fundación. revista en línea, núm. 12

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    rsula Fuentesberain conversa con Pedro Acua sobreEsa membrana finsima, su primer libro de cuentos

    // Marina Azahua, Csar Tejeda y Jorge Comensalinauguran nuestra nueva seccin: Hojalatera y pintura

    // Luis Flores reivindica los poemnimos de Efran Huerta// Paola Velasco reflexiona sobre las imbricaciones deSergio Pitol// Mariana Oliver explora el muro de Berln

    // Leonardo Teja nos muestra el lado B de su serienarrativa Sta. Mara Bayres// Ana Laura Magis traduce

    a Charles Dickens // Jos Miguel Barajas y RodrigoGarca Bonillas resean Locus, de Penlope Crdova;scar de Pablo y Galo Ramrez, Retrato involuntario,de Marina Azahua.

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    Fundacin. Revista en lnea de la #ComunidadFLMNueva poca, nmero 12, junio - septiembre de 2014

    Consejo editorial: Antonio Deltoro Eduardo Langagne David Olgun Vicente Quirarte Bernardo RuizEditor: Pablo Molinet

    Fundacin para las Letras Mexicanasflm.mx | Liverpool 16, colonia Jurez. Ciudad de Mxico

    contenido

    Pedro Acua: La literatura es un teatro

    de sombras al que asistimos en sueos.Entrevista con rsula Fuentesberain [ir]

    Marina Azahua: Taller[ir]Csar Tejeda y Jorge Comensal: La compaa

    del escritor. Apologa de los talleres [ir]

    Luis Flores: Efran Huerta poeminimista [ir]

    Paola Velasco: Imbricacionesde Sergio Pitol [ir]Mariana Oliver: El muro de Berln [ir]

    Leonardo Teja: Sta. Mara Bayres (B) [ir]

    Ana Laura Magis: David Copperfield,LV, Tempestad[ir]

    Rodrigo Garca Bonillas, Jos Miguel Barajas:Locus, de Penlope Crdova [ir]

    Galo Ramrez, scar de Pablo: Retratoinvoluntario, de Marina Azahua [ir]

    Portada: Marina Azahua*

    *Combinacin de las series Correcciones superpuestas de todos los miembros de un taller

    y Cinco capas de correcciones de la autora a un texto de vetintantas cuartillas, fotocopia.Las imgenes de Flickr en interiores se utilizan bajo licencias de Creative Commons.

    CUARTO DE ENSAYO

    UN GIRO EN LA CONVERSACIN

    FALSA Y DESMESURA

    RESEAS

    HOJALATERA Y PINTURA

    CHARCUTERA Y ULTRAMARINOS

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    4Fundacin, 12junio - septiembre 2014

    LA LITERATURA ES UN TEATRO DE SOMBRASAL QUE ASISTIMOS EN SUEOS

    PEDROACUA

    n g ro en a conversac n

    Entrevista con rsula Fuentesberain

    rsula Fuentesberain, escritora de cepa celayense, acaba depublicar su primer libro de cuentos, Esa membrana finsima,bajo el sello editorial Tierra Adentro. Ha tenido la beca de la Fun-

    dacin para las Letras Mexicanas y la del Fonca. Actualmente,estudia la maestra en escritura creativa en Sarah Lawrence Co-llege (como Julia Stiles en Diez cosas que odio de ti), bajo el aus-picio de la beca Fulbright-Garca Robles. Ha publicado en lasantologas Pide un deseo(Tusquets, 2014), Alebrije de palabras.Escritores mexicanos en breve (BUAP, 2013), Imgenes/Desti-nos. Muestra de literatura joven de Mxico. Narrativa(EdicionesSin Nombre-Fundacin para las Letras Mexicanas, 2013), Anto-loga Jvenes Creadores 2011/2012(Conaculta, 2012), El libro

    de los seres no imaginarios. Minibichario(Ficticia, 2012) y Yo esotr@. Cuentos narrados desde otro sexo(Cal y Arena, 2010); yen las revistas Punto de Partida,Lenguaraz, El Perroy Casa delTiempo. Algunos de sus textos ms breves estn compiladosen la Antologa virtual de minificcin mexicana. Tiene un blog:https://ursulafuentesberain.wordpress.com

    Conoc a rsula en el taller de Alberto Chimal hace unos tresaos. Tiempo despus de conocernos, ella se enter de quela consideraba mi nmesis (por razones que no se aclararn

    aqu). Y eso, de alguna forma extraa, nos volvi ms cercanos.

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    En una ocasin, me presion para que le regalara algo en sucumpleaos. Agarr el primer libro que encontr en la librera yle encant: Matadero 5, de Kurt Vonnegut. Odia los gatos, suschinos son naturales y se re mucho ms grave que yo.

    En esos aos de taller, conoc muchos textos de rsula y lagran mayora estn ahora recopilados en Esa membrana finsi-ma. Debo confesar que no reconoc la mayora de los cuentos:

    son versiones novsimas y pulidas.

    Empecemos por la pregunta que todos se hacen. Y respondmosla:el ttulo no se refiere al himen. Entonces, a qu?Pens que esta era una entrevista seria, Nmesis, por favor! :-)

    Cuando me puse a buscar un ttulo para el libro me di cuenta de quela palabra membranase repeta tres veces en tres cuentos diferentes.En cada uno era utilizada como metfora de otra cosa, pero oblicua-

    mente aluda a la barrera que nos separa de la Otredad y, puesto queese es el tema central del libro, me pareci un ttulo adecuado.

    En alguna conversacin, me comentaste que tus cuentos tratabande la transformacin corporal. Cuando oigo esas palabras, lo pri-mero que viene a la mente es el body horrory elgore. Qu significapara ti la transformacin corporal y de dnde te vino la idea deunificar tus cuentos segn esa lnea?Siempre he tenido una obsesin por lo siniestro, lo que Freud llamdas Unheimlich, me interesa el momento en que lo familiar se rarifi-ca y puesto que somos/tenemos/estamos contenidos en un cuerpo,el cambio corpreo es la plataforma ideal para hablar de eso.

    El cuento que ms me gusta de este volumen es Dos ranas rojas.Una amiga en comn que tenemos me dijo que estaban, en micro(el texto ocupa tres pginas), todos los elementos bsicos de uncuento. A m me gust por la insinuacin cuando la madre y la hija

    juegan a hacerse cosquillas con el estimulador de cltoris. Es una

    imagen que me recuerda a esos momentos en que las mujeres delpueblo le dan consejos a la novia sobre la primera noche con suesposo, una especie de iniciacin sexual. Si pudieras reducir Esamembrana finsimaa un solo texto, cul sera?Dos ranas rojas es tambin uno de mis cuentos favoritos del li-bro, es un vistazo hacia ese mundo intrincado y sinuoso que es la

    feminidad.Otro de los cuentos que ms me gustan del libro es Peces comolemmings porque plasma lo que creo que debe de tener todo cuen-to: una ancdota que cimbre al lector, unidad de efecto, una voznarrativa fuerte y una prosa difana, sin ripios, donde cada palabratenga peso. Adems de que dialoga con la tesis del libro: lo que nossepara de ser otros es una pared falsa, lista para ceder.

    El consejo clsico que se le da a uno cuando arma su libro de cuen-tos es que el primero y el ltimo sean los ms poderosos. Los mejo-res para m, Dos ranas rojas y Los Nez de Zalay estnen la parte central. Por qu escogiste Cambio para abrir el libro?Cambio, al igual que Peces como lemmings, habla de la Otre-dad como algo subyacente y ese es precisamente el eje rector deesta coleccin de cuentos. Le propuse a Rodrigo Castillo, directorde Tierra Adentro y con quien empec el proceso de edicin de milibro, que abriramos con Cambio y estuvo de acuerdo, me dijo

    que le record a los cuentos deNarda o el verano, de Elizondo.

    Cuando uno escribe, tiene la loca idea de que nada sobra, que todotiene una significacin radical para el entendimiento de los textos.Despus, con la experiencia de un taller, uno se da cuenta que hayque trabajarlos y, la mayora de las veces, quitar apndices que slodistraen de la lectura. Con base en la experiencia editorial, cunta-nos de algunos cambios que te sugirieron en Tierra Adentro, si los

    seguiste y por qu.

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    6Fundacin, 12junio - septiembre 2014

    Creo que fue en el taller de AlbertoChimal donde ms crec como escrito-ra. Aprend a ser la crtica ms severade mi trabajo pero tambin a descar-tar los comentarios que no le sirvieranal texto.

    Cuando Tierra Adentro me dijo quequera publicar mi libro, me pusieroncomo condicin que trabajara algunoscuentos. Los Nez de Zalay fue unode ellos y lo reescrib completo: cambila perspectiva narrativa, migr de unnarrador en primera persona del plurala un narrador ms complejo y con msinjerencia en la historia y apuntal el

    conflicto para que el desenlace tuvieratrascendencia.

    Avril Blanco, tambin ex becaria dela FLM, me acompa en la ltima parte del proceso editorial y meayud a limpiar el libro. Resulta que padezco de todismo crnicoy, gracias a su buen ojo, quitamos esas rebabas que haban pasadoinadvertidas por mi Detector de Ripios.

    Una de las partes ms complicadas de la literatura es poner ttulos,sobre todo en estos tiempos de saturacin editorial, en los que unmal ttulo puede evitar la lectura de un buen libro. Los nombres detus cuentos son muy atractivos: Peces como lemmings, El arteconceptual me rompi el corazn, Sirenas para embelesados.Tienes algn mtodo para escogerlos o simplemente se dan?En algunos casos, el ttulo me llega al final del cuento, suele seruna frase que resume la tesis del mismo o que dialoga con el efectoque quiero que tenga. En otros, es un extracto de algo que dicen

    mis personajes o simplemente una imagen que engloba al mundonarrativo.

    Se empieza a escribir el cuento por el final, el principio o por enmedio?Depende del cuento. Salmanta lo escrib en orden cronolgico

    para que la progresin dramtica se apilara progresivamente y elfinal le provocara escalofros al lector. Peces como lemmings em-pieza in medias res, unos meses despus de la debacle que detonala historia, porque el recuento que la narradora hace de lo sucedidoes necesario para entenderla como personaje. Y Mariana viene averme empieza por el final, el narrador dice desde las primeraslneas que logr su cometido perderlo todo por una mujer y alfinal el lector corrobora que as fue y creo le parece que no habaalternativa.

    La contraportada dice: Las tramas de este libro, en apariencia sen-cillas, son un potente vehculo que lleva al lector a indagar sobre lasexualidad femenina. No s si la ltima parte del enunciado sea lams exacta para definir tu libro, sobre todo porque se exploraranla corporalidad femenina y la masculina. Hay en Esa membrana

    finsimaalguna diferencia radical entre las transformaciones cor-porales de una mujer y las de un hombre?

    Coincido contigo. La pregunta que recorre el libro es Qu eslo que empuja a una persona a ser otr@?, no me interesa haceruna distincin entre sexos. Formalidad de tu parte es un cuentodonde nunca queda claro si quien est narrando es una mujer o unhombre slo sabemos que se llama Yuri esa ambigedad me per-miti hacer que Alexis, el objeto del deseo de Yuri, fuera un ser an-drgino, camalenico, capaz de aparecer tanto en el cuerpo de unquinceaero virgen, como en el de una mujer madura conpiercingsen rincones inslitos.

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    7/607Fundacin, 12junio - septiembre 2014

    Las poticas de los autores son interesantes. Tienes alguna? Creesque es necesario tener una idea de lo que es la literatura para poderescribir?Definitivamente. Para m la literatura es artificio. Su materia primaes el lenguaje y ste debe ser siempre atmico, afiladsimo, sin des-perdicio alguno. La literatura es un teatro de sombras al que asisti-

    mos en sueos, el gnero fantstico es el mejor ejemplo de esto. Elcuento concentra lo que busco en toda obra literaria: una invitacina asomar el ojo por una cerradura, a seguir leyendo mucho despusde haber cerrado el libro. Algo como lo que escribe Alberto Chimalen Crawl: El nadador lleg veloz al borde de la alberca. No sedetuvo y sigui braceando a travs del concreto. Ahora continapor tu cabeza.

    Tambin te dedicas al periodismo. Algo de esta profesin te ha

    ayudado para la literatura o son dos mbitos irremediablementeseparados?Estos casi nueve aos de carrera periodstica me aguzaron el ojo yme hicieron una desvergonzada y justo gracias a esa falta de ver-genza di con historias que mis entrevistados me contaron y queahora aparecen oblicuamente en mis cuentos. El periodismo tam-bin me ense a documentarme para hablar con autoridad de untema, por eso para escribir estos cuentos le libros de antropologa

    fsica, neurologa y psicologa.

    Siempre le piden a un escritor que recomiende libros, pero tal vezlos gustos musicales hablen ms de la personalidad. Recominda-nos cinco discos.1. Seven Swans, de Sufjan Stevens. 2.Restored, Returned, de TordGustavsen. 3. El disco homnimo de James Blake. 4. The Idler Whe-el, de Fiona Apple. 5. Cualquier disco que encuentren de TropikalForever, con que traiga Maclovia ya la armaron.

    j l t pi t

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    8/608Fundacin, 12 junio - septiembre 2014

    ojalatera y pintura

    Todos los adultos alrededor de quienes crec tenan talleres.

    Abuelo paterno: taller de radiotcnico/inventor. Abuelo ma-

    terno: taller de ingeniera elctrica profesional y mecni-

    ca automotriz casera. Cabe mencionar que ambos tuvierontornos en su casa y que uno de ellos, recin casado, decidi

    comprar un torno antes que un comedor. Abuela materna:

    laboratorio de qumica y cuarto oscuro para fotografa. Ta

    paterna: taller de restauracin, pintura y costura. To ma-

    terno: taller de carpintera. Padre: taller de mecnica mul-

    tiusos, enfocado en lo automotriz, con un sagrado compendio

    de herramienta de lo ms diversa.

    Desde nia fung como asistente mltiple para cambios debalatas, zurcido, revelado en blanco y negro, transfusiones

    de aceite, barnizado de muebles, trasplantes de bombas de

    gasolina, y dems procederes. Se me inculc el amor por las

    herramientas, y recib una educacin con miras a desarro-

    llar capacidades para detectar el funcionamiento de las co-

    sas. La ma es una familia donde se considera que el mejor

    legado posible para cualquier vstago es inculcarle la capa-

    cidad para usar las manos: destorcer lo torcido, arreglar.

    MARINAAZAHUA

    TALLER

    MARINA

    AZAHUA

    , Retratos de 8 miembros de un taller de ensayo a travs de sus correcciones. Superposicin de todas laspginas de correcciones de un miembro del taller a un texto, fotocopias, 1: F.C. (2013)

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    9/609Fundacin, 12 junio - septiembre 2014

    La nica excepcin a la regla del taller fue mi madre. Pero

    tena mquina de escribir. Una Hermes 3000 de un azul que

    no s si es verde chcharo o turquesa. Setentero, sin duda.

    Esa pesadsima entidad, que trajin a travs de varias fron-

    teras, era su taller.

    Fui educada para entender un taller no como el sitio donde

    se arreglan los desperfectos, sino el lugar donde se aprendecmo funcionan las cosas. Se trata de una cuestin de oficio.

    De chalanera. De maestros. De aprender, casi al modo me-

    dieval, cmo se procede ante tal o cual problema.

    Uno no nace sabiendo cmo arreglar una lavadora, clama mi

    padre. Uno aprende cmo funciona el da en que se descom-

    pone, uno la abre para ver cmo funciona, encuentra dnde

    est el problema, intenta solucionarlo, y la rearma. La lava-

    dora no prende y uno la tiene que desarmar de nuevo. A versi ahora s. Una y otra vez. Becketianamente: uno fracasa, e

    intenta fracasar mejor a la siguiente vez. Pero lo fundamen-

    tal es entender que uno no nace sabiendo nada. Uno aprende

    al equivocarse. Al usar la herramienta incorrecta, al aplicar

    el verbo inadecuado. Un da, uno logra arreglar la lavadora.

    Un da, uno logra escribir mejor que hace unos aos.

    Crec bajo el mantra de la enseanza por medio del equvoco.

    Y es con ese bagaje en mente que me acerco tanto a una li-

    cuadora que no sirve como a un texto que no funciona. Pocopotico, dirn. Mecnico. Pragmtico. La literatura empare-

    jada a las licuadoras: escndalo. Pero la maquinaria interna

    de un texto existe, y de la misma manera en que hay pocas

    cosas ms satisfactorias que arreglar un coche en colectivo,

    teniendo as quin le pase a uno la llave adecuada, arreglar

    un texto en colectivo es tambin uno de los procederes ms

    disfrutables. Incluso cuando no se logra arreglar nada, la

    pltica a veces ensea mucho ms de lo que uno esperaba.

    MARINAAZAHUA, Retratos..., 2: L.F.P. (2013)

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    10/6010Fundacin, 12 junio - septiembre 2014

    MARINAAZAHUA, Retratos..., 3: G.L. (2013) MARINAAZAHUA, Retratos..., 4: V.Q. (2013)

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    11/6011Fundacin, 12 junio - septiembre 2014

    Un listado de todos los textos que me han sido recomendados

    para leer por compaeros de taller: una arqueologa posible

    de los ros subterrneos que unen a un grupo de escritores

    en particular.

    Nunca he platicado tanto con mi padre como durante el ve-

    rano en que pintamos de rojo un Fiat hecho pomada que

    acababa de comprar por una bicoca. Nunca haba lijado tan-to tampoco. Para el final del mes, me haba convertido en

    la mafiosa perfecta: no tena huellas digitales. Entre el acto

    repetitivo de la resanada y la lijada, aprend ms sobre mi

    padre que en los veintitantos aos de vida que llevaba exis-

    tiendo hasta ese momento.

    Hablar mientras uno trabaja como forma de terapia. Pero los

    escritores no solemos hablar al escribir. Hay talleres donde

    incluso se le prohbe al autor hablar, defenderse. Pero in-

    cluso ah uno se revela al trabajar leyendo a los otros.

    Toda lectura es reaccin. La reaccin de la lectura como una

    forma de escritura. Los comentarios al margen, las glosas,

    como retrato de quien nos lee.

    Uno se muestra a s mismo a travs del resane: tanto al co-

    rregir detalles y abolladuras en el chasis de un coche, como al

    insertar anotaciones al margen del texto ajeno. El trabajo en

    taller, sea mecnico o literario, es siempre una conversacinen potencia. Incluso cuando es de lo ms sencilla y monosil-

    bica: Psame la llave de perico. Este adjetivo sobra. S. No. Rit-

    mo. Incluso, muchas veces, las conversaciones ms profundas

    se llevan a cabo en silencio, en los mrgenes del texto.

    De pocas cosas disfrut tanto en mi infancia como de rumiar

    en la lata metlica de galletas donde mi padre guardaba

    tuercas, tornillos, rondanas, alambres, clavos, ngulos, ta-

    quetes, y dems maravillas. Esa lata era el tiradero. Ah se

    guardaban los sobrantes de todos los proyectos, las piezas

    sueltas de todos los esfuerzos. Uno no poda meter la mano

    ah sin arriesgarse a un ataque punzocortante, as que desa-

    rroll una tcnica: haba un alambre grueso, que usaba para

    remar dentro del miasma metlico de la lata hasta encon-

    trar la tuerca necesaria para la ocasin. Me causaba gran

    fascinacin el aspecto fsico de la bsqueda, la estimulacin

    tctil de revolver las piezas sueltas de una maquinaria posi-ble pero inexistente, hasta hallar la pieza exacta. Se pareca

    mucho al gusto que da encontrar la palabra precisa que ha-

    ca falta en una oracin.

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    12/6012Fundacin, 12 junio - septiembre 2014

    MARINAAZAHUA, Retratos..., 5: J.B. (2013) MARINAAZAHUA, Retratos..., 6: T.T. (2013)

    Hojalatera y pintura

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    13/6013Fundacin, 12 junio - septiembre 2014

    La negra noche tendi su manto es un ejemplo de lo que no debe

    hacerse nunca en prosa. Cay la noche ya es menos malo, pero

    sigue dando idea de literatura. Lo mejor es: Se hizo de noche

    o Lleg la noche. Cualquier otra forma de decir esto, es basura.Augusto Monterroso

    I

    La dinmica de un taller literario es sencilla: alguien lee

    en voz alta su trabajo a otras personas que tambin escri-

    ben, y que debern realizar una crtica del texto de acuerdo

    con sus experiencias, conocimientos o intuiciones. Alguno se

    concentrar en la redaccin, otro en la ortografa, el tercero

    har comentarios irrelevantes, cuando no desafortunados,y el que lea mejor podr hacer una reflexin ms amplia e

    impredecible.

    Podra comentarse sobre un cuento, por ejemplo, de hecho

    es un lugar comn de los comentarios, que todos los perso-

    najes hablan de la misma manera. Y si el cuento, como es el

    caso de ste, no transcurre en el Pas donde todos hablan

    de la misma manera, aquello es un error y deber corre-

    girse. El autor podra diferenciar a sus personajes a partir

    de rasgos verbales caractersticos. El autor, tambin, podra

    LA COMPAA DEL ESCRITOR.APOLOGA DE LOS TALLERES

    Este epgrafe, sabroso, me pone a pensar, posterga, aumentando el suspenso,

    el comienzo de la lectura. Supongo que este es uno de los efectos deseados de

    un epgrafe. Postergacin anhelante.Aunque a veces funcionan como logotipos presuntuosos. No es el caso.

    Quiero anotar que una reflexin impredecible no siempre es una buenareflexin. Recuerdo un sujeto que en un taller interpret la mencin de las

    vocalizaciones de un delfn como signo de que el autor del texto sugera que el

    yo lrico padeca diarrea, pues los retortijones suenan parecido a los delfines.

    Ser que este comentario resulta impredecible?

    CSARTEJEDACOMENTARIOS: JORGECOMENSAL(CURSIVAS) PABLOMOLINET(REDONDAS)

    Hojalatera y pintura

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    14/6014Fundacin, 12 junio - septiembre 2014

    MARINAAZAHUA, Retratos..., 7: M.O. (2013) MARINAAZAHUA. Retratos..., 8: E.Y. (2013)

  • 8/11/2019 Fundacin. Revista en lnea, nm. 12

    15/6015Fundacin, 12 junio - septiembre 2014

    considerar que es un comentario manido y no hacerle caso

    alguno: dejar sus dilogos como estn.

    Alguien podra decir que el relato es aburrido: su autor es-

    tuvo ms concentrado en lograr figuras bellas o smiles que

    en el devenir de la historia. Nada ocurre. Y eso, deliberado

    o no, tratndose de un cuento, tambin es un error. El autor

    puede aceptar la equivocacin y escribir una nota, al mar-

    gen, de lo que le dijeron, o puede sentirse terriblemente ofen-dido y hacer caso omiso: vengarse de quien lo juzg cuando

    sea su turno de leer.

    Uno ms podra decir que el texto se encuentra saturado de

    ese recurso artificial que solo sirve para enrarecer lo escri-

    to: poner los adjetivos antes que los sustantivos siempre o

    casi siempre. No: La roja y bella casa era bellsima no debe

    leerse por ah. El autor, una vez ms, puede aceptarlo. O el

    autor puede decir para sus adentros, en los talleres litera-

    rios est mal visto defenderse, que en castellano es posible

    escribir los adjetivos antes que los sustantivos cuando a uno

    le d la gana y punto.

    El comentarista ms exagerado del grupo podra decir en

    tono enftico: Abusas de la expresin de vez en vez y no

    hay nada peor que un texto plagado de expresiones como de

    vez en vez. Como es natural, en todos los talleres literarios

    hay exegetas que disfrutan de los desplantes: hay errores

    peores y posibles que de vez en vez en un texto. Pero debe-

    mos aceptar que el autor s malogra por lo menos un poco su

    relato al abusar de esa frmula hecha. Tan fcil que es qui-tarla. Tan fcil, tambin, que es no darse cuenta de que uno

    cometi la pifia de escribirla en dos hojas seguidas. Ahora,

    gracias a la lectura grupal, est en una posicin conveniente

    para repararla, tomar el bolgrafo y tachar aquello que hace

    tanto ruido.

    El autor criticado, despus de anotar los comentarios que

    considera ms tiles de acuerdo con su propio criterio, lee en

    silencio y fotocopias el cuento de su colega que est sentado

    Si yo estuviera en ese taller, podra explicarle al autor que la lengua no es

    propicia a la autarqua, que hablar es el ejercicio ms colectivo que existe.

    Por otro lado, el adjetivo antepuesto tiene un significado distinto del adjetivo

    pospuesto. El pospuesto es un adjetivo que especifica, el antepuesto explica,abunda, enriquece. Cuando digo la casa antigua es la ms bonita, digoantiguapara que mi interlocutor pueda ubicar esa casa especfica entreun grupo de casas posibles. Cuando digo La antigua casa..., el interlocutor

    ya sabe de qu casa hablo, pero yo quiero explicarle que es antigua, quiero

    subrayar ese hecho, quiero celebrarlo.

    No hay texto sin frase Calibn, retorcida y cacofnica.Yo corrijo expresiones como de vez en vezcuando el texto es buensimoo malsimo. Cuando es buensimo, porque no tengo nada ms que decir, es

    tan perfecto que slo merece elogios y sealarle minucias como sa. Cuandoel texto es psimo, hacer esas correcciones es como darle palmadas en la

    espalda a un enfermo terminal.

    Amamos la sinestesia con locura?

    La palabra tambin ha aparecido en los tres prrafos que llevo ledos.

    Sugiero prescindir de ella en al menos dos ocasiones. Adems, pienso que el

    relato aburrido es el peor de los relatos.

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    16/6016Fundacin, 12 junio - septiembre 2014

    MARINAAZAHUA, Retratos..., 9: E.A. (2013)

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    17Fundacin, 12 junio - septiembre 2014

    a la derecha o a la izquierda leyendo en voz alta lo propio.

    Cuando ste termine, deber hacerle una crtica negativa,

    positiva o mixta gracias a sus experiencias, conocimientos

    o intuiciones. Eso habr sido todo. En eso consiste un taller

    literario.

    II

    Suelo preguntarme por qu alguien estara dispuesto a ir encontra de una actividad tan inocua. Por qu alguien querra

    malgastar sus dotes argumentativas en semejante tarea. Es

    como estar en contra de los canarios. Luego recapacito. El

    motivo es evidente. Cualquiera sabe que a un escritor le gus-

    tan tres cosas sobre todas las dems: 1) leer, 2) escribir y

    3) dibujar lneas imaginarias en el piso de lo que sea para

    ponerse en contra o a favor de la cosa y as poder escribir

    algo. Hay escritores en contra de los talleres literarios y es-

    critores a favor de los talleres literarios. Habr otros ms

    sensatos, incapaces de notar que semejante lnea existe. Yo

    no me salvo: estoy a favor de los talleres literarios, as como

    a favor de los signos de puntuacin afuera de los parntesis,

    en contra de los parntesis y a favor del amor libre.

    III

    Hace ocho aos, cuando me encontraba hacia el final de la

    carrera, comenc a buscar un taller literario para distraer-

    me durante los ratos de ocio, que eran muchos. Haba reali-

    zado mis crditos de manera puntual y el plan de estudioscontemplaba que a lo largo del noveno semestre se impar-

    tieran solamente tres materias; de esa manera, los alumnos

    morosos podan reponer sus asignaturas reprobadas. Algo

    que yo, como muchos otros, las ciencias sociales resultan

    muy nobles, no necesitaba.

    Era el ao 2006 y las casas de cultura carecan de emplea-

    dos que se encargaran de actualizar la informacin de sus

    sitios web con frecuencia. Era difcil encontrar talleres lite-

    rarios confiables, y si uno estaba lejos de quienes escriban,

    #RimonesYArrimonesSe me antoja hacer un estudio

    lingstico: Promiscuidad y

    ortografa: un vnculo puntual.

    Ya vi que ests en contra de los parntesis, porque eso de las ciencias sociales

    resultan muy nobles es un comentario parenttico que debera ir entre

    parntesis o fenecer.

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    18Fundacin, 12 junio - septiembre 2014

    si no conocas a alguien que pudiera recomendarte lugares

    para acudir a leer tus textos, ms vala que tuvieras suerte:

    quin sabe en dnde podas terminar. No recuerdo los pasos

    que me llevaron a donde llegu, slo que mi falta de fortu-

    na termin por dirigirme a una casa antigua que se hallaba

    a espaldas del Museo Universitario del Chopo, en donde un

    sujeto colombiano imparta el taller de lectura los jueves por

    la tarde.Fue una experiencia nefasta. Lemos, si mal no recuerdo,

    Bola de sebo y Pedro Pramoen voz alta a lo largo de tres

    meses, en sesiones de una hora. El colombiano sealaba a

    uno de los alumnos para que comenzara a leer y tres pgi-

    nas despus lo interrumpa para que otro hiciera lo mismo;

    a eso se limitaba su trabajo. Recuerdo cuatro cosas. Que

    tener diferentes traducciones de Bola de sebo result ca-

    tico. Que frente a m sola sentarse una mujer morena de

    labios gruesos y manos de pianista que me sonrea todo el

    tiempo, como si yo le gustara, aunque luego rechazaba mis

    invitaciones para ir al cine con pretextos inverosmiles. Que

    la alta literatura, oda en voz de personas que trastabillaban

    al leer, resultaba desconcertante.

    Y que faltaban dos sesiones para cerrar el curso y Bola de

    sebo y Pedro Pramohaban dado de s, cuando el maestro

    colombiano decidi invitarnos a escribir poesa. Escriban un

    poema, dijo, as como quien pide que le alcancen algo, y de la

    misma forma escribimos un poema, como alcanzndole algo.

    Ya no recuerdo la fortuna de mi compaeros. Recuerdo, encambio, que el colombiano se rio de lo que escrib debajo de

    la mueca. Bien, dijo el muy cabrn, cuando pudo conte-

    ner su sonrisa y quitarse la mueca de enfrente de la boca.

    IV

    Acud a talleres por aos y cualquier argumentacin contra-

    ria a ellos sola cimbrar mis creencias y maldecir las horas

    que haba gastado en esas reuniones tan particulares. Desde

    luego, eso no era culpa de quienes rechazaban semejante for-

    Creo que la expresin debajo de la mueca es desafortunada. No s bienpor qu. S que al leer mueca pens antes en una figura antropomorfa de

    tela que en la coyuntura entre brazo y mano. Ser mi culpa o del autor o del

    destino?

    La argumentacin maldeca las horas?

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    MARINAAZAHUA, Retratos..., 10: Autocorreccin (2014)

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    20Fundacin, 12 junio - septiembre 2014

    ma de convivencia. Era culpa ma. Mas ocurra en m un fen-

    meno semejante al de los jvenes que asisten por primera vez

    a un taller de literatura y toman los comentarios negativos

    a sus textos como afrentas personales. Es difcil escindirse

    de lo que uno escribe: en esas hojas tan mal comentadas uno

    ha puesto su empeo y el trabajo de horas. Quienes juzgan,

    considera el escritor herido, se basan en la envidia o precep-

    tos relativos a una mala impresin personal. La roja y bellacasa era bellsima de vez en vez es una oracin brillante, se

    dice, golpeado en el orgullo, el escritor en ciernes.

    Escuchar un argumento en apariencia tan demoledor como

    que Cervantes no escribi Don Quijote de la Manchaen un

    taller literario me hizo pensar que la posteridad sera ne-

    gada para todos aquellos que, voluntaria o accidentalmente,

    s hubiramos escrito nuestras novelas mientras acudamos

    a talleres de literatura. Nunca se me ocurri la posibilidad

    de que hacer algo as fuera en detrimento de mi manera de

    escribir.

    V

    Los talleres literarios son atacados desde un precepto anti-

    guo y cierto: que la escritura creativa no puede ensearse.

    Hanif Kureishi, el escritor ingls de origen paquistan, autor

    de Mi odo en su corazn y maestro de escritura creativa

    en Kingston University, dijo en una entrevista: Si quieres

    escribir, lo que tendras que estar haciendo es leer la mayor

    cantidad de literatura buena que puedas, por aos y aos,en vez de malgastar la mitad de tu carrera universitaria es-

    cribiendo cosas que no ests listo para escribir.

    A un programa universitario de escritura creativa podra

    pedrsele, sin xito, tericamente, la formacin de escritores

    creativos. A ese taller de literatura inconstante, barato o

    incluso gratis, que ocurre en un cuarto minsculo donde es

    difcil acomodarse para tomar notas, en condiciones que van

    del hacinamiento a dos personas sentadas en sillas metli-

    cas patrocinadas por la industria cervecera, donde unos han

    El comentario de Kureishi me parece digno de comentario: pienso que es una

    tontera provocadora, y elitista. Asume que la buena escritura surge de aos

    y aos de lectura. Que le pregunten a Rimbaud, al conde de Villamediana, a

    Neruda. Qu soberbia pensar que hay cosas para las que uno puede estar listo

    para escribir. Yo nunca estar listo para escribir sobre la muerte de mi madre,

    y llevo diez aos hacindolo. Publicar, eso es diferente.

    Vale, pero alguien podra contrargumentar que, antes de los 20 aos,Rimbaud haba fagocitado su Grecia y su Roma y su Francia y que en elprimer Neruda pesa una cursilera atribuible a la falta de lecturas. Kureishitiene razn en que de nada sirve hacerle observaciones tcnicas al textode quien, motu proprio, no ha buscado leer la mayor cantidad de literaturabuena posible.

    Los preceptos son relativos a la mala impresin que la persona A causa

    en la B cosa extraa, o bien son preceptos mal concebidos por una malaimpresin personal de la literatura?

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    ledo bastante y otros nada, a donde se va cuando el sentido

    comn dicta que debe irse slo cuando no hay nada mejor

    que hacer, y cuya esperanza de vida no es mayor a los tres

    meses, por qu habra de pedrsele semejante imposible, un

    acto de prestidigitacin y herosmo: ensear a escribir? Es

    absurdo. Un taller de literatura podra llegar a contribuir al

    mejoramiento de un texto o si acaso una docena de textos.

    Augusto Monterroso dirigi por aos un taller de literaturaen la Capilla Alfonsina y alguna vez le preguntaron si los

    asistentes estaban preparados. La mayora estn mal pre-

    parados; pero todos estamos mal preparados. Lo importante

    es saberlo, adquirir conciencia de eso. No se necesita mucha

    preparacin para escribir un cuento; pero s alguna para

    saber si ese cuento est bien o mal. En otras palabras: no se

    puede ensear a escribir; pero s a leer, a leer a los dems,

    en los dems y en uno mismo.

    Juan Villoro fue uno de los asistentes al taller de Monte-

    rroso. Cuenta que algunos exalumnos del escritor guatemal-

    teco le dijeron que el taller les haba servido para dejar de

    escribir.

    Por qu pedirle a un taller que ensee a escribir cuando

    puede aportar otros beneficios incuestionables?

    VI

    Es posible que el origen de los talleres literarios sean esas

    lecturas pblicas en donde se esperaba que los espectado-

    res reaccionaran con comentarios a lo que se lea. En Unahistoria de la lectura, Alberto Manguel cuenta que Plinio el

    Joven, hace veinte siglos, en Roma, se ofendi porque algu-

    nos de los asistentes a su lectura no reaccionaron como l

    esperaba; se mantuvieron imperturbables a sus palabras.

    Plinio el Joven, para quien leer a los dems era una forma

    rudimentaria de publicacin, sali de aquella lectura humi-

    llado y escribi las siguientes palabras dirigidas al abogado

    Claudio Restituto: El texto ledo era de una gran perfeccin

    en todos los sentidos, pero dos o tres personas ingeniosas...

    Alguien se mantiene imperturbable a algo, ante algo o frente a algo?

    y que no suelen durar ms de tres meses...

    Por qu aplanarlo, Jorge? A mi ver, la alusin irnica a la jerga mdicafunciona.

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    22Fundacin, 12 junio - septiembre 2014

    MARINAAZAHUA, Dos retratos de taller. Correcciones superpuestas de todos los miembros de un taller, fotocopia,1:

    Correcciones a un texto entero.

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    23Fundacin, 12 junio - septiembre 2014

    lo escuchaban como si fueran sordomudos. No despegaban

    los labios, ni movan las manos, ni siquiera estiraban las

    piernas para cambiar de postura. De acuerdo con Alber-

    to Manguel, hay ms ejemplos de autores memorables que

    utilizaron los comentarios de sus oyentes para mejorar sus

    obras: Sin duda, Chaucer corrigi el texto de Los cuentos de

    Canterburydespus de sus lecturas pblicas.

    Los talleres literarios, en su inocencia infinita, tambin sondescendientes de una costumbre inofensiva, comn y razo-

    nable: leer lo que uno escribe a sus amigos. En el siglo XIX,

    Charles Dickens lea a sus conocidos antes de pulir el ltimo

    borrador de los textos que leera en pblico posteriormente.

    Kafka era otro escritor que sola presentar fragmentos de lo

    que escriba a sus amistades. Milan Kundera afirma que en

    una de esas lecturas, cuando Kafka ley el primer captulo

    de El proceso, obtuvo esa reaccin anhelada que los aos,

    tan solemnes, terminaran por ocultar de su novela: la risa.

    VII

    Ocurre a veces que en una familia de cientficos, o tal vez

    en un grupo de amigos juristas, surge un raro con preten-

    siones literarias que bien podra leer los relatos que es-

    cribe al padre fsico o al colega experto en derecho penal.

    No obstante, es comprensible que ese raro tambin quiera

    escuchar el comentario de una persona que se dedica a es-

    cribir relatos. Alguien duda de que cualquier logro litera-

    rio ms all de uno mismo requiere de opiniones ajenas?Los talleres pueden ser buenos espacios para comenzar a

    conseguirlas. No es necesario molestar a los conocidos que

    leen dos libros al ao y que, en el mejor de los casos, por

    empata, lstima, o don de gente, podrn decirle, despus

    de leer el texto: Me gust. Est bien. En los talleres de

    literatura, el comentarista en turno se esforzar por hacer

    un comentario atinado porque ms tarde leer lo suyo y

    eso mismo esperar de quien critica ahora. Es un asunto

    de reciprocidad.

    Conque leyendo en lecturas, Franz.

    La redaccin de esta oracin tiene algo inquietante, no s si sea que el sujeto

    de obtuvo es una de esas lecturas... tal vez baste con simplificar la

    oracin. O al revs.

    Yo, que soy un apasionado de Gngora, apunto: Gngora corrigi muchsimo

    las Soledadesen funcin de las crticas de sus amigos. Prcticamente hizo

    caso a todos los comentarios de los que tenemos registro. Y las Soledadesson,

    en mi opinin, el poema ms asombroso de nuestra lengua.

    :p

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    24Fundacin, 12 junio - septiembre 2014

    Los comentarios pueden ser importantes o pueden no serlo

    y ya.

    En este tipo de reuniones hay lectores ominosos, extraor-

    dinarios y todos los adjetivos que separan a los dos anterio-

    res. El hijo de fsicos y amigo de abogados deber escuchar

    las opiniones de todos los que asisten al taller que eligi. El

    futuro del cuento que ley depender de su propio criterio

    para escuchar y nada ms. Tal vez sea necesario cambiarsede taller. Lo indispensable, en todo caso, como en cualquier

    actividad humana, para bien o para mal, es conocer gente

    que haga lo mismo que uno.

    VIII

    Lo mejor en un taller literario es esperar lo mismo que Pli-

    nio el Joven: reacciones durante la lectura. Esa mujer que

    tanto te desagrada, que destroza tus textos sin delicadeza

    y siempre, no cambiar su rutina sdica ahora que te has

    esforzado de manera especial: asiste al mismo taller que t

    as como otros van al estadio de futbol los fines de semana,

    para descargar su frustracin en alguien ms. O sencilla-

    mente es una persona desagradable. Y ni ella podr mentir

    mientras que t lees: debes estar pendiente de esa sonrisa

    que reprimi; esta ocasin no sac su telfono celular para

    enviar mensajes porque estaba concentrada en la escena

    cumbre de tu novela. O al revs: ese muchacho simptico

    que suele decir quisiera escribir como t, que se desvive

    en halagos porque malentiende el concepto de reciprocidady espera que los dems sean benvolos con l, en esta oca-

    sin, se ha impacientado, tu texto es aburrido, y all lo tienes

    silencioso, frente a ti, pasando las hojas precipitadamente

    para saber cunto te falta para terminar.

    IX

    Hay otra versin sobre qu ocurri cuando Kafka ley El

    procesoa sus amigos. Rodrigo Fresn, en la crnica Kafka-

    landia, refiere que el escritor checo lea la novela en voz

    siempre destroza

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    25Fundacin, 12 junio - septiembre 2014

    MARINAAZAHUA, Dos retratos..., 2: Correcciones a la primera pgina de un ensayo.

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    26Fundacin, 12 junio - septiembre 2014

    alta llorando de la risa mientras que sus conocidos lo es-

    cuchaban desconcertados. No habra ocurrido, como asegura

    Milan Kundera, que todos se rean al unsono. Las dos posi-

    bilidades me sirven de igual forma: el asunto es que Kafka

    realizaba lecturas de sus borradores a los dems. No obstan-

    te, esta segunda posibilidad, en caso de ser cierta, se parece

    ms a la de Plinio el Joven, desmoralizado por la respuesta

    inesperada de esas personas ingeniosas que lo escucharoncomo sordomudos.

    Digamos que Rodrigo Fresn tiene razn y que Kafka lea

    felizmente El proceso, que manifestaba su felicidad a travs

    de carcajadas, mientras que sus amigos sufran por primera

    vez la angustia que los lectores de El procesosufriran en

    adelante. Me pregunto si Kafka, al igual que Plinio el Joven,

    lleg a sentirse incmodo ante el desconcierto de su audi-

    torio. O si lo esperaba y no se rea tanto de lo que escribi

    como de las reacciones que provocaba. O si acaso pens que

    la escena en conjunto era casi una estampa: qu es una re-

    accin si no un juicio frente al que el escritor, en compaa

    de quien sea, est solo?

    No s si he sido un buen lector del texto. Tal vez no, porque soy amigo de

    su autor. En los talleres literarios, probablemente, uno debe ser amigo delos textos, tratando de mejorarlos tanto como sea posible, y enemigo de

    los autores, sealndoles sus fallas y defectos sin misericordia. Imagino

    que puede pensarse en tipologas teraputicas de talles literarios: talleres

    lacanianos, conductuales, freudianos, chamnicos. En fin, el ensayo me ha

    hecho pasar un rato agradable, me comparti citas entraables y me dej

    pensando. Quiero aqu escribir algo para el autor: me gust mucho. Es lo

    mejor de un taller literario, cuando los compaeros devuelven sus copias

    marcadas del texto al autor y entre ellas hay una nota de asombro, un signo

    de admiracin y entusiasmo, una rpida sonrisa dibujada.Rpida sonrisa que ser irrelevante cuando el texto en cuestin, impreso,enfrente a su lector.

    uarto e ensayo

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    27Fundacin, 12junio - septiembre 2014

    Ante la edificacin, la choza. Los poemas seriamente mo-numentales tienen su contrapeso en la brevedad y el

    humor. El portento arquitectnico de algunos textos sus-cita la existencia de otros cuyo tono ameno y ocurrentesirve de tragaluz y descanso. Contra la solemnidad, lo chusco. Lospoemnimos son mltiples y variados hogares que forman una co-lonia colorida; un lugar donde nunca habitar esa altitud solemney caracterstica de mucha de nuestra poesa. Son las vlvulas de es-cape necesarias para equilibrar el grave peso de ciertas estructuraspoticas monstruosas.

    En la segunda mitad del siglo XX, el canon de la poesa mexicana

    ya se haba configurado gracias a los poemas catedraliciosMuertesin finy Piedra de sol. La edificacin fundacional estaba desde laColonia;Primero sueoes la primera gran pirmide lrica; a esta leseguira La suave patria y los dos poemas antes citados. La Ciu-dad de los Palacios tiene su correlato en la poesa nacional. Estospalacios verbales se contemplan mejor cuando atardece (Paz co-mentaba que la poesa mexicana es nocturna). Qu es lo que suelesuceder en el ocaso? La media voz, la gravedad, el tema serio, la pro-

    fundidad, el hermetismo, lo a veces marmreo aunque preciso de

    HUERTA POEMINIMISTA

    LUISFLORESROMERO

    y

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    28Fundacin, 12junio - septiembre 2014

    nuestra gran poesa. En dicho ambiente de solemnidad, la tradicintambin debe nutrirse por un contrapunto. Los poemnimos son larespuesta.

    En el paisaje de nuestra poesa no solo existen construcciones detamao abrumador. Muchos de nuestros poetas, en todos los tiem-pos, han practicado formas breves (incluso, hace falta una buenaantologa de poemas cortos de grandes escritores mexicanos). Labrevedad como subgnero requiere intuicin, riesgo y chispa. Cuan-do el poema breve se articula como epigrama, necesita tambinespontaneidad, ingenio y desenfado. El texto de carcter epigra-mtico es un desafo a la seriedad: su meta es producir un balazorepentino, un destello verbal o un ligersimo piquete semntico.Cualquier tema puede caber ah, siempre y cuando su tratamien-to sea crudo y espontneo a la vez. En el caso del poemnimo, seobserva que lo concebido previamente como un tema superficial,

    puede adquirir, por medio del humor, tonalidades de profundidadontolgica. Cada poemnimo posee una complejidad planteada casisiempre desde la stira. Por ejemplo, la muerte, que muchas vecestiende a ser un tema funesto, puede tambin ser contenida en uninstantneo artificio de luz y burla:

    HoyAmanec

    DichosamenteHeridoDeMuerteNatural

    Los poemnimos son quizs el mejor ejemplo de expresin verbi-vocovisual en la poesa mexicana. Segn el movimiento de poe-sa concreta en Brasil, el poema deba tener un triple enfoque:

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    29Fundacin, 12junio - septiembre 2014

    semntico, fnico y visual. Esta postura remite al planteamientode Ezra Pound, quien concibe la creacin potica como el resulta-do de tres capacidades: produccin de ritmo (melopea), de imagen(fanopea) y de transmisin de ideas (logopea). El concepto verbi-vocovisual intenta abarcar, de algn modo, la triada de Pound, ysealar tambin el valor del poema impreso en la pgina. Es de-cir, la poesa concreta sostiene que todo escrito potico debe ser

    propositivo en su significado, su sonoridad y su disposicin gr-fica. En los poemnimos convergen estas tres dimensiones. Hayuna reformulacin de contenidos, una propuesta fnica y, algo quees extrao en nuestra poesa, una enunciacin visual. El mismotrmino poemnimo ya abarca dos expectativas: la semntica y lasonora; conceptos que se unen para dar origen a un nuevo sentidocon un nuevo sonido.

    El vocablo poemnimo justifica el propsito visual de estos breves

    atrevimientos. La disposicin grfica de cualquier texto en versoes esencialmente la misma: un discurso distribuido en el espacio,alineado a la izquierda y con variados espacios en blanco del ladoderecho. Un poema casi siempre tiene forma de poema. El poem-nimo conserva esta misma distribucin pero simplificada; es decir,un poemnimo visualmente tiene forma de poema, pero en minia-tura. Incluso, muchas veces, una palabra es un verso y cada versocomienza con mayscula (acaso para justificar la independencia de

    los cortes discursivos). No puede extenderse mucho porque, si no,el golpe repentino provocado por la brevedad se perdera:

    Ex libris

    CreerCrear Croar

    Aqu se observa la intencin verbivocovisual. Con apenas tres pala-bras (versos) distribuidas verticalmente, se logra un equilibrio en-tre el aspecto fnico, semntico y visual. A partir de empatas fni-cas se produce una reflexin franca y brutal; un vocablo (creer) sedesdobla en otro (crear), y ste en otro (croar), el desdoblamientosucede por contagio sonoro y ste produce una crtica severa: todoescritor no deja de ser un copista onomatopyico. El poemnimo

    anterior tiene un hermano (un poema con un impulso crtico seme-jante) que fue escrito por el brasileo Dcio Pignatari:

    beba coca colababe colabeba cocababe cola cacocaco

    cola c l o a c a

    La soltura de Efran Huerta se advierte en su actitud ante el len-guaje. Huerta es un escritor que no teme aventurarse e inventaruna curiosa forma potica (aun cuando Octavio Paz dijo que lospoemnimos eran chistes). El desenfado se nota, por ejemplo, enuna gran cantidad de neologismos: aeromusa, poeminitaxi, lucesereccionales, becquerendona, sexogenario, posexivo, hartitis, etc.Efran Huerta es un inventor de conceptos, contenidos y sonidos.Mientras otros se preocuparon por la creacin de un palacio, EfranHuerta, en sus poemnimos, fue un arquitecto de mltiples y brev-simas viviendas donde caben todos los lectores.

    Imgenes. RAZIMARYSOLMACHAY, El futbolito | flickr.com

    uarto e ensayo

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    30Fundacin, 12junio - septiembre 2014

    El escritor est condenado desde el inicio, aun aquel que hacambiado de lengua, a responder a los signos que una cultu-

    ra le ha marcado. Somos todo el pasado anota Pitol recu-perando a Borges, somos nuestra sangre, somos la genteque hemos visto morir, somos los libros que nos han mejorado, so-mos gratamente los otros. En estas pocas lneas est presente ya,casi toda la materia de la obra de Sergio Pitol: la percepcin de larealidad como una integracin compleja de elementos inapresablesy cambiantes que, aun as, traza los bordes de nuestro ser y le dasustancia. sta, una idea que regresa como parte de las obsesionesdel autor, nos va entregando su sentido deslizndolo secretamente

    entre las pginas de sus libros, esbozado en la trama, puesto en vozbaja como parte de las reflexiones y descubrimientos de sus perso-najes hasta emerger, apareciendo visiblemente en una condensadaenunciacin: Todo est en todas las cosas.

    Sergio Pitol pertenece a una estirpe de escritor para el que la lite-ratura no representa un centro nico, cerrado, sino que encuentraen la posibilidad de su despliegue el camino o los caminos msexactamente para mostrar el rico escenario del mundo. De ah,

    por ejemplo, que sus tramas adquieran la densidad tan caracters-

    IMBRICACIONES DE SERGIO PITOL

    PAOLAVELASCO

    tica de su obra, poblada de referencias cultas y populares, inmer-sa en un tiempo que quiere difuminar los lmites entre presente y

    pasado, en un movimiento que lo abarca todo haciendo convergirlo que ha quedado separado: He sido [] Troilo y Crsida! SoyParis y Helena! Soy mi abuelo y quienes sern mis nietos! Soy labasta piedra que cimenta estas maravillas y soy tambin sus cpu-las y estpites! Soy una mujer y un caballo y un trozo de bronce querepresenta un caballo!.

    Recuerdo bien una palabra que el maestro Pitol repeta en clasemientras nos hablaba de Shakespeare, de Tabucchi, de Galds, deConrad, de Pico, como si pusiera ante nosotros una linterna y en-

    tonces hablaba de Mann que sealara, iluminndolo, el quid de laliteratura toda. Entrecruzando los dedos en un enftico y pedaggi-co gesto, profera la palabra clave que, para el puado de alumnosde la Facultad de Letras de la Universidad Veracruzana, revelaba, enun instante, una leccin profunda y carismtica en el sentido quele da George Steiner en suLecciones de los maestros: imbricacin.

    Nuestra poca est marcada por dos signos, poco benficos y re-

    lacionados entre s, que se atribuyen engaosamente a la veloci-

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    31Fundacin, 12junio - septiembre 2014

    dad de la era moderna: la incapacidad de detenerse con atencin ylentitud en casi cualquier cosa y la conducente superficialidad denuestros acercamientos. Mucho se ha dicho cmo la abundancia

    de estmulos, las nuevas tecnologas, el cambio en nuestra concep-cin del tiempo al que cada vez percibimos ms vertiginoso nosdejan menos espacios para detenernos a leer un libro, para escu-char atentamente alguna grabacin, para asistir a una exposicin,a un montaje teatral o de danza. La velocidad de la era modernaha ofrecido una justificacin admisible para nuestra falta de aten-cin. Porque me atrevo a sostener que, en una raz abismada delfenmeno, el problema se halla nuestra creciente prdida de con-

    centracin y de disposicin para realizar cualquiera de las activida-

    des mencionadas arriba, ocupaciones que requieren soledad, silen-cio, aplicacin y recogimiento. Incluso el teatro, la danza, el cine ocualquier evento pblico de esta ndole exige al espectador un es-

    fuerzo de ensimismamiento que lo asla, aun cuando concurraacompaado.

    Esta incapacidad para detenernos con detallada lentitud en casicualquier cosa nos ha conducido a otro de los riesgos ms palpa-bles de nuestra sociedad contempornea: la superficialidad. El No-bel ruso de literatura, Aleksandr Solzhenitsyn, denunciaba ya en1978, durante una conferencia en Harvard, que la precipitaciny la superficialidad son las enfermedades crnicas del vigsimo

    siglo. Un mal que se ha agudizado y extendido progresivamente

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    al punto de convertirse ya en una pandemia cultural que alcanza alsiglo XXI.

    El riesgo est en que rozar slo la superficie de las cosas, de lasideas, de las emociones, del conocimiento o de los problemas nosacostumbra, por un lado, a buscar soluciones parciales y moment-neas y, por otro, a fragmentar la experiencia. No se trata de negar lamultiplicidad de nuestros intereses ni la limitacin humana ante el

    conocimiento total, pero s de sealar el peligro de la entropa a quepueden conducirnos los bandazos de una curiosidad catica.

    La enseanza de Pitol, que mencion hace un instante, y su obravan en un sentido muy contrario. Se fundan en un mltiple juego deperspectivas que abren continuamente el espectro del conocimien-to de la realidad. El ejercicio de la escritura resulta exigente, nospropone todo tipo de dificultades y en l advertimos la tenacidadde quien no sucumbe ni ante el peso de la tradicin ni ante el afn de

    innovacin, sino que entrecruza la inagotable suma se sus reflejos.La obra de Pitol no slo se enraza en su nutrida imaginacin,

    en los hallazgos de lenguaje, en la construccin labernticamenteimpecable de una trama. Buena parte de lo que nos fascina es queresulta una compleja edificacin de pasadizos en la que resuena elconjunto de lecturas y de experiencias del autor. En sus libros ha-bitan transformados, mimetizados, engullidos hasta la digestin,centenares de autores rusos, polacos, ingleses, centroeuropeos,

    latinoamericanos, italianos, espaoles; paisajes vistos e imagina-dos, recuerdos arrancados al olvido, rutas, ciudades y pases queconforman la bitcora de un homo viatorque no lleva por equipa-

    je ms que una voracidad insaciable por la vida y por la literatura.Porque s, atrevmonos a afirmar que estos no tienen por qu serconceptos antagnicos.

    La de Sergio Pitol me parece una va de la que, en trminos creati-vos, convendra no alejarse. No solamente por ser parte fundamen-tal de la literatura mexicana ni por que considere que el escritor

    debe sostenerse, en funambulesco equilibrio, con un pie en la tradi-cin y con otro en la modernidad, sino porque nos recuerda que laprctica devota de la lectura, del estudio, con atencin ms cerca-na a la tenacidad que al deleite, ms afn a la actividad del detectiveque al placer del esteta, es un modo imponderable para descubrirlos vasos comunicantes que irrigan el pensamiento, las letras, lasartes, la ciencia, la filosofa y la historia.

    A esta conviccin debemos el conocimiento de Andreievski yGombrowicz, entre otros autores a los que nos acerc Sergio Pitol.

    Y aqu me interesa resaltar que la incitacin a conocer tanto a losautores consagrados como a los excntricos, nos conduce a parti-cipar de un dilogo entre ideas, registros y voces diversas que, enocasiones, implica tambin una feroz oposicin de diferencias; unmirar desde el centro y desde la periferia, contraste que representael mejor alimento para la razn y que deja ver el riesgo que implica

    una cultura viva.Influencia e imbricacin, unidas a un lenguaje y estilo propio,

    originan una prosa que refleja y que muestra de manera oblicuael caudaloso ro que corre debajo, rico en sedimentos, para urdiruna apretada trama. Sin duda, el proceso no es sencillo. Requierepaciencia lectora, disciplina, disposicin a permitir que el entendi-miento transite de una cosa a otra libremente, explore y, al mismotiempo, la habilidad para detenerse cuando se han encontrado los

    indicios de una juntura.

    Imgenes. Pg.31, ALBERTCAMPRA, Scales, Parc de Marly (izq.); ALAN(KAPTAINKOBOLD), Scales, Austra-

    lian Museum, Sydney (der.) | Ambas: flickr.com

    uarto e ensayo

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    Las ciudades tambin se visitan por sus fantasmas. En ellas elpasado es una niebla espesa que se resiste a desaparecer. Lasdistingue un principio de inversin: el eco es ms intenso que

    el sonido, la evocacin ms fuerte que la presencia y en los lugarespblicos slo se permite conjugar en pretrito.

    Despus de la guerra, Berln era polvo y la ciudad se levant de lasruinas. La gente llega buscando lo que ya no existe, por eso repele

    los edificios jvenes y las calles recin pintadas. Se incomoda con lonuevo porque parece artificial. Berln abraza a quienes, hartos delmundo, gustan de visitar pramos, museos o casas deshabitadas yse contentan con cdulas que aseguran que algo estuvo ah.

    Berln es el lugar perfecto para los aficionados a los mapas, serequiere al menos de tres distintos para no perderse: el de los tresanillos que organizan el transporte pblico y tienen forma de ca-racol, el que registra el recorrido de un muro invisible y localiza encuadrantes todos los museos y monumentos y, por ltimo, un mapa

    EL MURO DE BERLN

    MARIANAOLIVER

    Lo que existi fue la grieta de Berln. Y como unagrieta no puede existir sola se hizo un muro que lacontuviera. Se proyect pues la grieta y no el muro.

    Fabio Morbito

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    a un lado Oriente y al otro Occidente. Algunos creen que se origin

    cuando Walter Ulbricht dijo en una entrevista que en el Este nadietena la intencin de levantar un muro. Otros afirman que fue obra delas mujeres que recogieron con palas los restos de la ciudad despusde la guerra, porque aos ms tarde, los escombros se transformaronen hormign que luego se llam muro. Los ms perspicaces asegu-ran que el verdadero responsable de su construccin es Oscar Wilde,por haber sembrado ideas separatistas con el cuento del gigante queamuralla su jardn para no tener que compartirlo.

    *

    Durante 28 aos, Alemania Oriental y Alemania Occidental fue-ron siamesas zurcidas por la espalda que compartan un solo cora-zn: Berln, la ciudad que resguarda una costra larga y escamosade 43 kilmetros. Un da el muro ser cicatriz, pero antes fue vallaalambrada, alambre de espino.

    ordinario donde slo caben los nombres de calles y los cruces. Es

    comn que quien no ha estado en Berln el tiempo suficiente, sesienta ajeno al lenguaje de estos mapas imposibles de ensamblar:la ciudad exige pensarla en fragmentos. En Berln no es fcil orien-tarse porque no hay un centro, sino varios, y el muro que antaoalineaba la ciudad, slo gua a quienes se acostumbraron a l. Losberlineses dicen all estaba el muro y reconocen la frontera con elndice mientras estiran el brazo y guardan su distancia.

    Berln no ha despertado. Es una ciudad que suea que existe.

    *

    Es cierto que de un da para otro las diferencias entre los berline-ses se endurecieron con placas de hormign y vallas de alambre.

    Aunque se lleg al acuerdo de registrar el 13 de agosto de 1961 comoel inicio de la Alemania dividida, nadie puede asegurar cundo se co-menz a construir el muro. Hay quienes piensan que fue mientras unhombre que caminaba por la Sonnenallee estir los brazos y nombr

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    Entend cmo haba sido la divisin de Alemania hasta que vi unmapa. No es algo que la simetra y los puntos cardinales aclaren. S,exista Este y Oeste, pero Berln estaba incrustada en el lado orien-tal. Como era el paso entre ambos, muchos orientales cayeron en elengao, confiaron en que el muro se haba levantado para detener

    la corriente de fugitivos que amenazaba con vaciar las ciudades,pero su verdadera funcin era crear una frontera visual, coartar lamirada. Un muro es una venda colectiva que nos protege de la ver-genza, la confeccin de una fantasa humana recurrente: existirdonde nadie pueda vernos.

    Un muro slo puede llamarse as si supera la altura de quieneslo miran, si los obliga a levantar la cabeza y el gesto resulta intil.

    Visto de frente, el muro siempre parece ms grande, su piel seca

    lastima. Hay que alejarse para franquearlo, para volverlo inofensi-vo, una lnea ms del horizonte.

    Como el miedo, el tamao del muro es cuestin de distancia.

    *

    En Berln Este, el muro sirvi para unificar un deseo, para sem-brar la misma idea en todas las personas: cruzar hacia Occidente.El primero en hacerlo fue Conrad Schumann, un soldado que hacaguardia en la frontera. Su salto, apenas un impulso, un breve reco-gimiento del cuerpo sobre la maraa de alambre, se hizo famosoen pocos das gracias a la foto que daba cuenta de ello. Equilibris-tas, especuladores, y algunos reporteros saban que la hazaa delsoldado inauguraba una temporada de fugas y deserciones.

    Inspirados en Schumann, algunos alemanes se volvieron pione-ros en el arte de la huida, su espritu de competencia hizo que aven-tajaran sustancialmente a cualquier otro grupo de disidentes. Sin

    embargo, hay que reconocer que estos prfugos no hubieran podi-do perfeccionar sus tcnicas de escape sin la ayuda del servicio deinteligencia de Alemania Oriental, la Stasi, que inventariaba meti-culosamente cada intento de fuga y agregaba nuevos obstculos enla frontera.

    *

    Pese a su modestia, el Museo del Muro del Checkpoint Charlie esuno de los ms visitados en Berln. Ah se exhibe un registro de lasdistintas maneras de cruzar el muro y se conservan algunos de losartefactos usados para ello: el tanque de gasolina de un coche don -de caba el cuerpo de una mujer, un artefacto volador, restos de telade un globo de aire, un arns y palas para cavar tneles. Afuera delmuseo, algunos hombres disfrazados de soldado hablan ingls con

    acento alemn y se toman fotografas con los turistas. Por un eurosellan en el pasaporte una visa temporal que sirve para entrar a unpas que ya no existe.

    *

    Los verdaderos flanqueadores del muro no eran quienes lo cruza-ban, sino los que comenzaron a imaginar qu haba del otro lado.Los occidentales convirtieron una cara de la frontera en un lienzoenorme, donde fantaseaban sobre la ciudad y la gente que estabadel otro lado, ignoraron la aridez del hormign y sobre la piel delmuro trazaron rostros, palabras y el color de la ciudad imaginadacontrastaba con cualquier otra. Cuando agotaron el espacio paradibujar y las historias de fugas dejaron de ser emocionantes, cons-truyeron plataformas de observacin para asomar la cabeza, perosolo los turistas las usaban. Los berlineses occidentales prefirieronseguir mirando los trazos de la pared.

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    La noche en que se anunci que el final del muro haba llegado,Berln Oriental era pura efervescencia. La franja que separaba lasdos ciudades vibraba de tantos pasos acumulados. Los saltadoresdel muro, unidos en un mismo paso, lo desbordaron, atravesaron

    varias veces la antigua frontera solo por el gusto de dejar sus mar-cas en el suelo. Pero la tentacin de cruzar se esfum pronto. Cuan-do la frontera se abri, no qued lugar alguno para huir.

    *

    Los berlineses derrumbaron el muro casi por completo. Sin embar-go, hubo algunos que no cedieron a la euforia y prefirieron conser-

    var el pedazo que les corresponda. Queran recordar el impulso dela huida, el mpetu de abandono que un da lo llen todo.

    *

    Aunque el muro dej de existir hace ms de quince aos, Berlnsigue siendo dos. Se piensa que con la unificacin, los occidentalesvencieron porque su manera de contar la historia termin por im-ponerse. Pero la gente va a Berln a buscar la grieta, la lnea kilom-trica que ah reposa.

    Imgenes. Pg.33, ANDREASLEVERS, Visiting Berlin | Pg 34, GEORGIEPAUWELS,Cold in Berlin (FlickrAward); HANS-JRGALEFF, Shadow play, Berln | Pg 35. HANS-JRGALEFF, Paarlauf, Berln | Pg. 37,

    HANS-JRGALEFF, Line-up, Berln. | Todas: flickr.com

    a s a y esmesura

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    F

    jate bien en la foto, es slo un instante; sali el lunes en lasegunda plana. Reconoces la mscara verde?; y cmo no,

    si soy yo: valiente Huracn Ramrez. El que me sujeta delcuello como si me acabara de sacar de una chistera es Maradona, yse otro con sombrero, que prepara el puntapi, es Carlos Gardel.Los dems, los del alrededor que parecen turistas, s son verdade-ros turistas. Me haba pasado toda la maana hacindole figurinesa esa gringa que se ve de espaldas; tom diez mil fotos, en variosngulos; yo nada ms le miraba esas piernazas de gallina: con elfro que haca y ella enfundada en esos shortcitos. No dej de apre-tar el obturador ni aun cuando comenz la trifulca; supongo que

    ella, como todos los no-involucrados, crea que el asunto estaba en-sayado. Imagnate tener todo el folclore latinoamericano reunidoen una sola esquina.

    Pero vos Bah!, pero t, Leona, que, en cuanto me abriste lapuerta y viste mi camisa machada de sangre como si fuera sudor,me llevaste con el mdico para que me uniera el pmulo con trespuntos de catgut, sabes bien que no fue como dice este diario. Aho-ra te res porque todava no me acabas de creer; pero yo recuerdo tu

    cara, estaba ms plida que tu uniforme de los lunes. Ahora pode-

    mos rer juntos; hay que ver los pies de foto igual que si se hicieracrtica literaria, ah, en esas dos lneas, estn gatilladas las tramaspara cuentistas sin imaginacin:

    El Pelusa y el mago Gardel cagan a palos a enmascarado meji-

    cano para deleite de los turistas en la feria de San Telmo [Pginas

    centrales]

    Qu patraa ms grande.Y slo pude desanudar la cinta y sacarme la mscara cuando es-

    tuve a salvo en una banca del parque Lezama. Me estaba asfixian-

    do, y en la desesperacin por quitrmela termin de rajarle el ojoizquierdo; me dio mucho coraje. Tienes que llevarme con un buencosturero antes de ir alHalloweense que, me dijiste, organiza cadaao la gente de la facultad. En una de sas vuelvo a ver a la gringade las piernazas, me reconoce y armamos una historia de amor enBuenos Aires. No te ras; es de broma lo que digo; yo tambin sque esas cosas no funcionan, o me vas a decir que lo tuyo con elChico-teutn ese va de maravilla? Al final te vas a ir para Alema -

    nia, o l se nacionaliza porteo?

    Ahora te parecen rarostantos versosencriptados y sin risa;es que pesan las valijasdando vueltas como un gilpor todos lados.

    Zambayonny

    LEONARDOTEJA

    STA. MARA BAYRES [b]

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    Acomdate bien, que ahora te cuento cmo pude regresar hasta elSta. Mara; como sabes no contaba con mucho dinero, si por esoinici todo. En parte es tu culpa, Leona. O no fuiste t la que medio la idea de pasearme por San Telmo con la mscara puesta? Teacuerdas que te la mostr el primer da, mientras vaciaba mi velizguinda? Te choc un poco tener que desocupar un lado del clset,no es cierto? Me hacas dos preguntas por minuto sobre el DF; que

    si era tan grande como ac; que si hay avenidas en las que a ciertashoras uno puede hacer catarsis en el trfico; que cmo es nuestrasede del Instituto de Patafsica; que si tambin all se reconoce alcafishopor la implacable familiaridad con que saluda al funciona-rio en la ventanilla de recaudacin. Todo s, y no. Si hablamos entrminos de putas, mi ciudad es la ms hermosa de todas. T no losospechas pero, al medio da, el corazn se te sincroniza con el deveinte millones; compartimos drenaje, asfalto y el vuelo de algunos

    gorriones. A las otras doce, no es como ac, que te subes al colecti-vo y te bajas en la esquina de tu casa; all se termina el transporte yhay que sacar las llantas, o tomar el taxi. La caminata es interesante

    durante esas horas, en eso se parecen; la ciudad cambia de luces yya slo es posible ver gatos si de repente los faros de un conduc-tor nocturno iluminan, por un segundo, la zona de las llantas deun auto estacionado. Claro que hay lugares que se prestan y otrosno, como ac. Lo bueno que t siempre me haces caso a medias,porque ese da exager un poco; eso mejor me lo guardo para lascrnicas del peridico; tienes que comprender que estaba recin

    desempacado de ese viaje en avin que casi me mata de aburri-miento, adems la nostalgia mejug mal despus de que la dueadel hostal me dijera que no haba ninguna reservacin. Al final, yalo vimos, sali bien y me acomod ac contigo. Tomaste muy bienla noticia, incluso bromeaste con lo de la mscara. Se me quedgrabado, no creas que no.

    And, me decas, ponete la mscara mientras terminas la maleta,mejicano. Un domingo te llevo a la feria de San Telmo y vers cunta

    guita sacas de los shankees. Por si necesits laburo un da. Te la po-nsy ya est.

    Y ese da lleg, porque el depsito desde Mxico no. Te acuer-das que los primeros das estuve escribiendo sin parar frente a lacomputadora? Te salas a la Facultad y no regresabas hasta tardepor el trabajo y yo segua en lo mismo. No sabes, rocamboleaba laexperiencia de mi llegada para el peridico que me envo; querancrnicas, parece que no funcionaron del todo y hubo trabas paraque saliera el pago. No s qu esperaban, un recorrido sibarita porla ciudad de Buenos Aires, que bajndome del avin me fuera alteatro Coln, al parque japons, que me paseara por Recoleta y ter-minara envindoles fotos en la fragataLibertaden Puerto Madero?De eso te enteras en cualquier agencia de viajes. La pasin desbor-dada en los estadios; nada ms fjate en los cuatro colombianosque atiborran el cuarto de la azotea. Vinieron con el cuento de pro-barse en las inferiores de Boca, del Rver, despus saltar a Europa,y con qu se toparon, t dime, Leona, con qu se toparon? Dos se

    d S C d l S l d l b

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    gastan las horas vigilando la autenticidad de los billetes de dos pe-sos con los que la gente paga caramelos en el Kiosko de Corrientes;otro sobrevive con lo que le mandan los padres; y el nico que pudocolarse al futbol est calentando banca en el Deportivo Chacarita,hace dos das, en el desayuno, me dijo uno de los que est por la tar-de en el Kiosko de Corrientes que al pobre de su amigo no lo metana la cancha, ni cuando el equipo va ganando 16 a cero.

    T misma, Leona. Pensaste que porque la universidad es gra-tis, las golondrinas te iban a mantener. Te metes en el uniforme decamarera para trabajar en ese hotel de Congreso. Te acuerdascuando te fui a ver? No te reconoca: con el chongo y la falda msblanca que he visto en la vida. Y as te alcanza para fotocopiar librosy para compartir ese cuarto en el Sta. Mara Bayres con un mexi -cano amohinado por ratos; que te fue mejor y brindo por eso. Meimagino al pasante de medicina del 9, todo el da con la cantaleta

    de Santa Cruz de la Sierra y el cuento de que l necesitaba un mejorcolchn, el tuyo, porque era doctor y tena que descansar. Aunqueme cosi el pmulo, no me da buena espina; su orgullo gambale alcanz para acomodarse en una de las piecitas a mitad de la es-calera. Ahora que haga calor va a rogarle a la duea que lo regresepara ac, tenlo por seguro.

    Igual no me hagas mucho caso, slo tengo muy fresco el cora-

    je de la feria; sguete riendo, as me animo y nos remos los dos, sino pasa nada, al final se resolvieron las cosas. Te sigo contando.

    Al principio me dio mucha pena; ya s que ustedes dicen vergen-za, pero igual me decid. Antes de llegar, traa la mscara entre lasmanos, con la misma devocin que cargo a veces el pasaporte; mela puse 20 metros antes de Defensa, por Avenida 25 de mayo. Casime arrepiento y pens en confundirme con los otros turistas, perorecordaba el saldo de mi cuenta y el silencio del editor de Mxico.

    Entonces tom aire , como si fuera a zambullirme en un estanquehelado y entr. La calle estaba abarrotada; la gente me miraba, claro,pero todava no como un espectculo, sino como un fenmeno: untipo que camina como si nada con una mscara de luchador mexi-cano cubrindole el rostro. Despus de un rato, vi el lugar idneo

    junto a un puesto donde vendan fileteados porteos: El quinchodel abuelo; Mi Buenos Aires querido; Nadie rebaje a lgrima oreproche; cosas por el estilo, t has de saber mejor que yo: llevasms tiempo ac. Desabotonndome la camisa record la tarde enque sal de la regadera y no saba que estabas en el cuarto, la desilu-sin solidificada en tus ojos no se me olvida. Claro que estoy mediosin forma: los verdaderos luchadores entrenan diario y no se han pa-sado la vida adulta anquilosndose frente a un escritorio para sacarla nota del da. Por ah no fue catastrfico, si tenso un poco todavase adivina el contorno de algunos msculos bsicos, mira.

    Bueno, en esas estaba, cuando se acerca la gringa y me pide unafoto; puso un billete en el nidillo de monedas que improvis con

    i i di l b C f Al

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    mi camisa y ya no mediaron ms palabras. Comenz a enfocar. Aligual que en el estanque helado, yo me acostumbr a estar ah enpoco tiempo. Se juntaron ms personas, se me acercaban para pe-dirme que simulara un lazo al cuello mientras sus familiares, oamigos, disparaban la cmara. Me da pena decirte ahora que mepuse un poco contento al escuchar las monedas en la camisa. Des-pus de un tiempo, se acerc lo que en primera instancia cre que

    era un nio; me tir del pantaln para hablar conmigo, pero no eraun nio, sino un enano excesivamente rubio que le haca bastante

    justicia al leotardo de gimnasia olmpica donde embuta su muscu-latura hipertrfica. Ya s que te hace mucha gracia, pero casi estoyseguro que en ese mismo instante el viejo verde, ese que me con-taste que pidi servicio al cuarto, te meta mano debajo de la faldamientras le ponas las rocas a su gisqui; te digo: todos somos sen-sibles en el fondo. Entonces me agach y cuando el enano gimnas-

    ta me tuvo a su alcance, me jal la mscara por la abertura del ojoizquierdo y me pregunt si ya haba pagado mi lugar en la feria parahacerme el gil con la mascarita.Su aliento alcohlico deba ser delda anterior. El ojo me lagrimeaba.

    El segundo error que comet fue pasarle las manos por debajo delos brazos y levantarlo sobre mi cabeza, igual que el pizzero famo-so de la Continental hace con la masa, para animar el inters de laconcurrencia. El primer error que comet, fue no percatarme de que,precisamente confundidos entre los turistas, estaban los otros afi-ches de la feria: ni ms ni menos que el Maradona y el Gardel, ami-gos del enano. Antes de que se me echaran encima, dej caer a suamigo para recoger mi camisa y salir de ah. Esprate, ahorita vas albao, se pone mejor el asunto. Porque cuando los otros dos salieronde entre los turistas, stos enloquecieron en aplausos ignorando queel enano se alejaba a gatas, no sin antes saquear algo de la camisa.

    Ambos queran mi pescuezo, lo supe por la tensin de sus manos;sin embargo el que lleg primero fue Maradona; supongo que la

    foto del peridico es de ese instante; jams vi que hubiera gentede la prensa por ah. Adems estaba ocupado forcejeando con elMaradona, pero era en vano porque l representaba la versin msgruesa del Pelusa. Al sentir el puo franco del Gardel en el ojo iz-quierdo, supe que la tena perdida; de haber trado los lentes melos vuelve intracraneales, el muy cabrn. Nadie intervino, por lomenos para separarnos; imagnate tener tres tipos peleando con la

    incomodidad del respectivo traje tpico de su regin. Yo te lo cuentodesde la perspectiva magullada de la carne. Ah en la feria pierdestoda credibilidad, ni la hora te dan sin antes ponerse a tu lado parasacarse la foto del recuerdo.

    Maradona me tena inmovilizado por el cuello para que Gardel sediera gusto; y como el ataque era montono, esper a que tomaravuelo; cuando se acerc, decidido a ponerme la punta del zapatoen alguna zona entre el ombligo y las rodillas, me colgu del brazodel otro y mand al suelo al tanguero de una autntica patada a

    d i j l l i h t d l f t f l i

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    dos pies, ojal que alguien haya tomado la foto porque fue el nicomomento en que fui algo parecido a un luchador. Despus pudeescapar de un Maradona debilitado. Sal de ah entre aplausos yflashes. Ya en el parque Lezama, vi que haba quedado una mnimaparte del dinero en la camisa; de haber quedado ms, te cuento todoesto con una cerveza, y no con este fernet Calgula. Como podrsimaginar, ningn taxi me quiso traer y tuve que caminar hasta ac.

    Colectivo? No, nada; ya haba sido demasiado espectculo. Misllaves se perdieron en el trajn, y por eso casi te reviento la ventanadel balcn. Suerte que estabas en la pieza.

    Lo del duplicado de las llaves y lo del doctor te lo voy a pagar. Hacerato recib un correo del peridico, desde Mxico. El editor dice queesperaba ms crnicas como la del taxi o la del avin; me recomien-da que le muestre ms a la gente, que le al narrador en un amor;sas cosas que uno quiere leer en la segunda plana del peridico del

    domingo. Lo primero ya ir saliendo; para lo ltimo voy a utilizar tunombre, Leona querida, cmo te vendra aparecer como la dueade este lugar, o la compaera inseparable que le saca las papas delfuego al narrador sin nombre, eh? Salud por eso.

    La entrega previa de Sta. Mara Bayres, Efecto Coriolis, en el nmero 11 deFundacin[ir]

    Imgenes. Pg.38, ESTEBAN(_TEB), Con soda, San Telmo, Buenos Aires | Pg. 39,WALLYGOBETZ,Bue-nos Aires - Feria de San Telmo | Pg. 40, JOAOVICENTE, Domingo es da de feria en San Telmo | Pg. 41,WALLYGOBETZ, Buenos Aires - San Telmo: Mercado de San Telmo | Pg. 42, ANDRSFELIPEGALLEGO, Feria

    de San Telmo | Todas: flickr.com

    arcuter a y u tramar nos

    http://es.scribd.com/doc/226629619/Fundacion-Revista-en-Linea-num-11http://es.scribd.com/doc/226629619/Fundacion-Revista-en-Linea-num-11http://es.scribd.com/doc/226629619/Fundacion-Revista-en-Linea-num-11http://es.scribd.com/doc/226629619/Fundacion-Revista-en-Linea-num-11http://es.scribd.com/doc/226629619/Fundacion-Revista-en-Linea-num-11http://es.scribd.com/doc/226629619/Fundacion-Revista-en-Linea-num-11
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    DAVID COPPERFIELD, lv: tempestad"

    VERSINYNOTA: ANALAURAMAGISWEINBERG

    LES PRESENTO A CHARLES DICKENS

    Hace poco caminaba por Mumbai escuchando msica cuando un seor enuna motocicleta me empez a hacer seas. Unos das despus me encon -traba en su estudio; me mostr sus dibujos a lpiz y los libros de su mam(que estudi literatura inglesa en Londres). Me habl de Bolao y CarlosFuentes y despus de un rato me pregunt quines eran mis escritores fa-voritos, aquella pregunta temida por los que se enamoran de todo lo quetienen enfrente. Despus de un rato dije Charles Dickens y el fotgrafo(al que nunca le volv a contestar el telfono) se sorprendi de que no lohubiera ledo en la carrera.

    Lo que le quise explicar al seor fotgrafo antes de que me interrum -piera es que una cosa es leer Grandes esperanzasen la Facultad y otra muydiferente es enamorarse, de sbito y por completo, de un escritor. Por unaenorme casualidad llegu a Casa desolada, novela poco conocida sobre lagente que esperaba a que se resolvieran diversos casos legales, y me ma -ravill ante todo lo que Dickens puso ante m. Es un escritor tan clsicoque quiz se haya dicho demasiado, y me parece que lo han relegado a laextraa categora de Jane Austen: a todos les parece genial y todos lo leen

    por gusto, pero pocos crticos se siguen dedicando a estudiarlo.

    Al buscar qu fragmento elegir, mi primer impulso fue buscar los prra-fos que muestran el humor sutil en el tono o quiz una de las famosas ca -racterizaciones de Dickens, que en dos pinceladas dibujan completamentea los personajes. Pero en realidad nunca hubo competencia: desde que leel captulo 55 de David Coppereldfue amor a primera lectura.

    El captulo sucede ya bien entrada la novela y se refiere a una trama ac -cesoria. El seor Peggotty (hermano de la nana de David), pescador, crioa sus dos sobrinos hurfanos, Ham y Emily, en un pueblo en la costa deInglaterra. David visita a la familia con su viejo amigo, James Steerforth,

    quien se prenda de Emily. Aunque ella se acaba de comprometer con Hampescador como su to, decide huir con James, que la abandona en Italia,y pasan muchos aos antes de que Peggotty la encuentre por casualidad enLondres. A su vez Ham ha pasado todos esos aos ponindose en peligroen el mar porque ya no quiere vivir; coincidentemente, cuando James deja Emily se enrol con la tripulacin de un bergantn mercante. En la tramaprincipal vemos a David, que acaba de perder a su jovencsima esposa, ade-ms de su ta Betsey Trotwood (quien lo apoda Trot) y su nana Peggotty.

    David se prepara para ir de viaje al Continente, su ta se prepara para volver

    D l P tt E il f ili id D id l

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    a Dover; el seor Peggotty, Emily, y una familia muy querida por David, losMicawber, se preparan para emigrar a Australia y escapar de sus problemas.

    Quiz parece que doy informacin innecesaria. Cuando le David Copper-eldme impresion este captulo por cmo el autor logra generar tensin

    y mantener el suspenso a pesar de que lo que ocurre sea tan predecible.Borges dice en una entrevista que el escritor tiene que ser tan listo que ellector crea que es ms listo que el escritor, y la frase hace eco en mi expe-

    riencia con este captulo, pues sent que Dickens era un gran titiritero quesostena todos los hilos de la historia: controlaba todo lo que pasaba sin quese le cayera nunca la narracin, haciendo que la tensin creciera de maneraimperceptible.

    En los captulos anteriores se da toda la informacin que necesitamos (yque yo intent resumir) para que podamos predecir exactamente lo queocurrir, pero Dickens maneja todo con tanta maestra que aunque sabe-mos lo que viene a continuacin no podemos parar de mordernos las uas.

    Quiz es difcil explicar exactamente por qu me gusta tanto el captulo,por qu me enamor de Dickens al darme cuenta, mientras lea, cmo memanipulaba. Espero que ustedes sientan lo mismo que yo y que tambinse enamoren, muy de sbito y por completo, del experto narrador que esCharles Dickens.

    GARRYKNIGHT, Charles Dickens by Don. Graffiti seen at the skateboard park at Londons South Bank | flickr.com

    LV TEMPESTAD Me sent en mi escritorio antes de acostarme y le escrib Le cont que

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    LV. TEMPESTAD

    Ahora me acerco a un evento de mi vida tan indeleble, tan espanto-so, tan ligado por infinitas ataduras a todo lo que lo precede, quedesde el principio de mi narrativa lo he visto crecer y crecer mien-

    tras avanzaba, como una torre en la pradera que arroja una sombra de malagero incluso hasta mi infancia.

    Aos despus de que pas segu soando con ello. Me han despertadoimgenes tan vivas que la furia pareca invadir mi habitacin callada en la no-che tranquila. Sueo con lo ocurrido, aunque despus de largos y espaciadosintervalos, todava hasta el da de hoy. Lo asocio con cualquier tormenta,con cualquier mencin de la costa; una asociacin tan fuerte como cualquie-ra que haga con consciencia. Tan clara como mi visin intentar que sea miescritura. No lo recuerdo sino lo veo suceder: transcurre de nuevo ante m.

    Se acercaba del momento de la partida del barco de emigrantes. Mi nana

    (con el corazn roto por mis penas) vino a Londres. Yo estaba siempre conella y su hermano y los Micawbers (ya que todos siempre andaban juntos)pero jams vi a Emily.

    Una tarde, pronta la partida, estaba solo con Peggotty y su hermano. Em-pezamos a hablar de Ham. Mi nana nos cont con cunto cario se habadespedido de ella, lo callado que estaba. Era un tema del que esta mujerafectuosa nunca se cansaba, y nuestro inters por or los cuentos de l queella (que lo quera tanto) nos poda contar era equivalente al su inters porcontarlos.

    Mi ta y yo vacibamos las dos casitas de Highgate, yo planeaba ir al Con-tinente y ella a Dover. Tenamos habitaciones en Covent Garden. Mientrasvolva a pie tras una de estas conversaciones con Peggotty, pens en lo queme haba dicho Ham en mi ltima visita a Yarmouth; me arrepent de miidea de dejarle una carta a Emily cuando me despidiera de su to en el barcoy pens que sera mejor escribirle ahora. Quiz deseara, pens, tras leermi carta, mandarle algn ltimo mensaje a su amante desdichado. Deberadejarle esa oportunidad.

    Me sent en mi escritorio antes de acostarme y le escrib. Le cont quelo haba visto y me pidi que le dijera lo que ya he relatado aqu. Lo repetlo ms fielmente posible. No necesitaba adornarlo, de haber tenido dere-cho de hacerlo. Su profunda lealtad y bondad no haban de adornarse, nipor m ni por cualquier otro. La dej con una nota para que la llevaran en lamaana y con un mensaje para Peggotty pidindole que se la diera a Emily,y me dorm al amanecer.

    Estaba entonces ms dbil de lo que crea, y como me dorm hasta quesali el sol me despert tarde y sin descansar. Me despert la callada pre-sencia de mi ta que sent entre sueos como supongo sentimos todos estascosas.

    Trot, querido me dijo cuando abr los ojos. No saba si despertarte.El seor Peggotty est abajo. Le digo que suba?

    Le contest que s y ste pronto apareci.Don Davy me dijo al darme la mano. Le di a Emly su carta, seor,

    y ella le mand esta, y me rog que le pidiera que la lea, y si no le parecemal, que hiciera lo que dice.Usted la ley? afirm con la cabeza. La abr y le lo siguiente:Recib su mensaje. Ah! Qu puedo escribir para agradecerle por lo

    bueno que ha sido conmigo!Grab estas palabras en mi corazn y las guardar hasta el da que mue-

    ra. Son espinas puntiagudas, pero me sirven de consuelo. Rec por ellas,rec tanto! Cuando veo lo que es usted, y lo que es mi to, pienso lo quedebe ser Dios y le puedo pedir.

    Adis para siempre. Ahora, mi querido, mi amigo, adis para siempre eneste mundo. En otro mundo, si me perdonan, quiz despierte como nia yvaya con usted. Todas las gracias y bendiciones. Adis para siempre!.

    Esta, corrida con lgrimas, era la carta.Le puedo decir a Emly, si a usted no le molesta, que usted se har car-

    go, don Davy? me dijo el seor Peggotty cuando la termin de leer.Sin duda. Pero estoy pensandoS, don Davy?

    Estoy pensando dije que ir a Yarmouth Hay tiempo de sobra para muros protectores gustosos nos detenamos ante la imposibilidad total de

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    Estoy pensando dije que ir a Yarmouth. Hay tiempo de sobra paraque vaya y vuelva antes de que salga el barco. Todo el tiempo pienso en l,en su soledadsi pudiera darle esta carta, de su puo y letra, justo ahora;y que usted le pueda decir a ella, a la partida, que l la recibi, sera unabondad para ambos. Solemnemente acepto esta tarea, querido amigo, yno puedo sino asegurarme que l