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    En los mrgenes del biopoder.La lectura foucaultiana de Platn, Maquiavelo

    y Hobbes en los cursos biopolticosOn the Margins of Biopower.A Foucauldian Reading of Plato, Machiavelli,and Hobbes in Biopolitical Courses

    Emiliano Jacky Rosell1

    RESUMENEn este artculo reseamos el modo en que Michel Foucault lee a las figuras emble-mticas de Platn, Maquiavelo y Hobbes en los cursos biopolticos. Nuestra hiptesisde lectura es que estos nombres de la filosofa poltica funcionan como ndices nega-tivos del biopoder, como aquello que debe ser llevado al margen en el texto foucaul-tiano para poder conceptualizar el biopoder. El objetivo de este texto es contribuir ala comprensin de este margen en el que se discuten los problemas de la legitimidady la representacin polticas y que puede designarse como la dimensin jurdico-discursiva de la poltica.PALABRAS CLAVE: Foucault, filosofa poltica, Platn, Maquiavelo, Hobbes, biopol-tica, poder, representacin, soberana.

    ABSTRACT

    In this article, I review the way in which Michel Foucault reads the emblematic figuresPlato, Machiavelli, and Hobbes in biopolitical courses. My hypothesis is that thesenames of political philosophy function as negative indices of biopower, as somethingthat must be set in the margins of the Foucauldian text to be able to conceptualizebiopower. The aim of this article is to contribute to the understanding of that marginwhere the problems of political legitimacy and representation are discussed and canbe termed the juridical-discursive dimension of politics.KEY WORDS: Foucault, political philosophy, Plato, Machiavelli, Hobbes, biopolitics,power, representation, sovereignty.

    1 Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas, Universidad Nacionalde Cuyo. Correo electrnico: [email protected]

    Sociolgica, ao 29, nmero 82, mayo-agosto de 2014, pp. 225-252Fecha de recepcin: 12/12/13. Fecha de aceptacin: 15/07/14

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    IntroduccIn

    Qu lugar ocupan las figuras de Platn, Maquiavelo y Hobbesen los cursos del Collge de France de los aos 1976 y 1978?;cmo lee Foucault, en estos textos, a los clsicos del pensa-miento poltico occidental? Estudiar con cierto detenimiento lalectura foucaultiana de los clsicos puede ser una provechosava para adentrarse en los problemas de la poltica en la moder-

    nidad, interrogando una vez ms la singularidad de un abordajeque se construye desplazando los temas y problemas de la legi-timidad poltica y, tambin, los problemas del orden de la represen-tacin en poltica.

    He aqu la hiptesis que gua el presente ejercicio de lectu-ra: sera posible tomar los paradigmticos nombres de Platn,Maquiavelo y Hobbes a la manera de ndices negativos de laproblemtica de la poltica en la modernidad tal como la conci-be Michel Foucault, pues parece que es por contraste con es-

    tas figuras clsicas como, en los textos de esos aos, se vis-lumbran los contornos de la cuestin biopoltica. En estesentido, podra retomarse lo que Foucault llam puntos de repul-

    sin (Foucault, 2006a: 111) o campo de adversidad (Foucault,2007: 135) y tratar de pensar los nombres de Platn, Maquiave-lo y Hobbes como esos puntos que, por contraposicin y atravs de su rechazo, permiten la construccin del discursofoucaultiano sobre el biopoder. Como es de esperar, daremoscon el mentado poder de soberana, esto es, con ese tipo depoder cuyo modo de accin especfico es definido por Foucault

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    como jurdico-discursivo, o tambin como jurdico-poltico yremitido al funcionamiento de la ley y el derecho (Foucault2006b: 35 y 43; 2008 a: 80-81 y 83-84).2Nuestra intencin esaportar algunos elementos para interrogar al deslinde foucaul-tiano de esta dimensin de lo jurdico-discursivo, donde seplantean los espinosos problemas tanto de la legitimidad delorden poltico (de la ley y el derecho) como de lo que RobertoNigro ha llamado, siguiendo a Louis Marin, rgimen de repre-sentacin, mbito que involucra no slo el tema de la represen-

    tacin poltica sino tambin el de los poderes especficos dela representacin para la poltica (Nigro, 2013: 1). Sin llegar aplantear que la base del poder en Occidente contina pasandohoy por los rituales de la soberana,3creemos que es necesariopreguntarle al texto foucaultiano por este corte crtico que tantose empea en trazar si es que estamos interesados en explorarlas potencialidades de problematizacin del pensamientofoucaultiano ms all de los caminos habituales de la crtica.No seguiremos el orden especfico en que Foucault trata a lostres autores mencionados en los cursos del Collge de France.Partiremos de Platn, el personaje ms remoto, continuaremoscon Maquiavelo y terminaremos con el ms moderno, que esHobbes.4

    2 Uno de los primeros estudios sistemticos que puede consultarse sobre la relacinentre la obra de Michel Foucault y el derecho es el de Mrcio Alves da Fonseca,Michel Foucault e o direito (Fonseca, 2002). Otra contribucin importante es el libro

    de Ben Golder y Peter Fitzpatrick, Foucaults Law (Golder y Fitzpatrick, 2009), don-de se rechaza la idea de una expulsin de la ley. Ms recientemente, MiguelVatter ha planteado la interesante y problemtica tesis de que en Foucault se ha-llara una defensa de la concepcin republicana de la ley (Vatter, 2010). Nos pre-guntamos si Vatter, preocupado por buscar alternativas al neoliberalismo en uncruce entre republicanismo y postestructuralismo (Vatter, 2012), no generaliza de-masiado el trmino neoliberalismo, que en el texto de Foucault parece ms propioslo de una fase, un haz, del problema del liberalismo en la modernidad.

    3 Es lo que afirma Roberto Nigro, apoyado en las tesis del libro El reino y la gloria, deGiorgio Agamben (Nigro, 2013: 2).

    4 No se abordar aqu a ese otro clsico del pensamiento poltico que aparece confrecuencia en los cursos y que es Jean-Jacques Rousseau. La razn de esta ex-clusin es que Rousseau no es objeto de una lectura detenida por parte de

    Foucault. Puede decirse, de todas maneras, que su figura ocupa un lugar anlogoal de los otros autores. En los textos que comentamos, Foucault lo liga a la Revo-

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    elpoltIcooelpastor?

    La figura de Platn aparece tratada extensamente en el cursoSeguridad, territorio, poblacin (Foucault, 2006a), en el contextoespecfico de una genealoga de la nocin de gobierno y delproblema general del gobierno de los hombres (Foucault,2006b: 411).5Presente a lo largo de todo el trabajo de Foucault delos aos ochenta, el motivo del gobierno de los hombres puedeverse en Seguridad, territorio, poblacincomo la profundizacingenealgica del problema del biopoder. En el curso Defender lasociedad Foucault define al biopoder como un tipo de poderque tom a su cargo la vida en general con el polo del cuerpoy el polo de la poblacin (Foucault, 2006b: 229).6Entendemos,por lo tanto, que la cuestin biopoltica es el horizonte generalde las investigaciones de Foucault sobre el gobierno, en la me-dida en que esta nocin designa la pre-ocupacin meditada por

    lucin Francesa y a la reactivacin del derecho romano para construir las demo-cracias parlamentarias: rousseaunianismo de la burguesa (Foucault, 2006b:193). En el curso de 1978, Rousseau aparece junto a Hobbes como representantede la concepcin negativa del poder (poder es lo que le dice no al deseo del indi-viduo (Foucault, 2006a: 97) y tambin es objeto de un breve comentario en rela-cin con su opsculo sobre la economa poltica. Foucault lee en l la aparicin delproblema de la economa en el seno mismo de la teora de la soberana (Foucault,2006a: 120). El mismo comentario se encuentra en el curso de 1979 (Foucault, 2007:

    15), en donde Rousseau fue asociado tambin a lo que Foucault llam axiomticade los derechos (Foucault, 2007: 40).

    5 Para una aproximacin a la lectura foucaultiana de El poltico en un horizonte filo-sfico ms amplio se puede consultar el libro de Paola Fimiani, Ertica y retrica.Foucault y la lucha por el reconocimiento (Fimiani, 2008: 10-26).

    6 Sin intencin de entrar de lleno en las discusiones terminolgicas sobre la diferen-cia de las nociones de biopoder y biopoltica, sealaremos que, simplemente,Foucault habla de biopoder en dos sentidos: uno, restringido, para referirse a laforma de poder de seguridad que tiene como objeto o blanco a la poblacin y, portanto, se ejerce sobre procesos generales de conjunto, relativos en su gran mayo-ra a la dimensin biolgica de la especie humana (Foucault, 2006a: 15); otro,amplio, que designa tanto al poder de seguridad como al poder disciplinario(Foucault, 2006b: 229; 2008a). En este artculo nos serviremos de este segundosentido, alternando entre los trminos biopoder y biopoltica segn un criterioestilstico y retrico. Para una introduccin a las discusiones sobre la biopoltica

    puede consultarse a Edgardo Castro, Lecturas foucaultianas. Una historia concep-tual de la biopoltica (Castro, 2011).

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    la minucia y la materialidad de la vida cotidiana de los hom-bres (Foucault, 2006a: 179).7

    En lo relativo a Platn, Foucault (2006a: 148) parte de unaexploracin semntica muy emprica y nada cientfica del tr-mino gobierno, de la cual extrae dos acepciones: por un lado,un sentido material que remite a las ideas de desplazamiento ysubsistencia (gobernar es dirigir algo hacia algn lugar o, tam-bin, alimentar, sustentar, dar vituallas), y por otro, un sentidomoral que abarca un amplio campo semntico a la vez que

    espiritual, mdico, poltico y comercial (se gobierna a las al-mas, los cuerpos enfermos, los sbditos del reino, la circula-cin de las riquezas y el comercio sexual: Foucault, 2006a:147). A partir de estas breves indicaciones, Foucault planteados hiptesis histricas.Por un lado, el significado de la pala-bra gobierno no tiene sentido poltico (sentido estatal) en Oc-cidente antes de los siglos xviy xvii, es decir, que no se puedehablar propiamente de gobierno poltico antes de esa fecha.8

    7 Por otra parte, nos parece necesario no perder de vista que la conocida nocin degubernamentalidad fue forjada en estos aos para captar cmo el poder polticose ve interpelado, en un determinado momento de la historia de Occidente, a ha-cerse cargo de la vida de los sbditos-ciudadanos. Se trata del nacimiento delEstado moderno. Es por ello que, de la multiplicidad de formas de gobierno queeclosionan entre los siglos xviy xviii, Foucault retiene la especficamente poltica (elgobierno en su forma poltica: Foucault, 2006a: 111). Tal como se afirma en la pri-

    mera clase de Nacimiento de la biopoltica, el gobierno de los hombres, en la me-

    dida y slo en la medida en que se presenta como el ejercicio de una sobera-na poltica (Foucault, 2007: 17).

    8 La revisin histrico-conceptual del trmino gobierno que hace Foucault se limitaa un periodo que va del siglo xiiial xv. Algunos pasajes del primer captulo del libroGobierno, de Paolo Colombo (2003), parecen confirmar la presuncin de Foucault.El trmino gobierno, que proviene del griego kubernao(quizs est vinculado a laraz snscrita kabarna, timn), forma parte del lxico marino, pues indica el ins-trumento con el que se orienta la embarcacin y se le impone la ruta, es decir, eltimn; por extensin, significa el acto de manejarlo y guiar la nave: [...] tenemosentonces gobierno como lo que orienta a algo hacia su fin (hacia el centro de unblanco ideal) (Colombo, 2003: 15). La idea de que gobernar es llevar a alguien o aalgo (acepcin que incluira ya la idea de gobierno espiritual, como en Plauto, sigloiiia. c.) transita a travs del latn medieval hacia el italiano vulgar as como a lasdems lenguas hermanas, y encuentra plena ciudadana en la sociedad campesi-

    na medieval (Colombo, 2003: 16-17). Alrededor del siglo xiv, en el rea romanceoccidental, los principales dialectos locales se apropian de la acepcin de gober-

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    Por otra parte, la segunda hiptesis pretende demostrar que lahistoria del gobierno de los hombres no tiene sus orgenes enla Grecia antigua, sino que debe buscarse en la tradicin he-breo-cristiana. El anlisis de Platn que encontramos en Segu-ridad, territorio, poblacinsirve para fundamentar la segundade estas hiptesis. Veamos cmo aparece por primera vez sufigura en este curso: No creo que la idea de que puede haberun gobierno de los hombres y de que estos son gobernablessea una idea griega [...]; volver a este problema en torno a

    Platn y El poltico(...); la idea de un gobierno de los hombresdebe buscarse en Oriente, un Oriente precristiano ante todo, yluego en el Oriente cristiano (Foucault, 2006a: 151).

    Segn Foucault, para el pensamiento griego el gobierno re-mite siempre a una estructura poltica la ciudad o, metafrica-mente, la nave, pero nunca a los hombres, a los individuos entanto que seres vivientes. Sin embargo, esta tesis se encuentracon el problema de que el tema del gobierno de los hombresest presente en una importante cantidad de vestigios del pen-samiento griego antiguo. Para sortear la dificultad, la indaga-cin se restringe a un dominio especfico que excluye tanto lasmetforas pastorales de los textos homricos, como las refe-rencias pitagricas. Este campo no concierne ya al pensamientoen general, sino a su dimensin especficamente poltica; la in-

    dagacin recae sobre el vocabulario poltico clsico (Foucault,2006a: 164), y ms precisamente sobre las reflexiones acercadel buen modelo poltico.9As es como se llega a Platn, en

    tanto que es reconocido como el mximo exponente del voca-nar como guiar, dirigir, cuidar. En Italia septentrional el verbo se orienta hacia elsentido de cuidar el campo y, ms prosaicamente, de abonar la tierra. Paralela-mente, en Francia e Italia quiere decir ocuparse de los animales. En el contextode este periodo aparece la variante francesa gubernatiff, concerniente a la admi-nistracin de la casa: desarrollo significativo que se entrelazar con una anlogadefinicin original de economa . Colombo (2003: 17) afirma que el sentido pro-piamente poltico slo se adquiere en el siglo xvii.

    9 Podemos notar aqu que se persigue cierto nivel de tecnicidad del pensamiento.La atencin sobre este tipo de literatura tcnica es coherente con la prescripcinmetodolgica que Foucault plantea en la primera clase del curso Nacimiento de labiopoltca: estudiar no lo que ha pasado aqu o all, sino las reflexiones sobre la me-

    jorforma de gobernar.

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    bulario poltico clsico. No obstante, los problemas de la inter-pretacin foucaultiana no terminan aqu, puesto que la ideadel gobierno, a travs de las figuras del pastor y del rebao o delmagistrado-pastor, aparece en toda una serie de textos platni-cos (Foucault, 2006a: 166-168). Contra esta evidencia, Foucault(2006a: 166 y 175) argumenta que la metfora pastoral es untema pitagrico en Platn que resulta explcita y definitivamen-te refutado en el texto El poltico,al cual se limita esencialmenteel comentario foucaultiano sobre Platn en Seguridad, territo-rio, poblacin.

    La lectura de Foucault puede descomponerse en dos mo-mentos fundamentales. En primer lugar, se afirma que el dilema

    de Platn en El poltico es saber si la poltica puede corresponderefectivamente a esa forma de relacin pastor-rebao (Foucault,2006a: 166): puede la figura del pastor revelar la esencia de lafuncin poltica? Foucault intentar demostrar cmo este texto

    rechaza la equivalencia entre polticoy pastor. Cul es la fun-cin del pastor? Coincidente con las definiciones reseadasarriba, en El poltico la tarea del pastor pasa por asegurar laalimentacin de las ovejas, cuidar a las ms jvenes y curar alas enfermas. El problema es que si se aplica este modelo a lapoltica se advierte que, junto con la profesin del poltico, apa-recen otras que tienen con igual derecho el ttulo de pastor: el

    agricultor, el panadero, el pedagogo y el mdico cumplen efec-tivamente funciones pastorales, lo cual desdibuja la especifici-dad del poltico. El segundo paso de la lectura foucaultiana con-

    cierne al fragmento sobre el mito de la retirada de los dioses delmundo de los hombres. Si en un primer momento los hombresviven en un rgimen pastoral (la divinidad era su pastor), en untiempo en el que no hay necesidad de constitucin poltica algu-

    na, en un segundo momento este tiempo venturoso termina, losdioses se retiran, y es entonces cuando comienza la poltica:Los dioses se han retirado y los hombres estn obligados a

    dirigirse unos a otros (Foucault, 2006a: 173).Ahora bien, en qu consistir este tipo de direccin de

    unos a otros? Segn la lectura de Foucault (2006a: 173): Esoshombres que ahora tienen a su cargo a otros hombres no estn

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    por encima del rebao [], no se los puede considerar comopastores. En remplazo del modelo del pastor El poltico propo-ne el del tejedor,como un esquema para comprender las ope-raciones mismas que se desarrollan en la ciudad en lo concer-niente al mando de los hombres (Foucault, 2006a: 174). Cul

    ser la actividad propiamente poltica, la esencia de la accinpoltica? La de unir o reunir existencias en una comunidad ba-sada en la concordia y la amistad (2006a: 175). El magistrado

    debe tejer un lazo entre los hombres, operando sobre sus virtudes

    y sus orientaciones, sirvindose adems de artes auxiliarescomo la guerra, la jurisprudencia y la retrica. Lo fundamentales que la accin poltica, accin que tiene por funcin propia

    tejer el lazo poltico, no se dirige a la vida de los hombres, o almenos a la vida que dirigen el pedagogo, el mdico o el pro-fesor de gimnasia, sino a la estructura poltica de la ciudad.Foucault lo seala, no a propsito del texto platnico, pero s

    respecto de la concepcin griega de la actividad poltica que,pese a ser considerada bajo la metfora naval del gobierno dela nave, recae sobre la ciudad y no sobre la vida de los hom-

    bres, y si incide sobre sta lo hace de manera indirecta. Aun-que el pastorado est presente en el mundo griego, tiene sulugar bajo la forma de actividades menores, nopropiamente po-lticas, como las del mdico, el pedagogo, el gimnasta, el agri-cultor, etctera (podramos incluir aqu todas las actividades dedireccin de conciencia que tienen tambin, bajo formas singu-lares, su existencia en el mundo griego (Foucault, 2006a: 211-

    217). Foucault concluye:Creo que tenemos aqu, con todos lossignos negativos que nos ha dado la ausencia del tema del pas-tor en el vocabulario poltico clsico de Grecia, y la crtica expl-cita planteada por Platn, el signo bastante manifiesto de que el

    pensamiento griego, la reflexin griega sobre la poltica, excluyela valoracin de dicho tema (Foucault, 2006a: 176).

    Vemos con esto que la figura de Platn ocupa un lugar es-tratgico dentro de la investigacin genealgica de la biopolti-ca. El nombre de Platn indica, en estos textos foucaultianos,

    una discontinuidad constitutiva en el pensamiento poltico occi-dental: la diferencia entre poltica y gobierno.Se trata, menos

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    que de una escisin originaria, de un ndice de la manera occi-dental de pensar lo poltico pero, a la vez, indirecta y paradji-camente, de un modo de sealar la originalidad del devenirmoderno de la poltica occidental como biopoltica, Foucaultparafrasea un pasaje de El poltico que puede considerarseclave:Cabe imaginar que el poltico se rebaje, tenga tiemposimplemente como el pastor, o como el mdico, el gimnasta oel agricultor, para ir a sentarse con cada uno de sus ciudada-nos a fin de aconsejarlo, alimentarlo? (Foucault, 2006a: 175).

    Es este rebajamiento o bajada a la materialidad de la exis-tencia cotidiana de los ciudadanos lo que marcar el adveni-miento de algo como el biopoder es, justamente, y segn ladefinicin ya cannica, una poltica cuya funcin ms alta esinvadir la vida enteramente (Foucault, 2008 a: 132). Contraria-mente a la conocida tesis de Peter Sloterdijk, El polticono espara Foucault la carta magna de una politologa pastoral euro-pea (Sloterdijk 2006: 74).10Al sealar la escisin entre polticay gobierno en el vocabulario poltico clsico, lo que se muestraes la singularidad de una configuracin histrica en la que el cor-

    te entre poltica y gobierno parece borrarse; en la que se plan-tea el desafo de pensar estas dimensiones o realidades comoradicalmente juntas. Foucault afirma: El hombre occidentalaprendi durante milenios algo que ningn griego, a no dudar,

    jams habra estado dispuesto a admitir: aprendi a conside-rarse una oveja entre las ovejas []; la poltica consideradacomo un asunto de rebaos [] (Foucault, 2006a: 159).

    Lo interesante del comentario foucaultiano es que piensaesta transformacin en el marco de todo un conjunto de condi-

    ciones histricas, polticas y tcnicas que se refieren, particular-mente, al nacimiento de los grandes Estados modernos. En apo-yo a este sentido, podemos concluir el apartado sobre Platnintroduciendo un pasaje de la conferencia Omnes et Singulatim,

    10 Para una ponderacin de estas dos interpretaciones se puede consultar el artculode Francesco Paolo Adorno, La libert dtre un brbis (Adorno, 2011.) Por su par-

    te, Roberto Esposito sigue una lnea interpretativa similar a la de Sloterdijk cuando

    reconoce en Platn un movimiento del pensamiento orientado en sentido biopol-tico (Esposito, 2006: 85).

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    dictada en la universidad de Stanford, en octubre de 1979. Foucaultpresenta aqu el mismo esquema de lectura de Platn que esta-

    mos comentando, pero acompaado de una incisiva reflexin que

    no figura en Seguridad, territorio, poblacin:

    Tal vez todo esto parezca demasiado lejano. Si insisto sobre estos textosantiguos es porque nos muestran que este problema [] se plante muytempranamente. Cubre la historia occidental en su totalidad y an tienela ms alta importancia para la sociedad contempornea. [Los textos] serefieren a las relaciones entre el poder poltico que opera en el seno del

    Estado en tanto marco jurdico de unidad y un poder que podemos llamarpastoral, cuyo rol esvelarpermanentemente por la vida de todos y cadauno []. El famoso problema del Estado-benefactor no pone solamente

    en evidencia las necesidades o las nuevas tcnicas de gobierno delmundo actual: debe ser reconocido como lo que es: una de las extrema-

    damente numerosas reapariciones del delicado ajuste entre poder pol-

    ticoejercido sobre sujetos civiles y poder pastoral que se ejerce sobreindividuos vivientes (Foucault, 1996a: 34).

    elprncIpeyelgoBIerno

    Precisamente alrededor del cruce entre poder poltico y poderpastoral aparece, en Seguridad, territorio, poblacin, la figura deMaquiavelo, segunda marca en nuestra delimitacin negativade la biopoltica foucaultiana. Maquiavelose sita al interior delanlisis de las modernas artes polticas de gobierno, en el puntode encuentro histrico,

    entre la problemtica pastoral y, si puede

    llamarse as, el lxico poltico occidental. Al igual que Platn,Maquiaveloesla contraposicin, la distancia necesariapara ladescripcin del poder de gobierno.11

    La lectura foucaultiana de Maquiavelo es distinta de la dePlatn. Foucault no realiza aqu un trabajo interpretativo sobre

    11Ya encontramos la figura de Maquiavelo en el primer tomo de la Historia de lasexualidady en Defender la sociedad, curso dictado en 1976 (Foucault, 2008a: 93;2006b: 31, 63 y 158-159). Sin embargo, en estos textos no se contrapone el pensa-miento maquiaveliano a la biopoltica o gobierno, sino a la perspectiva del discurso

    histrico poltico que implica o retoma, en cierta medida, la analtica foucaultianadel poder.

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    Maquiavelo, sino que lo aborda indirectamente, a travs de unaserie de textos que critican la teora poltica del florentino. Elobjetivo es mostrar la formacin de un campo polmico dentrodel cual Maquiavelo es una figura polivalente (abominada o ala-bada segn diferentes contextos e intereses).12Al interior deeste campo, entre los siglos xviy xviiemergen los discursossobre las artes de gobierno, los cuales se presentan como anti-maquiavelianos. Para entender este tipo de lectura resulta suma-

    mente instructivo apreciar la comparacin que hace Foucault

    entre Maquiavelo y Marx, como dos figuras en las que importatanto lo que dicen como lo que se dice a travs de ellas, y quepor ello manifiestan un fenmeno de discurso, un fenmeno enel que los lectores de Foucault reconocern el principio del co-mentario (Foucault, 1987: 23): No es Maquiavelo quien defineel arte de gobernar, pero por intermedio de lo que l dice seintentar saber qu es ese arte. Despus de todo, ese fenme-no de discurso en el cual se va a buscar lo que ocurre, cuandoen realidad slo se procura decir algo a travs de l, no es unfenmeno nico. Desde este punto de vista, nuestro Maquiave-lo es Marx: aunque la cosa no pase por l, se dice a travs del (Foucault, 2006a: 285).13

    Los pasajes dedicados a Maquiavelo se encuentran en la cla-se del 1 de febrero, en la primera descripcin que da Foucaultsobre las artes de gobernar, y en la del 15 de marzo alrededorde la caracterizacin del dispositivo de la razn de Estado,

    12Quizs esto explique que Foucault, tanto en Defender la sociedad como en Lavoluntad de sabero en Seguridad, territorio, poblacin, no se preocupe ms quepor el texto de El Prncipe, dado que no importa desde esta perspectiva leer o in-terpretar a Maquiavelo para construir un modelo de interpretacin (esta es la formacomo sin dudas s le interesa a Foucault leer a Nietzsche), sino seguir la historia desu figura y de sus textos ms emblemticos. En este sentido Foucault comenta queEl Prncipeha sido, desde el siglo xvial siglo xix, un texto apreciado en contextosde unificacin territorial y consolidacin de las soberanas nacionales y repudiadoen situaciones de expansin de los saberes administrativos y econmicos(Foucault, 2006a: 113).

    13Con todo, pese a esta lectura especfica, es posible apreciar que, para Foucault,

    Maquiavelo representa ms que el inicio de la poltica moderna el final de una era,la del poder de la soberana. (Foucault, 2006a: 86).

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    elaborada a partir del comentario de un texto de Francis Bacon(On Seditions and Troubles).14En ambos casos, la preguntacentral es: en qu consiste gobernar polticamente? Maquia-velopropone un arte de gobierno poltico radicalmente distintodel propio y moderno arte de gobierno. Foucault es muy clarosi apreciamos la estructura de la contraposicin. De qu artepoltico se trata en Maquiavelo? La respuesta es: sobre todo,de la relacin del prncipe con su Principado. Veamos cmocomenta Foucault las caractersticas de esta relacin:

    [] el prncipe mantiene una relacin de singularidad y exterioridad, detrascendencia, con su Principado [], sea por herencia, sea por adqui-sicin, sea por conquista; de todos modos no forma parte de l []; esun lazo puramente sinttico: no hay pertenencia fundamental, esencial,natural y jurdica entre el prncipe y su Principado. Exterioridad, trascen-dencia del prncipe, tal es el principio. Y su corolario: al ser de exteriori-dad, la relacin es frgil y no va a dejar de estar amenazada [], pues nohay razn a priori, en s, para que los sbditos acepten el Principado [].El objetivo del poder va a ser, sin duda, mantener y fortalecer el Princi-pado [], este ltimo entendido no como el conjunto constituido por lossbditos y el territorio, sino como el Principado objetivo, si lo prefieren.Se tratar de protegerlo en tanto que se trata de la relacin con el prnci-pe []. De hecho, lo que debe protegerse es el Principado como relacindel prncipe con sus sbditos y con el territorio y no directa, inmediata yfundamentalmente el territorio y sus habitantes []; el arte de gobernardebe tener como objeto ese lazo frgil del prncipe con su Principado[] (Foucault, 2006a: 115-116).

    Los tericos del arte de gobernar sealarn que gobernares otra cosa muy distinta del arte del Prncipe. En primer lugar se

    destaca una contraposicin respecto de la singularidaddel artede la poltica: gobernarno remite a un campo de actividadesespecficas, a una prctica radicalmente diferente a otras, sinoque se refiere a mltiples prcticas: las del padre de familia o las

    del superior de un convento; las del pedagogo o las del maestrocon el nio, con el discpulo. Pluralidad de formas de gobierno.

    14 La razn de Estado es un modo especfico e histrico del arte del gobierno pol-

    tico, la forma de gubernamentalidad nacida de la diseminacin de los problemasde gobierno en el siglo xvi.

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    Pese a esta diversidad, lo que le interesa destacar a Foucaultes la lnea de continuidad que se busca entre estas diferentesdimensiones (familia, pedagoga, reino o poltica), o para serms precisos, entre la actividad del poltico y las actividades degobierno.15As, el propsito de toda la literatura de las artesde gobierno se resume en el intento de superposicin del m-bito del oikoscon el de la polis, acontecimiento del que surgir

    justamente una oiko-nomia-poltica:

    El arte de gobierno [] debe responder esencialmente a esta pregunta:cmo introducir la economa?, es decir, la manera de manejar como es de-

    bido a los individuos, los bienes, las riquezas, tal como puede hacerse dentro

    de una familia, tal como puede hacerlo un buen padre de familia [], cmo

    introducir esa atencin, esa meticulosidad, ese tipo de relacin del padre de

    familia con los suyos dentro de la gestin del Estado? [] una forma de vigi-

    lancia, de control, no menos atenta que la del padre de familia sobre la gente

    de la casa y sus bienes (Foucault, 2006a: 119-120).16

    Se busca, as, una pertenencia, un contacto natural, esen-

    cial, directo, inmediato con el objeto-sujeto del gobierno po-ltico. A lo que se apunta es al Principado objetivo, y es en estesentido preciso que va el segundo sealamiento de Foucaultsobre la literatura de gobierno. Si el objeto del arte poltico deMaquiavelo es ese Principado entendido como lazo, como larelacin, el vnculo entre el prncipe (gobernante) y los sbditos(gobernados), este lazo se piensa como una relacin esencial-mente jurdica entre gobernantes (soberano) y gobernados (su-

    jetos de derecho), teniendo como nocin central la de territo-

    rio. Las artes de gobierno, en cambio, conciben el arte comouna recta disposicin de cosas que deben conducirse hacia

    15 Ntese que se juega con casi los mismos elementos de la lectura de ElpolticodePlatn: es el poltico junto a (separado o tratando de involucrarse) las tareas del pa-dre de familia, el pedagogo, el pastor, en suma.

    16 De otros modos, tambin en la clase del 8 de marzo lo expresa: [] en el dominiopblico, que ms adelante se calificar de poltico []. Cmo, en qu medida elejercicio del poder soberano puede y debe lastrarse con cierta cantidad de tareas[], que son justamente de conduccin? (Foucault, 2006a: 268), o bien, [nueva

    problematizacin de la] res pblica, cosa pblica []; tenemos todo un fenmeno,todo un proceso de gubernamentalizacin de la res pblica (2006a: 276).

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    un fin oportuno. La mencin de disposicin, cosas y fin opor-tuno no es menor y Foucault se detiene con cuidado en su con-sideracin.

    Que el gobierno se ocupe de cosas no quiere decir que setrate de la oposicin hombre-cosa, sino de un complejo espe-cfico de hombres y cosas, como lo son: las riquezas, los re-cursos, los artculos de subsistencia, el territorio y sus cualida-des, las costumbres, los hbitos, los accidentes, las epidemias,entre otras. (Foucault, 2006a: 122). En la mezcla o superposi-cin de hombres y cosas, en el complejo de hombres y cosas setrata de los hombres en relacin con las cosas (entorno, varia-bles climticas, demogrficas, alimentarias), as como tambinde realidades como las costumbres, los hbitos, las maneras de

    pensar que deben tratarse como cosas. Qu es tratar concosas aqu? Tratar con cosas significa que se acta, cuandose gobierna, en un nivel de realidad, en un campo, una dimen-sin, que se pretende objetiva y material. En esta dimensinno basta con imponer leyes, ni con conocer los distintos princi-pios de los derechos divino, positivo o natural, pblico o con-suetudinario, sino que hay que actuar disponiendo ms queimponiendo, y esta disposicin debe basarse en el conocimien-to objetivo de lo que se quiere gobernar, pues el objeto-sujetoal que se apunta tiene sus propias y particulares finalidades. Lagenealoga de Foucault muestra cmo ya desde el siglo xviseprefigura la nocin de naturalidad, nocin que veremos apare-cer intermitentemente en Seguridad, territorio, poblaciny en

    Nacimiento de la biopoltica, alrededor del nacimiento del libe-ralismo. Foucault habla de todo un dominio de procesos quehasta cierto punto pueden calificarse de naturales (Foucault,2006a: 399):17naturalidad de los mecanismos de precios; natu-ralidad de la reaccin de la poblacin frente a la fluctuacin delos salarios, etctera. Si vamos ms lejos, de un modo muchoms sugerente la naturalidad califica: () las relaciones de loshombres entre s, de lo que sucede de manera espontnea

    17

    La referencia concreta es arte de gobierno liberal, y los fenmenos de poblacin,objeto-efecto de la oikos-logizacin de la polis.

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    cuando cohabitan, cuando estn juntos, cuando hacen inter-cambios, cuando trabajan, cuando producen []; naturalidadde algo que no tena existencia hasta entonces, y que comien-za a ser pensado y analizado como tal: la naturalidad de lasociedad []; la sociedad como una naturalidad especfica dela existencia en comn de los hombres [] (Foucault, 2006a:400-403).

    Frente a esta naturalidad de la existencia en comn tene-mos al Principado como relacin de la poltica maquiaveliana

    del prncipe, instituyente l tambin de un lazo, de un modo deexistencia en comn. Sobre todo hallamos la idea de una tras-cendencia y unaexterioridad constitutiva del Principado, que leimpide plegarse sobre s mismo, en un contacto inmediato,fundamental, esencial, sinptico-fsico entre elprncipe ylos sbditos-sujetos, lo cual vuelve al lazo, a la relacin sobera-no-sbdito, esencialmente frgil y amenazada inherentementepor carecer de fundamentos materiales reales por falta deconocimiento efectivo de las variables reales del Reino. Hayque destacar esta diferencia: mientras que en el esquema deMaquiavelo el lazo es frgil y siempre est por quebrarse, en eldel gobierno poltico no hay ruptura posible. El gobierno es in-definido y las rupturas (las revueltas) deben considerarse comovariables permanentes que hay que conocer y gestionar. Eneste sentido, las acciones polticas maquiavelianas, necesariaspara el sostenimiento del orden poltico, son puestas en el textofoucaultiano en el plano, ya sea de los principiosque, aunque

    no sean teolgicos, sino estratgicos, no se refieren a ningunaactividad efectiva (a ningn campo de saber) o en el de loaparente, el de las apariencias. Mientras que las artes de go-bierno aseguran la cohesin social a travs de medidas dirigi-das que parten de un anlisis (una fsica) de causas materia-les y ocasionales (Foucault, 2006a: 313),18 el problema del

    18 Como la promocin del comercio interior, la multiplicacin de la circulacin del di-nero, el manejo de las tasas de inters, la gestin del tamao de las propiedades,la represin del lujo y el vagabundeo, la elevacin del nivel de vida del pueblo, la

    bsqueda de equilibrio entre el tamao de la poblacin y los recursos naturales,entre otras variables (Foucault, 2006a: 315).

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    prncipe consiste en determinar si debe ser justo o injusto; sidebe mostrarse como tal (justo o injusto); si debe presentarsecomo un soberano temible; si debe ocultar sus debilidades: Enel clculo maquiaveliano siempre estn en juego los eptetosdel prncipe (2006a: 318).

    No estamos ante nada que no se encuentre en otros tramosde la obra de Foucault. Creemos, en efecto, que la contraposi-cin que intentamos destacar no es otra que la que presenta en

    La voluntad de saberentre una simblicay una analtica, slo

    que, en vez de la sangrey el sexo, tendramos aqu dos polti-cas: una simblica poltica, distinta de una analtica poltica. Pa-rece posible reordenar as el texto de Seguridad, territorio, po-blacinen torno a ejes conocidos: Maquiavelocomo marca ypresencia de la dimensinjurdico-discursivade cuya distanciao contraposicin nacera el espacio biopoltico, normalizador,como mbito contra-jurdico: [] el privilegio que el gobierno

    comienza a ejercer respecto de las reglas al punto que un dapodr decirse: el rey reina, pero no gobierna; esa inversin delgobierno en relacin con el Reino y el hecho de que aqul sea

    mucho ms que la soberana, mucho ms que el Reino, muchoms que el Imperium (Foucault, 2006a: 102-103).

    El nuevo arte poltico que comienza su carrera en Occidentees parte insoslayable de la historia del Estado moderno comoracionalidad y dispositivo que lleva desde el origen esta derivacontra-jurdica. Son ilustrativos, en este sentido, algunos pa-sajes relativos al golpe de Estado. En una lnea de razonamien-

    to que claramente ha explotado Giorgio Agamben,19

    Foucaultseala que el golpe de Estado se define, en el mbito de lasartes de gobierno, como una suspensin de las leyes y de lalegalidad, como un exceso respecto del derecho comn (Ex-cessus iuris communis), que es inherente al modo de accionardel Estado (Foucault, 2006a: 302-304), lo cual se contrapone a

    19Sin duda, estos escritos de Foucault pueden agregarse a la breve historia delEstado de excepcin, que esboza el gran pensador italiano enHomo Sacer, vol. ii, 1,

    aportando as un tramo ms a su genealoga de la exceptio en la modernidad(Agamben, 2007: 39-58).

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    la idea de una confiscacin ilegtima del Estado. La razn deEstado aparece as como una estructura para nada homog-nea a un sistema de legalidad o legitimidad; la razn de Esta-do, segn uno de los tericos de las artes de gobierno (Chem-nitz), es lo que permite derogar todas las leyes pblicas,particulares, fundamentales, cualquiera que sea su especie, yesto con base en la nocin de necesidad, pues hay una nece-sidad del Estado que es superior a la ley, una necesidad queopera como ley fundamental, que excede todo el derecho na-

    tural, el derecho positivo a toda ley. Desde esta perspectiva, lapoltica no es algo que se inscriba dentro de una legalidad o enun sistema de leyes (Foucault 2006a: 304). Creemos que esteexceso respecto de los problemas de la legitimidad y la legali-dad, de lo que quiz pretenciosamente hemos llamado simb-lica poltica, se expone en la lectura foucaultiana de Maquiave-lo y, como esperamos mostrarlo a continuacin, tambin de lafilosofa poltica de Thomas Hobbes.

    laguerraImagInarIadelLeviatn

    La tercera y ltima figura que analizaremos es la de ThomasHobbes. Nos concentraremos en Defender la sociedad, curso de1976, donde Foucault realiza una lectura detenida de El Levia-tn. En Seguridad, territorio, poblacin y en Nacimiento de labiopolticael nombre de Hobbes aparece espordicamente y, al

    igual que Maquiavelo y Platn, lo hace como contrafigura de labiopoltica, asociado al discurso jurdico-poltico (Foucault,2006a: 97 y 129-130; 2007: 117, 339 y 351). En Defender la so-ciedad,Hobbes sigue del lado de lo jurdico-poltico, pero estavez no enfrentado a la biopoltica, sino a una forma muy distinta

    al menos desde una primera lectura de la misma, que es eldiscurso histrico-poltico. Este ltimo tiene un origen doble ydesigual: su nacimiento data de fines del siglo xviiy principiosdel xviii, alrededor de las luchas polticas inglesas, primero, y

    luego en el contexto de la reaccin nobiliaria francesa. Foucault

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    presenta este discurso en la forma de una paradoja histrica: enel momento en que se constituyen los grandes Estados monr-quicos del antiguo rgimen y se logra unificar y pacificar gran-des extensiones territoriales surge un discurso que concibe alorden establecido como una forma de guerra, como un discursode la guerra como relacin social permanente, como fondoimborrable de todas las relaciones; es un discurso que piensaa la sociedad misma como una forma de guerra. Se trata de lafamosa inversin de la proposicin de Clausewitz: La poltica

    es la continuacin de la guerra por otros medios.20Defender lasociedad se organiza, as, alrededor de la oposicin de dos dis-cursos sobre la sociedad o, si se quiere, dos principios de inte-ligibilidad para pensar lo social: el discurso jurdico-polticoy eldiscurso histrico-poltico.Una organizacin parecida a la quevimos en los otros cursos comentados.

    La lectura foucaultiana de Hobbes tiene dos momentos. Enun primer movimiento, Foucault realiza una interpretacin de laobra, tal como lo hace con El poltico, analizando los conceptosque cree fundamentales y la lgica de la argumentacin. En elsegundo momento, Foucault efecta el mismo tipo de anlisisque acometi respecto de Maquiavelo, es decir, un anlisis quese pregunta por los objetivos y las estrategias a las cuales obe-decen los textos y por cmo se insertan en una coyuntura de-terminada. La preocupacin que estructura todo el comentario,en sus dos momentos, es la guerra: cul es la guerra que paraHobbes est en el origen de la poltica?; cul es el efecto de la

    guerra sobre la constitucin del Estado?; y tambin: qu sig-nificacin tiene la concepcin de Hobbes sobre la guerra en lacoyuntura precisa en la que escribe? Para los fines de este ar-tculo nos detendremos slo en el primer momento de la lectura

    20 La lectura sobre Hobbes desplegada en Defender la sociedadcontina y profundi-za las tesis planteadas ya en el curso La sociedad punitiva, dictado en 1973 y pu-blicado recientemente, donde Foucault contrapone la guerra de todos contra to-dos a la guerra civil (Foucault, 2013: 14 y 26-34). Sobre la interpretacin

    foucaultiana de Hobbes, en relacin con el discurso moderno de la filosofa polti-ca, consltense las interesantes pginas de Roberto Esposito (2006: 44 y 97).

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    foucaultiana, perfectamente sintetizado en el resumen del cur-so.21Foucault escribe:

    Lo que ste llama guerra de todos contra todos no es en modo algunouna guerra real e histrica sino un juego de representaciones por el cualcada uno mide el peligro que cada uno de los dems representa para l,estima la voluntad de combatir que tienen los otros y estima el riesgo quel mismo correra si recurriera a la fuerza. La soberana [] no se esta-blece por obra de una dominacin belicosa sino, por el contrario, por unclculo que permite evitar la guerra. Para Hobbes, lo que funda el Estado

    es la no-guerra (Foucault, 2006b: 243).

    Para Foucault no basta con afirmar que el Estado nace parasuspender la guerra y que, por lo tanto, Hobbes no es el tericode la guerra social; es preciso tambin entender que la guerra se

    encuentra suprimida por entero en el dispositivo terico hobbe-siano. Para llegar a esta conclusin Foucault revisa las nocioneshobbesianas de estado de guerra, soberana de institucin,

    soberana de adquisicin y una tercera forma de soberana que

    es la que une a un nio a sus padres o, ms exactamente, a sumadre (Foucault, 2006b: 92). Si bien es cierto que Hobbes ha-bla de una guerra permanente 22que antecede a la conformacin

    del Estado (en el estado de naturaleza), y prosigue luego ame-nazando el orden estatal en sus intersticios, lmites y fronteras(Foucault, 2006b: 87), sta no es una guerra real e histrica

    sino un clculo que conduce, en realidad, a evitar la guerra. Nohay guerra ni en el estado natural de guerra de todos contratodos, ni en la fundacin de la soberana del Estado.

    Esto ltimo resulta particularmente claro en la nocin desoberana de institucin, fundada en la voluntad libre de losindividuos contratantes de ser representados por un tercero,

    21Anotemos, en relacin con la segunda fase del anlisis, que el contrincante estra-tgico que Hobbes quiere eliminar es el discurso histrico-poltico que, en el con-texto de la revolucin inglesa del siglo xvii, circula tanto entre las posiciones abso-lutistas como entre las parlamentarias (Foucault, 2006a: 98).

    22Sobre la idea de guerra permanente en relacin con la lectura foucaultiana deHobbes y con los desarrollos de la filosofa poltica contempornea puede consul-

    tarse el artculo de Mathieu Potte-Bonneville Lignes de front. Foucault et la guerreperptuelle (Potte-Bonneville, 2013).

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    aunque no es para nada evidente en la nocin de soberanapor adquisicin, que tiene su origen en la conquista y la domi-nacin de unos sobre otros. Segn comenta Foucault, en lasoberana por adquisicin hallamos una verdadera batalla,una verdadera guerra. Sin embargo, el anlisis revela y nopuede ser de otra manera debido a que para Hobbes lo queest en juego es una institucin legtima que la soberana poradquisicin se funda, no en el hecho adquisitivo (en la con-quista y la dominacin), sino en una forma de voluntad radical

    que es la voluntad de vivir de los sometidos:

    [] es evidente que en [la soberana por adquisicin] nos encontramosen una relacin de dominacin, fundada en su totalidad en la guerra y laprolongacin de sus efectos en la paz. Dominacin dirn ustedes y nosoberana. Pues no, dice Hobbes. Sin duda seguimos estando en la so-berana. Por qu? Porque desde el momento en que los vencidos pre-firieron la vida y la obediencia con eso mismo reconstituyeron la sobera-na, hicieron de sus vencedores sus representantes [] (Foucault,2006b: 92).

    Extraamente, sigue comentando Foucault, esta voluntadde vivir de los vencidos no tiene para Hobbes diferencia denaturaleza con la voluntad del nio que por la necesidad de so-brevivir obedece, incluso antes de que pueda expresar su volun-tad, a su madre, porque de ella y slo de ella depende suvida.23Sucede que al apelar a esta primigenia forma de sobe-rana, Hobbes muestra que lo decisivo para su constitucin noes la calidad de la voluntad sino, simplemente, que se prefiera

    vivir antes que morir. El resultado es una identidad de mecanis-mo entre los tres tipos de soberana, que funcionan todas se-gn la serie de la voluntad, el miedo y la soberana (Foucault,2006b: 93): En el fondo todo sucede como si Hobbes, lejos de

    23Notemos de paso que esta voluntad radical es una marca biopoltica de la teorahobbesiana que Foucault reconoce en otro pasaje (Foucault, 2006b: 218-219). Loque aparece junto a la expulsin de la guerra histrica es la introduccin de algoas como un derecho de la vida en el campo jurdico, un derecho de hacer vivir.Podemos observar la sutileza de la lectura de Foucault, pues puede reconocer en

    la filosofa poltica de Hobbes tanto la expresin de una concepcin tradicional delpoder como la presencia de los nuevos temas del biopoder.

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    ser el terico de las relaciones entre la guerra y el poder polti-co, hubiera querido eliminar a la guerra como realidad histri-ca, como si hubiera querido eliminarla de la gnesis de la so-berana (Foucault, 2006b: 93).24

    Ahora bien, puesto que segn Foucault no existe la guerra enHobbes, de qu se trata concretamente en la guerra de todoscontra todos? Es interesante este punto del anlisis foucaultiano

    y no por lo que nos pueda decir acerca de Hobbes, sino por loque muestra respecto de las preocupaciones del mismo Foucault.

    Lo primero que constatamos es que en el estado de natura-leza no hay guerra pero s existen, no obstante, relaciones defuerza. El estado de guerra es un estado de incertidumbre gene-

    ral producido por las diferencias insuficientes entre fuerzas, unaanarqua de pequeas diferencias que causa que nadie puedaestar seguro respecto de los otros y que siempre exista la dispo-sicin de enfrentarse a otro: el dbil est tan cerca del fuerte que

    se percibe con la fuerza suficiente como para no ceder (Foucault,2006b: 88), y el fuerte jams es tan fuerte como para dejar deestar inquieto (2006b: 89). Foucault se pregunta, entonces, por

    la naturaleza, la cualidad, la materia de esta relacin (de quest hecha la relacin de fuerza?), y encuentra tres series deelementos que la caracterizan: representaciones calculadas,manifestaciones enfticas de la voluntad e intimidaciones entre-

    cruzadas. La materia de estas relaciones est constituida en-tonces por representaciones, manifestaciones, signos, expre-siones enfticas, astutas, mentirosas (2006b: 89). Foucault

    agrupa estos elementos bajo la idea de teatro: el estado deguerra es un teatro de representaciones donde las voluntadesse re-presentan disfrazadas, donde existen seuelos equvocos,donde se da un juego imaginario en el que se trata de hacer

    creer al otro y de imaginarse lo que el otro puede estar creyendo.Ahora bien, qu es realmente la guerra? A esta lucha de

    representaciones del estado de guerra natural Foucault oponerelaciones directas de fuerzas reales: armas, puos, fuerzas

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    Sobre el problema del miedo en Hobbes, consltese el interesante artculo de Ga-briel Hrlimann, Hobbes, Foucault et la peur de la rvolte (Hurlimann, 2013).

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    salvajes, sangre y cadveres. La instancia real remite aqu a uncampo de historicidad, de factualidad, que est ntimamentehabitado por la lucha de fuerzas, y es este aspecto real lo quela lectura de Foucault contrapone al discurso de Hobbes: ladiferencia no reside tanto en la contradiccin, en la lucha, comoen el carcter efectivo (positivo) que conlleva el discurso his-trico-poltico.

    Para comprender este carcter efectivo, positivo y realquiz sea posible intentar una relacin con las contraposiciones

    que aparecen a lo largo de los cursos de 1976 y 1978, entre losdistintos tipos de saber, en una especie de guerra de saberes.Cuando Foucault realiza la genealoga de la vertiente francesa

    del discurso histrico-poltico, describe su emergencia a travsdel enfrentamiento con lo que l llama los saberes de Estado.Se trata de dos saberes, uno es el jurdico y el otro es el saberde los intendentes o de despacho. Si en el primero se encuentra

    claramente toda la lnea jurdico-poltica, en el otro se alude a loque se dedicar todo el curso de 1978: el cameralismo, el mer-cantilismo, la razn de Estado, la fisiocracia, etctera. Qu nos

    muestra esta contraposicin, en especial desde el ngulo de lacontraposicin con la figura de Hobbes? Lo que se opona aHobbes, este carcter real e histrico, se conecta aqu con elsaber de los intendentes, el saber de despacho. De este modo

    podemos leer en Defender la sociedadla reflexin de Boulain-villiers, un anlisis que utiliza un cierto tipo de inteligibilidad: unsaber que es el mismo saber de Estado de los anlisis adminis-

    trativos:[] cuando Boulainvilliers analiza a travs de la historia toda una seriede relaciones precisas entre, por decirlo as, la organizacin militar y elsistema tributario, en el fondo no hace otra cosa que [] utilizar para susanlisis histricos una forma de relacin, un tipo de inteligibilidad, unmodelo de relaciones que eran exactamente los que el saber administra-tivo, el saber fiscal, el saber que los intendentes haban definido [];Boulainvilliers pone en funcionamiento como principio de inteligibilidadde la historia lo que hasta entonces no era ms que el principio de racio-nalidad en la gestin del Estado (Foucault, 2006b: 160).

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    Si desde la perspectiva de la contradiccin y la lucha, el dis-curso histrico-poltico se enfrenta al Estado y sus saberes(identificados en Defender la sociedadcon el discurso jurdico-poltico y el saber de los intendentes, que no es otro que eldiscurso de gobierno del que hablamos arriba), desde la pti-ca de la positividad o desde la materialidad de los elementospuestos en juego para caracterizar la lucha real, el discursohistrico-poltico se sita en la misma dimensin del gobierno,esto es, separndose del frente poltico-discursivo se conecta

    con el mbito biopoltico.

    a mododecIerre

    A lo largo de este recorrido hemos querido mostrar de qu modoaparecen las figuras de Platn, Maquiavelo y Hobbes en lostextos de Foucault. Sin duda, lo primero que salta a la vista esque los tres autores pueden ser ubicados del lado de lo queFoucault ha llamado poder de soberana o, en todo caso, de loque llamaramos mbito jurdico-discursivo del poder. En estesentido, hemos visto que el tipo de elementos y la forma depensar las relaciones polticas del poltico, el prncipe y el Levia-tnson del orden jurdico-discursivo.

    Una pista interesante para entender la perspectiva foucaul-tiana de la soberana se encuentra en el curso de 1976, cuandoFoucault contrapone el discurso histrico-poltico a un tipo de

    historia tradicional, relacionada precisamente con el poderde soberana. En esa ocasin, y en una clara alusin a los tra-bajos de Georges Dumezil, segn lo consigna el aparato crticode los editores, Foucault se refiere al modo indoeuropeo derepresentacin del poder. Este poder, que no es otro que el

    de soberana, tiene como objetivo y resultado esperado esta-blecer un vnculo de obligacin entre los sbditos y el soberanoa travs del juramento y la ley: el poder es lo que liga a loshombres a travs de la ley. Ahora bien, tiene asimismo otra

    caracterstica que ya no concierne al fin, objetivo o resultado

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    del poder, sino a la naturaleza de la operacin que se pone enjuego para lograr la vinculacin jurdica. Segn Foucault, setrata de un poder que tiene una eficacia mgica para producirla vinculacin: el poder deslumbra, fascina, brilla, muestra sugloria y as logra su fin (Foucault, 2006b: 68-70). Por quFoucault dice que es mgico? Se est refiriendo, sin duda, almodo de accin, a la naturaleza de la relacin y a la fuerza dela soberana. sta implica un tipo de accin que funciona, esdecir, que incide sobre otras acciones y sobre lo real, por la

    exhibicin, por la manifestacin o escenificacin de s misma.La soberana se caracteriza, desde este punto de vista, msque por la fuerza fsica, por la fuerza de sus smbolos. Es eneste sentido que, aos antes, en el curso titulado El poder psi-quitrico Foucault afirmaba que la soberana es intangible(2006b: 63), y ya en ese entonces destacaba como corolario deesta intangibilidad la fragilidad del vnculo de soberana, fragi-lidad que la obligaba a rituales peridicos por los que, va laviolencia y la escenificacin, pretenda recordar e inscribir enlos cuerpos su accin.

    A partir de aqu podra iluminarse esta relacin de lo jurdi-co-discursivo con el teatro que encontramos en algunos textosde Foucault. De qu modo acta el prncipe, cmo logra suefecto sobre los otros? Su accin trabaja sobre cmo se muestra

    el prncipe, es decir, sobre su imagen, sobre su re-presenta-cin. Por otra parte, qu es el Principado sino un tipo de reali-dad, un tipo de relacin intangible, y por lo tanto frgil, desde

    el momento en que no se preocupa por los datos del mismo.Por el lado de Hobbes, el estado de guerra es un estado deespeculacin y de escenificacin: es un teatro de representa-ciones. En lo que se refiere a Platn, la referencia a lo jurdico-discursivo y al teatro es menos clara pero, en todo caso, esposible apreciar que la accin poltica labora, si puede decirseas, no sobre la materia del mdico o el pedagogo, sino sobrealgo que son la virtudes y las pasiones, y su objetivo es crearun lazo, un tejido que apunta a la estructura de la ciudad, algo

    que parece tener la misma naturaleza que el Principado, es

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    decir, a una realidad que no se superpone con el cuerpo de losindividuos y que slo los afecta en ese nivel indirectamente.

    Lo jurdico-discursivo es lo que el texto de Foucault distin-gue y rechaza para delimitar sus temas y objetos. Sin embargo,no habra que pensar que se trata de una exclusin sin ms; esun desplazamiento complejo, lo cual significa que los temas ylos objetos de los que se ocupa la genealoga se encuentranatravesados por lo jurdico-discursivo. Es as como Foucaultpuede decir que la cuestin de la seguridad infla el derecho

    (Foucault, 2006b: 23), o puede mostrar cmo en el seno de larazn de Estado, que es una forma de racionalidad guberna-mental que nace contraponindose a la tradicional poltica delprncipe, emerge la instalacin de un teatro poltico y, con l,el problema de la prctica teatral de la poltica, aspecto que seliga directamente con el funcionamiento jurdico-discursivo delderecho pblico. Sin embargo, tambin existe un fuerte aspec-to jurdico-discursivo, resonante, representacional, sin duda,en el propio discurso-histrico poltico: nos referimos a ese ras-go muy tradicional que lo conecta con una intensidad mtica ygloriosa, que parece hallarse en el mismo registro de la sobe-rana (2006b: 62). Estas consideraciones no niegan frontal-mente la hiptesis histrica de la regresin de lo jurdico-dis-cursivo y la consecuente orientacin analtica de la genealogafoucaultiana, pero la matizan y, en el lmite, la vuelven ambiva-lente: ms que desplazados o excluidos, los problemas de lasoberana se ven alterados, transformados en la modernidad,

    en funcin del nacimiento de la cuestin biopoltica.Quizs lo ms interesante de explorar del deslinde foucaul-tiano de lo jurdico-poltico, tal como el presente artculo lo haintentado a travs de las figuras de Platn, Maquiavelo y Hob-bes, no sea establecer una nueva perspectiva sobre la nocinde biopoltica, sino exhibir un rasgo del propio pensamiento deFoucault: la huella o el trazo de una preocupacin sostenidapor el mbito de las tcnicas y de las artes que se aplican a darforma a la existencia de los hombres, mbito que se describe

    con las nociones de gobierno, de tcnica, de conducta y con-

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    duccin, de trabajo y actividad, y que se delimita por contrapo-sicin al orden de las representaciones, de lo jurdico-discursi-vo, de una simblica poltica que remite en el texto de Foucaultal teatro, a la escenificacin y a la manifestacin. Esta contra-posicin que tiene el riesgo, sin duda, de hacer derivar el pen-samiento hacia la versin menos sofisticada de la teora de laideologa (lo jurdico-poltico como mscara, como dispositivoencubridor del poder) muestra, segn nuestro punto de vista,que la dimensin representacional, simblica e imaginaria de lo

    jurdico-poltico o jurdico-discursivo funciona encastrada en unconjunto de condiciones cuyas lgicas no se ajustan, ni se de-

    jan interpretar desde lo jurdico-discursivo (sea el poder disci-plinario, sea el poder de regulacin en sus mltiples variables,sea la lgica del discurso histrico-poltico, etctera). En estesentido, si lo destacable del esfuerzo de pensamiento de Foucaultpasa por su intento de comprender las relaciones complejas ynunca evidentes entre los diferentes regmenes de poder, cree-mos que es posible y necesario avanzar en la reflexin sobreese lmite que con tanta tenacidad Foucault se empea entrazar, para preguntar por la efectividad y la consistencia propiadel orden de la representacin y de lo jurdico-discursivo en sustextos.

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