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Carmen Herrera/ homenaje VOL 28 / Nos.1, 2, 3, 4 2009 LindenLane Magazine

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Carmen Herrera/ homenaje

VOL 28 / Nos.1, 2, 3, 4 2009

LindenLaneMagazine

Founded in March 1982 byHeberto Padilla & Belkis Cuza MaléFounder, Editor-in-Chief-and Publisher:

Belkis Cuza Malé

Copyright © 2009

LINDEN LANE MAGAZINE

Prohibida la reproducción total o parcial. Cadacolaboración representa la opinión del autor, y larevista no es responsable de los criterios emitidosen éstas. Se aceptan manuscritos, pero se ruega seenvíen a través de nuestro correo electrónico. Elprecio de una suscripción anual a

LINDEN LANE MAGAZINE

en los Estados Unidos es $30.00 para individuos,$60.00 para instituciones. Una suscripción paraLatinoamérica o Europa cuesta $80.00.

ISSN 0736 - 1084

It is a publication by

Linden Lane Magazine & Press

www.lacasaazul.org

[email protected]. BOX 101582FORT WORTH, TEXAS

76185-1582

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Queridos amigos:Este es un número homenaje a la granpintora cubana Carmen Herrera, a susincansables años creativos, a su universalcubanía. Es un honor ilustrar Linden LaneMagazine con sus hermosas pinturas.Gracias a Gustavo Valdés, Diana AlvarezAmell y Zoé Valdés por sus colaboracionessobre CH. Gracias al resto de loscolaboradores por sus textos, y a ustedes,lectores, por la paciencia demostrada ante laespera.

Después de casi un año deinactividad, debido a problemas técnicos, yde una mudanza a la Florida, Linden LaneMagazine vuelve a publicarse. Pero esta vezlas cosas han cambiado: diferente formato, ytecnología

También ha cambiado ladistrubución. Los que deseen una copiatendrán que solicitarla directamente a laimprenta, aunque admitiremos también,previo pago, que la pidan a esta redacción.Lo que no habrá más serán copias gratiscomo hasta ahora, y durante 27 años, hemosestado haciendo. Un trabajo extenuante ycostoso, que no muchos apreciaron..

La tecnología moderna nos permiteahora publicar todos los ejemplares quequerramos, toda vez que haya lectores poraestos. Es un ahorro de energía humana, detiempo, de recursos y una forma de ayudar aconservar nuestro planeta.

También aprovecho parainformarles que gracias a este cambio deformato y sistema, LLM podrá aparecerregularmente cuatro veces al año. Losinvitamos a colaborar en esta nueva etapadel magazine. Por favor, envíen sus textos oilustraciones a la dirección de siempre, através de internet:[email protected] o [email protected].

Gracias y bendiciones desde esta orilla delmar,

Belkis Cuza MaléDirectora

Nota: Todas las ilustraciones son de CarmenHerrera, a menos que se señale otra cosa.

GV: ¿Cuáles fueron susprimeros conocimientos de arte?

CARMEN HERRERA: Misprimeros conocimientos de artecomenzaron a ser adquiridos a muytemprana edad. Yo estudié conFederico Edelman, que era el directorde la Academia de San Alejandro, y yoiba a casa de Don Federico a recibirlecciones junto a un hermano, pero eraa mí a quien le interesaba la pintura.Pasaba muchas horas en su fabulosacasa colonial dibujando las cosasclásicas: cabezas, cabellos, manos,pies. Además, viniendo de una familiaenterada de arte, tuve la oportunidadde crecer en medio de una interesantecolección de arte formada por mi padre.

GV: ¿Sintió el rigor de unentrenamiento académico?

CH: De alguna forma sí. Alirme a estudiar a París, tuve que tomarmuchos cursos de arte. En algunos delos cursos de dibujo se nos requeríacopiar, rigurosamente, láminas. Deregreso a Cuba entré en contacto conalgo muy interesante, y que era elLyceum de La Habana, una sociedadde mujeres muy intelectuales, y muyactivas dentro de la cultura. En esteLyceum había muchas clases, entreellas, las de escultura y pintura, lascuales tomé. Esto sucedía durante eltiempo en que las circunstancias socio-políticas eran responsables por losfrecuentes cierres de la Academia deSan Alejandro. Fue por esairregularidad en la Academia, quenunca me fue posible asistir a ésta. Asíque mi aprendizaje en artes plásticasse lo debo, en gran medida, al Lyceum.Posteriormente voy a ingresar en laEscuela de Arquitectura de laUniversidad de La Habana. Allí seabrió para mí un mundo extraordinarioque nunca más se ha vuelto a cerrar: elmundo de las líneas rectas, que me hainteresado hasta el día de hoy.

. GV: Entonces pretendía seruna arquitecta…

CH: Sí.GV: …y terminó convirtién-

dose en pintora. CH: Sabes, tuve un amigo, yafallecido, Benjamín Beno, y él me decíaque tuve mucha suerte en no completarmis estudios de arquitectura, porquequizás, nunca habría nacido la pintora.Lo cual, no necesariamente debió desuceder así. Sin embargo, estimo quehay ciertos elementos y conceptos dearquitectura que se reflejan en mipintura, y no me molesta en lo absoluto.

GV: Carmen, usted llega aNueva York, por primera vez en 1939,¿cuál fue el Nueva York que encontróentonces, desde el punto de vistaartístico?

CH: Desde el punto de vistaartístico, me sentí muy defraudada. Enesa época sólo había dos pintores porlos cuales sentía gran admiración:Stuart Davis y Georgia O’Keefe; losotros movimientos de pintura no meinteresaban para nada. Sentí que lo quehabía dejado en Cuba era más genuino,más fuerte. Me hizo notar el alto gradode apertura hacia el arte moderno quese vivía en la isla; esto, dado a que

conocí a la mayoría de los artistascubanos y su obra en aquel momento.

GV: Ya para nosotros, ustedpintaba profesionalmente, ¿no?

CH: Fíjate que no. Estabahaciendo escultura, y aunque pintabatambién, el énfasis era en esculpir. EnCuba había hecho mucha talla enmadera, lo cual se me dificultabamucho en Nueva York, porqueconseguir la madera era un verdaderoproblema. Esto y la influencia recibidade las exposiciones vistas y las visitasa museos, y cómo quedaba de fascinadacon éstas, me fueron llevando a la pint

tura de una forma paulatina, perotambién de una forma muy definitiva.

GV: ¿Cuándo se encuentraCarmen Herrera con el mundo delminimal, y lo adopta como estilo?

CH: Eso fue muy interesante.En París expuse en un salón que hoyha devenido en histórico: el Salon desRéalités Nouvelles, un salón que se creóen respuesta a lo que había pasadodurante la Segunda Guerra Mundial, alconsiderar los alemanes lo avant-guarde como degenerado, y así todaslas voces de los artistas europeos cuyasvoces el “nazismo” pretendió callar, sejuntaron para realizar este salón de

GUSTAVO VALDÉS

Carmen Herrera habla con Gustavo Valdés

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realidades nuevas,donde todo lo exhibidoera abstracto, geo-métrico, y muchosartistas, ya minima-listas. Albers era uno delos expositores, ycuando vi el primercatálogo, fue unarevelación enorme.Sentí que lo querecogían esas páginasera el tipo de arte que yohabía querido hacertoda mi vida. Me enterémás sobre el Bahaus,conocí a muchos artistasque exhibían en esesalón, y resultó ser micamino.

GV: ¿Cómofue recibida nueva-mente en Nueva York, en1954, una mujerpintora, que ademásera latinoamericana,cubana, y haciendo lascosas que hacía?

CH: Mala-mente. Una mujerlatina, pintando de la manera que yo lohacía, tenía todas las de perder. Perono dejé que me molestara. Creo, sisupieras, que el éxito repentino no esconveniente, ni nunca me interesó. Micarrera ha sido lenta, pero la prefieroasí a desbocarme en un tipo de arteapurado, poco inteligente, no pensado.

GV: ¿Cuál es la esenciacompositiva de su obra?

CH: Básicamente el color, ylo que sucede cuando éste se vareduciendo y se queda, como en micaso, con dos colores. Entonces hayuna sutileza, una cosa que casi nopuedo ni explicar, al escoger los coloresque se van a yuxtaponer. Escuriosísimo. Y por supuesto, hay quepensar en el tamaño y forma (cuadrado,rectángulo, oblongo) del cuadro; y estolo obliga a uno a ciertas cosas. Perovolviendo a tu pregunta, el color es loque más me interesa.

GV: ¿Usted considera que elMinimalismo, como estilo pictórico, seve reflejado en el llamado “arte

conceptual”, que de alguna maneraimpera actualmente?

CH: De verdad que me resultadifícil contestarte esa pregunta. A mísiempre me pareció una veta del arteque no alcanza un final, y sí creo quelo que se está haciendo actualmente,en muchos casos, tiene característicasminimalistas. Lo que yo hago pudoparecer en un momento mFuyarriesgado, y ya ves, que ahora salencosas aún más arriesgadas. Pero elbuen arte no se encasilla, lo que interesay trasciende es la obra mayor de losbuenos artistas. Algunos de los artistasque hicieron época e historia sóloabrieron los caminos para los artistasde hoy.

GV: ¿Adonde quiere llevarsu obra?

CH: ¿Te soy sincera? Aninguna parte. Que se quede donde estáy como está. Te parecerá arrogante,pero estoy muy satisfecha con mi obra.Tras todos estos años de estar pintando,creo haber llegado a decir lo que quería,pictóricamente. No creo poder avanzarmás, y ciertamente nunca retroceder.

GV: ¿Cree que el arte actualestá atravesando un período dedegeneración?

CH: No, lo que creo es quehay una gran confusión. Una granconfusión en todos los géneros depintura, como también en otras esferasdel arte. Si los artistas que vamos a lasgalerías y museos a enterarnos de laobra de los expositores tenemosdificultad comprendiéndolos, meimagino lo que el público puede estarpasando. Nuestra época es confusa ysería mucho pedir que el arte no lo sea.El arte refleja la sociedad; y la nuestra,es, ciertamente, una sociedad caótica.

GV: Carmen, ¿usted seconsidera una pintora cubana?

CH: Yo me considero muycubana. No creo que exista el pintorcubano, o el francés, o el americano.No soy en el sentido de mi obra nadanacionalista. El artista es universal yno lo limitan definiciones ni status. Miobra en realidad no se acerca a lo quetradicionalmente hicieron los grandesmaestros cubanos, muchos de ellos, misamigos. Puede que alguien que vea miscuadros piense que es pintura japonesa,por lo simple de las composiciones. Nocreo que pueda identificarse comopintura cubana.

GV: Usted realizó susprimeras exposiciones en La Habana,luego en París, más tarde en NuevaYork, ¿me pregunto si le gustaría volvera exponer en Cuba?

CH: ¿En qué condiciones?¿La Cuba de ahora, o la que pudieravenir?

GV: Respóndase ustedmisma.

CH: En la Cuba actual no meinteresaría. En una Cuba libre estaríaencantada en exhibir.

Gustavo Valdés es historiador ycurador de arte independiente. Hapublicado El color de la palabra:entrevistas a 32 artistas cubanos y co-editado la monografía HugoConsuegra. Es co-productor de la seriefílmica “Un pintor, un cuadro” deLunáticas Productions, Paris, Francia

Carmen Herrera y GustavoValdés. Foto: Pedro Portal

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ZOÉ VALDÉS

Carmen Herrera siempre hasido una pintora asentada, tranquila enel orden numérico, es decir pitagórica,y cuando se sale de la filosofía de logeométrico es para destriparse en elcaos lírico. Su cosmos es darle sonidoa la mirada, insinuar que el blanco y elnegro compartidos, encuadrados otriangulares, dentro del sueño nos estánmurmurando algún verso antiguo, oestán sonando con el alarido delvioloncello. Carmen Herrera debieravestir túnica, como una poetisa griegadel siglo cuarto de nuestra era. Ella estácomo en las primeras investigacionesde la forma, del color, sabiéndoselosde memoria, como quien vino delfuturo –ahora- para desentrañar losjeroglíficos invisibles del espacio, dela medida de esta actualidad inmedibley atemporal que es la antigüedad. Hayartistas que incluso estando en sintoníacon las modas o los revivals de lasmismas, siempre parecerán prove-

Carmen Herrera: como un rumor en el ojonientes de los antiguos, de los primeros.Es como si salieran de una enciclopediay nos afirmaran apacibles que losinventos son reciclables, y que lasideas viajan en atmósferas mentales, enlos dibujos rectangulares de los sueños.La obra de Carmen Herrera viene deese allá, de la atemporalidad pararenovarse en la contemporaneidad.

El blanco y el negro resultaun desafío a la mirada, un reto a lapupila esperando colores en estemundo que nos ha tocado, tanexcesivamente coloreado. Al observaresta serie a lo Godard es como sipudiéramos también escuchar con losojos, como si la vista oyera, y de loscuadros fluyera una melodíaindescriptible. O sólo descriptible ensu espacio numérico. La música esmatemática, ¿por qué no fundirla conla pintura en esta aventura de lacontemplación? Podríamos extraer lamelodía de esos cruces perversos, deesos tajos longitudinales, de esossaltos del blanco al negro y viceversa,

como si estuviéramos estudiando através de una lupa las notas de unapartitura. Así, descomponiendo elcuadro, en una suerte de macrocosmos,escucharemos la sinfonía de laabstracción de Carmen Herrera. Unadagio escuchado con lupa.

Cuando de colores se trata,parece que avanza hacia la teoría de larelatividad de Einstein, no sabemos siel naranja está entrando en el negro oes el negro quien abre una ventana enel naranja. En ese juego de ecuacionesnos entrega el lirismo del objetoformado en lo deforme, o de la nadaatreviéndose a reflejar a la necesidadde la existencia del objeto dentro delcolor. Carmen Herrera nos estámostrando que los colores existendesde antes que existiera el objeto, nosprueba que el arcoiris podría sertriangular o romboidal, que la intensabúsqueda de la forma no se ha perdido,y que hay que reanudar la pasión porlos colores, saber elegirlos por suabundancia dentro de la luz, por susreflejos en los sonidos.

La pintura de Carmen Herreraes de una musicalidad excepcional.Está concebida con inteligencia, conbríos, para la acústica de nuestros ojos.Una vez situada en el umbral denuestros párpados se lanza en locaaventura de violines, arpas, contrabajosy flautas hacia ese espacio virtual queestando dentro de la capacidad cerebraltrasciende a todos los tiempos,viajando desde el futuro hacia laantigüedad más remota, hacia esemomento en que nuestros cerebroscomenzaban a formarse, aún no lo eran,y sólo la pintura de Carmen Herrera lescantó en un rumor desconocido, enhonda letanía hacia el ojo. Por el quecomenzó todo.

Zoé Valdés , novelista, poeta ypintora, conquistó la fama con Lanada cotidiana y desde entonces no hadejado de publicar con éxito. DirigeArs Atelier, en París, junto con RicardoVega y Gustavo Valdés.

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Carmen Herrera: La inconstante armonía

DIANA ALVAREZ AMELL

Interrumpir la solidez del color con unaraya angular errante u oponer elcontraste entre dos formas tangeométricas como desiguales envolumen, tal es el arte de CarmenHerrera. La artista cubana, cuyotrabajo forma parte de las coleccionesdel Museo de Arte Moderno de NuevaYork y la Galería Tate, halla la solucióna su búsqueda formal en el esmeradojuego equilibrista del arte geométrico.Abstracto, óptico, cinético, minimalistay conceptual son los distintosrubros que ha usado la críticapara describir los grandeslienzos en su mayoría hoydicromáticos. El trabajo queempezó ella hace variasdécadas sigue evolucionandohacia un diseño siempre mássimplificado.

Su impecableconstrucción de formas no seajusta con comodidad a unacategoría. Su arte no parecehallar cabida exacta en unacapilla artística en particular.Por un lado, el más evidente,al prescindir de la figuración,prescinde forzosamentecomo correlato del recurso dela referencialidad femenina.La incidencia de un modo uotro en el autorretrato comointerpretación visual de unacondición femenina —que da cuentadel trabajo de artistas de nacionalidadesy técnicas muy diversas— no figurani remotamente en el trabajo deCarmen Herrera. Tampoco son exactoslos marcadores regionales o nacionalesy no sólo desde el punto de vista formal.Carmen Herrera, habanera denacimiento, ha sido además ciudadanade Nueva York y París. Ubicarla dentrode las vanguardias internacionaleslatinoamericanas o dentro delmodernismo cubano son explicacionesútiles pero parciales, por ende

inexactas, de su trabajo, aunqueGustavo Valdés ha establecido unagenealogía interesante entre CarmenHerrera y otros geométricos cubanoscomo Waldo Balart y Ernesto Briel.

La propia artista se resiste acategorías para definir su trabajo. Elempeño expresivo la llevó desdedistintas aproximaciones a lasposibilidades en el contraste de formasy colores. En sus lienzos esas formasy colores se disponen según el empleode un lenguaje estético siempre másfrugal. La exigencia que le impone el

vocabulario plástico elegido se vierteen una austeridad visual que parecedesmentida por el desplieguecromático. Como ha señalado yaAlejandro Anreus, su uso de color esintenso y no minimalista como son lasformas con las que construye según undiseño cada vez más límpido. Suslienzos provocan la contemplación delos elementos visuales fundamentalesa la pintura desprovista de distracciónexógena. Es la imposición con estrictadisciplina monástica de las relacionesentre el color y la forma geométrica que

resta la posibilidad de distracciónanecdótica. Incluso los títulos, cuandose nombran, se atienen a referencias porlo general relacionadas con el color enel lienzo.

Instigada a que defina supropio trabajo, Carmen Herrera cuentadel esfuerzo arduo y tenaz porencontrar “su propia voz”. Comosucede con otros creadorescontemporáneos, tanto en la literaturacomo en las artes visuales, no muestramucho interés por la crítica. Para ella,parece ser, lo que transmite

significación es lamaterialidad óptica de lamanifestación artística, elobjeto estético quecomunica, no la posibletraducción o exégesis verbalde la misma. Esaimpaciencia o más bienrechazo de la traducibilidadde la expresión visual a otromedio es debida a la resueltavisión que la ha llevado adiversos acercamientos paraarticular formas elementalesque aun en su mínimaexpresión potencien unapropuesta comunicativaóptica.

Ese despliegue derecursos plásticos mínimosque configuran su trabajo enlos últimos años se inicia apartir de los años cincuenta

cuando se encuentra con elinformalismo en los Salons des RealitésNouvelles de París de la posguerra. Elinformalismo europeo surge para ellacomo un gesto de libertad que rechazala mímesis luego del totalitarismopolítico al que fueron sometidos tantoel arte como la sociedad durante laSegunda Guerra Mundial.

Esta experiencia europea ladeslumbró alentándola a intentar lasposibilidades en la construcción deformas que aliadas al colorprescindieran de la mímesis como

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medio expresivo. Una foto personalsuya de esos años muestra suabarrotado estudio, con los lienzosamontonados contra las paredes,imagen en realidad de la fantaseadabuhardilla de la bohemia europea. Deesa época son los lienzos pletóricosde colores y formas múltiples en esetanteo inicial para hallar su propiaexpresión. El resultado, como señalaCarolina Ponce de León, es un trabajogeométrico que ya en París se adelantaal arte óptico y cinético que sedesarrolla luego en Nueva York en losaños sesenta.

Carmen Herrera nunca seincorpora ni es deudora delabstraccionismo norteamericano queve cuando regresa a Nueva York afinales de los cincuenta. Aun cuandoel crítico Edward Sullivan le atribuyela influencia del arte abstracto,reconoce que la ausencia delgestualismo expresionista separa el artede Carmen Herrera del abs-traccionismo. Las diferencias con laescuela de Nueva York son de génerosademás en más de un sentido, ya queel ambiente neoyorkino con que seencuentra es de predominio masculino.Su contacto más cercano con elabstraccionismo se da en la buenaamistad que compartió con BarnettNewman y el interés que alentó ellaen él en los amplios campos cromáticosen el lienzo.

Las aproximaciones a laforma y el color la han llevado a unproceso evolutivo de decantación endonde ha ido poco a poco eliminandotodo exceso de diseño y de color paracentrarse en un austero esquematismoformal, concentrándose a sí misma yal espectador en la valorización deformas geométricas elementalescribadas de la multitud deformasalusivas extemporáneas.

Esa depuración de formas yesmero cromático crea grandesespacios divididos por líneas quegeneran un movimiento travieso derupturas. Esas rayas, que un crítico hallamado jazzy, seguramente por lasensación de improvisación a lacomposición del tema, deslindan laszonas de color en un dinamismo lúdico

que irrumpe en la intelectualidadacendrada de sus composiciones.Juego y movimiento desplazan laserenidad de las amplias zonas de coloren una geometría irreverente. Lasformas sólidas parecen buscar laarmonía de un equilibrio que debenimponer mientras sortean las rayasangulares que las interrumpen paraconformarlas divertidas.

Notas:Anreus, Alejandro. “Carmen Herrera in thecontext of modern painting in Cuba.”

Cotter, Holland. ART IN REVIEW; CarmenHerrera. NYT, 7-24-1998

Herrera, Carmen. Conversación con la artista.

Ponce de León, Carolina. “The Black and White

Carmen Herrera y Diana Alvarez. Foto Cepp Selgas

Paintings of Carmen Herrera.”

Sullivan, Edwards. “CONCRETE REALITIES:The Art of Carmen Herrera, Fanny Sanín andMira Schendel.”

Valdés, Gustavo. Ernesto Briel: Heart and soul.(Catalogue of the exhibition The art of ErnestoBriel, June 2-June 27, 2005 at The WolfsonGallery, Miami Dade College, Miami, Florida,U.S.A.

Diana Álvarez AmelL, ensayista ytraductora de origen cubano, esprofesora en Seton Hall University, enNueva Jersey. Sus trabajos de críticaliteraria han aparecido en publica/ciones de los Estados Unidos, Españay otros países.

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MABEL CUESTA

“Yo siempre escuché hablar de otra orilla envuelta en una nube de misterio, allí mis primos eran en colores, aquí definitivamente en blanco y negro

blanco y negro…” Fran Delgado. “La otra orilla”

La tía Sara está de pie en la fotoPolaroid. Una foto decolorada por losaños y la humedad de alguna gotera,algún ciclón que intempestivo llegóhasta las gavetas… la tía Sara se exhibeen su abrigo lujoso junto a unaescalerilla que conduce, sin dudas, a laaltura de algún edificio de vecinos enQueens, Brooklyn o New Jersey…sonríe levemente… sin hacer extensala alegría del invierno.

En medio de la nieve, la tíaresulta de un contraste interesante… esuna hermosa mujer. Una mujer decuarenta años, en medio de una nieveque parece no rozarla, la nieve del nortede la isla; feliz en su viaje hacia otrotiempo en donde lleva sombreros,botas, paños que la cuidan de unpeligroso resfriado.

Retratada para nosotros;lejanos, prescindibles; la tía Sara haescrito una brevísima dedicatoria quese escapa a su propio deseo de hacernosun regalo. Su letra abúlica pronuncia:yo, a los seis meses de llegar a este país.

El día en que cumplo veinteaños. A la hora justa en que he nacidoy debo celebrarlo, estoy subida a untren. Camino a Camagüey. Meacompaño de Silvio y la esperanzaagigantada en los días que antecedieronal suceso. Sé que la familia me esperaen su alboroto de prima, sobrina quellega de Occidente… prima, sobrinaque estudia en la capital; prima, sobrinaque promete un elogio de sí mismos,anclados en la mediación, la barriga delcaimán por donde dispongo mis pies ymis veinte años que no se reconocen

La tía Saraparte de nada que no sea ese eternodesamparo que he visto en la foto de latía Sara, a punto de subir la escalerillade un edificio que no conoce concerteza y desde donde me saluda,altaneramente fatigada.

Llevo conmigo la foto, tías yprimos forman parte del andén endonde estoy cumpliendo veinte años deviajes; agotada de mí; presa en el deseode mejorarme o en el amor que ellos deseguro brindarán, tan llegada deOccidente. Tan paloma del diluvio, tanparecida a la tía Sara sin que ningúnrasgo en mi rostro lo delate.

Cuando desciendo la es-

calerilla del vagón al que he sidodesignada… horas atrás, años atrás,meses atrás, veinte años atrás enOccidente, se abalanzan con discreción,dan el abrazo programado en cadabienvenida, cargan mis maletas concuidado, dicen feliz cumpleaños, dicenvamos a casa, dicen qué suerte no hayasufrido el tren sus retrasos habituales,dicen has llegado a esta ciudad adescubrirnos en nuestras peoresfantasías, deslizan la pregunta ¿cuándoregresas a Occidente?

Yo muestro la foto de la tíaSara y deslizo también mis inquietudes,mis propias interrogantes para dar piea la extinción de lo que realmenteincomoda, pregunto descuidadamenteen medio de la cena en que celebran millegada a la edad, la ciudad, la familia,

el descenso del vagón, la incómodapresencia fatigada de mi ser: ¿no lesparece que dice “este país” con unénfasis extraño?Ellos hacen que no escuchan midesliz… ellos celebran el exquisitoplato con que una de las primas haquerido celebrarme… dicen, repiten,exquisito, magnífico, suculento…miran con atención mi rostro que debeser elogioso y en silencio meconvencen de que es mi turno a laalabanza… lo entiendo como untrueque y digo: sí, toda unadelicatessen… de gourmet, queridaprima… pero ¿no es que usa elpronombre con un énfasis extraño?

La tía Ester toma entonces elcucharón, lo sumerge con rabia en laolla sopera, porcelana inglesa, memoriade su boda, tantos años atrás que norecuerda y suelta con cuanta malasombra puede posarse en su voz de eseinstante en que quiere detener el cursode todos los raíles, trenes y memorias,devolverme a mi sitio natal: no hayextrañeza más allá de la que inventas…ella dice “este país” porquesimplemente no es el suyo… dice “estepaís” con la distancia que ha deconcedérsele a lo ajeno… no entiendoa qué viene tanto asombro…

Los primos en torno a la mesadeciden que es la hora del café, unapartida de cartas, quizá un pequeñopaseo por el centro… la ciudad deCamagüey y su eterno laberinto meresultan desconocidos, ellos lo saben.Los primos quieren mostrar la hazañaprovincial que se hace estatua en elhéroe más romántico, olvidar el sucesodel inquieto pronombre que asustara,hacer que la foto no ha existido…

Decido que no debo hablarmás de la tía Sara en lo adelante.Decido que debo descifrar a solas elenigma del pronombre y decidosentarme a que pase todo mi cansancio.Es así que tomo el tren de regreso alOccidente. Los primos abrazan milejanía de tía Sara a quien ninguno de

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nosotros ha visto más allá de la fotoque guardo en mis pantalonesbombachos, mi cara de foránea que noes otra que el mimético reflejo de otrostantos jóvenes, allá en la lejana zonadonde la isla se inicia. Regreso ensilencio, acaricio la foto, la mirodurante el trayecto; lo hago a intervalosque pueden ser de una hora, un mes,un año, diez años después la estoymirando.

La miro el día en que voy acumplir treinta años y estoy subida aun avión que me llevará a cualquierpaís de la zona antillana. La mirada deahora está mediada por unas horriblesgafas para ver que no he elegido. Fuiperdiendo la visión desde el día en quela tía Ester casi destroza la porcelanainglesa a cambio de mi silencio...paulatinamente la mirada se fuealejando de mí y no hubo más caminoque estas gafas a través de las queestoy mirando ahora a la tía Sara.

Me resulta inquietante elmodo en que parece que no va a subirjamás la escalerilla del edificio devecinos... quiero saber el motivo porel que su gesto se hace innecesario.Saber en qué lugar exacto está situada,por qué he asumido tan libérrima quese trata de Nueva York, cuando enrealidad podría ser Chicago o Boston...si al decir “este país” no está definiendonada exactamente. Sigo obsesionadacon entender por qué la tía se empeñaen hacernos enigmática su presenciagrácil y pedante a un tiempo único. Porqué ese abrigo que se antoja caro parauna recién llegada a “ese país” que nomenciona, como si decir su nombrecompleto le quemara la garganta, lamano con que escribe, el propio abrigoque la guarda...

Sigo obsesionada. Treintaaños para entender el por qué de lalejanía en su rostro, el pronombre quela distancia de todos y de mí. Su atarsea la barandilla, tan felizmenteinconforme. Su retirada manera desituarse en medio de la nieve. ¿Quéextraño poder tienen las palabras queme llevan a sumirme en medio delvacío, a no entender el misterio de latía Sara en su foto maltratada?

Qué extraño misterio que no

consigo descifrar a través de años yaños de contemplación absoluta, de esteperpetuo detenimiento en el que viajosin cesar y no consigo atarme a nada.

Cuando observo mis fotos a laentrada del Louvre, soy, estoy como latía. Es verano y no parece. Llevoabrigos, porque el verano en París esalgo húmedo, algo que entumece. Llevoun barato jersey comprado en algúnpulguero de Miami y llegado a mí através de un bulto postal, regalo de

cumpleaños del abuelo. Un abrigobarato con el que no consigo alejarmeen París del rostro de la tía Sara.Tampoco descifrarlo. Un barato jerseyque me guarda de la lluvia, que no medeja llorar en Saint Michelle cuandopido un café que apenas puedo pagar,que en nada me alivia del cansancio.

Ningún sistema de señalestengo al alcance. Ningún sistema deseñales consigue hacerme ver. Ningúncristal en las gafas que detesto resultaeficaz a la ceguera que aumenta con losaños. Cuántos años han de quedarmehasta la nube total, hasta la catarata queme cierre el ojo, hasta no ver más a latía Sara a quien nunca vi realmente.

Hay otra foto que aseguraque miento. Una foto en la que tengo

dos, tres años, no puedo precisarlo.Estoy en los brazos de mi exquisitaprima, cocinera en Camagüey, unadelicatessen, de gourmet... recuerdoperfectamente ese día, los 20 años quetuve, el instante en que la tía Esterquería sumergir mi voz al fondo de lainglesa sopera.

Esa foto en la que estoy en losbrazos de la prima, asegura que algunavez he visto a la tía Sara. Fue ella quienla hizo, 15 años después de haberllegado a “aquel país”. La tía Sararegresó para retratarnos, hacer unacopia de nuestra imagen reunida alcentro del patio, otra Polaroid que noconserva en su residencia de la Florida.Puede que viva ahora en Miami,Orlando, Tampa, Hallandale, algúnsitio para no colocarse al centro de lanieve con su finísimo abrigo, noescribir “este país” con tan sospechosacaligrafía.

La tía Sara regresó una vez,la foto lo atestigua; sin embargo, casinadie lo recuerda. La tía Sara era solosu cámara y su propia imagen. Quinceaños después... exactamente catorceaños y seis meses después de haberseapoyado en la barandilla del edificiode vecinos que no consigo localizar enel gigante mapa del gigante país. Latía regresó para colocarnos en la foto.

Me subo a otro tren. Llevoconmigo todas las imágenes. Estoy enel patio de la tía Ana. Tengo dos, tres,quizá cuatro años cuando sucede.Acabo de ser inscrita por mi padre.Tengo todas las imágenes. La tía Saraestampada en medio de una nieve quedetesta; la tía Ana que cocinadeliciosamente en un patio deOccidente, familia de Camagüey quese aproxima en el andén, yo meaproximo y la tía Ester que golpea sinpiedad al cucharón, que lo sumergeconmigo en la sopera.

Tengo, guardo, casi todas lasimágenes. Estoy subida al tren. Puedeque esté en Houston o en Miami. Puedeque esté viajando hasta Nueva York.Quiero descifrar cada una de lasseñales. Quiero saber por qué ha dicho“este país” con tan extraño acento seismeses después de haber llegado. Mepregunto si llegó en realidad alguna

Orestes Puente

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vez. Me pregunto qué buscaba cuandonos colocó al centro del patio de la tíaAna. Me pregunto por qué todos losque estamos en la foto tomada por ellaya no somos parte de la isla. Por quénos reunimos cautelosos a su lado, sinunca la vimos más allá de esa imagenque he guardado con celo. Sipenosamente apenas puedo verla ahoraque estoy ciega. Me pregunto por quéla seguimos si no confiamos en sucaligrafía.

Subida estoy en el vagón. Lafoto en mi bolsillo ha de conducirmepor la ruta precisa del enigma. La fotoha de hacerme reconocer cuál es labarandilla en que la tía se apoyó.

Prometo recorrer todas las calles deBrooklyn, Queens, New Jersey hastaencontrarla. En nada importa queapenas pueda ver, sé que la foto meconducirá. Necesito encontrar labarandilla, el edificio, la nieve en dondeme colocaré al centro con mi caroabrigo deportivo a los dos, tres, seismeses después de llegar a “este país”que se reduce a una foto Polaroiddescolorida; “este país” que es un suavegesto de apatía; “este país”, tía Sara queno está cuando finalmente descargo mimochila en la Grand Central Station yme dispongo a escribirlo.

Toco mis bolsillos, la fotopermanece, mi mano que reconoce aún

lo que ya no ven mis ojos lo asegura.Grand Central Station anuncia elmegáfono. Una mujer que atraviesa elandén se abalanza sobre mí y recibo suabrazo emocionadamente, ella dice:bienvenida a “este país”. Descubro quees solo una frase imaginada en el léxicofamiliar a los isleños. Digo gracias ypienso en la tía Ester golpeando susopera. Algo en mis ojos se ilumina.

Matanzas, diciembre 2006

Mabel Cuesta, escrtora y ensayistacubana. Este cuento pertenece a su libroinéito Sara y otros cuentos. Reside enNew Jersey.

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Heberto Padilla

A Nedda G. de Anhalt

En sus últimos años Padilla relatabalo que observaba a diario tras sus gafas.Veía un gato y hablaba del gatoque arqueaba el lomo bajo el sol de marzo.El gato no era otro que ese gatoy el sol no era otro sol que ese de marzo.Quien quisiera encontrar otro sentidofracasaba en su esfuerzo de hermeneuta.En los últimos años del poetala sombra de su sombra le pesaba.Pensó que ser feliz era entregarseal presente sin más luego que todoslos que le hicieron la vida imposibleeran ceniza para su memoria.Acaso se engañó pero fue adrede:ni fue feliz ni olvidó su pasado,pero esa forma de mirar las cosascomo las mira un hombre sin espíritulo salvó del dolor de ver en todola desdicha vivida y renovada.Ellos a la ceniza, yo a la vida,dijo en verso prosaico y melancólico.Se engañaba también porque la sombrade su sombra que siempre lo rodeabale daba un aura de dolor que nuncapudo borrar de lo que fue su vida.Murió como otros tantos en exiliodejando una memoria de papeles:unos poemas que queman si los lees,unos versos que a veces nos recuerdanque escribir puede ser una condena.Cuando leas sus libros piensa en esto:tal vez sus poemas más comprometidosy en los que más fustiga al innombrableson aqueéllos que no hablan del tiranosino de un simple gato que se arquea.Su lengua más pugnaz fue cercenadapor el cuchillo de la ideología.Cuando leas sus poemas piensa en estoy aprende que pensar cambia la vida.

A la memoria de Enrique Anhalt

Las palabras son puentes, dice el poeta:palabras que son flores que son frutos que sonactos,y el hombre, árbol de imágenescantando entre las ruinas.Al tiempo que amanece, despiertan las palabras.Úsalas como lentes de aumento para verla dimensión cabal del universo;despiértalas al tiempo que despiertascon la mañana llena de preguntas.Comienza hoy, pues nadie te aseguraque habrá otro día para ti y otras palabras.Coronado de flores que son frutos que son actos,el día fluye hoy como la tibia luz sobre lasramas:oye el rumor del viento sobre las hojasy el puente de palabras que erige la mañana.

Juan Domingo Argüelles (México,1958). Poeta, ensayista y editor. Suslibros más recientes son: Todas las aguasdel relámpago: Poesía reunida, 1982-2002, y Antimanual para lectores y ypromotores del libro y la lectura.

Octavio Paz

DOS HOMENAJES

Juan Domingo Argüelles

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JUAN ABREU

(Estas crónicas aparecieron originalmente en el blog delautor, www.emanaciones.com, como parte de una serietitulada Estampas).

106En lo primero que pienso atravesando Delhi es en uninmenso basurero. Y en que toda la religiosidad del mundono vale lo que un aire acondicionado. La atmósfera es espesay huele a orina y mierda sagrada. Miles de templos. Haceun calor horrendo. Surcamos calles oscuras llenas deagujeros. Cuatrocientas vacas. El primer semáforo a loscuarenta minutos. Nadie le presta atención. Gente durmiendoen las calles. Un polvo queadivino rojo en laoscuridad lo envuelvetodo.El hotel, un oasis de luz yamabilidad.Nos acostamos a las tres dela mañana.Temprano rumbo a Agra, aver el Taj Majal.Es improbable quelleguemos vivos. ¿Señalesde tráfico? Un jainista, enpelotas, duerme en labaranda de un puente. Lapolla enfangada le cuelga,curva como un sable.Montañas de basura.Estruendo de bocinas. Uncamello al borde delcamino chorrea tristeza.Toda esa estafa de laMadre Naturaleza. Aguaembotellada si no queremos morir en un segundo. Graciasa Santa Globalización, cocacolas por todas partes. Miles degente meando al aire libre, pero poco que ver. En medio deuna callejuela inmunda el esplendor de un sari y su dueña.El tráfico es un todos contra todos. Carrichoches, bicicletas,coches, autobuses, camiones y los famosos autorickshawstratan de adelantar a toda velocidad. Vacas, chivos, búfalosy cabras se sitúan estratégicamente en medio de la calle. Esdifícil creer que no saben lo que hacen. Prem, nuestro chofer,se abre paso a bocinazos.Prem, ¿cómo se las arregla para conducir en estascondiciones?Yo siempre sigo mi corazón.¿Y las normas de tráfico?

No, las normas no, mi corazón… y rezo a Dios todas lasmañanas.Santo cielo.Miles de vehículos se disputan la estrecha vía con undesenfado aterrador. Las carreteras de la India puedendescribirse como un agujero descomunal interrumpido aveces por islotes de asfalto. Al rato, ya fuera de la ciudad,paramos a estirar las piernas. Es un alivio saber que aquí esmuy común la serpiente más venenosa del mundo. Bebo miprimera Kingfisher. Llegaremos a intimar considerablementea lo largo del viaje.El Taj Majal (según la guía) ha sido definido como unavisión, un sueño, un poema, una maravilla. A mi no meimpresiona mucho, francamente. Fue construido a mediadosdel siglo XVII por el emperador mogol Shah Vahan, en

memoria de su esposapredilecta (ojo a la palabrapredilecta). Deambulamospor allí y una bandada deniños nos pide que leshagamos fotos. Ríen al verseen la pantalla de la cámara.Cosas de niños, me digo,pero poco después acudenvarias señoras con sus bebés.Y jóvenes que quierenhacerse fotos con M.Supongo que sus motivosson diferentes a los de lasseñoras y los niños teniendoen cuenta la manera en quemiran su escote.Veinte mil obreros traba-jaron doce años para levantarel Taj Majal. Los imagino alsol.Los jardines del lugar, dicen,están hechos a imagen y

semejanza del paraíso islámico. Créanme, no es gran cosael paraíso islámico.La miseria es densa y apabullante. No hace veinticuatrohoras que estoy aquí y ya he visto miles de niñostrabajando.Si ante este horror alguien pronuncia la palabra pintoresco,le entregaré de inmediato el certificado de Hijodeputa deprimera clase.En cualquier rincón, a la sombra de cada árbol, hay un millónde indios.Las mujeres, bellísimas.107Casas de barro, paja y mierda de vaca. Me acabo de enterarde que el sexo anal es castigado aquí con penas de hasta

Viaje a la India

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diez años de cárcel. La represión sexual y las religionessiempre de la mano. Si las pestes religiosas no hubieranaparecido sobre la tierra hoy la humanidad estaríacolonizando Júpiter.Coches hechos a mano. Sin licencia y sin luces. Ruedadelantera de tractor y carrocería de triciclo motorizado.Techo de lona. Asientos de madera. Motocicletas quetransportan toda una familia: dos adultos y tres niños,incluido un bebé. No es raro que uno de los adultos cargueuna cabra. Prem sonriente nos lleva de un choque frontalinminente a otro. Pero siempre escapamos en el últimosegundo.M. intercambia mensajes Dios mediante (la BlackBerry,quiero decir) con X. que está en Tokio.Nos alcanza el monzón. Lleva horas amagando en elhorizonte. Hace años que no veo llover con tantas ganas.En medio de la pasta gris ¡una palma! El árbol más feo delmundo. La maldad terruñera persigue sin descanso al paria.Llueve durante trescientos kilómetros. Unmono aplastado en la carretera.Brotan las primeras montañas.108Rojo y oro contra el cielo. Una nube demendigos. Trepamos a Amber, las montañasamuralladas, el valle como una boca abierta,los elefantes primorosamente decorados. Ensus lomos, ascendemos al fuerte. En la ampliaexplanada la escalera llena de monos, lasbellísimas paredes de plata. Lo del elefanteparece simpático hasta que veo al conductorpropinarle certeras patadas detrás de la oreja. E hincarlocon una suerte de gancho. Deseo fervientemente que elelefante tire al suelo a su torturador y lo pisotee. Pero nuncahay suerte con este tipo de cosas.En el palacio Narghar las habitaciones de las nueve esposasdel marajá. El guía nos explica el complicado ritual, nosmuestra los pasillos secretos. Las esposas jamás sabían acual de ellas visitaría el soberano. Con ánimo penetrador,se entiende. ¿No hubiera sido más interesante, sexualmentehablando, que las nueve participaran simultáneamente enlos refocilamientos, es decir que la diversión fuera colectiva?El guía hace como que no escucha mi pregunta.En el bulboso tejado, contemplamos el atardecer sobre laciudad chata y azul.Llaman desde los minaretes al embrutecimiento general.109Antes de llegar, peregrinos anaranjados. Vemos uno que searrastra y da vueltas sobre sí mismo. De esta forma recorrerála distancia (decenas de kilómetros) que le separan dePushkar, su lago sagrado y el famoso templo dedicado aBrahma. Según un poema épico, Pushkar surgió de una florde loto que Brahma dejó caer. No digo que no, pero tieneque haber sido una flor de loto muy sucia. Esquivamos, porpoco, un agujero que seguro va a dar al centro de la tierra.Prem nos dice que en esta zona suelen aparecer elefanteslocos.

¿Todos los elefantes de por aquí están locos?No, no, no todos, sólo algunos.¿Y cómo se distingue a los locos de los cuerdos?Los locos atacan los coches.El hotel, fastuoso, contrasta con la miseria reinante. Salimosa caminar. A la entrada del pueblo una torre dedicada aldios mono. Fea y descascarada. La guía dice que este lugares “muy pintoresco y mágico”. Yo juraría que es un sitioroñoso donde sobrevive una multitud pobre y abandonada(como no podía ser de otra manera) de la mano de dios.Algunos pillos nos regalan unas flores que hay que depositaren el lago. En el famoso lago esperan otros simpáticosrufianes compinchados con los primeros. Tratan de sacar alos turistas la mayor cantidad de rupias posible. Todo muyreligioso. En las aguas a las que vienen los peregrinos abañarse y purificarse mejor no meterse, a no ser que unotenga intenciones suicidas.En el bazar, conocemos a Jeetu y Rakesh. ¿Cómo describir

sus ojos? Ojos antiguos. Abundan losmendigos pero estos niños, catorce y diezaños, tienen un aspecto especialmentemiserable. Nos acompañan. No quierendinero. Harina, eso es lo que quieren. Queles compremos harina. Cuando le acariciola cabeza al más pequeño la cara se letransforma. Nadie lo toca. Pertenece a lacasta de los intocables. No les dan trabajo,no tienen escuela. El inglés que hablan lohan aprendido con los turistas. En fin, quepor alguna razón religiosa o de otro tipo

igualmente canallesco son unos apestados. Nos llevan portoda esta especie de vertedero lleno de vacas (ay, quiéntuviera una pistola) y su mierda sagrada.Viven en el desierto, en las afueras, en una tiendaimprovisada con desechos.Hay un montón de gente bañándose en las mugrientas aguasdel lago.Vamos entre la barahunda de peregrinos, pedigüeños,mendigos, vendedores callejeros, encantadores deserpientes, falsos monjes, bicicletas y cabras hasta lascercanías del templo de Brahma. Cuando estamos allí, losniños nos explican que no pueden acercarse más porque supresencia de intocables ofendería a Brahma y a los otrostarados de castas superiores.Ah, con que esas tenemos. Avanzo hasta la escalera deacceso al templo y exclamo: me importas un carajo Brahmade los cojones. Vete a la mierda, jodido cabrón.Espero alguna reacción del hijodeputa, pero nada.Ya más aliviado, regreso junto a los pequeños intocables ycontinuamos nuestro paseo. La zona donde se bañan losperegrinos y cuartel general de los rufianes, bulle deactividad. Nos dirigimos a la parte opuesta y desde allícontemplamos el humano trajinar. Jeetu nos muestra suálbum de fotos. Carga con el a todas partes. En las imágenes,aparece con sus amigos extranjeros que le han compradoharina.

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El ocaso sobre las aguas exhibe su plateada indiferencia.Pushkar cuenta con más de doscientos cincuenta templos.Algunos, opulentos, de mármol reluciente. Emergen de entrela basura. Pero no hay escuelas para los niños intocables.Con un poco de dinamita yo arreglaría las cosas.A la mañana siguiente, al partir, Jeetu y Rakesh nos esperanbajo la lluvia. Nos detenemos, bajamos del coche, losabrazamos. Dan ganas de echarse a llorar. ¿Pero de quésirven las lágrimas en medio de este inmenso aguacero?110Nubes por el suelo. Montañas copiosas, campos de maíz.Prem demuestra su competencia, arte lo llamaría yo,adelantando en curvas cerradas con abismo a la derecha. Elárbol de los niños. Plátanos. Mil cien variedades de mangos.Llega la niebla. Todo es mármol. Caravanas de camellosque arrastran atestados carretones.El paisaje bellísimo y con toda seguridad mortal.En el escozor de los bazares, el brillo de las mujeres.Pintada sobre seda, compro una escena decaza. Tengo que enviar la obra al artista, Vijay,para que la firme. Los viejos maestrosrajasthanis no acostumbran firmar suscuadros. Lo que importa es el arte, no quiénlo hace. Los tigres corren al encuentro de loscazadores. El cielo sobre los elefantes y lasmontañas es malva, gotea. Ya quisieraAntonio López.Frente al Rajya Angan Chowk, las mejoresverduras y el mejor pollo frito de mi vida.La noche en Udaipur es aceitosa y cálida. Cenamos al airelibre, en los jardines de un restaurante que da al lago.Crujidos, siseos y hasta un muac. Como si tiraran besos,apunta la diosa. Un murciélago gigante entra y sale de unapalmera iluminada.En la habitación del hotel hay una escultura de bronceenorme. Mohini, forma femenina de Visnú. Mohini, la mássensual, la más seductora. Impulsa la cadera, empina el culo,ofrece los gordos pechos.Hay que entrar. Llegan ritmos cremosos. Sorbos a miquerida Kingfisher.La gran moral es siempre el cuerpo.Sumo diez años a mi deuda con la justicia india.111En medio de los abismos, el templo jainista. Adinath, el delas mil cuatrocientas cuarenta y cuatro columnas. Todasdiferentes y exquisitamente esculpidas. Mármol de espuma.Monos que flotan en ríos de calor.Descalzos, vagamos por el bosque lácteo, trepamos a unaterraza que da a la selva. Nos sentamos a descansar. Diosava de blanco ligero y es una más de las turgentes bailarinasque ablandan las piedras.Suda: mejillas encendidas, trompa de elefante, florestraslúcidas, techos de carne de caracol, lengua.Los jainistas practican la no violencia hacia todos los seresvivos. He visto algunos avanzar lentamente, limpiando antesel suelo por donde caminan para no aplastar accidentalmente

un insecto.Perdido en el mar de columnas, vislumbro cierta paz. Peroes una ilusión.112Unos pájaros grandes y feroces devoran un perro camino aJaisalmer. Tripas azul cobalto y bermellón. Picosensangrentados. Recuerdo aquella mañana en el MOMA conReinaldo, cómo me condujo hasta el perro de Francis Bacon.Viene el desierto. Buches de arena. Su voz rasposa. Unreguero de semen el cielo. Avutardas, conejos, antílopes.Ardillas enanas.Pensé que había visto cosas tristes pero esas niñaspolvorientas al borde del camino.A media tarde arribamos al caserío. Paredes dibujadas.Aguardan los camelleros junto a sus bestias. Hay unavoracidad agachada en las mujeres. Y arena en los dientes.Nuestros guías son de madera renegrida. El paseo por eldesierto durará tres horas. Subimos a los altos lomos. Desde

aquí podemos ver los confines delmundo. Acude una bandada de niñosdesde la aldea cercana. Nos acompañanun rato.Los arbustos y los hierbajos se hacen cadavez más raros. Corta el espacio un águila.El viento es un chorro de orina.Ya nos rodean los arenales. Paramos adescansar. Hay un desamparo viejo enesta intemperie. Ahora la voz del desiertopodría ser la de mi padre. M. irradia una

leche primera. Moja la arena con su dicha.Un camellero se recompone el turbante. Deja un surco en elaire que tarda en diluirse.¿Quién ganará la batalla entre los matojos y la arena?La arena.Los animales se tumban. Nosotros también. La luz es depolvo, el horizonte una gran escama. Caminamos hasta lacima de una duna a ver hundirse el sol. Somos diosesdorados y nuestro reino es de saliva. La penumbra, morada,tus manos de cristal.De súbito, los camelleros rompen a cantar. Todo es humo.113Nos entretenemos poniendo nombre a los adelantamientos.Zato Ichi: el que se hace completamente a ciegas. De nochey entre multitud de vehículos sin luces.Ruleta rusa: el realizado en curva cerrada, con camiónaproximándose por la senda contraria y manada de búfalosa punto de irrumpir en la carretera.Bíblico: con vacas, cabras, camellos, peregrinos, burrosenanos, búfalos y elefante loco a la espera.Natural: con abismo a la derecha, torrente inundando elcamino y desprendimiento de tierras inminente a causa delmonzón.Aumentan mis deudas con la justicia india. Cuarenta años,al menos.El Hindustan Times informa que Putín y su criado haninvadido Georgia. Desde que ese montón de mierda llamado

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Unión Soviética se deshizo Rusia pretende a toda costarecuperar su estatus de dictadura mundial. Una vaca metela cabeza por la ventanilla, es igualita al presidenteMedvedev así que le arrojo un plátano no vaya a ser que losrusos nos invadan el coche. Qué gentuza.Anoche en la tv santones, gurús, críquet, gente bailando alo travolta, pelis de serie zeta. Rios colorados. Campos dearroz. En Fazilka, guarapo. Cazadores de cobras.Planeamos visitar el Karni Mata o Templo de las Ratas. Peroun hombre santo nos cuenta que de un tiempo acá todo esalboroto y asombro en ese sitio. Ha nacido allí la rata másfea y repulsiva del mundo. De inmediato comprendo quetiene que ser la reencarnación de Lisandro Otero. Las otrasratas, excepto algunas pocas que deben ser, colijo,reencarnaciones de escritores de la uneac cuac cuac, huyendespavoridas. Los sacerdotes están desesperados. Santocielo que mala suerte la de estos pobres indios. Con lo grandeque es el mundo y esas ratas cubanasescritoras vienen a reencarnar aquí.Decidimos pasar de largo no vaya a serque la uneac cuac cuac reencarnada altanto de nuestra presencia nos tienda unaemboscada y terminemos contaminadoscon alguna enfermedad mortal. Sospechoque el templo terminará convertido enuna sala de torturas.Ya en Bikaner diluimos el susto en lasuntuosa bañera de mármol. Pavos realesy penetraciones dobles. Creo que voy areescribir el Kamasutra.114Entramos al país de los sij. El paisajehumano cambia notablemente. Sobretodo en lo referente a la poblaciónmasculina. Hombres grandes, joviales, demanos enormes y piernas largas. Veo algunos tan hermososque empiezo a considerar la homosexualidad comoalternativa sexual. La diosa también los ha visto y estáigualmente impresionada. Ojos verdes y amarillos. Barbasnegras, cerradas, y esos turbantes enhiestos y elegantes quelos propulsan hacia el cielo como chorros tibios.Del humo de los bazares brotan cúpulas doradas.Nos descalzamos: la piedra es carnosa bajo nuestros pies yplagada de estrías, oraciones y hervores. M. se cubre lacabeza con un velo y es aún más bella y más deseada en losbordes de la sacralizada represión. Su rostro es un vahoque huele a hembra y a lo que debe oler la generosidad. Seacerca un gigantesco sij: uniforme azul, daga al cinto ydientes fulgurantes. Saluda respetuoso, se inclina, le acariciala cara. Después, deja ir una frase perfecta y, sonriente,retrocede hasta hundirse en la atmósfera ardiente.El calor es salado y blando. Estamos un rato inmóvilesbajo las arcadas.El Golden Temple se alza en medio del lago: es una vaginade fuego. Es el rostro de La Noche en Orlán Veinticinco. Esla boca de dios si existiera y fuese mujer y estuviera caliente.

Se abre para tragarnos.Resuenan los versos del Libro Santo. La multitud atraviesael puente. Nos unimos a ella.El Hari Mandir es el vórtice de una espiral acompasada.Miles de peregrinos hermanados por la luz. Aquí no haycastas. Los sij no creen en ellas. En el techo, acaricio losbulbos gigantes.Bajo cien kilos de oro, nos sentamos a escuchar el canto delragi. Su voz es casi tan bella como la del camelleroLa superficie del estanque, néctar.Un anciano se sumerge.Pasa una beldad de rostro indescifrable. Me mira y no sé siquiere degollarme o follarme.Qué boca turbia.115Aquí estamos, camino de la militarizada frontera conPakistán. Metidos en el bullicioso gentío armado de

banderitas. Todos los días, con elpretexto de arriar al trapo nacional, selleva a cabo en este lugar una insólitaceremonia.Prem nos ha dicho que no hay queperdérsela.¡Por San Martí, el trapo nacional!Yo siempre recomiendo que los niñosse caguen y acto seguido se limpien elculo con el inmundo trapo nacional nomás nacer si quieren conservar lahumanidad.Cercas electrificadas.Allá vamos.Nuestra condición de extranjeros nospermite sentarnos en las gradas máspróximas a la cerca divisoria entre lasdos naciones. Vienen a mi mente los

años en el SMO pavoroso en la isla pavorosa. Yo, con misgrilletes verdeolivo en los negros cañaverales, esclavizadoen nombre de la Patria y el trapo nacional. Verdad es que aveces nos follábamos alguna mata de plátano así que todono fueron penurias.De este lado de la frontera, los indios cantan y danzan.Batallones de niños se disputan el honor de correr con labandera hasta las narices de la guardia pakistaní y allí agitarlay berrear.Reverenda HijadePuta la Madre Patria, pienso, pero mislabios permanecen sellados (para decirlo a la manera de losescritores famosos) porque estos indios amables y sonrientesno dudarían en destriparme si me escuchan llamarReverenda HijadePuta a la Madre Patria.Del otro lado, algo parecido. Pakistaníes corriendo conbanderas, berridos; pero nada de bailes que la musulmaneríaantivida no lo permite.Los ánimos se exaltan cada vez más.Comienzo a temer por nuestras vidas.Los militares indios, evidentemente seleccionados entre lomás alto de la población, vestidos con uniformes de gala

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provistos de un extraño penacho en la cabeza, animan a lamultitud para que grite cada vez más fuerte. Lo mismo hacenlos militares pakistaníes, vestidos con un uniforme parecidopero más oscuro, y con similar penacho en la cabeza.Allá, en territorio pakistaní, en gradas separadas, las mujerescubiertas de pies a cabeza.La guerra musical apenas permite oír algo que no sea elestruendo de los himnos. Los altavoces indios nos castigancon melodías patrióticas indias, los altavoces pakistaníesnos torturan con melodías patrióticas pakistaníes.Esto dura ya casi una hora.Para pasar el rato me entretengo contemplando las bellezasindias. Y algún que otro impresionante sij. Inmersas en elfervor patriótico las muchachas saltan y cantan, sudan y secontonean. Yo las sodomizaría una por una. Y les pediríaque no dejaran de cantar el himno nacional y de agitar lasbanderitas mientras las enculo.Pensándolo bien, sería mucho mejor si toda esta genteorganizara una gran orgía.¡Pero quién se los plantea!Cuando el sol está a punto de caer apareceuna escuadra de militares indios que tocan unacorneta, dan patadas en el suelo, gritan comoenergúmenos y se precipitan hacia la frontera.Los militares pakistaníes hacen exactamente lo mismo.Compiten a ver quién grita más y pega las patadas másfuertes. Después de un rato de este ritual de machosencabritados, abren la reja que separa los dos países yproceden a arriar las banderas. Cuidando mucho de que esténsiempre al mismo nivel.Supongo que si una baja más rápido que la otra estallaría laguerra.Las multitudes no han dejado de chillar ni un segundo.Y pensar que esta gente tiene armas atómicas.Al fin acaba todo. Prem nos aguarda entre la multitud.¿Qué les ha parecido?Muy interesante. ¿Qué era lo que gritaba la gente?¡Viva la India, Madre Patria! ¡Muera Pakistán!¿Y los pakistaníes?¡Viva Pakistán, Madre Patria, muera la India!Necesito una mamada.116Monzón. Salimos. Un trapo amarillo al viento. Los ojostransparentes del búfalo. Nada de preámbulos, salvo ese olora coño recién lavado al salir del hotel. Y algo fresco en lacara. En cuanto entramos en el coche se desata. Losgoterones amenazan con atravesar la chapa del techo. Endos minutos es como estar debajo del mar. Pero debajo delmar no hay otros mil coches tratando de adelantarte, nicamellos en medio del camino, ni rocas a punto de caerteen la cabeza desde las laderas removidas por la lluvia. Nicientos de peregrinos desafiando la muerte. Ni quinientasvacas. Me dice la diosa que ayer un autobús fue a dar a unrío y todavía no han encontrado a nadie. Decenas demuertos. Vaya. Precisamente ahora tenemos que atravesarun puente. Debajo, las aguas rugen. Asoman árboles

arrastrados. Los indios no reaccionan como nosotros antela lluvia. No veo a nadie correr a refugiarse. Todo el mundocontinúa con lo que está haciendo. Los saris se pegan a loscuerpos. Aguas rojas. Niños en los charcos. Monos de carasblancas. Vaharadas. Mariguana al borde de la carretera. Unextraño cartel: “Mushroom training center”. Debe ser unarma secreta del ejército indio, digo. Reímos un buen rato.117Dharamsala está en la cima de una montaña. Un puñado decasuchas, hoteles, tiendas. Un laberinto de recovecos ycallejuelas. Los rostros de los monjes asesinados, torturados,secuestrados por los chinos, en las cercas y las paredes.Bordeando el abismo, al final de una pendiente, el templo,el museo, la pequeña tienda donde compro unas camisetasy la residencia del Dalai Lama.Llegamos trepando como cabras por un camino que seríabenévolo llamar suicida.Todo está al borde de algún espantoso acantilado. Desde la

azotea del hotel, situado en la pequeña plaza,corazón del lugar, se puede tocar el cielo.Bosques. Picos rocosos. Águilas. La cordillerade Dhauladhar en la distancia. Charcos de sol,duran poco, vienen nubes y nos envuelve unmanto húmedo y gris.

Después de instalarnos, bajamos a la plaza y nos unimos auna marcha por Tibet Libre. Las únicas causas que importanson las causas perdidas. Los monjes marchan sosteniendovelas y repitiendo mantras. Dan tres vueltas a las dos callesprincipales y a continuación se dirigen al templo junto a lasede del gobierno tibetano en el exilio. El templo es muymodesto, también lo es la vivienda del Dalai Lama. Imaginoel palacio que hubiera construido aquí HeilBenedicto y suiglesia alcapónicoromana si fuesen ellos los perseguidos.Distingo a algunos jóvenes occidentales, aprendices degurús, o simples drogatas esotéricos. Reprimo el impulsode interrumpir los rezos y gritar: ¡Nadie hará nada!¡Consigan bombas atómicas!(Ya de paso, recomiendo lo mismo a los georgianos, unabomba atómica y que se la metan en el culo a Putin).En el templo, un monje pronuncia un discurso en tibetano.Tiene rostro de bronce y pan. Me dedico a mirar a la gente.Niños azafrán de cabeza rapada. La diosa conversa con unjoven. Los chinos mataron a toda su familia, torturaron hastala muerte a su hermano. Escapó atravesando los Himalayasa pie. Salieron cincuenta, llegaron unos pocos. Los chinoslos cazaban a tiros, cuando los avistaban. Algo esperanzador,sin embargo, el joven no sabe dónde está Cuba. Nunca haoído hablar de la isla pavorosa.El destino de los tibetanos es incluso peor que el de losislopavorosos. Rumio. En la pavorosa, futuras generacionesaniquilarán la dictadura y su espeluznante legado. Barreránesa peste y tal vez algún día la isla llegue a ser un lugarnormal, habitable, un lugar al que un ser humano decenteno tenga vergüenza de pertenecer. Un lugar cuyo aire, alrespirarse, no envilezca. Pero eso no ocurrirá con lostibetanos. El objetivo de los criminales chinos es

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exterminarlos. Y lo conseguirán.Me invade una profunda tristeza.Miro los rostros que nos rodean. Gente perseguida, sinregreso, como yo.Esta es una batalla perdida. A nadie le importa el Tibet. Chinaes demasiado grande, demasiado poderosa. Ningún VilaMatas leerá los nombres de millones de asesinados en elTíbet.En el Monasterio Namgyal, los monjes debatenanimadamente. Arden perfumadas brasas en el patio decemento. Thangkas y mandalas. Allí me arrodillo, alzo lasmanos al cielo y, en ausencia de Dios, ruego a las Furiasque no dejen impune tanto dolor.Llueve. Aquí siempre llueve.Este es el lugar más triste del mundo.118Llevo una hora cagándome en la madre delMinistro de Carreteras cuando avistamos elGanges. La vastedad de las aguas no comunicapoderío o grandeza sino desconsuelo. Unaenfervorecida multitud se agolpa en la orillacubierta de templos y escaleras por las que loscreyentes descienden hasta las aguas. En ellasse purifican. El Ganges. Yo lo encuentro bastantesucio. Y traicionero. Si los devotos se descuidanel venerado río los arrastra y perecen ahogados en sus fuertescorrientes. Esto no dice nada al resto de la manada.Estamos acodados sobre un paso elevado que divide elespacio atestado de vehículos, basura, vacas, tenderetes yla rivera que es un océano de cabezas, torsos desnudos ycuerpos mojados. Cualquier multiculturalista diría que dela muchedumbre emana una singular energía autóctona; yocreo que es simplemente fetidez. Nos rodea una multitudcuriosa. Una curiosidad que se torna exasperante a medidaque transcurren los minutos.Por el horizonte se acerca una tormenta. Es ese instante antesde que se desate el aguacero, cuando la vida parecesuspendida y lo más importante del mundo es su olor. Elsagrado Ganges corre impetuoso a pocos metros y se levantaun viento espeso.En la otra orilla, la estatua gigante de Krishna. Pero no hayforma de estar seguro. Estos dioses siempre estánreencarnando en otros y en otras. Eso me gusta. Uno puedeadorarlos como falo de luz y al rato ver como les crecenunas tetas que resucitarían a un muerto.Santones vestidos de púrpura, tullidos, ancianos que searrastran cumpliendo sabe dios que promesa, niños,muchachas envueltas en infinitos trapos, jóvenes casidesnudos. El cielo terso, color encía. Llega la tormenta ynadie se mueve. Es tanta el agua que los perfiles se borran.Puede que este río sea la salvación. Pero entonces no valela pena salvarse.De noche, atravesamos el inmenso bazar de Risikesh yvamos a comer al Haveli Hari Ganga. El restaurante esfamoso por su comida vegetariana. Sopa de guisantes,frijoles colorados, un arroz glorioso, dulce de garbanzo,

bolas de trigo cocinado en aceite de cacahuetes. Y el mejorpenne de mi vida. ¡Qué frase!Creo que el picante del que abusan los indios en su ricomundo culinario, tiene efectos afrodisíacos en mi humildepersona. De madrugada, aumenta mi deuda con la justiciaindia.119Antes de regresar a Delhi, trepamos a un templo subterráneoen las montañas. Todos los caminos que hemos utilizadohasta ahora son impecables supercarreteras comparados aeste sendero salpicado de monos, esporádicamenteasfaltado, repleto de agujeros, obstrucciones pordesprendimiento de tierras, pedruscos; que durante elnoventa por cierto del trayecto discurre al borde de un

abismo en cuyo fondo brama un río de aguasenlodadas.Como si fuera poco, los dioses, siemprebenévolos, nos mandan un torrencial aguaceroa media ascensión. El sitio está en ningunaparte, perdido entre sierras y bosques infinitospero hay más tráfico que en Manhattan. Ni uninstante dejamos de esquivar vehículosrepletos de fieles que van o regresan deltemplo. Miles de peregrinos suben a pie,chapoteando en el fango y es fácil imaginar que

muchos irán a parar al río al menor descuido. Ese enjambrede mariposas bajo la lluvia.Arriba, apartamos las nubes y nos unimos al gentío. Olor afrituras y charcos. Sale el sol y en el valle a la derecha,arrozales. Cerca de la entrada al sagrado lugar, un meadero.Decenas de pitos al descubierto y en acción. Un panoramadivino, sin duda.Hombres, niños, ancianas, adolescentes, jóvenes reciéncasadas solicitan fotografiarse con M. La única diosa en miopinión que merece un templo en toda esta hermosa triste einsólita inmensidad llamada India.120La última noche huele a coco y entretelas. Frente a lahabitación, acechan flamboyanes. Durante el día hemosvisitado el Gandhi Memorial, la tumba de Humayun en laque estamos a punto de perecer calcinados y el minaretefálico más alto del país. Marcho con la impresión de que losislamistas y en general los seguidores de Alá necesitandesesperadamente pollas.Helado de azafrán, pan de menta, biryani, raíces de loto ylentejas.Después de la bañera, deambulamos por los amplios ysolitarios pasillos del hotel y como la diosa está juguetonala experiencia resulta reveladora. Muy reveladora.En el aeropuerto, una invasión de saltamontes. Paso eltiempo hasta la hora del despegue bateándolos con unimprovisado garrote.

Juan Abreu, (1952) novelista y pintor cubano hapublicado varias novelas y una antología de cuentoscubanos. .Reside en Barcelona.

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I (Poética)

En todo caso, me empeñé. Vi leche en la cabezadel timón. Sangre cortada en los relinchos de unanimal de sangre. Sueños a borbollones. Y uncajón corredizo alrededor.

No fue mi culpa el cuerpo flotante que me trajo.Dejé subir los coágulos del agua por inercia;había soñado ríos en espiga, trozos de músicalengüeteando a mi espalda. Y me arriesgué.

Mi disculpa es el ámbar que bebí como abonodel cuerpo.

Sé del aire, su prisa. Los malabares del incesto,el sueño malherido de la liebre.

Me inspiro en los propósitos de un maestro deobras.

IV (Infancia)

Son esas las brazas que me orientan. La tira degoma que me apuesto y el muro artificial que meembaraja. Esos los ojos simultáneos que peligranen mí: un niño no es figura de retórica. (Y eltamaño aparente de su espalda bisiesta escapítulo aparte).

Habría querido al hombre en monopolio, la malasombra en mí, las herejías. Llamarme Tú,También, Aperos de Soñar. Y deletrear losnombres como semillas comestibles.

Saberme de mañana. Reinventar fórmulas paradespedirse.

El surco, sin embargo, es en zigzag. A pesar delsitio y las comillas. No obstante el pararrayos yla mala lengua.

Va y la infancia es un mercado al aire libre. Unave sin Dios y contra el viento.

El mal que me posee en usufructo.

II (Justificación)

Jugué en primera fila. Despedazando lunas encharcos de vergüenza. Contra la hoja abrazadorade mi madre. Gané gravillas --el derecho a sufranqueo y su distribución. Pero mi almohadaparihuela perdió el rumbo. Y el reino de loscielos se redujo a cuchillos y clavos en mis pies.

Vi la tierra compacta atravesarse. Vi esquivarmediodías. Vi pólvora relámpago en el tiempo,curva y sebo en el pescuezo de los gallos. Ydeudores morosos en vueltas de carnero.

Por eso el día en remolque. Por eso el sobrecerrado en que me entrego.

Guillermo Aldaya

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Guillermo Aldaya, poeta, fotógrafo ypintor cubano residente enBrasil desde 1991.

A la Dama de América que, conla magia de sus versos, convirtiólas piedras en estrellas.“Mi vida entera puede pasar porel rosario, pues aunque ha sidociertamente una vida muy larga,me fue dado vivirla sin premuras,hacerla fina como un hilo deagua”…

Dulce María Loynaz(Últimos días de una casa)A comienzos del año 92,

conocer a Dulce María Loynazpersonalmente me parecía un sueñoinalcanzable. Aún hoy me parece estarsoñándolo y no consigo del todoaceptarlo como una realidad. Porentonces yo andaba enfrascada en labatalla de escribir lo que se dice enserio y entendía algo más que serio noya el empeño de escribir sino mipretensión de acercarme a la poetisa.

Conocía parte de su obra:Poca para ser justos y quizás ni siquieralo mejor de su poesía. Pero esos pocosversos suyos me habían ya caladohondo y exaltado la imaginación de laprimera juventud. Más que la poeta ensí, me intrigaba la mujer que tuvo laosadía de escribir a Tut- Ank - Amenuna carta de amor que a mi juicioinmortalizó a la “exquisita criatura”más allá de los mitos orientales y lascenizas cuatro veces milenarias.Muchos, al leer la carta, habrán sidoatrapados al igual que yo y habránrecibido como yo, esa impresiónsobrecogedora, mezcla de asombro,imposibilidad, ternura y desolación quenos deja la lectura del poema, perosobretodo, probablemente, habránsentido el apremio de descubrir a laautora, de penetrar la personalidad y elalma de aquella muchacha que, consólo 26 años, fue capaz de escribirla yconmovernos haciéndola trascendergeneración tras generación sin queperdiera un ápice de su encanto inicial.

No, no fue Cervantes sino

Tut- Ank- Amen quién me trajo hastausted –le dije-, la tarde que la conocí,cuando con el bastón en ristre meanunció que no le interesaba en loabsoluto el proyecto que venía aproponerle: reunir a las mejorespoetisas hispanoamericanas paraescribir sobre ellas.

-Usted está aquí, porque medieron el Cervantes –me dijo. De noser así no habría venido a verme.

En cuanto a las poetisas, dejóclaro que nadie había vuelto a pensaren reunirlas desde el 4 de abril del 51,cuando ella les dedicó su discurso deentrada a la Academia Nacional deArtes y Letras, titulado precisamenteasí: Poetisas de América.

-No viene al caso ocuparse deeso ahora. Desde el 51… ¡figúrese! Hallovido mucho desde entonces. ¿No leparece?

La entrevista estabaterminada y con ella quedaba trunca lainvestigación que había iniciado hacíaalrededor de un año en la BibliotecaNacional. Restaba sólo despedirse.Afuera llovía a cántaros. Pensé que latarde se afligía con mi tristeza sinesperanza de escampar. Pero en vez dedespedirme, se me ocurrió decir algo,y lo dije por decir como si hablaraapenada de mi misma.

-En el 51 yo estaba recién

nacida. No sabía ni leer ni escribir.Me sonrió con picardía. Con

esa sutil picardía que retuvo en susonrisa hasta el final y quedó recogidapara siempre en las que fueron susúltimas fotografías.

--Discúlpeme estoyprácticamente ciega, no distingo laedad de mis visitantes…Y apropósito… ¿Usted cree que ahora sisabe escribir?

-Lo estoy intentando seria-mente. Respondí alebrestada por el girorepentino que cobraba la conversación.

Por largo rato hablamos de laspoetisas: de la “excelsa Tula”, comollamaba a nuestra Gertrudis Gómez deAvellaneda, me contó anécdotas deGabriela, de su encuentro con Juana enUruguay, de la trágica muerte deAlfonsina y el misterioso final de lamás grande de todas, la que ellasiempre ponía por encima de todas lasdemás.

-¿Dice usted que tiene aDelmira concluida y le gustaríaleérmela?

Yo asentí entusiasmada.-Sabe, yo soy muy sincera.

Aparte de escribir, ¿a qué otra cosa sededica en su casa?

Friego cazuelas –le dije,pensando que, de todos los quehaceresde la cocina, fregar resultaba el másingrato.

-Pues bien, quedamos en losiguiente: Usted me trae a Delmira. Sime gusta como escribe, comenzamosel trabajo y la dejo escribir mi biografía.Si no, ya sabe: puede volver a suscazuelas.

Así fue que empezó todo. Untodo que se me fue de las manos, quetraté de resumir en un libro sin saber,que la empatía y la amistad no serecoge en un título ni se encierra entrecarátulas.

Cuesta mucho expresar misimpresiones con palabras, cuestaordenar los recuerdos y sobretodotrasmitir a través de esos recuerdos, lo

ANA CABRERA VIVANCO

Dulce María Loynaz

Dulde María Loynaz

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que significó para mí trabajar conDulce Maria Loynaz. Nunca he sidodada a contar con facilidad cosas quede algún modo van con uno, impresasen la retina y más que todo sentidasmuy adentro.

Debo decir con todasinceridad que al principio me lo tomécomo un reto, sabía que estabaatravesando una situación privilegiada,una experiencia irrepetible en mi viday esto probablemente me espoleaba, omás bien me sostenía, porque he dedecir también sinceramente que en másde una ocasión estuve por desandar loya andado, y declararme vencida,echándolo todo a perder. Llegué alpunto de creer que era preferibleincluso dedicarme a mis cazuelas.

La propia Dulce María seencargó de dejar claro lo que esperabade mí o mejor dicho, lo que meesperaba a mí si quería escribir de ella.-Escriba con ecuanimidad, diga solo loque siente, y no haga un libro largo. Yasé que mi vida es larga y que hay muchoque contar, pero si escribe demás, correel riesgo de perderse en halagos yfrases admirativas que no se ajustaríana la verdad.

- ¿Cómo quiere que resumasus noventa y tantos años en menos de200 cuartillas?

-Exprima toda mi vida,extráigale el zumo como si fuera unanaranja. Ya lo hizo con Delmira, ¿quédiferencia hay conmigo?

- No es lo mismo, usted losabe. Delmira vivió sólo veintiséisaños, y yo no la conocí. Usted encambio...

- Piense en lo de la naranja.Ya verá como le sale. Por cierto, hoyes jueves. ¿Qué le parece si el martesde la próxima semana me trae ya elprimer capítulo? Qué no nos coja lanoche leyendo, ya sabe, los apagonesno perdonan ni el Vedado.

Pero a medida que pasaban losmeses, y nos íbamos adentrando en eltrabajo y ganando en confianza, los díascomenzaron a acortarse, las tardeshacerse más plácidas y las noches atomarnos desprevenidas, sumiéndonosde súbito en total oscuridad. Debo decirque los apagones en casa de Dulce

María cobraban un efecto mágico. Lospinos que rodeaban el desolado jardín,oscilaban agigantados por laspenumbras, los gajos secos y negrossombreaban las ventanas y la estatuade mármol del portal, amedrentaba ala luna con su tronco mutilado delividez fantasmal. El ambiente setornaba sobrecogedor, alucinante alextremo de sentirte identificada con los“sobrevivientes” de Gutiérrez Alea. Enla Sala, la figura menuda de DulceMaría, se perfilaba bajo el resplandortitilante de las velas, recostada albutacón. Se diría que venía de otro

tiempo, o tal vez era que el tiempo nocontaba en la sala. Yo tenía la certezade que sus manos flotaban, que eranun par de alas blancas revoloteando enlas sombras. Fueron las únicas nochesde mi vida que bendije un apagón. Nosólo porque me retenía en su casaprolongando la entrevista, sino porquehacía el momento más íntimo ypropicio a confidencias y en aquellasconfidencias estaba lo mejor del zumo:toda ella en si misma.

Poco a poco, se me ibanrevelando facetas de su persona que nopodía suponer. A veces podía llegar aser más dulce que su propio nombre, yotras ocurrente y sagaz, dependiendo

de la situación o el tema que seabordara.

-¿Es cierto eso de que la hijade Raúl Castro es gran admiradora suyay hasta vino a visitarla.

- Puede ser.- Pero dicen que le preguntó

cómo veía usted el futuro de Cuba.- Bueno para eso hay una sola

respuesta: A mi, Dios me dejó ciega.En más de una ocasión me

demostró su amistad temiendo por misalud, y por lo mucho que podíaafectarme escribir de madrugada.

Yo le respondía siemprecitando el poema número III de sus“Poemas sin nombre”

“Sólo clavándose en lasombra, chupando gota a gota el jugovivo de la sombra se logra hacer paraarriba obra grande y perdurable”

-¡Hija, pero no hay queexagerar! ¿Qué hace para mantenerseen vela, beber café? Porque no me vayaa decir que le basta con el jugo de lasombras.

-Tampoco alcanza el café. Asíque recurro a la albahaca, Paso lasmadrugadas en blanco tomando tisanasde albahaca. Tengo pelada la matica delpatio, pero sienta bien y la musa loagradece.

La risa brotaba espontánea, enmedio de la conversación, nos servíasiempre de bálsamo y era también unrecurso al que solíamos apelar, paradejar atrás los temas álgidos, dolorososy sensibles que inevitablemente nostocaba abordar.

No era Dulce María, mujer delágrima fácil. Creo que nunca lo fue;ni siquiera en los momentos más duros,cuando su mundo se vino abajo y quedósin asideros: a solas con su soledad.Solamente una vez la vi sacarse loslentes para secar los cristales queempañara la emoción. Fue la tarde queme habló de aquella rosa verde quePablo le regaló en Canarias.

-Estaba recién abierta, bañadapor el rocío y a mí me dio por creerque aquella rosa era única en su especiey había nacido sólo para mí.

A pesar de lo mucho que leagradaban las flores siempre se negó aaceptármelas.

Dulce María Loynaz

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-¿Para qué me trajo rosas? –me decía entristecida-. Las rosas sonpara regalar los ojos, y usted sabe quelos míos apenas las puedan ya disfrutar.

Yo permanecía callada,recogía las rosas de su regazo y lasacomodaba a mi modo en el búcaro quetenía frente a la imagen de la virgen dela Caridad, la santa patrona de Cuba,la que según me contaba había guiadoa su padre y a las tropas mambisas enla manigua.

En los años que permanecítrabajando con Dulce María no dejépasar ni un día sin implorarle a la santa.No podía suponer que Dulce Maríatambién me incluía en sus plegarias. Nolo supe hasta algún tiempo después, unamañana inolvidable de diciembre. Esedía, muy cerca ya de concluir el libro,trabajamos intensamente. Estabapronta a marcharme cuando ella metomó las manos de repente, apretán-dolas con fuerza entre las suyas y sindejar de mirarme fijamente a los ojos,dijo:

-¡Qué Dios le conserve lainspiración hasta poner el punto finala su obra!

Tanto le quise decir, que noalcancé a decir nada. Lo único queatiné fue a retener por un instante mássus manos entre las mías y adespedirme besándola en la frente. Seque ella me entendió… Hay momentosen la vida en que sobran las palabras.

Aunque estaba lejos de ser laanciana rígida, distante y resentida quemuchos suponen o quieren suponer quefue, era estricta en sus deberesacadémicos y además de su eleganciade espíritu, poseía un perfecto sentidode la ética profesional que solíadesconcertarme.

Tardó muchísimo tiempo enllamarme por mi nombre, y admito queesa omisión, llegó a intrigarmebastante, yo me decía que la causa nopodía estar dada por la falta deconfianza o sinceridad en el trato,puesto que de acuerdo a su criterio, laconfianza y la sinceridad eran doscondiciones imprescindibles para lacredibilidad de nuestro trabajo.Tampoco cabía achacarlo a una falla enla memoria, porque si bien es cierto que

la vida le jugó una mala pasada con lafalta de visión, la compensó con unalucidez asombrosa que habría deconservar intacta hasta el fin. ¿Qué eraentonces? Mi curiosidad fue castigadacon una respuesta tajante:

-No crea que por llevar elapellido de un ilustre historiador le voya hacer concesiones. Hay quienes seacostumbran a vivir del nombre, ypuede que les vaya bien, no se lo niego.Pero al final los nombres pasan, seolvidan, se sustituyen por otros. Es tuobra lo único que permanece ytrasciende, y esa sí que por más que lointenten, nada ni nadie te la puedearrebatar. Lo digo por experiencia.

Ni siquiera cuando se fracturóla cadera, aceptó interrumpir lassesiones de trabajo. Me recibía en sucuarto, y aún postrada en su cama, conlos párpados entrecerrados hacíaacopio de entereza para no perder niun ápice de la lectura de mis textos. Fueallí, en la intimidad de su habitación,cuando estrechamos los lazos quehabrían de unirnos para siempre, fueallí, donde empecé a valorar suscondiciones humanas, a reconocer lagran mujer que residía en si misma yque ella misma, al igual que su viejaluna, se encargó de relegar a su mitaden sombras. Fue allí, que gané a laamiga, fue allí que también ella se ganómi amistad y como amigas nos tuvimosdesde entonces.

Desistí de llevarle flores.Cambié las rosas por el chocolate quesi podía disfrutar. El chocolate era unlujo que no podíamos permitirnos losque vivíamos de un sueldo y

cobrábamos en moneda nacional. Peroyo lo procuraba hasta debajo de laspiedras. Me encantaba la sonrisa decomplicidad que le asomaba a los ojoscuando la sorprendía con unos cuantosbombones en Navidad o el día de sucumpleaños. No pasó por alto lasutileza de aquel cambio en los regalos,y trató de disculparse.

-No vaya a tomarme a mal lode las flores. Aprecio mucho su gesto.No es sólo por lo de la vista, sabe… Esque las rosas le pertenecen a Pablo.Tráigamelas cuando yo ya no esté…Las últimas rosas se las dediqué el díaque tomé la decisión de despedirmepara siempre de su casa. No sabía quepoco tiempo después me tocaría a mítambién despedirme de la mía,renunciar a todo lo mío y partir de mipatria en un viaje sin regreso.

La sala estaba vacía peroretenía misteriosamente su presencia.María del Carmen, su sobrina, seencontraba enfrascada en la mudanza.Había conservado la casa como si fueseun santuario. Todo estaba en su lugar.El sillón junto a la ventana de la cocina,la musa de mármol, descabezada en elportal, el bastón descansando igual quesiempre, sobre el enorme butacón depana descolorida, la pequeña comadritadonde yo solía sentarme a leerle loscapítulos de La Voz del Silencio . Teníasiempre la impresión de que iba aaparecer de repente, vestida con su batablanca, saliendo de la cocina o deaquella habitación de los bajos dondeme recibió tantas veces. Las rosas sehabían mustiado en mis manosmientras yo repasaba el salón con lavista. Sabía que lo estaba viendo porúltima vez y quería que nada seescapara, que cada recuerdo quedaragrabado en mí para siempre. No sécuanto tiempo estuve recopilandovivencias. María del Carmen habíatenido la delicadeza de dejarme a solasy se hallaba atareada recogiendo en elfondo de la casa. Empezaron asalírseme las lágrimas. No quería queMaría del Carmen me sorprendierallorando y me apresuré a poner lasrosas ajadas en el búcaro de porcelanablanca, junto al cuadro de una DulceMaría risueña, que recibía el Cervantes

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de manos del Rey de España. Las rosaseran un desastre, pero yo me recompusecomo pude y me fui a la cocina enbusca de María del Carmen. Apenasintercambiamos palabras mientras

bebíamos el café. Recuerdo, eso sí,haberme lamentado por lo de la flores.-Debí desecharlas –dije. Lucen comoyo: afligidas, y marchitas.

María del Carmen se levantópara acompañarme hasta la puerta.Nunca he logrado explicarme el porquéde aquel pronto que me entró devolverme a la sala y darle un últimovistazo. Nos quedamos sobrecogidasde estupor. Las rosas se habían erguidoen el búcaro y estaban todas abiertas,envanecidas de su frescura inusitada.Ha pasado más de un lustro desdeaquella tarde milagrosa. Muchos de losque visitan la isla y regresan luego aEspaña, me vienen a contar historiasde la casa de Dulce María Loynaz. “Sila ves, no la conoces, la han dejadoguapísima, me dicen los españoles.Claro, fuimos nosotros quienespusimos la pasta, jeje… ¡Nuevecita depaquete! exclaman los cubanos. Ahoraes un centro cultural con todos loshierros. Su firma está grabada en lafachada en letras doradas. Tienensirvienta y limpiadora, ¡te brindan hastacafé! Sí como lo oyes: café, del bueno,todo el que tú quieras. Hay salas deconferencias, ordenadores. ¿Nosoportaba los ordenadores? ¿Sequejaba de qué no tenía bolígrafo? ¡Nome digas, la pobre! Bueno pero no vana limitar el desarrollo porque DulceMaría escribiera a mano. Si ya se sabe

que era su casa, y que la tenían enruinas y a ella arruinada también. Peroencapricharse en que dejaran a laestatua así mismo, sin cabeza… Seríasu voluntad y todo eso pero la verdad

es que la viejita era rara. Si vieras eljardín, es un sueño. ¿Te acuerdas cómoestaba aquello? Hasta la fuentecitatiene su chorrito de agua. ¿La cargabanpor cubos? ¡Qué cosa! Hay que dejarsede resentimientos. Eso no conduce anada. Te aseguro que si pudieras ir aCuba, te quedabas encantada con lacasa. Allí está ahora la Academia de laLengua… ¿Cómo que cual lengua? Lanuestra, la cubana. ¿Ya estaba cuandoDulce María? ¡Ay! Mira tú, ahora meentero.

No son todos los que están niestán todos los que son. Qué hay detodo por acá, Algunos que no olvidannada y otros que olvidan todo lo queno les convenga recordar. Tanto paralos que: resentimientos aparte, somosbuenos memoriones, como para losdesmemoriados, verdaderos resentidosde nuestra memoria histórica, sugieroleer con detenimiento estas palabras deDulce María Loynaz, extraídas de undiscurso pronunciado en La Habana enEl Día de las Artes y de las Letras unsábado 23 de marzo del año 52.Cualquier semejanza con la realidadactual, no es pura coincidencia:

‘Nuestra tierra trajinada por laspasiones y sacudida periódicamente,constantemente casi, por los sismos denuestra política convulsiva, rudimen-taria, tumultuosa. Política que todo lo

contamina y todo lo absorbe,chupándose los nobles jugos de lajuventud, los últimos arrestos de la vejez,las más claras luces de los intelectualesy las mejores energías de tresgeneraciones de cubanos (…) Lainteligencia del hombre será siempre suarma más preciosa y los que aspiran agobernar al hombre lo saben muybien(…)Naturalmente no atemperanellos el mando a la cultura sino quequieren atemperar la cultura al mandoy esto lo consideran vital, tan decisivopara sus intenciones, que han llegado aextender su acción coercitiva hasta elcanto del poeta, el manual del pintor, alestilo de una sinfonía, pero ahí es dondequiebra su autoridad desorbitada, losregímenes que los hombres se inventan,imperan sobre los hombres, pero nosobre sus potestades intelectivas, sobresu indeclinable majestad anímica(…)Son los místicos, los artistas, los poetas,los que rebelan a los demás al sóloresplandor de una palabra, de un trazo,de una música, el mundo mágico quetodos llevamos dentro.”

“¡Cuántos pudieron verse enuna frase mejor que en un espejo ycuántos reconocieron en la expresión delsentimiento ajeno, la pena sin nombre,la dulzura escondida, el florecer del almaque eran suyos! (…) Porque el hombrees olvidadizo y necesita que alguien conla voz, con la piedra, con el corazón leprolongue su presencia más allá de lamuerte”.

Hoy, 27 de abril, en el décimoaniversario de su muerte, se me ocurreque el mejor homenaje que podemosdedicar a nuestra dama de las letrascastellanas, es unirnos todos en esteenvió que a través de estas páginashabrá de llegar a ella donde quiera queesté: Por todo lo que se te dio y se te negó. Por todo lo que ganaste y perdiste. Por ser criatura de islas, fragante flor de esa Isla que

quisiste te guardara la última bajo un poco de su arena soleada. Por todo lo que nos diste. Dios te salve y te guarde eternamente,

Dulce María Loynaz.

Ana Cabrera Vivanco , novelistay periodista cubana, es la autora de Lashoras del alma, y La voz del silencio,biografía de Diulce María Loynaz..

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BALTASAR SANTIAGO MARTIN

Soy cubano, y estuve en Cubade visita desde el 21 hasta el 31 deagosto de este año 2009; el 11 deseptiembre regresé a enterrar a mimadre, y luego el 15 retorné a miHialeah vital; quince días en totalhabitando las ruinas de mis recuerdosen casi todos los sentidos: familiar,social y arquitectónico –porque elpaisaje natural ha sido más fuerte quenuestro Arruinador Absoluto, siendola Naturaleza la única que le havencido, junto con la Biología.

Bajado de la máquina deCronos, durante los primeros diez díasfungí como arqueólogo socialimprovisado en medio de esas ruinasde que hablo, y tarde en la noche,cuando ya mi mamá se había acostado,estuve habitando también la nochematancera, conmocionada por tres díasde remedo del ya casi olvidadocarnaval; feria de pocas vanidades enun submundo dedicado a sobrevivir,con inquilinos sin desahucio posible,precisamente porque ya la propia vidalos ha desalojado de sus esperanzas.

Pero la Feria de pocasvanidades mayor la vi en La Habana,durante los tres últimos días antes deregresar desde las antípodas deltiempo, en esa larga vitrina humana –sin otro cristal que la sordidez que loempaña todo– que es el Malecónhabanero.

Desde la Avenida del Puertohasta La Rampa caminé esa fronterade concreto y espuma que separa la Islade todos los sueños posibles, y estoyseguro que en las últimas tres cuadrashabía al menos más de un Kárel Darín,y muchos Alejandros y MiguelesDepás, los personajes principales deesta tragedia urbana nocturnapostmoderna que es Chamaco, granregalo a Miami de su autor AbelGonzález Melo; de su director artísticoAlbert Sarraín, y de su destacadoelenco de actores, regalo que seagradece tanto en una ciudad sedienta

de verdadero teatro como la nuestra.El teatro es un espejo de la

cotidianidad, y por ende, de losentresijos sociales y políticos de lasociedad. Aunque el individuo trate devivir al margen de la política, éstarepercute de tal modo en lo social queno le permite escapar de ella, siendosu victimaria, cosa que los cubanossabemos muy bien por experienciapropia y extendida. Como canta Pornopara Ricardo, “a mí no me gusta lapolítica, pero yo le gusto a ella”.

Las personas que han vividobajo una dictadura han tenido queaprender de primera mano que el teatro

tiene que ver con la realidad, y que,aunque no lo pretenda, ésa es una desus tareas; al describir realidades, aúnsi fueran inventadas, el teatrointerviene en la vida de los que asistena una representación teatral, y éste esel primer mérito, entre muchos otros,de Chamaco.

No quiere decir que laprostitución sea privativa sólo depaíses totalitarios como Cuba, pero alexistir una aguda asfixia económica,una jinetera o un pinguero consiguenen una noche lo que un ingeniero o unmédico no logran en varios díasejerciendo su profesión, a diferencia deaquellos países en que existe movilidad

económica y, por ende, social.Kárel Darín es el pinguero

procedente del campo que se instala encasa de Felipe Alejo, un ancianohomosexual, a cambio de darle escasasmigajas de sexo y de afecto –cada vezmás espaciadas, y hasta crueles–, a supatético casero, interpretado por elexperimentado actor Orlando Casín, alcual aconsejamos “descaricaturizar” elpersonaje, pues no estamos en una obrade teatro bufo, sino todo lo contrario.

Kárel, corporizado por elactor de cine y televisión Adrián Mas,representa la búsqueda implacable dedinero –como ha dicho el autor– en un

mundo marginal amoral en donde todose vale, desde la bisexualidad hasta elasesinato, con noviecita ingenuaincluida para satisfacer los referentespaternos y machistas de su culturapopular.

Adrián necesita repasar unavez más que en el teatro es necesariauna mayor gestualidad para que elespectador que está sentado en laúltima butaca pueda apreciar sutrabajo; e interiorizar que tiene que“sentir” el personaje que interpreta,para estar triste y llorar de verdadcuando se entera que le han matado elhijo y el hermano respectivamente a lasdos personas con las que está

Chamaco, tragedia urbana nocturna y postmoderna

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Chamaco fue presentada por La MaTeodora, Latin Quarter Cultural Centery Archivo Digital del Teatro Cubano dela Universdad de Miami, en el TeatroTrail de Coral Gables, Florida, del 26 deseptiembre al 25 de octubre de 2009.

Baltasar Santiago Martin, Matanzas,1955. Ingeniero Estructural, promotorcultural y escritor, con tres librospublicados; dirige la FundacionAPOGEO para el arte publico y escolumnista de la revista Venue.

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involucrado sexualmente, aunque seapor diferentes razones.

Continuando con lospersonajes, me encantó Elvira Valdésen su papel de La Paco, el travestivendedor de flores y de sexo, amantedel policía encubierto Saúl Alter.

Elvira logra una visión frescay creíble de su travesti, con su vozimpostada de modo muy profesional,y me recordó a Felicity Hoffman, porla similitud del reto asumido, en lapelícula Transamerica.

Pedro Moreno, como elpolicía encubierto, exagera demasiadosu pose “ambientosa”, y el personajedebió vestirse como policía –para quequedara más clara su dualidad– cuandovisita al viejo Felipe, a raíz de sudenuncia despechada contra Kárel.

Tamara Milián, como SilviaDepás, tuvo su momento másdestacado durante su monólogo –lomejor del texto, según mi humildeopinión–, y brindó una actuación muyfresca en el escarceo amoroso conKárel en el cuarto de éste, perocomenzó la obra un poco almidonaday mecánica, cosa que debe mejorar.

Juan David Ferrer, como elpadre de Miguel y de Silvia, y amantefurtivo homosexual de Kárel, dinero

por medio, consiguió la más depuradaactuación de la noche, con unacredibilidad absoluta para su personajeatormentado por la doble moral socialque lo aprisiona.

Miguel Depás, la víctimainmediata –porque todos lo son a lomediato de sus circunstancias–, pagacon su vida el juego de ajedrez perdidoen la búsqueda apenas esbozada delplacer prohibido, poniendo a Kárel portriple partida como oscuro objeto deldeseo, y Lian Cenzano lo borda y loenfatiza en los momentos precisos,como cuando le echa en cara a su padresu extraña y sospechosa “nocturnidad”,autorrevelada por su afinidad por losmismos recorridos “tras la caza deljabalí”, como dijera Lezama si es quela leyenda no es apócrifa.

Me resultó muy atractiva yreferencial la presencia de laguardaparques –marginal como suentorno– Roberta López, una especiede Caballero de París parlante, a quienNatacha Amador dota de un aire detragedia griega y de matronainvoluntaria de tantos estropicios, consu canto-letanía afinado y preciso.

Felicito al autor por la osadíade su texto, tan real que se posa en laartificialidad –el teatro, para captar

realidades, debe ser totalmenteartificial, como declarara Herta Müllersobre la literatura en general–; aAlberto Sarraín, el director, porque nosobra nada en la puesta, y por sumaestría para lograr representar comoteatro una obra “que tiene más decine”, en sus propias palabras; a CarlosRepilado, por las luces y la excelenteescenografía, con cortinas moviblespara mostrar u ocultar los diferentesespacios donde transcurre esta tragediaurbana; a Rosario Suárez, por elmovimiento escénico tan plástico quecoreografió para esta puesta, y a todoel resto del equipo creador, por haberconseguido “que La Habana hayacruzado el mar, y se haya posado enMiami

C cc

YARA GONZALEZ MONTES

El último poemario deOrlando Rossardi Los pies en la tierra,encierra un obstinado esfuerzo porparte del poeta de querer situarse a símismo y ordenar el espacio vital y eldestino que por naturaleza propia lepertenecen. Sus treinta y tres poemasvan a ofrecernos una geografíaespiritual que responde a la corrientesubyacente de dolor interiorizado queha llegado a formar parte integrante nosólo de su lírica, sino de su propianaturaleza. Su poesía, permeada devalor humano, es introspectiva,intelectual y agonista. En el intimismode estos diálogos que el poeta entablaconsigo mismo en sus poemas existe,en gran parte de ellos, una profundaindagación existencial, son descensosa las profundidades del yo que dejan aldescubierto un conflictivo mundointerior. Aquellos que conocen aOrlando Rossardi personalmente y nohan leído su poesía, nunca podránimaginar que bajo su apariencia serenay reposada habita tan angustiosarealidad.

Los pies en la tierra contieneun compromiso estético por parte desu autor. Trazando una trayectoria vitalsubjetiva que es una profunda reflexiónen torno a su condición de hombre enel tiempo, el poeta evalúa y ordena elvalor de sus vivencias determinando alfinal de su recorrido, el lugarcorrespondiente a cada una de ellas yadoptando una nueva actitud ante lavida. De ahí el repetido uso deladverbio de lugar donde, en los cuatroespacios en que divide su últimopoemario. “Donde estamos”, nos sitúaen un presente compartido connosotros; “Donde fulmina”, contiene“poemas de amar fiero” en los seexpone la fuerza impetuosa del amor ysus consecuencias inmediatas; “Dondevan”, incluye poemas, de existenciaanterior, que según el autor “hanquerido revivirse” y “Donde quedan”,

El lirismo vital de Orlando Rossardi

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ocupado por poemas dedicadosrespectivamente a Eugenio Florit, aJosé Olivio Jiménez, a FernandoPessoa y “A un amigo en su borrosoAlzheimer”. Ausentes todos ellos en laenfermedad o en la muerte, perosiempre presentes en el recuerdo delpoeta.

Sus poemas, declara el poeta,son el producto del diario vivir, de susencuentros con los seres humanos quelo rodean, realidades de su tránsito porla vida que van a quedar “guardadas”,

en sus creaciones poéticas siendo lasmismas el producto de unacircunstancia que ha herido susensibilidad. Y de esa realidadinmediata parte Rossardi para crear suotra realidad, la poética, la quetransforma en sustancia de sus más

hondos sentires. En el apartado “Dondeestamos” sus reflexiones en relación asu quehacer poético quedan aldescubierto:

¡qué ocupación tan rara esta de hacer versos!

Ponerse a eso. Meterseuno de lleno en esas cosas:(“Ponernos a hacer Versos”, (15)El poema está construído a

base de transformaciones líricas dehechos que han sido vividos y sufridospor el hablante. Esta definición del “yo

y mis circunstancias” del sujeto líricoque es el poema, está sustentada poruna serie de elementos negativos. Lavida es percibida en un acontecer deacciones que tienen como denominadorcomún el dolor, la tristeza y eldesconsuelo. En esa morada de sí

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mismo, que va elaborando, cuenta conun elemento básico que él mismo nosdefine:

Pero es ella, la palabra,-la soltada al aire o laesculpida-,el signo más preciso de mirostro...(“La palabra”, 17)Palabra y rostro forman una

unidad existencial. Es una órbita queRossardi ha mantenido, coherente, através de todos sus poemarios. Supalabra encierra el acontecer de surealidad. Hay un momento en que alexaminar en retrospectiva su pasado elsujeto lírico se pregunta ¿qué pasó yqué se ha quedado de toda la plenitudvivida? . Existen ocasiones en que lovemos recorrido por el duende, elmismo que Lorca definía como “podermisterioso que todos sienten y ningúnfilósofo explica..”[1] (110), con unpoder que acomete y asedia su memoria“con dientes y cuchillas”. El propioduende, conmovido al oír susrememoraciones lo “arropa como aniño desvalido”, pero esta actitud noes propia del duende. El vive paraatormentarlo y retorna siempre paraasediarlo con nuevos recorridos por elpasado:

Más tarde, al pasar del tiempo,se asoma, de nuevo, por mi

historia,[...][...]se lanza, sin pensar

siquieraa los espejos a copiar de frentey de costado todos mis

ensueños,a dibujar entre las comas y los

puntosviejas letras que florecen a

fuerzade entrarse y de salirse por la

vida.(“Recorrido del duende”, 21-22)

Entre todos estos desoladospensamientos del primer segmento delpoemario, surgen unos pocos poemasdonde el poeta abandona por brevesmomentos su dolor antiguo y pone suatención en otros temas. Entre ellos, elsentido “Ruego del padre”, dirigido asu hijo, donde la ternura paternal, elintenso cariño y los buenos deseos delpadre por su hijo inundan el espacio

poético, o el hermoso poema que nosdedica a Matías y a mi, “Ritos paraarmar un pueblo”, poema que transpiraserenidad y belleza inusitadassustentadas por el amor. A pesar deestos bellos paréntesis, persiste en elfondo del recuerdo la memoria de unpasado feliz hoy inexistente, leit motifdoloroso, inquietante y perturbador desu lírica. Hay, a pesar de lo que vengodiciendo, un poema en el que a ese

lacerante recuerdo se superpone unafigura desconocida:

Desde ese mar, que es y no esel mismo,

vienen a buscarme fieras tuspupilas,

tus labios como Ella-la escapada-

que quieren besar también porlas orillas

todo lo que de vida queda enlas estrías

(“Tiempo inacabado”, 34)Las “fieras pupilas” y los

“labios” que se acercan a él leconducen por los vericuetos de lamemoria a un rostro que no ha podidoborrar de su vida. Es esa Ella, imagenprimigenia femenina la que me hahecho desviarme por un momento demi trayectoria. Este rostro me hallevado a una búsqueda en poemariosanteriores obligándome a hacer unbreve paréntesis en mi ensayo. Y al fin,encuentro ese rostro, que hapermanecido inalterable a través deltiempo y la distancia, en el alma delpoeta, impreso para siempre tambiénen su lírica. En su segundopoemario,Que voy de vuelo, existe unmomento de felicidad suprema en unjunio lejano y distante, “poblado de

vuelos/ y caminos.....”:[...] Luego ¡tú! Lirio túde sueño aún no soñado,entrado en fiesta....Lirio tú,fantástico, de puerto originalde mediodía; y luego,el mismo oro sobradode la tarde,con tu risa desvelada-única- de junio total. (...Que voy de vuelo, 18)El lirio que es uno de los

símbolos de luz más antiguos del artecristiano, ocupa aquí el centro focal delpoema. Su asociación con losconceptos de pureza y virginidad soninmediatos. El “oro sobrado” de loscabellos de esta hermosa y angelicalimagen destellan una luz dorada queinunda el espacio poético. Mas que unadescripción física el poema proyectauna contemplación interior de la mujercuya belleza se describe. El blanco yel oro son los colores escogidos por elpoeta en esta bella y, al mismo tiempo,escueta descripción de la amada. No hepodido sustraerme a la tentación deasociar este hermoso poema con unode los lienzos de Fra Angelico, quizáspor la fuerza de ese cromatismoespiritual que lo anima. Este rostro ysus atributos tienen que haber quedadopara siempre “en sus entrañasdibujados” y, este verso que acabo decitar, corresponde al último verso de laestrofa de San Juan de la Cruz que elpoeta ha colocado como preámbulo a...Que voy de vuelo. A partir de estemomento, el amor comienza amanifestarse en su lírica lleno de undinámico entusiasmo:

Besarlo todo y nada más,asirlo, hondearlo,rezarle al fuegosu total encendimiento (Que voy de vuelo,! 21)

Y surge el deseo. Y en tono íntimo, yal mismo tiempo exclamatorio a causade su propia exaltación nos confía sussentimientos ante lo verdaderamenteentrañable:

Te quiero siempre novia,amor.

Siempre encuentro decristales sonadores,[…] flor a punto de ser dicha

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no rasgada flor de su corona[...] (...Que voy de vuelo, 24)

Son poemas íntimos y ardorosos en losque palpamos la alegría plena de un servivo y la continuidad de su sentimientopor la mujer amada. Sin embargo, el“sueño aún no soñado” del poeta va aromperse y, al final de una sección depoemas que dedica a Belisa, nombreliterario que da a su amada, escribe:“Belisa muy joven, a plena luz del día,después de un largo parto, muere...”(51). Su muerte, sin embargo, es másaparente que real porque el amor delpoeta permanece vivo y ella aunquedistanciada, habita con más vida quenunca en sus poemas:

Así, querertede ese modo. Sin dedos,sin traspasos.Solo con ojos que te ven; sintactoo vuelo. Pacientea ras de la esperanza. (Los espacios llenos, 29)

Esta aproximación a la relaciónamatoria donde la amada permanecealejada y sorda a los ruegos del amantehace inevitable establecer un nexo entrela poesía de Rossardi y el más refinadode los poetas renacentistas, Garcilasode la Vega, que en su Egloga II ante laactitud indiferente de la mujer amadadeja expresado su dolor:

¡Oh más dura que el mármola mis quejas

y al encendido fuego en queme quemomás helada que nieve,Galatea!Estoy muriendo y aún la vidatemo;témola con razón, pues tú medejas,que no hay sin ti el vivir paraqué sea”. (Egloga I, 121)Tanto el uno como el otro en

situación semejante responden consimilar acento lírico.

El dolor interiorizado denuestro poeta ante el desdén de Belisa,va a desembocar en la líricarossardiana, en un erotismo en ausenciaque se expresa en varios poemarios enlos que la espera y el ruego son motivosconstantes:

Mujer, yo si sé jugar con tu

retrato:sé encontrarte por la piel desus esquinas,llamarte por sus sombras yque vuelvasa cederme asilo por esageografía(Los espacios llenos, 39).Sin embargo, la mujer amada

en la distancia no tiene existencia realy, en su ansiedad y angustia, el amanteacaba por cosificarla. Su obstinada

constatación de la pérdida de este amory de la constancia de su sentimiento aúnse palpa en esa Ella, con mayúscula,que aparece en el poema ”Tiempoinacabado”, de Los pies en la tierra,que retomamos en este momento paracontinuar nuestras reflexiones.

Decíamos que en el ámbitolírico del poema comenzaba a perfilarseotra figura femenina, que es la que vaa dar paso a una nueva etapa en la vidadel sujeto lírico:

Por ese mismo mar que en suvaivén perece,mueven tus dedos los hilos del

abrazo,siembran tus ojos –como Ella-

la semillay vuelve a renacer el tiempo [...][...] tiempo recobrado, furor de vidarescatadapor tu voz, en ese mar que sí es elmismo. ( Los pies en la tierra, 34)Este poema encierra el último y másrelevante acontecer de este primer

segmento del poemario, un renacer deltiempo que va a desarrollarse en todasu plenitud en “Donde fulmina”,ámbito deslumbrante, dedicado porentero a desarrollar esta relaciónamorosa en sus seis poemas de amarfiero. Son versos de una belleza,comparable en algunos de sus aspectosal tríptico poético de Miguel Hernández“Hijo de la luz y la sombra”, con la grandiferencia de que aquí no se pretendeuna aventura cósmica de laperpetuación de la sangre. Debemosprestar atención al título del segmentoen que nos encontramos, ya que elverbo “fulminar”, está asociado al rayo,a la vertiginosidad y fugacidad del zig-zag de luz que lo acompaña en surecorrido y por extensión, a la muerte.Todo esto se relaciona íntimamente conel amor que en este apartado sedescribe. El espacio poético en estosseis poemas se inunda de erotismo enun desbordamiento apasionado dedeseo ante la contemplación del cuerpode la mujer amada. Todo en el poemaes despertar de los sentidos, vivenciahedonista del presente:[.....]surca su paisaje la mirada:la suave esfera, las colinas,los abrojos, los enebros,las cúpulas en que bullenlacteos ríos, los abismosen que tramitan perlas....(42)El verbo “surcar”, aplicado a la acciónde la mirada sobre el cuerpo deseadoparece penetrarlo en toda suprofundidad. Los sustantivosdependientes de este verbo se sucedenuno tras otro precedidos de susrespectivos artículos en un recorridoque no parece detenerse. Asíobservamos “esfera”, asociada a losconceptos de totalidad, perfección einfinito; “colinas”,”abrojos”,“enebros”, “cúpulas”, todo un cuerpode mujer, una nueva geografía deseada,recorrida en su integridad por lamirada:Como magia de airemis dedos flotanpor tu nieve, bailanpor tus grietas,se acomodan a beberpor tus alturasy descienden a tus valles. (43)De la vista se pasa al tacto, los dedos

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no se cansan de recorrer el admiradocuerpo, provocándolo al placer.En su ensayo “A Short Treatise ofEroticism”, Jan Kott afirma: “Eroticismis always an act of cognition. In it thebody is being dissected, and sensesconstantly check on one another. Sightbecomes endowed with some of thefunctions of touch and vice versa.Eroticism is a constant appeal fromsight to touch and from touch to sight;it is as if the existence of one’s partnerwere constantly being questioned andrequire constant proof... A partnercreated by erotic imagination existsentirely in those intermingling areas ofsight and touch….” (74). El tacto es unsentido que limita porque no nos puedeofrecer la totalidad del cuerpo deseado,sino fragmentos del mismo. Jan Kottconcentra la atención en el conocer yreconocer lo que significa volver alcuerpo, que en el caso de los poemasde Rossardi consiste en la minuciosidaddel recorrido que es lo que da no sóloel conocimiento del cuerpo, sino laprueba de su existencia y de supermanencia en el recuerdo. Lospoemas no hacen otra cosa quereafirmar en el tiempo la existencia dela amada y la experiencia vivida, paraque quede fija. Kott insiste en la funciónrealizada por los dos sentidos yamencionados, vista y tacto, que secomplementan el uno al otro en sufunción de búsqueda de la totalidad delconocimiento, pero en la líricarossardiana se manifiestan todos lossentidos: “La lengua suicidando/ el aireva de tiento/ a tiento...” (44). El gustojuega también, papel importante en lareconstrucción corporal, contribuyendoa alcanzar lo que Kott denomina lamemoria del cuerpo.

Por la empinada rocacorre sorda, impacienteel agua a su guarida.Por sus aristas surcaen estupor la sangre [...][...]y rompe de un golpeen su volcán la fechade empezar a serlo todo,de nuevo, nuevamente [...](Los pies en la tierra, 45-46)elvis42

La plétora tiene lugar consumándose el

amor en su propio cauce y el poema sevuelve proyección del mismo.Finalmente, la voz, que se percibíacomo un rugido onomatopéyico alprincipio de todo este proceso amatoriova cediendo en intensidad hastaconvertirse en un susurrante latido de“te quieros” . Jan Kott, afirma que.:“the paradox and sadness of eroticism

consists in the fact that its absolutefulfillment is not possible. Testing ispossible only during the act itself. Topossess means just that. But themoment the act is over, the partner andhis/her body become separate again, itexists for itself, not for me.… This isprobably the reason for the failure ofevery passion, and possibly also for thefailure of the phenomenon we calllove”. (74-75). El sentimiento dediscontinuidad será lo predominante yla soledad individual, acabarádominando a los amantes.

En “Hablar de amor”que noscoloca ya en el terreno del tercersegmento del poemario, “Donde van”,el poeta en imaginario diálogo con laamada le dice:

Vamos a hablar de amor(depuestas las armas)poniendo en el tapeteel As de su baraja.A hablar de amorCon santo y seña,[...][...] A hablar de amor,¡a ver como atraviesaese camello por su aguja! (50En este poema se verifica el

fracaso amoroso. Escrito conanterioridad a este poemario,relocalizado en este ámbito por suautor, me parece ser un fracaso que

abarca dos tiempos, dos amoresperdidos, pasado y presente que sereúnen en un mismo espacio lírico.Traspasando la frontera del amor nossituamos finalmente ante al últimoámbito poético del poemario, “Dondeestán”, poblado por amigos,desaparecidos o en proceso de finalizarsu vida, al recordar al admiradoFernando Pessoa en “Mi sombra”, elhablante realiza una dobleidentificación con el poeta y, con sunueva amante:

Mi sombra se columpia, seincorpora

y posa, como amada, a micostado; […]

[....] me llama por un nombreque no entiendo

y se me anida, con su luz,entre las piernas

con sus ropas renegridas yfragantes,

entre vuelcos y revueltas,como si ella fuera,

-y yo con ella- un solo ypreterido cuerpo

como si todo ese ir y venirfuera una seña,

la ruta más exacta de unohacia uno mismo,

el puerto de ida y vuelta aTierra Firme. (71)

Presente, pasado y futuro seconjugan aquí afianzando la unidadestructural del libro y al mismo tiempodevelando el destino final del hombre.Ricardo Gullón afirma, que “cuando elpoeta ve las vidas como ríos yéndosehacia la mar, “que es el morir”, no sóloha pensado la vida y la muerte; las havisto. El verso es formulación verbalde la representación visual de larealidad que de pronto se nos impone”(242). Creo que de este pensamientoparte la concepción del estupendopoema inicial del libro, que sospechocolocado allí a posteriori de la escrituradel mismo. En “El hombre es esto quevive” la voz del poeta se levantaenérgica para hacernos una vigorosaexhortación vitalista. Este es un poemade enfrentamiento con la vida eímplícitamente con la transitoriedad denuestra efímera existencia. Es unllamado a evaluar cada momento

En horas de la tarde del 6 de octubre de 2008, víctima de unainesperada y terrible enfermedad, falleció en el HospitalCalixto García de la ciudad de La Habana, el entrañableamigo Helio Orovio Díaz.Nació en Santiago de Las Vegas el 4 de Febero de 1938, lugarque tenía con orgullo como su cuna, donde dio sus primerospasos como músico, poeta, periodista, animador cultural ydeportivo, hasta llegar a publicar infinidad de libros que vandesde poesía hasta posiblemente su obra más importante,Diccionario de La Música Cubana, Biográfico y Técnico;herramienta indispensable para todos los investigadores de lamúsica cubana, autores, compositores y músicos en general.Esta inmensa obra vio la luz primera en el año de 1981, perola censura estatal le mutiló a aquellas figuras que después de1959 abandonaron nuestro país. Fueron muchos los que leacusaron de las omisiones, sin saber a ciencia cierta, que encontra de su voluntad ocurrió esto. Los libros, como lascanciones y las poesias, tienen vida y vuelo propios y así estediccionario comenzó a llegar a manos que empezaron acuestionar las omisiones de los innombrables, hasta que enuna apresurada forma, en 1992, le permitieron incluir lasentradas de los muchos que faltaban, con la idea deposteriormente hacer una edicion mayor en español, la que asaber no pudo publicar; pero existe una nueva edición enidioma inglés del año 2004.A grandes rasgos recuerdo a nuestro amigo Kico Orovio, quehoy nos deja, pero nos queda su obra sobre nuestra másimportante representación cultural, como pueblo y nación quesomos: nuestra Música. En paz descanse nuestro inolvidableamigo.

Mario A.García Romero Mario A García Romero, investigador y especialista de la música cubana

Helio Orovio

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vivido como único, irrepetible yperecedero, porque no sólo la vida estransitoria, lo es todo lo vivido.Rossardi, no se enfrenta en este poemaa la muerte física, como lo hizo en “Misombra”, sino a la vida, y frente a ellase coloca y con vigorosa voz nos alertaantes de que sea demasiado tarde.Debemos vivir sintiendo medularmentecada instante vivido, ya sea este dealegría o de tristeza. Por eso en losprimeros versos de las tres estrofasiniciales del poema exclamadirigiéndose directamente a nosotros:“Si hemos de cantar hagámoslo conganas...”, “Si hemos de mordermordamos con firmeza”, “Si hemos desangrar sangremos hasta el agobio...”,versos cuyos verbos van aumentandoen intensidad en un crescendo que vadel cantar al sangrar:

Si hemos de vivir vivamos demás y no de menos,

echando todo el gozo de unbuen golpe afuera,

hacia delante -en su alborada-robándole el calor

a la tristeza y el oficio de volara las gaviotas.

Vivamos asiendo cada día,cada hora, por el mango,rasgando fuerte la entraña de

la tierra, a todo dar,como si borrara con las ganasla alegría, el llanto. (Los pies

en la tierra, 14)El clímax del poema tiene

lugar en esta última estrofa que locierra, donde la frase “robándole elcalor a la tristeza” introduce a estaúltima, como una condiciónpermanente en nuestras vidas,compañera de viaje a la que debemosdespojar de su calor. Sin embargo, eldeseo intenso de adueñarnos de nuestrapropia existencia, aparece teñido, porese “como si” condicional, que expresael carácter hipotético de la propuesta yque deja al descubierto la presencia de“el llanto” que cierra el poema y queparece ser corriente subterránea delmismo y por extensión de la vidahumana.OBRAS CITADASDe la Vega, Garcilaso. Poesías castellanascompletas. Edic. Elías L. Rivers. Madrid:

Clásicos Castalia. 1979.García Lorca, Federico. Obras completas.Madrid: Aguilar. 1965.Gullón, Ricardo. Una poética paraAntonio Machado. Madrid: Gredos. 1970.Hernández, Miguel. Poesías. Madrid:Tarurus. 1968.Kott, Jan. The Memory of The Body.Evanston, Illinois: NorthwesternUniversity Press. 1992.Rossardi, Orlando. El diámetro y lo estero.Madrid: Agora, 1964.______ ...Que voy de vuelo. Madrid:

Plenitud. 1970.______ Los espacios llenos. Madrid:Verbum 1991.______ Memoria de mí. Madrid: Betania1996.______ Los pies en la tierra. Madrid, 2006.[1] Lorca, Federico. Obras completas.Madrid : Aguilar. 1965

Yara González Montes, Ph.D.Profesora Emérita, Universidad deHawai. Nació en Cuba.

jUANjUAN jUAN

Juan Cueto-Roig: tres grandes poetas

Emily Dickinson(1830-1836)

Una rosa

Un sépalo, un pétalo y una espina,en una ordinaria mañana de verano.Un destello de rocío, una abeja o dos,una brisa.Una travesura en los árboles,–¡Y soy una rosa!

Una palabra

Algunos dicenque una palabra muere. cuando se dice.Pero yo digoque es sólo entonces

Sylvia Plath(1932-1963)

Espejo

Soy plateado y exacto. No tengo prejuicios.Cualquier cosa que veo de inmediato la absorboTal como es, sin que la empañe el amor ni la

aversión.No soy cruel, sólo veraz—El ojo enmarcado de un pequeño dios.Paso el tiempo meditando en la pared de enfrente.Es rosada, con manchas. De tanto mirarlaPienso que es parte de mi corazón. Pero fluctúa.Rostros y sombras nos separan una y otra vez.Ahora soy un lago. Una mujer se inclina sobre mí,Buscando en mis entrañas lo que ella realmente es.Entonces recurre a esos impostores, el candil o la

Luna.Veo su espalda, y la reflejo fielmente.Ella me paga con lágrimas y un temblor de manos.Soy importante para ella. Su imagen viene y va.Cada mañana es su rostro lo que reemplaza las

sombras.En mí ella ha ahogado a una muchacha, y en mí

una ancianaAsciende hacia ella día tras día, como un pez

terrible.

Amado,En qué otras vidas o lugaresHe conocido tus labiosTus manosTu risa irreverente y desafiante.Esos dulces excesos que adoro.Qué certeza hayDe encontrarnos nuevamenteEn otros mundosEn algún futuro sin fecha.Desafío la prisa de mi cuerpo.Sin la promesaDe otro dulce encuentroMe negaré a morir.

Maya Angelou(1928)

Desafío

JuanJuJuan Cueto-Roig, poeta ycuentista cubano tiene varios libros

publicados y estas traducciones pertenecena su Detrás de las pupilas: el espejo.

Disquisiciones y traiciones poéticas, aúninédito.

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CARMEN NAVARRO

Señoras y señores, dijo don Pepe,-Este vegetal es considerado por losindios caarracos como un envío delos dioses. creen que cura todos losmales. Los males de la vista, sobretodo. Arrancando la vaina haciaarriba, cura la tisis. Arrancándolahacia abajo, cura la sarna. Tomándolaen cocimiento, sin el ojo, cura eldesvelo; tomándola con el ojo, curala ceguera.-Bota eso, branco, que é cosa deldemonche!, volvió a decir la negraEnedina.-No, terca dama, no. Este ejemplar lopienso vender en Praga muy bien.-Y aquéllo, don sabio, ¿qué es es?,dijo Elena, señalando un montón dechozas polvorientas que casi no sedestacaban del suelo, ante ellos, yque avanzaban lentamente.-Esos son los tarios.Taria era una aldea perteneciente aotra provincia, que estaba en un sitioque fue invadido por los misioneros.Decidieron correrse una legua parasalirse de la provincia, y seencontraron con la contra de loshabitantes de cada lugar en quequerían establecerse. Desde entonces,5 años atrás, se veía al pobladotrasladándose carretera adelante. Los

pobladores, hombres, mujeres yniños, agarraban los horcones deellas, y caminaban como el caracol,con la casa a cuestas.-¿Y nunca paran?, preguntó Elena.-A veces, contestó don Pepe,-Cuando creen no ser vistos, y se

acomodan en algun lugar paraquedarse.-¿Y por qué no los dejan en algúnsitio?-Porque son pobres y no puedencomprar la tierra.-¿Y por qué no se la regalan?-Porque no es de nadie.-¿Y por qué los hombres no la

lLalalalalaLALALAL

LALA LLLLLALALAL

La fundación de Santa Elena de Yarayáconquistan?-Porque son cobardes.-¿Y por qué no trabajan?-Porque son ineptos.-Entonces deberían morirse, apuntóFulgencio.-Se van muriendo y naciendo poco apoco.-Como tó la mundo, terminó Enedina.La aldea taria seguía avanzando pocoa poco, en silencio, y al cruzar frente anuestros amigos, dejó un extraño olorde cera y flores, de antiséptico y deperfume.-Es que llevan consigo a sus muertosembalsamados, dijo Don Pepe,adivinando los pensamientos. -No selos dejan enterrar en ninguna parte.-Por mi estampa!, dijo Elena, -No haycomo viajar para ver cosas raras.Caminaban ya cansados ymalhumorados. Se acercaba la nochey no había la más remota señal depueblo. Calculaban que ya debíanestar a la vista de Macundaya de laSanta Cruz.

-Hubiera sido mejor haberme quedadoen la carcel, dijo rabioso Mitoño.

Carmen Navarro comenzó aescribir su novela después de cumplirlos 80 años. Publicada por EdicionesUniversal, de Miami, La Fundaciónde Santa Elena de Yarayá le sobrivivea su autora y es ya un clásico.

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Libros

Juan Cueto / Ventiún cuentos concisos Vicente Echerri / Doble nueveReinaldo Garcia Ramos / El ánimaanimal

Notas de Libros

Uno de los grandesproblemas que se presentan alanalizar las dictaduras sangrientascomo la de Fidel Castro, comunista yuna de las más crueles de la historia,recrudece la dificultad de su análisisporque una propaganda incesante laha deformado de tal forma que, anivel mundial, se cree que Cuba erauna nación muerta de hambre, unpueblo atrasado en todo sentido, yque la revolución que llegó al poderel 1º. de enero de 1959 sacó a la islade ese atolladero instaurando unrégimen que protegería a los pobres.

Julia Miranda salió de Cubaen 1969, pero desde 1962 ibadejando plasmados en páginasmanuscritas los sucesos queacontecían mientras el gobiernorevolucionario avanzaba. Escribía unDiario, con la espontaneidad de sujuventud, con un lenguaje fresco, sinpretensiones literarias, para que suhija pequeña, Uchiram, supiera si esque podían algún día salir del país,los motivos que habían llevado (a ellay su esposo) a tomar tan drásticadecisión.

Después de sentir angustias,recibir atropellos, insultos, de viviren carne propia todo el rigor que elsistema usaba con aquellos quequerían irse de Cuba, a los quellamaban vendepatrias, gusanos,traidores, etc., etc., trabajar enalbergues y pasar mil calamidades, aJulia y su esposo, junto con suspadres y la niña, les llegó la salida. ElDiario quedó escondido en una viejacasona al cuidado de un familiarhasta que el 11 de noviembre de 1994en que recibiera el primer envío: oncepáginas mecanografiadas por unaentrañable amiga, con la promesa de

que continuaría recibiendo elmaterial. Y así fue.

Pero lo principal de estelibro es que descubre para el hombr een general la vida cotidiana bajo larevolución: una fiesta familiar,vacaciones, los programastelevisivos, las consignas, loshimnos, las leyes revolucionarias, eladoctrinamiento continuo a que eransometidos, las colas para adquirir losalimentos con la tarjeta deracionamiento, la falta de ropa yzapatos, de medicinas; esa grande ydolorosa verdad que no conocen losque vinieron temprano ni los últimosen llegar.

Julia Miranda escribía lahistoria sobre el camino; día a día.Este no es un libro de testimoniosescritos después, es la verdad en elmomento en que estaba sucediendo.Por eso es tan auténtico, tan creíble.La autora no pone nada de suimaginación creativa (ella escribebellos cuentos y es una gran pintora).No, ella nos dice: Esto es así. Estoestá pasando, ¡ahora!

Al fin, veinte años mástarde, residiendo en Miami, Juliatuvo en sus manos casi todas laspáginas que había dejado escritas, notodas, porque en Cuba ya no habíacintas para las máquinas de escribir y

Julia Miranda,Diariopara Uchiram. Madrid:Editorial Verbum, 2008.

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ante ese impedimento su amiga enviólas que quedaban manuscritas, y en ellibro podrá el lector ver con suspropios ojos fotocopias de ellas,manchadas por la humedad perosobreviviendo a una censura que nolas pudo estrangular. Y ahí esta estelibro, magnífico, conmovedor, consus escenas de la UMAP; con elpueblo en la calle cuando prendieronal comandante Huber Matos; cuandoFidel fue a cortar caña y la tienda delcentral se quedó vacía, pues todo loque había se lo llevaron losmilicianos “al comandante”, a la vezque tomaban los alrededoresmilitarmente. El susto del pueblo ytambién la envidia, la mediocridad, laconducta vengativa de muchos, todolo que llevaban escondido, sus bajosinstintos y los de los adulones que sequedaban con las propiedades de losque emigraban. Lean cuando el padrede la autora tuvo que entregar su autoa las autoridades para poderabandonar el país.

El libro cuenta también conun magnífico ensayo psicoanalíticodel Dr. Mario L. Beira, en el que ellector aprenderá mucho sobre laconducta maniática de Fidel Castro.Datos de sus antepasados, muyinteresantes, de su niñez, de susrelaciones familiares Por qué el yateen que zarpó de México hacia PlayaLas Colorada se llamó “Granma”, ypor qué la Isla de Pinos pasó allamarse Isla de la juventud; inclusopor qué prohibió los árboles deNavidad. Y con estos pocos datos losdejo.

Compren el libro, léanlo,estúdienlo. Necesitaría un espaciomucho mayor para comentarlo. Perosí les digo que este libro viene paradespertar la “inocencia” de aquéllosque todavía creen que “Castro no eracomunista” y que la revolución era“tan verde como las palmas”. ¡Ah! Yque los americanos querían invadirCuba.

JOSE SANCHEZ BOUDY

Belkis Cuza Malé, La otramejilla. 2008: París:Ediciones ZV Lunáticas.

Hoy es 7 de septiembre; el 7 de abrilBelkis me dedicó su libro.Llegó a mí unos días después, yestuvo conmigo, como hijo fiel,al lado mío, en mi oficina, esperando.Tuvo paciencia este hijo con brazosde papel y piel bergandí y un almadel cual emanaba una palma azul queme recordaba los vitrales de AmeliaPelaez, y una firma.Se firma el poema y se firman lasimagenes: todo es uno. También undibujo personal, un tesoro, que abresu libro como una mariposaatribulada de felicidad y de colores.Un aura emana de una cabellera anti-Belkis, porque es rubia, pero la tintano se ha equivocado en el gesto delos ojos y la boca.Una foto: la magia del pasadodetenido en dos planos. No tiene quetranscurrir mucho tiempo. La poeta ysu foto se han centrado en elmomento en que se toma esarealidad. La doble imagen nosrecuerda el merkaba de los judios, elgesto opuesto de lo mismo; unaforma reflejada en un lago, un espejo,o un juego virtual en el ordenador.La poeta encabeza su libro.Todo la refleja: los dibujos, la foto,los poemas. Es un calendarioepistolar, un gesto en la suertePlanetaria.Seguimos un mapa, y llegamos alarco más sagrado donde se sientan laspalabras. El prólogo es la puerta yuna dama, mientras piensa, nos abre.Alguien me ha llamado, pero regresoal mapa, Creo que comprendo atiempo todo lo que ha pasado. Voy aoir a Belkismientras me dice todo aquello quevivió, miro hacia las columnas deesta casa y tropiezo con el cielo: alliesta el titulo del libro, pero como sufoto, refleja un doble ser, elmovimiento de un cuerpo de luz. Lapoeta esta en el centro y la otramejilla tiene una imagen que se repiteformando primero lo simetrico y

después la unidad.Todos tenemos otra mejilla. La poetahabla de la suya:“A cualquiera que te hiera en lamejilla…” dice la Biblia y la poetaCuza Malé tomo su pausa para cargarsu libro de optimismo. La naturaleza,en su espontaneidad y magia, llevó acabo el milagro de las lilas y lamejilla es sólo una idea cuando dijo:“nació la alegría salvaje”Todo poeta le pregunta a Dios por su

existencia. Todo poeta indaga por lajusticia de vivir, y pide por unaexperiencia que haga la vida algomas que un absurdo: “Vivir en lacabeza de un pintor, ser soñada.Además de los dolores conocidos, delas memorias de la patria, los amigosy los libros que dicen, una seencuentra también con los destellosde visiones que acaparan palabrassurrealistas…Hay dias, aunque estosson de Belkis porque ella”pondría uncaballito de mar, una abeja, unaespatula, un diente…” y juega de unaforma diferente, a la tristeza.En el poema “Pájaro mio” tenemos ala poeta escribiendo con el ritmo delos que buscan todas las posibilidadesinmediatas y en las que yo encuentroque Cuza Malé alcanza la líirica másiluminada:

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JSB, autor de varios librospublicados y ex profesor de laUniversidad de Greensboro, NC.

“un pájaro senil, una diosadibujada en el medio de la frente,un pájaro inventado por el cine,un pájaro para tocarlo dulcementecomo una melodiade Stravinski,”La poesíaa de Belkis posee realidadessuperpuestas muchas veces;En el poema “Jaguey Grande” dondese haya la descripción de la llegada aun pueblo, de momento la poeta salea describir los objetos o personas queencara a su llegada. He notado lasiguiente visión:“y junto a la farmaciaFuimos embestidos por seres dealuminioO de algún metal desconocido”Qué bellamente desviado de larealidad, o más bien decir québellamente llevado a la realidadalterna.Y mas adelante, se inician los poemasde la melancolía:”Olvide el poema dela casa de la Habana…” “Quién hizotrizas la noche y arrastró la memoriacomo un disco de fonógrafo…”Cada cita sale de los poemas de lamelancolía; cada cita se une a la otraporque los poemas, en grupo,procrean aquel pequeño verso quecomo niño amamanta y crece.Melacolía IV es el poema de lamelancolía en su estado más exaltadoporque es la abuela, la raíz, y dice lapoeta:“Esta vez no me ha fallado lamemoria.estoy de pie junto al muro, y el río eses un cabello de mi abuela.”

Este poema deja un tierno olor en losojos.Aunque en el lector pudiera ser elreconocimiento de su propiaemoción. Las palabras tienen esepoder y la poesia es el medio dellegar a ese punto interior que toca elmomento. Este poema de Belkis hatocado; ha tocado la melancolía.La melancolía siempre conduce porun camino. La salvación radica en lamitología. Nada tiene más ventanasque un mito, porque el mito contienela ventana de la posibilidad y dondehay posibilidades, hay esperanza.Ahií precisamente encontramos a lapoeta,Convertida en la ciudad que seconstruye, convertida en elconstructor, en el sueño, convertidaen el poema:“Fui más alla: regalé mi crayón azul,mi amorPor todo lo que veo y toco,”Hay poemas en esta “otra mejilla”que, aunque cortos, tienen suficienteespacio para avastecerse de unasuave ironía. Cualquiera que sea eltema, se disfruta mucho, desde elpunto de vista del lector.La investigacion del sub-texto. Belkisdeja caer la palabra como si estafuera una pieza de ajedrez: la pone, laquita, piensa, la vuelve a poner, yasabes que la palabra conoce el doblejuego, lo que no se dice pero queambos jugadores entienden; el lectorobserva la dinámica humanasiguiendo la líinea de Darwin parasobrevivir.

El penúltimo poema del libro es unpoema dedicado a Heberto Padilla,“Oda para un conquistador de lodesconocido” Un poema del cualemananlas sensaciones que habitan en elconquistador (de ahi su título).Con palabras como: “sin suerte,agonía, cruzó el mar, misión,camino, víctima” conocemos el gestodel hombre interior que sigue unalínea de destino. La poeta cuenta,como escondida detrás de unacortina, y susurra sus verbos paraque el otro poeta quede marcado ensu propia historia.La Otra Mejilla es un libro demomentos inesperados tomados delacto de la memoria, sin secuencia entiempo. Son interesantes los saltos dela experiencia. Cuza Malé nos dejaver el instante que se expresa en elpoema; memorias de familia,memorias de sentimientos, memoriahistórica, el poema psicológico deojo penetrante que capta todo unsistema de existencia.Así me he paseado por este libro,cargando mi sombrilla ante un solque anega mis pupilas con golpes decomprensión; “lámpara dehuracanes” dice Belkis CuzaMale,”lámpara de huracanes”.

MAYA ISLAS

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Maya Islas, poeta y artistavisual, autora de Quemandoluces, entre otros.

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