giusti - hegel ante la modernidad
TRANSCRIPT
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7/26/2019 Giusti - Hegel Ante La Modernidad
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ARETE Vol
l
l 1989
HEGEL
AN1E LA
MODERN1DAD
Hegel es uno de los primeros filsofos
odemos que
toma distancia frente al senti
iento triunfalista de su poca, pero sin
:sconocer la originalidad de las nuevas for
as de pensamiento e innovacin poltica.
su filosofa debemos una caracterizacin
mceptual de la modernidad en su conjun
' gracias a la conciencia histrica
con
te sta es juzgada. Lo propio y esencial de
s tiempos modernos es, para Hegel, el
>rincipio de la subjetividad". El tral:ojo se
vide en dos partes: primeramente,
la
con
pcin de Hegel es interpretada como una
ma de posicin ante el debate contempo
neo representado por la querelle des an-
:?n s el moJernes continuacin, se
lenta mostrar que esta actitud terica ante
modernidad constituye
el
hilo conductor
toda la obra
de
llcgcl.
Miguel Giusti
('Hegel
facing
Modcm
Times") Hegel
is
one
of
the first
modem
philosophers that
keeps his distance from the arrogant atti
tude
of
his time, without disregarding the
originality of the
new
ways of thought and
political innovation.
We
owc to his philo
sophy a conceptual c h a r a c t e r i / A ~ t i o n of Mod-
ero Times as a whole thanks to thc histori
cal consciousness with which the former
is
judge.d. The proper and essential aspect of
~ o e m
Times is, for Hegel, thc
p r i n e ~ p l e
of subjectivity". The paper
is
divided into
two
parts: on the one hand, Hcgcl's concep
tion is interpreted as taking a stand with
respect to the contcmporary debate repre
scnted by the querelle des anciens el des mo-
dernes On
the othcr hand, the
A
intcnds
to
show that this theorctical attitude facing
\1odcm Times constitutes thc linc along
hich
all of llcgcl's wvrks dcvclop
Transl. by R Rizo-Patrn)
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"El derecho de la libertad subjetiva constituye el punto central y el vira
e en la diferenciacin entre la
antigedad
y la poca
moderna.
Este derecho ha
ido enunciado en su infinitud en el cristianismo y convertido en efectivo prin
ipio universal de una nueva forma del mundo". Formulaciones como sta,
lcstinadas a caracterizar conceptualmente
l mundo
moderno por oposicin a
a antigedad, aparecen con no poca frecuencia en las obras de Hegel y mere
en un atento anlisis. En ellas se pone de manifiesto la permanente preocupa
in de Hegel por descubrir
l
nexo existente entre los planteamientos filosfi
os y el contexto histrico de su surgimiento, prefigurando as en buena medi
la nuestra actual comprensin y caracterizacin de las pocas histricas. Una
mportante contribucin en tal sentido
es
su anlisis conceptual de los prohle
nas fundamentales de
la
modernidad poca histrica en la que nos encontra
nos an hoy, y sobre cuya delimitacin y significado puede constatarse una
bierta controversia en la comunidad cientfica en generaJ.2
No son pocos los testimonios que dan cuenta con elocuencia del senti
niento de superioridad de la propia poca a lo largo de la Edad Moderna, la
lustracin y la Revolucin Francesa. Sumamente sugerente, entre ellos, es la
amasa
querelle des anciens et des modernes.
cuyas repercusiones. son an pcr-
Hegel, G.W.F.,
Principios de
la
fosofa del derecho
(en adelante
FD ,
traduccin de
Juan Luis Vennal. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1975, 124, Obs., pp.
155-156.
Para citar slo algunos ejemplos, podran consultarse los trabajos de Jrgen Haber
mas:
Das unvol/endete Projel der Moderne, en: Kleine polilische Schrifien
1-IV
Frankfun a.M.: Ed. Suhrkamp, 1981, pp. 444-464, y
Der philosophische Diskurs
der Moderne,
Frankfun a.M.:
Ed
Suhrkamp, 1985 (de prxima aparicin en l edito
rial Taurus
de
Madrid). Asimismo: Blumenberg, H.,
Legitimitiit der NeuzeiJ,
Frank
fun
a.M.:
Ed
Suhrkamp, 1973-1976; Koselleck, R.,
Vergangene Zukunft,
Frankfun
a.M.: Ed. Suhrkamp, 1979.
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ceptibles en el pasaje citado de Hegel. Pero, ms que por la originalidad de su
desenlace conceptual, aquella disputa es interesante por los presupuestos teri
cos y las simplificaciones histricas que se ponen all de manifiesto. Vere
mos, en este ensayo, que la caracterizacin hegeliana del mundo moderno pue
de ser interpretada como una respuesta original al problema sugerido por dicha
querelle
Procuraremos, ante todo, poner en cuestin un prejuicio muy difundi
do, de acuerdo al cual la filosofa de Hegel haba asumido irreflexivamente el
credo ilustrado del progreso o el proyecto metafsico de la subjetividad moder
na. Porque la novedad de su interpretacin de la poca reside justamente en ha
ber entendido la relatividad histrica de la Ilustracin y de la metafsica de la
subjetividad, mostrando que stas reflejan en cierto modo el desgarramiento y
la alienacin de la poca toda. "Hegel no es el primer filsofo perteneciente a
los tiempos modernos"
-escribe
acertadamente J Habermas- "pero s el pri
mer filsofo para quien la modernidad se convierte en un problema. En su teo
ra se hace visible la constelacin conceptual formada por la modernidad, la ra
cionalidad y la conciencia e la poca".3
Ahora bien, a qu llama Hegel ms exactamente "mundo moderno" o
"tiempos modernos".4 Cmo caracteriza esta poca y en qu sentido esta ca-
3 Der philosophische Diskurs der ModerM,
o.c.,
p
57.
4. Las expresiones que Hegel emplea con ms frecuencia
en
alemn son:
modeme
Welt", "modeme Zeit" y "modeme Zeiten".
No
se halla en su obra el sustantivo
-
demidad,
aunque, como venimos diciendo, el significado que Hegel atribuye a sus
expresiones
l a
caracterizacin de una
poca-
es una condicin indispensable pa
ra la ulterior creacin de dicha forma sustantivada. Cf. a este respecto: Gumbrecht,
H.-U.,
Modern, Modernitiit, ModerM,
en: Brunner,
0.,
Conze, W., Koselleck, R.
(Editores),
GeschichJliche Grundbegrif e,
Stuttgart: Ed. K ett-Cotta, 1972ss., tomo
4 (1978), pp. 93-131.
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El trmino
modernidad,
a su vez, est muy lejos de ser un trmino unvoco, y
ha
si
do
definido de muy variadas formas. En este artculo nos concentraremos en la con
cepcin hegeliana
del
problema. Pero es necesario advertir que, al menos desde los
escritos de Baudelaire sobre la teora de la modernidad, a mediados del
S
XIX, el tr
mino fue perdiendo el sentido de comprensin amceptual del perodo histrico de
la Edad Moderna. La tesis
de
Baudelaire, segn la cual toda poca tendra su propia
actualidad, es decir su propia mndernidad, amtribuy decisivamente a relativizar el
empleo de
tal
expresin. Posteriormente (con excepcin de Nietzsche), el trmino
se reserv para designar a la corriente esttica ms actual --{iferencindola en todo
caso
de
la
precedente-,
pero
ya
no como caracteri7.acin de una determinada poca
histrica. Esta prdida de significado provoc luego la creacin de nuevos concep
tos, como
por
ejemplo el de
avanl-garde
en arte. la oposicin entre
progresista
y
conservador en
poltica, etc. Por cierto, no es casual que la relativizacin de este
concepto sea un fenmeno paralelo a la difusin del historicismo, para el cual to-
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acterizacin
puede
ser entendida como una crtica;'?
En
las reflexiones que si
uen
se hallar una respuesta global a
estas
preguntas.S A modo
de
introduc
:in al problema,
recordaremos
en un primer momento los
temas
centrales
de
a
mencionada
querelle des anciens
et
des modernes a fin de identificar
el
con
exto histrico y
conceptual frente
al cual se
produce
la toma
de
posicin
de
-Iegel.
A continuacin, analizaremos
la
interpretacin hegeliana
de
la modemi
lad de un
modo
ms sistemtico.
fegel y
la
querelle des
anciens et
des modernes
La famosa querelle fue desatada por
Charles
Perrault durante una sesin
e la Acadmie r a n ~ a i s e en 1687, vale decir en los inicios
de
la Ilustracin.6
aquella
ocasin,
Perrault
defendi
resueltamente, para
el
caso del
arte,
la
su
erioridad de
los
modernos frente a los antiguos, argumentando a tal efecto
que
das las pocas de la historia son igualmente idnticas desde un punto de vista meto
dolgico. En ambos casos, se abandona un criterio explicativo unitario que haga
posible efectuar diferenciaciones o delimitaciones en
la
historia. La
necesidad
de
constatar un proceso acelerado de sucesin de pocas hihricas y de independiza
cin de los mbitos de la existencia es convertida en
virtud
metodolgia. Podra de
cirse, sin embargo, que esta evolucin haba sido anticipada y preparada
por
el de
senlace de la
querelle
francesa.
n
efecto, en aquella ocasin se lleg prcticamente
a imponer, a modo
de
consenso, la idea
de
que
todo
perodo histrico poseera su
propio gusto y sus propios criterios estticos, de modo que ni los
anciens
ni los
mo-
demes
podran ser considerados superiores.
Ahora bien, estas dificultades relativas a la historia del concepto
de modernidad
---5U pnlida de sentido como expresin tipificadora de una
poca
no deberan
conducimos a abandonar, sino ms bien a dilucidar coo mayor rigor el problema
subyacente a esta evolucin. La relativizacin del concepto ha puesto en cuestin
el sentido unitario de la comprensin racional de
la
historia; pero este
hecho
no
es un explanans sino un explanandum.
Las ideas aqu expuestas han sido desarrolladas ms sistemticamente en
mi
libro
Hegels Krilik der modernen Welt. ber die Auseinandersetzung
mil
den geschichtli-
chen und systematischen Grundlagen der prakJischen Philosophie Wrzburg:
Ed.
KOOigshausen Neumann, 1987.
Sobre
la historia y el significado de la
querelle cf.,
principalmente: Jauss,
H.
R
Asthetische Normen und geschichtliche Rejlexion in
tr
Querelle
des
Anciens et
des Modernes
en: Perrault, Ch.,
Paraltele des Anciens et des Modernes en ce
qw re-
garde les Arts l t les Sciences
reimpresin facsimilar de la edicin original de rua
tro tomos,
Pars 1688-1697), Mnchen:
Ed.
W. Fink, 1964,
Einleitung
pp. 8-64;
asimismo: Jauss, H.R.,
Lileraturgeschichte
als
Provokmioft
Fran.kfurt a.M: Ed.
Suhdcamp,
1970.
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la manifiesta primaca de las ciencias de la poca desde Descartes y Coprnico
deba hallar su correlato en una mayor perfeccin de las artes. Se pona as en
cuestin, en la Ilustracin temprana, la concepcin cclica de la historia propia
del Renacimiento, reemplazndola por un modelo de desarrollo progresivo, en
el cual las edades de la historia coincidan metafricamente como lo sugiere
la obra misma de Perrault con las etapas de desarrollo de la vida humana.
Los antiguos somos nosotros ( e' est nous qui sommes les anciens ), escri
be Perrault, dando a entender que la humanidad ha alcanzado en su poca la fa
se de la madurez, vale decir, que ella representa la culminacin de un desarrollo
histrico en cuyos inicios los
anciens
eran an
jvenes.
Es verdad que Pe
rrault no logr imponer su opinin, pero el debate fue aleccionador. Luego de
veinte aos de acaloradas discusiones, ambas partes se vieron obligadas a con
ceder que cada poca posee sus propias costumbres y su propio sentido del gus
to (su beau relatif' ), de modo que habra de evitarse hablar de imitacin o de
superioridad en el mbito del arte. Como es sabido, esta polmica fue conti
nuada en Alemania, especialmente gracias a la obra de Gottsched y Winckel
mann.
a
posicin adoptada por Winckelmann fue original y paradjica: demos
traba, de una parte, la necesidad de comprender histricamente las caractersti
cas peculiares del arte griego, pero mantena, de otra parte, la invocacin a se
guir su ejemplo.? Esta paradoja sirvi de estmulo para la creacin de teoras
poticas de orientacin histrico-filosfica, tales como las teoras de Herder,
Fr. Schlegel y Schiller. Al buscarse una caracterizacin conceptual diferente
del
arte
antiguo y del arte moderno, la tradicional competencia entre ambos per
da su razn de ser.
La
antigedad fue llamada clsica (en cuanto perfeccin
de una poca pasada), y la modernidad (es decir, la Edad Media cristiana y la
Edad Moderna) recibi el nombre de romntica .
Ahom bien, sera sin duda un desacierto pensar que las controversias de
la
querelle
afectaban por igual l conciencia que modernos e ilustrados tenan
del valor de
su
propia poca. Es ciertamente un hecho muy significativo que
la polmica se refiriese a la definicin del arte; este hecho merecera un anli
sis que no es posible desarrollar aqu. Pero, en realidad, ninguna otra discipli
na
ni
ninguna otra produccin cultural parecan dar lugar a una disputa seme
jante. En efecto, los modernos no tenan duda alguna de su superioridad, con
respecto a los antiguos, en filosofa, en ciencias naturales, en moral, en polti-
7. Cf. Winckehnann, J.J., Geschichte der Kunst des Altertums Darmstadt: Wissen
schaftliche Buchgesellschaft, 1982 (reimpr. de la ed. de Viena, 1934).
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1, en el avance de la tcnica y en el conocimiento del mundo en general. La
retensin de Perrault de demostrar la superioridad de los modernos en el mbi-
, de las artes reposaba justamente sobre la firme y generalizada conviccin de
ue la ciencia natural moderna habra desplazado ya mucho tiempo atrs a la
1encia antigua. Para ilustrar el alcance de este sentimiento de superioridad,
lStara recordar el proyecto baconiano de un Novum
Organum
la rcdefini-
n
de la philosophia civilis en Hobbes, la bsqueda cartesiana de un
funda-
r.entum inconcussum
o el "giro copemicano" de Kant,
para
no citar ms que
lgunas de las innumerables manifestaciones de la conciencia triunfalista que
1racteriza a esta nueva poca.
Un extraordinario testimonio de este arraigado sentimiento de superiori-
ld -testimonio elocuente debido a la entusiasta ingenuidad de su argumenta-
es el manifiesto iluminista de Condorcet, el
Bosquejo
de
un
cuadro
his-
;rico de los
progresos
del
espritu
humano de 1794. Demostrando plena con-
a nza en la ilimitada e incontenible capacidad de perfeccionamiento del hom-
y convencido de la validez del mtodo de las ciencias naturales, as
como
la necesidad de aplicar dicho mtodo en el anlisis de la obra intelectual y
oral del hombre a lo largo de la historia, Condorcet
se
propone
como
tarea
aborar un "cuadro" de las estaciones de este continuo progreso.
La
filosofa
1 no tiene nada que adivinar, ya no tiene hipotticas combinaciones que ha-
~ r ; ya no le queda ms que reunir y ordenar los hechos, y mostrar las verdades
i es
que nacen de su encadenamiento y de su conjunto".8 El bosquejo
no
es
opuesto con la intencin de modificar sustancialmente el curso de
l s
cosas;
lo no hace falta, pues la revolucin es inminente y su triunfo indudable: "el
;tado actual de las luces nos garantiza que ser venturosa".
9 La
filosof'm ha
>andonado ya definitivamente aquella "supersticin segn la cual no podran
tcontrarse reglas de conducta ms que en la historia de los siglos pasados, ni
rdades ms que en el estudio de las opiniones antiguas".IO La utilidad del
Jsquejo reside nicamente en los medios que nos ofrece para prevenir mejor
combatir ms eficazmente los males y prejuicios del pasado cuyas repercu-
ooes son an perceptibles.
Condorcert, Bosquejo t:k U1l cuadro hist6rico t:k los progresos t:kl espritu humano,
edicin preparada por A Torres del Moral y
M
Surez, Madrid: Editora Nacional,
1980, p 86.
Ib.,
p
89.
Ib., p. 88
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El curso de la historia expuesto por Condorcet se extiende desde la fase
tribal, casi natural, del hombre primitivo -sujeto a todo tipo de errores, su
persticiones e ignorancia, as como a la paulatina institucionalizacin de una
clase dominante- hasta la descripcin predictiva del anhelado ideal futuro del
gnero humano, en el cual habr de eliminarse la desigualdad y realizarse a ple
nitud la perfeccin del hombre.
El
proceso histrico en su totalidad
es
interpre
tado como progreso gradual de la civilizacin humana. Condorcet est persua
dido de que todas las naciones lograrn alcanzar el estado de civilizacin al
que han llegado los pueblos ms ilustrados, los ms libres, los ms liberados
de prejuicios
11
El entusiasmo ilustrado que inspira semejante manifiesto del progreso
de la civilizacin halla sus races ms profundas en l s premisas ontolgicas
de la filosofa
y
la ciencia modernas. Se trata de una proyeccin de los princi
pios abstractos de la razn a la comprensin de las relaciones culturales
y
pol
ticas, motivo por el cual slo puede aspirar a tener vigencia en forma de una
visin escatolgica Veremos, ms adelante, cmo interpreta Hegel esta para
doja. Por el momento, conviene que analicemos una visin de la modernidad
que parece hallarse
en
contradiccin con la de Condorcet: la crtica de la civili
zacin efectuada por Rousseau.
En efecto, todo parece indicar que el pensamiento de Rousseau es un pa-
radigma de la actitud antiilustrada. Si comparamos la fe inconmovible de Con
dorcet en el progreso del espritu humano con la respuesta de Rousseau a la
pregunta acerca del origen de la desigualdad imperante entre los hombres, detec
tamos a primera vista una notoria contradiccin. Al final de su segundo Dis-
curso, escribe Rousseau:
De
esta exposicin se desprende que siendo casi nu
la la desigualdad en el estado natural, sta debe su fuerza y su incremento al de
sarrollo de nuestras facultades y a los progresos del espritu humano, y por fin
se vuelve estable y legtima mediante el establecimiento de la propiedad y de
l s leyes .l2 Nos es familiar, adems, el modo en que contrasta Rousseau fre
cuentemente al hombre salvaje ( homme sauvage ) con el hombre refina
do o civilizado ( homme polic o civilis ); 13 al hacerlo, considera el
proceso de civilizacin simultneamente como un proceso de degradacin del
11. lb., pp. 225 226.
12. Rousseau, J.-J.,
Discours sur / origine el les fondemenJs
e
l ingalit parmi les
hommes,
en:
Oeuvres completes,
edicin al cuidado de B. Gagnebin y M. Raymond,
Paris: Ed. Gallimard (Bibliotheque de la Pliade), 1959ss., tomo 3, p. 193.
13. Cf. ib., p. 132 (donde aparece la expresin homme civil ), pp. 193-194 ( horrune
polic ),
p.
202ss., nota IX ( homme civilis ).
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>mbre.
Rousseau
apela a la
idea
de un estado
natural
armnico y ficticio, a
n de interpretar globalmente la historia de las instituciones sociales como un
mlatino progreso
de
la
desigualdad ,l4 desde la instauracin del derecho de
opiedad hasta el
establecimiento de un poder
arbitrario.
Tras
esta
concepcin
: oculta,
sin embargo, la misma
premisa histrico-filosfica
que
viramos
>arecer
ya en
el
caso de Condorcet, a saber, que la evolucin de
la
humanidad
1llegado
al umbral
de una gran
revolucin,
debido
sobre
todo al
agravamien-
1
generalizado
de la
injusticia.
La ltima fase de
esta evolucin sera
el lti-
10
trmino
de la
desigualdad y el punto extremo
que
cierra el crculo y toca
al
mto
del
cual
hemos
arrancado
.. Es
aqu donde
todo se
reduce a
la
nica
ley
ms fuerte y, por
consiguiente, a
un nuevo estado
natural diferente
de aqul
r
el
que hemos empezado en
el sentido de
que uno
era el estado natural
den
J de su pureza
y
que ste ltimo
es
el fruto de
un exceso
de corrupcin 5
n efecto,
la representacin
de un estado natural es,
en Rousseau, slo
un
lado
-el lado
crtico-
de
su
concepcin de la historia.
Su
complemento positivo,
desligable del anterior, es
la
propuesta de una utopa poltica en
la que ha
i
de realizarse, por
medio del
contrato social y sobre la base de la virtud re
lblicana,
la plena
identificacin
del
individuo
con la
voluntad general.
Es
.s, la idea del estado natural hace las
veces
de
instancia
moral,
en
virtud de
cual puede justificarse un doble propsito: calificar, de una parte, el desarro
>
histrico
de las
instituciones
humanas como agudizacin
progresiva
de
la
~ s i g u a l d a d
y
demandar, de
otra
parte, la
reconciliacin definitiva
del
indivi-
10 con sus instituciones.l6
lb., p. 187.
lb., p. 191. Esta es
la
razn principal por la
cual
Roosseau crtica la concepcin
del estado natural de Hobbes.
Lo que
Rousseau rechaza no es, en modo alguno,
la
descripcin de un estado blico y competitivo, sino ms bien la suposicin
de
que
ste haya sido realmente
el
estado natural originario.
Los
filsofos
que
han estu
diado los fundamentos de la sociedad sintieron todos la necesidad de remontarse
hasta el estado natural, pero ninguno
lo
logr
...
Todos, refirindose incesantemen
te a la necesidad, la avidez, la opresin, los deseos y el orgullo, transfirieron al es
tado natural unas ideas que habian tomado dentro de la sociedad; hablaban del hom
bre salvaje y pintaban al hombre civil (ib., p. 132).
s
sorprendente, por eso, que Rousseau anteponga a su segundo Discurso una cita
de Aristteles sobre la definicin de la naturaleza del hombre. Rousseau refiere la
traduccin latina: Non in depravatis, sed in bis quae bene secundum naturam se ha
bent, considerandum est quid sit naturalis (o.c., p. 109).
No
cabe duda de que a
Rousseau le interesa destacar all solamente la oposicin inmediata entre el estado
corrompido y el estado no corrompido de
la
naturaleza. pero
la
expresin aristotli
ca secundum naturam (lml qn}mv), referida a la evolucin poltica del hombre,
nos remite a una concepcin diametralmente opuesta a la de Rousseau, en la cual a
la perfeccin de la naturaleza humana le es consustancial justamente el conjunto
de las instituciones sociales. (La cita de Aristteles se halla en Poi 1 5
1254a36-37 .
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Como vemos pues, pese a la aparente contradiccin de sus planteamien-
tos bsicos, la crtica del proceso de civilizacin efectuada por Rousseau no
dista tanto de la valoracin positiva que le merece el mismo a Condorcet.
m-
bos recurren a
un
ideal racional para juzgar por
su
intermedio
l s
formas de
institucionalizacin
de la accin humana en la historia
Pero, qu significa civizacin en este contexto? Una breve explica-
cin de la histori de este concepto puede sernos de
gran
ayuda para poner en
relieve los presupuestos filosficos subyacentes a la controversia entre anti-
gedad y modernidad, controversia que las concepciones de Rousseau y Con-
dorcet reflejan slo de modo superficial. Emplear el trmino
civilizaci n
para
designar el proceso evolutivo de la cultura en la historia humana slo tiene
sentido bajo la suposicin de
un estado natural (sea cual fuere su caracteriza-
cin), que habra sido abandonado por los hombres mediante acuerdos contrac-
tuales
de
creciente complejidad o mayor refinamiento.
Civilizaci n
es
un
tr
mino derivado de la expresin latina civilis , con la cual la fllosof'm poltica
moderna denomina al estado de derecho, es decir, al estado liberado ya de l s
guerras y el poder arbitrario, y en donde son vigentes las condiciones necesa-
rias para la convivencia pacfica en sociedad. Desde Hobbes hasta Fichte va
acentundose cada vez
ms
esta oposicin entre
status naturalis
y
status cvi-
lis.
El trmino civilis , a
su
vez, es
una
traduccin latina del adjetivo griego
1tOA.t.nJCs , con el que Aristteles califica aquella forma
de
comunidad que,
por naturaleza , le permite al hombre realizar sus propios
fmes.17 La
palabra
naturaleza tiene, en esta concepcin,
un
significado
tan
diferente
al de
las
teo-
ras modernas, que sera inimaginable all la representacin de un estado na
tural .
La
1 t A t ~ (la civitas), dice Aristteles, existe por naturaleza ~ n ) ,
es decir, ella es el fin
('tA.os}
de
todas las
dems formas de accin y comuni-
dad, y
el fin
es precisamente la naturaleza .l8
Lo
que esta ltima afirmacin
quiere decir es, obviamente, algo
muy
distinto a
lo
que sobreentienden
l s
teo-
ras modernas del derecho natural;
la
polis es fin y naturaleza porque repre-
senta
el
marco institucional indirectamente preservado por la actualizacin de
los fines particulares. En todo caso, no hay lugar all para un concepto de natu-
raleza entendido como negacin o privacin del orden social, tal como aparece
en
la
metafsica moderna
17 Sobre el trasfondo histrico y semntico de los conceptos civilis , civitas'' y ci-
vilizacin , as como su influencia en la nivelacin de las diferencias entre socie-
dad y estado, puede consultarse: Riedel, M., Gesellschaft brgerlichL en: GeschichJ-
/ichL
Grundbegriffe o.c., tomo 2 (1975), pp. 719-800.
18 En
el
original,
Poi.
I 2, 1252b32, se lee: n
~ ~
tI..oc;
kn v.
50
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a
reformulacin del concepto de civitas y el planteamiento de esta
ueva oposicin entre status naturalis y status
civilis
ponen de manifiesto
n rasgo esencial de la fllosofm moderna, a saber: que no slo con respecto al
onocimiento de
la
naturaleza, sino tambin con respecto a la instauracin de
s relaciones sociales, el punto
de
partida es
la
autodeterminacin de
la
razn
umana, y no un orden teleolgico o tradicional.
a
fascinacin que despierta
or doquier el modelo geomtrico del conocimiento en vistas a la fundamenta-
in de la ciencia y
la
filosofa, es slo una de las variadas formas de expre-
in de la nueva tarea que se propone
la
metafsica. Sin embargo,
la
autono-
ila de la razn slo parece obtenerse a costa de una contradiccin insalvable
ntre la naturaleza (objeto de una filosofa teortica ) y la realidad histrica
objeto o escenario de
la
filosofa prctica ). Es consustancial a la nueva filo-
ofa hallarse permanentemeRte en bsqueda de un nexo sistemtico que rena
>s polos opuestos sobre los que ella misma se h levantado: subjetividad y
1bjetividad, teora y praxis, concepto y naturaleza, razn y realidad.
a
proble-
iltica subyacente a la historia del trmino civilizacin nos remite pues, co-
llO vemos, a la compleja disputa filosfica entre los modernos y los anti-
:uos. Frente a ella adopta Hegel una posicin original, exigiendo ante todo
na reflexin sobre los condicionamientos histricos que obran all de modo
mplcito.
El joven estudiante Hegel tuvo conocimiento de la versin francesa y la
ersin alemana de la querelle
des
anciens t
des modernes
En sus primeras re-
lexiones, h ce suya
la
nosta1gia por el ideal de
la
antigedad, pero es
al
mis-
rl tiempo partidario de la Revolucin Francesa. Est convencido de la origi-
lalidad y la validez del principio kantiano de la autonoma de la voluntad, y lo
onsidera incluso como sostn del proyecto de
la
Ilustracin; no obstante,
in-
~ r p r e t simultneamente el mundo griego (al igual que Montesquieu y Rous-
eau) como un espritu armhico en el que estn unidos el sentimiento y la ra-
n. a lectura de los mal llamados escritos teolgicos juveniles deja inicial-
llente la impresin de que Hegel oscila entre planteamientos de muy diverso
rigen o que combina confusamente posiciones filosficas excluyentes. Los
specialistas adoptan con frecuencia una posicin muy cmoda, aunque nada
sclarecedora, cuando distinguen fases en la evolucin del pensamiento de
Iegel (a menudo con un criterio geogrfico: Hegel
en
Berna, Hegel
en
Frank-
urt, etc.), asegurndonos as que Hegel habra sido primero ilustrado, luego
:antiano, de pronto telogo y antikantiano, enseguida epgono de Schelling,
, as sucesivamente.
Si
relacionamos, en cambio, las ideas aparentemente con-
radictorias defendidas por Hegel en estos aos, con el debate contemporneo
ntre los antiguos y los modernos o con la discusin filosfica a l subyacen-
entonces podremos interpretar el problema sistemtico principal de
quellos escritos como una toma de posicin frente a la querelle
5
-
7/26/2019 Giusti - Hegel Ante La Modernidad
12/18
La
posicin que Hegel defiende en el debate no es ni una invocacin a
restaurar la armona cultural de la antigedad, ni la adopcin incondicional del
credo de la Ilustracin. Es,
por
ms paradjico que parezca, las dos cosas al
mismo tiempo. Entiende que la filosofa y la Revolucin de los tiempos mo
dernos han hallado un fundamento absoluto de incuestionable originalidad en
la
historia, pero
no
deja de preguntarse por qu ello
ha
debido ocurrir a expen
sas de la armona imperante en el mundo antiguo. Anima a Hegel, por as de
cir, la pregunta por las razones que han conducido a extrapolar un descubri
miento histrico en s mismo valioso e irreversible. Tras los diversos plantea
mientos de la filosofa moderna reconoce Hegel un denominador comn que
l mismo caracteriza conceptualmente como el principio de la subjetivi
dad -,
y advierte que a l se ha llegado ignorando la cohesin de la vida bue
na de la antigua polis.
El
principio de la subjetividad , si bien representa
una dimensin de la racionalidad desconocida
por
los griegos, no parece ya po
der dar cuenta de la raigambre sustancial sobre la que reposaba la tica de la an
tigedad. Pero, de ser esto as, nos vemos obligados a buscar las razones
de
es
ta prdida o a explicar el sentido del desenlace paradjico de la filosofa mo
derna.
Esta es
la
cuestin central que preocupa a Hegel desde sus primeros escri
tos y que orienta sus diferentes proyectos sistemticos iniciales. Pero, como
hemos visto, no se trata simplemente de una pregunta genrica sobre la rela
cin existente entre dos pocas histricas, sino de un cuestionamiento ms
profundo de las premisas ontolgicas sobre las que reposa aquella relacin, y
de
las cuales depende igualmente
el
modo en que los modernos conciben
la
oposicin de la razn a la experiencia y a la historia. Por la naturaleza misma
de la pregunta, es decir, por destacar mediante ella la ambigedad esencial del
concepto moderno de subjetividad, Hegel se aparta de la conciencia triunfalista
de
su poca.
La
intencin mediadora subyacente a la pregunta lo convierte en
un
riti o
de la filosofa moderna. A sta le reprocha Hegel no haber sido
consciente del proceso histrico en el que pudo llegar a desarrollarse el subjeti
vismo, del cual ella misma, como filosofa, ha terminado por ser un reflejo
terico.
La filosofa debe preguntarse .. si la especulacin, al alejarse a tal ex
tremo del sentido comn y al fijar los opuestos, no ha sucumbido al destino
de su poca, que consiste en haber establecido absolutamente una forma del ab
soluto,
es
decir, algo que por su esencia no es ms que un polo de la oposi
cin 19 Pasemos pues a analizar ms de cerca la caracterizacin hegeliana del
mundo moderno.
19 Differenz des Fichteschen
un
Schellingschen Systems der Philosophie (1801) (en
adelante:
Differenzschrift ,
en: Hegel, G.W.F.,
Werke in zwanzig Biinden,
edicin al
cuidado de
E
Moldenhauer y K.M. Michel, Frankfurt a.M.: Ed. Suhrkamp, 1969
ss., tomo 2, pp. 33-34.
52
-
7/26/2019 Giusti - Hegel Ante La Modernidad
13/18
aloracin crtica de la modernidad
Por medio de las expresiones mundo moderno (modeme Welt) y
iempos modernos (moderne Zeiten) quiere Hegel sugerir que existe una vio
Ilacin
intrnseca entre los diferentes planteamientos tericos explcita o im
citamente predominantes en esta poca histrica
y
quiere
dar
de ellos una in
rpretacin filosfica de tipo sistemtico. Los acontecimientos histricos
s determinantes de esta poca, a travs
de
los cuales se pone de manifiesto
lems la conciencia de sus integrantes,
son:
la Reforma, la Ilustracin, la Re
)lucin Francesa y el surgimiento de la sociedad civil. A
fin
de caracterizar
mceptualmente de modo unitario la originalidad y el problema central de la
lOCa, Hegel
acu.a
la expresin principio de la subjetividad .
Considerar a la subjetividad como principio de
una
nueva forma del
undo
o como rasgo distintivo del mundo moderno respecto
de
la antige
td,
significa ante
todo
poner en relieve la pretensin de la filosofa y la cien
a modernas
de
replantear el conocimiento, la moral, la poltica, el arte, al
ual que
su
posible integracin sistemtica, sobre la base de la autonoma
y
autodeterminacin de la razn.
Ni
el orden teleolgico
de
la naturaleza o la
alidad, ni la cosmovisin religiosa
de
la tradicin medieval, ni las representa
ones del sentido comn, ni las formas objetivas de la realidad social, pueden
recer resistencia a la capacidad crtica o a la absoluta autonoma de la razn.
n
mltiples mbitos del mundo moderno ha llegado
a
imponerse este princi
o
de
la subjetividad. El inters de Hegel
se
concentra en hacer explcita
la
ne
:sidad de
sus
vinculaciones recprocas.
En el mbito de la religin, la Ilustracin ha ganado la batalla contra la
upersticin ,
gracias
a la naturaleza de sus armas (las armas de la ra
in).20
En
el mbito
de
la poltica, se ha hecho valer en la teor
una fun-
tmentacin contractualista del estado sobre la base de
la
voluntad individual,
en
la
prctic
un estado de derecho en el que ha de estar garantizada la li
~ r t d
del
arbitrio subjetivo.21 Gracias al nuevo fundamento axiomtico delco
x:imiento,
las
ciencias han podido independizarse metodolgicamente, apli
mdo exitosamente su estrategia objetivante y clasificatoria a todos los obje-
Vase, en la Fenomenologfa t l Esp ritu, el captulo:
La
lucha
e
la Ilustracin cOil-
tra
la
swperstici6n Der Kampf t r
Aw fkliirwn g mil
em A ~ r g l a u b e n
en
la
traduc
cin de
W.
Roces, Buenos Ain:s-Mxico: Fondo
de ukwa Eoonmica
1966,
pp.
319-337.
Cf., por ejemplo, FD 124, Obs. (o.c., pp. 155-156), 85 (o.c., pp. 229-230),
206 (o.c., pp. 245-246).
53
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tos empricos posiblcs.22
Las
teoras de la moral confinnan tambin, a su ma
nera, este proceso, en la medida en que recurren al concepto de conciencia mo
ral (Gewissen) 23 para destacar el derecho del saber individual respecto de las
propias acciones, o en la medida en que identifican la forma suprema de la li
bertad moral con la autodeterminacin de la razn. En el mbito del arte mo
derno, el romanticismo eleva la interioridad y el sentimiento subjetivo a prin
cipio absoluto de la creacin.24 Finalmente, la
reflexi on filosfica
misma,
sea sta de orientacin empirista o racionalista, en su bsqueda de
un
principio
incuestionable al que poder remitir la diversidad de sus problemas, revela ine
quvocamente el rasgo esencial de esta poca
e l
principio de la subjetivi
dad- una de cuyas manifestaciones ms extremas, pero perfectamente conse
cuentes, puede verse en el idealismo subjetivo de Fichte.
Pues bien, de acuerdo al diagnstico de Hegel, este principio de una nue
va forma del mundo, aun constituyendo un progreso indiscutible de la raciona
lidad, ha llegado a convertirse simultneamente, en cuanto principio absoluti
zado, en la causa determinante de la alienacin y el desgarramiento imperantes
en los tiempos modernos. El principio de la independencia de la razn, de su
absoluta autonoma, debe ser considerado desde ahora simultneamente como
principio universal de
la
filosofa y como uno de los prejuicios
de la
po-
22. Cf., por ejemplo,
Enciclopedia de las ciencias filosficas
(1830) 185 (en la ed.
cast., Mxico: Juan Pablos Editor S.A., 1974,
p.
72); ber das Wesen der philoso.
pltisclun Kriti/c iiberhaupl und ihr Verhiiltnis zum gegenwiirtigen Zustand der Philo
sophie insbuondere en: Hegel, G.W.F., Werke in zwanzig Biinden o.c., tomo 2
p. 184 SI.
23. Cf. F 136ss. (o.c., pp. 168ss.); F m (tercera leccin sobre filosofa del dere
dto, diada
por
Hegel en el semestre de invierno de 1819-1820, y editada por Die
t r
Henrich bajo el trulo: Hegel, G.W.F., Philosophie des RechJs. Die Vorlesung
von 1819120
in
einer Nachschrift Frankfurt a.M.: Ed. Suhrlcamp, 1983) p. lllss.
24. Del sentido y la historia del arte tiene Hegel nna concepcin ciertamente sutil y
am
bivalente, sobre todo al tornar posicin claramente en favor
de Jos
antiguos.
En
SUI Lecciottes sobre la filosojUJ
de la
historia universal
(en la traduccin de Jos
Gaol, Madrid: Ediciones de la Revista de Occidente, 1974, 4a. ed., p. 123; en la
ed. alemana cit., tomo 12, p. 66), leernos: En el arte, el arte griego en cuanto tal
es incluso el modelo supremo . Este juicio significa al mismo tiempo
wt
enalteci
miento y una relativizacin del arte. Porque si ste puede ser considerado modelo
supremo en la antigedad clsica, ello significa simultneamente que, bajo el prin
cipio del mundo moderno, el absoluto ya
no
puede ser representado adecuadamen
te de manera sensible. Este problema de la adecuacin entre el contenido y la forma
(entre
la verdad y su medio de expresin) constituye el motivo sistemtico que con
duce a Hegel a sostener el carcter pretrito del sentido supremo del arte.
54
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l .25 La subjetividad encierra la profunda ambivalencia de no poder
ser
plan te-
Ja como principio explicativo y
fundante ms
que mediante el establecimien
' de dualismos irreconciliables y bajo el supuesto de
la
disgregacin de las di-
:rentes esferas de la existencia humana. La obra filosfica de Hegel puede in-
rpretarse como
un
esfuerzo permanente por poner
de
manifiesto, con inten
n
crtica, las relaciones implcitas y recprocas existentes entre todas las
for-
las de absolutizar el principio de la subjetividad, proponiendo al mismo tiem-
>un concepto
ms
adecuado de razn
que
permita superar sistemticamente
ts mltiples oposiciones. Es en este sentido que la modernidad se convierte
i ra
l
en un
problema filosfico. Y en la medida
en
que la ambigedad del
incipio predomimnte
en
la poca es descubierto a partir de una nueva con
encia histrica,
la
recurrente revisin de la problemtica filosfica y cultural
:
mundo
antiguo adquiere su verdadera significacin terica
Ya
en
los escritos juveniles
de
Hegel destaca claramente, como proble
ta
central, la conciencia del extraamiento de
su
poca. El hecho de que
no
isponga an, en aquellos aos, de una solucin sistemtica, no hace sino
tostrar con ms evidencia sus fuentes de inspiracin y los blancos de sus cr
::as,
dando la impresin
que
ya comentramos-de asociar indebidamente
S planteamientos filosficos ms heterogneos. La severa crtica de la anqui
Sada teologa contempornea y de la concepcin objetivante de la ley en el
ntiguo Testamento, la invocacin simultnea a repensar el modelo de la Gre-
a clsica o a crear una nueva religin popular, al igual que otros tantos moti
:>s
de inspiracin antigua o ilustrada, son
en
realidad slo
formas
parciales de
(presar una tesis de fondo, que consiste
en
explicar la desintegracin imperan
poniendo al descubierto la unilateralidad de cada
una
de las concepciones en
la
implicadas.
En
Jena, esta inspiracin central encuentra una formulacin filosfica
s adecuada y unitaria. En todos los escritos de este perodo, la argumenta
n se inicia con una pregunta sistemtica preliminar, a saber: si las diferen
s filosofas modernas, al absolutizar el rol de la subjetividad, no han termina
) por sucumbir ante el destino de
su
propio tiempo. Entendernos as que,
en
ber
die wissenschaftlichen Behandlungsarten des Naturrechts 26
exponga
i
E r ~ e i c l o p e d i a e
las
cimcia.Y
filosficas (1830)
60, Oba.
(ed.
alemana
cit.:
tomo
8,
p. 146;
las ediciones castellanas no incluyen, lamentablemente, las observacio
nes a los pargmfos .
. Existe actualmente una traduccin castellana de esta obra a cargo de Dalmacio Ne
gro Pavn, con el ttulo Sobre las man.eras de tratar
c ~ n J i c o m e l l l e l
Derecho
Na-
tural
Madrid: Ed.
Aguilar, 1979.
55
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16/18
Hegel polmicamente la evolucin de
las teoras
morales y polticas desde
Hobbes hasta Fichte slo bajo la perspectiva de una oposicin cada vez ms
profunda y ms consecuente) entre libertad y realidad
entre
concepto y natu
raleza. En Glauben und Wissen, analiza la relacin existente entre
las
filoso
fas de Kant. Jacobi y Fichte, mostrando que todas ellas constituyen "formas"
diversas de una misma "filosofa reflexiva de la subjetividad", en
la
medida en
que acentan de modo unilateral nicamente un aspecto de aquel principio, pre
suponiendo as no slo la multiplicidad de las oposiciones, sino adems la im
posibilidad de su superacin. Ahora bien,
en
aquella obra opina Hegel que es
tas formas de reflexin han llegado a su "culminacin" (Vollendung), porque
es posible ya determinar su relatividad histrica y, en consecuencia, su vincu
lacin inmanente. e lo que se trata es pues de criticar la absolutizacin de
sus puntos de vista, estableciendo el nexo sistemtico entre sus diferentes
planteamientos. Este es uno de los objetivos ms importantes que se propone
la
Differenzschrift.
En este escrito se asigna explcitamente a la filosofa la
ta-
rea de buscar, mediante una reflexin sobre las premisas de la "cultura de la re
flexin" y sobre la interdependencia esencial de los polos que ella persiste
en
mantener separados, los elementos tericos que hagan posible una superacin
de la escisin y el desgarramiento. Este ante todo la escisin, piensa Hegel, la
que despierta la necesidad de la filosofa; sta no puede consistir ms que en
"reconstituir al hombre a partir de s mismo, en contra del desgarramiento de
la poca, y
en
preservar la totalidad que la poca ha desgarrado".27
l
modo en que el "sentido comn" o la "forma emprica
de
tratar el de
recho natural" experimentan y entienden la alienacin, le reconoce Hegel el
mrito de conservar a pesar o en virtud de sus limitaciones o incongruen
cias "la plenitud de
las
oposiciones" .28 A la filosofa especulativa, en
cam-
bio, que transform este problema en una oposicin de principios puramente
27. Differenzschrift, o.c., p. 121.
28. lb., p. 34. Este punto ha sido desarrollado de una manera muy sugerente por Jac
ques Taminiaux. Taminiaux advierte con toda razn que, si Hegel aprecia la forma
emprica de tratar el derecho natural, en especial la concepcin de Hobbes, es por
que no se renuncia en ellas a la multiplicidad en favor de la totalidad. No obstante.,
no es del todo convincente la tesis sugerida por el autor, de acuerdo a la cual la filo
sofa de Hobbes habra anticipado en cierto modo el proceder especulativo de He
gel. En todo caso, es muy recomendable la lectura de la amplia /nJroduccin de Ta
miniaux a su edicin francesa de las lecciones de filosofa real dictadas por Hegel
en Jena en el semestre de 1805-1806:
Naissance de la philosophie hglienM de
l tat (Commentarire t traduction de la Realphilosophie d1na)
1805 06, Pars: Ed.
Payot, 1984. De l puede consultarse adems, sobre este mismo tema: Hegel et Hob-
.bes, en: Taminiaux, J., Recoupemenls, Bruxelas: Ed. OUSIA, 1982, pp. 11-48.
56
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)Stractos,
le reconoce el mrito de "haber profundizado tanto ms el desgarra
tiento y de haber hecho tanto ms apremiante
la
necesidad de su reconcilia
n
en la totalidad .29 Esta toma de posicin se expresa de forma positiva en
escritos sistemticos
de
este perodo, en especial en el
System der Sittlch-
?it y en las lecciones sobre Filosofa Real, obras en las cuales Hegel trata
establecer una mediacin filosfica original entre el concrepto de voluntad
la idea de la eticidad, es decir, en ltima instancia, entre el principio moder
J de la subjetividad y Ja concepcin antigua de
una
tica sustancial.
Ambos aspectos
l a
crtica
y
la reformulacin sistemtica de las con
pciones
modern s
son parte esencial de los escritos posteriores de Hegel.
u obra
Principios
de la filoso]UJ del
derecho
debe ser considerada como su
~ s p u e s t ftlosfica definitiva a la problemtica de la modernidad. All Hegel
)mete a discusin y replantea la tradicin antigua y moderna de la filosofa
rctica, en la medida en que vincula sus diferentes perspectivas de anlisis en
na
misma empresa sistemtica. Como hilo conductor,
se
vale del concepto
1oderno de
voluntad
pero reformulado a la luz de la estructura (dialctica) de
1
accin
de modo que pueda tematizarse por su intermedio, no slo la auto
:>ma, sino igualmente la realizacin de la racionalidad. Pero, asociando, en
1 eora de la
eticidad
los conceptos de subjetividad
y de
sustancia, Hegel no
~ n u n c i a su diagnstico temprano de la alienacin de su poca, ni asume
Jbrepticiamente el principio de la subjetividad antes denunciado. Ms bien,
~ f u e r z
su
conviccin de que el sentimiento
de
superioridad
de
los modernos
halla condicionado histricamente, poniendo
de
manifiesto consecuentemen
: que la realidad, considerada por principio distorsionadora
y
esclavizan te, no
;t
exenta por su parte de un cierto derecho
de
racionalidad.
La
estructura in
:rna
de la Filoso]UJ
del derecho
no se orienta nicamente por la idea de la
Jtorreferencialidad de la razn, sino tambin por la idea de su reconocimiento
las instituciones que dan expresin a las distintas formas de vida
de
una so
ledad
humana. Al nombrar a la
eticidad
de acuerdo a categoras de los anti
L Os
"bien viviente"
("das
lebendige Gute") o "fin ltimo" ("Endzweck"),
emuestra Hegel su propsito de relacionar sistemticamente entre s los
m
itos de la existencia humana que el derecho natural racional, la tica de la
)nviccin, la economa poltica
y
las doctrinas constitucionalistas no han po
ido fundamentar sino a expensas de su fragmentacin.
Respecto del proceso de civilizacin, Hegel no comparte el optimismo
diferenciado
de
Condorcet, ni el pesimismo moral
de
Rousseau. En el prime-
Di.fferenzschrift o.c., pp. 34-35.
57
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ro, detecta una concepcin filosfica de l historia con rasgos escatolgicos se-
cularizados, que hace esfumarse la concrecin de las instituciones polticas en
el ideal de una sociedad universal. Condorcet efecta, por as decir, una reduc-
cin de l poltica a un ideal social. Pero tambin la concepcin rousseauniana
de un estado poltico, en el que la voluntad individual debe identificarse a lavo-
luntad general, es tan solo una exigencia moral.
n
su caso, la sociedad es re-
ducida a un ideal poltico. Hegel percibe un rasgo comn a ambos plantea-
mientos, a saber: que ambos pasan por alto l profunda diferencia entre la con-
cepcin antigua y la concepcin moderna de la libertad, vale decir, entre la
idea sustancial y la idea subjetiva de libertad. Fijando una diferencia concep-
tual entre sociedad civil y estado y reiterando que la mediacin entre
ambas
instancias no debe en ningn caso conducir a la anulacin de una de ellas, He-
gel desea garantizar el respeto a una diferenciacin, sin la cual la modernidad
oscilara permanentemente entre el liberalismo individualista y la utopa polti-
ca. El principio de los estados modernos tiene la enorme fuerza
y
profundidad
de dejar que el principio de
l
subjetividad
s
realice hasta llegar al extremo in-
dependiente de la particularidad personal, para al mismo tiempo retrotraerlo a
su
unidad sustancial conservando as a sta en aquel principio mismo .30
30. FD
260 (o.c., p. 291).
58
Pontificia Universidad
Catlica
del Per.
Apartado 1761. Lima,
Per.