hacia una nueva teoría de la empresahacia una nueva teorÍa de la empresa 4 miguel alfonso...

89
79 Miguel Alfonso Martínez-Echevarría hacia una nueva teoría de la empresa

Upload: others

Post on 24-Jan-2021

0 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 79

    Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

    hacia una nuevateoría de la empresa

  • Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

    H

    ACIA

    UNA

    NUEVATEORÍA

    DE

    LA

    EMPRESA

  • noviembre 2000©

    Instituto Empresa y Humanismo

    Universidad de NavarraISSN: 1139 - 8698

    Depósito Legal: NA 638/87Edita: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, S. A.

    Diseño y producción: ENLACE Comunicación Multimedia

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    Miguel Alfonso Martínez-Echevarría 3

    Índice

    ¿Por qué existen las empresas? ................................................................. 5La transacción con incertidumbre ............................................................. 9

    La aparición del ”coste de transacción” .............................................. 10Transacción, propiedad y contratos .................................................... 13La asimetría de información ................................................................ 15El problema de la eficiencia con incertidumbre ................................ 16

    Los institucionalistas neoclásicos ........................................................... 19La empresa como contrato de mercado ............................................. 21La empresa como contrato de jerarquía ............................................ 25La empresa como tratado .................................................................... 27Límites y posibilidades del institucionalismo neoclásico ................ 31

    Una visión cibernética de las instituciones ............................................ 32Cibernética y evolución ........................................................................ 32Una visión evolucionista de la empresa ............................................. 38La visión cibernética de los austríacos ............................................... 42

    La visión estratégica de la empresa ........................................................ 47El descubrimiento de la importancia de la estrategia ...................... 47La planificación contable ..................................................................... 49La planificación estratégica ................................................................. 53La dirección estratégica ....................................................................... 59

    Una teoría convergente ............................................................................. 66La empresa como núcleo de competencias ....................................... 66El enfoque basado en los recursos ..................................................... 69

    Conclusión ................................................................................................. 72Bibliografía ................................................................................................. 76

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    4 Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

    Nota Biográfica

    Miguel Alfonso Martínez-Echevarría es catedrático de Economía y Pro-fesor Ordinario de la Universidad de Navarra. Académico correspondientede la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras. Profesor "Ho-noris causa" de la Universidad Católica de Buenos Aires. En la actualidad esSubdirector del Instituto Empresa y Humanismo.

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    ¿Por qué existen las empresas?

    A partir de 1970, el concepto deempresa1, que apenas dos déca-das atrás se consideraba un temasecundario e irrelevante, pasó aconvertirse en uno de los de ma-yor interés en la moderna teoríaeconómica. Desde unos años an-tes, el clásico supuesto de que losagentes económicos toman susdecisiones con información per-fecta había empezado a plantearproblemas cada vez más comple-jos y difíciles de resolver. No eraposible seguir ignorando quetodo agente humano se ve obli-gado a tomar decisiones en un en-torno que se caracteriza por unelevado grado de incertidumbre.Resultaba cada vez más difícilsostener que una realidad tancompleja como la empresa pu-diera reducirse a un sencillo pro-blema de decisión consistente endeterminar un máximo, cuando sedispone de información perfecta.La aparición de las escuelas denegocios había puesto de mani-fiesto que, en la práctica, el em-presario no se guía por ese tipo deracionalidad tan abstracta y sim-

    plificadora, sino que se ve obli-gado a resolver situaciones alta-mente complejas, con un elevadogrado de incertidumbre. El pro-blema consistía en que, desde elpunto de vista de la teoría econó-mica vigente, esa conducta no separecía nada a la que los econo-mistas llamaban racional. De to-das maneras, hacía tiempo que al-gunos economistas, como porejemplo Keynes, habían soste-nido que los empresarios actua-ban más bien por vitalismo, quesiguiendo las pautas de racionali-dad de los modelos teóricos dedecisión.

    Es fácil darse cuenta de que elprincipal obstáculo para dar en-trada a la incertidumbre en la teo-ría económica era precisamente elconcepto de racionalidad sobre elque esta última había sido cons-truida. ¿Qué tipo de racionalidadse le puede suponer a un empre-sario que toma una decisión sindisponer de información perfecta?Los modelos de racionalidad car-tesiana, o más bien kantiana, enlos que se fundamenta la teoríaeconómica neoclásica presentanno pocas y graves limitaciones a1. Vid. Silva, F. (1985).

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    Miguel Alfonso Martínez-Echevarría 5

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    la hora de explicar la conducta delempresario.

    Desde una visión global yaproximada del funcionamientode la economía, puede que la sim-plificación que la teoría neoclá-sica hace de la conducta del em-presario fuese metodológica-mente suficiente, como sostiene,por ejemplo, Friedman, pero dehecho convierte la teoría de laempresa en una trivialidad. Todoparecía sugerir que había llegadoel momento de proceder al revés,¿por qué no interesarse por la em-presa en sí misma y, a partir deahí, descubrir como se relacionacon el mercado? Es decir, habíallegado el momento de respondera la pregunta que se hiciera Ro-nald Coase en la década de losaños treinta: ¿por qué la empresa,y no el mercado?

    Todo parecía sugerir que, parahacer frente a la falta de racionali-dad que supone decidir cuandono se dispone de información per-fecta, el agente se apoya en elmarco institucional en el que ac-túa. Los empresarios no tomanlas decisiones en el vacío, sino enel seno de una organización y conlas rutinas propias de cada em-presa. Sin ese apoyo, la racionali-

    dad humana quedaría en una puraabstracción, sin ninguna referen-cia concreta, y se convertiría enuna quimera sin aplicación posi-ble. El lenguaje, la cultura, las le-yes, forman un entramado de ins-tituciones imprescindible para en-tender cómo funciona la racionali-dad humana. La empresa no po-día quedar reducida a una teoríaabstracta de la decisión, sino quese hacía necesario estudiar su di-mensión institucional y organiza-tiva. En otras palabras, había quedar cabida al aspecto cultural ehistórico de la acción humana.Sólo sobre estas bases sería posi-ble elaborar una nueva y más sa-tisfactoria teoría de la empresa.

    Ante esta necesidad de propor-cionar una explicación del carác-ter institucional de la empresasurgieron dos alternativas. Por unlado, los partidarios del enfoqueneoclásico sostienen que la racio-nalidad cartesiana es suficientepara dar una explicación satisfac-toria. Por otro lado, hay quienessostienen que esa vía ha quedadocerrada, y que la explicación de loinstitucional requiere de un nuevomodo de entender, no solo el con-cepto de la racionalidad, sino latotalidad de la acción humana. A

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    6 Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    los primeros los denominaremosinstitucionalistas neoclásicos, y alos segundos institucionalistas ci-bernéticos. Ambas posturas pre-tenden dar respuesta al tradicionalenfrentamiento entre los que ex-plican el orden social en clave indi-vidualista y contractual, que seríala postura, por ejemplo, de Hob-bes, Rousseau, o Cournot, y losque prefieren explicarlo mediantealguna forma de historicismo,como puede ser el caso de Hume,Smith, Burke, Marshall, etc.

    Los partidarios del institucio-nalismo neoclásico2 sostienenque no es necesario recurrir, comohabían hecho los que ahora reci-ben el nombre de institucionalis-tas clásicos, por ejemplo, Veblen,Commons, Parsons, o Selznick, auna extraña mezcla de teoría polí-tica, economía, y sociología3, sinoque basta con seguir el métodocartesiano4. En cualquier caso,sólo el mismo hecho de plan-

    tearse la necesidad de dar una ex-plicación del aspecto institucionalde la empresa representa un im-portante paso. Mientras el neocla-sicismo primitivo ni siquiera con-sideraba la existencia de las insti-tuciones, o las entendía como res-tricciones a la libertad y racionali-dad del individuo, el nuevo enfo-que las entiende como una ayudaa la racionalidad de un individuoque actúa con incertidumbre. Deesta forma, se viene a reconocer latesis clásica de que la racionali-dad humana sólo es posible en elseno de algún tipo de comunidad.El problema es que se trata de uncamino muy peligroso, ya queacaba por poner en duda la racio-nalidad que constituye la base delmismo paradigma neoclásico.

    Los partidarios del institucio-nalismo cibernético prefieren su-poner que el agente económicoactúa como un sistema abierto.Es decir, que no dispone de unaracionalidad completa y cerradasobre sí misma, sino que la vamejorando en la medida en queactúa; que aprende al interaccio-nar con su medio. Esta es la víaque proponen para recomponer lafractura entre racionalidad teó-rica y práctica que había generado

    2. Vid. Khalil, E. L. (1995).

    3. Vid. DiMaggio, P. J. y Powell W. W.(1991), p. 2.

    4. En el fondo están convencidos de queno existe más que la razón teórica, y quela razón práctica, si existe, puede ser re-ducida a la primera.

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    Miguel Alfonso Martínez-Echevarría 7

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    el cartesianismo. La dificultad delenfoque cibernético es que la per-feccionabilidad de la acción delagente, la mejora de su racionali-dad, exige una concepción teleo-lógica de la acción humana. Anteesta dificultad, la mayoría de losinstitucionalistas cibernéticos sehan inclinado por la solución evo-lucionista, que, de un modo máso menos encubierto, escamotea elproblema del sentido de la acciónhumana. La tesis evolucionista,aún dentro de lo puramente bio-lógico, no ha dejado de plantearproblemas, con lo que no tienenada de extraño que en el ámbitode la acción humana éstos se ha-gan considerablemente mayores.En cualquier caso, la tesis evolu-cionista no deja de ser un enfoquecibernético, aunque más redu-cido de lo que sería de desear. Nocabe duda de que ha abierto uncamino mucho más flexible que elneoclásico para estudiar la activi-dad empresarial.

    Hasta hace poco, por razonesque ahora no interesan, la teoríade la empresa estaba dividida endos enfoques que seguían cami-nos separados. Por un lado, la lla-mada teoría económica, que estu-dia la empresa en función del

    equilibrio del mercado, y por otrolado, la llamada teoría de la direc-ción, que estudia la eficiencia delos procesos que se desarrollanen su seno. Es decir, un enfoquepropio de los economistas, queestudia la empresa desde fuera, yotro, propio de los directivos, quela estudia desde dentro. Las nue-vas teorías institucionalistas hancomenzado a cerrar esa brecha, yaque exigen darse cuenta de queno cabe una separación tan rígidaentre lo que sucede dentro y fuerade la empresa.

    También en el ámbito de lasteorías de la dirección, a partir delos años setenta se han generadonuevos enfoques que se muevenhacia una clara convergencia conlos principios básicos de las teo-rías institucionalistas de la em-presa. En muchos aspectos, am-bas teorías se empiezan a hacerindistinguibles. Una de las clavesque ha impulsado la aparición delas nuevas teorías de la direcciónha sido, sin duda, una mejor com-prensión de lo que ahora se co-noce como conducta estratégica.Algo muy relacionado con la in-certidumbre propia de la dualidadacción y reacción, que constituye

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    8 Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    la esencia de la visión cibernéticade la acción humana.

    El individualismo metodoló-gico había reducido toda la ri-queza de la conducta estratégica aalgo tan simple como una con-ducta maximizadora. La direccióncientífica se limitaba a suponerque el directivo sigue una simpleconducta de adaptación a un me-dio que no controla, y que le pro-porciona toda la información ne-cesaria para determinar la racio-nalidad de sus decisiones de go-bierno. La necesidad de estudiarcómo hay que gobernar en situa-ciones de incertidumbre ha provo-cado el descubrimiento de que lamisma riqueza de las estrategias

    posibles, constituye la esenciamisma de una buena teoría de ladirección.

    Las teorías de la dirección, quehasta entonces sólo se habíanpreocupado de lograr el controlde las organizaciones y la supre-sión de conflictos, empezaban apercibir que estrategia y organiza-ción se implican mutuamente, yque la racionalidad que preside labuena marcha de una organiza-ción de algún modo se escapa atodo planteamiento que pretendaun control excesivo. La racionali-dad práctica se resiste a quedarencerrada en un simple esquemamental.

    La transacción con incertidumbre

    Un modelo de transacción en-tre individuos que se supone quedisponen de información com-pleta no presenta problemas, yaque ninguna de las partes puedeequivocarse en el logro de sus in-tereses. Desde este punto devista, la teoría neoclásica no con-templa un intercambio real, sinomás bien la decisión de un agenteque puede determinar, sin ningún

    error ni obstáculo, lo que le re-porta más ventaja. En realidad,esos intercambios no serían másque deducciones lógicas encami-nadas al logro de una distribuciónde recursos que proporciona lamáxima ventaja a todos los agen-tes, o el mayor bienestar posiblede la sociedad. Algo parecido a loque hace un jugador de solitarios,que va ordenando los naipes se-

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    Miguel Alfonso Martínez-Echevarría 9

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    gún unas ciertas normas, hasta lo-grar la combinación ganadora. Po-dría decirse que el agente neoclá-sico solo intercambia consigomismo. Según ese punto de vista,se trata de transacciones de costenulo, que se corresponden consimples operaciones mentales.Ahora bien, en las transaccionesreales, las que desbordan las sim-pl ificaciones neoclásicas, elagente no tiene información per-fecta acerca de lo que le conviene,ni puede dar marcha atrás si tomauna decisión equivocada. Son portanto transacciones costosas, nosimples deducciones mentales,sino que implican riesgo o posibi-lidad de equivocación. Para llevaradelante una transacción de estetipo, el agente tiene que indagar,reunir información, y al finalnunca podrá estar totalmente se-guro de que sea lo más conve-niente.

    Como el punto de partida delos institucionalistas neoclásicoses que el agente se mueve en unmundo de incertidumbre, dondela información es un bien escaso,se hace necesario eliminar el su-puesto de que las transaccionesse realizan sin costes.

    La aparición del ”coste de transacción”

    Un individuo racional, en elsentido neoclásico, que se mueveen un ambiente de incertidumbre,para realizar una transacción ne-cesita adquirir información. Enseguida se da cuenta de que haytransacciones que se pueden rea-lizar con muy poca información, yotras que requieren una cantidadenorme. Esto llevó a Coase5 a de-finir un “coste de transacción” entérminos de la información nece-saria, ya que es la responsable,desde este punto de vista, de lamayor o menor dificultad de lle-varla a cabo.

    Es fácil darse cuenta de queCoase mantiene una concepcióncartesiana de la racionalidad. Se-gún su criterio, las transaccionesmás simples son aquellas en lasque el agente puede actuar demodo más rac iona l , con l amáxima información, o con un mí-nimo de “coste de transacción”.Es decir, toma como paradigma

    5. Vid. Coase, R. (1937). Este artículo per-maneció casi ignorado hasta comienzosde los años setenta. En realidad no sehabla de costes de transacción sino másbien de “marketing cost”.

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    10 Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    un individuo con información per-fecta que actúa con plena raciona-lidad, ya que conoce todas lasconsecuencias de sus acciones.La incertidumbre representa unaruptura de ese aislamiento, quelleva a la necesidad de adquirir in-formación, que es entendidacomo un coste. Conviene insistiren que para Coase, el agente nodeja de ser racional, aún en incer-tidumbre. Una cosa es la raciona-lidad, como atributo del indivi-duo, y otra la información, comomercancía que se adquiere en elmercado.

    Según el planteamiento deCoase, las transacciones fácilesde realizar serían las propias delmercado, el ámbito básico y natu-ral de la racionalidad humana. Elproblema es que en ese ámbitosolo se podrían conseguir produc-tos muy simples, como los frutosde la naturaleza. No sería posibleobtener productos artificiales ycomplejos, como, por ejemplo, unautomóvil, ya que los costes detransacción necesarios para lo-grarlos serían prohibitivos. Estoquiere decir lo siguiente. Si sólohubiese mercado, para conseguirun automóvil lo primero sería di-señarlo cada uno por su cuenta,

    luego obtener en el mercado to-dos y cada uno de sus componen-tes, y finalmente montarlo unomismo. Esto plantearía muchosproblemas: no habría piezas yahechas y acabadas, con lo que ha-bría que encargarlas, y lograr quese fabricaran con las condicionesadecuadas, y en el tiempo opor-tuno, etc. Todo esto representaríaun número enorme de transaccio-nes a realizar y los costes resul-tantes serían prohibitivos. Parasalvar esta dificultad surge la em-presa que, según Coase, consisteen un agente que se encarga dediseñar y poner en marcha una or-ganización que construye el auto-móvil, fuera del mercado y, unavez acabado lo ofrece como unamercancía. La empresa, al impo-ner un esquema de funciona-miento y una jerarquía que noexiste en el mercado, logra unanotable reducción de los costesde transacción necesarios para laobtención de un producto com-plejo. En resumen, según Coase,las instituciones existen como unmodo de abaratar los costes detransacción. Unos costes perfecta-mente previsibles, al alcance de laracionalidad de cada individuo,que llevan a crear las empresas

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    Miguel Alfonso Martínez-Echevarría 11

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    como un modo de reducirlos. Esdecir, las empresas, y en generallas instituciones, no son más queinstrumentos al servicio de la ra-cionalidad individual.

    Queda claro que Coase, deacuerdo con los axiomas funda-mentales de la metodologíaneoclásica, supone que la situa-ción natural o de partida es elmercado; conjunto de individuosracionales, interesados en el logrodel mayor bienestar, que tomansus decisiones en forma descen-tralizada. Como alguien ha dichono sin cierta ironía6, según Coase,“en el principio era el mercado”.En ese ámbito básico e inicialsólo se puede intercambiar lo queya se tiene, lo ya producido. Peroresulta muy costoso lograr lo quetodavía no existe, la propiedad fu-tura, lo todavía no producido queexige colaboración y decisionessubordinadas a un proyectoúnico. Conscientes de esta limita-ción, los agentes racionales dise-ñan las empresas, que permitenreducir esos costes de transac-ción.

    Resulta sorprendente que esteesquema sea casi idéntico al em-

    pleado por Hobbes en el sigloXVII para explicar la aparición dela sociedad. Si sólo hubiese indi-viduos racionales e interesados,el resultado sería una vida libre,pero mísera, insegura y breve. Encambio, si se acepta la jerarquía yla planificación, el bienestar seráconsiderablemente mayor, perolos individuos perderán su liber-tad de iniciativa. Hay, además,una contradicción en la maneraque tiene Coase de justificar laaparición de la empresa. Si apare-cen con la finalidad de abaratarcostes de transacción, podría su-ceder que las transacciones demercado tuviesen bajo costecomo resultado de la presencia deempresas que previamente loshan abaratado, con lo que no que-daría claro si las empresas sonconsecuencia del mercado, o alrevés. No se puede establecer sies la racionalidad del individuo laque lleva a la racionalidad de laempresa, o al revés.

    No parece posible que las tran-sacciones puedan realizarse en unvacío institucional. El mismo mer-cado no es posible sin el apoyo deinstituciones como la propiedad,el contrato, la empresa, el dinero,etc. No existe algo parecido a un6. Vid. Williamson, O. (1985), p. 87.

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    12 Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    “nivel cero de instituciones”, quese pueda tomar como punto departida para medir costes de tran-sacción. No se puede decir a priorique la transacción de mercadosea la de menor coste. Como yaseñaló Prony7, el coste es relativoa la situación y finalidad de latransacción, lo cual es función delmarco institucional donde se de-sarrolla. Ni tan siquiera quedaclaro que la necesidad de adquiririnformación sea un coste. No sepuede asegurar que aprender aleer sea un coste. Más bien pareceque el coste sería permaneceranalfabeto.

    Coase piensa que desgraciada-mente el hombre no puede vivirsólo, y no le queda más remedioque asumir el coste que suponevivir en sociedad. Su ideal seríauna sociedad en la que los costesde transacción se fuesen redu-ciendo continuamente hasta vol-ver al inicial paraíso individua-lista, en el que cada uno pudiera

    dedicarse a sus intereses, sin con-tar con los demás. Una idea quede otro modo ya había expresadoMarx. También Herbert Simon,unos años después que Coase,presentaría su concepción de laempresa como un modo de supe-rar lo que él llama racionalidad li-mitada del agente neoclásico.

    Transacción, propiedad y contratos

    Casi desde el principio, Coasese vio involucrado en las comple-jas relaciones existentes entre elderecho y la economía. Enseguidase dio cuenta de que la transac-ción sólo es posible con el auxiliodel contrato, lo cual a su vez su-pone la existencia del derecho depropiedad. En otras palabras, nole quedó más remedio que enfren-tarse con el nada fácil problemade la relación que existe entre loscostes de transacción y los dere-chos de propiedad8.

    En un mundo en el que la in-formación fuese perfecta, no ha-bría costes de transacción. Laasignación óptima de recursos o

    7. Matemático francés del siglo XIX quepuso de manifiesto cómo la división deltrabajo, en la elaboración de las tablasde logaritmos, depende del modo en quedesee realizarse, y puede adaptarse a lahabilidad de los que tengan que elabo-rarlas.

    8. Este enfoque ha sido el origen del lla-mado “análisis económico del Derecho”.Vid. Coase, R. (1960).

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    Miguel Alfonso Martínez-Echevarría 13

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    máximo bienestar posible estaríaracionalmente asegurada. En esemundo no habría necesidad es-tricta de derechos de propiedad.Nadie desearía tener lo que no es-tuviese seguro que le proporcio-nase la mayor ventaja. Las empre-sas producirían la misma cantidady con igual eficiencia, tanto si elcapital contratase al trabajo,como a la inversa. El problema se-ría que al ser innecesaria la pro-piedad, tampoco quedaría claroque existiese motivación para lle-var a cabo las transacciones. Esemundo estático, donde toda posi-bilidad estaría dada, contrastacon un mundo con incertidumbre,con costes de transacción, dondela asignación óptima de recursosno está asegurada; ni tan siquieratiene mucho sentido plantearsesu existencia. Son muchas las po-sibles asignaciones de los recur-sos, y todas ellas dependen delmodo en que se hayan estable-cido los derechos de propiedad.Los mismos costes de transacciónse convierten en algo relativo. Elsupuesto de que necesariamentetiene que existir un máximo deeficiencia productiva y distributivaes propio de una racionalidad car-tesiana, o mejor dicho leibni-

    tziana. Algo que se correspondecon un mundo de informaciónperfecta, el mejor de todos los po-sibles, donde todo problema sóloadmite una solución.

    En cualquier caso, el conceptode propiedad tiene más sentidoen la actividad que se desarrollaen la empresa, que en la que selleva a cabo en el mercado. Mien-tras las transacciones de mercadose pueden realizar casi instantá-neamente, ya que se trata de latransmisión de una propiedadperfectamente definible, la pro-ducción hace relación a una pro-piedad futura que exige el com-promiso de un tipo de conductaque se realiza con el paso deltiempo. La transacción propia dela empresa no se refiere a un pro-ducto ya acabado, ni mucho me-nos a una decisión óptima, sino aun proceso siempre mejorableque requiere apoyarse en un sen-tido mucho más pleno y creativode lo que es el derecho de propie-dad9.

    9. Como puede verse, el concepto depropiedad tiene más sentido en una vi-sión más plena del concepto de raciona-lidad.

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    14 Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    Una transacción sin costes, coninformación perfecta, sin necesi-dad de propiedad y por tanto sinmotivación, podría ser más propiade un espíritu puro que de unhombre. Aunque no está claroque un espíritu tenga necesidadde realizar transacciones. Desdeun enfoque espiritualista, o másbien racionalista, de la economía,es lógico que la transacción se en-tienda como un coste. Pero, desdeuna visión realista de la econo-mía, la acción humana suponecorporalidad, es decir, dimensiónhistórica, y exige de instituciones,no para volver a la cerrazón deuna supuesta racionalidad indivi-dualista, sino para posibilitar unamanera más plena de ser.

    La asimetría de información

    Otra consecuencia de recono-cer la existencia de la incertidum-bre en la acción humana es acep-tar que la distribución de la infor-mación no es homogénea. Hayunos agentes que en determina-dos aspectos tienen más informa-ción que otros. Lo que uno ignora,el otro lo sabe. En ese mundo, haymotivación para intercambiar in-formación y realizar todo tipo detransacciones. Se plantea enton-

    ces la distinción clásica entre po-der y saber, entre los que mandanque algo se haga, y los que sabencómo se puede hacer eso quequieren los que mandan. Se haceentonces necesario algún tipo dejerarquía que dé unidad a la ac-ción conjunta. Una jerarquía quede un modo u otro se apoya en loinstitucional.

    Cuando alguien llega a un ta-ller mecánico para que le arreglenel automóvil, por lo general nosabe tanto de mecánica como elempleado del taller, ni tampocosabe cómo esa persona va a pro-ceder a la reparación, si lo harábien y rápido, o mal y lento. En re-sumidas cuentas, no tiene infor-mación perfecta, y no le quedamás remedio que fiarse del mecá-nico, y esperar que lo haga de lamanera más correcta y en el me-nor tiempo posible. Este pro-blema de asimetría de informa-ción genera lo que los neoclásicoshan dado en llamar “problema deagencia”10, donde se distingue en-tre un “principal”, que ordena ymanda, y un “agente”, que obe-dece y realiza. Se plantea enton-

    10. Vid. Pauly, M. (1968), Akerlof, G.(1970).

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    Miguel Alfonso Martínez-Echevarría 15

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    ces lo que llaman “riesgo moral”,es decir, la posibilidad de ser en-gañado, de no recibir el servicioen los términos que se esperaba.Como puede verse, se trata deotra manera de enfocar la natura-leza del coste de transacción.

    Los institucionalistas neoclá-sicos justifican la existencia de lajerarquía en el seno de la empresapor la existencia de este pro-blema. Según esa explicación, elriesgo moral es más alto cuantomayor es la probabilidad de quela transacción no se vuelva a repe-tir; por ese motivo la empresa es-tablece una relación regular y es-table entre e l pr inc ipal y e lagente, de tal modo que sea posi-ble una continuada inspección ycontrol en el modo de ejecutar, yel riesgo moral se reduzca nota-blemente. Como puede verse, setrata de una variante de la mismaidea de que la empresa existecomo un modo de reducir los cos-tes de transacción.

    Este principio de reducción delriesgo moral ha sido también em-pleado para explicar otros rasgosy comportamientos de la em-presa. Por ejemplo, la separaciónentre la dirección y la propiedad,

    típica de las grandes empresas,exige que un “principal”, la pro-piedad, encargue a un “agente”, ladirección, que lleve adelante la ta-rea de gobernar la empresa. Esetipo de propiedad, fragmentadaen una multitud de accionistas,por lo general no tiene ni capaci-dad, ni dispone de tiempo, paracontrolar perfectamente a los di-rectivos, planteándose así un pro-blema de “riesgo moral”, ya quelos directivos pueden engañar alos propietarios, persiguiendo suspropios fines. Para reducir eseriesgo se establece que el preciode un mercado, la cotización enBolsa, actúe como medio de con-trol de la conducta de los directi-vos. Prueba de las ambigüedadesde la explicación neoclásica de lasinstituciones es que en este casosería un mercado, la Bolsa, el en-cargado de reducir los costes detransacción con los directivos.

    El problema de la eficiencia con incertidumbre

    Ya hemos visto que cuando sesuprime la hipótesis de informa-ción perfecta, la eficiencia de-pende de la motivación, y, en con-

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    16 Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    secuencia se hace relativa. Estefue el descubrimiento que hizoLeibenstein cuando expuso su co-nocida teoría de la “eficiencia X”.

    Según Leibenstein, la incerti-dumbre sobre las conductas quese desarrollan en el interior de lasempresas no es constante, sinoque varía dentro de un cierto mar-gen. No es necesario hacer gran-des estudios para darse cuenta deque existen oscilaciones en el ren-dimiento personal y colectivo deltrabajo. Como ya había señaladoElton Mayo no es posible estable-cer óptimos de conductas produc-tivas, como había pretendido Ta-ylor, sino que éstas dependen dela estructura social de cada grupohumano. Algo que ya se conocíadesde tiempos de Prony, y sobrelo que ha vuelto a insistir Chan-dler. No existe posibilidad de rea-lizar un diseño objetivo de una or-ganización. No hay un solo modode llevar a cabo el trabajo, ni si-quiera es posible mantener siem-pre el mismo grado de eficiencia.

    No existe, por tanto, una moti-vación óptima que se correspondacon ese hipotético rendimientoproductivo máximo propio de unmundo de información perfecta.La motivación es una realidad

    compleja que sólo existe en unmundo de incertidumbre, y queescapa a las limitaciones de unenfoque excesivamente abstractode la racionalidad humana. Supo-ner que los agentes tratan de re-ducir los costes por unidad deproducto para una escala dada deproducción, implica que la moti-vación de los agentes es siemprela máxima posible.

    En un mundo real, con asimetríade información, la motivación varíade unos agentes a otros. La moti-vación de un agente no es siemprela misma, y la motivación de unoinfluye en la de otro. No se ajustapor tanto a la realidad suponer quea cada empresa le corresponde unafunción de producción objetiva, yaque la relación entre los insumos yel producto depende de la motiva-ción, y ésta de los estados psicoló-gicos, tanto individuales como co-lectivos. No se puede dar por su-puesto, como hacía Taylor, que esposible crear las condiciones paraque un individuo realice siempre elmáximo esfuerzo posible. La su-puesta conducta maximizadora delos agentes es más bien algo ex-cepcional, una casualidad que enalgún momento y de modo efímerose podría alcanzar; lo ordinario es

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    Miguel Alfonso Martínez-Echevarría 17

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    actuar por debajo del máximo teó-rico posible. Para Leibenstein, loque sucede con la eficiencia es algoparecido a lo que ocurre con el di-lema del prisionero, donde la faltade información perfecta impide al-canzar la solución óptima. Nuncase llega a sacar el máximo partido atodos los recursos de que efectiva-mente dispone una organizaciónproductiva.

    La solución que propone Lei-benstein es la puesta en marcha deuna especie de mecanismo de con-trol que presione al máximo sobrela motivación de los empleados.En su opinión, hay tres niveles deeficiencia en las organizaciones: a)el que se deja llevar por las rutinas,las convenciones y los hábitos. b)el guiado por el cálculo parcial eimperfecto, y c) y el guiado por elcálculo completo y perfecto. El másreducido sería el nivel a), que sebasa en la cooperación y en la je-rarquía, el más elevado sería el ni-vel c) que se basa en la individuali-dad y la racionalidad. El paso de unnivel a otro depende de la presiónexterna. Sólo si la presión externaes muy alta hay un cambio efectivoen la conducta de los individuos.Por ejemplo, dice Leibenstein, sólo

    un ataque grave de corazón (costeexterno muy elevado) lleva alagente a dejar de fumar (coste in-terno). Según esta visión, el mer-cado actúa como un mecanismo depresión externa que permite lograrque los agentes eleven el nivel deeficiencia de sus conductas. Unaempresa alcanzará la máxima efi-ciencia cuando la competencia seatan fuerte que amenace la propiasupervivencia de la empresa.

    Según Leibenstein, sólo la pre-sión exterior del mercado, última“ratio” neoclásica, puede engendrarel nivel de motivación suficientepara alcanzar la máxima eficiencia.Pero por otro lado, se da cuenta deque la estructura empresarialtiende a elevar los costes y a dismi-nuir la eficiencia productiva. Posi-ción que contrasta con la de Coase,para quien el mercado es inefi-ciente para organizar la produc-ción de mercancías complejas,mientras que sólo la empresapuede llevarla a cabo con una nota-ble reducción de los costes de tran-sacción. Contraste que pone demanifiesto una vez más las dificul-tades de los neoclásicos para en-frentarse con todo fenómeno quesupere lo estrictamente individual.

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    18 Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    Los institucionalistas neoclásicos

    Coase dejó planteadas dos pre-guntas simétricas: ¿si los merca-dos son tan eficientes, por quéhay transacciones que se realizancon la ayuda de las estructuras je-rárquicas? ¿Si la jerarquía es uninstrumento tan poderoso de or-ganización, por qué no toda laproducción se realiza en el senode una sola empresa grande? Laintuición básica que hay debajode estas dos preguntas es quemercados y jerarquías se conside-ran modos alternativos de coordi-nar la producción. La elección deuna u otra forma depende de loscostes de transacción. Esto su-pone que hay dos tipos de rela-ción contractual para llevar ade-lante la coordinación.

    La naturaleza de la empresavendría a ser, según Coase, untipo especial de contrato cuyorasgo característico es el estable-cimiento de una jerarquía para re-ducir la fuerte incertidumbre queacompaña a las transacciones deproducción. Mediante este di-seño contractual, los propietariosponen sus recursos a disposiciónde los directivos para, de estemodo, lograr una producción mu-

    cho más eficiente que la que seobtendría bajo el simple meca-nismo de coordinación de lastransacciones de mercado. La je-rarquía vendría a sustituir al me-canismo de precios en la asigna-ción de recursos que se realiza enel seno de la empresa. Sería la en-cargada de supervisar el procesode producción de acuerdo con loestablecido en los contratos cons-titutivos de la empresa.

    Las transacciones propias deun contrato de empresa no se rea-lizan instantáneamente, sino a lolargo de periodos muy dilatadosde tiempo. Un obrero no entregatoda su capacidad de hacer en elinstante de firmar el contrato,sino que lo hace día a día, durantelos años que trabaje en la em-presa. Ni tampoco entrega un pro-ducto acabado, sino una poten-cialidad, que se va realizandopoco a poco, con la colaboraciónde muchos otros factores, quetambién se actualizan con eltranscurso del tiempo. Este modode realización progresiva es lo queexige que en los contratos de em-presa se constituya una jerarquíaque decida en cada momento

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    Miguel Alfonso Martínez-Echevarría 19

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    como actualizar esas potenciali-dades. No es posible definir, en elmomento de la firma del contrato,la conducta futura que debe se-guir el obrero, en todas y cada unade las circunstancias que se leplanteen en el día a día de la em-presa. Pero sí se le puede exigirque acate las decisiones de unajerarquía que le irá indicando loque debe hacer en cada mo-mento.

    Así como el dinero, mediantesu “liquidez” o capacidad de sim-bolizar todas las cosas, permiteabaratar los costes del trueque, laflexibilidad del contrato de em-presa permite hacer frente a laalta incertidumbre que acompañaa los procesos de producción.Pero del mismo modo que la li-quidez del dinero exige como con-trapartida la estabilidad11 de suvalor, la flexibilidad del contratode empresa exige como contra-partida la estabilidad de la jerar-quía. Dinero y empresa, en cuantoinstituciones que permiten supe-rar la incertidumbre del tiempo,

    necesitan estabilidad, ya que sufunción es prestar apoyo a unasrelaciones que se van perfeccio-nando con el t ranscurso deltiempo, pero que también puedenir empeorando. Por eso, ni el di-nero, ni la empresa, tienen sen-tido en un mundo donde los cos-tes de transacción fuesen nulos, olo que es lo mismo, donde la in-formación fuese perfecta.

    Los institucionalistas neoclá-sicos1 2 comparten la idea deCoase de que la empresa sólopuede entenderse como resultadode una conjunción de decisionesde individuos racionales que tra-tan de reducir los costes de tran-sacción. Esto quiere decir que es-tán de acuerdo en que la empresatiene estructura contractual. Peroa partir de ese punto hay diversi-dad de opiniones: hay quienes seseparan de Coase para mantenerque el contrato de empresa no sedistingue esencialmente del mer-cado, y quienes comparten conCoase que se trata de un tipo dife-rente de contrato. Para los prime-ros, la empresa no sería más queun tipo especial de mercado, y en

    11. Desde un cierto punto de vista, la in-flación, o falta de estabilidad del valordel dinero, supone una incesante revi-sión encubierta de los contratos existen-tes en una sociedad.

    12. Vid. Foss, N. (1994), Groenewegen, P.y Vromen, J. (1997).

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    20 Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    su seno no habría jerarquía; paralos segundos, lo propio de la em-presa sería la existencia de una je-rarquía constituida contractual-mente. Por supuesto, existenotras posturas intermedias quesostienen que la empresa vendríaa ser un híbrido entre mercado yjerarquía. A continuación se expo-nen las tendencias más represen-tativas de estos enfoques.

    La empresa como contrato de mercado

    A algunos neoclásicos les pa-rece que Coase introduce un con-cepto, el de jerarquía, que no seajusta al individualismo metodo-lógico propio del paradigmaneoclásico. En su opinión, es sufi-ciente con el simple contrato demercado para dar una explicaciónsatisfactoria de la existencia de laempresa.

    En esta línea se mueve el razo-namiento de Alchiam y Demsetz13.Según estos autores, la empresa

    no es más que una coalición depropietarios que, con el fin de sa-carle rendimiento a sus recursos,se ven obligados a emplear unafunción de producción no separa-ble. Es decir, una función de pro-ducción que no permite estable-cer una correlación directa y sen-cilla entre lo que cada uno aportay lo que le correspondería recibir.Esta indeterminación en la asig-nación de derechos hace quecualquiera que fuese la retribu-ción acordada, siempre habría laposibilidad de que algunos miem-bros de la coalición redujeran sucontribución al esfuerzo colectivo,sin dejar por ello de percibir la re-tribución acordada, ya que seríamuy difícil detectarlo. Es decir,lleva consigo un tipo de situacio-nes en las que hay incentivos pararacanear, para seguir conductasventajosas para uno mismo. Estodificulta el mantenimiento de lacoalición, llevando en muchos ca-sos a reducir el volumen total deproducción final, y en último tér-mino, a la disolución de la coali-ción.

    Ante estas situaciones, lo quehace la empresa es establecer,contractualmente, un agente cen-tral, el directivo, al que se le

    13. Vid. Alchiam, A. y Demsetz, H. (1972).Posteriormente Alchiam, A. (1984), Al-chiam, A. y Woodward S. (1988), y Dem-setz H., en Winter y Williamson (1993),han matizado la postura que manteníanen 1972.

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    Miguel Alfonso Martínez-Echevarría 21

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    asigna el derecho a contratar, des-pedir, y supervisar la tarea de to-dos los componentes de la coali-ción, obligándoles a que se com-porten del modo estipulado.Como aún así persiste el pro-blema de “quién vigila al vigi-lante”, se recurre, también con-tractualmente, a que la retribu-ción de ese agente central quedeligada a la obtención de un dere-cho residual, el beneficio, consti-tuido por aquellos ingresos queexcedan lo pactado14. De estemodo, a través de la presión delas fuerzas del mercado se lograuna supervisión eficiente y, encierto sentido automática, de eseagente central encargado de ga-rantizar que cada miembro de lacoalición recibirá lo estipulado.En otras palabras, la empresasurge como consecuencia de unaindivisibilidad tecnológica, quelleva consigo una asimetría de in-formación, y crea un problema

    clásico de externalidad, que es re-suelto de este modo.

    El establecimiento de eseagente central, mediante un con-trato idéntico al de mercado, ven-dría a ser lo que da lugar a laconstitución de la empresa. Laempresa podría entonces defi-nirse como un conjunto de con-tratos de mercado, que crean losincentivos necesarios para solu-cionar los problemas de coordina-ción inherentes al uso de una fun-ción de producción no separable.En el fondo se mantiene la defini-ción neoclásica de empresa comofunción de producción, determi-nada tecnológicamente, y orien-tada por el mecanismo de los pre-cios. No se trataría, contra lo queopina Coase, de presentar la em-presa como una alternativa a lacoordinación del mercado, sinocomo un modo especial de mer-cado. Los aspectos instituciona-les de la empresa no serían másque una forma especial de organi-zar este tipo concreto de transac-ciones de mercado. Lo que lograla eficacia de la producción no esla jerarquía impuesta por el em-presario, sino el mercado que vi-gila a la empresa a través de la re-tribución del empresario. Se trata,

    14. Lo central en esta manera de enten-der la empresa no es primariamente laexistencia de un supervisor que reclamaun derecho residual, sino la condiciónprevia de la existencia de una indivisibi-lidad tecnológica de la función de pro-ducción.

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    22 Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    por tanto, de un modelo en el quesigue predominando la visión fun-cional de la empresa.

    El agente central, en función delo que le dicta el mercado, estácontinuamente elaborando loscontratos que permiten mantenerla empresa. En cuanto contratosde mercado, suponen igualdadentre las partes; no existe portanto en la empresa jerarquía nidesigualdad. Según Alchiam y De-msetz, cuando en una empresa eljefe dice a un empleado que es-criba una carta, en lugar, porejemplo, de que archive un docu-mento, sucede lo mismo quecuando en el mercado un clientele dice al tendero de la esquinaque le sirva atún en lugar dequeso. El mismo tipo de contratoque me permite ordenar al ten-dero de la esquina lo que debehacer, permite al directivo mandara sus empleados lo que tienenque hacer.

    En cualquier caso15, a pesar deque niegan la existencia de jerar-quía, no se deja de reconocer lanecesidad de un directivo quelleve adelante la tarea de coordi-nación de actividades, inevitable

    cuando hay un problema de asi-metría de información. Si las rela-ciones en el seno de la empresason idénticas a los contratos demercado, ¿por qué el agente cen-tral no podía ser alguien externo,especializado en supervisar facto-res de producción, que vendiesesus servicios en el mercado? ¿Porqué tampoco los demás agentespueden vender sus servicios direc-tamente en el mercado? Es decir,¿por qué no se recurre directa-mente al mercado? ¿Por qué a pe-sar de todo es necesaria la organi-zación? Son demasiadas pregun-tas sin respuesta.

    De todas maneras, el puntomás débil del razonamiento de Al-chiam y Demsetz es que el argu-mento último para justificar laexistencia de la empresa sería unsimple problema de determi-nismo tecnológico: la indivisibili-dad de la función de producción.Algo que puede tener un ciertosentido cuando se trata de fabri-car un solo producto medianteuna sola función de producción,que se supone dada, pero ¿quéocurre en el caso de una empresacon varios productos, cuando sonlos directivos los que eligen latecnología y el modo de produc-15. Vid. Silva, F. (1985), p. 110.

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    Miguel Alfonso Martínez-Echevarría 23

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    ción? ¿Por que se elige una fun-ción de producción y no otra?

    Tampoco queda muy claro quela relación entre el empleador y elempleado sea igual que la queexiste entre el tendero y el cliente.Esto sólo sería cierto si el costeque representa para el cliente ir acualquier otro tendero, fueseigual que el que tiene para el em-pleado cambiar de empleador.Pero la realidad es que los costesque enfrentan el comprador y elempleado son muy diferentes, ylas libertades de entrada y salidaen el mercado, en uno y otro caso,no resultan comparables. No pa-rece adecuado prescindir sin másde la naturaleza específica delcontrato de trabajo. Entre otrascosas, porque se deja sin explicarpor qué hay empleados y emplea-dores. Ni tampoco parece cohe-rente reconocer una importanteasimetría informativa, que generauna fuerte elevación de los costesde transacción, y al mismo tiemponegar su incidencia en la natura-leza del contrato que regula esatransacción.

    En la misma línea que Alchiamy Demsetz se sitúa la aportaciónde Jensen y Meckling16. Según es-tos, la empresa no sería más que

    una ficción legal que ampara uncomplejo entramado de contra-tos que dan lugar a un mercadoespecial de factores de produc-ción. Todo el complejo mundo delos fenómenos que se desarrollanen el seno de la empresa quedaríaexplicado en términos de movi-mientos de precios relativos. Unaficción legal que sólo tiene apa-riencia de jerarquía, y que se li-mita a equilibrar los intereses delos propietarios de los factores deproducción. La empresa no es unagente individual, que tiene obje-tivos y conductas, sino simple-mente una función impersonal,parecida a la que desarrolla elmercado, que de modo no inten-cional colabora al bienestar de lacomunidad.

    Fama17 y Cheung18 han llevadoel planteamiento contractualistade la empresa hasta sus últimasconsecuencias. Niegan que en elseno de la empresa exista algoespecífico que explique su exis-tencia. Son los precios relativoslos que en último término gobier-nan la conducta empresarial, y

    16. Vid. Jensen, M. y Meckling, W. (1976).

    17. Vid. Fama, E. (1980).

    18. Vid. Cheung, S. (1983).

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    24 Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    sostienen que no hay base sufi-ciente para justificar la existenciade una planificación jerárquica enla dirección y organización de losrecursos que usan las empresas.Cheung llega incluso a negar lamisma existencia del concepto deempresa. Ni se sabe qué es la em-presa, ni parece necesario sa-berlo. Es inútil seguir preocupán-dose de ese tema.

    La empresa como contrato de jerarquía

    Para Grossman y Hart,19 losprocesos de producción son lo su-ficientemente complejos comopara poder asegurar, sin ningunaduda, que los contratos de em-presa no pueden ser iguales a loscontratos de mercado. Organizarla producción requiere enfren-tarse con transacciones muy com-plejas y de elevados costes. No eshumanamente posible prever to-das las conductas futuras que serequieren, y es ilusorio pretenderque toda esa cantidad de sucesoscontingentes pueda quedar reco-gidos en las cláusulas de los con-tratos de compra y venta. No

    queda más remedio que recurrir acontratos de naturaleza distinta alos de mercado para enfrentarsecon situaciones no previsibles enel momento de constituir la em-presa.

    Según estos autores, lo propiodel contrato de empresa es que laproducción genera unos derechosresiduales inciertos y futuros, im-posibles de prever a priori. Unosderechos que dependen de cómose desenvuelvan las conductas detodos los agentes implicados ensacar adelante la empresa. Seconsideran residuales en cuantodependen de unos derechos pre-vios y específicos, perfectamentedefinibles a priori, sobre los que seestablece el marco constitucionalde la empresa, en cuyo seno se vaa desarrollar la producción. La na-turaleza azarosa e imprevisible deestos derechos residuales loshace conflictivos, y exige la pre-sencia de un juez que pueda re-solver en los casos de discrepan-cia. En este sentido, el contratode empresa supone la constitu-ción de un poder arbitral sobre elmodo de repartir los derechos re-siduales que surgen del procesode producción.

    19. Vid. Grossman, S. y Hart, O. (1986),Hart, O. (1991).

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    Miguel Alfonso Martínez-Echevarría 25

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    Es precisamente la naturalezaconflictiva de estos derechos resi-duales de propiedad lo que, paraHart, que en esto paradójica-mente coincide con Marx, consti-tuye la esencia de la empresa. Lasinevitables lagunas normativasque en el curso del tiempo pue-den plantearse sobre la interpre-tación de los contratos que se fir-maron en el momento de consti-tuir la empresa, no podrían resol-verse sin la existencia de un poderarbitral que se constituye tambiénen el momento inicial, y es comoel núcleo de la empresa. Sin esepoder arbitral la producción seatascaría continuamente y no po-dría llevarse a cabo. Para Hart, co-rresponde a la propiedad de laempresa, dejando a salvo lo pre-viamente acordado, ser la titularnatural e indiscutible de ese po-der arbitral.

    Dejar en manos de la propie-dad de la empresa el criterio decómo resolver las posibles dudasen la interpretación de a quién ycómo asignar los derechos resi-duales, permite que aún mediantecontratos incompletos, en el sen-tido de que no pueden prever to-das las eventualidades, se puedallevar adelante la producción, y al-

    canzar una asignación óptima deesos derechos. Pero, como nosiempre son convergentes los de-rechos de propiedad establecidosa priori, la eficiencia de este diseñode la empresa exige que sea unsolo propietario el que se consti-tuya en poder arbitral. Para eso,según Hart, se establece contrac-tualmente que un propietariocompre los derechos residuales atodos los demás. Ese único pro-pietario de los derechos residua-les será el empresario, o verda-dero propietario de la empresa,que adquiere el derecho a dirigir ydecidir sobre el modo de usar losactivos en los casos contractual-mente no previstos. Según esto, laempresa podría definirse como unagente principal que, mediante lacompra de los derechos residua-les, excluye a los demás agentesde la decisión sobre el uso de losactivos. La empresa se constituyeasí como una jerarquía, un podery gobierno, apoyada en último lu-gar en una imprecisa idea estáticadel concepto de propiedad.

    La propiedad de la empresapuede despedir a los agentes pro-ductivos, incluidos los activos físi-cos, siempre que no se ajusten alo contractualmente establecido.

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    26 Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    El poder de la empresa, en su sen-tido formal, sería la capacidad dedirigir a otros, dentro de los lími-tes establecidos, obligándoles atrabajar en favor de los interesesde los propietarios. Un poder ba-sado en la exclusión, establecidacontractualmente, de todos losdemás agentes implicados en ladecisión sobre los activos.

    Esta reducción de la empresaal poder y la propiedad de unúnico agente central no parece unmodo adecuado de representar surealidad. No es fácil, ni posible-mente deseab le , log ra r l aexclusión de todos los demásagentes, ya que la producción de-pende de muchos otros factoresque ese agente principal no puedecomprar ni controlar, tan siquieraparcialmente. En el seno del pro-ceso productivo, la propiedad esun concepto dinámico y relacionalque no es tan perfectamente defi-nible como pretenden Hart yMarx. No se trata de propiedadsobre las cosas, sino sobre inten-ciones y actitudes.

    Hart no explica por qué el em-presario tiene ese poder tan ex-cepcional, y por qué no se sigue laigualdad de poder propia del mer-cado20. El problema básico de to-

    das estas visiones contractualis-tas de la empresa es su metodolo-gía racionalista. Suponen que to-das las relaciones humanas debenexpresarse en forma de contratosexplícitos. Que un poder como eljerárquico puede surgir de un con-trato entre iguales. Que todas lascontingencias futuras pueden en-cerrarse en construcciones alta-mente formalizadas, como son loscontratos. Una vez más, la sombrade Hobbes planea sobre estosmodelos.

    La empresa como tratado

    El institucionalismo de Willia-mson21 es el que más se aparta delos supuestos básicos del para-digma neoclásico. Influido por elinstitucionalismo jurídico deCommons, que recibe a través dela obra de Herbert Simon, Willia-mson pretende superar las limita-ciones del contractualismo me-diante una definición más ampliay dinámica del concepto de costede transacción. En su opinión, sehabía dado por supuesto que loscostes de transacción pueden ser

    20. Vid. Khalil, E. (1997), p. 524.

    21. Vid. Williamson, O. E. (1975, 1979,1981, 1985, 1991).

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    Miguel Alfonso Martínez-Echevarría 27

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    perfectamente establecidos apriori, y en consecuencia, podíanrecogerse en las formulaciones delas cláusulas contractuales. ParaWilliamson, eso no es posible sise parte de una concepción diná-mica de coste de transacción, algono previsible a priori, que tieneque ver con el concepto de racio-nalidad limitada, introducido porHerbert Simon para explicar cómoactúan los empresarios cuandotienen que decidir con incerti-dumbre.

    Los costes de transacción se-rían perfectamente definibles apriori, y susceptibles de ser recogi-dos en contratos de mercado, silos agentes tuviesen una raciona-lidad perfecta. En otras palabras,si dispusieran de toda la informa-ción necesaria, en cuyo caso po-drían establecer la conducta óp-tima, y prever los obstáculos quepotencialmente pudieran impe-dirla. Pero como esto no es así, yaque debido a la incertidumbre, losagentes sólo pueden guiarse porsus intereses inmediatos, ese tipode contratos de mercado genera-ría incentivos para una conductaoportunista, propia de quienesbuscan en cada momento aquelloque les reporta más ventaja. Por

    tanto, para Williamson, el pro-blema fundamental de actuar enincertidumbre es la presencia deconductas oportunistas. Algo quese genera por tres motivos: a) porla racionalidad parcial de losagentes que solo pueden guiarsepor sus propios intereses inme-diatos, b) por la generación decontinuas oportunidades de lo-grar ventaja personal que llevaconsigo la producción, y c) por laexistencia de activos específicos,inseparables de cada agente, noobstante imprescindibles para ellogro de un objetivo común.Como esos motivos actúan en lamedida en que las transaccionesse realizan, no pueden ser previsi-bles a priori.

    Según Williamson, la empresano se constituye con el fin de re-ducir costes de transacción previ-sibles, sino para evitar que, en lamedida de lo posible, los agentessigan conductas oportunistas. Esdecir, con el fin de reducir los cos-tes de transacción no previsibles.Sólo de ese modo se logrará quetodos los agentes persigan los ob-jetivos de la empresa: maximizarbeneficios. Se impondrá la con-ducta óptima, propia de una ra-cionalidad perfecta, y se evitará la

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    28 Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    irracionalidad de una conductaoportunista.

    Una empresa que se basara ex-clusivamente en la lógica determi-nista de los contratos de mercadosería altamente inestable. No solono pondría freno a las conductas“oportunistas” de los agentes“buscadores de renta” que la inte-gran, sino que la fomentaría y aca-baría por disolverse la coopera-ción necesaria para el logro de unobjetivo común.

    Los contratos de mercado, porsu propia naturaleza, tienen ca-rácter estático, con lo que sólopueden prever lo que “no sepuede hacer”, pero no lo que “esoportuno y necesario hacer”. Poreso aunque contribuyen grande-mente a abaratar los costes detransacción previsibles, no son re-levantes en lo que se refiere a loque “se debe hacer”, que es lo de-cisivo para el logro de los objeti-vos de la empresa. Por un lado, re-ducen la incertidumbre, pero porotro lado, de algún modo la au-mentan, ya que crean oportunida-des no previsibles, que puedenutilizarse en beneficio propio, yno de la empresa. Por eso, una vezestablecido el marco que definelos límites de las conductas per-

    mitidas, la empresa necesita deun tipo de contrato que prestemás atención a los consecuentesque a los precedentes, a lo implí-cito que a lo explícito, a lo infor-mal, que surge de la práctica dia-ria, que a la estructura establecidaformalmente. Una relación con-tractual que tenga un caráctermás dinámico, que impida lasconductas oportunistas que pue-den surgir con ocasión de las acti-vidades de la empresa. En estesentido, la empresa es algo másque una simple “minimización decostes de transacción previsibles”,que sería el núcleo del contratode constitución. Lo nuclear sería,por tanto, un principio dinámicode “minimización de costes detransacción no previsibles” enca-minado a evitar la aparición deconductas oportunistas que arrui-nasen la misma posibilidad de unobjetivo común.

    La empresa es algo más que elsimple contrato fundacional. Essobre todo un agente activo,siempre vigilante, preocupado pormantener su unidad de acción. Nopuede reducirse a una simple fun-ción de producción, donde sólocaben los costes de transacciónprevisibles, sino que se trata de

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    Miguel Alfonso Martínez-Echevarría 29

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    un agente dinámico que lucha porasegurar su propia identidad. Deeste modo plantea Williamson unproblema muy parecido al clásicode la filosofía política: la estabili-dad de una república no dependesólo de la perfección formal de laConstitución, sino también delejercicio de una tarea de gobiernoque impida que, con ocasión delas mismas oportunidades quebrinda esa Constitución, se desa-rrollen conductas contra la estabi-lidad de la república. En otras pa-labras, la empresa necesita nosólo del marco contractual, sinotambién de una dirección que im-pida conductas oportunistas quese opongan al logro del objetivocomún.

    Para evitar alinearse con losneomarxistas22, que explican lajerarquía capitalista como impo-sición de un poder exógeno cons-titutivo del sistema capitalista,Williamson23 ha tratado de con-vertir el poder en algo endógenoa la teoría de la empresa. Esto leha obligado a mantener que elcontrato de empleo implica laaceptación de una estructura de

    gobierno. En este sentido, incor-porarse a una empresa seríaaceptar una jerarquía particular yautónoma que actúa como juez,en última instancia, de los aspec-tos no previsibles por el contratode incorporación. Es esta formade incorporación la que lleva aWilliamson24 a decir que lo pro-pio de la empresa son los trata-dos, ya que la aceptación de unajerarquía forma parte del mismomodo de realizar la transacción.Por contraste, los contratos sonmás propios de los mercados, yaque las transacciones se realizanentre individuos que se suponeniguales e independientes.

    Los tratados tienen natura-leza política y admiten un mar-gen de flexibilidad ante lo impre-visto, cosa que no es compatiblecon la estricta igualdad de laspartes que exigen los contratos.Esa flexibilidad, que permite re-solver los conflictos que puedansurgir en el seno de la empresa,se apoya en el reconocimiento deuna jerarquía interna. Sin ese re-conocimiento, habría que acudir,como sucede en el caso de loscontratos, a un juez externo, lo

    22. Vid. Marglin, S. A. (1974).

    23. Vid. Williamson, O. E. (1993). 24. Vid. Khalil, E. (1995), p. 525.

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    30 Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    cual haría imposible la marcharegular de la producción. La em-presa tiene una cierta naturalezapolítica que la dota de autono-mía para decidir sobre sus con-flictos internos y, por tanto, dis-pone de una cierta capacidad deautogobierno.

    Bajo la forma un tanto evolu-cionista del principio de “reduc-ción de los costes de transac-ción”, se esconde la persistenciade un resto de equilibrio general,el a priori del logro de una mayorproducción, lo que hace que elenfoque siga siendo esencial-mente neoclásico25. La existenciade la autoridad en el seno de laempresa, la mutua dependencia,la subordinación, la asimetría depoder26, no puede explicarse apartir de una idea tan simplecomo la necesidad de reducir loscostes de transacción. ¿Por quérazón hay que minimizar los cos-tes de transacción? Tampoco ex-plica Williamson la dicotomía en-tre empresa y mercado, ni la des-igualdad entre comportamientode mercado y comportamientojerárquico.

    Límites y posibilidades del institucionalismo neoclásico

    Aunque Coase27 ha criticado elcontractualismo de Alchiam porconsiderar que ignora la asimetríade poder, esencial para entenderla estructura de la empresa, y seha alineado con la postura deWilliamson y su recurso a la apari-ción de las conductas oportunis-tas28, en realidad no hay muchadiferencia entre justificar la em-presa sobre la indivisibilidad de la“estructura tecnológica”, o sobrela necesidad de la “estructura je-rárquica”. Ambas remiten en úl-timo lugar al mismo principio delogro de la máxima eficiencia.

    El institucionalismo neoclá-sico, al tomar los costes de tran-sacción como concepto básico yen sentido negativo, como impe-dimento al logro de la máxima efi-ciencia, dejan a las institucionesen un segundo plano, como unsimple instrumento encaminado asuperar las dificultades de una ra-cionalidad limitada. Aunque sólosea metodológicamente, sigue su-poniendo que el individuo, con

    25. Vid. Hodgson, G. (1988), cap. 9.

    26. Vid. Hodgson, G. (1988), cap. 9.

    27. Vid. Coase, R. (1998), pp. 70-71.

    28. Vid. Khalil, E. (1997), p. 529.

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    Miguel Alfonso Martínez-Echevarría 31

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    independencia de las institucio-nes, puede calcular los costes yconsecuencias de sus interaccio-nes. Todo se sigue explicandodesde el imposible cerramientode una racionalidad individua-lista, de tal modo que las empre-sas no dejan de considerarse pocomás que instrumentos imprescin-dibles para mantener la racionali-dad del mercado, fundamento úl-timo de una sociedad de masas.

    Imponer que los agentes porprincipio tienen que actuar bus-cando una continua reducción delos costes de transacción, es se-guir pensando que solo es racio-nal aquella única conducta im-puesta por un a priori metodoló-gico. En tal caso, las institucionesno pueden ser otra cosa que uninstrumento al servicio de la efi-ciencia de esa única conducta.Las empresas son “ceros” poppe-

    rianos29, lugares para la realiza-ción de una racionalidad universaly abstracta que carecen de enti-dad propia.

    La metodología individualistase muestra incapaz de resolver ladicotomía empresa-mercado. Sise acepta la asimetría del poderentre los individuos, o se siguentesis muy parecidas a las neomar-xistas, que sería la postura deHart, o se sigue un tipo de institu-cionalismo parecido al de Com-mons, que sería la postura deWilliamson. Pero en ambos casos,el poder sigue siendo algo exó-geno sin explicación alguna. Si,por el contrario, se niega la tesisde asimetría de poder, todo se re-duce a la igualdad de mercado y laempresa deja de existir, que es lapostura de Alchiam.

    Una visión cibernética de las instituciones

    Cibernética y evolución

    El institucionalismo clásico,por ejemplo el de Veblen, habíapresentado a los agentes econó-micos como simples marionetas

    manejadas por los hilos invisiblesde las instituciones. Por con-t raste , e l ins t i tuc ional ismoneoclásico ha tendido a situarseen el otro extremo, presentando alas instituciones como simples

    29. Vid. Popper, K. (1972).

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    32 Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    instrumentos al servicio de los in-tereses de los individuos. En elprimer caso, la racionalidad seatribuye al todo, mientras que enotro, a la parte. Para evitar este di-lema ha surgido un nuevo enfo-que que estudia las institucionesa partir del carácter cibernético dela acción humana. Es decir, partede un concepto de racionalidadmás amplio que el empleadohasta ahora por los neoclásicos.Estos últimos parten de la idea deque la racionalidad es perfecta yacabada, que con independenciadel medio, está a disposición decada individuo. Para el institucio-nalismo cibernético30 la racionali-dad es más bien una potenciali-dad propia del agente, que se ac-tualiza y desarrolla en la medidaque aprende a resolver los proble-mas que su relación con el mediocontinuamente le plantea. Desdeeste enfoque la racionalidad quegobierna la empresa no puedequedar reducida a una simple ca-pacidad de cálculo que, aplicada aun entorno perfectamente previsi-

    ble, determina una solución óp-tima. Se trata sobre todo de unproceso de aprendizaje o creci-miento en racionalidad que llevaa un incremento de capacidadpara resolver situaciones no previ-sibles. Un tipo de racionalidadque tiene en cuenta la experien-cia, el saber implícito, muchas ve-ces no formalizable, que se vaacumulando en las instituciones,y potencia la capacidad para re-solver nuevos problemas.

    Mediante el determinismo im-plícito en la economía neoclá-sica, que tiene sus raíces en eliusnaturalismo de Pufendorf, y enel fondo en la concepción carte-siana de la acción humana, se evi-taba el problema del sentido y fi-nalidad de esta última. De estemodo, las ciencias sociales, y enespecial la economía, podríanconstruirse del mismo modo quelas ciencias naturales, y más enconcreto, siguiendo el modelo dela física newtoniana. Ahora bien,desde un enfoque cibernético dela acción humana, la cuestión te-leológica vuelve al centro del pro-blema. Si la racionalidad se en-tiende como un proceso que seperfecciona con la acción, es in-evitable la pregunta por el sentido

    30. Hay algunos autores que han optadopor denominarles neoinstitucionalistas,pero me parece que en castellano estapalabra no es distinguible del término“nuevos institucionalistas”.

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    Miguel Alfonso Martínez-Echevarría 33

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    de ese proceso. La indiscutible di-ficultad del problema teleológicoy la persistencia del prejuicio po-sitivista han hecho que, entre losinstitucionalistas cibernéticos,predominen los que recurren a lahipótesis evolucionista31 como unmodo de evitar en toda su hon-dura ese inevitable problema. Se-gún esa hipótesis, nacida origina-riamente en la biología, habríauna especie de deus ex machina, alque designan con el nombre deselección natural, que medianteprueba y error selecciona aquellasalternativas que mejor se adaptana los requerimientos del entorno.Extendiéndola al sentido de la ac-ción humana vendría a decir quetodo contribuye al progreso ybienestar de la raza humana.Cuando se intenta indagar en lasrazones de esa tendencia, todoqueda oculto bajo las nieblas delazar, lo cual no es precisamenteuna solución muy novedosa. En-tre los economistas, probable-mente sea Marshall32 el primero

    que por influencia de Spencer,aplicó la tesis evolucionista alcomportamiento de las empresasen el mercado. Pero es sobre todoSchumpeter, con su visión del ca-pitalismo como un proceso de in-cesante introducción de innova-ciones, el que mayor influencia hatenido en el nacimiento del insti-tucionalismo evolucionista, cu-yos autores no tienen inconve-niente en calificarse como “neos-chumpeterianos”33. En cualquiercaso, el enfoque evolucionistatiene una larga tradición en la his-toria de la economía e incluye au-tores como Alchian34, Downie35 yWinter36, Simon37, Penrose38,Cyert y March39.

    Aunque muchos son conscien-tes de las limitaciones de la hipó-tesis evolucionista, y lo reconocenabiertamente, sostienen que loimportante es que, aunque sea de

    31. Antecesores del nuevo evolucio-nismo que actúan como puente con elviejo institucionalismo son Galbraith,Myrdal, Tool, Bush; Samuels, Munkirs,etc. Vid. Gronewegen, J. y Vromen, J.(1997).

    32. Vid. O´Brien, D. P. (1984).

    33. Nelson, R. R. y Winter, S.G. (1982), p. 39.

    34. Vid. Alchian, A. (1950).

    35. Vid. Downie, J. (1958).

    36. Vid. Winter, S. (1964).

    37. Vid. Simon, H. (1992).

    38. Vid. Penrose, E. (1959).

    39. Vid. Cyert, R. y March, J. (1992).

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    34 Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    forma muy rudimentaria, abre uncamino para explicar el procesode formación de las instituciones.De entre ellos hay algunos que nose acaban de liberar del para-digma cartesiano, e insisten enexplicar el problema cibernéticodesde una concepción raciona-lista. Están convencidos de quelas instituciones se forman demodo no consciente a partir delas interacciones entre individuosque disponen de una racionalidadlimitada. Una postura llena decontradicciones en la que por unlado se reconoce la necesidad desuperar la racionalidad carte-siana, pero a la hora de la verdad,solo se confía en ella.

    En el seno de la biología, quees donde nació la hipótesis evolu-cionista, ha habido en los últimosaños un interesante debate sobreel sentido de esa hipótesis, y sonmuchas las precisiones y diversasposturas que han ido apareciendosin cesar. Puede decirse que en laactualidad es enorme la diversi-dad de posturas, muchas de ellascontrapuestas, que existen entrelos biólogos evolucionistas. El de-sarrollo de la genética molecularpermitió descubrir que los indivi-duos vivos disponen de una dota-

    ción de genes, cadenas de combi-naciones moleculares, que pue-den mutar en interacción con elmedio. Esto daría lugar a la apari-ción de la llamada corriente neo-darwinista que se propuso expli-car el proceso de la selección na-tural a partir de esas mutacionesgenéticas. Pero, después de unperiodo de gran éxito, a principiosde los años setenta, también elneodarwinismo entró en crisis. Enrealidad no se había avanzadomucho en dar una respuesta con-vincente al problema del sentidode la evolución. No obstante, al-gunos economistas creyeron veren la inicial tesis neodarwinistauna clave para explicar la génesisde aquellas conductas que siguenlas empresas que triunfan frente alos avatares del mercado. Loúnico que hacía falta era identifi-car algo que actuase en el interiorde las empresas de modo pare-cido a como lo hacen los genes enlos organismos vivos. Un modo deenfrentar la teoría de la empresaque, a pesar de sus patentes limi-taciones, supuso un cierto distan-ciamiento de la ortodoxia neoclá-sica. Especialmente en cuanto ve-nía a reconocer que hay algo pro-pio en el interior de las empresas

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    Miguel Alfonso Martínez-Echevarría 35

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    que las hace singulares, las distin-gue a las unas de las otras, y lespermite desarrollar un comporta-miento diferencial, que es la clavedel éxito.

    Siguiendo los principios delantiguo darwinismo biológico, Al-chiam había explicado como serealizaba la selección natural delas conductas que siguen las em-presas. Según esta explicación,era la dinámica del mercado laque, en último término, llevaba lainiciativa, y realizaba la selecciónde las empresas. En el fondo dabalo mismo la conducta que siguierala empresa, ya que el éxito solo seconocía a posteriori. La nueva expli-cación, de inspiración neodar-winista, cambiaba el sentido de lacausalidad, poniendo más énfa-sis en algo que es propio e inte-rior a cada empresa. No se im-pone así una conducta pasiva deadaptación al medio, la mismapara todas las empresas, comohace la explicación de Alchiam,sino que permite a cada empresagenerar su propia y peculiar con-ducta. Afirmar a priori que una solaconducta es la que lleva al éxito,no forma parte del nuevo enfoqueevolucionista.

    La crisis del neodarwinismobiológico se desencadenó porque,desde un punto de vista positi-vista, no se puede afirmar que elproceso de evolución, en cuantotal, tienda a mejor o a peor. Porotro lado, si no se logra establecerla existencia de una tendencia, elmismo concepto de evolución sehace confuso, y el método pierdecoherencia. Lo mismo sucede enel ámbito social, donde no haymotivos suficientes para asegurarque el marco institucional tiendaa una mejora continuada. No esfácil demostrar que si los indivi-duos siguen conductas óptimas,ajustadas, por ejemplo, al princi-pio de “reducción de costes detransacción”, surjan como conse-cuencia inevitable institucionesmás beneficiosas para la humani-dad. No hay que confundir el pro-greso de los conocimientos cientí-ficos y técnicos, que por su propianaturaleza objetiva tiende a cre-cer, con la posibilidad de queefectivamente existan institucio-nes sociales cada vez más benefi-ciosas para la humanidad. El au-mento de eficiencia es condiciónnecesaria pero no suficiente paralograr el bienestar de la humani-dad. Siendo realistas, lo único

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    36 Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    que se puede establecer es quelas instituciones son “camino-de-pendiente”, resultado de un largoproceso de prueba y error, pero nose puede garantizar que ese ca-mino sea único, ni que lleve nece-sariamente al mayor incrementode bienestar. Ante una situacióncomo ésta, es comprensible quelos positivistas sientan el vértigo“historicista” y lleguen a pensarque la acción humana puede care-cer de sentido. En cuyo caso nohay posibilidad de distinguir entrelo real y lo racional.

    A pesar de todas estas limita-ciones, el enfoque evolucionistaha servido para que la teoría eco-nómica tomase conciencia de quelas empresas no pueden tratarsecomo “ceros popperianos”. Unassimples e impersonales funcio-nes de maximización que se supo-nen realizadas en un vacío institu-cional. Las empresas no son unaespecie de realidades virtuales,sino sujetos vivos, dotados deuna compleja estructura interna,con unas reglas de decisión quese generan y desarrollan al rela-cionarse con el entorno.

    Una de sus aportaciones mássugerentes ha consistido en reali-zar una especie de comparación

    entre las costumbres o rutinasque se desarrollan en el seno delas empresas, y la función quedesempeñan los genes en los or-ganismos biológicos. Es decir,considerar que actúan como de-pósitos de la experiencia que seadquiere en la resolución de losretos que plantea el entorno. Deeste modo se viene a reconocerque la decisión humana no es unpuro cálculo, sino que se apoyaen unos modos de hacer, no siem-pre conscientes para el individuo,que han quedado incorporados enel seno de las instituciones. Sinese apoyo, las decisiones indivi-duales se harían difícilmente ex-plicables.

    Lo propio de las empresas escrear “rutinas”, modos de resolverproblemas, confirmados por la ex-periencia, que se integran en suorganización y cultura, y vienen aconstituir como una especie dememoria histórica, que les per-mite afrontar con mayor seguri-dad nuevos retos. Algo que lapráctica diaria confirma, o modi-fica, en función de la propia expe-riencia y de los nuevos retos delentorno donde cada empresa estásituada. De este modo, cada em-presa trata de constituir su propio

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    Miguel Alfonso Martínez-Echevarría 37

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    conjunto de “competencias”, quele permite distinguirse de las de-más, y puede así disponer de unacierta ventaja competitiva, que esla razón de su éxito. En otras pala-bras, las empresas no siguen re-glas fijas y comunes de decisión,sino que actúan en función de supropia historia y situación.

    Esta manera de entender laempresa, inicialmente sugeridapor la hipótesis neodarwinista,puede llevar de modo natural a unplanteamiento cibernético máscompleto, donde es posible estu-diar cómo diseña su conducta unagente que no se comporta deforma determinista. Una posibili-dad mucho más remota en casodel enfoque del institucionalismoneoclásico, que se basa en un mo-delo rígidamente determinista,que hasta ahora sólo ha llevado auna visión negativa de la em-presa: cómo evitar conductasoportunistas.

    Desde este punto de vista, elinstitucionalismo cibernético re-presenta una postura más amplia,ya que no exige que el agente sigauna conducta maximizadora, sinoque la va diseñando en función desus propias capacidades. La teo-ría de Nelson y Winter, que expo-

    nemos a continuación, es, desdenuestro punto de vista, la más re-presentativa del enfoque evolu-cionista, y resulta muy adecuadapara estudiar sus ventajas e in-convenientes.

    Una visión evolucionista de la empresa

    El principal inconveniente delos enfoques evolucionistas,como el de Alchiam y Friedmanes, según Winter40, que al inspi-rarse en el evolucionismo dar-winiano clásico, no proporcionanuna explicación satisfactoria deen qué consiste el proceso de se-lección natural de las empresas.Se limitan a afirmar que sobrevi-ven aquellas empresas que tienenéxito en su adaptación a las con-diciones de mercado. Un plantea-miento que otorga toda la inicia-tiva a la dinámica del comporta-miento de este último.

    Una empresa que, por el mo-tivo que sea, haya seguido unaconducta que le haya permitidoresolver con éxito determinadosretos del entorno, se enfrenta conel problema de cómo tiene quemodificar esa conducta para que

    40. Vid. Winter, S. (1964).

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    38 Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    siga teniendo éxito ante unasnuevas e inesperadas condicionesdel entorno. Este cambio es algoque tiene que suceder en el inte-rior de la empresa, y que nopuede venir totalmente determi-nado por el entorno, ya que enese caso la empresa no sería másque una parte de este último. Esdecir, tiene que haber algo en elseno de las empresas que actúecomo su centro de control, y quele permita cambiar de conductacuando lo juzgue oportuno, in-cluso adelantarse a los cambiosdel entorno. Algo que actúe comouna especie de principio inmuno-lógico que distingue la empresade su medio.

    La empresa puede entoncesdefinirse por esa capacidad in-terna de cambiar sus estructuras ydiseñar nuevas conductas41. Unacapacidad que no actúa en el va-cío, sino en la organización, en elmodo de relacionarse las perso-nas que la integran. A través deella la empresa aprende, acumulaexperiencia en forma de rutinas omodos de hacer, y es capaz de di-señar nuevas estrategias.

    Esa capacidad de aprendizaje yde imaginación depende de la his-toria de cada empresa, del en-torno donde se ha movido, y deltipo de organización que ha adop-tado. De este modo, la historia decada empresa es por principio di-ferente e irrepetible. No todas tie-nen idéntico objetivo. No persi-guen algo abstracto y genérico,sino algo que de algún modo esconsecuencia de la capacidad de-sarrollada por la empresa a lolargo de su propia historia. Poreso, cada empresa tiene que dise-ñar su conducta en función de loque en cada momento constituyesu objetivo posible y realizable.

    Sin embargo, en el enfoque deAlchiam, se supone que todas lasempresas tienen un mismo obje-tivo indefinido y genérico, sobre-vivir frente el medio. Se limitan acopiarse unas a otras, siguiendouna conducta genérica, “ganar di-nero”, que en realidad viene aconfundirse con su objetivo.

    Ne lson y Winte r 4 2 se dancuenta de las dificultades deadaptar las teorías neodarwinia-nas de la evolución a lo que su-cede dentro de las empresas. En

    41. Vid. Foss, N. J. (1997). 42. Vid. Nelson, R. R. y Winter, S. (1982).

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    Miguel Alfonso Martínez-Echevarría 39

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    los seres vivos, una mutación ge-nética, en cuanto algo material yconcreto, se transmite de indivi-duo a individuo, mediante aportede material vivo, mientras que enla empresa la transmisión de unanueva idea, o de un nuevo modode hacer, se desenvuelve en ununiverso simbólico, que no nece-sariamente tiene que realizarse deindividuo a individuo, ni muchomenos mediante una aportaciónmaterial.

    El paradigma biologicista nosirve para mucho en el mundo dela empresa, ya que el universo hu-mano desborda al meramentebiológico. La información codifi-cada que existe en el interior delos genes es muy estable, y varíaen periodos de tiempo considera-blemente superiores a la vida deun individuo, e incluso al de va-rias generaciones. Además, sonsimples mutaciones, combinacio-nes de un número limitado de ele-mentos. En este sentido, se tratade un mundo ergódico, donde nohay verdadera posibilidad de no-vedad, sino sólo de nuevas com-binaciones de un número prefi-jado de elementos. Algo parecidoa las sucesiones de naipes que sepueden formar después de bara-

    jar. Como ya había explicado Men-del con ocasión de sus estudiosde genética. Por contraste, la cos-tumbre que aprende una personano se incorpora a su dotación ge-nética, ni puede transmitirse porgeneración. Además, las innova-ciones tanto personales como so-ciales pueden producirse deforma muy rápida e imprevisible,incluso en comparación con el pe-riodo de duración de la vida de losindividuos. Ni pueden ser explica-das como combinación de ele-mentos ya existentes. Esta capaci-dad creadora reside en la esencialindeterminación de la acción hu-mana, que se activa cuando sehace necesario encontrar nuevassoluciones a nuevos problemas, yse potencia mediante el apoyo dela racionalidad social que se acu-mula en las instituciones.

    Nelson y Winter han prestadoespecial atención a la estrategia,o conducta que sigue la empresaen su relación con el medio; a suestructura, o “memoria” institu-cional; y a sus “capacidades”, o“entendimiento” institucional. Es-tos tres elementos son básicos encualquier planteamiento ciberné-tico ya que sólo mediante su arti-culación es posible explicar como

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    40 Miguel Alfonso Martínez-Echevarría

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    se genera una conducta no deter-minista. Sólo en un modelo deempresa tan simplista como elneoclásico, la estrategia queda re-ducida a una conducta maximiza-dora, lo cual hace superflua tantola estructura como la capacidad,ya que sólo es posible una con-ducta, sean cuales sean las cir-cunstancias. Pero, incluso esemodelo, bajo cierto aspecto,puede considerarse como unasimplificación extrema del mo-delo cibernético43.

    El enfoque evolucionista ad-mite que una empresa no sigueuna estrategia única e inaltera-ble, sino que puede cambiarla, yde hecho está siempre en procesode continua elaboración. No seguía por un diseño a priori, sinopor un plan que se va realizandoen función de las circunstanciasexternas y las capacidades inter-nas. Por eso, estrategia y estruc-tura, aunque no son la mismacosa, son inseparables y se apo-yan mutuamente. Es precisa-mente el modo peculiar en que se

    integra la organización con la es-trategia, el que pone de relieve las“capacidades” de que dispone laempresa. Por eso, una empresa, nipuede ni debe prever todos losdetalles de la conducta a seguir,sino que le basta con estableceruna líneas genéricas de actuaciónfrente a los retos que plantea elentorno. Luego puede sucederque lo que realmente se hizo efec-tivamente no coincida con lo pre-visto inicialmente, lo cual esprueba de que el gobierno de laacción surge de las “capacidades”de que dispone la empresa encada momento. Solo al poner enpráctica la estrategia, se descubreel objetivo real, el verdadera-mente alcanzable por las “capaci-dades” desarrolladas en cada mo-mento. La estrategia vendría a sermás un consecuente que un ante-cedente, en realidad un compro-miso entre lo que se sabía y loque se ha aprendido.

    La empresa puede entoncesdefinirse como un sistema abiertoque se mantiene unido por un de-seo de aprender. Las personasque se integran en una empresase mantendrán unidas si la capa-cidad personal de que disponenmejora de algún modo por ese

    43. El institucionalismo evolucionista escompatible con toda suerte de modelosconductistas, incluso con algunas versio-nes de los modelos de optimización conrestricciones, como el de Alchiam (1950).

    HACIA UNA NUEVA TEORÍA DE LA EMPRESA

    Miguel Alfonso Martínez-Echevarría 41

  • CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO

    aprender en común. De estemodo, el problema de la coordi-nación de conductas individua-les, central en la teoría econó-mica, toma una dimensión ciber-nética que desborda los estrechossupuestos del paradigma neoclá-sico.

    Las capacidades de una em-presa, ya sean dominar una “tec-nología”, o prestar un buen servi-cio a los clientes, no se reducen aun simple conocimiento teóricoperfectamente formalizado, sinoque son fruto de una experienciavivida en común, de un aprendi-zaje práctico que, por prueba yerror ha creado esos modos dehacer. En este sentido, las empre-sas no son sólo un conjunto deactivos físicos, sino principal-mente un entramado de capacida-des, que se incrementan o se des-truyen con la práctica diaria.

    Innovaciones tan importantesen el mundo de la empresa comola aparición del microprocesadoro la organización en divisiones,no fueron consecuencia de unadecisión lógica entre alternativasya existentes, sino que surgieronen entornos de aprendizaje y crea-tividad. En unos casos han tenidoque desarrollarse en empresa