extraños en la noche - marcelo mella

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  • 8/11/2019 Extraos en la noche - Marcelo Mella

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    Marcelo Mella(comp.)

    Extraos en la nocheIntelectuales y usos polticos del

    conocimiento durante la transicin chilena

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    bibliodiversidad

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    Extraos en la nocheIntelectuales y usos polticos del

    conocimiento durante la transicin chilena

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    305.5 Mella, Marcelo (comp.)

    M Extraos en la noche. Intelectuales y usos

    polticos del conocimiento durante la transicin

    chilena / Marcelo Mella. -- Santiago : RIL

    editores, 2011.

    324p. ;21cm.

    ISBN: 978-956-284-806-0

    1 intelectuales-chile-historia 2

    intelectuales-actividad plitica

    Extraos en la noche

    Primera edicin: julio de 2011

    Marcelo Mella, 2011Registro de Propiedad Intelectual

    N 202.298

    RIL editores, 2011

    Alfrez Real 1464

    750-0960Providencia

    Santiago de Chile

    Tel. (56-2) 2238100 2254269

    Composicin, diseo de portada e impresin: RIL editores

    Printed in Chile

    ISBN 978-956-284-806-0

    Derechos reservados.

    mailto:%[email protected]://www.rileditores.com/http://www.rileditores.com/mailto:%[email protected]
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    A mis Estudiantes,

    con quienes he podido crecer.

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    P ..........................................................................................

    I. P

    El estudio de las lites: un estado del arteAlfredo Joignant Rondn .................................................................31

    La resiliencia del piloto automtico. Dogmatismo y pragmatismoen los fundamentos tericos de las polticaspblicas en Chile, 1990-2010Alfonso Dingemans ...........................................................................49

    II. L

    Jaime Guzmn y la Unin Demcrata Independientedurante la transicin. Una revisin de su aporte intelectualen los aos ochentaPablo Rubio Apiolaza .......................................................................73

    Gran empresariado, poderes fcticos e imaginarios polticos.El caso de la transicin democrtica chilena (1990-2000)Rolando lvarez Vallejos ...................................................................97

    III. L . (R )

    Los intelectuales de los centros acadmicos independientesy el surgimiento del concertacionismo

    Marcelo Mella Polanco ....................................................................153

    Pensar la transicin a la democracia. Temas y anlisis delos intelectuales en sur y 1976-1989Cristina Moyano Barahona .............................................................195

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    Los centros de pensamiento (think tanks) en la Democracia Cristiana.Ms poltica que polticas?Bernardo Navarrete Yez yGiovana Gmez Amigo ....................241

    IV. L

    El discurso comunista y la transicin desde el plebiscito de 1988.(Interpela ese discurso comunista a sectores de la concertacin?)Augusto Samaniego Mesas .............................................................287

    Las , la educacin popular y la poltica en los aos 80:el caso de , educacin y comunicacionesMario Garcs Durn .......................................................................301

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    Un hombre pidi a una hilandera hilos delgados. La

    hilandera teji hilos delgados, pero el hombre dijo:

    Esos hilos no me valen; necesito hilos delgadsimos.

    La hilandera dijo: Si para ti estos no son delgados, te

    dar estos otros, y le mostr el vaco. El dijo que no

    vea nada. La hilandera dijo: no los ves porque son

    muy delgados; tampoco los veo.El tonto se alegry orden que le hiciera otros hilos como aquellos;

    y por esos hilos pag dinero.

    Fbula Los hilos delgados

    Len Tolstoi

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    L sobre los intelectuales chilenos ysu inuencia en el proceso poltico de las ltimas dcadas surgi

    con ocasin del proyecto La contribucin de los Centros Aca-dmicos Independientes en la transicin a la democracia en Chile(1980-1990), nanciado por la Vicerrectora de Investigacin dela Universidad de Santiago de Chile (Proyecto 03-0852).Mediante este trabajo pude iniciar un plan exploratorio del papelde los intelectuales en la transicin chilena y muy particularmente,su importancia en el origen de la Concertacin de Partidos por laDemocracia, coalicin que lider la transicin desde el rgimenautoritario de Pinochet y constituy gobierno en Chile por dosdcadas en forma ininterrumpida. Como resultado, publiqu desdeel ao 2008 diversos artculos relativos al papel de los centrosde estudios en el origen de la Concertacin, las inuencias inter-nacionales para el giro reformista en la izquierda chilena y dostrabajos acerca del pensamiento de los presidentes Eduardo FreiRuiz-Tagle y Ricardo Lagos Escobar. Prximamente sern publi-cados estudios referidos a las claves discursivas de los mandatariosPatricio Aylwin y Michelle Bachelet. Se encuentran tambin enpreparacin nuevos artculos sobre composicin de gabinetes yuso de la facultad presidencial de nombramiento de ministros ysubsecretarios durante los cuatro gobiernos de la Concertacin.

    Todas estas publicaciones han tenido como norte analizar lafuncin de intelectuales de tipo hbrido conocidos como transi-tlogosy technopolsque surgieron en paralelo con el avance dela transicin chilena y se consolidaron como actores claves en eldiseo de polticas durante los Gobiernos concertacionistas. Lostransitlogosfueron los creadores del pensamiento destinado a

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    denir las condiciones estratgicas y orgnicas para producir elcambio de rgimen desde el autoritarismo. Los technopols, por suparte, corresponden a expertos que en sus trayectorias y gramti-

    cas disciplinares construyeron una sntesis entre la lgica tcnica yla lgica poltica, subordinando la segunda a la primera.1En amboscasos, el principal impacto de los nuevos intelectuales consisti enuna reelaboracin de lo posible y de la relacin medios-nes,desplazamientos en la racionalidad que, entre la primera mitad dela dcada de 1980 y 2010, imponen como condicin para accederal juego poltico institucional la racionalidad adaptativa y latica de la responsabilidad.2

    Sin embargo, desde hace algn tiempo, sostengo la conviccinde que este tema desborda el estudio de las trayectorias de intelec-tuales prominentes, la identicacin de los expertos, el esclareci-miento de su papel en la oposicin reformista chilena y el anlisisde la composicin de los gabinetes concertacionistas; incluso creoque el tema desborda el anlisis de los usos gubernamentales delconocimiento. Se trata tambin de poner en perspectiva las lu-chas internacionales por el poder y los modos de penetracin deciertas redes de intelectuales que adquirieron, en los aos 70 y 80,inuencia internacional sobre los procesos regionales y locales.Por sobre todo, se trata de comprender las races del orden socialy poltico vigente, as como las condiciones de sobrevivencia oderogacin del proyecto hegemnico establecido por el rgimen dePinochet, ms all de las discontinuidades institucionales, cambiode actores en el Gobierno y mayor o menor intensidad en la cir-culacin de las elites polticas. Se trata de comprender cmo se haproducido desde la dcada de 1980 la lucha por la construccindel orden social, entendida como lucha por la nominacin y elmantenimiento del sistema de dominacin a partir de saberes queposeen una vinculacin orgnica con la estructura institucional.Qu oportunidad existe para la construccin de una sociedad

    1 Domnguez, J. (1997). Technopols: Freeing Politics and markets in LatinAmerica in the 1990s. University Park: University Pennsylvania Press.

    2 Vase, Santiso, J. (2006). La economa poltica de lo posible. Banco Interame-ricano de Desarrollo. New York. Santiso, J. y Whitehead, L. (2006). Ulysses,the Sirens and the Art of Navigation: Political and Technical Rationality inL i A i W ki P 256 d D l C

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    plural y democrtica si no existen contrapoderes que expresenvisiones antagnicas de la sociedad? Es posible esperar rupturasdel statu quo con saberes incrustados en el orden vigente? Por

    tanto, existen nuevos fundamentos para tratar el viejo tema de larelacin entre produccin de conocimiento y el ejercicio del poder.En especial, visualizamos dos fundamentos macro y uno micro.

    En primer lugar, es relevante estudiar los usos polticos delconocimiento en Chile en el perodo 1980-2010, porque al cons-tituir un tema viejo sera posible construir una mirada histricasobre la poltica chilena referida a la capacidad performativadel pensamiento y las ideas sobre la poltica real. En palabrassimples, como ha ido cambiando longitudinalmentela inuenciade las ciencias sociales en los asuntos pblicos. Sin embargo, apesar de ser un tema tratado con intensidad en los estudios dela durante la dcada de 1980, no existe una tradicin deinvestigacin fuerte de historia de las ideas polticas o teora po-ltica en nuestro pas, tal como si las ideas no fuesen un aspectoimportante en el desarrollo poltico. Lo anterior no signica quelas ideas sean en la actualidad un objeto completamente inexplo-rado. Efectivamente, existen estudios de historiadores y socilo-gos chilenos sobre las ideas y los intelectuales, pero carentes deanlisis acerca de su impacto y aportes en el sistema poltico. Enestos anlisis el estudio de las ideas posee un sesgo culturalistao sociologizante alejado del estudio de las coyunturas estruc-turantes de lo institucional, vale decir como piezas de museoo como subproductos de estructuras y relaciones de dominacin.Por tanto, no existe mayor desarrollo de reexin formal sobreideas polticas elaboradas en lgicas de desviacin o marginali-dad, ni tampoco un anlisis sobre la performatividad diferencialde distintas tradiciones de pensamiento poltico chileno. De talsuerte, el estudio del pensamiento poltico y la historia de las ideasconstituiran reas de investigacin jursicas, las que generan

    en el presente solo una atencin ingenua de parte del clero en lasciencias sociales.

    Recuerdo por el contrario, algunos trabajos que han ejercidouna inuencia determinante en mi investigacin, haciendo posibleuna comprensin mas profunda de la importancia del pensamiento

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    para el estudio de las estructuras de poder; especialmente el librode Norbert Lechner La conictiva y nunca acabada construccindel orden deseado3. De estas lecturas extraje algunas ideas muy

    generales que me han resultado provocadoras para mi entradaa estos problemas: i) sugerir que para construir un determinadoorden poltico es necesario pensarlo o imaginarlo previamente y ii)entender que es posible establecer puentes entre la produccinde conocimiento y la toma de decisiones que fortalecen las basesde la democracia.

    En segundo lugar, examinar la relacin entre el trabajo de losintelectuales y el ejercicio del poder permite comprender algunasclaves del inmovilismo institucional y la ausencia de sentido his-trico para el desarrollo colectivo de nuestra sociedad desde larecuperacin de la democracia en 1990. En qu medida es posibleexplicar las continuidades pre y post 1990 sobre la base de lasconvergencias de trayectorias profesionales en el mbito de losexpertos y los altos cargos en el poder ejecutivo? Existe capturade ministerios, reas de poltica o temas pblicos por parte dedeterminadas profesiones? Al mismo tiempo, reabrir esta reexintambin contribuye al debate sobre las alternativas posibles decambio poltico y social en nuestro pas, ms all de los eslganesde la comunicacin y el marketing poltico. Qu profesiones y qusaberes inuyeron sobre las lgicas decisionales de los Gobiernosde la Concertacin? El minimalismo de los mapas cognitivos delos transitlogos chilenos no solo bloque la entrada de temasen la agenda de la transicin (.. y modelo Econmico), sinoque del mismo modo, acarre una mayor dicultad para generarexpresiones efectivas de pluralismo y superar el diseo elitista-consociativo del proceso poltico. Consolidada la transicin, noqued ms que aceptar el predominio de la comunicacin polticao, como dira Antonio Corts Terzi, el imperio de la encuestola-tra abocada a denir aquellos temas y estndares para evaluar

    la gestin de las autoridades pblicas. La gestin es la muertede la poltica y se podra sealar algo semejante respecto de lasencuestas. Adam Przeworski en un reciente libro ha sealado

    3 Lechner, Norbert. La conictiva y nunca acabada construccin del ordend d S i 1984

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    acerca de este vaco normativo o aspiracional en las democraciasde postransicin:

    Argentina, Brasil, Chile, Grecia y Uruguay tenan Go-

    biernos militares brutales; en Espaa y Portugal, regmenesautoritarios seguan asesinando gente (). En consecuenciacuando un grupo de estudiosos, muchos de ellos activistaspor la democracia en sus respectivos pases, se reuni en elWilson Center en Washington, en 1979, con el propsitode analizar y buscar estrategias para detener esa barbarie,pensbamos en trminos de transicin desde, es decir,desde el autoritarismo, y no hacia algo. La democracia

    era todo lo que no nos gustaba del autoritarismo. Por lotanto, estudiamos transiciones sin plantearnos preguntasacerca de esta (la democracia).4

    Asimismo, es necesario volver a discutir sobre conocimientoy poder, porque permite cuestionar el estatus disciplinario de lahistoria poltica y la ciencia poltica frente a los asuntos pblicos.No pretendo disimular la nota polmica de este propsito, pero

    luego de mltiples conversaciones con intelectuales opositores delos aos ms oscuros de la dictadura chilena, tengo la impresinde que la frmula de la institucionalizacin disciplinar como si-nnimo del academicismo podra tener efectos paradojales. Sobretodo si este academicismo es el camino nico para el desarrollode las ciencias sociales y, a la postre, termina alejando a estossaberes de la problematizacin y anlisis de los asuntos de fondo

    en nuestro pas. Pienso, en especial, en el presente de la cienciapoltica en Chile y su peligrosa estrategia de institucionalizacindisciplinar que combina una alta sosticacin metodolgica y unaevidente pobreza conceptual. En lo personal, me resulta llamativoque aquella ciencia poltica embrionaria de los aos 70 y 80 hayaconseguido un alto nivel de inuencia en el proceso poltico y, sinembargo, en la actualidad esta misma disciplina sea escazamente

    consultada para dar respuesta a los desafos que enfrenta el pasen poltica pblica. Otro tanto ocurre si se observan los procesosde reclutamiento en el personal gubernamental y se le compara

    4 Przeworski, Adam. Qu esperar de la democracia. Lmites y posibilidadesd l bi Si l 2010 B Ai 27

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    con los primeros aos del retorno a la democracia. Falta derenovacin en el clero disciplinar? Prdida de propsito de lasciencias sociales una vez agotada la transicin? Lo cierto es que

    la reclusin del clero en los claustros universitarios podra serdisfuncional para el desarrollo de estos saberes y un factor dedesencuentro con los asuntos pblicos; todo ello en un momentoen el que las universidades chilenas se encuentran severamenteinterrogadas por su misin. La expansin explosiva de los progra-mas de pregrado en estas reas del conocimiento no dice muchorespecto de la institucionalizacin, profesionalizacin y calidadde la contribucin de estos saberes.

    Sin embargo, nuestras motivaciones mas importantantesguardan relacin con aspectos de contenido en el desarrollo de lasciencias sociales. Hacia inicios de los '90 Timothy Scully5, TomsMoulin6y Manuel Antonio Garretn7trataban de comparar loselementos que diferenciaban el sistema poltico chileno de pre yposdictadura. Posiblemente uno de los diagnsticos ms compar-tidos en los aos iniciales de la nueva democracia consisti en quela nueva conguracin poltica, no implicaba, ni total continuidad,ni total ruptura con el orden precedente y se caracterizaba por unfenmeno de metamorfoseo de los actores polticos, de sus cdigosde intercambio y de su dimensin aspiracional. Bajo la hiptesisde la diferenciacin del sistema poltico de pre y posdictadura,Toms Moulin, hacia mediados de la dcada de 1990, elaborla nocin del encierro institucional que intentaba explicar lareduccin de historicidad de la nueva democracia:

    En el caso chileno la reproductibilidad (mantencin conpequeos cambios de la poltica econmica del gobiernomilitar) necesitaba de esa apariencia que era el consenso.Esto porque el clculo poltico estaba determinado porlas restricciones institucionales existentes, para decidir

    5 Scully, Timothy. La reconstruccin de la poltica de partidos en Chile. EnScully, Timothy y Mainwaring, Scott. La construccin de las institucionesdemocrticas. . 1996. Santiago de Chile.

    6 Moulin, Toms. Chile Actual: anatoma de un mito. Lom. 1997. Santiago.7 Garretn, Manuel Antonio. La redemocratizacin poltica en Chile. Transi-

    cin, Inauguracin y Evolucin. Revista Estudios Pblicos, No. 42, Otoo1991 S i

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    cualquier cambio que necesitara legalizacin. Esa situacinde bloqueo era la resultante del encierro institucional,de haber negociado la entrada en una jaula de hierro, loque restringa absolutamente el campo de la historicidad.

    Como no haba otra opcin que la reproductibilidad eranecesario organizar esa operacin de simulacin que fue elconsenso. Digo simulacin porque la nocion de consensoestaba destinada a conseguir, por parte de los trabajadoresy de la izquierda, la aceptacin de la poltica de cambiosmnimos como si fueran un sacricio de la reinauguraciondemocrtica, como una especie de tributo temporal. Perono era as. En el futuro, todo hace presagiar, que tampocoser posible negociar reestructuraciones de las relacionescapital-trabajo. Operar la ley de hierro de la disputa porla competitividad, tal como es interpretada por los empre-sarios, el nuevo sujeto de la historia.8

    De modo tal, este libro se propone dar cuenta de algunos deestos rasgos diferenciadores de la poltica chilena que se gestan desdela transicin a la democracia y perduran en algunos casos hasta hoy.

    Estas nuevas tendencias observadas en los ltimos veinticinco aos,visibilizan la complejidad de la construccin del rgimen poltico yde sus mecanismos de gestacin y mantenimiento.

    Nuestro supuesto base es que el rgimen autoritario y latransicin fueron, en cierto sentido, gatilladoras de imaginacinpoltica como factor que reorganiz los clivajes histricos y adapta los actores polticos a las nuevas condiciones. Esta mirada per-

    mite construir una opinin ms comprensiva de la racionalidadde los actores del perodo que la tpica distincin entre duros yblandos dominante en la literatura politolgica institucionalista.En algunos casos, esta imaginacin fue el resultado del deseo deprolongar el orden que cre la dictadura ms all de la vigenciade su rgimen, bajo una creciente presin de la sociedad civil y lacomunidad internacional. En otros casos, la imaginacin y la ca-

    pacidad de reinvencin, se gener como resultado de la necesidadde huir de la brutalidad de la represin, de organizar la resistenciao de propiciar las condiciones ideolgicas, estratgicas, orgnicasy culturales para recuperar la democracia. La experiencia del

    8 M li T O Ci 40 41

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    exilio y los vnculos cosmopolitas de sectores de la oposicin aPinochet tambin tuvo efectos profundos en los giros adaptati-vos del pensamiento del Partido Socialista y en las innovaciones

    orgnicas y estratgicas desarrolladas por la izquierda reformistachilena. Entre otros actores, la imaginacin poltica se manifestdiseando los caminos para recuperar la democracia sin legitimarlas reglas del juego implantadas por Pinochet. Como se podrentender, dependiendo de la situacin de cada actor, esta imagi-nacin poltica posey un carcter fundacional, en otros casosun carcter adaptativo y en otros, la imaginacin se manifestcomo puro pensamiento contraadaptativo. Se podr observaren este libro que un propsito del compilador ha sido analizar, enamplio espectro, los usos polticos del conocimiento, incluyendo eneste anlisis a actores ligados al rgimen autoritario en su calidadde instaladores de las directrices del modelo o guardianes delorden, posiciones que permiten poner en perspectiva los proce-sos adaptativos y contraadaptativos en el mundo de la izquierdadurante los aos 80.

    Carlos Altamirano, a la sazn, uno de los intelectuales queimpuls la renovacin socialista, recuerda de la siguiente manerasu experiencia del exilio y los fundamentos para la adaptacin enla izquierda chilena:

    Para nosotros, la crisis comenz antes de la cada delMuro de Berln (lo nuestro fue en 1979), y se materializ

    con nuestra mudanza material, geogrca y simblica desdeel grisceo Berln comunista hasta el brillante Berln social-demcrata (donde nos protega Mitterrand) y el laboriosoRotterdam, socialdemcrata tambin (donde los holandesesnos haban instalado un centro de estudios). Tomandocomo eje Pars, por tanto, comenc a ensanchar mi vaga-bundaje poltico y mi seguidilla de dilogos reexivos conlos lderes del mundo moderno.9() Estando todava enAlemania, y viendo lo que ocurra all y en general detrsde la Cortina de Hierro con el comunismo, llegamos alconvencimiento, junto con otros camaradas, de que no eraposible que el Partido Socialista continuara sosteniendo

    9 Salazar, Gabriel. Conversaciones con Carlos Altamirano. Random HouseM d d i S i 2010 408

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    una alianza nica y preferencial con el Partido Comunistachileno, y que, adems, nos deniramos como partido mar-xista-leninista. Esa denicin nos converta en un partidocomunista ms, lo que borroneaba por completo nuestras

    deniciones propias y originarias, con el agregado de queella nos amarraba, por un lado, al violentismo implcitoen el concepto (sovietizado) de dictadura del proletariado,y por otro, el paternalismo poltico de la Unin Sovitica.El partido socialista recordemos haba repudiado lainvasin sovitica a Hungra, a Checoslovaquia, habasimpatizado con la posicin de Tito en Yugoslavia y hastacon la de Chou En-lai en China () Cmo compaginaresas decisiones espontneas de nuestra gente con nuestracreciente dependencia del bloque sovitico? () Eso diolugar a intensas discusiones al interior de nuestro ComitCentral, sobre todo con el grupo encabezado por mi ami-go Clodomiro Almeyda, un viejo marxista leninista queestaba convencido en ese tiempo de que la Unin Sovi-tica y el movimiento comunista internacional continuaraavanzando hasta triunfar sobre el capitalismo occidental.El pilar de apoyo estratgico de la unidad mundial para l,

    era la Unin Sovitica, ms que las fuerzas sociales y popu-lares de cada pas. () Para nosotros, en cambio, la formadictatorial, visible entonces en todo el mundo comunista,revelaba que el socialismo real no est transformando ensustancia la sociedad, sino repitiendo algunos de los peoresvicios polticos del capitalismo occidental, sobre todo en eltercer mundo, donde abundaban las dictaduras.10

    En consecuencia, el nombre de Extraos en la nochepara estelibro recoge algo de la metfora de Catacumbasde GuillermoODonnell11en el sentido de revelar las precarias condiciones deltrabajo intelectual durante las dictaduras latinoamericanas, enla clandestinidad y en la resistencia frente a la represin. En estepunto, la paradojal combinacin de represin y alta produccin delas ciencias sociales es un rasgo comn para Chile y Argentina. Lo

    que ODonnell llam catacumbasconsisti en espacios formalese informales donde fue posible la produccin intelectual; siendosu expresin ms visible, la plataforma de Centros de Estudio con

    10 Ibd., p. 405.11 OD ll G ill C b P B Ai 2008

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    nanciamiento internacional, articulados en redes de cooperacina lo largo y ancho de Amrica. Los casos ms conocidos de estared de centros fueron el Wilson Center for Scholars (),

    (Mxico, Chile y Argentina), (Chile), (Chile), (Chile), (Argentina), (Argentina) y (Brasil).Algunos de los intelectuales-activistas que pertenecieron a estared y que resultaron ms inuyentes fueron: Manuel AntonioGarretn, Norbert Lechner, ngel Flissch, Jos Joaqun Brun-ner, Eugenio Tironi, Guillermo ODonnell, Marcelo Cavarozzi,scar Oszlak, Fernando Henrique Cardoso y el espaol LudolfoParamio, entre otros. As, la condicin de extraosestuvo dadapor el desgarramiento de los roles, vnculos, referentes y discursospreexistentes entre intelectuales y polticos profesionales, para darpaso a una poltica compleja y, en cierto sentido, bastarda, parado-jal y con lealtades circunscritas a necesidades de la coyuntura. Losactores, las relaciones y estructuras polticas irremediablementedejaron de ser lo que haban sido.

    A ms de 20 aos de recuperada la democracia en Chile,nuestra sociedad se percibe organizada mediante relacionesnaturalizadas, el cambio estructural es considerado por ampliossectores como una idea delirante, la poltica es controlada mono-plicamente por la economa y la ciencia poltica es colonizadapor la ciencia econmica, existe una nueva intelectualidad queno puede o no quiere (o ambas cosas) cuestionar el statu quo.Pensadores que huyen de cualquier posibilidad de inacin ideo-lgica, comprometidos con la sociedad de mercado, expertosde palacio con demasiados intereses creados y espacios institu-cionales divorciados de los asuntos pblicos. La poltica en Chilese ha transformado en un campo plagado de extraos con susparadojas: rupturas de lugares, roles, valores, relatos y proyectos;nuevas sntesis ideolgicas con pretensiones hegemnicas que hananiquilado no solo las formas orgnicas de la poltica partidista,

    sino ms grave an, sus referentes de signicado y las claves quehacen posible una representacin compartida de la sociedad. Valedecir, existen extraos, porque hemos dejado de reconocernos enun solo juego a pesar de nuestras convergencias derivadas delas necesidades de la accin Lo que conere su extraeza a los

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    sujetos, es el lugar de los agentes en el mercado de los intercam-bios simblicos (vale decir, su posicin), los valores atribuidos alos intercambios simblicos (vale decir, los signicados sociales)

    y la forma de constitucin de los proyectos histricos (o sea, lasconvergencias y articulaciones hegemnicas).Por otra parte, a la noche del disciplinamiento implemen-

    tado por la dictadura sobre polticos e intelectuales provistos depensamiento contraadaptativo durante los aos 60 y 70 le siguela oscuridad derivada de la sobreadaptacin concertacionista du-rante la dcada de 1990. Sobreadaptacin que ha hecho posible, alfragor de la polmica poltica, hablar de un partido transversal.Hablamos en consecuencia de la noche como metfora en undoble sentido: por un lado, equivale a la pura represin; por otro,a la ausencia de alternativas de pensamiento capaces de modelarlas prcticas y darle sentido histrico al proceso poltico. En ambassituaciones supone la expansin de la incertidumbre como expe-riencia vital, la falta de control racional sobre el proceso histricoy una fuerte tendencia a producir pensamiento nico.

    Como se podr apreciar, en cierto sentido, este libro colectivoes una expresin de decepcin y malestar frente a la democraciachilena recuperada en 1990. Extensivamente, es parte de una pre-ocupacin ms general de la ciencia poltica sobre los resultadosy el desempeo institucional de las democracias contemporneas.Respecto de estos puntos Adam Przeworski sostiene:

    El advenimiento de la democracia gener, inevitabley repetidamente, el desencanto. ODonnell pint el verdeprado de la democracia de todos colores, hasta el marrn:la democracia es compatible con la desigualdad, la irracio-nalidad, la injusticia, la aplicacin particularista de las leyes,la mentira, la ofuscacin, un estilo policial tecnocrtico eincluso una dosis considerable de violencia arbitraria. Lavida cotidiana de la poltica democrtica no es un espec-

    tculo que inspire admiracin: una serie interminable depeleas por ambiciones mezquinas, una retrica pensadapara ocultar y mentir, conexiones oscuras entre el poder yel dinero, leyes que ni siquiera aspiran a la justicia, polticasque refuerzan el privilegio. No es ninguna sorpresa, por lotanto, que despus de seguir la liberalizacin, la transicin

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    y la consolidacin, hayamos descubierto que hay algo quemejorar: la democracia.12

    Pero, por sobre todo lo anterior, este libro constituye una ma-nifestacin de esperanza y no disimula su pretensin fundacional.A la tarea de analizar signicados, posiciones y articulaciones seagrega el propsito de constituir un primer esfuerzo por analizarcolectiva e interdisciplinariamente el problema de la transiciny la democracia chilena posterior a partir de sus fundamentosintelectuales. Constituye un propsito deliberado reunir a histo-riadores, economistas y cientistas polticos en torno a una temtica

    comn, a saber: el papel de los intelectuales y los usos polticosdel conocimiento en la transicin desde el rgimen autoritariohasta nes de los gobiernos concertacionistas. Suponemos que lacomplejidad y extensin del tema justica la convergencia inter-disciplinar, pero adems, sostenemos que a travs de este esfuerzocontribuiremos a desarrollar una historia politizada y con mayorinters por la gentica institucional. Asimismo, creemos que la

    reunin de especialistas de diferentes orgenes disciplinarios per-mitir sentar los cimientos de una ciencia poltica con una fuertebase histrica y perspectiva de largo plazo. La convergencia de unahistoria politizada y una ciencia poltica historizada esperamoscatalice nuevas formas de hacer estudios polticos apoyados en unaperspectiva, a la vez, crtica e institucional y con alto compromisocon los asuntos pblicos.

    Hemos organizado este trabajo en cuatro secciones, partiendopor una primera con inters metodolgico para continuar conla revisin de tres posiciones que, a nuestro parecer, denen laproduccin de conocimiento de las ciencias sociales y sus usospolticos en Chile en el perodo 1980 a 2010. Nuestro criterio hasido agrupar los artculos (para el caso de las tres ltimas seccio-nes) de acuerdo al grado de performatividad (capacidad de las

    ideas de inuir sobre las prcticas) de los procesos de produccinde conocimiento en cada caso, siguiendo una escala de mayor amenor performatividad. Para el presente estudio, consideramoscomo un primer uso poltico del conocimiento, la produccin

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    intelectual de actores ligados con la implantacin de un nuevoorden poltico, econmico y social en Chile durante la dictadurade Pinochet. Se trata de aquellos actores que le coneren al r-

    gimen autoritario su carcter fundacional. Un segundo uso pol-tico del conocimiento estara representado por el trabajo de losintelectuales que consiguen el desplazamiento convergente haciaposiciones reformistas, tanto de la Democracia Cristiana, comode la izquierda chilena denida como marxista-leninista durantelos aos 60 y 70. La tercera posicin que dene un uso poltico yperformativo del conocimiento en las ltimas dcadas, conciernea la produccin de pensamiento de actores de izquierda que seplantean en una lgica contraadaptativa frente al proceso de con-vergencia que hace posible la transicin chilena. El estudio de estastres subjetividades, ciertamente, constituye una simplicacin dela diversidad y riqueza de la reexin poltico-intelectual en Chileen el perodo 1980 a 2010, sin embargo, nos parece que permite,al menos, iniciar el camino para una reconstruccin de las basesconceptuales o ideolgicas del modelo chileno.

    En concordancia con lo anterior, la primera parte de estelibro, primordialmente metodolgica, entrega elementos para ladenicin de nuevos programas de investigacin vinculados altema que nos ocupa. El trabajo de Alfredo Joignant, reconstruyeel estado del arte para el estudio de las lites, proponiendo unabordaje interdisciplinario y centrado en lo que llama siguiendola tradicin acadmica francesa ciencias del gobierno. Por suparte, Alfonso Dingemans analiza los niveles de dogmatismo ypragmatismo en las polticas pblicas durante el perodo 1990 a2010. A juicio de este autor, las polticas pblicas en los gobiernosde la Concertacin se habran caracterizado por altos niveles dedogmatismo, entendido como rigidez terica o ideolgica enlas fases de evaluacin e introduccin de ajustes.

    La segunda parte, muestra algunas claves de actores estrat-

    gicos que resultaron decisivos durante la transicin en la tareade imponer nuevas reglas del juego y producir acatamiento entorno a ellas. Se trata, en este caso, de los actores que cumplen unpapel fundacional o contralor frente al modelo poltico chileno.El artculo de Pablo Rubio explora el aporte intelectual de Jaime

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    Guzmn en el diseo de la transicin chilena, destacndose sugradual aceptacin de la democracia y su desplazamiento hacia unpensamiento de corte pragmtico. En el estudio de Rolando lva-

    rez se analiza el rol jugado por el gran empresariado en el retornoa la democracia y durante los primeros gobiernos de la Concerta-cin. Este autor se centra en tres aspectos que denen el carcterdel empresariado chileno entre 1990 y 2000: la descripcin de suestructura y composicin, el anlisis de sus imaginarios polticosy su posicionamiento como actor institucional; aspectos tales queinhabilitan el concepto de poder fctico asociado usualmenteal estudio de la funcin poltica de las lites econmicas.

    Luego, en la tercera seccin del libro, se analizan, desde di-ferentes ngulos, las condiciones histricas e institucionales parael surgimiento y la evolucin del pensamiento concertacionista.El principal rasgo de este pensamiento que se encuentra en losorgenes de la oposicin reformista a la dictadura consiste ensu lgica adaptativa. El artculo de Marcelo Mella analiza lasclaves del pensamiento concertacionista en su matriz originalidenticando como rasgos centrales de este: la revalorizacin dela democracia como objetivo de la accin poltica, las argumen-taciones estratgicas a favor de la convergencia y la concertacinsocial, los diseos para constituir un bloque por los cambios yla eleccin de estrategias para bsqueda de un apoyo mayoritariopara el proyecto de la oposicin reformista. El trabajo de CristinaMoyano referido a la produccin de los intelectuales enSUR (integrado por intelectuales del Garretn) y (integrado por intelectuales del Obrero Campesino) cuyosejes temticos se concentraron en analizar los efectos del golpede Estado, las transformaciones socio-polticas generadas por ladictadura, as como las opciones para la transicin a la democracia.Por su parte, el trabajo de Bernardo Navarrete y Giovanna Gmez,aborda la evolucin de los Centros de Pensamiento ligados a la

    Democracia Cristiana, concentrndose sobre todo en tres organi-zaciones; Corporacin de Promocin Universitaria (), InstitutoChileno de Estudios Humansticos (), Centro de Estudiospara el Desarrollo () y Corporacin Ambiental Sur ().

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    Finalmente, en la cuarta parte del libro se abordarn algunasclaves del pensamiento contraadaptativo elaborado por aquellaparte de la izquierda chilena que durante el rgimen autoritario

    adhiri a las tesis insurreccionales o a formas alternativas depolitizacin y lucha social. El artculo de Augusto Samaniegoreconstruye el debate poltico-estratgico del Partido Comunistaen la coyuntura del plebiscito de 1988, proyectando las leccionesde aquella coyuntura a los desafos del momento actual. El art-culo que cierra este volumen corresponde a Mario Garcs, quienexamina el origen, el campo de accin y los contenidos elaboradospor la Educacin y Comunicaciones (), organizacinorientada a potenciar procesos de rearticulacin poltica en elmovimiento popular chileno a comienzos de la dcada de 1980.

    Como ocurre habitualmente, este libro solo es una expresinacotada de un deseo ms amplio del compilador orientado apensar con autonoma y compromiso el carcter de nuestra po-ltica, los fundamentos del orden social y la funcin de nuestroscampos de estudio disciplinares. En este plano debo agradeceral Departamento de Historia de la Universidad de Santiago porpermitirme trabajar en este tema con libertad y siempre en unambiente de camaradera y colaboracin acadmica. Tambinagradezco el apoyo de la Vicerrectora de Investigacin de lamisma Universidad por hacer posible la reunin de acadmicoscontenida en este libro en relacin a asuntos de importancia parael futuro desarrollo de la historia, la ciencia poltica y las cienciassociales de nuestro pas en general. Mis agradecimientos a EnriqueCorrea, ngel Flissch y a Edgardo Boeninger (....) por sugentileza y apertura al brindarme tiempo para aclarar mis dudasen varias entrevistas que sern explotadas plenamente en prximostrabajos. En el mismo plano, quiero destacar la colaboracin delos profesores argentinos scar Oszlack y Guillermo ODonnellpor permitirme a travs de generosas conversaciones en Buenos

    Aires una mejor compresin acerca del rol de los intelectuales enlos procesos transicionales latinoamericanos. En ningn caso, estelibro logra utilizar toda la informacin generada durante estostres aos de investigacin, sin embargo, nos parece que constitu-ye una aproximacin inicial oportuna y necesaria al tema de la

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    construccin intelectual del sistema poltico y los usos polticosdel conocimiento en Chile contemporneo. A Alfredo Joignant leagradezco su permanente inters por mi trabajo y su disposicin

    para permitirme participar como investigador asociado en elproyecto tatisation et professionnalisation du politiqueen France et au Chili, XIXme et XXme sicles. Mi aprecio alos colegas que acogieron el llamado para participar en este librocoral sin ms guin previo que analizar las races conceptuales ointelectuales de nuestro sistema poltico con apertura y construirpuentes para el dilogo entre disciplinas y enfoques diversos. Ami amigo y colega Alejandro Olivares por su dedicacin para leery releer este material y hacerme llegar siempre valiosas sugeren-cias. Agradezco tambin a mis ayudantes Loreto Massicot, GreyParraguez, Cristin Pia, Gonzalo Parra, Valeria Castillo, JavieraAvello y Camila Berros, quienes participaron en la fase inicialde mi proyecto sobre la contribucin de los Centros AcadmicosIndependientes en la transicin chilena. A mis estudiantes del cursode Ciencia Poltica que imparto todos los aos en la Universidadde Santiago de Chile para las carreras de Historia y Estudios In-ternacionales por mostrar aprecio y lucidez frente a estos temasque se han convertido con el tiempo tambin en mis obsesiones.Finalmente, en forma especial, quiero hacer llegar toda mi grati-tud y cario a mi familia; a mi mujer Cecilia y a mis hijos Sofa,Diego y Camila, por aquellos das robados, por su alegra a todaprueba y por su tolerancia innita.

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    Pichilemu, enero de 2011.

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    Alfredo Joignant RondnEscuela de Ciencia Poltica

    Universidad Diego Portales

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    Quines nos gobiernan? Con esta simple pregunta podra resu-

    mirse el principal argumento de las investigaciones fundadorasde este campo de estudio, a nes del siglo y comienzos del .Es Pareto (1991 [1901]) quien consagra el uso sistemtico de lanocin de lite, compuesta por individuos excepcionales cuyoanlisis se logra a partir de algo parecido a una sociologa de lasaptitudes, lo que equivale a sealar que se trata de un grupo for-mado por los miembros superiores de una sociedad. Es en virtud

    de este trasfondo de cualidades que tiene lugar la circulacinde las lites, la que segn Pareto permite que individuos prove-nientes de las capas inferiores asciendan. El enfoque de Mosca(1939 [1896]) es diferente, en cuanto este autor asimila la lite auna autntica clase social dominante, cerrada gracias a su modode estructuracin, lo que no signica que sea un grupo homog-neo y denitivamente unicado, al constar de un ncleo interno

    que se expresa en el liderazgo de unos pocos. En cualquier caso,Pareto y Mosca, a quienes cabe sumar a Michels (1971 [1911]) ysu clebre ley de hierro de la oligarqua, se encontraron en elorigen de la escuela elitista italiana.

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    Tras estos tres tempranos e inuyentes trabajos, la literaturase dividi entre los autores que enfatizaban la unidad de la liteen el poder (por ejemplo con Wright Mills, 1956), y aquellos que

    evidenciaban a escala local su diversidad, como por ejemplo conel anlisis histrico de Dahl (1961) de los grupos dirigentes de laciudad de New Haven. Era el nacimiento de la duradera rivalidadde dos tradiciones de estudio: las escuelas unitaria y pluralista.

    Desde entonces, la literatura cientca se ha interesado de di-versos modos en las lites, ensayando distintas denominaciones(clase poltica, clase dirigente, tecnocracia, burocracia

    poltica, etc.). Desde los estudios empricos sobre el personalgubernamental, hasta la investigacin acerca de grupos dirigentesespeccos (empresarios, militares, dirigentes partidarios, etc.) y delas redes que estos componen, pasando por una reexin sobre lasformas de experticia (Lascoumes, 2002; Nowotny, 2000; Collinsy Evans, 2002; Turner, 2001) de grupos particulares de individuosque reivindican conocimientos escasos y valorados (cientcos,

    profesiones particulares, etc.), la investigacin muestra cmo losrecursos de estos grupos les permite incidir decisivamente sobrelas instituciones pblicas o privadas, y, en primer lugar, sobre laconduccin de los Estados o de sus polticas.

    En Chile, la escasa literatura disponible sobre las lites ha sidoel fruto de los historiadores, esencialmente mediante el empleo demetodologas biogrcas y prosopogrcas (destinadas a construir

    biografas estructurales o colectivas de grupos especcos:Levi, 1989; Daviet-Vincent, 2004; Dzalay y Garth, 2006, p. 312)a propsito de individuos notables (De Ramn, 1999); sobre elempresariado catlico (Thumala, 2008); y ms recientemente dehistoriadores y cientistas polticos interesados en caracterizar elpersonal poltico y parlamentario (Gazmuri, 2001; Joignant yNavia, 2003 y 2007; Cordero, 2005).

    La literatura internacional ms interesante e inuyente sobrelites de los ltimos 20 aos se ha concentrado en cuatro grandestpicos, algunos de los cuales han sido parcialmente abordados en

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    Chile, o tomando a determinados grupos elitarios chilenos comoobjeto de estudio.

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    Un primer conjunto de estudios, liderado por socilogos, es aquelque se aboca a poner en evidencia las determinaciones sociales queoperan sobre las lites gubernamentales, lo que explica la necesidadde recopilar la mayor informacin posible sobre los orgenes sociales,

    educativos, la posicin social, los capitales, las trayectorias polticas yprofesionales, as como acerca de las anidades electivas (Weber)que prevalecen entre los individuos. Tras la duradera inuencia dePierre Bourdieu (1979, 1980 y 1989), son numerosos los estudiosfranceses longitudinales que ensayan esta estrategia de investigacin(Gaxie, 1983; Mathiot y Sawicki, 1999a y 1999b), bajo el supuestoque la hipottica homogeneidad social de los miembros de la lite

    gubernamental explica ms all de las divergencias polticas lasanidades ideolgicas, las convergencias programticas y loslmites de las rivalidades internas (Gaxie, 1983, p. 456), en virtudde una mano invisible de la competencia poltica (Gaxie, 1983,p. 445). Rerindose al destino gubernamental de muchos de losalumnos que salieron de la cole nationale dadministration ()y del Instituto de Estudios Polticos de Pars (Sciences Po), Garrigou

    (2001, p. 77) seala en el mismo orden de ideas:

    La parte muy importante de alumnos provenientes delas clases superiores conrma que no son competenciasespecializadas las que se adquieren mediante el aprendizajeescolar, sino ms bien ttulos de legitimidad, un diploma yun concurso parcialmente ganado con cualidades de vir-tuosismo social. El capital (escolar) va al capital (social), y

    las especies de capital se conrman recprocamente.

    En una parecida lnea de investigacin se inserta el importanteenfoque metodolgico de Kadushin (1995) a propsito de la litenanciera francesa, quien aboga por explicaciones ms estruc-

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    turales que individualistas (p. 205), a partir de un anlisis dela amistad, la parentela y otros crculos sociales equivalentes endonde se tejen las redes de conanza (p. 219). Al nal del camino,

    Kadushin logra identicar, a partir de una muestra de entrevistasa 67 personas, el ncleo interno elitario (inner circle) de estalite (p. 204), esto es el pequeo grupo de personas en el que seconcentran todas las miradas y el poder nanciero.

    Muy distinta es la estrategia de investigacin dominante enla ciencia poltica anglosajona, ms interesada por comprender larelacin entre tipos de lites (pluralistas, totalitarias o ideol-

    gicamente unicadas y divididas) y estabilidad poltica (Higleyy Burton, 1989; Higley y Pakulski, 2000; Suleiman y Mendras,1995; Xiao, 2003), concluyendo a partir de un enfoque comparadode las lites transicionales en los pases de Europa del Este quela condicin sine qua non de un rgimen democrtico slido esla unidad en la diversidad de sus cpulas gobernantes (Higleyy Pakulski, 2000, p. 657). Los autores sustentan esta conclusinanalizando tanto los modos de competencia entre las lites comolas formas de circulacin de las mismas, sin que sea necesariodisponer de informacin acerca de las caractersticas sociales desus miembros, dado que el nfasis recae en los intereses en disputa,en los juegos de poder entre los diversos actores elitarios y enla estabilidad de las instituciones gubernamentales.

    Finalmente, cabe destacar dos levantamientos de la literaturasobre este tema con especial nfasis en las diferencias que separanla investigacin francesa de la norteamericana (Genieys, 2005 y2006), as como los estudios descriptivos del comportamientotolerante o intolerante de lites parlamentarias (Sullivan, Walshet l., 1993), o autoritario de las lites gubernamentales, empre-sariales y de los medios de comunicacin en pases especcos,incluyendo a Chile (Stevens, Bishin y Barr, 2006).

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    Existe una importante literatura, monogrca y comparada,que destaca el papel protagnico que han terminado por des

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    empear los economistas en la conduccin gubernamental delos pases. Para esta literatura, la explicacin no reside tanto enla ecacia intrnseca de las ideas econmicas pro mercado y de

    las consiguientes razones de economa poltica (para una expli-cacin de este tipo respecto de las reformas en Amrica Latina,ver Rodrik, 1996; segn Denord, 2002, p. 9, el xito de las ideasneoliberales no debe mucho a la sola fuerza de las ideas puras;para un anlisis de los determinantes institucionales, ver Biglaisery Brown, 2005), sino ms bien en un patrn general que conducea los economistas a transitar desde las funciones de consejera delprncipe al desempeo en posiciones centrales del poder guberna-mental. Naturalmente, no todos los pases exhiben una idnticahegemona de los economistas en el poder, diferencias que se ex-plican por el peso de las historias nacionales, la robustez de otrasprofesiones rivales (los juristas por ejemplo) y la profundidad delas conexiones con los pares que cultivan la economa matemticaque triunfa en los Estados Unidos (Dzalay y Garth, 2002; paraun anlisis de la difcil penetracin de los economistas y del neo-liberalismo en Filipinas, India, Corea e Indonesia, ver Dzalay yGarth, 2006; y sobre el contraste con el papel desempeado porlos juristas en Filipinas e Indonesia, ver Dzalay y Garth, 2008;para una crtica clsica de la retrica econmica desde la propiadisciplina, McCloskey, 1983).

    Chile se transform tempranamente en un caso de estudio,

    dada la documentada importancia que desempearon los espe-cialistas en las modernizaciones emprendidas bajo la dictadurade Pinochet, todos ellos formados en las principales universidadesnorteamericanas. A este respecto, destaca el trabajo de Valds(1995) sobre los Chicago Boys, as como los de Silva (1991),Biglaiser (2002), Aslanbeigui y Montecinos (1998) y Fourcade-Gourinchas y Babb (2002), quienes se interesan en los modos de

    adquisicin de una jurisdiccin intelectual (Markoff y Monteci-nos, 1993, p. 58), en las polticas de becas y en el apoyo otorgadopor fundaciones y universidades estadounidenses (Aslanbeigui yMontecinos, 1998; Huneeus, 2000, quien preere hablar de Ode-plan Boys, destacando la comunidad formativa y de experiencias

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    polticas entre gremialistas y equipo econmico; Biglaiser, 2002;para una comparacin con el caso brasileo, Garca, 2005). Elinters de esta literatura es an mayor cuando el papel de estos

    expertos latinoamericanos y chilenos es abordado en trminoshistricos, una tarea que es emprendida por Montecinos y Markoff(2001) desde la dcada del 30 hasta la del 2000, pasando por elperodo de apogeo del pensamiento cepaliano, quienes muestranel rol radicalmente cambiante de los economistas profesionalesa lo largo de 70 aos: mientras la crisis de los 30 remodel laeconoma, la profesin econmica remodel la crisis de los 80

    (p. 106), al punto de transformarse en jugadores centrales,mucho ms integrados a la lite poltica que sus predecesores(p. 137). Al nal del camino, estos se transforman en mnagersde la incertidumbre (Markoff y Montecinos, 1993, p. 55), estoes una cualidad profesional avalada por credenciales de prestigioy que participa del ascenso de la profesin hasta las posicionesms encumbradas del Estado y el Gobierno.

    . L , ,

    Es precisamente el anlisis de la integracin poltica de loseconomistas y, junto a ellos, de otros cientistas sociales, a lo

    que se aboca la literatura consagrada a un estamento especcode agentes: los denominados technopols (Williamson, 1994;Domnguez, 1997), un grupo de actores muy distinto a lo que sesuele entender por tecnocracia. Mientras esta ltima puede serdenida como la dominacin administrativa y poltica de unasociedad por una lite estatal e instituciones aliadas que buscanimponer un nico y exclusivo paradigma de poltica basado en la

    aplicacin de tcnicas instrumentalmente racionales (Centeno,1993, p. 314; ver tambin Silva, 1997; para un anlisis histricode la tecnocracia en Chile, Silva, 2006), en virtud de una ideo-loga del mtodo (Centeno, 1993, p. 312), los technopolscons-tituyen una variante de la tecnocracia. En este caso, se trata de

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    individuos que, adems de esgrimir credenciales que certican laadquisicin de saberes disciplinarios escasos en universidades deprestigio mundial (especialmente en Estados Unidos, en su gran

    mayora de la Ivy League), poseen una importante inuencia enla vida poltica y partidaria de sus pases, antes de desempear-se en funciones ministeriales, y a fortiori presidenciales (paraun anlisis de la gnesis de este grupo de agentes en Chile, verPuryear, 1994; Mella, 2008; Brunner, 1985; para un examen delas relaciones entre technopols e instituciones cognitivas enChile, Per y Uruguay, ver Santiso y Whitehead, 2006). As, lostechnopolstemen mucho menos a la poltica, ya que para ellosuna poltica racional no es solo tcnicamente correcta, sino tam-bin polticamente duradera (Domnguez, 1997, p. 7). Cuatroejemplos clsicos de technopolsque fueron analizados en el trabajodirigido por Domnguez (1997) son Pedro Aspe (Mxico), Fernan-do Henrique Cardoso (Brasil), Domingo Cavallo (Argentina) yAlejandro Foxley (Chile), tres de ellos ministros y uno Presidentede la Repblica, quienes ganaron poder gracias a su asociacincon partidos polticos (p. 29). Segn Montecinos (2001, p. 188),el grupo chileno de technopolshabra sido capaz de eclipsar a lospolticos tradicionales que no parecan preparados para enfrentarlos desafos de una nueva era.

    No muy distinto es el enfoque de Hira (2007), quien examinael equipamiento educativo de los gobernantes de varios pases delmundo entre 1960 y 2005, concluyendo que en el mundo endesarrollo ha habido una notable elevacin de la economa comobackgroundpara los lderes en Amrica Latina, frica y Asia (p.326), aun cuando su desempeo mirado desde los resultadoseconmicos es sumamente desigual. Sin embargo, la literaturamuestra que los technopolspueden tambin provenir de otrasdisciplinas (sociologa, derecho y ciencia poltica), adems de unaparte del propio mundo poltico que, si bien carece de credenciales

    acadmicas, logr familiarizarse con los principales debates cien-tcos, con lo cual terminaban compartiendo el mismo universomental (Montecinos y Markoff, 2001, p. 138; Garth y Dzalay,2002; Joignant, 2005).

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    Como se puede apreciar, la literatura tanto sobre lites comoaquella referida a los technopols se centra en las modalidades deadquisicin de conocimientos escasos y de sus usos polticos, lo

    que constituye a los individuos, en su relacin con la ideas, en laprincipal unidad de anlisis. Es as como Dzalay (1995) se intere-s en el rol de las profesiones en las estrategias de reproduccinde las lites, y en el impacto de la apertura de las fronteras enla reconversin de las lites nacionales en lite transnacional(p. 336), un programa de investigacin que presupone privilegiara los individuos de tal o cual profesin en unidad principal deanlisis (para una crtica al carcter excesivamente caricatural de laglobalizacin y de las lites transnacionales americanizadas porBourdieu, ver Friedman, 2000). Prosiguiendo con dicho programa,Dzalay y Garth (2001) se interrogan sobre las modalidades deimportacin de las ideas solicitando la funcin de intermediacindesempeada por un cierto tipo de agente, el que ser denominadolite compradora: al igual que los indgenas que servan deintermediarios a los comerciantes coloniales, los herederos delos notables locales, formados en las escuelas de derecho europeas,desempearon un rol similar en el plano poltico, tanto en Asiacomo en Amrica Latina (p. 70), y tras ellos los economistaslocales que transitaron por las principales universidades estado-unidenses (para un anlisis de las estrategias de doble juego,de naturaleza cosmopolita, que permiten conciliar el intersnacional reivindicando valores universales, Dzalay, 2004, p. 7).

    Sin embargo, no es posible descuidar el papel de las ideasen la trayectoria que conduce a sus portadores a desempearseduraderamente como lites. En tal sentido, no es una casualidadsi las transformaciones de la economa que fueron provocadaspor la Segunda Guerra Mundial permitieron la creacin de he-rramientas econmicas mayores, como por ejemplo el anlisisinput-output de Leontieff, la programacin lineal, la teora dejuegos de von Neuman, los sistemas de contabilidad nacional(Steiner, 2001, p. 455, nota 11), en el sentido que este instrumentalconstituy el material sobre el cual se articul un nuevo pensa-miento econmico, y tras l, una nueva generacin de economistas

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    con importantes ramicaciones en los pases perifricos. Estoobliga a tomar en serio la pregunta acerca del rol de las ideas enla fabricacin de polticas, y por tanto respecto de sus modos de

    produccin, difusin y circulacin.Es a esto que se aboca la revisin de la literatura emprendidapor Dobbin, Simmons y Garrett (2007), quienes abordan las cuatroteoras rivales de la difusin (p. 450), y sobre todo por Campbell(2002), quien detecta varios problemas en la investigacin cient-ca. Uno de ellos nos interesa principalmente: en qu consistenlos mecanismos causales mediante los cuales diferentes tipos de

    ideas afectan elpolicy making (p. 30), y por tanto sus cultores?El autor identica dos pistas: la primera, escasamente estudiada,es la de los canales informales, mientras que la segunda, vas-tamente explorada, es la de las comunidades epistmicas (p.30) y sus conexiones con el espacio gubernamental productor depolticas pblicas. Segn Campbell, la pista de investigacin msprometedora y fructfera es comprender cmo las ideas y losintereses interactan (p. 33), con lo cual lo que se arma es quelas ideas importan poco si estas no se concilian o armonizan conlos intereses no solo de quienes las promueven, sino tambin dequienes las transforman en polticas.

    El estudio de las comunidades epistmicas, as como la de-nominacin, fueron popularizadas por Haas (1992), un autor quelas dene como una red de profesionales de reconocida experticiay competencia en un mbito particular, quienes reivindican laautoridad de un conocimiento relevante de poltica al interiorde aquel mbito o rea temtica, a partir de una creencia o fecompartida en la verdad y aplicabilidad de formas particularesde conocimiento o de verdades especcas (p. 3, nota 4). Asentendidas, las comunidades epistmicas deben ser diferenciadasde las profesiones. A modo de ejemplo, mientras los economistascomo conjunto constituyen una profesin, los miembros de unsubgrupo particular de economistas, pongamos por caso los ke-ynesianos, pueden constituir una comunidad epistmica (p. 19).La relacin de estas comunidades con elpolicy makingse originaen que las creencias causales de sus miembros derivan de su

    li i d l ti t ib il t l tit

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    problemas, y que sirven entonces como base para dilucidar losmltiples vnculos entre acciones posibles de poltica y resultadosdeseados (p. 3). Lo esencial de este enfoque es que se centra en el

    proceso a travs del cual el consenso es alcanzado al interior deun mbito dado de experticia, y a travs del cual el conocimientoconsensual es difundido y transportado por otros actores, conlo que la principal preocupacin se reere a la inuencia polticaque una comunidad epistmica puede tener en el policy makingcolectivo, ms que en el carcter correcto del consejo otorgado(p. 23). As, la condicin para la inuencia poltica reside en lalealtad epistmica (Maranta et l., 2003, p. 162) al interior dela comunidad, para desde all colonizar agencias centrales delGobierno. Segn Haas (1992), se trata por lo general de un gruporelativamente pequeo de personas, en donde lo importantees la inltracin poltica de una comunidad epistmica en lasinstituciones de Gobierno (p. 27).

    La explicacin del xito de las ideas y de los paradigmasas difundidos no reside tanto en sus caractersticas racionalesintrnsecas, sino ms bien en su funcin de mapas de ruta queterminan haciendo sentido entre los policy makers. Es por estarazn que, lejos de ser puramente cognitivos, los paradigmas soninherentemente normativos y programticos (Beland, 2005, p. 8).Si bien la literatura suele privilegiar a los paradigmas econmicoscomo ejemplos evidentes de cmo estos circulan e ingresan alespacio del Gobierno, el rol poltico de las ideas dista mucho decircunscribirse a la economa. En efecto, no es el fruto del azar sila transitologa, entendida como cuerpo coherente de investi-gaciones sobre las transiciones a la democracia por parte de cien-tistas polticos y socilogos norteamericanos y latinoamericanosa partir de metodologas comparadas y cada vez ms inspiradasen el rational choicey la teora de juegos (ODonnell y Schmitter,1988; Przeworski, 1991), constituy el equipamiento intelectual

    que sera posteriormente empleado por los technopolsen la re-gin, y sobre todo en Chile (Joignant, 2005): as, la transitologadevino en una ciencia de las cosas por venir y de los cambiosinminentes (), transformndose en una empresa de prediccindel futuro poltico (Santiso 1996 p 48) Este ejemplo al igual

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    que el de las ideas jurdicas y econmicas, permite entonces asentarla hiptesis de ideas cientcas que participan de la emergenciade nuevas lites gubernamentales, a partir de usos polticos del

    conocimiento cuya funcin de legitimacin de sus cultores pareceindesmentible.

    . L :

    Tras el estudio de los modos de difusin y circulacin de lasideas y su contribucin a la emergencia de nuevas clases de litesgubernamentales, incidiendo directa o indirectamente en lospolicymakers, un nuevo programa de investigacin comienza a apareceren la dcada del 2000: el de las ciencias del gobierno. Lejos detratarse de una corriente homognea y unicada, a lo que se aludemediante este programa es a un conjunto de trabajos de mayorafranceses que se interesan en dar cuenta muy en concreto de losusos polticos y gubernamentales de las ideas.

    En tal sentido, se trata de un programa que no solo se com-promete en la gnesis de las ideas, sino tambin en sus usos, en elcruce de la historia y de la losofa de las ciencias, a partir deun enfoque resueltamente empirista que apunta a aprehender nosolo matrices cognitivas, sino ms bien ideas en accin, vale decirdispositivos prcticos y usos concretos (Ihl et l., 2003, p. 12).Para tal efecto, se privilegia el estudio de los posibles laborato-

    rios de estas ideas en accin, en donde no solo se desempean lossabios y eruditos: estos laboratorios deben ser entendidos comolugares y objetos intermedios en donde se entremezclan saber ypoder, cientcos (savants) y gobernantes (Payre y Vanneuville,2003, p. 198), vale decir espacios hbridos en donde el conocimien-to no solo se emplea para comprender la realidad, sino tambinpara actuar sobre ella y gobernar en consecuencia. Para gracar el

    argumento, vale la pena detenerse en cmo una pregunta terica(por ejemplo de la transitologa), se transforma en una preguntade corte prctico: mientras que la primera se interroga acerca delas condiciones bajo las cuales los regmenes son susceptibles detornarse ms o menos vulnerables ante los desafos provenientes

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    de grupos polticos rivales, la segunda indaga sobre la proba-bilidad que el rgimen poltico titular (incumbent) en un pas Xse derrumbe (Druckman, 2000, p. 1568). Otro ejemplo es el uso

    gubernamental del New Public Management(Suleiman, 2003).De lo anterior se puede inferir un anlisis cognitivo de laspolticas pblicas, en donde lo esencial reside en los juegos deactores de la ms diversa ndole, quienes participan colectivay competitivamente en la construccin de marcos cognitivos ynormativos de la accin pblica (Muller, 2005, p. 155). De estaconstruccin colectiva, de carcter circular en tanto es almismo tiempo producida por actores y se impone a ellos comoun marco de interpretacin del mundo (p. 161), surgirn deter-minadas ideas dominantes, lo que Muller llama referenciales.Lejos de ser nicamente ideas basadas en razones, algunos refe-renciales triunfan sobre otros en virtud de la confrontacin entreintereses, caso tpico de una situacin de hipereleccin, esto esde una eleccin entre opciones que no remiten al mismo espaciode sentido: por ejemplo, hay que prohibir la publicidad delvino en nombre de imperativos de lucha contra el alcoholismo,o autorizarla en nombre de la preservacin del empleo y del pa-trimonio econmico rural? (p. 162). Es intil sealar que paraambas alternativas existen buenas razones, siempre sustentadasen juicios de expertos. Siendo as, el campo poltico es entoncesel nico lugar en donde se realiza esta operacin de eleccinimposible (p. 162), un lugar en donde se confrontan interesesa partir de ideas, lo que signica que las ideas no existen sinlos intereses (los referenciales expresan la visin del mundo delos grupos dominantes), del mismo modo que los intereses soloexisten en tanto se expresan a travs de matrices cognitivas ynormativas que explican el mundo y dicen cmo este debe ser(p. 170). Es de este modo, por consiguiente, que las ideas van aincidir en lospolicy makers, y que ciertas soluciones van a im-

    ponerse a travs del proceso depolicy making (p. 169), ya seamediante funciones de experticia, o a travs de mediadores (p.183), y en todos los casos en virtud de usos gubernamentales delas ideas o de la ciencia.

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    As, las ideas que son objeto de usos gubernamentales son dela ms diversa ndole: nanzas pblicas, derecho parlamentario,cartografa, tcnicas comerciales, legislacin comparada, vale

    decir las primeras ciencias de la accin gubernamental quelos siglos y van a profundizar y especializar ponindolasal servicio de la burocracia de Estado (Ihl et l., 2003, p. 15).Pero tambin la psiquiatra para tratar las neurosis de guerra enAlemania tras la Primera Guerra Mundial (Kaufmann, 1999), lageografa y la cartografa en tanto saberes que participan de laconstruccin del Estado (Neocleous, 2003), entre tantas otrasformas de conocimiento.

    Lo relevante de este programa de investigacin cientca esque las lites dejan de ser consideradas como grupos de agentesvrgenes de todo contacto con las ideas.

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    Alfonso DingemansInstituto de Estudios AvanzadosUniversidad de Santiago de Chile

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    Las polticas pblicas son las herramientas que se proponen parasortear problemas concretos que enfrentan Gobiernos y entes delsector sin nes de lucro (Ellwood y Smolensky, 2001, p. 12563).En ese sentido, el ciclode las polticas pblicas consiste en (1) eldiseo de una poltica (a menudo inspirado por un modelo te-rico o una ideologa), (2) la implementacin de una poltica (lapuesta en prctica), (3) la evaluacin de aquella poltica (puesto

    que los resultados esperados y obtenidos rara vez coinciden), y(4) los ajustes introducidos a la poltica original (para mejorar laeciencia y ecacia de la poltica).

    El nexo entre la teora y la puesta en prctica de una polticapblica concreta es estrecha y crucial, si es que creemos en la fuerzadelpath dependenceo la inercia de los sistemas sociales propuestapor David (2000). El primer paso restringe las trayectorias posibles

    de evolucin y, por ende, el conjunto de posibles nodos terminalesde un sistema. Como cualquier sistema, North (1990) plantea queun sistema social debe encontrar el equilibrio entre la exibilidad(la capacidad de cambio) y la rigidez (certidumbre respecto al nodo

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    terminal deseado) a travs de cambios progresivos. Si logra esto,se dice que ha obtenido una eciencia adaptativa.

    Para efectos de este artculo deniremos dos tipos de nexos. El

    primero lo llamar dogmticoy se caracteriza por una rigidez enla tercera y cuarta etapa del ciclo de las polticas pblicas debidoa un apego excesivo a la teora o ideologa subyacente. Esto sig-nica que las polticas pblicas no son evaluadas frecuentementey que, adems, los ajustes no son progresivos y frecuentes, sinodiscontinuos e infrecuentes. El segundo lo llamarpragmticoyse caracteriza por cierta exibilidad en la tercera y cuarta etapade dicho ciclo. El apego a la teora o ideologa subyacente es,en consecuencia, no tan fuerte, por lo que los ajustes suelen serprogresivos y frecuentes.

    Una de las desventajas ms grandes de poseer una formadogmtica de hacer polticas pblicas es que estas pierden enefectividad y eciencia, por lo que dejan de ser una solucinviable para el problema que deban abordar. Sin pragmatismono hay un aprendizaje y, por tanto, los cambios de poltica sontremendamente costosos. En consecuencia, la inspiracin tericao ideolgica es muy importante del ciclo de las polticas pblicas,pero no es el nico elemento relevante.

    En Chile se ha producido en la dcada de los 70 un gran giroen la forma de hacer polticas pblicas. La nueva economa polticafavorece de manera explcita la eciencia de la toma tecnocrticade decisiones y de los mecanismos de mercado. A primera vista esun abandono radical de las costumbres del perodo anterior, quenaci en respuesta a la crisis de 1929, pero en este artculo quisieraexplorar con mayor profundidad y, a travs de un repaso histricode los modelos econmicos de desarrollo, para as identicar loscambios, pero tambin las continuidades en aquel nexo entre lateora o ideologa subyacente a una poltica pblica y los demspasos del ciclo de las polticas pblicas. Sorprendentemente, exis-

    te una continuidad muy importante: desde la independencia haexistido en Chile un apego fuerte al modelo terico y desde 1920a la forma tecnocrtica de hacer polticas pblicas. En realidad,las polticas pblicas se siguen viendo como un piloto automtico,capaces de autorregularse en equilibrio que por ende no requie

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    ren de ajustes mayores una vez implementadas. Esto se ilustracon dos polticas pblicas concretas de los ltimos gobiernos dela Concertacin, el Transantiago (modernizacin del sistema de

    transporte pblico de la capital chilena) y la reforma educacional.A diferencia de los logros a nivel macro, donde Chile en contrastecon la mayora de los pases latinoamericanos s ha logrado ins-taurar un cierto nivel de pragmatismo o de aprendizaje social, laspolticas sectoriales siguen estando empapadas de una fe excesivaen la exactitud de los modelos, la que hace superua la discusinexplcita en torno a la denicin de objetivos y de mecanismosformales de evaluacin y, por ende, de ajuste.

    La creciente complejizacin de los problemas que enfrenta lasociedad chilena, y por consiguiente de los Gobiernos respectivos,hace necesaria una mayor atencin en la calidad de sus polticaspblicas, sobre todo considerando una ciudadana siempre mscrtica y exigente. Este artculo sugiere que la introduccin deun mayor pragmatismo en el ciclo de las polticas pblicas es unbuen comienzo.

    La organizacin de este artculo as se detalla: en la siguienteseccin se describir el cambio en la forma de hacer polticas,particularmente en el mbito del modelo econmico de desarro-llo, a raz de las profundas reformas pro mercado introducidaspor el ltimo Gobierno militar. El cambio ms importante que seintrodujo fue la separacin entre el mbito econmico y polticoen la toma de decisiones econmicas, la que ha sido caracterizadapor ser tecnocrtica, un cambio que no solo se continu, sinoprofundiz durante el perodo de la Concertacin desde 1990,aunque con ms nfasis en lo social, a la vez que se reemplaz elkeynesianismo y el marxismo por la teora neoclsica con mayoreso menores rasgos neoliberales. En la tercera seccin se profundiza-r en qu tan nueva es esta forma tecnocrtica de hacer polticaspblicas. Se postula que existe una constante histrica en Chile

    respecto a la manera dogmtica de hacer polticas pblicas. En lacuarta se ilustrarn los hallazgos de las secciones anteriores condos casos recientes, el Transantiago y la reforma educacional. Enla quinta se concluye.

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    El perodo 1930-1970 se caracteriza en trminos de la histo-ria econmica chilena por la implementacin y profundizacin

    del modelo (Industrializacin por Sustitucin de Importacio-nes), una estrategia de desarrollo econmico que se basa en unmarcadopesimismoen los potenciales benecios de la insercina los mercados mundiales (Ffrench-Davis et l., 1997) y en laconsecuente autarqua econmica, en reemplazo de un marcadooptimismoen dichos benecios que haba imperado durante elperodo 1870-1914 (Bulmer-Thomas, 2003). La entonces posicin

    hegemnica que ocupaba la teora econmica clsica fue suplidapor una mezcla de la teora keynesiana y la marxista, cuyo comndenominador fue una posicin crtica respecto al laissez-fairey unapositiva respecto a la intervencin estatal en el mbito econmico.

    Cabe mencionar dos aspectos claves de este nuevo modelo.El primero se relaciona con el abandono de la creencia en elmecanismo de ajuste automtico, pilar de la poltica econmica

    clsica. En trminos simples, segn los economistas clsicos laintervencin estatal era innecesaria y, aun, daina en tiempos decrisis, puesto que a largo plazo la economa volvera al equilibrio,ya que la recesin creara desempleo, lo que hara disminuir lossalarios y, en ltimo trmino, las personas volveran a sus pues-tos de trabajo. Antes de la Primera Guerra Mundial, este ajusteautomtico era polticamente viable, por cuanto los trabajadores

    los ms afectados de una recesin no estaban incorporados (ono posean poder poltico considerable), pero en 1930 las condi-ciones haban cambiado. Los trabajadores se haban convertidoen actores polticos de relevancia, y esperar a que el mercadovolviera de manera endgena a su equilibrio, ya no era una opcin(Eichengreen, 2008). Adems de ser una innovacin terica, lapoltica keynesiana era polticamente muy oportuna.

    El segundo aspecto se reere al abandono de la creencia deque el mercado fuera capaz de fomentar de forma interna (ecaz yeciente) la industrializacin, considerada la cspide del desarrolloeconmico de un pas. En especco, el comercio internacionalno era considerado el mecanismo adecuado para promover este

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    objetivo. El Estado se encargara, de ahora en adelante, de esa ta-rea, convirtindose en un Estado empresario. En el caso de Chile,en 1939 se fund la Corporacin de Fomento de la Produccin

    () para tal propsito. Una de sus primeras funciones fueconstruir un catastro de todas las empresas existentes en el territo-rio nacional, para lo cual se exiga un nuevo perl de profesional.No es, por tanto, casualidad que la tecnocracia y las polticas deindustrializacin hayan surgido de la mano (Silva, 2006).

    La economa poltica resultante de este proyecto fue el asllamado Estado de compromiso, que bsicamente constituy unequilibrio de Nash entre el Estado, los empresarios y los traba-jadores (sindicalizados) en torno al proteccionismo. Al primeroel proteccionismo le permita generar ingresos tributarios por losaranceles, los que nanciaran los benecios sociales tpicos de unEstado de bienestar (comprando de esta manera la paz social). Alos empresarios les consenta protegerse de la competencia externa,y a trasladar los costos de los mayores sueldos a los consumidores.Y, por su parte, los trabajadores (sindicalizados) gozaban, adems,de sueldos mayores y benecios sociales (Haber, 2006). Por lovisto, la autarqua estaba rindiendo sus frutos.

    El pesimismo respecto de los mercados mundiales fue exacer-bndose a raz del desarrollo de la tesis de Prebisch-Singer, segnla cual los trminos de intercambio desfavorecan a aquellos pasesexportadores de materias primas, y de la teora de la dependencia.Trgicamente, cuando la economa mundial experimentaba unode sus momentos ms dinmicos de comercio internacional (1945-1970), los pases de Amrica Latina estaban retrados, con sus ojospuestos en sus mercados domsticos y con sus energas perdidas enproyectos de integracin. En un inicio, los costos de la autarquano se perciban. De hecho, las economas latinoamericanas habanrespondido muy bien al proyecto industrializador. Sin embargo,la llamada etapa difcil de la , donde se necesitaba impulsar

    los encadenamientos ro arriba y abajo en la cadena productiva,tensionaba de sobremanera la coherencia de la estrategia de desa-rrollo, puesto que el sesgo antiexportador limitaba la capacidad degenerar las divisas necesarias para nanciar la compra de bienesde capital (Ffrench Davis et l 1997)

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    El segundo problema, asociado a lo anterior, radicaba en elpreocupante y creciente endeudamiento pblico y privado. Paraempeorar las cosas, la deuda pblica se nanciaba con la emisin

    de dinero, la cual generaba importantes presiones inacionarias,las que afectaban de manera ms profunda a los sectores mshumildes de la poblacin. As, en la dcada de los 70, la estrategiade industrializacin autrquica estaba mostrando serios signos deagotamiento (Edwards, 1995). La excesiva