guardagujas80

4
junio 2013, n° 80 http://issuu.com/guardagujas evelia reyes díaz agustín fest

Upload: suplemento-guardagujas

Post on 15-Feb-2016

217 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Suplemento literario La Jornada Aguascalientes

TRANSCRIPT

Page 1: Guardagujas80

juni

o 201

3, n°

80

http

://iss

uu.co

m/g

uard

aguj

asev

elia

reye

s dí

azag

ustín

fest

Page 2: Guardagujas80

dos

Federico Bouvi, cinéfilo1Empresario sin recelo

No fue a dar a los infiernosPorque exhibió en el Morelos

Espectáculos modernos Por eso al cerrar los ojos,

Aunque no fuera muy rico, No tiene flores ni abrojos

El gordo don Federico.2

odos los amores conllevan pérdida. Aquello que amamos siem-pre nos arrebata algo, a veces, la vida misma. Este es el caso de un enamorado cuyo amante fue cada día más exigente, tanto, que terminó entregándole su fortuna y mendigando un poco más de

su tiempo, de sus imágenes, de su luz. Se trata de la triste historia de Federico Bouvi y su amor por el cine.

Bouvi nació en San Luis Potosí y fue uno de los tantos exhibidores trashuman-tes de la región de San Luis Potosí, Querétaro, Aguascalientes y Zacatecas, se-guramente abarcando parte de los Altos de Jalisco.3 Se estableció en Aguasca-lientes a finales de 1906 o ya en 1907, modo de vida que deseó terminar cuando empezó a tener hijos. Al llegar a la ciudad, compró el local donde funcionó una pista de patinaje e instaló uno de los primeros lugares importantes de exhibi-ción cinematográfica en la ciudad, el Vista Alegre. Pronto, este espacio al que denominé protosala,4 se convirtió en uno de los consentidos de la sociedad aguascalentenses, e incluso es recordado por Mauricio Magdaleno como el lu-gar donde conoció el cine.

En sus primeros años como empresario, por medio de las notas de prensa que seguramente él fomentó,5 su protosala se convirtió en un centro de reunión para las clases media y alta de la ciudad. Esta constante relación estas clases sociales le valieron muchos beneficios tanto para su empresa como el de su persona y familia, pues al sabérselos ganar, fue ampliamente aceptado por las élites locales.

Además de haber sido dueño del Vista Alegre y arrendatario del Teatro Mo-relos hasta 1930, logró expandir sus negocios hasta León, Guanajuato, donde también tuvo otro espacio de exhibición, llamado El Salón Verde, que tam-bién seguramente fue una protosala, la cual administraba desde Aguascalien-tes, por lo menos durante el año de 1908.6 Se convirtió en uno de los prin-cipales empresarios de la exhibición en Aguascalientes, siempre anhelando tener su propia sala, sueño que nunca pudo realizarse debido a sus constantes fracasos económicos.

Filmó algunas películas, cintas que igual que las de Carlos Mongrand (otro tra-galeguas) desgraciadamente se perdieron o se incendiaron. Estas vistas eran acerca de lugares relevantes tanto civiles, industriales como religiosos, para ter-minar con una vista de la feria de San Marcos.7 Fue también productor cinema-tográfico: realizó la inversión para la cinta El destino no juega, dirigida por José S. Ortiz, quien había filmado una película en San Luis Potosí “con los miem-bros de la mejor sociedad potosina”;8 asimismo, patrocinó los trabajos de José García Garibay, quien intentó lograr efectos en tercera dimensión, registrando ambos una patente en 1924.9

Por su profesión e interés en mantener contento a su público, Bouvi fue un personaje de gran relevancia en la sociedad aguascalentense de la época. Como empresario, sabía complacer a sus asistentes y hacer alianzas con los principales políticos de la época. Para mantener ese prestigio por tanto tiempo, se dio a la tarea de conformar una imagen de “benefactor” tanto por la virtud de sus espectáculos, como por sus acciones caritativas, cuando presentaba funciones en ayuda a instituciones de caridad, a la Iglesia o invitando a los estudiantes a ver las educativas vistas que él proyectó.10 La relevancia de este personaje en

la vida social y cultural de la ciudad se observa en la prensa, que no sólo anun-ciaba sus películas, sino también, hizo mención de sus cumpleaños, como en 1927,11 e incluso tuvo el mérito de pertenecer al panteón de los personajes locales más reconocidos como para hacerle una calavera en día de muertos.

Como empresario, logró una estrecha relación con la elite local y en sus inicios él fue el que le entregó el primer cinematógrafo para este tipo de asistentes, nunca perteneció a la clase pudiente y de hecho eran constantes las deudas que tenía tanto con el ayuntamiento como con varios empresarios. Desde su primer año como exhibidor comenzó con importantes deudas que pusieron en riesgo su empresa. En 1908, se enfrentó en un conflicto legal con Carlos Doerr,12 quien en octubre de ese año presentó una demanda en su contra por la deuda de luz eléctrica correspondiente al mes de septiembre, la cual era de $153.40. La interpuso amparándose en que Doerr observó que el negocio de Bouvi, la Sala Vista Alegre, estaba rindiendo muy pocas ganancias; por tal razón, el abo-gado de Doerr procedió a embargar un “aparato cinematográfico” para forzar a Bouvi a que cubriera su deuda. Inmediatamente Bouvi mostró un cuaderno de pruebas en que comprobó que si bien tenía un adeudo, no era de la cantidad que decía Doerr, sino de $21.56, lo cual comprobó con los recibos de la com-pañía de luz, hasta que ya no pudo pagar.13

Bouvi pidió el regreso de su material de trabajo compuesto por un “proyector, linterna, quemador, telescopio para vistas fijas y un banco de madera”, el cual le fue devuelto cuando pagó la diferencia que le faltaba. Sin embargo, ante los daños que el empresario tuvo, demandó a Doerr porque su cinematógrafo fue “secuestrado”, puesto que con dicho aparato se ganaba la vida y merecía este caso, la categoría de secuestro. El caso se alargó en lo que quedó de 1908 puesto que Bouvi reclamó el pago de los daños que le conllevaron el “secuestro” de su cinematógrafo, además, de que tuvo que cancelar varias funciones ya progra-madas y pagadas tanto en Querétaro, como en León y en el teatro Degollado de Guanajuato. Se presentó el cuaderno de pruebas tanto de Bouvi como de Doerr, al cual se le obligó a pagar los daños ocasionados por haber extraído el cinematógrafo.14 A pesar de todos estos inconvenientes el Salón Vista Alegré continuó con sus funciones con regular éxito y Bouvi siguió agradando al pú-blico de clase media y alta.

Aun así, las cosas seguían difíciles y para 1910 Bouvi volvió a los juzgados. En julio de 1910 se vio demandado por el Señor Pablo M. Baranda, a quien Bouvi había arrendado un “equipo cinematográfico” además de que le compró varias películas, por lo cual le firmó un pagaré por $478.83, los cuales no fueron li-quidados al tiempo acordado y por ello entró la demanda en su contra. Por tal razón, el 13 de julio de 1910 se le embargaron las ganancias tanto del Salón Vis-ta Alegre como cinematógrafo y como pista de patinar, en otras palabras, toda la empresa, puesto que Bouvi aseguró no tener como pagar la deuda ni bienes que la cubrieran. Los abogados, al ver que ni así se cubría el monto adeudado, pidieron a las autoridades el permiso de embargar más bienes de Bouvi, los cuales alegaba no tener, por lo que el Vista Alegre siguió embargado hasta que el empresario obtuvo de ganancia cuatro pesos diarios, que incluso en octubre tuvo que reclamar porque no le eran entregados. En octubre le hicieron llegar el expediente donde le daban a conocer que el Vista alegre continuaría embarga-do y a partir de entonces trabajaría para Manuel Porrero, quien era apoderado de Carlos A. Salas López, uno de sus prestamistas, además de qué, como acto de generosidad, se le pagaría un sueldo de cuatro pesos y se le permitiría vivir en la casa contigua del salón.15

No hay más documentos que señalen en qué momento regresa el Vista Alegre a propiedad de Bouvi, aunque seguramente fue para el año de 1911, puesto que los periódicos en dichos años siguen señalando a Bouvi como su propietario.

En 1914, el Vista Alegre fue demolido por la apertura de la Avenida Madero; en compensación, el gobierno estatal le concedió la oportunidad de ser el en-cargado del teatro Morelos, principal espacio de espectáculos y sobre todo, de

evelia reyes díaz

La triste historia de amor del joven que se enamoró de la luz, federico bouvi, cinéfilo1

Page 3: Guardagujas80

tres

exhibición cinematográfica. Desgraciadamente, ni así se terminaron sus deu-das. De hecho, ser arrendatario de este teatro tan grande significó más gastos y problemas para Bouvi por la cantidad de dinero que tuvo que invertir en los constantes arreglos. Su principal deuda dejó de ser alguna empresa privada y pasó a ser con el ayuntamiento de la capital que lo presionaba para el pago de contribuciones o por el uso de la banda.16

Para su desgracia, en un par de años, no sólo fracasó económicamente, sino también cayó del ánimo de la nueva clase media y alta posrevolucionaria. Lle-no de problemas económicos y tras los cambios de la élite local, Bouvi perdió el arrendamiento del Morelos y no le duró mucho el gusto de ser gerente del Cine Olímpico (ubicado en el Parián, que también le fue arrendado a Bouvi en sus primeros meses de funcionamiento). Era tal su fracaso económico que hasta en su triste calaverita, escrita para Bouvi de 1928 se declara que no hizo mucha fortuna.

Cuando perdió la concesión del Morelos, Bouvi buscó la manera de regresar a la exhibición cinematográfica: rato de poner un local de exhibición con la venia de Rafael Quevedo, entonces presidente municipal, el cual sería en el barrio de Guadalupe y tendría un “aparato para exhibir anuncios comerciales fijos y de movimiento intercalando en dichos anuncios algunos rollos de vistas cinema-tográficos y acompañando estas con algún radio-electróla”. La petición nunca fue contestada, solo le dieron largas.17

En 1932 hizo un último esfuerzo, pues volvió a pedir un permiso para instalar “un aparato proyector de anuncios luminosos, comerciales fijos y cinematógra-fos acompañados de rollos de películas cómicas e instructivas, [así] como de un radio ortofónico, cuyas exhibiciones serán gratuitas para el público”. Como se puede ver, usaría alguno de sus proyectores más viejos, puesto que para enton-ces ya había cine sonoro en la ciudad. Esta petición era un intento desesperado por volver a lo que había sido su rutina de vida como exhibidor, a aquello que tanto amaba, porque incluso aseguró que las exhibiciones serían diarias, en un terreno propio en la 1ª de Madero, que no habría ganancias y que sólo cobraría a los anunciantes lo necesario para cubrir los gastos de exhibición.

El texto se vuelve una súplica cuando Bouvi argumentó sus 24 años de vida en la ciudad, el hecho de ser mexicano a pesar de que algunos le llamaron despec-tivamente extranjero.18 El escrito es una carta de amor a quien le impide ver a su amada, escrita en papel membretado (y a la vez, tachado) del Teatro More-los, a dos años de que le habían quitado el arrendamiento.

El ayuntamiento concedió el permiso en esta ocasión y le asignó una cuota de días para la exhibición, sin especificar cuáles ni cuantos a la semana; más no hay registros de que aprovechara la oportunidad.19 Parece que el municipio le otorgó la aprobación más por respeto a su persona y a lo que llegó a significar para la ciudad que por cualquier otra razón. Fue una débil compensación por el hecho de que Rafael Quevedo siendo gobernador, le quitó el teatro Morelos y el Olímpico para darlos en concesión a su sobrino, Raúl Moran.

En 1933 se dio el entierro formal de Bouvi ante la sociedad. Roberto Barno-la era el nuevo novio de la sala de luces y sombras y ya había ganado a gran parte del público de élite con su cine Palacio; además, con una calavera de día de muertos (así como aquella que no pocas veces le compusieron), dieron le bienvenida al nuevo empresario del teatro Morelos, Guillermo Azco.20 A pesar de que su carrera puede catalogarse de exitosa en ciertos aspectos por haber sido gerente de diversas salas cinematográficas en la ciudad de Aguascalientes y lugares cercanos por más de 25 años, Bouvi murió olvidado, penosamente en-fermo y casi en la miseria en la ciudad de México,21 pero siempre enamorado e ilusionado de ser parte de esa magia que provoca vivir de la pantalla

1 Pequeño fragmento del libro de Evelia Reyes Díaz, Ciudad, lugares, gente, cine. La apropiación del espectáculo cinematográfico en la ciudad de Aguas-calientes, 1897-1933, Universidad Autónoma de Aguascalientes, México, 2012. Puede conseguirse en la librería de la UAA o en el correo electrónico [email protected] La Voz del Pueblo, “Calavera a Don Federico Vouvi” [sic], 1 de noviembre de 1928.3 Archivo Histórico del Ayuntamiento de Zacatecas, Correspondencia Gen-eral, Carta de la Empresa Siglo XX, propiedad de Federico Bouvi y Antonio García; Enviada desde San Luis Potosí el 11 de marzo, 1904; enviada desde Querétaro, el 27 de abril de 1904; enviada de San Luis Potosí, 13 de Diciembre de 1904; de San Luis Potosí, el 19 de enero de 1905 y desde Querétaro el 22 de marzo de 1905. También las remitidas desde La Piedad, Michoacán, el 20 de mayo de 1906; de León el 19 y 23 de mayo de 1906. Agradezco muchísimo el hacerme llegar esta información al Doctor Daniel Narváez. 4 En el libro de mi autoría, hago una clasificación de los lugares de exhibición, a partir de las características arquitectónicas y su funcionalidad. Denominé pro-tosalas a los lugares que fueron adaptados para funcionar principalmente como espacio para el cinematógrafo pero que no contaban con todos los requerim-ientos técnicos y arquitectónicos de las salas cinematográficas (como lunetas adecuadas, pantalla, proyector, etc.)5 En El Republicano, el día 31 de 1908 hay una nota de agradecimiento a Bouvi por haberlos invitado a la primer función de esta Nueva Empresa Cinematográ-fica, es decir, el Vista Alegre. 6 AHEA, Fondo Judicial Civil, 415.1; Documentación pertinente acerca del “incidente sobre un levantamiento de embargo precautorio. Bouvi con-tra Carlos Doerr”, situación que duró entre noviembre y diciembre de 1908. Desconocemos si después de este año continuó con este Salón Verde.7 La película de Mongrand se llamó “Vista circular a la ciudad de Aguascali-entes” tomada por él en su primera visita a la ciudad. Las de Bouvi tenían entre otros lugares la estación, la plaza de armas, el Palacio de Gobierno, el Munici-pal, hospitales, por supuesto que la feria de San Marcos, etc., es decir, los lugares que pudieron ser más significativos para los hidrocálidos en esos momentos. Sólo un fragmento de esta cinta fue rescatada y depositada por Aurelio de los Reyes, en la Filmoteca de la UNAM, desgraciadamente en un incendio anterior al de la Cineteca Nacional aunque por los mismos años, la consumió, la otra parte se echó a perder debido a que no se tuvieron los cuidados necesarios para su conservación; Ídem, p. 22. No se sabe qué pasó con la película de Mongrand.8 Ídem, p. 27; vgr. Emilio García Riera, Emilio García Riera, Breve historia del cine mexicano. Primer siglo. 1897-1997, Ediciones Mapa, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Instituto Mexicano de Cinematografía, Canal 22, Univer-sidad de Guadalajara, 1998, p. 65, por cierto, de la cinta producida por Bouvi, García Riera no hace mención más que el nombre.9 Aurelio de los Reyes, “Federico Bouvi y los primeros años del cine en Aguas-calientes” en Espacios, Cultura y sociedad, Año 2, No. 8, Primavera de 1992, p. 2210 AGMA, F. H. 525/1, 29 de octubre de 1922.11 La Guacamaya, 27 de noviembre de 1927.12 Dueño, junto con Carlos L. Bennett y Víctor Hunton de la Compañía de Luz y Fuerza Eléctricas de Aguascalientes, S. A. Ver capítulo II, aparatado de “La electricidad y el cine”13 AHEA, Judicial Civil, 413.12; “Diligencias del embargo precautorio por el Señor Carlos P. Doer [sic] contra el Señor Federico Bovi [sic]”; en el mismo documento se anexó el “Cuaderno de pruebas de la puste [sic] que promueve contra el Señor Federico Bovi” [sic]. Los documentos van de octubre a diciem-bre de 190814 AHEA, Judicial Civil, 415.1, “Incidente sobre levantamiento de embargo precautorio. Bouvi contra Doer [sic]”15 AHEA, Fondo Judicial Civil, 445.32 de julio a octubre de 1910.16 Boletín Municipal, 8 de diciembre de 1918; AGMA, F. H. 631/13 de sep-tiembre de 192817 AGMA, F. H. 664/6, 22 de agosto de 1930. Es de resaltarse que el documen-to fue escrito en hoja membretada de Bouvi y está tachado donde decía “Teatro Morelos”, puesto que poco antes había dejado de ser su arrendador.18 AGMA, F. H. 604/7, del 17 de noviembre de 1917. Se trata de la ya mencio-nada queja del sobre cupo en el Morelos. 19 AGMA, F. H. El documento está traspapelado. El Catálogo temático del Ar-chivo lo clasifica con el 773/58, pero lo encontré traspapelado en el 768/94. 9 de mayo de 1932.20 Alborada, 2 de noviembre de 1933.21 Para mayores datos: Aurelio de los Reyes, “Federico Bouvi y los primeros años del cine en Aguascalientes” en Op. cit. pp. 18-33

Page 4: Guardagujas80

cuatro

na vez, entré a mi clase de las seis de la mañana de Introducción al Derecho y mientras me limpiaba las lagañas y me convencía de que ya estaba despierto (ya que para entonces no apreciaba el café tanto como ahora), entró el Pony intem-pestivamente a dar su clase. Él si había tomado café, supongo, porque no paraba

de saludar, de hablar y de tratar de despertarnos. Le llamábamos Pony por chapa-rrito, así de originales, y quizás por esos rasgos equinos achatados que tenía: una nariz aplastada y los ojos hundidos. Además era un profesor relativamente joven a lo acostumbrado entre las huestes maristas, su edad rondaba entre los 25 y los 27 años.

El Pony siempre iba vestido de trajes hechos a la medida, no se quitaba el saco, ni la corbata. Se tomaba en serio dar la clase, lamentablemente para él, muy divertido para nosotros. Ya bien enterado de la grilla, en alguna clase nos dijo su nombre completo y nos explicó que ese era su nombre para cualquier cuestión legal, si queríamos alguna vez demandarlo, Pony no serviría de nada y luego pasó a señalar a algunos de nosotros, nombrarnos por nuestros apodos seguido de nuestros nombres, para para ejemplificar su punto. Su pequeña venganza se convirtió en una feria.

La clase de las seis, con la que comienzo este relato, abrió con una explicación del “deber ser”. No fui un alumno muy dedicado al derecho, no estoy seguro si el “deber ser” se trata de una figura legal o uno de sus tantos terminajos incomprensibles y que requieren una traducción al español sencillo. Deformé la construcción y ese día la convertí en otra cosa. A fuerza de repe-tición se me pegó: El “deber ser”. Cacofónico pero simple y reflexionándolo un poco, es una construcción que me susurra todos los días. El “deber ser” es como una oportunidad bondado-sa y sencilla para olvidarse de los caprichos y las ambiciones; lo que dictan las leyes, como un manual parco para la vida: esposo, hijo, padre, hermano en sus aspectos más sencillos de obliga-ciones y deberes. No se trata de lo que deseo, de mis impulsos o de someterme a los impulsos de alguien más. No soy más de lo que debo.

Es como una red de seguridad. Puedes vivir cómodamente una vida de desencantos y medio-cridad hasta la muerte. La ley lo aceptará siempre que hayas tachado los pequeños logros en la libreta: Pagaste tus impuestos, le diste el nombre al hijo, cumpliste las obligaciones nupciales, conseguiste un hogar para tu gente (quizás no el que hubieras querido, pero ahí está) entre un montón de cositas más. La ley es la vida correctamente hecha, haces los logros más básicos de un videojuego. Me pasa, por ejemplo, que cuando siento la amenaza de una ambición formida-ble, pienso en el “deber ser” y cuántas de esas cosas ya hice, o que otras cosas puedo ignorar, y entonces la ambición se ve más gris, menos necesaria. La ambición se convierte en una moles-tia, un nido de moscas que nació de un día para otro en una oficina, supuestamente aislada de los parásitos, y qué provoca un placer perverso tomarse el día para perseguirlas con un mata-moscas, irlas matando una a una.

Verso de Nervo: “Siento que un Dios anida en mí”, hablé de eso en el coloquio de escritores en Tepic. La ambición, el deseo, la iluminación, la ruptura de la humanidad es un dios (¿Qué Dios anida en mí, el de los gusanos, el de las moscas o el de los pájaros?). El “deber ser” es la humani-dad, es lo que nos permite la sanidad entre miles, cientos de miles, de personas que caminamos sin apenas vernos el uno al otro. Es lo que nos permite compararnos con otros, darnos palmadi-tas en la espalda o la crítica mal hecha y cruel.

Cuando estaba chavo, y me apropié por primera vez de aquella construcción, se me hizo fácil hacer una lista propia de lo que podría ser y ese podría, convertirlo en el deber; Hice una espe-cie de manifiesto personal para que mi vida no fuera tan común, tan rutinaria, tan pobremente condenada al exilio de lo sano y de lo inerte. Por supuesto, es obvio, todos los chavos piensan igual, tienen ídolos en la espera de convertirse en esos ídolos y no se dan cuenta que cuando lleguen ahí, no sabrán después a quien rezarle. También fui inmortal y miraba pájaros en todas partes, ahora que soy gente y que sé que puedo morir, el tiempo me ha regalado la oportunidad de preguntarme un montón de cosas, de dudar no sólo de mis ambiciones sino también de mis deberes. Hay días que no sólo me la paso matando moscas, sino que las vigilo fornicar en pleno vuelo y espero, pacientemente, a que nazcan dentro de ésta oficina aislada, quizás se conviertan en pájaros

la habitación de humoagustín fest

con el debido humo

editores edilberto aldán J joel grijalva

consejo editorial beto buzali J alberto chimal J luis cortés J rodolfo jm

J norma pezadilla Jsofía ramírez J jorge terrones

diseño sarahi cabrera