo la superacin de s misma; y se presen-ta con la presuposicin -del saber puro concebido como re-sultado del saber finito, es decir de la conciencia. Pero,si no debe hacerse ninguna presuposicin, y si el comien-zo mismo ha de ser tomado como inmediato, entonces sedetermina slo en cuanto debe ser el comienzo de la lgica,del pensamiento por s. No existe ya entonces, sino la deci-sin, que tambin puede conceptuarse como arbitraria, deconsiderar al pensamiento como tal. De modo que el comien-

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    LIBRO I: LA DOCTRINA DEL SER 91

    zo tiene que ser absoluto, o lo que aqu significa lo mismo,un comienzo abstracto; no debe presuponer nada, no debeser mediado por nada, ni tener un fundamento, ms biendebe ser l mismo el fundamento de toda la ciencia. Porconsiguiente, tiene que ser absolutamente algo inmediato, omejor lo inmediato mismo. As como no puede tener unadeterminacin frente a algn otro, tampoco puede conteneruna determinacin en s, no puede encerrar en s ningncontenido, porque ste mismo sera una diferencia y unarelacin de un diferente con otro, y por ende, una media-cin. El comienzo es, por consiguiente, el puro ser.

    A esta simple exposicin de lo que pertenece primera-mente a lo que es lo ms simple de todo, esto es, el co-mienzo lgico, pueden aadirse otras reflexiones ms; sinembargo, stas no tienen que servir como aclaracin o con-firmacin de aquella exposicin que es completa por s mis-ma, sino que son causadas nicamente por representacio-nes y reflexiones, que pueden presentarse previamente ennuestro camino; sin embargo, como todos los prejuiciosprecedentes, deben encontrar su solucin en la ciencia mis-ma, y para esto habra que armarse realmente de paciencia.

    La opinin de que la verdad absoluta sea necesariamenteun resultado, e inversamente que un resultado presupongauna verdad primera (que sin embargo, por ser lo primero,no tiene el carcter necesario desde el punto de vista obje-tivo, y desde el punto de vista subjetivo no es reconocido),llev, recientemente, a pensar que la filosofa puede comen-zar slo con una verdad hipottica y problemtica, y porconsiguiente que el filosofar no puede ser, en primer lugarms que una bsqueda; opinin sta sobre la cual Reinhold,en los ltimos tiempos de su filosofar, ha insistido muchasveces, y hay que hacerle justicia, pues tiene como base unverdadero inters referente a la naturaleza especulativa delcomienzo filosfico.

    El anlisis de esta opinin ofrece al mismo tiempo unaoportunidad para introducir una explicacin preliminaisobre el sentido del procedimiento lgico en general; en

    efecto, aquella opinin contiene inmediatamente en s la

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    94 CIENCIA DE LA LGICA

    forma, distinto de su unidad, este ser puro constituye tam-bin su contenido. ste es el aspecto por el cual este serpuro, este inmediato absoluto resulta igualmente un me-

    diato absoluto. Pero debe ser asimismo tomado esencial-mente slo en su unilateralidad, en la que es pura inme-diacin, justamente porque en este caso es comienzo. Sino fuera l esta indeterminacin pura, si fuese determina-do, sera tomado como mediato, como ya ulteriormenteelaborado; pues un determinado contiene otra cosa, ademsde un primero. Por tanto, pertenece a la naturaleza delcomienzo mismo que ste sea el ser, y nada ms. Por con-siguiente no se necesita, para introducirse en la filosofa,de ninguna otra preparacin, ni de reflexiones y puntos derelacin provenientes de otra parte.

    Puesto que el hecho del comienzo es comienzo de la fi-losofa, no puede, en realidad, deducirse de l ninguna de-terminacin ms exacta, ni un contenido positivo para lmismo. Pues en este caso del comienzo, en que la cosa mis-ma no existe an, la filosofa es una palabra vana o unarepresentacin cualquiera que se admite, pero todava noest justificada. El saber puro ofrece slo esta determina-cin negativa, que debe ser el comienzo abstracto. Cuandoel ser puro es tomado como contenido del saber puro, stetiene que retirarse de su contenido, dejarlo actuar por smismo y no determinarlo ms. O bien, si el puro ser tieneque ser considerado como la unidad, en que el conoci-miento coincide en su punto ms alto de fusin con elobjeto, entonces el conocimiento desaparece en esta unidad,ya no tiene diferencia alguna con ella y por lo tanto nodeja subsistir ninguna determinacin para la misma. Detodas maneras tampoco hay un algo o un contenido cual-

    quiera que pudiera ser utilizado para constituir un comien-zo determinado.

    Pero tambin la determinacin del ser, tomada hastaahora como comienzo, podra ser omitida, de manera queslo habra que exigir que se hiciera un comienzo puro. Ental caso nada habra fuera del comienzo mismo, y tendraque verse en qu consiste. Con el propsito de concilia-

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    LIBRO I: LA DOCTRINA DF.L SER 9cin, podra proponerse esta posicin a los que por un ladono se conforman con que se comience por el ser cu a -lesquiera sean las reflexiones por las cuales esto ocurray menos an con la consecuencia, que el ser lleva con-sigo, de traspasar en la nada; y que por otro lado no con-ciben en general otra cosa sino que en una ciencia secomience con el supuesto de una representacin, represen-tacin que despus se analiza, de manera que el resultadode este anlisis ofrezca en la ciencia el primer concepto de-terminado.

    Aunque observramos este procedimiento, no tendramos

    ningn objeto particular, porque el comienzo, como co-mienzo del pensar, debe ser totalmente abstracto, universal,forma pura sin ningn contenido; no tendramos as nadams que la representacin de un simple comienzo como tal.Por lo tanto slo se trata de ver qu hallamos en esta repre-sentacin.

    Todava no es nada y tiene que devenir algo. El comien-zo no es la nada pura, sino una nada de la cual tiene quesurgir algo; luego tambin el ser est ya contenido en elcomienzo. El comienzo contiene, en consecuencia, a ambos:el ser y la nada; es la unidad del ser y la nada; es decir, esun no-ser que al mismo tiempo es ser, y un ser, que al mis-mo tiempo es no-ser.

    Adems: el ser y la nada existen en el comienzo comodiferentes; pues el comienzo seala algo distinto; es un no-ser,que se refiere al ser, como a un otro; lo que comienza

    no existe todava; slo va hacia el ser. El comienzo, en con-secuencia, contiene el ser como algo que se aleja del no-sero lo elimina, es decir, como u n, contrario del no-ser.

    Pero, por otra parte, lo que comienza ya existe, perosimultneamente todava no existe. Los contrarios, ser yno-ser, estn por tanto en el comienzo en una unin in-mediata; es decir, que el comienzo es su unidad indtfe-renciada.

    El anlisis del comienzo, dara as el concepto de la uni-dad del ser y del no-ser o, en forma refleja, el conceptode la unidad del ser distinto y del ser indistinto o bien el

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    96 CIENCIA DE LA LGICA

    de la identidad de la identidad con la no-identidad 2. Esteconcepto podra tenerse por primera definicin, la ms pura,esto es la ms abstracta, de lo absoluto; como en efecto

    sera si se tratara aqu principalmente de la forma de lasdefiniciones y de los nombres de lo absoluto. En ese sentido,as como aquel concepto abstracto sera la primera defi-nicin de lo absoluto, de la misma manera todas las de-terminaciones y los desarrollos ulteriores slo seran defi-niciones ms determinadas y ms ricas de ese absoluto. Perolos que no estn satisfechos con aceptar el ser como comien-zo, porque el ser pasa a la nada de donde surge la unidaddel ser y la nada, observen si con este otro comienzo, que

    principia con la representacin del comienzo, y con su an-lisis, aunque ciertamente sea correcta, pero que igualmenteconduce a la unidad del ser y de la nada, se sentiran mssatisfechos que con aquella posicin que erige al ser comocomienzo.

    Sin embargo, hay que hacer todava otra consideracinsobre este procedimiento. El anlisis de que hablamos pre-supone como conocida la representacin del comienzo; seha procedido as siguiendo el ejemplo de las otras ciencias.stas presuponen su objeto, y admiten como postuladoque cada uno pueda tener la misma representacin de ly encontrar aproximadamente en l las mismas determina-ciones, que mediante el anlisis, la comparacin y otrosrazonamientos ellas aducen y exponen aqu y all respec-to del objeto. Pero, lo que constituye el comienzo abso-luto, debe ser igualmente algo conocido; ahora bien, si setrata de un concreto, y por consiguiente con varias deter-minaciones en s, entonces esta relacin, que es el comien-zo en s, se presupone como algo conocido; y por elloest dado como un inmediato; sin embargo no lo es, pueses relacin nicamente en cuanto que [est puesta] entrecosas diferentes, y en consecuencia contiene la mediacinen s misma.

    2 Hegel ya emple este trmino en sus escritos juveniles (DifferenzWwe. Tomo I, pg. 251) [Lasson].

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    Adems en lo concreto se presentan lo accidental y laarbitrariedad del anlisis y de las diferentes determinacio-nes. Las determinaciones que resultan, dependen de lo quecada cual encuentra en sus representaciones inmediatas y ac-cidentales. La relacin contenida en un concreto, en unaunidad sinttica es necesaria slo en cuanto que no es en-contrada, sino producida por el propio movimiento de losmomentos que vuelven a esta unidad, un movimiento quees lo contrario del procedimiento analtico, es decir, de unaactividad extrnseca a la cosa misma, y que cae en el sujeto.

    En esto est comprendido tambin, ms particularmente,

    que lo que constituye el comienzo no puede ser un con-creto, no puede ser algo que contenga una relacin den-tro de s mismo. Porque eso presupone en su interior unamediacin y un traspaso de un primero a un otro, cuyoresultado sera lo concreto convertido en simple. Pero elcomienzo no debe ser l mismo un primero y un otro; loque en s mismo es un primero y un otro, contiene ya unproceso de progresin. Lo que constituye el comienzo, elcomienzo mismo, tiene por ende que ser tomado comoalgo que no puede ser analizado; tiene que ser tomado ensu simple inmediacin no llenada de contenido, es decir,como ser, como lo absolutamente vaco.

    Tal vez por impaciencia ante la consideracin del comien-zo abstracto, podra decirse que no debe empezarse por elcomienzo, sino directamente con la cosa; pero tambin esacosa no es ms que aquel ser vaco; pues lo que es estacosa, resultar precisamente del curso mismo de la ciencia,

    y no puede presuponerse como conocido antes de ella.Cualquiera sea la forma que se adopte, para tener un co-mienzo distinto del ser vaco, padecer de los defectosmencionados. Aqullos que continan insatisfechos con di-cho comienzo pueden ser invitados a la tarea de comen-zar de distinto modo y evitar as estos defectos.

    Sin embargo, no puede dejar de mencionarse un comienzooriginal de la filosofa, que en los ltimos tiempos se hizoclebre, el comienzo por el Yo. En parte provino de la

    reflexin de que todo lo siguiente debe deducirse de una

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    98 CIENCIA DE LA LGICAprimera verdad, y en parte, de la necesidad de que la pri-mera verdad fuera algo conocido, y ms an una certezainmediata.

    Este comienzo no es en general una representacin acci-dental, y q :ie pueda adquirir tal forma en un sujeto y talotra en otro sujeto, Porque el yo, esta conciencia inme-diata d - s mismo, ante todo aparece l mismo como unainmediacin, y adems como algo conocido en un sentidomucho ms elevado que cualquier otra representacin; enefecio, todo otro conocido pertenece ciertamente al yo, pe-ro sin embargo se diferencia de l y en consecuencia es almismo tiempo un contenido accidental; el yo, al contra-rio, es la simple certeza de si mismo. Pero en general el yo,es al mismo tiempo un concreto, o mejor dicho, es lo msconcreto, esto es, la conciencia de s mismo como de unmundo infinitamente variado. Para que el yo sea comien-zo y fundamento de la filosofa, se precisa su separacinde este concreto, es decir, el acto absoluto, por medio d elcual el yo se purifica de s mismo y penetra en su concien-cia como el yo abstracto. Sin embargo este yo puro no esms un inmediato, ni el yo conocido; no es el yo ordinariode nuestra conciencia, al cual podra anudarse directamentey para todos la ciencia. Aquel acto realmente no sera msque elevarse a la posicin del saber puro, donde desaparecela diferencia entre lo subjetivo y lo objetivo. Pero, encuanto que dicha elevacin es exigida inmediatamente, re-presenta un postulado subjetivo; para manifestarse comoverdadera exigencia, sera preciso que el movimiento pro-gresivo del yo concreto, que va de la conciencia inmediatahacia el puro saber, fuera indicado y expuesto en el yomismo, mediante su propia necesidad. Sin este movimientoobjetivo, el puro saber, aun siendo determinado comouna intuicin intelectual, aparece como un punto de vistaarbitrario, o como uno de los estados empricos de la con-ciencia, con respecto al cual se tratara de ver si uno lo en-cuentra o lo puede producir en s y el otro no. Pero, comoeste yo puro debe ser esencialmente saber puro, y el purosaber est colocado en la conciencia individual slo por

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    LIBRO I: LA D O C T R I N A DEL SER 99medio del acto absoluto de la autoelevacin y no existe etiella inmediatamente, se pierde justamente la ventaja qu edeba surgir de este comienzo de la filosofa, es decir parti ide algo absolutamente conocido, que cada uno encuentrainmediatamente en s y al que se pueden anudar las reflexio-nes ulteriores. Aquel puro yo, es ms bien, en su esenciaabstracta, algo desconocido para la conciencia ordinaria,algo que no se encuentra ya en ella. De l surge, por locontrario, la desventaja de producir la ilusin de que sehabla de algo conocido, del yo de la autoconciencia emp-rica, mientras que en realidad se habla de algo extrao aesta conciencia. La determinacin del puro saber como yo..lleva continuamente consigo la reminiscencia del yo subje-tivo, cuyas limitaciones es preciso olvidar, y mantiene pre-sente la conjetura de que las proposiciones y relaciones re-sultantes d el desarrollo ulterior del yo puedan presentarsey encontrarse en la conciencia ordinaria y que sta justa-mente sea la que las afirma.

    Este trastrueque, en vez de producir una claridad inme-diata, produce al contrario una agudsima confusin y una

    desorientacin completa; externamente ha ocasionado p ots solo los ms groseros errores.Adems, en lo que concierne en general a la determinacinsubjetiva del yo, el saber puro quita al yo su significado

    limitado, es decir, el de tener su insuperable oposicin en unobjeto. Pero, por este motivo sera por lo menos superfinomantener esta posicin subjetiva y la determinacin de lapura esencia 3 como yo. Adems, esta determinacin noslo lleva consigo una perturbadora ambigedad, sino quequeda tambin, si se la observa con ms cuidado, un yosubjetivo. El verdadero desarrollo de la ciencia, que partedel yo muestra que el objeto tiene y conserva en ste laperenne determinacin de un otro, a cambio del yo, y quepor lo tanto el yo, del que se parte, no es el puro saber,que verdaderamente ha superado la oposicin propia de la3 El texto alemn 'lleva justamente Wesen = esencia. El traductor

    italiano supone un error de imprenta, y lee: Wissen saber. Conside-ro muy probable su hiptesis. [N. del T,]

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    100 C I E N C I A DE LA LGICAconciencia, sino que est todava aprisionado en el fen-meno.

    Al respecto es necesario todava hacer la observacin

    esencial de que el yo bien podra ser determinado en smismo como el puro saber o como una intuicin intelec-tual y ser afirmado como comienzo; pero en la ciencia nose trata de lo que existe en s o intrnsecamente, sino de laexistencia de lo intrnseco en el pensary de la determinacinque un tal (intrnseco) tiene en esta existencia.

    Pero lo que existe de la intuicin intelectual o bien cu a nd osu objeto se denomina lo eterno, lo divino, lo absolu to , loque existe de eterno y absoluto en el contienzo de la ciencia,no puede ser ms que una primera determinacin inmedia-ta y simple. Cualquiera sea el nombre valiossimo que le seadado, ms valioso que el que expresa la simple palabra ser,slo puede tenerse en cuenta de qu manera tal absoluto pe-netra en el saber pensante y en la enunciacin de dicho saber.La intuicin intelectual es la ms poderosa repulsa de la me-diacin y de la reflexin demostrativa, extrnseca. Pero ams de una simple inmediacin, ella expresa un concreto,que contiene en s diferentes determinaciones. Sin embargo,

    la enunciacin y exposicin de este concreto constituye,como ya se hizo notar, un movimiento de mediacin, queempieza en una de las determinaciones y avanza hacia la otra,y sta tambin retorna a la primera; es un movimiento, queno puede al mismo tiempo ser arbitrario o asertrico. Porconsiguiente en tales exposiciones no se comienza con loconcreto mismo, sino slo con la simple inmediacin, decondc parte el movimiento. Por otra parte, cuando es to-mado un concreto como comienzo, falta la prueba que se

    necesita para establecer la vinculacin de las determinacio-nes contenidas en lo concreto.Si por consiguiente la expresin de lo absoluto o de lo

    eterno, o de Dios (y Dios tendra el derecho incontrasta-ble de que el comienzo se hiciera con l), si su intuicin,su pensamiento contiene ms que el puro ser, entonces loque est all debera presentarse slo en el saber entendido,como pensante, no como representativo; pues por rico que

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    sea lo que est en l, la determinacin que se presenta pri-meramente en el saber, es algo simple; porque slo en lo

    simple no hay mas que el puro comienzo; y slo lo inme-diato es simple, porque slo en lo inmediato no existe to-dava una progresin de uno a otro.

    Por lo tanto, aquello que debe ser expresado o conteni-do adems del ser, en las formas ms ricas de la represen-tacin de lo absoluto o de Dios, no representa en el co-mienzo ms que una palabra vaca, y solamente el ser; yeste simple, que no tiene ninguna significacin ulterior, estevaco, constituye, sin ms ni ms, el comienzo de la filo-

    sofa.Dicho concepto por s mismo es tan sencillo, que estecomienzo, como tal, no precisa ninguna preparacin ni in-troduccin ms amplia; y estas consideraciones previas amodo de razonamientos sobre el asunto no podan tenerla intencin de introducir tal comienzo, sino ms bien lad e. alejar toda consideracin previa.

    DIVISIN GENERAL DEL SER

    En primer lugar el ser est determinado en general fren-te a otro; en segundo lugar se determina dentro de s mis-mo; en tercer lugar, si se rechaza este carcter previo de ladivisin, el ser es la indeterminacin y la inmediacin abs-tractas en las cuales l tiene que constituir el comienzo.

    Segn la primera determinacin el ser se divide en con-

    tra de la esencia, en tanto que, en el progreso de su desa-rrollo, su totalidad se presenta slo como una nica esferadel concepto y le opone, como momento, otra esfera.

    ,De acuerdo con la segunda, el ser es la esfera dentro dela cual caen las determinaciones y el movimiento total desu reflexin. El ser dispondr en esta esfera de las tres de-terminaciones siguientes:

    I. Como determinacin, como tal, cualidad;II. Como determinacin superada: magnitud, cantidad;III. Como cantidad determinada cualitativamente: medida.

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    102 CIENCIA DE LA LGICAEsta divisin, como se advirti en general en la introduc-

    cin acerca de semejantes divisiones, es aqu una indicacinprovisoria; sus determinaciones tienen que originarse slo

    del movimiento del ser mismo, y por ese medio definirse yjustificarse. No es preciso recordar aqu la divergencia deesta divisin con respecto a la usual enumeracin de las ca-tegoras, vale decir, cantidad, cualidad, relacin y modali-dad (las cuales por otra parte, en Kant deberan representarsolamente los ttulos para sus categoras, mientras en realidadson categoras ellas mismas, solamente que ms universales),porque todo el tratado mostrar cual es la divergencia engeneral con respecto al ordenamiento y significado habi-

    tuales de las categoras.Quiz slo pueda observarse todava, que la determina-

    cin de cantidadse antepone por lo dems a la de cualidad,y eso como en la mayora de los casos sin mayor funda-mento. Ya se mostr que el comienzo se efecta con el sercomo tal, y por consiguiente con el ser cualitativo. De lacomparacin de la cualidad con la cantidad resulta fcil-mente evidenciado que por su naturaleza aqulla es primera.Pues la cantidad es la cualidad ya convertida en negativa; lamagnitud es la determinacin que ya no es uno con el ser,sino diferente de l, es la cualidad eliminada que se convir-ti en indiferente. Implica en s la mutabilidad del ser, sinque la cosa misma, es decir, el ser, cuya determinacin es,sea modificada por ella; mientras que por lo contraio, ladeterminacin cualitativa es una cosa sola con su ser, no losobrepasa, ni est contenida en l, sino que constituye suinmediata limitacin. La cualidad por lo tanto, como deter-minacin inmediata, es primera, y ella debe constituir el

    comienzo.La medida es una relacin, pero no la relacin en general,sino la relacin determinada, entre la cualidad y la cantidad.Las categoras, que Kant incluye en la relacin, tendrn sulugar totalmente distinto. La medida puede, si se quiere,ser considerada tambin como una modalidad; pero, puestoque en Kant esta modalidad no debe constituir ya una de-terminacin del contenido, sino referirse solamente a la re-

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    LIBRO I: LA DOCTRINA DEL SER 1 0 3ic.on de ste con el pensamiento o sea con lo subjetivo, esu n relacin del todo heterognea, a la que de ningn modocorresponde entrar aqu.La tercera determinacin del ser, cae dentro de la seccinque corresponde a la cualidad, pues el ser, como inmedia-cin abstracta, se reduce a una determinacin particularfrente a sus otras determinaciones dentro de su esfera.