heers. la búsqueda de colorantes

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LA BUSQUEDA DE COLORANTES JACQUES HEERS, Université D'Alger EL CULTIVO DE LAS PLANTAS TINTÓREAS y el comercio de los colorantes desempeñan un papel considerable en las econo- mías de tipo antiguo. Esta importancia no siempre ha sido bien observada ni subrayada. Bastante raros son los traba- jos recientes y aún a veces hasta los relatos contemporáneos que les consagran un justo lugar en la jerarquía de los gran- des productos internacionales.! Parece que la atención de cronistas e historiadores fue atraída preferentemente por los tráficos más "nobles"; las especias en los periodos medieva- les, el oro y la plata en los coloniales. De hecho, hay que admitir que toda la economía eu- ropea y colonial estaba organizada en función de una sola in- dustria verdaderamente importante: la de los textiles, que la mayor parte de! tiempo tuvo que alimentarse en mercados le- janos; industria de lujo a veces, pero muy a menudo popular para satisfacer las necesidades primarias. De allí la necesidad urgente, imperiosa, de las materias primas fundamentales, de las fibras textiles y más aún, por que eran más difíciles de encontrar, de los productos tintóreos. Éstos fueron objeto de búsquedas tenaces, de rivalidades de toda clase; produje- ron la riqueza de provincias enteras hasta la gran invención de los colorantes químicos, verdadera "catástrofe" que iba, a costa de ruinas y crisis económicas, a cambiar el mapa mer- cantil de una gran parte del mundo conocido. Hasta esta fecha, la búsqueda de los colorantes es una de las grandes preocupaciones del comerciante, juntamente con el examen de los mercados y la introducción de las plantas tintóreas en las colonias europeas. Política de colonización, de desarrollo de nuevos países en función del mercado tintó- reo que se afirmó mucho antes del periodo colonial pro- piamente dicho mucho antes del ÚP\O XVI En e' «io-lo xv el

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  • L A B U S Q U E D A D E C O L O R A N T E S

    J A C Q U E S H E E R S , Universit D ' A l g e r

    E L C U L T I V O D E L A S P L A N T A S T I N T R E A S y el comercio de los colorantes desempean un papel considerable en las econo-mas de tipo antiguo. Esta importancia no siempre ha sido bien observada ni subrayada. Bastante raros son los traba-jos recientes y an a veces hasta los relatos contemporneos que les consagran un justo lugar en la jerarqua de los gran-des productos internacionales.! Parece que la atencin de cronistas e historiadores fue atrada preferentemente por los trficos ms "nobles"; las especias en los periodos medieva-les, el oro y la plata en los coloniales.

    De hecho, hay que admitir que toda la economa eu-ropea y colonial estaba organizada en funcin de una sola in-dustria verdaderamente importante: la de los textiles, que la mayor parte de! tiempo tuvo que alimentarse en mercados le-janos; industria de lujo a veces, pero muy a menudo popular para satisfacer las necesidades primarias. De all la necesidad urgente, imperiosa, de las materias primas fundamentales, de las fibras textiles y ms an, por que eran ms difciles de encontrar, de los productos tintreos. stos fueron objeto de bsquedas tenaces, de rivalidades de toda clase; produje-ron la riqueza de provincias enteras hasta la gran invencin de los colorantes qumicos, verdadera "catstrofe" que iba, a costa de ruinas y crisis econmicas, a cambiar el mapa mer-cantil de una gran parte del mundo conocido.

    Hasta esta fecha, la bsqueda de los colorantes es una de las grandes preocupaciones del comerciante, juntamente con el examen de los mercados y la introduccin de las plantas tintreas en las colonias europeas. Poltica de colonizacin, de desarrollo de nuevos pases en funcin del mercado tint-reo que se afirm mucho antes del periodo colonial pro-piamente dicho mucho antes del P\O X V I En e' io-lo xv el

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    trfico mediterrneo no es ya esencialmente el de las especias pimienta y drogas sino el de la seda (tan costosa pese a su pequeo volumen: 10 a 12 veces el precio de la pimienta, y tan necesaria que los comerciantes italianos haban abierto para ella la ruta de China cuando no frecuentaban regular-mente la de la pimienta hacia el sureste asitico), del algo-don, con las famosas "mude" venecianas y ms an de los colorantes.

    Slo mencionaremos al alumbre, el ms importante de ellos 2 que propicio los grandes das del oriente latino en los siglos x iv y xv y la fortuna de los Papas despus, pero cuya explotacin, limitada a Europa, no iba a tener prolongacin colonial." E 1 l e a n o c o m e r c i o d e ( > n c m e a f i n e s d e l a E d a d

    Media es el palo de brasil, la laca, el ndigo, muy caro en-tonces, y sobre todo el querms de Asia Pvenor. Esta explo-tacin toma ya a veces la forma de una verdadera empresa colonial, puesto que en la isla de Chipre, al lado del azcar, los italianos haban favorecido tambin el cultivo del ail; produccin organizada segn las formas propias para la explotacin de tipo colonial y capitalista acogida por los venecianos de Oriente y que haca de la isla en Nicosia y Famagusta, una gran empresa de tintoreras estrictamente orga-nizada en monopolio*

    E n Occidente mismo, el pastel es el origen de magnficos xitos econmicos: el de los grandes comerciantes picardos que abundaban en los siglos x m y xiv en el mercado de Lon-dres; el de los importantes burgos de Lombarda con sus graneles plazas burguesas y sus familias rpidamente enrique-cidas (agricultura especulativa y en suma, ya "colonial" en plena Italia, abandonando, para producir mas y satisfacer a los comerciantes y paeros, el cultivo tradicional de los ce-reales, especulacin que arruina a la economa alimenticia y fundamental del pas), fortuna, en fin, ms espectacular de los "pasteliers" tolosanos que posean las ms hermosas casas ele la ciudad. 5 E n la misma poca, si el querms de Anatolia lograba gran xito y estaba reservado para los tejidos de seda, se utilizaba tambin ms comnmente, y era ms bara-ta, la cochinilla de Occidente; esta "grana" de la que los mer-

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    curiales tan exactos de un comerciante toscano del siglo xiv citan numerosas calidades de todo el mundo mediterrneo: grana de Provenza, de Castilla que viene de Sevilla por cen-tenares de sacos, la de Portugal o de Sintra y la de Marruecos llamada de Rabat; despus tambin la de Berbera*

    Habra pues tema para escribir una larga historia eco-nmica de las plantas tintreas, de su cultivo y de su tr-fico, historia que comenzara no con el descubrimiento y la explotacin del Nuevo Mundo, sino con la del oriente me-diterrneo por los comerciantes italianos, por los capitales internacionales de Occidente.

    Sin embargo esta explotacin tom u n desarrollo consi-derable en el mundo atlntico, mayor todava que la que se haba conocido hasta entonces. Desde mediados del siglo xv, con la toma de posesin de las islas del Atlntico, donde pri-mero se buscaron los colorantes. Madera, isla de la madera, fue tambin la del pastel. E n las costas de las Canarias los castellanos mandaban recoger la orchilla, alga tintrea que daba un rojo muy hermoso y cuyo trfico en Sevilla estaba en manos de un monopolio, especie de trust colonial domi-nado por financieros genovesesJ junto al oro o a las espe-cias, o ms an, al azcar, el movimiento de expansin co-lonial tuvo en cuenta las exigencias del "dinamismo" del mercado de los productos tintreos.8

    Fue primero' la bsqueda de los productos naturales. Si el drago en las islas Canarias es un negocio pequeo, el palo de brasil de las nuevas tierras portuguesas ele Amrica era para la poca una riqueza considerable. Se entusiasmaban sobre todo con la idea de las enormes reservas, de la explo-tacin fcil y muy "primara", del bajo precio a que se obte-na gracias ai bajo costo del trueque con los indios. Existi en Francia la casa ele Ango, en Dieppe, toda revestida de madera de tinte, la "casa del Brasi l" en Rouen, y las fiestas populares como la que ofreci el rey Enrique II en la cual numerosas comparsas disfrazadas de indios imitaban las dife-rentes operaciones del corte de os rboles y del cargamento de los navios; fue entonces un verdadero "ciclo del brasil" para los armadores y paeros normandos. 9 Asi se explican las

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    expediciones de los Verrazzano financiadas por los florentinos de Rouen o de Lyon, y en suma todas las empresas francesas en el pas, desde Fort-Coligny hasta, ms tarde, el estableci-miento en la desembocadura del Maran.

    M u y posteriormente, en el siglo xvin, el "palo de tinta" iba a crear en las costas de Yucatn, en la provincia de Tabasco y en la isla de Cozumel, todo un movimiento de ne-gocios en torno a las factoras de ios bosques, que vivan mezquinamente y reciban harinas, carnes o quincallera de Europa y de Amrica. E l trfico de contrapartida era de "ca-noas", "goletas", "paquebotes" que van a'llevar los troncos a Campeche y a Veracruz: 103 buques en 1785, 163 al ao siguiente. 1 1 Trfico que, por s solo, a raz ele la Independen-cia, representa casi la totalidad de las exportaciones hacia Inglaterra 1 2 y que fue as el origen de la dominacin pol-tica de los ingleses en esta costa de Honduras.

    A l lado de estas economas de cosecha, las exigencias de los tintoreros iban a suscitar en el Nuevo Mundo empresas mucho ms complejas, ms decisivas y de mayores consecuencias.

    P R I M E R O E L A I L , introducido en Nueva Espaa en los al-rededores de Mxico, despus, hacia fines del siglo xvi, en las tierras calientes y en Yucatn. 1 3 E n esta poca, Gonzalo Gmez de Cervantes se admiraba del carcter inslito de la difusin del ail en el pas; ciertamente durante mucho tiem-po se hizo pastel (como se haba hecho en Madera) pero desde haca algunos aos, dice, "se dio en beneficiar el air" que es mucho mejor, se produce pronto tal cantidad para el consumo local y sobre todo para exportar a Castilla "que de todo punto ces el beneficio del pastel"." Cultivo esencialmente "colonial", en manos de espaoles, con todas las caractersticas de la gran empresa: latifundios, grandes edificios, mquinas (las "engins" para ndigo, las norias para el agua, las calderas), mano de obra servil o proporcionada por las encomiendas. Como el azcar, el ndigo contribua a la creacin de un verdadero tipo de paisaje colonial. xito, en todo caso, no solamente en Mxico, sino tambin en Santo Domingo, en Guadalupe sin hablar del de Guatemala, l a

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    calidad ms apreciada en el mercado de Marsella en el si-glo x v i n , pero xito cuyo efectos fueron gravemente resen-tidos en Europa en los pases del pastel. Fue necesaria toda la autoridad real para salvaguardar, a costa de un estricto control econmico y de infinitas disputas, a los pasteleros de Languedoc y de Bretaa, a todo lo largo del siglo xvn; slo el considerable desarrollo de la industria de las Indias iba a provocar un descenso del mercado francs en Alsacia y sobre todo en Suiza, y finalmente, el triunfo de este tinte, de esta economa colonial con sus caracteres tan particulares, que lo aventajaban sobre el pastel francs tradicional aldea-no, producido por una explotacin artesanal.

    Disputa entre dos cultivos tintreos, pero tambin entre dos economas, en suma, entre dos estilos de vida. Pvivalidad que la Nueva Espaa haba ya experimentado en el siglo xvi , antes del desarrollo de la gran propiedad y la esclavitud de los negros, y de la cual seencontraran sin eluda, a todo lo largo de estos periodos, otros ejemplos en otros dominios.

    A decir verdad, el gran negocio es el de la grana, esta tercera riqueza de la Nueva Espaa, con el oro y la plata. Ya producida en gran cantidad por los aztecas y a menudo ano-tada entre los tributos ofrecidos al soberano^ que benefi-ciaban sin duda condiciones climticas y ms an, humanas muy favorables, la produccin de la cochinilla tuvo en la era colonial un considerable desarrollo. M u y pronto se impuso como uno de los grandes productos coloniales del Nuevo Mundo; aventajaba fcilmente a los productos de Oriente, poco abundantes, difciles de traer y siempre reservados a los tejidos de lujo. De calidad muy superior, se impuso tambin sobre las cochinillas de los antiguos pases mediterrneos y de all tambin la rivalidad entre el producto colonial y el producto clsico de los viejos pases, que merecera ser mejor conocida, as como las dificultades que sufrieron las econo-mas tradicionales.

    Ciertamente, la cochinilla no tena las exigencias del ail y no provoc cambios tan profundos en la estructura del pas. Pero sin embargo no fue una cosecha sencilla.

    Estimulada por los espaoles primero en la regin de

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    Tlaxcala a partir de 1531, despus un poco por doquier por los frailes dominicos, 1 8 estimulada tambin por el considera-ble desarrollo de la produccin de la seda a partir de 1550 en la regin de Puebla y Antequera," el cultivo de las "no-paleras" tuvo un importante desarrollo en la segunda mitad del siglo x v i . 1 8 Severamente vigilado por todo un ejrcito de alcaldes mayores, de corregidores, en ltima instancia, por el "juez de grana" magistratura suprema cuya creacin en 1572 en la provincia de Puebla, 1 recalca el inters que pona en ella la administracin y las dificultades encontradas, iba a ser objeto de constantes cuidados y a necesitar una mano de obra atenta y experta. E l sistema de "repartimien-tos" permita confiar a cada indio y a su familia cierto n-mero de cactus, unos veinte generalmente, de los cuales era responsable; sistema que no necesitaba una continua vigi-lancia y que los italianos haban experimentado y perfeccio-nado en otros tiempos en sus colonias del levante medite-rrneo, en Cirio por ejemplo, con el mastique, arbusto resi-noso que produca una goma muy apreciada, pero cuyo cul-tivo requera tambin atentos y constantes cuidados.2

    Otro procedimiento "colonial" de utilizacin de la mano de obra indgena, heredado e imitado de la experiencia me-dieval del Oriente latino.

    E n todo caso los contemporneos manifiestan un gran inters por esta economa de la cochinilla, sus problemas, las posibilidades de mejora de los rendimientos. U n a gran parte de la obra de Gonzalo Gmez de Cervantes a fines del siglo xvi , est consagrada a la grana; se encuentra en ella un estudio muy profundo sobre los procedimientos de cultivo, la manera de preparar la tierra que debe estar "muy labrada y beneficiada y que est muy cultivada y tan l impia", sobre ios pies de 3 a 4 pencas cortadas de las viejas plantas, en es-pecial sobre la cosecha, despus de 8 a 12 meses, en tiempo seco y claro, de preferencia en marzo-abril; viene despus el examen de las numerosas enfermedades o insectos dainos, las diversas maneras de defraudar; al f in del volumen una hermosa serie de grabados que representan los "cactus de grana" y las diferentes fases del cultivo y de la cosecha.21

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    Otro testimonio de la importancia del producto: el mo-nopolio real. Todo el trfico de exportacin, severamente controlado, no poda ejercerse en principio sino por Vera-cruz. 2 2 De Oaxaca, principal centro de produccin, la cochi-nilla era expedida primero hacia Puebla, despus hacia el puerto, de donde se cargaba para Cdiz. 2 3 E l control real se ejerca en todas las expediciones "graduando este fruto como lo es precioso".^ A los oficiales que deseaban llevar grana por su propia cuenta, en su equipaje, les era comnmente negada la autorizacin, cuando no haba prohibicin para muchos otros productos n i siquiera para el ail, "por ser fruto de menor valor". 2^ Este monopolio, por cierto, no prohiba el trfico de contrabando por la costa de Honduras o el Golfo de Nicaragua; 2 pero sin embargo logr durante ms de dos siglos hacer de la Nueva Espaa casi la nica proveedora de la industria europea. A fines del siglo xvm solamente el fran-cs Thirry de Menonville introdujo su cultivo en Santo Domingo; escribi entonces un manual muy claro sobre el cultivo de los cactus y la cosecha de los insectos.2 7

    Vigilancia que se haca tambin sobre la calidad de los productos y en perseguir a contrabandistas; 2 as, esa larga investigacin para averiguar si la grana procedente de Oaxaca tena tierra cuando llova y caa al suelo antes de la co-secha.2 9 Los oficiales de las aduanas hacen siempre una muy escrupulosa distincin entre las diferentes calidades de cochi-ni l la: grana fina, granilla, polvo de grana y grana silvestre.8 Cuando el Rey en 1787 manda comprar cochinilla para las fbricas de Guadalajara, los empresarios paeros examinan gran cantidad de muestras antes de decidirse por un lote de 124 arrobas y 18 libras "del partido de Teposcolula en la Misteca alta", que juzgan la mejor de toda la Nueva Es-paa; cada ao, regularmente, los oficiales encaminan hacia Veracruz las cargas de cochinilla real, siempre de superior calidad, y anotan todos los gastos hasta el momento en que el-Intendente del puerto puede al fin anunciar que acaba de hacerse a la vela ' ' e l n a v i o d e grana nombrado de Castilla" que transporta tambin, a veces, "los tercios de cacao soco-mano destinados al gasto de la Real Famil ia" . Negocio iffi-

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    portante, tratado con la mayor seriedad y que durante diez aos llen todas las pginas de un voluminoso registro.3!

    As, pues, qu representan la produccin y el trfico de este colorante para la economa de la Nueva Espaa? . E n el interior, provincias enteras destinadas para el culti-vo de los nopales y la cosecha ele cochinilla con todas sus servidumbres, las estructuras agrcolas y sociales, las relacio-nes humanas tan bien consoliclades, produccin dominada por los oficiales de la grana y los comerciantes de las villas a tal punto que se podra hablar en estas provincias de un verdadero "ciclo de la cochinilla", ciclo que, a decir verdad, cubrira todo el periodo colonial.

    L A Z O N A D E P R O D U C C I N se sita en las regiones de Puebla y Oaxaca, en esta Mixteca donde la cochinilla encontraba las condiciones ms favorables, sobre todo desde el punto de vista humano. Se le encontraba tambin, segn R. Lee, en Michoacn hacia Guaniqueo, en la costa del Pacfico, hacia j i -qui lpan. 3 2 Pero un documento aduanal de final del siglo x v m seala los lugares de origen de la grana cargada en Vera-cruz en los aos anteriores a la crisis; 3 3 cifras "sin duda poco seguras, pues habra que tener en cuenta el fraude y el co-mercio fraudulento, pero que permiten de todas maneras una apreciacin relativa. Estas estadsticas precisan as la im-portancia de los diferentes centros de la grana en Nueva Espaa, al menos de los que participan directamente en el trfico de exportacin. As para 1-784:

    A r r o b a s A r r o b a s Oaxaca Juiechapa de Naxapa Tehuantepec Xamiltepeque Teposcolula Tehuacn

    12 027

    1 457 1 39 6

    691

    135

    Yanhuitln Nochistln Miahuitln

    201 122

    Teotitln del Camino Vi l la l ta Chilapan

    Este cuadro no solamente muestra la prioridad muy cla-ra de la Mixteca y del istmo de Tehuantepec. Muestra tam-bin cmo es irregular el trfico; se trata en verdad de los

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    aos difciles que anuncian el descenso de la produccin; no son tampoco estimaciones directas hechas en los campos. Pero sin embargo parece que la produccin es ao con ao muy irregular, muy variable de un cantn a otro, sometida sin duda a las incertidumbres del clima. As, entre 1784 y 1789, los embarques procedentes de Oaxaca bajan de 12000 arro-bas a 2 200, los de Tehuantepec de 1 400 a alrededor de 700, cuando en la misma poca los de Xamiltepeque se mantienen al mismo nivel (despus de haber conocido, en el intervalo, saltos considerables), y los de Teposcolula (no obstante ser vecina de Oaxaca) suben de 700 a ms de 1 200 arrobas. Irre-gularidad cuyos ejemplos se podran multiplicar y que prue-ban para estos aos una economa inestable, fuente de difi-cultades y de trastornos financieros y sociales. A la luz de estas pocas cifras, seguramente muy imperfectas, la economa de la grana, no obstante tan prspera en periodos de calma, no parece tan estable ni demasiado "sana", sino al contrario, sometida a graves accidentes.

    Es de esperar que esta economa "colonial", indispensable por cierto a Espaa y a Europa, aporte en el plano local, pese a estas irregularidades en periodos difciles, una prosperidad cierta.

    A principios del siglo xix, una encuesta realizada en la provincia de Oaxaca habla primero de la cochinilla, "fruto precioso y ramo esencial de su comercio, sin el cual necesaria-mente vendr a reducirse a un estado de miseria". 3 4

    En todo caso, el trfico de exportacin es considerable. Desde mediados del siglo xv i , y sobre todo un poco ms tar-de, las "arrobas" de grana (la cochinilla era expedida gene-ralmente en "zurrones" que pesaban 9 arrobas de 25 libras cada uno), forman inmediatamente despus de la plata lo esencial de las exportaciones de Veracruz. Plata, grana y en seguida, pero muy atrs, ail y cueros. T a l es el trfico colonial de la Nueva Espaa hacia Castilla; todo lo dems cuenta muy poco. 3 5 Para esta poca R. Lee evala las expor-taciones en 2^0 000 libras o sea un valor de roo 000 a 600 000 pesos Predominio que se mantiene a todo lo largo del periodo colonial como lo prueban las cuentas de la

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    aduana de Veracruz todava a fines del siglo xvm. Entre 1784 y 1789, los cargamentos de cochinilla varan entre 9000 y 17 000 arrobas, o sea, para estos seis aos, los derechos de aduana suben a ms de 2 800 pesos.38

    Este trfico, especie de monopolio de un producto tan esencial, iba a suscitar sin duda muchas codicias. Sin hablar del comercio de contrabando, hay que pensar tambin en la redistribucin de los productos colorantes fuera del mundo ibrico. As como el flujo del oro (y de la plata) espaol haba provocado u n intenso comercio de cambios que ban-queros alemanes y genoveses se ingeniaban en dominar; as como hubo tambin, aunque es menos conocida, una lucha bastante intensa para asegurarse el monopolio de las expor-taciones de mercurio castellano hacia las minas de Amrica, as tambin las grandes ciudades europeas se esforzaron en dominar el puerto libre de la grana. E n el siglo xv in una parte considerable de este negocio est controlada por l a ciudad de Gnova que, por sus banqueros, dominaba el tr-fico de la plata y de las letras de cambio y, por sus grandes comerciantes, el de la grana, producto c o l o n i a l ; pero que all es tambin producto internacional. Existe en el Archivio di Stato di Genova una serie muy importante de grandes re-gistros fiscales consagrados exclusivamente al comercio de la cochinilla que a razn de ms de un volumen por ao, cubren una gran parte del siglo. 3 7 Estn anotadas al da las impor-taciones de barriles de cochinilla; pequeo comercio, parece, por lotes de dos a diez barriles siempre, sin ninguna excep-cin, procedentes de Cdiz. Las reexpediciones interesan a todo el mundo mediterrneo. Marsella (y en consecuencia a Francia), Npoles, Libornia (y por tanto a la Toscana),. Lombarda y hasta Salnica en Oriente. Gnova tiene all una de las llaves de un gran trfico colonial, por tanto el estudio de los registros permitira definir mejor la importan-cia y las direcciones.

    Despus de Gnova en el siglo xvm, la cochinilla produjo ms tarde la fortuna de los importadores bordeleses quienes la reexpedan hacia todas las ciudades textiles de Europa. 3 8

    Puede ser interesante comparar esta poltica y estos xitos

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    en otra empresa colonial: la de los franceses en frica del Norte, mucho ms tarda ciertamente y que form parte de u n contexto econmico y humano muy diferente. All tam-bin los colorantes son a menudo el centro de as preocupa-ciones de los colonos, y ms an del gobierno.

    Hay que decir que tanto como en Amrica precoiombina, las diversas civilizaciones nmadas y urbanas dei frica Man-ca, con la industria de las affombras vivamente coloreadas a la moda oriental o hispano-morisca,3 ms las de los cueros coloreados y la de los tejidos de toda clase (en particular los azules de los nmadas del Sahara) daban un muy amplio campo al arte de los tintes. E n consecuencia, desde la Edad Media tuvo lugar una verdadera bsqueda de los colorantes vegetales, producidos en el lugar o encaminados por todas las rutas, a veces, como el ail, a travs del Sahara mismo; 4 0

    as el quermes, cuyas variedades son a menudo difciles de reconocer a travs de los textos, la granza, cultivada todava en nuestros das en el Djebel Amour por los "ksouriens",* la laca natural, el ndigo, todos colorantes clsicos, pero tam-bin los productos caractersticos de la industria africana: la cscara de la granada y las hojas del granadero, la hierba mora, ya muy usada en la Edad Media en la Europa medite-rrnea, planta trepadora de bayas rojas, el "algaric" para los amarillos, especie de hongo que crece en el pistache, la corte-za del manzano o del pino, alhea cultivada en numerosos oasis saharianos, los clavos de especia que no eran importa-dos solamente para sazonar las comidas, sino tambin para tinte. Actividades muy diversas, pues, que se adaptan a los recursos locales y no apelan sino en ltima instancia a los productos del exterior. Por cierto, en nuestra poca, la ex-traordinaria difusin de los colorantes qumicos alcanza tam-bin los centros ms alejados, pero los tejedores utilizan toda-va a menudo los productos tradicionales. 4 1

    L A C O L O N I Z A C I N F R A N C E S A , como la de los espaoles tres si-glos antes, se propona evidentemente otros fines que los de

    * Los "ksouriens" son los cultivadores sedentarios de los oasis de! Sahara que explotan las tierras por cuenta de los nmadas.

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    proveer de colorantes a la industria local de las lanas y los cueros. Se quera producir en gran cantidad y a buen precio a fin de luchar contra las posiciones adquiridas por los pases extranjeros. Todos los informes de los administradores insis-tan en este punto. E l momento es favorable; Francia, se dice, compra 12 millones de cochinilla ai ao al extranjero, 4 2

    y los importadores piensan evidentemente en las posibilida-des de las nuevas tierras de Africa, de las cuales, sin duda, no estn perfectamente informados. A decir verdad, las iniciati-vas individuales fueron bastante raras y tmidas: la introduc-cin ele los colorantes fue sobre todo un esfuerzo del gobier-no, que intent imponer las plantas tintreas a la economa argelina.

    Desde el principio, se esforzaron en desarrollar las anti-guas producciones indgenas. As, para el ndigo cultivado en pequeas explotaciones familiares, gracias al trabajo de las mujeres y nios, pues requiere "muchos cuidados y ma-nipulaciones", se hizo traer semilas de Calabria, de la regin de Reggio, pero todos los ensayos fracasaron finalmente en Argel. Fracaso que frente la extraordinaria expansin del ail en Amrica espaola en el siglo xvi , subraya bien la di-ferencia de las estructuras humanas y la gravedad de los pro-blemas de mano de obra con los cuales ha chocado en Africa del Norte la colonizacin francesa. N o se trata de instalar aqu grandes plantaciones de ndigo explotadas por una mano de obra servil. E l pas no carece de hombres, pero el contexto social y poltico y la reparticin de las poblaciones rurales hacan muy difcil el reclutamiento de los trabajadores agrco-las; las raras indicaciones precisas y apoyadas en estadsticas muestran que los salarios rurales eran, en un principio, muy elevados. E n cuanto a la introduccin de mano de obra extranjera, los proyectos, a menudo muy ambiciosos, nunca se iniciaron.

    Fracaso tambin para el azafrn, cuyo cultivo qued l imi-tado a las explotaciones indgenas o a algunas pequeas em-presas de los espaoles en la regin de Arzew, esto sin eluda antes de la llegada de los franceses.43

    Los textos insisten mucho ms en la produccin del quer-

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    ms en las montaas del Tellorans, colorante ya conocido si bien no muy apreciado en la Edad Media, que se venda en Europa con el nombre de "grana de Berbera". Hacia me-diados del siglo x ix la produccin se sita en torno a Nedro-ma, hacia Arzew, igualmente en el territorio de Ahmian; economa de cosecha efectuada exclusivamente por los ra-bes que venden sus cosechas a los comerciantes moros o judos de Orn y de Tlemcen. Las exportaciones no son in-significantes (por Orn, Mers el Kebir y hasta Argel); lle-gan a 18 000 francos en 1835, a 46 000 en 1838, a 22 000 en 1851 (en el intervalo, se registra un descenso completo en 1841). Produccin muy irregular, economa de dficit sin duda, en todo caso difcil.

    De todos modos, no se puede hablar aqu de economa "colonial" sino ms bien de supervivencia, en la poca colo-nia l , de una antigua produccin indgena con sus tradiciones particulares, que no modifica en nada n i las costumbres ni las estructuras del pas. E l agrnomo que la estudia indica claramente la razn: " la mano de obra de Europa vale dema-siado para emplearse en la cosecha del querms, pero por mu-cho tiempo los indgenas la encontrarn til y tal vez un da tambin los europeos con una poblacin ms densa"; 4 4 s e po-na as gravemente el acento en la escasa densidad humana en Argel, que no permita entregarse a esta minuciosa cosecha. Tanto ms cuanto que el querms de calidad mediana se venda mucho menos caro que la grana de Amrica.

    Desde la Edad Media, los tratados de agricultura rabes consagran a la granza gran atencin.4-' E n el siglo X V I I I el D r . Shaw cita una produccin abundante en los lugares h-medos. 4 8 Se le encuentra tambin en los oasis saharianos, en particular en Touggourt, donde "no es raro ver a un solo individuo cosechar cien cargas de muas"; fue entonces uno de los objetos esenciales del trfico de las caravanas.4 7 Esta economa indgena, como la cosecha del querms, se mantuvo mucho despus de la instalacin de los colonos franceses; al ofrecer la metrpoli un mercado mucho ms ventajoso de lo que hasta entonces eran las industrias locales. Desde 1839 Orn y Mostoganem exportaban 1 400 kilogramos de granza, de pro-

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    duccin indgena. E n la regin de Constantina crece en for-ma natural en los campos, ceica de los arroyos; los rabes lle-van las races al mercado de Constantina y las venden a los comerciantes mozabitas.4 8 Hasta entonces tipo de economa antigua que dispone de pocos medios, casi de recoleccin, so-lamente vivificada por el influjo de la colonizacin, gracias a la apertura de importantes mercados.

    Pero los colonos franceses se interesaron tambin en los productos colorantes.

    Los primeros ensayos de cultivo de granza fueron inten-tados desde 1844 en la regin de Argel y en Sidi-Marouf, en la provincia de Orn. E l gobierno militar, que utilizaba mu-cha tintura roja para los uniformes, hizo ensayar en 1851, por expertos de Louviers, races de granza procedentes de una propiedad rural de los alrededores de Constantina; stas, que se llamaban entonces "alizarii" , se opusieron a los productos de Provenza (sobre todo de Avin), de Alsacia (donde el cultivo haba sido introducido en 1750), de Chipre y de Tr-poli. L a granza de Argelia contena 6.4 % ms de colorante que la de Chipre y 15 % ms que a de Provenza, y como por otra parte su precio en Rouen era de 78 francos por 100 kilo-gramos contra 124 148 de los productos rivales, 4 9 poda f-cilmente dominar el mercado francs. E l gobierno difunda tambin u n informe muy preciso sobre el aspecto financiero del cultivo: rendimiento de alrededor de 500 kilogramos por hectrea, o sea 3 500 francos, ms 300 francos de forrajes y granos, contra 1 700 francos de gastos, esto para un ciclo de tres aos, en total una ganancia de alrededor de 850 francos anuales por hectrea.

    E l cultivo tuvo entonces un desarrollo bastante espectacu-lar, estimulado por los industriales, como la sociedad indus-trial de Mulhouse. 3 4

    E n 1852, en la exposicin internacional que se celebr en Londres, la granza de Argelia ("de calidad muy superior") obtena las ms altas recompensas y se citaba a los producto-res de Constantina y de la regin de Orn (St. Joseph y l 'Arbal ) . 5 2 AI ao siguiente se distribuyeron importantes pri-mas a os colonos argelinos (I'Arba, la Chiffa", Elida), con

  • L A B S Q U E D A D E C O L O R A N T E S 15

    premios apreciables dado el carcter intensivo del cultivo: de 1V2 hectreas a 8. A tal punto que los responsables podan escribir de manera poco entusiasta y en todo caso prematura: "el cultivo de la granza es hoy una industria arraigada en la colonia" . 5 3 E l sistema de primas se extiende al orans: 7 fran-cos y la provisin de granos por lote de 230 metros cuadrados no irrigables, desfondados suficientemente, es decir, 80 cm. Desde 1855 se contaban as cinco explotaciones en la provin-cia de Orn, consagradas a un cultivo apenas conocido unos aos antes; 800 colonos se haban inscrito y los clculos ofi-ciales decididamente optimistas prevean para dos aos ms tarde una superficie plantada de 100 hectreas principalmente en la regin del Sig. 5 5

    N o obstante fue un fracaso casi total y muy rpido. E n 1858 se comprueba que la granza no progres en la provincia de Arge l . 0 0 Cuatro aos ms tarde (1862), las estadsticas de las exportaciones de Argelia no incluyen ningn lote de gran-z a " y slo se encuentra este cultivo en la regin de Batna. Aqu tambin las condiciones de explotacin recalcan la quie-bra, o al menos el carcter precario, artesanal, de las empresas: muy pequeos lotes de 0.20 hectreas como promedio y bajos rendimientos comparados con los prometidos al iniciarse la ex-periencia argelina: 10 quintales por hectrea en vez de 5o. 5 8

    E L N E G O C I O DE L A C O C H I N I L L A fue tambin engaoso. Sin em-bargo, al principio, suscit gran inters. " L a conquista de esterico producto, se escriba en 1854, es, desde hace 24 aos, el justo objeto de la ambicin de los colonos y del gobierno", y el autor afirma que la cochinilla "produce la fortuna de todos los pases que la han posedo". L o que muestra que el recuerdo del monopolio espaol y la fortuna de Veracruz no se haban extinguido. Pues se trataba, seguramente, no del querms indgena, sino de la cochinilla mexicana ("mestque" como se deca con gusto en Francia y en Argel), muy superior "por la abundancia y el bril lo de su principio colorante". 5 0

    A decir verdad, Francia, como tantos otros pases, preten-da, gracias a Argelia, oponer al mercado mexicano tradicional otros mercados "nacionales" ms fciles de controlar. E n

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    efecto, los comerciantes espaoles encontraron muy pronto una posicin de remanso ya en Espaa, o ya, sobre todo, en las Canarias; los portugueses introdujeron la grana en Ma-dera, los holandeses en Jaffa; en Amrica misma para los mercados de los Estados Unidos y de la Gran Bretaa, des-arrollo de la produccin en Texas y ms an, en Honduras, donde iba a aventajar a la de Mxico. Finalmente, en Indos-tn "el gobierno ingls se esmer en introducirla no ahorran-do en ello n i cuidados n i fatigas, y haciendo venir con grandes gastos especies de las diferentes regiones de Amrica, as como del Cabo de Buena Esperanza, donde la cochinilla fue igual-mente estimulada".6 Ciertamente, tal extensin de los" cul-tivos hizo descender muy pronto los precios: de 50 60 francos el kilogramo a 9 12 francos, aproximadamente entre 830 y 1850. Pero en la misma poca se estimaba que el consumo se haba casi duplicado; i y los comerciantes de Burdeos, cuya clientela se extenda ms all de las fronteras de Fran-cia, pero que dependan siempre de Mxico, 0 2 evidentemente buscaron, como los de Marsella, otras fuentes de aprovisiona-miento de cochinilla.

    L o que ante todo deba convencer fue el xito extraordi-nario de la grana en las Canarias. Todos los informes sub-rayan una fortuna muy brillante, por ejemplo, el entusiasta del cnsul de Francia en Tenerife, Berthelot, que insiste en los progresos asombrosos de esta produccin. 6 3 Introducida en las islas en 1826, la cochinilla triunfa arrolladoramente despus de algunos aos de incertidumbre; en 1831, la pro-duccin no es todava sino de algunos kilogramos; en 1837 de 3500 kilogramos, pero despus aumenta sin cesar y al-canza a 50000 kilogramos en 1841 y a cerca de 200000 en 1849.6 4 Progresos que toman el giro de una verdadera "ava-lancha", trastornando completamente la economa del pas y llevando a muchos lugares una prosperidad inesperada. E n la pequea isla de Lanzarote, en una hectrea de tierra que antes no produca sino 300 francos de sosa natural (barilla), los cactus dieron 400 kilogramos de cochinilla en 1849 (a razn de ms o menos 10 francos el kilogramo); desde su dci-ma cosecha, Tenerife produjo 1 500 000 francos; un poco por

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    doquier, se asiste a una viva especulacin en los terrenos que se venden a 10 000 francos la hectrea.6 0 :

    Estos resultados inspiran evidentemente numerosas tenta-tivas en Europea mediterrnea y en frica. E l Gobierno es-paol sostiene entonces empresas de este tipo en las regiones, de Cdiz, Mlaga y, sobre todo, la de un antiguo capitn ere Mxico, Ortigoza, que planta una gran nopalera en Ruzafa, en los alrededores inmediatos de Valencia.

    Desde Espaa la cochinilla del nopal fue llevada a Argelia en 1831 por dos franceses (de los cuales uno vena de Gibraltar), quienes trajeron pencas de nopales llenas de insectos.. Despus las experiencias oficiales: primero, a instancias del gobernador duque Rovigo en el jardn del Rey y en el fuerte el Emperador se instal una "nopalera gubernamental", des-pus en 1842 en un terreno de Mustaf (cerca de la ciudad) y de la almciga central, quien con su director, Hardy, se ocup de convencer a los franceses del inters que presenta "esta industria todava muy poco conocida por los colonos e n lo tocante a los procedimientos a emplear y las utilidades-a realizar". 0 8

    Los peridicos de entonces hablan constantemente de los beneficios que puede acarrear la cochinilla en la colonizacin, casi siempre apoyndose en el ejemplo canario: cosecha desde el tercer ao y se afirma que produce 10 000 francos de ga* nancia por hectrea al ao, lo que es considerable: "qu pas, qu industria ofrecen una situacin ms ventajosa?" 6 7

    E l "calendario agrcola argelino" da gran importancia al cuh tivo de la cochinilla (en la "educacin d'hiver") y, sobre todo, en la plantacin de nuevas nopaleras: estacas en marzo en un lugar abierto sin sombra, al abrigo de los vientos del oeste, regando por lo menos la cuarta parte de las plantas. Desde 1840 las primeras muestras argelinas de la almciga son estu-diadas para la manufactura de los gobelinos, en 1850 un exa-men ms completo determina que la cochinilla de Argelia ciertamente es de calidad un poco inferior a la de Honduras o de las Canarias, pero igual a la mejor "mestque" de Mxico. E l precio, francos el kilogramo, es el mismo que el de

    la variedad mexicana entregada er Burdeos 0 9 ''

  • i 8 J A C Q U E S H E E R S

    Comienza entonces el sistema de las primas y estmulos. E n la provincia de Orn, que se mantiene apartada de los primeros ensayos, la cochinilla es comprada a los productores a precio mucho ms elevado del normal en los mercados de Francia, las pencas de nopal se dan gratuitamente en la alm-ciga que entrega, tambin durante el verano, insectos, y se en-van agentes para aconsejar a los colonos; 7 0 las primas se ex-tienden despus a todo Argel: 20 francos por 20 reas de tierras dedicadas a los nopales." Premios tambin a las expediciones agrcolas. 7 2 Durante estos aos, 1851-1855, el cultivo de la cochinilla, como en otras tierras el de la granza, parece hacer progresos considerables. E n 1851 se distribuyeron gran can-tidad de pencas a 40 colonos de la regin de Argel: sobre todo en Fondouck, al pie del Atlas de El ida, en Castiglione en la costa, Mouzaia, Birkadem, Baba Hassen, 7 3 esto por lotes de 400 a 500 pies; entre 1851 y 1854 se plantaron alrededor de 500 000 nopales repartidos en 26 explotaciones. Y en 1853, el total de los nopales en plena produccin se elev a alrede-dor de 60 000, prcticamente todos en la regin argelina y, sobre todo, en los alrededores inmediatos de la ciudad: 10 000 en Mustaf, 27 000 en Birmandrais, 3 700 en E l Biar (de los cuales 1 700 fueron para el convento del Buen Pastor). 7 4

    Sin embargo, all tambin los resultados fueron engaosos. Los ensayos casi no sobrepasan la estricta regin de Argel; se hicieron cerca de Cherchell, en St. Denis du Sig y en los alre-dedores de Bne, pero muy poco, una plantacin de tres hec-treas en los Liberes, en la provincia de Orn, que es com-pletamente excepcional. 7 0 E n 1855 se hizo notar que despus de veinticinco aos de esfuerzos, Argelia no exportaba an sino i 000 kilogramos de cochinilla cuando en las Canarias, en igual tiempo, se expendan 300 000 kilogramos. 7 6 Por consi-guiente, este trfico se produjo en cantidades que pronto se consideraron insignificantes.

    As, pues, fracaso de la granza, fracaso tambin de la cochi-ni l la . L a colonizacin francesa en frica del Norte no logr implantar en gran escala las plantas tintreas que haban, en gran medida, producido la fortuna de la colonizacin y de los trficos espaoles en Amrica Latina.

  • L A B S Q U E D A D E C O L O R A N T E S 19

    Las razones son de dos tipos. Hay primero un aspecto eco-nmico, u n problema financiero. Argelia es un pas muy nuevo donde los capitales son muy caros. Ahora bien, los dos cultivos son, desde este punto de vista, muy exigentes y no pueden insertarse en tal cuadro. Para la granza es la dura-cin del ciclo vegetativo lo que cuenta.

    "Mientras ms permanece en la tierra la raz, ms produ-ce"; en Francia (Provenza) se le deja treinta meses y en Chi-pre u otras regiones del Levante cinco a seis aos, "en pases donde los capitales tienen poco valor, el procedimiento puede justificarse, pero ocurre lo m i s m o donde son muy caros como en Argelia?" " L a granza, que requiere formas de cultivo im-portantes, inmoviliza por demasiado tiempo los suelos que se podran emplear mejor para u n beneficio inmediato.

    Ocurre lo mismo con la cochinilla. Por cierto, en este caso, los suelos pueden ser de menor calidad, pero no se cosecha sino despus de tres aos y esto produce alrededor de a 500 a 3000 francos la hectrea inutilizada durante ese tiempo. Esto es fcil sin duda en las Canarias, "donde no hay compe-tencia para los campos", pero no en Argelia, donde pueden darse otros cultivos e invertir de otro modo los capitales all donde el dinero se paga al "10 20 % " . ' 8

    E L O T R O P R O B L E M A es un problema humano, el de la mano de obra. L a granza, "que no requiere sino trabajos de fuer-za, sin complicacin alguna, como lo proporcionan fcilmente los brazos europeos e indgenas"; trabajos mecnicos en la mayor parte. L a cochinilla, en cambio, requiere cuidados constantes y trabajos delicados; de donde una mano de obra numerosa y aborigen, no mercenaria, y atenta, propia de una fuerte densidad de la poblacin humana. E n cierto modo produccin familiar: "es esto mismo el fondo de la cuestin, pues este cultivo puede hacerse casi por completo con las fuer-zas de la familia nicamente"; lo que conviene perfectamente a las Canarias donde las poblaciones estn en el lugar desde hace siglos; "asentadas en el suelo"; mientras que el pueblo argelino es diferente, todava mal estabilizado, siempre ex-puesto a dificultades de toda clase, mal instalado en una paz

  • 20 J A C Q U E S H E E R S

    precaria: "poblacin vida de aventureros, atormentada por m i l proyectos.. . preocupada por el presente y ms an por el futuro".' Son mercenarios y solamente hombres que quieren ganar mucho, tiles sobre todo para trabajos fsicos; la au-sencia de verdadero arraigo familiar, al menos en cierto ni-vel social, prohibe as los cultivos delicados. Y nuestro au-tor nota muy justamente: "la cochinilla no poda ser sino difcilmente el empleo de la primera obra en la gran obra de la colonizacin". N o fue sino ms tarde, con una densa po-blacin de origen europeo, cuando pudo desarrollarse "atan-do las familias al suelo". 8 0

    Es muy significativo verificar en todo caso que los nicos lugares donde este cultivo pudo arraigarse fueron los alrede-dores inmediatos de la gran ciudad: E l Biar, Mustaf, Birmandrais; all donde los hombres desde haca mucho tiempo eran ms numerosos; donde en torno a los grandes dominios de los moros de Argel se haba desarrollado una economa de jardi-nes con campesinos hbiles, arraigados a la tierra con sus fa-milias. Por todas partes el problema era prcticamente insoluble. M u y pronto la administracin lo haba comprendido, pues viendo la imposibilidad de las grandes nopaleras se haba preguntado primero si no se podran servir de la tuna, tan abundante en Argelia; despus haba aconsejado multi-plicar las pequeas plantaciones, de algunos pies solamente y poner nopales en todas partes, en los jardines, a lo largo de las habitaciones. "Son las pequeas nopaleras las que deben, multiplicndolas al infinito, asegurar una gran produccin". Poltica que se preconiza tambin para el moral, pues los problemas son los mismos aqu como fueron en otro tiempo en la Nueva Espaa colonial.

    Los nicos xitos fueron all tambin los de las casas reli-giosas o comunales que empleaban la mano de obra de sus protegidos: el convento del Buen Pastor y, sobre todo, el orfe-linato de Bouffarik. E n Bouffarik, el gran centro de coloni-zacin de la M i t i d j a , 8 2 doscientos hurfanos atendan a 3 600 pies de nopales fabricando tambin nidos para las cochini-llas madres con las hojas de palmeras enanas. Condiciones de trabajo muv pconmicas afirma el periodista quien con-

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    cluye de u n modo un poco curioso sobre esta "ocupacin preciosa que utiliza a la vez el trabajo de los nios y el pal-mero enano". 8 3 Pero estas casas no disponan, como en el siglo xvi las rdenes espaolas en Mxico, de una numerosa clientela; las situaciones no tienen nada de semejante.

    As se explican ios fracasos engaosos pero ineluctables. Parece que las plantas tintreas, al menos las destinadas al gran comercio internacional, imponen en los pases coloniales tipos de economa muy particulares. Para el ndigo un gran dominio con numerosa mano de obra dedicada a la explota-cin. Para la cochinilla mano de obra mucho ms dispersa, pero responsable de cierto nmero de plantas, este ltimo sis-tema ya conocido en las colonias medievales del Oriente latino, pero que los espaoles haban llevado a un alto grado de perfeccin en Nueva Espaa con los repartimientos. N i n -guno de los dos sistemas era aplicable en'Argelia, donde la estructura poltica, humana y social (tambin religiosa) era muy diferente.

    E N M X I C O mismo el cultivo de la cochinilla estaba estre-chamente unido a los repartimientos; 8 4 marco estrecho, slido, sobre el que se construy esta economa. De all la grave cri-sis que se present cuando fue abolido este sistema en 1787.

    A partir de esta fecha todo se hunde. Mientras que en otro tiempo se cosechaban 30 000 arrobas de grana solamente en la provincia de Oaxaca, ahora se produce la mitad y a veces slo 6 ooo. 8 5 Otras indicaciones dan la cifra de produc-cin de grana y granilla en la provincia para los aos de 18011809 y permiten medir la gravedad de la crisis. 8 6

    E l gobierno se preocup naturalmente por este estado de cosas, y en respuesta se hicieron varias investigaciones; entre las ms interesantes figuran la realizada por la Real Aduana de Oaxaca y otra firmada por Antonio de Antequera. 8 7 Las razones invocadas son a veces muy generales: por ejemplo, el malestar de todas las posesiones espaolas bajo el mal gobier-no del "favorito". Pero Antequera habla ms del temor que hubiera causado a los comerciantes y productores de grana" la noticia de un refuerzo del monopolio real; el tesorero Fran-

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    cisco Villarata puso en pie el proyecto del "Estanco de la grana" con fijacin de los precios por la administracin. H a -bla tambin de las guerras que hacen estragos en la provincia, casi sin interrupcin: en los diez ltimos aos el precio del maz subi en proporciones considerables, as como todos los otros productos agrcolas. Por otra parte fue, afirma, un gra-ve error mermar en el campo la autoridad de los sacerdotes quienes ayudaban a los alcaldes a "contratar" a la gente y ejercan as una especie de control en toda la mano de obra de la provincia. Con el clero al margen de la vida pblica, y privado de sus medios de accin, se hunde el orden del campo de all la reflexin bastante amarga:

    y yo no entiendo cmo pueda combinarse en la cabeza de algunos proyectistas modernos el ridculo empeo de atribuir tanto a los ministros de la religin en las opera-ciones filantrpicas, como dicen, por medio de las exhor-taciones de los prrocos y el de abatir al mismo tiempo en tanto extremo su autoridad en los pueblos.

    Pero la razn esencial de la crisis de la grana es la supre-sin de los repartimientos. Los indios librados de sus obliga-ciones colectivas o personales dejan sus trabajos y hasta sus pueblos. Situacin difcil a menudo en los campos, brusca-mente abandonados por quienes estaban arraigados a ellos hasta entonces. Antequera habla de grupos de indios que huan por los caminos, buscando fortuna en las ciudades; gru-pos inestables que causan toda clase de trastornos: "sobrando en esta ciudad para corromper ms las costumbres con las pa-siones dominantes de juego y embriaguez". Empobrecimiento general tambin, pues con la produccin se hunden asimismo los ingresos de dinero que los alcaldes distribuan a los indios, no solamente por la grana, sino tambin por los "frutos de la tierra". Se habla, en el caso de Oaxaca y su distrito, de 800 000 pesos al ao; "no parece creble la suma de dinero que entraba por este conducto en este obispado". Pues todas las cosechas estn comprometidas, tan grave es este problema de los indios "prfugos"; por otra parte, ocurre lo mismo con las industrias: la fbrica de mantas de V i l l a Alta, que proporcionaba en otro

  • L A B S Q U E D A D E C O L O R A N T E S ag,

    tiempo 2 ooo ooo de piezas al ao, no produce ahora ms que l a tercera parte.

    E l nico remedio ante la escasez de mano de obra indgena tradicional era atenerse a la de los espaoles. De hecho, "mu-chos espaoles se han dedicado al beneficio de la grana". Pero la empresa iba a fracasar pese a algunos resultados alen-tadores en los primeros aos, y aunque los plantos estuvie-sen ya en plena produccin. De este fracaso que anuncia as el de los franceses en frica del Norte algn tiempo ms tarde, Antequera da una explicacin muy sencilla: slo e l indio es capaz de poner en el cultivo de los nopales y en l a cochinilla todos los cuidados necesarios; l pasa, dice, das enteros en el sol cuidando los nopales, librndolos de los parsitos, "gusanos innumerables, algunos de ellos gusanitos casi imperceptibles a la vista". Los espaoles, primero poco numerosos y en su mayor parte funcionarios ("que no trabajan") recin llegados, son incapaces, o ms bien se niegan a consagrar a l tanto tiempo. E n la medida en que lo acep-tan, los resultados financieros son desastrosos: "es comn opi-nin en Oaxaca que el espaol comerciante de grana enrique-ce, pero el espaol cosechero de ella empobrece".

    Conclusin muy Cndida por cierto, pero que tiene el mrito de enfatizar en el carcter "colonial" de la produccin de la cochinilla. Trabajo difcil que necesita una mano de obra experta y asidua. Condicin que no pueden ofrecer los pases nuevos donde los hombres son demasiado escasos y ocupados en trabajos de desmonte o de grandes cultivos. E n l a Nueva Espaa, por el contrario, existe una poblacin de viejo arraigo, controlada por oficiales del gobierno y do-minada por los comerciantes de las ciudades: tal era la econo-ma de la grana en la poca de los repartimientos, que fue responsable de u n orden social muy severo pero tambin de cierta prosperidad y del apego de las poblaciones a la tierra. Cuando se hunde el sistema, toda la economa se encuentra afectada.8 8

    L o que recalca una vez ms hasta qu punto la gran pro-duccin de los colorantes, ndigo o cochinilla, corresponda

  • 24 J A C Q U E S H E E R S

    a las economas coloniales, a menudo originales y de un equi-l ibrio social muy particular.

    N O T A S

    i Vase sobre todo el artculo fundamental uti l izado aqu a menu-

    do, de R . L E E : "Cochineal production and trade in New Spain to 1600",

    T h e A r n e r i c a s , abri l 1948, pp. 449-173.

    ' 2 C i . R. S. L P E Z : B e n e d e t t o Z a c c a r i a , Messina, 1932 (sobre las m i -

    nas de alumbre de Focea y su conquista por una gran famil ia genovesa);

    M . - L . H E E R S : "Les Gnois et le commerce de l ' a l u n la f in du Moyen-

    Age", en R e v i s t a d e H i s t o r i a Econmica y S o c i a l , 1954; L . L U G R E : " L e

    commerce de l 'a lun en Flandre au Moyen-Age", en L e M o y e n A g e , 1955;

    G . Z I T T F X : L ' a l l u m e d i T o ! f a e t i l s u o c o m m e r c i o , R o m a , 1907.

    3 Vase sobre este tema, la importante obra que prepara }. De lu-

    ineau (Universidad de Rennes).

    4 E . C A R U S - W I I S O N : " L a gude franaise en Angleterre", en R e v u e

    d u N o r d , 1953.

    5 Ph. W O O L F : C o m m e r c e e t m a r c h a n d s d e T o u l o u s e (de 1350 a 1450), Paris, 1054; G . C A S T E R : " L e pastette Toulousa in" , en A n n a l e s ,

    1954, p p . 63-72.

    8 Documentos del Archiv io D a t i n i de Prato (cerca de Florencia);

    cf. J . R E E R S : " I ! commercio nel Mediterraneo al la fine del sec. x iv e nei

    p r i m i anni dei xv" , en A r c h i v o S t o r i c o I t a l i a n o , 1955; y, sobre todo, los

    tres volmenes que va a publ icar sucesivamente el Prof. F. Melis ( U n i -

    versidad de Pisa) sobre los negocios del comerciante Francesco D a t i n i .

    7 J . H E E R S : Gnes a u x v sicle, Pars, i960, pp. 489-490.

    S V . M A G A L H A E S G O D I N H O : "Cration et dynamisme conomique d u

    M o n d e At lant ique (1420-1670)", en A n n a l e s , 1950, y C h . V E R L I N D E N : "Les

    influences mdivales dans la colonisation de l 'Amrique", en R e v i s t a d e

    H i s t o r i a d e Amrica, Mexico, 1950.

    8 M . M O L L A T : L e c o m m e r c e m a r i t i m e n o r m a n d a l a f i n d u M o y e n -

    A g e , Paris, 1952, pp. 256 ss.

    o Mxico, A r c h i v o ' d e Hacienda. Leg. 166/ Campeche,

    i l Mxico, Archivo General de la Nacin (A.G.N.) , Industria y Co-

    mercio, tomo 14, Palo de T i n t a , fol . 196 ss.

    - 12 j . H E E R S , "Relaciones econmicas entre Mexico y Francia a partir

    de la independencia", en R e v i s t a d e H i s t o r i a d e Amrica, i960.

    13 F. C H E V A L I E R : L a f o r m a t i o n des g r a n d s d o m a i n e s a u M e x i q u e . Paris, 1948, p. 87.

    U Gonzalo G M E Z DE C E R V A N T E S : L a v i d a econmica y s o c i a l d e N u e -

    v a Espaa a l inaluar e l s i g l o x v i , Mexico, 1944, p. 182; sobre la impor-

    tancia de las exportaciones de ail hacia Espaa: H . y P. C H A U N U : Se-

    ville e t l ' A t l a n t i q u e , Pars, 1958, tomo V l / g , p p . 988-993, y A t l a s , :lomo V , p. 142.

  • L A B S Q U E D A D E C O L O R A N T E S 2 5

    15 R. L E E : Art . cit., p. 452 (tributo de Oajaca, Mixteca , Cholula).

    16 R . L E E : A r t . cit., p. 4 5 4 . E n Tlaxca la , gran desarrollo del cult i-

    vo de la cochini l la a partir de 1540; esta actividad produca alrededor

    de 100000 ducados a los indios de T laxca la ; cf. G I B S O N : T l a x c a l a i n t h e

    X V 1 t h C e n t u r y . Yale, New Haven, 1952.

    17 W . B O R A H : S i l k r i s i n g i n C o l o n i a l M e x i c o , Berkeley, 1935. -

    i s Cf. F . C H E V A L I E R : Op. cit., p. 87; y F . C E R V A N T E S DE S A L A Z A R : Me-

    x i c o e n 2555 (Mxico, 1938), citada por R . Lee.

    19 R . L E E : C o c h i n e a l . . . , p . 468.

    20 E n la is la de Chio , por ejemplo para el mastique, J . H E E R S : Gnes

    a u X V sicle, pp. 390-391.

    21 G . G M E Z DE C E R V A N T E S : O p . c i t . , pp. 138. ; para otra poca ver:

    A . A L Z A T E Y R A M R E Z : M e m o r i a e n q u e se t r a t a d e l i n s e c t o g r a n a , Puebla ,

    1831, pp. 243-314 (citada por R . Lee).

    22 Cf. en particular H . y P. C H A U N U , S e v i l l e . . . , t. V I I I / I . 23 Mxico. A . G . N . , Ind. y C o m . G r a n a , t. 9, fol . 196; en 1792, detalle

    de las operaciones de carga y transporte de u n lote de grana pertene-

    ciente a J u a n de Ziga, "vecino y del comercio de la ciudad de Oaxaca".

    24 I b i d . , p p . 26 ss.

    25 i b i d . "Instancias de varios oficiales de M a r i n a para conducir en

    grana el producto de sus generales"; serie de peticiones para los aos

    1774 y siguientes.

    26 R . L E E , p. 460.

    27 T I E R R Y DE M E N O X V I L L E : T r a i t e d e l a c u l t u r e d u n o p a l et d e l'du-

    c a t i o n d e l a c o c h e n i l l e d a n s l e s c o l o n i e s franaises d'Amrique, prcd

    d ' u n v o y a g e O a x a c a . . ., Paris et Bordeaux, 2 vols., 1787.

    28 A . G . N . , Ind. y Corn., Grana, t. 9, fol . 157 ss., toda una serie de

    medidas contra los que falsificaban la grana (en 1793).

    .29 I b i d . , p. 196; investigacin del 10 de agosto de 1792.

    30 I b i d , , p p , 14g, 155.

    31 A . G . N . , I n d . y Com., Grana, t. 2, en particular pp. 2, 9, 23, 35

    (precio de compra), 84 (nota de gastos concernientes al ao de 1792), 194.

    32 R . L E E : C o c h i n e a l . . . , pp. 464-465; en T l a x c a l a experiment gran

    desarrollo el cultivo.

    33 A . G . N . , I n d . y Com., Grana, t. 9, pp. 155 ss.

    34 A . G . N . , I n d . y Corn., t. 20, p. 168.

    35 F . C H E V A L I E R : "Les cargaisons des flottes de la Nouvelle Espagne

    vers 1603", en R e v i s t a d e I n d i a s , 1943, pp. 329 ss. Cf. tambin la carga

    de la flota part ida de Veracruz el 24 de' mayo de 1958 (datos amable-

    mente comunicados por j . - P . Berthe, que agradezco aqu cumplida-

    mente): plata, 3 millones de pesos; grana, 7000 arrobas; cueros, 150000

    piezas; palo de tinta, 80 000 quintales ("con lo que ha ido de Campeche

    a l a Habana").

    38 A . G . N . , Ind. y Com., Grana, t. 9, p. 149; vase tambin, per ejem-

    p l o , A . G . N . , M a r i n a , vol. 136, Veracruz para el ao de 1789; exportacio-

  • 26 J A C Q U E S H E E R S

    ns de grana hacia Santander, Al icante, Barcelona, Cdiz, la Corua,

    Nueva Orlens.

    37 Archiv io d i Stato d i Genova; Sala 38, Srie Coccinil l ie.

    38 J . H E E R S , "Relaciones. . . " .

    3 9 Vase, sobre todo, la tesis de L . G O L V I N : L e s A r t s p o p u l a i r e s e n

    Algrie, Alger, 6 vols., 1951-1956.

    4 V . D E M A G A L H A E S G O D I N H O : " I Mediterrneo saariano e as carava-

    nas de ouro", en R e v i s t a d e H i s t o r i a , Sao Paulo, 1955 y 1956.

    41 Sobre todo confrntense las publicaciones del Service de l 'Artisanat en Algrie; en particular la serie de artculos de P. G R O U S S I N , L A C R O I X ,

    A . T O U C H O N , Y . B O N E T E , L . C O U S T I L L A C , int i tu lada " l a teinture artisanale

    en Afr ique du Nord'*,, en el n u m . 5 de C a h i e r s des A r t s e t T e c h n i q u e s

    d ' A f r i q u e d u N o r d , ed. Privt, Toulouse, 1959.

    42 Artculo de F. C. B E A U M O N T en A n n a l e s d e l a c o l o n i s a t i o n alg-r i e n n e ( A . C . A . ) , t. V , pp. 45 ss.

    43 A . C . A . , t. V I I , p. 264.

    44 I b i d . , pp. 79 ss.

    45 Cf. en particular el Kitab-el-Flaha, citado y estudiado por A . C H A R B O N N E A : " C u l t u r e arabe au Moyen-Age", A . C . A . , t. V , 1854, p. 350.

    40 D r . Shaw. 47 Informe del general Daumas, cit. por J . D U V A L : A . C . A . , V I I ,

    P- 19748 A . C . A . , V I I , p. 200. 49 A . C . A . , II , 1852, p p . 170 si. co I b i d . , p. 223.

    5t A . C . A . , I V , 1853, p. 252. 62 I b i d . , I I , 1852, p. 35453 I b i d . , IV, 1853, p. 244. 54 i b i d . , V I , 1854, p. 189. 55 I b i d . , V I I , 1855, p. 10. 50 I b i d . , X I V , 1858, p. 250. 57 T a b l e a u d e l a S i t u a t i o n des E t a b l i s s e m e n t s franais d a n s l'Algrie.

    Paris, 1863, p. 237.

    58 I b i d . , p. 211. 59 A.C.A., J . D U V A L , art. cit., p. 21.

    60 I b i d . , p. 84.

    61 I b i d . , p . 83.

    62 y. I-IEERS: "Re lac iones . . . .

    63 Ci t . por J . D U V A L , p p . 23 ss.

    64 A . C . A . , t. V , p. 44; estadstica de las cifras ao por ao. 65 J . D U V A L , art. cit.

    06 F . C. B E A U M O N T : A.C.A., I V , pp. 46ss.

    7 I b i d . 68 A . C . A . , I I , 1852, enero y marzo.

    69 A . C A . , I I I , 1853, calidades de las cochinillas de Argelia.

  • L A B S Q U E D A D E C O L O R A N T E S 27

    70 i b i d . , I , 1852, p. 316.

    71 i b i d . , V I , 1854, p. 442.

    72 I b i d . , I I I , 1853, p. 144, y I V , p. 332; p r i m a a u n colono de Mus-taf (Argel), quien posee desde hace'cuatro aos 6000 nopales ahora en

    plena produccin; otro premio a u n colono de Birmandreis , quien tiene

    17 000 nopales, de los cuales slo una parte produce.

    73 A . C . A . , V I I , p. 23. 74 I b i d . , p . 30. 75 I b i d . , V I I , 1855, p. 10. 76 I b i d . , V I I , p. 90. 77 J . D U V A L , art. cit., p. 211.

    78 I b i d . , p . 90. 79 I b i d . , p . 207. 80 Sobre e l tema de las dificultades para reclutar la mano de obra

    en Argel ia en los primeros tiempos de l a Colonizacin, cf. el l ibro de

    P . B O Y E R : L'volution d e l'Algrie mdiane d e 1S30 195. Alger, i960,

    PP-

    81 A . C . A . , I I I , 1853, p. 140. 82 Sobre Boufarik, cf. E . F. Gauthier. 83 j . D U V A L , art. cit., p. 32.

    S4 Sobre los repartimientos, cf. S. Z A V A L A : E n s a y o s s o b r e l a c o l o n i z a -cin e n Amrica, Buenos Aires, 1955, y F . C H E V A L I E R : o p . c i t .

    85 Mexico , A . G . N . , Ind. y Corn., Grana, t. 20, fols. 170 y 202. 86 I b i d . , p . 174.

    87 I b i d . , p p . 170, 171, 172 a 175. 88 Igualmente otras investigaciones de la misma poca; la f irmada

    "los Diputados de este Comercio", y otra splica int i tu lada "Dictamen teolgico poltico a favor de los Repart imientos", A . G . N . , Grana, t. 20.

    fols. 201 s* 208 s.