fotobiografía, imágenes e historias que curan emociones

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Fotobiografía, imágenes e historias que curan emociones La llegada de un nuevo hermano, personas fallecidas de las que no nos despedimos, obtención de logros o momentos clave de nuestra sexualidad. Todos pueden revivirse para ser reinterpretados y lograr sanación, con ayuda del habla e imagen. Nizarindani Sopeña y Rafael Mejía Seguramente usted ha pasado agradables momentos admirando imágenes inmortalizadas con ayuda de una cámara fotográfica. Nacimientos, cumpleaños y bodas, entre otros eventos, son situaciones en las que nosotros y nuestros seres queridos hemos sido retratados a menudo, pero, ¿se ha preguntado qué hay detrás de estas imágenes? Si observamos un poco más a fondo, y con la guía de un especialista, podremos encontrar grandes respuestas a nuestros conflictos pasados y así afrontar el presente con otros ojos. “Las fotografías son trozos de nuestra vida, plasman un instante y evocan recuerdos que nos hacen respirar vivencias, fantasías y emociones. En ellas sentimos la necesidad de dejar constancia de quiénes somos, quiénes fuimos y de que tenemos un lugar en el mundo, en nuestra familia y en la sociedad”, explica la Dra. Fina Sanz, psicóloga, sexóloga y pedagoga de origen español, a fin de

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Entrevista con la Dra. Fina Sanz, psicóloga, sexóloga y pedagoga de origen español, a propósito de la publicación de su libro "La fotobiografía, imágenes e historias del pasado para vivir con plenitud el presente", que se enmarca en la metodología de su creación, denominada Terapia de reencuentro.

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Fotobiografía, imágenes e historias que curan emociones

La llegada de un nuevo hermano, personas fallecidas de las que no nos

despedimos, obtención de logros o momentos clave de nuestra sexualidad.

Todos pueden revivirse para ser reinterpretados y lograr sanación, con ayuda

del habla e imagen.

Nizarindani Sopeña y Rafael Mejía

Seguramente usted ha pasado agradables momentos admirando imágenes

inmortalizadas con ayuda de una cámara fotográfica. Nacimientos, cumpleaños

y bodas, entre otros eventos, son situaciones en las que nosotros y nuestros

seres queridos hemos sido retratados a menudo, pero, ¿se ha preguntado qué

hay detrás de estas imágenes? Si observamos un poco más a fondo, y con la

guía de un especialista, podremos encontrar grandes respuestas a nuestros

conflictos pasados y así afrontar el presente con otros ojos.

“Las fotografías son trozos de nuestra vida, plasman un instante y evocan

recuerdos que nos hacen respirar vivencias, fantasías y emociones. En ellas

sentimos la necesidad de dejar constancia de quiénes somos, quiénes fuimos y

de que tenemos un lugar en el mundo, en nuestra familia y en la sociedad”,

explica la Dra. Fina Sanz, psicóloga, sexóloga y pedagoga de origen español, a

fin de introducirnos en el peculiar arte de convertir imágenes e historias en

valioso recurso terapéutico.

A través del libro La fotobiografía, imágenes e historias del pasado para vivir

con plenitud el presente, la autora ahonda sobre este método que, al igual que

otros de su creación, ha expuesto en numerosos congresos y publicaciones:

“Nuestras penas y alegrías se sienten en el cuerpo, y éste las expresa,

queramos o no. Leer el lenguaje corporal es entender la historia de las

personas y conocer su estado emocional, y todo esto se puede ver en las

fotografías. Pero, además, tenemos la palabra, el lenguaje verbal, capaz de

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contar una historia, la de la vida”. La unión de ambos aspectos es lo que da

sustento a esta técnica terapéutica.

¿Qué es?

Concretamente, la Dra. Sanz explica que la fotobiografía consiste en el estudio

de imágenes a través de las cuales una persona narra su vida y se muestra

como protagonista de su historia. Por ello, es importante apreciar cómo la

cuenta, qué emociones le despierta, cuáles son los “guiones” a los que recurre

y qué valores, creencias y comportamientos ha copiado, además de distinguir

su forma de sentir, hacer frente a dificultades o seducir, todo ello para

determinar qué procesos realiza para emprender cambios.

Otro de los terrenos en los que la fotobiografía puede incidir es en el de la

sexualidad, pues ahí la terapia permite apreciar la forma en que el individuo se

relaciona con su cuerpo, con personas de su mismo género y del opuesto, y

cómo vive estas situaciones o las expresa corporalmente (somatiza).

Cabe señalar que esta técnica de la Dra. Sanz, según explica en entrevista a

saludymedicinas.com.mx, se enmarca dentro de una metodología que

también es de su creación, llamada terapia de reencuentro. “Se trata de un

enfoque que integra psicología, sexología y educación, y lleva este nombre

porque tiene el objetivo de lograr el reencuentro con uno mismo, como persona

integrada y sexuada, femenina o masculina, con el otro género y con ‘lo otro’, lo

que es diferente a uno, como pueblos y culturas. Otros objetivos que persigue

son el empoderamiento de uno mismo, la recuperación del poder de

conocimiento y de ser agente de cambio de la propia vida, así como la

habilidad de establecer relaciones de buen trato”.

Añade la experta: “La terapia busca un reencuentro porque en algún momento

dejamos de escucharnos, perdimos nuestra voz interior y empezamos a

escuchar sólo la voz de lo que ‘debíamos hacer o ser’. Tenemos que

reencontrarnos para saber quiénes somos y decidir qué queremos hacer con

nuestra vida”.

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Museo interior

La experiencia que la especialista ha reunido a lo largo de su fructífera

trayectoria ha sido trasladada a su nuevo libro, en el que explica que, como

psicoterapeuta y sexóloga, se ha dedicado a atender personas que pasan por

momentos difíciles y, por ello, ha buscado metodologías de trabajo que ayuden

a los pacientes a comprender sus problemas.

La labor no es fácil, pues requiere crear herramientas útiles para la persona, sin

olvidar que es necesario que ésta cuente con tiempo, disponibilidad y voluntad

“para ir hacia donde quiere ir y abandonar comportamientos habituales que, a

pesar de que le hacen daño, paradójicamente le generan seguridad”.

Para iniciar la terapia, se le pide al consultante que cuente la historia de su vida

con fotografías, como si fuera a hacerlo a alguien que no le conoce; así, debe

seleccionar imágenes representativas, que le generen emociones, es decir,

aquellas que le gustaría mostrar porque evocan buenos momentos con

personas o en determinadas situaciones, además de aquellas que quisiera

romper por todo lo contrario.

Generalmente, la exposición de la historia personal se divide en tres etapas:

infancia, adolescencia y juventud, y etapa actual. Vale la pena mencionar que

incluso cuando el individuo “no encuentra” las imágenes, no tiene fotografías o

no hace un esfuerzo por pedírselas, por ejemplo, a sus padres o hermanos, el

hecho revela la presencia de conflictos, resistencias o etapas de depresión

individual o familiar en la que no se trató de retratar momento alguno.

Es cierto que en la actualidad muchos de nosotros contamos con un álbum

fotográfico (incluso digital, gracias a lo accesible que se ha vuelto la tecnología)

al que repasamos habitualmente para entretenernos; sin embargo, la

fotobiografía, aunque echa mano de este recurso, tiene enfoque muy distinto.

“Al ser recurso terapéutico, implica tener un mapa de conceptos y claves para

la observación del lenguaje del cuerpo. Hay que aprender a leer las imágenes,

además de escuchar la historia que se cuenta y cómo se expresa

corporalmente”, señala la Dra. Sanz.

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Aunque hemos perdido la sensibilidad para comprenderlo del todo, el “habla del

cuerpo” da como resultado la comunicación entre las personas; tanto es así

que, si no estamos conscientes de lo que damos a entender, es posible que

emitamos mensajes erróneos y aparezcan dificultades en nuestras relaciones

con los demás.

La especialista continúa: “Nuestras creencias, valores y actitudes, se expresan

también inconscientemente a través del lenguaje del cuerpo, y es captado de la

misma forma por los demás. Por tanto, lo anterior forma parte del

autoconocimiento de nuestra propia historia y también de los procesos de

cambio”.

La aplicación de este conocimiento en la fotobiografía es muy concreta.

Mientras se escucha al paciente que narra su vida, “también se puede percibir

el lenguaje del cuerpo, de las emociones, y ver si es coherente o no con lo que

se dice y lo que se piensa; además se puede percibir lo que nos dicen las

posturas de la imagen fotográfica, que es el cuerpo aparentemente estático,

pero que también expresa movimientos externos e internos”.

Aportaciones

La entrevistada asegura que esta original técnica posee considerable alcance

para ayudar a hacer frente a diversos padecimientos relacionados con ideas y

emociones, pues “no hay que olvidar que el ser humano es un todo integrado,

de modo que cuando experimenta malestar lo expresa en algún ámbito de su

vida, y esto llega a suceder a través de síntomas y problemas concretos”.

El vaginismo (imposibilidad para realizar el acto sexual debido a la contracción

involuntaria de la vagina), ejemplifica la experta, “puede tener raíces profundas

en experiencias sexuales traumáticas o en un sistema de creencias que

considera negativa la sensualidad, sin olvidar que puede tratarse de la

respuesta inconsciente que da alguna mujer al sentirse inmersa en un sistema

sociocultural patriarcal del que se siente víctima”.

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En este mismo sentido, la también catedrática de la Universidad de Valencia,

España, comenta que la depresión puede ser la manifestación ante

circunstancias donde la persona se siente impotente, o en las que no puede

expresar su enfado.

Distintas teorías y técnicas coinciden en que el abordaje ideal de estos u otros

problemas psicológicos deben analizar, a la vez, la presencia de síntomas y

aquellos procesos que generan problemas. Sin embargo, la fotobiografía se

distingue por ser “un método que permite recapitular historias particularmente

fácil de realizar, y donde la misma persona, con ayuda terapéutica, pueden

darse cuenta con rapidez de qué relación tiene su problemática con su historia

y fotos”.

Y es que, en efecto, hacer un recuento de la propia vida es una manera de

tomar conciencia de cómo se ha construido el individuo, qué valores se han

interiorizado y cuál es la naturaleza de los vínculos que mantiene con sus

semejantes.

“Hay otros métodos que trabajan básicamente con el cuerpo y dan poca

importancia a la palabra; otros, al revés. En la fotobiografía se abordan los dos

campos: el cuerpo y la palabra, la imagen y la narración”, puntualiza la

cofundadora de la Sociedad de Sexología del País Valenciano.

Sonría a la cámara

A pesar de que la fotobiografía es una técnica que idealmente debe ser guiada

por un experto para “ayudar a clarificar, a darnos cuenta y acompañarnos en

los procesos de duelo”, la Dra. Sanz reconoce que cualquier persona

interesada en su autoconocimiento y que esté disponible para su propia

escucha, puede ayudarse con este método de trabajo recurriendo a las claves

que se dan en su libro.

De esa forma, aunque con un alcance poco más modesto, “es viable

profundizar en uno mismo por cuenta propia y reflexionar sobre la trama de

vida que se ha llevado, el contexto sociocultural en que se desenvuelve, o los

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valores y comportamientos sociales y familiares que se han aprendido”, a fin de

decidir si se desea darles continuidad o no.

Como reflexión final, la sexóloga y educadora reconoce que los seres humanos

no solemos ordenar nuestro pasado, de tal forma que “tenemos buenos

recuerdos, pero también muchas heridas emocionales; no se nos ha enseñado

a elaborar los duelos, es decir, el despedirnos de algo para integrar

experiencias, asimilarlas y aprender de ellas. Por lo tanto, como forma de

protección no consciente, evitamos recordar para evadir el sufrimiento, aunque

eso hace que ‘cerremos en falso’ las heridas”.

Y es que, casi sin darnos cuenta, nuestro comportamiento adulto se encuentra

condicionado por nuestra historia, especialmente por la que sucedió durante

nuestros primeros años de vida, que es el momento en que se establecen

patrones de comportamiento frente al mundo, se crean los primeros vínculos y

se define la autopercepción. Asimismo, a medida que crecemos, se nos enseña

a bloquear emociones, por lo que nos desconectamos de ellas y después no

sabemos cómo manejarlas.

Por ello, concluye la Dra. Fina Sanz, “el proceso terapéutico ayuda a ver las

heridas, revivirlas, limpiarlas y cerrarlas, para poder elaborar y marcar distancia

con el pasado. El objetivo es vivir el presente de verdad, sin esa pesada carga”.

Agosto de 2008

http://www.saludymedicinas.com.mx/nota.asp?id=2628