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Ángela Hernández POESÍA DOMINICANA ACTUAL 1981-2011: TRANSGRESIÓN Y TRADICIÓN Lissette Ramírez POESÍA DE EXPLORACIÓN EVENTOS SOCIALES LA TRADICIÓN Y SUS VOCES DEFENSA DE LA POESÍA: DEFENSA DE LA VIDA 6 8 4 Es una revista literaria con publicación cuatrimestral Imagen de portada: © Ada Balcácer Correctores de estilo Luis Beiro, Bartolo García Molina, Ramón Emilio Reyes. Diagramador Ludwig Medina González Fundada y dirigida por Fari Rosario Imprenta: SOTO IMPRESORA, S.A. 2 enero-abril 2012 / Flor de tierra

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Año I • Número I Enero-Abril 2012

Fundada y dirigida por Fari Rosario

Consejo de redacciónFari RosarioBartolo García MolinaRamón Emilio ReyesLuis BeiroJuan Manuel Acosta

Administración y encargadas de RedacciónMónica Trejo/Andrea Alcántara

Correctores de estiloLuis Beiro, Bartolo García Molina, Ramón Emilio Reyes.

DiagramadorLudwig Medina González

Colaboradores Ramón Emilio Reyes, Bruno Rosario Candelier, Luis Martin Gómez, Miguel Ángel Fornerín (Puerto Rico), Violeta Rojo (Venezuela), Christian Ibarra (Puerto Rico), Lauro Zavala (México), José Miguel Oviedo (Perú), Sara María Rivas (Puerto Rico, EE. UU.), Carlos Ardavin Trabanco (Texas), Jorge Mustonen, Basilio Belliard, Pedro Ovalles, Ruth Kostner (Italia), José Enrique García, Luis Beiro, Rvdo. Jesús Hernández

Disponible en las siguientes librerías ylugares de Santo DomingoMateca, La Trinitaria, Thesaurus, Amengual, PhiloBiblia, Multicentro La Sirena, Megacentro, La Cafetera

RD$100.00 /US$3.00Síganos en facebook: facebook???

Para suscripción: escríbanos a Email:[email protected]

Imprenta: SOTO IMPRESORA, S.A.

Flor de tierraEs una revista literaria

con publicación cuatrimestralc o n t e n i d o4 Pedro Ovalles

6 DEFENSA DE LA POESÍA: DEFENSA DE LA VIDA

8 POESÍA DOMINICANA ACTUAL 1981-2011: TRANSGRESIÓN Y TRADICIÓN

14 LA TRADICIÓN Y SUS VOCES

18 POESÍA DE EXPLORACIÓN

20 Ángela Hernández

22 Lissette Ramírez

24 Giuseppe Ungaretti

26 EVENTOS SOCIALES

Imagen de portada:© Ada Balcácer

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enero-abril 2012 / Flor de tierra

FARIROSARIO

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l Les damos la más efusiva bienvenida a todos nuestros lec-tores. Saludamos el año número doce del siglo XXI, con el na-cimiento y la puesta en circu-lación de nuestra revista Flor de Tierra. Esta revista literaria nace en medio de esta Isla flotante, nace como una diminuta alga junto a la orilla del río Ozama.

Desde hacía mucho tiempo tenía el interés de “lanzar” una revista. Creo en el potencial ca-talizador y renovador de este tipo de publicación. De hecho, hace unos años cayó en mis ma-nos una revista que no solo me permitió conocer el género de la minificción, sino que también me sirvió de inspiración.

Esta publicación tiene un so-porte impreso, pero los tiempos posmodernos nos exigen inser-tarnos en el mundo digital, así que la misma tendrá doble so-porte. No está de más decir que esta revista es fundada y dirigida por Fari Rosario.

Flor de Tierra quiere consti-tuirse en una publicación cua-trimestral: cual si fuere una es-tación que cambia de color y matiz cada cuatro meses. Nues-tro propósito es único y peculiar: estimular el desarrollo de las letras y describir los derroteros del acontecer artístico-literario de República Dominicana. En otras palabras nuestro radio de acción implica un movimiento

que opera y procesa informa-ciones con el fin de dinamizar la difusión de nuestras letras, mo-tivar la reflexión, el espíritu hu-manístico y los valores literarios y estéticos.

Las revistas –no deberíamos olvidarlo– han jugado un papel fundamental en el desarrollo y el consecutivo dinamismo de las letras en Hispanoamérica. Pensemos, por ejemplo, en la Revista Sur, fundada en 1931, en Argentina, por Victoria Ocampo y que después de nu-merosos volúmenes publicados desaparece en 1992; pensemos en Orígenes, aquella notable revista fundada por Lezama Lima y que tuvo la osadía de implantar la modernidad lite-raria en Cuba; en ese mismo te-nor están Plural y Vuelta, las dos ambiciosas revistas fundadas en México por Octavio Paz. En tiempo más reciente hay que destacar la aparición de la revista Letras Libres, fundada en México por Enrique Krau-ze. Este, indudablemente, es en un caso fenomenal, pues la revista supera los 20,000 ejem-plares, una tirada excepcional para una publicación literaria. O qué decir de Zona de Carga y Descarga, aquella vanguardista revista fundada en Puerto Rico por Rosario Ferré en la déca-da del setenta, eso tan solo por mencionar algunos casos.

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Nuestro país atraviesa por una crisis econó-mica y moral y está bajo la sombra de un largo eclipse cultural, como lo he denominado. Han desaparecido, lamentablemente, los suplemen-tos literarios y los proyectos culturales de en-vergadura. Este fenómeno es un lastre social que impide comprender la manifestación de lo que realmente enriquece y eleva las naciones. Esta ausencia de epifanía cultural es el mis-mo programa que legitima la miseria moral, la desigualdad, la corrupción y la ausencia de una recia y sostenida voluntad cultural.

Nuestra revista, como el entramado donde se empalma y se originan el pensamiento y el arte, es un espacio plural para sembrar pen-samientos e ideas. Es un proyecto íntimo para “lectores de intimidad” –como decía Ortega y Gasset en una nota preliminar de 1916. Y como tal se desvela como un proyecto impar-cial, objetivo, sin fines de lucro y sin banderas, sin insignias partidistas o ideológicas.

Esta tierra americana, caribeña, es múltiple y mestiza en sus expresiones. Desde su funda-ción han predominado las devastaciones, los gritos libertarios ante la opresión, la eman-cipación territorial y espiritual… De pronto nuestro arte se manifiesta como esa diminuta flor –hija de los páramos y el desierto espiri-tual– que se expande más allá de nuestro lími-te territorial. Esta flor ha crecido junto a los problemas del hombre (aunque a veces crece sobre la tumba de un poeta) pero lo cierto es que en su presencia laten el dolor, el grito y los sueños de una patria rota; en suma, los proble-mas cotidianos del hombre dominicano y su búsqueda de libertad.

Cada número de esta revista estará dedicado a diversas expresiones artísticas (ya que hoy en día más que de géneros se habla de expresiones o estilos artísticos). Así que el primer número está dedicado a la poesía; el segundo a la narrativa (el cuento), el tercero al fascinante mundo de la novela; la cuarta entrega versará sobre el ensayo

y el pensamiento dominicano; la quinta entrega la dedicaremos a la expresión del teatro en Santo Domingo. ¡Y luego se repite el ciclo estético! Este número de nuestra revista está dividido en tres secciones: 1) Pasajes y constelaciones conceptuales, 2) La voz de ultramar, 3) Los eventos sociales.

¿Por qué comenzar con la poesía? Contra-rio a lo que sucedió en la famosa boda judía en Caná, hemos decidido abrir el banquete sirviendo el mejor vino. Esta es una tierra de poetas. Está de más decir que ningún género ha florecido y ha alcanzado en nuestro país tantos laureles como la poesía. La tierra es la que engendra el canto, los mitos y las jugosas posibilidades del lenguaje simbólico. La repre-sentación estética de nuestros universos poéti-cos –Yelidá, por ejemplo– nos revela la poesía como el vivo manifiesto de la máxima volun-tad creadora.

Ella es la fuente que no seca, el ave que ha sobrevivido a las grandes hambrunas de la hu-manidad, a la hecatombe, a la desintegración de átomo, a las grandes crisis sociales y políti-cas del hombre. Esta manifestación estética se nos revela como un asidero, como una catarsis meridional en una era que se caracteriza por el desarraigo, lo mediático, el hiperconsumismo, la hipermoda, la mirada superficial y la conca-tenación de todas las banalidades que exhibe del hombre moderno. Este es el rostro de la “era del vacío” como la denominó Gilles Lipovestky.

Solo la poesía nos aproxima a ese susurro que nace en la garganta de los arrecifes durante las noches largas: a esa “agua tan pura” –como la llamó Manuel del Cabral– que atraviesa el río de nuestras vidas.

Agradezco, finalmente, la actitud mostrada por un eficiente equipo de personas que genero-samente ha decidido apoyar este proyecto, para hacer justicia voy a mencionarles: Nelson Soto, Rvdo. Jesús Hernández, Luis Martín Gómez, Bartolo García Molina, Ludwig Medina, Mó-nica Trejo, María V. Rosario, entre otros.

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Pedro Ovalles

Ficción 4

Es cierto que el polvo sube hasta mi edad, que no puedo tumbarlo de mi soledad. En sole-dad está desde antaño. Por eso desde milenios y milenios de años yo estoy en este instante que es todos los instantes. Desde que la tierra es tierra me filtré por entre la respiración del polvo para buscar el otro polvo que hizo posible éste que soy. Desde que se arrastró el primer lagarto y se empolvó de noches, y más luego se bañó de tibieza cuando la primigenia aurora se confun-dió con su mirada, desde esos entonces el polvo es polvo y su voz no se oye porque su timbre es oscuro como su origen. He cavado muy hondo e innumerables veces en todos los caminos y el polvo que surge solamente logra taparme los ojos de angustia. Aun así lo veo retorcerse de dolor porque a su edad no sabe que es polvo. Yo, que cuando alzo un puñado de tierra y me ensucio la sonrisa, de una vez siento que ya no tengo los pies en el suelo, que no soy de este tiempo porque a todos los tiempos pertenezco. Alguien, con manos tan suave como la nieve y la voz tan limpia como el primer día, con los

pies afincados en la eternidad, me sube a una nube y me dice al oído el polvo de su ser. Me dice cosas que al instante se vuelve polvo eter-no, porque polvo perpetuo es todo pensamiento que es más que pensamiento. Es cuando enti-endo que, tanto aquí aferrado al barro como allá arriba en los cielos, alejado de la ceniza, después de tocar la dulce luz en lo alto, pues no soy más que soplo, brisa que se interroga a sí misma, viento que no se cansa de buscar el viento que hizo posible que yo tuviera alas para hoy como ayer estar en otra dimensión interac-tuando con la voz que emana de las cosas. Por eso digo que soy más que polvo porque escucho lo que no se oye, aquello que está más allá del tiempo, más alto que las nubes; aquello que le da alma al trueno, que hace que la luz sea luz, que la tierra sea tierra, que la madera esconda algún aliento en sus adentros, y yo logre ser más que materia, y poder escuchar y hablar con el propio polvo, no con el que se escurre por entre mis dedos, sino con ese que me dice que yo fui mucho antes que él, el mismo que me incita ir más allá de las cosas y, asimismo, consiga pre-senciar el color que tiene la eternidad.

Pedro Ovalles. Moca, 1957. Su libro más reciente es El color de la eternidad (2011).

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Ficción 13

La tierra tiene algo que se parece a la mira-da. Aún dentro del sarcófago seguimos mirando la gran noche que se hace perpetua, y el día que ya es un montón de gusanos. Seguimos viéndo-nos en nuestra tersura tomando el autobús para regresar a casa, la misma que dejamos cuando tomamos el camino: rocas y piedras, flores y gruesas pisadas, y a veces desde las orillas casas y ventanas abiertas, y distantes fantasmas que somos nosotros mismos como en la mítica ciu-dad de Comala en Pedro Páramo. Y la tierra es testigo de ese eterno viaje, de ese éxodo perpe-tuo. Y nos da abrigo. Y es nuestro destino. Por la tierra llegamos a otra tierra, y ella misma es la mirada que nos delata, el pasadizo por donde nos vamos a otro mundo donde seguimos mi-rando la gran noche que se hace perpetua.

Ficción 5

El silencio es el pudor de los grandes caracteres.

José Martí Yo he aprendido del silencio todo lo que sé.

Si sé amar fue porque aprendí a callar cuando los besos como las olas van y vienen y sólo el chasquido de su mudez lo revelan. Cuando he tenido que romper el aire a gritos, aun así he sabido callar para que mis labios se cierren y digan más que lo que quiero decir a través del viento que comprime sus alas. He aprendido que cuando estoy solo es cuando lo tengo todo, y es así que el Todo habla por mí. Hacia mí se dirigen todas las cosas: es precisamente cuando creo que sólo yo existo. Como el mar entrando por mi boca, así mismo siento que todo el uni-verso entra por mis ojos. Entonces es cuando me bifurco como las arenas. Aprendo que soy uno y todos a la vez. Sé que si hablo el día me va a quitar la máscara. Sólo así puedo quedar atrapado por un eterno arrebato y creer que soy agua, arena, tierra, árbol, luz, sombra, si-lencio, o grito. He aprendido que el silencio es el universo de donde yo vengo, y de él está hecha mi palabra, que por ser también sordina, dice más que el viento, porque aire es la mudez de la eternidad; ignota soledad donde conver-gen el Todo y el Uno: mutismo donde yo he aprendido todo lo que sé.

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DEFENSA DE LA POESÍA: DEFENSA DE LA VIDAJOSÉ MÁRMOL

L a poesía es un acontecimiento radi-calmente estético, específicamen-

te lingüístico; pero, sobre todo, visceralmente humano, plural, multívoco. El lenguaje es su esencia, su naturaleza, su materia y forma. La poesía va desde el lenguaje hacia el lenguaje mi-smo, y en ese trayecto, a todas luces simbólico, tiene lugar su entroncamiento con la vida y con la realidad, con la sociedad y con la historia, con el tiempo y el pensamiento, más allá de los fideísmos, manifiestos y modismos de toda laya.

Es en la preeminencia verbal de la poesía donde se encuentra su valor cultural y desde allí se hace posible su condición de entidad capaz de transgredir los límites de la realidad misma, capaz de conmover la conciencia y el espíritu. Superación verbal del mundo llamaba Geor-ge Bataille a esa facultad propia de la creación poética. De ahí que la poesía haya aparecido, en más de una época crucial de la historia hu-mana, como senda clarísima hacia el amanecer de una nueva cosmovisión, una nueva sensibi-lidad, un nuevo entendimiento entre los hom-bres. Como lo proclamó Hölderlin, ante todas las demás ciencias y artes solo la poesía sobrevivirá.

Es el poder dialógico, en cuanto que entidad de pensamiento y lenguaje, el que imprime a la poesía un valor trascendente. Por ello sugería José Martí, que era tonto quien creyera que

no era la poesía un bien tan importante para los pueblos como la economía u otra forma de sustento material. La poesía es un componente básico en el alimento espiritual de las naciones y culturas del mundo. De ahí que llevar poesía a los hombres, tarea con la que se contentó Paves-se con absoluta humildad, se convierta en una finalidad ulterior en la vida de un ser humano. Porque la poesía, dada su naturaleza de lengu-aje y pensamiento, está facultada para trascen-der las circunstancias y el tiempo del sujeto mi-smo que la escribe, como también, su contexto histórico, ideológico y social.

La vigencia de la poesía como manifestación artística se sitúa más allá de la relevancia del tema, las pretensiones filosóficas, las aspiraci-ones emocionales o la tendencia ideológica o doctrinaria a que pretenda responder o servir. Es en una ética específica, la que Paul Eluard llamó ética de la forma, donde radica el auténti-co compromiso de la poesía con los individuos, con la sociedad y con la historia. Esta ética de-fine la identidad de la poesía como un acto de enunciación, como un hecho de lengua-cultura en cuya génesis se articulan el sujeto que enun-cia, su lengua, sus costumbres y creencias, su cosmovisión y su tiempo. Ahora bien, en el acto de trascender cada uno de esos componentes,

José Mármol. República Dominicana, 1960. Su libro más reciente es La maravilla del furor (2008).

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sin dejar de hacerlos suyos, es donde radican la vigencia de la poesía y la ética de su forma.

La poesía se rebela ante las injusticias y ante la escena dantesca de autodestrucción y odio que convierten el presente en un vergonzo-so drama humano. Sin embargo, se atrofia la trascendencia intrínseca de la poesía cuando se le imponen mancuernas ideológicas y grille-tes doctrinarios que la reducen a una función de propaganda. Cuando la poesía enaltece su especifidad de lengua y pensamiento, de sím-bolo y sentimiento, de experiencia y verdad, entonces, se transforma en defensa de la vida y de la auténtica libertad. Antes que atada a una función ideológico-partidaria, la poesía va de la mano con una misión social y humana que la convierte en un bien espiritual e intelectual con carácter testimonial perdurable, dado que ha-

bita en el lenguaje la condición de instrumento fósil de un tiempo y una cultura.

Defiendo la vigencia de la poesía porque, además de ser la expresión más alta de las posibilidades estéticas de una lengua, hay en ella un hálito de trascendencia que se nutre de la más simple de las realidades, aquella que expresa cada día la voluntad del ser hu-mano en reafirmar la belleza de la vida, a pe-sar de los horrores del mundo en cada una de sus nefastas representaciones. De ahí que no haya podido el hombre vivir sin poesía. Y si no fuese más que el fracaso el destino final del hombre, tengamos presente que solo la poesía sobrevivirá.

Defensa de la poesía, porque es mi mejor y más comprometida forma de defender la liber-tad y la vida.

José Contreras esq. Abraham Lincoln (frente al Parque Galicia) Santo Domingo.Teléfonos: 809-535-0981 / 809-533-9338 /809-923-7419info@libreríamateca.com

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POESÍA DOMINICANA ACTUAL 1981-2011: TRANSGRESIÓN Y TRADICIÓN BASILIO BELLIARD

Historia

La historia de la literatura dominicana es la historia de las generaciones poéticas. Desde el Vedrinismo hasta la Generación de los 80, la tradición literaria nuestra ha estado determina-da por la presencia hegemónica de la poesía. Las características formales, los temas, los regis-tros de época y las técnicas han variado de un grupo a otro y de una generación a otra. Esta dinámica ha normado el quehacer literario en República Dominicana. Los signos y los actores de ese accionar han experimentado transfor-maciones estéticas, en sintonía con las corrien-tes de vanguardia  de Hispanoamérica. La in-fluencia de la poesía francesa ha estado mucho más presente que la norteamericana o que la de cualquier otra lengua. De ahí que la presencia del surrealismo tenga más hondura en la temáti-ca del erotismo y la muerte, o el Modernismo y Darío en los “poetas sorprendidos”, que cualquier otra tendencia poética.

El hecho mismo de que en nuestro país, en una media-isla de apenas 48 mil 442 kms/2, ha habido más movimientos literarios que en Estados Unidos, se explica en que la cocina de

nuestras letras se ha condimentado en los mis-mos espacios y lugares, que van de la cafetera El Conde y el Palacio de la Equizofrenia hasta la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

En los últimos 25 años, el escenario ha cam-biado un tanto, con el movimiento cultural de los dominicanos en Estados Unidos, Europa y Puerto Rico, y con los autores de provincias. Y más aún, con la Internet y otros medios elec-trónicos, lo que ha permitido la eliminación de las barreras espacio-temporales. Mientras que en USA conocemos el Imaginismo, el Tras-cendentalismo y la Beat Generation, en Repú-blica Dominicana conocemos el Vedrinismo, el Postumismo, los Independientes del 40, la Poesía Sorprendida, los Nuevos, el Contextua-lismo, el Interiorismo, la Metapoesía, y ahora el Efluvismo, sin contar las generaciones y las promociones del 48, 60, 70, 80 y 90. Como se observará, todos los últimos han sido fundados en el interior del país, o por autores nacidos en provincias como Moca, La Vega, San Francisco de Macorís o Azua, respectivamente.

Frente a este panorama de las letras actua-les, los autores más jóvenes se desentienden de

Basilio Belliard. Moca, República Dominicana, 1966. Su libro más reciente es Oficio de arena (2011).

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las experiencias grupales y procuran nuevas vertientes expresivas y formales, y un distan-ciamiento de los elementos ideológicos y polí-ticos que, antes de la década de los 80, normó el temperamento de los intelectuales y los crea-dores literarios. De ese modo, podría decirse que nuestras letras gozan de buena salud, pues están en sintonía y en diálogo permanentes con el orbe hispano, cuyo signo más elocuente lo constituye la comunicación virtual y simultánea con escritores de todas las latitudes, venciendo todo tipo de fronteras lingüísticas, geográficas y culturales.

La literatura dominicana vive un proceso de inserción y diálogo con la literatura que se escri-be en el Caribe hispánico, pero sigue de espalda al Caribe anglófono y francófono. La literatura haitiana está muy alejada de la nuestra. Hay un silencio y un diálogo de sordos, si es que existe. La literatura nacional tampoco es conocida en el vecino país, debido a las barreras lingüísticas y a la ausencia de una industria de la traducción en dos vías.

La difusión de la producción literaria de nuestros autores apunta hacia una diversidad de las expresiones culturales. Las influencias de las teorías literarias de corte norteamericano y francés en el ámbito académico está cada vez menos presente en los creadores, quienes están más abocados a la lectura de textos de ficción, que a la lectura de teorías literarias y al estudio de preceptivas literarias, las cuales tienen mayor consumo en las esferas académicas que en las extraacadémicas. De ahí que haya un divorcio entre la crítica, la teoría y la creación; o entre los estudios literarios, la crítica literaria y la crí-tica periodística.

En la actualidad novosecular, la poesía domi-nicana se fundamenta en la búsqueda individual, al margen de la ansiedad de las generaciones y los grupos poéticos, tras los hallazgos de nuevos y arriesgados meandros expresivos. Digresión en múltiples direcciones estéticas, estos poetas

postulan la ironía y la sátira a la tradición más inmediata: desaparición de los grupos de van-guardias y advenimiento de los destinos indi-viduales y las aventuras estéticas personales, y al consumo de múltiples lenguajes artísticos vi-suales y sonoros. Cada individualidad busca un registro, un pulso expresivo y creativo, así como una dicción, en armonía con la sensibilidad y la experiencia estética. De ahí que, a pesar de la coetaneidad generacional, Homero Pumarol sea distinto a Frank Báez, Rita Indiana Her-nández y “Nerolessa” (así, sin apellido), a Pablo Reyes y Gregorio Espinal, Rosa Silverio y Jesús Cordero, a Juan Dicent y Lissette Ramírez, Víc-tor Saldaña y Alejandro González, a Noé Za-yas y Paul Alvarez,  por citar algunos ejemplos.

La ideología que nimbó el imaginario de los poetas de postguerra y el pensamiento de los poetas ochentistas, desaparece en los poetas novoseculares dominicanos, a quienes no les in-teresa la historia, ni la filosofía, ni la lingüísti-ca, sino la experiencia cotidiana, al margen del poema como hecho del lenguaje. En los noven-ta, la ruptura ochentista experimenta –a mi jui-cio– una continuidad de la ruptura, como gene-ración continuadora, de una obra en gestación que se prolonga en algunos casos y, en otros, se distancia de sus epígonos: grupos en tránsito, archipiélago de sujetos poéticos y experiencias de soledad.

Desde el poemario irónico, desenfadado y no menos satírico contra los mitos de la cultu-ra popular dominicana, los poderes sagrados y estatales que instaura Homero Pumarol, con su poemario Cuartel Babilonia (2000), y su co-nocido poema, Jack Veneno ha muerto, hasta Pos-tales (2009), de Frank Báez y La pelota de Paul Alvarez, sin mencionar las piruetas del habla citadina de Rita Indiana Hernández, en sus na-rraciones y poemas, hasta llegar al canto a la ciudad de Santo Domingo en los poemas con-versacionales con cierto dejo de humor de Juan Dicent, para arribar a Noctambulario (Memoria de

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una prostituta) de Gregorio Espinal, con el que obtuvo el Premio Joven de la Feria del Libro.

Esa ruptura interviene aquí como su poética esencial en sustitución de la ideología; es, pues, una actitud ante el hecho literario, ante la vida y ante el oficio escritural, y una crítica a un lengua-je, a una realidad vital y a una tradición lineal.

Estos poetas de la primera década del si-glo [XXI] escriben una poesía que es crónica del presente citadino, y cuyo fundamento es la anécdota cotidiana, como se observa en la poe-sía de Juan Dicent, cuando dice:

Y la gente se va a las playas en Semana Santa. Desde el jueves el éxodo del peaje. 3 días de romo y sol y mar y merengue. Por allá se enamoran, se divorcian, sueñan, caen presos, y los más afortunados mueren. Los otros regresan a la ciudad.

La escritura de estos poetas parte de la anéc-dota y la transfiguración en materia del poema, en un vértigo testimonial. Del asombro reflexivo de José Mármol hasta el desasosiego del nihilis-mo lírico de Plinio Chahín, la poesía ochentista entra en un estado de purgatorio, en los albores del siglo, con la ironía y la oralidad torrencial de la nueva promoción de novísimos poetas, que se nutren de la experiencia autobiográfica y usan el humor como diapasón y crítica a la tradición, desarticulan así los códigos de la representación histórica. Fundan una escritura poética exenta de conceptualización, que huye de la filosofía para refugiarse en el paisaje de la anécdota y la experiencia de lo vivido.

De la reflexión óntico-metafísica del lengua-je de los poetas ochentistas hasta la tensión na-rrativa de la anécdota de los poetas del Nuevo Siglo, estos últimos treinta años de poesía domi-nicana (1981-2011) han oscilado entre ese cruce de caminos, en tensión de angustias e influen-cias, que motorizan la combustión del verso y el drama de la escritura poética. Los registros del

habla poética de los jóvenes se distancian de la estructura rígida del verso, cincelado en un rit-mo silencioso, como se observa en la generación anterior. En los poetas actuales o posochentis-tas, el eje narrativo de la estructura poética fun-ciona como estrategia técnica, que permite que fluya la historia personal del yo biográfico que describe, donde el tono de la anécdota acusa la nostalgia del verso que cuenta.

En tanto que en los poetas de los 80, el len-guaje nace del pensamiento y el conocimien-to, en los poetas del Nuevo Siglo, el lenguaje surge de la calle, de la vida cotidiana y de la experiencia común, como ironía a la vida po-lítica y social. De una poesía apolínea a una dionisíaca, de los 80 al 2000 y más allá, hay una línea expresiva que se inaugura en los 80 con los libros Mar abierto (1981), Manicomio de papel (1981) y Poemas malos (1985) de GC Ma-nuel (hoy Manuel García Cartagena), con cier-to cariz surrealista; otro de temblor ontológi-co, de un lirismo negativo, típico de algunos miembros de su generación, como fue el de Dionisio de Jesús, Axiología de la sombra (1984); asimismo, Iniciación final (1984), también de es-tirpe surrealista, de José Alejandro Peña, y el otro pertenece a José Mármol, El ojo del arúspice (también de 1984) que, según Plinio Chahín, “inaugura una nueva órbita textual”, de una escritura desestabilizadora, de una sintaxis que rompe la lógica lineal de las palabras, y pone en tela de juicio nuestra tradición, has-ta la aparición, en 2000, de Cuartel Babilonia, de Homero Pumarol, y luego, en 2009, cuan-do Frank Báez obtiene el Premio Nacional de Poesía, con su libro Postales, en el cual encon-tramos esbozos de anécdotas, nutridas por un humor negro, que destilan sus frases poéticas. Ambos instauran un discurso poético de lo in-mediato, que reivindica la crónica doméstica de lo espontáneo, frente a un mundo poético precedente, que ahonda en el pensamiento filo-sófico y las posibilidades reflexivas del lenguaje.

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La generación poética de los 80 escribe una poesía aguijoneada por la reflexión filosófica del lenguaje poético, que asume la sordidez de una época, desde una visión estética del arte litera-rio, con sentido de universalidad y trascenden-cia, pero con vocación de ruptura, y en defensa de la reivindicación de los movimientos poéti-cos locales, como el Vedrinismo, el Pluralismo y la Poesía Sorprendida.

Oigamos, la voz de José Mármol, como expresión de su propuesta estética genera-cional:

cada palabra es una flor que aborrece su forma y su olor desprecia. cada flor es una voz. un lenguaje abierto a la piedad. al amor. al tedio, un cosmos reunido en una breve mancha nacida para el aire. tímido latido del inmenso letargo celestial esa flor. un vagido tal vez de algún dios corrompido. por la estirpe de barro soplado y su alfabeto. cada palabra es una flor que aborrece su forma y en el instante queda.

Jardines colgantes que se definen como pro-longación de la generación ochentista en la década de los 90 lo conforman los poetas Nan Chevalier, José Acosta, Julio Adames, Fernan-do Cabrera, Alejandro Santana, Eloy Alberto Tejera, Frank Martínez, César Sánchez Beras, Basilio Belliard, Enegildo Peña, Ramón Peralta, Orlando Cordero, Puro Tejada, Gerardo Cas-tillo, Jorge Pina, Claribel Díaz e Yky Tejada, quienes se revelan como promoción continua-dora de la atmósfera fundada como una estela lírica por los poetas de los 80, surgidos o no del taller César Vallejo de la UASD o provenientes de las provincias.

De la poética del pensar a la poéti-ca del cinismo. 30 años de poesía

La poesía nace del mundo y la naturaleza, y el poeta es el amanuense que retorna la palabra de la tribu a la naturaleza, en un rapto miméti-co. La poesía oscila, pues, de un corazón alado a una mente incandescente, en una lectura de un presente, que se disemina en sus veleidades y virtualidades.

Tradición y lenguaje cotidiano, orden y caos, lo libresco y la calle, ironía a la tradición en con-trapunto con lo establecido, la poesía del Nuevo Siglo acusa los relieves de la evasión rebelde y la transgresión cínica. Buceo en los lugares comu-nes, recuperación del tono de la Beat Generation norteamericana y lo neo-testimonial, esta no-vísima poesía dominicana rechaza la tradición ochentista, como ésta rechazó la generación del sesenta y la de postguerra. (…) Es decir, evaden la teoría y la investigación para asumir el com-promiso con la creación pura. Ese desinterés por lo intelectual se resume en una pasión por captar el lenguaje coloquial urbano, nocturno y diurno, por percibir la respiración de la ciudad, en sus avatares y tragedia cotidiana.

Oigamos a Pumarol, en su primer libro Cuar-tel Babilonia, y quien funge como puente entre la promoción del 90 y del 2000:

El muchacho de Gazcue que camina borracho Por la zona universitaria a las tres de la mañana De pronto es asaltado por un par de policías Por la sencilla razón de caminar borracho Por la zona universitaria a las tres de la mañana.El muchacho al que sólo le quitan Cincuenta pesos de uno de los bolsillos, Una cartera vacía, cigarros, unas llaves y un encendedor.El muchacho que no encontró a nadie Que lo llevara de vuelta a casa Y que decidió regresar caminando Aunque el trecho es largo y oscuro,

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Porque a pesar de todo la ciudad Por todos lados es larga y oscura Y porque a pesar de todo le gusta Tambalearse solo en la oscuridad Donde no necesita cigarros, ni llaves, Ni cincuenta pesos, Ni cartera, ni sobriedad, ni documentos, Ni nada más que las piernas que le mecen Y que a pesar de todo ahora no siente, Donde grita por encima del ojo roto Y por encima de los cristales rotos en el ojo roto Y por encima de las dos heridas en la cara y en la espalda rotas

En tanto que Franz Báez prolonga el ima-ginario poético de Pumarol, en clave también irónica, en su libro Postales. La suya, como la de Pumarol, acusa ribetes de una poesía des-nuda, descarnada, despojada de metáforas, con un tono narrativo y versos vertiginosos. La metáfora ya no es, pues, la piedra angular de la arquitectura del poema. Por el contrario, construyen una obra performática, más escrita para ser escuchada que leída, y que refleja el drama social urbano, de la violencia citadina. Poesía autobiográfica, de autorretratos, despo-jada de retórica, artificios sintácticos y de tro-pos, y que tiene como leit motiv una oralidad plagada de humor negro, que crea un estilo nuevo y fresco, ideal para la recitación en alta voz.

La revolución en el lenguaje poético es la ex-presión de un individualismo hedonista, irónico y cínico, que se legitima en una aptitud poética y estética: predominio de una voluntad de un tiempo futuro que se disipa en la trascendencia del presente instantáneo. La noción del futuro no se identifica con el progreso ni con la utopía, sino con el vacío. Opacidad y vacuidad vienen a reemplazar la ideología de las masas, el por-venir social y la transformación revolucionaria, en aras del héroe y del sujeto individual. Estos signos penetrarán el ideal finisecular. “Huérfa-nos de trascendencia, descentrados y desencan-tados, los escritores y los artistas miran hacia

todos lados, pero sólo escuchan los latidos de su propia subjetividad”, ha dicho, sabiamente Soledad Álvarez.

Narratividad y fragmentación

Dos líneas expresivas conforman la poesía de los últimos 30 años: la “estética del fragmento” y la “poesía narrativa”, para decirlo con palabras del ensayista y poeta uruguayo, Eduardo Milán. La fragmentación de la masa poética encarna el espíritu de la época, del derrumbamiento y la bancarrota de los grandes discursos totalizadores o “grandes relatos” –como diría Jean Francois Lyotard– y que se expresa en la desaparición de los poemas extensos de largo aliento, típicos de la tradición hispanoamericana, como Trilce, Piedra de Sol, Altazor, Alturas de Machu Picchu, etc., o en nuestra tradición poética: Vlía, Hay un país en el mundo, Círculo, Rosa de tierra o Compadre Mon.

La narratividad se ha impuesto como una ne-cesidad histórica, y que coincide con la tesis del “fin de la historia” de Francis Fukuyama, o con la clausura de los “grandes relatos”, ese fin de las utopías y, en especial, de la utopía socialista.

El golpe más demoledor a la tradición lírica en América Latina se lo propinó el movimiento Neobarroco (…) Esa vertiente neobarroca está minada por el amaneramiento retórico, el juego de palabras, el humor, el retorcimiento sintáctico y la manipulación verbal, que pone en jaque a los lectores desprevenidos y no avezados. De esta poética son herederos, en la generación de los ochenta nuestra, León Félix Batista, en su obra total, y Plinio Chahín, en sus últimos libros Na-rración de un cuerpo, Ragazza incógnita y Hechizos de la hybris. En contrapunto con esta vertiente, está toda la obra poética de Tomás Castro, lastrada por la antipoesía de Nicanor Parra, y la poesía conversacional y epigramática de Ernesto Car-denal; o la “poética del pensar”, reflexiva y on-tológica de José Mármol, Plinio Chahín, Médar Serrata, Dionisio de Jesús, César Zapata, entre otros. Esta búsqueda de un sentido primario y oculto, a través del juego lingüístico, genera una

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exploración en el tono, la dicción y el ritmo poé-tico, y es lo que hacen Chahín y Batista, y que tienen en nuestra tradición los referentes en Vigil Díaz, Zacarías Espinal, Manuel Rueda, Alexis Gómez Rosa, Enrique Eusebio, Luis Manuel Le-desma, Pedro Pablo Fernández y Cayo Claudio Espinal.

Como generación continuadora o promoción generacional, y en una segunda etapa del taller César Vallejo de la UASD, de miembros o no del dicho taller, se produce una nueva eclosión de poetas en la década del 90, con autores como César Sánchez Beras, Nan Chevalier, Eloy Alber-to Tejera, Julio Adames, Basilio Belliard, Jorge Piña, Claribel Díaz, Amable Mejía, Félix Betan-ces, Frank Martínez, Orlando Cordero, Alejandro Santana, Modesto Acevedo, Gerardo Castillo, Petra Saviñón, Fernando Cabrera, José Acosta, Juan Gelabert, Rannel Báez, Pedro Ovalles, etc. Además, de un puñado de nuevos poetas que apa-recen al despuntar la década del 2000, y fines de los 90, como Orlando Muñoz, Fari Rosario, Car-los Reyes, Valentín Amaro, Pedro Ortega, Felipe Jiménez, Eladio de los Santos, Augusto Bueno,

Hermes de Paula, Félix Villalona, Leoni Disla, Loraine Ferrand, Farah Hallal, Rosalina Benja-mín, etc. cuyo talento poético y constancia en el oficio les auguran un horizonte promisorio.

La historia poética dominicana se funda en la mirada a las vanguardias europeas y a sus movi-mientos poéticos. Hasta la generación de los 80, la nuestra es una poesía que valoró la tradición. La actual promoción, en cambio, bebe de la calle, del discurso oral: testimonia el lenguaje coloquial del presente e ironiza con el poder; pero hay un divorcio con la tradición hispánica y occidental, más bien, repercuten los tambores líricos de la poesía norteamericana, en una tematización de lo cotidiano, y algunos giros provenientes de la Antipoesía de Nicanor Parra. Ese solipsismo que se expresa en un cinismo a la tradición, al orden jurídico-político-cultural y al poder tiene como corolario un autismo poético, que se manifiesta en una escritura neo-testimonial, reivindicatoria del discurso de la marginalidad y la barbarie cotidia-na y el vértigo de la modernidad.

Junio de 2011

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LA TRADICIÓN Y SUS VOCES

Aída Cartagena Portalatín (Moca, República Dominicana, 1918. Obra poética completa: (1944-1984). Santo Domingo. Colección Biblioteca Nacional: 2000).

De entero cuerpo

HUNDIDA en la sangre sin motivo,Raíz al aire como ceiba ancianao arbusto hoyando el muro que te viste.

Así tú me verás de entero cuerposumergida en tu savia, Poesía,buscando el tema que motivaLo que te hace eterna:vida angustiada o catedral,agua que rompe,nube de fuego, rosa y amor,o el paraíso perdido donde habitael último sentido de la vida.

Manuel Valerio (Moca, República Dominicana, 1918. Coral de sombras. Poesía completa. Santo Domingo. Edicio-nes de Cultura: 2011).

Cataclismo del hombre

Mi silencio está lleno de grillos taciturnos,y llueven constelaciones de cenizasen un rugir de sangres. El viento caracolea en mí Cavando surcos para germinar tu nombre; Ya tu adiós es un grito hecho carne en mi tierra.Mi continente está poblado de seres ausentes y voces lejanas Con un perfume de silencio anidado en mis pulsos.¡Mis llantos serán estrellas para iluminar distancias!

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Yo estoy aquí:clavado en un segundo del tiempoEsperando tu hora, Porque ya todos mi relojes han muertoen el rosal de tu ismo.

Mis cayenas se harán riberaspara acunar tus playas;diez polos desfallecientes están muriendoen la sal de mis brazos,como diez agonías que buscan tus perfiles lejanos, esfinges que claman pirámides ancladas en tu pecho,cometas suicidas que llaman.

Mis labios gimen tras un afán de coloras olvidadas en tu tierra.

Yo estoy aquí…En este continente que tus palabras tocan. Hemisferio de papel olvidado en las manos pequeñasde un pedazo de solentre tus ojos.

Coral de sombras

Te llevo entre mis manoscomo destello invisiblede un coral de sombras.

Me iré sobre tu vidacomo un remar de campanas.

Vengo con una aureola púrpura para lanzarme al vacío.En las vendimias siderales de mi vida, recogeré mis cantarespara ceñirlos a tu cuello.

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Manuel del Cabral Santiago de los Caballeros, 1901. Permanencia Inmaterial: obra poética completa. Santo Domingo. Ediciones de Cultura: 2011).

Poesía

No conozco mejor definición de la poesía que este poema de Cabral.

Paul Eluard

Agua tan pura que casino se ve en el vaso agua.

Del otro lado está el mundo.De este lado, casi nada…

Un agua pura, tan limpiaque da trabajo mirarla.

Piedra tierna

Mientras las manos de Chinchina se ahogan en el estanque; mientras la anciana del cielo se le deshace en los dedos, me pongo a oír el cu-erpo mío; y siento que el armazón de mi carne tiene un rumor, un secreto primitivo. Yo lo sabía pero procuro no alarmar a Chinchina: la veo tan lejana, tan pura, tan indefensa. Entonces converso con alguien… sí, contigo, piedra; tú que vienes rodando desde la montaña, tú que ya te echaste a descansar sobre el camino… na-die podrá entenderte, sólo la tierra empinada, la que te vio rodar hasta el valle entre las sílabas de agua y el viento. Ya lo comprendo, piedra; lo sé antes de que me lo dijeras y me lo con-tara el camino, este largo camino sin tierra… Pero piedra: enséñame a ser tierno… tú eres de algodón… Ahora estás en las manos de Chin-china.

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Ramón Emilio Reyes (Santo Domingo, República Dominicana, 1937. Invitación profunda (Obra poética). Santo Domingo. Academia Dominicana de la Len-gua: 2011).

Invitación profunda (fragmento)

Por el secreto pasadizo del amorno hay otro puerto,no hay otro, amigo.Habría que multiplicar cielosempezando de nuevopor la curva del mundoy regresar a estecomo niño feliztiernamente dormido.Pues más allá del mar,el sol, los astros,solo estamos nosotrosreflejados:damos forma de hechoa las palabras,dimensiones al eco del deseocomo era en el principioy será siempreen la eterna extensión del calendario.

Fotografía de una reinaA Sofía

Oro mediterráneo era su frente.Mirando yo desde la tierra dulceel mágico intermedio de las lucestrajo hasta mí su majestad ausente.Sobre sius ojos la humildad silenteno opacaba el amor de su alma cumbre.Cual un hechizo convertido el lumbreescuchaba su voz desde mi ambiente.La reina era sencilla en su reflejode mar en calma y corazón sinceroy en la sabiduría de su nombrelos que la contemplábamos de lejosleíamos la bondad –en blanco y negro–particular de su corona noble.

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POESÍA DE EXPLORACIÓNFARI ROSARIO

D icen que el poeta latino Horacio Flaco inventó la “facilidad y la dul-

zura poéticas”. Y no está lejos de serlo, pues su notable y difundida Ars poetica se resumía en el siguiente lema: “La poesía es arte dulce et uti-le”. Lo cual vendría a significar, en buena len-gua cervantina, que la poesía es divertimento y conocimiento a la vez. Y esto es importante y digno de retomarse y analizarse por dos razones fundamentales:

El poema divierte, o sea, nos comunica una emoción estética y ligera…

El poema sub-vierte el orden y el movimiento del universo de los sentidos y la realidad. Esto se hace acentuando la flor del poema que nace como posibilidades reales del lenguaje; como experiencia de lenguaje fundante.

Esta última tendencia moderna es, en reali-dad, la que ha gozado de más adeptos y defen-sores en el mundo occidental. Algunos poetas defienden esta tendencia, apoyándose en las posibilidades y los conocimientos de prestigio-sos lingüistas, tales como A. Humboldt, quien sostenía que “explorar el lenguaje es explorar el mundo”, entre otros no menos destacados lin-güistas deudores todos del estructuralismo y el formalismo, tales como R. Jakobson, Barthes, entre otros.

Pero ¿dónde radica el problema tendencial? En esta segunda tendencia tan difundida y

conocida puede arrastrar una falacia en su pre-misa originaria, pues subvertir el orden de los significados y los significantes no siempre signi-fica escindir o verter la maravilla y el misterio del mundo en una fórmula escrita. Lo escrito es un signo muerto, arbitrario, que no redime si no trasciende la espesura de lo físico y el ter-reno de la invocación o la designación. De ahí que no basta solo con el lenguaje, con las lente-jas o los suculentos banquetes que nos brindan sus orfebres y sus magos, aun cuando resulte ser un lenguaje machacado y pigmentado con los aderezos de la modernidad y sus jugosas posibi-lidades lúdicas.

El poema no solo es una entelequia lingüí-stica; no podría vivir únicamente del lenguaje como nos han hecho creer muchos, y esto es así porque, en esencia, el poema no es un acto de imantar el pensar con la mejor imagen del mundo. Visto así tendríamos que acentuar el hecho –parafraseando al crítico estadounidense Archibal McLeish– de que “el poema no solo es significado”, sino también experiencia y explo-ración del mundo. Enfocado así tenemos el po-ema como escalera de Jacob, como conocimi-ento verdadero del mundo y que, dicho sea de

Fari Rosario. Moca, República Dominicana, 1981. Su libro más reciente es El columpio de los sonámbulos (2010).

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paso, no puede darnos la ciencia o la religión, sino tan solo la poesía. De ahí que podamos de-cir que el fundamento de la poesía no es el len-guaje, ni siquiera la polisemia lingüística, sino ese extraño ímpetu o el espíritu creador que escapa a toda definición. Es preciso traspasar o trascender el límite de las palabras. El poeta chileno, Vicente Huidobro, orilló –al igual que O. Paz–, todos los caminos de la poesía y, con razón decía: “¡Por qué cantan a la rosa, oh poe-tas, háganla florecer en el poema!”.

Y esto es lo que queremos resaltar en este ar-tículo: este tipo de poesía, que bien podríamos llamar poesía explorativa, en cuanto que explo-ra el mundo real y el mundo del saber, roza le-vemente los límites del misterio, del vacío y la angustia y los bordes sinuosos de la soledad que, como diría Unamuno, es el único problema del hombre.

El mundo nos abruma. Es voluntad huidi-za y demoledora, es representación real, según Arthur Schopenhauer. ¡Oh, el mundo! Y de-spués nos dirá algún predicador trasnochado

que “cada cabeza es un mundo”… Suena hasta lindo… Pero no. (Solo existe el mundo cuando se ha intuido o surge del cálido nido de la voluntad creadora: como jugoso marco de posibilidades para el vuelo de la imaginación).

Desde el gran Dante Alighieri el poeta sabe que vive en un mundo ajeno, prestado y hostil, y que al fin y al cabo, quizá no sea su mundo. PERO el poieta con raíces sabe que no basta con cantar el mundo, sino que es preciso crearlo. Y en definitiva, esta es la misión o la vocación de todo poeta verdadero.

Así pues, los temas y los bordes de una poe-sía de exploración recaerían sobre la espesura, el tiempo, el espacio, la memoria, el mundo, la contingencia, el mal, el pensamiento, la idea, la energía, la muerte, la soledad, la miseria, el hombre y las grandes metáforas de la experien-cia humana.

No buscamos una expresión, sino una poesía que sea reunión y ritual de los espacios. Explo-rar esos espacios diversos y ecuménicos es la ta-rea de la poesía de nuestro tiempo.

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Ángela Hernández

Alitas celestes. Pax

Que un pájaro entre mientras sueñas con re-jas, es cosa improbable, pero no imposible. Pero si ese pájaro es muy azul y es lo primero que ves, clarinada en tierra extranjera, entonces urge averiguar, porque quizás encarne encrucijada.

Y si al emprender vuelo –tú o el pájaro– re-paras en que las alas más bien son silencio y extensión. Y si estas alas generan un sinnúmero de pájaros idénticos, candente sombra dirigién-dose hacia el sur… Entonces, preguntar por sentidos será vano.

Viras el rostro hacia el nordeste, y justo en-tre el sol y tu mirada, cuaja un mándala ruti-lante que en vísperas fue follaje, y ahora po-dría deshacerse como cualquier desmesurada mariposa.

Dos días después del sueño, viajas a media-noche hacia una isla en el Caribe. Te recibe una asombrosa pareja. Un guerrero nostálgico, él; efusiva académica, ella. Negra belleza, él; clara belleza, ella. Te toman de los brazos y te guían

hacia una montaña neblinosa, en cuya cima, en una casa de huéspedes llamada Pax, contigua a un monasterio benedictino, te alojan. Sacias tu hambre con bocadillos de pan e hierbas y antes de irte a la cama, vislumbras por la ancha ventana la ciudad por conocer, tranquilamente dormida junto al mar.

Al alba, abres los ojos, bañados por ligeras ondas. Hay un árbol de grandes flores pareci-das a la fuga, de cuyo follaje brotan animados pájaros muy azules, que se lanzan al cielo como puñado de invaluables monedas. Tus pupilas respiran, olfatean, escuchan.

En un rato, discurrirás sobre el “realismo sórdido” en la literatura regional. Pero por sen-sato acatamiento a los insinuados secretos de este sitio, deberías contar el sueño precedente al viaje y tu fresca experiencia con pájaros azules y gigantes mariposas (mándalas por puro arte de la visión).

Pero resuelves ceñirte a lo convenido, porque si refieres el sueño, y la experiencia empapada de sueño, enhebrados por pájaros, precisamen-te azules, y enormes mariposas, precisamente anaranjadas, te obligarían a razonar con déjà vu o torpor o tiempo larvario o metamorfosis cícli-cas o resarcimientos neuronales… (A este mo-mento, llevas tus dedos a la cabeza y recuerdas que no te ha dolido por años).

Ángela Hernández.Jarabacoa, RepúblicaDominicana, 1954. Su libro más reciente es Metáfora del cuerpo en fuga (2006).

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–¿Conoce usted un lugar que contenga todos los lugares del universo?

–Sí…

–¿Y cómo es ese lugar?

–Es un lugar que contiene ríos, continentes, montañas de pensamientos: allí están todos los saberes y las maravillas del Universo. Ese lugar se llama BIBLIOTECA ANTILLENSE.

De optar por la vía poética, rozarías a Sa-muel Taylor Coleridge (si soñarás que estás en el paraíso…) o a Jacques Prévert (Cuando el pájaro llegue/ Si llega/Observar el más profundo silencio). O más terrible aún, dada la pertinencia de la ori-ginalidad, parecerías que exprimes a Maurice Maeterlinck para que te ceda su pájaro azul, cuyo pico diamantino podría quebrar a picota-zos la cáscara que cubre la imaginación, dejan-do expuesta tu médula, existencia.

Pasado el mediodía, luego de la disertación sobre “el realismo sórdido”, llevada a cabo se-gún lo convenido, me conducen a un restauran-te en la luciente playa. A unos diez metros de la orilla, sobre un regio armazón de madera, se levanta la construcción, cuyo diseño imita un velero colombino. Los anfitriones me obsequi-an unos pendientes de coral vivo. Dicen que en esta isla (santuario) han encontrado refugio to-das las aves amenazadas. Entretanto, un servi-cial mozo ha puesto ante nosotros el antipasto: picantes alitas azules.

El orden de lo finito

Estoy soñando contigo, dice una voz en la noche.Camino sobre un espejo lívido. Tal vez la mar.Monstruo indefenso. Pueblo tierno de césped.Ronronea.En cercanía, luciérnagas, brevísimas piedras,hunden la oscuridad.Del otro lado surgen filamentos de hierba.En el cielo un relámpago, sonrisa de enigmáticapresencia.Estoy soñando contigoFíjate en las flores de las cañas.Sedosas.Fluctuantes.Flotantes.Velos en mi sangre soplados por tu boca.Dice una voz en la nocheHay un grano de polvo,un rosal que levita en nuestro patio.

Biblioteca Antillense SalesianaCalle San Juan Bosco No. 27-A

Santo Domingo, República DominicanaApartado Postal 222

Teléfono: 809 685 7667Email: [email protected] /

[email protected]

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Lissette Ramírez

alquimista

Se cierra una puerta y se abre otra, entras y ves a tus padres en la pupila de tus ojos ante el espejo, ese espejo que revela la imagen here-dada de los ancestros. Vuelves a tener el sueño del búho: el primerizo, el iniciado, el legenda-rio… despiertas estremecido y sudado, recu-erdas la mano con ojo y los amuletos que aún te guardan y te pesan… sigues en la mañana a la maquinaria, ahora la más moderna y tran-smutada de todos los tiempos; te guardas en sus memorias y haces círculos de edades de hom-bres, herramientas y objetos vivos, ya despiertos y luego mensajeros. ¿Cuál mañana me tocará el implacable, el tiempo de los desaparecidos? ¿Cuántos han muerto ya? sigues preguntándo-te… sabes que todo está previsto de esa magia y es preciso que tus propias respuestas revelen lo más cercano de la vida, de tu vida, alquimista!

el beso

Escucho, es el corazón estremecido por la velocidad. Todo cuanto el camino de esta noche nos muestra lo hemos visto; incluso ese desfile de mujeres y hombres disfrazados de lo que qui-sieran ser, si es que no lo son: tigres, roba la gal-lina, indios, diablos, gitanas, travestis, tigres… Indudablemente no podría disfrazarme en nin-gún carnaval, ya que estar desnudo es eventual, y además que acompaño a un caballo; perdón, un hombre vestido de caballero. ¿Me pregunto si aún es permitido tumbar alguna bruja chupa muchachitos? No, cero heroísmo, simplemente nos detendremos en la empinada aquella a mi-rar la ciudad ardiendo en su propio infierno. Y no tengo que pedirlo, me besa sin apresurami-entos, y yo correspondo sin el remordimiento de amores pasados; me besa y libera esa bur-buja de pasión que sujetaba mi corazón, el cual salta de alegría, de amor…

Lissette Ramírez. San Francisco de Macorís, República Dominicana, 1986.Su libro más reciente es Círculo diurno (2007).

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ojos grandes de pantalla

Ojos grandes de pantalla los de María Verte, que cuela un café de películas. Hoy en la noti-cia del asesino tiroteado por todos los costados publicaron en el periódico: “Diez balazos certe-ros, aún así no le matan”. Imágenes vistas por ella con sus ojos de radio ochentero que miran los grises ojos de la tarde en que reza y rinde

tributo a la noche que sueña lo que soñamos, la tarde de primavera donde conocimos a Vertte, quien cuela un café de punta. Ella es serena casi alcoba dormida, de piel transparente pero no llega a rana, así que tose mucho si fuma men-tolados, en cambio con el café se reanima y le da un color a sus ojos como de lunas verdes y perdidas en el Sahara… ojos graves de planicies los de María Vertte.

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Giuseppe Ungaretti

Quizá nace

Existe la niebla que nos mata

Quizá nace un río allá arriba

Escucho el canto de las sirenas

Del lago donde estaba la ciudad.

(Traducción: Fari Rosario)

Soy una creatura

Valloncello di Cima Quattro il 5 agosto de 1916

Como esta piedraDel S[eñor] Miguel Así de fríaAsí de duraAsí de estancadaAsí de refractariaAsí desanimada totalmente.

Como esta piedraEs mi llanto Que no se ve.

La muerte Se recompensaViviendo.

(Traducción: Fari Rosario)

Giuseppe Ungaretti. Italia, 1888-1970. Vita d´ un uomo: tutte le poesie. Milano. Mondadori Editore: I Meridiani Collezione: 2005.

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[PUESTA EN CIRCULACIÓN]

La brevedad de la vida y otros demonios en Retratos: palabras sobre lienzo de Fernando Valerio Holguín

Por Dra. Sara María Rivas (Puerto Rico, Profesora Asociada Georgetown College)

Pensar que la tristeza, la melancolía, la zozobra y el desdén de amantes fortuitos son celadas de la vida, es ignorar que para Fernando Valerio-Holguín tales estados de ánimo son una suerte de alimento y motor que lo impulsan a navegar y subvertir experi-encias de un mundo imperfecto y frívolo. Enemigo de etiquetas y formalidades impuestas por la socie-dad y la academia, Valerio Holguín nos entrega su más reciente producción literaria: Retratos: palabras sobre lienzo, un texto híbrido en términos temáticos y estructurales. La intertextualidad y referencias espe-cíficas trascienden y multiplican sus posibilidades de análisis reafirmando, así, su valor literario. El libro se divide en cinco apartados: Ars Poetica, Trópico de Muer-te, Rapsodia, Vita Brevis y Retratos y Autorretratos. En estos mosaicos, el autor, en su heteroglosia, crea voces en-tretejidas con ilación que culminan con la propuesta de una salvación que sólo se alcanza a través de la poesía, la música y “nuestros muertos”.

A manera de advertencia les anuncio que esta-mos ante un yo poético en total dominio de sus emociones y eventualmente de las emociones del lector. No es un emisor poético ingenuo.

La construcción del yo poético se inicia en el primer apartado del libro: Ars Poetica

En este encasillado, establece el enunciante lírico la importancia vital que tienen la poesía y la palabra en su vida.

Y la vasta realidad del poema me habita incesanteen el consuelo. En la promesa de lo tangible en mí.En la certeza de quien soy en la palabra (p. 12).

En “Poet Neighborhood”, se presenta al poeta como un ser perseguido:

La policía establece retenes para determinar si huelen a sexo las bocas, si hay rastros de sílabas en las encías.

Barrio de poetas. Francisco es arrestado por posesión de palabras controladas.Jon es acusado de excesivo sarcasmo. Neus, la muchacha joven que inscribecada día un poema en su piel. Condenada a la penade vida.Campo de concentración. Reclusorio. Manicomio.Desde mi arresto domiciliario,Deberé reportarme al Oficial de LibertadCondicional. Barrio de Poetas. (pp. 15-16) Establece que la salvación es individual; la

poesía es personal y la sociedad condena ayun-tamientos de poetas. Termina este apartado con el concepto de condena que de alguna manera encuentra eco en el segundo mosaico: Trópico de Muerte. Desde mi perspectiva este fragmento del poemario es en el que la voz poética seduce de manera determinante al lector.

Esta voz enunciante, en constante contradi-cción, se torna vulnerable y en lugar de acudir a la poesía para salvarse, negocia con Dios su pro-pia muerte. Inicia el poema “Libera Me” con esta plegaria:

“De la muerte eterna, ¡Líbrame Señor!”. Esta última parte del verso está escrita en letras mayúsculas y entre signos de exclamación, lo cual denota desespero, desamparo y urgencia ante lo desconocido, lo fugaz, lo imprevisto.

La primera instancia en que hizo uso de le-tras mayúsculas fue con la palabra muerte y ahora Señor, entonces se enardece su religiosidad ante la eminente muerte que lo acecha y ante la cual se siente vulnerable aunque la haya burlado an-teriormente. Intenta diseñar su muerte porque al final, Huidobro, quizás tenía razón, el poeta es un pequeño Dios pero no para crear palabras, sino para diseñar su propia muerte y así lo esta-blece en su poema “Libera Me”

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Flor de tierra / enero-abril 2012

Yo solo quiero una muerte breve, fugazuna muerte parecida al sueño, y resucitar a la mañana siguienteasomado al día luminosotomando café entre amigosDe la muerte imprevista, Libérame Señor!Si tan solo tuviera tres días de plazopara ordenar mi corazón y hacer las maletaspara despedirme de los que tanto amo. (pp. 23-24).

En el tercer apartado, Rapsodia, en su poema “Insomnio” su pesar y malestar ya no proceden de ser poeta o del miedo a la muerte sino del avasallador paso del tiempo del cual no se tiene control:

Yo regreso incesante a la vida con mi cadáver de anoche, envejecido y gris, y, entonces, tardo tanto en morir,que no me basta el insomnio.

Este poema representa la tristeza suprema del ser en donde convergen todos los sufrimientos y temores. Culmina la sección con el poema “En nombre de nadie”.

En este poema quedan democráticamente to-dos: narrador y amigos igualmente malmirados o minimizados. Parece una continuación del poe-ma anteriormente señalado, “De casas y fanta-smas”, por su desprecio no a personas que con-struyen castillos de papel sino a la mediocridad en

general. Es el epítome de la irreverencia y desa-pego a todo lo sagrado: incluyendo a los amigos que anteriormente deseara tomar café en la otra vida: “no hay ninguno del que pudiera sentirme precisamente orgulloso.”

En la cuarta parte del libro: Vita brevis retoma este descontento en el poema “El palacio de la nada” y apunta: “Uno mismo es su propio silen-cio y su propia nada.” Así mismo, en el poema “Homenaje a Guillaume Apollinaire”, el yo líri-co enfatiza su deseo de estar solo, consigo mismo: “En mi casa tengo…a veces amigos sin los cuales podría vivir.”

Inicia pues su retorno a la poesía, la retoma y en lugar de ser tabla salvadora la transforma en arma blanca de defensa en el poema “El tren de Fort Collins”.

Me atrinchero en mi cuartotras los libroscalo la bayoneta en la palabraesgrimo un versoy entonces disparo a quemarropa.

Mientras sigue reformulando su fin culmina el poemario con su último mosaico titulado Retratos y autorretratos que da la sensación al lector de estar ante un mapa semántico circular ya que culmina con una visión apocalíptica del ser y el desgaste del tiempo especialmente en sus autorretratos de sus 46, 49 y 50 años en donde el deterioro aními-co y físico son permanentes e irreversibles.

De esta manera concluye nuestro escritor el poemario Retratos: palabras sobre lienzo. Y como les anunciara al inicio de mi análisis, el poeta, a través de esta antología, subvierte mediante su yo lírico, conceptos universales y sagrados para la sociedad, llevándonos por esos “patios de manicomio” dan-do, en ocasiones, la sensación de que formamos junto a él, una comunidad imaginaria a la que alu-diera Bennedict Andeon y como un pequeño Dios, la desintegra para recordarnos que tanto la salva-ción como la condena son procesos y experiencias individuales. Le agradecemos a Valerio Holguín, por evidenciar con acritud los sinsabores de la vida y su insoportable brevedad en su justa perspectiva: es efímera, pasajera, fugaz y solo perdura la pala-bra, el arte y “nuestros muertos”.

Presentación realizada en el Colegio Dominicano de Artistas Plásticos

17 de agosto de 2011

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enero-abril 2012 / Flor de tierra

III Festival Internacional de Poesía de Santo Domingo

El miércoles 19 de octubre de 2011, a las siete y treinta pasado meridiano se inauguró el III Festival Internacional de poesía de Santo en el Palacio de Bellas Artes. El lema del evento fue: «¡De este lado del mar…la poesía florece!». Estuvo dedicado a uno de los más grandes poe-tas de nuestro país: Manuel del Cabral.

El evento contó con un programa dinámico e itinerante, pues el festival se extendió hasta San-tiago de los Caballeros y las voces de los poetas recorrieron varias escuelas de Santo Domingo y otras regiones del país.

Al terminar el evento, tantos los poetas domi-nicanos como los extranjeros, alzaron sus voces para proclamar la defensa y el elogio de la poesía. A continuación reproducimos dicha proclamación.

Proclama de los poetas reunidos en el III Fe-stival Internacional de Poesía de Santo Domingo, celebrado del 19 al 23 de octubre de 2011.

Los poetas representantes de Latinoamérica, el Caribe, España e Italia congregados en el III Festival Internacional de Poesía de Santo Domin-go, que honró la memoria del poeta Manuel del Cabral (1907-1999), celebrado con el respaldo del Ministerio de Cultura, y luego de haber llevado a cabo un amplio y fructífero programa de trabajo entre los días 19 y 23 de octubre, que colocó la poesía en un primer plano de interés cultural en diferentes lugares e instituciones de las ciudades de Santo Domingo, Santiago de los Caballeros, San Pedro de Macorís y San Cristóbal, con una importante participación del público y amplia di-fusión en los medios de comunicación, clausuran el festival firmando, por conducto de su Comité Organizador, la siguiente Proclama:

Alzamos nuestras voces y proclamamos:La defensa de la poesía como ejercicio de li-

bertad y como un valor esencial en la sociedad, la educación y la cultura.

La defensa de la poesía como un aporte de sus creadores a la memoria histórica de los pueblos del mundo.

La defensa de la poesía como un atributo de la democracia y como estandarte de denuncia del totalitarismo en cualquiera de sus manifestaciones ideológico-políticas o étnico-culturales.

La defensa de la poesía como la más alta expre-sión estética del espíritu y como vía, mediante el derecho fundamental a la educación integral de los

individuos, para alcanzar la equidad y vencer los obstáculos de género, creencia, pensamiento, len-gua o cultura.

La defensa de la poesía contra el individua-lismo salvaje y contra la guerra como pretexto para hacer prevalecer el interés individual, gru-pal o de una nación poderosa contra el interés general de la sociedad y sus aspiraciones de un mejor futuro para la humanidad.

La defensa esencial de la poesía como mecani-smo de comunicación entre los hombres y pueblos frente a la uniformidad que la manipulación intere-sada de los medios de comunicación quiere imponer.

La defensa apasionada de la poesía como re-spuesta a la inseguridad ciudadana y en procura de la paz entre naciones, pueblos e individuos.

Dado en Santo Domingo, República Dominica-na, a los 23 días del mes de octubre del año 2011.

Poetas internacionales y nacionales que asi-stieron al evento: Alan Mills (Guatemala), Alex Fleites (Cuba), Aleyda Quevedo (Ecuador), Al-fonso Quiñones (Cuba), Anthony Phelps (Ha-ití), Carlos López (Guatemala), César López (Cuba), Claribel Alegría (Nicaragua), Claudio Daniel (Brasil), Coral Bracho (México), Edu-ardo Chirinos (Perú), Eleanora Requena (Ve-nezuela), Emanuele Bettini (Italia), Héctor Hernández Montecinos (Chile), Hernán Bravo Varela (México), Hugo Mujica (Argentina), Jo-aquín Morales (Paraguay), José Ramón Ripoll (España), Jotamario Arbeláez (Colombia), Juan Carlos Orihuela (Bolivia), Juana Goergen (Pu-erto Rico), Lila Zemborain (Argentina), Luis Chaves (Costa Rica), Luis García Montero (España), Marco Martos (Perú), Mariella Ni-gro (Uruguay), Néstor Barreto (Puerto Rico), Zingonia Zingone (Italia), Ángela Hernández (Rep. Dominicana), Cayo Claudio Espinal (Rep. Dominicana), Dionisio De Jesús (Rep. Dominicana), Federico Jóvine Bermúdez (Rep. Dominicana), Fernando Cabrera (Rep. Do-minicana), Jesús Cordero (Rep. Dominicana), Juan Carlos Mieses (Rep. Dominicana), Pedro José Gris (Rep. Dominicana), Rafael Hilario Medina (Rep. Dominicana), Soledad Álvarez (Rep. Dominicana), Yky Tejada (Rep. Domini-cana), Basilio Belliard (Rep. Dominicana), José Mármol (Rep. Dominicana) y León Félix Bati-sta (Rep. Dominicana).

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