gabriel de la mora

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Para nuestra edición Kaleidoscopio nº2 – Arte, Robo y Falsificación, el equipo de Kaleidoscopio tuvo la oportunidad de conversar con el artista visual (arquitecto, pintor, fotógrafo y escultor) mexicano, Gabriel de la Mora, quien nos recibió en su taller para hablar acerca de su más reciente exposición, Originalmente Falso. Curada por Francisco Reyes Palma 2 y presentada este año, durante los meses de abril y mayo en la galería OMR, Originalmente Falso es un proyecto que explora el paradigma de lo original y lo falso en la creación artística a través de piezas que encierran en sí mismas ambos polos de la escala y, por supuesto, toda la gama de grises que hay en medio. Los conceptos de “original” y “falso” son ideas cuyo significado damos por sentado, a menudo sin detenernos a pensar en sus implicaciones ni a profundizar en la ambigüedad de su uso. ¿Cómo definir lo original? ¿Cómo distinguir qué es falso? ¿Desde qué perspectiva y bajo qué criterios? más aún ¿Existe la originalidad? De La Mora ha enfocado gran parte de su carrera artística en explorar estos conceptos, a manipularlos y llevarlos al extremo en un ejercicio creativo de investigación, análisis y reflexión llevándolo a descubrir un “Nivel Cero” en la creación artística y a adoptar una postura muy particular respecto a lo que el arte es y deviene a partir de su propia identidad como creador. Kaleidoscopio: ¿De dónde surge la inquietud de trabajar en torno a este tema? Gabriel de la Mora: La primera vez que escribí, escribí al revés y me corrigieron porque el mundo gira para otro lado, así que me sentía diferente a los demás y al mismo tiempo igual que todo el mundo. Por otro lado estaba el tema de que tenía el mismo nombre que mi papá, Gabrielito y Gabriel, y eso siempre me causó un conflicto porque sentía que había que encontrar qué nos hacía distintos. Antes de irme a Nueva York a estudiar mi maestría en 2001, hice una exposición en homenaje a un artista, que generó un caso legal muy delicado. Llegué a Nueva York y recibí un fax con una acusación de Gabriel de la Mora Artista Invitado “El arte no se crea ni se destruye, solo se transforma” - Gabriel de la Mora Por: Sofía Llorente KALEIDOSCOPIO - Artista Invitado ARTE, ROBO Y FALSIFICACIÓN Universidad del Claustro de Sor Juana A.C. 2011

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Page 1: Gabriel de la Mora

Para nuestra edición Kaleidoscopio nº2 – Arte, Robo y Falsificación, el equipo de Kaleidoscopio tuvo la oportunidad de conversar con el artista visual (arquitecto, pintor, fotógrafo y escultor) mexicano, Gabriel de la Mora, quien nos recibió en su taller para hablar acerca de su más reciente exposición, Originalmente Falso.

Curada por Francisco Reyes Palma2 y presentada este año, durante los meses de abril y mayo en la galería OMR, Originalmente Falso es un proyecto que explora el paradigma de lo original y lo falso en la creación artística a través de piezas que encierran en sí mismas ambos polos de la escala y, por supuesto, toda la gama de grises que hay en medio.

Los conceptos de “original” y “falso” son ideas cuyo significado damos por sentado, a menudo sin detenernos a pensar en sus implicaciones ni a profundizar en la ambigüedad de su uso. ¿Cómo definir lo original? ¿Cómo distinguir qué es falso? ¿Desde qué perspectiva y bajo qué criterios? más aún ¿Existe la originalidad?

De La Mora ha enfocado gran parte de su carrera artística en explorar estos conceptos, a manipularlos y llevarlos al extremo en un ejercicio creativo de investigación, análisis y reflexión llevándolo a descubrir un “Nivel Cero” en la creación artística y a adoptar una postura muy particular respecto a lo que el arte es y deviene a partir de su propia identidad como creador.

Kaleidoscopio: ¿De dónde surge la inquietud de trabajar en torno a este tema?

Gabriel de la Mora: La primera vez que escribí, escribí al revés y me corrigieron porque el mundo gira para otro lado, así que me sentía diferente a los demás y al mismo tiempo igual que todo el mundo. Por otro lado estaba el tema de que tenía el mismo nombre que mi papá, Gabrielito y Gabriel, y eso siempre me causó un conflicto porque sentía que había que encontrar qué nos hacía distintos.

Antes de irme a Nueva York a estudiar mi maestría en 2001, hice una exposición en homenaje a un artista, que generó un caso legal muy delicado. Llegué a Nueva York y recibí un fax con una acusación de

Gabriel de la Mora Artista Invitado

“El arte no se crea ni se destruye, solo se transforma”

- Gabriel de la MoraPor: Sofía Llorente

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este artista de haber violado sus derechos de autor y diciéndome que él quería cobrar un porcentaje de las obras vendidas en mi exposición, y que las obras no vendidas, como afectaban la imagen de este artista, debían ser destruidas. El problema se arregló legalmente, pero esto me hizo empezar a cuestionarme: Yo puse “homenaje”, puse créditos, mi error fue no pedir permisos, pero el nombre y los títulos estaban correctamente citados, en ningún momento quise apropiarme de la imagen o el trabajo de este artista, sino al contrario, quería hacerle un homenaje. Eso me hizo leer muchísimo y estar en contacto con abogados especialistas en derechos de autor y Copyright, y entre más leía sobre apropiaciones, derechos de autor y temas relacionados, más en contra iba de ello.

De alguna manera Duchamp y sus readymades, Warhol y sus apropiaciones de Campbell’s están, desde el punto de vista legal, haciendo una violación del Copyright. Los grandes cambios en el arte moderno, contemporáneo, y conceptual, fueron hechos a raíz de esto y ahora la misma ley lo prohíbe, lo que me llevó a cuestionar un poco qué nos hace originales a nosotros para generar cosas originales, si una de las premisas del arte en ese entonces era la originalidad. [...]

K- Entonces la cuestión de originalidad y falsedad está ligada a una cuestión de identidad...

GM- Leo mucho acerca de criminología y me llama mucho la atención que lo primero que se busca en la escena de un crimen son fluidos, pelo, sangre, huellas digitales, todos estos elementos con los que me gusta trabajar, porque

son elementos muy universales. Tú puedes encontrar un cabello y no saber si es de un hombre, una mujer, un judío un católico, etc. pero si lo analizas puedes encontrar datos sumamente particulares de cada individuo. No me considero ni pintor ni fotógrafo, ni escultor, me parece injusto reducir el arte a una técnica. La parte técnica es fácil es perfectible con el tiempo, para mí el arte, se basa en una propuesta. Soy un artista que trabaja con ideas y con conceptos, y cada obra de pide una técnica. Odio el estilo como una obviedad.

K- ¿Qué descubriste al respecto de esta paradoja al trabajar en Originalmente Falso?

GM- Con esta exposición me interesaba hacer un ejercicio muy fuerte e interesante: estoy rodeado de amigos coleccionistas y al preguntarles “¿Alguna vez te han vendido un falso?” “ y obtener un “Sí” como respuesta, empecé a leer notas de obras falsas y cuestionamientos de grandes obras

en grandes museos que hasta la fecha se cuestiona si son originales o falsas; así que surgieron las preguntas ¿qué cambio habría [si se determinara que esas obras son falsas]?, ¿qué nos hace originales? Decidí trabajar con Francisco Reyes Palma en un diálogo curatorial y la idea era prácticamente localizar, sacar del mercado negro, e intercambiar obras de arte falsas y a través de un proceso de destrucción, en la mayoría de los casos, transformarlas en originales, y re-insertarlas al mercado.

Por otra parte, me surgió la cuestión de que el único que puede decir si la obra es falsa o verdadera es el artista. En este caso tomé obras de Frida Kahlo o Diego Rivera, gente que ya no está para certificar si

verdaderamente el cuadro es original o falso, y todo lo que se diga al respecto queda como opinión. Siempre quedará la duda acerca de si lo que destruí era [un original] o no era. Toda esa parte un poco intangible, esa incertidumbre me llama la atención. [...] Hay una pieza que es una pintura en un lienzo que no había sido pintado del siglo XVII o XVIII y esta contradicción de una pintura en un lienzo sin pintar donde 300 años dejan marcas en el lienzo y eso hace que sea una pintura en sí, hecha por el tiempo, en la que el artista no hace nada.

Son materiales que busca un falsificador para hacer una obra de arte. Son muchos temas, son muchas cosas, es un tema simple en apariencia, son ejercicios que se ven muy simples pero que tienen un gran trabajo detrás.

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K- Para ti, ¿Dónde se ubica la frontera entre original y falso?

GM- De alguna manera me interesa el concepto de original o falso porque es un nivel 0: en derechos de autor no es el autor que se supone que es, pero al ser un falsificador no va dar la cara, así que no hay un autor de alguna manera. [...] La

originalidad va ligada al concepto de “origen”, tienes que irte a la esencia de las cosas y de repente en las discusiones que teníamos Francisco y yo decíamos “¿qué es original?” Todo es mentira, la originalidad no existe.

Ahorita mi definición de arte está muy ligada a esta exposición en

paralelo a mi definición de energía: para mí el arte ni se crea ni se destruye sólo se transforma. Y creo que esta exposición refleja perfectamente esto que pienso que es arte. De alguna manera va ligado con todo, siempre tomamos cosas de otros y las ponemos. La originalidad está ligada con eso, el origen no existe, porque siempre va a haber

algo antes. Siempre vamos a tener algo antes: un falso, o un original, para transformarlo y generar otra cosa. Ni el origen ni el falso existen. Siempre hay una pequeña mentira. Así como no existe el origen tampoco existe la falsedad, ese punto para mi va ligado con el arte. Eso es lo que me encanta. Yo creo que cada artista, o cada espectador, cada persona le va poner algo a esa pieza o la va ver de una forma muy particular.

K- ¿Qué hay dentro de tu obra que critique o discurse a partir del mercado del arte como industria basada en el paradigma de la originalidad?

GM- Hay mucha gente que va en contra de esto, de la parte comercial del arte. Arte comercial y arte “no comercial”. Pero yo te puedo decir que todo en este mundo, en esta galaxia, todo se vende y todo se compra. Todo tiene un precio. Hay

falsos porque hay un mercado. Si no hubiera un mercado y no hubiera dinero de por medio no habría falsos. Yo si tengo un conflicto muy fuerte con cómo se ha estado manejando todo el rollo del mercado de arte y además creo que se le ha dado demasiada importancia. No me parece que la gente vea el arte como una inversión; como artista y como autor se me hace abominable. Un verdadero coleccionista es aquél que se conecta con la obra y yo creo que

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el coleccionista no escoge la obra de arte, sino que la obra de arte escoge al coleccionista. Si estás en el momento, en el tiempo y en el lugar adecuado, la obra era para ti. Y por otro lado también para los artistas, los que estamos produciendo, es bueno que alguien pueda tener una pieza tuya y ese dinero nos puede ayudar a seguir explorando, trabajando.

K- En el arte contemporáneo la originalidad va más allá del valor tangible, está en el valor discursivo y estético que se vuelve valor económico. ¿Dónde queda la originalidad, el valor de una obra?

GM- Yo creo que ambos valores van ligados y al mismo tiempo no podrían ir ligados. Por ejemplo en mi caso, a la serie de papeles quemados, (que es una serie importantísima en lo personal para mi carrera) ¿cómo le pones el precio? Sabes que es

una serie de un cierto número de papeles, que no existen, que son irrestaurables, que la idea es que algo tan efímero como quemar un papel se convierta en eterno. Algo más estable que la ceniza no existe, y al mismo tiempo es de una fragilidad extrema, entonces dependiendo del cuidado que se le dé, es el tiempo que va durar la pieza.

Yo creo que las cosas entre más raras, más asombrosas, más especiales,

más interesantes, son las que van a ser las más buscadas y deseadas. [...]

No tendría que ir ligado el concepto de una obra de arte con el precio, pero de alguna manera el mercado de arte si lo apunta. Entre más cosas haya de una serie su valor va ser más bajo. Mientras más rara o única o especial sea [más aumentará su valor].

En una serie que tengo de monedas mal acuñadas, la primera vez que vi una moneda mal acuñada me fascinó. Físicamente era un error, era una Sor Juana deforme. Para mí ésta es la mejor forma de explicar el arte: agarrar esta moneda que es un error, que fue mal acuñada por la máquina o el aparato, y que es descartada por la casa de moneda porque no va servir como una moneda de mil pesos, y se desecha, se va a la basura. Su valor como moneda se anula. Al ser un desecho, pasa a ser percibida como una cosa rara, de la que no hay dos iguales; quizás no tiene valor de mil pesos pero adquiere un valor en el mercado del coleccionismo de monedas mal acuñadas. No tiene el valor por el que fue concebida, pero

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al ser desechada su valor aumentó. El que haya menos monedas hizo que el falsificador quisiera engañar un coleccionista. Y este es feliz hasta que cambia la percepción, hasta que se sabe engañado.

Sin embargo, tomemos como ejemplo la Virgen de Guadalupe, la primera obra conceptual en México data de 1530, sin embargo con esa pintura, con esa imagen se evangelizaron a miles de indígenas, y yo creo que si viniera el Papa a decir que la Virgen es sólo una pintura, no creo que la religión desaparecería, ya que el valor de la Virgen es uno de fe, no de si es un milagro o una pintura. Es lo que sucede con muchas cosas. Todo está sustentado con secretos que eran necesarios para mantener un orden o un fin. El original o falso es una etiqueta.

Es con estas ideas que Gabriel de la Mora ha llegado a reflexionar a través de toda su carrera acerca de conceptos que son movibles, pero que necesitan una definición personal para poder ser aplicados en la producción de arte; el original, el falso, el concepto de arte, el mercado, el valor, el ícono, la historia, el origen, la creatividad, los derechos de autor, la propiedad privada entre muchas otras.

Gracias a estos conceptos es que Gabriel de la Mora nos muestra una producción riquísima de reflexiones en varios soportes, y es gracias a esta personalidad que la originalidad del artista nace sola.

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