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L a Flexiguridad, como casi todo en la actualidad, no se puede entender sin tener en cuenta los elementos defini- torios de la realidad económica mundial. Sólo desde esta perspectiva global podemos enten- der las potencialidades y los límites de este concepto, especialmente en su aplicación para Europa y Espaæa. Uno de los retos que el nuevo escenario global estÆ generando es la redefinición de Europa. Tras 50 aæos de construcción euro- pea «hacia dentro», uniendo la realidad de 27 Estados con importantes diferencias políti- cas, económicas y culturales, el nuevo escena- rio impone mirar «hacia fuera». El desafío de ayer por conseguir un espacio de libre compe- tencia entre Estados europeos se extiende hoy al resto del mundo. Pero es en Europa donde se estÆ dirimiendo la supervivencia del modelo social, y con Øl, una forma distinta de entender la globalización. Sólo potenciando la dimensión social interna y externa de la UE la Flexiguridad puede ser esa oportuni- dad que nos permita seguir financiando nues- tros Estados del Bienestar y desarrollar el de las economías emergentes. No podemos olvidar que la globalización no es un proceso objetivo, sino una forma de entender las relaciones económicas y sociales que se ha sintetizado en el así llamado Con- senso de Washington. Las premisas funda- mentales de este Consenso (liberalización de comercio y las finanzas, privatización de empresas pœblicas, eliminación de subsidios sociales generosos e indiscriminados, apertu- ra a la inversión exterior, mayor disciplina fiscal y políticas monetarias restrictivas que garanticen estabilidad de precios) son el fiel reflejo de una visión que recupera la centrali- dad del mercado en detrimento del papel económico del Estado. Para los autores que defienden este mode- lo de globalización, los efectos estÆn siendo muy positivos porque estÆ favoreciendo una mayor integración comercial que beneficia tanto a economias desarrolladas como emer- gentes. Este escenario cada vez mÆs abierto y competitivo entre ambas realidades estÆ igualando al mundo («Getting the World flat- ter», Friedman, 2005). 77 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO E INMIGRACIÓN * Investigador del e-Democracy Center. Universidad de Zurich. Policy Adviser en el Global Progressive Forum, PSE, Parlamento Europeo, Bruselas. Flexiseguridad: seguridad laboral y modernización de la protección social JAVIER RAMOS D˝AZ*

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Page 1: Flexiseguridad: seguridad laboral y modernización de la protección social · micamente y disminuir sus niveles de pobre-za medidos en 1-2$/dia. Sin embargo un anÆlisis en profundidad

La Flexiguridad, como casi todo en laactualidad, no se puede entender sintener en cuenta los elementos defini-

torios de la realidad económica mundial. Sólodesde esta perspectiva global podemos enten-der las potencialidades y los límites de esteconcepto, especialmente en su aplicaciónpara Europa y España.

Uno de los retos que el nuevo escenarioglobal está generando es la redefinición deEuropa. Tras 50 años de construcción euro-pea «hacia dentro», uniendo la realidad de 27Estados con importantes diferencias políti-cas, económicas y culturales, el nuevo escena-rio impone mirar «hacia fuera». El desafío deayer por conseguir un espacio de libre compe-tencia entre Estados europeos se extiendehoy al resto del mundo. Pero es en Europadonde se está dirimiendo la supervivencia delmodelo social, y con él, una forma distinta deentender la globalización. Sólo potenciandola dimensión social interna y externa de laUE la Flexiguridad puede ser esa oportuni-

dad que nos permita seguir financiando nues-tros Estados del Bienestar y desarrollar el delas economías emergentes.

No podemos olvidar que la globalizaciónno es un proceso objetivo, sino una forma deentender las relaciones económicas y socialesque se ha sintetizado en el así llamado Con-senso de Washington. Las premisas funda-mentales de este Consenso (liberalización decomercio y las finanzas, privatización deempresas públicas, eliminación de subsidiossociales generosos e indiscriminados, apertu-ra a la inversión exterior, mayor disciplinafiscal y políticas monetarias restrictivas quegaranticen estabilidad de precios) son el fielreflejo de una visión que recupera la centrali-dad del mercado en detrimento del papeleconómico del Estado.

Para los autores que defienden este mode-lo de globalización, los efectos están siendomuy positivos porque está favoreciendo unamayor integración comercial que beneficiatanto a economias desarrolladas como emer-gentes. Este escenario cada vez más abierto ycompetitivo entre ambas realidades estáigualando al mundo («Getting the World flat-ter», Friedman, 2005).

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* Investigador del e-Democracy Center. Universidadde Zurich. Policy Adviser en el Global Progressive Forum,PSE, Parlamento Europeo, Bruselas.

Flexiseguridad:seguridad laboral y modernizaciónde la protección social

JAVIER RAMOS DÍAZ*

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Efectivamente, este modelo de globaliza-ción está permitiendo a economías como Chi-na, India, Rusia, Brasil o Sudáfrica, incorpo-rarse al comercio internacional, crecer econó-micamente y disminuir sus niveles de pobre-za medidos en 1-2$/dia.

Sin embargo un análisis en profundidadsugiere que los resultados no están siendotan positivos. Para empezar porque más quede globalización deberíamos hablar de unaintegración económica regional ya que salvolos países antes citados, el resto de las eco-nomías apenas han visto aumentar su parti-cipación en la economía mundial. Ademáshay serias dudas de que la disminución de lapobreza sea tal. No sólo porque hay proble-mas en los métodos utilizados para medir losniveles de pobreza (Deaton, 2002; Hunter,2007), sino porque la disminución se concen-tra en muy pocos países, China principal-mente.

De lo que no parece haber dudas es de queestá aumentando la desigualdad en todos susniveles (tanto entre países como dentro decada país) (Nayyar, D., 2003; Banco Mundial,2008, Milanovic, 2007) y de que la economíainformal afecta a más de la mitad de la fuer-za laboral en la mayoría de las economíasemergentes, si bien hay países en el SudesteAsiático y en África, donde la economía infor-mal representa el 80 y el 90% de la fuerzalaboral, es decir, no hay economía formal(Benach, Muntaner & Santana, 2008).

No es de extrañar por tanto que la inmi-gración desde países pobres a países ricosesté en máximos históricos. Se calcula que en2000 había en torno a 200 millones de perso-nas que han abandonado su país por razoneseconómicas (Martin, 2001).

Muchos países intentan regular las migra-ciones con leyes más duras que buscan imper-meabilizar las fronteras. Esto favorece el trá-fico humano controlado por mafias que nosólo explotan a los inmigrantes en el país deorigen, sino también en el país de acogida.

Según los últimos datos este comercio ilegalde seres humanos está aumentando y se creeque hay en torno a 600.000 víctimas (Danai-lova-Trainor & Belser, 2006).

Otra novedad de este modelo de globaliza-ción es la aparición de lo que se ha dado enllamar «Tecnologías de la Información y laComunicación», las famosas TIC que estáncambiando la forma de producir y consumir.De las grandes empresas con estructuras for-distas (automovilísticas, siderúrgicas etc),estamos pasando a las empresas red (empre-sas más pequeñas, formadas por nodos queadoptan la forma de red para ser mucho máseficientes y poder responder a los cambios dela demanda de una forma más rápida).

Con este tipo de tecnología y este modelode empresa es mucho más fácil y económicodeslocalizar la producción, y por extensión, esmucho más fácil reorganizar a la fuerza labo-ral. Puesto que todo aquello susceptible deser pensado, producido, distribuido y vendidoen soporte digital, puede ser exportado oimportado a tiempo real y a escala planeta-ria, nuestra forma de entender el empleo y lasrelaciones laborales están cambiando.

Aunque las empresas red, altamente vin-culadas a las TIC, se identifican con la crea-ción de empleo de calidad, de alta formación ybien remunerado, lo cierto es que su instala-ción lleva aparejada también la creación deempleo en sectores como limpieza, cafetería,etc. lo que reta en parte la idea que tenemostodos de que más empresas TIC significanmás puestos de trabajo de alta calidad.

Además gracias a las TIC no sólo losempleos manuales se deslocalizan. Los secto-res de cualificación media y alta �más prote-gidos en sus economías de la competenciainternacional�, también están expuestos aesta competencia exterior. En la medida enque podemos también deslocalizar a travésde Internet sectores como el diseño, la conta-bilidad, etc., estos sectores se internacionali-zan (Baldwin, 2006).

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En este contexto y tras un siglo y medio deindustrialización, las emisiones de gasesinvernadero están aumentando la tempera-tura global-anual del planeta, lo que se tra-duce en un cambio climático con importantesrepercusiones socio-económicas a nivel glo-bal.

Respecto a 1856, las emisiones de CO2 sontreinta veces superiores en la actualidad. Sien ese mismo año la concentración de CO2 enla atmósfera fue de 275 partes por millón(ppm) hoy en día la concentración se acerca alas 400 ppm. Para actuar con un nivel de ries-go del 50% (es decir para tener al menos unaprobabilidad del 50% de éxito en la reducciónde la temperatura) las concentraciones deCO2 no deberían sobrepasar los 450 ppm. Sillegásemos a 550 ppm la posibilidad de éxitose reduciría al 20%. Algunos informes alertande que en este siglo alcanzaremos concentra-ciones de 750 ppm y temperaturas 5 gradosmás altas que en la actualidad (UNDP, 2008).

Aunque todos los países se comprometie-ran a reducir sus emisiones de CO2 de formaunánime e inmediata mañana, las emisionesya existentes continuarían favoreciendo unaumento de la temperatura hasta el 2030 y latemperatura alcanzaría su máximo en 2050.Para evitarlo deberíamos limitar las emisio-nes de tal forma que en el 2050 emitiésemosla mitad de lo que emitimos en 1990.

Aunque el cambio climático es tal vez elfenómeno más global de los que hemos anali-zado la responsabilidad del mismo no es igualen todo el mundo. Son las economías desarro-lladas las que más emisiones de CO2 produ-cen �y las menos perjudicadas por los efectosdel cambio climático�, las que más responsa-bilidad tienen. Entre los años 2000 y 2004casi 262 millones de personas se enfrentarona desastres climáticos. El 98% vivían en paí-ses pobres. Según la OCDE en los países ricossólo 1 entre 1.500 personas ha sufrido losefectos del clima mientras que en los paísespobres es 1 entre 19 (UNDP, 2008).

La lucha contra el cambio climático impli-ca altos costes económicos en el corto plazo,pero son costes asumibles. Entre hoy y el año2030 el coste anual medio de una estabiliza-ción de las emisiones representaría el 1,6%del PIB mundial. Pero si no se hace nada loscostes inducidos por el cambio climáticopodrían suponer entre un 5 y un 20% del PIBmundial (Informe Stern, 2005).

Esta es a grandes rasgos la fotografía deeste modelo de globalización: un mundo másintegrado comercialmente y con un númeromenor de pobres extremos, pero más desi-gual, más precario laboralmente y sujeto anuevas tensiones migratorias y ambientales.En este contexto cabe preguntarse si la Flexi-guridad es aún una respuesta pragmáticapara que Europa pueda seguir financiandosus Estados del Bienestar.

LOS RETOS DE ESTE MODELODE GLOBALIZACIÓN PARA EUROPA

La participación de las economías emer-gentes en el comercio mundial se ha basadoen la provisión de materias primas y produc-tos intensivos en mano de obra, pero cada vezmás, también exportan productos que requie-ren tecnología y formación media-alta, nosólo en manufacturas también en servicios. Apesar de este avance, en la mayoría de estaseconomías sigue existiendo una legislaciónlaboral y social laxa, cuando no claramenteinexistente.

No podemos olvidar que en el año 2000 laUnión Europea (EU-15) dedicó 26,8% de suPIB a políticas sociales; Norteamérica un16,6%; Oceanía un 16,1%; América Latinaun 8,8%; Asia un 6,4% y África un 4,2%. Losasí llamados líderes de la globalización dedi-can una parte muy pequeña de su PIB a polí-ticas sociales. China dedicó sólo el 3,6% eIndia el 2,6%, y otros como Rusia, Brasil oArgentina dedicaron alrededor del 10%(ILO, 2000). Esto unido a los altos niveles deeconomía informal está provocando una caí-

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da en la demanda de empleo poco cualificadoen las economías avanzadas, una diferencia-ción salarial creciente entre los sectores cua-lificados y los no cualificados y toda unaserie de presiones para reducir las prestacio-nes sociales y laborales en las economíasEuropeas.

Si no hay ajustes en las rentas de los tra-bajadores menos cualificados en las eco-nomías desarrolladas, habrá un aumento deldesempleo debido a la menor competitividady al riesgo de relocalización industrial. Perosi hubiese tal ajuste de rentas el resultadosería un aumento de la desigualdad (Esping-Andersen, 1997). Esta tensión entre «empleo-igualdad» es el origen de uno de los proble-mas más importantes a los que se enfrentanlos Estados del Bienestar en las economíasdesarrolladas.

Veamos algunas dimensiones de este reto.Las deslocalizaciones europeas ya represen-tan casi el 8% del empleo que perdimos en elaño 2006. En principio las deslocalizacioneseuropeas siguen siendo en sectores de bajacualificación, (el 51%) pero empieza a haberya deslocalizaciones en sectores de cualifica-ción media y alta, como banca y seguros(24,8%); Informática (7,7%); TV y telecomu-nicaciones (6,3%); servicios empresariales(Business services 2,4%) (ERM report, 2007).Según un informe de Welsum & Vickery,(2005), el 20% del empleo en servicios es sus-ceptible de deslocalización en Europa ahoramismo. O sea, en el plazo de unos años esposible que el 20% del empleo vinculado a losservicios desaparezca en Europa.

Es cierto que una parte sustancial de lasdeslocalizaciones europeas se van a los nue-vos Estados Miembros (Polonia, Rumania,Hungría, etc.), pero, y ésta es también lanovedad, China e India ya reciben el 36% delas deslocalizaciones europeas y el resto delmundo el 12,5%. Los nuevos Estados Miem-bros empiezan también a deslocalizar su pro-ducción a las antiguas repúblicas soviéticas.

Las políticas de formación continua yrecualificación profesional suelen presentar-se como el remedio a esta situación. Sinembargo hay estudios que indican que losplanes de formación continua no son muy uti-lizados, y lo que es peor, están beneficiandomás a los trabajadores cualificados que a lossin cualificar (Souto & McCoshan, 2005)aumentando así el riesgo de desigualdadentre ambos grupos.

La temporalidad ha crecido en la UE (del 9al 14% �en España estamos en el 31%� (INE,2008). La temporalidad involuntaria ha pasa-do del 50,5 al 60,9%. El riesgo de in-workingpoverty (aquellas familias que son pobres apesar de que alguno o todos sus miembrosactivos tienen empleo) afecta más a los traba-jadores temporales (12%) que a los perma-nentes (4%). El sueldo medio de un trabaja-dor temporal es de 1.750 euros, mientras queel sueldo medio de un trabajador fijo es de2.500 (Eurostat, 2008).

Además el 20% de nuestro PIB y el 15% delempleo están en la economía sumergida enEuropa y los salarios están perdiendo peso enla creación de la renta nacional (OIT, 2004).

¿ES LA FLEXIGURIDAD LA RESPUESTAQUE NECESITAMOS?

¿Debemos renunciar a nuestros serviciosdel bienestar a favor de la creación de empleoo mantener los servicios del bienestar a ries-go de mayor desempleo? ¿Hay algún modelocapaz de garantizar a la vez más empleo ymás política social al mismo tiempo?

Este es el anhelo de la Flexiguridad. Paralos creadores de este concepto «La Flexiguri-dad es una estrategia que busca aumentar,por un lado, los niveles de flexibilidad delmercado de trabajo y de las organizacioneslaborales; y por otro lado mayor seguridad enlas rentas y el empleo de los trabajadores,sobre todo �y esto es importante� de aquelloscon más problemas de integración laboral».

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«Es un cierto grado de seguridad en el lugarde trabajo, y en los ingresos de los trabajado-res con una posición más débil en el mercadode trabajo que facilita su inserción y el desa-rrollo de su carrera profesional; mientras que,al mismo tiempo, es un cierto grado de flexibi-lidad numérica, funcional y salarial que per-mite una adecuada adaptación a las condicio-nes cambiantes (del mercado) con el fin demantener y aumentar la competitividad y laproductividad» (Wilthagen i Rogowski,2002:205; 209).

Estos autores reconocen también que no setiene que confundir la Flexiguridad con ladesregulación laboral, al contrario, las for-mas de regulación que favorecen el nexoentre flexibilidad y seguridad son especial-mente necesarias. Tras las fuertes críticas alas políticas de regulación laboral y a las ins-tituciones que las promovían durante losaños 80 y 90, la Flexiguridad no considera aestas como barreras nocivas para un desarro-llo económico más competitivo. De ahí quealgunos autores definan a la Flexiguridadcomo una nueva forma de «post-regulación»en economías que necesitan promover la com-petitividad.

La Flexiguridad está altamente relaciona-da con el concepto de «Mercados de Trabajo enTransición (MTT)» (Schmid, 1998; Schmidand Gazier, 2002). Este concepto sugiere queel papel central que el conocimiento estáadquiriendo en la nueva sociedad global haceimprobables modelos laborales basados en laidea del empleo dependiente, permanente y atiempo completo en el mismo lugar del trabajo.La realidad laboral actual impone continuastransiciones entre varias formas de actividadlaboral, �desde la formación al empleo, desdeel empleo al desempleo y desde este a la for-mación o a un nuevo empleo, etc.� no siempreen la misma empresa. Esto implica una nuevadefinición de las políticas sociales y laboralesque proporcione seguridad a quienes sufrenmayor incertidumbre como consecuencia deesta realidad cambiante (trabajadores pococualificados, jóvenes y mayores de 45 años).

Ya no se trata tanto de defender el puestode trabajo como de defender la carrera labo-ral de los trabajadores. Ahora la seguridadlaboral no se asocia a un empleo permanente,sino a estar permanente empleado.

En definitiva se trata de una síntesis entreser económicamente competitivos �paragenerar riqueza y recursos suficientes paraseguir financiando nuestros Estados de Bie-nestar� y garantizar seguridad, sobre todo deaquellos que tienen más problemas de inte-gración laboral. Si la «Flexiguridad» no tienecomo objetivo ser una fuente de generación deriqueza y de distribución de la misma, noestamos hablando de «Flexiguridad», estare-mos hablando de otra cosa.

LA ESTRATEGIA PARA EL DESARROLLOECONÓMICO Y SOCIAL»(LA ESTRATEGIA DE LISBOA)

La Unión Europea (UE) lleva años inten-tando adaptarse a este modelo a través depolíticas que intentan impulsar el conoci-miento y la innovación como plataforma des-de la que impulsar políticas de Flexiguridad,como el programa ESPRIT, los ProgramasMarco para la investigación y el DesarrolloEconómico y toda una serie de programasdirigidos a favorecer el intercambio universi-tario entre alumnos (ERASMUS), profesorese investigadores (COST).

Pero tal vez la «Estrategia para el Desa-rrollo Económico y Social» inaugure un com-promiso más firme con principios próximos ala Flexiguridad. En la cumbre del ConsejoEuropeo celebrada en Lisboa en la primaveradel 2000, los entonces 15 países miembros sepropusieron convertir a la UE en «la zonaeconómica más dinámica y competitiva delmundo capaz de lograr un crecimiento econó-mico sostenible con más y mejores empleos ymás cohesión social» en el plazo de diez años.

La idea subyacente en esta Estrategia esque la liberalización económica, las políticas

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de activación del mercado de trabajo y la con-solidación de la economía del conocimientovan a resultar en un aumento del empleo, ypor extensión, en un aumento de la cohesiónsocial.

El tema de la cohesión social es ciertamen-te problemático porque vuelve a poner demanifiesto las dudas que la propia UE tienerespecto al papel de las políticas sociales. LaEstrategia no especifica si la cohesión sociales el resultado «natural» de la creación deempleo o si son necesarias políticas socialesadicionales para garantizar tal cohesión.Lejos de ser irrelevante esta cuestión es clavepara entender cual va a ser el papel de la polí-tica social en la Europa del siglo XXI.

Aunque el informe no lo hace explícito, desu contenido se desprende que la primerapostura (el empleo es la mejor garantía decohesión social) prevalece. Los 24 objetivos dela Estrategia dejan claro el sesgo de la mis-ma. Lo que se busca es crear mercados abier-tos y competitivos dentro y fuera de Europa,hacer más atractivo el entorno empresarial,mejorar el clima de negocio para las peque-ñas y medianas empresas, asegurar que losdesarrollos salariales contribuyen a la estabi-lidad macroeconómica y al crecimiento, esti-mular la iniciativa privada mejorando laregulación y así hasta veinticuatro objetivosque interpretan la cohesión social como laconsecuencia «natural» del crecimiento y lacreación de empleo en una economía abierta,competitiva e innovadora.

No hay ninguna referencia a la potenciali-dad de la política social como instrumento decreación de empleo y protección social. Endefinitiva se busca priorizar la integración deun mercado abierto sobre la cohesión social.

Pero esta visión que vincula crecimientodel empleo con cohesión ha sido criticada porsu debilidad empírica. El aumento del empleono se traduce automáticamente en una dis-minución del desempleo. La creación deempleo anima a mucha población inactiva a

incorporarse al mercado de trabajo, pero esono supone reducción del desempleo (De Beer,2007). Además el crecimiento del empleo, enmuchos casos, tiene un efecto muy limitadosobre la reducción de la pobreza porque elempleo creado está en manos de personas queestán cualificadas y/o que viven en familiasque no son pobres en la mayoría de los casos(Ive Marx, 2005). Por lo tanto, quienes más sebenefician de la creación de empleo normal-mente son las personas que menos lo necesi-tan o, si preferís, quienes más se beneficiandel empleo son las personas que menos riesgode pobreza tienen.

Otro de los problemas de la Estrategia essu confianza, posiblemente excesiva, en laEconomía del Conocimiento. Hasta ahoratodas las evidencias apuntan a que son lostrabajadores cualificados en las economíasmás desarrolladas los que se benefician de laglobalización y, por el contrario, los menoscualificados los que salen perjudicados. Perocomo plantea Baldwin (2006), en la medidaen que las tareas de los cualificados se pue-den deslocalizar gracias a las TIC (Tecno-logías de la Información y Comunicación),tareas de alta cualificación vinculada aldiseño, consultoras, investigación etc. pue-den fácilmente hacerse por trabajadores cua-lificados en economías emergentes. Por elcontrario ciertos trabajos de baja cualifica-ción en el sector servicios (panaderos) no sepueden deslocalizar con lo que su exposición ala competición internacional disminuye y susaspiraciones de mayores rentas aumentan.Esto no significa que el «viejo» paradigma dela globalización haya desaparecido y que novaya a haber movimientos de deslocalizaciónde empresas en el futuro. Lo que es posibleque ocurra es que esta nueva etapa de «la glo-balización de las tareas» tenga importantesimplicaciones para la estrategia competitivade la UE, así como para otras estrategias vin-culadas a las políticas del bienestar y las polí-ticas industriales. Muchos empleos relacio-nados con la «sociedad de la información»podrán deslocalizarse de ahí que el esfuerzo

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en favorecer estos sectores en Europa puedeser un fracaso.

Además los sectores de vanguardia que nose marchen no pueden absorber grandes por-centajes de fuerza laboral, y por tanto, el obje-tivo del pleno empleo debe incluir tambiénsectores intensivos en mano de obra y bajacualificación profesional, principalmente enel sector servicios. Sería verdaderamentedifícil recualificar a toda la fuerza laboral,máxime cuando tenemos evidencias de queen la actualidad las políticas de formacióncontinua no son precisamente un éxito por-que son muy pocos los trabajadores inscritos(16,8%) y porque benefician más a los traba-jadores más cualificados (la participación detrabajadores no cualificados es del 6,5%mientras que la de cualificados alcanza el30,9%) con lo que aumenta el riesgo de desi-gualdad entre ambos grupos (Souto & McCos-han, 2005).

Para los trabajadores no cualificadoshacen falta también políticas redistributivasque les ayuden no sólo a mejorar su formaciónsino también a disfrutar de unos estándareseconómicos socialmente aceptables. El argu-mento central de la «Flexiguridad» insiste enque estos trabajadores necesitan un suple-mento de ayuda que evite la dualizaciónsocial y el riesgo de exclusión, tan nocivo porotra parte para poder desarrollar una socie-dad basada en el conocimiento.

Al no tener una respuesta adecuada paraestos problemas la Estrategia se distancia delo que significa el modelo de Flexiguridad,que tiene en estos trabajadores con proble-mas de integración laboral el objetivo últimode su propuesta.

Se profundiza en la Flexibilidad y se dejaen manos de los Estados Miembros el resortede la seguridad, lo que por otra parte deja sinresolver problemas muy importantes relacio-nados con los distintos niveles de gasto y pro-tección social existente entre los distintosEstados Miembros (race to the bottom).

Ante estas dificultades es necesario insis-tir en el componente externo de la Estrategiade Lisboa, o como planteé al principio, esnecesario que la UE complemente su estrate-gia «hacia dentro» con una política «haciaafuera» que busque una armonización pro-gresiva de los estándares sociales y laboralesa nivel global. Si no se produce esta armoni-zación, los riesgos de dualización social sonaltos.

Pero para que eso ocurra Europa debe con-vertirse en un actor político global. Y lo queestá pasando con la Constitución europea ocon el mini-tratado pone de manifiesto que laclase política europea es incapaz de vender laidea de más Europa.

Estamos atrapados en la lógica de lo local.Los gobiernos de los Estados Miembros de laUE buscan presentarse ante su opiniónpública y ante sus electores como los vencedo-res en las negociaciones de, o incluso contra,Bruselas. Parece como si los gobiernos nacio-nales se hubiesen instalado en la estrategiadel «justo retorno» (el famoso «cheque britá-nico» es un buen ejemplo pero no el único)que consiste en que cada Estado aspira arecibir por lo menos tanto como aporta. Es lafamosa discusión sobre los saldos netos, quepodría acabar con el principio de solidaridadeuropea y perjudicar un desarrollo más cohe-rente de todos los Estados Miembros. El cli-ma, especialmente entre los contribuyentesnetos, es que lejos de ser una inversión, suaportación al presupuesto comunitario es ungasto difícil de justificar ante sus compatrio-tas.

No parece políticamente eficiente seguirmanteniendo 27 políticas energéticas distin-tas, 27 políticas exteriores distintas o 27modelos fiscales distintos. Es el momento decrear un corpus político con el que articularuna estrategia con la que enfrentar estemodelo de globalización.

Igualmente a la Flexiguridad le falta unadimensión política. Tras 30 años de predomi-

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nio de pensamiento liberal las rentas medias-altas han asumido el discurso del individua-lismo de mercado y no están dispuestas afinanciar modelos redistributivos. Y en laizquierda no hay candidato que pierda laoportunidad de decir que si gana las eleccio-nes, sean estas locales, nacionales o euro-peas, va a bajar también los impuestos. Labajada de impuestos y la desregulación sehan convertido en el mantra del final del sigloXX y parece que seguirán siéndolo en el sigloXXI.

ESPAÑA Y LA FLEXIGURIDAD

Si la «Flexiguridad» es el modelo con el queEuropa podría enfrentar los retos de la globa-

lización, la cuestión es como está preparadaEspaña para adaptar su economía a los prin-cipios de este modelo. El reto de cómo combi-nar dosis de flexibilidad y seguridad afectatambién a la economía española, si bien nues-tro país arrastra mayores problemas que lamedia europea para adoptar este modelo.

El siguiente Cuadro nos ayuda a visualizarcomo estamos respecto a otras economías enlo que a Flexiguridad se refiere. La siguientees una matriz que intenta simplementesituar la realidad de distintos países en lo queflexibilidad y seguridad se refiere. Los nom-bres que definen los cuatro posibles modelos,ciertamente difíciles de pronunciar (Inflexi-guridad, Infle-inseguridad, Flexiguridad,Flexi-inseguridad), nos dan una idea de don-de está cada economía europea.

Los Países Escandinavos, están cerca delmodelo de «Flexiguridad» porque llevanimplementando políticas en las que se inten-ta combinar seguridad y flexibilidad más deuna década y, además, llevan una décadaexportando valor, haciendo un esfuerzo

importante en crear una gran sociedad delconocimiento.

Los Países Continentales (Alemania,Francia, etc), se están acercando a la Flexi-guridad aunque tienen aún niveles bajos deflexibilidad. Reino Unido e Irlanda tienen

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más problemas de seguridad que de flexibili-dad, de ahí su posición.

Por último los países del Sur de Europatienen una baja flexibilidad y una bajaseguridad al mismo tiempo, si bien Españase estaría acercando al modelo británico en loque a flexibilidad se refiere. Un país quetiene el 30% de su población con contratostemporales, de ellos el 65% de los jóvenes,no se puede decir que sea una economía

rígida. Sin embargo es cierto que otras for-mas de flexibilidad de tipo interna, geográ-fica o funcional están muy poco desarrolla-das.

Además la mayoría de análisis sobre eltema coinciden en situar a la economíaespañola entre lo que se conoce como eco-nomías de bajos costes y las economías másinnovadoras si bien más próximos a los mode-los de bajo valor.

Efectivamente si nos fijamos en algunosindicadores para medir la capacidad innova-dora y científica en España, los resultados noparecen corresponder a un país innovador.Todos los informes e indicadores vienen adecir que estamos mal clasificados en forma-ción, que la sociedad del conocimiento no seestá desarrollando en España al ritmo quecabría esperar, que tenemos un número depatentes muy bajo en relación al resto de eco-nomías avanzadas, que tenemos problemas

con el número de personas que participan enla formación continua, que nuestros índicestecnológicos TIC, número de usuarios, parti-cipación de las empresas en internet y gastoen I+d+i son bajos respecto a otras economíaseuropeas y no europeas similares a la nuestra(ver Ramos-Diaz 2007 para un análisis másprofundo)

Ambos fenómenos explican el alto nivel deprecariedad de la economía española. El pro-blema español no es que tengamos mucho

ESPECIALIZACIÓN PRODUCTIVADivisión Global de la Producción

Fuentes: European Commission, Regional Policy Directorate General 2003.

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empleo temporal únicamente, es también quetengamos muchos empleos de baja remunera-ción, y que la trayectoria profesional de unnúmero muy elevado de personas �por enci-ma de la media de los países analizados�implique cambios frecuentes desde el empleode baja remuneración al desempleo en lugarde a un empleo mejor remunerado.

Veamos los datos utilizando el panel dehogares en el periodo 1994-2001. El 35% de lamuestra en España pasa de la baja remune-ración al desempleo al menos una vez en el

periodo analizado, por encima de la media delos países analizados, Reino Unido (15%),Dinamarca (16%) y Francia (21%) y un por-centaje considerable de los mismos (un 19%)ha sufrido esta transición al menos 4 veces enel periodo analizado. Esto es una cosa casiúnica respecto a otros países. En el ReinoUnido, que todo el mundo considera como unaeconomía altamente flexible y precaria, lastransiciones múltiples desde la baja remune-ración al desempleo afectan al 4%, en Dina-marca al 3%, en Francia al 7%.

ESTUDIOS

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TABLA 2. ANÁLISIS DE TRANSICIÓN DESDE EL EMPLEO DE BAJAREMUNERACIÓN AL DESEMPLEO

(período= 96 meses)

Fuente: Elaboración propia con datos del European Household Panel.

TABLA 3. NÚMERO DE TRANSICIONES DESDE EL EMPLEO DE BAJAREMUNERACIÓN AL DESEMPLEO (Total)

Fuente: Elaboración propia con datos del European Household Panel.

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La composición de estos hogares pobrestambién nos da idea de la dificultad de lostrabajadores españoles respecto a sus com-patriotas europeos. En el resto de paísesexaminados los hogares pobres suelen serhogares formados por un adulto, sin depen-dientes, (sin pareja, sin hijos). En el casoespañol el modelo predominante de familiapobre es un modelo de dos adultos con hijos,es decir son personas establecidas, son per-sonas que ya tienen una trayectoria profe-sional, a las que es más difícil escapar de lapobreza.

¿Qué hacer? Como dato positivo es necesa-rio reconocer que si tenemos en cuenta el cre-cimiento anual en gasto de I+D, Españaestaría dentro de ese grupo que está haciendoimportantes esfuerzos por mejorar su innova-ción (Oliveros, 2005), esfuerzo especialmenteimportante en los dos últimos años. Esta reo-rientación productiva desde los sectores debaja cualificación y bajos costes hacia mode-los innovadores es decisiva para que Españapueda afrontar con ciertas garantías el proce-so de internacionalización económica al quehoy asistimos.

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Si analizamos la composición familiar delos trabajadores de rentas bajas vemos queno sólo tenemos el porcentaje más alto de

baja remuneración, sino también de trabaja-dores de rentas bajas viviendo en familiaspobres.

TABLA 4. TRABAJADORES DE BAJA REMUNERACIÓN QUE VIVENEN FAMILIAS POBRES

Fuente: Elaboración propia con datos del European Household Panel.

TABLA 5. TIPO DE HOGARES POBRES

Fuente: Elaboración propia con datos del European Household Panel.

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Pero esto no nos puede hacer olvidar queaún no hay una transferencia eficaz del cono-cimiento científico hacia las empresas, perde-mos atractivo en sectores de I+D, nuestrossistemas de formación continua tienen escasoéxito entre los trabajadores. Somos un paíscon importantes problemas de productividady competitividad que se traducen en altosniveles de inseguridad económica y exclusiónlaboral.

Mayor esfuerzo en I+D, potenciación ydesarrollo de sectores económicos de altovalor que nos liberen de nuestra dependenciade sectores de baja cualificación, una búsque-da de fuentes de flexibilidad económicas quereduzcan la temporalidad actual y unas polí-ticas sociales que permitan a los trabajadorestransitar por el mercado de trabajo con for-mación actualizada y garantías económicasque le permitan formarse, podrían ser la res-puesta al interrogante de que hacer parasalir de la situación.

Pero no podemos olvidar que para finan-ciar estos modelos hace falta un esfuerzoimpositivo adicional. No sólo es necesario queel mayor número de personas estén emplea-das, hace falta también mayor capacidadrecaudatoria con la que poder afrontar conéxito el reto de un mundo más flexible y másseguro al mismo tiempo.

Y no podemos olvidar tampoco que el mun-do está cada vez más interrelacionado políti-ca y económicamente, de ahí que hace faltaun esfuerzo para que el crecimiento económi-co que algunas economías están alcanzandose transforme en desarrollo. Sin esta condi-ción, todos los planes para afrontar la globali-zación con éxito (manteniendo nuestros ser-vicios del bienestar readaptados a los nuevostiempos) pueden enfrentarse a importanteslimitaciones: incluida la Flexiguridad.

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