forma poetica y cosmovision en la obra de vicente aleixandre

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FORMA POLÍTICA Y COSMOVISION EN LA OBRA DE VICENTE ALEIXANDRE POK EUGENIO DE NORA D ESPUÉS de esta enumeración rápida (I)'del efecto y de algu- nas reflexiones en torno a los libros de Aleixandre, ya con al- gún apoyo en esta impresión de conjunto, me parece opor- tuno abordar los problemas fundamentales que plantea én su tota- lidad (o algunos de ellos, pues las sugestiones de una obra de arte son ilimitadas, y la importancia de cada una variable según el modo de ver y preocupaciones o atención del lector). Los tres aspectos que por ahora parecen de mayor interés son ; la forma poética, el concepto del mundo intuido y la posición del poeta en una «línea» determinada, es decir, su personalidad como renovador de la poesía española. Analizado el último en otra oca- sión (número-homenaje de «Corcel» a V. A.), trataremos ahora de los otros dos. I. LA FORMA POÉTICA Existen por lo menos, a primera vista, dos dimensiones a consi- derar, la de la forma poética exterior, que lleva al planteamiento de los límites entre verso y prosa, y la del modo expresivo, con sus relaciones y consecuencias psicológicas y sintácticas, que también, (1) Estas notas son parte de un estudio más amplio. X15

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  • FORMA POLTICA Y COSMOVISION EN LA OBRA DE VICENTE ALEIXANDRE

    POK

    EUGENIO DE NORA

    DESPUS de esta enumeracin rpida (I) 'del efecto y de algu-nas reflexiones en torno a los libros de Aleixandre, ya con al-gn apoyo en esta impresin de conjunto, me parece opor-tuno abordar los problemas fundamentales que plantea n su tota-lidad (o algunos de ellos, pues las sugestiones de una obra de arte son ilimitadas, y la importancia de cada una variable segn el modo de ver y preocupaciones o atencin del lector).

    Los tres aspectos que por ahora parecen de mayor inters son ; la forma potica, el concepto del mundo intuido y la posicin del poeta en una lnea determinada, es decir, su personalidad como renovador de la poesa espaola. Analizado el ltimo en otra oca-sin (nmero-homenaje de Corcel a V. A.), trataremos ahora de los otros dos.

    I. LA FORMA POTICA

    Existen por lo menos, a primera vista, dos dimensiones a consi-derar, la de la forma potica exterior, que lleva al planteamiento de los lmites entre verso y prosa, y la del modo expresivo, con sus relaciones y consecuencias psicolgicas y sintcticas, que tambin,

    (1) Estas notas son parte de un estudio ms amplio.

    X15

  • en este caso, nos conduce a un segundo estadio en el que es preciso aludir al menos a los lmites entre el sentido potico de una obra y su ausencia de sentido inteligible. Y lo mismo respecto a la forma exterior que refirindose al modo expresivo, habr que tener en cuenta la evolucin continuada del poeta como dato importantsimo.

    Podemos examinar la forma potica teniendo en cuenta tres si-tuaciones : que el poeta viva y escriba de acuerdo con un clima)) potico dado, no creado por l. (Puede ocurrir que este acuerdo se refiera a los poetas inmediatos anteriores o que se ample con cierta vaguedad a toda una tradicin potica. Ejemplos : Villaespesa, para rl primer caso, y Antonio Machado, en el segundo.)

    Que su obra represente una ruptura ms o menos violenta con la anterior (tambin con lo anterior inmediato o con la tradicin, aun-que esto slo es posible con limitaciones. Pero es posible), que inten-te una renovacin y sea un esfuerzo para abrir otros caminos.

    Y, finalmente, que despus de haber conquistado a fuerza de in-evitables riesgos y desviaciones por exceso un nuevo camino, consi-ga consolidarse en l y se desenvuelva en un ambiente potico de-bido en gran parte al propio esfuerzo, pero que, incorporado ya con carcter objetivo a una evolucin histrica, venga a sumirse eii cier-to modo en la tradicin.

    El primer libro de Aleixandre, mbito, es de los que deben su forma potica, en general, a una tradicin (la espaola y, particu-larmente, segn notamos, algunas huellas en Gngora) y a un am-biente inmediato (el de la Poesa pura).

    Pasin de la tierra, Espadas como labios y La destruccin o el amor representan un esfuerzo prodigioso de ruptura y renovacin. De esos libros los dos primeros son todava ms bien direccin que fin; a travs de ellos est encarnizadamente planteada la batalla por conseguir una expresin nueva para una nueva sensibilidad. La des-truccin o el amor es la batalla ganada: aqu se crea, con resultados ya evidentsimos, un estilo, y se descubre todo un mbito nuevo de posibilidades.

    Por ltimo, Sombra del paraso es el disfrute de la victoria en el momento de concordia con la gran tradicin espaola : con un botn verdaderamente esplndido, con un estilo y una visin potica del cosmos perfectamente dominados y pacificados en tens equili-brio, Aleixandre viene a encontrarse en la lnea de los grandes in-novadores de la lengua potica.

    Este es, a grandes rasgos, el esqueleto de su evolucin; ante el resultado final resulta casi ocioso discutir el camino seguido. En sus primeros libros innovadores, Aleixandre escribe aparentemente con.

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  • arbitrariedad mtrica y sintctica. Pero no a capricho. Desde luego, en pocos casos se respeta el ritmo tradicional. Aun teniendo frecuen-temente como base cierto comps conocidoque oscila entre el de los endecaslabos o los alejandrinos, ante todo en La destruccin, el poeta hace aicos la preceptiva clsica,y rompe la armona sil-bica y el sentido lgico de las fases siempre que a su juicio la inte-gridad o pureza de la expresin lo exija. Seguramente Aeixandre acept en serio la idea de Nietzsclie de que el poeta conduce tro" un -almente sus ideas sobre el carro del ritmo; de ordinario, porque stas no son capaces de ir a pie. Lo que el poeta quiere conducir aqu no son ideas, sino poesa. Y la poesa, aun sin ritmo, bien en pie la tenemos. Ah est. Pero, adems, tal procedimiento no equivale a destruir la forma. El ritmo no es en ella todo, ni siquie-ra algo sustancial, y los poemas de Aeixandre lo atestiguan plena-mente. Estn, por lo general, ms construidos, adoptan y tienen en cada momento una forma ms de verdad inmodificable y necesaria que la mayora de las estrofas perfectas y cannicas. Los lmites en-tre el verso y la prosa rtmica en algn sentido no son determinables exactamente y, adems, incluso el no aceptar el nombre de versos para algunas unidades rtmicas de estos poemas no afectara a su ca-lidad, ni siquiera a su calidad formal; todo lo que se puede decir es que cada vez ms, a travs de la evolucin indicada y con ritmo o sin l, en cada verso de Aeixandre el odo de un lector atento re-conoce una armona y un encanto musical de extraordinaria com-plejidad y riqueza. Y, sobre todo, algo ms necesario salva aqu del desorden: hay estructura. Cada poema, segn Huidobro quera, est hecho como la naturaleza hace un rbol; es decir, es un ser vivo, una verdadera criatura potica.

    Respecto a los procedimientos expresivos dentro de esa libertad mtrica, son en Aeixandre de una riqueza, variedad y brillantez y estn incorporados, a su poesa de modo tan personal, que tenemos en l seguramente al poeta de estilo ms flexible y al mismo tiempo ms cerrado y propio entre los actuales.

    Cabra insistir en la fuerza y jugosidad de su vocabulario, gus-toso principalmente en revalorizar palabras de abolengo romntico y an en incorporar cultismos olvidados; en su potencia plstica y en la flexibilidad con que se valoran en su poesa los vocablos, desde la mxima concrecin a la ms etrea y matizada vaguedad.

    Se puede notar la relativa escasez de metforas y la abundancia variadsima y uso maestro de las imgenes, con procedimientos sin-tcticos muy personales, como los de la disyuncin y la negacin., re-cientemente estudiados por J. M. Valverde. Acaso se da una impr-

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  • tancia excesiva a estos procedimientos1la disyuncin y la nega-cin, que no son otra cosa que medios estilsticos al servicio de la imagen. Cuando1 la eco tiene valor asimilativo en vez de disyuntivo, el inters del recurso es mayor, porque sobrejiasa el valor literario, expresando una realidad no slo potica, sino metafsica (enten-diendo la palabra sin excesivo rigor), y dando lugar a la mstica do la materia o pantesmo esttico de que han escrito Dmaso Alon-so y Leopoldo Panero. En el inteligente ensayo de Valverde parece que quiere soslayarse con conocimiento este aspecto (que es el mis-mo que hace posible lo que Valverde llama pluscuanmetfora : una imagen invertida y creda, afirmada), y se alude, por el contrario, a una afirmacin de la j>erennidd del alma que, aun de haberla (y es preciso consignar, planteado el tema, que no la hay), no po-dra deducirse en ningn caso de este aspecto de la imagen potica de Aleixandre.

    (En toda esta parte distingo imagen de metfora siguiendo la terminologa de Dmaso Alonso : imagen, citando se nombra el objeto real y el comparado; metfora, cuando se alude al objeto real pero enunciando slo el trmino de comparacin.)

    Queda, finalmente, por examinar el problema del sentido y no-sentido lgicos o de la posible no inteligibilidad de parte de la poe-sa de Aleixandre. Bastara decir que, creyendo yo en la insuficien-cia del sentido puramente potico para hacer artstica una expre-sin, y pensando ms bien que necesita un hilo lgico que pueda seguir la inteligencia, es por lo que sealaba como una etapa de re-lativa crisis la de Pasin de la tierra y Espadas como labios; a par-tir de La destruccin, la unidad temtica de los poemas y su des-arrollo armnico e inteligible les da mayor calidad esttica, ya an-tes plena en otros aspectos. De muchos poemas de aquel libro y de la inmensa mayora de los de Sombra, puede decirse que cumplen hasta las condiciones escolsticas de la belleza : integridad, armona y clax-idad. No pueden exigirse condiciones ms difciles a un poeta fraguado en el gran desorden superrealista.

    II . COSMO VISIN.

    El tema es inagotable y requerira un libro entero. Aqu no pue-do hacer sino un enunciado en extremo simplista y .sin detalles.

    Aunque tampoco el detalle puede interesar nada. Ante todo, la concepcin del mundo en un poeta como Aleixandre, Joco o nada filosfico, debera llamarse ms bien visin, tanto por su carcter in-

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  • tuitivo de iluminacin sbita como por los medios con que se ex-presa.

    El poeta ve el universo como desarrollo de una fuerza misterio-sa cuyos aspectos desconciertan y cuyo sentido se ignora. Acaso uno de los momentos ms lcidos de esta intuicin nos la de el poema, de ttulo ya significativo, Quiero saber :

    Dime pronto el secreto de tu existencia; quiero saber por qu la piedra no es pluma, ni el corazn un rbol delicado...

    El poema empieza negando la identidad de esa fuerza viva que aparece en las cosas, pero pronto se duda:

    Quiero saber si el corazn es una lluvia o riargcn, lo que queda a un lada cuando dos se sonren. .

    Y pronto, en la tercera estrofa, la conviccin y la afirmacin po-tica comienza:

    Flor, risco o duda, o sed o sol o ltigo; el mundo lodo es uno, la ribera y el prpado, ese amurillo-pjaro que duerme entre dos labios cuando el alma penetra con esfuerzo en el da.

    Y a esta fuerza que mueve el mundo, en que el mundo con-siste, como fuerza creadora, el poeta le llama amor, la identifica con el amor:

    Tanto amor en las aves, en esos papeles fugitivos, en ese cristal indefenso, en la gigante lmpara que bajo tierra solloza...

    T, corazn clamante que en medio de las nubes o en las plumas del ave, o en secreto tutano del hueso de los tigres, o en la piedra en que apoya su cabeza la sombra...

    T, corazn que donde quiera existes como existe la muerte...

    Pero is all de esa presencia abrumadora el Doeta no intuye sino ausencia, negacin del ser. Tendido en la tierra ve

    Ros de los que unas voces inefables se alzan, signos que no comprendo echado entre los juncos.

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  • Y si alza la vista :

    No quiero, no, clamar, alzar la lengua, proyectarla como esa piedra que se estrella en la frente, que quiebra los cristales de esos inmensos cielos tras los que nadie escucha el rumor de la vida.

    En medio de este universo de apariencia, y sin otros puntos de referencia que lo mudable mismo, el poeta se siente abandonado. En los momentos ms trgicos y graves clamar su soledad :

    Sobre la tierra mi bullo cuya. Los cielos eran slo conciencia ma, soledad absoluta, un vaco de Dios sent sobre n carne, y sin mirar arriba, nunca, nunca, hund mi frente en la arena y bes slo a la tierra, a la oscura, sola, desesperada tierra que me acoga. As solloc sobre el mundo.

    Pero en la mayora de los casos la reaccin es completamente pa-gana, alegre y pnica. Casi toda la poesa de Aleixandre es una fu-riosa y gozosa afirmacin d la vida. Este es su Mensaje :

    Amigos, no preguntis en la gozosa maana por qu el sol intangible da su fuerza a los hombres. Bebed su claro don, su lucidez en la sombra, en los brazos amantes de ese azul inspirado, y abrid los ojos a la belleza del mar, como del amor, ebrios de luz sobre la hermosa vida...

    La consecuencia de esta que podramos llamar falla de concien-cia religiosa, en un sentido amplio, es una permanente y maravillo-sa claridad moral, una inocencia y espontaneidad vital nunca repri-midas. El universo entero es un botn de la sensualidad alegre y candida del hombre, y esta ilimitada promesa de delicia, que cul-mina en la mujer, no se v siquiera enturbiada por la presencia do la muerte. Pues la muerte es una ltima aventura gozosa, es la con-sumacin del definitivo amor a la tierra y la identificacin de la propia vida, pasajeramente individual, con la gran fuerza inconoci-ble pero intuida : la muerte, al final de La deslritccin, toma forma de lucha con el mar, en el que finalmente el poeta se anega :

    Ah, eres t, eres t, eterno nombre sin. fecha, bravia lucha del mar con la sed, cantil todo de agua que amenazas hundirte sobre mi forma lisa, lmina sin recuerdo.

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  • Ah, pronto, pronto; quiero morir {rento a ti, nitii... Vengan a m tus espumas rompientes, cristalinas, vengan a m los brazos verdes desplomndose, venga la asfixia cuando el cuerpo se crispa. ...Muerte como el puado de arena,. como el agua que en fil hoyo queda solitaria, como la gaviota que en medio de la noche tiene un color de sangre sobre el mar que no existe.

    Sobre el mar que no existe. Consumada la muerte y abolida la conciencia, los nombres y los lmites cesan. Y volvemos al descubri-miento definitivo de Jenanes, de cara al cielo: El Todo es Uno. Esta es en realidad la conclusin central a que conducen las innu-merables y vividas intuiciones que se iluminan en los versos de Alei-xandre.

    A partir de aqu es posible explicar su ilimitado amor y admira-cin a las fuerzas naturales y a las cosas ms fumes y potentes, des-de las montaas : no soy distinto, y os amo, a los mares, a los ros y a los animales salvajes en su esplndida vida. Junto a ellos el. hombre no es sino una espuma mnima en el gran oleaje, y vemos :

    La menguada presencia de un cuerpo de hombre que jams podr ser confundido con una selva.

    VA poeta interroga (Al hombre) :

    ;,])e dnde vienes, mortal que del barro has llegado, para un momento brillar y regresar despus a tu apagada patria? Si un soplo, arcilla finita, erige tu vacilante forma y calidad de dios lomas'en prstamo, no, no desafes cara a cara a ese sol poderoso que fulge y compasivo te presta cabellera de fuego.

    ("orno es lgico, Jos problemas del mundo moral o las interroga-ciones ms habituales en otros cantores difcilmente pueden verse aludidos siquiera en esta poesa, igual que careceran de sentido en un pensamiento que partiera de estas premisas. Puede objetarse que esta intuicin del universo es incompleta. Pero, aparte de que aqu apenas est insinuado algo de lo entrevisible en la obra de Aleixan-dre, nadie puede tener la pretensin de haber iluminado totalmen-te? las posibilidades de inquietud del hombre, ni siquiera del hom-bre actual. A nosotros nos bastar observar que, aun suponindola incompleta, tal intuicin o visin es coherente y de enorme intensi-dad y esplendor potico, y que, adems, responde muy exactamen-te a las necesidades y anhelo de liberacin de la poca de que, como toda gran obra de arte, es expresin.

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