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FRANCISCO GONZALEZ ÜRBINA

TESIS INAUGURAL

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ESTUDIOSOBRE LA

raima di u eiisipbuY SU

TRATAMIENTO ABORTIVO

TESISPRESENTIDA AL JURADO DE CALIFICACION PARA EL EXAMEN DE MEDICINA Y CRUJIA

DE

FRANCISCO GONZALEZ URSINAalumno de la escuela de medicina y practicante del hospital

DE SAN ANDRES,

MEXICQ.—1876Imp. de Jens y Zapiain, calle de San José el Real núm. 22.

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A MIS PADRES

A LOS SEÑORES PROFESORESDE LA

ESCUELA DE MEDICINA DE Mi

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El punto que he escogido para estudio, carece comple-tamente de novedad. Es una enfermedad tan estudiadapor autores mas ó ménos distinguidos, que nada podríaagregar, no porque se haya dicho la última palabra sobreella, sino porque las cuestiones que esperan una solucióndefinitiva, están muy lejos del alcance de mi capacidad.He escogido este punto, mas bien por el interes que puedeofrecer el tratamiento.

En efecto. ¿Quién podría negar que el tratamiento encualquiera enfermedad, es la cuestión principal y la quetiene mayor interes?

El último resultado á que tienden todos los estudios éinvestigaciones que se hacen en los diferentes ramos de laMedicina, es único, el tratamiento; es decir, la curación delas enfermedades. En presencia de un enfermo, las dife-rentes teorías desaparecen, y los médicos, aunque sean dediferente escuela, pueden escoger un mismo tratamiento,aunque este sea el mas empírico, siempre que esté sancio-nado por la práctica y la observación.

Como ejemplo tenemos muchas enfermedades. Yernosen la anemia, escogiendo esta por ser tan común, se usa elfierro como uno de los primeros elementos para curarla.Unos suponen que esta sustancia obra solo por su acción

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tópica en las paredes del estómago, que excita convenien-temente para la fácil elaboración y absorción de los ali-mentos ingeridos. Otros, dándole mayor importancia,creen en su absorción, y que circulando en la sangre vie-ne á dar los materiales necesarios para la formación delos glóbulos rojos. Por una ú otra circunstancia, ó por unmedio que no nos es conocido, el hecho es, que tratándosede un caso particular, unos y otros recurren á esta sustan-cia, porque el éxito sanciona su manera de obrar.

Con el sulfato de quinina, el mercurio y otros muchosmedicamentos, pasa otro tanto. Se ignora la manera decómo curan en las enfermedades en que se aplican; perose emplean y se seguirán empleando, supuesto que esta ig-norancia no influye en nada en los resultados obtenidos.

Por ser capital la importancia del tratamiento cuando essacado de la observación y de la experiencia, no he duda-do en elegir esté punto para mi estudio.

La erisipela es una de las enfermedades mas ricas en mé-todos curativos; cada autor ha propuesto el suyo, y cadamédico lo ha modificado á su manera. Esta profusión ha-bla muy mal en cuanto al valor de cada uno de ellos, pueses claro que si alguno llenara su objeto, no se hubieranbuscado otros.

Los resultados que he visto se han obtenido en el ser-vicio del Sr. Andrade, en el Hospital de San Andrés, conel método propuesto por Yalette, me parecen de muchointeres y muy dignos de llamar la atención, tanto mas,cuanto que en mi concepto hablan muy alto en contra deuna de las teorías que se ha emitido respécto de la natu-raleza dela erisipela, y que tiende á generalizarse.

Tanto por esto, como por la relación tan intima que tie-nen la naturaleza y el tratamiento de las enfermedades,me ocuparé: primero, de la naturaleza de la erisipela: se-gundo, del tratamiento por el método de Yalette.

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NATURALEZA.

Son tan numerosas las opiniones y teorías que se han da-do respecto de la naturaleza de la erisipela, que seria muylargo entrar en detalles sobre cada una deellas; y como noestá en mi ánimo hacer su historia completa, solo me de-tendré en las que son mas generalmente admitidas. I o Esuna fiebre eruptiva. 2o Una simple inflamación de la piel.3o Una inflamación específica.

La primera de estas opiniones, es la que en la actualidadcuenta numerosos partidarios; éstos, no desconocen el ele-mento inflamatorio de la piel, pero lo consideran como unfenómeno muy secundario, y en el tratamiento se preocu-pan muy poco de él. Como para todas las fiebres erupti-vas, creen que la evolución que tiene la erisipela es fatal,y que debe recorrer sus períodos de un modo cíclico, sinque nada pueda detener sü marcha.

Jaccoud en su Tratado dePatología interna, coloca la eri-sipela en el grupo de las fiebres eruptivas, y para apoyarsu opinión se expresa de la manera siguiente: “La erisi-pela posee una propiedad de trasmitirse, ménos poderosaque la de las fiebres eruptivas, pero suficiente para dar lu-gar en algunas circunstancias á la difusión epidémica. Es-

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to indudablemente la aproxima á las enfermedades zimó-ticas; y la aproxima aun mas, la marcha regular y el ciclodefinitivo que presenta, cuando es primitiva y espontánea;por consecuencia, desprendida de toda complicación é in-fluencia que pudiera ocultar ó desviar su marcha natural.En estas condiciones, el exantema es precedido de fenóme-nos generales, que recuerdan el modo de invasión de lasfiebres eruptivas, lo que es otra analogía.”

H. Bennett, en sus Lecciones clínicas, da seis leyes ge-nerales para las fiebres eruptivas, entre las que coloca á laerisipela, y que en resumen son:Io ‘ ‘Todas las fiebres eruptivas son contagiosas é infec-

ciosas.2o “La causa de la infección reside en un fermento, por

lo que se les ha llamado zimóticas.30 “Algunos de estos venenos conservan por algún tiem-

po su aptitud para trasmitirse, y pueden fijarse en loscuerpos como la lana, vestidos, etc.

4o “Trascurre cierto tiempo entre la absorción del vene-no y la aparición de los síntomas.

5° “Todas las fiebres eruptivas afectan una marcha cí-clica determinada, que es imposible detener. Resulta unaconsecuencia práctica importante.

6o ‘ £ E1 tratamiento de las repetidas fiebres eruptivas, tie-ne simplemente por objeto, conducirlas á una terminaciónfavorable. ...” etc.

Como los autores que cito, hay otros muchos que apo-yan casi lo mismo, y son de una autoridad tan reconocidacomo los anteriores.

Sus principales fundamentos, como acabamos de ver,son: la epidemicidad, el contagio, la incubación y la mar-cha cíclica, que aunque brevemente paso á analizar.

Creo que ninguno habrá dejado de observar la frecuen-cia con que se desarrolla epidémicamente la erisipela, so-bre todo en los servicios de cirujía de los hospitales; lo cuales un fenómeno común con las fiebres eruptivas. Pero es-to, ¿qué es lo que prueba?

La epidemia, haciendo abstracción por un momento de

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sus causas, no es sino el hecho de que una enfermedadrara ó poco frecuente en un lugar, se presente simultánea-mente en determinado tiempo, atacando á gran número deindividuos simultáneamente. No es la enfermedad, ni suscausas, ni la forma que afecta, lo que nos sirve para carac-terizar una epidemia, sino su mayor multiplicidad en untiempo dado.

Hay algunas enfermedades que pertenecen al grupo delas flegmasías, que afectan á gran número de individuosen determinadas épocas del año, ya bajo la influencia decondiciones atmosféricas especiales ú otras, y algunas masque sin tener carácter ninguno inflamatorio, tales como elcólera asiático, con justa razón pueden llamarse epidé-micas.

Nada mas frecuente que la bronquitis y la disenteria enciertos meses del año; por ejemplo, un cambio de estacióndetermina una inflamación de la mucosa brónquica ó sim-plemente una coriza en un gran número de individuos almismo tiempo; y según la idea que hemos dado de epide-mia, ¿no deberíamos llamar en estos casos, epidémicas áestas enfermedades? Evidentemente que sí.

Si la épidemicidad fuese un hecho especial y peculiar álas fiebres, ciertamente tendría mucho valor el que la erisi-pela se presentase epidémicamente; pero siendo un carác-ter común á varios grupos de enfermedades, habría tantarazón para colocarla en uno como en otro, sin que se pu-diera excluir de todos, ni colocar en uno solo de ellos.

Ciertamente que las causas mas comunes de la epidemia,es decir, el contagio y la infección, aproximarían mas laerisipela á las fiebres eruptivas.

En cuanto al contagio, si en algunos casos es de fácilobservación, es muy difícil y aun imposible en otros, co-mo en las enfermedades que son infecciosas y contagiosasal mismo tiempo.

No habiéndose aislado el veneno, no conociéndose suspropiedades, es difícil determinar en un caso dado, lo quecorresponde al enfermo y lo que corresponde al medio enque está colocado.

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Según algunos autores, la diferencia capital que existeentre el veneno que produce el contagio y el que producela infección, seria que el primero es un gérmen que puedeprolifelar en el organismo, siempre que se encuentre encondiciones favorables; no obra por la cantidad, sino queexiste una especie de fecundación que se continúa por al-gún tiempo. El veneno de la infección, no prolifera; obracomo un fermento, y obra tanto mejor, cuanto que existeen mayor cantidad.

Pues bien, en las enfermedades que son miasmático-con-tagiósas, es imposible determinar si los elementos que exis-ten en el aire y que han determinado la enfermedad, songérmenes, ó bien materias orgánicas en descomposición, ysimplemente porque no conocemos las propiedades de losunos ni de los otros.

Prácticamente, esta cuestión es mas fácil de apreciarseen algunas enfermedades, como por ejemplo, la sífilis; pe-ro en la que me ocupa, al contrario, presenta muchas difi-cultades.

Supongamos que un individuo sano, entra en una piezaen donde se encuentra otro, enfermo de erisipela; y pasa-dos dos ó tres dias, aquel, á su vez, es afectado de la mis-ma enfermedad. ¿Qué ha habido en este caso? La primeraimpresión que se recibe, es la de que el individuo enfermoha comunicado su enfermedad al otro; pero es tambiénmuy posible que la atmósfera viciada que rodea al enfer-mo, las malas condiciones higiénicas de la pieza, y el esta-do de receptividad de los individuos, sea la causa común

de los dos casos; es difícil por tanto separar lo que corres-ponde á estas causas, de lo que se debe al primer enfermo.

Los pocos casos que parecen auténticos y por lo que seha deducido que la erisipela es contagiosa, son idénticosal ejemplo que acabo de poner, y por lo mismo suscepti-bles de consideraciones semejantes. No es, pues, posible;inclinarse definitivamente á una ú otra opinión, sin faltará las reglas de la lógica.

Én cambio, la experiencia parece hablar en favor de lafalta ó ausencia de contagio en la erisipela. Yernos con

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mucha frecuencia en los hospitales, que un erisipelatosose encuentra rodeado de otros enfermos sometidos con élá las mismas condiciones higiénicas, con circunstancias in-dividuales peores, sin que por esto adquieran la misma en-fermedad. Yo sé bien que en las enfermedades en que elcontagio está bien demostrado, existen casos y hechos queson negativos; que para que un individuo contraiga unaenfermedad contagiosa, es necesario que existan en él al-gunas condiciones coadyuvantes que preparen el terreno ála germinación. Pero en general, estos casos son raros, yen alguno de ellos es posible encontrar la razón, como porejemplo, el haber sido ya atacado de la enfermedad.

En la erisipela, al contrario; como regla general pode-mos admitir, que esta enfermedad no se comunica á laspersonas que rodean al enfermo; y ademas, un hecho delmayor interes sacado de la observación y que es entera-mente contrario á lo que pasa en las fiebres eruptivas. Essabido que en estas enfermedades, un individuo queda in-mune para contraerías otra vez cuando ya ha sido afectadoanteriormente por ellas. Asi, son excepcionales los casosde reincidencia del sarampión, viruela, etc. En la erisipelaes enteramente lo contrario; no solamente el individuo noqueda preservado por un primer ataque, sino que se en-cuentra mas predispuesto á contraería con tanta mas fre-cuencia, cuanto mayor ha sido el número de veces que laha padecido.

Pero quiero suponer que el contagio esté demostradosuficientemente en esta enfermedad. ¿Este fenómeno es ex-clusivo para las fiebres? Muchísimas enfermedades, sinpertenecer á ese grupo, son contagiosas, y nadie ha preten-dido reducirlas al de las eruptivas.

Por último, se han hecho algunos experimentos en elextranjero, inoculando la serosidad tomada de las bulasde la erisipela flictenosa y no se ha visto reproducirse estaafección.

La incubación es un carácter que se dice, aproxima mu-cho á esta enfermedad, de las fiebres eruptivas; pero sirealmente existe en la erisipela este período, y siendo como

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una consecuencia de su patogenia, semejante á la de lasenfermedades zimóticas, no hay razón suficiente para con-cluir que esta semejanza se encuentre en sus manifesta-ciones.

Por último, la marcha cíclica que se atribuye á esta en-fermedad, no existe, como lo demostraré al ocuparme deltratamiento.

En resúmen, en la erisipela hay fenómenos que tienenmucha analogía con los que presentan las fiebres erupti-vas; pero que carecen del valor suficiente para poderla co-locar en ese cuadro.

En cambio, otros fenómenos pertenecen exclusivamenteá la erisipela, y no son caractéres de las otras; su frecuen-te reincidencia y su terminación rápida, que pudiéramosdecir por delitescencia, la separan completamente de lasfiebres.

Los partidarios de la segunda teoría, admiten una sim-ple infiamacion y explican por ésta todos los accidentes.

Aunque no estén enteramente conformes en el sitio delprocesus, no dudan de su naturaleza inflamatoria. Enefecto; unos suponen que es una linfangitis, y se fundanen la manera como avanza y se estiende la erisipela, y enel engurgitamiento, casi constante, de los ganglios linfá-ticos correspondientes al sitio afectado; otros creen que esuna dermatitis ó cutitis que tiene su sitio especialmenteen los elementos propios de la dermis; otros creen en lainflamación de lared venosa, etc etc.

Tal vez, todas estas lesiones puedan encontrarse en laerisipela y solamente el exclusivismo para admitir deter-minada de ellas, es la causa de estas divergencias. Sea loque fuere, un hecho parece resultar de todo esto: es que lalesión es de naturaleza inflamatoria.

¿Pero esta inflamación es suficiente para explicar todoslos fenómenos?

Blachet y Chomel fueron los primeros en manifestar, queno en todos los casos habia una relación entre los fenóme-nos generales y los fenómenos locales; que algunos sínto-mas como la elevación considerable de temperatura y el ca-

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losfrio inicial á veces tan intenso; el estado saburral de lalengua, los accidentes cerebrales* y la resistencia á los an-tiflogísticos, indicaban que en el trabajo patológico inter-venía algo mas que una inflamación franca de la piel, yque en estos casos la enfermedad tenia en sí algo de espe-cífico.

De aquí tomó su origen la 3a teoría que he mencionado.Pero tanto estos como los anteriores, se ocupan del ele-mento inflamatorio y no lo consideran como fenómeno se-cundario. Consideran la inflamación de un carácter parti-cular, ó mas bien suponen que existe ademas de la infla-mación otro elemento que llaman específico.

Estos casos á que se refieren son en los que no se puedeencontrarrelación entre los fenómenos locales y los fenó-menos generales; porque si es cierto que en algunos casosde erisipela hay síntomas mas ó ménos alarmantes, éstosencuentran una fácil explicación en la extensión que ha to-mado la afección ó en su sitio y complicaciones. A nadieextrañaría ver á un individuo con una erisipela en eltronco y miembros inferiores, presentar una viva reacciónfebril, síntomas gástricos mas ó ménos intensos etc; ménosaún si este individuo fuese por idiosincracia muy suscepti-tible y que una reacción febril insignificante determinasefenómenos de excitación mas ó menos intensos.

Tampoco extrañaria que una erisipela de la cara fueseacompañada de fenómenos cerebrales mas ó ménos vivos.Se sabe que esta afección cuando ocupa el cuero cabellu-do y la piel de la cara, toma generalmente una forma muygrave y puede determinar la muerte de las personas queataca; no porque la enfermedad haya cambiado de natura-leza, sino por lasrelaciones vasculares quetiene con las me-ninges del cerebro. Se ha dicho en efecto que los acciden-tes cerebrales son consecutivos á la anemia cerebral cola-teral . Otros han supuesto que existia mas bien una con-gestión; y por último, en ciertos casos, hay realmente unameningitis propagada por los vasos. En estos casos, seacual fuere la lesión que se determine en las meninges, losfenómenos cerebrales no se atribuyen á la inflamación de

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la piel, pero sí los explica satisfactoriamente ’y de hechoestán bajo su dependencia, puesto que su existencia de-pende de la lesión local.

No son estos casos de erisipela franca que han hechocreer á algunos autores en la existencia de una inflama-ción específica; son aquellos en los que con una lesión in-significante en la piel, coinciden síntomas que no puedenexplicarse ni por el sitio ni por las complicaciones, ni porla idiosincracia del individuo, etc. Realmente estos casosmerecen el nombre de específicos, porque las manifestacio-nes de la lesión, tienen una manera especial de ser. ¿Peropueden apreciarse las causas que intervienen para modifi-car la marcha ordinaria de la enfermedad? Son muy nu-merosas, y muchas veces aun á los observadores mas mi-nuciosos se escapan completamente. Todas las enferme-dades pueden presentarse á la observación con un tipo di-ferente del ordinario, siempre que varíen las circunstan-cias en que se producen; así las condiciones atmosféricasé higiénicas, las individuales, etc. modifican en cada casoparticular, el tipo de una enfermedad conocida.

Las enfermedades epidémicas no se presentan á nuestraobservación con un mismo tipo en todos los casos. Varíande una epidemia á otra, y aun en una misma epidemia se-gún los individuos afectados. En la endemia de tifo quese ha desarrollado desde hace algunos años en esta Capi-tal, se ha observado una serie de modificaciones en el ti-po de esta afección, comprobando lo que digo.

Para apreciar con la mayor exactitud posible, en unaenfermedad conocida, cada uno de los síntomas que pu-dieran presentarse, creo que no es suficiente el conocer sunaturaleza; sino que importa también el conocimiento delas causas que la producen. Creo que así se tiene mas fa-cilidad en referir un síntoma á su verdadero punto de par-tida.

Entre las causas mas comunes que intervienen en el de-sarrollo de la erisipela y que nos sean conocidas, tenemosel traumatismo y la infección por un miasma. Es claro quecada una de ellas debe desarrollar un cuadro de síntomasque le sea especial.

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¿No se podrían explicar algunos síntomas, como la ele-vación de temperatura, el calosfrío primitivo etc., por laabsorción de un veneno miasmático?

Desde luego se encuentra la dificultad de la demostra-ción de la existencia del veneno. No todos los autores con-vienen en él, y aunque pocos, algunos creen que no existe,y explican el desarrollo epidémico de la afección, por unsimple hecho de coincidencia.

Realmente de ninguna manera se explica tan fácilmen-te la difusión epidémica, como por la existencia en el airede un miasma que determina la afección en un gran nú-mero de individuos simultáneamente, y algunos fenóme-nos especiales á las enfermedades infecciosas, y comunesá la erisipela, hacen creer que los partidarios de esta doc-trina están en la verdad.

Supuesta la existencia del veneno, ¿cómo puede modifi-car éste la marcha y los fenómenos de la erisipela?

Algunos autores creen en su absorción, y su presenciaen la sangre. Creen que el sitio por donde se verifica la pri-mera, son principalmente las soluciones de continuidadpor insignificantes que sean. En efecto, hay un hecho muynotable de observación, que parece hablar muy alto en fa-vor de esta opinión.

Cuando una solución de continuidad, cualquiera quesea, va á hacerse el punto de partida de una erisipela, pre-senta algunos fenómenos, que parecen indicar que la cau-sa que determina la afección obra primero sobre ella, puesque se hace el sitio de dolores; el pus si existe se hace sero-so, fétido, en pequeña cantidad; las yemas carnosas seapagan, y los ganglios linfáticos correspondientes al sitioafectado se engurgitan y se hacen dolorosos.

La interpretación que se ha dado á estos diversos fenó-menos no es la misma para todos los autores. Unos creenque el miasma irrita las soluciones de continuidad y quedespués es absorbido. Otros suponen que el papel del ve-neno se limita á producir la alteración del pus y que ésteabsorbido por los linfáticos determina el engurgitamientode los ganglios y la alteración de la superficie de las solu-ciones de continuidad.

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Que sea el veneno ó el pus alterado, el que se absorba,los fenómenos generales que se observan pueden en estoscasos explicarse por su presencia en la sangre. Porque enefecto, por la experimentación se lia probado que la inyec-ción de líquidos sépticos al torrente circulatorio, determi-na, en los animales en que se ha experimentado, una sériede fenómenos entre los que predomina sobre todo una ele-vación de temperatura. De manera que según algunos au-tores, el calosfrió intenso y la temperatura elevada que seencuentra en algunos casos de erisipela, seria determina-do por la absorción de un veneno que tomaría su puntode partida en la herida, donde ha sido depositado. A supaso por los linfáticos determinaría en ellos una inflama-ción que tomaría la forma erisipelatosa; produciendo ade-mas el engurgitamiento de los ganglios que serían por de-cirlo así la huella que el veneno deja á su paso.-

Confieso que esta teoría me seduce porque está fundadaespecialmente en la observación y la experimentación.

Esta explicación no podría darse en los casos de erisipe-la que se ha llamado espontánea, puesto que en éstas noexiste, por decirlo así, la puerta de entrada del veneno.Pero Trousseau y otros autores de mérito, niegan com-pletamente la erisipela espontánea. Trousseau ha tenidoun verdadero celo por aclarar este punto, y cree que entodos los casos es posible encontrar unalesión, por insigni-ficante que sea, que explique el punto de partida de la eri-sipela; así un rasguño, un boton de acnea, una escoria-ción insignificante, puede dar origen á la enfermedad. Afir-ma que los autores que admiten la erisipela espontánea nohan buscado con cuidado y explorado con atención en lascavidades vecinas (Erisipela de la cara).

Fundándome pues en el dicho de Trousseau, creo que laerisipela espontánea puede explicarse como las que pro-vienen de una úlcera, herida, etc. etc.

Es ménos mi repugnancia en admitir la teoría que heindicado, cuanto que he leido en un autor de mucho res-peto, Guillemin, que al ocuparse del origen del tifo se ex-presa de esta manera:

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“Si es indudable que la aglomeración (encombrement)puede desarrollar el tifo entre los individuos enfermos, noresulta que deba desarrollarlo en todos los casos; sus efec-tos se hacen perjudiciales mucho tiempo ántes de que eltifo sea el resultado. Se ve primero las enfermedades co-munes, hacerse mas numerosas y tomar mas y mas elcarácter tífico, á medida que los efectos de la aglomera-ción se generalizan; en seguida aparecen estados morbososque se asemejan al tifo,” etc.

Lacassagne confirma lo anterior por su observación per-sonal: “Dos semanas después del sitio (guerra franco-pru-siana, Strasburgo) algunos enfermos presentaban un ca-rácter especial: aspecto tifoideo, postración extrema, sedviva, insomnio, delirio, temperatura muy elevada y fiebreremitente modificada por la quinina. Esto era ciertamenteconsecuencia de las causas particulares en que nos encon-trábamos.”

Yernos cómo la presencia en el aire de un veneno mias-mático, puede intervenir y modificar los fenómenos ordi-narios de las enfermedades, y hacerles cambiar de tipo.No me repugna por lo mismo dar un papel muy impor-tante al miasma erisipelatoso, en la producción de algunosfenómenos mas ó ménos anormales, con los que pudierapresentarse esta enfermedad á nuestra observación. Yaque se suponga que el veneno es absorbido, ya que se ad-mita su papel de fermento en el pus formado en la super-ficie de las soluciones de continuidad, ó bien su simplepresencia en el aire, el miasma en el desarrollo de los sín-tomas, goza un gran papel en algunos casos determinados,por ejemplo, en una epidemia.

No poseo los elementos suficientes para decir que la eri-sipela en todos los casos deba sus síntomas alarmantes áesta causa, y es muy posible que otrasintervengan en laalteración de sus síntomas. Los fenómenos cerebrales, j>orejemplo, pueden ser debidos en un individuo á la excita-ción cerebral determinada por la calentura; en otro á laedad; en los niños, en los que la reacción mas ligera pue-de determinar delirio, convulsiones, etc.; en otro, á esa

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icliosincracia que se encuentra en algunos individuos, queles hace delirar con la causa mas insignificante, etc.

De manera que son muy numerosas las causas que enun caso determinado pueden modificar, hacer aparecer ódesaparecer un síntoma, y por consecuencia dar á la enfer-medad una fisonomía anormal. Pero como entrelas causasmas generales de la erisipela, tenemos el traumatismo y lainfección, yésta, como hemos visto, es la que modifica conmayor frecuencia el tipo de la enfermedad, ¿no habría al-guna ventaja en distinguir una erisipela simple y una in-fecciosa?

Considerando á esta enfermedad como una inflamación,no tenemos el papel de simples espectadores, como acon-sejan que se haga los partidarios de que es una fiebre erup-tiva. Considerándola como infecciosa, podemos seguirlas reglas higiénicas generales á todas estas enfermedades,y procuraremos aislar á los enfermos y evitar su acumu-lación; conclusiones que están enteramente conformes conlos resultados obtenidos en la práctica.

En resúmen: creo que las dos opiniones sobre la natura-leza de la erisipela, en las que se admite el elemento infla-matorio como fenómeno esencial, pueden aceptarse segúnlos casos.

Como ya en otra parte he dicho, son numerosas las teo-rías que se han dado respecto de la erisipela. Esta cues-tión, no terminada, es una de las mas difíciles en estaenfermedad, y confieso que si me he atrevido á tratar deella, ha sido con bastante timidez y solo por combatir laprimera teoría de que me ocupé y quereúne esta enferme-dad á las fiebres.

Antes de concluir con esta materia quiero dar á conocerla última opinión respecto de esta afección, que por per-tenecer á Bilrhot, Hueter y Orth, me parece debe tenerseen consideración.

Estos autores, en algunos casos de erisipela han encon-trado en los vasos linfáticos y en las bulas que en ciertoscasos se forman, micrococus en gran cantidad, y se pre-guntan si esta enfermedad no podría ser parasitaria; pero

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como los hechos son poco numerosos esperan mayor nú-mero de casos para decidirse.

TRATAMIENTO.

En otra parte he dicho que son numerosos los mediospropuestos para combatir esta enfermedad. Los antiflo-gísticos, los astringentes, revulsivos, cáusticos, tónicos,etc., etc.; todos recomendados y ninguno de ellos ha dadoun resultado satisfactorio en la totalidad de los casos.

A ningún cirujano se ha escapado la importancia quetendría el conocer un medio con el cual se pudiese domi-nar la erisipela, pues muchas veces á ella son debidos losinéxitos de las operaciones; ó bien se presenta como obs-táculo cuando se trata de ejecutar alguna. Conociendo unmedio con el cual se la pudiera hacer abortar, ¿qué se te-mería? Esto me parece conseguirse con el método de Ya-lette, que es del que me voy á ocupar especialmente.

Valette alaba tanto el mérito de su tratamiento, ponecasos tan extraordinarios, que sin experimentar pudieracreerse que se trata de ese entusiasmo con el que cada au-tor defiende lo que ha creado, y que hay en todo algo deexageración y mucho de parcialidad. Afortunadamenteno es así, y para convencerse basta ocurrir á la clínica.

Usa la solución de percloruro de fierro al interior y alexterior. La primera la administra en la forma siguiente:

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Agua destilada 120 grrns.Perclor. de fierro sol. á 30° 40 gotas.Agua de menta 20 grms.Jarabe simple 80 ,,

De esta mezcla hace tomar al enfermo una cucharadacada una ó dos horas; pero como le preocupa la molestiaque pudiera causarle el sabor áspero yastringente que po-see, prefiere que se le administre en tres 6 cuatro tomas.

Al exterior recomienda la solución á los 30°, y cree in-dispensable para el éxito extender bien la solución pormedio de hilas, pincel ó de lo que se haga uso, hasta quelas gotitas que se forman en la superficie desaparezcancompletamente y la piel tome una coloración uniforme.

El método que se ha seguido en el hospital de San An-drés ha sido casi el mismo que acabo de describir. Se usala solución de Pravaz á 30°, á la dosis de una dracma encuatro onzas de agua endulzada, en cucharadas. Y al ex-terior se le aplica pura.

Este método ha sido modificado por mi maestro el Sr.Andrade para estudiarlo. En unos casos lo ha usado alinterior solamente, y entonces ha empleado un tópico deaquellos que es bien sabido no tienen influencia alguna so-bre la marcha de la afección. En otros casos solamentecomo tópico ha usado la solución de Pravaz.

La primera vez que vi emplear el percloruro al interioren la erisipela, fue en un caso del que desgraciadamenteno pude recojer la observación detallada, pero que se que-dó grabado profundamente en mi memoria y me hizo ave-riguar y conocer el método de Valette, que era desconoci-do para mi hasta entonces.

Un individuo joven, como de 24 años de edad, entró enAbril del año próximo pasado á ocupar una de las camasdel servicio, por una erisipela de la cabeza en un estadode adinamia profundo.

Por el diagnóstico á distancia se hubiera creido que setrataba de un tifoso en el segundo ó tercer período de suenfermedad. Era su estado de inmovilidad absoluta, conla mirada vaga, sin expresión; la cara cubierta de sudor,

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sin ninguna expresión; la absorción del tejido celular sub-cutáneo hacia muy marcadas las salientes huesosas y ma-nifestaba su enflaquecimento; su respiración breve, acele-rada y entrecortada.

Por el interrogatorio no se pudo obtener ningún dato,pues existia un entorpecimiento cerebral del que era difí-cil sacarlo, y si se obtenia alguna respuesta era desacordecon la pregunta, pues existia algo de subdelirio. La pielfria y cubierta de sudor; el pulso pequeño y acelerado.La enfermedad, sin embargo, era fácil de diagnosticar, por-que habia un hiperesteria del cuero cabelludo con el em-pastamiento particular que existe en estos casos, y sobretodo, que en las orejas la lesión estaba muy clara.

Con un cuadro semejante, no creí que quedara algunaesperanza de salvación para este individuo. Me extrañómucho que se le pusieran cucharadas con la solución dePravaz, pues creia que el objeto era tonificarlo, y para es-to no me inspiraba mucha confianza esa sustancia. Se lepone pomada de óxido de zinc á la cabeza, y caldo con vi-no como alimento.

Al siguiente dia, cuando creí que nos encontraríamoscon un cadáver, fué muy grande mi sorpresa al ver los fe-lices resultados de lo que me habia extrañado el dia ante-rior. El individuo que un dia ántes no tenia concienciade su existencia, pudo dar algunos detalles de su enfer-medad, contestando á las preguntas que se le hicieron.

Dos dias después, el individuo que habia entrado mori-bundo al servicio, estaba completamente curado.

Desde este caso, para mí muy sorprendente, me propu-se recojer las observaciones que tuviera oportunidad dever, y he logrado recojer treinta, de las que expondré lasmas concluyentes.

No se ha seguido en todas el mismo método: como hedicjíio, el Sr. Andrade ha hecho modificaciones que indica-ré oportunamente. Señalaré, primero, las observacionesen las que se ha seguido el método tal como lo describeYalette, y después en las que haya modificaciones; seña-lando entre ellas dos que mi distinguido amigo el Sr. L. E.Ruiz recogió cuidadosamente y me ha proporcionado.

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Primera observación.

Guadalupe Camacho, de 15 años de edad, con manifes-taciones marcadas del vicio escrofuloso, entró el 30 de Di-ciembre del año próximo pasado á curarse de unas fístu-las de la pierna izquierda, sostenida por una necrosis per-sistente de la tibia, con hiperostosis y secuestro invagina-do é inmóbil aún. Ocupó la cama número 31 del servicio,y en el mes de Mayo del presente año fué afectado de eri-sipela en todo el miembro enfermo.

El dia 10 tuvo calosfrió y los fenómenos generales pre-cursores de la enfermedad.

El dia 11 apareció ésta, limitada solamente á la pierna;la reacción febril, los fenómenos generales, la falta de ape-tito, etc., no eran exagerados. Se le suministró un pur-gante y el percloruro en solución de Pravaz, aplicado tó-picamente.

El dia 12 la erisipela habia invadido el muslo casi com-pletamente; en la pierna liabia disminuido, pero aún exis-tia exceso de sensibilidad á la presión y aumento de latemperatura al tacto. Se le prescribieron las cucharadascon la misma solución, y se volvió á cubrir con el tópicotoda la parte erisipelatosa.

El dia 13 no existia ya en la pierna; muy mejorada per-sistía en el muslo; el estado general el mismo del dia an-terior; el tratamiento idéntico.

El dia 14 todo ha desaparecido: no hay ningún dolor ála presión; el calor local es normal; los fenómenos genera-les han desaparecido; el apetito bueno, etc. Quedaba unligero edema indoloro en el miembro, para el que se le pu-so un vendaje compresivo y siguió su tratamiento.

El dia 15 estabaya perfectamente curado de su erisipela.

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Segunda observación.

Otón Hernández, de 19 años de edad, soltero, constitu-ción débil, entró el 9 de Mayo del presente año con unaerisipela en la pierna izquierda, que liabia tomado su pun-to de partida en una pequeña escoriación del dorso delpié, extendiéndose liasta la parte inferior de la rodilla.

El enfermo cree que su enfermedad ha sido determina-da por un prolongado ejercicio á pié. No liabia tenidocalosfrió, pero creia haber tenido calentura en la noche an-terior, en la cual no durmió y estuvo muy acalorado é in-quieto. Se quejaba el dia de su entrada de dolores y ardoren el miembro enfermo.

El dia 10 encontramos la erisipela en los puntos ya in-dicados, y los síntomas generales eran muy poco notables.En efecto, la reacción febril insignificante, 38 grados detemperatura, 86 pulsaciones por minuto. El apetito unpoco disminuido y un ligero estado saburral. En cambio,los fenómenos locales son muy vivos; la temperatura, larubicundez, y sobre todo, el dolor bastante intenso. Sele administró un escrúpulo de hipecacuana en polvo divi-dido en tres partes, la solución de Pravaz en cucharadasal interior, al exterior la pomada de óxido de zinc, y dieta.

Dia 11: el mismo estado del dia anterior, con una nuevaplaca erisipelatosa en la región anterior del tercio inferiordel muslo. Sigue tomando este dia sus cucharadas, sequita perfectamente la pomada de óxido de zinc, sustitu-yéndose por laaplicación exterior de la repetida solución,ordenándose se repita ésta en la tarde. Como la víspera,tuvo su dieta.

El dia 12 la erisipela habia terminado completamente,

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y solo quedaba un edema insignificante é indoloro. Elapetito ha vuelto; su estado general normal. Se le pusoun vendaje compresivo y continuó con sus cucharadas ymedia ración.

El dia 18 sanó completamente.

Tercera observación.

El dia 8 de Febrero ocupó la cama número 18 de la salade Cirujía mayor el carretero Martin Lara, natural de Ix-tlahuaca, soltero, de 80 años de edad, regular constitucióny temperamento sanguíneo. Traia en el tercio medio desu pierna izquierda una úlcera, de la cual quería verse li-bre. Estuvo tratándose la úlcera, y ya estando casi ente-ramente cicatrizada, se hizo dolorosa; tomó su superficieun aspecto gris, y el pus no tenia el buen carácter de losdias anteriores.

En la tarde del 26 de Mayo fué sorprendido por un ca-losfrío bastante intenso, apareciendo al siguiente dia, 27,una erisipela que se extendía liasta el tercio superior dela pierna enferma. La reacción febril y los fenómenosgenerales eran de poca consideración. Se le administróeste dia un vomitivo y el percloruro en solución intus etextra, de la misma manera que en las observaciones ante-riores queda dicho. Dieta de atole.

El dia 28 el mal estaba apagado, quedando el miembroligeramente edematoso; se le puso un vendaje y siguió consu método. Al siguiente no quedaba en la pierna mas queel tinte del percloruro y la úlcera, que cicatrizando com-pletamente después, dejó salir de alta á nuestro enfermoel dia 5 de Junio.

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Cuarta observación.

José María Hernández entró al servicio de Cirujía el 15de Agosto del año próximo pasado, con nn antrax que lle-vaba en la región dorsal derecha. Es nn individuo de bue-na constitución, de 56 años y de oficio tonelero. El dia desu entrada y bajo la influencia del cloroformo, se hicieronamplias incisiones en el tumor, seguidas de la cauteriza-ción inherente con el fierro rojo. En el resto del dia se leaplicaron fomentos de agua fria en el tumor.

El dia 16 se encuentra bien, no tiene ningún dolor, y suapetito es bueno.

El 17 en la tarde aparecen los fenómenos precursores dela erisipela, y el dia 18 á la hora de la visita la rubicundezde esta enfermedad se extendia á toda la región dorsal de-recha y parte de la izquierda, limitándose arriba en la axilay abajo cerca del iliaco; la calentura era bastante intensa,el pulso latia 120 por minuto, faltaba completamente elapetito y su lengua estaba cubierta de una capa blanque-cina. Se le administró un purgante y las cucharadas conpercloruro al interior.

El dia 19 se encontraba con los mismos síntomas que eldia anterior, la erisipela avanzada hasta la región anteriordel tronco y muy cerca del esternón. Se le puso este diala solución de Pravaz cubriendo todos los puntos erisipe-latosos y continuándose las cucharadas.

El dia 20 se encuentra muy mejorado, en los puntos cu-biertos por el tópico; la erisipela ha avanzado un pocohácia la porción derecha del tronco. Los fenómenos gene-rales no han sufrido gran modificación. Se continúan lascucharadas y se persigue á la erisipela con el percloruroférrico.

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El dia 21 todo habia terminado, no habia calentura, nidolor local, el apetito habia vuelto y la curación del antraxllegó á obtenerse sin ningún otro incidente.

Quinta observación.

Ramón Mora pidió su alta el dia 11 de Mayo del pre-sente año, despnes de haber permanecido dos meses en elhospital. Habia entrado á curarse de una gangrena secadel pié izquierdo, consecutiva al tifo, que habia terminadopor eliminación completa del pié, al nivel de la articula-ción astrágalo-calcaneana. A su salida quedaba un mu-ñon, que si bien tenia una forma regular, le era completa-mente inútil, pues el punto de apoyo, siendo una cicatriz,no podia servirse de su miembro. No obstante que repe-tidas veces se le hizo comprender las ventajas que tendríauna amputación quitándole el exceso de longitud del miem-bro para hacerle fácil el uso de una horquilla, nunca quisoaceptarla.

El dia 11 salió, como he dicho, volviendo á entrar el 14con una erisipela generalizada á todo el miembro inferiorizquierdo. El dia anterior, después del calosfrío y demasfenómenos simpáticos de una fuerte reacción, apareció laerisipela, que partiendo del muñón se habia extendido conbastante rapidez á la pierna y muslo izquierdos. Se le pres-cribió un vomitivo y la solución de Pravaz al interior y enembrocaciones al exterior.

El dia 15, la erisipela estaba apagada, excepto en el ter-cio inferior de la pierna; todos los fenómenos generales sehabian mejorado. Se continuaron las cucharadas y las em-brocaciones.

El dia 16 la enfermedad habia desaparecido por com-pleto.

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Sexta observación.

Joaquin Santibañez, de 45 años de edad, regular cons-titución, temperamento linfático y oficiobizcochero, ocupola cama número 24 de la sala de Cirujía, obligado por unaúlcera varicosa de la pierna izquierda, el dia 23 de Setiem-bre de este año. Se estuvo curando de su úlcera cuandoapareció la erisipela bajo forma de una placa que rodeabala ulceración, precedida desde la víspera, dia 7 de Octu-bre, por una ligera reacción y alguna anorexia. Se le apli-có ese dia la pomada de óxido de zinc y se le puso á dieta.Al dia siguiente se encontró la erisipela en toda la piernay los síntomas generales habian adquirido cierta intensi-dad; se le prescribieron las cucharadas con percloruro, lasque no le fueron dadas por olvido del enfermero.

El dia 9 el mal llegaba ya hasta el tercio medio del mus-lo ; ese dia se le hicieron embrocaciones de solución de per-cloruro, por mañana y tarde, teniendo ántes cuidado dequitar completamente la pomada del dia anterior; tomósus cucharadas, y el dia 10 por la mañana se encontrabadetenida y apagada la erisipela.

Estas son las observaciones en que se hace mas palpableel éxito del método de Valette; las siguientes son observa-ciones en que se ha usado el percloruro, ya al interior so-lamente, ya al exterior, como en las siguientes, debidas alSr. Ruiz Luis E.

Sétima observación.

X, de 40 años de edad, cargador, de buena constitucióny temperamento sanguíneo, recibió una herida en el dor-

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so abajo y adentro del ángulo del omóplato derecho. Alotro dia entró á la sala Yértiz del Hospital Juárez, y dosdias después le invadió la erisipela casi la totalidad de laparte derecha del dorso. Inmediatamente se le aplicó elpercloruro de fierro (solución de Baumé); al otro dia la eri-sipela estaba totalmente limitada; se le hizo una segundaaplicación, y dos dias después habia desaparecido comple-tamente.

México, Mayo 19 de 1876.

Octava observación.

X, de 38 años deedad, temperamento sanguíneo bue-na constitución, entró á la sala Vértiz del Hospital Juá-rez, con una herida hedíacon instrumento cortante, situa-da en la cara anterior del tercio medio del antebrazo iz-quierdo.

A los tres dias de su permanencia en el hospital, to-mando su origen en la herida, le invadió la erisipela todoel antebrazo; inmediatamente se le hizo la aplicación delpercloruro de fierro (solución de Baumé) y al dia siguientese limitó completamente; 110 obstante esta notable mejo-ría, se volvió á aplicar el percloruro, y tres dias despuéstodo habia desaparecido.

México, Junio de 1876.

Novena observación.

Pablo Sánchez, natural de Zinacantepec, de 46 años deedad, labrador, de buena constitución y temperamentolinfático, entró el 14 de Junio del presente año, para cu-rarse de una erisipela de la cabeza que le liabia comenzadoel dia anterior, y que en esa fecha invadía ya toda la cara

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y la mitad izquierda de la región occipito-parieto-frontal;el movimiento febril era considerable, pues su pulso latía130 por minuto y el termómetro marcaba 40° 2 de tempe-ratura; su estado general era alarmante.

Inmediatamente se le suministró un vomitivo de polvode hipeeacuana, se le mandó quitar el colodion que oficio-samente le habían puesto sus deudos, se le aplicó la po-mada de óxido de zinc, y á las tres horas ya tomaba lascucharadas con el percloruro. Estas las siguió tomandohasta el dia 18, en que desapareció por completo el mal,que desde el dia 16 había sido limitado y abandonado delgrave cortejo de síntomas del primer dia de observación.

Décima observación.

Plutarco Villegas, de 38 años de edad, buena constitu-ción y temperamento linfático, entró á la sala de Cirujíamayor el dia 20 del mes de Octubre del presente año: ha-bia recibido la víspera una lierida contusa en la regiónparietal izquierda, que no le había preocupado gran cosa,sino hasta en la noche, en que después de algún calosfríoy malestar, se sintió acalenturado. El dia de su entradaera fácil diagnosticar una erisipela que ocupaba la regiónfronto-parietal izquierda, la nariz y el carrillo derecho:ese dia se le dió un vomitivo, se le puso la pomada de óxi •

do de zinc á la erisipela, las cucharadas con percloruro yse le sometió á dieta.

El dia 21, la enfermedad ocupaba casi toda la cabeza yen la cara se había extendido á todo el lado derecho, has-ta la oreja de ese lado; la reacción era moderada y no ha-bía nada que llamara laatención. Siguió el mismo métodode la víspera, con excepción del vomitivo.

El dia 22 se había limitado la erisipela, y el dia 23 ya noexistia ningún vestigio.

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Estas observaciones han sido elegidas como tipo; peroexiste mayor número, cuyos datos se encuentran consig-nados en el libro correspondiente del servicio de cirujía, ycuyos resultados lian sido tan favorables y satisfactorioscomo en las anteriores.

El Sr. Bandera lia hecho una modificación al método,sustituyendo la solución de Pravaz por una mezcla departes iguales de esta solución y colodion elástico. Los re-sultados que ha obtenido me ha dicho que le son com-pletamente satisfactorios y que en todos los casos la evo-lución de la erisipela ha sido muy rápida. Este métodopuede tener la ventaja de unir los efectos del colodion, esdecir, la débil compresión que produce, á los efectos delpercloruro. Tiene también la ventaja de poderse aplicarcon mayor facilidad.

Mi maestro el Sr. Domínguez usa un método igual aldel Sr. Bandera, y me ha asegurado que los efectos que haconseguido le han dejado sorprendido.

Yernos, pues, que los efectos del percloruro de fierro nopueden ser mas favorables: que en los casos en que se hausado tal como lo recomienda Valette, merece el nombrede tratamiento abortivo que le ha sido dado por este autor.Que en los otros casos, en que no se ha usado sino al in-terior, si no puede decirse que la erisipela haya aborta-do, sí podemos ver que su duración ha sido considerable-mente disminuida.

Este es el principal é incontestable argumento que po-demos hacer á los que quieren colocar la erisipela al ladode las fiebres eruptivas.

Nadie hasta ahora ha conseguido hacer abortar el sa-rampión, la escarlatina etc., y se da como un carácter esen-cial á estas fiebres, que tienen que recorrer sus periodosde un modo fatal, sin que nada pueda acelerar su termi-nación. ¿Seria lógico entonces reunir á ellas la erisipelaque podemos apagar en un momento cualquiera de suevolución?

Los inconvenientes que pudiera tener la administracióndel percloruro ya los he indicado. Al interior, molesta á

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los enfermos el sabor áspero y astringente de las cuchara-das; pero ademas de que esto es de poca entidad, se po-dría remediar administrándolo bajo otra forma.

Su aplicación al exterior, en el momento en que se eje-cuta, hace sufrir á los enfermos un ligero ardor fácilmentesoportado y que desaparece después de algunos minutospara no volverse á producir, aun en las siguientes cura-ciones. Pero deja una coloración de un amarillo oscuroque es persistente por cuatro ú ocho dias, y si esto no tieneinconveniente en los miembros que pueden cubrirse porlos vestidos, sí lo seria para algunos individuos cuando setratara de una erisipela de la cara.

En este caso basta aplicar al exterior un tópico insigni-ficante y administrar al interior la solución de Pravaz;pero siempre que sea posible, creo que deberá emplearsetal como lo aconseja Yalette, porque entonces se obtendráel efecto abortivo.

Réstame solicitar de mi Jurado su benevolencia, paradisimular los numerosos defectos de que adolece este tra-bajo, con el que solo lie pretendido llenar un requisito dela ley.

México, Noviembre de 1876.

Francisco González TJrbina,

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