folklore y artesanía del carro gallego, también llamado cantarín
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Artigo publicado no número 28 da revista Foresta, da "Asociación y Colegio de Ingenieros Técnico Forestales"TRANSCRIPT
56 n.o 28, 4.o trimestre 2004
TÉCNICACOMUNICACIÓN
Luciano Conde Dixon
Ingeniero Técnico Forestal
Folklore y artesanía delcarro gallego,también llamado Cantarín
En la espicha (comida típica asturiana) celebrada en una sidrería de
Oviedo, que fue organizada por los colegas asturianos en honor a los
asistentes a la Asamblea del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos
Forestales (Oviedo, 1998), éstos fueron recibidos en la entrada por un
conjunto de músicos, cantantes y bailarines, vestidos con los vistosos
trajes del Principado, que ofrecieron cantos y danzas acompasados con
el ronco son de las gaitas y la percusión de los panderos.
Durante las diversas actuaciones del grupo en el resto de la noche,
brotaron en mi mente viejos recuerdos da miña terra, percibiendo algo
en el ámbito de éstos que faltaba en el presente. Esta misma sensación
la tuve en anteriores viajes que hice a Galicia y Asturias en la última
década del siglo XX.
En el viaje de regreso a Madrid de la Asamblea de Oviedo, descubrí -
¿por fin?- la razón de mi continua desazón: la ausencia total del son pe-
culiar del runxe (sonido), tesonero y alegre, de los ejes de los carros del
país. ¡Ahora ya no existen carros con su alegre sonido! ¡Qué pena y tris-
teza ver su fin! Solamente algunos de ellos sirven de adorno en las en-
tradas de ciertos pazos, mesones y centros turísticos gallegos.
Los que han vivido en Galicia antes de la mitad del siglo XX no po-
drán olvidar nunca el sonido enxebre (puro, castizo) de los ejes de las
ruedas. Así lo reflejó Rosalía de Castro en su maravillosa poesía "A las
orillas del Sar":
"Como un eco perdido, con un amigo acento
Que suena cariñoso,
El familiar chirrido del carro perezoso
Corre en alas del viento, y llega hasta mi oído
Cual en aquellos días hermosos y brillantes
En que las ansias mías eran quejas amantes
Eran dorados sueños y santas alegrías."
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HISTORIA Y FOLKLORE DEL CARRO
El transpor te primitivo debió ser pa-
recido al tipo de arrastre que, hasta
hace poco, se usaba en el interior de
Galicia: las llamadas corsas, zorras o
rastras (Dib. 1), muy similares a las na-
rrias usadas en los puer tos pesqueros
de la costa Atlántica y de la cornisa del
Cantábrico. Más tarde, se les ocurrió la
idea de acoplar maderos redondos de-
bajo de las corsas, para rodar sobre el
terreno, logrando mayor ligereza y car-
ga en el transpor te.
En el transcurso del tiempo, se lo-
graron los primeros carros arrastrados
con ganado vacuno, gracias al invento
del eje y de dos ruedas macizas, éstas
hechas con enormes rodajas del tronco
de un árbol, pero con el gran inconve-
niente de su gran peso y fragilidad, con
la consiguiente fácil fractura. Más ade-
lante, se lograron las ruedas formadas
con varias tablas acopladas por sus
cantos y reforzadas al dorso de éstas
con otras tablas similares, pero coloca-
das en sentido normal a las anteriores.
Así se lograron ruedas de menos peso,
gran resistencia y mayor duración.
La palabra "carro" tiene su origen
en el idioma de los Celtas, y los roma-
nos la asimilaron a su lengua, el latín,
al parecer durante la segunda de las
llamadas guerras púnicas.
Expulsada Car tago de Hispania, los
romanos, codiciosos de las grandes re-
ser vas naturales que albergaba la
Península Ibérica, emprendieron su
conquista. De las luchas entre los nati-
vos y las legiones romanas existen mu-
chos relatos históricos. Aquéllos usa-
ron mucho los carros, transpor tando a
sus familias y bienes de un punto a
otro de la piel de toro peninsular para
eludir al enemigo, pero cuando eran al-
canzados por éste, juntaban los carros
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formando un parapeto defensivo para
repeler los ataques de las legiones. A
la vez, reunían el ganado vacuno, atan-
do a los cuernos hacinas de paja o hier-
ba seca a las que prendían fuego, lan-
zando a toda la manada espantada en
dirección a las legiones formadas, cau-
sando descalabros entre éstos. (¿No
podría encontrarse en esta historia el
posible origen de los toros embolados
de fuego de las fiestas de muchos pue-
blos de España?)
En el Museo de la Fundación Lázaro
Galdiano hay un cuadro al óleo, pintado
entre los siglos XIV o XV por el Maestro
de Astorga, titulado "Translación del
cuerpo de San Yago", en el que se con-
templa el cadáver yacente del Apóstol
sobre un carro gallego. Este modelo,
como se puede obser var, es similar en
su construcción a los carros actuales.
Desde mediados del siglo XIX hasta
el primer cuar to del siglo XX, en algu-
nas urbes gallegas, ediles modernistas
consideraron que los carros debían ser
eliminados del casco urbano. Pero, al
no existir otro modo de por teo en aque-
lla época, no era fácil vetar el uso de
éstos. Hasta que alguien se dio cuenta
de que si se prohibía el ruido causado
por los ejes de las ruedas, se podía eli-
minar, indirectamente, el tránsito de
los carros por las rúas (calles) de la po-
blación. Se publicaron bandos vetando
el paso de los carros que funcionaran
con el chirrión (chirrido) de las ruedas,
pensando los ediles modernistas que
así desaparecerían, ipso facto, todos
ellos de la urbe. El resultado no salió
de acuerdo con dichos deseos, pues
los carros siguieron pasando por las
rúas, pero en silencio, porque los boiei-
ros (boyeros) conocían cómo eliminar el
runxe (runge) de los ejes. Al llegar los
carros al límite urbano, fijado por las
casetas de Consumos, el vaquero pa-
raba el carro para untar de sebo la zo-
na del eje productor del sonido. Luego
seguía su marcha por las rúas en si-
lencio. Al salir de la urbe por el mismo
sitio, paraba y volvía a realizar la mis-
ma operación, pero dando resina en
vez de sebo, para que así volviera a
funcionar el chirrión como siempre.
Como nota curiosa, existe un alalá
(canto gallego) que explica cómo conse-
guir que los ejes de los carros sonaran
más fuer tes. (el texto del canto se em-
pareja en los dos idiomas españoles)
"Si queres co carro cante,
mollalo o eixo no río,
que despois de ben mollado,
canta coma un asubío."
"Si quieres que el carro cante,
moja el eje en el río,
que después de bien mojado,
Canta como un chiflido."
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"Traslación del cuerpo de San Yago" del maestro Astorga
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No era una cabezonada de los "pai-
sanos" el no querer eliminar el runxe
de los ejes de los carros, pues había
una sabia razón secular en los hábitos
rurales gallegos: las corredoiras (cami-
no de carros) eran muy estrechas y con
hondas trincheras hechas por la roza-
dura de las ruedas de los innumerables
carros que, durante siglos, transitaron
por ellas. Los laterales de las corredoi-
ras eran altos y casi ver ticales, corona-
das con setos de zarzas, con lo que se
eliminaban vistas del terreno y de otros
carros que circularan por la misma vía.
Ésta era una de las razones para no eli-
minar el sonido de los ejes, porque ser-
vía de sirena avisando de su situación
y así daba tiempo a todos los vaquei-
ros, conocedores del terreno, para ir al
apar tadero más cercano y poder efec-
tuar el cruce de los carros sin dificultad
y, ¡cómo no!, realizar una parada para
dar un descanso a las "bestas" (bes-
tias) y a los boieiros. Éstos aprovecha-
ban para fumar un pito (pitillo) o una ca-
chimba (pipa) y, de paso, parolar (char-
lar) de los chismes de la aldea, de la
parroquia y de los "paisanos" ausentes
en las Américas.
En el siglo XX, una serie de disposi-
ciones estatales de Fomento prohibie-
ron el uso de vehículos con llantas de
hierro en las vías públicas de toda
España. Paulatinamente desaparecie-
ron los carros del paisaje rural, persis-
tiendo su uso en algunas pocas aldeas
aisladas y remotas de Galicia.
Actualmente, se puede decir que los
"carros cantarines" han desaparecido
de la vida y del folklore gallego, justo
con el fin del siglo XX. Y resulta triste
obser var que nadie de nuestra tierra ha
recordado, con cariño y afecto, la ines-
timable ayuda que prestaron a todas
las generaciones desde hace más de
2.500 años.
ÁMBITO GEOGRÁFICO DEL CARRO
DE DOS RUEDAS O CHIRRIÓN
El formato del carro gallego es simi-
lar a los utilizados en todo el nor te
de Por tugal (Minho y Tras os Montes),
el oeste de la provincia de León (Sana-
bria, El Bierzo y La Laciana), ol nor te de
Palencia y de Burgos (Campoo, Mena,
La Losa y otros), Asturias, Cantabria,
Vizcaya, Guipúzcoa, Álava y, finalmente,
Navarra, pero en cada provincia con un
estilo típico ar tesanal diferente.
En Galicia también existen distintos
tipos de carros que varían de una bis-
barra (comarca) a otra, como ocurre,
por ejemplo, con las ruedas, que varían
su forma y tamaño según estén hechas
en las tierras del litoral o en las del in-
terior (Dib. 2 ).
DESCRIPCIÓN DEL CARRO CANTARÍN
3.1. Definición de las piezas de
los carros
La descripción versará solamente
sobre el carro gallego, y cada pieza de
su armazón se nombrará en dos de las
lenguas de España oficiales en Galicia,
el gallego y el castelán (español), este
último entre paréntesis. La primera cita
nominal de cada pieza estará siempre
en negrita. Las citas posteriores serán
siempre sin negrita ni traducción. De
las piezas del carro con igual denomi-
nación en las dos lenguas, se omite su
reiteración en castelán, sustituyendo
éste por el signo igual.
3.2. El carro cantarín
Un carro completo consta de tres
par tes independientes entre sí, que
son:
A).- Rodaxe (Rodaje)
B).- Estrado o Leito (Bastidor)
C).- Xugo (Yugo)
Al carro completo también se le co-
noce con el nombre de Chirrión (=).
A). - Rodaxe (Rodaje)
Se llama así al conjunto de dos ro-
das (ruedas) fijadas a un eixe (eje), se-
parables e independientes del leito o
estrado.
- A.1.- Denominación de las piezas
de una roda (rueda).- En teoría, una
rueda consta de cinco tablones ajusta-
dos por sus cantos entre sí, con el pe-
rímetro en forma de circunferencia. Los
nombres que reciben los tablones son
los siguientes (Dib. 3):
El central llamado minle o miolo
(diámetro), que tiene un buraco o illó
(agujero), situado en su centro y de for-
ma rectangular, en el cual se ajustará
el espigo (espiga) del extremo del eixe.
En ambos cantos del miolo se aco-
plan dos tablas, llamadas Segundones
(=). A su vez, en cada canto libre de es-
tos dos segundones se acopla una ta-
bla, con su par te exterior en forma de
arco, llamada camba (=). (Dib. 3).
Los diámetros de las dos ruedas,
colocadas en el eje, nunca están para-
lelos, sino perpendiculares entre ellos.
Así, cuando el diámetro de una de las
ruedas está en sentido ver tical del sue-
lo, el otro está en posición paralela a
éste. Otra par ticularidad de los movi-
mientos de giro, de avance o de retro-
ceso del carro sobre el terreno, es que
las dos ruedas giran siempre en el mis-
mo sentido.
El gran invento de las rellas (cuer-
das), implicó la disminución del volu-
men de madera, logrando menor peso,
mayor solidez y alta resistencia de las
ruedas. Las rellas son dos tablas finas
encajadas en dos taladros paralelos y
perpendiculares a los cinco tablones,
siendo el tamaño de cada sección hue-
ca igual al de las rellas (Dib. 3), consi-
guiendo así una rueda sólida y maciza.
Más adelante se pudieron lograr
ruedas más ligeras de peso abriendo
anelos (medias lunas) de gran tamaño
en ambos lados del diámetro, dentro
de las super ficies de los segundones y
de las cambas, resultando las elegan-
tes ruedas que se veían en Galicia. Una
solución para lograr ruedas más esbel-
tas fue alejar rellas del centro del mio-
lo, acercando aquéllas lo más próximo
al aro, propiciando una mayor aber tura
de los aneles.
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La especie forestal utilizada como
madera en las ruedas fue el carballo
(Quercus robur), abundante en el pasa-
do en la campiña gallega y de madera
muy dura y resistente, en par ticular a
los grandes cambios de humedad típi-
cos del clima del noroeste de la penín-
sula. Algunos ar tesanos carreteros utili-
zaban como madera para las rellas por
su dureza, tenacidad, elasticidad, resis-
tencia a la humedad y al ataque de los
insectos, la del olmo (Ulmus minor).
El peso de una rueda maciza, de 90
a 98 centímetros de diámetro, oscila
entre 10 y 12 arrobas (115 a 138 kg).
En cambio, en las ruedas hechas con
rellas y aneles, de iguales dimensiones
que las macizas, su peso disminuye,
oscilando entre 6 y 7 arrobas (69 a
80'5 kg).
Para for talecer más la estructura
de las ruedas de madera con grandes
aneles, se utilizaron cier tas piezas de
hierro, que se describen a continuación
(Dib. 4):
a).- A ambos lados de los illós se
colocaban dos abrazaderas al diá-
metro, para así evitar que la made-
ra de éste se hienda a causa de la
torsión que realiza el eixe. Las abra-
zaderas reciben los nombres de ce-
llos o abarcos.
b). - Para la protección del aro ex-
terno de la rodeira (rodera) se utili-
zaron dos métodos:
b. 1).- Sobre el aro se clavaban can-
terlas (grapas de hierro), colocadas
en serie. Su mayor inconveniente
era el gran número de piezas que
se perdían en el rodaje del carro y
su continua renovación, que enca-
recía, a la larga, su utilidad.
b.2). - Este método, más caro, más
duradero y, a la larga, más econó-
mico, consistía en la colocación de
un fleje de hierro cur vado, acoplado
y clavado a la rodeira, llamado la-
mia u orelo (llanta).
c). - Sobre las dos caras laterales
de cada rueda se colocan láminas
de hierro que, según su ubicación,
reciben distintas denominaciones:
c. 1). - Paralelo al borde del aro, y
en ambos caras de la rueda, se co-
locan cuatro cintas cur vadas, con
una longitud cada una de media cir-
cunferencia. Su misión es la de fre-
nar el empuje lateral de las lamias
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sobre la madera. Estas cintas se
denominan sobrerrellas (sobrerre-
jas). El punto medio de cada cinta
debe estar siempre situado sobre
el extremo de cada miolo.
c. 2).- Otros flejes de menor longi-
tud (cuatro en total) se colocan cru-
zados sobre el diámetro, los segun-
dones y las cambas bordeando los
huecos de los aneles, que, de esta
forma, refuerzan la unión de aqué-
llos con la rella. Estos flejes se de-
nominan contrarrellas (contrarre-
jas).
c. 3). En algunos carros del litoral
gallego, en vez de las contrarrellas
colocaban canterlas pequeñas, cu-
yas cabezas tenían dibujos decora-
tivos.
A.2). - Denominación de las piezas
del eixe (eje).
El eje de un carro está formado por
un cilindro de madera que en cada uno
de sus extremos termina en un dado la-
brado de sección rectangular, llamado
espigo o cabezo (espiga), que se intro-
duce en el buraco de la rueda (Dib. 5),
ya citado en el apar tado de las rodas.
Para fijar la rueda al eje, se ajustan
con dos cuñas de madera llamados bo-
dois, podomas o tillas (cuñas), metidos
en dos taladros hechos en el espigo,
justo al ras del diámetro de la rueda,
formando así un solo bloque. En algu-
nos lugares del interior de Galicia, en
vez de dos tillas se colocaban tres o
cuatro, pero más pequeñas. Los espi-
gos, como ya se ha dicho, tienen la for-
ma de paralelepípedo de base rectan-
gular, labrados en los extremos del ei-
xe, pero ambos cruzados en sentido
normal. Ésta es la razón por la que los
miolos siempre están colocados per-
pendiculares entre sí, como ya se indi-
có al hablar de las ruedas.
La madera usada para los eixes fue
la del olmo (Ulmus minor), muy estima-
da por su aguante a los fuer tes roza-
mientos. Para las cuñas, por su peque-
ño volumen, se utilizaba como madera,
además del olmo y el roble, la de es-
pecies como el carpe (Carpinus betu-
lus) y el almez (Celtis australis).
En el cilindro del eje se colocan dos
cinturas de hierro llamadas gargueiras
o luidoiros (galgas o gargantas), que
sir ven para evitar el desgaste del roce
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de la madera, cuando se ajustan éstas
con las dentoiras (juntas) del leito.
B). - Estrado o Leito.
El armazón de un leito consta de
dos brazóns (cañas) de madera, que
van en paralelo desde la par te trasera
del estrado, cur vándose su par te de-
lantera hacia el centro, apoyándose
ambos sobre la botoalla o cabezallo
(lanza) del carro (Dib. 6).
Entre los brazóns del leito están co-
locadas las travesas (travesaños) y los
traveseiros (viguetas), que reciben, se-
gún su uso y situación, los siguientes
nombres:
A par tir de la junta de los brazóns
con la botoalla, llamada armela (aside-
ro), y en dirección a la trasera del leito,
como a medio metro, está situada la
primera travesa que aguanta las cur vas
de los brazóns, llamada cruz o crucei-
ro (=), formando entre ésta, los dos
brazóns y la armela un hueco triangular
que recibe el nombre de tragadera (tra-
gadera), por donde se descargan los
materiales menudos, como arena, tie-
rra, estérco (estiércol) y otros.
El segundo y el cuar to traveseiros
reciben los nombres de cadeas (cade-
nas), mientras que la tercera, sita en el
centro de los dos brazóns, hay una só-
lida travesa llamada lombo (espalda o
lomo).
Todas las travesas y traveseiros ci-
tados están ajustados en los huecos
taladrados en ambos brazóns. Queda
una última fuer te travesa que corres-
ponde al 5. o en su orden, llamada ar-
món (=), que está colocada sobre los
dos brazóns, a un palmo de distancia
del final. Entre esta travesa y los cor tos
salientes de los brazóns se forma un
espacio hueco, fuera del leito, llamado
brazada, lugar por donde se carga y
descarga todo el material.
Al conjunto de travesas, traveseiros
y brazóns se llama cheda, y, cuando se
colocan sobre éste los tableros, taboa-
do o sobrado, para formar el leito o es-
trado, todo ello recibe el nombre de
chedeiro.
Los brazóns, justo a la altura del
lombo, están atravesados ver ticalmen-
te por un conjunto de piezas que tam-
bién forman par te del chedeiro, que
abrazan los eixes de las rodas. Son las
siguientes:
En algunos carros se colocan unas
cor tas vigas que refuerzan los dos bra-
zóns llamadas luidoiros (frotadores),
con igual anchura que aquél. El luidoi-
ro, cuya misión es sufrir el desgaste
del roce con el eixe, adopta distintas
formas ar tesanales, que mejoran la al-
tura, el diseño y el aspecto del carro
(Dib. 7).
Atravesando de arriba debajo de los
brazóns y los luidoiros se colocan, en
cada una, dos dentoiras (galgas, cu-
ñas), pero separadas con una anchura
igual al diámetro del eixe, para poder
colocar éste entre ellos.
Las dentoiras traseras tienen que
aguantar el empuje del eixe en movi-
miento, necesitando, por tanto, colocar
una cuña de refuerzo detrás de cada
dentoira citada, llamadas apeladouras
o apeladoiras (apretadoras).
A las cuatro dentoiras del carro se
las conoce también con el nombre de
cantadeiras, de aquí la denominación
que recibe en Galicia de CARRO
CANTARÍN.
En los brazóns, detrás del cruceiro
y delante del armón, hay cuatro tala-
dros en donde se colocan cuatro palos
ver ticales, llamados estadullos (esta-
cas).
Detrás de la segunda cadea y de-
lante de la cuar ta, sobre los brazóns,
hay cuatro taladros, en donde se colo-
can unas estacas llamados estado-
nios, no tan fuer tes como los estadu-
llos, pero sí más flexibles. Entre todas
estas estacas se encajan fácilmente
los tableros de madera de los costados
llamados ladrales (laterales). Cuando
los laterales están hechos de trenza-
dos de varas de zarzo o varetas flexi-
bles de freixo (fresno), ameneiro (aliso)
y salgueiro (sauce), reciben el nombre
de canizos (enzarzos).
En el extremo delantero de la lanza
del carro (botoalla) hay dos dentoiras
(clavijas), que sir ven para sujetar el yu-
go. Un poco atrás de las dentoiras y de-
bajo de la lanza hay un agujero que sir-
ve para colocar un palo fuer te que se
apoya en el suelo, quedando el carro
en plano horizontal. Dicho palo se lla-
ma baldón.
En la botoalla, delante de la arme-
la, se coloca ver ticalmente una horqui-
lla fuer te, llamado boeiro, cuya función
es ser vir de apoyo a vigas largas, ara-
dos y otras piezas para transpor tarlas
sin estorbos al carro y al ganado.
La madera utilizada en los chedei-
ros era muy variada, pero siempre la
materia prima principal era el carballo
(Quercus robur) para la estructura de la
cheda, salvo los apeladouros. Éstos, al
sufrir fuer tes rozamientos del eixe, uti-
lizaban la madera del olmo o del carpe,
por su gran resistencia al roce. En
cuanto al leito y los ladrales, se utilizan
maderas de pino, chopo, castaño u
otras especies, pero sobre todo las
más baratas que se ofrecieran en el
mercado. Para las estacas se utiliza-
ban diversas especies del lugar, como
arces, fresnos, etc., y para los canizos
se utilizaban ramas tiernas de las es-
pecies ya citadas anteriormente.
C).- Xugo (yugo)
En Galicia, un carro siempre es
arrastrado por una xunta (pareja) de
bois (bueyes) o de vacas. Nunca se han
utilizado en Galicia parejas de caballos
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grandes, debido a que no resisten la
humedad del clima, una alimentación
que no es la adecuada y, en conse-
cuencia, la facilidad de caer enfermos,
sobre todo del muermo. En Galicia solo
existen jacos pequeños de la tierra, y
sería de locos pretender uncir una pa-
reja de éstos para que muevan un ca-
rro.
Es curioso obser var que el modelo
del xugo (yugo), realizado en madera,
es similar en toda Galicia, existiendo
una variación en la sujeción del ganado
al xugo, definida por dos zonas: una,
que bordea la costa gallega de
Pontevedra, La Coruña y nor te de Lugo,
y otra, interior, que abarca par te de
Lugo y la totalidad de Orense.
El xugo está formado por una pieza
de madera labrada, con la forma de
una "eme" muy aplastada, llamando a
cada cur va de la eme canga, que se
apoyará sobre el pescuezo y la espal-
da, detrás de los cuernos de las vacas
o los bois (Dib.8).
A ambos lados de cada canga, atra-
vesados de arriba abajo, están coloca-
dos dos listones combados y dentados,
llamados cangallas o cangalleiras (ga-
mellas). Entre estos se coloca el cuello
y el cogote de la besta, cerrando por de-
bajo con una soga, llamada brocha o
barbelas (barbilla), asegurando así que
no salga el cuello de entre las cangallas.
En el centro del xugo, en la par te al-
ta, hay tres camelos, y entre éstos hay
dos cambelas o cambillones (entalla-
duras), que sir ven para colocar el loro
(coyunda de soga) o la pioga (coyunda
de cuero), que sir ve para unir el xugo
con la botoalla, sujetado con las dos
dentoiras.
El tipo de yugo descrito es el utili-
zado en el interior, mientras que en el
litoral se suprimen las cangallas de ma-
dera, que son sustituidos por canciles
de hierro en forma de "u", donde las
puntas de éstos se introducen cada
uno en dos agujeros hechos en la can-
ga. Para que no se salgan los canciles
de las cangas, una de las patas de hie-
rro de cada cancil tiene un taladro en
su extremo, que facilita el introducir un
cravo (clavo), justo donde sobresalen
en la par te alta de la canga.
La madera utilizada para la cons-
trucción de los xugos es el roble, aun-
que también se utiliza el pino y el cas-
taño.
Un elemento impor tante e insepa-
rable para el boieiro, cuando lleva a la
pareja de bois o vacas uncidos al carro,
es por tar la aguillada (aijada), que le
sir ve de acicate del ganado, y, también,
metiéndolo entre los anelos de las rue-
das, frena al carro en las fuer tes ram-
pas de algunos tramos de las correido-
ras. Dicho palo está provisto en uno de
sus cabezas de un pequeño clavo em-
butido que sir ve de estimulante o aci-
cate cuando se pica al ganado. Las es-
pecies forestales utilizadas para hacer
una aguillada son de lo más variado,
pues pueden emplearse castaño, car-
pe, fresno y almez, entre otros.
Los boieiros, con sus inseparables
aguilladas, carros y bois, han inspirado
sus poesías a muchos bardos. Una de
las más conocidas es la de Pondal, ti-
tulada "Polo baixo cantando", que
transcribo también traducido:
"Polo baixo cantando
o bóo bergantiñán
coa aguillada ó lombo
e garboso ademán,
que a PonteCeso leva
en noite de luar
grave o carro de táboas
anteposto quizáis;
Por lo bajo cantando
el buen bergantiño
con la aguijada al lomo
y garboso ademán,
que a Puenteceso lleva
en noche de luz de luna
vacío el carro de tablas,
ligero quizás
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EPÍLOGO
De las tres fotografías que se ad-
juntan en este escrito, en una
se contempla un carro con sus va-
cas llevado por un rapaciño. Detrás
del carro y de pie está una mujer
con un traje largo blanco: era mi
abuela con 70 años. Las otras mu-
jeres y el chico eran sus hijas y un
nieto. El citado rapaciño era el
boieiro, que llevaba a todos en el
carro de la casa a la playa y vice-
versa (8 km) durante todo el verano.
En la segunda foto se divisa la
par te trasera y lateral del carro, con
seis rapaciños sentados sobre el lei-
to (El primero de la derecha es el au-
tor de este ar tículo, con 7 años de
edad).
Estas dos fotos las realizó mi
padre, Luciano Conde Pumpido, con
una cámara Kodak; la primera, en
1924, y la segunda, en 1930.
La foto de un cuadro pintado por
el Maestro de Astorga, con el tema
del traslado del cuerpo de Santiago
Apóstol en un carro, está tomada
de un repor taje del diario ABC.
Todos los dibujos y croquis que
figuran en este ar tículo están reali-
zados por el autor.
Mi agradecimiento a mi esposa
Pilar, pues gracias a su insistencia
he podido rematar esta monografía,
empezada en junio de 1998, a fina-
les del verano del 2004.
Folklore y artesanía delcarro gallego, también llamado Cantarín http://www.forestales.net/archivos/forestal/pdfs 28/carro_cantarin.html
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