gramsci, el estado y la revolución corporativa

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    GRAMSCI CIUDAD DE LOS CSARES 2,1988

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    GRAMSCI, EL ESTADO Y LAREVOLUCIN CORPORATIVA

    I parte

    1.- Una interpretacin del todo arbitraria

    L CINCUENTENARIO de la muerte de Antonio Gramsci (27 de Abril de 1987) 1 nosproporciona la ocasin de un examen del pensamiento de este exponente comunis-

    ta, devenido ahora fuente principal, si no nica, de la doctrina del Partido Comunista Ita-liano.

    El problema de fondo respecto de Gramsci es el de darse cuenta si este pensadorpuede ser considerado verdaderamente un autor comunista, aunque revisionista, o biensi la esencia misma de su pensamiento y la evolucin que estaba madurando en l interrumpida, sin embargo, por la muerte prematura- no lo estaran llevando fuera de laconcepcin dentro de la cual an hoy se le quiere colocar.

    "Los aniversarios envejecen a los personajes -escribe Alberto Asor Rosa-. Cin-cuenta aos nos separan ahora de la muerte de Antonio Gramsci. Cuntos entre loslectores no pensaran que se celebra la memoria deun hombre anciano, muerto con una larga historiaa la espalda? Se trata de una ilusin ptica. Enrealidad, es necesario pensar a Gramsci -y sta...

    es ya una proposicin de lectura- como a un jovenque, en el breve lapso comprendido entre adoles-cencia e inicio de la madurez, quema rpida e in-tensamente toda las posibilidades concedidas a suaventura vital2.

    Sin embargo, decir qu est vivo y qu estmuerto en la obra y en el pensamiento de este jo-ven no es, como escribe siempre Asor Rosa, em-presa totalmente ftil, justamente por las razonesque el propio Asor Rosa indica: a) se trata del pa-dre fundador del pensamiento fundante del Pa r-tido Comunista y de la cultura comunista italiana;

    1Antonio Gramsci nace en 1891 y muere a los 46 aos de tuber-

    culosis. La crcel y las vicisitudes polticas y humanas contribuye-ron a agravar la salud ya minada por una malformacin derivadade una cada en tierna edad. Sus escritos ms interesantes, reuni-dos en los Quaderni, van del 1929 al 1935, especialmente entre1929 y 1932.2 "Il Principe e i poveri", en La Repubblica, 11.4.1987.

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    b) Gramsci es estudiado en su carcter de pensador autnomo, con una historia particular(bastante particular), que slo parcialmente puede ser hecha coincidir con la del partidodel que apenas por unos pocos aos fue mximo dirigente, y todava menos con la del usoideolgico que el partido mismo ha hecho sucesivamente de ella(ibidem).

    2.- La influencia de Gentile sobreGramsci y la "confluencia implci-ta".

    Sentado cuanto se ha dicho, es fun-damental, entonces, destacar que enGramsci est la presencia de una culturapoltica fuertemente influida por el prin-cipio del Estado tico. Pero esto coincide,justamente, con aquella parte que enGramsci no es social-comunismo. Preci-samente, desde el punto de vista de laortodoxia stalinista, Gramsci fue aisladoprimero y luego censurado. Mas incluso

    hoy, cuanto ms los comunistas italianosse remiten a las races de Gramsci, tantomenos consolidan ellos el fundamento desu doctrina comunista.

    Hay una afirmacin de Augusto DelNoce que no admite duda: el neo-marxismo de Gramsci no es ms marxis-mo en la medida en que cede al actualis-

    mo3.

    Sin embargo, esta asercin se en-tiende segn Del Noce- en el sentidoque Gentile sobrepasa a Marx llevando alas extremas consecuencias lgicas lafilosofa de la praxis: ...la novedad delpensamiento de Gramsci respecto deMarx o respecto de Lenin novedad quenadie puede negar- no puede encontrarexplicacin como desarrollo del marxis-mo o del marxismo-leninismo, mientrasque, en cambio, concuerdan con la formagentiliana de la filosofa de la praxis...

    (ib.). No hay duda, a nuestro parecer, quela visin actualista puede llevar inmedia-tamente al fascismo (Gentile), o bien,mediatamente, a la revisin radical delmarxismo (Gramsci), pero no hay queolvidar que una maduracin ulterior deambos compele a dar un paso comn enuna nica direccin: la salida de la filo-sofa de la praxis para entrar en la con-cepcin tica del estado, aquella en lacual el hombre reconoce su moralidad enel actuar socialmente en inters de todosy no contra todos. De aqui la ntima eti-cidad del historicismo idealista: la histo-ria como realizacin del homo socius y desu idea de Estado. Es la concepcin del"Estado de toda la sociedad" contenida enel ltimo libro de Gentile, Genesi e strut-tura della societ.

    Del Noce, en cambio, insiste sobrela obra de Gentile La filosofa de Marx:para Gentile, Marx no ha ido bastante afondo en su crtica y ha permanecido en

    3A. Del Noce, Il suicidio de la rivoluzione,

    Milano, 1978. Recibe el nombre de "actualismo" laescuela filosfica, de raz hegeliana, desarrolladaespecialmente por Giovami Gentile (1875-1944),filsofo, ministro del gobierno de Mussolini ymuerto asesinado en la guerra civil que acompaoen Italia el fin del rgimen fascista (n.d.t.)

    Giovanni Gentile

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    una posicin metafsica: el sobrepasar lametafsica no puede encerrarse en unmetafisismo vuelto materialista. Comoes sabido, las elaboraciones de lafilosofadel espritu de Croce y de Gentile se dis-tinguen, sea de la metafsica trascenden-

    te, sea de la metafsica del positivismonaturalista. Sin embargo, para Del Noceel juicio ms exacto debe ser el siguiente:Si la filosofa del espritu substituye a lametafsica en consecuencia de la criticade la intuicin, ella encuentra su expre-sin ms rigurosa solamente en el actua-lismo; la filosfa de Croce es una trans-cripcin contradictoria en trminos defilosofa especulativa. Se puede por estoafirmar que la filosofa de Croce es unafilosofa gentiliana menos rigurosa; agre-

    gando, no obstante, que sigue, no prece-de, la de Gentile (ibid.).

    Fijadas estas necesarias premisas,la hiptesis que aqu nos interesa es, em-pero, otra, y ha sido avanzada con rigorpor Del Noce.

    ..Aquello que Gramsci llamamarxismo es el resultado coherente dela retraduccin de Croce, tan coherentecomo para reconstruir despus del cro-cianismo el actualismo, como si proce-diese de la traduccin al texto original.La primera es la coincidencia puntualentre la crtica gramsciana del histori-cismo de Croce y la gentiliana. La se-gunda es la formulacin nueva que enGramsci encuentra el concepto marxia-no de sociedad civil, con sus implicacio-nes, entre las cuales el abandono deleconomicismo y del materialismomarxiano. La tercera es la posicin res-pecto de Labriola, inconscientementeidntica a la de Gentile. Se puede decirque la invitacin que ste haba dirigido

    a Croce ha sido recibida, en cambio, porGramsci. La cuarta es el modo en que seentiende el bloque histrico. La quintaes el juicio sobre la funcin capitalacordada a la filosofa italiana en elproceso de modernizacin revoluciona-ria. La sexta, la diferencia con Lenin

    respecto de la nocin de hegemona.

    Igualmente Norberto Bobbio, quejams ha alimentado simpatas por Gen-tile, conviene en que la profunda innova-cin llevada por Gramsci al marxismo es,en substancia, la aceptacin de la crticagentiliana4.

    La innovacin profunda queGramsci introduce en el marxismo estaen la diversa concepcin de la sociedadcivil como perteneciente, no al momentode la estructura, sino al de la supraes-tructura. Por consiguiente, no es todo elcomplejo de las relaciones materialesentre los individuos al interior de un de-terminado grado de desarrollo de lasfuerzas productivas5, ni el conjunto...

    (de las) relaciones de produccin (que)constituyen la estructura econmica de lasociedad. O sea la base real sobre la cualse eleva una estructura jurdica y polticay a la cual corresponden fuerzas determi-nantes de la conciencia social6.

    Del Noce observa justamente que,si es abolido el primado de la estructura ysi, como hace Gramsci, se entiende encambio por sociedad civil todo el com-plejo de las relaciones ideolgico-culturales de la vida espiritual, se repone

    la dialctica a la cabeza, aunque sea demodo distinto a como haba hecho Hegel.La historia no es ms, en primer lugar,historia econmica, sino historia de lasconcepciones del mundo, historia de lafilosofa.

    Y de hecho Gramsci afirma que...la filosofa de la praxis es la coronacinde todo este movimiento de reforma inte-lectual y moral, dialectizado por el con-traste entre cultura popular y alta cultu-ra. Corresponde al nexo Reforma protes-tante ms Revolucin francesa: y es una

    4N. Bobbio, Gramsci e la concezione della societ civile,

    en Atti del convegno internazionale di studi gramsciani,Cagliari, 1967.5 K. Marx, L'ideologia tedesca, trad. it., pp. 26 y 65-66.6 K.Marx, Critica dell'economia poltica, trad. it., pp.10-11.

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    filosofa que es tambin una poltica quees tambin una filosofa7 .

    Entonces, tanto Del Noce comoBobbio reconocen no slo el alejamientode Gramsci de Marx y de Lenin, sinotambin su ciertamente no querida, ni

    consciente, subordinacin al actualis-mo8. Nos interesa la conclusin de DelNoce: La concepcin gramsciana de lasociedad civil lleva a la crtica del econo-micismo al cual sigue la del materialis-mo. Marxismo disociado de materialismoy de economicismo: acaso no es unadefinicin que vale exactamente para elactualismo? Con una paradoja solamenteaparente se podra llegar a decir que elreproche hecho a Croce por Gramsci es elde no haber escuchado, en aquellos leja-nos aos, a Gentile...9.

    Se puede, por tanto, afirmar queespecialmente en el perodo de redac-cin de los fragmentos luego reunidos enlos Quaderni, Gramsci fue fuertementeinfluido por Gentile y, en general, quehay una confluencia implcita en el de-sarrollo potencial del pensamiento deGramsci.

    Para quin conoce la convencidaadhesin cultural revolucionaria de tanta

    juventud italiana del periodo fascista, laque conceba la revolucin corporativacomo superacin de los egosmos indivi-dualistas, la vida social como participa-cin de todos en el progreso comn y el

    7 A.Gramsci, Il materialismo storico e la filosofia diBenedetto Croce, en Quaderni del Carcere, 1934.8 Del Noce, op.cit.9 Ibidem. Aqu es necesario nacer una precisin,

    porque de la expresin de Del Noce puede resultaruna acusacin de economicismo a Marx. Como

    sabemos, en realidad el economicismo es, justamen-te, la crtica de Marx a aquello que llama el capita-lismo burgus, esto es, a una comprobacin decmo se desarrollan las relaciones de produccin.En realidad Marx auspicia, en perspectiva, unasociedad solidarista sobre la base de una metafsicamonista y, por consiguiente, de una sociedad mate-rialista, pero antieconomicista.

    trabajo como valor moral, asume a ladistancia del tiempo- un sabor profticode confluencia, en vez de antagonismo, lavisin de Gramsci de 1920 y la de Mus-solini de 1940 y, ms an, de entre 1943y 1945 1 0.

    3.- La cultura como fundamentode toda revolucin.

    Gramsci preconiz para el P.C. deItalia, entonces en gestacin, una tareaque, en cambio, fue histricamente reco-gida y perseguida por una muy otra fuer-za, mientras el partido comunista per-maneca sucubo de la estrategia moscovi-ta, primero a travs del Comintern y lue-go a travs del Cominform, y siempremediante la poltica de Togliatti.

    En un artculo no firmado, apare-cido en la edicin piamontesa del Avan-ti!, con el titulo Previsioni, Gramscihabia escrito asi el 19 de Octubre de1920.

    ...Si a breve plazo una potentefuerza poltica de clase no emerge delcaos (y esta fuerza, para nosotros, nopuede ser otra que el partido comunistaitaliano) y esta fuerza no llega a con-vencer a la mayora de la poblacin queun orden es inmanente en la actual con-fusin, que tambin esta confusin t ienesu razn de ser, ya que no puede serimaginado el colapso de una civiliza-cin secular y el advenimiento de unacivilizacin nueva sin tal destruccinapocalptica y tal ruptura fundamental.Si esta fuerza no llega a colocar la con-ciencia obrera en la conciencia de lamultitud y en la realidad poltica de lasinstituciones de gobierno, como clasedominante y dirigente, nuestro pas nopodr superar la crisis actual, nuestro

    pas no ser ms, por al menos 200aos, ni una nacin ni un estado, nues-

    10Mussolini proclama laguerra revolucionariacon el

    discurso del 10 de Junio de 1940, y luego, despusdel colapso poltico (25 de Julio de 1943) y militar (8de Septiembre), proclama la Repblica social.

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    tro pas estara al centro de un maels-trom que arrastrar en sus remolinostoda la civilizacin europea

    A este propsito, Del Noce se pre-gunta:

    Qu pensamientos vienen na-turalmente a quin lee estas lneas conlos ojos de hoy? Ante todo, la priori-dad que Gramsci asignaba a la fun-cin de la cultura: la condicin de xi-to del P.C.I. est en el saberla ejercitar,en el sentido preciso de capacidad deentender el orden inmanente en aque-llo que aparentemente es el caos.

    Para Gramsci la fuerza nueva nopoda ser ms que el partido de la claseobrera. Mientras que en realidad fue el

    movimiento fascista el que encamin entre incertidumbres y contradicciones-la revolucin corporativa.

    Una vez ms, Del Noce coge muybien el sentido a proposito del momentocrucial referido gramscianamente acuando ...nuestro pas estar en el centrode un maelstrom...". Es entonces diceDel Noce- que el pensamiento de Gramsci

    comparece por entero: si Italia supera lacrisis, entonces estar destinada a deve-nir el punto de referencia para la cons-truccin de la civilizacin europea, o sinms, de la civilizacin, dado que para l,permanece indiscutido que Europa es elpunto de llegada de la civilizacin. Es untema que ser luego retomado en losQuaderni, o mejor que subyace a su ente-ra elaboracin; su presencia en el articulode 1920 sirve para iluminar la continui-dad del pensamiento gramsciano. Y es

    igualmente un tema que hace ver su cons-tante vecindad-oposicin a Mussolinirespecto de la funcin de Italia en lasrevoluciones de nuestro tiempo"(op. cit.).

    II parte

    1.- La concepcin del Estado como caracterizacin de la clase poltica.

    Quin no quiere permanecer dete-nido sobre la superficie de la evaluacin

    de las cosas polticas, sino, por el contra-rio, penetrar en su ntima esencia incluso a fin de extraer elementos deprevisin y de conducta- sabe que siguesiendo fundamental la concepcin delEstado. Entiendo la concepcin del Es-tado de que es portadora la clase domi-nante y, en cualquier caso, la concepcinprevaleciente en la capa poltica quecondiciona la sociedad civil en un dadomomento histrico. Estas consideracio-nes han surgido espontneamente al leerun opsculo titulado Gramsci, le sueidee nel nostro tempo, distribuido parael cincuentenario de la muerte de Anto-nio Gramsci, junto con L'Unita del 27 deAbril de 1987.

    Se trata de una recopilacin de arti-culos de varios autores, distribuidos portemas. Pasamos por sobre la equivocidad

    de la manera en que se elude la conocidamanipulacin querida por Togliatti para

    eliminar de los Quaderni del carcere(Cuadernos de la crcel), aquellos pasos yaquellos argumentos que contrastabancon la utilizacin y la instrumentaiizacinque de ellos se ha querido hacer (las re-servas sobre Engels; las criticas a la expe-riencia sovitica; los anatemas de Trots-ky, etc.). Nos limitamos a decir que laambigedad est en el hecho de que Ge-rardo Chiaromonte, al presentar el volu-men, elogia a Togliatti por la publicacinde los Quaderni, en los cuales las desor-denadas anotaciones gramscianas hansido reunidas por temas; pero calla sobrelos cortes operados por Togliatti y sobrela arbitrariedad y parcialidad de las re-agrupaciones y titulaciones relativas. Aellos, cortes y parcialidad, alude EugenioGarin en la sinttica biografa, y slo enla entrevista con Valentino Giarratana,

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    curador de la ltima edicin de los Qua-derni, se encuentra la referencia a lascensuras y a los cambios operados en laprimera edicin (forzamientos y omisio-nes).

    Yendo al fondo, consideramos, an-te todo, necesario observar que entre losargumentos y, por consiguiente, entre losttulos de las reagrupaciones, faltan lasvoces Estado y Derecho. Todo estodenota, en negativo, ya una concepcindel Estado y del Derecho, pero sera tri-vial detenerse en este aspecto porque, enrealidad, la concepcin del Estado, delordenamiento jurdico y de la ley,adems que de la conquista del Estado yde la vida polftica, es en Gramsci mselaborada y moderna de cuanto los ex-

    getas instrumentales del PCI quierenhacer aparecer.

    Tales concepciones pueden ser re-cabadas de las voces Consenso,Econmico-corporativo, Hegemona,Moral y poltica, Nacional-popular,Revolucin pasiva, Subversin de loalto. Ya la secuencia de estas voces pro-porciona una orientacin de la concep-cin gramsciana, pero es necesario exa-minar las voces especficas para com-prender su verdadero significado.

    2.- La influencia de las doctrinaselitistas en el concepto gramscianode "hegemona".

    Como se sabe, en el perodo enque Gramsci escriba, el concepto tericode democracia estaba en declinacin, nomenos que el prctico relativo a las apli-caciones pluralistas. La cultura poltica seabrevaba en fuentes de fuerte rigor crti-co: Max Weber invocaba una democraciaplebiscitaria que uniese a las masas a

    travs del carisma del jefe; uno de susalumnos, Gyryi Lukacs, auspiciaba unrgimen fundado sobre el mito de la claseobrera y su partido; otro alumno de We-ber, Cari Schmitt, peda un rgimen nue-vo inspirado en la eficiencia de un jefe-dictador y estaba elaborando la teora de

    que la soberana no se apoya sobre lanorma (Kelsen), sino sobre la decisinpoltica.

    Igualmente Werner Sombart, deja-das las iniciales posiciones marxistas,anunciaba el fin de las clases y de la p o-ca econmica, para alcanzar un rgimenjerrquico con los militares al vrtice ylos proletarios en la base. No de diversomodo, en Italia Gaetano Mosca, WilfredoPareto y Roberto Michels difundan unacultura poltica de realismo elitario:

    Mosca, con la teora de la clasepoltica, es decir, de la minora que de-tenta el poder efectivo en contraposicina la formal soberana popular; Pareto,con la teora del ptimo paretiano que

    legitimaba las ventajas de las minorasricas y fuertes, con tal que pudiesen re-embolsar a las mayoras ms dbiles yfraccionadas; Michels, que vea en el pro-fesionalismo burocrtico de los partidos yde los sindicatos la verdadera clase do-minante, en cuanto consideraba a lasmasas incapaces de participacin poltica.

    No sorprende, por esto, que enGramsci asuma una posicin central elconcepto de hegemona, esto es, de lasupremaca de un grupo social a travs

    del dominio (coaccin) y de la direc-cin intelectual y moral (consenso). Porello, para Gramsci el Estado no es jamspura fuerza, ni la transformacin puedeser de pura violencia. Por ejemplo,segn Gramsci, a propsito de la hege-mona de los moderados en Francia o enItalia en el siglo pasado, el ejercicio delpoder no fue determinado slo por lafuerza. En realidad, a la hegemona mo-derada contribuyeron decisivamente uncomplejo de actividades culturales e

    ideales de las cuales fueron protago-nista los intelectuales- que produjo elconsenso y llev la revolucin nacionalbajo la direccin moderada.

    A pesar de que de parte comunistase sostenga lo contrario, en realidad setrata de una diversa interpretacin del

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    concepto de hegemona como haba sidoformulado por Marx. Gramsci se pre-ocupa de decir que no hay que ser su-perficiales al leer a Marx, esto es, quelas supraestructuras no tienen una de-pendencia mecnica de las estructuras1 1 .

    Pero el forzamiento modifica substan-cialmente el significado de la interpreta-cin marxista del filsofo de Trveris.

    Gramsci, a este propsito, acepta latesis crociana del desarrollo histricocomo conciencia tico-poltica, auncuando luego afirme que no se puedeinterpretar la historia slo desde estepunto de vista; el aspecto tico-polticoprecisamente, el proceso de afirmacinde la hegemona de una u otra formacineconmico-social, no da cuenta del con-junto del proceso histrico. ParaGramsci comenta Aldo Tortorella- elgran mrito de Lenin es, precisamente, elde haber recogido, en contra de la dege-neracin y simplificacin economicista ydeterminista, el valor extraordinario ydecisivo de la lucha cultural e ideal aefectos de la afirmacin de las clasessubalternas y de la afirmacin de un nue-vo sistema econ6mico-social1 2. Estamosde acuerdo, pero este voluntarismo acti-vista const ituye una evolucin muy pecu-

    liar, si no singular, de las premisasmarxistas.

    En suma, en la interpretacin deGramsci, hegemona no equivale a do-minio, sino que significa "superior capa-cidad de interpretacin de la historia y desoluciones de los problemas que ellaplantea".

    No hay duda, por lo tanto, queGramsci, con esas afirmaciones, hayasido un hereje, y adems en posicin de

    radical diversidad acerca de las interpre-taciones de Marx y de Lenin que en aquelmomento se afirmaban en la Tercera In-

    11 Republicado en A. Gramsci, Scritti 1915-1921,1968.12 Gramsci, le sue idee nel nostro tempo, voz"Egemonia".

    ternacional. La tesis gramsciana, pues,tiende a contradecir la idea de la dicta-dura del proletariado como dictadura departido.

    Bajola voz Con-senso, en elcitado vo-lumen, lee-mos luego:La posibi-lidad dedesagregarlafuerza delconsenso seconfa a loselementoscreativos y

    mviles deuna polticacapaz dedesmontarlos interesesrestringidos (llamados, de manera retr-grada, corporativos, n.d.r.) de una clasepara realizar una ms vasta agregacin deconsensos en torno a un ncleo de inter-eses ms generales, radicados en la co-munidad nacional.

    De aqu que la accin de la conquis-ta del Estado se vea: a) como capacidadde recoger los intereses permanentes dela clase trabajadora y su convergenciacon los intereses de la sociedad nacional;y b) como dignidad culturalde una pol-tica que se siente responsable de la guade un pueblo y de una nacin.

    Se destaca que para Gramsci lacapacidad consiste en el anlisis de lastendencias fundamentales que empujanlos procesos sociales en curso, mientras

    la dignidad cultural se concreta en laaccin poltica como heredera y conti-nuadora de la historia nacional. En estesentido, Gramsci polemiza contra quienteoriza la inevitable y permanente esci-sin entre representantes y representa-dos y contra quien denigra la democraciarepresentativa como rgimen dominado

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    por el nmero.

    La concepcin del Estado enGramsci deriva de la conviccin de que,en realidad, una coherente democraciapoltica tiende a hacer coincidir gober-nantes y gobernados. No se trata, dice,de substituir la lite elegidapor una li-tepor decreto; se trata, primero, de cri-bar las proposiciones y las capacidadesde la potencial clase dirigente para resol-ver los problemas generales y, luego, deintroducir en la lite elegida una culturahecha de responsabilidad nacional yhumana frente al propio pueblo y a loselectores-personas1 3.

    La intuicin de Gramsci fruto evi-dente de una cultura que beba, adems

    de Croce, tambin de Gentile (la accinpoltica como continuadora de la historianacional y la tendencial identificacinentre Estado e individuo)- tiene sus lmi-tes en el salto lgico-estructural quecumple: de un lado una fe indemostra-da en la justa eleccin de las lites atravs de un proceso de prueba de lasproposiciones y de las capacidades, co-mo l dice (que no asume, sin embargo,caracterizaciones definidas ni en el mto-do a seguir, ni menos en la referencia auna base individualizada y a institutosadecuados); del otro, en el presupuestoapodctico que el partido comunista sea elpartido de los trabajadores (mito del par-tido de la clase obrera ) y que, como tal,constituya el vivero de las lites a elegir.

    3.- Un pre-concepto liberal en lapolmica con el corporativismo.

    Este limite gramsciano es puestode relieve, justamente, al tratar el con-cepto de econmico-corporativo. Diceel curador de la voz, Biagio De Giovanni,que este concepto tiene en Gramsci unacolocacin estratgica y es usado paraindicar situaciones harto diferentes en-tre ellas: comparece como obstculo a laconstitucin de una voluntad nacional-

    13Id. voz "Consenso".

    popular en la historia italiana; comosigno de una agregacin restringida deintereses inmediatos, a superar en launidad poltica de un partido; y, en ge-neral, como escasez de elementos super-estructurales (conciencia, cultura, polti-

    ca, hegemona) respecto del campo decondiciones estructurales restringidas eincapaces de expansin1 4.

    Como se lee claramente en esteplanteamiento, la distincin entre es-tructura (las relaciones de produccin) ysupraestructura (las relaciones espiri-tuales y culturales) y la dependencia desta con respecto a aquella, condicionana un pensador que ntimamente cree enla fuerza de las ideas y que, por consi-guiente, tiende a desviar y desva cam-

    bindolo- el inicial condicionamiento delmaterialismo dialctico.

    Parece, pues, que para Gramsci loeconmico-corporativo sea la fase pre-via de la hegemona: Una fuerza (unEstado, un partido, una filosofa) atra-viesa y vive una fase econmico-corporativa en cuanto no ha llegado ana la fase hegemnica o de expansin ac-tiva. Este concepto gramsciano se expl i-ca segn la siguiente lectura: hay unafase primordial en la cual el Estado o unpartido, en cuanto reflejo de un primiti-vismo econmico, impide la explicacinde una conciencia general; a la par, laidea o filosofa corporativa en la distor-sionada expresin positivista de Grams-ci- consiste en una evolucin mecnica ala cual se asistira con pasividad fatal,fuera de un activismo de la voluntad quese mide con la realidad.

    Aparece claro, entonces, cmoGramsci no conoce, o desconoce, aque-

    llos elementos ticos de voluntarismodinmico que son propios, sea del pen-samiento gentiliano, sea del corporati-vismo fascista que, justamente en esosaos iba precisndose, pasando del de-bate ideolgico para llegar a ser conte-

    14Id., voz "Econmico-corporativo".

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    nido constitucional del Estado.

    En su elaboracin, pues, Gramscipermanece detenido en el presupuestoderivado de la definicin crociana de laeconoma, como dominio de lo privadoy contingente, y de la poltica como do-minio de lo pblico y de lo duradero;concepcin claramente liberal y preadade contradicciones para un pensador,como l era, preocupado de elevar labatalla poltica de la angustia del parti-cular guicciardiniano 1 5 a la misin(inconfesada) de adscribirse a un Esta-do de toda la comunidad.

    El error quede claro- no est enla distincin entre privado y pblico (deantigua tradicin romanista), sino en su

    contraposicin, y en la posicin de pri-maca del primero respecto del segundo.Sera til en este punto recordar la in-sercin orgnica de lo privado en lopblico por Santi Romano y el conceptode social, subrayado por Bottai en unafamosa situacin (respuesta a Spirito enla convencin de Ferrara)1 6.

    Y aqu Gramsci aunque en la msortodoxa... heterodoxia comunista- caeen la visin de los dos tiempos rgidos yapartados (en tanto que se trata de dos

    fases de un proceso contemporneo): unprimer tiempo en el cual la estructuraeconmica se reproduce solo a s mismay la forma de una conciencia relativa esextremadamente elemental (faseeconmico-corporativa: un comercian-te, escribe Gramsci, siente deber solida-rio con otro comerciante, un fabricantecon otro fabricante, etc., pero el comer-

    15 Francesco Guicciardini, poltico e historiador dela poca del Renacimiento italiano, estimado uno de

    los primeros pensadores "modernos" junto a Ma-quiavelo.16 En la Convencin de Ferrara (1934) se enfrenta-ron diversas escuelas dentro de la doctrina corpora-tivista italiana. La ms radical estuvo representadapor el filsofo Ugo Spirito, con su teora de la "cor-poracin propietaria". Bottai era entonces ministrode las Corporaciones, y represent una posicinms conservadora.

    ciante no se siente solidario con el fabri-cante; esto es, se siente la unidadhomognea y el deber de organizarla, delos grupos profecionales, pero no andel grupo social ms vasto).

    Despus de esta primera fase hayun segundo tiempo de naturaleza pol-tica de la estructura a la superestructu-ra, donde el nivel de unificacin de losgrupos y de la sociedad es mucho msalto y universal.

    sta, su crtica, derivada comohemos dicho- de la concepcin crocianade neta separacin entre el momentoeconmico y el poltico, se dirige igual-mente contra la moderna concepcincorporativa, entonces en fase de bsque-

    da a travs de las formulaciones del fas-cismo. Con todo, a la distancia histrica(y comprendiendo bien la informacinincompleta de un pensador, adems delimitado por el prejuicio de un marxismono completamente superado, impedidotambin por la condicin de prisionero),aparece claro el yerro de Gramsci.

    Hay que subrayar, en efecto, elhecho de que Gramsci no estaba en con-diciones para observar integralmente elfenmeno fascista en su desarrollo, y

    tanto menos estaba en condiciones deconocer el debate interno en el fascismo,ya en lo poltico, ya en lo sindical. Obs-taba a ello, adems de su condicin de confinado en la crcel de 1926 a 1934, lade enfermo y el comprensible resenti-miento; cosas todas que no podan dejarde quitarle la necesaria serenidad paraevaluar, adems de la evolucin stalinia-na del partido comunista, la corporativadel fascismo.

    No obstante, en los Quaderni son

    frecuentes las referencias, por ejemplo aUgo Spirito y asu corporativis-mo, al cual, co-mo resulta delos mismosQuaderni y co-

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    mo recuerda el mismo Spirito, Gramsciha dedicado repetida atencin en sent i-do predominante negativo, pero tambincon consensos sintomticos1 7 .

    Gramsci quiere polemizar con elcorporativismo poltico-sindical fascistade su tiempo, pero en realidad lanza susdardos contra el corporativismo de lasartes y oficios de cinco o seis siglos antes.El corporativismo moderno, precisamen-te en el perodo en el que Gramsci escrib-a, era exactamente aquello que l indi-caba como estadio ulterior o superior. Elcorporativismo moderno, en efecto, con-cibe el proceso productivo entero (el ciclointegral: agrcola, industrial, come rcial o,en otros trminos, de la materia prima ala transformacin y a la distribucin) en

    una unidad de conciencia laboral querinde a todos los protagonistas del ciclopartcipes de las finalidades productivasy de los rditos correlativos (ver las 22corporaciones de la ley del 5 de Febrerode 1934). Por lo tanto, justamente aquelcorporativismo tenda a realizar cons-cientemente aquel grupo social msvasto que Gramsci indistintamente aus-piciaba.

    Se puede, por tanto, despus dehaber tomado bien conciencia de loslmites del anlisis gramsciano- acogercomo agudas y compartibles, salvo laterminologa marxista, las consideracio-nes relativas a la fase poltica, o sea alpaso de la estructura a la esfera de lassuperestructuras complejas, donde elnivel de unificacin de los grupos y de lasociedad es harto ms alto y universal.Segn Gramsci, un verdadero proyectoestatal no puede dejar de ser un proyectohegemnico. Estado y filosofa son parael pensador sardo momentos esenciales(acto histrico concreto) cuando losgrupos sociales corporativos (tambin lasclases en Gramsci atraviesan esta fase)llegan a la lucha poltica y se establecensobre un terreno que es, en alguna medi-

    17 U. Spirito,Memorie di un inconsciente, Milano, 1977.

    da, universal.

    Hay que preguntarse, a este prop-sito, si Gramsci tena claro cual era elmomento del paso de lo econmico a lopoltico, dada la no sistematicidad de susescritos. Consideramos nosotros que se leescapa. Como es sabido, en el corporati-vismo moderno este paso acaece cuandoel momento de la tutela de los intereses es superado por el momento en que losgrupos expresan las competencias, que,como tales, tienen caracteres de univer-salidad explicativa (ciencia, tcnica, ex-periencia), y desarrollan accin polticasobre la base de su compromiso volunta-rio a poner responsablemente al serviciode la colectividad sus conocimientos,para fines generales y no particulares.

    Como sea, aun si Gramsci parezcaacertar, hay que poner una atencin bienprecisa: el no teoriza la necesidad delpartido nico y del Estado tico de idn-tica manera a como entonces se teorizabapor Rocco y por Costamagna, o bien porVolpicelli y por Spirito, adems de Mus-solini. Para Gramsci, el partido nico eselpartido de la clase obrera, la vanguar-dia de la revolucin comunista, y el Esta-do es elEstado obrero: para los fascistas,el partido nico es el gua de la nacin, elmotor de la revolucin nacional-corporativa, y el Estado es el Estado detodos los ciudadanos corporativamenteorganizados.

    Aqu es oportuna una reflexin ul-terior. El partido fascista se plantea endefinitiva como conciencia crtica de laNacin, y como tal supera el mismo in-terclasismo en la conciencia de los pape-les desplegados por los individuos y losgrupos y en la continua reproposicin del

    papel del pas entero. Por tanto, con-ciencia crtica como compromiso cons-ciente y responsable para la solucin delos problemas singulares segn un fina-lismo comunitario.

    Tambin en el marxismo hayuna actitud tendencial dirigida a la su-

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    peracin de las clases, pero para losmarxistas tal superacin tiene lugardespus de la dictadura del proletaria-do. En el corporativismo, en cambio, lasuperacin del clasismo a nivel nacio-nal, esto es, para toda la sociedad, es

    precedida por la superacin a nivel delites, al interior de un orden que serealiza en el microcosmos del partidonico.

    El problema, como lo planteaGramsci, est en la siguiente pregunta:Cmo acaece esta desvinculacin delterreno de lo econmico-corporativo?Como se introduce una forma en ladimensin poltica general? Como unafilosofa (y en particular, la filosofa de lapraxis) vence al fatalismo, y se hace acti-

    vo acto histrico y devenir, y unidad ti-ca de teora y praxis?

    A estas preguntas, el curador de lavoz econmico- corporativo, De Gio-vanni, responde asi: Aqu el tema de lasuperacin de lo econmico-corporativoencuentra la cuestin de los intelectualesy de la constitucin de aquella fuerzajacobina eficiente que suscita y organizala voluntad colectiva nacional-popular yha fundado los Estados modernos. Estees un paso necesario para llegar a la di-mensin hegemnica: toda la reflexinde los Quaderni puede ser apretada entorno a este pasaje, con particular aten-cin apasionada para las tareas del mo-derno Prncipe (el partido nico, segnla definicin gramsciana, n.d.r.) y por lafundacin del Estado obrero, de aquelEstado obrero que en su primera formahistrica, sovitica, se esfuerza por irms all del primitivismo econmico-corporativo: que es el iluminante juiciode Gramsci sobre los xitos de la Revolu-cin de Octubre(op.cit.).

    Evidentemente, se trata, de partedel curador, de un examen limitado alsolo mundo comunista, lo que restringe ylimita el campo de la investigacin histo-riogrfica, adems del de la cultura pol-tica. De hecho, en aquellos aos, mien-

    tras los sectores econmico-corporativossoviticos, los glavnic, devenan articula-ciones del poder ejecutivo (se sabe quede cada una de ellas es jefe un ministro oviceministro), en Italia las corporaciones(por ciclos integrales, no profesionales!)

    entraban en la Cmara representativa, y,por ende, advena el paso de lo econmi-co a lo poltico; eso que Gramsci preconi-za en 1930 ha acontecido en Italia entre1936 y 1939, pero nunca ha tenido lugaren la URSS.

    La necesidad del partido nicoestbase verificando, esto es, asuma va-lor histrico, en el sentido que aquel erael motor de la revolucin, y como tal pro-vea hegemnicamente a organizar y adar su impronta a lo econmico-corporativo, pero se ponan tambin laspremisas y esto sale del esquemagramsciano- para el agotamiento de estanecesidad, una vez que las nuevas es-tructuras institucionales (las superes-tructuras, en el forzamiento de Marxefectuado por Gramsci) hubiesen sidoadquiridas como la organizacin de lamoderna voluntad colectiva nacional-popular. En otras palabras, ms explici-tamente, los equipos dirigentes del nuevorgimen nacional-corporativo habran

    devenido, por la fuerza de las cosas, elec-tivos al interior de los cuerpos singularesy del partido nico. Este ltimo, autor delcambio e instaurador de la nueva con-ciencia poltica, y como tal, por esto, rgi-damente organizado y condicionante,habra sido sucesivamente substituido, oflanqueado por agrupaciones de diversastendencias, en confrontacin dialcticaentre ellos, pero todos, sin embargo, re-conocindose en el comn cuadro consti-tucional.

    Significativos a este respecto sonlos sntomas de aquel perodo, en el cam-po sindical y en el campo del debate pol-tico y jurdico, ademas que en la publics-tica relativa a la posterior fase revolucio-naria que se desarrolla durante la Re-pblica social italiana (1943-1945).

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    4.- Los limites del anlisis histori-co-politico de Gramsci.

    Por ltimo, vale la pena hablar de lasubversin desde arriba, concepto queGramsci pone en correlacin con el otrode subversin popular o subversin

    desde abajo.

    Es conocida la definicin gramscia-na de la revolucin fascista como golpe deEstado promovido y financiado de losgrupos capitalistas dominantes en Italia(v. artculos en Ordine Nuovo de 1921 y1922, y en los escritos precedentes alarresto entre 1924 y 1926). Se trata paraGramsci, por tanto, de subversin desdearriba acompaada de un vasto fenme-no de subversin de capas populares.

    La causa de la revolucin fascista esatribuida con una simplificacin hist-rica ms bien forzada- al no haber exis-tido jams, en el mbito de los gruposcapitalistas dominantes y en el pas, undominio de la ley, sino slo una polticade arbitrios de conventculos personalesy de grupo. Tales grupos dominantes del

    capitalismo italiano habran arruinado segn un plan preciso y concreto de ac-cin poltica (en La Corrispon denzainternazionale, 20 de Noviembre de1922)- ese poco de orden legal que, aun-que fuera con dificultad, se haba venido

    constituyendo despus de la formacindel Estado unitario. Esta subversindesde arriba habra encontrado en unfatal enlace, la subversin reaccionariade Mussolini, expresin de aquella sub-versin desde abajo la que Gramsci seesfuerza en dar una consistencia cuandohabla de estratos de subproletariado, delos morti di fame (el Lumpenproletariatde los escritores alemanes), de los perio-distas de campo, de los pequeos intelec-tuales de periferia, de las fajas de la ma-

    lavita fluctuante de las zonas popularesurbanas.

    Esta concepcin del Estado prefas-cista como mnimo orden legal, a respe-tar y no por abatir, pone en evidencia loslmites analticos de Gramsci, cabeza departido y exponente de la revolucin pro-letaria en los primeros Aos Veinte. Enrealidad, aquel Estado era incapaz degestionar las fuertes transformacionessociales inducidas por la primera revolu-cin industrial italiana (1890-1920) y por

    la primera guerra mundial. Igualmente,el anlisis del fascismo, mezclado de sub-versin piloteada por el capitalismo do-minante y nutrido de subproletariado, nosoporta, no solo la distancia historiogr-fica, pero ni siquiera a una lectura efe c-tuada hasta en la poca de los aconteci-mientos. Apareca evidente que ha existi-do, como soporte revolucionario fascista,un consenso del proletariado, luego cons-cientemente sindicalizado (y activo) por20 aos. Igualmente debera aparecer

    evidente que los cuadros movilizantesestaban compuestos, no de la hez de laperiferia, sino de exponentes de la pe-quea y mediana burguesa, culturalmen-te provista y emergente, que en la Gran-de guerra haban aprendido a mandar enlos puestos de la of icialidad intermedia.

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    Se trataba, precisamente, de aque-lla revolucin nacional-popular de la cualel Gramsci ms reflexivo de los aos decrcel invocaba el advenimiento, y que l,prisionero con todo de los esquemas ve-teromarxistas, no haba reconocido en el

    momento de su nacimiento.El destino ha querido con la en-

    fermedad y con la muerte acaecida en1937, despus de aos de prisin, por lodems terminada en Octubre de 1934-que no cumpliese aquella ulterior evolu-cin en su pensamiento, que tantos pasosle haba hecho dar fuera del marxismoinstrumentalizado por el comunismosovitico. Evolucin que otro exponenteinicial del Partido Comunista de Italia,nacido de la escicion del Psi (15 de Enero

    de 1921) y del congreso de Livorno (21 deEnero siguiente), Nicola Bombacci, cum-plir por intuicin gracias a la propiacarga humana.

    Aunque la historia no se puedehacer con los si, no es del todo aventu-rado decir que, si en vez de ser arrestadoel 8 de Septiembre de 1926, Gramscihubiese continuado su actividad como lacontinuaron los otros, de Togliatti a Tas-ca, habra profundizado, con fosos cada

    vez ms incolmables, las divergencias conel grupo de los conformistas soviticos,llegando a una decisiva ruptura, acasoan ms consciente que aquella de Bom-bacci.

    Si Lenin haba afirmado que en Ita-lia exista slo un hombre, Mussolini,capaz de guiar una revolucin lo quesignifica haber expresado solamente unjuicio de validez tcnica sobre la perso-na, y no una valoracin ideolgica-, unjuicio de harto ms alcance doctrinal yfinalista expreso poco antes de morir elduro Bordiga, cuando reproch al partidocomunisu italiano el haberse dejado pre-ceder por Mussolini en la movilizacin delas masas proletaria sobre la base de losvalores nacionales, en lugar de aquellos

    clasistas e internacionales.Con mayor razn, por consiguiente,

    se puede considerar posible que, en dife-rentes condiciones de salud y de espritu,la concepcin nacional-popular deGramsci habra terminado por prevale-cer, desembocando en una concepcinnacional-corporativa, bien lejana de laspara l insoportables posiciones stalinis-tas.

    GAETANO RASI*

    Publicado en CIUDAD DE LOS CSARES N 2, Ju-lio/Agosto de 1988.

    *Gaetano Rasi es el fundador y animador principal delIstituto di Studi Corporativi di Roma, que publica la Rivista diStudi Corporativi. El presente artculo se reproduce del N 5-6,

    de Septiembre/Diciembre de 1987, de esta revista (nota de CC n2). Fotografa de G. Rasi.